ESCRITA POR EL BACHILLER ií! clisan o Sosa PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN LA FACULTAD DE MEDICINA. PRESIDENTE- pppP- /osé R. Concha, REPLICAMFS. í PPV. p. fo. Peón. I ppp p. /OSÉ ft. de los Ríos. IjIIMLÁ.. IMPRENTA DE “LA PATRIA,” CALLE DE ZARATE. 18TS3- mvara X XkoXo ESCRITA POR EL BACHILLER |¡ clisaría Sosa PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO en LA FACULTAD DE MEDICINA. PRESIDENTE- jToSÉ p. pONCHA REPLICANTES. p. Peón. p. jÍOSÉ p. DE LOS pros LIÜVIA. IMPRENTA DE “LA PATRIA,” CALLE I)E ZARATE. isvs. ESTUDIO SOBRE ALGUNAS CUESTIONES RELATIVAS A LA VACUNACION. “Dana aucun,cas uous y insistons á dessein, le virus n’ a ríen com- muniquó que la vaccine toute seu- le.” (Taitpin.) La viruela, este terrible flajelo de la humanidad, que durante los últimos años, había grazado, bajo la forma epidémica, en las lejanas tierras do Europa, dejando dolorosos recuerdos en las principales ciudades de Fran- cia y de Inglaterra, á despecho de todos los recursos con que cuenta hoy nuestra ciencia; ha venido última- mente á hacer sentir sus estragos sobre nuestros países de América. Aun hace numerosas víctimas en Chile; principia á propagarse en Montevideo, y ya se presenta bajo la misma forma, á las puertas de nuestra ciudad. 4 Con tal expectativa yen presencia del terror que vá apoderándose de los ánimos, el interes de la ciencia, y el deber de llenar las obligaciones de nuestra sagrada misión, exijen el concurso de todas nuestras fuerzas, en defensa déla humanidad doliente. El plan que lia de lllenar este objeto está ya puesto en práctica: Reglas higiénicas de todo género y propa- gación de la vacuna ordenada por la autoridad. Nada tendría yo, pues, que agregar á este respecto, que pu- diera llamar vuestra atención, sino viera que contra estos precei'itos basados en el descubrimiento que des- de 1708 ha sido objeto de investigaciones numerosas que ilustran á un hombre y á una época entera, se pre- tende aun hacer revivir cuestiones que se creían defini- tivamente resueltas; para renovar también preocupa- ciones vulgares y producir el desacuerdo entre el Médi- co y la Sociedad, primera puerta abierta al mal que nos amenaza. Para que os penetréis mejor del objeto que Tne pro- pongo en mi estudio, voy á referiros las palabras con que M. Gallard, eselama en una leeeion que daba en la “Piedad,” el 15 de Marzo del año 1870, hablando sobre la medida tomada en la última epidemia de París, rela- tivamente ¡i la snprecion de la vacunación Jenneriana para reemplazarla, con el eow-pox, regenerado en indi- viduos jóvenes de la especie Bobina: “ Hé allí,señores, “ lo que se lia hecho de la vacuna, inc calándola sobro “becerros; hé allí la nueva, energía que se le hadado. “Y cuando se piensa que desde mas de dos meses, toda “ una población enloquecida de terror, se ha entregado “con confianza á la inoculación de este virus sin acción, “ contando con él para, preservarse contra una epide- “ tilia mortífera; no se puede dejar de estremecerse so- “ bre las consecuencias desastrosas que puedan resultar. “ No indagaré sobre quien deba pesar la grave respon- “ sabilidad de esta mistificación, que puede tomar las “ proporciones de una calamidad pública, poro si deplo- “ raré el descrédito inmericido en (pie ha caldo hoy la “ vacuna Jenneriana; porque á consecuencia de este “ descrédito y de la explotación desenfrenada á la que “ ha dado lugar la vacuna deterioros, hemos llegado á “ ver suspendidas las vacunaciones, justamente en el “ momento en (pie ellas serian mas necesarias.” Ahora comprendereis, señores, que al presentar á vuestra consideración, la vacunación, como materia de una Tesis, tío pretendo hacer de ella un estudio textual, entrando en pormenores sobre la historia de su descu- brimiento, los fenómenos de su evolución, las reglas que deben seguirse para su inoculocion en la especie humana; cuestiones que si las he de tocar Iberamente, es solo en cuanto ellas sirvan para ilustrar algunos puntos puramente prácticos y que se relacionan con sus efectos, como medio profi áctico de la viruela. Aun en el pequeño círculo á que queda redueido este trabajo, se envuelven numerosas cuestiones, que no to- das pretendo desarrollar; concretándome sobre algunas de ellas que mas se relacionan con la práctica y que con el fin de facilitarme su estudio he formulado en las siguientes proposiciones: 11 El efecto inmediato de la inoculación positiva del virus vacuno, es exclusiva y necesariamente la inmuni- dad contra la infección variolosa. 2* Las pústulas de vacuna solo se manifiestan en los puntos inoculados. Xo existo la erupción de vacuna ge- neralizada. 3a La viruela y la vacuna pueden desarrollarse inde- pendiente y simultáneamente en el mismo individuo. Que influencia ejercen entre sí. 4a Con la iuocnlacion del verdadero virus vacuno, no se importa sobre el nuevo individuo mas (pie la vacuna, quedando libre de toda diátesis existente en el indivi- duo de donde se sacó. 5a Cual es la edad en que la inoculación cuenta mas probabilidades de ser seguida, de resultados positivos. (>a Finalmente: si el virus vacuno conserva indefini- damente sus propiedades según la vacunación Jeune- riana, ó es necesario reemplazarla después de cierto tiempo, con el verdadero cow-pox tomado de la Vaca. I. Seria demasiado superfino si me detuviera en reuni- rás el sin número de pruebas que aseguran los felices electos obtenidos con la inoculación del virus vacuno; verdad universalmente reconocida y sólidamente esta- blecida. Grandes epidemias detenidas corno por encan- to; individuos sin número preservados del eontajio variólico; vacunados que todos han sido refractónos á la inoculación del virus variólico; tales son los testimo- nios suficientes do su eficacia. Pero, al lado de estos prodijiosos resultados, los anales de la ciencia refieren numerosos insucesos de individuos inoculados con el virus vacuno que no lian obtenido la inmunidad contra la inoculación del virus varioloso. Esplicar la causa de estos aparentes insucesos es el fin que me propongo en el presente capítulo. Xo todos los autores están conforme para fijar el momento de la evolución de una vacunación en que tiene lugar el efecto pro filático. Husson, Mougenot &a que consideran la vacuna, como una fiebre exantemáti- ca, fijan su influencia preservatris del 9? al 30? dia, época en que se manifiestan los síntomas generales de la fiebre secundaria, que ellos miran como una fiebre de reabsorción. La vacuna, según ostos autores, es mi- rada como una afección púramente local, hasta el mo- mento en que el virus es tomado de las pústulas para entrar en el torrente de la circulación; no completándo- se la preservación sino del décimo quinto al décimo sexto dia. Para Bousquet y Sacco el virus no tiene período de inercia; tan luego como es introducido en la economia, reacciona sobre ella, adquiriendo la vacuna todas sus propiedades con la aparición de las pústulas, esto es hacia el quinto dia. Entro estas dos opiniones la esperiencia ha dado el triunfo á la segunda. Los numerosos ensayos de I3ous- quct y Sacco, y los mas posteriores de M. Martirio en los cuales ha obtenido inoculaciones positivas con el virus tomado del 2? al 5? dia, y la inmunidad compro- bada, aun cuando han impedido el desarrollo de las pús- tulas, los ha autorizado para concluir que el accidente local no es necesario para asegurar la inmunidad ape- tecida; lo cual no es cierto absolutamente hablando. En efecto, si la reacción general do la economía consti- tuye uno de los fenómenos en la evolución natural de la vacuna, el accidente local qoees su manifestación no puede ser indiferente en este fenómeno y aun cnando la inmunidad del individuo, esté asegurada desde la absorción inmediata del virus inoculado, la prueba mas evidente será la reacción de la economía localmcute manifestada. Fuera de los casos citados, lia\T otros en los que apo- sar de todas las tentativas hechas para conseguir la inoculación de la vacuna, los resultados han sido siem- pre negativos, fenómeno que se explica por una actitud actual del organismo; por una hidiosincracia especial del individuo, ó mas raramente, según Bousquet, por una influencia variólica experimentada durante la vida intrauterina. De todo lo dicho se deduce: que, el efecto inmediato y necesario de la inoculación del virus vacuno es la in- munidad para la infección variolosa, y que los casos de inoculaciones negativas son tan raros que solo deben abandonarse después de bien probados los insucesos. II. Las pústulas do vacuna, cuja evolución principia del segundo al cuarto dia de la inoculación,y cuyo desarro- llo completo termina el dia séptimo, no se manifiestan jamas sino en los puntos inoculados. Sin embargo, el profesor Trousseau así como Blache, Gillette, Iiichard &“ sostienen la generalización,de la que el primero cita algunos ejemplos. M. Cazenave que rechaza completa- mente esta generalización objeta, con bastante razón, que ha podido tomarse erupciones de varioloide sobre- venidas en el curso de la vacunación por erupciones de vacuna generalizada. M. Gallard agrega que las pús- tulas pueden producirse en muchos puntos distintos por inoculaciones subcesivas, sin que por esto halla propiamente, hablando generalización de la erupción, bastando para que tal fenómeno suceda, que el niño llevado del prurito que se despierta con el desarrollo de las pústulas, rompa algunas de ellas, llevando en sus uñas el virus que el mismo se impregna sobre escoria- ciones que ya hayan existido, 6 que él se forma nueva- mente. No solamente la erupción vacuna, no se generaliza, si no que muchas veces falta sobre algunos de los pun- tos inoculados; de aquí el precepto de no limitar la ino- culación á una sola picadura; sin desconocer por eso que una sola pústula de vacuna verdadera, responde de la eficacia del suceso. Pero si es cierto qne jamás se presentan pústulas de verdadera vacuna, en otros puntos que aquellos en q 8 lia sido inoculada, tampoco puede negarse, porque lo vemos con mucha frecuencia, que durante la desecación de las pústulas de vacuna, ó algunos dias ocspues, nun- ca antes del período febril, se produce una erupción cu- tánea general. Si nos fijamos en los caracteres de este exantema notaremos que no está sujeto á un período fijo de la erupción vacuna, apareciendo ya al noveno ó al décimo dia, y no pocas veces liácia el décimo quinto y vigésimo; sus caracteres anatómicos, que en nada se parecen á las pústulas de vacuna ni de viruela verda- dera, se asemejan mas áun eczema impetiginoso, cuya duración es también muy irregular, pudiendo terminar por una desecación rápida en pocos dias, ó dejenerar en una série de afecciones de la misma clase, si encuen- tra un organismo abonado por la diátesis herpética. III. Es un hecho observado, algunas veces, que en un individuo inoculado, con virus vacuno, se haya desar- rollado la viruela simultáneamente; fenómeno que ha dado origen á la preocupación vulgar, deque la vacuna podria desarrollar la viruela sobre el mismo individuo. En tales circunstancias, que ciertamente no son raras, el virus varioloso y el virus vacuno se desarrollan si- multáneamente, pero quedando cada uno en las pústu- las que le son especiales, sin que ninguno de los dos sea influenciado por la presencia de su antagonista, eu el mismo individuo. Según esto, el virus tomado en una pústula de viruela, producirá viruela solamente, así co- mo el virus tomado en una pústula de vacuna, reprodu- cirá por la inoculación una simple pústula de vacuna, sin la menor complicación de viruela. No se forma, pues, esa especie de hibridación, mitad viruela y mitad vacuna suceptible de hacer nacer á la vez las dos en- fermedades, siendo la especificidad del fluido segrega- do en cada pústula, á la vez tan distinta y tan perfecta que el Profesor Seraux, habiendo encontrado un boton de vacuna implantado en el centro de una pústula de viruela, ha podido tomar separadamente el fluido con- tenido en cada una de las dos pústulas, y habiendo ino- culado á dos individuos diferentes, el uno ha contraido la viruela sola, y el otro una magnífica vacuua perfec- tamente legítima y regular. Según lo que viene dicho, 9 queda, pues, probado: 1? que la erupción vacúnica y varialosa pueden dssarrollarse á la vez en el mismo in- dividuo; y que aquellos ejemplos de viruelas naturales desarrolladas después de una vacuna de siete, ocho y aun diez dias, pueden explicarse por una incubación prolongada del virus varioloso, y por su introducción en la economía, en una apoca anterior á la introducción del virus vacuno. 2o Que la vacuna y la viruela son dos entidades mórbidas bien distintas, y no dos grados di- versos de la misma enfermedad, como se habia preten- dido; y 3? que la vacuna no es ni adulterada, ni modifi- cada por la existencia simultánea de la viruela en el mismo individuo. En efecto si hubiera adulteración ó mezcla en vez de verla reproducirse sola, como la hace cuando es recojida sobre un individuo periectamente sano, se vería sobrevenir al mismo tiempo que la erup- ción vacuna, la erupción variolosa; tal como ha sucedi- do en las esperiencias de Sperino y de Baumés, que habiendo hecho inoculaciones con una lanceta impreg- nada á la vez de pus varioloso y de virus vacuno, han visto producirse simultáneamente en los individuos sometidos á la esperimentacion las dos erupciones, va- cúnica y variólica. IV. Las cuestiones que se envuelven en la cuarta propo- sición de que me voy á ocupar en esto capítulo, son tal vez las mas importantes de todas las que se rela- cionan con la práctica de la vacunación. Efectivamen- te, desde el origen de la vacuna so preguntaba si el virus vacuno no podría mezclarse en el seno do la eco- nomía con otros virus; y si en tal caso, no se haría ca- paz de trasmitir, concurrentemente con la vacuna, el gérmen de las enfermedades de que estuviera atacado el individuo del cual se había tomado. Es muy difícil, sino imposible, definir claramente lo que son los virus; y así creo con M. Landrin, que es mas fácil llegar al conocimiento de estas sustancias or- gánicas, estudiando de una manera general lo que son las enfermedades que las producen. Entre todas las definiciones que se han dado de las enfermedades viru- lentas, la mas preferible me parece ser la que dá M. Michel Peter que dice son: enfermedades generales, tras- misibles por contagio y por inoculación,con la ayuda de un producto de secreción, proveniente de un organismo enfer- mo, y suceptible de producir en un organismo sano, una enfermedad semejante á aquella que le dió origen. A este producto de secreción del organismo enfermo, es á lo que se ha dado el nombre de virus. Con esta definición se limita claramente, la nosugrafía de las enfermeda- des virulentas, abandonando del círculo de estas afec- ciones tanto las enfermedades miasmáticas óinfecciosas, como las enfermedades venenosas. En efecto: en las enfermedades infecciosas, no ha sido posible, hasta aquí, demostrar la existencia de un principio patogé- nico, capaz de producir en la economía de un individuo sano efectos constantes, cuya acción fatal, de nacimien- to á fenómenos inmutables. La economía puede luchar contra las enfermedades infecciosas, ella puede vencer- las por sus propias fuerzas. En las enfermedades vi- rulentas al contrario, la economía segrega un principio orgánico, que penetrando en el organismo sano, sea por contajio ó por inoculación, ó lo que es lo mismo, en el estado fijo ó en el estado volátil, se reproduce idén- tico á sí mismo, y con fenómenos idénticos de evolución. En cuanto á las enfermedades determinadas por los ve- nenos, lo que las diferencias de las enfermedades viru- lentas es que el principio mórbido que las produce es segregado por un organismo sano. Pasando ahora al desarrollo de la proposición en cuestión deberé fijar la base del razonamiento en la teo- ría misma de los virus. Admitiendo como la mas natural la definición que he adoptado de las enfermedades virulentos, liay que adoptar estas enfermedades como específicas, es decir, ofrecieneo siempre para cada una de ellas una misma alteración de la sustancia organizada, que fatalmente se reproduce sobre los individuos sanos, en presencia de las causas que tienen la propiedad de determinarla. Si aplicamos lo que viene dicho en general, al virus va- cuno en particular diremos, que la vacuna, sea de ori- gen animal ó humano, reproduce la vacuna sobre el individuo sano, con todos los caracteres mas ó menos acentuados, y renace idéntica á sí misma en las pústu- las del nuevo vacunado. Así se encuentra, pues, reali- zada en la vacuna la ley general de los virus, á saber: que el virus se reproduce idéntico á sí msimo, después de haber comunicado al individuo sano una enfermedad idéntica á la que le dio nacimiento. Para terminar este estudio, quiero referiros la serio de esperiencias que han tenido por objeto la observa- ción de los resultados obtenidos de la inoculación de la vacuna mezclada con otros virus. M. Taupin, ha desarrollado pústulas de vacuna sobro individuos atacados de diferentes enfermedades; se ha servido de la vacuna, así obtenida para inocularla en individuos sanos, produciendo en ellas una vacuna le- gítima, que les há preservado de la viruela. Jamas una sola de las enfermedades contajiosas de que estaban atacados los individuos que le habían servido para la conservación de su vacuna, fué comunicada, encontrán- dose entre ellas individuos que llevaban la escarlatina, la viruela, la silij)is &“ V. Se puede vacunar en todas las estaciones y en todas las edades, dice: Grisoile en su Tratado de Patología Interna; aunque generalmente,agrega el mismo,se aguar- da que tengan los niños de dos á tres meses para ino- cularlos. iSTo todos los autores piensan déla misma manera que Grisoile, dividiéndose las opiniones sobre la época de la niñez en que la inoculación de la vacuna, sea mas eficaz y escuta de peligros. Trousseau en sus lecciones de Clínica Médica, ha- blando de las condiciones do una buena vacunación, re- lativamente al individuo que la recibe, liace algunas observaciones. Según él, la vacuna tiene mejor éxito en la juventud que en la edad adulta, sin embargo, no debe creerse por esto, (pie su eficacia sea tanto mayor, cuanto mas próxima al momento de su nacimiento ha sido hecha; sino que al contrario en un niño de algunos meses la vacuna se desarrollará mejor que sobre otro que aeabe de nacer. Según el mismo Profesor, las enfermedades anteriores á la vacunación, no tienen sobre ella influencia alguna, cuando el individuo lia recuperado la salud; poro la vacuna de un individuo sano y bien constituido será mas perfecta que la de otro individuo débil ó entor- na i so. Bouchu en su Tratado de enfermedades de niños aguardad tercer mes para hacer la vacunación, aten- diendo; primero, que la viruela es muy rara en los dos primeros meses de la vida; segundo que los dos prime- ros meses, es la época que generalmente permanece la Sipilis en estado latente en las criaturas; y tercero, que las condiciones de la piel en esta edad losexpoue á ciertos accidentes locales; tales como el flemón del bra zo, la Adenitis axilar y laEeapsorcion purulenta. Schnitzer que ha estudiado esta cuestión con mas detención, opina: que la mejor edad para vacunar á los niños, es de tres meses hasta diez y ocho, atendiendo que la suceptibilidad de los niños, durante los primeros (lias baria que la fiebre de la vacuna los afectase mas que en cualquiera otra edad. Ademas, como la piel en las primeras semanas del nacimiento sufre una altera- ción grande por la descamación, sería fácil que el curso de la viruela, se hiciese irregular. Délo dicho, se deduce que: en ninguna edad de la vida, está formalmente contra indicada la inoculación del virus vacuno, pei'o que las condiciones especiales de la vida do los niños, en los primeros dias del nacimien- to y la poca predisposición que presentan en esta época para contraer la viruela, hace mas prudente la conduc- ta del médico, que con Schnitzer aguarde el período do tres á diez y ocho meses para obtener una vacuna eficaz y exenta de peligros. Finalmente, que si es cierto, como dice Trousseau, que las constituciones débiles ó enfer- mizas solo producen modificaciones, en las cualidades, es claro que la dentición solo cuando vá acompañada de trastornos notables en la salud del niño,y la manifesta- ción de ciertas diátesis; Sifiiítima,Herpética, Escrofulo- sa &a,sin ser condiciones que pongan en peligro la vida del niño por la vacunación, como generalmente se cree, son á lo mas circunstancias que obligan al medio pru- dente á trasferir la vacunación, y no absolutamente, pues ella debería hacerse sin demora, bajo la acción de una epidemia reinante. YI. Paso á ocuparme de una cuestión que en materia de vacunación es hoy muy contra vertida. Saber si para obtener la vacuna verdadera, conviene continuar la práctica de Jenner, que consistía en servirse por prime- ra vez del cw-pox natural, para trasmitirlo después de brazo á brazo, sin pensar en que sea necesario volverlo á tomar de su fuente primitiva, ó se debo adoptar el sistema seguido en Francia en la última epidemia de virulea que consisto en reemplazarlo con el virus toma- do de las pústulas desarrolladas artificialmente en in- dividuos jovenes déla especie Bovina. Si yo no me hubiera propuesto hacer un estudio pú- ramente práctico de la vacunación, me ocuparía en este momento de una cuestión que se relaciona con la pre- sente; saber si el cow-pox es originario primitivamente de la Yaca,ó lo es mas bien del caballo, como ya Jenner lo habia pensado, y como parece probado hoy por las observaciones de Lafosse, Fichot y Mauuoury. Sea que el cow-pox exista primitivamente en el Ca- ballo, ó que la Yaca lo desarrolle expontáneamente, es evidente que en ella no existe sino cuando está en la época de la lactancia; fenómeno que ha debido llamar la atención de aquellos que han querido reemplazarlo con el virus desarrollado artificialmente en becerros, pretendiendo restituirla al vigor que el tiempo le hu- biera hecho perder. La idea de la vacunación con el virus desarrollado artificialmente en becerros no es nueva en Francia; ella l'ué puesta en práctica en París, según nos asegura Ga. llard, desdo el año de 1840, por un doctor James, que se habia propuesto regenerar la vacuna por la inocula- ción del virus tomado en el brazo de un niño sobre las mamas de una Ternera; á la semana siguiente obtenía pústulas que le proporcionaban un virus que le servia para vacunar otros niños. Con esta operación que re- petía cada semana, se proponía, haciendo pasarla va- cuna al travez del organismo animal, regenerarla, dán- dole la fuerza que le acusaba haber perdido, por su permanencia al travez de la especie humana. Muy pronto este error fue condenado por el honorable M. Bousquet que examinando los hechos sin pasión, hizo palmaria la ineficacia del procedimiento de James. Desde entonces se reemplazó este sistema por otro, que consistía en hacer las inoculaciones con el cow-pox perfectamente puro, tomado en las pústulas de una Ya- ca en la que se había desarrollado expontáneamente y conservado por trasmisiones sucesivas al través del or- ganismo de la misma especie. Este sistema al cual se atribuyen las dos cualidades siguientes: Io actividad mas grande del virus; 2? seguridad completa, relativa- mente á la trasmisión de una enfermedad coutajiosa; lia estado en voga por mucho tiempo. Si el cow-pox natural es mas activo que la vacuna humana, lo cual ha sido probado, primero por Jenner, y después por Bousquet, y todos los que han tenido ocacion de servirse de él, no sucede así con el que se obtiene hoy sobre individuos jóvenes de la especie Bo- vina, conservado por trasmisiones subcesivas. Sucede en este caso lo que pasa con la inoculación de la viruela en la especie humana; la benignidad de la erupción cuando es inoculada, y la gravedad relativa de la que se desarrolla expontáneamente. Esta atenuación que se debió preveer como cosa ne- cesaria y obligada, se habría podido evitar hasta cierto punto, el año de 1870 en Francia, si se hubiera tenido el cuidado de inocular el cow-pox en individuos que se encontrasen en las mismas condiciones que aquellos en los que se desarrolla expontáneamente; y estas condi- ciones,está bien probado que no son otras que el estado de lactancia del ganado vacuno. Sin embargo, lejos de proceder así se han tomado animales jóvenes, no sola- mente terneras, sino aun tiernos becerros, se ha inocu- lado en ellos vacuna y se ha presentado como verdadero cow-pox el líquido segregado por las pústulas de que se les había cubierto el vientre. Borla inoculación de este virus impuro se obtienen pústulas que se desarrollan mas lentamente que las normales, las pústulas son mucho mas pequeñas, y fal- tan con mucha frecuencia. Los insucesos de este sistema de vacunación le han ocacionado un descrédito todavía mayor, cuando se les ha comparado con los sucesos mas numerosos obtenidos con la vacuna humana; lo cual ha autorizado á Gallan! y otros esperiinentadores para concluir, que el virus va- cuno lejos de debilitarse por su permanencia al travez del organismo humano, es capaz do recobrar en él la fuerza que se le había hecho perder por su trasmisión subcesiva en animales que no se encuentran en las con- diciones naturales de su desarrollo. Lima, Noviembre 18 de 1872. J3elisario jSoSA. y? B°—Concha.