ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE HIDROTERAPIA Facultad de Medicina de México MIS CONSIDERACIONES SOBRE HIDROTERAPIA TÉSIS PRESENTADA AL JURADO CALIFICADOR EN BL EXAMEN GENERAL DE MEDICINA, CIRUGÍA Y OBSTETRICIA POR RAMON S. HUERTA Alumno de la Escuela Nacional de Medicina. MÉXICO IMPRENTA DE FRANCISCO. DIAZ DE LEON, Calle de Leudo Númer<*3. | _ j,í 1 - - ■ Á MIS QUERIDOS PADRES TRIBUTO DE AMOR FILIAL. AL SEÑOR DOCTOR FRANCISCO MONTES DE OCA TESTIMONIO DE ADMIRACION Y GRATITUD. prójjgp&j AS propiedades terapéuticas del agua fría han sido utilizadas por la medi- ciña, desde tiempos muy remotos, para combatir algunas enfermedades; sin em- bargo, esta práctica no se elevó al rango de sis- tema hasta el presente siglo, en el que muchos ilustres médicos franceses, fundados en la ob- servación y en la experiencia, sentaron, por de- cirlo así, las bases de la hidroterapia. En 1834, un campesino aleman, Priessnitz, se fracturó unas costillas á consecuencia de una caída; y habiéndose sometido á cierto régimen dietético, y empleado para su curación fomentos 10 de agua fría sobre el lugar fracturado, curó á los pocos dias. Fundándose en aquel caso favora- ble, Priessnitz generalizó el procedimiento e in- tentó elevarlo á sistema, naciendo entónces la hidroterapia empírica, cuyas aplicaciones no podian ser racionales en manos de personas tan incultas como el iniciador del nuevo mé- todo. No obstante, sus esfuerzos no fueron es- tériles, pues habiendo despertado la atención de los sabios, estos se dedicaron á estudiar de- bidamente la cuestión. En efecto, vemos que en Francia, desde 1842, Fleury, Becquerel, Scoutetten, Schedel, Amus- sat, Menierey otros, observando los efectos fisio- lógicos producidos por la acción del agua fría sobre el hombre sano y sobre el hombre enfer- mo, y sometiendo á un severo y concienzudo exámen los resultados obtenidos por medio de la hidroterapia como tratamiento de diversas afecciones, la elevaron al rango que le ha de- signado la terapéutica moderna. Por desgracia nuestra, en México se encuen- tran muy raros establecimientos montados co- 11 mo corresponde y dirigidos por hombres cien- tíficos; encomendándose las aplicaciones hidro- terápicas, por lo general, á bañeros ignorantes qne malogran muchas veces los tratamientos mejor combinados de nuestros facultativos. Tales consideraciones han influido podero- samente para resolverme á escribir estos lige- ros apuntes sobre la hidroterapia, los cuales someto, en cumplimiento del deber que la ley me impone, á la benevolencia e ilustración de mi Jurado. Dividiré mi trabajo de la manera siguiente: I. Acción fisiológica del agua fria aplicada al exterior. II. Condiciones que se deben tener en cuenta en sus aplicaciones. III. Aparatos apropiados. IV. Algunas de sus aplicaciones terapéu- ticas. 12 I AcCION FISIOLÓGICA DEL AGUA FRIA APLICADA AL EXTERIOR. HONSULTANDO las obras clásicas que tratan de la materia, hemos encon- trado una gran divergencia de opi- niones á este respecto. Nosotros, para dar or- den y claridad á nuestra exposición, vamos á estudiar sucesivamente la acción que el agua fria ejerce sobre los sistemas nervioso, respira- torio y circulatorio, y finalmente, sobre la ca- lorificación. 1? Acción sobre el sistema nervioso: Se observa en el hombre que tan luego como recibe la ducha en chorro 6 en regadera, encon- trándose el cuerpo á la temperatura normal, experimenta una impresión general y uniforme que se traduce por tendencia al movimiento y contracción rápida del sistema muscular, ha- 13 ciéndose ésta más marcada del lado del pecho, en el cual se tiene una sensación de constric- ción algunas veces penosa; el escroto se contrae también y los testículos ascienden hácia el anillo inguinal externo. Del lado de la piel se nota el fenómeno que se ha llamado chair de poule. Pocos momentos después se tiene una sen- sación de calosfrió y aparece un temblor ge- neralizado. Estos efectos tienen que variar, no obstante, con las siguientes condiciones: temperatura del cuerpo; temperatura del agua; duración de su aplicación, y acción general 6 parcial sobre la economía. 2? Acción sobre el sistema respiratorio: En el momento de recibir la impresión del agua fría se experimenta una dificultad palpa- ble para el ejercicio de la función respiratoria; después esta función se restablece, pero el nu- mero de respiraciones desciende hasta 16 y 15 por minuto. 3? Acción sobre el sistema circulatorio: Bence, Jones, Dikinson y Fleury, no están 14 de acuerdo sobre las modificaciones que sufre la circulación. Los tres primeros dicen que hay una diminución de 6 á 9 pulsaciones por minu- to, y el último nos habla de una aceleración: tal vez esto dependa de que no se han colocado en idénticas condiciones para el estudio de los fe- nómenos fisiológicos. Poitevin y Chossat creen que el baño frió puede disminuir la frecuencia del pulso, 21 á 25 pulsaciones por minuto, y Trousseau y Pidoux opinan que el pulso dis- minuye considerablemente en la primera im- presión de la ducha. Nosotros aceptamos la opinión de estos úl- timos, agregando que bien pronto el retardo de pulsaciones hace lugar á la aceleración de que habla Fleury. Esta aserción se refiere á los baños cuya duración no excede de uno y medio minutos, según hemos creido observar. Como resultado de las modificaciones circu- latorias, la piel aparece descolorida en el primer momento y deja apenas perceptibles las venas superficiales, tomando después una coloración rojiza amoratada. 15 4? Acción sobre la calorificación: Bajo la acción del agua fria disminuye el ca- lor animal, y esta diminución está en relación directa con la temperatura del líquido y con el tiempo de su aplicación. Así pues, mientras más baja es la temperatura del agua y más tiem- po se recibe su influencia, más desciende la tem- peratura del cuerpo. Fleury ha encontrado que hay también una relación fácil de apreciar entre el número de pulsaciones y el descenso térmico: habiendo tomado baños de agua fria de 15 á 20 minutos de duración, notó que al descender la temperatura 4 y 9 centígrados, disminuían una ó dos pulsaciones para aquel descenso de calor. Expondremos á continuación las conclusio- nes á que ha llegado Fleury en sus experi- mentos. “1? Una inmersión parcial en el agua á la temperatura de 9 á 15°, abate la temperatura de la parte sumergida, mano ó pié, 19 y aun 23°; de tal suerte, que existe entre la tempe- ratura de la parte sumergida y su congénere, una diferencia de un grado y medio.” 16 “2* Este enorme abatimiento de la tempe- ratura parcial, no ejerce ninguna influencia so- bre la temperatura general; solamente se nota un descenso en el miembro correspondiente del lado opuesto.” Una inmersión ó una ducha general de 25 minutos á una hora, estando el agua á la temperatura de 10 á 14°, abate la temperatura animal hasta 4o; este resultado se acompaña de una sensación tan penosa para el individuo que la experimenta, que no es posible prolon- garla por más tiempo.” Los fenómenos expuestos hasta ahora cor- responden al período anterior al de reacción; diremos en seguida algo sobre el segundo pe- ríodo, procurando definirlo antes. La reacción es el conjunto de fenómenos pro- ducidos por el movimiento de la sangre, de las visceras hacia la piel, ó lo que es lo mismo, del interior liácia el exterior del cuerpo. En este período la circulación general se ace- lera tomando la de la periferia una actividad ex- cepcional. El pulso se levanta, la piel se euro- 17 jece, la respiración se hace amplia y fácil, la temperatura exterior se eleva, los músculos se sienten más fáciles de contraerse, y se expe- rimenta una notable sensación de bienestar. Como fenómenos consecutivos, se desarrolla el apetito, la digestión se activa, hay mayor resis- tencia para las fatigas, y una impresionabilidad menor ála acción de los cambios atmosféricos. Al mismo tiempo, las funciones del sistema nervioso tienden á equilibrarse relativamente á las manifestaciones de vitalidad que acaba- mos de asentar. Las sensaciones emotivas se aminoran, la inteligencia es más viva, y hay vi- rilidad y energía en todas las resoluciones. En una palabra, se manifiestan con todo su esplen- dor los atributos de la salud más floreciente. Podemos decir con Fleury, cuando habla de la reacción: bajo la influencia frecuentemente renovada y largo tiempo sostenida, de estos fe- nómenos tan insignificantes en apariencia, se ven suceder trasformaciones extraordinarias en el temperamento, en la composición de la san- gre, y en las funciones de la circulación, respira- 18 cion,digestión,absorción,nutrición ¿inervación. Ahora bien: atendiendo á que los efectos de reacción son la base del tratamiento hidroterá- pico, el médico que haga las aplicaciones del agua fria deberá de tener como punto de mira constante producir la reacción y no sobrepa- sarla nunca. Sabido es que si se prolonga mucho el baño frió, las manifestaciones de actividad funcional que hemos descrito, se deprimen, y en vez de obtener una acción excitante se llega á una de- presión más ó ménos nociva y peligrosa. II Condiciones que se deben tener en cuenta EN SUS APLICACIONES. aSSoMO dijimos ántes, en los fenóme- g|j| nos de reacción reside la acción te- § rapéntica de la hidroterapia: ahora bien; los efectos excitantes obtenidos varían 19 con el individuo, con el medio ambiente, y con el modificador. Las condiciones individuales para obte- ner una reacción más ó menos intensa, depen- den de la susceptibilidad del sistema nervioso, 6 de la idiosincrasia nerviosa como la llama Fleury. Se comprende, pues, que la reacción será tanto más enérgica cuanto el sistema nervioso del individuo sea más excitable; en el niño será más fácil que en el adulto, en el adulto que en el viejo, y en la mujer más que en el hombre. Estas aserciones se en- cuentran confirmadas en la práctica, donde se ve, por ejemplo, que la reacción es más viva en una mujer delicada y débil, pero nervio- sa, que en un hombre fuerte, robusto y san- guíneo. El estado de la temperatura animal ántes de la aplicación del agua fria, influye también en el desarrollo de los efectos de reacción. Ele- vada aquella por el ejercicio muscular, ó por la permanencia en un medio seco, como en una estufa caliente, los fenómenos de excitación son muy rápidos, y el calor y el pulso vuelven pronto á la cifra fisiológica.—Fleury dice: “En igualdad de circunstancias, la reacción es tanto más pronta y enérgica cuanto la at- mósfera está más caliente, el individuo se fia en- tregado á ejercicios violentos y el agua fia he- rido con más fuerza la superficie del cuerpo.” Diremos por último que el estado patológi- co puede igualmente modificar la reacción. Respecto al medio ambiente, tendiendo á elevar ó abatir la temperatura del cuerpo, in- fluye sobre la reacción, retardándola ó acele- rándola, según puede observarse comparando los resultados de las aplicaciones fiidroterápi cas hechas en el estío y en el invierno. En cuanto al modificador, su influencia de- pende de su temperatura, de su fuerza de pro- yección, y del tiempo que dura aplicado. Encontrándose muy baja la temperatura del agua, la reacción es pronta é intensa; mientras que hallándose á una alta temperatura, aunque se mantenga aplicada por mucho tiempo, la reacción es tardía y de poca intensidad. 21 La cifra térmica para despertar una reacción rápida y enérgica, varía entre 8 y 14° al máxi- mum. Las temperaturas inferiores á 8o, se pueden utilizar también, teniendo en cuenta que miéntras más bajas sean, la duración del baño debe ser más corta, á riesgo de producir efectos contrarios de los que se solicitan. Hablando de la fuerza de proyección, diré- inos que en las aplicaciones de la ducha, cuan- do hiere ésta la superficie cutánea con vigor, la potencia de reacción es más intensa que cuando se recibe el agua muy dividida o pul- verizada casi, como en la regadera. Con ma- yor razón debe decirse esto de la ducha, com- parada con el baño de simple inmersión. Se ve, pues, que la fuerza de proyección es un elemento que debe tenerse muy en cuenta en las aplicaciones hidroterápicas, pudiéndose sustituir esta fuerza, en muchos casos, con el frotamiento de la superficie cutánea con lien- zos secos y ásperos, con esponjas secas tam- bién, ó simplemente con la mano. A propósito de la acción percutiva, consig- narémos aquí dos importantes reglas que Fleu- ry ha formulado. “ 1* Una ducha muy débil puede tener el in- conveniente de ser ineficaz, pero nunca produ- ce accidentes graves; una ducha fuerte siempre es peligrosa.” “2? Las mejores duchas son las que da un recipiente colocado á diez metros del suelo, ele- vación que corresponde aproximativamente á una atmosfera.” Como se comprende en esta ultima regla, Fleury da gran importancia á la altura de los tinacos; así debia ser en efecto, teniendo en cuenta que ella está en relación muy directa con la fuerza de proyección del líquido. Nos resta, por último, hablar de la influen- cia que tiene la duración del baño frió sobre las manifestaciones de la reacción. Hemos visto ya que cuando la temperatura del cuerpo no es muy elevada, se experimenta al contacto del agua fria una sensación de ca- losfrío acompañada de horripilación, chair de poule, palidez del tegumento externo, y sen- 23 sacion de sofocación. Estos fenómenos apa- recen en un tiempo que oscila entre cinco y cuarenta segundos; de esta cifra en adelante, se sustituyen por los efectos de reacción; sen- sación agradable de calor, enrojecimiento de la piel y respiración fácil. Si en este momento se suspende la ducha, la reacción continua: la temperatura toca arriba de la normal, la cir- culación se hace muy activa, en la periferia sobre todo, y las funciones en general del or- ganismo se verifican con inusitado vigor y energía. Si no se suspende la ducha cuando los fe- nómenos de reacción son manifiestos, aborta esta, siendo reemplazada por efectos contra- rios : sensación prolongada de frió que está en relación con el tiempo de la aplicación hidro- terápica, respiración dificultosa, piel pálida y mucosas amoratadas. Este estado depende de que la sangre, en vez de dirigirse á la periferia, se concentra en los órganos profundos y con- gestiona particularmente los pulmones, el co- razón, el hígado y el vaso. 24 Fleury establece la siguiente regla: “La duración de la ducha debe estar en re- lación con la potencia de reacción de cada in- dividuo.” Regla de muy difícil aplicación práctica, puesto que seria necesario conocer de antema- no la idiosincrasia de los diversos individuos. En todo caso, para obtener un efecto, si no favorable por lo menos no perjudicial, deben hacerse aplicaciones cortas que nunca traen in- convenientes graves. III Aparatos apropiados. R5E5E1 xisten una multitud de aparatos de Wmm formas distintas y de mecanismos i más ó menos complicados, tales como las duchas en regadera vertical, en co- lumna vertical, en lámina, móviles en chorro, móviles en regadera, circulares, etc., etc.; pero 25 nosotros nos ocuparemos únicamente de la descripción de los aparatos más importantes. La ducha en regadera vertical se compone de las partes siguientes: una porción cónica de base inferior, en la cual hay una lámina me- tálica enteramente plana que obtura la cavidad. Esta lámina tiene un diámetro de 22 centíme- tros, y está provista de 262 agujeros de un mi- límetro de diámetro, dispuestos en ocho circun- ferencias concéntricas. Hácia la parte superior ó sea el vértice del cono, éste se continúa con el tubo de conducción del agua, estando en re- lación lateralmente con una llave que abre la comunicación del tubo conductor con la porción cónica llamada regadera. La llave está en re- lación con la extremidad del brazo de una pa- lanca vertical que sirve para la interrupción de la corriente, y el otro brazo de palanca comu- nica con una cuerda que asciende hasta su parte media y desliza sobre dos poleas fijas. La ex- tremidad inferior de esta cuerda se sujeta á un pedal en el cual se coloca el pié izquierdo del operador; así pues, si se comprime dicho pe- 26 dal, se abre la llave por intermedio de la cuer- da y de la palanca, dando paso á una colum- na líquida de tres y medio centímetros de diá- metro. La regadera debe hallarse colocada á dos metros veinticinco centímetros del punto en que descanse el paciente, y la altura del tinaco debe ser de diez metros para que la presión cor- responda aproximativamente á la de una at- mósfera. No es raro, sin embargo, ver en nuestros es- tablecimientos hidroterápicos -colocado el ti- naco á 15 y 20 metros de altura; y como esta circunstancia, según hemos dicho, está en re- lación con la fuerza de proyección del líquido, viene este á chocar con mucha intensidad so- bre la superficie del cuerpo, pues el descenso se verifica además con movimiento uniforme- mente acelerado. Se comprende desde luego que la aplicación hidroterápica, especialmente para ciertos enfermos, puede ser muy peligro- sa : tal sucedió en efecto en aquel caso muy co- nocido, de Becquerel, quien aplicando una du- 27 cha muy fuerte á una jó ven, con el fin de com- batir la histeria, tubo la sorpresa, muy desagra- dable por cierto, de verla sucumbir pocos mo- mentos después. En los establecimientos hidroterápicos se en- cuentra también la ducha horizontal móvil que está dispuesta de este modo: un tubo vertical en comunicación con el depósito, y en el otro extremo del tubo un bitoque que puede mover- se en todas direcciones. Este aparato está des- tinado para las aplicaciones de la ducha á las distintas regiones del cuerpo, agregándose al- gunas veces para dividir el chorro, una lámina de fierro ligeramente encorvada y con una asa inferior colocada sobre la convexidad, que sir- ve para sujetarla con la mano. No nos ocuparemos de los demas aparatos hidroterápicos, porque los juzgamos de una im- portancia secundaria. Los principales son los dos que acabamos de describir, restándonos só- lo, para terminar esta parte, exponer algunas reglas que creemos de grande importancia en las aplicaciones de la ducha: 28 Si en el momento de la aplicación de la ducha, el paciente se agita y se debate queriéndose sustraer á la acción del agua, y manifestando hallarse sofocado, se cerrará inmediatamente la comunicación, considerándose terminado el baño. Suelen encontrarse individuos sumamente impresionables, que con una imaginación muy viva, abultan sus sensaciones; en estos casos, cuando hay necesidad de la hidroterapia, se aplicará la ducha por muy corto tiempo. Si el paciente recibe la primera onda con se- renidad, se prolongará la ducha hasta diez y quince segundos. Terminada la aplicación hidroterápica, se exhortará al paciente á que se frote con vigor toda la superficie del cuerpo á fin de favorecer las funciones de la piel, y provocar más inten- sos los fenómenos de reacción. Se tendrá especial cuidado en que las apli- caciones del agua fria no se hagan estando el cuerpo en estado de sudor debido al ejercicio muscular, pues el ejercicio violento acelera la 29 circulación y la respiración, congestionando las visceras y muy particularmente el pulmón; por lo mismo, no seria prudente agregar á aquella congestión la producida por la acción del baño. En tales casos, debe esperarse que la respi- ración y la circulación vuelvan al estado nor- mal, evitándose no obstante el enfriamiento completo. Siguiendo estos preceptos, se ahorrarán mu- chos males y no se expondrá á casos semejan- tes á aquel que aconteció á Alejandro el Grande cuando se bañaba en las aguas del Cydnus, y que Quinto Curcio refiere con los siguientes de- talles : “En uno de los dias más calurosos de un ve- rano abrasador, llegó Alejandro á las márgenes del Cydnus: la frescura y la trasparencia del agua convidaron al rey, que se hallaba cubier- to de sudor y polvo, á tomar un baño: se des- nudó y bajó al rio, pero apenas hubo entrado en el, todos sus miembros se embararon por un súbito recogimiento, todo su cuerpo se puso pá- lido, y el calor vital le abandonaba al parecer 30 poco á poco; sus oficiales lo recibieron casi mo- ribundo en sus brazos y lo trasladaron á su tien- da falto de conocimiento.” Tal es el sencillo pero elocuente relato que nos ha dejado la antigüedad, sobre los incon- venientes del baño frió, cuando el cuerpo se halla en estado de sudor por causa del ejerci- cio muscular. Una vez terminado el baño, debe recomen- darse á los enfermos que se pongan en movi- miento, no sólo para provocar la reacción, sino también para hacerla completa y duradera: este ejercicio debe prolongarse hasta la aparición del sudor. Con respecto á la aplicación de la ducha en las diversas regiones del cuerpo, es necesario no olvidar, principalmente cuando la ducha es esplenica ó hepática, que siendo corta y enér- gica, contunde y congestiona en vez de ser an- tiflogística como dice Fleury. Hay aún otras circunstancias que deben tenerse presentes en las aplicaciones hidrote- rápicas, si se quiere obtener buenos resulta- 31 dos; pero sólo se logra adquirir estos conoci- mientos con la práctica y la observación. Nues- tro ánimo es únicamente hacer resaltar los pun- tos que creemos más importantes tratándose de la hidroterapia, precioso recurso terapéutico tan olvidado por desgracia entre nosotros. IV Algunas de sus aplicaciones terapéuticas. IFfiKSjlPI L tratar de esta cuestión tendremos en cuenta los efectos fisiológicos producidos por la acción del agua fría, pues es la única manera de darse cuenta exacta de los resultados que se obtienen con la hidroterapia. Dividiremos este estudio en dos grupos. 1? Aplicaciones de la hidroterapia en las en fermedades crónicas. 2? Aplicaciones de la hidroterapia en ciertos 32 estados de debilitamiento del organismo que no se consideran como una enfermedad y que se manifiestan por una especie de atonía fun- cional. PRIMER GRUPO. Muchos de los padecimientos de algunos ór- ganos importantes para la vida, siguiendo en su evolución una marcha lenta y progresiva, producen al cabo de un tiempo más ó menos largo, un debilitamiento general del organismo que toca diversos grados y que se caracteriza en muchos casos por el estado que se llama ca- quéctico: en este estado, cualquiera que sea el punto donde se haya desarrollado la lesión pri- mitiva, ya sea en el corazón, los pulmones ó los centros nerviosos, ya en el tubo digestivo, ó sus anexos, se encuentran siempre manifes- taciones en distintos órganos que revelan el profundo ataque que ha sufrido la nutrición del individuo. La anemia sintomática se presenta entónces 33 con sus más claras y graves manifestaciones, y la hidroterapia es uno de los medios más po- derosos de que puede disponer el hábil prác- tico, para detener en parte la marcha fatal de un organismo que camina á su completo ani- quilamiento. Haciendo una excepción de las caquexias pa- lustre y sifilítica, nosotros no abrigamos la creencia de que en tales casos las aplicaciones hidroterápicas den los resultados favorables que pudieran apetecerse, pues una organiza- ción minada por la caquexia no puede ya res- ponder con vigor á las excitaciones á que se la sujeta, ni tampoco son curables las afecciones que la producen; pero sí se logra muchas ve- ces contrabalancearla por algún tiempo, y dar un poco más de vida al desgraciado que soli- cita los beneficios de la ciencia médica. i Qué más se puede hacer, en efecto, tratán- dose de cánceres viscerales y de degeneraciones grasosas y amiláceas de la economía, que han traído consigo el estado de languidez é impo- tencia á que aludimos? 34 No sucede así en otros casos, por ejemplo en la anemia idiopática, que depende princi- palmente de una alteración de los glóbulos de la sangre ó de los órganos hematopoieticos. El tratamiento por los específicos ó los ferru- ginosos, el ejercicio al aire libre y al sol, unido todo esto á las aplicaciones del agua fria, puede traer consigo una curación completa. Veamos lo que sucede en la sífilis. Sabemos que esta enfermedad crónica y vi- rulenta comienza desde el principio á manifes- tarse con perturbaciones de la nutrición: ane- mia profunda, cansancio fácil, caída del pelo, movimiento febril algunas veces, y nevralgías en distintos puntos del cuerpo. En tales condiciones, las aplicaciones hidro- terápicas unidas al tratamiento específico, dan brillantes resultados. Así era de esperarse aten- diendo á que el movimiento nutritivo que tan vivamente despiertan las aplicaciones del agua fria, viene á compensar los efectos destructores del virus, ó por lo menos á darle fuerza al or- ganismo para resistirlos. 35 Es conveniente también no olvidar que cuando un individuo está bajo la acción de un medicamento, y que al mismo tiempo se le so- mete á la acción de la hidroterapia, ios efectos de aquel son más rápidos en manifestarse, co- mo se ve en el caso citado por Fleury, en el cual 10 centigramos de protoioduro de mercu- rio no produjeron efectos apreciables ántes de la aplicación del agua fria, e inmediatamente después de esta, centigramos de aquella sus- tancia fueron suficientes para despertar la sali- vación mercurial. El envenenamiento palustre, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, y principal- mente en sus formas piréticas, trae siempre consigo la anemia. Se observa en efecto, en la tierra caliente so- bre todo, que los individuos de tierra fria que pasan á aquellos climas, se vuelven la mayor parte anémicos al cabo de cierto tiempo, y esto sin que ofrezcan otros signos de impaludismo que un infarto esplénico acompañado ó no de algunas perturbaciones digestivas. La anemia 36 desarrollada en tales condiciones no puede lle- gar á la caquexia sino cuando el movimiento fe- bril periódico se despierta en estos individuos. En los climas frios sucede de otro modo; es necesario que se presente y se prolongue por mucho tiempo la forma febril del impaludismo para que la anemia de este origen se acentúe y pueda en raros casos producir la caquexia. En cualesquiera, de estas circunstancias el tratamiento hidroterápico produce resultados muy favorables: nosotros hemos visto desapa- recer, después de poco tiempo de la aplicación de la ducha, los infartos del vaso y del hígado, las perturbaciones de la digestión, la anemia, etc., etc., debido esto á la reacción que se ha suscitado y que favorece al movimiento de composición y descomposición del organismo. Agregaremos aún, que si á la hidroterapia se une el tratamiento por los arsenicales y un ré- gimen conveniente, los resultados serán siem- pre satisfactorios. Digamos ahora una palabra sobre ese esta- do tan común en las jóvenes que viven en las 37 grandes ciudades y que ha sido designado con el nombre de clorosis (pálidos colores). En la clorosis se observan los síntomas que se describen á proposito de la anemia, con di- ferencia de lo que tiene relación con el sexo. Sin embargo, no nos parece fuera de lugar ad- vertir que algunos observadores, teniendo en cuenta la época en que se desarrolla con más frecuencia esta afección en la mujer, la tras- formacion importante del organismo (desarro- llo de la pubertad), con quien parece estrecha- mente ligada, las perturbaciones del aparato de la generación que la acompañan, y la pode- rosa influencia de las afecciones morales tris- tes, para producirla aun en las jovenes mejor constituidas; teniendo en cuenta, decimos, ta- les consideraciones, y algunas otras en cuya exposición no podemos entrar sin desviarnos de nuestro objeto, han creido poder referir esta enfermedad á una afección especial de los gló- bulos de la sangre, diferente en un todo de la anemia idiopática ó sintomática. Sin hacernos nosotros solidarios de las ideas 38 que enunciamos únicamente, diremos que la clorosis es una enfermedad rebelde muchas veces al tratamiento más racional, y que solo adunando la hidroterapia á los ferruginosos, á la buena alimentación y al ejercicio muscular al aire libre, se obtienen éxitos favorables. Podriamos seguir presentando una serie de estados patológicos que traen consigo gran- des pérdidas del organismo, y en los cuales da muy buenos resultados el tratamiento liidro- terápico aun cuando no conduzca á la curación completa y definitiva; pero nos limitaremos á citar los siguientes: las congestiones viscerales crónicas, la espermatorrea, el reumatismo cró- nico y las mielitis de igual forma, las conges- tiones medulares, la epilepsia, la histeria y la esclerosis en placas. En los estados flemásicos como la pleuresía, la pneumonía y algunos otros en que queda á veces un exudado persistente por más ó me- nos tiempo, debido á que el organismo no tiene la vitalidad suficiente para verificar su reabsor- ción, la hidroterapia, avivando la circulación, 39 despertando los reflejos, obrando como revul- sivo, favoreciendo las digestiones, acelerando, en una palabra, el movimiento nutritivo, logra la reabsorción de estos exudados, como lo he- mos visto en muchos enfermos sujetos á las aplicaciones hidroterápicas en el hospital mili- tar de San Lúeas. Prolijo seria enumerar todos los estados pa- tológicos en que se debe recurrir á la aplicación del agua fria, pudiendo asentar de una manera general, que en todos los casos en que los mo- vimientos de composición y descomposición no se desenvuelven de una manera regular, ma- nifestándose esto por una perturbación estática ó dinámica que trae consigo un debilitamiento profundo de la economía, ya sea esa perturba- ción hereditaria, como en las diátesis tubercu- losa, escrofulosa, etc., etc., ó bien adquirida, la hidroterapia tiene su perfecta indicación, se- gún la opinión de prácticos tan eminentes co- mo Feury, Becquerel yRodier. 40 SEGUNDO GEUPO. Trataremos brevemente de las aplicaciones hidroterápicas en aquellos casos en que no exis- te de una manera clara la enfermedad, casos en que las perturbaciones del organismo están co- locadas entre la salud y el estado patológico. Tal sucede por ejemplo después de algunas en- fermedades ya curadas, que han dejado tras sí un estado anémico más ó ménos marcado, pér- dida de las fuerzas, gran susceptibilidad ner- viosa y atonía digestiva. Como se ve claramente, nos referimos al es- tado de convalecencia de las enfermedades, donde existe siempre una nutrición incompleta y una depresión funcional. En estas circuns- tancias se obtienen inapreciables ventajas de la hidroterapia cuando no se presenta contra- indicación especial á su aplicación. Podemos también considerar en este grupo al estado que se designa con el nombre de mi- 41 seria fisiológica, terreno fértil en el que pueden desarrollarse gran número de gérmenes pato- lógicos y que favorece principalmente la apa- rición de la tuberculosis. La miseria fisiológica se presenta cuando el individuo se halla colocado en un medio incon- veniente para que se verifiquen de una manera regular las funciones de nutrición, no habiendo entonces la armonía que es necesario que exista para el mantenimiento de la salud, entre el or- ganismo y el medio. Hé aquí las causas que la desarrollan: falta de ejercicio muscular, falta de luz, falta de aire respirable, falta de alimen- to suficiente ó de buena calidad, trabajos inmo- derados, vigilias y toda clase de fatigas. Cuando existe el estado de que hablamos, dice Lacassagne, hay peligro de enfermedad, porque el organismo no puede obrar ni luchar contra las causas morbíficas. Todos los indivi- duos debilitados, se hallan expuestos á las con- secuencias de las enfermedades por enfriamien- to y por absorción de miasmas, á las flegmasías y á las pirexias. 42 Pues bien, contra la miseria fisiológica, las aplicaciones hidroterápicas son un poderoso auxiliar que nunca debe olvidar el médico al instituir el tratamiento conveniente. Vamos á terminar nuestro incompleto tra- bajo. Prácticos caracterizados recomiendan la hi- droterapia en algunas enfermedades agudas, como el tifo, la fiebre tifoidea, las fiebres erup- tivas, etc,, etc.; pero nosotros, ni sabemos que en México se llagan tales aplicaciones, ni he- mos querido ocuparnos de los baños de simple inmersión, que son los recomendados en estos casos. Ramón S. Huerta. Mayo de 1883.