EMILIO GARCIA ACCIDENTES DE LA CLOROSIS EN LOS NIÑOS MÉXICO IMPRENTA DE J. "MC. AGUILAR ORTIZ 1» de Sto. Domingo 5 y Perpetua 8>í 1878 & MIS Plilllü PISEIS. A.Tu SEÑOR DOCTOR EDUARDO DICEAGA TRIBUTO DE ADMIRACION AL MAESTRO, HOMENAJE DE GRATITUD AE MEDICO. AL SEÑOR D. ANTONIO CARVAJAL TESTIMONIO DE CONSIDERACION Y RESPETO. West, Vogel, Berton y Valleix, en sus tratados sobre enferme- dades de los niños no kan consagrado un artículo especial á la anemia. Bouchut dedica á la clorósis dos pajinas de su libro. En el manual escrito por D’Espine y Picot se encuentran esparcidos á propósito del diagnóstico ó de la etiología, algunos datos referen- tes á la anemia y nada mas. El silencio de estos autores, muy respetables en la patología de la infancia, inclina á creer que es muy rara en Europa. Así Bouchut, dice que generalmente es se- cundaria ó sintomática de muchas afecciones agudas ó crónicas (1). En México la clorósis esencial es muy frecuente y esta diferencia hace interesante el estudio de esa afección. Basta asistir á la con- sulta del Hospital de Niños para convencerse de la frecuencia, y responden de la espontaneidad de la clorósis los casos que en el mismo hospital se han podido seguir paso á paso desde su princi- pio. Se podría objetar que se ha descuidado el examen de las con- diciones higiénicas ó de alimentación y se ha declarado primitiva una clorósis que no era probablemente sino el resultado de las malas condiciones mencionadas; pero esas dos condiciones son magníficas en el Hospital de Niños y sin embargo allí se ha visto la clorósis desde su nacimiento; lo que prueba que no son las bue- nas condiciones las que preservan ae ella; además, Nonat que da la proporción de ocho niños cloróticos sobre diez observados, ase- gura que esa proporción se observa tanto en las ciudades como en los campos (2). Hay una circunstancia inherente al individuo mismo y que se ha citado como predisponiendo al empobrecimiento de la sangre, (1) Bouchut Maladies de Nouveaux néfi. (2) Jaccoud pat. int. páj. 840. Después de la distinción que Jaccoud establece de la anemia; después de que este autor cita á Sauvages y á Nonat en apoyo de la frecuencia de la clorósis en los nifios; después de leer en Bouchut que la clorósis es ordi- nariamente sintomática del catarro intestinal; cabe la duda de si este autor tomó el efecto por la causa; si muchos de los casos en que él cree la cloró- sis sintomática del catarro intestinal, eran mas bien oatarros intestinales sintomáticos de la clorósis. Después de la precisión que Jaccoud le ha dado á la palabra anemia, Sauvages y Nonat no están de acuerdo con Bou- chut acerca de la frecuencia de la clorósis. 7 esa circunstancia es el temperamento linfático y cosa notable, la mayor parle de los niños que concurren al Hospital, afectados do clorosis, poseen los atributos de ese temperamento. Pero, ¿ese mo- do de ser del individuo no es la anemia misma? ¿Qué explicación mas satisfactoria puede darse de los signos de ese temperamento sino la de un empobrecimiento de la sangre? Michel Levy y Royer admiten, dice Le Blond, una disminución en el número de los glóbulos sanguíneos y esta disminución haciendo la sangre menos excitante es ]a causa de la languidez de todas las funcio- nes. (1). En el curso de este estudio y en el orden que voy á exponer me ocuparé sucesivamente de las manifestaciones siguientes á queda lugar la clorosis. Io Del catarro intestinal. 2? De las lesiones cardio-vasculares. 3o De las lesiones nerviosas. 4o De la gangrena. 5o De algunas manifestaciones por parte de la piel. I. Proceso morboso general, la clorosis, hace sufrir perturbaciones físicas ó funcionales á todos los órganos, á todos los tegidos; pero esas perturbaciones, aunque constantes en ciertos aparatos, no alarman sino cuando se manifiestan con un cortejo de síntomas, notable por las molestias que origina. De esta especie son el me- teorismo y el catarro intestinal, dos trastornos de los cuales el primero no ocasiona, muchas veces, mas que una incomodidad pasajera y que en los niños tan fácilmente como aparece se di- sipa. No me ocuparé de hacer una descripción del catarro intes- tinal que produce la clorosis; se toca en algunos puntos con los catarros esenciales ó con los que son sintomáticos. Las evacua- ciones, que son en todos uno de los síntomas importantes, nada tienen de especial; serosas, mucosas, sanguinolentas, biliosas, fecales, son variedades que se observan en su composición; igual diversidad en la frecuencia así como en la cantidad de materias expulsadas; generalmente crónico este catarro toma alguna vez la forma subaguda. Hasta aquí, como se vé, nada hay que sea nuevo, que no se encuentre perfectamente descrito en los autores; pero lo que es importante, lo que es característico es su causa, reconocible por el antecedente (cuando se puede recojer) de que la diarrea ha sido precedida de un estado general imputable á la clorosis; por la circunstancia de no poder referir el empobreci- miento de la sangre á cualquiera de los procesos que lo producen; (1) Le Blond Manuel de Gimnastique Higiénique et Médicale, paj. 368.- 8 por la dificultad, la imposibilidad aun, de contener la expolia- ción por los medios clásicos y en fin, por el atascamiento repetido de materias fecales, originado por la parálisis parcial de ciertas zonas de la túnica muscular del intestino. La frecuencia con que se acumulan las materias fecales ha per- mitido localizar la parte del tubo intestinal en que se depositan mas comunmente, y hoy se las va á buscar directamente al intes- tino grueso y á la parte de este segmento en que el atascamiento es frecuente; estas partes son por orden de frecuencia: el ciego, el colon ascendente, la S iliaca, el colon descendente y el trans- verso. La palpación y la percusión facilitan mucho este diagnós- tico, las paredes del vientre (en los niños) delgadas y flexibles, permiten el empleo de estos medios de exploración y se tiene una prueba de su incontestable utilidad en la práctica de todos los dias. Me ha parecido importante insistir en la aplicación de la pal- pación y la percusión, á la investigación de los cúmulos de mate- rias fecales, porque es un medio seguro de diagnóstico y porque siendo tan sencillo no lo mencionan los autores de enfermedades de niños, y porque la precisión de este dato la hemos visto con- firmada por el Sr. Liceaga en el Hospital. La manera con que la clorosis produce el catarro intestinal es la siguiente. La musculosa intestinal, como todos los músculos de la econo- mía, esperimenta en esa enfermedad, á propósito del mas lijero trabajo ó aun sin él, un cansancio que pone á sus fibras en un estado de relajación, de parálisis, que tendrá varias consecuencias: los vasos privados del apoyo que ofrece un músculo durante su contracción, se dilatan, hay congestión y trasudación hácia la cavidad (diarrea serosa): elnolo intestinal sin modificación ningu- na propia para ser absorvido, atravieza el tubo digestivo produ- ciendo el efecto de un purgante mecánico: el residuo de la diges- tión, por poco voluminoso que sea, obliga á los músculos á desar- rollar un esfuerzo suficiente para hacerlo progresar, pero la clo- rósis les ha quitado la aptitud necesaria para producir tal efecto, el bolo se detiene (atascamiento) é impide á la manera de un tapón, la espulsion de los líquidos que se producen atrás (constipación): las materias fecales endurecidas irritan por su contacto á la mu- cosa del intestino y por poco intensa que sea la inflamación, de- termina una diarrea mucosa; si adquiere mayor intensidad será sanguinolenta, etc., etc. Este estado se prolongada indefinidamente, á pesar de los ab- sorbentes, opiados ó astringentes, si no se llenase la indicación patogénica. Innumerables veces he visto presentarse á la consulta de In- fancia, niños afectados de una diarrea incoercible y contra la cual habian agotado los médicos todos los medios mencionados. 9 Contra la retención de las materias fecales, se han empleado experimentalmente, en el hospital, los purgantes y, valiéndose siempre de la palpación y percusión, se ha visto bajo la influen- cia de estos, producirse «1 desalojamiento; pero se ha visto tam- bién casi al mismo tiempo, que progresaban las materias conteni- das, acumularse nuevas y repetirse los mismos fenómenos: expe- rimentalmente se ha probado, por consiguiente, que los purgantes llenan la indicación sintomática dejando en pié la indicación pa- togénica. Era necesario pues, no la acción pasajera de un medi- camento, sino una sustancia que mantuviese en constante activi- dad á la túnica muscular del intestino: se pensó entonces y con razón en las preparaciones estrícnicas. Los hechos observados después han justificado el uso de esta medicación y la legitimidad de los razonamientos.—Bajo esta nueva influencia se ha visto un cambio total en los accidentes señalados. Io Las materias estancadas antes, caminan ahora y se mueven como arrastradas por un purgante oleoso; dejan de hacerse nuevas acumulaciones y el curso de las sustancias se regulariza. 2o Restablecida la contractilidad de la musculosa intestinal, de- saparece la congestión y la trasudación y cesa la diarrea serosa, 3o No permaneciendo mucho tiempo, las materias fecales, en contacto con un solo punto de las paredes del tubo digestivo, no hay lugar á la inflamación: cesa la diarrea mucosa y la sangui- nolenta. 4o Hay una pronta reparación, pues los alimentos están suje- tos á una presión constante y uniforme que facilita su absorción. De paso creo conveniente advertir que una vez producida la diarrea, ésta engendra una anemia distinta de la clorósis, hace perder á la sangre su albúmina, anemia albuminosa (Jaccoud). Estay la clorósis, combinadas, están perfectamente designadas con el nombre de cloro-anemia (Bouchut). La nueva alteración de la sangre explica muy bien los derrames de serosidad (edemas, ana- sarca, derrames en las cavidades) que se observan tan frecuente- mente en los niños y que no serian explicables en el caso de cloró- sis simple. En comprobación de las consideraciones anteriores he aquí el hecho siguiente referido por el Doctor Licéaga á la Sociedad Fa- miliar de Medicina. OBSERVACION I. (1) “Román Arredondo fuó admitido en el Hospital el 13 de Febrero de 1874 después de haber sido asistido en la consulta por el señor Icaza.” “El niño tenia tres años de edad, y era de un temperamento linfático; (1) Esta observación y las que he tenido cuidado de entrecomar bou copiadas textualmente de una acta de esa sociedad (11 de Enero de 1875). 10 staba estenuado, pálido; frías y edematosas las extremidades, erizo el pelo e de color desigual: en unos puntos castaño claro ó mas bi en rojizo, en ytros negro, en otros como cano. Se percibia claramente el soplo caroti- odeo, pero en el corazón no habia nada particular. Desde mucho tiempo atrás padecía deposiciones y prolapsus del recto. El dia de su entrada se notó falta de resonancia en los lugares ocupados por el cólon transverso y descendente, se le administró un purgante de aceite de ricino. Como el atas- camiento se repitió con frecuencia, lo creimos causa de la diarrea durante algunos dias; mas como después advertimos que persistiendo este último síntoma encontrábamos unas veces totalmente sonoro el intestino, tuvimos que cambiar de idea. Además, si un dia la acumulación de materias feca- les estaba en el ciego y administraba yo un purgante, al dia siguiente es- taba en el cólon transverso ó en el descendente ó en la S iliaca; si la espul- saba de este último punto, al dia siguiente ó al tercero ya habia una nueva masa detenida. Como este fenómeno se repitiese con frecuencia, como ya lo habia observado en otros niños, como la medicación habia confirmado mi juicio en ellos, tuve que fijarme en esta idea: el empobrecimiento de la sangre paraliza incompletamente la tánica muscular del intestino y es al mismo tiempo la causa del estancamiento de las materias fecales y de la diarrea.'1'1 “La observación detallada de Román, es un ejemplo magnífico: mientras recurrimos á los purgantes no conseguimos mas que paliar la en- fermedad; cuando recurrimos á la nuez vómica y al colombo se curó defi- nitivamente, en un tiempo largo, es verdad, pero radicalmente. Ahora está de alta [14 de Noviembre de 1874].” II. Nadie ignora que las palpitaciones nerviosas tienen muchas veces por causa la clorosis, esto independientemente de la altu- ra á que se vive, pero en México esa cuestión desempeña un pa- pel importantísimo, como lo demuestra la fisiología; efectivamen- te, la altura á que vivimos nos obliga de una manera inconsciente á respirar mayor número de veces y el corazón acelera sus lati- dos en la misma proporción. Dependiendo lo primero de la nece- sidad que hay de introducir la misma cantidad de oxígeno en un tiempo dado y puesto que el enrarecimiento del aire está en razón directa de la altura, mientras mayor sea ésta mas considerable será la dilución de aquel gaz y mayor la frecuencia de los movi- mientos respiratorios. La aceleración de la circulación depende, dice Lacassagne, de que las paredes vasculares mal sostenidas en la periferia, por el peso menor del aire, ceden al impulso de la sangre y el corazón se vacia mas fácilmente, y además tiene que seguir la aceleración de la respiración. Pero estas condicio- nes en el individuo sano no producen molestia alguna, los fenó- menos son puramente fisiológicos; en el enfermo se convierten en condiciones eminentemente favorables para el desarrollo y el mantenimiento de las palpitaciones; los fenómenos han pasaao el dominio de la fisiología, son patológicos. 11 La anemia perturba no pocas veces la digestión, los jugos di- gestivos se alteran, sobrevienen síntomas dispépticos y cuando la dispepsia es flatulenta el estómago se distiende, estorba los mo- vimientos cardiacos y se convierte en motivo de palpitaciones. En México reúnen los cloróticos el mayor número de condiciones propias para alterar el modo funcional del corazón y la perturba- ción se establece. OBSERVACION II. “Candelaria Villafuerte, de un temperamento linfático, entró el 3 de Octubre de 1872 al Hospital de Infancia. Esta niña tenia 6 años de edad, se habia enfermado hacía dos meses y la madre no conocía la causa del padecimiento.” “La enfermita estaba muy pálida y con anasarca; las mucosas descolo- ridas; erizo el pelo, tenia una herida en la cabeza en via de cicatrización y placas de pitiriasis cápitis. En la región carotidea se percibían la sen- sación de arenillas y el soplo anémico. Se quejaba de palpitaciones, pero la área cardiaca tenia el tamaño normal; la auseultacion precordial daba al oído la sensación de timbre metálico, pero no habia ruidos anormales; el pulso latía 104 veces por minuto; la ascitis era abundante; conservaba algún apetito y las funciones digestivas se ejecutaban con regularidad. “Los reactivos no hicieron descubrir nada anormal en la orina. “No habiendo mas alteración apreciable que la anemia, se administraron los tónicos, el fierro y una buena alimentacien. “A los diez dias la aparición de bazcas y diarrea obligó á suspender el plan terapéutico que no se pudo continuar sino el 25. “Desde los primeros dias se observó la disminución de los edemas y del derrame peritoneal; mas la salud se restableció hasta el 14 de Noviem- bre.” (1) En el hecho siguiente, la edad del niño no permitia completar con la sensación subjetiva de un cuerpo móvil en el pecho el cua- dro sintomático de las palpitaciones, pero los fenómenos físicos de este padecimiento sen suficientes en mi concepto. OBSERVACION III. Pablo Caqo, niño de dos afios de edad, de un temperamento linfático y en muy mal estado constitucional, entró al Hospital de Niños el 11 de Fe- brero de 1877. Hacia dos meses que á consecuencia de la alimentación inadecuada apa- reció una indigestión seguida de colitis aguda que duró diez dias; se ca- racterizó por una diarrea abundante en que las deposiciones eran amari- llas unas, verdes otras, las mas mucosas y sanguinolentas; perdió el apeti- to, tenia vómitos y con frecuencia se le veia muy postrado. No se sabe de qué manera ni á qué época aparecieron lo3 accidentes que tenia el dia de su admisión: el niño enflaquecido, triste y pálido, tenia el pelo erizo y en la piel de la cabeza y del pecho se estaba haciendo una descamación; los (1) Sociedad Familiar de medicina. Loe. cit. 12 párpados estaban ligeramente edematosos; la orina no daba precipitado al- guno con los reactivos, el pulso latía 108 veces por minuto, el volúmen del corazón medido por la percusión era normal y la auscultación no revelaba fenómeno anormal alguno. Se le prescribió un purgante de aceite de ri- cino, el que se repitió varias veces; las deposiciones continuaban sin em- bargo, pero cuando perdieron el carácter heterogéneo, cuando se hicieron líquidas sin disminuir el número, se atribuyó el estado diarréico al empo- brecimiento de la sangre y de acuerdo con esta manera de pensar se le prescribió tintura de nuez vómica y colombo, de cada una partes iguales: 4 gotas el primer dia y aumentar dos diariamente. Así continuó durante algún tiempo y cuando cesó la diarrea se agregó el vino ferruginoso del señor Hidalgo Carpió. Al darse de alta, se hallaba exento de los síntomas que al principio de su observación se le notaron. De estos hechos en que la alteración de la sangre perturba na- da mas la función del corazón á los hechos en que se altera la nu- trición del órgano, la transición se establece fácilmente. La exa- geración funcional de cualquier órgano tiene por efecto constante la exageración nutritiva. Si el exceso de actividad es pasagero, de muy poca duración, el movimiento nutritivo no sufrirá altera- ción alguna; si es constante, los elementos normales crecerán en dimensiones, se producirán nuevos, la hipertrofia estará consti- tuida y para llegar á este resultado no ha habido necesidad mas que de un elemento que favorezca la hipernutricion y es la per- sistencia en la repetición del acto. Esta persistencia existirá siem- pre que se descuiden las condiciones susceptibles de modificarse: descuidar la clorosis ó la serie de accidentes á que da lugar ésta y que originan las palpitaciones, es mantener al corazón en un exceso de actividad muy nocivo para este órgano. “La hipertro- •fia simple, dice Jaccoud; siempre está precedida de palpitaciones nerviosas.” OBSERVACION IV. Amado Ramírez entró al Hospital de Niños el 28 de Julio de 1876. Este niño es de un temperamento linfático, su constitución es regular, ha pade- cido intermitentes y diarrea; la causa de esta última se ignora. El dia 28 de Julio tenia cefalalgia y un movimiento febril que se acompañaba de sudores nocturnos; el apetito se conservaba en buen estado; padecía una tos por accesos que le provocaban bazca, los accesos de esta tos eran mas frecuentes por la noche, la cara estaba edematosa, había en la cavidad pe- ritoneal un derrame ascítico; la orina era normal. El corazón estaba au- mentado en su volúmen, la impulsión era muy fuerte y el primer ruido estaba acompañado de un zumbido metálico; había soplo y sensación de arenillas en las carótidas; evacuaciones abundantes y líquidas. Se le pres- cribió, licor arsenical de Fowler y tintura de nuez vómica, partes iguales, tres gotas el primer dia y aumentando una todos los dias. Dos dias después se suspendió la medicación anterior y se prescribió un 13 purgante de aceite de ricino: habia una calentura moderada, la respiración algo agitada, sin embargo el tórax era normal á la percusión, la ausculta- ción hacia percibir estertores mucosos. Se insistió por dos ó tres dias en la administración del purgante; pasados los cuales se volvió á emprender el tratamiento por el licor arsenical y la tintura de nuez vómica, y lentamente, pero de una manera progresiva se le vió marchar hácia la curación: la área cardiaca, la impulsión, los rui- dos, volvieron al estado normal. OBSERVACION V. Francisco Zamora de temperamento linfático, de 6 años de edad entró al Hospital en Mayo de 1876. Decía la madre que había tenido un año antes una fuerte impresión; que desde entónces había palidecido y se habia adel- gazado de una manera notable, después padeció una disenteria. Eldiaque se recibió en el hospital se encontró en el estado siguiente: pálido, conside- rablemente enflaquecido; la área del corazón habia aumentado, pues el diá- metro vertical empezaba desde la segunda costilla y el transversal termina- ba afuera déla tetilla izquierda, en donde se veia latir la punta; el primer ruido era sordo y estaba acompañado de zumbido metálico, sensación de arenillas y soplo en las carótidas; se quejaba de cefalálgia y de palpitaciones al mas ligero ejercicio; durante el sueño tenia siempre pesadillas; la orina era normal.—Prescripción: solución de Fowler y tintura de nuez vómica, partes iguales: 4 gotas el primer dia y aumentar una diariamente, Vino de Hidalgo Carpió, cuchar adamen cada comida. Con este método continuó sin accidente alguno que interrumpiese el tra- tamiento hasta su curación: al darse de alta, su estado constitucional y el del corazón eran satisfactorios. Jaccoud al hablar de la ectasia cardiaca por alteración del múscu- lo, dice: “En otros casos la dilatación resulta de una alteración me- nos grosera, es una simple disminución de cohesión y de consisten- cia, un reblandecimiento, en una palabra, el que la produce. Este se observa en el tifo (Louis, Stokes), en las fiebres infecciosas, mas ge- neralmente en las enfermedades adinámicas; se desarrolla entonces con una gran rapidez (reblandecimiento agudo). Es sin duda á una modificación molecular del mismo género á lo que debe imputarse la ectasia cardiaca de las clorosis graves.” Y al tratar de la anatomía patológica de la dilatación: “Las columnas carnosas, dice, alarga- das á viva fuerza por el agrandamiento de la cavidad que tapizan, se adelgazan separándose unas de otras; en la aurícula derecha, que es pobre en haces musculares, parece reducida á las dos serosas aplicadas. Los músculos papilares presentan en Los ventrículos modificaciones análogas y los orificios se dilatan proporcionalmen- te á la distencionde la cavidad; en muchos casos, las válvulas y sus tendones se alargan y se adelgazan para cerrar exactamente el orificio á pesar de su agrandamiento y de la alteración de los músculos; pero á veces también los efectos de la dilatación supe- 14 ran, y las válvulas se hacen insuficientes aunque estén perfecta- mente intactas/’ (i) Esto esplica muy bien en mi concepto los fenómenos observa- dlos en los hechos que siguen. OBSERVACION VI. “Narcisa Suarez era una nina como de seis años á siete, llegó al hospi- tal, delgada, pálida, con edemas, dispnea, y un soplo durante el segundo tiempo y aumento en la área ocupada por el corazón. El esligmógrafo aplicado repetidas veces nos confirmó en la verdad del diagnóstico” “Co- mo no teníamos medios de combatir la afección cardiaca me limetó á pres- cribir los tónicos y el arsénico.” “Con gran sorpresa nuestra, los sínto- mas fueron disipándose lentamente, es cierto, pero de una manera evidente: desaperecieron los edemas, el soplo se fué haciendo mas suave, disminuyó la estension en que el sonido era mate; no quedaba mas que un ligero zum- bido metálico y la salud se restableció completamente.” (2) El hecho se refiere á “Francisco Vega (3) niño de tres años de edad y de un temperamento lin- fático, que fué enviado por órden del Gobernador el 15 de Julio de 73. Su enfermedad era una hernia inguinal izquierda, incontenible, á la cual se han aplicado cuantos medios paliativos se aconsejap en semejantes casos, pero hasta ahora sin éxito. “Desde principios del año de 74 se observó que el niño se entristecía, se adelgazaba y perdía el apetito y los síntomas de anémia se acentuaban más y más hasta el 1? de Julio, en que la aparición de edemas en los miem- bros inferiores y el derrame en la cavidad peritoneal hicieron examinar la orina, exámen que dió resultados negativos.” “Esplorando el corazón se encontró que había aumentado de volúmen; que sus movimientos se acompañaban de un timbre metálico y que había ruido de soplo en el segundo tiempo al nivel de la base, soplo en las caró- tidas, etc., etc. “ Se le prescribió el siguiente plan: Solución de Fowler y tintura de nuez vómica, partes iguales, para gotas aumentando, vino de Hidalgo Car- pió y buena alimentación; á los ocho dias se comenzó á observar la mejoría en los edemas, después en los ruidos cardiacos, mas tarde en el volúmen del corazón.” “El dia 16 se observó aumento de volúmen del hígado que uno ó dos purgantes bastaron á volver á su tamaño ordinario.” “La mejoría se fué haciendo sensible cada dia y la administración de las medicinas se suspendió baste el mes de Octubre, porque sobrevinieron síntomas de intolerancia del arsénico. En la actulidad apenas queda algo de timbre metálico en los ruidos de.1 corazón. El ruido de soplo que se observó en estos casos indicaba segu- ramente una lesión orgánica del corazón, pues en los niños no (1) Jaccoud pat. int. pág. 602 y 603. (2 y 3) Sociedad familiar de Med. Lee. cit. 15 existe soplo anémico en la base; la extensión mayor de la área cardiaca daba mayor seguridad á éste juicio, el que se hacia pre- ciso por el timbre metálico de los ruidos y el soplo en el segundo tiempo y en la base. Se trataba de una insuficiencia de las válvu- las aórticas por dilatación del corazón. Las paredes vasculares mal sostenidas en la periferia por el pe- so menor del aire, participando del considerable deterioro que es- perimenta el organismo en el empobrecimiento de la sangre, ce- den á la presión de ésta, se dilatan, hay una estasis sanguínea: la parte estancada sin movimiento alguno se haya en condiciones favorables para coagularse, (¿seria ayudada la coagulación por el exceso relativo de fibrina que hay en la anemia?) verificada la coagulación, obstruidos los vasos, la tensión arterial aumenta en los que están próximos y permeables (congestión colateral); la fragilidad de sus paredes no resiste á éste aumento en la can- tidad y en la tensión, se rompen y se produce un derrame san- guíneo. ¿Podría ser éste el mecanismo de la púrpura que sobre- viene en un individuo clorótico? Estoy muy dispuesto á creerlo así por dos razones: Ia en la clorosis hay una disminución de los glóbulos, circunstancia que se ha señalado como una causa del escorbuto; 2a el aumento de fibrina se ha señalado también como causa del escorbuto y en la sangre de los anémicos la costra fibri- nosa es relativamente mas gruesa que en el estado normal. Me inclino á creer que éste sea el mecanismo, pues las hemor- ragias están limitadas á las partes que se hallan en relación con la presión atmosférica, tales como la piel, el aparato respiratorio y la mucosa bucal; podrían servir de contraprueba, la falta de extravasaciones sanguíneas en la mucosa intestinal, en los cen- tros nerviosos, el hígado, etc., pues estas partes del organismo no están sugetas á las modificaciones atmosféricas. Los derrames sanguíneos en los pulmones llevan al producirse un peligro inmediato ó ulterior para el enfermo.—Verdadera espi- na patológica, producirán como respuesta á la irritación una neu- monía que seria crónica enlosorganimos destruidos, ála inflama- ción seguiría la caseificación, su reblandecimiento consecutivo, la tisis, etc.; ó bien provocaría la tuberculosis en los individuos pre- dispuestos y en los que carecieran de esa predisposición los der- rames encontrarían un terreno apropósito para excitar el desarrollo del tubérculo, ¿de qué otra manera podría responder un organismo empobrecido sino con productos miserables (Virchow), incapaces de una organización ulterior? He aquí tres terminaciones, las tres muy posibles, producidas por un mismo agente, la mas sencilla, la mas inofensiva, seria la desaparición de éste por reabsorción. Los hechos que siguen han motivado las consideraciones an- teriores. 16 OBSERVACION VII. José Montes de Oca tenia tres años de edad y- una constitución deterio- rada. Entró al Hospital en Agosto de 1876. Dos meses hacia que había empezado á estar triste, á enflaquecer, per- dió el apetito y padeció una diarrea en que las deposiciones eran varia- bles bajo todos aspectos; dos dias antes de entrar al hospital aparecieron manchas que se observaban todavía el dia de su admisión; estas manchas eran equimóticas y petequiales; muy confluentes tenia dos escaras al ni- vel de los trocánteres; los miembros inferiores estaban edematosos y fríos, las mucosas pálidas, había soplo y sensación de arenillas en los vasos del cuello, y postración profunda. Prescripción:—Cocimiento de quina, 100 gramos, extracto de quina, 1.50¡ jarabe de corteza de naranja 20 cucharadas cada hora. Limonada en quina á pasto. Leche cada tres horas. Murió el mismo dia.—Auptopsia. Equimosis y petéquias en la piel, der- rames sanguíneos en el tegido celular sub-cutáneo, pulmones pálidos, cre- pitantes, con manchas petequiales diseminadas en su superficie; focos con- gestivos y un núcleo de materia tuberculosa en el vértice del pulmón derecho. Corazón pálido, exangüe en las cavidades izquierdas conteniendo pequeños cóagulos en las derechas. Derrame pericárdico. Masa intestinal retraída; disminuido el calibre del intestino; la mucosa presenta un color apizarrado. OBSERVACION VIH. Rafael Ramírez, de dos años de edad, de un temperamento linfático, en- tró al Hospital en el mes de Enero de 1877. Hacia quince dias, decían las personas que lo entregaron, se notó que los miembros inferiores se pusieron edematosos, estaba triste, amodorrado y sin calentura; tres dias después se infiltraron los párpados y aparecieron en la cara y sobre todo en la frente pequeñas manchas rojas muy con- fluentes que se extendieron en seguida al tronco y á los miembros; parece que el niño siempre ha sido profundamente anémico. Se perciben en los gruesos bronquios algunos estertores. Prescripción:—Cocimiento de quina 120 gramos, estrado de quisa 50 centigramos, tintura de nuez vómica cinco gotas, jarabe balsámico cucha- rada cada hora, leche con quina cada tres horas, sopas y jugo de carne. Murió el mismo dia.—Autopsia. Había en el cráneo un derrame de serosidad c#mo de 200 gramos; las circunvoluciones cerebrales ligera- mente comprimidas, los cortes hechos al cerebro nada notable presenta- ron. Las dos pleuras contenían un abundanto derrame de serosidad; los ganglios que rodean á la tráquea, degenerados; el pulmón izquierdo exce- sivamente pálido y enfisematoso en su borde anterior, manchas equimóti- cas en el resto del órgano. El pulmón derecho pálido contiene depósitos fibrinosos subpleurales, los lóbulos están recientemente adheridos entre sí; hay manchas equimóticas ménos numerosas y de color ménos intenso que en el izquierdo, en el lóbulo superior se vé una masa tuberculosa irregu- larmente limitada, una cavidad endurecida en sus paredes, el borde ante- rior del pulmón enfisematoso.. Derrame ascítico, intestino y riñones pá- lidos. 17 III. “Parece muy probable—decía Abercrombie—que se necesita cierto equilibrio en la circulación del cerebro para el ejercicio normal de las funciones de este órgano y que estas funciones se suspendan si se interrumpe la circulación/’ A la insuficiencia de ésta, refiere el ilustre médico las convulsiones, el coma, la dilatación pupilar, y agrega que estos fenómenos son más fre- cuentes en los niños que han padecido diarreas prolongadas. Hoy está demostrado por los esperimentos de Schiíf la necesidad de ese equilibrio; y la palidez, las convulsiones y el coma son síntomas que revelan la anémia del cerebro. Estas perturbacio- nes no son otra cosa que las manifestaciones de una irritabilidad excesiva del cerebro, pues que la excitabilidad normal no se man- tiene si falta una sola de estas cuatro condiciones: integridad ma- terial en la constitución del órgano, circulación regular del líqui- do nutritivo, composición normal de la sangre, alternativas de reposo y de actividad. (Jaccoud). En la clorosis, el empobreci- miento de la sangre lenta y paulatinamente verificado, hace que falte la tercera de las condiciones mencionadas: la sangre es anor- mal, la excitabilidad por consiguiente se encuentra alterada y las manifestaciones de esta alteración aparecen señalando perfecta- mente los términos de la ley patogénica de Jaccoud “Nevrolisis precedida de excitación.” OBSERV ACION IX. Vicente Nava, niño de 7 años de edad, de un temperamento linfático y muy deteriorado en su constitución, fue recibido en el Hospital el 4 de Julio de 1876. Padecía una diarrea ocasionada por una alimentación inadecuada, pues la madre vivía de la caridad pública. £1 estado que se le observaba el dia de su admisión era el siguiente: palidez muy notable de la piel y mucosas, estaba muy postrado, tenia di- ficultad para levantar la cabeza, se percibía en las carótidas un soplo con- tinuo con reforzamientos y la sensación de arenillas; los miembros infe- riores estaban fríos y edematosos, la lengua húmeda y limpia; el sonido que dá el vientre al nivel del cólon ascendente y descendente es macizo. Se le prescribió un purgante de aceite de ricino. La oscuridad en el sonido se vió aparecer y desaparecer muchas veces al nivel del ciego, cólon ascendente, descendente y S iliaca. Los dos pri- meros dias el desalojamiento de las materias que producían la oscuridad en el sonido se hizo bajo la influencia de la medicación purgante, al ter- cero se pensó en producir el mismo efecto por la nuez vómica y el co- lombo; pero tuvo que suspenderse por haber sobrevenido los síntomas de una excitación cerebral: delirio, trismus, insomnio, dilatación pupilar, constipación, repetición automática de las palabras; la temperatura se to: maba diariamente y se vió que oscilaba entre 37°6 y 36°1 del termóme- tro centígrado, el pulso era pequeño, frecuente, latía 112 veces por minu- 18 to. Por espacio de 6 dias se repitieron estos mismos fenómenos que al temaban al siguiente dia ó en el dia mismo con síntomas de postracion- más ó ménos profunda. Calomel y vegigatorios á los miembros fué lo que se prescribió duran- te este tiempo. Al 7o se administró una bebida fuertemente tónica y des- de el 9? todos los accidentes cerebrales fueron desapareciendo: la inteli- gencia adquirió vigor, la calorificación fué recobrando su cifra fisiológi- ca, la digestión se hizo regular, renació el apetito, desaparecieron los ede- mas y el enflaquecimiento comenzaba á desaparecer, el pulso disminuía diariamente de frecuencia y el enfermo entró en convalescencia franca.— Después que la medicación ya dicha hizo desaparecer la excitación anor- mal del cerebro, las preparaciones de nuez vómica y colombo y el vino de Hidalgo Carpió pusieron al enfermo en el estado descrito. La cuestión de diagnóstico no ofrecia dificultad alguna, aten- diendo á las cifras termométricas y al dato con que Marshall Hall distinguía la hidrocefaloides de cualquier otro estado patológico del cerebro. “Los accidentes cerebrales aparecen en ol curso de una diarrea.” La naturaleza de los accidentes cerebrales tiene un verdadero interés. Los síntomas de la anemia cerebral análogo» á los de una hidrocefalia y que le valieron el nombre de hidrocefa- loides con que Marshall Hall la designó, se refieren hoy á la ané- mia del cerebro; pero pudieran atribuirse también á un edema cerebral ó á una acumulación anormal del líquido céfalo-raquidia- no. ¿Habria razón para negar esta interpretación cuando en los niños cloro-anémicos se vé muy á menudo una infiltración con- siderable de serosidad en el tegido celular y derrames en las grandes cavidades serosas? La compresión de las circunvoluciones cerebrales, por un der- rame abundante de serosidad que se observó en el niño Rafael Ramirez confirman esa suposición. (1) OBSERVACION X. El dia 9 de Marzo de 1877 entró al Hospital el niño Pedro Vázquez. Tenia 8 años de edad, era de un temperamento linfático y tenia una cons- titución deteriorada. Estaba en convalescencia de la viruela y se veia en la superficie de la piel las cicatrices recientes de ésta y además abcesos subcutáneos y ulceraciones que habian resultado de la abertura espontá- nea de otros abcesos, así como de las escaras que se habian producido en los lugares comprimidos. Las mucosas estaban extremadamente pálidas; faltaba el pelo en algu- nos lugares del cráneo y en los puntos donde existia era áspero y erizo; el enflaquecimiento era notable. La madre decia que el niño padecía desde ántes de la viruela una abundante diarrea. El dia que se recibió en el Hospital se quejaba de Cefalalgia.—La esploraracion física del tó- rax no revelaba alteración alguna del corazón á los pulmones. En los vasos del cuello se percibía el soplo anémico. (1) Véase pág. 17 Observación VIII.—autopsia. 19 . Prescripción:—Cocimiento de quina 100 gramos, extracto de quina 1.00 jarabe de corteza de naranja 20 gramos, cucharada cada hora. Permaneció sin mejorarse hasta el dia 22 en que sin causa determinante apreciable aparecieron accesos de convulsiones tónicas y clónicas en los músculos de la cara y de los miembros, que se acompañaban de estrabis- mo, de pérdida de sensibilidad, de dilatación pupilar, se enfriaban las estremidades y la piel se cubria de sudores frios y viscosos. Las venas del cuello se veian engurgitadas, el pulso era imperceptible en las radia- les. La respiración era lenta, profunda é irregular. La cabeza fuerte- mente invertida hácia atrás por la contractura de los músculos del cuello y la desaparición de las córneas bajo los párpados superiores daban á la fisonomía del enfermo un aspecto horrible Un estado comatoso se- guía después. Accesos semejantes pero más intensos se repitierpn al principio tres veces al dia; al siguiente dia de su aparición se repetían con tanta frecuencia que casi eran subintrantes.—La aplicación del bro- muro de potasio en lavativas, las fricciones estimulantes, el empleo de cor- rientes eléctricas ascendentes y descendentes y el uso repetido de los es- timulantes difusibles, hicieron desaparecer este estado nervioso tan alar- mante. Una bebida tónica y estimulante y la alimentación que se procuró ir adecuando al estado de sus órganos digestivos fueron mejorando el estado general y la diarrea. El siete de Junio salió de alta. Esto es de una grande importancia terapéutica: en el caso de una verdadera anémia, lo que es necesario es procurar por medio de los medicamentos una estimulación que la sangre no puede producir; en el caso de un edema cerebral 6 de una hidrocefalia pasagera y poco intensa estaría justificado el empleo de los deri- vativos para combatir una causa adyuvante de anémia cerebral. Los órganos de los sentidos son á veces los primeros y quizá los únicos que manifiestan de una manera notable la defectuosa circulación del cerebro; testigo de ésto es la dilatación pupilar señalada siempre entre los síntomas carecterísticos de la anémia cerebral. Recuerdo á un niño que, aunque pálido, la palidez no llamaba bastante la atención; la dilatácíon pupilar era excesiva y los movimientos del iris perezosos: probablemente habría con- tinuado mucho tiempo en este estado si no hubiese sobrevenido un movimiento febril de pocas horas de duración y que se repi- tió al dia siguiente á la misma hora, sometido al sulfato de qui- nina, á los baños de agua fria y bien alimentado, los accesos no volvieron á aparecer, la piel perdió su palidez y la abertura pu- pilar cambiaba fácilmenté bajo la influencia1 ae la luz. El niño abandonó el carácter que sus padreé calificaban de juicioso y que en este caso no era sino úna apatía intelectual muy poco propia de su edad y dependiente dél'empobrecimiento de lá sangre. Este hecho pudiera referirse á lo (jue Richter llama amaurosis 20 y que cree que alguna vez es producida por el cólera, las hemor- ragias y las diarreas muy prolongadas. (1) Análogo á otro hecho que refiere el mismo autor es la obser- vación siguiente, pues en mi concepto la única interpretación po- sible es la de una anémia cerebral con lesión funcional de la au- dición. OBSERVACION XI. Miguel Mejía, tenia ocho años de edad, era de un temperamento linfá- tico y su constitución estaba deteriorada. Entró al Hospital de niños el 12 de Setiembre de 1876. Comenzó á estar enfermo dos meses después de su nacimiento y se atri- buye su enfermedad á la mala calidad de la leche que mamaba, pues la madre estaba igualmente enferma; desde esa fecha tenia una diarrea ca- racterizada por deposiciones blanquizcas, mucosas y alguna vez sangui- nolentas. El niño estaba bastante enflaquecido y pálido, las estremidades frías; se percibía en los vasos del cuello los fenómenos físicos de la ané* mia; la lengua estaba limpia, el vientre retraído; la percusión producía un sonido oscuro en la fosa iliaca izquierda; se prescribió: aceite de ricino 30 gramos. Leche y jugo de carne. Como el purgante produjo la espulsion de partes sólidas parecidas á sustancias sin digerir á la vez que las deposiciones se hicieron amarillas y líquidas, se pensó en contener la espoliacion por el fosfato de cal, la cre- ta preparada, el colombo y el opio. A pesar de esta medicación las deposiciones continuaron y hubo nece- sidad de recurrir al sulfato de sosa para espulsar las materias que se ha- bían acumulado en el ciego y en el cólon ascendente; pero este purgante no produjo mas efecto que el de vaciar el intestino y como las deposicio- nes continuasen, se recurrió entonces á la tintura de nuez vómica. En Octubre se quejó de no oír, se sentía cansado y había postración. Diariamente se repitió desde esta fecha la esploracion del conducto au- ditivo y se adquirió de esta manera la convicción de que no había lesión material alguna, la perturbación funcional era sin embargo positiva, pues dirigiéndole la palabra en voz gradualmente decreciente, tomaba, inme- diatamente que no oía, el aspecto de un individuo á quien no se le habla; se la atribuyó entonces á la anémia cerebral pues coincidía con los otros síntomas que revelan á ésta. Era exacto el juicio, pues los síntomas ce- rebrales, las perturbaciones digestivas, lo mismo que la sordera, habían desaparecido en Febrero de 1877 bajo la influencia de la nuez vómica y el vino ferruginoso de Hidalgo Carpió. Estos casos de depresión de la excitabilidad sin observar al- gún fenómeno irritativo no son los más comunes en la clorósis. Cuando la anémia es. rápida, las funciones se perturban también de una manera rápida: el coma, el colapsus, la apoplegía, expre- sarán la profunda alteración que han sufrido los centros nervio- sos. . (1) Abercrombie, Maladies de l’Encefale, pág. 456. 21 Podria referir aun algunas otras observaciones; pero he prefe- rido reasumir los fenómenos cerebrales de todas ellas en unas cuantas palabras: en los niños débiles, enfermizos, se nota unas veces, como dije ya, una apatía que se toma por buen juicio; en otros sorprende verdaderamente el contraste de su morosidad, de su indolencia, de su poca actividad con el carácter irascible que se manifiesta en ellos por el más insignificante mandato, por la travesura mas inocente. La anémia esclusivamente medular, ó predominante en la mé- dula, tendria un síntoma característico, la paraplegia; aunque esta sea propia más bien de las lesiones materiales de aquel ór- gano; pero las afecciones vesicales, la glicosuria, las fiebres gra- ves ó esenciales producen paraplegias y sin embargo en la mé- dula no hay lesión material apreciable. ¿Indica este síntoma que durante la anémia la excitabilidad medular está profundamente alterada? Indudablemente; la perturbación no es más que fun- cional. El hecho que sigue es probablemente un caso de paraplegia por clorósis. OBSERVACION XII. Pablo Nava, niño de tres años de edad, de un temperamento linfático, entró al Hospital de Infancia en Julio de 1876. Estaba muy poco desarrollado, padecía un catarro intestinal sin teres- mo ni dolor; las deposiciones eran abundantes, aunque poco numerosas, el intestino se distendía fácilmente y con frecuencia por gaces; las muco- sas y la piel estaban pálidas; palpando las carótidas se percibía la sensa- ción de arenillas y auscultando los mismos vasos se notaba un soplo con- tinuo. La estación en pió era difícil, tanto que no se resolvía á andar, pero no habia alteración medular, pues los músculos reaccionaban bien contra los excitantes, y los brazos aunque débiles no estaban tanto que no pudiesen soportar algún esfuerzo, la energía muscular era corta en éstos, mientras que en aquellos faltaba la excitación nerviosa, el niño aousaba sensibilidad esplorándola; habia un derrame peritoneal y edemas en los miembros inferiores. Las esploraciones que repetidas veces se hicieron durante su tratamien- to dieron al principio el mismo resultado que la primera. Cuando la recomposición de la sangre se empezó á notar, los síntomas paraplégicos se hacían ménos marcados, los demás síntomas mejoraban visiblemente y desaparecieron totalmente cuando la sangre recobró su composición nor- mal. • # _ . El tratamiento empleado consistió en el vino de Hidalgo Carpió, la so- lución de Fowler y la tintura de nuez vómica. Es importante hacer notar en atención á los magníficos resul- tados que las preparaciones de nuez vómica ocupan un lugar muy 22 importante en la terapéutica de la clorosis; llenan por sí solas on algunos casos varias indicaciones: como lo hemos visto ya, com- baten la atonía muscular del intestino, modifican la contractilidad vascular y además obran sobre los centros de innervacion. Estas preparaciones unidas á las arsenicales como lo hace el Sr. Licéa- ga, aumentan mucho su eficacia, pues el arsénico es un medica- mento aconsejado en el tratamiento de la clorosis infantil. Pero la excitabilidad medular no se altera siempre de una ma- nera tan profunda que produzca una paraplegia; los casos de esa naturaleza son al contrario excesivamente raros y las más veces la clorosis provoca un efecto distinto y opuesto. Por poca predisposición que haya para la corea, la clorosis la pone en actividad y entre las causas del mal de San Vito el em- pobrecimiento de la sangre sobresale por su frecuencia. Si me fuese permitido juzgar por los casos que yo he visto la creeria única. No se crea sin embargo que excluyo á las demás causas: si he emitido la palabra única ha sido para pintar la enorme di- ferencia que existe entre los casos determinados por el empobre- cimiento de la sangre y los que originan las demás causas. Nada tiene esto de extraño cuando Trousseau dice que “todas las cau- sas debilitantes capaces de poner al sistema nervioso en el ere- tismo, desempeñan un papel importante en la etiología de la co- rea.” Ni convendría ser esclusivista cuando la primera observa- ción de este género que voy á referir se complica con otra causa de las que determinan el mal de San Vito. OBSERVACION XIII. Longina Gazca, tiene 10 años de edad y es de un temperamento linfá- tico, entró al Hospital en Febrero de 1873. Siempre ha tenido buena salud, pero quince dias antes de su entrada al Hospital se quejó de un dolor en el hipocondrio derecho; había perdido el apetito, se enflaquecía, padecía insomnios y su piel había tomado un color pálido amarillento; la temperatura era normal, el pulso latia 96 veces por minuto; la presión en el hipocondrio derecho era ¿olorosa y el hígado ha- bía aumentado de volúmen. Pasados algunos dias, cuando el tratamiento hizo volver al hígado á su estado fisiológico, y que la piel perdió el tinte ictérico, se pudo ver que es- taba pálida, que había vibraciones y soplo en las arterias del cuello. Prescripción: fierro de Quevenne, cocimiento de quina y baño de rega- dera, buena alimentación. Con este método continuó por espacio de dos meses sin presentar alte- ración alguna en sus funciones, lo que hacia esperar una curación radical; pero repentinamente se quejó de dolor de cabeza, anorexia, dolor en el vientre y accesos cortos de convulsiones; los desahogos del vientre conte- nían algunos gusanos intestinales (ascárides, oxiuros) y se notó que jamás eran expulsados por medicamento alguno de los preconizados contra ellos; 23 se abandonó entonces el tratamiento por los antelmínticos y se prescribió durante cuatro dias: agua destilada 180 gramos, propilamina 1.50, jarabe de azahar y diacodion de cada uno 15 gramos, cucharada cada hora. Los movimientos coreicos, aunque limitados al brazo derecho y á los mús- culos de la cara, persistían con la frecuencia é irregularidad que antes: la propilamina y el opio fueron reemplazados por el bromuro de potasio á la dósis de un gramo y aumentando diariamente la misma cantidad llegó á tomar 4 gramos sin que hubiese alguna mejoría ó se alejasen los accesos. Nueva prescripción: óxido de zinc 2 gramos en 18 píldoras para tomar una el primer dia y aumentar una diariamente. Tres dias después se quejó de tos, dolor en la garganta y en el pecho. En la cavidad bucal se veia una inflamación de las amígdalas; tórax nor- mal á la percusión, la auscultación revelaba los signos de una bronquitis Cuando desaparecieron estas complicaciones sentía comezón en las narices cefalalgia y había dilatación pupilar. Tentativas infructuosas con los an- telmínticos, expulsión de ascárides sin medicamento alguno, nueva apari- ción de los movimientos coreicos. Oxido de zinc de la manera prescrita. Buena alimentación.—Tres dias después de esta nueva aparición, Longina podía coser, llevar un vaso de agua á la boca, etc., etc. Permaneció en el hospital curándose de la clorósis que desdo su ingreso se notó. Después de este hecho viene el que á continuación refiero y en el que no existe aparte del empobrecimiento de la sangre, ninguna de las causas de la corea. Refugio Rentería, niíía de 10 años de edad, de un temperamento linfá- tico, de buena constitución, jamás ha expulsado gusanos ni tiene los fenó- menos reflejos que más comunmente engendran estos parásitos, no ha pa- decido reumatismo, ni tiene lesión cardiaca. La madre notó que su hija hacia gestos cuando hablaba ó se reía, pero después estas gesticulaciones aparecían sin motivo; perdió en seguida la fuerza en el brazo y pierna del lado derecho y para llevar su mano á cualquier punto no lo hacia sino después de movimientos muy irregulares; en este estado vino á la con- sulta que se da en el hospital cada tercer dia. La niña está pálida aunque bastante gorda, hay soplo en los vasos del cuello, las mucosas están des- coloridas. Fierro unido á la propilamina. Batios de agua fria. Buena alimentación. Ocho dias después se habían regularizado notablemente los movimien- tos y al cabo de veinte no había más que una lijera debilidad en los miem- bros afectados. El torcer hecho de esta especie se haya como el segundo bajo la influencia sola de !a clorosis. OBSERVACION XIV. N. N., niña de ocho años de edad. Padecia mal de San Vito, cuyos acce- sos siempre intensos y de una duración má9 ó menos larga habían destrui- OBSEUVACIONXV. 24 do más y más su débil constitución. La solicitud con que sus padres pro- curaron observarla le enseñaron al médico que la nevrosis estaba bajo la influencia sola de la anemia esencial. Seguro ya de la causa instituyó un plan curativo que el resultado vino á justificar: la frecuencia, la intensi- dad, la duración de los accesos han disminuido notablemente desde que se la hizo salir de la ciudad al mismo tiempo que se emplea el agua de Ara- gón intus et extra; actualmente los accesos no son provocados aunque se la contrarié y solo ha quedado excesivamente irritable, llora ó se disgusta por el más ligero motivo. bu el dominio de la sensibilidad son también penosas las ma- nifestaciones déla clorosis. No poseo ningún hecho en que la sen- sibilidad esté abolida, pero fácilmente se comprenden las pertur- baciones en ese sentido. Lo mas común, lo que molesta mas al paciente son los dolores reumatoides, dolores semejantes á los pro- ducidos por grandes fatigas y que en los anémicos sobrevienen al más lijero ejercicio. Quizá la razón de su apatía tenga también por causa estos sufrimientos. Hay otros por ultimo que provienen de los nervios mismos y que merecen mencionarse de una mane- ra especial, son las neuralgias. OBSERVACION XVI. I . R, nifia de 10 años de edad, de un temperamento linfático, está con- siderablemente enflaquecida, la piel tiene el color de la cera vieja, las mu- cosas están pálidas; padece con frecuencia reumatismo de los músculos de la parte posterior del cuello que le obligan á tener la cabeza dirijida hácia el lado enfermo, sopeña de sufrir dolores vivísimos; se queja también de dolores en la cara que siguen la distribución del trigémino, hay tic dolo- roso, experimenta casi diariamente aversión por los alimentos y las acedías y el meteorismo son molestias casi continuas. Todos estos accidentes se alejan ó se mejoran cuando se instituye un tratamiento tónico y ferruginoso; pero las anginas tonsilares, violentas y repetidas que padece, motivan la suspensión de ese tratamiento para em- plear el conveniente contra la complicación; sin embargo cuando los inter- valos de ésta son largos, se puede ver la eficacia del tratamiento ferrugi- noso, pues los dolores musculares y neurálgicos dilatan más tiempo en molestar á la enferma, son ménos tenaces y su duración es relativamente corta. IV. I as gangrenas son afecciones más comunes en los individuos débiles; así se les observa en mayor número en los niños y espe- cialmente en los de la clase indigente (Grisolle). La disminución del calibre de los vasos, la insuficiente cantidad y la mala calidad de la sangre que circula mantienen al organismo en inminencia de mortificación; ésta tendrá lugar cuando la causa 25 más insignificante la determine. Quizá tenga mucha parte en la producción de las gangrenas la disminución de la sensibilidad. Tal es el mecanismo y la etiologia de las gangrenas en la clo- rosis. Consideraciones semejantes pudiéramos hacer de las ul- ceraciones, pues estas no son otra cosa que una gangrena mole- cular. La atonia en las ulceraciones casi siempre depende del mal estado general del individuo. ¿De qué otra manera obran los tópicos irritantes de que se hace uso para combatir la atonia sino haciendo desaparecer la anemia local que se opone á su cicatri- zación? OBSERVACION XVII. Vicente Villafuerte, de cuatro anos de edad, de un temperamento linfá- tico, está profundamente clorótico; padece una abundante diarrea y ha experimentado accidentes de anemia cerebral en el curso de su enferme- dad, 9 dias después de su entrada al hospital había una ulceración en las encías, al nivel de los incisivos superiores: su aspecto sucio así como su mal olor revelaban la gangrena de la boca. Los tónicos al interior y localmente toques con miel rosada y ácido clorohídrico pusieron pronto á la ulceración en mejores condiciones: se limpió, desapareció la fetidéz y permitió emprender el tratamiento contra la afección constitucional y la diarrea. xV la consulta de uno de mis maestros fue llevado un niño que estaba en un grado extremo de debilitamiento originado por un empacho que no fué atendido. El niño no habia padecido fiebres eruptivas, se estaba haciendo la erupción de los primeros molares: esta quizá fué la causa inmediata de la gangrena de la boca para la cual la madre solicitaba los auxilios de la ciencia. Vana solici- tud! La tumefacción del carrillo era notable; estaba brillante la piel y de un color lívido, los ganglios submaxilares notablemen- te infartados y dolorosos; la boca entre abierta dejaba escapar un liquido sanioso, el aliento estaba impregnado de un olor de ma- ceracion anatómica; habia una enorme ulceración en la cara inter- na del carrillo; esta tenia un color gris y como reblandecida en su superficie. V. En las diferentes observaciones que me han servido de base {tara hacer este estudio, se vé consignado un hecho sobre el que de años atrás ha venido llamando ía atención el señor Licéaga. Ese hecho está encerrado en estas dos palabras: pelo erizo; pero la descripción que de él pudiera hacerse es la siguiente: el pelo es áspero, seco, tiende á enderezarse; su explicación pudiera en- contrarse en las perturbaciones funcionales de la piel. 26 Efectivamente, en el estado fisiológico la piel elimina agua, ya sea de una manera insensible (traspiración), ya bajo la forma de gotas perceptibles de sudor: los folículos, sebáceos más abundan- tes en la piel provista de pelo, vierten el producto de su secreción á la raíz de este. La grande higrometricidad del pelo y el barniz sebáceo son pues dos condiciones que lo mantienen con el aspec- to de suavidad y flexibilidad que lo caracterizan en el estado nor- mal. La falta de estas condiciones quizá produzcan los fenómenos observados. Es esto tanto más probable cuanto que la piel de los cloróticos generalmente es seca y se acompaña en algunos casos de una descamación furfurácea (i). Otro hecho no menos curioso que el anterior señalado también por el señor Licéaga es la decoloración del pelo. En el caso del niño Román Arredondo se asiste, por decirlo así, á la evolución de este fenómeno (2) que en otros muchos casos se ha producido ya. Yrauquelin, que ha estudiado químicamente el pelo, cree que el color de los cabellos depende en parte de un aceite verdoso y en parte de la presencia del sulfuro de hierro (3). Partiendo de esta análisis, la decoloración del pelo se explica fácilmente: el pelo producido durante el estado normal será reem- plazado durante la clorosis por otro en que el compuesto de fierro estará en cantidad pequeña ó nula, será un pelo anémico. Puesto que es un estado general el que produce la decoloración, se concibe perfectamente que debería ser uniforme; así, no me explico la aecoloracion desigual que se observó en el niño que he citado. México, Junio de 1878. Emilio Garda. (1) Vease pág. 12 observaciones II y III. (2) Véase pág. 10 observación I. (3) A. L. J, Bayle v Hollare!. Manual de Anatomía general, etc., pág. 290. & . > 27