1 ) Tesis PRESENTADA A LA JUNTA DIRECTIVA DE EA Facultad de Medicina y Farmacia PARA OBTENER EL TÍTULO DE FARMACÉUTICO POR Ramón Trigueros Arauz. OCTUBRE DE 1897. GTJ ATE VT AIv A: Tipografía Sánchez y de Guise. / Tesis PRESENTADA A LA JUNTA DIRECTIVA DE LA Facultad de Medicina y Farmacia PARA OBTENER EL TÍTULO DE FARMACÉUTICO POR Ramón Trigueros Arauz. OCTUBRE DE 1897. GUATEMALA: Tipografía Sánchez y de Guise. JUNTA DIRECTIVA DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y FARMACIA PROPIETARIOS Decano Doctor Don Juan J. Ortega. Vocal “ “ Mariano Fernández P. Vocal 2g “ “ Domingo Alvarez Vocal 3- “ “ MarianoS. Montenegro. Vocal 4*? “ “ Luis A. Abella. Secretario “ “ Ernesto Meneos. SUPLENTES Vocal 1q Doctor Don Fabricio Uribe. Vocal 2q “ “ J. Luis Estrada. Vocal 3° “ “ Demetrio Orantes. Vocal 4° Lie. “ Carlos Klée. Secretario Doctor “ Alberto Padilla. TRIBUNAL QUE PRACTICÓ EL EXAMEN PRIVADO EL DÍA 23 DE OCTUBRE DE 1897. Decano Doctor Don Juan J. Ortega. Vocal 1° “ “ Mariano S. Montenegro. Vocal 2q “ “ Isidro Gándara. Vocal 3® “ “ Alberto Argueta. Secretario “ “ Ernesto Meneos. Nota.— Sólo los candidatos son responsables de las doctrinas consignadas en las tesis (artículo 286 de la Ley de Instrucción Pública.) £L fa wuwoíia £>e- -mi nta^íc !|-uiea be |pz-ic|-u-e'£'O0. ¿I mi fpcm uevoz. £t vh-í íiecfU'M-ba n\abzv o h a pololea be a mía tío» Poctoz pon- pio-nioio ¿1 rauz, eleñoz-itaó- 9lta r eja r i ta fl|et|i na ¿1 tanz. Gt -£o» Se-ñ-o-re» ‘íDoc-toz cDon. 9Tt. tyo-n eFeznánbez cDoctoz ‘Dcí'Z'Ío V ‘‘Doctor fázMCÓ-to 91tenCOO. CANTÁRIDAS Las propiedades de las Cantáridas, eran cono- cidas desde la más remota antigüedad. Así, de tiempo inmemorial, los Orientales empleaban una especie de Lytta y una especie de Mylabra. Se encuentran, entre los jeroglíficos de Egipto, figuras que representan Cantáridas del género Lytta y otros géneros vecinos, lo que indica bastante el uso que se hacía de ellas. Las Cantáridas de los antiguos griegos, de las cuales los griegos modernos se sir- ven todavía, eran la Mylabris cichorii y la Myla- bris variegata. Hipócrates administraba las Cantáridas al interior á las dosis de una á tres, y prescribía qui- tarle las alas, la cabeza y las patas. Pero no parece haber conocido sus propiedades visicantes, de lo cual se atribuye su descubrimiento á Archigene, médico de Nerón. Las propiedades afrodisiacas y tóxicas de las Cantáridas, eran conocidas igualmente de algunos criminales de la antigüedad, como lo demuestra la ley de Cornelia, dictada contra los que hacían de ellas un uso culpable. 10 DESCRIPCIÓN Las Cantáridas pertenecen á un grupo de los coleópteros que se ha designado bajo el nombre de Heterómeros, porque los tarsos de los diferentes pares de patas no poséen el mismo número de arti- culas. Los tarsos de los dos pares de patas ante- riores poséen cinco articulas, mientras que los del par posterior no tienen más que cuatro. Comprende varias especies, de las cuales la más importante es la Lytta Vesicatoria. La Lytta Vesicatoria (Cantaris Vesicatoria), es un insecto de 15 á 22 milímetros de largo por 4 á 6 milímetros de ancho; tiene el cuerpo coloreado de verde dorado con reflejos metálicos, las antenas son negras. El macho es más pequeño que la hembra. La Cantárida esparce un olor fuerte, penetran- te, muy desagradable que se conserva después de la disecación del animal. Este insecto es muy abundante en los departamentos del Sur de Fran- cia, lo mismo que en España, Italia, Hungría, Mol- davia y en Valaquia. Vive de preferencia en los fresnos; se le puede encontrar, sin embargo, en las lilas y la madreselva. La cabeza, el tórax y el abdomen son distin- tos. La cabeza es cordiforme, con una depresión longitudinal dirigida de adelante hacia atrás entre los dos ojos, que son gruesos y salientes. Las ante- 11 ñas colocadas adelante de los ojos, están compuestas y formadas de once articulas cortas; son más grue- sas en la extremidad que en la base. La boca está organizada para la masticación como en los demás insectos. La cabeza está separada del tórax por un estrechamiento muy manifiesto que forma una especie de cuello; de donde el nombre de Traqué- lidos dado á la Cantárida y á los otros coleópteros que ofrecen este carácter. El tórax es más ancho adelante que atrás; está ahuecado en la cara dorsal por un surco longitudinal que se junta con el de la cabeza. Las patas son fuertes y terminadas por dos ganchos. El abdomen es alargado, más ancho adelante que la parte posterior del tórax, cubierto enteramente por los élitros, que son fuertes, flexi- bles, finamente labrados y provistos hacia el borde interno de dos nervaduras longitudinales. Cubren completamente, durante el reposo, las alas poste- riores que son membranosas, transparentes y plega- das trasversalmente, á manera de alojarse bajo los élitros. Los órganos internos de las Cantáridas están organizados como los de todos los insectos. Para coger las Cantáridas, se sacuden las ramas del fresno antes de la salida del sol; y se las recibe en paños puestos al pie del árbol. Se las ha- ce morir, mojándolas sea en agua hirviendo, sea en vinagre caliente ó exponiéndolas al vapor de este último. El cloroformo es bueno también para esto. Se las hace en seguida secar en la estufa y después se las encierra en frascos bien tapados ó bien, se las pulveriza. 12 ANÁLISIS QUÍMICO Las Cantáridas analizadas por Thouvenel, Beanpoil y Robiquet, contienen un gran número de sustancias orgánicas y minerales, de las cuales las principales son: un aceite verde, no visicante; una materia negra, no visicante; una materia amarilla; un principio aceitoso, volátil y visicante que dá á la Cantárida su olor; y en fin, la Cantaridina, que es el principio activo y visicante. Además contiene sustancias que se encuentran en todos los insectos como son: el Acido Urico, el Fosfato de Cal, la Chitina, etc. Las Cantáridas contienen, según Thierry, 4 por 100 de su peso de Cantaridina. La mayor parte de esta sustancia se encuentra en el tórax y el Abdomen. La Cantaridina C10 H12 O4, fue descubierta por Robiquet en 1812. Se la extrae tratando por el Cloroformo, en un aparato de digestión continua de Payen, las Cantáridas finamente pulverizadas. Se destila el líquido para retirar el disolvente, y se calienta el residuo en una cápsula, hasta la desapa- rición completa del olor del Cloroformo; la tempe- ratura no debe pasar de 40o. Cuando la cápsula ya está fría, se le agrega Sulfuro de Carbono, se deslíe, después se filtra todo; la materia grasa disuelta en el Sulfuro, pasa á través del papel que retiene, al contrario, la Can- taridina. Se purifica ésta, haciéndola cristalizar en el alcohol á 90o hirviente. 13 La Cantaridina es un ácido débil que se trans- forma bajo la influencia del Acido Yodídrico, en un ácido isomérico, pero no visicante el Acido Con- tárico. La Cantaridina cristaliza en prismas cuadrilá- teros incoloros, inodoros. Cuando es pura, ioo par- tes de agua disuelven o, 15 al frío y 0,297 á la ebu- llición; el alcohol frío la disuelve apenas; hirviente y concentrado, disuelve 2,168 por 100; es soluble también en la Acetona; en 34 partes de Eter frío; en 70 partes de Esencia de Trementina hirviente; en 20 partes de Aceite de Olivas á 121o; en 40 par- tes de Acido Acético hirviente; además es soluble en el Cloroformo y los Aceites Volátiles. Muchas sustancias facilitan su disolución en el Alcohol y en el Agua. Los ácidos concentrados y las lejías Alca- linas, la disuelven igualmente; pero el agua la pre- cipita de sus disoluciones ácidas y los ácidos de sus soluciones alcalinas. Los óxidos metálicos se com- binan fácilmente, dando nacimiento á Cantaridatos cristalizables. La Cantaridina se funde á 218o, pero se sublima en agujas finas desde la temperatura de 12 i° ACCIÓN FISIOLÓGICA Efectos Locales.—Estos efectos varían según la duración de la aplicación, desde la rubefacción simple hasta la vesicación. Algunas horas después de la aplicación del vejigatorio, los enfermos sien- ten, á su nivel, una sensación de adormecimiento, después dolor y calor, y al mismo tiempo la piel se 14 enrojece. Al cabo de ocho, diez, doce, diez y seis ó veinticuatro horas, según la delicadeza de la epi- dermis y la vitalidad de los tegumentos, sobreviene una verdadera inflamación del dermis con exhala- ción serosa ó sero-fibrinosa más ó menos abundan- te, aparición de pequeñas flictenas que se quedan aisladas ó forman una gruesa ampolla que ocupa toda la superficie del vejigatorio, llena de una sero- sidad citrina, de reacción alcalina, que encierra albúmina, un poco de fibrina, glóbulos blancos y Cantaridina en disolución. Bajo esta serosidad, el cuerpo mucoso de Malpighi está muy rojo, congestionado y muy sen- sible. La piel presenta las lesiones de una dermitis exudativa, y particularmente, una fina vasculación de residuos papilares á través de los cuales se filtra la serosidad. En fin, si el vejigatorio queda en su puesto después de la rotura de la ampolla, el dermis se ulcera. En general, el dolor no es muy vivo, á menos que los enfermos hagan grandes movimientos que irriten las papilas desnudas. Gubler hace notar que la Cántarida no ejerce como los ácidos una acción química sobre la piel; ella irrita solamente los teji- dos vivos que son más ó menos sensibles á su ac- ción. Esta flegmasia local, es esencialmente mem- branosa, y se manifiesta por la aparición de seudo- membranas más ó menos abundantes. La exudación que se hace en la superficie del vejigatorio, persiste algunas veces durante dos ó tres días, y se renueva entre cada curación; las fal- 15 sas membranas que se levantan primero con faci- lidad, se vuelven más y más adherentes, y constitu- yen una especie de epidermis artificial, bajo la cual se encuentra, al cabo de algunos días, una epider- mis nueva, rosada y delgada; algunas veces la capa epidérmica se forma inmediatamente á expensas de la exudación que parece secarse al contacto del aire. La acción local, es acompañada casi siempre de una acción general más ó menos viva, debida á la vez á la absorción de la Cantárida y á la infla- mación de los tegumentos; se manifiesta por fenó- menos de excitación del lado de la circulación; el pulso es frecuente, la respiración es acelerada, la piel caliente y cubierta de sudor; la secreción uri- naria disminuye, las micciones son frecuentes y se acompañan de una sensación de calor y á menudo de dolor con tendencia á la erección. Estos accidentes son generalmente poco inten- sos y dependen de la sensibilidad individual de los enfermos. Hay algunos que no sufren nada ó casi nada; mientras que en otros, al contrario, los sín- tomas se exageran á veces hasta el punto de in- quietar al mismo médico; así, se ha visto suceder después de la aplicación de grandes vejigatorios, la supresión ó la retención de los orines, con espas- mos de la uretra, priapismo extremadamente do- loroso, pudiendo llegar hasta la inflamación y la gangrena del pene; en las mujeres, ninfomanía, inflamaciones del útero, etc. Los orines contienen albúmina, fibrina y así mismo, algunas veces con- tienen sangre. 16 Los diversos fenómenos provocados por la aplicación local de los vejigatorios, son todavía más acentuados cuando se administran las Cantáridas al interior. Producen primero una sensación de calor y quemadura en el epigastro, con dolores violentos, náuseas y vómitos; algún tiempo después cuando la Cantárida ha llegado á la circulación, sobrevienen dolores atroces en la región lumbar y el bajo vientre, un priapismo de los más penosos, micciones frecuentes, difíciles, extremadamente dolorosas; los orines son espesos, rojos, concen- trados y contienen albúmina, fibrina y sangre. Se observa al mismo tiempo, una violenta contrac- ción de la garganta, hidrofobia, tialismo, disentería y una sensibilidad extrema del vientre. A este período de excitación, sucede otro de depresión y rendimiento general; el pulso cae, la temperatura baja. Cuando la dosis ha sido muy fuerte, se ve sobrevenir delirio, convulsiones, tétanos y el coma que termina algunas veces con la muerte. La Sustancia olorosa considerada por Beaupoil y Orilla como el principio activo de la Cantárida, respirada al estado de vapores, determina oftalmías, estornudos, vértigos, disuria, hematuria y fiebre. USOS TERAPÉUTICOS Se emplea la Cantárida al interior y al exterior. Usos internos.— Al interior, se la ha aconse- jado en la anafrodisia; la disuria, completamente abandonada hoy; la blenorragia, el catarro vesical, 17 la hidrofobia, los tétanos, la corea, la epilepsia y la manía. La Cantárida, muy usada antes en el tratamiento de estas diferentes afecciones, está ahora más ó menos abandonada y se puede decir, como Gubler, que es un agente incierto y peligroso de la medicación interna. Es, al contrario, heroica en la medicación irritante ó revulsiva externa. Usos externos.— Se emplea diariamente la Cantárida bajo la forma de emplasto ó de pomada, como rubeficante y excitante ó sustitutivo en las parálisis, las neuralgias, los dolores reumáticos, etc; como visicante y revulsivo, en las afecciones infla- matorias de los órganos toráxicos; su empleo ha sido y es todavía muy discutido. Según Dauvergne, los vejigatorios son absolutamente inútiles, cuando no peligrosos en la pneumonía. Se les ha ensayado en la erisipela para impedir que se extienda; en la eczema, en la elefantiasis, las enfermedades de la piel, sobre todo, la dermatosis de forma esca- mosa, en la calvicie, etc. FARMACOTENIA La Cantárida es prescrita al interior y al exterior. Al exterior, bajo las formas: i*—De emplasto vejigatorio ó de Cantáridas, compuesto de pez, resina, grasa, cera amarilla y 18 polvo de Cantáridas en partes iguales. El vejiga- torio inglés contiene un tercio en lugar de un cuarto de sustancia activa; 2a—De pomada epispática verde que contiene: Polvo de Cantáridas i partes Cera blanca 4 Ungüento populeón 28 “ 3?—De Colodión Cantaridal, que se obtiene disolviendo Fulmicotón en una solución etérea de Cantaridina impura; se aplica sobre la piel con la ayuda de un pincel. Rabuteau hace ver que el Colodión impide el desenvolvimiento de flictenas y es muy difícil quitarla. Al interior se dá la Cantárida: ip—En polvo, desde 25 miligramos hasta 10 centigramos; en píldoras, en pastillas ó en musí- lagos. Gubler recomienda un vehículo albuminoso; la albúmina puede disimular mejor que cualquier otro la acción de la Cantárida; 2P—En tintura alcohólica: dosis, cinco, diez ó veinte gotas en una poción; 39—En tintura acética ó etérea, á dosis mucho más débiles; 4P—En extracto; poco usado. Estas diversas preparaciones podrían servir también para uso externo. Los Cantaridatos son extremadamente irritan- tes y pueden servir de sucedáneos á las Cantáridas. Una solución de Oer• 000 17 de Cantaridato de 19 potasium, en un peso de agua 200 veces más fuerte, impregnando una tela de un centímetro cuadrado de superficie, produce una vesicación poco más ó menos parecida á la que dá el emplasto vejigatorio. Los señores Delpech y Guichard han tratado utilizar esta propiedad, preparando, según la fórmula siguiente, un tafetán visicante, cuya base sea el Cantaridato de potasium. Gelatina 2 gramos Agua 10 “ Alcohol 10 “ Cantaridato de potasium . . o, 20 centigramos Glicerina C. S. Se extiende con un pincel, esta solución sobre una hoja delgada de gutta percha, de tal manera que cada decímetro cuadrado contenga un centi- gramo de Cantaridato alcalino. Se humedece ligeramente el vejigatorio antes de aplicarlo; esta innovación está llamada á prestar servicios, pues la acción de los Cantaridatos parece ser más suave que la de la Cantaridina. TOXICOLOGÍA Las Cantáridas y especialmente su alcaloide la Cantaridina, son sustancias muy tóxicas. Rabu- teau las ha clasificado entre los venenos neuró- ticos que obran sobre los elementos del cerebro y de la médula espinal ó cerebro-espinales. 20 Dosis.— La dosis más débil de polvos de Cantárida, que ha producido la muerte, ha sido de 1,20 en dos tomas. Lo más frecuente, las dosis mortales han sido de 2 á 8 gramos. Las preparaciones que tienen por base las Cantáridas, tintura alcohólica etérea, etc., son igualmente muy tóxicas. Taylor cita el caso donde 30 gramos de tintura alcohólica, tomados por un joven de 17 años, le trajeron la muerte en 14 días. La Cantaridina es mucho más activa que el polvo de Cantáridas; á la dosis de 5 centigramos puede traer la muerte. Las propiedades visicantes son tan enérgicas que y2 miligramo de esta sustan- cia activa puesta sobre un papel y aplicado á la punta de la lengua determina en algunos minutos una larga flictena. Síntomas. — Casi inmediatamente después de la ingestión del polvo de Cantáridas, el paciente siente, en la boca y en la garganta, un dolor de quemadura que se propaga pronto á lo largo del tubo gastro-intestinal. Sufre vómitos, en los cuales se puede encontrar pedazos del epiteliun y así mismo de las mucosas de las primeras vías. La lengua y las glándulas sub-maxilares se hinchan; hay á menudo una salivación abundante al mismo tiempo que la sed es extrema. El aliento y las materias vomitadas, lo mismo que las defecacio- nes, exhalan el olor de la Cantárida. Estos síntomas que podemos llamar locales, por ser el resultado del contacto directo de. la sustancia tóxica, son por lo mismo, más marcados 21 en el envenenamiento por los polvos, que en el que tiene lugar por la ingestión de la tintura de Cantá- ridas. Pero muy pronto y sobre todo después de la ingestión de la tintura, aparecen otros síntomas más serios y consecutivos á la penetración de la sustancia venenosa en el organismo. El veneno absorvido lleva principalmente su acción por una parte, sobre los órganos génito-urinarios, que le sirven para su eliminación; y por otra, sobre el sistema nervioso. Violentos dolores se hacen sentir en la región de los riñones y de la vejiga, acompañados de extranguria. Los orines se vuelven albuminosos, se pueden volver sanguinolentos y así mismo puru- lentos. Pero entre los síntomas observados en los órganos génito-urinarios, el más marcado, el que ha llamado más la atención, no solamente de los médicos, sino también del vulgo, consiste en un priapismo á veces horrible. El organo eréctril de la mujer se vuelve túrgido, la vulva se inflama debido á la Cantaridina que sale por los orines. En fin, la Cantaridina difusándose en el orga- nismo llega al sistema nervioso central y deter- mina convulsiones, accesos tetánicos parecidos á los que provoca la estrinina. Al mismo tiempo existe cefalalgia, vértigos y á menudo delirio. El pulso que era acelerado al principio, se pone lento; en fin, sobrevienen sudores fríos; el coma, al cual sucede la muerte, que llega en general del primero al quinto día de la intoxicación, cuando el desen- lace no debe de ser fatal; la cura jamás se opera 22 de una manera rápida. Durante días y así mismo de semanas, la deglución, la digestión y la excre- ción urinaria son muy penosas. Lesiones Anatómicas.— Estas lesiones son suficientemente características para que por medio de ellas solas, se pueda describir el envenena- miento por las Cantáridas. Se encuentran no sola- mente en el tubo digestivo, sino también en otros órganos y especialmente en los génito-urinarios. Las mucosas que tapizan la cavidad local, la faringe, el esófago, están más ó menos inyectadas y la coloración es de un rojo vinoso. Sucede lo mismo con la del estómago de la cual la rubicun- dez es en general más pronunciada hacia los orifi- cios cardiaco y pilórico. El tubo intestinal está igualmente congestionado. Además de la rubi- cundez, la inyección, el hinchamiento, la desca- mación epitelial, se encuentran vesículas llenas de un líquido cero-purulento, ulceraciones, principal- mente en el colón y en el recto. Las diferentes porciones del tubo digestivo pueden encerrar un líquido mucuoso y sanguinolento. Los riñones están hiperemiados; los ureteres presentan un punto rojo ó una rubicundez uniforme en su super- ficie interna; la vejiga se ha contraído ó contiene un poco de orina albuminosa y sanguinolenta. La mucuosa de la uretra está roja. Los pulmones están llenos á menudo de una sangre negra; la mucuosa traquial y brónquica presentan arborisa- ciones. El corazón está flágido; las cavidades derechas encierran sangre negra no coagulada. 23 Las meninges están inyectadas, los senos llenos de sangre y así mismo la pulpa cerebral puede presen- tar al corte un pigmento rojo. Los ventrículos encierran una serosidad abundante. Antídotos y tratamiento.— Cuando las canti- dades han sido introducidas en el estómago en gran cantidad, generalmente producen vómitos y diarrea. Si los vómitos no se producen, se les provocará por los medios ordinarios; sin embargo, para evitar irritar demasiado la mucosa gástrica, sería preferible emplear la apomorfina. Una inyec- ción de i centigramo dá buenos efectos eméticos. Se administrarán sustancias mucilaginosas, pero se tendrá cuidado de proscribir las aceitosas, que tienen el grave inconveniente de disolver la Cantaridina. El estado inflamatorio local será mitigado por los emolientes y por la leche. Los accidentes que resulten de la penetración del veneno en el orga- nismo, serán combatidos por los agentes terapéu- ticos del orden de los moderadores reflejos, tales como el opio en naturaleza ó la morfina y la narceina, el bromuro de potasium, etc. El alcanfor y otros anti-espasmódicos prestan también buenos servicios principalmente contra el priapismo; pero en todo caso, el alcanfor no deberá ser prescrito más que á débil dosis, pues de otro modo este agente no haría más que agravar los síntomas convulsivos. 24 Investigación del veneno. — Cuando el enve- nenamiento por las Cantáridas ha sido producido por la ingestión del polvo, entonces, como estos insectos no se pueden pulverizar muy finamente, es muy fácil descubrir en las materias vomitadas, las deyecciones albinas y en el interior del tubo digestivo, fragmentos de Cantáridas, pedazos más ó menos quebrados de élitros, parte del insecto muy característica. Pero estos caracteres no son suficientes para deducir un envenenamiento por las Cantáridas, pues otros insectos como la Car abus Auratus y la Cetonia Aurata, que no son visicantes, poséen también élitros de reflejo verde. Es preciso, pues, apartar con cuidado todos los restos de Cantáridas descubiertos en el examen de las sustancias sospechosas y ensayar la experi- mentación fisiológica. La prueba no será, pues, completa, sino cuando después de la aplicación sobre la piel, de los fragmentos encontrados, se determine el levantamiento de la epidermis, que caracteriza la acción de las Cantáridas. Cuando el envenenamiento es debido á una preparación de Cantáridas, tal como tintura, aceite, etc., entonces ya no hay que buscar los élitros ó fragmentos de élitros, y el experto deberá concre- tarse al examen químico y al aislamiento de la Can- taridina. Con este objeto se han dado varios procedi- mientos. Pero solamente describiré el de Galippe, por parecerme mejor, y permitir al mismo tiempo, el aislamiento y el dosaje de la Cantaridina. 25 Las materias sospechosas que se van á exami- nar: sangre, cerebro, pulmones, hígado, músculos, etc., son secados á un suave calor, divididas fina- mente, adicionadas de vidrio quebrado, si es nece- sario, é introducidas en un aparato de desplaza- miento. Se recubre la masa con éter acético hasta que todo esté completamente embebido y que que- de en la superficie una ligera capa líquida. Se deja macerar en este estado, lo menos veinticuatro horas, y después, abriendo la llave del aparato, se dá pa- saje al éter cargado de Cantaridinay de una mate- ria verde. Hecho ésto, se añade de nuevo éter acético al aparato en cantidad igual á la primera, y se deja macerar de nuevo. Se continúa así hasta el tratamiento completo de la masa. Sería venta- joso tener el aparato en una temperatura superior á la de la atmósfera, á 35o sería conveniente. El líquido etéreo cargado de Cantaridina y materia verde, es sometido á la destilación para recibir el éter acético. El producto abandonado por este disolvente, está formado por cristales de Can- taridina en suspensión en una materia grasa verde; se deja depositar esta mezcla y se decanta; los cristales yéndose á la parte inferior del vaso, se encuentran aglomerados. Los cristales de la Can- taridina, todavía impregnados de aceite verde, son lavados con la menor cantidad que sea posible de Sulfuro de Carbono. El Sulfuro disuelve la materia grasa y deja insoluble la Cantaridina. Si se quiere tener cristales completamente blancos, se les deberá disolver en el éter acético, 26 descolorarlos por medio del carbón animal y aban- donar la solución á la evaporación espontánea. Así se obtendrán magníficos cristales incoloros. Aislada así la Cantaridina, se puede caracteri- zar por sus reacciones químicas ó por sus propieda- des fisiológicas. Entre sus reacciones químicas, la más caracte- rística es la siguiente: cuando se trata la Cantaridina por el Acido Sulfúrico concentrado, se disuelve en el ácido sin colorearle; pero si después de haber calentado hasta la ebullición un poco del licor ácido, se añade un fragmento de Bicromato de Potasa, se observa una viva efervescencia y se obtiene una masa verde. La Cantaridina es un reductor y se forma aquí Sulfato de Cromo. Como hemos visto, la Cantaridina es muy visi- cante, pues Y/2 miligramo depositado sobre la lengua puede producir una ancha flictena. A la dosis de 5 centigramos, es tóxica. Se podrá, pues, fácilmente, sobre los animales, ensayar esta acción y caracteri- zar así con la mayor claridad la presencia de la Cantaridina. PROPOSICIONES Física Médica. — Jeringa de Pravaz. Botánica Médica. — Atropa Belladona. Química Médica Inorgánica.— Mercurio y sus compuestos. Química Médica Orgánica.— Fenol. Zoología Médica.— Coccus Cacti. Materia Médica. — Eliminación de los medi- camentos. Farmacia.— Licores arsenicales. Toxicología. — Envenenamiento por el alcohol. Medicina Legal.— Manchas de esperma.