PRIMER CONGRESO MEDICO ECUATORIANO ACTAS Y TRABAJOS DEL PRIMER CONGRESO MEDICO ECUATORIANO CONVOCADO POR EL ILUSTRE CONCEJO CANTONAL DE GUAYAQUIL 9-14 ele Octubre de 1915 GUAYAQUIL r PUBLICACION OFICIAL DE LA MESA DIRECTIVA Imprenta Municipal 19 16 ACTA de la sesión del I. Concejo Cantonal DEL DIA 6 DE OCTUBRE OE 1913 En Guayaquil, á las 9 de la noche del día seis de Octubre de mil novecientos trece, so reunió el Ilustre Concejo en la sala de se- siones de la Casa Municipal, presidido por el señor Vicente de Sautistevan, con asistencia de los señores Vicepresidente Aurelio Carrera, Félix González Rubio, Ernesto Stagg, doctor José M. Es- trada Coello, José A. Campos, el Síndico doctor Sergio E. Alcívar y el Secretario señor Juan de Dios Martínez Mera. Fue leída y aprobada el acta de la sesión anterior verdionda el veinticinco de setiembre último. El doctor Estrada Coello propuso el siguiente Acuerdo que 1 ué aprobado por unanimidad: EL CONCEJO CANTONAL DE GUAYAQUIL, CONSIDEBANDO: Ia. -Que es deber de las Municipalidades propender al ade- lanto de las ciencias como uno de los medios mis poderosos para alcanzar el progreso de los Cantones y del país en general; 4 2o.-Que los Congresos Médicos realizan tan laudable fin, porque contribuyen al mejor conocimiento de las modalidades clíni- cas estudiadas; 3o.-Que los aniversarios do las glorias nacionales deben con- memorarse por actos que marquen el adelanto y engrandecimiento del país á fin de corresponder dignamente al legado de Patria y Li- bertad recibido de los Héroes de la Independencia: Acuerda: 1°. -Convocar la reunión del Primer Congreso Médico Ecuato- riano, con el objeto de propender al progreso de las ciencias médi- cas en el Ecuador, y de revisar las modalidades clínicas que se ob- serven en el ejercicio profesional. El Congreso determinará los te- mas y estudios que deban someterse á su deliberación y tendrá la más amplia libertad para su organización y labores. 2°.-Comisionar á la Facultad do Medicina de la Universidad de Guayaquil para que prepare y lleve á la práctica este Congreso el 9 de Octubre de mil novecientos catorce. 3°.-Pedir á la misma Facultad que la Comisión Orga- nizadora del Congreso se instale oficia,!monte en la sesión solemne que celebrará el Concejo Cantonal el nueve de los corrientes, nona- gésimo tercero aniversario de la Independencia de Guayaquil. 4o.-Destinar en el presente año, dos mil sucres para los gas- tos preparatorios que demande el Congreso y lijar en la Ordenanza de Presupuesto Municipal para mil novecientos catorce una canti- dad suficiente para sus demás gastos. 5o.-Comunicar este Acuerdo al Supremo Gobierno y solicitar- le el apoyo moral y material necesario para la realización del Con- greso. Leyóse el oficio número ciento cincuenta y tres, del señor De- cano de la Facultad de Medicina, contraído á comunicar que dicha Facultad acepta el encargo de organizar el Congreso Médico Ecua- toriano convocado por el Ilustro Concejo para el 9 de Octubre de mil novecientos catorce y que ha formado al efecto, el siguiente Co- mité: Presidente, doctor Carlos García Drouct; Vicepresidente, doc- tor Luis Felipe Cornejo Gómez; Tesorero, doctor José M. Estrada Coello; Secretarios, doctores José llamón Boloña y Leopoldo Izquie- ta Pérez. Se acordó reiterar á la Facultad de Medicina los 5 agradecimientos del Municipio por la patriótica acogida que ha dis- pensado á la petición del Concejo. Se acordó el siguiente programa para la sesión solemne que se efectuará el nueve del actual: Io.-Himno Nacional.-2o. Lectura del Acta do la Indepen- dencia levantada el 9 de Octubre de mil ochocientos veinte.-3o. - Himno de Olmedo.- 4o.-Discurso del señor Presidente del Ilustre Concejo.-5o.-Lectura del Acuerdo por el que se convoca el Pri- mer Congreso Médico Ecuatoriano para el 9 de Octubre de mil novecientos catorce ó instalación do la Comisión Organizadora del Congreso. - 6o.-Discurso del Delegado de la Facultad de Medi- cina de Guayaquil organizadora del Congreso Médico. - 7o.- Núme- ro musical. -8°.-Discurso de los Delegados de las Municipalida- des.-8o.-Número musical. Terminó la sesión. El Presidente, V. DE SANTISTEVAN. El Secretario, Juan de D. Martínez Mera, Sesión solemne DEL DIA 9 DE OCTUBRE DE 1913 En Guayaquil, á las dos de la tarde del 9 de Octubre de mil novecientos trece, se instaló en sesión solemne el Ilustre Concejo, presidido por el señor Vicente de Santistovan, con asistencia, de los señores Vicepresidente, Aurelio Carrera, Félix González Rubio, doc- tor Rómulo Arzube Cordero, Ernesto Stagg, doctor José M. Estra- da Cocllo, Luis Orrantia, José A. Campos, el Síndico doctor Sergio Alcívar, y el Secretario señor Juan de Dios Martínez Mera. Concurrieron además, los señores doctor Juan Gómez Rondón, Presidente de la Excelentísima Corte Superior; Francisco A. Intria- go, Presidente del Tribunal do Cuentas: la Facultad de Medicina 6 representada por su Decano doctor Carlos García Drouet, y los doc- tores Antonio Falconí, Luis F. Cornejo Gómez, José Ramón Boloña R., Juan F. Heincrt, Juan B. Arzube Cordero, Aquiles C. Rigail, Jacinto Garaicoa y Roberto Levi; Leocadio Lotero, Cónsul de Co- lombia; Camilo Destruge y Alberto Hidalgo Gamarra, Cónsul y Vi- ce-Cónsul do Venezuela; los Delegados de las siguientes Municipalida- des: Capitán de Navio Francisco Fernández Madrid, por Quito; doc- tor Rafael Guerrero, por Ambato; doctor Alejandro Ronce Elizalde, por Tulcán y San Gabriel; doctor Luis A. Wandcmberg, por Ibarra; doctor Miguel A. Mentalvo, por Guano; Pedro Pablo Garaicoa, por Babahoyo: Ezequiol Calle, por Cuenca: Virgilio Drouet, por San Mi- guel; José Luis de la Torre, por Vaguachi; José M. Vela Jaramillo, por Otavalo. Diese lectura al Acuerdo del Ilustre Concejo expedido en la sesión del seis de los corrientes. De conformidad con este Acuerdo se declaró instalada la Comi- sión Organizadora del ler. Congreso Médico Ecuatoriano, constituida como sigue: Presidente, doctor Carlos García Drouet Vicepresidente, doctor Luis F. Cornejo Gómez Tesorero, doctor José M. Estrada Coello Secretarios, Dres. José R. Boloña R. y Leopoldo Izquieta Pérez. El señor Presidente levantó la sesión. El Presidente. V. DE SANTISTEVAN. El Secretario. Juan de D. Martínez Mera. 'Dr. (^ct^cta Presidente del Primer Congreso Médico Ecuatoriano PERSONAL del 1er. Congreso Médico Ecuatoriano COMITE ORGANIZADOR DEL CONGRESO Presidente.- Doctor Carlos García Drouet, Ex-Decano de la Fa- cultad de Medicina de Guayaquil-Prof. de Pedia- tría de la Fniversidad Central. Vicepresidente.- Doctor Miguel II. Alcívar, Prof. de Medicina Ope- ratoria-Cirujano del Hospital General.-Presi- dente de la Sociedad Médico-Quirúrgica del Gua- yas. Tesorero.- Doctor José M. Estrada Coello, Porf. de Anatomía Patológica. - Médico del Hospital General.- Presi- dente de la Asociación Escuela de Medicina. Secretados.- Doctor José R. Boloña R., Prof. de Medicina Le- gal y Parasitología-Médico del Asilo Mann. Doctor Leopoldo Izquieta Pérez, Prof. de Terapéu- tica.-Médico del Hospital General. AYPDANTES DE SECRETARIA Señor Adolfo Hidalgo Nevares Estudiante de Medicina. „ Enrique Sayago „ „ „ „ J. Alberto Cortés Hidalgo ., „ ,, ,, Jorge Alvarez Lara ,. „ „ „ Luis de Janón ,, „ „ „ Juan Modesto Garbo Noboa „ „ „ „ Edmundo Vera „ „ „ Comisiones directivas de las Secciones PRIMERA SECCIOX Medicina Nacional y sus Clínicas: lo., 2o. y 3er. grupo Presidente.-Doctor Julián Coronel. Secretario.- „ Alfredo .1. Valenzuela Y. Vocales: - „ Samuel Mora. ,, Roberto E. Cubillo. „ José Antonio Chiriboga. PRIMERA SECCION' 4o., 5o. y 6o. grupo Presidente.- Doctor Mariano Peñaherrera E. (de Quito). Secretario.- „ J. I). Moral. Vocales:- ,. Temístocles J. Aráuz. „ Francisco J. Boloña. SEGCXDA SECCION Cirugía nacional y sus clínicas: lo., 2o. y 3er. grupo Presidente. - Doctor F. J. Martínez Aguirre. Secretario.- ,, Juan Federico Heinert. „ Mario V. de la Torre (de Quito). Vocales: - „ Juan Alberto Cortés García. „ Teófilo Fuentes Robles. „ José Julián Sánchez. 1-Dr. Luis F. Cornejo Gómez, Vice-presidente (hasta Setiembre de 1915)-2-Dr. Miguel H. Alcívar, Vice-presidente del Congreso-3-Dr. José María Estrada Coello, Tesorero-4-Dr. José R. Boloña, Secretario -5-Dr. Leopoldo Izquieta Pérez, Secretario. 9 SECCION SEGUNDA 4o. grupo.-Ginecología y Obstetricia Presidente.-Doctor Emilio G. Roca. Secretario. - Doctor J. B. Arzube Cordero. Vocales: -■ „ Bartolomé Huerta. „ A quilos C. Rigail. TERCERA SECCION Enfermedades Venéreas y de las vías urinarias.-Dermatología.- Oftalmología.-Oto-Rino-Laringología.-Fisioterapia Presidente.-Doctor Antonio Falconí Secretario.- „ .1. V. Payezc Gault. Vocales: - ,, Guillermo Gilbert. „ Francisco de Icaza B. „ José M. Ortega. „ Juan T. Paz mi fío B. „ Francisco G. Andrade. CUARTA SECCION Higiene Presidente.-Doctor León Becerra. Secretario.- „ W. Pareja. Vocales: - „ Leónidas Benitos Torres. „ Carlos A. Miño, (de Quito) „ Alfredo Espinosa Tamayo. „ Pedro J. Rubira. QUINTA SECCION Química-Farmacia-Odontología-Botánica Presidente.-Doctor Roberto Lev i. Secretario.- „ Carlos A. Rolando. Vocales:- „ Manuel Antonio López Lascano. „ P. Holtz. Comisiones provinciales Provincia de Pichincha: Presidente.-Doctor Lino Cárdenas. Secretario.- „ Isidro Ayora. Vocales: - „ Mariano Peñaherrera E. Max. Ontaneda. „ Aurelio Mosquera. „ Mario V. de la Torre. Alejandro Villamar. ., Francisco Cousin. „ R. Villavicencio Ponce. „ Alejandro Meló. Provincia dei Azuay: Presidente.-Doctor Nicolás Sojos. Secretario.- ,, Miguel A. Lazo. Vocales: - „ Emiliano J. Crespo. „ Luis C. Jar a mil lo. Provincia del Carchi: Presidente.-Doctor Ezequiel B urbano. Secretario. - „ Luis Rosero N. Provincia de Imbabura: Presidente.-Doctor Rafael Suárez. Secretario.- „ Agustín Rosales. 11 Provincia de León: Presidente.-Doctor Vicente Que vedo. Secretario.- „ Francisco Izurieta. Vocal. - „ Marco Tulio Varea Q. Provincia de Tungurahua: Presidente. - Doctor G. Román G. Secretario.- „ Luis W. Anda. Vocal. - „ Julio T. Paredes. Provincia del Chimborazo: Presidente.- Doctor Juan II. Esteves. Secretario.- „ Leopoldo Ormaza. Vocal.- „ José Ponce Elizalde. Provincia de Bolívar: Presidente.-Doctor José M. Corral. Secretario.- „ Alfredo Noboa M. Vocal.- „ Virgilio S. Vélez. Provincia de los Ríos: Presidente.-Doctor Elias Falconí. Secretario.- „ Benjamín Célleri. Vocal.- „ Fidel del Castillo. Provincia de Cañar: Presidente.-Doctor Leoncio Cordero. Secretario. - „ Luis Neira. Vocal.- „ Eduardo Cordero. Provincia de Loja: Presidente.-Doctor Zoilo Rodríguez. Secretario.- „ Julio C. Armijos. Vocal.- „ Amadeo Vivar. 12 Provincia da Manabí: Presidente.-Doctor Eloy Sáenz. Secretario.-- „ Segundo Montero C. Vocales: - „ Néstor Ledesma. „ José Mora López. „ Angel M. Salvador. Provincia de Esmeraldas: Presidente.-Doctor Leónidas M. Drouet. Secretario.- „ Carlos V. Coello. Comisiones de propaganda GUAYAQUIL. -Doctor Alfredo Espinosa Tamayo „ Alberto Guerrero Martínez ., José V. Trujillo Señor José Antonio Campos „ José Abel Castillo „ Ricardo Cornejo ,, Eleodoro Avilés Minuche ,, Gabriel Pino Roca „ Camilo Destruge „ Enrique Sotomayor y Luna. QUITO.-Señor Director de Estudios „ Presidente del Concejo Municipal „ Süb-Director de Sanidad Director de "El Comercio» „ „ „ «La Prensa» „ „ „ «El Ecuatoriano» „ „ „ «El Día» „ Dr. Ricardo Ortíz „ „ Alejandro Vil 1 amar „ ,, Alejandro S. Meló CUENCA.-Doctor Luis A. Loyola „ Nicanor Mercbán „ José A. Mogrovejo C. „ Nicanor Corral „ Agustín Cuesta V. „ José R. Burbano „ Ricardo Márquez „ Manuel J. Serrano „ David Díaz Cueva „ Remigio Romero León Delegaciones oficiales Municipalidad de Quito: Doctor Carlos García Drouet „ Mariano Peña herrera E. „ Mario V. de la Torre. Municipalidad de Guayaquil: Doctor Miguel H. Alcívar Antonio Falconí „ Francisco de Icaza Bustamante Municipalidap de Riobamba: Doctor Félix Flor. Municipalidad de Ambato: Doctor Enrique Gallegos Anda „ José Ignacio Rivera „ Carlos A. Miño Municipalidad de Guaranda: Doctor Alfredo Novoa M. „ Felipe Barbotó Municipalidad de Cuennca: Doctor David Díaz Cueva Municipalidad de Latacunga: Doctor Tulio Varea Quevedo 1-Dr. Mariano E. Peñaherrera, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central-2-Dr. Alejandro Villarnar.-3-Dr. Guillermo Ordóñez-4-Dr. Enrique Gallegos Anda-5-Dr. Carlos A. Arteta. 15 Municipalidad de Babahoyo: Doctor J. M. Estrada Cocí lo Municipalidad de PortoViejo: Doctor M. H. A leí va r. „ Bartolomé Huerta Ledo. Señor Jorge T. Larrea. Municipalidad de Ibarra: Doctor Agustín Rosales Municipalidad de Tulcán: Doctor León Becerra Facultad de Medicina de la Universidad Central: Presidente.-Doctor Mariano Peñaherrera E. Vocales: - „ Guillermo Ordóñez „ Fernando Cevallos „ Alejandro Villamar „ Carlos A. Altela „ Enrique Gallegos Anda „ Luis F. Leoro Facultad de Medicina de la Universidad de Cuenca: Doctor Nicanor Merchán „ Emiliano J. Crespo Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil: Doctor Julián Coronel ., Carlos García Drouet „ J. Antonio Chiriboga „ J. B. Arzube Cordero Consejo Superior de Instrucción Pública: Doctor Alejandro Villamar „ Mariano Peñahcrre.a E. 16 Consejo Escolar de la Provincia del Guayas. Doctor J. M Estrada Coello „ José 1). Moral Dirección General de Sanidad: Doctor W. Pareja Sociedad Cruz Roja del Ecuador: Doctor J. M. Estrada Coello „ J. V. Payeze Gault „ A. Espinosa Tamayo „ J. B. Arzube Cordero Sociedad Médico-Quirúrgica del Guayas: Doctor A. J. Valcnzuela V. „ J. D. Moral Junta de Beneficencia Municipal de Guayaquil: Doctor Rafael Guerrero Asociación Escuela de Medicina de Guayaquil: Doctor J. M. Estrada Coello „ J. D. Escolar „ J. M. Cabrera Corporación Estudios de Medicina de Quito: Señor Luis J. Martínez „ Telmo Viteri La f ronte Labor atorio Químico Municipal de Guayaquil: Doctor Loberto Levi Instituto de Vacuna de Guayaquil: Doctor Aquiles C. Rigail Observatorio Astronómico de Quito: Señor Feo. Campos Rivadeneira Sociedad Protectora de la Infancia: Doctor J. M. Estrada Coello Lista de adherentes al Congreso A Doctores: Abad, Tomás Cuenca Alcívar, Miguel H. Guayaquil Albuja Aspiazu, Ernesto „ Alvarez, Ursicino B. Riobamba Andrade, Francisco G. Guayaquil Andrade López, César D. „ Aráuz, Temístoclcs J. „ Arjona Silva, Rafael Quito Ampucro, Antonio J. Guayaquil Araujo, M .1. Quito Arteta, Carlos Alberto „ Arroba, José H. Guayaquil Arzube Cordero. J uan B. „ Ayora, Isidro Quito Alemán P., José M. Guayaquil Arzube Cordero, José M. „ Arosemena, Luis A. „ Anda, Luis W. A m bato Armijos, Julio C. Loja Aguijar, Edmundo Guayaquil B Barba, Francisco Quito Burbano, Ezequiel Tulcán Bu iban o, José R. Cuenca Bayas, Vítor M. París 18 Doctores: Barbotó, Felipe Guayaquil Becerra, León „ Benitos Torres, Leónidas „ Bolofia, Francisco J. „ Boloña, José Ramón ,. Bustos, Miguel 0. Cuenca Bustos, Javier H. Riobamba c Señor Campos Rivadeneira, Feo. Guayaquil Doctores: Garbo Cucalón, Ismael „ Cabezas B., C. Quito Cabrera, Julio M. Guayaquil Castro, Carlos M. „ Castillo, Víctor Antonio Loja Cárdenas, Tobías Riobamba Célleri, Benjamín S. Babahoyo Cevallos, Fernando Quito Cevallos, Victoriano Cuenca Coello, Carlos V. Guayaquil Cordero Dávila, Gonzalo Cuenca Coronel, J ulián Guayaquil Cornejo Campozano, Jorge ,, Cornejo Gómez, Luis F. ., Corral A., Virgilio Riobamba Corral J., Pío Vicente Machala Costales, Francisco A. Riobamba Cousin, Francisco Quito Crespo, Emiliano J. Cuenca Cubillo, Roberto E. Guayaquil Cucalón, Carlos Felipe „ Cortés García, Juan Alberto „ Chiriboga, J. Antonio „ Cárdenas, Lino Quito Cueva, Luis M. Guayaquil Corral, José M. Guaranda Castillo, Fidel del Babahojo 19 Doctores: Cordero. Leoncio Azogues Cordero, Eduardo ,, Corral, Nicanor Cuenca Cuesta V., Agustín „ D Drouet, Leónidas M. Santa Elena Donoso, Francisco Quito Darquea, Segundo B. Latacunga Díaz Cueva, David Cuenca E Escolar, José Domingo Guayaquil Espinosa Tamayo, Alfredo „ Estrada Cocí lo, J. M. „ Estrella M., F. Cuenca Egüez Baquerizo, P. P. París Esteves, Juan H. Riobamba Erazo Córdova, L. F. Milagro Falconí, Antonio Guayaquil Flor M., Félix Riobamba Falconí, Elias Babahoyo Flores A., Alejandro Guaranda Fuentes R., Teófilo N. Guayaquil G Gagliardo, Juan B. Guayaquil García Drouet, Carlos ,. Gilbert, Guillermo „ Glaescl, Holger „ Goding, Federico „ Gómez Soto, Genaro „ González Hidalgo, A. Quito Guzmán, Manuel de „ Greenwood. Hugo Guayaquil 20 Doctores: Gallegos Anda, Enrique Quito Guerrero, Rafael Guayaquil • González, Enrique E. Guamote H Haro, Manuel T. Riobaniba Heinert, Juan F, Guayaquil Hidalgo G., Eduardo Hidalgo G., Juan José „ Holst, P. „ Huerta, Bartolomé ., Hinostroza, José María Cuenca Huerta, Pedro J. Guayaquil Hierro F., Luis Ibarra Izquieta Pérez, Leopoldo Guayaquil Hlescas, Nicanor „ Izurieta, Francisco „ Icaza B., Francisco de La tucunga J Jaramillo, Luis C. Latacunga Jalón, Norverto Guayaquil Janón, Alejandro de „ Jijón Bello, Manuel Quito Lavayen, Raúl S. Guayaquil Lazo, Miguel Antonio Cuenca Levi, Roberto Guayaquil Leoro, Luis Felipe Quito López, Eduardo Guayaquil López Lascano, M. A. „ López Lascano, Juan Alberto „ López Lascano, Carlos „ Ledesma, Néstor Calceta 21 Doctor Loyola, Luis A. Cuenca Ledo. Sr. Larrea, Jorge T. Guayaquil M Doctores: Maldonado Garbo, Teodoro París Merchán, Miguel Babahoyo Marchan, Nicanor Cuenca Montero C., Segundo Portoviejo Mora y Martínez. Samuel Guayaquil Moral, José D. „ Moreano, Carlos Riobamba .Mosquera, Aurelio Quito Morales, Darío Sigcho Guayaquil Martínez Aguirre, Francisco J. „ Martínez Serrano, Francisco „ Miño, Carlos A. Quito Meló, Alejandro „ Mora López, José Quito Martínez, Luis J. „ Mo'grovejo C., José Cuenca Márquez, Ricardo „ N Naranjo, Carlos Quito Navarrete, José Vicente Guayaquil Negrete, Luis F. „ Niemes S., Leopoldo Roca fuerte Negrete G., Luis Guayaquil Noboa M. Alfredo Guaranda Neira, Luis Azogues O Oramas Pozo, Antonio Bahía Orellana, Juan A. Guayaquil Ortega, Alberto J. Cuenca Ortega, José Miguel Guayaquil 22 Doctores: Ordóñez, Guillermo Quito Ontaneda, Max. „ Ormaza, Leopoldo Riobamba Ortiz, Ricardo Quito p Pazmiño B., Juan T. Guayaquil Palacios, Remigio Vinces Pareja, W. Guayaquil Paz, Gustavo M. Latacunga Peilaherrera E., Mariano Quito Pólit Manrique, A. „ Payeze Gault, J. Y. Guayaquil Paredes, Julio F. Ambato Ponce Elizalde, José Riobamba Pareja R., Aníbal Barbacoas Parker, Hermán B. Guayaquil Q Quevedo, Vicente Latacunga R Bacines, Luis U. Quito Romero León, Remigio Cuenca Rigail, Aquiles C. Guayaquil Rivera S., César Augusto Ambato Rivera, José Ignacio „ Rolando, Carlos A. Guayaquil Rolando, Tomás L. „ Roldan, Carlos O. Riobamba Roux, Luis de Guayaquil Rubio, Juan Francisco „ • Roca, Emilio G. „ Rubira, Pedro J, „ Rosero N., Luis Tulcán Rosales, Agustín Ibarra 23 Doctores: Román G., G. Ambato Rodríguez, Zoilo Loja s Sáenz, Carlos D. Quito San Lucas, Feo. Guayaquil Sánchez, Diego Guaranda Soto V., Aurelio Ambato Sánchez, .losé J. Guayaquil Suárez, Pablo A. Lausana Sáenz, Carlos Domingo Quito Sojos, Nicolás Cuenca Suárez, Rafael Ibarra Sáenz, Eloy Portoviejo Salvador, Angel M. Quito Serrano C., Alberto „ Serrano, Manuel J. Cuenca Torre, Mario V. de la Quito Torres Echeverría, José Guayaquil Tufiño, Luis G. Quito Troya, José María „ Trujillo, Luciano Guayaquil V Valenzuela V., Alfredo J. Guayaquil Velasco, Carlos J. Quito Vélez, Virgilio S. Babahoyo Villagómez, Ricardo Vincos Villamar, Alejandro Quito Vivar, Amadeo J. Loja Villavicencio, Ricardo Quito Varea Q., Marco Tulio Latacunga Viteri Lafronte, Tolmo Quito Varea Q., Alfredo Latacunga Reglamento general DEL 1er. Congreso Médico Ecuatoriano que se celebrará en Guayaquil del 9 al 14 de Octubre de 1914, promovido por el I. CONCEJO CANTONAL Art. lo.- El I Congreso Médico Ecuatoriano, convocado por el Ilustre Concejo Cantonal, en su sesión del 9 de Octubre de 1913, y organizado por la Facultad de Medicina de Guayaquil, se reunirá en esta ciudad, del 9 al 14 de Octubre de 1914, nonagésimo cuarto aniversario de tan gloriosa efemérides: Art. 2o.-Podrán tomar parte en este Congreso: a) Los médicos y cirujanos nacionales, y los extrangeros in- corporados en cualquiera de las Facultades de la República: b) Los farmacéuticos, químicos, dentistas y naturalistas ecua- torianos, ó diplomados en el Ecuador; Art. 3o. -Las labores del Congreso comprenderán las siguien- tes Secciones: 1-Dr. Luis F. Leoro-2-Dr. Fernando f'evallos-3-Dr. Mario V. de la Torre-4-Dr. David Díaz Cueva-á-Dr. Marco T. Varea Quevedo. 25 PRIMERA SECCION MEDICINA NACIONAL Y SUS CLINICAS ler. grupo. Historia de la medicina ecuatoriana en las épo- cas incaica, colonial é independiente; 2o. grupo. Patología nacional y sus clínicas en las regiones andina, montañosa y del litoral; 3er. grupo. Patología infantil. 4o. grupo. Paludismo. Tuberculosis. Peste. Fiebre ama- rilla. 5o. grupo. Parasitología nacional. Microscopía clínica. 6o. Grupo. Medicina legal. 'lexicología. Deontología. SECUNDA SECCION CIRUGIA NACIONAL Y SUS CLINICAS ler. grupo. Historia y desarrollo de la cirugía nacional; 2o. grupo. Afecciones quirúrgicas frecuentes en el Ecuador y sus clínicas; 3er. grupo Cirugía abdominal; 4o. grupo. Ginecología. Obstetricia. TERCERA SECCION Enfermedades venéreas y de las vías urinarias. Dermatología. Oftalmología. Oto-rino-laringología. Fisioterapia. CUARTA SECCION II I G I E N E ler. grupo. Sanidad internacional adaptable á las condicio- nes topográficas del Ecuador en lo actual y en lo futuro; 2o. grupo. Saneamiento de nuestros puertos y ciudades in- terandinas. 26 3er. grupo. Medios para extinguir las enfermedades epidé- micas ya conocidas, su reimportación, ó la introducción de otras nuevas; 4o. grupo. Higiene alimenticia. Higiene escolar. Higiene de la infancia; 5o. grupo. Legislación sanitaria. Estadística y demogra- fía nacionales; 6o. grupo. Higiene militar. QUINTA SECCION QUIMICA. FARMACIA. ODONTOLOGIA. BOTANICA Art. 4o.-Los profesionales comprendidos en el art. 2o. que deseen adherirse á las labores del Congreso, lo solicitarán á la Se- cretaría de la Comisión Organizadora por medio de la «Boleta de adhesión» que va adjunta á la circular que se les enviará oportuna- mente. Si el adherente va á presentar alguna comunicación al Con- greso, lo manifestará por medio de la «Boleta de inscripción» que acompaña á la misma circular; Art. 5o' -En cuanto á sus labores de organización, el Con- greso se encomienda á las siguientes comisiones: a) Comisión Organizadora, b) Comisiones Directivas de las Secciones, c) Comisiones Provinciales y d) Comisiones de Propaganda; Art. 6o.-A la Comisión Organizadora corresponde: a) La organización y dirección del funcionamiento del Congre- so hasta la terminación de sus labores, b) La formación del Cuestionario de las diversas Secciones, c) La designación de las Comisiones Directivas de las Seccio- nes, de las Comisiones Provinciales y de la Comisión de Propa- ganda en la Provincia del Guayas, d) Recibir y dirigir las comunicaciones de carácter científico ó administrativo, e) El arreglo de los programas de las labores del Congreso y de las fiestas en honor de los congresistas, 27 f) La formación de la nómina de los adlierentes é inscritos y de sus tesis ó comunicaciones, g) La publicación oficial de las actas y labores del Congreso; Art. 7 o.--A las Comisiones Directivas de las Secciones, que residirán en Guayaquil, corresponde: a) La clasificación de los trabajos remitidos por la Comisión Organizadora referentes á la Sección á su cargo, b) La redacción de las conclusiones adoptadas por la Sección en lo referente á dichos trabajos, después de discutidos; y que serán leídas en sesión general por su propio Secretario, c) La designación de un relator que debe dar cuenta á la Sección de las comunicaciones que no puedan ser leídas por su autor, d) Presentar, de entre sus miembros, cuando menos dos traba- jos sobre cualquiera de los temas encomendados á ella, e) Indicará la Comisión Organizadora hasta el 31 do Diciem- bre los temas recomendados de entre los diferentes grupos de ma- terias que corresponden á su sección; Art. 8o.-A las Comisiones Provinciales corresponde: a) Conseguir el mayor número de adlierentes en su provincia, b) Presentar, de entre sus miembros, cuando menos cuatro trabajos sobre cualquiera de los temas comprendidos en las diferen- tes Secciones, c) Proponer á la Comisión Organizadora - hasta el 31 de Diciembre próximo-los temas adicionales que creyere de mayor in- terés para la provincia respectiva, d) Nombrar las Comisiones de Propaganda á que se refiere el artículo siguiente; Art. 9. -Las Comisiones de Propaganda serán tres: en Quito, Cuenca y Guayaquil. Constarán de diez miembros; pu- diendo pertenecer á ella individuos que no sean profesionales. Con- tribuirán por medio de una labor activa, por la prensa y do cualquier otra manera, á la feliz realización del Congreso; Art. 10.-Las Comisiones, Directivas de las Secciones, Pro- vinciales y de Propaganda dependerán directamente de la Comisión Organizadora; Art. 11.-La. Comisión Organizadora invitará á los Concejos Cantonales de las capitales de provincias, á las Facultades de Medí, ciña, á las de Farmacia y á las Corporaciones científicas relaciona- dos con la ciencia médica, para que se hagan representar en el Con. 28 greso por medio de uno ó más Delegados oficiales; los que deben ser nombrados oportunamente; Art. 12.-El Congreso celebrará sesiones generales y parcia- les: las generales con asistencia de todos sus miembros; y las par- ciales con asistencia de los adherentes á cada Sección: Art. 13. - Las sesiones generales comprenderán: a) Lectura y discusión de los informes y conclusiones presen- tados por las Secciones sobre los temas encomendados por la Comi- sión Organizadora. b) Lectura y discusión de los temas de interés general ó lo- cal recomendados por las Comisiones Directivas. c) Presentación de mociones, d) Demostraciones prácticas, e) Formular sus conclusiones y votos. Art. 14.-Las Comisiones Directivas podrán solicitar que el Congreso, previa discusión, acepte como suyas las conclusiones que sobre determinados temas de interés general ó especial hubiere emi- tido la Sección y que mereciere esta aprobación del Congreso: Art. 15.-En una sesión preparatoria anterior á la de aper- tura se nombrarán los Presidentes de Honor y la Mesa Diiectiva del Congreso; Art. 16.-En la sesión de clausura, la Mesa Directiva desig- nará la Comisión Organizadora del II Congreso Médico que se cele- brará en Quito dos años después; Art. 17.-Todos los trabajos estarán sujetos á discusión en la forma siguiente: oida su lectura, cada orador puede disponer, cuando más, de 10 minutos para discutirlos, concediéndose al autor, cuando haya terminado la discusión, 20 minutos para sostener sus conclusiones. Sólo se podrá prolongar estos términos mediante re- solución general del Congreso. En ningún caso es permitido á un orador hacer uso de la palabras por dos veces sobre el mismo asunto; Art. L8.-Todo trabajo debe ir acompañado de un capítulo extractado en forma de conclusiones; Art. 19.-La elección de los temas es completamente libre para los profesionales que deseen presentar trabajos, pudiendo ele- gir los recomendados ó cualquier otro punto referente á los grupos y Secciones; Art. 20.-Todos los trabajos deben ser enviados á la Secretaría de la Comisión Organizadora hasta el 31 de Julio de 1914 á fin 29 de que puedan ser impresas sus conclusiones y distribuidas á los congresistas antes de su discusión; Alt. 21.-Las sesiones del Congreso serán públicas; Art. 22.-Los adkcrcntes recibirán una tarjeta de identidad que les servirá para gozar de las franquicias acordadas á los con- gresistas; Art. 23. -Los adhorentes no están sujetos á ninguna contri- bución y tendrán derecho á presentar trabajos, tomar parte en las discusiones, participar de las fiestas de carácter oficial, gozar de las rebajas en los precios de los pasajes que se concedan á los congre- sistas, recibir la insignia respectiva y un ejemplar de las publicacio- nes del Congreso; Art. 24.-Las Comisiones quedan autorizadas para sesionar con el número de socios que concurran á las citaciones; Art. 25.-La Comisión Organizadora gestionará ante el Su- premo Gobierno que las compañías do vapores y ferrocarriles conce- dan una rebaja en los precios de pasajes; Art. 26.-Los estudiantes de medicina tendrán un puesto es- pecial, como oyentes en las sesiones; Art. 27.-En todos los casos no previstos por el presente Re- glamento se procederá de acuerdo con lo dispuesto por la Comisión Organizadora. PROGRAMA DE LAS LABORES DEL ler. CONGRESO MEDICO ECUATORIANO 9-14 de Octubre de 1915 DIA 8 Alas 8.30 a. m.-Visita á los Hospitales, Hospicio do ancia- nos, Lazaretos, Instituto de Vacuna, Casa de Salud, etc. Lugar de reunión, el Hospital Central. 30 DIA 9 10 a. m.-Sesión general preparatoria en el salón de actos del Colegio Nacional Vicente Rocafuerto», para designar los Presidentes y Vice-Presidcntcs de Honor y la Mesa Directiva del Congreso. 3 p. m.-Inauguración oficial del I Congreso Módico Ecuatoriano en el Teatro Olmedo, que se verificará de acuerdo con el siguiente programa: 1 -Himno Nacional por la orquesta; 2-Discurso del señor Ministro de Instrucción Pública; 3-Discurso del señor Presidente del I. Concejo Cantonal de Guayaquil; 4-Orquesta; 5-Discurso del señor Presidente de la Comisión Organizado- ra del Congreso; 6-Informe general de la Secretaría; 7-Orquesta; 8-Discurso de los Delegados oficiales de las Universidades de Quito, Cuenca y Guayaquil; 9-Orquesta; 10-Discurso de uno de los señores Delegados de las Munici- palidades provinciales; 11-Discurso de uno de los señores Delegados de las Institu- ciones científicas representadas en el Congreso; 12-Orquesta. 9 p. m.-Garden party en el Parque Seminario ofrecido por la Municipalidad en honor de los Delegados del Municipio de Quito y de los Delegados al Congreso Médico. DIA 10 9 a. ni.-Asamblea general. Conferencia del señor doctor Emi- lio J. Crespo.-Tribuna libre. 31 DIA 11 9 a. m.-Operaciones en el Hospital General practicadas por los cirujanos del Establecimiento en presencia de los señores congre- sistas. Conferencia del doctor Teófilo N. Fuentes R. 3 p. ni.-Reunión de las Secciones en el local de la Univer- sidad. 8.30 p. ni.-Sesión solemne de la Asociación Escuela de Me- dicina en honor de los señores Delegados. DIA 12 9 a. m.-Asamblea general.-Conferencia del doctor Rober- to Levi.-Tribuna libre. 3 p. m.-Reunión de las Secciones en el local de la Univer- sidad, DIA 13 9 a. m.-Asamblea general.-Conferencia del doctor J. Darío Moral, Entrega de una medalla al señor doctor Julián Coronel.- Tribuna libre. 3 p. m.-Reunión de las Secciones en el local de la Univer- sidad. 5 p. m.-Matinee de gala en el Club Metropolitano en honor de los señores Delegados. DIA 14 9 a. ni.-Asamblea general. Conferencia del doctor León Be- cerra-Tribuna libre. 3 p. m.-Sesión de clausura del Congreso en el salón de ac- tos del Colegio «Vicente Rocafuertc». 5 p. ni.-Visita á la Escuela de Artes y Oficios de la Sociedad Filantrópica del Guayas. 8 p. m.- Banquete en el Club de la Unión ofrecido por la Co- misión Organizadora á los señores Delegados al Congreso. En la sesión de inauguración todos los señores adherentes ten- drán un asiento señalado en el proscenio 32 Las Asambleas generales tendrán lugar en el salón de actos del Colegio Nacional «Vicente Rocafuerte». En las puertas de los salones de la Universidad se colocará un cartel que indique el lugar donde funcionará cada Sección. Se suplica á todos los miembros del Congreso el uso de la in- signia del mismo, en todos los actos oficiales ó particulares durante el término de sus labores. Se recuerda á los señores congresistas el art. 17 del Regla- mento general que dice: «Art. 17.-Todos los trabajos estarán sujetos á discusión en la forma siguiente: oida su lectura, cada orador puede disponer, cuando más, de 10 minutos para discutirlos concediéndose al autor, cuando haya terminado la discusión, 20 minutos para sostener sus conclusiones. Sólo se podrá prolongar estos términos mediante reso- lución general del Congreso. En ningún caso es permitido á un orador hacer uso de la palabra por dos veces sobre el mismo asunto. Sesión preparatoria DEL ler. CONGRESO MEDICO ECUATORIANO Reunidos en el salón de actos del Colegio Nacional «Vicente Ro^afuerte» el día 9 de Octubre de 1915, á las 10 a. ni. y bajo la Presidencia del señor doctor Carlos García Drouet, los señores doc- tores Miguel II. Alcívar, Vicepresidente; José R. Boloña y Leopoldo Izquieta Pérez, Secretarios; José M. Estrada Coello, Tesorero; que forman la Comisión Organizadora, y Jos doctores Juan T. Pazmiño B., Juan F. Heinert, José J. Sánchez, Jorge Cornejo C., Luis de Roux, Temístocles J. Aráus, José D. Escolar, Roberto E. Cubillo, Carlos M. Castro, Juan Feo. Rubio, Felipe Barbotó, Julio M. Cabre- ra, Antonio J. Ampucro, Antonio Falconí, Alejandro de Janón, León Becerra, Carlos S. López Lascano, Eduardo Hidalgo G., Pedro Holtz, Miguel Antonio Lazo, Ernesto Albuja Aspiazu, Luis F. Leoro, Gui- llermo Ordóñez, Mariano Peñaherrcra E., Pedro J. Rubira, Bartolomé Huerta, Juan B. Arzube ('., José A'. Payezc G., Alfredo Noboa M., Félix Flor. Agustín Rosales, José I. Rivera, David Díaz Cueva, Jo- sé Darío Moral, Juan A. Orellana, José Miguel Ortega, César Rive- ra, Enrique González. Roberto Levi, Alfredo J. Valenzuela, Enrique Gallegos Anda, Fernando Cevallos, Luis Felipe Negrete, Lorenzo Tomás Rolando, Julián Coronel, Francisco J. Martínez Serrano, Washington San Lucas, Carlos Rolando, Aurelio Soto V., Carlos Coe- llo, Francisco de Icaza, José Antonio Chiriboga, Guillermo Gilbert, Pedro José Huerta, Francisco J. Boloña, Leónidas S. Benitos Torres, Agustín Pólit Manrique, Vicente Navarrete, Marco Tulio Varea 34 Quevedo, Mario V. de la Torre, Alejandro Villamar, Wenceslao Pareja, Carlos A. Miño, Aquiles C. Rigail, Carlos Felipe Cucalón, Camilo I. Ayerve, Luis Negrete G., y señores Francisco Campos R, Luis J. Martínez y Tolmo Viteri Lafronte, se declaró instalada la sesión. El señor Presidente ordenó la lectura de los artículos corres- pondientes del Reglamento General. Se efectuó en seguida, la presentación de credenciales de los siguientes Delegados: Municipalidad de Quito: Doctor Carlos García Drouct „ Mariano Peñaherrera E. „ Mario V. de la Torre Municipalidad de Guayaquil: Doctor Miguel H. Alcívar „ Antonio Falconí „ Francisco de Icaza B. Municipalidad de Riobamba: Doctor Félix Flor Municipalidad de Ambato: Doctor Enrique Gallegos Anda „ Carlos A. Miño „ José Ignacio Rivera Municipalidad de Guaranda: Doctor Alfredo Noboa M. „ Felipe Barbotó Municipalidad de Cuenca: Doctor David Díaz Cueva Municipalidad de Ibarra: Doctor Agustín Rosales t Martínez Aguirre-2-Dr. Antonio Falconí-3-Dr. José A. Chiriboga-4-Dr. Carlos A. Miño-5-Dr. José Ignacio Rivera. 35 Municipalidad da Latacunga: Doctor Marco Tulio Varea Quevedo Municipalidad de Babahoyo: Doctor José M. Estrada Coello Municipalidad de PortoViejo: Doctor Miguel H. Alcívar „ Bartolomé Huerta Ledo. Jorge T. Larrea Municipalidad de Tulcán: Doctor León Becerra Facultad de Medicina de la Universidad Central: Presidente.- Doctor Mariano Peñaherrera E. Vocales.- „ Guillermo Ordóñez „ Alejandro Villamar „ Carlos A. Arteta „ Enrique Gallegos Anda „ Luis F. Leoro „ Fernando Cevallos Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil: Doctor Julián Coronel „ Carlos García Drouet ,, José Antonio Chiriboga „ Juan B. Arzube Cordero Consejo Superior de Instrucción Pública: Doctor Mariano Peñaherrera E. „ Alejandro Villamar Consejo Escolar de la Provincia del Guayas: Doctor José M. Estrada Coello „ José Darío Moral 36 Dirección General de Sanidad: Doctor Wenceslao Pareja Sociedad Cruz Roja del Ecuador. Doctor José M. Estrada Coello „ José V. Paycze Gault „ Juan B. Arzube Cordero „ Alfredo Espinosa Tamayo Sociedad Médico -Quirúrgica del Guayas: Doctor Alfredo J. Valenzuela V. „ José Darío Moral Asociación Escuela de Medicina de Guayaquil: Doctor José M. Estrada Coello „ José D. Escolar „ Julio M. Cabrera Corporación Estudios de Medicina de Quito: Doctor Ernesto Albuja Aspiazu Sres. Luis J. Martínez „ Telmo Viteri Lafronte Laboratorio Químico Municipal da Guayaquil Doctor Roberto Lcvi Instituto de Vacuna de Guayaquil: Doctor Aquí les C. Rigail Observatorio Astronómico de Quito: Señor Francisco Campos R. Sociedad Protectora de la Infancia de Guayaquil; Doctor José M. Estrada Coello. 37 Se procedió al nombramiento de la Mesa Directiva del Con- greso, y por moción del señor doctor Carlos A. Miño, Delegado de la Municipalidad de Ambato, la Asamblea resolvió, por unanimidad, designar á los mismos doctores que formaron la Comisión Organiza- dora para que constituyan dicha Mesa. Se nombraron luego por aclamación, Presidentes de Honor del Congreso, á los siguientes señores: Presidente de la República, General Leónidas Plaza G. Ministro de Instruccción Pública. Doctor Manuel M. Sánchez Presidente del I. C. C. de Guayaquil de 1913, señor Vicente de Santistevan. Presidente del I. C. C. de Guayaquil de 19 LL señor Julio Bu*'- bano Aguirre Presidente del I. C. C. de Guayaquil actual, señor Miguel An- gel Garbo. Rector de la Universidad de Quito, Dr. Lino Cárdenas „ „ Cuenca „ Honorato Vásquez „ „ Guayaquil, „ Julián Coronel Decano de la Facultad de Medicina de Quito, Dr. Mariano Pe- ñaherrera E. Decano de la Facultad de Medicina de Cuenca, Dr. Luis Leyóla ,. „ „ de Guayaquil, „ Emilio G. Roca. La Mesa Directiva propuso á la Asamblea y fue aceptado, que se dirigieran las comunicaciones siguientes: V. -Al señor Presidente de la República y al Municipio de Guayaquil, anunciándoles la instalación del i Congreso Médico Ecua- toriano. 2o.-A los Municipios y á las Instituciones científicas que han concurrido á este Certamen por medio de Delegados, agradeciéndo- les por haber correspondido á la invitación que se les hizo. 3°.- A los Concejos Municipales de Guayaquil, de 1913 - 1914 -1915, tributándoles un «Voto de Aplauso », por la feliz ini- ciativa de convocar este Congreso y la decidida cooperación que le han prestado. 38 El doctor Juan B. Arzube Cordero, Delegado por la Facultad de Medicina de Guayaquil, pidió igualmente, un «Voto de Aplauso» á la Comisión Organizadora por el éxito alcanzado en sus labores; proposición que fué aceptada por unanimidad. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios. Dr. José R. Botona R., Dr. Leopoldo I¿quieta Pérez SESION SOLEMNE DE INAUGURACION En la ciudad de Guayaquil, el 9 de Octubre de 1915, á las 4 p. m. en el Teatro «Olmedo ', se verificó la sesión inaugural del 1er. Con- greso Médico Ecuatoriano, presidida por el señor Ministro de Instruc- ción Pública, Dr. Manuel María Sánchez, quien vino de la Capital, es- pecialmente invitado para este acto, y trayendo además, la represen- tición del Presidente de la Rej>úbliea, General Leónidas Plaza G. Concurrieron á esta Asamblea, el Gobernador de la Provincia, señor José Antonio Gómez: el Presidente del Concejo Municipal de Guayaquil, señor Miguel Angel Garbo; los Presidentes d? los ante- riores Municipios (1913 y 1914), señores Vicente de Santistevan y Julio Burbano Aguirre; el Jefe Político del Cantón, señor Clodoveo Alcívar: los miembros de los Concejos Municipales de 1913-14 y 1 5, señores: Manuel Seminario. Teófilo N. Puentes R., Washing- ton García Moreno, José Joaquín de Icaza Noboa, Eduardo Valen- zuela Iler; el Rector de la Universidad de Guayaquil, señor doctor Julián Coronel; el Decano de la Facultad de Medicina, de la Univer- sidad Central, señor doctor Mariano Peñaherrera E: el Director de la Junta de Beneficencia Municipal, señor don Carlos Gómez Rondón; la Directiva del Congreso compuesta de los doctores: Carlos García Drouet, Presidente; Miguel II. Alcívar, Vicepresidente; José R. Bolo- ña R. y Leopoldo Izquieta Pérez, Secretarios; y José María Estrada Coello, Tesorero; quienes foimarón la Mesa de Honor. Asistieron los siguientes Delegados, doctores: Mario V. de la Torre, Antonio Falconí, Francisco de Icaza B., Félix Flor. Enrique Gallegos Anda, Carlos A. Miño, José Ignacio Rivera, Alfredo Noboa M., Felipe Barbotó, David Díaz Cueva, Tulio Varea Quevedo, Barto- lomé Huerta, León Becerra, Agustín Rosales, Guillermo Ordóñez, 40 Alejandro Villamar, Carlos A. Arteta, Luis F. Leoro, Fernando Cc- vallos, José Antonio Chiriboga, .luán B. Arzube Cordero, José Darío Moral, Wenceslao Pareja, José V. Payeze G., Alfredo J. Valenzuela V., .José D. Escolar, .Julio M. Cabrera, Ernesto Albuja Aspiazu, Ro- berto Levi, Aquiles C. Rigail, y señores: Francisco Campos R., Luis J. Martínez y Telmo Viteri Lafronte. Adherentes: doctores Juan T. Pazmiño B., Francisco G. An- drade, Temístocles J. Aráus, Antonio J. Ampuero, .José II. Arroba, Leónidas S. Benitos Torres. Francisco J. Boloña, Carlos M. Castro, ('arlos V. Cocllo, .Jorge Cornejo Campusano, Roberto E. Cubillo Carlos F. Cucalón, .Juan Alberto Cortés García, Elias Falconí, Gui- llermo Gilbert, Holger Glaesel, Genaro Gómez S., Hugo Green- wood, Juan F. Hcinert, Eduardo Hidalgo G., .Juan .José Hidalgo G., Pedro 1 loltz, Pedro J. Huerta, Norvcrto Jalón, Alejandro de Janón, Raúl S. Lavayen, Miguel A. Lazo, Eduardo López, Manuel A. López Lascano. Juan A. López Lascano, Carlos S. López Lascano, Nicanor Merchán, Darío Sigcho Morales, Francisco J. Martínez Serrano, .losé Vicente Navarrete, Luis F. Negrcto, Luis Negivtc G., Juan A. Ore- llana, -José M. Ortega, Agustín Pólit Manrique. Hermán B. JMrker, ('ésar A. Rivera, Carlos A. Rolando, Tomás L. Botando, Luis de Roux, .Juan F. Rubio, Pedro .1. Bubira, Francisco San Lucas, .José J. Sánchez, .losé Torres Echeverría. Declaró inaugurado el Congreso el señor Ministro de Instruc- ción Pública, con el siguiente discurso: Señoras, señores: Por uno de aquellos extraños caprichos del Destino, me ha cabido á mí, el más modesto de cuantos funcionarios han desempeñado la Secreta- ría de Instrucción Pública, el inestimable y altísimo honor do inaugurar el Primer Congreso Científico de nuestra Patria y presidir esta reunión, so- lemne por todo concepto, por el objeto, por el lugar donde se verifica y por la gloriosa fecha aniversaria en que se celebra. En el noble hogar guayaquileño, en la ilustre casa solariega donde la hidalguía de la raza ha tenido siempre la forma de un culto, se realiza, á través de obstáculos casi insuperables y merced á una perseverante pro- paganda. un acto verdaderamente trascendental. El Cuerpo Médico de esta ciudad puede y debe, con razón, sentirse ufano de haber vencido en su empeño generoso. Su iniciativa fue de aquellas que, por su oportunidad, resultan fecundas y patrióticas. Cuando el odio banderizo, desatentado y ciego, iba sembrando la muerte en el surco tinto en sangre y en los instantes precisos en que una lucha cruel é inmisericorde hacía resurgir, por nuestro mal. los instintos de barbarie primitiva, ese grupo do compatriotas emprendía sin vacilacio- nes una cruzada de paz y amor y hacía un llamamiento á las Universida- 41 des, á los Ayuntamientos, á las Corporaciones y á los individuos para esta obra de cultura. Felicitémonos, señores, de que la simiente de esa idea haya caído en tierra prolííica y tributemos á los iniciadores nuestro aplauso sincero y ca- luroso. Sobre todas nuestras vicisitudes, sobre nuestros dolores del pasado, y nuestras angustias del presente, pasa un soplo de renovación, en esta hora de esperanzas promisorias. Juzgo yo, por extraño que parezca, que los pueblos que han sufrido, aquellos (pie van ascendiendo hacia el progreso por difíciles y ásperas pen- dientes, no deben dejarse invadir por el pesimismo, que es la enfermedad de los espíritus débiles: al contrario, deben sentirse animados por la fe en la victoria final, mediante la virtud del propio esfuerzo y la eficacia de los supremos sacrificios, Acaso en cumplimiento de esa ley eterna é ineludible que rige el desenvoh¡miento de las nacionalidades, haya llegado ya para nosotros una etapa dentro de la cual se transforme nuestra vida política y moral. ¿Por qué no confiar en que este instante, en el cual el recuerdo de una epopeya ha traído consigo una tregua de rencores, sea la iniciación de na era nueva? Bien puede suceder que el Primer Congreso Médico Ecuatoriano sea la piedra miliaria (pie nos señale la ruta del porvenir, porque esta agrupa- ción selecta de hombres de ciencia, rodeada de todos los prestigios, junta- mente con el caudal de sus conocimientos, ha traído-estoy seguro de ello-el anhelo de aproximación mutua, de fusión de ideas y de volunta- des, en beneficio del engrandecimiento común. La bella y santa fraternidad, la solidaridad de todos para el bienes- tar de todos: he ahí el gran ideal humano di* una civilización superior. En la etiología de nuestros males, es preciso reconocer que la dis- gregación de los elementos de nuestro todo social, la dispersión de ener- gías. el alojamiento recíproco de los que forman el núcleo pensante y diri- gente, esa como injustificable hostilidad de los unos para los otros han si- do factores que han retardado inmensamente el progreso, el cual, por nin- gún concepto, puede ser el resultado de la labor individual, sino efecto de la labor colectiva. Tanto hemos exajerado la tendencia individualista, que ha llegado á debilitar las mejores fuerzas de nuestro organismo y casi á anular la conciencia nacional. Y por eso. por la falta de aptitud para, la convivencia, hemos recorrido ya un siglo, desorientados é indecisos, ávidos de bienestar y, al mismo tiempo, incapaces para alcanzarlo, fáciles para todos los entu- siasmos y más fáciles aún para todos los desfallecimientos, enfermos, en una palabra, de una terrible abulia crónica. En el mismo campo científico, se ha dejado notar esa modalidad de nuestro carácter. No se han encauzado las corrientes del pensamiento ni se ha establecido una verdadera comunión de ideas. La Ciencia, conver- tida en patrimonio personal y no en patrimonio social, ha estado casi siem- pre desvinculada de la acción, no ha sido expansiva, si así vale decirlo, y, por lo mismo, no ha sido fecunda. Aunque en grupo reducidísimo, sí hemos tenido sabios: pero, desgra- ciadamente, con raras excepciones, encerrados en su torre de marfil, sepa- rados unos de otros, satisfechos con el prestigio de su propia erudición, acaso suspicaces y desconfiados, temerosos tal vez de rivalidades posibles, si es verdad que supieron hacer ilustre á la ciencia, no supieron, en cam- 42 bio, hacerla amable y humana, porque no se pusieron en contacto con el alma colectiva, para redimirla de la ignorancia y del dolor. El saber por el mero saber no tiene para los pueblos un valor apre- ciable; lo que importa es el saber para la humanidad. Y si esto cabe decirse de todas las ciencias, con mayor razón puede afirmarse do la que vosotros cultiváis, de aquella que alivia el sufrimiento ageno, de la que es amor y piedad, de la que si no es omnipotencia para crear la vida es, por lo menos, bondad para crear el consuelo. Hace pocos años, en ocasión análoga, quien en este momento tiene el honor de dirigiros la palabra, escuchó al Ministro de Relaciones Exte- riores de Colombia, distinguidísimo estadista y escritor, esta hermosa fra- se que es oportuno repetir: «La Ciencia es un credo que une á la huma- nidad, como unen todas las verdades (pie profesan los hombres>. ¡Noble y magnífica unión para la vida! Yo creo, señores, en su efica- cia salvadora y, por lo mismo, no dudo, de que, una vez vinculados por un noble ideal común, irá con vosotros, á las diversas secciones de la Repúbli- ca, cuando tornéis á ellas, el ambiente de fraternidad que se respirará aquí en vuestros trabajos y vuestras especulaciones. Los discípulos de Sócrates, recordados por (luyan, sentían intenso placer de repartirse, en la casa del sabio, las comidas (pie llevaba cada uno. Como ellos, sentiréis vosotros el goce de participar de los conocimientos y cambiar las ideas, divino alimento de los espíritus. Y qué imponderables beneficios de todo orden los que se derivarán de vuestras labores. Es vasto el campo de las investigaciones. Entre los temas recomendados por las diversas Comisiones Directivas y los adiciona- les de las Comisiones Provinciales hay algunos que constituyen problemas, no sólo científicos sino económicos y políticos, de importancia tan trascen- dental que su acertada solución significaría un empuje vigoroso y triunfal para el progreso de nuestra Patria. Los medios de defensa contra las enfermedades epidémicas (pie diez- man nuestras poblaciones; las observaciones concienzudas de las enferme- dades tropicales, que tienen carácter local especialísimo; los estudios sobre patología infantil, cuya estadística os alarmante: las influencias morbosas y terapéuticas de nuestros climas; la prostitución y la profilaxis: el alcoho- lismo y sus efectos; el saneamiento de los puertos y las ciudades interandi- nas y la legislación sanitaria; la higiene escolar y la militar: he ahí. entre otros, algunos de los puntos á los cuales, á no dudarlo, prestará el Congre- so preferente atención. La solución de cualquiera do esas cuestiones sería bastante para (pie los trabajos (pie se inician hoy resultasen meritorios, porque significaría un esfuerzo generoso en pro del mejoramiento y do la felicidad comunes. En los dominios de la Ciencia, nada hay inaprovechable é inútil. Una idea, un principio, un concepto, una observación van á formar parto del gran acervo cultural y constituyen los materiales que acopia, para su obra gigantesca, la civilazación. El aspecto hermoso y humano del sabor, en las sociedades modernas, está, precisamente, en su utilización para la vida, en la redención del su- frimiento, en la conquista, la más gloriosa conquista, del bienestar y de la alegría. No están en lo cierto los que croen en el poder absoluto de la Cien- cia: pero tampoco tienen razón los que proclaman su bancarrota y, tratán- dose especialmente de la Medicina, tienen para ella sonrisa despectiva, afirmando su absoluta ineficacia. Instalación del Congreso Médico en el Teatro Olmedo 43 A través de los errores, surgen luminosas las verdades y en medio de todas las utopías, se encuentra la realidad consoladora. La labor cien- tilica no ha podido conquistar la inmortalidad, según la concepción, ó me- jor dicho, del ensueño de Metchnicoff, el viejo é ilustre sabio que evoca el recuerdo de aquellos tenebrosos alquimistas de oirá edad; no ha podido realizar tampoco, de modo completo, las aspiraciones de Cohendy de la vi- da sin gérmenes morbosos, de la cual hablaba el Profesor Roux, en la Aca- demia de Ciencias de París: pero sí ha conseguido hacer la existencia me- nos triste y más amable. ¿Quién podrá afirmar que no sea éste un éxito inestimable? ¿Quién se atreverá á sostener que esta conquista incruenta hecha por el desinte- rés y la abnegación, en el ambiente infecto de un hospital ó en el silencio humilde del laboratorio donde se arranca sus secretos al misterio, es me- nos gloriosa que las que la ambición y el orgullo llevan á cabo en san- grientos campos de batalla? Para mí, en la historia de un siglo, más alta, más noble y más bella se destaca la figura de Pasteur que la de Napoleón. Ambos formaron el pedestal de su gloria del dolor y de la angustia, pero en sentido inverso: el guerrero creándolos, el sabio destruyéndolos ó, por lo menos, mitigán- dolos. Seamos creyentes sinceros de la Ciencia, la única religión que si ha tenido mártires, no ha tenido sacrilicadores; confiemos en su eficacia para el mejoramiento de las colectividades, sobre todo, en pueblos jóvenes don- de crea el medio ambiente, y esperemos en que. por ella, se verificará la comunión de los espíritus y se transformarán las condiciones de nuestra vida. No puede ser. en manera alguna, estéril esta asociación de inteli- gencias. El valor y el prestigio de los elementos que la integran son con- dición de éxito de esta primera reunión formada por los viejos maestros que han ilustrado la cátedra universitaria y ennoblecido la práctica profe- sional y por los jóvenes de la nueva generación que, con el contingente de su entusiasmo fervoroso, traen también el aporte de sus iniciativas y el fruto de sus pacientes é inapreciables investigaciones. La atención nacional está en este instante, pendiente de vosotros, señores Delegados, y las Corporaciones que os dieron su representación confían en que sabréis cumplir dignamente el encargo. Que sea la vuestra una labor fecunda y perdurable, de la cual poda- mos vanagloriarnos, labor provechosa y patriótica que encuentre eco sim- pático en la propia casa y más allá de nuestras fronteras, donde, no pocas veces, han tenido, desgraciadamente, resonancias de escándalo las luchas de nuestra convulsionada democracia. ¡Bendita sea esta hora de concordia que nos permite hacer á la Pa- tria, como compensación magnífica, una ofrenda de cultura, que merece todas las simpatías! Me siento orgulloso de traeros, con mis mejores votos, la cordial sa- lutación del Jefe del Estado y el aplauso del Gobierno y, en nombre del mismo Gobierno, declaro instalado el Congreso, en este día de memorables recuerdos, al fulgor del mismo sol que, hace diez y nueve lustros, contem- pló la virtud excelsa del esfuerzo de nuestros padres, de aquellos varones egregios en cuyo homenaje, señores Delegados, os invito á poneros de pie, en la presente sesión, antes de que se inicien vuestros trabajos, que serán luz y verdad para la ciencia, gloria para vuestros nombres y timbre de ho- nor para la República. 44 A continuación, el señor doctor Teófilo X. Fuentes Robles en representación del Municipio Guayaquileño, y designado especi lí- mente para el acto, dijo lo siguiente: Señores: Al recibir de la 31.1. Municipalidad el alto encargo do representarla en este acto solemne, que se verifica bajo sus auspicios, he tenido una do- ble satisfacción, que me complazco en manifestaros: es la primera, el pa- triótico regocijo que experimento al ver reunido, por la primera vez en el país, tan numeroso y lucido concurso, con muy noble y sólo objeto de apli- car el esfuerzo colectivo á una labor científica: y es la segunda, el haber es- cuchado la palabra del señor Ministro de Instrucción Pública que viene á realzar con su presencia el Congreso Médico y á estimularnos con su voz de aliento, que precede á la mía, por muy laudable y deferente acuerdo del Ayuntamiento. Ya era tiempo, señores, do que asistiéramos á una conferencia tan importante como la presente. Vosotros, como yo, habréis observado con pesar que el espíritu de asociación, bastante desarrollado en el país, y ele- mento poderoso del progreso nacional, venía olvidando deplorablemente los intereses científicos y dejando una laguna en el campo do la labor de la intelectualidad ecuatoriana. Y en efecto, mientras los obreros naciona- les multiplican sus asociaciones y las vemos organizadas en toda la Repúbli- ca, con el carácter de personas jurídicas, que buscan en la unión fuerza y prestigio, capital y representación social, poseyendo valiosas propiedades y distribuyéndose los beneficios del esfuerzo común bajo la forma de insti uc- ción, educación y beneficencia, yo os pregunto, señores, ¿dónde están nues- tras academias de ciencias, dónde nuestra prensa científica, donde los círculos, siquiera, en que puedan ser tratados, estudiados ó defendidos los intereses profesionales? Puedo yo citaros más de sesenta sociedades obreras sólo en Guaya- quil, puedo citaros numerosas corporaciones de artistas, industriales, co- merciantes, capitalistas, políticos, etc. Pero me vería muy apurado ante vosotros, hombres do ciencia, para deciros cuántos son y dónde están nues- tros cuerpos colegiados. Generosas iniciativas de la juventud estudiosa en las Universidades tienden á la unión, en verdad, y así perduran las aso- ciaciones de la Escuela de Medicina en Quito y Guayaquil: pero ambas privadas de la actitud que sólo nace del estímulo perseverante: del apoyo liberal y permanente: breves puntos de reunión que visita el estudiante mientras pertenece al claustro y de los que luego se despide al recibir la investidura doctoral, llevándose como recuerdo una colección de revistas publicadas de tiempo en tiempo, entre largos períodos do receso por insufi- ciencia de recursos ó por cansancio ó desaliento. Hace algunos años creimos formar en Guayaquil un activo centro de conferencias científicas bajo el nombre de «Sociedad Médico-Quirúrgica de los Hospitales»; y el que os dirige la palabra tuvo la honra do ser uno de sus fundadores: pero pésame deciros que en ésto, como en otros casos, fal- tó la perseverancia y vino el receso indefinido á frustrar la excelencia de la iniciativa. Hoy dirijo la mirada al campo do la Medicina Ecuatoriana y me duele ver que todo noble y generoso esfuerzo en el camino del progre- so es un esfuerzo aislado que corresponde á propósitos é intereses particu- lares, muy legítimos por cierto, pero siempre distante del espíritu de puerpo. . .. 45 Y á quien culpar, señores, de esta falta de voluntad para el trabajo en común, de este aislamiento en que vivimos los médicos ecuatorianos, con- trariando las tendencias de la época, que pueden resumirse en la palabra unión y que se exteriorizan en todo el mundo científico por una serie inter- minable de conferencias, c ingresos, concursos, exposiciones y demás actos de la vida culta? Xo culpo á nadie, porque la falta está, si puedo expre- sarme así, en la idiosincracia nacional. Somos entusiastas, pero no perse- verantes: la idea que hoy nos apasiona y exalta, mañana nos encuentra fríos ó indiferentes, y el primer obstáculo nos hace abandonarla. Añádase á estas desventajas de carácter sociológico la tibieza administrativa en el fomento de las instituciones científicas, las profundas divisiones políticas y los transtornos públicos: hay, pues, lo bastante para interrumpir cualquier labor colectiva, por generoso que sea el intento y sostenidos que parezcan los esfuerzos iniciales. He allí pues, lo que nos separa y aísla en mucha parte, sin que me atreva á entrar en otros géneros de consideraciones que no sentarían bien en las actuales circunstancias: pero si debo repetir que es ya tiempo de su- mar nuestras fuerzas y aplicarlas al adelanto de la ciencia médica, sacrifi- cando en cuanto sea posible, el interés propio al beneficio común, ora en la cátedra como en el laboratorio, en la prensa ó la tribuna, para comunicar- nos nuestras propias observaciones y enriquecer el caudal de nuestros co- nocimientos con la contribución de todos y cada uno de nuestros comprofe- sores. Estoy convencida de que el estudio y la práctica diaria han revela- do á los colegas que me escuchan una variedad de casos interesantes y cu- riosos bajo el punto de vista patológico ó descubierto quizás nuevas enti- dades mórbidas no estudiadas aún, agentes preciosos de inmediata eficacia en el vasto arsenal de la terapéutica: pero los unos y los otros carecen ab- solutamente do notoriedad y sólo conocemos la obra propia ignorando co- munmente lo (pie ocurre en la clínica ajena. Cuántos trabajos so pierden, pues, en medio del silencio y de la au- sencia de sociabilidad científica. Cuántos habrán querido en la oportuni- dad del momento discurrir ante el Cuerpo Médico bajo la impresión de un resultado sorprendente en su clínica particular: pero cómo hacerlo donde no hay prensa módica, donde no existe centro de reunión científica, donde falta siempre tiempo para las exigencias del trabajo positivo? Allá tenemos que ir, sin embargo. Esas instituciones que hoy faltan tienen que fundarse; esa prensa de que carecemos tiene que existir; y ese sacrificio de la conveniencia particular al interés general tenemos que ha- cerlo, por decoro nacional, por dignidad profesional, por amor á la Patria, á la Ciencia y al Progreso. Tenemos en perspectiva-no hay (pie olvidarlo-la inmigración cien- tífica de buena ley, (pie viene ó vendrá de los centros más cultos de este continente ó del continente europeo, en donde ha podido prepararse amplia- mente con los superiores elementos que allá se encuentran y no debería llegar el caso de quedarnos en la desairada condición de menos valer. Hay <pie trabajar, no sólo para el incremento de la fortuna personal, como ya lo he dicho, sino para llegar á la altura de los adelantos modernos, pe- se á la insuficiencia de los institutos nacionales. Hoy, debido á la generosidad de uno de nuestros más ilustres cole- gas, el profesor doctor Julián Coronel, tenemos en Guayaquil un anfiteatro anatómico, (pie abrirá un ancho campo para el estudio y la investigación científica. Anoto con satisfacción este adelanto y espero, con patriótica fé, 46 que será seguido de otros, y que la medicina ecuatoriana tendrá un día to- do su valioso tren de servicio práctico. Al formular mis votos por el porvenir de la ciencia de Hipócrates en nuestra República, debo señalar con piedra blanca la fecha de este día que será etapa notabilísima en el campo de los estudios médicos y sus afines: pues si antes hablé de la falta de asociación científica y de la ausencia de oportunidad para exteriorizar nuestras propias labores, el presente Con- greso Médico, promovido por la Municipalidad de Guayaquil y al cual ha respondido con voluntad y entusiasmo la colectividad de profesores emi- nentes que me escuchan, es ya un signo elocuentísimo de adelanto y un hecho real y hermoso de confraternidad profesional. Cerca de doscientos trabajos esperan la labor de los señores comisio- nados en las diversas secciones del Congreso: Médicos, Cirujanos, Farma- céuticos, Químicos, Higienistas, Zoólogos, Botánicos han aportado una va- liosísima contribución á la patología tropical, á la terapéutica nacional, á la fauna y á la flora regional. Señores y colegas: á la obra! En nombre de la Municipalidad de Guayaquil yo os saludo, os felicito y os presento los votos más sinceros por el brillante éxito de este Primer Congreso, que formará época en los ana- les de la Medicina Ecuatoriana. Tomó en seguida la palabra el señor doctor Garlos García Drouet, Presidente de la Mesa Directiva, quien se expresó en esta forma; Señor Ministro de Instrucción Pública, señores: Grandioso y sublime espectáculo es el que presenciamos en estos momentos solemnes, al ver reunido en este augusto recinto al ilustrado Cuerpo Médico ecuatoriano. Todos hemos acudido presurosos á la convo- catoria que nos hiciera el M. 1. Concejo Municipal de esta ciudad, al tratar- se de un fausto acontecimiento nunca visto entre nosotros, cual es la inau- guración del ler. Congreso Médico Ecuatoriano. La citada Corporación, deseando celebrar de un modo más digno que nunca la magna efemérides del 9 de Octubre de 1820, hizo constar como el número más culminante de su programa el torneo científico que contemplamos en este glorioso día. Si nuestra amada Patria ha figurado en el concierto de las naciones civilizadas por su comercio, sus industrias, las ciencias y las artes justo era que figurara de modo especial promoviendo un concurso que demuestre la competencia de sus hijos en la noble ciencia de curar. Muchos de estos han dado ya pruebas de sus dotes intelectuales, tanto entre los antiguos como en los modernos. Comenzaré por mis queridos y venerados Maestros. A la cabeza de ellos debo colocar al señor doctor Rafael Barahona el sabio é ilustre Profesor de Fisiología de la Universidad Central: con su poderosa inteligencia y vasta ilustra- ción abarcaba todos los ramos de la Medicina. En cualquiera de ellos que se le consultara resolvía con notable acierto los problemas más di- fíciles: pero en el que más se distinguió fue en el de Fisiología, cátedra que obtuvo por oposición y que regentó por más de treinta años. Los que tuvimos la gloria y la honra de ser sus discípulos recordaremos 47 siempre con gratitud la sabia enseñanza que nos dio. Su palabra fácil y elocuente, su estilo claro bacía comprender y admirar sus explicacio- nes, las que penetraban por decirlo así en el cerebro de sus alumnos. Entre sus teorías, la más digna de atención fue la de la digestión, observando el fenómeno que se verificaba en la fabricación de la cerve- za sentó el principio que asi como el saccharomyce cerevisiae producía la fermentación de dicho liquido , también debían de existir en el tubo digestivo ciertos fermentos mediante los cuales se verificaba la diges- tión. De esta manera quedó establecida la teoría de la digestión por fermentación: teoría que vinieron á exponerla algún tiempo después los ilustres fisiologistas europeos y que vinieron á confirmarla los descubri- mientos sobre las zymasas; pero como el profesor Barahona no había es- crito nada sobre este asunto, ni poseía ningún laboratorio quedó limita- da su brillante teoría al círculo estrecho de sus alumnos. Otra suerte hubiera tocado al Claudio Bernard ecuatoriano si hubiera nacido en un centro europeo; pero nos queda la satisfacción de que este sabio Maes- tro fue nuestro compatriota y que dió lustre al Ecuador con su caudal científico. Otro de mis Maestros que dejó una notable enseñanza sobre Pa- tología Interna fue el ilustrado doctor Antonio Sáenz. Dejó una obra escrita é inédita sobre esta materia que aunque incompleta nos sirvió de un buen texto didáctico. Pero lo que fue magistral, fue su obra de Semeiología en la que compilados los signos de las diversas enfermedades de un modo tan metódico, servía de guía admirable al alumno en el es- cabroso sendero de la Patología General. Recordaré ahora á mi ilustrado Profesor de Terapéutica y Materia Médica el doctor Rafael Rodríguez Maldonado. Dotado de gran inteli- gencia y de vasta ilustración, sobresalió como eminente clínico y en la cátedra aunaba á aquellas dotes su gran elocuencia, supo infundir á sus alumnos una verdadera y sólida enseñanza: quienes siempre escucharon sus lecciones con verdadera avidez. Otro de mis Maestros de merecido renombre fue mi sabio profe- sor de Medicina Legal el doctor Miguel Egas. Muy ilustrado especial- mente en este ramo poseía también la Ciencia del Derecho. Con seme- jantes facultades dejó una enseñanza muy proficua de la que aprovecha- ron todos sus discípulos. Entre los profesores de la Universidad Central se distinguió tam- bién el sabio Profesor de Clínica doctor Ascencio Gándara [de quien no tuve el honor de ser su discípulo! que tuvo una justa y merecida fama en este ramo y que dejó una pléyade de alumnos que han figurado co- mo médicos eminentes. Debo también hacer constar aquí el nombre de mi Profesor de Anatomía Descriptiva el doctor Miguel Abelardo Egas, quien con su buena enseñanza dejó sentadas las bases para poder emprender en el estudio de la Fisiología. Por último, debo hablar de mi apreciado Maestro de Clínica Qui- rúrgica el ilustrado doctor Antonio Falconí. Poco tiempo aprovechamos, los que tuvimos la honra de ser sus discípulos, de sus sabias lecciones en el Hospital. porque se presentó en el concurso de oposición á la cá- tedra de Anatomía Descriptiva: la que obtuvo después de un brillante examen debido á su elevada ilustración en el arte de Bichat. Después de haber dictado esta cátedra con el mismo lucimiento é inteligencia que la anterior pasó á la Universidad de Guayaquil, donde dicta actual- 48 mente la de Anatomía Descriptiva y Topográfica; en la que ya por me- dio de la teoría, ya por medio de la práctica del anfiteatro, comunica á todos sus discípulos sus vastos conocimientos. Otro de los ramos en que ha sobresalido es el de Oftalmología; sus brillantes operaciones de catarata, algunas de las cuales he tenido el placer de presenciar, atesti- guan hasta la evidencia la habilidad operatoria del sabio Maestro. Desaparecidos del escenario de la vida la mayor parte de los anti- guos Profesores de la Universidad Central que tanto brillo le dieran, ocupan ahora el Profesorado médicos jóvenes, si, pero provistos de inte- ligencia y de gran ilustración, aumentadas sin cesar con los conocimien- tos que nos suministra la ciencia moderna. Entre ellos citaré al H. De- cano y Profesor de Medicina Legal, por oposición, doctor Mariano Pena- herrera, notable y eminente clínico que goza de justa y merecida fama, así como por la brillante enseñanza que da en su cátedra. El doctor Maximiliano Ontaneda, Profesor de Terapéutica y Mate- ria Médica, muy notable también por sus elevados conocimientos clíni- cos, por los que goza de justo renombre: suministra también una labor docente muy provechosa para sus alumnos. El doctor Francisco Cousin, Profesor de Bacteriología, además de su gran competencia en este nuevo ramo de la enseñanza médica que ha dejado tan bien implantada y que ha dado ya tan buenos frutos, mere- ce un voto de aplauso por nuestra parte y un bien déla Patria por haber sido el primero que vulgarizó entre nosotros la vacuna antitifica. Ha- biendo estudiado su preparación y sus efectos bajo la dirección del sa- bio inventor, el Profesor \ incent, regresó á su suelo natal donde la pre- para con tanto esmero científico que ya hemos podido comprobar sus éxitos brillantes, tanto bajo el punto de vista profiláctico como del tera- péutico. El doctor Isidro Ayora, Profesor do Obstetricia, y el doctor Ricar- do Villavicencio Ponce, de Ginecología y Dermatología prodigan una en- señanza provechosa teórica y práctica á la vez, teniendo además, el mé- rito de haber instalado .urna Clínica Quirúrgica la que, situada detrás de la Alameda, llena toda las condiciones higiénicas necesarias: allí respi- ran los enfermos un aire puro embalsamado con el perfume de las llo- res de un hermoso jardín: los cuartos son de Jo más aseados y bien alumbrados: la sala de operaciones posee una mesa y un instrumenta.! cm todas las exigencias de la Cirugía moderna: además, hay un pabe- llón destinado á la Clínica Interna. Las operaciones de cirujía abdo- minal y otras, con sus brillantes resultados atestiguan las notables eje- cutorias de dichos profesores. El doctor Mario de la Torre, antiguo Profesor de Clínica Quirúr- gica de la Universidad Central, es uno de los médicos que más ha des- collado en el arte de Nélaton. Fue el primero que estableció en la Ca- pital la cirugía abdominal practicando una laparotomía por embarazo extra-uterino en la (pie tuvo un brillante resultado. Fué también el que estableció la primera Clínica Quirúrgica con todas las condiciones que exige la Higiene moderna y con un buen instrumental, donde con- tinúa practicando operaciones sobre la misma Cirugía y otras varias, las que con sus éxitos notables dan testimonio del talento clínico y habili- dad operatoria del eminente cirujano. Las cátedras de Anatomía, Fisiología, Patología Interna. Clínica Quirúrgica, Clínica Interna. Psiquiatría ó Higiene servidas por los docto- res Ordóñez, Gallegos, Mosquera, Angel Sáenz quien tiene el mérito de 49 Villamar, Arteta y Dávila, respectivamente; atestiguando con la brillante enseñanza que allí prodigan ser profesores competentes en sus diversos ramos. Otro tanto podremos decir délas ciencias accesorias como la Electro- terapia encomendada al doctor Carlos D. Sáenz, quien tiene el mérito de haber instalado un buen Gabinete con todos los aparatos necesarios para la enseñanza: la que teórica y práctica es muy proficua para los alumnos y habla de un modo muy favorable en pro de las dotes del maestro. Las cátedras de Botánica, Química y Farmacia dictadas por el señor Paredes y los doctores Egas Caldas, Cevallos, Barba y Leoro manifiestan la competencia de sus respectivos profesores. La Universidad Central es dirigida por el ilustrado Rector Dr. Lino Cárdenas quien hace algunos años obtuvo por oposición la Cátedra de Far- macia y Toxicología la que desempeñó con lucimiento y de la que se sepa- ro cuando le fue concedida la jubilación. Dirigiendo ahora la mirada á esta hermosa Perla del Pacífico encon- tramos Clínicos y Profesores muy eminentes que siempre han descollado", ya en el terreno de la práctica, ya en la cátedra. Citaré en primer lugar al doctor Alejo Lascano, á quien le cupo la gloria de haber fundado la Uni- versidad de Guayaquil, siendo Rector y Decano de la Facultad de Medici- na en diversas ocasiones y dictando la cátedra de Cirugía de la que salie- ron discípulos muy aprovechados. Fué secundado en esa magna obra por los doctores Mateus, Pedro J. Boloña, Coronel, Pacheco, Borja, Martínez Aguirre y Manuel de J. de Arzube, quienes con su relevante talento y lar- ga experiencia contribuyeron á cimentar el edificio intelectual de la Medi- cina bajo sólidas bases, dando así gloria y renombre tanto á su ilustre ini- ciador como á sus colaboradores: dejando una sabia y proficua enseñanza. Entre esos eminentes profesores debo hablar especialmente del doc- tor Martínez Aguirre, quien fué el iniciador de la cirugía abdominal en la República en cuya vía le siguieron sus aprovechados discípulos. Sus pri- meras operaciones las practicó en el antiguo Hospital donde se encuentra ahora la Maternidad: en ese establecimiento las condiciones higiénicas eran deplorables, la sala de operaciones estaba situada al lado de la sala de Ci- rugía en la que faltaban por completo las condiciones de asepsia y antisep- sia. Era, pues, muy audaz el cirujano que operara en semejantes condi- ciones. Apesar de esto, el doctor Martínez hizo su primera ovariectomía sólo con la antisepsia, pues la asepsia era desconocida entonces entre nosotros. El éxito superó á sus esperanzas. Dotado de una extraordinaria habilidad operatoria y de una ejecu- ción muy rápida, continuó obteniendo una serie de triunfos que le han da- do la justa fama de uno de los primeros prácticos en el arte de Nélaton, Hay que tener en cuenta que sus primeras operaciones de cirujía abdominal las practicó sin haberlas visto ejecutar á los grandes maestros en el arte: pues entonces no había estado todavía en Europa, ni las había visto en los EE. U.U. donde hizo su educación profesional. Su constancia en el estudio y sus hábiles manos fueron los guías (pie le dieron el éxito. Cuando operaba los abscesos hepáticos notó que los tubos de caucho blandos tenían el defecto de doblarse y por tanto hacían un desagüe im- perfecto: hizo, pues, construir los tubos rígidos en forma de flauta de Pan que le dieron mejores resultados. Hizo también construir una pinza especial para las extirpaciones del cuello del útero, con la que trabajaba sin el auxilio de un ayudante. Otro de los Profesores que ha dado lustre á esta Universidad con 50 su admirable enseñanza, y por desgracia desaparecido de entre nosotros, fné el sabio Profesor Químico Dr. Ramón Plores Ontaneda. Juntos asisti- mos á las clases de esa ciencia que nos diera el sabio Maestro R. P. Luis Dressel. Desde entonces presagiábamos (pie el aprovechado discípulo se- ría más tarde un eminente Profesor. Avido de saber acudió á los centros europeos donde ocupó un puesto distinguido en el laboratorio del sabio Profesor de Química de la Facultad de Medicina de París, Armando Gau- tier, así como en los laboratorios de Alemania. Deseoso también de ins- truirse en Bacteriología entró 'al Instituto Pastear de París donde íigu- rú como uno de los alumnos más aprovechados. De regreso al Ecuador implantó el primer laboratorio de Bacteriolo- gía y de Química en compañía de dos industriales: donde se fabricó, gra- cias al magnífico aparato de destilación, alcoholes de diversos grados, has- ta el alcohol absoluto y aguardiente extraídos del plátano. Decepcionado por la mala fé de uno délos socios se separó y estable- ció una magnífica Farmacia donde además del despacho ordinario de me- dicamentos, se dedicó á la preparación de ciertas especialidades similares á las europeas, siguiendo en esto las fórmulas del Codex. El éxito alcan- zado fue grande, pues hizo competencia á las preparaciones extranjeras. Prestó, además, muchos servicios á la Medicina ilustrando el diagnós- tico con sus notables análisis de orina (pues fue el primero que los practi- có en Guayaquil): así como también con sus exámenes bacteriológicos. Entre estos notaremos los que practicó cuando apareció por primera vez la peste de Levante en este puerto. Entonces se tenía duda sobre la existencia de ese temible flagelo, aunque la Clínica ya había dado su vere- dicto positivo; el que vino á confirmarse por la autopsia, por el examen mi- croscópico y por los cultivos que se hicieron del bacillus de Yersin. No sólo prestó este importante servicio para el diagnóstico de la peste: su ambición de sen ir á su Patria lo indujo á preparar la linfa anti- pestosa (puesto que en entonces no teníamos la linfa Haffkine). Con su infatigable celo y actividad trabajó en dicha preparación de tal manera, que cuando ya iba á ver coronado sus esfuerzos, cayó mortal mente herido por el microbio virulento, dejando defraudada nuestras esperanzas de po- seer un buen profiláctico y privando á nuestria Patria de uno de sus abne- gados hijos que le dió tanto lustre y renombre. Mártir de su deber, sacrificó su vida dejándonos una laudable ense- ñanza que debemos imitar en el presente y en el porvenir. La liarte docente de esta Universidad fue continuada por el ilustra- do doctor Julián Coronel quien rige ahora sus destinos, como digno Rector, con notable acierto. Apenas hacía un año de haber tomado posesión de este elevado car- go, cuando estalló el incendio de 1902 que dejó en escombros el edificio universitario. Apesar de esta catástrofe, continuó la enseñanza en una ca- sa particular y acto continuo, el activo é inteligente Rector dió principio á la reedificación ostentando ahora un edificio más hermoso y más espacioso que el antiguo. Además de las buenas condiciones higiénicas (|iie allí se observan, como puede verse por las diversas piezas bien alumbradas y ven- tiladas, el Rector se preocupó principalmente de (pie la enseñanza estuvie- ra á la altura de la ciencia moderna. Al efecto, instaló un magnílico la- boratorio de Bacteriología, dotado de los mejores y más completos apara- tos: y cuando se preparaba para la instalación del Gabinete de Electrotera- pia y del Laboratorio de Química, así como para la de un Museo de 51 Dermatología sobrevino un desequilibrio en el Presupuesto, loque le impi- dió continuar en sus imbles aspiraciones. Sin descuidar las funciones del Rectorado, el doctor Coronel se lia dedicado con todo empeño ¡i la enseñanza en la cátedra de Clínica. Allí lo vemos todos los días, ya dando sus sabias Conferencias, ya ensenando á sus alumnos con un método riguroso la manera de examinar los enfermos, de clasificar los síntomas y de hacer el diagnóstico. Una enseñanza tan laboriosa ha producido ya opimos frutos, pues varios alumnos provistos do su Diploma han entrado con paso firme en la senda de la práctica sin las vacilaciones consiguientes como cuando no se ha recibido la buena ense- ñanza. El doctor Coronel ha conquistado por sus ejecutorias el puesto de primer clínico entre los médicos ecuatorianos. Esos alumnos, honrando al Maestro, lo circundan de una aureola de gloria muy merecida. Además, para estimularlos en el aprendizaje de la Clínica ha estable- cido un premio anual de S. 10d. costeado do su propio peculio para el alumno que se distinga más en dicho ramo. En la reorganización de la Universidad ha designado inteligentes colaboradores que secundan de un modo brillante la acción del ilustre Je- fe. Allí tenemos al H. Decano y eminente Profesor de Obstetricia y Pedia- tría doctor Emilio G. Roca, quien con su hábil diagnóstico y brillantes ope- raciones demuestra su gran talento en el arte de Depaul y de Pajot así como lo manifiestan sus dotes en el profesorado; habiendo conquistado me- recidos laureles y justo renombre en dicho ramo. El doctor Juan B. Arzube Cordero, mi antiguo y distinguido alumno interno, dicta la cátedra de Ginecología en la que ha demostrado sus emi- nentes dotes intelectuales: así como también los notables éxitos operato- rios que ha obtenido en este ramo y en el de Obstetricia, al que se ha de- dicado especialmente, demuestran sus grandes ejecutorias. El doctor Miguel H. Alcivar, Profesor de Medicina Operatoria ha conquistado muchos laureles y muy merecidos en el arte de Xélaton. Su grande habilidad operatoria, su asepsia rigurosa y la aplicación) constante de los métodos modernos lo han hecho colocar entre los cirujanos más no- tables de la localidad que gozan de justa y merecida fama. Su ingénita modestia ha hecho sobresalir más sus dotes eminentes las que ha puesto á contribución en el ejercicio del Profesorado haciendo una notable labor en el campo operatorio. El doctor Teófilo X. Fuentes Robles, Profesor de Clínica Quirúrgica prodiga en esta cátedra una admirable enseñanza. Método y minuciosi- dad en el examen, diagnóstico preciso y tratamiento adecuado hacen que los alumnos admiren su labor (lócente y obtengan conocimientos provecho- sos. Su habilidad operatoria, su extricta asepsia y sus éxitos brillantes lo han colocado en el alto puesto que merecido tiene entre los que cultivan el arte de Xélaton. Pero sus conocimientos científicos no se limitan á este ramo: se extienden también á los de Obstetricia y Ginecología, donde su talento clínico y sus dotes operatorias lo han hecho sobresalir como hábil especialista. El doctor José R. Boloña, Profesor de Medicina Legal y Parasitolo- gía con su palabra fácil y elocuente y claro talento conduce á sus alumnos con maestría por la senda de la ciencia de Brouardel. El doctor Juan F. Heinert, Profesor de Patología Externa, el dis- cípulo más aventajado del doctor Alcivar hace honor á su maestro: ya en 52 la clínica ya en la cátedra ha demostrado sus eminentes dotes intelec- tuales. El doctor José A. Chiriboga, Profesor de Toxicología, en su cátedra así como en la Clínica, lia manifestado su clara inteligencia y sus buenas dotes de gran práctico. El doctor Leopoldo Izquieta Pérez, uno de mis antiguos y más dis- tinguidos alumnos internos ha sido profesor suplente de la cátedra de Clí- nica y actualmente Profesor principal de la de Terapéutica y Materia .Mé- dica y en ambas ha hecho lucir su gran talento, diagnóstico sagaz y pre- ciso le han asegurado el merecido puesto que ocupa entre los profe- sionales. El doctor Alfredo J. Valenzuela, Profesor de Patología Interna ha prodigado una enseñanza mu,y proficua como lo atestiguan los distinguidos alumnos que han salido de su cátedra. Además, en el campo de la Clínica ha alcanzado un alto y merecido puesto, manifestando ser uno de los dis- cípulos aventajados del doctor Coronel y honrando así á su sabio Maestro. La cátedra de Bacteriología ha sido servida hasta el año pasado por el doctor Ismael Garbo, quien con sus dotes intelectuales ha demostrado ser uno de los discípulos mu,y aprovechados del Instituto Pasteur de Pa- rís; habiendo comunicado la enseñanza que allí recibiera á sus alumnos, iniciándolos con gran maestría en la ciencia de Pasteur. La sensible renuncia de aquel distinguido Profesor dió lugar á que ocupe actualmente esa cátedra el doctor Francisco J. Boloña otro discípu- lo muy aventajado del citado Instituto. Sus conocimientos bacteriológicos y sus aptitudes intelectuales harán progresar, no hay duda, á sus alumnos en esa rama tan difícil é importante de la Medicina. El doctor José M. Estrada Coello, Profesor de Anatomía Patológica ha descollado de un modo muy notable en Medicina, Cirugía y Obstetricia: manifestando sus dotes de eminente clínico, y en su cátedra, su asidua cons- tancia al estudio y claro talento han demostrado su competencia en la en- señanza de la ciencia de Virchow, Cornil y Banvier. El doctor León Becerra ha manifestado sus brillantes ejecutorias, ya como clínico eminente, ya como notable higienista. Esta población le debe mucho por su constante abnegación, su amor al trabajo y el notable empeño en procurar el saneamiento hasta donde le ha sido posible. Cuan- do se hizo cargo del Lazareto de pestosos en el año de 1908, en que estalló por primera vez entre nosotros la peste de Levante, se consagró de tal mo- do al estudio de este temible azote en compañía de su eminente colabora- dor el doctor Estrada Coello, (pie contribuyó á ilustrar á sus colegas en el diagnóstico de esa enfermedad (pie hasta entonces no nos era conocida si- no por la lectura de los autores clásicos. Infatigable en los deberes que le incumben como Director de Sani- dad, propuso la instalación de un Hospital en el Milagro, donde debían aislarse los enfermos de fiebre amarilla, para evitar de esta manera que propaguen el contagio en esta ciudad. En dicho pueblo se levanta ya un hermoso edificio que ha producido sus benéficos resultados. Sus altos sentimientos humanitarios lo condujeron á establecer la Sociedad Protectora de la Infancia: bella institución compuesta de médi- cos y particulares, quienes contribuyen con su cuota á acrecentar los fondos de la Sociedad. Como su nombre lo indica, se encarga de proteger á los ni- ños enfermos y desvalidos, para lo cual ha establecido dos Dispensarios donde gozan esos pequeños seres de asistencia médica y de medicamentos gratui- tos; lo «pie ha contribuido en gran parte a disminuir la mortalidad infantil. 53 Además, la Sociedad distribuye premios á las madres que lian ali- mentado sus hijos al seno, escogiendo los más robustos, los que son exami- nados previamente por dos médicos. De esta manera se han establecido las bases de la puericultura y se ha disminuido la mortalidad infantil, pues es muy conocido que uno de los principales factores de esta última es la alimentación defectuosa, sobre todo, en la primera infancia. Finalmente, el doctor Becerra ha querido ensanchar la obra benéfi- ca de la Sociedad Protectora, construyendo un Hospital de niños: donde están concluidos dos pabellones: habiéndole sido imposible por la falta de fondos dar término á todo el edificio. A pesar de sus múltiples ocupaciones el citado colega cumple fiel y asiduamente sus deberes de Profesor de Fisiología ó Higiene, donde luce claro talento, prodigando una sabia enseñanza. El doctor Luis AL Cueva, Profesor de Física Biológica, aunque recién iniciado en estas labores, dadas sus buenas dotes intelectuales, contribuirá á impulsar la enseñanza en una rama tan importante. El doctor Luis F. Cornejo Gómez, eminente higienista, cuando estu- vo hecho cargo do la Dirección de Sanidad hizo grandes bienes á su ciu- dad natal. Trabajó con celo infatigable por extirpar la peste bubónica, la fiebre amarilla y demás enfermedades reinantes; dió impulso á los lazare- tos contribuyendo su talento, su exquisita cultura y su acertado tino al sa- neamiento de esta ciudad. Por último sus dotes de gran clínico lo han co- locado entre los primeros médicos do la localidad. El doctor Juan A. Cortez García es otro do los colegas que ha dado lustre á su Patria estableciendo en esta ciudad la primera Casa de Salud: hermoso establecimiento donde campean un aseo y un orden extraordina- rios, como se nota en los diversos cuartos destinados al alojamiento de los enfermos: allí hay luz, ventilación, camas cómodas, aseo irreprochable en la ropa y en los pisos: en una palabra, todas las condiciones higiénicas que exige la asepsia moderna. Además, allí encontramos un buen laboratorio de Bacteriología é Histología, los reactivos químicos necesarios para los análisis de orina, una sala de operaciones con su mesa, todos los instrumen- tos y las exigencias de la Cirugía moderna con la asepsia y la antisepsia extricta, como lo atestiguan los brillantes éxitos obtenidos en las diversas operaciones que allí se han practicado. Además, hay un departamento re- servado para los enfermos de liebre amarilla, cubierto de tela de alambre, precaución que evita que los demás enfermos sean inoculados por el temi- ble stegomya fasciata. Finalmente, en la parte más alta del edificio exis- se un lugar destinado á la Helioterapía, excelente mejora quedará proficuos resultados. El dispensario farmacéutico con sus medicamentos y utenci- lios necesarios acaban de completar lo indispensable para el tratamiento de los enfermos, quienes bien asistidos encuentran un alivio positivo de sus dolencias y los que privados de familia encuentran en su Clínica todos los recursos de la ciencia, además del trato humanitario que allí se les prodiga. Por último, el jefe pone á contribución su inteligencia y su educación amena en la curación de los enfermos, secundado por otros colegas siem- pre que aquellos lo deseen, obteniendo de esta manera éxitos notables. Debo también hablar de mi antiguo discípulo y distinguido alumno interno doctor Juan F. Rubio quien dedicado á la importante rama de la Oftalmología, ha dado cursos libres en esta Universidad sobre esta mate- ria, manifestando su claro talento y otras aptitudes para el profesorado; así como también las ha manifestado en su clientela. 54 Del mismo modo el doctor José AL Ortega oriundo de la Atenas ecuatoriana, actual Profesor de Oftalmología de esta Universidad, aunque recién lia iniciado sus labores docentes, en vista de sus ejecutorias ya pro- badas en esta materia, prodigará una buena enseñanza y obtendrá discípu- los que honrarán á su digno Álaestro. Además, su numerosa clientela ates- tigua que es un especialista competente en la ciencia de Galezowski. Xo puedo cerrar esta lista de nuestros distinguidos colegas sin ha- blar de uno de muchos méritos, á saber, el doctor Alfredo Espinosa Tama- yo. Desheredado de la fortuna, arrostró todos los obstáculos (pie se le opusieran á su educación y triunfó ostentando la museta del Doctorado como premio á su constancia y aplicación. La Bacteriología y la Química Biológica han sido las dos ciencias de su predilección y á (días se dedicó con empeño en el ejercicio profesional: lo que le valió ser nombrado Direc- tor del Laboratorio del Hospital General. Allí con su claro talento y sus pa- cientes y laboriosas investigaciones alumbró con antorcha luminosa la cuestión tan debatida de sí la fiebre llamada entonces fiebre infecciosa ó fiebre de septenarios, era realmente ó no fiebre tifoidea. En efecto, demos- tró hasta la evidencia por el examen microscópico, los diversos me- dios de cultivo, el hemocultivo y el serodiagnóstico que el agente patógeno de dicha fiebre era en realidad el bacillus de Eberth: y que la fiebre tifoi- dea de los países cálidos no se distinguía de la de los países fríos sino por su evolución. Después de haber prestado este gran servicio á la Clínica regional, prestó otro importantísimo á nuestra amada Patria. Se aprestaba nuestro ejército á la lucha para hacer valer nuestros derechos en la enojosa cues- tión de límites con el Perú, cuando el doctor Espinosa Tamayo con su celo humanitario, viendo que era indispensable atender á los numerosos heridos que caerían en el campo de batalla, emprendió con gran actividad en la organización de la Cruz Hoja y formó la Sociedad que lle\a este nombre compuesta de médicos y particulares quienes secundaron con sus esfuerzos y nobles sentimientos los del ¡lustre iniciador. En pocos días quedaron perfectamente equipadas y arregladas cua- tro secciones de ambulancia: las que prestaron inapreciables servicios á les soldados enfermos (pues sabemos (pie Marti* no los (pliso coronar con sus laureles), en los que hacía estragos la fiebre amarilla, el paludismo, la disentería y otras enfermedades infecciosas. Entonces desplegó el doctor Espinosa una enorme actividad arreglando los medicamentos, apósitos, utencilios de cocina, víveres, brazales, etc., etc., en lin, todo lo que pudiera ser útil sin que faltara nada. Todo se colocó en un depósito y á medida de las necesidades se embarcaba inmediatamente con dirección á la ambu- lancia, apenas se recibía la orden de la Comisión encargada del aprovisio- namiento. Los resultados obtenidos de tan brillante actuación lo atesti- guan los informes do los jefes de las diversas secciones de Ambulancia. Yace ahora, el citado colega, en el lecho del dolor y aunque privado del importante órgano de la visión, no desmaya en el trabajo y su cerebro no deja de producir sus importantes artículos científicos que ven la luz en varios diarios de la localidad: así como también ha contribuido con su pre- cioso contigente á este torneo científico. Otro de los colegas que ha contribuido con un servicio muy impor- tante para nuestra Patria es el doctor Leónidas Benitos Torres; quiero ha- blar del Instituto de vacuna que estableció en esta ciudad. Para esto do- nó gratuitamente un solar de su propiedad en donde levantó la Junta de Beneficencia Municipal un pequeño edificio, donde se dedicó á preparar la 55 vacuna sin contar con los aparatos necesarios que exijo hoy la ciencia mo dorna. A pesar de esto, dicha preparación fue hecha con tanta prolijidad que los resultados profilácticos obtenidos fueron muy dicaces. Merece pues, por tan importante mejora un voto de aplauso de todos sus conciu- dadanos. Hoy cuenta nuestra población con un magnífico Instituto de vacuna con todos los aparatos indispensables para preparar con más prolijidad el profiláctico de Jenner. La dirección de ese edificio está encomendada á mi inteligente discípulo y colega, el doctor Aquiles C. Rigail; quien también regenta la cátedra de Botánica y Farmacia, donde manifiesta sus aptitudes para el profesorado. Las demás provincias interandinas y de la costa han dado también médicos eminentes, cuyas dotes intelectuales acreditan los luminosos tra- bajos presentados ante este Congreso. Perdonad, señores, (pie haya fatigado vuestra atención con la larga enumeración de los eminentes colegas (pie he tenido el honor de exponer: pero he creído un deber de justicia hacerlo así para que se conozca (pie en todas las épocas ha habido médicos muy ilustres que han dado brillo y re- nombre á nuestra querida Patria y para que se vea que no sólo en el ex- tranjero hay profesionales y no se trate de desdeñar á nuestros compatrio- tas posponiéndolos á individuos desprovistos de méritos. La ciencia de Hipócrates ha dado pasos gigantescos en todas sus vastas ramas, en la segunda mitad del siglo XIX y en los tres lustros (pie conta- tamos del siglo XX: pero las que lian dado más impulso á esa ciencia hu- manitaria son la Bacteriología y la Cirugía. Aquella, haciéndonos conocer el origen de las enfermedades infecciosas y de las autointoxicaciones, ilus- trándonos sobre los nuevos medios del diagnóstico y nuevos medios efica- ces para el tratamiento y la profilaxia de aquellas afecciones. La ('¡rugía con su raudo vuelo ha Regado á su apogeo: esos dos ver- daderos sabios, Pasteur y Lister, la han impulsado á la cumbre de la gloria y le han dado el cetro (pie merece. Cuántas bellas conquistas ha hecho y en tan poco tiempo! Ya no teme al peritoneo, el tabernáculo sagrado de los antiguos cirujanos: penetra en la cavidad abdominal, ya extirpando tumores, ya el temible apéndice, ya uniendo el estomago con el intestino, ya haciendo suturas; invade la cavidad toráxica y la cavidad craneana, ya extrayendo los proyectiles de guerra, ya abriendo un absceso, etc., etc. Por último, llega su audacia hasta penetrar en el corazón mismo, como si (pusiera penetrar sus secretos íntimos, siente directamente sus contraccio- nes y sin pensar que pueda detenerlas extrae los proyectiles y practica la cardiorrafia: operación sutil y delicadísima que indica cuánto puede el hábil cirujano apoyado en los valiosos descubrimientos de Pasteur y Lister. Xo le queda ya nada por conquistar en el organismo humano y se pasea satisfecha coronada con los laureles que le brinda Minerva; contem- plando á los seres que ha salvado, disputando á la Muerte tantas preciosas vidas que antes hubieran sido segadas por su implacable guadaña. Pero si es justo admirar los rápidos progresos de la Cirugía moder- na, también debemos admirar los (pie ha hecho la Medicina. En efecto, el diagnóstico se ha perfeccionado y aclarado con la investigación de los mi- crobios y parásitos patógenos, con la hematología, la citología, el serodiag- nóstico de Widal, la reacción de Wassermann y hi Química Biológica que ha prestado su apoyo tan valioso y elicaz con los análisis de orina, de san- gre, de leche y de los demás humores. 56 Diversos aparatos como el esfigmógrafo de Marey, el esfigmomanó- metro de Potain, el oscilómetro Pachón, el fonendoscopio, etc., prestan también su precioso concurso para el diagnóstico de las afecciones car- diacas. Por último, el asombroso descubrimiento de Guillermo Conrado Roentgen de los rayos X en el último lustro del siglo XIX, dió la localiza- ción del diagnóstico de ciertas enfermedades, sobre todo de las quirúrgi- cas. La Cirugía de guerra, especialmente, ha aprovechado de ese descu- brimiento como lo comprueban los numerosos casos Observados en la actual conflagración europea. La Terapéutica con la Aeroterapia y la Opoterapia y otros tratamien- tos modernos ha dado un gran paso en la curación de ciertas enfermeda- des consideradas antes como incurables. Provistos de estas armas de la ciencia moderna se presentan hoy en esta Asamblea científica los médicos ecuatorianos á recoger la abundante mies, fruto de la benéfica semilla que han sembrado con tanta paciencia y laboriosidad. Así lo manifiestan los trabajos tan interesantes que han presentado, varios de ellos completamente originales. Señor Presidente y demás H.H. Miembros del M. I. Concejo Muni- cipal: Dignaos aceptar nuestros sinceros agradecimientos y un voto de aplauso por el Concurso científico que habéis convocado, el que es ya una realidad: y por haber celebrado con él, más dignamente que nunca, el ani- versario de nuestra gloriosa independencia. Muy especialmente se los tri- butamos al distinguido colega doctor José M. Estrada Cuello, á quien le toca la gloria de la iniciativa y cuyos esfuerzos y laboriosidad han contri- buido en gran parte á que se lleve á cabo. Señor Decano y demás H.H. Profesores de la Facultad de Medicina: La Comisión Organizadora tiene la satisfacción de manifestaros el haber cumplido con el grato encargo que la disteis de dirigir y arreglar los trabajos conducentes á llevar á buen término la inauguración del ler. Con- greso Médico Ecuatoriano. Dignaos excusar las faltas que en ello hubié- reis encontrado, fijándoos solamente en que llena de entusiasmo y de bue- na voluntad,ha trabajado con todo el ahinco posible para corresponder dig- namente á vuestro cometido y para sacar airoso el nombre de nuestra ama- da Patria. Nos resta, pues, tributaros nuestra profunda gratitud por la honrosa misión que nos habéis confiado; y yo en particular por la inmere- cida designación que me habéis hecho para presidir los trabajos de dicha Comisión. Honorables Delegados al ler. Congreso Médico Ecuatoriano. La Comisión Organizadora cumple con el deber de daros su más grata bien-venida y de manifestaros sus muy expresivos agradecimientos por haber acudido benévolamente á la convocatoria que os hiciera para to- mar parte en esta Asamblea intelectual, honrándonos con vuestra presen- cia. Vuestros trabajos científicos y los de los demás colegas que se expon- drán en el curso de las sesiones venideras, contribuirán á hacer efectiva la frase de un gran estadista francés: «Cuando los pueblos se instruyen las naciones se engrandecen». Habéis contribuido, pues, á engrandecer nuestro querido Ecuador con vuestro talento y vuestra ilustración. Pero para que este engrande- cimiento sea real y efectivo, unámonos con un estrecho vínculo, tengamos siempre presente el tan conocido axioma: «La unión hace la fuerza»; sea- mos solidarios en la moral que incumbe á nuestros actos profesionales, 57 hagamos práctica la moral médica, desterremos para siempre el funesto provincialismo que nos enerva, que nos mata y que es una verdadera re- mora no sólo para nuestro progreso intelectual, sino también para el moral y material: y sólo de esta manera, unidos por la ciencia y la verdadera con- fraternidad, haremos respetar y colocar en el puesto que le corresponde al Cuerpo Médico Ecuatoriano. Para terminar, deseamos que á este torneo científico sigan otros y que en un día no lejano podamos convocar un Congreso Médico Internacio- nal que nos asegure un lugar prominente en el concierto de las naciones civilizadas. No hay duda que lo conseguiremos teniendo presente las di- visas: «labor omnia vincit» y «finís coronat opus». He dicho. El Secretario doctor José R. Bolofía, leyó el siguiente Informe general, en nombre de la Comisión Organizadora del Congreso: Señor Ministro: Señor Presidente del Concejo Municipal: Colegas: Señoras y señores: Vengo ante el respetable auditorio que me escucha, en nombre de la Comisión Organizadora de este Congreso, á condensar la síntesis de su labor, y á exponeros los lincamientos generales que ha seguido, para dar forma práctica á la tarea que le encomendó la Facultad de Medicina de Guayaquil, de organizar y dirigir la reunión del primer Certamen médico nacional. No es simple enumeración, ni referencia cronológica, lo que debo presentaros. Los documentos (pie guardan la génesis de su funcionamien- to os dirán cómo, á través de desfallecimientos y entusiasmos, apartando los obstáculos que toda obra nueva trae aparejados, le damos hoy cum- plido término, ya que para ello pusimos toda nuestra voluntad y decisión. Como testimonio del éxito obtenido, basta contemplar el concurso tan distinguido y selecto que ha correspondido al llamamiento que le hi- cimos. Siendo la finalidad de esta Asamblea, conforme á la idea directriz de quienes la iniciaron, representar un exponente de cultura y servir de piedra angular para el edificio en que se asentarán nuestro progreso y adelanto médico futuros; es en tal concepto que debemos considerarla, y nunca como un mero pasatiempo ó reunión accidental, que dure apenas lo que durarán los ecos de esta fiesta. Contempladas las cosas bajo un criterio amplio y sereno, de una relatividad, no presuntuosa, hay que convenir que no solo los países de organización perfecta están llamados á colaborar en los adelantos humanos. La Ciencia es como la Naturaleza: floración continua. Tenemos un campo de labor que estimula nuestras energías, en concordancia con una ley del desarrollo: la yema precede á la flor, y ésta a los frutos. La misión que cumplimos es, pues, la expre- sión superior de una vida espiritual, que se convertirá de modo cierto en provecho para la comunidad, ya que somos parte integrante del conjunto social. Permitidme, señores, que despojado de galas oratorias, exprese, en nombre de mis compañeros, la gratitud que guardaremos siempre al inte- ligente personal que ha colaborado con nosotros en esta obra de aliento y 58 aplicación científica. El cuerpo profesional de médicos ecuatorianos, en sus diversas ramas, principales y necesitarías, so presenta unida y entu- siasta para demostrar que no es ajeno á la corriente universal de progre- so, que se desvía hoy, por orden lógico hacia el Continente Americano. Nuestra Patria grande ha venido también hasta nosotros, y, en esta Pa- tria chica, en medio del arrullo tranquilo de sus palmeras, del arrebata- dor torrente de sus ríos, de la espléndida floración del trópico, nos damos el abrazo fraternal: el Guayas y los Andes.... Y es que nunca como aho- ra sentimos más intensa la idea de nacionalidad, nunca ha sido más bello el espectáculo de un grupo heterogéneo de obreros de la Ciencia, que se funden en una sola aspiración, y que vienen a ofrendar en esta tiesta de la Paz, un holocausto al Dios de la verdad científica, al Dios de esa ver- dad inmaculada, que es el único potente porque rige con leyes inmutables los hombres y las cosas. ¡Bendita seas tierra fecunda! Tu ardiente sol ecuatorial, no alumbra un nuevo campo de exterminio, sino que presta calor y da la vida á quienes nos reunimos esta vez para glorificarte, por- que eres buena y desgraciada. Prohijado, en hora feliz, este Congreso por el Concejo Municipal de Guayaquil, y encargada la Facultad de Medi- cina de su arreglo, ella nos delegó, con amplios poderes, tan arduo come- tido. No titubeamos en aceptarlo, porque hemos sido, señores, visiona- rios ó idealistas, si visión é idealidad significan fuerza y decisión en una empresa. Al dar nuestros primeros pasos comprendimos toda la gravedad del compromiso que habíamos aceptado, y, esa misma circunstancia, ha sido el acicate que estimuló en nosotros el deseo de ver convertirse en realidad el primitivo pensamiento. Puestos en comunicación constante con nuestros compañeros del interior y de la costa, elaborado el Programa General al cual debíamos someternos, discutidos los asuntos de detall»1; en medio de la acogida fervorosa de los más, y de la indiferencia de unos pocos, hemos recorrido la senda paso á paso, y sin que desconfiáramos ja- más de llegar hasta la cima, con la pesada carga de nuestros anhelos é ilusiones. En el año tormentoso (pie pasamos, mientras la República entera sufría la convulsión de una revuelta armada, hubimos de interrumpir nuestro trabajo, y postergar la fecha de su celebración, que no habría en- cuadrado bien en ese marco do pasiones, y cuando algunos de los nues- tros morían en aras de luchas fratricidas, sin mas galardón (pie el cum- plimiento del deber, doloroso y cruento, por la misma ferocidad de su martirio.... Terminada esa hora trágica, dispersos y adoloridos, porque fné san- gre do nuestra sangre, la que se vertió inocentemente en esos días de (lucios y de horror; no era seguramente muy propicia la ocasión para in- tentar un nuevo acercamiento do quienes quedaban, con el amargo dejo de una injusticia más que añadir á su misión de caridad y sacrificio. Alzamos, sinembargo, el Tabor, junto al Calvario y fuimos adelante. Restablecidas las labores de la Comisión, pasadas nuevas circulares, publicados boletines (pie se repartieron profusamente al cuerpo médico, puestos en juego todos los recursos de (pie buenamente podíamos dis- poner, llegamos al convencimiento de que no serían estériles nuestros esfuerzos y de que se llegarla á la unificación en (pie nos habíamos empeñado. La gran conflagración do Europa, paralizando la actividad mun- dial, vino á repercutir también, aunque de modo indirecto, en nues- tra esfera de acción, ya que el pesimismo que originó esa escena de 59 barbarie, galvanizando el sentimiento general, tuvo sus secuelas en el seno de las industrias, de la ciencia y de las artes. Lejos, muy lejos, felizmente de nosotros, aquellos malditos fru- tos de Caín, que reverdecen á través de siglos: lejos, muy lejos fan- tasmas sangrientos, contiendas de hombres y de pueblos. En el círcu- lo dantesco con que la humanidad celebra el coro de su propia ruina, nos toca á los pequeños, á este pedazo de tierra americana, hacer de hormigas de la civilización, contra el trabajo destructor de ciclopes que emprenden las naciones más adelantadas, ventilando sus derechos con el tilo de la espada.... Y aquí venimos á labrar el pan blanco, el pan candeal, que amasaremos con el sudor de nuestro solo esfuerzo. El Ecuador era quizá el único país de América que no había llevado á cabo un torneo de esta naturaleza. Si su primer ensayo adolece de defectos, será grandioso en cuanto á que él representa virtualidad y esmero, fé en sí mismo: y, ya sabéis, señores, que la fe es en la Ciencia, precursora del triunfo. Factor primordial del resultado conseguido fue el concurso, am- plio y generoso, que nos brindó siempre el ('oncejo Cantonal de Gua- yaquil. por el cual le damos testimonio público de agradecimiento. Igualmente se lo tributamos al señor Ministro de Instrucción, por cu- yo intermedio obtuvimos las facilidades para que pudieran concurrir los Delegados del interior de la República, así como las franquicias postal y telegráfica, y todo el apoyo (pie de él solicitamos. Su pre- sencia en el simo de esta Asamblea, ha venido á darle mas realce y á significar la participación oficial del Estad" en un acto de carácter eminentemente civilizador. El material científico que constituirá id objetivo de nuestras próximas reuniones, lo forman 110 trabajos, más ó menos, en los cua- les se ventilan puntos do alto interés nacional, y se abordan proble- mas de significación utilitaria para la medicina ecuatoriana. Están representadas en el Congreso por sus Delegados algunas Gobernaciones y Municipalidades de las Capitales de Provincia, que aceptaron galantemente nuestra invitación. También Suciedades y Corporaciones, que tienen relación directa con nuestro trabajo, desig- naron sus Representantes. A unos y otros los hemos acogido con singular afecto. El número de adherontos subo á la cifra de 180. de los cuales, si bien unos no han podido venir á estas labores, por comunicacio- nes, especialmente gratas, nos piden los consideremos partícipes de las resoluciones (pie se adopten por la Asamblea. Los alumnos de la Facultad de Medicina de Guayaquil, entusiastas y generosos siempre, han ayudado en forma eficaz á nuestra Comi- sión. y. en tal virtud, les quedamos reconocidos profundamente. Tam- bién los Cniversitarios de Quito, comprendiendo que se trata de una obra nacional, han delegado representaciones que nos honran. Tales son. á grandes rasgos, y como conviene á la índole de esta sesión, los datos más saltantes que debemos exponeros, haciendo votos porque la Mesa de Honor que presidirá al Congreso en sus de- liberaciones. continúe con ardor la tarea, apenas esbozada, y en la cual la Comisión Organizadora ha procurado corresponder á la con- fianza que en ella se depositara. Señores: En esta crisis solemne de la humanidad, cuando la 60 inercia, resultante del supremo afán con que ella se purifica en una tempestad de fuego, abate y desanima las energías de todos: cuando á falta de brazos para las jornadas de la muerte, nos resta sólo ce- rebro y corazón para salvarnos del desastre, es menester que eleve- mos nuestro pensamiento y nos hagamos dignos del porvenir, siquiera sea por la firmeza del propósito. Defendamos los ideales de la civi- lización, el espíritu de fuerza y solidaridad científica, fundamos en mágico crisol una alma nacional purificada y noble, (pie nos redima de antiguas prevaricaciones, y nos devuelva el concepto de mentali- dad, el vigor do raza, de esa histórica raza castellana enérgica y ba- talladora. Nadie, como nosotros, más necesitados de reacción intelectual. Presionados por el ambiente (pie nos sofoca, concluiríamos por sucum- bir y ser arrastrados al yugo do un conquistador, si la savia de la juventud bien preparada, no corrobora el carcomido árbol de nuestros propios errores. Saturemos con el fertilizante de la idea el enfermizo aire, sin oxígeno moral, que respira esta Patria infortunada. Prepare- mos el terreno echando á manos llenas en el surco la semilla del Progreso: que esta orientación hacia lo bueno, que ahora celebramos, cumpla su doble finalidad educadora é instructiva, que sea múltiple en efectos y tenga la energía de un somatén para despertar la con- ciencia nacional adormecida. La Medicina ha sido en todo tiempo, por sus variadas activida- des, un factor poderoso de Progreso, controlando la salud pública, el bienestar y la vida de las sociedades. Desdi1 las más remotas épocas, su luz divina ha clareado en todas las esferas donde se han debatido los prodigiosos problemas del saber humano. Allí ha concurrido y ha triunfado. Tenemos en nuestro activo las primeras glorias del ingenio, aquellos hombres-héroes que en la Química, en la Bactereología. en la Higiene, han asombrado por sus iniciativas. Al calor de sus primeras adquisiciones en la Escuela de Alejandría, brotó el sistema de Galeno. Vino luego la edad Medie, y Vesalio con sus reformas anatómicas trastornó completamente las antiguas ciencias, impo- niendo nuevo rumbo á las escuelas médicas. Por último, el siglo XIX ha sido el más fecundo en nuestra Ciencia, que desde Bichat, el anatomista general de más vuelo, y cuyas expléndidas concepciones aún palpitan en nuestro ambiente intelectual, desde Jausens, que con el microscopio compuesto, inició una serie de adelantos, con Selli- gues. quien en 1824 aplica á ese instrumento los principios acromáticos, y con Raspad, que exclamaba en la embriaguez de sus trabajos «dadme una vesícula, en cuyo seno pueda á voluntad elaborar otra vesícula, y os daré el mundo organizado», ha ido la ciencia médica recorriendo una senda de adelantos. Sería cansado enumerar los avances que han mareado el camino de nuestro arte contemporáneo. Bastaría con citar al gran Pasteur. para que la Humanidad, cayendo de rodillas ante ese genio que amordazó á la mis- ma muerte, elevara la plegaria del triunfo más grandioso que han visto los siglos y las épocas. Nosotros, pigmeos, al lado do esas glorias, granos de menuda arena en el océano sin fin de esas grandezas, vamos á penetrar en el templo consagra- do, y á tomar el agua santa del bautismo, que nos haga dignos de su es- tirpe. No debemos desalentarnos por las deficiencias que observemos: obras 61 de más vuelo tuvieron principios más pequeños, y sería un error hacer pa- rodia entre este Congreso regional y las reuniones de sabios que á diario se congregan para discutir puntos avanzados, elocubraciones abstrusas de una metafísica del espíritu, que por su misma complejidad deben ser resueltos en el reino de lo abstracto. Nosotros no nos reunimos para innovar la Medicina, nuestra reunión de hermanos se limitará á conversar en el seno de la intimidad científica, sobre cuestiones de familia, sobre asuntos concretos de interés particular, que se circunscriben en los linderos de la Patria, á contarnos nuestras du- das, ya que es para el Ecuador que trabajamos, y, felices si pudiéramos al- canzar para esta tierra en que nacimos, el grado de perfeccionamiento que anhelamos. Concluyo, pues, deseando que el 1er. Congreso de Medicina Ecua- toriano, lleno cumplid miente su misión, y agradezco, en nombre de mis co- legas todos, el brillo que presta á nuestra fiesta la distinguida concurrencia que nos honra. El señor doctor Mariano Peñahcrrera E, Decano y Delegado déla Facultad de Medicina de la Universidad Central, dijo: Señores: Inivitada la Facultad de Medicina de la Universidad Central á con- currir al Primer Congreso .Médico Nacional, que debía reunirse en esta hermosa y espléndida ciada I, recibió con singular regocijo la noticia de esa feliz iniciativa, y se apresuró á nombrar una comisión de su seno que la representara en el proyectado Congreso, contribuyendo en la mejor forma que le fuese posible á la consecución del éxito apetecido. Y es para mí altamente honroso y en extremo satisfactorio traer á esta Ilustre Asamblea los votos de fervientes aplausos que esa Facultad envía al Ilustre Concejo Municipal, iniciador y protector del Congreso, á la Facultad de Medicina del Guayas, con cuya eficaz y valiosa cooperación contó, muy acertadamen- te, el Ilustre Concejo, y á la Comisión Organizadora que, con laboriosidad incansable y excepcional acierto, ha dirigido los trabajos preparatorios y ha vencido obstáculos al parecer insuperables, hasta conseguir la inaugura- ción de este Congreso, en medio de la situación en sumo grado difícil por- que atraviesa la República. La reunión de este Primer Congreso científico señalará una fecha de imperecedera memoria en los anales de la historia patria y constituirá un motivo de merecido orgullo para el noble pueblo de Guayaquil: así porque será sin duda fuente fecunda de magníficos resultados para el progreso de la Medicina Ecuatoriana, y beneficio de nuestras poblaciones, como porque al reunirse en las condiciones en que lo ha preparado la Comisión Orga- nizadora, ha colocado la piedra fundamental del ediíicio de la ciencia mé- dica patria, que tan necesario y deseado era ya. Hasta ahora hemos vivido sujetos á una especie de tutela absoluta de la ciencia extranjera, que nos ha enervado para toda iniciativa y hecho casi imposible ninguna nueva producción. Por esto, el mérito primordial de la feliz idea de convocar este Congreso, lo hago consistir en el poderoso impulso que nos dará seguramente para emprender en la nacionalización de nuestra ciencia, y en la orientación diversa que en adelante daremos á 62 nuestros trabajos, encaminándolos, á llenar necesidades inaplazables rela- cionadas con el conocimiento de enfermedades propias y exclusivas de nuestros climas, con las modalidades especiales que en ellos toman las que existen también en otros países, y con el mejoramiento de las condiciones sanitarias de nuestras poblaciones. Ilustres representantes del pueblo de Guayaquil, sabios profesores de la Facultad de Medicina, beneméritos miembros de la Comisión Orga- nizadora: iniciando la reunión de este Congreso y llevándola al éxito feliz que hoy ha alcanzado, habéis cumplido una magna obra, muy propia del pueblo á quien representáis, muy propia también, de vuestros grandes me- recimientos, y muy digna de ofrendarla en este solemne día al inmarce- sible recuerdo de vuestros Ilustres Próceros. Pongámosla, señores, bajo el auspicio de sus nombres venerandos, ofrescámosla á su sagrada memoria como el mejor homenaje que puede ahora tributarles el pueblo por ellos libertado. Y vosotros todos los aquí presentes, que habéis contribuido al mag- nífico éxito obtenido por el Municipio fie Guayaquil, en esta memorable fe- cha, recibid de mis desautorizados labios el afectuoso saludo (pie os envía la cuna de la libertad de un mundo! En representación de las Municipalidades provinciales, tomó la palabra el doctor Mario V. de la Torre:' Señores: La noble y patriótica iniciativa del I. Concejo Municipal de esta ciu- dad magnífica y entusiasta nos ha congregado á los profesionales de toda la República con un fin altamente significativo cuyos resultados se traduci- rán directamente en el progreso de la ciencia médica y beneficiará á to- da la sociedad, por las extensas vinculaciones que aquella tiene con todos los ramos de la actividad humana. Ya era tiempo, señores, de que el Ecuador, patria de héroes y cuna de hombres ilustres, tomara el puesto que le corresponde en el movimien- to científico universal y no apareciera como hasta aquí, extraño á las no- bles luchas de la inteligencia, privada de los beneficios (pie reportan las naciones civilizadas con estos torneos científicos; ya era tiempo de que de- mostrásemos al mundo que también seguimos con interés creciente los adelantos de la ciencia, nos preocupamos de sus modernas orientaciones, discutimos sus nuevas teorías; en una palabra, no escatimamos el peque- ño contingente de nuestro estudio á la gran obra del progreso universal que, si se manifiesta esplendorosamente allá en esos grandes centros de civilización, aquí ha permanecido en doloroso estancamiento ó no ha teni- do oportunidad para sus exteriorizaciones. Cuando el corazón abierto á los mejores sentimientos, el alma llena de generosos ideales y la voluntad repleta de energías, venimos aquí, á conversar amigablemente entre colegas, de lo que ha sido, es y puede sor la medicina en el Ecuador, en la medida de nuestras facultades, trata- remos de imprimir nuevos rumbos al estudio de nuestra noble y difícil ciencia, corregiremos los defectos que hasta ahora hayan podido presentar- se, removeremos los obstáculos, allanaremos las dificultades y si nuestra labor no alcanza á satisfacer tan justas y legítimas aspiraciones, por lo me- nos, nos quedará la íntima satisfacción de haber sentado la base para fu- turos trabajos, ya que no es posible alcanzar el triunfo sino después de te- náz y porfiada lucha. 63 Cuando se habló de la reunión del T. Congreso Médico Nacional, no pocos creyeron que la idea, por noble y patriótica que fuese, no podía rea- lizarse en las actuales circunstancias: más, los hechos han venido á com- probar que el entusiasmo, la voluntad decidida y firme y el afán sincero de progreso. pueden más que fútiles temores de fracaso. Y aquí hemos venido todos solícitos, á la generosa llamada de nuestros colegas del Gua- yas, trayendo el bagaje de nuestros conocimientos, de nuestras observacio- nes y experimentaciones y con el ánimo dispuesto al trabajo, anhelosos de buscar la verdad científica que se esconde siempre aún á los ojos de hábi- les investigadores: pero que á lo menos, deja entrever los reflejos de su luz á quienes la siguen con empeño. No diré yo que la nuestra es una de esas grandes asambleas donde toman asiento lumbreras de la ciencia, maestros encanecidos en el estudio, cerebros privilegiados que se han entregado por completo al estudio y que pasan la vida en la oscuridad de su laboratorio, descubriendo paciente y constantemente, los secretos que ella encierra. En la evolución progresi- va de las,naciones no le ha tocado aún al Ecuador colocarse en puesto so- bresaliente, por mil causas que no es del caso enumerar: pero sí debemos enorgullecemos de haber sacudido el marasmo que nos oprimía, salido de nuestra habitual decidía para emprender en una obra de verdadero y po- sitivo adelanto, de grande y beneficiosas consecuencias. La ciencia es patrimonio de la humanidad, no reconoce fronteras, y necio sería pretender encerrarla dentro de los límites de una nacionali- dad: más, cada país tiene sus enfermedades peculiares, su circunfusa es- pecial y considerando estas circunstancias es que ahora bien se puede de- cir que miramos por el adelanto de la medicina nacional. La ciencia, luz vivísima que alumbra á todo el mundo, lia enviado y envía sus rayos bienhechores hasta nosotros: hagamos de manera que no se pierdan sus resplandores,y antes bien, se intensifiquen y perduren en el tiempo y la distancia. A los que nos precedieron en este penoso pero noble sacerdocio de la medicina y que bajaron á la tumba llevando la gratitud de sus contempo- ráneos, no les fué posible quizá, realizar esta labor de progreso y verdade- ro engrandecimiento nacional, y por eso, acaso, se han perdido en el silen- cio y en el olvido preciosas observaciones, datos que habrían servido de guía en este incesante afán de investigación: á nosotros, pues, nos toca re- parar el daño involuntariamente causado á la ciencia y á vosotros, distin- guidos colegas del Guayas os corresponde la noble iniciativa: por eso es que yo, que os hablo en nombre de los Municipios de la República y cu la seguridad de interpretar fielmente sus sentimientos, os tributo la más ca- lurosa y ferviente felicitación, pues que lo niereceis, aparte de vuestros ya reconocidos y aplaudidos triunfos científicos, por este título más, que os acredita de verdaderos patriotas y amantes de la ciencia. No quiero cansar más vuestra atención y voy á terminar: pero no lo haré sin expresar antes la íntima satisfacción (pie experimento al verme entre vosotros, participando de vuestros entusiasmos, estimulándome con el afán y el decidido empeño (pie noto en todos cuantos habéis venido des- de las más apartadas provincias de la patria á las márgenes del Guayas, á este pueblo laborioso y digno que al conmemorar los hechos gloriosos de sus héroes, quiere ofrecerle como la más noble ofrenda, este homenaje de la ciencia. líe dicho. 64 A nombre de la Municipalidad de Latacunga, el señor doctor Marco Tulio Varea Quevedo dijo: Aquí vengo, señores, porque el deber me impulsa, porque el corazón me induce, desnudo de conocimientos y de méritos á enturbiar, quizá, los fulgores que proyecta la ilustración presente. Sólo me trae el anhelo por la verdad y la prosperidad de mi adorada Patria; mas vuestra benevolen- cia es grande, vuestra cultura elevada, y ellas me alientan, en audaz en- tusiasmo, para dirigiros la palabra en tan solemnes momentos. Además, estoy persuadido de que en esta memoranda inauguración os asiste el mag- nánimo sentimiento de cordialidad, y por él me guío. Disimulad mis faltas, os lo suplico: seré breve. Dignísimas señoras, H. señor Ministro de Instrucción Pública, respe- tables colegas, señores: Al M. I. Concejo Municipal de Guayaquil de 1913, por su iniciativa, y á los de 1914 y 1915, por su continuación y feliz término: más aún, si ca- be, á la infatigable Comisión Organizadora, con su incesante y tenaz labor, corresponden las más calurosas felicitaciones, por el brillante éxito obteni- do en la reunión del Primer Congreso Médico Ecuatoriano. El grado de civilización de un pueblo se aprecia por su ade- lanto moral é intelectual: El número de escuelas, colegios y centros de educación, y la intelectualidad en ellos desarrollada, dan Ja medida y señalan el nivel de su cultura y su grandeza. El Ecuador lia dado hoy á este respecto un paso gigantesco, en el cual la primera y principal parte corresponde á la ilustrada Guayaquil: loor á sus nobles hijos. De hoy para siempre quedará escrita vuestra gloria, con radiantes caracteres, en las páginas de los libros que inmorta- lizan á los grandes. Lamentemos, enjugando una furtiva lágrima, ya que al fin la huma- nidad es úna, lamentemos, digo, que la vieja Europa devaste sus ciudades y extermine á sus hijos, á esos heroicos hijos que, ciegos por salvar á sus respectivas patrias, exhalan estoicos el postrer gemido en medio de horripi- lantes lagos de sangre hermana. Nosotros, en tanto, avancemos en la pa- cifica lucha por la ciencia: y. estad seguros, obtendremos para la verdad, el triunfo: para la humanidad que gime, el bien. La grandiosas fiestas del 9 de Octubre de 1915, el 95° aniversario de tan gloriosa fecha, inician la dichosa unión que debe reinar entre todos los pueblos del Ecuador. De hoy en adelante, las frescas brisas de nuestras montañas y las tibias y balsámicasde vuestras florestas se unirán, simboli- zando el fraternal abrazo de sus hijos. Vuestros afanes y los nuestros: el corazón del litoral y el de la sierra palpitarán unísonos al eco del desvali- do y enjugarán acordes las lágrimas del desheredado de la fortuna. ¡Qué hermoso es trabajar por el ser doliente! ¡Qué dulce la abnegación por la agena felicidad! Y esa humanidad desvalida, esa humanidad que padece, elevará una voz de sublime reconocimiento que, cual espira de aromoso incienso subi- rá hasta los cielos, anunciando gratitud, confraternidad y paz. Oculto entre la abruptas rocas de los soberbios Andes, se asienta un modesto pueblo, cuna de Leones y Salcedos, Flores y Quijanos, Latacun- ga, pueblo que no podía, que no debía quedar indiferente en estos solem- nes momentos, en que todas las energías se unían, a vuestra patriótica llamada, para propender al bien común. 65 Su Concejo Municipal y el Cuerpo Médico han comisionado, si al úb timo de sus hijos, al más entusiasta por el adelantamiento de la ciencia, para representarles ante el Congreso Medico Ecuatoriano, inaugurado en esta gloriosa e histórica ciudad. Latacunga os saluda y felicita, Latacunga os ama y os admira y desde las hermosas faldas del argentado Cotopaxi os envía en aplauso re- sonante el ¡«excebior d de nuevo aliento para las inmortales conquistas del mañana, exclamando entusiasta: ¡Adelante, oh bizarros campeones de la ciencia! El Delegado por la Municipalidad de Cuenca, doctor David Díaz Cueva, dijo; Señores: Al reunirnos por la primera vez en la hidalga ciudad de Guayaquil, para celebrar el Primer Congreso Médico Nacional que acaba de instalar- se y al cumplir con la noble misión del Ilustre Concejo Cantonal de Cuen- ca, cábeme el honor de hacer presente al Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad, á los miembros de la. Comisión Organizadora de la primera Asam- blea Médica, mis agradecimientos en nombre del Ilustre Municipio que re- presento, y en el mío, por la benévola acogida y por la generosa recepción que la comisión médica del Azuay viene de recibir en su representante: tal reconocimiento se extiende al cuerpo médico de esta progresista ciudad, á la culta y caballerosa sociedad guayaquileña. El Ilustre Concejo Cantonal de Cuenca sabiendo cuan útil es traba- jar en unidad de un cuerpo colegiado, como lo es este Congreso, acogió la laudable idea de secundar y tomar parte en este certamen, con la idea de que ambas corporaciones unidas, podrán contribuir con sus esfuerzos á ali- viar á las poblaciones mediante la adaptación de los medios higiénicos, que dictare esta Asamblea. La realización de lá unión de la mayor parte de los facultativos de las diversas fracciones de la República, en esta ciudad, ha sido aplaudida en todo el pueblo ecuatoriano, al ver nacer una nueva sociedad nacional de medicina y cirugía, cuyo objeto primordial es el de arrancar á la naturale- za, mediante el estudio, nuevos conocimientos en bien de la humanidad doliente. La creación de esta asociación médica en el Ecuador señala nue- vos horizontes para la medicina nacional, la que hoy vemos formarse, y la que venciendo dificultades de primera hora, se levanta valerosa é impor- tante, tanto por su carácter verdaderamente nacional, cuanto por el con- curso voluntario de todas las provincias hermanas; y principalmente, del cuerpo médico, el que no paiticipa de las luchas políticas internas, pudien- do de esta manera consagrar los mejores de sus esfuerzos al progreso de todas las ciencias, y estar siempre listo á contribuir con sus recursos al desenvolvimiento de las doctrinas médicas. Una sociedad nacional nacida al amparo y patriotismo de sus lujos, no morirá jamás, y es seguro su progreso y merece el aplauso de las clases sociales. La medicina es una ciencia donde el carácter nacional es el más necesario, ella debe ejercerse libiamente en todos los países, en todas las ocasiones, y en beneficio de todos, más que ninguna otra ciencia, ella tiene el deber por lema, en bien de la humanidad, ella no debe olvidar ni desco- nocer ningún contingente, sea cualquiera, su origen ó procedimiento; el que 66 sufre pide á la sabiduría humana, como en los tiempos antiguos á la sabi- duría divina, el remedio de los males que fueren posibles, aún el de la muerte. De aquí lo importante de las reuniones frecuentes de estas asambleas cuyos resultados serán siempre un incremento de beneficencia. Idea no- ble la que acaba de realizarse y la que debe ser continuada y secundada para el porvenir, puesto que las bases en las que se levanta hoy esta aso- ciación, la constituyen miembros de carácter grandemente humanitario y de ideales soberanos. Plácenos, pues, á nosotros los médicos del Azuay ayudar á desplegar la bandera que cubrirá en un solo recinto á la caridad humanitaria y á nuestra ciencia médica nacional: la que espero que dentro de poco tiempo atraerá la atención y ayuda de nuestros gobiernos y del pueblo ecuatoria- no. Abriguemos, señores, la (irme esperanza de que realizarán las provin- cias ecuatorianas este ideal de confraternidad nacional, nacido al esfuerzo do una do sus hermanas, el heroico pueblo guayaquileño, glorioso protago- nista del I) de Octubre, Designado por algunas dé las Instituciones científicas repre- sentadas en el Congreso, el doctor Alfredo J. Valenzuela V. dijo: Señor Ministro de Instrucción Pública, señor Presidente del Ilustre Con- cejo Cantonal, señores congresistas, señoras y señores: De las Corporaciones cientílicas existentes en la República, repre- sentadas en este Congreso, hay sólo cuatro. El Observatorio Astronómico de la Capital, instituto oficial sostenido por el fisco, fundado por el ilustre García Moreno y dirigido hábilmente por el señor Tuíiño, que sostiene ín- timo contacto con sus homólogos en el mundo, representando a»í digna- mente á nuestra Patria en la ciencia de Newton, Halley y de Secci. La «So ciedad Médico Quirúrgica del Guayas», que en siete años de existencia, ha fomentado notablemente la medicina entre nosotros: de su seno nació la «Sociedad Cruz Roja del Ecuador» que organizó el servicio sanitario del ejército; beneméiito cuerpo que estuvo listo para la campaña internacional de 1910, y que en la actual contienda civil ha llenado con grandeza su hu- manitaria labor, que cuenta ya con sus mártires: Garaicoa, Hinostrosa y Castillo, bárbaramente sacrificados en Esmeraldas. Por último, la Corporación «Estudios de Medicina de Quito» y la «Asociación Escuela de Medicina de Guayaquil», que son, sin duda, las más simpáticas; compuestas por los jóvenes estudiantes de la ciencia de Hipócrates, hoy fundada esperanza de la Patria, vuestros discípulos ama- dísimos, señores profesores, que serán los médicos del mañana, y los futu- ros miembros de los Congresos Médicos del porvenir. El mejor exponente del mérito científico de tan bellas Asociaciones es que ellas sostienen los decanos de la prensa médica en Quito y Guayaquil, con sus respectivos bo- letines. Cábeme el alto honor de hablar en representación de todas estas Corporaciones, y, á nombre de ellas, felicitar al señor Presidente del Con- cejo Municipal, en este día glorioso del 9 de Octubre, y al Congreso Médi- co, augurándole el mayor éxito en sus labores cientílicas. He dicho. 67 Por último, el señor Luis J. Martínez, Delegado de la Corpo- ración «Estudios de Medicina» do Quito, se expresó así: Señores: Los estudiantes de medicina de la Universidad Central, no podían permanecer indiferentes ante la realización del 1er. Congreso Médico, ya que siempre se han distinguido por el amor al adelanto de la Medicina y por cuanto se relaciona con la cultura y el progreso nacionales, y así me han encomendado la honrosa misión de representarles, y traer para el cuerpo médico y estudiantes guayaquileños un afectuoso saludo. Debemos imitar, señores, á la augusta Grecia, tierra de asombroso poder intelectual, donde se esbozan las ideas, nacen todos los principios y se condensan los sistemas. Es allí en donde, al calor de su pensamiento, fecundado por su genio y recibiendo las inspiraciones de su alma de artis- ta, la Grecia forja en sus asambleas y proclama en sus tribunas el gran principio de la confraternidad de los pueblos helénicos, que ha sido el se- creto maravilloso de su grandeza triunfante y el fundamento de su gloria inmortal. Los tiempos y los siglos corren, los imperios se derrumban y la gi- gantesca evolución humana se opera, pero entre las ruinas que se acumu- lan, al través de las hogueras que se levantan, en medio de las estupendas metamorfosis que se realizan, la fórmula sagrada de la solidaridad no se pierde: porque nadie puede matar la idea, porque nadie puede ahogar el pensamiento, porque el pensameinto es libre y eterno, y nada puede con- tra él, ni la. acción corrosiva de los tiempos, ni la fuerza de los tiranos. Y aqui, en el Ecuador, en esta tierra clásica de los grandes ideales, que ha forjado su independencia al influjo poderoso de los más heroicos sacrificios ¿qué se ha hecho por aquella fórmula bendita de la fraternidad? Es por esto, señores, que la Comisión Organizadora del ler. Congre- so Médico Ecuatoriano merece una admiración sincera, un aplauso frené- tico, un recuerdo memorable, porque nada es más hermoso que cuando los ideales se cristalizan, se hacen tangibles y se convierten en preciosa reali- dad. Ella, la que con laboriosidad y esfuerzos ha conseguido congregar en esta encantadora ciudad, los representantes más distinguidos de la cien- cia médica ecuatoriana: guiados todos por la misma idea, inspirados por los mismos principios, listos para la noble y sin par tarea, deseando no só- lo ese intercambio de ciencias, sino también, el de los generosos sentimien- tos de sus almas, más generosas aún. Y ya que se ha dado el primero y más difícil paso, vengo á propone- ros en nombre de los universitarios quiteños y en especial, de los socios de la Corporación (pie represento, un acercamiento estrecho, á ofreceros los lazos de indisoluble y noble amistad, más aún, el abrazo de hermanos. Sí, univer.útarios guayaquileños y quiteños somos hermanos, ¿por qué no mar- char unidos en persecución del ideal? Y, si en la memoria de nosotros se conserva, sin duda, el sublime pensamiento de Spencer «el saber humano es como una esfera luminosa colocada en medio de una inmensidad oscura- ¿por qué no conseguiremos unidos el acrecentar y dilatar la luminosa esfera? El espíritu humano, infatigable en su ascención al ideal pide siempre un mejor y más allá: como cuando el viajero escala la montaña y ante sus ojos maravillados van descubriéndose á lo lejos horizontes nuevos, anchas llanuras, más dilatados valles á medida que más arriba se halla, así ante 68 la inteligencia del hombre aparecen nuevas zonas de verdad lejanas, más amplias proyecciones de la idea, más vastos campos de investigación cada vez que da un paso hacia las cimas majestuosas y serenas de la ciencia. Pero para facilitarnos mutuamente la difícil ascención, para aprove- char más de nuestras aisladas investigaciones, es menester unirnos: hago votos porque aunemos nuestros esfuerzos para llevar á cabo este objeto, de trascendencia incalculable y que debe preocuparnos intensamente: y para ello es necesario solicitar y conseguir que Ios-gobiernos den una protección más decidida á la enseñanza experimental y objetiva en las Universidades; que haya una mayor colaboración de los profesores con los alumnos, una mayor especial ización en los maestros, que ios conduzcan á investigaciones propias en la ciencia: y en íin, á conquistar la independencia intelectual y científica, á formar por el trabajo do todos una ciencia médica nacional. Cun lo cual so dió por terminada la sesión. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios, Dr. José R. Boloña R., Dr. Leopoldo Iz quieta Pérez. ASAMBLEA GENERAL Se instaló á las 9.30 a. m. del día 10 de Octubre de 1915, en el salón de actos del Colegio Nacional «Vicente Roca fuerte», presi- dida por ,el señor doctor Carlos García Drouet, Vicepresidente doctor Miguel II. Alcívar, Tesorero doctor José Alaría Estrada Coello y los infrascritos Secretarios: Ocupaba la Presidencia do Honor el señor doctor José Julián Coronel, Rector de la Universidad de Guayaquil. Concurrieron los doctores Peñaherrera, Rubira, Arzube Corde- ro J. B., Coello, Villamar, Becerra, Miño, de la Torre, Pareja; Galle- gos Anda, Ordóñez, Cevallos, Lcoro, Arteta, Navarrete, Andrade, Rubio, Escolar, Sánchez, Rosales, Rolando C. A.. Benitos Torres, de Roux, Aloral, Razo, Rivera Ignacio, Gilbort, Varea Quevedo, Huerta B., Cubillo, de Janón, Hidalgo G. Ed., Flor, Payeze G., Noboa AL, Orellana, Gabriel Veintemilla, Merclián, Fuentes R., Cortés García, Albuja Aspiazu, Ayerve, González II., Ampuoro, Holts, Heinert, Pó- Ht AL, Hidalgo G. J. J., Díaz Cueva, José AL Ortega y los señores Alartínez y Viteri Lafronte. Se leyeron por Secretaría los artículos del Reglamento Gene- ral pertinentes á las sesiones generales. El señor Presidente designó al Delegado por el Alunicipio de Cuenca, señor doctor David Díaz Cueva para (pie diera lectura á la conferencia del señor doctor Emiliano J. Crespo, quien por impedi- mento inallanable no había podido concurrir á estas se- siones: 70 Parasitología Nacional POR EL DR. EMILIANO J. CRESPO ProL de Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad del Azuay Distinguidos colegas: La Comisión Organizadora del 1er. Congreso Médico Ecuatoriano ha tenido á bien designarme, sin atender á la falta absoluta de méritos de mi parte, para daros una conferencia sobre un tema de interés nacional. Convencido de (pie el cumplimiento del deber es la ley suprema (pie lia de regir todos los actos del hombre de bien, no he parado mientes sobre ninguna de las dificultades (pie se me han presentado para llevar á cabo tan difícil cometido. Ni mi insuficiencia científica, ni la premura del tiempo han podido detenerme, pues la imperiosa voz de la obligación me manda ocupar mi puesto en las filas de aquella falange de hombres abnegados que luchan sin tregua por la Humanidad y por la Patria. Aquí me teneis, pues, sabios colegas, yo el último do ~os com- pañeros, aportando el minúsculo grano de arena para la construcción del gigantesco edificio científico cuyos fundamentos vais á ochar hoy. Voy á atraer vuestra atención sobre algunos puntos de Parasitolo- gía Nacional. Los hechos que he de referiros no tendrán, acaso, novedad para vosotros: mas en la práctica corriente de cualquier médico ejerciendo en los variados climas de nuestra nación, se presentarán, sin duda alguna, casos semejantes y mi pequeño trabajo no dejará de ser do alguna utilidad para esclarecer su diagnóstico. Muchos de vosotros formáis parte del cuerpo docente do las univer- sidades ecuatorianas y con vuestro poderoso influjo podéis modificar feliz- mente la organización actual de la enseñanza. Es preciso que el estudio de la parasitología sea obligatorio para todos los que se dedican á la me- dicina. Es indispensable que en todas las universidades de la República haya un profesor especialista en este ramo y un laboratorio dotado de to- dos los elementos que requiero tan importante aprendizaje. La parasitología, en efecto, va conquistando diariamente mayores dominios en el campo de la medicina y se puede sostener sin temor de errar que en los países intertropicales ocupa un puesto más avanzado que la misma Bacteriología, propiamente dicha. No creo necesario demostrar esta verdad para todos vosotros tan conocida. Estoy firmemente convencido de que es indispensable que los médi- cos que ejercen en nuestros climas se hallen familiarizados con el conoci- miento de los seres de las escalas zoológica ó botánica que parasitan nece- saria ó accidentalmente al hombre: que causan ellos mismos enfermeda- des ó que desempeñan el papel de vehículos ó vectores de gérmenes pa- tógenos. Haciendo, pues, votos por que la enseñanza de la parasitología se implante como obligatoria en las facultades de medicina en que actual- mente falta, paso á hablaros de algunos de los parásitos que he encontra- 71 do en mi práctica diaria y sobre cuya existencia entre nosotros no se lia insistido aún suficientemente. Trataré: Io del Necator Americano. 2o de la Hymenolepis diminuta 3o de un caso de miasis nasal debido á larvas de Chrisomya Macollaría. No hablaré de otros parásitos, tanto porque son muy comunes y se encuentran muy bien estudiados entre nosotros, cuanto por no permitirlo el corto espacio de una conferencia. El Necator Americano. Quien quiera que haya ejercido la medicina por algún tiempo en el litoral ecuatoriano ha podido observar seguramente ciertos enfermos que, presentando, ya erupciones cutáneas, ya bronquitis catarrales, ya trastor- nos digestivos diversos, ya fenómenos febriles sin tipo ni carácter defini- dos, ya, en fin. varios de estos síntomas asociados, van sumiéndose en un estado de anemia profunda que ningún tratamiento puede vencer. El paludismo es un fantasma constantemente amenazador en los países tropicales y contra él se dirigen desde luego los ataques. La fie- bre, fenómeno tan frecuente en los enfermos de que hablo, contribuye en gran manera á extraviar el criterio; y como el práctico rara vez puede re- currir al examen microscópico de la sangre, nada puede servirle de guía para salir de este error. Los trastornos digestivos y demás fenómenos enumerados antes, son considerados como complicaciones ó como enferme- dades intercurrentes, mas el paludismo forma siempre el fondo de la en- fermedad y es preciso atacarlo. Paludismo y quinina son sinónimos y la quinina es administrada en todas las formas y por todas las vías posibles, y sin embargo, nada ó muy poco se consigue. Agotados los recursos, el médico recomienda un cambio de clima, lo que significa para el interiorano una repatriación. El enfermo exhausto emprende su viaje hacia "la sierra". Algunos de aquellos infelices traba- jadores del interior que han ido á la costa en busca de pan para sus fami- lias, sucumben al regresar en ese estado, pues en la ascensión de la cordi- llera, además de las fatigas del camino, tiene que sufrir las consecuen- cias de la carencia de glóbulos rojos que fijen el oxígeno enrarecido de las elevadas cúspides andinas. Mueren, pues, de asfixia, de fatiga, de frió. Los que logran llegar con vida á las mesetas interandinas, van á consultar á los médicos del interior. Estos, desconociendo aún la ver- dadera enfermedad, creen también que se trata de paludismo y continúan la administración de la quinina con grave detrimento del paciente. El examen microscópico de las materias fecales, mostrando los huevos de "necator" con sus caracteres típicos, aclararía inmediatamente el diagnós- tico y el enfermo beneficiaría grandemente de un tratamiento apro- piado. Por lo que precede comprendereis, distinguidos colegas, que no abrigo el propósito de hacer aquí un estudio detallado del "necator" y de la "necatoriasis": lejos de mi semejante intención. Vosotros conocéis al dedillo los libros clásicos de parasitología y en especial la obra de mi maestro E. Brumpt que no me cansaré cíe recomendaros. Conocéis igual- 72 mente las obras de medicina tropical de Manson, Le Dantec, Jeanselme et List y en ellas habéis visto descripciones magistrales del primero y de la segunda, respectivamente. Teneis, además, á la mano los brillantes tra- bajos de distinguidos colegas de la progresista Guayaquil á quienes co- rresponde elmérito de haber hecho notar, los primeros, la existencia del pa- rásito en cuestión en nuestro litoral. No es pues, de este lugar insistir en talos descripciones. Mi deseo es tan sólo poneros en guardia para que evitéis la confusión entre la entidad morbosa que me ocupa y el paludis- mo: confusión mas común de lo quo pudiera creerse. Sabéis, pues, (pie el necator es un nematelminto del orden de los ne- mátodes, suborden de los estrongiloides, género necator, especio necator americanos. Sabéis igualmente que se asemeja mucho á la especie vecina anquilostoma duodenal, do la cual sólo difiero morfológicamente por ciertos detalles de conformación en la cápsula bucal y en el número de ganchos dorsales y ventrales que ésta presenta, así como en la disposición en forma de diente de la lámina faríngea dorsal. Conocéis su evolución idéntica á la del "anduodenale", pasando por los estadios de: larva rhabdi- toide (ler estadio), larva estrongiloide enquistada (2°), larva sin cápsula bucal (3o), larva con cápsula bucal provisional (Io), larva con cápsula bu- cal definitiva (5o y último estadio) y, por fin, formas adultas, sexuadas que darán huevos. No ignoráis (píeoslos huevos en el medio interior y á una temperatura do más de 25° dan en 24 horas, mas ó menos, larvas del primer estadio: (pie las larvas pueden en el segundo estadio penetrar por la piel, llegar á la circulación y por medio de esta al pulmón, romper el alveolo pulmonar y por los bronquios y la tráquea ser arrojados hasta la faringe y deglutidos llegar al estómago en donde se desembarazarán de su envoltura quística (3er estadio) y pasarán al intestino á continuar su evolu- ción hasta el estado adulto. También sabéis (pie la infectación puede te- ner lugar, aunque excepcionalmente, por la vía bucal. El necator, lo mismo que el anquilostoma, en su penetración por la vía cutánea va produciendo en sus etapas, trastornos (pie constituyen la necatoriasis cutánea, la pulmonar y por fin la necatoriasis intestinal. No entraré en la descripción de las formas clínicas de la neca- toriasis, porque la naturaleza de este trabajo no lo permite: pero haré notar de paso, que pueden superponerse exactamente á las de la anquilostomo- sis, y aunque Le Dantec sostiene (pie "la necatoriasis se presenta sobre to- do. bajo el aspecto de una uncinariosis cutánea", yo os diré que muchos de los enfermos por mi observados han presentado fenómenos intestinales tan graves que pudieran en su conjunto recibir el nombre de enteritis necato- ri ática. La forma cutanea es muy frecuente en las plantaciones del li- toral y allí recibe el nombre de comezones. Consiste en placas rojas que se presentan en los pies á nivel de los espacios interdigitales: es- tas placas son luego el asiento de vesículas y de pústulas que por la rascadura se transforman en ulceraciones. Algunas veces se manifies- tan también en las manos. La forma pulmonar no he tenido ocasión de observar: mas. cuán- tos casos de catarro bronquial podrán, tal voz. ser debidos al ne- cator? La necatoriasis intestinal puede ó no dar lugar á fenómenos de enteritis. En el primer caso, los enfermos acusan dolores del epigas- trio y sensibilidad del vientre: los vómitos son frecuentes: hay estra- gación del apetito, matacía ó pica [geofagia, etc.J Las deposiciones son 73 frecuentes, diarréicas unas veces, disenteriformes y presentando muco- sidades coloreadas de sangre otras: por fin, en muchos casos son líqui- das y con el color achocolatado de un verdadero melena. Algunos módicos, sorprendidos por estos caracteres de las deposiciones y por la anemia del enfermo, han creído deber diagnosticar una disentería pa- lúdica. Tal ha ocurrido con muchos casos que se han presentado en mi consultorio de Cuenca con semejante diagnóstico. Ahora bien, el paludismo por si solo no es capaz de causar una disenteria. En mi opinión, muchos de los casos catalogados antiguamente bajo el titulo de "disenteria palúdica" han sido solamente enterocolitis provocadas por el necator. Creo, así mismo, que este parásito no es el agente causal de la enteritis, sino que por las heridas que produce en la mucosa abre otras tantas puertas á los microbios huéspedes del intestino. No quiero describir las diversas formas que afecta la necatoriasis in- testinal y sólo señalaré de paso aquellas que ofrecen especial interés para el práctico. Forma latente.-Muchísimos de los trabajadores en los bosques y plantaciones del litoral albergan el parásito en cuestión en sus intestinos y sin embargo, no se quejan de ninguna molestia. Siempre que he podido he examinado las materias fecales de las personas que acompañan al enfer- mo y han vivido en la costa junto con él, y casi siempre he constatado la presencia de huevos de necator. Conocida es la importancia capital (pie tiene este hecho, pues aquellos individuos desempeñan el papel de porta- dores de gérmenes y cuando se quiera hacer el saneamiento de una co- marca, es preciso tomarlos muy en cuenta. (Obsn. N.° 4) Forma benigna.-Esta forma no ha sido observada por mí, pues ha- biendo ejercido la mayor parte del tiempo lejos de los focos endémicos, los enfermos que he visto en mi consultorio de Cuenca ó en el hospital de es- ta ciudad han presentado siempre formas graves, puesto que los (pie se ha- llan poco atacados curan casi siempre espontáneamente en la meseta inte- randina. Forma anémica.-Esta es la que más frecuentemente he observado. A élla convergen, por regla general, todos los casos de parasitismo algo in- tenso. (Obsns. Nos. 1, 2, 3, 5, (i), ¡ja necatoriasis intestinal, hállese ó no complicada de lo que pudiéramos llamar enteritis ó enterocolitis necatoriá- sica, conduce muy á menudo á la anemia si el sujeto no sale á tiempo del foco endémico. La diarrea puede, en efecto, faltar (como en el caso No. 2) ó aparecer solamente de un modo pasajero (caso N°. 3) y, sinembargo, la anemia presentará caracteres graves. Form a maligna.--A esta pertenece el caso de mi observación N°. 6. Es en élla que se presentan las mayores dificultades para el tratamiento, ya por el peligro que lleva consigo la administración de ciertos antihelmín- ticos enérgicos, cuya absorción es de temer (timol, helécho macho); ya porque, aun en los casos en que se logra desembarazar el intestino de sus glotones huéspedes, el estado del paciente es tan grave, que puede ser arrebatado por su «caquexia acuosa*, sin que ningún esfuerzo pueda ven- cerla. La forma ictérica no la he observado. He visto en muchos casos, y en especial en aquellos en que se presenta la enteritis necatoriásica, cierto grado de coloración ictérica de la piel y de las conjuntivas; pero esto no autoriza para dasiticarlos en esa forma. Nanismo.-Tampoco puedo citar casos de nanismo necatoriásico, á n> ser que se considere como tal el de mi observación N°. 2. Agustín Bene- 74 naula es, en efecto, un joven de 15 años, poro su aspecto es de un niño de 10 á 12 años. Diagnostico.-Siendo mi objeto principal diferenciarla nacatoriasis del paludismo, pues el error más frecuente entre nosotros consiste en atri- buir al segundo los fenómenos producidos por la primera, os hablaré de las diversas formas de aquel, que pueden confundirse con ésta. Intermitentes palúdicas.-Cuando se examina un enfermo portador de necator y presentando fenómenos febriles, se nota, por poco que se pre- cise el interrogatorio, que la fiebre no tiene periodicidad alguna, manifes- tándose de una manera caprichosa sin día ni hora determinados. No muestra los tres estadios característicos de escalofrío, calor y sudor y no afecta esa marcada predilección por las horas de la mañana, como en la intermitente palúdica. El examen del enfermo no muestra, por regla ge- neral, aumento de volumen en el bazo ni en el momento de la fiebre. El examen microscópico de la sangre mostrará la ausencia del plasmodium y de depósitos pigmentarios en los polinucleares y grandes mononucleares. El de las materias fecales fijará definitivamente el diagnóstico. La remitente palúdica pudiera confundirse con la necatoriasis acom- pañada de fenómenos febriles del mismo tipo, dada la multiplicidad de for- mas que puede adoptar aquella. La anemia sin meladonermia, la falta ca- si constante de hiperesplenia son caracteres que abogan en favor de ésta. Los exámenes microscópicos citados disiparán las dudas. La caquexia palúdica es el escollo más considerable. Ved aquí un cuadro diagnóstico: CAQUEXIA PALUDICA: Anemia y melanodermia Enflaquecimiento Menor tendencia a la anemia pro- funda Gran hiperesplenia Menor tendencia al anasarca y derrames de las serosas CAQUEXIA NECATOKI ATICA: Anemia sin melanodermia No hay enflaquecimiento Tendencia á la anemia más grave Falta de hiperesplenia ó pequeña Edemas casi constantes, anasarca y derrames serosos muy frecuentes SANGRE Presencia del plasmodium Polinucleares y grandes mononu- cleares pigmentados Falta de eosinofilia Falta de id. Id. Id. no pigmentados Eosinofilia frecuente y notable MATERIAS FECAI.ES Melena excepcional Falta de huevos de necator Melena frecuente. Presencia de gló- bulos rojos Presencia constante de id. Muchas de estas diferencias no son absolutas y sólo las que revela el microscopio pueden considerarse como seguras. Conocéis perfectamente la técnica sencillísima del examen microscó- 75 pico de materias fecales conteniendo huevos de anquilostoma y sólo me permitiré recomendaros que de preferencia examinéis las recientemente expulsadas, pues así rereis los huevos provistos de cuatro hlastómeros. Si han pasado algunas horas el número de hlastómeros es generalmente ma- yor, lo que por otra parte no tiene grave inconveniente. Para conservar las materias fecales conteniendo huevos de necator, yo empleo con éxito una solución de formol del comercio al 10 °/0. He obtenido culturas de necator siguiendo el método de Loos, es de- cir, mezclando las materias fecales que contienen huevos con negro animal y un poco de agua esterilizada y llevando la caja de Petri á la estufa á 25°; y he visto al cabo de tres ó cuatro días larvas rhabditoides muy acti- vas.-El mismo resultado he obtenido con la tierra esterilizada, en lugar del negro animal, según el método de Bentley. El tratamiento de la necatoriasis, vosotros, honorables colegas, lo co- nocéis perfectamente. La profdaxia es de la incumbencia de los médicos del litoral y espe- cialmente de aquellos que ejercen en las pequeñas poblaciones del campo y en las haciendas. Ella comprende las medidas siguientes: Examinar á todos los habitantes de una misma comarca y tratarlos si son portadores de necator.-2°. No arrojar las materias fecales en el campo, sino deposi- tarlas en pozos profundos que serán después llenados con tierra: las larvas mueren en estas condiciones. -3o. Prohibir á los trabajadores que anden con los pies desnudos y aconsejarles que se laven las manos frecuentemen- te.-4°. Obligarles á tomar baños después del trabajo.-5o. Fijar carte- les en los lugares públicos manifestando los peligros de la necatoriasis y la manera de evitar ésta. Todas estas medidas serán de muy difícil aplicación si no hay uni- dad de acción entre las autoridades civiles y los propietarios de la misma comarca. También os recordaré que el necator puede atacar á ciertos anima- les domésticos y salvajes y que esto complica grandemente el problema de la profilaxis. HYMENOLEPTS DIMINUTA Un distinguido hombre de letras de esta ciudad presentaba desde muchos años atrás fenómenos nerviosos diversos y había sido atacado va- rias veces por la neurastenia. Desde dos años antes de mi primera obser- vación sufría de una enteritis crónica que resistía á todo tratamiento; tan sólo una dieta rigurosa había podido mejorarla sin curarla completamente. Al mismo tiempo, el músculo esterno-cleido-mastoideo del lado derecho presentaba contracturas intermitentes que hacían sufrir grandemente al enfermo. Ante un conjunto sintomático tan singular pensé en la helmintiasis y pedí se me remitiese las materias fecales para hacer su examen micros- cópico. Ved el resultado de este examen: Las materias fecales contenían gran número de huevos ligeramente elípticos provistos en su interior de un embrión exacanto. La longitud to- tal del huevo era de unas 50 á 60 mieras, más ó menos. Tres membranas podían distinguirse: una externa algo gruesa y granulosa, otra media de doble contorno muy aparente y por fin una interna muy fina y difícil de 76 percibir rodeando inmediatamente el embrión. Este era elíptico y presen- taba tres pares de ganchos en uno de sus palos. No se encontraba en las materias fecales ningún resto de anillo de te- mado. Por lo expuesto anteriormente deduje que se trataba de un huevo de hymenolepis, pues entre los teniades solamente los huevos de ésta se muestran normalmente libres en las materias fecales. Sabemos que los demás teniades sólo por la ruptura casual de un anillo pueden dejar en li- bertad sus huevos en el intestino. Los caracteres morfológicos permitían también, no confundirlos con los huevos de otras especies de teniades. Repetidas observaciones que he hecho de las materias fecales de mi enfermo he encontrado siempre, en grande abundancia, los huevos en cues- tión. La pusilanimidad del paciente no me ha permitido administrarle un antihelmíntico que seguramente hubiera confirmado mi diagnóstico. Actualmente la contractura del esterno-mastoideo se ha vuelto casi permanente sufriendo el enfermo de un tortícolis muy molesto. La hymenolepis diminuta es capaz de provocar, no obstante su peque- nez, trastornos muy graves y en especial fenómenos nerviosos reflejos de grande intensidad. Las observaciones de muchos autores lo comprueban. Como las otras especies del mismo género puede autoinfectar al in- dividuo que la hospeda, produciendo así un parasitismo intenso. «Los em- briones exacantos puestos en libertad en el intestino se fijan en las vellosi- dades de las últimas porciones de éste. En setenta y dos horas se desa- rrollan allí y dan una larva que rompe la vellosidad y se fija en el intesti- no» (Brumpt). La premura del tiempo no me permite entraren la descripción mor- fológica, ni hablar de la evolución de este parásito. Conste solamente, por ahora, que existe entre nosotros. Las materias fecales, conteniendo los huevos, las conservo en una so- lución de formol y está á la disposición de quien quiera estudiarlas. UX CASO DE MIASTS NASAL DEBIDO A CHRYSOMIA MACEII.ARIA El nueve de Agosto último fui llamado en consulta á donde un ca- ballero de esta ciudad que había contraído en el valle de Yunguilla una enfermedad caracterizada por los siguientes síntomas: Una secreción nasal filamentosa y abundante coloreada de sangre; epistaxis pequeñas y repetidas: fiebre elevada y postración de fuerzas. Te- miendo que se tratase de un acceso palúdico pernicioso, se le había admi- nistrado una gran cantidad de sales de quinina. Trasladado e] enfermo á esta localidad se continuó con el tratamiento quínico. Pocos días después comenzó el paciente á arrojar por la nariz unos «gusanos» y esto alarmó sobre manera á su familia. Cuando yo lo vi, el enfermo tenía 38o-5 de temperatura, pulso ace- lerado y postración considerable. Acusaba sensación de vértigo al tratar de sentarse. De la nariz edematosa fluía una secreción sanguinolenta. El enfermo se quejaba constantemente de un dolor frontal y á la raíz de la nariz. 77 No obstante el no tener á la vista ningún «gusano», avancé el diag- nóstico de miasis nasal, sin poder precisar, por el momento, la mosca á que pertenecían las larvas infectantes. Los conmemorativos no permitían saber en qué momento se había verificado la infectación, pues no recordaba haber quedado dormido al ai- re libre ó en otro estado de depresión que permitiese á una mosca deposi- tar impunemente sus huevos ó sus larvas en las fosas nasales. Como tratamiento indiqué grandes lavados ó duchas nasales con suero fisiológico y absorción de una pomada mentolada. Indiqué también las inhalaciones de cloroformo en pequeñas dosis para matar ó adormecer á las larvas, une el lavado arrastraría después. Al día siguiente pude estudiar algunas larvas arrojadas por la noche. Ved aquí sus caracteres: Color blanco; longitud de 15 milímetros más ó menos: mayor anchu- ra, 2 y 1 2 milímetros. Tiene doce segmentos de los cuales el primero y el último se hallan bastante ocultos en los vecinos. La extremidad anterior es- tá inclinada hacia la face ventral. Los segmentos están provistos de pe- queñas espinillas dispuestas en círculos, habiendo dos de estos círculos en el primer segmento, tres en el segundo y tercero y cuatro en los restantes. En la face dorsal los cuatro círculos de espinillas ocupan el borde anterior del anillo correspondiente: pero en los lados, los dos círculos anteriores pa- san al borde posterior del anillo precedente y en la face ventral ocupan la anchura de este último anillo. La boca muestra dos ganchos maxilares de color oscuro. Las placas estigmáticas, que he observado á satisfacción con el pe- queño aumento del microscopio, presentan tres hendiduras rectas y con- vergiendo hacia una falsa abertura estigmática. Por los caracteres enumerados veréis, señores, que la larva en cues- tióe no es otra que el gusano en tornillo de ciertos autores y que pertenece á la Chrysomya Maeellaria, llamada también lucilia hominivorax ó callo- phora anthropophaga. Ojalá este pequeño trabajo pueda seros de algún interés. DISCUSION. DR. MORAL: Celebra el trabajo del conferencista. Emite su opinión respecto á la no existencia de la disentería palúdica entre nosotros; dice haber practicado exámenes hematológicos con resul- tado negativo en muchos de esos casos. Cree digno de interés el estudio de este asunto para establecer un diagnóstico diferencial. I)R. DE ROUX: Está de acuerdo en lo principal con las con- clusiones del doctor Crespo, difiriendo solamente, en cuanto á la for- ma con que describe al necator. Estimaría útil una resolución pa- ra que se estudie sistemáticamente la presencia, en el intestino, del necator y las uncinarias en general, pero con método, como se prac- tica en otros países. Opina porque con sólo el tratamiento por el 78 timol nada se logra, ya que los pacientes continúan con sus parási- tos, si no han sido suficientemente tratados. Cree que debe darse á la lucha contra la ankilostomosis mayor desarrollo. DR. CORONEL: Amplia algún punto del diagnóstico diferen- cial entro la disentería palúdica y la necatoriasis. Por la experien- cia en sus 40 años de práctica, opina que existe la primera y que no deben atribuirse todos sus trastornos sólo á parásitos. El palu- dismo se caracteriza por la periodicidad y los disentéricos de esta clase tienen en ciertas horas, siempre las mismas, retortijones, dolo- res abdominales, deposiciones sanguinolentas, etc. El aforismo de Hipócrates «Natura morborum curationem ostendum» acabaría do probarlo, ya que mejoran con las preparaciones quínicas y en espe- cial el tanate de quinina. El hematozoario ó sus toxinas deben ac- tuar probablemente en el sistema nervioso, conforme ocurre en las perniciosas, y en las formas eclámpticas. Le llama también, la atención que el doctor Crespo diga en su trabajo que la necatoria- sis no trae pigmentaciones, cuando aquí tenemos las llamadas botas y guantes que son manchas pigmentarias de las manos y los pies, y los consideramos preciosos signos do diagnóstico diferencial. DR. PEÑAHERRERA: Observa que los síntomas disentéricos de estos enfermos difieren en su periodicidad do las manifestaciones palúdicas clásicas, ya que estas ceden completamente cuando ha pasado el acceso respectivo, cosa que no ocurre con los disentéricos. Por lo demás, dice haber visto también en el interior de la Repú- blica, disenterías rebeldes que ceden, después de todo, únicamente á las inyecciones intravenosas de quinina; es natural pensar, pues, que son palúdicas. Quizá la disentería debería tomarse más bien como un simple síntoma del paludismo, actuando sobre el intestino prefe- rentemente. DR. BOLOÑA J. R.: Piensa que no es la uncinariasis, ni es la costa solamente, la afligida por los flagelos que forman el gran grupo de la parasitología nacional. Le parece interesante ampliar un poco los conceptos ya emitidos y propone al cuerpo médico la observación de todas las parasitosis en el Ecuador, recomendando este importante tema para un próximo Congreso de medicina. Pasó luego á ocupar la tribuna el señor doctor Carlos Alberto Arteta, Delegado por Ja Facultad de Medicina de la Universidad Central, quien dió lectura á la siguiente conferencia: 79 Psicopatía del Pensamiento POR EL DR. CARLOS ALBERTO ARTETA Prof. de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Central y Médico-Director del Manicomio de Quito Señores: El teína de la presente conferencia es la psicopatía del pensamiento, esto es un asunto de alta psicología, á la par que de gran importancia en psiquiatría. He dividido este trabajo en tres secciones: la primera que establece las relaciones entre la psicología y la psiquiatría: la segunda que estudia la psicología de la función de pensar: y la última, la patología del pensa- miento. Desde que Charcot trató de estudiar científicamente los fenómenos de la hipnosis y la sugestión, Morcan de Tours y Morel, en Francia, em- prendieron á su vez el estudio psicopatológico en el demente, en el degene- rado, en el psicópata y aún en el salvaje, con el propósito de comparar y conocer objetivamente la naturaleza y mecanismo de nuestras funciones psíquicas normales. De entonces acá, la psicopatía constituye mía gran fuente de información y riqueza para la psicología científica, es decir, para la psicología sometida á las condiciones del método propio de las ciencias naturales: observar y experimentar, suponer, verificar y volver á observar. La psicología individual ú ontogenética es ciencia subjetiva, de aná- lisis introspectivo; y la psiquiatría es puramente objetiva: las dos se com- pletan entre sí. La psicología,ciencia realista, estudia los hechos, sus relaciones recí- procas y las leyes de su evolución. Fisiológicamente se puede definir la psicología, una ciencia natural que estudia los fenómenos psíquicos normales. Y psiquiatría sería la ciencia de las enfermedades de la función psíquica: para A. Mari y otros, es la ciencia de sólo las enfermedades mentales, esto es de] psiquismo su- perior. Anatómicamente se define la psicopatobgía, el estudio de las enfer- medades de las neuronas que desempeñan función psíquica. Bechterew, profesor de la Universidad de San Petersburgo, dice: «La psiquiatría debe naturalmente basarse en la psicología, ciencia de la actividad neuro-psíquica normal, como la patología interna se basa sobre la fisiología de los órganos. La reforma de Pastear, apoyada en la investigaciones de Virchow, Metschnikoff, Claudio Bernard, etc., dá á la clínica mental, dice del Greco, el apoyo de ciencias nuevas y de orden de investigaciones activas que ata- can puntos oscuros del determinismo orgánico. Sin la psicología científica, sería imposible ]a aplicación déla psiquia- tría al Derecho Civil y Criminal y á todas las ciencias sociales y pedagógi- 80 cas, y los conocimientos psicológicos se acrecentan á su vez con la psiquia- tría. La psiquiatría es una ciencia á la vez clínica y psicológica, puesto que estudia dos clases de fenómenos: somáticos y psíquicos. El individuo es una unidad somática y psíquica, el psicópata es un objetivo donde las do-s series aparecen correlativas y unificadas (Morel). II El valor científico, como bien se ha dicho, es esencialmett3 el senti- do del hecho como origen, regla, medida y comprobación de todo conoci- miento. Bacón identificó el conocimiento con la experiencia y Locke iden- tificó Ja experiencia con la percepción. Hemos adquirido - decía Schopenhauer-Ja convicción de que la fuente primera de toda evidencia es la intuición, de que no hay verdad absoluta más que la relación inmediata ó mediata con la intuición: Wi- lliams James 'afirma que los objetos concebidos deben mostrar efectos sen- sibles, ó no ser creídos. Para que el objeto de nuestros conceptos tenga realidad objetiva, es indispensable que esté materialmente contenido en la órbita de nuestras sensaciones. En una palabra, la verdad de los principios depende de la verdad de los hechos, como muy bien lo dijo Balines. La intuición, según Pestalozzi, es el fundamento absoluto de todo conocimiento, es decir, todo conocimiento debe partir de la intuición y volver á ésta. Entiendo, desde luego, que el autor tomó la palabra in- tuición no en el sentido que se le toma ordinariamente, esto es, una es- pecie de función accidental y automática que provee soluciones, sino en el sentido de percepción. James nos repite que la sensación es el terminas "a quo y ad quem" del pensamiento. • La percepción, dice Rivot, es la facultad de conocer lo concreto. Tiende á abrazar la totalidad de los caracteres de su objeto, sin con- seguirlo completamente, porque la mantiene asediada un enemigo in- terior: la tendencia natural á simplificar.... Aquí está ya el pensamien- to: en esta tendencia natural del espíritu á simplificar. Si á mi me preguntasen qué es pensar?, yo responderla que pen- sar es concebir, esto es, identificar, ó sea resolver una pluralidad más ó menos accidental en una unidad esencial. Pensar es conocer por conceptos, dijo Kant, y después lo repitió Hegel. Para ellos, pensar es juzgar, en una palabra. Para mi, el pensamiento es la función de lo abstracto y lo uni- versal. El sentido de la identidad, esto es, el poder de percibir la seme- janza, es como se ha dicho con razón el esqueleto del pensamiento. Entendemos por pensamiento, decía Descartes, todo lo que en nos- otros existe, de tal manera que lo percibimos inmediatamente por nos- otros mismos, y lo conocemos con conocimiento interior: asi todas las operaciones del entendimiento, de la voluntad, de la imaginación y de los sentidos, son pensamientos. Para Hegel, el pensamiento representado como sujeto es el ser pensante, y la expresión simple que designa el sujeto existente como 81 ser pensante, es el YO. El Yo, es el pensamiento en cuanto sujeto, y como yo soy presente en todas mis sensaciones, representaciones y es- tados, el pensamiento es presente en todas estas determinaciones, y es la categoría que á todas las penetra. Para Fuoille, el solo principio evidente es que el pensamiento exis- te siendo á la vez idea, conciencia y realidad. Es perfectamente natural, dice Guido Villa, suponer que los mo- vimientos cerebrales precedan al pensamiento y que éste sea. en al- gún modo, una forma de restauración interna, sin dependencia conco- mitante de los objetos reales. Según el mismo autor, el pensamiento es forma y se desenvuelve en las condiciones del ambiente natural y exterior, mediante una serie de acciones y reacciones recíprocas. Y añade, por último, que el mundo es lo que es, gracias al pensamiento que lo refleja: y que éste, á su vez, debe su forma particular á la fuerza de la realidad que obra sobre él. En la hipótesis de Kant, dice Rivot. son las formas del sujeto las que informan al objeto. En la hipótesis asociacionista, el objeto es el que informa al sujeto. Para aquel, el mundo depende del pen- samiento: para ésta, el pensamiento depende del mundo. A qué nos quedamos? Lo que hay aquí de cierto es que Co- pérnico halló el principio de la explicación de los fenómenos en las condiciones de la naturaleza humana. Lo propio le pasó á Galileo, cuando afirmó que las cualidades residen en nosotros y no en los ob- jetos. Del mundo exterior, dice Binet, no conocemos más que una cosa: nuestras sensaciones. Las leyes del pensamiento no coinciden siempre con las de la realidad dada la diversidad esencial que las separa. Y con todo esto, la materia no tiene existencia independiente de la percepción mental: puesto que, como dice Schopenhauer, existencia y perceptibilidad son términos convertibles uno en otro. Ya lo dijo Berkeley, "esse est percipi" (ser es percibir). De esta manera, resulta que el término de nuestro conocimiento nunca es el objeto mismo, si- no un estado afectivo del sujeto. Cambíense las condiciones de ese estado afectivo y tendremos como consecuencia el completo desequili- brio de la función cognoscitiva. Para nosotros, la única realidad es lo representado, ha dicho Renouvier. Por consiguiente, tanto desde el punto de vista absoluto como desde el punto de vista práctico, la fuente de origen de toda realidad, es íntegramente subjetiva: somos nosotros mismos, como dice James. Los objetos no son para nosotros más que agregados de sensa- ciones. (Binet). El mismo tipo de órgano físico, dice Pearson, recibe las mismas impresiones sensibles y forma las mismas construcciones. El objeto, nos enseña Kant. es el producto de la síntesis necesa- ria de la diversidad. Pero esta unidad que indefectiblemente consti- tuye el objeto, no puede ser otra cosa que la síntesis formal de la conciencia en la síntesis de las representaciones. Pero antes de pasar adelante, preguntaremos aquí, qué es con- ciencia? Conciencia, es el sentido psicológico. Esta actividad, dice Binet, que existe y se manifiesta en el hecho de sentir, de percibir, de concebir, etc., es lo que llamamos conciencia. Es algo más, para mi, puesto que es una función que abraza y sintetiza todo esto. 82 Ahora bien, la vida psíquica, considerada en su más alta genera- lidad, se reduce, según Rivot, á dos manifestaciones fundamentales: sentir y obrar. Por otra parte., Wundt nos dice que todo lo que llama- mos inteligencia y voluntad, se resuelve en impresiones sensibles que se transforman en movimientos. Es cosa demostrada que una excitación fuerte, sea sobre la vista, sobre el oido, sobre el olfato, sobre el gusto, determina en individuos normales una desviación notable de la aguja del dinamómetro. La reacción varía con la intensidad de la excitación. Estas observaciones nos demuestran que las sensaciones suministradas por los diversos órga- nos de los sentidos, tienen una medida común dada por el dinamómetro. Todas las sensaciones van acompañadas de un aumento de energía es- tática, lo que parece constituir esencialmente la sensación. Los hechos manifiestan que toda excitación determina inmediatamente una produc- ción de fuerza, y se puede deducir legítimamente que las funciones psico-fisiológicas, como las fuerzas físicas, se reducen á un trabajo me- cánico. Toda impresión que llega á los nervios aferentes produce alguna descarga etilos eferentes, lo dice Williams James, seamos ó no conscien- tes de ello. Hablando en general, y prescindiendo de excepciones, po- demos decir que cada sensación posible produce un movimiento y que este movimiento afecta al organismo entero, esto es, á todas y á cada una de sus partes. Nosotros no tenemos una sensación ó un pensamiento al cual de- bamos agregar alguna cosa dinámica para obtener un movimiento.... Todo latido de nuestro sentir es el correlativo de alguna actividad ner- viosa que está ya en camino de instigar un movimiento....: las imágenes las cuales son suficientes para determinar los movimientos instintivos, deben bastar para determinar movimientos voluntarios. La existencia de una relación necesaria entre el movimiento y toda sensación ó re- presentación mental, establece que todas las operaciones psíquicas tie- nen un motor equivalente. Si sentir y obrar constituyen, como hemos visto, los dos polos de la vida psíquica, entonces repetiremos una vez más, que la sensibilidad es la base de todos los fenómenos psicológicos. Mas, qué es sensibilidad? Generalmente se dice que el tejido muscular se contrae, el glandu- lar secreta y el nervioso siente. Para Willams James, todos los centros nerviosos tienen, en primer lugar, una función esencial: la de la acción in- teligente; sienten, prefieren una cosa á otra y tienen fines. ¿Qué es la sensibilidad en su origen? Irritabilidad, contesta Richet. De las funciones que se distinguen en los seres, vivos, á la psicología inte- resa especialmente la de relación que contiene tanto la acción del mundo exterior sobre el animal (sensibilidad), como la acción del animal sobre el mundo exterior (movimiento). Una y otra Cosa son en el fondo una sola: irritabilidad. Ningún ser es sensible sino en cuanto es irritable, ya que ésta es la propiedad de reaccionar, lo que se realiza en los seres pluricelu- lares al. través del sistema nervioso. Oigamos ahora á Sergi: un ser vivo, dice, aunque sea de un grado elemental, cualquiera (pie sea su situación ó su tamaño, muestra que está vivo solamente por los movimientos que hace. Los movimitnios de un ser vivo, no son expontáneos, sino que son reacciones á otros movimientos su- fridos. Estas reacciones á los movimientos sufridos, que se convierten en- seguida en exitaciones, se producen por medio de la irritación de los ele- 83 mentos orgánicos, lo cual demuestra que éstos poseen la propiedad carac- terística de la irritabilidad. Si comparamos esta propiedad de la materia con la propiedad, aun más general, de la materia inorgánica, podemos considerar en ella una es- pecie de manifestación de la energía cósmica. Así como todos los fenó- menos físicos de la materia inorgánica son manifestaciones de su propiedad inherente, la energía: así también, todos los fenómenos de la vida son las manifestaciones de la propiedad inherente á la materia orgánica, la irrita- bilidad, con la reacción que es igualmente una manifestación de la energía. Así es como la vida nos aparece desde su verdadero punto de vista, y su origen no es, de ninguna manera, misterioso; es solamente difícil in- quirir cómo se ha producido y cómo se produce la transformación de la energía en irritabilidad acompañada de la reacción correspondiente; pero igualmente ignoramos los otros modos de transformación de la energía fí- sica; no tenemos por qué lamentarnos especialmente, si ignoramos esto. Como nuestros conocimientos no son sino relativos, y como tenemos siem- pre que atenernos á los fenómenos, constituye ya una adquisición para la ciencia, el poder reducir el gran fenómeno universal de la vida al fenóme- no más universal aun de una manifestación de la energía cósmica. Si hacemos el análisis de todos los fenómenos vitales, en las plan- tas y en los animales, cualquiera que sea su grado de complejidad en la es- tructura, encontramos que se reduce al hecho primitivo de la irritabilidad y de la reacción: en el mismo caso están todos los fenómenos particulares de nutrición, reproducción, etc, tan variados, por su forma, en los dos reinos. Si asociamos á éstos los fenómenos psicológicos, el hecho de su reducción á los caracteres primitivos, es bien evidente. Esta irritabilidad primitiva de la materia orgánica con la reacción correspondiente, no permanece invariable en la transformación y la especi- ficación de los tejidos en los animales superiores, es decir, en aquellos en los cuales tales tejidos son distintos: se transforma también conservando siempre su carácter general, y se manifiesta según la naturaleza de los tejidos mismos, de los cuales constituye la forma de energía. La irritabili- dad muscular se mantiesta por la contractibilidad; la irritabilidad glandu- lar, por la secreción del jugo glandular, modo de actividad especial: para el tejido nervioso, es su sensibilidad, es decir, la sensibilidad propiamente dicha. Los anestésicos obran tanto sobre la irritabilidad como sobre la sen- sibilidad. ¿Qué es lo que esto significa?, preguntaba Claudio Bernard. La irritabilidad y la sensibilidad son. pues, idénticas: y si fuesen diferentes, có- mo comprender esta acción común ejercida por los misinos agentes? Afir- mamos, concluía, que es preciso ver en la sensibilidad una expresión muy elevada de la irritabilidad. En limpio, tenemos que la sensibilidad es una forma de la irritabilidad, y la irritabilidad, á su vez, una forma de la ener- gía universal de la materia. En su aspecto cuantitativo, dice el Cardenal Mercier, parece resol- verse el mundo en una combinación objetiva de movimientos, y bajo el as- pecto cualitativo, en una serie subjetiva de sensaciones; pero la cualidad no puede ser el resultado de una simple diferencia en el número y posición de unidades cualitativamente iguales, ó mejor dicho, cuantitativamente nulas: es decir, que no puede ser una forma de la cuantidad. Balines se expresa así: la belleza de los colores, la armonía de la mú- sica, la fragancia ele los aromas, la delicadeza de los sabores, están eq po- 84 sotros: el mundo es un conjunto de objetos que no encierran nada parecido á estos fenómenos del ser viviente. La sensación del color, por lo mismo que es sensación, es un fenó- meno inherente al ser sensitivo, un hecho de conciencia: luego el imaginar fuera de nosotros algo semejante, es atribuir á los cuerpos vistos, la facul- tad de ver. La sensación luminosa, dice Janet, es un fenómeno propio del ojo vi- vo, que no puede verificarse más que en éky para él. Lo que hay de cier- to es, respecto al sonido, que hasta el momento en que entra en juego el nervio acústico, no existe absolutamente otra cosa fuera de nosotros que un movimiento vibratorio: de tal manera que, si suponemos por un instante que el oyente desaparece, que el nervio capaz de percibir el sonido se en- cuentra destruido ó paralizado, que no hay scbre la tierra ni el espacio, ani- mal alguno capaz de percibir, no habrá nada fuera de nosotros, absoluta- mente nada, que se asemeje á lo que llamamos un sonido, sea éste lo que quiera. Mas, he aquí otra cosa, aun más extraordinaria, añade Janet, y prue- ba de una manera decisiva hasta qué punto son nuestras sensaciones sub- jetivas y dependientes de nuestros órganos, y cuánto deben ser rectificadas por la conciencia las ideas que nos dan los sentidos acerca de la materia: tal es la identidad que hoy admiten todos los físicos, del calor, la luz, la elec- tricidad. Qué cosa más distinta, desde el punto de vista de la sensación, que estos diversos fenómenos! Muy frecuentemente parecen bien separa- dos. Se puede tener calor en la oscuridad, por ejemplo: en las minas: y frío con una luz brillante; más, á pesar de estas oposiciones superficiales y aparentes, las experiencias han multiplicado de tal modo las analogías en- tre los dos agentes, que la ciencia no duda en admitir su identidad. Fuera, pues, de nosotros, fuera del sujeto que siente, no hay, en rea- lidad, dos cosas, calor y luz, sino una sola que se diversifica en nuestros ór- ganos de sensación. Él calor, es la luz percibida por los nervios táctiles; la luz, es el calor percibido por el nervio óptico: y, en fin, como hemos vis- to que la luz no es más que movimiento, el calor no es tampoco otra cosa que otro movimiento. Para resumir toda esta teoría, haciendo abstracción del sujeto sensible ó viviente, podemos decir que no hay en la naturaleza ni frío ni calor, ni luz ni obscuridad, ni ruido ni silencio: no hay más que movimientos variados cuyas leyes y condiciones son determinadas por la mecánica. Vamos á oír á Taine: la sustancia es el conjunto, el todo indivisible, el dato concreto y complejo de donde se extraen las cualidades. El obje- to, antes de todo análisis y división, es la sustancia; el mismo objeto, anali- zado y dividido, se resuelve en cualidades. La sustancia es el todo: las cualidades son las partes, suprimamos todas las cualidades de un objeto, todas sus maneras de ser, todos los puntos de vista bajo los cuales se le puede considerar, y no quedará nada. La sustancia no es, pues, algo real, distinta y diferente de las cualidades; sólo por ilusión nos la representa- mos como una especie de apoyo en que tienen su asiento las cualidades. Los fenómenos nerviosos cumplen dentro del proceso psicofísico su completo desarrollo natural, esto es, su equivalencia cuantitativa. Equi- valencia cuantitativa imposible de realizarse, si el fenómeno de conciencia no fuera una transformación ó continuación del fenómeno físico-químico. Es, por tanto, ineludible la necesidad de confesar que el fenómeno psíqui- co y el fenómeno físico-químico son reductiblesentre sí. á pesar de la apa- rente discontinuidad de sus naturalezas respectivas. 85 Según Rivot, tenemos que nada puede producir en un organismo que no haya preexistido en él. en estado de disposición, porque toda cualidad adquirida no es más que una reacción del organismo contra una exitación determinada. De otro lado, sabemos que el cerebro es la única condición inmedia- ta y corporal de las operaciones mentales. Cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre la naturaleza del espíritu, dice Flanmarión, no puede dudarse que el cerebro es el órgano de las facultades intelectuales. Igual cosa repite Grasset, y en esto están de acuerdo todos los médicos y psicó- logos, desde que Gall localizó en el cerebro las funciones psíquicas. Pue- de, en consecuencia, establecerse en términos generales la coexistencia y correlación de los hechos conscientes y de los físicos. Esta es, desde luego, la doctrina de Wundt: el paralelismo psicofísico y su absoluta irreductibilidad. Toda manifestación física de la fuerza, según Hoffding, al metamor- fosearse produce todo su efecto, efecto que es devuelto según las leyes ge- nerales de la naturaleza física. Cómo, entonces, explicar ese algo nuevo que viene á añadirse á los fenómenos físicos en forma de fenómeno cons- ciente? Para algunos, la conciencia es la función de una esencia desconoci- da, en tanto que para los más no es sino una simple función del cerebro. La conciencia, dice Ingegnieros, no es una identidad inextensa é inmaterial, no es una facultad sintelizadora de los fenómenos psicológicos, no es un epifenómeno sobrepuesto á los fenómenos fisiológicos, no es una fuerza di- rectriz ó creadora de la actividad psíquica. La conciencia como «Talidad. no existe: sólo puede considerarse como la abstracción de una cualidad co- mún á ciertos fenómenos biológicos en determinadas condiciones. D' Alembert dice, hablando de Locke. que hizo de la psicología lo que siempre ha debido ser: la física experimental del pensamiento. Cómo comienza la vida psíquica? Si la ciencia es el conocimiento de las causas y de las leyes, nada más justo que investigar la filogenia de la vida psíquica, puesto que nada en el universo procede de sí mismo. De esa manera, el principio de causalidad'constituyo la escala del conocimien- to científico. Todos los efectos naturales proceden de causas que están dentro de la misma naturaleza. Así que el psiquismo ya no es ante la ciencia sino un nacimiento legítimo de la naturaleza, cuyo substráete son materia y energía. Las funciones psíquicas se desarrollan de manera progresiva y continua en el curso de la evolución de las especies, siguiendo las leyes de la biología, á la cual pertenecen, es decir, siempre regladas por las nece- sidades del medio. Y, ahora, volvemos á preguntar: Cómo comienza la vida psíquica? Surge por encanto, «ex nihilo», ó resulta de algo preexistente? En este punto, faltan los hechos y comienzan necesariamente las hipótesis. Aho- ra bien: qué hipótesis concebiremos compatible con el principio del parale- lismo psicofísico? Todos comprenderán la importancia científica y filosó- fica de esta primera cuestión que se nos impone: y aunque la psicología se ha de circunscribir á los problemas que tienen probabilidad de ser demos- trados con certeza, no pueden menos de mencionar determinadas cuestio- nes filosóficas,que se ofrecen al llegar al límite de las investigaciones em- píricas. No merece los honores de la discusión la hipótesis de un origen de la conciencia ex nihilo, ni de hechos completamente diversos á ella. El desarrollo de la idea de causa, es el mejor criterio del desarrollo intelectual. 86 Pero como no hallamos vida psíquica fuera de los organismos animales, es necesario suponer que sea la conciencia como la vida, resultado de una or- ganización y combinación particulares, de elementos que preexisten con los principios que constituyen la vida, y cuya explicación definitiva será com- pletada con las investigaciones que la psicología biológica haga en los es- tudios aun tan inciertos de las primeras manifestaciones orgánicas. A una conclusión semejante, llega también por su parte, el notable psicólogo americano. Willams James, fundándose, sobre todo, en la natura- leza de la evolución, conforme siempre consigo misma, es decir, continua, y, por consiguiente, agena á toda adquisición nueva, proveniente del exte- rior. De esta manera, la conciencia ha debido preexistir bajo alguna for- ma, sea la que sea, en la base misma de la evolución universal. Ahora bien: á qué se reduce el mundo en último análisis? A un substracto psicofísico, sería nuestra respuesta, y permítasenos citar á este propósito un pasaje de Spir: la inteligencia, dice, ó el pensamiento, tiene dos naturalezas diferentes: una física, otra lógica. El pensamiento, de una parte, es un fenómeno ó un acontecimiento real, con sus causas físicas y un estado sometido también á leyes físicas: pero, de otro lado, tiene la fa- cultad de reconocer todas las cosas y sus leyes, siendo para este aspecto de su naturaleza, leyes lógicas. Por otra parte, el desarrollo de la inteli- gencia en general, está sujeto á las leyes naturales análogas á aquellas que rigen el perfeccionamiento de los individuos. Explicaré mi idea con un ejemplo: supongamos que un sordo y un ciego están á la margen de un río: para el sordo, el agua del río es toda movimiento: para el ciego, toda ella es rumor y murmurio. Cuál de los dos está en lo cierto? Ambos y ninguno: porque sus puntos de percepción son enteramente unilaterales. Lo propio pasa tanto con el monismo mecanicista como con el monismo idealista. La verdad, consiste para mí. en la síntesis de todos estos puntos de vista unilaterales en un substracto común á entrambos. Hay más, y es que la psicología experimental ha demostrado evi- dentemente que la sensación misma y el sufrimiento reconocen distinto origen. Lo cual se comprueba diariamente en los individuos cloroformi- zados: la privación de la sensación cesa antes que la privación del do- lor: por consiguiente, la anestesia y la analgesia obran cada una por su lado. Esta circunstancia complica más el problema. Por otra parte, el Cardenal Mercier dice que ninguna considera- ción ayuda á establecer que la sensación es intrínsecamente indepen- diente del organismo y que su dependencia sea sólo, por lo tanto, in- directa. Luego, puede decirse que esta dependencia es directa, intrínseca, inmanente. En definitiva, el pensar es una función compleja controlada por la conciencia, basada en la experiencia y la observación: resulta de las múlti- ples y variadas combinaciones de la abstracción y de la asociación. La abstracción se forma por grados, yendo de los grupos más homo- géneos y limitados de los conceptos concretos, á los más heterogéneos y amplios. Aún los conceptos particulares, son ya en cierto modo, abs- tracciones. Conceptos concretos son aquellos que derivan directamente de la re- presentación sensorial; constituyendo, cada concepto, una síntesis de la re- presentación. Conceptos abstractos son los que derivan de los concretos por nueva abstracción. Las representaciones se forman bajo la acción de los objetos exterio- res como efectos inmediatos de las sensaciones y de las observaciones, y 87 llegan á las zonas psíquicas, en donde la memoria de fijación, en calidad de símbolos ó imágenes, las deposita, para luego acudir por la evo- cación pnemónica á constituir los pensamientos. Las representaciones son síntesis incompletas de imágenes congéneres que se han introducido en el cerebro en épocas diferentes. La percepción, dicen Tanzi y Lúgaro, es una copia de la realidad, el recuerdo es una copia de la copia, sacada sin la presencia del modelo y, por esto, menos perfecta. Todos los elementos de las representaciones y de los recuerdos, de- rivan, pues, de las imágenes perceptivas; pero esto no impide que estos elementos combinándose de diversos modos y desprendiéndose de cada asociación que lia permanecido incorporada en nuestro pasado, den lugar á imágenes nuevas que no tienen ya el valor de simples recuerdos sino que vienen á constituir las ideas. Y la idea es una forma del pensamiento; el pensamiento es más genérico, consiste sobre todo, en formar conceptos unl- versalizados. La idea es para la inteligencia lo que la imagen visible es para la retina. . A los verdaderos recuerdos, añaden Tanzi y Lúgaro, esto es, á los signos de la realidad que fué, se adjunta y da relieve la realidad del pre- sente, simbolizada en las imágenes actuales de los sentidos. Al mundo de la experiencia, que resulta de la percepción y de la herencia, se adjunta y da realce el mundo ideal. Al observador que estudie una serie de ideas y representaciones, co- mo nos lo enseña Sikorsky, aparece, ante todo, el hecho que las percepcio- nes y las representaciones no se producen expontánea y simultáneamente en el cerebro. Cada representación aparece como llamada por represen- taciones anteriores, de manera que. en la formulación de pensamientos, tenemos una serie de fenómenos encadenados entre sí. Al mismo tiempo, en esta dependencia, se descubre una causa más fisiológica que psicológi- ca. En efecto, si el proceso de las asociaciones fuese un fenómeno pu- ramente inmaterial y no psicofLico ó fisiológico, las representaciones po- drían surgir á la vez por grupos enteros, sin depender de las condiciones de espacio y tiempo, y esto no es prácticamente posible, como lo probare- mos después. Esto quiere decir que los procesos psíquicos siguen la mis- ma marcha que todos los actos nerviosos en general: las representaciones, naciendo, como todo acontecimiento psicofisico, en un centro cualquiera de asociación, provocan inevitablemente excitaciones en otros puntos. Algu- nas veces estos puntos están alejados entre sí anatómicamente en la corte- za gris, y la excitación se trasmite por innumerables vías nerviosas: mano- jos transcorticales, anastomosis cerebrales, fibras comisurales, zonas asocia- tivas; influyendo eficazmente, para estas comunicaciones, las irrigaciones sanguíneas encefálicas, especialmente las que tienen lugar en las arterio- las pequeñas que serpentean entre las circunvoluciones de las zonas psíquicas. La uniformidad de la repleción sanguínea en los campos prefrontales y, probablemente, en los témporo-occípito-parietales, vuélvese el regulador fisiológico de las excitaciones en la trama orgánica de la extensa pléyade de elementos nerviosos, en los que se fijan los recuerdos, las percepciones y las representaciones; obedeciendo, por cierto, siempre á la ley llamada del ahorro anatómico. Las asociaciones, como resultantes de las representaciones, cúmplen- se de diversas maneras, constituyendo las leyes fundamentales del pensa- miento, que son las siguientes: la ley de la asociación por semejanza, á la 88 cual se enlaza la del contraste: la ley de la asociación por contigüidad, de enorme importancia biológica: y la ley de causalidad que es la gran ley universal. No me detengo á explicar estas leyes, porque se definen ellas por si mismas, ya también, porque el tiempo me viene estrecho para hablar de otros puntos que completan el programa de esta conferencia. Cuando á mediados del siglo pasado, Herbart y Fechner pronuncia- ron por vez primera las palabras «psicología experimental», entendidas en sentido propio, provocaron en todos extraña sorpresa, y en muchos, escán- dalo. Cómo, en efecto, concebir la experiencia en fenómenos inaccesi- bles á nuestros sentidos, y por tanto á las investigaciones experimenta- les? A qué hablar, en tal caso, de leyes y de medidas á propósito de los hechos psíquicos? Hoy por hoy, las cosas han tomado otro carácter, y la medida de la duración de los procesos psíquicos es el objeto de la llamada Psico- metría, parte integrante de la psicofísica, cuya utilidad es al presente innegable. Se sabe que la duración de un proceso psíquico, se halla comprendida entre los dos términos de la acción, de la excitación y de la reacción y movimiento que se sigue apenas aquella es percibida. Los astrónomos habían observado que entre el paso real de un astro por de- lante del hilo de la lente objetiva del telescopio, y la apreciación de ese paso por dos observadores, existe una diferencia que constituye lo (pie se llama error ó ecuación personal, error que difiere de cada uno de los observadores. Esto dió margen á pensar que la sensación se produce más ó menos pronto según los individuos, y que las representaciones no se producen simultáneamente en el cerebro, como tenemos dicho. He aquí el origen de la psicometría. En la actualidad, son objeto de experiencias psicométricas, cuatro formas de procesos psíquicos: primero, el acto del conocimiento; segundo, el acto de la distinción de dos ó más representaciones: tercero, el acto de duración entre dos ó más movi- mientos: y cuarto, el acto de la asociación de una representación con una percepción que procede del exterior. Pero estas medidas, según Wundt, no se aplican directamente ni á las causas productoras de los fenómenos psíquicos, ni á las fuerzas pro- ductoras de los movimientos: únicamente podemos medir dichas fuerzas por sus efectos. En una palabra, lo que se mide realmente no es la sensación, ni aun las variaciones de ella, sino simplemente nuestra es- timación personal de la sensación, la conciencia que tenemos de la va- riación de la sensación. Queriendo aplicar el cálculo matemático á la investigación cientí- fica de las relaciones entre lo físico y lo psíquico. Weber alcanzó á for- mular. como fruto de sus experiencias, la siguiente ley: las sensaciones crecen en cantidades absolutamente iguales, cuando los excitantes crecen en cantidades relativamente iguales. Fechner, su discípulo, continuó la tarea, proponiéndose lijar con toda la exactitud posible, las susodichas relaciones entre los mundos psíquico y físico, y dió á su trabajo el nombre de psicofísica. La fórmula matemática de Fechner, es esta: la sensación crece como el logaritmo de la excitación, es á saber, para que las sensaciones crezcan en progresión aritmética, es necesario que los excitantes correspondientes, aumenten en progresión geométrica. Des- de entonces, se han instalado laboratorios psicofisicos en los principales centros científicos del mundo. 89 III Mientras tanto, hemos traspasado quizá, los límites de nuestro te- ma, pero era necesario entrar en la crítica del conocimiento, desde que se trata de la psicopatía de la facultad precisamente encargada de cono- cer, á fin de apreciar debidamente las alteraciones del mecanismo psi- cológico, ó sean los desórdenes funcionales del pensamiento. Se ha dicho, hablando de la realidad objetiva de las cosas, que la existencia de estas y su perceptibilidad, eran una misma cosa, y es- to es así, porque no es real para nosotros, sino aquello que es objeto de una sensación. En cuanto á la existencia, en el - sentido empírico de la palabra, ella implica siempre el requisito creador de la percep- ción consciente, por una parte, y por otra, su conexión causal de una serie espacial ó temporal, según las leyes generales de la experiencia. En la locura, el enagenado confunde los productos de la imagina- ción con los objetos de la observación, atribuyendo á aquellos la realidad objetiva, propia de estos. Y la locura, tanto como el hipno- tismo, pone de cuerpo entero el poder dinamógeno de las ideas y de las imágenes. He insistido intencionalmente en estudiar el subjetivismo de la psicología, por cuanto esa clase de conocimientos nos servirá de punto de apoyo para comprender el modo cómo en el psicópata se producen las alteraciones psíquicas, justamente porque dependiendo sobre todo del sujeto, la realidad sensible de los objetos exteriores, y hallándose como se encuentra el enagenado, privado del poder exacto de percep- ción, concibe los objetos tal cual él los vé, así como hemos visto suce- de también en el individuo normal. El loco, por desórdenes primera- mente sensoriales, esto es, periféricos, y desde el principio psíquicos, que es lo más frecuente, percibe la existencia de personas ú objetos que no existen sino en la imaginación del enfermo, constituyendo así las alucinaciones, sean psíquicas ó sensoriales (percepciones sin objeto). Otros perciben los objetos de distinta manera que lo hacen los normales, formándose entonces las ilusiones (percepciones con alteración de los objetos). Falta, pues, aquí, la conformidad del sujeto con el objeto que es lo que constituye la verdad. En el hombre sano, los errores son rectificados por los otros ór- ganos sensoriales, con el concurso de las funciones psíquicas, trabajo que no puede efectuarse en el psicópata. De resultado de los desór- denes de percepción, tenemos las alteraciones de las ideas. Victima de sus ilusiones ó alucinaciones, realiza sus abstraccio- nes ó imágenes en el campo de su experiencia externa, y crea así un mundo fantástico sacado de su cerebro y estereotipado como una cris- talización delante de sus ojos: "que el hombre iluso, de sí mismo es- clavo, cuanto ve en su interior, ve fuera", como dijo el poeta. El monoideismo en las histéricas y en los delirantes sistematiza- dos, contiene en sí la explicación de toda su vida psíquica: no se mue- ve sino al rededor de este centro que le encadena y tortura. La psiquiatría al igual de la psicología, estudia también dos cla- ses de fenómenos en el individuo humano:, los somáticos y los psíqui- cos: solamente que los estudia desde el punto de vista clínico, en ra- zón de su anormalidad ó estado patológico. El loco no puede ser ob- jeto de experimentación propiamente dicha en un laboratorio psicoló- 90 co, por ejemplo: poro sí puede ser. y lo es en efecto, objeto de obser- vación. La observación consiste en "la atención aplicada á los fenómenos tales cuales se presentan en la continuidad de la experiencia". Pero es necesario distinguir y tener presentí* que la observación empírica no es la observación científica. La observación científica no se satisface, dice Wundt, con percibir los fenómenos como se ofrecen y estudiarlos en el orílen aparentemente causal en que se encuentran: exige estable- cer entre ellos un orden genético, y demostrar cómo un fenómeno ha de derivar necesariamente de otro determinado fenómeno, y no de otros. Para ello, agrega el mismo, se necesita el análisis que aísla me- diante la abstracción, los distintos procesos psíquicos, los descompone y reduce los complejos á los más simples, para dar una explicación cien- tífica de la vida de la conciencia. Si se ha de constituir científicamente la psicología, dice el mis- mo autor en otra parte, el fin (pie ha de perseguir es dar una explica- ción de los hechos psíquicos permaneciendo en el terreno de (dios, in- dagando cómo se desenvuelven y enlazan, cómo dependen los unos de los otros, constituyendo así una causalidad psíquica. Conocida una vez la función normal del pensamiento, sus rela- ciones con el objeto percibido, la naturaleza y condiciones de este obje- to, es más ó menos fácil penetrar en el campo de la psicopatía y (lar de ella una explicación más ó menos aproximada en cada caso particular, mediante una historia prolija, ó mejor dicho, la observación científica de cada caso especial, como ya hemos tenido ocasión de practicarlo re- petidas veces en el Manicomio de esta ciudad. La memoria no sólo es el hilo do oro que penetra y enlaza to- dos y cada uno de los fenómenos del pensamiento y de la conciencia, sino que es también, por el mismo hecho, la base de nuestra persona- lidad psíquica, es decir, de nuestra identidad individual al través de la duración. Ella es el yo. Perdida ó disgregada la memoria, está per- dida ó disgregada nuestra personalidad psíquica. Es la conciencia de la sucesión, esto os, la conciencia de nuestra existencia en cuanto es realizada en el tiempo. La urna cineraria do los despojos de nuestro pasado, hundidos en la tumba del recuerdo. Sin la memoria, nuestra existencia no sería otra cosa que un presente absoluto renovado incesan- temente: un instante indivisible, una simple fulguración. El enagenado, por el mismo hecho de serlo, no puede verificar el trabajo de la auto-observación, asimilándose asi á un objeto. El psi- quiatra penetra en él, por decirlo así. y, en virtud de los métodos ob- jetivos, para comprender de ese modo los estados patológicos de su psiquismo. Para esto se examinan los antecedentes individuales y he- reditarios del enagenado. el aspecto físico, los caracteres fisiológicos y psíquicos del mismo, á fin de conocer el estado de su ideación. Las alteraciones patológicas de los procesos ideáticos, toman for- mas profundamente diversas. El patrimonio de la idea, puede presen- tar deficiencias congéñitas ó sufrir disminuciones en el curso de la vida, hasta llegar á la ausencia más ó menos completa y definitiva de las fa- cultades mentales, como sucede en el demente, que es un degenerado por involución, á diferencia de los degenerados congénitos que lo son por evolución. Esta degeneración se verifica siguiendo un pro- ceso siempre igual: las neuronas se destruyen de la periferia al centro, 91 con detrimento de las actividades psíquicas, yendo de las más elevadas á las inferiores. En los casos de deficiencia ideativa, la función de pensar no es aprovechada en los procesos asociativos, esto es, las imágenes latentes no vienen evocadas coordinadamente. Y la imaginación, sin el control de la conciencia y con su atolondrada actividad, puede confundir el ma- terial ideático, entremezclándolo todo. Con el pensamiento sin energía ni independencia, no puede existir la crítica, que es el medio de que la conciencia se sirve para juzgar de las impresiones verbales ú obje- tivas. Causas morbosas, como intoxicaciones y otras, pueden hacer va- riar la rapidez de los procesos asociativos y la cantidad de idea que se introduce en la conciencia, en la unidad de tiempo: variando entonces el tipo de la asociación y su ordenación, pueden las ideas sufrir un de- sarreglo que lleve á la confusión y la incoherencia. Cna importancia particular como elementos perturbadores y obstaculizadores de la comen- te normal del pensamiento, asumen las obsesiones y las ideas lijas, las que, por su insistencia e intempestividad, hacen entrada en el campo de la conciencia. La influencia de los sentimientos sobre el pensamiento, puede hacerse sentir de diversos modos: alterando el valor que las re- presentaciones gozan en el juicio, y permitiendo asi el razonamiento pa- ralógico. conducen, como último resultado, al asimilamiento de todos los errores cual si fuesen realidades, llegando á formar, de esa suerte, los delirios, que determinan las más graves faltas en la conducta de los enagenados (Tanzi y Lúgaro). Las afasias psíquicas, las alexias, el ganserismo. la apsíquia, la agnosia ó asimbolia, las dislogias, etc., son otras tantas formas de la psicopatía del pensamiento. OBSESIONES Y EOBIAS: son ciertas representaciones, ó mejor, síndromes morbosos, caracterizados por la aparición involuntaria, y acompañada de una sensación subjetiva de coacción y repugnancia que lleva hasta la angustia, de sentimientos ó pensamientos parásitos que tienden á imponerse al YO, evolucionando al lado de él, á pesar de sus esfuerzos para rechazarlos, para crear así una variedad de disociación psíquica, cuyo último término es el desdoblamiento consciente de la personalidad: vive siempre en lucha con ella, obrando como un cuerpo heterogéneo que destruye la homogeneidad de la actividad normal. Lla- manse simplemente obsesiones, cuando afectan á la ideación, y fobias cuando á la emotividad. Dichos trastornos están conectados casi siem- pre con el delirio de la duda. IDEAS FIJAS: son cierta clase de representaciones en apariencia normales, pero que se adhieren á la personalidad con tal pertinacia que dificultan la marcha normal de los procesos psíquicos. Diferéncianse de las obsesiones y las fobias, en que las ideas fijas son voluntariamente aceptadas por los sujetos. En los genios, que hasta cierto punto son desarmónicos, se encuentran amenudo esta clase de ideas, siendo mu- chas veces origen de interesantes descubrimientos. En el psicópata son estas ideas extrañas á su condición natural cognoscitiva, tendiendo á or- ganizarse en forma de delirio. DELIRIOS: son errores morbosos de juicio que no se dejan recti- ficar por la experiencia, nacida de la observación y la critica, y compues- ta por un conjunto de ideas delirantes análogas. Son opiniones sugeri- das de un estado pasional. No sólo no se someten á la crítica y expe- 92 riencia, sino que ejercen sobre ellas una influencia activa, tornándolas en su provecho y afirmándose siempre más. La crítica sufre una alte- ración unilateral, se pone en contra de todo aquello que se oponga á su delirio, y deja pasar, sin reparo, todos los errores (pie lo refuerzan. La experiencia se deja dominar por el preconcepto: las imágenes subjetivas, nacidas de la fantasía, que la pasión las resalta, se contraponen á las imágenes reales ofrecidas por los sentidos, convirtiéndolas en alucinacio- nes. Al principio es el equilibrio afectivo que da lugar al delirio no muy intenso: las ideas delirantes pueden llegar á la mente en forma de dudas, como simples sospechas: más tarde, cuando las sospechas han recibido las pruebas de una crítica partidaria y de percepciones falsas, los delirios se afirman con caracteres de certeza, formándose la «con- vicción delirante». Bien que nacida, como la obsesión, de un perturba- miento casi siempre afectivo, el delirio es, por muchos caracteres, muy distinto de la idea obsesiva. Mientras la obsesión es un objeto de du- da más ó menos angustiosa y contraria á la conciencia del individuo, la convicción delirante es materia de certeza dogmática. El obsesiona- do es un ser voluble y abúlico. El delirante es un intransigente que no admite discusiones. El primero está en lucha sólo consigo mismo, el segundo se encuentra en guerra abierta con la verdad y con las opi- niones de todo el mundo. Existe una variedad inmensa de formas delirantes, constituyendo síndromes importantísimos en la casi totalidad de psicopatías: confusio- nes mentales, lipemanías, etc., etc. Merece citarse aquí, una forma muy curiosa de alteración idea- tiva resultante de alucinaciones auditivas y que se denominan «eco del pensamiento», que consiste en que muchos delirantes, especialmente los perseguidos, creen y sufren inmensamente por ello, que las personas con quienes se encuentran, conocen ó adivinan los pensamientos más ocultos de su vida, repitiéndolos en alta voz. apenas son formulados por el enfermo en el rincón más reservado de su conciencia. La génesis del delirio es debida, en el mayor número de casos, á intoxicaciones endógenas ó exógenas. Su marcha puede seguirse per- fectamente en las locuras razonadas paranoicas, que dicen los alemanes, ó sistematizadas, que denominan los franceses, ó monomanías que lla- maban antes. En tales casos se puede observar durante años, el esta- do delirante perfectamente aislado: primero, se notan las anomalías neu- rasténicas que conducirán al futuro enagenado al verdadero delirio: en segundo lugar, se observa la duda, la creencia vaga de que cuantas per- sonas le rodean hablan mal de él, quieren hacerles daño, etc., este es el período hipocondriaco de Morel, período de incubación de Faldret, pe- ríodo de inquietud de Magnan, ó período de concentración analítica de Regis. En el tercer período el enfermo imagina una explicación real de sus sufrimientos é inquietudes, de la atención verdaderamente sorprenden- te de que se cree objeto de los demás: es la fase del pleno delirio, el que toma múltiples y variadas formas: delirio de persecusiones, delirios religiosos, eróticos, de celo, etc., etc., para terminar en el período mega- lomaniaco, de hipertrofia personal, de la exaltación del Yo. AFASIAS.-Broca definió la afasia diciendo que es la falta de adaptación de la palabra á la idea ó de la idea á la palabra. Y Ballet la define: la pérdida incompleta ó completa, ó la perversión de la fa- cultad que el hombre posee de expresar su pensamiento por signos ó 93 de comprender esos signos. E^tos signos los denomina Kant: facultades signatrices. Afasia, más concretamente, es la incapacidad de expresarse ha- blando y para algunos autores, aun el no poder entender las palabras oídas. Se han dividido las afasias en: Io. Afasia verdadera, que es aque- lla en la que la palabra expontánea dependiente de la zona cortical del lenguaje, está abolida, porque está perdido el lenguaje interno y por lo mismo el recuerdo de las imágenes motrices ó articulatorias de las pa- labras: 2o. Afasia motriz pura ó afemia: en ella existen lesiones sub- corticales ó transcorticales, y consiste clínicamente en que las repre- sentaciones de las imágenes verbales se encuentran conservadas, ya que el centro cortical está intacto, pero no puede verificarse el lenguaje porque las vías de acción motriz están interrumpidas; 3.° Afasia senso- rial ó jargonafasia: ésta abraza los dos síndromes de la sordera y de la ceguera verbales, y de ambos es posible distinguir dos formas, una con perturbamiento grave del lenguaje interno y la otra sin pérdida de esta capacidad representativa. En la sordera verbal está destruido el reconocimiento de la palabra oída, se perciben los sonidos sin enten- derse las palabras. En la ceguera verbal se ven los signos de las pa- labras sin entender su significado: hay, pues, predominio de los trastor- nos de lectura y escritura. En cuanto al sitio donde se loca- lizan los centros del lenguaje, han variado un poco las opiniones; mas, todos los localizadores coinciden en asignar algún punto de la región comprendida entre la segunda circunvolución frontal izquierda (Exner) y la primera temporal del mismo lado (Wernicke). Muchos autores creen que esta localización no es exclusiva al hemisferio izquierdo, pues que existe también la aptitud funcional en el hemisferio derecho, sólo que en este lado no se desarrolla sino en raras ocasiones, por ejemplo: en aquellos casos de hemiplegia infantil de origen izquierdo antes de la apa- rición del lenguaje, en los que más tarde aparece este lenguaje se- guramente por oí desarrollo compensatriz del centro de la palabra en el otro lado. Casi siempre, junto al síndrome afásico, existen anomalías genera- les del lenguaje, siéndome, por lo mismo, preciso deciros algo sobre esta materia. Los desórdenes del lenguaje hablado pueden dividirse en dos gran- des secciones: la una que se refiere á los defectos en los mecanismos de la articulación de la palabra, sea que estos provengan de alteraciones del mecanismo representativo de la palabra, es decir, de la evocación de los sonidos ó de los signos articulatorios: sea que dichos defectos de- pendan de alteraciones en las vías de comunicación, de defectos de desarrollo por lesiones del oído (sordo-mudez). A los trastornos de la función del lenguaje llaman Seglas y Regis «disfasias»; á los trastornos de la palabra articulada, «dislalias». La segunda sección comprende los trastornos intelectuales, esto es, que están alterados los funcionamientos psíquicos que llevan á hablar, conservándose sanos los mecanismos asociativos. A esta variedad denomi- na Regís «dislogias» y Lúgaro y Tanzi, disfrasias. Las dislalias ó mejor «disartrias», (pie pueden llegar á la anartria completa, son congénitas ó adquiridas: entre las congénitas tenemos la balbucía, el rotacismo, la blesidad y el lambdacismo: entre las adquiridas, tenemos la taquilalia, la bradilalia, la aftongia y la balbucía. 94 DISFRASIA O DISLOGIA: son anomalías de locución que no de- penden de una incapacidad en la representación ó en la articulación de las palabras, sino de motivos psíquicos, de desórdenes del pensa- miento. Regis admite la división siguiente, verificada por Seglas: Ia.- Dislogias propiamente dichas, que consisten en: a) Facilidad excesiva de locución, como en los maniacos y en los paralíticos generales al co- mienzo, en quienes la verborrea proviene de que las representaciones y las ideas delirantes se suceden en ellos con tal rapidez que no tienen tiempo para ligarlas ni siquiera en forma de delirio, b) Dificultad de locución como en los melancólicos estupurosos y los psicasténicos, que hablan en monosílabos y tardíamente, á puro esfuerzo del interlocutor, por vergüenza, ideas de indignidad, temor de decir mal, ó comprome- terse en algo. Los dementes catonices hablan con puntos suspensivos, cor- tando las palabras y las frases con eternas suspensiones: observándose, ade- más, en ellos el síntoma que se conoce con el nombre de "ecolalia", esto es, la repetición inconsciente de las últimas palabras que oyen, c] Incohe- rencias, como en los confusos mentales en los que su lenguaje indica el de- sorden y embotamiento de las ideas, d | Neologismo, sintonía que se ob- serva en las psicopatías crónicas, en general, y, especialmente, en la exita- ción maniaca crónica de fondo histérico: esta forma de dislogia consiste en inventar vocablos para expresar pensamientos morbosos, sin sujetarse á re- glas del lenguaje, ó dar á palabras conocidas significados distintos [pseudo- lalia], ó acuden á vocablos extranjeros (xenolalia). Los submaniacos cróni- cos llevan el uso del neologismo, á tal extremo que hablan, se puede decir, un lenguaje propio, el que se denomina "parafrasia vesanorum" ó leolalia. Los médiums parlantes y los visionarios místicos, en virtud de su profunda disociación personal, por la hétero ó auto-sugestión, hablan lenguajes de ocasión con carácter profetice y misterioso. En los sistematizados, sus neo- logismos dan. en veces, la fórmula de su delirio. 2a. Dislogias por modificación de la dicción expresiva: son los tra. - tornos en la intensidad, entonación y timbre de la voz: desde la voz altane- ra y sonora de los maniacos agudos y megalómanos, hasta la afonía psíqui- ca de los histéricos y epilépticos y el absoluto mutismo de varios enagena- dos. En los sistematizados ó paranoicos, el mutismo ó más bien "muta- cismo" | mutismo voluntario |. puede depender de delirios alucinatorios en los que se les impone guardar silencio: muchos de estos enfermos en sus escri- tos parecen normales. En los histéricos es el efecto de una autosugestión inhibitriz, de una parálisis mental. 3a. Repetición: Una forma bastante común de dislogia ó disfrasia, es la repetición constante de palabras, el introducir vocablos en medio de una frase ó aún. en medio de dicción. Esta intercalación de pleonasmos es al principio intencional, después, el resultado de una obsesión, y. por últi- mo, automáticamente sin el concurso de la atención y de la voluntad. Los enfermos olvidan muchas palabras, reduciéndose su vocabulario y empleán- dolas en ocasiones sin que traduzcan los conceptos que tratan de expresar, hasta llegar al desconocimiento completo del significado de la palabra, co- mo acaece en la demencia terminal. En los dementes seniles, se observan los fenómenos de "confabulación y perseveración ó verbigeración", consis- tiendo lo primero en la repetición siempre igual de narraciones que no están absolutamente de acuerdo con las fechas y hechos reales: y el segundo sín- toma es la repetición verbal y á todo trance de las mismas ideas. En los dementes precoces, su estereotipia verbal, esto es.su manera exactamente la 95 misma de hablar, junto con su estereotipia en los modales ó manierismo constituye un síntoma importantísimo de diagnóstico. DESORDENES EN LA ESCRITURA: Los trastornos de la escritu- ra son más comunes en los psicópatas que los del lenguaje hablado y son enteramente análogos. Así tenemos las "disgrafías" que es un defecto de escritura proveniente de desórdenes en el mecanismo motor gráfico; la "agrafía'', es la pérdida de la representación de los signos que sirven para la escritura, conservándose la potencia mecánica en las manos: y la "alexia," en la que está destruida la parte directiva de la escritura y la vi- sión psíquica de lo escrito, por lesión de la región paracentral, como afirma P. Mario, para quien la alexia no es sino la afasia, extrínseca. Los melancó- licos, cuando alguna vez se ven obligados á escribir, lo hacen muy lentamen- te y espaciando mucho las palabras. Los maniacos y los dementes paralíticos al principio escriben violentamente y sin orden, sin conexión, intercalando mayúsculas en medio de dicción y adoptando diversos caracteres cabalís- ticos. En los dementes se encuentran escrituras inconscientes sin sujetar- se á ningún plan, ni siguiendo modelos de ninguna clase. GÁNSERJSMO: Descubierto por Ganser, es el síndrome que consis- te principalmente en un desorden ideático á virtud del cual los psicópatas manifiestan que comprenden las preguntas que se Ies-dirigen y sinembargo, dan contestaciones estúpidas, por ejemplo: en la demencia precoz. AGNOSIA O AS1MBOLIA: Es la faltado conocimiento é identifica- ción de los objetos: asi pueden los enagenados tomar un lápiz por un ciga- rro o cosa parecida: lo mismo sucede á los hipnotizados. PALINGNOSIA: Falta de identificación de personas por desorden de la función cognoscitiva: así ven en las fisonomías de personas descono- cidas, la de sus parientes ó amigos. Hoy en día, la psicopatología cuenta con una literatura nueva y de inmenso valor no sólo para las ciencias medicas, sino también para las filo- sóficas y las sociales. Se hacen estudios provechosos y profundos . de las enfermedades de la personalidad y la conciencia, de la voluntad y Ja aten- ción. etc., etc., estudios á los que se han dedicado grandes intelectualidades. Y á vosotros, jóvenes, os toca la tarea de descorrer el velo del porve- nir en calidad de obreros de la Ciencia, y con aquella abnegación sublime del sabio que no busca la verdad sino por amor á la verdad misma. En cuanto á mi, señores,sin reputación, ni grande ni pequeña, en mate- ria de estudios psicopatológicos, me he visto, por lo tanto, en el caso inelu- dible de cumplir mi empeño científico, recurriendo á citas innumerables que he tenido que hacerlas á cada paso, para autorizarme con ellas é inte- resar así más vuestra benévola atención. He concluido. Terminó la sesión. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios, Dr. José B. Botona B., Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. ASAMBLEA GENERAL DEL DIA 12 DE OCTUBRE DE 1915 Se instaló en el salón de actos del Colegio Nacional «Vicente Rocafuerte», presidiendo el señor doctor Carlos García Drouet, y con asistencia de los señores doctores Miguel H. Alcívar, Vicepresidente; doctor José María Estrada Cuello, Tesorero; los infrascritos Secreta- rios y los doctores Merchán, Aráus, Huerta Bartolomé, Varea Que- vedo, Díaz Cueva, Coronel, Becerra, Noboa M., Leoro, Ccvallos, Holst, Veintimilla, Lazo, Rivera J. L, Rolando L. T., Negrete G., Hidalgo G., J. J., Jalón, Leví, Gallegos Anda, Rolando Carlos A., Cortés, Ar- zube, Sánchez, Coello, de Roux, Pazmiño, Rubio y señor Campos R. La Presidencia de Honor fue ocupada por el señor doctor Ma- riano Pefiaherrera E, Decano de la Facultad Medicina de la Uni- versidad Central. Se dió lectura, por Secretaría, á los telegramas en que los se- ñores General Leónidas Plaza G., Presidente de la República, Lino Cárdenas y Honorato Vásquez, Rectores de las Universidades de Quito y Cuenca respectivamente, y Julio Burbano Aguirre, ex-Pesi- dente del Concejo Municipal de Guayaquil en 1911, agradecían el nombramiento de Presidente de Honor del ler. Congreso Médico Ecuatoriano recaído en sus personas. Por indicación de la Mesa Directiva, y como una deferencia al importante trabajo sobre Medicina Legal presentado al Congreso por el señor doctor Mariano Pefiaherrera E., procedió éste á dar lectura al Capítulo que trata sobre «Secreto Profesional». Escuchada esta disertación, la Asamblea, á petición del doctor 97 Tulio Varea Quevedo, resolvió acoger los dos votos que propuso el autor, y á petición del doctor B. Huerta, resolvió, además, excitar al doctor Peñaherrera para que presentara en la Asamblea General de clausura, para que fueren aprobados como Votos del Congreso, todas las conclusiones que se deduzcan de su trabajo. Así se acordó por unanimidad. El doctor Julián Coronel felicitó al doctor Peñaherrera por su importante tema que formará la base de la Medicina Legal ecuato- riana. Como uno de los Votos del doctor Peñaherrera era relativo á «Que se obtenga de la Dirección do Sanidad una fórmula que per- mita hacer la denuncia de las enfermedades de declaración obligato- toria, guardando el secreto profesional, en los casos que así lo exija el deber médico»; y otro se refiere á «Pedir á la misma Dirección que se suprima la tuberculosis del número de las enfermedades de declaración obligatoria, por ser inconducente, por ahora, esa declara- ción»; el señor doctor Becerra explicó que, en cuanto á lo primero, no estimaba violación del secreto médico el aviso que se daba á las autoridades sanitarias de las enfermedades contagiosas que consta- ban en la ley de la materia, ya que eso era de práctica corriente en casi todos los países civilizados. Precisamente, agregó, este es el único medio de prevenir su difusión. En cuanto á la tuberculosis, expuso, que no consta como enfermedad de declaración obligatoria, y que si se hacían tales denuncias, era simplemente en los casos en que se hacía preciso practicar una desinfección por interés profilác- tico. Se dió cuenta de una comunicación del señor doctor Fran- cisco J. Martínez Aguirre, quien al llegar al país felicitaba al Congreso por su instalación y participaba que muy pronto estaría en su seno para tomar parte en sus labores. Ocupó, luego, la tribuna el señor doctor Boberto Levi, quien leyó la siguiente Conferencia sobre: 98 BROMATOLOGIA POR EL DR. ROBERTO LEVI Prof. de Química de la Facultad de Medicina de Guayaquil y Director del Laboratorio Químico Municipal Señores: Los problemas alimenticios de cada país, se resuelven satisfactoria- mente, si este ha logrado conseguir los artículos de consumo más necesa- rios á su diaria existencia, por su propia producción. El estudio de este problema que interesa al porvenir de una nación, entra bien como tema de conferencia en las labores de un Congreso Científico Nacional. Parece pa- radoja!, pero entre el cambio monetario, el precio de los artículos expor- tados y la alimentación del pueblo ecuatoriano, existe una estrecha corre- lación, interesante para el médico y el higienista: La subida del cambio produce la carestía de los artículos alimenticios de primera necesidad, y esto trae, por su consecuencia, la baja en el presupuesto de las clases popu- lares, causa de graves trastornos en su higiene y alimentación. Generalmente los importadores se preocupan muy poco acerí a del valor alimenticio de sus productos y se rigen tan sólo por su baratura: per eso resulta que en muchos artículos alimenticios, la calidad de éstos, aun- que admisible según la Ordenanza de Consumo vigente, es muy inferior á la que pudiera producirse en el país. ¿Por qué motivo entonces, en vez de reglamentar Ja producción nacional que, dadas las condiciones climaté- ricas y la fertilidad del suelo,resultaría de primera calidad,gastamos nues- tro dinero en procurarnos artículos inferiores y hasta nocivos y sofisti- cados? Si tratamos de despejar esta incógnita, nos encontramos ante estos dos obstáculos: l.° la rutina de la producción sin las bases científicas ne- cesarias, y luego la ignorancia de los consumidores, quienes sin conoci- miento alguno de materias alimenticias, buscan siempre lo barato, hacien- do caso omiso, por falta de criterio, de la bondad del artículo que se les ex- pende. Las cocineras, mujeres en su totalidad de las más crasa ignoran- cia, son las que reglamentan aquí la importación, y no los higienistas. Por ahorrar algunos centavos para su bolsillo, no vacilan en comprar lo más barato aue se vende en el Mercado, con detrimento de la alimentación de sus amos, por la ignorancia ó indiferencia de éstos en materia cuya im- portancia no debe escaparse á la penetración de toda madre de familia. Si nos ocupamos de los alimentos que se consumen en la costa, nos encontramos con que en su mayor parte provienen de la importación ex- tranjera. En caso de un conflicto internacional, bastaría el bloqueo de las costas ecuatorianas para condenar al hambre á sus moradores, Esto, se- ñores, tiene que desaparecer, por interés nacional, político y económico. Estudiemos la calidad y producción de los artículos de consumo diario. La manteca que existe en el país proviene en su mayor parte de 99 Estados Unidos y no es manteca pura de chancho: en ocasiones tiene has- ta un 50 Oj° de estearina, la cual se le añade para darle mayor consisten- cia. Esta proporción, admitida curiosamente por la misma Ley de Aduanas, favorece arbitrariedades y fraudes por la falta de bases científicas para su exacto control, y perjudica á la manteca nacional. Señores: ante este Con- greso Científico Nacional, dejo constancia de lo absurdo do esta disposición legal. No existe un químico en el mundo, que pueda dosificar exactamen- te la estearina agregada á una manteca, y al que pretenda hacer esto, lo declaro un farsante. Lo más curioso es que. en general, los compradores prefieren la manteca estearinada á la manteca pura de chancho que viene de la sierra. Esto se debe también á que la manteca americana, viene en- vasada convenientemente, en tanto que la manteca serrana, pese á su pu- reza, llega, á veces, en infectos capachos de cuero ó en latas viejas de kero- sine, que le prestan un sabor herrumbroso. Además, el poco cuidado en su elaboración y su falta de refinamiento y presentación, la hacen desme- recer ante las clases populares, quienes, pese á su baratura y á su alto va- lor alimenticio, prefieren la extranjera. ¿Por qué motivo esta industria, fuente de riqueza nacional, no alcan- za el desarrollo á que tiene derecho? ¿Por qué en la sierra, donde abundan la bellota é innumerables frutas y vegetales apropiados para este fin, no se hace la cria de cerdos en gran escala, y abandonando la rutina se procede á la elaboración y al envase de la manteca en recipientes adecuados? En las cercanías de Quito, se elabora una manteca que por su refinamiento, buena calidad, así como por su esmerado envase y limpieza, se expende en plaza al mismo precio que la extranjera. ¿Por qué los demás productores no siguen este ejemplo, en bien de la colectividad y del provecho propio? Este es un punto que requiere especial consideración. Hablando de la mantera trataremos también de la mantequilla. En este producto pode- mos ofrecer un ejemplo de lo que valen los esfuerzos científicos ó raciona- les aplicados á una industria. Hasta hace poco tiempo se elaboraba en la sierra una mantequilla que, pese á sus cualidades nutritivas, debido á su mal envase y presentación, llegaba pronto á la más completa rancidez. Ul- timamente varios hacendados han comenzado á elaborar mantequilla se- gún los métodos modernos y científicos. El producto obtenido fué puesto á la venta, convenientemente pre- sentado en esmerado envase: y gracias al cuidado con que se procede á su elaboración, y á su calidad infinitamente superior á las mantequillas ex- tranjeras que se expenden en plaza, ha logrado en pocos meses constituir una seria competencia á las importadas. La mantequilla que se produce en la costa, es do calidad muy in- ferior. Algunos propietarios lograron elaborar mantequilla de una calidad muy apreciable, en mayor escala, pero el afán de lucro los impelió á mez- clarla con agua y harina, y naturalmente, lo que pudo ser un éxito, terminó en el más lamentable fracaso. Pasemos á la leche. La leche que se consume en Guayaquil es de magnífica calidad. Cuando comencé á analizarla, me sorprendió encontrar hasta seis y siete por ciento de grasa, cuando según las legislaciones eu- ropea y americana, para las calificaciones se admite un mínimum de 3 0/°, Aquí, dada, la calidad de la leche, este mínimun debía ascender á 1 0/° más. A esta conclusión pude llegar tras largos estudios analíticos, puesto que tan alta proporción de grasa, resultaba incomprensible para mí en una leche adulterada. La gran cantidad de grasa que se encuentra en la le- che, no proviene á mi parecer de la calidad del pasto, comu dicen en son 100 de disculpa los lecheros, cuando bautizan la leche y se les toma en esta operación anti-religiosa, sino: Io. de la diferente raza de las vacas, y 2o. de que el animal, debido á la alta temperatura ambiente, no necesita gastar tantas calorías y aumenta por esto, en proporción, la grasa no gastada, la cual entra en la leche; en cambio, la cantidad no corresponde á la calidad. En Europa, una vaca produce á veces hasta 20 y 25 litros, en tanto que aquí la mayor producción no pasa de 7 ú 8 litros. Si las cifras de la com- posición de la leche son espléndidas, en cambio su calidad, cuando llega generalmente al consumo, es muy inferior. Debido á la acción del calor y á que la leche se expende después de 12 ó 14 horas de ordeñada, el exceso de grasa favorece como medio excelente la reproducción de microbios que, bajo la influencia de la alta temperatura ambiente, se desarrollan de mane- ra excesiva. Alterando la caseína y albúmina, sobreviene, entonces, una degeneración de la leche, pese á los esfuerzos de los que se proponen mejo- rarla, añadiéndole harina, sesos disueltos en agua, harina de plátano, se- gún es uso y costumbre de algunos de los vendedores de leche. Como medida salvadora, para evitar la invasión de la flora microbia- na, aconsejé la pasteurizasión ó la frigorifleación de la leche, pero ambos procedimientos se frustraron: el Io. debido á que el público se negó á com- prar la leche pasteurizada, y pretirió la que después de 14 horas venía cru- da y llena de microbios: y el 2o. porque, á pesar de haberse fundado una sociedad con S/. 150.000 de capital y una lancha llamada «Frigo», conve- nientemente arreglada para el transporte de la leche en hielo, la corrup- ción é intereses creados, que dominan desde las esferas más altas el mer- cado de leche y contra los cuales resulta inútil hasta la labor del Director del Laboratorio Químico Municipal.lograron eliminar este factor de progreso. Creo que la única solución de este problema consiste en una monopoliza- ción bien arreglada El día en que el Municipio ó una gran empresa par- ticular, estanque este artículo, como en Copenhague. Estockolmo. Berlín, su mejora será un hecho. Entre tanto, todo consejo resulta inútil y toda labor estéril. En cuanto á la producción de queso, la sierra tiene también la pri- macía. Hace poco se ha comenzado á elaborar quesos,-según métodos modernos y científicos, abandonando la rutina,-de tan buena calidad, que pronto lograrán eliminar del mercado á los quesos italianos y chilenos que componen ahora el mayor contingente. El queso de la hacienda de Hol- guín, de Ambato, que les presento, es de muy buena elaboración. El que- so de la sierra que fabrican las clases populares, es también muy superior al de la costa, tanto por su producción, como por su valor alimenticio y efectivo. En la costa, pese á los consejos dados á los propietarios de que- serías para que usen el fermento de lab puro, se sigue el método rutinario de emplear ese horrible cuajo, hecho del estómago de vaca y de ternera, el cual, en este estado asqueroso, no realiza una buena fermentación: de manera que en muchas ocasiones el queso toma un sabor agrio, debido á fermentaciones extrañas á la de lab, y mezcladas con la de los ácidos lác- tico y butírico. El calor produce una fermentación rápida, que impide también, la bondad del producto, en cambio en la sierra debido á la frescu- ra del clima, la fermentación se hace lentamente, lo que es preferible. Oja- lá los fabricantes de la costa, aprendieran de sus colegas de la sierra la elaboración de este artículo de primera necesidad. Dos problemas deben de atraer la atención general: la producción de trigo y la de cebada. El trigo que se cultiva en la sierra, debido á una degeneración de la simiente, produce una harina de tan inferior calidad 101 que. según las justificadas quejas de los panaderos de aquí, resulta impro- pia para la panificación, á tal extremo, que el pan negro y duro que se ela- bora con ella, no admite comparación con el que, amasado con harina ex- tranjera, se vende en esta plaza. La falta de este artículo constituye una grave amenaza para lo porvenir. El día en que por un motivo cualquiera no se pudiese importar harina, quedaríamos condenados irremisiblemente á perecer por falta de tan necesario alimento. Igual cosa podemos decir respecto de la cebada en la fabricación de cerveza. La semilla en la sierra es pequeña: un litro de granos pesa so- lamente 450 gramos, en tanto (pie la cebada extranjera usada en la indus- tria nacional, pesa por litro de 560 á 580 gramos. Si se produjera en el país una buena clase de cebada, los fabricantes de cerveza no se verían en el caso de pedirla al exterior muy á su posar, y los centenares de miles de sucres que anualmente se gastan en el pedido de este producto, quedarían aquí é incrementarían el desarrollo y progreso ecuatorianos. La solución de este problema agrícola interesa á la vez á la costa y á la sierra. Es ne- cesario que el Gobierno vote una suma para crear en algunos puntos de la sierra y de la costa, institutos semejantes á la Quinta Normal de Ambato, donde, bajo la vigilancia científica de profesionales, se procediera á la plan- tación, previo estudio de las condiciones del terreno, de semillas de trigo y cebada, con ó sin abono. Es tal la riqueza del Ecuador, que no habría ne- cesidad de traer abonos extranjeros, sino que, usando los nacionales, el guano de Manglaralto é islas Galápagos, y enriqueciendo los terrenos con productos calcáreos sacados de las conchas de moluscos, se lograría éxito completo. Desgraciadamente la rutina impide el bienestar general, y hay ilusos á quienes seduce el oro y se afanan por buscarlo, sin ver que se ha- lla á sus plantas en el terreno que pisan, y jóvenes que se dedican tan sólo al estudio de la medicina ó leyes, despreciando la química agrícola, cuyo estudio les proporcionaría mayores ventajas: no haciendo de sus conoci- mientos una explotación, sino por amor á la ciencia y al progreso de su país. El cacao ecuatoriano, después del de Caracas y Trinidad, es por su calidad el mejor que se produce en el mundo, y se le considera en Europa como un producto de lujo. Debido á su perfume y sabor, se le usa en mí- nima cantidad, hasta un 10 ó 15 0 ° á veces, adicionado á cacaos de infe- rior calidad para comunicarles su exquisito aroma. Gracias á la cantidad de rojo de cacao, theobromina, sustancias extractivas, resulta demasiado fuerte para tomarlo de la manera como nosotros lo consumimos. Es como si un hombre del pueblo tomara sólo champagne en lugar de vino. Su elaboración se hacía antiguamente de una manera muy rudi- mentaria: se le molía, una vez tostada la pepa, entre dos piedras, añadién- dole azúcar, se le colocaba en moldes y luego se expendía este producto. Hoy se hace más ó menos de la misma manera y la única intervención científica se ha limitado á prohibir la adición de cáscaras, palos, paja, are- na y ladrillo como se hacía de una manera escandalosa: las piedras han sido sustituidas por los molinos, pero el procedimiento es el mismo. El cacao elaborado de esta manera es algo indigesto. La pepa con- tiene un 50 o, ° de grasa y como esta no es separada, hace la digestión del chocolate sumamente difícil. Tratando de averiguar esto, repetidas veces hice digerir á un hom- bre y á un perro, 2 gramos de cacao nacional puro encerrados en una cáp- sula de queratina. Observando luego las defecaciones de ambos sujetos experimentales, descubrí en éstas el cacao nacional poco alterado, en for- 102 ma de puntos negros, experimento que cualquiera de ustedes puede re- petir. Estudiando estas defecaciones con el microscopio, descubrí, además, las células del cacao casi intactas. Repetí el experimento con cacao extran- jero y noté su casi completa absorción, sin dejar huellas en el organismo. Esto proviene de que allá en Europa se elabora el cacao de otra manera, que lo hace más digerible. Después de tostado se le prensa, y se le baja la grasa á veces hasta el 15 0 °. Luego en pailas especiales, agregándole alcalinos cáusticos, so destruye la célula y se lo neutraliza con ácido tartá- rico, cítrico, etc., según el secreto de cada fabricante: entonces se procede á la mezcla con azúcar, añadiéndole, según su mayor ó menor precio, algo de la grasa anteriormente separada, pero nunca llega el chocolate extranjero á tener 50 0 ° do grasa como el original. De esta manera so disuelve por completo, y facilitando la digestión del chocolate, evita enfermedades in- testinales. Algunas veces he examinado heces de personas que, aún á los tres días de consumido este producto, todavía conservaban pedazos de ca- cao en el intestino. Lo ideal sería que se lograse que el público rechazara los chocola- tes mal elaborados entonces se mejoraría de hecho el artículo: pero des- graciadamente, nadie, entiende del asunto, y así esperaremos hasta que lle- gue el día en (pie se efectúe un cambio feliz. Nuestro cacao, debido á su riqueza en grasa, es de muy fácil des- composición. Este exceso de grasa podría también emplearse en la fabri- cación de manteca de cacao, con lo cual se dotaría al país de un producto muy necesario en farmacia y perfumerías. Este es un artículo muy caro y su rendimiento dejará pingues utilidades. Otro punto merece especial atención: la importación y exportación de frutas. Es increíble que. pese á la inmensa producción en la sierra, sea tan caro aquí su precio. Esta carestía se debe á las malas condiciones en que vienen las frutas de la sierra, donde se producen las más sabrosas y delicadas. Debido á los malos tratamientos que sufren en el Ferrocarril, los duraznos llegan podridos, las fresas convertidas, en masa, y se malgas- tan de esta manera grandes cantidades de dinero. Parece que el trans- porte de frutas va á mejorarse debido á la introducción de trenes rápidos. Desde hace tres años he laborado por esta mejora que creí conseguida, gracias á la inteligente solicitud del Ministro Peñahenera, y que hoy tan sólo se lleva á cabo. Ojalá esta facilidad de transporte haga que los ha- cendados interioranos procuren por medio de ingertos, lanzar nuevas espe- cies al mercado. Si muchos de los hacendados que en París sólo conocie- ron Moulin Rouge y Mont-martre, hubieran visitado los jardines frutales franceses de Bordeuax, Grenoble, Epernay, etc., esta visita hubiera sido provechosa á la industria frutera nacional. Los médicos saben cuánta es la influencia de la fruta sana en la buena digestión: pero una producción de primera clase no puede conseguirse sin afanes. Cuando ustedes regresen á sus respectivas provincias, exijan que los agricultores, saliendo de su ru- tina, formen cooperativas entre sí. para la compra de máquinas que les permitan producir frutas que, en formas de conservas, puedan ser exporta- das y eviten la introducción de frutas de Europa. La formación de coopera- tivas para hacer conservas ha dado un mejor rendimiento con precios muy bajos, que favorecen á la vez al propietario y al consumidor, puesto que el hacendado, debido á sus menores pérdidas, saca mayores ventajas, y como no recarga los precios, favorece á su vez al cliente. Pueden servir de mo- 103 délo para esta mejora, las cooperativas agrícolas de Italia, Hungría y Po- lonia. Igual cosa pasa con los huevos que vienen de la sierra, los cuales tienen la desventaja de que se dañan pronto, y esto ocasiona grandes pér- didas á los compradores en menor escala. La corrupción de los huevos se evitaría muy fácilmente, si antes de expedirlos se les sumergiera en pi- pas de agua de cal. La solución calcárea, dando mayor fuerza á la cásca- ra del huevo, destruye los gérmenes, y evitando la putrefacción, redunda esta sencilla precaución en beneficio de productores y consumidores. Tengo que decir algo respecto á bebidas nacionales. Entre éstas des- cuella en primera línea, el elaborado infame llamado «chicha % cuya pro- ducción, debido á su nefasta influencia, sería mejor eliminar del consumo público. Xo hay chiribitil, chingana ó rincón, donde no se fabrique chicha. Ya sea al lado de un excusado ó de un pozo de agua pútrida, de donde vie- nen moscas (pie caen en el líquido; ésto no tiene importancia alguna. A veces encontré ratas muertas y pericotes ) cucarachas ahogados en el fon- do de las barricas, las cuales, sin duda por la mala calidad de la bebida, preferían suicidarse; tan pequeños accidentes no la hacen menos agrada- ble; al contrario, ayudan según la ciencia de los fabricantes á la mejor fer- mentación. Esta bebida infernal se hace con jora, arroz, cebada, mezcla- das con azúcar ó raspadura, de manera que la glucosa activa la fermen- tación, producida por saccharomicetos, mucores y bacterias de ácido láctico y butírico, haciendo la chicha sumamente indigesta. Prohibiendo la venta de este artículo, cuya elaboración no se puede vigilar, ganaría el público consumidor. En Ambato se produce vino, pero este no tiene más que una impor- tancia regional; en esta ciudad sólo se consigue una botella de una manera casual. Por ahora parece que resulta imposible emprender la explotación de este artícelo en mayor escala, por falta de materia prima, puesto que la viña sólo fructifica en determinados puntos do la sierra. Aquí tenemos plátano, el cual se prestaría por sr gran cantidad de glucosa á la preparación de una bebida nacional. Xo he visto publicado nada al respecto, y no conozco un lugar donde se haga uso do esta planta en la industria vinícola. También tenemos piña y caña de azúcar: de ésta sólo se hace un aguardiente barato y ordinario, cuando se podría, como en Jamaica ó Cu- ba, extraer un rom de primera calidad. Tenemos, además, naranjas cuya explotación constituye una verdadera riqueza nacional. He estudiado de- tenidamente este producto y fermentando el jugo de naranjas, mediante el saccharomyces ellipsoides daulenus, he logrado extraer un vino, el que, conservando las cualidades alimenticias de la naranja, puede hacer la com- petencia al vino extranjero. Mis estudios no terminan aún: tropiezo toda- vía con algunas dificultades respecto á su conservación, pero confío en que éstas, dentro de pronto, serán vencidas. Haciendo un resumen de los problemas alimenticios estudiados, ten- go que añadir un factor muy importante para mejorar en alto grado la alimentación del pueblo: la educación doméstica de la mujer ecuatoriana, llamada á velar por el bienestar y buril funcionamiento de su casa. Yo, señores, veo el verdadero progreso y porvenir del Ecuador resuelto en la fundación de escuelas, donde se enseñara á la mujer de todas las clases sociales, economía doméstica, como es en Europa, pero no como novelería ó moda, sino seriamente: entonces se mejoraría forzosamente la producción nacional, la cual ahora, no florece debido á la ignorancia en cuestiones ali- 104 mentidas de las cocineras, quienes compran malos artículos, para lograr algún provecho, en tanto que sus amas por falta de preparación doméstica, ignoran la calidad y valor comestible de los artículos que consumen á dia- rio. En la educación de la mujer existe la solución del problema d¿ la mortalidad infantil. Si las mujeres del pueblo tuvieren nociones de higie- ne, no dieran á sus hijos, como lo hacen muchas, á los cuatro ó seis meses, plátano, naranjas, queso, etc. No hay lugar de Europa, señores, en que por mínima que sea la educación higiénica femenina se llegue á tan baja ignorancia. Alimentando al niño de una manera racional, disminuirá la mortalidad infantil; sólo en Guayaquil podrían salvarse al rededor de 2.000 niños por año y entonces, debido á fecundidad de la mujer ecuatoriana, no habría necesidad de inmigración extranjera, la cual, no vendrá hoy, ya por motivos de economía, ya por falta de preparación sanitaria y leyes adecua- das que la favorezcan. No tengo la pretensión de creer que estos problemas serán resuel- tos de hoy á mañana, pero esta conferencia será la pequeña piedra que añadiré á la obra que vengo prosiguiendo desde hace 6 años, sobre produc- tos nacionales, para que se conozcan y sean avalorados por los mismos hi- jos del país. Y si vuelvo á llamar la atención acerca de los defectos y de- ficiencias de estos artículos, lo hago como profesional ecuatoriano, con el único deseo de que. mañana nuestros hijos, tengan una base para trabajar y puedan propender por medio de la agricultura, á la riqueza moral y ma- terial de la patria ecuatoriana. He dicho. DISCUSION: DR. GARCIA DROUET: Felicita al conferencista y cree ne- cesario dar á la publicidad este trabajo. DR. PEÑAHERRERA: Felicita, también, efusivamente al doctor Levi y dice que los tópicos sobre que ha versado la confe- rencia. no sólo son interesantes para los profesionales y el cuerpo médico en general, sino que tienen también gran valor social. Opi- na porque se difundan estos conocimientos en el pueblo, dándoles la debida publicidad. DR. LEGRO: Cree que sería conveniente hacer extensiva esa medida á todos los trabajos presentados por el doctor Levi á la 5a. sección de Farmacia, los que, en unión de su Conferencia sobre Bromatología, debieran ver la luz pública, cuanto antes. Aclarado por los señores Secretarios que los trabajos presen- tados por el doctor Levi á la 5a. Sección de Farmacia, así como to- 105 dos los del Congreso, serán publicados oportunamente en la recopi- lación general de sus labores, la Asamblea resolvió: que por lo pron- to, se diera á la publicidad, en la prensa diaria, la actual Confe- rencia. Terminó la sesión. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios. Dr. José R. BoloTia R., Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. SESION SOLEMNE DE LA ASOCIACION «ESCUELA DE MEDICINA» EN HONOR DE LOS DELEGADOS AL ler. CONGRESO MEDICO ECUATORIANO La declaró instalada el señor Ministro de Instrucción Pública, como Presidente de Honor, con asistencia de los señores doctores José M. Estrada Coello, Presidente de la Asociación; Carlos García Drouet, Presidente de la Mesa Directiva del Congreso: Mariano Pe- ñaherrera E., Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central; Fausto Navarro, Presidente de la Asociación Escuela de de Derecho; Luis J. Martínez, Presidente de la Corporación Estudios de Medicina, de Quito; señores Adolfo Hidalgo Nevárez, Vicepresi- dente de la Asociación: Edmundo Vera, Tesorero; Abel Gilbert y Jo- sé Gonzalo Olea, Vocales; doctores Alfredo J. Valenzuela, José Da- río Moral, Leopoldo Izquieta Pérez, Sres. José M. Alavedra, Carlos Raúl Carrera, doctor José Julián Sánchez, Arturo Sáenz, doctor Te- místocles J. Aráus, doctor Antonio J. Ampuero, Cornelio Sáenz, Adolfo Blum, Pedro Jurado, Enrique Hurtado, doctor Wenceslao Pa- reja, Juan A. Cortés H., Leonardo Bello, Armando Pareja, la mayo- ría de los socios activos,los Delegados al ler. Congreso Médico Ecua- toriano, los Delegados de la Asociación «Escuelade Derecho», nume- rosos miembros honorarios de la Asociación, distinguida concurrencia de invitados y el infrascrito Secretario. Se dió curso al siguiente programa: lo. -Himno Nacional por la banda del Regimiento de Artille- ría «Sucre» No. 2. 2o.-Discurso del Presidente de la Asociación señor doctor José M. Estrada Coello. 1-Dr. Emilio G. Roca-2-Dr. José V. Payeze G.-3-Dr. Alfredo Espi- nosa Tamayo-4-Dr. Wenceslao Pareja-5-Dr. José Darío Moral 107 3o.-Discurso del Secretario de la «Corporación Estudios de Medicina» de Quito, señor Telmo Viteri Lafronte. 4o. -Discurso del Presidente de la Asociación «Escuela de Derecho» señor Fausto Navarro A. 50.-Conferencia del señor doctor Alfredo Espinoza Tamayo sobre las Universidades del Ecuador, leída por el señor doctor José Darío Moral. Go.-Número musical por la banda. 7o.-Lectura del acuerdo para la entrega del premio «Julián Coronel» del concurso anual de Clínica Interna, á los señores Adolfo Hidalgo Nevárez y Carlos Raúl Carrera. 80.-Discurso del señor Adolfo Hidalgo Nevárez. 9o.-Conferencia del señor Carlos Raúl Carrera sobre «Téta- nos.» 10o.-Número musical por la banda. 1 lo. -Discurso de clausura por el Secretario señor Enrique Sayago Samaniego. 12o.-Reparto del número de Boletín de Medicina y Cirugía, dedicado al 1er. Congreso Médico Ecuatoriano. Terminó la sesión. Guayaquil, á 12 de Octubre de 1915. El Presidente, Dr. ESTRADA COELLO. El Secretario, Enrique Sayago Samaniego. 108 Las Universidades Ecuatorianas POR EL DR. ALFREDO ESPINOSA TAMAYO Señor Presidente, señores: Por ser un deber de cortesía no omitiré la imprescindible fórmu- la de agradecer á tan selecto auditorio la benevolencia que ha tenido conmigo al acudir á escuchar la palabra de quien, sin autoridad ningu- na para ello, se ha atrevido á tratar tema tan arduo y tan vasto como es el desarrollo de las Universidades en el Ecuador y su influencia en la extensión de la cultura en el país. Es para mí un motivo más de satisfacción, la presencia de colegas procedentes de otras universidades y no ha sido extraña esta circunstancia á mi determinación de tratar acerca del tema de esta conferencia en un día como el presente, en que un gran acontecimiento que hará eco en los anales de la cultura nacio- nal, viene á contribuir al mayor realce de nuestras fiestas clásicas. Séame permitido rendirles públicamente mi tributo de gratitud por su presencia en esta sala, al par que mi sincera y afectuosa saluta- ción. A gran señor grande honor. En el presente día en que un movimiento cultural, hasta aquí des- conocido, se ha iniciado y llevado á cabo con tanta felicidad y buen éxito, menester será que nos ocupemos un poco más de nuestros propios intereses, que por causa de nuestra característica desidia hemos descui- dado, dejándonos llevar por id cómodo pero perezoso "laisser faire, lais- ser passer".-Parece, en efecto, que nuestras universidades no fueran vie- jas casas de noble blasón y solar de antiguas glorias, sino advenedizos que humildemente solicitan un puesto en la sociedad y por tanto, le es poco el qué dirán: no de otro modo se explica cómo sin protesta, sin reac- ción alguna por parte de las universidades y de sus miembros, se ha oido y se oye con la más glacial indiferencia, que se las llame en do- cumentos oficiales y por graduados en ellas, fábricas de médicos y abo- gados.-¡Y vive Dios, que bien valía la pena de tomarlo, sino á ultraje, por lo menos, como humillante reto, y aceptarlo, como cartel de desafio y con noble estimulo, trabajar porque desapareciera el menor motivo que pudiera servir de pretexto para que se les diera tan injurioso mote! Duro, sin embargo, pero preciso es confesar, que poco ó nada es lo que hemos hecho en un siglo de vida independiente, para dejar de merecer- lo, porque con excepción de la vieja Universidad de Santo Tomás de Aquino, las otras dos que en el Ecuador existen y que hijas ó descen- dientes suyas pueden considerarse, apenas si confieren otro título más que los dos mencionados, y todas ellas sólo lanzan profesionales dispues- tos á ganarse la vida bravamente en la lucha por el diario sustento: pe- ro nada más. La verdadera cultura, la enseñanza científica queda en segundo plan ó completamente ausente de sus tiñes y propósitos. No haré aqui una larga historia de las universidades, por más que dos de ellas, las del Guayas y delAzuay, sean contemporáneas y de fe- 109 cha muy reciente, ya que antes eran sólo Juntas universitarias adscritas á los colegios de segunda enseñanza: pero la vieja, la gloriosa Universidad de Quito, es de noble abolengo, descendiente de aquellas de la época colonial que Dominicos, Agustinos y Jesuítas fundaron entonces, y de aquel Colegio de San Fernando en que Rocafuerte las refundió, inician- do verdaderamente entonces, los estudios de medicina, hasta allí empíri- cos y rutinarios.-Desde esta época basta la de García Moreno, la más brillante de su historia, qué hizo?-Cómo vivió?-Cuál fue su marcha é influencia en el desarrollo de la cultura del país?-Poco ó nada sabemos de ello, porque poco ó nada hizo y porque vegetó oscura como había vivido durante la época colonial.-Verdad es que estábamos en los tiem- pos en que, al otro lado del Atlántico, las Universidades apenas comenzaban á orientarse hacia el nuevo rumbo que hoy llevan y á ejercer el influjo que hoy ejercen en el progreso de sus respectivos países. Y como la vi- da sud-americana no es más que el reflejo de lo que al otro lado del At- lántico pasa, vida de imitación al cabo, no podemos exigir que fuéramos más adelante que nuestros educadores. La creación de la escuela Politécnica, imitación del Politécnicum de Zurich y de algunos institutos similares de Alemania, con competente profesorado extranjero, lo mismo que la mejora de los estudios de medi- cina, dieron gran fama hasta el año 1876, á la Universidad de Quito que vió poblarse sus salones de museos y laboratorios, como antes ni des- pués los ha tenido. De esa época brillante quedaron como resultado, al- gunos profesionales en medicina y ciencias, que por desgracia no conti- nuaron la tradición y la Universidad á merced de las luchas políticas, tuvo una vida incierta, vegetando oscuramente y perdiéndose el resulta- do de la labor hecha por los profesores traídos por el Presidente García Moreno. La Facultad de Ciencias de esa Universidad, creada y suprimida varias veces, ha sido la heredera déla Politécnica, y desde 1901 reins- talada hasta organizarse con el actual personal de profesores formados ca- si totalmente por jóvenes profesionales ecuatorianos, educados en Europa, de cuya vocación para la enseñanza soy entusiasta admirador.-La Fa- cultad de Leyes ha tenido brillante tradición, por cuanto de ella han sa- lido nuestros mejores jurisconsultos y la de Medicina está hoy integrada, asi mismo, por una juventud estudiosa y llena de entusiasmo. Las Universidades de Guayaquil y Cuenca en los veinte años de existencia que llevan sólo tienen las dos Facultades de Medicina y Leyes: Verdad es que la nuestra sufrió un gran atraso en su marcha, con mo- tivo del incendio que destruyó su edificio y su incipiente material de en- señanza en 1902. Esto por lo que hace á su organización, que por lo que respecta á su espíritu, á su orientación, al alma mater universitaria, que es lo que principalmente queremos estudiar aquí, ¿qué han sido, qué han valido, qué han significado y qué significan las Universidades en el Ecuador? En qué forma y de qué manera han contribuido al progreso del país y cuál ha sido su papel en la vida del mismo? Por desgracia tenemos que confesar, (pie un análisis riguroso sobre estos asuntos nos conduce a dar una desalentadora respuesta. Las universidades del Ecuador sólo han rido y son instituciones docentes del Estado, destinadas á dar títulos profesionales después de una enseñanza incompleta, rutinaria y empírica casi siempre, á un cierto nú- mero de jóvenes, que merced á esos títulos y á esa enseñanza se han visto en la situación de clase dirigente del país. Claro que entre ellos 110 las inteligencias privilegiadas han logrado abrirse camino á fuerza de es- tudios, siquiera sea teóricos y llegar, más de una vez, á elevadas cum- bres del saber, á fuerza de constancia. Pero verdadero espíritu univer- sitario, tal y conforme se comprende esta expresión actualmente, influen- cia directa en la marcha del país, orientación hacia un objeto definido inspirándose en un criterio amplio y con un concepto exacto del noble y elevado papel que la institución debería desempeñar, no ha tenido nun- ca nuestra universidad. El profesor ha sido más bien un funcionario del Estado que un apóstol de la cultura, por culpas que, por ser de to- dos bien conocidas, no quiero aquí señalar y la universidad, antes ha sido una rueda que se movía torpemente, que no el motor que impul- saba la marcha del progreso cultural del país. Indiferente á todas las cuestiones que en torno suyo se ventilaban, ignorando voluntariamente los problemas que con la vida del país se relacionaban, hasta ella sólo llegaban para conmoverla de cuando en cuando, las rachas maléficas de las turbulencias políticas que tan continuamente han agitado nuestra patria y el eco de las tormentas revolucionarias ha rugido de vez en cuando en sus claustros. Pero pasadas esas agitaciones momentáneas que casi siempre han ido en perjuicio suyo, la universidad ha vuelto á su calma monástica, á su tarea doctrinal, sin que su esencia misma ha- ya cambiado nunca. Casi estoy tentado á decir que el pensamiento ha estado ausente de nuestras universidades y el alma mater de ellas dormida y anestesiada. En sus cátedras se habrá oído la voz de los maestros, explicando y comentándola doctrina de los textos: pero, ¿.cuán- do se lo oyó difundiendo ideas é interesándose en algo más que lo que no fuera la enseñanza puramente oficial? Cuándo sus laboratorios se poblaron de investigadores que buscaran la verdad con avidez y que luego la propalaran fuera de los muros de las casonas universitarias? Cuándo se quiso, se sintió, se anheló, se discernió, se soñó en aquellos albergues de la ciencia, en aquellos templos deshabitados de Minerva? Aquella mutilación de espíritu de la que el autor del "Ariel" aconseja huir á la juventud sud-americana se ha practicado casi inconsciente, pero sistemáticamente en nuestras Universidades, mirando sólo la par- te utilitaria de las profesiones y dejando á un lado todo lo que no fue- ra de un provecho inmediato. Enseñanza profesional y nada más, y to- davía. si esta hubiera sido completa: pero muía de eso: en muchísimas ocasiones el estudio de una asignatura ha sido sólo una frase conven- cional. un acuerdo amigable entre el profesor y el alumno que no se han visto más de media docena de ocasiones en todo el curso, reducido á la lectura del texto por parte del alumno (pie á fuerza de memoria debía asimilar por cuenta propia toda aquella gárrula ciencia: pero que. mejor dicho, sólo asimilaba una vana palabrería pseudo-científica. Y ciencias de aprendizaje esencialmente objetivo, tales como la Antropolo- gía. la Química Biológica, la Parasitología, la Física, la Toxicología, la Medicina Legal, se enseñan liándose sólo en las aseveraciones de un au- tor, sin que el alumno tenga jamás ocasión de comprobar las aserciones del texto. No es verdaderamente ridículo que un alumno y un profesor hablen en un examen muy seriamente de la investigación de las man- chas de sangre, cuando jamás practicaron operación tan delicada ó que describan minuciosamente un espectroscopio (pie sólo conocieron por las láminas del texto! No puede decirse de (dios lo (pie de los augures ro- manos (pie no deberían mirarse frente á frente sin soltar la carcajada! Tengo para mí que la práctica de la observación y la costumbre de 111 comprobar todo hecho por medio de la experimentación, habitúan al hom- bre á la exactitud y al amor á la verdad, de tal modo, que se hace difícil asegurar algo de lo que no está completamente cierto. Por el contrario, esa ciencia libresca y teórica exalta de tal modo la fantasía, que se está dispuesto inconscientmnente á la mentira y al error convirtiendo en farsa lo que debe ser un hecho rigurosamente comprobado. Por eso yo culpo á nuestra enseñanza de predisponer el carácter de nuestra juventud para vivir haciendo de la existencia una comedia, ya qtie pura comedia han si- do muchos de los actos más serios de su educación. Se ha descuidado, más aún, se ha prescindido deliberadamente de lo que no fuera de inmediata aplicación. Códigos más que Derecho, Pa- tología y Terapéutica aunque con poca Anatomía y Fisiología: eso han si- do las dos profesiones que preferentemente se han enseñado en las uni- versidades, porque lo esencial ha sido aprender á defender pleitos y á recetar enfermos: todo lo demás ha sido cosa accesoria y hasta enojosa. Mutilar el espíritu: más aún. acartonarlo, momificarlo: esto se ha hecho en nuestras universidades y lo que es peor, con aplauso y consentimien- to de nuestra juventud que se educaba en el arrivismo y en el triunfo de la audacia. Cómo ha podido escapar una parte de ella á tan perni- ciosa atmósfera? Cómo ha podido reaccionar y levantarse por encima de ese deletéreo ambiente? Cómo el generoso y fecundo germen, que siempre ha existido y existe cu todo corazón joven, de amor al bien y á la verdad, ha podido frmditicar y comenzado á dar resultados que qui- zás son el primer presente de los dones que más tarde podemos esperar de ella? Es que el bien y la verdad triunfan y triunfarán siempre por encima de todos los convencionalismos. Apresurémonos á decir por ho- nor á la justicia, que si Calibán ha puesto el pie en nuestras universi- dades, no ha logrado apoderarse de ellas y que no por espíritu de mer- cantilismo, más bien por la rutina, la apatía y la inercia, que han carac- terizado ¡a vida del país, es que la de nuestras universidades ha sido tan lenta y perezosa. No se ha procedido deliberadamente conforme á un criterio pedagógico, egoísta y utilitario, sino por la ausencia, al contra- rio. de todo criterio pedagógico: porque ésto de la pedagogía se ha creído cosa buena sólo para los maestros de escuela, que tampoco la han cono- cido poco ni mucho, y que nada tenía que ver con la enseñanza secunda- ria y superior. Nuestras universidades han carecido de ideal, de un fin ulterior más alto y elevado que el de conceder títulos y su enseñanza tenía que resentirse por tan grave mal, aparte del que originaba su in- suficiencia misma por la escasez de recursos con que se la ha tenido. Sin conciencia plena de su misión, mal podían llenarla cumplida- mente. La falta capital de la Universidad española, ha dicho el insigne Po- sada, ha sido la de carecer de ideal corporativo: eso mismo podía decir- se de las nuestras. Si han vivido aisladas del país como organismos ad- heridos á él, que ha llegado á considerarlas como parásitos y no como centros motores de la actividad cultural, más aún, han vivido aisladas entre sí mismas. Cuando hace un año se anunció por el Profesor de So- ciología de la Universidad Central, doctor Agustín Cueva, la idea de un Congreso universitario, sentí yo un gran placer y un vivo anhelo de que tal proyecto se realizara, (pie por desgracia no llegó á realizarse, porque con aquel cambio de ideas podría saberse si las Universidades querían algo, si se daban cuenta de su misión y si comenzaba á formarse una conciencia universitaria, encarnación de la conciencia y del pensamiento 112 nacional. Por que esto es lo primero que se debe anhelar: que la uni- versidad se dé cuenta exacta y cabal de lo que ella vale y de lo que ella significa. Precisa que su personal docente, cualesquiera que sea él, se convenza de que debe aspirar algo más que á profesar una asigna- tura, de una manera doctrinal y escolástica, que tiene une misión pe- dagógica moral y social que cumplir, que no sólo le incumbe la ins- trucción de la .juventud, sino también la formación de su carácter y que su tarea no debe terminar á la puerta de la Universidad, sino sa- lir fuera de ella, que allí no está para hacer profesionales solamente, sino también hombres y ciudadanos, y que él también es hombre y ciu- dadano y huir de aquella peligrosa exageración que hace que un profe- sor ignore si ha existido un Goethe, porque solo le interesa conocer la circulación de la sangre ó los procedimientos de un juicio criminal, y que debe reservar en su cultura un puesto para Cervantes y Schiller, Hugo y Spencer, huyendo eso sí siempre del engañoso espejismo del di- letantismo intelectual y del mal llamado intelectualismo; pero eso sí, teniendo intelectualidad y moralidad, dos cualidades que por extraña aberración se han separado de la enseñanza que así, nada tenía de in- tegral por exceso del positivismo. ¡Peligroso error que ha arrastrado á un pueblo á crímenes tan grandes contra la humanidad, como los ma- yores que execra la historia, en nombre de la cultura, pero de una cultura unilateral y mutilada! No se diga que á nuestra universiiad le ha faltado libertad pa- ra desarrollarse, ni se reclame mayor independencia como condición pre- liminar para la extensión de su obra. Dentro de nuestra organización centralista y burocrática, la universidad goza de autonomía económica, puesto que ella puede manejar y distribuir sus rentas y nombrar sus propios dignatarios, con excepción de los Rectores. Lo que hace falta es la estabilidad del profesorado y la facultad de crear y aumentar por sí misma sus asignaturas y sus enseñanzas, condiciones ambas que deben ser reclamadas con vehemente insistencia por los claustros universitarios, venciendo todas las vallas que se opo- nen á esta mejora. En cuanto á la libertad en la cátedra, son conoci- das de todos aquellas palabras del Presidente García Moreno, respon- diendo á un eclesiástico que se quejaba de que el doctor Wolf explica- ra en su Cátedra de Geología la formación del mundo, según la teoría de Laplace y no según el Génesis: "Yo he puesto al doctor Wolf en la Universidad para que enseñe Geología y no religión".-Si esto ha sido en la época que se considera de más tiranía y opresión en el Ecuador, qué podrá decirse de las demás.-Por lo menos, hasta mis oídos no ha llegado la noticia de que ningún profesor haya sido molestado por las teorías que profesara en su cátedra: y si á raíz de los cambios políticos se ha removido el profesorado universitario, más que pór sus ideas, se ha debido á las preferencias y simpatías de los partidos ó de los caudillos, que no á las teorías que profesaran en los claustros universitarios: mas necesidad de dar colocación á los amigos del nuevo orden de cosas, que no á cambiar el espíritu de la enseñanza. Hoy mismo, en pleno régimen liberal, muchas cátedras son ocupadas por profesores de creencias tra- dicionalistas, y el Presidente de la República se ha visto obligado á declarar que la instrucción se hallaba en manos de los conservadores, co- sa que ha sido confirmada por un profesor universitario de esa filiación polí- tica. Alegrémonos después de todo, de que nuestra universidad no haya sido confesional, quizá debido en parte al defecto que ya antes señalé 113 de que sus cátedras, más que de discución de ideas, han sido de mera exposición doctrinal y digamos también que ellas no sirvieron nunca para una propaganda sectaria. Si intransigencias ha habido, ha sido más bien en cuestión de fórmula que en asuntos de doctrinas. La misma falta de ideal corporativo que entre las universidades se nota, puede señalarse entre las Facultades de una misma Universi- dad, entre los miembros de ellas y aún entre los estudiantes. No exis- te solidaridad ni intercambio científico alguno, ni entro los profesores de las universidades ó de las facultades de una misma, que se miran co- mo dos entidades extrañas. Y sinembargo, ese intercambio podría exis- tir. ya de Universidad á Universidad, ya de Facultad á Facultad: las cátedras de Antropología y Sociología deberían ser frecuentadas por los alumnos de medicina, lo mismo que las de Medicina Legal y Toxicóle- gía y aún las de Anatomía y Fisiología por los de leyes, que completa- rían así su educación. Esto se ve con mucha frecuencia en las univer- sidades extranjeras, donde la cátedra de Economía Política tiene por auditores alumnos de ingeniería y derecho y la de Química á alumnos de medicina, ingeniería y farmacia y asi sucesivamente. Esto estable- ce una difusión y una corriente de ideas que estrechan los lazos que unen á los miembros de una Universidad. Aún en los congresos de estudiantes, á pesar de haber concurrido á ellos los de universidades pedagógicamente más adelantadas, se ha no- tado ese desconocimiento de las cuestiones atañederas á la educación universitaria que ha relegado al segundo plan la discución de los temas ó asuntos propuestos, dejando en primer término el acercamiento y la confraternidad internacionales. Cosas de chicos que juegan á los con- gresos, como dijo un escritor nuestro, y aún cuando en las fiestas de las Asociaciones de estudiantes, un delegado de la una 'habla en la tri- buna de la otra, esto es más bien asunto de cortesía que de coparti- ción de ideales. Por eso, para la resolución de las cuestiones universi- tarias, creo yo que más bien el profesorado es el llamado á resolverlas, ya por su mayor significación y arraigo, ya porque está mejor prepara- do para enterarse de estas cuestiones: aunque estoy bien lejos de acusar de frivola y escéptica á nuestra juventud. Y hablemos ya del otro capital detecto de nuestra Universidad: el de haberse retraído en si misma inhibiéndose de las cuestiones vita- les que han afectado y afectan al país, limitándose á una incompleta y defectuosa labor docente. En una época en que todas las instituciones y todas las fuerzas vivas del país comienzan á preocuparse por las cues- tiones sociales, la Universidad no debe quedarse rezagada, si no al con- trario. ponerse á la cabeza del movimiento. Cuando la cuestión obrera se agita entre nosotros ¿qué lia hecho la Universidad para establecer corrientes de simpatía y cariño entre el elemento obrero y el elemento intelectual? Cuáles han sido sus esfuerzos para difundir entre ellos se- millas de verdad, y organizar y dirigir el movimiento cultural hacia un objetivo de bienestar y de progreso? Cuál ha sido la labor de exten- sión universitaria? Oficialmente, nula. Como generosa iniciativa, como labor intelectual y de estudio, si señalaremos las conferencias que. desde hace años viene dando periódicamente la Sociedad Jurídico Literaria, brillante núcleo de la Capital: las (pie últimamente ha iniciado, con sen- tido eminentemente práctico, la Facultad de Ciencias de la Universidad Central: las dadas por algunos profesores de esta Universidad en la So- ciedad Olmedo y otros centros, y las que muy recientemente se han 114 pronunciado en la Asociación Escuela de Medicina y entre las cuales me complazco en señalar las de los inteligentes jóvenes estudiantes, don Adolfo Hidalgo Nevárez y don Gustavo Montero, sobre la herencia y so- bre la higiene sexual respectivamente, y por su entusiasta é ilustrado Presidente, el doctor Estrada Cuello, sobre morti-natahdad infantil, con- ferencias de difusión científica y de interés general, que bien merecían haber sido escuchadas por un auditorio más heterogéneo y numeroso que las dos ó tres docenas de estudiantes, ante quienes fueron dadas. Las conferencias de la Asociación Escuela de Derecho tienen, á mi ver, el de- fecto de ser más académicas, más estrechamente profesionales, más es- pecializadas: de desear sería que fuera de éstas, buenas para los estu- diantes, se dieran otras que pudieran ser oídas por el público en ge- neral. Yo no creo que la Universidad por su mismo espíritu, por el ca- rácter que hoy le reconocen todas las naciones cultas, deba retraerse del estudio de las cuestiones sociales que interesan al mundo civilizado y á nuestro pais en general, ni que se abstenga de ejercer una influen- cia preponderante en la marcha de las ideas por medio de la difusión de la alta cultura, poniéndola al alcance de todas las inteligencias. Por lo mismo que nuestro nivel medio cultural es tan bajo, una de las maneras de levantarlo sería el divulgar muchos conocimientos útiles y necesarios para la vida, que de otro modo no pueden llegar al gran público. Se- rá esta una labor, no de sembrador, sino de ''pioneer" que descuaja una selva: ¡la tupida y enmarañada selva de nuestra ignorancia y de nues- tros prejuicios! Es preciso que entre la Universidad y la Nación, la Nación y la Universidad, se establezca una mutua corriente de ideas y de simpatías nacidas del acercamiento entre una y otra. ¡Que no se le eche en cara el ser demasiado costosa al Erario, robando en provecho de amos pocos la cultura que muchos otros deberían disfrutar! Es verdad que este re- proche es tan injusto como banal. Como ha dicho el sociólogo Le Bon, lo que constituye la norma del grado de civilización de un pueblo, es esa élite de hombres di* talento superior y de cerebro cultivado que dirijen su marcha, impulsan el progreso y la cultura, y esa élite, ese núcleo es- cogido mientras mayor es y más elevada su cultura, mas arrastra al resto por el camino del progreso. Es, pues, necesario á los pueblos un grupo de hombres más cultos que la generalidad, si no quiere convertirse en un pueblo de hombres insignificantes ó mediocres. Ade- más, peso á sus defectos, las universidades sud-americanas lian sido el núcleo de la cultura en estos países, y sus doctores, un poco despecti- vamente mirados y un tanto ridiculizados allende el Atlántico, han re- presentado el mismo papel que los hidalgos en España: han sido fuerza y vida de la nación, porque han tenido más hondamente arraigado el sen- timiento tradicional y el de la nacionalidad. Destruir las universidades ó abandonarlas á sí mismas, sería debi- litar el alma nacional. Sin embargo, para quitar todo pretexto al repro- che. es menester que si cada educando de la Universidad, cuesta al pais Id que bastaría para instruir á cuarenta alumnos de una escuela primaria cada año. devuelva en forma de difusión y vulgarización de ideas elevadas, la. parte (pie toma de lo (pie podría dedicarse á luchar contra el analfabetismo De aquí la obligación moral de (pie la I Diver- sidad y sus elementos sean los mayores propagadores de la alta cultu- ra. De la intima relación que se estableciera entre la Universidad y 115 el país, resultaría que, conociendo éste mejor la labor de aquella, que apreciando el provecho que de ella obtendría, se sintiera contento y or- gulloso de poseer tales centros de educación y de cultura como los pue- blos pequeños, pero grandes por su civilización, como el pueblo suizo por ejemplo, que á los locales de sus escuelas y de sus universidades designa con el nombre de Palacios de la Nación; comprendería enton- ces, el orgullo de tener un valor espiritual, se honrarla y aprenderla á conocer lo que enaltece á un país el triunfo de sus hombres superiores y entonces si que ocuparía el puesto que le corresponde y el sitio que debe ocupar en la conciencia nacional y en el cariño y en el aprecio que los ecuatorianos tienen por sus instituciones. No son éstas vanas y fútiles digresiones, porque es en documentos públicos y por mandatarios de la Nación que se han hecho los reproches que he señalado á las universidades y esto prueba que. cristalizándose en esas palabras, está en la conciencia nacional la acusación que, con justicia ó sin ella se le ha hecho. Borrar con un presente y un futu- ro más laborioso y más consciente de su misión la despectiva opinión en que hoy se las tiene: sustituirla con una respetuosa consideración, quitar toda causa (pie pueda alejarla del aprecio público: tal debe ser la labor en que ha de emprenderse: no sólo por amor propio y por dig- nidad de clase, si no también por patriotismo y por solidaridad, porque enaltecerse á sí mismo es enaltecer á la Patria y trabajar por la gloria y la grandeza de la Nación. No porque un pueblo sea pequeño debe quedarse rezagado en el ca- mino del progreso que todos tienen que recorrer: y en el concierto de las na- ciones, bien puede un pueblo humilde por su población y extensión, presen- tarse orgulloso por los valores espirituales que posea y por el contingente que aporte al bienestar de la humanidad, á la civilización y á la cultura. Toca á la Universidad una gran parte en esa obra, para (pie sea, entro los organismos del Estado, lo que debe ser: el Universitas Bcholarum Magis- trorum de los clásicos antiguos. Ahora bien, tratándose de instituciones de un estado democrático, don- de no puede haber ciudadanos en situación privilegiada respecto de los de- más. si las necesidades do la dirección de los asuntos públicos exige la for- mación de una mesocracia como clase dirigente, es preciso (pie los ciudadanos que la forman compensen con una más grande suma de esfuerzos cu pro del bienestar común y con una mayor preocupación por todo lo <pie á los asuntos públicos ataño, la mayor protección que del Estado reciben y la situación privilegiada en que por ellas se colocan, allí donde la mejor supremacía es la del talento y e| saber. Otro error de la Universidad, por causa de su abs- tención de las cuestiones sociales, es el aislamiento en que ha vivido de las demás ramas de la enseñanza y de la escuela primaria en particular, tiran señora de linajuda estirpe, la Universidad ha mirado con desdén todo lo que a educación pública se relieve, como si entre el profesor universitario y el humilde maestro de escuela no hubiera relación alguna y como si la continuidad en la enseñanza, desde la primaria hasta la superior, no fie- ra una sola.. Jamás el mundo moderno, dice Giner de los Ríos, lia visto un movimiento como el actual en pró de la educación general de la juventud. En todas partes, el anterior generoso esfuerzo por la difusión de la mera enseñanza instructiva, donde comenzó sin duda aquel mo\ i- mient»', va quedando completamente atrás. A la vez, la dirección de to- da esa corriente tan poderosa parece (pie, por una especie de gravita- ción invencible, tiende á condensarse en la Universidad, como su órga- 116 no más autorizado y supremo. Ya es la preocupación por el ideal moral ó por la acción de la juventud en pró de ese ideal, ó por el bienestar natura], ó la difusión de la cultura, ó la solución de tantos y tantos problemas sociales de nuestro tiempo: ya el movimiento corporativo en- tre los estudiantes, ó su creciente intimidad con los maestros ó-su-con- siguiente participación en el gobierno de las escuelas: ya la protección y mejora de las condiciones de la vida, su salud, su higiene (v. gr. el problema del trabajo), el desarrollo de los juegos corporales, la purifica- ción de las diversiones y recreos. Por todas partes, se advierte esta so- licitud inusitada y vehemente por la educación y esa tendencia más ó menos rápida á poner su centro en las universidades. Verdad es que la escuela primaria participa de este movimiento educativo general, como nunca. En ciertos órdenes, hasta lo inicia y da el ejemplo. La campaña por la integridad de la acción escolar ha tenido ya por consecuencia ese interes por la educación física, por la salud, por las aulas, por el mobiliario, el material, el trabajo manual, la inspección módica, la higiene mental, los-juegos, las colonias, las escur- siones, los sanatorios, la sopa y la cantina, el vestido y calzado, los ba- ños, los patronatos morales ó para el socorro de los educandos, etc. La participación cada día más grande que el médico. el sociólogo, el psicó- logo, toman en la educación, la tendencia á iniciar en la escuela la lu- cha contra los peligros sociales, la necesidad de que los problemas edu- cativos sean estudiados por gentes de superior cultura, hacen (pie hoy en todos los pueblos civilizados, la Universidad no mire los problemas educativos con desdén, sino al contrario, con interés y cariño, haciendo solidarias de ella á sus hermanas menores las enseñanzas primaria y secundaria. Nada diremos de los pueblos de la Europa del Norte: pe- ro aún los de la Europa central se han ocupado de un modo preferente de esta cuestiones y su ejemplo ha sido seguido por las naciones (pie más avanzan en el camino del progreso. En la Universidad de París, son numerosas las cátedras que se ocultan de las cuestiones pedagógi- cas; la de Montevideo ha iniciado una verdadera campaña en este sen- tido: la Universidad Central del Plata publica unos archivos de Peda- gogía y Ciencias Sociales y ha creado una cátedra especial do esta materia y la Facultad de Filosofía y Letras de la de Lima se ha organiza- do para crear una escuela modelo y ocuparse especialmente en las cues- tiones de la enseñanza. Pero no solamente los estudios pedagógicos de las universidades se refieren á las cuestiones escolares sino (pie, com- prendiendo (pie la misión del profesor universitario exige una actitud y una preparación especiales, se ha creado cátedras (pie se ocupan espe- cialmente de preparar para la enseñanza á los aspirantes á las plazas de profesores de las universidades. Nosotros no podemos aspirar, dado el estado actual de nuestro desarrollo, á ir tan lejos: pero sí podríamos desear (pie estas cuestiones fueran miradas con mayor interés por nues- tros claustros universitarios. No creo que debo insistir acerca de estas cuestiones, porque la importancia de ellas no se escapa al ilustrado talento y al elevado cri- terio de todos los elementos cultos que forman el cuerpo universitario. Además, no vivimos, por fortuna, en un país de escitas, de beodos y de fenicios y por consiguiente, ni la grosería, ni la ignorancia, ni el interés serán vallas que se opongan á (pie nuestras universidades tomen el si- tio (pie Ies corresponde. Creo que es muy fácil la formación de una conciencia colectiva, de una idea corporativa dentro de ellas, por lo mis- 117 mo que ya núcleos avanzados de ideas lian comenzado un movimiento en este sentido y que lo que falta es dar cohesión y mayor impulso á ese movimiento, á lin de que en breve tiempo se gane el terreno (pie se lía perdido en largos años de inercia y de inacción. ¿Qué debe ha- cerse para llegar á tal resultado? Cuáles son los medios que se han de poner en práctica para alcanzar el fin propuesto? Puesto que he- mos estudiado los principales defectos de nuestra Universidad y las causas de su estado de decadencia, iremos enumerando los remedios que consideramos más eficaces para sacarle de ese estado. Es el primero: el tratar que la educación que actualmente se dá en sus aulas, en las carreras ya establecidas, sea lo más completa, ex- perimental y técnica posible, de tal modo que aquellas ciencias que exi- jan para su aprendizaje una enseñanza eminentemente objetiva y experi- mental, no sean dadas de una manera simplemente oral como hoy se acostumbra, sino que el alumno pueda comprobar todas y cada una de las verdades científicas que se le enuncian. Por consiguiente, urge la ad- quisición de un completo material de enseñanza, laboratorios y museos, anfiteatros, etc., (pie permitan que tal enseñanza sea dada en dicha forma. Segundo: la adaptación de la enseñanza universitaria hacia un fin común, conservando cada cual su orientación conforme á las necesi- dades y á los caracteres de las regiones en que están situadas, respe- tando, eso si, la tradición que cada una de ellas tenga, para no herir el sentimiento local, tan preponderante todavía entre nosotros y para no desarraigar viejos afectos (pie sirven de estímulo á las nuevas generacio- nes. Para esto es preciso sustituir en ciertas universidades unas carre- ras por otras (pie presten más servicios á la juventud, por cuanto ésta puede, por medio de ellas, armarse mejor parala lucha por la vida, den- tro de las condiciones de la región en que habita. Asi. en la Universi- dad de Cuenca por ejemplo, ciudad cuyo clima sano y agradable se pres- ta poco para la enseñanza de la clínica, tan necesaria y útil en la me- dicina, dado (4 escaso número de las enfermedades que el alumno puede observar, podría ser sustituida esta Facultad por escuelas superiores de Ingeniería y Agricultura, ya que el porvenir de esa región está en la mi- nería y en el cultivo del suelo: por el contrario, la Facultad de Derecho de esa Universidad, de fama notoria y de tradiciones, debe ser conservada. In- versamente en la Universidad del Guayas, esa Facultad puede ser suprimi- da y sustituida así mismo por Escuelas Superiores de Comercio, Agricultu- ra é Ingeniería. De este modo se llena el doble objeto de abrir nuevas ca- rreras á la juventud, evitando su aglomeración en una sola y los peligros que de ello se derivan y, además, se hace más técnica, aunque, como ha di- cho un ilustre pedagogo español , el término no esté del todo bien emplea- do al aplicarlo á la Enseñanza Superior, distinta de la de medicina y de la de derecho, ya que tan especialista es un abogado ó un módico como un tintorero ó un mecánico. La agrupación de estas escuelas especiales en la Universidad constituiría una Facultad de Ciencias, y más tarde, si otras necesidades se crearan, podrían ser sustituidas las antiguas enseñanzas, mas por el momento, tal como son dadas, antes causan más perjuicios que bien á la juventud y á causa de ello se ha acusado á la Universidad de au- mentar diariamente el proletariado intelectual y de levita. Tercero: procurar que la enseñanza sea integral en la medida de lo posible, y que al lado de las enseñanzas especiales propias de cada profe- sión, salgan los alumnos de la Universidad con una educación comple- 118 montaría general, que los capacite, no solamente para el desempeño do la profesión, sino para el do sus funciones de hombres y de ciudadanos. Quie- ro decir ésto, (pie la Universidad lia de atender al cultivo moral y físico de sus educandos y que ha de cuidar solícitamente de ellos, inculcándoles los principios en que se fundan una sana moral y un criterio filosófico ecléc- tico. Cuarto: procurar mantener las asignaturas al corriente de los progre- sos de la ciencia, conforme ésta vaya ensanchando el radio de su esfera de acción y creando otras nuevas, conforme á los progresos que realizare. Quinto: hacer que la cátedra sea un centro de discusión de ideas con el criterio más amplio y más imparcial posible, dejando al alumno en la libertad de juzgar de todas las opiniones científicas emitidas acerca de cualquiera asunto. Respecto á métodos di1 enseñanza, el señor doctor don Carlos M. Tobar Borgoño, ha publicado en la Revista de Educación un bien me- ditado artículo, titulado «La Reforma Universitaria» y por mi parte, al- go he dicho también de lo que pensaba al respecto en el capitulo sobre las universidades, ya publicado, de mi trabajo, todaUa en prensa, titu- lado El problema de la enseñanza en e] Ecuador» y á (dios me referiré respecto á lo que pienso sobre esta cuestión. Esto por lo que mira al lin docente de la Universidad, (pie por lo (pie dice relación á su papel como centro de investigación y de alta cultura, aún vamos á ocuparnos de cuestión tan importante, á pesar de que nada hemos dicho de la necesi- dad de estrechar los vínculos entre las diversas instituciones universita- rias, á lin de (pie todas juntas formen una sola con un ideal único, y que no hemos hablado del intercambio de profesores, de las frecuentes visitas de los alumnos, de los viajes de estudio de los profesores al ex- tranjero y de otros muchos asuntos, porque parecería larga y cansada es- ta digresión. En la Universidad, por lo (pie hace ¡i la parte científica pu- ramente especulativa, sus laboratorios deberían estar abiertos á todos aquellos (pie quisieran entregarse á investigaciones científicas y aún es- timular éstas por medio de premios, tal como la munificencia de dos ilustrados profesores permite (pie la Asociación Escuela de Medicina es- timule anualmente á sus socios y tal como en otras universidades que tienen donativos especiales para (dio, se observa como costumbre corrien- te. Y en lo (pie se refiere á las ciencias di* mera enunciación de ideas ó puramente ideológicas, no debiera concretarse á seguir la marcha de ellas en los países más adelantados, sino también procurar contribuir con un caudal propio al que diariamente aporta para bien do la humanidad, el pensamiento civilizado. Una y otra ramas del saber, debieran ante to- do, aplicarse á los problemas con los cuales se encuentran más directa- mente en relación, es decir, con aquellos (pie unís intimamente nos afec- tan y asi el módico (pie estudiara las enfermedades (pie más nos afligen, el químico que investigara la composición de nuestros vegetales útiles, el sociólogo que abordara los problemas cuya resolución es más urgen- te para nuestro país, harían mejor labor para el provecho de la Patria. De todos modos, es preciso (pie por éste y otros caminos, la Universidad viva siempre como un cerebro despierto y sea como aquellas universida- des de la Edad Media, el refugio del pensamiento y del estudio. Con este objeto, no sólo debieran limitarse á las cátedras oficiales, si no que sus aulas deberían estar abiertas á todo aquel que por afición ó por otra causa, quisiera enseñar algo, dejando que en ella dictaran sus cursos, profesores que no fueran de la plantilla oficial y aún solicitando 119 el concurso de todos los hombres de ciencia, literatos, artistas, intelectua- les, que quisieran exponer sus ideas y aumentar y ampliar el bagaje de los conocimientos de los alumnos, coadyuvando así á darles la educación complementaria de que hace un momento hablamos. Y como os necesario que el fruto de sus estudios é investigacio- nes se condense en leyes que procuren la mejora pública, ya que de su seno salen anualmente muchos de los miembros del Cuerpo Legislativo, podría proponer proyectos para el bien del país, asi como en la antigüe- dad París, Oxford y Salamanca, aconsejaban ¡i los reyes que les consul- taban acerca de las más arduas y difíciles cuestiones del Estado y tenían representación propia en el Parlamento. De esta manera, la Universidad vendría á tener el carácter de un cuerpo directivo, no indirectamente como hoy, por medio de los gradua- dos en ella, (pie forman la mayoría de nuestros congresos, sino directa- mente, porque de su seno saldrían las leyes que rigieran al país. Podría argumentarse (pie esto pudiera dar lugar á (pie la Universidad tomara un carácter sectario, inmiscuyéndose en las luchas partidaristas: pero no es en las cuestiones políticas de las banderías en las que la Universidad debería tomar parte, al contrario, su papel sería huir de (días mantenién- dose en una atmósfera mucho más seria y elevada y tomando en cuen- ta solamente las que se refieran á los intereses generales del país, las (pie tuvieran relación con la vida misma del Estado, que, como ha dicho un escritor, es cosa bien distinta del Gobierno que puede ser liberal, conservador ó radical, monárquico ó republicano, en tanto (pie el Estado es siempre la agrupación de los ciudadanos de todas creencias que for- man la nación. Manteniéndose en este temperamento se haría superior á las pasiones é intransigencias. Y vamos al tercer medio que la Universidad debe poner en prác- tica, para Henar los altos fines á que está llamada. Me refiero á la ex- tensión universitaria, la manera más práctica le ponerse en contacto intimo con el país, de conocer sus necesidades y al mismo tiempo, de ejercer mayor influencia en la cultura, difundiéndola y llevándola á to- dos los corazones y á todos los cerebros, aún á los di' los más humil- des, despertando en todas partes ideas de bienestar, de paz y de pro- greso y sembrando la fructífera semilla del bien con una preparación y una amplitud de criterio como ella sólo puede tenerla. Pero cuál de los medios de extensión universitaria se habrá de escoger? El de las colo- nias uni\ersitarias inglesas, de las (pie Toinbee-Hall es el modelo? Del de las universidades populares francesas y de sus conferencias de vul- garización científica? O el de la enseñanza profesional americana ó el de las escindas técnicas de Alemania? Que se habrá de buscar, perfeccionar la educación técnica de un grupo determinado, cultivar el sentido moral di1 una clase dada, exten- der los conocimientos universitarios hasta á aquellos á quienes no pue- den llegar por su falta di1 recursos ó por sus ocupaciones, ó establecer una corriente de cultura general (pie suavizando muchas asperezas de la vida, lleve por medio de las nociones de Ciencias, de Arte, de Litera- tura, de Filosofía, (pie se les inculque un poco de bienestar por el cul- tivo de las facultades intelectuales y por el olvido de las bajas pasio- nes, al contacto de los suaves y puros goces que procura un momento de charla amena é instructiva. Es indudable que nuestros recursos no al- canzarían para poder hacer la extensión universitaria en la forma en que se hace en los países sajones, ni nuestra constitución social se pres- 120 tarín á (41o. Un brillante ensayo de esta forma de extensión en la cul- tura superior, bella y provechosa idea que ojalá fuera llevada á la prác- tica. seria el instituto de cultura, que con el nombre de Instituto Obre- ro, proyecta croar en esta ciudad el Concejo Cantonal, y (pie participa á la vez de las colonias universitarias inglesas y de las escuelas técnicas alemanas: hacemos votos porque pronto veamos realizado tan benéfico proyecto. Pero las universidades, como ya decíamos, no están en condi- ciones de crear esta clase de centros y su labor se ha de reducir á lo que sus recursos y su organización actval les permitan, es decir, á la or- ganización do cursos y conferencias dados fuera del local de la Univer- sidad, yendo los conferencistas á los centros mismos en donde interesa que su palabra sea escuchada y sus ideas difundidas, á las numerosas sociedades obreras (pie funcionan en esta ciudad y en otras capitales y en las (pie los oradores pusieran al alcance del público en general y de los diversos núcleos del público, las cuestiones generales ó especiales que más los interesaran. Pero ésto debo hacerse como obra universita- ria, es decir, (-orno acción oficial de la Universidad, pues hasta aquí lo que de extensión universitaria se ha hecho por profesores universitarios, ha sido solamente una labor independiente de las funcione* oficiales de tal. Para esto, una comisión, especialmente nombrada por el claustro de profesores, debería organizar sistemáticamente cada año estos cursos, no sólo con el concurso de los profesores, sino con el de los ingenieros, lite- ratos, artistas, médicos, abogados, comerciantes. industriales y agriculto- res (pie (pusieran cooperar á esta obra y que tuvieran algo (pie enseñar, algo ([lie decir á un público más ó menos numeroso. Si la conferencia no sirve para enseñar, se presta en cambio admirablemente para la edu- cación do las masas, habituándolas á la costumbre de la reunión, á la del comicio, provocando la cohesión de diversos elementos y la comunidad de ideas entro distintas clases sociales, labor democrática y democrati- zante muy apropiada á la constitución social de nuestros países. La con- ferencia permitirla formar el criterio público y guiar la conciencia popu- lar acerca de muchas cuestiones de que, por su ignorancia, no puede dar- se cuenta y en los que, guiado sólo por ('1 instinto, se deja llevar mu- chas veces al error y á los prejuicios. La lucha contra la tuberculosis y el alcoholismo. grandes peligros sociales que nos amenazan, se haría así mucho unís fácilmente. La in- culcación de los principios de higiene general encontrarla una forma ha- cedera de llevarse á cabo y la extensión de la cultura general, los nue- vos estímulos que despertaría en los cerebros, traería por consecuencia, la necesidad de la escuela y por consiguiente, la preocupación de todos los ciudadanos por las cuestiones de la enseñanza. Por ende, la Universidad llenando su doctrina de universaliza- ción de conocimientos, trabajaría por la escuela primaria y no sólo difundiría su alta cultura, sino que lucharía así contra el analfabe- tismo. Para que se vea lo que puede este sistema de difusión, señalaré lo que á propósito dice sobre las conferencias que en París sedan, el profe- sor Llorca y García: «A principios de Mayo leí en un periódico que el Grupo Obrero Neo-Maltusien, daría una conferencia por la noche á las ocho y media, á cargo del camarada Clement, sobre «La educación racio- nal del niño y sus aplicaciones prácticas inmediatas», en la sucursal de La Igualitaria, 42, calle de Flande. Fui allá. Di, no sin trabajo, con el lugar de la cita, una taberna en 121 el fondo de un patio y una sala en e] fondo de la taberna. Alrededor de la sala, una lila de barricas y en el centro varias mesas y hasta una docena de personas de ambos sexos. El conferenciante no tardó en presentarse, con su cartera negra ba- jo el brazo, repleta de libros y papeles. Ocupó una mesa en el extremo de la sala, desplegó su cartera y habló del medio social en que el niño vi- ve y de los métodos en uso en las escuelas. Su crítica, aunque exagera- da. tenía un gran fondo de verdad. Los parroquianos de la taberna, y hasta (4 tabernero, habían acudido á oír la conferencia. Un médico establecido en el barrio le hizo observa- ciones de carácter práctico, intervinieron otros oyentes y se generalizó la discusión. Y resultaba sumamente curiosa aquella discusión sobre uno de los puntos que hoy preocupan más á los pensadores de todo el mun- do, sostenida por los contertulios de una taberna de ínfimo orden de París». ¡Verdad (pie es un hermoso espectáculo éste de que los parroquianos de una taberna, en vez de pasar bebiendo y jugando, discutan asuntos ante los cuales un político ó un intelectual de los nuestros, se encogería de hombros ó se quedaría callado por no tener que decir! Aquí, donde las diversiones populares hacen falta casi por completo, donde todo arrasta al obrero á la taberna, no sería éste un medio para hacer que ocupara util- mente sus ratos de ocio? - Y si el Instituto Obrero Municipal llegara á crearse, realizando és- te el tipo de una Universidad Popular, no deberla ser desdeñado por la Universidad, sino al contrario, sus profesores deberían dictar cursos y conferencias en él y visitarlo frecuentemente como una obra de extensión universitaria, tan buena como benéfica. No dudo que se tropezaría con algunas dificultades, tanto por desconocimiento del medio, cuanto por la incultura de éste; se hallaría quizá la indiferencia y el olvido como pago, pero habría que perseverar en la obra con fe y entusiasmo, teniendo conlianza en la bondad del in- tento y en el triunfo final al romperse la costra de la ignorancia que nos envuelve. De la obra de la Cooperación de las Ideas, fundada por Duher- me se cuenta que hubo noche que el conferencista sólo tuvo un audi- torio compuesto de dos personas. Además, el aplauso con que el pú- blico acoge todo acto de cultura que signifique un progreso, nos dice que el terreno no está tan falto de abono como parece. El éxito del Primer Congreso Médico nos lo está demostrando y el esfuerzo hecho por nuestros profesionales, demuestra (pie no les falta cultura que difun- dir y propagar. No será tampoco pedir demasiado á los profesores uni- versitarios, ni exigirles un trabajo mental recargado y no remunerado, porque la preparación de dos ó tres conferencias anuales de vulgari- zación científica que hiciera cada uno, no les exigiría demasiado tiempo ni fatiga. Las largas vacaciones (pie mítchos de ellos toman durante la época de las lluvias, podría ser empleada útilmente de esta ma- nera. La obra de la extensión universitaria que, por lo demás, podría ser realizada por profesores y alumnos, sería la mejor ofrenda que el patriotismo de unos y otros pudiera hacer á nuestro país y uno de los medios más rápidos de cambiar su mentalidad actual. ¿Qué hace falta para que sea llevada á cabo? Un poco de entu- siasmo, de fé y de constancia, pues las demás condiciones las tiene 122 nuestro profesorado; no le faltan ni el talento, ni la ilustración, ni el desinterés. No están en él un Julián Coronel, maestro ilustre de tan- tas generaciones, que tiene el afecto filial de todos sus alumnos! ¡No está allí un Honorato Vasquez, insigne Biólogo, el amigo de Menéndez Pidal, de Altamira, de Posada y Gíner de los Ríos, los más insignes pensadores é intelectuales españoles! No se hallan tantos y tantos jó- venes profesores, cuyo talento y energía pueden ser útilmente aprove- chados en esta labor concéntrica y excéntrica de asimilación y difusión de ideas y conocimientos! Yo tengo plena íé en ella, yo creo sincera- mente que el ejemplo dado por la Facultad de Ciencias de Quito puede ser fácilmente imitado por todas las universidades, y que este acto ini- cial puede sin grandes obstáculos ser seguido por una corriente podero- sa en favor do la educación universitaria. La obra en su misma gran- deza es simple, completar y llenar los vacíos que actualmente se notan en la enseñanza, dejar su papel puramente docente, y convertirse en centro de investigación y di* pensamiento, hacerse solidarias de la vida del país, en vez de ser organismos indiferentes ó muertos y hacer exten- siva su cultura, tanto como sea posible, á todas las clases, he allí en lo que consistiría. Estas líneas no tienen la pretensión de ser un programa, pues yo carecería de autoridad para dictarlo: son la expresión de un sincero vo- to, de un ideal que quisiera ver realizado en bien del engrandecimiento patrio y de la civilización del suelo en el cual hemos nacido. Colocado en condiciones excepcionales, en un terreno neutral, he creído poder de- cir la verdad, sin reticencias, porque urge su expresión: pero la expresión de la verdad suele no ser agradable. Cuando se concurre á un acto de esta naturaleza, no es por cierto á oír cosas desagradables: más yo acu- do á vuestra benevolencia para pediros disculpa, si de ella he abusado. En todo caso, tened en cuenta que, estando en un centro de cultura, siempre es éste lugar apropiado para romper una lanza en favor de la cultura. Os agradezco la atención que me habéis dispensado y os pido unáis vuestros votos y vuestros esfuerzos en favor de la idea que os he expuesto, si ella merece vuestra acogida. Salud. Asamblea general DEL DIA 13 DE OCTUBRE DE 1915 A las 10 a. m. la instaló el señor Presidente Dr. Carlos Gar- cía Drouet, en el salón de honor del Colegio Nacional «Vicente Ro- cafuerte», con asistencia del Vicepresidente, doctor Miguel II. Alcí- var; Tesorero, doctor José M. Estrada Coello y de los infrascritos Se- cretarios. Ocupó la Presidencia de Honor el señor doctor Emilio G. Roca, Decano de la Facultad de Medicina de Guayaquil y concurrie- ron los doctores: Coronel, Becerra, Huerta B., Miño, Rosales, Galle- gos Anda, Ordóñez, Navarrete, Hidalgo G. Eduardo, Aráus, Cubillo, Rigail, Heinert, Díaz Cueva, Andrade F. J., Jalón, Chiriboga, Martí- nez Aguirre, Rubira, Arteta, Villamar, de la Torre, Gilbert, Arzube J. B., Pareja, Payeze, Rolando L. T., Martínez Serrano, Noboa, Cor- nejo Campuzano, Castro, Lazo, Cortés García, Cabrera, Negrete G., Albuja, Luis Negrete, Ampuero, Parker, Greenwood, Huerta Pedro J., Gómez Soto, Valenzuela, Peñaherrera, López Lascano Carlos, de Roux, Boloña, Francisco, González H., Orellana, Ortega, Cevallos, Leoro, Sánchez, Rubio, Varea Quevedo, Rivera, Rolando C., Fuentes, Coello, Falconí, Ledo. Larrea, señores Campos R., Viteri Lafronte, Martínez Luis, y un gran número de estudiantes universitarios. Se leyó por Secretaría un telegrama del doctor Juan H. Estoves y otro del Jefe Político de Latacunga, felicitando al Congreso Médi- co por su instalación. Se dió lectura á un oficio de la 5a. Sección del Con- greso, pidiendo que se dé la mayor publicidad posible á los trabajos del doctor Roberto Levi presentados á esa Sección, por considerarlos de utilidad práctica. 124 El doctor José Darío Moral ocupó la tribuna y desarrolló su conferencia sobre: La disentería en la región fluvial del Ecuador POR EL DR, JOSE DARIO MORAL Prof. sustituto de la Facultad de Medicina de Guayaquil, Director del Laboratorio Químico-Bacteririológico del Hospital General Llevados por nuestro afán de investigación y de análisis, constante- mente guiados é instruidos por el doctor Espinosa Tamayo, (pie desde en- tonces nos prodigaba ya la luz de sus sabios consejos de Maestro á la par que las delicadas atenciones de su distinguida amistad, desde el comienzo de. nuestros estudios médicos nos llamó mucho la atención en nuestros hos- pitales, el grupo de infecciones del tubo digestivo designadas con el nom- bre general de «disenterías»,al oue se agregaba, al extremo de confundirse, el de las llamadas «enteritis y gastroenteritis», en los adultos. Atacaban casi siempre á la población de las provincias do nuestra región fluvial, es decir, á los agricultores ricos y pobres, generalmente. Por entonces, los estudios generales do Bacteriología, Hematología, Histología Normal y Pa- tológica absorvían toda nuestra atención en el naciente Laboratorio del Hospital General, donde no se hacía aún ninguna observación sobre las he- ces de los enfermos. Cuatro ó cinco años después, en 1911, con motivo de nuestro viaje á Venezuela, al Congreso de estudiantes de Caracas, tanto en los trabajos presentados en la sección (hern ias Médicas, por estudiantes de Colombia y Venezuela, como en la práctica corriente de los laboratorios de Caracas, San Juan de Puerto Rico y la Habana, que pude visitar, en- contramos muchas enseñanzas respecto al grupo numeroso de enfermeda- dades que podía aclarar el examen microscópico de las heces: y, al regre- sar, comenzamos una serie de trabajos al respecto, no terminados aún, que hoy vamos á tener el honor de presentar á la docta consideración del Primer Congreso Médico Ecuatoriano, siquiera en la forma no definitiva en que se encuentran. El hecho de haber tenido oportunidad de visitar du- rante el. curso de estos estudios, ya particularmente, ya con delegacio- nes de higiene, de la Dirección de Sanidad, las provincias de Esmeraldas, Manabí, El Oro y Los Ríos, nos permiten generalizar las conclusiones que hemos adoptado para toda la región fluvial del Ecuador. Además, desea- mos explicar que, al lado de las verdaderas disenterías bacilar y amibiana, ya bien conocidas y estudiadas, trataremos en nuestro trabajo de todo ese Mesa Directiva del Congreso Médico-Sesión solemne del día 13 De izquierda á derecha,-Dres. J. R. Boloña-L. Izquieta Pérez-Miguel H. Alcívar-Julián Coronel- (Jarlos García Drouet-F. J. Martínez Aguirre-Mariano Peñaherrera-José M. Estrada Coello 125 numeroso grupo de enteritis tropicales que algunas veces no alcanzan á presentar el verdadero síndrome disentérico, por lo cual se tiende hoy á designarlas, de una manera general, con el término nuevo de «Disen- terismos». Parece que desde muy antiguo nuestros médicos conocían bien la di- sentería crónica de los países tropicales, después calificada con el nombre general de «amibiana». Esta entidad patológica era una pandemia dé Tos agricultores, sus familias y sus peones, pero se nos cuenta que de vez en cuando aparecía en forma epidémica, arreciando en los campos y pasando á las ciudades, donde hubo épocas de señalada mortalidad por esta causa. Este hecho nos manifiesta que, al lado de las disenterías ó disenterismos á protozoarios, ha existido hace muchos años entre nosotros la disentería cla- sificada, después como «bacilar» y entonces llamada solamente infecciosa ó epidémica, por su tendencia á la gravedad y á la gran difusión, caracte- res que nunca toma la disentería amibiana. Pero nada hemos sabido que se haya publicado al respecto, ni hecho ningún estudio microscópico de las heces de los atacados. Es en 1898 cuando aparecen en nuestra prensa médica las primeras observaciones clínicas, sobre disenterías: y es er el seno de la Asociación Escuela de Medicina de Guayaquil, en esa fecunda propagadora del progre- so médico nacional, donde se pronunciaron las primeras palabras de inves- tigación científica en este asunto tan importante. En efecto, en el tercer número del Boletín de Medicina y Cirujía, órgano de la Asociación, leemos una nota firmada con las iniciales A. J. V., tras las que modestamente se ocultaba un estudiante, que es hoy el distinguido Profesor de Patología In- terna y General de la Universidad, doctor Alfredo J. Valenzuela, titulada: La epidemia de Balao, que reproducimos á continuación, por ser de gran interés para este trabajo: < La epidemia de Balao».-Alarmantes son las noticias que al res- pecto han circulado en la cuidad: hablábase del tifus-malaria, afección muy rara en este clima y que no tiene nada de común con la que ha aflir jido al pueblo de Balao y las haciendas comarcanas. Se trata de una entcitis infecciosa que trataremos de describir, no sin advertir previamente, que nuestra descripción, como todas las descrip- ciones clínicas, no puede aplicarse á todos los casos, pues cada síntoma va-, ría de intensidad de un enfermo á otro. • : Al principio algunos enfermos acusan dolores abdominales indistin- tamente localizados ó bien limitados á la fosa iliaca izquierda. Estos do- lores se suceden á intervalos cada vez más cortos, hasta que, por último, son acompañados de diarrea, que poco á poco toma un carácter sanguinolento, llegando á ser de sangre pura, en la que flotan partículas de una sustancia flemosa que parecen esputos. En algunas ocasiones se encuentran tro- zos de membranas ó bien, una sustancia filamentosa estriada como raspa- dura de tripa, que, siendo algo densa, se adhiere un tanto al fondo del vaso, de modo que, para distinguirla bien, es necesario ponerla al descu- bierto imprimiendo á la vasija que la contiene movimientos adecuados. Otros individuos son bruscamente atacados, y desde los primeros mo- mentos las deposiciones son sanguinolentas, precedidas de intensos do- lores y acompañadas de materias escrementicias sólidas, numerosas y de pequeñas dimensiones, presentando algunas semejanzas con los hue- sos de las aceitunas pequeñas y que parecen indicar una constipación anterior, 126 La lengua está, ya saburrosa, ya por el contrario está roja, seca y co- mo descamada. Las paredes abdominales están flácidas, lo cual facilita la explora- ción, notándose algo así como si la relajación no estuviera limitada á las paredes del abdomen, sino que también hubiera interesado los órganos contenidos en él; lo que unido á la amiostenia que en estos casos es muy marcada, da al paciente un aspecto comatoso. En ese estado han falle- cido un gran número de personas en medio de una enterorragia abun- dantísima. * Otras veces, por el contrario, las paredes abdominales están disten- didas y el meteorismo es muy marcado. En estos casos hay generalmen- te náuseas y vómitos, y aunque muy raramente, también se encuentra el hipo. La mucosa bucal está inflamada, con frecuencia se ven las aftas. El ano está fuertemente irritado, sangra fácilmente y suele ser el asiento de pequeñas erosiones, que, con frecuencia, afectan la forma de puntitos blancos, del tamaño de la cabeza de un alfiler, muy adherentes y de bor- des muy netos, de tal modo que, aún cuando están bastante inmediatos unos de otros, no tienen tendencia á fusionarse. Al desaparecer dejau en su lugar ulceraciones muy dolorosas. Probablemente deben ser producidos por la vegetación de alguna especie criptogámica distinta del muguet. La falta de apetito es constante y la sed aunque no es un síntoma común, también fastidia mucho en determinadas ocasiones. Inútil es decir que el tenesmo rectal, el enflaquecimiento rápido y los demás síntomas comunes á todas las entero-colitis, no sólo no faltan, sino que comunmente están muy marcados. Desde los primeros momentos, el decaimiento del ánimo y la perdida de las fuerzas es notable, á lo cual contribuye en gran parte el miedo que se tiene á la enfermedad. La temperatura generalmente no sufre modificación alguna, aunque en ciertos casos presenta modificaciones variadísimas y dignas de estudio. Así por ejemplo, hay ocasiones en que la fiebre tiene una forma remitente con exacerbaciones vespertinas y en otras adopta una forma intermitente muy rebelde. No son raros los casos en que las extremidades están hipo- térmicas, al paso que la temperatura rectal está muy elevada. El pulso es igualmente variable: ya está duro y frecuente, ya lento y de- presible. Es de notar que en los individuos de temperamento nervioso, es mu- cho más temible esta enfermedad, tanto porque en ellos toma un carácter más alarmante con desarreglos vasomotores y cardiacos y un malestar extremadamente penoso, tanto porque tiende á hacerse crónica con alter- nativas de constipación y de diarrea, presentando así, en estos casos, los caracteres de entero-colitis muco-membranosa. Dejamos cumplido el deber de tratar este asunto de tanta impor- tancia y sentimos que la falta de observaciones anátomo-patológicas y bacteriológicas, no nos hayan permitido hacerlo á nuestra satis- facción.» En el N° 4 del mismo Boletín encontramos otra nota titulada: Más sohre la Epidemia de Balao», en la cual el inteligente articulista se dedi- caba á recomendar medidas profilácticas contra la epidemia. Del estudi o de estas importantes observaciones deducimos que la famosa epidemia fue de disentería bacilar y que se hizo mucho por la patología nacional con 127 dar una descripción tan acertada de ella, ya que, por entonces, repetímos, los trabajos sobre los bacilos del grupo disentérico estaban sólo en sus co- mienzos. En Mayo de 1899, el doctor Juan T. Pazmiño B., por entonces tam- bién estudiante y Presidente de la Asociación, sostuvo una conferencia so- bre: La enteritis infecciosa epidémica de Balao» y en Agosto 12, el doctor Alejandro Villaníar disertó sobre: «Indicaciones y contra indicaciones de la ipecacuana en la disentería»; estos trabajos fueron con justicia muy elo- giados, pero, desgraciadamente, no se publicaron debido á la gran modestia de sus autores, privándonos hoy de conocer sus conclusiones que nos hu- bieran sido tan útiles para estos datos históricos de la cuestión. Indudablemente que estos estudios clínicos y terapéuticos de la di- sentería signilicaban notable espirito de observación científica, y su falta de constataciones bacteriológicas se disculpa porque, por entonces, entre nosotros no se había desarrollado, como hoy, la afición en el médico á los estudios microscópicos. Sólo clínicamente se distinguía, por entonces, no aisladas todavía en el cuadro nosológico, las dos entidades morbosas de la disentería cróni- ca y benigna, bastante común en nuestros campos, algunos casos graves y rápidamente fatales con signos toxi-infecciosos alarmantes, que de vez en cuando se notaban en nuestros hospitales y que se tomaban como casos graves de la disentería corriente, ó como una enteritis maligna especial, y así es frecuente leer en las pocas estadísticas que se conservan de años an- teriores, que, junto á la morbilidad por «disentería» se menciona también numerosos casos de «enteritis» en los adultos. En los primeros días de Noviembre de 1913, cuando estábamos es- tudiando en el Laboratorio del Hospital General las afecciones parasitarias del tubo digestivo, especialmente los disenterismos á protozoarios, sé pre- sentaron en la ciudad algunos casos de una «enteritis» que rápidamente empezaba á difundirse, saltando de un barrio á otro, sin regularidad de ninguna naturaleza. Inmediatamente, el doctor León Becerra, Director de Sanidad, pasó una circular al Cuerpo Médico pidiéndole denunciara los casos que existían á fin de tomar medidas profilácticas y poco después me confió el estudio bacteriológico de la nueva epidemia. Ya hablamos empe- zado á estudiar el asunto, y nuestros primeros trabajos se dirigieron á bus- car protozoarios en las heces de los atacados, habiendo obtenido resultado negativo. Seis días después, pudimos asegurar á la Dirección de Sanidad, basados en un estudio bacteriológico completo, que la nueva epidemia era de disentería bacilar, y al siguiente mes, el trabajo detallado fué sometido á la consideración de la Sociedad Médico Quirúrgica, la que aprobó sus conclusiones. Desde entonces hemos continuado el estudio de las disente- rías en varias provincias de nuestra región lluvial, y es un aspecto general de esta cuestión, la que nos proponemos presentar ante el Honorable Con- greso Médico Ecuatoriano, esperando que los numerosos errores y omisio- nes de este insignificante trabajo sean acogidos con benevolencia, en aten- ción á la poca pericia del autor y porque aún tiene numerosos claros que llenar la serie de experimentaciones inaugurada. DEMOGRAFIA Tomando como base para el estudio demográfico de las disenterías, diarreas y enteritis, solo las estadísticas de Guayaquil en los años de 1913 y 14, podremos hacer algunas comparaciones interesantes y damos una 128 idea de la frecuencia de estas enfermedades infecciosas del tubo digestivo y de la importancia que tienen por el número de víctimas anuales que cau- san, debiendo tomar en cuenta que si él no es despreciable en una ciudad que cuenta con los mejores recursos para la asistencia de enfermos, será mucho más considerable en las haciendas y en las poblaciones pequeñas, donde la morbilidad y la mortalidad son mayores, por las malas condi- ciones higiénicas y la asistencia médica nula ó poco eficaz. Así, durante los diez primeros meses de 1913, notamos que la mor- talidad por disentería en Guayaquil, fluctúa entre 2 y 15 defunciones al mes, elevándose á esta última cifra en Agosto, para decrecer en Setiembre y Octubre y aumentar súbitamente en Noviembre hasta el número de 27, llegando en Diciembre á la cifra alarmante de 55. En 1914 obtiénese la cifra máxima de la epidemia en el mes de Marzo, cuando hubo 63 defun- ciones, para fluctuar después entre 30 y 12 todos los meses restantes del año. A estas cifras hay que agregar lo menos un 15 0 ° de las defunciones de niños de 0 á 2 años por disentería, clasiíicadas impropiamente, en el Bo- letín, por «enteritis». En este mismo año la disentería bacilar atacó al ejército que hacía la campaña en Esmeraldas y sus alrededores, siendo la excepción el mili- tar que se libró de ella. En 1913 la disentería ocupó el sexto lugar en el cuadro demográfico con 152 defunciones, correspondiendo el primero á la tuberculosis, el se- gundo á las «diarreas» y «enteritis» sin clasificar, el tercero y cuarto al paludismo j á la peste y el quinto á la fiebre amarilla. En 1914 la disentería alcanza el tercer puesto, con 386 defunciones, después de la tuberculosis y de las «diarreas y enteritis», que conservan firme su segundo rango. Descontando los casos de defunciones por gastro-enteritis coleriforme infantil que puede concederse en este grupo durante los meses de la esta- ción lluviosa, casi la totalidad de las 186 defunciones clasificadas como en- teritis y diarreas de Junio á Noviembre de este año, correspondería á di- senterías, especialmente de la forma bacilar, con lo cual la mortalidad de este año llegaría 'á la respetable cifra de 572 defunciones en el año, por disenterías, cifra que hubiera ocupado, sin disputa, el primer lugar. En el año de 1915 tas disenterías están causando relativamente po- cas defunciones, quizás un número comparable con el año de 1913. Habiendo sido la morbilidad muy considerable y habiendo abundado en la epidemia los casos de pequeña ó ninguna gravedad, hay ahora un fuerte tanto por ciento de habitantes que habrán quedado siquiera tempo- ralmente inmunes, y de allí la disminución de los casos. Coincide esto también con la disminución de la cantidad de moscas, que en 1914, cuan- do el desarrollo de la epidemia, lúe abundante. De paso haremos notar que, en el primer semestre de 1914, cuando en Guayaquil llegaba á su máximun de propagación, la disentería alcanzó en Quito el quinto lugar en la mortalidad total. EXAMEN MICROSCOPICO DELAS HECES Si hay algún grupo de enfermedades que más necesite para su diag- nóstico cierto y concluyente, recirrir al auxilio del microscopio, este grupo es el de las alecciones parasitarias del tuvo digestivo. Afectando todas ellas el síndrome de la disentería ó de los disenterismos, y siendo ambos 129 tan cercanos y siendo tan fácil convertirse una forma en otra durante la marcha de cada afección, sólo la investigación minuciosa de la causa conforme la técnica microscópica, nos puede dar la clavo segura del diag- nóstico: «En nuestros dias, dice el Profesor venezolano doctor Ascanio Rodríguez en un trabajo sobre «Disenterisinos en el valle de Caracas», publicado últimamente en la importante revista «Vargas»; en nuestros dias no puede encomendarse el diagnóstico preciso y, por ende, causal, de un trastorno intestinal, á la sensibilidad más ó menos embotada de las pulpas digitales que percuten y exploran á travez de las paredes del abdomen: y no podría invocarse, científicamente, que al examen ma- nual del enfermo se une la sensibilidad más ó menos exquisita del indi- viduo para localizar las zonas dolorosos que existen en alturas variables del conducto intestinal. Con menor razón se podrá, en la hora actual, precisar, por el simple examen clínico, la naturaleza de un trastorno digestivo, á cuyo establecimiento concurren fenómenos de orden quími- co, factores conocidos de orden parasitológico, y causas, quizás descono- cidas, de otro orden, como sucede y es la regla en las llamadas enteri- tis de nuestra zona.» En efecto, es necesario convenir en que el práctico más experi- mentado se puede equivocar á cada rato en el diagnóstico clínico de las enteritis y que su llamada de auxilio al microscopio no debe conside- rarla como una muestra de insuficiencia de conocimientos, ni así debe creerla la clientela, pues el microscopio es un aparato de observación tan lógico en este caso, como el termómetro para averiguar las pirexias y el oscilómetro y esfigmomanómetro para medir la presión arterial. ¿Acaso se avergüenza el oculista de no poder precisar los vicios de re- fracción sin el auxilio de sus aparatos, ni el oto-rino-laringologista de ha- cer sus diagnósticos con el auxilio de los suyos? Así, el médico prácti- co debe procurar mantener alianza estrecha con el microscopio, mane- jándolo continuamente y con fé ó sabiendo solicitar á tiempo su eficaz ayuda. El examen microscópico de las heces debe ser el primer recurso para el práctico en el diagnóstico de las afecciones del tubo digestivo y sus anexos, especialmente en los países cálidos donde tan abundante es esta patología. Su técnica es sencilla cuando se trata de buscar protozoarios ó huevos de parásitos, pues basta entonces el examen di- recto, en fresco, que es cosa de pocos minutos. Para investigar bacte- rias se necesita recurrir al método, más largo y delicado, de los culti- vos y el aislamiento de los gérmenes, según la técnica bacteriológica. Estos procedimientos están muy bien descritos en una larga lista de obras generales y de manuales prácticos y no insistiremos en ellos por- que sería una cansada repetición; sólo nos permitiremos recomendar que, antes de hacer afirmaciones útiles para el tratamiento, los nuevos ob- ser\adores se ejerciten algún tiempo bajo una dirección experimentada; porque, en un campo Heno de tan variados elementos microscópicos co- mo las heces, las equivocaciones al comienzo son muy frecuentes y pue- den convertirse en peligrosas. DISENTERIA BACILAR Se llama «bacilar,» la disenteria producida por la localización en las últimas porciones del tubo digestivo, de un germen microscópico es- pecífico, perteneciente á alguna de las razas bacilares descritas por Shiga, Kruse y Flexner; este bacilo se encuentra de preferencia en el 130 intestino grueso y de allí pasa á los ganglios linfáticos abdominales, sin infectar la sangre ni los demás órganos, y obrando en el sitio por los trastornos inflamatorios que produce, y á distancia sobre el sistema nervioso, por medio de sus toxinas, muy fácilmente difusibles. La introducción del bacilo al organismo se verifica con frecuen- cia por el agua contaminada ó por los demás alimentos, especialmente las frutas que pueden estar sucias de detritus de terrenos infectados ó que han sido contaminadas por las manos sucias de los portadores cró- nicos del bacilo. El terreno infectado por las deyecciones de los enfer- mos, puede abrigar cultivos virulentos durante mucho tiempo y éstos pasar á travez de los intersticios de las cañerías de agua potable, cuan- do están picadas, produciéndose así los primeros casos de origen pura- mente hidrico. Luego las moscas tienen un importantísimo papel en di- fundir la epidemia en todas partes, posándose sobre las ropas ó las de- yecciones de los enfermos y llevando en sus patas millares de micro- bios que los depositan sobre cualquier objeto, alimentos especialmente, donde se detengan. La infección se manifiesta en muy diversa forma de gravedad, en relación con la virulencia del germen, la receptibilidad de cada indivi- duo; desde una simple y pasajera forma, semejando una indigestión, hasta la coleriforme y fulminante, que mata en pocas horas y la gan- grenosa que desorganizando totalmente la mucosa intestinal, hace ter- minar al enfermo por perforación, hemorragia ó toxi-infección pro- funda. En los casos terminados por curación sin el auxilio de la serote- rapia especifica, el microbio no desaparece de las deposiciones, de mane- ra que estas continúan siendo durante mucho tiempo muy peligrosas, pues los portadores crónicos de bacilos forman uno de los elementos más no- tables para la difusión de la enfermedad. El periodo de incubación es muy corto, debido á que el bacilo se desarrolla rápida y abundantemente en las condiciones biológicas óp- timas que le presenta el tubo digestivo, y la enfermedad entra en el período agudo repentinamente, sin pródromos de ninguna naturaleza, algunas veces sólo después de ocho ó diez horas de haberse tomado la infección, al principio de las epidemias, cuando el microbio obtiene su máximun de virulencia. Me ha llamado la atención la rapidez con que los medios estériles sembrados con muestras del bacilo, manifiestan cultura apreciable á la simple vista. (Mínimum de 4 horas, á 37 grados). El periodo agudo de la enfermedad es pocas veces febril, dura una semana por término medio, después de la cual pasa el enfermo á la cronicidad ó á un período de franca convalescencia. Parece que un ata- que lijero no confiere inmunidad, antes bien, como el sujeto continúa con un cultivo del microbio en su intestino, tiene constante peligro de una vuelta á la fase aguda en cualquier momento, aún solamente á causa de una separación trivial de régimen. La ampolla rectal, y los colones son los sitios donde el microbio se establece, encontrándose también, en los codos que forma el intestino grueso al doblarse sobre si mismo, muy visibles lesiones en las necrop- sias que expican las localizaciones ¿olorosas que con alguna frecuencia se observan allí en los casos graves. Toda la región pelviana sufre una congestión altiva, aumentada constantemente por los vanos deseos de la defecación, soportados por los 131 masas musculares de la región, por acción refleja irritativa; llegando á es- tablecerse, por la compresión inflamatoria de los filetes nerviosos de los plexos sacro-lumbares, neuralgias que se irradian hasta los muslos y aún hasta los pies. Este dolor puede producir tetanización de músculos en ciertos momentos, asemejándose estos síntomas á los dolorosos calam- bres del cólera. Probablemente por acción de la toxina á distancia, se detiene la se- creción biliar, en notable grado de acolia, durante la fase aguda de la en- fermedad, produciendo un estado favorable para que la infección del in- testino grueso pueda progresar, faltándole el servicio antiséptico de la bilis. El aspecto macroscópico de las hoces se caracteriza por dos for- mas que son las más frecuentes: Las deposiciones líquidas, abundan- tes, de aspecto de «agua de carne ó raspadura de tripa», y las muy es- casas, espesas y mucosas ó muco-purulentas y espumosas, como esputos fibrinosos sanguinolentos. La regla es que, después de tres ó cuatro eva- cuaciones fecaloides, en el período agudo, las demás sean todas más, ó menos semejantes á los dos tipos indicados, basta que, llegado el perío- do crónico, se vuelvan biliosas y fecaloides. Sin embargo, de ninguna ma- nera se puede juzgar con certeza científica del carácter especifico de una disentería, sólo por el examen macroscópico de las heces. El diagnóstico de la disenteria bacilar sólo por sus signos clínicos, está sujeto á muchos errores, especialmente cuando la afección es nueva en alguna ciudad. Su confusión con la disenteria amibiana es tan po- sible que basta saber que hay frecuentes casos asociados. En los países donde el cólera es endémico, entre esta enfermedad y la forma colérica de la disentería bacilar es muy difícil de distinguir sólo por la sintoma- tología: el laboratorio es el llamado á dar las pruebas ciertas y conclu- yentes, por el estudio de la especificidad ó por la medida del poder aglu- tinante del suero de la sangre del enfermo sobre una cultura pura del bacilo. En una población como la nuestra, donde no se habla practicado anteriormente trabajos sobre este particular, el aislamiento del bacilo de Shiga de las deyecciones de los atacados y la comprobación de su espe- cificidad por la aglutinación y las inoculaciones, era el método que se imponía para hacer el estudio científico de la causa de la nueva epide- mia. Asi lo comprendimos cuando, después de haber practicado numero- sos exámenes microscópicos al estado fresco para buscar protozoarios, con resultado completamente negativo, empezamos á hacer preparaciones tenidas, y nos sorprendió la presencia constante en el moco intestinal de los atacados, de un bacilo corto y fino, casi en cultura pura. Al mismo tiempo hablamos hecho siembras sobre pepto-gelo-sal de Metchinikoff, pues, francamente, ciertos casos fulminantes do forma colérica que habíamos hallado, nos hizo sospechar la presencia de vibriones de ti- po Koch. Siendo morfológicamente semejante el bacilo de Shiga á numerosos otros bacilos, huéspedes habituales del intestino, el diagnóstico no es posi- ble que se haga por frotis de las heces teñidos inmediatamente, sino por extricta diferenciación bacteriológica. Pero como este trabajo exige lo me- nos cuarenta y ocho horas para dar una conclusión definitiva, en el caso nuestro, cuando sabemos que existe una epidemia de disentería bacilar al lado de una endemia de disenterías á protozoarios, se puede hacer el diag- nóstico por exclusión; es decir, buscar escrupulosamente protozoarios, y al 132 no encontrarlos en un enfermo con el síndrome clásico de la disentería aguda, declararla como bacilar inmediatamente. Esta lia sido en una gran extensión nuestra práctica, especialmente en el ejército en campaña, y su resultado no nos ha dejado nada que desear. EÍ diagnóstico debe asegu- rarse lo más pronto posible para garantizar el resultado del tratamiento, por causas que estudiaremos más adelante. En los tres últimos años la epidemia de disentería bacilar se ha pa- seado por nuestro litoral y ha llegado hasta la provincia de Loja y algunas otras de la sierra, causando destrozos de consideración. En Guayaquil, junto con la tuberculosis, el paludismo y la peste, ha ocupado los puestos más importantes tanto en la morbilidad como en la mortalidad. En Es- meraldas y Manabí amenazó con desbaratar al ejército constitucional que hacía la campaña, felizmente salvado por la actividad de la dirección sani- taria que extremó sus esfuerzos y no se detuvo en gastos para impedir es- ta catástrofe. Allí, en gran escala, tuvimos oportunidad de continuar nues- tros estudios sobre esta enfermedad. Actualmente la tenemos en todos los sitios que visitó, al estado de huésped peligroso, haciendo siempre nu- merosas víctimas. En presencia de este nuevo enemigo de la salud, los médicos nos he- mos armado de la mejor manera posible para la defensa, organizando ca- da cual el bagage de sus conocimientos terapéuticos, para combatir venta- josamente la epidemia, después de haber atravezado todos por un breve período de indecisión, hasta que un número más ó menos crecido de ob- servaciones hubiera fijado el dominio clínico y terapéutico de la enferme- dad. Dentro de ese grupo estudioso hemos formado en las últimas filas y nos proponemos hacer algunas consideraciones críticas acerca del trata- miento á que nos es posible someter á nuestros enfermos en el estado ac- tual de los conocimientos y con los recursos terapéuticos de que dispo- nemos. Dejando á un lado la cuestión del diagnóstico, ya bien dilucidada anteriormente, damos por sentado que nos referimos tan sólo á casos de disentería bacilar comprobados por examen bacteriológico de las heces. Deseamos también hacer constar, antes de entrar en materia, que la dis- cusión de la terapéutica de la disentería bacilar la referimos á casos de gravedad media y extrema, pues es. sabido que los demasiado benignos ce- den casi expontáneamente, defendiéndose el organismo con sus propios re- cursos, por lo cual es en ellos muy fácil atribuir excelentes resultados á cualquier medicación que se ensaye. Por esto es que el número de reme- dios populares es tan numeroso y que á los médicos sólo se nos llama fre- cuentemente cuando un gran número de ellos ha fracasado en los casos gra- ves y cuando el enfermo está ya agotado por las pérdidas de sangre y por la intoxicación que avanza. El éxito obtenido por cualquier agente medi- camentoso en los casos benignos, es tan alagador, que aún en el terreno profesional han echado raíses ciertos tratamientos, cuya fama se debe so- lamente á haber sido empleados en el mayor número de casos, en enfermos donde la defensa orgánica ha obrado como cien y como cero el agente te- rapéutico que se les ha administrado. De allí que las boticas hayan des- pachado tanto salicilato de bismuto, creta preparada, polvo de Dower, ben- zonaftol. clorhidrato de emetina y hasta atropina y morfina, para curar la disentería bacilar, con muchísimos éxitos de los que están muy orgullosos algunos de nuestros estimables colegas. Honrada y científicamente no debemos dejarnos llevar por ciertos entusiasmos del momento, y si deseamos contribuir al esclarecimiento de 133 complicados problemas de terapéutica clínica, es justo que extendamos nuestras observaciones á la generalidad de los casos y especialmente á los de mayor gravedad, allí donde la acción del agente medicamentoso debe probar su eficacia, demostrando que lia ayudado á derrotar la enfermedad á ese organismo que, por sí sólo, no podía vencerla. A continuación vamos á revisar la acción terapéutica de las principa- les sustancias que se han venido usando con mayor frecuencia en el trata- miento de la enfermedad que nos ocupa. Aún después del descubrimiento del bacilo, antes que Flexner nos diera el suero específico, la disentería bacilar estaba esclavizada al mismo tratamiento que la amibiana, y el sulfato de soda, por una parte, y la ipe- cacuana, por otra, eran los que se llevaban la gran mayoría de adeptos; después, cuando los antisépticos comenzaron á llamar grandemente la atención, el calomel se agregó á los anteriores, junto con el opio y sus de- rivados, como antisépticos, sedantes y analgésicos de considerable valor. En la actualidad, sólo uno de ellos continuará en el cartel, habiendo comprobado la eficacidad de su alcaloide para alguna de las formas de di- sentería; los demás, á lo menos como se los usaba antes, tendrán que ce- der el puesto á los agentes terapéuticos específicos. La acción de dos de estos medicamentos específicos ó «curadores» como los denomina Manquat en la última clasificación de su terapéutica, el clorhidrato de emetina y el suero antidisentérico, ha venido á poner de manifiesto los errores que antes se habían tenido sobre la acción de otros remedios que están libres de crítica, por haber sido consagrados por el uso. Sulfato de soda.-Es justo que empecemos por esta importante sal al pasar revista por la larga serie de medicamentos que desde antiguo se ha venido empleando para la cura de las disenterías, tanto más que somos de opinión, como se verá más adelante, que este importante agente no se debe olvidar, sino, al contrario, conservarlo en uso, pero oso sí con algu- nas cuidadosas restricciones. La acción terapéutica de los purgantes salinos ha sido uno de los te- mas de mayor discusión, y aún hoy mismo, después de numerosas investi- gaciones experimentales, no se ha llegado á un completo acuerdo al res- pecto. ¿Es la acción dialítica sola la que produce el efecto evacuante, ó se trata de una acción local puramente irritativa? Ninguna de las dos teorías aisladamente ha resistido el empuje de la crítica, y hoy se cree fundadamente que es una acción mixta, físico-biológica, la que produce la acción purgante, conclusión lógica, pues no sería posible que una mucosa formando parte de un ser viviente se comportara con la pasividad de la membrana de un dializador ordinario. La observación microscópica de los líquidos evacuados ha manifestado que la acción físico-química, produce un marcado elemento biológico por la reacción congestiva de la mucosa idéntica á un primer período inflamatorio, que se traduce en la exudación de numerosos glóbulos blancos y células epiteliales abundantes. He allí el efecto de las dosis purgantes de sulfato de soda en un intestino sano, es decir, con integridad histológica normal de la mucosa. Estudiemos ahora las consecuencias que estas mismas dosis pueden traer en dicho órgano, inflamado por el bacilo de Singa ó por algunos protozoarios parásitos. En la disentería bacilar, refiriéndonos á casos de gravedad inedia ó grande, las dosis purgantes de sulfato de soda son peligrosas y aún morta- les, debiéndose su acción á dos factores que con frecuencia se suman para producir el fracaso. El primero corresponde al estado de inflamación más 134 ó menos profunda de la mucosa rectal y de algunos lugares altos del intes- tino, inflamación que avanza, como es sabido, hasta la gangrena. Estudiando la anatomía patológica de piezas frescas extraídas en autopsias, es donde nos convencemos del peligro de los agentes purgantes en esta terrible in- fección. Si ella por sí misma ataca y desorganiza las diferentes capas del intestino hasta llegar frecuentemente á la gangrena y perforación, ¿cómo le hemos de añadir una nueva causa de inflamación por las dosis purgan- tes de sulfato de soda? Los pocos partidarios que quedan de esta medica- ción, reclaman la propiedad alterante favorable de la sangría blanca pro- ducida por el medicamento y la liberación de gran número de bacterias y productos tóxicos que haría la evacuación de las serosidades. Tal explica- ción no es aceptable, hoy que la anatomía patológica y la bacteriología han hecho luz sobre la intimidad de los procesos inflamatorios de origen infec- cioso. El hecho de que los tejidos inflamados expulsen con serosidades una cantidad mayor ó menor de bacterias, no es lo importante: lo esencial os procurar disminuir el grado de inflamación, lo que se consigue, no acti- vando el funcionamiento de la mucosa, sino, antes bien, dejando el sitio en- fermo en reposo ó insinuando, por otros medios, la defensa orgánica, sea directamente, por solo la reación natural ó ayudando ésta por medio de la intervención de un agente terapéutico especifico. El otro de los factores á que me refiero es general para todos los purgantes que conocemos, en dosis verdaderamente evacuativas. No nos hemos podido nunca explicar el motivo que se fundan muchos de nuestros colegas al ordenar grandes purgantes en la disentería bacilar. Aparte de la acción notoriamente de- presiva de estos agentes, su efecto evacuante viene á agravar el síntoma más angustioso de la enfermedad. Es necesario haberla sufrido, para cono- cer el verdadero grado de intenso malestar que experimenta el paciente en cada deposición, al extremo de parecerle que todo su resto do fuerzas se le consume; y si, tanto por el sufrimiento como por las pérdidas de san- gre, los patólogos han clasificado la gravedad de la infección en razón di- recta del número de deposiciones en 24 horas, ¿será posible que haya mé- dicos que quieran aumentar ese número, esa reflectividad de la inflamación del recto, con el efecto purgante de una dosis más ó menos elevada de sul- fato de soda ó de magnesia, calomel, agua de Janos ó algún otro? En nues- tra práctica hemos podido atribuir algunos fracasos que presenciamos, al regimen purgante intensivo y habitual á que se han mantenido á los en- fermos, sin tener en cuenta ningún factor de contraindicación posible, lie- mos observado que muchas veces, con sólo saber que tal enfermo es de di- sentería, y sin detenerse á mayor examen ni interrogatorio, se le ordena la primera bebida de sesenta gramos de sulfato de soda, para decrecería des- pués sistemáticamente en los demás días, sin considerar que gran número de estos enfermos no alcanzan á tomar las últimas. He aquí el por qué nos declaramos «instintivamente^ enemigos de esta medicación desde nuestras primeras observaciones de la nueva epide- mia que estudiábamos, habiendo tenido la satisfacción de ver apcyada es- ta opinión, por todos los autores que sobre la materia hemos podido con- sultar después. Contrariamente á la acción dañosa de las altas dosis de los salinos en la disentería bacilar, hemos podido observar el excelente resultado de las pequeñas dosis fraccionadas de sulfato de soda. La fórmula usada dia- riamente por nosotros es una bebida, en infusión de bohío, endulzada con jarabe de Dessesartz y con una cantidad decreciente de sulfato de soda, de 15 á 2 gramos, para tomar en cuatro partes, cada veinticuatro horas. 135 Aquí asociamos las acciones colagoga del boldo y del jarabe de ipecacuana compuesto, con pequeñas dosis, también colagogas, pero no purgantes, del sulfato de soda. Estra preparación, en los casos en que por no ser posible se trata de curar la disentería bacilar, sin suero, procura la rápida presen- cia de la bilis en las deposiciones, como primer síntoma de inmediata me- joría; y erando se administra junto con el régimen sueroterápico, alivia notablemente la sensación de fatiga abdominal y de opresión en la región hepática, que tanto molesta á los pacientes. Ipeca y su alcaloide.-La ipeca ha sido durante siglos, el medica- mento ideal de la disentería, pero sólo hoy podemos mirar hacia atrás y comprender el por qué de los éxitos y de los fracasos en su larga carrera terapéutica. Descubierto el suero antidisentérico, se especificó la ipeca para la cura de las disenterías no bacilares solamente: pero Rogers, al des- cubrir el efecto específico del clorhidrato de emetina sobre las amibas, simplificó y perfeccionó el tratamiento, llegando al desiderátum de la cues- tión. Ya está demostrado que el clorhidrato de emetina es en la disente- ría amibiana, lo que la quinina al paludismo, v esta es, junto con la vaci- noterapia antifítica, la primera gran conquista de la terapéutica del nue- vo siglo. Pero, ¿debe usarse la emetina en la disenteria bacilar? el mis- mo Rogers la declara contraindicada en todos los casos, exigiendo que se compruebe la presencia de amibas en las heces, antes de aplicar el tratamiento por la emetina, no por mayor peligro, creemos, sino para no entrabar ni demorar la acción efectiva del suero en los casos de disen- tería bacilar. Pie aquí un asunto bien discutido y aclarado en otras partes, pero de palpitante discusión entre nosotros. Se nos hace duro declarar que nuestras boticas han despachado y siguen despachando un número considerable de inyecciones de emetina para el tratamiento de una epidemia de disenteria bacilar, en tanto que somos pocos, relativa- mente, los profesionales que aplicamos sistemáticamente y sin pérdida de tiempo, el suero antidisentérico en todos aquellos casos donde no hemos encontrado amibas ni otros protozoarios en el examen microscópico de las heces. Mil veces hemos manifestado nuestra opinión contraria á es- ta funesta práctica, por las siguientes razones: Ia. -Porque la emetina, específico de la desintería amibiana, no obra absolutamente contra la causa de la bacilar. Querer hacer desa- parecer el síndrome disentérico en la disentería bacilar, con la emetina, específico de la amibiana, es como querer hacer desaparecer la liebre del tifus icteroides con la quinina, específico del paludismo. Sin embar- go, muchos creen que han «curado» disentería bacilar con emetina, así como también algunos creyeron que «curaban» fiebre amarilla con qui- nina. Es el caso diariamente presentado en las enfermedades infeccio- sas, que no las curamos los médicos con los agentes terapéuticos que hemos administrado, sino que ellas han sido vencidas por la sola reac- ción orgánica de defensa. 2a.-Porque, si bien es cierto que la emetina parece favorecer la evolución curativa de cierto número de casos benignos de disentería bacilar; no modifica en nada la evolución fatal de los graves, haciendo solamente perder un tiempo precioso para la acción medicamentosa del suero. 3a.-Porque en muchos casos la emetina produce efectos tóxicos en forma de colapso y vómitos incoercibles, debido á su acumulación en el hígado durante el período de acolia de la disenteria bacilar, y luego su eliminación al intestino con la bilis y su nueva absorción consiguiente. 136 Tales son las conclusiones, que no son solamente teóricas, sino deducidas de un gran número de observaciones, cuyas historias clíni- cas no corresponde insertarlas en un trabajo de resumen como este. Dejemos, pues, el clorhidrato de emetina, para la curación de la Ja disentería amibiana y algunas otras de origen protozoárico, y de- jémosla también como excelente remedio contra las hemoptisis y las bronquitis crónicas. Los antisépticos intestinales insolubles, el salicilato y el subni- trato de bismuto, el carbón y la creta preparada y otros, pueden tener cierta acción en los casos de desintería bacilar curada sin suero, al final del periodo crónico, pero de ninguna manera en los condensos. Los antisépticos intestinales solubles, directos ó indirectos, ácido láctico, fermentos lácticos, levadura de cerveza, &, ejercen su primó- pal acción sobre el estómago y el intestino delgado, siendo exelentes en las gastro-enteritis, pero de muy escaso ó ningún valor en las colitis ó rectitis de origen bacilar Shiga. El calomel á pequeñas dosis es un excelente modificador de la mucosa intestinal, para ayudar al tratamiento sueroterápico, especial- mente cuando la disentería bacilar toma el aspecto colérico en el co- mienzo, ó cuando habiendo sido tratada tardíamente con el suero, se presenta una gastro-enteritis coleriforme como complicación. El opio, la belladona y sus alcaloides deben ser usados con mucha prudencia. Al emplearlos en dosis corrientes, pero repetidas, so pueden acantonar en el hígado y producir después fenómenos tóxicos por el mismo me- canismo que congeturamos los verifique la emetina. Hemos tenido opor- tunidad de hacer algunas observaciones al respecto. Sueros antidisentéricos.-El primer suero antidisentérico que ensa- yamos en esta ciudad fue el de la marca II. K. Mulford, de Filadelfia, llamándonos la atención, desde el primer momento, su eficacia. Es- ta suero viene en ampolletas geringas de. 10 cc, completamente listas para el uso, pues traen su correspondiente aguja esterilizada, siendo así de fácil manejo y de inocuidad absoluta. Creemos que este es el embase ideal para los sueros destinados á combatir epidemias generali- zadas á diversos lugares y especialmente cuando atacan ejércitos en campaña, en donde el servicio sanitario tropieza con tan grandes difi- cultades. En nuestra práctica hemos tenido ocasión de observar acci- dentes graves y algunas veces mortales, producidos por la infección en en el sitio de la inyección subcutánea ó intramuscular de algunos sue- ros de procedencia y esterilidad insospechable, debido á (pie, durante la técnica de la inyección, un pequeño descuido de asepsia llevó con el suero el sembrío de una bacteria, que encontró en él un excelente me- dio de desarrollo, pululando en el organismo poco defendido del pa- ciente. De allí que sea tan importante asegurar cuantas garantías sean posibles para preservar á los sueros de contaminaciones peligrosas, y entre ellas, creemos que la geringuilla portasuero reune el ideal. Con el suero antidisentérico de Mulford hemos comprobado este aserto, pues personalmente y por medio de nuestros colegas de la Dirección de Sanidad Pública, que nos comisionaron para atacar la epidemia que se presentó en el ejército durante la campaña en la ciudad de Esmeraldas y sus alrededores, aplicamos más de 3,500 tubos de suero de esa mar- ca, en ampolletas jeringas, «sin un sólo caso de contaminación^, aunque las condiciones de urgencia en que se hacía el trabajo lo hacían frecuen- temente posible. 137 Las estadísticas que hemos podido recoger sobre este particular, nos presentan una prueba concluyente de la eficacia del suero en el tra- tamiento de la disentería bacilar. Sobre el número aproximado de 480 enfermos asistidos por nosotros en Esmeraldas, 280 tratados por el sue- ro del primero al tercer día de enfermedad, salvaron todos, no habien- do dorado esta sino alrededor de una semana. De los 200 restantes, á 150 se los comenzó el tratamiento del 3.° al 7.° dia, habiendo entre ellos solamente 5 defunciones, correspondientes á las formas hemorrágicas más graves. A los 50 enfermos restantes se les comenzó el tratamien- to en pleno período crónico grave, demorando la curación alrededor de tres semanas y falleciendo siete de entre ellos. Hay que descontar las condiciones desfavorables de mala alimentación y surmenage á que es- tuvieron obligados la mayor parte de nuestros enfermos, convalecientes muchos de repetidos ataques de paludismo. En cuanto á la práctica en clientela, el tratamiento seroperápico comenzado dentro de los tres primeros días de la infección, les ha sal- vado la vida, hasta, ahora á todos nuestros pacientes, cosa (pie nos hace pensar que en esta enfermedad, en las condiciones indicadas, es decir, al comienzo y con buen suero á la disposición, es en una de las pocas epidemias donde el médico puede garantizar con certeza una curación rápida y radical. Desgraciadamente, pocas veces somos llamados á tiem- po para detener á raya la terrible enfermedad. La cantidad de suero que se ha inyectado ha fluctuado entre 10 y 80 centímetros cúbicos, no habiendo tenido necesidad de usar mayores, y notando, que mientras más oportuno es el tratamiento, menos cantidad de suero se necesita para vencer rápidamente los síntomas. Pocas ho- ras después de la administración de la primera dosis conveniente de sue- ro, no más de 30 centímetros cúbicos, en todos nuestros casos, nota el paciente un considerable alivio de aquella sensación de opresión abdomi- nal y pelviana que lo dominaba, disminuyendo posteriormente el tenesmo y la cantidad de sangre de las heces, las que bien pronto se hacen comple- tamente purulentas y luego se suspenden por completo. La efectividad de la hemostasia (pie provoca el suero sobre la mucosa intestinal, es una hermosa prueba de (pie la inflamación microbiana de ella es la que ha producido la congestión y hemorragia, y nos sirve para desechar las esperanzas que pudiéramos tener de calmarlas con el uso de hemos- táticos vaso-mecánicos como la ergotina y adrenalina, ó con coagulan- tes como las sales cálcicas. El suero obra en este caso como el he- mostático ideal, por su doble poder de remedio especifico ant¡bacteria- no antitóxico, destruyendo en el seno del tejido inflamado al microbio causa del trastorno anátomo-patológico, y exitando la cicatrización rá- pida de las lesiones al aumentar las naturales propiedades coagulantes de los plasmas. En los casos avanzados, cuando el tratamiento seroterápico se ha empezado en el periodo crónico y especialmente en los niños ó en per- sonas dispépticas ó enteriticas crónicas, después del desaparecimiento del síndrome disentérico, se presenta algunas veces una verdadera gastro- enteritis coleriforme, como complicación que, la mayor parte de las veces, cede á un tratamiento apropiado. Es frecuente que en muchos casos crónicos bien caracterizados de disenteria bacilar, el tratamiento seroterápico, aún á altas dosis, y por inyecciones intra-venosas, no hace más que aliviar algo el tenes- mo y el estado de toxemia, pero no se contienen las deposiciones ni 138 cura la fiebre, que adquiere cierta forma tífica. ¿Cómo tratar, enton- ces á estos enfermos? Nuestras observaciones á este respecto nos han permitido averi- guar (pie en estos casos se trata do exaltación exagerada de la viru- lencia del germen y de algunos saprofitos intestinales, que contribuyen á mantener la fiebre en medio de un estado toxi-infeccioso grave y muy largo que amenaza acabar con la vida del paciente, sobre todo- en sujetos tarados ó de edad avanzada. En este caso, las vacunas autógenas intestinales nos han dado exelentes resultados. La primera de estas preparaciones se hizo en nuestro Laboratorio particular por indicación del doctor H. Parker y el éxito obtenido con ella nos alen- tó á seguir ensayándola, como hemos hecho en nuestra clientela y pa- ra algunos casos de los doctores Heinert y Parker. Se trata de enfermos en los cuales el suero ya no obra ó tiene alguna contraindicación. La técnica es la siguiente: se recoje, con precauciones de asepsia, una deposición, y de ella se aísla con la es- pátula de platino, un trozo muco-fibrinoso, que se hace pasar por dos tubos de suero artificial esterilizado para lavarlo de las gruesas sucie- dades, y por fm, se siembra en otro tubo de agua de peptona, y se pone á la estufa. A las doce horas se hace una resiembra sobre gelo- sa inclinada, y la estría resultante á las 24 horas, se lava con suero artificial fuñicado, se titula la emulsión bacteriana por el método de Wright, se hace las diluciones convenientes y se esteriliza al baño de maria á 60-65 grados, después de haberlas puesto en apóllelas de un centímetro cúbico conteniendo 125 y 250 millones de bacterias totales. Se siembra el contenido de una ampolleta, en caldo, y se pone á la estufa por 24 horas, para comprobar que todos los bacilos han sido muertos por el calor, y la bacterina se encuentra lista para su uso. Esta técnica ha sido imaginada por nosotros, siguiendo el método ge- neral de preparación de bacterinas. Al principio, queriendo imitar á las autovacunas uretrales, que son fácilmente toleradas por los pacien- tes, preparamos tubos de 750 y 1,500 millones de bacterias intestina- les, pero la primera dosis dió reacciones locales y generales muy in- tensas y observaciones ulteriores nos hicieron adoptar la dosificación enunciada. Sobre catorce observaciones hemos tenido doce éxitos, y este es el motivo que nos obliga á recomendar el procedimento. Los enfer- mos curan do su liebre y de su estado disentérico crónico, en un pe- riodo de 7 á 21 dias, reponiéndose rápidamente. Las inyecciones se administran cada 3 ó 5 días, según la reacción local ó general que produzcan: no son dolorosas, aunque algunas veces despiertan sintomas anafilácticos como las de suero. Hemos hecho ensayos con una vacuna polivalente, de cinco en- fermos, empleándola en otros casos, pero sin resultado, demostrándonos esto que sólo la vacuna autógena tiene valor en estos casos. La pre- paración de una bacterina de esta naturaleza no exige sino tres á cua- tro días de trabajo. DISENTERIA AMIBIANA Dada la epidemia de disenteria bacilar que acabamos de tener y que de vez en cuando arrecia en esta ciudad y sus alrededores, los ca- sos de disenteria amibiana son relativamente monos frecuentes, sin de- 139 jar por ello de significar una cifra importante en nuestra morbilidad. Al comienzo de nuestras investigaciones sobre las heces, con el fin de estudiar la ankylostomosis, como encontramos ausencia de estos pará- sitos en la población netamente porteña, tuvimos la imprudencia de ex- tender teóricamente esta observación á las enteritis á protozoarios, y pensamos une en Guayaquil no se debía temer el contagio de tales di- senterismos, los cuales debían ser propios solamente de los habitantes de lugares insalubres, de nuestras plantaciones agrícolas ó pueblos de es- casa importancia, no de nuestra ciudad, ya bastante higienizada. Pe- ro, observaciones subsiguientes vinieron á sacarnos de este error. Pudi- mos comprobar en personas de excelente posición social que nunca habían salido á vivir en zonas infectadas, numerosos casos de amibiasis y trichomo- niasis, algunos de ellos bastante graves, indudablemente adquiridos en Guayaquil. Entonces nuestras observaciones se dirigieron á la etiología de esos disenterismos. dedicándonos algún tiempo á estudiar los protozoarios de las aguas estancadas del suelo de esta ciudad y de algunas villas de la Provincia del Guayas y del Oro. Posteriormente, en 1913, en Bahía de Caráquez, continuamos estos estudios y nos ocupamos también del examen microscópico de los sedimentos de los estanques de agua potable, llamándo- nos entonces la atención el hecho de que, en el agua de alimentación en- contrábamos-mayor número de protozoarios que en las aguas sucias del suelo. Esto nos llevó á continuar estos estudios el mismo año, en Esmeraldas, y á nuestro regreso, en esta ciudad, donde, recientemente, y con el objeto de ilustrar este trabajo, he llevado las observaciones en mayor escala con la eficaz ayuda de la Dirección de Sanidad, cuyas cuadrillas encargadas de la extinción de los mosquitos tomaron numerosas muestras de sedimentos de los tanques y pipas de la ciudad, tanto en los barrios centrales como en los pobres y se sirvieron remitirlas á mi laboratorio particular. El examen microscópico directo, de centrifugación, además de algas verdes, variadas especies de diatónicas, detritus del terreno, huevos y lar- vas microscópicas de mosquitos y levaduras diversas, dieron, respecto á pro- tozoarios, el siguiente resultado. Sobre 150 muestras de sedimentos de agua examinados, encontramos sólo un 20 % sin protozoarios; en las demás se hallaron, ya solos, ya dos ó tres especies reunidas, en la proporción siguiente: Trichomonas intestinalis, Leucar 28 0/° Cercomonas longicauda, Dujardin „ homini ó Tetramitus Mesnili 22,5 Blasstochstis homini, Bmmpt 3,2 Entamoeba Culi „ Kartulisi Wahlkampia punctata |'? | 16,5 Lamblia intestinalis , 0,5 Anguililla ¿aceti Muller? 1,0 en 150 Estos datos de por sí elocuentes, vinieron á aclararme la etiología de las numerosas infecciones intestinales á protozoarios que se puede contraer en nuestro puerto, manifestándose clínicamente, desde una simple dispepsia hasta diarreas y disenterismos graves. Ahora se abre, para futuras experi- mentaciones, mi nuevo y fecundo campo de observación sobre este importan- te tema: ¿Gomo se hace la contaminación del agua potable? ¿Es por in- filtraciones del suelo ó por el aire, que lleva el polvo y con él las formas quísticas de los protozoarios al agua? ¿Cuál es el carácter biológico de las 140 amibas encontradas; todas ellas son patógenas?-Necesidad de practicar inoculaciones, cultivos, y, en resumen, una experimentación científica rigu- rosa. Durante nuestra comisión sanitaria á Bahía de Caráquez, también nos entretuvimos en algunas observaciones al respecto. En primer lugar, com- probamos la riqueza en protozoarios de las aguas de bebida de esa florecien- te población, riqueza mayor que la nuestra, pues, junto con las especies enunciadas pudimos comprobar hasta huevos de tremátodos y protozoarios completamente desconocidos por nosotros. Además, comprobamos que cier- tas amibas, los trichomonas y los cercomonas, pueden vivir muchos días |hasta 13 en nuestras experiencias!, en la tierra seca, pululando rápidamen- te al devolverles la humedad. De esta manera se comprende que, al introducir los cubos para sacar agua de los estanques, la tierra y de- tritus del suelo quedan en el agua, donde encuentran los protozoarios un buen medio de cultivo. Comprueba este modo de pensar el hecho de que en Bahía, las mejores aguas son las que se extraen de estan- ques provistos de bombas. De allí se desprende una medida higiénica fá- cil para disponer de buena agua; desinfectar cuidadosamente los estan- ques durante la época de sequía y proveerlos á todos de bombas, pro- hibiendo el consumo del agua de aquellos que no las tengan. Ahora bien ¿son patógenos estos protozoarios, ó hay entre ellos algunos inofensivos? Esta es cuestión que debe ser demostrada expe- rimentalmente, pero, á priori, pensamos que todos ellos, introducidos al intestino del hombre y proliferando en él. deben ser considerados como patógenos, por insignificantes que sean los trastornos que origi- nen. Nuestras observaciones nos han hecho concluir como posible, que hasta levaduras microscópicas tenidas hasta hoy como huéspedes ino- fensivos del intestino, tales como el Blastomysis homini, de Brumpt, pueden ser la causa única de una diarrea, pues en ciertos enfermos en que el examen microscópico de las hoces no nos ha manifestado más que esta levadura, hemos visto coincidir la curación con el desa- parecimiento del Blastomysis do las deposiciones. Generalmente en los disenterismos amibianos que estamos acos- tumbrados á observar en esta ciudad, originados en ella ó traídos del campo, no encontramos sino como excepción la amiba histolítica, pues casi todos son originados por la amiba coli ú otras especies que aún no hemos tenido tiempo de clasificar. Casi nunca existe entre nosotros la disentería amibiana sola, lo corriente es que los enfermos, á lo menos si vienen del campo, tengan otros protozoarios ó una serie completa de vermes intestinales, cosa que produce cierta dificultad para precisar una sintomatologia clásica. La diferenciación dominante que se nece- sita establecer es la de estos disenterismos con la disentería bacilar. Ya hemos dicho que sólo el microscopio puede establecer el diagnósti- co, y, respecto á tratamiento, diremos algunas palabras al final del es- tudio de todos estos disenterismos. En nuestra región fluvial los abeesos hepáticos son menos frecuen- tes de lo que debieran ser si, como generalmente se ha creído antes, la mayor parte de las disenterías fueron de origen amibiano. Las es- tadísticas de nuestros notables cirujanos Martínez Aguirre y Alcívar, que son los que mayor número de abeesos hepáticos lian operado en la República, no llegan en ninguna proporción á compararse con las de Acosta Ortiz, de Venezuela, país donde estaba muy difundida la disen- 141 sentería amibiana, y este hecho prueba que las epidemias frecuentes de disentería que hemos sufrido, no han sido de disentería amibiana. DISENTERISMO CAUSADO POR TRICHOMONAS Y CERCOMONAS En orden de la importancia y de frecuencia, después de las di- senterias bacilar y amibiana, las diarreas crónicas ó disenterismos causa- dos por estos protozoarios, merecen minuciosa consideración. Nosotros fuimos los primeros en señalar la presencia de ellos en las deposiciones de enfermos en el Hospital General de esta ciudad, desde 1911, y he- mos venido estudiándolos en la pequeña escala que nuestro tiempo y comodidades lo lian permitido. Remitiendo al lector á las obras de Parasitología para la descrip- ción del parásito, manifestaremos solamente que hemos encontrado mues- tras que, al examen en fresco difieren entre sí en varios é interesantes detalles, lo que nos hace pensar que en este grupo deben encontrarse al- gunas especies diferentes que en observaciones próximas nos proponemos estudiar detalladamente. Los trichomonas se han querido clasificar se- gún la región especial que atacan, pero algunos creen que puede ser una sola especie y hasta hoy la cuestión no está bien dilucidada. Nosotros pensamos que el Trichomonas viginales Donné es quizás una especie que se diferencia bastante de los trichomonas intestinales Lcuckhart y Ho- minis, Davaine, por cuanto, siendo tan frecuente la tricomoniasis intes- tinal, en más de dos mil exámenes microscópicos de sedimento de ori- na, no hemos encontrado sino una sola vez el Trichomonas vaginalis en en la orina de una enferma atacada de nefritis crónica. Para detalles sobre inoculaciones, clasificación y cultivo de los trichomonas, indica- mos á quienes interese, los últimos trabajos de la literatura médica al respecto, en los artículos del Profesor Kenncth M. Lynch, publidadosen los números de Mayo en adelante, de este año, en New York Medical Journal. La infección al hombre se verifica introduciendo al tubo digestivo, con el agua ó frutas y otros alimentos contaminados, las formas quís- ticas ó de resistencia del Trichomonas y cercomonas, las que, al pasar por el estómago normal, son destruidas por la acidez del jugo gástrico, pero que libran de esa acción en los hipopépticos. De esta manera se explica por qué, estando el agua potable contaminada, todos los habi- tantes de Guayaquil no sufren de tricomoniasis, pues, felizmente, en los países cálidos predomina la dispepsia hipoclorhídrica, desfavorable para la infección por estos parásitos. El examen microcópico en fresco de las heces, pone de manifies- to los trichomonas y cercomonas moviéndose rápidamente en la prepa- ración. La forma amiboida del -trichomonas no la hemos encontrado sino dos veces y creemos por esto que sea muy rara. Al lado del tri- chomonas y sus quistes, se encuentran frecuentemente numerosos Blas- tocystis homini, levadura que es fácil tomar por quiste de trichomonas, sino se está advertido. La trichomoniasis y la cerconomiasis se caracterizan por una diarrea crómica, continua ó intermitente, que, con el tiempo, produce la anemia y prostración. hasta que termina el enfermo, con síntomas apendicula- res; en los estados de gravedad media no producen sino una diarrea 142 moderada, con dos ó tres evacuaciones diarias, sin tenesmo, de mate- rias acuosas, con abundante lienteria, y que se descomponen rápida- mente, pero pueden presentar también el síndrome disentérico caracte- rístico. La esploración abdominal manifiesta zonas dolorosos en las vecin- dades de la región cecal, algunas veces con empastamiento notable; pero generalmente el dolor no está en relación con la gravedad del ataque. La orina es escasa, rica en pigmentos normales, con urobilina, y presentando la aldehido reacción de Ehrlich. En la sangre se constata anemia más ó menos intensa , leucope- nia y ligera polinucleosis sin eosinoíilia, cuando la trichomoniasis no está asociada á los parásitos intestinales. En algunos casos hemos notado bradicardia, síntoma indicado por los autores ingleses en las infecciones por los protozoarios. Para ilustrar más estas cuestiones, voy á reasumir, á continua- ción, la historia clínica de un caso de trichomoniasis que hace dos años, hizo ruido en esta ciudad. Doctor N. N., abogado, de 45 años, robusto y sin antecedentes patológicos. De pronto es atacado por tratemos digestivos dispépticos, adelgazamiento y debilidad notable. Alternativas de constipación y de diarrea; después, ligero movimiento febril, que luego aumenta de inten- sidad, asenl liándose los sintonías generales. Tres ó cuatro deposiciones blandas, sin tenesmo, moco ni sangre, en las 21 horas. Numerosos fa- cultativos, médicos y cirujanos lo asisten en consulta, haciendo un pro- nóstico serio y reservado. Un examen microscópico de heces practica- do en un laboratorio público de esta ciudad, manifiesta que en la de- posición "sólo se ha encontrado colibacilos en abundancia!" La opinión facultativa se inclinó hacia el diagnóstico de apendicitis, por el dolor localizado en la región correspondiente y se piensa en una intervención. En este momento, llamado el doctor Alfredo J. Valenzuela á incorporar- se á la consulta, solicita que se practique en nuestro laboratorio un exa- men microscópico de sangre y de heces del enfermo. En la sangre hay leucopenia sin polinucleosis. En las heces logramos encontrar numero- sos ejemplares de trichomonas intestinalis, pus y glóbulos rojos. Hecho el diagnóstico de trichomoniasis el enfermo mejora rápidamente por me- dio de inyecciones de emetina. Pocos días después, ya convalesciente, co- mo persistiera el dolor abdominal, se le indica un viaje al hospital de An- cón, Panamá. Allí, después de algunos días de observación minuciosa, logran encontrar aún algunos trichomonas en las heces, se le hace una nueva serie de emetina y se le da de alta. He aquí un caso demostrativo digno de tomarse en cuenta. En efecto, tanto las amibas como los trichomonas, pueden invadir la región para-apendicular y el apéndice mismo, causando apendicitis á protozoa- rios que, con un acertado tratamiento médico, pueden curarse sin ope- ración. DISENTE 1 HA BALANTIDIANA Después de las anteriores, en orden de frecuencia, viene la disen- tería producida por la penetración en el intestino, del Balantidium Coli. Este protozoario, señalado por primera vez entre nosotros por el doc- tor Francisco J. Botona, es huésped normal del intestino de los puercos 143 de donde pueden pasar sus quistes á infectar el agua ó los alimentos que, á su vez, contagian al hombre. Los salchicheros y pastores de puercos son los que más comunmente sufren de esta enfermedad. En nuestras observaciones contamos hasta ahora con cinco casos encontrados, cuatro en el Hospital General, y uno recientemente, en la clientela de mi distinguido colega, doctor Roberto Cubillo. El Balantidium Culi es uno de los protozoarios de mayor tama- ño, fácilmente reconocible en el examen microscópico de las heces re- cientes de los enfermos, por sus rápidos movimientos producidos merced á las numerosas pestañas vibrátiles que lo rodean. Su infección pro- duce en el hombre, ó la forma crónica ó la aguda de la disenteria ba- lantidiana. La sintomatología de la forma crónica es semejante á la produci- da por los trichomonas y cercomonas. La forma aguda es violenta, mu- chas veces febril, con grandes pérdidas de sangre, y por esto, muy fá- cil de confundir clínicamente con la disentería bacilar. El Balantidium tiene tendencia á penetrar en las capas profundas de la submucosa intestinal, y ésta reacciona defensivamente, produ- ciéndose engrosamientos considerables que se pueden descubrir al ha- cer la palpación del abdomen en la región correspondiente ¡i la Si- liaca. El estado general de los enfermos, se agrava rápidamente y por eso eran antes muy temidas estas disenterías. En su lugar, al tratar del tratamiento, veremos que, felizmente, contamos ya con recursos sal- vadores. ANGUILULOSIS INTESTINAL El Strongyloides intestinalis bavay, 1877, ó Anguililla de Bavay, es un nematelminto, nematodo, es decir, un gusano cilindrico, muy del- gado, provisto de un tubo digestivo completo: se encuentran dos for- mas: | A | Forma parásita, intestinal ó strongyloides, que vive, no en la luz del intestino delgado, sino dentro de la mucosa del mismo, dejando sus huevecillos en los fondos de saco glandulares, que al salir al exterior producen las formas libres. (B) Formas stercorales ó rhabditoides; es- tas dos formas del mismo parasito se creyeron al principio diversas. Las larvas strongyloides penetran por la vía cutánea y do allí pasan al intestino delgado por una vía igual á la que siguen las larvas de ankylostomas. Antiguamente se llamó á la enteritis causada por este nematodo, diarrea de Cochinchina: pero luego se convino en designarla con la cla- sificación general de Anguilulosis intestinal, averiguado que fué, que la diarrea de Cochinchina es causada por otro orden de parásitos. Son numerosas las observasiones que tenemos de estos parásitos que, como el ankylostoma, ataca de preferencia á los obreros agriculto- res y alfareros que trabajan descalzos en lugares infectados, y aún á los niños de familias acomodadas de nuestros campos. La sintomatología corresponde al cuadro general de disenterías cró- nicas. Deposiciones frecuentes y blandas, anemia, estenuación y pobre- za fisiológica excesiva. El examen microscópico de las heces recientes, po- ne de manifiesto la anguililla intestinal, (pie es necesario no confundirla por un examen poco minucioso, con las larvas de ankylostomas. Se dis- tinguen por la presencia en las hembras de un rosario de huevecillos den- 144 tro del útero y de algunos huevecillos libres, distintos de los del anky- lostoma. Dejando las deposiciones en el laboratorio, al día siguiente se encuentra la anguililla estercoralis más pequeña y más móvil. Produciéndose la multiplicación del parásito dentro del intestino, el tratamiento debe ser guiado por frecuentes exámenes microscópicos, hasta qe no haya ninguna anguililla. DISENTERIA A LAMBLIA INTESTINALIS La disentería causada por este protozoario es muy raro entre noso- tros. Hasta ahora no hemos podido encontrar sino dos casos. La lamblia es parásito común de las ratas, y de las heces de estos roedores puede pa- sar al hombre y contaminarlo por vía digestiva. En los exámenes microscópicos de sedimentos de los depósitos de agua potable de esta ciudad, hemos constatado la presencia de lamblias, que, sin duda, habrán tenido origen en la contaminación por escrementos de ratas caídos á los tanques descubiertos. La lamblia produce en el hombre diarreas crónicas difíciles de curar, de marcha semejante á la trichomoniasis. DISINTERIA ESP1RI LAR Hemos tenido oportunidad de obserxar dos veces al espirito señala- do por Le Dantec, en las deposiciones de enfermos del Hospital General, pero sin poder hacer una observación completa. Nos proponemos hacer estudios al respecto, en la primera oportunidad. TRATAMIENTO Como ol principal objeto de este trabajo es el diagnóstico, sólo de- dicaremos al tratamiento cuatro palabras para armonizar el con- junto. El clorhidrato de emetina es el medicamento de elección contra las afecciones intestinales producidas por los protozoarios, pero como en me- dicina no hay nada absoluto, no hay que confiar ciegamente en él. Aún para ciertas enteritis amibianas, á amiba coli, se ha encontrado alguna vez ineficaz, teniendo que asociarla al timol ó al helécho macho para con- seguir el éxito. En las trichomoniasis se nota un hecho curioso: algunas veces, unas pocas inyecciones de emetina la curan rápidamente, pero en otras, aún con muchas, no se obtiene resultado. Ultimamente, Derrieu y Ray- mond, han indicado la esencia de trementina, en poción y en enemas, para destruir los trichomonas y cercomonas. Nosotros la hemos em- pleado también contra el Balantidium Coli con bastante buen resul- tado. El timol es el medicamento de ('lección contra la anguilulosis. En dos casos en que encontramos la anguililla y amiba coli en un mismo en- fermo, el tratamiento timol-emetina, seguido de los compuestos de bis- muto, nos ha producido buen resultado. En todos estos disen turismos, la curación debe continuarse mien- tras el examen microscópico manisfieste aún la presencia del agente can- 145 sal; y repetir los exámenes después de cierto tiempo, para convencerse de que no ha quedado en el intestino alguna forma de resistencia que haya podido desarrollarse y amenazar de nuevo la salud de nuestro cliente. Para los casos que se presenten fuera de la posibilidad de hacer un examen microscópico, el diagnóstico terapéutico está indicado, espe- cialmente para diferenciar la disenteria bacilar de la amibiana. La re- gla es que, si después de aplicar veinte ó veinticinco centigramos de emetina, por vía hipodérmica ó intravenosa, en dos ó tres días, el en- fermo im mejora notablemente, se debe recurrir al suero sin pérdida de tiempo. A continuación, y tratando someramente sobre la campaña contra la ankylostomosis en la región fluvial del Ecuador, el mis- mo doctor Moral propuso al Congreso un Voto en la siguiente forma: La Ankylostomosis en la región fluvial del Ecuador Un asunto por demás grave é interesante va á ser objeto de li- jero estudio de resumen en este corto trabajo. Lo recomiendo á vuestra docta consideración, con la seguridad de que sabréis reconocerle toda la importancia que tiene. Ale refiero al problema médico-económico de la ankylostomosis en el Ecuador. Desde muy antiguo, como ha pasado en todas partes, mientras se desconocía esta enfermedad, entre nosotros eran clasificados como palú- dicos caquécticos, nefríticos, cirróticos, etc, una serie larga de enfermos crónicos, que llegaban de nuestros campos á los hospitales, á ocupar por algún tiempo el lecho, para después pasar, casi seguramente, al re- poso eterno. Eran agricultores, peones, humildes obreros que labrando la tierra para hacerla producir sus más preciados frutos, encontraban el germen mortífero de una enfermedad que traidoramente se ocultaba bajo la máscara de varios otros estados patológicos semejantes, para en- gañar asi á h>s médicos y sacrificar á sus víctimas en el seno de la más triste impunidad. Era la ankylostomosis ó uncinariasis, enferme- dad producida por un gusano intestinal pequeñísimo, que debilita y de- genera al paciente, haciéndolo primero perezoso y apático, y luego des- truyendo por completo sus energías y postrándolo, por fin, en el lecho del dolor. La ''Enfermedad de la pereza'1 como se la llama en el Sur de fos EE. UU., era la que daba el sello característico de vergonzosa y letal apatía á nuestras gentes del campo, degenerando la raza y redu- ciendo considerablemente las energías para el trabajo, que la Patria ne- cesita que tengan sus hijos para la obtención de la riqueza al laborar en el cultivo de sus feraces regiones. Descubierta la causa, del mal y puesto en práctica el apropiado tratamiento, un gran número de vidas se ha logrado arrancar de ma- 146 nos de este enemigo de la salud, y los agricultores que se cuidan de la higiene de sus empleados, han podido notar la enorme diferencia que existe entre esos enfermos pálidos, con el abdomen exageradamente abultado, consumidos por la anemia y la caquexia, que nos mandan á nuestros hospitales, y los hombres sanos, alegres y fuertes que les de- volvemos. En una palabra, honorables colegas, la ankylostomosis existe en las plantaciones agrícolas del litoral en forma alarmante, produciendo no solamente los desastres de una entidad patológica temible, sino tam- bién, los peligros de un mal social, que nos obligará á tomar medidas enérgicas para combatirlo. Repetiremos las palabras de nuestra tésis doctoral, al comentar esta cuestión: "Los infelices labradores, elementos indispensables para el sostenimiento de nuestras más valiosas propiedades, que en medio de los rigores del clima luchan por el pan, encontrando la muerte en el seno mismo de la tierra que fecundizan, tienen el mismo derecho á la salud y á la vida, que los habitantes de los centros populosos é higieni- zados". En efecto, señores, en otros países donde se está desarrollando está cuestión, se la considera no sólo bajo el punto de vista humanitario y filan- trópico, sino también, bajo el aspecto económico-social. Un país para ser rico y feliz necesita de la integridad absoluta de la actividad y energía de sus hijos, á fin de que el coeficiente de trabajo se traduzca en riquezas y comodidades justamente merecidas: pero, para que el hombre produzca el máximun de actividad útil, necesita de una condición indispensable: el goce perfecto de su salud. Eso es lo que falta á los infelices "peones" del litoral, consumidos por diferentes enfer- medades endémicas, entre las cuales la ankylostomosis es la más dege- nerante. Así, ellos no podrán nunca contribuir, con la suma de trabajo que era de esperarse, al desarrollo de la agricultura, sino que, al con- trario, día á día se nota mayor falta de brazos, y hasta llegan ocasiones en que los frutos tienen que perderse en los árboles por falta de quienes hagan la recolección. Se impone, pues, como medida salvadora, ya que no seria posible trasladar á las ciudades una gran cantidad de enfermos crónicos para su tratamiento, el establecer comisiones sanitarias que recorran los campos haciendo la propaganda, profilaxia y tratamiento, al igual de lo que se hace en otros lugares, algunos de los cuales están ya completamente sa- neados por este sistema. Todo el dinero que se puede gastar en esta obra, será prontamente devuelto á la riqueza pública, en forma de mayor desarrollo do nuestra feraz agricultura. Hace algunos años que la fundación Rockefeller de los EE. UU. viene emprendiendo en esta labor humanitaria y patriótica en los Estados que tienen esa endemia, y ya á conseguido curar á algunos millones de enfermos y saneado enormes territorios, proponiéndose, después de termi- nar la labor en el país, extenderla en el extranjero, para lo cual ha soli- citado ya datos del Ecuador. ¿Debemos esperar á que venga de fuera esta iniciativa? Creo que debemos apresurarnos á comenzar la obra por dignidad nacional mismo. Al efecto, someto á la consideración del H. Congreso el siguiente voto: El 1er. Congreso Médico Ecuatoriano, considerando que la ankylos- 147 tomosis se haya muy difundida en las plantaciones agrícolas del litoral, insinúa al Congreso Nacional el siguiente proyecto de ley: Autorízase á la Dirección de Sanidad para que emprenda campaña contra la ankylostomosis en el litoral de la República. Serán fondos para ello, un nuevo impuesto sobre la propiedad agrí- cola en las regiones amagadas, que produzca, cuando menos, cincuenta mil sucres por año. Honorables colegas, he concluido. DR. GALLEGOS ANDA: felicita al conferencista y cree que dada la utilidad práctica de los temas tratados por el doctor Moral, debe tributársele un voto de aplauso y aprobar la proposición que de ellos se desprende. Estima, también, necesario,darles la mayor publicidad. La Asamblea resolvió acoger el Voto del doctor Moral sobre la lucha para combatir con éxito la ankylostomosis. Se puso en discusión el siguiente Proyecto sobre intercambio de profesores y alumnos entre las Universidades de Quito y Guaya- quil, presentado por los señores doctores Ernesto Albuja Aspiazu, Delegado de la Corporación Estudios de Medicina de Quito y Julio M. Cabrera, Delagado de la Asociación Escuela de Medicina de Gua- yaquil y señores Tolmo Viteri Lafronte, Delegado de la primera y Adolfo Hidalgo Nevárez, Vicepresidente de la segunda Corpo- ración: El ler. Congreso Médico Ecuatoriano Considerando: Io.-Que es indiscutible el provecho que se obtendría por las ín- timas relaciones entre las facultades de medicina de la República en pro de las universidades; y 2o.-Que es deber del Congreso laborar por el adelanto de los estudios médicos en el Ecuador: Acuerda: Solicitar á las facultades de medicina la aprobación del Proyecto de intercambio de profesores y alumnos que acompaña el presente De- creto. Dado, etc. 148 PROYECTO Art. Io.-Al fin de cada año escolar, los profesores de los cur- sos presentarán en Secretaria, los nombres de los estudiantes más dis- tinguidos en las respectivas materias. Art. 2o.-La Junta General de la Facultad elegirá de entre ellos, seis alumnos, que deben ir en el periodo de vacaciones á las otras uni- versidades. Art. 3o.-El viaje y permanencia de los alumnos, serán costeados por las universidades respectivas. Para ello, las Juntas Administrati- vas deberán consignar en sus presupuestos los fondos destinados á es- té objeto, ó disponer de la partida de gastos extraordinarios. Art. 4o.-Una vez en las ciudades á que lian sido destinados, los estudiantes están sujetos á las obligaciones y gozarán de los privilegios y derechos de los alumnos matriculados. Art. 5o.-Las facultades también designarán anualmente uno ó más profesores que deben ir con los estudiantes, bajo la obligación de dictar cursos ó conferencias sobre materias científicas, y, en especial, deberán tratar lo concerniente á la clínica local de la región á que pertenecen. DR. ESTRADA COELLO: Que se apruebe por aclamación. DR. JOSE D. MORAL: Creo que por un error involuntario, dada la premura del tiempo, se ha omitido hacer extensivo este pro- yecto á todas las universidades de la República, y propongo á sus autores que lo modifique, en tal sentido. Aceptada inmediatamente esta aclaración, por los proponentes, la Asamblea aprobó por unanimidad dicho proyecto. EL DR. ALEJANDRO VILLAMAR expuso ante el Congreso la siguiente moción que, por su intermedio, presenta el señor doctor Alfredo Espinosa Tamayo: «Que se excite á los poderes públicos pa- ra que, á la brevedad posible, reunan una asamblea compuesta de to- dos los elementos sociales que deban coaligarse para estudiar la ma- nera de llevar á cabo la lucha contra los peligros de la tuberculo- sis, del alcoholismo y de las enfermedades venéreas». Como, pre- cisamente, dijo, en las Cámaras Legislativas, cursa un proyecto de Ley que comprende, más ó menos, los mismos puntos á que se relie- re la petición del doctor Espinosa Tamayo, yo me permito modificar- la en el sentido de que el Congreso Médico Ecuatoriano, insinúe á dicha Cámara su más pronta aprobación. Al efecto, lee ese proyec- to que está concebido en los siguientes términos: 149 El Congreso de la República: Considerando: que es un debeber de los Poderes Públicos velar por la salud del pueblo: Decreta: Art. Io.-Establécese en la República una Liga llamada z Del Bien Social», encargada especialmente de luchar contra los peligros de las enfermedades llamadas sociales; y á la cual se le atribuyen todas las fa- cultades necesarias para poder llevar á cabo esta lucha: Art. 2o.-La Liga tendrá, para facilitar su acción, dos centros prin- cipales que estarán en comunicación entre sí. el uno tendrá su asiento en Quito y el otro en Guayaquil. Estas Corporaciones se constituirán con el personal siguiente: En Quito; el Subdirector de Sanidad del Pichincha, dos Vocales de la Junta de Beneficencia Nacional, dos Miembros del Directorio de la Junta de Beneficencia Olmedo, el Decano y el Profesor de Hi- giene de la Facultad de Medicina de la Universidad Central y el Di- rector de Estudios de la Provincia do Pichincha. En Guayaquil: del Director de Sanidad Pública, de dos Miembros de la Junta de Beneficencia Municipal, de dos Concejales, del Decano y el Profesor de Higiene déla Universidad y un Delegado de cada una de las Sociedades de Beneficencia que existan en la localidad. Art. 3o.-La Liga nombrará, dentro de sus respectivas secciones, las delegaciones, comités y subcomites en las Capitales de Provincia y Cabeceras de Cantón, con el personal que el reglamento respectivo determine. Art. 4°.-Son fondos para la obra del Bien Social: para el centro establecido en Quito: A-los fondos que actualmente existen en la caja de la Sociedad de Beneficencia Olmedo, destinados á la construcción del Sanatorio Rocafuerte, cuyo edificio se adjudica tainbién á la Liga.-B el producto de la venta de los terrenos en que actualmente se cons- truye el Sanatorio Rocafuerte, que limitan con la Cindadela Larrea, hasta en una extensión do dos hectáreas.-C-El 12 0/° sobre la re- serva que legalmente debieran tener los Bancos para respaldar la emi- sión de sus billetes. De este impuesto corresponderán al Centro de Quito, lo que paguen los Bancos establecidos en la sierra y al de Gua- yaquil, los establecidos ó que se establecieran en la costa.-D-La can- tidad que fijare la Junta Nacional de Beneficencia en su presupuesto. Son fondos para el Centro de Guayaquil:-A-Los fondos que actual- mente colecta la Sociedad de Beneficencia Olmedo, según Decreto Legisla- tivo de Octubre de 1894.-B-La cantidad que anualmente lijare la junta de Beneficencia Municipal en su presupuesto.-C-Los donativos parti- culares que se hicieren para este objeto.-D-Las cantidades indicadas en la letra C del párrafo anterior. Art. 5o.-Cada uno de los centros nombrará un Tesorero que co- lectará directamente estos fondos y tendrá la jurisdicción coactiva, que- dando obligado á rendir la respectiva fianza. El Poder Ejecutivo aprovará los estatutos . y reglamentos que la 150 Liga eleve á su consideración y le prestará todo el apoyo necesario pa- ra la consecución de sus tiñes. Dado y firmado, etc. Se resolvió por unanimidad aceptar la indicación del doctor Villamar en la siguiente forma: «Que se eleve y recomiende al Con- greso Nacional el Proyecto de Ley sobre establecimiento de una Li- ga que combata las enfermedades llamadas sociales: Tuberculosis, Alcoholismo y Sífiles». El Sr. Presidente manifestó que se iba á proceder á otorgar la medalla de oro, que se había, acordado, al señor doctor Julián Coro- nel, Rector de la la Universidad de Guayaquil, por su «Mérito Pro- fesional». Comisionado, para ese acto, el señor doctor Mariano Peñahe- rrera E, Decano de la Facultad de Medicina de Quito y Presidente de Honor del Congreso, hizo la entrega pronunciando el siguiente discurso: Señor doctor Julián Coronel: Ale inspiran tan grande respeto y tan profunda admiración vues- tras canas venerandas y la aureola de gloria i •fulgente que veo brillar sobre vuestras sienes, que no me habría decidido jamás á dirigiros la pala- bra en una solemnidad excepcionalmente significativa como ésta, si la bondadosa galantería de mis colegas de esta ciudad no me hubiera vuel- to imposible cualquiera excusa, abrumándome con un exceso de genero- sidad superior á toda resistencia de mi parte. Confiando, pues, en que esta bondadosa elección me rodea del prestigio que no poseo, vengo, señor, á deciros que todos vuestros anti- guos y beneméritos compañeros, y la numerosa y lucida falange de dis- cípulos que habéis formado, y los médicos todos de la República, esta- mos orgullosos do reconoceros como al Maestro eximio de la Ciencia Médica Patria, y de tributar á vuestra sabiduría y á vuestras eminentí- simas virtudes, este muy merecido homenaje, público y solemne, de cor- dial y entusiasta acatamiento. El amor á la justicia, y el empeño de hacerlo práctico, dando á la virtud la merecida recompensa, es propio de los espíritus elevados que buscan con anhelo los medios de impulsar á los hombres al amor del bien, la práctica de la virtud y el sacrificio en pro de la humanidad; al propio tiempo que andan buscando para el feliz luchador que llega á la cima de la gloria á través del difícil y áspero sendero del deber, algo que disipe las infinitas angustias que ha ido aglomerando en la vida á medida que ascendía penosamente y paso á paso, algo que le endulce las intensas amargaras que ha saboreado en su difícil jornada. Y esta Dr. Julián Coronel,Rector de la Universidad de Guayaquil, Prof. de Clínica Interna, Médico del Hospital General 151 brillante pléyade de sabios que habéis educado, hijos vuestros en la ciencia y en el honroso cumplimiento del deber, vienen hoy á haceros justicia, y os traen, en pago de vuestros desvelos y afanes, lo único ca- paz de endulzar todo el acíbar de la vida é inundar el corazón en inefa- ble felicidad: la sagrada ofrenda de su amor y gratitud. Os respetamos y os admiramos, señor, por vuestras soberanas do- tes intelectuales, por vuestra incansable consagración al estudio, al ma- gisterio y al trabajo, y os amamos íntimamente por los grandes bienes que habéis hecho á la juventud estudiosa y á toda la sociedad, y por vuestras excelsas virtudes, entre las cuales resplandece en primer termi- no la nobleza de corazón con que habéis difundido vuestra ciencia y vues- tra fortuna para el bien de la juventud guayaquileña, para el estímulo del mérito y el progreso de nuestra querida Patria. Y como prenda de estos sentimientos, y recuerdo y testimonio per- durable de este homenaje que complacidos os rendimos en esta solemne sesión del Congreso Medico Nacional, dejadme, señor, colocar sobre vuestro pecho benemérito esta medalla que os dedican vuestros compañe- ros y disípalos del Guayas, y en la cual os pido que veáis también grabados el respeto, el cariño y la altísima estimación (pie os profesamos todos los médicos de la República, de quienes espero, me creáis genuino y verdade- ro intérprete. Y de mi parte, permitidme, señor, que agregue á los recuerdos y afectos que esta medalla despertará en vuestro corazón, toda la grati- tud que debo á mis generosos colegas de Guayaquil, pidiéndoos que la aceptéis como el mejor tributo (pie yo puedo ofrendaros. El doctor Alejandro Villamar, Delegado de la Facultad de Me- dicina de Quito, procedió á entregar al doctor Coronel otra artística medalla, con el siguiente discurso: Señor lector Coronel: Los médicos de la Facultad de Quito, presentes en esta Asamblea, han querido tomar parte más directa y con íntima y sincera complacen- cia, en la manifestación de que sois objeto, y que el Comité Directivo del Congreso Médico ha preparado con oportunidad digna de encomio, para honrar en vos al profesor eminente y al distinguido ciudadano. ¿.Qué cosa más natural, señor, y razonable, que unirnos con sin- cero entusiasmo para la realización de un acto de justicia? ¿Qué cosa más propia y más di1 acuerdo con los sentimientos de confraternidad pro- fesional y social, (pie hacer unánime el aplauso, y grande y numerosa la voz con que se proclaman y se premian la virtud y el mérito? Costumbre es, y excelente, sin duda, aprovechar las grandes reu- niones de este género para enaltecer y consagrar con voto solemne, el nombre de quienes, por esfuerzo perseverante y triunfador, alcanza- ron la alta cumbre de una sólida reputación científica y moral. Her- mosa y justiciera costumbre que estimula y premia, y que brinda, aca- so en los instantes más oportunos, con dulces satisfacciones del espíritu 152 compensadoras de los sinsabores que el más afortunado sufre en los do- lorosos caminos de la vida. Os lia tocado, señor doctor Coronel, sor el primero en recibir el ho- menaje que el cuerpo médico ecuatoriano, reunido en Asamblea, ha que- rido rendir á la virtud comprobada y al mérito sobresaliente. Pues lo merecéis, aceptadlo, veterano de sus lilas que marcháis á la cabeza co- mo honroso exponente do cultura científica y educación profesional. Aceptadlo, aunque no fuera sino por el derecho que os dan á este ho- menaje cuatro lustros de enseñar la práctica del deber, cumpliendo siempre el vuestro. El doctor Coronel, agradeció estas significativas manifestacio- nes en los siguientes términos: Señor doctor Peñaherrera: Si la ofrenda que acabáis de colocar en mi pecho, á nombre de mis compañeros y discípulos del Guayas, constituyera realmente una recompensa á méritos y virtudes que vuestra benevolencia ha creído encontrar en mí. declinarla, y sin vacilar, la honrosa distinción que se me hace, porque considero que no hay mérito alguno en seguir los im- pulsos del corazón, ni virtud grande ni pequeña en el cumplimiento estricto del deber: pero esa ofrenda viene, también, como una demostra- ción cariñosa de mis colegas de Guayaquil y trae grabados el respeto y la estimación que me profesan todos los médicos de la República, y ante tal manifestación de afecto y simpatía que me abruma por más de un concepto, no puedo menos (pie aceptarla con el corazón rebosan- te de alegría y declarándoos, sinceramente, que no podría deciros qué obliga más mi reconocimiento hacia todos mis colegas, si los valiosísi- mos presentes que me hacen, ó el singular acierto que han tenido al designaros para servirles de intérprete de sus bondadosos sentimientos, en esta solemne ocasión. La intensa emoción que embarga mis sentidos en este instante me impide expresaros, como lo deseo, todo cuanto siento y quiero; y por esto me limito á deciros: ¡gracias!, señores discípulos y amigos, ¡gracias!, muchísimas gracias! La Asamblea, unánimemente, aprobó los votos de aplauso propuestos por el doctor Juan B. Arzube C. para los doctores Emilio G. Roca y Francisco J. Martínez Aguirre. Este último agradeció el homenaje que se le tributaba, en los términos siguientes: 153 Señor Presidente, señores: Después de las palabras encomiásticas de mi distinguido discípu- lo y colega doctor Arzubo Cordero, me veo obligado, sin preparación previa, á agradecerlas efusivamente: y al presenciar el acto de justicia que se ha hecho á mi distinguido colega doctor Coronel, como el único que quedó de la Corporación que inició la enseñanza de la medicina en Guayaquil, me creo en el deber de agregar mi felicitación especial á las que se tributan en este momento á ese abnegado adalid del progreso intelectual en la República. Creo, señor Presidente, que el doctor Coronel se considerará aún mejor recompensado al contemplar la manera cómo se levantan sus discípulos sobre el nivel de la vulgaridad, contribuyendo con sus cono- cimientos á conservar la salud, y proteger la vida y el bienestar de la humanidad, no sólo aliviando sus dolencias, sino aún, procurando la robustez y energía en los individuos, tan necesaria para el adelanto de las sociedades; contemplando la eficacia de su enseñanza, algo así co- mo el hortelano que después de depositar la semilla, vé brotar la plan- ta lozana y hermosa cargada de opimos frutos. Permitidme (pie pasando por encima de la cortesía usual, mani- fieste el gran placer (pie siente mi alma por este acto de justicia, es- trechando entre mis brazos al querido compañero de labor, en el largo tiempo transcurrido. EL DR. BARTOLOME HUERTA, haciendo un recuerdo me- recido á la memoria del señor doctor Alejo Lascano, fundador de la Facultad de Medicina y primer Rector de la Universidad de Guaya- quil, pidió que la Asamblea se pusiera de pie como testimonio de admiración para ese benefactor de la humanidad y que se trasmita esta resolución á la familia del extinto. Así se acordó, y los señores congresistas tributaron el home- naje en la forma indicada por el doctor Huerta. EL DR. VALENZUELA, considerando que eran muy justas y merecidas las distinciones que el Congreso Médico acababa de dis- cernir, propone que se recuerde también la memoria del sabio profe- sor de Química doctor Ramón Flores Ontaneda, muerto en el cum- plimiento del deber, cuando practicaba las primeras investigaciones sobre la vacuna contra la peste de Oriente que había invadido Gua- yaquil. Teniendo en cuenta, además, que dicho profesor era natural de Quito y que sus discípulos agradecidos habían formado un Comi- té para erigirle un busto en la Universidad de Guayaquil, á la cual consagró sus mejores afanes, solicita que se oficie á los respectivos 154 Municipios para que ayuden con una suma de dinero á la más pron- ta realización de esa obra. La Asamblea, así lo acordó y se puso de pie, ordenando al mis- mo tiempo, que se comunique esta resolución á la familia del doctor Flores Ontaneda. EL DR. HUERTA pide que se formulen por el Congreso Mó- dico los siguientes Votos: Io.-Que anualmente las tres Universi- dades de la República consignen en sus presupuestos las sumas necesarias para el envío á centros culturales científicos de Europa ó Norte América, de un alumno de cada una de las Facultades de Me- dicina que, habiendo terminado sus estudios, sea acreedor á esta distinción. 2o.-Que se insinúe al señor Ministro de Instrucción Pú- blica, pida al próximo Congreso Nacional, la reforma de la Ley corres- pondiente, y se declare libre de textos la enseñanza de la medicina en el Ecuador. DR. VALENZUELA: Opina porque se apruebe el primer Voto: y que en cuanto al segundo, no cree que exista ninguna ley que con- signe como obligatorios los textos para la enseñanza de la medicina en las universidades de la República y que está seguro de ello pol- lo que respecta á la de Guayaquil. DR. VILLAMAR: Asegura que no hay ley alguna que decla- re obligatorios los textos de medicina: y en cuanto al Voto para en- viar anualmente alumnos al exterior, cree que debía dirigirse el Con- greso, al Consejo Superior de Instrucción Pública, en esta forma: «que el C. S. de I. P. no conceda becas para el perfeccionamiento do los estudios médicos sino á los alumnos designados especialmente pol- las respectivas Facultades». Procedióse á discutir en primer terminó esta modificatoria: DR. DAVID DIAZ CUEVA: Sostiene que sí existe una ley declarando obligatorios ciertos textos. DR. ARZUBE: Cree que la primera moción es buena pero no práctica; y en cuanto á la existencia de textos obligatorios, pide oír la opinión del doctor Cesáreo Carrera, Vice-Rector de la Univer- sidad de Guayaquil que se encontraba entre los concurrentes. 155 Concedídole la palabra por la Presidencia, el DR. CARRERA, manifestó que no existía esa ley. DR. PEÑAHERRERA: Recuerda que en el Consejo Superior de Instrucción Pública se ha tratado de este asunto y que puede ase- gurar (pe no existe ley afirmativa sino, más bien, prohibitiva para to- do texto obligatorio. De acuerdo con la discusión se resolvió no aceptar el segundo Voto propuesto por el doctor Huerta. En cuanto á la modificatoria del primero, insinuada por el doctor Villamar, continúa la discusión. DR. PEÑAHERRERA: Propone á los autores que se agre- gue las palabras: «por lo menos uno cada año». Aceptada esta indicación por los doctores Huerta y Villamar queda redactado y se aprueba el Voto en la siguiente forma: «Soli- citar del Consejo Superior de Instrucción Pública, que envíe cada año, por lo menos un alumno de cada Facultad de Medicina, á per- feccionar sus estudios en un centro cultural de Europa ó Estados Unidos; y, que no conceda becas sino al estudiante designado espe- cialmente para ello por esas Facultades. DR. PAREJA: Pide que la Asamblea formule el siguiente Voto: Recomendar á quienes corresponda, que la provisión de todos los cargos médicos, como son: cátedras de las Facultades, servicios de hospitales, de sanidad civil y militar, médicos municipales y las becas ó pensiones en el exterior, se haga por oposición, ó cuando menos, por un procedimiento en cual se establezca un criterio de justicia, sin dejar margen al favor personal ó á la influencia política. Aprobado. La Asamblea aprobó igualmente los siguientes Votos: DR. JOSE R. BOLOÑA: Que se recomiende al Consejo Su- perior de Instrucción Pública la unificación del «Plan de estudios de medicina», en toda la República, y el acuerdo entre los Regla- mentos y disposiciones de las Facultades Médicas. 156 DR. IZQUIETA: Que se recomiende al Próximo Congreso Na- cional, la expedición de una ley, que confiera la autonomía financiera á las Universidades de la República. Con lo cual terminó la sesión. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios. Dr. José R. Botona R., Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. Concurrentes á la sesión solemne del Primer Congreso Médico Ecuatoriano, del 13 de Octubre Asamblea general DEL DIA 14 DE OCTUBRE DE 1915 La presidió el señor doctor Carlos García Drouet, con asis- tencia de los señores doctores Miguel H. Alcívar, Vicepresidente; Jo- sé M. Estrada Cocllo, Tesorero, y los in frases i tos Secretarios. Se abrió la sesión á las 10 a. ni. Concurrieron los doctores Martínez Agui- rre, Rubira, Gilbert, Moral, Lazo, Martínez Serrano, Noboa M., Mi- ño, Castro, Cabrera, Jalón, Negrcte G., Aráus, Aycrve, Pólit Manri- que, Cornejo Campuzano, Cubillo, Navarrete, Varea Quevedo, Díaz Cueva, Holst, de la Torre, Rosales, Gallegos Anda, Cortés García, Flor, Villamar, Rolando L. T., Sigcho Morales, Pareja, Albuja Aspia- zu, Orellana, Chiriboga Rolando C., Peñalierrera, Andrade, de Roux, Rubio, López Lascano M. A., Hidalgo G. Eduardo, Coello, Rigail, López Lascano Carlos S., Gonzalos H., Rivera César, Fuentes, Levi, Pazmiño, Ledo. Jorge T. Larrea, y señores Campos R., Martínez y Vi- teri La fronte. Ocupó la Presidencia de Honor el señor doctor Julián Coronel, Rector de la Universidad de Guayaquil. Se leyeron por Secretaría los siguientes oficios. Guayaquil, 13 de Octubre de 1915. Señor Presidente del ler. Congreso Médico Ecuatoriano Ciudad. Señor: Tengo el honor de comunicar á usted que la Ia Sección de Me- 158 dicina (l.°, 2.° y Ser. grupo), en sesión de hoy, ha resuelto someter á la consideración del Congreso Pleno los siguientes Acuerdos, aceptados por unanimidad: l.°-Un voto de aplauso á la «Asociación Escuela de Medicina» por su laboriosidad y constancia en el estudio durante los 19 años de su existencia; 2.°-Un voto de aplauso al doctor Francisco Cousin por haber na- turalizado la preparación de la vacuna antitífica en el Ecuador: y á la Dirección de Sanidad por la actividad con que procedió á hacerla efec- tiva en esta ciudad: y 3.°-Un voto de aplauso y gratitud al L Concejo Cantonal por la convocatoria de este Congreso y en especial al señor doctor J. M. Es- trada Coello por su feliz iniciativa al respecto. De usted atto. y S. S. El Secretario de la Ia. Sección [l.°, 2o. y 3er. grupo], A. J. Valenxiwla E Primera Sección de Medicina.-Grupos 4.°, 5o. y 6o. Guayaquil, Octubre 13 de 1915. Señor Presidente del ler. Congreso Medico Ecuatoriano Ciudad. Señor: Tengo la satisfacción y el honor de poner en su conocimiento, que esta Sección, en sesión de hoy, resolvió proponer al Congreso un voto de aplauso para el señor doctor don Mariano Peñaherra E., por su brillante trabajo sobre Medicina Legal, recomendando al mismo tiempo las refermas propuestas por el autor, á fin de resolver los numerosos conflictos que nuestras leyes ofrecen con la ciencia médica. Del señor Presidente, con respetuosas consideraciones, José I). Moral. Secretario. La Asamblea resolvió únanimemente aprobar los Votos solici- tados. El doctor León Becerra, ocupó la tribuna y dió lectura á una conferencia sobre 159 LA HIGIENE POR EL DR. LEON BECERRA Pro!, de Fisiología de la Facultad de Medicina de Guayaquil, Director de Sanidad Pública y Presidente de la 4a, lección del Congreso Señor Presidente, señores: La fecha clásica del aniversario de nuestra vida independiente, ha congregado en selecto núcleo á los distinguidos facultativos y hom- bres de ciencia, enviados por los Centros Universitarios de la República, por distintas Corporaciones Científicas, Delegados Municipales, etc., con el objeto de concurrir al ler. Congreso Méílico Ecuatoriano, promovido por el Ilustre Concejo Municipal de Guayaquil, para mejor honrar la memoria de los (pie en valiente lid, supieron alcanzar la emancipación de la República del dominio de la Madre Patria. Entre los distinguidos huespedes que de las distintas provincias de la República han venido á tomar parte en las fiestas con las que cele- bramos uno de los días más grandes de la historia patria, estáis voso- tros. ilustrados colegas, que habéis llegado aportando el valioso contin- gente de ilustración y vastos conocimientos científicos, á ocupar prefe- rente asiento en las tilas de este torneo (pie será el exponente más hermoso y seguro del progreso y desarrollo que han alcanzado las cien- cias médicas en el Ecuador. A mi vez, quiero unirme á vosotros, contando desde luego con vuestra benevolencia, para trazar ¡i grandes rasgos lo que es la Sani- dad Pública entre nosotros, los trabajos (pie ha efectuado, los resulta- dos obtenidos, y, últimamente, lo que debe ser, si se quiere que nues- tra Patria figure en el rol de las naciones civilizadas. Los pueblos miden su grado de cultura por el desarrollo de su higiene. Atender á la salud de las colectividades, es mirar por el incre- mento de las mismas. El Comercio, la Agricultura, las Industrias, las Artes y las Cien- cias, tienen vasto campo de acción en los pueblos en los que la inmi- gración está protegida en todos modos por el Estado. En la lucha por la existencia, el hombre no trepida en acometer las más árduas empresas; y con su mirada fija en el porvenir, trabaja infatigable hasta llegar á la cima de sus aspiraciones, venciendo difi- cultades, salvando obstáculos y removiendo cuanto se opone á su paso en el sendero emprendido. Sólo una cosa le preocupa y puede dete- nerlo y hacerle retroceder: la conservación de la vida amenazada por el golpe inesperado de las enfermedades. Cuando el medio que le rodea ofrece los peligros inherentes á climas deletéreos, á poblaciones descui- dadas en su higiene; cuando éstas no reúnen las condiciones indispon- 160 sables para la conservación de la salud y resistencia orgánica, el hom- bre emigra y busca en otros países las garantías para su vida que le da la ciencia en pueblos en los que el progreso no se comprende sin el bie- nestar de los individuos. Todas las naciones tienen, pues, el deber ineludible de proteger la vida de sus pobladores; y al abrir su puertas al extranjero, asegurar, en primer término, la salud de los que, con su ilustración, sus capitales, sus industrias, con su trabajo en general, van á contribuir poderosamen- te al progreso y engrandecimiento de esos pueblos cuya hospitalidad so- licitan, en nombre de la confraternidad universal. Las naciones de la vieja Europa, los Estados Unidos de Norte América, la mayor parte de las Repúblicas de Sud-América, no han en- trado al concierto de la moderna civilización, sin tomar en cuenta tan imperioso deber. Y es admirable, verdaderamente sorprendente, cuán- to se ha progresado en esa vasta ciencia, conjunto de todos los conoci- mientos humanos, que constituye la Higiene. Las Ciencias Eísicas, las Ciencias Naturales, la Bacteriología, la Patología, la Estadística y otras divinas ramas del saber, se han dado la mano para contribuir á levan- tar esa poderosa ciencia que la investigación hace cada día más rica con sus nuevos descubrimientos, y cuya aplicación ha triunfado segura- mente do los más grandes enemigos de la humanidad, destruyendo en su origen las causas de la enfermedad, penetrando con PasUur en el mundo de los infinitamente pequeños, sorprendiendo sus procesos bioló- gicos, su lucha incesante en el seno del organismo y aniquilando su acción devastadora con sus propios productos de secreción. El Ecuador, desgraciadamente, siempre envuelto en luchas fra- tricidas, ó en manos de gobernantes agenos á la civilización, que hicie- ron de la ignorancia arma de combate y escudo de sus ambiciones per- sonales, es poco lo que ha avanzado por este camino, á pesar de la constancia y tenaz empeño que han tenido ilustrados ciudadanos de to- da la República, por mejorar las condiciones higiénicas y sanitarias de sus puertos y poblaciones andinas. Estas, por su situación topográfica, se ven alejadas de muchas de las enfermedades exóticas, propias de los climas tropicales, que con frecuencia invaden á los pueblos del litoral. Las enfermedades que en ellas dominan, corresponden á las que se pre- sentan en climas templados, obedeciendo en su desarrollo al cambio de las estaciones y muchas de ellas á la falta de medidas profiláticas, co- mo sucede con las fiebres eruptivas, la tifoidea, que á intervalos más ó menos largos, toman el carácter epidémico. El saneamiento de esas poblaciones no es problema de difícil resolución: y ejemplo palpable de ello es lo que pasa actualmente en Quito con la fiebre tifoidea. La estadística del movimiento morboso y de la mortalidad por esta enti- dad patológica, ha disminuido considerablemente desde que se ha esta- blecido la inmunización por la vacuna polivalente del profesor Vincent, preparada convenientemente por el distinguido médico, el Profesor Cou- sin. El país tendrá siempre deuda de gratitud para con este ilustrado facultativo que ha salvado ya centenares de vidas, y ha sentado las bases del Instituto de Aeroterapia y vacunación que debe levantar el Gobierno, según Decreto Legislativo de 1913. El ler Congreso Médico Ecuatoriano, dará un voto de aplauso al doctor Cousin por la impor- tancia de la obra con la que ha enriquecido á la medicina en el Ecuador. Entre las liebres eruptivas que grasan en las ciudades de la 161 República, la viruela es la que más víctimas ocasiona; y esta quedará ex- tinguida, como ha pasado entre nosotros, cuando se haga obligatoria la va- cunación antivariolosa y se establezca, como en esta ciudad, un instituto para la elaboración de la vacuna jenneriana. La creación de la Subdirección de Sanidad en Quito, ha puesto de manifiesto cuánto se puede hacer para mejorar el estado sanitario de esa importante ciudad, cuyas condiciones climatéricas son envidiables y que no requiere para desterrar las pocas enfermedades que la visitan, sino do- tarla de buena canalización, dictar severas disposiciones sobre higiene urbana y enseñar al pueblo su estricto cumplimiento. Es en las poblaciones del litoral, es en sus puertos, es en esta ciu- dad, sobre todo, en donde tenemos que laborar con todo esfuerzo para im- pedir el desarrollo de las frecuentes epidemias que traen consigo un por- centaje de mortalidad que llama la atención.oponiéndose, en consecuencia, al mayor incremento (pie debiera tener su población. Las condiciones climatéricas de esta zona, corresponden indudable- mente á la de los países tropicales, y al lado de su exuberante y variada vegetación, de la riqueza de su suelo, á las márgenes de sus caudalosos ríos, se aclimatan los gérmenes de diversas enfermedades; unas, endémi- cas y propias del medio físico en que se desarrollan: otras, exóticas, y con tendencia á perpetuarse si encuentran terreno preparado para ello. El paludismo, la disentería, las infecciosas gastro intestinales, la tuberculo- sis, entre las primeras; la liebre amarilla, la peste de levante, entre las- segundas, forman el cuadro de enfermedades contra las que hay que lu- char con los distintos medios de que hoy dispone la ciencia, El saneamiento de ciudades como Guayaquil, no es un problema de fácil resolución, y requiere serio estudio y la inversión de grandes capita- les para alcanzar el éxito (pie han obtenido ciudades de análogas condicio- nes que la nuestra. Para combatir con los agentes patógenos,.origen de las enfermedades, se hace indispensable destruir las causas (pie los gene- ran, se necesita actuar sobre todos los elementos físicos del medio cósmico que forman el lugar (pie se quiere sanear convenientemente, y trabajar in- cesantemente, pues la desaparición de una enfermedad por tiempo más ó menos largo, no significa su extinción, si persisten las causas que le dan origen. Elementos de todo género favorecen entre nosotros, como en todos los países colocados en iguales condiciones topográficas y climatéricas, el desarrollo de las enfermedades propias de los trópicos: y nada de extraño tiene que la malaria en sus formas más variadas, haga lujo de su acción patógena, produciendo, á veces, fenómenos raros é inesperados, que sólo con el trato clínico se llega á descubrir la verdadera causa (pie los pro- duce. Las entidades patológicas (pie desde largo tiempo atrás nos han sido importadas, han encontrado vastos medios de cultivo, no sólo con lo (pie constituye el clima de este puerto, sino por la falta absoluta de higieniza- ción urbana. Esta ciudad, (pie es la metrópoli comercial de la República y el puerto principal de entrada á la todavía escasa inmigración (pie reci- be. carece completamente de las obras principales de salubridad indispen- sables para la vida. El plano de la ciudad se encuentra casi al nivel del mar y la capa de agua subterránea á muy poca distancia de la superficie del suelo. Esto determina un alto grado de humedad telúrica, (pie llegad la saturación, especialmente, en los meses de las grandes lluvias (pie empa- pan el suelo, formando charcas pantanosas que sólo se desecan por la eva- 162 poración, ya que el sistema de drenaje primitivo que por esas épocas se hace, no llena las necesidades del caso. Claramente se deduce, que una ciudad imperfectamenta canalizada, con un suelo que retiene cuanto cae en su superficie, y que mantiene un grado de humectación, y formalidad elevadas; ciudad en la que parte de las excreciones humanas é inmundicias de todo género son evacuadas á la ría que baña sus playas, al pie mismo de la ciudad; y otra parte de esas excre- tas queda abandonada en el suelo, en las calles no provistas siquiera de la pésima instalación de desagües que tienen las primeras: ciudad, finalmen- te, en la que el agua potable se suministra al pueblo en cantidad insufi- ciente para llenar sus principales necesidades higiénicas, no puede ser po- blación sana, ni ofrecer garantía para la vida de sus pobladores, que sólo la da ese conjunto de factores que la salubridad señala, y que constituye la higiene de los pueblos adelantados. La estadística, apenas esbozada entre nosotros, no nos puede dar cuenta exacta y razonada respecto al incremento de la población. Las ci- fras esparcidas en registros llevados fuera de toda reglamentación adecua- da, son deficientes: de manera que los datos demográficos tomados en di- versas oficinas, adolecen de graves errores, resultando muchas veces con- tradictorios. Y si se busca el porcentaje de los nacimientos, mortalidad, movimiento morboso y demás hechos de la vida civil, tropezamos con la grave dificultad de carecer del punto fundamental de partida de esta clase de estudios; nos falta el censo. No sabemos cuántos somos: y en conse- cuencia, no sabemos en qué proporción aumentan las poblaciones ni en cua- les disminuyen. La estadística bien dirigida es ciencia exacta que da la me- dida de la riqueza é incremento de las naciones, y deduce con cifras ma- temáticas el progreso ó retardo de los pueblos. Verdad que nuestra ciudad de Guayaquil cuenta con una Oficina de Registro Civil, conforme lo determina la Ley de la materia. Sin embargo, cuando queremos obtener datos aproximados siquiera, del movimiento de- mográfico de la ciudad, nos vemos obligados á buscarlos en los libros de los hospitales y casas de beneficencia, que nos ofrecen anotación más com- pleta y detallada de los datos estadísticos que necesitamos. Y no os que las leyes del caso sean del todo deficientes: el defecto está en la. manera cómo están organizadas esas Oficinas, su escaso personal, muchas veces sin preparación alguna, ó lo exiguo de la renta que les señala el presupuesto, que obliga á que permanezca casi abandonada la que debiera ser uno de los ramos principales de la administración pública. Concretándome ahora, señores, al punto principal de esta conferen- cia, á lo que se ha hecho en materia de sanidad pública, no olvidaré de ninguna manera los esfuerzos que hizo la Junta Superior de Sanidad, y los trabajos realizados por ella en tiempos no muy lejanos. A pesar de los es- casos medios de subsistencia con que contaba, pudo abrir campaña desde 1900 contra uno de los principales flagelos que más temido hiciera para el extranjero y para nuestros hermanos del interior, el puerto principal de la República: contra la fiebre amarilla que nos fue importada el año 1842 y que, desde aquella fecha, tomó entre nosotros carta de nacionalidad, ate- nuando su acción y hasta desapareciendo durante largo período, para pre- sentarse de nuevo bajo forma epidémica en diferentes épocas, como suce- dió) en 1857, 1865, 1868, 1881, fecha desde la cual la liebre amarilla per- manece entre nosotros en forma casi endémica. 163 Los primeros trabajos verdaderamente prácticos datan de la época en que el laborioso é inteligente ciudadano, señor don Antonio Gil, Presi- dente entonces de la Junta Superior de Sanidad, procuró aislar el mayor número de atacados de liebre amarilla, construyendo para el efecto el primer Lazareto: obra rudimentaria, sin duda alguna, dada la pobre renta de que disponía la Junta, pero que llenaba las principales condiciones de aislamiento. Desgraciadamente, aquella medida no atacaba la causa in- mediata de la enfermedad, pues se dejaba en completa libertad á los agen- tes trasmisores del tifus icteroide. Nombrado médico de ese establecimien- to, siendo mi interno el que es hoy ilustrado facultativo, Dr. Alfredo Espi- nosa Tamayo, tuvimos la satisfacción de ver prácticamente, los resultados de esa indiscutible medida profiláctica: aislar al enfermo para impedir la infección del mosquito trasmisor. El personal de asistencia y la servidum- bre del Lazareto, personas que no eran inmunes á la fiebre amarilla, no fueron infectados, y no se registró un sólo caso de trasmisión de la enfer- medad, á pesar de que casi toda la servidumbre estaba formada por indivi- duos venidos de las provincias andinas, mucho más receptibles que los nuestros. Pocos años después, la peste amenazó por primera ocasión invadir la República por la frontera Sur; se había presentado en el Perú y los de- partamentos del Norte de esa Nación eran entonces los más castigados. La Junta Superior de Sanidad puso en juego cuántas medidas estuvieron á su alcance: y si bien es cierto que dichas medidas se fundaban en las antiguas prácticas sanitarias, sin embargo, la observancia severa de las cua- rentenas reglamentarias, la vigilancia estricta de la frontera ecuatoriana, la desinfección obligada de los buques, cargamento, equipajes y demás pro- cedencias de los puertos atacados de la peste, dilató por lo menos, la inva- sión de esa terrible enfermedad que tantas víctimas ha hecho y de la que no nos podremos sacudir completamente, sino cuando las condiciones higié- nicas de esta ciudad hayan sido modificadas de modo conveniente. La Junta Superior de Sanidad, pidió por entonces el primer aparato Clayton para la fumigación marítima, instaló el primer Lazareto para los pestosos, estableció los primeros trabajos de desinfección urbana, practi- cando fumigaciones de los edificios por medio de un generador Clayton, modelo aplicado para esta clase de trabajos urbanos. A ino luego la revolución de 1901), y todo lo que se había hecho á costa de inmensos sacrificios, todo desapareció. El puerto de Guayaquil quedó á merced del enemigo y no pasó mucho tiempo para que la peste sentara sus reales entre nosotros. En Febrero de 1908 se comprobaron los primeros casos de la enfermedad, habiendo sospechas muy fundadas de que aquella existía en la ciudad, desde los últimos meses de 1907. Los casos de peste se sucedieron y multiplicaron rápidamente, sem- brando el terror en la población entera. Pronto contamos cerca de cien en ferinos en nuestro Lazareto, la mayor parte atacados de forma bubónica, rindiendo la última jornada el 60 „/", pues se veían privados del tratamiento específicos por falta de suero antipestoso Yersin, única medicación segu- ra de esta enfermedad. En colaboración con el Dr. Estrada Coello y acompañado de escogido grupo de estudiantes, á cuyo frente estaba el (pie es hoy doctor Alfredo Espinosa Tamayo, emprendimos la primera campaña contra la peste, adoptando el tratamiento sintomático que or- dinariamente se sigue contra las liebres debidas á diferentes agentes in- fecciosos, la balneación especialmente, consiguiendo salvar un 10 0 ° de los enfermos, A fines del mes de Mayo, recibimos las primeras reme- 164 sas de suero Yersin y desde entonces cambió por completo la situación de los enfermos. La mortalidad disminuyó considerablemente, logrando hacerla descender á fines de Abril, al 16 o.°, cifra verdaderamente hala- gadora. que no es frecuente encontrarla en la estadística de otros paí- ses visitados por la peste. En el mes de Abril del mismo año, se hizo cargo del Lazareto el doctor W. Pareja, tocándole á este distinguido profesor, terminar la ruda campaña comenzada por nosotros, y que, pudiéramos decir, consti- tuyó la primera etapa de la marcha que ha seguido la peste en el Ecuador. El doctor Pareja, Jefe hoy del servicio de los Lazaretos, ha seguido paso á paso dicha evolución: ha dirigido científicamente el tra- tamiento; ha mejorado la condición de los enfermos, que hoy se asis- ten en locales donde reinan todas las medidas que la higiene reclama, mereciendo por todo ello, la confianza y el aplauso de la Dirección de Sanidad. Los trabajos emprendidos en los últimos años, bajo la Dirección de Sanidad, nos informan de la marcha que han seguido las enferme- dades que han preocupado á las autoridades y al cuerpo médico, ya por los estragos que periódicamente han determinado en esta población, ya por las dificultades creadas al comercio en sus relaciones interna- ciones. Guayaquil fué señalado como el país menos sano del Pacífico, y epítetos despectivos de todo género, demostraban el concepto que se tenía de nosotros, bajo el punto de vista de salubridad. Con mejores recursos y al amparo de leyes y disposiciones enér- gicas y adecuadas, se emprendió en trabajos de trascendental impor- tancia: trabajos de higienización urbana y de verdadera profilaxia con- tra la pesfe, la fiebre amarilla y el paludismo, la viruela y otras en- fermedades que bajo forma epidémica han agotado la ciudad y sus al- rededores en varias ocasiones sucesivas. La acción de los servicios de sanidad se ha extendido á las po- blaciones del interior de la República, logrando impedir que la peste bubónica avanzara de Alausi, población hasta la cual logró abrirse pa- so á principios de 1912, presentándose después por la misma época en los años sucesivos hasta el presente. Los trabajos de samdad comenzados por el doctor J. B. Lloyd, del Departamento de Higiene y Salubridad Pública de los Estados Uni- dos, cuatro meses después de haberse presentado la peste en Guayaquil, fueron hábilmente continuados por nuestro ilustrado colega, el doctor Luis F. Cornejo Gómez, hasta el mes de Abril de 1913, que, por re- nuncia de ese distinguido profesor, acepté la dirección de los trabajos. Durante este lapso de tiempo, fué meritísima la actuación del doctor Cornejo, luchando con esmerada y bien dirigida tenacidad con- tra las dos principales plagas: la peste y la liebre amarilla, y contra la dura resistencia que oponía el pueblo á las prácticas sanitarias, siem- pre que se exigían algunas modificaciones en sus habitaciones, para me- jor perseguir y exterminar á las ratas, propagadoras de la peste, y des- truir los focos de Stegomyas portadores del organismo generador del tifus icteroide. La labor del doctor Cornejo fué de benéficos resultados. Dejó sentadas las bases de los modernos procedimientos que arrancan de la etiología de las mismas y que son las que se practican en todos los países adelantados en la higiene profiláctica. Nosotros no hemos hecho sino continuar los trabajos comenzados y 165 ya organizados, y hornos obtenido los resultados que se desprenden de los datos estadísticos llevados por la Oficina de Sanidad, y que com- prenden los años de lí)13-1914 y lo (pie va transcurrido del presente año, que es el tiempo que la Dirección de Sanidad está á nuestro cargo. En 1913 ingresaron al Lazareto de pestosos 727 enfermos, de los cuales curaron 436 v fallecieron 304, que da un porcentaje de 39,28 o. °. En 1911 se asistieron 409 pestosos: curaron 240 y fallecieron 158, cuyo porcentaje es de 35,66 o °. La diferencia en el movimiento morboso entre esos dos años, es de 321 enfermos en favor de 1914. En los nueve meses transcurridos del presente año, sólo se registra la cifra de 135 enfermos, ocurridos casi todos durante el primer se- mestre del año. De estos enfermos han curado 121 y muerto 58. En la actualidad no hay ningún enfermo de peste en la ciudad. Este resultado, indudablemente satisfactorio, so debe á la campa- ña enérgicamente emprendida; y pueden concretarse á dos los principa- les trabajos: Ja desratización obligatoria practicada incesantemente en esta ciudad y sus alrededores, y últimamente en Quito, Riobamba, Alausí y otras poblaciones comprendidas á lo largo de la vía férrea: y en la provincia de Alanabi invadida por la peste al comenzar la guerra ci- vil que todavía viene ensangrentando la República: y la vacunación efec- tuada con actividad: aparte de los trabajos de saneamiento practicados en las poblaciones atacadas, dio cuenta de ella en pocos meses, no vol- viendo á presentarse hasta hoy ningún otro caso. La guerra á las ratas se hace sistemáticamente, habiendo alcanzado en cinco años la cifra de 350.843 las ratas cazadas. El servicio de desratización. os sin duda alguna, uno de los más importantes, puesto que ese roedor es el agente más seguro de la importación del bacilo Yersin. Toda epidemia comienza por una epizootia, y basta que se de- muestre una rata enferma, para pronosticar la pronta aparición de ca- sos humanos. El servicio de desratización comprendo: a| captura de las ratas; h] examen bacteriológico de las mismas; y c| trabajo de saneamiento de los edificios y barrios en (pie se encuentran. Estos servicios requie- ren personal numeroso é idóneo, para que se haga con la mayor rapi- dez. y no cesar sino muchos meses después de los últimos casos hu- manos que se hubieren presentado. Este es el procedimiento que em- pleamos, el mismo (pie se utiliza en todas partes en las que hay que combatir la peste. La captura de la rata se hace por medio de trampas, en número considerable, distribuidas en la ciudad: en muchas ocasiones hemos te- nido en servicio cerca de mil trampas. No usamos el veneno, porque aunque sea un medio seguro de desratización, tiene el inconveniente de modificar las lesiones anatomo-patológicas del animal. Recogidas las ¡aulas con ratas, se matan sumergiéndolas en un baño de kreso para evitar (pie escapen las pulgas, y luego son llevadas al laboratorio para su examen. Las ratas (pie han de ser examinadas se colocan en cajas especiales, á las que se coloca una etiqueta que di- ce su procedencia. El examen bacteriológico y anatomo-patológico se hace en el Labo- ratorio de los Lazaretos, á cargo del Ledo, señor Jorge Larrea, quien 166 diariamente pasa á la Dirección de Sanidad, un boletín con el resulta- do de los exámenes efectuados. Este servicio de captura de ratas es uno de los más costosos en tiempo do epidemia, porque en él se emplea numeroso personal, al que se le paga una prima de 7 ó 10 centavos por cada rata, pequeña ó grande, que presentí1. Hay capataces que llevan semanalmente más de l.r.OO ratas. El estudio y diagnóstico bacteriológico de la peste en las ratas y el examen anatomo-patológico de las visceras, por el examen de los bu- bones, es do grande interés, sobre todo cuando comienza la epidemia, por- que nos da la seguridad de la existencia de la enfermedad, y porque nos denuncia los focos en que reside. Es indispensable (pie este examen se haga sobre ratas frescas, porque sólo así se encuentra fácilmente el ba- cilo: como consecuencia do transformaciones biológicas, y á poco do co- menzadas hace casi imposible su presencia en las nuestras examinadas. En cuanto tenemos el denuncio de un caso de peste, se pone en práctica los trabajos di* saneamiento. Este procedimiento se activa cuando ha ocurrido un caso humano de bubónica. Nuestra acción se di- rige no sólo contra las ratas, sino también contra las pulgas: pues aun- que es cierto (pie la primera es el agente seguro do propagación, no hay duda (pie la segunda, una vez infectada, inocula la enfermedad, siendo tanto más temible la pulga, por la facilidad con (pie se transpor- ta de un lugar á otro. Los procedimientos que empleamos para ('1 saneamiento de las habitaciones consisten en la fumigación por medio del azufre, en la des- trucción de los lugares en ios que viven las ratas, y la desinfección del suelo y paredes por medio del lavado de los ¡lisos y paredes de las ca- sas. Por lo que toca á la fumigación, hay que confesar que sus re- sultados han sido negativos, no porque el procedimiento sea ineficaz, si- no porque dada la construcción de nuestros edificios. con un material que por todas partes perfora el animal, sin base de cemento ó man- postería que evite (pie las ratas construyan galerías subterráneas, (pie muchas veces atraviesan toda una calle, resulta inútil la fumigación co- mo sistema de desratización, porque la rata escapa y son pocas las que mueren. Convencido di' esta verdad hemos abandonado la fumigación en la peste, empleándola sólo en <4 servicio de sanidad marítima para la fumigación de los limpies en donde sus resultados son positivos, porque las ratas no tienen como ponerse á salvo de los vapores sulfurosos. Hemos dedicado mayor empeño en la destrucción de las dobles paredes y pisos de las casas, lugares en los que se guarecen los roedo- res, y á la desinfección y lavado con líquidos bactericidas, de las pare- des, pisos, patios, (4c. de los edificios infectados. El éxito de estos tra- bajos es satisfactorio, pues, generalmente so observa (pie después de una rigurosa desinfección de una casa que ha sido contaminada, no vuelven á presentarse nuevos casos: y si después de algunos meses reaparece Ja peste, os porque de nuevo ha sido invadida por ratas enfermas. Este servicio se encarga á cuadrillas compuestas de un inspector, un ayudante y seis ú ocho peones, con el equipo de material necesa- rio, siendo menester, cuando se trabaja en toda una manzana, emplear ocho ó diez cuadrillas á la vez. Expongo este detalle, para que se de- duzca el crecido gasto que demanda este servicio, hecho desconocido 167 do muchas personas que ligeramente juzgan de la inversión de los di- neros del Estado. Por lo que dejo indicado se deduce que entro nosotros, el mejor sistema de desratización os la captura de las ratas hecha en grande escala, y que las fumigaciones sólo dan buenos resultados en edificios con base cementada y paredes de material menos atacable por los roe- dores, como lo serán los que se construyen al tenor de la nueva Orde- nanza sobre fábricas y construcciones. La segunda arma (pie ponemos en juego como medida profiláctica, sobre todo en tiempos de epidemia, es la inmunización obligatoria con vacuna Haffkine, á todos los (pie viven en la zona infectada, especial- mente, y en general á todos los (pie la solicitan. La Oficina de Vacunación está bajo la inmediata vigilancia de la Dirección de Sanidad, y cuenta con número suficiente de Vacunadores. La vacunación se practica en la oficina instalada en el local de la Di- rección, y también á domicilio, siendo potestativo de las familias ha- cerse vacunar por su propio médico, el (pie expide un certificado (pie se canjea por otro de la Dirección, haciendo constar en el certificado el nombre del médico (pie la ha practicado. El procedimiento empleado consiste en inyectar 1 c.c. de vacu- na antipestosa Haffkine. del Instituto Pasteur de París, (pie es la (pie de preferencia usamos. La inmunización queda establecida después de cuatro ó cinco días de practicada la inoculación, sin embargo (pie el mismo profesor Haff- kine, asegura (pie puede considerarse inmunizado un individuo después de las 3(> horas. ¿Qué tiempo dura la inmunidad? Según Haffkine, la inmunidad que provoca su vacuna puede durar muchos anos: pero lo más prudente, según la experiencia que tenemos, es repetirla cada seis meses, sobre todo en tiempo de epidemia. Durante la primera epidemia de poste se usó la inmunización rá- pida, recomendada por algunos médicos, que consiste en inyectar, pri- mero 10 c.c. de suero Yorsin y 24 horas después 1 c.c. do vacuna Haff- kine. Este procedí miento lo hemos abandonado porque lo croemos in- necesario, y porque observamos que producía muchas veces una reac- ción molestosa, con síntomas generales acompañados de fuerte elevación de temperatura, y otros locales bastante dolorosos. La reacción que produce la vacuna sola, se reduce ordinariamente á una ligera tume- facción un poco dolorosa del sitio en (pie se ha practicado la inyección, y en pocas ocasiones, débil reacción febril, fenómenos que desaparecen después de doce horas aproximadamente. Los resultados obtenidos por la vacunación son los que demues- tran las siguientes cifras, tomadas de la estadística que lleva nuestra Oficina, y délos datos recogidos en el Lazareto: En 1912 fueron vacu- nados 2.90?» personas, ocurriendo entre ellas un caso de peste: en 1913 se vacunaron 18.858 personas y hubo 12 casos de infección: y en 1914 se vacunaron, 20.521, con cuatro casos do enfermedad. Este dato no necesita comentario. Otro hecho que confirma la inmunidad que para la peste produce la vacuna Haffkine, es el siguiente: Declarada la epidemia en Manta y Bahía, se procedió á la vacunación rápida y obligatoria: se inmunizó á todas las personas que no habían sido atacadas por la infección, y la epidemia cesó en pocos meses, sin que se registrara ningún caso de pes- 168 te entre los vacunados. Por la misma época so hallaba acantonado en Bahía el ejército que debía abrir operaciones sobre Esmeraldas, tropa cuyo número ascendía á más de 3.000 soldados, y no se registró un sólo caso entre ellos, (pie previamente habían sido vacunados á su sali- da de esta ciudad. En las poblaciones de Huigra y Alausi, que por tres veces lian si- do invadidas por la peste, se aplicó el mismo procedimiento, obtenién- dose igual resultado. De esta manera y haciendo los trabajos de saneamiento convenientes en esas poblaciones, hemos impedido (pie la infección se comunique á otras poblaciones del interior. Es tanto más probatorio este hecho, cuanto (pie es notorio que los habitantes de esos pueblos, indígenas en su mayor parte, no cultivan el aseo y descono- cen por completo las prácticas higiénicas. Cuando se tiene el denuncio de un caso de poste, la sección de ambulancia traslada al enfermo al Lazareto, siendo hoy pocas las re- sistencias (pie hay (pie vencer, ya que el público está convencido de la eficacia del tratamiento, de que los médicos no son capaces de contrariar las disposiciones de la Oficina do Sanidad, curando á los enfermos en sus casas, y (pie sólo en el Lazareto hay suero especifico. Además, para las personas (pie gozan de buena posición económica, hay un pabellón que reune las condiciones de aseo, luz, ventilación, aparte de la asisten- cia prolija y esmerada (pie se da á todos los enfermos. Aquellos pue- den hacerse curar de su médico, y pueden ser cuidados por un miem- bro de familia (pie se interne en el establecimiento todo el tiempo que dure la curación. La peste, enfermedad de los roedores, es una de las más difí- ciles de extirpar, por la manera asombrosa como se multiplican estos animales. Esta enfermedad ha visitado toda Europa, el Asia y algunas Colonias de Africa. En todas partes sus estragos han sido terribles, especialmente en la Edad Media, que recorrió todo el continente eu- ropeo. Hace algunos anos (pie la peste invadió Aléxico, California. Nue- va Orleans, Cuba, Puerto Rico, Brasil, y últimamente el Perú y el Ecuador. Las medidas sanitarias que reclama deben ser enérgicas, casi dic- tatoriales. La lucha debe ser tenaz y constante, no sólo contra la en- fermedad misma, sino también, y especialmente, mejorando las condi- ciones de las ciudades y persiguiendo los hábitos y costumbres contra- rios á la higiene de sus pobladores. Debe ser constante y prolongada, pues con frecuencia se observa, que mucho tiempo después de haber desaparecido la peste humana, vuelve á presentarse la epizootia precur- sora de una nueva epidemia. Paso ahora á ocuparme de la liebre amarilla, enfermedad descono- cidad en su causa, pero cuyo modo de trasmisión fin'1 perfectamente es- tablecido por la Comisión Americana en Cuba, Comisión integrada por Carndl, Reed, Agrámente y Lazear. cuyos trabajos fueron confirmados por Gorgas, Gaiteras, Rivas, Lutz, en Veracruz. por la misión ingle- sa en el Pará y últimamente por Marchonx, Salimbeni y Simond, que formaron la misión francesa en el Brasil. Las conclusiones (pie formuló la Comisión Americana, se com- pendian de esta manera: l.°-Ni el cryptococus de Domingo Freire, ni el bacilo icteroide de Sanarelli, son los agentes de la liebre amarilla. 169 2°.-La fiebre amarilla es inoculable al hombre por la inyección subcutánea de 1 c.c. de sangre del enfermo. 3o.-La enfermedad os trasmitida por un mosquito, el Culex Fas- ciatus ó Stegomya fasciata ó Callopus, siendo indispensable un período de doce días después de infectado para que el mosquito pueda trasmi- tir al hombre la enfermedad. 4°.-El individuo atacado por la picadura del Stegomya infectado, queda inmune contra la inyección posterior do la sangre de un sujeto enfermo de liebre amarilla. 5o.-La liebre amarilla no se trasmite por el aire, ni por los vó- mitos y deyecciones de los enfermos, ni por productos patológicos. G°.-La destrucción de los mosquitos y el aislamiento de los en- fermos contra la picadura de estos insectos, impiden la propación. 7o.-El germen de la liebre amarilla desaparece de la sangre de los enfermos al final del tercer día de enfermedad, y los mosquitos no se infectan después de este período, ni durante la incubación de la en- fermedad. 8o.-Finalmente, el suero de la sangre de los convalecientes ó en- fermos, después del octavo día. inyectado al hombre, le comunica pro- piedades preventivas. Estas conclusiones, hijas de curiosos y atrevidos trabajos, han pues- to en evidencia la verdadera profilaxis que se debe observar para ex- tirpar la fiebre amarilla, y que en último resultado se concreta á dos indicaciones: 1". Protección del individuo contra las picaduras de los Stegomyas, y2°. Destrucción de estos mosquitos. La primera indicación se llena protegiendo las casas por medio de alambrado de tola metálica, y á los enfermos con jaulas del mismo material. La segunda se obtie- ne destruyendo por todos los medios posibles ios depósitos de larvas, á fin de impedir la multiplicación de los Stegomyas. La desecación del suelo, de los patios, de las aguas estancadas: la protección con cubiertas de tela metálica ó de madera herméticamente ajustadas, de los depó- sitos de agua de bebida y de uso doméstico, fumigación de las habita- ciones por medio del azufre, piretrmn, polvo de tabaco, etc., al presen- tarse un caso de fiebre amarilla. Estas medidas llevadas á cabo cui- dadosamente dan el resultado apetecido: y no son otras, ampliadas tan- to cuanto han sido necesarias, las (pie se han puesto en práctica en la Habana, en Veracruz, en Panamá, en Kiojaneiro, y con las que han logrado desterrar el tifus icteroide. La liebre amarilla es propia de los climas cálidos, y si se han presentado epidemias en algunas poblaciones de Europa, de clima tem- plado, estas han ocurrido durante el verano para desaparecer en la es- tación fría. Las costas del golfo de México, las Antillas, las Guayanas, Vene- zuela, Brasil, Montevideo, Perú y el Ecuador, en el continente ameri- cano; las colonias francesas ó inglesas de la costa occidental de Africa; y finalmente Cádiz, Saint Nazaire, Barcelona, Lisboa y Oporto, en el continente europeo, son los lugares que han sufrido la acción devasta- dora del temido flajelo. Las medidas profilácticas que se deducen de las conclusiones de las comisiones científicas á (pie me he referido, son las que forman el conjunto de nuestros trabajos contra la fiebre amarilla. El servicio que se ocupa de la persecución de los mosquitos, es el más importante; lo componen: 1°.-Inspectores que han recibido la instrucción suficiente 170 para conocer y poder clasificar los mosquitos y sus larvas, son los que determinan los focos que existen: 2°., los petrolizadores que se ocupan de cubrir con una capa de petróleo las charcas y demás colecciones de aguas estancadas. Durante la estación de las lluvias, este trabajo se hace con numeroso personal, pues en una ciudad como la nuestra que no está pavimentada, ni tiene canalización, la evacuación de las aguas es muy difícil, y estas quedan estancadas por muchos días, y en algu- nos barrios hasta la terminación de la estación. La cantidad de pe- tróleo que se gasta para cubrir toda la superficie que comprende las calles y los alrededores di1 la ciudad no es menor do 30.000 galones por año: 3°., hay otra sección que tiene á su cargo la revisión constante de los depósitos de agua: lavan los depósitos, anotan las casas cuyos tan- ques no están convenientemente cubiertos, visitan con especial cuidado los hoteles y las casas posadas, y dan parte do sus trabajos á la Ofi- cina. Parto de esta sección tiene á su cargo la misión de filtrar, por filtros coladeras, el agua depositada en las lavanderías y otras indus- trias cuando encuentran larvas. Xos hemos obligado á ello, porque la can- dad de agua que se lo da al público, es sumamente pequeña y sólo duran- te tres horas por la mañana, de tal manera, que si se les obliga á botarla, se quedarían sin este indispensable elemento de vida. Se imponía la necesidad de impedir la importación de enfermos de fiebre amarilla que venían á croar nuevos focos de mosquitos infectados. La zona comprendida entre Durán y Bucay es la que mayor número de enfermos ha enviado siempre á esta ciudad: era menester detener á esos enfermos, para así localizar la enfermedad en sus focos de origen. La Sa- nidad comenzó por habilitar en Durán una casa que preste oí servicio de observación. Todos los enfermos venidos en el tren de esa zona, son dete- nidos en Durán, y sólo comprobado que no son de fiebre amarilla, se les permite pasar á esta ciudad: si se confirma el diagnóstico de tifus icteroi- de, se hace su curación en el mismo servicio. Al mismo tiempo se comenzó la construcción de un hospital en el Milagro, centro de aquella zona, edificio que está terminado, pon» que, desgraciadamente, no podemos ponerlo al servicio porque no tenemos dinero para ello. El Congreso del año pasado votó una partida para tal fin, pero la penuria del Fisco no le ha permitido darnos ni mi centavo. Es triste y hasta vergonzoso, preferir que se pierda un edeficio que cos- tó cerca de 80 mil sucres y que está dedicado á un servicio de vital im- portancia, al sacrificio de tres ó cuatro mil sucres mensuales que costa- ría el sostenimiento y equipo de ese establecimiento. Con todo, á pesar de las dificultades y resistencias con las que he- mos tenido que luchar, el resultado que se ha alcanzado es satisfactorio. Las cifras que paso á enumerar lo comprueban, asi como lo que he di- cho respecto á la procedencia. En 1913, ingresaron á nuestro Lazareto 336 enfermos do fiebre amarilla, de los cuales . 190 fueron de esta ciudad, 2 de Babahoyo, y 139 de varios lugares de la zona indicada. En 1914, sólo tuvimos 41 enfermos, perteneciendo el mayor núme- ro á Guayaquil, porque durante años anterios se hizo esmerado servicio de sanidad en varios lugares á lo largo de la línea férrea, especialmente en Yaguachi, Chobo, Ingenio Valdez y Milagro. En 1915, en los nueves meses transcurridos, la cifra de enfermos asistidos en Guayaquil, llega sólo á 9. No puede ser más halagadora la diferencia de 300 enfermos entre los dos primeros años, y la fundada 171 persuación de terminar el presente año, sin haber recibido en el Laza- reto más de irnos doce casos. Si pudiésemos continuarlos trabajos contra la fiebre amarilla con la misma intensidad que el año pasado, no dudo que lograríamos el mismo éxito que han alcanzado la Habana y Panamá. Terminada la nue- va provisión de agua potable, desaparecerán los obligados depósitos de agua que hay en toda la ciudad, que son otros tantos criaderos de lar- vas, y se habrá hecho la mayor parte del trabajo. Un poco más de presión sobre prácticas higiénicas en general, y localización de la en- fermedad en sus centros de producción con la instalación del hospital del Milagro, y se habrá completado la obra. Hoy no es un fantasma invencible la liebre amarilla, pero si lo es verse sin los elementos ne- cesarios, con ios brazos cruzados ante el peligro, sin poder acabar con la existencia del enemigo, por carecer del dinero necesario para conti- nuar y terminar obra de importancia tan trascendental. Los límites de una conferencia no me permiten entrar en deta- lles concernientes á los trabajos que se hacen contra las dos, insignifi- cantes á primera vista, pero de indiscutible valor en los trabajos profi- lácticos. En lo que toca al tratamiento de nuestros enfermos en el Laza- reto, á cargo del doctor Pareja, se hace ajustado en todo á los princi- pios científicos. Desgraciadamente, no habiendo podido ser aislado el agente patógeno, la medicación seroterápica (pie ha primera vista se impone, no ha podido realizarse. A ello se llegará, indudablemente, pues está probado que la inyección del suero de enfermos de liebre amari- lla, después del octavo día, comunica inmunidad al hombre, No falta que dar sino un paso, el más importante, aislar dicho agente, y queda- rá constituido el tratamiento específico y la vacunación contra el tifus icteroide. En los tres últimos años nos han visitado dos entidades morbo- sas: la disentería á bacilo de Singa y la liebre tifoidea. La primera de importación desconocida, se ha presentado otras veces bajo forma epidémica, produciendo mayor número de víctimas. Los trabajos enco- mendados al doctor Darío Moral confirman el diagnóstico. El trata- miento seroterápico ha llenado el vacío que había en la terapéutica de esta enfermedad, y (pie ha reducido la mortalidad al 10 0 ° aproxima- damente, cuando los enfermos se someten al tratamiento desde los pri- meros momentos de presentarse la enfermedad. La disentería ha recorrido algunas poblaciones de esta provincia, y las provincias del Oro y Esmeraldas, en donde en la actualidad gra sa, especialmente en la tropa (pie hace la campaña en esa provincia. La trasmisión de la enfermedad se hace por las materias fecales que encierran el bacilo, por todos los objetos manchados con las deyec- ciones, por el agua de bellida cuando ha sido contaminada por las de- yecciones, y por las moscas que son los agentes que más trasmiten el contagio, al ponerse en contacto con los alimentos, después de haberse posado en los excusados y letrinas. Entre [os modos de difundir la enfermedad, debe tenerse en cuen- ta que los convalescientes de disentería bacilar son portadores crónicos del germen, arrojando por mucho tiempo, junto con sus materias fecales, los bacilos disentéricos. Lo mismo que los portadores del bacilo de Eberth, pueden trasmitir la enfermedad sin estar ellos enfermos. Y de esta manera se explica que la enfermedad estalle en poblaciones hasta 172 entonces indemnes, sin que el primor individuo atacado hubiese estado en contacto con enfermos de disentería. El tratamiento seroterápico lia contribuido á que la mortalidad se hiciera en un porcentaje menos alarmante que en épocas en que se ca- recía de suero, medicación especifica, si se aplica desde los primeros momentos. Sobre 574 enfermos atendidos en el servicio hospitalario, ocurrieron 134 defunciones, ó sea el 23 0/° de los atacados. Si se to- ma en cuenta que muchos enfermos van al servicio después de varios días de estar en sus casas sometidos á un tratamiento empí- rico, hay que suponer que el porcentaje serla mucho menor, si estos en- fermos se sometieran desde el principio al tratamiento científico. En la actualidad la cifra de enfermos es muy reducida, pero temo su recrudescencia con el cambio de estación. Ultimamente, la liebre tifoidea que en 1912 estalló epidémica- mente, tuvo un nuevo brote que ha ocasionado bastantes víctimas. El porcentaje de mortalidad en los hospitales, acusa la cifra del 40 o/° de los atacados, á pesar de seguirse en el tratamiento todas las modernas in- dicaciones, y especialmente la balneación sistemática que, en mi concep- to, es la que rinde mejores efectos. Mucho se ha discutido respecto al medio trasmisor del bacilo de Eberth, y sobre si el agua potable está ó no contaminada. Aunque no sea de la Indole de esta conferencia entrar en el análisis de los hechos ni discutir los estudios verificados al respecto, debo sí señalar algunos puntos que no dejan duda alguna de que el agua de algunos barrios in- fectados no es extraña al bacilo de Eberth y (pie debe conside- rarse contaminada. En esos barrios, cuyas calles carecen de canali- zación, el vecindario arroja á ellas parte de sus deyecciones, que son ab- sorbidas por el suelo, arrastradas junto con los bacilos patógenos que con- tienen, á las capas inferiores del terreno. Agregúese á esto una red de cañerías que conducen el agua potable, red que en muchas partes de la ciudad, sobre todo las guías de agua que van á las casas, se encuentra en pésimo estado, y permanecen vacías cerca de veinte horas, pues el agua no es distribuida á la población sino durante cuatro horas por las mañanas, y podrá comprenderse la facilidad con (pie esas cañerías pue- den infectarse. Esto explica también, que la enfermedad se haya pre- sentado en determinados barrios, quedando otros casi indemnes. Ade- más, análisis practicados en el laboratorio del Servicio de Sanidad, del agua de algunas casas en las que había enfermos de liebre tifoidea, dieron resultado positivo. Esto no es suficiente para olvidar que la fiebre tifoidea se tras- mite de diferentes maneras v son muchos los medios (pie pueden llevar el contagio, como los alimentos, las bebidas en general, fácilmente conta- minadas por las moscas, y el contacto con los enfermos, dada la des- preocupación (pie tienen muchas personas (pie no quieren creer en el contagio y permanecen sin precaución alguna junto á aquellos en- fermos. En cuanto apareció la epidemia, la Dirección de Sanidad pidió al Laboratorio del doctor Cousin, cantidad suficiente de vacuna preparada según el procedimiento del profesor Vincent, y se comenzó la vacunación antitífica, habiendo logrado inmunizar hasta el presente, cerca de siete mil personas. En esta labor benéfica, han cooperado generosamente la I. Municipalidad y la Junta de Beneficencia, proporciando parte de la vacuna. 173 La inmunidad que procura la vacuna Vincent, la lia demostrado su autor con cifras que no dejan lugar á duda, de tal manera que en Francia se inmuniza todo el ejército, sin que se registren casos de in- fección en los vacunados. La vacunación antitífica con la vacuna Vincent, ó la que prepara el profesor Chartemesse, están generalmente aceptadas, como lo fue antes la vacuna inglesa de Wright y Leishman, pues sus efectos inmunizantes son evidentes. Entre nosotros tenemos los datos recientes presentados por el profesor Cousin relativos á la vacunación hecha en Quito y en las provincias del Norte: los relativos al movimien- to morboso por liebre tifoidea en Quito, del Subdirector de Sanidad de esa ciudad: y, últimamente, el hecho de que en más de seis mil va- cunaciones hechas en esta ciudad, no pasen de cinco los casos de infec- ción ocurrida después de administrada la vacunación, corrobora, induda- blemente, las observaciones presentadas por sus autores. Aun entre los casos de infección después de vacunación, debemos tomar en cuenta que algunos se refieren á infecciones que estaban ya en incubación, y fue en el curso de la vacunación que estalló la enfermedad. Conozco también dos casos de infección en personas vacunadas con preparaciones extran- jeras cuya edad no se conocía y que. probablemente, ya antiguas, ha- bían perdido sus propiedades inmunizantes. La Sanidad, en vista de estos hechos, que están de acuerdo con las observaciones concluyentes de los profesores Chantemesse y Vincent, respecto á sus vacunas respectivas, no ha trepidado en el uso de la va- cuna polivalente preparada por el doctor Cousin, y la ha hecho obligato- ria en los colegios, cuarteles y casas en las que ha ocurrido algún caso de enfermedad. Permitidme, señores, que de paso ponga en claro un punto que ha dado lugar á dudas, y (pie puede hacer suponer arbitrariedad en las dis- posiciones dictadas por la Dirección de Sanidad. Ale reñero al hecho de declarar en ciertos casos, obligatoria la vacunación: En el Art. 9o. de la Ley de 1 de Octubre de 1913, reformatoria á la Ley de Sanidad, dice: «En los casos de aparición ó amenaza de enfermedades epidémi- cas, la Dirección ordenará también la vacunación ó inmunización por los medios universalmente admitidos. Esta vacunación ó inmunización será obligatoria para todos los habitantes, salvo el caso en que se com- pruebe una afección incompatible con la vacuna». Fundado en esta disposición legal, es que Ja Dirección de Sanidad ha declarado permanentemente obligatoria la vacunación antivariolosa, y temporalmente la inmunización antipestosa, y últimamente la antitifoi- dea. Gracias á ello, hace cerca de ocho años que la viruela ha desa- parecido de Guayaquil, que la peste ha disminuido considerablemente, y que la liebre tifoidea ha sido cohibida en su última epidemia. Las disposiciones sanitarias deben ser enérgicas y terminantes, si se quiere que su cumplimiento se traduzca en beneficio de la colectivi- dad. Puede muchas veces atacar intereses particulares, pero esta no debe ser razón (pie privo sobre los derechos (pie corresponden á la ma- sa común de ios habitantes. Si en una casa se presenta un caso de vi- ruela, el deber de la Sanidad Pública es obligar á la vacunación á to- das las personas del barrio si no probaren estar inmunes. Si en una casa que por su construcción se convierte en un foco de peste, no se obligara al propietario á ponerla en buenas condiciones higiénicas, pron- to se verá el barrio entero convertido en centro de infección pestosa. Por estas razones la Dirección de Sanidad hace cumplir cual le corres- 174 ponde, las disposiciones de la ley, bien segura, por otra parte, que el público sensato é imparcial, no juzgará como un acto dictatorial dichos procedimientos, sino como el cumplimiento necesario de una ley de la Re- pública en beneficio de la colectividad. No terminaré esta conferencia sin hablar del más terrible de los flagelos de la humanidad, que mata millares de personas, y contra el cual se han levantado todos los gobiernos que se ocupan seriamente de la protección que deben á los pueblos. Me refiero á la tuberculosis, justa- mente calificada de peste blanca. Esta enfermedad que no respeta climas, ni razas, ni sexos, vive entre nosotros desde tiempo inmemorial, y día á día ha ido aclimatándose hasta constituir el enemigo más temible de nues- tras poblaciones. El porcentaje que sobre mortalidad hace el bacilo de Koch, es el mayor de todos. En siete años han muerto en esta ciudad 3.235 personas entre 10.1)03 fallecidas de diferentes enfermedades, loque dá el asombroso porcentaje de 35.3 o o. La lucha contra la tuberculosis, enfermedad que es la (pie más se difunde y mayores elementos de propagación presenta, ya (pie el tubercu- loso va dejando el germen por todas partes; (pie roba al organismo todas sus energías, contribuyendo poderosamente á la degeneración de la espe- cie, necesita ser combatida sin descanso, poniendo en juego todos los me- dios de que la ciencia dispone. Se trata de un mal social al que los poderes públicos deben poner tenaz resistencia, á fin de contrarrestar esa ola inmensa (pie lentamente va arrastrando á muerte segura, y en la pleni- tud de la vida, á centenares de familias. La lucha contra la tuberculosis debe establecerse enérgicamente, científicamente, amparada incondicionalmente por todos los que tienen el deber de velar por la salud pública. Entre nosotros nada se ha hecho. Un pequeño asilo al (pie van á terminar sus últimos días los más desgra- ciados, un proyecto de Sanatorio (pie no llena ninguna de las condiciones que pueda hacerlo adaptable para el fin á (pie debe destinarse, y unos cuantos proyectos que continuarán conservando indefinidamente el mismo carácter: esto, y sólo esto, es lo que se ha hecho en materia de tanta im- portancia. Cruzarnos de brazos con indiferencia musulmana; dejarnos matar en las ciudades por las enfermedades, y matarnos en la mitad de la selva como caníbales; quedar estacionados viendo á las demás naciones correr presurosas hacia el progreso; mirar desde lejos ese gran torneo de los pue- blos, que se llama civilización, sin tomar parte en él, es inconcebible cuan- do no criminal. Dejando á un lado el adelanto de la vieja Europa, imitemos á nues- tros hermanos de América en lo (pie atañe á la salud pública, objeto de esta conferencia. Allí está Montevideo con su Liga Antituberculosa, al- canzando el primer puesto en los Congresos de Higiene: allí está Buenos Aires, cuya Asistencia Pública es la mejor organizada: allí está Río Ja- neiro, cuyos trabajos de saneamiento han convertido una ciudad malsana, en centro do vida y progreso: y allí están Chile y el Perú (pie en materia de higiene ocupan lugar preferente. A cidad (pie el Ecuador no cuenta con los dineros (pie hacen ricas y opulentas á esas naciones: (pie sus Gobiernos viven constantemente sa- crificados por las revoluciones; que su agricultura y su comercio se des- envuelven lentamente, á pesar de la feracidad de su suelo y de la laboriosi- dad de sus hijos; y ¿por (pié? Sencillamente porque faltan le,yes que protejan la inmigración, el factor más importante de la evolución progre- 1-Dr. León Becerra-2-Dr. Bartolomé Huerta-3-Dr. Agustín Rosa les-4-Dr. Félix Flor M.-5-Dr. Alfredo Noboa M. 175 síva délos pueblos: porque en lugar de abrirle las puertas á los capitales extranjeros, sólo damos franca entrada á las enfermedades que nos diez- man, porque encerrados en el eterno egoísmo político, no hacemos nada por sacudirnos de lo que nos roba el crédito y hasta nos priva del derecho que tenemos de hacer respetar los pactos internacionales en asuntos de Sanidad, pactos que conjuntamente hemos firmado con otras naciones. El Peni nos cierra sus puertas, porque en Guayaquil hay liebre amarilla sin respetar la inmunidad de los que aquí hemos nacido, ni la que indis- cutiblemente gozan los que han sufrido un ataque de esa enfermedad. En Panamá se obliga á rigurosa cuarentena á todos los pasajeros del Ecua- dor, aunque éstos procedan de poblaciones completamente limpias de las enfermedades que tanto temen nuestros vecinos del Istmo. Los tratados internacionales firmados en la Convención de Washington y en la de Santiago, son apenas un bello ideal para nosotros, que ni podemos hacer respetar nuestros derechos, ni sabemos colocarnos al mismo nivel de las demás Repúblicas, mejorando las condiciones sanitarias de nuestras ciu- dades. Igual cosa debo decir de la sífilis y el alcoholismo, flagelos socia- les de perniciosas consecuencias, que matan la inteligencia, corroen las facultades morales, aniquilan la resistencia orgánica, y legan á los des- cendientes la más fatal de las herencias. No hace muchos años, la «Sociedad Médico Quirúrgica de los Hospitales», inició la formación de la Liga Antituberculosa; pero los tra- bajos no pudieron continuarse porque ese Centro de instrucción científi- ca no cuenta con los recursos necesarios para obra tan costosa como im- portante. Por la misma época tratóse de formar la Liga Antialcohólica, ini- ciativa de un grupo de ciudadanos de buena voluntad, entre los que se encontraban algunos médicos entusiastas. La instalación de la Liga, que tuve la honra de presidir, se hizo con unas treinta personas: la segunda <•011 quince, y para la tercera no hubo quorum, porque se tuvo la cer- tidumbre del fracaso por la misma razón que mató en su cuna á la Liga Antituberculosa. Trabajos de esta naturaleza no pueden tener buen éxito entre nosotros, si no se cuenta de antemano con dinero suficiente ó merecen entera protección de los Poderes Públicos. Al 1er. Congreso Médico Ecuatoriano, formado por hombres de buena voluntad, de talento y vasta ilustración, le toca señalar nuevos rumbos á todo cuanto se relacione con la Sanidad Pública. La voz de este respetable cuerpo de cultura nacional, será sin duda alguna, escu- chada por el Congreso de la República. A ese fin me permito presentar las siguientes proposiciones, para que, si á bien lo tiene, se digne someterlas á la consideración de la próxima Legislatura. 1.a-Formación del censo general de la República: 2.a Dictar las disposiciones consiguientes á la organización de Li- gas Antituberculosas, AntisiliUticas y Antialcohólicas y votar la renta necesaria para su sostenimiento: 3.a- Organizar al servicio de estadística general en la República y modificar ó dictar una nueva Ley de Registro Civil; 4.a-Someter al control de la Dirección de Sanidad Pública, todos los servicios de salubridad de la República, inclusive los municipales, y obligar á estos cuerpos al sostenimiento de dichos servicios en la parte que les corresponde. 176 5a.-Amparar y proteger incondicionalmente á la Sanidad Pública, haciendo respetar las leyes, reglamentos y demás disposiciones de la materia. Esto, señores, no es obra de romanos: lo es únicamente de hom- bres civilizados, de ciudadanos patriotas que vuelven por el buen nom- bre de su país, que anhelan por todos los modos el engrandecimiento de la Patria, y que quieren hacerse, dignos herederos de los que, con su sangre, escribieron dos efemérides gloriosas: el 10 de Agosto de 1809, y el Nueve de Octubre de 1820. He dicho, Discusión: DR. PAREJA: Pide que se proceda por partes á la votación de las conclusiones. La la. fué aprobada. La 2a. se suprimió por haberse aceptado ya anteriormente una moción del señor doctor Alejandro Villamar en idéntico sentido. La 3a. fué aprobada. La 4a. fué aprobada. La 5a. fué aprobada. DR. VAREA QUE VEDO: Pide que se concrete y especifique, más aún, que se exija á los Municipios Cantonales para que, por lo menos en las capitales de provincia, se proceda á la canalización do las ciudades. Al efecto formuló el siguiente voto: «Excitar á los Municipios de la República para que procedan á la canalización y provisión de agua potable, lo más pronto que les sea posible, y debiendo poner estas obras bajo el control de la Di- rección de Sanidad». Se aprobó el voto con ligera discusión en la que tomaron parte los doctores Mino, Andrade y Pareja. DR. PENADERRERA: Agradezco el voto de aplauso que se me ha tributado á petición de la 2a. Sección de Medicina; y de acuerdo con lo resuelto por la Asamblea en su sesión del día 12 voy á dar lectura á las conclusiones que se desprenden del trabajo sobre «Legislación ecuatoriana, y Medicina legal» que he tenido el honor de presentar á este Congreso: 177 Solicitar fiel próximo Congreso Xacional las siguientes icformas de nuestras leyes; Ia La del Árt. 182. inciso segundo, del Código de Enjuiciamentos Criminales, que impone á los médicos una obligación injusta y práctica- mente imposible. 2a. La de los artículos 228 del Código de Enjuiciamientos Civiles y 438 del Penal, agregando al primero esta frase: «excepto los abogados, médicos, farmacéuticos y matronas respecto de los asuntos que hayan co- nocido en reserva en el ejercicio de su profesión , y suprimiendo del segun- do las palabras fuera del caso en que se les llame á declarar en juicio», á fin de que quede garantizada por la ley la inviolabilidad del secreto profesional. 3a. Que se agregue entre los motivos de separación conyugal que no disuelven el matrimonio, el de enfermedad contagiosa, grave y de du- ración indefinida de uno de los cónyuges. 4 a. Que se prohíba á la mujer pasar á segundas nupcias antes de 120 días de disuelto el primer matrimonio, á fin de evitar el conHicto le- gal que puede suscitarse respecto de la paternidad del primogénito del se- gundo matrimonio. 5a. Que en el artículo 73, inciso segundo, del Código Civil se ponga «doscientos días cabales» en vez de ISO. por ser ésto más conforme con los datos de la ciencia: y que en este mismo sentido se reformen el artícu- lo 175 y los demás que se refieran al término mínimo de la preñez. 0a. Que se reforme el artículo 2.301 del Código Civil, poniendo «diez anos- en lugar de «siete años», y principiando el segundo inciso de este artículo con estas palabras: Si constare que el menor de diez y seis años á íin de suprimir la incoherencia que ahora existe entre el citado artículo y el 22 del Código Penal. 7a. Que en el artículo 32 del Código Penal se diga: menor de veintiún años \ mayor de setenta en vez de diez y ocho y setenta, res- pectivamente. 8a. <¿ne se reformen los artículos 397, 398, 399 y 400 del Código Penal, estableciendo una división ó clasificación de las lesiones y heridas más científica y completa. Que se obtenga de la Dirección de Sanidad, una fórmula que permi- ta hacer la denuncia de las enfermedades de declaración obligatoria guar- dando id secreto profesional, en los, casos que así lo exija el deber del mé- dico. Pedir á la Dirección de Sanidad que se suprima la tuberculosis del número de las enfermedades de declaración obligatoria, por ser incondu- cente por ahora, esa declaración. Se aprobaron como votos del Congreso las conclusiones del trabajo del doctor Peña herrera. DR. BECERRA: Solicita que el señor doctor Estrada Cuello lea las conclusiones principales de su trabajo sobre <Gotas de Le- che» para que el Congreso resuelva adoptar las que creyere conve- nientes. 178 DR. ESTRADA COELLO: Empezaré agradeciendo la dis- tinción que se me ha hecho al concederme, por petición de la la. Sec- ción de Medicina, un voto de aplauso y gratitud especial por mi ini- ciativa en pedir se convocara este Congreso. Leídas las conclusiones del doctor Estrada Coello, la Asam- blea aprobó el siguiente voto: «Recomendar á las Municipalidades, y en especial á las de Guayaquil y Quito, la urgente necesidad de establecer «Gotas de Leche», teniendo en cuenta que la elevada mortalidad infantil cons- tituye un verdadero peligro social». DR. GALLEGOS ANDA: Cree que la resolución anterior no es la única que debiera tomarse en un país como el Ecuador donde la mortalidad infantil es tan crecida; sería deseable también, quese exci- te al Congreso Nacional y á las Juntas de Beneficenciapara que den la mayor protección á la niñez, creando casas cunas, hospitales de niños, etc., principalmente en el interior de la República, donde no existen ni estos últimos. DR. PAREJA: Muy justas son las observaciones del doctor Gallegos Anda; me permito recordar que ya el Congreso Médico ha aprobado anteriormente un voto en tal sentido. Con lo cual terminó la sesión. El Presidente, Dr. CARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios, Dr. José B. Botona B., Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. Acta de la sesión de clausura DEL DIA 14 DE OCTUBRE DE 1915, (4 p. nu La presidió el señor doctor Carlos García Drouet, con asis- tencia de los señores doctores Miguel 11. Alcívar, Vicepresidente; Jo- sé M. Estrada Coello, Tesorero, y los infrascritos Secretarios. Ocupa- ron la Presidencia de Honor los doctores Mariano Peñaherrera E. y Emilio G. Roca, Decanos de las Facultades de Medicina de Quito y Guayaquil, respectivamente. Concurrieron casi la totalidad de los señores médicos, delega- dos y adherentes al Congreso. Se leyeron por Secretaría y fueron aprobadas definitivamente, las «Conclusiones Generales» del 1er. Congreso Médico Ecuatoriano, propuestas en sus diversas Secciones y Asambleas. En seguida se aprobó el siguiente: ACUERDO La Mesa Directiva del T. Congreso Médico Ecuatoriano, cumpliendo lo dispuesto en el artículo 10 de su Reglamento General, resuelve: Io. El 2o Congreso Médico del Ecuador, que se verificará en Quito, Capital de la República, se pone bajo los auspicios del I. Concejo Munici- pal de esa ciudad. 2°. Se encomienda á la Facultad de Medicina de la Universidad Central, la inmediata designación de la Comisión Organizadora que pre- pare ese certamen. 3". Comuniqúese á los señores Congresistas, en la Asamblea Ge- neral de clausura, esta resolución, y trasmítase á la brevedad posible á las instituciones señaladas, para los efectos del caso, Guayaquil, á 11 de Octubre de 1315, 180 El Presidente.-Dr. Carlos García Drouet. El Vice-Presidente.-Dr. Miguel H. Alcívar. El Tesorero.-Dr. José María Estrada Coello. El Secretario.-Dr. José R. Boloña R. El Secretario.-Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. Ocupó la tribuna el señor Presidente Dr. Carlos García Drouet y dió lectura al siguiente discurso de clausura; Señores Congresistas: Cuando el doctor Estrada Coello ine comunicó la herniosa idea de inaugurar el 1er. Congreso Médico Ecuatoriano, no pude menos de apo- yarla, pues reboso de entusiasmo siempre que se trata del progreso de nuestra humanitaria ciencia, pero me asaltaron los temores de que fraca- sara ese noble pensamiento por no estar suficientemente preparados. Una vez cruzadas estas ideas, el citado colega, lanzó el proyecto en el seno del Concejo Municipal de 1913, al que él entonces pertenecía tan dignamente, y trabajó con un afán digno de todo encomio. Dicha Corporación comuni- có el proyecto á la Facultad de Medicina para su organización, y ésta nom bró la Comisión Organizadora, (pie ya conocéis, haciéndome el inmerecido honor de presidirla. Trabajamos con todo empeño y buena voluntad du- rante dos años hasta ver realizados todos nuestros deseos. Como sucede en estos casos, hubo pesimismo de los unos é indiferencia de los otros pa- ra la obra en que habíamos emprendido: era ésta de tal magnitud que se creía fuera de nuestros alcances. Apesar de estos y otros obstáculos, nues- tro objetivo era cumplir con la palabra empeñada y contribuir al avance de la noble ciencia de curar. Nos levantamos, pues, como un solo hombre y hoy tenemos la grata satisfacción de haber llevado á la práctica la idea acariciada en 1913. Cerca de 100 trabajos muy interesantes han sido presentados, de los cuales, una buena parte, han sido discutidos, ya en las Asambleas, ya en las diversas Secciones. De ellos ha salido la luz y cosecharemos pron- to sus opimos frutos. Hemos conseguido, además del acercamiento cientí- fico, el acercamiento social: han quedado borradas las fronteras de las provincias: no existen ya sino médicos ecuatorianos: hemos premiado al mérito, como lo presenciamos en la simpática y emocionante liesta que tu- vo lugar ayer, condecorando al sabio Rector déla Universidad de Guayaquil. El éxito de nuestro torneo ha sido grandioso y brillante, y. siendo un ensayo, ha superado á nuestras esperanzas. Nos resta, pues, tributar nuestros profundos agradecimientos al se* ñor Ministro de Instrucción Pública, que tan galantemente se ha dignado honrarnos con su presencia, haciendo lujo de su exquisita cultura, vasta ilustración y talento sobresaliente. Así mismo, los tributamos á los señores Delegados á este Congreso y médicos adherentes, quienes con su educación, gran ilustración, y lumi- nosa inteligencia, han contribuido por medio de sus trabajos ciemilicos á dar realce y brillo á nuestro primer torneo intelectual. Por último, expresamos-nuestra profunda gratitud al AI. I. Concejo Municipal de 1913, yen especial al eminente iniciador de este Congreso. MEDALLA CONMEMORATIVA DEL PRIMER CONGRESO MEDICO ECUATORIANO 181 Dr. Estrada Coello. así como también, á los Concejos Cantonales de 1914 y 1915. á quienes cabe la gloria de haberlo ayudado y llevado á feliz término. He dicho. Terminó la sesión. El Presidente, Dr. GARLOS GARCIA DROUET. Los Secretarios, Dr. José B. Botona B., Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. CONCLUSIONES del ler. Congreso Médico Ecuatoriano la. -«Recomendar al cuerpo médico la necesidad de verificar en la práctica diaria, exámenes parasitológicos, coprológicos, hema- tológicos y bacteriológicos». 2a. - «Recomendar á las Juntas de Beneficencia Pública, la orga- nización de pequeños laboratorios anexos á cada servicio hospitala- rio». 3a. -«Pedir á los Municipios la instalación de un Instituto bac- teriológico público, donde los médicos cíe la ciudad puedan enviar los productos patológicos para su examen microscópico gratuito.» 4a.- «Pedir á los Poderes Públicos el cumplimiento del Art. 155 de la Ley de Instrucción Pública, que dice: «las cátedras de las universidades serán provistas por oposición» y exigir (pie las cátedras actualmente vacantes, ó que vacaren en lo sucesivo, sean ocupadas en esta forma». 5a. -«En vista de los notables resultados que las investigacio- nes de laboratorio han producido hasta ahora, en el estudio de la medicina nacional, á pesar de la deficiencia de los medios con (pie se cuenta, solicitar de los Poderes Públicos, la creación de laboratorios completos para la enseñanza y experimentación en las universidades de la República». 6a.- «Recomendar á los Poderes Públicos la fundación de pues- tos permanentes de socorro para heridos». 7a.-«Insinuar la conveniencia de que los hospitales estén provistos de médicos internos, con la obligación de permanecer, cuan- do monos uno, constantemente en el establecimiento». Ha.- «Reglamentar en los hospitales los servicios médicos y quirúrgicosde urgencia». 183 9a.- «Recomendar al Poder Legislativo la reglamentación de la prostitución, como medida de defensa social ». 10a.-«Pedir que so declaren obligatorias las lecturas de higie- ne sexual en las escuelas de ambos sexos». lia.-Hacer práctica la «extensión universitaria», para preve- nir las enfermedades venéreas, por medio de conferencias y otros mé- todos al alcance del pueblo en general». 12a.-«Recomendar á las Municipalidades y Servicios de Sa- nidad, la creación de Dispensarios especiales para el tratamiento de las enfermedades venéreas». 13a.- «Solicitar del Supremo Gobierno la instalación do es- taciones metereológicas en las capitales de provincia». 14a.-«Pedir que se dicte la Ley de vacunación antivariolosa obligatoria en toda la República». 15a.-«Recomendar á los señores médicos do la República, la observación de los preceptos contenidos en el trabajo sobre «Deon- tología» que se publicará en la recopilación de los trabajos del 1er. Congreso Módico Nacional». 16a.- «Solicitar de la próxima Legislatura la. expedición de una ley, autorizando á la Dirección do Sanidad á emprender cam- paña contra la anquilostomosis y creando para ello, un impuesto so- bre la propiedad agrícola de las regiones amagadas, cuyo monto sea, cuando menos, de cincuenta mil sucres anuales». 1 7a. -«Que se eleve y recomiende al Congreso Nacional, el proyecto de ley sobre establecimiento de una Liga que combata las enfermedades llamadas sociales: tuberculosis, alcoholismo y sífilis». ISa.-«Solicitar del Consejo Superior de Instrucción Pública que envíe cada año, por lo menos un alumno, do cada Facultad de Medicina, á perfeccionar sus estudios en un centro cultural de Eu- ropa, ó E.E. U.U.; y, que no conceda becas sino al estudiante desig- nado especialmente para ello por esas Facultades». 19a.- «Recomendar á quienes corresponda, que la provisión de todos los cargos médicos, como son: cátedras de las facultades, servicios de Hospitales, do Sanidad civil y militar, médicos munici- pales, y las becas ó pensiones en el exterior, se haga por oposición, ó, cuando menos, por un procedimiento en el cual se establezca un criterio de justicia, sin dejar margen al favor personal ó á la influen- cia política». 20a. - «Que se recomiende al Consejo Superior de Instrucción Pública, la unificación del «plan de estudios de medicina», en toda 184 la República y el acuerdo entre los reglamentos y disposiciones do las Facultades médicas». 21a.-«Que se recomiende al próximo Congreso Nacional, la expedición de una ley, confiriendo la autonomía íinanciera, á las universidades de la República». 22a.- «Recomendar á las Municipalidades que antes de pro- cederá la instalación de agua potable en una localidad, se practi- quen los análisis necesarios para establecer su potabilidad, y (pie lo mismo se haga en las poblaciones donde ya exista». 23a.- «Que se solicite de la Legislatra Nacional, la reforma de los artículos 206 y 207 de la Ley de Instrucción Pública en el sentido de que los individuos que poseyendo títulos profesionales de médicos ó farmacéuticos, expedidos por universidades extranjeras, salvo aquellas con las que hubiere tratados especiales, quisieren ejercer en el Ecuador, deberán rendir examen de cada una de las asignaturas que constan en el plan do estudios vigente, y, sólo des- pués de ser aprobados en ellas, presentarán el examen general res- pectivo y con las mismas formalidades que para los nacionales en cnanto á la Tesis, etc., que deben previamente sustentar». 24a.-«Recomendar el Tratado de Botánica médica, presenta- do al Congreso Médico por el doctor Marco Tulio Varea Quevedo, como baso para una farmacopea nacional». 25a.-«Recomendar el Tratado de Química médica, presenta- do al Congreso por el doctor Carlos A. Rolando, como útil en la en- señanza de química á los estudiantes do medicina». 26a.-«Excitar al Supremo Gobierno para que nombre en los puestos públicos de Químicos y Farmacéuticos, á persona,s tituladas en dichos ramos». 27a.-«Recomendar á los Municipios de Cuenca, Loja, Santa Elena, Jipijapa y Alausí, la vigilancia y fácil acceso del público á las fuentes termales de su jurisdicción». 28a.- «Excitar á los Municipios para que procedan á verifi- car análisis de las aguas termales de sus cantones respectivos, y sa- ber así las que fueren aprovechables en hidroterapia». 29a.-«Recomendar á los Poderes Públicos el nombramiento, en cada Capital de Provincia, de un médico adjunto á las Direc- ciones de Estudios, encargado do dictar y hacer cumplir las medidas profilácticas conducentes á la defensa, ocular de los alumnos de es- cuelas y colegios». 30a.- «Recomendar á los Poderes Públicos el nombramiento 185 (le módicos encargados del examen naso-faríngeo de los alumnos de escuelas y colegios, tomando en consideración la importancia de la respiración nasal para el normal desarrollo de la juventud». 31a.- «Recomendar al próximo Congreso Módico Nacional, el estudio de las tuberculosis locales y su tratamiento de elección». 32a. - «Recomendar á la Junta de Beneficencia de Guayaquil, la fundación de un Sanatorio marítimo, á fin de combatir con éxito las tuberculosis externas». 33a.- «Solicitar de la Dirección de Sanidad, la expedición de un reglamento que exija la inspección sanitaria previa, bajo el pun- to de vista de la equinococcia, en la importación de perros». 34a.- «Recomendar al cuerpo médico la Roentgenterapia, co- mo tratamiento de la hipertrofia del timo». 35a.-«Recomendar al cuerpo médico el uso prolongado de la urotropina en los tíficcs hasta un mes después de la apirexia, para prevenir el peligro do los portadores crónicos». 36a.- «Recomendar al Concejo Cantonal de Guayaquil, que modifique el aseo de calles en la siguiente forma: un servicio de tur- no de «aseo de calles» entre 10 p. m. y 5 a. m., prohibiendo hacer- lo :í otras horas, como prevención contra la. tuberculosis; y, un ser- vicio diurno de «recolección de basuras», para, cuyo efecto se pro- veerá á, cada domicilio de envases de latón con tapa, según el mo- delo adoptado por la Comisión sanitaria, en Panamá, y Colón». «Recomendarle, además, que entregue este servicio y su respec- tiva renta á las autoridades sanitarias, mejor preparadas para el caso». 37a.- «Recomendar á las autoridades sanitarias la guerra contra las moscas, vectoras de muchas enfermedades infecciosas». 38a. - «Excitar al Supremo Gobierno para el cumplimiento de la Ley de 1909 sobre Escuelas de enfermeras, é insinuar á las Jun- tas de Beneficencia la conveniencia, de la inmediata creación de di- chas escuelas». 39a.- «Pedir al Supremo Gobierno la organización del Regis- tro Civil, de conformidad con la ciencia módica». 40a.-«Recomendar á la, Dirección de Sanidad, la vigilancia y reglamentación de la higiene escolar». 41a.- Recomendar á los Poderes Públicos y á las Juntas de Beneficencia el establecimiento, en los centros importantes de po- blación, de obras de protección para la niñez, como hospitales de ni- ños, dispensarios, etc.» 186 42a.- «Recomendar á las Municipalidades, y en especial á las de Guayaquil y Quito, la urgente necesidad do establecer «Gotas de leche», teniendo en cuenta que la elevada, mortalidad infantil, cons- tituye un verdadero peligro social». 43a.- «Pedir al Supremo Gobierno, que, de acuerdo con la Dirección de Sanidad, proceda, en tiempo oportuno, al nombramien- to de Comisiones especiales y competentes en la materia, que concu- rran á las Conferencias sanitarias internacionales que se celebren en adelante». 44a.- «Excitar al Supremo Gobierno para que se hagan ges- tiones de Cancillería, pidiendo que se cumplan todos los artículos de la 2a Convención Sanitaria internacional de las Repúblicas ame- ricanas, sin excepción odiosa para el Ecuador. En caso de no dar re- sultado satisfactorio estas gestiones, pedir al Supremo Gobierno el retiro de la tirina del Ecuador de dicha Convención». 45a.-«Recomendar á los médicos ecuatorianos el estudio y diferenciación de las afecciones parasitarias en general». 46a. - «Recomendar á las autoridades sanitarias las si- guientes medidas profilácticas contra la lepra: 1o. Impedir rigu- rosamente el acceso a nuestro territorio á los leprosos que vienen de otros países, especialmente de la vecina República de Colombia. 2o. Creación de leprocerías, para, los enfermos indigentes ó vaga- mundos, en climas que no sean peligrosos para la salud de los mo- radores circunvecinos. 3o. Proceder, por cuantos medios sepueda, á destruir los mosquitos en los lugares en que se establezcan las le- procerías». 47a.- «Pedir al Supremo Gobierno que dé al servicio do Sa- nidad Militar, una organización conforme con los adelantos de la ciencia y de acuerdo con las condiciones topográficas de nuestro país». 48a.- «Solicitar de la próxima Legislatura, lo siguiente: lo.-Formación del Censo General de la República. 2o.-Organización del servicio de Estadística General, y mo- dificación ó creación de una nueva Ley de Registro Civil. 3o.-Pedir que se someta al control de la Dirección de Sani- dad, todos los servicios de salubridad de la. República, inclusivo los Municipales, y obligar á estos Cuerpos al sostenimiento de dichos servicios en la parte que les corresponda.. 4o.-Que se ampare y proteja incondicionalmeute á la Sani- 187 dad Pública, haciendo respetar las leyes, reglamentos y demás dis- posiciones de la materia». 49a.- «Pedir á la próxima Legislatura, que el Código de En- juiciamientos Criminales, al ocuparse del reconocimiento del cuerpo del delito, prescriba expresamente la obligación del juez de practi- car, en cuanto tenga conocimiento de un atentado contra las perso- nas, la investigación prolija del sitio en que se verificó el hecho, acompañado de uno ó (los peritos, y como un asunto de urgencia previo al reconocimiento médico-legal». 50a. -«Solicitar del próximo Congreso Nacional, las siguien- tes reformas de nuestras leyes: lo.-La del Art. 182 (inciso 2), del Código de Enjuiciamien- tos Criminales, que impone á los médicos una obligación injusta y prácticamente imposible. 2o.-La de los artículos 228 del Código de Enjuiciamientos Civiles y 438 del Penal, agregando al primero esta frase: «excepto los abogados, médicos, farmacéuticos y matronas, respecto de los asuntos que hayan conocido en reserva en el ejercicio de su profe- sión», y, suprimiendo del segundo, las palabras «fuera del caso en que se les llame á declarar en juicio», á fin deque quede garanti- zada por la Ley la inviolabilidad del secreto profesional. 3)0. - Que se agregue entre los motivos de separación conyu- gal, que no disuelven el matrimonio, «el de enfermedad contagiosa, grave y de duración indefinida, de uno de los cónyuges. 4o.-Que se prohíba á la mujer pasar á segundas nupcias, antes de 120 días de disuelto el primer matrimonio, á fin de evi- tar el conflicto legal que puede suscitarse respecto de la paternidad del primogénito del segundo matrimonio. 5o.-Que en el Art. 73 (inciso 2o) del Código Civil se pon- ga: «doscientos días cabales», en vez de ciento ochenta, por ser esto más conforme con los datos de la ciencia; y, que en este mismo sentido, se reforme el Art. 175, y los demás que se refieren al tér- mino mínimo de la preñez. 6o.- Que se reforme el Art. 2.301 del Código Civil, ponien- do «diez años», en lugar de «siete años», y principiando el 2o in- ciso de este Art., con estas palabras: «Si constare que el menor de diez y seis años», á fin de suprimir la incoherencia que ahora exis- te entre el citado artículo, y el 22 del Código Penal. 7o.- Que en el artículo 32 del Código Penal se diga: «me- 188 ñor de 21 años, y mayor de 70», en vez de 18 y 60, respectivamente. 8o.-Que se reformen los artículos 397, 398, 399 y 400 del Código Penal, estableciendo una división ó clasificación de las lesiones y heridas, más científica y completa». 51a.-«Que se obtenga, de la Dirección de Sanidad, una fór- mula que permita hacer la denuncia de las enfermedades de declara- ción obligatrria, guardando el secreto profesional, en los casos en que así lo exija el deber médico». 52a. - «Pedir á la Dirección de Sanidad que se suprima la tuberculosis del número de las enfermedades de declaración obligato- ria, por ser inconducente por ahora esa declaración». 53a.-«Excitar á los Municipios de la República para que pro cedan á la canalización y provisión de agua potable, lo más pronto que les sea posible y poniendo estas obras bajo el control de la Di- rección de Sanidad». 54a.- «Excitar á los Poderes Públicos para que atiendan pre- ferentemente los asuntos que se relacionan con el servicio de Sani- dad Pública». 55a.- «Solicitar del Supremo Gobierno el cumplimiento de la Lev de Asistencia Pública». Banquete de clausura del Congreso Médico Ecuatoriano . Sección primera .. MEDICINA NACIONAL Y SUS CLINICAS GRUPOS r., 2o. y 3.° COMISION DIRECTIVA DE LA SECCION Prebidente, DR. JULIAN CORONEL, Rector de la Universidad de Guayaquil-Prof. de Clínica Interna de la Facultad de Medicina-Médico del Hospital General. Secretario, DR. ALFREDO J. VALENZUELA V., Prof. de Patolo- gía General ó Interna-Médico del Hospital General. Vocales, DR. SAMUEL MORA, Médico del Dispensario de niiíos de la Sociedad Protectora de la Infancia. DR. ROBERTO E. CUBILLO, Presidente del Comité * Enfermería del Cuerpo de Bomberos». DR. JOSE A. CH1RIB0GA, Prof. de Toxicología- Mé- dico del Hospital General. Sesión del día lunes 11 de Octubre SUMARIO-DR. EDUARDO HIDALGO GAMARRA (Guayaquil): Desenvolvimiento de la medicina en el Ecuador.-DR. ALFREDO J. VALENZUELA V. (Guayaquil): Impor- tancia de los exámenes parasitológicos en la práctica médica. - DR. SEGUNDO MONTERO C. (Portoviejo): Medicina Nacional y sus clínicas.- La furunculosis en los niños, dependiente de la infección gastro-intesti- nal-DR. WENCESLAO PAREJA (Guayaquil): Con- tribución al estudio de la fiebre tifoidea.-DR. AL- FREDO J. VALENZUELA: Técnica de las instila- ciones nasales en los niños. El señor doctor Julián Coronel declaró instalada la sesión y se pasó á la orden del día. Desenvolvimiento de la medicina en el Ecuador POR EL DR. EDUARDO HIDALGO GAMARRA Todo aquello que se relaciona con el desarrollo y progreso intelec- tual ó material de América, y muy en especial, con el de los pueblos del Sur del continente, tiene que provocar, de un modo involuntario, dudas, más ó menos fundadas, sobre su origen y sobre su cultura. 191 Y si bien es cierto que la teoría monogenéríca, generalmenté aceptada, proclama la unidad de la raza humana, concediéndole un só- lo origen, no lo es menos que, al tener lugar el descubrimiento de Amé- rica, se ofreció á la consideración del descubridor, no sólo una raza en- teramente desconocida por sus caracteres tópicos, un tanto análogas ó se- mejantes, sino también por su cultura y organización, las (pie, bajo mu- chos puntos de vista, no teman precedentes en la historia de la huma- nidad. No es objeto del presente trabajo, investigar el origen primitivo de la raza americana del Sur: pero como se trata de estudiar el origen de su cultura y desenvolvimiento intelectual, es del caso suponer, que sus relaciones con pueblos extraños y el concurso de ellas, debió provo- car el escogítamiento de medios, para satisfacer necesidades mútuas, y de allí el adelanto, aun cuando lento pero progresivo, (pie llevado á un término feliz, constituyó su civilización. Conviene advertir que este término (civilización), no es bajo nin- gún concepto absoluto, sino por el contrario, todo lo relativo que se pue- de imaginar. Pues seria candoroso el suponer, por ejemplo, que los antiguos griegos no fuero»1 civilizados, porque no tuvieron y observaron las mis- mas costumbres y prácticas que observamos nosotros, ó porque sus ar- tes y sus industrias no alcanzaron en todos sus detalles las evoluciones actuales. Y si bien es cierto que esos pueblos, llamados hoy primitivos, ig- noraban muchas cosas que en la actualidad no son desconocidas de los niños, no lo es menos, (pie hoy la ciencia investiga empeñosamente, có- mo pudo en épocas remotas, llevarse á la práctica, obras admirables ó inimitables, La entidad y la tierra americanas, que en otra época hubieran si- do objeto de estudio é investigación, fue en la del descubrimiento, moti- vo tan sólo de una explotación torpe, llevada á cabo por gentes des- provistas de cultura é interés científico. De allí el que, los datos (pie so tienen acerca de su organización política y de su capacidad intelectual, como de su progreso científico, artístico é industrial, sean tan escasos y vagos, que requieren alguna detención para presentarlos. Sin embargo, las obras de arte y los detalles de arquitectura, que debido á nuestra incuria y negligencia, casi no existen, denunciando es- tán, que no era un pueblo nómada y salvaje, el que, en el centro de la selva, había construido palacios para albergar en ellos á un ser su- perior. sabio, poderoso y bueno, á quien denominaban Inca. Y éste Inca, rey y soberano-, era. por lo que de él sabemos, un hombre dotado de todos los conocimientos de su época y gran cultiva- dor de casi todas las ciencias naturales. Poseedor, por lo tanto, do todos los secretos de la botánica, de la zoología y de la química y por ende de la astrología, que fue la ciencia oculta de los pueblos antiguos y que aun en los tiempos (pie corren cuenta con adeptos y sabios en sus filas. La incalculable variedad numérica de la llora y de la fauna ameri- canas y el estado de vida, selvático y primitivo que pusiera en íntimo con- tacto al habitante de estas latitudes con los seres y plantas que le rodea- 192 tan, ofrecían para la observación más inadvertida, un vasto campo de ejer- cicio experimental, que no podía menos que reportarle utilidades y venta- jas en todo orden. Y como por otro lado, una de las leyes que rigen la naturaleza es la de la compensación, natural es suponer que ésta pueda provocarse enfren- tando elementos antagónicos que determinen el equilibrio como base de estabilidad. Y este raciocinio, no requiere en el que lo produce, otro factor que no sea el de la propia conservación. Por otro lado, sujeto el hombre por ley natural, á ser el centro evo- lutivo de todas las funciones que constituyen la vida, es de suponer que su mayor cuidado debe estribar en la más perfecta consen ación del orga- nismo, para que ella determine la marcha normal y el más perfecto cum- plimiento de sus funciones. Y como la alteración ó el desorden de alguna de ellas, debe provo- car la alteración ó el desorden de las demás, se hace indispensable el es- cogitar los medios para provocar la armonía orgánica, venciendo á agentes externos que las normalicen. Y como esta labor es la que constituye en su esencia la medicina, el arte de curar ha sido y será la práctica obligada de todas las edades. Natural y lógico es, pues, suponer, que entre los primeros poblado- res, se complicaran estas prácticas, con más ó menos acierto y con más ó menos felicidad como sucede entre nosotros. Y está fuera de toda duda, que los más aventajados, ó los más avanzados en conocimientos generales, las llevaran á la práctica entre las demás, distinguiéndose en la colectividad, como los más hábiles y experi- mentados en el difícil arte de curar. Estos aborígenes poseían vastísimos conocimientos sobre las propie- dades y acción de los vegetales y aún de ciertos animales y minerales, como agentes tóxicos y medicamentosos, aún cuando no hay constancia alguna de que se hubieran detenido en clasificarlos de un modo metódico y ordenado. Pero esta carencia de orden científico, por decirlo así. era general, aún en los pueblos que se decían en esa época civilizados; pues no hay noticia alguna que testifique la existencia de una clasificación científica universal, generalmente aceptada y previamente discutida. El único entonces conocido, era el de simples, discernidos á aquellos cuerpos que se suponía elementales y que no admitían, por lo tanto, des- doblamientos. Figuraban en primer termino, bajo esta enunciación, los agentes me- dicamentosos introducidos en la práctica usual. En este ramo y partiendo de estos principios generales, hubo un grupo, entre los primeros pobladores, que conquistaron fama y Hombradía, por lo vasto de sus conocimientos y lo acertado de sus dictados. Ahora bien: ¿cómo se iniciaron en estos conocimientos? ¿Cuél fue el punto de partida ó la cuna de esta civilización tan avan- zada? En este punto encontraremos siempre una laguna inaborda- ble é insondable. Pero esto mismo afirma, tabez, el convencimiento de queexistia, an- tes del descubrimiento, una cultura, más ó menos avanzada y original, la que no pudo ser considerada y estudiada por la carencia absoluta de co- nocimientos científicos del descubridor ó explorador de estas regiones. Pero más tarde, cuando ya se disipó un tanto la sed de conquista; 193 cuando la curiosidad ó el deseo de lo nuevo, trajo á estas comarcas hom- bres de algunas luces y de relativo prestigio, entonces, se pudo con más calma y serenidad, establecer comparaciones y sacar deducciones conclu- yentes. Y pudo comprobarse que, aún siendo un pueblo de costumbres y usos casi primitivos, estaba, con todo, suficientemente organizado y en perfeo tas aptitudes y condiciones para evolucionar en sentido progresivo. Uno de los más grandes cultivadores de la ciencia y sobre todo, dis- tinguido en el arte de curar, fue en esa época, un indio quiteño llamado don Pedro Guerrero, conocido entre el vulgo con el nombre de «el doctor Gallinazo»; naturalista y botánico, que había estudiado durante muchos años, la flora de la Provincia de Guayaquil, haciendo conocer en el año de mil setecientos cuarenta, la existencia de «cuatro mil simples», estu- diados y descritos por él, así como también, un estudio ó monografía sobre la raíz de la «vergonzosa ó sensitiva» la que, «cocida en agua, cura la her- nia y suelda las roturas de la ingle». Los frecuentes viajes de Pedro Guerrero á esta provincia, anotados en la crónica á que me refiero, inducen, fundadamente, á creer, que en es- ta misma ciudad ó en esta provincia, había á la vez gentes que practica- ran igual profesión, con los cuales ó con cuyo auxilio, pudo aislar, alguno ó algunos, de los cuatro mil simples á que se hace referencia. Y esto no debe por otro lado extrañarnos, porque este esfuerzo cien- tífico tiene hoy manifestaciones atávicas que se observan actualmente en las poblaciones y aún en los sitios más apartados de ellas. El «empirismo» es de «brote expontáneo» entre nosotros. Con todo, en el enunciado Guerrero, se encuentra un fondo verdaderamen- te científico, sin que haya constancia, ni aún remota, de que hubiera en ello iniciativa de parte de los conquistadores. Y esto no solo por su notoria in- capacidad, sino también por su falta de estudios previos y experimentales: y además, y sobre todo, porque no se concibe que hubieran ellos concedi- do buenamente, una supremacía tan notoria á un «salvaje». Por otro lado, en los viajes y exploraciones científicas del señor ba- rón de Humboldt y el señor de La Condamine, se encuentra á cada paso el recuerdo de estos «naturalistas incultos», que aprovechaban y conocían las propiedades maravillosas de las plantas abundantes en estas comar- cas. Estos detalles, ligeramente anotados por los exploradores y viaje- ros, son por sí solos un testimonio concluyente, para darnos ligera idea de la cultura y adelanto científico de los primitivos pobladores. Tanto más, cuanto que no existe constancia alguna, comprobada, de la fuente extraña de donde ella emanara. Esto dificulta por otro lado, reseñar nominalmen- te, el número, siquiera aproximado, de los muchos cultivadores de las ciencias naturales que se supone hayan existido, y las relaciones que és- tos tuvieran con la práctica de la medicina. Pero lo arriba anotado com- prueba suficientemente la existencia de la práctica médica desde épocas anteriores al descubrimiento. Confirmándonos una vez más en esta aseveración, la falta de cons- tancia de que en las expediciones españolas figuraran médicos y ni aún empíricos que se relacionaran con los «naturalistas» de que hemos hecho mención. 194 Más tarde, cuando la civilización moderna sentó sus reales en Amé- rica, la corriente de comunicación con los pueblos europeos y los viajes fre- cuentes de los hijos de esta sección, provocó nuevas orientaciones científi- cas y fue á la vez, portadora de nuevas luces. Figuraron en esa época, en primer término, Don José Alderete, reputado como botánico de nota. Don Francisco Badaraco, curandero ó físico notable, quien actuó con gran éxito y gozó por lo tanto, de gran fama en la hoy denominada Provincia de Los Ríos. Don José María Pacheco, quien ejerció la medicina y la farmacia en la misma Provincia. El notabilísimo Dr. Escudero, ciudadano granadino, quien ejerció en esta ciudad con notable éxito y que prestó servicios profesionales en la época de la emancipación de esta Provincia. El Farmaceuta Astete: el igualmente notable Mascóte, quienes figu- ran ya en mil ochocientos veinte. El méritísimo ó ilustre Dr. Duran, colombiano de gran nota, ejerció con notable éxito la profesión en esta ciudad, en los primeros años de la República. El empírico más notable y sin duda alguna, un sabio en el ramo de ciencas naturales filé el doctor Bravo, natural de esta ciudad. El médico lojano Sánchez quien publicó notables monografías sobre el condurango y la (juina. Los contemporáneos y coterráneos del anterior, Doctores Eguiguren y Riofrio. El granadino don José Perdomo, personalidad muy discutida como hombre de ciencia, quien practicaba operaciones quirúrgicas incruentas é indoloras, fallecido en esta ciudad de un modo violento, por los años de 74 á 75. El eminente cirujano y médico Dr. Illescas, oriundo de la Provincia de Cañar, ejerció á la vez. con éxito notable en esta ciudad. Médico y Zoólogo el Dr. Carvallo, natural de Cuenca. En la capital de nuestra República, figuraron en primera linea el. por muchos conceptos, eminente sabio doctor Barahon» y el, no menos é ilus- tre, Dr. Rodríguez Maldonado. La hermana Provincia del Azuay, fue también cuna de hombres ilustres, dedicados al ramo de la Medicina y Ciencias Naturales. La figura colosal de Fray Vicente Solano, sobrepuja toda pondera- ción en lo que respecta á sus vastísimos conocimientos en ciencias natura- les anexas á la medicina. Y aún cuando no hay constancia de que haya ejercido prácticamente esta ciencia, sus obras son fanal luminosísimo en el estudio de la naturaleza y la aplicación de sus agentes.... Como figuras á la vez culminantes en la práctica profesional, son de- masiado conocidos el ilustre Dr. D. José Ah car y el no menos sabio doc- tor Cuesta. Por último, uno de los hombres que más esfuerzos hizo por encau- zar la corriente científica en este sentido, fue el méritísimo y venerable Don Pedro Garbo, quien puso en juego toda su influencia y actuó eficaz- mente sobre el ánimo, por otro lado, muy bien predispuesto favorablemen- te. del personaje político tan combatido y juzgado, Capitán General don Ignacio de Veintemilla, quien creó y formó por Decreto Ejecutivo* La Junta Universitaria del Guayas» dotándala en el Ramo de Medicina de profeso- res competentísimos que son los genitores de una ilustre descendencia. 195 Seria necic discutir superioridades y más aún. emitir juicio, sobre la competencia de los maestros, para los cuales y en cuya memoria, todo elo- gio resultaría escaso. Basta con la simple enunciación de sus nombres, para provocar un religioso culto á su memoria. Dr. Alejo Lasca no „ Federico Mateus, „ César Borja. Manuel Pacheco. „ Pedro J. Bol oña. „ Feo. Martínez Aguirre. „ Julián Coronel. „ Nicolás Fuentes. Siento no tener á mi alcance el Decreto Ejecutivo que creara la Junta Universitaria del Guayas y la designación nominal de los distingui- dos Profesores que la formaron. Documento éste que como Cédula Honorí- fica, debía reposar en el Archivo de esta Universidad. Involuntariamente he omitido los nombres del distinguido médico nacional Dr. Alfides Destruge, clásico de nota y autor de varias produc- ciones científicas: y el de los médicos extranjeros, doctores Celso Bamba- ren y Samuel Mora, ciudadano peruano el primero y neo-granadino el se- gundo. Creo pues, subsanar esta falta, del todo involuntaria, haciendo constar, que la medicina nacional, debe, á los enunciados Profesores y á su eficaz colaboración, parte no escasa de su actual prestigio. Tal es á grandes rasgos, la marcha evolutiva de la medicina en el Ecuador, lo que en forma de Apuntes, ofrezco como contribución al primer Congreso Médico del Ecuador. Desprovisto de toda novedad, escaso y pobre en conceptos, este trabajó no lleva sino el sello de la buena voluntad que lo ha sugerido. DISCUSION; DR. JULIAN CORONEL: Observa que el doctor Sabino Ló- pez no fue fundador de la Facultad, sino el doctor Nicolás Fuentes, padre del doctor Teófilo N. Fuentes. EL DR. HIDALGO GAMARRA acepta la observación y se propone corregir su trabajo en este sentido. 196 Importancia de los exámenes parasitológicos en la práctica médica POR EL DR. ALFREDO J. VALEKZUELA V. Dividimos este estudio en dos partes: materias fecales y sangre. HECES Asombrados de la frecuencia con que el examen microscópico de las materias fecales dá resultados positivos bajo el punto de vista para- sitológico y de la frecuencia de los trastornos que originan, tanto en adultos como en niños, dispusimos examinar las deposiciones de todas las enfermas que entraran á nuestro servicio de medicina de mujeres «Santa Isabel» en el Hospital General de esta ciudad. Sensiblemente no fué posible hacerlo con todas las enfermas, y sólo se hizo con 182 enfermas sobre 301 que entraron al servicio desde el 1°. de Mayo al l.° de Setiembre, es decir, en un 60 o/o del número de entradas. Del total de exámenes practicados, un 78.57 o/o fué positivo y 21.43 negativo. Estudiando el cuadro Xo. 1, haciendo un resumen, se verá que el orden de frecuencia de estos parásitos es como sigue: Triencéfalos 22 Ascárides 32 Ankilostomas 19 32 24 18 19 18 11 18 3 3 91 casos-50 o/o 77 casos-42 o/o 51 casos-28 o o Amiba disentérica 5.59 o/o Tricomonas 3.49. Tenia solium 0.09 o/o. Felizmente, el tricocéfalo no produce sino excepcionalmente accidentes graves [apendicitis], aunque es un parásito que se hace bien enojoso, complicando otras afecciones, disentería y sobre todo tifoidea, favoreciendo la producción de perforaciones. Los ascárides igualmente, si bien son huéspedes enojosos, en el adulto no producen sino muy rara vez complicaciones, no así en el ni- ño, en el cual, ya por las toxinas que segregan ó por acción simple- mente mecánica ó refleja, originan fenómenos más ó menos alarmantes, fiebres, convulsiones, etc. Pero lo que verdaderamente alarma es la proporción de ankilostomiásicos,. y debe tenerse en cuenta que nuestra sala es de mujeres y que ellas, que trabajan menos en las huertas de cacao, están menos expuestas á infectarse con estos parásitos y esta- mos seguros de que entre los varones la proporción es mayor. Los ankilostomas si son huéspedes cuya presencia en el intes- 197 tino, significa siempre un peligro grave para la vida: la anemia, la ca- quexia que producen es incurable cuando llega á cierto grado, siendo por otra parte fácilmente curable cuando se la despista oportunamente: y ya hemos comprobado con números irrefutables, que aproximada- mente la tercera parte de los enfermos que se hospitalizan en nuestra servicio son portadores, latentes ó no, de estos parásitos. Ahora bien, en sus comienzos, la única manera posible de hacer el diagnóstico es el examen parasitológico de las heces que permite encontrar los hueveci- llos. Resalta, pues, la conveniencia de practicar este examen en todos los enfermos, que era lo que queríamos demostrar. II SANGRE Es una costumbre conocida en todos los servicios: á enfermo febril, «quinina»; unos, la mayoría, se curaban, otros nó. Los signos clínicos, marcha de la fiebre, punta de bazo, lugar de procedencia, etc., hacían el diagnóstico exacto de un 20 o,o de los febricitantes: habla otro 40. o/o, en que el éxito del tratamiento quínico permitía solamen- te hacer el diagnóstico y quedaba un 40 o, o más en que podía asegu- rarse que la fiebre no era palúdica. Tal procedimiento resulta eficaz, indudablemente, pero adolece de serios inconvenientes. A.-Tiene un carácter medico-científico exclusivamente en el 20 o/o de los febricitantes que presentan los síntomas típicos de malaria. En los que el diagnóstico de paludismo se basa sólo en el éxito de la qui- nina [diagnóstico terapéutico|. carece de base científica por cuanto sien- do la quinina un excelente antipirético y poseyendo una acción eficaz contra procesos febriles muy distintos del paludismo, grippe, afecciones catarrales, etc., resulta por demás amplio é ilógico el bautizar de palú- dicas á una porción de pirexias, 40 o/o de los casos, que bien pueden no serlo. En el 40 o/o en que se excluye el diagnóstico de malaria por no ceder á la quinina, debemos recordar que hay ciertas formas excepcionales es cierto, de malaria que no ceden al más activo trata- miento especifico quínico, por una parte, y por otra, que la cinconización no está exenta de peligros en ciertas pirexias como la fiebre amarilla, la tifoidea y otras. B- Cada inyección de quinina cuesta al rededor de S/. 0.30, á razón de dos diarias implica un gasto de 60 centavos por fe- bricitante y por día. Estúdiese el cuadro N.° 2 y se verá que sobre 301 enfermos, sólo en 101 ha resultado el examen positivo. El térmi- mino de prueba del tratamiento quínico generalmente usado dura cua- tro días. Si á las trecientas enfermas de nuestra estadística se les hubiera aplicado este sistema se habrían gastado 600 inyecciones en los cuatro días del tratamiento de prueba, que al precio de 30 centavos cada una serían S/. 720, pero como de las 301 enfermas, sólo 101 han tenido plasmodium malaria en la sangre y sólo en éllas se les ha inyectado quinina, resulta lógico que le hemos ahorrado al Hospital la no despre- ciable suma de S/. 480, y tengase en consideración que sólo es en cua- tro meses y en una sola sala. C.-No es sólo la economía considerable el único beneficio obteni- do: las inyecciones de quinina son muy dolorosas, originan una mortifi- 198 ración considerable de los tejidos, producen una tumefacción que molesta durante algún tiempo y alguna vez producen escaras; todos estos sufri- mientos se les lia ahorrado á 199 personas. I).-El examen parasitológico de la sangre en los casos que no son clínicamente característicos de malaria, es el único procedimiento científico de hacer el diagnóstico. Puedo dar lugar á errores por falta de instrumentación, de técnica ó de versación en los casos positivos, y en los casos negativos carece do valor para excluir en lo absoluto el diag- nóstico de paludismo, pero debemos no oh idar que la medicina no es una rama do las matemáticas: que es una rama de las ciencias biológicas que distan mucho de las ciencias exactas. E.-Es un hecho admitido que hoy no es posible la práctica de la medicina con sólo la propedéutica y la patología interna. El médico moderno es un piloto, que para poder vencer la tempestad de las do- lencias que aflijón á la humanidad, necesita no sólo del timón de la clíni- ca, sino también, do ciertos faros luminosos (pie son los exámenes de la- boratorio. Antes de concluir, queremos dejar constancia de nuestro reco- nocimiento á los externos señores Guillermo Molina y Tarquino Viteri, de nuestro servicio, quienes han practicado los exámenes parasitológicos el primero y coprológicos el segundo. CONCLUSIONES Que el Primer Congreso Médico Ecuatoriano recomiende al cuerpo médico la necesidad de los exámenes parasitológicos y que recomiende á los establecimientos de Beneficencia Pública la organización de un peque- ño Laboratorio anexo á cada servicio de medicina, por cuanto el Labo- ratorio del Hospital, es materialmente imposible que pueda alcan- canzar para el servicio de todos los enfermos que ingresan á él. Dicho laboratorio general quedarla destinado únicamente á los exámenes más importantes, hemoculturas, inoculaciones, caracterización de bacterias, investigaciones microbiológicas, etc. 199 CUADRO 1 Estadística de los análisis parasitológicos de las materias fecales PERTENECIENTES A 1AS ENFERMAS »E LA SALA "SANTA ISABEL'' PRACTICADOS DESDE EL 1,° DE MAYO AL l.° DE SETIEMBRE DE 1915 POR EL EXTERNO SR. J. TARQUINO VITERI Número de análisis 182 Análisis positivos 143 Análisis negativos 39 Porcentaje de análisis positivos 78.57 Porcentaje de análisis negativos 21.43 Diversos huevos de parásitos hallados y su modo más común de asociación Número de análisis Porcentaje Ascárides lumbricoides v tricocéfalos dispar 32 22.39 Ascárides lumbricoides 24 16.79 Tricocéfalos d ispar • 22 15,39 Aquilostomas duodenalis y tricocéfa- los dispar 19 13.29 Anquí lostomas duodena lis, ascárides lumbricoides y tricocéfalos dispar 18 12.59 Anqnilostomas duodenalis 11 7.69 Amiba disentérica 8 5.59 Tricomonas intestina lis 5 3.49 Anqnilostomas duodenalis y ascárides lumbricoides 3 2.09 Tenia solium. ....... 1 0.69 Total 143 100.00 200 CUADRO N' 2 Estadística de los análisis parasitológicos de la sangre PARA INVESTIGAR EL HEMATOZOARIO DE LAVERAN PRACTICADOS DESDE EL l.° DE MAYO AL l.° DE SETIEMBRE DE 1915 POR EL EXTERNO SR. LUIS GUILLERMO MOLINA Número de análisis 301 Análisis positivos 101 An álisis negat i vos 200 Porcentaje de análisis positivos 33.55 Porcentaje de análisis negativos 66.45. DISCUSION: DR. ROBERTO E. CUBILLO: Propone que en vista de la im- portancia del trabajo del doctor Valenzuela, se solicite de los Muni- cipios de la República, la fundación de Institutos donde los médi- cos prácticos puedan enviar los productos patológicos para su exa- men bacteriológico gratuito. Fue aprobada por unanimidad la proposición del doctor Cubillo, y se acordó que pasara á la Asamblea General, así como las concluí siones del trabajo del doctor Valenzuela para su aprobación. 201 Medicina Nacional y sus Clínicas POR EL DR. SEGUNDO MONTERO C Es aspiración de todo ecuatoriano amante de las glorias de su país, ver figurar á su patria en el rol del mundo científico, por medio de las producciones de sus hombres de ciencia, cosa esta última que no le hace falta al Ecuador, pues contamos felizmente entre los profesionales que se dedican al divino arte de curar, á la delicadísima profesión de la Cirujía, &. &., talentos sobresalientes, dignos de figurar á lado de los maestros de escuelas de medicina del viejo y nuevo mundo. Por qué nó ? El genio nace y cultivadas las buenas aptitudes, se desarrolla de una manera notable la pericia en el manejo del bisturí: tan- to más, cuanto que muchos de nuestros connacionales, han ido á beber en las fuentes de las clínicas europeas, el riquísimo jugo de los descubrimien- tos más modernos del mundo científico, aumentando con ello el caudal de sus vastos conocimientos. No falta, pues, sino una dosis de buena voluntad y un poco de estímulo por medio de los concursos, para ver aparecer en bien nutridos renglones el fruto de los conocimientos y déla experiencia de nuestros sabios maes- tros nacionales, en libros que constituirán la gloria de la medicina ecua- toriana y el orgullo de nuestra patria. . Por qué no ha de emanciparse nuestra Facultad de Medicina Ecua- toriana, para que únicamente la ciencia, la lucha y la victoria, sean el ti- tulo del profesorado? Es necesario establecer aquí también como en Europa, los concur- sos al profesorado de las Universidades, la jerarquía de éstas, para que los concursos resulten de mayor estímulo. Es necesario hacer que el Congreso Nacional, señale en el presu- puesto general, la renta suficiente para que funcione la Facultad de Medi- cina de la Universidad de Loja, paralizada por el fatal olvido en que to- dos los gobiernos tienen á esa Provincia, digna de mejor suerte, cuna de hombres eminentes y amantes del saber, llamada en día no lejano, con el ferrocarril al Oriente, á ser un centro importantísimo. Que sea, pues, el concurso, la puerta de entrada de los profesores á sus cátedras universitarias; á fin de que todos los puestos sean adquiridos mediante la constante aspiración de adelantar nuestra medicina ecuato- riana, de tal manera que no serán provistas las cátedras sino como pre- mio á la mejor tesis de oposición. Ah! este estímulo sería preciosa savia fecundante, que haría bro- tar suculentas yemas, precursoras de robustas ramas y hermosísimas flo- res, que formarían la aureola inmarcesible de nuestra medicina nacional. Entonces veríamos brotar constantemente, las producciones de nuestros médicos, de nuestros cirujanos, de nuestros farmacéuticos, botá- 202 nicos, dentistas, &., ecuatorianos,fruto sazonado con el más asiduo es- tudio en asocio de la experiencia. Emancipada, pues, la Facultad de Medicina del Ecuador, ella forma- ría un tribunal de profesores y éste señalaría las tesis de oposición y ante él se rendirían las pruebas. Este tribunal encargado de ascender en el profesorado, señalaría el mejor trabajo de oposición y daría la posesión gerárquica. Esta gerarquia de las Facultades, sería á no dudarlo, un positivo es- tímulo para ver lucir en la medicina ecuatoriana á profesores competen- tes, dignos de ostentar los laureles de la ciencia en sus frentes, pero que perduran y desaparecen como médicos de provincia, sin aspiración y sin gloria, perdiendo la patria un ciudadano que por falta de medios y de ele- mentos, no lia contribuido á dar lustre á la medicina nacional y por ende al Ecuador. Profesores importantes, que mediante el estímulo habrían legado en gruesos volúmenes, el fruto de su constante y larga experiencia, pero que la lucha por la existencia los hace desaparecer pobres y oscuros. Sí, porque los profesores triunfantes en los concursos y premiados con una cátedra universitaria, deben ser bien remunerados, á fm de que se consagren única y exclusivamente al magisterio, toda vez que su sub- sistencia queda asegurada. Siendo la gerarquia ascendente un aliciente constante, para que el estudio sea la única preocupación de los profesores, de aquí saldría un se- millero de sabios maestros y de jóvenes médicos aspirantes á la gloria de subir por sus propios esfuerzos, á la gerarquia más culminante do la cien- cia por medio del estudio y de aquí nacería la medicina nacional ecuato- riana bajo tan nobles auspicios. Que le quepa al primer Congreso Médico Ecuatoriano, la gloria de la emancipación de la Facultad de Medicina, toda vez que con él se cele- bra una fiesta gloriosa de emancipación, la de esta bella y acaso la más importante porción del Ecuador: para que en el Centenario de la emanci- pación del (¡nayas, sean las obras de medicina nacionales, cual otros dia- mantes de subidos quilates, con que se pueda adornar una corona riquísi- ma para ofrendar á los padres que nos dieron patria y libertad. DISCUSION: DR. FELIX FLOR M.-(Riobamba): Solicita que el Congre- so Médico exija de los poderes públicos el cumplimiento del Art. 155 de la Ley de Instrucción Pública, que dice que las cátedras universitarias serán provistas por oposición: y que las cátedras ac- tualmente vacantes ó que vacaren en lo sucesivo, sean ocupadas en esta forma. Se aprobó por unanimidad. 203 Patología Infantil La Forunculosis en los niños dependiente de la infección Gastro-Intestinal POR EL DR. SEGUNDO MONTERO C. CONSIDERACIONES DESDE El. PUNTO DE VISTA ETTOLÓGICO Y PATOGÉNICO. Las fermentaciones.-La patología ha sido impulsada por distinto rumbo, gracias á la bacteriología, cuyos trabajos de microbiología nos han dado á conocer de una manera exacta, que el intestino es un centro de fer- mentaciones; pero el intestino, es un centro séptico, donde la fermenta- ción es un complemento de la digestión de las materias alimenticias, cuya función se lleva á cabo, dividiendo las materias alimenticias en productos solubles, asimilables y de deshecho: más al tiempo de verificarse la absor- ción de esos productos, resultan fermentaciones anormales que originan desórdenes de tal naturaleza, que en un momento dado, pueden producir una enfermedad de carácter serio. La falta de higiene en la alimentación es causa de fermentaciones intestinales anormales: lo mismo que el consumo de frutos verdes, de le- gumbres mal cocidas, de conservas averiadas y viejas, la leche puesta en vasijas sin aseo, &. el agua de nuestros ríos, semillero de inmundicias; por último, una mala dentadura haciendo una masticación incompleta, acarrea mil desórdenes en la digestión, de todo lo cual vienen fermentacio- ne^anormales y consecuentemente una infección ga.dro-intestinal. Pero tenemos como defensores poderosos que obran como neutrali- zantes de las fermentaciones digestivas anormales: la bilis, el jugo pan- creático y todos los jugos intestinales, de tal manera, que éstas no tendrán lugar sino en el caso deque alguno ó algunos de los órganos que segre- gan estos jugos anti-tóxicos, se encontrara alterado y por consiguiente in- capaz para segregar un jugo normal suficiente para contiarrestar los efectos de las fermentaciones anormales. La flora microbiana que normalmente sp encuentra pu p! intestino es inmensa; los que se han dedicado á estudiarla, calculan su número en un centenar de millones, algunos más, otros menos, según la prolijidad de sus investigaciones: esta cantidad se encuentra en la masa total de las heces, pero también calculan que de dicha cantidad salen muertos, con las heces expulsadas, más do las nuevo décimas y por tanto son inofensi- vos en esto estado: con todo, veamos el papel que desempeñan cuando es- tán vivos, esto es, durante su permanencia en el intestino. La acción de la Hora intestinal, durante su permanencia en el intes- tino, es notable por lo que atañe á la patogenia de las enfermedades, pues conocido ó mejor dicho, sabido es que los microbios segregan productos perjudiciales para el organismo, los cuales absorvidos por el torrente cir- 204 culatorio, hacen sus manifestaciones morbosas en los órganos de menor resistencia por afecciones anteriores. Unas veces, dichas manifestaciones, se las observa en el mismo in- testino, donde ocasionan enteritis, entero-colitis, ya simple, ya muco-men- branosa ó crónica &. &. Es verdad que ésta no es la única causa de las en- teritis, pero si es causa suficiente, aunque sea pasajera su presencia: pues (pie exaltada en un momento dado la virulencia de la flora intestinal (por una causa cualquiera), puede determinar y determina graves desórdenes en la nutrición, pues modificando la flora normal, da lugar á menor resis- tencia del organismo y á la fácrl invasión de micro-organismos, provenien- tes de dentro ó de fuera del organismo. La mejor prueba de esta exposición es que, dejando á un lado las consideraciones de orden nosológico, si nos dirigimos á las del orden pu- ramente experimental, notamos desde el primer momento, que aplicando la terapéutica contra la infección, mejora notablemente el estado general, no solo en los casos simples y agudos, sino también en los crónicos. Mas concretándonos á nuestro caso, esto es á la infección intestinal, como causa de alteraciones locales, y entre éstas, además de las tan co- conocidas aquí en la costa, como las entero-colitis, etc., cuya mortali- dad infantil es el precio de esta forma, que muchas veces se presenta con carácter epidémico, hay otra manifestación que es el objetivo de mi estudio y que es particularmente, casi exclusiva de la costa; esta es la forunculosis, una de las manifestaciones locales consecutivas á la infec- ción gastro-intestinal. Entre los desórdenes locales de las fermentaciones intestinales anormales tenemos: la gastro-enteritis, la simple enteritis aguda y la muco-membranosa ó crónica, tan frecuente en los meses de Noviembre, Diciembre, Enero, Febrero, Marzo y Abril, cuando la temperatura es más sofocante, presentándose no sólo en el adulto, sino con más particulari- dad en los niños y sobre todo en los que son alimentados con el biberón. Estas enfermedades provienen directamente de la infección intesti- nal, por absorción de los productos tóxicos solubles, secreción propia de los microbios patógenos intestinales. Dejando á un lado las formas de enteritis, la disenteria, la tiflitis, colitis, apendicitis, etc., etc., pasando por alto los desórdenes de los órganos anexos de la digestión, como son el hígado, el páncreas, y los que tienen lugar por propagación, como los riñones, ocupémonos de los desórdenes de la piel, debidos á las fermen- taciones intestinales anormales, y por consiguiente, á una auto-intoxica- ción de origen intestinal. Son estas fermentaciones intestinales anorma- les las que dan origen á putrefacciones y éstas á toxinas segregadas por los microbios intestinales, sus productos solubles, verdaderas toxinas mi- crobianas, son reabsorbidos y llevados por el torrente circulatorio á los diferentes emuntorios, y como uno de estos filtros es la piel, se mani- fiestan en ella por medio de erupciones que parecen constituir una ver- dadera entidad nosológica, que podría tomarse como idiopática, pero que averiguando con escrupulosidad su origen etiológico, vemos claramente que depende directamente de la infección intestinal. De una manera especial se observa en las comarcas del litoral, en los meses más calurosos, la aparición de forúnculos, antrax, diviesos, eczemas y abcesos en general en la piel. Qué, son pues, estas manifes- taciones cutáneas?-Son reacciones locales dependientes de las putrefac- ciones intestinales. Siendo de notar que son más predispuestos á la fo- runculosis, aquellos que sufren de estreñimiento, aquellos cuyas funcio- 205 nes digestivas, hepáticas, renales, marchan de una manera imperfecta; y es lo más natural, puesto que privado el organismo de estos emuntorios, recurren á la piel y por ahí se escapan, por intermedio del torrente cir- culatorio, las impurezas que han sido recogidas en el intestino, de allí los eczemas, los forúnculos, los antrax, los abcesos de la piel. Es, pues, el mal funcionamiento del intestino el que ocasiona las palpitaciones del corazón en los estreñidos, las jaquecas tan frecuentes en los mismos, la albuminuria en los renales. La frecuente aparición de las afecciones de la piel en los niños, es de- pendiente de la infección intestinal; pero con más propiedad podemos de- cir, que la forunculosis en los niños es el termómetro de las putrefacciones intestinales, la que se presenta de una manera especial en las épocas calu- rosas en las comarcas del litoral. En los niños alimentados por el seno materno es menos frecuente, pero no rara, la aparición de la forunculosis y esto proviene de que hay menos frecuencia en la intoxicación del niño, por cuanto la leche del seno materno, está privada de la flora microbiana que se desarrolla en la leche de vaca, por la sencilla razón de que ésta sufre muchas manipulaciones y tarda para llegar al estómago del niño, habiendo por consiguiente, tiempo más que suficiente para el cultivo de cuanto microbio encuentra á su paso; cosa que no sucede con la leche materna, pues esta pasa directamente al estómago del niño, evitándose de este modo la contaminación de la leche. Más como ya lo tengo expresado, no es raro también que el niño alimenta- do por el seno materno, puede padecer de la enfermedad que nos ocupa, siendo fácil su explicación, por cuanto, la madre puede padecer de estreñi- miento y en este caso ser ella también presa de fermentaciones anormales, proviniendo de aquí, productos tóxicos segregados por los microbios intes- tinales, estos productos siendo como son solubles, reabsorvidos en el intes tino de la madre, pasan por intermedio de la circulación á la leche y de allí al estómago é intestino del niño; una vez aquí encuentran un terreno virgen muy apropiado para su propagación y su desarrollo. (a) Observaciones propias me han conducido á plantear como una verdad clara y terminante, que es en los niños alimentados artificialmente en quienes se presentan los desórdenes intestinales, debidos á una intoxica- ción por los productos acetónicos, resultantes de las fermentaciones intes- tinales anormales. (b) Que esta intoxicación se traduce, ya por su gastro-enteritis aguda, simple, muco-membranosa ó crónica y también por desórdenes lo- cales y generales (afeccciones de la piel,meningitis, etc.). (c) Que en los casos muy numerosos que van acompañados de abundante diarrea, se notan menos los desórdenes de la piel, consistentes en eczemas, forunculosis y en general, en abeesos pequeños diseminados en todo el cuerpo del enfermo. Siendo estos desórdenes locales más nota- bles, cuando el niño sufre de extreñimiento, aunque evacúe cada veinte y cuatro horas, pues el niño debe evacuar por lo menos dos veces al día. (d) Que es impotente la ebullición para destruir todos los gérme- nes patógenos de la leche, pues los hay que resisten grandes temperaturas y por otra parte, á pesar de los más rigurosos cuidados, siempre se desarro- llan, sobre todo en la estación calurosa, de tal manera, que aumentando la flora microbiana que normalmente existe en el intestino en un momento dado, determina la aparición de los desórdenes apuntados. [ej Que la infección intestinal, ó mejor dicho, la auto-intoxicación digestiva, es el primum movens de la enfermedad que nos ocupa [la fo- 206 funculosis], no debiendo considerársele por tanto como una infección primitú a. El atacado de furunculosis, se vuelve molestoso, el sueño es in- tranquilo, el semblante está á veces pálido y pasados uno ó dos días así, se nota que tiene una manchas rojas (que las más de las veces, se toma por picaduras de pulgas ó mosquitos), que insensiblemente son granos y poco después se convierten en pústulas, llenas de un líquido lechoso, que al día siguiente y aún en el mismo día se las ve llenarse de pus; estos son los casos más benignos; otras veces las manchas ro- jas completan su desarrollo en el espacio de cuatro dias y estos son los forúnculos de mediana intensidad: habiendo, por último, otros que tardan hasta ocho días y siendo necesaria la acción del bisturí, para dar salida al pus, que ha formado una regular colección tras intensos dolores. Los forúnculos, unas veces se presentan aislados, otras veces son confluentes, como las viruelas ¡el vulgo las toma portales), limitándose su aparición, las más veces, á la cabeza ó á la cara, óá las dos regio- nes á la vez: pero ordinariamente se presentan en la cabeza, en la ca- ra, en la frente, en el pecho y en la espalda, propagándose al resto del cuerpo, cuando no se han tomado las precauciones debidas para dete- ner su progreso. Hay casos que se presentan con elevación de temperatura, lle- gando el termómetro á 38 con 5, pero se observa en los casos de ma- yor intensidad, pues, por lo regular, la temperatura no pasa de 37 con 8: y á medida que avanza la enfermedad, (pie dicho sea de paso, se presenta á veces con un carácter rebelde, el niño (pie ni come á gus- to, ni duerme satisfactoriamente, se torna pálido y se desnutre y es ne- cesario preocuparse de su alimentación más de lo ordinario: presenta la lengua blanca y saburrosa, sed intensa, y estreñimiento, rara vez alter- na con diarrea. Descuidado el tratamiento local, se ve aparecer la erisipela y al- guna vez la gangrena, sobre todo en esos grandes abeesos que agotan las fuerzas del enfermito, que algunas veces también sucumbe víctima de las complicaciones. Desde luego, la forunculosis en si no es grave y cura con facili- vidad en la mayor parte de los casos, y volviéndose rebelde en los ni- ños de antecedentes sifilíticos, con taras tuberculosas ó artríticas y termi- nando en varios de estos seres desgraciados por la muerte, cuando ha sido completamente descuidado su tratamiento. Haciendo hincapié en los datos etiológicos, el tratamiento es fácil en la mayor parte de los casos, pues que conocida la causa de la enfer- medad, que es la infección intestinal, hay que esforzarse en volver el me- dio completamente antiséptico, lo cual se logra por medio de los antisép- ticos intestinales. Si hay estreñimiento, el aceite di' ricino y después el calomel administrado á dosis refractas, obra maravillosamente, puesto que el calomelano además de anti-fermentecente es el mejor de los antisép- ticos intestinales, teniendo la ventaja de (pie los niños lo soportan admi- rablemente. Puédese administrarlo también á dosis purgante, según la edad del niño. La magnesia calcinada es otro purgante (pie la medicina infantil acoge con preferencia: esto como purgante: pero á título de anti- séptico intestinal, tenemos además de los calomelanos, el salol que tam- bién da excelentes resultados, lo mismo que el salicilato desodio, el sali- cilato de bismuto, el benzonaphtol, etc., etc. Particular mención haré del tratamiento por la lactobacilina y la bulgarina, cuyo manejo me ha dado 207 los más excelentes resultados: y es natural, pues que convirtíendo el in- testino en un medio completamente saturado de una flora microbiana en- teramente inocua, impide las fermentaciones anormales, las putrefacio- nes. y por consiguiente, las auto-intoxicaciones como podemos llamarlas á todas las infecciones gastro-intestinales. Combatiendo con la lactobacili- na y la bulgarina, la infección del intestino, se consigue modificar rápi- damente las manifestaciones cutáneas de dicha infección, haciendo desa- parecer la furunculosis especialmente. El tratamiento local es más sencillo aún, el spray, pulverizaciones fenicadas, feno-saliladas, sublimadas, etc., aplicadas cada dos ó tres ho- ras dan resultados satisfactorios: cuando no se puedan aplicar las pulve- rizaciones, se las reemplazará por compresas calientes de agua boricada, asi mismo cada dos horas; las pomadas figuran también entre las aplica- ciones locales: de éstas, las (pie dan buenos resultados son las de ictyol, precipitado rojo, precipitado amarillo y protoyoduro de mercurio. Ahora como medicación general, el Jarabe Yodo-tánico, el de Rábano Yodado los depurativos en especial y la Cerevicina son los mejores, y los que com- pletan una buena curación. En cuanto á la profilaxis, me parece muy oportuno advertir, que la leche humanizada Glaxo, es la medida preventiva, para evitar que sean los niños presa de las infecciones intestinales y por ende, de las afeccio- nes de la piel: pues (pie esta Glaxo remplaza, y ventajosamente, la leche .materna, criándose así los niños sanos y robustos. Agregúese á esto, una atención esmerada al funcionamiento del intestino del niño, para administrar á tiempo una medicación adecuada, una reglamentación minuciosa en la alimentación, una higiene cuidadosa, exquisitas manipulaciones de limpieza y sobretodo, los baños administra- dos según la indicación del médico de familia, son los mejores recursos para evitar las infecciones gastro-intestinales y sus consecuencias ó ma- nifestaciones en la piel de los niños, en las épocas calurosas, en los luga- res del litoral. DISCUSION 1 )R. FELIX FLOR M.: Se expresa diciendo que está comple- tamente en desacuerdo con el doctor Montero sobre lo expuesto por él en su trabajo. 208 Un idiota por encefálico POR EL DR. WENCESLAO PAREJA Prof, sustituto de Clínica Interna de la Facultad de Medicina de Guayaquil Director de los Lazaretos En los países de gran población no es raro encontrar casos de degeneración mental en los diversos grados, desde los simples desequili- brados ó degenerados superiores de Maguan, hasta los idiotas absolutos. Entre nosotros son felizmente ejemplares excepcionales y por consiguien- te, dignos de estudio. El muchacho cuya fotografía acompaño, presenta estigmas físicos perfectamente claros de degeneración y trastornos funcionales, debidos á falta de desarrollo 'de la sustancia cerebral, con probable porencefalia, Io. Estigmas físicos: Cráneo: trococefalía, hipertricosis frontal. Ojos: oblicuidad de abertura palpebral y estrabismo convergente. Orejas: oreja de Stahl No. 3; aunque no completa, pues la helix. el antihelix y el antitrago no están fusionados. Nariz: gruesa y asimétrica. Boca: labios gruesos y algo de extrofia. Paladar: bóveda ojival. Dientes: implantación irregular y macrodentismo. Mandíbula; prognatismo inferior y apófisis lemuriana de Albretch. Organos genitales: impubertad.-Es digno de notarse el desa- rrollo normal de los genitales externos. Miembros: hemiparesia con hemiatrolia derecha, algo de contrac- tura; la mano está en semiflexión y adducción. El pie, por el contrario, es ligeramente valgo y talo. Presenta, además, manifiestas deformaciones de los dedos de los pies. 2.° Alteraciones funcionales: Presenta ataques epileptiformes frecuentes; pero que no son se- guidos de estado comatoso, ni de despeño urinario. Las convulsiones se inician por el lado derecho, luego se generalizan y, al caer, el enfermo ro- ta sobre ese mismo lado. La marcha es saltante por la contractura y el acortamiento de la pierna derecha. Tiene una miopía notable. No me ha sido posible medirle la agudeza visual. Presenta una profunda disminución de las facultades intelectuales. Cuando se le interroga dice que ha tenido un ataque. No recuerda si- no el último, siendo así que los ataques son frecuentes, uno ó dos diarios. Dr. W. Pareja.-Un idiota porencefálico 209 Se entretiene jugando con pequeños objetos, varias cajas de fós- foros que coloca unas encima de otras. En esta ocupación pasa varias horas consecutivas. Sísele esconde una ó dos, no nota su falta, y cuan- do se le quitan varias bajo su vista, guardándolas bajo la almohada, no se dá cuenta en donde puedan estar y las busca encima de las sábanas. Es pues, un idiota de 2°, grado, con probable poreiwefalia del he- misferio cerebral izquierdo. Contribución al estudio de la fiebre tifoidea POK EL DR. JOSE VICENTE NAVARRETE Médico de la Córcel de Guayaquil Animado por la explicación que nos hizo el señor doctor Izquieta el día de la primera Junta Preparatoria, cuando nos dijo, que no era menester que se presentara un trabajo completo, ó una disertación aca- bada, sobre las ciencias médicas; sino que bastaba una mera observa- ción clínica, de la cual pudiera obtenerse como consecuencia, algo que tuviera interés práctico: animado digo, por esta advertencia, me be re- suelto á ocupar vuestra atención, con la lectura de las presentes líneas, las cuales, si bien no contienen nada (pie pueda enriquecer la ciencia, sí servirán para describir una de las modalidades ó formas que puede presentar la liebre tifoidea en Guayaquil: y además, en el tratamiento encontraréis algo, que puede beneficiar mucho á nuestra clase proletaria; porque es preciso considerar, que la balneación practicada con la obser- vancia de todos los preceptos clínicos, físicos é higiénicos, tiene para el pobre obstáculos casi insuperables. El pobre no tiene tina de baño, y como no puede comprarla, el día en (pie la tifoidea invade su morada, tiene (pie buscarla arrendada ó pedirla prestada, y ambas cosas son muy difíciles. Pero, aun conse- guida la tina, queda por resolver la cuestión de la cantidad de agua que se necesita para dar baños cada 3 ó 4 horas á un adulto: porque bien sabido es, (pie en Guayaquil, si se exceptúan las casas (pie tienen grandes tanques, el resto de la población se queja de la escasez de agua, y al fin. cuando en los casos de (pie hablo, pueden darse varios baños con la misma agua, menos mal: pon» con frecuencia sucede (pie el en- fermo, inconscientemente, con sus deyecciones, ensucia el agua, siendo indispensable para el próximo baño, emplear otra, y lavar la tina: para todo lo cual se necesita mucha agua y mucha gente de servicio: cosas todas «pie no están al alcance de los desheredados de la fortuna. Se me ocurre (pie algunos de vosotros al oír mis reflexiones, di- réis: el pobre debe irse al hospital y zanjar así todas esas dificultades. Esa, efectivamente, ha sido mi indicación en estos casos, y algu- nos lo han aceptado: pero otros, sea por convicciones arraigadas, pre- juicios ó lo (pie queráis, mehan contestado: (lo afirmo con la sencilla 210 ingenuidad que me caracteriza) doctor, preferimos que nuestro enfermo se muera aquí, en sus manos, antes que llevarlo al hospital. Ante esta resolución, no me quedaba sino abandonar al paciente ó entablar la lucha contra la enfermedad, sin los baños. Pareciéndome indigno lo primero, he optado por lo segundo, como vais á verlo en el siguiente caso, cuya historia os presento y que es uno de los últimos que he asistido, sin baños: El señor N., de 25 años de edad, se siente, á mediados de Junio, con una temperatura exagerada, decaimiento de fuerzas y dolor al bazo. En los primeros días no da ninguna importancia á estas dolencias, y continúa atendiendo á sus ocupaciones. Poco á poco van tomando ma- yor incremento estos síntomas, y se presentan, además, escalofríos repe- tidos y tos. Como el enfermo ha sufrido de paludismo en otra época, piensa que se trata de lo mismo y principia á usar el especifico conocido con el nombre de vino de Wintersmith y alguno que otro purgante: pero aunque su familia se preocupa de su estado, él continúa trabajando y medicinándose, hasta que el subdelirio nocturno y la convicción de que estaba saliendo á la callo con liebre hacen (pie su familia le obligue á quedarse en cama, y resuelven llamarme para que lo asista, el (lía 6 de Julio. La narración que se me hizo de la enfermedad, y la circunstan- cia de existir una epidemia de liebre tifoidea en esta ciudad, me hicie- ron presumir que se trataba de eso, y para llegar á convencerme, hice el más minucioso examen del enfermo y principié á observar la tempe- ratura. Para mencionar los otros síntomas, y no cansar vuestra atención, os diré solo, que tuvo petequias en número de 6 ó 7, que la región es- plénica estuvo dolorosa y acusaba tumefacción durante muchos días, que en ambos pulmones se oían estertores mucosos, que el subdelirio y el meteorismo persistieron cosa de una semana, que la lengua estuvo seca y rojiza y que las deposiciones eran amarillas. No hubo albúmina en la orina, ni epistaxis, ni manchas rosáceas; pero ya sabemos que este último sintonía no es aquí frecuente, y con los anteriormente enunciados, queda bien caracterizada la enfermedad. Ahora bien, nada hacía suponer que una liebre que había emplea- do casi 20 días para alcanzar los 40°. en tan poco tiempo después, ba- jara á 37°, como puede verse en la curva; y es lo (pie encuentro de notable en este caso: porque yo, aunque con vacilaciones, creo poder asegurar, que la fiebre, al principiar el periodo de estado, cuya dura- ción no podía predecirse, ha abortado; y no es así como está descrita la forma abortiva ó febrícula, (pie según los autores se «inicia brusca- mente, para tener conclusión pronta»: pero en este caso no ha sido así. puesto (pie ha habido el largo período prodrómico que os he descrito, y por eso tengo la vaga idea de que tal vez, el tratamiento haya podi- do influir en esta feliz y pronta conclusión. Como éste no es el único caso que ha terminado así. os dije al principio de mi trabajo (pie creía haber visto una forma especial de fiebre tifoidea, (pie puedo llamar abortiva, porque termina antes de lo (pie pudiera esperarse: pero que principia con la misma lenta apari- ción de síntomas que se observa en las demás personas. Llego ahora al sencillo tratamiento que me ha permitido, en más de una vez, salvar una victima del flagelo tilico. DR. JOSE V. NAVARRETE- Contribución al estudio de la fiebre tifoidea 211 Con la misma regularidad con que se introduciría al enfermo en el baño, he ordenado lavados de un litro de agua, ó poco menos, pre- viamente hervida, pero ya fría, adicionada de algunas gotas de anio- dol ó de vinagre, recomendando que se conservara el mayor tiempo po- sible: y el enfermo de que hablo en este caso, lo retenía, muchas ve- ces, más de diez minutos, que es la duración que generalmente se da á los baños. Pues bien, cuando el lavado era devuelto, salía con tal tempera- tura, que el vaso de fierro enlozado en que se recibía, parecía contener agua calentada al fuego, y por consiguiente, la sustracción de calor que se hacía del cuerpo del enfermo, era evidente y palpable. También empleaba las fricciones de vinagre aromático, para con- servar la piel limpia y sustraer algo del calor periférico; pero no lie aplicado baño alguno. Al interior he administrado 2 ó 3 veces, el calomel, á pequeñas dosis, seguido siempre de 30 grm. de aceite de ricino: con lo cual he atendido á la desinfección del intestino, y para combatir la adinamia he recurrido á la estricnina. Después de estar apirético 2 días, tuvo este enfermo la fiebre de convalescencia, descrita por algunos autores, como para no dejar duda del dignóstico. Tomó pequeñas cantidades de sulfato de quinina, y vol- vió la temperatura á 37°. No he hablado de la alimentación, ni de todas las demás indica- ciones que ocurrieron, porque mi objeto ha sido únicamente, manifes- tar que, cuando no se puede, por algún motivo, acudir á la balneación en el tratamiento de la fiebre tifoidea, puede el enema frío dar el mis- mo benéfico resultado: y tal vez, la refrigeración obtenida de este mo- do, influye en que la duración de la enfermedad sea menos larga. Para concluir, os diré que principiaba la convalescencia de este enfermo, cuando se iniciaba la misma fiebre en su hija, niña de 3 años, y aún cuando la temperatura llegó hasta 40°5, sin embargo, con un tra- tamiento análogo al (leí padre, la vimos llegar á 37°, y recobrar esta niñita la salud antes de 30 días. De manera que en la misma casa, de la calle de Santa Elena, una de las más atacadas por la epidemia, he obtenido dos buenos éxi- tos con el sencillo tratamiento que os he descrito; siendo esta última circunstancia, la que me ha decidido á ocupar vuestra atención con es- te pequeño trabajo, al cual he creído poder llamar contribución al es- tudio de la fiebre tifoidea. DISCUSION: DR. CARLOS GARCIA DROUET: - Creo inconvenientes los lavados intestinales en la segunda y tercera semana de la fiebre ti- foidea, en que las hemorragias y perforaciones intestinales son fre- cuentes.^ Los Dres. CORONEL y CUBILLO abundan en las mismas razones. 212 Técnica de las instilaciones nasales en los niños ron EL DR. ALFREBO J. VALENZUELA Las instilaciones nasales son de uso corriente en pediatría, ya co- mo tratamiento de las afecciones locales: rinitis, faringitis, etc., ya co- mo profilácticas para prevenir el uso de ciertas infecciones asociadas en algunas enfermedades agudas, como el sarampión, la coqueluche ó en algunas enfermedades crónicas, como en los adenoideanos, por ejem- plo. Es, pues, interesantísima su aplicación. El profesor Marfán ha ge- neralizado el uso de su jeringuilla, que tiene á más de su precio rela- tivo elevado, la dificultad para su esterilización. Otros autores recomien- dan el uso de goteros, sin especializar su forma y el usado es el gotero recto vulgar. Nosotros hemos visto que en la práctica estos goteros rectos tie- nen el inconveniente de que, si el niño trata de levantarse bruscamente, penetra demasiado el gotero en la nariz, como puede apreciarse en la fi- gura No. 1 y puede lastimarla y aún herir el tabique y ocasionar una molestosa hemorragia, accidente que hemos observado algunas veces. Para evitar todos estos inconvenientes recomendamos la siguiente técnica: Instrumento.-Un gotero curvo en la punta, que tiene la ventaja que puede ser introducida en la nariz del niño de tal manera (pie, si éste se mueve intempestivamente, el gotero lejos de introducirse violen- tamente en la fosa nasal, es rechazado hacia afuera eliminando todo riesgo, de accidente. Posición del niño.-En decúbito dorsal supino con una almohada situada no debajo de la cabeza, sino de la nuca, de modo que las fosas nasales se encuentren inclinadas hacia atrás, para que las gotas instiladas resbalen hacia el cavum fácilmente. Posición del operador.-Por atrás del enfermo lija con su mano izquierda la frente del niño, sujetando la cabeza contra la almohada, al mismo tiempo que con una tela de algodón proteje los ojos, para que si alguna gota de liquido se proyecta fuera de la nariz, evitar que por la posición indinada de la cara hacia atrás, caiga en ellos, (bu la ma- no derecha tomará el gotero ó introducirá su punta en la nariz hasta el ángulo de la curva, manteniendo el cuerpo del gotero formando un ángulo recto con el eje de la nariz. En esta posición, si la cabeza del niño se escapa impensadamente para levantarse, el mismo movimiento rechaza hada afuera el gotero y salva todo riesgo de accidente, como puede apreciarse en la figura N.° 2. Posición del avi dinte- De frente al operador sujeta las manos del niño para que no se defienda con ellas. CONCLUSION Dadas las ventajas del procedimiento y lo indispensable que es al pediatra y aún al médico práctico no especialista, el uso cuotidiano de Técnica de las instilaciones nasales en los niños Dr. A. J. Valenzuela V. 1-Gotero recto 2-Gotero curvo 213 estas instilaciones en los niños, solicitamos al Congreso se sirva reco- mendar al cuerpo medico ecuatoriano nuestro procedimiento. DISCUSION: DR. CARLOS GARCIA DROUET: Opina que la geringa de Marfan modificada, en aluminio, es esterilizable y de uso conveniente. DR. VALENZUELA: Esa geringa es muy cara y no se la en- cuentra en plaza. DR. JUAN B. ARZUBE CORDERO (Guayaquil): Indica que puede reemplazar al procedimiento del doctor Valenzuela, otro que le ha dado buenos resultados y que consisto en el uso de un aparato llamado «ducha nasal» que tiene la ventaja de tener una extremidad con la cual es imposible lastimar la nariz del niño. DR. VALENZUELA: Para usar ese aparato se requiere cierto tiempo, durante el cual el niño se debate y llora. Además, no es posible graduar, en estas condiciones, la cantidad de líquido instila- do que puede penetrar en cantidad excesiva en las narices del en- fermito. Sesión del día martes 12 de Octubre SUMARIO-DR. JUAN ALBERTO CORTES GARCIA (Guaya- quil): Contribución al estudio de la medicina contem- poránea.- Formulario terapéutico.-DR. WENCES- LAO PAREJA (Guayaquil): La auto-hematoterapia en las infecciones agudas. -Ulcera del duodeno, peí fora- ción, peritonitis generalizada.-DR. VICENTE QUE- VEDO (Latacunga): Hidroterapia de la medicina ecuatoriana. Instaló la sesión el señor doctor Julián Coronel. Se pasó á la orden del día. 215 Contribución al estudio de la Terapéutica contemporánea POR EL DR. JUAN ALBERTO CORTES GARCIA Prof. sustituto de la Facultad de Medicina de Guayaquil, Director de ia "tasa de Salud'' «La medicina llenaría mejor su gran misión cuando más se introduzca en la gran vida so- cial y política; debe indicar los obstáculos que atraviezan en el camino del cumplimiento moral de las funciones vitales ó impiden su realiza- ción.-Si asi sucediese, sería la medicina un bien para todos, como debía ser; concluiría por ser medicina y se ('levaría mucho, bajo todos as- pectos, puesto (pie el saber arraigado es igual al poder. Rodolfo VIRCHOW». Ligera noción histórica de la medicina y sus principales doctrinas La mitología que lo divinizaba todo, divinizó también la medicina é hizo de Apolo, dios de la música, el creador ó inventor del arte de curar. Deifoba y Enona, queridas del dios Sol, aprendieron con él á conocer las virtudes medicinales que encierra en sus entrañas el reino vegetal. Una de las más curiosas creaciones de la leyenda mitológica es la singular figura del Centauro Chirón que reunía en sí los atributos del hombre y de la bestia, á la vez que la suma de todos los conoci- mientos de su época, siendo el mejor médico, el más hábil cirujano y el más sublime poeta. Fue el fundador de la botánica módica, dió su nombre á la «genciana centaurum y formó escuela, teniendo á su la- do discípulos eminentes, entro los (pie descolló» el divino Esculapio (pie fue la más culminante representación de la medicina primitiva y cuya sabiduría era tan grande que resucitaba hasta los muertos, probable- mente con sus «fórmulas cantantes». Cierra este periodo de lirismo mitológico, Orfeo, músico también como Chirón, médico místico que cu- raba todas las dolencias humanas con sus himnos y música celestiales. Siendo, pues, la medicina de origen sagrado, era natural (pie los sacerdotes, como genuinos representantes de Dios, llevaran al templo la prática deJn medicina, y de aquí nació la terapéutica sacerdotal. El templo fué lugar de cita ó reunión di' los enfermos y los sabios de aquella época, quienes atraídos por las narraciones de curaciones sor- prendentes iban en busca de la ciencia y la salud. Esculapio tenia su templo en Brisa, cerca de Cartago: Serapis, en Alejandría, éste dios curaba á los ciegos, los cojos, los enfermos del 216 cuerpo y del alma: su culto so trasmitió á Grecia y á Tracia, exten- diéndose hasta Italia. De todos los santuarios erigidos en honor de Esculapio, el más interesante por múltiples razones os el de Epidauro, pues es el más grande, el más suntuoso, pero menos antiguo que el dt* Trikka en Te- salia que sirvió de modelo á los de Atenas, Cos, Pórgame, Esmirna, (de. Estos monumentos oran construidos en lugares especiales consul- tando todas las leyes de la más completa higiene y todos poseían una fuente dotada de propiedades curativas verdaderas ó falsas. Los arqueó- logos ó historiadores no están de acuerdo si las curaciones las verifica- ban los sacerdotes de Esculapio con drogas ó maniobras quirúrgicas, ó eran en virtud de milagros ó amuletos. Alas, es de suponer que sea, como piensa el mayor número de éstos, que dada la ignorancia y su- perstición de los pueblos de esa época y según la traducción de las Iliacas encontradas <*n el templo de Epidauro, debido á la intervención diroeta de la divinidad, pues los enfermos dormían, y después del sue- ño ó durante él, conseguían la curación de sus males.-He aquí la re- lación de un empiema curado por la extración do un cuerpo extraño: «Gorgias de Heradea fue herido en un combate por una Hecha que le rompió el pulmón. -Año y medio duró su enfermedad eliminando 67 envetas de pus: quédase dormido en el santuario de Epidauro y sueña que Esculapio retira de su pulmón enfermo la punta de la flecha.-Al despertar del día siguiente sale curado, llevando entre sus manos el hierro matador». Otra inscripción del templo de Epidauro: «Evrippos lleva durante seis años en un ojo la punta de una lan- za: duérmese y el Dios arranca de su ojo la punta do la lanza que po- ne entre sus manos, y se marcha curado. En otra placa del mismo templo se encuentra la curación de un dispéptico, hela aquí: Appelas tiene dispepsia y neurastenia, fué tratado por la hidro- terapia y régimen alimenticio, y curó». «Arístides, el orador neurasténico, fué curado por la sangría, los baños fríos, los purgantes y la gimnasia». La plancha número 42 narra la curación de un gotoso tratado y cu- rado por el hierro candente, igual al tratamiento aconsejado por Hipó- crates, sin adormecer al enfermo. Nada puede, pues decirse con entera convicción, puesto que el origen de la medicina aplicada como tal, se desconoce y se pierde en la noche de los tiempos, y si bien es cierto (pie los arqueólogos y tra- ductores de lenguas muertas ó poco menos (pie olvidadas, hacen refe- rencia de la manera de curar en aquellos tiempos, sólo timemos como fundamento de tradición médica, las siguientes doctrinas: HIPOCRATES Y GALENO.-El primero remo fundador de la es- cuela humorística sostenía (pie las enfermedades eran curadas por la fluidez, el espesamiento, acidez ó alcalinidad de los humores y en tal concepto admitía la existencia de cuatro Huidos en el organismo, que decía cardinales, y eran: sangro, flema, bilis y pituita, en relación con los cuatro elementos de la naturaleza: el fuego, el agua, el aire, y la tierra, á los (pie aplicaba las cualidades de cálido, frío, húmedo y se- co, y así teníamos que se dividían los medicamentos en cálidos, fríos, húmedos y secos. Sostenía también el divino Hipócrates que el organismo enfer- I Dr. Alfredo J. Valenzuela V.-2 Dr. Juan B. Arzube Cordero.- 3 Dr. Aquiles Rigail.-4 Dr. Roberto LeVí. 217 mo se esfuerza de manera espontánea para defenderse de las enferme- dades, produciendo como último resultado «las crisis». Galeno os el continuador de la escinda humorística de Hipócra- tes con más ó menos perfeccionamiento, y fundador de la «Polifarma- cia ó Farmacia galénica» que consiste en reunir en una misma fórmu- la un sin número de drogas de distinta naturaleza y de opuestos efec- tos fisiológicos, creyendo desarrollar con tan complicadas composiciones polifármicas, las más grandes y desconocidas propiedades medicinales.- Un ejemplo (pie corre en todas las obras antiguas y aún modernas de farmacia olicial, es la célebre triaca magna y el diascordio en cu- ya composición entran todas las sustancias medicinales de su época, y de naturaleza tan heterogénea, como el polvo de víboras, la uña de la gran bestia, la miga de pan, el opio, el asfalto y un centenar de sustan- cias diversas. En contraposición á la teoría ó escuela humorística, viene el «So- lidismo» que sostiene que las enfermedades dependen absolutamente de las alteraciones más ó menos profundas de los sólidos y de aquí el «es- tríctum» y el láxum» ó sea el apretamiento ó relajación de los tejidos y su terapéutica correspondiente, emolientes ó relajantes y astringen- tes ó estimulantes. El «yatro-quimicismo», reducía todos los fenómenos que tienen lu- gar en la intimidad de los tejidos del organismo, á reacciones y com- binaciones químicas y en tal virtud fundaban su terapéutica en reduc- ciones y oxidaciones químicas, convirtiéndole en un laboratorio, en don- de cada medicamento ejerce una acción especial. El «yatro-mecanismo», tuvo lugar en la época del Renacimiento, en que florecían las artes, las ciencias y las industrias: nació, pues, al soplo divino del progreso y de aquí que siendo la física y la mecánica las predominantes, hubiera la medicina apropiádose de sus leyes y so- metiera la explicación del funcionamiento normal ó anormal del organis- mo á las mismas leyes que rigen la hidráulica, y comparaban el corazón con una bomba aspirante ó impehmte; los vasos sanguíneos á tubos de calibres diferentes: los pulmones, á un fuelle que daba aire al tonel humano, y de este modo los demás sistemas desempeñaban sus múlti- ples funciones. Naturalmente, el tratamiento médico era en relación con la teoría. El «Brownismo», ó sistema de Brown, se funda en la propiedad que tienen los tejidos de insitabilidad y exitabilidad, en tal virtud, los agentes estimulantes internos y externos incitan los tejidos produciendo dos clases de enfermedades, unas «esténicas» por exceso de incitación, otras por defecto ó falta de estímulo «asténicas»; de aquí los agentes terapéuticos debilitantes contra la excitación y estimulantes en los casos de astenia. El ' Rasorismo y el «Brussaísmo» se confunden en una misma teoría (pie á su vez tiene origen en el «Solidismo».-Rasori decía: dos fuerzas, positiva hp una y negativa la otra, estímulo y contra estímulo», se equilibran en el estado de salud, pero si una de ellas predomina, re- sultará enfeHno el organismo. Brussais supone que todas las enfermedades son primitivamente lo- cales, originadas por el fenómeno «irritación y (pie la mayor parte de las especies morbosas conocidas son de naturaleza congestiva é inflama- toria. . Siendo para Brussais todas las enfermedades causadas j5br agen- 218 tos excitantes, sus remedios tenían que ser debilitantes, y he aquí el aforismo: «sangrar, purgar, clisterizar ad libitum si tonga manir. Stahl representa la escuela vitalista imaginada por Hipócrates, que consideraba la vida como el resultado de una fuerza inmaterial ó invisible, y la enfermedad como una reacción de esa misma entidad llamada «fuerza vital ó arqueo> que restablece el equilibrio de las ac- ciones normales perturbadas por el agente morbífico. Hahneman, á principios del siglo pasado, fundándose en el sistema ontológico del vitalismo, presenta su teoría del Similia simílibus cu- rántur», y funda la escuela Homeopática que se extiende rápidamen- te en Alemania, pero que no se aclimata en Francia sino en 1830, sien- do su introductor y propagandista el doctor S. de Guidi, inspector de la Universidad de Lyon. La enfermedad es para Hahneman una alteración dinámica de la fuerza vital, un cambio inmaterial do las fuerzas ó entidades inmateria- les también. - Con tal motivo, los agentes terapéuticos deben obrar á su vez inmaterialmente: pero no teniendo en la naturaleza sino agentes corpóreos, hay que tomar estos en pequeñísimas cantidades y muy di- namizados, para que de eso modo desarrollen toda su actividad é intro- duzcan en la economía cierta fuerza especial (pie ejerza su influencia sobre la fuerza perturbada. En cuanto al «similia simílibus curántur» en (pie está fundada la homeopatía, los remedios que emplea desarrollan en el estado de sa- lud enfermedades medicinales ó artificiales iguales á las que tienen (pie curar, y esta es la guía ó norma de su terapéutica aplicada á las en- fermedades y sus síntomas. La escuela Alopática se funda en opuestos principios (pie la Homeopática; pues tanto la dosificación de los medicamentos (pie em- plea, como las bases de su teoría, discrepan á tal punto que se la pue- de considerar como diametralmente opuesta. Su fundamento es «con- traria contraíais». La manera de tratar las enfermedades, según esta escuela, con- siste en propinar sustancias simples ó compuestas (pie actúen en el or- ganismo produciendo fenómenos mórbidos enteramente contrarios á los que producen las enfermedades que se quiere combatir, creyendo de este modo, llevar el organismo enfermo á una nueva adaptación del me- dio, ipie le separó una causa morbosa específica ó esencial. En cuanto á la administración de substancias medicinales, emplea como la Homeopática, la investigación racional, experimentando tanto en el hombre sano como en el enfermo la acción fisiológica, la acción te- rapéutica y la acción tóxica de los agentes de que se sirve como me- dicamentos, separándose por completo de su dosificación. La alopatía sienta como fundamento de su terapéutica etiológica ó sintomática las «dosis máximas», y las «dosis mínimas»; siendo lo mínimo en alopatía, máximo en homeopatía y conservando como principio inconmovible de su sistema, la polifarmacia galénica con sus cocimientos, sus extractos, sus tinturas, sus eluctuarios, sus maceraciones y demás preparaciones legadas por las farmacopeas de diferentes pueblos y de remotos tiempos. Los sistemas «organisistas, celularistas, positivistas y el empirismo racional», cierran la larga serie de teorías (pie se han sucedido y sigue sustentando el mundo científico con variaciones más ó menos brillan- tes ó ingeniosamente presentadas. Los organisistas sostienen que la materia organizada en sus diferen- 219 tes manifestaciones vitales, sea en estado de salud, sea en el de enferme- dad, no son sino la resultante de fenómenos químicos, físicos y mecánicos, llegando á concluir con Rostam, que dice: «órganos sanos, funciones nor- males: órganos enfermos ó lesionados, funciones alteradas ó anormales». «Celularismo y organisismo» se confunden, pues pasa en la célula lo mismo que en el órgano, que no es otra cosa que un conglomerado de aquellas, que encierran en sus elementos todos los atributos de la vida ó de la enfermedad: actuando, sobre unos y otras, los medicamentos de igual manera. El «Positivismo» prescinde del estudio de las causas finales ó abso- lutas y busca la explicación de los fenómenos vitales y materiales en la observación atenta y el más riguroso estudio experimental, llegando á sen- tar como fundamento de su teoría el «eclectisismo médico». El «Empirismo racional» no admite sino los hechos confirmados por la experiencia serena, inteligente, reflexiva y firmemente comprobada por el tiempo; en esta escuela sustentada por Claudio Bernard. inventor de la palabra «determinismo», que con tanta suerte ha sido acogida por los sabios modernos, es en la que nos encontramos y que vamos á seguir en nuestra modesta disertación científica. LUIS PASTEUR enriquece la ciencia con sus clásicos estudios so- bre la fermentación y la generación espontánea; y en 1SG0 convencido de la importancia del papel le los microbios, en contraposición con las teo- rías de Liebig, prueba ha>ta la evidencia con sus experimentos, que no existía tal generación espontánea.-Por la misma época, Lister, deducien- do que debía ser un agente externo el causante de las infecciones de heridas y no el oxígeno ni otro de los demás gases que constituyen el aire que respiramos, confirma su creencia gracias á las filosóficas investigacio- nes de Pasteur, y he aquí el origen de una nueva escuela (pie tiene por base la teoría de los gérmenes de la putrefacción y por complemento el método antiséptico. El ácido fénico jugó un gran papel, y las curas de Lister con sus pulverizaciones fenicadas en el campo operatorio, empleadas al principio y desusadas después, fueron sustituidas por una limpieza quirúrgica absolu- ta, empleando sólo el calor, el jabón, el agua y el cepillo de uñas, el alco- hol, el éter, la tintura de yodo y algunas sustancias ligeramente antisépti- cas, dando así origen al método de la asepsia que es el que hoy domina la cirugía. El profesor Keen en su tratado de cirugía y clínica quirúrgica-año 1912-dice: No es posible imaginarnos la inmensa economía de vidas, el número infinito de sufrimientos aliviados y los nuevos horizontes que se han abierto á la cirugía con estos descubrimientos.-La audacia se ha con- vertido en conservatismo; la temeridad, en sentido común.-La cavidad craneana, el tórax, el abdomen, los pulmones, el corazón, los intestinos, las articulaciones, los oídos, los ojos, regiones y órganos que eran sacrifi- cados por la acción de las enfermedades y con los que sólo se trabajaba en la mesa de disección, se han puesto al alcance de las intervenciones in- novadoras de loíCcirujanos*. Claudio Bernard, en los últimos días de su existencia, observó que aunque Pasteur había descubierto una gran verdad, sólo conocía una par- te de ella, pues éste fisiólogo eminente reconoció que si las fermentacio- nes son debidas á organismos vivos, éstos las producen mediante las enzi- mas ó diastasas que excretan ó conservan en su interior. Con los progresos incesantes de la química biológica, llegaremos, 220 pues, dentro de poco, á separar los fermentos que no se han descubierto todavía en el cuerpo de los microbios, adquiriendo el conocimiento de sus funciones fermentativas que aún desconocemos y que producen gran nú- mero de venenos que son perjudiciales tanto para ellos como para las cé- lulas animales. Estos son los «alcaloides animales", como la «muscarina» que se halla también en los hongos venenosos: la «mitilotoxina que se encuentra en las ostras y otros crustáceos en la época del celo ó procrea- ción y que vemos producir con frec-uencia, cuando son ingeridos, vómitos violentos, diarreas coleriformes y un estado de colapso semejante al oca- sionado por el cólera asiático, y dermatosis fugaces, escarlatin ¡formes y urticosas: el enfermo tiene pálido el semblante, fría la piel y debilidad extrema del pulso; idénticos trastornos producen las «aminas tóxicas» co- mo las (pie se forman en la leche y queso fermentados: esta amina ha re- cibido el nombre de «tirotoxón», La química ha demostrado que la muscarina es un producto de descomposición de la albúmina y (pie, al parecer, se forma de vez en cuando en el tubo ¡ntestinal-toxalbúmina. Se ve, pues, que los alcaloides no sólo son formados por los microbios sino que los genera el organismo vivo de los animales á semejanza de los vegetales más perfectos, los que se distinguen con el nombre de «leucomainas» en contraposición á las pt<>- mainas» que son producto de la descomposición cadavérica. Tanto las ptomaínas como las leucomainas, pueden eliminarse del organismo del mismo modo que un veneno cualquiera que se inyecta bajo la piel ó por la vía endovenosa, es excretado por los riñones ó por cualquier otro de los emuntorios: hígado, glándulas salivales y sudorípa- ras, etc. Si esta eliminación es muy rápida, no hay peligro para el orga- nismo; pero si es lenta, puede producir un envenenamiento. Igual cosa sucede si la producción del veneno y su absorción se hacen con la misma velocidad para poder eliminarse. Los microbios y sus toxinas tienen como los medicamentos, una ac- ción electiva sobre tal ó cual órgano, tal ó cual tejido: así, unos obran so- bre el corazón, otros sobre el sistema nervioso, el plano intestinal, etc., pu- diendo, pues, el módico dirigir su terapéutica sobre tal ó cual órgano ama- gado y corregir la acción tóxica de estos microbios ó sus toxinas y para- toxinas. Los microbios, al penetrar en el torrente circulatorio, actúan de tres maneras: 1°., por acción mecánica obstruyendo los capilares sanguíneos: 2°., por su acción tóxica, produciendo venenos; 4"., por sus fermentos ó toxinas que se forman en su cuerpo y excretan de él. Por tanto, tenemos que los microbios introducidos en nuestro orga- nismo obran no solo como agentes biológicos sino también por acción me- cánica y química, con la particularidad de que, á la vez (pie generan sus- tancias eminentemente tóxicas, fabrican otras antitóxicas ó antitoxi- nas á semejanza de las plantas que encierran en sil seno alcaloides de acción venenosa ó medicinal de efectos diferentes y contrarios, como la adormidera (Papaver somníferum), el jaborandi (Policarpus pinnatus), en los que la química ha descubierto alcaloides que producen acción nar- cótica ó soporífera, como la morfina, codeína y narceína, á la vez que excitantes del sistema nervioso y convulsivantes, como la narcotina, te- baína, papaverina», etc.: el jaborandi produce la pilocarpina, alcaloide que estimula todos los órganos secretorios, y también encierra otro alca- loide, la jaborina, que posee una acción antagónica, pues paraliza todas las secreciones, 221 Hay una notable semejanza, casi una igualdad, en el modo de reac- cionar todos los cuerpos que pueblan el universo, y en los tres reinos de la naturaleza encontramos una ley única que rige, tanto los seres superio- res-como el hombre-cuanto á los inferiores-el microbio:-La ley de la transformación incesante de la materia. «Nada se pierde, nada se crea-, dice la química, y loque es hoy áto- mo de un cuerpo simple é inanimado como el oro, la plata, el carbono, se presenta luego con los atributos de la vida ó bajo la transformación de una muerte aparente. Metchnikoffy Ehrlich, Stahl y Pfeiffer, han tratado de demostrar en estos últimos tiempos la manera cómo se defiende el organismo animal ó vegetal de los microorganismos patógenos y sus toxinas, y cada cual ha inventado su teoría más ó menos ingeniosa, más ó menos aceptable, sin que hasta el presente hayamos llegado á conocer el proceso de la infec- ción ó inflamación de manera categórica, Veamos ahora en qué se funda cada una de estas teorías y cuál es la que más se aproxima á la verdad. En primera línea figura la de Metchnikoff, que considera la antigua teoría de Conheim y Virchow, ó sea la diapedesis- emigración leucocita- ria á través de los vasos sanguíneos-como una circunstancia accidental del proceso de defensa orgánica. Fagocitosis-Llámase fagocitosis á la lucha por la vida entre el or- ganismo y sus células confia los microbios ó cuerpos que lo invaden. Para demostrar su teoría, Metchnikoff se sirve de muchos procedi- mientos de laboratorio de lo más ingeniosos: por ejemplo: toma una daf- nea ó mosca de agua, cuyos tejidos son completamente transparentes. Hay un parásito de forma lanceolada que ataca con frecuencia á esta mosca, penetrando en su tubo intestinal, atraviesa luego sus paredes hasta llegar á la cavidad de su cuerpo: pero tan luego como uno de los extremos de la lanza pasa á ella, es inmediatamente rodeada por leucocitos; éstos se fijan en aquella, la atacan hasta destruirla, pues se la encuentra, tras cortos instantes, semejante á un clavo viejo oxidado, corroído por el orín. Los leucocitos atacan con bastante frecuencia á las conidias: unas veces las destruyen, y otras son destruidos; las conidias presentan mayor resistencia que los leucocitos. Cuando estos pierden en la lu- cha, van transformándose gradualmente en una vesícula vacia; después de sucumbir los defensores del organismo, los parásitos pueden germinar sin obstáculo alguno y multiplicarse, y la dafnea perece. Hay. pues, lucha entre los leucocitos y los microbios.-Aparente- mente atacan los leucocitos á los microbios por simple contacto, mien- tras (pie las conidias segregan una sustancia mortal para ellos Hemos dicho (pie aparentemente el leucocito mata por engloba- miento á. los microorganismos: así se creía al principio y el proceso fa- gocitario tuvo en su primera época una gran importancia con respecto á conferir inmunidad natural. Hoy se concede más á la acción destruc- tora directa de los leucocitos sobre los parásitos invasores: los productos que generan en vida y aún en muerto ejercen una acción antagónica de los venenos (pie aquellos elaboran, tal sucede en el tétanos, en la rabia, mordeduras de la cobra, cascabel y otros ofidios, cuyos productos sede- nominan endotoxinas y exotoxinas»; estos venenos tienen, al parecer, caracteres semejantes en parte á los de un alcaloide y en parte á los de una albumosa. Para el profesor Ehrlich, la célula viviente y su núcleo se com- 222 portan con los microbios y sus toxinas como los cuerpos que la quími- ca compone y descompone según el número de Sus atomicidades ó va- lencias, y considera la molécula del protoplasma como constituida por una agrupación química que forma un núcleo central , el que tiene anexas agrupaciones más sem illas que las denomina cadenas late- rales». Este autor da á la toxina dos propiedades que la constituyen: una tóxica, que la llama «toxóforo» y otra no tóxica, «haptóforo», especie de garfio, capaz de lijar la toxina en otra agrupación química ó cadena la- teral. Las cadenas laterales del protoplasma, según Ehrlich, encajarán de una manera electiva con los elementos «haptóforos». Difícil se hace comprender esta serie de desdoblamientos, cada vez mayor, en cadenas laterales y las numerosas variedades de elemen- tos tóxicos complicadísimos, en los que se trata de disociar la toxina: «protoxodes, sintoxodes, toxonas, epitoxonas y toxinas propiamiente di- chas, etc., etc». En resumen, el mecanismo, de la inmunización según el citado ma- estro, consiste en la «producción dé cadenas laterales que fijan la toxi- na antes de su llegada al protoplasma central», en sucesión indefinida. Stahl y Pfeiffer observaron que ciertas sustancias minerales, vege- tales y animales eran atraídas ó rechazadas por los elementos celulares fijos y móbiles, y á esta acción atractiva y repulsiva denominaron «quimiotaxia positiva y quimiotaxia negativa». Estos fenómenos que se identifican con las leyes que rigen los de las afinidades y no afinidades que la química estudia en los cuerpos inanimados, han sido aplicadas por Lober, Massent, B »rdel y otros bió- logos. al concepto de la fagocitosis descubierta y demostrada por Metch- nikoff en los leucocitos polinucleares ó micrófagos que absorben los venenos y las toxinas, como en los morfinómanos la morfina, y en las aves tuberculosas los bacilos aviarios, por ejemplo; y los macrófagos que están destinados á destruir las células muertas ó fatigadas que de- ben desaparecer, mediante un fermento especial llamado citasa» análo- go á la pepsina animal ó vegetal, «pepsina porci y papaína,' principio activo del Carica-papaya. INMUNIDAD El instinto de conservación, común á la célula y al hombre, ha hecho que este último busque con ahincóla manera ele volverse invul- nerable á la acción de los venenos con que los tres reinos de la natu- raleza lo amenazan de muerte, y así vemos, que tanto los pueblos bár- baros- como los Psylos, tribu africana, los indios del Asia, etc.,-como los más civilizados de nuestra época, se afanan en oponer resistencia na- tural ó artificia] contra los agentes morbíficos que con el nombre de ponzoñas, microbios y toxinas, le ocasionan infecciones y envenenamien- tos que generalmente destruyen su existencia. El problema de la inmunidad nada tiene de nuevo, pues siempre ha sido y seguirá siendo el pensamiento constante de los sabios y el deseo vehemente de las colectividades que pueblan el universo. Pasteur, Metchnikoff, Wassermann, con sus observaciones in ani- ma vili» y experimentos de laboratorio «in vitro et in vivo», se han aproximado al proceso íntimo de la inmunidad y fundándose en sus au- 223 to-sugestiones científicas, creen haber encontrado el DETERNINISMO de la célula, ó sea la acción intima de su defensa contra los microbios y sus toxinas de naturaleza endógena ó exógena. La química, que como hemos dicho ya, es un factor importante en el metabolismo orgánico, pretende también combatir las enfermeda- des é inmunizar ó esterilizar al hombre contra ellas, y fúndase la qui- mioterapia experimental, creyendo obrar directamente sobre los parási- tos y sus productos de desasimilación y secreción, haciendo intervenir agentes químicos tomados del reino mineral y vegetal exclusivamente. Mas, cómo consigue poner en evidencia sus pretensiones? Valiéndose de los mismos procedimientos seguidos por los biólogos y los que culti- van la fisiología patológica, es decir, inoculando á los animales las en- fermedades que desean curar. Empíricamente hemos encontrado que la QUININA, el MERCU- RIO, el ARSENICO, el SALICILATO de SODA y una pequeña serie de sustancias que la terapéutica nos ofrece con el nombre de específicos contra el PALUDISMO, la SIFILIS, el REUMATISMO, etc., etc.: la quimioterapia trata de modificar estos cuerpos hasta el punto de au- mentar á un altísimo grado su poder curativo, ejerciendo su máximo de actividad contra los microbios, los parásitos ó sus toxinas, sin que, co- mo laSANTONINA ó el HELECHO MACHO, por ejemplo, ataquen la integridad del individuo que lleva en su estómago ó sus intestinos un parásito que se quiere eliminar ó destruir, y á esto llaman los quimiote- rápieos sustancias PARASITOTROPAS, en contraposición á las ORGA- NUTROPAS que atacan ú ofenden al organismo que las recibe. El hombre normalmente constituido, es por su naturaleza refrac- tario á las enfermedades infecciosas, pues el papel de las células emi- grantes fagocitarias, la eliminación mecánica, la integridad de su reves- timiento epitelial y de las mucosas, le sirven de barrera inexpugnable, á lo que tenemos que agregar las secreciones especiales del sistema glandular que lo protegen con sus ácidos, fermentos y una multitud de sustancias químicas que aún desconocemos, pero que explicarán más tar- de suficientemente este singular proceso de defensa orgánica vital y fi- siológica. De lo expuesto se deduce que el organismo vivo goza de inmunidad natural, pero que también puede adquirirla mediante un proceso pato- lógico ó artificialmente, como vamos á demostrarlo. Un número extraordinariamente grande de investigadores ha fi- jado su atención en el problema de la inmunidad, estudiando y obser- vando su mecanismo íntimo; pero como hemos dicho antes, á Metchni- ko'ff y á Ehrlich debemos el trabajo sintético de estos descubrimientos que la ciencia moderna ha elevado á la categoría de teorías. A prime- ra a isla parece que discrepan en sus opiniones y hasta que no estuvie- ren de acuerdo en sus apreciaciones, mas, fijando detenidamente la aten- ción en sus procedimientos di1 investigación, se les ve marchar hacia la consecución del mismo fin por camino aparentemente distinto, como se ha visto ya al hacer la exposición sintética de una y otra teoría. Rara Metchnikoff el proceso de la inmunidad es un acto digesti- vo, y de aquí surge la DIGESTION 1NTRACELULAR que se ve en Jos protozoarios, las esponjas, las estrellas de mar y ciertos moluscos, y la DIGESTION EXTRACELULAR que se observa también en algunos moluscos, y que es de ley en toda la serie de vertebrados: co- mún uno y otro fenómeno á la amiba y al hombre. Hay, pues, según 224 este autor, dos clases de células fagocitarias: unas fijas que se encuentran en los tejidos y que no engloban más que á corpúsculos que llegan á ellas, pasan á su lado, y estas son las células endoteliales de los vasos y de las serosas, las células nerviosas y neuróglicas, según lo han demostrado Soudakewtch y Marinesco, incluyendo también algunas cédulas del tejido conjuntivo que se hallan esparcidas en todo el organismo. A la segunda categoría corresponden los leucocitos ó glóbulos blancos mononucleares ó macrófagos cuyo origen, según Ehrlich, se ha- Ha en los órganos linfoides y en la medula de los huesos: bazo, ganglios linfáticos y folículos cerrados. Por último, tanto los leucocitos macrófagos como los micrófagos, tienen la propiedad de producir fermentos de diferentes clases y accio- nes químicas diversas, como se dijo ya, á semejanza de las células del reino vegetal, y que pueden permanecer en el interior de las células ó difundirse en todo el organismo según el «determinismo» orgánico ó fun- cional lo reclame. En consecuencia, el fagocito reune todas las propiedades que ha menester el organismo para el mecanismo íntimo de la inmunidad na- tural. En cuanto á la inmunidad adquirida, puede ser artificial ó propia de los organismos que, acometidos de una enfermedad infecto-contagio- sa, pierden por un momento su poder fagocitario: pero, mediante un es- fuerzo extraordinario, mediante un trabajo de reacción (pie aún no pue- de explicar completamente la fisiología patológica, vence la acción des- tructora del microbio o sus toxinas y queda, á expensa de su propia vida, libre de la acción patógena é inmune contra la enfermedad que lo im- presionó y que le hubiera ocasionado la muerte. A este proceso podemos llamar inmunidad individual activa como la que confieren todas las fiebres eruptivas, la sífilis á partir de sus prime- ras manifestaciones, el cólera, el tifus icteroides la peste, etc., etc. A es- ta inmunidad añadiremos también la que naturalmente adquiere en el claustro materno el feto cuya madre ha sobrevivido á una de estas infec- ciones durante su período de gestación. Veillard cita casos de animales recién nacidos que ofrecen durante tres ó cuatro meses después del nacimiento, una inmunidad verdadera, habiendo sufrido sus madres, antes del parto, la inoculación de vacunas carbuncosas ó de vibriones coléricos muertos. I'asteur consiguió asimismo la inmunización activa contra el «car- bunco* y la «rabia», con inoculaciones de culitvos atenuados de este vi- rus y de aquel bacilo. Los animales en experiencia eran después refrac- tarios, completamente, á la acción de estos agentes patógenos. Se ve, pues, que la ley universal de la lucha por la existencia se manifiesta tanto en la célula ú organización microscópica, como en los se- res (pie pueblan el planeta en la más alta gerarquía zoológica. El tema obligado de la presente época científica es la resolución completa del problema de la «inmunidad adquirida artificialmente», pues- to (pie en ella descansa el fundamento de la práctica de las vacunaciones preventivas y curativas de las enfermedades infecto-contagiosas, las (pie se dividen en «anti-bacterianas» y «anti-tóxicas»: á las primeras correspon- de la «quimiotaxia positiva», ó sea la acción del leucocito y su fermento -citasis:-á la segunda corresponde la acción que la parte líquida de la sangre ejerce sobre el microbio, disminuyendo su vitalidad y ocasionando su muerte, «acción bactericida». 225 Modificación de la nutrición y fagocitismo son, en resumen, los dos factores que concurren en el proceso de la inmunidad adquirida: pero la mayor parte de ics teóricos en esta materia, á excepción de Grawitz, creen que es cuestión únicamente de química, hasta el punto de identificar este fenómeno vital con lo que se observa «in vitro» en el cultivo de los mi- crobios vivos. Los sabios, para demostrar la identidad de la inmunidad artificial con la natural, proceden de la manera siguiente; toman una cultura vieja en donde la vegetación se detiene; la filtran para separarla de los micro- bios antiguos y la siembran con una gota de cultura joven: los nuevos mi- crobios no se multiplican en ella y su desarrollo se hace imposible en este medio. He aquí un experimento que demuestra el fin de la enfermedad infecciosa en el laboratorio, de lo que deducen que de igual modo un hom- bre atacado de una enfermedad virulenta, deja en este momento de per- mitir que vegete el microbio para el cual ha sido un medio de cultura. Este hombre se cura porque se ha hecho un terreno estéril.-Esteri- lidad después de la cultura: inmunidad después de la enfermedad. Muy consoladora sería para la humanidad la realidad de tan inge- niosa teoría llevada á la práctica como se pretende: pero la realidad de lo que observamos en el complicado desarrollo de las enfermedades infec- ciosas, nos prueba evidentemente que las cosas no pasan asi en el orga- nismo infectado, por más que la ciencia se afane en sorprender á la natu- raleza en su metabolismo aún desconocido. La «mangosta» es naturalmente refractaria al veneno de las ser- pientes; pero si la matamos y con sus humores y tejidos hacemos un caldo de cultivo, veremos que con él no conseguimos inmunizar á otros anima- les contra el veneno para el cual ella es refractaria, igual cosa pasa con el perro (pie es inatacable por el carbunco en su estado normal, sin (pie se objete (pie la cocción ha alterado ó modificado la constitución química de dichas sustancias, pues lo mismo sucede si la cultura se hace con sue- ro de sangre extraída del perro vivo, puesto que el microbio prende y se desarrolla perfectamente. Múltiples ensayos, variados y metódicos experimentos, patéticas de- mostraciones, han practicado y siguen practicando los sabios, para demos- trar la inmunidad adquirida contra los microbios, sus toxinas y paratoxi- nas: cada día se presenta ante el mundo científico y comercial multitud de sueros y antitoxinas monovalentes y polivalentes, contra las enfermedades microbianas y sus toxinas, cuyos compuestos son manufac- turados con microbios vivos tomados de los enfermos ó cultivados en los laboratorios con microbios de virulencia atenuada, microbios muertos na- turalmente ó por medio de agentas físicos como el calor, la electricidad etc., ó agentes químicos como el tricloruro de yodo, la tintura de yodo yo- durada, el ácido fénico, el formo!, el cloroformo, el éter, etc., etc. Pode- mos decir que no hay en el día enfermedad de tipo conocido ó desconocido, que no tenga su suero ó antitoxina preventiva ó curativa y algunas llama- das impropiamente VACUNAS gozan de tal privilegio, que pueblos más civilizados (pie el nuestro, las imponen bajo ley obligatoria con prodigali- dad «pie raya en locura curativa- , verdadera fóbea de que no escapan ni los cerebros más bien equilibrados. Monchos han juzgado al célebre rey del Ponto, al inmortal Mitrída- tes. como loco é inhumano experimentador que comenzó sus investigacio- nes de inmunización en su propia persona y terminó sacrificando á sus esclavos y animales sin que su dorado sueño llegara jamás á realizarse, 226 bien que cuenta la Historia que no pudo suicidarse con el veneno que acosumbraba tomar para evitar que le envenenasen. Ni Metchnikoff ni Ehrlich, continuadores de Mitrídates, pueden has- ta hoy jactarse de haber alcanzado la resolución completa de la inmunidad adquirida. Qué hay, pues, en resumen'? Las antiguas teorías, el HUMORIS- MO y el SOLIDISMO: Hipócrates y Galeno, quién tiene razón'?: los dos: pues siendo el organismo un compuesto de líquidos y sólidos, y poseyendo ambos facultades especiales para la defensa contra los agentes patógenos en general, claro se está que de ambas facultades juntas se obtendrá el resultad»» real del proceso esencial de la inmunidad. En tesis general, podemos sentar como principio y fin de lo que lle- vamos estudiado, la siguiente conclusión: «Todo organismo vivo y en estado normal ó fisiológico, contiene en la intimidad de sus tejidos y humores, sustancias especiales que determi- nan una especie de exitación de las células fagocitarias y que actúan de manera especial también sobre los microbios y sus toxinas, sin que inter- venga mecánicamente ningún agente artificial desempeñando el principal papel en la inmunidad y haciéndose refractario á la acción patógena de todos los gérmenes causantes de enfermedades». DOSIMETRIA Como el objeto del presente trabajo es ofrecer á este Ho- norable Congreso Médico, un átomo, como único fruto de mi expe- riencia en el ejercicio profesional, después de muchos años de estudios clí- nicos y observaciones prolijas á la cabecera del enfermo, sirviéndome de guía los principios fundamentales de la Escuela Burggraeviana y por elementos los alcaloides y demás sustancias que los tres reinos de la natu- raleza han puesto ha disposición de la ciencia y arte de curar: vengo, pues, á someter á vuestro recto criterio y bien probada ilustración, los fundamentos del método y la verdad de sus aplicaciones. Comenzaré por hablaros de los principios en que se funda el «Méto- do Dosimétrico , visión suprema del profesor Burggraeve y que son las columnas de granito que sostienen el magestuoso templo de la medicina contemporánea. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MÉTODO DOSIMÉTRICO I El primer fundamento de la doctrina Burggraeviana es el siguiente: «Sustituir los alcaloides á las plantas».-Desde lo mas remoto de la anti- güedad. como hemos anotado ya, el arte de curar consistía en exprimir los jugos de los vegetales y suministrarlos en mayor ó menor cantidad sin determinar su posología, sin medir sus efectos fisiológicos, terapéuticos ó tóxicos. La medicina salvaje, según la gráfica expresión del profesor Ger- mán Secante la Academia de Medicina de París. Goubler en su obra monumental «Comentarios de Terapéutica , de 1S77, universalmente conocida por el mundo médico, dice cu sus prole- gómenos: En primer lugar deben preferirse los principios activos siem- pre que existan, ya sean alcaloides ó de cualquiera otra naturaleza quími- ca; las plantas enteras, sus zumos, extractos y los demás derivados com- plejos no deben emplearse sino á falta del principio inmediato de los quí- micos modernos ó de la quinta esencia de Paracelso que representa sus propiedades esenciales». 227 Los más insignes representantes de la escuela oficial alopática», como Fonssagrives, Germán Sée, Dujardín Beaumetz, Foveau y una plé- yade de terapeutas que siguen con ahinco los progresos de la farmacolo- gía contemporánea, están completamente de acuerdo con el principio fun- damental del Maestro, de sustituir el alcaloide á la planta, pues en él se encuentra el principio esencial, único capaz de ser estudiado experimen- talmente ya en el hombre sano, ya en el enfermo, perqué ya despojado de la complejidad de sus componentes como materia bruta, cristalizado y re- vistiendo siempre su misma forma, sus mismas propiedades físicas, quími- cas y organolépticas; ejerciendo uniformemente en el interior del organis- mo su acción íisiológica, su acción curativa ó su acción tóxica, sea como unidad simple ó en combinación química ó biológica, no podemos, pues, sino aceptarlo como único elemento empleado con un íin terapéutico ó nic- medicamentoso. II «Administrar el medicamento á dosis fraccionadas y hasta efecto terapéutico». La escuela alopática y la homeopática lijan su dosis máxi- ma y su dosis mínima como si el organismo fuera una probeta ó medida graduada de laboratorio que recibe impasible la sustancia que en ella se vierte; error crasísimo que la Dosimetría ha venido á desvanecer. El Códex, de conformidad con la tradición, considera la dosis por la cantidad de medicamento que se administra á un niño, á un adulto, á mi viejo en las veinticuatro horas, y fija su dosificación según experimento hecho en animales por cantidad de tantos ó cuantos kilogramos de peso: y los vivisectores formulan como principio general aplicado á la farmacolo- gía: A tal peso del cuerpo de un animal corresponde matemáticamente el peso de la sustancia que le mata». Pero este es un principio falso, fuera de todo espíritu práctico, de toda observación clínica, puesto que un animal sano no es un hombre en- fermo y en un hombre enfermo no obran los medicamentos de igual ma- nera que en uno que goza de salud completa: además, hay que contar con su temperamento, con su idiosimracia, con sus hábitos, con su estado mo- ral y el período en que se encuentra la enfermedad de que ha sido vícti- ma, amén de otras muchas circunstancias que le rodean. La Dosimetría, fundándose en la acción fisiológica de las sustancias que emplea y en la experimentación clínica, ha dosificado sus gránalos á 1 2 miligramo, á l miligramo y á I centigramo de sustancia activa, sin que los que seguimos el método estemos obligados á considerar como úni- ca medida y como fínica forma el gránalo ó su dosificación: pees el princi- pio consiste en la pequeña dosis inicial repetida hasta efecto fisiológico ó hasta efecto terapéutico á intervalos más ó menos espaciados según lo requiera la mayor ó menor intensidad del caso patológico que se trata, ó sea. agudo, subagudo ó crónico, siguiendo la sucesión de los fenómenos mórbidos que observamos en el enfermo. 111 «Yugulación de las enfermedades».-Este ha sido el principio más controvertido por los adversarios del método dosimétrico, así como 228 también el punto de apoyo en que descansa el sistema descubierto por el Profesor Burggraeve. Yugular, es detener, estacionar, impedir el desenvolvimiento evolu- tivo de los fenómenos morbosos por medio de los agentes dinamogénicos con que cuenta la Farmacopea Dosimétrica: «estricnina, quinina, digitali- na, cafeína, emetina», etc., etc., que. á semejanza de los sueros inmuniza- dores, desarrollan en la intimidad de los elementos celulares virtudes, tó- nicas, mecánicas, dinámicas y fagocitarias, sin alterar su estructura ana- tómica ni perturbar las funciones que desempeñan en los diferentes te- jidos de que forman parte integrante en los seres completamente orga- nizados. La Dosimetría no espera cruzada de brazos ante el enfermo, que la evolución de los fenómenos correspondientes á la enfermedad delaten la presencia del germen que la produce, sino que ante los síntomas que obser- va, aplica el correctivo inmediatamente, sin que por esto deje de investigar su patogenia, escudriñar la causa viviente de la enfermedad é imponer el tratamiento esencial que debe dominarla: esto es lo que constituye la «dominante» y la «variante» á que alude el método, ó sea tratamiento esencial y sintomático. Se le ocurriría á un medico práctico en presencia de un niño ó de un adulto atacado do fiebre palúdica forma perniciosa, ir en pos del mi- croscopio para buscar el liematozoario de Laverán- que no siempre en- contraría-antes que inyectarle por vía hipodérmica ó endovenosa una buena cantidad de quinina? (1): no, por cierto, porque «guiado» por los «síntomas» y el «lugar» donde se «desarrolla» el «dramático cuadro clíni- co», sabe que la más pequeña dilación en aplicar el medicamento apro- piado le baria perder la vida al enfermo. Se dice que la Dosimetría es «sintomática» porque con su yugula- ción no restituye á los órganos la integridad de su funcionamiento, ni la unidad anatómica que accidental ó permanentemente lian perdido: por- que no se dirije á la causa intima que ocasiona la pérdida de esta integri- dad funcional ó de estructura. Puede la alopatía restituir á un nefrítico ó á un cardiaco, por medio de su poli-farmacia galénica ó una maceración de digital, la integridad funcional ó anatómica de estos órganos enfer- mos? No: su misión en estos casos sólo se reduce á paliar los síntomas: separar obstáculos para evitar complicaciones: sostener y confortar su vi- talidad agotada, á lin de que viva por encima de cuanto le hace daño y á despecho de la enfermedad que le amenaza y que sin una modificación racionalmente empírica, pero hábil y sagazmente manejada, darla al tras- te en poquísimo tiempo con el desgraciado enfermo. El éxito de un tratamiento terapéutico depende de la oportunidad con que se principia la medicación, de su perseverancia y regularidad, no sólo para extinguir la causa etiológica ó patogénica, sino para impedir que siga desarrollándose el agente morboso en virtud de un terreno que le es inadecuado para su vida: pero si llegamos tarde, cuando la infección se ha generalizado, cuando han sido tomados órganos más ó menos impor- tantes y alterado la regularidad de sus funciones, entonces, claro se está. | I | En las formas agudas del paludismo, hay que buscar el he- matozoario en el -momento» del escalofrío. |Dopter, Rathery, Ribierre |. La eficacia de la quinina es un buen elemento de diagnóstico, y es caso de repetir el viejo adagio: «Naturam morborum curationem osten- dunt . |E. Enríquezj. 229 ninguno de los «específicos conocidos hasta hoy» por la Materia Médica, ningún suero «preventivo ó curativo», podrán detener el curso fatal de tal ó cual dolencia.- -El profesor Spring dice, tratando do la poca fe que se tiene en la medicación sintomática, lo siguiente: «Un descrédito injustifi- cado ha caído sobre la sintomatologla, por buscar siempre la causa de las enfermedades, que pocas veces encontramos.-Están difícil curar y tan urgente aliviar! » Así como en clínica externa tenemos operaciones de urgencia, así también en clínica interna hay medicación de urgencia: calmar el dolor, disipar el vértigo, procurar el sueño, reanimar la fuerza de un corazón que desfallece por asistolia, es una necesidad urgente que ningún clínico puede prescindir de practicar, tanto más cuanto que el enfermo se lo exije como primera indicación que debe llenar. Tenemos, pues, demostrado, aunque á pequeños rasgos, la importan- cia y utilidad que el método dosimétrico ofrece al médico, con la práctica de sus principios y el fundamento de su sistema basado en la experimen- tación clínica y el uso de «sustancias heroicas» bajo la forma de alcaloi- des, glucósidos y demás principios químicamente puros, perfectamente bien dosificados y científicamente administrados, ya como «preventivos», ya como «sintomáticos», ya como «curativos». «La sustitución de principios definidos á las plantas medicinales, me- rece ser considerada como uno de los más indiscutibles progresos en la terapéutica contemporánea , dice el profesor Regnault. De igual manera se expresó Germán Seo en la Academia de Medi- cina de París, diciendo: «Para llenar las indicaciones terapéuticas, los principios esenciales, á saber, los alcaloides y los glucósidos, tienen una superioridad incontestable sobre las plantas, la quinina sobre la quina, la morfina sobre el opio, la atropina sobre la belladona, la digitalina sobre los preparados de la digital». liemos dicho que el método Burggraeviano no impone como condi- ción indispensable la forma granular, ni la dosificación de la sustancia ac- tiva que contiene es absoluta é invariable, puesto que no reconoce dosis máximas ni dosis mínimas sino pequeñas dosis repetidas hasta efecto tera- péutico: tampoco pide ni manda (pie sean Carlos ó Gustavo Chanteau los únicos fabricantes de gránalos dosimétricos: si los recomienda es tan sólo por haber sido ellos los primeros preparadores según las indicaciones del Maestro. En tal virtud, yo he creído sustituir con ventaja el gránulo con el comprimido, pues el azúcar de leche que envuelve el principio activo del primero no resiste las influencias de nuestro clima cálido y húmedo, tanto más, cuanto que los principios activos de las plantas se alteran con la luz, la humedad, el calor y demás agentes atmosféricos y telúricos. En cuanto á la dosificación, he tenido que adaptarla según la sus- ceptibilidad ó idiosincracia de nuestros individuos, pues su tolerancia mí- nima para algunos alcaloides como la estricnina, la atropina, la aconitina y otros, me han obligado á reducir hasta el «décimo de miligramo» en el comprimido de medicamentos asociados. En cambio, tratándose de la quinina y sus sales, la resistencia es tal, que la mínima dosificación es de diez centigramos por comprimido: respecto á las sustancias pertenecientes á la serie aromática, fenacetina, aspirina, antipirina y sus derivados, pira- midón, criogenina, etc., siempre he tenido que asociarlos á la cafeína, es- parteína, digitalina ó estricnina, porque ejercen una acción deprimente, en- 230 tro nosotros, sobre el corazón y ('1 sistema nervioso cerebro-espinal, muy acentuada, Adjunto remito, á fin de que la respetable junta que ha de for- mar el Jurado Calificador correspondiente, presente al Honorable Congre- so Médico, una serie de las principales fórmulas magistrales de que me he servido en el transcurso de veinte años y (pie lian sido debidamen- te comprobadas por los distinguidos profesores cuyas cartas testimonia- les incluyo como úmco y más preciado estimulo á mi asidua labor Pinga al Cielo que este grano de arena, que ofrezco como humilde tributo en ('I altar do la Patria, sirva de iniciativa para emprender en el trabajo de un Código Farmacéutico Ecuatoriano que detenga la segado- ro corriente de comercio ilegal de drogas y específicos (pie invaden la Re- pública, de todas partes del mundo y que son exportados con el depri- mente rótulo de «Productos para la América >. Y tengo la satisfación de haber sido interpretado fielmente por mis insignes colaboradores, los señores Parlo1, Davis X Cía. y Sharp Dohme de Estados Cuidos de Norte América, en cuyos laboratorios ventajosa- mente conocidos por el mundo entero se fabrican, llevando á la mayor perfección, estos comprimidos. INFORMES MEDICOS Dr. Payeze Gault, Médico y Cirujano. Guayaquil, Octubre 17 de 1911. Sr. Dr. J. Alberto Cortés G. Pte. Sr. Doctor. Es con ('1 mayor placer que correspondo á su atenta misiva fecha 12 del pte., siéndome muy grato hacerle saber el alio concepto que ten- go respecto á sus comprimidos, los cuales aliviaron nuestro trabajo, de increíble manera, en todo el tiempo que duró la movilización á Balan. Debo hacerle especial mención de los comprimidos anti-disentéri- cos, anti-diarreicos, anti-paliidicos, tonsilares, anti-asmáticos, ealomel compuestos, ('te., ('te., los que por su simplísima forma de administración eran acogidos ron verdadero beneplácito do nuestras tropas. Vuelvo á repetirle (pie sus comprimidos nos fueron un precioso re- curso. Dejo así contestada su atenta carta y aprovecho la oportunidad de suscribirme atto. colega y afectísimo amigo. (f) Dr. Payeze Gault. 231 Dr. Estrada Coello, Médico y Cirujano. Guayaquil, Octubre 16 de 1911. Sr. Dr. Dn. J. Alberto Cortés G. Pte. Sr. Doctor: Acuso recibo de su atta. carta del 12 del pte., en la que me pide usted mi opinión acerca de los resultados obtenidos en la campaña de 1910, con los comprimidos do>imétricos preparados para usted, por las casas de Sharp & Dohme y Parke. Davis A Cía. En contestación diré á usted que en el equipo de medicamentos de la sección de ambulancias que corrió á mi cargo en dicha campaña, sólo se llevó una cantidad muy reducida de sus comprimidos: y por tanto, no he podido experimentarlos en la escala que habría deseado. Sin embargo, por lo que hace al éxito obtenido con la pequeña cantidad experimen- tada, puedo asegurar á usted, que de sus resultados he quedado comple- tamente satisfecho. Aprovecho de esta oportunidad para saludar á usted y suscri- birme su atto. S.S. y amigo. C0 Dr. Estrada Cotilo. Dr. José Ramón Boloña, Médico y Cirujano. Guayaquil, Octubre 19 de 1911. Sr. Dr. Juan A. Cortés G. Pte. Grato mees responder al colega y amigo su atta. carta del 12 de los corrientes, contraída á solicitar mi opinión respecto ¡í los resultados terapéuticos (pie obtuvimos en la campaña do 1910, con el uso de los comprimidos dosimétricos, que, fabricados por las casas norte-america- nas de Sharp A Dohme y Parke, Davis A Cía., adquirimos en el dispen- sario de su Casa de Salud. Sabido por todos id porcentaje de morbilidad que tuvo nuestra di- visión del Sur en sus acantonamientos de Machaba y Balao por efecto de lo malsano de sus climas y lo defectuoso de la movilización y avitualla- miento de la tropa, parecían á propósito tales desgraciadas circunstan- cias para poner á prueba la eficacia, utilidad y resultados de las seccio- nes de nuestra Cruz Roja que á ellas acompañaban y que hubieron de servirles en términos tales que su presencia fue calificada de indispen- sable. 232 El paludismo en su más amplio explendor, las enteritis coli-haci- lares, provocadas y sostenidas por las aguas impuras y los alimentos, la liebre amarilla, el reumatismo, las alecciones hronco-pulmonares en sus infinitas modalidades y en lin, buena parte de nuestra patología tropi- cal, lucieron sus estragos en nuestro ejército. Todas ellas lo habrían ex- terminado, pero felizmente en honor y gloria de la Cruz Roja ecuatoriana, apenas hubieron cifras de mortalidad pequeñísimas si se comparan con las dadas por ejércitos superiores en organización y número. Colaborador eficacísimo en esta obra de humanidad y patriotismo fue nuestro surtido di* medicamentos, entro los cuales ocupaban puesto distinguido los comprimidos dosimétricos que á usted compramos. Puedo declararlo honradamente y con la franqueza que me carac- teriza, que ellos resultaron excelentes por su fácil administración, su transporte económico, su seguridad terapéutica y más que todo, por la efi- cacia comprobada en muchos casos qm* serla largo enumerarle. Reco- miendo de manera especial los anti-diarreicos, anti-disentéricos, anti-pa- lúdicos, bronquiales y los destinados á preparar extemporáneamente las conocidas pociones Riviere. El único defecto que yo les encontró á algunos de ellos, fue su gran cantidad de sustancia inerte ó inactiva que los hace verdaderas pastillas ó tabletas y no propiamente comprimidos. De allí que para utilizar en ciertos casos una dosis dada de la materia activa que contienen, fuera necesario propinar muchos á la vez. Esto quizá sea mejor, pero en mi concepto, ese fraccionamiento de dosis resulta dificultosa y molesta cuan- do tienen que darse 30 ó más de una sola vez. Dejo así contestada la carta de usted, y me repito con la más ex- quisita consideración, su aftmo. amigo y S.S. (f) Dr, J. II Botona De la 3 a. Sección de la Cruz Roja Dr. M. H. Alcívar. Guayaquil, Noviembre 2 de 1911. Sr. Dr. Dn. J. Alberto Cortés G. Pte. Sr. doctor: En contestasión á su estimable carta de Octubre 12 del presente año, en la que me pide usted mi opinión sobre los resultados (pie obtuve en la campaña de 1910, con sus comprimidos dosimétricos, preparados por las casas norte-americanas de los señores Sharp A Dohme y Parke, llavis A Cía., muy satisfactorio es para mí decirle, que los resultados fue- ron do lo mejor, tanto bajo el punto de vista terapéutico como por la gran comodidad para llevarlos y administrarlos á los numerosos enfer- mos que habían en los distintos campamentos, los cuales se encontraban muy distantes uno de otro. Tengo el gusto de suscribirme de usted atento S.S. (f) M. II. Alcívar 233 Terapéutica contemporánea COMPRIMIDOS MEDICINALES PREPARADOS SEGUN FORMULAS DEL DR. i ALBERTO CORTES GARCIA EN LOS LABORATORIOS DE LOS SEÑORES PaRKE, DaVIS A ClA. Y SflARP & Dohme de Nueva York COMPRIMIDOS DOSIMETRICOS del doctor ,T, Alberto Cortés García. Estos comprimidos son preparados en los laboratorios de los se- ñores Parke, Da vis & Cía. y Sharp A Dohme de Nueva York, quienes po- seen instalaciones y aparatos especiales para la manufactura de todos los productos que la terapéutica contemporánea emplea, con la más comple- ta perfección, la más rigurosa dosificación y la más elegante presenta- ción, usando sustancias químicamente puras, escrupulosamente analizadas por un personal técnico, asegurando asi la uniformidad de su potencia medicinal, Después de haber estudiado detenidamente los principios funda- mentales de la dosimetría y los progresos realizados en la medicina tan- to interna como externa, he llegado á formar una serio de fórmulas que facilitan notablemerte en la práctica la administración de las sustancias activas y útiles ó medicamentos heroicos, bajo forma de comprimidos do- simétricos, que no son otra cosa que pastillas muy solubles que encierran en pequeñísimo volumen los elementos que generalmente se prescriben como fórmulas magistrales. Las ventajas que esta forma de administración ofrece al medico y al enfermo, saltan á la vista; pues con ella se evitan muchos errores, se economiza tiempo, que para el paciente signiíica vida y para el prác- tico éxito, sustituye ventajosamente al gránulo, á la grajea, á la píldo- ra, á la oblea y más preparaciones farmacéuticas que implican mayor ó menor labor. La colección de fórmulas magistrales que presento, son el pro- ducto de la observación clínica, ya en nuestros hospitales, ya en mi clien- tela particular, ya en mi policlínica denominada CASA de SALUD, du- rante largos años y cuyos resultados han satisfecho siempre el tin que se propone todo médico; prevenir, aliviar ó curar pronta, segura y có- modamente. 234 NOMBRE FORMULA INDICACION N° 1 Anti- Piramidón o.oá gr. En las hiperpirexiasdecuahpder piré! ¡cas Criogenina o.o<> ,, Sulfato de es- parteina o.oo5 ,, origen. Dosis: 1 cada hora ó media ho- ra, según prescripción. N° 2 Defer- vesceutes N'-' 3 Anti- Antipirina o.lo „ Sulfatotle qui nina o.lo ,, Cafeína, o.o5 ,, Sulfato de qni En las fiebres traumáticas ó es- pecíficas. Dosis: 1 ó 2 cada hora hasta efecto fisiológico ó terapéuti- co. En el paludismo en todas sus palúdicas N° 4 Sudo- nina o.lo ,, Acido arsenio so o.ool ,, Sulfato de es- tricnina o.oo2á Muriato de formas y manifestaciones. Dosis: (> ú lo al día según pres- cripción médica. Siempre (pie se quiera conseguir ríficas N^5Cardio- amonio o.lo ,, Benzoato de sodio o.l o ,, Nitrato de pi- locarpina o.ooá ,, Codeína o.oo5 ,, A c o n i t i n a. la sudoración en las pirexias é hiperpirexias, resfriados, pleuresías. Dosis: 1 cada hora ó media hora hasta efecto deseado. Peri.endo ó miocarditis de cual- tónicas N° 6 Anti- cristalizada o.oool ,. Sulfato de es- parteína, o.ooü Sulfato de es- trinina o.ooo25 ,, Salicilato de quier origen, arterioesclerosis, asistolia. anasarca. Dosis: •"> á 0 al día. según pres- cripción facultativa. Reumatismo articular agudo ó reuní ú - ticas N° 7 Anti- sodio o.2o ,, Benzoato de fitina o.lo ,, A c o n i 1 i n a cristalizada o.ooool ,, Col ch ic i n a cristalizada o.ooo25 ,. Va lerianato crónico, gota, tofos, artritis- mo, iritis, iridocoroiditis. Dosis: durante los accesos 1 ca- da media hora hasta efecto fi- siológico: después cada 2 ó 3 horas 1 ó 2. Neuralgias agudas ó crónicas ueurálgi- de quinina o.lo de cualquier origen. cas. Cafeína o.oá ,, Gelsemina o.oooá ,, A c o n i t i n a cristalizada o.oool ,, Dosis: 1 á 2 cada hora ó media hora hasta conseguir efecto. N° 8 Aceta - Huida y Acetanilida o.lo Bromuro de ,, Delírium tremens. Histerismo. Palpitaciones. Espasmos dolo- sodio comp. N° 9 Anti- sodio o.oá ,, 11 i osciamina cristalizada o.oool ,, Digita1 i u a cristalizada o.oool ,, Yoduro de po- rosos, ('alambres. Dosis: 5 ú 10 al día, según crite- rio del práctico. Disnea paroxística. asma esen- a s m á t i - tasio o.2o cial ó sintomática. Bronquéela- cas Lobelina o.ooo25 ,. Daturina o.ooo25 ,, Nitroglicerina o.ooo25 ,, sia. Catarro sofocante. Dosis: 5 á 10 diarias, según pres- cripción médica. 235 NOMBRE FORMULA INDICACION N" 10 Anti- Tanato de disentéri- quinina o.lo Disentería bacilar ó amebiana, enteri (is muco-membra m isa. cas Benzonaftol o.lo Dosis: 3 á 10 al día hasta con- Polvos deDo- wer o.oá ,, N9 11 Anti- Clorhidrato diarre i- de morfina o.ooá seguir efecto. En las enteritis, enterocolitis, fermentaciones, tifocolitis. Dosis: 1 cada hora hasta 10 ó se- gún prescripción médica. cas Subnitrato de bismuto o.1o ,, Salol o,lo ,, Bicarbon a, t o de soda o.lo ,, N9 12 Tridi- Pepsina, o.lo Digestiones difíciles de origen gestivas Pancrealina o.lo bucal, gástrico, intestinal; por Taka-Diasta- sa o.lo insuficiencia hepática ó pancreá- tica . Cansina cris- talizada o.oooá Dosis: 1 ó 2 antes, en ó después de cada comida. N9 13 Anti- Carbón vege- acidas tal o.lo Fiatulencia, hiperacidez gástri- ca, dilatación estomacal. Magnesia cal- cinada o.lo Dosis: 2 á 1 después de cada co- mida. Ruibarbo o.lo ,, Colombo o.lo „ N9 14 Bro- Clorhidrato muradas de cocaína o.ooá ,, Eretismo nervioso, tosferina, temblores, calambres, ansias, triples Bromuro de potasio o.oá ,, Espasmo, disfagia, priapismo, Ninfomanía, etc. Bromuro de sodio o.lo Dosis: 1 á 2 disueltas en un va- sito de agua cada media hora Bromuro de amonio o.oá ,, N° 15 Bron- Yodoformo o.ooá ,, durante la crisis. Bronquitis aguda ó crónica, gri- pe, coriza. Gangrena pulmonar. quiales Emetina o.ool ,, Heroína o.ooá Dosis: 1 cada hora á juicio del N° 16 Anti- Carbonato de sépticas guayacol o.oá práctico, hasta 10. Tuberculosis, pleuresía, seca ó exudativa, b r oncopneu m onía, internas Yodoformo o.o2 caquexia tuberculosa, raquitis- Terpinol o.oá ,, mo. Glicerofosfato de cal o.oá ,, Dosis; 6 á 10 diarias, según pres- cripción. N917 Jaque Acetanilida o.13o Cefalalgia idiopática ó sintomá- ca Cafeína o.olá tica aguda ó crónica. Alcanfor mo- nobromado o.o3o ,, Dosis: 1 cada hora ó media hora hasta yugulación. N918Hepá- Hiel de buey o.o25 Cólicos hepáticos, hepatitis, an- ticas Evonimina o.o25 ,, giocolitis, ictericia. Podolilina o.o25 Dosis: lá 4 según prescripción Ext o. cáscara sagrada o.o25 ,, N9 19 Voz Clor h id r a t o de cocaína o.ool médica. Afeccionas deja boca, ronquera, faringitis agudas ó crónicas. Clorato de po- tasa 0.0I6 ,, Dosis: 1 á 2 para disolver en la boca. Borato de so- dio o,ol6 „ 236 NOMBRE FORMULA INDICACION N? 20 Anti- Antipirina o.13o En la diabetes hepática, pancreá- dia bét 1- cas Solfa to de co- deína o.o3o tica ó nerviosa. Dosis: 4 á 16 al día. según pres- N° 21 Gino- filas Exto. 11. de jambolana o.125 ce. Apiolinó cris- talizada o.o2 gr. cri pelón. En los trastornos menstruales dolon >s< >s, a menorrea. N? 22 Náu- seas (con- Anemonina o.oo2 ,, Hiosciam i n a cristalizada o.oool ,, Sulfato de es- tricnina o.oool ,, ('lorh i d r a t o de cocaína o.oo5 ,, Dosis: 3 á 6 a ntes de la presenta- ción de las reglas ó en las crisis 1 cada hora ó media hora. Vómitos incoercibles del emba- razo. Estados nauseosos en ge- tra las) N° 23 Meno- Subnitrato de bismuto 0.125 ,, Oxalai o de ce- rio 0.125 „ Acido gálico o.2o ,, neral. Dosis: 1 cada hora hasta efecto. Metrorragias, metritis, parame- rrágicas Ergotina 0.06 ,. Iritis, pólipos uterinos. NO 24 Tóni- cas ferru- Hidrastina o.o3 ,, Hierro diali- sado o.l o ,, Dosis: 1 á 2 cada media hora hasta yugulación ó según lo re- quiera el caso. En la clorosis, anemia,caquexia palúdica ó diserásica. ameno- ginosas No 25 Som- níferas Acido arsenio so o.ooo5 ,, Sulfato de es- tricnina o.oool ,, Aloína o.ooá ,, Bromuro de potasio o.lo rrea, leucorrea ó ñores blancas. Dosis: 1 á cada comida. En el insomnio idiopático ó sin- tomático, neurastenia, delirio NO 26 Anti- e p i 1 épt i- floral hidra- tado o.l o ,, Valeri a n a lo de amoniaco o.o5 ,, Tanato de ca- nabina o.ooá ,, Hiosciamina o.oool ,, Valeri a n a t o de zinc o.o5 ,, alcohólico ó nervioso. Dosis: 1 á 4 disueltas en agua, hasta efecto ó según prescripción médica. En la epilepsia idiopática, esta- dos epileptoides. cas Picrotoxina o.oooá ,, Dosis: 1 á 6 en el día según el ca- No 27 Diuré- ticas Eserina o.ool ,, Ni trato de po- tasa o.o5 so lo requiera, á juicio del prác- tico. Ascitis. cistitis, insuficiencia re- nal, uretritis simple ó específica. Acido benzoi- co o.o5 ,, Teobromina o.l o ,, Exto. estig- mas de maíz o.o5 ,, Exto. bayas de enebro o.o5 ,, Dosis: 1 cada hora, hasta diez ó ó 20 diarias, según el caso. 237 NOMBRE FORMULA INDICACION 28 Anti- escrofulo- sas Cuasina cris- talizada o.oooó Yodoformo o.ooó Yuglandina o.oó Hierro reduci- do O.OÓ J, 9 9 >9 Escrófula, infartos gangliona- res. úlceras, caquexia sifilítica ó discrásica. Dosis: 1 á 2 antes de cada comi- da. N? 29 Calo- niel com- puestas Calomel al va- por o.ol Emetina o.ooó Biearbona to de soda o.oó 9 9 9 9 9 9 Enteritis, gastroenteritis de los niños, colerina de origen infec- cioso. Dosis: 1 hasta 10 al día, según p resc ri pe i ó n médica. N9 3o útero- astringen tes Alumbre o.oó ,, Sulfato de co- bre o.lo ,, Sulfato de zinc o.lo ,, Exto. ti. incol. hidrastis V gotas Metritis, vaginitis, cáncer del útero. Dosis: 1 á2 por litro de agua hervida para lavados ó irriga- ciociones vagina les. N? 31 Con- juntivitis local Fenosulfato de zinc o,ol6 Avido bórico 0.13 gr. 9 9 Itiamaciones de los ojos traumá- ticas. infecciosas, diatésicas ó discrásicas. Dosis: 1 á 4 disueltas en 1 onza de agua hervida, CONCLUSIONES PRIMERA: EL METODO DOSIMETRICO debe formar parte de la enseñanza en las asignaturas de terapéutica oficial de nuestras uni- versidades. SEGUNDA: Debe sustituirse con los alcaloides y glucósidos, los jugos, extractos, polvos, tinturas, infusiones, cocimientos, etc., de los ve- getales que emplea la Farmacia Galénica. TERCERA: Es de insinuar al cuerpo médico ecuatoriano la ne- cesidad de coleccionar sus fórmulas magistrales, sus observaciones per- sonales de las sustancias medicinales que emplea, con el fin de formar una FARMACOPEA NACIONAL. DISCUSION: DR. ÑOR ACERTO JALON (Guayaquil). Precisamente en los casos de fiebre perniciosa es cuando hay más probabilidad de encon- trar en la sangre el hematozoario de Laveran. DR. CUBILLO: Puede deducii■se de la lectura del trabajo del Dr. Cortés García, cuya ausencia lamento, que el papel del médico 238 queda reducido al de simple consolador. Primero que la medicina sintomática es la patogénica,-que requiere un diagnóstico previo; proceder de otra manera seria colocarse al mismo nivel que los em- píricos. Refiere la observación de un caso de fiebre acompañada de convulsiones, que fue diagnosticada el primer instante como per- niciosa palúdica y que bien luego, por la anamnesis, resultó ser una intoxicación digestiva; En resumen, dijo estar de acuerdo con el DR. JALON. Encuentra, por otra parte, muy recomendables algunas fórmu- las de los comprimidos del Dr. Cortés y cree que merecen la acepta- ción del cuerpo médico. DR. JOSE A. CHIRIBOGA: Conceptúa el trabajo del DR. CORTES GARCIA digno de aplauso por el esfuerzo que represen- ta, pero no está conforme con sus conclusiones. La Auto-hematoterapia en las infecciones agudas POR EL DR. WENCESLAO PAREJA En mi constante deseo de llevar lo más lejos posible el estudio de las enfermedades infecciosas que, por su virulencia y por su carácter epi- démico, adquieren las proporciones de flagelos para la sociedad, é impi- den el libre comercio entre los hombres, me he dirigido á la investiga- ción de aquellas que, por desgracia, están más cerca de nosotros y con las cuales me he visto en diaria lucha desde hace varios años: la peste bubónica y la fiebre amarilla. La última de estas dos ofrece, sobre todo, un vivo interés, no sola- mente por la gravedad de su síndrome, por el aspecto espantable de los dolientes y por su prestigio fatídico, que entraba nuestro progreso nacio- nal: cuanto por el desconocimiento que hasta hoy tenemos de su germen productor y de una terapéutica patogénica que nos satisfaga. Falto de medios necesarios para una seria investigación del germen, y en la creencia de que por el momento sería más útil encontrar una efi- caz terapéutica, después de varios ensayos medicamentosos que me resul- taron siempre aleatorios, me he dirigido ¡i los procedimientos biológicos, y no solamente he llegado al convencimiento de que ésta es una buena vía, sino que, yendo más lejos, he pasado al terreno de otras enfermedades infecciosas, obteniendo en ellas algunos resultados halagadores. Sería largo enumerar mis primeros ensayos y juis primeras dudas 239 Quise, antes que todo, tomar suero humano de los individuos que habien- do sufrido ya un ataque de fiebre amarilla, son por consiguiente inmunes á dicha enfermedad: suero que debe indudablemente de contener anti- cuerpos curativos específicos; pero se tropieza con la primera dificultad, y es, que la mayor parte de los enfermos de fiebre amarilla son entre nos- otros, individuos'del campo que regresan á él una vez curados. Por otra parte, he pensado que no es posible tener un control fijo de la inmunidad para esta infección, pues no existe una reacción biológica que nos la indi- que, como es, por ejemplo, la aglutinación para la liebre tifoidea y la reacción de Wasserman para las sífilis. Abandonada esta idea, creí más factible extraer suero de los mis- mos enfermos por medio de vegigatorios, ó mejor todavía, de la propia sangre del paciente, como lo inició el año pasado el profesor Spiethof- de lena-en las enfermedades de la piel y en otras infecciones de natura- leza crónica. Después el mismo profesor Spiethof ha ido más lejos é in- yecta á los enfermos, no ya su propio suero, sino su misma sangre, obte- niendo magníficos resultados en muchas dermatosis. Los doctores Mayer y Liasen han ensayado el procedimiento en las dermatosis gravídicas y en infecciones cutáneas de otro origen. El doctor Heuck ha tenido ocasión de ensayar este tratamiento en cuarenta casos, entre los cuales había urticaria, Stróphulus infantil y pru- rito senil; Por otra parte, el doctor Praetorius-de Hanover-ha curado un caso de péníigo con una sola inyección intravenosa de sangre humana fresca y no desfibrinada. Algunas semanas más tarde, el doctor Ravaut-Médico de los Hos- pitales de París-ha repetido la experiencia de Spiethof con muy buenos resultados. Ravaut procede de la siguiente manera: después de poner una ligadura en el brazo, extrae la sangre de la vena del pliegue del co- do por medio de una jeringa de vidrio de 20 cc. de capacidad: acto conti- nuo la vuelve á inyectar bajo la piel del vientre ó en la región glútea. Ve- i jileando esta operación con rapidez no hay cuidado de que la sangre se coagule. Praetorius hace la inyección intravenosa de la misma sangre, sirviéndose de una agujilla muy lina que hace penetrar dentro de aquella con la cual acaba de extraer la sangre, y asegura que de este modo evita la introducción en la vena de coágulos y de burbujas. Todos los ensayos anteriormente indicados, han sido verificados en las enfermedades crónicas de la piel, ó en las intoxicaciones lentas. Al tener yo conocimiento de estos hechos, he pensado que sería posible apli- car el procedimiento á las infecciones agudas, pues para ello tuve en cuen- ta los modernos conceptos biológicos de la sangre y de sus fermentos de- fensivos. Existen efectivamente en la sangre fermentos oxidantes, peptonizan- tes, lipásicos, etc., en una palabra, neutralizadores de toxinas, los cuales ó se encuentran disueltos en el plasma, constituyendo los fermentos de Ab- derhalden, ó bien están en el interior de los elementos figurados al esta- do de zimógenos, Bien sabemos (pie no sólo son Jas cálidas glandulares, sino también las sedentarias del tejido conjuntivo y los leucocitos sanguí- neos (pie tienen la capacidad de elaborar en su interior productos diges- tivos y antitóxicos, los cuales, antes de ser segregados, permanecen alma- cenados en las mallas del protoplasma bajo la forma de granulaciones re- fringentes, semejantes á las de zimógeno que se ven en las células glan- dulares. 240 El profesor Robin explica la acción de los fermentos metálicos er las infecciones agudas, suponiendo que dichos fermentos metálicos provo- can la ruptura de una gran cantidad de leucocitosy ponen, por consiguien te, en libertad, una fuerte proporción de fermento soxidantes, que una vez disueltos en el plasma irían á actuar con intensidad y rapidez. Es así como el colargol en la pneumonía provocaría una oxidación intensa del exu- dado y aceleraría la crisis favorable, acompañada de un despeño por la orina de nitrógeno oxidado y por la presencia en los esputos de peptonas, producidas por una especie de digestión que verifican Jos fermentos san- guíneos sobre el exudado librinoso, fluidificándolo y facilitando su reab- sorción. Pero no son solamente procesos digestivos los que so verifican en el me- dio sanguíneo; son también fenómenos de neutralización tóxica, específi- cos para cada infección. Toda vez que un germen patógeno penetra en el organismo, comienza á elaborar antitoxinas que los neutralicen: pero este proceso de defensa puede ser lento ó estar entrabado por una causa inde- terminada; entonces la infección gana terreno porque la neutralización es incompleta. ¿ Por qué no acelerarla? Hay que obligar á los leucocitos á dar su mayor esfuerzo, pues la defensa es urgente. Ahora bien, cuando la sangre es extraída del árbol circulatorio y puesta en contacto con el aire atmosférico, debe de sufrir alteraciones im- portantes, no solamente en la composición bioquímica del plasma, sino también en la actividad metabólica de sus elementos figurados, los cua- les tal vez dejen en libertad inmediata gran parte de los fermentos diges- tivos y antitóxicos que aprisionaban en el interior de su protoplasma, y que en el proceso normal, iban á ser lentamente segregados; inyectándo- los, pues, de nuevo en el organismo, acudiríamos con un poderoso refuer- zo defensivo y ahorraríamos muchos días de lucha y de debilitamiento. Es así como me explico la acción favorable de la auto-hematoterapia. Un hecho que he creído observar, viene en apoyo de la anterior hi- pótesis: es un pequeño detalle de técnica: cuando entran muchas burbu- jas de aire en la jeringa, al extraer la sangre, se forma una cierta canti- dad de espuma: si en tales condiciones se hace la inyección de la sangre así aereada» se reabsorbe más pronto y parece que se obtiene mejores re- sultados que cuando se inyecta nada más (pie lo estrictamente líquido. Yo por eso introduzco siempre la espuma formada en la parte alta de la jeringa. Por lo demás, procedo en todo de una manera semejante á la aconsejada por Ravaut. La cantidad que por regla general he inyectado ha sido 20 cc; pero á veces, cuando no he podido sacar esta dosis de una sola vez, me he visto obligado á usar dos agujas: una cu la vena y otra en el punto de inyec- ción, y he extraído en varias veces la cantidad necesaria. Por lo general. ha,\ necesidad de repetir la inyección al cabo de 24 horas. Raramente he llegado á poner tres inyecciones, porque en la ma- yoría de los casos, después de la segunda inyección, la temperatura remite favorablemente. De todas las infecciones en que me ha sido posible ensayar el procedimiento, aquella en que mejores resultados he visto producirse ha sido en la liebre amarilla: pero la eficaz acción sanitaria en esta pobla- ción ha hecho desaparecer esta enfermedad y me ha impedido ir más lejos en mi investigación, Por la razón anterior creo que ha llegado el momento de dar cuenta de mi ensayo en esta nota preliminar: esperando que nuevas y más con- 241 oluyentes observaciones vengan á darme nna seguridad sobre el verdadero valor de la auto-hematoterapia en las infecciones agudas. He aqui las observaciones que he podido recoger: OBSERVACION PRIMERA.--FIEBRE AMARILLA (No. 12-de 1914-del Archivo del Lazareto) Angel Moreno, de 15 años, natural de Riobamba, ingresó al Lazare- to en la tarde del Io. de febrero del presente año, en estado de grande exci tación, delirante, lanzando gritos y con una epistaxis, que el interno, se- ñor Martínez Vinueza, tuvo dificultad en cohibir, por la misma agitación en que el niño se encontraba. El enfermo tenía 40°4 de temperatura y 94 pulsaciones al minuto. Pasó la noche sin dejar dormir á sus compañe- ros, lanzando agudos gritos y quejándose de un intenso dolor de cabeza. Al día siguiente, en la hora de la visita, lo encontramos algo pos- trado, la cara roja, bultuosa, las conjuntivas hiperhemiadas, las encías tumefactas y rojas también, la lengua suburral. Se queja todavía de ce- falalgia, que no le ha abandonado desde el día anterior Ha tenido vómi- tos. Hay hiperhemia de la piel del tórax, dolorabilidad á la presión en todo el abdomen, especialmente en la región del hipogastrio. El examen de los distintos aparatos no revela nada de notable. Contesta de un modo incoherente á las preguntas, por lo cual no se puede hacer una anamnesis precisa. Temperatura 39°4, pulso 90 al minuto. Ha orinado 400 cc., y en la orina se encuentra albúmina, un gramo por litro. Con este cuadro fun- damos el diagnóstico de fiebre amarilla. En este muchacho pienso que será útil practicar la auto-hematotera- pia, pues aun cuando no obtengamos una acción definitivamente favora- ble, una pequeña sangría está indicada. Procedo á extraerle 20 cc, de sangre de la vena del pliegue del codo y se los vuelvo á inyectar bajo la piel del vientre. Se le administra, además, un ligero purgante de citrato de magne- sia, una bebida simplemente alcalina y se le coloca un gorro de hielo. Por la tarde está calmado, 39°2 de temperatura y 74 pulsaciones. Pasa la noche muy tranquilo. El día 3 por la mañana el estado general es mucho mejor; está lúci- do. la cara descongestionada, la cefalalgia ha desaparecido. Temperatura 38°7; pulso 74. lia orinado B00 gramos y tiene todavía 0*50 centigramos de albúmina por 1000. La diazoreacción de Ehrlich es negativa. El examen de la sangre periférica practicado en este día por el jefe del Laboratorio, señor Larrea, no indica la presencia de hematozoario; se encuentra, en cambio, una leucopenia muy notable con polinueleosis rela- tiva. Esto afirma nuestro diagnóstico de fiebre amarilla. Como el estado mejoró bastante en este día, juzgué innecesario hacer una nueva extracción de sangre y solo le prescribí una ligera be- bida alcalina. Por la tarde; ascención brusca de la temperatura 40°4, retorno de la agitación, de los gritos y de la cefalalgia. Esa noche tampoco dejó dor- mir á sus vecinos. Hubo necesidad de darle un baño tibio para calmarle un poco. En vista de lo anterior, al día siguiente procedí á ponerle una nueva dosis de su propia sangre: 20 cc., bajo la piel del abdomen. La tempera- tura era de 38°8, el pulso de 74. Ha hecho una deposición melénica. Co- 242 mienta á marcarse el tinte ictérico en las conjuntivas. Ha orinado 700 gramos, con medio gramo de albúmina por litro. Por la tarde un alivio ligero: la temperatura está en el mismo grado de 38°8. Pasa la noche tranquilo. Amanece el día 5 con 37°4 de temperatura: estado general muy mejor y la cara sonriente del enfermo que ya no sufre. Ha minado 900 cc. La melena ha desaparecido. El 6 tiene todavía algo de fiebre: pero ha orinado 1000 cc, y no existen ya sino vestigios de albúmina. El pulso está algo hipotenso y hay una bradicardia de 50 al minuto. El enfermo entra después en una franca convalescencia, y median- te pequeñas dosis de hola y un régimen apropiado, sale el dia 15 com- pletamente restablecido. En este caso no es posible dudar que se trató de una liebre ama- rilla grave, pues la cefalalgia intensa, los fenómenos delirantes y la congestión de la cara, denunciaban una hiperhemia meningo-encefálica. Bradicardia relativa, albuminuria, oliguria, emetismo, hemorragias; nada faltó al cuadro: pero lo notable es que los fenómenos graves no sólo amenguaron después de la primera inyección de sangre: sino que, al suspenderse el tratamiento el segundo día. volvieron á presentarse los síntomas de gravedad, y que éstos desaparecieron nuevamente cuando se le hizo la segunda inyección. La observación tiene, por este hecho, el valor de una experiencia. OBSERVACION SEGUNDVFIEBRE AMARILLA [No. 41 -de 1914-del Archivo del Lazareto]. Carmen Miranda, natural de Ambato, de 16 años de edad, ingre- sa al Lazareto el 22 de mayo, en el tercer día de su enfermedad, en estado de suma postración, á tal punto, que no es posible tomar con precisión los antecedentes. Temperatura 40"6, pulso 120. Las encías muy hiperhemiadas, lengua saburral, vómitos y cpigastralgia, A| día siguiente continúa en estado de gravedad, pues solo ha ori- nado 100 cc., en los cuales se comprueba un gramo de albúmina por 1000. La temperatura es de 39"3 y el pulso de 110. Practico, enton- ces, una inyección de la propia sangre, de 20 cc. y prescribo vn pur- gante ligero y una bebida alcalina para calmar la mucosa estomacal. Por la tarde sube la temperatura á 40"; pero sin acompañamiento de signo grave. El dia 24, que es el quinto de la enfermedad, amanece en 38"6 y el pulso, que está algo más tenso, late 118 al minuto. Ha orinado 400 cc. y sólo tiene 0'50 gr. de albúmina por li<ro. El examen de la san- gre periférica, no revela la presencia (leí hematozoario. No cabe otro diagnóstico que el de liebre amarilla. En este día no practico la auto- hemaLoterapia, porque prefiero esperar hasta las 48 horas: pero la tem- peratura continúa descendiendo cu los días siguientes, como puede ver- se por la curva térmica (pie acompaño: y sin otra medicación que agua de Vichy, limonadas y dieta láctea, la enferma sale curada el 29 de mayo. 243 OBSERVACION TERCERAS-FIEBRE AMARILLA [Xo. 43-de 1914-del Archivo del Lazareto] Carlos B. Teuber, natural de Austria, de 29 años, ingeniero mecá- nico, de constitución robusta. Tiena pocos dias de llegado á esta ciudad y se encuentra alojado en un hotel. El médico que lo trataba diagnos- ticó fiebre amarilla el tercer día y lo envió al Lazareto. A su ingreso á este establecimiento, en la tarde del 29 de mayo, refiere que hace tres días tuvo un escalofrío violento, seguido de fie- bre alta, la cual no se le ha quitado. Dice que ha sido siempre sano. Tiene un poco de incoordinación en las ideas, cefalalgia intensa, vómi- tos, epigastralgia. Nada de notable en los demás aparatos. Temperatu- ra 40°4, pulso 130. Pasa la noche agitado, subdelirante. Al día siguiente, por la mañana, 40°2 de temperatura, pulso 100. La cara congestionada, las encías tumefactas, lengua suburral; hay hi- perhemia de la base del tórax y dolor á la presión en el hueco epigás- trico. El examen de la sangre periférica no demuestra la presencia de parásitos de paludismo. En la orina no hay albúmina. ¿Qué diagnósti- co formular en presencia de este cuadro? En mi concepto, con las re- servas del caso, creo que se trata de fiebre amarilla. Pongo un punto de interrogación al lado de mi diagnóstico, tan sólo porque se tiene la costumbre de considerar de un modo absoluto, que en todos los casos de liebre amarilla hay albuminuria, porque ya se tenga bastante de- mostrado que esta albuminuria es muchas veces tardía, presentándose el quinto ó sexto día de enfermedad, y aún en algunos casos, después de la caída de la temperatura, en plena convalescencia, Preferí, sin em- bargo, esperar un poco, prescribiendo simplemente un purgante de sulfato de soda, bebida alcalina, agua de Vichy, limonada, etc. El quinto día, por la mañana, en vista de que la curva térmica está formando una horizontal, por encima de 40°, y de que no hay me- joría notable en el estado general, me afirmo en mi diagnóstico de fie- bre amarilla y procedo á extraerle 30 ce. de sangre de la vena del plie- gue del codo y se los inyecto bajo la piel del vientre. En la tarde del mismo día la temperatura baja un poco, á 39°8, y hay un alivio del dolor epigástrico. Sin más tratamiento que bebidas más ó menos indiferentes, al oc- tavo día la temperatura llega á la normal, y el individuo sale cura- do en los primeros días de junio. Es <le notar, en este caso, que á los signos congestivos del comien- zo, se añadió después una bradieardia relativa, que puede fácilmente apreciarse, comparando las curvas térmica y esfígmica, anotadas en la carta adjunta. Esta persona salió» después fuera de la población: de modo que no me ha sillo posible averiguar si en la convalescencia ha presentado albúmina en su orina. A !<>s tres casos anteriormente relatados, debo añadir los de dos oficiales del ejercito, que trato por este procedimiento, en Esmeraldas, en el mes de abril: pero que, por circunstancias que no debo aquí ex- presar. no pude recoger su historia clínica. So trataba de enfermos cuyo diagnóstico de liebre amarilla estaba perfectamente claro, á los 244 cuales atendí en asocio del doctor José Darío Moral, entonces mi com- pañero de labores sanitarias en esa ciudad. Dichos dos enfermos mejo- raron rápidamente después de las inyecciones de su propia sangre. Uno de ellos tuvo un abceso de la pared del vientre, debido al medio séptico en que trabajábamos. ¿Todos los casos de liebre amarilla que he tratado por la auto- hematoterapia, han salvado?-Nú, señores,-Queriendo probar hasta qué punto puede actuar este procedimiento, lo he puesto en práctica en dos casos en los cuales el pronóstico era desesperado, Fno de ellos fué también en Esmeraldas, en donde un oficial de alta graduación me su- plicó le hiciera la inyección de sangre á su asistente, que acababa de ingresar al Hospital en estado agónico, en coma, con pulso filiforme y las extremidades frías. Lo hice por ceder á las instancias del menciona- do oficial, advirtiéndole que nada podía beneficiar al enfermo porque la circulación periférica ya no se realizaba. Pocas horas después, el asis- tente falleció. El otro caso fué en el Lazareto de esta ciudad, Esta es su his- toria; OBSERVACION CUARTA,-FIEBRE AMARILLA (No. 14-de 1914-del Archivo del Lazareto) María N, González, natural de Ambato, de 33 años de edad, la- vandera; ingresó al Lazareto el 3 de febrero, en estado de coma, pulso incontable, extremidades frías, ictericia bastante manifiesta. Se pudo recoger una pequeña cantidad de orina, en donde se comprobó la pre- sencia de albúmina. Temperatura 38°9. Lengua de aspecto tífico. Vó- mitos negruzcos. Se queja al palpamiento del egigastrio. Hay me- lena. Después de dudar un momento, me resuelvo á la defensa de este caso, y le extraigo 15 ce. de sangre de la vena, que se le inyectan en la pared abdominal. Algunas inyecciones estimulantes mejoran algo el estado general, en la tarde del mismo dia. El 4 amanece mejorada. El pulso está algo más fuerte y se le pueden contar 82 pulsaciones al minuto, regulares. Temperatura de 39°. Continúa la melena y los vómitos negros. Sólo lia orinado 200 ce. y tiene un gramo de albúmina por 1000. Se le vuelve á extraer sangre de la vena y á inyectarla en la pared del abdomen. Febrero 5: El pulso está de fuerza normal y late 82 veces al mi- nuto. La temperatura continúa haciendo una tabla de 39°. Orina 500 cc. y 50 centigramos de albúmina por litro. La melena ha cesado. El examen de la sangre periférica no denuncia la presencia del hematozoa- rio. El 7 la enferma parece curada. El pulso es fuerte, regular. 78 al minuto. La temperatura es normal. La ictericia ha disminuido nota- tablemente, y ya pienso que se trata de un éxito: pero el día 8. por la tarde, la temperatura cae bracamente á 30°, el pulso se pone frecuen- te, de 90, y las extremidades se enfrían. Fue .una hemorragia in- 245 testinal que se produjo y se llevó á la enferma en pocas horas, sin que fuera posible contenerla. Debemos considerar que el presente caso ingresó agónico y que llegó á una notable mejoría. Fué sólo una de aquellas terribles sorpre- sas que nos reservan todas las infecciones, especialmente la liebre ama- rilla, la que produjo la muerte. Pero como no es mi intento presentar una brillante estadística, sino estudiar seriamente un procedimiento, cito este caso, que talvez pueda enseñarnos que la auto-hematoterapia no es provechosa en el estado hemorrágico de la fiebre amarilla. El AL'TÜ-HEMATOTERAPIA EN LA PESTE Por esta misma época, teníamos en el Lazareto de poste varios enfermos, entre los cuales había una niña de 9 años, llamada Amanda Lozada, que ingresó el 15 de Febrero en estado grave, en el segundo día de enfermedad: se le inyectaron fuertes dosis de suero. En los días siguientes se continuó enérgicamente el tratamiento habitual, seguido después de inyecciones de colargol; pero, como puede verse en la carta adjunta, la temperatura continuaba oscilando en los alrededores de 39°. Tuvo una caída brusca la curva térmica; pero volvió á ascender, y se presentaron, entonces, signos de septicemia; manchas rojas en la piel, vesico-pústulas cargadas de coco-bacilos, que fueron demostrados en las preparaciones hechas por el señor Rosales. En una palabra, era la sep- ticemia eruptiva de la peste, bien descrita entre nosotros por el señor Jorge T. Larrea, y que tiene un pronóstico fatal. En esta niña la erup- ción comenzaba ya á ser confluente y el bubón tenía enormes propor- ciones; cuando, recordando los éxitos obtenidos en la fiebre amarilla, creí factible proceder en este caso de un modo semejante: tanto más, cuanto que el suero no podía reportarnos ya ningún beneficio. Le ex- traje entonces 20 cc. de sangre de la vena y so los inyecté en la ve- cindad del bubón, en la región crural. Con grata sorpresa vi que, no sólo el bubón disminuyó de volu- men, de un modo notable, sino que también las pútulas se fueron se- cando y que la temperatura fué descendiendo en los dias subsiguientes, hasta llegar á la normal. Después, el bubón supuró; pero eso no impor- taba, ya la enferma estaba curada. Salió completamente restablecida el 2 de Abril. Para apreciar el verdadero valor de la anterior observación, es ne- cesario tener en cuenta que la erupción de pústulas pestosas comporta casi siempre un pronóstico fatal: sobre todo, cuando, como en el presen- te caso, la erupción es abundante, casi confluente, pues revela un esta- do gravísimo de septicemia. Envalentonado por este resultado, me atreví á tratar un caso de peste, sin suero y solamente por la auto-hematoterapia. OBSERVACION SEXTA-PESTE BUBONICA [Xo 72-de 1014-del Archivo del LazarenoJ Carmen Campoverde, de 25 años, cocinera, robusta, ingresó el 23 de Febrero, con 40°4 de temperatura, en estado grave, bastante postra- ción, bubón grande en la región crural derecha. Con las precauciones 246 del caso, se le inyetaron 20 ce. de su propia sangre, en las vecindades del bubón. El 24,1a temperatura bajó á 39°; pero el 25 por la tarde, volvió á ascender á 40u. El 20 se le hizo una nueva inyección de sangre de 20 ce. El 27 la temperatura cayó por verdadera crisis y la enferma sa- nó, después de sufrir la supuración del bubón. Esta observación tiene semejanza con la primera de fiebre amari- lla, por cuanto en ambas, la enfermedad es claramente influenciada de un modo favorable, por dos veces consecutivas, á favor de la autohemato- terapia. Sin embargo, de lo expuesto, estos dos únicos casos de peste no me autorizan para asegurar nada definitivo con respecto ai procedimien- to en esta enfermedad. Como he dicho anteriormente, los trabajos sanitarios, .y talvez otras causas, han hecho disminuir las epidemias, á punto que no encon- trando ya campo en qué seguir mi investigación, me dirigí al Hospital para ver si encontraba allí algunos casos de otras infecciones agudas que tratar por este nuevo procedimieto. Con la bondadosa ayuda del interno señor Rosales, he aquí las historias de los casos: OBSERVACION SEPTIMA PNEUMONIA DEL LADO IZQUIERDO Francisco Rodríguez, de 18 años de edad, natural de Riobamba, ingresó al Hospital el 27 de Junio. Ha padecido de viruela y saram- pión, en la infancia: en la juventud, de furunculosis, según parece, y, úl- timamente, de paludismo, tomado en el Milagro. Hice (pie hace ocho días, después de un baño, sintió un fuerte escalofrió, seguido de liebre y de una punzada en el costado derecho, cefalalgia y postración gene- ral. El día de su ingreso al establecimiento estaba disneico, las con- juntivas hiperhemiadas, así como la mitad izquierda de la cara. La ins- pección del tórax revela inmovilidad y ensanchamiento del laño derecho, el cual está deformado por fracturas mal consolidadas de las costillas de ese lado. Dice (pie eso se debe á un golpe (pie recibió cayendo de un árbol. A la auscultación del mismo lado derecho revela sintonías congestivos en el vértice-inspiración ruda y expiración prolongada-y en la base algunos estertores mucosos. En el lado izquierdo se oye un soplo tubario en el tercio medio del pulmón, sin estertores, broncofonía. Los demás órganos no presentan lesión apreciable. Practico en este muchacho, por tres veces, la a uto-hemat oterapia, la cual tuvo acción favorable, tanto sobre la temperatura, como sobre el estado local del pulmón, pues en pocos días el soplo llegó á desaparecer casi por completo, sin mas tratamiento que el indicado y unas bebidas anodinas. 247 OBSERVACION OCTAVA PNEUMONÍA DEL LADO DERECHO Benigno Quesada, natural de Azoguez, jornalero; ingresó al Hospi- tal el 3 de Julio. Según los datos que nos proporciona, parece que se encontraba en el curso do una afección gripal, cuando por la sed inten- sa que tenía, tomó un vaso de una bebida helada, después de lo cual sintió un dolor agudo en el costado derecho, al nivel de la tetilla, y fuer- te escalofrío seguido de liebre alta y de postración. El día de su ingreso está efectivamente muy postrado, facies hipo- crática, respiración superficial; pero el pulso está todavía fuerte. En (il pulmón derecho se encuentran signos característicos de una pneumonía. En el izquierdo, respiración suplementaria. El corazón mar- cha bien, lo mismo que los demás órganos importantes. Se practica la auto-hematoterapia, con exclusión de otro trata- miento activo, y el enfermo sale curado el 13 del presente mes. OBSERVACION NOVENA PNUEMOXIA DEL VERTICE DERECHO Sebastián Arias, indígena de 45 anos, natural de Cuenca, jornale- ro; ingresó al Hospital el 2 de Julio. En la infancia tuvo viruela y sarampión. Confiensa hábitos alco- hólicos y dice (pie ha sufrido de paludismo. Refiere (pie hace varios días, estando en el trabajo, so sintió mal y tuvo (pie abandonar la faena. Al día siguiente regresó al trabajo y volvió á sentir malestar y fiebre, acompañada entonces de un violento y largo escalofrío y de un dolor en el lado derecho, al nivel de la cla- vícula. Dice (pie no recuerda cómo fue traído al Hospital. Al examinar á este enfermo se encuentra la cara bastaste hiper- hemica, cianótica, lo mismo (pie las extremidades, disnea intensa, pulso frecuente y violento: la auscultación del corazón muestra una acentua- ción de los segundos ruidos en la baso. En el examen del aparato bron- co-pulmonar encontramos signos do una pneumonía del vórtice derecho, en segundo período -soplo tubario, estertores crepitantes, broncofonia. Este caso no fue feliz, á pesar de (pie los signos de gravedad amen- guaron un poco en los tres primeros días de nuestro tratamiento: pero después, el pulso comenzó á perder fuerza y hube de suspender el trata- miento iniciado, recurriendo, entonces, á los estimulantes y á los toni-car- diacos, que tampoco dieron resultado. El individuo falleció el día 10. Después do todo lo que acabo do exponer, no me parece posible llegar á mejor conclusión que: «la auto-hematoterapia es un tratamien- to que merece estudiarse detenidamente porque puede ser útil en mu- chos casos de infecciones agudas». 248 DISCUSION: DR. CHIRIBOGA: Reconoce el mérito del trabajo del doctor Pareja, sobre todo, en lo relativo á fiebre amarilla, y recomienda es- pecialmente el tratamiento para nuevos ensayos. DR. CUBILLO: Hace muchos años ha visto trabajos de au- toseroterapia verificados por un colega, especialmente en la pneumo- nía; confía en que se sacará grandes ventajas de este método de cu- ración y tributa un voto de aplauso al doctor Pareja. Ulcera del duodeno PERFORACIÓN-PERITONITIS AGUDA POR EL DR. WENCESLAO PAREJA El 5 do Setiembre del presente año, ingresó al Hospital General, al servicio clínico del doctor Julián Coronel, un individuo llamado José C., de 45 años de edad, de constitución robusta, en estado de suma postra- ción, quejándose de intenso dolor en el abdomen. Relien» que el día 3 por la tarde, al regresar del trabajo, bebió un vaso de agua y sintió brus- camente un dolor intensísimo, que él localiza en el epigastrio y que, se- gún su expresión, le correspondía atrás, á la región inter-escapular. Es- te dolor, que no ha desaparecido desde entonces, fue seguido de vómitos alimenticios algo abundantes, pero actualmente sólo le quedan náuseas secas. Este sujeto es, desde hace 15 días, conductor de los tranvías eléc- tricos; niega haber recibido ningún golpe, ni siquiera leve. Dice que no ha sufrido de trastornos digestivos importantes; algunas veces ligera aci- dez, llamada vulgarmente «vinagrera». No ha habido constipación ha- bitual, cólicos, ni diarrea, etc. 249 Niega la sífilis, de la cual no se encuentran estigmas apreciables- Posteriormente he podido averiguar que este hombre era un alcohólico entusiasta Examinándolo se encuentra: vientre meteorizado, tenso, uniforme- mente doloroso: pero no mucho. Pérdida de la macicez hepática. Tem- peratura rectal 38°6. Extremidades frías. Pulso 124 al minuto; pero regular y de tensión casi normal. Un poco de disnea. Ligera congestión de ambas bases pulmonares. Los demás órganos no presentan altera- ción apreciable. Pocas horas después el individuo falleció. Practicada la autopsia por los internos señores Vera ó Hidalgo Nevárez, se encontró una peri- tonitis aguda generalizada, debida á una perforación de la primera por- ción del duodeno, la cual correspondía á una úlcera del mismo, á un centímetro por debajo del anillo pilórico. La úlcera era casi perfecta- mente circular, de bordes engrosados y callosos. He creído útil consignar este caso por la ausencia de síntomas anteriores aparentes de úlcera duodenal avanzada. Hechos semejantes han sido consignados por varios autores [Dieulafoi, Mathieu, etc.J Hidroterapia POR EL DR. VICENTE QUEVEDO Razones «á priori», bien asi como el fruto de la experiencia, ma- nifiestan palmariamente que el tratamiento de las enfermedades por el empleo de los agentes físicos, el calor, la luz, la electricidad, el magne- tismo, los medios mecánicos, es preferible á la aplicación de los medica- mentos propiamente tales, cuando se da un caso patológico en que se halla indicado promiscuamente el empleo de esos recursos. El resulta- do inmediato, es ig tal en el uno como en el otro caso: la cesasión del trastorno funcioi al; pero en el segundo aparece un fenómeno consecu- tivo que representa un elemento extraño en la escena: el efecto secunda- rio causado por el agente medicinal. Este exita las energías latentes del organismo, y determina, por tanto, cierto desgaste en ellas, que se manifiesta á la conciencia del paciente ó á la observación del medico, por modificaciones perceptibles. Esa modificación es algo específico, al- go que se traduce en el «modus operandi» de un órgano, ó en el mo- vimiento solidario de todos los elementos figurados del mecanismo vi- viente. Ese cambio constituye la acción fisiológica del medicamento y representa la base de la clasificación de los agentes que com- ponen el arsenal terapéutico. En la acción de los agentes físicos sobre el organismo humano, ho observamos efecto consecutivo ó secun- 250 dario, porque dichos agentes concurren á titulo de causa, y son así mis- ino efecto, <lel movimiento incesante de los elementos figurados del- or- ganismo, en el ejercicio de las operaciones vitales. Son efecto de (días, porque el movimiento molecular en la trama organizada obedece á la ley general cósmica, en cuya virtud, la actividad de los elementos mate- riales reconoce como equivalente el desarrollo del calor y de las demás energías materiales, ó mejor dicho, de las demás formas de la energía viviente, esas formas de la energía solicitan las acciones específicas de las moléculas orgánicas, para que cooperen al concierto de la actividad general del organismo. Luego, pues, si esos agentes lisíeos son conna- turales con el ejercicio de la sustancia organizada, carecen de acción se- cundaria cuando se acude á la aplicación por medios artificiales, sobre el mecanismo orgánico en estado de enfermedad. Colígese de lo expuesto, la importancia de la aplicación de los agentes naturales considerados como medios terapéuticos, y la gran ven- taja que ofrece el empleo, con tal fin, de agentes cuya intervención es natural al funcionamiento del organismo. Para desarrollar en una región de ésto el grado do calor de que se ha menester con un fin terapéutico, es menester excitar el ejercicio de la energía latente de ella, lo que trae como resultado el incremento de la acción que solicita las partículas orgánicas, y consiguientemente, el desarrollo del calor. El modo ó forma de la acción excitadora, varía mucho; pero el que ordinariamente se emplea, por las señaladas venta- jas que ofrece sobre los demás, es el del agua á temperatura muy infe- rior á la del organismo. El frío, sabemos, no representa una entidad positiva: aplícase el ca- lificativo de frío á un objeto (pie se halla á temperatura tan inferior á la normal del organismo humano, que causa impresión desagradable. Este grado de temperatura es el punto de partida para determinar el grado de un objeto en mira de la acción que causa en nuestra fa- cultad perceptiva: llámase caliente, si alcanza un grado superior á ella, y frío, si ese grado es inferior. La acción del frío sobre el organismo humano es compleja. Xo es solamente medio (pie excítalas energías orgánicas y trae en pos desarrollo de calor por el incremento aportado á éstas. El frío estimula la facultad sencitiva de los órganos, obrando sobre la función nerviosa en ellos esta- blecida. Bajo la acción del frío, ésta recibe una impresión conmititiva (pie obra igualmente sobre las vías centrípeta, fenómeno (pie trae consigo el desarrollo de reflejos. Bajo ese supuesto, es fácil apreciar el acopio de energías (pie la impresión del frío concede á los organismos desfalle- cientes. Ea acción del agua sobre el organismo, en virtud de la compleji- dad de que acabo de hacer mérito, no se limita á llevar consigo un gra- do de temperatura muy por debajo de la normal del organismo: actúa sobre la cubierta cuticular de la piel, la reblandece, penetra en sus grietas, en lo más pronfundo de sus anfractuosidades, y, por último, desempeña el pa- pel de tabique separador de dos masas líquidas sometidas á las fuerzas osmóticas. Este punto no ha sido, que yo sepa, suficientemente diluci- dado por los íisiologistas. Algunos sostienen la permeabilidad del te- gumento á los líquidos (pie lo bañan, en cuya virtud, es fácil provocar la penetración del agua y de los sólidos solubles en ella, al torrente cir- culatorio. Hay quienes admiten la impermeabilidad del tegumento á to- dos los líquidos, y sostienen que en el baño obra únicamente la tem- 251 peratura del agua. Parece, sin embargo, que si el contacto de ésta con la piel es suficientemente prolongado, se establece una corriente osmó- tica, mediante la que penetra el contenido salino de las aguas minerales, al torrente de la circulación, pues de esa manera se explicaría la ac- ción de esas aguas en varias enfermedades internas cuando no se hace uso simultáneo del agua en bebida. Se explicará asi mismo, la causa del desarrollo de la sed subsiguiente á los baños bajo determinadas formas y condiciones, admitiendo (pie entonces la corriente exosmótica supera á la endosmótica, en cuya virtud, el vehículo acuoso de los sólidos (pie componen la masa de la sangre, ha sufrido menoscabo cuantitativo. Esa interpretación de la causa de la sed en esas circunstancias es más acep- table (pie la teoría nerviosa. Siendo tan vasta la esfera de acción del frío sobre el mecanismo orgánico, era natural (pie desde muy antiguo se probase su aplicación á la práctica de la medicina, y efectivamente, la historia del movimiento científico medico da á conocer ('1 grado á (pie llegaron esas tentativas. Como el empleo de una cosa útil trae consigo exageraciones en el juicio que acerca de él van formulándose con el transcurrir del tiempo y la insistencia en la observación de los efectos subsiguientes á su acción, el descrédito sobre el valor de esos efectos es consecuencia de esas exage- raciones. Así ha sucedido en lo relativo á la historia de la acción me- dicinal del agua fría: dicha historia es una sucesión de entusiasmos y desfallecimientos. Mas, descartando lo imaginario que esa historia nos presenta, no será difícil juzgar acerca de los beneficios que pudieran es- perarse de la aplicación de ese medio en determinados casos patológicos, y principalmente, empleada como agente higiénico y protilático duran- te la época del desarrollo orgánico, mental y efectivo del individuo. Los autores que se ocupan de la materia que constituye el tema de esta pequeña disertación, definen la hidroterapia: el método terapéu- tico que tiene por fin inmediato obtener un proceso reaccionario. Este proceso pudiera afectar á la generalidad del organismo, ó quedar limi- tado á una parte de él; pero por lo regular, aun cuando la acción pues- ta en práctica para despertar el efecto reaccionario, se limitase á una parte del organismo, ese efecto se haría ostensible á distancia y enton- ces, por lo regular, la reacción se generalizaría. Esta, enseñan los clásicos, ofrece tres formas; la reacción de sensibi- lidad; la reacción circulatoria, y la reacción térmica. Juzgo que los dos últimos fenómenos son consecuencia natural del primero, y, por ende, obtenido este, seguirán los otros. Distínguese también, la acción del agua fría sobre el organismo, de la del agua tibia, y de cada una de las dos ropecto del agua caliente. Esas acciones son, en efecto, muy distintas entre sí; pero si es verdad que los autores comprenden bajo el epígrafe < Hidroteropia» los procedimientos cu- rativos mediante el empleo del agua á todos los grados de temperatura que puede soportar el organismo, mi toma se limita á hablar someramen- te acerca del frío obtenido mediante la aplicación del agua, deteniéndome acerca de la importancia del método antiguamente llamado alterante, diri- gido á modificar la contextura de la trama organizada en la etapa del desa- rrollo. Las aplicaciones del agua fría, en mira de obtener un efecto reac- cionario, se realizan mediante duchas generales y locales, paños mojados, afusiones y aparatos dispuestos en tal forma, que el agua, sin tocar el te- 252 jumento, circula constantemente en accesorios tubulares aplicados á él. El fin primordial de esas aplicaciones, fue antes expuesto: consiste en des- pertar la acción nerviosa general ó local, á objeto de que vengan á conti- nuación la acción tónica en el movimiento circulatorio de los líquidos orgá- nicos, y el efecto térmico. En suma, el propósito del práctico en ese gene ro- de recursos medicinales, es la obtención de la tonicidad orgánica. En mérito de la observación vulgar, no que como resultado del progreso cien- tilico sobre la materia, sábese que las aplicaciones de la ducha fría general trastornan el modo de ser orgánico del individuo, cuando se la emplea oportunamente y con constancia: modifica profundamente formas misera- bles de constitución orgánica, y aporta elementos valiosísimos de vida. Eso respecto del uso de ese agente como medio de reconstitución del organis- mo: ahora, pues, relativamente á su poder curativo, su acción es manifies- tamente favorable en los casos de histeria, neurastenia, la anemia, las convalescencias difíciles y prolongadas, en suma, siempre que el vigor orgánico se halle sometido á menoscabo. La acción del agua fría sobre la red nerviosa esparcida en el te- gumento y la mucosas que son accesibles á osos medios de tratamiento, es inmensamente más favorable cuando de manera previa se excita por el calor la vitalidad de la parte, ó la general del organismo, según se trate de la aplicación localizada de la ducha fría, ó del baño general de lluvia. Efectivamente, la alternativa del calor y del frío, al cual subsiga el desarrollo de un grado suficiente del primero, es recurso de inmenso poder en los casos frecuentes y muy variados de postración nerviosa general, y la aplicación local bajo esa forma, es la base de la ducha escosesa. Muy sensible es, por cierto, que en el Ecuador, la hidroterapia no haya adquirido el desarrollo que en otros países, menos sujetos que el nuestro á rémoras impuestas por prejuicios populares ó un es- píritu de prevención injustificable. Tiénese aquí por cierto que la pul- monía es efecto de una impresión violenta de frió sobre el tegumento en estado de excitación sudorosa, y se le concede tal importancia á ese agente etiológico en el desarrollo del trastorno pneumónico, que la ge- neralidad de las personas esclavas de un régimen severamente higiéni- co, se abstienen absolutamente de someterse á la menor impresión del frío, aún cuando no se hallen en estado de sudor, porque temen que en pos de esa impresión actuada en cualquier punto del tegumento, por distante que se halle de la caja toráxica, sea seguida de desarrollo inflamatorio de los pulmones. No ven en el curso de esas etapas fenoménicas sino la acción del frío, aun cuando no se hallan en condiciones de explicar esa ac- ción por el desarrollo del reflejo. En consecuencia, hablar de la aplica- ción del frío sobre la caja toráxica en casos de pneumonía á esas per- sonas, sería atraerse el peligro de perder de hecho el terreno (pie se hubiere conquistado en el ejercicio profesional. En el establecimiento de la cura hidrátrica para atender á los enfermos de fiebre tifoidea, el público no pone tantos obstáculos y resistencias como en el caso ante- rior, y no se generaliza el empleo de ese método como sería de desear por las dificultades que para ello se encuentran, dependientes del esta- blecimiento de ciertos detalles de instalación, que no están al alcance de todos los enfermos, y por la técnica de las maniobras especialmen- te, que pecan por lo molestas y prolijas. El punto en que deseo detenerme por la extraordinaria impor- 253 tancía que ofrece en obsequio de la rehabilitación de las energías or- gánicas en las personas de constitución miserable, y de la vigorización de la vida psíquica, consiguiente á la de la vida material, es el empleo del baño ruso, el cual se basa en la acción altamente benéfica del agua fría cuando el organismo se encuentra en actual movimiento de excita- ción, (lependiente de una atmósfera calorífica á que se baila sometido el individuo. En este caso obran igualmente los prejuicios populares, en cuya virtud el cliente encuentra inexplicable que el frío represente un medio de acción ventajosa cuando el sujeto se halla sometido á tempe- ratura elevada, tal, que provoca el desprendimiento de sudores copio- sos. Créese ordinariamente que la suspensión brusca de ese movimien- to reaccionario por aplicación del frío, determinaría en el organismo un trastorno mortal. Cumple, pues, al médico laborar eficazmente para que se disipen esos temores, y el cliente se someta á la aplicación del baño ruso, el cual sería la puerta por donde penetraría á un campo de- purado de recelos y prevenciones. El primer baño sería el pasaporte pa- ra la aplicación de los demás. Para apreciar la verdadera importancia que la aplicación de esos medios higiénicos ofrecería en el Ecuador, basta tomar en cuenta que este país, por su situación geográfica y su accidentación corográfica, in- fluye eficazmente en el constitutivo psíquico de sus moradores. Pese á nuestro amor patrio, hemos de confesar que el temperamento dominante del ecuatoriano, es un nervosismo fomentado por desfavorables condicio- nes de alimentación, y la ineipiencía en el desarrollo do la vida social. Militan en apoyo de estos factores nuestras condiciones étnicas, y el es- caso roce que nuestra población ha sostenido con la extranjera ilustrada. Sobre aquella, se cierne la sombra fatídica de la degeneración de la ra- za aborigen: elemento retrógrado, hace por contener el movimiento de avance del carro de la civilización. Obra más eficazmente quizá, en el estacionansmo de este país en la ruta del progreso, las especiales con- diciones que imprimen á éste su situación geográfica, y la conforma- ción de su suelo, por el levantamiento de la cadena montañosa de los Andes. Cosa fuera de duda es que en los países extratropicales, la al- ternativa de las estaciones, en cuya virtud las variaciones de temperatu- ra se suceden cada tres meses en el año, obra poderosamente en el mo- vimiento evolutivo del organismo viviente; consolida el fondo y se tem- plan las energías orgánicas, conforta la estructura material organizada concediéndole medios de resistencia á la acción de las causas perturba- doras. Esa consolidación, prepara la base en que evoluciona el desarro- llo del ser inmaterial del sujeto; soplo ardiente de vida: toque especifi- co, á cuyo derredor se agrupan otros factores, moviéndose de consuno al constitutivo de la individualidad. En este medio climatérico, el es- píritu público hecha su mirada á horizontes más amplios que aquellos en que se desarrolla el programa formulado contemporáneamente. El porvenir se bosqueja en lontananza, acariciado por el genio que trae consigo el tesoro de la prosperidad nacional. Aquí, en estos tempera- mentos climatéricos, las aspiraciones del espíritu individual y colectivo, aparecen como atrofiadas por obra de la monotonía incesante de las impresiones que causa una temperatura oscilante en pocos grados del que representa el promedio climatérico, Menester es buscar la acción de un agente que reemplace en nuestros países á la que en los extra- tropicales determina la alternativa de las estaciones. Ese medio consiste, en mi humilde concepto, en la observancia de un régimen higiénico 254 bien reglamentado, puesto en práctica con constancia, en el cual, la no- ta saliente consista en la aplicación del baño ruso. El efecto del frío, cuando el organismo se halla en estado de excitación, es grandemente benéfico, máximo, si después del bino se somete el sujeto á maniobras masagísticas. A las personas excesivamente nerviosas pudiera sometérseles, en las primeras sesiones, al baño mitigado, que consiste en someterlas á la acción del agua á temperatura igual á la en que éste se encuentra, y deprimir ésta gradualmente, basta que llegue á la de diez grados. En los climas cálidos, es fácil llegar á la técnica clásica del baño ruso, por- que el alza de la temperatura climatérica contribuye á que se verifi- que la reacción: en los climas fríos, la obtención de ese resultado exige constancia y práctica sostenida: pero, en cambio, una vez alcanzado, los resultados son notablemente benéficos. Los efectos del baño en la forma prescrita por la práctica llama- da rusa, producen efectos de tal manera saludables, que el sujeto que se somete á él en la época del desarrollo, lleva consigo en el curso de su existencia recuerdos sumamente alagueños. Para apreciar el modo de obrar de ese agente higiénico y curativo, es menester considerar que la piel se halla en estado de turgencia, cuando el bañista se somete á la temperatura elevada de la estufa. Diríase que la energía vital se es- parce en la periferia del organismo, en donde el vigor circulatorio se acentúa de manera manifiesta, y con él las operaciones de composición y descomposición físico-químico orgánicas. Es verdad palpable que la acción del frió ha de ser tanto más tónica, dentro de determinados li- mites, cuanto esas manifestaciones «le la reacción periférica á la tempe- ratura elevada de la estufa alcance grado mayor. Entonces, dicha ac- ción ha de imprimir vigor intenso al troficismo de la red nervioso di- fundida en el tegumento, impresión que retrocederá en dirección centrí- peta á las interioridades del organismo, en especial, á los centros del aparato nervioso, de donde ha de volver á todos los puntos de la tra- ma organizada. Concluyo, señor Presidente, esta exposición, volviendo á insistir acerca de la inmensa importancia que la hidiatría, como medio higiéni- co, ofrece en la metodización del desarrollo orgánico del niño y del jo- ven, medio que. como expresé antes, reemplazaría en este país á la ac- ción notablemente favorable de la alternativa de las estaciones, al des- arrollo orgánico, sobre el cual se constituye un fondo psíquico apto para recibir y desarrollar la simiente de una educación moral, mental y reli- giosa, en consonancia con el destino importantísimo á que el individuo está llamado en su país. La ciencia no es un raudal de verdades, tin- tantes en el campo de la especulación, no. Ella ilustra la mente, y ofre- ce, en su aspecto práctico, en sus tiñes de aplicación, abierto el cami- no para que el colectivo social y las unidades psíquicas que lo integran, se muevan á la obtención del objetivo en que se cifran sus aspiracio- nes. Medio eficaz de dirigir con acierto esc' movimiento, es laborar por la conservación de la salud de la juventud que se levanta, es abrir la ruta á la consecución de esc fin, vigorizar los organismos jóvenes que representan el nervio del cuerpo social. La ciencia médica y la higie- ne nos ofrecen medios de procurarnos ese resultado proficuo, y cumple á 255 los representantes de la superioridad en todas las esferas déla vida públi- ca, conseguir ese fui. grandemente proficuo á la prosperidad de nues- tra patria. Historia de la medicina ecuatoriana POR EL DR. SAMUEL MORA Y MARTINEZ Director del Dispensarlo No, 1 de la Sociedad Protectora de la Infancia ÉPOCA INCAICA Si en el antiguo continente el origen de la medicina apenas se es- fuma en la penumbra secular de la leyenda, con cuánto mayor razón el de la medicina ecuatoriana, cuyo tópico sólo pretendemos desflorar, El libro más antiguo sobre medicina apareció en la India con el titulo de Ayurveda , cuyo autor fue Sucruta, que vivió 1.500 años an- tes de Jesucristo. Homero en sus poemas épicos de «La Iliada» y «La Odisea» habla de la cirugía representada por Machaón. Después de una larga noche de barbarie nacieron las ciencias en el occidente europeo y con ellas también nació la medicina dominada aún por las doctrinas árabes propaladas por Avicenna. Lo poco que se sabia era revelado por la tradición; de esta éra pasó al manuscrito y de éste al infolio. Hasta mediados del siglo XV (1.400) no vino el libro impreso con la invención de la imprenta en la intelectual Alemania. Hubo una fuente inagotable donde pudieron haber abrevado la sed de sabiduría los occidentales del continente europeo, si la barbarie no la hubiese agotado completamente: hablo de la Biblioteca de Alejandría (1), instituto de enseñanza pública establecido desde 331 años antes de Jesucristo; 00 años después de inaugurada, fue destruida en parte por el fanatismo, yen el siglo Vil | 641 | de la era cristiana, cuando Ale- jandría fue sitiada por los árabes, éstos la destruyeron completamente, datando desde entonces la decadencia de la erudición griega, conserván- dose sólo en Constantinopla un resto de ella, como único sitio para ins- trucción de los cristianos. Descartados los tiempos prehistóricos, inclusive la laguna dejada por la destrucción de la biblioteca de Alejandría, el tiempo suelda el eslabón roto de la cadena con el advenimiento del anciano de Cos en Grecia, cuyas inmortales obras sirven todavía de clave á los sabios de hoy y han alcanzado el honor de numerosas ediciones en griego, y latín, en alemán, en francés y en español: Hipócrates no mori- rá, vivirá lo que vivirán sus obras, hasta el ocaso del sol de los tiempos, pues filé él el fundador de la medicina científica, el clásico para la me- (1) La Biblioteca de Alejandría constaba de 590.000 volúmenes. 256 dicina práctica y la cirugía, no obstante la remota data de su glorioso florecimiento ¡430 abosantes de Jesucristo! Viene el siglo XV (1.492) yes descubierto nuestro continente, que sino era un cadáver, dormía en profundo letargo, cadáver que despertó al conjuro de un hombre, de un español, de un genio cristiano. ¡Colón ! Y ¿qué tiene que ver la medicina con este descubrimiento? Que el médico fué un factor importante de él y desempeñó un pa- pel digno de toda loa. «Pocos se han fijado en las instituciones de A vicenna, escasos han sido los comentadores de las cartas que el médico florentino Toscanelli dirigió ¡i Colón: no se cita una vez tan sola en las «Historias de la Me- dicina» que sirven de texto en nuestras Universidades y andan en ma- nos de los futuros doctores, el nombre del nunca bien ponderado Garci Fernández, médico titular de Palos de Maguer, que asistió á las primeras entrevistas de Colón y el prior de la Rábida, en calidad de «Perito»; apenas si alguno conoce la curiosísima carta digna do encomio, por diver- sos motivos, que el doctor Sevillano Chanca, compañero y médico de Co- lón en su segundo viaje á las Indias,* dirigió al cabildo de su ciudad na- tal: y están casi olvidados los nombres de los médicos que acompañaron al almirante en su primer viaje». (1) 1 «El martes 3 de agosto del año de 1492 salió Cristóbal Colón del puerto de los Palos, en Andalucía, mandando una expedición compuesta de tres buques y con la cual descubrió la primera tierra del Nuevo Mun- do el dia 12 de octubre del citado año. Formaban la tripulación hábiles marinos y el médico Garci Fernández, único profesor de medicina que fi- gura en los viajes de Colón», (2) El descubrimiento de la imprenta nos (lió los primeros libros sobre medicina y sus primitivos tórculos crujieron para convertir en «cuarto» el manuscrito «infolio» de los tiempos anteriores á él. Y el descubrimiento de América nos los trajo acá. Cataloguémoslos: «Anatomía».-Por Amusco (Valverde), Roma, 1556, infolio traducido en latín y en italiano en 1607. < Fisiología».-De restitutione Christianismi, Viena, 1543, en 8o por Miguel Servet, español que descubrió la circulación de la sangre: fué acu- sado como hereje y quemado por Calvmo en Génova. Harvey completa el descubrimiento en 1619. «Higiene». Amusco (Valverde) Salud del cuerpo y del alma, 1552- París, en 8°. «Medicina».- Avicenna, Canon tn latín, Venecia, 1507 en 4o. «Cirugía» Ayala, Principios de Cirugía, Madrid, 6 2, en 4o; Serena, Curso nuevo de Cirugía, Madrid, 1700, en 8o. «Obstetricia»-Zapata, De la operación del parto cesáreo, Madrid, 1730, en 4°. (1) Una noticia histórica sobre la eficaz influencia que la medicina tuvo en el descubrimiento de América. Folleto escrito por el doctor Ca- latraveño, médico residente en Madrid, año 1892. (2) Memorias para la historia de la medicina en Santafé de Bogo- tá, escritas por Pedro María Ibáñez, Bogotá, 1884. 257 «Materia Médica»-Costa, Tratado de las drogas y medicinas de las Indias orientales. Burgos, 1578, 4o. «Farmacia Farmacopea madritenses, Madrid, 1739, en 4o. «Medicina legal Valle, Chirurgia Forensis, Madrid 1796; Fonte- cha- Diez privilegios para mujeres prennantes, Alcalá, 1606. «Obras de Hipócrates»-Lomos- Judiccei oper, magni Hupp,-lib- unus, Salamanca, 1088; Aforismos en griego, París, 1784, 2 volúmenes en 8o. Ninguna de estas obras vino al Nuevo Mundo durante el período tormentoso de la conquista, cuyos expedicionarios ó «adelantados», mu- chos de ellos ni siquiera sabían firmar, dígalo sino Francisco Pizarro. También transcurrió más de medio siglo para que salieran á luz las primeras obras impresas, según lo manifiesta el orden cronológico de sus primeras ediciones. Fue en tiempo del gobierno de la colonia en que empezaron á lle- gar algunas y no antes, por la sencilla razón de que los «adelantados* con singulares excepciones, eran tan analfabetos como los aborígenes. Era. indispensable que hubiera primero centros de enseñanza para difundirlas. Según los datos históricos que tengo á la vista, la primera Escuela de Medicina fundada en América fue la de Méjico (1551), un siglo largo después de la invención de la imprenta: después siguió la de Lima (1621) casi un siglo después de la de Méjico: y después la de Caracas | 1721 |. El primer curso de medicina abierto en Bogotá fue en 1760. Al principio de este mismo siglo se abrió, también, en Quito la primera cátedra de me- dicina en el convictorio dé San Fernando. Obras sobre la Historia de la medicina en general»:-Desde fines del siglo XVII11696] se publicó la primera en Ginebra por Daniel Le Clerc, [clericusl, en 8o, que mereció varias ediciones por agotarse pronto: en Ginebra la 2a 11699 | en 4o; en Amsterdam la 3a 117021 en 4°: en Ams- terdam la Ia 1I723|correjida y aumentada, en 4": en La Haya la 5a, la me- jor de todas 117291 en 4o: fué traducida al inglés en Londres, por Drake en 1696, en 8°. Pero Francia, en París, «cerebro del mundo», no se sa- bia nada de un tópico tan importante, hasta que Casimiro Broussais, doc- tor en medicina, publicó su «Atlas Histórico y Bibliográfico de la Medici- na ó Historia de la medicina , en París, año 1834. Y esto, gracias á la casualidad, que puso en sus manos la obra del doctor Choulant, médico alemán, titulada «Cuadro para la Historia de la Medicina según el orden de las doctrinas , infolio escrito en Leipzig, año 1822. Pero ningún médico europeo (pie yo sepa, se había dado á la ardua tarea de huronear, coleccionar y traducir papiros, pergaminos é infolios en (pie se lee la historia de la Medicina en relación con el Judaismo, la Biblia y el Cristianismo: la medicina de la China, de la India y del Egip- to: la medicina griega y romana: la medicina de los Arabes y de España:la medicina en Francia; la medicina en Italia: la medicina en Alemania, la medicina en los Países Bajos y en el Norte: la medicina en la Gran Bre- taña. Bespecto a la histoiia de la medicina yanqui, muy poco hablan de ella Choulant y Broussais: al citar por orden cronológico la fundación de las principales Universidades, Escuelas de Medicina y Academias, ponen la de Cambridge como la primera fundada en Estados Unidos en el año de 1638, un siglo después de la de Méjico. Por incidencia citan la inven- ción del pararrayo por Benjamín Franklin, de Boston, en 1734, y el uso del cornezuelo de centeno en la práctica de los partos difíciles, proscrito hoy, por sus funestas consecuencias; el primero que lo usó fué Prescot de Mas- 258 sachussetts en 1814. ¡Al fin invención yanqui! que corre parejas con la vasectomía doble que practican en los criminales como medio de esterili- zación; y con la electrocusión, procedimientos bárbarosy criminales conde- nados por la ley y por la Iglesia en los países de la civilización cris- tiana. Esta obra colosal fue llevada á cabo por el ilustre médico alemán doctor Choulant. y allí estuviera todavía durmiendo el sueño de los info- lios, sino hubiera caído en manos del infatigable médico francés Casimiro Broussais, quien la tradujo y completó. Gracias á ambos, á dos dignísi- mos colegas, sé hoy el puesto importante que nuestra Madre Patria, Espa- ña, ocupa en la medicina desde antes del descubrimiento de la imprenta y desde antes del descubrimiento de América. Por las obras de ellos sé que desde fines del siglo X 19801 había ya Escuela de Medicina en Cór- doba, en el siglo XIII112221 en Salamanca y en Lérida: en el siglo XV 114101 en Valencia, en Toledo, (1499) y Alcalá 11500], y en el siglo XVI 11532] en Compostela y Barcelona 115961. Por ellos sé que en el año de 1771 ya se practicaba la vacunación antivariolosa; que desde 1541 tuvo lu- gar el descubrimiento de las sondas de goma: Agüero, llamado por Brous- sais y Choulant. el Ambrosio Paré de España, figuraba en 1584 como el primer cirujano de la Península, y en 1594, le seguía en fama Mercado; en 1597 llamaba la atención un famoso dentista, Martínez de Leiba, que ope- raba sin instrumentos. En 1552 circulaba impresa la obra de Ch. de Ve- ga, titulada «Comentarios de las obras de Hipócrates», en latín, y en 1506 se publicó la traducción en castellano por López de Gomara. En los si- glos XVII y X VIH se enseñaba en las Escuelas de .Medicina en España, el curso de Cirugía por los textos de Ayala, Almeida, Martínez, Virrey, Serena y Medina. Y Gimbernat |catalán] desbridaba por la primera vez el repliegue falciforme en la hernia crural. Y ¿á qué viene á cuento tan soporífero exordio? dirán mis bonda- dosos lectores y colegas. ¡Nada! Para poner en parangón la civiliza- ción secular del caduco continente europeo, donde apenas les amaneció la luz sobre la Historia de la Medicina á mediados del siglo XIX, no obstan- te la remotísima antigüedad de ella en el mundo conocido, con la civili- zación de nuestro continente, tan niño, que apenas de pinitos sin anda- deras. Ahora sí, vuelvo á mi primer tema: la Epoca Incaica de la medici- na en el Ecuador. Limitando mi estudio á esta sola comarca en la cual resido, encuen- tro esta página en blanco: las únicas Memorias perdurables á las invasio- nes de los piratas y á los grandes incendios de los años de 1707. 1709, 1812 y 1897, son las escritas por don Dionisio de Alcedo y Herrera y don A. Baléalo: después nada, absolutamente nada, he hallado de aquella épo- ca precolombina, por más que he-huroneado al respecto. Nuestras tribus no eran muy despabiladas que digamos: si bien es cierto que manufacturaban el oro, no por el crisol, sino por la manipula- ción, en materia de medicina no ha hallado la historia nada que merezca mención. Si en un granero del tiempo de los Faraones se halló un fór- ceps, si en un retrete de las ruinas de Pompeya, un spéculum, acá no se ha visto nada de eso. Sin embargo, el doctor Patrón, médico peruano, exhibió en el Congreso médico pan-americano reunido en Río de Janeiro, cráneos de indígenas precolombinos con señales de haber sido trepanados y un yanqui Marshall II. Saville, paleontólogo, antropólogo y arqueólogo, dice haber visto en Esmeraldas y Atacamos, maxilares humanos con dien- 259 tes orificados, pertenecientes á indios precolombinos. Yo no creo en es- tas paparruchas, en tribus (pie no conocían el uso del hierro, sino de la piedra: ¿con qué perforaban el cráneo y el diente, sin producir fracturas más allá del circuito necesario? Sabios (pie todavía creen en el «homo javanensis primigenius», hombre terciario (pie nadie ha visto hasta hoy, sino sea en la retina de la leyenda y de la fantasía, abolengo que todavía no pasa el umbral de la ciencia, se me hace peñas arriba creerles. Salvo la momificación de las cabezas de los enemigos, la neutrali- zación del alcaloide de la coca por la cal viva y la torrefacción de las ho- jas, la fermentación ultra del maíz y chcntaduro por la diastasa salivar, yo no les reconozco otra habilidad (pie merezca una mocha de la ciencia y de la historia. Dejo, pues, en blanco esta página de la época incaica, para otro más afortunado que la llene. EPOCA COLONIAL Empezaré por transcribir algunos apartes de mi trabajo titulado «Ensayo demográfico de Guayaquil» tomados de Ips párrafos «Historia» y «Nosografía»: 111 1 HISTORIA «La época más remota que hemos procurado inquirir de esta hoy grao ciudad ribereña, es cuando era inorada de la esforzada tribu de los «Huancavilcas», gobernada por un cacique. Guayas . Según algunos fi- lólogos, la etimología incaica de Guayaquil quiere decir, «hermoso valle», que se conforma con el aspecto físico de toda esta comarca occidental ecuatoriana . El primer perfil urbano que columbró Pizarro desde la ría, en su primer viaje por esta región americana, fue una gran calzada que partía desde la orilla occidental de la ría hasta el estero salado: entonces era re- sidencia temporal del cacique < Huaina-Capac quien Ja mandó construir y le dió su nombre: antes formaba parte de esta comarca la antigua Tum- bes. El paso de Pizarro por aquí fué 31 años después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón . «A los siete años ó sea el 29 de agosto de 1553, fué cruelmente aga- rrotado en Cajamarca el emperador Atahualpa; y tanto esta ciudad como (1) Gaceta Médica, Revista Ecuatoriana de Medicina, Cirugía y Far- macia, año II, 1895, números 8, 9 y 10, páginas 174, 175, 176, 233 y 234. 260 Quito eran ya residencia de los españoles. Belalcázar (1) recibió entonces orden de arreglar las provincias occidentales, paia establecer cuanto antes un puerto en el golfo llamado hoy di* Guayaquil. Los «huancavilcas» que tenían ya noticias de la muerte de su emperador, de la toma de sus dos capitales principales de su imperio y de la próxima invasión de Be- lalcázar, resolvieron entregarse pacificamente. Belalcázar sabedor del ca- rácter belicoso de la tribu que iba á someter, la que apenas había sentido el yugo de los Incas, sabedor de la inclemencia del clima y de su natura- leza agreste, cubierta de grandes bosques y ríos, organizó su expedición de la manera que soportara toda clase de eventualidades. Esta se com- ponía de 100 infantes, 50 de á caballo y cuatro mil indios, con la cual partió desde Quito á mediados del año 1535; la ruta elegida fue la de Chimbo» por estar todas las tribus del tránsito sometidas ya. Tan pron- to como los indios de la sierra comenzaron á pisar las tierras bajas, fue- ron víctimas de la brusca transición, del clima fresco y seco de la altura por el húmedo y ardiente de la costa». «Una vez que Belalcázar llevó á cabu los arreglos con los «huanca- vilcas», procedió á la inspección del lugar más á propósito para la funda- ción de un puerto que sirviera de estación, socorro y abrigo á los expedi- cionarios de dentro y fuera del Continente. Impuesto del curso y profun- didad de la ría, propia para un fondeadero cómodo y seguro, refrescada en su desembocadura por las brisas del mar. rica en peces de varias cla- ses, sus orillas cubiertas desde Chimbo, de madera, leña y frutas exqui- sitas, navegable á favor de las mareas á gran distancia, no vaciló en esta- blecer en su margen occidental y derecha, la ciudad que desde el 25 de julio de 1535 lleva el nombre de «Guayaquil»; nombró de Gobernador y Capitán de la provincia á Diego Daza, distinguido por su noble cuna, pero pobre en dotes de Gobierno. Belalcázar dejó el resto de la expedición española: y en cuanto á los indios de la sierra, fueron contados los que re- gresaron con él á Quito, pereciendo los demás de «disentería y liebre». «La codicia y concupiscencia de los setenta colonos españoles dejados por Belalcázar en Guayaquil, exasperó el ánimo de los «huancavilcas», hasta obligarlos á matarlos, escapando solo el Teniente Gobernador Daza y cinco más. que en precipitada fuga llegaron á Quito á dar cuenta de la ferocidad de los indios, pero callando el justo motivo de ella. El Gober- nador de Quito, temeroso de que se perdiera tan importante fundación, improvisó una nueva expedición mandada por el Capitán Pedro Tapia y obligó á Daza á regresar á su puesto. Para aparar los golpes de los | I | Historia de Nueva Granada, 2a edición, Bogotá, 1S89. por José Manuel Groot: tomo I. página 177, Apéndice, se lee: Relación de los mé- ritos y servicios del conquistador I). Sebastián de Belalcázar, y de su hijo don Francisco, copiada del expediente original . Diccionario Ortográfico de Apellidos etc., por César Conto y Emilia- no Isaza, 3 a edición, Londres, 1890, página 13, Belalcázar 15 ' Nota 15, página 8!). «Belalcázar-.- Tal es la verdadera forma de este apellido: pe- ro casi todos los cronistas, por capricho ó por eufonía, escriben Benalcá- zar , dice Caro («Poesías de Julio Arboleda, página 100): y en efecto Be- lalcázar escriben Cuervo |Ap. crit., página 5801 y Mariana de la Historia general de España . Parece que nuestro Balcázar no es sino una con- tracción de Belalcázar- que á su turno lo es de Bclloalcázar». Conste por estas notas que es Belalcázar» y no < Benalcázar co- mo se escribe, 261 liuancavilcas, sacó de las encomiendas, tres mil indios que agregó á la ex- pedición, los cuales no alcanzaron á llegar á la costa, cuando fueron devo- rados, no por la ferocidad de los liuancavilcas. sino por la «liebre '. El resto abordó el peligro, y salieron de rota batida para Quito, ignorándose el paradero de Belalcázar, tuvieron á bien los colonos de Quito informar por la vía de tierra, al Gobernador Bizarro que se hallaba en Lima. Este mandó incontinenti al ('apitán Zaera con bastantes fuerzas, las que no bastaron para vencer la resistencia do ios liuancavilcas; entonces Zaera pidió el doble y la heroica tribu abismada del poder del enemigo que tan pronto reparaba las bajas en los varios combates, ofreció rendirse por me- dio de capitulaciones, entre las cuales se encontraba ésta: Pues tenéis como sacar tantos hombres cuándo y como se os antoja, traed también mujeres para que así no abuséis de las nuestras y viviremos en paz\ Ra- tificáronse estos tratados y Zaera escribió á Bizarro pidiéndole el envío de mujeres españolas, quedando así hecha la segunda fundación de Guaya- quil: Zaera en previsión de nuevos ataques jnandó levantar una forta- leza». zCon la conjuración de Manco-Capac, Zaera tuvo que abandonar la plaza con todos los suyos y los liuancavilcas volvieron á recobrar su in- independencia >. «Conjurada la rebelión, Bizarro volvió á tentar la 3a fundación de Guayaquil, destinando para ello al Capitán Francisco de Orellana, quien la llevó á cabo el año de 1437. Las primeras familias españolas estable- cidas en Guayaquil vinieron de San Miguel de Biura, residentes allí desde tiempos atrás. Guayaquil fué la segunda ciudad fundada en el Baeiíico por los españoles, á la que bautizaron con el nombre de Santiago de Guayaquil, en memoria de la aparición del apóstol en sus guerras con los moros, de donde tomó origen su grito de guerra ¡Santiago y á ellos!' < Se nos olvidaba indicar, que la primera fundación de Guayaquil tuvo lugar el año de 1533 en la ensenada de Charapotó, por el adelanta- do Sebastián de Belalcázar, entre la sierra del Bálsamo y Montecristi, pe- ro estos cimientos no duraron mucho tiempo, porque los indios de los con- tornos los destruyeron, y desde entonces no volvieron á pensar en dicho lugar». «Desde el año 1537 hasta el año de 1693 quedó el área de la ciu- dad circunscrita á la parte norte y en la falda sur del Cerrillo Verde» hoy llamado de Santa Ana, donde empezaron sus asientos, tomando por punto de partida la calzada de Huaina-Capac, de la cual no hay ni vesti- gios. Un siglo y medio fué necesario (pie transcuriera para que sus hijos no pensasen en prolongarla hacia el Sur y el Oeste, debido en gran parte a las invasiones de los piratas, acaecidas en los años de 1624 y 16S6, y el gran incendio del año 1692. Dadas semejantes calamidades, es fácil com- prender su atraso». «Hasta el año 1693 no empezó la fábrica del barrio llamado hasta hoy Ciudad Mueva, fábrica que se extendió hasta el punto denominado Astillero, en donde la autoridad militar mandaba construir sus buques . < Nuevas invasiones de piratas y los grandes incendios ocurridos en los años de 1707 1709, 1764 y 1S12 volvieron á dejar la ciudad en escom- bros al parecer irreparables». La letargía producida por el yugo peninsular en los colonos, la os- curidad y secuestro en que, adrede, los mantenían con el mundo de la idea, nos da la explicación del «porqué» no encontramos tradición alguna sobre su progreso social, político y comercial, desde su fundación hasta la 262 aurora de su independencia. Salvo dos «Memorias» muy deficientes, es- critas en los años de 1741 y 1820, la primera por don Dionisio de Alce- do y Herrera y la segunda porA. Baleato, nada, nada hemos encontrado en los archivos de esta antigua ciudad. Todo lo de más arriba descrito lo hemos leído en las últimas historias del Ecuador, escritas, hasta hoy, por bis eximios escritores señor doctor Pedro Fermín Cevallos y presbítero doc- tor Federico González Suárez». «Gomo nuestro propósito en este-«Ensavx Demográfico y es hacer conocer las enfermedades reinantes en espKmidad, nos hemos impuesto la tarea de describir desde su fiimhrcion, para que así se pueda dar con la etiología de ellas, ya (pie á nosotros no nos es (lado hacerlo por la inci- piencia de nuestros conocimientos médicos». XIII NOSOGRAFIA «Por más quo hemos buscado la tradición nosológica de las enferme- dades en esta ciudad, no hemos encontrado sino datos incidentales sobre su/reino» patológico, como el impaludismo, la disentería, el cólico seco: del primero hemos hablado, ya de las fiebres y disenterías, (pie mataron á los siete mil indios traídos por Belalcázar y Baza á mediados del año de 1535; después hemos leído en los viajes de Jorge Juan y Antonio de l Iloa, publicados en el año de 1748, el siguiente párrafo (pie dice: «Ade- más de esta enfermedad, (pie es la más común | liebres), se ha experimen- tado también la del «Vómito Prieto», desde el año de 17 H) en (pie habien- do llegado la «Armada do Galeones del Sur», retirándose de «Panamá por causa de la guerra para asegurar el tesoro en la provincia de la sie- rra, se padeció la primera vez esta epidemia, y murió mucha gente: así de la (pie llevaba la misma armada, como de la forastera, (pie se hallaba allí, y algunos «patricios aunque muy pocos-. «Alcedo y Herrera y Boléate, hablando en sus Memorias» de las enfermedades de Guayaquil, sólo hablan de las calenturas en la esta- ción lluviosa». Diez años antes de aparecer por primera vez la Fiebre amarilla* en Guayaquil, apareció en ('ádiz |1730|. Treinta y cuatro años después |1764| volvió á Cádiz: en 1800 apareció en Andalucía: en 180:» en Mála- ga; y en 1821 en Barcelona. No dice Choulant de donde fué importada: pero probablemente fué llevada de la costa occidental de Africa, su cuna, pues en América no se conocía todavía. Estas son las únicas noticias que encuentro sobre Medicina- en la época colonial, publicadas en mi trabajo titulado «Ensayo Demográfico de Guayaquil-. Diez y siete años después de haber escrito este trabajo y de haber leído algo más sobre este particular, publiqué en el número primero de la Bolista «Anales de la Sociedad Médico-Quirúrgica de los Hospitales» un articulo titulado «La Medicina Ecuatoriana en los tiempos de la colo- 263 nía», en celebración del Primer Centenario de la Independencia y del pri- mer aniversario de la Sociedad Médico-Quirúrgica, que tuvo lugar el 25 de Julio de 1909, y que copio textualmente: - «Según las crónicas narradas por nuestros grandes historiadores B. P. Juan de Velasco S. J., don Pedro Fermín Cevallos, y el que es hoy llustrísimo señor Arzobispo doctor Federico González Suárez, el auge de nuestra profesión brilló por su ausencia en aquellos remotos tiempos. Y aún cuando hubo Universidades desde tiempos atrás y hasta dos en la misma capital, lo que hizo decir á Mr. de La Condamine, que Quito era un «monstruo de dos cabezas», por tener dos Universidades, el gobierno déla Metrópoli se preocupó muy poco ó mejor dicho, no se preocupó en nada de esta Facultad. Gracias al clero regular, se dictaba esta asigna- tura, pero de modo vergonzante, pues los criollos se creían menoscabados en su nobleza mosén, ejerciendo la medicina. Xo creían lo mismo los Be- verendos Padres iniciados en la importancia de este ramo del saber hu- mano, visto desde el punto de vista científico como del humanitario. Dice el P. Velasco «Traté yo 117891 muchas veces con un «Manuel Coronado», nativo de Quito y barbero de profesión, cuyo trato señoril, cu- ya cultura en todo, y cuyas nobles aspiraciones se hacían no solo admirar, sino también ver con respeto. Había aprendido á leer y escribir, sirviendo á un Canónigo de ejemplar vida: y estudió, después, privadamente la ciru- jía. Estando vacante la maestría mayor de esa facultad, pidió ser admi- tido al curso de opositores (1) de toda clase de personas, en virtud de las cédulas reales. Fue admitido y fue premiado con el empleo, por el gran- de éxito que hizo á todos, como lo publicaron los examinadores, y el pro- tomédico de la ciudad señor Bentholl, que aunque francés despreciador de todos, lo aplaudió por uno de los más raros ingenios. «Conocí en Ibarra á don Blas Hicatimpas, de 70 años de edad, quien renunciando su empleo de «Cacique», se retiró á hacer vida privada, tan ejemplar, que era tenido por santo. Toda su ocupación, después de servir á muchas misas, era los libros: y aunque muy capaz ó instruido en diversas materias, particularmente de medicina, en la mística teología po- día llamarse maestro . «El señor Gande, filósofo ortodoxo, y «médico» acreditado de París, á quien conocí y traté con frecuencia, vivió muchos años y murió en Qui- to. El no fue allá por buena fortuna como otros aventureros, sino por el motivo que publicaba á veces, aun escribiendo á Europa: esto es, por el deseo de vivir y morir católicamente, sabiendo que, floreciendo allí la pie- dad y religión, estaría más lejos de las tentaciones y más cerca del Imen ejemplo. Al hablar de los establecimientos de caridad de Quito, dice: «Tiene hospital muy bueno y bien atendido, con separación para hombres y mu- jeres, á la dirección de los Betlemitas». «Entre la del estado secular conocí.. .. á un doctor Portilla, médico especulativo profundo; á un doctor Pazmiño, médico, también de fama: á | I | Tratamos de egoístas á nuestros Padres peninsulares y resulta que, á pesar de todo lo que se ha escrito en contra de ellos, eran más libe- rales que nosotros, pues sus Reyes promulgaban «Cédulas» para «Concur- sos» que no tenemos hoy en plena aurora del siglo XX en que se decan- tan tantas libertades á trompa tañida. 264 un doctor Pedro Guerrero, botánico insigne, y á no pocos ctros, todos hi- jos de la ciudad, ó á lo menos, de su colegio, universidad y academia . Al hablar de Guayaquil, dice que conoció: un hospital con su ca- pilla, asistido por los religiosos de San Juan de Dms\ Noticia (pie prue- ba que hasta aquella época no se conocían médicos en la ciudad. Tam- poco hacen mención de ellos el doctor Cevallos ni el señor Arzolúspo González Suárez. El doctor Cevallos al hablar del procer José Mejia. dice (pie era muy aficionado á la medicina y bastante entendido en ella. El boceto escrito sobre dicho joven, dice el doctor Pablo Herrera, su autor, por lo <pie respecta á la medicina, lo siguiente: Por oposi- ción obtuvo la cátedra de Gramática en 1796 en competencia con Caye- tano Montenegro y el ya célebre Vicente León, cuando el vencedor en el torneo se dedicó al estudio di* Teología y Medicina. Recibió los grados de Licenciado Doctor en cada una de estas Facultades.. El segundo lo obtuvo el 9 de Junio de 1809 Si se trataba de disciplina eclesiástica, parecía, un casuista; si de leyes civiles, un jurisconsulto; si de milicia, un general; si de política un embajador: si de hacienda, un economista: si di* epidemias, un mé- dico \ Este hombre omnisciente, hijo de Quito, murió en Cádiz, en Octu- bre de 1S13, de liebre amarilla. Con motivo de querer estatuir una cátedra de medicida. el Muni- cipio de Quito, el Presidente Corondelet, pasé» un oficio oponiéndose á ello, con fecha 23 de Octubre de 1805. Esto se loe en la Historia del Ecuador. 2°. tomo, página 314. por el doctor Pedro Fermín Cevallos. De la lectura del 7°. tomo de la Historia del Ecuador, por el doc- tor Federico González Suárez (año de 189 D hoy Arzobispo de Quito, sacamos los importantes y siguientes datos, que nos informan cómo em- pezó la enseñanza de la Medicina en el Ecuador. A principios del siglo X VIH, se fundó en Quito (4 primer cole- gio de enseñanza secundaria y superior, con el nombre de Convictorio de San Fernando, llevada á cabo por Fray .Jerónimo de Cevallos y Fray Ignacio de Quesada, padres dominicanos, apoyados por toda la comu- nidad y secundados por muchos de los principales vecinos de la ciudad y aun por varios de los Ministros de la Peal Audiencia. El P. Provin- cial que lo era Fray .Jerónimo de Cevallos, con el entusiasmo tradicional de la provincia dominicana de Quito, compró unas casas situadas en la misma plaza <1(4 convento de Santo Domingo ,v aplicó al sostenimiento de los profesores algunas haciendas de la comunidad. El P. Quesada activo y emprendedor, marchaba en este plan, unido estrechamente con P. Cevallos. Estos buenos y sabios sacerdotes no limitaron sus patrióti- cas aspiraciones, sólo á pedir la licencia para fundar el nuevo colegio, al Real Consejo de Indias, sino también la de poder conferir grados uni- versitarios. La construcción del edificio se debió al afán del P. Fray Bartolomé García, que cedió para la obra del colegio, la suma no des- preciable de diez mil pesos, que había heredado como legitima suya. Consta* pues, el Colegio San Fernando fué fundado con fondos del con- vento máximo y con dinero de algunos religiosos, sin ningún auxiliar de nadie: y (pie fue en este Instituto donde por primera vez en el Ecua- dor, se proyectó fundar una cátedra de medicina. Dice el señor Arzo- bispo: «Honra que nadie puede disputar á los dominicanos y mérito 265 del P. Fray Ignacio de Quesada para con la posteridad, es' el haber si- do ellos quienes dieron impulso ¡i los estudios con. la-fundación de las cátedras de ; y muy de reconocimiento son también por debérseles á ellos la idea de la fundación de una cátedra de Me- dicina en su Convictorio de San Fernando. Para poner por su obra la fundación de esa cátedra, el P. Quesada y el P. García buscaron fondos y estimularon á un vecino distinguido de Quito, á que cooperara con una considerable suma de dinero para aquel tan laudable objeto: la prime- ra idea de establecer en Quito la enseñanza de la Medicina se debe á los religiosos de Santo Domingo. De cátedra de Medicina y de Matemáti- cas hablaba ya el P. Quesada á tiñes del siglo XVII, en sus Estatutos del colegio de San Fernando». En 1808 la Escuela de Medicina estaba cerrada por falta que había de alumnos : El primer protomédico que hubo en Quito fué el doctor Bernardo Delgado y el único profesor de medicina, el año de 1808 en la Universidad: era ya entrado enanos y había enseñado me- dicina en el colegio de San Fernando». «El doctor don Francisco Javier Eugenio de Santacruz y Espejo, á quien nuestros mayores llamaban el sabio Espejo, fue literato, critico, médico, periodista y gran político, en una época en que, en Quito, se carecía casi de todo recurso para no languidecer tranquilamente en la ignorancia». La Medicina era ignorada en Quito en aquel tiempo, y Espejo, se consagró al estudio de ella y alcanzó licen ia para ejercerla; sirvióle mucho para granjearse pronto reputación de médico docto y acertado en práctica, que había logrado desde niño en el Hospital de Quito, al lado de su padre, que, con fidelidad ejemplar, continuó sirviendo á su patrón, el P. José del Rosario hasta que ese falleció. El P. del Rosario, era español de nacimiento, médico muy acreditado y, además, farmacéutico; Ihgó á una edad muy avanzada y murió ciego en Quito . «Espejo fué atacado de disenteria en la prisión y murió de esa enfermedad á principios de Abril de 1796.» En la cárcel estuvo con grillos: y lo sacaban acompañado de-una escolta de soldados, tan sólo cuando, á fuerza de empeños, lograba algu- no (pie se le permitiera salir para recetar á un enfermo; su prisión fué muy rigurosa, porque se le mantenía incomunicado y privado, sobre to- do, de libros y de recado de escribir. Pocos días antes de su muerte consiguieron sus amigos que se le permitiera salir á curarse en su tasa; pero la enfermedad había hecho ya estragos en el preso, y los cuida- dos domésticos no lograron salvarle la vida». «Espejo falleció sin de- jar sucesión; y cuando descendió al sepulcro, apenas estaba frisando en los treinta años de edad». i asios y nefastos médicos del tiempo de la colonia En el siglo XVIII y en sus principios, florece el ilustre guaya- quileño Pedro Franco Dávila, naturalista eximio que mereció el nom- bramiento hecho por el Rey Carlos 111, para Director clel Museo de Historia Natural en Madrid, gozando de una renta vitalicia, hasta que murió en el año de 1785». 266 «E1 19 <1? Julio de 1805 llegó á Quito la expedición para propa- gar la vacuna en América, con don José Salvany por Jefe. De Quito pasó á Cuenca, á donde llegó el 12 de Octubre: de Cuenca pasó á Le- ja y de esta última ciudad se dirigió á Lima. En Marzo de 1804 lle- gó á Guayaquil». «En 1810 salta en Guayaquil el comodoro Brown acompañado de su médico doctor Sandford». «En 1589 invade por primera vez la peste de viruelas á Guaya- quil y diezma á los aborígenes y esforzados Huancavilcas». «En 1740 invade, por primera vez, la liebre amarilla á Guaya- quil». «En 1804 se incendia el Hospital de Guayaquil, situado en el ba- rrio del templo de la Merced». La Memoria de don Dionicio de Alcedo publicada en el año de 1741, la de don Andrés Baleato de 1820 y la del señor Francisco Cam- pos, del año 1894, no dicen más sobre el estado de la .Medicina en Guayaquil. Desde luego, se entiende, que sólo hablo del tiempo de la colonia que terminó con la aurora del 9 de Octubre de 1820. ¿Cuáles las causas de- esta inopia histórica de la Medicina en Guayaquil? ¿Las invasiones de los piratas, los incendios, las epidemias? Ni una, ni otros. Bien claro lo dice el señor doctor González Suárez, en el 7.° to- mo de la Historia del Ecuador: «Quito, capital déla colonia, era. pues, la única ciudad donde ha- bía establecimientos de Instrucción Pública; las otras poblaciones care- cían de escuelas de primeras letras. En Ibarra, en Latacunga, en Loja y en Guayaquil, sostenían los Jesuítas escuelas primarias graduadas pa- ra niños y, expulsados los Jesuítas, esas escuelas desaparecieron, sin que ni el Gobierno de la Metrópoli, ni los ayuntamientos civiles de esas ciu- dades cuidaran de volverlas á abrir». Tampoco habla imprentas en donde pudieran publicar nuestros co- legas de antaño sus anales médicos. Época de la Independencia En el libro titulado «Próceros de la Independencia» publicado en Quito el l.° de Agosto de 1909 por mi estimado amigo y compatriota señor Manuel de Jesús Andrade, en celebración del primer Centenario, hemos encontrado por incidencia los siguientes datos en algunos de los bocetos biográficos que por orden alfabético se leen en él y que revela el gran papel que hicieron nuestros colegas antaño como cirujanos de ejército y como patriotas: los enunciaré por orden cronológico: <1899. José Mejía, médico quiteño, que murió en Cádiz de fiebre amarilla, en 1719.» «Vicente Alvarez, quiteño, naturalista, secretario de la Junta Su- prema del primer gobierno republicano.» «1812. Juan Pablo Arévalo, quiteño, cirujano del ejército». <P. Fray José Mariano del Rosario, farmacéutico y cirujano, prestó sus ser- 267 vicios como tal en Mocha, en el ejército, cuando éste hacia frente al presidente realista Montes. Este mismo fraile fue quien enseñó la medi- cina al padre del doctor Espejo». «1820. ('arlos Moore, inglés, coronel y médico, peleó en Yagua- chi y Huachi 2.° y prestó sus servicios como cirujano . <1821. José Francisco Araujo, mejicano y cirujano, sirvió sin suel- do dicho cargo en el ejército en Guayaquil, en 1821». 1829. José Lamprea, bogotano, cirujano del ejército en la batalla del Tarqui, donde peleó». «Camilo Marquizo, italiano, coronel y médico: murió durante la presidencia del general Urbina». En un expedientillo original que tuve en mis manos, y que conte- nía el juicio criminal seguido por traición á la Patria, contra el teniente coronel, realista, Escobedo, jefe de Granaderos y natural de Arequipa, por la tentativa, que abortó por denuncia oportuna, de contra-revolución, al mes después del 9 de Octubre de 1820, con el propósito de anexar Guayaquil al Perú, leimos en dicho expedientillo, que los conjurados es- taban reunidos en la casa de un doctor Ogle, médico inglés y partida- rio, desde luego, del movimiento subversivo. Hasta el mes de Noviembre de 1820 no hay otro rastro de exis- tencia de médicos en Guayaquil, salvo mi doctor José Nanuel Espinosa, médico del tiempo de la colonia . El Vice-presidente Francisco de Paula Santander, cuando el Ecua- dor formaba parte déla gran Colombia, dió un decreto que mandaba es- tabler Facultad de Medicina en las capitales de Departamentos, pero no se realizó tal decreto sino en Quito. Aquí sólo huía» Sociedad Médica del Guayas y eso mucho después de la fundación de la República del Ecuador en 1836. En las Memorias del general O' Leary encontré el siguiente pá- rrafo: A su regreso á Quito | habla del Libertador |, hacia tiñes de Enero de 1823, después de la pacificación de Pasto, supo que el gobier- no del Perú había despedido las tropas auxiliares de Colombia, cuando á la sazón reinaba la estación más insalubre. Sin pérdida de tiempo partió para Guayaquil, á pesar de las lluvias torrenciales que ponían in- transitables los caminos, y llegó cuando las enfermedades hacían estra- gos en las tropas. Su presencia, como siempre, fué providencial, pues sin su estímulo, las autoridades subalternas no habían hecho nada en favor de los enfermos». El párrafo X de mi < Ensayo Demográfico de Guayaquil» ya citado, al hablar de la Higiene Pública y Privada, titulo del párrafo, transcri- bo este aparte como final déla Historia de la Medicina del Ecuador en la Epoca de la Independencia: «Era el 1/ de Julio de 1822, es decir ayer, cuando puso sus plantas aquí el Libertador; y cuál lué su asombro al encontrar en pleno Malecón un hospital | esquina donde está hoy el < Club de la Unión > |, y en la iglesia Matriz, hoy Catedral, un cemente- rio, y en la acera derecha de la gran calle llamada hoy de Rocafuer- te, unas tantas tenerías ó curtidurías. Su primer paso, apenas repues- to de las fatigas del viaje, fué ordenar la traslación de dicho hospital al lugar en que está hoy el cuartel déla Brigada de Artillería: y el ce- menterio á la falda S. E. del cerro llamado hoy de la Cruz, y á los pro- pietarios notificarles la traslación de sus tenerlas á los ejidos de la ciu- dad. Grandes dificultades y disgustos le costaron al Libertador estas 268 primeras medidas higiénicas que modificaron notablemente la histórica y antigua insalubridad de Santiago de Guayaquil». [I| Hasta aquí mi propósito: al elegir tan importante tema no he pre- tendido hacer historia, sino enunciarle para estímulo de los colegas jó- venes, no lo descuiden en lo sucesivo como hasta hoy, lo exploten con paciencia benedictina y salven del oh ido la labor del gremio más ilustre de la humanidad, como es el gremio médico. Y ¿qué utilidad rinde la historia de la medicina? dirán los profanos, como estultamente lo han dicho del conocimiunto del latín. Léase lo que dice á este respecto un sabio historiador: (2) «La más obvia de las utilidades de la historia es el gran caudal de experiencia y prudencia, que suministra á los hom- bres de todos estados y condiciones . Pero aún prescindiendo de esta utilidad remota, hay otra mu- cho más intrínseca á la historia: pues lo (pie sería un hombre que no tuviera conciencia sino del momento presente de su ser. eso es una Sociedad que no tiene conciencia de su historia. Aun hablando de los particulares, dice Marco 'Pulió que «el ignorar lo sucedido antes (pie na- ciéramos es quedarnos siempre niños . Y ¿para qué sirve el latín, lengua muerta? El latín es el Yervo de la Iglesia desde hace 20 siglos, es el lenguaje de los Santos Padres ex- cáthedra, es el idioma de los clásicos y de los sabios en sus obras y en los Congresos científicos: Cubier, Linneo. Jussieu, Decandolle, naturalistas tan eximios no hablan de otra manera: y por último, nuestros colegas in- gleses tan encariñados con su idioma nativo, prefieren el latín para for- mular. Este es el valor intrínseco déla Historia y del Latín. (1) Santiago de Guayaquil no tiene Escudo de armas. Para pro- barlo, pongo aquí Integro los dos primeros apartes del párrafo X de mi «Ensayo Demográfico» ya mencionado, que dice así: Ignoramos los me- dios de ipie se valdrían los Huancavileas para soportar la inclemencia de este suelo hasta entonces virgen de toda cultura: desnudos, frugalmente alimentados y hacinados en miserables bohíos, eran dueños absolutos de su suelo, contrarrestando á los españoles con un denuedo espantable y energías de una raza vigorosa, á pesar de las mejores armas y vituallas de los computadores. Es cierto (pie esta raza no llevaba en su sangre Instaras ó cepas de la sífilis, de la lepra, del cáncer y déla tuberculo- sis (pie trajeron los conquistadores en convoy con la viruela y la fiebre amarilla. Extinguida la raza amarilla por el plomo del conquistador y por la viruela, quedaron dueños del campólos mestizos y los criollos, he- rederos ya de los llagólos arriba mencionados. No encontrando oro aquí S. M. 1. y C. del Rey y Señor Garlos V, ' no otorgó á esta ciudad otro fue- ro ni dignidad, que la Real Cédula de 2a. ciudad de estos Países Bajos Equinociales.» Sin escuelas y sin imprentas no eran estos colonos más (pie custodias de esta estación lluvial ó Apostadero» donde los aventure- ros levantaron un astillero para construir sus embarcaciones . «Y así estuvieron tres centurias y media hasta que la libertad qui- tó la venda de sus ojos, dilatando sus contraídas pupilas con la luz de la civilización y del progreso . Inútil, es por tanto, la cuita, desde luego pa- triótica ygrata.de ir á huronear en los Archivos de Indias el anhelado escudo. |2| Compendio de Historia Universal por el P. José Mundo, S. J. página 2, párrafo 4- Barcelona, 1914. EPILOGO Historia de la medicina ecuatoriana Sin la Memoria del ilustrado, inteligente y distinguido médico, doctor Calatraveño. residente en Madrid |España], titulada «Una noticia histórica sóbrela eficaz influencia, que la medicina tuvo en el descubri- miento de América», nada se sabría hasta hoy de nuestro ilustre abo- lengo médico. Tampoco en Francia sabrían uada de Historia de la medicina, si Casimiro Broussais (médico) no da con el infolio de Choulant (médico alemán), escrito en Leipzig, año 1822, que tradujo, amplió é imprimió en París en el año de 1834. ¿Qué mucho, pues, que aquí no tengamos Historia de la medicina toda^ la? De la Epoca Incaica está en blanco la página, esperando quien la llene. De la Epoca Colonial, lo poco que se sabe, se debe á las muy de- ficientes Memorias de don Dionisio de Alcedo y Herrera, de don A. Ba- léalo, obras del K. P. Juan de Velasen, publicadas en Italia, año de 1789 y reproducidas en Quito en el año de 1814, Historia del Ecuador por don Pedro Fermín Ceavllos, Historia del Ecuador por el R. P. doctor Federico González Suárez, hoy Arzobispo de Quito y....nada más que yo sepa. 270 De la Epoca de la Independencia sólo he encontrado los datos publicados en un libro titulado «Proceres de la Independencia : publica- do en Quito el Io. de Agosto de, 1909 por el señor Manuel de Jesús Andrade, colombiano, en celebración del primer Centenario de la Inde- pendencia. En conclusión: no hay Historia de la medicina ecuatoriana». Se- mejante laguna toca llenarla á los jóvenes colegas que nos sucedan, compulsando y glosando la contemporánea, ya que nuestros colegas de antaño han descuidado labor tan importante, tocados de esa pereza tradi- cional latino-americana, estampilla indeleble de nuestra idiosincrasia, Sesión del día miércoles 13 de Octubre SUMARIO-DR. JOSE M. ESTRADA COELLO (Guayaquil): Modelo para la práctica de las autopsias.-DR. FRAN- CISCO DE ICAZA BUSTAMANTE (Guayaquil): Hi- pertrofia del tymus. Su tratamiento por los Rayos X.- DR. FELIX FLOR M. (Riobamba): Un caso de es- derosis lateral amiotrópica.-DR. LUIS DE ROUX (Guayaquil): Las sales vitales.-DR. J. ALFREDO VALENZUELA V.: Fiebre tifoidea en Guayaquil. Con- tribución á su estudio en los trópicos.--DR. TEM1S- TOCLES J. ARAUS (Guayaquil): Consideraciones auatomo-patológicas.-DR. SAMUEL MORA Y MAR- TINEZ (Guayaquil): Patología ó higiene de la infan- cia. Instaló la sesión el señor doctor Julián Coronel. Se pasó á la orden del día. 272 MODELO PARA LA PRACTICA DE AUTOPSIA por el Dr. I. M. tslrada (cello Prof. de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de Guayaquil Medien del Hospital General Os presento el modelo que lie adoptado, en mi cátedra de Ana- tomía Patológica, para la práctica de las autopsias. Como veréis, difiere bastante de los modelos adoptados en otras universidades: y esta diferencia es debida, á las consideraciones que tu- vo en mente al formularlo y al variado objeto que me proponía llenar. El orden de estudio de los diferentes órganos, lo he modificado del an- tiguo modelo del Prof. Hercelles, de Lima, en todo lo que me lia parecido ser más adecuado, para las necesidades nuestras. El objeto de estos modelos, es conservar y catalogar conveniente- mente las diferentes necropsias que se practican al año y poder sacar conclusiones prácticas de conjunto, por el estudio de todas y de cada una de ellas. Cada uno de estos modelos, con sus anexos respectivos, contendrá: la historia clínica del enfermo: los exámenes químicos ó bacteriológicos practicados para el diagnóstico de la enfermedad: las lesiones observa- das en la autopsia, las anomalías anatómicas: y el resultado de los exá- menes de laboratorio, post-mortem, que fueren necesarios, para asegurar el diagnóstico anatomo-patológico. Asi dispondremos siempre de un ma- terial de enseñanza, más ó menos completo, para poder ser revisado en las clases teóricas, cuando no podamos, por falta de cadáveres ó por fal- ta de lesione? especiales, estudiar prácticamente las lesiones macroscó- picas. Otro objeto que me propongo con estos modelos, es estudiarlas di- mensiones medias de los 'irganos, entre nosotros; y en relación con las características de raza, peso, estatura, etc., etc., que varían en un gran límite. En las autopsias que he practicado al dictar mis clases, he cons- tatado con frecuencia estas anomalías, al aceptar como medidas correc- tas, las que encontramos en los textos de enseñanza. Abservaréis también, que en algunas partes me he extendido bas- tante. haciendo anotar muchos detalles, al parecer insignificantes, en el estudio de varios órganos. Esto lo he hecho, para facilitar á los estu- diantes el examen de los órganos é impedir que pasen desapercibidas para ellos, lesiones que tienen una importancia capital. Los estudiantes (pie cursan Anatomía Patológica, por el plan de estudios vigente, no traen una preparación suficiente para cursar la Sistematologia y la Organolo- gía Patológicas; puesto que en el mismo año empiezan á estudiar la Pa- tología Interna. Y en la práctica, he podido observar á. cada momento, la dificultad que tienen para establecer relaciones entre la lesión y el 273 síntoma. En estas condiciones, ignorando la Patología Interna y la Fi- siología Patológica, no le prestan atensión, por considerarlo snpérfiuo, á ciertas lesiones que servirán de base para el diagnóstico patológico. De aquí que insista en estos detalles y los especifique en el modelo para que no los puedan olvidar. Para obviar este inconveniente, sería de desear que se modifique dicho plan de estudios, dividiendo esta asignatura en dos cursos. El primero, para la Anatomía Patológica General, en el año que hoy se en- cuentra: y el segundo, para la Anatomía Patológica Especial, que debe- ría estudiarse después de haber terminado la Patología Interna. Otro de los objetos que persigo, es obligar á mis discípulos á se- guir siempre una técnica conocida: la misma para todas las autopsias. Así los resultados de conjunto se prestan mejor á deduciones menos su- jetas á error, porque en todos los trabajos se ha tratado de ponerse en igualdad de condiciones; no sólo para la técnica general, sino también, para la medición de órganos y para las técnicas particulares para cada uno de ellos. El modelo, además, los obliga á prácticar autopsias com- pletas, que son las únicas que puedan tener valor. Los diferentes capítulos en los que se ha dividido el trabajo, co- rresponden justamente, en sus grandes líneas, al manual operatorio, á la técnica propiamente dicha, que he adoptado en clase; y cuya descripción publicaré más tarde, junto con el folleto de Diagnóstico Diferencial Ma- croscópico, que lo tengo también en preparación; folletos que están desti- nados todos ellos, á ser usados solo en las salas de autopsia, como un memorándum de lo que no debe omitirse. 274 MODELO PROVISIONAL PARA LA PRACTICA DE AUTOPSIA Universidad de Guayaquil Clase de Anatomía Patológica Cátedra del Dr. Estrada Coello Necropsia N9 Año Mes y día Servicio Dr Cama N° Diagnóstico clínico Duración de la enfermedad que motivó la muerte Tiempo transcurrido entre el fallecimiento y la hora de la autopsia Historia clínica registrada al N9.... Nombre Fotografías Nos., Edad Preparaciones microscópicas N° Raza Piezas conservadas N9 Profesión Nombre del operador Otros datos ,, „ ayudante „ „ redactor , Diagnóstico Anátomo- Patológico V9 B9 (del Profesor, ó Ayudante que presenció la Necropsia) 275 Examen externo Estatu ra peso Rigidez cad¡avé rica Perímetro torácico [bajo lasaxilias] Id. [nivelapead, xifoide]... Deformaciones ó asimetrías externas Estado de la nutrición Piel: coloración y aspecto Lesiones eruptivas, ulcerosas ó traumáticas Exámenes de orificios naturales y sus mucosas Exámenes legiones ganglionares Otras alteraciones Autosia: órganos en sitio Cabidad abdominal: hay gaz? ...líquidos? cantidad.. Aspecto í s Adherencias sitio Tumores sitio Exploración canales inguinales ó de Nück.... A hiatus Winslow ; Otras lesiones observadas 276 Examen químico y microscópico (líquido)-Rpg N" . Convexidad diafragma, su altura á la izq ,, „ „ „ ,, dei echa.....™..................... Posición, aspecto y relaciones de: Hígado . Vesícula biliar - Bazo Estómago - . „ adherencias perforaciones nodulos intestinos . „ es t rango la ciones t orcíones . hern ias r, invaginaciones ..Colecciones supuradas Apéndice . - Vejiga . . - - Genitales femeninos Otras anomalías.. .... ....... Tórax Estado teg celular ..músculos.. Cartílagos costales ...costillas Timo..... sus relaciones con pulmones y corazón...... 277 Pericardio: normal? distendido? vascularizado? desviado hacia Otras anomalías Pleuras: Equimosis Adherencias sitio Líquido? cantidad aspecto En cavidad pleural Análisis químico y microscópico-Reg. N9 Otras lesiones Cuello Tejido celular músculos Vasos del cuello Tumores.... ganglios abscesos Otras lesiones Dificultades para la evisceración total Examen de órganos después de la evisceración Timo Tiroides-Superficie externa N9 de lóbulos volumen Peso consistencia color 278 Aspecto de sección Cavidades Nodulos y tumores Otras alteraciones Preparación histológica N9 Conducto torácico y vena linfática, su abocamiento Pericardio-líquido, su cantidad aspecto vascularización de hojuelas Aspecto de supecficie Hojuela más lesionada Falsas membranas Adherencias y espesamientos Sitios Otras alteraciones Examen químico y microscóp. Reg. N9 Cayado aorta y conducto arterial Vena cava superior y sus ramas Corazón-Aspecto volumen Forma color Peso (todavía con sangre) Peso (sin sangre) graza 279 Dimensiones': circurít de la base- ancho. .-.espesor longitud .(cara anterior, altura surco interven trie ular) „ (cara post.: inserción vena cava sup. á la punta|.„ Aurícula derecha.v-Superf. externa.,, „ ., - Superficie interna.^ 'Tabique y agujero Botal.,,,, ..Vena coronaria... Aurícula izquierda.-Superficie externa. , Superficie interna..... Tabique y agujero Botal........... Ventrículo derecho..-Superficie externa Superficie interna.... Infundíbulum arteria pu monar Tabique interven tricular espesor Paredes, espesor cerca de la base. „ „ „ punta forma cavidad.. Serosa. ......................... Músculos papilares Cuerdas tendinosas Ventrículo izquierdo.-Superf. exterior,...., Superficie interior Tabique interventricular Espesor paredes Relación espesor con V. D... Forma cavidad 280 Séro sa.. : Músculos- papilares - Cuerdas- teud ¡liosas. Prueba agua:, sobre orificios-aórtico». ori£ pulmoear, Id aurícula ventricular derecho..,.^ aurícula-ventr. iaq Hedidas: oríf. aórtico,... ^pulmonar.,., bíciispídet.,. tricáspáde,.. ,cava> sup.._ Válvula*- color" j No. de | Orlen- Con sur- Serosa j Sesos» Bbxfc Orel átdhe- ¡ Vegetacio- valv.as taeión »mcia. de cava.de cava rauta «es 6 ulce^ . , supv ñrf, ; Mesones- Mitra!...... : L ......... r . .., - . -r r ■ ■ Tricá»píde -- - , ~¿i ; - Aórtica,,,,,.,,-. ' i i i ' Putnronares',. ,z Jl__ 1-' r -:-; Descripción detallada de la lesión valvular-, ,„„„„„- .. Cateterismo vas©» coronarios,,; ,,, ,- Plexo ea rdía eo„ ,„,. .....- - , - Otras lesiones. - „ Preparación bfetológ; N9 „ , DIII MÍIMC?. aspecto so- peso1 [ aousfetea- «©íer ¡festón prsdomü- I ULIhUívEu perficíe ¡ «sa «ante á Sábulos? i á base, vértice 6 ! T.l¿ medio Pulmón dftrctho .--- ------- ~ Pulmón ízqjiíerdif ... ... . . ,4. _ . . . ' „ „„ aspecto de jugo á. la prestó» sanidades tubérculo» tamo' estado de hipere- secsió» J e H Boa; r8S mía Pulmón derecho - - - - ~ ------.- -- - - ■•- Fulmón ¡/(¡trienio \ .'. ' ¡ । 281 Dosimacia pulmonar Descripción ó ampliación de detalles Examen del raspare N9 Preparación N9 Pedículo.-Examen bronquios extrapulmonares ,, ,, intrapulmonares ,, art y venas pulmonares ,, ganglios peribronq Lengua Piso de la boca Faringe Laringe Tráquea Grandes bronquios Paquete vásculo-nervioso cuello Mediastino post. [ganglios] Diafragma Hígado y vías biliaras: Hígado-aspecto superf. externa Color 282 Consistencia Peso Dimensiones: diámetro transverso vertical Diámetro ant. post. derecho Id. izquierdo Superficie de sección: aspecto Aspecto uniforme? Liquido de exudado Estado de hiperemia Cavidades, con Tumoraciones Nodulaciones Otras lesiones Examen del raspado N9 Preparación N9 Vesícula biliar.-Su perf. externa Superf. interna ,, ,, ulceraciones espesamientos Cavidad: contenido: cálculos, tumores, parásitos etc Contenido líquido:...., aspecto cantidad Color Cateterismo conductos excretores Examen químico N9 Bazo.-Peso Dimensiones: long ancho espesor Con sistencia Estad o 1 igamentos Bazos supernumerarios, N° y descripción 283 Aspecto supeií. ext._ , _ ¡Superficie de sección. . . „ Neoformaciones .... . . ... ....... ..... „ •Preparación N-.... ... ..... ............ .... .. 'Otras lesiones ....... _..... ..... ^...^. .^........... ........ ¡Esófago. -Superf. ex t .... .........^... w.. . ... „ interna ............. Estómago. -Snperf. ext.., „... ... „.. „„...............,.... ...... ........... ... Adherencias .nodulo. Dimensiones: long............. .ancho.. .......... .espesor..... ............. ... ..... «Capacidad............... .................. . ................................ ... ................ Superf. int.-................................................................................... Ulceraciones y erosiones................................................................ Perforaciones ... Engrasamiento de paredes. • • «V.V» Tumoraciones, sitio, Ampliación de detalles.............................................................. Examen del contenido..... Preparación N9. Análisis contenido N9 284 Duodeno.-Superó ext . „ ,r int.... „ . ........ Ulceraciones, N$' y sitio ...... „ .. ... .. Neoformacion.es. , .._ „ ___ r Ampolla Vater^ , m.-____ Cateterismo Colédoco». . __ Ampliación de detalles. ...... _ Preparación N9Í ... Páncraes.-Dimensiones r r ..r... r r Peso». .. . ... con sis ten eia.- _ ..... Aspecto superf. ext. „ . ............. „ _..,..., Color.,.. ... _ _....., Paneres accesorios N®, y sitio. ^4 Superó de sección,........ -... Sus cavidades....,...,,^...,,.-.........contenido ..... .... . Neofbrmacíones ,,,„, -..... * Canal Wírsung......... ...-.......canales accesorios.. Ampliación de detalles. - Preparación N®...... ... Intestinos.-(Recuérdense los datos recogidos al practicar el examen en sitio y amplíense los que se crean eneeesaríos). 285 Intestinos delgados- dimensiones- „ „ „ gruesos .. .„... ., Superficie externa. , ,,. „ interna..,, „ ........ Aspecto mucoso, color ........... Grado de hiperemia Estado válvulas conniventes Espesamientos............ sitio Ulceraciones, N9 sitio y forma Estado de folículos y placas... Tumores, N9 y forma. „ sitio aspecto Dilataciones venosas Contenido intestinal Examen N9..... Cuerpos extraños Otros detalles Gego-Ampliar detalles Apéndice-cavidad Sup. ext.: Dimensiones 286 Meso-apéndice ... „ Ampliar detalles.^ _ _ . Colon-Ampliar detalle». _ . _ , . Recto y ano. _ Peritoneo, mesenterio, epiplones y mesos.. . ... ..... Estado de su» ganglios . _ ... •■•'•'•' • •'***•' * * * f 1 t O- r •• •• • • *• Plexo Solar y ganglios semilunares'. ... ...... - forma, volumen, estado . .„ Cápsulas suprarenales-Aspecto general .. Tubérculos? Aspecto del corte; Neoformaeíones Preparación N^. Riñones-Posición 287 Posición dislocado origen arter a peso dimeusio- I ancho espesor hacia renal nes: longi- tud Riñón derecho „ izq. forma consisten- cápsula:-decorticación adherencias exteriores cía „ derecho „ ¡zq. (D Aspecto super. ext. (D Deformaciones: totales ó parciales .. ÍD Aspecto superf.: sección ID Sustancia cortical ¡I ID ,, medular (l...................................................................... .0 Cálices y pelvis ' ,D Cavidades, su contenido y aspecto ' Cálculos Neoformaciones Examen de líquido-N9 Preparación-N9 288 Ureteres Sup. ext Sup. int Vejiga-Dimensiones Capacidad Aspecto superf. ext „ „ int vascularización Contenido, su cantidad Cuerpos extraños Divertículos vesicales Estado de sus paredes Examen del contenido N° Uretra ORGANOS GENITALES Testículo-Dimensiones Aspecto sección peso Otros detalles Conducto deferente Vesícula seminal Conductos espermáticos Próstata-Dimensiones Aspecto de sección Peso Ampliación detalles sobre órganos genitales 289 •••••••••'? Organos genitales femeninos: Ulero-posición volumen forma..., Peso d i men s io nes Aspecto de su cavidad Neoform aciones Trompas Ovarios-peso volumen forma Neoformaciones Ligamentos redondos „ anchos Fondos de saco Vagina Ampliación de detalles encontrados en los genitales femeninos Azigos mayor y menor Conducto torácico Vena cava inf. Vena porta 290 Aorta Vasos en general Nervios en general Autopsias de los miembros Autopsias especiales Centros nerviosos Cráneo Meninges cerebrales: vascularización Consistencia falsas membranas Exudado, cantidad y aspecto Colecciones Encéfalo cara sup Circunvoluciones Consistencia . 291 Vascularización Colecciones y exudados Cara inf Caras laterales. Peso Simetría de los hemisferios Secciones practicadas Extravasaciones sanguíneas Serosidad y abscesos Coágulo^ su aspecto Ventrículos líquido Tálamo óptico Cuerpo estriado Tubérculos cuadrigcminos Glándula pineal Bulbo y protuberancia Pedúnculos Cerebelo 292 ampliación de detalles Preparaciones-Nos 4 Meninges raquídeas líquidos aspecto Colecciones purulentas ó caseosas Falsas membranas, su aspecto Espesor de las hojuelas Vascularización Otros detalles Examen químico N9 Medula-Cortes región cervical ,, ,, dorsal ,, ,, lumbar (parte inferior) Preparaciones Nos Cavidades después de la evisceración Cuello.. Cavidad torácica - 293 Cavidad abdómino -pelviana En la mujer: distancia entro las espinas iliacas ant. y sup. (24).... „ máxima do separación délas crestas iliacas (28).... Estrecho superior:-diámetro ant-post: del ángulo sacro verte- bral, al borde superior de la sínfisis pubiana [11 ] diámetros oblicuos: eminencia ileo-pcctínea ásínfisis sacro-iliaeadel ladoopuesto (~ 12 ) derecho izq.... diámetro transverso máximo: distancia de separación de la mitad de la línea innominada, á, igual lugar del otro lado-[13 112] diámetro promonto sub-pubiano mínimo:- a la unión del 113 sup. y 2|3 inf. sínfisis diámetro promonto-sub-pubiano: á bor- de inferior sínfisis Circunferencia del estrecho superior (40) forma del „ „ Cavidad encefálica 294 •Autopsias especiales: senos, peñascos, etc Cavidad raquídea fracturas luxaciones Spina bífida •••••• •••♦•••*••** Observaciones generales Guayaquil, á de de 191 Firma de los que han efectuado la autopsia. 295 Hipertrofia del timus.-Su tratamiento por los Rayos X POR EL DR FRANCISCO DE ICAZA BUSTAMANTE Cirujano del Asilo "Alejandro Mamm" Desde el mes de Agosto de 1913, hasta el 2 de Octubre del presente año, hemos podido recoger entre nuestra clientela particular y la sala de niños que corre á nuestro cargo en el «Asilo Mann : siete observaciones de niños atacados de hipertrofia del timus. Los síntomas y signos clíni- cos presentados por los enfermitos nos pusieron en vías del diagnóstico, el cual fué comprobado por la Radioscopia. Las observaciones que acompaño se descomponen así: Una de 4 meses de edad ,, ,, 64 días ,, „ „ n n » „ „ „ 6 meses „ „ m n 11 11 11 ,, ,, oS días ,, ,, 24 En nuestras observaciones se vé la predominancia de la enfermedad entre uno á seis meses. Y sólo en tres de ellas hemos encontrado la sífilis paterna perfectamente comprobada; en las cinco restantes no hemos en- contrado antecedentes tuberculosos, pero en una de ellas, el padre alcohó- lico, á quien hemos examinado, presenta signos de bronquitis del vértice del pulmón derecho. Nos vamos á permitir una ligera digresión que juzgamos necesaria para la mejor comprensión de los síntomas y diagnósticos de la enferme- dad de que tratamos. El timus, órgano transitorio, os una glándula hemolinfática, cuya evolución parece empezar en el comienzo de la vida intrauterina, adqui- riendo su completo desarrollo y su definitiva estructura al nacimiento. Su periodo de plena actividad se extiende, pues, de los últimos meses de la vida intrauterina, á los primeros años de la vida. Se le atribuye una función secretoria, no conociéndose la manera cómo se efectúa esta se- creción, ni la composición del líquido segregado. A partir del nacimiento el timus normal casi no crece: y del tercero al cuarto año comienza á atro- fiarse para desaparecer casi totalmente á la pubertad. Situado en la parte superior del mediastino anterior, detrás del es- ternón, delante del pericardio y de los gruesos vasos de la base del cora- zón y entre los bordes anteriores de los pulmones: el timus está en rela- ción más ó menos estrecha con los nervios de la base del cuello y de la parte superior del tórax. Prolóngase hacia arriba del cuello apoyándose sobre la tráquea. Estas relaciones hacen comprender fácilmente que la hipertrofia del órgano, ejercerá compresiones sobre órganos importantes, determinan- do fenómenos y trastornos más ó menos graves. 296 La hipertrofia del timos, se caracteriza clínicamente por signos físi- cos y síntomas de compresión. Auscultación. El signo d' O. Elsnitz que consiste en un soplo res- piratorio ligero el cual se acentúa con la hiperextensión de la cabeza, no lo hemos podido constatar en ninguno de los siete casos por nosotros exa- minados. Inspección.-En cinco de nuestros casos, hemos encontrado el signo de Rohn, muy marcado en las observaciones marcadas con los números 2 y 7. Este signo consiste en la existencia de una tumefacción blanda en la loseta supra esternal, la cual desaparece durante la inspiración, para reaparecer á la expiración, acentuándose notablemente ala expiración for- zada (gritos, tos). Percusión. Esta debe ser practicada lo más suavemente posible y entonces se encontrará una zona de matitez absoluta, ocupando toda la región del manubrio esternal y en algunos casos sobrepasa los bordes del esternón, sobre todo el izquierdo. Radioscopia v Radiografía.-La radioscopia es de una importan- cia indiscutible en el diagnóstico de la hipertrofia del timus. permitiendo reconocer el aumento de volumen del órgano, en ocasiones en las cuales ningún otro síntoma la hacía sospechar. La radioscopia puede dar lugar á errores que es preciso sean cono- cidos para poderlos evitar. En primer lugar una técnica defectuosa pue- de dar un ensanchamiento de la sombra tímica, sin que haya hipertrofia. Para evitar este error. Hochsinger recomienda acostar el niño bien hori- zontalmente, de colocar la ampolla sobre la línea media y de establecer muy bien el paralelismo de la placa, del niño y de la ampolla. La dis- tancia entre la ampolla y la placa debe ser de ñO centímetros. Otra de las causas que pueden dar lugar á equivocaciones es el au- mento de volumen de los ganglios traqueobronquiales, poro la sombra por éstos producida, se encuentra generalmente en los campos pulmonares y al nivel de la 5a y 6 a vértebras dorsales dibujando salidas convexas y re- dondas. La radioscopia nos muestra la anchura del timus, más no su espesor. En todos nuestros casos hemos hecho practicar la radioscopia y en algu- nos la radiografía, obteniendo siempre la comprobación de nuestro diag- nóstico. Los señores Licdo. .L Verdesoto y Alavedra Tama nos han pres- tado su valioso contingente en todas nuestras observaciones y el trata- miento: les damos expresivas gracias. Síntomas de compresión'.-El timus aumentado de volumen puede comprimir los diversos órganos con los cuales está en relación, pudiendo esta compresión determinar trastornos respiratorios y circulatorios. Se nos permitirá no entrar en la descripción de estos síntomas, por cuanto éstos se encuentran en todos los tratados de patología infantil. En cuanto á su interpretación es fácil si se tiene en cuenta ía posición anatómica do la glándula. En este estudio no perseguimos otro fin que el diagnóstico precoz de una afección que puede conducir al niño á una muerte rápida y brusca, la cual puede las más do las veces evitarse, recurriendo á un tratamiento adecuado. Diagnóstico.-Formas disneicas.-La traqueoestonosis tímica puede presentarse bajo tres aspectos: Io-Puede ser crónica y presentarse desde los primeros momentos 297 de la vida, caracterizándose por el llamado estridor ó cornaje de los re- cién nacidos. 2o-En ocasiones puede manifestarse por accesos de comaje y dis- nea, separados por perídos de respiración normal. 3°-Puede no revelarse sino por uno sólo de estos accesos terminán- dose por la muerte El estridor ó cornaje tímico, aparece desde los primeros días ó pri- meras semanas de la vida y tiene como caracteres el de ser inspirativo y expirativo y más fuerte á la inspiración, se acompaña de tiraje inspirato- rio ligero, que afecta la forma de ordinario crup. El cornaje tímico se exagera por hiperextensión de la cabeza, (como cuando so practica un exa- men de garganta) en la posición horizontal y durante el sueño. Este cor- naje no altera la voz, la cual permanece intacta. El estridor-vestibular congenital (Variot). Este es ¡espiratorio y anatómicamente es debido á una mal formación del vestíbulo de la la- ringe. La adenopatia traqueobronquial, puede, por compresión de la trá- quea ó uno de les gruesos bronquios, producir un cornaje el cual tiene co- mo carácter esencial, el de ser expiratorio exclusivamente y además, la tos que lo acompaña tiene el carácter bitonal. Las vegetaciones adenoides congenitales, traen un ruido inspirato- rio, pero su carácter de ronquido naso-taringeo, permitirá reconocer su origen. Tales son los elementos de diagnóstico del cornaje y de la disnea crónica por traqueo-estenosis túnica. Forma Cíaxótica.-Los accesos de cianosis, con ó sin síncope, que pueden ser determinados por la compresión de gruesos vasos por la hi- pertrofia de la glándula que nos ocupa, coinciden en general con el cor- naje y la disnea por traqueo-estenosis. Tratamiexto.-El único empleado por nosotros ha sido la radiote- rapia y el resultado obtenido de lo más satisfactorio, como so verá por las observaciones que adjuntamos. Coxclusioxes.-1°. -En tado caso de cornaje congenital á tipo ins* piratorio y con submatitez ó matitez absoluta del manubrio esternal, de- berá practicarse una radioscopia, y si necesaria, una radiografía.-2o.- En casos de cianosis, con cornaje y disnea deberá hacerse lo minino. APLICACION DE LOS RAYOS X COMO TRATAMIENTO En los siete casos que hemos tenido la suerte de tratar por este método, que hoy someto á la consideración del Primer Congreso Médi- co Ecuatoriano, hemos seguido la técnica siguiente, aplicación en la par- te anterior del tórax, poco más o- menos de 100 unidades, siguiendo lo aconsejado por Aubertín, sesiones intermedias de 1 á 2 días, y duración de éstas de tres y medio minutos á media hora, obteniendo el siguiente resultado. Observación No. 1 Una aplicación cada tres días de un cuarto de hora de duración, siendo suficientes diez aplicaciones para la completa curación del enfer- mito. 298 Observación No. 2 Este ha sido el caso más rebelde, pues fueron necesarias 36 aplica ciones para la completa desaparición de los síntomas de compresión. Observación No. 3 12 aplicaciones de un cuarto de hora con un día de intermedio. Observación No. 4 6 sesiones, una cada dos días, de tres ,y medio minutos de dura ción. Observación No. 5 Caso grave con signos sincópales y accesos de cianosis -10 apli caciones de media hora cada una. Observación No. b 8 sesiones de un cuarto de hora con intervalo de un día. Observación No. 7 En tratamiento en el Gabinete Moría Como se verá por este resumen, el tratamiento ha dado resulta- dos de los más satisfactorios, permitiéndome rogar á mis distinguidos co- legas su aplicación y comunicarme los resultados que obtuvieren. 299 Observaciones clínicas del trabajo sobre hipertrofia del limos j so tratamiento por los Rayos X ron EL DR. FRANCISCO DE ICAZA BUSTAMANTE Observación No. 1 S. S.-Nació el 13 de julio de 1913 ,en esta ciudad y fue llevado á nuestra consulta de la Maternidad el 11 de agosto riel mismo año. Antecedentes - Hijo primogénito del segundo matrimonio de la ma- dre, la cual contrajo matrimonio por primera veza los quince años, que- dando viuda cinco años después y sin haber tímido ningún hijo de este matrimonio, pero el marido era sifilítico y contagió á la mujer, la cual tuvo una erupción muy rebelde, caída del pelo, etc. Casada poco tiempo después en segundas nupcias y durante el embarazo del niño del cual vamos á ocuparnos, frió tratada con inyec- ciones de mercurio y jarabe de Gibert A los diez días, más ó menos, de nacido el pequeño S, comenzó á sor atacado de signos de asfixia cada vez que lloraba ó se ponía bravo, presentando en la noche, cuando dormía ó estaba en posición de decú- bito dorsal, un ruido muy marcado al respirar. Examinado por nosotros, pudimos comprobar un estridor inspirati- tivo y expirativo, mucho más fuerte á la inspiración, tiraje supra-ester- nal muy marcado, ninguna deformación toráxica, y durante (4 examen, una crisis disneica tan intensa que temimos por la vida del niño. La percusión no pudo ser practicada por el estado tan alarmante en que se puso. Lo mandamos inmediatamente al Gabinete de Radiología del Hos- pital General, donde el señor Juan Verdesoto, Jefe de ese servicio, hi- zo la aplicación de Hayos X siguiendo la técnica por nosotros aconseja- da y obteniendo la comprobación de nuestro diagnóstico clínico, se en- tabló el tratamiento por los mismos rayos, una aplicación cada tres días. Siendo suficiente diez aplicaciones para la desaparición de los sín- tomas de hipertrofia del timos y la completa curación del enfermito. Observación No. 2 N. R.-De seis meses de edad, oriundo de Machaba. Desde el ml= cimiento presenta estridor expirativo y síntomas de asfixia, los cuales llegaron á ser tan fuertes que obligaron á la familia á venir á la ciu- dad. Examinado por nosotros el 11 de enero de 1914, encontramos, el estridor marcadamente inspirativo, accesos de cianosis, signo de Rechi 300 y zona de macicez absoluta manubrial, sobresaliendo del borde izquier- do del esternón. En este niño pudimos presenciar un acceso de asfixia intenso en el momento del primer examen, (pie nos vimos obligados á practicar la respiración artificial y hacerle abluciones de agua fría. Este caso ha sido el más rebelde, pues se necesitaron 36 sesio- nes de Rayos X, para obtener su curación. Observación No. 3 A. M.-Edad 35 días.-Padre sifilítico.-Aladre tuberculosa. Desde el nacimiento ha predominado estridor inspirativo, percusión negativa, ningún síntoma de compresión. Trastornos digestivos. Diagnóstico radioscópico: hipertrofia del timus. Tratamiento: 12 aplicaciones.-Curación. Observación No. 4 P. K.-De 4 meses de edad. Presentó desde el nacimiento acce- sos disneicos, cada vez que el niño lloraba ó se ponía bravo, y un es- tridor laríngeo predominando á la inspiración. A la percusión, zona de macidez manubrial; y signo de Rehir.- Padre sifilítico.-Radioscopia positiva.-Tratamiento: 6 sesiones. Una ca- da dos días, tle 3 1/2 minutos de duración.-Curación completa. La atenuación de los síntomas se efectuó desde la primera aplicación. Observación No. 5 L. AL -Edad 24 días. Nació en estado do asfixia do la cual salvó merced á la balneación y respiración artificial practicadas por el facul- tativo que lo asistió en aquel momento, pero al decir de la familia des- de entonces lo quedó un ruido por la nariz que ora constante todo el tiempo, y mucho más fuerte cada vez el niño dormía. La familia vi- vía en constante angustia pues cada voz que lloraba el niño le faltaba la respiración y se ponía morado. Lo examinamos por primera vez el 10 de octubre do 1014 y en- contramos los síntomas siguientes: accesos do cianosis y asfixia (sínto- mas do compresión |. Signos físicos. Alacidez absoluta manubrial y submacidoz sobresa- liendo por lo menos dos centímetros del esternón, deformación torácica, tiraje espirativo, estridor y signo de Rehn, muy marcado. Tratamiento.-Diez sesiones de un cuarto de hora y de un día de intervalo. Observación No. 6 AL 8.-Edad tros meses - Noviembre de 1914. Presentó desde el 5° día estridor inspirativo muy marcado, diciendo la madre que este es- tridor era más fuerte cuando el niño dormía ó estaba acostado sobre la espalda. Al examen encontramos una zona de macidez uo muy clara 301 en el borde izquierdo del esternón y tiraje inspirativo muy tenue; nin- gún otro síntoma, ni signo. Lo enviamos al Ledo, señor Juan Verdesoto, quien le hizo una radioscopia, que comprobó la sospecha que teníamos de hipertrofia del timus. Tratamiento.-Ocho aplicaciones de un cuarto de hora de duración, con un día de intermedio, Curación Observación No. 7 J. M.-De 38 días de nacida, hija primera de un joven matrimo- nio, presentó desde el tercer día de nacida un cornaje inspirativo y es- pirativo, predominando del lado de la inspiración y siendo mucho más marcado, durante el sueño y cuando la niña estaba acostada, el cornaje se acentúa más, llegando según dice la familia hasta quedar asfixiada en los momentos en que ella llora ó se pone brava. Llamados el día dos de los corrientes y con los datos anteriores, procedimos al examen, pudiendo comprobar los siguientes signos. A la inspección: tiraje supra esternal marcadísimo, y una tumefac- ción en la foseta supra-esternal que desaparece durante la inspiración, para reaparecer en la espiración, sintiéndose á la palpación como un tumor verdadero que se proyecta hacia afuera durante la espiración. A la percusión: en la parte media del manubrio esternal hemos po- dido comprobar una zona de macidez absoluta y lateralmente una macr dez bien marcada sobrepasando el borde derecho del esternón. 'Tratamiento: Desde la primera sesión existe mejoría. DISCUSION El DR. VALENZUELA con apoyo del DR. VILLAMAR, hi- zo la moción siguiente: Que en vista del éxito obtenido por el Dr. de ICAZA en la hipertrofia del timus, por medio de los Rayos X, se recomiende al cuerpo médico de la República, el tratamiento ex' presado. Se aprobó por unanimidad. DISCUSION Un caso de Esclerosis lateral amiotrófica POR EL DR. FELIX FLOR M. Voy á exponer á la ilustrada consideración de ustedes la histo- ria clínica de un caso que, por lo inusitado ó importante, me ha pareci- do que quizá pudiera servir como punto de partida para emprender en observaciones ulteriores acerca de las enfermedades nerviosas tan poco Conocidas entre nosotros. 302 No soy especialista en esta clase de enfermedades, pero razones poderosas me colocaron en el ineludible deber de estudiar al individuo que padeció la entidad nosológica de que me ocupo, en compañía de com- petentes facultativos de toda la República, prolijamente y durante todo el tiempo que le duró su enfermedad (dos años y medio). Como es natura], al principio, el diagnóstico de la enfermedad se pre sentó por demás oscuro y difícil: y sólo después de muchas vacila- ciones y después de hacer el diagnóstico diferencial con las enfermeda- des similares se llegó á la conclusión de que se trataba de esclerosis la- teral amiotrófica, acompañada del síndrome Gloso-labio-laríngeo y con amiotrotia del tipo Aran-Duchenne. El caso es el siguiente: N. N. de sesenta años de edad, natural de Cajabamba, y de oficio agricultor. No recuerda haber tenido enfermeda- des graves, sólo dice que sufrió accesos de paludismo hacía ya mucho tiempo, pero que de ellos curó relativamente pronto. Siempre ha sido muy fuerte y trabajador y su vida en extremo penosa y agitada. Cuando se le examinó por primera vez, nos encontramos en presen- cia de un organismo demacrado y algún tanto encorvado hacia adelante; su facies presentaba una ligera asimetría del bulo izquierdo y andaba arrastrando el pie derecho. Su voz era esencialmente gutural y no podía pronunciar con facilidad algunas letras tales como la 1, la r, la n, etc. No sentía dolor alguno. Lo que atormentaba su existencia, el síntoma por el cual se vió obli- gado á recurrir al médico, fué una gran dificultad de tragar los alimen- tos, especialmente los líquidos, que cuando los tomaba lo hacia muy des- pacio á pequeños sorbos y creyendo siempre que podían venirle fenóme- nos de asfixia por obstrucción de las vías respiratorias. Esta dificultad se le aumentaba durante el frió, y, por una especie de auto sugestión, cuan- do tomaba medicina y se preocupaba más de su dolencia. Tenía tos quintosa con abundante espectoración fluida y la saliva- ción era abundante. Ante este cuadro clínico, lo primero que naturalmente se nos ocu- rrió fué verificar un examen prolijo de la garganta para ver si había al- gún neoplasma, alguna ulceración ó algo, en fin, que explicase el síntoma que le angustiaba al enfermo, pero nada se encontró por de pronto que justifique la gravedad del síntoma anotado. Al examinar la cavidad bu- cal fueron observados movimientos peristálticos de la lengua. En cuanto á su capacidad intelectual era de notarse su carácter uraño y receloso, algunos colegas le notaron ciertas extravagancias en el género de vida que observaba el enfermo y estos datos nos indujeron á creer que talvez se trataba de un caso de Parálisis general, diagnóstico <pie no nos atrevimos á formularlo decididamente esperando sea confirma- do por facultativos más autorizados y sobre todo mediante el examen de Wasermann que esperábamos (pie se lleve á cabo oportunamente. Entre tanto, la enfermedad .seguía su curso y no había medio de contener su avance, pues la medicación que se instituyó para el paciente fué puramente sintomática. Por esta razón y creyendo (pie se habría de conseguir alguna mejo- ría bajo la influencia del clima y de las aguas de la costa, y contando con los conocimientos de los notables profesores de Guayaquil, se comino en traer al enfermo á esta ciudad para convocar una junta como en efecto se convocó y reunió. No hay para qué decir que el examen que se le hizo aquí al enfer- 303 nw fue completo: el enfermo quedó completamente satisfecho y un aura de felicidad y esperanza brillaron en sus ojos después del examen. To- dos los aparatos fueron prolijamente examinados y aprovechando del ins- trumental clínico de uno de los inteligentes facultativos de la localidad se examinó la reacción de degeneración que fue negativa: se hizo el exa- men laringoscópico por medio del que se comprobó la parálisis de la cuer- da bocal izquierda, que se encontraba en la posición cadavérica, según de- dian. Alas, después de esto brillante examen del enfermo y después de una serena discusión de los sítomas, en lo que se \ ino á parar fue en el diagnóstico de Parálisis general: viniendo de este modo á confirmarse nuestro humildísimo parecer. Pero, ¿era efectivamente esta enfermedad? No. Una observación más atenta de los síntomas, la reacción de Wasermann que resultó nega- tiva y sobre todo, el examen de las facultades intelectuales del enfermo que se conducía con una sagacidad, con tino y hasta inteligentemente en todos los actos de su vida, me llevaron al convencimiento de que era un hombre que estaba muy lejos de adolecer de Parálisis general. Por otra parte, los fenómenos de degeneración de los músculos de los miembros se iban acentuando cada día más, la mano se iba poniendo en garra, el andar era más penoso, el síndrome gloso-lobio-laringeo apa- recía ya muy claro y la caquexia seguía adelante. Todos estos síntomas me hicieron sospechar que se trataba de alguna enfermedad medular. Desde entonces ya estábamos de acuerdo todos los colegas que le atendimos al enfermo en el pronóstico fatal y en la ineficacia de los tra- tamientos; faltaba aún el diagnóstico diferencial pero ya era cuestión de orden puramente científico. Como es sabido, entre las enfermedades con las que es posible el diagnóstico diferencial se cuentan las esclerosis difusas las esclerosis en pla- cas, la síringomielia etc., faltaba, pues, precisar el diagnóstico que al fin se llegó á establecer en compañía del notable clínico de Quito doctor Alax Ontaneda y teniendo á la vista el importantísimo trabajo del gran profe- sor Charcot acerca de esta enfermedad que merecidamente lleva su nombre. El cuadro clínico descrito en su obra por este sab'o lo presentaba el enfermo aún'en sus más ligeros detalles, era un caso típico de esta enfer- medad. Indudablemente la autopsia habría confirmado el diagnóstico, pero no fue posible verificarla. No me detendré en la descripción de esta enfermedad que vosotros la conocéis muy bien: sabéis asi mismo que en la etiología, la patogenia, la anatomía patológica de esta enfermedad hay muchos puntos que dilu- cidar aun y su existencia nosológica misma era materia de discusión has- ta una fecha relativamente reciente en que los trabajos de Gonboult y Charcot la colocaron definitivamente en el cuadro mosológico de las en- fermedades medulares. No sé si en esta ciudad se hayan presentado algunos casos de esta enfermedad, me seria altamente satisfactorio oír á alguno de los notables clínicos á quienes he tenido el honor de leerles este pequeño trabajo, si en su larga prática han tenido ocasión de observar algunos casos de esta en- fermedad. Los casos observados servirían para empezar la estadística de esta entidad patológica y ya sabéis hasta qué punto contribuyen los cuadros estadísticos para el mejor conocimiento de las enfermedades, 304 DISCUSION: DR. CORONEL-Recuerda que vió hace algún tiempo en compañía del Dr. ICAZA, el caso que refiere el Dr. FLOR; no pude en esa época hacer .ningún diagnóstico porque el enfermo presenta- ba signos poco precisos. Manifiesta que los anotados por el Dr. FLOR corresponden más bien á una amiotroüa progresiva que ha comentado por la región cervical, Las sales vitales por la vía intravenosa POK EL DR. LUIS DE ROUX 1 BIOLOGIA El cuerpo humano está principalmente compuesto de los siguientes elementos químicos:^..carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre, fós- foro, sodio, potasio, calcio, magnesio,'cloro, yodo, flúor, fierro, manganeso, sílice y litio. Estos elementos se hallan muy diversamente combinados, y por sus continuas sustituciones se mantiene la vida de la célula orgánica. La célula es el elemento.primordial del organismo, y de sus varia- das agrupaciones y modificaciones resultan los diferentes tejidos animales (muscular, nervioso, óseo, etc.) Los elementos neoativos ó pasivos del organismo son los constitu- yentes de las sustancias que sirven de base á la alimentación de los teji- dos: azúcar, almidón, albúmina, glúten, etc., por la acción de los elemen- tos positivos sobre la célula. Estos elementos negativos son: carbono, oxi- geno, azufre y fósforo, y dejan, como residuos de la digestión celular, áci- dos | úrico, carbónico, láctico, etc. | y toxinas: que causan graves trastor- nos en la economía, cuando no son oportunamente eliminados, ó neutrali- zados por los elementos positivos. El principio de toda vida material ó vegetativa está en la oxidación y desoxidación continua de la célula, ésta depende, para su funcionamien to, de las sales de la célula, ó elementos positivos, ó activos: potasio, cal- cio. sodio, magnesio y fierro, que, al ser introducidos en el organismo, neu- tralizan los ácidos formados por la digestión en los tejidos. Cuando faltan estos elementos positivos en cantidad suficiente en el medio intercelular, los ácidos del organismo los toman de los tejidos vecR 305 nos, resultando de aquí la desmineralización del organismo y las enferme- dades consiguientes: anemia, raquitismo, escrófula, tuberculosis, y aún la muerte misma por agotamiento total, como se comprueba poniendo algún pez marino, como el pez estrella que todos conocemos, en agua destilada: pronto se verá que la i espiración y todo otro signo de vida han cesado por la falta de las sales marinas en el agua, para reaparecer la vida y mantenerse regularmente una vez que á dicha agua destilada se le lian agregado los cloruros de sodio, de calcio, de potasio y de magnesio, es de- cir. las sales positivas, en las debidas proporciones. La salud y la vida celular sólo pueden, pues, mantenerse en el or- ganismo humano con una completa provisión de las sales de la célula, que ésta las toma del Huido intersticial que la baña. II LAS SALES VITALES Estudiaremos en este capítulo las propiedades de cada uno de los cinco elementos positivos, ó sean las sales vitales del organismo humano: Calcio, Sodio, Potasio, Fierro, Magnesio. Las sales de Calcio constituyen, aproximadamente, el 60°/,, del es- queleto humano: forman ellas la pared de la célula y el endotelio capi- lar, así como, combinadas con albúmina, forman el tejido elástico del or- ganismo. La cal es su sal alcalina por excelencia, y su papel en la neu- tralización de los ácidos orgánicos es de la mayor importancia. Activa las secreciones glandulares, aumenta la densidad de la sangre y, donde quiera que haya abcesos ó tejidos supurados, la cal se combina con la albúmina que los rodea y forma paredes que circunscriben estos focos y los mantienen así enquistados y ya inofensivos: < esta es la gran función de las sales de cal en los procesos tuberculosos» yen todos los que impliquen degeneración orgánica, como la escrófula, el raquitismo, etc. Los bacilos de la pulmonía y de la tuberculosis se nutren á expensas de la cal del organismo humano, y el suplirla de nuevo es cosa indispen- sable en el sostenimiento de su constitución. Las sales de Sodio se encuentran en todos los líquidos del organis- mo humano, unas veces como cloruros y otras como sulfates. El suero sanguíneo está en su mayor parte compuesto de una solución de odas sa- les, que mantienen en su integridad los glóbulos rojos. Si hay deficien- cia de estas sales en el suero, los glóbulos se disolverán (hemolisis) y ha- brá gran pérdida de sangre. El cloruro de sodio regula y retiene el agua en el organismo. Estas sales limpian las glándulas y los espacios intercelulares, to- mando para sí el líquido de los tejidos favoreciendo su eliminación. Sou. pues, las sales de sodio (cloruro, sulfato y fosfato) el remedio indica- do en las inflamaciones del hígado, de los ríñones y de las diversas glán- dulas. La Potasa ha sido llamada sal de la vida, porque es indispensable á ella en todas sus manifestaciones. El cloruro de potasio forma la fibri- na de la sangre, y el fosfato de potasa sostiene el vigor de los nervios, Es- 306 ta sal está indicada en todos los casos de postración nerviosa y de afeccio- nes cerebrales y medulares. El Fierro se halla en los glóbulos rojos de la sangre en forma de he- moglobina, la que constituye aproximadamente un 90 u/0 de ellos. El fie- rro fija en la sangre el oxígeno del aire en los pulmones, haciendo así po- sible la oxidación de los diversos productos del organismo, y está indica do en todos los casos en que haya una deficiencia de hemoglobina | cloro- sis), ó una inflamación causada por la falta de oxigenación de algunos productos orgánicos, toxinas, etc., como sucede en las afecciones febriles, en las nefritis, la gota, el reumatismo, etc. Las sales de Magnesia, especialmente el fosfato, constituyen la par- te primordial de las libras blancas do los nervios, y son el gran regulador de las funciones de este sistema. Existen también estas sales en los dien- tes, huesos y sangre. El sulfato de magnesia es el gran antitóxico y dc- sjnllamante del organismo, III TERAPEUTICA Si liemos visto en los capítulos anteriores que el organismo huma- no se sostiene y defiende, merced á la riqueza en sales vitales de la célu- la y los líquidos orgánicos, lo natural y lógico es proporcionar estos ele- mentos positivos al cuerpo humano, para restablecer su normalidad, cuando se halle enfermo ó quebrantado. Pero no es necesario administrar las 12 sales ya formadas, según lo recomiendan algunos, puesto que los carbonates, cloruros y sulfates. tales como existen en el organismo, se forman en éste á expensas de los ácidos libres y de las dobles descomposiciones. Basta introducir, pues, las principales sales á base de los 5 elemen- tos positivos, y de preferencia los fosfatos de dichas bases, ya que así se aprovecha también el elemento fósforo, que es el gran alimento de la célu- la nerviosa. Así se explica cómo, desde hace muchos anos, los grandes clínicos y terapeutas Robín y Jacquemaire proclamaron la mezcla de los glicero- fosfatos de cal, sodio, potasio, magnesio y fierro como la medicación re- constituyente por excelencia. Ellos, probablemente no se daban cuenta entonces del por qué, pero sí habían notado los efectos cuasi-maravillo- sos de este tratamiento, que ha servido y aún sirve de base á una multi- tud de medicamentos patentados, como los jarabes de hipofbsfitos, las emulsiones fosfatadas, las fosfatinas, la solución Pautauberge, el nervila, el sargol, y tantos otros «específicos» que el público consumidor paga á diez veces el valor do lo que costaría preparar la receta original de glice- ro fosfatos compuestos de Bobin, que no otra cosa son en el fondo, y que se halla en todos los formularios franceses, podiendo ser fácilmente prepa- rada por cualquier farmaceuta. Mas no basta ingerir por la boca grandes cantidades de glicerofosfa- tos para llevar á la sangre y los tejidos animales los elementos positivos, ó sean las sales vitales: hay que contar con elbuen funcionamiento del apara- 307 to digestivo, y aquí está el gran obstáculo á la medicación fosfatada por la vía bucal. En efecto, en los individuos agotados, que son los que la necesitan (anémicos, raquíticos, dispépticos, tuberculosos, etc.,) el estómago funciona mal, y peor el hígado y los intestinos; los jugos gástricos están debilita- dos al extremo, y la absorción intestinal es casi nula, resultando de aquí (pie dichas sales, en la mayor parte de las yecos, vienen á agravarla con- (lición del paciente, pues le sirven sólo de laxantes; porque sabemos que los fosfatos de soda, potasa y magnesia están clasificados entre los purgan- tes, cuando se toman en dosis de alguna importancia. Por otra parte, el fierro no se absorbe, según estudios modernos, por las vellosidades intesti- nales y sirve únicamente de irritante de dicha mucosa. De allí la li- mitación de este tratamiento que comenzó con tanto auge, y la necesidad de buscar algún medio de introducir las sales vitales directamente al or- ganismo, sin agravar la condición de las vías digestivas de los enfer- mos, IV LA VIA INTRAVENOSA La sangre es la vida. La sangre circula en un sistema ele vasos cerrados: las arterias y las venas, que están comunicadas por capilares cuyas paredes están for- madas por células planas muy tenues (endotelio), de unión imperfecta, por cuyas endi,jas pasan los elementos nutritivos, de la sangre al Huido intersticial que baña intimamente los diferentes tejidos del organismo hu- mano. Si introducimos las sales vitales directamente en el torrente circula- torio, logramos que ellas lleguen inmediatamente á los espacios intercelu- lares y nutran eficazmente los tejidos, eliminando así todos los inconve- nientes de la ingestión bucal. En efecto, obtenemos las siguientes ventajas: 1 ) Las sales vitales no se alteran en su composición química por la vía intravenosa, como sucede por la vía gástrica al contacto de los jugos digestivos y de los alimentos. 2 ) Se obtiene la absorción de la cantidad total que se inyecta: sin que haya pérdidas difíciles de calcular, permitiendo así una dosificación rigurosamente exacta. 3) La acción de la medicación intravenosa es rapidísima, casi ins- tantánea. 4) Lejos de dilicultar la digestión, la alivia de este recargo, sin do- lor, náuseas, ni diarrea, como acontece generalmente con las tomas medici- nales. 5 ) Por la vía intravenosa se logra la asimilación de sustancias (pie no es posible absorver por la vía gástrica, entre ellas las sales vitales. La vía intravenosa es el procedimiento por excelencia, y no tiene in- conveniente serio que se oponga á su generalización. Sólo exige una so- 308 Ilición límpida y aséptica, y un poco de cuidado y práctica. Es el modo racional de introducir al organismo las sales vitales, y, probablemente,mu- chas sustancias medicinales. Es la medicación del porvenir, reservada á los médicos progresistas. Solccióx de Baxxermax (mercurio, fierro, ac. salicilico, fenol); Vexodjxa (yodo y guayacol): Vexarsex (arsénico y mercurio): Vevqulxtna (quinina y arsénico): Vexomer (mercurio, yodo y arsénico): Vexosal (salicilatos); Vexferarsex (fierro y arsénico): Estas son todas preparaciones excelentes, antisépticas y desinfec- tantes para los microbios de las respectivas enfermedades en (pie se pres- criben dichas drogas; pero no son para el organismo reconstituyentes», porque, como se habrá observado, ninguna de ellas contiene las sales vi- tales» (magnesio, potasio, calcio, sodio). Aunque algunos han confeccionado fórmulas en las que entran las sales vitales, no ha sido posible la preparación de una solución límpida, estable y alcalina de dichas sales para uso intravenoso, y en la (pie no entren ácidos peligrosos. Porque las que liemos importado han llegado turbias y alteradas, tienen ácido salicilico | lo que forma un nuevo com- puesto con el fierro], y están en parte precipitadas, lo (pie hace impracti- cable su inyección por la vía intravenosa, ni darían los resultados apete- cidos. Esta dificultad ha estribado, principalmente, en la imposibilidad quí- mica de mantener artificialmente disueltas las sales vitales en un medio alcalino como el de la sangre, pues sabido es que los fosfatos de dichas bases necesitan de un medio ácido para su disolución. Y una solución de reacción ácida no puede ni debe inyectarse en las venas, en ningún caso. V LA VENOVITAL La Venovital no es un específico para determinada enfermedad, sino el reconstituyente fisiológico que con- viene á todas. Después de largas y pacientes investigaciones de laboratorio, hemos logrado la preparación de una solución límpida y estable de las sales vita- les, en medio alcalino y antiséptico, en las mismas proporciones en que ellas se encuentran en la sangre humana normal. A esta inyección intravenosa de las sales vitales hemos dado el nom- bre lógico de Venovital», (pie hasta hoy no ha sido usado por ningún autor, que indica claramente el origen y fin de la inyección: y que guar- da armonía con la nomenclatura que se está estableciendo en la medica- DR. LUIS DE ROUX.-Sales vitales por la vía intravenosa 309 ción intravenosa. Es marca cuyo registro se ha pedido en todos los Es- tados que formaron la (<ran Colombia: Colombia, Ecuador. Panamá y Ve- nezuela, y que sólo podrá ser usada por su inventor. Ea Vexovital contiene, en su parte sustancial, compuestos do 1 Potasio 2 Magnesio 3 Calcio 4 Sodio 5 Fierro (i Fósforo 7 Fenoles en solución asimilable y no tóxica. No contiene, mercurio, arsénico ni es- tricnina en ninguna forma. Ea preparación se hace con la más rigurosa asepsia y la esteriliza- ción de la solución os completa, garantizándose químicamente pura y li- bre de microbios. Es isotónica del suero normal y no coagula la sangre, como puede comprobarse colocando un poco de ésta en un tubo de ensayo con igual cantidad de Venovital por 24 horas, al fin de las cuales so observará que aún se halla la mezcla en estado líquido, y los glóbulos intactos. Esto no hubiera sucedido con la sangre sola. No existo, pues, el menor peligro de embolias, que tanto so teme en las inyecciones intravenosas, pues la Venovital, lejos do coagular la sangro la conserva en estado líquido indefinidamente. «El autor de este trabajo ha puesto ya, en los últimos tres años, algo más de quinientas inyecciones intravenosas de Venovital en niños, ancia- nos, mujeres embarazadas, señoritas nerviosas, paralíticos, enfermos del corazón, nefríticos, reumáticos, tuberculosos con hemoptisis, tifoideos con delirio, etc., sin haber tenido nunca accidente que lamentar ni en un solo caso-. Esto basta, por sí solo, para proclamar la inocuidad de la Venovi- tal de la manera más absoluta. La Venovital nunca hace mal y siempre puede hacer bien. La dosis normal varía de o á 10 centímetros cúbicos en el adulto de G5 kilos, y proporcionalmente para mujeres y niños, según los kilos que pesen. Es bueno comenzar por cantidades menores, para subir gradual- mente 1 c. c. en cada inyección. No debe pasarse la dosis máxima de 10 c. c. La duración del tratamiento varía con cada enfermadad y con las condiciones del paciente: pero en la generalidad do los casos, basta un tratamiento activo de tres meses para obtener la regeneración del orga- nismo. La inyección de VENOVITAL se aplica, para casos de anemia, tu- berculosis incipiente, etc., en que se emplee como reconstituyente, una ó dos veces en la semana, según se desee. Para infecciones agudas, como pulmonía, tifoidea, etc., conviene mejor día de por medio, y aún diaria- mente, según la gravedad del caso. No produce liebre, dolor de cabeza, ni reacción alguna la inyección de Venovital. Los enfermos la toman y salen inmediatamente á sus ocu- paciones habituales. Sólo, sí, que ha de aplicarse con el estómago vacío (para evitar náuseas). La hora más propia es por la mañana, antes de al- muerzo. Pero en casos de urgencia puede aplicarse á cualquiera hora. Nunca ha de ponerse la Venovital en inyección subcutánea ó mus- 310 calar, pues las sales do fierro que contiene la harían muy dolorosa y for- marían abcpsos, sin lograr el efecto medicinal. La inyección intravenosa de Venovital es absolutamente indolora. VI TECNICA No deja do haber unos pocos médicos que so hallan todavía en la antigua creencia de que una inyección intravenosa está llena de dificultados y peligros, cuando nada hay más sencillo é inocuo entre las operaciones de cirugía menor, si se hace con cuidado y limpieza. El paciente se coloca de pie y frente al cirujano, con los brazos caídos, en supinación, y desnudos hasta más arriba del pliegue del co- do, á lin de escojer la vena que se halle más pronunciada. Seleccionada ésta, so sienta ó acuesta al enfermo y se le liga id brazo, ligeramente caído, en la parte media con una cuerda cualquiera, torcida pero no anudada, que es mantenida en posición por el dedo in- dico do la otra mano del operado. Se llena la jeringa con la cantidad do venovital que se quiera inyectar, tomándola por succión de la ampolleta que so acaba de abrir. Inmediatamente después, y con el brazo ya ligado, so frota fuer- temente con una mota de algodón hidrófilo, embebido en alcohol ordi- nario, la región del pliegue del codo. Esto, á la vez que desinfecta por completo la región, hace resaltar la vena. Invertida la jeringa con la aguja hacia arriba, á fin de expulsar con el émbolo todas las burbujas de aire, y, cuando ya salga por la aguja el líquido en chorro continuo, se vuelve otra vez la jeringa con la punta para abajo y se procede á la inyección: ler. tiempo: Se toma la jeringa entre los dedos pulgar y opues- tos, exactamente como toma un sastre su aguja en el momento de pasar el paño, y se introduce suavemente en la piel hasta que haya perfora- do la vena, lo que se sabrá por la entrada de sangre á la jeringa. 2o. tiempo: Inmediatamente que ésta se ha visto, se. hace al en- fermo levantar el dedo que sostiene la torcedura del hilo y el opera- dor cambia de posición su mano, sin mover la jeringa, tomando el cue- llo de ésta entre los dedos índice y medio, y colocando la yema de sii pulgar sobre la cabeza del émbolo: 3er. tiempo: Libre ya el brazo de toda constricción, y aplanadas las venas, se comienza á inyectar, presionando lentamente el émbolo, hasta casi concluir con la venovital, teniendo el cuidado de no inyectar la úl- tima porción que está mezclada con la sangre que entró á la jeringa cuando se puncionó la vena. La operación está terminada, y sólo res- ta sacar rápidamente la aguja y poner una gota de colodión elástico so- bre la pequeña herida, que es muy parecida á la que resulta de la pi- cada de una pulga. Estos 3 tiempos pueden resumirse asi: punción, acomodación é in- yección. Si al tratar de puncionar la vena no se hubiere logrado esto, no ha de insistirse en buscarla bajo la piel con la punta de la aguja, lo 311 que rara vez se logra, y mortifica siempre los tejidos, sino que so lia de sacar de la piel y ensayar una nueva punción. Esto puede repetir- se indefinidamente, sin inconveniente alguno. Hay que tomar algún tiempo para inyectar, unos 2 ó 3 minu- tos, pues interesa que la vexovital entre gota á gota en la corriente venosa. Es más conveniente, la posición acostada (pie la sentada, y nun- ca la de pie, porque la circulación se hace más fácil horizontalmente. El cirujano ha de tener un poco de calma y firmeza, algo así como un capitán marino ante una pequeña tempestad, porque si él se asusta, más se asustará el enfermo, sobre todo si se trata de alguna niña clo- rótica que tenga los nervios de punta. Se usa .para la inyección intravenosa de vexovital una jeringa toda de vidrio, de 10 centims. cubs. de capacidad, con agujas de platL no, inoxidables. Naturalmente, deberá lavarse y hervirse todo, antes y después de cada operación y el cirujano lavarse las manos con alcohol. La vexovital se envasa en ampolletas de 10 cc. Si al tomar la vexovital de la ampolleta nueva quedare algún sobrante, que no se hu- biere inyectado en ese día, deberá botarse, pues se alterará al contacto del aire y será impropio para inyectarlo en otra ocasión. VII En las enfermedades constitucionales En la anemia, el raquitismo, la escrófula, etc., el organismo se arruina por ia falta de sus elementos constitutivos, por una verdadera hambre de los tejidos. Los alimentos ingeridos no son debidamente di- geridos ni asimilados, y se expulsan sin dejar en el organismo sus prin- cipios nutritivos. La introducción de las sales vitales en la corriente sanguínea lle- va á los tejidos el alimento que estos necesitan, en su forma más pura y nutritiva. La restauración es, pues, rápida y completa, por la inyec- ción de VEXOVITAL. En la anemia y la clorosis, los glóbulos rojos de la sangre se en- riquecen pronto en hemoglobina por el fierro de la inyección, y su nú- mero aumenta prodigiosamente, como puede observarse en el siguiente caso de una distinguida señorita de Guayaquil que padecía de cloro- anemia, durante el primer mes de tratamiento (26 de Enero á 26 de Febrero de 1915) por la venoyital, en inyecciones dos veces por se- mana: Srta. Gregoria Aragundi (Calle Morro N.° 530) Enero 26, Febrero 26. Glóbulos rojos 3.480,000 4.800,000 (*) Hemoglobina 80 0/° 90 0/° (*) La máxima normal es 5'000.000 por milímt. cúb. 312 (Informe del doctor José Darío Moral en 27 de Febrero de 191o). En la doro-anemia de las vírgenes, especialmente de las (pie se hallan en el período del desarrollo, la venovital es* el remedio indicado, pues aparte de aumentar la cantidad y la calidad de la sangro, y de nutrir los huesos y las carnes de las niñas que están creciendo, facilita la menstruación, suministrando una sangre rica que la hace abundante y la alivia de todo dolor que no sea fisiológico. Tenemos actualmente el caso curioso y sorprendente de una señora de 48 años, muy pálida y anémica, que, habiendo tomado 4 inyecciones de venovital, ha visto rea- parecer con gran gusto sus reglas, que ya hacia 4 años parecían haber terminado para siempre. En la escrófula, el raquitismo y la pretuberculosis, la venovital hace prodigios, nutriendo la sangre y los tejidos, convirtiendo los niños débiles y raquíticos en seres robustos y de fácil desarrollo. Este es el momento en (pie el organismo necesita de mayor nutrición. pues no sólo tiene (pie reparar las pérdidas di* la denutrición, sino hay que agregar la cantidad de alimento en sales vitales á los tejidos en crecimiento. VIII EN LAS INFECCIONES Ina buena sangre es el mejor desinfectante del organismo. En la generalidad de las enfermedades infecciosas febriles (pul- monía, tifoidea, tuberculosis, etc.) se han notado los siguientes fenó- menos: 1 La alcalinidad de la sangre disminuye: 2 El suero de la sangre disuelve los glóbulos rojos, con gran dis- minución en el número de éstos y pérdida de hemoglobina: 3 La inyección de una solución salina aumenta los leucocitos. Si, pues, inyectamos en la corriente sanguínea una solución alca- lina do las sales vitales, podremos contener el daño que se inicia en la sangre. En cuanto á la infección misma, las bacterias son. en su mayor parte, elementos negativos: las células blancas de la sangre que las ab- sorben y destruyen, lo hacen por su contenido en sales vitales ó ele- mentos positivos. De modo que, enriqueciendo dichas células con las sales vitales, se tiene la manera más segura y rápida de librar al or- ganismo humano de los microbios que lo invaden. 313 TIFOIDEA Hemos curado casos de tofoidea con la venovital, inyectándola dos veces por semana, sin vacuna, baños, ni ningún otro tratamiento, excepto el de mantener la antisepsia del intestino. Los enfermos en- tran en franca convalescencia sin ese estado de debilidad general y ago- tamiento en (pie quedan los que han sufrido la infección. Y es de ver cómo recuperan rápidamente las fuerzas bajo la acción de la venovital. El joven Efraín ('amacho, cuyo retrato publicamos, .es uno de estos casos. TUBERCULOSIS Los ingleses llaman esta enfermedad Consunción», porque consu- me los tejidos hasta dejar al tísico casi convertido en un saco de hue- sos. Es, pues, aquí donde mayor resultado da la nutrición de los teji- dos con las sales vitales. Y como en la tuberculosis el aparato diges- tivo es de lo primero que se daña, haciendo poco menos qiie imposible la absorción de dichas sales, ya se verá cuán precioso recurso tenemos en suplirlas por la vía intravenosa, sin irritar más el estómago y los intestinos. Si se toma en consideración la delicada red del árbol circulatorio en los pulmones, y que por allí se exhalan los gases de la sangre, se comprenderá fácilmente la relativa prontitud con (pie pueden desinfec- tarse estos ('irganos, introduciendo en la circulación de ellos sustancias antisépticas. Esto acontece con la venovital (pie, además de las sales vitales, contiene teñóles no tóxicos (pie producen este resultado. Los enfermos (pie la toman sienten inmediatamente un calor, di- cen ellos, en los pulmones: y á los pocos días los esputos se han vuel- to más Huidos y la tos va disminuyendo, sin necesidad de la funesta ayuda de calmantes opiados, que amortiguan los tejidos. En cuanto á los esputos sanguíneos, debemos decir que hemos no- tado que á las pocas inyecciones desaparecen por completo, probablemen- te por una acción astringente sobre las arteriolas. y cicatrizante de las ulceraciones. Una curación verdadera del foco hemorrágico, muy dife- rente de la acción simplemente mecánica y pasajera de la ergotina, emetina y otros hemostáticos que tanto engañan al paciente y su fami- lia, á costa de la vida del enfermo. La liebre del tísico no ha podido hasta hoy ser dominada por la medicación ordinaria, pues los enfermos que la padecen tienen que re- cojerse á la caída de la tarde y privarse de comer. . Esto agrava y ace- lera el desenlace fatal, y, basta el xer» niñas pálidas, con descompo- sición del cuerpo después de medio dia, y que dicen no tomar alimento por la tardo, para poder hacer un diagnóstico casi seguro de tubercu- losis incipiente, aunque (días nunca querrán admitirlo. Pero asi es, y el tiempo pronto las convence. Es sorprendente cómo la combinación de las sales vitales con fe- noles, que llamamos venovital, por inyección intravenosa, quita de ma- nera rápida y estable esta liebre héctica. Los tuberculosos bajo la in- fluencia de esta inyección pierden la fiebre, ven suprimidos sus esputos 314 sanguinolentos y comienzan á tener apetito como nunca lo habían teni- do en sus últimos tiempos. La reposición pronta de su organismo es una consecuencia de estas nuevas condiciones. Ningún clima mata microbios, y de allí el que sea preferible que- darse en Guayaquil con un tratamiento apropiado, que irse á la sierra sin él. Los sanatorios que no tengan por base científica un tratamien- to eficaz de la enfermedad, no serán otra cosa que casas de moribun- dos: «a lióme for the dying», como los llaman en Irlanda. En ejemplo de esto entre nosotros es el Asilo Calixto Romero, y cosa igual será cualquier sanatorio que se construya en la sierra sin la medicación es- pecííica. En la venovital, el fierro oxigena la sangre y trae la vitalidad á la célula; la cal enquista los focos tuberculosos y remineraliza el orga- nismo: la potasa forma fibrina; y los antisépticos que contienen la in- yección desinfectan los pulmones. De allí la acción comprobada y sor- prendente de la venovital en la tuberculosis. LEPRA La única curación de la lepra, ó elefancía griega, ó mal de lá- zaro, (pie existe hasta hoy, es la llamada en la ciencia cura expoxta- nea. Nadie 'sabe por (pie, pero es el caso (pie hay enfermos en quie- nes el nial se estaciona indefinidamente, y aún hay otros en los que una regresión de la enfermedad los muestra curados, y así permane- cen por el resto de su vida. El que esto escribe ha visitado el gran Lazareto de Agua de Dios en Cundinamarca (Colombia),' en donde hay más de mil leprosos, y ha sido también practicante en el Instituto Carrasquilla, de Bogotá, que co- mo se sabe, se fundó con el exclusivo objeto de preparar é inyectar los sueros antileprosos ideados por este sabio profesor colombiano. Esto se trae á cuento para recordar la larga experiencia y gran desilución que el autor de este trabajo tiene por los llamados remedios de lepra, á fin de que no se le califique de iluso. Pues bien, se nos ocurre (pie son las sales vitales de la célula las que cohíben el B. de Hansen, ó microbio leproso, hasta hacerle impo- sible el organismo humano como morada suya. Esta opinión encuentra alguna base en la noticia que nos viene de las Filipinas, de que la co- misión de sanidad americana allí, habla logrado cultivar el bacilo le- proso por un procedimiento que se mantiene secreto, pero que se sabe tiene por fundamento usar un medio absolutamente privado de sales, porque éstas matan el bacilo. Tenemos actualmente un enfermo de lepra mixta, cuya fotografía presentamos, y que con sólo 13 inyecciones de venovital ha visto (Josa- parecer las manchas amoratadas de la cara, ha notado que la sensibi- lidad le vuelve a los dedos, y los tubérculos ó lepromas se le están ci- catriza ndo ráj)i(lamente. El examen bacteriológico del mucus nasal practicado por el com- petente doctor Moral, dió resultado positivo, y nosotros mismos hemos visto los bacilos de este enfermo, teñidos por doble coloración: sólo que, después de haber tomado 12 inyecciones de venovital, los bacilos apa- recen aglomerados, semejantes á la aglutinación do los tíficos con el sue- ro de la tifoidea. Y este curioso fenómeno coincide con la cicatrización 315 do las lesiones y el restablecimiento del enfemio. Los hechos habla- rán posteriormente, pero ningún remedio conocido nos ha dado un re- sultado igual á este tratamiento por las inyecciones de las sales vita- les fenchidas, y que trata de imitar el que en su curación expontánea em- plea el sapientísimo Autor de la Naturaleza. DISCUSION: DR. VI LLAMAR, (Quito): Me llama la atención el éxito ob- tenido en los enfermos tratados por venovital, y, concretándome al caso de lepra citado por el doctor de Roux, quisiera que él me di- jera si estima la mejoría obtenida en su enfermó como pasajera ó como permanente. DR. DE ROUX: Hasta ahora ha sido de carácter permanente, pues no se ha notado ninguna regresión de los síntomas primitivos. DR. RHíAlL, (Guayaquil)' Cuánto tiempo hace que el doc- tor de Roux está tratando este enfermo? DR. DE ROUX: La primera inyección de venovital se lo plisó el 8 de Julio de este año, es decir hasta 3 meses. DR. RIGATL: Cree el doctor de Roux que un período de 3 meses es tiempo suficiente para saber si un enferme está definitiva- mente curado de lepra?, porque á mí me parece muy corto. DR. DE ROHX: A veces ni en 3 años podría saberse si un leproso lia dejado de serlo. DR. FLOR, (Riobamba): Podría decimos el doctor de Roux cómo le fue en la sierra con los enfermos de tuberculosis que allí trató con la venovital? DR. DE ROUX: En el Hospital de Riobamba trató 3 enfer- mos internados y unos 4 externos, todos de grado muy avanzado, y lo mismo en Ambato, en donde duré sólo 20 días. El resultado no pudo por esto apreciarse detenidamente. Debo advertir que la inyección intravenosa empleada por mí en la Sierra en estos tratamientos en 1914, no era la misma de 316 ahora, pues entonces no había yo todavía logrado la solubilidad do todas las sales vitales en medio alcalino, como hoy se hallan en la VENOVITAL, y constituyen su parte primordial, como reconstitu- yente poderoso: inyección que tengo el gusto de poner á la disposi- ción de mis honorables colegas de este Congreso, por sí ellos desean confirmar mis experiencias con ella. DR. CORONEL (Guayaquil): Este os un tratamiento de las enfermedades que me parece muy racional y fisiológico, y al efecto ofrezco mi Sala de Clínica en el Hospital General para que allí se inyecto la venovital. La Sección resolvió recomendar á los médicos de les hospitales el estudio detenido del tratamiento intravenoso del Dr. de Roux. en vista del fundamento fisiológico y racional en que se basa. FIEBRE TIFOIDEA EN GUAYAQUIL Contribución al estudio de la Tifoidea en los trópicos POR EL DR. ALFREDO J. VALENZUELA Profesor de Patología Interna en la Facultad de Medicina y Médico auxiliar del Hospital üeneral Escribir sobre este tema es una labor bien difícil y si lo hemos esco- gido es solo por tratarse de una enfermedad de creciente importancia en- tre nosotros. Definición Por liebre tifoidea se entiendo hoy, en el sentido estricto de la pala- bra, una infección febril de tipo generalmente prolongado, de carácter sep- 317 ticémico, cuyas lesiones predominantes se sitúan en el intestino y origina- da por un agente específico: el bacilo de Eberth. Pero clínicamente existe toda una serie de procesos febriles de tipo prolongado, con idéntica localización intestinal, septicémicos también y su- jetos á una marcha semejante-tífica-con idénticas lesiones anatomo- patológicas, que no son producidos por el bacilo de Eberth, sino por otros bacilos morfológicamente semejantes á aquel, pero que no son idénticos en sus propiedades biológicas y químicas, tales son los que producen los bacilos paratíficos A. Schottmuller y B. paratífico B. Schottmuller, asi <•01110 otros, el B. Methatiphi de Mandelbaun y otra variedad descrita por Raymond y Negre los cuales dan lugar á una sero-aglutinación espe- cífica para cada uno de ellos y distinta de la sero-aglutinación producida por el B. tilico de Eberth. Según el criterio de los bacteriologistas debía distinguirse una tifoi- dea producida por el B. de Eberth. una paratífica A., otra C., etc., pero la clínica se revela contra tal proceder y tiende á englobar en un solo grupo, en una sola denominación todos estos procesos clínicamente idénticos, de idénticas complicaciones y de tratamiento idéntico. Estas son las «mala- dies tipifiques de Dieulafoy , The Enteric fever de Chalmers, intestinal fieber de Ritchie, la liebre infecciosa intestinal, reconocida, aceptada y diagnosticada por todos nosotros, desde los tiempos de nuestros antiguos y venerandos maestros Mateos, Lascnno, Coronel. Boloña. Pavhvvo, Ron- dón y otros. NoMEXCLATfKA Nosotros creemos (pie en cuanto á nomenclatura debemos conservar esta expresión fiebre infecciosa intestinal y que el Congreso Médico Ecua- toriano debe consagrarla oficialmente, porque aún cuando ella abarca tres enfermedades, producidas por tres gérmenes distintos, pero clínicamente idénticos, con las mismas lesiones anatomopatológicas, la misma simto- matología y el mismo tratamiento, hasta tal punto, que es poco menos que imposible distinguirlas unas de otras. Esta expresión abarca todas estas febrículas que andan por allí sin nomenclatura fija, fiebres gástricas, biliosas, de tipo prolongado y tantos otros nombres más ó menos abigarrados ó caprichosos, sin norma, ni regla ni valor científico de verdadero y sólido fundamento. Conservar el nombre de tifoidea presupone una de dos, ó bien es una liebre larga de 28 ó más días de duración: ó bien es una fiebre produ- cida por el B. de Eberth: pero el b. tifosos de Eberth, comprobado bacte- riológicamente produce fiebres cortas, cortísimas de una sola semana ó de 4 é» 5 días de duración, y en cambio, largas liebres de 42 y más días llenas de complicaciones, no son producidas por el B. de Eberth, sino por sus homomorfos paratifosos. Nada mejor que la expresión adoptada entre nosotros por el uso y la costumbre en el decurso de 30 años y (pie, como dejo citado, lia sido aceptada fuera, con ó sin dificultad, por ciertos autores de crédito científi- co mundial. Historia No voy á recordar aquí la historia general de esta enfermedad, des- crita ya por Hipócrates y (pie Louys, Brettonneau, Troussean, Murchin- 318 son, Widal, Chantémesse, Grunbaum, Wright, Metchnikoff y Besredka han ido con sus sabios estudios dándonosla á conocer, á prevenir y á Curar. En cuanto á Guayaquil mismo y á la costa en general, á nuestra zo- na propiamente tropical, la liebre tifoidea como tal ha sido mucho tiempo ignorada, desconocida. Existían solo las liebres infecciosas intestinales y nunca las hubo en la forma epidémica en que la venimos observando de 12 años á esta parte. Probablemente existían formas atenuadas de B, tilicos y la afección no revestía sino un carácter endémico ó esporádico; considerada bajo el punto de vista epidemiológico, su carácter era mediano, ya que los casos graves ó muy prolongados eran excepcionalmente observados y las gran- des complicaciones- hemorragia perforación y las defunciones, verdade- ramente excepcionales. Acabamos de decirlo, en la última docena de años transcurridos es cuando la enfermedad la hemos visto tomar un ca- rácter epidémico y no de un golpe, sino paulatinamente, año por año, has- ta que en los últimos ha revestido un carácter tal que ha llamado la aten- ción de las autoridades públicas, civiles, militares y sanitarias y se han emprendido en grandes medidas proüláticas para detener su avance. Bacteriología La presencia de B. tifosus de Eberth fue puesta । or primera vez en evidencia en Guayaquil por nuestro malogrado y añorado colega Dr. Al- fredo Espinosa Tamayo quien aisló el bacilo, controló sus propiedades bac- teriológicas y presentó al respecto una brillante comunicación á la Socie- dad Médico Quirúrgica de los Hospitales. Eno de sus discípulos, el Dr, J. D. Moral, ha comprobado la existencia del B. paratifosus A. Etiología En cuanto al origen de las epidemias que hemos presenciado, tanto aquí en Guayaquil como en el balneario de Posorja, estoy convencido que ellas se originan por contagio. Origen mímico En cuanto al origen hídrico de ellas es ya un asunto perfectamente definido que no tiene fundamento, como tesis general y que solo puede ser reconocido en determinados casos particulares. Repetidos análisis bacterio- lógicos del agua hecho por diferentes expertos, no han llegado á compro- bar la presencia del B. tifosus de Eberth en el agua. Solamente el Sr. Dr. I). Ismael Garbo encontró el B. de Eberth en la guía de agua de una casa particular en la calle de Balao, hecho que no permite deducir la in- infección total del agua potable. Lentitud en la 1'rodagación La marcha de la epidemia difundiéndose poco á poco como una mancha de aceite, prueba, por el contrario, que el origen de la epide- mia no es hidrico exclusivamente. Téngase en cuenta la falta de edu- 319 pación técnica de las personas que atienden los enfermos y los innu- merables ataques contra la higiene que cometen dichas personas en los cortos ¡lisiantes de las visitas médicas, á pesar de todas y cada una de las indicaciones especiales que cu tal sentido se les hace y se tendrá mía corta idea de las múltiples facilidades con que cuenta la trasmi- sión por contagio. Téngase presente que en la gran mayoría de los ca- sos, el agua de los baños y frecuentemente Ja orina de los enfermos es arrojada á la vía pública y. no en pocos casos, las materias fecales tam- bién. Y luego sígase, eTúdiese la marcha de nuestras epidemias, .casa por casa, calle por calle y barrio por barrio y entonces ya no se du- dará de la epidemia por contagio. Tomaremos un ejemplo: la calle de Colón. En Colón y Seis de Marzo hubo un primer caso en una señora, en Diciembre del año pasado, al mes siguiente cayó enfermo un yerno de. ella, ambos fallecieron con dos meses de intervalo. En la esquina de Colón y Santa Elena enfermó un joven y conocido comerciante que también murió 15 ó 20 dias después del anterior, y asi sucesivamente hemos visto á la enfermedad seguir el curso de la calle hasta la man- zana comprendida entre Boyacá y Chimborazo, donde últimamente he- mos visto algunos casos. Han transcurrido ocho meses para recorrer las seis cuadras com- prendidas en esa calle entre Seis de Marzo y Chimborazo, y si se tiene la prolijidad de indagarlo, se verá que casi no ha habido casa en que no haya ocurrido un caso. Estúdiense las epidemias familiares, las es- colaros y se adquirirá el convencimiento que nosotros tenemos á este respecto. Portadores crónicos Xo debemos olvidar que el B. de Eberth vive en el intestino, no sólo durante el ataque febril, sitió durante la incubación y se extiende por un período de tiempo tan largo como 30 años después del ataque, pues es sabido que el B. de Eberth ha florecido sembrándolo de las he- ces de una persona, 30 años después de un ataque de liebre tifoidea. Hay, pues, varias clases de portadores de bacilos, los precoces que lo llevan durante la incubación, los agudos que lo llevan solamente durante la liebre y la convalescencia, los transitorios, que lo llevan por un año ó me- nos y los crónicos, que lo conservan por más de un año. Existen, tam- bién, los paradógicos, que sin haber acusado jamás síntomas tilicos, sin embargo, tienen en sus heces el B. de Eberth. ¿Qué medida profilácti- ca hemos adoptado contra esta fuente activa, peligrosa y frecuente de contagio? Importación de gérmenes por enfermos y con va lesci entes Eíjese la atención en lo poco frecuente déla afección antes de que las paralelas de hierro unieran Chímbacalle con Durán, con lo que pa- sa actualmente, y no se negará la diferencia que salta á los ojos. Cuén- tense los casos de febricitantes tíficos que vienen de la sierra á la cos- ta, ¿y los convalescientes? Becuérdenso las colonias escolares que van á invernar á la sierra, lo mismo que numerosas familias, y no se ne- gará, que en este caso como en muchos otros de ciudades, pueblos, na- ciones entre los que antes no existía tráfico frecuente, aumentaron sus 320 comunicaciones y que con el intercambio comercial viene también el intercambio patológico. Importación de germenes en comestibles y objetos contaminados Las legumbres que se comen crudas, lechugas, rábanos, cebollas, las frutas: peras, duraznos, frutillas, etc., que antes no procedían de la sierra sino excepcionalmente y que hoy se expenden corrientemente en nuestros mercados y la posibilidad de que puedan estar contaminados y ser causa inmediata del contagio, es otro hecho notorio que no nos es necesario probar. Por otra parte, sabido es qve de las infecciones febriles agudas, la pneumonía y la tifoidea dominan el cuadro de la patología interandina. Y la tifoidea se enmascara allí también con muchos nombres: liebre gás- trica. fiebre biliosa, etc. En los equipajes, canias y utensilios posiblemen- te infectados tenemos otra vía de importación do bacterias tíficas. En resu- men. tenemos la persuación de que hay una importación constante de gérmenes tíficos de la altiplanicie interandina á la zona baja y hú- meda de la costa. Profilaxis contra los portadores crónicos El ideal en este punto sería no permitir el libre contacto con los enfermos y no suspender las medidas de desinfección en relación con enfermos y convalescientes, sino cuando el sembrío de sus materias fe- cales no diese colonias tilicas, pero como quiera que esto resultaría útopico, debemos ver los medio prácticos, es decir, de fácil aplicación que debe- mos adoptar. Refugio biliar de los bacilos tíficos Está comprobado que el refugio de los bacilos tíficos es la vesícula biliar: militan en tal sentido cuatro hechos: primero, la frecuencia de las angiocolecistitis en el decurso de la tifoidea; segundo, que en el 11 0 0 de los cases do tifoidea sobrevienen ulteriormente cólicos hepáticos: tercero, que en el interior de los cálculos se ha encontrado bacilos de Eberth con- servando íntegra su virulencia: cuarto, la frecuencia de los cólicos hepá- ticos es de cuatro mujeres para un hombre: la frecuencia de los portado- res crónicos del bacilo tífico es de cinco mujeres para un hombre. Se ha invocado como causa para esa menor resistencia de la vesícula biliar en la mujer, la pérdida de alevinas durante la menstruación y el puerperio. El profesor Chauffard atribuye un rol muy importante á la coles- terinemia para explicar esta vulnerabilidad patológica de la vesícula biliar. El ha podido comprobar en 33 casos de tifoidea en los que ha prac- ticado dosajes en serie, que á la hipocolesterinemia del periodo febril é in- feccioso, sucede una hipercolesterinemia secundaria. Las dos curvas de la temperatura y de la colesterinemia evolucionan en sentido contrario y se entrecruzan al momento de la defervescencia. Para él, la infección de las vías biliares sería efecto de la «bacilocolia > y no de un proceso ascen- dente del intestino á la vesícula, Kouzand y Gabanes lian estudiado las 321 variaciones de la colesterinemia en el curso de la vacunación antitífica (Presse Medícale 12 marzo 1913) y han comprobado una reacción análoga á la de la fiebre tifoidea, un descenso primero, una sobre elevación des- pués.' siendo la ascensión secundaria tanto más tuerte cuanto la caída ini- cial fué más intensa. H1l 'EKCOL ESTER L\ E MIA l'OST- T Í1TCA Es, pues, un hecho controlado, el tilico convalesciente es un hiperco- lesterinémico. De hecho surje la hipercolesterinocolia: un exceso prolon- gado de eliminación para el hígado, para la vesícula, que la irrita, la pone en condiciones de menor resistencia, que la convierte en mía especie de remanso en esa corriente de eliminación del que los bacilos tilicos aprove- chan para convertirlo en un nido á propósito para reproducirse y conser- varse indefinidamente. Tal es el estado actual de los conocimientos cien- tíficos sobre este punto. En cuanto á la edad, parece que los jóvenes se hacen raramente portadores crónicos, que éstos son generalmente más viejos, de 30 á 45 años de edad. V ROTROP1NA Para convertir la producción de nuevos portadores crónicos; propo- nemos que el Congreso vote un acuerdo recomendando á todos los médi- cos ecuatorianos la prescripción de Urotropina Scbaering en tabletas de 0.50, que deberán ser tomados por los convalescientes durante un mes, á la dosis de dos diarias. Es el mejor y más inocuo desinfectante de las vias biliares y urina- rias, siendo su uso completamente inofensivo. Moscas En cuanto al contagio indirecto, debemos recordar el importante pa- pel que desempeñan las moscas (mosca doméstica) y que el bacilo de Ebeith, dentro del canal alimenticio de estos insectos, no solo crece en nú- mero. sino también en virulencia. Debemos tener presente, según el tra- bajo de Nicholl, que las larvas mismas sean infectadas y que esta infección perdure hasta el insecto ya adulto. Cuando se examina cuidadosamente una mosca, se ve que ella como que probara ó paladeara las sustancias de que se alimenta y si se la observa sobre un terrón de azúcar, se ve regur- gitar de su proboscis una pequeña cantidad de líquido con el objeto de di- solver la sustancia sólida (el azúcar en este caso) para permitirle el paso á través de su diminuta pseudotráquea. Este hecho tan sencillo, tan ba- nal é insignificante en apariencia tiene una grande importancia etiológica: en efecto, esta pequeña cantidad de líquido vehicula los bacilos que han infectado ese conducto y queá su vez infecta el azúcar, que no se hierve, la leche que está servida, el biberón del pequeñuelo, los bordes de la co- pa en que bebemos el agua y por e.-te mecanismo el bacilo gana el tubo digestivo y los casos se propagan. Es por demás sabido, igualmente, que las materias fecales de las moscas contienen en toda su virulencia el baci- lo de Eberth y que, por lo tanto, este es otro medio como comunican el contagio, y todo esto sin contar el simple transporte mecánico de las ma- terias infectadas por medio de sus largos y vellosos tarsos. 322 Abrómicos í- ¿He de hablar de los famosos y conocidos abrómicos? En los hoga- res pobres ellos están muy cerca de la cocina, sino en la cocina misma, allí pululan las moscas y éstas no han menester de volar mucho para ir á infectar los alimentos. Es, pues, altamente recomendable y benéfica la resolución adoptada por el M. I. Concejo Cantonal, bajo la presidencia efí- mera de nuestro colega Dr. Leopoldo Izquieta Pérez, contratando cierto número de retretes higiénicos que substituirán á los abrómicos y que de- ben ser facilitados en los domicilios donde hubiere tilicos. Respecto á los bacilos paratíücos el problema es idéntico, Causas coadyuvantes, Razas y Edades Respecto á raza, no hemos abarcado ninguna diferencia, indios, blan- cos, mestizos, negros, todos son afectados por estas fiebres. Respecto de edad, es indudable que el mayor número de casos ocurre entre los 7 y los 25 años. Casos relativamente raros ocurren en personas mayores de cuarenta, sin embargo, la hemos observado y con caracteres bien severos, complicaciones hemorrágicas, en sujetos mayores de 50 años. Hace muy poco tiempo tuvimos ocasión de asistir en el Hospital un enfer- mo de 68 años, con enterorragia, caso que hicimos ver de nuestro colega Barbotó. La tifoidea no respeta edades. Son escasos los tíficos menores de un año, pero también hemos visto algunos de una largura extraordina- ria; con los doctores Coronel, Cucalón Ricardo, Chiriboga y Payeze, asis- timos una enférmita que tenía tres meses cuando comenzó la pirexia y seis cuando terminó, felizmente, sin dejar secuela alguna á pesar de innúmeras complicaciones. Recíen llegados Entre los recién llegados de otros lugares, ya sean nativos de la lo- calidad que salen fuera por cualquier motivo y regresan después, ya sea que siendo extraños al lugar vienen á él por primera vez, hemos visto nu- merosos casos, también severos y largos. Europeos hemos visto doce ca- sos, entre ellos dos en recién llegados. Una donosa dama española casa- da con un joven escritor nacional ya fallecido, que duró 48 días con la fie- bre y un joven alemán, jefe de una conocida firma del comercio de esta plaza, caso también grave y prolongado. Adjunta se encuentra la cur- va del primer caso lleno de gravísimas complicaciones, miocarditis, nefri- tis, meningismo, hemorragias, hiperpirexia y que fué curado sin bal- neación. Sirios ó turcos hemos visto algunos, pero los que abundan son los guayaquileños natos que van á la sierra en busca de clima y regresan, y después de quince dias. un mes ó dos más tarde, hacen su liebre tifoidea. Para nuestro modo de pensar, ellos adquieren la infección fuera y conser- van las bacterias al estado saprofítico durante algún tiempo, el clima tro- pical de la costa, unido á cualquier trastorno digestivo ó á excesos del ré- gimen alimenticio, debilitan el poder bactericida y las reacciones fagocíti- cas del sujeto, á la par que exaltan la virulencia de los gérmenes y la pi- rexia se inicia. 323 CONDICIONES METEOROLÓGICAS Carecen de relación con la propagación y origen de nuestras epide- mias: sin embargo, debemos anotar que la mayor intensidad de éstas coin- cide con la estación seca y que si alguna influencia tiene el invierno es más bien benéfica, lo que constituye una prueba más contra el origen hí- drico exclusivo, pues resulta evidente que los riesgos de polución del agua de bebida son mucho mayores en invierno que en verano, DESCRIPCION Carácter septicémico La liebre infecciosa intestinal es una septicemia producida por los gérmenes mencionados en el capítulo anterior, que penetran en el tubo di- gestivo, llegan al tejido linfoide intestinal, pasan á travez de los linfáticos á los ganglios linfáticos y al bazo. Indudablemente que penetran también á la sangre, pero son rápidamente destruidos y sus toxinas neutralizadas por un tiempo más ó menos largo, no bien estudiado ni definido aún y variable, muy variable de un individuo á otro, durante el cual el futuro paciente no presenta signo ni síntoma alguno, ni el más pequeño, de alte- ración en su salud. Latencia. Incubación Este periodo que llamaríamos latencia siendo largo, incubación sien- do corto, es el que permite la existencia de los portadores precoces. Al comenzar la pirexia, ya sea benignamente, ya estallando bruscamente, prodúcese una invasión de gérmenes en el torrente circulatorio que pue- de controlarse por hemocultura durante solo la primera semana con toda seguridad, y que solo es probablemente positiva durante las semanas si- guientes. Casos abortivos y ambulatorios Si la cantidad y virulencia de los gérmenes es pequeña y las defen- sas orgánicas son poderosas, un caso ambulatorio ó un caso abortivo se produce. Incluyo la curva de un caso tratado con nuestro ya citado colega el Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. El enfermo presentó una cultura positiva en seis horas | Dr. J. D. Moral |, es tratado sin medicamentos | ligeras po- cmnes con citrato de sodio) y baños: al octavo día quedó apirético. InVASlÓN ASCENDENTE Cuando el número de bacterias es excesivo y no pueden ser des- truidas, ni sus toxinas neutralizadas, la liebre comienza lentamente, sorda- mente, llegando á la apirexia en las mañanas y alcanzando apenas déci- 324 mos en las tardes, para después de uno ó dos setenarios, en la mayor par- se de los casos, alcanzar 39 ó más en las tardes, yon solo ligera remisión en las mañanas, Invasión brusca Cuando las defensas orgánicas decaen por una causa cual- quiera que deprime al organismo, es bien sabido que las liebres tíficas rompen bruscamente el estado de salud y se inician por un escalofrío in- tenso ó sin él, y suben repentinamente á 40°.-Casos como éste no son ra- ros. Recordamos de mwque veían los doctores Heinert y el ya mencio- nado Izquieta Pérez, de una señorita de doce á trece años en la calle de Bolívar. Había comenzado bruscamente y se mantenía al rededor de 40° el estado de postración era notable, subdelirio y obnubilación de los senti- dos. La peste bubónica hacía sus estragos en esa época y justo era pen- sar en élla. Fuimos llamados á asistirla en compañía de los colegas cita- dos y vacilábamos en la diagnosis, cuando una hemorragia precoz vino á disipar nuestras dudas y á hacernos diagnosticar una tifoidea, que tratada prudentemente terminó por curación, como puede verse en el trazado ad- junto. (Curva N° 3) Prevención contra los falsos datos familiares sobre la invasión Debemos guardarnos de aceptar ciegamente las respuestas familia- res á la reglamentaria pregunta: ¿Desde cuándo comenzó la enfermedad? pues ella es invariablemente desde tres ó cuatro días antes de la fecha en que el facultativo es llamado para asistir al paciente. Pero si tenemos la paciencia de hacer interrogaciones detalladas, vendremos en conocimiento de que el paciente está enfermo, muy frecuentemente, una ó dos semanas antes de la fecha primeramente indicada y que durante este tiempo el pa- ciente ha cumplido más ó menos satisfactoriamente sus obligaciones, si es empleado, en su oficina: si es comerciante, en su despacho: si es médico en sus visitas: si es niño, en su escuela: dando lugar, como se comprende, á nuevos casos por contagio, como tuvimos ocasión de manifestarlo en nuestra comunicación á la Sociedad Médico Quirúrgica, de nueve niños, en que, el que menos, había concurrido una semana con fiebre á una misma escuela, la de los H.H. Cristianos. Aspecto i-roteiforme Estas fiebres son un «proteo», valiéndome de la expresión tantas veces empleada por nuestro querido maestro Dr. Julián Coronel refi- riéndose á la grippe: Hay casos realmente típicos en todo semejantes á los que se ven en Europa, en Estados Cuidos de Norte América y en la región interandina de nuestra patria. Pero hay casos sumamente bi- zarros, que comienzan con máscaras diversas, (pie despistan al más avi- sado clínico. Esta forma de invasión (pie venimos de narrar tan sua- ve, tan benigna, que casi pasa desapercibida, está muy lejos de ser lo clásico y sin embargo, es, en Guayaquil, casi una regla, 325 Necesidad de las culturas precoces Estos bacilos tilicos viven en la sangre, ya lo liemos dicho, pero para que las culturas sean positivas es hoy bien sabido que deben ser precoces, hechas en el curso de la primera semana, porque de lo con- trario, son negativas y los cultivos, á lo menos los cultivos en caldo pep- tonizado que es el medio usual para diagnosis, resultan estériles en la mayor parte de los casos, cuando las tomas son tardías, segunda ó ter- cera semana ó más tardías aún. Tal es lo que hemos observado en nu- merosos casos en que las culturas han sido hechas indistintamente por hábiles expertos, doctores Garbo Cucalón, Moral y Parker. De aquí la necesidad, insistimos nuevamente, en fijar el principio exacto de la cur- va febril, cosa bien difícil en la mayoría de los casos, para que, si lia transcurrido más de una semana, abstenerse de practicar hemoculturas, y buscar más bien la reacción de Widal. En efecto, si la cultura es ne- gativa, nadie convencerá á los deudos del pacientes de que se trata de una fiebre tifoidea, y lo repetimos nuevamente, cultura tardía es gene- ralmente nugatoria. Be acción de Widal Bespecto de la reacción de Widal debemos recordar que son dis- tintas químicamente las toxinas de cada uno de los gérmenes capaces de producir estas liebres infecciosas intestinales, b. tifosus de Eberth y b. paratifosus de Schottmnller, son específicas y que los anticuerpos y antitoxinas que la sangre contiene son distintas y específicas también en cada caso. Necesidad de tener cultivos puros de los tres principales bacilos típicos De aquí la necesidad de que nuestros bacteriólogos conserven vi- vos y frescos cultivos puros de cada uno de estos gérmenes, para obtener resultados positivos, lo (pie haría más seguro el método. Esto complica el trabajo, pero (pié hemos de hacer si así es la Naturaleza, varia y complicada en sus manifestaciones, así en patología como en cualquiera otro ramo de las ciencias biológicas. ¿En clínica no tenemos un traba- jo laboriosísimo para hacer un diagnóstico diferencial entre cinco ó seis entidades patológicas en la mayor parte de los casos; y no por eso el trabajo intelectual del médico es mejor remunerado, ni siquiera mejor apreciado, á pesar del grande acopio de conocimientos que exijo y del discernimiento y práctica continua que requiere. Y como quiera (pie na- da en Medicina es absoluto, resulta que si un sujeto ha tenido una liebre infecciosa intestinal por bacilo Eberth, su sangre conserva largos años el poder aglutinante: pero como este no confiere inmuidad contra los para- tíficos Schottmnller A. y B., el paciente puede tener otra enfermedad de igual marcha, forma y duración, peligros y complicaciones, otra lie- bre infecciosa intestinal en una palabra, y aún. una tercera y entóneos la reacción Widal resultaría positiva ('liándomenos para dos clases de bacilos ó para los tres, y el clínico no sabría decidir cual de los dos es el (pie produce la infección actual, ya (pie no hay método alguno práctico para distinguirlo. Razón demás para aceptar esta denominación, fiebre infec- ciosa intestinal, que proponemos, que no prejuzga nada sobre el agente 326 bacteriológico y que está confirmada por el uso, siendo solo su consagra- ción oficial en nuestro cuerpo médico lo que pretendemos. Habíamos dicho (pie es un proteo esta liebre, pero no hemos con- cluido de probarlo. Hablamos de la invasión y hemos tratado de esa marcha sorda, levísima y traicionera que no se revela, que no muerde sino en la segunda ó tercera semana, Pues bien, hay otros casos de in- vasión más atípica todavía. Invasiones atIpícas Hay formas que comienzan con dolores agudos, agudísimos, que por su localización hacen pensar en inflamaciones en ¡os órganos donde el dolor se asienta, he aquí algunos casos como ejemplo: Una señora de 48 años, cae con fiebre alta, vómitos biliosos y un dolor intenso en la re- gión hepática. Alarmada, nos hace llamar urgentemente, piensa en que tiene pulmonía. Ella no tose, pero la neuralgia intercostal es caracte- rística, pensamos en un cólico hepático por la presencia de vómitos bi- liosos, por la sensibilidad de la vesícula y lo bajo de los puntos dolo- rosos de Walleix, onceavo espacio y la presencia de pigmentos biliares en la orina (pie es escasa y presenta una ligera nubécula de albúmina: pensamos en una pleuresía; pensamos en un acceso palúdico, examen de sangre resulta negativo, la auscultación del pulmón negativa: el insom- nio es rebelde, la postración de la enferma es notoria, el pulso desfa- llece, se presenta una angustia ó fatiga extrema y el vómito no desma- ya, la temperatura se sostiene. Suspendemos toda medicación antipiré- tica, antineurálgica, y empezamos la balneoterapia y la neuralgia cede como por encanto, la enferma duerme, el pulso mejora, el vómito des- aparece. La curva adjunta habla bien claro respecto del diagnóstico (pie no habíamos podido sospechar sino después de ocho días de tenerla en tratamiento. (Xo 4) En una muchacha de 22 años, la liebre va acompañada de dolor intenso en la región axilar izquierda, inmovidad de los espacios inter- costales. tos quintosa y tenaz, sin espectoración, la temperatura alta, len- gua seca, náuseas, vómitos y constipación y ningún otro síntoma abdo- minal. orina escasa, con pigmentos biliares, sin albúmina. La ausculta- ción revela al nivel del dolor ausencia de murmullo vesicular, broncofo- nia, y á la percusión submatidez, del lado del sistema nervioso insom- nio rebelde y delirio. Pensamos en una pleuresía: aplicaciones calien- tes, clorhidrato de amoniaco, salicilato de soda hacen la terapéutica: la enferma mejora lentamente en lysis y solo el aspecto de la curva nos hace diagnosticar una fiebre infecciosa intestinal con máscara pleural. Doce días después, la enferma recae, la liebre se enciende con más vio- lencia, pasa de 41 en las tardes y permanece por encima de 40 en las mañanas, el dolor y la tos so instalan con gran aparato, ansiedad, disp- nea. insomnio, epistaxis. Estamos ya sobre aviso, entablamos la balnea- ción, que, sin duda, no rompe el ciclo febril, pero la tos y la neuralgia ceden rápidamente á pesar de la hiperpirexia y el estado general de la enferma es muy satisfactorio. Las curvas anexas, permiten darse cuen- ta de la marcha del proceso febril. (Xo 5) Podríamos presentar una serie de casos análogos á los dos que dejamos expuestos, pero como tal resultaría demasiado extenso para la índole de este trabajo, nos limitamos á ellos. Es, pues, notable la pre- 327 disposición especial que tienen estas liebres para atacar el sistema ner- vioso bajo la forma de algias que bien pueden ser una cefalalgia, una otalgia, un dolor lumbar exasperante, etc. y desviar el criterio médico en los comienzos. En otros casos la enfermedad se localiza sobre el aparato respiratorio y se inicia como una verdadera pneumonía, sobre las cuales no insisti- mos por ser de sobra conocidas y hallarse muy bien descritos en los autores clásicos: el pneumotifus de los antiguos. En ciertos casos se- meja una tuberculosis pulmonar aguda. He aquí una observación interesante á este respecto: una estimable señorita, con antecedentes tuberculosos familiares bien claros, cae con liebre alta; somos llama- dos á asistirla y encontramos en el vértice derecho una submacidez, resonancia de la voz, ausencia de murmullo vesicular y un soplo tu- bario velado en ambos tiempos, tos escasa y seca, cloroanemia anterior bien marcada, albuminuria ligera, orina clara, insomnio, pulso frecuente, adinamia, constipación; á la auscultación ningún otro signo ni estertores, ni craquidos, ni frotes. Temperatura al rededor de 40° con ligeras remisiones decimales. Sospechamos una pnemonia macha, transcurren ocho, diez, doce días, ni la curva ni el estado pulmonar se modifican sensiblemente. Surge la duda y la diagnosis oscila entre una tuberculosis aguda ó liebre infecciosa gastro-intestinal, la hemocultura practicada por el doctor Moral, delata la presencia de un paratiíico. Ca- da vez que se pretende mover el intestino con medicación laxativa otra que ligeros enemas, aparecen vómitos rebeldes y la enferma se aba- te más. Establecida la balneación, una alimentación conveniente y una medicación simplemente tónica, la enfermedad evoluciona hacia la cura- ción, siendo de notar que, con ligeras atenuaciones, el estado pulmonar permanece inmóvil durante todo el curso de la pirexia y sólo cede cuando una remisión franca se hace, para desaparecer por completo al llegar á la apirexia. Esta enferma tuvimos el honor de tratarla con nuestro querido profesor el doctor Julián Coronel y acompañamos la interesante curva de su temperatura. (N° 5) Otras veces, es el aparato renal que parece el lesionado. La tempe- ratura se inicia irregularmente, la orina está albuminosa desde el primer momento, escasea pronto hasta llegar á la anuria ó poco menos, los sig- nos urémicos dominan el cuadro. Un caso bastante característico al res- pecto tuvimos ocasión de observar en una señora, que ora tratada por eminentes y respetados colegas, en que el diagnóstico era una nefritis aguda do forma uremigena. La orina ora rara, fuertemente albumino- sa, el delirio permanente é intenso, insomnio tenaz; nosotros hicimos el diagnóstico justamente por la orina que presentaba un sedimento carac- terístico, al agitarla en un tubo do ensayo, el sedimento se elevaba como en espiral en el interior dd tubo, tenia un aspecto sedoso, debido al poder refringente de la luz bastante típico de la bacteriuria tífica. Exa- minada la orina bacteriológicamente, se controló la presenciado un baci- lo morfológicamente semejante al B. de Eberth y la hemocultura fué positiva. Establecida la balneación, la paciente curó satisfactoriamente y la orina no tuvo más albúmina y la nefritis no ha pasado á la cro- nicidad. Los casos enunciados están muy lejos de llenar todas las probabi- lidades, ni todos los casos, pero son suficientes para demostrar lo que habíamos enunciado, el carácter proteiforme de la enfermedad que pue- 328 de presentarse bajo el antifaz de muchas otras y dar lugar á grandes errores aún á los más hábiles y expertos clínicos. Casos xokmai.es Como quiera (pie la marcha periódica por setenarios es bastante clásica y aunque, lo repetimos, no es fácil englobar en una descripción los casos atípicos ya expuestos, debemos seguir la metodología emplea- da por todos los autores al describir esta gran pirexia abdominal. Primera semana Clínicamente en esta semana el diagnóstico, al no existir un ge- nio epidémico marcado, resulta muy difícil, es cuando la marcha de la temperatura no declina, sino que persiste ó más bien se eleva al termi- nar esta semana, á despecho de la medicación empleada, cuando se abre paso en la mente del observador la idea de una liebre infecciosa intes- tinal. En efecto, ni la facies, ni el pulso, ni la lengua, ni el abdomen, ni las fuliginosidades dentarias, nada, absolutamente nada, encuéntrase característico en esta primera semana (pie pueda autorizar un diagnósti- co fijo en tal sentido. La marcha ascendente de la temperatura, dicen los clásicos, que cada día remite mimos y sube más, pero esto tampoco es una guia fiel en todos los casos. Véase la siguiente observación en un niño de seis años que tuvimos ocasión de ver con los doctores Coro- nel. Aguilar y Parker. La marcha de la temperatura no puede ser más irregular, según puede mirarse en el cuadro anexo Xo. (i. Es bastante semejante á la curva de una fiebre palúdica intermi- tente y cuotidiana en sus comienzos. Sólo en la segunda semana y en la tercera la fiebre tiende á hacerse continua y no del todo, pues, si se observa el trazo, se verá que hay tres remisiones que llegan y aun ba- jan de la normal, teniéndose entendido (pie no se ha empleado medi- cación alguna antitérmica otra qim la quinina y los baños, y (pie para hacer el trazado hemos, como de costumbre, tomado por base sólo las temperaturas observadas antes de los baños. A pesar del resultado ne- gativo del examen parasitológico de la sangre en la busca del Lavera- nia plasmodia, hemos hecho una medicación quínica á tolerancia, sin resultado, y debemos añadir (pie los doctores anteriormente citados, han estado con nosotros al diagnosticar una fiebre infecciosa intestinal. Re- cordamos haber visto dos casos análogos con el señor doctor Juan F. Heinert. Casos hemos tenido en que hemos controlado la presencia del La- verania plasmodia. si bien relativamente raros, sin que tal simbiosis ha- ya afectado notablemente la marcha de la fiebre. Estamos de acuerdo con Craig y otros autores, al rechazar la existencia de una entidad mór- bida,-tilbmalaria La malaria cede al tratamiento quinhu y la infec- ción intestinal hace siempre impertérrita su ciclo. Las epistaxis á (pie ciertos autores dan relativa importancia, son excepcionalmente observados, la sensación de vértigo al sentarse, no es tampoco un signo precoz. Del lado del tubo digestivo, sí se observan ya en esta primera semana algunos síntomas, lengua con tendencia á secarse, saburrosa en el centro y roja en la punta y en los bordes. Fa- ringitis granulosa, es decir, acentuada en el ele-juento adenoide del órga- 329 no, es muy frecuente, lo que hace pensar en una grippe, en un estado catarral. Vómitos biliosos, alimenticios, medicamentosos, son también muy frecuentes. Constipación ó diarrea es muy variable, sensibilidad del vien- tre, gorgoteo típico, no hay; hemorragias en esta primera semana son raras, excepcionales. Del lado del riñón sí hay signos apreciables, orina disminuida, generalmente oscura. Respecto de la albuminuria hemos notado algo muy especial: en ( ¡('ríos años la albuminuria es precoz en to- dos ó casi todos los casos, tal hemos observado en 1908, 1909, 1910, 1911, 1912, 1913 y 1914. En este año do 1915, al contrario, las albu- minuria* son tardías' Debemos añadir, (pie en los años anteriores ya citados, las hemorragias eran sólo de un diez á doce por ciento de los casos. En este año son en un 38 por ciento.-¿Hay alguna relación en esto? La piel varia en su funcionamiento, por regla general no suda, en cambio, hay casos en (pie suda profusamente y aun presenta sudami- na. (Yertamente, esto lo he observado en el Hospital y en casos de in- terioranos con poco tiempo de residencia en la costa. Distermta La diatermia si que os un signo precoz: al darle la mano al en= ferino, al tocarle la piel, da la sensación de apirexia, en cambio, el ter- mómetro marca un estado febril muchas veces por arriba de 38. Nun- ca hemos encontrado el signo llamado de Philipwick, que cinsiste en una coloración amarillenta, lívida, de la palma de las manos y la planta de los pies. Segunda semana Todo lo que (4 diagnóstico os difícil en la primera semana, en la segunda, las dificultades se esfuman y un clínico medianamente experi- mentado hace un dignóstico certero en la mayoría de los casos (pie si- guen una marcha normal, bien entendido, salvo los atípicos de que he- mos hecho mención. Y es (pie los síntomas se acentúan, la lacios se hace apática, el enfermo está indolente, adormitado ó bien delirante y excitado, tarda para responder á las preguntas, tanto porque su oido es- tá disminuido, cuanto porque su sonsorium está ya también algo embo- tado, el insomnio se establece á firme y el enfermo permanece general- mente inmóvil y experimenta notable dificultad para sentarse, acusa una sensación de cansancio notable: la lengua está más seca y empieza á des- camarse, mucosidades faríngeas obligan frecuentemente al enfermo á expulsarlas, haciendo un esfuerzo y (pié,¡ase el paciente de una saliva espesa en la boca. El aliento empieza á ponerse fétido. Los labios es- tán secos, tostados y el enfermo no conversa ni habla sino cuando ne- cesita algo para pedirlo. Los trastornos funcionales, vómitos, náuseas, diarrea, constipación, generalmente se alternan. Pero lo que constituye la característica de este período es la aparición de las manchas. Las hemos observado de dos clases: 330 Manchas lenticulares Unas, las manchas lenticulares clásicas, mas que manchas son verdaderas pápulas prominentes que se las toca haciendo eminencia en la piel sin interesar el espesor de ella, de color rosado, semejantes á la lenteja, según la feliz y exacta comparación tradicional, desaparecen á la presión y aparecen rápidamente cuando esta presión cesa. Se presen- tan sobre la cara anterior del cuerpo, en el tórax, en el vientre, en los lomos, en las nalgas. Forma discreta Hemos observado dos tipos de erupción en esta clase de man- chas, uno que pudiéramos llamar continente y otro discreto. Esta se hace poco á poco, demora 10 á 15 dias en conjunto desde su aparición hasta que desaparece, notándose que cuando unos elementos nacen, otros ya han dejado de existir, esto es lo común, quedándose la erup- ción limitada á una ó dos docenas de manchas irregularmente distribui- das en las zonas predichas, sus dimensiones individuales son: 4 á 5 m/m de diámetro. Forma confluente sarampionosa La forma confluente está caracterizada por la abundancia de ele- mentos y por su aspecto uniforme. Invade toda la piel: cara^ extremi- dades y tronco. No hemos observado sino dos casos y tenemos noticia de otro ocurrido en un hijo de un distinguido hombre público de alta figuración política, dos fallecieron y el otro sanó. Pequeñas manchas rojas La otra clase de manchas que hemos observado, si que son verdade- ras manchas, tienen un color rojo vivo, su borde no. es siempre circular, alguna vez presentan un aspecto ligeramente dentellado, lo que se pone de relieve observándolas con una lente. Sus dimensiones individuales son de 1 á 3 milímetros de diámetro y no se borran á la presión, son más efímeras, duran de tres á cuatro días, rara vez más de ocho. De- saparecen palideciendo poco á poco hasta perderse. No son petequias, es decir, no están formadas por hemorragias subdérmicas, por cuanto ellas no cambian de color como sucede en la púrpura hemorrágica por ejemplo. No hacen relieve alguno en la superficie de la piel y no es po- sible distinguirlas por el tacto. Podría observarse que son producidas por las picaduras de parásitos, por la analogía de su color y dimensión, pero es bien sabido que las picaduras se borran por la presión total- mente y aun toman un color más lívido que el resto de la piel y estas manchas no se modifican en lo absoluto por 1» presión. Hemos tenido ocasión de hacérselas notar á algunos colegas y á numerosos estudiantes en mi sala de Hospital. No tenemos noticias de que ellas hayan sido descritas anterior- mente en estas liebres. Estas manchas son mucho más frecuentes, 39 0/° de los casos, que 331 las lenticulares, que sólo se ven en un 12 á 15 0/° de los casos. No es ex- traño verlas evolucionar simultáneamente en un mismo sujeto. En esta semana suelen ya presentarse las hemorragias, de las que trataremos especialmente en el párrafo de las complicaciones, gorgoteo en la fosa iliaca derecha, timpanismo abdominal, sobresalto de tendones, ligera ictericia, indicanuria y pigmentos biliares en la orina, aparecen también en esta semana. Uno de los sintonías más comunes en este periodo es la presencia de un estado catarral broncopulmonar doble ca- racterizado por la falta ó atenuación del murmullo vesicular y por la pre- sencia de una lluvia de estertores sibilantes linos y algunos crepitantes en todo el pulmón. M ACIDEZ TRANSHEPÁTICA En la base del derecho son más acentuados estos signos y se cons- tata submacidez, que se ha llamado transhepática por cuanto está ad- mitido que es el infarto hepático que la produce. Tercera semana En los casos benignos, es la época de la caída de la temperatura por lysis. En los casos graves, al contrario, los sintomas anteriores se acentúan, el enfermo cae en ese estado de indiferencia y apatía, de adi- namia y pseudosomnolencia que los clásicos llaman «estado tífico». Es la semana de las .complicaciones, perforación, hemorragia, meningismo, anuria, etc.: la temperatura lejos de caer permanece elevada ó sube más todavía, las remisiones desaparecen y la hiperpirexia se estaciona á to- da hora, el paciente se enflaquece y anemiza extraordinariamente; la lengua toma un aspecto especial de beefsteak apañad»», el pulso se hace lento, la orina se pone clara y escasa, aparece sensibilidad en la palpa- ción del abdomen, el hígado y el bazo aumentan de volumen, si no se tiene el cuidado bastante, aparecen escaras por decúbito, el corazón late con ruidos sordos y no bien golpeados. Ulceraciones faríngeas y buca- les se ponen de manifiesto y el enfermo, perdidas sus defensas orgáni- cas, está apto á recibir infecciones asociadas, otitis, parotiditis, abcesos, etc. Dolores óseos son frecuentes en este período, de preferencia en los pies, rodillas, piernas, etc. Cuarta semana Es la semana de la defervescencia en los casos normales, todos los síntomas se atenúan y al concluirla, el paciente entra en con vales- cencía, pero aquí también comienza el peligro de las recaídas, pues el enfermo empieza á sentir un apetito voraz. En los casos muy severos la defervescencia no sobreviene tampoco en esta semana y por el contrario, el estado tilico se acentúa hasta llegar á la más absoluta inconscien- cia, el cerebro se toma totalmente y el enfermo cae en coma, evacúa y orina involuntariamente, no puede deglutir, el pulso se acelera des- mesuradamente, se hace filiforme y el paciente muere, sea por compli- caciones especiales, ó por decadencia orgánica absoluta. 332 Semanas subsiguientes La temperatura va descendiendo aproximadamente medio grado por dia y en dos ó tres semanas más llega á la normal. Otras veces la tem- peratura se enloquece, ya baja, ya sube irregularmente, es el periodo anfíbolo descrito por ciertos autores. COMPLICACIONES Estas son variadísimas y numerosas, en ciertos casos son tan pre- coces é intonsas que modifican el cuadro general de la enfermedad y ocupando el primer plano, obstaculizan el diagnóstico, como lo liemos ex- puesto al tratar de las formas atípicas. En otros casos, por el contrario, ayudan á controlar el diagnóstico y por desgracia, son ellas las (pie arre- batan al enfermo á despecho del médico y de los (pie le asisten. Va- mos á. exponer estas complicaciones detalladamente y por sistemas, agregando en seguida el tratamiento especial que ellas requieren. Complicaciones del sistema nervioso Sistema nervioso. - A.- Insomnio.-Es un síntoma que toma cierta tenacidad en algunos tilicos, que bien puede clasificarse como compli- cación, pero es una complicación (pie cede en la totalidad de los casos con la balneación caliente á 32°. B).-Delirio.-La fragilidad del sistema nervioso en los países tro- picales es bien conocida y esto es lo que hace que el delirio tiene en nuestra tifoidea un carácter tan serio que exijo hacer sobre él especial hincapié. El delirio existe en casi todos los casos de mediana, ligera gra- vedad, aún cuando sea por pocos días. En los casos graves toma caracte- res violentos y so caracteriza por ideas fijas. Mucho más frecuente es en la mujer que en el hombre, sobreviene generalmente en la segunda se- mana y persiste hasta el final de la enfermedad, en los casos prolongados y á recaídas el delirio perdura 5, Ó semanas, aún después de la defervescen- cia. Los pacientes no conservan después ni el más leve recuerdo de to- do lo ocurrido en este tiempo, aún cuando el delirio no haya sido cons- tante sino interrumpido por largos horas de aparente lucidez de las ideas y de los razonamientos. Conocemos algunas decenas de casos que han recibido los últimos auxilios de la religión y que han hecho sus disposiciones testamentarias, sin que de ello tuviesen ni la más pequeña memoria, lo cual como se comprende, tiene un gran interés médico-legal. Delirio post-tíftco Pero hay una forma especial de delirio que llamaremos post-titi- co, que estalla en la convalescencia después de cuadro, diez, doce días 333 de la más completa a pirexia y cuando todos los demás órganos recobran su funcionamiento normal, sobreviene un delirio intenso, una verdadera psicosis, indudablemente tóxica, que ya es leve y sin ningún peligro, pero que en ciertos casos se caracteriza por ideas lijas, sobre hechos bien inverosímiles, pero que en otros casos entran en el terreno de la posibi- dad y pueden ser aceptados por los que rodean al enfermo y originar trastornos que bajo el aspecto jurídico médico revisten una gravedad excepcional, máxime cuando la conciencia se conserva íntegra en todo lo demás que no se relaciona con la idea fija adoptada. La duración de estas verdaderas psicosis posttilicas es muy varia- ble, 20, 30 dias, en otros se prolonga hasta doce meses, como sucedió en un caso de la calle de Chile que vimos alguna vez con el I)r. J. B. Arzube Cordero. Es una complicación que se observa en un 3 ° 0 de los casos. Siendo durante la pirexia, no cabe para el delirio otro tratamien- to que la misma balneación caliente. Siendo en la convakserncia, la ab' mentación fosforada, el aire libre, la estricnina. Afasia Esta es una complicación infantil, frecuente la hemos visto en niños de 13. 14 años, de 6 años yen una señorita de 18 años. Felizmente es transitoria, bien sobreviene en medio de un estado general comatoso, bien sobreviene en circunstancia de que el resto d<4 sistema nervioso está indemne. Es una complicación bien mortificante, el enfermo no puede expresar sus deseos, ni sus necesidades, no obstante hallarse cons- ciente de ellas, á duras penas lanza gritos que revisten el carácter de- mugidos, los que le asisten tratan de adivinarle y no pueden y el po- bre enfermo se impacienta, se encoleriza y se desespera porque no es comprendido. Realmente es una complicación que no se ve sino en los casos severos y dura de dos á tres semanas. En el trazado marcado con el número 6, se verá que la afasia duró 17 dias y pertenece á un caso que llegó á tan extraña gravedad, que una agencia mortuoria tuvo durante dos semanas el ataúd listo con las iniciales puestas, lo que no obstó para que terminará por curación. Juzgamos que la afasia tilica es una afasia tóxica y que no re- quiere un tratamiento especial. Polineuritis Es una complicación que se ve en un siete por ciento de los ca- sos, en ella talvez intervienen otros factores predisponentes otros que la infección tifóidica misma, alcoholismo, beriberi, etc. Generalmente no re- viste gravedad para el pronóstico y no siempre aparece en la evolución misma de la pirexia, sino en la convalescencia. Es una complicación molestosa que atrasa, retarda la convalescencia, es una secuela de larga duración, los pacientes demoran tres ¡i seis meses, á veces más tiempo, para verse completamente desembarazados de ella. Ataca de preferencia los miembros inferiores y en éstos los extensores son los más paralizados, hay abolición constantes del reflejo patriar, algunas veces del plantar. Lo que dejamos dicho es lo corriente, pero hay casos ex- cepcionales en que la polineuritis invade durante la pirexia misma, y lo que es más grave, comienza por nervios más importantes. 334 Neuritis del vago He aquí uno. Sexo femenino, edad 23 años, antecedentes patoló- gicos ninguno, estado grávido de 8 meses, primeriza. La enfermedad interrumpe la gestación y se hace un parto prematuro con toda felici- dad, y por lo demás absolutamente normal, en el 9° día de la enferme- dad, que sigue su marcha sin complicaciones, hasta el 27° día en que se presenta vómitos biliosos, subicteria, pigmentos biliares en la orina y un dolor marcado en la vesícula biliar. En el 31° dia, una muy pe- queña hemorragia intestinal y ya esos días la enferma empieza á sen- tir cierta dificultad para la deglución, sobrevienen gatillazos derrepente y hay una voz bitonal; síntomas á los que no prestamos mayor aten- ción. La temperatura es relativamente moderada, al rededor de 39° y cede con los baños establecidos, desde que la regresión uterina era pel- viana. Hay también un poco de tos, la enferma no puede arrancar si- no muy difícilmente las mucosidades faríngeas y el pulso empieza á ace- lerarse desde el 34° dia aproximadamente, los ruidos cardiacos están iguales, pero el largo y el pequeño silencio se conservan, la taquicar- dia pasa de 120 y el pulso es pequeño y algo desigual. Notamos un desfallecimiento del miocardio y administramos solución de digitalina Nativelle al milésimo, 15 gotas pro die. A pesar de esto, la taquicar- dia aumenta, el pulso late más de 160 por minuto y á media noche la enferma tiene un síncope, el pulso es pequeñísimo é incontable. Pero la voz es al mismo tiempo más apagada, casi afónica, los gatillazos al de- glutir más repetidos. La idea de que estos síntomas sean originados por una paresia de la cuerda vocal por parálisis del recurente laringe inferior, y que el desfallecimiento cardiaco y la taquicardia sean originados por una neuritis del vago nace, y se confirma al observar que la enferma presenta una dispnea paroxística, 70 respiraciones superficiales por minuto. El movimiento de los miembros es completo, pero el refle- jo patelar está perdido. Ya no queda duda, es una polineuritis traicio- nera que se ha iniciado tomando el pneumogástrico y emprendemos la medicación estricnina, larga manu; en las primeras 24 horas subsiguien- tes se le administraron siete miligramos de estricnina por vía hipodér- mica y después cuatro, ulteriormente tres, cuotidianamente. El pulso empieza á disminuir en frecuencia y mejorar en tensión, los accesos dis- pneicos se alejan. En cambio, las piernas se paralizan totalmente, pero de una manera fugaz, sólo cinco días, la defervescencia sobreviene, la voz se restablece y la paciente se cura. Esta enferma la hemos trata- do con los doctores Garbo Cucalón y Parker. El tratamiento de estas polineuritis de origen también tóxico, es la estricnina, el masaje, la electricidad, el ejercicio. Meningitis Es una complicación gravísima que hemos visto siete veces, cin- co en niños y dos en adultos: de los niños, los cuatro salvaron y uno falleció. De los adultos, ambos murieron, si es cierto que estos últimos fueron casos do Hospital que ingresaron en estado agónico y los niños han sido todos de nuestra clientela urbana. Punción lumbar del raquis hemos praticado dos, y en ambos el líquido céfalo-raquídeo está bien claro y no medimos su presión por falta de manómetro. De estos ca- 335 sos de meningitis, uno, enfermo del doctor J. R. Boloña Rolando, estuvo gravísimo, posición en gatillo, delirio, vómitos, pupilas puntifor- mes, quejido meníngeo y lo que es más, presentaba trastornos vasomo- tores de la piel, primero una especie de rash, después se presentaban placas de congestión cutánea en los sitios en que había estado la piel sometida á presión. La prolongación é irregularidad de la curva tér- mica asociada á los síntomas meníngeos que dominaba el cuadro pato- lógico, nos hicieron temer más de una vez que se trataba de una menin- gitis tuberculosa, ya que antecedentes familiares no faltaban [tías pater- nas]. Este caso muestra cómo existen formas meníngeas atípicas que pueden inducir á error, La hcmocidtura practicada el 12° día, fué ne- gativa, Sistema cardio-vascvlar Las complicaciones de este sistema no son muy frecuentes. Vasos A-Flebitis-La complicación observada en los vasos son flebitis; no hemos visto sino dos casos sobre 316 observaciones, es una complica- ción molestosa y una de las secuelas perdurables. Su tratamiento, mientras es aguda, es el reposo, vendaje, inmovilización y aplicaciones de salicilato de metilo y guayacol, aire caliente, B-Trastornos vasomotores graves.-Hemos visto ciertos ca- sos, afortunadamente raros, en que estos trastornos toman carac- teres verdaderamente gravísimos. En cierto número de casos se ven con relativa frecuencia estos trastornos poco marcados y sin impor- tancia ni gravedad alguna: los enfermos cuando sube la temperatu- ra se les pone la cara roja, así como también, la piel del tórax, vientre, dorso, no uniformemente sino en forma de grandes placas en las que aplicada la mano con cierta presión queda dibujada por cortos ins- tantes, fenómeno por otra parte fugaz, que cede tan luego como la tem- peratura baja con el baño, para reaparecer nuevamente cuando la tem- peratura remonta otra vez por encima de 39 y que desaparece por com- pleto con la desfervescencia: pero existen casos en que estos transtor- nos revisten caracteres alarmantísimos. La piel, más que rubicunda, se torna violácea en algunos puntos, sobreviene dispnea, angustia precor- dial, el pulso se hace pequeño y late con inusitada frecuencia, se hace incontable y el paciente se queja de una sensación, ya no de agustia, si- nó de una opresión que no le deja respirar, ni hablar y que parece próximo á morir. Tuvimos ocasión de ver un caso en una señorita en la calle de la Libertad, con los señores doctores Garifa Drouet y Falco- ní, en que verdaderamente llegaron momentos en que el desenlace fatal parecía inminente. Por fortuna, la baja de la temperatura que produce el baño, calma todos estos fenómenos: por cierto la balneación ca- liente á 37, 38 grados y precedida de inyecciones de aceite alcanfora- do ó de ergotina para prevenir un síncope mortal. De estas formas así gravísimas de esta complicación sólo hemos observado tres casos que curaron todos. 336 Insuficiencia de las cápsulas si lprarenu.es Probablemente ella es producida por una insuficiencia de la se- creción interna de las cápsulas suprarenales Miocarditis, embriocardia B-Corazón. Del corazón hemos visto sobrevenir la embriocardia que como sabemos, según Huchard, traduce la miocarditis, felizmente, es una complicación poco frecuente, seis casos hemos visto con ella, de los cuales sólo han salvado tres. Uno, en una señorita de 24 años, que asistimos con el señor doctor Aguilar, en el que tuvimos que suspender la balneación y que ha quedada con el corazón tocado, pulso frecuente, arítmico, díspnea de esfuerzo y que actualmente tiene una hipertrofia cardiaca compensatriz: hace seis años que tuvo la tifoidea. El otro caso es el de un aloman que es también uno de los ca- sos en que observamos la flebitis y que lo tratamos con el señor doctor Pedro P. Eguez Baquerizo. Endocarditis Endocarditis hemos visto pocas, ruidos velados, del primer tiempo mitral, alguna vez soplos suaves, rara voz musicales, que unas veces han persistido, otras nó. En todos los casos la digitalina nos ha dado re- sultados espléndidos, las condiciones del pulso mejoran masó menos rá- pidamente. En cuanto al pulso lento, propio de esta enfermedad, no es constante según nuestras observaciones, sólo se vé en 28 P 0 de los casos A la vuelta puede verse dos trazados con pulso lento, Complicaciones respiratorias Puede decirse que casi no hay un caso de estas fiebres que no vaya acompañado de trastornos respiratorios, bronquitis son la regla, bronquitis que permanecen estacionarias ó con acentuaciones y mejorías variables, sin llegar á constituir un peligro, mas hay otros casos en que ellas se extienden á los bronquios finos y ponen en peligro la vida del paciente, en los niños lactantes es una complicación bien funesta y fre- cuente, ella domina á menudo el cuadro de la enfermedad y se diag- nostica una bronquitis capilar, pero cede ésta y la pirexia sigue y si- gue y es entonces cuando, á posteriori, se hace el diagnóstico, tal nos InVACIÓN Á FORMA BRONQUIAL EN LOS LACTANTES * ha ocurrido una docena de veces, tanto (pie nosotros consideramos esto como una forma usual de iniciarse la enfermedad en los lactantes. No queremos insistir en formas atípicas (pie se ven en los adultos, (pie se inician con todo el cortjeo de una afección respiratoria. Las epitaxis están lejos de ser frecuentes, según nuestra propia observación es un síntoma muy poco frecuente. Como tratamiento de estas afecciones respiratorias empleamos el 337 benzoato de sodio y de amonio, cuando llegan á la madurez empleamos la terpina, el carbonato de creosota, Asma Dos ocasiones hemos visto aparecer un acceso típico de asma en el curso de la tifoidea, un caso (pie asistimos con el doctor J. M. Es- trada Coello y otro del doctor H. B. Parker. Del lado de la pleura no hemos visto reacción marcada sino en un caso en un estudiante de medicina, se trataba, sin duda, de un fon- do tuberculoso, porque terminada la pirexia, los signos pleurales y pul- monares,'disminución del murmullo vesicular en el vértice y la base, broncofonia y frotes en la base, no desaparecieron sino algún tiempo después con una convalescencia penosa y gracias al clima de altura. A- nexa se puede ver la curva de este caso, en el que asociamos el cacodylato de soda al tratamiento. Complicaciones abdominales Dos, de las complicaciones abdominales, son el gran timebum de esta pirexia y son las que producen la gran mayoría, de las víctimas; la hemorragia y la perforación, Hemokkagías En cuanto á su frecuencia, ya lo hemos dicho, es muy variable se- gún las epidemias, excepcional en unas, es en otras frecuentísima, 380/° de los casos, aún de los benignos. Sobreviene generalmente en la tercera semana, alguna vez es más precoz y ocurre en la segunda, casi siempre se anuncia por pequeñas estrías sanguinolentas en las deposiciones y es precedida de diarrea. Cuando aparece, la regla es que la tempe- ratura sufra un descenso tanto más bajo, cuanto más intensa y grave es la hemorragia, esta es una regla bien conocida y que todos los au- tores registran. Va acompañada la caída térmica de una caída de la tensión del pulso y de una elevación en su frecuencia, de modo que las dos curvas del pulso y la temperatura se entrecruzan, es lo clásico. Tal puede verse en la hoja N°. 1 de la curva marcada con el número 14 y en la X". 14 bis, una diarrea moderada, cinco á siete asientos cuotidia- nos precedió durante once días á la hemorragia, una pequeña hemorra- gia acompañada de aumento de las contracciones cardiacas, precedió cin- co dias antes á la gran hemorragia, cuando esta sobrevino, la tempera- tura descendió á la normal y el pulso ascendió á 138, los dos trazados se cruzaron. Pero esto no es, lo repetimos, la regla y hay excepciones raras pero temibles que debemos conocer. Be visto dos casos de hemo- rragias estupendas, mortales, en hiperpirexia. El uno es un joven alfé- rez de navio, que nos tocó ver con el doctor José Julián Sánchez: La hemorragia era de tal manera formidable (pie empapaba las sábanas y el colchón, la sangre salía inconscientemente por el ano. acompañada de gases y produciendo un ruido semejante al de una botella que se de- rrama. La temperatura axilar era de 39*, la bucal 40*;. Todo fué ¡nú- 338 til para contener semejante hemorragia y el enfermo falleció esa mis- ma. noche. El pulso era frecuentísimo, incontable: pero lo extraño es, sin duda, esa resistencia indomable de la hiperpirexia, resistiéndose á despecho de la magnitud mortal de la hemorragia. Este es un hecho excepcional que me ha parecido conveniente señalar y que no he podi- do observar sino dos veces. Sobre catorce observaciones de tifoidea en lactantes,-minea he- mos visto hemorragias. El tratamiento de las hemorragias es preventivo, del momento y ul- terior. Como preventivo, nosotros amamos el uso del cloruro de calcio que es un poderoso agente que aumenta el coeficiente de coagulabili- dad, es antiséptico intestinal poderoso y diurético. Es un valiosísimo re- curso en esta enfermedad, en su triple acción de hemostático, de desin- fectante intestinal, en una afección de localización por excelencia intesti- nal y diurético, en una afección en que los accidentes tóxicos son fre- cuentes y en que la buena marcha de los emunctorios es prenda favo- rable de éxito. La emetina en inyecciones hipodérmicas á la dosis de 4 á 8 centigramos diarios desde que aparece la diarrea ó al asomar las pc- queñas estrías sanguinolentas en las deposiciones, da un resultado exce- lente para prevenir las graves hemorragias y cohibir la diarrea, pero es impotente y hállase contraindicada cuando ya la hemorragia está decla- rada. Del momento, se presentan varias indicaciones-a-reposo absolu- to: b- vejiga de hielo al vientre: c-inyección de morfina ú opio ab ore según la urgencia del caso, para inmovilizar el intestino: d-dieta h id ri- ca: e -posición en plano inclinado. Como tratamiento ulterior recomen- damos las inyecciones de ergotina. de suero Hayem, de coa- gulosa Parke Davis, de gelatina Merck. No existe una norma para no te- mer el advenimiento de una hemorragia, lo mismo sobreviene en los ca- sos benignos que en los graves. El trazado N° 12, en una fiebre de 14 días, en la que ya hubo una remisión por bajo de la normal al 10° día, se inicia una recaída que no dura una semana: y sin embargo, en el curso de ella una hemorragia importante coloca al paciente en una situación precaria. Perforación La perforación es, sin disputa, la más mortífera de las complica- ciones: no he visto salvar ni uno solo. Tiene dos maneras de presen- tarse: en unos casos el enfermo presenta una remisión notable de su temperatura (pie de 39 ó 40 cae al rededor de 38, experimenta, además, el paciente una sensación de euforia marcada, todo hace creer que las cosas marchan á pedir de boca, cuando después de 24 horas, el enfer- mo se pone á vomitar y acusa un tremendo dolor abdominal (pie se fija en un punto dado y que por lo intenso y brutal se compara á una puñalada. Hay. pues, una calma engañosa, que nosotros comparamos á las accal- mies traiteses (pie el profesor Dieulafoy describió con mano maestra al tratar de la perforación apendicular en las apendicitis; después, el dolor se generaliza á todo el vientre (pie se Empaniza, la temperatura se eleva de nuevo, los ojos se hunden, la mirada se excava, el pulso se pierde y el paciente se agita y muere. En otros casos, la perforación va precedida de timpanismo y sensi- 339 bilidad abdominal y. por el contrario, la temperatura sube medio ó un grado más que en los días precedentes, las náuseas y los vómitos se instalan poco á poco, la perforación, el dolor y demás síntomas perito- neales anexos que hemos descrito en la forma anterior, no se presentan en la manera violenta, extemporánea, brutal, (pie hemos señalado, sino insidiosamente, pausadamente. Esto se debe, probablemente, á que la perforación no se hace súbitamente, sino lentamente, el peritoneo reaccio- na y se defiende, trata de formar adherencias: pero no bastan los procesos de defensa local para detener el proceso ulcerativo y la perforación se hace por encima ó á travez de las adherencias, el dolor y la peritonitis se declaran con toda intensidad y el enfermo sucumbe. Peritonitis En ciertos casos, después de grandes amenazas, de todos estos sintonías perifonéales atenuados, que es lo que ciertos autores han bau- tizado con el nombre de peritonismo, ellos se atenúan poco á poco y el en- fermo se salva: es un hecho excepcional: con todo, debemos señalarlo. Con los doctores Cornejo Gómez y Heinert hemos visto dos de estos ca- sos y otro del Sr. Dr, Agmlar. El tratamiento es nugatorio. Lo aconse- jado, dieta huirica, inyecciones de pantopón que es superior á la molli- na en <pie no produce vómitos y es menos tóxico. La bolsa de hielo constante, la laparatomia. La gota permanente de Fowler-Murphy ya con una instrumentación del momento, ya con el aparato especial de Wainwright y todo esto por hacer algo, el término, según nuestra ob- servación personal, es siempre el mismo; la muerte; sobre 16 peritonitis solo tres curaciones. Apexdkttis Es la más rara de las complicaciones abdominales graves, no he- mos tenido ocasión de ver sino un caso en un niño de doce años, que vimos con el Sr. Dr. Francisco de Icaza. Como puede verse por el tra- zado adjunto, el enfermo tenía 34 días transcurridos de su enfermedad hasta allí relativamente benigna, normal, la temperatura caía en lisis y todo anunciaba una com alescencia franca, cuando de súbito, el enfer- mito es atacado de un dolor terrible, pungitivo, en la fosa iliaca dere- cha. (pie se propaga al pene, á tal punto, (pie tiene dificultad para la micción, la pierna derecha está retraída, la alarma muscular no permi- te hacer una palpación profunda, pero el dolor es más exquisito en el punto de Mac. Burney. los síntomas perifonéales se abarrajan unos tras otros, vómitos porráceos, fecaloid.es, sobrevienen y el pequeño pa- ciente muere en medio de la consternación de sus deudos y de la tri- bulación del médico (pie se imaginaba ya haber triunfado de la traido- ra dolencia. Angio.-colecistitis Es una complicación poco frecuente y no gravo, se anuncia por sensibidad y aumento de volúmen de la vesícula biliar, acentuación de la ictericia, aumento de la coliuria, vómitos biliosos, algo de prurito, y 340 luego, porque el pulso se hace un poco más lento de lo que estaba. Ce- de fácilmente á la aplicación de hielo en la región y á la administra- ción de urotropina. Diarrea Carece de gravedad cuando no es precursora de una hemorragia ó de una perforación: los asientos tienen un color especial, jugo de me- lón, y no van acompañados de cólicos intestinales: si no hay sensibili- dad á la presión del vientre ni timpanismo sincrónico, repetimos, no es de temer. Su tratamiento es sencillo, cloruro de calcio, tanígeno ó bien los fermentos lácticos, ratania: somos particularmente enemigos de la administración de bismuto porque enmascara el aspecto de las disposi- ciones y puede engañosamente encubrir una hemorragia. No insistimos en tratar de la emetina, cuyos espléndidos resultados ya hemos expuesto. Disentería En ciertos casos, el síndrome disentérico se instala, el exámen de las disposiciones revela la presencia de amibas: cede fácilmente á la emetina. Tenemos tres observaciones de este género, las tres curadas. Timpanismo Suele ser una complicación frecuente, enojosa, pero no grave, si permanece sola ó va acompañada de constipación. Si hay diarrea y sensibilidad abdominal ya hemos visto que puede constituir un signo premonitorio de la hemorragia ó de la perforación. Su tratamiento, fer- mentos digestivos, lactopeptina, benzonaftol, enemas ligeramente tremen- tinados. Complicaciones cutáneas Son muchas.-A.-Abcesos, son frecuentes: cuando se ha abusado de las inyecciones hipodérmicas, ellas son la puerta de entrada de gér- menes asociados que causan los abcesos. Estos evolucionan de manera tórpida, tumefacción local nula y la sensibilidad no es espontánea sino á la presión y ni así, muchas veces, lo que se debe sobre todo al estado in- diferente, de grande postración tífica del paciente: son disecantes y abar- can grandes extensiones, á veces todo un miembro ó una región. Hay que desconfiar de ellos, su evolución da origen á un recrudecimiento de la fiebre: la tumoración que ocasionan es difusa y la fluctuación profun- da difícil de apreciar: cuando no se les descubre oportunamente ellos son causa de la muerte por infección asociada. Su tratamiento; preven- tivo, una buena, cuidadosa, prolija atención de la piel; curativo, la in- tervención amplia y todo lo precoz posible. B.-Escaras, estas se hacen por decúbito, se localizan preferente- mente en la región sacra. No deben producirse si hay un cuidado con- veniente. Su tratamiento, la pomada de Keclus, el agua oxigenada, cia- nuro de mercurio en solución al uno por cinco mil, de manera que resulte bacteriotropo solamente y no organotropo contribuyendo á agía- 341 var la situación. mortificando más los tejidos si se aplica en solución más concentrada. C,-Forúnculos, es una complicación de la convalescencia, enojosa, pero no grave: si se prolonga indefinidamente, su tratamiento mejor es el empleo de las bacterinas. C.-Ulceraciones, es una complicación bien bizarra «que no está señalada *, se presenta en los casos graves, y para nuestro modo de pen- sar, os producida por embolias microbianas en los capilares déla piel, fa- vorecidas por un trastorno trófico vasomotor, ó bien por un proceso de endoarteritis ebertiana. Las liemos observado tres veces. Estas ul- ceraciones se presentan simétricamente, un lugar de predilección son las orejas, los pies, las piernas, los brazos, son do dimensiones varia- bles entro el de una moneda de cinco centavos y la palma de la ma- no. Sus bordes son irregulares, sangran al contacto y no supuran sino que segregan escasamente un líquido sero-sangnimdimto. Su trata- miento: El agua oxigenada y la protección conveniente con vendajes. Complicaciones de los ('irganos de los sentidos Ojos.-Las complicaciones oculares que hemos observado son dos: unas producidas por infecciones banales asociadas, conjuntivitis, kerato- conjuntivitis, que cuando no son bien tratadas pueden dar origen á una panoftalmia, cosa que no nos ha sucedido jamás en los casos en que hemos tratado antes de (pie tan terrible complicación haya sobrevenido: otras son inevitables y las hemos observado en tres casos, durante el acmé del proceso febril, cuando las ulceraciones faríngeas, bucales, in- testinales están en su esplendor, liemos visto presentarse ulceraciones corneales, generalmente en el centro mismo de la córnea, sin llegar á ser marginales como sucede con la keratoconjuntivitis flictenular: he- mos dicho (pie son inevitables porque, á lo menos en uno de los tres casos citados, la atención exquisita prestada al paciente no bastó para prevenirla. Creemos (pie estas ulceraciones corneales son producidas por los mismos K tíficos y (pie las demás bacterias no juegan en ('lias sino un papel secundario, es una manifestación ocular de la infección tilica como sucede en otras infecciones, la viruela, la peste bubónica, por ejemplo. Como tratamiento preventivo de las complicaciones oculares em- pleamos con éxito la desinfección de la mucosa conjuntiva! con una so- lución de cianuro de mercurio al uno por cinco mil. Cuando ellas pa- san los límites de una simple conjuntivitis, recurrimos á los consejos de un especialista. Oído.-La otitis media purulenta es una complicación relativamen- te frecuente; la encontramos en un ocho por ciento de los casos: ella (•('conoce por causa la. propagación de infecciones secundarias á través de la trompa de Eustaquio y que tienen su punto de partida en la fa- ringe. Pueden prevenirse con una buena antisepsia de -la faringe y del cavum. Recomendamos para ello el empleo de instilaciones nasales con paroleina y eucalipto!, gomenol, etc. Cuando se emplea la balneoterapia, para ('vitar la mortficación (pie origina á los enfermos la penetración de agua en los conductos auditivos externos, aconsejamos (pie antes de entrar á la tina se tapen los oidos del paciente con algodón en rama, no hidrófi- lo, porque éste, como su nombre lo indica, absorve el agua y al tomarlo 342 después para extraerlos, se comprime algo por mucho cuidado y proliji- dad (pie se ponga y el agua que contiene cae. como se comprende, en parte al interior del conducto auditivo, que era justamente lo (pie, deseábamos evitar y otra parte se derrama al exterior. No hemos visto desarrollarse complicaciones óticas graves, ni mas- toiditis ni accesos cerebrales de origen ótico. Como tratamiento de estas otitis medias diremos, que para calmar los dolores usamos la aplicación del alcahol de 40" calentado, dentro del conducto auditivo externo. Cuando la supuración se establece em- pleamos ya el fenosalil ó el licor Van Swieten. Cuando los dolores son intensos y la perforación expontánea del tímpano no da pronta salida al pus, aconsejamos su paracentesis, para lo cual recurrimos á un especia- lista. Complicaciones del warato genital A.-En el hombre hemos observado solamente una orquitis y dos epididimitis, ocurridas todas en la defervescencia y originando una nueva elevación de temperatura. La orquitis y una de las epididimitis terminaron por resolución, la otra de las epididimitis supuró y fue abier- to el abceso, sin (pie, por desgracia, practicara ningún estudio bacterioló- gico del pus. B.-En la mujer. hemos visto diversas complicaciones genitales, va- ginitis, vulvitis, verdaderas ulceraciones, de naturaleza probablemente tí- fica: la cuidadosa desinfección cuotidiana de los órganos genitales exter- nos y de la vagina previenen estas complicaciones, (pie, p»or otro lado, están desprovistas de toda gravedad. Hay, por desgracia, otras compli- caciones muy graves en los órganos genitales profundos de la mujer, en el ovario y en las trompas. En las mujeres que padecen de cólicos mens- truales (pie preceden la aparición de las reglas, cólicos que sin duda reco- nocen por causa una inflamación crónica de los ovarios ó de las trompas, he- mos visto presentarse en el curso de estas fiebres un dolor intensísimo que no es otra cosa (pie una peritonitis. A la autopsia del único caso (pie he observado, encontramos una colección purulenta que englobaba la trompa y el ovario izquierdo. Hemos observado también dos casos de hematosalpinx. ambos so- brevenidos, según nuestro parecer, á consecuencia de la balneación fría durante la menstruación. El primer caso nos sucedió á nosotros mismos, tratábase de una señorita de 38 años, soltera y virgen, (pie padecía ya an- teriormente de cólicos menstruales, hacía una tifoidea de mediana inten- sidad, temperaturas que no llegan á 40° y sin complicaciones hasta allí: hallábase en el 36° día de su liebre, estaba reglada hacía dos días, cuando al entrar al baño, siente un dolor vivísimo en la región oválica derecha, es sacada del baño, nos avisan y llegamos á verla una hora aproximadamen- te después de haberse iniciado el dolor, había defensa muscular, pero eso no obstante, pudimos notar un empastamiento en la fosa iliaca derecha que se extendía sobre el pubis: á la percusión había macidez: el pulso era pequeño, frecuente, las facies pálida y ansiosa, piel sudorosa. No va- cilamos en diagnosticar un hematosalpinx. La paciente falleció tres días después con peritonitis consecutiva. El otro caso no nos tocó verlo al mismo momento del accidente, si- no solamente palpar sus consecuencias más tarde. Tratábase aquí tam- 343 bien, de una señorita que hacia su tifoidea, hasta entonces. sin complica- ciones. En este caso, el dolor también aparece de manera dramática estan- do en la tina la paciente, en circunstancias en que estaba con su regla. Es retirada ipsofacto del baño y los médicos que la vieron pocos momen- tos después, pudieron constatar, como en nuestro caso, un empastamiento y sensibilidad exquisita, no habiéndose encontrado estos dos síntomas antes del accidente. Los colegas tampoco vacilaron en diagnosticar un hema- tosalpinx. El dolor desapareció, los síntomas perifonéalos que sobrevinie- ron á raíz del accidente se enfriaron, la liebre siguió su curso y terminó favorablemente: pero la enferma no quedó buena, persistía cierto empas- tamiento en la fosa iliaca derecha y cierto grado de sensibilidad que le impedía ponerse corset. caminar mucho, andar en cocheó en auto, etc., pero ella no daba mayor importancia á estos trastornos, estaba de novia, los preparativos estaban terminados y se casó. La consumación del ma- trimonio fuó'en extremo doloroso, sobrevinieron síntomas de cistitis y sobre \¡no liebre. Al cabo de una semana fuimos llamados para ver el caso y estudiados los antecedentes comprendimos que so trataba de un estado in- flamatorio de sus órganos genitales profundos del lado derecho, una ooforo- salpingitis que reconocía como causa eficiente el hematosalmnx no reab- sorvido, y como causa determinante, el traumatismo del coito. Diagnósti- cos hubo á porrillo, tratada convenientemente por un especialista, la en- fermedad terminó después de largos padecimientos por expulsión, á través de la trompa y del útero, del contenido del hematosalpinx. Creemos, pues, una mala práctica la balneación durante las reglas que deben respetarse, limitándose ¡i especiar hasta que desaparezcan. Como tratamiento de estas complicaciones, creemos que no es po- sible recomendar ninguno en general, cada caso reviste indicaciones es- peciales y nosotros indicamos recurrir á los consejos de un ginecólogo. CoMPIJCACtOMES UniXARTAS Al tratar de las formas atípicas hemos estudiado una forma renal, no insistiremos sobre ella: hemos visto también que la albuminuria es un signo que en ciertas epidemias es signo precoz y constante y en otras por el contrario, tardío y excepcional. Puede afirmarse (pie en todos los casos severos hay albuminuria, por otra parte, esta albuminuria es levo, transitoria y pasajera si el enfermo ha sido tratado convenientemente y no se ha hecho derroche de medicamentos innecesarios que hayan con- tribuido á lesionar el riñón. No hemos observado sino un solo caso en una señora que padeció de una tifoidea y quedó después, por largo de seis años, padeciendo una nefritis con albuminuria. Ulteriormente, la al- buminuria ha desaparecido y los exámenes de orina muestran la inte- gridad funcional satisfactoria actual de su depuración urinaria. Bacte- riana es también la regla en los casos severos, al igual que la disuria y oliguria. Cistitis, uretritis hemos visto alguna que otra vez. Paresia vesi- cal con retención de orina hemos observado con cierta frecuencia en los casos de gravedad, haciéndose necesario el cateterismo. En otros casos, por el contrario, los enfermos emiten involuntariamente su orina lo mis- mo que las materias fecales. Como tratamiento para estas complicacio- nes urinarias aconsejamos la dieta láctea, la urotropina, el benzoato 344 de sodio y los baños calientes. Cuando se hace indispensable, recurrir á los lavados vesicales con débiles soluciones antisépticas, ácido bórico, protargol, etc. HlPERPíREXTA Tratamiento. -Para la hiperpirexia, complicación de cajón en los casos graves, no encontramos ninguno superior á la balneaciém. La bal- neación bien entendida y sobre todo, bien practicada, caliente, fría, se- gún las indicaciones y la tolerancia del paciente. La balneación no es un medicamento, la balneación es muchos medicamentos. El baño cor- to, largo, tibio, caliente, frío, tiene una acción diferente que es preciso conocer. El baño es un medio físico de bajar la temperatura, os tóni- co, es diurético, os sedante ó estimulante, según se quiera obtener uno ú otro efecto, favorece los cambios metahólicos en los tejidos, re- gula la temperatura. Es el mejor medio de combatir el estado tilico y no fatiga los emunctorios exigiéndoles un recargo de trabajo eliminato- ria como sucede con las drogas. No deprime sino que levanta, no fa- tiga, sino que alivia al enfermo quien después de cada año se despeja, habla, se mueve y se vivifica de una manera verdaderamente notable. Otro tratamiento singular y óptimo es la sugestión en los casos de hiperpirexia. La sugestión no hace bajar la temperatura al enfermo, pe- ro le da conformidad y paciencia. Cuando falta la paciencia, cuando los ner\ ios de los deudos del enfermo se exaltan, presionan sobre el mé- dico y alguna vez se ve obligado á ceder y á emplear antipiréticos con grave peligro para el paciente. En el trazado N". 1 que acompaña es- te trabajo, veso un caída tremenda de la temperatura de 40 á que fué acompañada de colapso, que hizo administrar á la enferma los últimos auxilios de la religión. Tal descenso brutal de la temperatura, tan por debajo de la normal, lo produjo una dosis de 0.50 ctgs. de as- pirina. Siete años más tarde, asistíamos á una niña do ocho años, huérfa- na de madre, asistida por el papá que ponía una resistencia feroz á los baños, en especial á los nocturnos. Presionados por la insistencia del padre administramos una dosis de 0.20 ctgs. de aspirina y la temperatura se descuelga de 409 hasta 351 . Un sudor meloso y frío bañaba la enfermi- ta, que tenía un pulso filiforme, creíamos que se moría. Ei aceite alcanfora- do, la cafeína, la estricnina, el alcohol, la hicieron reaccionar: después, como se verá en el trazado adjunto, le daba dosis homeopáticas de aspirina, 10.0251 dos y medio centigramos en solución en 200 grs. de agua y la temperatura caía desde 40 ó más, hasta cerca de la normal. No se puede conocer jamás la acción que uno de estos medicamentos anti- piréticos va á producir: ellos son un machetazo para la liebre que cae momentáneamente para levantarse enseguida con más violencia, la caída, como hemos visto, está expuesta á gravísimos peligros. También, pues, son estos medicamentos un machetazo para el enfermo que decae, y si cae, es para no levantarse más. Creo que su empleo debe ser totalmente proscrito. El baño tiene cabalmente sus peligros, pero por muchos que ellos sean, evitables como son, no pueden compararse con los peligros de los antitérmicos. Estos no dan origen á los accidentes inmediatos del co- lapso y alarma de que hemos hablado, sino que hieren traidoramente, 345 fatigando el corazón, deprimiendo los centros nerviosos, irritando el ri- ñón y conduciéndolo á la anuria, destruyendo la hemoglobina, exajeran la anemia y empujan la anoxemia, aumentando, en una palabra, los fenóme- nos tóxicos, en una enfermedad en alto grado toxémiea, y en que la desintoxicación debe ser el desinderátum de la terapéutica. ¿De qué sirve bajar la liebre del enfermo si se le envenena? En resumen, como antitérmicos químicos, nosotros no admitimos otros que la quinina administrada á dosis moderada, porque la cinconi- zación tampoco está exenta de peligros. Exceptuando este, no admiti- mos sino los medios físicos, abluciones, fricciones, compresas, balneación, sobre todo, la balneación precoz. COMPLICACIONES OSEAS Y ARTICULARES De este lado no hemos observado c implicaciones graves. Hemos visto periostitis supurada del fémur, que tratada quirúrgicamente termi- nó por curación sin dejar secuela. Artritis, no hemos visto, pero si dolores de los huesos y articulaciones de las extremidades, especialmente, de las inferiores. Sin duda, no es una complicación grave, pero si harto enojo- sa por cuanto toman tal intensidad en ciertos casos, que hacen sufrir de- masiado al enfermo, debilitado y extenuado ya por la pirexia. Se presen- tan generalmente en la 4a. ó 5a. semana, rara vez antes; en los casos pro- longados y severos no faltan casi nunca. Probablemente son producidos por la congestión de la médula ósea cuyo trabajo de defensa en ciertas in- fecciones es bien conocido. Este proceso de congestión y de actividad de la médula ósea explica el crecimiento que experimentan los adolescentes que sufren esta enfermedad, crecimiento que es un hecho notorio de ob- servación vulgar y que es sin duda producido por un aumento en la longi- tud de los huesos. Estos dolores no modifican en lo absoluto la marcha de la temperatura. Los hemos tratado por baños de pies y piernas, ca- lientes en unos casos: en otros simplemente dando los baños generales á 37-38 grados. Tampoco influyen en el pronóstico. Hemos terminado el estudio de las complicaciones, nos ocuparemos de la marcha de la afección. MARCHA Bien difícil es tratarla marcha de una afección polimorfa, pero en patología, bien sabemos que al lado de los casos atípicos existen otros que se llaman típicos ó normales, es decir, que encuadran en la descripción ge- neral, y en las liebres infecciosas intestinales cabe más que en ninguna otra este encuadramiento en un marco bien detallado y circunscrito, carac- terizado por dos elementos fuadamentales, lo prolongado del proceso febril y su marcha impertérrita y tenaz, á despecho de todos los medicamentos y 346 de todas las medicaciones. Sabemos cómo empieza la enfermedad, podemos hacer conjeturas aproximadas sobre su duración, poro sabemos muy bien que no podemos cortarla. Hay tifoideas chiquitas, pseudofiebres gástricas que duran una semana, hay tifoideas que duran seis setenarios y otras que con recaídas suman hasta doce setenarios. Es que estas fiebres son el ti- po délas enfermedades que en patología se conocen son el nombre de cícli- cas, es decir, que espontáneamente tienden y evolucionan hacia lacuración, hacia su punto de partida, la salud. ¿Cómo explicar, entonces, estas fiebres tilicas tan diversas en grave- dad y en duración, porque vaya que. hay diferencia entre una tifoidea abor- tiva ambulatoria, tifus levissimus de los autores antiguos, y una de las ti- foideas gravísimas de tan larga duración! Vamos á permitirnos de un símil para explicarnos el fenómeno: Cuando se tira una piedrecilla en la superficie del agua, en un río, un lago, un estero, etc., se forma una serie de ondas concéntricas que van crecien- do y creciendo en su marcha centrífuga hasta luego borrarse así que lle- gan á cierta distancia del punto de origen, unas más grandes llegan más lejos y duran más, otras más pequeñas, más cortas, duran menos y mueren Sin alejarse casi del punto en (pie nacieron. ¿Porqué estas diferencias? Pues estas diferencias dependen de las dimensiones, peso y forma del gui- jarro, de la fuerza que lo impulsa, de su trayectoria del ángulo de inciden- cia al herir la superficie del agua, de la tranquilidad del agua, de la fuer- za de su corriente; sabemos también, que estos círculos de agua son tam- bién impertéritos y tenaces en su marcha, nadie los detiene, sacuden, agi- tan los obstácluos que se le ponen y una vez formados, terminan solo cuan- do cesa de actuar la fuerza dinámica que los impulsó. Tales son las fiebres tilicas, siguen su marcha á despecho del médico y de las medicinas, agotan al enfermo, fatigan á sus deudos y causan al médico padeceros interminables. Eso explica los cambios de facultati- vos en la asistencia de algunos de estos enfermos en la clientela urbana. Nuestro querido profesor y amigo el doctor Alejo Lascano, llamaba por eso á estas fiebres, de palo ensebado, porque la liebre sube y baja intermina- blemente al parecer y el último que llega, cuando la pirexia concluye su ci- clo, es el que lleva los laureles del triunfo. Por eso el eminente y sabio facultativo quiteño doctor Barahona decía: ¡feliz la vieja que entra en el momento de la crisis! Es, pues, la característica de estas fiebres, su marcha cíclica implaca- ble, indominable por encima de todos Jos esfuerzos científicos ó empíricos (pie se pongan en práctica. Hay tifoideas cortas, hay largas, pero no está en la mano del módico acortar las largas, bien cabe aquí el conocido ada- gio: el que nace pipón más que lo fajen: tifoidea larga no hay galeno que la recorte. Y lo mismo pasa con todas las enfermedades cíclicas, ¿quién puede cortar una pneumonía?-Desde la sangría, los antimoniales, los cáusticos, el método contraestimulante de Kissori, ¡cuántos esfuerzos y todos vanos! Tales las fiebres tilicas como la pneumonía, como la fiebre amarilla, tienen su marcha cíclica. Desdichado del (pie pretende romperla, corre el riesgo de convertirse en cómplice de la enfermedad y romper y agotar las defen- sas y fuerzas naturales del enfermo sin agotar la liebre que terminará so- la, como terminan solos los círculos concéntricos que se forman en la su- perficie del agua herida por un guijarro, cuando cesa de actuar la fuerza dinámica que los impulsó. Que la fiebre se inicie lentamente con las. oscilaciones ascendentes 347 descritas por AVtmderlich, que comience bruscamente con una elevación inicial por encima de 40° cuando la infección es grave, la fiebre será larga, tenaz y complicada. Adjunto se encuentra el trazado de dos casos de estos, el uno en un niño perteneciente á una distinguida familia, alumno del Colegio Salesiano «Cristóbal Colón» y perteneciente á una clase en la cual hubo varios enfermitos, de los cuales tres murieron: el otro trazado pertenece á una bella señorita, también de una alta clase social, alumna del Colegio «La Providencia», que asistimos con nuestro distinguido colega y amigo, el doctor Izquieta Pérez. Ambos casos pertenecen á esa famosa epidemia de los colegios, que tantas víctimas hizo en 1911. Ambos casos fueron severos, llenos de complicaciones, renales, respiratorias, cardiacas, ambos terminaron por curación á los 42 días, á los seis setenarios comple- tos. Estas son las más largas de estas liebres comprendidas en una sola curva desde el principio de la liebre hasta su término. En el curso de nuestro estudio hemos visto liebresde mucha mayor duración, pero en ellas se observan remisiones que llegan ó se aproximan á la temperatura nor- mal y que luego se encienden nuevamente formando un nuevo período de ascenso, de estado y de descenso y tras de este otro, de manera (pie, en re- sumen, la curva presenta el aspecto de una serpiente con tres corvaduras, tres vueltas. Estas son las liebres á recaídas, como puede verse las curvas Nos. 19, 20 que insertamos. Las recaídas son unas veces producidas por una transgresión del ré- gimen alimenticio, los enfermos, en la defervescencia y al principio de la convalescencia, tienen un apetito voraz, una hambre canina, que no admi- te reflexiones, adultos de más de 30 años de edad, que debieran tener ya un juicio bien asentado, lo pierden totalmente impulsados por el hambre. Una señora de 30 años do edad que hizo una tifoidea de 35 días, después de una semana de convalescencia, vió pasar una vendedora de cangrejos cocidos y aprovechando un descuido de sus deudos se comió va- rios, la temperatura subió otra voz hasta 40° y tuvo dos semanas más de liebre. Una señorita que había hecho una fiebre tífica de 29 días, estaba ya al rededor de 37°. Contra toda advertencia so come una buena cantidad de frutillas y en la tarde de ose mismo día ella tiene una violenta recaída y la temperatura se va de nuevo por encima do 40° y hace una semana más de fiebre. Otras veces la recaída no es atribmble á ninguna causa. Véase la curva anexa N° 22 perteneciente al caso de (pie hemos he- cho referencia al tratar de los trastornos cardio-vasculares graves, en este caso, á los 35 días la temperatura cae al rededor de 38° y después de un setenario do estar oscilando entre 37 y 38, la temperatura se va otra vez á 40" y la liebre que parecía llegaba ya á su término, se prolonga 28 días más y todo esto sin motivo alguno á que pudiera atribuirse lal relapso. Estudíense las curvas Nos, anexas, son el tipo de esas curvas á tres vueltas, una inicial y dos recaídas que dan á la curva el as- pecto do serpiente do que he hablado: pues bien, esta doble recaída también se verificó sin que nada pudiera imputarse como causa de ella. El pronóstico de estas recaídas no os fatal, como pudiera creerse, tra tándose de un organismo ya fatigado por un proceso infeccioso tan largo, la generalidad do los casos salvan, exceptuando ciertas observaciones co- mo puede verse en el trazado N" de la enferma Francisca R., que ocu- pó la cama N° 19 de mi Sala Santa Isabel en el Hospital General. Al lado de estas formas prolongadas tenemos las cortas, véase la cur- 348 va Xo en una niña de 25 meses, la empezamos á asistir en el 8o día y á pesar de la falta de asistencia técnica en el primer setenario, solo duró una semana más. Véase el trazado N" 28, con todos los caracteres típicos descritos por Wunderlich, con una asistencia médica prolija desde el primer día, balneación precoz antes de llegar á 39" en el 4o de enfermedad y á pesar del tratamiento científico bien dirigido y es- crupulosamente cumplido, la enfermedad sigue su curva clásica, periodo ascendente, periodo estacionario, periodo descendente. Es lo que puede verse en la mayoría de los trazados (pie acompa- ñamos y es lo (pie comprueba nuestro acertó. La marcha de estas liebres es implacable, impertérrita, matemática, su curva puede compararse con el disparo de un arma de precisión que tiene su trayectoria fija, inquebrantable. La fiebre puede ser larga ó cor- ta, véase la curva Xo. de una enfermita del servicio del Dr. Coronel en el Asilo Mann, 114 días, ella tiene su marcha trazada y lija como se lija la marcha del proyectil, larga ó corta según la posición del alza. Véase el trazado No. de un niño de 5 años con hiperpirexia tratado con baños fríos, agregándole hielo al agua para obtener la temperatura de 20 c y á pesar de tomar 8 baños en las 24 horas, la hiperpirexia se sostiene al rededor de 40 y solo cede á los 14 días justos, al ¡¡nal del segundo sete- nario, es decir, cuando la evolución natural de la enfermedad así lo ha que- rido y nada más. PRONOSTICO Grandes son las dificultades del diagnóstico en medicina, pero las del pronóstico son mayores aún. Al tratarse de estas liebres debe siem- pre hacerse un pronóstico reservado; aún los casos más benignos no están exentos de las más graves complicaciones que puedan terminar con un desenlace fatal. Febrículas que no pasan de 311, que siguen una marcha natural, en que parece que solo un pesimismo exagerado puede hacer un mal pronóstico, reservan sorpresas fatales contra las que debemos poner- nos en guardia. Obsérvense las cut\as apuntadas con los Nos. La una pertenece á una señorita de constitución débil ciertamente, de temperamento neuropático, parecía marchar á la curación, temperatura, en descenso, pulso normal, sin insomnio, sin albuminuria, sin vómitos, so- breviene una peritonitis fatal y muere. La otra pertenece igualmente á una señorita, en que, como se obser- va en el trazado, la desfervescencia era casi completa, viene una hemorra- gia fulminante y muere. Muerte súbita no hemos observado personalmente ningún caso, pe- ro tenemos noticia de uno que hallándose ya en plena convalescencia en la isla de Puna, después de algunos días de apirexia, murió súbitamente al sentarse para tomar una taza de café. Fste es el anverso, casos buenos que- terminan con una cruz. 349 El reverso son los casos malos desesperados, gravísimos, desahucia- dos por una media docena de colegas, en que liemos obtenido el más completo éxito, la curación más satisfactoria. El caso marcado con la curva No. llegó al más alto grado de gravedad imaginable, afasia, rigi- dez meníngea, hemorragia, pulso filiforme, estado comatoso, distermia, 18 días entre la vida y la muerte, los ojos inmóviles, la deglución perdida, emisión involuntaria de la orina y las materias fecales, gran escara sacra, escaras isquiáticas. Tuvimos que alimentarla introduciendo por las fosas nasales una sonda hasta el esófago, balneación fría sistemática, inyeccio- ciones estimulantes y la entuma salvó, á despechó de la opinión en con- tra de varios colegas y de los miembros de la familia, no hubo allí sino dos personas que siempre alentaron una esperanza en el éxito final, la ma- dre de la paciente y el médico. Véase este otro trazado, pertenece á un joven empleado en el Mue- lle Fiscal, no fue menos grave que el anterior y peor mil veces si se con- sidera el medio paupérrimo en que se hallaba, y el factor económico en medicina, como sabemos, desempeña un importante papel: fuimos llama- dos á asistirlo en el 24° día de su enfermedad y sus condiciones eran fa- tídicas. Coma, pulso filiforme, facies hipocrática, olor cadavérico, tempe- ratura rectal, como se ve en la carta, de Tenía una congestión he- pática colosal, tanto que se había diagnosticado un abceso de este impor- tante órgano. Despistamos una tifoidea, debíamos bañarlo y no había ti- na ni con qué comprarla. Pero había colgado en la baranda del patio un pedazo grande de esas mantas impermeables que en el muelle sirven pa- ra protejer las mercaderías, y en el zaguán habíamos visto un cajón rela- tivamente grande, del largo de una persona. Asociamos las dos ideas, el cajón y la manta impermeable, hicimos asegurar ésta en los bordes de aquel, formando en el centro un pequeño seno, allí se puso el agua y se improvisó la tina y se bañó el enfermo, y diez y seis dias después, el enfer- mo estaba anirético, fuimos ayudados en la asistencia de este caso por el Dr. Sr, Jorge T. Larrea. Como se deduce claramente de lo expuesto, puede obtenerse esta conclusión: respecto á pronóstico, siempre reservado, jamás desesperado, por grave y extrema q' parezca la situación: jamás debemos retirarnos des- corazonados y sin lucha, de ello depende talvez la vida del paciente; si somos derrotados, queda la conciencia del deber cumplido y en todo caso, no debemos olvidar la preciosa máxima del procer, poeta y filósofo guaya- quileño: quien no espera vencer ja está vencido. TRATAMIENTO En una enfermedad como esta, que por si sola marcha á la curación, creemos y es nuestra práctica y quizás el secreto del éxito, que mientras menos medicinas se dé, mejor éxito se obtiene. 350 Pahquedad en las medicinas En caso no complicado, ligeras pociones con antisépticos intestinales bastan, nosotros usamos sistemáticamente el cloruro de calcio y la urotro- pina por razones que hemos expuesto anteriormente. La tintura de yodo por gotas también nos parece recomendable, aun que no superior á los dos medicamentos anteriores. Es preciso muchas veces, saber no hacer nada», le hemos oido decir mil veces á nuestro querido profesor de clínica, doctor Julián Coronel, y esta máxima es aplicable en estas liebres como en tantas otras. La labor del médico debe limitarse á ayudar la naturaleza, no á contrariarla: quién puede variar la corriente de un rio, la marcha de una nube ó la fusión de las nieves cuando las calienta el sol en las altas cimas de la cordillera? Los medicamentos antipiréticos, ya hemos expuesto cuán nocivos son: ellos, por fortuna, están casi por completo abandonados, salvoalguna queotra excepción en el cuerpo módico. Si nos vemos obligados <í emplearlos en determinado caso, siempre será por muy corto tiempo, de una manera transitoria y nunca sistemática. La vacuna antílica como preventiva es inmejorable, como tratamien- to resulta perjudicial más que benéfica, salvo el caso de una hemocultura positiva y precoz en el 3.°, 4." y 5.° día á más tardar, cosa que, como hemos visto, es siempre excepcional, dada la manera más frecuente como se ini- cian sordamente, insidiosamente estas liebres entre nosotros, de manera que el médico ve rarísimamente al enfermo antes de la primera semana y muchas veces de la segunda. Los metales coloidales, del electargol, (pie podemos afirmar que no influye ventajosamente en la marcha de la liebre y lo mismo decimos del lantol y del selerJol. El oro azul, coloidal, al rededor del cual se ha hecho algún ruido como yugulante de la liebre, capaz de cortarla, no nos ha dado mejores re- sultados. Hay casos que parecen muy sugestivos á este respecto, pero hay otros en que su acción es nugatoria por completo. A nuestro modo de ver. esos casos de éxito aparente, son casos benignos (pie han cedido al oro azul como hubieran cedido sin él y nada más. Casos semejantes sin duda alguna, debieron servir, también, para probar antaño las ventajas de las san- grías, del cáustico, de los antimoniales Otros piensan que siendo una liebre infecciosa intestinal debe some- terse el enfermo á una dieta hídrica ó poco menos, porque los alimentos (pie van al intestino alimentan al enfermo, puede ser, pero también á los microbios, se producen más y más fermentaciones en ese tubo digestivo infectado y enfermo ó incapaz de digerir los alimentos: no se digieren sino que entran en putrefacción y el enfermo no digiere, ni absorbe, ni se ali- menta, dicen, sino que es la liebre la que se nutre y se sostiene. Tal manera de pensar revela la ignorancia del carácter septicémico de. la enfermedad y una falta completa de sentido común. Los experi- mentos demuestran que un hombre no puede vivir sin comer más de 20 ó 30 días máximun, sin sobrevenir graves trastarnos. Las observaciones con los náufragos salvados después de largos días de abandono en alta mar, la de los enterrados en los accidentes mineros, como en el de las minas de Courrieres por ejemplo, demuestran lo mismo. La inanición produce fiebre, delirio, taquicardia, etc. Y si esto se observa en sujetos sanos, ¿qué diremos de sujetos atacados de una liebre, que, como toda liebre, exige combustible, materiales suficientes que aportar para reponer las calorías 351 perdidas por el aumento de radiación, que exige la ley física inmutable, común á todo ente corpóreo, del equilibrio móvil de temperatura? Y sin embargo, hemos visto muchos casos de que no queremos acor- darnos, que han permanecido muchos días sin más alimento que agua de canela, limonadas, naranjadas, y jugo de uvas, ¡oh el jugo de uvas!, ad- ministrado por copitas de 20 gramos cada 3 horas, como si fuera un ali- mento muy poderoso ó excesivo, como si el jugo de uvas no fuera un ju- go vegetal análogo al de naranjas ó al de pina que no tiene de más si- no su alto precio S/. 1.00 el litro, ni más ventaja que la facilidad con que se fermenta en nuestro clima, de modo que después de 24 horas de abierta una botella ya está agrio, turbio y contiene unos granitos blan- cos, formados por hongos que pululan en su interior, ¡oh el jugo de uvas! Sí es indispensable un jugo de frutas ¿por qué preferirle al de esas de- licadísimas frutas tropicales que la natura pródiga, hace crecer en nues- tro suelo y que tienen la ventaja de su costo mínimo y de poder prepa- rarse extemporáneamente evitando los riesgos de la fermentación? Esta cuestión nos ha conducido á tratar de la cuestión dietética. Dietética Nosotros creemos que el enfermo de no debe ser empachado, pero que puede seguir una dieta líquida á base leche si es tolerada, caldos ue po- llo ó de carne desgrasado, claras de huevos, suero de arroz, jugo de frutas, podiendo agregarse peptonoides ó alguna otra preparación, polvo de malta, sanatogen, etc. Si no es bien tolerada la leche hervida, debe recurrirse á la leche cruda, helada, á la leche de burra, al té con le- che, la leche peptonizada, etc., agua albuminosa, etc., etc., pero jamás se sostendrán la dieta hídrica. Esta sólo tiene sus indicaciones espe- ciales en los casos de hemorragia, peritonitis, vómitos incoercibles y só- lo por un tiempo bien limitado. En cuanto á otras medicinas creemos que no deben ser administra- das, á excepción de algunos purgantes y calumet muy al principio de la enfermedad. La medicación evacuante es otro escollo de los que piensan aún con las teorías del siglo antepasado, de los tiempos históricos de Bretonneau, muy buenos para ese tiempo, en que se creía que la infección radica en el intestino, pero inadmisibles, repetimos, en estos tiempos en que la hemo- cultura ha comprobado qne todas estas fiebres infecciosas intestinales son septicemias y septicemias desde su primer día. La medicación evacuante es muy frecuentemente cómplice de la enfermedad, ya sean los purgantes repetidos, y los lavados á troche y moche con yerbas más ó menos emo- lientes y poseedoras de virtudes medicinales y maravillosas á que el vul- go es más adicto, pensando que en el bock del irrigador está la vida del en- fermo. Xo debemos olvidar que, como hemos estudiado, son la hemorragia, la perforación, las complicaciones (pie producen el mayor número de vícti- mas ¿á (pié, pues, traumatizar el intestino predisponiendo el estallido de estas complicaciones so pretexto de sacar la enfermedad, de extirpar una infección (pie no está en el intestino sino en la sangre? Si el enfermo defeca satisfactoriamente no debe tocarse su intestino, si hay constipación pueden aplicarse lavativas que no pasen de 300 á 500 gramos máximo y que deben ser aplicadas con presión moderada, irriga- 352 dor bajo, y á temperatura 37°, de modo que no provoque contracciones in- testinales violentas. Repetimos, mientras menos medicinas se emplee, tanto mejor: es- tas no deben emplearse sino en el tratamiento de las complicaciones y que hemos mencionado al exponerlas y siempre con sobra de parquedad y pru- dencia, sin olvidar la preciosa máxima de Hipócrates: priman nonnopere* RsivmAPfA La Fisioterapia es hoy la reina de la terapéutica y en estas fiebres, ella hace el gasto del tratamiento, asociada á la medicina preventiva de las complicaciones, es decir, á la higiene. Una habitación clara y ventilada vale más que muchas medicinas tragadas, sin muebles superfinos, sin colgaduras. Una cama sólida pro- vista de un lecho suave, buenas almohadas, un colchón de aire para la pel- vis, una buena tela impermeable y sobre todo, una buena enfermera. Te- niendo esto, la mitad de la jornada está ganada. Un aseo prolijo de la piel, de la boca, de los órganos genitales. Desinfección de los ojos y oídos si es necesario, vigilancia metódica de la temperatura y el pulso ca- da tres horas. Cuidados prolijos y aseo, mucho aseo, es decir, higiene, he allí la base del tratamiento, sin el cual no se concibe el tratamiento de un enfermo que pasa aproximadamente un mes encamado. Para combatir la pirexia, los medios físicos representados por la hi- droterapia. En los casos medianos, leves, las fricciones con esponja, la gorra de hielo en la cabeza y en el vientre, las compresas húmedas son suficientes, pero en los casos graves, la balneoterapia es la única manera de combatir la pirexia á la par que de prevenir las complicaciones y de dominarlas si es preciso. Nosotros la empleamos sistemática y no pode- mos estar más satisfechos de los resultados. Hacemos tomar la tempera- tura antes y después de cada baño: cuando los baños fríos no son bien to- lerados recurrimos á los baños calientes á 32° y si aún éstos producen una reacción violenta ó si hay signos meníngeos ó centrales acompañados de hipertermia, llevamos la temperatura del agua á 35 y 37 grados. La duración del baño esta indicada por la temperatura del enfermo: entre 37 y 37? no hay baño: entre 37? y 38?, cinco minutos: diez entre 38? y 39? quince en pasando de este punto. No siempre el baño hace bajar la temperatura, en ciertos casos per- manece estacionaria, en otros más bien se ve un ascenso térmico de me- dio á un grado más que antes de entrar al baño, como puede observarse detalladamente en las dos curvas insertas á la vjielta. Tal fenómeno no implica nada en contra de la balneación, porque tal ascenso térmico signi- fica solo la reacción orgánica producida por el baño: tomada la tempera- tura media hora después, se observa un descenso por debajo de la tempe- ratura prebalnearia inmediata anterior. Además, el baño, ya lo hemos expuesto al tratar de las complicacio- nes, obra no solamente contra el elemento térmico sino principalmente to- nificando el organismo, estimulando el sistema nervioso, favoreciendo la secresión urinaria y la depuración cutánea, etc, 353 HEMATOLOGIA La leucopenia es la regla, pero falta en caso de complicaciones se- cundarias, bronquitis, abscesos, escaras, perforación. Es un elemento bien importante para el diagnóstico si va ratificado por la marcha clínica, pero no basta por si solo para diferenciarla enfermedad de otras infecciones fe- briles de marcha prolongada, como la tuberculosis de forma septicémica y la malaria. ANATOMIA PATOLOGICA En este capítulo nada digno de observar podemos añadir, á excepción de la frecuencia de la hepatomegalia y la rareza de la esplenomegalia, cosa que ya la clínica nos lo había indicado; y esto se debe probablemente á que los agentes causantes de nuestras fiebres tíficas son los B. paralíti- cos encargados de producir menos frecuentemente el aumento de volumen del bazo. Por otra parte, nuestras observaciones cadavéricas son muy pocas, de- bido, tanto á que la mayoría de nuestras observaciones pertenecen á la clientela urbana, cuando á la dificultad que existe para la práctica de au- topsias en el Hospital. DIAGNOSTICO BACTERIOLOGICO Ya hemos tratado de la reacción de Widal, de las hemoculturas y de la busca de los bacilos tíficos en la orina y las heces: debemos solo ma- nifestar nuestro agradecimiento á los señores ductores Espinosa Tamayo y Moral, Jefes del Laboratorio del Hospital General, que nos han prestado preciosa ayuda al respecto. Punción del bazo, oftalmoreacción de Chan- temesse, cutí-reacción, subcutireacción de Silvertrini, fijación del com- plemento de Vincent, no hemos experimentado jamás. DIAGNOSTICO CLINICO DIFERENCIAL Adoptada la expresión, fiebre infecciosa intestinal, la tiran dificultad de la diagnosis está salvada: por otra parte, la diferenciación clínica de las fiebres á 1!. de Eberth ó á B. paralíticos no tiene importancia, ya que el pronóst'co y el tratamiento son los mismos. Paludismo Queda el diagnóstico diferencial con las fiebres palúdicas que pue- de hacerse por el examen hematológico y la marcha de la. fiebre y su in- domación por la quinina. GimTE La diferenciación con la grippe es ciertamente muy difícil en los ca- sos en que la afección se inicia bajo la forma de un catarro faríngeo. 354 Peste Con la peste, la hemocultura es la clave del diagnóstico precoz de ambas septicemias tífica y pestosa. pues que es hoy cosa umversalmente admitida, que toda peste es también una septicemia, y posteriormente, la aparición de los bubones, Fiebre amarilla En los no inmunes para esta última infección, el diagnóstico precoz presenta serias dificultades que la hemocultura puede desvanecer, y ulte- riormente, la marcha del proceso. Tuberculosis Hemos tenido varios casos de este género en que el diagnóstico fue hech), ya por la oftalm (-reacción tuberculosa negativa, como por la hemo- cultura tífica positiva. Pioiiemias Aquí solo la hemocultura puede, al principio, dar la clave del diag- nóstico: conocemos de un caso, en que sembrada la sangre en tres medios diferentes, por el Ledo. Jorge T. Larrea, en las tres culturas se encontró una asociación de un B. tífico con el estreptococos. MORTALIDAD Es de siete por ciento en la práctica urbana y de veinte á veinticin- co por ciento en el Hospital. Esta diferencia se explica porque una gran mayoría de los tíficos que van al Hospital ingresan en un período avanzado de la enfermedad y en condiciones hasta deplorables. CONCLUCIONES Nomenclatura Por las razones ya expuestas,pedimos (pie el Congreso vote se adop- te una nomenclatura que uniforme, (pie resuelva, el maremagnun caótico que reina al respecto, y proponemos la denominación, liebre infecciosa in- testinal que tiene en su favor: 355 Io.-El haber sido adoptada ya por la mayoría de los prácticos en- tre nosotros. 2°.-No prejuzgar nada subre la individualidad del germen causal, tífico ó paratíficos. 3°,-Haber sido aceptada ya por las autoridades extranjeras como Ritchie, Chalmers, y otros, Profilaxis a).-Contra el contagio directo: aislamiento á domicilio ú hospitala- rio bajo el control de las autoridades sanitarias, previa declaración obliga- toria de los casos. b).-Contra los portadores crónicos: Pedimos al Congreso que adopte un acuerdo recomendando al Cuer- po Médico Nacional el uso prolongado de la urotropina, hasta un mes des- pués de la apirexia, á la dosis de uno á dos gramos diarios, para impedir la producción de nuevos portadores, ya que la vesícula biliar y la pelvis re- nal son los refugios de los B. tíficos y que es la urotropina un desinfectan- te poderoso é inocuo, tanto de las vías biliares como de las urinarias. c).-Contra el contagio indirecto, pedimos al Congreso que adopto varias resoluciones: Ia.-Que á los casos asistidos á domicilio y domiciliados en lugares donde exista desagües, se exija la desinfección previa de los excrementos antes de ser vertidos al W. C.: que á los domiciliados en lugares donde no exista desagües se les proporcione, sin recargo de precio, los excusados por- tátiles é higiénicos que adquirió el Presidente del Concejo, Dr. Izquieta Pérez. 2a.-El Congreso recomendará al M. I. Concejo Cantonal, á cuya ini- ciativa se debe la realización de este Primer Congreso Médico Ecuatoria- no, el cambio total del actual sistema de recolección y transporte de ba- suras y aseo de calles, al tenor del sistema siguiente: Envases de latón ó zinc, con tapa, en cada hogar, de dimensiones transportables y de un modelo especial, para (pie sean fácilmente pesqui- sables por las autoridades sanitarias y de policía si son sustraídos ó desti- nados á otros usos. Tomando como base una población de 100.000 habitantes y calculan- do un promedio de 7 personas por familia, se necesitarían al rededor de 15.000 depósitos que cuestan, tomados así en gran cantidad, de tres á cua- tro dólares, ó sea diez sucres cada uno, puestos en Guayaquil, si se escoje un modelo semejante ai adoptado por la Istmian Canal Comisión en Pa- namá y Colón. Total 150.000 sucres, la mitad de lo que costará una vez terminado y amueblado el Palacio de la Biblioteca y Museo en cons- trucción. Estos depósitos serán expuestos, en las mañanas, en las puertas de las casas y recogidos y vaciados por los carreteros del servicio de Reco- lección y transporte de basuras, en carretas cerradas como las que ya tiene algunas en uso el actual sen icio municipal de aseo de calles. Cada jefe de familia será responsable, ante el dueño de casa, de su respectivo depósito y éste á su vez. ante el servicio municipal. Los comi- sarios municipales prestarán amplias garantías á los propietarios y apli- carán severos castigos á los inquilinos que no cuidaren conveniente- mente de sus depósitos, haciéndoles pagar su valor en caso de robo ó ro- tura de los depósitos. 356 El servicio municipal de aseo de calles comprenderá dos servicios: uno diurno, de recolección de basuras, que podrá efectuarse desde las 7 de la mañana, hasta las 7 de la noche, en que las carretas mencionadas recogerán las basuras en la forma indicada: el otro nocturno, de aseo de calles, que se efectuará entre las 10 p. m. y 5 a. m., que será más rápido y sencillo de lo que es actualmente, porque se habrá suprimido el trabajo de recoger las basuras que, recolectadas en las casas, se. arrojan á la vía pública siguiendo un sistema primitivo antiquísimo, donde los perros y otros animales y el viento se encargan de repartirlas en todas direcciones. El barrido de las calles quedará absolutamente prohibido á otras horas que las indicadas. Con el primer servicio de envases con tapa de latón y recolección v transporte directo de las basuras que contienen, sin verterlas á la calle, se llena una gran medida profiláctica contra las moscas que, como es sa- bido, pululan en los cajones de basuras domésticos que viven destapados y ya sabemos cómo las moscas son el agente vector de numerosas enfer- medades, no sólo de las liebres tíficas de que trata en especial este trabajo, sino también de las liebres eruptivas, sarampión, viruelas, varioloides, es- carlatina y otras no menos graves, difteria, septicemias, erisipela, tuberculo- sis, etc. Llena también este sistema, otra medida profiláctica importantísima contra las ratas. Sabemos que de todos los medios empleados para com- batir estos roedoros el mejor consiste en sitiarlas por hambre; si la rata no encuentra comida emigra y, precisamente, el lugar preferido donde siem- pre encuentran desperdicios de qué alimentarse son los actuales cajo- nes de basura, que son roibles y que viven destapados. No creemos ne- cesario insistir sobre la importancia de esta medida profiláctica, ya que sabemos que las ratas son el agente más activo en la trasmisión de la bubónica. Llena la ventaja, de ahorrar el trabajo, ya que es un contrasentido que las basuras recogidas ya, se viertan en la mitad de la calle para reco- gerlas nuevamente y se evita el espectáculo repugnante, nada culto, de esos montones de basura al pie de cada puerta, que cuando los empleados respectivos se atrasan por cualquiera causa, permanecen indefinidamente expuestas allí, obligando á los transeúntes á llevar el pañuelo á las na- rices. Con el segundo servicio, barrido de las calles nocturno, se dejará de transgredir una de las más preciosas reglas de higiene. Sabido es que el polvo de las calles de todas las ciudades contiene el B. de Koch entre otros muchos gérmenes patógenos, bacilos tíficos entre ellos, como lo ha comprobado entre nosotros el análisis bacteriológico practicado por el ex- perto de la Sanidad Sr. Jorge T. Larrea. Actualmente se hace el barrido á las 7, 8, 9 de la mañana y comien- za otra vez á las 5 p. m.; precisamente á las horas de más tráfico, cuando los muchachos van á las escuelas, los empleados á sus almacenes, las co- cineras al mercado etc. No creemos necesario recordar que en Guaya- quil, como en Hamburgo y en París etc., la causa principal de las defun- ciones es la tuberculosis. 3 a.-El Congreso aconsejará al M. I. Concejo encomendar estos ser- vicios do aseo de calles y recolección de basuras á las autoridades sanita- rias mejor preparadas y más aptas para este servicio, que, como dejamos probado, tiene tanta relación con la sanidad pública, entregándole al efec- to, la suma que produce el impuesto de aseo de calles. 357 d).-Acordar un voto de aplauso al M. I. Concejo Cantonal por la oportunidad con que dictó disposiciones en orden á la venta de artículos comestibles para que estuvieren protegidos por una red de alambre con- tra las moscas. e).-Acordar un voto de estimulo y aplauso á la Dirección de Sani- dad por la oportunidad con que está llevando á cabo la vacunación antití- fica á domicilio, en los colegios y cuarteles. f).-Acordar un voto igual al profesor Dr. Francisco Cousin por ha- ber naturalizado en el país la preparación de dicha vacuna y al Supremo Gobierno por el apoyo que le ha prestado. g).-Acordar una guerra especial contra las moscas, estimulando pa- ra ello á todas las autoridades de la República, y redactar una cartilla es- pecial al respecto, bajo la forma de carteles, no solo para ser distribuidos gratis, sino para lijarlos en las escuelas, cuarteles, tranvías, ómnibus, esta- ciones, oficinas públicas etc. a! concluir este trabajo, pedimos benevolencia para que sean disi- mulados los errores que contenga ó las opiniones que difieran con la de otros colegas, miembros ó no del Congreso: quizás, al ser discutido, surga la luz vivida de la ciencia para bien y progreso de la humanidad, y en es- pecial, de este suelo que nos vió nacer. DISCUSION: DR. ALEJANDRO VILLAMAR, (Quito): Maniriesta que no está de acuerdo con la primera conclusión del trabajo del doctor Va- lenzuela, en el cual propone cambiar el nombre de LIEBRE TIFOI- DEA por el de FIEBRE INFECCIOSA INTESTINAL. Se acordó aceptar las conclusiones del trabajo del doctor Va- lenzuela y someterlas á la consideración de la Asamblea General. 358 Consideraciones anatomo patológicas POR EL DR. TEMISTOCLES J. ARAUS Someto á la consideración del ler. Congreso Médico Nacional del Ecuador lo siguiente: Tiempo lia viene siendo para mí, punto de observación aquello de encontrar en el cadáver los vasos arteriales completamente vacies, sin que me haya satisfecho, basta ahora, aquella bellísima teoría de que el corazón en su último latido arroja á las arterias todo su contenido, las que á su vez. por su extructura anatómica y por sus repetidas contrac- ciones, lanzan aquel contenido á los vasos capilares y venosos. Difícil se me ha hecho siempre el aceptar esta teoría: pues, sien- do uno mismo el continente y el contenido en el vivo (pie en el cadáver, ¿cómo puede el contenido reducirse tan sólo á una parte del conti- nente? En otros términos: siendo una misma la capacidad del corazón, arterias, capilares y venas, y sabiéndose que, durante la vida, todo este aparato hueco se encuentra completamente ocupado por el líquido san- guíneo en constante movimiento, ¿cómo concebir y admitir (pie el mis- mo volumen de líquido se reduzca tan sólo á una parte del antedicho aparato hueco: corazón, arterias, capilares y venas? Aquí las hipótesis serían dos: el líquido sanguíneo se reduce ó disminuye do volumen por las contracciones cardiacas y arteriales, ó los capilares y venas son enormemente dilatados ó distendidos por recibir y contener la sangro que ocupaba antes todo el sistema circulatorio. La primera hipótesis os completamente inadmisible, pues física- mente hablando, conocemos la poca compresibilidad de los líquidos, aun en aparatos de gran fuerza y resistencia. La segunda hipótesis tampoco es admisible en un todo, pues pa- ra negarla nos basta recordar la estructura anatómica de los vasos ca- pilares, así como también, la finura y delicadeza de esta clase do órga- nos. Igualmente, bástanos recordar la estructura anatómica de las ve- nas para concluir diciendo que su elastidad perfecta tiene un limite y su dilatación sería siempre inferior á la que necesitarían para dar en- vida á un contenido de volumen, talvez el doble á su ya expresada capacidad. Para poder explicar el fenómeno tal como lo concibo y lo creo, tengo que recordar, aunque á grandes rasgos, la estructura del cora- zón, la estructura de las arterias y la estructura de los capilares y las venas. Corazón: paso por alto la completa y detallada descripción de es- te órgano, pues lo conocemos todos y de su minuciosa descripción no resultaría nada productivo para el desarrollo de mis ideas. Mas, sí debo recordar la existencia de ciertos ganglios nerviosos especiales y propios (pie so encuentran diseminados en el corazón y cu- ya acción combinada es capaz de hacer (pie aquel órgano continúe sus funciones de sístole y diástole aun después de la muerte. 359 En efecto, tres ganglios importantes posee el corazón, llamados ganglio de Remac, de Bidder y de Ludvig, estando colocados, el primero en la embocadura de la vena cava inferior: el segundo, en el tabique aurículo-ventricular izquierdo y el tercero, en el tabique interauricular. En virtud de la acción combinada de estos centros nerviosos es- peciales, enseñan los fisiólogos, que el corazón es capaz de continuar la- tiendo aun separado de la caja toráxica y arrancado de sus vasos sus- pensorios; asegúrase haberse observado contracciones rítmicas del cora- zón en un ajusticiado, hasta una hora después de la muerte de éste. Igualmente me abstengo de hacer una descripción histológica de las arterias por ser harto conocida la estructura de ellas; pues sabido es el predominio del tejido elástico amarillo que se encuentra en una de sus túnicas, tejido que disminuye progresivamente desde los gran- des hasta los pequeños vasos arteriales, predominando en cambio, en la misma proporción, pero de una manera inversa, ('1 tegido muscular liso. Los capilares: «son vasos de muy pequeño calibre y están forma- dos por paredes propias do estructura muy sencilla; el tejido es amorfo en apariencia, con núcleos; pero se ha reconocido ya que esta pretendi- da membrana amorfa está constituida por verdaderas células epiteliales, reunidas por un cemento interculular amorfo; esta capa de células se continúa con la que tapisa la superficie interna de arterias y venas (endotelio vascular). «Los capilares todos, como acabamos de entreverlos, forman una porción perfectamente definida del sistema circulatorio, y sus propiedades fisiológicas» durante la vida, son perfectamente distintas de las arterias y de las venas; podemos, en efecto, no llamar capilares sino á esos pequeños vasos que sin ningún artificio de preparación se mues- tran como tubos de sustancia amorfa, en los que están encadenados nú- cleos ovales, y que, en realidad, están formados de células distintas, co- mo lo demuestran las impregnaciones de nitrato de plata, y todas las demás preparaciones histológicas. Para comprender bien el ])apel de los capilares en el mecanismo de la circulación durante la vida, es preciso darse cuenta de los conocimientos adquiridos acerca de la es- tructura de los capilares, sin duda los verdaderos capilares no son con- tractibles, y por consiguiente, son también poco extensibles, su estructu- ra no permite atribuirles estas propiedades y todos los fenómenos de la dilatación y contracción que se observan, son puramente pasivos y resul- tan de fenómenos parecidos á aquellos en que las arteriolas y las veni- llas son el asiento activo. «Pero si los capilares no son contráctiles á la manera de las ar- teriolas del órgano central de la circulación, es preciso, sin embargo, no olvidar que las paredes de estos pequeños vasos están compuestos de glóbulos que han conservado en parte, las propiedades de los glóbulos vivientes; que estas células pueden cambiar de forma y modificar de es- ta manera la luz del vaso» aparentando de este modo una falsa dilata- ción de los capilares. Al llegar á este punto el profesor Duval trae la nota siguiente: «Estas nociones sobre la verdadera estructura de los ca- pilares son quizá, las que no permiten explicar los fenómenos de diape- desis, si la realidad de estos fenómenos está bien confirmada». «Llámase diapedesis á la salida de los glóbulos blancos al travez de las paredes de los pequeños vasos, salida do que han sido testigos diversos observadores y que numerosos patólogos admiten como una de las fuentes de supuración». Las venas: son órganos cuya estructura difiere de la estructu- 360 ni de las arterias: diferéncianse en que el tejido elástico se encuentra en mucha menor cantidad, predominando en cambio, en estos órganos, el tejido muscular liso. Tanto la primera diferencia como esta última, ha- cen (pie las venas no posean aquella tendencia de las arterias, de (pie- dar ó estar siempre abiertas aun después de evacuado todo su conteni- do y cuando el peso atmosférico no las presiona, dándoles esa disposi- ción especial (en sinta) (pie presentan en el cadáver antes de que el ai- re penetre en ellas. «Por el contrario, estos vasos son muy contráctiles, pero el elemento muscular está irregularmente distribuido. Las contracciones son muy fáciles de comprobar; se puede, por ejemplo, ver las venas de la mano contraerse ó hincharse bajo la influencia de la inmersión en el agua fría; un choque bruzco, una lijera percusión sobre una vena subcutánea produce al momento una contracción, ¡i la que sucede muy pronto una parálisis procedente de la dilatación del vaso, y á veces se ven produ- cirse estos dos fenómenos por sacudidas sucesivas ó irregulares. Estas contracciones de las venas favorecen la circulación, pero no tienen nun- ca un ritmo intermitente y regular, no hay realmente sístole y diásto- le propiamente dichos. La contracción tiene por efecto disminuir el ca- libre (leí vaso y despedir el líquido....» Después de haber recorrido ó enumerado á grandes rasgos estos importantes detalles y propiedades del aparato circulatorio, necesario por cierto, para poder comprender mejor el fenómeno que pretendo demos- trar, entro de lleno á explicar ó exponer, cómo creo que se verifica la evacuación cardiaca y arterial y donde debe encontrarse ó hasta donde ha marchado el líquido sanguíneo después de la muerte: pues no todo él se encuentra en los capilares y venas, como pudiera creerse si seguimos en un todo aquella teoría que con frecuencia se ve en los autores de Fi- siología: que el corazón en su última contracción lanza el líquido san- guíneo á los capilares y venas. Esto es verdad, pero aquel lanzamiento no se verifica de una ma- nera bruzca y total, como pudiera creerse si tomamos en consideración absolutamente el enunciado anterior, pues, sabido es que: «En efecto, cuando se realiza la muerto general, cuando la última espiración y el último latido cardiaco so verifican, falta mucho todavía para que esta muerte coincida con la muerte de cada elemento anatómico, hemos vis- to que los músculos y los nervios permanecen aun evitables por mucho tiempo, que el epitelio de la vejiga se opone también, durante algunas horas, á todo fenómeno de absorción: sabemos que los epitelios vibrá- tiles continúan todavía sus movimientos durante ocho ó diez horas: lo propio sucede en el endotelio de las venas y sólo después de su muerte completa, á las veinticuatro ó treinta horas, puede efectuarse la coagu- lación de las capas periféricas de la sangre venosa». Por otra parte, debemos tener siempre presente el perista! tismo, ó sea el movimiento vermicular propio de las arterias, procedente siempre los troncos mayores hacia los menores. Aquí debo recordar, que Thy- ry habla ya atribuido á este movimiento ó á este mecanismo la eva- cuación de las arterias después de la muerte. No es pues, en un tiempo dado ni único que el corazón lance su contenido hacia las arterias y estas á los capilares: este fenómeno ve- rifícase lentamente y en mayor tiempo del (pie pudiera creerse, hacien- do uso el corazón, para estos movimientos repetidos y decrecientes, de su propia vitalidad ó nervación. 361 Igual cosa debo decir de las arterias, pues, acabo de exponer sus contraciones y movimientos propios posteriores á la muerte. A medida que los capilares van recibiendo el líquido sanguíneo lo lanzan á su vez á los vasos venenosos, pero no tan rápidamente que puedan librarse (los capilares) de la presión verificada por las repetidas contracciones cardiacas y arteriales, sufriendo en este momento presiones verdaderamente exageradas, en virtud de las cuales y por su estructura anatómica, comienza á producirse exudaciones que son tanto mayores mientras menor es la presión que experimentan los capilares en su ex- terior, ó mientras más laxo es el tejido que los circunscribe. Aquel exuda- do ó trasudación aumenta considerablemente en aquellas regiones en que los capilares en que me he ocupado, se encuentran en verdaderas cavida- des donde la resistencia exterior es nula ó casi insignificante; por ejemplo, en todas las cavidades serosas. Cosa semejante ocurrre en el tejido venoso, pues, repleto el extremo y dilitados todos los vasos por el gran aflujo sanguíneo, y en virtud de su estructura anatómica comienzan, igualmente, á dejarse atravesar por el lí- quido de la sangre con tanta mayor intensidad, cuanto mayor es su dilata- ción y elasticidad, verificándose siempre este fenómeno de preferencia en todos aquellos tejidos y todas aquellas regiones en que las condiciones son más favorables para la infiltración ó derrame [tejidos laxos en general y cavidades]. También influye poderosamente para producir la trasudación ó de- rrame del líquido sanguíneo, además de las contracciones propias de los capilares y venas, en virtud de la vitalidad que conservan aun algunas ho- ras después de la muerte, la presión producida por los órganos vecinos | músculos, etc., etc. ] Otra de las causas que aumenta considerablemente la contracción de los músculos lisos do las venas y capilares es el enfriamiento, pues á medi- da que este va presentándose y aumentando en el cadáver, la contracción vascular es mayor: «Si la variación de temperatura no se aleja mucho del calor normal, los músculos estriados no experimentan ninguna reacción, mientras que los músculos lisos se contraen». Así, pues, concluyo diciendo que: creo que el corazón y el sistema arterial lanzan su contenido lenta y gradualmente, pero siempre en un tiempo menor que el que los capilares y venas emplean en dejarse atrave- sar por el licuor o líquido de la sangre: por esto es que, estos últimos vasos siempre alcanzan á sufrir una dilatación excesiva, la (pie favorece, no hay duda, la trasudación de que me he ocupado. Para robustecer todo lo que hasta aquí he expuesto en pro de mi teoría ó hipótesis, debo añadir que: desde tiempo ha vengo observando, al abrir las cavidades de los cadáveres, en el corazón apenas el coágulo post- mortem y en las arterias mayores, pequeños coágulos que pueden pasar desapercibidos;podiendo decirse que, tanto el primero como los últimos, es- tán vacíos: tal como lo dicen los anatomo-fisiólogos. Tampoco he encontrado ni los capilares ni las venas dilatadas, como deberían estarlo, si el líquido sanguíneo continuara encerrado como lo está durante la vida, y al haber abandonado, en este caso, parte del siste- ma circulatorio. Mas; sí he encontrado el derrame ó exudado á que se refieren los anatomo-fisiólogos y los anatomo-patólogos, pero siempre en mayor canti- dad de la enunciada: pues, mientras dicen, existir en la cavidad del peri- cardio cinco gramos de líquido ó sea una cucharadilla aproximadamente. 362 yo he encontrado siempre mucha mayor cantidad: el doble ó más. Caso semejante pudiera decir de las demás cavidades serosas, así como también de las esplánicas en general. Antes de concluir, diré dos palabras más sobre aquello de que el co- razón y las arterias lanzan su contenido á los capilares y venas: y para probar que no es allí donde la sangre queda en la totalidad enviada, diré: ¿Qué órgano más capilar ni más vascular en general que la glándula he- pática? Sería allí pues, donde pudiera observarse, de preferencia, la gran repleción sanguínea, capilar y venosa si en verdad existiera: pues mientras el hígado del vivo pesa 2.000 gramos aproximadamente, en el cadáver aquella viscera pesa apenas 1.450 gramos próximamente; cuando debería resultar todo lo contrario si la sangre continuara estancada en los capila- res y en las venas después de haber sido lanzada por el corazón y por las arterias. Cosa semejante podría ir diciendo de todos los demás órganos, pero temo resultar redundante y cansado: por lo cual, básteme tan sólo el ejem- plo antedicho. FIN: Ojalá mis observaciones hayan partido de algún principio ver- dadero y no sea falsa mi hipótesis: consecuencia, tal vez, del poco estudio y más que todo, del deseo de presentar algo nuevo al primer Congreso Médico de mi Patria. Sea pues, mirado á travez del prisma de la benevolencia, por la co- misión respectiva, mi modesto trabajo, y si en él hubiera algo verdadero, que se le tome en consideración: mas, en caso contrario, que repose en paz en el canasto del oh ido: estos son mis deseos. Patología é Higiene de la Infancia POR EL DR. SAMUEL MORA Y MARTINEZ Desde tiempo inmemorial ha sido la vida del niño digna de aten- ción. Desde Raquel, esposa de Jacob, y cuyos partos fueron muy difíci- les, ya habían mujeres que se interesaban por la salvación del niño, in- terviniendo con sus manos en el alumbramiento de él. Thamar (pie tuvo un parto de gemelos, fueron salvados por ella: otro tanto hicieron con la esposa de Phinées, hijo del Pontíce Helí. Phuha y Séphora se distin- guieron por su humanitaria labor para salvar á los «Santos Inocentes», mandados degollar por Heredes Ascalonita, el iudumeo, hijo de Antípa- ro y ministro de Hírcano: Esto se hacia ya entre los hebreos en Israel. 363 En Italia, siete siglos antes de Jesucristos (705 a. ant. de C.) Xuma Pompilio promulga la «Lex Regia» que ordena abrir el vientre de toda mujer muerta en estado de embarazo, para salvar al niño. Esta Ley sal- vó á César y á Scipión el africano. (1) El comadrón Musa es llamado para asistir en el parto á Livia, espo- sa de Tiberio el Graco. Pero nadie que sepa yo, se ocupó después ni de las enfermedades, ni de la h'giene del niño. Se cita á Esparta como foco de cultura y de civilización: pero no hay tal cosa: Esparta no era más que una nación guerrera, pero en cuan- to á moral y humanidad los espartanos no las conocían. «Los niños que al nacer parecían inútiles eran despeñados por los magistrados en una si- ma del monte Taigeto. Los demás eran educados desde los siete años por el estado: dormían sobre juncos, andaban sin túnica envueltos en un manto, y se dejaban azotar bárbaramente ante el altar de Diana, para ga- nar el premio propuesto para el que más aguantara. Se habituaban al hurto y á la mentira como arte de guerra (como ahora, ni más, ni menos), y eran severamente castigados, sino lo sabían encubrir». (2) Durante la larga noche de la «Edad Media», nada se hizo en pro de los niños y fué en el siglo XII que se abrió la primera «Inclusa» en Ma- drid, cuyo fruto fué contraproducente: ¡ un matadero de niños! En el si- glo XVI funda en París San VÍcente de Paul el primer hospital de los «Niños Expósitos» que por la malicia ó miseria de padres desnaturaliza- dos, quedaban abandonados, y él los recogía con sus propias manos. Lue- go hubo hospitales y hospicios, pero con reglamentos deficientes y por consiguiente detestables para la salud de los niños. Solo en el año 1814 se inauguró la primera «Creche» en París. Xo hace todavía un siglo la solicitud científica y humanitaria en fa- vor de la infancia enferma y desvalida. Gracias al sabio Bertillón tiene Europa ya, y nosotros también, «Es- tadística Médica», y se sabe cuántos nacen, cuántos mueren y de qué mueren, en un año. Desde que llegué á esta ciudad (1873) me percaté de este importan- te tópico en lo relativo á lo morbilidad y mortalidad infantil, acumu- (1) En el tiempo que llevo de profesional no he sabido que se haya practicado la operación cesárea entre nosotros. Sólo sé de una, practicada en el puerto de Buenaventura en el año de 1874, estando viva la mujer y con un éxito brillante para la madre y para el niño: operación (pie inspiró al vate colombiano don Juan Francisco Ortiz, una composición digna del hecho, (pie fué publicada en «Los Andes» perió- dico bisemanario de esta ciudad. Hoy no tendría ninguna gracia prac- ticar esta operación con los recursos de (pie dispone el arte quirúrgico; pero hecha en aquella época y en un clima como Buenaventura, es un «milagro». El santo que hizo este milagro es mi digno colega, compa- triota y condiscípulo doctor Heladio Valencia, sustituto de la clase de Anatomía descriptiva (2o año) cuando faltaba el principal doctor Rafael Rocha Castilla, siendo aún discípulo de él; manejaba el escalpelo como el maestro y después fué Rey del bisturí. (2) Historia Universal por el P. José Mundo S. J., «Edad Anti- gua» Barcelona, 1914. 364 lando observaciones en mi modesta clínica, las que publiqué, apenas hu- bo un órgano propio del gremio profesional. (1) Contaba veinte años de paciente y concienzuda observación, la que unida á los diez (pie llevo como módico del servicio interno del Dis- pensario Xo 1 de la «Sociedad Protectora de la Infancia» hacen fe en la materia. En la larga y dolorosa procesión que ha desfilado en mi servicio durante diez años (20.000 niños) la curva de mortalidad ha dado un por- cientaje insignificante (3 por 100). debido indudablemente á la oportuna asistencia; lo que quiere decir que la creación de esta clase de institu- ciones en Guayaquil, es una necesidad social y económica que conviene satisfacer sin tardanza. La ciudad cuenta hoy con unos 80.000 habitan- tes más ó menos: si hubiera diez dispensarios más, en lugar de dos (pie hay actualmente, la cifra mortal infantil no merecería los honores de la demografía. La patología infantil de Guayaquil os de lo más trivial y evitable. En la década que llevo de médico del Dispensario Xo 1, unidad oficial para una verdadera Estadística demográfica (2) no he observado un so- lo caso de fiebre amarilla, no obstante de haber muchos niños nacidos en la sierra; tampoco he visto casos de verdadero crup, ni de meningi- tis (3), ni de escarlatina, ni do lepra; he visto muy contados casos de heredo-sífilis. Estos procesos son muy comunes en otras ciudades y la ausencia de ellos aquí, con excepción del de heredo-sífilis, habla muy alto en favor del clima de Guayaquil. Sin las epidemias de coquelu- che, de grippe y de sarampión (4). para las cuales no hay ni suero, ni vacuna conocidos todavía, y si las madres observaran un régimen ali- menticio adecuado á sus peqneñuelos, la mortalidad de éstos, sería ínfi- ma en esta ciudad. Agregúese á esta buena nota nosológica y climatérica, tínica qui- zas en la estadística demográfica mundial, el bien inmenso que ha pro- ducido en la clínica infantil desheredada, la creación délos dos Dispen- sarios médicos gratuitos, cuyo génesis me honro en narrar con entusias- mo, como un débil homenaje á ¡os fundadores de ellos. El primero de octubre de 1905 recibí la siguiente esquela: «Un grupo de caballeros ha determinado establecer un Dispensario Médico Gratuito para niños». «Con tal objeto suplicamos á Ud., se sirva cooperar con su valioso contingente á la organización de la benefactora é indispensable institu- cien, y asistirá la reunión que se efectuará el día 2 del presente á las 8 y 1/2 p. m.»-«Por el Comité, L. Becerra», De 28 personas que se citaron, concurrieron 18 y de éstas, 13 éra- mos médicos. (1) Mortalidad de los niños en Guayaquil-Historia, Cansas y Re- medios-Gaceta Médica-Años 1893 y 1891-Cuarenta y una páginas suma mi trabajo publicado en los números 2, 4, 6, 8, 10 y 12 de la mencionada Revista. (2| Véanse las Estadísticas mensuales, semestrales y anuales del Dispensario en el Archivo de la «Sociedad Protectora de la Infancia». (3) Un solo caso de meningitis he observado pero de origen in- feccioso por una otorrea purulenta. (4) No he visto ni un solo caso de viruela, ni confluente, ni dis- certa, sino casos esporádicos de varicela, pero en niños no vacunados. 365 Y el 12 de octubre se inauguró el Dispensario en la esquina S. O. de la calle de Luque y Escobedo en un modesto departamento bajo, del señor doctor Felipe Vargas, médico, cuyo cáncn de arrendamiento men- sual era de cuarenta sucres. Xo había farmacia y las fórmulas se despachaban en las farma- cias de la ciudad á precio común del público. Circunstancia muy one- rosa para la incipiente Sociedad que no contaba con más renta que la cuota mensual voluntaria de cada uno de los socios. Empezó como em- pezó Roma y con estos aleatorios auspicios quedó fundada la «Socie- dad Protectora de la Infancia». Fui de los primeros en concurrir á tan simpática cita á ofrecer mis modestos servicios. El servicio médico lo hacíamos el señor doctor L. Becerra, funda- dor y Padre de tan humanitaria institución, director del Dispensario y Vice-Presipente de la Sociedad en aquella fecha; doctor Horacio Esté- vez: doctor Alejandro Villamar y el que esto suscribe. En ciertos ca- sos de enfermedades de la vista, oido, nariz y boca envío, hasta hoy, á los pacientitos, á los gabinetes de mis distinguidos colegas Falconí, Gar- cía Drouet y Emeterio Serrano que los atienden como á hijos. En este año que corre, ha prestado al Dispensario su cooperación gratuita, mi digno colega Sr. Dr. Roberto Leví. Las persecuciones políticas sacaron del Dispensario á su fundador y al colega doctor Villamar; el primero tornó á él pasada la tormenta, y el segundo cambió su residencia por la de Quito, obligado por las mismas circunstancias políticas; en cuanto al señor doctor Estévez, su nombramiento de cónsul en Hamburgo lo alejó de él. Un año llevaba de servicio el Dispensario y su caja estaba impo- luta: no sólo había déficit, sino deudas por pagar: las erogaciones vo- luntarias no alcanzaban á cubrir el presupuesto que en ese entonces no lo constituía sino el pago de local y de drogas ó fórmulas en las farma- cias de la ciudad. Las gestiones hechas ante el Congreso y la Municipalidad no eran escuchadas; se archivaban sin debate, sin contestar siquiera sus justas peticiones. La pena que agobiaba á su fundador por estos ahogos, no era pequeña. Entonces la Providencia de los niños miserables, golpeó á las puertas, siempre abiertas, de una ilustre matrona del lugar, cuyo nombre consignamos aquí con honor, con respeto, gratitud y admiración: señora Mercedes Flor de Moría. Esta dama, consecuente con el suges- tivo nombre que lleva, dió de manera expontánea á la «Sociedad Protec- tora de la Infancia la suma no despreciable de 3.000 sucres para dro- gas, y una buena casa valor de 15.000 sucres que produce el 1% men- sual, incluyendo el departamento bajo donde funciona el Dispensario y la farmacia con toda comodidad: el alquiler de los altos y una parte de los bajos, da para pagar el médico de servicio, el farmacéutico y el conserje. (1) |1| Hasta el-primero de Febrero de 1908 en que recibí el nom- bramiento hecho por el Directorio, para médico del Dispensario, estipu- lando dos horas de consultas diarias, [de 1 p. m. á3 p. m. | y con la asignación de sesenta sucres mensuales, hacía dicho servicio de mane- ra gratuita y voluntaria, para cumplir un voto de mi corazón: servir de algo en esta ciudad que hace cuarenta años me cobija con su sombra, 366 El Presidente de la Sociedad convocó á una sesión extraorninaria pa- ra dar cuenta de esta donación, é hizo la moción, que fue aprobada por unanimidad, de hacer colocar el retrato de tan pródiga donante en el sa- lón de consultas del dispensario; como este justísimo testimonio de grati- titud no se ha llevado á cabo todavía, pido en representación de los niños miserables, que so modifique la moción en el sentido de que no sea el re- trato, sino un busto de mármol blanco, pues la caridad cristiana es blanca mo él, sobre eurítmica columna de lo mismo, materia más resistente que el lienzo ó papel, y de efecto más objetivo para la incipiente estética del niño. Este busto será una exposición de bulto para los niños conscientes que visiten el Dispensario, en el cual verán reflejado la plácida imagen de su madre adoptiva, mucho más tierna, en algunas ocasiones, que la na- tural. Ojalá que la ilustre dama guayaquileña halle imitadoras que la com- pitan y emulen en prodigalidad, pues todavía hay mucho que hacer: aun cuando ya hay otro Dispensario para el servicio externo ó quirúrgico, ser- vido por mi digno colega, señor doctor José Domingo Escolar, un Hospital que todavía no se inaugura, falta la «gota de leche», complemento indis- pensable de los dispensarios y del Hospital, y la Casa-Cuna: haj muchos niños para quienes no alcanzan estos socorros. Según el último censo, la urbe guayaquileña cuenta hoy con unos 80.000 habitantes poco más ó me- nos: de esta cifra, la tercera parte son niños; de manera que sobra campo para ejercer la caridad infantil. La terapéutica infantil en Guayaquil está de acuerdo con su patolo- gía: es también trivial. En cuanto á la higiene, los niños del dispensario no la conocen, y las contravenciones á ella son la etiología de casi todas sus enfermedades: la falta absoluta de higiene alimenticia entra en primera línea: durante la lactancia las madrea fuman, comen y beben de todo; algunas no le dan el pecho porque no tienen leche ó porque no quieren darles: si son nodrizas, ponen á media ración al hijo, por el interés ó por la necesidad de arbitrar- se medios para la subsistencia: otras le suprimen por completo toda la le- che de sus pechos, por lucrar más ó por exigencia hebrea de las madres que las contratan: es lo que llaman vulgarmente «leche entera». Entonces someten al propio pequeño á un régimen alimenticio que no le corresponde y de preferencia al ser más desvalido de la creación, al niño miserable. El nombramiento del Directorio fué un acto espontáneo de él, sin que mediaría por mi parte ninguna intriga, ni solicitud, y me sorprendió porque á pesar de haber merecido el honor de ser Vocal, no asistí á esa sesión, porque no me citaron. He aceptado este estipendio porque en esa fecha a a tenia vida propia la Sociedad, pues aparte de las valiosas donaciones de la señora de Moría, contaba con la subvención del Go- bierno y de la M. I. Municipalidad: además, el médico como el sacer- dote, aunque oficiamos en distinta ara, vive de su pie de altar, que no le es dado renunciar, por decoro profesional, pues el médico que no sa- be apreciar su trabajo se hace despreciable, por los mismos clientes á quie- nes dispensa gratuitamente sus servicios. Desde luego protesto de todas veras que si la Sociedad viniera á menos, como en sus principios, segui- ría haciendo el servicio de manera gratuita, por gustar de la sociedad de los niños, máxime si están enfermos. En conclusión, prestaré este ser- vicio hasta que humanamente pueda ó que fuerza mayor me bote del Dispensario. 367 y la gastro-enteritis con toda su escuela, es el epílogo de este drama infa- me y pavoroso: no hay vocablo en nuestro léxico para calificarlo. ¿Cuál la causa de estos infanticidios? La falta de educación cristiana en ambas madres. Ni las bestias, con ser fieras muchas de ellas, hacen esto: la hie- na, la tigre, la leona, la hembra del chacal Jactan á sus cachorros. Es tau imperioso y tan natural este deber que hasta los médicos impíos de ahora, están de acuerdo con los moralistas católicos de siempre: el de que las madres Jacten á sus hijos. «Rendez les lionceaux a la lione, rendez les be- bés al leur mere», dice uno de ellos. Ni un paso adelante podrá dar la bien intencionada Sociedad en pro de los niños miserables sino empiezan por regenerar cristianamente á los genitores de ellos. Nada podrán hacer la Eugénica y la Puericultura (1) sino legi- timan primero las cópulas caninas, fruto del más crudo libertinaje; sin hogar cristiano no hay amor conyugal, ni paternal, ni filial; sin esta clase de amor, no medrará ningún niño, ni habrá familia, y sin familia legitima no hay sociedad, y sin sociedad no habrá tampoco Patria, ni és- ta podrá esperar nada bueno de estos Hijos del Estado, como le suce- dió á Esparta y á la Francia revolucionaria. Es tan importante la le- gitimidad del hogar para la Patria, que el mismo César Ulpio Trujano, pagano, para levantar el imperio romano, aterrado y arruinado por los preteríanos, destinó la sexta parte de las rentas públicas á la fundación de asilos para los hijos legítimos de padres menesterosos, con la esperan- za de formar con ellos buenos ciudadanos y esforzados guerreros, loque le mereció el título de Optimo, que le dió el Senado. Hágase una liga que se denomine "Sociedad Protectora del Ho- gar" y que el Estado ayude con la promulgación de una Ley inexora- rable que legitime las uniones ilícitas y ponga á cubierto el honor y bienestar de la mujer desvalida y de su prole. Excusado está decir que en la fundación de esta Sociedad, no entra para nada la pretensión irri- soria de reglamentar el libertinaje; el vicio no se reglamenta estable- ciendo casas de camas, esto es un sarcasmo: el vicio se reprime, se cas- tiga de una manera inexorable. Sólo asi se logrará una Higiene social, que prime á la física, la que sin la primera, nada vale; sólo así tendre- mos Estado llano, compatible con la libertad en el orden. Hacer lo con- trario á esto, equivaldrá á hacer Patria á lo Rehogábalo resucitando el culto de Astarté, sacrificando niños y más niños impíamente. (2) |1J Puericultura.-Vocablo bárbaro cuya paternidad corresponde á Pinard, que en manteria de moral no le va en zaga á su correligiona- rio Comte; equivale á la cebadura del niño, ni más, ni menos, que si se tratara de un lechón; este vocablo corre parejas Con el inventado por el loco de Agusto Comte: altruismo, palabra mal formada del latín "al- tor y autrui", prójimo, y asi y todo es hoy el gesto literario de los mo- dernistas intonsos. |2j La psicología de la infancia desheredada es semejante en to- das las grandes metrópolis; y paradójica además, pues donde la civili- zación y la caridad hacen la levadura social, debiera ser más fácil la suerte de las madres y niños pobres; pero desgraciadamente no es asi: no hay lugar donde se ultraje y aniquile mas la vida en todas sus ma- nifestaciones que en los grandes centros urbanos; París, Londres, Ber- EPILOGO PATOLOGIA E HIGIENE DE LA INFANCIA La patología infantil de Guayaquil es de lo más trivial y evitable. Salvo las epidemias de grippe, sarampión y coqueluche, para cuya profilaxis nohay todavía sucios ni vacunas, la curva de morbilidad y mor- talidad es insignificante en su ascención. La liebre amarilla perdona á los niños nacidos aquí, y en los niños nacidos en la sierra que vienen acá y por su condición miserable asisten al Dispensario, no he visto un solo caso, en la década que llevo de servicio y en la estadística de ella que suma la 5*. parte del total mensual de ella. Tampoco he visto ni un sólo caso de verdadero crup, ni de meningi- tis cerebro-espinal, forma epidémica, ni de escarlatina, ni de lepra; muy contados casos he visto de heredosílilis. De viruela uno que otro caso de lín, Viena, Roma, Madrid, Nueva York ¡qué de salvajes nos ofrecen á ca la instante! suicidios, homicidios! incendios, robos, infanticidios, ata- ques contra el pudor, etc., etc., son el asunto culminante de las crónicas de sus diarios. ¿Qué mucho que aquí también cosechemos aunque en pequeña escala las mismas frutas? En el largo tiempo que sirvo el Dis- pensario, he sentido dolor, y hasta he llorado, al ver la lacería que hace el ambiente obligado por la miseria y el abandono, de los hogares de algu- nos niños. Algunas ocasiones he ido á ellos, cuando no han podido ve- nir al dispensaiio y entonces he palpado cómo viven: en un sólo lecho (pie está en el puro suelo, y ¡qué suelo! duermen todos, en una promis- cuidad horripilante y propicia para que la "Bestia Humana" sacie su sa- lacidad de ogro. Las consecuencias de esta promiscuidad, harán el tema de una conferencia que preparo, para levantar con su audición, el espí- ritu de asociación para llevar á cabo la "Liga de la Sociedad Protectora del Hogai", con personas de buena voluntad, que felizmente hay aquí. 369 varicela, pero esporádico. Sólo el impaludismo, las afecciones gastro- intestinales, desde el noma hasta el prolapso rectal, la helmintiasis, las dermatosis, la tuberculosis pulmonar, la epilepsia y los traumatismos, do- lencias todas estas evitables, son las que hacen riza en las lilas infantiles miserables: sin ellas, la nosografía y patología no hallarían cabida en la demografía del Dispensario. La terapéutica infantil del Dispensario está en relación con su pato- logía: trivialísima también. Con los niños hay que ser muy parcos y pru- dentes en la administración de remedios heroicos: su peso, su talla, su ane- mia congénita, en fin. su incompleto desarrollo, no dan capacidad medica- mentosa para los alcaloides ulDa. Higiene infantil.-No la conocen los niños del Dispensario. El es- tado amoral en que viven sus genitores engrendran el desamor y abando- no, con toilas sus funestas consecuencias, de los infelices chicuelos. La creación de dos Dispensarios ha restado gran parte del infortunio de los niños miserables de Guayaquil; pero son ya tantos los que necesitan de asistencia médica, que no alcanzan á satisfacer las urgentes necesida- des de la hora: hay, pues, que crear más dispensarios: pero aun con esto aumento hay mucho todavía por hacer; ya pronto habrá un magnífico hos- pital, sólo para ellos: pero falta la «Gota de leche», artículo muy caro y re- tepésimo aquí, que los niños pobres no pueden tomar ni tolerar y si lo to- man, viene en seguida, la gastro-enteritis, la enteritis, la entero-colitis, la colibacilosis y en último resultado, la atrepsia y la muerte. Falta también la Casa-Cuna. Pero todos estos cuidados y, desde luego, muy laudables solicitudes del señor Presidente de la Sociedad Protectora de la Infancia , del Go- bierno y Municipio, y de los benefactores de ella, no lograrán mejorar la condición física del niño, sinó se sanea moralmente su hogar: hay que le- gitimar el hogar del niño miserable, ó á lo menos, (píese promulgo una Ley inexorable que obligue á los burladores de oficio á reconocer el fruto de su bestial libertinaje y á amparar ¡i la víctima de él. En conclusión: hay que vivir como Dios manda, si queremos tener Patria grande y dichosa. En seguida el DR. VALENZUELA dió lectura á los trabajos que publica el número del «Boletín de la Asociación Escuela de Me- dicina», y que esta corporación dedica al Icr. Congreso Médico Ecua- 370 toriano. (1) Después de su lectura, propuso que la Sección diese un «Voto de aplauso» á la Asociación Escuela de Medicina por su constancia y laboriosidad en el estudio durante los 19 años que lle- va de existencia. Se aprobó por unanimidad. El señor Presidente dió por clausuradas las sesiones de la Pri- mera Sección de Medicina (grupos 1- 2 - 3), manifestando sus agradecimientos á todos los profesionales que han contribuido con sus conocimientos y su buena voluntad al éxito del ler. Congreso Médico Ecuatoriano. (1) Véase el Apéndice. 1-Dr. Julio Cabrera M. 2-Dr. José D. Escolar 3-Sr. Luis J. Martínez 4-Sr. Francisco Campos R. SECCION PRIMERA MEDICINA NACIONAL Y SUS CLINICAS GRUPOS 4o„ 5o. y 6o. COMISION DIRECTIVA DE LA SECCION Presidente-DR. MARIANO PEÑAHERRERA E., Decano y Pro- fesor de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad Central. Secretario.-DR. JOSE DARIO MORAL, Profesor sustituto de Anatomía Patológica y Jefe del Laboratorio del Hos- tal General. Vocales: - DR. TEMISTOCLES J. ARAUS. DR. FRANCISCO J. BOLOÑA, Profesor de Bacterio- logía y Medico de la Maternidad. Sesión del día lunes 11 de Octubre SUMARIO-DR. JOSE M. ESTRADA COELLO, (Guayaquil): Un caso de paludismo agudo rebelde á las inyeciones hi- podórinicas de quinina.-DR. JOSE H. ARROBA. (Guayaquil): Formas frustradas de paludismo y mé- todo clínico de investigación.-DR. ANTONIO ORA- MAS POZO, (Bahía, de Caráquez): Disertación acer- ca del paludismo y sus modalidades clínicas, su diag- nóstico y tratamiento.-DR. MIGUEL MERCHAN, (Cuenca): Breves consideraciones del paludismo en el Litoral.-DR. WENCESLAO PAREJA, (Guayaquil): La Peste bubónica en Guayaquil.- DR. ENRIQUE GALLEGOS ANDA, (Ambato): Algunas observacio- nes sobre hematología clínica. Instaló la sesión el señor doctor Peñaherrera, y se pasó á la orden del día.. 373 Un caso de paludismo agudo REBELDE A LAS IXYECCIONES HIEODERUTCAS DE QUINIXA Aborto ovillar de dos meses.-Hemorratjia abundante.-lioretale.-Paludismo.'- luración. POR EL DR. JOSE M. ESTRADA COELLO En la mañana del 7 de Julio de 1913 soy llamado para asistir á la soñora Jesús X.. do unos 35 años do edad, por una hemorragia abundante consecutiva á un aborto do unos dos meses. Me refiere la familia que desdo hace algunos días está perdiendo es- ta señora pequeñas cantidades do sangre por la vagina: poro que no se ha- bían inquietado porque creían que era el retorno de las regias, (pie habían desaparacido en dos meses consecutivos: pero como la sangre se presenta- ba ahora con algunas contracciones uterinas dolorosos, creían haberse equi- vocado y temían que fuera algún aborto. Una Profesora de Obstetricia había constatado el principio del tra- bajo y viendo que la sangre no disminuía y que, por el contrario, iba en au- mento, revistiendo la forma de una hemorragia inquietante por su abun- dancia, solicitó con urgencia el concurso de un facultativo. El facies de la enferma, cuando yo la examiné, revelaba haber sufrido una intensa hemorragia. Se quejaba de algo de disnea, de conti- nuos vértigos y de zumbidos do oídos; y como el menor movimiento la fa- tigaba, había adoptado la completa inmovilidad en decúbito dorsal. Su pul- so era pequeño, irregular y frecuente. La temperatura había llegado á 40°5, siendo precedida do un ligero escalofrío. Aparte de un pequeño in- farto esplénico, sintomático de un paludismo crónico, no había nada digno de tomarse en consideaación en sus órganos internos. Al examen obstétrico, constato síntomas clásicos de un embarazo de dos meses. El cuello del útero está entreabierto y permití1 alcanzar un huevo movilizadle, pero que no se ha desprendido del todo. La cavidad uterina la encuentro infectada, pues en el dedo con el que practiqué el tac- to se percibe mal olor. La hemorragia so había cohibido bastante, mer- ced al tratamiento prescrito por el doctor Aráuz, que había llegado antes que yo. Xos encontramos en presencia de un aborto inevitable, en una mu- jer que presenta síntomas de infección uterina y que había sufrido una hemorragia. Eran, pues, indicaciones para una intervención de urgencia: y así lo resolvimos en una junta con los doctores (¡arcía Drouet y Aráuz, para provenir una nueva hemorragia que podía ser de funestos resultados para nuestra enferma, así como para tratar de contener la infección que se había iniciado. Respecto de la elevación de la temperatura, que debíamos ponerla del lado de la infección, hicimos las reservas del caso, teniendo en cuenta que á esta señora, (que vivía en las afueras de la población, en un barrio 374 malsano, rodeado de pantanos en la estación de invierno) la habían asistido repetidas veces por accesos palúdicos, (pie habían dejado como secuela el infarto esplénico que he anotado. La enferma fue trasladada enseguida á la «Casa de Salud» del Dr. Cortez García, y á las 12 del día en q' pude practicarla intervención; termi liándola con un limpiado de toda la cavidad con gaza impregnada en gli- cerina yodada al 1 15 y con la aplicación de una inyección de ergotina. En la tarde la temperatura ha bajado á 10°, pero la intensidad de los dolo- res reclaman un poco de morfina, con la que se calman por completo y pa- sa la noche sin mayor novedad. Julio 8.-Temperatura 39°, estado general bueno. Xo ha vuelto la sangre, ni hay dolor en el vientre. Al practicar la curación uterina, constato la retracción normal del útero. Xo hubo ni secreción, ni mal olor. Teniendo en cuenta los antecedentes de esta enferma y recordando el hecho, muy vulgar en los palúdicos crónicos, de que todo traumatismo ó todo debilitamiento en la resistencia normal del individuo, trae como con- secuencia, la reaparición de accesos agudos de paludismo, ordenamos el tratamiento quínico hipodérmico. Pero antes de practicar la inyección se hizo, por el doctor Cortez Hidalgo, el examen de la sangre, en la (pie se encontró el Hematozoario de Laverán. Con la quinina, se obtuvo en la tarde, una defervescencia franca á 37°; pero no obstante esta baja, se le inyectaron 0.50 centigramos más. Julio 9.-Amaneció con 39° de temperatura, para bajar á 38°,4 en la tarde. En la noche asciende nuevamente á 40", acompañada de vó- mitos v de un enfriamiento de las extremidades. Insistimos con las inyecciones de quinina, que se le administran dos de 0.50 c/u en el día. Del lado del útero no observo nada que explique este ascenso: la secreción es insignificante y no ti<'iie mal olor. Los anexos están libres. Los intestinos han sido depletados con anterioridad y se mantiene la an- tisepcia intestinal hasta donde es posible. Julio 10.-En la madrugada ha tenido una sudoración abundante y ha amanecido con 36°8: pero á las4.p. ni., la temperatura alcanza á 38°. Se le inyectan dos nuevas dosis de quinina, en la mañana y en la tarde. Como el estado local uterino no reclama indicación especial, me li- mito solo á la curación vaginal. Julio 11. Estado general bueno. Temperatura en la mañana 37°8, y en la tarde 37°G. So suspenden las curaciones locales y se ordena solo lavados vagi- nales antisépticos. El útero está completamente retraído y la secre- ción es insignificante é inodora. Observando la marcha de la temperatura (pie tendía a bajar, su- primimos las inyecciones; y administramos un gramo de Bromhidrato en 5 obleas. Julio 12.-Temperatura 37° en la mañana: 36".8 en la tarde. La enferma se siente completamente bien y pide con insistencia que se le traslade á su casa. Se continúan los sellos de Bromhidrato de Quinina. Julio 13.-La noche no la ha pasado bien: ha tenido un poco de insomnio y de malestar. Ella atribuía estos síntomas á la ocupación in- testinal, pues el día anterior no había desocupado su vientre. Se pres- 375 cribe un purgante que hace un buen efecto en tres deposiciones. La tem- peratura no ha llegado sino á 37° como máximum Insiste en irse á su domicilio y deja en la mañana la «Casa de Saluda A pesar de la prescripción médica, se extralimita en el almuerzo, en su régimen alimenticio. A la una de la tarde experimenta un violento escalofrío, ci n náu- seas y vómitos: la temperatura sube á 40°,4, acompañada de delirio: el pulsóse vuelve frecuente é irregular y termina la crisis por una sudo- ración abundante. ¿A qué atribuir este ascenso brusco de temperatura? Tres eran las principales explicaciones, que con más probabilidad, podían admitirse. 1°-El cuadro sintomático que se observaba era de origen gastro- intestinal: una verdadera auto-intoxicación, producida por la transgre- sión de régimen que anotamos. 2°-Era de origen uterino, y debido á la retención de productos sépticos en el interior de la cavidad; ó á alguna propagación de la in- fección á los anexos y sus alrededores. 3o-Se trataba de un ataque de paludismo agudo. Fuéesta tercera interpretación la que aceptamos, teniendo en cuenta: Io-Los antecedentes palúdicos de la enferma: 2o-Que el día 9, en la tarde, habíamos asistido á un cuadro casi igual: y en que pudo comprobarse bacteriológicamente la presencia del Hematozoario de Laverán el día 8. 3°-La forma clínica del ataque, con sus períodos bien marcados de escalofrío, liebre y sudoración: 4°-La ausencia del lado del útero y de sus anexos, de síntomas dolorosos, inflamatorios ó sépticos: 5o-La ausencia de síntomas gastro intestinales más frecuentes: puesto que éstos, solo se manifestaron por dos vómitos alimenticios al momento del escalofrío. Aceptada esta interpretación, el tratamiento se imponía: prescri- bimos, pues, un gorro de hielo* á la cabeza: unos enemas con bromuro y doral: y una inyección de quinina, hipodérmica, de 0.50 centigra- mos. Una hora después se le inyectaba, además, un centímetro cúbico de colargol. A las 7 de la noche, la temperatura ha bajado á 38°; su cerebro se lia despejado completamente y se queja sólo de una laxitud extrema y un malestar general. A las 10 p. m. tiene ya 37°,5, Julio 14.-Amanece con 37°,7 y con un buen estado general. Se insiste, no obstante, con las inyecciones de quinina y colargol y baja la temperatura en la tarde á 37°,4. Julio 15.-La temperatura en la mañana ha descendido bajo la normal: está con 36°,8. La enferma se cree curada: pero insisto por pre- caución con una nueva picadura de quinina. Contra lo que yo esperaba, se presenta nuevamente la fiebre. A las 10 a. m., tiene ya 39": y á las 12 se repite el ataque febril del día 13: escalofrío violento, liebre á 40", delirio, vómitos, y sudora- ción abundante. Como por experiencia se veía que á pesar de las inyecciones hi- podérmicas, no llegábamos á dominar el paludismo: resolvimos entonces 376 recurrir alas inyecciones intravenosas. El señor Jorge Larrea, estudian- te de medicina, practica la inyección, con 38° de temperatura, á las 3 p. m.: la reacción alcanza á las 4 de la tarde á 39°7, para descender á las 10 p. m, á 37°. Julio 10.-Temperatura en la mañana 37°,8: en la tarde, á las 5, sólo 37°2, A pesar de tener una baja apreciable, ordeno poner otra inyec- ción intravenosa de 0.50 centigramos, para prevenir el nuevo ascenso, que, á juzgar por la curva de la temperatura, debía presentarse en la tarde del 17. Esta segunda picadura da muy poca reacción, pues la temperatura no llega sino á 37°,8. A las 10 p. m., se halla ya en la normal. Julio 17-18.-Se ha logrado prevenir el nuevo acceso y la curva oscila en estos dos últimos días por bajo de la normal. La enferma puedo considerarla curada, pues no ha vuelto á tener temperatura febril. He creído interesante hacer conocer este caso, en sus grandes lí- neas, porque no es frecuente que un ataque do paludismo agudo resista de este modo á un tratamiento, intensivo y sostenido, por las inyeccio- nes de quinina y por vía bipodérmica. El paludismo agudo, que resistió á nueve inyecciones hipodérmi- cas de quinina, fue dominado por sólo dos intravenosas de 0.50 centi- gramos. Este caso nos prueba el valor indiscutible de la vía intravenosa, que debería constituir la vía de elección para el tratamiento de las lie- bres palúdicas. El tipo de fiebre en esta enferma, se caracterizó por la forma de tercianas; pues si observamos la carta de oscilaciones extremas (Hoja N° 2), veremos que las más altas temperaturas se han manifestado en los días 7,9, 13 y 15; y que si la curva fue interrumpida el dia II, se debió indudablemente á la acción de las seis inyecciones (pie se le ha- bían practicado en los tres días anteriores.* No pudo efectuarse la comprobación bacteriológica en los dos úl- timos accesos: pero el efecto inmediato que se obtuvo, nos dispensa de esta investigación, porque tiene todo el valor de un diagnóstico tera- péutico. DISCUSION: DR, ARROBA-Es evidente que los microbios se acostum- bran á la acción prolongada de ciertos tóxicos, como el hematozoa- rio de Laverán á la quinina, el treponema al mercurio, la ameba di- sentérica. á la emetina; adquieren atributos de inmunidad haciéndo- se, hasta cierto punto, refractarios á la acción medicamentosa. La recaída es la. regla en todas las enfermedades de esporozoarios y protozoarios y en ningún caso debe abandonarse el tratamiento es- pecífico. En nuestro arsenal terapéutico no hay otro mejor que la 377 quinina y en estos casos hay que instituir el tratamiento disconti- nuo preconizado por La verán. Estas son las consideraciones á 1 is que se presta, según mi parecer, las dificultades del caso prest nti- do por el DR. ESTRADA COELLO. DR. PEÑAHERRERA.-Creo que en estos casos de paludis- mo rebelde á la quinina se deba recurrir siempre á las inyecciones intravenosas. En mi práctica he tenido algunos casos en los que con una inyección intravenosa he combatido un ataque palúdico re- belde á la quinina administrada por la vía oral ó subcutánea. DR. GUILLERMO ORDOÑEZ (Quito).-En los casos como el presentado por el DR. ESTRADA COELLO, parece que la falta de efecto del medicamento se debe á acciones químico-biológicas del hígado sobre las sales de quinina, que deben alterar ó desminuir la acción específica del alcaloide sobre el hematozoario. El hecho de que en estos casos la quinina inyectada dentro del torrente circula- torio y puesto directamente en contacto con los gérmenes, sin sufrir ó sufriendo muy poco, la acción antitóxica del hígado, sería una prue- ba de esta aseveración. DR. ESTRADA COELLO.- Considera muy acertada la opi- nión del DR. ORDOÑEZ. Y agrega, que cuando hay infecciones maláricas sucesivas, la quinina ejerce su influencia solamente sobre los plasmodiums completamente desarrollados librándose las formas jóvenes á su acción. 378 FORMAS FRUSTRADAS DEL PALUDISMO Y METODO CLINICO DE INVESTIGACION POB EL DR, JOSE H. ARROBA La malaria es una potencialidad nociva que se revela al médico por las manifestaciones morbosas producidas en el organismo humano. Los glóbulos sanguíneos, una vez destruidos por los hematozoarios de Laveran, vienen á constituir, ¡i expensas de la hemoglobina y sus deri- vados, los pigmentos ya melánicos, ú ocre, ó azul, por función propia de la célula protoplásmica de todo el organismo. En ciertas infecciones, como en la fiebre palúdica, hay síndromas ó signos que por su manera de agruparse, caracterizan tipos clínicos más ó menos definidos, con el aspecto habitual propio de estos procesos morbosos, que vienen á constituir la forma clásica del paludismo. Ahora bien, además de las formas agudas y de la caquexia palúdica, hay también las formas lanadas ó frustradas que pueden presentarse á la investigación clínica por un sólo síntoma ó signo predominante, acompa- ñados ó no de fiebre intermitente ó continua. Llevados tales casos al campo del microscopio, se descubre en el plasma sanguíneo y en la orina de estos enfermos, la presencia de un pig- mento negro patognomónico, el que está asociado al pigmento ocre ó azul, lo cual no acontece en ningún otro proceso infeccioso ó de cualquier otra naturaleza: pero, es de advertir, que ésta forma frustrada no se manifiesta por ningún síntoma alarmante y que una vez constituida, da lugar á mu- chos errores de diagnóstico. Esta forma frustrada no es siempre apirética, pues cuando se vigila constantemente al enfermo, se alcanza á descubrir una alza moderada de la temperatura, la misma que desciende con la defervescencia, acompaña- da de sudores fríos, etc. Se ha observado que en las diversas modalidades del paludismo, se encuentra con insistencia en el plasma sanguíneo y, en particular, en la orina, gran cantidad de pigmentos hemáticos, bajo el aspecto de granos li- nos, medianos y aún bloques reunidos á otros granos de pigmento azul y ocre, diagnóstico que también puede ingresar en la práctica del médico. La técnica para descubrir estos pigmentos, es la siguiente: Después de centrifugar la orina por cinco ó diez minutos, ó dejarla enfriar en un tubo, se toma una gota del fondo y se la coloca en el objetivo de un mi- croscopio de gran aumento, donde con el foco se recorre todo el cam- po de exploración hasta descubrir los pigmentos. Algunas veces es muy 379 abundante el pigmento negro y otras se encuentra el pigmento azul en granos muy pequeños (cianolítos) adheridos á cuerpos hialinos ó células pavimentosas, dichos pigmentos son también considerados como caracte- rísticos de la liebre larvada. Si un primer examen de esta natureleza no diera el resultado apete- cido, es prudente verificar la operación una vez más para llegar á conclu- siones definidas. De entre las muchas observaciones que tengo y las que también he tenido ocasión de constatar por el examen de la orina y el satisfactorio re- sultado terapéutico, me permito narrar las siguientes: NEURALGIA DEL DIAFRAGMA (hipo rebelde) Se trata de un individuo de 56 años de edad, residente en la zona palúdica de Naranjito, quien vino á esta ciudad para curarse de una di- sentería aguda y fue asistido por el distinguido colega y amigo doctor Heinert. Después de tantos días de tratamiento, cuando hubo declinado no- tablemente la disentería, le sobrev ino un hipo rebelde que lo mantenía en estado de gran postración y aún le impedía dormir. La lengua se presentaba saburrosa, existía marcada hipotermia, os- cilando la temperatura entre 36°5 por la mañana y 37° 5 por la noche; el pulso débil, marcaba 65 latidos por minuto. Explorado el vientre, lo en- contré Empanizado, sensibles á la presión el epigastrio é hipocondrios, y tanto el hígado como el bazo, bastante congestionados. Sus deposiciones, algo frecuentes, eran glerosas y muy fétidas, la piel se presentaba seca y apergaminada, y la orina era escasa, roja y cargada de pigmentos biliares, con ausencia de albúmina á la acción de los reactivos químicos. Llamado á consulta por el doctor Heinert, é impuesto del ningún re- sultado obtenido con los medicamentos recomendados en tales casos, opi- né porque el factor patológico de esta afección era el paludismo, y, en este supuesto, me permití indicar las inyecciones hipodérmicas de clorhidrato neutro de quinina, con el resultado de que tres días después, habla cesa- do por completo el hipo y entraba el enfermo en un período de franca convalescencia. Es de notar, que examinada la orina al microscopio, se descubrieron bloques muy característicos de pigmento negro. DISPEPSIA HIPERCLORHIDICA La observación so verificó en una mujer de 36 años de edad. La investigación clínica de la enferma revelaba anorexia, distención del estó- mago, borborigmos y estreñimiento pertinaz. En ocasiones experimenta- taba encendimiento al rostro, zumbido de oídos, vértigos y cefalalgia. La piel estaba constantemente sudosa y fría, y llegaron á presentarse erup- ciones ocasionales de urticaria. Durante la digestión había tendencia al sueño, pyrosis y vómitos ácidos, acompañados de una sensación de quemadura dolorosa al estómago. 380 La temperatura era de 38° 5 por la mañana y 38° al medio día: el pulso latía 65 veces por minuto. En el examen de los demás órganos, sólo tengo que anotar una mar- cada polukiuria, á la vez que la orina era roja y cargada de indican, con aumento de la úrea, ácido úrico, fosfatos alcalinos, etc. Llevada ésta al microscopio, se contempló una abundancia de grá- nulos negros pigmentarios. Además de la prescripción de las reglas déla higiene física y moral, se le propinaron los medicamentos quínicos en asocio de los destinados para la dispepsia hiperdorhídrica, logrando así salvar á la paciente de los sufrimientos que habían sido la preocupación de los médicos prácticos que la atendieron. NEURASTENIA CEREBRAL X. X., mujer de 35 años de edad, se presentó á la consulta en esta- do de gran depresión física y moral, con trastornos marcados de la nutri- ción. Me refirió (pie hacía tres meses recibió una intensa emoción moral á consecuencia de la pérdida de un hijo, y que desde entonces adolece de cefalalgia vespertina, vértigos, amnesia, cansancio intelectual, repugnan- cia al trabajo y deseo vehemente de estar sola. También me manifestó (pie sufre de anorexia, digestión laboriosa, borborigmos y estreñimiento. Además le sobrevenían con frecuencia ac- cesos de taquicardia emotiva, siendo su flujo menstrual escaso é irregular en su aparición. Al reconocer el pulso encontré que latía 70 voces por minuto, y, en cuanto á la temperatura, ésta marcaba por la mañana 36° y 37° 5 por la tarde. Examinada la orina, se encontró escasez de principios fisiológicos, y, puesta al microscopio, se observaron muchos pigmentos carbonosos y algu- nos granulos ocres. EPISTAXIS LARVADA Hace doce anos que asistí á la señora liosa Castro de Aragundi, de 54 años de edad, quien vino de la zona palúdica de Piniocha, á curarse de una epistaxis rebelde. Interrogada que fue, me afirmó que basta entonces había gozado de buena salud, aunque interrumpida últimamente por accesos de fiebre pa- lúdica. Su fisonomía revelaba un estado anémico proveniente de una he- morragia nasal vespertina, con exacerbación febril y perturbaciones pro- pias de este proceso morboso. Investigada la mucosa pituitaria, no se descubrió lesión alguna os- tensible, salvo una congestión bien marcada. En cuanto á los demás órga- nos, no había nada anormal, ni siquiera sospechas de esclerosis incipiente. Examinada la orina por los reactivos químicos, solamente se encon- tró disminución de sus principios tipológicos. Debo señalar (pie los distinguidos médicos doctores Ricardo Cucalón y Teófilo Fuentes R., les prestaron sus cuidados sin omitir el uso del gal- vanocauterio de Paquelín, pero sin resultado alguno. Gracias al tratamiento patogénico y sintomático, la curación se ob- tuvo con rapidez. 381 Séame permitido aprovechar esta oportunidad para rendir mis efusi- vos agradecimientos á mi estimado amigo, Dr. Roberto Leví, por su incan- sable y desinteresada colaboración científica. Me ha parecido útil dar á conocer este sencillo método de investiga- ción clínica, para descubrir las diversas formas del paludismo larvado que domina en nuestro país y poder asi curar con prontitud al desgraciado en- fermo, DISCUSION: DR. CARLOS E CUCALON I. (Guayayuil).-Creo que hay alguna confusión alrededor de la aseveración de haber encontrado constantemente masas de pigmento en la orina de los enfermos que han sido tomados como palúdicos por este motivo. El pigmento ma- lárico lo toman los leucocitos para librar de él al organismo, y es estudiando la sangre y los órganos, después de coloraciones especia- les, como puede investigarse, y nunca por el examen microscópico directo de la orina. DR. MORAL.-Dejando á un lado la cuestión del diagnóstico un poco atrevido, creo que, talvez, la quinina no obró, en algunos de los casos presentados, como medicamento específico, sino que llegó á tiempo cuando la enfermedad terminaba. Solo el examen de la sangre, al poner de manifiesto los hem a tozo arios, puede dilucidar, sin dejar lugar á discusión, un caso dudoso de paludismo. Respecto á la constante presencia de pigmento en el sedimento de la orina de los casos presentados, creo se trata do granos amor- fes de ácido úrico ó de uratos, que se han tomado como pigmento, pues la fisiología patológica de los pigmentos melánico y ocre está en contraposición manifiesta con la posibilidad de tal hallazgo. Lie practicado algunos miles de exámenes microscópicos de sedimentos de orina y fundado en esa práctica hago las anteriores considera- ciones. DR. ARROBA.-Replica refiriéndose á la autoridad reconoci- da del Químico que lo ha honrado con su colaboración. 382 Disertación acerca del paludismo y sus modalidades clínicas, su diagnóstico y tratamiento POR EL DR, ANTONIO ORAMAS POZO Ya que es del dominio común la eteologla de la malaria, reducién- dose, en conclusión nosológica, á la presencia de un germen, plasmo- dium malario, estudiado en el campo del microscopio y conocido con el nombre de hematozoario de Laceran: único factor responsable que con- testa con sus diferentes evoluciones, al cuadro multiforme que la sinto- matologia ofrece, una vez sucedida la infección: permíteme reseñar las metamorfosis del microbio, desde cuando el anopheles, claviger ó bifur- catus, vector del parásito, practica la inoculación del tóxico. El mosquito que ha chupado la sangre de un individuo palúdico ó se ha impresionado en un medio líquido infestado, condición ofrecida por los pantanos y aguas estancadas que tienen vegetales en descompo- sición, y dan, en consecuencia, margen á la formación de infusorios, lle- va en su bolsa gástrica el agente infeccioso, bajo la forma granulosa, granos negros conocidos con el nombre de oocistes, ó de flagelos, pro- ductos de evolución sexual, mediante elementos hembras y elementos machos, que emiten estos filamentos. Sucedida en el tugumento la picada del anopheles, que busca con avidez la sangre, especialmente en la época de su reproducción, é inocu lado el depósito venenoso que lleva en sus glándulas salivales, en for- ma de bastoncitos, dejase ver en la sangre un cuerpo en forma de go- ta. que vaga libre, cuerpo amiboideo, que muy presto fijase á un gló- bulo rojo: desde que se pone en contacto con este elemento hemático, t'ata de penetrar en él. lo que consigue emitiendo un sendópodo, que desempeña, para el objeto, puede decirse, la mecánica de un perfora- dor. Una vez anidado dentro del glóbulo, donde halla su elemento vi- vificante y consigue su desarrollo, da principio á la serie fatal de la mul- tplicación asexual, con su sorprendente pululación y resultados desas- trosos en el campo invadido, con resonancia letal en la economía en ge- neral, siendo la sangre y órganos hematopoyéticos los atacados de pre- ferencia, desde los primeros casos de invasión. En efecto, una vez desarrollado el parásito, da margen á la forma- ción de crecido número de esporos, fenómeno que se verifica con la alza de temperatura, calórico (pie parece servirle de condición ventajosa pa- ra su evolución, según opinión de algunos autores, opinando otros en el sentido de que la rotura de las mallas en rosetón y el prendimiento á los glóbulos se sucede al iniciarse el calofrío. Estos esporos persiguen, pues, con avidez nuevos glóbulos, para procurarse su elemento nutritivo, los hematíes, consiguiendo en su nue- vo empuje rasgarlos, digamos asi, y disgregar los elementos de que se componen, hasta dejarles convertidos en un cuerpo esférico, lleno de una granulación pigmentada, de discoides que son en sus condiciones ana- 383 tómico normales: de donde, conseguido el anhelado objeto de su desa- rrollo, emigran esporos nuevos en busca de glóbulos rojos escapados á los primeros golpes, dando, de tal manera, margen á la elaboración y for- mación de nuevas colonias. Mientras se suceden estas evoluciones ocasionadas por la bacteria, los glóbulos rojos van sufriendo merma considerable, pudiendo de cuatro millones, descender á un millón; y como encadenada consecuencia, Ja hemoglobina es arrastrada, diseminada y, sobre todo, alterada, condición anatomo-patológica que da margen á la melanemia: estado que consiste en la pigmentación de la piel y de los demás órganos por porciones de hemoglobina abandonada, y en la melanosís del hematozoario y de los leucocitos melaníferos y parásitos pigmentados que, cuando se encuen- tran en crecido número, pueden dar ocasión á la obturación de los capi- lares, en forma de trombas. Los leucocitos se vuelven melaníferos, con motivo de la lucha que traban con el hematozoario pigmentado: lucha que tiene lugar, procu- rando la eliminación de los elementos biológicos extraños que han inva- dido la sangre. El modalismo biológico hasta aquí descrito es el que explica, se- gún parece, el incremento infeccioso entrañado y las modalidades clíni- cas que ofrece al estudio el paludismo. Entre los medios de infección malárica, esto es, á más del mos- quito y las aguas estancadas ó pantanosas en vías de desecación, cuénta- se también el aire, elemento en el que dícese existir el microbio, eleván- dose hasta cien metros ó descendiendo á las últimas capas, según el mayor ó menor enrarecimiento atmosférico; lo que explica el peligro de contraer el mal durante las excursiones nocturnas en lugares maláricos, infección que debe sucederse mediante la inspiración. Encierran igual peligro, al ser bebidas, las aguas que contengan larvas de igual naturaleza: pues esta clase de aguas, donde ha sido culti- vada la bacteria, al ser inyectada en animales, ha dado ocasión al de- sarrollo de la enfermedad, según experimentos practicados al efecto. Ahora bien, antes de entrar en la sintoníatología, me permito dic- taminar, expresando que el microbio en cuestión hace ostentación de su trabajo evolutivo, con mayor ó menor intensidad y más ó menos fre- cuencia, según sea mayor ó menor el número de colonias en existencia, ó lo que es lo mismo, según el grado de potencia tóxica: porque, efecti- vamente, habiendo un solo grupo de colonias, éstas harán su aparición, con su característica intermitencia, por ejemplo cada 24 horas, pero al existir otros grupos coloniales más, que durante este intervalo de tiempo evolucionan, la característica sintomática será repetida, en consonan- cia, con más ó menos frecuencia en el mismo lapso de tiempo, lo que po- ne de manifiesto las formas febriles de la patología en cuestión y facilita, así mismo, el trazo de un cuadro para su clasificación. El cuadro lo he, trazado en la forma de división planteada, por conceptuar sea un método que ofrezca más facilidad para ir distinguiendo de las varias modalidades clínicas con las que suelen hacer su acto de presencia la malaria: y, ojalá, no se conceptúe como arbitrariedad, ya que no ha obrado tal intención en mi ánimo, y me daré por muy sa- tisfecho si el resultado corresponde al plan propuesto. Las manifestaciones de la infección palúdica pueden, pues, ser en- cerradas en los siguientes grupos; 384 Grupos de formas francas, complicadas y lanadas. Primer gru- po.-Formas francas.- Denomínanse francas las del primer grupo, por ser el elemento fiebre el dominante; por no haber fenómeno sintomáti- co extraño que enmascare el origen de la enfermedad, distrayendo la atención del médico, y, últimamente, por tener el carácter típico del paludismo, que le acompaña como inherente condición, como es la re- misión vespertina, fenómeno clínico que se sucede indefectiblemente, siete. ó dos horas antes de media noche. Este descenso térmico será parcial ó total, según la forma revestida de la liebre. A este grupo pertenecen las formas intermitente y remitente simple. Intermitentes.--Son conocidas como tales, la cotidiana que hace su acción de presencia cada 25 horas: la terciana que ofrece un día de in- tervalo, y la cuartana que se manifiesta con dos dias de descanso. La característica de las intermitentes consiste en ofrecer, con bastante regularidad, los tres estadios: calofrío de mayor ó menor inten- sidad y de mayor ó menor duración, de una hora término medio, fenó- meno de iniciación febril: el segundo estadio consiste en la alza de tem- peratura, cuyo ascenso térmico oscila en 39 ó 40 grados Cartier, con una duración de 5 á 6 horas, finalmente cierra el paréntisis el tercer es- tadio, mediante escasa ó profusa diaforesis y el consiguiente descenso de la columna mercurial, que se fija en la línea normal ó en dos déci- mos de grado bajo dicha línea. Esta forma de malaria ofrece al paciente la garantía, de que una vez desaparecida la fiebre, aún cuando experimenta un ligero estado a linámico, bien puede levantarse de la cama y dedicarse á sus faenas de costumbre. Con todo, merece no olvidar que el paludismo que reviste la enu- merada forma, es la que más conmunmente ocasiona la tumefacción del esplenio y la del hígado, con sus ulteriores consecuencias, y la que conduce á la caquexia: no porque el veneno sea más tóxico, sino porque la benignidad aparente que reviste, descuida al paciente del respectivo tratamiento terapéutico. Las intermitentes suceden generalmente á las remitentes, pero no es raro que estas sean las primeras manifestaciones del hematozoa- rio; tampoco sería extraño, que cualquiera de estos tipos, de aparento benignidad, en uno de sus ciclos, haga su aparición con caracteres de forma perniciosa. Remitente simule. Forma que se da á conocer por el curso febril: pues caso de bajar la temperatura hasta la normal, ocurre que se sucede la remisión característica, p. m., pero siempre queda oscilando la colum- na en 38 grados Cartier ó cuando monos en décimos de grado sobre 37, condición térmica existente mientras dure la enfermedad. Esta forma ofrece la particularidad de que raras veces se inicia can calofrío, ni se presenta el sudor en sus remisiones parciales, sino en muy limitada escala. Un ligero malestar y laxitud general son los síntomas iniciadores, los que son acompañados de cefalalgia, náuseas, vómitos y raquialgia, más ó menos acentuados, sucediéndose muy presto la alza de la tempe- ratura, que es lo que llama la atención al enfermo, á más de los síntomas concomitante expuestos. Las orinas son escasas, con recargo de úrea y ácido úrico, resulta- 385 dos consiguientes á la evaporación cutánea y á la apurada desnutri- ción, estado común de todo febricitante. Después de una duración de ocho á veinte días, pronunciada dia- foresis y descenso térmico, comunmente de uno ó dos décimos bajo la normal, dan á conocer la extinción del mal y el principio de la conva- lescencia: pero, ocurre á veces que vuelve á presentarse la liebre, más su reaparición lo hace en el rango de la intermitente, paso que no deja de ser halagüeño, ya que anuncia la aproximación de la consiguiente curación por muerte y eliminación del agente morboso. Según opinión aceptada, la resistencia ofrecida por ciertas formas á ceder al mejor tratamiento quínico puesto en práctica, obedece á que la bacteria reviste entonces la forma semilunar, condición que parece ponerle á cubierto de ser fácilmente atacado por la quinina. Segundo grupo.-Complicadas.-Con el nombre de complicadas en- tran en el segundo grupo las formas palúdicas que, llenando condicio- nes del grupo anterior, ofrecen la peculiaridad de presentarse acompa- ñadas de estados morbosos que denuncian la afección de órganos, como consecuencia de ulterior resultado ejercido por el hematozoario; ó por la aparición de una entidad patológica que toma participación en el drama, merced al estimulo ofrecido á bacilos que hasta entonces ocultaban su existencia, circunstancia que puede ocurrir, por ejemplo, con el pneu- mococo. Pueden ser consideradas como complicadas, las formas á conti- nuación descritas. Remitente biliosa.-En esta forma pueden estudiarse dos tipos, uno de condición benigna, el que además del estado febril de carácter remitente, ofrece un estado ictérico de la conjuntiva ocular y de la piel: intolerancia gástrica, común á las anteriores formas, pero que en este caso, los vómitos son biliosos y hay marcada sensibilidad hepática, y las orinas están saturadas de pigmento biliar. Patogenia que explica la abundante eliminación sucedida por los emuntorios, de la crecida destrucción globular: elementos destruidos y alterados (pie forzan el trabajo eliminatriz y condenan á sufrir las con- secuencias de tan exagerada labor: y pone de manifiesto, asi mismo, la reabsorción biliar, ó sea el reflujo de la bilis á la sangre por la obtura- ción de ios originales conductos de excreción. El otro caso que se ofrece al estudio es la remitente biliosa hemo- globinúrica, (pie se diferencia del anterior tipo en la mayor intensidad ofrecida: pues á pesar de las grandes oleadas de bilis (pie se encargan de arrastrar los detritus globulares, (ni asocio de los vómitos y de las deyecciones, se encuentra que el hígado es insuficiente, teniendo que tomar parte el riñón en la eliminación de la hemoglobina recargada en la sangro: ocurriendo, con ta.l motivo, una verdadera hemoglobinuria, acom- pañada del epitelio de los tubos contorneados. Las orinas son de reacción árida, de color amarillo oscuro, la al- búmina es abundante, hasta llenar á veces el tubo de ensayo, á la sola lámpara, de una masa caseosa de color blanco amarillo, ó de amarillo rojo: la lengua es saburral y tapiza las papilas un tinte amarillo verdoso, la (pie en el decurso de la enfermedad se cubre de fuliginosidades así como los dientes: el pulso es irregular y depresible; el estado general es de lo más amenazante. El pronóstico puede ser favorable en el primer caso, no así en el 386 segundo, ya que tanto los síntomas objetivos como los subjetivos están ofreciendo inminente peligro de muerte. Remitente tífica.-Desígnase con este nombre, la remitente palú' dica que remeda la sintomática de la infección por el bacilo de Eberth, ocasionando, con tal motivo, bastante confusión. En efecto, domina el cuadro el estupor, alternado con subdelirio ó delirio, el que bien puede ser hasta violento: la lengua está saburral, seca y agrietada; las mejillas están rojas y vultuosas; las. conjuntivas inyectadas; las orinas escasas, rojas y recargadas de principios úricos; las deyecciones son á veces involuntarias, y hay hipostasis pulmonar, El juego térmico ofrece en este tipo, comunmente, el carácter sub- intrante, pero sin faltar al último la remisión vespertina, aún cuando sea de décimos de grado, sucediéndose á más tardar, una hora antes de media noche. Ocurre otras veces, que, á más de lo expuesto, acompañan la tim- panización abdominal, la exquisita sensibilidad en la región ilíaca dere- cha, y más síntomas objeto-subjetivos, que contestan á la afección de las placas de Peyer; manchas rosáceas, y más que todo, la regulari- dad de la curva térmica, sin la cortadura impuesta por la remitente. La infección malárica, podrá por sí sola contestar, como única res- ponsable, de la semiología expuesta ? O habrá que aceptar en el primer caso, una remitente palúdica complicada por avance de un col i-bacilo-forma para tifo-palúdica: sien- do en el segundo caso, una verdadera tifoidea la que domina la situa- ción-forma tifo-palúdica ? Es lo cierto, que sólo el exámen bacteriológico, acompañado de la seroterapia, podrán resolver el problema, especialmente en el último caso. Igual apreciación hay que hacer en lo que respecta á la forma pneu- mónica, que se sucede toda vez que el bematozoario y el pneumococó se acompañan: dos entidades patológicas, como en la anterior, que se dan ligeramente la mano, pero que cada una sigue su curso. La forma disentérica acepta igual deducción, por ser las condicio- nes bacteriológicas las mismas. Perniciosas.-Ultimamente, en este mismo grupo van encerradas las formas febriles que toman el carácter pernicioso; así denominadas, por ofrecer manifestaciones alarmantes, de inminente peligro de muer- te, ya por la variante anormal de temperatura, ya por las complicaciones que acompañan en ese entonces al juego térmico. Son modos de manifestación consiguientes á la intensidad tóxica, ofrecidos por numerosas colonias que entran en acción en masa, en su trabajo evolutivo, ocasionando, por tales golpes rudos de acumulación, trastornos en la economía que se traducen bajo ciertas condiciones de manifestación, que dan margen para que se les clasifique en formas, siendo las principalmente conocidas las siguientes: delirante, convulsiva, comatosa, que se presentan combinadas ó solas, responden a alteraciones ocurridas en el centro cerebro-espinal: álgida, diaforética, cardiaca y coleriforme, son formas consiguien- tes á anormalidades sucedidas en los vaso-motores, cu el pneumogástri- co, en el gran simpático y sus ganglios. Con ataques de forma perniciosa, rara vez hace el paludismo la primera manifestación de su existencia, pues generalmente se presenta en el decurso de cualquiera de las formas hasta aquí estudiadas, siendo mayor su frecuencia en las remitentes; hasta saber, que al practicar la 387 anamnesia, nos encontramos con casos de malaria desconocidos, descui- dados ó abandonados del tratamiento antes del aniquilamiento del ene- migo. El ataque palúdico que reviste perniciosidad, no es, valga la metá- fora, sino una bomba arrojada por alevosa mano, que haciendo franca su presencia, unas veces, y otras con solapado paso, ha ido aproximán- dose día á dia al puesto señalado para la explosión: golpe que hubiera podido ser distraído de su destino, si á tiempo se le hubiera perturbado en sus operaciones. Tercer grupo.-Lanadas- Este tercer grupo está constituido por foimas que no tienen de común con la característica palúdica, sino tan solo la intermitencia, la remisión vespertina y ceder á la quinina: pues, más parecen individualidades extrañas, que exposiciones de infección malárica. Forma neurálgica.-Con todo, puede contarse en este grupo la neu- rálgica, forma que se presenta con carácter de neuralgia facial, y que consiste en dolores acusados por el enfermo en sitios varios, según los filetes afectados del trigémino, con exacerbación matinal y remisión ves- pertina; Son aceptadas también como lanadas, pero que en verdad no le pertenecen, ciertas dermatosis, como la urticaria y el herpes. Caquexia.-Es la secuela obligada de la intoxicación crónica. La palidez de los tegumentos, teñidos de amarillo ocre: los ede- mas parciales ó general; el soplo sistólico en la base, soplo de fuelle, y lo depresible del pulso, están indicando la decadencia orgánica. La hin- chazón del hígado, que rebasa de la última costilla, y la tumefacción del bazo, que desciende hasta cerca del borde iliaco y costea la linea blanca, explican las lesiones viscerales habidas,, desde la simple hipere- mia hasta la hiperplasia ó la esclerosis y los consiguientes trastornes en los órganos vecinos. El examen de la sangre enseñará en el porta-objeto las alteracio- nes habidas en los glóbulos, tanto en su número como en sus condicio- nes de estructura histológica, lo mismo que las modificaciones ocurridas en el plasma. Diagnóstico.-El diagnóstico se funda en el reconocimiento del hematozoario en la sangre del enfermo, lo que puede conseguirse por el método de Xocht; el termómetro es otro de los medios que facilita la diagnosis, usado con escrupulosa frecuencia, en vista de lo sentado como patognomónico del paludismo. Tratamiento. - En el tratamiento terapéutico, viene á ocupar el campo, como principal agente curativo, la quinina. De las diferentes sales ofrecidas debe darse la preferencia á las que contienen mayor cantidad de alcaloide, figurando en primera línea el clorhidrato, bromhidrato y sulfato de quinina, que tiene 81, 76 y 71 por ciento, respectivamente, lo que quiere decir, que de las sales enunciadas debe ser preferido en la práctica clorhidrato de quinina. Las vías de administración son, la bucal, intramuscular, intraveno- sa y la traqueal, cuya elección y preferencia depende de las condiciones del enfermo y de la forma que revista la infección y el caso lo reclame. Como ayudante, y especialmente en el estado caquéctico, está re- comendado el arsénico, tanto por su acción reparadora, como por la pro- piedad que se le atribuye de atacar y destruir los protozoarios, facultad de importante ventaja para el caso, ya que entonces viene á darse la 388 mano con la quinina, que es también sustancia venenosa para el hema- tozoario, lo que prácticamente está probado. Para el estado caquéctico está prescrito, además de la quinina y el arsénico, el hierro, los analépticos y una buena higiene. Profilaxia.-La desecación de los pantanos, la canalización urba- na, la pavimentación de las calles y la plantación de árboles etc., etc., son medios que extinguen el mal y ofrecen condiciones favorables á la salubridad pública. Pero si la higiene social no presta apoyo, el individuo se verá en el caso de procurarse, evitando la insolación y eximiéndose de beber aguas que entrañen peligro, debiendo hervirlas si se vé obligado á usar- las; evitando la picada de mosquitos, por estar confirmado el papel que desempeñan en el paludismo, y no pernoctar al aire libre cu lugares sos- pechosos, por los depósitos de agua habidos en el vecindario ó por las charcas de las inmediaciones. Los vecinos de lugares maláricos, á más de poner en juego los me- dios señalados, deben hacer uso frecuente de la quinina, para, caso de haber infección, procurar matar á la bacteria en estad) joven. Cincuen- ta centigramos ó un gramo usado dos veces á la semana, puede ser can- tidad suficiente para impedir el desarrollo del germen palúdico. Con todo, las personas que han sufrido repetidos accesos, y más que todo, los caquécticos, deben emigrar á lugares secos y garantidos pol- la ausencia del mosquito y de eíluvios pantanosos. Breves consideraciones sobre el paludismo en el litoral POR EL DR. MIGUEL MARCHAN Señores: El deseo de contribuir de algún modo á los nobles fines que se propone el Ilustre Concejo Municipal del Guayas, nos impulsa á presen- tar este trabajo lleno de imperfecciones. Harto se nos alcanza lo árido del asunto y la pobreza de la forma literaria: pero, prescindid de esta última y atended tan sólo á la idea, si es que la conseguimos exponer con claridad,-que es el único objeto,-convencidos como estamos de que la juzgareis con toda la imparcialidad y el ánimo sereno que se encuen- tra en los centros verdaderamente científicos. Si de esta idea no estu- viéramos enteramente poseídos, vacilaríamos en presentar este trabajo. La medicina se modifica con una rapidez extraordinaria, á cada ins- tante aparecen en las revistas y periódicos extrangeros, trabajos y artí- culos que transforman frecuentemente, por completo, las nociones hasta entonces clásicas, sobre tal ó cual punto de Patología, de Cirujía ó de 389 Terapéutica Qué sucede con ésto? Una disertación científica considera- da en toda su novedad á la hora presente, es ya errónea en algunos puntos é incompleta en muchos otros, seis meses ó un año después. Por estas consideraciones es nuestro propósito presentar en las si- guientes páginas, un bgero estudio con las novedades (pie sobre el palu- dismo se han publicado en estos últimos diez años, y al propio tiempo, añadir algunos conocimientos (pie sobre la materia hemos adquirido en nuestra práctica diaria, y que puede ser de alguna utilidad al clínico (pie ejerce su profesión en lugares pantanosos en que reinan de modo endémico liebres palúdicas. Los nuevos agentes terapéuticos, preconizados como antipalúdicos contra esta enfermedad que ocasiona anualmente muchas víctimas, sólo pueden ponerse en práctica en estos lugares; porque puede el organismo, alejado de los focos de contagio y abandonado á sus propios recursos, lu- char con ventaja contra el hematozoario de Laverán, aún cuando se ha- lle privado de los auxilios de la terapéutica. En presencia de ciertas modificaciones expontáneas observadas durante un tratamiento, no es siempre posible establecer una i elación de causa á efecto. Conviene recordar, además, en este estudio, las serias dificultades que se encuentran para juzgar el valor de una medicación nueva. Una (le las principales es que los nuevos medicamentos producen un entusias- mo exagerado en los (pie han sido, sobre todo, sus defensores, y están na- turalmente inclinados á sugestionarse sobre el valor del medicamento; mientras que otros afectan expresamente ó sin examen suficiente, un excepticismo injustificado. Son éstas las razones por las cuales hemos procurado llevar á la práctica todos los agentes medicamentosos preconizados como anüpalú- dieos, para con conocimiento de causa, poder informar acerca del parti- do que se puede sacar de cada uno de ellos; dando como resultado que la quinina es y ha sido siempre el específico de esta enfermedad Sólo han sufrido modificaciones los métodos y las formas de administración. Los demás agentes propuestos como antimaláricos, desempeñan un pa- pel meramente secundario. ETIOLOGIA El paludismo os una de las enfermedades más extendidas en el mundo y cuyos estragos son más intensos dentro de los limites de los trópicos; es un factor morboso (pie causa grandes daños. El reparto del paludismo en la superficie del globo, demuestra por regla general, que se desconoce esta endemia en los países fríos, y son más frecuentes las liebres en las costas y en los valles. Entre nosotros reina el paludismo de un modo endémico en los climas cálidos y húme- dos, de tal modo, que se puede trazar un mapa de las localidades pa- lúdicas. Antes de pasar adelante, debemos preguntarnos: ¿cuál es la prime- ra causa de intoxicación palúdica? Punto de etiología es éste, que debe detenernos algunos instantes; pero, felizmente, nuestros conoci- mientos están lijados de una manera positiva desde que las investigacio- nes de Laverán en Argelia, por el año de 1880, dieron por resultado el 390 descubrimiento de un parásito perteneciente á la clase de los proto- zoarios. Todos los observadores lian comprobado desde entonces la existencia de elementos parasitarios en la sangre de los enfermos ata- cados de paludismo; aun cuando exista alguna divergencia en lo que se refiere ¡i la interpretación de los hechos, y en particular, en lo que se refiere á las formas de los parásitos. Las últimas investigaciones sobre el paludismo, confirman que os una enfermedad infecciosa causada por el desarrollo do una protozoario en los glóbulos rojos de la sangre, la cual se conoce con el nombre de plasmodium malario. La infección es transportada por cierta clase de mosquito y, prin- cipalmente, por los anopheles claviger. Estos insectos chupan la san- gre del individuo palúdico y do este modo alojan á los parásitos, los cuales, después de algunos días, pasan por un completo ciclo de evo- lución en las paredes del estómago y otros tejidos; por último, llegan á las glándulas salivales del insecto, donde pululan en cantidad enor- me, en forma de pequeños bastoncitos, y éstos penetran en la sangre del cuerpo humano por la picadura del insecto. El paludismo es inoculable por inyección intravenosa do la sangre de enfermos atacados de fiebre palúdica, y no se propaga por la vía de contagio de hombre á hombre. Cualquiera que sea la forma de la enfermedad, puede sor ocasio- nada por uno de los tres distintos tipos de parásitos: Io, id terciano: 2o, el cuartano: y 3o, estivo otoñal. En todos los paroxismos agudos del paludismo, antes de que la quinina haya sido administrada, el plasmodium puede hallarse en el to- rrente circulatorio, y el no encontrarse el parásito después de una cui- dadosa exploración por un examinador competente, es casi una prueba segura de que el caso no es de paludismo. El plasmodiun se encuentra en cualquier tiempo en ciertos sujetos atacados de caquexia palúdica. Las condiciones de medio propicias para favorecer el crecimiento de los mosquitos transportadores del agente patógeno del paludismo, son el calor, la humedad del suelo y el estado inculto del terreno. Los pantanos en los climas cálidos, constituyen el medio predilecto donde se crían los mosquitos y sus larvas; pero no es indispensable la existencia de pantanos propiamente dichos, basta para producir ó entretener la en- demia palúdica, las llanuras bajas, mal drenadas ó mal cuidadas, que se encuentran en estado de humedad constante, merced á una sabana de agua subterránea, ó á los terrenos inundados ó regados, ó á los ríos, los canales y los focos mal cuidados, y que se secan durante el ve- rano. Las llanuras favorecen el desarrollo del paludismo aumentando la humedad del suelo. El paludismo se distingue de otras enfermedades infectivas, en que la invasión de ellas predispone á las recaídas, especialmente cuando las personas enfermas no pueden abandonar la región palúdica, y la enfer- medad es eminentemente pertinaz y se prolonga, no pocas veces, toda la vida. En algunos casos, no aparecen los primeros síntomas de la enferme- dad hasta que el enfermo llega á un punto sano. Son dignas de atención las relaciones entre el paludismo y otras enfermedades infectivas. Suelen reinar simultáneamente el paludismo y 391 la disentería, y el que escapa de una de estas enfermedades, cae con se- guridad en la otra. El pretendido antagonismo entre la tuberculosis y el paludismo, no existe, según las observaciones de todos los médicos. Ninguna edad está al abrigo del paludismo: se encuentran ataca- dos los niños hasta en la primera infancia. Algunos autores opinan que puede transmitirse el paludismo de la madre al teto, pues no siempre se hallan detenidos los microbios por la placenta. No se encuentra, se- gún ésto, en oposición la teoría del paludismo congénito, con la que demuestra la naturaleza parasitaria de la enfermedad. FORMAS CLINICAS DEL PALUDISMO El hematozoario de Laverán, por más que sea el mismo en todas las comarcas en que reina esta afección, goza, sin embargo, de propieda- des más enérgicas, en ciertos medios favorables á su desarrollo que en otras localidades que le sean menos propicias. Por otra parte, el organismo humano reacciona de distintos mo- dos según sea la intensidad de la afección, siendo indispensable para proceder á la clasificación de la forma, adoptar una descripción clínica de los diversos tipos del paludismo. Las formas más graves del paludismo se presentan por regla ge- neral, en los climas cálidos, en la época del invierno por ser la esta- ción que ofrece las condiciones más adecuadas á que tome el carácter epidémico. Las manifestaciones del paludismo pueden combinarse de diferen- tes maneras, y entre tipos bien caracterizados, que pertenecen exacta- mente á una división, existen numerosas formas intermedias. Entre las diferentes causas adecuadas para favorecer la transfor- mación de un tipo benigno en otro de gravedad, citaremos las fatigas, los excesos alcohólicos y la falta de tratamiento. Las formas más frecuentes entre nosotros, en que es endémica es- ta afección, son, por orden de frecuencia: las continuas, las remitentes, las intermitentes, las perniciosas y las formas lanadas del paludismo. La caquexia palúdica puede ser la consecuencia de cualquiera de estos estados, El período de incubación varía por término medio, de siete á ocho días. En la inoculación artificial de la sangre palúdica de un hombre sano, el período de incubación ha durado de siete á ocho días. Continua Palúdica. Este tipo es el más común en las regiones del litoral; las principales causas de la continuidad de la liebre, parecen ser la intensidad de la afección y naturaleza misma de los focos. Fiebre Remitente. Este tipo de fiebre se observa con más frecuen- cia en caso de epidemias palúdicas de alguna intensidad. En la mayor parte de estos casos, predominan las perturbaciones gástricas con au- mento del volumen del bazo y del hígado. Fiebre Intermitente. Es la manifestación más común del paludis- mo en los climas templados, siendo ésta la razón que se la designe con el nombre de fiebre intermitente. Esta sinonimia no resulta exacta en los climas cálidos. La forma intermitente adopta casi siempre uno de los tipos siguien- tes: cuotidiana, terciana, cuartana y formas mensuales, 392 Ei) la primera infancia se presenta la fiebre intermitente con ca- racteres bastante distintos del que ofrece en el adulto. Falta con frecuen- cuencia el escalofrío en el niño, so enfrían sus extremidades y se afilan sus facciones, siento náuseas y vómitos. Después de un estado de frío generalmente muy corto, so pono caliento la piel, y se observan en él to- dos los síntomas del estado febril. El estado de sudor resulta en gene- ral muy poco acentuado. En <'l niño so desencadenan, á veces, durante el período do frío, convulsiones generales. Pueden presentarse también perturbaciones gás- tricas é intestinales. Se lia descrito con frecuencia la aparición de una capa griz plomiza, que cubre la lengua desde la punta hasta las papilas circunvalaros. También so observa con frecuencia en los niños, el herpes zostor, y con frecuencia relativa, exantemas indicados ó eritematosos y hasta el eritema nudoso. Los niños de la primera y segunda infancia, ofrecen especial pre- disposición para que las liebres intermitentes y continuas se transfor- men, con frecuencia, en accesos perniciosos. Esto particular debe tener el médico muy en cuenta al tratar esta afección á niños de tierna ('dad, en los climas cálidos. Accesos rernictosos. Las liebres perniciosas constituyen la varie- dad más importante do las fiebres anómalas. Una liebre palúdica es perniciosa, ya por el hecho de la exageración del frío, forma álgida: por exageración de la temperatura, forma comatosa: y por exageración del sudor, forma diaforética. En este punto debemos anotor que existen fiebres perniciosas por intervención de un síntoma extraño á un acceso ordinario: tales son las perniciosas por desórdenes intestinales, que se denominan las formas co- leriformes. En éstas, la temperatura puede permanecer normal como en el colerín: siendo de capital importancia, el estudio detenido entre estas dos afecciones, para formular un diagnóstico acertado. Antiguamente se creía que la elevación térmica acompañaba siem- pre á las perniciosas coleriformes: hoy día el examen de la sangre prac- ticada por numerosos observadores, ha confirmado la existencia del pa- rásito en las formas coleriformes apiréticas. Las formas convulsivas son las más frecuentes entre nosotros: las convulsiones revisten por regla general el carácter de epileptiformes y van acompañadas de hipertermia. ■Se han descrito muchas formas de perniciosas, poro no hemos to- mado en cuenta sino las más frecuentes en estos lugares. Los accesos perniciosos, cualesquiera que sean sus formas, no esta- llan nunca, desde luego, en los sujetos hasta entonces indemnes del pa- ladismo; por nuestra parto, no hemos observado ninguna excepción de esta regla. Háse visto producirse siempre estos accidentes en el curso de una intermitente ó de una continua, aunque es verdad que se producen á veces de un modo tan brusco, que desconciertan toda previ- sión. Fiebres larv vdas. En las fiebres larvadas, los accesos febriles se hallan reemplazados por la aparición de diferentes síntomas anormales, bajo los que se oculta el paludismo. Las más frecuentes se presentan bajo la forma de neuralgias in- termitentes; que atacan con frecuencia al nervio trigémino y sus diferen- tes ramas. 393 Alguna vez reviste la forma de parálisis intermitente, hiperestesia y anestesia, etc. Se han descrito, también, hidropesías intermitentes: y puede reves- tir también la forma de artralgias y en particular, coxalgias intermi- tentes. En la piel se han observado exornas intermitentes locales y ge- nerales. Pueden observarse exantemas, hemorragias por distintos órganos, cegueras y sorderas: accesos de coriza, de tos, de asma, vómitos, eructos, gastralgia y meteorismo intermitentes. La infección malárica, engendra neuritis localizadas ó difusas, ra- ras en el paludismo de los climas templados, pero se observa con frecuen- cia en los climas cálidos. La frecuencia mayor de los accidentes neuríticos en la malaria de las regiones tropicales, se explica, sin duda, por la intensidad habitual- mente más marcada de infección en estos países: aunque otras causas como el alcoholismo, intervengan también para preparar el terreno y fa- favorecer su advenimiento. Hoy día se ha establecido definitivamente la existencia de neuritis y polineuritis maláricas y fijados sus principales rasgos clínicos y sus ca- racteres anatómicos. Se han observado algunos casos de paraplegia en que la malaria puede influir gravemente sobre los nervios motores, sensitivos y tróficos imputables al paludismo. Pneumonía palídica. No es la pneumonia una complicación que se produce en el paludismo, con el mismo título que en otras enfermeda- des, sino que se desarrolla en ciertos casos bajo el influjo directo del paludismo, podiendo constituir la única manifestación clínica do éste. No existe, propiamente baldando, la pneumonia; resulta inadmisi- ble que una hepatización pulmonar, pueda producirse y desaparecer en algunas horas. Lo (pie ha hecho admitir la existencia de esta enferme- dad morbosa, es (pie en ciertos enfermos atacados de malaria se produ- ce una congestión pulmonar en cada acceso. Caquexia palídica. Los indiwduos (pie la sufren se encuentran delgados, débilesy presentan todos los caracteres de una anemia profunda: soplos cardiacos y vasculares, color pálido y férreo, inapetencia, malas digestiones y el bazo se encuentra siempre abultado y sensible. De tiempo en tiempo, son acometidos de accesos febriles, contra los (pie no tiene acción la quinina administrada en altas dosis; no hace sino sufrir algunos accesos y que se presenten incesantes recaídas. La caquexia palúdica se desarrolla á consecuencia de intermiten- tes ó de otras formas palúdicas. Puede, no obstante, producirse sin que preceda síntoma alguno palúdico, especialmente en los focos de paludis- mo endémico. Con frecuencia se desarrollan edemas de la piel sin que la orina contenga albúmina y se disipan con rapidez bajo la influencia de un tratamiento adecuado. Complicaciones. Las accesos del hígado resultan muy raros en el paladismo, á no sor (pie se complique éste con disentería. Disentería. La disentería y el paludismo constituyen dos enfer- medades completamente distintas, desde el punto de vista de sus cau- sas, de sus sintonías y de su tratamiento. Paludismo y tuberculosis. Hoy se ha comprobado plenamente que 394 el paludismo desempeña el papel de causa predisponente de la tuber- culosis, así como de otras afecciones, en contra de la opinión que se había formado anteriormente. En las comarcas del litoral en donde es endémico el paludismo, proporciona la tuberculosis mayor número de víc- timas. Las nefritis agudas y crónicas, constituyen una complicación bastan te frecuente del paludismo. La hematuria y la pneumonía son complicaciones muy raras. Las enfermedades palúdicas son cov frecuencia la causa de la re- tracción de los riñones, de la cirrosis hepática y de la degeneración anilóidea. Muchísimas son las complicaciones que pueden sobrevenir á conse- cuencia del paludismo. PROFILAXIS GENERAL Ha desaparecido por completo el paludismo de grao número de lo- calidades (pie eran muy insalubres en épocas anteriores, abundan los ejemplos de esta feliz transformación, en muchos lugares en donde la endemia palúdica ha sido muy severa; la profilaxis general desempeña por tanto, un importante papel. Hay pocas enfermedades cuya profilaxis puede formularse tan ter- minantemente. El modo de extinguir el paludismo en un país, consiste en sanearlo, desecando ó transformando sus pantanos y evitando, en ge- neral, la formación de charcas, que es en donde germinan las larvas de las diferentes especies de mosquitos portadores del parásito del palu- dismo. Para sanear las regiones peligrosas, importa, ya sea impedir la evo- lución de la larva de los mosquitos por el petróleo, ya modificar el me- dio en que se desarrollan, secando los pantanos por el dragado y otros trabajos costosos y considerables sobre los que no se puede insistir aquí. En los lugares palúdicos el mejor medio de evitarlo, consiste en cu- brir las ventanas y puertas de la casa con rejas de tela metálica para impedir la entrada de los mosquitos. El cultivo de los campos es otro de los medios empleados para ex- tinguir el paludismo; á medida que disminuyen los terrenos vírgenes ó incultos, va disminuyendo también el paludismo; con razón se ha dicho que el paludismo huye ante la civilización. Se ha puesto también en práctica para la desecación de'los panta- nos, la plantación de eucaliptos glóbulos, especie de las mirtáceas oriun- das de Australia; pero no siempre corresponden los resultados á las espe- ranzas. PROFILAXIS INDIVIDUAL Se impone la utilidad de un tratamiento preventivo del paludismo, siempre que se encuentre un individuo en localidades en que reine esta enfermedad; y se impone, con tanta mayor fuerza, cuanto existen pocas 395 probabilidades de que permanezca indemne, y es de temer, por el con- trario, los más insidiosos y los más graves ataques del microbio pató- geno. Para nadie es dudoso (pie la quinina y sus derivados gozan de una propi 'dad profiláctica demostrada en numerosas pruebas clínicas y experimentales. Se han empleado también los compuestos arsenicales á título de medicación preventiva; los resultados han sido favorables por regla general. Para evitar el paludismo en las regiones en que es endémica esta enfermedad, se debe procurar, en lo posible, no salir de la casa por la noche, que es cuando las picaduras de los mosquitos tienen mayor ac- tividad. Las personas que tengan necesidad de viajar por lugares palúdi- cos deben preferir hacerlo en verano, porque en esta época disminuyen los criaderos de los agentes portadores del germen malárico (los mos- quitos). Todas las causas que disminuyen la resistencia orgánica del indi- viduo, favorecen la explosión del paludismo. Deben evitarse, de consi- guiente, las grandes fatigas y los excesos de toda clase. Además de las pequeñas dosis de quinina que se administra como preventivo, la medicación tónica presta grandes servicios. Las bebidas alcohólicas, peligrosas en los países cálidos cuando se abusa de ellas, re- sultan útiles en dosis moderadas para combatir los efectos debilitantes del calor. El café y el té constituyen una bebida excelente en los cli- mas ardientes á causa de sus propiedades tónicas. TRATAMIENTO El agente más seguro contra el paludismo, es la quinina, cual" quiera que sea su forma; nadie duda de su benefactora influencia: ella se opone al desarrollo del hematozoario patógeno en el organismo humano, siendo esta la mejor prueba de ser el específico por excelencia. Por el tratamiento de las fiebres palúdicas, se desecharán todos los pretendidos sucedáneos de la quinina, no porque estas preparaciones sean útiles, sino porque son más aplicables á la forma crónica de la in- fección malaria. En las infecciones maláricas agudas, que son las más comunes en los países cálidos, no deberán esperarse las intermitencias, ni siquiera las remitencias, para administrar la quinina, que se prescribirá en estos casos: 1,50 centigramos á l gramo de clorhidrato de quinina por día, du- rante los tres primeros días; dos días de descanso: los dos (lías siguien- tes un gramo de clorhidrato en tres dosis. Desde el día sexto se pres- cribirán 50 cengs'. de clorhidrato de quinina, durante diez días se- guidos. En las formas que no revisten gravedad, es preferible administrar el especifico en el intervalo de los accesos. Para la administración por la vía gástrica, se preferirá el clorhi- drato de quinina, que es más soluble que el sulfato, y contiene mayor cantidad de quinina. Para las inyecciones intramusculares, se emplean el Bi-bromhi- 396 drato, el clorhidrato sulfato y el formiato de quinina. Las inyecciones intravenosas se practicarán con estas mismas sales diluidas en suero de Hay en. El método de inyecciones intramusculares debe de ser preferido en la mayoría do los casos, principalmente en las formas continuas, por la rapidez de la absorción y por evitar toda clase de accidentes de origen gástrico que se presentan frecuentemente, con motivo de la prolongada administración quínica. Los sellos de quinina son generalmente empleados por la facilidad de administración: vienen en seguida las píldoras azucaradas y las solu- ciones, que aún cuando son más activas (pie los sellos y las píldoras, se emplean muy poco á causa del amargo horrible de la quinina. En las formas perniciosas, la primera y más importante indicación consiste en administrar la (piinina «n alta dosis, no sólo bajo la forma de inyecciones intramusculares, sino también intravenosa, á fin de (pie sea más rápida la absorción. Merced á estos procedimientos, resulta menos grave el pronóstico de los accidentes perniciosos. Nos es absolutamente imposible el poder suministrar una fórmula aplicable á todos los casos de paludismo, se modifican según las formas, y sobre todo, según los individuos. En los individuos atacados de fiebres palúdicas, no debe confor- marse el práctico en cortar las manifestaciones mediante dos ó tres dosis de (piinina, y esperar que se presenten las recaídas para emprender de nuevo (d tratamiento, sino (pie es necesario prevenir las recaídas por me- dio de tratamientos sucesivos. Procediendo en esta forma, no se hace sino suprimir algunos accesos que detenidos en su desarrollo, repululan pronto los parásitos y se presentan de nuevo las manifestaciones. Ciertas personas ofrecen una sensibilidad especial para la (piinina, aúna pequeñas dosis, presentándose en seguida accidentes bastante gra- ves, como vértigos, vómitos, urticaria, delirio, hemorragias intestinales y hematuria. En estos casos se optará por los sucedáneos de la (piinina, y en particular por la enquiñóla y la Aristoquina que se usan con media- nos resultados en algunas personas. No debe considerarse el embarazo como una contraindicación de la quinina. La (piinina no despierta las contracciones uterinas, sino que las favorece cuando éstas se han presentado. La mayoría de las mujeres embarazadas soportan impunemente altas dosis de sales quininas. Sin embargo, en los casos de mediana intensidad, conviene pro- ceder con prudencia y no administrar sino muy pequeñas dosis d*3 (piini- na adicionada con alguna preparación opiácea, sobre todo, al principio del tratamiento. Por más que merezca la medicación quínica el título do específico del paludismo, no deberá creerse (pie se lia hecho todo lo necesario para curar cuando se ha prescrito dicho medicamento; el enfermo que ha sufrido un ataque de fiebre palúdica, se encuentra débil y anémico y predispuesto, por consiguiente, á una recaída; preciso será, por tanto, esforzarse en reparar los desórdenes ocasionados por el paludismo, una vez que haya desaparecido éste. A más de un buen régimen alimenticio, que ocupa el primer lugar en la curación, prestan muy buenos servicios el cacodilato de soda, el vino de quina, la kola y en general la medicación tónica. Cuando sufran los niños accesos graves de paludismo, no debe va- cilarse en recurrir á las inyecciones intramusculares, ya por lo difícil 397 que es administrar la quinina bajo otra forma, ya por la facilidad con que toma el paludismo la forma perniciosa en esta edad. En los demás casos se debe prescribir á los niños la euquinina y la aristoquina derivados do la quinina que no poseen el sabor desagra- dable de ésta, y que los pequeños enfermos la aceptan con facilidad. En la caquexia palúdica ó paludismo crónico, el organismo ha ex- perimentado profundas modificaciones en el estado general y en el fun- cionamiento de ciertas visceras, que es necesario tener iñuy en cuenta estas complicaciones para el tratamiento. Los alcaloides de la quinina son insuficientes en estas formas ó del paludismo crónico. Se debe recurrir en estos casos, á las diferentes pre- paraciones de la quina, el hierro, la nuez vómica, el arsénico ó mejor al cacodilato de soda, á las dosis de 5 á 15 centigramos diarios en inyec- ciones hipodérmicas. Estos agentes, á excepción de los preparados de quina, obran más bien á titulo de tónicos, modificando el estado general, que de microbicidas. Las preparaciones Warburg. el Cholagogue, el tónico de Winter- smit, el Pan-ala, prestan muy buenos servicios en estas formas de pa- ludismo crónico, tanto por las pequeñas cantidades de quinina (pie con- tienen, como por la asociación de otras sustancias medicamentosas (pie entran en las preparaciones de estas fórmulas, y que influyen de un modo directo sobre los graves desórdenes viscerales ocasionados por el paludismo. El cambio de clima resulta sumamente favorable á los individuos que han contraído el paludismo en los climas cálidos, porque ejerce una influencia reconstituyente. Los grandes calores son muy debilitantes; los sudores profusos, las noches de insomnios y la dispepsia, que es caso constante en estos países, debilitan el organismo é impiden reparar sus pérdidas y rehacer su sangre. 398 ALGUNOS DATOS SOBRE LA PESTE BUBONICA EN GUAYAQUIL POR EL DR. WENCESLAO PAREJA Delegado por la Dirección de Sanidad, Medico-Director de los Lazaretos, Profesor sustituto de la Fxcvltad de Medicina» La peste bubónica es entre las infecciones generalizadas de índole epidémica, una de las que mejor y más ampliamente lia sido estudiada y descrita. Las comunicaciones de la Comisión inglesa, en la India, las descripciones de Lyons, de Wihn de Childe: las investigaciones bacterioló- gicas de Yersin, Kitasato, Simond, de Hankin y Leuman, de Abel y Topt- chief, de Lustig, de Galecti y Polverini, A, A. han formado el cuadro al cual nada, ó muy poco habrá talvez que añadir. No es, por lo tanto, mi intención aportar nada nuevo en el estudio de esta enfermedad. La pre- sente comunicación tiene más bien por objeto presentar un resumen de los datos etiológicos y clínicos, recogidos á la cabecera de los enfermos, y hacer constar su verdadero valor por la expresión numérica de cada uno de ellos. Al exponerlos procuraré deducir las consecuencias mas simples, mas lógicas, apartándome, lo más que sea posible, de suposiciones y de hi- pótesis en las que peligre la verdad, que no debe ser en este caso sino la estricta resultante de los hechos observados. En los seis años, durante los cuales he trabajado en esta enferme- dad. han pasado bajo mi vista algo más de 3.000 enfermos. Los datos más importantes como son la filiación, la curva térmica, y las demás ano- taciones clínicas existen en el archivo del Lazareto correspondiente. Pa- ra el presente trabajo, he verificado tan solo la revisión de los papeles co- rrespondientes á los años 1912, 1913, 1911 y el primer semestre de 1915; cuyo total alcanza á 1.700 casos, poco más ó menos. Lugar de nacimiento Sobre 1.686 enfeimos en los que he recogido el dato han habido: 917 guayaquileños. 229 nacidos en otros lugares del litoral de la República. 470 nacidos en el interior de la República, 70 extranjeros, 399 Como dato de morbilidad, lo anterior carece de importancia absolu- ta, pues no existe desgraciadamente, un censo ni siquiera aproximado que nos permita apreciar las cifras proporcionales correspondientes á cada uno de los grupos que he tomado en consideración. Algo más importantes son los datos relativos a la mortalidad, pues ellos nos dicen que sobre * 917 guayaquileños, fallecieron 370 ó sea el 40 % 229 naturales del litoral, fallecieron 99 « 43 % 470 naturales del interior, fallecieron 158 « 33 °/° 70 extranjeros, fallecieron 30 « 42 °/° Se ve que la menor mortalidad corresponde a los naturales del inte- rior de la República. Cabe preguntar: ¿son los interioranos algo más re- sistentes á la infección pestosa, que los nacidos en el litoral? La peste por edades Sobre 1718 enfermos, en los que se lia podido averiguar la edad, te- nemos : 8 de 0 a 1 año 735 « 1 « 15 años 620 « 14 « 30 « 310 « 30 « 60 « 45 « más de 60 « La primera deducción que aparece es: que la peste es rara en el lactante. En cambio, la segunda infancia parece ser la edad más azotada por la epidemia como lo prueba la elevada cifra de morbilidad. Va en se- guida disminuyendo la frecuencia mórbida, hasta llegar á la ancianidad, por supuesto que estas cifras no tienen sino un valor aproximado: el ver- dadero valor sería el que resultara de su comparación con el censo de ca- da una de las edades. Veamos ahora la mortalidad. De 8 niños de 0 a 1 años, falleció 1 ó sea el 12 % De 935 « « 1 « 15 « fallecieron 303 « 41 % De 629 jóvenes « 15 « 30 « « 190 « 30% De 310 adultos « 30 « 60 « « 150 « 48% De 45 ancianos « más de 60 « « 36 « 80 % Sin tomar en consideración el porcentaje de los lactantes por ser una cifra muy pequeña, lo único que puede concluirse del cuadro ante- rior es, que los jóvenes de 15 a 30 años, resisten mejor que las demás edades a la infección pestosa. La peste en las diversas profesiones Se ha demostrado suficientemente en todas las epidemias de todos los países, en los cuales ha hecho estragos la peste, que ella ataca de pre- ferencia ciertas profesiones, las que están más en contacto con los desper- dicios domésticos ó con los comestibles en donde habitan las ratas. Entre nosotros son las mujeres, sobre todo las mujeres del pueblo, y 400 los niños de segunda infancia, los que pagan más rudo tributo á la infec- ción pestosa: las primeras, porque permanecen constantemente en la casa, y ya sabemos lo que son las casas pobres en nuestra ciudad. Difícilmente podrán reunirse condiciones higiénicas más deplorables. Los segundos, porque andan descalzos y en condiciones no mejores que las madres. En cuanto á los hombres, el trabajo fuera de la casa les libra en cierto modo, cuando menos durante la mayor parte del día, del contagio. •» La peste es, pues, una enfermedad casera, enfermedad del pobre, del barredor de calles (en el cuadro constan estos como jornaleros) del truhán y de la meretriz. Estas últimas, aunque no figuran en el cuadro como ta- les, si puedo asegurar que han sido no pocas las atacadas. Han enfermado 991 sin profesión (mujeres y niños) 116 jornaleros * 137 sirvientes domésticos 89 lavanderas 65 cocineras 277 de otras profesiones, entre las cuales hay costureras, sastres, mecánicos, comerciantes, empleados, militares, panaderos, albañiles, pin- tores. carpinteros, zapateros, limpiabotas, tipógrafos, marineros, instituto- res, ebanistas, sombrereros, agricultores, estudiantes, &, &. Entre los comerciantes se encuentran aquellos individuos que trafi- can principalmente en comestibles y los llamados vulgarmente PUL- PEROS. La peste por razas Enfermaron 288 blancos, de los cuales murieron 57 o sea el 19 % « 478 indígenas, « « 195 « 40 0 0 « • 113 negros, « « 49 « 43% « 735 mestizos, « « 317 « 41 % En este caso debemos también deplorar la falta de un censo que nos permita apreciar el valor de cada uno de estos factores étnicos en nuestra población. Tan solo podemos considerar GROSSO MODO, por el aspecto de nuestros pobladores que existe un indudable predominio de los mestizos: las razas puras, indígena, blanca y negra, parecen menos nu- merosas, sobre todo ¡a última que es positivamente escasa. Dos circunstancias me parecen dignas de anotarse: primera, que el número de individuos de la raza negra atacados de la peste parece gran- de en relación con la escasez de esa raza en nuestra población, y segun- da: que la mortalidad de esa misma raza, con relación á la blanca es bastante elevada, casi de á 2; puede decirse que si de 10 blancos mué* ren 2, de 10 negros mueren 4. En los tratados clásicos ya se encuentra anotada la predisposición de la raza negra para adquirir la infección pestosa: pero no se ha hecho todavía constar que esa raza es también menos resistente para la misma infección. En cambio, la raza blanca ptrece gozar de un ligero grado de inmunidad, pues la mortalidad es bastante menor (pie las demás razas. Gravedad inicial de ia pesie l>a peste se inicia por un escalofrío violento (tipo neumonía), segui- do de alta fiebre, Esta es una regia general. 401 La fiebre, que puede tomarse como un síntoma constante en la infección pestosa, podemos también considerarla como indicadora de la gravedad del ataque infeccioso, según sea más o menos elevado el grado térmico inicial. Hablo por supuesto en términos bastante genera- les, pues en la marcha ulterior de la enfermedad vienen a revelarse las determinaciones, la resistencia orgánica y otros factores que hacen variar 1» gravedad dentro de límites muy extensos. Por las razones anteriores, me ha parecido interesante consignar el dato de la gravedad inicial expresado por la elevación térmica: Muy graves Gra ves 'Más de 4()9c] Me 399á40°c. 980, de los cuales fallecieron 478 ó sea el 489|ó 489, ., ,, 158 „ 32° |ó Mediana inten- sidad Benignos 'de 3N'.' á W (de 37° ú 38°c' 125, „ ,, 20 „ 16?|ó 30, „ 1 „ 39|O Salta a la vista la elevada proporción en que se encuentran los en- fermos muy graves, cuya temperatura inicial fue mayor de 40°c., propor- ción que llega al 60 %, poco más o menos, sobre el total de los casos.- Debo advertir que todas las temperaturas han sido tomadas en el recto. Es de tal manera frecuente la hiperpirexia y la iniciación brusca, que juzgo prudente pensar en la peste siempre que nos encontremos al frente de una temperatura inicial muy elevada, sobre todo si es en época epidemial. Siendo, pues, tan frecuente la hiperpirexia en la peste, no son raros Jos casos de temperaturas insólitamente elevadas: pero ellas, aunque reve- ladoras de una inminente gravedad, no son por esto necesariamente fata- les. La temperatura de 41° se ve con relativa frecuencia, la de 42° y más, la he visto en los siguientes casos, que me voy á permitir citar: 1")-La niña Leonor Otero (observación N° 580) de 10 años de edad natural de Guayaquil, enfermó el 20 de octubre de 1912 en el pueblo de Pimocha, de donde fué traída, ingresando al Lazareto el 22 por la tarde, la temperatura en el momento de su ingreso, comprobada en varios ter- mómetros, era de 42°1; el pulso de 160 al minuto. Bubón crural izquierdo. Al día siguiente amaneció en 38°7 y en esta misma temperatura pasó to- do el día 23. La pirexia duró 9 días. Se le administró el tratamiento habitual. El bubón se disolvió y la enfermita salió curada. 2o)-El 26 de octubre de 1912 ingresó el niño Marcos Torres (ob- servación No. 593) de seis años de edad: muy grave. Bubón inguinal de- recho. Temperatura 42°2. Pulso 160 al minuto, poco más ó menos. Se le inyectaron 20 ce. de suero. Falleció pocas horas después. 3*')-El niño Tomás Calderón (observación No. 843) de 10 años de edad, natural de Guayaquil, de raza indígena, ingresó el 21 de Diciembre de 1912. Bubón inguinal derecho. Temperatura 42°. Pulso 140 al minuto. Se le pusieron 60 cc. de suero subcutáneos y se administraron los medica- mentos habituales. Al día siguiente parecía un poco mejor. Temperatura 41°. Pulso 136. Se le puso la misma dosis de suero. Falleció pocas horas después. 4")-El niño Segundo Gordón, de 7 años de edad, natural del Milagro, de raza negra, sirviente doméstico. Fué traído del pueblo antedicho el 2 de enero de 1913, en estado comatoso. Bubón inguinal izquierdo. Tempe- ratura 4g°7. Pulso 130. Se le administró suero, 60 cc debajo de la piel, una inyección de quinina, purgante, baño, etc. Amaneció el día 3 en 38"!. con 100 pulsaciones al minuto, el estado general mejor. Se le volvió á in- yectar una dosis de 40 cede suero y una nueva inyección de quinina. Por 402 la tarde la temperatura volvió á ascender á 41°: pero el día 4 no hubo notable ascenso vesperal. Se continuó un tratamiento semejante y el en- fermo continuó también mejorando rápidamente. El bubón supuró. El en- fermo salió curado. 5")-En la siguiente observación la temperatura hiperpirética no fue verdaderamente inicial, sino consecutiva á una erupción pustulosa abundante. La cito por simple curiosidad. Se trata de una niña de M años, Juana M., natural do esta ciudad (observación No. 76) que ingresó el lo. de febrero del presento año. con un bubón axilar izquierdo, temperatu- ra de 40°2, la cual descendió algo más de un grado al día siguiente: pero volvió nuevamente á subir con rapidez, llegando al 4°. día a los 42°4 y falleciendo esa misma tardo. * Duración de la pirexia Sin ser la infección pestosa una enfermedad rigurosamente cíclica, puede asegurarse que tiene sus períodos bien definidos: el período agudo ó de peste propiamente dicha, es corto, raramente dura más de una sema- na: pero después de este período de estado viene una fase de reblandeci- miento y de supuración de los bubones, cuya duración fija es muy difícil do determinar. Por lo general, la temperatura desciende lentamente del 5o. al 8o. día y. después de haber llegado y permanecido en la pirexia uno ó dos días, vuelve á elevarse con grandes oscilaciones de acmé vesperal: es la liebre supurativa. Otras veces, sin llegar á descender la temperatura hasta la normal, después del 5o. ó 6o. día, continúan las oscilaciones tér- micas y queda establecido el período supurativo sin interrupción aprecia- ble. Para la formación de un cuadro estadístico he considerado sblamen te la duración del período febril de estado, sin tomar en cuenta la liebre supurativa secundaria. El 2V día curaron 21 fallecieron 36 total 57 El 3V „ „ 84 „ 88 „ 172 El 4 9 „ 1)5 „ 78 .. 173 El 59 „ „ 162 „ 66 „ 228 El 69 „ „ 148 „ 70 ,. 218 El 7? „ ,. 125 ., 44 169 El 8o ., .. 119 „ 43 „ 162 Indeterminados ,, 171 ,, 98 ., 269 Considero como indeterminados aquellos casos en los cuales no hu- bo una separación neta entre el periodo de estado y la supuración. E>tos casos como se ve, han sido los más numerosos. Viene en seguida en or- den de frecuencia el 5o. día, en el cual se ve también que hay una menor mortalidad que en el 3o. 4o. y 6o. El 5o. día podemos, pues, considera!'! ) como favorable en la peste. La evolución de la peste no deja á veces de presentar modalidades interesantes. Así, he creído encontrar cierta tendencia á la periodicidad: pero en unas ocasiones la supuración y en otras el tratamiento, han veni- do á enmascarar ó á romper la regularidad de la evolución. Voy á citar, sin embargo, un caso bastante característico de peste de marcha tífica, con estados críticos en cada septenario, ó lo que pudiéramos llamar septicemia pestosa con estado febril de septenarios, 403 La señorita M. B. (observación No. 832) de 19 años de edad, natu- ral de Machala, ingresó al Lazareto el 25 de diciembre de 1914. Entre sus antecedentes podemos anotar el paludismo y, según nos asegura ella, el asma. En días anteriores enfermaron sus dos hermanitas con peste y han sido tratadas en este mismo establecimiento, una de ellas está en el cuarto contiguo. Nuestra enferma no presenta bubón ni región ganglio- naj doloroso: tiene solamente postración, temperatura de 40° y 100 pulsa- ciones al minuto. No hay hematozoario en la sangre periférica: á pesar de lo cual se le inyecta quinina y una dosis conveniente de suero antipes- toso en la vena y debajo de la piel. Durante los seis primeros días, la temperatura osciló entre 38° y 39°5. El 6o. día por la tarde llegó á 40°4. El 7o. día descendió á 37°5, en los cuales se mantuvo 24 horas. El 7o. día nuevo ascenso á 39°5 y enton- ces continuaron las altas temperaturas con remiciones matinales de algo menos de un grado. El 10o. día se practicó la reacción aglutinante de Widal: resultado negativo. En cambio, la hemocultura nos demostró el Ba- cillus pestis al estado de pureza. El 14o. día baja la temperatura á 37°6 y vuelve nuevamente á as- cender hasta 40°, haciendo desde entonces oscilaciones descendentes has- ta el 21° en que llegó á la apirexia. Quedó desde entonces sin liebre y sa- nó sin mayor novedad. Como tratamiento empleamos en este caso el suero antipestogo, que no se mostró eficaz, el colargol y la balneación. Localización y gravedad de los bubones En la mayor parte de las descripciones clásicas de la peste puede leerse que la mayor frecuencia de los bubones corresponde á la región in- guinal. Además, se asegura que la gravedad pronostica más funesta es la de los bubones cervicales. Por lo que hace á la frecuencia de los bubones inguinales, me ha parecido importante hacer la distinción entre los infartos que radican en el mismo pliegue inguinal, ó por encima del ligamento de Poupard (en la región llamada por Testut y Jackob inguino-abdominal,) de aquellos en que el infarto se encuentra por debajo del anillo crural, en. el pleno trián- gulo de Scarpa (en la región inguino-crural, de Testut y Jackob.) A los primeros los denomino bubones inguinales: á los segundos, .bubones crura- les; reservando la denominación de inguino-crurales para aquellos en que se encuentra infartada toda la masa ganglionar de ambas sub-regiones. Bajo este criterio son. como se puede ver en el cuadro, mucho más frecuen- tes los bubones crurales que los inguinales propiamente dichos. En cuanto á la segunda aseveración, es decir, que los ganglios pes- tosos cervicales denuncian una gravedad pronóstica mucho mayor, no pa- rece comprobarse entre nosotros: pues, según aparece en el cuadro adjun- to. son los bubones axilares izquierdos los que producen una mortalidad más elevada; vienen en segundo lugar los inguino-crurales y solo en ter- cer término, en orden de gravedad, se encuentran los bubones cervicales. En mayor relación con la gravedad me parece estar la amplitud ó desa- rrollo que adquieren los bubones; pero este hecho no me ha sillo posible comprobarlo numéricamente. En cuanto á la frecuencia con que los bubones supuran y la presen- cia. de carbones pestosos, el simple dato numérico me revela de todo co- 404 mentario.Debo, sin embargo, hacer constar, que no siempre corresponde la manifestación carbonosa á la región en donde se desarrolla el bubón; así, por ejemplo, se pueden encontrar casos de carbón del pié derecho y bubón de la región axilar izquierda, etc. Erupción pestosa secundaria Sea porque las funciones de la piel son más activas eij nuestro cli- ma cálido, sea porque la virulencia del germen es mayor, ó por otra cau- sa que no me es posible determinar, es lo cierto que se han presentado entre nosotros, con una relativa frecuencia, casos de erupción pestosa se- cundaria, que ya ha sido señalada en otros países, por algunos autores, co- mo excesivamente rara. Entre los 1630 enfermos que hemos tomado para nuestros datos, encontramos 57 casos de erupción pustulosa, ó sea un 3%.-La grave- dad de estos casos ha sido tal, que solamente han salvado 5 enfermos de los 57 anotados, ó sea algo menos del 9 %. No me detendré en la descripción detallada de esta forma, pues el presente trabajo no es deíndole descriptiva; diré solamente que la erupción se anuncia por la persistencia de la elevación térmica, á pesar del trata- miento sérico oportuno, que la aparición de esta erupción se verifica el 7o. ú 8o. día de la pirexia, que en su comienzo tiene el aspecto de las manchas rosadas de la liebre tifoidea, pero á las 24 ó 36 horas ya se en- cuentran las máculas transformadas en pequeñas vesico-pústulas, cuyo contenido es una linfa grisácea cargada de coco-bacilos de Yersin. Por esta última circunstancia creo que se trata como lesión anatómica de em- bolias capilares sépticas. El señor Jorge Tomás Larrea, nuestro jefe de Laboratorio, ha hecho una detallada descripción de esta forma, que publi- có en el «Boletín de Medicina y Cirugía». Localización pulmonar Después de los ganglios linfáticos, la mayor predilección del bacilo de la peste es el parenquima pulmonar. Puede el germen pestoso pene- trar en las vías respiratorias con el aire inspirado y dar origen á la neu- monía primitiva ó de Childe. Esto es raro en nuestras epidemias. Otras veces la sangre se encarga de transportar los gérmenes desdólas regiones linfáticas, primitivamente atacadas, al parenquima pulmonar, dando ori- gen á la neumonía llamada secundaria, que es la más frecuente entre nosotros Sobre un total de 1680 pestoso:; hemos tenido 31 neumonías: ó sea 18 %o; de estas 31 neumonías, solo han salvado 4, ó lo que es lo mismo, que la mortalidad ha llegado al 87 °/0. De estas mismas 31 neumonías 6 han sido primitivas y 25 secundarias á bubones preexitentes, principalmen- te de las regiones axilares y cervicales. De los seis casos de neumonías primitivas, 2 han salvado, de los cua- les uno fué singularmente grave, conforme lo demuestra la historia si- guiente: P. M., de 15 años de edad, de raza indígena, constitución mediana: ingresó al Lazareto en la tarde del 11 de Noviembre de 1913. Entre los antecedentes se puede anotar el paludismo, que dice ha sufrido en años anteriores. No ha sido inmunizado contra la peste. La víspera de su in- 405 <?reso sintió un fuerte escalofrío, sin causa aparente ninguna: este escalo- frío fuó seguido de un dolor en el lado derecho del tórax y de fiebre ele- vada. En su casa se habían presentado en días anteriores algunas ratas atacadas de peste. Un sagaz e inteligente colega, el doctor Barbotó, sos- pechó inmediatamente la neumonía pestosa y lo envió <í este Laza- reto. El enfermo está bastante postrado, la temperatura es de 40"4 y el pulso de 130. Examinando los pulmones, se encuentra, en el derecho, en su tercio medio: sub-macicez, inspiración ruda y resonancia vocal-no hay verdadero soplo.-Los esputos son rosados, algo espumosos y en ellos se encuentran raros cocobacilos. El corazón y los riñones marchan bien. Se le inyectan 60 cm. c. de suero antipestoso subcutáneos y se lo proscribe una bebida amoniacal, compresas calientes del lado derecho del tórax ) una inyección de quinina. Al día siguiente, por la mañana, la temperatura es de 40° y el pulso late 120 al minuto. Está disneico. La respiración es ya soplante en el tercio medio del pulmón derecho. Los esputos netamente sanguinolentos y un segundo examen microscópico demuestra en ellos formas caracterís- ticas del B. pestis. Se le ponen otros 60 cm. c. de suero debajo de la piel y se continúa la misma medicación. Por la tarde del mismo día 12 la temperatura ascendió á 40°8 y el pulso á 130. El estado general se agravó. En vista de la severidad del pronóstico, 'autorice al interno Sr. Martínez Vinueza, para que procediera á ponerle dosis masivas de suero dentro de la vena y emplear los medios más heroicos de que disponemos, en la suposición de que todos fracasa- rían. En consecuencia, se le inyectaron 60 cm. c., dentro de la vena y 60 debajo de la piel: 4 cm. c. de aceite alcanforado y se le prescribió una be- bida con clorhidrato de amoniaco y una pequeña cantidad de alcohol. En total, en este día se le pusieron 180 cm. c. de suero, de los cuales 60 in- travenosos. El 13 por la mañana sigue grave. Temperatura 40°, pulso 126. El tratamiento en este día fue el siguiente; 40 cm. c. de suero por la vía intravenosa, 60 cm. c. de suero por la vía subcutánea, 1 cm. c. de colargol intravenoso, • 2 cm. c. de aceite alcanforado en inyección cada dos horas, una bebida amoniacal, por partes, enemas laxantes. Por la tarde, la temperatura descendió á 39°9 y el pulso sigue latien do 128 al minuto: pero el estado general continúa grave. Día 14, en la mañana, temperatura 40": pulso 114, está algo depre- sible por lo cual se le añade una pequeña dosis de digital en la bebida. El soplo en el pulmón derecho está ya bastante claro. Tratamiento: 60 cm. c. de suero intravenoso, 1 cm. c. de colargol por la misma vía, 12 cm. c. de aceite alcanforado, de dos en dos cada dos horas, bebida de amoniaco, digital, etc. Por la tarde, 40°6 de temperatura, 124 de pulso; su estado parece desesperado. En la noche del 14 al 15, es decir, el 6o. día de enfermedad, se pro- duce una brusca defervescencia. El 15 por la mañana lo encontramos sudoroso, con el pulso pequeño é irregular, extremidades frías, tendencias al colapso. Es la crisis intensa, teatral, pues la temperatura ha bajado 406 más de 3 grados en pocas horas. Tiene en ese momento 37°4 y 90 pul- saciones. Los signos pulmonares se han modificado favorablemente, el soplo es menos nulo y se oyen algunos estertores. So suspenden las inyecciones de suero y se mantiene el corazón por los tonicardiacos y altas dosis de aceite alcanforado. Por la tardo continúa bastante deprimido, se le reanima con peque- ñas cantidades de café caliente con cognac. Temperatura 3G°G; pulso dé- bil, irregular todavía, lato GO al minuto. El 1G amanece con 36°3 de temperatura, el pulso está algo más fuer- te poro existen todavía algunos falsos pasos. Los signos pulmonares son halagüeños; hay numerosos estertores húmedos. Bebida de esparteína. inyecciones do aceite alcanforado, etc., café con leche. Puede decirse que el 18, es decir, el octavo día do enfermedad, en- tra en un período de convalescencia, pues, aunque quedan algunos reza- gos estetoscópicos en el pulmón, ellos no tienen mayor importancia: el pulso está fuerte, regular, lento: el estado general del enfermo es mag- nifico. Permaneció hasta el 23 en el Lazareto. Durante osos días tomó una buena alimentación, pequeñas dosis de estricnina y una serio de in- yecciones de cacodilato. Determinación faríngea ó angina pestosa Es digna de estudiarse con cuidado esta determinación, porque pue- do en los primeros momentos pasar desatendida y dar origen á fenóme- nos de compresión y aún de edema laríngeo, que producen rápidamente la asfixia. A pesar de que hemos tenido cuidado de examinar la laringe do todos los casos de babón cervical, mucho temo que algunas voces haya quedado desconocida esta localización y determinado una muerte rápida. Silo 8 casos tenemos en la presente estadística, ó sea un 4°/oo so- bro el total de enfermos. Dolos 8casos de angina pestosa (todos compro- bados por la bacterioscopía), fallecieron 5. En la mayor parte de las ve- ces se trataba de enfermos muy graves: pero los hubo do mediana inten- sidad y aún benignos. Determinaciones oculares Las complicaciones ó, mejor dicho, las determinaciones oculares, son muy graves, tanto porque ellas revelan una abundante bacilimua. cuanto porque las lesiones locales son rápidamente invasoras y pueden determi- nar una ceguera en corto plazo. La conjuntiva, la córnea, la esclerótica, el iris y los medios del ojo pueden ser atacados aislada ó sucesivamente. En los primeros años de la epidemia fueron más frecuentes los ca- sos de localización ocular, pero por desgracia, no pudieron comprobarse todos por la bacteriología. Ultimamente, merced á la profilaxia y al tra- tamiento especial que tuvo la amabilidad de indicarnos el distinguido ocu- lista Dr. Ortega, hemos obtenido resultados de innegable provecho, á tal punto, ipie cada día tiendeádesapaiecer tan terrible emergencia. Sóbrelos 1G80 enfermos que hoy revisamos, solo he podido encon- trar 9 casos de determinación ocular, cuyo resumen es el siguiente: lo.)-En noviembre de 1912 (observación No. 730). Caso de con- juntivitis benigna, curó. 407 2o.)-En septiembre de 1913 (observación No. 1132). Panoftalmía. Curó de la peste: pero perdió un ojo. 3o.)-En octubre de 1913 (observación No. 1187). Escleritis. Fa- lleció. 4o.-En noviembre de 1913 (observación No. 1393). Conjuntivitis bilateral con abundante secreción purulenta cargada de B. pestis y ke- ratitis ulcerosa del ojo izquierdo. Curó de los ojos con el tratamiento in- dicado por-el Dr. Ortega. Curó de la peste. ño.) -En diciembre de 1913 (observación No. 1469). Conjuntivñis bilateral, con secresión purulenta cargada de cocobacilos de Yersin. Fa- lleció. 6o.)-En enero de 1914 (observación No. 46). Irido-ciclitis bilate- ral con hipopión; mejoró de los ojos, pero falleció de la peste. 7o.)-En septiembre de 1914 (observación No. 113). Escleritis bi- lateral. Erupción pustulosa en la piel. Caso muy grave. Sanó de la lo- calización ocular. Durante la convalescencia, fuera del Lazareto, falleció con fenómenos meníngeos. 8o.)-En noviembre de 1914 (observación No. 252). Irido-coroidi- tis, coincidiendo con una erupción pustulosa cutánea grave. Falleció. 9o.)-En diciembre de 1914 (observación No. 279). Conjuntivitis pes tosa. Curó. Los 6 últimos enfermos fueron tratados por las indicaciones del Dr. Ortega y en todos ellos hubo un notable mejoramiento del esta- do ocular, aunque la gravedad de la infección general produjo la muerte de tres de ellos. En el presente año de 1915, hasta el presente no hemos tenido nin- gún caso de complicación ocular, en cerca de 200 enfermos que lleva- mos vistos. Determinación gastro-intestinal A pesar do que algunos autores describen una forma gastro-intes- tinal de la peste, son muy raros, talvoz excepcionales, los casos en los que los fenómenos de parto del aparato digestivo predominan á tal pun- to, que se deba considerar como primordial el ataque á este aparato. Ellos, sin embargo, existen: tal vez algunos pasaron desconocidos en la vio- lencia epidemial, pero el siguiente fue perfectamente comprobado: Concepción R., natural de Ambato, de 40 años de edad, raza mes- tiza, constitución robusta: ingresó al Lazareto el 31 de enero del presen- te año [observación No. 741 el 3o. día de enfermedad: en estado de su- ma postración; temperatura de 40°4, pulso incontable, algidez de las ex- tremidades, sudor frío, calambres, vómitos, cólicos, diarrea riziforme. Tenía un gran bubón crural derecho, en cuyo jugo se encuentra el B. pestis. Se practica un hemocultivo. Se le inyecta suero de Hayem, ca- feína. Se le dan bebidas estimulantes, fricciones cutáneas, etc. Al dia siguiente por la tarde fallece, después de haber hecho numerosas cáma- ras de aspecto riziforme. El hemocultivo comprobó la presencia de co- cobacilos de Yersin. Se puede considerar el caso anterior como una peste coleriforme. Otro caso fue una sorpresa de autopsia. La enferma Rosa S. (ob- servación No. 548 del año 1912) de 12 años de edad, natural de Amba- to, de raza indígena, sirviente doméstica, ingresó el 11 de octubre, muy grave, con un bubón axilar derecho. Después de hacer un período agudo bastante irregular, que duró diez dias, comenzó la temperatura á aseen- 408 der lentamente, tomando una marcha tifoide. Se repitieron los exáme- nes de la sangre, sin encontrar nada, aparte del cocobacilo comprobado al comienzo de la enfermedad. La curva fue en mucho semejante á la de la fiebre tifoidea clásica. Falleció á los 41 días de enfermedad y en la autopsia se encontraron ulceraciones del intestino delgado recubier- tas de pseudo-membranas de aspecto verdoso, en las cuales se pudo comprobar una grande abundancia de cocobacilos pestosos. Este caso po- dríamos considerarlo como una forma gastro-intestinal tifoide. Vómitos negros La peste, como otras varias infecciones, determina en los niños una hiperemia intensa de la mucosa gástrica, la cual acaba por sangrar dando origen á hematemesis lentas, tardías, de pronóstico muy grave. Dos casos puedo citar, bien observados, que han presentado tan funesto síntoma, con la circunstancia de que ambos eran muy semejan- tes en su aspecto clínico general. Observación No. 1081 del año 1913: Niño de 3 años. Peste, bu- bón inguinal derecho. Antecedentes palúdicos. Ingresó el segundo día de enfermedad, muy grave. Tratamiento habitual. Falleció. Presentó, po- cas horas antes de la muerte, vómitos negros. No hubo otras hemorra- gias. Observación No. 213 del año 1914: Niño de dos años y medio. Peste, bubón cervical derecho. Ingresó muy grave, con signos menín- geos, contracto ras, gritos, vómitos, etc.: los últimos terminaron siendo oscuros | hematemesis |. Falleció. Mamitis pestosa No es raro ver que el gormen pestoso se localice en la glándula mamaria, (probablemente en el tejido conjuntivo intersticial). Observación No. 1031 del año 1913: Juana F., de 22 años de edad, natural de Chambo, lavandera, de raza mestiza, constitución robusta: in- gresó grave, con 39°5 de temperatura, aspecto pestoso, sin más manifes- tación que un endurecimiento en el seno. La investigación bacterioscópica del líquido obtenido por punción de dicho endurecimiento, demuestra abundantes cocobacilos de Yersin. Se le trata por el suero. La indu- ración desaparece y la enferma cura normalmente, Observación No. 1314 del año 1913: Dolores P., de 30 años de edad, natural de Manglaralto. Antecedentes palúdicos. Ha estado laclan do. Ingresa en cama. Temperatura de 40°o y 120 pulsaciones al minuto. No se le encuentra bubón ninguno, pero ambos senos están ingurgita- dos: en el derecho se encuentra un endurecimiento inflamatorio. Se le trata por el suero antipestoso y se obtiene una rápida curación. Otras localizaciones insólitas de las peste Como tales pueden considerarse el endurecimiento de aspecto fleg- monoso en la pierna de un niño en el cual se comprobó la presencia del B. pestis: y una pequeña induración al nivel del 4o. espacio intercostal en un anciano, que también se comprobó bacteriológicamente; y otras raras determinaciones. 409 El riñón en la peste En numerosos casos di1 posto grave se presenta una albuminuria más ó menos intensa, pero es muy difícil determinar cuando os que exis- te una alteración del parenquima renal y cuando se trata de una simple hiperemia. Aunque no hemos podido hacer un estudio sistemático del asunto, sí hemos comprobado, en repetidas oportunidades, una bacteriu- ria pestosa, en los casos de alguna gravedad, lo cual, desde luego, no es extraño, puesto que la posto puede considerarse como una septicemia. Por lo demás, aunque reveladoras de una infección intensa, estas bacterianas pastosas me parecen más bien representar un proceso eliminatorio que no una determinación ó localización renal. En apoyo do esta opinión pue- do citar el siguiente caso demostrativo: Observación No. 129 del año 1914. llosa O., de 28 años de edadr natural de Guayaquil, comerciante en comestibles: ingresó el 17 de oc- tubre en estado de su na gravedad. Temperatura 40°4: pulso 116 al mi- nuto. Se le inyecta u la fuerte dosis de suero en la piel y en la vena. Mejora un poco. Durante la evolución mbsiguionto, y coincidiendo con un estado general grave, presenta abundante albuminuria, orina, escasa, ligero soplo cardiaco en el primer tiempo en la punta, No hay edemas. Examinado el sedimento urinario, se encuentran abundantes B. de la peste. Sin otra medicación que la habitual en esta enfermedad, la tem- peratura fuó descendiendo lentamente hasta llegar á la normal el 12o. dia. Desapareció el ligero soplo cardiaco lo mismo que la albuminuria y la enferma salió curada. Algunos meses después he tenido oportuni- dad de ver á esta mujer que no presenta trastorno apreciable que indi- que lesión renal. El corazón en la peste Como en todas las infecciones generalizadas, y sin considerar desde luego, las localizaciones endocárdicas. secundarias, que generalmente no se revelan si no pasado el periodo febril agudo, la simple intoxica- ción del miocardio, determina también en la peste signos estetosCópicos apreciables, bien sean ligeros, fugaces, simplemente funcionales, como es el apagamiento del ruido sistólico ó el ligero soplo de timbre suave, que desaparece cuando la temperatura desciende; bien signos degenera- tivos precoces de la libra miocardiaca; como son, la irregularidad, el ere- tismo cardiaco y. por último, la embriocardia, de pronóstico muy grave, casi fatal. El sistema nervioso en la peste Las toxinas pastosas actúan intensamente sobre el sistema nervio- so central. La adinamia es precoz; el coma, el delirio y los otros signos atávicos son constantes. No necesito insistir sobre este punto: debo tan solo hacer constar que el delirio es frecuentemente secundario y que los signos atáxicos se presentan, en general, al comienzo de la deferves- cencia. Una perturbación algo frecuente es la disartria, ó si se quiete, la dislalia, que persiste durante la convalescencia de los casos muy graves Los enfermos parecen atontados, la palabra es lenta y tartamuda. Este 410 trastorno se prolonga algunas voces durante, varias semanas y aún me- ses después de la curación. Hemos visto un caso de verdadera afasia. El siguiente caso es bastante curioso por los fenómenos meníngeos fugaces que presentó: Observación No. 1139 del ano 191:»: Víctor M. L., do 16 años de edad, natural de Cuenca, do raza mestiza, peluquero, residente en esta ciudad desde la edad do dos años: fue traído al Lazando el 29 de sep- tiembre, cuarto día do su enfermedad, en estado do coma. Temperatura 40°9; pulso 142. Bubón inguino-cural izquierdo. Se comprueba la peste. Se le inyecta suero en lá vena y debajo de la piel. Al día siguiente está mejor, pero presenta subdelirio: la palabra es difícil, lenta. Hay vómitos y agitación, Temperatura 39°5; pulso 120. El sexto día de enfermedad el delirio aumentó de violencia: se le- vantó de la cama y hay necesidad de contenerlo. Se le administran baños tibios y una medicación apropiada. El séptimo día, cuando el delirio comienza á disiparse, se lo nota un estrabismo convergente y algo de desigualdad papilar. No hay pará- lisis aparento. Dice que ve doble. Acercándole diversos objetos, ve efec- tivamente dos imágenes, las cuales van confundiéndose á medida que el objeto se acerca. A la distancia tío 30 cm. ya no ve más que una sola imagen. Este estrabismo con diplopía fue disipándose lentamente en los días subsiguientes, basta que desapareció por completo. El enfermo permaneció un mes en el Lazareto, por la supuración del bubón, sin presentar ningún otro fenómeno de parte del sistema nervioso. Angela B. (observación No. 124 del año 1914), natural de Guaya- quil, de 16 años de edad, raza indígena, constitución robusta: fue lleva- da al Lazareto el 9 de octubre en estado de coma. No fue posible ave- riguar cuantos días tenía de enfermedad; pero presenta un bubón ingui- nal izquierdo, 41 de liebre. 144 pulsaciones al minuto: los órganos no presentan alteración apreciable. Se le pone una do is conveniente de sue- ro, una inyección de quinina y demás tratamiento apropiado. Al día siguiente, la enferma ha despertado, pero parece atontada: no contesta á las preguntas que se le hacen. La temperatura ha des- cendido más de 2 grados, tiene 38°8 y 120 de puho. Se continúa el tratamiento por el suero. El 14, los fenómenos infecciosos agudos han cedido casi por com- pleto. El bubón supura. Hay ascenso vesperal de la temperatura. Está afásica: oye y comprende lo que se le dice; contesta por señas. No hay otra alteración de la motricidad periférica y la sensibilidad parece in- tacta. Las visceras no presentan alteración apreciable y la enf ,ma se ali- menta normalmente. Esta afasia duró siete dias poco más ó menos, pues fué desapare- ciendo lentamente. El día 21 hablaba algunas palabras, muy bajo y ar- ticulando con dificultad. El día 24 la voz era más fuerte, pero todavía la articulación era difícil. La enferma permaneció en el Lazareto hasta el 10 de noviembre y en esa fecha- de su salida hablaba con bastante corrección. 411 La peste en las embarazadas El resumen de las observaciones que á este respecto he podido re- coger, me da el siguiente cuadro: X limero de Tiempo del Curadas Fallecidas enfermas embarazo con aborto sin aborto con aborto sin aborto 3 3 meses 0 2 0 1 6 4 „ 1 3 1 1 (i 5 „ 1 2 0 3 2 6 „ 1 Ó 0 1 8 9 „ 0 4 D 1 24 8 „ 0 1 0 3 - - - - - 49 3 12 4 10 15 14 Del cuadro anterior se deduce: lo.: que la mortalidad de la madre es elevada [50% más ó menos do los casos |. 2o.: que el aborto se presenta en el 24% de los casos, siendo más frecuente en los primeros meses del embarazo. 3o.; que el pronóstico general es más sombrío mientras más avanzado está el embarazo. * Recidivas y recaídas La posto os una enfermedad inmunizante, al mismo título que la viruela y otras infecciones similares. Se citan algunos casos de recidi- vas: pero juzgo (pie en este asunto debemos do ser lo más estrictos que sea posible, exigiendo en todo caso la comprobación bacteriológica. Hay que distinguir, en efecto, las verdaderas recidivas, de las simples infec- ciones banales, pues sucede con relativa frecuencia (pie los ganglios lin- fáticos, en los (pie se lia desarrollado el ataque pestoso, quedan infarta- dos, endurecidos, durante varios meses y aún años y, que una causa banal, pequeñas infecciones de la piel, traumatismo ó el simple ejercicio muscular exagerado, puedo provocar en ellos una reacción inflamatoria aguda, acompañada de liebre, simulando una recidiva de la enferme- dad. Hasta tros casos podría citar de recidiva: pero, desgraciadamente la comprobación bacteriológica ba faltado en el primer ataque, por lo cual no es posible tomarlas científicamente en consideración. Más frecuentes son los casos de recaídas, en los que ol germen pestoso ha permanecido vivaz en la trama del tejido linfático durante, una ó dos semanas, para volver á tomar nuevamente su primitiva viru- lencia, en la misma ó en otras regiones ganglionares alejadas. Desde los casos de bubones múltiples, con brotes sucesivos de la temperatura, has- ta las verdaderas recaídas, hay una insensible gama. Voy á permitirme citar un caso bastante característico: Observación No. 324 del año 1914; José N. Campos, natural de Tumaco, de 42 años de edad, sirviente doméstico, de raza negra; ingresó 412 el 12 de diciembre, con 37°8 de temperatura y un ganglio infartado en la región crural derecha. Se practica el examen bacteriológico y se com- prueba la presencia del B. pestis. Se le trata por el suero y el infarto desaparece, la temperatura cae por debajo de la normal. El dia 15 se le concede el alta. El día 26 del mismo mes vuelve á ingresar. Dijo la familia (pie en casa habla tenido liebre, pero aquí solo puede compro- barse!, un estado inflamatorio de la misma regum ganglionar. Se practica un nuevo examen bacteriológico y se encuentra nuevamente abundantes cocobaeilos de la peste. El enfermo curó sin ningún contratiempo. Dos circunstancias son dignas de lijar nuestra atención en el ca- so anterior: primera, la benignidad de él y segunda, la persistencia prolongada del germen pestoso en el organismo sin producir mayor trastorno. La peste y otras enfermedades l9 Peste y erisipela La erisipela, cuando ataca principalmente á los miembros, se pres- ta fácilmente á la confusión con la peste. En algunas ocasiones ha suce- dido el caso de llegar al Lazareto un individuo con alta liebre, algo de estupor, un ganglio infartado y generoso, una. pequeña lesión de la piel, etc,; todos los caracteres clínicos do la peste. Pomo tal la hemos de pronto considerado, instituyendo el tratamiento correspondiente, sin espe- rar la comprobación bacteriológica. Al siguiente día nos ha sorprendido la aparición de una placa erisipelatosa en la vecindad di1 la pequeña ero- sión cutánea. El examen bacterioscópico nos ha venido entonces á reve- lar nuestro error. Este error es no solamente excusable, sino (pie él no comporta mayor gravedad, puesto que, por una parte, la erisipela es gene- ralmente benigna y tiendo á la curación expontánea; y por otra parte, el suero antipestoso me ha parecido que so muestra algo favorable en la in- fección erisipelatosa. 29 Peste y blenorragia Eb 14 de septiembre de 1913 filé enviada p ir un colega, una nim- ia de 5 años de edad, con el diagnóstico de poste, ni ingresar la en- fermita no tenía gran adinamia: liebre de 38°8, pulso 108 al minuto, un bubón doloroso en la ingle izquierda y una secreción valvar purulenta. Practicado el examen del jugo ganglionar, se comprueba la pre- sencia del B. pestis, mientras que en la secreción vulvar se encuentran abundantes gonococos de Neisser. Se le pone suero antipestoso, seguido de colargol: la temperatura desciende á la normal y el bubón desaparece. Queda la secreción go- nocócica, por lo cual, al cabo de 5 días de tratamiento, se le envía al hospital para su completa curación. El caso anterior demuestra que una persona atacada de blenorra- gia, puede adquirir la peste. Por consiguiente, siempre que se sospeche la peste, aún cuando exista blenorragia, debe de practicarse el examen bacteriológico del ganglio infartado 413 3- Peste y paludismo • •- . . f - o El paludismo es en nuestro clima una pandemia: reina en todo tiempo; y tanto en el campo como en la ciudad, precede, acompaña ó suce- de á casi todas las enfermedades agudas y enmascara los. procesos in- fecciosos: existe algunas veces al estado de latencia y se revela cuando una alteración más ó menos profunda conmueve al organismo. No es, pues, raro que en la peste aparezca conjuntamente al procer so febril ó le suceda, como acontece con mayor frecuencia. Por des- gracia, no he podido hacer la comprobación hematológica de todos los casos, razón por la cual no me atrevo á formar un cuadro estadístico demostrativo. l Una sola circunstancia creo digna de anotarse á este respecto, y es: que en los individuos palúdicos, la fiebre de la peste no es continua, ni subcontinua, sino que toma el tipo remitente, de oscilaciones más ó menos acentuadas, hasta el punto de terminar siendo francamente in- termitente. Este dato me । arree importante para que el clínico pueda sospechar la colaboración del hematozoario en el cuadro infeccioso, an- tes de practicar el examen hematológico. Desde luego, la quinina no tiene, ninguna contraindicación en la peste. 4V la peste y los procesos crónicos El alcoholismo, la sífilis y la tuberculosis, ensombrecen el pronós- tico de la peste, como el de todas las pirexias graves. En los alcohólicos el delirio es la regla y la neumonía secunda- ria una amenaza. Los sifilíticos hacen largos estados supurativos. En los tuberculosos, la infección pestosa es un fuetazo para su afec- ción crónica, á la cual sucumbí neón frecuencia. Menos graves son, de^de este punto de vista, las afecciones cardio- vasculares y renales, pues en ellas, marchando con prudencia, se pue- den salvar las serias amenazas dé la asistolia, el síncope y la uremia. Numerosos casos hemos tenido de arterio-esclerosis, de lesiones or- gánicas del corazón y de nefritis crónicas, que han podido resistir á la infección pestosa merced á un tratamiento adecuado, en el cual, al mis- mo tiempo que la medicación sérica moderada, hemos recurrido á la sangría, á los tcni-cardiacos y los demás medios protiláticos de la asis* tolia. , ■ ? Voy á citar algunos casos demostrativos: Observación No. 1328 del año 191¡J: Teolinda M., natural de Gua- yaquil, de 30 años de "dad, de raza indígena, de constitución robusta, entre los antecedentes de la cual se encuentra el paludispio: ingresa en estado de suma postración, fácies hipocrática, extremidades frías, pulso irregular, corazón embriocárdico. Temperatura. 40"6. A pesar de su aritmia cardiaca se le administra suero, 30 cm., en la vena é igual canti- dad en la piel y al nmmo tiempo se mantiene el corazón por medio de la cafeína y de inyecciones estimulantes. La teinperatma desciende rá- pidamente hasta el cuarto día, en que llega á la normal. Presenta de vez en cuando, intermitencias en el pulso y algo de taquicardia, la que lo- gra moderarse merced á la digitalina. La enferma salió curada el 3 de diciembre del año indicado. 414 Observación No. 120 delaño 1914: Angela B. de M, natural de Samborondón, de 74 años de edad, de raza blanca, antecedentes palúdi- cos; ingresa el 8 de octubre en estado muy grave, con un bubón crural izquierdo, temperatura de 40°2 y pulso de 100 al minuto. La arteria radial es dura y tortuosa: el examen de su aparato cardio-vascular, reve- launa insuficiencia aórtica con estrechez é hipertrofia cardiaca. Se le trata por el suero á dosis altas, que son bien toleradas, atendiendo tam- bién el corazón por medio de inyecciones de estricnina y aceite alcanfo- rado. La enferma mejora rápidamente, el bubón se resuelve y sale cu- rada el 22 del mismo mes y año. Observación No. 261 delaño 1914: Rosa C. B., natural de Guaya- quil, de 45 años de edad, de raza mestiza, de constitución robusta: ingre- sa el 30 de noviembre en estado grave. Es una señora gruesa, con to- dos los signos de brigthismo: refiere que ha estado muy hinchada en otras ocasiones. Temperatura 40"4, pulso débil que late 100 al minuto. Albuminuria. A pesar de lo anterior, se le administra 80 cm. de suero debajo de la piel, que se repite al día siguiente. En vista de (pie el estado general no mejoraba, se le extraen 200 cm. c. de sangre y desde entonces la enferma comienza á mejorar rápidamente. El octavo día la temperatura llegó á la vecindad de la apirexia. Salió curada el 15 de diciembre. Observación No. 117 delaño 1915: Carmen S., natural de Guaya- quil, de oficio lavandera, de raza negra, de constitución robusta: ingre- só el 25 de febrero en estado grave. Gran postración, 38°6 de tempera- tura,, pulso irregular, disnea, ligera cianosis de la cara. El examen del corazón revela un estado de eretismo, contracciones tumultuosas y arít- micas, sin que sea posible determinar ruido orifidal ninguno. No me atrevo á ponerle suero: me arengo solamente á los toni-cardiacos, en es- pecial á la ergotina y á la cafeína. Con todo, la enferma mejora rápida- mente: el bubón que era axilar, se resuelve con facilidad y la enferma sale curada el 4 de marzo. TRATAMIENTO Tratamiento preventivo-Vacunación Antes de abordar de lleno la parte verdaderamente clínica, ó sea el tratamiento curativo, diré algunas palabras sobre el tratamiento pre- ventivo individual. Desde el comienzo de la epidemia, en 1908, nuestra Glicina de Sa- nidad ha empleado perfectamente, y en los últimos tres años de un mo- do exclusivo, la vacuna antipestosa del Instituto Pastear de París. Es bien sabido (pie esta vacuna consiste en cultivos sobre gelosa, calentados durante tres cuartos de hora á 65°, y diluidos después en agua fisiológi- ca al 7° o<>, en proporción tal que cada centímetro de liquido inyectable contiene 2'5 milímetros de sustancia activa. Desde luego, el resultado más inmediato que he podido personal- mente apreciar, ha sido el siguiente: Sobre 1689 enfermos observados du- rante los años de 1912, 1913, 1914 y primer semestre de 1915; han ha- bido 21 individuos inmunizados con vacuna antipestosa, dentro de los seis meses anteriores al ataque de peste. De estos 21 casos han falle- cido dos BUBONES LOCALIZACIONES CASOS CURARON Con carbones Fallecieron Mortalidad Frecuencia sobre 1620 casos Por resolución Por supuración Persistentes Total Crurales derechos. 281 100 61 17 178 9 103 36% 17% 551 181 32% Id. izquierdos. 270 106 72 14 192 4 78 28% 17% Inguinales derechos. 131 67 19 2 88 0 43 32% 8% 247 80 36% Id. izquierdos. 116 55 18 6 79 3 37 31% 7% Inguino-crurales derechos. 78 22 17 2 41 0 37 47% 4% 166 80 48% Id. id. izquierdos. 88 21 24 0 45 2 43 48% 5% Cervicales derechos. 125 47 18 6 71 2 54 43% 7% 242 96 39% Id. izquierdos. 117 46 25 4 75 1 42 35% 7% Axilares derechos. 146 68 23 4 95 3 51 34% 9% 276 119 45% Id. izquierdos. 130 47 13 2 62 1 68 52% 8% Poplíteos derechos. 3 2 0 0 2 0 1 33% 0'1% 7 1 14% Id. izquierdos. 4 4 0 0 4 0 0 0% 0'2% Epitocleares derechos. 5 2 1 0 3 0 2 0'3% 10 5 Id. izquierdos. 5 1 1 0 2 1 3 0'3% Suprahiodeos 3 0 1 0 1 0 2 0'1% Mili tiples. 75 27 13 2 42 2 33 44% 0'4% Sin bubón. 43 13 30 69% 0'2% Bubones del lado derecho. 769 Id. id. izquierdo. 730 Supurados: 306 (5 sea el 19% Frecuencia de los carbones: 07% Resultados obtenidos por nuestra vacunación antipestosa comparados con los de la vacuna Haffkine, obtenidos en otros países, principalmente en la India NOMBRE DE LA LOCALIDAD INOCULADOS NO INOCULADOS Inocalados Casos de peste Morbilidad por 100 Defuacieoes Mortalidad por 100 No ¡«culadas Casos de peste Morbilidad por 100 Defunciones Mortalidad por 100 Distrito de Ahmednagar [1899] 144,117 70 0'04 31 0'02 509,085 563 9'1 415 0'08 Provincia de Pumdjab (1901-1902) 235,779 881 0'4 209 0'1 3.909,326 266,700 6'8 173,732 4'4 „ „ „ (1902-1903) 186,797 3,39 1'8 814 0'4 636,630 49,433 7'7 29,723 4'6 Aden (Comunidad judía) (1900) 1,190 239 1'9 8 0'0 982 83 8'4 65 6'6 Aden (1905) 898 37 4'1 14 0'6 1,022 368 34'9 294 27'9 Guayaquil (1912) 2,903 1 0'03 0 0 77,043 (?) 485 0'6 . 188 0'2 „ (1913) 18,850 12 0'06 2 0'1 61,142 (?) 727 1'1 304 0'4 „ (1914) 20,521 4 0'01 0 0 59,479 (?) 409 0'6 158 0'2 415 Pero para darnos cuenta más exacta del valor de esta vacuna, de- beríamos, ante todo, tener la cifra del censo: desgraciadamente no la po- seemos, pero si podemos calcular en 80.000 los habitantes de nuestra población. El resultado comparativo de la vacunación antipestosa sería el que aparece en el cuadro anjunto: Como los autores consideran que la vacuna no tiene acción pre- ventiva más que por seis meses» solo he considerado aquellos casos que han sido inoculados dentro de este periodo de tiempo y han contraído, la peste; pues varios han habido cuya inoculación era anterior á seis meses, un año ó más. También he visto casos de peste en. sujetos que han su- frido valias inoculaciones preventivas. En mi concepto, la vacunación antipestosa tiene, como medio pro- filáctico general, el grave inconveniente de que la duración de la in- munidad que ella confiere, es corta. En las grandes poblaciones es ca- si imposible efectuar la vacunación simultánea total: hay pues necesidad de ir inoculando parcialmente á los pobladores, de donde resulta que mientras se efectúa la vacunación de una parte (distrito ó cuartel), la porcmn más.alejada, el cuartel ó distrito por donde se comenzó la va- cunación, ha perdido ya la inmunidad y habría que volver á comenzar Por otra parte, no deja de ser molesto, y talvez peligroso para las per- sonas expuestas al cmtigb, estar recibiendo repetidas inoculaciones de sustancias que puedan fatigar y aún lesionar sus emuntorios. No es esto que pretenda yo decir, que deba de abandonarse tan importante medio de defensa individual, el que tiene en su favor éxitos innegables, como los obtenidos por nuestra Oficina de Sanidad en las pequeñas poblaciones en donde so ha logrado detener á raya el progreso de la peste por la vacunación total de los habitantes (tales los casos de Alausí y otras poblaciones circunvecinas). Pero sí creo que deba de li- mitarse el uso reglamentario de la vacuna, á las agrupaciones especial- mente expuestas al contagio, com» son los colegios, los cuarteles, cárce- les. etc., y solamente en la época epidemial. La opinión del señor Dujardin-Beaumetz, Jefe del Laboratorio del Instituto Patear es: «que el empleo de las vacunas antipestosas, per- mitirá limitar la morbilidad en cierta medida, pero es preciso no con- tar con ellas para suprimir la poste en un país en que reina en estado epidémico. Basta citar el ejemplo de la India, en que á pesar de la efi- cacia incontestable de las inoculaciones haffkinnianas, la peste hace to- davía cada año un millón de víctimas». «La verdadera profilaxis antipestosa efectiva, concluye el citado autor, consiste en la exterminación de las ratas, únicos propagadores de esta enfermedad, y recurriendo á esta práctica sistemática será posible hacer desaparecer definitivamente la peste, cuya extensión se hace cada día más inquietante», Por otra parte, seria de desear que los investigadores de La- boratorio, dirijan por nuevas vías su trabajo, por lo que respecta á la in- munización antipestosa, del modo de prolongar el período de la inmuni- dad. Talvez si tratando los cultivos por el éter ú otras sustancias si- milares, á semejanza de los procedimientos empleados por el profesor Vincent con el bacilo tdico, se pueda hacer algo más duradero. Tratamiento curativo Hemos empleado el siguiente: Suero: dosis usuales: 20 á 00 centímetros dentro de la vena y 60 416 á 100 centímetros por la vía subcutánea. Ambas vías al mismo tiem- po, en la misma sesión, comenzando por la inyección subcutánea, (proce- dimiento de elección) ó una sola vía, venenosa ó cutánea. Estas dosis se repetían al día siguiente ó se iban disminuyendo según el estado de mejoría del enfermo. El tratamiento por el suero debe ser comandado no solamente por la curva térmica, sino también por el estado general del enfermo. En los casos graves hemos elevado las dosis hasta 100 y 120 centímetros de suero. Al mismo tiempo hemos administrado á nuestros enfermos, baños templados, de 25 á 28 grados, no tanto para hacer descender la tem- peratura, cuanto para facilitar la eliminación tóxica por la piel y el riñón, y sobre todo, con el objeto de sedar el sistema nervioso, tratando de evi- tar asi el estado atáxico, tan frecuente en esta infección. . El primer día administramos también un purgante de calomel, que nos parece el más apropiado, para despejar las vías digestivas. Los días subsiguientes damos bebidas alcalinas y llenamos las múltiples indi- caciones sintomáticas secundarias. Un medicamento me parece muy importante en la peste, y es el colargol. Su acción leucolítica, que ha sido demostrada por el profesor Robín, me impulsó á emplearlo, pues bien sabido es y he podido corro- borarlo personalmente, que la peste es una infección con abundante leu- cocitosis y cuagulum sanguíneo rápido, ai mismo título que la neumonía y otras infecciones similares. Está pues teóricamente indicado é>te, co- mo los demás fermentos metálicos, en la peste bubónica. Los resultados obtenidos por el empleo del colargol, asociado naturalmente á la medica- ción sérica, han sido tan halagadores, que cada día lo he ido generali- zando, á tal punto, que en la actualidad lo inyecto en casi todos los ca- sos de peste, al mismo tiempo que eLsuero, desde el momento del in- greso al Lazareto. He aquí los resultados obtenidos: Tratados por Fallecieron Mortalidad Suero subcutáneo 986 casos: 479 48.27o „ intravenoso 114 99 48 41.97o „ por ambas vías 450 99 130 28.87o Acción del colargol: Suero y colargol 739 99 214 28.97o ,. sin colargol 812 99 396' 48.77o Del cuadro anterior se deduce que el tratamiento de preferencia es el suero administrado por ambas vías, subcutánea é intravenosa á la vez, y ayudado por el colargol. El porcentaje de mortalidad así obteni- do, 28'9, es bueno si se compara con las estadísticas más importantes de otros países, como son: Mortalidad Yersin, en Mandvi (1898) 65'4o,o Simond, en Bómbay (1898) 57'8o/o Calmette y Salimbeni, en Oporto (1899) 1 r?o/o Penna, en Buenos Aires (1905) 19'3o o Hospital Cándido, en Río Janeiro (1905) 16'5o/o Hospital S. Sebastián „ (1906) 28'8o/o Campos . - (1902) 19'10/q 417 Debo de hacer constar que todos los autores citados sacan sü porcentaje de un número de casos muy inferior al nuestro. Muy importante es también, como lo hacen notar todos los auto- res, la oportunidad, ó mejor dicho, la precocidad del tratamiento serote- rápico. Asi lo demuestra nuestro cuadro siguiente: Casos tratados: Curaron Fallecieron Mortalidad El lo. día 99 76 23 23 o/o 2o. ?? 600 396 204 34 o/o n 3o. n 361 233 128 35 o/o 4o. n 201 110 91 45 o/o 5o. 67 38 29 43 o/o Después del 6o. día 92 50 42 45 o/o Por lo demás, como ya he hecho notar hace un momento, hemos atendido á las diversas manifestaciones sintomáticas: y á este respecto, debe de estarse constantemente alerta para evitar las determinaciones orgánicas graves ( neumonía, lesiones oculares, etc. | que, como es sabido, son bastante frecuentes en la peste. La neumonía secundaria, que en la peste tiene un período de in- farto lento y progresivo, puede evitarse hasta cierto punto, vigilando diariamente el aparato bronquio-pulmonar y tratando de evitar los esta- dos congestivos de dicho aparato. Es prudente no exponer á los pesto- sos á bruscos cambios de temperatura y á corrientes de aire. En uno de los pabellones de la peste, me vi obligado á suprimir las camas que se hallaban vecinas de la puerta, porque se produjeron allí varios casos de neumonía. Las complicaciones oculares han sido evitadas durante el último año, merced á los importantes concejos que tuvo la bondad de indicar- me, á solicitud mía, el ilustrado oculista doctor Ortega, los cuales pueden reducirse á evitar la acción directa de la luz sobre los pestosos y, en caso de notar algo de hiperemia conjuntiva!, escleral, ó perikerática, practicar la oclusión de los ojos por medios de vendajes apropiados, é instilar una gota de atropina al 1%, tres veces al día. Con esto se lo- gra, en dos días generalmente, evitar las temibles complicaciones ocula- res. Si por falta de cuidado ó por cualquier otra causa, la determina- ción ocular ha estallado y el germen pestoso se encuentra produciendo una conjuntivitis, una escleritis y aún una irido-ciclitis, el tratamiento indicado por el doctor Ortega es el siguiente: lo.-Compresas calientes de una solución de oxicianuro de mercu- rio al 1 por 4 mil, hasta llegar á 20 compresas, cada tres horas. 2o.-Inmediatamente después de las aplicaciones calientes, insti- lar dos gotas de sulfato de atropina al 1 por ciento. 3o.-Fricciones en las sienes, dos veces al día, de la mezcla si- guiente: Pomada de Belladona 5 gramos Pomada mercurial 10 „ 4o.--Conservar al enfermo en le oscuridad, y 5o.-Tratamiento general apropiado. Con este tratamiento hemos obtenido resultados muj* satisfactorios en los casos que he relatado antes. Al concluir estos datos, que no corresponden por lo inconexos á mi deseo, quiero que me. sirvan de pretexto para manifestar públicamente 418 mi gratitud á mis jefes, los doctores Cornejo Gómez y León Becerra, su- cesivamente, que han tenido la bondad de apoyarme en mi trabajo. También, y con más íntimo y fraternal cariño, á mis compañeros de lu- cha diaria, mis internos y ayudantes, señores Larrea, Dávila, Galarza y Martínez Vinueza; cuya constancia y valor, cuyo talento y abnegación, es mi deber estricto proclamar. Este trabajo es tanto de ellos. como mío. ( ' ■ ' DISCUSION: DR. ARAUS.-Felicita al DR. PAREJA por su importante trabajo y manifiesta su opinión conforme con la del autor respecto á la ineficacia de la vacunación antipestosa como medida profiláctica general y única. DR. PEÑAHERRERA.-Felicita al autor por su bien medi- tado trabajo lleno de interesantes y completas estadísticas, digno de ser imitado, pues solo así se puede tener idea completa del movi- miento nosológico. Algunas observaciones sobre hematología clínica POR EL DR. ENRIQUE GALLEGOS ANDA Prof. de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Central He creído de sumo interés determinar la normal hematológica á la altura de 2.850 metros á que se encuentra la capital, que como fácil- mente se comprende, debe variar de la europea por múltiples causas, que no creo del caso enumerar. Desgraciadamente no pude encentrar individuos que se prestaran á proporcionarme sangre y hube de trasla- darme á Ambato (2 610 mt.), en donde he podido conseguir mi objeto; mas, como no he podido descubrir sino de doce días, apenas puedo pre- sentar 18 observaciones, muy pocas para de ellas sacar conclusiones terminantes: con todo, es un trabajo que lo dejo iniciado y que me pro- meto continuar con más amplitud y prolijidad para el siguiente Con- greso, Para la enumeración de los glóbulos rojos y blancos me he servi- do del hematímetro de Thomas; para la dosificación de la hemoglobina 419 del hemoglobinímetro de Sahli: para la resistencia globular, de solucio- nes estériles de cloruro de sodio químicamente puro desde 0,34 hasta 0,52 ° o. La sangre la he tomado de Jas venas del pliegue del codo pa- ra la resistencia globular y la dosificación de la hemoglobina, y del dedo anular para las numeraciones globulares y los «etalements». La sangre so ha recogido de todos los individuos en ayunas. Las colora- ciones al Giemsa: habría deseado usar métodos panópticos y pancrómi- cos y hacer una fórmula leucocitaria más completa: pero, repito, el tiem- po me ha venido muy estrecho. EXAMENES HEMATOLOGICOS I •, A, P. 46 años de edad, raza blanca. Glóbulos rojos 5.396.506 « blancos 10.100 Hemoglobina 106 Resistencia globular: Hl 0,38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 58,2 % . , ; Linfocitos 18,4 % Mononucleares 22,8 % Eosinóíilos 0,6 °/° 100 II P. Q. 20 años de edad, raza india Glóbulos rojos 7.790.000 « blancos 8.300 Hemoglobina 103 Resistencia globular; H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 68.3 % Linfocitos 14,9 % Mononucleares 11.6% Eosinóíilos 5,2 % 100 III J. V. 18 años de edad, raza mestiza. Glóbulos rojos 7.880.000 « blancos 15.600 Hemoglobina 103 420 Resistencia globular; H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 76 % Linfocitos 9 7o Mononucleares 5 % Eosinófilos 10 % 100 NOTA.-Este individuo ha adolecido de una osteítis de la tibia, actualmente curada y presenta un prurigo localizado en los antebrazos y el cuello; por lo tanto, esta sangre no debe considerarse como com- plemento normal. IV Rosa N. 16 años, india. Glóbulos rojos 6.490.000 « blancos 11.000 Hemoglobina 0,87 Resistencia globular; H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria; Polinucleares 64,7 7o Linfocitos 12,7 70 Mononucleares 13,8 70 Eosinófilos 8,8 7o 100 V A. S. 29 años, blanco. Glóbulos rojos 7.410.00 0 « blancos 8.000 Hemoglobina 110 Resistencia globular: H3 0,38/-0,31 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 70,6 70 Linfocitos 15,5 7o Mononucleares 11.2 7o Eosinófilos 2,7 70 100 421 VI J. P. 20 años, mestizo. Glóbulos rojos 7.140.000. « blancos 7.300 Hemoglobina 121 Resistencia globular: H1 0,38 H2 0,36 - H3 0,34 \ ¡ Fórmula leucocitaria: Polinucleares 63, % -■ Linfocitos 6,2 % Mononucleares 25,4 °'o Eosinóíilos 5,4 % - 100 VII H. A. 21 años, blanco. ¿ ¿ Glóbulos rojos 7.930.000 . « blancos 6.300 Hemoglobina 106 Resistencia globular: H1 0,38 ' . H2 0,36 H3 0,34 { Fórmula leucocitaria: Polinucleares 55,6o/o Linfocitos 39,4o'o ■ Mononucleares 5, o/q Eosinóíilos 0, o/o 100 VIII A. J. 32 años, blanco. Glóbulos rojos 5.800.000 „ blancos 6.000 Hemoglobina 105 Resistencia globular: H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 73,4 o/o Linfocitos 11,7 o/o Mononucleares 13,3 o/o . Eosinóíilos 1,6 o/o 100 422 IX J. T 21 años, mestizo. . Glóbulos rojos * ~ 5.380.000 > „ blancos » 7.200 Hemoglobina 120 Resistencia globular; H1 0,38 H2 0,36 Ha 0,34 Fórmula leucocitaria: . . ; ' Polinucleares 60,4 o/o Linfocitos 24,9 o/o .. . Mononucleares 9,4 o/o • Eosinóíilos 5,3 o o -i*. • • i - • 2 .. A . v « « ioo - ..VI X A. M. 54 años, blanco.- :'c ' Glóbulos rojos : 6.900.000 „ blancos ó 10.300 i.. Hemoglobina ; ó 105 Resistencia globular: Hi 0,38 i Ha 0.36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: ' Polinucleares 70,8o/0' . Linfocitos 17,4o o Mononucleares 10,8o,o Eosinóíilos loyo 100 XI C. N, 35 años, blanco. 1 /- Glóbulos rojos' h 8.930.000- „ blancos; 6.300 Hemoglobina '• 128 Resistencia globular: < ': ■ . H1 0.38 H2 0.36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: ■ • Polinucleares 75,4o/o Linfocitos 24,6o/o Mononucleares 7,7o/o Eosinóíilos 2,3o/o ' • . ; . 100 \vl 423 XII J. H. 37 años, blanco. ' f y-gíí v.Jj Glóbulos rojos 4.680.000 „ blancos / 8.400 Hemoglobina 115 Resistencia globular-: , ■ , .... , -z H1 0,38 ! • '■ ' ! z " - H2 oí36 i---.:/. • - H' 0,34 _ . „ ,T ' mi ;.-/u Ti: .7 H //.. Fórmula leucocitaria: 3 i ' • *'} Polinucleares ■ 53,7o/o ! Linfocitos > 38,3o/o ?'.J- m?! Mononucleares 7,5o/o । Eosinóíilos 0,5o/o . ■ / i 100 í h XIII E. P. 17 años, mestizo. Glóbulos rojos 8.100.000 .... / „ blancos ,12.000 Hemoglobina : 106 , , . .>j, Resistencia globular: ¡ H1 0.38 H2 0,36 H3 0,34 Fórmula leucocitaria: ' Polinucleares 67,3o o Linfocitos . 27,8o/o *:I' • > . • -h :C .i '-m'iT Mononucleares ' ' 4,4o/o h , ¡ Eosinóíilos 0,5o/o ! 100 • ' í 7 í i: i hH NOTA.-Paralas numeraciones de glóbulos roj^s y/blancos j Ja/ sangre ha sido tomada de Ja vena cefálica. .j.t >¡. " XIV R. de M. 43 años, blanca. - í: Glóbulos rojos 7.740.000 „ blancos 10.300 .Hemoglobina, (í/ : j. 0,05 ,■ rr/.y Resistencia globular: H 0,32 H H 0,30 ; : I . •• H 0,38 Fórmula leucocitaria: ' ? : Polinueleares 69,4o/n :: !) ¡í Linfocitos 17,5o/o 424 Mononucleares 13,5o/o Eosinóíilos 0,6o/o 100 NOTA.-Para las numeraciones de los glóbulos rojos y blancos la sangre ha sido tomada de la vena cefálica. XV D. V. 26 años, mestizo. Glóbulos rojos 6.110.000 „ blancos 6.000 Hemoglobina 105 desistencia globular: H1 0,38 H2 0,39 H2 0,34 Fórmula leucocitaria: Polinucleares 65,3o/s Linfocitos 10,6o/o Mononubleares 21, o/o Eosinófitos 3,lo/o 100 NOTA.-Igual á la anterior. XVI Francisca. 32 años, mestiza. Hemoglobina 0.88 Resistencia globular: H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 XVII María; 12 años, mestiza. Hemoglobina • 0.89 Resistencia globular: H1 0.38 H2 0,36 H3 0,34 NOTA.-Las dos mujeres anteriores presentan las facies pálida. XVIII E. H. 35 años, blanco. Hemoglobina L 107 Resistencia globular: H1 0,38 H2 0,36 H3 0,34 425 Con las reservas del caso, creo que se pueden sacar las siguien- tes conclusiones: Ia-El número de glóbulos rojos oscila entre seis y siete millones. 2a-El número de glóbulos blancos es muy variable. 3a La cantidad de hemoglobina es superior á ciento, cuando en Europa el término medio es 0.80. 4a-La resistencia globular está aumentada y es de 0,34, cifra que se puede tener como exacta, dada la constancia de los resultados, 5a-La fórmula leucocitaria es también muy variable; con todo, los eosinófilos existen en mayor proporción que en Europa, y no se estaría autorizado á creer en una eosinófilia patológica sino cuando exceden de un 8 %; DISCUSION: DR. MORAL.-Declara la importancia entre nosotros del tra- bajo del DR. GALLEGOS ANDA; considera muy necesario estable- cer las constantes hematológicas, tanto para explicar científicamen- te los efectos fisiológicos de las alturas en los juntamente afamados climas de nuestra región interandina, como para poseer el conoci- miento de dichas constantes á fin de saber si se trata de hiper ó hi- po globulias normales ó patológicas. DR. PENAHERRERA:-Como resultado práctico de los inte- resantes trabajos que se han presentado á esta Sección, hago la pro- posición siguiente: «En vista de los notables resultados que las investigaciones de laboratorio han producido hasta ahora, en el estu- dio de la medicina nacional, á pesar de la deficiencia de los medios con que se cuenta, se solicite de los poderes públicos, la creación de laboratorios completos para la enseñanza y experimentación en las Universidades de la República. Fué aprobada por unanimidad. NOTA Hemos puesto nuestra mayor atención en el arreglo y correc- ción de este primer volumen, con el propósito de que saliera una obra limpia de errores; pero, no obstante ese cuidado, no ha sido posible evitar algunos que se verán en el texto. Y como á nada conduciría una Fe de Erratas, vale más hacer esta franca declaración, para que el ilustrado lector subsane las faltas y las desimulen los autores de los trabajos publicados. INDICE Acta de la sesión del I. C. C. del día 6 de Octubre de 1913. 3 Acta de la sesión solemne del I. C. C. del día 9 de Octubre de 1914. 5 Adherentes al Congreso (Lista). 17 Asamblea General (10 de Octubre) 69 Asamblea General (12 de Octubre) 96 Asamblea General (13 de Octubre) 123 Asamblea General (14 de Octubre) 157 Acta de la sesión de clasura (14 de Otbre.) 179 Auto-hematoterapia en las infecciones agudas-Dr. W. Pareja. 238 Bromatologia-Dr. Roberto Leví. 98 c Comisiones directivas de las Secciones 8 Comisiones provinciales 10 Comisiones de propaganda 13 Conclusiones del Primer Congreso Mé- dico Ecuatoriano 182 Consideraciones anatomo patológicas- Dr. Temístocles J. Araus 358 II D Delegaciones oficiales 14 Disentería en la región fluvial del Ecua- dor (La)-Dr. José D. Moral 124 Desenvolvimiento de la medicina en el Ecuador-Dr. Eduardo Hidalgo G. 190 Esclerosis lateral amiotrófica (Un caso de)-Dr. Félix Flor M. 301 Forunculosis en los niños (La)-Dr. Se- gundo Montero C. 203 Fiebre tifoidea (Contribución al estudio de la)-Dr. José V. Navarrete 209 Fiebre tifoidea en Guayaquil-Dr. Al- fredo J. Valenzuela V. 316 Higiene (La)-Dr. León Becerra 159 Hidroterapia-Dr. Vicente Quevedo 249 Historia de la Medicina ecuatoriana- D Samuel Mora y Martínez 255 Hipertrofia del timus-Dr. Francisco de Icaza Bustamante. 295 Hematología clínica-Dr. E. Gallegos Anda 418 I Importancia de los exámenes parasito- lógicos en la práctica médica-Dr. Alfredo J. Valenzuela V. 196 Idiota porencefálico (Un)-Dr. Wences- lao Pareja 208 Instilaciones nasales en los niños (Téc- nica de las)-Dr. A. J. Valenzuela 212 M Medicina nacional y sus clínicas-Dr. Segundo Montero C. 201 p Personal del 1er. Congreso Médico Ecua- toriano 7 III Programa 29 Parasitología nacional-Dr. Emiliano J. Crespo 79 Psicopatía del pensamiento-Dr. Carlos A. Arteta 79 Práctica de autopsia (Modelo para la)- Dr. J. M. Estrada Coello 272 Patología é Higiene1 de la infancia-Dr. Samuel Mora y Martínez 362 Paludismo agudo (Un caso de)-Dr Jo- sé M. Estrada Coello 373 Paludismo (Formas frustradas)-Dr. Jo- sé H. Arroba 378 Paludismo (Disertación acerca del)-Dr. Dr. Antonio Oramas Pozo. 382 Paludismo en el litoral-Dr. Miguel Marchan 388 Peste bubónica en Guayaquil-Dr. W. Pareja 398 Reglamento General 24 s Sesión Preparatoria 33 Sesión Solemne de Inauguración 39 Sesión Solemne de la Asociación Escue- la de Medicina 106 Sección Primera (Comisión directiva) 189 Sales vitales por la vía intravenosa-Dr. Luis de Roux 304 Sección Primera-Comisión directiva 4o 5o 6o grupo 371 Terapéutica contemporánea (Contribu- ción al estudio de la)-Dr. Juan Al- berto Cortés García 215 Universidades ecuatorianas-Dr. Alfre- do Espinosa Tamayo 108 Ulcera del duodeno-Dr. W. Pareja 248