I \ MEDICINA DOMESTICA. MEDICINA DOMESTICA. » O SEA ARTE DE CONSERVAR LA SALUD, DE CO- NOCER LAS ENFERMEDADES, SUS RE- MEDIOS Y APLICACION, AL AL- CANCE DE TODOS. por O. J. O. d J. PEIIR2Z. DOCTOR EN MEDICINA &c. BUENOS AY RES. Imprenta «Se la REVISTA. JtaWMMM». Al presentarte, querido lector, este libro, hi- jo legítimo de mis buenos deseos, tuve en vista razones varias. Fue entre ellas una, la de instruir- te según tus fuerzas, en cuanto á conservar tu sa- lud atañe, y en cuanto á recobrarla necesario fue- re, si á perderla llegares; otra fue la de inclinar- te á prodigar á tus semejantes estos mismos cui- dados; y en esto con poco mas te harás semejante á los dioses. Como no disten los tiempos, en los que el complemento de la buena educación sea el estudio de la medicina, anticiparte quise algunas nociones, por lo que sin gran molestia tuya vas á ver en muy clara miniatura los resultados preci- sos de las científicas é inconstantes miríadas. No te será inútil comenzar por hechar una rápida ojeada sobre la historia de las revolucio- nes medicales; porque asi aprenderás al menos la inmensidad de trabajos que los grandes talentos hicieron en todos los tiempos, para curar el dolor y retardar á la muerte sus víctimas prematuras. Conozco lo que al fin dirás; p>ero responderte hé, que todos tuvieron los mejores intentos. El como puedes vivir sano, verás en seguida, y también el como remediar á tus males. El busi- lis está en saber conservar la salud; y ten siem- pre cuidado de esto, mirá que no se aperciben los necios, hasta que aquellavold; entonces no están fácil recobrarla, y cuando se consigue, suele cos- taf harto caro el rescate. Pero por si acaso, no te sorprendan los males, sin conocer al menos las reglas generales, para resistir al imprevisto o pro- vocado ataque. Daréte aun mejores señas; voite á nombrar en detal con sus nombres y apellidos todos los humanos achaques; las causas de su procedencia, sus síntomas, su terminación, su tratamiento. Qué mas quieres? Sin duda, que no te hable nada en latin ni en griego. Ofrézcotelo: todo será el pan, pan, y el vino, vino, como hacia el tio Diego. Asi pues excusarte no puedes, si con la boca abierta ves al progimo padecer, o' lo que es peor, si tu mismo padecieres. Muy pobre diablo me habias de hallar, si de cataclismos de medicales ideas, de males y reme-» dios solamente te hablare. ¿Porque no te he de enseñar lo necesario, para que conozcas la com- posición y funciones de tu cuero, y de los princi- píales órganos, que encierra en su inconmensura- ble seno? Mal que te pese lo haré: no lo leas si quieres morir bobo. No es difícil me dirás, en instruirse en todo esto, ni es decoroso el ignorarlo; pero no seria también bueno, añadirás, en saber como princi- pia nuestra existencia, como aliviar los primeros gemidos de aquella pobre primera edad solamen- te dotada del común instinto? Como tienes razón, todo lo sabrás á su tiempo. Ni tampoco dudarás, el porque el blanco nace blanco, y el porque el ne- gro nace negro: el porque Pedro se civiliza, y el porque Juan es siempre majadero. Y por fin, forzoso es tener con un libro de medicina doméstica domésticos medicamentos. Aqui de Troya. No te asustes lector tímido! ten- drás contigo toda una botica, que podrás llevar en poco mas que el bolsillo. Do quiera verás á lado mucho mas de lo que tu pensares, obse- quio de la madre común, naturaleza: el resto lo hallarás en tí mismo, si sabes: 6 descenderáte del cielo. Como se empeñen las gentes en decir, que no hay trabajo sin cola, temo, que por mas que yo me hilvane los sesos, el mió no escape sin ella, y como en casos semejantes la llamen con el apo- do de Apéndice, seré fiel á esta costumbre inve- terada. Si por consecuencia de todo, lector amigo, en algo te instruyere; si uno siquiera de tus ma- les, evitar o curar pudiere, y si con tu celo al pro- gimo sirviéremos, lleno de gozo, creeme, te diría Vale. PARTE PRIMERA. Historia de la Medicina. El decreto de morir es terrible en razón directa de su irrevocabilidad. Es también duro el de sufrir la en- fermedad, y demas trabajos de la vida; pero hay la com- pensación de las sensaciones agradables de la salud, de los objetos, que nos rodean, de las buenas acciones, que nos divinizan, y de la esperanza sin fin. El hombre en medio de una multitud de agentes heterogéneos, y bas- tante propenso al mal, vé, cuando menos lo piensa, alte- rada su existencia; y cuanto mayor es el peligro, tanto mas se anima, confiado en su ilusión, en los remedios que la necesidad indica, y en los que por la razón y la experiencia se le han de propinar. Es su primer médi- co el instinto natural; este le conduce á la cama, le co- loca en ella en la posición mas favorable, para menos pa- decer, le ordena el reposo, el silencio de su parte, y de cuanto le puede incomodar; la obscuridad, ciertos deseos? que por bizarros que parezcan, implican una muy im- portante indicación. Los parientes, los amigos son el segundo médico, que viendo la razón del paciente, y exa- minando sus necesidades, acuden á remediarlas con lo que el sentido común y su experiencia les sugieren. Y 2 en verdad, que de esta escuela nacieron los grandes prin- cipios, y los medicamentos heroicos, que los hombres de la ciencia pusieron después á contribución, desvián- dolos de su órbita simple y natural, para hacerlos ser- vir de base á cuestiones interminables, á mortíferos po- tages, que sembraban de flores los tristes senderos de la Parca. Y en efecto; no bien se comenzaron á escribir pre- ceptos, hijos de la observación, y de la razón natural, cuando ya las dos escuelas de Guido y de Cos, represen- tadas por Heródico é Hippocrates, están en guerra abier- ta, cuyos muertos, heridos y prisioneros eran los incentes hijos de Adan. Aquellos quieren hipótesis, estos el ra- ciocinio. Viene Asclepiades, y con su invención del pa- so de los cuerpos por los poros, en que hace consistir la salud y la enfermedad, hecha por tierra el augusto edifi- cio del padre de la medicina, Themison ve todo aquello mal, é introduce los principios de tegidos duros, blan- dos y mixtos, por los que pasa, ó no pasa la salud, y Ioí agentes que la alteran. Los pneumáticos creen que todo consiste en el aire, que corre por las venas, Galia- no resucita la medicina de Hippocrates: las crisis, el po- der de la naturaleza, las facultades, los elementos com- binados, lo seco, lo húmedo, el calor, el frió, los tempe- ramentos, los humores son el armazón y columnas dél reconstituido edificio. Los Arabes sueñan filosofando, y su medicina se reduce á filosóficas aberraciones. Lo§ 3 alquimistas, y á su cabeza Paracelso, buscan en la mi- neralogía los vitales secretos. Van-IIelmont maldice todas las escuelas, cambia el nombre naturaleza por el de vida, haciendo que cada órgano tenga una aparte, y haya en un cuerpo muchas. Los quími- cos quieren todo explicar con la afinidad y cohesión de los cuerpos, con las reacciones de sus ácidos y álcalis: los algebras con sus cálculos, lineas, exes, diámetros: los físicos con la atracción, gravitación, elas- ticidad, fuerzas agentes, y fuerzas resistentes: los mecá- nicos con sus palancas, garrochas, tubos, sopapas, pis- tones, puntos de apoyo, fuelles, hornazas. Hofl’man sa- le aumentando el solidismo viviente. Staalh admite in- teligencia, deliberación, elección en la causa de los mo- vimientos vitales. Los animistas van mas lejos. El gran Boerchaave intenta ponerlos todos de acuerdo, y hacer un cuerpo de doctrina sólido; pero como era de temer, no salió de todo, sino un monstruo admirable. Las escue- las que se han seguido fueron, y son mas ó menos ani- mistas, mas ó menos humoristas, mas ó menos solidis- tas. Pero que de progresos no han hecho de medio siglo acá todas las ciencias! Si el conocimiento de ellas, no menos que de la literatura, forma el indispensable, y primer escalón para llegar al templo de Esculapio, cuan grandioso no se presenta el espacio, del que han de salir los enviados para curar las dolencias del géne» ro humano con buena fé, con el amor de la verdad,, coa 4 Ja suficiente abnegación en las penalidades y disgustos, á que su ejercicio les condena? Es pues admirable que el divino viejo de Cos digese? El médico filosófopartici- pa de algún modo de la naturaleza de los Dioses. Mas este tercer médico, al que se acude en último resultado, no en todas partes se encuentra, ó en las fa- milias hay motivos para no llamarle. Y de aquí que de desastres? O hacen correr un albur al infeliz paciente, abandonándole á su suerte, ó le administran á discreción cualquier remedio, que el charlatanismo esparce impu- nemente, ó le entregan á cualquiera persona tan igno- rante, como rapaz, que se dice curandera. En el entre- tanto el mal aumenta, y etaenfermo muere, é queda es- tropeado por la vida. Ha habido sin embargo, y hay su- getos recomendables, y dignos de la mayor estimación, que observando la naturaleza, y provistos de algún libro de medicina doméstica, de algunas drogas, del conoci- miento de ciertas yerbas, y del modo prepararlas, que han prestado, y prestan servicios inmensos á los pobres, á los que habitan lejos délas poblaciones, al desvalido, cualquiera que sea. Honor á vosotros héroes de la cari- dad! cólmeos el cielo de la medicina infusa! Continuad vuestra bella obra, y para animaros, oid loque dice el pa- dre de la medicina. “El conocimiento de la virtud de los remedios no se adquiere por la fuerza de los grandes ta- lentos, es el fruto de la experiencia: los hombres del ar- te no son los solos capaces de descubrirlos secretos. To- 5 do cuanto hay en la medicina, que es objeto de la obser- vación y del estudio, ya sea que se trate de remedios, ya de alimentos y bebidas, si se quiere saber bien, se debe aprender de todos, porque todos son capaces de juzgar.” Por todas partes la naturaleza ofrece al observador una farmacia completa. Si el reino vegetal es rico en alimen- tos, no lo es menos en remedios, y con poco estudio mu- chos los supieron discernir, y sacar partido de todos ellos. “ Terra salutíferas herbas eaclemque nocentes nutrit, et urticas próxima scepe rosa est,” Ovidio. “Plantas sanas y no sanas tierra cria, la ortiga de la rosa no devia.” PARTE SECUNDA. CAPITULO I. Higiene y causas de ias enfermedades. La atracción y la repulsión son dos principios que presiden á todo ser físico y moral; pero es necesario el equilibrio para su viabilidad. El embrión comoel adul- to son siempre anémicos para resistir el choque, y de Ja irregularidad de sus oscilaciones, ha de seguirse de un modo necesario su perpétua metamorfosis. Como la naturaleza posea elementos múltiples, que combinándose de modos diversos, produzcan distintos séres; y que estos descomponiéndose á su vez bajo in- fluencias necesarias, restituyan á aquella los principios de su formación, que han de dar lugar á los mismos, ú otros séres, según las leyes positivas de esta perpétua re- volución: la vida y la muerte aparecerían dos entes de in- vención gratuita. Si analizamos escrupulosamente al hombre, resulta un compuesto del reino animal, del rei- no vegetal, del reino mineral, con todas las propiedades, según sus partes integrantes. Reconstituyese á cada ins- tante, atrayendo principios análogos, repulsando los que le son heterogéneos. Entonces su existencia es normal es decir, hay salud. Cuando así no sucede, su existen- 7 cia es anormal, es decir hay enfermedad. No pueden asociarse los mismos elementos, el y hombre, como todo otro sér, deja de existir formalmente, pasando en su esencia á la formación de nuevas producciones. La fuerza, que preside á estos grandiosos fenóme- nos, se interpretó de modos diversos, y surgieron erro- res fecundos en males de doble trascendencia. Los filó- sofos para definir la vida, admitieron la existencia de una alma inteligente, emanación de un poder sobre na- tural. Dogma sublime, que fácilmente se interpreta, y con placer se concibe, y adora. El médico, mas positivo, mas filósofo, no puede quedar satisfecho con aquelht esplicacion: pregunta á la naturaleza; sondando su seno, sigue con obstinado empeño la pista á la Providencia, como para sorprenderla en sus secretos; vé realizarse todos aquellos fenómenos, y al fin experimenta siempre el mismo vacio. No es el animismo, no es el vitalismo, ni ninguna otra teoría, que le ha de hacer comprender la naturaleza íntima de la enfermedad, mucho menos la de la vida, y la de la muerte. Encontrará la solución de su problema en algún nuevo é imponderable fluido? ó está condenado á tropezar siempre con aquella mano oculta, que le contiene en ciertos límites, que no es da- do á ningún mortal el traspasar? Bástenos para nues- tro propósito el saber que: La salud consiste, en que se hagan bien tedas las funciones del cuerpo y del espíritu. 8 Y la enfermedad, en que aquellas estén alteradas. Esta es idiopátiea, sino depende de otra v. g. la pulmonía: y es sintomática, si es producida por otra v. g. los vómitos por la jaqueca. La enfermedad, es aguda ó crónica. Es agudat cuando se presenta con síntomas fuertes, y concluye pronto en bien ó en mal. Es crónica cuando marcha len- tamente, no hay violencia en los ataques, ni presenta un peligro inmediato. Hay en algunas personas una constitución particu- lar, por la que ciertos agentes físicos producen en ellas efectos, que no son producidos en las demas. Y esto se llama idiosincrasia. Temperamentos. El Temperamento sanguino predispone á las infla- maciones, y hemorragias. El bilioso á las enfermeda- des del estómago, del hígado, de los intestinos, á las erupciones del cutis, á la locura. El linfático á los ca- tarros, escrófulas, escorbuto, tisis, fístulas, caries, tu- mores frios, y males crónicos. El nervioso á las convul- siones, al histérico, á la melancolía, y otros desarreglos mentales. Edades. La idad primera está mas expuesta á las enferme* dades del estómago, de los intestinos, de la cabeza. La dentición, el despecho, el crecimiento, los achaques he- redados, los desarreglos, la mala educación los expo- ne á males numerosos. En la pubertad acaecen las in- flamaciones, la tisis, las hemorragias, la clorosis, la fie- bre de naturaleza diversa. En la adolescencia vienen las afecciones mentales, los rumatismos, el asma, las almorranas, y enfermedades orgánicas. En la vejez la gota, la apoplegia, la parálisis, el cáncer, la catarata, y pérdida de los sentidos, los ataques ála orina &a. &a. 9 Sexos. Todas las enfermedades son comunes al hombre, y á la mujer; pero esta las padece mucho menos, y salva mas fácilmente en las epidemias. No obstante, tiene un órgano peculiar, que la acarrea achaques graves. Ademas de los males orgánicos, que sobrevienen al útero, al ova- rio, á los pechos, de los procedentes del parto; sufren mil incomodidades en las épocas, y modo de la menstrua- ción, en el flujo blanco, que atormenta, debilita, y en- tristece á las que habitan las grandes ciudades, y ejer- cen profesiones sedentarias. Las afecciones nerviosas son frecuentes en ellas. Profesiones. Las que ocupan el entendimiento ocasionan uu au- 10 mentó de sangre á la cabeza, que favorece las inflama- ciones del cérebro, las afecciones del estómago, del hí- gado, de los riñones. Los que trabajan corporalmente sufren las inflamaciones agudas, pulmonías, puntadas de costado, rumatismos, y otras. Los que manejan subs- tancias deletéreas, contraen males propios de ellas; sino toman las precauciones necesarias. Anemia. La debilidad, ora provenga de enfermedad, ora de aflicciones morales, es una causa fecunda de males dis- tintos; paraliza todas las funciones, y Ja fuerza vital dis- minuye lentamente. Por esta razón las convalescencias suelen ser mas penibles, que las mismas enfermedades. PreHez y PARTOS. Estos dán de si enfermedades graves bastante fre- cuentes, como las inflamaciones del útero, del peritoneo, fiebres, hemorragias, colvulsiones, tumores á los pechos, varices, ataques nerviosos, consunción, almorranas. Las operaciones, aunque rarísima vez necesarias, producen también afecciones desagradables. Vestidos. La decencia exige que casi todo nuestro cuerpo es- 11 té cubierto. La necesidad es mas imperiosa según los climas, la edad, la estación, la moda. Los primeros años exigen poca ropa en razón del calórico fuerte producido por la circulación de la san- gre mas activa, que en alguna otra época. La vegez, por la razón inversa, tiene necesidad de mas protección con- tra el frió, y humedad. Lamentable es la estúpida ma- nía de tantas madres en envolver á sus pobres criaturas con dobles, y triples vestidos muchas veces de lana, en cubrirles la cabeza con varias gorritas, manteniendo así un estado de traspiración, que perturba todos sus órga- nos y funciones, que priva de tonificacion el cutis, que los consume, y predispone ámil suertes de males. Pobres séres! y cuan dignos sois de ser mejor tratados! Cuanto menos se cubren los niños, tanto mas se crian robustos y saludables. La habitación para ellos debe ser fresca, bien ventilada, colchón de paja, nada de lana. La variación de las estaciones debe hacer variar los vestidos según la intensidad del calor y del frió, Creese generalmente que cuando alguno usa camiseta de lana en el invierno, no la puede sin peligro quitar en el verano: puede haber error mas grosero? abriguéuse cuando hace frió, y desabriguénse según el calor sin te- ner pueriles miedos. Las modas hacen sus víctimas en las gentes de poco juicio. Todas tienden á alterar la forma del cuerpo hu- mano, y esto no se consigue sin alterar la salud. El be 12 lio sexo especialmente ofrece un cuadro de enfermeda- des, que no se creería, sino se fijase bien la atención* Deviaciones de la talla, alteraciones del cutis, irritacio- nes de estómago, consunciones pulmonales, induracio- nes al hígado, dilataciones al corazón &a. La moda, el gran lujo deberian buscarse en lo cómodo del traje en la limpieza de la persona, no en esas atroces prensas ni esos deletéreos perfumes. Limpieza. El mejor barómetro para graduar la civilización de un pueblo, como la de una persona, es la limpieza. Los gobiernos, que mas fijan su atención en esto, dan pruebas inequívocas de haber comprendido su misión. La pro- fusión de fuentes, de baños públicos, de lavaderos, de regadios y cloacas, se notan en los pueblos bien goberna- dos. Su policía no solo fija su atención en las calles, caminos y plazas; sino en la habitaciones privadas. Así han podido hacer desaparecer pestes, que en otro tiem- po diezmaban la gente. Que cosa mas agradable á la vista que una perso- na, que se esmere en su limpieza! ni que otra mas re- pugnante, que aquella que abandona este punto el mas» esencial para conservación de la salud, y mayor conten- to de la vida? La limpieza diaria de la boca es necesa- ria, para evitar malos hálitos, y la carie de Ja dentadura, 13 ocasionada por la putrefacción de despojos de alimentos, y secreciones mórbidas. Deben lavarse los piés con frer cuencia para impedir los malos olores, y mantenerla transpiración tan saludable. La camisa con que se duer- me, no debe servir en el dia. Los enfermos deben cam- biar sus ropas de cuerpo y cama mucho mas que las personas sanas; y e3 de suma importancia el lavarles todos los dias la cara, el cuello, los brazos, manos, y Jos piés, no importa el mal que sufran. Las habitaciones lian de ser diariamente barridas, sacudidos sus muebles, bien ventiladas, y destruidos los insectos frecuentes, co- mo las pulgas, mosquitos, y otros. Los instrumentos de cocina, y demas de común uso merecen asidua atención del gefe de la casa. Los suelos han de ser lavados una vez por semana; las letrinas ó comunes todos los dias. SüEÓO. No bastan los alimentos para reparar las fuerzas, que sin cesar perdemos. E! sueño es de la misma nece- sidad. Asi es que todo duerme periódicamente en la na- turaleza. El término regular de dormir es de seis á sie- te horas. El tiempo está indicado por las tinieblas. El dia se hizo para el trabajo, la noche para el descanso. Nada hay mas destructible para la salud, que la costum- bre de acostarse y levantarse tarde. Las piezas, en que se duerme, han de ser espaciosas, bien ventiladas, las ca- 14 mas algo duras, especialmente para las personas robus- tas, cuidando que no haya en ellas olores, por mas delica- dos que fueren. La costumbre de cenar perturba el sueño, porque entonces la digestión es penible, expone á ata- ques cerebrales, y á otros achaques. Temperatura. Es admirable ver al hombre conservar su salud en en las latitudes extremas, soporta los excesos del calor y del frió, y á todo se acostumbra. Mas las transiciones bruscas de la temperatura le ocasionan perturba- ciones graves, muchas veces mortales. Los catarros, reumatismos, pleuresias, ó puntas de costado, pulmonías, enginas, disenterias, y otras inflamaciones son el fru- to del paso brusco del calor al frió. Pero no solo es el tiempo, el que procura estos cambios; sino también nues- tras imprudencias, como son las de desnudarse en punto frió, cuando el cuerpo está en sudor; la de salir repenti- namente de una habitación, en que el calor era grande por la reunión de mucha gente, y luces que expiden un calórico excesivo v. g. los teatros, salones de baile, los templos en las grandes festividades, &a. Muchas per- sonas arruinaron de este modo su salud, mal qne hubie- ran evitado, abrigándose, para ir perdiendo poco á poco el exceso de calor. 15 No puede pasarse en silencio una causa de muchas enfermedades propia de este pais tan saludable por mil títulos. Es la abundancia de nitro, que saturándo la tierra, y disolviéndose bajo ciertas influencias atmosféri- cas, y la falta de ventilación, mantiene los suelos, y los muros húmedos. Esta humedad pasa á los vestidos, á las camas, á los cuerpos, evaporándose á expensas del calor de estos; y de aqui la peste de reumatismos de to- da especie, las inflamaciones y afecciones orgánicas al corazón, las tisis, asmas, ahogos, dolores y otros males. Construyendo las casas con cal, y enbaldosándolas es- meradamente con piedra, 6 madera, haciéndolas mas ventiladas, exponiendo al sol una vez al menos por se- mána las ropas de cama, vestidos y muebles, se re- mediaría muy mucho este gravísimo mal; y se verian muehas menos víctimas prematuras á la puerta del se- pulcro. Toda prenda de vestir húmeda por el agua, sudor, ú otra secreción, debe mudarse lo mas pronto. Las ma- dres procuren cambiar los pañales de sus criaturitas mu- chas veces de dia y de noche, para elevarlas robustas y exentos de enfermedades graves. Debe prestarse mucha atención á que los pies, y las rodillas estén siempre ca- lientes; y á preservarlos de la humedad fria, para evitar muchas enfermedades. Las mugeres necesitan mas cui- dado, que los hombres, su negligencia hace en ellas es- tragos. 16 Exeucicio.’ Si la sobriedad en el uso, que hacemos de las cosas, puede prolongar, y hacer menos infeliz nuestra excisteu- cia, el trabajo corporal es á este íin tan necesario, que sin él todo es achaque y miseria. Fíjese Ja vista en el hombre del campo, y en el de la ciudad, y nada hablará con mas elocuencia. Aquel se presenta colorado, por- que la circulación de la sangre es rápida y enérgica: acti- vo, robusto, porque come simplemente, y reposa sin cui- dados: contento, porque los vicios no le atormentan: buen hijo, buen esposo, buen padre, ve pasar una generación sin entrar el médico, ni las drogas por su casa. En el de la ciudad, se obserba la palidez del rostro, muscula- ción débil, pocas fuerzas, apetito escaso, digestiones la- boriosas, perturbaciones de los nervios, hipocondrias, go- ta, reumatismos, toses, tisis, caries de dientes y muelas, fiebres de mal agüero, y otras enfermedades, que no se observan rn a gente rustica, agréguese á esto el cortejo de males, que en pos de si traen las pasiones favoreci. das de las ciudades, y asombrará ver cuantos motivos hay mas de destrucción en ellas. Podrían sus habitantes remediar en gran parte álos frutos épimos de la indolencia, entregándose en las horas posibles á un egercicio corporal variado. No basta el fiel paseo, porque excepto la musculación de los miem- bros inferiores, apenas entran en juego las del resto del 17 cuerpo. Seria mejor el labrar un poco de tierra, cortar maderas, tirar la barra, jugar ¡os bolos, andar á caballo, los egercicios gimnásticos; en fin todo aquello, en que todo el cuerpo tome parte activa. Aire. El aire es el mas importante elemento para la salud, cuando es puro. Es por el contrario el terrible vehículo de miasmas, gases, y vapores, que han de producir enfer- medades sin cuento, propagándolas á veces á grandes distancias, y devastando regiones enteras. Todo local, en que se reúne, ó duerme mucha gente, debe ser espacioso, y tener ventilación no interrumpida. Los hospitales, los cuarteles militares, los templos, los teatros, las prisiones; merecen particular atención. Las casas han de tener las habitaciones con el núme- ro posible de ventanas y puertas grandes, techo alto, y piso seco. La codicia hace que en las grandes ciudades se construyan dormitorios y demas oficinas, en forma de sepulcro: que desaparezcan las plazas, en vez de multi* plicarlas, y* plantarlas de arbolado, que absorviese los torrentes de acido carbónico, que aspiran los moradores, y les devolviese el oxígeno, sin cuya circunstancia la salud es imposible. El cambio de aire tiene una importancia inmensa 18 en las enfermedades, que consumen las personas, sobre todo en las que están atacadas de los pulmones, del sis- tema nervioso, del estómago. Es un error gravísimo; pero por desgracia bastante común el privar del aire á los enfermos, cuando necesi- tan de él mas que los sanos. La falta de ventilación en los camarotes de los na- vios* especialmente de vapor, hacen insoportables los viages á muchas personas, y las expone á males graves. El aire, en fin, se vicia por los pantanos, por substan- cias animales y vegetales en putrefacción, que exalan efluvios productores de enfermedades thifoideas, fiebres intermitentes y perniciosas. Alimento. El hombre es omnívoro, y se alimenta del reino animal, y vegetal. En servirse de ámbos sin exceso, consiste el vigor de las fuerzas del cuerpo, y del espíritu. El abuso le acarrea enfermedades, y su destrucción. Desde por la mañana hasta las cinco de la tarde deben hacerse dos comidas, para asegurar una buena disgestion. La cena es nociva, porque á la hora en que se hace, el cuerpo esta cansado con las fatigas del dia, y faltan al estómago las fuerzas, y demas elementos ne- cesarios para digerir. Por esta razón se ven en la no- che la mayor parte de los ataques á la cabeza, al estó- 19 mago, intestinos &a. Cuantos ancianos, y niños no pe- recen por cenar! No hay duda que los alimentos vegetales son prefe- ribles á los animales; pero en las personas, que ejercen las fuerzas del cuerpo, todo es necesario, y de igual di- gestión. Se ha exagerado ridiculamente el inconvenien- te de la comida animal: lo cierto es, que en menos volu- men hay mas substancia nutritiva; si bien el estómago tenga que elaborarla mas. La regla segura es la expe- riencia de cada uno en lo que digiere mejor, y la pru- dencia en no comer mas que lo que se puede digerir. La leche, primer alimento de todo mamífero, es un alimento sencillo, especialmente para las personas con- sumidas por falta de salud. Todas las leches son bue- nas, difieren en la mayor ó menor cantidad de qneso, y manteca. La de burra es muy recomendada para los tísicos, y si se analiza, y compara con las demas, se ve sin pena, que esta antigua recomendación es hoy, en el estado de las ciencias, una solémne burrada. Las maneras de condimentar las diferentes sustan. cias alimenticias varía según los pueblos, y por bizarras que aparezcan á veces, generalmente se observa estar en relación con las necesidades del clima, y sus produc- tos. La costumbre, que se hace una segunda naturaleza» facilita la digestión de ciertos alimentos, que seria impo- sible sin esta circunstancia. La sal es esencial por do quiera; el ajo, el pimiento, el clavo, la eanela; la pimien- 20 ta negra &a. son*bastante usados, especialmente en los países cálidos, en los que la digestión es difícil. Nada es mas frecuente, que la prohibición de todos estos pican- tes en muchas enfermedades. Este precepto falta de prudencia, atendido que cualquiera de estas cosas, á que se está acostumbrado, es necesaria para la buena digestión, y mas cuando se está enfermo: El abuso es el que debe condenarse." Las preparaciones de pastelería y confitería son en general difíciles de digerir, y no á pocos ñiños Jes cues- ta la salud, y aun la vida. El mate, el té, el café de universal moda, son perju- diciales á Ja salud, 1? por su composición heterogénea, 2o por no ser necesarios: y 3? porque apagan las sensa- ciones del apetito, y preparan la debilidad general, y la sobre excitación del sistema nervioso. alimento común, cuando esta bien elabora- do, y exento de ciertas drogas, que la codicia mezcla, es de necesidad, y quizás la substancia mas reparadora de las fuerzas perdidas. Comido á la vez con otros alimen- tos se digiere bien; por si solo es indigesto para los estó- magos débiles. El agua cuanto mas cristalina, exenta de materias extrañas, y expuesta al aire librees mejor. Cuando está muy fria, y el cuerpo en sudor, puede perjudicar, si se bebe mucha, y sin mezclarla á algún poco de aguar- diente, vino, azúcar &a. Su uso es general como bebida, 21 y objeto de limpieza: como remedio es el de mas valor, según diremos á su tiempo. El vino bien fermentado, y sin adulterar con aguar- diente, ó sales nocivas, es de una utilidad incontestable: tomado con moderación en las comidas, robustece en gran manera. Es el bálsamo de la vejez, el antídoto de la debilidad. Jamas podrá valorarse bien el vino en las personas cstenuadas por las fiebres, por las diarreas, y demas afecciones, que postran á gran paso las fuerzas del individuo. Cuan mejores resultados produce este ii- cor natural, que todos esos potingues de pharmacia ó de botica llamados tónicos! Muchas veces se ve prohibir su uso enlos males sin fiebre, como en las purgaciones» llagas, incordios, erupciones, y no pocas se hace un mal positivo, exponiendo á los pacientes á indigestiones con- tinuas, por falta de este tónico en sus estómagos. La cerveza es otro licor fermentado, que posee me- nos alcool, que el vino, pero que puede tomarse en lugar de aquel con iguales ventajas, si se toma mayor porción. La cidra está en el mismo caso. Los licores espiri- tuosos, ó bebida blanca, ademas de alterar la membrana mucosa del tubo digestivo, dando lugar á induraciones, y tumores de una naturaleza maligna, como escirros, cán- ceres &a. en el estómago, en el hígado, alteran la sangre, producen en el corazón y arterias, aneurismas, y otros cambios de textura mortales. El sistema nervioso recibe con estas bebidas un golpe fatal, haciendo al hombre estú- 22 pido, y exponiendo al tétanos (pasmo) á la menor lesión física. Es lo que mas desfigura la mejor obra de la crea- ción. Estos licores son de gran recurso en la medicina, para disolver muchas substancias y como aplicación ex- terior. Los BAños. La costumbre de bañarse es tan antigua como el hombre; y mas general en proporción del calor, y de la civilización de los pueblos. Los baños son frios, calientes, de vapor, de lluvia ó irrigación, y minerales. Los frios son tónicos, y por la vital reacción, que causan, útilísimos en la debilidad ge- neral, en la palidez por falta de circulación, en las erup- ciones al cutis, en las escrófulas, en los tumores indolen- tes, en las parálisis, en las hipocondrías é histéricos, en el raquitismo, y en las fiebres inflamatorias. Como tó- pico, especialmente en la cabeza, es muy bueno, siempre que se acumula calor en ellas; pero entonces debe mo- jarse á menudo toda entera. Es una opinión común, que los baños calientes de- bilitan; mas esto carece de todo fundamento. Son seda- tivos, y como tales convienen siempre, que hay que cal- mar algún dolor agudo. Deben administrarse en las fie- bres consuntivas, en las faltas de menstruación, en los dias, que preceden al parto, y cuando los loquios se de- 23 tienen, en las convulsiones espasmódicas, en los cóli- cos, y dolores intestinales, en las irritaciones nerviosas; en fin basta decir: que es un calmante, para conocer me- jor, cuando debe aplicarse. Su grado de calor es aquel, que al cuerpo sea agradable, y su duración tanta, cuan, to dura el bienestar del que se baña. En todos tiempos conviene bañarse por la conservación de la salud y limpieza; y cuanto mas se debilitan las fuerzas por la edad, son tanto mas necesarios. Los que ejercen pro- fesiones sucias, ó manejan substancias venenosas deben bañarse siempre. Los Baños de Vapor se reducen á hacer hervir un poco de agua eu una caldera cerrada por todas partes, con un tubo de escape para el vapor, y que se adapta á un gran cajón, ó cuartito bien cerrado, en el que está colocado, el que lo ha de recibir. Toma algunas tazas de té, ó de otra infusión cualquiera, y antes de un cuarto de hora la transpiración comienza; se aumenta según que la temperatura se eleva, y se permanece hasta que la incomodidad es pronunciada. Se han servido con su- ceso de estos baños en los reumatismos crónicos, en las toses obstinadas, en las jaquecas, en las inflamaciones del hígado, de los riñones, en las erupciones cutáneas «fea. Siempre es un poderoso agente de reacción; pero daría- mos la preferencia al del agua fria. Se usa también un baño de aspersión, imitando la lluvia. El que le ha de tomar se coloca en un punto cer- 24 rado o abierto, v. g. en un cajón de mayor altura que él; colocando superiormente una caja agujereada como una criba, y llenándola de agua, esta cae sobre el suge- to, que la recibe de pié derecho. Este baño es muy tó- nico, y lo es mas, si el agua es fria y salada. Conviene en todos los casos, en que son necesarios los baños fríos. Las aguas minerales varían por su composición y temperatura. En esta parte de la Aitférica del Sud son poco conocidas, y menos frecuentadas por la falta de población, y dificultades del transporte. Ellas son copio- sísimas, según se aproxima á las Cordilleras. Por aquí se usa mucho el ir á tomar los baños á los Paranás, y Rio Negro. Muchos vienen curados de *sus dolencias; pero esto es debido L = al ejercicio; 2.° al cambio de aire, de clima, y de escena 3. ° á los alimentos inas simples y sanos; 4. ° á la moral influencia. Estas son las principales bases de casi todos los decantados baños de otros países. En cuanto á estas aguas, aseguro,des- pués de haberlas analizado, muchas veces, que no con- tienen principio curativo, que las distinga de las aguas comunes. VIAGES. Casi todas las enfermedades nerviosas ceden, via- jando por mar y tierra. El saludable efecto que causa el salir de las ciudades al campo, es bien conocido de tu- 25 «ios. Las personas afectas de dolencias duraderas, con- suntivas, ó incurables, deberían buscar en este podero- so agente la salud, ola prolongación de su existencia, que no encontrarán en las fatales drogas. Pero por des- gracia se busca este remedio heroico, cuando ya no hay naturaleza. Cuantas veces he visto embarcarse figuras esqueletos, y volver hercúleas? Todo esto se explica muy bien, si se consideran los cambios, que producen los agentes imponderables, el calóricos, laelectridad; la varia- ción de alimentos, la metamorfosis por fin, que se opera de nosotros á cuanto nos rodea, y vice-versa. Yiágese siempre que el organismo este crónicamente atacado en sus funciones, y afectado gravemente el espíritu, y se ve- rán cuasi resurrecciones. Tabaco. El uso do esta planta fuéy es, y será general entre las tribus salvages de todas las latitudes. Los Españoles le introdujeron en Europa, y luego fué, es y será de tan- to mayor consumo, cuanto la civilización vaya progre- sando. La razón es obia. El hombre sufre, y tiende á embrutecerse, para apagar sus sensaciones; de aquí la necesidad de un narcótico. Opio en el Asia, y Africa, tabaco en América y Europa. Seria preferible el vino; pero la religión lo prohíbe en aquellos, en estos la cares- tía, ó la decencia. Puedo asegurar, que el tabaco ha des- O 26 ¿ruido mas vidas é inteligencias, que todas las causas físicas y morales juntas: esta aseveración, es el fruto de muchos años de estudio, y observación sobre la materia. Podía producir otro efecto la planta mas venenosa, que la historia natural presenta? Como ya haya publicado un Jibrito acerca del tabaco, y de los terribles resultados de su uso, no insistiré mas en esto. Pluguiera al cielo ha- cer desaparecer por do quiera esta substancia destructora! Pasiones. Muchas son las causas físicas, qffe se oponen ó destruyen nuestra salud. Masías causas morales son sinnúmero: y es de lamentar, que las ciencias exáctas, que casi han tacado á su apogea, para el descubrimiento, y remedio de aquellas, no están ni remotamente acom- pañadas de las del espíritu, siendo de una importancia harto mayor. Las primeras se contrabalanza» con loa agentes, que pone á nuestra disposición la naturaleza: las segundas con los de una inteligencia ilustrada, y la- boriosa en el alivio de nuestros semejantes, nunca con las drogas. Las siguientes son las principales de ellas. La aflicción es una pasión natural, y elocuente, creadora de sentimientos sublimes, hiperbólica en sus tormentos: paraliza la circulación, y la inerva- ción, hasta el punto de ocasionar una palidez ca- dávericá, y la inacción en ios movimientos: el apetito es 27 nulo, la digestión laboriosa, la estitiquez y falta de re- glas necesarias; el sueño ó imposible, ó como letargo; y el pobre, que la padece, vive en una agonía lenta. Los consuelos de la religión, y la filantropía de la amistad son el solo antídoto capaz de curar esta la mas terrible de las humanas dolencias. La ira es una pérdida frenética de la razón, mas común y terrible en Jas personas mal educadas. Por la coloración,que toma la cara, el tartamudeo,y temblar, se puede inferirla fatal perturbación, que se opera en elsuge- to, y á cuantos males queda expuesto: depiencia, apople- jía, hemorragia, anereurisma, ictericia, congestiones, &e. Durante el acceso, el mejor remedio es agua fria para beber y bañarse, el silencio, y alejar la ocasión; y pasada la nube, educar al paciente, y hacerle sentir su majade- ría. El miedo es una prueba irrefragable de nuestra debilidad. Las causas, que le producen, pueden ser naturales y sobrenaturales. Desde el primer dia de la existencia, comienza la criatura á manifestar sus nece- sidades y dolor por el medio, solo posible del llanto: mu- chas madres, que no debieran serlo, fatigadas de oir los elocuentes gemidos de estos angelitos, en lugar de cal- marlos, los excitan con voces, ruidos estrepitosos, y bru- tales gestos; mas tarde con espantosos cuentos y amena- zas. De aquí nacen enfermedades muchas, y una ti- midez, que los hace débiles, estúpidos, embusteros, fal- 28 sos.—Ya adultos, el palo, y los malos tratamientos suce* den á los otros medios, verdadero modo de formar una sociedad de seres sin vigor, y viles. La religión, que re- mediaría esternal tan general, ó se ignora, ó se Ja hace servir por intereses perversos, para tener embrutecida la mejor o> va de Dios. Este, siendo puro amor, enseña á los padres y maestros el camino, que han de tomar para instruir y dirigir al hombre, guardando el miedo y el terror, para emplearlo con el animal feroz. Los re- lámpagos, los truenos asustan á muchas gentes, ó porque los atribuyen ála cólera de Dios, ó porque ignoran, que son fenómenos naturales, que cuando mas, nos enseñan á precavernos contra un fuerte temporal. La poca cos- tumbre de pensar, impide el prever y precaver las co- sas, que han de asustar, y producir graves males nervio- sos, y enla circulación, v. g. la locura, las congestiones á la cabeza, al hígado, aJ corazón; la supresión délas reglas, los abortos, y afectos accesorios. El eficaz reme- dio es el de mejorar la educación, para lo que siempre es tiempo. La Envidia es hija legítima de la ignorancia. Claro pues está el remedio. Es un cáncer, que corroe hasta la médula de los huesos del que está poseído de ella. Para él no hay amistad, ni cosa alguna en la sociedad, queno esté espuesta á sus ataques. El envidioso vive infeliz, envejece luego, y contrae enfermedades orgánicas, y otras largo de enumerar. 29 El amor nace con el hombre, y se hace sentir desde los primeros dias de su existencia. Ama á los autores de su vida, á cuanto le rodea, á sus amigos y bienhe- chores. A cierta edad condúcele la naturaleza al amor, que ha de dar por felices resultados la procreación de su especie, la regularidad de la sociedad. Los padres deben favorecer Jas inclinaciones puras de sus hijos: pero, cuando no lo fueren ó trajeren inconvenientes graves, aléjenlos del objeto á distancia larga, sin olvidar, que la ausencia es la muerte del amor. Nunca deberían permi- tir enlaces con personas de familias enfermas de tisis, escrófulas, erupciones permanentes eu el cutis, afeccio- nes orgánicas, y otras que se propagan, vician el géne- ro humano, é introducen la desolación en las casas. La primera persona que debiera consultarse, antes de dar un paso en estas uniones, es el médico de la casa, y res- petar su dictamen. El estado de civilización actual en las ciudades populosas favorece prodigiosamente la prosti- tución, y esta es el mayor enemigo délos enlaces legales. Las enfermedades contagiosas, que ella procura, son horrorosas por los estragos, que causan en el individuo, y por la transmisión de este á su descendencia. Tristísi- mo serio el aspecto de las poblaciones grandes de algu- nas ciudades de Europa, si las casas de prostitución pú- blica autorizadas por sus sabios y previsores gobiernos, vigiladas por la policía para el orden, y por sabios médi- cos para la salubridad, no pusiesen un dique á la cor- 30 rupcion de las masas, y á la propagación del venereo. Las ciudades de la América del Sud necesitan esta clase de medidas para contener el desorden, y degradación jirogresiva de su raza. La siphilis las devora. No falta- rían espíritus susceptibles á quienes parecería antimo- ral el consejo; pero si con los conocimientos necesarios tocasen la diaria experiencia y hubiesen sido testigos de los cambios felices, que en otras tierras hizo aquella práctica, no solo en la salud, sino en la moral pública, desearían también verla establecida. Intemperancia. Puede decirse como regla general, que todo lo que es superfluo, es dañoso á la salud. Los Epicúreos, ú hombres, que viven entregados á comer y beber con exceso y lujo, arrastran una vida llena de achaques, an- ticipan la vejez, y embrutecidos, para nada son buenos, ni aun para si mismos. Las enfermedades orgánicas del estómago, del hígado, del corazón, de los riñones, son irremediables en ellos. A estas se agregan la gota, la apoplegia, la parálisis, la piedra &a. Los borrachos, ademas de caer en estas enfermedades, concluyen tem- prano su existencia con uno de los males mas crueles, el delirium tremens rara vez curable, y que prepara la inas larga, y espantosa agonia, parecida á la de la rabia. Difícil es el remedio para estos abominables vicios, eu 31 razón de que los que desgraciadamente caen en ellos, pierden progresivamente la vergüenza, y se hacen sor- dos á la voz de la razón, á los remordimientos de la conciencia. Es digno de notarse que en proporción de la humedad y del frió de los paises, abundan mas los tra- gones y borrachos. Es pues, que los golosos escasean eu los paises intertropicales? Epidemias. La peste, el tifus, la fiebre amarilla, el cólera-mór- bus son justamente las mas temibles á causa de sus horrorosos estragos. Las emanaciones de las gentes su- cias les da origen,favorece su curso, y prepara sus víc- timas. Las cuarentenas aumentan el mal; pero son úti- les á los tiranos, y á los que comercian con las miserias humanas. Animo sereno, virtudes, y limpieza, hé aquí los preservativos naturales. El CALOR Y EL FRIO. Son estos dos agentes, que ponen en desorden las funciones perspiratorias, secretorias, y sensistivas del cutis, cuando son excesivos, ó de repente. El calor aumenta la acción orgánica de esta grande superficie, excitando la influencia nerviosa, dilatando los vasos ca- pilares, los poros, y procurando asi un aumento de circu- 32 üaeion, de sensibilidad y de secreción. El frío diáminu» ye estas funciones, rompe la balanza, que regulaba la salud, exagerándolas en los órganos interiores: aquel pro- duce las irritaciones, éste las inflamaciones. En los paises cálidos sufren el estómago, el higado, los intesti- nos: en los fríos, los pulmones, el cerebro, el corazón, las glándulas, los riñones, el cutis. Es de notar, que la ma- yor parte délas inflamaciones en las tierras calidas, no son producidas por el calor, y sí por el frió de las noches húmedas, á causa del rocío. La luz. Esta es indispensable á la vida vegetal y animal* Cuando estamos privados de ella, se nota depresión de las fuerzas vitales, debilidad, palidez, hinchazón, enfer- medades orgánicas terribles, é incurables, perturbaciones mentales,, estupidez, corta vida. La luz es un grande estímulo para todas las funciones del cuerpo, y del espí- ritu; y bastante por si sola, para transformar los indivi- duos postrados por largos padecimientos físicos y mora- les. La electricidad. Este poderoso agente, exerce una muy grande influ- encia sobre los cuerpos. Las personas nerviosas se 33 aperciben mejor en los dias, en que la atmósfera es teatró de grandes choques, entre sus polos positivo y negativo. Pudiera estudiarse sin cesar, y quizas nos revelaría gran- des misterios, y remediaría no pocos males. CoNTAGIO E INFECCION. El contagio y la infección, son dos palabras que lmn dado lugar á mil controversias, á páginas innume- rables, y á desgracias sin cuento. Al fin las dos vienen á decir lo mismo, ¿una persona enferma puede ser causa de que su enfermedad pase á otra?, sí, por la lepra, pol- la tiña amarilla, por la sarna, por el venereo; mas para esto es necesario el contacto inmediato, y suficientemente prolongado. Nó, para todas las demás enfermedades. La peste, la fiebre amarilla, el tifus el cólera-morbo, la tisis, el sarampión, la escarlatina, las viruelas, la tos con- vulsa, son las enfermedades, „ que mas ordinariamente creen las gentes contagiosas. Para precaverse de ellas, se han adoptado muchos medios á cual mas ridículos; y muchas veces crueles é inhumanos. Todas estas epide- mias nos vienen de los elementos del aire pervertidos, de emanaciones, que la ciencia no á podido hasta ahora analizar, ó de una disposición hereditaria; pero jamas se contraen por el contacto con los que las padecen. Cuan- do en una casa caen muchos enfermos, es por la epide- mia que reina, y porque encuentra aquellas predispues- 34 tas; porque sin esto, ninguno podia escapar sin contraer el mal, Inhumaciones oe vivos; El enterrar las personas vivas, creyéndolas muertas, es mas frecuente de lo que se puede pensar. Muchos ibón ya los casos sucedidos: y los gobiernos de las na- ciones civilizadas dictaron providencias serias, para cor- tar el abuso de precipitar el entierro délos muertos. En los países cálidos deben mediar veinte y cuatro horas, y cuarenta y ocho en los frios, salvo algunas bien motiva- das excepciones, Lo mas prudente para evitar este, el mas terrible de todos los males, seria el de velar cuida- dosamente á los presuntos cadáveres, y no darles sepul- tura hasta la evidencia de los signos de la muerte. Estos son: 1? la suspensión de la respiración: 2? la opacidad de los ojos: 3o la frialdad de todo el cuerpo: 4? la infle- xibilidad de los miembros: 5? el olor cadavérico, 6? la putrefacción incipiente. Las enfermedades, que pueden dar lugar á creer, que un cuerpo esté muerto son: la síncope, la catalepsia, la estrangulación, la sofocación, los envenenamientos, y los ahogados. Es necesario no sepultar los cuerpos muertos de estos males, hasta ob- servar los principios de la putrefacción; no importan los dias, que pasen. Las muertes repentinas pueden prove* nir también de osificación ó ruptura del corazón, de los 35 aneurismas de la aorta, de una hemorragia interna, de la apoplegia. Puedan estas reflexiones servir á los deu- dos de corazón poco sensible, que apenas ven espirar los infelices pacientes, ya quieren espulgarlos de casa. Consideren el horror de verse vivo en un sepulcro! CAPITULO II. Sintomatologia. Los síntomas de las enfermedades son un método* que la misma naturaleza nos presenta para saber distin- guirlas. Esto es sin duda lo mas difícil de la medicina. Sin embargo, cuando recorremos los trabajos de ¡os ver- daderos intérpretes de aquellas, que han descrito simple- mente los hechos, formando reglas generales, según las qué se distinguen las varias enfermedades, es admirable la luz que nos dan para conocerlas. En cada una hay un corto número de fenómenos principales, los demas son un resultado de su intensidad ó de sus complicacio- nes. Dos fiebres simples no serán exactamente las mis- mas; porque presentarán algunas diferencias según el sexo, la edad, el clima, la estación, las epidemias rei- nantes, el estado actual del sugeto, sus antecedentes, su predisposición, y complicaciones; y por consiguiente el médico debe para estas anomalías tener un instinto per- feccionado por la habitud. Ha de identificarse, por de- cirlo asi, con el paciente para formar una idea pronta y justa de todas las modificaciones, y tratarlas en conse- cuencia, sin perder de vista sus causas. La observación nos enseña todo esto, y con poco trabajo, y mucha bue- na voluntad, las personas no iniciadas en la inmensa carrera científica de la medicina, podrán distinguir una multitud de enfermedades, tratarlas con acierto, y aliviar cuando menos las obscuras é incurables. Para esto se les enseña á manejar remedios pocos, simples, y efica- ces. CAPITULO III. Trat amiento de las enfermedades. Los esfuerzos de la naturaleza para curar sus do- lencias, ó hacerlas mas llevaderas, debieron servir de base á los primeros observadores, para procurarse los medios y substancias, que en casos idénticos produjesen efectos iguales. Las hemorragias, los vómitos, las diar- reas, los sudores, la orina excesiva, el sopor, las erupcio- nes, la debilidad, la eliminación de cuerpos extraños, la cicatrización son los medios, conque el organismo sacu- 37 de, y muestra sus males. De aqui nacieron bien tem- prano las sangrías, los vomitivos, los purgativos, los sudoríficos, los diuréticos, los calmantes, los cáusticos, los tónicos, las operaciones, y el modo de tratar las heridas. Nada mas sencillo. Natura sibi ipsi invenit vías, et inerudita existens, qucc expediunt, perjicit. La naturaleza sigue el mejor camino, y sin que nadie la haya instruido, sabe hacer lo que conviene. Es pues tan difícil el poder suplir la falta del médico? un poco de buena voluntad, de observación y de paciencia, y vereis como las montañas de dificultades se allanan. De la sangre. Es un líquido compuesto de fibrina, de albúmi- na, de hematosina ó glóbulos, ó sea materia coloran- te, que contiene bastante hierro, y de varias sales. To- dos los elementos de los diferentes tegidos del cuerpo existen en la sangre, y es esta la que los'! constituye, y alimenta. La proporción del agua aumenta en los niños en los viejos, en las mujeres, en los sujetos linfáticos, en las personas debilitadas; y la de los glóbulos y fierro en los sugetos robustos. La sangre puede ser alterada en masó en menos de cualquiera de sus elementos, y dar así lugar á enfermedades diversas. En las inflamaciones la sangre, que se saca, presenta un coágulo duro cubierto de una tela resistente, y nadando en medio de la serosi- dad abundante, que huye de la contracción de las partes sólidas de este líquido; lo que demuestra el exceso de fi- brina, y la necesidad de la sangria. Siempre que así no sucede, la emisión hizo un efecto lamentable. Las sangrías. Las emisiones de sangre son necesarias en los suge* tos robustos atacados de enfermedades inflamatorias, y en las congestiones cerebrales, 6 de otro órgano impor- tante. Mas ordinariamente sacan mucha en repetidas veces y dias, en lugar de sacarla pronto, y en doble ó triple proporción cada vez; asi ahorrarían bastante can- tidad, y evitarían no pocas catástrofes. Deben evitarse en todo caso en los sugetos débiles por temperamento, ó por privaciones y sufrimientos: en los paises cálidos, y aun en los templados á causa de la benignidad de las inflamaciones, y de sus complicacio- nes biliosas. Ni se debe olvidar, que los que padecen inflamaciones [excepto los muy robustos] necesitan de ella para resolverlas. Rara vez se ha de sangrar á los viejos, y á los niños; porque con poco se debilitan sobre- manera, y porque su sangre contiene pocos elementos esenciales. Las mugeres, que podrían creerse máquinas de hacer sangre, vista la sorprendente]cantidad, que ha- bitualmente pierden,'no deben ser sangradas sin grande reflexión, porque su sangre contiene mucha agua, y por 39 Jas perturbaciones inevitables en el momento de las re- glas. La sangría generalmente se hace en medio del bra- zo, y del entrebrazo. Consiste en ligar el brazo dos de- dos mas arriba del punto, en que se ha de sangrar, y cuando las venas se hinchan, se elige la mas retirada del centro, y se pica un poco de lado, procurando, que Ja lanceta la abra bien; pero sin dirigir la punta al fondo, sino lo suficiente, y algo de soslayo. Cuando hubiese sa lido una buena proporción, se afloja la ligadura, cesa de correr la sangre, se aplica un lienzo cuatro veces dobla- do, y se venda el brazo, haciendo la figura de un 8, pa- sando por encima déla sangría. Lo mismo se practica en los piés y en las manos; solo que es necesario poner- los en agua caliente, para que la sangre salga sin inter- rupción. Porque no han de sangrar los que pueden so- correr á tantos infelices, que viven lejos de los médicos? No componen una dislocación, una fractura, que es mu- cho mas difícil? Las sanguijuelas son poco necesarias; y Jas ventosas nada racionales. Pueden muy bien ser reemplazadas por las sangrías, por los cáusticos, y mu- chas veces por las simples cataplasmas. De cualquier modo debe huirse de sacar sangre todo lo posible. Car- nifex humanoe naturceputandus, quí absqae gravi causa sanguinem é vena emitit. Se ha de considerar como un carnicero de la naturaleza humana aquel que sin grave necesidad sangra. Esta es una opinión antigua, y Ja 40 de todos los prácticos de grandes capacidades científicas. Secreciones. El sudor es una secreción del cutis tan abundante y transcedental, como es de presumir de una membrana de extensión tamaña. Entre este y la respiración pulrno- nal salen del cuerpo humano en el espacio de veinte y cuatro lloras, de dos á cinco libras de agua, mezclada eon varias substancias animales,y minerales. El estado de la atmósfera,y el del euerpo son la causa de tan fuer- te oscilación. Sin pena pues se comprende, en que con- sisten tan varios estados de los cuerpos en un corto espa- cio de horas, y como en un istanle la salud mas robusta se pierda. Dicho se está, que nuestras imprudencias de pasar bruscamente del sudor ó calor al frió, produce .las mismas consecuencias. Mas esta misma razón hace saltar á los ojos los incalculables recursos, que en el su- dor encuentra el médico, para la curación de las enfer- medades. No se extrañe pues, que á cada paso los pro- ponga en el tratamiento de cada una de ellas en su lu- gar comveniente. Por lastimera desgracia, no se hace atención bastante al valor del sudor, que tan ventajosa- mente ahorraría tanta sangre mal sacada, tantas drogas indiscretamente usadas. La orina. Esta es otra secreción muy semejante á la anto- 41 rior en su composición é importancia por los principios mórbidos, que son eliminados por ella en el estado de sa- lud, y de enfermedad, ya sean procedentes del organis- mo, ya accidentalmente introducidas. El ácido úrico la urea, y el agua son sus principales elementos. En las personas y enfermedades nerviosas falta la urea, y esto prueba la debilidad como causa. La orina es entonces clara. Todos saben, que en invierno se orina mas -que en verano, porque en este tiempo se suda mas, y en aquel menos. Esto pone en cuenta al observador, para excitarla orina del enfermo, cuando no puede obtener el sudor, y de esto sacará grandes ventajas, evitando san- gre y drogas, que casi siempre repugnan. La saliva. Esta secreción contiene en disolución varias salea, y es secretada por las glándulas de la boca con la abun- dancia bastante, para tenerla húmeda, para remojar los alimentos al masticarlos, para prepararlos á ser digeri- dos, y para neutralizar el ácido gástrico, que el estóma- go secreta con el mismo fin. Es de una grande impor- tancia en el cuerpo humano. Los fumadores, que por necesidad salivan, y que envenenan constantemente este liquido vital, contraen enfermedades de consecuencias lentas; pero seguramente fatales. El hombre secreta por dia dos onzas y media de saliva para todas sus ne- 42 cesidades, y hay personas, que fumando, escupen libras; qué de perturbaciones no se deben pasar en su pobre naturaleza? SUCO GASTRICO. Las bebidas no pasan sino en pequeña porción á los intestinos, se absuerven en el estómago. Los sólidos se disuelven en parte formando una materia, que se llama quimo. Para estas transformaciones es necesaria la influencia del suco gástrico, que es un lí- quido secretado por la membruna interior del estóma- go, de naturaleza ácido, y que contiene en disolución varias sales necesarias á su efecto. Los alimentos asi modificados, ó sea el quimo, pasan al duodeno, en el que reciben una porción de bilis, y de suco pancreático, que reaccionando sobre aquellos, resulta el quilo, ó la subs- tancia alimenticia, que se absuerve en los intestinos: es- tos expulsan los materiales, que no contienen ya ningu- na substancia, que pueda servir de alimento. La Bilis es tan necesaria para la digestión, que sin ella seria imposible la existencia: y se deja bien com- prender, si se fija la atención en el complicado y enorme órgano (el hígado) que la elabora, y secreta. Es un líquido espeso, verde, amargo, de olor nanseabun- do, su composición es agua, resina biliosa, y varias sales en disolución. La secreción mas ó menos abundante 43 de esta substancia, la3 alteraciones que puede sufrir, y las que puede ocasionar, son capaces de producir mu- chas y distintas enfermedades, y de agravar desgra- ciadamente todas las demas. LOS VOMITIVOS. Desde la antigüedad mas remota todos loá sabios prácticos convinieron,en que la enfermedad mas frecuen- te es la suciedad del estómago; y en que este estado po- día dar lugar á enfermedades numerosas, y á complicar gravemente las que tuvieren un origen distinto. En efec- to; este órgano se carga de una porción mas ó menos grande de materias morbíficas, que son residuo ó com- binaciones anormales de mucosidades de la bilis, de su- co gástrico. Los resultados inmediatos de un tal estado son la disminución, la pérdida, la bizarreria del apetito, la boca amarga, lengua blanca ó amarilla, mal gusto, olor acre, nauseas, y vómitos de materias mucosas, ver des, ó amarillas, hastio á la comida, pesadez ó dolor á la región del estómago, y á la cabeza, falta de fuerzas, orina cargada, diarrea, ó estiquez. Bien sea que el es tómago esté solo afecto, bien sea que haya otras enfer- medades, es esencialisimo el desocuparle de aquellos ele- mentos heterogéneos, so pena de ver sobrevenir otros males peores. El vomitivo está indicado; y muchas ve ces no basta uno; sino qne hay que repetirle una, dos y mas ocasiones. 44 Comunmente las personas cuando así se encuen- tran, acuden á los purgativos, viendo que su estado no mejora, los repiten hasta el extremo de debilitarse, y crear algunos males. Como pues querrán evacuar el contenido del estómago por intestinos? la razón rfatural no les dicta que el vomitivo es el medio directo? Pero hay cierta pre- vención en las gentes contra los vomitivos; y es por lo que trastorna la acción de vomitar, sin que tengan presente el bienestar, que se sigue al poco rato de haber vomitado; ademas de los beneficios inmensos que procuran. En todas las fiebres de mala naturaleza, en el asma, los vo- mitivos son el áncora de salud. En el tratamiento de las enfermedades en particular encontrarán mis lectores el uso estraordinario de los vomitivos; pero si tan extensa- mente los recomiendo, es por los felices resultados, que en tantos años be sacado de ellos, y porque escribo para individuos, que habitan paises cálidos, ó templados; en los que la medicación de sangre tiene pobres, ó fatales resultados. No es solo su efecto el limpiar el estómago, é impedir, que la sangre se infecte con materias tan per- judiciales; sino la reacción tan saludable, que causan en todo el organismo. Si muchas veces no se saca de ellos todo el partido, que era de esperarse, es porque no los repiten*bastante. No vemos los animales, por poco indispuestos que estén, comer ciertas yerbas, las grami- llas sobre todo, para excitar los vómitos, y curar asi sus males? 45 LOS PURGATIVOS. Estos producen su efecto irritando según su fuerza la membrana interior de los intestinos, como hacen los vomitivos sobre la del estómago, hasta que la violencia de sus contracciones los espulsa al exterior con las ma- terias en ellos contenidas, ó en los órganos en relación inmediata. Esto seria ya de un gran recurso, si se atiende á la infección, que pueden producir aquellas materias detenidas, y los gases emanados de ellas; no menos que (i las consecuencias de la comprensión. Pero sus efectos son mas transcendentales: moderan la circulación, ha- ciendo evacuar una porción de los líquidos, que circulan con la sangre por la aumentación de secreción en la mem- brana interior de los intestinos: la absorción en las cavi- dades del cuerpo aumenta en consecuencia; la bilis es se- cretada en mayor proporción; y se efectúa una revulsión enérgica en un punto distante de los órganos principales de la vida. No es de admirar que los purgativos tengan un poder tan enérgico contra una multitud de enferme- dades, aun las inflamatorias; porque á la verdad, dos ó tres purgativos separan de la masa total de la sangre mas porción que una ó dos sangrías copiosas; pero con la grandísima ventaja de no privar al sujeto de los glóbulos y materia colorante, que quedan en circulación, siendo la parte esencial de este fluido vital. En las enfermeda- 46 fies crónicas, en las escrófulas, en el venereo, en la tisis, en las llagas cancerosas, ó de naturaleza maligna los purgativos repetidos sin vanos temores, obtienen la es- pulsion de muchos malos humores producentes, ó pro- ductos de aquellos males, que son reemplazados con otros puros por los alimentos líquidos y sólidos. Para estas transformaciones es necesario tiempo bastante, pues no se remueven en un dia todos los humores vicia- dos de nuestro organismo. La mejor regla en su admi- nistración es continuarlos en estos casos, hasta que se noten efectos contrarios, y elegirlos mas ó menos fuertes según la resistencia del individuo. Téngase siempre presente, que los purgativos obran de varios modos. La ciencia los autoriza, recomiéndalos la experiencia. Has- ta la misma naturaleza ha querido llamar la atención de los hombres sobre su utilidad,sobre su necesidad. Desde el medio del verano hasta el invierno nos regala con una porción de frutas todas laxantes, que purgando lentamente á Jos consumidores, les curan males anteriores, y los preservan de los que son propios á estas estaciones, las menos favorables á la salud. Novemos al charlatanismo desenfrenado vender una multitud de píldoras,, y otros bre- vajes purgantes con aceptación increíble? Los vomitivos, y purgas de Lerroy no fueron saludados con universal regocijo hasta en los ricones mas separados del comercio del mundo? Y qué de victimas no ha arrancado de los ¡brazos de la muerte, á que las tenían condenadas las 47 sangrías,las sanguijuelas, las ventosas, los asquerosos potages, que se hacian de botica? Si los charlatanes me- recieran la severidad de la justicia, no mereciera Lerroy de la sociedad una estátusa? Sus vomi-purgas pueden ser mas sencillas, y sus efectos idénticos, mas su sistema Juiciosamente adoptado es digno de seguirse. LOS CALMANTES Son físicos 6 morales según el dolor. Este puede provenir de la inflamación, de la extensión, de la com- presión de la percusión, de laceración, de desorganiza- ción, de los excesos del frió y de calor, de las afecciones del espíritu, de ciertos estados del sistema nervioso; pe- ro siempre es un sintoma, y una cosa harto cruel. Su intensidad puede llegar hasta privar al sugeto de la vida en pocos instantes. La próvida naturaleza nos enseña á calmarle con los mismos elementos, que podrian des- truirnos, si abusásemos de este inestimable don. No pre- tenda aquí tampoco la ciencia el descubrimiento de este remedio eíicaz; conténtese de su análisis, y llene de opro- bio, á los especuladores de la humana credulidad. Pre- guntando los primeros españoles exploradores de Amé- rica á los salvajes, porque hacian uso del tabaco; les respondieron: qne era para adormec er las carnes y ha- cerlas descansar de la fatiga y del dolor. Poderosísima es la acción de un calmante, pues que quita el dolor, y 48 apaga los demas sufrimientos. Esta clase de medica- mentos es de necesidad absoluta á cada instante, y por tanto se halla indicada con frecuencia en los remedios de de las enfermedades en detal. No debe llamar la aten- ción del que sufre, y del que trata de curar, una cla- se de medicamentos sencillos, naturales, con los que el dolor, y todos los padecimientos se mitigan, y muchas veces desaparecen? Los buenos amigos con sus oficios son un precioso lenitivo en los males de larga duración; ofrezcan pues este precioso timiama á la humanidad afli- gida. Sunt verba et voces, qmbns hunc lenire dolorem Posis, ct magnam morbi deponere partcm. No hay acento y voz, que tu dolor mitigue, Ni que tu enfermedad en parte cure? Los CAUSTICOS. Son un poderoso remedio en muchas circunstancias, y su oportunidad está claramente marcada en los casos particulares. La naturaleza los Indicó en sus mismas enfermedades; pues que muchas dejan de existir, ó se alivian, cuándo una erupción se hace al cutis, que emite al exterior la secreción abundante. Plinio, Areteo y Dioscórides empleaban ya en su tiempo las canthari- das. Pero es imposible que los cáusticos no fuesen em- pleados por los primeros observadores. En las personas 49 débiles por temperamento, ó extenuadas por malee ó aflicciones, están mas particularmente indicados. Los TÓNICOS. Están reclamados en todo caso por la misma debi lidad, excepto la que proviene de la fiebre; bien que en- tonces mas es postración, que debilidad. Esta puede ir hasta el estado de marasmo, ó consunción, por las en- fermedades orgánicas, por las de larga duración, por un. mal estado del estómago, é intestinos, por lasj afecciones morales. Los tónicos requeridos entonces son: el aire puro, la luz, el ejercicio, los alimentos sanos, los vinos españoles, la limpieza, los buenos amigos, el hierro en polvo, las substancias amargas; pero todo á su estado natural. Las operaciones. Son una parte del tratamiento de las enfermedades. La acción de operar se llama cirugía en griego modifi- cado en nuestra lengua, y cirujano significa el que ma- quinalmente trabaja con la mano. No mueve pues á risa que al ilustre epiteto de Médico, añada este el grosero de Cirujano! En nuestros tiempos ha reinado una espeoie de furor por practicar operaciones; esto se esplica muy bien, si se atiende á que para evitarlas, hay que estudiar 50 mucho, y ganar poco, y al contrario para hacerlas basta un poco de ambición y bastante de osadía. Al fin todo lo cubre la tierra. No hay que dudar que el médico se ve obligado á operar en ocasiones muchas; pero también es muy cierto, que cuanto mas profunda es su ciencia, y de- licada su conciencia, tanto mas busca en ios recursos de la naturaleza, y de su arte los medios'meuos crueles de obtener el mismo resultado. Tarde se ha de desesperar de la pródiga naturaleza. La ciencia y la terrible es- pcriencia condenan muchas operaciones, que sin embar- go se hacen: tales son las del cáncer, de los aneurismas, délos tumores blancos, de las almorranas, del coto, del útero, del ovario, de la próstata, de la narices deforma- das, del hydrocephalo (trépano), de la cataracta senil, y otras, que aunque estén indicadas como útiles en unos, pueden tener en oíros malos resultados, ó ser de necesi- dad escasa. Aquellas que consisten en abrir algún tu- mor, grano, depósito de materia, ó sangraza, como los incordios y otros, pueden ser practicados por cualquiera Gon un bisturi, lanceta, ú otro instrumento, que se le parezca, teniendo siempre la precaución de dirigir la punta de soslayo, y no derecha hácia el centro. Asi los abrirán mas anchamente, y evitarán tcdo cuidado. La DIETA. Durante las enfermedades febriles es neeesaiar, y 51 ■será tauto ran« severa, cuanto el paciente es mas joven y robusto. No debe ser absoluta en los viejos, en las per- sonas débiles por temperamento, ó por padecimiento» ni en los enfermos de mucha duración. Esta privación de alimentos ha de ser ordenada con gran dis- cernimiento; porque ella sola es capaz de privar á la na- turaleza de los.recursos, de que puede disponer, para sacudirse de sus dolencias;y de conducir el pobre con- ídenado á ellas áiian?¿ muerte segura. Xa CONrAEECE^iCTA* Es mas óímci ios difícil según las enfermedades, su íl:uración, y las fuerzas del individuo* Ordinariamente id apetito os grande en la gente joven, pero como esta sea imprudente,es necesario moderarla y no permitir que cargue»:demasiado su estómago debilitado; ni co- man cosas de digestión laboriosa* Las personas mayo- res, y das quepireclaron nmy debilitadas, ven volver su apetito .con dificultad; por lo que hay que purgarlos, y ayudaran digestía n con un poco de vino generoso de ¿España. Los:baños y el ejercicio moderado son muy útif des, v tambienlia Ilimadura del fierro* La II0.5ZKOPATIA* ¿El arte fleos»! ar las enfermedados can substancias, 52 que pueden producir síntomas semejantes, es tan antigua como la medicina, y no hay práctico, que no lo ponga en egecucion á cada paso. Mas en los últimos lustros del siglo anterior Hahnneman, hombre de talento, y como tal perseguido, y humillado, romántico cual Alemán, y obstinado como filósofo, tuvo la fatalidad de desertar los grandes principios filosóficos de la medicina. Dejó á un lado la investigación de las causas, y la localización de los males, por sistematizar los síntomas de estos, y los de algunas drogas selectas administradas en porciones in- finitesimales. Este trabajo inmenso, produjo su famoso organon y su materia médica en 1810 y 1811. En fin es- te edificio sin cimiento se redujo á ruinas antes de ser techado. Pero como no haya cosa por absurda que sea, que deje de tener sus sectarios, esta no formó excepción á la general regla; mas según era de esperar la fuerza de su apoyo fué nula, y como por do quiera no falten caballeros de industria, que se apoderen de todo lo que puede serles lucrativo, y sin riesgo, especialmente,sobre lo que toca al tráfico de las miserias humanas; se espar- cieron por acuende y allende de los mares una multitud de aquellos con sus cajones de glóbulos feraces en gra- tuita cosecha. Que haya quien diga haberse curado con este pretendido sistema, no lo dudo, porque la sagaci- dad de aquel hombre ilustre impuso un régimen severo á sus clientes; de modo que esta nueva y regular vida, la prohibición de los ordinarios potages de botica, y la ilu- 53 sion tan poderosa en los enfermos, no podian dejar de tener muchos buenos resultados. Todo esto sin etnba-rgo forma para el hombre del arte una série de útiles recuer- dos, que ceden en favor de la humanidad doliente, de la que es el patrono nato. PARTE TERCERA. DE LAS ENFERMEDADES EN PARTICULAR. CAPITULO I. ENFERMEDADES INFLAMATORIAS ARTICULO I. Be la inflamación. Causas. Los temperamentos sanguinos, Tas bebidas fuertes, 3a juventud, los excesos de calory de frió en la atmósfe- ra, sus transiciones bruscas, la predisposición, las con- tusiones violentas, las heridas, las quemaduras, los par- tos, los gases, y substancias irritantes, los exercicios vio- lentos, el frió, cuando el cuerpo está en transpiración, la supresión de las secreciones, ó de cualquier fuerte erupción, la inoculación de materias contagiosas, la com- presión prolongada, las operaciones, 55 Síntomas. Son mas ó menos pronunciados según la violencia de la causa, que produjo la inflamación, y el órgano afecto. Por poco violenta que sea, produce reacción general, fiebre, sed, escalofríos, delirio. La coloración encarnada, la hinchazón, el calor, el dolor, la orina es- casa, y espesa, son fenómenos constantes. La sangre sacada de la vena presenta un coagulo estrecho compac- to, de color materioso, en medio de una gran cantidad del agua de la sangre, ó sea serosidad. Terminación. Por resolución, por supuración, por adhesión, por hidropesía, por la induración y aumentación de volumen de las partes, por la ulceración, por la creación de tegi- dos anormales, por la muerte, por la cronicidad, y en es- te caso los tegidos inflamados cambian su naturaleza, y modo de existencia. Tratamiento. En las inflamaciones ligeras bastan los tópicos, co- mo cataplasmas, baños, sudores, y si hay algún cuerpo extraño extraerlo, En los demas casos se ha abusado de un modo horroroso de las emisiones de sangre. Es- tas convienen en los sugetos jóvenes y robustos, pero con moderación, ayudándolas con los vomitivos, y pur- gativos, con los sudores copiosos, con los calmantes, con los cáusticos locales, con hacer desaparecer la causa, con los baños, cataplasmas, sinapismos. Todos estos medios, excepto las sangrías, convienen en las personas débiles por temperamento, por edad, por cualesquiera otra causa, y en los casos crónicos. Nunca se ha de ol- vidar, que los purgativos, y sudores, son pequeñas san- grías, que disminuyen bastante la masa total de la san- gre, sin privarla por tanto de su parte mas esencial. Esto prueba su grande utilidad. ARTICULO II. Cangrena. Causas. La inflamación descuidada, la supresión dó la cir- culacion, la compresión fuerte, el frió intenso, el mal es- tado de la sangre, la debilidad general, la inervación destruida, la vejez, los venenos, las materias en descom- posición, las contusiones profundas, la falta de cuidado y Limpieza en las heridas. 57 Síntomas. Desfallecimientos, hipo, vómitos, olor caracterís- tico, frió en el rostro, y en la parte afecta; eructos féti- dos, color amarillento ó renegrido, hinchazón, vientre elevado, delirio, temblor, fatiga, postración, pulso débil, rápido, irregular. Terminación.. Cuando la cangrena es interna, la muerte es por lo común inevitable. La limitación, y la separación de la parte, la absorción de su fluido, las'hemorragias, las úl- ceras profundas, las perturbaciones nerviosas, de la cir- culación, y secreciones, la hacen de un agüero fatal. En los casos, en que se limita á un corto espacio, cae el tegido asi mortificado, y la cicatriz se sigue. Los suge- tos robustos triunfan de este mal con mas facilidad» Alimentos sustanciosos, rico vino, mucha limpieza: cataplasmas de afrecho ó salvado cocido con vino, ó con aguardiente y agua, calientes y mudadas con frecuencia: lavar con el liquido restante la parte, ir separando los pedazos, que se presenten, paciencia, y retardar eJuso de instrumentos, que casi siempre es malo. Tratamiento. 58 ARTICULO III. Quemadura. Causas. El contacto mediato ó inmediato de todo cuerpo só- lido, líquido, gasoso, irradiante, cuya temperatura es elevada á mas de 80°; délos ácidos, y álcalis concentra- dos. Síntomas. Coloración, dolor, hinchazón cuando es bgera: ele- vación del cutis con ampollas, cuando es mas fuerte, y si es mayor, destruye en proporción los tegidos, produce fiebres, los dolores son agudísimos, la supuración se si- gue, la consunción, el delirio, el tétanos. Terminación. Por resolución en el primer caso, en el espacio de pocos dias; pero si la quemadura fuere muy extensa, podrá tener fatales resultados. En los casos medianos, la cicatrización tarda bastante: en los graves puede so- brevenir la pérdida de la parte, y de la vida. 59 Tratamiento. Empapar inmediatamente el punto quemado con agua salada fria, y mejor cou aceite de comer. Debe des- pués, durante todo el tiempo de la cura, no emplearse otra cosa mas que hojas de acelga, ó de col, ó cualquiera otra tierna y fresca, mojadas en aceite, aplicadas sobre la par- te, y renovadas cada dos horas los primeros dias, cada cuatro en los.demas. Se ha de lavar al principio, y fre- cuentemente con agua de malvas casi fria, y después con agua de cal todos los dias. Los purgantes han de ser de necesidad repetidos, según la gravedad del caso. Mucha limpieza, calmantes. ARTICULO IV. Contusión. CAUSAS. Todo golpe, ó choque sobre un punto de nuestro cuerpo bastante violento para alterar el cutis y las car- nes sin dividirlas. Síntomas. Cambio de color, dolor, hinchazón. Como la vio- lencia del cuerpo contundente, su forma, y la parte, á 60 que se aplicó, pueden variar; los síntomas serán en pro- porción mas ó menos graves. Terminación. Será mas ó menos pronta según la complicación de fracturas, y lesiones de las visceras encerradas en el vientre, en el pecho, en la cabeza, y según la intensidad del choque, y extensión de la lesión. Tratamiento. Baños prolongados de agua fria y sal sobre la parte contusa, ó aplicaciones de lienzos mojados en el mismo líquido, reiterados con frecuencia. Si se forma bolsa de sangre, ó sea chichón, se le ha de vendar fuerte, y remojar amenudo. Si la contusión fuere en la cabeza, pecho, ó vientre, los purgativos repetidos y suaves son precisos, y los calmantes, si hay gran dolor. ARTICULO Y. Flegmon. CAUSAS. La demasiada robustez, las heridas de armas de i fuego, las picaduras, las fracturas, en que hay pedazos de huesos sueltos, las quemaduras la compresión, los I 61 golpes, los cuerpos estraños, las secreciones detenidas la suciedad de estomago, la carie de los dientes, y huesos. Síntomas. Hinchazón, color encendido, dolor, puntadas, pesa dez, calor, fiebre, si el flegmon es grande; delirio, postra- ción mortal, cuando es difuso, ó muy extenso y profundo* Terminación. La supuración á los cinco, ó seis dias: á veces la resolución. Mas en los casos en, que se comprometen, partes importantes, ó que es demasiada la profundidad, y extensión del mal, puede comprometerse la vida. Tratamiento. Cataplasmas calientes mudadas cada dos horas, un vomitivo, purgativos repetidos todos los dias, según lo grave del mal; dieta, hasta la supuración. Después apre- tar un poco el tumor algunas veces, para ayudar á salir la materia; lavar la llaga con agua tibia, y jabón, y apli- car alguna hoja de acelga, col, ú otra untada en aceite, ó grasa fresca sin sal. En los casos de fiebre grande, pudiera necesitarse una buena sangria: pero nunca se deben poner sanguijuelas, ni ventosas sobre el flegmon. Los que "se forman en los pechos de las mugeres, que comienzan á criar, se han de cuidar con mas esmero ;í causa de su reincidencia, debida á construcción de la 62 glándula en departamentos independientes. En los pri- meros dias se deberán administrar veinte gotas de láu- dano cada seis horas, hasta la abertura del flegmon,pa- ra calmar sus atroces dolores. ARTICULO YT. Carbunclo, o grano malo. CAUSAS. El trabajo excesivo á los rayos del sol en verano, los, alimentos mal sanos, las bebidas espirituosas, la falta de limpieza, la miseria, la inoculación de la materia por insectos. Síntomas.. Mal estar general, una ó muchas postillas negras, cpie causan comezón insufrible. Coloración viva al rede- dor, dureza, que se extiende con rapidez, dolor, tensión, nuevas postillas. El paciente presenta un aspecto asus- ado, acusa sed inextinguible, postración, ansia, delirio, pulso vivo, pequeño, náuseas, hipo, sofocación, convul- siones. Todo se agrava más ó menos, según el punto del cuerpo, en que aparece este terrible tumor. 63 Terminagion. Una gran parte de los tegidos afectos se despren- den cangrenados, queda un vacio profundo, que cicatri- za lentamente. Pero siesta en un punto principal, la ma- yor parte de las veces es mortal en el espacio de seis á ocho dias. Toda la masa déla sangre se corrompe, y es inútil todo remedio, ó por mejor decir, perjudicial. Tratamiento. Poner una ventosa grande sin sajar sobre el carbun- clo, seguido de un caustico de fuerte extensión: levantar el cutis, aplicar hojas de acelga, de col, ú otras moja- das en aceite, cataplasmas calientes y continuas. Un vo- mitivo, purgativos en los dias siguientes, hasta ver desa- parecer el peligro. Después bastan las hojas y el aceite, para concluir la cicatriz. Las emisiones de sangre, las quemaduras, y operaciones son funestas. ARTICULO VII. Divieso, aiacido. CAUSAS Los alimentos insolubres, la suciedad, el calor, la presión continua, las viruelas, la bilis en el estómago, los cáusticos, los sedales, el mercurio, las bebidas fuertes.. 64 Síntomas. Son grandes mas ó menos, según que aparecen en la nuca, en los sobacos, (golondrinos) en el vientre, en los miembros superiores ó inferiores, en las nalgas: rara vez bay uno solo, y suelen ser numerosos. Al principio, es duro, colorado, ardiente, y doloroso según á donde está. Terminación. Supura á los siete ú ocho dias, y cicatriza irregu- larmente, no causando jamas peligro grave. Tratamiento. Cataplasmas, é interponer cuando supura alguna hoja fresca untada en aceite 6 grasa. Pero casi siempre convendrá tomar un vomitivo y una purga para evitar vuelvan mas. ARTICULO VIII. Panadizo. Causas. Las picaduras, espinas, quemaduras, inflamación, golpes, muerte délos huesos en las extremidades de los 65 dedos, y en las manos. Muchas veces las causas no soii apreciables. Síntomas. Hinchazón, dolor vivo, que se estiende hasta el bra- zo, puntadas, coloración. Si el hueso esta muerto, los sufrimientos no tienen fin hasta su espulsiou. Terminación» La supuración, y la eliminación de todo cuerpo ex- traño, y del hueso, si él es la causa. Puede llegar á com- prometer la salud general, la mano, y aun el brazo, si pronto no se remedia. Tratamiento. Envolver la parte con una hoja de tabaco mojada en aceite, bañarla en agua caliente, raspar el cutis para adelgazarlo, y anticipar la abertura, Pero lo mejor es abrirle pronto, y ancho con un bisturí, ponerle en agua caliente, para que desangre bien, y después curarle con ungüento amarillo, ó con grasa sin sal, ó con aceite, y aplicar uno ó dos dias cataplasmas. Cuando se ve, 6 se tienta el hueso áspero, se saca con unas pinzas, se apro- ximan los bordes de la llaga; y si se forman botones de- carne falsa, que sobresalen, é impiden la cicatriz, se les quema con piedra infernal, ó con un poco de sal en pol- 66 vo. Generalmente curan pronto si se abren bien al prin- cipio. ARTICULO IX. Una encarnada. causas. El calzado estrecho, y la deviación del dedo gordo del pié para adentro. Síntomas. Dolor que se exaspera con la marcha, ulceración en el ángulo, en que la uña entra, elevación de «arnés falsas, fétido olor en la supuración. Terminación. Si no se pone remedio, puede comprometer los hue- sos del dedo. Tratamiento. Cortar el borde de la una, para que no entre en la» carnes, raspar con un vidrio, ó tajaplumas la uña en el medio, hasta dividirla todos los meses, quemar con la pie- dra infernal los bordes carnosos. Todo esto cura el mal por algún tiempo solamente; y hay que repetirlo. El medio mas eficaz es cortar, y extraer toda la uña* 67 ARTICULO X. Erisipela. Causas.. El temperamento sanguino, la transpiración brusca- mente cortada, las bebidas alcoolicas, las emanaciones ó gases irritantes, la suciedad, la supresión ó dificultad de reglar, las secreciones naturales ó artificiales inter- rumpidas, las-pasiones de ánimo, la idiosincracia, ó pre- disposición personal. Síntomas. Escalofrios, fiebre, sed, pesadez de cabeza, á veces vómito, y delirio, hinchazón, coloración, dolor, calor, puntadas llenas de serosidad en la parte afecta, que ge- neralmente viene á la cara, al pecho, á las piernas. A los tres ó cuatro dias pierde-la coloración, se seca y cae el cutis en escamas. Terminación. Siempre bien. Pero cuando se extiende á una grande superficie, 6 es sintomática de alguna grave le- sión, el peligro es grande, y la muerte no tarda.. 68 Tratamiento. Hacer desaparecer las causas, si se puede, dieta, Vomitivos, purgativos repetidos en proporción de la gra- vedad, y desde muy al principio; bebidas refrescantes> sudor, y limpieza. Hojas frescas de acelga, col, lechu- ga, y otras empapadas en aceite de comer, y remudadas con frecuencia. En los casos, en que tomase un color renegrido, y que el paciente apareciese abatido, se le de- be comenzar á alimentar con buenos caldos, y un poco de vino, continuando, al menos que no se advirtiese, que esto producía un mal. Los baños tibios serian á veces necesarios. Las personas expuestas á la reproducion de este exantema deben vivir con precaución, sin come- ter algún exceso. ARTICULO XI. Escarlatina. Causas. Un estado de la atmósphera, y una predisposición de los cuerpos para contraería, que hasta hoy no pueden explicarse. 69 Síntomas. Frió, calor, fiebre, nauseas, vómitos, sed, ojos colo- rados, respiración frecuente Tres ó cuatro dias después sudor, comezón, erupción de manchas coloradas, en for- ma de ronchas. Comienza por la cabeza, y sigue des- pués por todo el cuerpo. A los tres ó cuatro dias un li- gero sudor aparece, se desvanecen las manchas, se ar- ruga el cutis, (epidermis) y cacen forma de afrecho ó salvado. Cuando reina epidémicamente, presenta otro» síntomas mas graves, según que complica el cerebro, ú otras visceras, según la dificultad de hacérsela erupción, y la alteración mas ó menos profunda de la sangre. La garganta se afecta en ocasiones de enginas peligrosas. Terminación. Es favorable en los casos no complicados, es muy de temer en los demas, y cuando las manchas son lívi- das, es mortal. Tratamiento. Desde el principio dieta, cama, beber naranjadas, orchatas, 6 alguna tisana agradable en mucha cantidad, para excitar un copioso sudor, que es lo mejor de todo. Si la erupción tarda, ó se hace difícil, si hay mucosidad, ó impedimento en la garganta, desasosiego, y el cutis, 70 'está seco, adminístrese un vomitivo; este prepara el su- dor. Si apesar de todo, las cosas continuasen mal, sin desatender los mismos medios, se ha de hacer uso de purgantivos repetidos. Los sinapismos, y calmantes pueden ser útiles. ARTICULO XII. Sarampión. Causas. Cierto estado de la atmósfera, y disposición del in- dividuo para contraerle. Los primeros años son mas expuestos á esta enfermedad, como la escarlatina. Síntomas. Escalofríos, dolor de cabeza, pesadez, mal de gar- ganta, ansias de vomitar, hinchazón de los párpados, in- flamación del ojo, secreción de lágrimas, vivo dolor al mirar la luz, serosidad por las narices; calor, fiebre, sed, tóz seca, opresión, dolor de riñones. A los cuatro 6 cin- co dias se hace la erupción, que dura tres ó cuatro, y concluye por desaparer, cayéndose la epidermis seca. Los casos mas graves presentan delirio, modorra, len- gua seca, pulso vivo, pero débil; y otros síntomas pro- pios de alguna complicación, como Ja descomposición 71 de la sangre, en cuyo caso las manchas son lívidas, en- negrecidas; las pulmonías, y afecciones gastro-intestina les. Terminación. Generalmente es buena, excepto en los casos com- plicados, hijos la mayor parte de las veces de los descui- dos de las madres; la debilidad llega en ocasiones á ser tan grande, que el sujeto muere. Tratamiento. Un purgativo al principio, y si la erupción es lángui- da un vomitivo: beber naranjadas, orcliatas, ó una tisa- na de cebada, borraja, ú otra siempre tibia, para procu- rar el sudor, que tanto importa en los exantemas. Si la erupción es poca, y los síntomas se agravan, ademas de continuar los dichos medios, se lian de administrar ba- ños calientes, y cubrir de sinapismos al paciente. Cuan- do la debilidad es grande por la mucha duración, y por las complicaciones de la enfermedad, se debe suspender la dieta, y alimentar al enfermo con caldos y sémolas de papa, ú otra, y con algunas cucharadas de vino &a. Las enfermedades, que pudieren resultar como hidrope- sías, diarreas, diviesos, se tratarán, como se dice en sus descripciones peculiares* 72 ARTICULO XIII. Miliaria» CAUSAS.. Los sudores prolongados, las pasiones violentas, las diarreas, los alimentos mal sanos, las supresiones de re glas, ó de otras secreciones normales, mórbidas, ó arti- ficiales, el embarazo, la estitiguez. Síntomas. Escalofríos, sudor, comezón al cutis, sed, fiebre, di- ficultad de respirar, suspensión de evacuaciones, lengua blanca, calor excesivo principalmente á las manos: sí- guese pronto una erupción espesa de pústulas, ó vegi- guitas blancas, ó encarnadas. Entonces la fiebre, y de- mas síntomas dejan dejan de existir. Al cabo de seis ó siete dias concluye la enfermedad abriéndose y secán- dose las pústulas, y cayendo el cutis con agradable co- menzon. Terminación. Solo es larga y fatal, cuando se reproduce, porque •ntonces la sangre está muy alterada; y cuando hay complicaciones en algún órgano importante. 73 Tratamiento. Refrescos de naranjadas, orchatas, ó tisanas de ce- bada, para apagar la sed, y entretener la transpiración. $i el caso se presenta grave, un vomitivo al principio, algunos purgantes después. La dieta dura tanto como la fiebre, fci hubiese complicaciones, trátense según ellas atacando siempre los síntomas de mas gravedad con preferencia. ARTICULO XIV, Viruelas. CAUSAS. No son conocidas: ereese existir en los elementos viciados de la atmósfera, y en la mayor ó menor pre- disposición de los sugetos á contraharías. La niñez y la juventud son mas expuestos. Síntomas. Escalofríos, fiebre, vómitos, sed, á veces delirio, la •Erupción se haee en la cara, y va descendiendo átodeel 74 cuerpo. Comienza por algunas manchas coloradas, que van elevándose,*y aumentando, formando pústulas con un cerco colorado, y llenas de hurpor claro al principio, luego espeso, que concluye con secar, y caer en costras con la epidemis. Cuando el número de pústulas no es grande, los síntomas son benignos, y se llama viruela discreta; cuando por el contrario es excesivo, los sínto- mas se agravan en proporción, y se llama viruela con- fluente, o de alfombrilla. Alguna vez toman desde el principio un color lívido; entonces la lengua se viste de una capa’blancuzca espesa, que tapiza toda la boca; luego se seca, y toma color ferruginoso, hay delirio, es- tupor, pulso pequeño, vivísimo, y todo marcha rápida- mente á la destrucción. Termijvacion. A los doce ó catorce dias todo concluyó bien, que- dando las manchas, que van desapareciendo poco á poco después. Mas si la viruela fué confluente, ó de alfombri- lla, á pesar de ceder la fiebre, Juego que es completa la erupción; no está exenta de peligro por la grande supu- ración, y superficie afecta, que despide un fétido olor, y que se lia de reparar con numerosas cicatrices. En mu- chas ocasiones se presentan en seguida gran cantidad de granos, ó abcesos, que producen mucha incomodidad. Ni son raros los casos, en que al desaparecer las pústu- 75 las, ó viruelas, otra nueva erupción idéntica se sigue. Esta enfermedad, y la vacuna podrán preservar bastante las personas de un nuevo ataque; pero no siempre, como se ve cuándo reina de un modo epidémico. Tratamiento. Refrescar al paciente con limonadas, naranjadas, orchatas, ó tisanas algo templadas, para promover y entretener la transpiración. Dieta, un purgativo al prin- cipio, otro al fin; pero deberá repetirse varias veces, si el sudor fuere imposible, y el caso grave. Las sangrías solo pudieran prestar buen servicio, cuando al principio hubiese delirio fuerte. Gargarismos emolientes. Mucha limpieza. Al principiar á secarse las pústulas, ó vihue- las, se ha de dar caldo, y comenzar á alimentar al enfer- mo poco á poco. La erupción desapareciendo repenti- namente, ó tomando un aspecto seco y lívido, podrá re- mediarse bastante con baños calientes repetidos tres ó cuatro veces, y administrando en lugar de los refrescos, un poco de vino generoso mezclado con agua, azúcar, y caliente, buenos caldos, todo en pequeña cañtidad, pero con frecuencia. Es un error muy grave el creer, que las viruelas, la escarlatina, el sarampión se pega, ó pasa por su propia virtud á otras personas. 76 ARTICULO XV. lia vacuna. Es opinión general que la vacuna libra las personas de las viruelas; y que por tanto deben envacunarse las criaturas lo mas pronto. Así se practica hoy en todos los pueblos mas ó menos civilizados. Es sensible que las mismas madres no envacunen sus hijos, siendo la cosa mas fácil. Vean como lo hacen en el Asia: ’ La madre levanta un poco el cutis del brazo de su niño con una aguja, toma con ella un poco de materia de la viruela, y la aplica á la parte, que acaba de abrir, repite lo mis- mo dos ó tres veces en cada brazo, y cuida que le ten- ga'sin cubrir un cuarto de hora. A los cinco ó seis dias comienza á levantarse la pústula, y á los ocho ya está madura, para poder con ella inocular á otros. Suele su- ceder, que en algunas criaturas tarda doce ó quince dias en aparecer. Deben conservar en un frasquito las costras, y en caso de necesidad servirse de ellas para en- vacunar así: las humedecen con una gotita de agua tibia, y al poco rato remueven el fondo con la aguja, y se sir- ven de este jugo como del de la viruela. No es necesario repetir la vacuna. El mejor tiempo para esta operación, es el otoño y primavera. No hay precaución que tomar in peligro. 77 ARTICULO XVI. Viruelas locas. Estas presentan los mismos caraciéres que las vi- ruelas; pero como apenas ocasionan algún mal estar, y en cuatro ó cinco dias, sin hacer remedios, todo finaliza feien, es inútil ocuparnos de esta afección ligera. ARTICULO XVII. Zona: culebrilla. Las mismas de la erisipela. Causas. Síntomas. Fiebre ligera, sensación^de calor ardiente, y come- zón en la parte, en que se ha de presentar la enfermedad. Esta es una erupción de vegiguitas llenas de líquido cla- ro, que forma medio círculo en el tronco del cuerpo, y es precedida de fuerte coloración al cutis. Terminación. A los ocho ó diez dias se secan las vegiguitas, cae la epidennia, y va desapareciendo el color poco á poco. 78 Tratamiento. El mismo de la erisipela, por su semejanza, ó iden- tidad. ARTICULO XVIII. Sal»aíio2ies. Causas. La impresión del frió grande en las estre'midades del cuerpo sobre todo. Los niños y las personas linfáticas están mas espucstos. Síntomas. Hinchazón inflamatoria de color lívido en los pies, en las manos, en las orejas, en fin en las partes mas es- puestas al aire esterior. Terminación. Por resolución, ó por cangrena, se forma llaga, que dura generalmente hasta que la atmósfera cambia; en- tonces se reproduce laepidermia, ó se forma la cicatriz. Tratamiento. Prevenirse contra ellos, abrigando las estremida- 79 des*, poner al principio alguna tela mojada en aguar- diente: si están muy inflamados, las cataplasmas serán muy útiles; y si se formase llaga, lavarla con vino, y cu- rarla con hojas frescas untadas con aceite, ó con cerato. ARTICULO XIX. Heridas. Causas. Todo instrumento cortante, punzante, contundente y semejantes. Asi las heridas son causadas por incisión, por punción ó picadura, por «uptura, y por armas d« fuego. Síntomas. Dolor, separación de tegidos, efusión de sangre. Cuando las heridas son muy grandes, 6 muy profundas, ó dañan algún órgano importante, pueden ocasionar la muerte en el instante, ó presentar en su duración síntomas diferéíites mas ó menos alarmantes. Terminación. Por adhesión, por supuración, por eliminación de las partes mortificadas, por la perdida de la vida. Tratamiento. 1. ® Retirar todo cuerpo estraño, sea procedente del 80 instrumento, palo, piedra, tacos, bala, vestidos &a.: 2. c Atajar la sangre, aplicando sobre la herida suficiente cantidad de trapo quemado ó yesca, un lienzo doble, y vendándola algo ajustado; ó mojando con frecuencia el mismo bendage con una fuerte disolución de agua y sal, basta conseguir el efecto; y después no volver á tocarla por espacio de dos ó tres dias. Entonces se re- moja el todo con agua templada, ó con aceite para le- vantarlo. 3. ° Unir los bordes de la herida, si se puede desde el principio y sugetarlos con tiras estrechas de esparadrapo, 6 tira emplástica, ó con una ó mas pmv tadas do aguja, hilo, ó cuando aquello no se pueda. Si la herida se inflama, y va á supurar, se quitan las tiras, ó puntadas, se aplican cataplasmas, y se cura como se dirá enseguida. Si no hubiere inflamación, ni supu- ración, ó fuere poca, se cambian las tiras, cuando se desprenden; cuidando mantener con los dedos, los bor- des, hasta que se apliquen otras, y limpiando eon agua tibia y jabón la suciedad. Se forman á veces algunos botones de carne falsa, que es preciso quemar con pie- dra infernal, ó algún polvo de sal para destruirlos. Las heridas por incisión se curan así muy pronto. Se pueden curar lo mismo todas las que son hechas por punzada ó picadura, y por ruptura, sirmpre que los bor- des se puedan aproximar; y cuando no,- según vamos á esplicar. Las heridas de armas de fuego están compli- cadas por la contusión délos tegidos, ó carnes alrededor. 81 Se deben también separar los cuerpos estraños, limpián- dolas bien, atajar la sangre, como se ha dicho, pero nun- ca* cerrarlas con tira emplástica ni puntadas. Estas co- mo todas las heridas, cuyos bordes no se pueden reunir, y que necesariamente han de supurar, sellan de curar con cataplasmas, hasta calmar la inflamación, y que la supuración sea franca. En seguida con cerato, ó aceite común en un lienzo fino, y mejor en hojas frescas de acelga, col ú otras, mudadas tres ó cuatro veces por dia, y lavando siempre con agua tibia y jabón. Si tomase mal color, si tardase en comenzar á cicatrizar, b si se pre- senta carne falsa, que pase los bordes, se debe tocar, pa- ra destruir esta, y avivar aquella con piedra infernal, ó polvorearla con sal. La gravedad de las heridas da lugar á síntomas generales, v. g. horripilación, delirio, fiebre, y demasque es preciso prevenir 6 combatir. En los casos en que la efu- sión de sangre fué poca, y grande la contusión, como acae- ce en las lesiones causadas por armas de fuego, y golpes contundentes, la sangría está indicada. Pero si no hay inconvenientes, un vomitivo, y un purgativo al principio son de absoluta necesidad; sin perjuicio de purgar otras veces al paciente, según la intensidad del caso. En las grandes supuraciones, se han de sostener las fuerzas con alimentos sanos, y vino generoso español. El enfermo debe tener la parte herida en la mejor posición. La mu- cha limpieza es precisa, el aire libre, y distracción. 82 ARTICULO XX. Inflamación de los huesos Osteítis. CAUSAS. La inflamación de los tegidos, que los rodean, la su- perficialidad de los huesos, las escrófulas el reumatismo, la gota, el escorbuto, el venereo, el abuso del mercurio, las fracturas, las heridas, y contusiones. Síntomas. Tumor duro, dolor sordo, lentitud ch la marcha, hinchazón de las partes inmediatas. Terminación. Por resolución, ó por supuración, por la carie, por la necrosis. Tratamiento. Dirigir remedios contra la enfermedad constitucio- nal, ó violenta, que produce la inflamación. Vomitivos, purgativos, sudores, baños, cataplasmas, tónicos. 83 El periosto, ó membrana que cubre el hueso exte- rior, é interiormente, y la médula pueden también infla- marse; pero el tratamiento es el mismo; y es inútil des- cribirlas en particular. ARTICULO XXL Fractura de los huesos. CAUSAS. Unas predisponen, v. g. los mayores esfuerzos de algunos huesos, su situación poco cubierta de carnes, las enfermedades largas, la vejez, el trabajo violento por si, o por las máquinas, 6 animales; el mal venereo constitu- cional, el escorbuto, el cáncer, el raquitismo, el abuso del mercurio, la gota. Otras lo efectúan: los golpes, las cai- das, el peso considerable. Síntomas. Dolor, torpor, imposibilidad de los movimientos, cambios en la forma de la parte, mobilidadde los peda- zos del hueso, ruido al moverlos causados por la frota* ciou del uno contra el otro. 84 Terminación. En cuarenta dias por los huesos chicos ó delgados, y en cincuenta por los de mayor consideración, la natu- raleza ha dirigido alli todos sus esfuerzos, y materiales necesarios, y con ellos soldado las dos puntas de los hue- sos con la mayor solidez. Muchas veces la violencia de Ja fractura ha ocasionado, que el hueso se divida en mu- chos fragmentos, (fractura conminutiva,) pero todo se pasa lo mismo, excepto con algunos, que no pudiéndo- se unir, dan lugar á tumores peligrosos para el miembro, y salen por supuración. Esto complica, y retarda la cu- ración; pero generalmente hablando, no se ha de deses- perar. Los huesos pueden también romper el cutis, y sa- lir al exterior los extremos fracturados; pero aunque es- to sea grave, no se ha de perder tampoco ligeramente la esperanza de la curación, ni precipitarse en operar. Tratamiento. Conducir con cuidado al paciente, y ponerle en ca- nia, colocando el miembro fracturado, y sosteniéndole en la posición natural, y como menos sufra. Si la parte está muy hinchada, se debe dejar asi, hasta que se des- hinche, aplicando cataplasmas. Corriendo el dedo índi- ce á lo largo del hueso, tropieza luego con la fractura. 85 que' conocerá por la desigualdad, y por el ruido de la frotación de las dos puntas, á la ayuda de algún movi- miento. Una persona sostiene el miembro por la parte supe- rior otra le estira por la inferior, y otra, la mas inteligen- te, toma con las manos los dos pedazos de Ja fractura, y trata de que se unan bien, y estén seguros; cuidando que el miembro esté en la dirección natural. Con una venda enrrollada de cinco á ocho varas, se comienza á vendar desde la punta de los dedos; se sube, y al llegar al codo, ó á la rodilla, se dobla algo el miembro, y se sigue ven- dando hasta lo último. Se unta todo con almidón de trigo cocido, y algo espeso; se comienza á vendar otra vez lo mismo, y pasando el codo ó la rodilla, se aplican unos pedazos de cartón fuerte, ó tablitas flexibles de dos dedos de ancho, y largos como la parte: se interponen en los huecos algunos lienzos doblados, para llenarlos, y se continua vendando hasta lo último, pasando sobre todas estas cosas, apretándolas con moderación. Otra capa de almidón debe cubrir el todo, y seco en veinte y cuatro horas, no se quita hasta pasar cincuenta días, al menos que no sobrevenga dolor grande. Es claro que cuando la fractura está en el antebrazo, ó en la pierna, no se ha de vendar el brazo, ni el muslo; pues basta lle- gar á la rodilla y al codo.. Mas como en estas dos par- tes haya dos huesos, se ha de redoblarla atención para po- nerlos naturalmente interponiendo en medio dos tablitas, 86 La fractura puede desgraciadamente estar compli- cada de herida. No importa, esta se debe limpiar, qui- tar las esquirlas, y todo cuerpo extraño, y en seguida hacer como ya se ha dicho arriba, sobre las heridas. En ningún caso se ha de permitir cortar un miembro, hasta experimentar bastante tiempo las fuerzas de la natura- leza, que sabe hacer tantos prodigios, y tan oportunos, como bárbaros son los males, que ocasiona el instrumen- to guiado por la precipitación. Cuando acaeciesen en los principios accidentes de fiebre, delirio, &a., podrá ser necesaria alguna sangría» pero con algunos purgativos, todo podrá remediarse. En las fracturas de los miembros interiores es preciso estar todo el tiempo en cama; pero no en las de los miembros superiores; una vez seco elvendage, el paciente debe es- tar levantado y pasearse. Las fracturas de los demas huesos del cuerpo no necesitan descripción, ó porque son varias, 6 porque se conciben fácilmente, ó porque se curan sin hacer nada, como haciendo. ARTICULO XXII. Dislocación de los huesos. Loe esfuerzos violentos, y las enfermedades de los huesos. CAUSAS. 87 Síntomas. La cabeza ó extremidad del hueso no está en su lu- gar, la forma de la articulación está alterada, y los mo- vimientos imposibles ó difíciles. Terminación. Por la reducción; ó colocación en su lugar, pero cuando está complicada de contusión fuerte, de herida penetrante, ó de fractura, puede dar lugar á consecuen- cias graves. Tratamiento. Colocado el paciente en la mejor posición, una per- sona sostiene la parte superior del miembro, otra le esti- ra fuertemente, y otra rechaza con cuidado el hueso sa- lido hácia su natural posición. Algunas veces hay que imprimir en el miembro algunos movimientos de rota- ción. Las complicaciones se tratan después, según que- da dicho en sus artículos respectivos. Conviene, coloca- do el hueso en su lugar, dejarla parte algunos dias en reposo, dándole la mas natural posición. 88 ARTICULO XXIII. Dislocación de la mandílenla inferior. Causas. La risa, los golpes, las caídas, los bostezos, la mas- ticación de cosas duras. Síntomas. La deformación de la cara, y de la boca, la imposi- bilidad de mascar, la dificultad de hablar, y de tragar. No conviene ignorar que esta deviación de partes, ha da- do lugar, á creer que el pobre paciente estaba afecto de un ataque de apoplegia, y que tuvo en consecuenci a qué sufrir los tratamientos mas activos, y sin interrupción, atendido á que el mal no cedia. No era pues de esperar de medios tales. Tkatamiento. El paciente asentado en una silla apoya la cabeza sobre el pecho de una persona, que la sostiene también con las manos en la frente. Otro envolviendo los dos de- dos pulgares en un lienzo, los coloca entre las muelas, y con los otros, y las manos apoya la barbilla, y las qui- 89 jadas. Con las primeras fuerza la mandíbula á bajarse de atras, y con los otros á levantarse de adelante; cui- dado los dedos, que pueden ser mordidos. ARTICULO XXIV. Dislocación fiel cuello. Causas. Los movimientos bruscos de la cabeza, la suspen- eion del cuerpo por ella, las caídas, los golpes, y acción permanente de los músculos afectos de dolores reuma- tismales, las enfermedades de los huesos. Síntomas. Dolor agudísimo, pérdida de sentido,y movimiento, hinchazón, color lívido, inclinación de la cabeza, sofoca- ción, peligro de la vida. Cuando la causa no es violenta, estos síntomas empeoran lenta y progresivamente^, Terminación. En las dislocaciones completas, la muerte. En las incompletas, la reducción es fácil, si se acude con tiem- po: en lasque provienen de enfermedades de los huesas los padecimientos son largos, y al fin se sigue la muerte. 90 Tratamiento. Sentado el enfermo por tierra, una persona detrás? en una silla, toma con ambas manos la cabeza, la levan- ta, imprimiendo lentos movimientos, hasta que quede en su posición natural. La hinchazón se disipa pronto des- pués con cataplasmas. Si la dislocación es completa, ó proviene de enfermedad en los huesos, toda tentativa es mala. ARTICULO XXV. ©islocaciom de! brazo. CAUSAS. Los diferentes movimientos, que le son propios, lle- vados al extremo, las caídas, y golpes. Síntomas. La imposibilidad de los movimientos, la deforma- ción de la parte comparada á su compañera. La sensa- ción al tacto de la cabeza del hueso en el sobaco, ade- lante ó atras, el dolor ó endormecimiento. Terminación. Se coloca en su lugur con facilidad, sí se hace en el espacio de dos ó tres meces, después ya no es posible* 91 Tratamiento. Siéntese al paciente en una silla no muy alia, una persona tiene el brazo por la parte superior del codo, del que tira contuerza, otra pasando un pañuelo por debajo del sobaco, le ata al cuello algo fuerte, y dirige la cabe- za del hueso, para que entre en su lugar; otra en fin sostiene el cuerpo para impedir los movimientos. ARTICULO XXVI. Dislocación del codo: ó del antebrazo. Causas. Las caídas sobre la palma de la mano, ó ios golpes en la misma dirección. Síntoeas. Un bulto duro, la deformación, la inmovilidad. Terminación. Por la reducción, si se hace ántes de dos meses, por que después es incurable* Tratamiento» fíl enfermo sentado en una silla, es sostenido con 92 fuerza. Cruza las manos una persona entre el brazo y el sobaco, otra tira con igual fuerza de la parte supe- rior de la mano, y otra poniendo las dos manos dobla- das sobre la sangría, aprieta con los dos dedos pulga- res sobre el bulto, dándole la dirección al sitio, que debe ocupar. Cuando le cree en plaza, manda al que tira la mano, doblar el antebrazo con dirección al brazo, y le tiene así sostenido algunos dias con un pañuelo al cue- llo. Si hubiese dolor 6 hinchazón se han de poner ca- taplasmas. ARTICULO XXVII. ILa «lislocaciois de la mano y «1c los dedos* Se trata bajo los mismos principi >s. ARTICULO XXVIII. Dislocación «leí muslo. Causas. Los pasos forzados, las caídas, y el peso grande sobre una persona, que cede, ó cae con él, y bajo de él. Síntomas. Deformación, imposibilidad de los movimientos na- turales, deviación del pié para afuera, y el miembro 93 mas largo* si la dislocación es adelante: y al contrario, si esta es para atras, el pié se tuerce para adentro, y el miembro es mas corto. Sensación de la cabeza del hue- so en cualquiera dirección distinta de la cavidad, que debe ocupar. Terminación. Se reduce el hueso á su lugar con dificultad á ve- ces. Mas si se pasa mucho tiempo sin hacerlo, no es posible después; pero el paciente se acostumbra á mar- char, y lo consigue aunque difícil é imperfectamente, formándose una nueva articulación. Tratamiento. El enfermo acostado sobre el lado opuesto, toma el médico, ó persona encargada, el miembro por la rodi- lla, le dobla hacia el cuerpo con una mano, y con la otra fuerza la cabeza del hueso á entrar en su cavidad. Si después de algunas tentativas no se consiguiese la reducción, se hará lo siguiente. Se pasa una sábana torcida por entre el muslo del lado sano, viniendo la mi- tad por bajo de la espalda, y la otra mitad sobre el vien- tre, cruzando ambos, y se atan á una reja 6 poste, que- dando la cabeza del lado opuesto. Otra sábana se ata á la parte superior de la rodilla y al pié. Uno ó dos hombres tiran fuertemente, y otro empuja Ja cabeza del 94 hueso hasta entrar en su lugar. A fin de oponerse á la resistencia muscular, que hacen Jos pacientes forzu- dos, convendría darles una hora ántes de Ja maniobra una píldora de un grano de extracto de opio; y mejor administrarle el cloroformo. Esta medida facilitaría mu- cho esta operación. Después de conseguido el obgeto, el reposo es necesario por algunos dias. ARTICULO XXIX. La* tlislocaeiosies de la rodilla ó de la pierna. Son casi imposibles, pero como se compongan, ó reduzcan tirando dos personas en sentido opuesto, y otra en medio forzando con las manos los huesos á en- trar en su lugar, no necesitan de particular descripción. ARTÍCULO XXX. Dislocación del pie. Causas. Las caidas sobre los pies. La dislocación puede hacerse para adentro, y es la ordinaria, para fuera, para alcas, para adelante, en fin para arriba, según la posi- ción, que tuvo el pié para resistir el choque. 95 Síntomas. La inmovilidad de la parte, la deformación, com- parando un pié con otro, el dolor, la hinchazón. Muchas veces se rompe una de Jas dos maleólas, ó sea la estre- midad inferior de uno de los dos huesos de la pierna, y aun las dos en ocasiones. El hueso dislocado forma co- mo un tumor, por el que podrá distinguirse la clase del mal, y por el que se podrá dirigir Ja operación para ponerle en su lugar. La dirección nueva del pié dirá lo dem as. Terminación. La complicación de los huesos de la parte hace mas difícil la reducción; las dilaceraciones de los diversos íegidos déla articulación, y las fracturas que suelen acompañarla, la hacen también durar mas. Dos meses después accidente, toda tentativa para reducirla es inútil. Tratamiento. Puesto en cama el paciente, un hombre forzudo abraza con las dos manos la parte superior de la pier- na que ha de estar algo encogida; otro hombre tira el pié en la dirección, en que le encuentra, y cuando sien- te ceder la resistencia le dobla despacio, dándole la 96 dirección, que debe tener en el estado sano. Ya en su lugar el hueso 6 huesos, se pone una venda rodada, comenzando desde los dedos, y remontando las vueltas hasta mas arriba de la garganta del pié, mojándola con aguardiente, ó agua salada de cuando en cuando. La dislocación de los dedos es rara, y también fácij de comprender el modo de reducirla. Pero en este caso como en el anterior el sugeto ha de tener encogidos el muslo, la pierna y el pié. ARTICULO XXXI. mordeduras de animales venenosos, é rabiosos. Causas. La vívora, la serpiente de cascabel, el perro rabio- so, poseen una cierta saliva venenosa, con la *ue ¡inocu- lan á las personas mordidas ó picadas por ellos. El virus así transmitido no siempre produce su efecto fatal; aun- que su transmisión se haga del diente al cutis traspa- sado sin intermedio de ropa; en cuyo caso limpiado en esta, cesaría el peligro. Son muchas las gentes mordi- das ó picadas por esta clase de animales, que no sin- tieron otro mal, que el dolor de la herida. Pero mu- chas también fueron sus tristes víctimas. 97 Síntomas. Dolor agudo, torpor, coloración alrededor de la he- rida, otras veces son vegiguitas, hinchazón de la parte, que se estiende con rapidez; manchas, costras negras que caen; la cicatriz se hace, y todo entra en el estado normal. Mas no siempre es así, y entonces se agolpan los síntomas generales, que son: fiebre ardiente, pulso lleno, agitado, nauseas, vómitos, cara encendida, ojos exaltados y encarnados, delirio, sed, sequedad de los labios y la lengua, estupor, sudores frios, hemorragia á veces por la boca, narices y ojos, ruido ele dientes, coloración amarilla, evacuaciones involuntarias, agita- ción violenta. Terminación. Cuando se presentan estos terribles síntomas gene- rales, la muerte es inevitable á los pocos dias, sin em- bargo que los de la rabia tarden de veinte ó cuarenta en desenvolverse. N.o apareciendo mas que el daño lo- cal, la curación es segura en algunas semanas ó días. Tratamiento. Poner inmediatamente una ventosa con un vaso algo grande sobre la herida, repetirla algunas veces; poner un ancho cáustico en la parte, ó una gran cata- 98 plasma de muchas cabezas de ajo pisado en contacto con el cutis, ó mojar en agua hirviendo un pañuelo ó servilleta cuatro veces doble, y aplicarla en el momento; repitiéndola para levantar la epidermia, obtener supura- ción viva y continua. No permitir las operaciones bruta- les y funestas, que se aconsejan en tales casos; pues que bastan pocos minutos, para que el veneno inoculado pase por Ja rapidísima absorvencia á la circulación, y de esta á todo el cuerpo; porque son muchos los que se curan sin hacer casi nada, y seria el último estremo de la bar- barie el haberles así mutilado, y quizás enviado al otro mundo. Los vómitos y purgativos repetidos muchas ve- ces, los sudores copiosos, los calmantes son necesarios; y sobre todo es la mas eficaz medicina el consolar al paciente, haciéndole olvidar el mal, y alejando de su imaginación el peligro, tanto mas cuanto este avance. ARTICULO XXXII. Muermo. CAUSAS. La inoculación del virus del caballo, ó de la nuda que lo padece el hombre. Estos animales tienen tos, y echan por las narices un moco como materia; los que manejan estas bestias, pueden tener alguna cortadura 99 ó escoriación en las manos; el virus ó materia tocando allí, pasa á la circulación; 6 el animal tosiendo envia alguna gota sobre las narices, ojos, boca del sugeto, A así inoculado contrae esta temible enfermedad. Síntomas. Tumores por todo el cuerpo; hinchazón y erisipela á la cara, dolores generales, empollas cangrenosas, fie- bre tifoidea, voz gangosa, secreción materiosa por las narices, postración, delirio. Tratamiento. El mismo délas picaduras venenosas, que acaba de ser espuesto. ARTICULO XXXIII. Mal Testereo: Sífilis. Causas. L n veneno específico secretado por las partes pu- dendas del cuerpo humano corrompido, transmisible por el coito, ó contacto inmediato, y que obra localmente, ex- tendiendo después sus extragos por todo, siendo absor- vicio. 100 ARTICULO XXXIV. Purgación: Gonorrea* Síntomas. Secreción de una materia clara al principio, des- pués espesa, ardor y dolor en el caño de la orina, que aumenta á la salida de esta. Aparece á los pocos dias del coito. Terminación. Desaparece pronto, si es curada como se debe; y sino, es de larga duración por las alteraciones, que cau- sa en la membrana interior del canal de la uretra, y gláudula (próstata), que estrechan el conducto, ó caño de la orina, y concluyen por producir fístulas de curación harto difícil. Gran cuidado se ha de tener en no tocar con los dedos impregnados de esta materia en los ojos, boca, narices; porque inoculándose dará Jugar á males horrorosos. Dá lugar también en muchas personas á la inflamación de los testículos, del prepucio, y en otras á dolores é hinchazones de las articulaciones, ó junturas de los miembros. Tratamiento. Bebidas frescas al principio para impedir, ó calmar 101 la inflamación. Estas pueden ser, agua de acelga,'ó de lino, ó de malva, de ortiga, ú otras. Media dieta; y cuando los ardores han cedido, se comienza con un vo- mitivo, seguido de purgativos diarios, hasta cederla pur- gación. Injecciones ó geriugatorios de agua algo sala- da, ó de agua y vino poco cargado al principio; aumen- tando este en proporción de la menor sensación. Esta purgación deja de ser venerea con el tiempo, tomando el verdadero carácter de supuración purulenta, prove- niente de alguna úlcera consecutiva en el canal, ó en las partes adyacentes: y por esta razón no tienen influen- cia los remedios ordinarios. Sin embargo los purgati- vos y geriugatorios la modifican, y al fin curan. El acei- te eopahiva, y la pimienta cubeba, con las preparaciones, que cubren ó moderan su mal gusto y olor, no son útiles mientras no produzcan el efecto purgante. Las pildo- ras de trementina son igualmente benéficas, tomándolas en cantidad suficiente para escitar evacuaciones repe- tidas. / ARTICULO XXXV. Llaga reiierea. Causas. La innoculacion por el coito, ó contacto de una ma- teria venenosa secretada por la llaga característica. 102 Síntomas. Un granito colorado, ovarios en la extremidad del miembro, en el prejuicio, ó al rededor. A los dos ó tres dias se llena de humor amarillento, que causa comezón, y se abre, dejando una llaga, que supura constantemen- te la misma clase de virus, que el que la dio el ser. Sue- le ser talmente corrosivo, que destruye sin cesar toda cla- se de tegidos afectos, hasta los huesos mismos. Por cicatrización; pero no siempre es fácil. En los sugetos estrechos de prepucio, es un accidente grave» porque hinchándose este no se puede descorrer, ni des- cubrir la parte, en que existe la llaga, y por consiguiente esto impide el tratamiento regular, y da lugar á inocula- ciones sin cuento. Terminación. Tratamiento. Lavar la llaga frecuentemente con agua y jabón, o con vino. Poner un polvo de almidón, ó harina sobre ella al principio, y después un polvo de ceniza fina, ó de cal, siempre que se lave. Si se endureciese, las cataplas- mas la pondrian en mejor condición. Mucha limpieza, media dieta, tres ó cuatro purgantes, y si el estómago CtSíú cargado, un vomitivo para principiar. 103 ARTICULO XXXVI. Incordio. CAUSAS. La materia secretada por las llagas venéreas mal tratadas, es llevada por los vasos absorventes hasta la glándula de la ingle, que inficionada se hincha, y obstru- ye- Síntomas. Tumor doloroso, y duro, que embaraza la marcha, y aumenta el volumen como un huevo. Terminación. Muchas veces se resuelve, dejando por bastante tiempo alguna induración, y es el resultado mejor. Otras á pesar de todo, viene á supuración, y al abrirse despi- de gran porciou de materia y sangraza. Continúa en es- te estado largo tiempo, forma muchas veces cicatrices viciosas, dejando en el fondo cavidades,que supuran con lentitud, para presentar un nuevo tumor, ó constituye ura fístula permanente. Tratamiento, Un' vomitivo, y después purgativos varios dias, partí 104 conseguir la resolución, y cuando no, para moderar la supuración, é impedir la absorción del virus. Cataplas- mas, sudoríficos, y cuando están maduros, conviene abrirlos anchamente, y colmarlos de hilas secas, para absorver la materia, avivar la cicatrización del centro á la superficie, é impedir la reunión de los bordes de la abertura, y la mortificación del cutis en ancha superficie. ARTICULO XXXVII. Venereo constitucional. Causas. El contagio, la úlcera venerea, el incordio, la supu- ración, la absorción, la corrupción de la sangre por el virus, y transporte de este á otros puntos del cuerpo. Síntomas. Dolores nocturnos á los huesos, llagas en la boca, en la garganta, en los ojos, en las narices, en los oidos, en la madre, en el recto. Ulceras en varias partes, sobre tedo en las extremidades. Necrosis ó destrucción délos huesos, erupciones al cutis con costras amarillas, que se suceden unas á otras, manchas feas, hinchazón, y su- puración inagotable de las glándulas, lamparones. To- das las funciones del cuerpo, están pervertidas, entorpe* 105 ciclos los sentidos: hipocondría; en fin seria casi imposi- ble describir los males, á que da lugar el venéreo. Terminación. Por toda la vida existe ya mas ó menos modificado; y al fin, si no mata al sugeto, abrevia sus dias, y compli- ca sus enfermedades en estremo. Tratamiento. Es muy esencial tratar de renovar la masa de la sangre, y humores por muchos tiempos. Para esto el medio de vomitivos, purgativos, de sudoríficos, de ba- ños, de ejercicio, de los alimentos sanos, y de las conso- laciones de la amistad, es de una importancia mayor. ARTICULO XXXVIII. Crestas venereas. Éstas se forman la mayor parte cíe las veces, sobre la extremidad de la uretra, en el prepucio y cutis; en los labios de la vagina, en el ano. Parecen á la cima de la coliflor. El medio mas expeditivo de curarlas, es el de cortarlas con una tijera, y poner sobre ellas un polvo, de alumbre, ó de sal, o de ceniza fina. 106 ARTICULO XXXIX. Fiebre cerebral: inflamación del ce- rebro. CAUSAS. El frió de las extremidades, que aumentó el flujo de sangre hácia la cabeza, la supresión de las reglas, ó de la secreción de las almorranas: las pasiones violentas, el demasiado trabajo del cuerpo, y del entendimiento, los licores, el tabaco, la esposicion á los rayos del sol ar- diente, los golpes directos, ó indirectos sobre el cráneo, las comidas opíparas, la costumbre de cenar en las per- sonas robustas. Síntomas. Color encarnado de la cara, y de los ojos, intole- rancia á la luz, pesadez de cabeza, vértigos, angustias, escalofríos, sed, fiebre, delirio, dificultad de respirar, movimientos desordenados, y á veces estrepitosos. Terminación. En no pocas ocasiones es mortal en el espacio de seis á ocho dias; y en otras se prolonga indefinidamen- te; y puede dejar tristes é indelébiles trazas, por los pro- 107 ductos orgánicos de nueva creación, que se suceden. Pe- ro ordinariamente cede á los remedios aplicados á tiem- po. Tratamiento. Si el estómago está ocupado, un vomitivo: y sino un fuerte purgante cada dia, sudores copiosos, sinapis- mos entre las espaldas, en los brazos, muslos, piernas, y piés; pero sostenidos una hora cada vez. Baños ca- lientes; si el cutis estuviere seco; envolver la cabeza en un pañuelo mojado amenudo en agua bien salada, y cuando no bastare, ó el mal fuere muy violento, se debe hacer una ó dos sangrías copiosas, Es de advertir, que en los niños, y en los viejos, prueba muchas veces mal el sacarles sangre; porque estando la causa principal en el estómago, y en los intestinos con frecuencia, es á ellos á donde se debe dirigirla atención, en lugar de privarles de la sangre, quereponen con dificultad, y que contiene mucha agua. ARTICULO XL. Inaflniacioii de los ojos: Oftalmía Causas. Los cuerpos extraños como tierra, cal, pestañas 108 íca. las heridas, el mucho calor, los golpes, el frió in- tenso; el excesivo trabajo á la luz del sol, ó artificial; y en ciertos individuos una predisposición por temperamen- to: la inoculación de las gonorreas, ó purgaciones, la supresión délas enfermedades del cutis, del flujo de las almorranas, de las reglas. Síntomas. Dolor y pesadez de cabeza, coloración encarnada en los ojos, inchazon, obscuridad, lagrimeo, dificultad, ó imposibilidad de resistir la impresión de los rayos de la luz, sensación como si hubiese caido arena, punta- das, sensación de calor en la órbita, vista de objetos lu- minosos. Terminación. La resolución se hace en ocho 6 quince dias, y todo se concluye bien ordinariamente; pero ya sea por falta ó vicio de la asistencia, por predisposición de la persona, por complicación del venereo, y de ciertas erupciones, el mal puede hacerse crónico, y dar lugar á afecciones or- gánicas, nubes frecuentes en ios niños, cicatrices y otras. También puede perderse la vista, y aun el globo del ojo por supuración, y por cangrena. Tratamiento. Separar la causa, aplicar al principio lienzos tnoja- 109 dos en agua salada y fría; por la noche cataplasmas, uno ó dos vomitivos, y varios purgantivos hasta ver cederla inflamación. Sudar cuanto fuese posible. Sinapismos á los muslos, á, las pantorrillas, álos piés, á los brazos. Los baños pueden también ayudar. Alguna vez puede ser necesario un colirio; pero ninguno mejor que el de agua y un poco sal. La limpieza es indispensable; y parar separar toda secresion, se han de lavar con agua tibia muchas veces los ojos. ARTICULO XLI. Inflamación «leí oido: Otitis. CAUSAS. Ei frió húmedo, las contusiones, las heridas, los cuerpos extraños introducidos, sean sólidos, líquidos, ó gaseosos, los ruidos estrepitosos, como el del cañón, y otros. Síntomas. Hinchazón, dolor, ruido, punzadas, coloración, ca- lor. Cuando la inflamación está, ó pasa al oido interno, todo se agrava, y puede dar lugar á graves males cere- brales. 110 Terminación. Esta es por resolverse, por supurar y cicatrizar, sin dejar alguna lesión; pero también suele dejar destruida, ó alterada una de las muchas partes, que componen el oido interior, ó la mémbrana, que la separa, en cuyo caso la sordera mas 6 menos completa será inevitable. Otra terminación frecuente es la del estado crónico, con alivios y exacerbaciones, según la atmósfera. Tratamientos. Vomitivos purgativos repetidos, y si se presentasen síntomas cerebrales, como el delirio, ó modorra, conven- drá una sangría de veinte onzas, y mas en los sugetos robustos. Si el dolor fuere grande, veinte gotas de láu- dano cada seis horas, ó una píldora de un grano de extracto de opio cada ocho, dadas en una cucharada de agua, prestarían grande alivio. La leche tibia muchas veces injectada 6 puesta en el oido es buena. La supu- ración establecida necesita de limpieza cada dos ó tres horas. ARTICULO XLII. Inflamación de la nariz: Coryza. CAUSAS. El frió húmedo, que obra sobre la cabeza, y los pies. El paso de una temperatura caliente á otra fria, la acción de diversos cuerpos irritantes, sólidos, líquidos, gaseo- sos, los .golpes, las heridas, las erupciones al cutis, el uso del tabaco rapé, ó preparación semejante. 111 Síntomas. Calor, estornudos, sequedad, picor, dolor, pesadez, hinchazón, pérdida del olfato, dificultad de respirar, voz gangosa, luego viene una abundante secreción de humor acre, que inflama el cutis del labio superior, y el fin de las narices. Se complica muchas veces con las inflama- ciones de garganta. Terminación. Rara vez deja de curarse pronto con remedios sa- bidos de todos. Pero suele hacerse crónica, y dar lugar á úlceras, pólipos, y caries. Abiigo, transpirar, algunos sinapismos á las extre- midades, cataplasmas en la frente. Tratamiento. ARTICULO XL1II. Inflamación de la lengua. Glositis. CAUSAS. Las quemaduras, heridas, mordeduras, venenos mi- 112 nerales, y vegetales, pústulas malignas, y venereas, pi- caduras de insectos ponzoñosos, el abuso del mercurio- y licores. Síntomas. Hinchazón, que puede ir hasta no poder contener la lengua en la boca, coloración viva, dolor, sofocación, babeo, pero en los casos ligeros apénas se apercibe el mal. Terminación. Ordinariamente es por la resolución. Mas si la infla- mación es profunda, puede seguirse la cangrena, y aun la muerte por sofocación. Tratamiento. Los vomitivos, y purgativos, los sinapismos á los brazos, al pescuezo, á los muslos, pantorrillas y pies, muy repetidos; gargarismos. Y si se temiese la sofocación convendrá sangrar al paciente, y aplicar doce sangui- juelas á la garganta, cataplasmas, baños, calmantes. ARTICULO XLIV. IfitíiasnacioEi de la gargantas Kngma. CAUSAS. La impresión del frió, el cuerpo estando en calor: 113 El conservar largo tiempo los vestidos mojados, el dormir en cama húmeda, ó al sereno, las bebidas fuertes, la respiración de materias pulverulentas, ó gases irritables, las transiciones bruscas de la atmósfera. Síntomas. Dificultad de respirar, y de tragar, coloración encar- nada del centro de la garganta, hinchazón de las glán- dulas, sensación de sequedad, y puntadas, voz difícil, y ronca; mucosidades trabajosamente secretadas, sed, fie- bre, pulso lleno, frecuente de 100 á 140 pulsaciones por minuto, sofocación, delirio, estortor. Terminación. Cede fácilmente en los casos ligeros; pero en los graves, aunque suele curarse por resolución, la supura- ción es lo general, y también causa la muerte. La au- mentación de volumen délas glándulas queda perma- nente por muchos tiempos después de concluida la en- fermedad, si no se cura pronto. Tratamiento. Sudores copiosos por dos ó tres dias, vomitivos, pur- gativos, gargarismos con agua tibie, azúcar y algunas gotas de aguardiente, cataplasmas polvoreadas de mos taza bien caliente, y mudadas con frecuencia; sinapis 114 mos continuos, y cambiados de plaza en los miembros; y en los casos, en que la demasiada robustez lo exigiese, recurrir á la sangría. Los calmantes podrán ser muy útiles. Naranjadas, limonadas ú orchatas con abundan- cia, y algo tibias. ARTICULO XLV. Crup: jEsigíiia traqueal. CAUSAS. La humedad y frió de la atmósfera, ó la supresión repentina de la transpiración. Síntomas. Dificultad de respirar, tos penible, parasismos, sed, calor, inquietud, ansiedad, dirección de la cabeza hácia atras, como para facilitar la respiración difícil, angustias; la garganta está desde el principio tapizada por falsas membranas, que multiplicándose, sin cesar, por Ja eoa- gulacion de lasmucosidades espesas, estrechan la larin- ge, hasta ocasionar la muerte del individuo por sofoca- ción. Los niños la sufren mas. Terminación. Casi siempre fatal; porque raras veces se acude á asistir al paciente en el principio del J??al| creyendo no ser cosa de gravedad. 115 Tratamiento. Los vomitivos y purgativos son de un uso general. Los baños calientes con mostaza; pero sobre todo los su- dores copiosos, y á tiempo salvarían no pocas víctimas; sinapismos, calmantes. • ARTICULO XLVI. Tos, resfriado, catarro: Bronquitis. Los cambios de las estaciones, ó el paso del calor al frió: la humedad de los vestidos, de la cama, y del apo- sento; la debilidad, y predisposición de los sujetos. CAUSAS. Síntomas. Tos poco molesta, que pasa en pocos dias. Pero cuando el mal es intenso, ó epidémico, las circunstan- cias del individuo son poco favorables, y la estación per- manece friay húmeda, se inflaman la garganta y los bronquios, 6 conductos aereos, que van á confundirse en los pulmones: hay tos violenta, sed, calor, sequedad, del cutis, frió en las extremidades, fiebre, dificultad de respirar, dolor en el pecho, y en el estómago, esputos que se van espesando, y facilitándose su salida segun la enfermedad toca á su término. En los viejos, y perso- 116 ñas estenuadas queda el catarro crónico por el resto de sus dias, y en los tísicos por algunas semanas ó meses favoreciendo la evacuación de las materias purulentas. Terminación. Se resuelve después de existir algunos dias, ó supu- ra y permanece hasta la madurez, y expulsión del pro- ducto; y cuando hay lesión orgánica, termina con la vida. Tratamiento. El abrigo especialmente en los pies, rodillas, manos y codos. Sudar uno ó dos dias, refrescos algo tibios, si- napismos en los brazos, muslos, piernas y pies, muy re- petidos, media dieta, ó entera, según el caso, vomitivos, purgantivos de cuando en cuando; cambio de clima en los últimos casos, viajes largos. ARTICULO XLVII. Tos convulsa. CAUSAS. Un cierto estado de la atmósfera hasta hoy poco co- nocido, es el que produce esta, como otras epidemias es- pecialmente en los niños, y jóvenes. 117 Síntomas. Ataque de tos violenta con convulsiones, con dificul- tad de respirar; fiebre ligera, vómitos, sed grande, ron- quera, expectoración espumosa, trabajosa al principio, mas fácil á los quince dias. A este tiempo, los accesos de tos son menos frecuentes; annque mas largos, al cabo el paciente queda, como si nada sufriese, Terminación. Esta cruel enfermedad se prolonga por espacio de algunas semanas, y meses. La violencia de los ataques puede producir hemorragias, y lesiones mortales en el cerebro, en los pulmones, y en el corazón; de cuyos re- sultados perecea tantos niños. Los ataques concluyen por hacerse raros, y desaparecer. TrAT AMIENTO. Los vomitivos son excelentes por las materias, que hacen expulsar, y por la reacción general, que causan: se debe administrar uno cada dos ó tres dias. Algunas gotas de láudano en un poco de agua azucarada, de seis en seis horas, según la edad del enfermo, calman sobre manera. Purgativos, baños con agua caliente, y un poco de mostaza. Pero el mejor de todos los reme- dios es el cambio de aires, y cuando esto no fuere posi- 118 ble, se debe pasear al paciente por los sitios mas despo- blados, tenerle al aire libre, y nunca completamente encerrado. ARTICULO XLVIII. Puntada de costado: pleuresía, inflama- ción de la pleora. CAUSAS. Él frió, que egerciendo su influencia sobre el cutis, reconcentra la sangre, cierra los poros, y le imposibilita la circulación, y sus normales secreciones; los licores, el egercicio violento, los excesos, que ocasionan respira- ciones forzadas, los baños frios ó mojaduras, estando el cuerpo en sudor. Síntomas. Escalofríos, sed, fiebre, dolor fijo en uno de los eos* lados, tos frecuente, esputos al principio, y no siempre sanguinolentos, después purulentos, fatiga, pulso fuerte, cutis seco, sofocación, delirio. Terminación. Pronta y buena, á no ser que haya complicaciones de otros males graves, ó que se la descuido; en cuyo caso será mortal, 6 dejara perjudiciales adherencias entre /a 119 pleura y los pulmones. La hidropesía del pecho tiene este origen. Tratamiento. .Un sinapismo por una hora en el punto del dolor, y repetido cada seis lloras, hasta obtener alivio completo; naranjadas, orchatas, ó una tisana cualquiera, todo tibio, para conseguir un sudor copioso por dos ó tres dias; si esto no se puede obtener pronto, la sangria seria ne- cesaria, y aun debería repetirse, si la naturaleza se nie- ga á prestar aquel grande y suficiente remedio. Los si- napismos repetidos en las extremidades son muy buenos. Los cáusticos serán precisos en los casos mas graves, y en las personas débiles. Estos se podrán hacer de mu- chas cabezas de ajo mondadas, pisadas, entendidas en un lienzo, y aplicadas por espacio de tres horas en el sitio del dolor, y repetidas, si la primera no hubiese le- vantado el cutis. Los vomitivos, y purgativos serán muy útiles desde el principio, hasta el fin de la curación. Cuantas veces un vomitivo no ha atraído un sudor copioso! ARTICULO IL. Pulmouia: inflamación (le los pul- mones» Causas. Él frió rechaza la sangre de la circulación exterior? 120 y la acumula en los centros, sobre todo en los pulmones, y de aquí su inflamación. El invierno es fecundo en esta clase de enfermedad, pero también puede ser pro- ducida, cuando el cuerpo está en sudor, y se enfria de pronto. Los ejercicios violentos de la voz, los vicios de la bebida, y comida, la demasiada robustez, y los ataques anteriores predisponen á este temible mal. Síntomas. Dolor en un costado, tos, dificultad de respirar, cu- tis seco, sed, calor, ansiedad, imposibilidad de acostarse del lado afecto, fiebre precedida de frió, pulso lleno y fre- cuente, esputos sanguinolentos al principio, espesas mucosidades después, y al fin purulentos. Terminación. Esta enfermedad bien asistida á tiempo, y sin com- plicación, se cura en el espacio de una á dos semanas; pero si se la deja marchar, los pulmones se endurecen, la respiración es imposible, y la sofocación inminente. En los paises frios es ta enfermedad es mucho mas grave que en los templados, y cálidos. Es también en aque- llos mucho mas frecuente. Tratamiento. Es el mismo que el de la enfermedad anterior, (púa ada de costado ó pleuresía.) 121 ARTICULO L. Inflamación del corazón. Pericarditis. CAUSAS. El frió procedente del tiempo, ó de las imprudencias; la humedad de las habitaciones, los reumatismos, las bebidas espirituosas, el orgullo, la ira, el miedo, las aflicciones, la predisposición, la herencia, el trabajo vio- lento. Síntomas. Palpitaciones fuertes, dolor, peso en la región del corazón, ansiedad, sofocación, respiración difícil, color pálido, pulso duro y frecuente. Terminación. En pocos dias cede esta grave afección 4 un trata- miento enérgico. Mas si asi no es, se siguen enferme- dades orgánicas incurables, que ocasionan mil sufri- mientos, y la muerte. Tratamiento. Sudar copiosamente, purgativos diarios, baños, si- napismos por todas las extremidades, refrescos de naran- jadas, vinagradas, orchatas, y mejor de nitro. Y si esto 122 no se puede, ó no baste, y el sugeto es fuerte, una ó dos sangrías copiosas son precisas. ARTICULO LL Aneurisma del corazosis Hipertrofia. Causas. La inflamación aguda mal curada deja por residuo la aumentación mas ó menos grande del volumen y ca- vidades del corazón, que progresan lentamente: Las inflamaciones déla mémbrana, que le tapiza por dentro, y fuera; sus internas hidropesías, y cambio de textura producen el mismo efecto. Las inflamaciones en fin de arabas partes, que se forman lenta é inapercibidamente, debidas á las exalaciones húmedas del nitrato de potasa, (salitre) del que abundan muchas tieras. Las casas construidas con ellas sin precaución, producen mas aneurismas, que las causas, á que el vulgo las atribuye. Es también enfermedad hereditaria. Las bebidas, el tabaco, las pasiones tristes, y violentas, las caídas, y el mal venereo-exponen. Síntomas. Palpitaciones; ruido anormal, irregularidad en el ritmo, y fuerza excesiva en los movimientos del corazón, lo que se distingue, aplicando el oido, y comparando con 123 el que está sano. Dificultad de respirar. Color á vece» algo lívido, hinchazón al fin de los pies, que sube hasta ser muchas veces una hidropesía general. Terminación. Más ó menos pronto es mortal. Pero es de advertir, que muchas veces las gentes, que no lo entienden, toman por aneurismas las palpitaciones ocasionadas por causas morales tan comunes en la pobre especie humana. Tratamiento. Vida tranquila de cuerpo y de espíritu,'•filosofía, te- ner el vientre corriente, tomar algún purgante eu las exacerbaciones del mal, baños, refrescos ácidos, 6 cou nitro. Aconsejase la Digital, porque calma algo los mo- vimientos del corazón ¿triste recurso es el golpear con. tra el aguijón? Si la causa existe siempre la misma, ha- brá que estar envenenando siempre ál estómago, para hacer el supuesto bien al corazón, ó se hará igual daño á los dos? ARTICULO LII. Inflamación del estomago: Gastritis, Causas. Las comidas ó bebidas demasiado abundantes, las 124 licores, el agua fria bebida estando el cuerpo en sudor, los alimentos mal sanos, los golpes en aquella región, el fárrago de drogas de botica, ó de comadres, los ácidos, álcalis, ó sales fuertes, la salivación continua provoca- da por el tabaco, ó por el mercurio, los males de cabeza, y del útero. Síntomas. Dolor, calor, sudor, cuando pasa algo al estómago, ó se le oprime; sed, hipo, dificultad de tragar y de respi- rar, angustias, pulso vivo, fiebre, insomnio postración de fuerzas, y aun delirio. Terminación. Por resolución en pocos dias; pero también pasa con facilidad al estado crónico, formándose con el tiem- po degeneraciones orgánicas, como callos, cánceres &,a. También puede ocasionar en pocas horas, ó dias, la muerte, si se introdujo algún veneno destructor, ó cuer- po extraño no digestible, y de dañosa conformación. TRATA MIENTO. Un vomitivo, si lo que es la causa del mal, permane- ce dentro del estómago, un purgativo suave todos los dias. Refrescos continuos y á corta porción cada vez, agua de menta, ó de yerba-buena, y raiz de malva coci- da y fria, Sudar mucho, sinapismos repetidos en Ja bo- 125 ca del estómago, y en los miembros superiores é inferio- res*, baños calientes; y cuando todo está en calma, co- menzar á alimentar al paciente con prudencia, y encar- garle sumo cuidado en evitar todo exceso, y el uso de tabaco sobre todo. ARTICELO LUI. Inflamación del hígado. SIe patitis. CAUSAS. El frió atmosférico, ó accidental, el excesivo calor de la estación y del clima, el egercieio violento, la vida sedentaria, los licores y alimentos grasos, la intemperan- cia,las aflicciones, las pasiones deprimentes, la piedra, los cánceres, y otros tumores, las heridas, golpes y caídas. Síntomas. Fiebre, escalofríos, pulso fuerte y agitado, estiti- quez, orina biliosa encendida, dolor en el lado derecho en el hombro y paletilla, hinchazón, tos peqneña, pero frecuente, dificultad de respirar, y de acostarse sobre el lado derecho, nauseas, y vómitos de bilis, lengua carga- da, color amarillo en todo el cuerpo. Terminación. Se resuelve en diez 6 quince dias, y todo entra en 126 orden; pero en ningún órgano tienen las enfermedades mas tendencia á la cronicidad, y á los cambios de tegi- dos, que en el hígado. Los cánceres, los tumores, de hr datides, y otros son muy frecuentes. Tratamiento. Sudar bien dos ó tres dias; vomitivos, purgativos repetidos, limonadas, orcbatas, todo tibio, para excitar y entretener la transpiración, sinapismos á la parte do- lorida, y á las extremidades por mañana y tarde, baños calientes, y si el mal fuese demasiado grave se ha de practicar una ó dos sangrías fuertes: seis gotas de láu- dano cada cuatro horas, en un poco de agua. liiíSamacioM «le los intestinos: enteritis. ARTICULO LTV. Como en todas las inflamaciones, la impresión del frió sobre las extremidades especialmente, ó estando eJ cuer- po en sudor, las comidas, ó bebidas muy excitantes, las irutas sin madurar, la estitiquez, ó retención prolonga- da de las materias fecales, por los gases mefíticos, que exalan, y alteran la membrana mucosa, 6 interior de los intestinos, la invaginación de estos, su estrangulación en las bernias, y tumores cancerosos. CAUSAS. 127 Síntomas. Dolor, y elevación de vientre, vómitos biliosos, zur rido de los gases, estitiquez, ó diarrea, orina muy colo- rada, y escasa, sed, escalofríos, fiebre; y cuando la cau- sa es mecánica v. g. por la estrangulación de alguna hernia, hay hipo, las materias estercólales salen por la boca, viene el delirio, la postración, y todo aumenta pro- gresivamente. Terminación. En los casos de hernia estrangulada es casi siem- pre mortal; en los demas puede salvarse muy bien, si se aplican los medios necesarios á tiempo. Tratamiento. Los sudores copiosos por algunos dias excitados por refrescos tibios, y continuos, veinte gotas de láuda- no en una cucharada de agua tomada cada seis horas, cataplasmas rociadas de mostaza, lavativas frías, una por hora al principio, de agua sola, sinapismos repeti- dos dos veces por dia en los miembros superiores, é in- feriores. Si no basta, ó fuere lo dicho impracticable apliqúense seis sanguijuelas al ano dejándolas sangrar largo tiempo, ó practicar una sangría. 128 ARTICULO LV. Disenteria. Inflamación del intestino grueso. Causas. El frió repentino, la humedad, la fatiga, los malos alimentos, las materias estercorales mucho tiempo dete- nidas en los intestinos, la estación epidémica, las frutas sin madurar. Síntomas. Dolor al bajo vientre, postración, nauseas, vómitos, estitiquez, flato, escalofríos, fiebre, evacuaciones de ma- terias mucosas y sanguinolentas, que se suceden con pujos, dolores vivos, é inútiles esfuerzos. Terminación. Ordinariamente es buena en seis á ocho dias; pero cuando reina como epidemia, y se la descuida, tiene re- sultados terribles, ó por su duración larga y complica- ciones, que crea, ó por el peligro probable de la vida. Tratamiento. Lavativas de agua fresca una por hora, cataplas- mas al bajo vientre anchas, y remudadas cada tres ho- 129 ras, sinapismos á los miembros, refrescos tibios para provoear una transpiración sostenida, y si no se pudie- re, ponganse en dos ocasiones media docena de buenas sanguijuelas al ano. Diez gotas de láudano cada seis . horas. ARTICULO LVL Inflamación de los nilones. Mefritis. Causas. Las heridas, los golpes, y caídas sobre la parte, el trabajo violento, las concreciones de arenilla y la crista- lización de piedras, (cálculos) en el interior de sus con- ductos, ó en las uréteras, ó tubos, que conducen la ori- na á la vegiga, la circulación alterada, ó cargada de principios mórbidos, gotosos, ó venenosos, la predispo- sición, y las bebidas alcoolicas, el frió, la transpiración detenida. Síntomas. Dolor, puntadas, y calor en la región de los riño- nes, que se propagan hasta la vegiga y los testículos, in- cesantes deseos de orinar, poca orina, encendida, y con sedimentos, sed, nauseas, eructos, vómitos, fiebre, pos- tración. 130 Terminación. Pronta, pero su fatalismo está, en lo expuesta que es esta enfermedad á la cronocidad, y á la formación de nuevas y terribles dolencias v. g. el diabetes, la pie- dra &a. Tratamiento. Refrescos de limonadas, naranjadas, nitro, ó agua de berros y raiz de perejil, bebidas en gran cantidad: su- dar abundantemente, purgativos, sinapismos muchos, en Ja región de los riñones, yen las extremidades: baños dos por dia. Veinte gotas de láudano en una cucharada de agua cada seis horas, hasta que el dolor desaparece. ARTICULO LVII. Inflamación de lavegiga: Cistitis. Causas. El frío, las substancias y cuerpos irritantes, come as cantáridas, cáusticos, arenilla, piedra, la inflamación de la glándula próstata, la prolongada retención de ma- terias fecales en el recto, los golpes, y heridas, las son- das, y operaciones reprensibles. Síntomas. Dolor y peso al bajo vientre, ansia de orinar á cada 131 instante, y dificultad en hacerlo; cuyas sensaciones se pasan también en el ano, pulso vivo, fiebre, nauseas. Terminación. Desaparece el mal por resolución en pocos dias, ó supura, y cicatriza; pero si está producido por piedra, ó arenilla, se prolonga mientras dura la causa. La rup- tura de la vegiga puede tener lugar, y entonces la muer- te es segura. Tratamiento. Baños calientes tres 6 cuatro veces por dia, lavati- vas de agua fresca, con frecuencia, cataplasmas al bajo vientre, sinapismos á las extremidades, sudores, un vo- mitivo, y purgativos diarios, refrescos de cosas ácidas, como limón, naranja, vinagre, nitro, calmantes. ARTICULO LVIII. Eiíílfissiaeioii del útero: Metritis. Causas. Los golpes, las heridas, los tumores, el frió, la sus- pensión de reglas, los abusos veuereos, los partos traba- josos, las maniobras inútiles de las parteras, la prostitu- ción, las llagas, el cáncer. 132 Síntomas. Tumefacción, dolor, peso en el bajo vientre, nau- seas, sed, vómitos, calor, ansiedad, postración, suspen- sión de reglas, ó loquios, fiebre, ansiedad. Terminación. Por supuración, por resolución, y por cronicidad. Las llagas, las induraciones, los cánceres, el flujo obsti- nado, son un consiguiente resultado de esta afección co- mún. Tratamiento. Sudar mucho, un vomitivo, algunos purgativos, cataplasmas, sinapismos á los muslos, á las piarnas y pies; veinte gotas de láudano en una cucharada de agua cada ocho horas. Tisana de menta, ó sea agua de yer- ba-buena, ó de lino: baños. ARTÍCULO LIX. Inílamacion de los testículos: Orquitis. Causas. Los golpes, las heridas, la introducción de sondas y otros instrumentos por el canal de la uretra, las purga- ciones venéreas, el contacto de materias irritantes, el frío. 133 Síntomas. Dolores agudísimos, coloración encarnada; sensa- ción extrema al tacto, hinchazón, puntadas, sed, calor febril, insomnio, postración. Terminación. Se resuelve con dificultad. Rarísimas veces supu- ra, pero queda una aumentación de densidad y de volu- men, que desaparece con mucha lentitud, y que se vuel - ve á inflamar con las causas mas ligeras. No son raras las degeneraciones orgánicas, ni la hidropesía. Tratamiento. Purgativos varios dias, precedidos de un vomitivo, refrescos, sudar mucho, quietud, cataplasmas, calmantes. Tal podria ser el mal, que exigiera en las personas ro- bustas ademas una copiosa saegria. Baños muchos, reposo absoluto. ARTICULO LX. inflamación del peritoneo: Peritonitis. Causas. Como es la membrana doble, que envuelve los in- testinos, y los demas órganos del vientre, es fácil conce- 134 bir, que la deban afectar las mismas causas, y sus enfer- medades respectivas. Los sobrepartos mas comunmente. Síntomas. Los misnjos de la inflamación de bis intestinos. Terminación. También idéntica, excepto que como sea su cavi- dad interior de una extensión inmensa, y de una secre- ción tan abundante, las hidropesías son comunes, y enormes, y el meteorismo ó plenitud de gases, mortal. Tratamiento. Lo mismo que el de la inflamación de los intestinos* y mas fuerte en ias recien paridas, que la padecen con bastante peligro, purgativos repetidos. ARTICULO LXI. íxoía: Podagra* Causas. La predisposición hereditaria, la robustez demasia- da, la vida poltrona, los placeres bucólicos, la humedad» el frío, la suspensión d# alguna erupción del cutis. 135 Síntomas. Dolor, coloración encornada, é hinchazón de las articulaciones pequeñas. Mas comunmente se presen- ta en la primera articulación del dedo gordo del pié, que Ja desfigura en forma de ceporro. Las erisipelas en las piernas suelen coincidir. Este mal viaja, y cuando vá por las visceras del vientre, del pecho, y de la cabeza, causa compromisos graves por la vida. Terminación. Después de atormentar algunos dias, cesa el ata- que, para volver á cualquiera ocasión favorable, hasta que con el tiempo concluye con su víctima, si se aban- dona. Tratamiento» Vida activa, prudencia en comer y beber, refrescar- se mucho, preservar la parte de la humedad y del fno» Un vomitivo, y dos ó tres purgativos en primavera y oto- ño, y en los ataques. Tres ó cuatro sanguijuelas en el punto del dolor; calmantes, beber mucha agua. Reumatismo agudo. ARTICULO LX1I. CAUSAS» La humedad y el frió de la atmósfera en sus transí- 136 ciones bruscas, como sucede en primavera y otoño, de las habitaciones y ropas no ventiladas, de los cuerpos en sudor no cubiertos pronto con vertidos secos, afecta los individuos de esta dolorosa y obstinada enfermedad por la simple razón, de que todos los séres de la natura- leza pierden mas su calórico en razón directa de su su- perficie húmeda. Los que se entregan á los placeres de comer y beber con abundancia, y á no trabajar, corpo- ralmente, y los que por su profesión pasan una vida se- dentaria, están mas expuestos todavia. Síntomas. Escalofríos, sed, flojedad, pulso vivo y lleno, fiebre, dolor en una ó varias articulaciones (junturas) del cuer- po, hinchazón, coloración, inmovilidad, orina encendi- da y poca, estitiquez, sudores. Cuando se fija en la ca- beza, pesadez, irritación de la vista, delirio, modorra: si en el corazón, palpitaciones, ansiedad, dolor, sofoca- ción, palidez; si en el estómago, vómitos, nauseas, hipo, opresión, dolor: si en los riñones ó cu la vegiga, reten- ción de orina; en una palabra altera todos los órganos en que se fija, dejando muchas veces consecuencias de- sastrosas. Terminación. En dos á tres septenarios; pero la cronicidad acae- ce no pocas veces, descuidándose. 137 Tratamiento. Un vomitivo, y purgativos diarios, una cataplas- ma de pimientos picantes, (agises) cocidos en muy poca agua, y aplicada desde la boca del estómago en todo el lado derecho, renovada cada seis horas, y en contacto, con el eútis, refrescos ácidos, ó de nitro, y observar el estado de los principales órganos. Veinte gotas de láu- dano, ó una pildorita de un grano de extracto de opio cada ocho horas. Como el instinto natural haga, que para disminuir el sufrimiento, toda persona coloque el miembro enfermo en la flexión (doblado;) y como que permaneciendo asi mucho tiempo, los músculos exterio- res y sus tendones pierdan su fuerza, y contractilidad, y cedan todo el poder á sus antagonistas, resulta que el paciente podrá haberse curado del reumatismo, y quedar para siempre estropeado. Esto se ve á cada paso, y pa- ra evitarlo, se lia de estender diariamente el miembro, y obrar con energía para curar pronto el dolor. ARTICELO LXIII. Reumatismo de las articulaciones de los huesos. Artritis. El reumatismo, las torceduras, los golpes, las heri- das, las fracturas, las dislocaciones, el frió, las purga- CAUSAS. . 138 clones, el venereo constitucional, el temperamento lin- fático, los tubérculos, los partos. Síntomas. Dolor, hinchazón, coloración, dificultad en los mo- vimientos; algunas veces fiebre, y pertubacion general. Terminación. Por resolución, y á veces por supuración. La cro- nicidad es muy frecuente. Los tumores blancos, la in- duración, y la hidropesía de la articulación no sou ra- ros. En las rodillas son muy comunes las inflamacio- nes, y sus resultados temibles. Tratamiento. Si hubiere heridas, tratarlas como se dijo; si cuer- pos estraíios, sacarlos; un vomitivo, purgativos repeti- dos, sudores, baños, cataplasmas, y sino cediese pronto un caustico entretenido. Cuando los dolores fueren in- tensos, un grano de extracto de opio en píldora cada ocho horas. Si dependiese de venereo, dese la medici- na indicada ademas; y si de un temperamento débil, de- ben administrarse alimentos de buenas carnes asadas, de vino español, baños frios, mucho ejercicio antes y después. 139 ARTICULO LXIV. Reumatismo muscular, ú ordinario. CAUSAS. Las mismas del reumatismo agudo. Síntomas. Dolor mas 6 menos fuerte en una 6 muchas de las partes del cuerpo. Los mas ordinarios son en el pezcue- zo (tortícolis): en la parte superior de los brazos, y en las espaldas, en los riñones (lumbago): en las caderas (ciática). La escena se pasa en los tegidos blancos, que envuelven las fibras musculares. Aumentan con el calor de la cama. Terminación. A veces desaparece en algunas horas, 6 dias, pero otras permanece por mucho tiempo. Tratamiento. Los baños calientes, y los de vapor, el aguardiente, ó el aceite alcanforado, las frotaciones, en fin, mil y mil cosas se han propinado contra este cansado huésped. Lo que mejor suceso ha tenido en mis manos es 1? una pildora de espato de opio cada noche, un vomitivo por la mañana, baños fríos, abrigo. Pero el remedio, sobe- ano es el mucho exercicio. 140 ARTICULO LXV. Hidropesía. Causas. La aumentación de secreción, y la disminución de absorción, procedentes de enfermedades orgánicas, ó in- flamatorias de algunos de los órganos del cuerpo. Esta colección de líquido se puede formar 1. ° en el cerebro (Hidrocéfalo) 2. ° en el ojo (Ilidroftalmia) 3. ° en el pecho (Hidrotorax) 4. ° en el vientre (Ascitis) o. ° en el testículo (Hidrocela) 6. ° en el ovario, 7. c y en fin, en el tegido celular, ó grasa de todo el cuerpo (Anasarca). SÍNTOMAS. La aumentación de volumen, la sensación de fluc- tuación, la dificultad en las funciones del órgano, que da lugar á la hidropesía, y de los que están oprimidos por ella, la palidez, la postración, su aumento progre- sivo. Terminación. Generalmente fatal, como la enfermedad que pro- duce la hidropesía. Sin embargo las que provienen de una inflamación aguda, desaparecen seguida bajo la influencia de medios activos dirigidos diestramente contra ella. * 141 Tratamiento. Muchísimas substancias han sido empleadas contra las hidropesías pasivas, o por afecciones orgánicas; pe- ro con poca reflexión se ve lo absurdo, lo perjudicial de tales drogas. Un buen régimen en todo, procurar que las funciones del cuerpo marchen con regularidad, calmar los sufrimientos, que se exasperasen, los oficios de la amistad, y un poco de filosofía, harán mas bien, que to- dos los otros remedios. Para curar las hidropesías acti- vas, causadas por una simple exhalación inflamatoria, empleese el mismo tratamiento propuesto contra las en- fermedades del órgano, que las da el ser. Ordinaria- mente son los sudores, los vomitivos, los purgativos re- petidos, refrescos,baños, sinapismos, calmantes. ARTICULO LXVI. Fiebre. CAUSAS. Como casi todas las enfermedades Ja producen, y ella nunca sea sino un síntoma, o mejor un efecto; sien- do aquellas muy numerosas; la fiebre, como la hidrope- sía, no necesitará una particular descripción. Pero co- mo la costumbre, aunque no sea buena, tiene fuerza de ley; y como que bajo este nombre, con algún epíteto dis" 142 tiutivo, se describen varias afecciones giavcs, forzoso es seguir la huella. Síntomas. Existiendo un aumento de acción en el corazón, y en las artérias, hay necesariamente al principio escalo- fríos, y después exceso de calor, sed, orina poca, estiti- quez, sensación de debilidad, postración de las faculta- des del cuerpo y del espíritu. Terminación. Sagun la enfermedad, qne la produce. En las fie- bres, que se dicen volantes ó erráticas por los ligeros síntomas, que se presentan, y por su duración corta, to- do cede por si, sin empleo las mas veces de algún cui- dado. Tratamiento. El mas ordinario es, vomitivos, purgativos, sudar, baños, sinapismos &a, á fin de restablecer el equilibrio, y expulsar los principios heterogéneos, que constituyen el mal, ó que son por el constituidos. ARTICULO LXVII. Fiebre inflamatoria. CAUSAS. La acción del frió cuando el cuerpo está caliente, ó 143 la supresión de la transpiración repentinamente efectua- da, el exceso de calor, la intemperancia en la comida y bebida, el demasiado ejercicio, y la predisposición. Síntomas. Dolor de cabeza, de espaldas, y riñones, mucho ca- lor, sed, cutis seco, poca orina, y muy encendida, estiti- quez, postración, ansiedad, pulso lleno, y acelerado, á veces delirio: la boca, la lengua, y garganta seca, cara y ojos encarnados, exacerbaciones por la tarde. Terminación. En diez á quince dias por sudores, por diarrea, por aumento de secreción en la orina, por hemorragia de las narices. Mas algunas veces toma caractéres tifoideos por falta 6 mala asistencia, por desarreglos, y por complica- ciones: entonces el peligro de la vida aumenta. Tratamiento. Uno ó dos vomitivos, tres ó cuatro purgativos, limo- nadas, naranjadas, ó vinagradas, ú orchatas, algunos baños, sinapismos á las extremidades, defensivos de agua salada á la cabeza, renovados muy amenudo. Si hubiese delirio fuerte, serian bien indicadas una ó dos sangrías. 144 ARTICULO LXVIII. Tercianas: Fiebre intermitente. Causas. Los efluvios, ó emanaciones de materias vegetales, y animales en putrefacción en los pantanos y lagunas, favorecidos por la temperatura elevada de la estación, ó del clima; y llevados á grandes distancias por el aire. La mucha debilidad, los alimentos insuficientes y mal sanos, las casas húmedas, los rocios, las pasiones depri- mentes pueden también contribuir, y producir este mal. Síntomas. Dolor de cabeza, de riñones, frió y debilidad en las extremidades, esperezos, bostezos, náuseas, temblores, tiritones, dificultad de respirar, color terroso, abatimien- to, poca sensibilidad. Se sigue un estado todo opuesto» exceso de un calor seco, fuerte, coloración encarnada al eútis, aumento de la sensibilidad, lengua blanca, sed, orina pocay roja, pulso frecuente y duro. Todo este aparato sorprendente concluye con un sudor abundantí- simo: entonces el orden general comienza á restablecer- se, y todo queda al parecer concluido, hasta que al dia siguiente, á los dos, ó tres, una escena idéntica se pasa. 145 De aqui el nombre de Quotidiana, de Terciana, de Cuar- tana, según el número de dias, que se pasan sin sufrir él ataque. Terminación. En losparages, en que reinan las tercianas épide- camente, son muy difíciles de curar, y muy fáciles á repetirse. No es asi en los demas; pues comunmente ceden en pocos dias, y con remedios sencillos. Los qué las padecen largos tiempos llegan á morir Consumidos. Tratamiento. Uno ó dos vomitivos, y algunos purgantes bastan mu- chas veces, para que desaparezcan. A lo que se deben seguir buenos alimentos, y mejor vino. Todas las subs- tancias amargas son útiles; pero en los casos, en que no fuesen suficientes Jos dichos remedios, debe acudirse al siguiente: R.« doce granos de sulfato de quinina, dos gotas de ácido sulfúrico, y tres onzas de agua. Esto se debe beber de una vez al concluirse el ataque, ó sea cuando el sudor cesa. Debe también repetirse siempre que la terciana se repita. Esto no impide alimentarse una 6 dos horas después. ARTICULO LX1X. Fiebre tifoidea. Asi como las tercianas son producidas por las emct- CAÜSA6. 146 naciones de materias vegetales en putrefacción, asi tam- bién la fiebre tifoidea es ei resultado de las emanaciones animales en descomposición, ya sean sólidas, ya liqui- das, ya gaseosas. Por tanto las sufren los jornaleros, los presos, los soldados, los pobres, los que habitan los hospitales, á caiTsa de las muchas personas, que por ne- cesidad viven, ó padecen dentro de los límites de un pe- queño espacio, cuyo aire se renueva con dificultad. Los alimentos mal sanos, é insuficientes, las grandes fatigas del cuerpo, y del espíritu, las tribulaciones, los vicios. Síntomas. Postración de fuerzas, pesadez de cabeza, estupor, vértigos, escalofríos, fiebre, delirio á veces, diarrea, ele- vación de vientre, sensación de zurrido al apretar con las manos el costado derecho del vientre, lengua seca, encarnada, y en los casos graves renegrida, dientes y labios como con sedimento de ollin, sed, olor caracterís- tico. Terminación. En quince, á treinta dias, es favorable; pero en los casos grves, perecen la cuarta parte de enfermos. Tratamiento. Dos vomitivos en los primeros dias, purgativos en los siguientes, suspen iendo alguno en proporción del 147 demasiado efecto; procurar los sudores, sinapismos á los muslos, piernas, piés, y al vientre, repetidos diariamen- te, refrescos de limonadas, naranjadas, vinagradas, ú orchatas, baños calientes, si el cutis está sucio y seco. Mas cuando pasado algunos dias, se notase gran cai- miento, lengua, lábios, y dientes como col9 ollin, ó san- gre seca, se ha de añadir á los refrescos una sexta parte de vino español bueno, y dar algunos caldos substancio- sos, para alentar al paciente, y neutralizar los vicios de la sangre. Las lavativas de agua fresca en número de cuatro á seis por dia, son muy importantes, limpieza, re- novar el aire amenudo. ARTICULO LXX. Tííiss. Las causas, síntomas, terminación, y tratamiento, son lo mismo que en la fiebre tifoidea; porque la enfer- medad solo difiere en que cuando reina epidémicamente, se llama tifus, los atacados son muchos, y las víctimas numerosas. En las prisiones, cuarteles militares, en los hospitales, en los prisioneros en tiempo de guerra, y en los buques sin policía, son frecuentes, y toman un aspec- to mucho mas grave. Pero separando la gente á larga distancia, todo concluye felizmente. ARTICULO LXXI. Peste. Es un verdadero tifus. Habiendo observado dctc- 148 nidamente estos mismos males, con diferentes nombres, en los egércitos en tiempos de guerra, y en latitudes di- ferentes, en las prisiones, en la inmunda y fatalmente fatalista Constantinopla, en los hospitales, en fin, creo poder asegurar, que no hay alguna diferencia esencial, y que son comunes sus accidentes. ARTICULO LXXII. Fiebre amarilla. Las causas son las mismas del tifus, con la diferen- cia de que esta reina mas en los puntos cálidos. Los síntomas iguales, exceptólos vómitos y coloración ama- rilla del cutis; pero esto es debido al calor del clima, que en todas las enfermedades complica las vías gástricas, y las biliosas. Su terminación, semejante en consecuen- cia, y su tratamiento el mismo. No es contagioso. ARTICULO LXXIII. Colera morbus. Forma una entidad con el tifus, con la peste, con la fiebre amarilla. Las mismas causas, los mismos efec- tos. Los síntomas son, como en las otras pestes, mas 6 menos terribles, según la estación, el clima, el individuo, Ja salubridad local, la precaución pública, la asistencia. El estomago, el hígado, los intestinos parecen ser los puntos, en que se pasan sus funestos fenómenos. En 149 frió excesivo seguido de gran reacción, con fuerte dolor al estómago es, dicen, un síntoma distintivo de esta afec- ción. Lo cierto es, que en un hospital, donde haya mu- chos apestados de cualquiera de estas epidemias,encon- trará el observador los caracteres de la fiebre tifoidea en unos, los del tifus en otros, los de la peste en aquellos, los de la fiebre amarilla en estos, los del cólera-morbus en bastantes, los comunes en todos. La terminación es en muchos casos igualmente fatal en pocos dias, y aun en horas; en los demas se prolonga indefinidamente el buen fin, ó la muerte. El tratamiento tampoco varia. En los ataques que dicen fulminantes por su rapidez, todo es infructuoso. Los calmantes deben también usarse mu- cho, cuando hay muchos dolores, ó evacuaciones exce- sivas. Nota: Estas ideas sobre la identidad de la fiebre tifoidea, del tifus, de Ja peste, de la fiebre amarilla, y del cólera-morbus fueron presentados y sostenidos por el autor, en una tésis muy apreciada, ante la Universi- dad y escuela de Haller. Fueron al efecto examinadas las ideas y opiniones de los historiadores, de los poetas, de los filósofos, médicos y estadistas anteriores, á la era tcristiana, y las de los posteriores hasta nuestros dias» 150 CAPITULO V. Enfermedades nerviosas. ARTICULO I. Apoplexía. causas. El temperamento sangúi. o, la demasiada robustez, cuello corto, cargazón de espaldas, la glotonería en co- mer y beber, la vida sedentaria, el mucho trabajo inte- lectual, la habitual intoxicación por el tabaco, especial- mente tomado por las narices, los excesos de la tempera- tura, los tumores al cuello, la herencia. Síntomas. Pesadez de cabeza y de cuerpo, vértigos, sueño con- tinuo, ruido en los oidos, respiración difícil, pérdida de la memoria, lengua entorpecida, color encendido, espu- ma, y aumento de saliva ála boca, ojos fijos, ronquido, vómito á veces, apretón de quijadas, cara abultada, san- gre por las narices, postración, estremecimientos. Terminación. Cuando no hay mas que una congestión de sangre aj cerebro, luego que esta se deriva, todo cede en pocas 151 horas ó dias; pero cuando se rompió algún vaso sanguí- neo, la hemorragia por su proporción puede ser instantá- neamente, ó en pocas horas ó dias mortal; y sino, oca. sionar la parálisis de un lado del cuerpo, ó de una extre- midad de la lengua, y de varios órganos mas ó menos importantes. Tratamiento. Luego que se presentan los primeros síntomas, se ha de purgar al sugeto seis ú ocho dias seguidos, y evitar las causas, en cuanto fuere posible. Blas si el ataque se presenta, se debe sangrar copiosa é inmediatamente al paciente, y si hubieraR sanguijuelas, pónganse doce al ano, y repítanse á las seis horas, si no hubiere alivio gran- de. Puede ser necesaria otra sangria, que no baje de dos libras, como la primera. Baños calientes con aplica- ción permanente de agua fria bien salada á la cabeza. Aféitese esta, y apliqúese un cáustico grande sobre ella. Sinapismos anchos álos brazos, muslos, piernas y piés- Lavativas de agua y sal de tiempo en tiempo, aire libre, ningún olor. Luego que el paciente pueda tomar alguna cosa, se le ha de dar un purgativo. En fin, los sugetos expuestos á esta terrible enfermedad, deben vivir siem- pre con precaución, para evitar las causas, que la produ- cen, ó preparan. 152 ARTICULO II. Perlesía. Lamas copian es la apopiegía. Las lesiones de los nervios, que interi umpen su comunicación, ó privan de vitalidad, como las las contusiones, la estension exagerada, la presión permanente, las fracturas y dislo- caciones mal curadas, los tumores, las substancias ve- nenosas. CAUSAS. - Síntomas. Pérdida mas ó menos completa, del movimiento, o de la sensibilidad, ó de uno y otro, en las partes, con- sunción progresiva de ellas, frió, palidez. Si está en la cabeza, se notan luego la alteración de las facultades intelectuales, y el entorpecimiento de los sentidos. Or- dinariamente ataca un lado entero del cuerpo (Hemiplc- gia),y no pocas las extremidades inferiores (Paraplegia), otras un solo nervio, y por consiguiente las partes que él anima. (Parálisis.) Terminación. Cuando se pasa en un órgano importante de la vida es., mortal; y sino.es casi siempre incurable: pero se alivia.. 153 Tratamiento. Un vomitivo cada uno ó dos meses seguido de un purgativo, frotaciones con ortigas, ó escobilla, abrigo, * egercicio, y filosofía. / ARTICULO III. Jaqueca. IleauieFsiiaea. La suciedad del estómago, las digestiones difíciles, la tristeza, la predisposición, las afecciones uterinas. CAUSAS. Síntomas. Dolor agudo en un solo punto de la cabeza, que se estiende, mas 6 menos, ansias de vomitar, intolerancia de la luz, postración. Terminación. Desaparece en dos ó tres dias; pero vuelve. Tratamiento. Wn vomitivo, y un purgativo, egercicio. ARTICULO IV. Melancolía. El odHo al trabajo, los vicios, las tribulaciones mt CAUSAS. 154 i interpretadas, las locas exigencias, las lesiones del crá- neo, las enfermedades incurables, las digestiones labo liosas, la.soledad forzosa. Síntomas. La aberración de ideas, el gusto por estar solo, y 110 ocuparse de nada, un obgeto de desgracia que Je persigue constantemente; palidez ictérica, estitiquez, falta de apetito, inclinación al suicidio, estravagancias de toda especie, insomnio, delirio á veces, insania. Terminación.. í?or la vuelta á.Ia razón, ó por una agoRÍa lenta- aon delirio,, por la muerte. Tratamiento. Un vomitivo, y un purgativo de cuando en cuando, 3a ocupación y el egercicio son absolutamente necesarios, los viages, el cambio de clima y de escena, los consejos severos y elocuentes de la amistad, para hacer oir la ra • Wn harto aborrecida de estos infelices seres. ARTICULO y. Hii>ocondna>. Il&.deJíilidád dd sistema nervioso, ía3 demasiada*- Causas.. 155 ocupaciones intelectua'es, las desgracias, las esperan- zas ilusorias, la ociosidad, los vicios, los alimentos mal sanos, ó insuficientes, las enfermedades largas ó incu- rables, la herencia. Síntomas. La indiferencia á todo, las a prehe liciones falsas, el miedo, la desesperación, el temor de la muerte, la fa- cilidad de aumentar la proporción de sus penas, y de crearse otras imaginarias, la preferencia por la soledad, las digestiones malas, la estitiquez, los flatos, el insom- nio, los dolores espasmodicos en varias partes del cuer- po, las palpitaciones, las diarreas, la desesperación de mejorarse, las caprichos, las. iras con ñoca causa, eu finias inclinaciones á destruirse* Te n mina c r o n.. Por la adquisición de males crónicos y orgánicos en el estómago, en el hígado, en el corazón; y por el deSar- reglo de sus ideas. La locura, y ei suicidio no son raros en los hipocondriacos: la muerte., Tkatamie n t o». Evitar las causas, los buenos oficios,, y la severidad prudente de los amigos, el trabajo corporal, los buenos alimentos, los viages, un vomitivo, y un purgativo cada «uince dias, baños fríos, y salados, calmantes, la razón». 156 ARTICULO VI. Mistérico. CAUSAS. La constitución débil debilitada mas por las pasio- nes desarregladas, la pereza, el odio al trabajo; las viu das jóvenes, y las vírgenes, que asi envejecen, los tem- peramentos nerviosos, las reglas,y flujos excesivos, ó to talmente suspendidos, las tribulaciones, las enfermeda des largas, la miseria, las injusticias, la débil razón so l i e todo. Síntomas. La inquietud del espíritu, los suspiros, los lloros, los dolores de estómago, la falta de apetito, las difíciles digestiones, las palpitaciones del corazón, la sensación ardiente culos hipocondrios, las contracciones de estó- mago, que parecen á, una bola, que sube basta la gar- ganta, y sofoca; los gritos desmedidos, el delirio, los ata- ques momentáneos, como de locura, que pasan sm oe- íar memoria, los letargos. Terminación. O desaparecen, ó conducen al paciente lentamente al sepulcro, ó á la demencia. 157 Tratamiento. Evitar las causas, hacer dominar la razón, el traba- jo corporal; y en los momentos del ataque desprender los vestidos, aire libre, aspersiones de agua fresca á la cara, sinapismos á las extremidades, un vomitivo, y un purgativo cada mes, alimentos nutritivos, buen vino, dis- tracción, viajes. ARTICULO VIL Epilepsia: Mal caduco. Mal de corazón. Son poco conocidas. Los golpes, las heridas, las fracturas, Jas congestiones de sangre ó de agua, las con- creciones, los tumores, y pólipos; la mala organización de la cabeza, ó de la médula del espinazo, la debilidad del sistema netvioso, las pasiones, los vicios, los sustos, las lombrices, la dentición, la supresión de reglas, las afecciones nerviosas del estómago, la herencia. Pero lo cierto es, me parece, que la causa sola está en una exci- tación momentánea y permanente en el sistema nervio- so de la nutrición (gran simpático). CAUSAS. SÍNTOMAS. AI principio solo consisten en una ligera perturba- ción nerviosa, que se ve por la palidez del rostro, obnu- 158 blacíon de la vista, languidez general, secreción súbita de saliva clara; y todo pasa luego. Pero estos síntomas Van aumentando de intensidad cada dia, y al cabo de al- gún tiempo, se agregan los siguientes: Dolor de cabeza, al aproximarse los ataques, vértigos, disminución de la vista, presentación de varios fantasmas, irascibilidad, ruido en los oidos, frió en las extremidades, temblor, le- targo, y después de la aifa epiléptica vienen las convul- siones violentas, los ojos fijos, contracción de las pupi- las, espuma en la boca, crugidos de dientes, que muchas veces destrozan la lengua, pulso vivo y pequeño, respi- ración laboriosa. Este estado terrible dura de Seis á ocho minutos á una hora, sin que el paciente conserve memo- ria de lo acaecido, y quedando estropeado por bastante tiempo. Terminación. En la infancia se cura con facilidad, y aun desapa- rece por sí mismo; porque las causas son apreciables, en la pubertad ya es casi siempre incurable, y los ataques se suceden mas fuertes y continuados hasta que por fin, el paciente cae en el idiotismo, ó en la manía, y muere. Tratamiento. En la niñez bastan algunos purgativos, ó algún vo- mitivo. En las personas mayores se ha de evitar, que el paciente se golpée, y que no se muerda la lengua; pa- ra esto se le lia de acostumbrar á llevar siempre consigo 159 on pedacito de madera de dos dedos de ancho, y doce de largo, y á ponérsela entre los dientes, cuando conoce que el mal vá á atacarle. Vomitivos uno ó dos por mes, purgativos, buen régimen de vida, y cuidar de las funcio- nes del cuerpo. ARTICULO YIII. Caíalepsía, Causas. Ciertos desarreglos orgánicos del cerebro, ó del co • razón, las pasiones, los excesos del estudio, las lombri- ces, la suspensión de reglas, los males del estómago, y de los intestinos, la ociosidad. tSÍNTOMA'S. La suspensión repentina y momentánea de todo movimiento é inteligencia, el cuerpo quedando, mien- tras dura el ataque, en la misma posición, que estaba cuando comenzó ¡ignorancia completa de cuanto pasó! y continuación de la vida, y quehaceres cual si no hubie- se tal mal. Muchos sienten antes dolor de cabeza, vérti- gos, cansancio, temblor en los miembros, flatos, hipo, malestar. Tr. RMINAGÍON. Los ataques pueden durar algunos minutos, horas, 160 dias, y repetir muchas veces en un corto espacio de tiem- po. Suele curarse; pero complicándose con otras enfer uiedades, puede dar fatales resultados. Tratamiento. Algún vomitivo de cuando para donde, purgativos, evitar las causas, y remediarlas, tónicos á las personas débiles, cambios de pais, trabajar corporal mente» ARTICULO IX. Extasis. Raptos. Es casi idéntica á la catalepsia. Nada notable hay que añadir. ARTICULO X. Corea, baile de San Víctor* causas-. La debilidad, las pasiones y miserias de la puber- tad, el mal estado del estómago, y de los intestinos, las lombrices, la demasiada excitabilidad del sistema ner- vioso,das dificultades para reglar. Síntomas. La pérdida de la viveza, y jocosidad de la edad, de diez á veinte años,apetito irregular, sequedad de vientre 161 movimientos convulsivos de ios músculos de la cara, epte les fuerza á hacer mil visages, de los brazos y piernas del mismo lado, cuyos movimientos dieron lugar al nombre de baile de San Víctor. Generalmente desaparece, sin poner en peligro »i la vida, ni la razón. Terminación. Tratamiento. Evitar todas las causas de excitación de los nér- vios, buen método en las comidas, baños, ejercicio cor- poral, algún vomitivo, purgativos, sanos consejos, y si la debilidad es grande, limaduras de fierro, campo. ARTICULO XI. Furor uterino. Priapisisio. Causas. La obscenidad en las conversaciones, lecturas, pin- turas, y los malos exemplos. Síntomas. Deseos frenéticos é insaciables de lujuria, netos, miradas, y gestos impúdicos. 162 Terminación. Por perder la vergüenza, el juicio, la salud, y la Vida. Tratamiento. Purgativos, trabajo corporal fuerte, evitar las cau- sas, buenos consejos.' ARTICULO XII. 0enuncia. Locura* Causas. Vna perturbación molecular de la masa cerebral, de su circulación, exhalación, absorción, é inervación, ó de las partes inmediatas, y órganos necesarios y simpáti- cos; Las cosas físicas, como las morales pueden producir estos fenómenos con mas ó menos fuerza; y de aqui los diferentes desarreglos mentales apellidados á discreción. Los excesos de temperatura, de bebidas, de prostitución; Ja herencia, las enfermedades consuntivas, las heridas v golpes en la cabeza, las malas digestiones, el uso del ta- baco por las narices; la ambición, el orgullo, el miedo, el amor, la ira, los sustos, las vicisitudes de familia y de la fortuna, las humillaciones, la hipocondría, la epilep- sia, la melancolía, la masturbación, el furor uterino, mi1 otras cosas en fin inapreciables, ó desapercibidas. 163 Síntomas. Estos varían según la intensidad de la locura, déla circunstancias, que rodean al enfermo, y la temperatu- ra, en que vive. Los ataques, ó parasismos son mas ó menos tardíos y violentos. Unas veces viene de repente y otras va aumentando por grados. Sin embargo, se. la ve venir por las extravagancias del futuro loco, por sus impetuosidades, por sus proyectos fantásticos, por su falta de respeto, de la memoria, y del raciocinio. Las digestiones se hacen mal, las secreciones peor, el sueño es difícil é inquieto. La cara toma un aspecto de furor, ó de alegría excesiva, ó de hebetud: conversación á so- las, y llena de disparates, seguida de una especie de con - templación profunda; gestos, y ademanes diferentes, cruximiento de dientes, grandes esfuerzos musculares, gritos, ó silencio obstinado, lloros, lamentos, ansiedad, escenas mas ó menos terribles 6 alegres, insensibilidad al calor, al frió y demas padecimientos, apetitos extra- vagantes, voracidad en estos, en aquellos inapetencia, cstitiques, cutis seco y frió, mal olor. Terminación. Son mu dios los que se curan al principio de la de- mencia, y se curarían muchos mas, si se les asistiese á tiempo, y como es debido. La ciencia, la la humanidad de nuestro siglo, han desterrado los ine- dios bárbaros, que antes se empleaban con estos seres 164 infelices. Se lm de poner sumo cuidado en procurarles Ja transpiración del cutis, la regularidad de las digestio- nes, y de las evacuaciones, el sueño tranquilo; y para esto los vomitivos, los purgativos, los calmantes, los ba- ños, el exercicio, los alimentos apropiados, son de nece- sidad rigurosa. Las emisiones de sangre lian de ser raras, y solo en sugetos muy robustos y al principio. Evítense todas las causas que les pueden excitar. Dé- seles gusto todo lo posible, nunca se les contradiga. Co- loqúense pinturas, plantas, agua y demas, que pueda lla- mar, y recrear su atención, hableseles con agrado, cúm- plaseles lo premetido, oigan con paciencia sus quejas, y hágaseles pronta reparación. Cuídenlos con esmero en sus dolencias, recuérdenles las funciones necesarias de la vida. Cuando sea necesario reducirlos á la obedien- cia por fuerza, bagase con la moderación posible. Cam- bíeseles amenudo la habitación, las vistas, los alimentos, los vestidos, estén sus habitaciones y cuanto ít ellos toca en la mayor limpieza. Procurándoles el exercicio, en los labores de la tierra. En los momentos mas lu- cidos se les ha de conversar de cosas interesantes y agra- dables, monstrandoles siempre el contento por los adelan- tos de su salud y conducta. No se les exponga á la curio- sidad pubiiea. En fin, qué no se debe hacer por estos esgraciados? 165 ARTICULO XIII. BcMi'iiüii Tremesas. Locui'a de los borrachos. Causas. El vino con exceso, los licores, y el uso del tabaco. Síntomas. Nauseas, vómitos, eructos, desarreglo en las funcio- nes intelectuales, floxedad, agitación, temblor de miem- bros, fantasmas en la imaginacian, sobresaltos, ansiedad, temor, sospechas, rabias, gritos, terrores, aversión á los alimentos, ataques epileptiformes. Terminación. Los ataques se suceden con mas ó menos frecuen- cia, y el paciente concluye con perder el juicio, 6 la vida. T R ATAMIENTO. Si el delirio estaca su fuerza, adminístrese un gra- no de extracto de opio cada tres horas, hasta conseguir que el enfermo duerma, y después tres granos de tártaro emético en una copa de vino ó aguardiente, sin decir el contenido al paciente, pues con esto no pocos borra- chos dejaron la mala costumbre, atribuiendo los vómi- tos á la bebida, o al mal estado de su salud, á causa de ella: algún purgantivo, y dejar el vicio, cosa harto difícil de obtener de estos hombres ciegos. 166 ARTICULO XIV. liCLirgia. No es una enfermedad; sino un sintoma de conges- tión de sangre á la cabeza. TífcATAxMIENTO. Baños de pies con agua caliente y mostaza, un vo- ánitivo, y algunos purgativos. ARTICULO XV. Sine«s>e. CAUSAS* El excesivo dolor, las hemorragias, las pasiones vio- lentas, la vista de objetos disgustantes, el calor intenso, los olores subidos ó desagradables, la pena, las grandes- concurrencias, la mucha debilidad, las enfermedades o¡- gánicas del corozon y del cerebro* Síntomas. Privación incompleta de sentido, movimiento, y ptd- so; hay una especie de sofocación á lo región del corazón , palidez, sudor frió, respiración casi imperceptible, vista turbia, extremidades frías, aspecto como cadavérico* 167 Terminación. En media hora poco mas ó menos el paciente vtiel- vejgn si; pero hay personas, que lo sufren muchas veces, Xo es mortal por si mismo este mal. Tratamiento.. Poner al enfermo al aire libre, desatarle los vestidos,, que le oprimen, aplicar vinagre á las sienes, y á las na- rices para oler, refrescarle la cara con agua? fria, y calentarle los pies; darle una infusión caliente de mentas ó yerba buena, y evitar las causas de nuevos ataques.. ARTICULO XVI. Tétano®; pasmo real. Causas. La lesión de los nervios infinitos en la superficie del! cutis, ó de los cordones nerviosos resultantes de su reu- nión, por heridas, picaduras, quemaduras, contusiones,, desolladuras: y por la impresión del frió súbitamente apli- cado. Este mal es mas freeuente en los países cálidos por el excesivo calor del dia, y el excesivo fresco de la no- che, y mas sin duda, por las muchas, y repentinas osci- laciones de la electricidad en sus cambios positivo y ne- gativo. Los temperamentos nerviosos, las desigualdades- 168 de la atmósfera, y las enfermedades predisponen en gran manera. Síntomas. Calambres en el cuello, en el pecho, en las sienes; dificultad en los movimientos de la lengua, de las man- díbulas, y en la garganta, que aumentan basta la impo- sibilidad de pasar cosa alguna, y que se propagan á otros músculos, y á los principales órganos de la vida. Terminación. Casi siempre por la muerte. Tratamiento. No hay ninguno conocido; sin "embargo poner las partes heridas al abrigo delirio, es importantísimo; los baños calientes', y hacer sudar al paciente es también útil. ARTICULO XVII. Pesadilla. Incubo. Causas. El temperamento nervioso, la ociosidad, las diges- tiones difíciles, la mala costumbre de cenar, la estiti- quez, las conversaciones y lecturas sobre cosas terri- bles, que oprimen el espíritu, y alteran la circulación, iza lombrices, la dificultad en reglar, las desazones. 169 Despertarse asustado por unas cosas, de las que quiere huir, y no puede; visiones imaginarias de figuras fantásticas, y malhechoras, opresión en el pecho, y en el estómago, palpitaciones del corazón, gritos, gestos, movimientos y palabras desordenadas, ansiedad en el rostro, terrores capaces de poner en peligro la salud, y aun la vida del paciente. Síntomas. Este mal deja de existir, evitando las causas. Terminación. Tratamiento. No cenar, trabajo corporal, algún purgativo du tiempo en tiempo, huir de la sociedad, ó de la lectura, que lo ocasiona. ARTICULO XVIII. Pujos. Tenesmo. No es nna enfermedad, sino el efecto de la inflama- ción del recto & a. Véase Disenteria. ARTICULO XIX. Desmayo. Véase síncope. ARTICULO XX. Masturbación. Onanismo. CAUSAS. Todo lo que escita á la lujuria. 170 Síntomas. Las digestiones laboriosas, palidez, debilidad gene- ral, reincidencias multiplicadas en proporción del tiem- po del mal, temblor de los miembros, poluciones invo- luntarias, pérdida de la memoria, insensibilidad á la ra- zón, dolor de riñones, de cabeza, y otras partes dei cuer- po, tos, consunción,'hipocondría. Por la obstinación en el mal, por varias enferme- dades consiguientes, por Ja pérdida del juicio, y de la vida. Terminación.. Tratamiento. Dejar el vicio, y curar los estragos, que ya hubiere producido en la salud, si aun es tiempo. Separar los jóvenes délas malas compañías, evitarla lectura y con- versaciones obscenas. Vigilar los colegios de ambos se- xos, en los que se corrompen los jóvenes mas de lo que parece. Tic clolovoso*- Neuralgia de la caca® ARTICULO XXL C¡£USAS.„ La debilidad del sistema nervioso,, el frío. Quino la afección está en alguno de los ramos de: . Síníomas. 171 nervio trifacial, el dolor puede estar en la frente, en-Lv órbita del ojo, cala cara, de un lado, ó del otro. Terminación. Desaparece para volver en otra ocasión, después lo haber atormentado atrozmente al paciente. Tratamiento. Un vomitivo, y un purgativo al principio, alimentos ; sanos para fortificar el sistema nervioso, baños trios y salados, calmantes. ARTÍCULO XXII. Dolor de Cefalag'üa. CAUSAS. Ba congestión dé sangre-en la cabeza,--ó de Ja bilis - en el estómago, el frió, el so] fuerte. Pesadez, dolor, nauseas, vómitos. Síntomas. Pronta, si pronto se ataca. Terminación. Tratamiento. Un vomitivo y un purgativo, baños de pies con Ugííá ' caliente y mostaza, mojar la cabeza coa aguardiente fuerte, sinapismos á los miembros superiores é inferió, res, egercieio corporal, sudar mucho, evitar la - causa» - 172 ARTICULO XXIII. dota serena. Amorosis. Causas. El demasiado egercicio de la vista á los rayos del sol, de la luz artificial, en la obscuridad ncompleta sobre caractéres pequeños, ú obgetos de colores blancos y brillantes: las heridas y contusiones graves en la ca- beza, ó en el globo del ojo, el uso del tabaco, y narcó- ticos semejantes, las bebidas alcóolicas, las enfei meda- des largas de estómago, la gota, los reumatismos, los vicios, la apoplegia, la masturbación, la cólera, las aflic- ciones de espíritu, la demasiada debilidad, las hemona- gias, la predisposición, la herencia, la foima anatómica del globo del ojo. Síntomas. Puede sobrevenir la ceguedad de repente, cuando una causa ha podido destruir instantáneamente el nci- vio óptico, la retina, ó el trifacial, ó paralizar su acción. Pero generalmente la vista se va perdiendo poco á poco. La pupila y el iris se deforman, y pierden mucho de su lustre, movilidad y color. El paciente parece que no sa- be ya mirar los obgetos, su cara es pálida, y anuncia< como sorpresa. La incurabilidad, y las consecuencias morales de Iu pérdida de un órgano tan importante. Terminación. 173 Tratamiento. Evitar las causas, y cuando es ya completa, dejar los medios, y filosofar. Si aun se ve algo, los vomitivos de tiempo en tiempo serán muy útiles. Si hubiese dolor ó inflamación, poner un cáustico á la nuca, y hacerle supurar mncho tiempo, ó poner un sedal, y tomar pur- gativos diarios, bañar el ojo con agua salada, egercicio. Se emplea en estos casos la belladona, porque dilata la pupila; triste recurso! Por qué pues, no emplear la obs- curidad, que la dilata mas seguramente? Es por qué es preciso siempre drogas? ARTICULO XXIV. Miopía. Yista corta. CAUSAS. La aumentación, y la disminución del globo del ojo, que hace, que los rayos luminosos de los obgetos no pue- dan llegar ala retina; sino son mirados á corta distan- cia, los vicios de los medios transparentes; la privación déla luz, y las aplicaciones precoces que hacen sufrir á los niños en las grandes ciudades: esto modifica en ellos desgraciadamente el exe de la visión, y altera el sensorio, el vicio de coser, leer, escribir, y mirar los ob- getos de muy cerca, la lectura de noche. Síntomas. Ojos salientes y grandes, dilatación de la pupila, la cabeza hechada para adelante, fruncimiento de las cejas, y de la frente, los perfiles de la cara se dirigen para dentro, guiño de los párpados, cuando se le aleja el ob- geto, distracción de la vista cuando se habla. 174 Terminación. Por lo común es un mal incurable; sin embargo,la ■edad le hace desaparecer en muchos jóvenes. Alejar las causas. Acostumbrar al miope 4 mirar ¡as cosas .cada dia un poquito mas lejos, sobre todo leyendo. Tratamiento. ARTICULO XXY. JPrestolopia. TIsta de lej«&. Causas. 'La debilidad del órgano de la visión por la edad avanzada. La atrofia, ó diminución de los obgetos con- tenidos en él, el trabajo excesivo de la vista, los rayos del sol en los países intertropicales, y los de la nieve en las regiones polares. Síntomas. La dificultad progresiva, y lenta de ver los óbgetos claramente, y á distancia regular. El paciente no dis- tingue sino á una distancia mayor de lo ordinaria. 175 Terminación. Éste mal va en aumento, y concluye por la cegue- dad; pero á la larga. Tratamiento. Anteojos de vidrios convexos, y aproximar los ob- getos. No cansar la vista ni con este medio, ni c'cn otros. ARTICULO XXVT. Bel®!1 de ©ido. CKalgiít. Causas. El frió húmedo, la caries de una muela, los ruidos estrepitosos, los males de garganta, la supresión de re- glas, ó de otra evacuación, los tumores en los tegidos al rededor, el agua eirei oido. Tratamiento. Úna cataplasma ancha sobre ía cabeza, cuidando de mudarla ántes que se enfrie, y cuando desaparece el dolor, cubrirla con una bayeta, ó'franela bien caliente, para absolver toda la humedad. Sino basta, se pone en un frasqilito un poco de agua, y una cucharada chica de láudano, se coloca en una vasija con agua bien ca- liente, y se aplica la boca de aquel al oido, para recibir el vapor. Algunas veces cesa el dolor poniendo un poco de jabón negro estendido en un pedazo de badana, ó trapo á las-sienes. Cuando no baste, aplicar un cáustico, 176 y dar una pildorita de un grano de opio cada ocho horas. Sinapismos á las extremidades, si están frias. ARTICULO XXVII. Dolor de ¡mielas. La carie, que perforando la muela, pone en contac- to del aire, de los alimentos, y de la suciedad de la boca el nervio. Causas. Tratamiento. La limpieza, y emplomar el agujero así: Se derrite á fuego lento un poco de cera, se añade un poco de pol- vo de carbón, se mezcla bien, se deja enfriar, y tomando un pedacito, que se ablanda con el calor de la mano, se introduce en la cavidad; luego se pasa por encima un pedacito de fierro caliente, para que la pasta llene todos los bordes. Se vuelve á hacer siempre que se caiga. Este modo de emplomar es por lo menos tan bueno, co- mo el mejor que apliquen los dentistas. ARTICULO XXVIII. Asma. Ahogos. causas. Los fuertes, y repentinos cambios de la atmósfera, la humedad, las nieblas, el humo, el polvo, las emocio- nes mentales, el ejercicio violento, los excesos en co- 177 raer y beber, la congestión de sangre á los pulmones, los aneurimas,el reumatismo, la gota, los pólipos, y concre- ciones en el árbol circulatorio, la supresión de las eva- cuaciones naturales, la hidropesía del pecho, la heren- cia, las lesiones orgánicas de esta parte. Síntomas. Dificultad de respirar, ronquera, calor, dolor de ca- beza, sueño; los ataques son mas comunes por la noche; el paciente teme morir en cada acceso, viendo aumentar la sofocación , hasta el punto de disparar de la cama, ó hacer abrirlas puertas y ventanas en busca de un poco de aire: un parasismo sucede á otro; pero al amanecer calman: la tos aumenta el mal, y sobreviene siempre que el enfermo se atreve á hablar alguna palabra. La ex- pectoración de mucosidades espumosas es considerable, con lo que parece ceder este mal terrible, que postra las fuerzas, y deja como aletargada su víctima; pasado esto, todo queda sosegado hasta la próxima noche, que comienzan los parasismos redoblando su fuerza: algunos dias después deja de atorraentar el asma. Pero volverá á la menor ocasión dada por el tiempo, ó por la persona. Terminación. Muchos mueren al fin por una consunción pulmo- nal; pero también muchos se curan, los jóvenes especial- mente, 178 Tratamiento. Se lian de examinar las causas, y tratar cuidadosa- mente de evitarlas. El aire dé las ciudades, y Jas habi- taciones pequeñas son malas, el campo es excelente. Los vomitivos son el mejor remedio para liacer ceder el ataque, y prevenir los siguientes: hay algunos casos en los que la demasiada robustez de la persona exige una sangría. Los cambios de clima curan radicalmente; pe- ro volviendo al mismo punto, el asma vuelve á hacer sus estragos, úna taza de café fuerte suele mitigarla fuerza del acceso: lo mismo hace una infusión de cominos y de- -mas aromas. ARTICULO XXIX. Palpitafionesáei corasoss» Ademas de los niales inflámatenos y orgánicos del corazón, que producen palpitaciones, hay otros, que son puramente nerviosos, que las producen también. Las personas que esto ignoran, ó que son mal aconsejadas, apenas sienten latir su corazón, ya se creen con aneu- rismas, y perdidas sin reibedio. Su aprensión de un lado, los malos consejos del otro, las drogas, las privaciones, los sedales, tas sangrías, las ventosas, las sanguijuelas, y toda lajarcia de medicamentos á la orden del ¡lia, ade- mas de destruir esos infelices con su acción mortífera; los destruyen mas cruelmente con la terrible influencia mo- CAUSAS. 179 ral, que ejercen. 'Las penas de la vida, el miedo, la ira, tódo cuanto puede excitar el sistema nervioso de la sen- sación, 6 de la nutrición, que son mil causas, bastan pa- rra hacer palpitar el corazón. Síntomas. La sensación de la palpitación en la región del co- razón, en el cuello, en el oido, en el estómago: la ansie- dad, la postración, la hipocondría, y la pertubacion ge- neral, que ocasiona no el corazón, pues en suma está sa- no; sino la causa de la palpitación, que en su mayor parte por lo menos es puramente moral. Terminación. Nunca es de cuidado, cede con facilidad; pero ator- menta demasiado. Tratamiento. Desimpresionar al paciente, decirle cual es la cau- sa, para queda evite, y aconsejare el trabajo, y la ocu- pación, como el mejor remedio en todos los males nervio- sos, en los que la sociedad, y los vicios consiguiente# tienen toda la.parte principal. ARTICULO XXX. ©éter de estómago. Cardialgía. CAUSAS. Xa abundante secreción de suco gástrico, no neu- 180 tralizado por la saliva escasa, ó escupida por la acción irritante, y narcótica del tabaco, ó del mercurio; las flegmas producidas en el pecho, y tragadas, las toses convulsas, las comidas muy picantes, ó saladas, las be- bidas espirituosas, las lombrices, la gota, el reumatismo, la debilidad, las aflicciones, la bilis, los cuerpos estra- ños. Síntomas. Dolor, calor, ansiedad fuerte, que aumentan al res- pirar, vómitos,escalofrios, postración, dificultad de di- gerir, estitiquez, ansiedad. Tratamiento. Huir de las cosas que ocasionan este mal. Un vomi- tivo, un purgativo, sinapismos-á la boca del estómago: y si todo no bastase, tomar seis gotas de láudano en una cucharada de agua, de salvia, ó de yerba-buena, ó una cucharadita de agua de cal poco cargada, y muy clara. ARTÍCULO XXXI. El vómito, los saétuseas, el hipo, el bostezo. No son enfermedades, sino síntomas de lo que el estómago padece. Y asi ved sus enfermedades, y lo que se hubiere podido tragar por descuido. Esto no obstante las afecciones graves del vientre, y de la cabeza, no me- nos que del gran simpático, dan lugar á estos fenóme- nos. 181 ARTICULO XXXII. laiíllgesfloit. Dispepsia. Los abusos de la comida, y bebida, la vida sedenta- ria, el demasiado estudio, las pasiones, el exceso venereo, las cosas de pastelería, el mate, el té, el café, sobre todo el tabaco, por lo que narcotiza, y por lo que hace arrojar la saliva tan necesaria á la digestión; los alimentos fuer- tes, que abundan en grasa, las afecciones del hígado, las enfermedades consuntivas, la falta de la dentadura, las muchas drogas, los dolores de cabeza. CAUSAS. Síntomas. Apetito bizarro, poco, ó ninguno, digestiones in- completas, que dejan pasar los alimentos sin digerir á los intestinos, y ocasionan dolores, diarreas, ó estitiquez eructos ácidos, opresión después de comer, sensación de ardor y dolor en el hueco, ó boca del estómago, lengua blanca, y con hendiduras, hinchazón, flatos, almorranas, color amarillento, dolor de cabeza. Terminación. Si no se cura á tiempo, puede producir la inflama- ción del estómago, del hígado, y de Jos intestinas, y pos- trar al sujeto en la debilidad, en el marasmo. Tratamiento. Alejar las causas, un vomitivo, un purgativo, cal- 182 mantés: si quedase dolor, cataplasmas, sinapismos, ba- ños, entonar el estómago con alimentos de digestión fá- cil, egercicio corporal a! aire libre, y curar las compli- caciones.- ARTICULO XXXIII. Cólico» La indigestión producida por los alimentos difíciles- de digerir, ó tomados cuando el cuerpo está cansado: la mala costumbre de cenar hace, que la mayor parte de los cólicos sean por la noche, los temperamentos biliosos y nerviosos, el frió depues de comer, las grandes inco- modidades. CAUSAS. . Síntomas-* Sensación de plenitud en el estomago, nauseas, vó- mitos, grande ansiedad, inquietud, cambiar continua- mente de posición en la cama, dolores y elevación de vientre, ruido y ventosidades, que se escapan, dificultad ó imposibilidad de obrar, extremidades frías, fiebre mu- chas veces, postración de fuerzas. Terminación. Nunca es mortal, al no ser qne haya invaginación . de los intestinos, hernia estrangulada &.a.. Tratamiento. Tomar algunas tazaste agua de salvia hecha como- - 183 el té, o de cedrón, ó de yerbabuena (menta,) y semejan-, tes: administrar lavativas de agua bien salada, sinapis-. inos á la boca del estomago, y á las extremidades, y si el dolor es violento veinte gotas de láudano en una cu- charada de agua cada seis horas,., sudores, un purgativo o, dos según la necesidad.- ARTICULO XXXIV. €óíic© de pintores*. CAUSAS» , La absorción de Jas sales, ú óxidos de plomo, dé qué se sirven constantemente los pintores. Por la mis- ma razón la padecen los que preparan estas substancias, los mineros de plomo, los que se sirven de vasos de este metal, y los que beben agua de los.algibes, cuyos conduc- tos son de plomo. Las frutas sin madurar y. los higos producen el mismo efecto. Síntomas* Dolor en el estomago, y en los intestinos,, especial- mente al rededor del ombligo, sed, inquietud, estitiquez, tenesmo ó sea necesidad de obrar, y no poder, á la pre- sión sobre el vientre aumentad dolor considerablemen- te; los músculos del vientre, los intestinos, y los esfínter del ano y vegiga están’en una contracción violenta; vó- mitos continuos» . La imposibilidad, de obrar. . 184 Terminación. Muchas veces concluye por inflamar los intestinos, y cangrenados; la muerte se sigue entonces. Tratamiento. Purgativos, lavativas saladas, calmantes, cataplas- mas, baños calientes, sudores. ARTICULO XXXV. Cólico miserere; Pasión iliaca. Causas. La invaginación de los intestinos: es decir una par- te de intestino se introduce en otra, y asi las materias fecales no pudiendo pasar, refluyen para arriba, y salen por la boca con los gases, que exhalan. Síntomas. Dolores, elevación de vientre, imposibilidad de obrar vómitos de excrementos y gases fetidísimos, ansiedad’ pulso débil, delirio, Terminación. Casi siempre por la muerte. 185 Purgativos fuertes, baños, lavativas saladas, cata- p ¡asmas, cal ni antes. Tratvmiento. ARTICULO XXXVI. Marrea. CAUSAS. Las transiciones del calor al frió, las fruías sin ma- durar ó maduras con ex ceso, la irritación intestinal pro- ducidapor los purgativos, malos alimentos, alteraciones del estomago, del higado, y de los pulmones; la denti- ción, la debilidad general, el beber mucha agua, ó comer zandia después de haber comido bien, la inflamación do los intestinos, las fiebres tifoideas. Evacuaciones en gran numero, líquidas, y de colo - res amarillentos, renegridos, y verdes, con dolor ó sin el, en el vientre, lengua blanca, sed, pulso pequeño- debili- dad general. Síntomas. Terminación. Puede postrar tanto las fuerzas, que ponga en peli- gro la existencia del individuo: la membrana interior de los intestinos se ulcera á la larga, y todo degenera en na tifus mortal. cura con facilidad. 186 Tratamiento. Un vomitivo y un purgativo, si toma un aspecto de duración, veinte gotas de láudano en una cucharada de agua cada seis horas, y de tres á seis gotas para los ni- ños; refrescos de agua con un poco de vino, lavativas frias, cataplasmas, sopa de arroz, abrigo. ARTICULO XXXVII. Estitiquez. Sequedad de vientre. La vida sedentaria, el uso de bebidas fuertes, y del tabaco, el mucho sudar, la hipocondría, las fiebres, el mal estado del estómago, la falta de costumbre de ir al lugar la misma hora todos los dias, el comer demasia- do pan, el beber poca agua. CAUSAS. Síntomas. La dificultad de obrar, los esfuezos inútiles y peli- grosos, mal estar general, un cierto color y olor, que aumenta en proporción de los dias, que se pasan sin egercer esta función vital. Terminación. Este mal aumenta progresivamente, produce almor- ranas, fístulas, congestiones; altera la salud general, y afecta mucho el moral, 187 Tratamiento. Todos los autores aconsejan purgativos, y es por- que ninguno ha estudiado la enfermedad; este es el me- dio de aumentar mas el mal: el día de purgarse todo va bien, mas en los dias siguientes todo va peor: porque se aumentó el estado de sequedad de la mucosa intestinal con la artificial irritación. Los medios de curarse son, hacer egercicio bastante, beber mucha agua, baños frios cama dura, comer legumbres, dejar el tabaco, los lico- res y el café, vino con moderación, ir todos los dias al lugar á la misma hora; lavativas de agua fría.y sal. ARTICULO XXXVIII. Dolor de costado nervioso. FIeurodinia> La impresión del frió, estando eí cuerpó en transpi- ración. Como los nervios, que siguen toda la dirección de las costillas, están tan poco resguardados de carnes, se afectan con facilidad por la causa mas ligera. Por tanto este dojor es frecuentísimo. Pero es necesario po- ner mucho cuidado, para no confundirle con el doior sintomático de la pleuresia, ó puntada de costado, y con el de la pulmonía, para evitar un tratamiento errado. Por luego estas dos enfermedades no vienen sin fiebre fuerte, mientras ¿pie esta, de que se trata, nunca es acom- pañada de ella. i Causas. 188 Síntomas. Dolor incómodo en uno ú en otro costado, que au- menta con las respiraciones forzadas, con Ja tos, y á ve- ces hablando, pero que cede fácilmente, incomoda y persigue mas á las personas débiles. Tratamiento. Cede muchas veces coa aplicar á la parte alguna franela, 6 bayeta bien caliente, oque envuelve un peda- zo de ladrillo, arena, ú otra cosa puesta ai fuego de an- temano: un sinapismo, y beber alguna infusión caliente como de yerba buena ú otra. CAPITU&O Esta cíase de afecciones eá bastante comuir en los países cálidos, en los puertos de mar, entre la gente po- co civilizada, y por consiguiente sucia. Los autores, que se han ocu pado- de esta especialidad, las han dividido hasta lo ridículo; pero como las principales y ordinarias sean en corto número, y como las demás puedan tratar- se lo mismo; considerando el espacio s< • un la necesi- dad. describiré las que siguen: ENFERMEDADES DEL CUTIS. ARTÍCULO I. Sania. El contacto inmediato de laspersonas que la sufeeiq el uso de sus vestidos y cama,. Causas., 189 Síntomes. La efupcion de granitos llenos de un líquido cla- ro, que causan una comezón insoportable. Ordinaria- mente comienzan á salir entre los dedos de las manos, y de allí se extienden á todo el cuerpo. Se aperciben uno ó mas gusanos [el Arador] en cada granito, que son los que causan la comezón con los movimientos de sus muchas patas y apéndices provistos de muchos dientes. Tratmienvto. Mucha limpieza, y polvorear la cama y camisa to- das las noches con polvo de azufre. Baños. ARTICULO II. Urticaria: Salpullido» La suciedad del estómago, el mucho calor, y su- dor. 'Causas. Una infinidad de granitos, como los que producen las picaduras de la ortiga, de la que este mal toma el nombre. Síntomas. Pronta y feliz. Terminación. Tratamiento. Generalmente nada se lrace. porque desaparece por 190 si misma. Mas si persiste, ó se renueva, podría conve. pir ujn vomitivo, ó algunos baños, y refrescos. ARTICULO III. Herpes: psoriasis* La herencia, la dibildad del temperamento, ía seque- dad del cutis, la estitiquez, la gota, la suciedad, loslieo- res, el tabaco, los malos alimentos, la miseria, los vicios, el contagio, las afecciones del estómago, del hígado, de íps riñones, el venéreo.. Causa?., Síntomas. Se presentan al principio algu-nas. vegiguitas, que dejan exhalar un licor claro y corrosivo, que dan eome- 7/0n fuerte. Hay muchas clases de herpes, que se dife- riencian en su aspecto, y efectos, de los que tiran su epí- teto. Asi es que hay herpe farinoso, pustuloso, miliar, blanco, amarillo, discreto, confluente, escamoso, gotado, Calvante, de los niños, 5ií2!©: Kisto. causas. Muchas veces son desconocidas, otras provienen de una presión sostenida, de contusiones. Síntomas. Tumorcito duro, móvil, indolente, que crece poco ú poco, y al adquirir cierto volumen, suele dividirse en dos ó mas,y permanecer duro; ó presentar alguna fluc- tuación, según la suhstanciacontenida en la vegigafibro- sa cerrada, que se forma. No altera el cutis, ni pre- duce otro mal que la incomodidad que causa. Terminación. ®s harto raro, que un kisto desaparezca de sí mis- mo. Los medicamentos no tienen influencia; perorom- piéndose por accidente, ó por inflamación, puede cu- rarse. Tratamiento. O hacerle pedazos por una presión brusca, ó ex- traerle, ó conservarle', que es lo mejor, cuando está en las articulaciones. ARTICULO IX. Polillo. CAUSAS. Son desconocidas. 217 Carnosidad prolongada y blanda, que sangra con facilidad al contacto de cualquiera cosa, y á veces sin el, que se presenta en las cavidades de los“órganos, co- mo en las narices, en el útero, en los vasos del corazón, y otros, toman formas distintas, pero ordinariamen- te son prolongados, y pueden adquirir densidades y pro- piedades diferentes. Son insensibles. Síntomas. Terminación. Las hemorragias que producen, y las transforma- ciones, que hacen tomar á los tegidos, que los rodean, pueden hacerla fatal; mas también pueden dejar de exis- tir por cangrena y supuración. Se reproducen con faci- lidad. Tratamiento. No tienen otro remedio que el de arrancarlos; y si sobreviene uua hemorragia, tratarla, como se* ha dicho en su artículo respectivo. ARTÍCULO X. Catarata. Causas. La vejez, la predisposición, los temperamentos lin- fáticos las inflamaciones prolongadas del ojo, los oficios sobre objetos pequeños, y á la luz artificial, el demasia- do llorar, las bebidas fuertes, el venéreo el rapé. Síntomas. Los obgetos se ven al principio, como si hubiera 218 una télablanca delante do ellos, y se ven mejor de lado; mirando una luz artificial, parece como si tubiera un cerco blanco al rededor: se distinguen mas fácilmente las cosas ai anochecer, y cuando está nublado, los pa- cientes caminan con la cabeza baja, esperando ver me- jor, cada dia ven algo menos, y concluyen por cegar. Mirando por el centro de la pupila, se ve el cristalino con una mancha blanquecina, mas ó menos obscura, que denótala alteración de Jos sólidos, ó de los líquidos de este órgano intermedio, conductor, y moderador de les rayos de la luz, que despiden los objetos. La cataracta marcha siempre á ceguedad mas ó menos rápidamente. Terminación. Cuando hay inflamación, vomitivos, purgativos, ba- ños, sinapismos, sudores, cataplasmas: reformar el tem- peramento, evitar las causas, combatir el venéreo, y cuando ya es completa, consolar al sugeto. Las cata- ractas no se deben operar en los viejos, ni en la edad me- dia: sino se reúnen muchas circunstancias harto raras en esas edades; y en los niños y adultos, aunque la ope- ración convenga, es preciso sean robustos, y sin males propios ó heredados. Estas operaciones tienen sus con- secuencias desagradables. Los médicos sabios las te- men, y ahorran; pero el charlatanismo, la ignorancia, y la infame codicia, hacen de los infelices pacientes una Tratamiento. california. La sola idea de privar al ojo de una de sus mas principales partes [el cristalino] para hacer volver ¡avista, que es en lo que consiste la operación, basta para temblar ante ella. Pero el paciente ve, dicen, des- pués de quitado el obstáculo. Ciertamente; ni podia ser de otro modo; pero cuanto le dura esta dicha? muy poco: y cuantos la consiguen? mas raros: y cuanto en finios euesta? peligros, intereses, nuevas y mas lúgubres ideas. 219 ARTICULO XI. lYtibe del ojo. Panmis. Causas. Las inflamaciones de los ojos tarde y mal curadas, las escrófulas, la edad mayor, los cuerpos estraños in- crutados en el ojo. Síntomas. Una ó mas manchas blancas, que se oponen á la transparencia de la cornea, ó como dicen, en lo negro del ojo, impidiendo la vista del Jado en que están. Se- gún son mas ó menos grandes ú opacas, los autores les han dado diferentes nombres; pero inútilmente, siendo al fin la misma cosa. Terminación. Estas manchas desaparecen al principio ;le su for- mación, absorviéndose la materia, que las forma; pero mas tarde se consolidan, y forman un cuerpo con la cor- nea; entonces son incurables. Tratamiento. 220 Curar pronto su causa, para lo .que son buenos los vomitivos, y los purgativos repetidos, algún cáustico á la nuca, que supure por muchos dias; pero si la mancha data de lejos, y no hay inflamación, lo mejor es, no hacer nada. ARTICULO XII. Fterigion: Carnosidad en el ojo. Causas. La irritación de una parte del globo del ojo, por el éalor, ó frío intenso, ó por el polvo de la tierra, ó de otras sustancias irritantes. Síntomas. Unas líneas carnosas con la forma de una ala, cu- yo tronco está en el ángulo interno del ojo, ó en el otro. Terminación. Desaparece fácilmente muchas veces; pero algunas es abstinado, sin que comprometa la vista. . Tratamiento. Alejarlas causas, bailar el globo del ojo con agua JVia y salada, v aplicaren aquella región lienzos moja- dos en el mismo líquido. ARTICULO XIII. Ulceras «le la comea. Causa?. Las viruelas, el sarampión, la escarlatina, las es- 221 crofulas, las inflamaciones crónicas de los ojos, la de- bilidad, Agugeritos poco visibles, que supuran un humor acre,y que producen ardor y dolor al movimiento de los párpados y del ojo, sensación penible al contacto déla luz, lágrimas abundantes. Síntomas. Terminación. La cicatrización de estas ulceritas pueden dejar dis- forme la cornea, é impedir mas ó menos la vista, según su diámetro y dirección, puede también volcarse el iris y ocasionar un tumorcito (Staphiloma). Tratamiento. Combatir la causa. Un vomitivo y un purgativo ca- da ocho dias, lavar continuamente los ojos con agua sa- lada; ó con un cocimiento de romero, 6 de ruda, de sal- via, ó dé saúco &a.: mucha limpieza, sinapismos en las extremidades, baños, alimentos sanos. ARTICULO XIV. StapMJoma. Tumorcito del ojo. Son desconocidas. Causas. Síntomas. Un tumorcito de la forma y dimensión de una uva, que se presenta en cualquier parte del globo del ojo. 222 Terminación. Si es profundo, opaco, y está en medio de la cor- nea, la ceguedad es inevitable: sien otro punto, se ex- tiende, y concluye lo mismo; si es superficial, de si se abre y cicatriza. Como pudiera preceder, ó seguirse inflamación, en- tonces se trata, como ya se dijo en su lugar, mas el tumor estando ya opaco, no hay mas que resignarse con perder la vistamos ó menos pronto. No obstante los vomitivos, los purgativos, los cáusticos en la nuca, los baños pu- dieran curar el mal en su origen: la opacidad formada, todo es inútil. Tratamiento. ARTICULO XV. 4>l®§ bizcos. SímMsmo. Causas. La obscuridad en que se tiene á los niños en las ciu- dades, los objetos brillantes fijos en un punto de su habi- tación, á los que dirigen su vista en dirección de un la- do, la mala habitud contraida por imitación, la desigual- dad de la fuerza de la vista entre ambos ojos, sus enfer- medades, la contracción espasmódica ó parálisis de uno délos músculos, que mueven el ojo,las enfermedades del cerebro, las lombrices. El paciente mira los obgetos de frente y de perfil, Síntomas. 223 emplea un ojo páralos obgetos lejanos, otro para loscer- canos, ladea la cabeza del lado del ojo sano, ve dobles las cosas, cuando las mira con ambos ojos. Observando al principio las causas, es fácil de pre- venirle, y de curarle: mas sino se hace asi, es bien difícil. Terminación. Oponerse al vicio, cubriendo el ojo sano, y hacien- do mirar los objetos con el otro, en dirección opuesta á su habitud. La operación hecha por manos hábiles, da un resultado brillante por el momento; pero algunos me- ses después todo está lo mismo, ó peor. No pocas veces se ha oomprometido la vista, y aun la vida del sugeto con las tales operaciones, y á muchas se han sucedido achaques bien mas sensibles que el mal. Tratamiento. ARTICULO XVI. Fi5eialll®. La lengua presenta en su parte inferior un pliegue membranoso, que la sujeta, moderando sus movimientos* Cuándo se prolonga hasta la punta, ó muy cercarse lla- ma frenillo. Entonces impide á los niños el mamar. Otras veces está, como debe; pero es corto, y produce el mismo mal efecto. Mas esto es tan raro, que apenas hay uno entre mil niños, que lo padesca. En los pue- blos,en que no se habla de frenillos,nunca se ven, ni se ad - 224 vierte, que las criaturas sufran por esto; pero en los que se introduce la costumbre de hablar de ellos, muchas me- dres poco discretas van al medico, suplicándole corte el frenillo á su criatura. Este no lo hace, las desengaña de su error, cumpliendo con su deber, las explica que mu- chos niños no toman bien ei pecho al principio, por que el pezón es corto, ó demasiado grueso; ó por que no res- piran bien por las narices: ó por que la leche baja con pificultad; de lo que podrán persuadirse, poniéndolos 4 mamar de otra nodriza; pero insisten hasta caer en un lazo, y exponerlos á operaciones, que pueden acarrear la enfermedad, que rto tenían. ARTICULO XVII. Tartamudeo. Es una enfermedad, que proviene de las ideas brus- cas-, pero falsas de la pronunciación en el sugeto, que la padece. Este mal aumenta con la timidez, disminuye con la confianza, y dasaparece á la vejez. Se han prac- ticado para curarlo las operaciones mas brutales con re- sultados nulos, y fatales. El mejor medio de obtener un buen suceso es el de hacer pronunciar al paciente to- das las cosas silabeando, y respirando á cada silaba pro- nunciada. Nunca se ha de permitir al tartamudo hablar de otra manera; debe cantar lo mismo. Muchos se cu- raron asi; pero es necesario un empeño fuerte, y sos- tenido en el paciente, y en los que lo dirigen. 225 ARTICULO XVIII. Coi o. La de habitar los valles de los paisas montañosos, las escrófulas, los esfuerzos del parto, la costumbre de gritar, las enfermedades déla garganta. CAUSAS. Síntomas. La glándula tiroidea, que está en el medio del cue- llo, comienza á aumentar de volumen, hasta formar un tumor, que algunas veces baja ádescansar en el pecho, en el vientre, entorpeciendo Ja respiración, la circulación, y otras éuaciones. Se m'odifica, y puede desaparecer al principio, cara- . biando el pais, y con medicamentos resolutivos; pero no tarda en hacerse incurable; porque las venas de esta glándula pierden la elasticidad, se dilatan, y el tegido todo de ella va progresivamente en aumento. Terminación. Tratamiento. Mudar de clima al principio, evitar las demas cau- sas, curar las enfermedades, que le dieron origen. Las unturas con las pomadas de iodo son buenas, los fomen- tos, ó sean paños mojados en Iegia fuerte de agua y ce- niza; pero mientras existan las causas, todo es muy precario, y mas cuando el coto tiene mucho tiempo, ó lia adquirido grandes dimensiones. ARTICULO XIX. 226 Tisis. La herencia, los vicios debilitantes, la miseria, las habitaciones húmedas, y mal ventiladas, las enfermeda- des pulmonales mal curadas, como los catarros, las pul- monías, las pleuresías, el asma y las de duración lar- ga; la vida sedentaria, la mala conformación del cuerpo, cuello largo, espaldas elevadas, pecho estrecho y corto: los temperamentos linfáticos, que se distinguen por un cutis fino, cabello rubio, cara pálida, y por momentos ro- sada,-grande sensibilidad, irritabilidad de canÉeter, du- reza de oido, voz débil, los trabajos excesivos del cuerpo y del espíritu. CAUSAS. Tos corta, seca, que aumenta progresivamente con algún esputo ligerq, 6 presión al pecho, respiración dia- cil al hacer cgercicio, falta de fuerza de buen humor, y de apetito; todos estos síntomas van aumentando poco á poco; vienen escalofríos, fiebre, esputos eos» sangre, ó espesos, y a! fin de pura materia, dolor en un lado del pecho, imposibilidad de acostarse de-aquel, calor ar- diente á las manos, y á los piés,sudores nocturnos, diar- reas, hinchazón de pies, y de alguna mano, garganta seca, sed insaciable, consunción progresiva, grandes proyectos, delirio á veces, muerte. Síntomas. 227 Terminación. Por lo comunes fatal; pero algunos curan: y por qué? No es fácil que un médico pueda llegar á descu- brir el secreto. Seria necesario, que un buen número consagrase todo su tiempo en investigarlos medios de impedir, y de curar este azote mortífero, que tantos mi- les de víctimas arranca en la mejor edad á la especie humana. Pero esto seria mas obra de los Gobiernos- Muchas drogas se emplearon contra este mal y siem. pre hay alguna de moda, que sobre faltar al sentido co- mún de Ja ciencia, tienen e! mérito de precipitar á los tísicos al sepulcro, oponiéndose á los grandes recurso» con que cuenta la naturaleza para curar sus achaques. Tratamiento. Prevenir, y retardar Ja evolución de Ja enfermedad, evitar en lo posible las causas; al principio de Jos acci- dentes un vomitivo, alimentar al paciente, hacerle via- jar, y cambiar el clima; y esto no una vez, sino muchas, hasta asegurar Ja robustez: mas cuando ya hay espu- tos mátenosos, sudores &a., todo se reduce á Ja admi- nistración de una ó dos píldoras de un granodeex- tractode opio cada una al principio, y otra al fin de la noche, á entretener sus fuerzas é ilusiones, á consolarle cu sus momentos de desesperación y de tristeza. 228 ARTICULO XX. Ictericia. CAUSAS. La supresión repentina de la transpiración, las hin- chazones, y tumores del hígado, la piedra en la vegiga de la hiel, ó en los conductos, que van al duodeno, la irritación producida por las indisposiciones del estóma- go y de los intestinos, el abuso de bebidas alcohólicas. Síntomas. Falta de fuerzas y de apetito, estitiquez, color ama- rillo en todo el cuerpo, y en todas las secreciones, cutis seco y ardiente, mal estar, angustias, y dolores de vien- tre,sobre todo en el costado derecho, pulso vivo y pe- queño, liidropcsia cuando procede de afecciones orgá- nicas. Terminación. Es incurable cuando existen tumores, ó induracio- nes de naturaleza maligna. Mitigar las causas, un vomitivo de tiempo en tiem- po, purgativos, cataplasmas al costado derecho, sinapis- mos ti las extremidades, baños calientes, calmantes, exercicio, distracción, los oficios de la amistad. Tratamiento. 229 Hernias quebradura. ARTICULO XXL CAUSAS. El temperamento débil, los golpes violentos, las caí- das y el demasiado peso sobre el vientre, los exercicios fuertes del cuerpo, como los de cargar, llevar, levantar un peso excesivo, los esfuerzos del parto, los gritos conlji- nuados, lar toses, y vómitos obstinados, la estitiquez, la vejez, los músculos del vientre exagerando en un mo- mento su contracción por cualquiera de estas causas, y encontrando débiles ciertos conductos naturales, hacen pasar por ellos los intestinos, y las membranas, que á ellos adhieren. Fn tumorcito indolente en el ombligo,(Hernia umbi- lical): al lado del penis, en dirección á los testículos, (hernia cscrotal) y en la ingle (hernia crural). Puede también presentarse en cualquiera otra parte del vien- tre; pero es muy raro. Cuando se entra á la presión so- bre »lla (taxis) se llama hernia reductible, y cuando es imposible, (hernia irreductible). Síntomas. Terminagion. Puede obtenérsela cura en los primeros quince años; mas después la dificultad aumenta eu razou directa del progreso de la edad. Cuando es reductible, y esta con- tenida con el braguero, es difícil todo peligro. Pero cuan- 230 do esta fuera, y se hace irreductible á todos los medios conducentes al efecto; el peligro es inminente, y la ope- ración, que en tales casos se practica, es por lo común sin fruto, y muy peligrosa. Es por tanto mortal la her- nia irreductible. El paciente sufre crueles vómitos de materias estertorales, hipos, regüeldos de gases hedion- dos, dolores,inflamación é hinchazón de vientre, cangre- na, delirio, en fin la muerte. Debe’colocarse desde el principio un braguero, que contenga justamente con su pelota la hernia, y no qui- tarle sino el tiempo necesario para la limpieza; y esto estando el paciente acostado. Cuando la hernia está afuera, es preciso hacerla entrar empujándola con los dedos. Si no puede entrar, se han de aplicar sobre to- do el vientre servilletas mojadas en agua fria y sal, remudadas á cada instante; esto facilita la reducción. A veces es preciso una sangría en los sugetos robus- tos, lavativas de infusión de tabaco, 6 de agua fuerte- mente salada, baños, purgativos, y si opone resistencia por temor, 6 por dolor, adminístresele un grano de ex- tracto de opio en una píldora, y una hora después de to- mado, puesto en cama el paciente, acostado del lado opuesto, y algo doblados los muslos, se comienza á em- pujar la hernia en su dirección para adentro y arriba, lo que se repite y sostiene, hasta que esté reducida: se coloca el braguero después. Masen las tristes ocasio- Tratamiento. 231 nes, en que todo es infructuoso, y la vida está en grmi peligro, preciso es resignarse á la operación, apesar de ser un bien triste recurso. La hernia del ombligo, que es frecuente en los niños, se cura aplicando sobre ella una bolita de lienzo sostenida por un parche de pez y cera, y una correa fina, que le sostenga. ARTICULO XXIÍ. üetesicion <1© orina. causas. El frió, las inflamaciones de la vejiga, de la glán- dula próstata, del canal uretral, las cicatrices de estos consecutivas á las purgaciones rebeldes, la arenilla, la .piedra, las afecciones espasmódicas. Salida déla orina por un chorro pequeño, y con di- ficultad [Dis uria], ó gota á go„a [Stranguria], ó imposi- bilidad absoluta [Isehurria], dolor en la extremidad del miembro, que se propaga á los testículos, glándulas, y canales deferentes; esfuerzos al fin inútiles, fiebre, per- turbaciones nerviosas, delirio. Síntomas. Si pronto uo se remedia, el mal vá en aumento, los sufrimientos son atroces, y la vida está en peligro por la rotura de la vejiga. Terminación. Tratamiento. llanos, calmantes, sudores, purgativos, sinapismo», 232 á las extremidades, cataplasmas al bajo vientre. Si todo es inútil, preciso será el uso déla sonda para extraer la orina, y dilatar el canal poco á poco, comenzando por in- troducir una delgada, y aumentando el calibre en pro- porción de la dilatación. Pero esto necesita una pruden- cia extrema. ARTICULO XXIII. Fístula «leí asso. Causas. La estitiquez, las almorranas, los tumores é infla- maciones de aquella parte, la debilidad general por en- fermedades orgánicas , especialmente en los pulmones, la vida sedentaria, el abuso de purgarse. Síntomas. Un tumorcito en la márgen del ano, que al cabo de algunas semanas se ulcera, y deja escapar un líquido turbio con olor desagradable, y gases fecales; dolor, puntadas, dureza al rededor. Terminación. Algunas veces desaparece por una inflamación de la parte, ó un cambio inesperado en la salud general del paciente; pero esto es rarísimo. El solo remedio es operar la fístula, y para esto es necesario mucha práctica, y habilidad. La limpieza, los baños, y tener libre el vientre sin purgativos, son ne- Tratamiento. 233 eesarios, como el procurar mejorar la salud, y tempe* ramento del sugeto. La habitación del campo es capa* de hacer transformaciones sorprendentes. ARTICULO XXIV. Frisara a! aiao. Causas» Son muy obscuras. Síntomas. Calor, y ardor al obrar, sensación como la de las almorranas, secreción sanguinolenta en ocasiones; todo esto aumenta progresivamente, y el mal llega á ser inso- portable, el abuso de comidas y bebidas excitantes, de ejercicios grandes; la parte presenta una úlcera larga, como una grieta entre los pliegues del ano. Terminación. Desaparece fácilmente cuando es exterior, y al con. trario, es un mal obstinado, cuando es interior, y oca'- stona perturbaciones nerviosas graves. La mucha limpieza, Jos baños y lociones Jocaler, V astringentes, como agua de romero, ó de salvia, y si todo no basta, preciso es cauterizarlas, ú operarlas; mas con la constancia en los primeros medios, se evitan ope- raciones. Tratamiento. 234 ARTICULO XXV. Fístula de la orina. CAUSAS. Las inflamaciones, y tumores del canal de la orina, ó tejidos adjacentes, ya provengan de frió, de purgacio- nes venereas, de agentes mecánicos, ó de desarreglos de bebidas, obstruyen talmente el paso de este liquido, que su estagnación, y propiedades corrosivas van poco á po- co horadando las carnes, basta abrirse paso afuera por tina 6 mas bocas distintas. Uno 6 mas tumorcitos duros y sensibles, que se ul- ceran, y dejan pasar la orina; ya sean en el perineo, 6 por bajo de los testículos, ó en la bolsa de estos, ya en la vagina, ó al rededor de las partes pudendas de la mu- ger. Síntomas Destruyendo la causa, cesa el efecto; y sino continua aumentando la dificultad, y estrago. Terminación. Poner corriente el canal por medio de sondas y al- galias delgaditas al principio, y mas gruesas progresiva- mente, liasta obtener la dilatación natural, y entonces cesan las fístulas por si mismas. Los baños, la limpie- za, y los calmantes ayudan para el suceso, y para miti- gar los dolores, insomnios, y angustias de los pobres pa- cientes. Tratamiento. 235 ARTICULO XXVÍ. Salida del ano* La niñez, la vejez, la debilidad, los temperamentos linfáticos, las diarreas crónicas, los esfuerzos excesivos para obrar. CAUSAS. Síntomas. Un tumor á la parte exterior del ano, que le circun- da, dejando el correspondiente vacío en el centro, que presenta el aspecto y coloración de la membrana inte- rior del intestino, y que entra y sale ordinariamente con facilidad. Terminación. Se cura fácilmente en los niños, no asi en las per- sonas mayores, pues en estas persiste todo el tiempo, que dura la causa, y á veces no.es curable. Tratamiento. Se le hace entrar empujándole hacia su centro, y para arriba con un lienzo mojado en agua fresca, c acei- te común; lavativas y baños de asiento frios, y si no bas- tase, lavar mucho la parte con agua de cal clara, y poco cargada. Curar las diarreas, ó enfermedades que la producen. Buen régimen en comer y beber. ARTICULO XXVII. Arena eai la orina. Causas. La herencia, la vida sedentaria,la gota, el reumatie- 236 ííio» las digestiones difíciles, la falta de equilibrio entre íps ácidos y álcalis en las reacciones interiores, el desar- reglo en las secreciones, las boiracheras, los males or- gánicos de los ríñones, y de la vejiga. Síntomas. Vivos y continuos deseos de orinar, dolor de riño.- íres, peso e$, la vejiga, grande irritación en su cuello, y en la uretra, dificultad en los movimientos del miembro inferior, correspondiente al lado del mal, nauseas, vómi- tos, cólicos, palidez, arenilla roja, ó blanquecina, que se deposita en el fondo de la escupidera, compuesta de áci- do úrico libre, ó combinado. Terminación. Ordinariamente es.mala por las afecciones orgáni- cas, que producen esta enfermedad, y que la son consi- guientes.. Tratamiento* Huir délas causas; y cuando se presenta el ataque tomar muchos vasos de agua fresca, que harán salir pron- to por la orina toda la arenilla, y refrescarán los riñones,, la vejiga, y. demás partes, calmando desde el principio el mal, retardando su repetición, y curándole algunas ve- ces.. 5J.o será inútil el tomar todas las mañanasen ayu- nas una cucharada de agua de cal hecha, como se dirá en su lugar. Buen régimen de vida, baños muelos Sgcvcácif).. ARTICULO XXVIII. 237 Piedra esa la oi'ina. Cálculos en la veg'iga. Causas. Las mismas de la producción de la arenilla; todo cuerpo estrado, ya provenga de afuera, ya de adentro-, como residuo de una enfermedad, puede dar lugar á una piedra, porque las sales contenidas en Ja orina al estado normal encuentran así el nodulo, al rededor del que se ván sobreponiendo, circunstancia, sine qua non de los cuerpos minerales, según las leyes positivas déla cristalización. Este fenómeno físico puede tener lugar en los riñones, en las uréteras, en la vegiga, en la uretra. Síntomas. Comezón en Ja cima del miembro, frecuentes de- seos de orinar, y de obrar, dolor al efectuarlo, el curso de la orina es muchas veces interrumpido, el dolor au- menta, cuando !a vegigaestá vacia, y se hace sentir mas hácia el cuello de esta, con sensación sobre el empeine, y Ja orina muchas veces mezclada con materia purulenta y sangre-. La piedra una vez comenzada á formar nunca sé detiene, aumenta á cada instante: toma formas diferen- tes según su posición, y según la reunión de diferente* •sales, que hacen su composición-. Terminación. 238 Tr ATAMIENTO. El mismo que el de la arenilla, á pesar que no ten- ga la misma eficacia, 6 que sea necesario insistir un tiempo largo é indeterminado, cuando los cálculos son muchos y pequeños: mas cuando han adquirido un gran volumen, la operación podrá ser necesaria. Esta ya sea haciendo pedazos la piedra dentro de la vegiga (Litho- tricia,) ó extrayéndola (Litrotomia), no está exenta de sus graves inconvenientes y peligros. ARTICULO XXIX. Tumor blanco. CAUSAS. Todas las articulaciones del cuerpo pueden pade- cer este mal, que es la consecuencia de golpes, heridas, inflamaciones mal curadas, gonorrheas, temperamentos linfáticos, y escrofulosos, reumatismos, gota, sífilis. La rodilla siendo la articulación mayor, está mas ex- puesta que las demas. Síntomas. Tumefacción sin cambio de color al cúti s, poca ó ninguna mobilidad, sensación de elasticidad á las par- tes laterales, el miembro se tuerce en diferentes direc- ciones, el hueso principal de la pierna (Tibia) se disloca para atras, para adelante, para afuera; el paciente es comunmente muy débil, y sugeto á enfermedades con- secutivas. 239 Es temible por su curación harto difícil, y por los medios, que ordinariamente se emplean contra este mal casi siempre insuficientes. Terminación. Tratamiento. Combatir la inflamación al principio, y las causas que predisponen á esta enfermedad, cgercer los movi- mientos de la articulación muchas veces y con mode- ración, aplicar cosas calientes, y forzar poco á poco el miembro á extenderse. Mas si el mal os viejo, lo me- jor será vivir con él, y no correr mayores peligros. Varices: hinchazón de Tenas. ARTICULO] XXX. La predisposición, la edad avanzada, la compre- sión sostenida, la preñez, la talla elevada, la falta de elasticidad en las venas, y de fuerza en la circulación. Causas. Síntomas. Pequeños tumores de color violeta mas frecuentes en las piernas, que en el resto del cuerpo, formando al- gunas veces arborizaciones, que llenan todo un miem- bro. Terminación, Cuando son recientes, y la causa se puede remo- veri la curación es posible; mas si depende del organis- mo, es incurable, JUa induración, quedando una especie 240 de cordon resistente es el fin menos malo. Pero otras veces se ulceran estos tumores, y son muy difíciles de sanar. Alejarlas causas, tener las venas ó tumores com primidos con fajas de franela; y sí están en los miem- bros inferiores se hace con medias tegidas, ó cosidas en forma de corsé, abiertas por el lado de adentro; que les falte un dedo, para cerrar; de la forma de la pierna, con ojetes, y un cordon para cerrarla, poco fuerte; pero lo bastante para sugetar los tumorcitos. Se deben tener dos ó tres pares, para cambiarlas con frecuencia, puc s debiendo estar permanentemente puestas, se ensucian. Cuando las varices se rompen, y supuran, constituyen una verdadera úlcera, para cuyo tratamiento se debe recurrir al artículo correspondienje. Tratamiento, ARTICULO XXXI. deformidad de bismuto, de plomo: los ácidos fuertes; las cantáridas, y demas insectos cáusticos; el acónito, la cebadilla, la coloquintida, el euforbio, el colchico. Otros paralizan la acción del sistema nervioso, como el laurel-cereza, las almendras amargas, el ácido prúsico; las sales de mor- phina, el opio, el beleño. Otros producen las dos ac- ciones, como el vino, el aguardiente, el alcanfor, el óxido, y ácido de carben, el tabaco, la nuez vómica, la belladona, el estramonio, (cbamisco) la cicuta, los bon- gos &a. Otros en fin corrompen los líquidos del cuerpo, como son las materias en putrefacción, la del carbun- clo, ó grano malo, la baba de la rabia, de las morde- duras, y picaduras de animales venenosos, como la vi- vora, la serpiente de cascabel, arañas, y otros. Mal gusto, olor desagradable, calor extraordinario en la boca y en el estómago, sed ardiente, los labios y las encias encarnadas, negros,Illancos, lívidos, nauseas, vómitos biliosos, sanguinolentos, verdes, amarillos, hipo, pulso vivo, débil, respiración difícil, sudores fríos, diar- rea, ó estitiquez, orina difícil, aspecto como asustado, palidez, vista opaca, voz alterada, temblor, horripila- ción, sensación de quemadura. Síntomas. Tratamiento. Un vomitivo fuerte en el momento, y si no le hubie- re, excitar los vómitos, bebiendo una taza de aceite co~ 245 mira, y muchas veces de agua tibia, hacer cosquillas en la garganta con una pluma, en fin el caso es vomitar mucho, y después dar el contraveneno. Los antídotos, ó contravenenos son. Contra loa ácidos fuertes, beber agua de jabón, ó leche, ó de tierra greda. Contra los álcalis tomar mucha agua vinagrada,, y caliente. Contra las preparaciones minerales, como el arsénico &a beber leche, ó agua de harina, ó con hue- vos batidos. Contra el, opio, y demas venenos vegeta- les, el café fuerte, repitiendo varias tazas. Contra el ve- neno por mordedura, picaduras, poner ventosas fuertes y repetidas en el punto herido, calmantes, y sudar abun- dantemente algunos dias. Nunca olvidarlos vomitivos en todos los casos. ARTICULO II. Asphíxia. Asi se llama la suspensión de la respiración; que- puede tener lugar por los gases mortíferos; por la su- mersión; por la estrangulación; por el frió. ilsphiiia por gases Sofocados. Causas. La produce el carbón encendido, la fermentación*. y algunas cavidades subterráneas, los comunes. Tratamiento. Sa&ar al paciente al aire libre, desprenderle los vea- 246 lidos, acostarle medio sentado, echarle agua fria sobre la cara y el pecho, frotarle este con lienzos mojados en agua y vinagre, ú aguardiente, y todo el cuerpo con un trapo de lana, aplicar vinagre á las narices, y si aun no basta, hacer una sangría; pero estos medios se han de emplear por bastante tiempo, porque muchas veces pa- rece muerto, el que no lo está. Asphixia por sumersión. Ahogados. Tratamiento. Desnudar pronto al paciente, acostarle sobre el la- do derecho, limpiarle todo lo que pudiere obstruir la bo- ca y las narices, calentarle lentamente con botellas de agua caliente, ó con afrecho, arena, ladrillos calientes, dentro de un saco; frotándole fuertemente con aguar- diente, ó con un pedazo de franela seca; comprimir al- ternativamente el pecho y el vientre, como para imitar los movimientos de las respiración. No se cansen pron- to de hacer estas cosas, y algunas veces verán vivir á los que creían muertos. Asphixia por estrangulación. Ahorcados. Tratamiento. Cortar la cuerda, sangrar del pie al ahorcado, y hacer lo demas, según se ha dicho por los anteriores. Asphixia por el frió. Melados. Tratamiento. Desnudar al helado, ponerle en un baño de agua. 247 fria, que van calentando poco á poco, añadiendo agua caliente, excitar la transpiración con bebidas tibias. PARTE CUARTA. OBSTETRICIA. CAPITULO I. Concepción, preñez. Todocs admirable en la naturaleza; pero nada lo es mas, que sus sabias é inalterables disposiciones en la creación, y multiplicación de tantos seres orgánicos. Unos son engendrados sin el concurso de sexos, y se mnltiplicnn creciendo, dividiéndose, botonándose, y esto es común entre los animales y vegetales. Otros cuya generación se opera por el concurso de sexos. El germen de estos apto á reproducir el género, la especie, el individuo, no puede efectuarlo sin la influencia de la esperma. Entre estos se cuenta la moyoría de los vege- tales y animales. Los huevos de todos los mamíferos y de la especie humana, una vez fecundos, reciben en el ulero la substancia nutritiva necesaria para todo el tiem- po de su evolución, y la protección de sus diferentes membranas, que confundidas con el nombre de pla- centa, han de ser á su prefijado tiempo expulsados por las contracciones de aquel órgano importante. De mo- do, que la concepción, la preñez, y el parto son tres es- tados relativos, á la evolución del feto humano en el es- pacio de nueve meses. Inmediatamente después de concebir la rnuger, co- mienza á sentir los síntomas siguientes: Suspensión de reglas, perturbaciones del estómago, vómitos, punta- das, apetitos bizarros, vahídos, tumefacción en los pe- chos, sensación de debilidad,, alteración de color, y una cierta expresión característica. En los meses mayores» la orina se suprime con frecuencia, las partes de la ge- neración sufren comezón: se manifiestan almorranas, estitiquez, hinchazón de los miembros inferiores, calam- bres, en fin, no hay cosa bizarra, que algunas veces tam- bién nc se observe. Hay muchas mugeres,que pasan eí tiempo de su preñez en la calma mas completa. El mu- cho egercicio al aire libre, los baños templados, los re- frescos, las lavativas emolientes, alguna infusión de yer- ba-buena, ú alguna otra planta aromática, bastarán pa- ra mitigar estos males consiguientes al estado de la per- sona.. 248 249 CAPITULO II. Pai’ío. La naturaleza es pródiga de cuidados en el parto. Con que tacto tan esquisito no prepara la soiucion de este heroico drama! Tres ó cuatro dias antes se pro- duce en toda la vagina una hipersecrecion mucosa, que da elasticidad al cuejlo y boca del útero, para abrirse sucesivamente, y á los cartílagos y ligamentos de la vul- va, para mitigar su resistencia. Advierte á la pa- ciente, que la llorase aproxima con algunos ligeros do- lores á las caderas y riñones, y con la gravitación sobre la parte. En los siguientes dias aumentan estos sínto- mas, al íln de los qué se observa un tumor íluctuantc, que sale por la boca del útero, y que es producido per las aguas, que escapando, dejan al feto sin abrigo con- tra las contracciones de aquel. Estas se exasperan, la muger redobla los esfuerzos, toma instintivamente Ja mejor posición, agita, y sufre en proporción, que se acer- ca el momento. Pasa la criatura el primer estrecho; después de algunos intérvalos de calma, se sigue un fuerte dolor, la criatura progresando en su marcha, pre- senta su cabeza, y franquea la vulva con el resto del cuerpo. Separada la madre por la ligadura, y corte del cordón, un nuevo parto se prepara precedido de ligero dolor, y de contracción oportuna del útero, que se des- prende de la placenta úpares: estas caen por su peso, ayudadas con alguna atracción ligera. Tal es el acto 250 de parir, mirado en su mas simple expresión, para el que todo lo prepara, y casi todo lo hace la próvida natu- raleza. El parto en el que el feto presenta antes los piés es igualmente natural, y se efectúa sin dificultad otra. CAPITULO III. Asistencia al parlo. En las tribus salvages hasta hoy conocidas, las mu- geres paren sin asistencia de nadie, lavan sus criaturas, y se lavan ellas mismas con agua del tiempo, se alimen- tan según costumbre, y á los pocos dias vuelven á sus duros trabajos, con algunos ligeros cuidados. En socie- dad mas regular las mugeres han sido asistidas en sus partos por alguna otra muger parieuta, amiga, ú otra que asistiendo á muchas, tomaba crédito en este arte tan natural. Asi se practica hoy también, y ojalá que en ninguna parte se perdiese esta sencilla costumbre! Cuantas madres y criaturas sueumbirian menos! Pero en los pueblos crecidos, en las grandes ciudades, en las que á fuerza de luces abundan los ciegos, no pueden pa- rir las mugeres, como paren en los pequeños, las es ne- cesario el magistral aparato, es preciso que el fenómeno mas natural tome un aspecto de trágico. Dejémoslas en su inania insensata; y para aquellas que no están en tal caso, ó que pueden carecer de un juicioso auxilio, expo- niéndose á enmanteaduras, colgaduras, y otros horro- res, que cometen las parteras en algunas poblaciones pequeñas con peligro evidente de la vida de la madre y 251 del hijo, serán muy útiles las observaciones siguientes», La muger mas apta para asistir á los partos debe tener tres cosas buenas, que son: paciencia, paciencia, y paciencia. Haga luego comprender á la que se pone á su cuidado, qnq*el parto están natural, que no necesita apenas de ayuda; que el tiempo de su duración esmasó menos largo: que no exsiste peligro. Diríjala palabras consolantes de tiempo á otro. No permita en la habita- ción personas inútiles, cosas olorosas, ni mas de dos lu- ces. Cuide que la cama tenga un ó badana en medio, y una sábana cuatro o seis veces doblada so- bre la de abajo, para preservar los colchones de la san- gre y demas líquidos. Prepare los vestidos de la criatu- ra por su orden, camisita, gorrito, panal, refajo, faja an- cha, ombliguera y un otro pañal doblado por las dos puntas opuestas; para cruzarle por los riñones y entre- piernas, y que reciba los orines y excrementos. Es nece- sario un poco de aceite común en un plato, para untar el trapito , en que se ha de envolver el ombligo, y otros usos. Los diversos aceites y bálsamos, que á este fin se venden con misterio v. g. aceite de palo &.a, son inútiles, y obra de la codicia. Informada la persona, que asiste al parto de que los dolores son verdaderos: lo que sabrá, viendo que se re- concentran al bajo vientre; hade explorar con el dedo índice mojado en aceite, la posición de la criatura. Esta puede parir igualmente bien en la cama con cabecera 252 alta, ó en silla baja con apoyo cerca. Sus vestidos han de ser simples y estar sueltos. Cuando la cabeza se pre- senta fuera de la vulva debe sostenerla ligeramente con una toballa la asistenta, esperar que un nuevo dolor y contracción expulse el feto, y recibirle cotí cuidado. La coloca á un lado, quita el cordon de alrrcdedor del cue- llo, le ata algo fuerte con ana cintita, ó cordoncito, á unos cuatro dedos del vientre, y le corta algunas líneas mas arriba con tijera, que ya debe tener preparada al efecto. Lave co«i agua y jabón la criatura, y cuando es- tá bien limpia, vístala coa las ropas dichas, y acuéstela en su cuna. La ayudanta colocando la mano derecha mas arriba del empeine, para sostener el útero, y tomando con los dedos de la izquierda el cordon por Ja parte superior, le tira lentamente algunas ocasiones, y por lo general las pares salen: estas se colocan en una escupidera, para en- terrarlas. Mas si opusieren resistencia, y el cordon se rompiere, debe introducirse la mano, y sacarlas con las dichas precauciones. En los casos de mucha pérdida de sangre, se deben extraerlas pares Ib nías pronto, y ha- cer, como ya se dijo en el artículo hemorragia. Todo concluido, se desnudp á la parida, y con camisa, y ca- misola limpias, se pone en cama, tomando la posición, que mejor le guste, y cambiándola iguahnen.e. Ya liemos dicho, cpie el parto por los piés era igual- mente natural, que por la cabeza. La presentación do- 253 otras partes del cuerpo del feto es rara, y triunfa el úte- ro de ellas, favoreciendo á la parturienta con baños, y paciencia. No hay duda que hay casos, en que la ha- bilidad del médico deba de ser necesaria. Pero asegú- rense las que lian de parir, que esto sucede una vez sobre mil; y aun entonces, no desconfien de los grandes reeursos déla naturaleza; porque el abatimiento, ó la pérdida de la esperanza es el peor de los males en todo caso, especialmente en este. Luego que Ja recien parida lia descansado desús trabajos, puede alimentarse según su gusto; pero con moderación, durante tres ó cuatro dias por lo menos, que es el tiempo,que ha de estar en cama. Observe la ma- yor limpieza para sí, y para su prole. No se drogue, y asi se verá mas libre de las enfermedades, que suelen acaecer después del parto. CAPITULO IV. SSiirei’inedadcs de Has recien paridas. jEEstitiquez. Acaece, que después del parto hay sequedad de vientre. Una ó mas lavativas simples ó purgantes serian suficientes para moverle las mas ve- ces, y cuando no, tómese un purgativo suave, ayudando su acción con caldo de acelgas. Fiebre puerperal. Esta es poco común; pero bastan- te grave. Las causas son poco conocidas. Puede influir un an frió, la suciedad del estómago, pesadumbres, los 254 desarreglos; &a., pero lo probable es, que sea casi siem- pre alguna lesión interior, efecto del trabajo del parto. Síntomas. Frió seguido de gran calor, dolor en la región del útero, que aumenta con el movimiento y con- tacto de cualquier cosa. Pulso muy acelerado, dolor fuerte de cabeza, ansiedad, postración de fuerzas, ruido en los oidos, nauseas, vómitos, hipo, mal aliento, estu- por á veces, dientes ferruginosos, y manchas lívidas. Tres ó cuatro dias bastan para hacer perecer la per- sona, ó vería salva. Estos síntomas pueden ser menos violentos, y por consiguiente menor el peligro. El tratamiento es: 1. ° excitar un sudar copioso, y mantenerle con bebidas tibias al gusto de la paciente: 2. ° Si es difícil adminístrense uno ó dos purgantes, se- gún que obran mas ó menos abundantemente, lavativas con frecuencia, cataplasmas en el bajo vientre cada dos horas, sinapismos á los muslos, á las pantorrillas, y á los pies, calmantes. La dieta debe durar poco. Las eva- cuaciones de sangre son fatales. Fiebre de leche. La mayor parte délas mugeres nada sienten. Todas deben dar de mamar á sus hijos lo n¡as pronto. Algunas tienen los pechos duros, hin- chados, doloridos, sed, mal de cabeza, ansias de vomi- tar escalofríos y fiebre ligera. Tratamiento. Dar el pecbo á la criatura, ó á un perrito, ó persona mayor, que le desocupe, sudar, envol- ver la parte en una franela untándola con aceite común, 255 purgarse; y si se forma dureza, ó flegmon, poner cata- plasmas, y tratarlo como se ha dicho en su lugar. líescesis© del útero. Los embarazos, y partos laboriosos, la debilidad de la persona, los exercicios violentos, y los vicios orgánicos, relajan los ligamentos de la madre, que baja por su pe- so á presentarse en la vulva, tomando diferentes direc- ciones. Esto#causa á la que lo padece, dificultades en la emisión de la orina, dolores en las caderas, y vacios, peso en el empeine, secreciones de flores blancas abun- dantes, ataques nerviosos, tristeza, &a. Tratamiento. Lavar frecuentemente la parte con agua fría y vinagre, 6 sal, mojando una espongita, ó lienzo fino, y dejándole por algún tiempo aplicado, nin- gún exercicio violento, y esperar que la edad reduzca á miniatura este órgano. Muchos vendajes é instrumentos de goma elástica se han aplicado; pero todos sin utilidad, y con notable perjuicio. Fhlegmasia alS>a dolcns. Hinchazón del muslo y pierna. Causas. No son conocidas, pero la presión, que el feto exerce en los últimos meses, sobre los vasos sangui- nos, linfáticos y nerviosos, que pasan por la parte supe- rior déla ingle para bajar al muslo, debe tener mucha influencia. Síntomas. Dolor, calor, aumento de volumen, im- posibilidad de moverse, palidez, fiebre, postración,. 256 'Terminación. A veces mortal, otras se cura en quince dias. Tratamiento. Purgantes uno 6 dos; sudar con ti- sanas calientes, lienzos mojados en salmuera, ó en un cocimientode hojas de tabaco, aplicadas á la parte. €5 riel as esa cS g*ezosi de Sos pedios. Causan muchos malos ratos á las nodrizas. Se curan muchas veces lavando el pezón con vino ó con agua salada, untándole después con un poco de jabón negro. Las recien paridas pueden padecer otras enferme- dades; pero estas lian sido y a explicadas en su lugar respectivo. CAPITULO Y. LRCfaiada: cria. Que cada madre deba criar con la leche de sus pe- chos el mas precioso fruto de sus entrañas, es un de- ber que la naturaleza impone, al que necesariamente ar- rastra el amor filial, y del que no debe prescindirse sin graves perjuicios para ellas y para el hijo» Esto no obstante admite muchas excepciones. En primer lu- gar deben abstenerse de criar las madres de un tempe- ramento escrofuloso, las que sonde naturaleza débil, las propensas á la tisis, las habitualmente enfermas, las afectas de mal venereo, las prostitutas }r borrachas; porque ó podrán transmitir sus males á las criaturas, ó h acerías adquirir lo que por su temperamento no ten- 257 drian, y por ei desafecto en fin que los vicios engen- dran. Dignos son los tiernos seres de ser tratados con la mayor atención. CAPITÜL® TI» Difícil es poder asignar el momento de la concep- ción, y de aqui las dudas acerca de la edad del feto an- tes de nacer. Lo cierto es que dia mas, dia menos su permanencia ordinaria en el útero es de nueve meses. A este tiempo la criatura nace con todas las condiciones para respirar y digerir, es decir, para vivir sin la inme- diata dependencia de la madre. A los siete meses na- ce también viable con las mismas condiciones; pero mu- cho mas débil y expuesto á los peligros de la vida. Su expulsión antes de este tiempo le hace incapaz de vivir, ó viene ya muerto"; y á esto se llama habitualmente Aborto. Causas. La grande excitabilidad de la madre suele acarrear perturbaciones tamañas: la demasiada ri- gidez délas fibras del útero, que no permiten se dilate, y haga plaza á la evolución del producto, que encierra: la debilidad de su cuello y boca: la demasiada sangre, que afluye: el flujo blanco excesivo; las causas exterio- res, como golpes, caídas, el coito inmoderado, los ex- cesos de comer, beber, saltar, y semejantes; las enferme- dades propias de este órgano, como la irritación, la in- flamación, el cáncer, los tumores, los pólipos, la hidro- AKjofío. 258 pesia; la pluralidad de fetos; las de la madre, que pue- den ser muchas, y bastantes al efecto: las del feto, y de sus dependencias; pues desde el momento de su concep- ción está ya sugeto á ellas, su demasiada ó insuficiente fuerza, su conformación monstruosa, su posición anor- mal, y la del cordon respecto de las membranas, y del útero, los medios infames en fin, de que se valen las prostitutas, y las jóvenes incautas, que tuvieron la des- gracia de hacerse madres ilegalmente, y de escucharlos pérfidos consejos de sus falsos amantes, para destruir, antes de venir al mundo, una criatura inocente, fruto de su corrupción, y víctima del crimen mas horrendo, á cu- ya muerte se sigue muchas veces sin retardo la de la perversa madre. Síntomas. Hasta la edad de dos á tres meses, mu- chas veces el huevo escapa por su pequenez envuelto en un coágulo de sangre, y las mugeres creen, que solo tuvieron una interrupción de reglas. Cuando el feto tie- ne mas tiempo, el aborto presenta otros síntomas mas fuertes en proporción de las causas, y de la edad. Gene- ralmente ya hay algunos movimientos de fiebre, dolor en los riñones y caderas, frió en las extremidades, pal- pitaciones, palidez del rostro, ojeras, [teso y dolor en el bajo vientre, aliento fétido, flojedad de los pechos, flujo blanco y sanguinolento, poco ó ningún movimiento de la criatura, disminución del volumen del vientre, espul- sion de las aguas, y de sangre, en seguida del feto y de 259 las pares. Algunas veces estas (placenta) quedan agar- radas á las paredes del útero, donde son alimentadas, crecen por un tiempo indefinido, fingen la preñez, hasta que son espulgadas, ó dan lugar a males sérios, y á operaciones graves. Este producto anómalo se llama mola. Cuando la hemorragia es grande se ha d'e ayudar á la salida pronta del feto. Terminación. Un aborto es un suceso de mayor importancia que el parto. Su peligro aumenta en razón directa del tiempo de la preñez, y de las causas, que le provocaron. La mucha efusión de sangre es lo mas peligroso, porque puede comprometerse la vida de Ja madre. Tratamiento. Evitar las causas, vida arreglada, egercicio moderado, habitación ventilada, vientre libre, alimentos fuertes, si hay debilidad, dieta moderada: si la robustez es demasiada, poca aprensión, menos dro- gas, baños tibios. Cuando hay hemorragia, hacer según se dijo en su artículo. Hay mugeres, que siendo ro- bustas, y habiendo ya abortado otras veces, necesi- tan ser sangradas en el principio de ¡as sensaciones sos- pechosas. Otras que por débiles, y fáciles de abortar, tienen que permanecer en cama todo el tiempo del em- barazo. Otras en fin que por los vicios de conformación de su cuerpo, no pueden parir, y hay la terrible necesi- dad de anticipar el parto, ó de extraer á pedazos sus 260 criaturas, y exponer sus vidas. Estas debían evitar to. da ocasión de hacerse madres. Enfermedtides ele !©§ niños. CAPETIJIiO VII. Apenas franquea la criatura la vülva, cuando ya -respira por sí misma, y manifiesta su vida con gritos al parecer de la sorpresa, que le causa el nuevo espacio, que ocupa. Mudos é inertes algunos, fingen no existir. •No se sorprenda la asistenta: aplicando su boca contra la del niño, envie con cuidado el aire de su respiración hacia los pulmones de aquel; imprima con dulce pre- sión de sus manos algún movimiento al pechito, intro- duzca en la boca una pluma mojada en aguardiente, póngale con precaución en un baño caliente, sóbele bien, no pierda pronto lo mejor, que es la paciencia, y mas de una vez se hallará recompensada con usura, al ver que sus cuidados han hecho venir á la vida á un angelito, que la tenia sofocada, y que sin esto la hubiera perdido. Muchos perecen faltos de Ja debida asistencia. Un excremento vizcoso y negro es la primera mate- ria fecal, que la criatura despide el primer dia de su existencia. Cuando tarda en salir, basta la primer leche de la madre, ó una simple lavativa para expulsarlo. Algunas cucharadas de agua con azúcar ayudan á ello. Rarísima vez se les ha de purgar, ni dar drogas: asi las lleteaaciosa de Ja pez ó Biiecosaso. 261 víctimas serán mucho menos. Los baños en todo tiempo> les son necesarios. Coneimeion. Esta puede provenir de muchos males; y de la le- che; pero esto se conoce, y se remedia fácilmente. Mas hay otra causa difícil de hacer comprender á muchas madres, por desgracia. Es la maldita costumbre de abrigar indiscretamente á sus hijos. En los países cáli- dos, y durante el verano en los templados, deberían te- ner á los niños casi desnudos. La luz, el calor, el fres- co, robustecerían el cutis, le harían menos impresiona- ble á las oscilaciones atmosféricas: y de aquí qué diluvio de achaques menos! qué cambio de energía en esta so- ciedad lánguida! Las modas de Paris podrán ser allí pasables, pero en la latitud, en el clima de estas regiones- son mortíferas por cierto. Excoriación del culis» Gran parte de los niños tienen excoriaciones en Ios- sobacos, en el cuello,, en las orejas, en las ingles, y en- trepiernas, producidas por el sudor, por la orina; y en- tretenidas por la falta de limpieza. Lávenlas con agua, fresca y jabón muchas veces al dia, y en los interine* dios pongan almidón fino bien molido. Aplatas esa Isa I>oc», Esta clase de mal atormenta mucho á los niños, Son una especie de pumitas ó manchas blancas, que forman alfombrilla en la boca; de esta se extienden ila 262 garganta, al estómago; y si no se curan á tiempo, ponen en peligro sus vidas. Las causas son la suciedad del es- tómago del hijo, ó de la madre, la falta de limpieza y de aire puro en las habitaciones, vestidos y cama. Su re- medio es la curiosidad, el aire libre, un vomitivo, alimen- tos sanos, y lavar bien la boca cada hora con agua fres- ca, azúcar, un poco de vinagre, y un hisopito, ó con un lienzo fino torcido, y cada vez cambiado, ó perfectamen- te lavado. Ulcera en el ombligo. En el espacio de los dos primeros meses déla vida se forman alguna vez ulceras, y se curan fácilmente la- vándolas á menudo, con agua y jabón, y aplicando al- guna hoja fresca de acelga, untada con aceite común, y renovada muchas veces: ó rociándola, después de lavada, con almidón fino de trigo. Frenillo. Véase para este malla descripción, que ya se hizo en el artículo 16 de las enfermedades orgánicas: y en- tre tanto tranquilícesela madre; si su hijo mamó bien, no hay tal frenillo. La disgestion, los cólicos, la dentadura, las lombri- ces, la tos, el miedo, el dolor, y otras causas dan lugar á convulsiones, que pueden confundirse con las que pro- vienen de ataques al cerebro, y á remedios bien opues- tos: como son las sanguijuelas y sangrías. Búsquese Convulsiones. 263 antes la causa, y si está en el estómago por asiento de comida indigesta, dése un vomitivo; si por sequedad de vientre, ó lombrices, purgúese dos ó tres veces al pacien- te: advirtiendo, que aunque la causa del mal fuese otra, siempre serian útiles estos medios. Si hubiese dolor, apliquen cataplasmas á la parte, lavativas de agua fres- ca; y sino calmase dar dos ó mas gotas de Jáudeno se- gún la edad en una cucharada de agua y azúcar. (Véa- se el artículo Calmantes). TétaBios. Mal «le los siete días. Hasta hoy no se saben las causas de esta enferme- dad terrible. Lo cierto es, que es el sistema nervioso el que padece, ya sea por la' sangre del cordon ú om- bligo, ya p„r la impresión del frió, ú otra. Existe en to- das las latitudes, es menos frecuente en proporción de la civilización de los pueblos, y no de su temperatura mas fria, como se ha querido gratuitamente suponer. La razón es, que cuanto mas civilizados son los padres, tanto mas cuidados prodigan á sus hijos, y por consi- guiente tanto mas evitan sus enfermedades. Este mal se pronuncia en el primer septenario, aunque pueda también acaecer despuesí comienza el niño por estar in- comodado, por lanzar algunos gritos; mama, y pronto lo deja, aumentando á caAt-instante la dificultad. Aprie- ta las mandíbulas, un color amarillo obscuro, con- trae los miembros fuertemente, la boca se llena de sali- va, espuma, vienen convulsiones* la respiración es diü- 264 eil, el espinazo inflexible, los ataques se suceden, y ín muerte es inevitable. Todos cuantos medios y drogas se han empleado, son ineficaces. Célicos. Como la causa mas frecuente de los cólicos y dolores de vientre sea el frió, y como los niños estén continuamente expuestos á el, no porque la atmósfera esté fria, sino por las transiciones bruscas, que sufren, cuando se les hace pasar de los brazos á su cuna, y de esta al aire libre sin precaución: ó del sol á la sombra, y viceversa, de una habitación caliente á otra fria, ó liú- da, resulta, que estos inocentes sufren, lloran, y hacen sufrir y llorar, sin adivinarles, lo que tienen. La mayor parte de las veces, estos gemidos significan cólicos, ó dolores de vientre. Póngaseles entonces una cata- plasma, lavativas de agua salada, sino pueden obrar, ó de agua tibia, si ya obraron; y algún sinapismo á las extremidades, y los verán pronto callar. Si todo esto no bastase, dénseles dos gotas de Láudano cada cinco horas, hasta calmar. Los baños serian también muy del caso. IMíirs’ca. Los desarreglos de las madres en el modo de ali- mentarse en su método de y las estravagancias de su genialidad, hacen que Ostión se altere, que sus humores sufran, y no hay que Peguntar cuantos males pueden asi acarrear á criaturas. Entre ellos el mas común es la diarrea, que dura, porque la causa siempre existe. Los remedios en este caso no pueden hacer gran cosa, si la cruel madre no cambia de vida. El frió, el poco esmero en cambiar asiduamente los pañales humedecidos por la orina y por los excre- mentos, que ademas de los gases infectos, que exhalan, y de la acrimonia, con que irritan el cutis, enfrian las carnes de estos angelitos, dando por resultado los ata- ques al cerebro, á los pulmones, al estómago, que digie- re mal, á los intestinos, que entretienen, una perpetua diarrea. Curarán bien este mal devorador, evitando las causas, que le producen, y entretienen, con algún pur- gante, con dos ó tres gotas de Láudano cada seis horas en un poco de agua azucarada, con lavativas de agua de almidón fresco, cataplasmas, sinapismos,baños, abri- go, egercicio &a. 265 Todos los niños sufren mas 6 menos al salir la den- tadura, especialmente los colmillos. Muchos de ellos á causa del dolor excesivo son atacados de diarreas, vómi- tos, indigestiones, y no pocas madres los dejan perecer sin axilio, ó tardío, creyendo que esto no deba curarse. Cúrenlos estos males, sin tardar, con los medios ya indi- cados. Cuando estuviesen muy débiles, háganles tomar una cucharada de vino cada tres ó cuatro horas. La prác- tica de abrirles las encías con la lanceta, pVa facilite r la salida del diente, es una invención,como tantas otras, S>es£ticio5a. 266 mala; porque en las criaturas se hacen ¡as cicatrices pronto. Entonces tiene el diente que luchar contra un tegido mas duro, el sufrimiento y peligro por consi- guiente aumentan. Esta es general en las criaturas; y es también gene- ral el descuido en librarlas de esta especie de lepra, que les mortifica las raices del pelo, les impide la transpira- ción, les dá mal olor, y les procura inquietud, y una ani- dadera de pioj'S. Se cura bien con untarles la parte con aceite común por la noche, y lavarla con agua y jabón por la mañana, hasta levantarla toda, ó con una cata- plasma. Costra era Ea cabeza. HMsfbrmicladcs. Estos vicios en la corfortnacion del cuerpo son fre- cuentes en los niños. Losmas ordinarios son: 1. ° El lábio superior partido. Este mal es doblemente sensible, ya por lo que desfigura, ya porque la boca no tiene res- guardo contra el aire, y demas agentes por él conduci- dos. La operación es el único medio de curación, y de- be practicarse en los primeros meses de preferencia, por- que la criatura sufre menos, y llora poco; ademas que asi se la facilita el mamar sin aquel grave inconveniente. 2. ° La columna vertebral torcida: esto generalmente depende de un temperamento escrofuloso, y su remedio es el aire puro, los alimentos sanos, el exercicio, y tra- tar de enderezar la disformidad con una especie de cor- 267 sé, que egerza la presión del lado, que deba enderezar- se. 3. ° Los pies torcidos. El medio mas expeditivo de curar este achaque, es el de hacer los zapatos de forma, que vayan insensiblemente trayendo el pié á su posición natural, apretando del lado defectuoso, para obligarle á ceder su mala dirección. Tos. El frió ademas de los males, que como ya se dijo, causa á las criaturas, exerce también una terrible in- fluencia en sus tiernos pulmones, y garganta. Los res- friados les son frecuentes, y las toses varían en sus mo- dos de ataque según la estación, y las epidemias. Aun- que ya queden explicadas en las enfermedades en parti- cular, no será por demas recordar, que con dos ó tres gotas de láudano tomadas en un poco de agua azucara, da cada seis horas, un vomitivo cada dos ó tres dias, y con sinapismos en el pecho y extremidades, se alivian y curan con facilidad. Modo de criar ü los salíaos. CAPITULO VIII. Desde el dia en que la criatura viene al mundo, de- pende de los que cuidan su porvenir físico y moral. Las sociedades modernas ven afeminarse progresivamente las razas, y no hay duda que la causa principal está en la ignorancia de las madres para elevar con acierto es- tos tiernos vastagos. Querrán comprender algún dia, 268 que cuantcrmas se desvien de la sencilla naturaleza, t%nío mas les liacen infelices. Todas las madres deben criar á sus hijos con su le- che y cuidados, y no darlos á criar ít una mercenaria,, sino en los casos extremos, y entonces en su propia casa, y con su vigilancia asidua. Si la leche es poca, ó de mala calidad, y los padres pobres, suplan su falta con la de cabra, oveja, ó vaca, añadiendo una tercera parte de agua en los primeros dos meses, y. dándola después snas pura, según la edad y robustez del niño. A los cuatro ó cinco meses ya se les debe acostum- brar á tomar un poco de leche, y alguna sopita de pan, ó de mandioca, sémola, y semejante. Es muy bueno darles dos 6 tres veces al dia tina corteza de pan, por- que les sirve de alimento, chupándola, y porque hace rota per ios dientes con mas facilidad. Un año es el tiempo regular, que deben mamar los niños. Acostumbrados ya á aquellos alimentos, se des- pechan sin peligro, ni dificultades. Debe aumentarse la cantidad; pero arreglando las horas; porque sino, son fáciles las indigestiones, [empachos ó asientos], las diarreas, Jos cólicos, Jas convulsiones, y otros ma- les. Eos pasteles y demas preparaciones de las con- fiterías, son indigestos; pero por consideraciones muy reprensibles toleran las madres, que se les den, y líe- se» después que llorar la pérdida de su salud, ó de la vida. No debe darse vino á ios niños robustos* 269 porque sufre su circulación, y puede ocasionarles ataques apoplécticos; mas cuando están débiles, 6 son delicados, ó enfermizos, es para ellos un bálsamo de salud. Sea el tiempo cualquiera, se deben bañarlos niños todos los dias una vez en el invierno, dos en el verano, acostumbrándolos al agua fresca, y con esta á limpiarles las suciedades, ta*i luego como existan; y no con agua calentada en la boca, ó con saliva, como suelen hacer algunas madres espesas, cuyos hijos desgraciados des- piden olores pestíferos; sin que de ello les dé vergüenza. Los vestidos de los niños han de ser sencillos, po- cos, y muy limpios. Su cama se compondrá de un col- chón de paja, de dos sábanas de hilo, y de una ligera fresada. Háganles hacer mucho exercicio al aire libre, y en todo tiempo. No los castiguen con golpes, sino con el convencimiento, mostrándoles lo que es malo, y lo que es bueno. Cuando fueren á la escuela, es preciso que haya mucha ventilación, y aseo en ella, que los maestros enseñen y corrijan con paciencia; de otro mo- do no darán sino niños tímidos, estúpidos, mal sanos. 270 PARTE QUINTA. MEDICAMENTOS. CAPITULO I. l£otá«giiÍBB para las casas particulares, y para los de aiaar. Cuando recuerdo las causas de los templos, de los monumentos, de las aras, de las estátuas, é inscripciones de la civilizadora Grécia á la ciencia médica, los moti- vos que tuvo el gran filósofo para ofrecer al tiempo de morir un sacrificio á Esculapio, los preceptos y encomios medicales de los prosadores, poetas, historiadores, filó- sofos antiguos y modernos, de la Biblia, del Alcorán, de la Divina Comedia, de la Iliada, de Solon, de Confucio, de Zoroastro, de Licurgo, de Cicerón. Cuando veo al divino Hippocrates buscar en los elementos, y cosas na- turales los poderosos recursos, con que tantos prodigios hacia; á un Sidcnham, que con media docena de subs- tancias adquiere una reputación colosal y merecida; á un Hoffman, que viendo todas las drogas dudosas, é inútiles, excepto un número reducido, concluye dando 271 el consejo: “evítalos médicos y las medicinas, si quie- res conservar la salud.” Cuando en fin el progreso de Jas ciencias, ha reducido las farmacias de Europa, á poderse sostener ayudadas de la perfumería, ó de al- gún misterio sofistico. Todo esto junto á una larga y observadora práctica, no menos que al fin principal do este libro, me obliga á proponer un botiquín compuesto de las precisas substancias, y á ensebar los grandes re- cursos, que cada uno, para curarse, encuentra en el campo, y en su casa, en c! mar, como en la tierra. Creo proveer asi á todas las necesidades, y demostrar lo ab- surdo de vivir lejos délos pueblos grandes, sin estar pro- visto de los medios de curar sus males; y lo imprudente, sino inmoral de las cajas de medicamentos, que se obli- gan á llevar en los buques de alta mar, compuestas de un farra g© de artículos poco relativos á la necesidad, á las ocupaciones y conocimientos de los capitanes. Debe pues componerse el botiquín de los efectos siguientes: 1? Dedos lancetas, un bisturí, un par de tixeras, una navaja de afeitar, untadas con sebo. 2o De un a geringa ordinaria; de otra media para los niños; y de dos chiquitas para los oidos, 6 la uretra. 3o De un juego de algalias, y de una sonda de plata. 4o De dos bragueros para ámbos lados. 5o De seis libras de hilas. 272 O? De veinte vendas de vara y media, diez de á cinco, cinco de á diez. 7? De dos sábanas medio usadas para cabezales, compresas y demas. 8? De dos espongitas. 9? De cinco varas de galón de hilo. 10. De dos varas de esparadrapo, ó tira emplás- tica. 11. De cincuenta papelitos de á dos granos de tártaro emético cada uno, conservados en un frasquito. 12. De seis libras de sulfato de magnesia, ó sal de Inglaterra. 13. De dos libras de aceite de castor. 14. De cien píldoras de extracto de opio de un grano cada una, bien polvoreadas, para que no se pe- guen. 15. De una libra de Láudano. 16. De una vara de tela cáustica. 17. De •cincuenta papelitos de sulfato de quina, de doce granos cada uno, en un frasquito de vidrio. 18. De una onza de nitrato de plata, ó sea piedra infernal, conservada entre granas de lino soleadas. 19. De una nrroba de espíritu de vino. 20. De media arroba de harina de lino. 21. De seis libras de harina de mostaza. 22. De mediá arroba de aceite común. 23. De seis libras de grasa ó manteca, sin sal. 273 24. De dos libras de cera. 25. De dos libras de pez. 2G. De una arroba de vinagre. 27. De tres libras de almidón. 28. De dos libras de azufre en polvo. 29. De un frasco de limaduras de fierro tamiza* das. 30. De algunas libras de cal apagada. La provisión de Jos.artículos enumerados deja de ser necesaria en los puntos provistos de regulares far- macias; y la de parte de ellos, en los que los ponen á nuestra disposición los despojos de familia, y la prodiga- lidad de madre naturaleza. Asi después de indicar el modo de servirse de cada uno de aquellos, se indicará también el modo de servirse de estos. Lanceta, bisturí, tijera, navaja de afeitar, geringa. El uso de cada instrumento queda.indicado en su lugar, lo demas lo dicela luz natural. Un sedal se pone ha- ciendo un gran pliegueen el cutis, pasanctp por medio el bisturí, y por alli una cinta ó eordon de seda, ó hilo. Después se afloja, y se tira la parte, que está adentro to- dos k)s dias, lavándola. Las algalias. Siendo destinadas para dilatar el canal déla uretra en los casos de dificultad de orinar, se ha de comenzar por introducir la mas delgada, y des- pués las demas, en proporción de su calibre. Se untan con un poco de aceite al introducirlas, y después se limpian. Las hilas, vendas, cabezales, esponjas, galón. Son de un uso que no necesita otra explicación, que la de cuidar, que siempre que se vende un miembro, se lia de comenzar desde los dedos. Los bragueros. Son para contener las hernias. Poca habilidad basta para colocarlos al lado de la que- bradura; un pedazo de galón de hilo, pasa de atras á adelante por las entrepiernas, para sugetarlos. El esparadrapo, ó tira-emplástica. Es de mucho recurso, 1. ° para las heridas, cuyos bordes deben aproximarse, y mantenerse reunidos con tiras de seis ú ocho líneas de ancho, bastante largas; pasar sobre sus bordes, y pegarse á distancia. Se multiplican- y cruzan lo necesario. Lo mismo se hace con las úlce- ras, excepto que no se aproximan los bordes; pero siem- pre se ha de enjugargantes la parte. Los vomi m ’oss Son dos granos de tártaro emético en un papelito para cada uno. Se pone en medio vaso de agua fresca, y se bebe en ayunas todo. No tiene gus- to, ni olor, ni color. Produce su efecto 4 la hora. Si os sugetos son jóvenes, ó débiles, pueden dejar una tercera parte, ó la mitad; y para los niños, bastará una cucha- rada ó dos. Los muy robustos pueden tomar dos papeli- t<>8,eu Ja misma porción de agua, dejando una cuarta 274 275 parte. En las enfermedades biliosas é inflamatorias, una cucharada de esto por hora hace mucho bien. El saúco, es un excelente vomitivo. Se toman do* ó tres puñados de los cogollos tiernos, se majan ó pisan en un mortero, se añade-un vaso de agua, y se pasa por un lienzo. Esto se toma por la mañana en ayunas, y ha- ce el mismo efecto que el émetico. El liombú es aun mas enérgico. Muchas otras plantas conocidas y usadas por las gentes del campo son Jas mejores medicinas. Los purgativos. Son sal de Inglaterra, [sulfato de magnesia]; una cucharada bien llena en un vaso de agua es un purgati-vo regular; mas para las personas fuertes son necesarias dos. Y el aceite de castor 6 cfo Ricino: una onza, 6 dos cucharadas en un poco de té, ó de caldo. Para los niños basta media onza. El saúco, preparado como se ha dicho para voipitivo, es un buen purgativo, aumentando dos varos de agua, y añadiendo, si se quiere azúcar. Entonces se toma medio vaso por hora. El li.ombú es lo mismo. Una cok oarada de polvo de azufre, ó dos,hacen purgar bastante. Las gentes que estén acostumbradas á purgarse con plantas, que les son familiares, no deben buscar otras; y mucho menos esas píldoras y brevajes misteriosos,conque esplotan su salud. Los calmantes. Se toman dei reino vegetal. El opio es el que se usa mas generalmente: es el suco de las ca- bezas de la adormidera. Se vende en bruto y en extrae- to. De este se toma un grano, que se hace píldora ó boli- 276 ta con los dedos, y puede tomarse cada seis á ocho horas una, si el caso lo reclama. También se hace con el opio una preparación excelente por la facilidad, con que puede dividirse y administrarse; esta es el Láudano de Syden- ham: sehaceasí: desonzas de opio, una de azafrán, una draema de canela y otra de clavo en polvo; todo puesto en un cuartillo de vino español. A los quice dias se filtra. La dosis, que se dá es veinte gotas cada seis horas en un poco de agua con azúcar. Páralos niños se dan dos 6 tres gotas en el primer año de su edad, cada seis ú ocho horas; se aumenta una por año hasta los cinco, y de aquí una cada dos años. Admirable es la facilidad con que desaparece el dolor, la diarrea, la tos, toda incomo- didad con el auxilio de esta droga inestimable. No es extraño que Fillihgio le llamase medicamento divino en- viado del cielo. , Como la fuerza de las plantas sea en razón directa del calor del clima; y que la susceptibilidad individual tenga la misma paridad; deben preferirse los medica- mentos indígenas del pais. Para suplir al opío, que acá no se cultiva, ha prodigado la naturaleza una planta, que todos conocen con el nombre de chamisco (Datura Es- tramonio. ) Esta puede usarse 1. ° en polvo á la dosis de uno ó dos granos cada seis ú ocho horas. Lo mis- ino en extracto asi preparado: Se pone una libra de hojas en una vasija, y como seis cuartillos de agua hir- viendo, y se mantiene asi cerca del fuego por espacio de seis horas, bien cubierto. Después se majan las ho- jas en un mortero de piedra, y se vuelven á poner en el mismo líquido que quedó. El todo ha de hervir hasta que se haya consumido nna tercera parte. Puesto á enfriar se ha de colar, y poner el líquido resultante aí fuego lento, para que se evapore, separándolo cuando ha adquirido consistencia. Se conservaen un vaso de vidrio, al abrigo de la humedad. La dosis es como la dei extracto de opio, y siempre que deba calmarse cual- quier dolor, tos, ahogos, diarrea, incomodidad. Tam bien se hace una tintura, poniendo cuatro onzas de hojas secasen un cuartillo de vino de España, y una copita de aguardiente, filtrando y exprimiendo las hojas á los ocho dias. De esta tintura se pueden administrar vein- te gotas en un poco de agua con azúcar cada siete ú ocho horas. Para los niños bastan dos ó tres. Se pre- para también un ungüento calmante, sacando el jugo de las hojas, y mezclando á fuego lento con grasa sin sal. Es una desgracia que las gentes no cultiven la adormidera; pues ademas de poder usarse, como se aca- ba de decir del estramonio, tendrían la ventaja de reco- ger el opio. Cuando está en flor; y las cabezas hechas» se les hacen cortaduras sin separarlas del tronco, al poco tiempo caen unas gotas, que se recogen en un vaso , y al dia siguiente dan un jugo mas espeso. Esto se evapora al sol, y el residuo es el opio, del se puede tomar uno ó dos granos. La 277 278 planta se conserva en punto seco, para los usos di- chos. ~Ei\ cáustico ordinario. Es una tela engomada embe- bida en tintura de cantáridas, ó sobre la que se extien- de un emplasto rociado con polvo de estas moscas de España, (melcE vesicatoria). Se corta un pedazo.que se aplica sobre la parte dolorida, tumor, inflamación, ó á distancia. A las ocho ó diez horas produce empollas. Con los polvos de cantáridas y grasa sin sal se hace un ungüento, que sirve para hacer supurar loe cáusticos jargo tiempo. En el campo existen gusanos, y mascas que producen el mismo efecto, que las cantáridas. Tam- bién los hay en l;is playas del mar; debian las gentes servirse de ellos. Pero el reino vegetal ofrece cáusti- cos de un efecto seguro, y sin los mismos inconvenientes. Treinta ó cuarenta cabezas de ajo crudo descascarados, y majados 6 pisados en un mortero, se colocan, pega- dos á la parte, bien lavada de antemano, y al cabo do algunas horas, ya levantaron empollas. Los pimientos’ picantes (agis) hacen lo mismo. Con el jugo, y grasa fresca se hace un ungüento para entretener los efectos del cáustico. Todas estas substancias pueden evitar casi siempre las caras sanguijuelas, y las brutales ven- tosas. Si el caso urge, se dobla un pañuelito en cua- tro, se moja en agua hirviendo, y en el acto se aplica á la parte. Si una vez no basta, se repite. El espíritu de vino, 6 aguardiente fuerte. Sirve pa- ra aplicarlo sobre las contusiones y partes dolorida», sobre la cabeza y puntos inflamados. El sulfato de quina. Es un remedio específico contra Jas tercianas, y contra los males, que vienen, ó se agravan á la misma hora. Doce granos en un po- co de agua tomados inmediatamente, después de haber paaado el último ataque, evitan el qi» debe seguirse. Si á la primera vez no se consigue, ha de continuarse. La piedra infernal, nitrato de platcL Se coloca en una pluma, para poder servirse mejor. Toda úlcera y llaga venérea, se modifica, tocándola li- geramente una ó dos veces por dia, y abrevia la cica- trización. Con ella se destruyen las carnes falsas délas llagas, ó heridas. Es muy útil en otras circunstancias, según queda indicado en su lugar. A falta de ella, la cal viva en polvo serviría, ó la sal. El azufre. Media cucharada en polvo tomada en un poco de agua ó leche, es un purgante regular, que con- viene repetir varios dias durante las enfermedades del cu- tis. Polvoreando con él todas las noches las sábanas y ea- misa, se cura la sarna en muy pocos dias. Mezclado con grasa fresca y sin sal, bien batido en un mortero, forma una pomada contra las erupciones del cútis. El vino. Es el bálsamo de la vejez,el antidotó de la debilidad,el tónico por excelencia. Con esto se comprende muy bien, cuando debe administrarse, y la dosis que de- be tener relación con las fuerzas del individuo. A los en- 279 280 ferinos de fiebres maligna?, ó tifoideas, y á los que están bajo la influencia de grandes supuraciones, ó de pasio- nes tristes consuntivas, se les ha de dar caldo y limona- das mezclados con vino español. El hiero ó fierro. Tiene en medicina tal im- portancia, que basta decir, que la sangre le con- tiene, y no pu#de existir sin él. La coloración de este líquido de la vida, es debida al óxido de hier- ro. Conviene siempre que hay debilidad, palidez, flujos blancos. El hierro en polvo, ó limaduras, que se encuentra en casa de los herreros, es lo mejor. Se toma una narigada en un pedacito de fruta, de conserva, ó de pan por la mañana en ayunas, otra por la noche durante un mes, ó mas. Es un error bastante común el creer, que poniendo en agua clavos viejos ó calientes, se hace agua de hierro.. Las agrias naturales ferruginosas dejan de serlo al salir de las entrañas de la tierra, por el con- tacto del aire, que carboniza y precipita el mineral. El vinagre. Es un excelente refresco y sudorífico pa- ra los casos, en que hay fiebre y sed. Se ponen algunas gotas en un vaso de agua con azúcar, de modo que sea agradable, y se da al paciente cuanto desee. Mezclado con aguafria y sal,empapados algunos lienzos,y puestos sobre la cabeza con frecuencia, cuando liay fiebre, ó congestión; ó en los puntos contundidos, ó quemados, sin pérdida del cutis, dá buenos resultados. Prepáren- se con él muchos vinagres medicinales. Un puñado de 281 hojas frescas de estramonio [chamisco] puesto en irifu sion en ana botella de vinagre, por espacio de ocho ó diez dias, y después pasado por un lienzo, se conserva en otra botella bien tapada. Quince gotas de este en un poco de agua azucarada es un buen calmante en ios casos de dolor, de diarrea, y de tos. Lo mismo se [tre- para el vinagre de adormidera, de cicuta, de tabaco, y demas narcóticos. También se preparan asi una mul- titud de vinagres para el tocador, para limpiar los dien- tes, refrescar Ja cara y las manos, puestas algunas gatas en el agua; como scwi el vinagre de rosas, de alucema, de romero, y de cua!quiera%otra planta aromática. El almidón. Desleído en agua es muy útil en los vó- mitos desangre, de inflamación de los intestinos, tornada por la boca, en lavativas,, en baños, cataplasmas, ya cru- do, ya cocido; pero dq espeso. Se pone en polvo en los herpes, y demas erupciones dei cutis. Cocido eu agua y aguardiente,en la forma que lo hacen [tara almidonar la ropa, sirve para emplastar las vendas, con que se con- tienen los huesos fraoíurados, formando al secarse u:r aparato inamovible sumamente útil. Las cataplasmas. No son otra cosa masque un ba- ño local; cuya agua está contenida en una substancia esponjosa. La harina de lino es la que mas comun- mente se emplea; pero baria el mismo uso el salvado ó afrecho, y cualquiera otra harina ó yerba algo cocida, como las malvas, el saúco, y otras. Sise desea que- 282 la cataplasma sea calmante, se añade una parte de ta- baco, ó de estramonio, [chumisco], de adormidera, ó de cicuta. Se ponen las cataplasmas para mitigar, un dolor, para facilitar la supuración, ó la resolución de un tumor, grano, y semejantes; para hacer caer las costras para limpiar las úlceras, &a. Son de una utilidad incal- culable. Los sinapismos. Se ponen con el fin de producir una reacción local, llamando á la {jarte, á que se apli- can, un aumento de circulación; para restablecer el equilibrio del calor, ó para aliviar el sufrimiento de al- guna viscera, ú órgano importante. La harina de mostaza es la que comunmente se usa. Se moja un po- co con agua fria, y después se añade una poca caliente, hasta hacer una pasta, que se extiende en un lienzo, y se pone á raiz de la carne. No se debe hacer con agua caliente, ni menos con vinagre, porque se descompone el aceitedecsta grana,que es lo que causa el efecto. En muchas ocasiones es mejor sacudir la parte con ortigas; la comezón, que causan estas, es mas importante: con- tra los reumatismos son de buen recurso. El aceite común. A la dosis de dos onzas purga bastante. Entra en la composición de ungüentos, de emplastos, y de los aceites oficinales. Extendido en hojas frescas de cualquier legumbre, sirve para curar los cáusticos, las quemaduras, las llagas. El aceit.e de adormidera, y el de estramonio [chamisco] se hacen 283 poniendo en uná olla dos libras de aceite común y' un puñado de hojas de estas plantas; se calienta á fuego lento, hasta que cambien de color; se dejan tres ó cua- tro horas; y esprimiéndolas, se filtra todo por un lienzo, se coloca enana botella, y se usa en unturas contra el dolor, ó inflamación. Lo mismo se puede hacer con la cicuta, el tabaco y cualquiera otra planta, que posea virtud medicinal. La grasa, 6 manteca. Se hace uso en medicina de ia de puerco [chancho]. Derretida y sin sal, es buena para curar las erisipelas, las quemaduras, las Ulceras, las llagas Sirve para preparar toda clase de pomadas; que se ha- cen, poniendo una cantidad cualquiera de grasa en un mortero, añadiendo la substancia, que se quiera en pol- vo, ó líquido, 6 extracto, y meneándola hasta que la mezcla sea completa; colocándola después en un vaso de vidrio. Una onza de polvo, ó de extracto de adormidera, ó de estramonio [chamisco] ó de tabaco, ó cicuta, y me- dia libra de grasa, baria una pomada calmante; para aplicarla en un punto dolorido, ó inflamado. También puede servir la médula de los huesos [caracú] derretida y es muy fresca. La cera. Una parte de esta y otra de miel derreti- das, y mezcladas á fuego lento, forma un ungüento ex- celente contra las úlceras. La bizma se hace derritiendo una parte de cera blanca, y dos de pez, extendiéndola en una badana: se calienta, y se aplica á la parte. Con ©era y aceite se hacen toda clase de eeratos, á los que so añade la substancia, que se quiere en polvo, ó líquido. La cal. La preparación mas usual es el a’gun, que contiene una parte en disolución, se prepara así: Para una botella ordinaria de agua se pone una cucharada de ca! apagada:después de menearla bien, se deja reposar, y se derrama el aguaique resultase clara, poniendo otra sobre el poso, que queda; y esta segunda agua es la que se dehe usar. Se conservará bien tapada. Ea los casos de diarreas crónicas, de acidez de estómago, y de piedra en la vogiga, se toma una copita por la mañana, otra al mediodía, otra por la noche, con azúcar, ú otra cosa. Es excelente para lavar las quemaduras, las ingas de mal aspecto, las venéreas, y las erisipelas.extensas. Pe- ro es preciso prepararla cada dos ó tres dias, porque la La cal, que está.disuelta, se carboniza con el contacto, del aire,y se precipita al fondo de la botella. Sal común., chloniro ele sodio. Una ó dos cuchara- das de esta, y otra de miel en un vaso de agua, es un buen purgativo, usado hace siglos por los Griegos. Un vaso do agua y dos cucharadas de sal ó de cal hacen una lavati- va purgante. E! agua salada en la misma proporción;, pero tomada por oopitas cada d os horas, es buena con- tra los dolores de reumatismo, contra el venéreo, contra, les escrófulas; y también aplicado c orno colirio, contra. Las inflamaciones de los ojos. Los baños de mar, ó de, Qgua y seis u ocho libras de sal, producen grandes efee- 284 285 los en las enfermedades crónicas,en las erupciones cutá- neas, en las personas débiles, y nerviosas. Como tópico es muy bueno aplicado por medio de lienzos empapados en ella, contra las inflamaciones de la cabeza, de los ojos, o de'otra parte cualquiera, contra las contusiones, quemaduras, tumores, y contra los dolores reumatismo»- les; pero iría, y renovada con frecuencia. El clhoroforinó. Producto del arte, que ha sucedi- do al éter para neutralizar el dolor, en las operaciones graves. Es fuera de toda duda, que esta substancia presta los mayores servicios á la humanidad. Con su auxilio he podido reducir hernias estranguladas, que de otro modo hubieran necesitado ¡a formidable operación» Los dolores del parto se mitigan, y desaparecen con es- te lenitivo poderoso. Es verdad que se han citado al- gunos casos de muerte; pero hay que considerar:'!? que los anales de la práctica medical citap casos tales acae cidos durante las operaciones, antes que se conociese el chlorofonn'Oi y se atribuyan4 una síncope causada por eí dolor: 2? que en los pocos casos citados, eran en su- jetos, que padecían afecciones orgánicas, sobre todo ea el corazón;'casos que se pueden preveer. Son pues pue- riles los miedos. La Reina de Inglaterra acaba de parir * sin dolor, gracias á él. Frepjji’íicioMes Tapias. Los bálsamos naturales. Son solamente seis; estos se usan mas en la perfumería, que ea la medicina, A t>- 286 tes había muchos mas; pero la ciencia.ha hecho verlo ridículo de estos ensalmos, y su ninguna necesidad. Las tinturas. Antes se llamaban esencias, quintas esencias, elixir, gotas, bálsamos: son simplemente el es- píritu de vino, ó aguardiente fuerte, y alguna planta ó grana seca, y en polvo, que se tiene algún tiempo en in- fusión en él. Como son la adormidera, el estramonio, el tabaco, c! azufran, el clavo, y demás. Sirven para unturas al exterior, y para tomar de diez á veinte gotas en un poco de agua á fin de calmar algún dolor, tos, ó incomodidad. *, Los jarabes. Consisten en una parte de agua bien cargada de azúcar, y Ja substancia, que se quiere aña- dir, todo cocido junto, hasta adquirir cierto espesor. Por egemplo: El jarabe de adormidera, ó de estramonio [charrusco] se hace asi: Se toma una dracma de extrac- to de una de estas plantas, una libra de agua, otra de azúcar, se cuece un poco, purificándole con dos claras de huevo, se cuela por un lienzo, y se conserva. De es- te se puede tomar una cucharada cada seis horas, como calmante. Pero los jarabes fermentan con facilidad. Los tisanas. Son alguna substancia cocida en agua,o sobre la que se hecha agua hirviendo, y se deja algunas horas en infusión: v. g. el agua de ce- bada, el agua de yerba-buena; de borraja. Cuando so quiere que estas tisanas refrescantes, y sudoríficas, sean también calmantes, se añade alguna hoja de adormido- 287 ra, ó de chamisco. Pero siempre se ha de cuidar de po- ner poco de estas plantas. Las pildoras. Se hacen para poder tragar el medi- camento, sin mascarle. Un grano de extracto de ador- midera, ó de estramonio, ó de opio, hecho con los dedos una bolita, forma un remedio calmante. A las substan- cias, que no se pueden unir para formar una píldora, se les añade un poco de jabón, 6 de goma disuelta. Las pomadas. Son para usar ios medicamentos al exterior, 6 para el adorno. Se hacen simplemente aña- diendo la substancia, que se quiere emplear á una por- ción de grasa de puerco (chancho), y meneándola para mezclar ambas cosas mucho tiempo, y con muy poco calor. Los ungüentos. Se componen de diez partes de aceite común, ó sebo, ó manteca da puerco, de tres de cera, y de una de pez, ó resma. Derretido que sea todo este á fuego lento, se añade despacio, y meneándolo mu- cho. el polvo fino de la planta, que se quiera usar, v. g de saúco para un ungüento común, ó de adormidera, o de estramonio, [chamisco] ó de cicuta, ó de tabaco pa- ra un ungüento calmante. Después de frío, se pone en un vaso de vidrio, bien conservado. Cuando hace ca- lor. los ungüentos se enrancian, y pierden su virtud. Los emplastos. Son «orno los ungüentos; pero mas duros, como destinados á permanecer pegados en un punto. El modo de usarlos es de extender á la ayuda 288 del calor, y de la presión de los dedos, un pedazo sobre una badanita del grandor necesario. Un emplasto, v. g. de estramonio, ó de tabaco, se hace asi: se derrite áfue- go lento una parte de pez, otra de manteca, otra de cera; cuando están derretidas se añade lentamente v mezclán- dolo bien, otra parte de polvo fino de una de estas plan- tas, y mejor de su extracto, ó el aceite de ellas. Los estrados. Son el producto resultante de la eva- poración del jugo de una planta en el tiempo, en que florece, y que equivale en su fuerza á la de cuatro.par- tes mas de las hojas, ó de la flor. Se toman ¡as hojas de adormidera, ó de estramonio [chañusco] ú otra; se majan ó pisan bien, se {tasan y exprimen por un lienzo fino, y el jugo se pone á evaporar al so!, en platos, hasta que quede algo mas espeso que la miel; se conserva en botes dé vidrio. Se han de renovar cada año. En los países cálidos, y templados estas plantas suelen estar siempre vivas, ó ser bisanuales, y en estos casos, ¡os extractos se pueden hacer con frecuencia, ó servirse délas hojas, délas que se ponen cuatro partes mas. Las bebidas. Se ordenan generalmente para tomar por cucharadas. Son como los cocimientos; pero en me- nos cantidad. Si entran plantas narcóticas calmantes, es preciso hacerlas y usarlas con mas cuidado. Los gargarismos. Se usan contra los males de la garganta, y de la boca; son unos cocimientos de cual- quier planta simple, como malva, zanahoria, y' si se 289 quiere una ó dos hojas de adormidera, ó estramonio, á los que se añade un poco de vinagre, o de aguardiente, y miel. En los países fríos y de temperatura media, pero variable, son frecuentes las inflamaciones de la garganta, que dejan sus glándulas hipertrofiadas, [aga- llones]. Esto da lugar á operaciones sensibles; y pue- den ser evitadas, y curadas gargarizando mucho con un cocimiento de pimientos picantes [agis]. Las Lavativas. Son un poderoso elemento en' ca- si todas las enfermedades de alguna viscera del vientre, en los cólicos, disenterias, diarreas, y en las que el pa- ciente hade guardar cama. Pero desgraciadamente se usan poco y en número pequeño. Son déla mayor ne- cesidad para los niños á.cada paso. Estas se compo- nen simplemente de agua fresca, que son las mejores, cuando hay dolor, ó diarrea, ó de agua, y una <> dos cu- charadas de sal, cuando el vientre esta detenido, 6 de al- gun cocimiento. PARTE SEXTA, CAPI TU feO I. Anatomía y Phisiologia. La primera es la demostración de las partes de que stí compone el cuerpo humano* y la segunda la de sus funciones. 290 Doscientos cuarenta y dos huesos forman el esque- leto. Se componen de gelatina, de phosphato de cal y de magresia. Los alimentos contienen estas substan- cias, que van por los conductos propios á fortificarlos, ó á reparar sus pérdidas. Para que no se destruyan con el roce de las extremidades del uno con el otro, hay un tegido, cartílagos, y un liquidé sinovia. Los huesos se reúnen por medio de ligamentos duros, elásticos, bri- llantes, como nacar. ha cabeza se compone de un hueso en la frente, frontal, dos á los lados parietales, dos bajo estos, tem- porales, uno detras occipital, uno por bajo del primero JSihmoidco, otro mas bajo y detras Sphcnoidco. Cuatro pequeñitos del oido. La cara tiene dos á la parte su- perior y media, mandíbulas superiores, dos adelante maxi- lares, tras en la nariz, dos en el.paladar, y tres en el fon- do. Uno inferionnente mandíbula inferior. Los dien- tes son treinta y dos: ocho afielante, incisivos; cuatro íi los lados de estos, colmillos; veinte enseguida', maclas. Todos en igual número arriba, abajo, y á los costados están enclavados colas alveolos délas mandíbulas. El espinazo se compone de veinte y cuatro huesos unos sobre otros desde la cabeza hasta el ano. Se llamar» vértebras. Siete corresponden al cuello, doce á la es- palda, cinco á los lomos ó riñones. Eél pecho está formado de un hueso á la parte an- terior, esternón: de doce costillas á cada lado; si,ete están 291 articuladas al espinazo y al esternón, cinco al primero solamente,y pertenecen al vientre. La pelvis ó vagina. Tiene cuatro huesos, el sa- cro y el cocéis, que concluyen la columna vertebral, los dos iliacos ó caderas, que forman los costados, y el pu- bis adelante por su unión. Los miembros superiores. Reúnen cuatro partes. La espalda íi omoplato á la parte superior y posterior del pecho, la clavícula á la parte superior y anterior. Los brazos con un solo Irueso largo desde la espalda al codio, humero. El antebrazo, con dos desde el codo, íi la mano radio, y cubito. La mano con ocho huesitos á la parte superior, carpo', sígnense cinco ¡argos, que forman la mano metacarpo. Los dedos son cinco pulgar, índice, medio, anular, pequeño, cada uno tiene tres huesos lla- mados falanjes, excepto el pulgar, que. tiene dos. Los miembros inferiores se dividen en muslo, pier- na y pié. El primero solo tiene un hueso, fémur, que se articula con el iliaco y el tibia, y es el mas largo del cuerpo. La puma tiene tres, el tibia hueso largo y fuer- te, desda la rodilla al pié, y á la parte interna; el pero- neo, delgado, pero largo como el anterior, y la ¡jarte ex- terna. La rótula hueso redondo, disforme, entre el femar y el tibia, al frente de la articulación. El pié compues- to del calcáneo, aplastado, corto, á la parte posterior é inferior [talón): de la estrágala ála parte media superior; y cinco huesitos, llamados tarso. La segunda parte fot- 292 Hia el metalar so: son cinco huesos, que se prolongan hasta los dedos, listos son cinco con tres huesitos, con- tinuados, excepto el primero, que tiene dos. Los músculos son lo» que se llaman carne, su nú- mero es quinientos Veinte y siete. Se componen de fibras cuya diferente dirección y contractilidad Ies hacen aptos, para imprimir toda clase de movimientos según nuestra voluntad. Hay músculos, que se mueven sin depender de ella. Son los que sirven á la respiración, á la circu- lación, á la nutrición, á las secreciones. Los primeros están adherentes á los huesos por tendones fibrosos, re* sistentes, blancos y separados por membranas de igual naturaleza: Aponevrosis* Las membranas son unas telas, qUe cubren los cuer* pos, y encierran ios órganos. El cutis es una membrana espesa, densa, elástica, que envuelve todo el cuerpo, y es continuada por la mucosa al nivel de los ojos, orejas, narices, boca, ano y partes genitales. Se compone de dermis y epidermis. Esta es inorgánica como el pelo las uñas; aquello es el verdadero cutis, y es una especie de red compacta de vasos sanguíneos, de nérvios, de papillas secretorias, de linfáticos, Sn uso principal es el de proteger el cuerpo contra los ajeut.es exteriores. La membrana mucosa comienza donde concluye el cutis: reviste todos los órganos interiores, y así como aquel secreta el .sudor, esta secreta una mucosidad sin laque las funciones principales de la vida serian imposibles. 293 Las membranas serosas son finas, transparentes, exten- sfiíles, dobles como un saco sin boca, conteniendo en su interior un líquido seroso. Tídes son el peritoneo, la aracñoidea, \ns pleuras, e\ pericardio, la túnica vaginal. Sirven para separar los órganos, y facilitar su movi- miento. Las membranas celulosas están compuesta de numerosas celdillas blancas, esponjosas, blandas, que se interponen entre los órganos, y los une, y concurre á su forma y protección. El periosto es u.na membrana fi- brosa, blanca, que cubre los huesos por dentro, y fuera, El sistema ne.undoso consiste en el cerebro, en el ce- revelo, y en la médula espinal. El cerebro ocupa las dos terceras partes anteriores de la cabeza, forma dos hemis- ferios; es el gran telar, donde el alma teje sus ideas, orde- na al cuerpo su ejecución. Está protegido por los huesos, por la mas fuerte y fibrosa membrana, dura madre, por otra serosa, avac- vjndea. y por la pia madre sumamente delicada» Las arterias,y venas, que le nutren, se dividen desde su en- trada al infinito, pof no perturbar este órgano sublime. El cerebelo ocupa la tercera parte posterior é infe- rior del cráneo. Está unido al cerebro por una subs- tancia 1 ¡amadaprotuberancia anular, y la parte superior déla médula espinal. Doble como los otros dos, baja en forma de cordon por medio de las vértebras hasta el sacro. Por los hilos nerviosos, que por todo distribuye, 294 da el movimiento, y la sensibilidad al tronco del cuerpo, y á los miembros superiores é inferiores. El ojo. Se compone, 1. ° de cuatro membranas; la conjuntiva, que es la exterior; la esclerótica, que forma el blanco y las cuatro quintas partes del ojo; la choroidea, que tapízala anterior por adentro: en fin la retina, que se extiende en la interior de aquella. Eu medio de es- tas y a la parte anterior está la cornea transparente, con- vexa, y de un diámetro de siete á ocho líneas. Se sigue el humor acuoso contenido por una membrana finísima* Viene después el cristalino, que reposa sobre un humor gelatinoso,llamado vitreo, dentro de una membrana hia- loidea. Entre estos, el iris, que divide los humores, es un círculo colorado, que rodea la pupila, y la hace exten- derse, ó contraerse, según la influencia de la luz. Los ojos tienen partes accesorias necesarias ála visión regu- lar, como son los párpados, las cejas, las pestañas, la glándula, lacriminal, el canal, que va á las narices, seis músculos para el movimiento. Estas partes, sirven, unas para protección, otras para la transmisión de los rayos de la luz emanados de cada objeto, hacia la retina, que en inmediata relación con el cerebro, distingue con él cada parte, y dirige la acción en consecuencia. El oido se compone de tres partes*, la externa, que comprende la oreja y conductos construidos de modo á poder recogerlas vibraciones sonoras, para conducirlas Ci las demas piezas integrantes de este órgano de la au- 295 ilición. La mediana contiene la cavidad del tímpano, cuatro liuesitos con sus músculos, que los mueven á la excitación de las vibraciones provocadas por el sonido, la membrana que divide; la trompa de Eustaquio con comunicación á la faringe, para mantener una tempe- ratura regularen los fluidos y gases necet arios. La in- terna, en fin , encierra el laberinto, formado por un cara- col, por conductos casi circulares, por el vestíbulo, y la linfa e»cuyas partes está tendido el nervio acústico, que recibe las impresiones sonoras, y las transmite al cerebro. El órgano de la voz es la laringe, formada por cuatro anillos cartilaginosos, y dos ligamentos largos, que se llaman cuerdas vocales, y que vibrando forman los sonidos, Esta se continua inferiormente con la tra- ehia arteria, que se subdivide hasta su inserción en los pulmones. Como forma á la parte superior un todo con la phariiige, para evitar la introducción de los alimen- tos, existe una lengüeta, que adaptándose al agujero de entrada, se abre y se cierra con este fin, y el de abrir un libre y periódico acceso del aire á los pulmones. La boca es el complemento del órgano de la voz, El olfato es un órgano bien complicado. El nervio encargado de transmitir al cerebro las tensaciones de los olores emanados de los cuerpos, se extiende sobre una grande superficie representada por una membrana mu- cosa, que tapiza las sinuosidades frontales y nasales. 296 El gusto se efectúa en la lengua, órgano muscular, cubierto de una membrana mucosa, que forma por bajo un pliegue llamado vulgarmente frenillo. Esta tapiza tombíeutoda la boca, y sobre ella se extiende el nervio sensitivo del gusto. Participan también los labios, el paladar, las mesillas. El tacto existe en todo el cwtis3 especialmente et> las puntas de los dedos de la mano por los pliegues, y papillas nerviosas, que a¡íi abundan. Estas acusan ins- tantáneamente al cerebro la cualidad de los cuerpos, que tocan y aproximan. FA pecho contiene en su cavidad la pleura, la ira- quice-arteria, los pulmones, el corazón. La pleura es una membrana, que todo lo tapiza, separa, y mantiene. Cerrada por todas partes, y humedecida por un líquido, que secreta, facilita el escape de aquellos órganos móvi- les. La traq-uia-arteria es un tubo continuado con la laringe. Dividido en dos á la altura de la quinta costi- lla, toma el nombre de bronquios, los que llegados á los pulmones, se dividen en cinco, dos para el izquierdo, tres para el derecho: y luego se subdividen en su interior basta lo infinito. Su uso es el de dar paso franco al aire, para la respiración. Los pulmones son dos, ocu- pan los costados del pecho. Se componen de bronquios, de la arteria, y venas pulmonales reunidos por untegido eelular, de vasos linfáticos, y nervios, que forman como- ana espesísima red, que se dilata con el acceso del aire. 297 y se contracta con su receso. E¡ aire, al salir de los pul monos, ha perdido una gran porción de oxígeno, y to- rnado en su lugar igual porción de ácido carbónico: por medio de aquel,la sangre,que era negra,se hace roja, y esta operación se efectúa cada ven que respiramos. Por este medio también se consefva el justo equilibrio del calor animal, cualquiera que sea la temperatura exterior. El corazón es un músculo hueco, colocado en me- dio del pecho; pero con dirección á la izquierda. Está dividido en cuatro cavidades, que se llaman aurículast y ventrículos. Estas se contraen, y se dilatan alternati- vamente, para enviar la sangre, que ha de purificarse, á los pulmones, ó ya purificada, por el cuerpo. Una fuer- te membrana le cu-bre, pericardio, otra fina tapiza su exterior, y sus cavidades endocardio. Del corazón par- ten dos ciases de vasos, arterias y venas. Las arterias, que nacen del corazón, son dos, se dividen hasta lo invi- sible, regando con sangre pura todos los tegidos, y eu sus extremidades comienzan las venas, disminuyendo en número, pero aumentando en volumen, hasta reducirse á una, á su entrada en el corazón. Estas traen al cen- tro común la sangre impura, que ha de dirigir á los pul- mones, para su"reabi!itaeion. La arteria madre se lla- ma aorta, la vena cava. Hay ademas otros vasos llama- dos linfáticos, con sus confluentes gangliones, estos sir- ven á traker la linfa 6 sangre blanca á las venas.. 298 El estómago es el grande órgano de la digestión. Los labios, el paladar, las amígdalas, los carrillos, Jas mandíbulas, los dientes, la lengua, el esófago b pharinge son otros tantos instrumentos necesarios para tomar, masticar, y conducir los alimentos bien preparados al gran recipiente, que los ha de transformar. El estómago está á la parte superior del abdomen, ó vientre, entre el hígado y el bazo. Es un saco irregular músculo-men- branoso, continuado arriba con el esófago, y nbrjo con el duodeno por dos orificios llamados el 1? cardiaco, el 2o ] dorico. Cuando el estómago esfá vacio, experimenta- mos la sensación del hambre, ó de la sed, y de aquí la necesidad de alimentos sólidos, ó líquidos. Divididas Jas diferentes substancias mascándolas, humedecidas,y preparadas por la saliva, pasan al estómago, en el que acumuladas, están sometidas durante algunas horas, á la compresión , á movimientos de elevación y descenso, áuua temperatura de treinta y dos grados, á la acción de mucosidades, de la saliva, y del suco gástrico. Así se forma una masa, que á fuerza de contracciones de aquel órgano, pasa á los intestinos. Los intestinos comienzan en el estómago, y conclu- yen en el ano. Se dividen en tres partes, duodeno, intes- tinos delgados, é intestino grueso. El primero está segui- do al estómago, en contacto con el hígado, yen 61 prin- cipian los intestinos delgados. Estos fuman un canal tan largo como cuatro ó cinco veces el cuerpo. Su posición es desde el ombligo hasta el bajo vientre, y en ambos flancos. Síguese el grueso intestino, que comprende el ceco, el colon, y el recto. El ceco es, con las bolsas, que for- ma, tres veces mas voluminoso, que aquellos, y antes de continuarse con el colon, tiene una válvula, que abre y cierra el paso, un apéndice, cuyos usos se ignoran. Se- mejante á este es su continuación, el colon, que descri- be un círculo completo á todo el vientre, y con el nom- bre de recto concluye en la parte posterior de Ja vagina, en relación con la vejiga, y adiriendo con los músculos del ano. Luego que la pasta 6 quinto pasa del estóma- go á los intestinos, oprimida por su contracción peristál- tica, se mezcla á la bilis, y al fluido pancreático, que reaccionan sobre ella,y la divide en quilo, que se absuel- ve, y pasa á la circulación, y en excremento, que va al intestino gueso. En este circula lentameate,adquiere su fetidez, ocasiona gases, y se va acumulando en directo, hasta que la necesidad le hace salir por la fuerza de la contracción muscular, que vence la resistencia del ano. E! hígado es la mayor de todas las glándulas. Es- tá situado en el hipocondrio, ó vacio derecho abajo de! diqfracma, y sobre el estómago. En la hendidura, y á la parte inferior, está la vejiga de la hiel. Esta es se- parada de la sangre por ei hígado, secretada, y vertida en dicho depósito, ó en el duodeno para complementar la digestión, ó sea para la quilijicacion» 299 300 ES bazo está en el vacio derecho, pegado á la extre- midad gruesa del estómago, del volumen de siete á ocho dedos, v forma de nna uva. No se saben sus usos con exactitud. E! páncreas es una pequeña glándula detras del estómago. Su conducto se abre en el duodeno, y el lí- quido, que secreto, sirve á la quilificacion. Los riñones son dos glándulas á los costados de las dos últimas vértebras dorsales, y primeras siguientes. Su forma es'.como la de una haba, y su volumen igual. Se componen de una substancia tubulosa, y otra corti- cal. Sus ti time rosos conductos se reúnen en depósito común, del que parte uno, urétera, que va á la vejiga. Los riñones separan la orina de la sangre, para expul- sarla por diclios canales.. La vejiga forma un saco músculo-membranoso. Está en la excavación de la vagina, detras del pubis, delante del recto- en el hombre, y del útero en la muger, Recibe la orina, que los riñones secretan por las uréte- ras: estas se abren paso por el bajo fondo de ella: la ne- cesidad se hace sentir, la expulsa por la uretra. Los pechos son dos glándulas cubiertas por el cu- tis y la grasa, que les da la forma. Se terminan en los pezones, por una porción de conductos, que dan salida á la leche. Esta es al principio clara y purgante, y des- pués blanca, y mas nutritiva, según que la edad del niño avanza.. La leche varia relativamente á la edad, a! 301 lera per: mentó, á los alimentos, y al moral de la qt¡e cria, i ntre lospecAos y el útero existe tal simpatía, que mutuamente se comunican sus afecciones, y toda sen- sación agradable ó penible. El útero ó la madre tiene la forma y volumen de una pera algo aplastada. A los dos ángulos superiores tiene dos orificios, por los que desciende el germen, que ha de ser fecundado, y una boca á la parte inferior, poi' la que pasa el fiuilo fecundante. Es el órgano en cuya cavidad se hace la evolución del feto durante nue- ve meses, al cabo de los que, le rechazan al exterior sus contracciones. Un flujo de sangre se opéra en el men- süalmente. Esta evacuación sanguina sucede de doce á cuarenta y cinco años mas ó menos; y sus perturba- ciones ponen en peligro la salud y la vida de las mu- geres. El ovario: órgano doble; grande como un lluevo de paloma: está en la parte superior del útero, con el que comunica por medio de dos conductos, llamados trom- pas. Se compone de iobulbos, embebidos en un líquido, que contiene quince á veinte vegiguitas llenas de visco- sidad amarilla. Desprendiéndose una ó mas, bajan al útero por dichos conductos, son allí fecundados; y lie aqui el momento de la concepción. Los testículos son dos glándulas, que secretan el fluido fecundante, que separan de la sangre, y depo- niéndolo en dos vegiguitas seminales sirven á fecundar el gérmen en el acto de la copulación, conducido por eí penis. Este presenta en su extremidad un cutis, que la «ubre, denominado prepucio, que los judíos cortan, para la circuncisión ordenada en la ley de Moisés. 302 Variedades esi la especie iitBssaana. Para mejor comprenderla asombrosa prodigalidad de la Providencia en la dotación de sórcs, con que la plugo enriquecer el planeta, que habitamos; Jos natura- listas comenzaran á separarlos en tres reinos llamados animal, vegetal, y mineral. Estos fueron á su vez divi- didos en especies, razas, clases, géneros, familias, según las formas generales. Los animales y los vegetales están sugetos á cambios según las influencias exteriores, á que están expuestos sobre la superficie del globo; pero estas modificaciones nunca alteran los límites naturales, que corresponden á la especie. El carácter esencial de esta osla reproducción constante del mismo tipo, ó de la misma forma de vida, por la copulación con su semejan- te. Cuando esta se efectúa entre sugetos de diferente es- pecie, y la producción de un nuevo individuo se sigue, esto no forma un carácter exclusivo de aquella., ni este la pertenece; porque al fin es un bastardo, y sus copula- ciones estériles. La raza originada por la mezcla de dos razas, se propaga por la copulación con su semejante, mientras que, cuando se une con las razas, que han con- currido á su producción, viene al fin de algunas genera- ciones al tipo de una de ellas. 303 La raza humana aparece bajo de formas diversas de una misma y sola especie, formas que se unen, y pro- pagan por la via de la generación, y en las que podrá haber ejercido una influencia poderosa la elevación del terreno sobre el nivel del mar, y el clima; ya sea que el hombre apareciese simultáneamente en diferentes puntos de la tierra, ya que aparecido sobre uno solo,haya podi- do después extenderse á los demas. Sin embargo exis- ten razas, sobre las que nada ha podido influir, que las desvie de su propio tipo, al no ser que se mezclen con razas diferentes. Los negros, no importa la latitud, nun- ca producirán mas que negros, los europeos el tipo euro- peo, lo mismo los americanos. Los descendientes de mezcla blanca y negra (mulatos): no son estériles, por- que son el producto de una misma especie, aunque de distinta raza. La anatomía comparada nos enseña, que el origen délas facultades ntelectuules está en el cerebro, que a 11 i el alma exer e sus funciones. Que todo animal tie- ne mas entendimiento en proporción de la masa cere- bral. El mayor volumen de la parte anterior y media de la cabeza, supone una inteligencia superior, y la es- trechez un entendimiento mezquino. Los idiotas tienen cabeza grande; pero poco cerebro, y mal organizado. No basta que la masa cerebral sea grande, es preciso que tenga sus circunvoluciones profundas, porque Inca- pacidad intelectual depende de la mayor extensión del 304 cerebro, circunscripta en cierto espacio. Esta es la ra- zón principal de la diferencia tan marcada entre los hombres respectivamente á sus talentos, y de que baja entre ellos tantos, que á pesar de una educación esme- rada, sean siempre majaderos, cuando por el contrario se ven otros, que no habiendo recibido instrucción, lle- gan á hacer por sí solos, cosas asombrosas. Gal! en sus veleidades frenológicas asignó en el cerebro ciertos puntos, en que habitaban ¿as inclinacio- nes y pasiones diferentes. Pero donde colocaría los de Ja memoria, los del juicio, y los de la imaginación? Si aquellos estaban en el espacio indicado por las salidas d'e los huesos, no seria una dicha para la pobre especie humana, el poder librarse de ellas, haciendo desapare- cer el pájaro, ó destruyendo el nido? Esto podía hacer- se fácilmente. Las heridas de la cabeza cuando son superficiales, ó no dañan profundamente el cerebro, de- jan intacta la inteligencia, el pensamiento, la memoria. Guando interesan un grande espacio, ó propagan los resultados de su acción á una parte mayor de la masa bercbral, entonces aquellas facultades dejan de existir en acción, todo es perturbación y delirio, El alma en fin existiendo en nn punto principal del cuerpo, y ha- ciéndose sentir por todo el resto de él, de ningún modo depende de su integridad absoluta, puesto que al estado latente existe también en el gérmen expulsado por el cuerpo materno. 305 APENDICE. ISidropatia: ó arte de corar con el agua» El agua es uno de los elementos indispensables pa- ra la vida. E.vis'e en todo cuanto comemos, bebemos, y nos rodea. Sin ella no podida existir ser alguno so- bre la tierra, ni esta hubiera tenido principio. En todos los tiempos se usó para curar muchas enfermedades, co- mo queda dicho en la segunda parte. Mas hace unos veinte años que uu aloman Vicente Priestuitz de Graet* femberg (Siberin: Austria) habiendo leído un libro es- crito sobre la materia en aquellas cercanías por el Doc- tor Kanhu, observado las curaciones,que un paisano ha- cia sobre los animales, y aplicádose á sí mismo el reme- dio con suceso, comenzó sistematizar sus baños de agua 306 fria,-y muy luego acudían de todas partes enfermos. Sus buenos resultados en muchos casos, me impelen á dar una idea precisa de los modos que allí se emplean, para servirse del a na tria, y de las enfermedades en que principalmente convienen. Yo los hago emplear bastan- te con suceso. Ui/drosúdo-therapia, i) sea baño y sudor curativo. Consiste en envolver al paciente en una manta fie lana, bien ajustada al cuello, v doblada por los pies, sin ca- misa: so le cubre con otras mantas. Si hubiere alguna parte dolorida, se ia venda antes con trapos mojados. Luego que suda con fuerza, se le dá á tomar un vaso de agua fría cada media hora,no debiendo sudar mas que de una á dos horas. Quitándole entonces todas las mantas, / y mojándole con un lienzo la cara, el pecho, y los bra- zos, se mete en un baño de agua fria, en el que permane- cerá seis ú ocho minutos: se enjuga, se viste, pasea una hora,tomando un vaso de ii¡rna á m nudo, y almuerza después con apetito. Este baño se-repite todos los dias, ó se deja pasar uno ó mas en el intermedio según la en- fermedad y fuerza del sujeto: se d; be salir del baño, en el momento, en que se comienza á sentir el segundo frió. Se ha de mojar la cabeza algunas veces. Medios baños. Todo se hace como en el anterior. Pero la tina es pequeña, contiene poca agua, y está me- nos fria. Una vez dentro de ó!, se ha de mojar el resto del cuerpo con una tipa de agua fria derramada sobre la cabeza. Si hubiere fiebre,se envuelve al enfermo en una sábana mojada en dicha agua, que se remuda en el acto, que comienza <á calentarse: En ambos casos se le frota cyn las manos por todas partes. Cuando se advirtiese molestia, se seca bien al bañado, se le viste, y se le hace dar el posible paseo, bebiendo con frecuencia, vasos de agua fria. Estos baños convienen mucho á los niños, y 307 personas débiles, sobre todo los de la sábana mojada, y frotaciones, que dan efectos maravillosos. Daños de asiento. „Eu una tina se ponen como tres ó cuatro pulgadas de agua fria, y allí se asienta el suje- to por espacio de media á. una hora, atando á la cabeza un pañuelo mojado en la misma agua, mojándose tam- bién á veces el vientre. Se repiten dos 6 tres veces por dia, y se bebe siempre mucha agua fresca. Daños de cabeza. Acostado el paciente sobre un plan igual y duro, colocada una palancana llena de agua fria al extremo de la cabeza, sumerge en ella la mitad desde mas arriba de la oreja, por espacio de un cuarto de hora, y después la otra mitad durante el mismo tiem- po. Se enjuga bien, se dan largos paseos, y se bebe cuanto se puede. Parece que el buen éxito se anuncia por fuertes dolores en aquella región,y por una postema, que rehienta. Daños de ojos. Se moja el ojo con agua fria, se cierra por algunos momentos, después se abre, y se le sumerje por algunos minutos en un vaso del mismo lí- quido. Esto se repite muchas vqces, y se le acompaña del baño de asiento, de cabeza, y de piés; de fomentos detras de la cabeza, y en el pescuezo. Beber á discre- cio n. Daños de los dedos. En un vaso de agua fria se coloca el dedo, que padeciere uñero, por un cuarto de hora tres ó cuatro veces por dia. Vendado en seguida, se mete el codo dos veces en las veinte y cuatro horas en este líquido; y se ata un vendaje caliente á la parte superior. Daños de los miembros. Ims brazos, ios muslos, y las piernas se afectan mucho de herpes, de empeines, de úlceras, de reirtnatismo. Se curan poniéndolas en agua fria por media ó una hora dos veces al dia. La 308 w terminación favorable de estos males suele ser por tre- mores, que supuran mucha materia. Beber mucho. P>años por inmersión, ó dadlas. Se toma esta cla- se excelente de baños poniendo por espacio de un cuar- to, ó dos de hora el cuerpo á recibir un chorro de agua fria, grueso como la muñeca, que se hace caer de la al- tura de diez ó mas piés, recibiéndole mas especialmente en la parte afecta de dolor. Con el sudor y bañ > frió se tratan bien la sy- philis, las úlceras, las erupciones del cutis, la go- ta, el reumatismo, I& debilidad nerviosa, la hipocon- dría, el histérico, la sordera, los sudores fétidos de los pies, y otros. Las duchas son buenas contra la raquitis, los tumores, é hinchazones de las ar- ticulaciones, las dislocaciones, la debilidad local &a. Los baños de asiento contra las tercianas, la pul- monía, los vómitos de sangre, las flores blancas, las he- morragias uterinas, la estitiquez, la fiebre, los dolores de cabeza. Las sábanas mojadas, contra la tos convul- sa, La disenteria, la inflamación cerebral, la diarrea, Ja irregularidad de las reglas, la sarna, la falta de sueño, la erisipela, el sarampión y escarlatina. Estos últimos son muy cómodos para los niños, y personas débiles. Con facilidad se infiere, cuando deben usarse los demás baños. Pero lo que nunca se debe olvidar es, que cual- quiera que sen el baño y el mal, es preciso beber una. grande cantidad de agua. 309 BECETAS DIVERSAS. Pasta para limpiarse la dentadura. Partes.. Carbón en polvo. — 50 Sal común f Infusión de yerba buena, cuanto baste para ha- cer una pasta. Con la greda, ó con la arcilla se hace lo mismo, que eon ei carbón.. Pomada para el pelo. Medula-de los huesos [caracú] derretida en el ba- ño maria, ó sea puesta en una taza, y esta en un cazo* que tenga agua hirviendo, y cuando está derretid-', se pasa por un lienzo. Se vuelve á poner un rato en el mismo baño, y se añade el olor, que se quiera. Esta pomada e» excelente, y se conserva mucho tiompo fresca.. Ro sas de buen olor . 25 Vinagre fuerte 300 Déjese en infusión ocho dias, y después colarlo- por un lienzo, y bien clarificado, conservarlo en una bo- tella bien tapada.. Vinagre de *•osas. 310 Lo mismo se pueden preparar los vinagres de alu- cema, de romero, de clavellina, de ruda, y de toda otra planta aromática. Esta clase de vinagres es muy buena, para poner unas gotas en el agua de lavarse la cara y manos, des- pués de haberse quemado al sol, o manejado cosas de mal olontarnbien para geriugatorios,cuando liay flores blancas, llagas, ó cánceres; y excelente, siempre que hay fiebre, colocando unos lienzos mojados en cuatro partes de agua, y una de este vinagre en la frente, me- dia cabeza y sienes, en los puños, y manos: para refres- car la boca, y purificar las habitaciones de los enfermos. Preparaciones para sacar las manchas grasas de las telas de seda. Jabón negro 1 Miel......... 1 Aguardiente fuerte 5 Se lava la tela con esto, y después con agua fría. Lacre español fino. Terebi n ti n a: 1 i br a s 1 Resina laca: onzas 4 Pez o colopbana: ídem 8 Derretido este,y meneando sin cesar, se añade: Vennellon: onzas 2 Y al retirarlo del fuego, sin dejar de menearlo,se au- menta: Aguardiente fuerte: onzas 1 En seguid t se le dá la forma. Si se quiere variar el color, se pone otra cosa á la plaza del vennellon. Tinta azul. Añil en polvo: dracenas. I Carbonato de potasa: ídem 1 Sulfuro de arsénico: Ídem 1 Cal viva: ídem 2 Agua: libras 3 Se pone á hervir, y se retira, cuando todo está di- suelto. Tinta negra. Agallas: onzas 4 Goma arabiga: ídem 2 Sulfato de fierro: ídem 2 Agua hirviendo: libras Hechas pedazos ¡as agallas, se derrama sobre ellas el agua hirviendo: se pasa por un lienzo alas 24 horas de la infusión, y se añade la goma, y el sulfato de fierro, aumentando algunas gotas de cualquier esencia,para que no se amuezca. Tinta roja. Palo del Brasil, (campeche): libras 1 Vinagre; ídem 4 Estando seis dias en infusión, se hace hervit; y se añade á partes iguales de azúcar, goma, y alum- bre: onzas 4 Tinta verde. Acetato de cobre: dracmas 5 Bitartrato de potasa: onzas 1 Agua: idern 7 Pongase á hervir, hasta que se reduzca á la mitad, colando después. La tinta que se emplea para copiar sobre una hoja de papel lo que está escrito en otra, es la tinta ordinaria, á la que se añade una tercera parte de azúcar cande. Tinta simpática. Se puede escribir sobre papel con varias substancias en disolución, sin que la letra sea visible, al menos de mojarle con un reactivo apropiado. Una de aquellas 311 312 es el joduro de potasa en un poco de agua: su reactivo- seria el sublimado corrosivo, o el acetato de plomo di- suelto en el mismo líquido. Con el primero la letra apa- receria roja, y amarilla con el segundo. Otra es el sul- fato de hierro: su reactivo un cocimiento de agallas, ó con cianuro. El primero hará aparecer las letras ne- gras, y azules el segundo. El acetato de plomo líquido también: su reactivo seria nna disolución sulfurosa. El chlorhidrato, íi azotato de cobalto disuelto claro, dá le- tra invisible, que se hace visible al fuego, y separado vuelve á ser invisible. Me zcla para limpiar las cosas de plata y de oro. Cal apagada: libra . 1 Ungüento mercurial: onzas 1 Aceite de terebintina: id I Se toma una porción de esto, se deslíe en un poco de aguardiente, y se usa. Yelo artificial. Sal amoniaco: partes Sí- Nitro ... 5 Agua _ 10 OTRO. Sal de Inglaterra, partes 3 Acido nitrico aguado:... 2 Colocando un vaso con agua en medio de una de estas dos preparaciones, se yela al rato. Hay otros mu- stios medios, pero estos bastan por su simpleza.. WIN. 313 INDICE. PROLOG O V í PARTE PRIMERA—Historia de la medicina 1 PARTE SEGUNDA. CAPITULO 1. II igiene y causas de las enfermedades fe CAPITULO II. Sintomalología . 35 CAPITULO I. Tratamiento 36 PARTE TERCERA. De las enfermedades en particular. CAPITULO i. Enfermedades inflamatorias. Articulo I De la inflamación 54 Art. II Cangrena 56 Art. III Quemadura 58 Art. IV Contusión 59 Art. V Flegmon SO Art. VI Carbunclo, 6 grano malo 02 Art. VII Divieso, nacido 63 Art. VIII Panadizo „ £4 Art. IX Uña encarnada., 66 Art. X Erisipela 67 Alt. XI Escailatina,,j... 68 I ‘ ' * m 314 Art. XII Sarampión 70 Art. XIII Miliaria 72 Art. XIV Viruelas. 73 Art.j XV La vacuna 76 Art. XVI Viruelas locas - 77 Art. XVII Zona: culebrilla 77 Art. XV11I Sabañones. 7? Art. XIX Heridas 79 Art. XX Inflamación de los huesos; Osteítis 82 Art. XXI Fractura de los huesos 83 Art. XXII Dislocación de los huesos 86 Art. XXIII Dislocación de la mandíbula inferior 88 Art. XXIV Idem del cuello 89 Art. XXV Idem del brazo 90 Art. Idem del codo: ó antebrazo 9L Art. XXVII Idem de la mano y de los. dedos 92 Art. XXVIII Idem del muslo.. 92- Art. XXIX Idem de la rodilla6 de la pierna.... 94 Arl. XXX Idem del pié 94 Art. XXXI Mordeduras de animales venenosos 6 rabio- sos 96 Art. XXXII Muermo 98 Art. XXXIII Mal venéreo: Sífilis 99 Art. XXXIV Purgación: Gonorrea 100 Art. XXXV Llaga venérea 101 Art. XXXVI Incordio 103 Art. XXXVII Venéreo constitucional 104 Art. XXXVIII Crestas venéreas 105 Art. XXXIX Fiebre cerebral: inflamación del cerebro.. 106 Art. XL Inflamación de los ojos: Oftalmía 107 Art. XLI Idem del oido: Otitis 109 Alt XLII Idem de la nariz: Coryza.. 110 315 Art. XLIII Idem de la lengua: Glositis.... 111 Art. XLIV Idem de la garganta: Engina 112 Art. XLV Crup: Engina traqueal 114 Art. XLVI Tos, resfriado, catarro. Bronquitis 115 Art. XLVI1 Tos convulsa 116 Art. XLVIII Puntada de costado: pleuresía, inflamación de la pleura 118 Art. IL Pulmonía: inflamación de los pulmones.119 Art. L Inflamación del corazón. Pericarditis 121 Art. LI Aneurisma del corazón: Hipertrofia 122 Art. LII Inflamación del estómago gastritis 123 Art- LUI Inflamación del hígado. Hepatitis 125 Art. LIV Idem dé los intestinos, enteritis 12(5 Art. LV Disenteria. Inflamación del intestino grueso 128 Art. LVI Inflamación de los riñones. Nefritis 129 Art. LVII Idem de la vegiga: Cistitis 130 Art. LVIII Idem del útero: Metritis 131 Art. LIX Idem de los testículos: orquitis 132 Art. LX Idem del peritoneo: Peritonitis 133 Art. LXI Gota: Podagra 134 Art. LXII Reumatismo agudo 135 Art. LXIII Idem de las articulaciones de los huesos. Artritis 137 Art. LX1V Idem muscular, u ordinario 139 Alt. LXV Hidropesía 140 Art. LXVI Fiebre. - 141 Art. LXVII Idem inflamatoria 142 Art. LXVIU Tercianas: Fiebre intermitente 144 Art. LXIX Fiebre tifoidia 145 Art. LXX Tifus 147 Art. LXXI Peste 147 Art, LXXII Fiebre junarilla. 148 Art. LXXIII Cólera morbus 148 CAPITULO II. Enfermedades n endosas. \RTic¡irr.o 1 Apoplexía 150 Art. II Perlesía 152 Art. III Jaqueca. Hemicránea 153 Art. IV Melancolía 153 Art. V Hipocondría 154 Art. VI Histérico 156 Art. VII Ei>ilepsia. Mal caduco. Mal de coraron.. 157 Art. VIII Catalepsia 159 Art. IX Extasis. Raptos 160 Art. X Corea. Baile de San Víctor 160 Art. XI Furor uterino. Priapismo 161 Art. XII Demencia. Locura 162 Art. XIII Delirium tremens. Locura de los borrachos. 165 Art. XIV Letargía... 166 Art. XV Síncope 166 Art. XVI Tétanos. Pasmo real 167 Art. XVII Pesadilla. Incubo 168 Art. XVIII Pujos. Tenesmo 169 Art. XIX Desmayo 169 Art. XX Masturbación. Onanismo. 169 Art. XXI Tic doloroso. Neuralgia de la cara 170 Art. XXII Dolor de cabeza. Cefalalgia 171 Art. XXIII Gota serena. Amorosis. 172 Art. XXIV Miopia. Vista corta 173 Art. XXV Presbiopia. Vista de lejos 174 Art. XXVI Dolor de oido. Otalgia 175 Art. XXVII Dolor de muelas t 176 Art. XXVIII Asma. Ahogos 176 Art. XXIX Palpitaciones del corazón 178 316 317 Art. XXX Dolor de estómago. Cardialgía 179 Art. XXXI El vómito, las náuseas, el hipo, el bostezo. 180 Art. XXXII Indigestión. Dispepia 181 Art. XXXIII Cólico 182 Art. XXXIV Cólico de pintores 183 Art. XXXV Cólico miserere. Pasión iliaca 184 Art. XXXVI Diarrea 185 Art. XXXVII Estitiquez. Sequedad de vientre 18fí Art. XjXXVIII Dolor de costado nervioso. Pleurodinia 1S7 CAPITULO III, Enfermedades del cutis. Articulo I Sarna 188 Art. II Urticaria. Salpullido 189 Art. III Herpes: psoriasis 190 Art. IV Tiña. Prurrigo — 191 Art. V Lepra 191 Art. VI Empeine— 192 Art. VII Crieta 198 Art. VIII Verrugas 193 Art. IX Callo 193 Art. X Paño 194 CAPITULO IV. Hemorragia. Articulo I Vómito de sangre. Hematemesis 195 Art. II Sangre por las narices. Epistaxis 196 Art. III Esputo de sangre. Hemoptisis 197 Art. IV Flujo de sangre del útero. Menorhagia— 198 Art. V Menstruación difícil. Disinenorrea 199 Art. VI Retención de reglas. Clorosis 199 Art. VII Suspensión de reglas. Amenorrea 201 Arí. VIII Cesación de reglas. Edad crítica 202 Art. IX Sangre por la orina. Ilematuria 203 318 Art. X Almorranas 203 Art. AI Incontinencia de orina. Diabetes 204 Art. XII Flujo blanco. Leucorrhea ~2G6 CAPITULO V- Enjermeda des orgánicas. Articulo I Ulcera 207 Art. II Raquitis 208 Art. III Escrófulas 209 Art. IV Carie. Ulcera de los huesos 2L0 Art. V Necrosis. Huesos muertos 211 Art. VI Escorbuto 213 Art. VII Cáncer. Escirro ¿Jaratan 214 Art. VIII Lobanillo: Kisto 216 Art. IX Polipo 216 Art. X Cataracta 217 Art. XI Nube del ojo. Palmus 219 Art. XII Pterigion. Carnosidad en el ojo 220 Art. XIII Ulceras de la cornea 220 Art. XIV Staphiloma. Tumorcito del ojo 221 Art. XV Ojos bizcos, Strabismo 222 Art. XVI Frenillo 223 Art. XVII Tartamudeo —n 224 Art. XVIII Coto 225 Art. XIX Tisis 226 Art. XX Ictericia 228 Art. XXI Hernia. Quebrad ur-a 229 Art. XXII Retención de orina 231 Art. XXIII Fístula del ano 232 Art. XXIV Frisura al ano 233 Art. XXV Fístula de la orina 234 'Art. XXVI Salida del ano 235 Art. XXVII Arena en la orina ———í .— 235 319 Art. XXVIII Piedra en la orina, edículos en la vegiga— 237 . Art. XXIX Tumor blanco 238 Art. XXX Varices: Hinchazón de venas 239 Art. XXXI Deformidad de los pies 240 CAPITULO VI. Lombrices "T 241 CAPITULO VII. Articulo I Envenenamientos 243 Art. II Asphixia por í gaces mortíferos,sofocados— 245 Art. III ídem por sumersión, ahogados 246 Art. IV Idem por estrangulación Ahorcados 246 Art. V Idem por el frió. Plelados 246 PARTE CUARTA Obstetricia. CAPITULO I—Concepción y preñez 247 Articulo II Parto 249 Art. III Asistencia al parto 250 Art. IV Enfermedades de las recien paridas 253 Art. V Lactancia: cria 256 Art. VI Aborto 257 Art, VII Enfermedades de los niños 26© PARTE QUISTA, CAPITULO I. Betiquin para las casas particulares y buque* de mar—- 270 320 PARTE SEXTA. Anatomía y Phisiologia— 2bU Variedades en la especie humana 302 CAPITULO I. Hidropatía: ó arte de curar, con el agua ->05 Recetas diversas— 309 APENDICE. / V >