MEMORIA SOBRE LA ENFERMEDAD PINTADA DE ÜS MIRICAS LLAMADA VÜLGARMKXTK MAL DE FUTO. Tlfl Ó MAL DE LE MANCHAS REMITIDA A LA ACADEMIA DE MEDICINA DE MEXICO PARA KNTRAIt AL CONCORSO POR JOSE jyLJAK/IJA IRYZ PROFESOR DE MEDICINA Y CIRUJIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA DE MÉXICO. EX-ASPIRANTE DEL CUERPO-MÉDICO MILITAR EN EL HOSPITAL DE INSTRUCCION. MIEMBRO DE LA ASOCIACION “LARREY” Y SOCIO DE LA SOCIEDAD * FILOIÁTR1CA. MEXICO IMPRENTA DE JOSE MARIA SANDOVAL: JESUS MARIA NUM. 4 1881 MEMORIA SOBttE LA ENFERMEDAD PINTADA DE US AMERICAS LLAMADA VULGARMENTE UAL DEL FIIIO, lili 3 Mil II LAS 1AIC8AS A LA ACADEMIA DE MEDICINA DE MEXICO PARA ENTRAR AL CONCLUSO ron JOSE JÜLJLttTJi. IRTZ PROFESOR DE MEDICINA Y CIEUJIA DE LA FACULTAD DE MEDICINA DE MÉXICO. EX-ASPIRANTE DEL CUERPO-MÉDICO MILITAR EN EL HOSPITAL DE INSTE CCCI02T. [MIE3IBRO DE LA ASOCIACION “LARREY” Y SOCIO DE LA SOCIEDAD FILOIATR1CA. MEXICO IMPRENTA DE JOSE MARIA SANDOVAL: JESUS MARIA NUM. 4 1881 «14 de Agosto del año de 1879, la Academia de Medicina de México :pidió una convocatoria ofreciendo un premio de $ 500 al autor d mejor estudio sobre la enfermedad designada vulgarmente con el nombre de “Mal del Pinto” fijándose en los puntos siguientes: Su naturaleza, sus formas, marcha y terminación; modo de propagarse; su mejor tratamiento. El Dr. José María Iryz, residente en Iluimanguillo (Tabasco), remitió una Memoria al Concurso que pasó al estudio de la Comisión nombrada por la Academia con objeto de examinarlas que sobre el “Mal del Pinto” le habían sido remitidas, y en la Sesión extraordinaria que tuvo la Academia el 11 de Agosto de 1881 la referida Comisión, compuesta de los acreditados Doctores José Barragan, Eduardo Licéaga y Domingo Orvañanos, rindió su dictámen, que en la parte relativa á la del Sr. Dr. Iryz, se expresa así: “La Memoria núm. 3 está escrita con más detenimiento, revela en su au- tor una observación más atenta, y toca todos los puntos señalados por la Con- vocatoria; pero demuestra ménos profundidad y extensión de conocimientos que la primera Memoria. Los puntos que han llamado la atención de la Co- misión son los siguientes: “1? El autor de esta Memoria ha descubierto, como la primera, el parásito sólo en las escamas del pinto, pero lo estudia con mejor método. Emplea una solución de potasa cáustica que muy pronto pone á descubierto los elementos del parásito, y sin embargo, ni ha hecho su descripción ni mé- nos su clasificación. Remite tres preparaciones de escamas entre vidrios, dos de las cuales llegaron rotas y las tres en tan mal estado, que no es posible su estudio. “2o Se decide el autor por la naturaleza parasitaria de la enfermedad, á pesar de que, como el autor de la primera, sólo ha encontrado el parásito en el período de descamación de las manchas. “3o Divide el pinto en epidérmico y subepidérmico: en el primero compren- de el azul y el rojo, y en el segundo el blanco; distinción que no apoya ni en hechos clínicos, ni en observación directa, ni en consideraciones anatómicas.” 4 Imposible es que el primer ensayo de un trabajo médico, cualquiera que sea, salga completo; los primeros pasos siempre son vacilantes, y el Sr. Iryz en el cortísimo tiempo que la Convocatoria dió, relativamente hablando, sin elementos, pues que se encuentra en un lugar lejano, donde no hay libros ni compañeros con quienes consultar, obsequió los deseos de la Academia con- tribuyendo con su grano de arena al estudio de una enfermedad, cuyas inves- tigaciones están aún en su cuna; su trabajo es, pues, digno de elogio. Cono- cemos mucho al Dr. Iryz; á nuestro lado hizo su carrera, nos cupo la suerte de que sus estudios y observaciones clínicas de algunos años, fuesen hechas ba- jo nuestra dirección en el Hospital Militar de Instrucción y siempre tuvimos en los labios elogios muy merecidos por su dedicación y aprovechamiento. El Dr. Iryz es un jóven médico de porvenir; está en un teatro extenso donde reinan enfermedades cuya génesis está aún envuelta en el misterio; estudie, y estudie sin descanso, acaso logre algún dia rasgar el velo que oculte alguna; su inclinación por el manejo del microscopio le hará familiarizarse con un instrumento tan precioso; es un estudio poco común en nuestro país, bajo sus vidrios podrá acaso sorprender trasformaciones que sólo se sospechan; no des- maye nuestro querido amigo en sus primeros ensayos, ellos algún dia le po- drán dar un lugar entre los apóstoles de nuestra Medicina Nacional. Los términos en que se ha expresado la respetable Comisión que examinó su tra- bajo, no pueden ser más lisongeros: adquiera el Dr. Iryz por el estudio esa profundidad y extensión de conocimientos que han faltado en su primera me- moria; no vacile, no desmaye que el trabajo todo lo vence. México, Noviembre 1? de 1881. Manuel S. Suriano. fONOCIENDO las muchas imperfecciones de que adolecen mis es- critos, me atrevo sin embargo á dirigir este trabajo á los ilustrados socios de esa Academia, persuadido de que lo acogeréis con indul- gencia. Mis intenciones son contribuir con mi grano de arena al estudio del Mal pintado de las Américas, tan propagado en algunos lugares de nuestro vasto territorio; no es otro mi ánimo, estas son mis aspiraciones. Todo lo que aquí diga no será más que el resúltado de mis observaciones clínicas sobre la enfermedad, por espacio de tres á cuatro años, tiempo en apariencia más que suficiente para escribir su historia completa, si no se con- sidera entre la falta de muchos elementos, el de los hospitales para la bue- na observación clínica; pero si para la historia este lapso de tiempo es corto, es bastante para comprobar ó corregir las ideas vertidas en algunas mono- grafías. Si en ésta algunas nuevas se encontraren, han sido ya sospechadas por los autores de aquellas ó previstas por las leyes generales de patología, según el estado actual de la ciencia. Vosotros, que conocéis bien más que nadie, las muchas dificultades que se pulsan en un estudio semejante, sabréis juzgar y tratar éste con benevolen- cia, aunque no corresponda á vuestros deseos. La historia del Mal pintado de las Amóricas se encuentra únicamente en algunas monografías, que en su mayor parte participan de los errores y su- posiciones del vulgo. No se encuentra descrita por los autores didácticos: to- do queda por hacer, hasta el darle una denominación técnica que esté en re- lación con la idea que de ella debe formarse. Es completamente desconoci- da por los Europeos; ni sus Diccionarios se han ocupado del nombre, sino es el de P. H. Nysten, revisado, corregido y aumentado por E. Littré y Ch. Robín, que da á la palabra carate ó caratée una definición que parece referirse á la enfermedad que nos ocupa. En Chiapas y Tabasco, donde reina endémicamente le denominan Tiña ó el mal de las manchas: en las otras partes de la República, Mal de Pinto ó Pinto únicamente, voz que no se encuentra en el Diccionario español; debe- ria decirse “Mal pintado” en tal caso; sin embargo, conservarémos la expre- sión vulgar. Siendo nna enfermedad que produce una gran impresión al que la ve por pri- mera vez, causa extrañeza que el Barón de Humboldt nada haya dicho en su “Ensayo sobre la Nueva España5” quizá no tuvo oportunidad de cono- cerla. Su origen se pierde en el arcano de los tiempos; y aunque la palabra ha sido aplicada por los españoles, es indudable que existia ántes de la con- quista, aunque se puede asegurar que no estaba tan propagada como al pre- sente. Para el estudio del sugeto la Academia de Medicina se fija en cuatro pun- tos principales: Io Su naturaleza. 2? Sus formas, marcha y terminación. 3? Modo de propagarse. 4? Su mejor tratamiento. Siguiendo el órden que nos convenga, desarrollarémos en esta Memoria cada una de estas cuatro partes. Descripción, sus formas ó variedades- La enfermedad se manifiesta por una erupción de la pie'l con colores ex- teriores y caractéres anatómicos muy diferentes; comienza sin ningún cam- bio en la salud general, por una mácula en un punto cualquiera del tegu- mento externo, siendo algunas veces tan poco aparente, que los enfermos no la perciben; desde el primer momento de la eflorescencia existe prurito más ó mónos intenso y una descamación apónas visible ó muy abundante. La piel lia llegado á ser en ese punto más reseca, áspera y rugosa en algunos, untuosa y húmeda en otros. Del lugar primitivamente afectado, la enfermedad se ex- tiende en todas direcciones, propagándose más en el lado donde la descama- ción es más abundante. Algunas veces se ven aparecer varias máculas, que aumentando en dimensiones, quedan separadas unas de otras, ó acaban por confundirse. La erupción no invade los dos lados del cuerpo con simetría. Las máculas arredondadas ó irregulares no se asemejan por su forma. Los pintos desprenden un olor característico, más fuerte cuando sudan; algunos lo asemejan al de la ropa sucia que ha permanecido en un lugar húmedo. No hay proceso inflamatorio; la digestión se hace bien, lo mismo qué el sue- ño; algunas veces éste es perturbado á prima noche por el prurito, hora en que generalmente es más intenso. Ninguna otra función es alterada. Forma, variedad.—El proceso patológico difiere según la coloración de la mácula. Estas son negras, azules, rojas ó color de rosa y blancas. Hay, pues, cuatro variedades, según su color. El azul y negro presentan manchas superficiales que parecen estar situadas sobre la epidérmis, las otras dos al 7 contrario, parecen haber alterado más profundamente la piel hasta la capa mucosa; por sus caractéres anatómicos se puede dividir el pinto en dos cla- ses: epidérmico y subepidérmico, Describirémos cada una de estas variedades aparte. 1" Pinto epidérmico, negro y azul.—La erupción invade primitivamente cualesquiera de las partes del cuerpo, los párpados, los labios, la frente, los carrillos, el cuello, las orejas, el tronco, los miembros, hasta el cuero cabellu- do; nunca la planta de los piés ó la palma de las manos. Las manchas de un color negro ó azul, son discoides ó arredondadas al principio, irregulares des- pués, perfectamente circunscritas en todos sus contornos ó perdiéndose in- sensiblemente con la piel sana, ó bien circunscritas en un lado de su contor- no son marginadas en el resto. Al tacto se nota una ligera elevación en los bordes de la mácula, que es áspera, reseca y rugosa en cierta época de la en- fermedad, húmeda y pegajosa en otra. No hay flogósis, por la presión no cam- bia de color, la sensibilidad es normal. Hay desde el principio una descama- ción continua, primero imperceptible ó furfurácea y poco abundante, después por grandes placas hasta del tamaño U,0Ü1 cuadrado. Estas escamas son pla- nas, resecas, de forma poliédrica, gruesas, de un color blanco sucio. Cuando la descamación ha llegado á su apogeo, ó en ciertas personas, la mancha pre- senta el aspecto de un pavimento enladrillado, la epidérmis parece levanta- da y dividida en partes cuadradas ó poligonales. El prurito es un fenómeno constante, tanto más intenso cuanto que la descamación es más abundante. La enfermedad ya queda reducida á manchas de dimensiones más ó ménos grandes, ó bien acaba por invadir el cuerpo de una manera uniforme, lo que sucede generalmente con el pinto negro; entónces el individuo tiene un as- pecto extraño, con el tipo de indio ó caucásico, tiene el color del negro de Africa. En esta forma, sobre todo cuando la enfermedad ha llegado á su des- arrollo, se nota en algunos puntos de la superficie de la piel tubérculos ás- peros, arredondados ú ovalados, duros, poco dolorosos, del tamaño de un gra- no de frijol y áun el de una nuececilla. El pinto negro y azul es el más común; generalmente la enfermedad co- mienza por una de estas formas y ya queda reducida á ésta 6 bien se puede mezclar con las otras, siendo de notarse que el lugar invadido por las prime- ras, que generalmente persiste (con algunas excepciones), no es ocupado por las segundas, sino que se desarrollan en partes que hasta entónces habían per- manecido sanas. 2“ Pinto subepidérmico, blanco, rojo ó colorado.—Aparece bajo la forma de máculas de la piel, blanco-mate, pálido, semejante al tejido cicatricial, ó co- lor de rosa ó rojo moreno, aislados, poligonales, arredondados ó irregulares; bien circunscritos los blancos por un halo oscuro, como si el pigmento hubie- se pasado del centro á la circunferencia; marginadas las rojas. La superficie lisa no es ni elevada en las partes adyacentes ni deprimidas. Al tacto se di- ferencian estas máculas de la piel vecina sana, además del color, por una sen- sación áspera, rugosa, reseca (ménos que en la forma antecedente), algunas veces húmeda y como glutinosa. La sensibilidad de la mácula es ligeramente 8 disminuida, su temperatura y sus funciones de secreción son iguales al de los tegumentos sanos. La piel en este punto afectada, es más dura, más resisten- te, más condensada, sobre todo en el blanco donde los capilares parecen ha- ber disminuido. La descamación, ménos abundante que en la forma prece- dente, por lo general es furfurácea, y cuando se hace por escamas, éstas no alcanzan las dimensiones de las de aquellas. El prurito, fenómeno constante, es proporcional á la descamación. La superficie de las manchas es de un aspecto brillante, su aumento en di- mensiones se efectúa del centro á la periferia, ya lentamente ó ya con bas- tante rapidez. El color es uniforme ó presenta en su interior islotes de pig- mento, como si esta materia hubiese resistido allí á su destrucción. El des- arrollo de la enfermedad se hace por una sola mancha ó por varias, que ya permanecen bien circunscritas y ya se reúnen invadiendo así un miembro de coloratio dischromatia, ó una parte del cuerpo ó el cuerpo todo entero lenco- dermia. ** En el Pinto blanco generalmente los pelos que se encuentran en el lugar de las máculas sufren un cambio de color; llegan á ser también blancos, y al- gunas veces, además de la atrofia pigmentaria, presentan alteración en su es- tructura, son quebradizos, pequeños, delgados y lanuginosos. El Pinto blanco y colorado, lo mismo que el negro y azul, comienzan por un punto cualquiera de la piel; cara, cuello, miembro, tórax, etc., esta forma, sin embargo, tiene cierta predilección por las articulaciones. La enfermedad principia por el blanco ó colorado, y en seguida se puede mezclar como lo he dicho, con la forma precedente. No es raro ver á un indi- viduo con dos ó tres de los colores descritos, dándole á sus facciones un aspec- to extraño, horrible y repugnante, y si á esto se agrega el mal olor que des- piden, se comprenderá por qué es tan temible la enfermedad en cierta clase de gentes. Marcha y terminación.—La enfermedad aparece en un lugar de la piel que hasta entónces habia estado sano; ó bien, y es lo mas general, se desar- rolla adonde los tegumentos sufren de alguna erupción exantemática ó vesi- culosa como el eritema, el hérpes, el eczema, etc. La marcha de la enferme- dad es esencialmente crónica. Algunas veces permanece una mancha meses Ia He visto un individuo de raza india, sirviente de una hacienda próxima al pueblo que habito; le conocí cuando joven sin ninguna mancha. Hoy tiene uno de los miembros inferiores, desde el pié hasta la mitad del muslo, blanqueado por la enfermedad del Pinto. La mancha uniforme es completamente blanco-mate, limitada perfectamente por una aureola circular más oscura, de pigmentación. Los pelos de la región invadida son blancos y pequeños. Comparando los dos miembros inferiores parecen de individuos di- ferentes. 2a—En otra hacienda, cerca de San Antonio de Cárdenas, tuve oportunidad de ver á un anciano que el Mal del Pinto le ha producido un albinismo completo. La cara, el cuello, los miembros superiores é inferiores y el tórax, están completamente blancos. La piel parece glauca como si hubiese sido untada de un polvo fino de almidón ó arroz. El pelo cano. 7 afios con pequeñas dimensiones, sin tendencia á propagarse; esto sucede con el blanco y colorado sobre todo, miéntras que las manchas del azul y negro tien- den continuamente á extenderse y por lo general estos son más acelerados en su desarrollo. La marcha es tanto más rápida cuanto más abundante es la descamación. Muy rara vez invade uniformemente toda la superficie del cuer- po; casi siempre se pueden encontrar lugares donde la piel conserva sus ca* ractéres. Si el individuo no trata de curarse, será una enfermedad que lo acompaña- rá toda la vida. Algunas veces, sin embargo, cuando la mancha ha adquirido su completo desarrollo, rara vez ántes, la descamación y el prurito cesan, la enfermedad parece haber terminado espontáneamente. La piel no recobra sus propiedades anteriores, es verdad, pero presenta los mismos caractóresde la de individuos que han sido sometidos á un tratamiento apropiado. A esta época la enfermedad ha perdido también sus propiedades contagiosas ó ha llegado á ser menor esta tendencia. Diagnóstico.—Es más ó ménos sencillo según la forma y la época del des- arrollo. Cuando está generalizada en la superficie del cuerpo, y ofrece man- chas de dos ó tres colores, el diagnóstico es sumnruente fácil; hasta ver a] in- dividuo para reconocer la enfermedad. En efecto, no se le puede confundir con ninguna otra afección; qué aspcqto más característico de ella cuando presenta una persona la piel de la cara dibujada con manchas negras ó azu- les, con intervalos donde el color es el natural, salpicado de blanco-mate más marcado de un bulo de la cara que del otro. Los miembros superiores é inferiores, negro 6a?nl también, blanco en la piel que cubre las articulacio- nes y en medio de estas máculas Llancas islotes de pigmento más oscuro 6 negro. Si á esta cplomcipn tan variada se agrega, ¡mu descamación furfurácea ó por placas; segundo, una bromidrosis característica; tercero, al tacto una sensación especial de los lugares afectados, se comprenderá qué fácil es el diagnóstico en esta circunstancia que es generalmente la más co- mún; es decir, la enfermedad á la época de su completo desarrollo presenta por lo común dos ó tres colores. Pero si e$ muy sencillo en estas condiciones, es al contrario muy difícil cuando no afecta más que una sola coloración, y sobre todo cuando principia; entónces es muy fácil confundirla con otras varias afecciones, Las manchas del pinto negro se asemejan á las del mal de Addison. Una observación aten- ta bastarla para distinguirlas: las primeras son más oscuras; el borde que li- mita la piel sana es más bien circunscrito; son más ásperas, más resecas, hay prurito y descamación. Por otra parte, en el Pinto negro no se encuentra la coloración oscura do las mucosas ni los alarmantes signos subjetivos que en el mal de Addison. La diferencia no es tan marcada con las manchas pigmentarias, llamadas manchas hepáticas, Chloasmata, que se observan en la cara, principalmente sobre la frente, sobre el tronco y las extremidades, de magnitud variable, desde un centímetro hasta el de la palma de la mano. Se distingue el pinto negro de estas manchas, por el color que es siempre más subido, por la des- 9 10 carnación y el prurito, por la aspereza de la piel, y por último, en su marcha, que es siempre un poco más activa. Cuando la enfermedad ha invadido toda la superficie tegumentaria ó gran parte de ella, se puede confundir con el melasma negritics cutis y principal- mente con la pitiriasis negra. Sin embargo, el color del pinto negro es más uniforme, más oscuro; á esta época en algunos lugares hay tubérculos más ó ménos desarrollados; la descamación y el prurito son dos fenómenos muy co- munes en éste. La confusión no existe con el ncevus spilus; éste generalmente es solita- rio y congénito. No hay individuo que nazca con el Mal del Pinto. Es inoficioso establecer la diferencia entre las manchas equimóticas y es- corbúticas con las del Pinto negro, porque un ligero exámen, los anteceden- tes y los síntomas generales las harán fácilmente distinguir. El Pinto azul sólo se podria confundir con las manchas azulejas producidas por el disparo de una arma de fuego á quema-ropa; bastan también los ante- cedentes y el exámen de las manchas para diferenciarlas. El diagnóstico del Pinto blanco con las manchas del vitÍligo presenta tan sérias dificultades, que muy á menudo no se puede fijar la naturaleza de la enfermedad (recuérdese que se trata de establecer la diferencia cuando la enfermedad afecta un sólo color y está principiando). En efecto, manchas blanco-mate, brillantes, más ó ménos orbiculares ó irregulares, sin elevación visible ni depresión con las partes adyacentes, rodeadas de una aureola más oscura y ligera descamación, son signos exactamente semejantes para las dos afecciones. Hay sin embargo, algunos caractéres que pueden facilitar el diag- nóstico: el Pinto blanco tiene un color más brillante, más descamación y casi siempre prurito; pero el signo más característico es la constante palidez que presenta la mácula de éste, aunque se apliquen excitantes exteriores como el calor y el frío, vejigatorios, sinapismos, cáusticos, contusiones, la coloración blanco-mate no se altera, parece que los capilares han sido completamente atrofiados. Cuando la enfermedad se ha generalizado, se distingue de la leucoder- mia, porque en ésta la piel conserva más sus caractéres normales, mién- tras que en aquella hay descamación y prurito, y cuando han pasado estos síntomas transitorios la piel es arrugada, áspera, untuosa al tacto. El Pinto colorado no se confunde por sí solo con ninguna de las diferentes clases de mácula; lo que acontece á menudo es que algunas veces es tan po- co acentuada la coloración que ha pruducido, que se duda si ésta es normal ó anormal; en las personas de piel blanca parece únicamente que la riqueza de los glóbulos rojos de la sangre ha aumentado; en las de piel morena se forma una mezcla de este color y rojo que algunas veces apénas es percepti- ble, y no llama la atención del enfermo si no es por la descamación y el prurito. Los caractéres diferenciales de Mal pintado son pues: primero, una colora- ción anormal; segundo, descamación y prurito; tercero, un olor especial; cuar- to, una sensación particular al tacto; quinto, en el blanco y colorado un as- 11 pecto brillante. En resúmen, el diagnóstico es sencillo cuando la afección lia llégado á su completo desarrollo, y presenta dos ó tres colores, difícil y áun imposible cuando afecta una sola forma, y sobre todo que principia. Pronóstico.—La enfermedad no puede ser grave; las únicas consecuencias que trae para las personas atacadas es la deformidad muy aparente, y bajo esta relación, el colorado y el blanco sobre todo, dejan después de sí estigma- tas indelebles, pero no ocasionan ninguna otra molestia. Si se abandona á sí mismo, generalmente acaba por invadir todo el cuerpo, pero puede detenerse ántes, perder sus propiedades contagiosas, el prurito y la descamación se de- tienen y el proceso patológico parece espontáneamente curado. Siguiendo un tratamiento apropiado todas las formas son curables, al mé- nos cuando no han invadido todo el tegumento externo. Las manchas se han visto desaparecer y la piel tomar sus propiedades naturales por una via de re- gresión: la del Pinto blanco, sin embargo, cuando ha llegado á ciertos lími- tes permanece inalterable, aunque algunos usando ciertos medicamentos creen haberla visto adquirir el color de las partes sanas (es dudoso). La enfermedad cede tanto más fácilmente á los medicamentos apropiados, cuanto que las escamas son más gruesas, y en este caso también la piel vuel- ve generalmente á reintegrar su coloración; otro tanto se puede decir cuando la enfermedad comienza. Etiología, naturaleza y modo de propagarse. La enfermedad es endémica en algunos lugares de Sur América, Centro América y en algunos Estados de la República mexicana, como son Guerre- ro, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y al Sur de Yeracruz; en estos Estados hay pue- blos donde es rara la persona que tiene la piel sana. Ataca á todas las edades, á los dos sexos sin distinción de temperamento ni constitución. Ningún individuo nace con ella, pero generalmente la ad- quiere muy temprano, cuando las personas que le cuidan la padecen. Los ni- ños parecen estar más predispuestos que los viejos, y las personas que tienen exantemas, vesículas ó pústulas de la piel, que los que la tienen sana. El Pinto se observa en los pueblos donde no está completamente genera- lizado, entre la gente pobre. No todas las razas están igualmente predipuestas; la raza india es más sus- ceptible, después los mestizos (mezcla de blanco é indio), en seguida los mu- latos, y en último lugar los blancos y negros; éstos sobre todo parecen refrac- tarios á la enfermedad. Hay varias opiniones acerca de las causas ocasionales del mal del Pinto, y aunque ninguna de ellas puede sufrir un exámen severo, vamos á pasarlas en revista, ya porque son vulgarmente admitidas, ya porque algunas de ellas son aceptadas por algunos médicos. 1? Se cree que la produce la alimentación de la carne del cerdo, ó más bien la manteca de este animal que se usa exclusivamente en la preparación de los alimentos. Esta causa no puede ser cierta por varias razones: en primer lugar, todas las Américas españolas usan generalmente la manteca, y el Pin- to no se observa en todas; en segundo, los pueblos donde el Pinto está muy desarrollado son quizá los que ménos uso hacen de esta alimentación. 2n. Algunos atribuyen la causa de la enfermedad á la picadura de algunos insectos, y principalmente á la del “jejen,” especie del género Empis, del ór- den de los dípteros. La picadura de este animaliüo produce una viva irrita- ción, y según algunas personas inocula un veneno que es la causa del mal. Esta opinión es debida á que la enfermedad comienza algunas veces en un punto de la piel que ha sido atacada por el insecto. Es muy común el ani- mal en algunos lugares donde se observa el Pinto, pero en otros apénas se co- noce. Esta idea en apariencia tan poco probable, vcrémos qué puede tener de verdad cuando tratemos de la verdadera causa. Estas opiniones son de las que principalmente participa el vulgo; pero las tres que enumerarémos á continuación son las que creen sostenible los hom- bres de ciencia. 3" Personas ilustradas, queriendo buscar una semejanza entre la pelagra y el Pinto atribuyen la causa de éste á un hongo que se produce en el maíz que ha permanecido en el lugar húmedo y oscuro; este vegetal que se mani- fiesta en la extremidad del grano se llama oidium del maíz, verdct ó ver- derame. Esta causa que áun para la pelagra no está suficientemente demos- trada, no la podemos admitir como cierta supuesto que la alimentación por el maíz es muy común entre los indios y algunos pueblos de lavRepública, y la enfermedad sólo es limitada á algunos lugares; por otra parte, ¿cómo obra- ría esta causá? ¿por una falta de nutrición que ocasione el grano descompues- to produciendo una nosorgamia? ¿ó por un envenenamiento de la sangre por el parásito, dando lugar á una nosohemia? ¿ó bien seria por su sólo contacto sobre la piel? 4o La causa más admisible hasta aquí, y que creen algunos que puede ex- plicar mejor que otro los efectos patológicos ó fisiológicos producidos, está en el agua que beben los pintos. Entiendo que según esta opinión, la enferme- dad seria una nosohemia ó una nosorgamia, y no una afección local eruptiva de la piel. Sin embargo del respeto que se tiene á lós que sostienen estas ideas, creo qne la mayor parte de los hechos no las corñprueb&n; al contra- rio, si se dirige la atención, no ya sobre los fenómenos morbosos, sino única- mente sobre las aguas que toman los enfermos del Mal pintado, encéntraré- mos una gran diversidad: los unos beben aguas gordas, btrbs delgadas; ya muy cargadas de sales ó conteniendo muy poca en disolución;-de pozos, de arroyos, de rios pluviales, mas sobre todo hay pueblos que colocados sobre los mismos bordes de un rio, del que toman sus aguas para tedós siís usos, son alternativamente de pintos: para comprobar este hecho basta recorrer las márgenes del rio Grijalba desde su nacimiento hasta su dcsembócadura; des- de su origen no se encuentran pintos sino hasta el pueblo de Chiapas; de aquí vuelve á desaparecer hasta Malena, donde es muy abundante; Huiman- guillo tiene algunos, en San Juan Bautista y Frontera muy escasos, aunque 12 13 on esta última población beben agita de pozos. Pero el siguiente hecho des- vanece completamente la idea que atacamos, hecho que llama mucho la aten- ción de las personas que han notado el cambio. Hay un pueblo de indios en la Chontalpa, distrito de Tabasco, situado á orillas de un riachuelo, del que beben sus aguas; pues bien, en este lugar dícese que en una época, no muy remota, ninguno de sus habitantes era pinto, y hoy casi todos tienen el pinto colorado, bebiendo de las mismas aguas. 5? No citaré más que de paso á la infección sifilítica, que algunos creen que puede ser su origen por la semejanza de tratamiento para las dos enfer- medades. Ahora bien, si ninguna de las causas enumeradas puede explicar el proceso patológico, ni puede ser general, es necesario buscar una inás cierta ó por lo ménos más probable. Creo haberla encontrado, vamos á describirla. Si al comenzar la enfermedad se aplica sobre la mácula un vejigatorio ó un cáustico, cal viva, por ejemplo, como lo han hecho algunos, de manera de destruir la epidérmis, ó bien una solución de bicloruro de mercurio, la enfer- medad desaparece ó puede desaparecer, y desde entónces, por lo ménos al principio, no es ni una nosohemia ni una nosorgamia, es una afección com- pletamente localizada al lugar déla erupción; así también nos lo indican los síntomas generales; es necesario pues buscar la causa en la misma mácula ó en lo que le ha dado origen á ésta, fuera de la sangre ó del organismo. Vista con una lente la piel de un pinto ofrece el aspecto granugiento de la corteza de una naranja bien madura y cierta exageración en las arrugas naturales, en ciertos lugares grietas y escoriaciones visibles á la simple vista que se han producido I03 mismos enfermos con las unas á consecuencia del prurito. Nada nuevo, pues, se observa por media do la lente, pero si se ar- ranca una escama ó más bien si se procura una de aquellas que están al caer en una persona que tenga el Pinto en plena descamación, y se somete esta escama á la observación microscópica encontrarémos: Io Sin ayuda de ningún reactivo: tina superficie confusa donde apénas se puede distinguir sin claridad una que otra celdilla, trasparente en unas par- tes, oscura y arborescente en otras, brillante toda la superficie ó presentando manchas rojas como sangre coagulada. Algunas veces se encuentran atrave- sando esta escama, ó bien sobre sus bordes libres y flotantes, filamentos blan- cote perfectamente distintos. 2o Si se pone á la escama tina gota de tinttira de yodo, la preparación se hace más confusa y no le da otra colóracion que la propia de este reactivo. 3? Si en lugar de hacer uso de la tintura de yodo so emplea el ácido acé- tico ó el acetato de sosa, no se observa ningún cambio en la preparación. 4? Si se pone á, la escama una solución concentrada de potasa cáustica, se ven: primero, desprenderse é hincharse una multitud de celdillas, invisibles hasta entónces, arredondadas, sin núcleo algunas, con núcleo evidente otras, de contenido blanco. Toda la escama, ó la mayor parte, se disuelve en una multitud de estas celdillas, que van desagregándose de la periferia al centro; segundo, una vez separadas las celdillas se puede observar con más claridad 14 estos filamentos blancos (cuando la escama los contiene); algunas veces no hay más que uno ó fragmentos de él, otras se ven varios y confusamente mez- clados entre sí. Cada uno de estos fragmentos se presenta como una lista blanca desprovisto de clorofila, completamente trasparente, de contenido cla- ro en algunos lugares; una que otra granulación, seiscientas ú ochocientas ve- ces más largos que anchos, más gruesos en una extremidad que en la otra, no presenta ramificaciones, algunos parecen nacer de un tronco común; estos filamentos tienen un contorno perfectamente limitado por dos líneas paralelas; en algunas de sus partes se notan articulaciones. En la extremidad afilada se ve algunas veces un grupo de pequeñas celdillas que se separan después de algún tiempo, cuando la solución es bien concentrada; tercero, algunas partes de la escama no sufren alteración. En resúmen, por medio de la potasa cáustica, y vista al microscopio una escama de pinto, se compone de celdillas epidér- micas y quizá esporos, de filamentos que tienen el aspecto de tobas de micelium y materias desecadas que no se desagregan por este reactivo. La enferme- dad pertenece, pues, á la clase de las dermatomicosis. * Ahora bien: admitiendo como ciertas estas observaciones, varias preguntas sugieren desde luego á la mente. ¿El micrófito es igual en todas las formas del mal, es decir, es siempre el mismo, ó bien varía según la forma? ¿O de otra manera, el hongo del Pinto negro, por ejemplo, dará siempre el Pinto negro, ó cualquiera otra de las variedades y recíprocamente? Proviniendo de una sepa común, ¿varía de propiedades en relación con la forma que deter- mina? No he podido encontrar el hongo en la forma blanca y colorada, sólo en el negro y azul, y no en toda época; la más propicia es cuando la enfermedad está en plena descamación. Sin embargo, nos adelantamos en decir que el hongo es el mismo, y las formas de coloración dependen quizá de la situación que ocupa en la piel, ya primitiva ya consecutivamente. En el negro y el azul, como hemos dicho, parecen afectadas las capas superficiales de la epidérmis, miéntras que los otros atacan más profundamente la piel, y sobre todo el blanco, que ha modificado hasta la circulación capilar de la mácula. De aquí también es fácil explicar por qué el Pinto blanco se manifiesta de preferen- cia en los lugares donde el tegumento cutáneo es más flojo, más delgado, más fácilmente atacado en su espesor. Además, este hecho nos explica por qué el Pinto negro y azul suelen dar lugar á los otros dos, miéntras que la recípro- ca no sucede; es decir, cuando el micrófito ha pasado las capas epidérmicas que ha alterado más profundamente la piel, las coloraciones roja y blanca deberán manifestarse. Si la enfermedad es parasitaria, como lo creemos, el contagio es evidente, muchos hechos lo comprueban; veamos cuáles son las circunstancias más fa- vorables bajo las cuales se efectúa. Sabemos que la humedad y el calor son una de las principales condiciones * Remito á esa respetable Academia uaas preparaciones, que tal vez lleguen en buen estado, para que rectifiquen ó ratifiquen mis observaciones, y en este caso alguno de sus inteligentes socios podrá dar una descripción exacta y completa del parásito. 15 para la vida de los hongos; es así como se ve la enfermedad desaparecer á medida que se acerca á los lugares frios y secos. La suciedad, las malas con- diciones higiénicas, son otras causas propias para el desarrollo del vegetal. Las personas sometidas, pues, á estas cuatro influencias están más predis- puestas á contraer la enfermedad. . Todas aquellas personas que están afectadas de exantemas, pústulas y en- fermedades vesiculosas presentan un terreno más propio para el desarrollo del hongo, y están, por consiguiente más predispuestas al contagio que aque- llas que tienen la piel sana; la enfermedad se propaga más fácilmente en su período de descamación, y bajo esta relación el epidérmico es más contagioso que el sub-epidérmico. Cuando ha llegado á su último período parece perder sus propiedades contagiosas; esto explica por qué en un matrimonio uno de los consortes es completamente pinto y el otro tiene la piel sana. El contagio se hace por contacto directo ó indirecto ó por inoculación. No se han hecho experiencias de inoculación, pero quizá ciertos insectos inoculen el esporo en la piel; es así como se puede explicar esta idea muy común, y que parece ser cierta, que el “jejen” produce el Pinto. Las otras condiciones de desarrollo de la enfermedad son las mismas que la de las otras dermatomicosis. Las leyes de profilaxia se deducen fácilmente de las leyes de su propagación, TRATAMIENTO. Algunos individuos se habitúan á la enfermedad, y hay quienes digan cuan- do se los propone la curación que su mal no pesa; sin embargo, muchos de ellos, y las mujeres en general, procuran deshacerse de una enfermedad tan repugnante. Muchas sustancias se han preconizado; entre otras y las más usuales son la zarzaparrilla smilax médica, el yoduro de potasio, algunas pomadas, cier- tos ungüentos, etc. La zarzaparrilla es una sustancia que no tiene ninguna influencia sobre el mal. Otro tanto se puede decir del yoduro de potasio, que se aplique ántesó después de las pomadas mercuriales cuando éstas no han dado resultado. Es- tas preparaciones son las que se han usado con mejor éxito hasta hoy. Algunas personas dan purgantes muy repetidos de calomel, hasta conse- guir la estomatitis, otras aplican el ungüento napolitano hasta conseguir el mismo objeto. Estas dos prácticas dan por lo general buen resultado, pero provocan muy pronto la inflamación de la boca, y la enfermedad cede tanto mejor cuanto más se hace esperar ésta. El método que hemos usado y que se ha logrado casi siempre es el si- guiente: 16 Rp.—Protoyoduro de mercurio 1,00 Extracto de opio 0,25 Para cuarenta píldoras á tomar dos al dia. Solución de Ilardy para las m anchas de la piel. Agua 250,00 Bicloruro de mercurio 1,00 Acetato de plomo y sulfato de zinc, ana 4,00 Alcohol c, b, para disolver el bicloruro. Lavatorio para los lugares manchados. Generalmente bajo la influencia de este tratamiento la enfermedad comien- za á ceder á los diez ó quince días de usarlo. Las manchas blancas, como lie dicho que han alcanzado ciertas dimensiones, no desaparecen, aunque no si- guen creciendo. Referiré la siguiente experiencia hecha sin ningún éxito. Se trataba de una persona que tiene en el rostro una mancha blanca que no progresa después que se le administraron preparaciones de mercurio; lar- ga, como de 0,005m y ancha como de 0,003m: le apliqué vejigatorios con la idea de provocar la pigmentación que se produce en el lugar donde ha sido colocado este medio terapéutico; no cambió el color pálido en color rojo. Hi- ce aplicaciones de tintura de yodo simplemente ó levantando ántes la epidér- mis; el mismó efecto. Usé una solución concentrada de coral en ácido acé- tico que un comprofesor me aconsejó, lo mismo que la solución de Hardy, y todo fué en vano. Cuando la enfermedad comienza, basta la aplicación de un vejigatorio ó de un cáustico ó de unciones de pomada mercurial ó simplemente del lavatorio indicado. Huimanguillo (Tabasco) Moyo 15 de 1880.