FACULTAD DE MEDICINA DE GUANAJÜATO, BOTANICA, QUIMICA Y FARMACIA. BREVE ESTUDIO SOBBK LA YERBA DEL TABARDILLO. TESIS INAUGURAL PltRSKNTA DA AL JURADO CALIFICADOR En el examen profesional de Farmacia, POR Valentín (fionstálcj!;, AIQMNB OE U ESCQELII DE HEDICIRII DEL ESIAOO. GUANAJÜATO. Imi-ükni'a DRh Estado a c a im yttr ■> i ? r /-ei y'/Arófrr r/v- r/fár/c /a intcr/fr. / r/r ■t'iül Q/n-í/i r. egí m i íw 5/ Señal Si. J'iblaham Sautibañe£ S’a('tute*- Je irn cd/tuto ij, Veiji-eto. 'S ftL gfeñjCLfi ¿JLe. Ha m i el ¡Hed I. w a 111 jeaíac icn Je im cjtatiluJ. Q//(& (}o.r/o; ZZZ)üA¿ám toaÁeéa, SjvAím\A,(\aííY\() ;i| cr¡ iníá demá'S benefactoíiS. j la. aYxDiyva/UjcÍaaW.cí %\kuí> tu', WjCC/íaM ¿)T.«\.\uuixU;! íu SIxxÍAg Aú. (M«.jt«wdiXA). wíjAÍea.aaa.g i\.cjwvemxx,|/e! )jvcV i«A xcmccA/vvu.fxyxx) ;W«) (pe A) So!» i y\mu.\cc.u\««Armxi ten») mt> Iaxiíyv) ¿JUfmlpXx). A MIS MAESTROS DE MEDICINA I.OS DOCTORES Manuel T. González j Manuel i Meana. AL SR. DOCTOR, íJ.BSl's (|hIG0 Y JlCÉAGA, A LOS SEÑORES PROFESORES DE LA ESCUELA BE MEDICINA EEL ESTABO. A TODOS MIS MAESTROS. Señores Jurados: T\ femasiado sabéis, S. S., las dificultades con que ¿'ir tropieza el estudiante al abandonar los bancos de la Escuela, y poner en práctica los conocimientos adquiridos en su enseñanza, para sujetarse, como últi- mo acto escolar, á la prueba reglamentaria, que ha de coronar sus dilatadas labores, si sale airoso de ella, No es pues extraño que al dar yo tan decisivo paso, haya vacilado largo tiempo; tanto en el asunto que me pro puse, como en la. manera de hacerlo. ¿A qué se dirigirán, en mi concepto, vuestras inves- tigaciones, en el severo examen que voy á sufrir? ¿Aca- so para ver si mis conocimientos son profundos en las materias que forman la profesión del Farmacéutico? No Señores, sólo podréis reconocer en mí si he sabido apli- car los principios desarrollados con vuestra enseñanza; si el discípulo ha tenido la voluntad de darle el honor debido al maestro: si me refiero á lo primero, es exclu- sivo de vosotros el decidirlo; si á lo segundo, tengo el convencimiento íntimo de que siempre he procurado honrar á mis maestros y á la Escuela de Medicina y Farmacia de mi Estado natal, aunque mis débiles es- fuerzos no alcancen ese fin. 2 Perfectamente conozco que los exigiios conocimien- tos que lia podido conservar mi capacidad insuficiente, no me permiten presentar algo digno de tan respe- table Jurado, y que por lo mismo tuviera recelo del éxito de mi trabajo; pero lo confieso, S. S., no lo tengo. Si ese sentimiento se hubiera apoderado de mi ánimo, habría negado la prudencia que os caracteriza, habría afirmado que no sabríais apreciar los trabajos escolares, y está lejos de mí ese pensamiento. En efecto, S, S., así como el rico auxilia al pobre y el poderoso ampara al desvalido; así el que está lleno de ciencia, presta su valioso contingente al que carece de ella, y el que es poderoso en la sabiduría, tiende la mano al neófito en el saber. Fundado en estos principios, me presento confiada- mente ante vosotros, abogando yo mismo por la pro- ducción de mi corta experiencia, que es el fruto de mu- chos desvelos. Y bien: creo que al través del incorrecto estilo de es- te humilde trabajo, trasluciréis las dificultades de que acabo de hacer mérito, y que, si me he atrevido á pre- sentároslo, ha sido solamente por la perspectiva hala- güeña de adquirir un título honroso, como es el de la noble profesión del Farmacéutico. Ilustrados sinodales, si,—como lo espero de vuestra bondad é indulgencia,—aceptáis con benignidad mi im- perfecta tésis, quedará altamente agradecido vuestro hu- milde servidor. El Autor. INTRODUCCION. Al hacer la elección de la planta que había de ser el objeto de mis investigaciones, encontré algunos escollos; no porque la Flora de nuestro país no pudiera presen- tarme innumerables ejemplares para el objeto que me proponía; sino porque la situación topográfica de esta Capital no permite las observaciones que puede hacer- se en los lugares donde la vegetación es exhuberante; sin embargo, después de un detenido estudio, me fijé en un vegetal indígena, el que por sus propiedades medi- cinales llegará á ser de alguna importancia en Terapéu- tica. Esta planta, empleada vulgarmente contra el tifo y las fiebres intermitentes, me sugirió la idea de hacer un breve estudio; por parecerme digna de interés al obser- var el resultado favorable que daba en la mayor parte de los casos en que vi usarla. Esto me hizo suponer que quizá podría llegar á sustituir á la corteza de quina, por tener sus propiedades y por encontrarse en abundancia en nuestro suelo. Por otra parte, las ventajas que re- portaría esta sustitución en beneficio de la humanidad doliente, serian considerables, debido á su baratura, y á 4 la pureza de los medicamentos que se confeccionaran con ella. Estas razones fueron un poderoso motive para que me decidiera á hacer el trabajo que hoy expongo, aun- que de una manera incompleta; por no ser de mi resor- te,—por ahora,—hacer un estudio detallado de sus pro- piedades fisiológicas, de sus dosis terapéuticas y de sus usos medicinales; no debiendo hacer sino una aplicación científica que se relacione con la importante ciencia de Farmacia y con sus dos ciencias auxiliares: la Química y la Botánica En este ensayo hablo primeramente sobre la descrip- ción botánica, en cuyo trabajo me dirigió mi maestro el distinguido naturalista Dr, Alfredo Duges; en seguida los ¡ligares donde habita esta planta, su cultivo, las partes que se usan, su composición química, el método que seguí para extraer un alcaloide, las diversas formas farmacéu- ticas que preparó con este vegetal, y por último, sus prin- cipales usos medicinales. YERBA DEL TABARDILLO. Familia: Compuestas.—Tribu: Eupatoriaceas.— Género: Piquería, I). C.— Espe- cie: l’iquei-in trinervin, Cav. Descripción botánica.—Es una planta viváz, de un olor particular y que llega á tener un metro de al- tura. Raiz larga, tortuosa, de un color blanco. Tallos numerosos, de un color rojo oscuro y muy brillantes. Las hojas son lanceoladas, opuestas, casi siempre de tres nervaduras y obtusamente dentadas en sus bordes. Sus flores están dispuestas en capítulos, en panojas ó en colimbos: cada capítulo tiene de 3 á 5 flores y es homógamo. Involucro oblongo, de 3 á 5 brácteas, en una sola serie. Receptáculo plano, desnudo y pequeño. Corola blanquecina, tubulosa, con frecuencia velluda, de tubo corto, algo ancho, de limbo qunquéfido. Ante- ras casi desprovistas de apéndice terminal. Estigmas obtusos. Los frutos son aquenios: los jóvenes, com- primidos; los adultos, pentágonos, lampiños, articulados con un pedículo. (Géneraplantarum de Endlicher.) [La división de Eupiqueria, D. 0., tiene capítulos con Aflores, y las escamas del involucro obtusas, mucronadas: el tu- bo de la corola tiene pelos: los tallos son herbáceos.] 6 Lugares donde habita.—C rece naturalmente en los Andes del Perú, en la América del Sur. Vegeta en el Valle de México, Puebla y otros luga- res del país. En el Estado de Guanajuato, también ve- geta, y aun en los alrededores de esta capital la tenemos. Cultivo.—C rece al estado silvestre, y basta hoy sus usos son tan reducidos, que no hay necesidad de culti- varla. Partes que se usan.—Toda la planta. Composición química.—Sustancias orgcínicas. — Las sustancias orgánicas que me reveló el análisis quí- mico, fueron: una resina, una materia colorante, un aceite esencial, clorofila, principios extractivos indeterminados y una materia gomosa. Preparé primeramente un cocimiento fuerte de la planta, habiendo tenido cuidado de añadir previamente unas gotas de ácido clorhídrico al agua que me sirvió para la preparación de este decoctado, con el objeto de aumentar su poder disolvente. Esto me dió un líquido de color rojizo, poco oloroso y de un sabor amargo. Des- pués neutralizé el decoctado ácido por el amoniaco, y como era de esperarse, tuve después del reposo un pre- cipitado, debido á la menor solubilidad del agua, por no'tener ya el ácido que le aumentaba esta propiedad. Filtré luego el licor y me quedó en el filtro un residuo, que me hizo creer que probablemente era una resina. Para cerciorarme, coloqué primeramente el filtro entre dos hojas de papel sin cola, y llevé todo á una estufa, calentada á una temperatura moderada: tomé una pe- queña porción del residuo, la coloqué en un vidrio por- ta-objeto para verlo al microscopio, y observé una ma- 7 teria parduzca, al parecer cristalina; pero era difícil examinarla por las materias extractiva y colorante, que probablemente eran las que le daban aquel color subido. Entonces me propuse obviar este inconveniente, desco- lorando la sustancia con el agua clorada: traté por esta agua una parte del residuo que tenia en el filtro, la (pie lo descoloró completamente al cabo de 24 horas de con- tacto. Examinada de nuevo al microscopio, me permi- tió ver con claridad una sustancia que tenia el aspecto de una resina. Comparando esta sustancia,—siempre al microscopio,—con otra resina, observó alguna seme- janza entre estas dos sustancias: la sospecha que había tenido al principio era corroborada por el examen mi- croscópico. Como todo esto no era bastante para asegurar la presencia de una resina, pasé luego al estudio de sus demás caractéres. Traté la resina en cuestión: Por el agua á la temperatura ordinaria, y no se disolvió; por el agua á 100°, tampoco se disolvió; por el alcohol á 42°, fué insoluble en frió y en caliente; por el alcohol á 85°, se disolvió; por el éter sulfúrico, se disolvió; por el clo- roformo fué poco soluble, y aquí observé que sobrena- daba en este líquido, lo que me demostró su menor den- sidad, pero mayor que la del agua, del alcohol y del éter, porque en estos líquidos se iba á fondo; tratada por el ácido clorhídrico, se disolvió; por el ácido acético, se disolvió, y por ultimo, tratada por benzina se disol- vió, tanto en caliente como en frió. Esta resina se encuentra en suspensión en el decoc- tado, lo que es debido á la materia gomosa que contie- ne la planta: razón por la que llegué al descubrimiento de una resina en el cocimiento de que he hablado an- teriormente. 8 Obtuve también la resina, tratando el extracto aleo- bélico de la planta por el agua. Esta resina es insípida é inodora y tiene un color mo- reno cuando es impura. Por lo que precede, deduje la existencia de una resina en la planta que me propuse estudiar. Respecto de la materia colorante, conseguí aislarla, aunque después de numerosos y repetidos experimen- tos que sería largo enumerar. El procedimiento de que me serví, fue el siguiente: puse en maeeración 30 gra- mos de tallo, machacado en polvo grueso, en 90 gramos de agua destilada y 3 gramos de amoniaco. Después de 8 dias filtré esto y lo evaporé basta la consistencia de extracto semi fluido; luego lo traté por el alcohol á 85°, (con el objeto de disolver en este líquido la mate- ria colorante) y lo abandoné al reposo durante 24 ho ras. Al cabo de este tiempo lo filtré y obtuve un líqui- do de un color amarillo de oro, que es el color del prin- cipio colorante. Esta materia colorante es soluble en el agua, tanto en caliente como en frío; porque la infusión, el coci- miento y el macerado de la yerba que estudio, se colo- ran: hecho que demuestra su solubilidad en este vehí- culo. Pero es difícil ver con claridad el color propio de ella; porque el extractivo da un color oscuro á están preparaciones. Es también soluble en el alcohol y en el éter. Ya he dicho anteriormente que, al examinar la resina al microscopio, se presentaba coloreada por una mate- ria colorante y por principios extractivos, que impedían estudiar los caracteres microscópicos de la expresada 9 resina. Habiendo lavado ésta con agua destilada para disolver las materias extractivas que son más solubles que la materia colorante, y examinada de nuevo al mi- croscopio, pude ver el color amarillo característico del principio colorante. El procedimiento que seguí para aislarla, fundado en la solubilidad de las materias colorantes en el amoniaco, me permitió comprobar con certeza su coloración ama- rilla especial, que había. observado desde el principio. El aceite esencial que encontré, lo obtuve de dos mo- dos: por disolución y por destilación. Por el primer procedimiento obtuve un líquido ver- doso, trasparente, más ligero que el agua y de un olor sui generis, muy parecido al de la mirra. La. esencia que obtuve por el segundo procedimiento era completamente incolora, trasparente y de un olor mucho más suave que la que obtuve por el primero La clorofila y los principios extractivos indeterminados me fueron revelados fácilmente, y su estudio no me presentó dificultades reales; por consiguiente no hago mas que mencionar estas sustancias, añadiendo además, que el extractivo es de un sabor muy amargo. La materia gomosa la descubrí casualmente, cuando me proponía separar el principio colorante. Tratando por el alcohol á 85° el extracto semi fluido que preparé para buscar la materia colorante, observé un enturbia- miento marcadísimo, que aumentaba á medida que ver- tia el alcohol. Esto hizo fijar mi atención en una nueva sustancia, la que probablemente era una goma. En efec- to, sabemos que las gomas, en lo general, son solubles en el agua é insolubles en el alcohol: en esto fué preci- 10 sámente en lo que me fijé para admitir la presencia de un principio gomoso. Por la maceraeión, en frió, de la planta en el aguar obtuve un líquido que disolvió solamente la materia gomosa, el principio colorante y una pequeña cantidad de extractivo. Ahora, como la materia colorante es muy soluble en el alcohol, resulta que al tratar por este lí- quido el macerado acuoso, tiene que haber un precipi- tado siempre que exista una goma. Pues bien, como es- te fué el resultado que obtuve, deduzco que existe un principio gomoso en la planta que estudio. Su aspecto amorfo, su insolubilidad en el alcohol y en el éter, me demostraron que se trataba evidentemen- te de una goma. Como todavía esto no era bastante para caracterizar- la con exactitud; porque se podía confundir aún con un almidón, traté el precipitado anterior por una solución de tintura de yodo y no obtuve ninguna coloración que me indicara que se trataba de alguna fécula. Este último experimento me bastó para creer, con se- guridad, en la existencia de una goma en la planta que analizaba. Sustancias minerales.—La primera operación que prac- tiqué, para el reconocimiento de las sustancias minera- les, fué la incineración de la planta, teniendo en cuenta las precauciones indispensables que señalan los autores para la buena preparación de las cenizas. Obtenidas las cenizas, el método que seguí para la investiga- ción cualitativa de los principios minerales, fué el si- guiente: Tomé una pequeña porción de estas cenizas y la tra- té por el agua destilada, con el objeto de separar la 11 parte soluble en este vehículo, de la insoluble; después filtré esto y procedí al análisis del líquido filtrado, que era el que contenía los principios solubles. A una pequeña cantidad de esta solución añadí unas gotas de ácido cloihídrico, que dió lugar á una ligera efervescencia; lo que me reveló la presencia del ácido carbónico: comprobé esto, haciendo pasar el gas que se desprendía por el agua de cal, la que se enturbió en el acto. En otra parte de la solución, previamente acidulada, hice pasar una corriente de ácido sulfhídrico, y no obtu- ve precipitado; entonces neutralizó el licor por el amonia- co y lo traté por el sulf hidrato de amoniaco; lo cual me dió un precipitado moreno-negro: traté este precipitado por el ácido clorhídrico, y se disolvió: traté la solución clor- hídrica del precipitado por una solución de ferricianu- ro rojo de potasio, y obtuve un precipitado azul. La presencia del fierro me fué revelada de esta manera. A una nueva cantidad del líquido, que contenia la parte soluble, añadí cloruro de amonio y carbonato de amoniaco; no obtuve ningún precipitado; lo que me hizo excluir la barita, la estronciana y la cal, que pre- cipitan por los carbonates alcalinos. Traté por el fosfato de sodio otra parte de la soluciónr y no obtuve precipitado; lo que me indicó que no ha- bía magnesia en la parte soluble. Reconocí la presencia de la potasa, tratando la solu- ción primitiva por el bicloruro de platino; cuya opera- ción me dió por resultado un precipitado amarillo. Com- probé la presencia del potasio al espectroscopio, por. haber obtenido el espectro característico de este cuerpo 12 Habiendo aplicado las reacciones de que disponemos para reconocer la presencia del sodio, no encontró este cuerpo en la parte soluble. RESUMEN.—Bases de la parte soluble: protóxido de fierro y potasa. Ya dije anteriormente que, tratado el licor primitivo por unas gotas de ácido clorhídrico, hubo efervescencia; lo que me demostró que habia ácido carbónico. Una nueva parte de la solución fue tratada por el cloruro de bario, y me dió un precipitado blanco, inso- luble en el ácido clorhídrico; de lo que deduje la pre- sencia del ácido sulfúrico: luego filtró para separar el precipitado de sulfato de bario; después trató el líquido filtrado por una solución de carbonato de amoniaco y de sulfato de magnesia, y obtuve, por el reposo, un pre- cipitado blanco. Esto me indicó la existencia del ácido fosfórico. Comprobó la presencia de dicho ácido, tratan- do otra parte del líquido que filtró, para separar el sul- fato de bario, por una disolución concentrada de aceta- to de sodio, y despuós por otra solución de percloruro de fierro (una gota de percloruro de fierro de Pravaz en cuatro centímetros cúbicos de agua;) lo que dió lu- gar á un precipitado amarillento, que corroboró mi con- vicción sobre la presencia del ácido fosfórico. Tomó una nueva cantidad de la solución primitiva y le añadí unas gotas de ácido nítrico; luego la trató por una solución de nitrato de plata, ó inmediatamente apa- reció un precipitado blanco, que no se disolvió en el ácido azótico, pero sí en el amoniaco. Tratando el licor primitivo por el sulfato ferroso-férrico, no dió precipita- do. La presencia del ácido clorhídrico, quedó así deter- minada. 13 Para investigar si habia yodo en la parte soluble, evaporé una parte de la solución. Luego la traté por una gota de agua clorada, é introduje en esta mezcla una tirita de papel impregnado de engrudo de almidón, é inmediatamente tomó el papel una coloración violeta: reacción que es característica del yodo. Aplicando los reactivos del bromo, no encontré este cuerpo en la solución de la parte soluble. Para reconocer si habia ácido azótico, tomé una pe- queña cantidad de sulfato de protóxido de fierro y la reduje en polvo muy fino; adicioné á este polvo ácido sulfúrico, en cantidad suficiente para disolverlo, y á esta mezcla añadí unas gotas de la solución que anali- zaba: no obtuve la coloración roja, que es característica del ácido nítrico; no obstante haber repetido varias ve- ces esta operación. RESUMEN.—Acidos y cuerpos electro-negativos de la parte soluble: ácido car- bónico, ácido sulfúrico, ácido fosfórico, ácido clorhídrico y yodo. Respecto de la parte insoluble, el método analítico que seguí fué en todo sistemático, y si no lo describo, es porque creo que los medicamentos que se pueden preparar con el vegetal que estudio, tales como la infu- sión, el cocimiento, la tintura alcohólica, la tintura eté- rea etc., no disuelven las sales insolubles; por consi- guiente, no haré más que mencionarlas. El análisis me demostró las siguientes sustancias: liidro-carbonato de magnesia, carbonato de cal y sexquioxido de fierro. Investigación íle un alcaloide.—El deseo de completar mi estudio, y el vivo interés de encontrar el principio activo de la importante planta que me propu- se estudiar, me hicieron continuar en mis trabajos, an- sioso siempre de alcanzarlo. 14 La esperanza nue tenía del éxito de mis experiencias bastó para que no solo entreviera la presencia de un al- caloide; sino que hasta diera nombre íi un principio que no estaba seguro de encontrar. El nombre que me pro- ponía darle era el de piquerina, palabra que derivé de la denominación científica de la planta. Si para el buen éxito de mi empresa hubiera tenido que arresgar mis pobres recursos, lo hubiera hecho gus- toso; así como Bernardo de Palissy cuando pedía á su amante esposa las últimas sillas de su pobre hogar para alimentar el fuego del horno en que hacia sus experi- mentos: yo no arrojaría al fuego los muebles de mi ho- gar, porque no lo tengo; pero en cambio sería capaz de activar el voráz elemento con mis humildes ropas, úni- co bien de que dispongo. Y si el inmortal Palissy en- mudeció de alegría cuando vió por fin coronados sus largos trabajos, yo humildemente habría levantado mi frente con satisfacción por haber alcanzado un lauro para mis ilustrados maestros. Pero no fué así: á mí no me estaba reservado alcanzar un buen éxito, como se verá en las siguientes líneas: Tomé 100 gramos de tallo, en polvo grueso, y lo her- ví durante una hora en 300 centímetros cúbicos de agua, á la que liabia añadido 4 gramos de ácido clorhídrico puro; luego filtré este cocimiento é hice con el bagazo de este primer cocimiento, otro, pero con menos agua que el anterior; por último, hice un nuevo decoctado, —siempre con el mismo bagazo;-—reuní todos los decoc- tados, y llevé este líquido hasta la consistencia de un extracto finido. Hecho esto, traté por el alcohol á 85° el extracto anterior, el que por el reposo me dió un pre- 15 cipitado; después decanté con una pipeta la parte lí- quida, dejando una parte del líquido en el precipitado. El licor alcohólico fué descolorado por el negro animal y evaporado á una baja temperatura hasta sequedad. Finalmente lo traté por el éter y lo dejé evaporar es- pontáneamente. Por este procedimiento obtuve unos pequeños crista- les, los que vistos al microscopio, tenían el aspecto de tablas rectangulares, aproximándose más bien á la forma cuadrangular. Como por este procedimiento obtuve una pequeña cantidad de cristales, y como necesitaba mayor cantidad para estudiar sus propiedades físicas y químicas, no pu- de determinar si se trataba de un alcaloide ó simplemente de alguna sal de las que contiene la planta. Siempre deseoso de lograr mi objeto, seguí entónces otro método para la extracción del principio activo. Pre- paré por lixiviación un extracto alcohólico: tomé 200 gramos de yerba, en polvo grueso, y los coloqué en un aparato de desalojamiento; después traté esto por el do- ble de su peso de alcohol á 90°, haciendo pasar varias veces este líquido al través de la planta. La tintura que obtuve por la lixiviación fué destilada, y el residuo que me quedó fué colocado debajo de una campana de cris- tal; en la que había ya una pequeña cápsula con ácido sulfúrico. Al cabo de dos dias retiré el residuo, que en- tónces tenía la consistencia de extracto seco, lo traté por agua acidulada con ácido sulfúrico; después filtré para separar la materia resinosa: el líquido filtrado fué descolorado por el carbón animal y filtrado de nuevo. Hecho esto, lo coloqué en una campana de cristal, dis- 16 puesta de la misma manera que he indicado ya. Después de estas manipulaciones, coloqué una pequeña porción del residuo que me quedó de la evaporación, en un vi- drio porta-objeto, para verlo al microscopio: el campo se presentaba ocupado por cristales de dos formas dis- tintas: láminas exagonales y agujas prismáticas. ¡Qué diferencia tan grande en el sistema de cristali- zación á que pertenecían los cristales obtenidos por los dos procedimientos que empleé para la extracción del alcaloide! Aquello evidentemente dependía de un mal método; pero ¿qué hacer cuando no hay un procedi- miento uniforme para la preparación de estas sustancias; cuando hay un método especial para la extracción de cada una en particular, y casi siempre según el fabri- cante! ¡Cuanta decepción para mí que creía alcanzado mi ideal, cuando aquella esperanza que me animaba era desvanecida ante el campo microscópico! ¿Qué podía es- perar de tanta discordancia! Evidentemente nada: aquel resultado abrumaba mi cerebro, oscurecía el camino que me conducía al campo de las investigaciones reales y me desanimaba en la difícil tarea que me había pro- puesto. Ya mis fuerzas comenzaban á faltar, el cansan- cio se lnibia apoderado de mi'ánimo, cuando repentina- mente me detuve como para tomar aliento, para empren- der después mis interrumpidas labores. Mi tenáz empe- ño me hizo entrever todavía una ligera esperanza; como al marino que, no obstante ver su embarcación próxima al naufragio, espera con inquebrantable fé encontrar una playa salvadora. Aquella esperanza me estimuló para continuar en mis experimentos. A fin de investigar si había algún álcali vegetal, apli- 17 qué -eligimos reactivos al líquido en el que suponía se encontraba éste. El resultado que obtuve fué el si- guiente: Con el ácido fosfórico, no hubo reacción caracterís- tica. Con el ácido fosfo-rnolíbdieo, no dió reacción alguna. Con el reactivo ele Mayer, no hubo precipitado. Con el reactivo ele Dragenclorff, no hubo precipitado. Por una solución iodo-iodurada, no dió precipitado. Con el tanino, no hubo precipitado. Tratando sucesivamente por los cloruros de oro, pla- tina y mercurio, tampoco obtuve cambio que me indi- cara que se trataba de algún alcaloide. Por último, con el reactivo Froehde, compuesto de un miligramo de molibdato de sodio y de un centímetro cúbico de ácido sulfúrico, obtuve una coloración azula- da, al cabo de algunos minutos. Estos diversos experimentos me inclinan á creer que no hay alcaloide en la planta de que me ocupo; sin em- bargo, repito que los resultados negativos que he obte- nido, bien pueden depender de lo imperfecto de los mé- todos de investigación de que hice uso: acaso nuevos y mejor dirigidos estudios vengan á aclarar la verdad de los hechos. Formas farmacéuticas.—Preparé con la planta en cuestión, un polvo, una infusión, un cocimiento, una tin- tura alcohólica, una tintura etérea, un alcohólate, un extracto acuoso y un extracto alcohólico. Pie aquí los caractéres de estas preparaciones: Polvo.—Preparé el polvo del tallo por contusión y lo pasé por un tamiz de linón. 18 Es de un color blanco-verdoso, de un olor particular, que se parece al de la mirra y de un sabor amargo. Infusión.—Preparé una tisana por infusión. Esta es de un color amarillo oscuro, de un olor igual al de la planta, que es debido al aceite esencial, y de un sabor amargo. Cocimiento.— El decoctado es de un color más oscuro que el del infusado; pero de un olor más débil, por la vo- latilización del aceite esencial en el momento de prepa- rarlo. Su sabor es más amargo que el de la infusión, por la mayor cantidad de principio amargo que contiene. Tintura alcohólica.—La fórmula que seguí para esta preparación, es la siguiente: Tallo de Tabardillo 20g.r 00 Alcohol á 85° 100. 00 (Me serví del alcohol á 85° por ser resinosa la plan- ta.) Pulvericé primeramente el tallo y luego lo puse en en maceración en el alcohol por espacio de 15 dias. Al cabo de este tiempo filtré y obtuve un líquido que tenía los caractéres siguientes: color verde, olor igual al de la planta y sabor amargo: Tintura etérea.—Para la preparación del eterolado, se- guí la fórmula siguiente: Eter sulfúrico 50g.r 00 Tallo de Tabardillo 10. 00 Abandoné esto en maceración durante 8 dias, y ob- tuve un líquido verde-oscuro, de olor parecido al de la planta, pero disfrazado por el olor del éter, y de un sa- bor amargo. Alcoholato.—Esta preparación es trasparente, de un olor agradable y persistente, y de un sabor balsámico 19 característico. Por la adición de agua se enturbió y su aroma fu ó más marcado que al principio: propiedad que es general de los alcoliolatos. Extracto acuoso.—El que preparé tenía un color mo- reno, un sabor muy amargo y un olor de mirra. Extracto alcohólico.—Este es de un color moreno, pero más pálido que el anterior; es más oloroso y tiene un sabor amargo. Historia.—Ignoro la historia terapéutica de esta planta: solo diré que los antigüos mexicanos le daban los nombres de Yoloxiltic y Xoxonitzal, nombres que proba- blemente dieron por las propiedades medicinales que le atribuían; porque la etimología de la primera de estas voces nos revela que quizá la empleaban en algunas en- fermedades del corazón. El nombre de Tabardillo, que vulgarmente tiene, es sin duda debido á sus propiedades febrífugas; porque es precisamente el mismo que adoptó para el tifo del país el sabio médico mexicano D. Miguel Jiménez. Es pues de suponerse que la planta recibió el mismo nombre que la enfermedad á que era destinada á combatir. Usos medicinales.—V ulgarmente se usa al interior la infusión de toda la planta, para combatir el tifo y las fiebres intermitentes. Además, goza de propiedades es- timulantes y, según el Dr. Oliva, distinguido médico y naturalista mexicano, se ha empleado también como es- tomáquico. Guanajuato, Septiembre de 1890. Yalewün