escuela/practica medico milita». ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS CAUSAS QUE DIFICULTAN LA Guraeion de la Blenorragia. s i s QUE PARA LA OPOSICIÓN A LA CÁTEDRA DE "CLÍNICA DE ENFERMEDADES VENEREO-SIFILITICAS” PRESENTA AL JURADO CALIFIFICADOR • JOSE «#. GAYON. # $ Y TENIENTE CORONEL MÉDICO-CIRUJA NO DEL EJÉRCITO, AYUDANTE DE BACTERIOLOGIA EN LA ESCUELA NACIONAL DE MEDICINA, MIEMBRO TITULAR DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA Y DE LA SOCIEDAD médica “Pedro Escobedo.” MEXICO. IMPRENTA DE EPIFANIO I). 0R0ZC0. 13.—ESCALERILLAS— 13 1891. ESCUELA PRACTICA MEDICO MILITAR. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS CAUSAS QUE DIFICULTAN LA Caraeion de la Blenorragia. QUE PARA la OPOSICIÓN A LA CÁTEDRA I)E "CLÍNICA DE ENFERMEDADES VENEREO—8IFILITICA81’ PRESENTA AL JURADO CALIFIFICADOR •’gOSE M. GAYON. TENIENTE CORONEL MÉDICO-CIRUJA NO DEL EJÉRCITO, AYUDANTE DE BACTERIOLOGIA EN LA ESCUELA NACIONAL DE MEDICINA, MIEMBRO TITULAR DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA Y DE LA SOCIEDAD médica “Pedro Escobedo.” MEXICO. IMPRENTA DE EPIFANIO D. 0R0ZC0. 13.—ESCALERILLAS— 13 1891. AJ Sr, Dr. Gac^o. TESTIMONIO DE GRATITUD. cvl GRANDES y trascendentales han sido los que ha producido en las ciencias bio- yylógicas y en el estudio etiológico de las enfer- y®) infecciosas la bacteriología, no es menor el que ha operado en el de la terapéutica de estas afecciones, desde que los trabajos de Chau- veau y Pasteur sobre el carbón y el cólera de las gallinas sentaron sobre bases positivas el conoci- miento de la naturaleza de dichas enfermedades de infección. Y para no tomar más que un ejemplo. ¿Quién po- día explicar la benéfica acción del calomel en la dia- rrea verde infantil, antes del conocimiento de su causa microbiana? ¿De qué manera obraba, cuál era la explicación de su maravilloso efecto contra esa multitud de causas ocasionales, determinantes, etc., de dicho padecimiento, y que tanto abundan en los antiguos tratados de patología? Pero viene la luz con las ciencias contemporá- neas; el virus toma forma, nace, crece y se multi- plica el micro-organismo productor de una afección, se estudian los medios que favorecen su desarrollo así como las sustancias que lo aniquilan, y esta cau- sa esencial, sine qna non, prepondera y dirige ya en lo sucesivo el estudio de toda medida de profi- laxia ó tratamiento. No quiero negar por ésto, la poderosa influencia del medio y demás causas determinantes de un pa- decimiento, pues bien sabido es: que si aquel no contiene los principios necesarios para el desarro- llo del parásito, y estas otras con los cambios de temperatura, de mayor ó menor humedad, con la excitación frecuente de un órgano por el mayor trabajo á que se le sujeta, y tantas otras causas de las llamadas determinantes, no colocan al organis- mo humano en las condiciones adecuadas para su- frir una invasión; los gérmenes, por más que esten dotados de una gran virulencia, sucumbirán en la lucha por la vida que las celdillas vitales les dis- putan. Es por lo tanto necesario, siempre que se estu- dien las causas de una enfermedad para oponerles un tratamiento apropiado, buscar tanto unas como otras de aquellas que les dán nacimiento ó favore- cen su desarrollo; y entre estas últimas, no es de las de menor importancia, la relativa á la anato- mía y fisiología del órgano herido, que ya por su mayor vascularización y riqueza en linfáticos, vec- tores principales de las infecciones generales; ya por su importancia en la vida de nutrición ó de re- lación, tiene que ejercer una influencia poderosa en la suerte de los individuos atacados. Que diferencia no existe, para el pronóstico, en- tre una gonn sifilítica cerebral y otra que tenga su sitio en la lengua, entre una inoculación carbo- nosa por la dermis, rica en vasos sanguíneos y lin- fáticos, y aquella que se quisiera producir por la vía intestinal, siempre que su mucosa estuviera in- tacta. Dados estos principios, aunque someramente ex- puestos, y que deben guiar al práctico siempre que trate de llegar al objeto principal de la medicina, que es, como ha dicho Claudio Bernard: «descubrir las causas elementales, á fin de poder modi ficar las para evitar la aparición de otros fenómenos» procuraré, sujetándome en un todo á ellos, estu- diar las que dificultan la curación de la blenorragia, 6 7 asunto de mi tésis, y que no dudo comprenderá su importancia el Jurado Calificador, dada la notoria ilustración que distingue á cada uno de sus miem- bros. Desde luego, y como punto principal. ¿Cuál es la naturaleza de la blenorragia? pues las deduccio- nes racionales de una terapéutica apropiada, sólo pueden surgir como una consecuencia natural del conocimiento de este hecho. Habiéndose observado desde fines del siglo últi- mo que la blenorragia no era idéntica ála sífilis y que siempre se producía por contagio, y nunca espontáneamente; cuando las ideas modernas vi- nieron á dilucidar las causas del contagio, natural fué que una gian parte de les bacteriolcgistas,Ha- llier, Dcnné, Salisbury, Neisser, dedicasen su aten- ción al estudio de esta enfeimedad, y desde luego fueron fluctuosos los trabajes de los primeramen- te citados, quienes enconti aren esporos, filamentos, cocus y cadenillas; pero la gloria del descubrimien- to del microbio especifico estaba reservada á Neis- ser, el cual,en 1879, siguiendo rigurosamente los métodos de cultivo del Profesor Kocb, lo encontró en el pús de todas las blenorragias que observó, y pudo aislarlo y cultivarlo en medios artificiales. Desde entónces las experiencias se han multipli- cado, y mil discusiones sobre el valor real de dicho micro-organismo para producir la blenorragia, han ocupado al mundo científico, sin que hasta la fecha la convicción se haya impuesto en todos los ánimos. Barker, Miltcn, Otis, "White y otros muchos, re- húsan al gonocccus su poder esencial, y en el cam- po contrario, Neisser, Salisbury, Cheyene, Diday, etc., son los campeones del micro-organismo. ¿Es posible actualmente, dadas estas divergencias, en- contrar la verdad sobre asunto tan discutido? Sí resueltamente, según mi humilde parecer, y voy á procurar dar las pruebas de mi aserto. Dos son las objeciones más importantes que ha- cen los refractarios á la teoría microbiana: Ia Las enfermedades infecciosas ó microbianas confieren 8 una inmunidad absoluta á los individuos que ata- can, y la blenorragia, lejos de ésto, predispone más al que la ha sufrido por primera vez, luego no pue- de compararse con aquellas. 2.a La experimenta- ción ha puesto en evidencia que la simple irritación, échauffement de los franceses, aquella que produ- ce un cuerpo extraño ó un líquido acre que penetre en la uretra, dá lugar á la blenorragia. Empezando por la primera, diré: que los que ata- can la naturaleza parasitaria de la blenorragia, fun- dándose únicamente en la aparente disemejanza que creen encontrar entre ésta y las demás afeccio- nes microbianas, razonan exactamente igual á aque- llos que, apoyándose en los excepcionales casos de chancros sifilíticos no endurecidos, ó más bien di- cho, cuyo endurecimiento por razón de sitio ú otras circunstancias es difícil de apreciar clínicamente, formulan sus argumentos con un juego de palabras como ha expresado Fournier, para asentar que los chancros simples pueden producir la sífilis. «La sífilis puede seguir á un chancro no endure- cido, un chancro sin endurecimiento es un chancro blando, luego el chancro blando, puede ser el pre- ludio de la sífilis.» Y en nuestro caso. Todas las afecciones infecciosas ó microbianas confieren la inmunidad, la blenorragia no concede este gran beneficio á quien ataca, luego la blenorragia no es una enfermedad infecciosa y por consiguiente mi- crobiana. Aquí hay una confusión y un error que importa ante todo descubrir. .Si es un hecho perfectamente averiguado que todas las enfermedades infecciosas son el producto de un micro-organismo, patente en unas: fiebre tifoidea, carbón, tuberculosis etc., y presumible en otras, no puede deducirse nunca, que toda, afección microbiana sea infecciosa; pues este carácter sólo lo tienen aquellas que tomando en el lugar infectado y por conducto de sus vasos san- guíneos ó linfáticos, ya los mismos gérmenes pro- ductores de la afección, ya lo que está más com- 9 probado, sus ptomaínas ó toxinas, envenenan todo el organismo y dan lugar ala verdadera infección. Por otra parte. ¿Quién podrá desconocer actual- mente la naturaleza parasitaria de la sarna, del algo- donado, de la pitiriasis versicolor? Nadie absoluta- mente, y sin embargo, para dichas afecciones nun- ca se ha ocurrido hacer semejante razonamiento. Aún hay algo más y que pone fuera de duda nues- tro aserto. Ni la sarna, ni el algodonado, ni la pi- tiriasis versicolor, ni tantas otras enfermedades esencialmente parasitarias, pero de determinacio- nes locales, preservan de un ataque posterior. ¿Poi- qué pues exigir de la blenorragia, y únicamente por manifestar siempre sus efectos localmente que confiera inmunidad? Hay por lo tanto necesidad de hacer esta distin- ción entre las afecciones microbianas, afecciones verdaderamente infecciosas por el envenenamien- to general que producen las ptomaínas, y afeccio- nes de manifestaciones locales sin tendencia á la invasión del organismo atacado. Los partidarios de la pluralidad de las blenorra- gias, presentan también en apoyo de sus ideas el hecho, innegable para muchossifilógrafos, sóbrela eficacia de la célebre receta de Ricord para obte- ner una blenorragia. «Elegid una mujer rubia, del- gada, pálida, escrofulosa, ardiente, bailad y comed abundantemente en su compañía; que el champag ne no escasee y los coitos se multipliquen y os ase- guro el éxito » Diday ha contestado de una manera irrefutable dicho argumento y por lo tanto cedo á este maes- tro ilustre la palabra. «La tarde de su casamiento toda jóven bebe, danza, s’échauffe etc. y nunca sin embargo ha comunicado á su marido la blenorra- gia! Por qué?, simplemente porque no es de la clase de aquellas que pueden haber tenido una blenorra- gia, y conservar en la cavidad cervical del cuello uterino los gonococus.** A pesar de todo, insisten los contrarios, es una 10 verdad perfectamente adquirida, que las irritacio- nes mecánicas que se produzcan en la uretra dan lugar á un escurrimiento purulento igual en du- ración y síntomas al que producen los micro-orga- nismos, y en apoyo de sus ideas citan multitud de hechos de experimentación. Sí, ciertamente, el ca- teterismo más delicado, la introducción de un lí- quido acre, pueden producir una uretritis simple, que cede fácilmente y en unos cuantos días, con sólo evitar la causa que le dió nacimiento; uretritis, que por más semejanza que tenga sintomáticamen- te con la verdadera blenorragia nunca podrá serle igual, como no lo es la tuberculosis pulmonar avan- zada, con la dilatación brónquica, y sin embargo, en una y otra hay tos, esputos purulentos, hasta numulares si queréis, pectoriloquia etc. Pero no insistamos más sobre comparaciones y semejanzas que en la ciencia, si bien sirven de ba- se á ías investigaciones, nunca constituyen una ra- zón fundamental y consultemos los hechos de ex- perimentación y clínicos, únicos razonamientos in- destructibles de las ciencias positivas. El Profesor Koch ha hecho notar: que para de- mostrar perfectamente que una enfermedad infec- ciosa cualquiera es debida áun micro-organismo específico, deben llenarse las condiciones siguien- tes: 1.a Es necesario que el microbio se encuentre en los líquidos ó tejidos del hombre ó animal en- fermo de la lesión que se estudia. 2.a Que estos gérmenes se cultiven y aíslen por los medios ade- cuados íuera del organismo enfermo 3.a Que des- pués de algunas generaciones sucesivas, inoculados al hombre ó animal produzcan siempre la misma enfermedad en la cual se les encontró y 4.a Que en el nuevo organismo infectado por la inoculación an- terior, se encuentre el gérmen inoculado. Y bien, pocas enfermedades de infección llenan por com- pletólas condiciones mencionadas, como lo han ve- rificado para la blenorragia Neisser, Bumm y Loe- ffler; pero sigámoslos paso á paso en sus experien- cias ya que estos hechos tan precisos y positivos 11 no podrán negarse por más apasionados que sean los contrincantes. Los experimentadores citados y todos aquellos que hayan buscado el gonococus en el pús bleno- rrágico siguiendo extrictamente las leyes de técni- ca bacteriológica adecuadas y que no es del caso señalar, lo han encontrado, y ésto constantemente, con todos sus atributos especiales. Ley de coexis- tencia. Pero aún hay más. En el pús de la optalmia ble- norrágica y en el líquido intra-articular de la artristis que suele desarrollarse en el curso de dicha afec- ción, siempre ha sido encontrado. Tomándolo de una ú otra fuente, Leistikow, Loe- fíler. Bumm, Salisbury, Neisser, y entre nosotros el Sr. Dr. Jesús María González, han podido aislarlo y cultivarlo en su medio adecuado, que es el suero sanguíneo coagulado. Queda satisfecha la segun- da condición de Koch. Bumm ha inoculado con una cultura pura de go- nococus las vaginas de dos mujeres que se presta- ron á la experiencia, y en las dos se desarrolló una blenorragia típica, con numerosos gonococus en el pús. Bokai ha obtenido el mismo éxito en dos hom- bres que inoculó, y Lundstraem ha producido en la uretra de un perro una inflamación específica con numerosos gonococus en el pús del escurrimiento. Luego siempre se ha reproducido experimental- mente la misma afección y se ha cultivado en un organismo sano el gérmen blenorrágico. Tercera y cuarta condición de las señaladas. La semilla está pronta para germinar, ¿cuál es el medio apropiado y qué condiciones deben satisfa- cerse para su desarrollo? Procuraré resolver estas cuestiones. La uretra tanto en el hombre como en la mujer es el lugar preferido por el gonococus para desa- rrollarse y propagarse más tarde en el organismo siguiendo este conducto. La uretra, es decir, un canal suave, tapizado por su mucosa llena de papilas muy pequeñas, con un 12 gran número de aberturas: utrículo prostático, con- ductos eyaculadores, orificios de las glándulas de Cooper, de la próstata y de las glándulas de Littre; canal cuyas paredes siempre aplicadas sobre sí mismas forman otros tantos repliegues, otros tan- tos rincones donde con suma facilidad pueden ser detenidos los micro-organismos. Que uno sólo de éstos venga á depositarse en la fosa navicular que es el censorium común de toda la esfera genital, y debido á la conformación de la uretra, ni la orina al salir, ni las inyecciones, ni ningún otro medio lo- grarán desalojarlo en el sentido de la expulsión fue- ra del canal, antes bien, muchos de estos medios contribuirán á llevarlo más y más profundamente. La secreción mucosa de que se encuentra baña - da, y la uniforme, constante y adecuada tempera- tura para la multiplicación del microbio, que por sus numerosos vasos y cuerpos esponjosos tiene dicha uretra, la convierten en una estufa de incu- bación tan perfecta, como no han llegado á produ- cir una los bacteriologistas para sus cultivos arti- ficiales. Si bien es cierto que en la mujer difiere por com- pleto la conformación del canal vector de la orina, del que acabo de señalar, y que es el del hombre, no deja sin embargo de presentar mil lugares de difícil acceso, húmedos, tibios y de temperatura siempre igual, sumamente adecuados para el culti- vo del germen invasor. Esta estufa tiene una particularidad más, y de grande importancia. El gonococus no germina en Ja uretra como puede hacerlo en el tubo de suero sanguíneo coagulado en que se le cultiva artificial- mente, y en el cual las paredes de dicho tubo sólo sirven para conservar el medio nutridor al abrigo de las invasiones de otros gérmenes; no, de ningu- na manera, los materiales necesariosá su nutrición los encuentra en las mismas paredes, tiene que des- truirlas, que roerlas, para desarrollarse y producir nuevos séres semejantes á él, y de allí, que desde las 24 ó 48 horas que siguen al coito impuro, el in- 13 dividuo siente un cosquilleo ligero en el meato, que lo obliga á orinar con más frecuencia; su mucosa se hincha y un líquido claro y gluante escurre y desecándose, cierra los bordes del meato, impidien- do la micción. Esta uretritis específica, franqueando los límites del epitelium de la mucosa, ataca también el tejido celular flojo sub-mucoso, y aun puede propagarse al tejido erectil. Esto en el sentido de la profundi- dad, que en el de la extensión, si al principio que- da confinado el proceso fiegmásico á la parte an- terior de la uretra, poco después, desde ocho ó diez días á tres semanas, se extiende progresivamente en toda la extensión del canal hasta llegar á la veji- ga si antes por un tratamiento adecuado ó por otras causas que no es del caso señalar, no viene á ce- der ó á limitarse la invasión del micro-organismo. Si la blenorragia llega á atacar la unión de la porción bulbosa con la porción membranosa, debi do á la gran cantidad de folículos que hay en dicha región y que se inflaman y se ulceran con la pre- sencia del gonococus, la supuración se vuelve per- sistente y tenáz, sin que ningún medio pueda im- pedirlo. Antes de proceder á la colocación de un apósito en una herida exterior, es indispensable desinfec- tar completamente dicha herida, haciendo uso de esa multitud de medios que diariamente pone en uso el cirujano, ya el cloruro de zinc, ya el bicloru- ro de mercurio, el ácido fénico en solución fuerte, etc.: y bien, en nuestro caso particular la desinfec- ción nunca podrá ser completa, puesto que el ger- men además de encontrarse en las mejores con- diciones para germinar con lozanía debido á las causas señaladas de humedad, temperatura unifor- me y elementos suficientes de nutrición que le pres- ta la uretra, puede con suma facilidad evitar la ac- ción de los antisépticos que se lleven al canal por medio de las inyecciones, abrigándose, escondién- dose por decirlo así, entre los mil repliegues que presenta la mucosa, ó en alguno de sus folículos. 14 Este hecho, unido á la facilidad y rapidez con que penetran los gonococus en la profundidad de los tejidos, ha vuelto incrédulo á Bockhard respecto de la eficacia de las inyecciones abortivas. Primera causa que dificulta la curación de la blenoragia. El microbio ha germinado, ha invadido las capas profundas del tejido sub-mucoso, y una erosión ó ulceración se ha producido. ¿Qué debemos hacer para ayudar á la naturaleza en su trabajo de repa- ración? Lo mismo exactamente que con cualquiera otro trabajo igual, sea cual íuere su sitio. Pero aquí surgen nuevas dificultades y que es necesa- rio exponer detalladamente. Conforme á las reglas de antisepsia que reinan hoy en cirujía, para que el trabajo de cicatrización de una herida no se interrumpa por nigún motivo la lesión debe permaner aséptica todo el tiempo que dure dicho trabajo, y ésto es casi imposible lo- grarlo con la erosión ó Ulceración que ha produci- do el microbio de Nisser. Siendo la secreción renal un trabajo constante, y teniendo imperiosa necesidad la vejiga de va- ciar su contenido en intervalos de tiempo más ó menos aproximados, al pasar este líquido por la uretra, irrita, inflama é infecta la erosión del gono- cocus; y ésto con suma frecuencia, mayor aún que la que tendría lugar en un individuo atacado de otro padecimiento, por el tenesmo especial que acompaña, á la blenorragia. Basta recordar en com- probación de lo expuesto, el dolor tan intenso que despierta la micción en esta enfermedad. Hay aún una causa más que facilita la infección por la orina. Por lo general, y de una manera cons- tante durante la noche, una erección dolorosa, sui géneris, precede y acompaña á la micción. Duran- te ella, los tejidos inflamados, que han perdido ca- si por completo su elasticidad se desgarran, se hien- den y presentan por lo mismo al líquido renal una mayor superficie para que verifique la infección. Él pús, que se produzca por el mismo microbio específico como lo pretende Martin, por sus pto-r 15 mainas, ó bien, lo que es mucho más probable, por los micro-organismos pyógenos, se encuentra apri- sionado y detenido en la uretra por la íorma espe- cial de este conducto de excreción. Y sí á esto agregamos que no puede ser absorvido á la vez que se produce, como lo verifica un apósito conve- niente en las heridas tegumentarias, ni encuentra un tubo de canalización por donde pueda escurrir- se con facilidad como tiene lugar en los abcesos que ha abierto y curado de una manera adecuada el cirujano; comprendemos fácilmente la gran difi- cultad que existe para mantener aséptica esta pe- queña erosión: segunda causa que impide la pronta curación de la blenorragia. De todo lo expuesto, tres consideraciones impor- tantes pueden deducirse: Primera.—La blenorragia es una enfermedad pa- rasitaria, específica, y que sólo puede producir el gonococus de Neisser. Segunda.—Hay una imposibilidad casi absoluta, para destruir por completo el germen productor de esta afección. Tercera.—Esta misma imposibilidad subsiste pa- ra mantener aséptica la lesión producida por dicho gérmen. ¡Ojalá! y estos breves apuntes sean útiles á per- sonas más competentes, para encontrar la manera adecuada de vencer las dificultades señaladas.