FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO ESTUDIO SOBRE LOS EFECTOS DE LA Imeli Sil filtra POR JWldftí iopiuoKl ALUMNO DE LA ESCUELA DE MEDICINA DE MÉXICO. —MÉxioe TIP. LITERARIA DE FILOMENO MATA Calle de la Canoa núm,. 5. 1880 FACULTAS BE MEBIC1HA BE MEXICO ESTUDIO SOBKI LOS EFECTO» DE LA PONZOÑA / ALACRAN POR Amulo* ('^piiuDu ALUMNO DE LA ESCUELA DE MEDICINA DE MÉLICO. MÉXICO TIP. LITERARIA DE FILOMENO MATA Calle de la Canoa núm. 5. 1880 JU Antiguo gircctor Del Instituto Literario del Estado de México, ||Ji$ §x%\m JHaestvoíu INTELIGENTE NATUF^ALIST^, MANUEL VILLADA ÍMIensando en elegir el punto sobre que debía es- *1 ' cribir para presentar la tésis que el Reglamen- JjL to de nuestra Escuela exige en el exámen inau- • gural, me convencí de que, en atención á mi capacidad y práctica en materia de medicina, cualquie- ra que fuese el punto adoptado, seguramente se en- contraría mejor expuesto en cualquier libro francés de los que me han servido de texto, supuesto que aun para copiar se necesita cierta gracia, que no tengo la pretensión de poseer; en esta convicción, y siguiendo la idea de mi apreciable amigo elDr. Nandin, que, en su tésis inaugural sobre Mal del Pinto, aconseja á sus compañeros el estudio de la patología nacional, me re- solví á tratar de uno de los males que aflijen á los ha- bitantes en varios Estados de nuestra República, de la ponzoña del alacran. Era mi deseo recoger cuantos estudios se han hecho sobre la materia, comparan- do la síntomatología, pronóstico, y especialmente el tratamiento observados por las diversas personas que 6 se han dedicado á esta clase de estudio, y que proba- blemente son distintos, según el lugar, el clima y la especie del alacran; pero además de que no he podido encontrar los escritos de que tengo noticia, la precipi tacion con que me veo obligado á sustentar mi exá men inaugural, me permite solamente escribir, lo poco que yo he observado en varias poblaciones del Esta- do de Morelos, especialmente en la ciudad de Jojutla de Juárez, en la convicción de que mis incompletas ob- servaciones presentarán por mayor utilidad recordar á mis compañeros que probablemente ejercerán en la tierra caliente, que hay en esos lugares un emponzo- ñamiento muy frecuente, demasiado aflictivo, muchas veces mortal, y cuya terapéutica se encuentra muy oscura y atrazada. Los escritos á que me redero han sido hechos con motivo del emponzoñamiento por los alacranes de otros Estados que los del de Morelos, por lo que no me pa rece remoto que el resultado de mis observaciones no sea en todo igual al de las ya publicadas. ESTUDIO SOBRE LOS lFECTOfl DE LA PONZOÑA DEL ALACRAN Ischnurus mexicanus, Koch, de la tribu délos Escorpiónidos. jVlLLADA) Este animal, como la mayor parte de los arácnidos, se halla donde quiera que encuentra una endedura, una depresión, un escondite abrigado de la luz y el frió, siendo por lo mismo generalmente insuficientes la ma yor parte de las precauciones tomadas para evitar su encuentro, y pocos los habitantes del clima que no hallan recibido alguna vez una inoculación; en el plie- gue de un lienzo, entre las hojas de un libro, en el res- paldo de un cuadro y en cualquier objeto puede en- contrarse el alacran, que bajo la influencia de la menor irritación lanza su aguijón con singular destreza, sea cual fuere el objeto que lo irrita, quedando en muchos casos pendiente del punto herido. Los hay en mayor abundancia en las chozas, en 8 gran número por cierto, cuyos techos están construi- dos con la hoja de palma, con el tallo del arroz ó con sacaton, que abrigando demasiado calor hacen un lu- gar de predilección para los alacranes, de donde éstos se desprenden con mucha frecuencia especialmente de noche, para caer sobre cualquiera parte del cuerpo de los individuos que allí habitan, y que por lo general duermen casi completamente desabrigados, al menos durante las rigores del calor, precisamente cuando el animal es mas abundante y ponzoñoso; es opinión co- mún entre los habitantes, que cuando el aire sopla, el alacran sale más fácilmente de sus guaridas, habiendo por lo mismo mayor peligro de tropezar con él; tal idea no me parece errónea, y creo haberla comproba- do en tres ocasiones, en cada una de las cuales se pre- sentaron varios inoculados, siendo que en los interva- los de éstas no se habia sabido de ninguno. Esto acontecia en el año de 1878, durante la estación del frió, que es cuando el emponzoñamiento se presenta con ménos frecuencia; últimamente he tenido lugar de hacer una cuarta observación con el mismo resultado. Sintomatología: Inmediatamente que el animal pica se siente como la introducion de una aguja de coser, acompañada de un dolor algunas veces muy intenso, seguido de hormigueo y adormecimiento, que se pro- paga rápidamente hácia las fosas nazales, faringe, boca, ojos, tronco, miembros, y se deja sentir por fin en casi todo el cuerpo; el hormigueo de la nariz acompañado de comezón excita á los enfermos á frotarse y produce estornudo, síntoma casi constante, ¡y el primer signo objetivo que se manifiesta; el hormigueo de la fa- 9 ringe, comparado por los enfermos á la sensación que produciría una maraña de cabellos detenida en la gar- ganta, ocasiona repetidos movimientos de deglusion, por los que no se consigue desalojar el supuesto cuer- po extraño; muchas veces sobreviene una tos tenaz que tarda muchas horas para desaparecer, y que es provocada por el cosquilleo; un tialismo abundante se establece, la saliva escurre involuntariamente, inco- modando mucho al paciente; con frecuencia presenta un olor feo; parece que cuando la insalivación es me- nos abundante, ó falta ó es deglutida, el meteorismo, fenómeno también muy común, es más desarrollado; al mismo tiempo sobrevienen vómitos incesantes de materias alimenticias, acuosas, mucosas ó biliosas, y que cuando persisten mucho llegan á ser de sangre ne- gra mezclada con sustancias acuosas; se dice entonces que el enfermo se acausonó; en menor número de ca- sos la sangre es arrojada por el recto; los líquidos trios no pueden ser deglutidos y producen mucha molestia, la orina es rara, casi siempre hay constipación, pocas veces diarrea, y ésta en muchos casos me ha parecido mas bien el efecto de algún remedio imprudentemen- te administrado; cuando los enfermos llegan á tener evacuaciones, siempre que éstas no sean excesivas, producen mucho consuelo; la inquietud es grande, el enfermo se sienta, se acuesta en decúbito supino, la- teral, de vientre, pero de ningún modo haya comodi- dad. Los niños se aquietan, aunque poco, en la cuna ó en los brazos de la nodriza. Los elevadores de la mandíbula están contraídos, la lengua adormecida y, dicen los enfermos, tieza, dificultándose por consiguien- 10 te la pronunciación de las palabras al grado de no po- derse expresar mas que por gestos; las diferentes par- tes del cuerpo, pero más especialmente los ojos, la nariz, las mejillas, los lábios y casi toda la cara se sienten hinchadas y aumentadas de volúmen, aunque en realidad no lo están, sucediendo lo mismo con la rigidez de los cabellos que el enfermo siente, aunque no existe; la vista parece nublada, como si un velo im- pidiese ver con claridad los objetos; los párpados están cerrados, evitando la luz, que incomoda mucho, hay totofóbia. La respiración frecuente y ansiosa, muchas veces vienen síntomas de asfixia. El paciente dice te- ner la superficie de su cuerpo fria, y ésta realmente lo está, al menos al tacto; no tuve oportunidad de poner el termómetro. La impresión del aire ó de cualquier objeto frió, la del humo del tabaco, las vibraciones aun ligeras exasperan los síntomas, particularmente el hor- migueo con adormecimiento, que es muy incómoda por cierto. Sucede muchas veces que los síntomas han desaparecido casi totalmente y si el enfermo fuma, ó fumanjunto de él, los efectos reaparecen, aunque no con su intensidad primera. Con tales sufrimientos el sueño no puede consiliarse sino cuando los síntomas han disminuido suficientemente; al despertar los en- fermos se encuentran más restablecidos. Las faculta- des intelectuales nunca las he visto trastornadas. En el lugar picado nada se observa de notable, mas que una papulita ó una mancha como la picadura de una. pulga. Marcha, duración y terminación.—Este conjunta se desarrolla pocos instantes después de la inocula- 11 cion, y permanece con su intensidad un tiempo varia- ble que en el mayor número de casos es de tres á cinco dias, pudiendo prolongarse hasta ocho ó durar sola- mente algunas horas; mas no por esto se crea que la inoculación es constantemente seguida de ese conjun- to, individuos hay verdaderamente refractarios á la ponzoña y que han sido picados varias veces sin re- sentir otra molestia que el dolor del punto herido se- guido de adormecimiento que puede durar por muchos dias, fenómenos por otra parte muy constantes, sobre- vengan ó no los demás. En otros casos solo se observa el hormigueo de la nariz ó éste se propaga á la farin- ge y otros y para mayor claridad diré, que en- tre el dolor y adormecimiento del punto picado y el cuadro descrito en la sintomatología, se observan to- dos los grados posibles de intensidad y duración, lo que por cierto es común á la mayor parte de los esta- dos patológicos. A los inoculados que no han resen- tido los efectos de la ponzoña, ó ésta ha obrado muy ligeramente, se les impide casi siempre el uso de los alimentos por muchas horas, con el temor de que es- tos hagan aparecer los síntomas ó agraven los que ya existían. En mis pocas observaciones no he podido verificar la razón de semejante temor, y me parece infundado, supuesto que á una señora inoculada en quien existían aún ligeros síntomas del emponzoña- miento, después de dos horas desde el momento del piquete, tomó sus alimentos ordinarios á, instancias mias, sin que se notara exacervacion de los síntomas ni accidente alguno. También se dice que cuando los individuos logran dormir inmediatamente después de 12 la inoculación, quedan por eso libres de toda manifes- tación; el sueño me ha parecido siempre más bien que agente preventivo ó curativo, el signo de que el ve- neno animal no ha penetrado al torrente circulatorio. Los diversos grados de intensidad y duración que pre- senta la sintomatología pueden explicarse muy bien por: la especie del alacran, la edad é idiosincracia del individuo, la edad del animal, puesto que los ala- cranes pequeños son tan poco activos que se les pue- de manejar impunemente; la estación del año; es muy bien sabido que durante los rigores del calor, las pon- zoñas adquieren su máximun de intensidad, como tie- nen su mínimun en el invierno. El número de indivi- duos picados varía en la misma proporción. Durante el invierno, los alacranes, fuera de sus guaridas y ex- puestos completamente al frió de la atmósfera, quedan casi inmóviles, causa por la que evitan esta tempera- tura y permanecen en los lugares abrigados, resultando entonces que se tropieza con ellos menos frecuente- mente que en la estación del calor, cuando los anima- les, sin el inconveniente del frió, salen con mas fre- cuencia de sus escondites. Los efectos deben variar también, según qué la glándula que secreta la ponzo- ña está ó no vacía: el animal, sumamente delicado y ligero al menor contacto, pica rápidamente al cuerpo que lo irrita dos, tres, cuatro y más veces seguidas, según la persistencia y la intensidad de la irritación, y como, según creo, la glándula no debe llenarse ins- tantáneamente, sucederá muchas veces que si después de haber removido los objetos'entre los cuales se en- cuentra un alácran,- éste llega á picar un tejido vivo, 13 lo hará ya sin tener ó teniendo muy poca ponzoña que inocular. Diré de paso que cuando el alacran pica so- bre una hoja de papel, se forma una manchita aceitosa y semejante por su tamaño á la que deja una mosca. Diagnóstico.—El diagnóstico no presenta ninguna dificultad, aun en los niños, en quienes el conmemo- rativo falta con más frecuencia, tanto más cuanto que los síntomas ántes descritos son muy constantes y ca- racterísticos, y cuando se ve á un niño presa de la mayor inquietud, llorar, estornudar, salibando abun- dantemente, con la respiración anciosa, meteorismo y síntomas de asfixia, nadie duda que la causa de tales fenómenos es la ponzoña del alacran. No se ha observado, al menos que yo sepa y en los lugares donde he hecho mis cortas observaciones, al- gún estado patológico que pueda confundirse con el caso que estudiamos. El diagnóstico presentará difi- cultad solamente en los niños que no saben expresarse todavía, y en quienes nada mas existen los síntomas subjetivos, en cuyo caso el modo brusco con que ha venido la inquietud y la falta de toda causa aparente que lo explique, harán sospechar el emponzoñamien- to; además, al cabo de muy pocas horas todo desapa- recerá, si no se han manifestado el tralismo, los vómi- tos y demás síntomas que aclararán bastante la natu- raleza del estado patológico ántes dudoso. Pronóstico.—No obstante ser tan pesados y mo- lestos los efectos de la ponzoña, es raro que den lugar á la muerte, en los individuos adultos y de mayor edad; aunque no así en los niños, para quienes el pronóstico es tanto más grave, cuanto que son más pequeños y 14 a estación del año más caliente; el niño de mayor edad que yo he visto morir era de once años. No he visto que la ponzoña del alacran deje alguna consecuencia, si no es la producida por la administración impruden- te de remedios perjudiciales, cosa por cierto muy fre cuente, que se explica por la falta de un agente cura- tivo seguro y la facilidad con que el enfermo toma cuanto se le propone con la esperanza de remediar un estado verdaderamente aflictivo. Tratamiento.—Los remedios y procedimientos em- pleados contra la picadura del alacran son tan nu- merosos, que seria imposible describirlos todos, y además, ocioso, puesto que la mayor parte son evi- dentemente inútiles, ó por lo menos de un resultado demasiado dudoso é infiel. Casi cada familia cree te- ner un agente terapéutico heróico que cuando no pro- duce el resultado que se esperaba, ha sido, menos que por la ineficacia del medicamento, por alguna impru- dencia del enfermo ú otra circunstancia; los vegetales llamados cola de iguana, balbulilla, fresno y otros mu- chos, las cabezas de cerillo tópicamente, el amoniaco, el ácido fénico, la goma del cuagiote, el vinagre y otra multitud de sustancias, son diariamente empleadas con buen resultado por algunas, al ménos en cierto número de casos, malo por otras y dudoso por el ma- yor número. La variedad de medicamentos y su re putacion de infalibles, no quita que el médico recien llegado reciba como primera pregunta, si tiene algún remedio seguro para el alacran, remedio que desgra- ciadamente no se conoce todavía, al ménos que yo sepa, y en las poblacionos donde he observado, y que 15 debería ser buscado con esmero por los médicos que ejercen en la tierra de ios alacranes, para acortar los sufrimientos muy penosos y algunas veces mortales de los emponzoñados, y evitar que con la esperanza de remediar su estado, tomen sustancias reconocida- mente nocivas y que ocasionan males de otro género. El tratamiento debe dividirse naturalmente en dos tiempos: atacar la ponzoña en el punto de depósito, antes de que penetre al torrente de la circulación, y destruirla ó eliminarla en el interior mismo de la eco- nomía cuando la absorción se ha hecho. En el primer caso, claramente se comprende que lo mejor es el tra- tamiento empleado para las ponzoñas en general, y que consiste en evitar la circulación, si se puede, y extraer ó destruir el agente nocivo; lo primero no tiene aplicación sino cuando el animal ha picado en alguno de los miembros; en cuanto á lo segundo, se obtiene de diversas maneras: en cinco casos de inoculaciones recibidas en los dedos ú otro punto de las manos, he practicado una pequeña incisión suficientemente pro- funda para dar sangre, y ejerciendo la sucsion des- pués, no he visto aparecer ninguna manifestación; el tratamiento fué ejecutado casi inmediatamente y los pacientes mismos, al sentirse heridos, habían entorpe- cido la circulación apretando con fuerza el puño cor- respondiente al miembro picado, lo que no debe olvi- darse para explicar el resultado, supuesto que en el mayor número de casos la absorción es casi inmediata. No siempre se puede apreciar la pequeña pápula que se forma en el lugar de inoculación, y entonces, para elegir el punto sobre que debe llevarse el instrumento 16 cortante, hay que consultar al inoculado, que siempre precisa el punto donde se debe obrar; semejante á este procedimiento es el de las ventosas sajadas que mu- chas personas acostumbran; yo conozco á una señora que las ha usado siempre con buen resultado, y es de advertirse que antes de que ella conociera semejante medio, habia sido picada varias veces, resintiendo to- dos los síntomas del emponzoñamiento; se comprende naturalmente que este último medio no tiene aplica- ción á todas las regiones del cuerpo, siendo por tal motivo inferior á la simple insicion seguida de succión, que puede ejecutarse cualquiera que sea el punto he- rido. El amoniaco y ácido fénico han sido empleados tópicamente; aunque no cuento con un número sufi- ciente de observaciones para responder de su eficacia, creo sin embargo que deben tenerla, extrayendo el agente nocivo juntamente con la serosidad que se de- posita en la ámpula, ú obrando de otra manera; he visto la aplicación del amoniaco en una persona que fue inoculada una vez en la región glútea, y otra en un hombre; en ambos casos se formó rápidamente una ámpula y no se manifestó ningún síntoma de que la ponzoña hubiera sipo absorbida. La cabeza de cerillo se usa en polvo y aplicada simplemente sobre el lu- gar, aunque algunas personas le ponen fuego; es un medio poco usado y de eficacia muy dudosa; más po- pular es la goma del vegetal llamado cuagiote, que es una terebintacea; dicha goma se aplica bajo la forma de un pequeño fragmento en el punto de inoculación y se sostiene con un lienzo atado; al cabo de algunas horas se quita la curación. He oido reputar este re- 17 medio como uno de los más eficaces, pero no obstante su popularidad, no he tenido ocasión de ver aplicarlo, ni lo he aplicado yo por haberme parecido siempre superior y preferible la simple incisión seguida de succión, y para los casos en que el individuo se en- cuentra solo y ha recibido la inoculación en un punto donde no puede llevar el instrumento cortante, la aplicación del álcali volátil me parece fácil y racional. Cuando la ponzoña ha penetrado ya al torrente circu- latorio y el individuo es presa de los síntomas, todo tratamiento local es inútil, y el médico tiene que em- plear agentes que destruyan la acción de la ponzoña en el interior de la economia ó que la eliminen rápi- damente. Lo primero se ha querido lograr con la esen- cia de menta, el amoniaco, el ácido fénico y otros, siendo estos los más usados. La esencia de menta fué experimentada en la población de Jojutla de Juárez en los meses de Diciembre del año de 79 y Enero del año de 80: en algunos de los casos que yo vi adminis- trar el medicamento ántes de toda manifestación, real- mente no sobrevino después ningún síntoma, pero los individuos habian recibido ya la incisión en el punto picado: cuando la esencia se dio á personas ya empon- zoñadas, nunca advertí alivio bien marcado. El amoniaco y el ácido fénico al interior son los re- medios más usados, ya para prevenir los efectos de la ponzoña, ya para combatirlos cuando se han manifes- tado; aunque estos agentes parecen ser superiores á la esencia de menta son sin embargo demasiado infieles, y cuando llegan á calmar los síntomas casi siempre lo hacen con lentitud. No conociéndose todavía un agen- 18 te específico en la terapéutica que estudiamos, debe- mos conformarnos con eliminar rápidamente la pon- zoña; idea del inteligente y apreciable Dr. Flores. Parra, que ha ejercido en Miacatlan, población del Estado de Morelos, donde también hay alacranes pon- zoñosos, quien ha propuesto el uso del jaborandi. Tal idea, y tal proposición me han parecido muy raciona- les y fundadas, como voy á indicarlo. Una de las pri- meras precauciones que toman las familias en los ino- culados, es librarlos de la impresión del frió, con cuyo objeto los colocan en su lecho bien arropados y en la recámara más abrigada; generalmente sucede que si el sudor se establece abundantemente los efectos no aparecerán ó serán muy poco intensos; en los indivi- duos en quienes se han manifestado ya todos los sín- tomas del emponzoñamiento es de regla que cuando, la superficie de la piel recobra su calor y la secreción sudoral se manifiesta los ejifermos entran en quietud que se aumenta y se prolonga si la impresión del frió, siempre perjudicial en este caso, no hace exacervar los síntomas. La mayor parte de los medicamentos ad- ministrados en líquidos espirituosos ó en infusión ca- liente consuelan mucho, lo mismo que los baños tan frecuentemente recetados, y que se dán con agua que tenga la mayor temperatura soportable por el cuerpo del paciente, estos son seguidos de permanencia en el lecho y bastante abrigo para mantener el calor. Ul- timanente he tenido la oportunidad de observar dos casos de aplicación de los sudoríficos, y que parecen confirmar la idea del Dr. Flores Parra. Una señora, marchando cerca de su niño de once años de edad, 19 sintió en el cuello el aguijón de un alacran, y al llevar su mano precipitadamente para librarse del animal lo arrojó sobre un pié del niño, donde el animal picó tres veces; la señora se puso por toda curación en el punto herido un parche de monopolis, momentos después aparecieron síntomas de emponzoñamiento; el niño fue colocado inmediatamente en su lecho, y bien abri- gado, después de ligarle el miembro inferior interesa- do, arriba del punto herido; al cabo de pocos instantes un sudor abundante se manifestaba, y ningún síntoma de emponzoñamiento. A una joven, ya con todos los síntomas del emponzoñamiento se le administró elja- borandi á las diez de la noche, al dia siguiente habian desaparecido los vómitos, el tialismo y el meteorismo, persistiendo aun el hormigueo. No pude continuarla observación, ni se admninistró más medicamento. Probablemente es como eliminador, como obra el ioduro de potasio iodurado, que el Sr. Villada me ha dicho saber de persona fidedigna, que se administra en ciertas localidades, con resultado satisfactorio. Naturaleza de la ponzoña y Anatomía patológica. —No he tenido la oportunidad de ver una autopsia, ni sé que se haya hecho alguna vez en el Estado de Morelos. En cuanto á la naturaleza de la ponzoña tampoco la conozco, aunque me han dicho que algu- na persona instruida de la ciudad de Cuerna vaca, afir- ma que el ácido cianhídrico, es el principio activo. También sé que en Guadalajara se han hecho análisis que han dado el mismo resultado, poniendo alacranes en una solución de nitrato de plata. A Sipiuwa.