FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO. CONSIDERACIONES HIGIÉNICAS RELATIVAS A LA VISTA DEL NIÑO EN LA ESCUELA TRABAJO INAUGURAL QUF. PARA EL EXAMEN GENERAL DE MEDICINA, CIRUGÍA Y OBSTETRICIA, PRESENTA DANIEL M. VELEZ, Alumno de la Escuela Nacional de Medicina de México; Ayudante de la clase de Anatomía Descriptiva de la misma; Preparador y conservador del anfiteatro y museo del Hospital de San Andrés; Teniente aspirante del Cuerpo Médico-Militar; Preparador de la clase de Anatomía de las formas en la Escuela Nacional de Bellas Artes; Alumno de la Escuela Práctica Médico-Militar; Miembro de la “Sociedad Filoiátrica;” Socio fundador de la Sociedad Científica “Antonio Alzate,” y Redactor de “La Escuela de Medicina.” • MÉxrco IMr. DE LA SECRETARÍA: FOMENTO Calle de San Andrés núm. 15. 1889 vJULiüis: FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO. CONSIDERACIONES HIGIÉNICAS RELATIVAS i LS VISTA DEL NIÑO EN ü ESCUELA TRABAJO INAUGURAL QUE PARA EL EXAMEN GENERAL DE MEDICINA, CIRUGÍA Y OBSTETRICIA, PRESENTA DANIEL M. VELEZ, Alumno de la Escuela Nacional de Medicina de México; Ayudante de la clase de Anatomía Descriptiva de la misma; Preparador y conservador del anfiteatro y museo del Hospital de San Andrés; Teniente aspirante del Cuerpo Médico-Militar; Preparador de la clase de Anatomía de las formas en la Escuela Nacional de Bellas Artes; Alumno de la Escuela Práctica Médico-Militar; Miembro de la “Sociedad Filoiátrica;” Socio fundador de la Sociedad Científica “Antonio Alzate,” y Redactor de “La Escuela de Medicina.” MÉXICO IMP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO Calle de San Andrés núm. 15. 1889 como iiüío tuíuío do cuy Utdocvmven'/o o/olrw y do cederlo enmonó o. Respetable Jurado: Mis esfuerzos serian impotentes, mis conocimientos serian bien escasos, á pesar de mi buena voluntad, si hubiese querido escribir este pequeño trabajo inaugural sobre una cuestión en la que buscase aclarar un pun- to cualquiera de los vastos é importantes conocimien- tos médicos que forman el arte de curar; varios serian mis afanes, pues como bien sabéis, queridos maes- tros, que me habéis guiado tan bondadosamente con vuestras luces en mis estudios y á quienes debo lo que sé, he acabado la carrera, mis estudios obligatorios han terminado; pero ahora comienza una época de estudios que no terminará jamás; el médico tiene que estudiar siempre; los casos prácticos son distintos los unos de los otros bajo mil fases, y no son sino el estudio y la dedicación los que aclararán las innumerables dudas del médico novel. Salgo de nuestra querida Escuela debiéndole una sólida base para poder estudiar con fruto alguno de los ramos de la medicina; salgo de ella y me atrevo á pre- sentarme ante vosotros con el convencimiento de las inmensas dificultades, de lo espinoso del sendero que tiene que recorrer el que há poco ha alcanzado el hon- roso título de médico, pero asimismo lleva en el alma el entusiasmo que se despierta al empezar á conocer Consid. Higién.—2 6 las bellezas de una ciencia que tanto bien puede hacer á la humanidad, que tanta paz puede llevar á un hogar. ~No pudiendo decir nada nuevo que pudiera intere- saros, nada que pudiera ser de utilidad para la ciencia, y habiendo sido interesado vivamente en la cuestión de que voy á ocuparme por las instructivas é intere- santes clases de Higiene de mi querido maestro el in- teligente pedagogo y distinguido médico Sr. Luis E. Ruiz; me he resuelto á escribir este trabajo con la in- tención de procurar ser útil en algo á la niñez de Mé- xico, con la de obtener un resultado práctico por lo que he estudiado y leido, con la de demostrar mi buena voluntad para estudiar, y el deseo de cumplir con el reglamento de nuestra Escuela. He querido suprimir en lo posible, en este pequeño trabajo, el tecnicismo; quiero poner en manos de los maestros de escuela el resúmen de lo que sobre este punto han escrito autores de mérito; quiero facilitar y hacer práctica la observancia de los preceptos higiéni- cos que deben regir la vista de un niño en la escuela: poniendo este opúsculo en manos de los maestros, se les facilitará el conocimiento de este punto, y, como hecho aislado, se les hará fijar su atención en materia tan importante; de otro modo difícilmente tomarian para leer un voluminoso tratado de higiene, y la obser- vancia á la vez de todos los preceptos de una buena higiene les pareceria cosa muy difícil. Otros compa- ñeros, tal vez, seguirán este camino y se podrá ir ofre- ciendo sucesivamente al maestro, al industrial, al hom- bre de letras consejos higiénicos que, dada la facilidad con la que llegarán á sus manos, siguiendo esta idea y el escaso trabajo que demanda su lectura, les harán 7 fijarse unas veces sobre un asunto, otras sobre otro, y observar, convencidos de sil importancia, las reglas hi- giénicas más recomendadas. Popularizar la ciencia es el deber de todo hombre científico, y, tratándose de la higiene, es una sagrada obligación para el médico el darla á conocer, y hacer palpables las ventajas de la observancia de sus pre- ceptos. Llamará la atención que, léjos de extenderme, he procurado lo contrario, reducir á pocas páginas un punto tan importante y sobre el que se ha escrito tanto y tan bien; pero debe recordarse que mi plan es formar, más bien que una disertación sobre higiene, una carti- lla en la cual las cuestiones son conclusiones, verdade- ros consejos prácticos y no el análisis de sus diversos puntos. Seria preciso el conocimiento profundo del ojo en el cadáver, para poder comprender una descripción ana- tómica detalla da; no es así la que debe darse á un maes- tro de escuela que sólo posee conocimientos generales de historia natural; de aquí la dificultad para reducir á tan cortas líneas materia tan importante y extensa. He querido acompañar al texto las figuras que me ha parecido pueden darle alguna claridad, pues no teniendo conocimientos en Anatomía y Fisiología el maestro, le es más fácil comprender la descripción si- guiéndola en una figura. Procuraré llenar mi programa en el orden y forma siguientes: I.—Anatomía del aparato de la visión. II.—Consideraciones ópticas. III.—Fisiología del ojo. 8 IV.—Consideraciones acerca de la miopía. Y.—Iluminación de las salas de estudio. VI.—De la postura del niño y duración de la clase. VII.—Mobiliario de la sala de estudio. VIII.—Preceptos. Si no he logrado con este trabajo ser de alguna uti- lidad á la niñez, sirva esta iniciativa para que mejores plumas le den mayores horizontes. & SENTIDO DE LA VISTA. I ANATOMIA DEL APARATO DE LA YISI01L “El sentido de la vista es el que nos da á conocer: el color, la forma, el volúmen, la situación respectiva y el estado de reposo ó de movimiento de los cuerpos que nos rodean, del mismo modo que los otros sentidos nos revelan ciertas propiedades determinadas de la materia; pero sólo él goza del privilegio de ponernos en relación con la naturaleza entera, permitiéndonos con- templarla á la vez en su admirable conjunto y sus más pequeños detalles; sobre todo por él es por quien en- tramos extensamente en relación con el mundo exte- rior; es por él por quien la vida se anima y se embelle- ce. Sus atribuciones de un orden á la vez más general y más elevado hacen de él el primero de nuestros sen- tidos. Situado entre el cráneo y la cara, que parece alejarse para recibirlo en su intervalo, domina el orga- nismo entero y se encuentra así en las condiciones más favorables para dirigir nuestros pasos sobre la acciden- tada superficie del suelo.” 10 Son estas las palabras con las que Sappey, el emi- nente anatómico, caracteriza el órgano de la visión; nada hay que agregar á esta descripción que caracte- riza perfectamente las funciones de tan importante sentido. El aparato de la visión y sus anexos se encuentra á los lados de la nariz, debajo de la frente, de la que está separado por la ceja, arriba del pómulo y parte correspondiente de la cara y hácia adentro de la región temporal (sien). El globo ocular, la parte más importante del apara- to que estudiamos, está alojado en la órbita que es una cavidad huesosa de forma piramidal, cuadrangular, de base anterior, colocada con su gran eje horizontal, y cuya base forma el borde de la órbita, constituida por delgadas laminillas huesosas que la separan: hácia arriba del interior del cráneo, hácia abajo del seno ma- xilar (cavidad ahuecada en el espesor del hueso de la mandíbula superior), hácia adentro de las fosas nasa- les y hácia afuera de la superficie exterior del cráneo. El globo ocular forma el verdadero aparato dióptri- có que contiene: los medios que concentran los rayos luminosos y la membrana que recibe y siente estos ra- yos, es decir, la membrana con la cual verdaderamen- te vemos; el globo ocular suspendido dentro de la órbi- ta, se encuentra acojinado por la grasa que formándole un lecho hemi-esférico le rodea hácia atrás y en el cual con facilidad resbala; está movido por seis músculos, protegido y contenido por dos repliegues de la piel (los párpados 2 y 6, fig. 1), humedecido y lubrificado por un líquido (lágrimas) que secreta un aparato es- pecial (aparato lagrimal), el cual es vertido, despu.es 11 de haber bañado el ojo y de haberle dado su brillo, en la nariz por medio de un canal excretor. Así pues, el aparato de la visión está constituido por: un aparato dióptrico (globo ocular), un aparato motor (músculos del ojo), un aparato de protección (párpados y cejas) y uno de protección y de* deslizamiento (apa- rato lagrimal). APARATO DE PROTECCION. Las cejas (1, fig. 1) forman una faja de piel cubierta de pelo, que separa al párpado de la frente y está co- locada sobre el reborde de la órbita; el pelo está im- plantado oblicuamente de dentro hácia afuera y es imbricado, es decir, que los pelos más cercanos á la nariz cubren á la mitad de los que están afuera, hácia la sien; la piel en este lugar presenta los caracteres de la piel de la cabeza y contiene numerosas glándulas sebáceas que mantienen engrasado el pelo de ella. La ceja colocada sobre el borde de la órbita, que es más saliente que el globo ocular, tiene un doble objeto, el de impedir la llegada del sudor que escurre de la fren- te y que irritarla al ojo, y el de que éste no sea lastima- do por la impresión de una luz muy viva; así vemos que instintivamente contraemos el músculo ciliar (frun- cir las cejas) cuando nos hiere una luz muy viva. Las cejas tienen un gran papel en la expresión de la cara, y sus movimientos traducen tanto la alegría como el pe- sar, la cólera como la tranquilidad de espíritu. Deba- jo de la ceja en la cara profunda de la piel se fijan tres músculos: el frontal, que es el que forma por su con- tracción las arrugas horizontales de la frente; el super- 12 ciliar, que contrayéndose, acerca las dos cejas y forma sobre la nariz las arrugas verticales de la frente, y el orbicular que cierra la abertura palpebral. Los párpados (2 y 6, fig. 1) son dos velos forma- dos por la piel que sirven para proteger el globo ocular contra las influencias exteriores, para suspender ó restablecer el ejercicio de la visión y para extender el fluido lagrimal delante del globo del ojo. Se pueden considerar como un diafragma adherido al borde de la órbita, con una abertura elíptica en el centro y de gran diámetro horizontal (orificio palpebral) que se abre y cierra bajo la influencia muscular. El párpado supe- rior (2, fig. 1) es un poco más grande que el inferior y ámbos presentan: dos caras, un borde adherente, un borde libre y dos extremidades, interna y exter- na. La cara cutánea de ambos es de fina piel, hace arrugas trasversales cuando se abren los párpados y toman la forma convexa del globo ocular cuando están cerrados. La cara ocular está formada por una delga- da membrana transparente llamada la conjuntiva que, después de haber tapizado esta cara de los párpados, pasa sobre el globo del ojo, formando en la línea de su reflexión como un saco y da al ojo su brillo especial. El borde adherente del párpado se continúa con la piel de la frente, sien, mejilla, etc.; el borde libre (3, fig. 1) se divide en dos pequeñas fajas: la que está en contacto con el globo del ojo pertenece al aparato la- grimal, y la que está fuera da inserción á las pestañas; entre las dos porciones se perciben en todo el borde palpebral, pequeñas aberturas que son las desemboca- duras de las glándulas de Meibomius, hácia el ángulo interno estos caracteres del borde cambian: no hay pes- Tesis Inaugural-D. M. VELEZ. Lam. I. Fuji. 13 tañas, el borde se hace más grueso y redondeado, y en su espesor va un canal que principia en una pequeña abertura circular colocada sobre una eminencia del borde del párpado (punto lagrimal); en ambos párpa- dos hay punto y canal lagrimal; en los ángulos inter- nos de los párpados se ve un pequeño cuerpo rojizo, esférico, (4, fig. 1) llamado la carúncula lagrimal; las extremidades externas se unen, y, formando una pequeña depresión, constituyen la comisura externa. Entre las dos capas cutánea y conjuntival, el párpado está formado de las siguientes capas, yendo de la piel hácia la conjuntiva: l9 primera capa muscular (el es- fínter de los párpados), es un músculo circular quero- dea el orificio palpebral y el cual por su contracción lo cierra; este músculo se inserta hácia los ángulos del ojo por medio de dos pequeños tendones; 29 capa fibro-cartilaginosa, formada por los cartílagos tarsos, que son los que, haciendo de esqueleto, dan la forma al párpado, se sienten tomando el párpado de sus extre- mos entre dos dedos; estos fibro-car tí lagos están adhe- ridos, como suspendidos del borde de la órbita por dos ligamentos llamados, ligamentos anchos; 39 segunda capa muscular formada por el músculo órbito-palpe- bral, prolongación del músculo elevador del párpado superior y sirviendo también para elevar el párpado. En el espesor de los cartílagos tarsos se encuentran las glándulas de Meibomius que secretan una sustancia grasosa que lubrifica el borde del párpado, é impide que las lágrimas se derramen hácia la mejilla; anexas á cada folículo de las pestañas, se encuentran dos pe- queñas glándulas que también secretan materia sebá- cea y contribuyen con ella al mismo objeto; de la mis- Consid. Higién.—3 14 ma naturaleza es el grupo de glándulas que constituyen la carúncula lagrimal. Las arterias y las venas de los párpados se llaman palpebrales; los nervios de la sen- sibilidad vienen del nervio trigémino, y los motores del facial. APARATO DE PROTECCION Y DESLIZAMIENTO. Aparato lagrimal.—Está compuesto de una glándu- la que secreta las lágrimas, colocada en el ángulo ex- terno de la órbita en una pequeña cavidad especial (foseta lagrimal); las lágrimas son vertidas sobre el globo del ojo entre la conjuntiva que tapiza la cara posterior de los párpados y el globo del ojo: hemos di- cho que por los movimientos de los párpados, las lá- grimas son esparcidas sobre el ojo, y, una vez que lo han bañado, se reúnen en el ángulo interno y forman ahí un pequeño lago, cuyo excedente se derrama por los puntos lagrimales para ir al saco lagrimal colo- cado atrás de la carúncula, y el cual es el principio de un canal (canal nasal), que, ahuecado en el hueso maxilar superior, lleva las lágrimas al interior de las fosas nasales. GLOBO OCULAR. Globo ocular.—De una forma casi esférica, compues- to de varias capas y de medios trasparentes que forman una cámara oscura para recibir los rayos luminosos que le envían los objetos, y que por medio de una capa sen- sible (retina), nos da cuenta de la percepción visual; está formado de varias capas que son del exterior há- cia el interior: l9 la esclerótica y la córnea, 29 coroides 15 é iris, 39 retina; y de tres medios trasparentes que son de delante liácia atrás: l9 humor acuoso, 29 cristalino y 39 humor vitreo. I9 Esclerótica ó córnea opaca (5, íig. 1. C., fig. 2, S., fig. 4). De color blanco azulado, forma el fondo blanco del ojo, se extiende á las cinco sextas partes de la esfera ocular; su superficie lisa, está interrumpida en los dos extremos de su diámetro antero-posterior: hácia ade- lante por el relieve de la córnea que es más saliente en su centro y hácia atrás por la salida del nervio óptico; la esclerótica es una membrana fibrosa, resistente que contiene á los medios del ojo y da inserción á los seis músculos que lo mueven. 2? Córnea.—Ocupando el sexto anterior (D., fig. 2) de la superficie ocular, da la idea de un vidrio de relox sobrepuesto al globo ocular en el punto en que falta la esclerótica, insertándose en bisel y continuándose con ella; la córnea es una membrana trasparente que deja percibir tras de ella (7, fig. 1) el iris con su pupi- la, y presenta una curvatura de menor radio que el de la esclerótica; en el círculo de unión de las dos membranas se encuentra un canal venoso (canal de Fontana ó de Schlemm). La córnea está compuesta de cinco capas que son: el epitelio anterior, la lámina elástica anterior, la membrana propia, la lámina elás- tica posterior (membrana de Demours ó de Descemet), y el epitelio posterior; la córnea no tiene vasos sanguí- neos, y se nutre por imbibición de los tejidos cercanos (esclerótica). 39 Coroides (E, fig. 2 y C fig. 4). Tapiza la cara inte- rior de la esclerótica, y se extiende desde la entrada del nervio óptico hasta el limbo de la córnea, donde se 16 continúa con el iris; se divide en dos partes, la zona anterior ó ciliar y la posterior ó coroideana; la primera, más gruesa, correspondiendo á la parte más delgada de la retina en este lugar, está dividida en dos partes: una externa en contacto con la esclerótica (músculo ciliar, tensor de la coroides), y una interna, plegada, formando una corona radiada, situada atrás del iris y adentro del músculo ciliar; estos pliegues triangulares se llaman los procesos ciliares. La membrana coroi- dea está compuesta de tres capas que son: la externa que tiene una gran cantidad de pigmento, es la que da la coloración oscura á la membrana; la capa media ó membrana vascular, contiene numerosos vasos llama- dos vorticosos por el gran número de sus flexuosidades, y la capa interna ó membrana de Ruysch desprovista de pigmento, contiene una red de vasos sanguíneos capilares, extremadamente finos. 49 Yris (i fig. 4 y F., fig. 2). Colocado como un tabique entre el humor acuoso y el cristalino, que divide el contenido del ojo en dos partes desiguales; está perforado por una abertura circular para el paso de los rayos luminosos; el color de esta membrana es el que da el color de los ojos (negros, azules, etc.); del centro á la periferia se ve irradiado por líneas negras que son los pliegues que se modifican durante la con- tracción de la membrana; el iris está compuesto de dos partes: el iris propiamente dicho y la uvea ó membra- na pigmentaria; la primera está formada por un tejido conectivo entre cuyas fibras pasan vasos de dirección generalmente radiada, y fibras musculares lisas for- mando un anillo circular al rededor de la pupila (es- fínter de la pupila), y cubierta por la continuación de 17 la membrana de Descemet; la uvea, ó membrana pig- mentaria, está formada por varias capas de celdillas exagonales pigmentadas. Las arterias del iris y de la coroides son: las ciliares cortas posteriores que perforan la esclerótica al rededor del nervio óptico, y van á for- mar la red capilar de la coroides; las ciliares largas van á formar dos círculos arteriales; uno en la perife- ria del iris (gran círculo arterial del iris) y otro pos- terior (círculo del músculo ciliar). 59 Retina.—Membrana sensible del ojo y la más inte- rior (Gf, fig. 2 y R, fig. 4) en contacto con la coroides há- cia afuera, la hialoides y el humor vitreo hácia aden- tro. La retina está interrumpida en el polo posterior por la entrada del nervio óptico que forma una peque- ña saliente, blanca nacarada, hácia el interior del ojo, llamada papila del nervio óptico, formada por el relie- ve que hace el nervio á su entrada, ántes de esparcirse en la retina. Hácia afuera de la papila se encuentra la mancha amarilla, que es una depresión de la retina donde sólo se encuentra la capa granulosa externa y la de los conos y bastoncitos en la que faltan estos últimos; tiene esta mancha un color amarillento, una forma circular ó ligeramente oval de 0m002; es la par- te más sensible de la retina. La membrana retiniana está compuesta de dos es- pecies de elementos: los nerviosos y los conjuntivos, dis- puestos en capas, que, yendo de fuera hácia adentro son: l9 la capa de los conos y los bastoncitos, 29 la ca- pa granulosa externa, la capa intermedia, 49 la capa granulosa interna, 59 la capa molecular, 69 la capa gan- glionar y 79 la capa de las fibras del nervio óptico. La capa más interesante, la que da su sensibilidad á la 18 membrana retiniana, es la capa de los conos y los bas- toneaos donde vienen á terminarse las ramificaciones del nervio óptico, que conducen al cerebro las sensacio- nes luminosas que la membrana recibe y que el cerebro aprecia. Los elementos de esta capa son pequeños fila- mentos de dos milésimos de milímetro de diámetro y de cinco milésimos de longitud, estrechamente unidos unos contra otros, dispuestos como las cerdas de un cepillo. 6? Humor acuoso (M., fig. 2) es el que llena las cámaras anterior y posterior del ojo, comprendidas la primera entre la córnea y el iris, la segunda entre este y el cristalino; es un líquido trasparente, compuesto de agua que tiene en disolución sales, principalmente el cloruro de sodio. 79 El cristalino (I, fig. 2 y O, fig. 4) forma una lente bi-convexa, perfectamente trasparente, de bordes embo- tados, de superficies lisas como un cristal; colocado de trás del iris é inmediatamente delante del humor vi- treo, su borde está en relación con el músculo ciliar y los procesos ciliares; el cristalino está formado de una cápsula y de un contenido; la primera formada de una sustancia amorfa y cubierta por una capa de celdillas exagonales; dentro de la cápsula y dispuesta por capas concéntricas, se encuentra una sustancia de naturaleza albuminoide formada de fibras prismáticas, irradian- do del centro ó núcleo en forma de estrellas. Las cur- vaturas de las caras del cristalino varían, como dirémos adelante. 8t? El cuerpo vitreo forma el núcleo del ojo (H, fig. 2); limitado por la membrana hyaloides, dependen- cia suya, e3tá en relación hácia afuera con la retina- 19 que casi lo rodea, con excepción de la parte anterior donde está en contacto con el cristalino, que es recibido en una depresión que le presenta el humor vitreo; el liquido que lo forma es una sustancia gelatiniforme, homogénea, trasparente, contenido en una membrana amorfa (hyaloides) que envia hácia el centro tabiques que segmentan el humor vitreo. Asi constituido el ojo, forma una esfera de superficie lisa, que se mueve rodando fácilmente en la órbita. Una aponeurosis divide la cavidad de la órbita en dos partes, la anterior y la posterior; esta membrana, llamada cápsula de Thenon, (3, 3, 3, fig. 2) se inserta al borde de la órbita y forma hácia adelante una cavi- dad hemisférica en la que rueda el globo del ojo, ésta cavidad está acojinada por la grasa que ocupa la parte posterior; la cápsula hemi-esférica que constituye la cápsula de Thenon, está perforada en su centro, para el paso del nervio óptico, que sale del interior del crá- neo, atraviesa la grasa de la cámara posterior de la órbita y en seguida la cápsula de Thenon, para llegar al globo del ojo, y en su periferia, para el paso de los músculos del ojo que todos toman punto de inserción fija en el vértice de la órbita. MÚSCULOS DEL OJO. En número de seis, se dividen en rectos y oblicuos; los primeros se insertan al globo adelante del ecuador, muy cerca de la periferia de la córnea, y hácia atrás en el vértice de la órbita; son cuatro: el recto superior arriba, (5, 6 y 7, fig. 2)el recto inferior abajo, (8 y 9, fig. 2) el recto interno adentro y el recto externo há- 20 cia afuera; los segundos llamados los oblicuos, se in- sertan adelante al hemisferio posterior del ojo y á la inserción común hacia atrás; son dos: el grande y el pequeño; el grande á la parte superior de este hemis- ferio, de ahi se dirige oblicuamente liácia el ángulo interno y superior del borde de la órbita, donde en- cuentra una polea en la cual se refleja para dirigirse de ahi á la inserción común de éstos músculos; el pe- queño oblicuo se inserta sobre el globo en la parte inferior del hemisferio posterior y no tiene polea de reflexión. Anexo á estos músculos se encuentra el ele- vador del párpado superior, que tiene su inserción há- cia atrás, común con los anteriores, y hácia adelante va á insertarse al borde superior del cartílago tarso del párpado superior: su acción es elevar el párpado superior, y por lo tanto abrir el orificio palpebral. En resúmen: el aparato de la visión está constituido por una cámara oscura, un aparato dióptrico que rue- da fácilmente en una cavidad en la cual es movido para poder llevar la abertura de entrada de la luz en todas direcciones; el deslizamiento es favorecido por el aparato de protección y de lubrificación que estu- diamos. 21 II CONSIDERACIONES OPTICAS. La luz se propaga en línea recta, según nos enseña la Física y nos es fácil comprobar por ejemplos vulgares: cuando el sol se encuentra cubierto por una nube, se ven desprender al rededor de ésta, en línea recta, los rayos de luz; cuando los rayos del sol penetran á una pieza por una rendija ó un pequeño agujero, penetran siempre en línea recta. Esta dirección de los rayos luminosos en el aire, no sufre cambio alguno; no es así cuando el rayo lumino- so tiene que atravesar un medio más denso que el aire, el agua por ejemplo, y nos lo demuestra la observación que no habrá escapado á nadie, de que un bastón del que una parte se sumerge en el agua, da la vista de un bastón roto en el punto en que la toca, pues de ahí la parte sumergida cambia de dirección y no es la pro- longación de la parte que está fuera; éste cambio de dirección en la marcha de los rayos luminosos, causa- da por un medio más denso que el aire, es llamado re- fracción, y nos es fácil comprobarla viendo un objeto cualquiera al través de un vaso con agua, objeto que se verá deformado; el vidrio posee esta propiedad cuan- do sus superficies son curvas, sean cóncavas, sean con - vexas, sea una sola, sean las dos; esta propiedad regu- Consid. Higién.—4 22 larizada en un vidrio, cuyas dos caras sean convexas, nos da un útil efecto, el de aumentar el tamaño de los objetos que vemos al través de él; de todos es conocido el poder de aumento de las lentes. El cambio de dirección del rayo luminoso, se hace cuando ha llegado á la superficie del cuerpo más re- fringente; en él sigue una dirección perpendicular á su superficie y vuelve á desviarse en sentido contrario al salir del medio más denso al ménos denso; cuando el cuerpo refringente es de superficies paralelas, los rayos luminosos marchan sin desviarse; por eso los cristales de nuestras vidrieras, etc., á pesar de ser más refrin- gentes, no cambian la forma ni las dimensiones de los objetos colocados atrás de ellos. Cuando el medio refringente ofrece la disposición de una lente, y que sus dos caras son convexas como la lente de la figura 3, es decir, de una lente bi-convexa, los rayos se desvían cruzándose sobre la línea que for- ma el eje de la lente en los puntos llamados focos, y separándose en seguida van á formar la imágen del objeto cuyo tamaño variará según la distancia á la que se interponga una pantalla, sobre la cual venga á pintarse la imágen: la figura 3 da bien idea de la mar- cha de los rayos y de la formación de las imágenes en una lente bi-convexa. Hemos dicho que miéntras más inclinado es el rayo luminoso que llega al medio refringente, más se re- fracta, y que, por consiguiente, si la lente tiene una cur- vatura de sus caras muy pronunciada, la desviación será mayor, los rayos serán más refractados, el foco se acercará á la lente y será necesario ver el objeto más de cerca al través de esta lente. 23 Así como hemos dicho que los rayos luminosos, cuan- do atraviesan un medio refringente de superficies para- lelas, no sufren desviación, no sucede lo mismo cuando atraviesan un prisma, es decir, un sólido formado por tres caras unidas por ángulos agudos iguales, y cuyo corte da un triángulo isóceles; pues en este caso la luz no sólo es refractada, sino que sufre una descomposi- ción y la luz blanca se cambia en los colores del arco- iris: este fenómeno es llamado de dispersión. Ahora bien, si tenemos en cuenta que por la forma misma de una lente los rayos luminosos encontrarán en el centro de sus caras una superficie casi perpendi- cular á su dirección, (suponiendo el objeto en el eje de la lente), en tanto que en la periferia, los rayos parale- los á los anteriores, encontrarán más oblicua la super- ficie, y teniendo en cuenta que una de las leyes de la refracción es que: el rayo incidente y el rayo refracta- do forman un ángulo igual con la superficie refrac- tora; deducimos que los rayos luminosos que llegan á la lente por su periferia, serán más refractados, y por consiguiente, formarán su imágen entre el foco y la lente, mientras que los que llegan sobre el centro for- marán su imágen en el foco mismo: el ojo colocado en este foco veria con claridad sólo la parte central de un objeto, y vagamente la parte periférica cuyos contor- nos se ven irisados, por acercarse la forma de la lente en su periferia á la de un prisma; este defecto de las lentes se llama aberración de esfericidad, y se corrije en los anteojos, telescopios, etc., cubriendo la lente con un diafragma perforado en su centro, el cual sólo deja utilizar los rayos centrales. 25 III FISIOLOGIA. Protegido el ojo por las cejas y el borde orbitario contra los agentes exteriores; por los párpados que se abren y cierran alternativamente en el parpadeo para lubrificar el globo ocular extendiendo las lágrimas; cerrándose estos velos y completándose esta cerradura por las pestañas que se entrecruzan y hacen la oclu- sión más perfecta; y teniendo el ojo todos los movimien- tos, pues el recto superior lleva la pupila hácia arriba, el recto inferior hácia abajo, el recto interno hácia adentro, (hácia la nariz), el recto externo hácia afuera, (hácia la sien), el pequeño oblicuo hácia arriba y afue- ra, y el grande oblicuo hácia abajo y adentro; movi- mientos los necesarios para que la abertura que da paso á los rayos luminosos (pupila), pueda dirigirse en todas las direcciones por las que puede herirle la luz, teniendo asegurada de este modo la entrada los rayos luminosos; veamos ahora cómo marchan los ra- yos hasta llegar á impresionar la retina. Hemos dicho que el ojo se compone de una cámara oscura, presentando una pequeña abertura y contenien- do membranas y medios trasparentes que son: la cór- nea, cubierta de una ligera capa de lágrimas que siem- pre la humedece y que no turba su limpidez, el humor 26 acuoso que baña la cara cóncava de la córnea, la con- vexa anterior del cristalino y que forma con aquella una lente biconvexa, el humor vitreo que alojando al cristalino en su cara anterior tiene dicha cara cóncava, pero que limitado atrás por las membranas del hemis- ferio posterior, del ojo, tiene una cara posterior conve- xa; como estos tres medios trasparentes, verdaderas lentes refringentes, adhieren entre si sin dejar espacio, se pueden considerar como una sola lente bi-convexa cuya cara anterior es la cara superficial de la córnea, su cara posterior la posterior del humor vitreo; mas como la densidad del cristalino pasa en mucho á la de los humores acuoso y vitreo, para el resultado práctico, basta considerar el cristalino como la lente del ojo. Las nociones de refracción que hemos dado, nos bas- tan para comprender la marcha de los rayos luminosos en el ojo, la fig. 4 nos da cuenta de ello; los medios trasparentes forman una lente bi-convexa, como he- mos dicho, que refracta los rayos luminosos y con un poder de refracción tal, que un objeto colocado á 0m30 (distancia de la visión distinta), forman su imágen pre- cisamente sobre la retina, imágen reducida que impre- siona esta membrana. Si las curvaturas de esta lente fuesen invariables, los rayos luminosos viniendo de los objetos, unos más lejanos, otros más cercanos, forma- rían con la cara convexa anterior ángulos diferentes, y se refractarían por lo tanto á diverso grado, vinien- do á formar su imágen, no sobre la retina, sino ántes ó después de ella, y como sólo podemos apreciar con claridad los rayos que forman imágen sobre la retina, dándonos las otras visiones difusas, no veríamos sino los objetos colocados á cierta distancia, y no los que es- 27 tuvieran ántes ó después; pero no es así, y el cristalino, bajo la influencia del músculo ciliar que oprime el bor- de circular de la lente, hace sus curvaturas más mar- cadas, más forzadas, hace la lente más ó ménos refrin- gente, y por eso vemos á todas las distancias, entre el infinito y 0m30. El mecanismo por el que se alcanza este resultado, es llamado mecanismo de la acomoda- ción; en efecto, el ojo humano se acomoda, se adapta normalmente para, ver á todas distancias. Existe un defecto congénito del ojo llamado miopía, que consiste en que su diámetro antero-posterior es más largo que el normal, y la imágen de los objetos se forma adelante de la retina; hay precisión de acercar el objeto para alargar el cono de convergencia de sus rayos, para que su imágen se pinte sobre la retina; el defecto contrario, diámetro antero-posterior muy cor- to, es llamado hipermetropía; llamándose al ojo nor- mal, ojo emétrope. La naturaleza, con el objeto de corregir el defecto de refracción, llamado aberración de esfericidad, que ya hemos estudiado; ha colocado delante del cristalino el iris, que, estando perforado en su centro por la pu- pila, sólo deja pasar los rayos centrales, los que forman foco en la retina y no darán imágenes difusas; además de este papel pasivo del iris, tiene otro más importante, el activo; siendo la retina una membrana sensible, es impresionada de distinto modo por las diferentes inten- sidades de la luz, es conocida la desagradable sensa- ción que causa la súbita impresión de una luz muy viva; entonces se pone enjuego el papel activo del iris, el cual, por sus fibras musculares, hemos dicho, se con- trae hasta reducir extraordinariamente la abertura 28 pupilar, y por la relajación de ellas se puede dilatar ampliamente; entre estos dos extremos se gradúa la cantidad de luz que debe entrar al ojo sin lastimar su sensibilidad; la pupila pequeñísima á la luz directa del sol, se hace grande en la oscuridad; este efecto de ori- gen nervioso está fuera del alcance directo de la vo- luntad, y no sentimos los movimientos del iris. Asegurada la entrada regular de los rayos lumino- sos hasta la retina por medios trasparentes, por el dia- fragma que los gradúa, y, teniendo en cuenta que los medios trasparentes del ojo constituyen una sola lente; la marcha de la luz está sujeta á las leyes de la refrac- ción en una lente bi-convexa, y en el ojo normal el poder refringente de los medios es adaptado por el mecanismo de la acomodación para formar la imá- gen sobre la retina, como se ve en la fig. 4. Si el objeto está lejano, necesitará mayor cantidad de luz para ser distinguido, la pupila se dilatará, los rayos que vie- nen de un objeto lejano encontrarán una mayor porción de la superficie periférica de la lente, es decir, donde la curvatura es ménos fuerte, formarán sobre la reti- na imágenes difusas, pues que se forman atrás de ella •las imágenes perfectas, entonces el mecanismo de la acomodación se pondrá en juego, haciendo del crista- lino una lente más refringente que acerque la imágen, para quevenga á pintarse precisamente sobre la reti- na. Si el objeto está muy cercano, los rayos luminosos de los extremos del objeto llegarán muy oblicuamente sobre el ojo, no casi paralelos como en el caso anterior, entonces el músculo de la acomodación trabajará ex- traordinariamente forzando las curvaturas, haciendo la lente más convexa para que todos los rayos fomen su Tesis Inaugural-D. M. VELEZ. Lain. II. Fy 5. /}y. 4. 29 foco á un mismo nivel, todos sobre la retina: es el mis- mo caso cuando se procura ver objetos poco alumbra- dos, por estar sobre un fondo oscuro, ó en la visión de objetos muy pequeños. La contracción permanente del músculo ciliar fatiga al ojo; es conocida de todos la sensación penosa que se sufre después de una lectura prolongada á una escasa luz. La presión causada por el músculo acomodador del cristalino para hacerlo más convexo, y por lo tanto más refringente, causa una tensión de la coroides, un aplanamiento de sus arte- rias que más tarde se atrofian, si la causa persiste, ó se repite, y produce la miopia. La imágen formada por el aparato de dióptriea se pinta sobre la capa más exterior de la retina, sobre la de los conos y les bastoncitos, como lo demuestra entre otras cosas el que en la mancha amarilla (mácula lú- tea), punto más sensible de la retina, con el que se hace la visión de detalles ó de objetos pequeños; es donde no falta esta membrana y sí las demás; por otra parte en el ojo que se saca violentamente de un conejo, se encuentra, fijándola por procedimientos químicos, pintada en esta capa la imágen de los últimos objetos que vio ese ojo. La retina recibe la imágen reducida del objeto, y es impresionada de una manera especial, pues los conos y los bastoncitos son la terminación de las ramificaciones del nervio óptico, vía por la que van las impresiones luminosas al cerebro; es una propiedad especial de la retina, más aún de los conos y los bas- toncitos que representan los elementos del ojo, y aso- ciados nos dan la vista. Consid. Higién.—5 31 IV CONSIDEEACIONES ACERCA DE LA MIOPIA. Siendo la enfermedad que más causan los ejercicios escolares de lectura y escritura, haré algunas reflexio- nes acerca de ella. Para Colín la herencia no goza sino un papel acce- sorio, y se manifestaría en el niño la influencia de la miopía del padre, y en la niña la de la madre; para Donders la influencia de la miopía hereditaria forma un 30.6 pg de la totalidad de los miopes; pero no ad- mite la miopía congénita, y cree que no se desarro- lla sino después de algunos años; para Griraud Tculon, sólo es hereditaria la insuficiencia de las fuerzas de la convergencia; Artl no es de la misma opinión, y creé que esta predisposición á hacerse miope, puede quedar tan sólo latente, si se sustrae al niño á las causas de la miopía. Para Jaral y Perrin, no hay miopía heredita- ria; es causada por la costumbre de ver de cerca obje- tos pequeños, y según Javal, aparece de 8 á 9 años, cuando se empieza á leer en libros. Las causas de la miopía son para Cohn: 1? Cons- trucción viciosa de los bancos que obliga á los niños á doblar fuertemente la cabeza sobre el cuello, lo que tiene por efecto molestar la circulación del sistema vas- cular del ojo. 2? Alumbrado insuficiente de las clases, y uso de anteojos muy fuertes ó muy débiles. 32 La influencia de los estudios es indiscutible, pues según Colín y Erisman 22.5 p§ de los escolares son miopes, y de cien alumnos miopes hay: 1,4 de escuela de pueblo; 6,7 de escuela elemental de ciudad; 7,7 de escuela superior de niños; 19,6 de las superiores de co- comercio; 26,2 de los colegios; y 60 en los estableci- mientos universitarios. Giraud Teulon advierte, que las profesicnes que ne- cesitan un trabajo sostenido de la vista pero de un sólo ojo y con lente (relojeros, grabadores), no predisponen á la miopía; es pues preciso la visión binocular, así es que: l9 la acomodación y 29 el movimiento de conver- gencia de los ojos, que produce una compresión que deforma y aumenta la tensión del ojo, son las causas de la miopía, y asienta como deberes de los padres el hacer examinar por un oculista á los niños que se in- clinan mucho sobre el libro y sobre un lado cuando escriben, y dirigir, según este exámen, la futura carrera del niño para no agravar su miopía dedicándolo á un trabajo de gabinete, cuando su vista necesita ejercitarse en un ámplio horizonte; este eminente oftalmologista reasume los deberes del maestro en: l9 Mandar hacer cada año un exámen oftalmoscópico y funcional de los ojos de sus alumnos. 29 Un buen alumbrado. 3? Elec- ción de mesas-bancos que permitan en los ascos gene- rales é impongan en los otros una distancia de 0m33 entre el ojo y el objeto (por disposición de la mesa ó por corsés), y 49 Ordenar que el médico corrija en lo justo por medio de lentes apropiadas la miopía ya de- sarrollada. 33 y ILUMINACION DE LAS SALAS DE ESTUDIO. La importancia de la luz se reasume en estas pala- bras de Lavoisier: “La organización, el movimiento espontáneo, la vida no existen sino en la superficie de la tierra, en los luga- res expuestos á la luz. Se diría que la fábula de la an- torcha de Prometeo era la expresión de una verdad filosófica que no había escapado á los antiguos. Sin la luz la naturaleza estaría sin vida, estaría muerta é inanimada. Un dios bienhechor, trayendo la luz, es- parció sobre la superficie de la tierra la organización, el sentimiento y el pensamiento.” Así pues, ante todo necesitamos luz, como la necesi- ta el animal, como le es precisa á la planta para desa- rrollarse, y bajo el punto de vista de la higiene general, recordaremos un antiguo aforismo intaliano que dice: “adonde no entra la luz entra el médico.” La higiene general nos da reglas suficientes para que por causa de la iluminación no padezca .nuestro organismo; la higiene especial de la vista, y sobre todo en el caso que estudiamos en el niño, en su sala de estudio; se preo- cupa de la conservación de la visión, pues donde esta función no padece, no puede padecer por causa de la iluminación el organismo en general. El alumbrado de una sala de estudio se divide en natural y artificial. 34 V ILUMINACION NATURAL. Su estudio comprende: la orientación, la cantidad, la dirección y los medios de atenuarla. Orientación.—Condición á la que se subordinan la calidad y la dirección de la luz; la orientación variará según el país y según la dirección en la que se admita deba venir la luz. La mayoría de los higienistas, par- tidarios del alumbrado uni-lateral, recomiendan la luz del norte por la uniformidad durante todo el tiempo de la clase, por lo difuso y carecer de rayos directos; para Trelat la luz del norte es más favorable á la apreciación de la forma, y desarrolla la aptitud plástica; Gross pre- tiere la orientación E. ó SE.; Garrid y Javal, partida- rios de la iluminucion bi-lateral, no pueden admitir las ventanas de la clase al S., por estar á la latitud de Paris constantemente alumbradas por rayos directos del sol, y en este caso proponen que las paredes con ventanas del salón de estudio, deben mirar al NE. y al SW. La luz del N. es poco duradera en paises meridionales en los largos inviernos. El alumbrado uni-lateral por el ÜT., es recomendable en países me- ridionales que tienen sol en exceso. Tin escolar no tie- ne necesidad de la cantidad y calidad de luz que Tre- lat recomienda para un artista; Arnoult pide luz uni- forme y sólo la encuentra en la del jN\; Reclam admite la luz del E. ó la del W. en el concepto de que, á las horas de clase el sol ya se ha levantado y aún no se ha puesto, y no hiere perpendicularmente las vidrieras; Javal admite que el gran eje de la sala sea de NTsE. á 35 SSW., y tener alumbrado bilateral: más importan- te que el laclo por el que deba venir la luz es su inten- sidad. El Congreso higiénico-pedagógico, reunido en Mé- xico el año de 1882, admite que la orientación debe ser E. NE., “colocando la escuela en el centro de un jar- din, cuyas rejas pueden estar alineadas según conven- ga, dejando á la escuela la mejor posición.” Para nosotros dada la orientación 'N. á S., la per- pendicular de las calles de la capital, su latitud, y admitiendo, como veremos después, el alumbrado bi- lateral diferencial izquierdo; la dirección del eje de la sala será de E. á W., las ventanas, con las condiciones que veremos, estarán en los muros opuestos del 1ST. y S., y la cara del niño verá liácia el W.; de este modo tendríamos una luz constante y difusa por el N. y una luz intensa, pero no entrando perpendicular sino obli- cuamente por el S., circunstancia que nos lleva al alumbrado bi-lateral diferencial. Cantidad.—La luz no debe ser ni tan intensa que desvanezca, ni insuficiente hasta oscurecer (luz directa del sol y luz crepuscular). Según la comisión France- sa de higiene de la vista, el problema de la cantidad está resuelto cuando hay suficiente claridad en la su- perficie más oscura, siendo la altura de la clase los I de la profundidad; ha fijado la extensión mínima de cielo que debe verse desde el lugar menos favorecido de la clase en 0m30, contados desde la parte superior de la ventana, suponiendo un ojo colocado á la altura de la mesa; el reglamento exige, que las dimensiones de las ventanas sean cuando menos, iguales al espacio ocupa- do por las mesas; y que el ancho de los espacios Ínter- 36 medios esté tan reducido como sea posible. Para Javal, la condición indispensable del alumbrado, es una can- tidad de luz suficiente y aún abundante en el lugar ménos favorecido de la clase; para Arnoult y los higie- nistas alemanes la condición es un “alumbrado sufi- ciente para alcanzar á los alumnos más lejanos de las ventanas.” El ancho de las salas no debe pasar de o metros; la medida aceptada en el reino de Wurtemberg es una anchura igual á dos veces y media la longitud de un dintel de las ventanas; esta medida es defectuo- sa, según Giraud Teulon, porque llevaría á anchuras de más de 6 metros, poco compatibles con un buen alum- brado. La indicación es que el niño vea con clari- dad, pues de otro modo se hace miope. El tamaño y la disposición de la abertura es el que rige la cantidad de luz. Giraud Teulon dice que es necesario que la vi- driera sea de 3 ó 4 de la extensión de la pared. En la Escuela modelo Erisman, en una pared de 62m de su- perficie, hay cuatro ventanas de lm20 de anchura, 3,n20 de altura, y distantes del suelo 0ra90 y del techo 0m40. Dirección de la luz.—La opinión general, el sentido común y la observación diaria nos indican que no de- bemos recibir la luz de frente, porque heriría nuestros ojos con molestia; la clase debe estar alumbrada por una luz difusa pero suficiente, y si colocamos atrás la en- trada de la luz, el cuerpo mismo del niño hará som- bra sobre lo que escribe, salvo que fuere muy alta la abertura; pero en este caso entraría en el alumbrado zenital y siempre heriría de frente al maestro, colocado á la cabecera de la clase; excluidas estas dos direcciones, nos quedan las laterales: si tomamos aisladamente el alumbrado por el lado derecho, veremos que es incon- Tesis Inaugural-D. M. VELEZ. Lam. HÍ. F¿#. 5. Fiff. 6. 37 veniente, porque el niño escribe de izquierda á dere- cha y su mano formaría sombra sobre lo que va escri- biendo; la luz por el lado izquierdo parecería evitar este inconveniente, así es que, gran níimero de auto- res aceptan este alumbrado, pero, como dice Don Ni- casio Mariscal y García: con este alumbrado liay parte del salón en la penumbra (fig. 5) y el ojo del lado de donde viene la luz, hace menor esfuerzo de acomoda- ción que el ojo derecho, y hace necesariamente de- fectuosa esta visión; Giraud Teulon es de la misma opinión. Según Napiais y Martin, el alumbrado será uni-lateral cuando se puedan reunir las condiciones si- guientes: 1* posibilidad de disponer de una claridad suficiente; 2* proporción conveniente entre la altura de las ventanas y el ancho de las clases; estableci- miento de ventilas sobre el lado opuesto al del alum- brado, y destinadas á servir para la aereacion durante la ausencia de los alumnos; además, de este modo, se hará el alumbrado bi-lateral, y cuando no puedan ser realizadas las condiciones anteriores, este alumbrado bi-lateral será más intenso á la izquierda. Arnoult es partidario de un alumbrado llegando por la izquierda de los alumnos y proveniente del N., de un sólo lado, para evitar al ojo los rayos que se cruzan con diferen- tes intensidades. Trelat admite el alumbrado uni-la- teral izquierdo, y reúne toda la sección del alumbrado en una sola abertura al N., y las aberturas de aerea- cion al S. que se abren á la hora del recreo. Gross ad- mite el alumbrado del techo para las escuelas de un sólo piso, ó por lo menos para el superior en las de varios pisos. Este alumbrado es favorable para el estudio de di- Consid. Higién.—6 38 bujo, al que sólo se dedica una ó dos horas en el dia y en una sala especial; pero no para una sala de estudio en la cual esta luz fatigarla. La diferencia entre las luces del alumbrado bi-lateral diferencial no es tan grande (fig. 6), para que pueda molestar tanto al ojo, como la diferencia entre la luz y la penumbra en el uni- lateral. La XVIprescripción relativa á una escuela modelo, admitida por el Congreso higiénico pedagógico mexi- cano, dice: “La luz dará según la clase de trabajo á que se dediquen los alumnos. Para la escritura y lec- tura se preferirá la luz uni-lateral izquierda, pudiendo emplearse sin embargo la bi-lateral diferencial. Para el dibujo la luz zenital ó la del Norte.” Fonsagrives, y Mariscal y García son partidarios de la luz zenital; indudablemente, llenadas las condicio- nes de intensidad y de difusión, este alumbrado es el mejor, pues no se le pueden poner defectos; mas como no es posible reunir siempre en una sala de estudio condiciones materiales que permitan el alumbrado ze- nital; debemos poner en segundo término y el sólo ad- misible después de aquel el alumbrado bi-lateral dife- rencial izquierdo de mínimum derecho. Las paredes pintadas de blanco opaco, ó de gris perla, ayudarán al alumbrado. Medios de atenuar la luz.—Las persianas puestas quitan mucha luz al salón, y se deben emplear más bien como medios de ventilación, aceptándose las que se puedan quitar y poner completa y rápidamente; y estarán pintadas de verde ó de azul, por ser los colo- res que imitan á los predominantes en la Naturaleza; el verde del follage y el azul del cielo. Los trasparen- 89 tes empleados para evitar la acción directa de los ra- yos solares, y obtener un alumbrado suficiente, á la vez que una buena ventilación, deben enrollarse ha- cia arriba, pues los rayos directos del sol en esta di- rección, son los más perniciosos; su color será de gris perla, y deberán tener paisajes de preferencia á otros dibujos. Las cortinas hechas usualmente de géneros de diferentes colores, sólo deben emplearse las de mu- selina blanca, pues las demás opacan mucho; como buen recurso, en su lugar debe recomendarse pegar un papel delgado y blanco en los vidrios, ó pintarlos con blanco de zinc, asi se hace difusa la luz, dejando pasar una cantidad suficiente. 29 ILUMINACION ARTIFICIAL. El alumbrado artificial debe acercarse en todas sus propiedades al alumbrado natural; esta es la condición (pie se debe procurar alcanzar. Giraucl Teulon con Javal, establecen las siguientes diferencias entre los alumbrados natural y artificial: en cuanto á la cantidad es excesivamente débil la del artificial; esto se comprueba por la poca claridad que despide el foco luminoso más intenso en medio de la luz del dia; el alumbrado artificial apénas llega á ser suficiente; asi pues, no tiene razón de ser la preocupa- ción del daño causado por focos cíe luz de gas de alum- brado, que no tienen exceso de prepiedades luminosas. De una manera general el alumbrado aún de gas es más bien insuficiente que excesivo, y no porque los ni- ños buscan la luz artificial á la hora del crepúsculo, se debe establecer entre la luz artificial y natural un pa- 40 ralelo; esta insuficiencia luminosa hace que haya ten- dencia á que el pico de gas, por ejemplo, sea muy aproximado al ojo, lo dañe por su color y por su abun- dancia de rayos rojos que son más directos, estando cerca del foco. A la condición de luz suficiente liay que agregar la de una combustión completa de todos los productos que se desprenden de la flama. La luz que se acompa- ña de mucho calor es nociva, porque la córnea absorbe los l del calor total, las partes profundas ¿ y jj el borde palpebral; basta un cristal de 2 á 3 milímetros de es- pesor para detener este calor. El ojo debe ver el objeto iluminado y no el foco lu- minoso, la indicación está dada por el sol que por me- dio de rayos oblicuos alumbra todo, estando cubierto muchas veces á nuestras miradas. Los medios de alumbrado de que disponemos, son: El sebo que da una luz vacilante, amarillenta, con intermitencias cada vez que crece el pábilo, y despren- de muchos productos empireumáticos nocivos á la res- piración. La cera, estearina y esjperma de ballena, que dan una luz blanca, de bastante claridad, uniforme, desprende poco calor y pocos productos de combustión. El petróleo de buena intensidad luminosa, pero da mu- cho calor, desprende mal olor en sus productos de combustión. El gas de alumbrado es el único aceptado por Yarrentrapp, con excepción de los picos planos en los que no es perfecta la combustión, y es muy móvil la flama; defectos que se corrigen usando cilindros de vidrio que activan la combustión, é inmovilizan la fla- ma; Gross aconseja, además, la veladora no metálica, sino de papel ó de porcelana delgada; Colín acepta como 41 buena la iluminación que da un pico de gas para 16 niños. Para el Dr. Ruiz la distancia mínima á que se debe estar de un pico de gas para leer, es de 2m00, pues es demasiado caliente. Según Griraud Teulon, aun las magníficas lámparas de hidrógeno carbonado, sistema Carcél, son débiles en luz, y muy fuertes en calor (defectos del gas de alumbrado); para el alum- brado artificial se reúnen condiciones contradictorias, pues no es posible colocar los picos de gas arriba de la cabeza del niño. Las conclusiones admitidas respecto de la ilumina- ción artificial por el Congreso higiénico pedagógico, dicen: “Para la iluminación artificial se preferirá la bugía esteárica en cuanto sea compatible con los trabajos es- colares. Después de ella se recomiendan los aceites grasos purificados, usando lámparas del sistema Car- cél. Por último, el gas hidrógeno carbonado con gran ventilación en los departamentos y empleando siem- pre el aparato Morin (consiste en dos tubos metálicos concéntricos colocados sobre cada llama y en comuni- cación con el aire libre.”) “La distancia que debe haber entre el foco lumino- so de gas y la mesa de los trabajos, no debe ser menor de lm40.” Lo que se podria admitir seria un alumbrado gene- ral por medio de picos de gas que estén, cuando mé- nos, á 2 metros del niño, en suficiente número para esparcir una buena claridad en toda la sala, y además colocar adelante y hácia la izquierda una bujía esteá- rica, que llena las indicaciones de un foco de luz que debe estar cerca del ojo. Sin embargo, el alumbrado 42 artificial siempre es defectuoso, y con Giraucl Teulon diré que es conveniente reducir lo más que sea posible los trabajos que necesitan cercanía de luz artificial, y dedicar las horas de la noche á la enseñanza oral, ó á descripciones en el pizarrón sobre el que se puede acu- mular mucha luz y calor sin gran inconveniente; Colín opina del mismo modo. Siendo el objeto del alumbrado artificial el aclarar bien el objeto, sin que el ojo reciba directamente los rayos luminosos, es conveniente aceptar las pantallas verdes por su superficie exterior, blancas y reflectoras per la interior. Luz eléctrica.—Su elevado precio había hecho que se fijase poco en ella para el alumbrado usual, y por lo tanto, como dice Giraud Teulon, no se ha estudia- do. Las ventajas son indiscutiblés, calienta menos que cualquier otro foco luminoso, no da productos de com- bustión, bajo su influencia el oxígeno se electriza, y, trasformándose en ozono, purifica la atmósfera; su in- tensidad es excesiva con los focos actuales, para un hombre de gabinete que necesita tener cerca el foco luminoso; actualmente el problema que se propone es más bien que dividir los focos, hacer uno sólo cuya in- tensidad sea suficiente para dar una luz difusa que alumbre todo, como alumbra la luz del sol. La luz eléctrica no modifica á nuestra vista los colores de los objetos, sino que por su intensidad el contraste entre la luz y la sombra es mayor, y da un aspecto fúnebre á los objetos. El inconveniente que más se ha critica- do á la luz dada por el arco voltaico, son las interrup- ciones que sufre, perjudicando excesivamente al ojo; este inconveniente está suprimido en las lámparas Ja- 43 blocoff y las de Edison, dan una luz fija. En la com- posición de la luz eléctrica entran gran cantidad de rayos electro-químicos, que son los que causan mal al ojo; las experiencias de Foucault demuestran que del mismo modo que la luz eléctrica produce la desca- mación de la piel, causa keratitis (inflamación de la córnea), conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva), fenómenos comparables á los que produce la insolación, ó la exposición al reflejo blanco de la nieve, efectos que se corrigen por la interposición de vidrios colori- dos por el óxido de uranio. 45 VI POSTURA DEL NIÑO Y SU DURACION EN LA CLASE. Postura.—Después del alumbrado, primera condi- ción á la que debe atenderse; la postura del niño para leer ó escribir es la segunda, pues si el niño se hace miope por defecto de luz, también lo es por defecto de la postura. La comisión de higiene de la vista (informe del Dr. Grarriel) se expresa así sobre este punto: Para preve- nir la miopía es necesario impedir á los niños el ver muy de cerca, pues todos tienen tendencia á acercarse al libro y más aún al cuaderno que escriben; los incon- venientes son los siguientes: l9 la actitud para escri- bir caracteres inclinados en un cuaderno vertical, cau- sa la escoliosis de concavidad derecha, pero sin incon- venientes para la vista; 29, los caracteres inclinados liácia la izquierda, hacen inclinar la cabeza hácia el mismo lado, para poner los dos ojos en la misma línea paralela, y causa una escoliosis de concavidad izquier- da, la cabeza se inclina más hácia adelante, el cuerpo le sigue y el niño ve cada vez más y más cerca; esto conduce á la miopía; 39, la posición adoptada en las escuelas de Paris: cuaderno á la derecha casi paralelo al borde de la mesa, codo izquierdo avanzando sobre la mesa; es la más mala de todas, pues el niño está * Consid. Higién.—7 46 obligado á voltear la cabeza á la derecha, sobre todo al fin de las líneas; es necesario que la incline al mis- mo tiempo hácia la izquierda, para buscar á poner la línea de unión de los ojos en un mismo plano con la lí- nea de escritura; algunos niños giran é inclinan la ca- beza á la derecha para ver, apuntan, por decirlo así, á lo largo de la línea que escriben; esta posición es igualmente deplorable; en ella el centro de gravedad de la cabeza es llevado hácia adelante, los músculos del cuello y del dorso se fatigan después de algunos minutos, el niño recuesta la cabeza sobre el puño iz- quierdo; es sobre todo entre estos donde se reclutan los miopes. La misma comisión da la fórmula siguien- te que pertenece á Mme. Gr. Sand: “escritura derecha, sobre papel derecho, cuerpo derecho;” así se evitan la miopía y la escoliosis: no hay inconveniente en adop- tar esta escritura derecha, pues es más legible que la inclinada, y además, acostumbrado el niño, más tarde le será más fácil escribir inclinado, ó bien escribir de- recho, inclinando el papel hácia la izquierda. El cuer- po en una simetría perfecta, paralelamente al borde de la mesa, el papel colocado delante y correspondien- do á la parte media del cuerpo, así se evitan la miopía y las deformaciones vertebrales. Arnoult dice que es mejor que el niño incline el cuaderno y no la columna vertebral, pues con la fór- mula de Gr. Sand siempre inclinan los niños el cuerpo, pues es marcada la tendencia á escribir inclinado. La distancia que debe conservar el niño entre sus ojos y el libro, debe ser de 0m33, y la disposición de la mesa contribuye á mantenerla. El Dr. Ruiz admite el sis- tema de mesa-banco, unitario, inclinada la mesa 15° 47 con tabla de levantar, para tener una distancia nega- tiva; la altura del banco y la mesa están calculados para mantener los 0m33 entre el ojo y el libro; Perrin recomienda colocar en la mesa un triángulo metálico á 0m12 de su borde, y de 0m30 de altura que recorda- ría al niño la distancia conveniente; Vallin duda de la eficacia de este método. Duración en la clase.—La atención del niño no se puede sostener más de media hora seguida, y los tra- bajos de lectura y escritura no deberán prolongarse más (Dr. Ruiz). “Es necesario, como dice Pascal, no desconocerse, somos tanto cuerpo como alma;” y el maestro debe recordar á Poncet que dice: “levantamos la inteligencia del niño con perjuicio de su cuerpo.” “Varias horas de tensión cerebral congestionan la pía madre, los pulmones, y la reacción que sufre el niño al salir de la escuela, sus gritos, su algarabía son la pro- testa de su laringe á la congestión sostenida; la pía madre y la coroides, verdadera esponja vascular, no pueden protestar, y la manifestación de esta conges- tión se traduce por una enfermedad, por una coroidi- tis serosa (Griraud Teulon).” Por lo demás es notable la benéfica influencia del sistema de enseñanza inglés, llamado halftime (medio tiempo), en el cual es poco el trabajo de lectura y está repartido en el dia. 49 y ii MOBILIARIO. El mobiliario que estudiarémos será: l9 la mesa- banco; 29 el libro y los mapas; 39 el cuaderno de escri- tura, plumas y tinta; 49 el pizarrín y la pizarra. I9—MESA-BANCO. Tres elementos principales se deben estudiar en este mueble: la altura y anchura del banco, la de la mesa y la distancia entre uno y otro; la indicación que debe llenar para la higiene de la vista, es de mantener una distancia constante de 0m33 entre sus ojos y la tabla de la mesa; el banco deberá ser de tal altura que el niño, naturalmente sentado, pueda apoyar toda la plan- ta de su pié en el suelo, su anchura permitirá asentar todo el muslo y nalga, el respaldo vertical de un sex- to de la estatura, cóncavo en la parte inferior y con- vexo en la superior; la distancia entre la mesa y el banco deberá ser negativa, es decir, que las piernas del escolar entren debajo de la mesa, pues la distancia nula y la positiva, sobre todo, hacen que el niño se in- cline para alcanzar la mesa y se acerque demasiado á lo que lee ó escribe; por eso la tabla de la mesa debe- rá levantarse para poder permitir la entrada del niño que quedará, sin estar oprimido, vertical entre el bor- 50 de de la mesa y el respaldo de su banco; la tabla de la mesa deberá estar inclinada 15° para que todos los puntos de un libro ó de un cuaderno estén á la misma distancia de los ojos del niño, sin que éste tenga que inclinarse. El maestro cuidadoso de sus discípulos de- be disponer á cada niño su mesa-banco, con el objeto de que pueda llenar estas condiciones incompatibles en una mesa que servirá para 6 ú 8 niños de diferen- tes edades. 29—LIBROS. Perrin, en una comunicación á la Academia de Me- dicina, dice: “que es indispensable alejar de las manos de los niños libros peligrosos en los que á proposite parece haberse reunido sobre una página, el máximun de líneas, reunidas al máximun de letras en cada una, combinadas con el mínimun de negro en la tinta y de blancura en el papel (manuales y diccionarios).” En un libro liay que considerar: l9 el papel (su co- lor y grueso); 29, los caracteres ó tipos (tamaño, grueso, separación y el color de su tinta). I9 Papel.—Es indudable que un papel delgado deja ver por trasparencia las letras de la cara opuesta, y hace difusas las que deben ser leídas, y, buscándose claridad y perfectos límites en las letras, sólo se adop- tará como bueno un papel que no deje percibir lo que está escrito en su cara opuesta. La coloración del papel ha dado lugar á muchas discusiones; Lacassague admite papel amarillento. No siendo acromático el ojo, y no pudiendo suprimir de la coloración del papel el rojo, pues esta supresión da- 51 ria un tinte verde oscuro inconveniente; Javal ha he- cho admitir en Francia un papel de una coloración amarillenta, suave, que para la física es el resultado de la supresión, de la absorción de los rayos de una extremidad del espectro (violeta, indigo, azul); el mis- mo tinte para libros, cuadernos de escritura, etc.; color que refleja el azul y el violeta más débilmente que los otros colores. Para Griraud Teulon no se remedia de este modo el acromatismo, por lo contrario, se ponen en evidencia sus componentes cromáticos; además se debe buscar el contraste de lo blanco y lo negro (papel bastante blañco y tinta bastante negra). Si se tratase de un alumbrado desvanecedor, seria pernicioso este contraste, pero con un alumbrado moderado no hace daño; Arnoult no es de la misma opinión, pues dice que los caracteres negros sobre fondo blanco fatigan la vis- ta, al contrario, además de ser lúgubre, haria disminuir el tamaño de las letras por irradiación, y cita las expe- riencias de Horner (Zurich) que han dado por resul- tado: l9, que las letras blancas sobre fondo negro se ven más grandes que las negras sobre fondo blanco, pero necesitan ser leidas á una distancia menor, sobre todo para distinguir, por ejemplo, la E de la B; 29, que las letras negras sobre fondo blanco son igualmen- te leidas que sobre papel amarillo; 39, que las letras grises sobre fondo negro (jis sobre pizarrón, pizarrín sobre pizarra) son ménos fácilmente leidas. La rela- ción de visibilidad es: Letras negras sobre fondo blanco 496 ,, blancas ,, ,, negro 421 „ grises „ „ „ 330 52 49, comparando los caracteres grises sobre pizarra con los de tinta sobre papel, y los de lápiz de plom- bagina sobre papel ordinario, Horner ha demostrado que las mismas letras eran leídas á las distancias y en las relaciones siguientes: Jis. lm59 Lápiz plombagina. lm83 Tinta. 2mll 1 : 1,15 1 : 1,15 1 : 1,15 En vista de estos resultados, Ilorner pide la supre- sión del lápiz y la pizarra, del jis y el pizarrón, y aconseja hacer todo con tinta, y si acaso es preciso pa- ra algunas explicaciones, pizarrones opacos que no den reflejo, jis muy blanco y lápiz negro, y tallado, que haga caracteres bien delineados. Este trabajo está impreso en el papel aceptado como higiénico. 29 Caracteres de imprenta.—A. Aspecto general.— La comisión de higiene propone rehusar todo libro que, alumbrado por una bujía á un metro de distan- cia, deja de ser legible por una buena vista á la dis- tancia de 0m80; para Griraud Teulon la prueba debe ser, que con un alumbrado débil sea fácil leer á 0m40 por un hombre de 40 años y de una visión mediana. B. Tamaño de la letra y de los espacios.—Griraud Teulon, para equilibrar el costo y las exigencias higié- nicas, propone que los libros escolares contengan por máximun 7 letras por 0m01. Según Arnoult, cada lí- nea con su espacio ocupa una altura cuando ménos de 53 3 milímetros y un tercio (3. 384), y sólo puede haber 7 letras en 0m01; esto es insuficiente si se hace la im- presión con poco cuidado, con tipos viejos, etc.; para Ja val, la anchura de las letras ejerce más acción sobre su legibilidad, dice que ántes de los 12 años, 6 letras por 0m01, y 7 después de esa edad; los caracteres pe- queños, sólo por excepción admitidos en las notas de corta extensión, para los diccionarios, conservando la condición de 7 letras por 0m01 como máximun; se pondrán líneas de una altura total dé 0m003. Toda impresión, dice Colín, de caracteres de mé- nos de 11 milímetros de altura, es perjudicial; lo lle- no de las letras debe tener cuando ménos 0,25 de mi- límetro, las interlíneas, cuando ménos 2,5 milímetros, y la mayor longitud de la línea no debe pasar de 0m10. Javal y Perrin dicen que los libros para una clase no deben tener más de 8 puntos tipográficos, 6 á 7 letras en 0m01, y que se acorten los 0m10 que Colín da para la línea. En el cuadro siguiente he reunido los prin- cipales tipos que deben ser aceptados, y sus medidas constan en la página que sigue á dicho cuadro. Consid. Higién.—8 54 Glosilla sin interlínea. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de ce- rrarse para siempre.—Montesquieu. Glosilla interlineada. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de ce- rrarse para siempre.—Montesquieu. Breviario sin interlínea. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han do cerrarse para siempre.—Montesquieu. Breviario interlineado. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de cerrarse para siempre.—Montesquieu. Entredós sin interlínea. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal mo- do, que la poca luz que me queda, me parece la au- rora del dia en que han de cerrarse para siempre.— Montesquieu. Entredós interlineado. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal mo- do, que la poca luz que me queda, me parece la au- rora del dia en que han de cerrarse para siempre.— Montesquieu. Lectura sin interlínea. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de cerrarse para siempre.—Montesquieu. 55 Lectura interlineada. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de cerrarse para siempre.—Montesquieu. Texto sin interlínea. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de ce- rrarse para siempre.—Montesquieu. Texto interlineado. Mis lecturas me han debilitado los ojos de tal modo, que la poca luz que me queda, me parece la aurora del dia en que han de ce- rrarse para siempre.—Montesquieu. 56 TIPOS. Largo del renglón. Largo de la letra. Anclio de la letra. Separación entre dos letras. Separación entre dos renglones. Número de letras en OmOl Grueso de la linea de la letra. Separación entre dos palabras. ( C 0.084 0.001 0.001 0.0004 0.0014 7 á 8 0.0002 0.001 Glosilla. < )a 0.084 0.001 0.001 0.0004 0.0025 8 á 7 0.0002 0.001 f c 0.084 0.0014 0.0012 0.0005 0.0018 6 á 7 0.00025 0.0012 breviario. < 1 a 0.084 0.0014 0.0012 0.0005 0.003 6 0.00025 0.0012 r c 0.084 0.0015 0.0013 0.0005 0.002 6 0.00025 0.0015 Entredós. -< U 0.084 0.0015 0.0013 0.0005 0.003 6 0.00025 0.0015 ( c 0.084 0.0017 0.0015 0.0005 0.0023 5 0.0003 0.0015 Lectura. < U 0.084 0.0017 0.0015 0.0005 0.0032 5 0.0003 0.0015 f c 0.084 0.0025 0.0023 0.0005 0.0034 3 á 4 0.0004 0.0023 Texto. < u 0.084 0.0025 0.0023 0.0005 0.0023 3 á 4 0.0004 0.0023 57 Este pequeño opúsculo está impreso con el tipo de letra llamado de Lectura interlineada, y como se ve, sus medidas son las medidas higiénicas compatibles con una economía en el costo de la impresión. 39—ESCRITURA. Tinta.—Debe ser siempre muy negra, pues mientras más se acerque su coloración á la del papel, menos vi- sible seyá; no hay que decir que la impresión hecha con cuidado, dará unos caracteres bien delineados y perfectamente visibles. Cartas geográficas y esferas.—No hay medio de me- dir las dimensiones de las letras grabadas á mano, y de dar cuenta de las dificultades debidas á los tintes y las divisiones, y sin embargo, en ninguna parte es tan precisa la claridad, pues aqui no ayuda el sentido de las palabras. Después de experiencias con un átlas, la Comisión de higiene propone la siguiente prueba: una carta vertical alumbrada por una vela á lm de distancia, debe ser legible para un ojo normal á la dis- tancia de 0m40; en las cartas murales es imposible ins- cribir nombres legibles á distancia; las cartas que ha visto la Comisión son una invitación á recurrir desde temprano á las vidrios convexos (Napiais y Martin). Papel.—Para los cuadernos de escritura se deben aceptar las mismas condiciones que para el papel de los libros. Plumas.—Gralezowski, teniendo en cuenta la grave- dad de las heridas causadas por las plumas de acero en los ojos accidentalmente, ó en los juegos de los niños, quiere volver al uso de las plumas de ave que, además 58 de ser menos peligrosas, no permiten hacer los carac- teres casi microscópicos, que pueden hacerse con las plumas de acero. Tinta.—Teniendo en cuenta que el contraste entre lo blanco y lo negro debe ser bien marcado en los li- bros y cuadernos del niño, debe procurarse que siem- pre la tinta sea muy negra; esto es aún más preciso, habiendo admitido la coloración amarillenta del pa- pel; debe prohibirse el uso de las tintas de colores que nunca son tan oscuras como la negra. Forma de letra.—La escritura inglesa tiene el incon- veniente de necesitar una inclinación de 45° para sus caracteres, y esto, como hemos visto, es pernicioso; tiene además el inconveniente de que para la escritu- ra corriente, el niño se descuida, se pierde la elegancia de esta forma de letra y se hace ilegible después; la escritura alemana es tan inclinada como la inglesa; además, por la forma de sus caracteres, es difícil la distinción de algunos de ellos, cuando no están hechos con cuidado; la escritura casi recta, redonda, que se hacia ántes, letra española bastarda, ó redondilla, de perfiles gruesos y bien determinados, no es estrecha y nunca pierde su forma como la inglesa. Cohn coloca entre los malos métodos de enseñanza, el estimográfi- co (lineas de puntos y redes de estas líneas). 49—PIZARRON Y PIZARRA. El pizarrón no debe tener brillo, pues necesitándose acumular sobre él gran cantidad de luz, no debe de dar reflejos; el jis deberá ser blanco y duro, para que las líneas hechas con él no sean difusas; sólo en muy 59 raras excepciones debe pintarse con jises de colores que son poco visibles sobre fondo negro. Las mismas condiciones deberán tener la pizarra y el pizarrín, pe- ro se prohibirá la escritura de lápiz de plombagina sobre papel, y se procurará que aún los apuntes cortos sean hechos con tinta, pues así no se desvanecerán, harán difuso lo escrito y nunca será perniciosa su lectura. 61 VIII PRECEPTOS. I9 La iluminación de una sala de estudio será bi- lateral diferencial, de máximun izquierdo, haciéndose por medio de ventanas opuestas más grandes al N. que al S. 29 La luz deberá ser difusa, y alumbrará con clari- dad toda la clase. 39 El alumbrado artificial se liará por medio de pi- cos de gas de alumbrado, distantes 2 metros de la ca- beza del niño (alumbrado general), y de una bujia esteárica colocada delante y á la izquierda del niño (parcial). 49 La postura del niño deberá ser derecha, los codos sobre la mesa, el borde del cuaderno ó libro paralelo al borde de la mesa, y deberá escribir sin inclinación de la letra. 59 Las clases no durarán más de media hora, y se alternarán con ejercicios corporales. 69 La mesa—banco será de sistema unitario, el niño deberá apoyar los pies en el suelo, sentado natural- mente en el banco; la distancia entre sus ojos y la me- sa debe ser de 0m33; la tabla de esta estará inclinada 15° y el respaldo vertical de un sexto de la estatura, será cóncavo en su parte inferior y convexo en la su- perior, para dejar un espacio con que el niño se mue- va, pero sin permitir que se incline para escribir ó leer. Consid. Higién.—9 62 7? Los libros estarán impresos en papel amarillen- to, grueso, con tinta negra, y con tipos que no po- drán ser más pequeños que los llamados Glosilla en el caudro. 89 Las cartas geográficas, de consulta y no de estu- dio, serán bien alumbradas; el niño no se esforzará en apreciar los detalles que serán buscados en una carta local. 9? El papel del cuaderno de escritura será también amarillento, la tinta negra, la pluma de acero suave y la forma de letra será española antigua (redondilla). 10? Se usará en pizarrón negro opaco, jises blancos y tallados, pizarra negra y pizarrín duro; debe prefe- rirse la escritura con tinta á la de plombagina. México, Mayo de 1889. Daniel M. Velez.