LEGUMINOSAS INDIGENAS MEDICINALES CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE LA FARMACOLOGÍA NACIONAL TESIS PARA EL CONCURSO A LA PLAZA DE CATEDRÁTICO ADJUNTO AL DE TERAPÉUTICA EN LA ESCUELA DE MEDICINA, QUE PRESENTA AL JURADO DE CALIFICACION FERNANDO ALTAMIRANO MEDICO-CIRUJANO DE LA FACULTAD DE MEXICO, PREPARADOR DE LAS CLASES DE FARMACIA, FARMACOLOGIA K HISTORIA DE DROGAS, Y MIEMBRO DE VARIAS SOCIEDADES CIENTIFICAS. ' MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE, Bajos de San Agustín, nujj, i. 1878 Dr. MANUEL ALTAMIRANO. A LA MEMORIA DEL DISTINGUIDO BOTÁNICO TESTIMONIO DE AMOR FILIAD Y DE RESPETO A SU PROFUNDO SABER: C(§/ LEGUMINOSAS INDIGENAS MEDICINALES CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE LA FARMACOLOGÍA NACIONAL TESIS PARA EL CONCURSO Á LA PLAZA DE CATEDRÁTICO ADJUNTO AL DE TERAPÉUTICA EN LA ESCUELA DE MEDICINA, QUE PRESENTA AL JURADO DE CALIFICACION f' FERNANDO ALTAMIRANO MEDICO-CIRUJANO DE LA FACULTAD DE MEXICO, PREPARADOR DE LAS CLASES DE FARMACIA, FARMACOLOGIA É HISTORIA DE DROGAS, Y MIEMBRO DE VARIAS SOCIEDADES CIENTIFICAS. MÉXICO IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE, Bajos de San Agustín, num. i. 1878 INTRODUCCION. f|íj ll' ACE cuatro años que tengo la honra de pertenecer á la Escuela de i, Medicina como preparador de las cátedras de Farmacia, Farmaco- IJ SI logia é Historia de las drogas simples. wW Durante ese tiempo he escuchado las lecciones que el eminente Profesor Sr. Alfonso Herrera, daba á sus discípulos de Farmacia sobre las drogas nacionales. Entónces comprendí que las artes, la industria y la ciencia, espe- dí/ ran grandes beneficios del conocimiento de nuestros productos na- turales. Sobre todo, la farmacología nacional está vivamente interesada en este estudio. Espera que sus obreros, los médicos y los farmacéuticos, siguiendo el cami- no trazado por el hábil profesor Herrera, lleguen á constituirla definitivamente, y la levanten á la altura que reclaman los adelantos de la ciencia y el rango de nues- tra Escuela. Ya han dado principio á este trabajo los farmacéuticos, quienes llegan al profe- sorado con extensos conocimientos de nuestros productos naturales; y solo esperan impacientes que sus colaboradores los médicos, den impulso á esos afanes, utilizan- do estos conocimientos y haciendo de dichos productos el consumo correspondiente: es preciso, pues, que el médico ayude al farmacéutico, recetándole las plantas que su código le prescribe. El dia en que nuestras oficinas de farmacia consuman exclusivamente productos de nuestro país, tendrán rentas cuantiosas y ganancias exorbitantes, porque el pre- cio de la compra será bajo y el de la venta alto. El profesor encargado de una bo- tica, no se ocupará únicamente en dar su nombre al establecimiento ó en el despa- cho de la medicina; tendrá que ocuparse además en el reconocimiento de los pro- ductos que le ofrezcan, en la preparación de principios inmediatos, en la confección de fórmulas oficinales, etc., para poder competir con los productos extranjeros, en pureza, en hermosura y en precio. Toca pues, al médico consumar esta obra: el dia en que su terapéutica sea exclu II sivamente nacional, proporcionará á sus enfermos medicinas á menor precio, evita- rá un tributo á México, y contribuirá á que la Farmacia salga de la decadencia en que actualmente se encuentra. ¿Y es posible la formación de esta terapéutica nacional? ¿Podrémos constituir una Farmacología que nada pida al extranjero? En el presente nó; en el transcurso de algunos años sí. Los fundamentos de mi aserción, contrayéndome tan solo al reino vegetal, consis- ten eu el conocimiento de nuestra flora médica aumentado de día en dia, en el des- cubrimiento progresivo de plantas, cuyas propiedades son iguales ó análogas á las del extranjero, en las sustituciones muy racionales que podrémos hacer en virtud de este conocimiento, y por último, en la posibilidad de obtener por la aclimatación los vegetales que no se puedan sustituir. Ejemplos de esto último tenemos ya eu la quina cultivada en Córdoba por los Sres. Nieto y Hugo Fink, en el opio que nos presentó el infatigable Dr. Joaquin Gómez, y que muy pronto será el único que se consuma en nuestra Eepública, en el beleño que cultivan los indígenas en Tlalpam y en otros lugares, así como tam- bién en otras muchas plantas que llevan numerosos años de haberse introducido, y cuyos productos se exportan, como el café, el azúcar, etc. En cuanto á los sustitutivos, es inútil mencionarlos; todos conocemos gran núme- ro de ellos, y fácilmente comprendemos que existen otros muchos. Teniendo pues, las materias primas, y favoreciendo su consumo, llegarémos á tener todos los pro- ductos químicos y las preparaciones variadas que hoy nos manda la Europa; se es- tablecerán fábricas de estos mismos, y no se remitirán ya grandes cargamentos de productos naturales para consumir después nosotros sus preparaciones. Mas ante todo, necesitamos dar mayor extensión á los conocimientos de nuestra flora médica, y que la experimentación fisiológica y la clínica nos comprueben las propiedades medicinales que se le atribuyen, y nos revelen las desconocidas. Hé aquí el objeto de mi trabajo: llamar la atención sobre un grupo de plantas in- dígenas en sus relaciones con la medicina, para contribuir con mi grano de arena al renacimiento terapéutico que se inicia en nuestra patria. Me propon ia al comenzar este estudio, dar á conocer primero el nombre de cada planta, su historia botánica y aplicaciones vulgares; y á continuación referir lo que la medicina ha conquistado ya definitivamente por medio de sus ciencias auxilares; pero circunstancias superiores á mi voluntad, se opusieron al desarrollo completo de este plan. Me encontró, con que las descripciones de unas son muy incompletas, y la clasi- ficación de otras, ó no está rectificada ó no es conocida. Por otra parte, el tiempo de que pude disponer para la formación de este trabajo, fué insuficiente para propor- cionarme todas las plantas, analizarlas, y someterlas á la experimentación. Esto me excusará el que haya modificado dicho plan de la manera siguiente: Elegí disponer las plantas en órden alfabético, y no en una clasificación científica, porque casi no hago más que relatar lo que se conoce de ellas, como nombres vul- gares, la clasificación de algunas, las aplicaciones que los aztecas les daban y las que hoy se les atribuyen, etc,, esto es, formé un catálogo con los datos que encontré di- seminados y los de mi propia experiencia, para que el indulgente lector que quiera registrarlos, encuentre con facilidad lo que desde. Prescindí de toda clasificación científica, aunque casi me era obligatorio presen- tarla; porque si fuese botánica, no tendría utilidad, y si terapéutica, se comprende que no podría ser ni completa, ni definitiva, ni útil. También me pareció preferible encabezar cada planta con su nombre vulgar, por- que en lo general son los primeros con que conocemos un vegetal, particularmente el médico que practica su profesión entre los campesinos ó entre los indígenas, pues á cada paso le presentan plantas curiosas con las denominaciones impuestas por el vulgo, así como también él por su parte tendrá que usar de las mismas para propor- cionarse las que le interesen. Usé de preferencia los nombres indígenas por ser muy significativos, pues indican comunmente, ó algún carácter botánico que se observa á primera vista, ó alguna pro- piedad medicinal ú otra cualquiera. Este sabio sistema lo establecieron los antiguos mexicanos, según se puede ver en la Historia de las plantas de ISTueva España que escribió el Dr. Hernández. Desgraciadamente los conquistadores españoles no comprendieron la utilidad de este sistema, y sustituyeron á los expresivos nombres aztecas, con otros tomados de sus santos ó de sus Beyes que nada indican. ¡Ojalá y encontrásemos los nombres mexicanos de todas nuestras plantas! Con ese descubrimiento habríamos avanzado un paso más en el conocimiento de nuestra flo- ra médica. La correspondencia exacta entre el nombre mexicano y científico que lleva una misma planta, es otro de los puntos que he procurado aclarar en cuanto he podido, con el corto número de datos que he encontrado. Relato además, gran número de aplicaciones vulgares, algunas increíbles, y que toca al ridículo su enunciación. Muchas de ellas son herencia de la medicina azteca constituida en aquella edad por un conjunto de observaciones imperfectas, que tras- mitidas hasta nuestros dias, hoy forman la medicina empírica, pero mañana forma- rán la verdaderamente científica. Algunas veces he retrocedido delante de aplicacio- nes tan pueriles y tan numerosas, y he querido borrarlas de este catálogo; pero no obs- tante, me ha decidido siempre á enumerarlas el recuerdo del párrafo que sigue, escrito por el eminente Gubler. “Ho hay progreso que no esté fundado en la tradición, por- que no es dado al genio poder lanzarse de un vuelo á las cúspides árduas de la cien- cia. La verdad de hoy es hija de la de ayer, y ninguna ciencia de observación podría ser el resultado de una especie de generación espontánea.” Estas palabras, de boca tan autorizada, me decidieron á que refiriese de cada plan- ta las principales propiedades curativas que nuestros antecesores habían observado, así como la manera de aplicarlas y la clase de enfermedades que con ellas curaban. De estas observaciones, á la luz de la fisiología experimental y de la clínica, se es- cogerán las que puedan contribuir á formar en el porvenir la Terapéutica nacional. Ko solo me he concretado á exhumar antigüedades, también he procurado citar mis propios trabajos y los que otros han hecho; pero al mismo tiempo, he pasado en silencio todas aquellas propiedades ú observaciones que ya son muy conocidas. IV Se me preguntará ahora, de dónde he tomado los datos que me han servido para formar este trabajo. En primer lugar, la obra del Dr. Hernández sobre las plantas de México, me fué de grande utilidad. En ella se encuentran descritas como dos mil plantas de las que se servían los antiguos mexicanos para distintos usos, pero particularmente en la medicina. La traducción de esta obra, cuyo trabajo tengo ya concluido, causó grande impre- sión en mi ánimo por las útiles reflexiones á que por sí misma conduce. Desde lue- go llamó mi atención la propiedad en la denominación que los indígenas dieron á sus plantas, pues el nombre mexicano está adecuado á sus propiedades naturales y fre- cuentemente á su virtud curativa: algunas aproximaciones ó grupos botánicos, que de ellas formaron los aztecas, corresponden á los establecidos por la clasificación natu- ral: el uso de estos vegetales, para curar ciertas enfermedades, y áun el modo de aplicarlos eran casi el mismo que hoy prescribe la medicina moderna. De suerte que bien puedo asegurar, que los adelantos de la ciencia, lejos de destronar de nues- tra terapéutica ciertas plantas y ciertas prácticas de la antigüedad, ha venido á dar- les su apoyo, explicando su modo de obrar y descubriendo nuevas propiedades. En confirmación de mi aserto, citaré el Matlalixtic ó yerba del pollo, el Tlálclii- chinole, el PqHtzahoac, el Chichicuahuitl, el Toloache, el Hoitsiloxitl ó bálsamo ne- gro, etc. Estos medicamentos, usados antiguamente por los aztecas, fueron olvida- dos por algún tiempo; pero el honroso afan de los Sres. Herrera, Mendoza, Lucio y Eio de la Loza, en nuestro país, y los estudios fisiológicos en el extranjero, han ve- nido á sacarlos de ese olvido, y á hacerlos figurar ventajosamente en nuestra tera- péutica. Esto mismo ha pasado en otros países con otros medicamentos de activi- dad incontestable, como lo confirman el clorato de potasa, descubierto é introducido á la medicina en el siglo pasado, olvidado en seguida casi por cien años, y vuelto á usarse en nuestros dias; el mercurio, el bismuto, la belladona, la cicuta, la quina y otras, cuyo descubrimiento data igualmente de la remota antigüedad, y que, conser- vadas en la práctica de los charlatanes y del vulgo, se ven hoy puestas en boga en la medicina científica bajo el impulso de la fisiología y de la química moderna. La consideración de estas vicisitudes porque han pasado muchos vegetales de im- portancia, unida á otras reflexiones, me indujo á consultar, como ya indiqué, la re- ferida obra del Dr. Hernández. Mas para llenar mi objeto, se me presentaba un obs- táculo. Yo me proponia reunir datos sobre plantas de una sola familia, las legumi- nosas, con el proyecto de estudiarlas comparativamente, á fin de conocer cuantas especies tóxicas tenemos ó por lo ménos de una actividad notable, y encontrar al- gunas que pudiesen sustituir á las extranjeras como había encontrado una para el Cu- raro. A este fin busqué inútilmente en dicha obra las indicaciones relativas á la fa- milia de las leguminosas. Y mi afan hubiera quedado sin éxito, si la fortuna no hu- biera puesto en mis manos otro ejemplar de la obra citada, que había pertenecido á mi abuelo el Sr. Dr. Manuel Altamirano, y en el que había escrito de su propio puño, unas notas que vencieron mi dificultad. En estas encontré gran parte de lo que buscaba, y además algunas aclaraciones sobre la correspondencia entre el nom- bre científico y el mexicano que lioy se le aplica. Su trabajo no se limitó á la i'ami- lia de que me ocupo, pues se extiende á la mayor parte de las que menciona el autor español. El mérito científico de las notas de mi abuelo, no es á mi humilde inteligencia á quien corresponde apreciarlo en su legítimo valor, ni quiero que mis apreciaciones se crean hijas de mi natural afecto á su persona. Me basta, para que se juzgue de él con la debida imparcialidad, citar aquí las textuales palabras de un célebre botá- nico de su época, el eminente profesor Cervantes, que decía: “Faltando yo, solo Altamirauo podrá sustituirme.” Su amor á la botánica y el ardiente deseo de dar á conocer nuestra flora, se re- velan claramente en el asiduo afau y en la constancia admirable con que se dedicó á recoger por sí mismo las plautas del Valle de México, cuyas descripciones hacia; extendiéndose sus trabajos hasta una gran parte de la flora de Querétaro y de San Luis Potosí. Por este medio llegó á formarse un extenso herbario, que el tiempo y los trasportes destruyeron. Escribió una Cartilla botánica en la que señalaba la clasificación de nuestras plau- tas más comunes, y la página de Linneo en donde se encontraban descritas. Vieron la luz pública varios de sus trabajos, tales como la descripción de la Lantana cro- cea que el Sr. La Llave insertó en el “Registro Trimestre;” las descripciones de al- gunas plantas de ornato cultivadas eu Querétaro; consideraciones sobre los hongos venenosos, y cómo deben usarse, etc. Estos escritos y otros fueron publicados en di- versos periódicos políticos cuyos ejemplares casi han desaparecido, lo que me obli- ga por ahora á no mencionarlos todos. Diré también, que hay una planta indígena, llamaba “Yerba del Cura” y cuyo nombre técnico es Ternstroemia Altamirania, en honor suyo como botánico distin- guido de su época. Fué nombrado espontáneamente miembro de la Sociedad Médica de Madrid, nombramiento que recibió con sorpresa, pues jamás habia solicitado este honor. El notable político y jurisconsulto Sr. Luis de la Rosa, secretario de relaciones en esa época y de grandes conocimientos botánicos, lo comisionó para que describiese la flora del Estado de Querétaro, pero la revolución paralizó sus trabajos. Poseía varios idiomas, como el fraucés, inglés, griego, mexicano, y sobre todo el latino, que hablaba y escribía correctamente, y enseñó por muchos años en el cole- gio de Querétaro. Además, patriota desinteresado, abandonó en San Luis Potosí su escogida clien- tela y sus comodidades, para prestar sus servicios de taquígrafo en el primer con- greso que se estableció en la Capital de la República; fué el primero que cultivó la taquigrafía en nuestro país, y con tal perfección, que podía seguir con la pluma la palabra de cualquier orador, escribiendo su discurso sin faltarle ni una coma. En esa época y las siguientes, sufrió grandes penurias por la escasez del erario, y sin embargo, jamás desmayó de su tarea, siempre se le vio entusiasta, dividir el dia en- tre los negocios de la Nación y la ciencia de las plantas. Por último, pasó el resto de su vida laboriosa en Querétaro, donde murió en 1865, el mismo dia que cumplió 80 años, y en la misma casa que lo habia visto nacer. Dejó inéditos gran número de trabajos botánicos, en los que anotaba las aplica- VI clones útiles de algunas plantas, la sinonimia vulgar, etc. etc., que desgraciadamen- te fueron destruidos en nuestros continuos movimientos revolucionarios. Sus afanes, como se ve, pasaron desapercibidos, é ignorados casi todos sus escritos, tal vez porque ninguna asociación científica tuvo noticia de ellos ni podía dedicarse á buscarlos en épocas tan aciagas para nuestra patria. Así es que, el olvido más profundo ha cubierto su memoria, lo que me lia obliga- do, como descendiente suyo, como mexicano y como amante de la historia natural, á consignar aquí estas páginas de su vida. Además, he querido dedicarle este trabajo, como un homenaje á su memoria, y como un tributo de gratitud por los buenos servicios que me han prestado sus sá- bias anotaciones. Como indiqué al principio, me he inspirado también en las lecciones del actual profesor de la cátedra de drogas; en ellas encontrará el joven médico que quiera es- cucharlas, datos preciosos sobre las drogas nacionales; sabrá las sustituciones inde- bidas y muchas veces poco científicas que se acostumbran en nuestras boticas; com- prenderá cuán superiores son muchos de nuestros productos naturales á los extran- jeros; todas las aplicaciones que pueden recibir en la industria y en la medicina; y en fin, llevará en su memoria los principales usos médicos que entre el vulgo tiene cada planta, y la manera de aplicarla en ciertas enfermedades. Muchas de estas ob- servaciones que más de una vez me han dado hechos ó suscitado ideas, las citaré textualmente en este trabajo. Dichas observaciones vendrán á ser sometidas á la experimentación en la clase de Terapéutica. El hábil profesor de este ramo, Dr. M. Domínguez, las recibirá con entusiasmo, y bajo la fecunda dirección que ha sabido dar al estudio Farmacoló- gico, colocándolo en la vía experimental, que ha inaugurado el primero en nuestra Escuela, se llegará á formar con los hechos tradicionales y empíricos, una terapéu- tica nacional verdaderamente científica. Bajo la dirección de este maestro, que me honra con su amistad, he practicado nu- merosas experiencias, y á él debo ios conocimientos que poseo en este ramo de fisio- logía experimental. El método de su enseñanza es verdaderamente práctico, mos- trando á sus discípulos nuestras drogas, y la acción de los principales medicamentos en los animales. No contento con esto, los ha reunido en sociedad, haciéndome la honra de nombrarme presidente. Esta asociación lleva el nombre de “Sociedad de Terapéutica Eio de la Loza,” en recuerdo de un sabio mexicano que es honra de nues- tra patria. Todos estos trabajos del profesor Domínguez, tienen por objeto el estu- dio más perfecto del ramo que enseña, sobre todo en lo relativo á nuestro país. ¡Oja- lá y la brillante falange de discípulos que ha sabido formar, llegue á conseguir la in- dependencia de nuestra farmacología! También he consultado repetidas veces, las Lecciones de farmacología del sabio me- xicano Dr. Leonardo Oliva. Esta obra no se ha estimado como merece, en la parte de Drogología; de ella he tomado datos numerosos que me han sido muy útiles. Por último diré, que he consultado también algunos autores extranjeros como Guibourt, Garmain Saint Piérre, Eeveille, Bossu, etc. etc. No pretendo haber formado un trabajo perfecto; lo que he deseado es cumplir con una obligación, aprovechando la oportunidad para excitar á mis compañeros de pro- fesión á que ensayen en su práctica las propiedades que se atribuyen á las plantas que menciono. Por esta razón, como ya indiqué, cito de cada una las aplicaciones que ha tenido desde la antigüedad hasta nuestros dias; porque el método que debe seguir la tera- péutica para constituirse en ciencia, debe ser el experimental; pero un método ex- perimental a posteriori, como dice el gran Chevreul. Y ciertamente, si no consulta- mos al empirismo, si no sabemos qué propiedades se atribuyen á estas leguminosas, no tendrémos que preguntar á la experimentación. Así es que, en vez de que el mé- dico rechace con desprecio los medicamentos que el vulgo le presente, deberá acep- tarlos para someterlos, si no los conoce, á una rigurosa observación científica que le revele la verdad. Jamás deberá ocultar su ignorancia con una sonrisa de increduli- dad y de desprecio. Habré llenado mi objeto, si consigo que mis compañeros prescriban á sus enfer- mos nuestras plantas medicinales, y quedaré enteramente satisfecho si la ciencia abre sus puertas á todas estas leguminosas. México, Febrero 10 de 1878. &£$amúanc>. LEGUMINOSAS INDÍGENAS MEDICINALES. \ ANDIRA EXCELSA, H. R.—Cito esta planta aunque no se conoce ni el nombre mexicano, ni se ha hecho ensayo alguno con ella, porque he sabi- do que vegeta en Acapulco, y á este género pertenecen la Andira anthel- minthica, vermífuga, stipulacea, rosea, racemosa, inermis, retusa etc., que son empleadas en el Brasil como antelmínticas. Allí usan las semillas que llevan el nombre de «Angelin» y también las cortezas. Las semillas de todas estas especies son eméticas y peligrosas cuando se toman en alta dosis. La mayor que se puede dar, según Pisón, es de lgr 20cent- Estos datos con- vidan, pues, á que se ensayen tanto las cortezas como las semillas de nues- tra Andira. En ella tendrémos un antelmíntico nacional. 2. ASTRAGALOS.—Según el Sr. Herrera, vegetan en el país dos espe- cies, el Astragcdus reptans y el ¿strigulosus?.* el primero en diversas par- tes de la mesa central y el segundo en el Real del Monte. Es probable que produzcan goma análoga á la de tragacanto, pero aun no se ha demostrado. Esta goma nos viene del extranjero, y aquí se falsifica con la goma del nopal que se llama «Tragacanto del país». Se sustituye también á la verdadera tra- gacanto en algunas preparaciones farmacéuticas, lo que es indebido según el Sr. Herrera, porque no da mucílago consistente, y además, al secarse, deja una sustancia pulverulenta. Su estudio químico que está por hacer, presen- ta gran interés, porque en el país se pueden obtener grandes cantidades á ínfimo precio, y se conseguiría un sustitutivo de algunos de los productos ex- tranjeros, como dextrina, goma tragacanto, etc. 3. ATEGUYXTLI. (Ojo de Cangrejo.)—Rhynchosia precautoria, H. B. Colorín chiquito.—Negritas.—Pulguitas. A los Aztecas había llamado la atención esta planta por la belleza de sus granos; pero parece que no le habían encontrado ninguna propiedad útil. El nombre que le dieron es perfectamente adecuado, porque los granos tie- nen semejanza con los ojos del cangrejo. Importa conocer este vegetal porque hay la creencia en el vulgo de que sus semillas son venenosas. En los climas calientes como Cuernavaca, que es donde vegeta espontá- neamente, me refirieron varias historias de estos granos; como, que las cu- randeras que allí llaman tepatianas administran disfrazadamente el polvo de esta semilla á las personas á quienes desean causarles algún mal; que las mujeres celosas para vengarse de sus amantes infieles, procuran administrar- les estas Negritas sin que lo sepan, lo que les produce locura de larga dura- ción, etc. etc. Cuando tuve estas noticias me propuse averiguar la verdad. La experieu cia me había demostrado, con el colorín, que las creencias vulgares tienen á veces algún fundamento. Además esta planta era Leguminosa, quizá próxi- ma ála Erythrina coralloides que había estudiado v que es tan venenosa. Así es, que mandé traer dicha planta á Cuernavaea, y me propuse clasificarla en primer lugar, porque aun no había determinado su especie; averiguar si era venenosa, y cuál era su principio activo. Las aplicaciones resultarían de este estudio. Paso á referir lo que acabo de indicar, adjuntando lo que dice Hernández, para que se vea que el Atecuyxtli es la Rhychosia precatoria. Este autor dice: «es un género de voluble, de hojas blanquecinas y temadas; aun cuan- do carece de uso médico, sin embargo, debe mencionarse porque sus vainas están llenas de granos que tienen média parte negra y la otra média roja, y además son parecidos á los de la Peonía. Nace en Quauhtlan Amiltzinco.» La descripción que hice en compañía del distinguido botánico Dr. Manuel Villada, que con tanta eficacia me ha ayudado en la corrección de este traba- jo, es la siguiente: pero antes quiero protestar mi agradecimiento á dicho se- ñor, por los servicios que tan bondadosamente me ha prestado. Descripción.—Tallo sub-leHoso, voluble, rollizo, acanalado, pubescente- glanduloso. Hojas alternas, pecioladas, peciolo de 4 á 5cenL de largo, pubes- cente-glandulosas, pinado trifoliadas; folíolo terminal romboidal, los latera- les inequiláteros y sub-romboidales, reticulado-trinerves; cara inferior pu- bescente-glandulosa y la superior ligeramente pubescente. Estípulas no ob- servadas. Inflorescencia terminal en racimos solitarios, multiflorosy axilares; HHYNCH0S1A PRECATORIA HB. / Para f/tPer/orde/a /toja aumea/ada coa sos pe/os 2. í/or aumentada.-3./d separadas sus par/es. _ 4 dor/e/ofíj/tud/nat de td- 5. 9/neceo, androceoy necfar/opd-tt./lnferasjd._ ?"fruto aó/erfo, aun no maduro, ert su /amaño natura/- ff. fd después de/a dep/scenc/a. _ 9.9rano aumentado v/stopar e/omPt/Jo -fñ.ñoP/edon idy su emtrfon comeuzaudo ajermfnar. cáliz persistente, insertado oblicuamente en el pedicelo, sub-bilabiado, cam- panulado, o-fido, pubescente-glanduloso, lacinias agudas, erguidas; las dos superiores casi del todo unidas, forman el labio superior y las otras tres el inferior, siendo la de en medio la mayor de todas. Corola papilionácea, estan- darte obovado-redondado, ¿ligeramente emargnado?, pubescente-glandulo- so, flabelado-nervoso, verde violado, y en el dorso un hundimiento ó foseta arriba de la uñuela; ésta acanalada, con sus bordes enrollados, formando en la parte superior como apéndices rudimentarios crasos; quilla falcado-cultri- forme, amarillenta, lampiña, refleja y arredondada en el ápice, donde sus bordes se adhieren, y sub-truncada en un lado de la base; alas más cortas que el estandarte y del tamaño de la quilla con la que se adhieren lige- ramente en su parte superior, inequiiátero-oblongas, de margen ondulo- so, obtusas, amarillentas y apendiculadas en la base. Estambres diadelfos, geniculado dos veces en la base el que está libre y opuesto al estandarte; an- teras ovaladas, dorsifijas y biloculares. Ovario linear-oblongo, comprimido, sedoso, sub-estipitado, uni-locular, bi ó tri-ovulado y rodeado por un nec- tario sub-almenado; óvulos ascendentes y estilo fusiforme, encorvado, pu- bescente y de estigma capitado: el fruto es una legumbre oblonga, subfalci- forme, ai principio lomentácea, pubescente-ferruginosa, y bi ó tri-esperma; granos reniformes algo comprimidos en la base, mitad negros y mitad rojos, correspondiendo el ombligo á esta última parte y no á la primera como dice Humboldt. Debo hacer notar que esta descripción presenta algunas diferencias con la que da Humboldt, pero no son suíicientes para formar una especie distinta de la precatoria: tales como la coloración del grano, lo geniculado del estambre libre, que es carácter de interés; pero que si no lo cita debe ser por olvido y no porque se baya escapado á su observación, pues es carácter ge- nérico que De Candolle señala: la presencia de las estípulas que no llegué á observar, así como las brácteas en la base del cáliz, fué debido probable- mente á que son caducas, pero la mayor parte de los caracteres sí se corres- ponden. Queda, pues, demostrado, según creo, que el Atecuyxtli es la Rhyncho- sia precatoria, y que no puede ni debe confundirse con el Abrus preca- torius. Hago esta observación, porque en la medicina se usa esta última planta y sus granos son mitad negros y mitad rojos como los de la Rincosia; más el ombligo corresponde á la parte negra. Sirven de adorno á los salvajes de la América. Las hojas se emplean para preparar una infusión pectoral, que se usa en América y en las Indias. A este Abrus, según he sabido, le llaman Peonía de Cuba, bejuco de 'peonía, etc.; y vimos atrás que Hernández compara los granos del Atecuix- tli á los de la Peonía, lo que puede dar lugar á una confusión; tanto más, cuanto que hay otras dos plantas que llevan este nombre. Una es la verdade- ra peonía de la familia de las Ranunculáceas, la otra es la falsa peonía del país que es de la familia de las Ciperáceas. Los granos de la verdadera peo- nía que son del tamaño de un arvejo», redondos, lustrosos, de color rojo primero, después azules, y al fin negros, presentan cierta analogía con los del Abrus, y á eso se debe probablemente el que á éste se le haya llama- do Peonía. Se comprenderá ya, por esta explicación, que dichas plantas no se pue- den confundir. Acción fisiológica.—He ensayado el extracto alcohólico preparado lo mismo que el del colorín. Me suponía que su acción tóxica seria semejante, y que también debía seguir el mismo camino que en el estudio del patol. Este extracto presentó los caracteres siguientes: reacción ácida, color ro- jo, sabor y olor nada notables. Insoluble en el agua, que deja precipitar unos grumos solubles en una mezcla de alcohol y agua, ó mejor dicho, emulcionable. De esta manera es como lo he inyectado. 1er experimento.—A una rana le inyecto por el dorso, Icenuíg. ¿e extracto; se pone algo torpeen sus movimientos, pero á la hora se recobra enteramen- te: vuelvo á inyectarle otra cantidad, 5centigr; á los 15 minutos, torpes los mo- vimientos, ni brinca con fuerza ni puede recoger prontamente sus miembros posteriores. Al recogerlos como que los arrastra y tiembla. A los 30 minu- tos queda paralizada enteramente, el nervio crural no responde al galvanis- mo, todos los músculos quedan fláxidos, pero sensibles á la electricidad. So- lo el corazón continúa imperturbable sus movimientos. Esta rana murió. Las conclusiones son: que las semillas del Atecuyxtli sen venenosas, y que el principio tóxico mata, paralizando los nervios motores, esto es, obra como el colorín. Repetí otros experimentos con el mismo extracto, también en ranas, y que no refiero porque seria muy largo; siempre observé la muerte del animal, y los nervios motores quedaron insensibles al galvanismo. Pero habiendo visto en otros experimentos la sensibilidad exquisita de es- tos batracios para las inyecciones, emprendí otras experiencias en palomas y en perros. Tampoco detallaré estas observaciones, que harán parte de un trabajo es- pecial sobre esta planta, y que presentaré cuando concluya su análisis. Por ahora señalaré el resultado de ellas. A unas palomas inyectadas con 10centigr- de extracto, y después con 20centígr- no les causó ningún mal. Pero inyectando 50centígr, emulcionados en un gra- mo de alcohol y 4 de agua, á los 5 minutos quedó inmóvil la paloma, res- piraba lentamente y permaneció paralizada 24 horas, al fin de las cuales murió. Esta misma experiencia la repetí en dos perros, y no sufrieron nada. Teniendo, pues, experimentos contradictorios, hasta cierto punto, no es posible decidir aún cuál es la acción que ejerce sobre la economía el extrac- to del Atecuyxtli. A lo más se puede inferir que es mucho ménos tóxica que la del Tzompantli, y que probablemente carece de esa acción sobre el cerebro que le atribuye el vulgo. En cuanto al análisis, ya indiqué que aun no lo concluyo; y como aquí no debería citar más que el resultado de él, esto es, el principio activo ais- lado y demás componentes, me parece mejor no mencionarlo, que dar una relación de todo lo que llevo hecho. En resúmen, solo queda bien demostrado de esta planta su clasificación, y que iro es tan venenosa como se cree. 4. AXIXGOXAHUILIZPATLI.—(Medicina amarilla para la orina.) ¿Ga- lega? Los aztecas designaron con este nombre, cuatro plantas diversas. Una de ellas no es leguminosa, según lo que se puede inferir de la des- cripción que da Hernández. La usaban para teñir de amarillo, y á esto tal vez debió su nombre. Según el Sr. M. Altamirano es un Berberís. La segunda es aquella planta que los modernos, según Hernández, llaman Galegam. Los mexicanos la usaban para excitar el apetito, contener el vómi- to y curar algunas afecciones del vientre. Crece en los lugares fríos de Te- poxculula y Mixteca Alta. La tercera la usaban como diurético y para combatir los dolores de los ri- ñones, tomando por la mañana, una vez diariamente, el cocimiento de las hojas. Crece en los lugares fríos de Yanhuitlan y Mixteca Alta. La cuarta es la que claramente se comprende por la descripción, que es leguminosa, pero no la especie á que corresponde. La raíz de esta planta es amarga primero y después dulce como el Orozuz; su cocimiento lo usaban los aztecas para curar lo que llamaban asperidad del pecho (¿Bronquitis?), los dolores de vientre, provocar la orina y limpiar sus conductos. Esta últi- ma propiedad es la más notable y la que le dió su nombre. Vegeta en los mismos lugares que las anteriores. Esta última planta podría ser muy bien una especie del género Galega, como dice Hernández respecto de la segunda que llevamos mencionada. Es- ta suposición podría apoyarse en que en México son muy abundantes las es- pecies de dicho género según el Sr. Herrera; en que todas vegetan en el mis- mo lugar y en la propiedad que tienen de ser diuréticas. En efecto, la Galega officinalis de Linneo, se ha usado como tal, y ade- más como sudorífico y vermífugo. De manera que si se coníirma que nues- tro Axixcoxahuilizpatli sea la Galega officinalis, recibirá también todas sus aplicaciones, como son las indicadas y las siguientes. Hekel la recomienda para aumentar ia leche en la mujer, administrada al interior. Esta propiedad ha sido comprobada en las vacas, que producen más leche cuando comen esta planta, y á ella se debe también el nombre que lleva. Se usa además como planta de forraje, pudiendo suplir perfec- tamente á la alfalfa, sobre todo en aquellos terrenos en que ésta no vegeta. 5. CABALONGA DE LA HUASTECA.—Aun no está descrita esta planta, pero se sabe que en la Huasteca se usan las semillas para envenenar coyotes y otros animales nocivos. Esta propiedad le ha dado tal vez el nombre de la haba deS. Ignacio, se llama Cabalonga. Las semillas, parecidas á tablillas de chocolate por su color y forma circular, imitan también por su aspecto á las del baba del Calabar. ¡Ojalá en sus pro- piedades igualmente las imitasen! Esto nos lo aclarará el eminente químico Sr. Gumecindo Mendoza, que actualmente está practicando el análisis. En su compañía hice ya los experimentos siguientes: A lina rana le inyectamos por el dorso 5 gotas del extracto etéreo forma- do casi enteramente por aceite. A la hora quedó sin movimiento. Al si- guiente dia murió. Repetimos la inyección en una paloma con cinco gotas del mismo extrac- to. En una hora que la observamos nada presentó notable. A los dos dias murió sin que pudiésemos explicarnos la causa de la muerte. Me es sensible no poder aun inferir ninguna conclusión de estos experi- mentos, pero pronto se publicarán los que se practiquen nuevamente, así como el análisis, y se verá entóuces si en la cabalonga de la Huasteca tene- mos un representante del haba del Calabar como lo tenemos del curaro en el colorin. 6. CAGALAGA.—Wimosa?—Según el Sr. M. Altamirano parece que es- ta planta es del género Mimosa. Yo conozco una que vegeta cerca de Joju- tla y cuyas flores son amarillas, parecidas á las de la retama, Cassia loeviga- ta y que llaman allí Gacalaca. El ejemplar que recogí desgraciadamente se destruyó ántes de clasificarlo. Advertiré que es distinta de la que se llama Gascalote. Se podría confundir por la semejanza del nombre, y sobre todo, porque este último lleva la clasificación de Coesalpinia cacalaco que le dió Huraboldt. También se llama Gacalaca al ChamoLxochitl. (Véase éste.) El uso que le daban los aztecas, era propinar el cocimiento de las hojas á los febricitantes; en la actualidad los habitantes de la tierra-caliente usan la corteza como astringente en algunas afecciones de la boca. 7. CÁTECÚ.—Mimosa catechu, L.—Esta es la planta que produce elca- tecú extranjero. Nosotros tenemos varias mimosas que probablemente darían catecú; así en Yeracruz hay una Mimosa áun no descrita/ que por incisio- nes da lágrimas como la Goma Riño, y que en el extranjero ya se conoce con el nombre de Goma Kino de Veracraz. Haciendo un extracto de este ju- go, se tendrá un catecú, según el Sr. Herrera. 8. GATZOTL.—(Raíz que mana jugo).—Doíicfios tuberosus, D. G. Jicama de tierra. A esta planta, según el Dr Hernández, se acostumbraba también en algu- nos pueblos llamarla con este último nombre, que vulgarmente sirve hoy para designarla, y cuyo significado, al menos que yo sepa, no señala ningún autor. Sus tubérculos los empleaban los aztecas como alimento y como mediei na. Acostumbraban tomarlos al fin de la comida, y para hacerlos más agra- dables, los dejaban secar algún tiempo en un lugar ventilado; esta práctica es muy racional porque así se concentra el jugo azucarado que contienen. Los daban á los febricitantes para calmarles el calor y la sequedad de la lengua, y suponían también que con ellos alimentaban, refrescaban y hu- medecían el cuerpo de los enfermos.—Por todas estas aplicaciones útiles, procuraban multiplicar estos tubérculos cultivándolos en sus huertas. He dicho ántes que el Catzotl corresponde al Dolichos tuberosus, porque me parece que á esto conducen los datos siguientes: El Dr. Hernández dice que esta planta es un género voluble, de raíz grue- sa, casi de forma orbicular, blanca, de sabor agradable y de un tempera- mento muy fresco; de ella salen ramos delgados, redondos, largos y espar- cidos por tierra, de cada uno de los cuales, á largos intervalos, salen hojas temadas dispuestas á manera de cruz, y cortadas por la mitad orbicularmen- te; vainas medianas y llenas de semillas como lentejas. Por su parte De Gandolle coloca al D. tuberosus entre las especies sim- plemente trifoliadas, mientras que la D. 'palmatilobus entre las de folíolos lobados; agregando que esta especie corresponde al Goen ó Coentíc de Her- nández. Y por último, hace notar que la raíz es tuberosa y comible. Por tanto, de las dos especies, que como hemos dicho, se conocen hoy y se usan, el Coen y el Catzotl, la primera, según queda demostrado, es el D. palmatilobus de D. C., y la segunda probablemente corresponde al D. tu- berosas del mismo autor; pues los caracteres principales que ambos autores mencionan, son: raíz única, orbicular y comible, hojas trifoliadas y lóbulos enteros, etc. Además de estas dos especies que son las más comunmente conocidas hoy, los aztecas tenían conocimiento de otras plantas, parecidas á la jicama, en- su aspecto y sobre todo en sus raíces, y que también usaban en la alimenta- ción y en la medicina. Tales eran el Coen (diverso del mencionado ya) el Cutiriqui, el Xicamatic (yerba parecida á la jicama) que creían que en vez de producir flatulencia como el Catzotl, la quita etc. Todas parece que son leguminosas á juzgar por las descripciones, y áun tal vez del género Phaseoíus. Estas plantas merecen un estudio especial que no me ha sido posible hacer aún, pero que presentaré cuando publique la traducción que he hecho de la obra del Dr. Hernández. Respecto al uso que hoy tienen los tubércutos del Catzotl entre nosotros, es solo tomarlos como fruta unidos á veces con algún ácido, como de limón ó de naranja. El vulgo distingue las dos especies de que hemos hablado con los nombres de jicama de tierra ó común» y «jicama de agua.» La primera tiene su jugo lechoso y la segunda carece de él, según nos ha dicho el Sr. Herrera. Hay otra distinción que también hace el vulgo, y es: llamar «hembras» á las jicamas más grandes, orbiculares y comprimidas, y «machos» á las que tienen una forma más ó ménos cónica. Se tiene cuidado de elegir la pri- mera para comer, pues es la más dulce: esto es debido probablemente á que son dos variedades de la misma planta. En cuanto á la creencia general de que hace mal á los niños de pecho la leche de las madres que comen jicama, no me ocuparé de ella, por falta de datos suficientes para juzgar este asunto. Tal vez lo que pasa es, que ciertos estóma- gos no pueden digerirla, y a causa de esto se altera la leche, lo mismo que sucede con cualquiera otra sustancia que provoca indigestión; y tanto más, cuanto ya vimos que los aztecas habían notado que producía flatulencia. Las semillas de esta especie obran probablemente como las del Coen. La composición de este tubérculo se reduce casi totalmente á celulosa y agua. Según observaciones del Sr. Herrera encierra 80 pg de este líquido, y es de suponer, aunque no lo indica, que contiene fécula. 9. CEGEGPATLI.—(Medicina fría.) No se sabe con exactitud cuál es su clasificación, tal vez sea alguna de las plantas antelmínticas de las legumi- nosas como las del género Andira de que ya hablamos. Es interesante su estudio, porque los antiguos mexicanos la usaban como vermífuga y como purgante. También se curaban con ella la sarna y las úlceras. La dosis que toma- ban era de una onza. A otras varias plantas designaban también con este nombre, pero solo la que vegeta en Acatlán es la vermífuga: también vegeta en laMixteca Alta. Le daban además del nombre dicho, los siguientes: Charapehuari, Xo- xocpatli y Qhuerambeni. 10. COATLI.— de agua.) Viborquiapolisiachia, Ortega. Palo dulce amarillo. La planta que lleva este nombre, es la que tiene la propiedad de dar colo- ración azul á la agua en que se macera por algún tiempo, y es á la que cor- responde propiamente el nombre Cocitli dado por los aztecas. Es cierto que también le llamaban Tlapalezpatli, pero este nombre cor- responde á otra planta distinta. En efecto, el Tlapalezpatli, nombre que significa medicina para el flu- jo de sangre, probablemente no es una leguminosa; su descripción es ente- ramente distinta de la delGoatli: carece de fruto, dice Hernández, lo que no menciona para el anterior; y sus flores son como las del Izquixochitl, plan- ta que por la figura se ve que no es leguminosa. La figura del Tlapalezpatli tampoco indica que sea el Goatli. Así es que, probablemente llamaron los aztecas Tlapalezpatli ai Goatli, porque usaban el cocimiento de su corteza para enfermedades en que había sangre, como la disenteria. La prueba de que el Goatli es el palo dulce amarillo, la tenemos en la des- cripción que hace Hernández. Refiere claramente que cuando su tallo se ma- cera en agua por algún tiempo, toma ésta el color azul, fenómeno que llamó tanto la atención délos españoles que lo tenían como un milagro. Hago estas aclaraciones, porque Guibourt en su Historia de drogas pare- ce confundir los dos nombres, y sobre todo, porque los atribuye á lo que él llama Madera nefrítica. Lo mismo hace Gubler y también Oliva, quien además le llama Taray. Pero no así el Sr. Herrera, quien en sus notables lecciones sobre las dro- gas del país, ha dicho que el palo dulce amarillo lleva el nombre técnico que asentarnos, y el palo de Taray el de Guilandina moringa. El Sr. M. Altamirano también indica que el Goatli pertenece al género Vi- borquia. La confusión con el palo de Taray creo que habrá venido del uso que da- ban los aztecas al palo dulce amarillo ó Goatli. Lo empleaban para curar los cólicos, calmar las liebres, y sobre todo, para diversos males délos riñones y de la vejiga que es para lo que se aplica hoy el Taray, y por lo que le ha valido el nombre de Madera nefrítica. Otro de los usos que le daban, era como laxante, pero unida con la raíz del maguey. El uso que hoy tiene el Goatli, es el que le dan los campesinos para pre- caver de la epizootia á las gallinas. Hacen un recipiente (canoa) de esta ma- dera y allí ponen el agua que han de beber dichas aves, agua que siempre está de color azul. Si dicho recipiente no es del mismo palo dulce, colocan un leño de él den- tro del líquido, lo que da el mismo resultado. Esta planta ha sido muy despreciada de los farmacologistas y de los quí- micos, pero pronto vendrá la luz de la experiencia y sabrémos todas sus apli- caciones. Ya el distinguido químico Sr. Mariano Barcena, ha comenzado el análisis de esta planta. Me ha comunicado que la coloración azul que toma el agua, es debida á la refracción de la Juz y no á una sustancia de dicho color que se pudiera aislar como el índigo. Ha sometido la madera al mismo procedi- miento de la preparación del añil, y ha conseguido aislar en grande abun- dancia una materia coposa, de color moreno amarillento, que tiene gran poder tintorial. 11. GOATLI 2.°—Eisenhardíia amorphoydes, H. B. t Palo dulce blanco. A esta planta, que vegeta en el Aballe de México, pertenece probablemente la segunda especie de Goatli que menciona Hernández, porque dice este autor que tiene la propiedad de teñir muy poco de azul el agua en que se mace- ra. Esto mismo pasa con el palo dulce blanco. Las dos maderas anteriores que llevan el nombre de palo dulce, suelen usarse como sucedáneas del sándalo, pero es una sustitución muy impro- pia, como hace notar el Sr. Herrera, porque sus propiedades son muy di- versas. 12. GOEN Ó GOENTIG.—Dolichos palmatilobus, 1). G. Jicama de agua. Este último nombre sirve al vulgo para distinguir esta especie de la otra que él mismo llama jicama de tierra, como vimos atrás. La descripción que da Hernández corresponde al Dolichos palmatilobus. Dice así: «Tallos delgados redondos y volubles; hojas situadas á intervalos, temadas (se refiere á trifoliadas) y dividida cada una de ellas en cuatro gran- des senos; fruto formado por vainas de cinco pulgadas de largo y de grueso del dedo pequeño; semillas que llenan las vainas (numerosas en cada fruto) com- primidas y déla forma de una lenteja; por último, las raíces son casi redon- das en número de tres á cuatro, libradas, pendientes como de unos cordon- cillos y desabor dulce y agradable parecido al de la Xícama.» DeGandolle dice: tallo voluble, lampiño; foliolos con tres nervaduras, ló- bulos en número de tres, raras veces cinco, ovados, mucronados y el pedún- culo de las hojas más largo; flores en racimos azulados; legumbre redonda, comprimida, recta y las semillas separadas por tabiques. Se ve que ambas descripciones están conformes, siendo de notar que tal vez sea más significativa la de Hernández. Los aztecas usaban la raíz para curar las fiebres, la corteza para curar ios flujos, y las vainas molidas y aplicadas para curar la sarna. De aquí vino probablemente el que los Sres. Casas y González hayan em- pleado la tintura hecha con la semilla de la jicama para curar la sarna. Dichos señores han comprobado su eficacia, y áun la superioridad de ella sobre otros remedios recomendados para esta enfermedad. Según nuestra nueva farmacopea, hoy se usa dicha tintura alcohólica, en varios lugares de Yeracruz, como antipsóriea aplicándola al exterior. Esta tintura, según el Sr. Herrera, mata perfectamente á los piojos de ca- beza, Pediculus capitis. Es de desear que se sigan estas observaciones que son tan fáciles, por- que esta planta es muy común en nuestro país, y ios médicos de cualquier punto de él podrán ensayarla y también emprender el análisis délas semillas que no está hecho. 13. GOCHIZPATLI.—(Medicina que produce el sueño.) El jugo de esta planta aplicado á la nariz provoca el sueño; vegeta en los climas cálidos de Anenecuilco. En este medio de aplicar la medicina, vemos que ya los aztecas habian encontrado otros puntos de absorción para los medicamentos, y que no se sujetaban á darlos solo por el estómago. Es de esperar que se pondrán to- dos los medios para que tengamos estas plantas que sustituirían al opio. 14. COCHIZQUILITL.—(Hortaliza soporífera.) Erythrina? (M. Alt.) Cito esta planta, porque á ser ciertas sus propiedades, la Terapéutica ten- drá lina adquisición brillante: véase textualmente lo que dice Hernández. «Es un árbol parecido al Tzompantli y por tanto de su especie, pero na- « da espinoso. Aplicando el jugo á la boca de los niños, se dice que les vie- « ne el sueño: propiedad que le ha dado su nombre; vegeta entre los Itzo- « canenses.» Bajo dos puntos de vista interesa esta planta: l.° por ser una Erythrina, 2.°, y principalmente, por sus efectos hipnóticos. Seria un medicamento bus- cado por todas ías madres: en él encontrarian el medio de librar á sus hijos de mil sufrimientos, sin el peligro tal vez de los hipnóticos conocidos. Sa- biendo ahora el lugar en que vegeta esta planta curiosa y su nombre, fácil será á cualquiera, particularmente médicos, encontrar este precioso vegetal y estudiarlo. 15. COLORIN DE PECES.—Piscidia erythrina, L. Esta planta vegeta en el Papagayo (Estado de Guerrero) y también en las lomas de Tacubayaen donde la ha encontrado el Sr. Herrera. Todas las es- pecies de este género, tienen la propiedad de embriagar á los peces. Se ar- rojan pequeños fragmentos de corteza en el agua y al poco tiempo sobre- nadan aquellos animales enteramente inertes. Envenenan á las personas que los comen y por eso debe prohibirse este medio de pescar; el principio activo de esta planta produce una especie de narcotismo en el hombre, y recibe ya útiles aplicaciones en la terapéutica. El estudio quede él se haga cuan- do tengamos la planta, nos lo vendrá á coníirmar. Hay otras plantas que también tienen la propiedad de embriagar á los pe- ces y las usan para pescar, como el Philantusvirosus, Galega sencea, etc. Los aztecas tenían también la costumbre de pescar por medio de plantas narcóticas. Tal vez usarian alguna leguminosa; pero si sé que al Michpatli, Budleia verticillata y otras, de la familia de las escrofulariáceas, les daban esta aplicación. Hernández dice que Michpatli significa Medicina para los peces. Cita cuatro plantas con este nombre, pero parece que no todas son Budleias. El modo como las usaban, era, arrojando á los rios la planta machacada. Al poco tiempo sobrenadaban los peces como adorme- cidos. Cita también el Camopatlí (Batata venenosa ó Camote venenoso) cuya raíz molida y arrojada á los rios mata á los peces y los presenta á los pesca- dores en la superficie de las aguas. He mencionado estas plantas, porque todas ellas contienen probablemen- te el mismo principio tóxico que la Piscidia, y por lo mismo recibirán las mismas aplicaciones que esta tiene ya en la medicina: en efecto, se utilizan en Inglaterra y América sus propiedades narcóticas para los males de los dientes. Sus propiedades las cede al alcohol y no al agua, por lo que se em- plea bajo la forma de tintura alcohólica. 16. CURUQUA.-— Cxsalpinia vexicaria, M. Alt. C. echinata, L. Palo del Brasil. Este árbol llevaba el nombre de Gtiruqua en Michoacan. Los mexicanos le llamaban, según Hernández, Hoitzquahuitl, y cuando vinieron los espa- ñoles le llamaron Palo Brasil Los dos nombres indígenas corresponden á otras plantas como verémos, y han dado lugar, según parece, á una confusión, que es dar al Palo Brasil el nombre mexicano del Palo Campeche. En la nueva Farmacopea Mexicana y en la Farmacología de Oliva, se ve que el Palo Brasil se llama Hoitzquahuitl, nombre que corresponde pro- piamente al Palo de Campeche. Por el contrario, el nombre de Curuqua no se aplica en esas obras á ninguna de las dos maderas. Pero el Sr. M. Alta- mirano nos quita esta confusión en las notas que dejó. Que la Curuqua es el Palo Brasil, se comprobará por las descripciones si- guientes: Hernández dice: «Arbusto espinoso de raíces blancas y surcuiosas; tallos retorcidos, leonados ai exterior y rojos por dentro; y hojas casi de la forma del corazón, pero terminadas por un mucron y con numerosas nervaduras en el dorso que corren oblicuamente hácia los lados. Vegeta en Michoacan juntamente con otras especies llamadas, una Pingüica y la otra Uxuqua. De Candolle trae una descripción muy incompleta, y coloca esta especie en- tre las no bien conocidas; lo que nos da alguna luz es, que dice ser el palo tintorial. En Guibourt encontramos mejores datos. Hace notar como Her- nández, que es árbol muy grande, muy grueso, tortuoso, espinoso, y su ma- dera de color rojo pálido, que se pone rojo moreno al aire. r Con estos datos me parece que se comprenderá ya que la Ccesalpinia echinata es la Curuqua, pero debe hacerse una descripción completa de esta planta que nos pertenece. En México vegeta la C. cacalaco y la C. exostemma, según D. C. A estas tal vez corresponden las otras especies de que habla Hernández y que atrás mencionamos. Las hojas de esta planta se parecen á las del sándalo blanco (véase la fi- gura de Hernández y la del Diccionario de Germain y Saint Pierre). Tam- bien en la descripción de Hernández se dice que el árbol es parecido. Tal vez á esto se debe que al Brasil se le llame sándalo de América, pero ambos son muy distintos en sus propiedades. El sabor de esta madera es astringente, y el cocimiento hecho con ella, tiene primero color amarillento y después rojo. Este cocimiento lo empleaban los aztecas para teñir los fdamentos con que fabricaban lienzos: obtenian diversos tintes, variando el tiempo del coci- miento: siendo corto era rojo claro, prolongándolo más, púrpura, y si le agregaban alumbre, era rojo intenso como cinabrio (cinabrio es un ju- go muy rojo que destila un árbol de Africa; hoy se aplica al sulfuro de mer- curio.) También en medicina usaban este árbol; decían: es un astringente, cal- ma la fiebre y corrobora. Hoy ya casi nada se emplea esta madera como tintorial; l.° por los nu- merosos colores artificiales que en la actualidad existen, 2.° porque su tinte no es muy firme; la luz lo destruye fácilmente. La sustancia colorante fué aislada por Ghevreul y la llamó «Brasilina.» En nuestra materia médica no figura como medicamento; pero puede pa- sarle lo que al Campeche. 17. CHALLA.—(Yerba que suena.) Hymenea sp?, M. Alt. Este árbol grande y copado que vegeta en los climas cálidos de Miaeatlan, lo considera el Sr. M. Altamirano como Hymenea. Esto fue debido tal vez á la semejanza que tiene con el Quauhpinolli, que se sabe pertenece á dicho género, particularmente en sus frutos. «Son vainas de 4 dedos de ancho, de palmo y % de largo, con un canal «semejante á la costura de los coturnos (calzado antiguo con suela de cor- « cho y tacón grande). «Las semillas son en número de 15, de color verde, parecidas á las habas, « colocadas oblicuamente y ocupando todo el ancho de la vaina, y cubiertas « de una membrana blanca y velluda que imita á los hilos de la seda ó á la « pelúcida de las almendras cuando están verdes. Este fruto es algo dulce y « lo sirven en las mesas cocido.» (Hern., loe. cit.) Por la membrana de sus semillas imita á los frutos del Quauhxinicuil, pero el tamaño no corresponde, pues éste es mucho más grande, se come crudo y no cocido como el primero, y en ñn, se sabe que el segundo es del género Inga. El único uso que tendria por ahora este vegetal, seria en la alimentación; pero su estudio quizá nos revelará aplicaciones médicas. 18. CHAMOLXOCHITL.—(Flor como penacho.) Poincicina pulcherri- ma, L. Tabachin, Flor del camarón. Se le llamaba también Cacalaca entre los mexicanos, pero este nombre corresponde á otra planta según vimos atrás. La nueva Farmacopea Mexi- cana, el Sr. Oliva, el Sr. Herrera, etc., dicen que el Tabachin en mexicano se llama Chacalxochitl: en ésto me parece que ha habido confusión por ha- bérsele aplicado al Ghamolxochitl el nombre de «Flor del camarón» que no le corresponde, sino á la que menciona el Sr. Herrera y que esto significa. Por otra parte, es cierto que el Dr. Hernández describió dos plantas con este nombre; pero no se puede inferir con certeza de la descripción, quesean leguminosas, ni ménos que sean el Tabachin. A lo más se podría referir una de ellas á esta familia, porque la compara este autor en sus hojas, á una Colutea, y se sabe que este es género de le- guminosa, y que la especie arborescens tiene en sus hojas propiedades pur- gantes, por lo que se le llama «falso sen.» No pasa lo mismo con el Chamolxochitl; la descripción corresponde per- fectamente á la Poinciana y la lámina la completa: aquella en sustancia di- ce así: «árbol grande, espinoso, de hojas oblongas como las del sen, flores pálidas, algo rojizas, estrelladas, con unos íilamentos largos y amarillos que salen de su parte média ó central, y de vainas medianas llenas de semillas.» «Hay 3 especies, una de flor amarilla, otra de flor roja y otra también roja, pero con la forma de vasito oblongo. Vegeta en todas partes, florece en Setiembre y su nombre le vino por la semejanza de sus flores con pena- chos rojos.» Según me ha comunicado el Sr. Bárcena, en Querétaro se cultiva el Chamolxochitl de flor amarilla, y tiene allí un desarrollo extraordinario. Di- cho señor cree que es probablemente especie distinta de la pulcherrima; tal vez sea la P. Gilliesii. La comprobación de esto, vendrá á demostrarnos una vez más, el admi- rable genio botánico de los aztecas, quienes ya habian considerado tres es- pecies de ChamolxochitL Otro vegetal parecido á éste, crece en Tzompango, y se llama XicoxochitL Los aztecas usaban las semillas molidas y mezcladas al agua para contener las epixtasis inyectándola en las narices. También daban al interior las hojas trituradas, á la dosis de 3 dracmas para combatir las afecciones hepáticas; el cocimiento de las mismas, para las úlceras de la boca y garganta. Hoy no se usa esta planta, porque sus propiedades son desconocidas de la generalidad de los médicos. Pero no debe olvidarse, que es verdaderamente activa, como verémos, y el médico la encontrará casi en todas partes. Su propagación se debe á la hermosura de sus flores y á que vegeta en cual- quier clima. Así es que, como planta de ornato se ha trasportado á muchos lugares. Composición de las flores, sin pedunculo y sin ovario.—Acido gálico, ma- teria colorante roja polychroita, resina blanda que tiene ácido benzoico, go- ma, tanino, carbonato de fierro, sulfato y carbonato de cal. La cantidad de resina que contiene, es de 24 p§ . A esta resina con áci- do benzoico se deben algunas de sus propiedades. Usos.—Los folíolos como purgantes y como emenagogos. Según Gray, citado por Oliva, 4 gram. provocan el aborto. Las flores, en las afecciones ulcerosas del pulmón, como febrífugas y sudoríficas. No repugna creer que los folíolos provoquen el aborto, porque sus pro- piedades son análogas á las del sen. En efecto, se sabe que esta planta provoca fuertes contracciones en los in- testinos, en la vejiga y en el útero; que produce despegamientos placenta- rios, el aborto ó el parto prematuro, la menstruación y flujos hemorroida- les. Esto es debido á que el ácido catártico y la catartina excitan fuertemen- te la sensibilidad de la mucosa intestinal; excitación que trasmitida al centro espinal que gobierna al intestino, á la vejiga y al útero, la transforma en movimiento y la refleja sobre dichos órganos, produciendo fuertes contrac- ciones que son las que ocasionan los efectos dichos. Al aplicar, pues, nuestro Chamolxochitl, debe tenerse presente esta ana- logía miéntras la experimentación descubre la verdad. Dosis.—Las mismas que las del sen, de 4^ram- á 8 del polvo; pero es pre- ferible la infusión de 15§ram- de folíolos, agua 200sram- tomada en una sola vez. En México se acostumbra falsificar el sen con estos folíolos. 19. GHATALHUIGH.—Cassia Brasiliana, Lam. Para comprender que esta planta corresponde á dicho nombre técnico, es preciso comparar la figura y la descripción que da Hernández (edic. rom.) con la que trae D. G. de la Cassia Brasiliana. Hernández dice: «Arbol grande, ramoso, siempre verde; tallos cubiertos de lanillas leonadas; hojas muy aproximadas entre sí, parecidas alas del li- món ó de la Gassia fístula, aunque más largas y blancas por la parte inferior; flores amarillas y fruto igual al de esta última, pero es más delgado, más áspero y su corteza dulce. Vegeta en Xicotepec, Pánuco, junto á los ríos. Se le llama también Zacaocotl y Cassia fístula.» I). G. la describe así: Folíolos de 10-20 pares óvalo-oblongos, iguales en la base, sub mucronados en el ápice, por arriba pubescentes, por abajo to- mentoso-hirsutos, los mas jóvenes tomentosos, peciolo eglanduloso; racimos axilares más cortos que el folíolo; legumbres comprimidas, rugosas, muy largas. Vegeta en el Brasil, etc. Aplicando esta descripción á la figura del Gfiatalhuich, se encontrará mu- cha semejanza. El Sr. M. Altamirano en sus notas, señala con duda esta planta como Cas- sia fístula. Parece, según lo dicho, que Cassía sí es, y que la especie que probablemente le conviene mejor, es ia Brasiliana. Los aztecas usaban la corteza del tallo como purgante y antelmíntica. Para esto tomaban en la mañana, 8gram- del polvo de aquella diluido en agua. También hacían una pomada con el aje, (grasa del C. axiii) y esta pomada la usaban para las neuralgias. La corteza del fruto, de sabor dulce parecido al de la médula de la Casia fístula, la usaban en las mismas dosis para los mismos fines, decían: se pur- ga la pituita y se suelta suavemente el vientre. La semilla también la administraban á los febricitantes. Pero la principal aplicación que le daban, era para componerse el cabello y tener larga y abun- dante cabellera. Para esto, trituraban la semilla, la ponían en infusión en agua, y en ésta teñían el peine. Hasta hoy nadie lia fijado la atención en las propiedades de la corteza de esta planta. Presenta, pues, un campo vir- gen para estudios de grande ínteres. (Véase el Quauhayohuaxtli.) 20. GIíIPILLIN.—(Yerba de fruto que suena.) Crotalaria sp? Los aztecas aplicaron este nombre, refiriéndose á que las legumbres cuan- do están secas, suenan al moverse, lo que es debido á las semillas que en- cierran. El de Crotalaria se le aplicó haciendo alusión á la forma, que es de un cascabel, y también al sonido que produce: es una correspondencia notable de ambas etimología. El Ghipillin es leguminosa y del género dicho. En Cuernavaca donde ob- servé que era Crotalaria, se conoce aún con su nombre primitivo. La descripción de Hernández indica también que es leguminosa. Hay otras parecidas á ésta, el Hueichipillin ó Ghipillin grande, y el Tlal- chipillin ó Ghipillin de tierra. Usos.—El Ghipillin cocido sirve de alimento, para las inflamaciones de los ojos y para cicatrizar las úlceras. El Hueichipillin (su raíz) contra la diarrea y el vómito, y el Tlalchipillin como purgante: tomaban 6^ram- del polvo de la raíz. Vegetan estas plantas en Guernavaca, Yautepec, Texcoco, etc. No hay ninguna Grotalaria usada en medicina; estas serán las primeras que se ensayen y se introduzcan en la terapéutica. 21. ETL.—Phaseolus sp?, M. Alt. Frijol. Los antiguos mexicanos conocían innumerables especies de frijol que de- signaron con diversos nombres, como, Ayecozimatl, Oztoayezoquil, Tomo- nicoa, etc., pero acostumbraban denominar á todas estas especies con el nombre genérico Eli. Usaban en la medicina algunos como el Ayecozimatl, con cuya raíz se pur- gaban, etc. Hoy no sabemos á qué especies de los numerosos faseolos que tenemos, pertenecen los usados por los aztecas. Casi todos se emplean en la alimenta- ción y ninguno es venenoso; pero en Guernavaca vegeta un faseolo que se dice mata á los animales que lo comen. Allí se llama «frijolillo» y nadie se atreve á comer sus granos porque ios creen venenosos. Estas plantas pertenecen más á la higiene que á la terapéutica. Las espe- cies más notables que tenemos, según el Sr. Herrera, son: el Ph. multiflo- rus (Ayacotl), elP/¿. heterophyllus que vegeta cerca de Morelia, el Ph. cir- rhosus en Veracruz y el Ph. silvestris en Pátzcuaro. 22. ETZQUAHUITL.—(Arbol de sangre.) Pterocarpus sp?, M. Alt. Los aztecas tenían muchas plantas cuyo jugo era rojo como sangre y as- tringentes; casi todas llevaban el nombre de Etzquahuitl, Ezpatli, Tía- palezpatli, etc. Yo solo indico la presente, porque es la que el Sr. M. Altamirano consi- deró como leguminosa, y porque en la descripción, Hernández compara su jugo al del Dragón; de manera que tal vez sea el Pterocarpus draco ó una especie afine. Un estudio más completo de estas diversas plantas, vendrá á revelar qué especies de leguminosas son unas, y á qué familias pertenecen las otras. Se sabe ahora que una es el Croton sanguifluum (euforbiácea de jugo muy rojo y astringente). Estos árboles de jugo rojo vegetan en los climas cálidos del estado del Sur. Allí observó que los indíjenas recogen el jugo que sale de las incisiones, en tubos de carrizo, donde se seca formando una sustancia quebradiza muy roja, y que le llaman «Sangre de drago.» En México tenemos las siguientes especies de Pterocarpus: Pt. crispa- tus, Pt. amphymenium y Pt. orbiculatus. El Etzquahuitl vegeta en Huauchinango. Todos estos jugos los empleaban los aztecas para reprimir, sea las hemor- ragias, como en las disenterias y esputos de sangre, sea las secreciones ex- cesivas como en la diarrea etc. También los administraban para corroborar las encías y combatir las infla- maciones de los ojos. Todas estas aplicaciones las hacían fundados en la pro- piedad astringente de estos jugos. Los médicos aztecas, sin saber que dichas sustancias encierran taninos especiales, ni comprender los procesos flegmá- sicos, sin embargo, combatían y curaban estos estados patológicos como lo hacen los modernos con las luces de la química y de la fisiología. 23. HABA.—Fabci vulgaris, L. Los granos de esta planta se usan principalmente en la alimentación, pe- ro también tienen usos médicos. Su polvo para cataplasmas y para la erisipela. Con el nombre de haba se designan plantas de diversas familias, como la haba de Egipto que es el Nelumbium speciosum (familia Nelumbiáeeas), á la que me parece corresponder propiamente el nombre francés «Féve de rua- rais» y no al haba de comer como se ve en nuestra nueva Farmacopea. El haba de S. Ignacio, granos de la Ignatia amara (íam. Loganiáceas.) El haba de Bengala, que es una verdadera agalla producida por un pulgón en el Myrobalanus citrina (fam. Combretáceas.) El «haba de Pichurim», gra- nos de la Ocotea Pichurim (fam. Lauríneas) y por último, de la familia de las leguminosas la haba de comer, la del Calabar, Phisostigma venenosa, la de Tonka, Coumarouna oclorata y la de la costa de que voy á hablar. 24. HABA DE LA COSTA.—Entada gigalobium, D. C. El Sr. M. Villada, fué el que determinó esta planta y quien me comunicó que vegeta en la costa del golfo á la orilla de los rios, como el Papaloapam. Las legumbres de más de un metro de largo, son arrastradas por las aguas al mar: cuando quedan libres las semillas son arrojadas á la playa donde se ' recogen como objeto de curiosidad. Esto les ha valido el nombre.que llevan, pero aun no tienen ningún uso ni se han estudiado. 25. IIOAXIN.—(Arbol que produce vainas.) Cassia esculenta, L. Huaje. Hoy se usan sus frutos como alimento, pero solamente entre los indíge- nas. Son legumbres de 20cent' de largo y 3% de ancho, de color rojo, olor y sabor desagradables. Lo que se come son las semillas. Con dicho nombre designaron los aztecas varias plantas de la misma fami- lia. Para distinguirlas, anteponían otra palabra que indicaba alguna propie- dad de las más notables del vegetal. Podríamos decir, que con la palabra lloaxin, representaban el género y con la otra la especie. Su genio botáni- co los había conducido casi al método natural de clasificación; y miéntras en Europa este método no empezó á entreverse sino hasta los trabajos del ilustre Linneo, esto es, hace 90 años, los aztecas casi lo practicaron hace 5 siglos. Por la lista siguiente se verá el número de plantas que corresponden al género Cassia; pero hay otros oaxin pertenecientes á diversos géneros que también llevan distintos nombres. Ahoaxin.—Huaje del agua porque nace cerca de ella. Hueioaxin.—Huaje grande porque sus vainas son mucho más grandes que las de los otros. Mazatlyoaxim.—Huaje de ciervo, tal vez por ser alimento de ciervo; éste es yerba. Pepetoaxin.—Huaje lúbrico. Tlaloaxin. (hay 5.)—Huaje pequeño. Es yerba, y sus hojas, ñores y fru- tos son muy pequeños. El tercer Tlaloaxin tenia varios nombres, como Ecapatli.—Medicina pa- ra el viento. Totoncaxihoitl.—Med. cálida. Xometontli.—Pequeño saúco, y Xiopatli.—Med. para los jiotes. Tepehoaxin.—Huaje del monte. Tlapaloaxin.—Huaje coccíneo. De todos podríamos decir que tienen género y especie; solo que la especie se dice primero y después el género, y que cada uno de ellos tiene cierta pro- piedad medicinal, ó carácter botánico especiales, con que se distinguen. Los frutos de muchos de ellos les servían de alimento; para curar las úl- ceras por las propiedades astringentes de la corteza; para contener los vómi- tos de leche de los niños, poniéndoles una cataplasma en el estómago, vías hojas para curar los jiotes (pitiriasis rubra) y los liqúenes. Algunas como purgantes y otras para combatir las blefaritis y estrecha- mientos de los conductos lagrimales. Para esto, aplicaban el polvo de la raíz ó de la corteza del tallo en las narices, lo que les excitaba mucha secreción mucosa, y por este medio decían «sanan dichas afecciones oculares.» Una de las especies, cuando comían los frutos en exceso, hacia que se íes cayera el pelo; en fin, con el cocimiento de otra lavaban á los enfermos de sarampión. A muchas consideraciones y comentarios pueden dar lugar estas aplicaciones. 26. HOITZQUAHUITL.—(Arbol espinoso.) Hematoxilum campechia- num, L. (Según M. Alt.) Palo de Campeche. Expondré como para el Brasil, las descripciones de Hernández y de otros autores, una frente de otra para que se comprenda si tuvo ó no razón el Sr. M. Altamirano en considerar el Hoitzquahuiti como el Palo Campeche. Hernández dice: Arbusto parecido al Sándalo. Tallos huecos en muchos lugares, la cor- teza es ceniza y la madera blanca en la pe- riferie y roja en la parte central. Guibourt dice: Arbol grande. La madera presenta muchas veces ángu- los entrantes y agujeros provistos aún de albura blanca y de su corteza. Su color interior es rojo pálido, que pasa al vivo al contacto del aire seco, y al negro cuando está húmedo. Este color es lo que hace distinguirlo á primera vista del palo Bra- sil. Sabor azucarado y perfumado. D. C. dice que la forma de los folíolos es ovalada y obcordiforme, flores pálidas y el fruto es una legumbre comprimida, lan- ceola!*, y acuminada por ambos extremos. Vegeta en Campeche. Sabor astringente y dulce, hojas casi or- biculares pero hendidas cerca de la cús- pide. Flores pálidas, parecidas á las del Cry- santhemo, y fruto como el del Oxyaccinthx. Vegeta en Tlalquiltenango. Reducida la madera á rajas, la dejaban macerar en agua por 9 dias com- pletos agregándole alumbre. Colaban aquella agua y obtenían un pigmento que usaban los pintores. En esta operación se proponían los aztecas formar una laca tal como hoy enseñala química, combinando las materias colorantes con la alúmina. La inducción poderosa de estos hombres los había conducido por el mis- mo camino que hoy nos marca aquella ciencia. Ella nos dice: la materia colorante del Campeche es muy superior á la del Brasil, tanto por la firmeza de sus tintes como por la finura y variedad de ellos. Esto explica porqué la habían elegido para la pintura y al Brasil solo para la tintorería. Respecto á la aplicación médica, es de advertir también que usaron el cocimiento de la madera para contener las diarreas, esto es, como astrin- gente. Reveill dice: que jamás se había usado en la medicina; mas esto seria en su patria, pero no en la de los aztecas que hace 5 siglos la usaban. El Sr. Herrera refiere en sus lecciones, que el Campeche de México es su- perior al de Honduras y de las Antillas. La madera que se vende en el co- mercio es el durámen desprovisto de albura, sin color rojo al principio, pero al contacto del aire llega hasta quedar negro, su oler como de violeta y su sabor dulce y amargo. El principio colorante se llamó Hematina y después Hematoxilina para distinguirlo de la materia colorante de la sangre. La Hematoxilina es amarilla, pero al contacto del aire y del amoniaco se oxida fácilmente y toma el color rojo, trasformándose en «Hemateiua.» Esta Iiemateina es pues el color rójo más ó ménos oscuro que nos pre- senta la madera, y que proviene de la oxidación de la Hematoxilina. Pero hay que advertir que esta oxidación solo tiene lugar cuando en el aire existe amoniaco. Debido á esto, se ha propuesto la Hematoxilina como reactivo del amo- niaco, principalmente para descubrirlo en el aire. Si hay álcali habrá cam- bio de color; si no existe, el color quedará invariable. También puede servir como reactivo del bi-carbonato de cal; pero para esto se hace una tintura, la cual, si existe dicha sal, toma un color amarillo, y si no, toma color rosado. En el comercio se vende madera y extracto, que mucho se consume en las tintorerías. El extracto es enteramente soluble en el agua, y el mejor es el preparado al vapor por un procedimiento norte-americano. Reveill dice: que el extracto se ha comenzado á usar en medicina desde hace algún tiempo, como desinfectante y cicatrizante. Se da de 1 á 3sram- por dia en los casos de diarrea y cólera infantil. 27. HOITZILOXITL.—(Resina que mana.) Myrospermun Pereircc, Roy le. Palo de Bálsamo. Bálsamo negro ó de San Salvador, ó del Perú (su jugo). Los aztecas conocieron este árbol y solo utilizaban el jugo que extraían de él. Tenían dos procedimientos para esta extracción, uno era hacer inci- siones en la corteza cuando ya había pasado el tiempo de aguas, para evitar que se oxidara el bálsamo. El otro era, hacer pedazos los ramos pequeños y ponerlos á hervir enagua; el bálsamo sobrenadaba y lo separaban con unas láminas de vidrio. Por este segundo procedimiento tenian un líquido más claro y puro, pero inferior en su aroma y propiedades medicinales. Lo usaban en muchas enfermedades, y lo más notable, que eran aquellas en que la medicina moderna recomienda este bálsamo y en general todos los balsá- micos, tales son: las heridas, las úlceras antiguas, ciertas afecciones urinarias y algunas pulmonares. ¿Cuáles eran estas? No podré decirlo exactamente. «La historia dice: 3 ó 4 gotas tomadas en ayunas provocan la orina, el « excremento de los riñones y de la vejiga y lo desechan del cuerpo, abren «los conductos obstruidos y curan la dificultad de la respiración, etc.» Otros males curaban también con él, de los que solo citaré el siguiente: «Aplicando este bálsamo al origen de los nervios, cura las parálisis y to- das las enfermedades frias de estos mismos nervios.» En lugar del bálsamo también usaban el aceite extraido de las semillas, pe- ro era ménos eficaz. Aquí tenemos probablemente el origen de que se apli- que boy para la eclampsia infantil, lo que se llama «bálsamo de Guatemala,» pues tal vez en lo que llamaban los aztecas enfermedades frias de los nervios habría algunas convulsiones: en nuestras boticas, dicho bálsamo de Guate- mala no es más que una tintura hecha con los frutos del Myrospermum. Esta tintura, dice el Sr. Dr. Lucio que da buenos resultados en la alfe- recía aplicado en fricciones sobre el tronco. El bálsamo que se consume en nuestras boticas, según el Sr. Herrera, es importado del extranjero del que se lleva de aquí. Esto depende de que los cosecheros lo venden á los que remiten grandes cantidades al exterior, y solo lo traen á México periódicamente por el corto consumo que tiene entre nosotros, Algunos indígenas traen un bálsamo negro que presenta diferencias con el extranjero: esto es debido probablemente, ai procedimiento de extracción ó á la especie del árbol, pues se sabe que además del peruiferum, el pune- tatum da también bálsamo. En el comercio se venden tres productos de este árbol; la corteza, lla- mada «corteza de bálsamo», los frutos, llamados «semillas de bálsamo» y su jugo, que es el bálsamo negro. Las cortezas son compactas, con exudaciones balsámicas de olor agrada- ble, que desmienten la opinión de los que dicen que solo la madera produ- ce bálsamo. Los frutos son alados, tienen unas cavidades en el mesocarpo llenas de un líquido balsámico, y sus almendras son muy oleaginosas. Los usos vulgares que tiene entre nosotros son los siguientes: La tintura hecha con los frutos, que llaman bálsamo del Obispo ó de Gua- temala, se usa como vermífuga; en los niños se dan desde 5 gotas basta 10 y más; el bálsamo negro para las heridas y úlceras, y para perfumar las ha- bitaciones y los templos de los indígenas. Este perfume es preferible al del copal que queman en los nuestros y se le debería sustituir. Acción fisiológica.—Bien sabido es que obra especialmente sobre las mu- cosas respiratoria y urinaria, y sobre la piel; esta elección se debe á que por dichos órganos se eliminan unos de los principios que encierra, la resina, el ácido cinámico y el aceite esencial. Fundados en esta acción, los médicos lo usan para combatir las bronquitis secas, particularmente en los niños cuan- do tienen mucha tos sin que haya secreción; en la tisis, sobre todo, cuan- do hay úlceras en la laringe; en fin, en las afecciones catarrales de la veji- ga y para las heridas y úlceras. Las mismas afecciones combatían con este bálsamo los aztecas. En cuanto al modo de administrarlo, es en fumigaciones para lesiones laríngeas, al interior, para las pulmonares y urinarias y loco dolenti en las lesiones externas; pero la dosis debe ser fuerte, de 1 á 2&ram- para que la cantidad de ácido cinámico que se elimine tenga acción medicinal. Si se dan pequeñas dosis, se transforma completamente en ácido hipúrico el ácido cinámico y nada se elimina in natura, lo que evita la acción cu- rativa. 28. HOITZMAMAXALLI.—Ac&cm cornígera, D. G. Mimosa corní- gera, L. Guernitos. Según Hernández, las vainas de esta planta son comibles, y las hojas las usaban los aztecas para las picaduras de animales ponzoñosos: antes de apli- carlas, escarificaban el lugar de la picadura, y al fin de 6 horas habían ex- traído la ponzoña poniéndose negras. En esta práctica se ve, que si las hojas no neutralizan la acción de la pon- zoña, la sangre que escurre por las escarificaciones sí puede arrastrarla, y por lo mismo combatir con ella esta clase de accidentes. Las frutos tienen la forma de una cornamenta de toro, por lo que se les llama vulgarmente «cuernitos»; siendo distintos de los de la Craniolaria fragrans que por igual motivo reciben también aquel nombre. 29. HOIXAGHINQUAHUITL.—(Arbol de vainas negras.) Acacia albi- cans, Kunt. Huisache. La analogía del nombre vulgar con el mexicano, y el tener las vainas ne- gras y astringentes, me hacen admitir la correspondencia anterior. Se usaban las vainas por los antiguos mexicanos, para las inflamaciones de 25 ios ojos, mezclándolas con saliva ó agua, y dejándolas en maceracion por al- gún tiempo. «Con el cocimiento de las mismas mezclado con el lodo llamado Palli y «lavando con él los cabellos 4 dias cada mes, los tenia fuertemente de ne- « gro y los preservaba de la urzuela y de todo vicio. Este cocimiento for- « maba una tinta con la que teñían de negro sus vestidos y otras cosas; y « por último, con él aplicaban lavativas á los disentéricos. Vegeta por to- ce das partes.» (Hern., loe. cit.) Hoy no se usan estos frutos que se llaman Huisache como debía ser; pues se ve por lo anterior, que son susceptibles de útiles aplicaciones y la expe- riencia diaria lo ha comprobado. Solo se usan para fabricar tinta negra magnífica de escritura; para esto se hace un cocimiento con el polvo, se le agrega alcaparrosa (proto-sulfato de fierro) y después de algunos dias toma aquel color: esta coloración es debi- da á un tano-galato de fierro muy dividido que queda en suspensión, princi- palmente cuando se espesa el líquido. ¿El ácido gálico preexiste en el fruto, ó se forma del ácido tánico durante el cocimiento y el tiempo que se deja con el fierro? En medicina se pueden usar como astringente. La cantidad de tanino que contienen, según el Sr. P. Alcocer es de 18 pg . Este árbol produce goma que se vende mezclada con la del mezquite, pe- ro es inferior, pues su muciiago no es muy viscoso y su color es más oscuro. Los caractéres siguientes, dice el Sr. Herrera, sirven para distinguirla. La solución es roja: con el ácido sulfúrico toma un tinte violado intenso, y con el amoniaco, ó mejor la potasa, se ennegrece. 30. JARA AMARGA.—Lupinus albus, L. Chochos. Esta planta, que según el Sr. Herrera vegeta en Guanajuato, y se conoce con dicho nombre vulgar, no es aborígena de México; pero ya se cultiva aquí en abundancia para el consumo de las boticas. Se usa vulgarmente la semilla para curar las postemillas (epulis) y las otitis. Se ha usado tam- bién en la alimentación; más su sabor amargo, debido á un aceite, lo ha- ce muy desagradable y más propio para aperitivo y estomáquico, que es co- mo se usaba en la edad média. 31. LIMONCILLO.—¿Dalea citriodora?, Wild. He visto vegetar esta planta con abundancia en el Valle de México y otros muchos lugares de la República. Tiene un aceite esencial abundante, cuyo olor recuerda el del limón, lo que le ha dado su nombre. He procurado aislar esta esencia por destilación, pero se pierde el aroma agradable por el olor herbáceo que predomina. El vulgo usa esta planta como antiperiódica. 32. MELILOTO.—Melilotas offícinalis, L. El interés que presenta esta planta, es, que en las boticas se usa en su lu- gar el Trébol (ya el Trifolium árcense ya el T. campestris); esto es de- bido á que los indígenas llevan uno por otro por la semejanza que tienen; pero dice el Sr. Herrera: «El Trébol no encierra los principios del Meliloto, «sus propiedades son diversas, y por tanto es una sustitución indebida.» 33. MIZQUITL.—Tngacircinalis, según M. Alt. Prosopis dulcís, según Herrera. Mezquite. Se distinguen tres especies con los nombres de mezquite violado, blan- co y amarillo, colores que corresponden á los frutos; los aztecas también dis- tinguieron varios pertenecientes á diversos géneros pero á la misma familia. Tales son: el Mizquitl, Ingacircinalis, el Mizquitl Michoacanense ó Tzi- rit-zecuam del género Mimosa (M. Alt.) y que produce goma. El Quetza- mizquiti, (Mizquitl parecido á plumas) amargo y iéíiáo ¿Acacia foetidd?; el Tlalmizquitl (Mizquitl pequeño), cuya clasilicacion se ignora, etc.: en fin, no solo colocaron en el mismo género los mezquites sino que los consideraron próximos al Hoaxin. Usos.—Los frutos de ios que hacían (tortillas) ó tortas como las del pan, y que les servia de alimento; los ramos pequeños ó los renuevos, para al- gunas oftalmías aplicando el agua en que los maceraban ó cocían. La corte- za en cocimiento para contener las metrorragias: en cuanto á la goma, se dice que la conocían, pero nó á qué la destinaban: esto se refiere al mezqui- te común. El Quetzalmizquitl lo usaban para matar los piojos de la cabeza, lavándo- la con el cocimiento de las hojas; su jugo lo aplicaban á los ojos para hacer desaparecer las manchas de la córnea; el cocimiento de la corteza de las raí- ces en lavativa contra la disenteria, y la corteza aplicada ai cuerpo contra las intermitentes. Todas las otras tienen usos análogos. Según el Sr. Herrera, los frutos, que son de 3 especies, el violado, el amarillo y el blanco, contienen azúcar en bastante cantidad. Se les puede fermentar como él lo hizo, con levadura de cerveza y extraerse un buen al- cohol vínico; y que hoy se vende en las boticas, un «Balsamo de Mezquite» que se obtiene haciendo un extracto ó cocimiento de las hojas, el cual sé usa por el vulgo en las conjuntivitis: en esto vemos la práctica de los aztecas. El principal producto de estos vegetales, es la goma conocida con el nom- bre de goma de mezquite. Este producto es muy abundante y se usa en vez de la goma arábiga. Es muy variable en su clase, lo que depende del tiempo en que se cose- cha y de la especie de mezquite que la produce. La mejor es la del Proso- pis dulcís, que vegeta en Tepalzingo (Morelos) y en el Interior, Querétaro, Celaya, etc. Hay otras especies que llevan en el país el nombre de mezquite, y que contribuyen á dar la goma que se trae al comercio. Las principales son las siguientes: Acacia f'oetida, que vegeta en Mexcala; A. fasciculata, en el Interior; A. umbellifera, en el Valle de México. Inga pungens, en Puente de Ixtia y Guernavaca; I. emarginata en Aca- pulco; L anómala, en Pátzcuaro y Jorullo. Prosopis microphylla, en Maravatío. Cassia Peralteana, en Campeche; C. elíptica, id; G. ramosissima id; C. Browniana en Guanajuato. Esta goma carece de sabor amargo y por eso no se lava en las boticas, y además es muy adhesiva. En México se acostumbra separar la goma en 3 clases: una compuesta de fragmentos vermiculares y arredondados que se vende por goma arábiga; otra formada por pedazos más ó ménos oscuros que se destina á la industria, y la tercera sobrante que es la goma de mezquite común. Tiene reacciones especiales con varios reactivos; solo citaré Tas siguientes, como más rápidas y fáciles para distinguirla de la arábiga: solución ligera- mente amarilla de reacción ácida; el ácido sulfúrico la ennegrece y á la ará- biga solo la pone amarilla pasando algún tiempo. Aplicaciones.—Todas aquellas de la goma arábiga, pues la sustituye per- fectamente. Ojalá que en lo de adelante veamos en las fórmulas en vez de gummi ara- bici, gummi mexici. 34. NAGAZGOLOTL.—(Oreja retorcida.) Ccesalpinia coriaria, Wild, ó más bien C. ccicalaco, H. B. Cascalote. En la Nueva Farmacopea Mexicana se le llama Nacazcul, nombre que cor- responde al Toloache, Datura stramonium, planta enteramente distinta y que no debe confundirse porque es muy tóxica. El nombre de Nacazcolotl indica perfectamente la forma de los frutos, así como el de Patlahoachoixachinx que también le daban los aztecas, la clase botánica á que corresponde, porque Patlahoachoixaehin significa (huisache de hoja ancha) y habían notado su proximidad con el mezquite y el hui- sache. Descubrieron lo astringente que son los frutos de esta planta: con ellos preparaban una tinta magnífica, y sobre todo, un excelente tónico según de- cían ellos, uniéndolos con el cacao. Esta preparación era racional, y casi pu- diéramos decir que inventaron con ella el vino de Quina y Cacao que hoy está tan en boga. Solamente que en vez de quina ponían su Nacazcolotl. Este fruto es muy interesante y tiene gran consumo como materia curtien- te, por la gran cantidad de tanino que encierra. Pero en medicina casi se desprecia, lo que no debe ser, pues es uno de los mejores astringentes. Su composición química no está determinada, solo se ha valorizado por el joven farmacéutico Sr. Pascual Alcocer la cantidad de ácidos tánico y gáli- co, comparativamente con otras tres sustancias usadas como curtientes: el. huisache, la corteza de encino y las agallas del mismo, que vulgarmente se llaman Manzanitas de encino. El cuadro siguiente da una idea de las cantidades comparativas en 100 dar tes. Acido tánico. Acido gálico. Cascalote 30 00 17 00 Huisache (frutos). 18 00 22 00 Corteza de encino. 28 00 2 00 Manzanitas de encino. 10 00 9 50 Gomo se ve, nuestro cascalote es superior en ácido tánico. Ya se podrá comprender la energía de sus propiedades y sus indicaciones. Según ensayos que he practicado, creo que se podrá usar ventajosamente el extracto acuoso, que es muy astringente y de sabor no repugnante; pero sobre todo, el polvo de los frutos se podría emplear de preferencia, porque se pulverizan con gran facilidad; las semillas se separan entonces por sí so- las, lo mismo que el endocarpo que resiste á la pulverización por ser muy leñoso. De manera que en poco tiempo, y con el tamiz, se obtiene un pol- vo tan lino como se quiera, constituido casi únicamente por los principios as- tringentes. Dicho polvo es blanco amarillento, de sabor astringente y algo amargo al fin, pero no repugnante, v del aspecto del tanino de Pelouze al que podría sustituir, y sobre todo á las llamadas flores de tan que es el polvo de las cor- tezas de encino. Otra ventaja se consigue con esta forma, el que sea exportado fácilmente y con ménos costo, porque se quita casi toda la parte inútil: por consiguien- te, los gastos de trasporte y otros se aplican á un producto de más valor. Podríamos decir en resúmen, que el polvo del cascalote es casi un extrac- to, pero con la diferencia de que se obtiene más fácilmente y con ménos costo. 3o. OJO DE VENADO.—Dolichos urens, L. (.Mucuna, D. G.) En nuestros climas calientes vegeta esta planta; sus semillas tienen cierta- mente mucha semejanza con un ojo de venado. El nombre mexicano no lo he encontrado hasta ahora en el curso de la traducción de la obra de Her- nández, solo sí recnerdo que este autor describe una planta cuyas semillas, dice, «parecen ojo de buey,» pero no creí que fuera este Dolichos, porque no se bace mención de las espinas de las vainas. Hay también otro vegetal que en mexicano se llama Mazayxtli que significa ojo de venado, pero tampoco parece corresponder al Dolichos, porque éste es de tallo voluble y aquel es árbol. Estas semillas se usan en México por el vulgo, como un amuleto. Se las cuelgan al cuello ensartadas en un hilo para lo que se llama aire: con este nombre se designan algunas afecciones convulsivas y neurálgicas ligeras de la cara. Yo he comenzado á estudiarlas, queriendo averiguar primero, si son ó no tóxicas. He hecho lo siguiente: Pulverizar una semilla, que agotada por alcohol á 35°, dió como 5centígl'- de un extracto que no tenia ningún carácter notable. Lo inyecté á una palo- ma; disuelto en un líquido hidroalcohólico; á los dos minutos tuvo vómitos que se repitieron 4 veces en el intervalo de lo minutos, hasta haber arroja- do todo el maíz que tenia en el buche. No hubo otro fenómeno notable, y al siguiente dia se encontraba perfectamente bien. Repetí con 20centígl>- de extracto alcohólico, la inyección en la misma palo- ma; aparecieron los vómitos lo mismo que en el experimento anterior. Volví á repetir la experiencia con 30centígr- y otra vez observé los vómitos, pero el animal no murió ni perdió sus movimientos. De estos 3 experimentos inferí, que la semilla de ojo de venado encierra probablemente un principio emético pero no tóxico. El análisis químico y nuevas experiencias fisiológicas me descubrirán la verdad y las aplicaciones que pueda tener en la medicina. 36. PICA-PICA.—Mucuna pruriens, D. C. Esta planta es indígena, y vegeta en los climas cálidos del Sur. Los frutos están cubiertos de pelitos rígidos, que fácilmente se introducen en la piel, causando un prúrigo intenso. Estos pelos se usan en la medicina como antelmínticos. En los Estados-Unidos los toman bajo forma de elec- tuario. El fundamento de esta aplicación es, que los pelos se les clavan á las lombrices, las matan, y esto facilita su expulsión. Reveill dice que Chereir los ha recomendado contra la tuberculosis, y que los ha encontrado excelen- tes como febrífugos. La dosis es de 20 á 40centígr- para los niños y 60centígr- para los adultos: se administran después de un purgante. Estas aplicaciones deben fijar nuestra atención, y por ellas se ve que no producen ningún mal; el mismo Cherier dice, que obran solo mecánicamen- te sin ocasionar dolores ni cólicos. 37. PINAHUIHUIZTLI.—(Yerba vergonzosa.) Mimosa sensitiva, L. También le llamaron Cocochiatl, según dice Hernández, porque tocándo- la parece que duerme, ó porque produce sueño puesta en la cabeza. Lo pri- mero es lo más creible, pues efectivamente, las hojas de esta planta se cier- ran tocándolas: este movimiento se ha comparado al sueño, y su mecanis- mo está hoy perfectamente estudiado así como los órganos que lo producen. Gran número de especies de estas mimosas fueron conocidas de los mexica- nos, que no se usan hoy en medicina, y cuyas propiedades tampoco están es- tudiadas. Es probable que todas sean más ó raénos astringentes. Los azte- cas usaban el jugo de las raíces para curarse las tercianas, algunas oftalmías y conciliar el sueño; pero esta última propiedad, creo que se ha interpretado mal de la palabra Cocochiatl que se refiere al sueño de las hojas y no á que lo produzcan. 38. QUAMOCHITL.—(Arbol crepitante de fruto semejante al ¿Maizio?). Mimosa unguis-cati, L. Huamuchil. Existen varias especies de esta planta, cuyos frutos se comen. La pulpa que rodea á la semilla, es de sabor bastante astringente, dulce y agradable, aunque deja en la boca un sabor repugnante. Los habitantes de tierra-ca- liente, donde vegeta abundantemente este árbol, son los que hacen de ellos gran consumo; extraen la semilla rodeada de su perisperma, la desecan y ia guardan. La madera se emplea en las construcciones, pero no en la medicina como se dice en la Farmacopea Mexicana. La corteza es la que se puede usar co- mo medicamento astringente, pues contiene bastante tanino; el mismo uso podrían tener los frutos, que son muy abundantes y cuyo pericarpo contie- ne mucho tanino. Los antiguos mexicanos aprovechaban la corteza de la raíz para contener la disenteria y otros flujos, las hojas para las indigestiones, mezcladas con sal y pimienta, y con las hojas de palma para contener el aborto. El jugo de las semillas ¿verdes? para excitar una secreción abundante de las narices, y el polvo para expulsar los gusanos (larvas) del interior de las úlceras (según el texto latino debería ser de las úlceras internas), para ci- catrizar las ulceraciones antiguas, etc. etc. Hay otro árbol llamado Hueimo- chitl, que significa Mocbitl grande. Según Hernández, es una especie próxi- ma á la anterior. Yo la menciono porque los aztecas preparaban con la cor- teza de las raíces, un veneno para matar á los animales dañosos. ¿Qué clase de animales? Deben ser las fieras, como lobos, coyotes, tejo- nes, porque á este veneno le llamaban Uritequampatli. 39. QUAPATLL—(Medicina del cerro.) Poinciana? Le pareció al Sr. M. Altamirano que esta planta pertenecía á este género. Es interesante averiguar sus propiedades, que deben ser útiles á la medi- cina á juzgar por los usos que tenia entre ios antiguos mexicanos: hacían un cocimiento con la corteza de ella, unida ai Chichicpatli para combatir las di- senterias. La misma corteza la usaban como astringente en afecciones de la boca, como cicatrizante, como diurética mezclándola al pulque ó cualquiera otro licor, y en fin, para aumentar la fuerza embriagante de las bebidas fermen- tadas. A estas dos últimas propiedades debió que se le hubiese designado también con el nombre de Ocpatli, que significa vino medicinal. De todo esto se puede inferir, que ia corteza del Quapatli debe ser muy as- tringente y contener tal vez algún principio narcótico análogo al que encier- ran las Piscidias. 40. QUAUHAYOHUAGHTLI.—(Semilla de árbol de calabaza.) Cassia fistuia, L, ó fistuloides, F. M. I. Gaña fístula. Según el Sr. Herrera, nosotros tenemos dos especies distintas de la Cas- sia fístula con que la sustituyen, la C. fistuloides y la C. Brasilianaáe que ya me he ocupado. Los aztecas conocieron esta planta y la usaron en la medicina; las hojas para curarse los sarpullidos, frotándose con ellas; el fruto para purgarse, to- mando la dosis de 3 onzas, probablemente de la pulpa, condimentada con azúcar, esto es, confeccionaban una verdadera conserva: con este medica- mento, decían, «se evacúala bilis y la pituita.» Esta planta, según se ve, la encontraron aquí los primeros pobladores, y es de notarse, que también la hayan usado de la misma manera que la usaban otros pueblos desde hace un tiempo inmemorial: parece que todos ellos después de separados, tuvieron al mismo tiempo estos conocimientos, que ponian en práctica á medida que encontraban las plantas correspondientes. La caña fístula dé México, según el análisis de Vauquelin, contiene más azúcar y ménos tanino y goma que la extranjera, es por lo mismo más agra- dable al gusto y preferible á ésta; tanto más, que aquí la podemos tener re- ciente, suave, y en perfecto estado de madurez y desarrollo, propiedades que le dan mejor gusto y más efecto medicinal. El Sr. Herrera hace notar, que la caña fístula pequeña es de color gris, más delgada, puutiaguda en sus dos extremidades y debe por lo mismo des- echarse como clase muy ínfima: que respecto á la Brasilense que suele en- contrarse en el comercio de México, tampoco debe usarse por ser de un sa- bor áspero y amargo y tener mucha menor cantidad de pulpa en un peso dado, debido al mayor grueso del pericarpo; que se debe preferir la C. fístu- la ó fistuloides, cuya pulpa muy abundante, es de sabor muy dulce y agra- dable; y en fin, que teniendo nosotros este fruto en abundancia, se podría preparar la pulpa en grande y exportarla en vez del fruto. Acción fisiológica.—Gubler dice, que obra como laxante ó como purgante verdadero, según la dosis, Llama la atención, que este eminente farmacolo- gista no indique cuál sea el principio activo. Entre los autores que be con- sultado sobre este punto, solo el sabio mexicano Dr. Oliva, dice en su Far- macología, que sus propiedades laxantes, son debidas á la azúcar ú otro prin- cipio destructible por la fermentación: toca, pues, al infatigable profesor de terapéutica de nuestra Escuela, dilucidar este punto. Entonces sabrémos si la propiedad purgante reside en principios análogos á los del sen, como catartina, ácidos catártico y crisofánico, etc., ó bien en la azúcar, ó más probablemente en una resina como vemos en el maná. También será útil averiguar si las hojas de esta planta son purgantes: se sabe que los aztecas las creían medicinales, y además, que las hojas del sen son más activas que sus frutos llamados folículos, Este purgante es muy útil en la medicina de los niños por su sabor agradable, en las fiebres remiten- tes biliosas de los países calientes, etc. La dosis de pulpa para un niño de 1 año, es de 3 á 6gram- y 30 á 60 para un adulto. Según el Sr. Oliva, el nombre mexicano corresponde á la Cassia fistu- loides. No es posible, sin tener la planta delante, decidir esta duda, porque la des- cripción que de ambas se lee en el Podromo, es muy incompleta; sin em- bargo, me atreveré á indicar, que los caractéres de la figura y de la descrip- ción que nos presenta Hernández, están muy conformes con los que asigna D. G. á la C. fistuloides: omito trascribirlas, porque solo viendo las figuras se puede apreciar bien su valor. Advertiré también, que la lámina de Hernández, aunque imperfecta, es casi igual en su aspecto á la que ha dado Guihourt y otros autores. 41. QUAUHXONEQUILLIN.—(Arbol de pié contorcido.) Inga sp? Guajinicuil (al árbol.) Jinicuil (al fruto.) Los antiguos mexicanos conocieron este vegetal, y lo utilizaban en la ali- mentación y en la medicina. De la descripción que nos dejó el Dr. Hernández, se puede inferir, que el Quauhxonequillin es la planta que hoy lleva el nombre vulgar de Guajinicuil, pero no á que especie botánica corresponda. Refiere además, que las vainas que tienen de largo 8 pulgadas y están llenas como de lana, son comibles; y que el polvo de la corteza ó de las hojas es muy provechoso para las que- maduras; cita el mismo autor otra planta llamada también Quauhxonequillin, pero parece que no es leguminosa. Lo que se ha averiguado ya de la planta de que me ocupo, es que perte- nece al género Inga y que tenemos varias especies. Del fruto solo se toma el jugo azucarado que encierra la borra algodonosa del espermodérmis; las semillas, despojadas de esta cubierta, son muy parecidas á las habas verdes y como ellas tal vez se podrian comer; también el pericarpio de estas legum- bres tan grandes, podría recibir útiles aplicaciones, porque es muy astrin- gente y encierra gran cantidad de tanino. Queda por último el averiguar los resultados que se obtengan usando el polvo de las cortezas y de las hojas en el tratamiento de las quemaduras, como lo hacían los aztecas; es probable que estas cortezas sean astringentes, en cuyo caso al aplicarlas los mexica- nos, como se dijo, hacían casi lo que hoy se practica algunas veces, usando de la tinta (pero solo de la que esté formada de tano-galato de fierro) en las quemaduras de primero y segundo grado. Estos datos, pues, convidan áque se estudie esta planta mexicana, para saber la cantidad de tanino y ácido gá- lico que contengan sus frutos, sus cortezas y sus hojas, así como las propie- dades especiales de estos principios. 42. RETAMA DEL PAIS.—-Cassia Ixvigata, Willd. Café del país. Lleva este nombre vulgar, porque sus semillas se usan como el café. Se preparan de la misma manera que éste, y su sabor no es desagradable; pe- ro áun no se ha estudiado si tiene alguna propiedad médica especial que las hiciesen preferible en algunas circunstancias al verdadero café. No sé si los aztecas conocían las propiedades de este vegetal; pero el vul- go sí las conoce hoy, ó por lo ménos le atribuye algunas: lo usa como eme- nagogo y para calmar los cólicos uterinos que sobrevienen durante el flujo catamenial. También cree que tiene propiedades purgantes y que obra de una manera análoga al sen; pero ninguna de estas propiedades se ha demos- trado, y seria de desearse emprendiera su estudio. Es planta muy abundan- te que crece casi en todas partes, siendo distinta de laque se llama «Retama extranjera», Spartium juncium, L, que se cultiva en nuestros jardines, y que no tiene, al ménos que yo sepa, ningún uso médico. 43. SEN.—Cxsalpinia exostemma, F. M. I. Según el Sr. Oliva, en nuestro país se llama sen á esta Gesalpinia que ve- geta en Autlán y Ahuacatlán, y probablemente también en Colima. Tenemos otras muchas plantas que según el mismo autor, podrían sustituir al sen; ta- les son, la C. cacalaco, H. B. muy próxima á laque nos ocupa; muchas es- pecies del género Cassia como la mexicana, Icevigata, Browniana y po- lyantha; esta última es afine de la Maryla?idica, que como se sabe reempla- za al verdadero sen en los Estados-Unidos. También hemos anotado en este catálogo, otras muchas plantas que tie- nen propiedades purgantes y que tal vez obren como el sen; tales son, par- ticularmente el Chamolxochitl, la Retama, etc. El Sr. Herrera ha investigado cuál es el principio activo del sen, y cree inexacto que sea el ácido catártico: consiguió aislarlo y lo ha encontrado ca- si inerte, y que es además un principio complexo. 44. TEPEHOAXIN.—(Hoaxin del cerro.) Cassia acapuícensis, H. B. Tepeguaje. En la nueva Farmacopea Mexicana se cita ya esta planta por su corteza que contiene gran cantidad de principios tánicos, y que se puede usar en la medicina como astringente. También produce una goma que puede sustituir á la arábiga. Por último diré, que la madera es muy recomendable por su dureza ex- traordinaria y el bello pulimento que puede recibir. Es muy usada para aquellas obras que deben tener gran resistencia. Según el Dr. Hernández, los mexicanos usaban la corteza para purgarse, pero tal vez sea otra especie. De todas maneras, esta corteza reclama el es- tudio que dé á conocer sus verdaderas aplicaciones médicas, y sobre todo, la proporción de tanino que contenga. 45. TAMARINDO.—(Thamar, fruto é Indus de la India.) Tamarindus occidentalis, L. Tamarindo. Esta planta, originaria de Asia, fue traída á nuestro país, según el Dr. Hernández, y por esta razón no lleva nombre mexicano, sino el de tamarin- do que le dieron los árabes; también la llamaron dátil de la India por la se- mejanza, decían, que tienen los frutos con un dedo: según esto, sus propie- dades eran conocidas desde antes que fuera importado: el mismo autor Hernández, al referirlas, dice: que los médicos usaban solo la pulpa (sin es- pecificar que sean los aztecas), que condimentada con azúcar la daban á los enfermos para calmarles el calor y producirles efectos purgantes débiles, y que se administraba también el agua en que se habían macerado estos frutos; que sus hojas son ácidas y se comen en ensalada sin necesidad de vinagre. Vió este vegetal en Acapulco y en Guernavaca, y procuró diseminar las semillas por varios lugares para reproducirlo. Según el Sr. Herrera, nosotros tenemos dos especies, una que vegeta en la vertiente oriental de la cordillera y la otra en la occidental. Pero algunos creen que aquella es solo una variedad de ésta, á causa de las diversas con- diciones en que vive. El fruto de la oriental es más grande, su pulpa más negruzca y su sabor más ácido; los de la occidental son más chicos, algunos demasiadamente, pero mucho más dulces, casi del todo azucarados, y su pul- pa ménos abundante y de color más claro. Contienen ácidos tártrico y cítrico, éste en mucha cantidad, por lo que el Sr. Herrera cree que se podría extraer industrialmente; son muy abundantes y de bajo precio en México. Hoy como se sabe, se usan en la medicina y con muy buen éxito como purgante salino; sus propiedades las deben á los tartratos de potasa y á los citratos que entran en su composición. 46. TECOPALQUAHUITL PITZAHUAC.—(Copal del cerro de hoja pe- quera.) Copaifera officinalisl, L. Copaiba, Aceite de palo (el jugo.) Según el Sr. Oliva, en nuestro país se encuentran árboles de copaiba, y que Sprengel reíiere al C. offícinalis, el Tecopalquahuitl pitzahuac; dice tam- bién que á la trementina que exuda, conocida en todas partes con el nombre de «bálsamo de copaiba,» en México se le llama vulgarmente «aceite de pa- lo», lo que parece indicar que proviene de algún «palo María» que acostum- bran llamar simplemente «palo.» Consultando á Hernández sobre esta planta, dice en resúmen del Tecopal- quahuitl, lo siguiente: Arbol mediano; hojas ordenadas por ambas partes de los ramos, peque- ñas, sin picos, y algo más grandes que los de la ruda; fruto pequeño, coc- cíneo y algo semejante en la forma, á la pimienta redonda, formando uno ó dos racimos que cuelgan á intervalos de los mismos ramos. Estila unas lá- grimas ó especie de incienso, que tira á un color blanco sucio, y dotado de las mismas propiedades y aroma que los anteriores (copales). Por esta des- cripción no es posible decidir que planta sea esta; seria necesario consultar la que da Sprengel, ó los datos en que se funda para hacer esta correspon- dencia. El Sr. Herrera dice, que vegeta en la vertiente occidental de la gran cor- dillera mexicana. Se sabe que hay varias especies de copaiferas que produ- cen la trementina que se acostumbra llamar bálsamo de copaiba; que todas vegetan en la América del Sur, extendiéndose, según Bouchardat y otros, por toda la cordillera hasta México. Por tanto, es muy probable que en nuestro país se encuentre alguna es- pecie de aquel género, ya sea el Tecopalquahuitl ú otro. Guando estuve en los estados del Sur, me presentaron un líquido resinoso con el nombre de «copaiba,» y que los curanderos usaban allí para varios males, particularmen- te la blenorragia. Este producto es colectado por los indígenas, de ciertos ár- boles que bien se cuidan de nombrar, y lo venden á muy bajo precio con el nombre de «aceite de palo.» Esta llamada copaiba ha sido estudiada por el inteligente Sr. Herrera que dice de ella lo siguiente: Es una trementina viscosa, de consistencia de jarabe, turbia y blanquiz- ca cuando reciente, debido al agua que naturalmente contiene. Con el tiem- po y el reposo se aclara enteramente, y su color primero nulo, va haciéndo- se amarillo verdoso. Su olor como el del limón y su sabor amargo acre y aromático. Se disuelve incompletamente en el alcohol dando á este líquido un aspecto lechoso. Mezclada con un dieciseisavo de su peso de magnesia calcinada, adquiere la consistencia pilular al cabo de seis horas. Sus compo- nentes son: aceite volátil, materia extractiva, subresina, abietina, ácido abié- tico y succínico. Por último, hace notar que se conoce con los nombres de «trementina de abeto», «aceite de abeto» y «aceite de palo,» y que es pro- ducida por el Oyamel, Pinas religiosa, H. B. de las coniferas. Pues bien, según esto se ve, que lo que se conoce vulgarmente con el nombre de aceite de palo, es muy diverso por su origen de la oleoresina de copaiba que también lleva aquel nombre. Pero tal vez no sea lo mismo en sus propiedades terapéuticas y tengamos en nuestra trementina de abeto un sus- titutivo de la de copaiba. Varias razones inclinan á esta sustitución: 1.a To- das las trementinas de las coniferas son sinórgicas de dicho bálsamo, porque contienen principios análogos que una vez en circulación con la sangre se eli- minan por los mismos ernunctorios: dichos principios son esencias y resinas, las primeras se eliminan en su mayor parte por las vías respiratorias y por la piel, y las segundas por las vías urinarias. 2.a las trementinas de las co- niferas y de las dipterocarpeas, se emplean en algunas partes para los mis- mos usos médicos que la copaiba y con muy buen éxito. 3.a Nuestra tre- mentina de abeto, vimos atrás que es usada por los ignorantes curanderos para las blenorragias en vez de la copaiba; y 4.a en ñn, sus componentes son como los de las trementinas de su género y de consiguiente análogos á los de la copaiba; es pues racional por lo expuesto, suponer que sus efectos so- bre la economía deben ser como los de la trementina de la Copaifera ofici- nal . Las ventajas que de esta sustitución resulten, será tener una medicina á bajo precio, reciente, y con pocas probabilidades de que se adultere. 47. TEHOIZTLI.—(Espinas de piedra.) Acacia sp? Tehuistli. Según la descripción de Hernández, se comprende que estos nombres cor- responden á la misma planta, y dice que la usaban los aztecas para curar los dolores de cabeza y las heridas etc.: crece en Yacapichtla. Yo la vi en Miacatlan donde vegeta abundantemente, y recogí un ejem- plar de la goma que produce. Habiendo tanta abundancia de este árbol, fácil será cosechar grandes can- tidades de aquel producto que es superior á la goma del mezquite, y que en su aspecto en nada se distingue de la verdadera goma arábiga. 48. TLALCACAHOATL.—Arachis hypogcea, L. Taltacahuate, Cacahuate. Usaban el jugo de esta planta los aztecas, para ciertas oftalmías y la creían tan útil en estos casos, que le habían dado el nombre Iztdcixpdtli que sig- nifica «medicina blanca para los ojos». La raíz también tenia grande uso en- tre ellos, sabían que era dulce, y la aplicaban como pectoral, á manera de lo que se ha hecho con el orozuz; la daban para calmar la tos, la fiebre, con- tener las diarreas de los niños, y cicatrizar las úlceras. Tomaban 30gram- del polvo ó la aplicaban localmente. Llama la atención que Hernández no hable del fruto que están notable y que indudablemente conocieron. Sus frutos se consumen hoy mucho como alimento y para extraer el acei- te que tanto abunda en sus granos, razón por lo que su cultivo se ha exten- dido. La raíz también debería usarse; ya vimos que desde hace siglos se sa- be que es dulce, propiedad que le ha valido el que se use hoy como suce- dáneo del orozuz. El aceite de los granos se extrae en grande escala y se con- sumen inmensas cantidades. Se sustituye perfectamente al de oliva en la ali- mentación, y al de almendra dulce en los usos farmacéuticos. Se ha notado que se arrancia fácilmente, pero esto se evita, según el Sr. Herrera, tapando perfectamente las vasijas que lo encierran. Los granos y el aceite son pro- ductos muy conocidos que no es necesario recordar. No así la raíz que áun no está bien estudiada, ni se ha intentado por los médicos examinar si real- mente puede sustituir al orozuz. Advertiré que el Sr. Herrera hace notar, que tenemos muchas plantas cuyas raíces son dulces como el orozuz, y que también llevan este nombre. En efecto, yo encontré en el estado de Guer- rero, cerro del Ocotiol, una raíz muy dulce que allí se llama orozúz y que los campesinos usan en cocimiento como pectoral. La planta estaba seca y no se pudo saber su familia. Todos estos datos, pues, nos convidan á que bus- quemos la planta ó plantas indígenas que deberán sustituir al orozúz, que es producto exótico y que en la medicina como bien se sabe, tiene indicaciones especiales, porque el principio azucarado que encierra no es susceptible de fermentar. 49. TZINACANCUITLAQUAHUITL.—(Arbol que da goma parecida al estiércol de Murciélago.) Mimosd luccifevd, L. Chaparro prieto, Gavia, Arí. En este árbol, según creían los mexicanos, los murciélagos formaban con sus heces, una sustancia que cubre los ramos y que hoy conocemos con el nombre de resina laca; pero está demostrado, que es producida por un insec- to, el Coccus lacd, que vive sobre esta planta y sobre otras varias de nues- tro país, particularmente leguminosas; tales como el huisache, el cascalote y la gavia que es de la que nos ocupamos (Herrera y Oliva). A dicha resina le llamaban los aztecas Tzinacan ó Tzinacancuitlal, pa- labra que recuerda su origen según ellos, y la usaban como pegamento, cu- yo uso tiene aún todavía. Para esto la mezclaban con otra resina y arena gruesecita, reblandecían la mezcla al fuego y formaban unas tortillas; pa- ra servirse de ellas, las calentaban con objeto de reblandecerlas y las aplica- ban entonces al objeto que querían pegar; cuando se enfriaba la masa, se endurecía de tal manera, adhiriéndose tan fuertemente, que su dureza exce- día á la de la piedra y del hierro. Esta planta, según Hernández, vegeta en Metztitlan donde se le llama también Tlahoitolquahuitl. La composición de nuestra laca no está determinada; se distingue de la del extranjero porque es ménos roja, porque su sabor es de ácido succínico y por la elasticidad notable que adquiere cuando se calienta. Los indígenas la traen siempre en granos, que son de color ménos rojo que los exóticos. En cuanto á los usos medicinales, el vulgo la emplea como astringente y an- tiperiódico en los casos de enteritis, metrorragias ó intermitentes. Con esta resina en granos, se forman unas masas oblongas, que llaman «tamales,» sumamente duras, de color rojo y sabor astringente, y que los venden en Chihuahua; en México vi uno traído por un enfermo de disente- ria, que según decía había sanado tomando el polvo de aquella sustancia. No se ha ensayado, y solo la experiencia podrá decidir si tiene ó no propiedades curativas especiales. - 50. TZOMPANQUAHUITL.—(Arbol de los corales.) Erythrina cora- lloides, F. M. I. Colorín, Patol, Ghocolin, Iquimite, Pichoco (el de la costa). Esta es una de las plantas que más debe llamar la atención de los prácti- cos, porque sin duda llegará á prestar grandes servicios á la medicina y á la fisiología, así como hoy los presta á las artes en la aplicación que ha recibi- do la madera para las esculturas y la fabricación de tapones que se consumen en las boticas en sustitución de los de corcho. Los aztecas la usaban también de la misma manera y utilizaban la planta en los cercados, conciliando así la seguridad con el ornato de sus huertos. Estas aplicaciones todavía hoy las tiene, debido, según se ha observado, á que se reproduce fácil y prontamente por medio de estacas de gran tama- ño. El colorín vegeta casi en todos nuestros terrenos y climas, exceptuando los muy fríos; es árbol grande, grueso y cubierto de aguijones, propiedades todas que lo recomiendan para íormar á poco costo, cercados hermosos y re- sistentes. Su belleza la debe á su follaje denso y de color verde claro, á sus flores en espigas numerosas, de un rojo subido, y á sus semillas también de un rojo coral, que quedan adheridas á las legumbres abiertas y persistentes en el árbol. Las ñores boy se usan en la alimentación; los habitantes de Guer- navaca y de otros lugares cálidos, preparan con ellas guisados exquisitos y ali- menticios, de fácil digestión y que jamás les ocasionan mal alguno; los gra- nos, en fin, que los aztecas emplearon como adorno, les sirven á los niños en sus juegos sin cuidarse de que estas semillas sean venenosas. Y ciertamente no se cita ningún caso de envenenamiento, ni tampoco se dice cuál es el origen de esta creencia. Me parece que lo debe traer de los aztecas, Jo mismo que el uso de las flores como alimento, porque todas las otras aplicaciones que hoy tiene esta planta, las tenia también entre ellos. Sin embargo, llama la atención que esta propiedad venenosa, si la cono- cían los aztecas no la mencione Hernández, que tuvo especial cuidado en se- ñalar aquellas propiedades más notables. Mas sea cual fuere su origen, esta creencia existe, y á nosotros incumbe averiguar su fundamento. Ella fué la que dió origen á que el profesor Herrera recomendara su estudio al joven Rio de la Loza Don Francisco, quien presentó el análisis de dicho grano en su tésis inaugural; fué también la que hizo que el profesor Domínguez y yo estudiáramos su acción fisiológica. Por último, esta misma creencia fué la que, provocando estos estudios, ha dotado á la toxicología de un represen- tante del veneno de las amazonas, de un Guraro mexicano. Tenemos varias especies de este género, cuyos granos espero ensayar cuan- do los tenga. Las especies que hay en México, según D. G. son: E. brevi- flora, E. divaricata, E. hórrida, E. longipes, E. leptorhiza, E.potens, E. carnea y la E. coralloides que es la que nos ocupa. Voy á referir los estudios que se lian hecho sobre esta planta, y las apli- caciones que puede tener en fisiología y en la medicina. Citaré ántes la descripción de Hernández en comparación con la mia. La primera es como sigue: «Arbol grande, madera amarilla y tan ligera como el corcho; hojas cordi- formes; vainas colgando en racimos del grueso de un dedo y de un palmo de largo; semillas contenidas en las vainas parecidas á los frijoles, en su for- ma y en su sabor y tan rojas que casi se pueden tomar como corales. Vege- ta en todas partes, pero particularmente en clima cálido y húmedo; sirve para formar cercados en las huertas y como planta de ornato»; Hé aquí la segunda: Descripción. Raíz flexuosa, ramosa; tallo leñoso, erguido, ramoso, cilin- drico y nudoso; ramos subleñosos, alternos y abiertos, con aguijones reflejos en la inserción de los órganos apendiculares; hojas compuestas, pinado-tri- foliadas, alternas y estipuladas; raquis articulado, cilindrico, pubescente, es- ERYTRH1NA CORALLOIDES F.M.I. T-.//aces///o ríe fres flores.- 2. f/ors/'n e/ca7/>. _ S. /rí separarías sus partes. _ rí. rí/7?eceo uec/ar/o yes/am 6rejen/cu/arío.-5. (?u///a5. //asZrírauo. triado de 25-28cent- y también aguijonado; pezoncillos muy cortos y acanala- dos; foliolos estipulados, óvalo-romboidales, peninervados, de base cuneifor- me y ápice obtuso, enteros, lampiños: el terminal de 15-13cent- y los latera- les inequiláteros de ll-10cent-; estípulas caulinares, sub-persistentes, rígidas, lanceolares, pubescentes y acanaladas, hasta de 8mil- de largo; estipelas glan- duliformes. Inflorescencia general indefinida en racimos terminales, apreta- dos, cónicos, de 7cent- de largo; la parcial definida en fascículos bi ó tri-flo- ros; eje principal grueso, rollizo, sub-carnoso, tomentoso-ferrugíneo; flores de 5cent-, de pedúnculos cortos, con los caractéres del anterior, el de en medio con dos pequeñas brácteas superpuestas y una más corta en cada uno de los laterales, óvalo-lanceoladas, cóncavas, gruesecitas, rígidas, caducas y exterior- mente tomentoso-ferrugíneas; cáliz de 13mil> tubuloso, colorido, truncado, tomentoso, bibracteolado y mareescente, con cinco dienteeillos bien marca- dos en la estivacion y después poco aparentes, uno de ellos colocado en una eminencia jibosa opuesta ai estandarte; corola papilionácea; estandarte de la longitud de la flor y cubriendo enteramente las demás partes de ella, er- guido, alargado-oblongo, de limbo conduplicado, flavelado-nervoso, rojo- púrpura exteriormente y casi blanco en el interior, de uñuela corta y acana- lada; alas de 12mil- inequilátero-oblongas, poco coloridas, de vértice arre- dondado y algo encorvado en forma de capucha; quilla algo más corta, sub- orbicular, bi-dentada en el ápice, adhriéndose de un lado los pétalos que la forman, algo fimbriada en el márgen, flavelado-nervosa y casi blanca tam- bién; estambres diplostemones, diadelfos, desiguales, inclinados é inclusos: andróforo tubuloso ycupuliforme en la base; filamentos alesnados, arrodilla- do en la base el que está casi libre y opuesto al estandarte; anteras linear- oblongas, dorsifijas, biloculares é introrsas; pistilo unicarpelar de 5cent-, ce- ñido en la base por un nectario 10-lobulado; ovario estipitado, linear-oblon- go, comprimido, tomentoso-ferrugíneo, unilocular, multi-ovalado: placenta- cion parietal; estilo simple, apicilar, arqueado, subulado, lampiño y persis- tente; estigma terminal, pequeño y cónico; ovulos sobrepuestos y campilo- tropos; el fruto es una legumbre de poco más de 20cent> de largo y 2 de an- cho en su mayor desarrollo, subrolliza, torulosa, estipitada y picuda: en la madurez toma un color moreno casi negro y el endocarpio se desprende replegándose al centro; semillas elípticas, lisas, lustrosas, de un rojo coral, con una línea saliente en el dorso longitudinal; ombligo lateral, blanco y oblongo, rodeado de una faja negra, restos del funículo, micropila de este color y alargada; cotiledones córneos y radícula bastante desarrollada. Arbo- les frondosos, de 4 á 5 metros de altura, de tronco casi recto y follaje de un verde claro: vegetan en diversos lugares de la República. 42 Además de esta especie, tenemos otras como dije al principio, descritas por D. C., y seria conveniente averiguar á qué plantas de Hernández corres- ponden, y que son Eritrinas según el Sr. M. Altamirano. Composición química.—Según el Sr. Rio de la Loza (Francisco), contienen 100 partes Agua . 7 15 Grasa sólida ) . 13 35 id. líquida^ Resina soluble en éter . 0 32 Id. insoluble en el éter y soluble en el alcohol. . 13 47 Alcaloide . 1 61 Albúmina vegetal . 5 60 Goma . 0 83 Azúcar . 1 55 Acido orgánico. . 0 42 Fécula . 15 87 Materias inorgánicas . 89 15 Pérdida . 0 68 Suma. . . 100 00 Según este señor, existe un alcaloide particular no conocido, que propone llamar Eritr ocor alo idina, en vez de Eritrina como habíamos propuesto, porque se podría confundir con la eritrina ó ácido erítrico del liquen. Sobre esto ya advertimos en nuestro trabajo, que el nombre de eritrina lo dábamos provisionalmente, para abreviar el lenguaje en nuestras observaciones; que lo dábamos al extracto alcohólico y no á un principio aislado. Pero sea cual fuere su nombre, lo que interesa á la medicina es, que se determine defini- tivamente el principio activo. Acción fisiológica.—El Sr. Domínguez y yo, emprendimos el estudio fi- siológico de los granos, que se publicó en la Gaceta Médica de México. Re- feriré tan solo las conclusiones á que llegamos, pasando en silencio los expe- rimentos, que seria muy largo describir. Ia La eritrina mata á los nervios motores rápidamente, cuando los ataca por sus dos extremidades; de un modo lento, pero innegable también, cuan- do los ataca únicamente por su extremidad terminal. 2a El extracto de la simiente del colorín (Erythrina) es venenoso. 3a Es muy probable que lo sea para todos los séres vertebrados. 4a Su acción se dirige hácia los nervios motores, cuya vitalidad extingue rápidamente, si ios ataca por sus extremos periféricos y central; más lenta- mente cuando su aplicación se limita á ias placas de terminación. 5a Respeta los grandes centros de inervación (cerebro y médula), el sis- tema nervioso del gran simpático, y las fibras musculares lisas y estriadas. —De esto resulta, que ni se estrecha, ni se perturba el campo de la inteli- gencia; que no se alteran los movimientos rítmicos del corazón; que la calo- ricidad no sufre diminución ni aumento; que no cesan los movimientos pe- ristálticos del intestino, y que el desorden del aparato locomotor no significa una alteración de la médula especial, sino la ruptura de la continuidad fi- siológica entre los músculos y sus nervios motores. 6a Administrado por inyección subcutánea, mata rápidamente en dosis muy pequeña; por el estómago su acción es sensible, pero á dosis mucho más alta; aplicado por el recto, parece ser inofensivo. 7a Obrando la eritrina como el curaro, tiene sobre esta sustancia las ven- tajas de ser más fácil su adquisición, de no variar de actividad con la prepa- ración que la ministra, y de ser más precisa en su acción tóxica. En conse- cuencia, creemos que, como instrumento de investigaciones fisiológicas, es preferible nuestro veneno al preparado por los naturales de la América del Sur. 8a El campo de su aplicación terapéutica se infiere del mecanismo de su acción fisiológica. A estas conclusiones llegamos por medio de 14 experimentos que practi- camos. Paso ahora á referir los que hice yo solo, para investigar algunos puntos referentes á la acción del colorin, así como para ensayar la de otras sustancias, sirviéndome la eritrina como medio contentivo. Primer experimento.—A un perro de gran talla le administré por el estómago 10 &ram- de polvo de colorin diluidos en agua, sirviéndome de la sonda esofagiana. Esta operación la ejecutó á las diez de la mañana, dos ho- ras después de haberle dado alimento. En ese dia y el siguiente no presentó ningún fenómeno notable. Las heces no las vi, porque el animal andaba li- bre. Esto indica que 10 sram- de polvo del grano, ó no contienen la cantidad de principio tóxico suficiente para matar, ó no se absorbe de una manera conveniente, si no es en el estado de extracto alcohólico. Segundo experimento.—10 granos de polvo fueron agotados por alcohol á 85°, y el extracto que quedó por la evaporación, emulcionado en agua, lo administró, como el polvo, al mismo perro y en las mismas circunstancias, sin que hubiese presentado tampoco al dia siguiente ningún fenómeno nota- ble. Aquí vemos que ni el extracto mata. ¿Es porque falta dosis de princi- pio tóxico? Tercer experimento.—Repetí lo del 2o, pero inyectando en el tejido ce- lular, al mismo perro, la quinta parte del extracto emulcionado en agua. A los quince minutos estaba gravemente envenenado el animal; siendo preciso, para salvarlo, practicarle la respiración artificial. Luego la dosis de principio tóxico contenida en 10^ram- de polvo es más de lo necesario para producirla muerte. Mas para obtener este efecto, es preciso aplicarlo en el tejido sub- cutáneo, miéntrasque por el estómago, no envenena fácilmente. Esto sede- be tal vez á las mismas causas, que impiden los efectos del curaro, ya de- mostradas por el sabio Bernard. Esta sustancia, dada por las vías digestivas, no envenena, á consecuencia de que se elimina rápidamente por los riñones, y la economía no llega á tener cantidad suficiente de curarina para resentir los efectos tóxicos. Sin embargo, alguna vez puede haber envenenamiento debido, ó á la gran dósis administrada al animal, ó á la introducción acciden- tal de parte de ésta, por la escoriación de algún punto de la mucosa de las vias digestivas, ó á la ligadura de los vasos renales. Así también la eritrina administrada por el estómago puede envenenar como el curaro, habiendo las mismas condiciones. Este resultado lo obtuvimos el Sr. Domínguez y yo en un experimento, propinando gran dósis. La anterior aclaración nos indica, que dado el caso de que un individuo to- mase colorín en polvo, seria difícil su envenenamiento, y que no obstante que encierra un tósigo terrible, no debe alarmarnos mucho el que las semi- llas se encuentren en manos de los niños ó de los ignorantes; á esto se pue- de agregar que cualquiera que sea el grado de desarrollo á que haya llegado la semilla, el envenamiento será difícil en unos casos é imposible cuando se toma entera. En efecto, es tal su resistencia á reblandecerse, que al fin de un mes de haberlas tenido en agua, solo algunas de ellas se habian hin_ chado y comenzaban á separarse sus cotiledones. También las he puesto á hervir en agua 10 horas diarias, y á los diez dias áun no conseguía que estu- vieran tan blandas para comerlas, como los frijoles. Esta consideración nos lleva á preguntar, si las flores del Tzompantli, que se comen, no encierran principio tóxico y á eso deben su inocencia, ó si tenién- dolo, son inofensivas por las mismas razones que ya vimos para el grano. Para responder á esta pregunta hice lo siguiente: Preparé 3 extractos con alcohol á 85°. Uno con los pétalos, otro con los ovarios que estaban desigualmente desarrollados, y otro en fin, con la flor completa: para abreviar, llamaré al primero A, al segundo B y al tercero G. El extracto B dió precipitado con el reactivo ioduro-iodurado de potasio, lo mismo que el extracto G, pero ménos abundante. Inyectados los tres á distintas ranas, les ocasionaron la muerte, quedando paralizado el nervio crural. Gomo he observado que estos batracios son muy sensibles á las inyeccio- nes de cualquiera sustancia, pues se me han muerto con índigo, aceite de oliva, extractos etéreos y alcohólicos de haba, frijol, etc., quise repetir este experimento en otros animales, para comprobar si realmente en dichos ex- tractos había eritrina. A una paloma le inyecté 20cent^r- del extracto G, y este animal no sufrió nada. Repetí la inyección á la misma paloma, en la dosis de un gramo del extracto, y á las 5 minutos estaba paralizada sin poder ejecutar ningún mo- vimiento; permaneció después sobre el dorso durante 40 horas, al fin de las cuales murió. Tomé en seguida á un perro, y le inyecté 2 gramos del mis- mo extracto G, con lo cual tampoco sufrió nada. Estos experimentos nos recuerdan lo que pasó con el extracto de la Rin- cosia, que también ocasionó la muerte á unas ranas y á una paloma, pero no á un perro. En vista de este corto número de experimentos, seria aventurado que asen- tase una conclusión definitiva. Será preciso, cuando disponga de más tiem- po, comprobar, si la gran dosis de extracto G es la que mata, ó un princi- pio inmediato tóxico, esto es, la Eritrocoraloidina. Es más probable que dicho extracto contenga este principio, supuesto que los granos también lo contienen y que el reactivo de Bouchardat nos indicó ya la presencia de un alcaloide en el extracto de la flor completa. También la corteza parece que encierra principio tóxico, aunque en me- nor cantidad que las flores. En efecto, el extracto alcohólico ha matado igual- mente á las ranas, pero no á las palomas ni á los perros. Este extracto está formado en su mayor parte por una resina amarilla, quebradiza, insoluble en los ácidos y en el cloroformo; soluble en el alcohol y en el éter sulfúrico; algo soluble en el agua simple y mucho en el agua alcalina. Esta resina tiene gran poder tintorial, lo que nos explica por qué los indí- genas emplean la corteza del Tzompantli para teñir de amarillo. Se puede extraer fácilmente de la manera que sigue: El extracto alcohólico se hierve con agua y se agita con una varilla. Al poco tiempo se reúne en el extremo del agitador y en el fondo de la vasija la resina que se busca: queda blanda y muy maleable miéntras está caliente el agua, pero cuando se enfria se endurece y se pone quebradiza. Esta resina bien lavada con agua, la he inyectado á palomas, y no les ha causado ningún daño. De manera que probablemente no es venenosa. Resumiendo lo expuesto diré: l.° El grano encierra un principio activo que probablemente es alcaloide y que deberá llamarse Eritrocoraloidina, pero que áun no está bien deter- minado. 46 2. Para que envenene con seguridad y rapidez la eritrina (extracto), se debe administrar por el método hipodérmico. 3. Ingerido por las vias digestivas, sin lesión alguna, no produce envene- namiento, si no es en dosis muy alta ó evitando su eliminación. 4. El principio venenoso no solo existe en el grano, sino probablemente también en las flores y en la corteza, pero en cantidades decrescientes del primero á la última. 5. Se podrá comer el grano en cierta cantidad sin que produzca mal al- guno; y con más razón las flores que encierran menor dosis de principio tóxico. 6. El cocimiento no destruye las propiedades activas de la eritrina. 7. La corteza encierra una sustancia amarilla formada por una resina no venenosa, muy abundante y que se emplea ventajosamente como tintorial. 8. El Tzompantli tiene numerosas aplicaciones que son las siguientes: La planta viva para ornato y para cercados; la corteza como tintorial; la madera para tapones y esculturas; las flores en la alimentación, y los granos como tóxico, como medicamento y como medio contentivo en fisiología. Aplicaciones.—Indicaré primero el estado en que queda un animal bajo la influencia de la eritrina, los diversos síntomas y el orden en que apare- cen, para deducir de esto y de lo dicho antes, sus indicaciones terapéuticas. Se inyectan en el tejido subcutáneo del animal, 10centisr- de eritrina emul- cionados en lsram- de agua. Esta operación no causa mucho dolor, ni produ- ce nunca abscesos, gangrena ó inflamación notable. Gomo á ios 10 ó 15 mi- nutos comienza á mostrar repugnancia de pararse ó de andar; se acuesta, y como á los 15 ó 20 minutos se le nota temblor, como si tuviera frió, se po- ne ronco y descansa pesadamente la cabeza en el suelo: procura pararse, pero sus miembros están como rígidos, no le obedecen, y por fin, deja caer la cabeza á plomo; la levanta con trabajo y la vuelve á dejar caer sin tener ya fuerza para sostenerla. A medida que pasa el tiempo, pierde más y más sus fuerzas y sus movimientos, hasta que se siente vencido y queda acostado en el suelo. Poco á poco desaparece el temblor, y los párpados dejan de cer- rarse cuando se toca la córnea. Los músculos de los maxilares se ponen fláxidos y la saliva comienza á escurrir. Entonces llega el momento de po- der operar. Para conocerlo servirán estos signos: se le abre la boca y las quijadas se separan con la mayor facilidad, se toca la faringe y la glotis, y ni áun así cierra la boca. En esta situación no puede ya deglutir ni gritar. Una gran cantidad de saliva escurre constantemente. La respiración se hace más y más lenta é interrumpida, hasta que se paraliza. Con esto viene la asfixia, que se nota perfectamente en la lengua, por el color ciánico que toma; cam- biándose éste inmediatamente en rojo cuando se hace la respiración. El co- razón late con regularidad y con más lentitud que lo normal; mas si la asfixia se pronuncia, comienza á paralizarse y á latir con mucho retardo, recobrando nuevamente su regularidad tan luego como se da artificialmente oxígeno á la sangre. El líquido sanguíneo escurre con lentitud de una inci- sión, y su color es más oscuro que el fisiológico. Algunas veces hay vómi- tos al principio del envenenamiento. Esto pasa, sobre todo, cuando se usa de extracto añejo. Todo el aparato digestivo se paraliza. La deglución es im- posible. Si se introduce un líquido al estómago con la sonda, vuelve por el esó- fago con la mayor facilidad, y basta que el animal repose sobre un costado, para que el líquido aparezca en la faringe y se introduzca en las vías respiratorias: el vómito entónces es imposible; para confirmar ésto, introduje en el estó- mago 2gram- de ipecacuana hervida con fiOgram- de agua, sin que esto produ- jera la menor náusea. La defecación no la he observado en ningún experi- mento. La orina es arrojada al principio del envenenamiento y proyectada á cierta distancia, como en las últimas contracciones de la micción normal. Des- pués de cierto tiepo escurre gota á gota. En fin, se restablecen las funciones como á las 2 ó 3 horas. Según este cuadro, se ve, que el animal queda paralizado de todo movi- miento, excepto el del corazón. Esta parálisis se debe á la impresión que su- fren los nervios motores, según demostramos el Sr. Domínguez y yo. El nervio neumogástrico es uno de los primeros que sienten la influencia del veneno, pues ántes de que el animal caiga, ya está ronco, y paralizado de tal manera, que no puede ya funcionar ni recibiendo las reflejas trasmitidas por los nervios más sensibles. A eso se debe que ni tocando las cuerdas vo- cales haya contracciones en la faringe, ni gritos etc; y también á eso se de- be que la ipecacuana no produzca vómito. Habiendo esta parálisis tan completa, ¿cómo es que el corazón, animado por ese nervio no se paraliza? La explicación está por buscarse lo mismo que la de otros muchos puntos. Pero esta investigación requiere una serie no in- terrumpida de experiencias comparativas, ya sea con la sección de diversos nervios, ó bien con la acción de otros venenos paralizantes, etc. Espero que en el curso de las mismas aplicaciones que vaya teniendo la eritrina, ya en fisiología, ya en la medicina, se irán aclarando estas diversas dudas. Darémos una rápida ojeada sobre las indicaciones terapéuticas. En todas aquellas afecciones en que haya hipercinesia, esto es, que la motricidad general ó la particular de un órgano sea excesiva, está indicada la eritrina; ésta forma un medicamento acinético al lado del en raro, de la aconi- 48 tina, de la delíina etc., y sobre todo, del baba del Galabar, que es con la que presenta más analogía. Porque se ha observado que la eserina mata al nervio motor atacando primero á su extremidad muscular, después al tronco, y por último, á su extremidad medular. Se recordará que hemos hecho no- tar, que la eritrina obra también sobre las dos extremidades del nervio mo- tor. Pues bien, aquellas afecciones que se hayan tratado por estos agentes parálizo-motores, particularmente por el curaro y la eserina, serán también las que se deban tratar por la eritrina, guiándonos por su acción fisiológica parecida. Calambre de los escritores, y espasmos musculares funcionales. Estas enfermedades son muy rebeldes, dice Ferrand, y se podrían tratar por el curaro, haba del Galabar, cicuta, acónito etc., y también por la eritrina agre- garémos nosotros. Lo mismo se puede decir de las contracturas esenciales que consisten en un acto muscular periférico, y de las contracturas sintomá- ticas en que domina la indicación de la causa patogénica. Corea.—También se podrá combatir por la eritrina, como se ha comba- tido ya con buen éxito por el baba del Galabar. Gomo esta neurosis consiste en la excitabilidad exagerada de la motricidad nerviosa, se comprende por qué el haba puede hacerla desaparecer. Obra esta medicina como la volun- tad del paciente, cuando se forma el propósito de vencer el deseo, ó mejor dicho, la necesidad del movimiento que ocasiona su mismo mal; y podría decir también, como la gimnástica, que da brillantes resultados en esta en- fermedad. La voluntad y la gimnástica curan por la regularidad en las con- tracciones á que se sujetan los músculos. Es probable que la eritrina, dismi- nuyendo la excitabilidad, favorezca el ritmo que la voluntad impone á los movimientos, y ayude así al paciente á abreviar su curación. Tétanos.—Esta neurosis será la destinada á curarse por solo la eritrina. Al recomendar esta sustancia, no me fijo en que vaya á obrar sobre el ele- mento anatómico enfermo, ni sobre la causa que la produzca; solo quiero combatir un síntoma, pero el síntoma que mata, es decir, el de las convulsio- nes tónicas que producen la asfixia. Se sabe que durante el acceso tetánico, los músculos se ponen en tal estado de contracción y de inmovilidad, que el tórax queda paralizado como en un estuche de fierro que lo comprimiera. Se suspende todo movimiento respiratorio y viene la asfixia que mata al enfer- mo. Hé aquí la indicación principal que llenar. Facilitando la respiración se prolongará la vida el tiempo necesario para que la causa de la neurosis des- aparezca, debido á la fuerza medicatriz sola, ó ayudada de algún medicamen- to. Se me dirá, que el curaro por sus fenómenos paralíticos, se ha ensayado antifisiológicamente, como dice Ferrand, para combatir el tétanos: que los resultados han sido nulos unas veces y otras funestos, porque el enfermo ha muerto por el medicamento. Lo admito; pero ya he advertido que los efectos del curaro no son idénti- cos á los de la eritrina. Se relacionan más con los de la eserina, y hoy se ha demostrado que ésta obra como excelente antitetánico, debido á que para- liza primero la extremidad periférica del nervio motor, después su tronco y por último la médula. Además, supongamos que el tetánico inyectado con una dosis bien calcu- lada de eritrina, cesa de tener su neurosis y le viene el envenenamiento pro- ducido por la medicina. Este estado, hemos dicho, es peligroso por la as- fixia; pero si se practica la respiración artificial, la vida se conserva hasta que eliminado el tósigo vuelve á continuar por sí sola. Esto pasará con nuestro tetánico; lo que se pretende es combatirla asfixia producida por el tétanos, en que no se puede hacer respiración artificial debi- do á la rigidez del tórax, por el envenenamiento con la eritrina, en que ya se puede practicar dicha respiración, debido á que todos los músculos están fláxidos. La cuestión ahora será de dósis: calcular exactamente la que deba suspen- der las convulsiones y no matar al enfermo. Esto es fácil, ensayando una solución de eritrina en un perro, y sobre todo, aplicando al enfermo, prime- ro, cortas cantidades que se aumentarán hasta obtener el efecto deseado. Para comprobar en parte los raciocinios anteriores, hice el experimento siguiente: A un perro muy joven y de talla pequeña le inyecté 5miIísr- de sulfato de estricnina. A los 15 minutos tenia terribles accesos tetánicos, y creí que se mo- ría antes del tiempo necesario para hacerle una inyección de eritrina. Sin embargo, la hice de d9centísr- A los 5 minutos ya no había convulsiones es- pontáneas, solo al ruido ó tocándole se estremecía. A los 10 minutos dió al- gunos pasos. A los 18 minutos cayó sobre el piso, presentando los síntomas del eritrinismo, flaxidez, temblor fibrilar, respiración lenta, etc. Luego que no pudo respirar, le hice la respiración artificial, que continué desde las 5 de la tarde hasta las 8 de la noche, en que ya pudo seguir respirando por sí solo. Al fin de estas 3 horas, no volvió á tener ninguna convulsión. Al siguiente dia se encontraba perfectamente bueno. Gomo se ve, esta experiencia nos representa lo que supuse pasaría en el te- tánico, y también nos dice que la eritrina tiene su indicación en el siguiente caso. Envenenamiento por la estricnina.—Para combatir con buen resultado este envenenamiento, es preciso que el paciente esté bajo las convulsiones 50 estrícnicas, esto es, que la cantidad de este tósigo que se absorba, no sea tan excesiva que ocasione la muerte en la primera convulsión, sino aquella que produzca varias convulsiones, que aunque mate, le dé tiempo al envenenado para luchar con la muerte, y al médico para inyectar la eritrina. Esto me lo indicó la siguiente experiencia: A un perro de gran talla, adulto y robusto, le inyecté 6%centígr- de sulfa- to de estricnina: á los dos minutos comenzaron los síntomas de envenena- miento, y á los 5 vino un tétanos formidable que suspendió la vida. No tuve tiempo ni para tomar la jeringa que contenia la eritrina prepa- rada ya. Supongo, con este caso, que la estricnina no solo mata por asfixia, sino también por una especie de conmoción fulminante sobre los centros ner- viosos. Mas afortunadamente no es lo que pasa en la generalidad de los individuos de la raza humana que sufren esta intoxicación. Se debe probablemente, á que el veneno es ingerido al estómago, donde su absorción no es tan rápida como en inyección subcutánea. La muerte tarda en venir, es producida por la asfixia que determinan las convulsiones, pero ocurriendo á tiempo, la eri- trina podrá contenerla. De manera, que el envenenamiento estrícnico lo cu- ramos con el envenenamiento eritrínico, y éste con la respiración artificial. Diversa,s afecciones.—Lo que dijimos al hablar del tétanos y déla estric- nina se puede aplicar á otras enfermedades, como la eclampsia de los ni- ños y de las mujeres embarazadas, la epilepsia, la hidrofobia, los vómitos incoercibles, angina de pecho, en todos los casos en que haya hiperdinamia, en afecciones mentales, etc. En todos estos casos se combate la hipercine- sia y la asfixia por una acinesia que, aunque asfíxica y peligrosa, la podemos dominar más fácilmente. Es una sustitución que prestará útiles servicios, por ejemplo, en la hidrofobia rábica: el desgraciado que sufre esta enfermedad, muere por falta de alimentos líquidos y sólidos, y sobre todo, por la asfixia que determina el contacto, la vista y áun el recuerdo de los alimentos, parti- cularmente los líquidos. Y yo no dudaría un instante en eritrinizar un hidrofóbico, ni tampoco á los que están atacados de otras enfermedades casi siempre mortales, como angina de pecho, eclampsias, etc. En fisiología.—Siempre que se quiera suspender la motricidad, usarémos del extracto que llamamos eritrina, puesto que mata á los nervios motores. Así en fisiología, para inmovilizar á los animales en ciertas experiencias, es superior al cloroformo como medio contentivo. Se dirá que el cloroformo quita motricidad y sensibilidad, miéntras la eritrina solo la motricidad; es cierto, pero aun así se deberá preferir por las razones siguientes: en primer lugar, para el uso del cloroformo es preciso que se estén introduciendo perió- dicamente nuevos vapores por las vías respiratorias, cuya introducción no puede efectuarse por el mismo animal cuando se abre el tórax. Esto solo po- dría conseguirse entonces con artificio; pero seria más incómodo y más in- fiel que administrar eritrina. 2.° Aun cloroformando, no se tiene tan fácil- mente una inmovilidad constante é invariable por muchas horas, todo un dia ó dos, lo que se debe á que, cuando van pasando los efectos clorofórmi- cos, vienen la excitación y movimientos muy desordenados que perturban el reposo del animal y por consiguiente la observación; además, es peligroso prolongar por varias horas la cloroformacion, y los perros, sobre todo, fácil- mente se mueren en este estado. 3.° por último, entre nosotros hay mucha diferencia en el precio de cloroformo y de la eritrina, siendo el de esta últi- ma mucho más económico. En cuanto á la eritrina diré: l.° que una vez inyectada, y cuando el animal queda inmóvil, sigue produciendo sus efectos cualquiera que sea la operación ó experimento que se practique. 2.° la inmovilidad es absoluta, prestando comodidad completa para cortar la córnea, abrir fácilmente la boca, tocarle con el dedo las cuerdas vocales, la faringe, etc., abrir el cráneo, cortar un miembro; y todo esto sin que el animal haga el mas ligero movimiento, sin que exhálela menor queja, y sin que mueva sus párpados una línea. 3.° se puede prolongar por muchas horas esta inmovilidad, y áun sujetarse á un cálculo matemático el tiempo que dura con cierta dosis, ai fin del cual se re- pite la inyección, y así se prolonga sucesivamente cuanto se quiera sin pe- ligro para la vida. Se la he prolongado á un perro hasta doce horas conse- cutivas, manteniendo su respiración artificialmente; y en todo este tiempo el animal ha permanecido sin moverse. No he continuado esta experiencia más largamente como quería, 8 dias por ejemplo, por no tener tiempo disponi- ble: 4.° cuando comienza á volver la movilidad, no hay grande excitación, ni hay fuertes convulsiones en los músculos, todo se reduce á un ligero tem- blor fibrilar y á algunos sobresaltos de los miembros: 5.° el tiempo que tar- da el animal para recobrarse enteramente, es tal vez menor que con el clo- roformo: 6.° en fin, áun la sensibilidad se puede decir que muere, porque cuando el animal está fuertemente envenenado, su vida es del todo artificial, habiendo también algo de asfixia, porque la respiración no es muy completa y la circulación se hace lenta; asfixia que debe producir la anestesia. Pero áun cuando no se pierda nada de sensibilidad, tiene la eritrina otras muchas ventajas sobre el cloroformo que la harán preferible; con su auxilio se pue- den descubrir, como lo hice, todos los órganos del cuello, del tórax y delab- domen, y verlos funcionar estando vivo el animal: en la cátedra de fisiolo- gía, el profesor Bandera ha demostrado ya prácticamente á sus discípulos, en una de sus lecciones, eljuego de las válvulas del corazón, y todas sus fun- ciones, en un animal eritrinado. También el cerebro y la médula se podrán descubrir. Todo lo cual me autoriza para creer, que la eritrina se deberá usar en fi- siología como el medio contentivo superior á todos. 51. XCANTIRIS.—Acacia farneciana, L. Aroma, Matitas. Ya en nuestra nueva Farmacopea se habla de esta planta. Es notable por- que sus flores tienen un olor muy parecido al de violeta y se utilizan en la perfumería con el nombre de Casia. En la medicina se usan también como antiespasmódicas, y los frutos como astringentes; con ellas se puede preparar, según el Sr. Herrera, un extracto que goza de las mismas propiedades que el catecú. 52. XIUQUILITLPITZAHOAC.—(Añil de hojas pequeñas u hortaliza herbácea.) Indigofera tinctoria, L. Añil. Los antiguos mexicanos usaban las semillas de esta planta paralas afeccio- nes de la orina y para las úlceras; así como las hojas, en cataplasmas ó en cocimiento para calmar el dolor y el calor excesivo de la cabeza de los niños. Habian descubierto además, que las hojas encerraban un pigmento azul que llamaron Tlacehoilí ó Mohuitli y que hoy conocemos con el nombre de añil ó índigo. Este pigmento lo extraían por medio de la fermentación de las hojas, y lo utilizaban en la tintorería. También habian encontrado la misma materia colorante en otras varias plantas, de donde la extraían por el mismo procedimiento y para los mismos usos. Lo que interesa más á la medicina es el pigmento, es decir, el índigo. Esta sustancia se presenta en masas de color azul, que toman un color co- brizo donde se les frota con el dorso de la uña ú otro cuerpo duro y liso cualquiera. Bajo la acción del calor, se inflama, desprendiendo humos roji- zos que depositan una sustancia cristalizada, de color cobrizo, que se llama indigotina. Es insoluble en casi todos los vehículos neutros, y soluble en el ácido sulfúrico de Norhaussen: contiene 45 p g de indigotina, que es el principio inmediato más importante, y el cual se puede preparar por subli- mación. Según Ghevreul, el índigo azul proviene de la oxidación del índigo blan- co que preexiste en la planta. Las propiedades de ambos son diversas, dis- tinguiéndose, sobre todo, porque el blanco es soluble en el agua alcalina y el azul no lo es; sin embargo, puede serlo si se le trasforma en índigo blanco de la manera siguiente: Se pesan partes iguales de cal viva, protosulfato de fierro y añil; se pul- verizan separadamente, se diluyen en agua y se mezclan, agregando más lí- quido de manera que haya 500 partes de éste por 15 de materia sólida; se coloca la mezcla en una botella que se llene del todo, se agita y se tapa herméticamente. Desde luego comienza á descolorarse el índigo, y al siguiente dia se depo- sita un sedimento, quedando arriba un líquido de color como de oliva por trasparencia y azul oscuro por reflexión. Este líquido contiene índigo blanco que puede aislarse por varios procedimientos. Su sabor es desagradable, é inmediatamente que se pone en contacto con el aire, toma color azul, debi- do á la formación del índigo azul que se precipita en copos insolubles. Esta oxidación se evita casi totalmente, mezclando el líquido con jarabe ó mejor miel virgen. La mezcla queda de color verde pero trasparente, no for- mándose ningún precipitado. Usos.—El índigo azul se emplea por el vulgo, especialmente en los casos de eclampsia infantil, y sobre todo, para curar á los niños del empacho que es una enteritis, causada por la retención en los intestinos de alimentos in- digestos; en la primera de estas afecciones se aplica al exterior, sea directa- mente, ó por medio de camisas teñidas con dicha sustancia que se ponen á los enfermos; en la segunda se administra ai interior, pero es de regla distinguir primero si el añil es vegetal ó mineral (se llama también así al azul de Pru- sia); esto se reconoce fácilmente, exponiéndolo á la llama de una vela: si ar- de dando humos rojos, es el verdadero, y si no, el otro que de consiguiente se desecha; en seguida se toma un fragmento del tamaño de un frijol mediano, se diluye en agua y se le hace tomar al enfermo: como á las 24 horas pro- duce evacuaciones generalmente azules, que arrastran consigo el empacho, que había resistido á otros purgantes más ó ménos enérgicos. Otra aplicación médica que se le ha dado, no solo por el vulgo, sino áun por los médicos, es en la epilepsia. Esta práctica se debe probablemente, di- ce Grubler, á que en la India se usa la Indigofera tinctoria contra el mal epiléptico, dando resultados muy favorables. En México se ha usado para el mismo mal, por los Sres. Lucio y Pascua, quienes tuvieron un brillante re- sultado en un caso de epilepsia perfectamente determinada y rebelde á otros muchos tratamientos. Acción fisiológica.—Según Rhot, el índigo produce náuseas, vómitos y diarrea, pero ningún autor indica cómo se absorbe esta sustancia insoluble, ni sobre qué elemento anatómico viene á obrar. Esto nos llevó al Sr. Domínguez y á mí, á que emprendiésemos en los ani- males, investigaciones sobre dicho punto. Hemos practicado numerosas ex- periencias, tanto en animales como en enfermos, que seria muy largo enume- rar, y por lo cual solo indicaré aquí un resúmen de lo que llevamos hecho, y que formará un trabajo especial. 1. Para que se absorba por el estómago el índigo azul que es insoluble, deberá trasformarse en aquel órgano en índigo blanco que es soluble; por el mismo mecanismo que la economía trasforma el bisulfato de potasa, las per- sales de fierro etc. 2. Ingiriendo índigo blanco preparado como ya se indicó, se facilitará la absorción. 3. Inyectando índigo blanco en el tegido celular, se trasforma rápidamen- te en índigo azul por la oxidación que sufre al contacto de los elementos ana- tómicos. 4. No hemos observado que los animales vomiten el índigo azul, áun en la dósis de 10gram> diluidos en agua é introducidos en el estómago por la son- da exofagiana, pero á las 15 ó 20 horas, hay deposiciones sanguinolentas, cortas, repetidas y con tenesmo, que persisten 2 ó 3 dias. 5. Tampoco en el hombre se han observado los vómitos, dando 20centIgr- cada 2 horas de índigo azul, ni ningún fenómeno notable. 6. En fin, nos parece quesería más conveniente dar á los enfermos el ín- digo blanco preparado como dijimos, ó bien el índigo azul de la siguiente ma- nera: Solución alcalina débil 100gram* Indigo azul desde lgram- hasta 10. Jarabe simple ó miel de colmena, 100gram- para tomarse en las 24 horas. Muy pronto presentarémos nuestro trabajo y darémos las explicaciones que reclaman estos diversos puntos. 53. YERBA DE LA VIBORA.—Myriadenus tetrciphyllus, D. C. Es otra de las plantas que no ha recibido nombre mexicano, pero que ya está inscrita en el código farmacéutico, pues tiene aplicaciones médicas. Lo que se usa es la goma que produce, como antiperiódica. Vegeta en Ja* maica, en Ameca del Estado de Jalisco etc. 54. YOLOCHIACHITL.—Psoy'alea, glandulosa, L. Té del Chile ó del Brasil, Ipecacuana de América. 55 No he encontrado en la obra del Dr. Hernández esta planta, pero la nue- va Farmacopea mexicana la cita. Allí se verá que las hojas las usa el vulgo, como vermífugas, tomando al interior la infusión hecha con ellas; y que la raíz la emplea como emética. Vegeta en las regiones calientes y húmedas de la República. Por estos usos vulgares se comprende que este vegetal puede tener útiles aplicaciones, y bien merece se estudie detenidamente.