ESCUEIiA NACIONAI. DE MEDICINA DE MÉXICO. 
LA 
DENSIDAD NORMAL DE LA SANGRE 
EN LOS HABITANTES DE MEXICO. 
TESIS 
QUE PARA El, EXAMEN GENERAL DE MEDICINA CIRUGIA 
Y OBSTETRICIA 
PRESENTA AI- JURADO CALIFICADOR 
ERNESTO SANCHEZ DE TAGLE 
Alumno 
de las F.scuelas Nacionales Preparatoria y de Medicina de México. 
Kxpracticante del Hospital 
General de San Andrés y Primer Secretario de la Sociedad 
Filoiátrica. 
MÉXICO 
OFICINA TIP. DE LA SECRETARIA DE FOMENTO 
Calle de San Andrés número 15. (Avenida Oriente 51.) 
189 6 KSCTJEIjA. NACIONAL DE MEDICINA DE MÉXICO. 
LA 
DENSIDAD NORMAL DE LA SANGRE 
EN LOS HABITANTES DE MEXICO. 
TESIS 
QUE PARA EL EXAMEN GENERAL DE MEDICINA CIRUGIA 
Y OBSTETRICIA 
PRESENTA AL JURADO CALIFICADOR 
ERNESTO SANCHEZ DE TAGEE 
Alumno 
de las Escuelas Nacionales Preparatoria y de Medicina de México. 
Expracticante del Hospital 
General de San Andrés y Primer Secretario de la Sociedad 
Filoiatrica. 
MEXICO 
OFICINA TIP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO 
Calle <le San Andrés número 15. (Avenida Oriente 51.) 
1890 A LA AANtADA 1110114 II II PAill, 
Ü MI JL ID ® M ñ ® ü lálll» 
1 odos mis desvelos y trabajos 
no podrán pagar debidamente una sola de tus caricias. 
Recibe el presente como prueba de mi amor filial. 
.A. MIS HEEE&MAJSTOS. AL SR. GENERAL PORFIRIO DIAZ, 
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA. 
Profundo respeto y eterna gratitud. 
A LOS SEÑORES 
RAFAEL OHOUSAL Y EDUARDO PORTU 
A quienes debo la terminación de mi carrera, 
como débil prueba de mi reconocimiento y cariño. AL SR. MINISTRO DE FOMENTO 
INGENIERO MANUEL FERNANDEZ LEAL. 
Respeto y gratitud. 
AL SEÑOR 
INGENIERO D. ANDRES BASURTO LARRAINZAR. 
Profundo agradecimiento y cariño. 
A.JL, SEÑOR 
LIC. AGUSTIN DIAZ BARREIRO. 
Testimonio de sincera amistad. 4 mis queridos 'tíos los Señores Doctores 
Fernando Altamirano, Daniel Vergara Lope, Genaro Aleorta 
y Manuel Urbina, 
Como una débil prueba de mi cariño y gratitud. 
A mi distinguido profesor de Fisiología, 
José María Bandera. 
Pequeño homenaje de admiración y respeto. 
Al sabio maestro de Obstetricia, 
Manuel Grntiérrez Zavala. 
Aceptad mi humilde trabajo como 
testimonio del cariño de vuestro discípulo. A. los Señores Doctores 
Manuel Gallegos, José Olvera, Tomás Noriega y Adrián de Garay. 
Respeto y cariño. 
Al honorable 
Cuerpo de Profesores de k Escuela I. do Medicina. 
A mis compañeros de la Sociedad Filoiátrica. 
A mis inmejorables amigos de la infancia, 
Lucio Flores y Roberto López. INTRODUCCION. 
La importancia que con los estudios modernos toma 
diariamente el conocimiento exacto de la composición 
de la sangre, la necesidad de tener en clínica medios 
sencillos para llegar á él, la novedad que presenta en 
México este estudio, á la vez que la importancia de 
conocer el tipo fisiológico que sirva de punto de com- 
paración á las investigaciones posteriores, son los mo- 
tivos que han hecho decidirme á elegir el presente tra- 
bajo. 
Hayem dice y con razón, en la introducción de su 
grandiosa obra, que en la hematología está el porvenir 
de los descubrimientos médicos. Yernos en efecto que 
el conocimiento de la sangre es en muchos casos nece- 
sario é indispensable. 
Los estudios recientes, especialmente el de la Bac- 
tereología, han dado un impulso poderoso á las inves- 
tigaciones sobre la composición de los líquidos de la 
economía (especialmente al de la sangre), realizando in- 
numerables triunfos. Así ¿no se atribuye la inmunidad 
de las enfermedades infecto contagiosas á un estado par- 14 
ticular de la sangre, que se ha llamado bactericida? ¿no 
las tendencias de la microbiología, son crear este esta- 
do, por medio de inyecciones hechas con líquidos de 
animales refractarios á estas enfermedades, creando la 
Vacuna? ¿Por intermediario de qué agente obran los 
líquidos de Pasteur para la rabia y el de Roux para 
la difteria? 
La sangre, por el importante papel que representa 
en la respiración y en la nutrición de los elementos 
celulares del organismo, sirviendo de vehículo á las 
substancias que le son necesarias, á la vez que aca- 
rreando al exterior los productos de su desasimilación, 
exige desde luego su conocimiento al estado fisiológi- 
co, para tener un punto de partida en que basar las 
investigaciones patológicas; pues si bien es cierto, co- 
mo veremos después, la media normal es variable con 
diversos estados del todo fisiológicos, y si sabemos que 
influyen también de una manera notable el sexo, la 
edad, etc., se puede buscar en cada uno de ellos el tér- 
mino medio y así la comparación puede hacerse ale- 
jando hasta donde sea posible las causas de error. 
Las influencias mesológicas hacen sentir sus efectos 
tanto en los organismos vegetales, como animales, tan- 
to en los organismos unicelulares, como en los supe- 
riores. Las condiciones de existencia obedecen á leyes 
invariables y eternas. Pero si la naturaleza ha forma- 
do órganos de adaptación á los distintos medios (agua, 
aire), también facilita la adaptación á las variaciones 
de un mismo medio, imprimiendo al organismo modi- 
ficaciones más ó menos considerables. 
En las alturas donde el aire se encuentra enrarecí- do, estos medios de adaptación existen, como lo de- 
muestran los numerosos estudios que se han empren- 
dido con este objeto. 
Si los órganos encargados de evitar el déficit de oxi- 
geno que pudiera resultar á la economía como conse- 
cuencia de la decompresión atmosférica, se modifican 
de una manera adecuada, si el número de respiraciones 
y de pulsaciones aumenta; la sangre, el medio interno 
del organismo (C. Bernard), el líquido nutritivo por 
excelencia, no debe permanecer indiferente. 
Efectivamente su composición varía para realizar 
su objeto: hay aumento en el número de las hemacias, 
de la oxi-hemoglobina, de la densidad, y en general de 
los principios sólidos. 
El estudio de la sangre en las alturas, ha llamado 
hace algún tiempo la atención de los Fisiologistas por 
los resultados obtenidos. 
Miintz había demostrado que en los Conejos del Pi- 
co de Midi se encontraba siempre un aumento en la 
cantidad de los materiales fijos y de la hemoglobina.1 
Yiault, en sus estudios de la composición de la san- 
gre en las altas mesetas de la América del Sur (ob- 
servaciones recogidas principalmente en el Perú) en- 
contró datos enteramente demostrativos de la aclima- 
tación á las alturas. El resultado de las observaciones 
hechas en él mismo fué el siguiente: 
En Lima 5.000,000 de glóbulos rojos por milímetro 
ciibico. 
En Morococha (4,392 metros sobre el nivel del mar) 
1 De Tenrichissement du sang en hémoglobine suivant les condi- 
tions de existences (1891). 16 
15 días después de su permanencia en este lugar 
7.100.000. 23 días después 8.000,000. 
Indica además que la cantidad de hemoglobina es- 
taba aumentada aunque no en la misma proporción 
que el número de las hemacias. 
En México (á 2,275 metros sobre el nivel del mar) 
debe haber forzosamente un aumento proporcional de 
los elementos fijos de la sangre. Todos los experimen- 
tadores que se han ocupado de este líquido han encon- 
trado un aumento notable de los glóbulos rojos. 
El Sr. Dr. D. Miguel Cordero fué el primero que se 
ocupó del estudio anatómico de la sangre en México. 
La cifra que encontró nos autoriza ya á nosotros pa- 
ra considerarla superior á los promedios deducidos 
por Malassez y Hayem, aunque el Dr. Cordero no le 
dió su verdadera importancia, conformánpose con de- 
cir que no había diminución de las hemacias en los 
habitantes de México. 
Según Malassez 4.300,000 por mitro, cúbico. 
Según Hayem 5.000,000 ,, ,, „ 
Según el Dr. Cordero 5.948,900 „ ,, ,, 
El Dr. Daniel Yergara Lope en su tesis inaugural1 
hace notar la importancia de los resultados obtenidos 
por el Sr. Cordero como otro fundamento más á favor 
de la no existencia de la anoxhiemia barométrica; pe- 
ro en su trabajo de 1893 y como resultado de 38 ob- 
servaciones en individuos enteramente sanos, ha en- 
contrado como promedio general 6.700,000 glóbulos 
rojos por milímetro cubico. La continuación de sus 
observaciones lo ha conducido á la confirmación de la 
1 Véase Vergara Lope.—Tesis, 1890. 17 
existencia de este aumento de los eritrocitos, habien- 
do encontrado una cifra de 6.400,000, deducida de más 
de 200 observaciones. 
Esto nos explica por qué el Dr. Fernando Zárraga, 
tomando como base los datos Europeos, los del Dr. 
Cordero y el resultado de sus propias observaciones 
sobre la sangre de las mujeres embarazadas en Méxi- 
co, dedujo, que la mujer en gestación tiene su sangre 
hiperglobúlica, conclusión general inexacta é incon- 
forme con los resultados obtenidos por la mayoría de 
los autores Europeos, y que tuvo por origen, la igno- 
rancia del descubrimiento importante de la hematolo- 
gía de las altitudes; prueba inequívoca del interés que 
tiene para los conocimientos médicos en general la fi- 
jación exacta del estado fisiológico de la sangre en los 
habitantes de las alturas. 
El Sr. Dr. Zárraga1 encontró en las embarazadas 
5.111,000 glóbulos rojos por milímetro cúbico. El Dr. 
Vergara en la mujer al estado de vacuidad y entera- 
mente sana, ha encontrado un promedio de 5.500,000 
á 6.000,000, superior por lo tanto al del Sr. Zárraga, 
y que nos autoriza á deducir que en México como en 
Europa el estado hipoglobúlico de la sangre es una 
condición normal de la gestación. 
La comprobación de las cifras que anteriormente he 
indicado, se encuentra en el presente trabajo; pues el 
estudio que he hecho de la sangre he procurado sea 
lo más vasto que me ha sido posible, tomando todas 
las precauciones necesarias para alejar las causas de 
error. Aunque mi objeto principal es la determinación 
1 La Gaceta Médica de México. Vo). XXVIII, pág. 265. 18 
de la densidad en la sangre normal, he tenido que re- 
coger algunos otros datos (numeración de glóbulos, do- 
sificación de oxi-liemoglobina), que me permitieran 
juzgar de una muñera precisa, la relación que tiene 
que haber entre la densidad de la sangre y su estado 
fisiológico ó normal, para establecer al mismo tiempo 
con toda claridad las diferencias que existen con la 
sangre de los habitantes de los bajos niveles. 
La importancia del presente estudio puede conside- 
rarse desde varios puntos de vista: 
En primer lugar: proporciona un dato más á la Fi- 
siología Nacional comprobando otros que están ente- 
ramente relacionados á él. 
En segundo: hace conocer á la Clínica un medio sen- 
cillo y de fácil ejecución. 
Tercero: habiendo como hemos encontrado, en las 
pocas observaciones que presento al final de este tra- 
bajo, una relación constante entre la densidad por una 
parte, y el número de los glóbulos rojos y la cantidad 
de oxi-hemoglobina por otra, bastará determinar esta 
densidad para tener una idea aproximativa de la ri- 
queza globular de la sangre que sea el objeto de estu- 
dio; porque ¿cuántas veces por circunstancias que se- 
ría largo enumerar, los médicos, sobre todo los que 
ejercen en lugares lejanos á los centros de población, 
no podrán disponer de los útiles necesarios para hacer 
la numeración de los glóbulos (microscopio, hematíme- 
tro), ni de los indispensables para determinar la can- 
tidad de hemoglobina? 
Sirviéndose entonces de unos cuantos frascos, con 
cloroformo y gasolina mezclados á distintas densida- des, podrán obtener, si no datos enteramente exactos 
sí muy aproximados del estado de la sangre, lo que 
bastará en la mayoría de los casos. 
En cinco capítulos he dividido el presente trabajo: 
Primero: Historia, métodos de observación y pro- 
cedimiento seguido en esta tesis. 
Segundo: Factores que son susceptibles de modifi- 
car la densidad de la sangre, exponiendo la teoría más 
admisible de sus variaciones en las alturas. 
Tercero: ¿Cuál es la densidad normal de la sangre 
en México? y comparación con los resultados obteni- 
dos poiy los observadores Europeos. 
Cuarto: Exposición de las observaciones. 
Quinto: Conclusiones generales. 
El método que he seguido en mis observaciones es 
el siguiente: Señalar el estado de salud de los indivi- 
duos sometidos al examen, escogiendo aquellos cuyo 
estado fisiológico es perfecto hasta donde ha sido po- 
sible y anotando además la fecha de observación, la 
hora, el tiempo transcurrido después del alimento, el 
oficio ó profesión, el lugar del nacimiento, el número 
de respiraciones, de pulsaciones, la temperatura, el nú- 
mero de glóbulos rojos, su relación con los blancos, la 
cantidad de hemoglobina por ciento y la densidad de 
la sangre. 
Este es el humilde trabajo que tengo el honor de 
presentar á mi ilustrado Jurado, como la prueba inelu- 
dible que la ley exige para para obtener el honroso tí- 
tulo de Médico. Espero lo juzguéis con la benevolen- 
cia que es compañera inseparable del saber, haciendo 
á un lado las imperfecciones que de seguro está lleno 20 
y no viendo en él, más que mi amor al trabajo y al 
estudio, juntamente con el deseo de presentaros algo 
interesante, y hasta cierto punto nuevo en México. 
Un deber mío es el hacer públicamente presente mi 
reconocimiento, á los Sres. Dres. Daniel Yergara Lo- 
pe y Fernando Altamirano; al primero por haberme 
proporcionado tan bondadosamente todos los datos 
que poseía, dirigido y ayudado en mis observaciones; 
al segundo por haberme facilitado todos los medios, 
para llevar á cabo el presente estudio. CAPITULO I. 
Historia y métodos de observación. 
Loa estudios de la densidad de la sangre han sido hechos 
principalmente en Alemania, en Inglaterra y en Italia: son 
pocas las observaciones que se han hecho en Francia. En 
México hasta el presente año el Sr. Vergara Lope es el pri- 
mero que se ha dedicado á este estudio, sin que antes se ha- 
ya ocupado nadie de él. 
Para evitar repeticiones me he propuesto reunir la histo- 
ria con los métodos de observación que han seguido los dife- 
rentes autores, comenzando por aquellos que están completa- 
mente en desuso, para terminar con los que están á la altura 
de los conocimientos modernos. 
De una manera general puede decirse que por tres grandes 
periodos ha pasado sucesivamente la determinación de la 
densidad de la sangre: Un primer periodo que comprende la 
época de la sangría. Una segunda época durante la cual na- 
da se hizo; y un tercer período que es enteramente reciente 
y que comprende la época actual. 
Para ser más claro en mi descripción y para ordenar de al- 
guna manera el presente estudio, dividiré en tres los principios 
generales en que se fundan los distintos medios de observación, 
exponiendo al final el procedimiento seguido en esta Tesis y 
haciendo de paso algunas consideraciones sobre cada uno de 
estos procedimientos. 22 
El primer grupo está fundado en el principio siguiente: 
Determinar el peso específico de la sangre por los medios co- 
munes á todos los líquidos. 
El segundo: Tomar un volumen determinado de sangre, 
pesarlo y obtener por cálculo el peso específico. 
El tercero: Buscar un líquido en el cual una gota de san- 
gre quede en suspensión sin subir ni bajar, siendo la densi- 
dad de la sangre la del líquido empleado. 
Como se comprende fácilmente, el primer grupo y el méto- 
do en que está fundado, sólo era aplicable cuando por medio 
de la sangría se podía disponer de grandes cantidades de líqui- 
do, siendo por orden histórico el procedimiento más antiguo. 
Desde que se han estudiado y comprendido las indicaciones 
de la sangría, desde que el número de estas ha disminuido 
considerablemente, los observadores han buscado medios in- 
geniosos y para los que sólo bastan unas cuantas gotas de san- 
gre. 
Primer grupo.—Se defibrina la sangre y se determina su 
peso específico por los medios comunes á todos los líquidos. 
Comprendido en la época de la sangría como anteriormen- 
te expresamos, y siendo el método más antiguo, lo señalaré 
brevemente por ser un dato histórico de importancia. 
Becquerel y Rodier fueron los primeros que en 1844 se 
ocuparon de la densidad de la sangre. Para obtenerla hacían 
una sangría de 125 gramos, defibrinaban la sangre por medio 
de una pequeña escoba y determinaban la densidad por el 
método del frasco. Después en otra porción de líquido sepa" 
raban el suero y determinaban por el mismo medio su den- 
sidad. 
Kincke (Berlín, año de 1872), determinaba por el mis- 
mo procedimiento la densidad; pero empleando menos can- 
tidades de sangre. 
Gamgee (Universidad de Mauchester, 1880), hace uso de 
un frasco especial: el pikuómetro Geissler, que tiene en su 
interior un termómetro para poder pesar el agua y la san- 23 
gre á la misma temperatura. Previamente construye una ta- 
bla de la densidad del agua á distintas temperaturas. Con- 
sultando estas tablas, se obtiene la densidad del agua á la 
temperatura del medio á que se hace la experiencia y la que 
tendría á la temperatura de la sangre. Conociendo entonces 
el peso de una cantidad igual de agua y de sangre á la misma 
temperatura, se deduce fácilmente la densidad. 
Arronet (1887), toma 25 centímetros cúbicos de sangre y 
con una parte de este líquido determina la densidad, sirvién- 
dose de 3 frasquitos que contienen cada uno 3 gramos. Es- 
tán tapados al esmeril y poseen un pequeño tubo capilar que 
impide el contacto del aire y la sangre. 
Kruger se sirve del mismo procedimiento. 
Polli ha propuesto otro método, que á primera vista pare- 
ce el más exacto: Se recoge la sangre en una probeta, y se 
agita con una varilla de vidrio de manera de separar la fibri- 
na procurando conservar la temperatura que tiene á la sa- 
lida de la vena. Se toma la densidad por medio de un areó- 
metro y en seguida se deja reposar durante algunos días la 
sangre, de tal manera, que los glóbulos más pesados van al 
fondo, después se toma muy fácilmente y con el mismo areó- 
metro la densidad del suero. 
¿Cuál de todo este grupo de procedimientos es el más con- 
veniente? Todos están sujetos á objeciones más ó menos se- 
rias. En primer lugar se tropieza con la dificultad de encon- 
trar personas que puedan y quieran sujetarse á una sangría 
de complacencia; pues casi todos ellos necesitan una cantidad 
regular de sangre; se obtiene por estos métodos la densidad 
de la sangre defibrinada y sabemos que en muchas enferme- 
dades hay aumento notable de la fibrina y si eliminamos es- 
te factor habrá en estos casos una causa de error considerable. 
El procedimiento de Pollí sería el preferible; pero este expe- 
rimentador toma como dijimos anteriormente, la densidad 
con un areómetro y como sabemos estos instrumentos seña- 
lan únicamente la densidad de los líquidos y de las solucio* nes de diversas substancias; pero hay un error considerable 
cuando se toma la misma densidad en líquidos que como la 
sangre tienen cuerpos en suspensión y no en solución. No 
pudiéndose evitar esta causa de error obliga á abandonar el 
procedimiento. 
Segundo grupo.—Su principio general y fundamental es 
el siguiente: Se toma un volumen determinado de sangre, se 
pesa y se obtiene su densidad por cálculo. 
Por orden histórico los procedimientos que comprende es- 
te segundo grupo son posteriores á los señalados anterior- 
mente. Desde el punto de vista práctico son enteramente 
aplicables y algunos de ellos dan un resultado enteramen- 
te exacto; pero la mayor parte no son clínicos, pues exigen 
alguna práctica por parte del observador y una laboriosidad 
que los hace minuciosos, y aplicables solamente á aquellos 
casos en los que se desea tener una apreciación estrictamen- 
te matemática. 
Conociendo de una manera exacta el volumen y el peso de 
una cantidad determinada de sangre se puede obtener fácil- 
mente la densidad por medio de la fórmula siguiente: 
24 
d= JL. 
V 
en la que d representa la densidad buscada, p el peso y v el 
volumen. Es necesario hacer la corrección de la temperatu- 
ra á la cual se observa. 
Señalaré en primer lugar el procedimiento seguido por 
Davy, Magendie y Nasse, solamente como dato histórico; 
pues ahora es enteramente impracticable por la cantidad de 
sangre que se necesita. 
Se recoge una cantidad de sangre variable de 100 á 500 
gramos, se le pesa cuidadosamente en una buena balanza, se 
pesa después una cantidad igual de agua á la misma tempe- 
ratura, y se obtiene la densidad por un cálculo sencillo. No se necesita discutir mucho la imposibilidad de aplica- 
ción de este procedimiento actualmente. 
Tarchanofi 1 (Profesor de la Universidad de San Petersbur- 
go), emplea el procedimiento siguiente: 
Recoge la sangre que sale de una pequeña herida en un 
pyknómetro (ó globo de vidrio) que tiene la forma de una 
pera y cuyas dos extremidades están terminadas en tubo ca- 
pilar. La sangre debe llenar enteramente el globo de mane 
ra que no se mezcle al aire. Se pesa primero el globo vacío 
y después lleno de sangre rápidamente y en una balanza de 
gran precisión, se vacía y se le pesa lleno de agua á la tem- 
peratura de 37°5 que es la de la sangre. Se determina fácil- 
mente la densidad. 
Este procedimiento puede ser bastante exacto; pero está 
sujeto también á algunas objeciones: En primer lugar se ne- 
cesita si se quiere hacer un cierto número de observaciones, 
disponer de un globito para cada observación, puesto que es 
imposible lavar rápidamente el globo lleno de sangre; en se- 
gundo lugar este líquido casi siempre se coagula y es impo- 
sible llenar completamente el pyknómetro, siendo por otra 
parte muy difícil no dejar entrar burbujas de aire, que pene- 
tran siempre al interior si falta sangre, ó se separa un 
poco de ella el tubo capilar por donde se está absorbiendo; 
en tercer lugar, hay que hacer tres pesadas en cada experien- 
cia y que tener preparada agua á la temperatura que se ne- 
cesita. Además la incisión que se hace en la piel para evitar 
el contacto del aire debe ser bastante profunda. Por lo tan- 
to no es un procedimiento aplicable en Clínica, se emplean 
para la observación cuando menos tres horas y necesita apa- 
ratos especiales, gran precisión, práctica y habilidad por par- 
te del observador. 
Tzyboulsky (1880), emplea un método que no es más que 
una ligera modificación del anterior. 
1 Foster.—Traite de Fisiologie. 26 
Se sirve de un vasito tapado al esmeril y que puede con- 
tener un centímetro cúbico, se le pesa vacío, luego lleno de 
agua á la temperatura de la sangre, se seca y se le pesa por 
último lleno de sangre. Se obtiene después por cálculo el 
peso específico. Este procedimiento tiene á pesar de su sim- 
plicidad una gran dificultad, y es que no se puede llenar rá- 
pidamente el frasco por simples gotas; pues la sangre muy 
pronto se coagula. Se necesita cuando menos; si no se tiene 
mucha práctica, desperdiciar mucha sangre y dar un gran 
número de piquetes. 
Schmaltz ha hecho una reducción al procedimiento de Tzy- 
boulsky, que como acabamos de hacer notar no es más que 
una modificación ligera del de Tarchanoíf. 
Es un procedimiento muy minucioso y puede decirse el 
más exacto y practicable de los que comprende este grupo. 
La sangre se obtiene por una picadura pequeña hecha en 
la yema del dedo con una lanceta especial; esta sangre se re- 
coge en un pequeño tubo de vidrio llamado pyknómetro ca- 
pilar de Schmaltz: tiene una longitud de 12 centímetros y 
milímetro y medio de espesor y termina en sus dos extremi- 
dades en capilar de una extensión de un centímetro y de dos 
tercios de milímetro de luz. La forma general del pyknó- 
metro es muy semejante á la de un tubo de vacuna. Se pe- 
sa en una balanza que sea sensible hasta un décimo de mili- 
gramo. Se llena de agua destilada, se le seca en su parte ex- 
terna perfectamente y se le pesa de nuevo. La diferencia de 
las dos pesadas indica el peso del agua. En seguida se le des- 
embaraza del agua, se lava con éter ó con alcohol abso- 
luto y cuando todo se ha evaporado se llena de sangre. La 
cantidad que se necesita para llenar completamente el tu- 
bo es 0 gr. 1, quiere decir, sólo dos gotas. Una vez que el 
tubo está lleno de sangre se le vuelve á pesar y por un cálcu- 
lo sencillo se obtiene la densidad. 
Llamemos a el peso del capilar vacío, b el tubo lleno de 27 
agua y e su peso con sangre; la densidad que representamos 
por d será: 
j c — a 
d = ~r 
b — a 
Lyonnet da el ejemplo siguiente para demostrar la marcha 
que sigue la observación, por el procedimiento de Schs- 
maltz: 
1? Peso del capilar vacío 0.1730 
2? id. id. id. con agua 0.2952 
3? El peso del agua sola 0.1022 
4? Peso del tubo capilar con sangre 0.3025 
5? Peso de la sangre sola 0.1295 
La densidad de la sangre será igual á 
j 0.1295 -i Afro A 
d = TU222- = 1<m9 
Una vez que el tubo ha servido para hacer una observación 
es necesario secarlo y destruir las porciones de sangre que 
hayan podido quedar adheridas á sus paredes. Para conse- 
guir esto, después de haberlo lavado con alcohol y éter, se le 
coloca en una solución poco concentrada de potasa cáustica, 
que destruye las últimas porciones de glóbulos que pudiera 
contener. 
Varias son las objeciones que se han hecho al procedimien- 
to de Schsmaltz, y de allí también otros procedimientos que 
no tienen más diferencia que las imperfecciones que cada 
uno de los observadores ha creído encontrar al procedi- 
miento. 
ScholkofF, creyendo que la evaporación puede ser una cau- 
sa de error, ha hecho experiencias numerosas para apreciar la 
influencia de este factor y concluye que produce un error en 
menos, de 0.0001 á 0.0002, y que aunque á primera vista 
una diferencia tan poco notable podría despreciarse, como el 
resultado de la operación depende en mucho de los últimos 
números, el error en la cifra total es ya apreciable. Deduce 28 
de aquí que la manera de corregirlo, es hacer violentamente 
las pesadas y para esto se sirve de dos tubos de peso igual el 
uno lleno de agua y el otro de sangre y los coloca á la vez 
en cada uno de los platillos de la balanza de precisión. Dice 
además, que esta rapidez es necesaria para evitar otra causa 
de error; pues la sangre se coagula en los capilares, la parte 
sólida se separa del suero y este trasuda al exterior. 
Traugott, estudiando las variaciones de la sangre en el ti- 
fo recurrente, considera como un grave inconveniente la ne- 
cesidad que hay de una precisión tan grande en las pesadas, 
y para salvar esta dificultad prepone hacer la observación sir- 
viéndose de tres, cuatro, ó más tubos; pero conviene él mismo 
en que es necesario calentar entonces el agua á la tempera- 
tura de la sangre, que ya en un volumen semejante podría 
ser causa de error. La complicación es como se comprende 
mayor á la ventaja. 
El procedimiento seguido por Schsmaltz y si se quiere 
aceptando la modificación de Scholkoff es muy exacto, si se 
siguen minuciosamente todas las reglas, si se tiene el mayor 
cuidado en hacer bien las pesadas. 
Según mi opinión, no presenta más que dos inconvenien- 
tes para poderse aplicar como medio clínico, es en primer lu- 
gar cierta pericia en el observador y por otro lado el tiempo 
que se necesita y la dificultad de lavar violentamente los tu- 
bos para una nueva observación. Pero haciendo á un lado 
estas dificultades, su precisión y su exactitud han hecho este 
procedimiento uno de los más usados. 
Sciolla (1890), se sirve del procedimiento siguiente: 
Se toma directamente la sangre de una vena por medio de 
un tubo en TJ de siete centímetros cúbicos de capacidad y 
de tres milímetros de calibre. Este tubo de vidrio está su- 
mergido en el hielo fundente para impedir la coagulación de 
la sangre. Por medio de una larga pipeta, transporta la san- 
gre á un pyknómetro que tiene una capacidad de 5 centíme- 
tros cúbicos y colocado también en el hielo. Procediendo de 29 
esta manera se evitan los errores que resultan déla tempera- 
tura y la coagulación. 
Sciolla dice que su procedimiento es matemático, que no 
es largo y que es de fácil ejecución. Lyonnet hace una bue- 
na objeción diciendo que es muy difícil conseguir que la san- 
gre no se coagule durante estas maniobras. 
Hemos hecho un análisis de cada uno de los procedimien- 
tos que quedan expuestos, y podemos concluir diciendo que 
el de Schmaltz es el más práctico y el que se aplica siempre 
que se quiera obtener un resultado exacto. 
Tercer grupo.—Comprende como principio general y fun- 
damental el siguiente: Buscar un líquido en el cual una go- 
ta de sangre queda en suspensión sin subir ni bajar. La san- 
gre tiene la misma densidad que el líquido. 
Dos subdivisiones comprende este grupo según el modo de 
experimentación. La primera consiste en tomar una gota 
de sangre y colocarla en una mezcla de dos líquidos de dis- 
tinta densidad y añadir cualquiera de ellos, hasta que la go- 
ta quede en equilibrio; se toma la densidad que indica la de 
la sangre. 
La segunda consiste en preparar de antemano soluciones 
ó mezclas de densidad conocida y se busca en cuál de ellas 
la gota de sangre queda en suspensión; la densidad conocida 
de la mezcla será la de la sangre. 
Por un principio bien conocido de tísica, sabemos que cuan- 
do un cuerpo sumergido en un líquido queda en suspensión, 
sin subir ni bajar, el cuerpo tiene la misma densidad que el 
medio líquido en el cual queda en equilibrio. Tratándose de un 
cuerpo fluido como la sangre, es necesario buscar medios con 
los cuales no sea miscible.1 
Si se representa por v el volumen del cuerpo por d la den- 
sidad de la mezcla, y por R la cantidad del líquido desaloja- 
do, se tendrá conforme al principio de Arquímedes 
R = v d 
1 Cours de Phisique médicale.—Gariel. 30 
Por otra parte, llamando P el peso del cuerpo y a la den- 
sidad se tendrá: 
P = v A 
Sabemos que el peso es igual al volumen del líquido desa- 
lojado, luego 
P = 11 
Siempre que el cuerpo quede inmóvil se tendrá: 
<5 = A 
Quiere decir: la densidad del cuerpo es igual á la densidad 
del líquido, que era lo que tratábamos de demostrar. 
La primera de las dos subdivisiones de este grupo com- 
prende dos métodos: el de Fano y el de Hammerschlag. 
Fano hace caer una gota de sangre en una solución gomo- 
sa contenida en un tubo de vidrio, y agrega solución más ó 
menos concentrada hasta que la gota quede en equilibrio. Se 
toma entonces la densidad. 
Hammerschlag, usa una mezcla de cloroformo y benzol. 
El cloroformo tiene una densidad de 1526 y el benzol de 
0.899. Para determinar la densidad de la sangre coloca en 
un vaso esta mezcla de cloroformo y benzol de tal manera 
que un densímetro marque de 1050 á 1060. Deja caer por 
medio de una pequeña pipeta, una gota de sangre. Si esta 
gota baja, lo que indica una densidad mayor de la sangre, agre- 
ga cloroformo; si sube, lo que indica una densidad mayor de 
la mezcla, agrega benzol, teniendo cuidado de agitar bien, 
de manera que la repartición del líquido se haga uniforme, 
tanto en uno como en otro caso. 
Para este procedimiento son varios los cuidados que Ham- 
merschlag aconseja: en primer lugar, no tomar una gota de- 
masiado voluminosa, á fin de que al agitarla dividiéndose en 
varios pedazos no sea fácil reunir todos en una misma capa; 
en segundo, impedir que la misma gota se adhiera á las pa- 
redes del vaso, quedando así fijada en una situación distinta 
á la que debía tener; en tercero, no agitar demasiado la mez- ela, con un doble objeto: evitar la división de la gota que co- 
mo antes dijimos dificultaría la observación é impedir se in- 
troduzcan burbujas de aire que cambian la densidad. 
¿Cuáles son las objeciones que pueden hacerse á este pro- 
cedimiento? Si es cierto que de todas las mezclas empleadas 
es la mejor, pues la gota de sangre no se deforma, sucede 
muchas veces que se divide por la agitación y las dificultades 
son mayores. Es necesario, además, tomar la densidad antes 
que la coagulación se produzca, pues disminuyendo ésta de 
una manera considerable se vuelve una causa de error. Es 
muy difícil evitar la coagulación en este procedimiento en el 
que sería verdaderamente casual colocar la sangre en una 
mezcla qme tuviera una densidad igual á la suya y hay por lo 
tanto, casi siempre, necesidad de agregar ya sea el clorofor- 
mo ó el benzol, teniendo cuidada, como antes dijimos, de agi- 
tar á fin de que la mezcla sea completa. Esto tiene por re- 
sultado además de la división, la formación de corrientes 
líquidas en diversos sentidos que hacen esperar cierto tiempo 
mientras pasa su influencia y entonces la coagulación se ha 
efectuado. 
Se ha hecho otra objeción al procedimiento que emplea 
Hammerschlag, y es que usa líquidos volátiles como el clo- 
roformo y el benzol y que por esta misma volatilidad la den- 
sidad de la mezcla en el momento de hacer la observación. 
Las experiencias que sobre este particular se han emprendi- 
do han dado resultados contradictorios á la objeción que exa- 
minamos. La evaporación en el momento mismo de hacer la 
observación no trae en la densidad más que un error que ca- 
si nunca llega á 0.001, y que muy frecuentemente es de 0.0005. 
La temperatura no influye de una manera notable. 
En los estudios que se han hecho con diferentes objetos en 
Europa y principalmente en Alemania relativos á la densi- 
dad de la sangre, es el procedimiento de Hammerschlag el 
que se ha empleado de preferencia á los demás. 
La segunda subdivisión que comprende los proeedimien- 32 
tos en los cuales se prepaian anteriormente mezclas á densi- 
dades variadas, se debe principalmente á Roy, profesor de la 
Universidad de Cambridge (1892). 
Procedimiento de Roy: Se preparan varias soluciones sali- 
nas cuya densidad varía de 1040 á 1067 de la manera si- 
guiente: 
1040, 1045, 1047, 1049, 1050, 
1051, 1052, 1053, 1054, 1055, 
1056, 1057, 1058, 1059, 1060, 
1062.5, 1065, y 1067, 
Toma estas soluciones por medio de una jeringa parecida 
á la de Pravatz, con la diferencia que la aguja penetra á una 
cierta distancia en el interior del cuerpo de bomba. Casi lle- 
na la jeringa con una de estas soluciones, aspira la sangre por 
medio de un piquete hecho con la misma aguja. Al llegar la 
gota en el cuerpo de bomba observa colocando el aparato en 
distintas posiciones. Así va desechando las soluciones hasta 
encontrar aquella en la que el equilibrio de la gota sea per- 
fecto. 
La objeción que puede hacerse á este procedimiento, es 
que necesita hacerse muchos piquetes y expulsar completa- 
mente cada una de las soluciones que se han tomado, para 
que por su presencia no venga á ser causa de error en la si- 
guiente. Además queda siempre alguna cantidad de líquido 
en la aguja de la jeringa y aun cuando ésta se encuentre ca- 
si llena por otra solución, al hacerse la aspiración la sangre 
penetra al cuerpo de bomba arrastrando el líquido que había 
quedado de la solución anterior, contenida en la aguja. Des- 
pués de haber tomado varias veces distintas soluciones, la 
densidad cambiará notablemente y el resultado será falso. 
Por la descripción de su manual operatorio por el número 
de piquetes que se necesita hacer, es poco aplicable en clí- 
nica. 
Lloyd. Jones (1890), estudiando los inconvenientes del mé- 33 
todo anterior propone un medio práctico para la determina- 
ción de la densidad de la sangre en Clínica. 
Las mezclas de que se sirve están compuestas de glicerina 
y agua. Pero como son susceptibles de entrar en fermenta- 
ción y por consecuencia con el tiempo de alterarse notable- 
mente en su densidad, para evitar este inconveniente Jones 
agrega una pequeña cantidad de tymol ó de bicloruro de mer- 
curio. Más tarde el autor ha sustituido el bicloruro de 
mercurio que en muchos casos descompone la glicerina, por 
el hidro-fluo-silicato de sosa. 
Hace soluciones neutras ó ligeramente ácidas que se con- 
servan perfectamente bien. Se colocan en frascos de una on- 
za próximamente y cerrados con un tapón de caoutchouc. Pa- 
ra poderlos hacer fácilmente transportables se les acomoda 
en una caja de cuero. 
Estas mezclas son el número de 20 á 25 y las densidades 
varían de 1027 á 1075. 
Aconseja que varíen de la manera siguiente: 
1030, 1033, 1036, 1039, 1042, 
1045, 1048, 1050, 1052, 1054, 
1056, 1058, 1060, 1062, 1064, 
1066, 1069, 1072, y 1075. 
La sangre se obtiene de un picadura hecha en el dorso del 
dedo. Es necesario no poner ligadura en el dedo porque di- 
ficulta la circulación, basta comprimir suavemente para obte- 
ner la cantidad necesaria de sangre. Se recoge esta por me- 
dio de una pipeta de pequeño calibre, encorvada en una de 
sus extremidades en ángulo recto. Cuando se tiene una co- 
lumna de sangre próximamente de seis centímetros se arroja 
una gota soplando suavemente en cada una de las mezclas. 
Se espera un momento á que la corriente producida por la 
fuerza impulsiva deje de obrar. Si la gota tiende á subir es 
que tiene una densidad menor y hay que colocarla en mez- 
clas de densidad mayor. Se hará lo contrario si la gota tien- de á bajar. Después de algunos tanteos se llega á tenerla en 
condición de equilibrio perfecto. Se lee entonces la densidad 
que ya está determinada. 
El método de Lloyd. Jones es seguramente el más cómo- 
do, el más clínico é indica un real progreso en la determina- 
ción de la densidad de la sangre. Con ligeras modificaciones, 
con modificaciones apenas apreciables y dignas de tenerse en 
consideración es el procedimiento universalmente seguido 
hasta ahora por los distintos observadores. Yaks en 1889 y 
Devoto en 1890, han hecho un gran número de observacio- 
nes por el procedimiento de Jones. 
Devoto señala una causa de error que él trata de corregir. 
Al introducirse sucesivamente en las distintas soluciones que- 
da adherida á sus paredes una cierta cantidad de glicerina su- 
ceptible de hacer variar de densidad álas soluciones siguien- 
tes. Para evitar esto tiene preparadas doce ó más pipetas, y 
no toma la sangre de una sola vez sino con cada una y en 
pequeñas cantidades. La temperatura no tiene influencia con- 
siderable. Como lo hace notar Lloyd. Jones, no es necesario 
tener los líquidos á la temperatura de 60° Fahrenheit (15° 
centígrados), pues una sola gota de sangre en unos cuantos 
intantes tendrá la misma temperatura que el medio líquido 
en que se coloca, y siendo igual la temperatura variarán en 
conjunto y el resultado no estará modificado. 
Para obtener de una manera exacta la densidad e3 necesa- 
rio poner inmediatamente la gota en el líquido, de manera 
de evitar un principio de coagulación que haría falso el re- 
sultado. 
Cuando la sangre no está coagulada escurre de la aber- 
tura de la pipeta bajo forma de un pequeño chorro que 
no tarda en convertirse en un globo perfecto. Por el contra- 
rio si existe un principio de coagulación se necesita un es- 
fuerzo más considerable para desprender la gota, lo que per- 
judica á la observación por las corrientes líquidas que se 
producen y además una vez desprendida se divide deformán- 35 
(lose en dos partes, una que va al fondo, miéntras que otra 
queda en la extremidad de la pipeta, bajo forma de un líqui- 
do rojizo, que no es otra cosa que el suero de la sangre y que 
desaparece rápidamente. Cuando por una causa cualquiera 
se observa este fenómeno, es necesario no interpretar la ob- 
servación, sino despreciarla y volver á comenzar otra. 
Landois hace algunas modificaciones al procedimiento de 
Jones. La pipeta que usa es semejante á la del procedimien- 
to anterior, variando solamente en su calibre que es muy pe- 
queño, terminada en punta en una de sus extremidades y ce- 
rrada en la otra por una membrana de caoutchouc. Ejerciendo 
sobre esta membrana una ligera presión se aspira solamente 
una ligera cantidad de sangre, suficiente para hacer la obser- 
vación. Las soluciones de que se sirve son de sal de Glauber 
ó de una mezcla de aceite y cloroformo. La densidad de sus 
soluciones varía de 1050 á 1070. 
En todas sus precauciones y manual operatorio es entera- 
mente igual al anterior. 
Siegl, que ha hecho un importante estudio de la sangre, se 
sirve de los procedimientos de Roy y Lloyd Jones; pero ha- 
ciéndoles algunas modificaciones. La mezcla de que se sirve 
es glicerina y agua; los frascos son pequeños, parecidos á los 
tubos de orina pero de mayores dimensiones. La parte capi- 
tal de su modificación es conservar á estos líquidos, por mu- 
cho tiempo, una densidad constante, la que no es posible en 
los procedimientos antes citados, pues el agua evaporándose 
constantemente en la superficie cambia un poco en la densi- 
dad. Con el objeto de evitar esto Siegl, coloca en la parte su- 
perior de la mezcla, una delgada capa de aceite, líquido me- 
nos denso que impide la evaporación del agua y que por con- 
secuencia hace que la densidad de la mezcla sea constante; 
pero como no podría impunemente pasarse la gota de sangre 
por la capa de aceite sin traer en ella algunas modificaciones 
que harían el resultado erróneo, Siegl tiene cuidado de in- 
troducir en la mezcla antes de poner la capa de aceite un embudo, cuya extremidad queda enmedio del líquido y cuyo 
tubo atraviesa el tapón de caoutchouc, que cierra el frasco. 
La parte superior del embudo está provista de una tapadera. 
De este modo la evaporación entre el tubo del embudo y las 
paredes del frasco es impedida por la capa de aceite y no se 
hace más que la luz del tubo del embudo, y esta cantidad es 
tan pequeña que las densidades se conservan casi indefinida- 
mente. 
La sangre es aspirada por medio de una pipeta de manera 
que su introducción sea fácil á través del tubo del embudo, y 
tiene en una de sus extremidades un pequeño tubo de caout- 
chouc que está unido á una jeringa de Pravatz para hacer la 
aspiración de la sangre necesaria para la observación. 
El procedimiento de Siegl tiene la ventaja de conservar 
casi indefinidamente las soluciones á uua densidad invaria- 
ble; pero en cambio tiene los inconvenientes de ser más de- 
licado, de exigir más tiempo y aparatos especiales. 
Lyonnet (1892), cuya monografía ha servido de guia al 
presente estudio, adopta para sus investigaciones el procedi- 
miento de Lloyd Jones, con algunas de las modificaciones de 
Devoto y Siegl y otras que le son personales.1 Las mezclas 
que emplea están compuestas de agua, glicerina y sublimado 
en las proporciones siguientes; 
Glicerina 700 gramos. 
Agua 3.500 ,, 
Bicloruro de mercurio 3 ,, 
La densidad de esta mezcla es de 1050. Después de filtra- 
da agrega ya sea glicerina ya sea agua, de manera de tener 
las densidades siguientes: 
1027, 1029, 1031, 1033, 1035, 
1037, 1039, 1041, 1043, 1045, 
1047, 1049, 1051, 1053, 1055, 
1057, 1059, 1061, 1063, 1065, 
1067, 1069, 1071, 1073. 
1 Lyonnet.—De la densité du sang, pág. 52. 37 
Estas soluciones son colocadas en frascos que contienen 180 
gramos y tapados al esmeril. Se estrechan mucho en su par- 
te superior de manera de no permitirla evaporación más que 
en una superficie muy pequeña. La sangre se obtiene por 
medio de un piquete hecho con una lanceta del hematosco- 
pio de Hénocque. Basta en general una gruesa gota que se 
puede obtener comprimiendo ligeramente el dedo y recogién- 
dola en una pequeña pipeta enteramente igual á la de Lloyd 
Jones. El diámetro de esta pipeta no debe ser ni demasiado 
grande, porque la sangre se coagularía fácilmente, ni dema- 
siado pequeño, pues habría gran dificultad en tomarla y ex- 
pulsarla. Como en los procedimientos anteriores la densidad 
se toma por tanteos. 
La densidad de las mezclas que se emplean para determi- 
nar la densidad de la sangre, es susceptible de cambiar por 
dos motivos diversos: por la evaporación de los líquidos ó por 
la introducción de las gotas de sangre. 
En cuanto al primer factor es muy posible que en el pro- 
cedimiento de Lyonnet los tapones no impidan el contacto 
del aire; pero este cambio se hace muy violentamente por ser 
muy pequeña la superficie de evaporación y basta solamente 
rectificarlas de tiempo en tiempo. El segundo factor puede 
decirse que casi no tiene influencia. ¿Qué es en efecto una 
sola gota de sangre cuya densidad es poco diferente en com- 
paración de 180 gramos de líquido? 
PROCEDIMIENTO SEGUIDO EN ESTA TESIS. 
Los líquidos de que nos servimos están contenidos en 17 
frascos cuya boca deja pasar los densímetros y tienen las den- 
sidades siguientes: 
1045, 1050, 1055, 1057, 1060, 
1061, 1062, 1063, 1064, 1065, 
1066, 1067, 1068, 1069, 1070, 
1071, 1072. Están compuestos de cloroformo y gasolina, y los frascos ta- 
pados con un corcho encerado que los cierra herméticamente. 
Con una lanceta de vacuna desinfectada convenientemen- 
te y previa la antisepcia del dedo con una solución de biclo- 
ruro de mercurio, se practica un piquete en el borde externo 
de los dedos meñique ó anular; y por una presión muy lige- 
ra se hace salir la gota de sangre. La mayor parte de los ob- 
servadores hacen el piquete en la yema del dedo; pero es 
muy doloroso por la riqueza nerviosa de esta región. Practi- 
cándolo como lo hacemos nosotros en el borde externo, se 
evita el dolor y se pueden hacer varios piquetes si uno solo 
no basta por cualquiera circunstancia, lo que no sería fácil 
de conseguir si se hiciera en la yema del dedo. 
La sangre la tomamos con una pipeta acodada en ángulo 
recto hacia su extremidad afilada en punta y unida á un pe- 
queño tubo de caoutchouc en su otra extremidad, y que tiene 
por objeto aspirar una pequeña cantidad de sangre compri- 
miéndolo ligeramente y depositarla por el mismo mecanismo 
en las mezclas. 
Se disponen en hilera los frascos que comprenden las den- 
sidades más frecuentes, generalmente de 1059 al 1067; pues 
son los que generalmente bastarán y sólo habrá que hacer 
uso de los otros en casos excepcionales ó patológicos. No se 
destapan hasta el momento en que se va á hacer la observa- 
ción. 
Rápidamente se toma con una pipeta una pequeña canti- 
dad de sangre y se coloca en el frasco de mayor densidad; si 
la gota después de estar sujeta á la corriente de impulsión 
tiende á subir se coloca en el siguiente ó en los dos ó tres 
siguientes; pues una gruesa gota de sangre puede servir si se 
pasa rápidamente para depositar dos ó tres pequeñas porcio- 
nes sucesivamente. Hay que advertir que una pipeta no nos 
sirve dos veces, porque después se queda adherida á sus pa- 
redes una pequeña cantidad de sangre coagulada que vendría 
á ser una causa de error. Una vez que se ha encontrado el líqui- 39 
do en el cual la gota de sangre queda en equilibrio, se recti- 
fica su densidad con el densímetro. 
Los densímetros de que nos hemos servido son una serie 
de cinco, fraccionados de tal manera que el primero marca de 
1020 á 1030, el segundo de 1030 á 1040, el tercero de 1040 á 
1050, el cuarto de 1050 á 1060 y el quinto de 1060 á 1070. 
Cada uno de ellos comprende diez divisiones y cada una 
de éstas dos, de manera de indicar medios de grado. 
¿Cuáles son las objeciones que pueden hacerse al método 
anterior? 
Son varias; pero vamos á procurar contestar las que se le 
puedan hacer. ¿Por qué hemos eligido líquidos volátiles, co- 
mo el cloroformo y la gasolina, en lugar de soluciones sali- 
nas, ó mezclas de agua y de glicerina que se evaporan muy 
lentamente? Por varios motivos. En las soluciones salinas y 
aun en la glicerina, según hemos podido observar, la sangre 
al salir de la pipeta se deforma, se coagula rápidamente y se 
mezcla ó se disuelve en el líquido; mientras que en el cloro- 
formo y la gasolina queda una esfera perfecta. La transpa- 
rencia de las mezclas es tal que se puede seguir el globulito 
de sangre hasta en sus menores movimientos. La variación de 
la densidad por la misma volatilidad de los líquidos y el 
error que podía resultar, lo corregimos tomando la densidad 
en el momento déla observación. Con el tiempo la densi- 
dad de las mezclas se modifica profundamente, y si es cierto 
que en el resultado de la observación no podría tener influen- 
cia, sí es cómodo rectificar las densidades, filtrarlas y tener- 
las prontas á otra serie de observaciones. 
Me parece conveniente antes de terminar el presente ca- 
pítulo, decir unas cuantas palabras de los métodos que me 
han servido para hacer la numeración de los glóbulos y pa- 
ra determinar la cantidad de oxi-hemoglobina por ciento. 
En el análisis globular de la sangre me he servido de la 
pipeta mezcladora de Reiehert y he comprobado sus resulta- 
dos con la de Hayem y Nachet. El hematímetro que he usado de preferencia es el de Ha- 
yem, haciendo generalmente diez ó más numeraciones para 
obtener un término medio exacto en cada observación. Pa- 
ra contar los glóbulos blancos únicamente desafoco el micros- 
copio de manera que los glóbulos blancos siendo muy refrin- 
gentes .se distinguen perfectamente de los demás. Cuento 
cuando menos diez veces por campos de microscopio. Para 
obtener su relación con los rojos divido el número de estos 
por el de blancos. 
La cantidad de oxi-hemoglobina la obtengo por el hema- 
toscopio de Hénocque y compruebo el resultado con el he- 
mato-espectroscopio del mismo autor. De esta manera puede 
decirse que el resultado tiene que ser exacto. 
La historia de la densidad normal de la sangre en México 
es enteramente reciente. El Sr. Vergara Lope, como dijimos 
al principio del presente capítulo, fué el primero que en este 
año emprendió su estudio. 
Los primeros resultados llamaron su atención, pues siem- 
pre encontraba una densidad superior á la obtenida por los 
observadores Europeos, y comprobando de esta manera con 
un dato más sus estudios anteriores. 
Este aumento de la densidad, como puede verse en las ob- 
servaciones que presento, es verdaderamente notable; pues 
el mínimum normal puede decirse es igual á la máxima de 
las cifras Europeas. 
Tenía que ser así, porque están (aunque sea aparentemen- 
te) aumentados el número de los glóbulos rojos y la oxi-he- 
moglobina, que son dos factores importantes de la densidad 
de la sangre. 
¿Cómo influye cada uno de ellos? ¿Cuáles son los princi- 
pales? 
La resolución de estas cuestiones será el objeto del siguien- 
te capítulo. CAPITULO II. 
Factores que intervienen en las modificaciones 
de la densidad de la sangre. 
El líquido sanguíneo cuja importancia en la respiración y 
nutrición es bien conocida, está compuesto de una parte sóli- 
da, llamada crúor y de una parte líquida, llamada liqüor ó 
plasma. 
En mil partes de sangre, de la parte sólida representada 
por los glóbulos hay 512.04 y de el plasma que representa el 
líquido hay 486.96. 
Los glóbulos contienen: agua 349.7; hemoglobina y globu- 
linos 159.6; sales minerales 3.7. 
El plasma contiene: fibrina 3.93; albúmina y materias ex- 
tractivas 39.9; sales minerales 4.14 y agua 4.39. 
¿Cómo pueden obrar sobre la densidad de la sangre cada 
uno de los factores que hemos señalado? 
Los glóbulos pueden obrar por su número ó por su canti- 
dad de hemoglobina. 
Becquerel y Rodier creen que el número de los glóbulos 
es el principal y que la densidad será mayor siempre que el 
número aumente y vice versa. 
Otros muchos autores, entre ellos Hammerschlag, estudian- 
do la densidad de la sangre en la leucemia, en que como sa- 
bemos hay aumento de los glóbulos blancos, y comparando 
los resultados obtenidos con los estados que como en la clorosis, 42 
hay diminución de los eritrocitos, ha llegado á concluir que 
la densidad no variará tanto en uno como en otro caso, siem- 
pre que exista la misma cantidad de oxi-hemoglobina. 
Copemann admite que el número de los glóbulos influye 
de una manera notable y preponderante; pero que también 
es muy importante la parte que toma de oxi-hemoglobina. 
Lloyd Jones, por el contrario, asegura la importancia del 
número de los glóbulos, pero á un grado menor que la oxi- 
hemoglobina. 
¿Cuál de los datos anteriores debemos acoger como verda- 
dero? 
En las observaciones de Schmaltz y de Hammerschlag, re- 
sulta una relación constante entre la densidad y cantidad de 
hemoglobina. 
Para mejor demostración señalaré algunos délos datos que 
este último autor ha encontrado: 
Densidades. 
Cantidad de hemo 
globina. 
De 1033 á 1035 
„ 1035 „ 1038 
SO „ 35 pg . 
„ 1038 ,, 1040 
35 „ 40 pg. 
,, 1040 „ 1045 
40 „ 45 pg. 
,, 1045 „ 1050 
„ 1050 ,, 1053 
65 „ 70 pg . 
,, 1053 ,, 1055 
70 „ 75 pg . i 
Schmaltz encuentra la relación siguiente: 
Densidad. 
Hemoglobina. 
Número de glóbu- 
los rojos. 
1035 
30 
3.364,000 
1042 
40 á 45 
3.440,000 
1049 
45 „ 50 
4.164,000 
1058 
70 
4.352,000 
Se ve que la relación es constante y notable en los datos 
anteriores. Al hacer la apreciación de los resultados que he 
1 La cantidad normal de hemoglobina es representada por 100.—Estas re- 
laciones son distintas al procedimiento francés que busca la cantidad por 
ciento. 43 
obtenido en mis observaciones haré presente esta relación, á 
pesar de ser muy pocas comparativamente, para poder asen- 
tar de una manera tan rigurosa una proporción constante. 
En resumen diremos que los dos factores que hemos exa- 
minado (número de glóbulos y cantidad de oxi-hemoglobi- 
na), influye proporcionalmente en la densidad. 
Este resultado está de acuerdo en los habitantes de Méxi- 
co en los que habiendo aumento de los glóbulos y de la oxi- 
hemoglobina, hay también aumento de la densidad. 
Examinemos ahora como influye el suero en la densidad 
de la sangre. 
Por dos factores principalmente el suero hace variar la 
composición de la sangre: por su cualidad y por su cantidad, 
mejor dicho por la cantidad de sales que tiene en solución y 
por la relación que hay entre la parte liquida y la parte sóli- 
da de la sangre. 
De esta manera se explican las variaciones fisiológicas dia- 
rias que presenta la densidad por las modificaciones que su- 
fre el suero, en la alimentación, bebidas, etc., y que son en- 
teramente pasajeras, pues bien pronto se restablece el equi- 
librio. 
La cantidad de sales que tiene en disolución el suero es 
evidentemente superior á la normal en ciertas condiciones 
fisiológicas. Después de una abundante comida cuando no 
hay al mismo tiempo ingestión de grandes cantidades de lí- 
quidos, la densidad se encuentra aumentada. Aquí sin em- 
bargo, se pueden invocar otros factores: leucocitosis fisioló- 
gica, y según algunos autores aumento de los glóbulos rojos. 
La cantidad de fibrina que contiene el suero influye de una 
manera notable, y esta influencia no conocida al estado fisio- 
lógico, porque se ignoran sus variaciones diarias, es muy 
grande al estado patológico en algunas enfermedades que co- 
mo sabemos traen un aumento de la proporción de fibrina 
que llega muchas veces á 6 ú ocho en lugar de 3.93, que es 
la cifra normal. 44 
Pero si estas variaciones en la cualidad especial del suero 
sanguíneo traen forzosamente algunas modificaciones en la 
densidad de la sangre, es claro que las variaciones en canti- 
dad tendrán el mismo efecto. 
Su influencia es pasajera también. Si suponemos á la san- 
gre en un estado de concentración dado, y le proporciona- 
mos una cierta cantidad de agua (lo que realizaremos ya por 
la ingestión exagerada de líquidos, ya por una inyección 
intravenosa), conseguiremos una modificación momentánea, 
porque bien pronto el sobrante de agua se eliminará por las 
superficies pulmonar, cutánea ó renal. 
Las experiencias de Cohnhein y Litchthein, demuestran lo 
que acabamos de asentar. Se toma un animal, se le pesa y se 
le inyecta por una vena, el tercio de su peso de una solución 
de sal marina al 6 X 1000. 
Se toma una porción de sangre antes de la inyección, otra 
inmediatamente después y otra cuando ha pasado una hora. 
Se tiene cuidado de anotar en cada una de ellas el residuo 
seco encontrado. 
Cohnhein y Litchthein han encontrado en un perro. 
Antes de la inyección 
Residuo seco. 
17,267 pg 
Inmediatamente después 
12,155 pg 
Después de una hora 
16,177 pg 
En otro perro: 
Residuo seco. 
Antes de la inyección 
16,163 p§ 
Inmediatamente después 
11,611 pg 
Una hora después 
15,216 pg 
En vista de estos datos podemos concluir, que en una ho- 
ra la concentración de la sangre ha podido volver casi á la 
normal debido á la acción que produce la transpiración cu- 
tánea y renal, regularizando rápidamente la composición de 
la sangre. 
La hidremia que existe pasajeramente al estado fisiológi- 
co por la ingestión de líquidos, viene á ser permanente en 45 
ciertos estados patológicos en que no existe la integridad fun- 
cional de los órganos reguladores. En el mal de Brigth, por 
ejemplo, la densidad se encuentra disminuida. Por el contra- 
rio ésta se encontrará aumentada en otros estados en que la 
diminución del suero sea notable, como después de la acción 
de los purgantes, los diaforéticos, en las quemaduras,1 en el 
cólera, etc. 
Veremos también al hablar de la influencia que ejerce el ai- 
re enrarecido de la3 alturas, el mecanismo probable del au- 
mento de densidad. 
Resumiremos en tres proposiciones lo anteriormente ex- 
puesto, de la influencia que cada uno de los elementos cons- 
tituvos de la sangre tiene en la densidad. 
Primera.—La densidad de la sangre aumentará ó disminui- 
rá, si quedando la densidad de cada uno de los glóbulos la 
misma, hay aumento ó diminución en su número. 
Segunda.—Quedando igual la densidad y el número de los 
glóbulos, la densidad total de la sangre variará con la densi- 
dad del plasma. 
Tercera.—Siendo el número de los glóbulos el mismo, la 
densidad variará con la modificación simultánea de los gló- 
bulos y del plasma. Copeman2 resume en las proposiciones 
siguientes las variaciones de la densidad: 
Primera: Si la densidad de la sangre está aumentada, es 
debido á la formación de nuevos glóbulos, ó al paso hacia 
afuera de la parte líquida de la sangre. 
Segunda: Si la densidad se encuentra disminuida,3 es de- 
bido á una diminución de la densidad de los glóbulos ó del 
plasma, á la diminución en su número, ó lo que es más pro- 
bable á todos estos factores combinados. 
Después de haber examinado cómo influye cada uno de 
estos factores en la densidad de la sangre, fácil será compren- 
1 Véase Vibert.—Préeis du Médecine légale. 
2 Lyonnet, pág. 68. 
3 Si el abatimiento es muy notable tiene siempre significación patológica. der las variaciones fisiológicas y patológicas que dependen 
principalmente de estos elementos. 
En nuestro trabajo no estudiaremos más que las variacio- 
nes fisiológicas. 
La Edad.—La composición de la sangre es distinta según 
las edades y explica las modificaciones de la densidad. El nú- 
mero de los glóbulos varía de la misma manera que la pro- 
porción de agua. 
Lépine ha visto que veinticuatro horas después del naci- 
miento el número de los glóbulos rojos está aumentado; pero 
que disminuye desde el segundo día.1 
Denis admite que en los cinco primeros meses de la vida 
del niño, hay aumento en la proporción de agua y diminu- 
ción en los glóbulos. 
ISTasse es de la misma opinión y reconoce con Landois que 
la densidad es menor que en los adultos. Esta diminución es 
progresiva hasta los dos ó tres años para aumentar después 
lentamente hasta los 17 años en que conserva la cifra media 
normal del adulto. Así lo demuestran las cifras recogidas por 
Lloyd Jones. En el momento del nacimiento, dice este au- 
tor, la densidad de la sangre es de 1,066.2 La diminución de 
esta cifra se hace notable hasta los dos ó tres años, en que la 
densidad es de 1,050. A partir de este momento, aumenta 
hasta 1,058 á la edad de 18 años, que representa la media 
normal de la edad adulta. De los 60 á los 70 años, siendo 
muy variable, según las condiciones individuales, el número 
de los glóbulos disminuye y la densidad se abate proporcio- 
nalmente. Esta diminución, comparada con la que tiene lu- 
gar en la primera época de la vida, es relativamente pequeña. 
En las pocas observaciones que he recogido en los viejos, la 
cifra que he encontrado es semejante á la que existe en las 
mujeres. 
1 E. Lépine.—La numeración de los glóbulos en los recién nacidos.— 
1876. 
2 Hay que notar que en este mismo momento la densidad de la sangre 
de la madre es muy débil. 47 
Sexo.—En los primeros momentos de la vida la sangre de 
la niña es igual á la del niño; pero después, por las condicio- 
nes fisiológicas, por el medio de vida á que se sujeta el sexo 
femenino, la densidad de la sangre en la mujer es menor que 
la del hombre. Contiene más agua y menos glóbulos. 
La diferencia comienza á hacerse sensible á la edad de los 14 
años y á veces antes, conservándose desde este momento, se- 
gún Lloyd Jones, hasta la época de lamenopausa en que au- 
menta un poco, en 1055. A los 54 años es casi igual á la del 
hombre que en esta época ha comenzado á disminuir. 
Distintos estados fisiológicos de la mujer disminuyen to- 
davía la densidad de su sangréntales son: la menstruación, el 
embarazo y el parto. 
Durante la menstruación en los casos en que ha podido 
observarse la densidad, se ha encontrado disminuida de la 
media normal. La pérdida de sangre explica las modificacio- 
nes de la masa total de este líquido. 
En el embarazo, la densidad está disminuida de una ma- 
nera notable; lo que se explica por el estado hidrhémico de 
la sangre.1 El número de los glóbulos disminuye durante to- 
da la gestación; pero lentamente hasta el 6° mes, y rápida- 
mente hasta el 9?. La relación de los glóbulos que al estado 
de vacuidad es de 127, cae al 6? mes á 121, y á 104 al 9? mes. 
La diminución de la albúmina es primero ligera, después rá- 
pida hasta el fin del embarazo. De 70.6, término medio nor- 
mal, se abate á 68.6 en el 7? mes y 66.4 en los últimos. La 
fibrina disminuye hasta el 6? mes y aumenta en los tres últi- 
mos. De 3, media normal, baja á 2.5 en el 6? mes y al 9?lle- 
ga á 4. El agua aumenta notablemente. De 701 sube á 801 y 
algunas veces á 816. La cantidad de fierro disminuye de 0.541 
á 0.449. Según las cifras de Lloyd Jones la densidad duran- 
te el embarazo es de 1049 á 1052. 
Durante el parto, al estado de la sangre se viene á aumen- 
1 Charles.—Tratado de partos. Tomo I, pág. 135. 48 
tar los efectos de la hemorragia que abate de una manera no- 
table el número de los glóbulos rojos. Lloyd Jones ha visto 
disminuir la densidad de 1050 que era antes del parto á 1040' 
Durante el puerperio la cifra aumenta débilmente mientras 
dura la lactancia y rápidamente después. 
Bebidas y alimentación.—La influencia de las bebidas he- 
mos visto que es enteramente pasajera. Las bebidas acuosas 
producen un abatimiento de la densidad y en esto están confor- 
mes la mayor parte de los autores; las que contienen ligera- 
mente alcohol como el vino y la cerveza en lugar de abati- 
miento una ligera elevación. La abstinencia de líquidos 
produce una concentración notable déla sangre con aumento 
de la densidad. En un enfermo de hemorragia cerebral ob- 
servado por Lyonnet, y que llevaba algunos días de no to- 
mar ningún líquido, la densidad de la sangre era de 1073; se 
le puso una gran lavativa de agua y tres cuartos de hora des- 
pués la densidad fué de 1071. 
Malazzes1 ha notado que una exageración en las bebidas 
trae una diminución de la riqueza globular. 
Litcbthein dice que la abstinencia de bebidas en un sujeto 
sano ó enfermo, produce una concentración de 3 por 1000. 1 
Landois cree que cuando se tiene una sensación de sed vi- 
va, hay aumento de la densidad por la concentración de la 
sangre. 
La ingestión de substancias sólidas parece aumentar la den- 
sidad; pues con excepción de Scholkoff, que dice haber ob- 
servado lo contrario, la mayor parte de los experimentadores, 
admiten, que después de una comida ordinaria, cuando se ha 
ingerido á la vez sólidos y líquidos, hay una diminución li- 
gera, que según algunos puede durar una hora y media á dos 
horas. En los casos que be podido observar la densidad poco 
después del alimento, la he encontrado aumentada: el Dr. Yer- 
1 Malazzes.—De la resistance des globules rouges.—París, 1895, pág. 27. 
2 7? Congreso de Medicina interna de Wiesbaden.—Abril de 1888. 49 
gara Lope el día 17 de Febrero á las 11 a. m. tenía 1063,5 y 
en la tarde del mismo á las 3.20 p. m. una hora después del 
alimento tenía 1064. 
La privación completa de alimentos aunque se permitan 
las bebidas parece aumentar la densidad. Lloyd Jones exa- 
minó la sangre del ayunador Succi, siendo la densidad de 
1061 antes de someterse al ayuno, y 39 días después la den- 
sidad era de 1063. Entre las lesiones invocadas para expli- 
car la muerte por la inacción aguda, se señala un espesamien- 
to de la sangre. 
Para impedir las causas de error que por la alimentación 
podría producirse en los individuos que he sometido á mi es- 
tudio, indico el número de horas distintas del alimento y en 
la mayor parte he procurado que hubieran transcurrido 2 
horas, término de tiempo durante el cual, todos los autores 
están de acuerdo, no influyen los alimentos y las bebidas. 
Ejercicio y reposo.—El ejercicio y el reposo parecen modi- 
ficar también la densidad de la sangre. 
Cuando el ejercicio es moderado la densidad se encuentra 
disminuida; pero la diferencia es casi despreciable. Al con- 
trario cuando se examina la sangre después de un ejercicio 
fuerte en el que ha habido abundante sudación, la densidad 
se encuentra aumentada de una manera notable. En estas 
mismas condiciones Leitchtenstern ha encontrado aumento 
en la cantidad de la oxi-hemoglobina y Nack encuentra de 
la misma manera un aumento en la proporción de 10 X 100. 
Si este aumento en la proporción de hemoglobina hace supo- 
ner el de la densidad, otro factor es el que principalmente in- 
terviene: la pérdida de agua por el sudor, produciendo una 
concentración de la sangre. Fuera del ejercicio, una sudación 
abundante produce también aumento de la densidad. Lyon- 
net1 ha inyectado 0 gramos 03 de pilocarpina á un enfermo 
de nefritis y ha podido obtener en ocho horas un aumento de 
1050, que tenía antes de la inyección, á 1058. 
1 Lyonnet.—La densidad de la sangre, pág. 77. 50 
Los baños turco-romanos y los de vapor, según Lloyd Jo- 
nes, tienen un efecto análogo á la pilocarpina. 
El reposo aumenta según la mayor parte de los observado- 
res la densidad normal, así se explica la mayor densidad que 
se observa en la mañana en ayunas, y la diminución que se 
observa en el día, principalmente por la ingestión de bebi- 
das. 
Climas.—Altitudes.—La influencia de las condiciones geo- 
gráficas de las localidades es muy digna de tomarse en con- 
sideración, y es el punto importante en que está fuudado el 
presente trabajo. 
El conjunto de las condiciones telúrico-atmosféricas, que 
constituye el clima de una localidad, imprimen un carácter 
especial á los organismos, tanto animales como vegetales que 
están sometidos á su influencia. 
La repartición de los seres en la superficie del globo no se 
opera por el efecto de circunstancias enteramente fortuitas, 
no se escapa á la investigación analítica del espíritu humano. 
Cada organismo exige para vivir condiciones especiales de 
temperatura, de humedad, de luz, de aire, etc., y no se des- 
arrolla, no se propaga, no prospera, sino allí donde se en- 
cuentran reunidas todas las condiciones que le son favora- 
bles. 
A medida que se perfeccionan los organismos, á medida 
que se asciende de la escala vegetal á la animal y de ésta á 
los seres más superiores, se van encontrándolos medios para 
la acomodación á las distintas condiciones, si bien es cierto 
que se modifican los órganos encargados de combatir las in- 
fluencias perjudiciales. 
Estas modificaciones dan una especie de naturalización á 
los individuos que desde el nacimiento están sujetos á la in- 
fluencia del medio. 
El hombre, el ser más elevado de la escala animal, es cos- 
mopolita porque tiene en su organismo los medios de resis- 
tir á un frío intenso y un calor ardiente, porque puede vivir 51 
al nivel del mar y á algunos miles de metros sobre este ni- 
vel. 
La República Mexicana, por su carácter montañoso, pro- 
porciona alturas considerables y por su latitud desde los 23° 
30' hasta los 32°42' hacia el Norte pertenece á la Zona tem- 
plada, y por su parte Snr desde 23°30' á los 14°30' pertene- 
ce á la Zona tórrida por estar comprendidos entre los trópi- 
cos. 
Los Contrafuertes Oriental y Occidental forman lo que 
se llama la Mesa Central del Anáhuac. Tres hermosos Va- 
lles se encuentran principalmente en la Mesa Central y son 
por orden creciente de altura el de Puebla, el de México y 
el de Toluca. 
De la Mesa Central, el terreno desciende lentamente ha- 
cia las Costas, formando extensas mesetas y llanuras fértiles. 
La temperatura, es muy diferente en los distintos lugares, 
según su latitud y su altura. 
Tenemos todos los climas desde el hipertérmico compren- 
dido hasta los mil metros de elevación sobre el nivel del mar; 
el mesotérmico hasta 2500 metros; el hipotérmico hasta 4000 
metros y los lugares situados arriba de este nivel en donde 
la vegetación desaparece y se encuentran nieves perpetuas. 
A medida que se traslada al hombre á los lugares más y 
más elevados de las capas atmosféricas, encuentra un enra- 
recimiento de estas capas y en proporción igual disminuye 
la tensión del oxígeno que respira, con relación á la que tie- 
ne al nivel del mar. 
Este es el principal fundamento de la teoría de Jourda- 
net. 
A primera vista, habría que hacer una distinción éntrelos 
habitantes de los bajos niveles y los víctimas de la anoxihe- 
mia barométrica, los primeros teniendo todas las condiciones 
favorables á su desarrollo y perfeccionamiento físico é inte- 
lectual y los segundos incapaces de todo trabajo y perfeccio- 
namiento. 52 
Parece, sin embargo, extraña aun d priori esta distinción, 
pues peca en su principio con las leyes universales de la na- 
turaleza que entre sus impenetrables secretos, ha hecho á la 
especie humana adaptable á todas las condiciones de medio 
y perpetuando la adaptación á través de la herencia en los 
descendientes. 
Pero aun examinando la cuestión desde el punto de vista 
práctico y juzgando con imparcialidad los hechos, encontra- 
mos desmentida la teoría de Jourdanet. 
Llama en efecto la atención ver el vigor de nuestros mon- 
tañeses, que ágiles en su carrera atraviesan extensiones muy 
considerables sin sentir la menor fatiga, los vemos entregar- 
se á los trabajos más rudos casi desprovistos de vestido, y 
todas sus acciones, todos sus movimientos expeditos y libres 
no parecen estar en relación más que con la majestad de sus 
montañas, y la esplendidez de su cielo. 
En México (á 2275 metros sobre el nivel del mar) la pre- 
sión es de 585 en lugar de 767. Si al nivel del mar un litro 
de oxígeno pesa 299 miligramos, en México sólo será de 230. 
Queda compensada por el número de respiraciones, cu}ro pro- 
medio general es de 22 y no de 16 como cree Jourdanet. 
El Dr. Vergara Lope en su estudio sobre la anoxihemia1 
da un cuadro comparativo de las modificaciones fisiológicas 
del ritmo respiratorio en los habitantes de las alturas. 
El número de respiraciones es de 22 y en Europa de 18; 
la circunferencia del tórax es de 886 y no de 850; la longitud 
del esternón es de 17 en lugar de 16; la excursión torácica es 
de 7 á 8 centímetros en México y de 4 á 7 en Europa; la can- 
tidad de aire inspirado es de 0 lit. 62 en lugar de 0 lit. 50. 
El promedio que encontró en los indígenas es superior. 
La pretendida anoxihemia barométrica, cae ante las con- 
clusiones de los Sres. Herrera y Vergara Lope,2 quienes en 
1 Estudios practicados en el Instituto Médico.—1853.—Pág. 41. 
2 Herrera y Vergara Lope.—La Atmósfera de las altitudes y el bienestar 
del hombre.—1894.—Conclusión “i” del resumen. su obra “La Atmósfera de las altitudes” dicen: 
“Habiendo considerado los hechos relativos á los vegeta- 
les, animales y hombres de las altitudes se impone la conclu- 
sión final: 
“Vegetales, animales y hombres, deben aclimatarse á las 
condiciones de las altitudes; en efecto se aclimatan y viven 
en la plenitud de su vigor y de su actividad; aptos para pro- 
gresar y perfeccionarse, obedeciendo á un lema eternamen- 
te verdadero: S'emper ascendens.” 
Después de esta ligera digresión, que me ha parecido im- 
portante por tratarse de un asunto que ha hecho cambiar de 
opinión al mundo científico, demostrando la inexactitud 
de las conclusiones de Jourdanet, que partían de premisas 
falsas, me ocuparé del estudio de la densidad de la sangre en 
México, y la explicación que más satisface del aumento en- 
contrado, entrando muy ligeramente en algunas considera- 
ciones sobre los elementos capitales que influyen en la varia- 
ción de la hematología en los habitantes de las alturas. 
Todos los fisiologistas que se han dedicado al estudio de 
la sangre en los habitantes de las altitudes, se han sorprendi- 
do (como dejo dicho en mi Introducción), de las diferencias 
encontradas entre la repartición y relación de sus elementos; 
diferencias tanto más notables, tanto más importantes cuan- 
to que los análisis se han hecho en alturas más considera 
bles. 
Pero si todos los observadores están de acuerdo en el au- 
mento de los elementos figurados, no han llegado á dar una 
explicación satisfactoria del fenómeno. 
Si este aumento es real, no se ha dicho todavía la última 
palabra de los órganos hemato-poiéticos, ni de las condicio- 
nes que determinan una mayor actividad en los medios enra- 
recidos. Los Sres. Herrera y Vergara Lope son los primeros 
que han dado una explicación que verdaderamente satisface 
al espíritu, tanto más, cuanto que los mismos factores se en- 
cuentran en los estados en que se ha señalado la hiperglobu- lita. El Sr. Vergara1 niega, á falta de datos, que la creación 
de las heraacias sea activada por el hecho del abatimiento de 
la presión. Por otra parte, siendo el aumento de estos ele- 
mentos el hecho verdaderamente constante que se ha seña- 
lado, trae consigo la necesidad de explicarlo. 
La humedad de la atmósfera disminuye en las capas at- 
mosféricas superiores. En México la cantidad media de hu- 
medad atmosférica es de 58 p§;2 si á esto se agrega la rapi- 
dez de la evaporación, resulta que el organismo pierde ma- 
yor cantidad de agua. 
La pérdida de mayor cantidad de agua por evaporación, 
trae consigo consecuencias: en la sangre, un espesamiento, 
una concentración que explica la mayor densidad y también 
el aumento aparente de los elementos figurados de la sangre. 
El número de glóbulos es el mismo en la masa total de la 
sangre pero hay aumento aparente por la pérdida de agua. 
Eu una misma cantidad de sangre habrá más elementos 
mientras la concentración sea mayor, y disminuirán propor- 
cionalmente según el grado de dilusión. 
Podemos explicarnos así, por qué en los exámenes de san- 
gre que casi todos se refieren á un peso y á un volumen de- 
terminado, la sangre de las alturas, más concentrada, aunque 
con el mismo número de elementos, da un aumento conside- 
rable. 
Se puede decir que hay un aumento aparente de los gló- 
bulos rojos, de una manera general, siempre que hay subs- 
tracción de líquido.3 Hay una relación inversa entre la can- 
tidad de agua y la cantidad de glóbulos de la sangre. 
Para demostrar que es un aumento enteramente ilusorio, 
basta comparar lo que pasa en las alturas (donde hay mayor 
deshidratación) por las condiciones especiales de humedad y 
1 Vergara Lope.—Original.—Pág. 944, párrafo 1564.—1894. 
2 Tomada de las observaciones del Observatorio Meteorológico Central.— 
1895. 
3 Véase Vergara Lope.—Original.—Pág. 958, párrafo 1589. 55 
evaporación, con lo que pasa en otros estados en los que se 
encuentra la hiperglobulia. 
En la inanición, donde hay deshidratación respiratoria, se 
encuentra un aumento considerable de los glóbulos rojos, 
pero este aumento no es real, sino ficticio y relacionado con 
la cantidad de agua que contiene la sangre. Lépine ha en- 
contrado en los niños, que por diversas causas están en esta- 
do de inanición 6.000,000 de glóbulos por milímetro cúbico, 
mientras que admite 5.000,000 en los niños sanos. 
En el Cólera, en el que las frecuentes evacuaciones subs- 
traen una gran cantidad de agua al organismo, hay aumento 
ficticio de los elementos figurados de la sangre.2 
Los purgantes salinos tienen el mismo efecto, por la con- 
centración que producen.3 
Hemos visto que la hiperglobulia existe en todos los esta- 
dos de la sangre en que por diversas circunstancias se pro- 
duce la deshidratación, ¿por qué no admitir que el mismo he- 
cho se produce en las alturas, donde la evaporación es favo- 
recida por la diminución de la presión y de la sequedad 
atmosférica ? 
Si se quiere una prueba más completa, consultemos los 
datos de la experimentación: se ha encontrado siempre una 
concentración de la sangre, en los animales sometidos á la 
influencia del aire seco y enrarecido.4 
Con el objeto de hacer experiencias en nosotros mismos 
nos sometimos el Sr. Yergara Lope y yo á la influencia del 
aire enrarecido, en el aparato que con un objeto terapéutico 
tiene establecido con el Sr. Herrera en el Instituto Médico. 
1 L’inanition chez l’homme.—Revue Seientifique, pág. 802. 
2 Bizzozero y Tricket.—Manuel de microscopie clinique.—París, 1885. 
8 Véase Bourdel.—De l’influence des purgations et de l’inanition, sur la 
proportion de globules roujes contenus dans le sang.—Sec. med. des Hosp. 
de París.—1879.—Vol. XIII.—Pág. 177. 
4 Las experiencias relativas á la ¡fluencia del aire seco y en los 
animales (gallo, cuyo, etc.), se encuentran descritas en la obra de los Sres. He- 
rrera y Yergara Lope, premiada en el Concurso Hodgkins. 56 
Tomamos la densidad de nuestra sangre antes de que se 
comenzara á hacer el enrarecimiento y obtuvimos en los dos 
1062.5. Después de hora y media y cuando nos encontrába- 
mos á una presión de 472 milímetros, que corresponde próxi- 
mamente á 3800 metros sobre el nivel del mar, la densidad 
fué de 1067 en ambos. 
En un tuberculoso y profundamente anémico, Felipe Gon- 
zález, que ocupa la cama núm. 18 de la Sala de Terapéutica 
del Hospital General de San Andrés y á quien se están apli- 
cando los baños de aire enrarecido, encontramos antes del en- 
rarecimiento en el aparato que la densidad de su sangre era 
1039. Después de tres horas la densidad fué de 1042 á la pre- 
sión correspondiente á 4200 metros de altura sobre el nivel 
del mar. 
Hemos visto al estudiar los otros factores que hacen variar 
la densidad de la sangre, cuáles son las consecuencias de la 
concentración de este líquido; no hay, pues, que asombrarse 
de ver la densidad de la sangre aumentada en México, si te- 
nemos la explicación de este fenómeno, que por lo demás se 
presentará en todas las alturas, siempre que se encuentren 
reunidos los factores que antes dejo expresados. 
Algunos otros estados se han estudiado que pueden hacer 
variar la densidad de la sangre, pero no haré más que seña- 
larlos, porque son tan pequeñas las diferencias encontradas 
que las hacen despreciables, tales son el temperamento indi- 
vidual, las diferentes partes del cuerpo en que se toma la 
sangre. CAPITULO III. 
¿ Cuál es la densidad de la sangre normal en México ? 
Quiero dar á conocer en primer lugar el resultado de las 
observaciones hechas en Europa, para comparar los datos en- 
contrados por los experimentadores, con el que se deduce 
del pequeño número de las que hemos obtenido en México. 
Los primeros fisiologistas que se ocuparon de la densidad 
de la sangre, obtenida por el procedimiento antiguo de la 
sangría, dan los siguientes resultados.1 
Becquerel y Rodier en 25 individuos sanos, como término 
medio 1060.2 en el hombre, y 1057.5 en la mujer. 
Quinqué admite 1060.8 en el hombre, y 1058 en la mujer. 
Schrnit, 1059.9 en el hombre y 1053 en la mujer. 
Davi da como término medio 1052 á 1060 en los hombres 
y 1045 á 1056 en las mujeres. 
Entre los autores modernos que han empleado procedi- 
mientos perfeccionados, se encuentran los datos siguientes: 
Roy y Landois dan como término medio normal 1055, va- 
riando de 1056 á 1059 en el hombre y de 1051 á 1055 en la 
mujer. 
Lloyd Jones admite 1059 como término medio. 
Devoto, 1058 á 1059. 
Loukachevitch, 1058. 
1 Estos datos han sido tomados de la monografía de Lyonnet. Peiper en 25 exámenes 1055 en el hombre y 1053.5 en la 
mujer. 
Schmaltz, 1059.5 y 1055.5. 
Schlesinger, 1056 á 1061 y 1054 á 1060. 
Lyonnet, 1055 á 1061 é inferior en las mujeres. Señala que 
ha encontrado 1061 de densidad en un estudiante enteramen- 
te sano que se encontraba en ayunas. 
La cifra que da Lyonnet es la que corresponde al término 
medio encontrado por los observadores y la que puede tomar- 
se como término medio. 
Las observaciones recogidas por el procedimiento indica- 
do anteriormente y algunas de las cuales han sido ya publi- 
cadas por el Sr. Dr. Vergara Lope, en cuya compañía he 
practicado mis investigaciones, me sirven para deducir un 
promedio general para México de 1063.2 en el hombre. Pue- 
den considerarse como normales las densidades comprendi- 
das entre 1060 y 1067.5, siendo inferior á 1060 en la mujer, 
según los pocos datos que tenemos. 59 
CAPITULO IY. 
Exposición de las observaciones. 
Del estudio comparativo de los datos que constan en el 
cuadro que presento al final de este trabajo, hemos podido 
deducir (y esta deducción está de acuerdo con la opinión de 
los autores europeos), la proporcionalidad que existe entre la 
densidad, la cantidad de oxi-hemoglobina y la cifra de gló- 
bulos rojos por milímetro cúbico, según puede verse en el 
cuadro comparativo siguiente: 
Tabla comparativa de las densidades en relación con la cantidad de hemoglobi- 
na y el número de glóbulos rojos, tomada de las observaciones del cuadro es- 
tadístico. 
Núm. de la observación. 
Núm. de glóbulos rojos por m. c. 
Cantidad de hemoglobina. 
Densidad. 
3 
. 5.387,500 
14.00 pg 
1063 
11 
. 4.087,500 
1063.5 
M 
. 5.125,000 
1061 
16 
. 2.892,637 
1059.5 
29 
. 4.800,000 
1059.5 
32 
. 5.137,500 
1059 
36 
. 5 075,000 
1056 
37 
. 5.225,000 
1059 
38 . 
. 5 120.000 
1058.5 
9 observaciones que dan el promedio siguiente: 
4.761,181 
14.00 pg 
1059.8 
4.025,000 
18.20 pg 
1059 
1 Sola observación. Núm. de la observación. 
Núm. de glóbulos rojos por m.c. 
Cantidad de hemoglobina. 
Densidad. 
9 
. 5 337.500 
14.30 pg 
1062.5 
f; 
5 012 000 
1066 
93 
6 437 500 
1059.5 
4fi 
5 725 000 
1062.5 
48 
fi 397 500 
1063 
1062.7 
5 Observaciones que dan el promedio siguiente: 
5.766,700 
14.30 pg 
1062.7 
9R 
5 412 512 
.... 14.40 p2 
1063 
81 
5 887 000 
1063 
94 
fí 487 fino 
1060.5 
3 Observaciones que dan el promedio siguiente: 
5.911,004 
.... 14.40 pg 
1062.1 
1 
6 776,000 14.50 pg 
1067.5 
4 
6 425 000 ,, 
1064 
5 
.... 6.275,000 ,, 
1064 
7 
6 337,500 ,, 
1062.5 
ia 
5 662 000 ,, 
1063 
18 
.... 6 275 000 ,, 
1062 
1Q 
5 812,500 ,, 
1063.5 
99 
5 537,500 ,, 
1062.5 
94 
6 150,000 ,, 
1064.5 
96 
6 075,000 ,, 
1060 
97 
5 975,000 ,, 
1059 
ao 
6 212 500 ,, 
1065 
a9 
5.925,000 ,, 
1060 
a4 . . 
6 275,000 ,, 
1062 
a 9 
.... 3 975,000 ,, 
1059 
49 
4 725,000 ,, 
1063.5 
4 a 
.. 6 720,000 ,, 
1065 
44 
.... 6 125 000 ,, 
1067 
47 
7 250,000 ,, 
1067.5 
49 
6 875 OOO 
.... 1064 
20 Observaciones que dan el promedio siguiente: 
6.074,150 14.50 pg 
1063.2 Núra. de la observación. 
N¿iñude glóbulos rojos por m. c. 
Cantidad de hemoglobina. 
Densidad. 
8 
. 6.487,500 
14.75 pg 
1067 
12 
. 6.400,000 
1064 
25 
. 7.512,000 
1066.5 
45 
. 6.560,000 
1067.2 
50 
. 5.928,000 
)} 
1066 
5 Observaciones que dan el promedio siguiente: 
6.577,660 14.75 pg 1066.1 
10 7.493,000 14.80 pg 1066 
1 Sola observación. 
9 7.500,000 15.00 pg 
15 6.587,000 ,, 
1068 
1066.5 
2 Observaciones que dan el promedio siguiente: 
7.043,500 15.00 pg 
1067.2 
47 7.250,000 15.50 pg 1067.5 
1 Sola observación. 
En resumen, haciendo la comparación de los promedios obtenidos resulta: 
Núin. de observaciones. 
Núm. de glóbulos rojos por m. o. 
Cantidad de hemoglobina. 
Densidad. 
i 
.. 5.632,000 
13.80 pg 
1061.5 
9 
.. 4.761,181 
14.00 ,, 
1059.8 
1 
.. 4.025,000 
14.20 „ 
1059 
5 
.. 5.766,700 
14.30 
1062.7 
3 
.. 5 911,004 
14.40 ,, 
1062.1 
20 
.. 6.074,150 
14.50 
1063.2 
5 
.. 6.577,660 
14.75 
1066.1 
1 
.. 7.493,000 
14.80 „ 
1066 
2 
.. 7.043,500 
15.00 ,, 
1067.2 
1 
.. 7.250,000 
15.50 „ 
1067.5 
Eliminando de este cuadro las que no han podido observarse más que una 
sola vez tenemos: 
Núm. de observaciones. 
Núm. de glóbulos rojos por m. o. 
Cantidad de hemoglobina. 
Densidad. 
9 
.. 4.761,181 
oc 
i p. 
■cd 
1057.8 
5 
.. 5.766,700 
14.30 ,, 
1062.7 
3 
5.991,004 
i4.4o ;; 
1062.1 (■ 
20 
6.074,150 
14.50 ,, 
1063.2 
5 
.. 
14.75 
1066.1 
2 
. 7 043 500 
15.00 ,, 
1067.2 
Promedio general: 
50 
.. 6.007,842 
14.42 pg 
1063.2 De esta notable relación podemos deducir la importan- 
cia que al clínico presenta, la investigación de la densidad de 
la sangre en sus enfermos; pues exceptuando algunos casos, 
puede servirle para juzgar de la riqueza de la sangre, obje- 
to de estudio, á la vez que para establecer el diagnóstico, el 
pronóstico y las indicaciones terapéuticas. 
La determinación de la densidad de la sangre en diversos 
estados patológicos, debe pues, de ser digno objeto de aten- 
ción de los médicos experimentadores. 
Ojalá que el presente trabajo sirva para que los Fisiologis- 
tas y Clínicos de esta Capital, fijen su atención en el asunto tan 
importante de que se trata, contribuyendo de esta manera al 
adelanto de la Ciencia Médica en nuestro país. CAPITULO V. 
Conclusiones generales. 
Primera.—Importancia para el práctico y fisiologista, por 
la relación íntima que tiene este dato con la hemoglobina y 
el número de glóbulos rojos, agentes principales de la hema- 
tosis y de la nutrición general. 
Segunda.—Hay una relación directa entre la densidad, la 
cantidad de oxi-hemoglobina y de glóbulos rojos, que pue- 
den determinarse de antemano. 
Tercera.—Aumentando el número de hemacias, como una 
consecuencia de la vida en los climas de altitud, bien sea por- 
que la hematopoiesis está exagerada ó por pérdida de agua, 
hay también aumento de la densidad de la sangre, en los ha- 
bitantes de estos climas. 
Cuarta.—Debe fijarse para cada país de altitud la densidad 
media normal de sus habitantes, y sus variaciones fisiológi- 
cas y patológicas. 
Quinta.—La densidad media normal en el hombre adulto 
de México (50 observaciones), es de 1063.2. 
FIN. OBSERVACIONES. 
I-i -A- DEU SIDAD NORMAL ID ZE JLj S -A- 2ÑT C3-16 IE DE H MEXICO. 
NUMERO DE ORDEN. 
NOMBRES. 
EDAD. 
PATRTA. 
OFICIO 
O PROFESION. 
Hora 
de observación. 
Horas 
después del alimento. 
Número de respiraciones 
por minuto. 
Número de pulsaciones 
por minuto. 
Temperatura en la 
axila. 
Número 
de glóbulos rojos por 
milímetro cúbico. 
Glóbulos blancos 
en su relación con los 
rojos. 
Cantidad 
de oxihemoglobina por 
ciento. 
Densidad de la sangre. 
ESTADO 
DE SALUD. 
OBSERVACIONES. 
1 
2 
Ernesto Sánchez de Tagle 
Francisco Ochoa 
23 años. 
49 .. 
México, Distrito Federal 
Yautepec, Morelos 
Estudiante 
Carpintero 
10.00 
10.30 
a. m. 
3.00 
4.00 
23 
27 
20 
70 
76 
73 
80 
36°9 
37 1 
6.776,000 
5.337.500 
5.387.500 
6.425,000 
6.275,000 
5 012,500 
1 X 500 
1 X213 
1 X 327 
1 X 340 
1X347 
1 X 489 
1 X 507 
14 50 
14 30 
1067.5 
1062.5 
1063.0 
1064.0 
1064.0 
1066 0 
Sano 
3 
Manuel Marín 
49 
Puebla 
11.30 
4.00 
36.8 
14.00 
14.50 
14.50 
14 30 
4 
Jesús Galindo y Villa 
28 
5 ’ 
10.00 
3.00 
22 
11 
5 
Amado Martínez 
25 
10.00 
3 00 
22 
72 
92 
36.6 
6 
Mariano Lozano y Castro 
35 
” 
Químico 
10.30 
3 00 
23 
7 
Trinidad Vera 
41 
10.00 
3 00 
21 
76 
36 6 
6.377.500 
6.487.500 
14 50 
1062 5 
8 
Leopoldo Carrasco 
25 
Estudiante 
11.30 
4.00 
26 
77 
37.0 
14.75 
1067 0 
1068.0 
1066 0 
9 
Francisco Martínez 
38 
10.00 
4 00 
19 
72 
82 
7 500 000 
1 x ioo 
1X89 
1 X 420 
1 X 40o 
1 X 452 
1 X 410 
1 X 340 
1 X 153 
15 00 
Respiraciones muy profundas. 
10 
Lucio Flores 
26 
4.00 
p. ni. 
2.00 
26 
36 5 
7.493,000 
14 80 
11 
Ascencio Pineda 
46 
Empleado 
5 00 
6.00 
21 
72 
36.9 
4.087,500 
6.400,000 
5.662,000 
5.125 000 
14 00 
1063 5 
Mucosas pálidas. 
12 
Daniel Versara Lope 
30 
3.00 
1 20 
24 
84 
37 3 
14 75 
1064 0 
1063.0 
1061 0 
13 
Juan Casselis 
22 
4.30 
4 30 
18 
22 
85 
36 5 
14 50 
14 
José Sánchez 
25 
4.00 
4 30 
70 
64 
38.02 
36.8 
14 00 
15 
Ricardo E. Cicero 
26 
10.30 
3 00 
22 
6.587,000 
15.00 
1066 5 
16 
17 
Carlos A. González 
M ariano Salas 
30 
60 
1 1 
México, Distrito Federal 
Comerciante 
4.00 
4.00 
p. m. 
2 00 
3.00 
20 
25 
22 
92 
88 
37.2 
37 6 
2.892,637* 
14.00 
14 00 
1059.5 
1058.0 
1062.0 
Anemia.... 
*Costumbres alcohólicas. 
Alcohólico? 
18 
José Angel 
35 
San Antonio Teutitlán, México 
Jardinero 
86 
37.0 
6.275,000 
5 812,500 
1 X 243 
l X 320 
1 X 314 
1 X 1G1 
1 X 443 
14.50 
19 
Francisco Río de la Loza 
4 00 
p. m. 
5.00 
29 
80 
37 3 
14.50 
20 
Dionisio González 
5.00 
5 00 
24 
96 
37 1 
5.632,000 
4.025,000* 
5.537,500 
13.80 
1061.5 
1059.0 
1062 5 
21 
35 
años. 
4.00 
3.00 
17 
24 
88 
76 
37.0 
38.12 
14.20 
14.50 
*Alcohólico. 
f Temperatura después de ejer- 
\ cicio. 
22 
Julio Martínez 
13 
Santa Cruz Mayahualco 
Jardinero 
4.30 
u 
4 00 
Sano 
23 
Crescencio Martínez 
18 
4.30 
5.00 
18 
90 
38.32 
36.9 
6.437,500 
6.150,000 
1 X 349 
1 X 246 
1 X 585 
1 X 486 
1 X 318 
1 X 289 
1 X 213 
1 X 423 
1 X 499 
1 X 210 
1 X 494 
1 X 515 
1 X 483 
1 X 406 
1 X 200 
1 X 430 
1 X 318 
14.30 
1059 5 
( Temperatura después de tra- 
24 
Joaquín Cosío 
29 
10.00 
a. m. 
3.00 
22 
86 
14.50 
1064 5 
U bajar al sol. 
25 
Francisco Sánchez de Tagle 
20 
México, Distrito Federal 
Estudiante 
4.00 
p. m. 
3.00 
24 
86 
37.3 
7.512^300 
14 75 
1066 5 
26 
Antonio Cervantes 
20 
México, Distrito Federal 
5.00 
4.00 
29 
80 
37.8 
6.075^000 
14.50 
1060.0 
27 
Gilberto Hernández 
15 
5.50 
5.00 
24 
83 
37.2 
5 975ÍOOO 
14.50 
1059.0 
28 
Antonio Virev 
18 
12.00 
5.00 
21 
88 
37.2 
5.412,512 
14.40 
1063 0 
29 
Alfonso Herrera (h.) 
27 
5.00 
p. ni. 
? * 
5.00 
22 
80 
4.800,000* 
14.00 
Dispepsia.. 
Sano 
* 
30 
31 
Adolfo Tenorio 
39 
40 
1 1 
México, Distrito Federal 
Pintor paisajista.. 
5.00 
4.00 
4.00 
5.00 
23 
19 
80 
76 
37.0 
37.2 
6. 
5.887,000 
5.137,500 
5.925,000 
14.50 
14.40 
1065 0 
1063 0 
32 
José Cauz y Cervantes 
16 
3.00 
2.00 
28 
88 
36.5 
14 00 
1059 0 
Síntomas de anemia. 
33 
30 
4.30 
4 30 
24 
89 
37 0 
14.50 
1060 0 
34 
23 
3.30 
3.00 
27 
74 
37.6 
6.437^500 
6 275,000 
5.075 000* 
14.40 
1060 5 
35 
Miguel Cervantes 
20 
4.00 
4.00 
27 
82 
37.2 
14 50 
1062.0 
36 
28 
4 00 
3 00 
24 
88 
38.0 
14 00 
1056 0 
* Mucosas pálidas. 
37 
38 
39 
8 
3.55 
2 00 
32 
88 
373 
5.225,000 
5.120,000 
3.975,000* 
14 00 
1059.0 
Joaquín Flores 
30 
14 
1 1 
Tlaxcala 
Jardinero 
5.00 
5.20 
* i 
5.00 
4 00 
24 
24 
78 
83 
36.5 
38 0 
14 00 
14.50 
1058 5 
1059 0 
H ? 
Anemia 
* 
40 
12 
5.30 
5 00 
29 
92 
38.3 
14 50 
1060 0 
Sano 
41 
12 
5 30 
5 00 
28 
87 
36.5 
14 50 
1062.0 
42 
77 
3.30 
2.00 
19 
88 
36.7 
4 725,000 
6.720,000 
6.125.000 
1 X 378 
1 X 250 
1 X 378 
1 X 275 
1 X 412 
1 X 342 
1 X218 
1 X 345 
1X412 
14.50 
1063.5 
43 
28 
4 00 
3.00 
22 
84 
37.1 
14.50 
1065 0 
44 
22 
3.00 
2.00 
24 
92 
36.9 
14.50 
1067.0 
45 
46 
47 
48 
49 
50. 
34 
Albañil 
3 00 
2.00 
22 
88 
37.2 
6,560,000 
14 75 
1067.2 
Villa de Guadalupe, Distrito Federal. 
4.00 
4.00 
28 
90 
36.5 
5.'725|500 
7.250,000 
6.320,500 
6.875,000 
14 30 
1062.5 
40 
Doméstico 
3.00 
2.00 
24 
82 
37.1 
15.50 
1067 5 
25 
4 00 
3.00 
22 
76 
36.7 
14 30 
1063.0 
32 
4.00 
3.00 
24 
88 
37 2 
14.50 
1064 0 
Miguel Castro 
28 
México, Distrito Federal 
Jornalero 
4.00 
> i 
3.30 
22 
90 
37.0 
5.928.500 
14.75 
1066.0 
n