FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO. CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE LA DitánlifFnresi DEL CUELLO VESICAL EST LA MUJER. TESIS INAUGURAL Presentada al Jurado do calificación POR RAFAEL H. CASTAÑEDA Alumno de la Escuela Nacional de Medicina, Practicante interno del Hospital General de San Andrés, Miembro de la “Sociedad Filoiátrica” y de “Sociedad Sánchez Oropesa” de los Profesores y alumnos del Colegio Preparatorio de Orizaba. MEXICO. Imprenta de «El Tiempo» á cargo de F. Montes de Oca. Escalerillas número 20. 1889. AL SEÑOR MI PADRE, JUSTO TRIBUTO DE MI AMOR FILIAL. A la sagrada memoria de mi mate Al eminente profesor de Clínica Quirúrgica, Sr. Dr. D. Rafael Lavista. HOMENAJE AL SABER Y AL TALENTO. Al eminente profesor de Anatomía topográfica, Sr. Dr. D. Francisco de P. Chacón. RECONOCIMIENTO Y AMISTAD. Al distinguido profesor de Clínica interna de 3er año, Sr. Dr. D. Demetrio Mejía. GRATITUD IMPERECEDERA. A los sabios profesores SEÑORES DOCTORES D. JOSE M. BANDERA, D. MANUEL DOMINGUEZ Y D. MANUEL GUTIERREZ Z. RECUERDO DE RESPETO Y SIMPATÍA. í|rA observación había enseñado desde la más remo- ta antigüedad la gran dilatabilidad de que es susceptible la uretra en el sexo femenino; y si desde entonces se aprovechó esta propiedad para las ma- niobras quirúrgicas en el tratamiento de ciertos pa- decimientos vesicales, la utilización de sus disposiciones anatómicas y de sus aptitudes fisiológicas para el diagnóstico y la terapéutica quirúrgica de las vías urinarias en la mujer, es una conquista enteramente contemporánea. Mariano Sanctus en el siglo XVI dilataba ya el cuello vesical. Folet y con él Lecat la proponían 1 los cirujanos del siglo pasado ántes de proceder á la extracción de los cálculos y cuerpos extraños de la vejiga por las vías naturales; y la obtenían introdu- ciendo en la uretra tallos de genciana que, absorbien- do la humedad de los tejidos de contorno, aumentaban de volúmen y dilataban mecánicamente el canal. En 1856 el profesor Simpson, de Edimburgo, empleaba para la dilatación del cuello del útero frag- mentos de esponja preparada en forma de conos que se ligaban á un tallo de alambre que le servía de conductor; el nuevo medio se aplicó también á la dilatación del cuello de la vejiga. Siebold, Bruning- IX hausen y Kluge se constituyen sus ardientes vulga- rizadores. En 1862 Sloan dilata la uretra con tallos flexibles y elásticos de laminaria digitata, de diámetros que aumentaban progresivamente para que la dilatación fuese también progresiva. Posteriormente se pensó en producir la dilatación rápida y con este fin se usaban los trilabos como el de Huguier; pero accidentes de importancia de que después hablaremos no tardaron en llamar la atención de los prácticos y en persuadirles de que si la dilatación era lenta con los tallos de genciana, de laminaria ó con los conos de esponja, podía ser grave siempre que fuera solamente rápida. Entonces se usaron los dilatadores progresivos que, produciendo el grado de amplitud que se necesitara, no presentaran los incon- venientes déla dilatación hecha rápidamente. Billroth, Thompson y Guyon, y los discípulos de éstos, la es- tudiaron y le aseguraron un lugar definitivo en el cuadro de nuestra medicina operatoria. Indicaciones. jD AY cierto número de padecimientos de las vías de ¿ excreción de la orina que se nos revelan por unos mismos síntomas, variando en su intensidad, pre- sentando detalles de indiscutible importancia, matices diferenciales que acentuará mejor un interrogatorio bien dirigido; pero que son, en una palabra, verda- deros sindromas que no afectan relación necesaria con un padecimiento con exclusión de otros, manifesta- ción muchas veces del encadenamiento anatomo- patológico del órgano que sufre; expresión frecuente de un padecimiento secundario cuya causa primitiva se propone el cirujano averiguar. Verdad es que la semeiología actual dispone de recursos para poder, valorizando cada síntoma y hacien- do su comparación con los otros, deducir en cada caso particular la existencia de una enfermedad pre- ferentemente á la de otras; pero el diagnóstico pre- ciso se establece y se debe establecer solamente con la exploración intravesical, prévia dilatación del cuello. En electo; trátese de la excitación funcional pro- ducida en la vejiga por la verificación de un proce- so inflamatorio crónico de cualquiera naturaleza, desde la cistitis simple hasta la tuberculización vesical; trá- tese de la irritación llevada al órgano por la pre- XI sencia de un cuerpo extraño, de un cálculo ó de un neoplasma, comprendiendo en este último supuesto el cáncer del recipiente urinario, trascurrido un tiempo más ó ménos largo, el cuadro sintomatológico por el cual la vejiga revela el padecimiento de que es el sitio, es esencialmente invariable. Con una hematuria cuya data pueda ser muy antigua, aparecen el tenesmo, el dolor y el sedimento en la orina, puede el enfermo haber tenido una ó varias veces retension urinosa. Pero la hematuria, se dirá, que es debida á un “fongus;“ originada muy probablemente por un es- tado congestivo de los vasos del neoplasma, es «precoz, ESPONTÁNEA, ABUNDANTE É INDOLORA’,» SUS aCCeSOS Se separan por largos intervalos durante los cuales nin- gún fenómeno morboso se presenta. La hematuria que acompaña á la tuberculización de la vejiga, ligada estrechamente con el proceso mismo que la engendra, bien conocido hoy, será un fenómeno constante e inmediato que coincidirá con el espasmo del cuello. Si la hematuria depende de un cálculo ó de una cistitis calculosa, se caracteriza principalmente por los datos que ministre el conmemorativo; y por último, si la hematuria es determinada por un neoplasma cance- roso, marchará á la par de los otros síntomas que en cualquiera otra parte presenta éste. Pues bien; ni siempre es posible precisar con todo el rigor deseable el orden cronológico de la aparición de los síntomas, ni aun en este supuesto bastan siem- pre para formar en el espíritu del cirujano el juicio exacto de la naturaleza, localización y extensión del padecimiento, esto es, para que pueda sentarse el diagnóstico nosológico y anatómico que hoy se tiende á convertir en preliminar obligado de la intervención facultativa. En el estudio microscópico de la orina se encon- trarán también preciosos elementos de diagnóstico. Sería ocioso detenerse en el estudio de los otros síntomas que acompañan á la hematuria en las afee- XII ciones que ántes cité; la posibilidad de ellos es un axioma en clínica y en fisiología patológica; pero ninguno tiene valor diferencial absoluto. Ha sucedido no ménos que á Thompson encontrar simplemente adherencias entre las paredes de la vejiga cuando había hecho la dilatación del cuello para extirpar un tumor vesical. No es raro encontrar en las obras especiales y en los periódicos de cirujía urinaria casos en los cuales dos padecimientos coexistentes con igual expresión sintomática, por ejemplo, un cálculo y un neoplasma, han necesitado para su curación operaciones sucesi- vas que una exploración digital anterior hubiera evitado. Pues si el pronóstico y el tratamiento deben su- poner la exactitud en el conocimiento del mal que va á combatirse, y si los fenómenos patológicos ob- jetivos que se observan no bastan para darla, la ex- ploracion intravesical debería aceptarse como recurso de diagnóstico si correspondiendo á las esperanzas que en ella se fundaran, fuera, hasta cierto punto, una operación inocente. A priori se concibe fácilmente la utilidad que ten- ga la exploración digital para fijar ideas respecto del mal que ha de atacarse; y Á posteriori la confirman los resultados obtenidos por Thompson, Guyon, Weiss, Hache, Simón y otros. El Sr. Chacón la ha empleado en un caso en que todos los síntomas hablaban en pro de un tumor vesical, cuando se trataba en realidad de una pará- lisis de la vejiga con adherencias de sus paredes á los órganos circunvecinos, debidas probablemente á una peritonitis circunscrita anterior, y que impedían que las paredes vesicales pudieran ponerse en con- tacto. En otro caso de diagnóstico indeciso pudo el Sr. Dr. Hurtado asegurarse de la existencia de una cis XIII titis crónica simple y rebelde, y tratarla por caute- rizaciones vigorosas de la mucosa vesical, práctica seguida hoy en análogas circunstancias, como después veremos. Los temores que la dilatación inspira han nacido de tres casos desgraciados de Teale, de uno de Bridge y de otro de Weiss. En los tres casos de Teale había lesiones renales avanzadas que contraindican la ope- ración y que trajeron la muerte; en el caso de Bridge la terminación funesta parece debida á accidentes piohémicos y esto probaría, una vez más, que no deben ser descuidadas las precauciones de la antisepcia; (Hache) y en el caso de Weiss el resultado desgra- ciado de la operación parece debido al estado general de la enferma más que á la dilatación que, por otra parte, no fué rápida y progresiva, sino hecha rápi- damente con unas pinzas de forcipresura. Thompson, Pousson, Simón de Heidelberg y Bill- roth la han practicado muchas veces sin ningún mal resultado. Silberman la ha practicado veintidós veces sin el menor inconveniente y el mismo Weiss dilatan- do el cuello progresivamente con el dilatador de Fritchs ha sido más afortunado en alguna otra de sus operaciones. Hoy tiene un dilatador de la uretra de la mujer. En México la han practicado cuatro veces el Sr. Profesor Chacón y dos el Sr. Dr. Hurtado sin haber tenido nunca que lamentar contratiempo alguno y sí razones por las que felicitarse de haberla empleado. Sabemos que otros cirujanos la han practicado también aquí; pero no teniendo datos precisos de sus observaciones no podemos consignarlas. Entre los accidentes de la operación se han contado dos: la hemorragia y la incontinencia. La hemorragia no es raro que se presente, pero sin ser alarmante; en los autores que han estudiado la operación apénas se ve señalada y en las observaciones de que tengo cono- XIV cimiento se ha presentado sólo una vez, con una importancia mediana y cedió á un lavatorio de so- lución de ácido bórico al cuatro por ciento y á 40° de temperatura. Excluimos, bien entendido, el caso de hemofilia, pues que entonces el resultado desgraciado depende- ría de la diátesis y no de la operación. La incontinencia es un corolario déla dilatación que suprime la acción del esfínter, pero hecha ésta con las precauciones que hoy se aconsejan no es per- sistente ni alarmante. Este es uno de los puntos me- jor estudiados en la operación. Simón asegura que usando dilatadores graduados y no llevando la dila- tación más allá de 19 ó 20uim. la incontinencia dura aproximativamente veinticuatro horas ó no se pre- senta. Por lo demás, después veremos que basta un grado menor de dilatación, el de 0m. 015, pues es este, aproximativamente, el diámetro del índice, que es el dedo que se introduce en la vejiga para hacer la exploración. Pero no solamente como precioso recurso de diag- nóstico la dilatación del cuello vesical ha prestado interesantes servicios á la cirujía moderna. Con gran ventaja la han empleado los cirujanos franceses, ingleses y alemanes para hacer en la mu- cosa cauterizaciones enérgicas en ciertas formas de cistitis crónicas simples, rebeldes á todos los otros tratamientos. Guyon, que inventó este método, usa la solución de nitrato de plata, cuyo grado de concentración aumenta sucesivamente, (OGr. 05 á OGr.025 de nitrato de plata para 120Gr 00 de agua) según el resultado que se obtenga. Con igual éxito la han empleado también los in- gleses combatiendo esas terribles formas de cistitis con manifiesta predominancia del elemento espasmó- dico, sitúese ó no en el cuello el proceso inflamato- XV rio, y cuyo mejor tipo se encuentra realizado en loque los ingleses llaman «vejiga irritable» en la que su- prime el tenesmo que tan crueles martirios propor- ciona á las enfermas. A este mismo título es un agente heroico en los neoplasmas malignos en los que el cirujano se ve precisado á hacer la medicación paliativa para mitigar los padecimientos de su cliente. Se practica también para extirparlos tumores papilomatosos del recipiente. Se hace igualmente como operación preliminar en la extracción de los cálculos cuando sus dimen- siones no pasan de dos centímetros, con litotricia an- ticipada si son de mayor tamaño, blandos y flotantes. En la amputación del cuello del útero la propone Huguier, en la operación de la fístula vésico-vaginal por el procedimiento americano en que la introduc- ción del dedo al interior de la cavidad permite la fija- ción de la pared vesical y por consiguiente facilita el avivamiento de los lábios y el paso de las suturas, como en la observación 4a del Sr. Dr. F. Hurtado. Y por último, en nuestros dias se ha empleado también como primer tiempo en el cateterismo de los uréteres. XVI Manual operatorio. Jip ARA proceder á la operación y una vez que la enferma está cloroformada, condición indis- pensable porque la dilatación es dolorosa, se la co- loca en el decúbito dorsal con las piernas separadas y dobladas sobre los muslos miéntras que éstos se do- blan sobre el vientre, se introduce un cojin ó almohada debajo de la pélvis para levantarla un poco sobre el plano del dorso, se busca el meato externo como en el cateterismo ordinario á descubierto. Aconsejan los autores usar siempre de dilatadores graduados, puede usarse el de Guyon y Duplay, el de Weiss, el que Fritchs inventó para la dilatación del cuello del útero, que es el que hemos visto usar al Sr. Profesor Chacón para hacer la dilatación. Se compone de cinco bujías cónicas de acero cuyos diámetros van aumentando progresivamente y que miden, la primera Oro 022 de circunferencia en su extremidad superior y Oro 025 en la inferior, la segunda mide Oro 025 de circunferen- cia en su extremidad superior y Oro 030 en la infe- rior, la tercera, la cuarta y la quinta miden sucesi- vamente Oro 030, Oro 035 y-0ro040 en sus extremidades superiores y 0m 035,0ro040 y Oro 045 en las inferiores. Estas bujías se montan sobre un tallo de acero que se termina por un mango de madera que sirve de puño al instrumento. Una vez montado su eje forma XVII con el del tallo un ángulo obtuso. Se coloca en este tallo la bujía del número 1 y luego las délos números 2,3, 4 y 5, teniendo cuidado de hacer su desinfección rigurosa lavándolas con solución fuerte de ácido fénico y de engrasarlas con vaselina bórica ántes de su intro- ducción á fin de facilitar su deslizamiento. Suele ser necesario debridar el meato externo ántes de intio- ducir la primera bujía, á causa de la pequeñez que presenta en algunas mujeres. El Sr. Chacón deja cada bujía durante dos minu- tos en la uretra, á fin de no hacer demasiado brus- camente la dilatación. Una vez que ésta ha alcanzado el grado necesario, se introduce en la vejiga el dedo índice desiníectado y engrasado y se hace la explo- ración de la cavidad, operación que no necesita ex- plicaciones. Como habrá podido notarse el aparato de Fritchs produce una dilatación de 0^015 de radio solamente, es decir, un poco menor de lo que en Europa se hace para explorar ó para operar, pero este grado de di- latación es bastante para introducir y mover cómo- damente el dedo en el interior del recipiente lo que ha- ría que el dilatador de Fritchs fuese preferible á los otros, por lo ménosen la mayoría délas veces. Hecha tal como la hemos descrito la operación te- nía el inconveniente de precisar al ayudante á retar- dar al operador, miéntras que se sustituía en el puño del instrumento una bujía por otra, la mano delayu- dante desarmaba el instrumento con cierto tra bajo, resbalando sobre la grasa que se le había aplicado; el Sr. Profesor Chacón ha hecho al dilatador de Fritchs una modificación tan sencilla como ingeniosa, agre- gándole un mango más, de modo que puede el ayu dante tener á disposición del operador una bujía ar- mada, miéntras que la inmediatamente inferior está en el interior de la uretra, lo que abrevia mucho la dura- ción de la operación. XVIII Hecha la dilatación y explorada la vejiga se ha- ce en ésta un lavatorio abundante con solución sa- turada de ácido bórico, loque además de ser un buen medio antiséptico detiene la hemorragia que algunas veces acompaña á la operación. Conclusiones. Ia La dilatación rápida y progresiva del cuello vesical en la mujer es una operación enteramente inofensiva, supuesta la integridad del canal y del cuello y si se hace progresivamente con dilatadores graduados. En la inmensa mayoría de los casos basta llevarla sólo hasta 0^015 de diámetro, pero puede lle- varse sin peligro hasta ó de diámetro’ Deberá preferirse siempre el dilatador de Fritchs modificado por el Profesor Chacón. 2a La dilatación del cuello es un precioso recur- so que debe usarse para hacer ó para perfeccionar el diagnóstico ántes de operar en el caso de tumor benigno, de tumor maligno, de cálculo ó cuerpo ex- traño. 3a Se le ha empleado ventajosamante como medio terapéutico para combatir el tenesmo vesical en los tumores malignos inoperables, en las cistitis en que predomina el elemento espasmódico, ó para llevar á la mucosa sustancias medicamentosas en los casos de cistitis crónica, simple y rebelde. 4a Se le ha empleado también para facilitar cier- tos tiempos de la operación de la fístula vésico-vagi- nal por el procedimiento americano, en la amputa- ción del cuello del útero y como primer tiempo del cateterismo de los uréteres. XXI Al terminar este tan imperfecto trabajo nos es particularmente satisfactorio dar las gracias al Sr. Profesor Francisco de P. Chacón y al Sr. Dr. P'rancisco Hurtado por la valiosa cooperación que para él nos han prestado y por la benevolencia con que nos han facilitado sus observaciones. México, Febrero 11 de 1886^ Observación Ia (Recogida por el practicante del servicio.) Ramona Diaz, de veintitrés años, natural de Nopala, nulípara, entró aljhospital “Concepción Béistegui," servicio del Sr. Chacón, el 16 de Noviem- bre de 1887. Padece hace cerca de tres años acci- dentes en la vejiga, cuya causa ignora y que consis- ten en dolores en la uretra en el momento de orinar, necesidad frecuente de vaciar la vejiga; la orina pre- senta, poco después de su emisión, un depósito pul- verulento abundante, de color blanco amarillento y que después de diez ó doce horas de reposo se tras- forma en un precipitado abundante y como de mu- cosidad. Hace cuatro meses apareció el tenesmo ve- sical y por entonces también notó que no podía acos- tarse en el decúbito dorsal porque sentía un dolor muy agudo como de tracción en la vejiga. Un año poco más ó menos después de comenza- da su enfermedad vinieron pequeñas hematurias que han persistido, se le han exacerbado sus dolores y ha notado que orinando en el decúbito dorsal no tiene ó casi no tiene sufrimientos, pero cuando lo verifica en la [posición sentada, siente como si se le tapara el caño experimentando dolores atroces. Desde el principio de su mal ha tenido accesos de fiebre con XXII calosfrío y algunas veces con sudores nocturnos, pero el carácter de esta fiebre ha sido enteramente irre- gular, aparece cada veinte dias ó cada mes con cua- tro ó cinco dias de duración.—Nada en el conmemo- rativo ha hecho entender que existan cálculos. Con los datos anteriores, más la circunstancia de que la enferma orina cómodamente en la posición dorsal, pero que sufre mucho expeliendo la orina en cualquiera otra posición, hizo presumir que se tra- tara de un tumor, probablemente pediculado, implan- tado en la porción cervical del recipiente, ó tal vez bajo la influencia de una contracción poderosa, y es- tando degenerado y grasoso el fondo, se desaloja y viene á colocarse en el orificio interno de la uretra impidiendo el paso fácil de la orina. Por la exploración vaginal se encontró dolorosa la parte que corresponde al cuello de la vejiga, al fondo de ésta y al fondo de la uretra. Hácia el fondo de la vejiga se nota un endurecimiento considerable que se aprecia mejor combinando el tacto vaginal con la palpación abdominal. Esta no revela nada intere- sante en la región hipogástrica. La exploración va- ginal ratificaba, pues, la suposición que primero se había hecho de que existiese un neoplasma en la ve- jiga y se pensó desde luego en dilatar su cuello para hacer la exploración digital de su cavidad. El 27 de Diciembre se procedió á operar: cloro- formada la enferma se hizo la dilatación rápida y pro- gresiva de la uretra con el dilatador graduado de Fritchs; pudo introducirse con toda facilidad el índi- ce y se encontró un tumor extendido delante del trí- gono, del aspecto, según la sensación, de un papiloma; se notó en la parte más posterior una vegetación con un pedículo como de 0m04 de longitud, que era lo que indudablemente impedía el fácil curso de la orina. Se raspó con la cucharilla de Simón; se extrajeron todas las vegétaciones, se cauterizó su punto de im- XXIII plantación con nitrato de plata al uno por ciento. Ca' sino hubo hemorragia. La temperatura se elevó un poco después de la operación, pero bajó desde el dia siguiente. Desde el tercer día no hay dolor para orinar, la orina presenta caractéres casi normales y, como resultado de la operación, queda una necesidad un poco más frecuente de verificar la micción. Observación 2a (del Sr. Profesor Francisco de P. Chacón.) La Sra. N. . N.., natural de Chihuahua, multípara, vió hace un año al Sr. Chacón quejándose de micciones muy frecuentes y excesivamente doloro- sas que han aparecido ocho meses ántes; el dolor aparece ántes de la micción, irradia hácia los órga- nos genitales y desaparece una vez que la orina se ha expulsado. Ha tenido hematurias que unas veces han sido considerables y otras no. Su orina es sangui- nolenta y tiene además un escurrimiento sero-puru- lento con un poco de mal olor. Hace dos meses que sus dolores no la dejan descansar. La enferma está en un estado de grande abatimiento y destrucción. Por la palpación se encuentra que el vientre está doloroso principalmente en el nivel del hipogastrio. El tacto vaginal, que es también doloroso, hace apreciar un endurecimiento de la matriz como si se tratara de un carcinoma, el fondo vaginal anterior está considerablemente ensanchado y muy duro. La introducción de la sonda en la uretra provoca un vivo dolor y haciéndose indispensable para el diagnóstico explorar la vejiga, se le propone cloroformarla para poder verificarla sin dolores. Acompañado del Sr. Dr. Hurtado y del Sr. Govea, entonces practicante en el hospital «Infancia" procedió el Sr. Chacón á dilatar rápida y progresivamente la uretra usando el aparato de Fntchs. Introducido el dedo á la vejiga se encontró: un endurecimiento considerable de sus paredes; tumor duro y abollado que se extiende desde el fondo hasta XXIV el cuello; adherencias de la vejiga á los órganos cir- cunvecinos. Era evidente que se trataba de un epi- telioma que había traído la degeneración casi total del órgano. No se juzgó prudente operar; la enferma sucumbe dos meses después á los avances de la ca- quexia, muy grave ya en los momentos de la dila- tación; pero ésta suprimió los dolores y mitigó los padecimientos de la enferma en los últimos dias de su existencia; pudieron hacerse con todo rigor los cuidados de la antisepcia en el recipiente urinario. La dilatación trajo esta vez una hemorragia de mediana importancia que se contuvo haciendo un la- vatorio con solución bórica al cuatro por ciento y á 40° de temperatura. Observación 3a (del Sr. Profesor Francisco de P. Chacón, recogida por el practicante del servicio.) María Jiménez, natural de Ixtacalco, de 26 años de edad, casada, entró al Hospital «Concepción Béiste- gui,» servicio del Sr. Dr. Chacón, el 23 de Noviem- bre de 1888 á curarse de retenciones de orina que padece desde hace dos meses y que son debidas, según ella cree, á un tumor que siente en la parte inferior del vientre. No da ningún antecedente importante para el diagnóstico de su enfermedad. Refiere que hace quince meses tuvo un aborto después del cual quedó perfectamente. Hace cuatro dias tiene un dolor continuo en el vientre que la obliga á venir á esta capital en busca de auxilios médicos que calmen sus sufrimientos. La ha asistido un médico, quien entiende que está afectada de un tumor abdominal ó pélvico que estorba la micción. La ha sondeado una vez ex- trayendo veinticuatro cuartillos de orina, y la remi- te á este Hospital por creer que es un caso grave y curioso. En la misma noche en que fué recibida en el servicio, y ántes del reconocimiento médico, dió á luz un feto de cuatro á cuatro y medio meses de edad, el cual vino con signos inequívocos de muerte XXV anterior al alumbramiento. Al dia siguiente la en- ferma acusa dolor en el hipogastrio que desaparece después de que el cateterismo da salida á ocho cuarti- llos de orina roja y sedimentosa. Explorada la matriz se le encuentra reducida; pero el tacto vaginal descubre la existencia de un prolap- sus uterino con retroflexion y enclavamiento del cuerpo del útero en la concavidad sacra. Además de las retenciones urinosas, ha tenido desde hace cuatro dias hematurrias y tenesmo vesical. Hay diarrea y comienza á elevarse la temperatura hacia la tarde hasta 39° ó 40°, este estado febril se sostiene hasta el 29 de Diciembre en que la tempera- tura baja á 36°,8. Hasta el 6 de Enero han continuado los dolores, las hematurrias y la enferma no ha podido orinar sin el auxilio de la sonda. El 7 de Enero de 1889 se cloroforma á la enferma, se le dilata el cuello, usando como siempre el dilata- dor graduado de Fritchs. Introducido el dedo en la vejiga se encontró que sus paredes no pueden ponerse en contacto; no existe ninguna lesión en la cavidad del órgano, apreciable por el tacto, tal como cálculo ó tumor. Peritonitis parciales anteriores han producido ad- herencias de la vejiga con los órganos vecinos y la última ha determinado una parálisis de la vejiga que explica las retenciones de orina que ha tenido la en- ferma. Persiste naturalmente la incontinencia de orina hasta once dias después de la operación; trascurrido este tiempo recobra el bsfinter su contractilidad, pero la enferma necesita aún que se le sondee, porque no vacía completamente su vejiga, estado que persiste por más de veinte dias. Se preparaba el Sr. Chacón para ir á destruir las adherencias déla vejiga y para combatir lapará- XXVI lisis con aplicaciones de electrólisis cuando el reci- piente recobró espontáneamente su contractilidad.— de la operación se le prescribió medicación tónica y el aseo de la vejiga. Observación 4a (del Sr. Dr. F. Hurtado.) La se- ñora N.. N..., de 35 años de edad, natural de Ve- racruz, tiene una fístula vésico-vaginal en el bajo fondo de la vejiga, consecuencia de una aplicación desgra- ciada de fórceps en un parto difícil. Mide la fístula 0.01 de longitud por 0.007 de anchura yes deforma ovalar. La mucosa déla vejiga hace hernia á través de los labios de la fístula. El médico que la ha asistido en Veracruz halo- grado disminuir las dimensiones de la fístula con fre- cuentes cauterizaciones. Tiene tenesmo, su orina es turbia y presenta un depósito sedimentoso abundante. Está sumamente anémica. Se le ha hecho en Febrera de 1888 una primera operación de su fístula por el procedimiento americano que disminuyó mucho su extensión; pero ha subsistido en la parte anterior una perforación pequeña que no se oblitera dos meses después de la operación. Esto resuelve al Sr. Dr. Hur- tado á hacer una segunda operación de la fístula, di- latando esta vez el cuello vesical con el dilatador de Fritchs. No se observa notable hemorragia. La intro- ducción del índice á la vejiga permite tender su bajo fondo y facilitar el avivamiento de los lábios y el paso délas suturas. Hay cicatrización, perfecta por primera intención y la dilatación no es seguida de incontinencia. XXVII