TESIS PARA EL EXAMEN PROFESIONAL DE MEDICINA Y GIKGJIA LORENZO M. ORTEGA, ALUMNO LA ESCUELA DE MEDICINA DE MEXICO. :m@:k AJSi^snraßßocjm- Y SU APLICACION AL PARTO. MEXICO IMPRENTA DEL COLEGIO DE SAN ANTONIO En el Tecpam de Santiago. 1869 A MIS QUERIDOS PADRES COMO PEIJEBA MI AMOR Y GRATITUD. INTRODUCCION., El mejor medio de aclarar las ver- dades científicas es ponerlas al alcan- ce de todos para que las comprueben. E. Liceaga. SEÑORES: Cuando vemos que la Medicina avanza, pero que avanza- con la lentitud que cansa y desespera, quisiéramos, apuran- do nuestras pobres inteligencias, dar á luz algo nuevo, algo que contribuyera á levantar aún ese edificio colosal, en don- de ya brillando como el sol, están lumbreras eminentes que allanan el camino quitando los escollos, y que, priviligia- dós talentos, engrandecen así mas y mas, á esa ciencia lla- mada por antonomasia, “el consuelo de la humanidad,” ema- nación divina de los cielos que baja a procurar el alivio de: los que sufren. Cierto es que el hombre se ■ encuentra miserable en sus. proyectos, y á veces quiere en vano hacer dar un paso ab arte maravilloso de mitigar los dolores que sin cesas ago- bian al infeliz mortal: todas sus fuerzas se estrellan ante los inmensos obstáculos que aquellos le presentan en la natu- raleza enferma; pero le es preciso, ya que no descubrir algo,, porque su capacidad sea insuficiente, al menos hacer por cuantos medios estén á su alcance, que las nuevas ideas,, las nuevas teorías, apoyadas en hechos también recientes,. 6 se extiendan á todo el mundo, para venir á poner su grano de arena sobre el edificio social, y abrir otra vía al progre- so y la civilización, que de dia en 'dia tienden á propagar- se por todas las regiones del globo. Desde un tiempo inmemorial, todos los médicos y ciruja- nos han buscado medicamentos, que tuviesen la propiedad notable de debilitar ó extinguir mas ó menos completamen- te el dolor. Por medio de la constancia, por la abnegación sin limites con que los apóstoles dn la ciencia se han entregado á sus investigaciones, se ha hecho caminar paso á paso esta parte tan interesante de la medicina, hasta el estado en que se encuentra hoy; que si no puede decirse que se ha llegado á la perfección, se ha conseguido al menos tener un modo fá- cil de suprimir la sensibilidad, casi sin ninguno de los in- convenientes que antiguamente se tenian en la aplicación de aquellas sustancias. Pero aún queda mucho por hacer. En los desaliñados renglones que voy á escribir, me pro- pongo estudiar esa clase de medicamentos que hoy se lla- man anestésicos, y su aplicación al parto. Ellos nada dirán que sea nuevo, porque soy incapaz de presentar una tésis, en la cual abunden los nuevos descubrimientos; solo vereis mi entusiasmo por el adelanto de la medicina en nuestra pa- tria, y porque la muger, esa tierna mitad del genero huma- no, cese de sufrir los terribles dolores que constantemente la acompañan en su alumbramiento. Así, pues, suplico á mis lectores, sean indulgentes con mi pobre trabajo, que no será sino el gérmen de otros mu- chos, que, desarrollados con erudición y talento, vengan á dilucidar este punto de la ciencia, que- no haré yo sino bos- quejas,- CAPITULO PRIMERO. «SZBSB- g* US? SS& JL« I. HISTORIA. La historia de los anestésicos comienza casi con la de la cirnjía. Muy al principio, allá en los tiempos de Hipócrates, éste y sus contemporáneos se vahan tan solo de la insensibilidad del sueño natural, para practicar las- mas pequeñas opera- ciones- fundándose en un principio que después de mucho tiempo formuló Magendie, diciendo:, “que durante el sueño las funciones de relación mueren, las de nutrición duermen Mas tarde, en el siglo 111, Plinio y Diascórido, deseando á toda costa suprimir el dolor, se entregaron á trabajos que los hicieron descubrir una raiz llamada Mandrágora, cuyo estracto hadan tomar ó respirar á los enfermos antes de eje- cutar sobre ellos alguna operación dolorosa. Por la misma época, un médico chino, Moatho, tuvo la feliz idea de administrar á sus operados una preparación de cáñamo ó hachisch que los sumergía en la embriaguez, ó la insensibilidad. 8 Avanzó el tiempo, y hácia la edad media, muchos autores se ocuparon de tratado tan interesante. Así Gui de Chailiac, Brumas, Theodorico, Hugues y otros, confeccionaron mul- titud de preparaciones soporíficas; Theodorico sobre todo, colocó al fin de su tratado de cirujía, la fórmula de una, hecha según la receta de Hugues su maestro, y que recomienda á los operadores bajo el nombre de uConfectio soporis d chirur- gia faciendo, secundum dominum Hugonem.” Este mismo ciru- jano, hacia respirar á sus enfermos medicamentos que tenían por objeto adormecerlos. Después de esta época, se encuentran señales delafan con que los cirujanos se han ocupado de esta materia. Algunos hacían aplicaciones sedativas, emolientes ó narcóticas, sobre la región interesada. Otros hacían uso de la acción del frió, y entre éstos últimos Arnott, sacó gran utilidad de la apli- cación del hielo; para adormecer superficialmente el punto sobre el cual operaba. Otros, en fin, como Jaques Moore, y mas recientemente Liegard, recomendaron la compresión para suprimir la sensibilidad, abajo ó en el punto compri- mido. Se empleó aun con este mismo objeto la embria- guez alcohólica y el sueño magnético; pero lo que fijó sobre todo la atención de los prácticos, fué el opio, y los otros narcóticos que se usaron bajo diferentes formas. Sin embargo, de todos estos numerosos medios, ninguno llenó el objeto á que había sido destinado. Los narcóticos son inciertos en sus efectos, el sueño magnético no siempre puede obtenerse en los enfermos, la embriaguez alcohólica es infiel en su acción, y muy frecuentemente después de la torpeza intelectual que determina, es seguida de una agi- tación extrema que imposibilita las maniobras del operador. La compresión de los tejidos es insuficiente, y el adormeci- miento que produce, es sustituido por un dolor en el lugar 9 ele su aplicación; y por último, la insensibilidad determinada por el frió, es muy superficial,. y solo podría servir en las pequeñas operaciones practicadas sobre la piel. El fracaso en los sucesos, ocasionó el desmayo en la mul- titud de investigadores entusiastas que hablan emprendido suprimir el dolor, y llegaron á creerlo imposible: asi se co- lige al oirá Velpeau expresarse en estos términos acerca de la materia; uEvitar el dolor en las operaciones, es una qui- mera, que no es ¡permitido seguir hoy: instrumento cortante y dolor en medicina operatoria, son dos palabras que no se pre- sentan la una sin la otra al espíritu de los enfermos, y de las »cuales es preciso admitir necesariamente la asociación” Pero no habia trascurrido mucho tiempo después de que escribió sí si Velpeau, cuando este problema se viera casi resuelto. En Diciembre de 1846, un dentista de Boston llamado J. Moston, y un médico C. Jackson ambos americanos, hi- cieron conocer que las inalaciones de éter, tenían la propiedad ?de abolir completamente la sensibilidad. Este hecho fue co- municado al mundo, entero, y todos procuraron sacar de él el mayor partido posible; mirando sus buenos resultados, tuvo una aceptación universal, y ocupó entonces el éter un lugar distinguido en terapéutica; recibiendo sus efectos el .nombre de Anestesia, y todas las sustancias que como él, producían la insensibilidad, el de anestésicos. Este fue un gran paso para la cirujia; pero le faltaba lle- gar al enaltecimiento á que se encuentra hoy, lo que se realizó con el descubrimiento del cloroformo. Este cuerpo tuvo su cuna casi al mismo tiempo en Francia y Alemania; en manos de Soubeiran y'Liebig, que lo estudiaron tan solo bajo el punto de vista químico y en algunas de sus aplica- ciones, como para calmar las contracciones, y en particular las ocasionadas por da ¡estricnina y el tétanos: en su eficacia 10 para hacer desaparecer el dolor en las odontalgias, cefalal- gias, y en otras afecciones nerviosas. No fue sino hasta el 10 de Noviembre de 1847, cuando Simpson, profesor de Edimburgo, tuvo la gloria de manifes- tar á la Academia de Medicina, las propiedades anestésicas del cloroformo, su fácil aplicación, la posibilidad de graduar á voluntad sus efectos, y suspenderlos á un momento dado; todo esto apoyado en experimentos que había hecho sobre diferentes animales, y que repetidos en el hombre, dieron ei éxito mas completo. Después de los trabajos de Simpson, la aplicación de este agente se hizo general siempre que se trataba de suprimir el dolor, y en nuestros dias, es el único que se emplea como anestésico, por la seguridad en sus efectos. 11. PROPIEDADES QUIMICAS Y FISICAS. El cloroformo es un liquido incoloro, oleoginoso, de olor suave de éter, sabor picante y después fresco, que se obtie- ne por la acción de los hipocloritos, y en particular por el de cal sobre el alcohol. Para ser empleado exige casi su completa pureza, y el médico debe cerciorarse de ella. Lo hacen impuro varios cuerpos: 1° El alcohol, que puede reconocerse por medio de una pastillita de potaza cáustica, que se pone en una pequeña cantidad del liquido que se analiza; se mueve entonces és- te durante algún tiempo con una pequeña barilla de vidrio, cuidando de que la pastilla no se rompa. Después se sepa- ra ésta, y se trata el liquido por una solución de sul- fato de cobre. Si hay alcohol, sé forma un precipitado rojo de óxido cúprico hidratado: si no le hay, el liquido solo to- ma la coloración azul del sulfato de cobre. La reacción se funda en que si el cloroformo tiene alcohol, la potaza se disuelve en él; y si al contrario, no existe aquel, la potaza es insoluble en el cloroformo. El alcohol se descubrirla tam- bién por la albúmina, que se coagula puesta en contacto con él. 12 2*? Los ácidos cloro-liídrico é hipocloroso, que se recono- cen por el nitrato de plata, que dá un precipitado blanco de cloruro de plata soluble en el amoniaco. 3° Los bidro-carburos. Tratado el liquido por el ácido sulfúrico, los bidro-carburos se carbonizan, y aparecen par- tículas negras bácia la superficie de* aquel. 4° La aldehida o alcohol deshidrogenado. Este cuerpo se reconoce por el óxido de plata. Si hay aldehida, se reduce éste para hacerla pasar al estado de ácido acético; recono- cible por su olor á vinagre, y su acción sobre el papel de tornasol. 111. ACCION FISIOLOGICA. El papel principal de los anestésicos es suprimir la sensibi- lidad y con ella el elemento dolor. En seguida viene la su pre- sión de la movilidad, y por último la muerte. Sus faces son: 1? Desaparición de la sensibilidad llamada general ó de relación, (anestésia ■propiamente dicha.) Sin embargo, hay individuos que oyen y se acuerdan haber respondido, cuan- do estaban en este estado de anestésia. 29 Cesa la propiedad de determinar movimientos volun- tarios: período caracterizado por el estado general de rela- jamiento de todos los músculos (colapsus muscular) salvo los que presiden á los fenómenos de la vida orgánica, (res- piración, circulación, etc.) - 3? En el caso de muerte, y llevada la cloroformización has- ta este grado, los músculos respiradores (inspiradores y es- piradores) cesan de contraerse; de suerte que entonces es por Apnea por lo que sobreviene la muerte. Pero la respi- ración no haciéndose mas, el corazón continúa latiendo y se pueden mantener estos latidos por una respiración artificial para esperar á que la porción del encéfalo que preside á la respiración, recobre su uso. 4° Las contracciones del corazón cesan después de ha- 14 ber sido irregulares* y la muerte llega. El útero en caso de parto, continúa contrayéndose, aun cuando la motilidad res- piratoria haya cesado; pero la contractilidad de su tegido desaparece antes que hayan dejado de existir las contrac- ciones del corazón que es el ultimum moriens. He aquí como Flourens y Longet explican estos fenó- menos: Para ellos, los anestésicos penetrando por el sistema cir- culatorio, van á obrar sobre los centros nerviosos; pero no ejercen su acción de golpe sobre la totalidad de este sis- tema, sino progresivamente sobre cada una de sus partes. ,Su influencia se manifestarla primero sobre los lóbulos ce- rebrales y cerebelosos, que presiden á la inteligencia y la voluntad; después sobre los haces posteriores de la médula y de la protuberancia anular, que presiden á la sensibili- dad general. Un poco mas tarde, seria sentida sobre los ho- ces anteriores, de donde emana la motilidad de los órganos sometidos al imperio de la voluntad; y por último, sobre el bulbo raquidiano ó nudo vital, al cual esta sujeta la acción de los músculos involuntarios, á los cuale's están confiadas las funciones de la respiración y circulación. Mas estes fenómenos no se succedén siempre con la regu- laridad y orden indicados por Flourens y Longet.—Se dan casos, es cierto, verdaderamente excepcionales, en que esos mismos fenómenos tienen lugar en un órden muy diferente, ó se les ha visto sobrevenir de golpe sin que algún síntoma precursor pudiese hacerlo preever; y un brusco debilitamien- to de todas las funciones del sistema nervioso, una siderar clon general, como dice Guerin, es bien pronto seguida de la muerte. Sin embargo, hay un fenómeno casi invariable y es que la motilidad de los músculos involuntarios, persiste siempre mas largo tiempo que la de los músculos voluntarios; es de- cir, que el corazón, los músculos respiratorios, etc., se pa- ralizan después qué los miembros por ejemplo. 15 ¿Y cómo explicar esta inmunidad del bulbo yf de la pro- tuberancia anular, cuando la anatomía descriptiva enseña que se hayan en continuidad inmediata, que reciben los mis- mos vasos y por consiguiente, la misma sangre cargada de igual cantidad de principios anestésicos? Hichet se expresa de la manera siguiente sobre esta materia, dice; Hay movimientos y fenómenos orgánicos; como los lati- dos del corazón, los movimientos peristálticos del intestino, etc., de los cuales el individuo no tiene conciencia, que se efectúan lo mismo durante la vigilia que durante el sueno, y por consiguiente, sin su participación. Todos los órganos que funcionan así, reciben si no en totalidad, ál menos en parte, cordones nerviosos de un nervio especial, del gran simpático, cuyo origen, diposicion y estructura, hacen de él un nervio aparte. En efecto, aunque éste toma sus ralees de los centros nerviosos generales, sin embargo, forma una série de incha- mientos ganglionares de donde parten sus filetes mas grue- sos, y con una coloración diferente de la que tenían al entrar; y el exámen microscópico demuestra que estos ganglios podían considerarse como otros tantos centros nerviosos. ¿No es muy probable pues, que un nervio que ofrece con el sistema general diferencias tan marcadas, tenga también funciones diferentes? Hay algunas experiencias fisiológicas que tienden á demostrar, que si existe la sensibilidad en los cordones nerviosos que emanan del gran simpático, esta es una sensibilidad demasiado obtusa y muy lenta en manifes- tarse. He modo que solo por esta independencia dedos dos sis- 16 temas nerviosos, y este casi-defecto de la sensibilidad del gran simpático, puede uno dar razón de la persistencia de los movimientos de los músculos de la vida orgánica, cuando han cesado los de los músculos de la vida de relación, y la sensibilidad. Para Faure, la insensibilidad causada por el cloroformo, es la insensibilidad asfíxica y se afirma en experiencias he" chas en animales, y en «particular en los perros. Dice; si el cloroformo tuviera en efecto por sí mismo la propiedad de de- terminar la anestesia; si la pérdida de la sensibilidad y del movimiento, fuera el resultado de una acción especialmente ejercida por él sobre los centros nerviosos; si obrare, en una palabra, á la manera de estos cuerpos, que una vez de- positados sobre una superficie mucosa, son absorvidos y en seguida trasportados á todos los órganos por la circulación, es evidente que produciría sus efectos, desde el momento en que la superficie que lo recibiera, cualquiera que fuese, presentara condiciones de absorción suficientes. De esta manera, lo mismo que para dar la muerte basta inyectar en un solo pulmón una solución de opio, de belladona, etc., bastarla para anestesiar, que una cantidad determinada de cloroformo fuese aspirada por un solo pulmón. Pero nada de esto sucede. Cuando se hace llegar cloroformo áun solo pulmón, sea en vapor, sea al estado líquido cualesquie- ra que sean la cantidad y el espacio de tiempo, no se pre- senta nada de anestésia. El individuo sufre un malestar extremo, pero no experimenta ninguno de los fenómenos que caracterizan la embriaguez clorofórmica. Hay una modificación completamente material muy apre¿ dable á la simple vista, que el contacto del cloroformo de- termina constantemente en la circulación pulmonar, y que consiste en la éxtasis de sangre semi~coagulada en los capilares; 17 éxtasis en razón de la cual, la respiración se hace mecáni-, camente imposible. Cuando el cloroformo va á los dos pul- mones, la respiración es totalmente suprimida, la asfixia es próxima, y la anestésia es el primer síntoma. Cuando no va sino á uno solo, la función es suprimida á la mitad, no hay asfixia, y por tanto, no hay anestésia. Así es, que según Faure, la anestésia clorofórmica es la consecuencia, no de una acción propia del cloroformo sobre el organismo, sino de un estado de asfixia determinado por una acción directa. de este cuerpo sobre la sangre de ios órganos respiratorios. Según mi modo de ver, Faure expresa solo en sus pala- bras el hecho que ha observado, sin darse cuenta de cómo la asfixia determina los períodos diferentes de la anestésia, que solo se esplicarian por la teoría meramente hipotética de Flourens y Longet; de manera, que es preciso que nue- vas observaciones iluminen este punto todavía oscuro de la-, ciencia. IV. SINTOMAS DETERMINADOS POR LAS INALACIONES DE CLOROFORMO. He aquí cuáles son de una manera, general, los fenóme- nos esperímentados por las personas que se someten á la influencia de los anestésicos. Se puedén considerar cinco periodos. E'xiíacion, perdida de la sensibilidad, abolición de los movimientos voluntarios, abo- lición de los movimientos involuntarios y la muerte. 1? Las primeras inalaciones ocasionan en el aparato respi- ratorio,- y, particularmente en la garganta, una sensación de picoteo, algunas veces lijeros dólores, tós, ansia, vómitos ó náuseas, y esfuerzos repetidos para rechazar:el aparato. El pulso se hace mas rápido y lleno, la cara se inyecta, el individuo ejecuta movimientos desordenados, y dice pala- bras incoherentes;. 2? La tolerancia por el cloroformo se establece, la respiración se hace mas fácilmente,- la cara to- ma un aire de admiración y palidece poco á poco, la pupila se dilata, el enfermo pierde la conciencia dé los objetos que le rodean, la relajación.'de los músculos comienza á tener lugar y la sensibilidad &s abolida, y el pulso cae ligeramente, late de 60 á 80. 3*? El individuo se haya sumergido en un profundo sueno, se pone á roncar, la resolución de los mus- 19 culos voluntarios es completa, la pupila es extremadamente dilatada, el pulso se ha debilitado mas, la respiración es re- gular, ,y la sensibilidad no existe. Si en este momento (que es el que los cirujanos han elegido para sus operaciones,) se suspenden las inalaciones, estos fenómenos quedan algún tiempo estacionarios; luego decrecen paulatinamente de in- tensidad, hasta que el enfermo recobra su inteligencia y sensibilidad. Al volver en si, despierta con alegría pa- ra degenerar después- en morosidad' que raya en tristeza. Luego, al poco tiempo, (8 ó 10 minutos,) se encuentra como al estado normal. Si al contrario, la acción del anestésico se prolonga, lléga la abolición de los movimientos involun- tarios ó” cuarto período, que se caracteriza.por la parálisis de los músculos espiradores é inspiradores, el enfriamien- to, iá extinción del pulso, y por tanto de los latidos del co- razón; y en caso de parto, cesasion de la contracción uteri- na, que llega después de la de los músculos respiratorios y antes que lá .del corazón. En fin, la muerte por asfixia, se- gún la teoría de .Faure, que es la mas probable,. forma el quinto período,. y. CONTRA-INDICACIONES. De la manera de obrar del cloroformo, se deducen sus contra-indicaciones; así, no deberá emplearse: 1° Cuando existan en el pulmón afecciones que determinen el estanca- miento de la sangre, y mas si están avanzadas. 2° En ca- so de enfermedades orgánicas del corazón, ó de los gruesos vasos, que producen el mismo efecto. 3? En aquellas ope- raciones durante las cuales, la sangre puede caer en abun- dancia en las vias áereas., 4° En las afecciones crónicas del cerebro. 5° En los casos en qua el individuo haya sufrido grandes hemorrágias que lo pongan con tendencia al sínco- pe. 6° Por ultimo, en todas las operaciones en que el ciru jano necesite alguno ó algunos de los movimientos de su en- fermo, para llevar á cabo su operación. YL IffODO DE ADMIFISTEACIOF. Tara administrar el cloroformo se han inventado multi- tud de aparatos que en su mayor parte pecan por compli- cados. El mas sencillo, cómodo y que se usa hoy, consiste en un pañuelo ó una compresa doble, á la cual se dá la forma de un embudo truncado á su vértice, en el que se fi- ja una esponja de cuatro ó cinco centímetros cúbicos, sobre la que se ha de verter el líquido anestésico. Cuando se quie- re hacer la aplicación, se tiene la precaución de mantener al enfermo en ayunas, para evitar los vómitos que pueden ser causa de la asfixia á las primeras inalaciones. Fischer acostumbraba hacer ingerir al paciente un pequeño vaso de vino veinte minutos antes, con el objeto de prevenir los vó- mitos y la producción del síncope que es lo mas peligroso. Ya tomadas estas precauciones, se coloca al enfermo acos- tado sobre el dorso, la cabeza ligeramente levantada por almohadas, se desatan todas las ligas que opriman cualquie- ra parte del cuerpo, y se asegura uno del estado del pulso y de la respiración. Se comienza luego por verter una ó dos dracmas de cloroformo sobre el aparato, y se mantiene á una pequeña distancia de la nariz del paciente para que vaya acostumbrándose al ■olor del anestésico. Después de 22 algunas inspiraciones, se pone ya en contacto inmediato con las aberturas de la boca y narices, teniendo cuidado de que los vapores anestésicos entren al pulmón, mezcladas de una cantidad considerable de aire, que en este caso penetrará por el vértice truncado del pañuelo. Si el paciente no puede respirar, porque es uno de ios primeros efectos del cloroformo, determinar una especie de sofocación, que hace que los enfermos ejecuten movimientos de degluticion en lugar de movimientos de inspiración y espiración; se practica la respiración artificiál: comprimiendo el tórax y el abdomen, y abriendo anchamente la boca al en- fermo. Una vez su acción tolerada, se mantiene el aparato en contacto con la boca y narices hasta la completa anesté- sia, teniendo la precaución de alejarlo, luego que se haya llegado al periodo que necesita el cirujano, y reaplicarlo cuando el enfermo dé muestras de volver en si. CAPITULO SEGUNDO. „áSk sm-18l ji® sa/ja* &«© • SECCION PRIMERA. Anestesia al parto natural. I. HISTORIA. Simpson fué el primer partero que en Enero de 1847, se atrevió á emplear las violaciones etéreas en el parto. Tratábase de una muger de pelvis mal conformada, y él se proponía hacer la versión podálica. El éxito fué de los mas completos. Este suceso brillante le puso en la vía- de aplicar la ete- rización en todos los partos, ya fueran artificiales ó natura- les, y comenzó á trabajar con entusiasmo. Eias después, Mr. P. Dubois, comunicó á la Academia de Medicina de París, los resultados de sus experiencias sobre esta mate- ria, que eran bastante halagadores; y multitud de parteros siguieron en este camino al insigne maestro, consagrando sus talentos en enaltecer este descubrimiento que augura- ba un risueño porvenir al arte de los partos. Sin embargo, al poco* tiempo á pesar de los buenos re- sultados que habían obtenido, se vio que en Francia que- daba sin partidarios y relegado casi al olvido. No sucedió lo mismo en Inglaterra y América; en cuyos dos puntos una cantidad considerable de trabajos hechos por médicos de fama, han probado, que el descubrimiento de Simpson en- contraba un formidable apoyo. En Diciembre del mismo año, habiéndose sustituido el cloroformo al éter, recibió un mayor impulso la anestésia obstetrical; porque la rapidéa de acción del nuevo medica- mento y su modo fácil de administración, hicieron olvidar los peligros que alguna vez de terminara, y fueron el motivo de la ardiente acogida que tuvo entre los parteros ingleses y americanos. n. AOOIOH FISIOLOGICA BOBEE LA MÜGEE EH TEABAJO, Y BOBEE EL HIÑO. Cuando á una mujer en quien se han establecido fran- camente las contracciones uterinas, que indican la expul- sión de un feto llegado á término, se aplican las inalacio- nes de cloroformo- los fenómenos que se verifican sobre la organización en general, son los mismos de que' he hablado antes. Sobre el aparato de la parturición; si la acción de las ina- laciones ha sido llevada tan solo hasta el periodo de la abo- lición de la sensibilidad, esto es, hasta el segundo, he aquí lo que pasa: la mujer se encuentra sumergida en un sueno- que no disipan las contracciones uterinas, éstas se efectúan como al estado normal. Las de los músculos de la pared ab- dominal anterior se debilitan muy lajeramente, existe una semi-resolucion de todos los músculos, que se reemplaza desde que el útero se contrae por movimientos reflejos enér- gicos, y esta semi-resolucion se nota sobre todo en los del periné© que se han relajado un poco; en fin, el parto se verifica sin dolor, y como al estado normal. Después del parto se encuentra: que la mujer dice no haber sufrido na- da, jamas existe esa sideración nerviosa que frecuentemen- te queda en las mujeres muy afectas de aquel temperamento, ó que experimentaban mucho miedo al aproximarse el acto ó durante él, nunca hace falta la retractibilidad, no se da 26 el caso de que haya hemorragia, y el puerperio ha sido siem- pre normal. Si la acción del cloroformo ha sido llevada hasta el tercer período, el de la abolición de los movimientos voluntarios, las contracciones uterinas siguen por lo general su ritmo normal, algunas veces se debilitan para volver en seguida con la misma intensidad. Los músculos de la vida de rela- ción se hallan en el relajamiento mas completo, y por tanto, los músculos abdominales ya no obran: el pulso ha bajado un poco. Si este limite es pasado, las contracciones son ex- cesivamente débiles, se suspenden derrepente, y la muerte puede sorprender en este momento á la parturienta sin que el parto tenga lugar. De manera que los efectos de la anestésia sobre una mu- jer en trabajo, y que podrían utilizarse, son; insensibilidad al dolor, contracciones del útero como al estado normal, contracciones un poco debilitadas de ios músculos abdomi- nales, tijera relajación del perineo, y salud de la madre después del parto. Esto es lo que generalmente se observa cuando la anes- tésia se lleva solo al periodo de la insensibilidad; pero mu- chos autores han visto hechos que obligan al práctico á tener bastante cuidado en la aplicación del cloroformo. Asi, algunos citan casos en que esta sustancia desde las prime- ras inalaciones ha producido la muerte, sin que se pueda atribuir ésta á impureza, ó mala aplicación de aquel agen- te. Otras veces las contracciones uterinas, lo mismo que las de los músculos abdominales, han cesado desde el momento de comenzar la aplicación. Otras en fin, en que la muerte ha sorprendido á la paciente, cuando ya se habia llegado al período deseado, y aquella ha sido tan violenta, que el ci- rujano nada ha podido hacer para salvar á la enferma. 27 Lo que existiría pues de importante, seria penetrar la causa de esta irregularidad de acción: es decir, saber si de- pende de predisposiciones individuales que se pudieran re- conocer, y por consiguiente evitar; mas esto es imposible. En el estado actual de la ciencia, no se podrían dar sino in- dicaciones aproximativas para prevenir los accidentes. De manera, que la atención del médico que administra el cloro- formo, deberá fijarse sobre todo en los signos suministrados por la expresión de la cara, por las funciones respiratorias, y en particular por la circulación. Mientras que los latidos del corazón no se debiliten ó pierdan su ritmo normal, que los músculos respiratorios funcionen sin perturbación nota- ble, y que el murmullo vesicular permanezca-puro y sin mez- cla de ronquido, se puede estar seguro de que no existe peligro alguno. Pero si la cara palidece, si la respiración se embaraza, si las inspiraciones se hacen raras, y sobre todo, si el pulso se debilita y cae abajo de cincuenta pulsaciones por minuto, es preciso no solo suspender la acción del clo- roformo, sino dar aire al enfermo y practicar en él la res- piración artificial. Mas estos casos son verdaderamente excepcionales, pues por lo común la anestesia se pasa en las mujeres sin acci- dentes. Relativamente á la salud del niño, dice Cazeaux: “si exis- ten todavía algunas disidencias sobre la influencia ejercida por el cloroformo sobre la salud de la madre, todo el mundo está de acuerdo hoy, sobre su completa inocencia relativa- mente al niño. En la inmensa mayoría de los casos, el re- cien nacido ofrece su \ aspecto ordinario, sus gritos no son ni menos fuertes ni menos prontos en hacerse oir, y su via- bilidad no parece de ninguna manera comprometida.” 111 UTILIDAD EN EL PAUTO. Vemos según estos resultados, que el cloroformo podría muy bien ser empleado como lo quería Simpson, casi en todos los partos, tanto naturales como artificiales. En la mayoría de estos últimos está ya completamente adoptado: hablaré mas adelante de sus indicaciones. Examinemos cuáles son las razones que militan en pro y en contra de su aplicación en el parto natural. Todos los parteros han creído, y la experiencia se los ha demostrado, que asi como el dolor es inseparable de la ac- ción del instrumento cortante, del mismo modo es un ele- mento natural y necesario en el alumbramiento, un verdadero azote ó maldición para la especie humana. La mayor parte de ellos atendiendo al texto bíblico: mu- lier parturies in dolore; ni se habían atrevido á procurar mi- tigarlo, porque se hallaban en la firme convicción de que todos sus esfuerzos se estrellarían contra ese castigo que la historia sagrada dice, dió el Omnipotente á la desgraciada mujer. Pero dejando á un lado la cuestión moral, porque no es aquí el lugar de tratar de ella, veamos solo á este acto fi- siológico en su parte material. Uno de los mas graves inconvenientes que ponen los que no quieren la aplicación de la anestesia al parto, es el riesgo en que se pone á la paciente por el solo hecho de su admi- 29 nistracion. Poro, ¿nó la esperiencia diaria ha demostrado- completa inocencia, cuando es puro y administrado por- manos hábiles? ¿No es cierto también, que casi todos ios accidentes de muerte observados hoy, han sido debidos á impericia <5 descuido de los cirujanos, ó falta de precaucio- néis al hacer su aplicación? vEs verdad que se citan en los-anales de la ciencia algunos- casos que atestiguan que una que otra vez, hallándose la enferma en las mejores circunstancias de asistencia, y el cloroformo en su mayor grado de pureza, la muerte ha so- brevenido á su empleo sin que el médico pueda darse mas explicación del accidente, que una predisposición particu lar del individuo. Pero estos casos son excesivamente ra- ros, y si debiera uno atenerse á ellos, tendría que renun- ciar completamente á su uso; porque si se han visto casos de muerte en la aplicación ai parto, también han tenido lu- gar en las otras operaciones; y en cuanto á dolores, son bastante comparables. ¿Por qué pues, aplicar la anestésia en casi todas las operaciones dolorosas ejecutadas con el instrumento cortante, solo por ahorrar algunos sufrimientos al operado, y rehusarlo á la mujer en acto tan doloroso? ¿Poi- qué aplicarlo aún en las mas lijeras operaciones, cuando solo la pusilanimidad del enferpio lo exije así, y no hacerlo para mitigar los desgarradores tormentos que acompañan á la expulsión del feto? No es pues una razón convincente el' riesgo que se hace correr á la mujer en la administración de este ájente. Se dirá que hay mujeres para quienes el parto es un acto tan fácil, casi como la defecación. Pero si atendemos ála generalidad, encontrarémos siempre que en todas ellas pro- voca dolores tales, que creen imposible soportarlos; y yo he visto á algunas $ que pedían al médico non ahinco les su- 30 ministrara un narcótico que les quitara sus sufrimientos, ó un veneno que les diera la muerte. ¿Y si las mujeres que de por si son tan cobardes, y tienen un miedo espantoso á la muerte, la prefieren á sus sufrimientos, ¡cuáles no serán estos! ¡cuánto no las atormentarán! Algunos parteros objetan á este modo de ver, que mu- chas mujeres conservan su calma y alegría hasta el fin del trabajo, que varias veces se las oye quejar del intervalo que les dejan los dolores, deseando ardientemente su vuel- ta; y que se les priva en fin, por este medio, de las cari- cias del marido, de los padres y de la felicidad de oir el primer grito de su hijo. Pero ¡qué raras son aquellas que conservan su calma y alegría! La mayor parte, por no de- cir todas, se agitan, se ponen iracibles, se desesperan y aborrecen no solo á las personas que las rodean, sino aun al hijo que llevan en su seno. Porque si es cierto que el cariño maternal existe desde el instante de la concepción, en esos momentos, cuando la desgraciada madre ha sufrido mucho, cuando se halla en ese período horrible de exita- cion del sistema nervioso que algunas veces degenera en locura, no se resigna á sufrir; sino que atribuyendo todos' sus dolores, todos sus padecimientos al niño que va á dar áluz, las afecciones maternales se cambian con frecuencia en un odio profundo, que las conduce á veces hasta cometer el infanticidio. Si es verdad también que algunas desean con ansia que los dolores sean frecuentes é intensos, nunca es debido á que les agrade, sino á que saben que cada dolor es un pa- so mas hácia el término de la expulsión del feto; y lo que ellas desean, es que se verifique pronto para que sus an- gustias acaben cuanto antes. Por eso cuando viene dolor tras de dolor y que creen que el parto no avanza, ó bien se exasperan mas, ó caen en un profundo abatimiento cre- yendo que les producirá la muerte. 31 Hay mas aún; en multitud de mujeres ese miedo natu- ral que tienen á los dolores del parto, es un impedimento para la procreación, porque evitan el contacto con el otro sexo. De manera, que si el médico asegurara en estos ca- sos la inmunidad al sufrimiento, le baria un beneficio digno de su desgracia á la mujer en particular, asi como á la so- ciedad entera. Para mi el único obstáculo verdaderamente serio en la aplicación de la anestesia á todos los partos, seria el tener que prolongar su acción por varias horas. Porque en efec- to, ¿no habria inconveniente alguno en tenerlas sometidas al influjo del cloroformo por un tiempo tan considerable? ¿Este estado de semi-asfixia, podría mantenerse indefinida- mente sin que resultara un mal grave á la mujer en traba- jo? Muchos hechos han probado que el sueño anestésico puede sostenerse por cuatro, seis y mas horas sin peligro alguno. Simpson entre otros, ha hecho inalar á sus enfermas cantidades considerables de cloroformo en un tiempo mayor de seis horas, cuidando solo de que la cloroformización no pa- se del periodo en que se pierde al mismo tiempo que la sen- sibilidad, la conciencia de si mismo, y siempre con muy buen éxito. Chrístison cuenta: que en un parto la mujer quedo dormida durante trece horas, sin que se observara nada de peligroso en la madre ni en el niño. Estos hechos verdaderamente alientan; pero en cambio algunas veces, aunque raras, la muerte ha sobrevenido á Vina aplicación prolongada, ya por una sobre-exitacion del sistema nervioso seguida inmediatamente de un agotamiento completo, de una verdadera sideración; o por una acción venenosa ulterior producida por este ájente. IV. INDICACIONES-' Veamos pues, en qué circunstancias podria el cloroformo ser empleado sin inconvenientes. Para esto es necesario tener en cuenta la duración del tra- bajo. Se puede decir de una manera general, que este es mas largo-en las primíparas que en las multíparas; en las de pel- vis estrecha que en las de pelvis ancha. Su duración total es, término médico, de diez á doce horas; sin embargo, al- gunas veces puede no terminarse sino al cabo de quince diez y ocho y mas horas, sin que el parto pueda llamarse patoló- gico, Según Alph, Leroy y Velpeau, los dolores siguen perío- dos de seis horas, y el trabajo dura seis, doce, diez y ocho, etc.; pero esta observación no es exacta, ó sufre al menos muchas excepciones. En cuanto á la duración relativa de ca- da tiempo, el primero, de dilatación del cuello uterino, es al segundo, de expulsión propiamente dicha, : ; 2 6 3 : 1; esto sobre todo es mas marcado en las ya madres que en las pri- míparas; ademas, en el primer tiempo; la primera mitad do la dilatación es mas lenta que la segunda. En consecuencia,, ios parteros ejercitados, podrían calcular aproximativamente la duración del parto, atendiendo al tiempo que lleva de co- menzado, á la dilatación, blandura, tensión, dureza y rigi- 33 déz del cuello del útero, á la frecuencia é intensidad de las contracciones, y á la resistencia mas ó menos grande del pe- rineo y de las partes de la vulva; fijándose también en la conformación de la vagina; porque en efecto, muchas veces la dilatación del cuello ha sido regular y rápida, y todo ha hecho esperar una feliz y pronta terminación, y repentina- mente las contracciones languidecen, se debilitan, y el arte tiene que intervenir ayudándolas: otras al contrario, el cuello se ha dilatado con una lentitud excesiva, y momentánea- mente esta dilatación llega á su máximo y el feto es expul- sado violentamente. En estos casos., la forma de la vagina dice Wigand, tendría una influencia manifiesta sobre la ter- minación mas ó menos rápida del periodo de espulsion. Asi si la vagina es ancha y de-paredes flojas en toda su exten- sión, este periodo es bastante corto; pero si solo es ancha hacia su fondo y estrecha y resistente en su extremidad vul- var, la primera parte de este periodo será pronta, mientras que la segunda será lenta y difícil. Si al contrario, lo que es muy raro, es de pequeño diámetro y poco estensible en su parte superior, y la inferior es ampliamente dilatada, el prin- cipio de la expulsión es lento, pero se termina con rapidez. Resumiendo todas estas consideraciones, se puede hacer cargo el partero de la duración mas ó menos larga del traba- jo, y sacar de ellas las indicaciones para la aplicación de la anestesia. De modo, que siempre que se hayan establecido francamente las contracciones, que el trabajo marche bien y sea de esperarse una terminación pronta y regular, si no hay contra-indicaciones en algún otro aparato de la economía, el médico podrá anestesiar á su enferma y evitarle asi esos crue- les dolores, que son la consecuencia del acto que se verifica; y solo se abstendrá de hacerlo al principio del trabajo, cuan- do el primer periodo (o dilatación del cuello uterino) marche 34 con una lentitud extrema que haga presumir un parto muy dilatado, para no tener á su enferma Tbajo la influencia del cloroformo un tiempo excesivo. Ignoro hasta qué punto podría servir en este caso la ad- ministración del cuernecillo de centeno propuesto por Beatty, partero irlandés; que lo daba antes de aplicar el cloroformo, para que se establecieran las contracciones. La ciencia es- pera que hechos prácticos, demuestren la utilidad de este nuevo adyuvante. Cuando el parto marche-con mucha lentitud, si ésta de- pende del primer período, el partero esperará hasta la com- pleta dilatación del cuello, para entonces administrar su anestésico, y ahorrar al menos á la mujer, los dolores de expulsión que son los mas intensos. Porque aun suponiendo que el segundo período debiera tardarse mas de lo regular, sabemos, que si esta dilación pasa de cuatro ó seis horas, el partero se haya en la necesidad de intervenir para salvar la vida del feto que se encuentra en peligro, por la compresión que las paredes del canal pelviano ejercen sobre su circula- ción, y que puede ocasionarle la asfixia. La cloroformiza- ción, aun en este último caso, seria muy útil, ya para prac- ticar la versión, aplicar el fórceps, ó hacer cualquiera otra operación. V. MODO DE ADMINISTRACION. Simpson fué el primero que trazó las reglas de la admi- nistración del cloroformo en los partos. Recomienda el empleo de inalaciones bruscas, para llevar a las mujeres inmediatamente á la insensibilidad, é impedir se desarrolle el período de agitación. Para ello, vierte una cantidad considerable de cloroformo en el aparato, y cuida de que la paciente baga grandes inspiraciones. Una vez obtenido aquel efecto, se limita á suministrar pequeñas ina- laciones cada vez que la enferma manifieste sentir algún dolor; y hace la insensibilidad mas profunda, cuando la ca- beza del feto va á franquear el orificio vulvar. I)e este modo* dice, se puede mantener largo tiempo la insensibilidad sin peligro alguno. Para Trouseau, todas estas reglas son excelentes, excep- tuando el primer tiempo de la cloroformización brusca que puede traer la suspensión de las contracciones: cree pues, que seria mas prudente sustituirla por la cloroformización graduada. SECCION SEGUNDA. .JSI se. ;Idsíí;S «®.S«f»S I INDICACIONES, Partos patológicos, son aquellos' en los cuales los recur- sos de que el organismo puede disponer, no son suficientes para que se verifiquen como al estado normal. En muchos de estos partos, el médico tiene que interve- nir ayudando á la naturaleza, para la completa terminación de su acto, y entonces el parto se vuelve verdaderamente artificial, porque el arte ejecuta lo que le falta á aquella para llenar esta función. Esta intervención puede consistir, ya en la simple apli- cación del cloroformo, que calma los accidentes del parto y hace tenga lugar con regularidad, ó bien en operaciones mas ó menos difíciles y dolorosas, que exigen también su empleo. He aquí los casos cu que los autores han creído indicada esta aplicación: 1? En las mujeres nerviosas cuando la exitacion llega á su colmo. 2? Cuando existen contracciones irregulares 6 parciales de la matriz. 39 En los casos de rigidez d con- tracción espasmódica del cuello uterino. 4? Cuando el tra- bajo es detenido por un dolor extraño al parto, que demo- ra ó interrumpe su marcha. 5? En la eclampsia durante el trabajo. G? En los partos manuales (versión, fórceps, etc.) 7? En fin, en los casos de encasquillamiento de la placenta, 6 de adherencias anormales de la misma. Analicemos cada una de estas indicaciones: líl En las mujeres nerviosas cuando la cxitacion llega ásu colmo. Hay algunas mujeres de temperamento nervioso, que desde sus últimos dias de embarazo, se sienten asaltadas de presentimientos horribles que llenándolas de temor e in- quietud, las colocan en una situación de ánimo espantosa. Cuando en estas infelices llega el momento del parto, su principio es acompañado de una postración y un abatimien- to considerables: se creen sin fuerzas para soportar el tra- bajo, y se figuran que éste va á ocasionarles la muerte. Al declararse las contracciones uterinas, la mujer se halla pre- sa de una viva ansiedad, y sus facultades intelectuales se tur- ban algunas veces de un modo inesperado. Cada dolor prin- cipia por un temblor casi convulsivo de los miembros: la cara estáanimada, los ojos se ponen fijos y undidos, las facciones se descomponen, y la desgraciada grita, se lamenta y llama á la muerte, suplicando se la mate ó se ponga de algún modo fin á sus sufrimientos. Su inteligencia se extravía á veces por completo, y durante su delirio, se suele entregar á los actos mas violentos y extravagantes. En la autopsia ¡ encuentra lesión alguna que explique la muerte; parece que 38 solo la sideración nerviosa producida por la parturición, puede considerarse como causa de tan terrible accidente. En estas circunstancias, es decir, cuando la mujer no lle- ga aún al último período de exitacion, el cloroformo ha he- cho ver su utilidad haciendo cesar esa conmoción que ha comenzado á sufrir el sistema encefálico; pero seria proba- blemente mas útil, si su aplicación se hiciera al comenzar el parto, sin esperar á que la exaltación llegase á un grado en que tal vez no fuera ya posible al partero aplicarlo á tiempo. 2? Contracciones irregulares y parciales de la matriz. Las contracciones irregulares o tétanos uterino, están caracte- rizadas porque entre una y otra contracción no hay in- tervalo de calma, sino que se continúan, ó son tan solo in- terrumpidas por paroxismos en que el dolor se hace inso- portable. En la contracción parcial, el dolor viene por inter- valos; pero entonces es el fondo del útero el solo que se contrae ó uno de sus ángulos, y los dolores que producen estas contracciones son comunmente de mayor intensidad que los dolores del parto natural. Cuando existen cuales- quiera de estas dos clases de contracciones o ambas á la vez, el trabajo no avanza á pesar de que la mujer experi- menta dolores horribles, y si pronto no se le atiende, llega ese período de exitacion de que hablé poco ha. Las inalaciones anestésicas tienen aquí la gran ventaja de que suspendiendo ó minorando la fuerza de estas con- tracciones, modifican la sobre-exitacion uterina á la cual están por lo común ligadas. 3? La rigidez 6 contracción espasmódica del cuello son obs- táculos que deteniendo el parto pueden agotar las fuerzas de la mujer y ocasionar una fatal terminación. En los ca- sos de rigidez las fibras musculares del orificio uterino,' 39 parecen tener una resistencia extraordinaria que nada pue- de explicar, pero una resistencia pasiva que se opone á la dilatación, y retarda sobre manera el trabajo. En la retrac- ción espasmódica al contrario, el cuello después de haber llegado á un grado de dilatación considerable, sufre una es- pecie de contractura violenta que estrecha su orificio; este espasmo puede ser de corta duración, pero algunas veces se prolonga indefinidamente, é impide la salida del feto. Tanto en el caso de rigidez, como en el de contracción es- pasmudica del cuello uterino, la cloroformización llevada hasta un grado avanzado, relajando las fibras que se oponen á la dilatación, hace que el parto se verifique con facilidad. 4? El trabajo es detenido por un dolor que demora 6 inter- rumpe su marcha. Este dolor puede depender, ya de alguna lesión desarrollada en las paredes mismas del canal pelviano, que se hace dolorosa por ía fuerza de las contracciones o por la compresión que experimenta al aplicarse sobre ella las partes del feto, ó bien solo es debido á la compresión de los filetes nerviosos que se distribuyen á su cavidad. En uno y otro caso, la anestesia al segundo periodo ofrece muchas ventajas, porque aboliendo la sensibilidad destruye el dolor. 5® Eclampsia durante el trabajo. La eclampsia, dice Ca- zeaux, es una afección puerperal caracterizada por una serie de accesos, en los cuales casi todos los músculos de la vida de relación, y frecuentemente los de la vida orgánica, sufren contracciones convulsivas; accesos que lo mas ordinariamen- te son acompañados 6 seguidos de la abolición mas ó menos completa, y mas ó menos prolongada de las facultades sen- soriales 6 intelectuales. Esta afección se manifiesta por lo común en aquellas mu- jeres que durante su embarazo han presentado síntomas de albuminuria, Algunos autores le han atribuido como causa; esta albuminuria, otros han creído que es la uremia quie; produce la eclampsia, por una especie de envenenamienti determinado por el exceso do urea que en estas circunstan cias encierra la sangre. Sea de esto lo que fuere, el hechc es, que estos accesos convulsivos tienen lugar en las muje- res que en los últimos dias de la preñez, han manifestado la presencia de la albúmina en la orina. ¿Este síntoma observado con anticipación al parto, no po- dida servirnos para prevenir la eclampsia? ¿No seria muy útil después de haber empleado el tratamiento preventivo que aconsejan los autores (sangría, purgantes, emético, etc:) ya al comenzar el trabajo, aplicar la anestesia que la expe- riencia ha enseñado produce tan buenos efectos, la afección una vez declarada? ¿No se evitarían al mismo tiempo que a la mujer, los accesos convulsivos que atacan muchas ve- ces al niño después del nacimiento? La teoría demuestra su utilidad, y yo creo que debería ensayarse; porque muy fre- cuentemente esta afección una vez declarada, es tan refrac- taria á todos los medios que se le oponen, que ni las inala- ciones anestésicas han surtido del modo que se deseaba. A la experiencia queda confiado decidir esta cuestión. fé En los partos manuales (versión, fórceps, embriotomía, etc) En todas estas operaciones que causan á las mujeres mucho horror y determinan agudos dolores, la anestésia ha sido verdaderamente ventajosa, porque evita esos movimien- tos bruscos á que se entregan las operadas en el exeso del dolor, y facilita el manual operatorio. Así en la versión, la mano puede ser introducida con bastante facilidad, lo mis- mo que los brazos del fórceps ó cefalotribo en los casos de su aplicación, y en las otras operaciones (simfisiotomia ope- ración cesárea, etc.,) no da lugar á que la enferma experi- mente dolor alguno, 7® y última. Enmspmüamimio de la piare-nía y adiaren cías anormales de la misma. Suele venir después de la expul- sión del producto de la concepción, y antes de que la pla- centa se Jiaya desprendido, una contracción espasmódica de las paredes uterinas que tiene por efecto aprisionarla; esta retracción dura algunas veces mucho tiempo, y el par- tero se ve en la precisión de intervenir. Al introducir la mano, ó bien encuentra que las paredes uterinas retraídas espasmódicamente forman diferentes cavidades separadas por vientres constituidos por la retracción llevada á su colmo, y que en una de ellas, en la del fondo se haya encerrada la placenta, <5 que estas paredes se han retraído tan solo al re- dedor de ella, y le forman una especie de caequillo que la mantiene allí sólidamente fija. En ambos casos, la salida de la placenta no puede efectuarse, sin que antes el útero entre en una lijera relajación, y el cloroformo determinán- dola, hace fácil esta salida. 41 Cuando la placenta se haya íntimamente adherida á la pared uterina, ya sea por su tejido propio, ó porque á con- secuencia de apoplegias placentarias ha tenido lugar entre ella y el útero, la formación de un tejido fibroso que la mantiene fuertemente unida, el partero necesita desplegar alguna fuerza para romper estas adherencias, y ocasiona do- lores que se harían insoportables sin la acción de las inala clones anestésicas. 11. MODO DE ADMINISTRACION. El modo de administrar el cloroformo en estos diferentes casos, es el mismo de que hablé al tratar de la anestesia en general; llevando solo el grado de eterización, hasta produ- cir el efecto que se necesite. 111. ESTADISTICAS. Las estadísticas llevadas con el objeto de averiguar la utilidad de cloroformo á todos los partos, verdaderamente satisfacen; pues tanto la salud de la madre como la del ni- ño, se han encontrado, si no como al estado normal, la ma- yor parte de veces mejor. 43 Simpson en 1519 mujeres que sometió á la influencia del éter ó del cloroformo, no vio en ninguna accidentes que pu- dieran imputárseles á estos ajentes. Murphy sobre 619 partos, no cuenta ningún caso de muerte en 540 naturales, ninguno en 37 con aplicación de fórceps, 1 en 27 de ver- sión, y 2 en 20 con perforación del cráneo. Danyau sobre 15 á quienes lo aplicó, encontró que en 13 el parto se ve- rificó con entera naturalidad, en 1 las contracciones se hi- cieron menos fuertes y frecuentes, y en otro, la detención completa del trabajo lo hizo renunciar inmediatamente á la cloroformización, pero habiéndola suspendido, el parto tu- vo lugar al muy poco tiempo. Trousseau dice: que en Inglaterra y América no obstan- te del empleo casi abusivo que han hecho muchos parteros, no existe un solo caso de muerte sobrevenida durante la eterización, ni siquiera se han visto síntomas que hayan dado lugar un solo instante á temores por la suerte de quie- nes estaban sometidas. En México solo se sabe de una señora inglesa á quien aplican el cloroformo en todos sus partos, y estos se verifi- can con toda regularidad y la dejan en un estado de salud muy satisfactorio. El señor mi maestro D. Juan M. Rodríguez me asegura que tanto en su práctica como en la del Sr. Espejo, todas las veces que han hecho uso de los anestésicos (que solo han empleado en los partos artificiales) el éxito ha sido de los mas brillantes, y jamás han tenido que lamentarse de su modo de proceder. CONCLUSION. Para mí, sí nuestros hábiles médicos, (que tenemos mu chos,) se dedicaran con ahinco en su práctica á este ramo tai útil benéfico ála humanidad, se haria dar un paso ála ciencia, digno de los hijos de América. Yo quise basar este pobre trabajo en algunos hechos prác- ticos que me confirmaran en mis teorías; pero la fatalidad qui- zo que el presente año, cási no tuviéramos clínica de partos; pues las muy pocas parturientas que se asistieron en el hos- pital de San Andrés, no bastaron ni para que todos mis com- pañeros tuvieran lugar de observarlas en el momento del parto tal como lo presenta la naturaleza. . Ai por un momento me figuro haber llenado el objeto que deseaba; mas quiera Dios que esta tésis que hoy no es en su .mayor parte sino pura teoría, sirva al menos para fijar a atención de los médicos y estudiantes sobre este punto tan útil, y sea la simiente que nutrida mas. tarde por los ju- gos de la práctica, dé épimos frutos á nuestra amada patria, y un gran alivio á la infeliz mujer. wíí. ffdeya.