FACULTAD DE MEDICINA DE LIMA. ' DEBE PROHIBIRSE UNION CONYUGAL ENTRE TUBERCULOSOS. TESIS SOSTENIDA EN LA UNIVERSIDAD DE LIMA, POR ^Ianuel p. JBarrios, Para obtener el grado de Bachiller en Medicina y Cirujía, bajo la presidencia del Sr. Decano Dr. D. Miguel de los Ríos. LIMA. CALLE DE LA BITA NUM 58 1873. 11 De un flemático, nace un flemático ; de un bilioso, un bilioso; " de un tísico, un tísico. " (Hipócrates.-Aforismos.) Antes que todo debe darse leyes acerca del matrimonio y tener " en ello gran cuidado, si se quiere que haya buenas cos- " tambres en la República. " (Platón.-De leg., üb. IV.} Debe prohibirse la unión sexual á los tuberculosos. El deber del médico no se limita á los cuida- dos transitorios que presta en las enfermedades- agudas ó accidentales: hay otra esfera en que ejerce su ciencia y su consagración, menos bri- llante tal vez, pero mas duradera y mas útil para el porvenir de la humanidad: esta esfera es la de la Profilaxis ó sea de la ciencia que tiene por ob- jeto combatir las causas de las enfermedades y prevenir sus efectos. Ciertamente que el médico no encuentra en la profilaxis esos triunfos que por su evidencia é inmediato éxito lisonjean su amor propio y son difícilmente desconocidos por los clientes; pero queda con la conciencia tran- quila, cuando, en cumplimiento de su noble y elevada misión, y por penoso que le sea, señala y hace conocer las llagas que corroen la socie- dad por la propagación de las enfermedades here- ditarias, que tienden á extinguir las familias ó* á hacer degenerar la especie humana. 4 Estas consideraciones en ningún caso tienen una aplicación mas necesaria y rigurosa, que cuando se refieren á la tuberculosis y particular- mente á la que es hereditaria: cruel é implaca- ble enfermedad cuya frecuencia entre nosotros no se oculta al espíritu menos observador, y que por su gravedad y carácter priva generalmente de la vida á un gran número de seres que cons- tituían el encanto y la esperanza de sus familias; hijos perdidos para la Patria, de quienes nada tiene ya ésta que esperar, perqué su prematura muer- te ó su constitución raquítica los ha imposibilita- do para contribuir con su contingente individual al engrandecimiento de ella. Por otra parte bien conocida es de todos la incurabilidad de tan te- mible afección, que hoy se reputa desgraciada- mente casi siempre superior á los recursos que para combatirla nos suministra la medicina; y si bien es cierto que los medios profilácticos pueden en algunos casos prevenir su desarrollo, solo es cuando el individuo no presenta la apti- tud hereditaria. Ahora bien, entre todas las causas que ocasio- nan el desarrollo de la enfermedad que tan tris- te tributo hace pagar á todas las poblaciones y principalmente á la de Lima, (1) las de acción mas evidente, las que mas poderosamente influ- yen sobre el desarrollo de la tisis son: la heren- cia, el contagio entre esposos, la influencia de la preñez y la de la escrofulosis. Suprimiendo ó se- (1) En el año de 1857, la mortalidad de tisis en Lima era de 562 (Est. de Fuentes). Diez años después, 1867, esta cifra era de 969, (Zapater, Inf. etc.), esto es, casi el doble de la primera. 5 parando estas causas por medio de una conve- niente reglamentación de los matrimonios, se habrá conseguido evitar el desarrollo de la en- fermedad en las nuevas generaciones y obtenido asi profilaxis en la especie; conquista de inmen- sa utilidad y de fecundos y provechosos resulta- dos. Tal es la importancia de esta cuestión y de sus resultados prácticos, tal el empeño de ver dismi- nuir el número de víctimas que hace tan terrible y cruel enfermedad, que en 1867 la Facultad de Medicina, á cuya ilustración no podian ocultarse estas consideraciones, propuso como tema para un concurso científico, decretado por el Gobier- no dictatorial del coronel Prado, esta cuestión: " Profilaxis de la tuberculosis pulmonar." Muchas otras sociedades médicas, tanto del antiguo como del nuevo mundo, han consagrado sus trabajos y algunos concursos á la solución de tan difícil cuan interesante problema; pero en ninguno de estos casos, los resultados obtenidos han podido zanjar de una manera satisfactoria tan importante cuestión. La Tuberculosis conti- núa diezmando las poblaciones, y en tal propor- ción, que salvo los casos exepcionales de epide- mias, el número de individnos que sucumbe por esta enfermedad, es en Lima la cuarta ó la quin- ta parte del total de defunciones anuales (1). En los hospitales de San Andrés y Santa Ana, las defunciones que ocasiona la tisis son poco mas (1) Datos estraidos de las estadísticas consignadas en las me- morias do la Sociedad de Beneficencia. 6 de la tercera parte ele las que causan todas las demas enfermedades reunidas. (1) Por estas consideraciones y fundándome en las causas de la tuberculosis que llevo menciona- das, me propongo demostrar que debe prohibirse el matrimonio á los que se encuentren atacados de diátesis tuberculosa; que si hay un medio jus- to y legal de obligar á los individuos enfermos á abstenerse de trasmitir la tisis por medio de la herencia, ni las consideraciones de intereses pri- vados, ni la perspectiva de las dificultades con que lian de tocar los magistrados y los médicos, deben ser un obstáculo para la realización de una obra que impide se consume un verdadero aten- tado contra la reproducción é incremento de la especie humana. Para mejor proceder, dividiré esta tésis en los siguientes capítulos: I. Herencia de la tuberculosis. II. Contagio entre los esposos. III. Influencia de la preñez, de los accidentes puerperales, de la lactancia y de la escrófula so- bre el desarrollo de la tuberculosis. IV. Conclusiones. (1) Id. id. déla misma fuente. L Definicioib-La herencia (a) de la tuberculosis es la trasmisión de la diátesis que existe en alguno de los ascendientes, al producto de la concepción. § 1? Trasmisión de la tuberculosis. Desde la mas remota antigüedad, se ha observa- do y reconocido la trasmisión de la tuberculosis por herencia: en el Código de Manú, monumento de una civilización de trece siglos anteriores á la era cristiana, se halla consignada la herencia de la tisis, considerándola como uno de los motivos por los que debe prohibirse el matrimonio á los que la sufren. (a) La herencia en sí misma y considerada de una manera general, se presenta bajo una doble faz: en una. de ellas aparece como un hecho natural-, en la otra co- mo un hecho de institución. La herencia natural es la de los elementos y caracteres físicos y morales del individuo. Se llama natural por- que su único principio es la naturaleza y no depende sino de las leyes de la vida. 8 Hipócrates expresa su opinión á este respecto en uno de sus aforismos: Ex pituitoso pituitosas, ex bilioso biliosas, ut ex tábido tabidus, etc. Fernel, Silvio, Etmuller, Van Helmont, Fracastor, Boer- have y otros que omito citar están unánimes á es- te respecto. El trascurso del tiempo no ha servido sino para que cada dia se confirme mas una ver- dad tan antiguamente reconocida. Los autores modernos son tal vez mas explícitos y absolutos en su aceptación. Laennec, reconociendo numero- sas escepciones de tisis adquirida, no pone en du- da la hereditaria. Chomel la cree innegable y afir- ma que la mayor parte de los hijos de los tubercu- losos sucumben tarde ó temprano por la tubercu- lización pulmonar. Boche sostiene que los des- cendientes contraen casi necesariamente la enfer- medad tuberculosa de sus padres. Monneret, tanto en su Patología interna (1862) cuanto en su Com- Considerada en su origen, en el orden natural, no es un efecto, ni una aplicación, ni una consecuencia, sino una ley, una fuerza y un hecho', este hecho es una de las mayores maravillas déla existencia; esa fuerza, es la de la organización, y esa ley, la de la creación, y la de la propagación de la vida. La herencia, tomada en este sentido, entra en el domi- nio de la Fisiología por el hecho prodigioso de la pro- creación del ser y por las teorías imaginadas para expli- carla; y en el de la Patología, por el hecho no menos misterioso ni menos oscuro de la trasmisión de la enfer- medad. Fundados en ella, numerosos sistemas filosóficos han agotado sus esfuerzos durante muchos siglos, para bus- car en la ciencia el modo de aliviar el dolor, ó evitar la muerte. En ella también apoyo en gran parte este trabajo, para establecer la profiláxis do la tuberculosis enla es- 9 pendium (1842), esto es, en un intervalo de 20 años en que ha podido cambiar ó siquiera modificar su opi- nión, establece que "la tisis puede ser adquirida, pereque ese es un hecho raro, excepcional; Inheren- cia es la causa mas común y mas poderosa de la tu- berculosis.'' Por último, Revilliot en una tesis sostenida en 1805, da tanta importancia á la he- rencia, que ha negado la tisis adquirida. § 2? Frecuencia de su trasmisión. Apesar de que todos los autores, así antiguos co- mo modernos, están acordes en el hecho de la heren- cia de la tuberculosis, no sucede lo mismo en cuan- to al grado de frecuencia de su trasmisión. Los ob- servadores que se han dedicado á resolver esta pecio, tratando de eliminar así una délas principales causas de la terrible enfermedad tan común entre noso- tros, que ocasiona tantos extragos, que cscoje de prefe- rencia á sus víctimas entre los seres mas jóvenes y mas felizmente dotados; pues solo de este modo puede pre- servarse á las futuras generaciones del oneroso tributo á que sus padres estaban sometidos. En Medicina se dá el nombre de herencia al fenómeno biológico en virtud del cual, ademas del tipo de la espe- cie, los ascendientes trasmiten á los descendientes, por el acto de la generación, ciertos estados fisiológicos ó patológicos. Do la herencia depende, por consiguiente, la constitu- ción física y moral de la infancia: en ella debe bus- carse la causa de las deformidades y debilidad nativas, del linfatismo, de la tuberculosis y demas diátesis; en fin, de esa mortalidad prematura y escepcioual que se nota en ciertas familias, cuyos vastagos parecen conde- nados á perecer en los primeros años de su vida. Bouchut considera la herencia como la impresión co- municada al germen por el padre y la madre en el acto 10 cuestión, han obtenido resultados muy diversos; lo cual parece depender de las circunstancias de ha- ber recogido sus datos, unos en la práctica civil, y otros en los hospitales; éstos en una localidad limi- tada, aquellos en todo un pais ó en tal ó cual clase de la sociedad, etc. Mientras que Walshe resume una estadística formada en el Hospital de la Consunción (Londres) de este modo: "la tisis hereditaria es rara," Vogel declara que "ninguna enfermedad es tan positiva- mente hereditaria como la tuberculosis, y que es- ta herencia en muchos casos puede demostrarse de una manera tan evidente, que está tentado de ad- mitir que es la sola y única causa de esta discrácia." Entre estas dos opiniones tan esclusivas, citaré los resultados obtenidos por otros autores, hacien- de la generación, ó como una impresión generativa (1) á la que reconoce la triste prerogativa de ser una de las causas morbíficas mas fecundas y á cuya influencia es difícil sustraerse. "De su naturaleza, dice aquel autor, depende en parte, para el porvenir, el grado de fuerza y de salud del nuevo ser." Desde el estado germinal antes de su desarrollo y por solo el hecho de la impresión gene- rativa que le dá vida, el hombre está predestinado á una organización especial, á formas exteriorss é interio- res determinadas por la resultante de las fuerzas pater- nas y maternas un instante reunidas. Al recibir la vida, el óvulo, ese grano de materia amorfa é impercep- tible, sin ninguna apariencia de tejido y por consiguien- te sin propiedades de materia organizada, principia á transformarse según las leyes del promorjismo humano (2) y se construye, según sus fuerzas y su naturaleza, los [1] Así designa la doble influencia del padre y de la madre, ne- cesaria para la procreación del nuevo ser. (2) Fuerza que dirijo y mantiene la forma de los seres vi vien tes, apesar de la renovación continua de su sustancia. 11 cio notar, que si los médicos que forman sus esta- dísticas con datos tomados en los hospitales han dudado muchas veces de la herencia, esta no ha sido negada por los que en su práctica civil y par- ticularmente en las pequeñas localidades, han po- dido ver por sí mismos la evolución de la tubercu- losis en sucesivas generaciones de una misma fa- milia. De esta manera se ha podido comprobar igualmente otro carácter de la influencia heredita- ria: la generalización de esta enfermedad, que se propaga á un gran número de los miembros de la misma familia. Tissot refiere que, llamado por una familia para prestar sus cuidados á un niño tísico, vástago de un padre también tísico, pudo comprobar la muer- te de 14 hermanos y hermanas que sucumbieron de la misma enfermedad á la edad de 14 á 18 años. Frank agrega á este hecho el de una muger ata- cada de tisis cuyos siete hijos tenían todos la misma órganos que deben servirle de instrumento en su corta existencia. Feliz si la fuerza de impulsión es sólida, por que lo que engendra será sólido como ella, con todas sus faltas y todas sus cualidades. Toda la Medicina está encerrada en ese modo de ver la herencia; y por lo mismo que un ser viviente no es sino una resultante fuerte ó débil délas dos potencias seminales confundi- das, la materia de ese ser no es mas que el efecto de la fuerza estraña que reside en ella, la agita, la guía y la transforma en lo que le place, hasta la tumba, salvo las modificaciones que ella experimenta, como materia, por la multitud de agentes del mundo exterior." La herencia fisiológica es manifiesta y ha sido reco- nocida en todas las épocas y lugares. En efecto, los ca- racteres del individuo generador se trasmiten al indi- viduo engendrado, y por eso se conservan las especies y las razas; pero como el estudio de esta especie de bo- 12 enfermedad. Lombard cita un ejemplo idéntico. -En Lima, no hay médico que no compruebe diariamente hechos semejantes, y ojalá que los ca- sos de una demostración tan exacta no fueran tan frecuentes como lo desearan los escépticos. Briquet, partidario de la herencia, la ha compro- bado 36 veces sobre 90, ó sea el 40 p0°. Piorry la ha observado una vez sobre 4, ó sea un 25po°. Ruysch la ha encontrado en los 4[5 de casos, ú 80 Po°, y Portal en los 2^3 ó 66.2 po°. Ancell, en el Hospital de la Consunción, de Londres, la ha re- conocido 24.5"po°. Walshe sobre un total de 1,010 enfermos del Hospital de la Consunción de Lon- dres, la ha observado 25 veces sobre 100. Esta proporción, según los señores Herardy Cor- nil, es de mas de un tercio y menos de la mitad [38 poo ] Otras estadísticas son todavía mas afirmativas: según Mil], de Coton, la herencia es innegable en la mitad de los casos.-Portal la ha visto en las 3[4 de sus enfermos. Hoffmann 7 veces sobre 10. rencia me separaría de mi objeto, me concretaré á la herencia morbosa, á la cual se aplican las mismas leyes y principios que rigen á la primera. La acción de la herencia sobre el desarrollo del esta- do morboso, no es un descubrimiento que pueda atri- buirse á la ciencia moderna: su tradición se pierde en la noche de los tiempos, y ya el Código sagrado de los Indios, uno de los mas antiguos monumentos de la ci- vilización oriental, consigna la herencia de la tisis, epi- lepsia, elefantiasis y otras enfermedades. Ella ha sido sucesivamente observada y reconocida por todos los pueblos, y numerosos sabios le han consagrado sus tra- 13 Kufz dá una cifra que excede á las anteriores, puesto que, según él, en los 5[6 de tísicos la enfer- medad provenia de sus ascendientes. La estadís- tica de Smith, muy precisa á este respecto, da la cifra de 40 po°. Los datos de Fuller, que confirman los de Smith, manifiestan ademas la progresión creciente de la influencia hereditaria cuando se toma en cuenta la trasmisión de la diátesis por las vías colatera- les, que en este caso se eleva á C0 po°. En Lima, difieren también las cifras, según se recojan las observaciones en los hospitales ó en la practica civil. Los datos que se obtienen en aquellos son tan incompletos que no pueden ser- vir para formar una estadística que merezca fé y que se preste á consideraciones científicas. La gen- te menesterosa que acude á los hospitales es de escasa inteligencia y ninguna instrucción; no to- ma interés en conocer el nombre exacto de la en- fermedad de que se encuentra atacada ni de la que produjo el fallecimiento de sus padres, y muchas veces ni siquiera conoce la suerte que estos han corrido; otras veces dan nombres tan vagos á sus bajos, sin que por esto haya dejado de ser un problema que está aun por resolverse; puesto que su naturaleza íntima se liga estrechamente con el hecho mismo de la procreación de los seres, la que aun permanece cubier- ta con un denso velo que tal vez no será dado al hom- bre rasgar, para penetrar los misterios que la constitu- yen. De lo expuesto se deduce: que la herencia puede ser fisiológica ó normal y patológica ó morbífica, según se con- sidere la trasmisión de los estados fisiológicos ó patoló- gicos de los ascendientes á sus descendientes. 14 enfermedades y suministran apreciaciones tan es- travagantes, que solo están en relación con las extrañas ideas que de ellas se forman. No obstante, los escasos datos que he podido re- cojer arrojan el siguiente resultado: En la práctica civil, 87 po°, [según datos sumi- nistrados por los facultativos de mas crédito.] En los hospitales, 31 p0°, advirtiendo que ca- si todos los casos observados en estos estableci- mientos son en individuos oriundos de nuestras serranías, en quienes se ha desarrollado la tisis por sus malas condiciones de vida en la costa. Se vé cuánto difieren estos resultados de los de Louis, que poniendo en duda la herencia tuber- culosa, la reconoce sin embargo en la décima par- te de casos; y de los de Niemeyer, que casi la nie- ga absolutamente. Virchow, y con él la mayor parte de autores alemanes, negando la trasmisión de la enfermedad tuberculosa, reconoce que exis- te una predisposición hereditaria: Uhle y Wagner opinan en el mismo sentido. § 3? Manera de trasmisión. Si todos los patólogos están casi acordes en cuanto al hecho de la herencia, no todos la inter- pretan del mismo modo: unos creen en la trasmi- sión directa de la diátesis ya constituida ; otros no admiten sino la trasmisión de una simple predis- posición orgánica á contraer mas fácilmente esta diátesis. Tal diferencia de opiniones reposa, no en la observación de hechos contradictorios, sino* 15 inas bien en la distinta manera de interpretar- los. En el estado actual de la ciencia, hay que ad- mitir que la tuberculosis puede ofrecer la reunión de los tres grados distintos de la herencia morbo- sa : la herencia de la predisposición, la herencia del estado latente ó diatcsico y la herencia de la enfermedad misma, (b) § 4? ¿Quién trasmite la tuberculosis con mas frecuencia? Una cuestión que no deja de tener grande importancia en los consejos que el medico debe dar con motivo de los matrimonios por con- traer, es la de determinar si la trasmisión heredi- taria es mas frecuente por parte del padre ó de la madre. Desgraciadamente faltan datos exactos que resuelvan esta cuestión, sobre la que hay tan- ta divergencia de opiniones: unos, y entre ellos Piorry, Nasse y Rufz, apoyándose en estadísticas (b) Desde luego, importa precisar el sentido en que los autores toman la palabra predisposición, prescindiendo de las discusiones sobre la naturaleza íntima del esta- do que ella indica. Se toma, de una manera general, en tres sentidos diferentes: para unos, la predisposición no es sino cierta especie de susceptibilidad patológica ó de simple propensión á las afecciones morbosas; ex- presa, para otros, el estado latente ó de gérmen de esas afecciones; en fin, según algunos, es indistintamente la aptitud para contraer ciertas enfermedades y al mismo tiempo el gérmen de ellas. Según Galeno, la diátesis es la predisposición perma- nente á la enfermedad.-Chomel en sus "Elementos de Patología General'' enseña que predisposicien y diátesis. no difieren sino de menos á roas. 16 no exentas de reproche, afirman que la tubercu- losis se trasmite mas á menudo por la madre que por el padre. Frank, Briquet, Delafond, Richard, Rilliet y Barthez opinan al contrario que la tras- misión es mas frecuente cuando la tuberculosis proviene del padre. Así Richard (de Nancy) dice: 11 Yo he visto rara vez que los hijos de padres tísi- cos se sustraigan á la destrucción de los pulmo- nes. " (c) § 5? ¿A quién la trasmiten? En cuanto á la influencia del sexo, (d) Fuller y Cotton opinan que la identidad del sexo del as- cendiente con el del niño es una causa de que la tisis se trasmita mas á menudo por el padre al hi- jo y por la madre á la hija. (c) Las recientes estadísticas de Fuller resuelven las anteriores opiniones contradictorias, poniendo de ma- nifiesto que la tuberculosis se trasmite á los hijos con la misma frecuencia por el padre como por la madre, confirmándose la doble influencia ó dualidad de acción de ambos generadores en la procreación. (d) El padre y la madre, al unirse para la procreación, influyen ambos en el momento de la formación del nuevo ser, suministrando el óvulo la segunda y fecun- dándolo el primero. Así, pues, las opiniones que atri- buían el principal papel ya al padre ó ya á la madre exclusivamente, son insostenibles. Pero, como las in- fluencias que uno y otro ejercen en la concepción pue- den ser análogas, opuestas ó solo diferentes, la resul- tante de aquellas no puede reproducir exclusivamente á uno de los factores; por consiguiente, el hijo aseme- jándose al mismo tiempo al padre y á la madre, se pa- recerá tanto menos á uno de ellos cuanto mas haya prevalecido la influencia del otro. Si los hermanos no son todos vitalmente semejantes, es porque la influen 17 Otros autores, con Roche, partiendo de la doctri- na que profesan acerca de la influencia cruzada de los padres sobre el producto de la concepción, sos- tienen que la tuberculosis se trasmite mas fácilmen- te del padre á las hijas y de la madre á los hijos; pero los documentos estadísticos tienden á confir- mar la opinión de Fuller, Cotton y otros. $ G? Probabilidades de la trasmisión. Todos los autores que se han ocupado de esta materia, (Durand-Fardel, Grisolle, Jaccoud, Da- maschino), están unánimes en reconocer que si los niños tienen alguna probabilidad de escapar á la tisis cuando solo uno de los ascendientes está atacado de dicha enfermedad, la disposición á la tuberculosis debe consideraise como regla general cuando ambos generadores están afectados de ella. cia respectiva de los cónyuges no se ejerce en el mismo grado en todas las copulaciones. Todo influye en este género de acción, y la menor variante no contrariada aumenta al desarrollarse y se convierte en una verda- dera diferencia. Ademas, los cónyuges no siempre se encuentran en el mismo estado vital, y esto determina la trasmisión de cualidades especiales en relación con e1 estado actual. Asi es que, si los gemelos son tan nota bles entre sus hermanos, por su semejanza recíproca es porque la situación de los padres, en cuanto es po- sible, es la misma en la procreación de aquellos. Los abuelos tienen también una acción innegable en la herencia vital. Desde luego, ellos han contribuido á establecer cualidades (1) que son permanentes en una (1) Que pueden ser normales ó fisiológicas y morbosas ó pato- lógicas. 18 $ 79 Influencia del estado diatésico de los padre Algunos lian dicho que los niños no heredaban la diátesis tuberculosa sino cuando la enfermedad estaba ya desarrollada en sus padres en el mo- mento de la procreación, lo cual no es exacto en general.-Bouchut refiere haber visto padres que perdian sus hijos y nietos, de tisis, sin que se sos- pechara el origen hereditario, hasta que mas tar- de, la madre atacada de hemotisis, á los 65 año murió en pocos meses de la misma enfermedad (pie sus hijos. El mismo autor cita también este otro caso que presenció: el portero del Hospital de la Caridad, (París), coloso de dos metros de al- tura y de doscientas libras de peso, perdió sus dos hijas atacadas de tisis pulmonar, una á los 25 y la otra á los 30 años; y él mismo murió después de misma familia: bajo este punto de vista el padre y la madre, cada uno por su parte, representan a sus ascen- dientes respectivos y no dan sino lo que lian recibid» Si á veces las cualidades de un abuelo faltan en el hiio, se las vuelve á encontrar en el nieto; pero no porque dichas cualidades estuviesen completamente ausentes en el hijo y porque éste hubiese trasmitido lo que no poseia, sino porque aquellas o no estaban sufi- cientemente desarrolladas para ser percibidas, o habian permanecido en él, solo en estado virtual o latente. En este caso, hay trasmisión de una predispo- sición que solo se hace manifiesta cuando encuentra las circunstancias que son favorables a su desaíro o. Esta influencia de los abuelos en la herencia, se desig- na con el nombre de otavi mo, con el cual tiene una estrecha relación lo que se llama herencia colateral. Esta se revela por la presencia de las cualidades de un individuo en los parientes colaterales próximos y que no se encuentran en los padres de aquel. 19 ellas, víctima de la misma enfermedad. También conozco yo hechos semejantes, uno por observa- ción personal y otros que me han sido comunica- dos por respetables médicos de esta ciudad, § 8? Atavismo. La herencia puede perdonar una generación durante una parte y aun durante toda la vida de los individuos, para reaparecer mas tarde con nue- va intensidad en ellos ó en la generación siguien- te. Entonces el estado diatésico ha permanecido latente durante la vida del individuo ó por un período mas ó menos largo, para no despertar sino mas tarde en él mismo ó en sus descendientes. A estas formas de la herencia debe agregarse otra que es la mas curiosa de todas y la menos explicable; es la herencia por influencia, por cuyo medio la trasmi- sión hereditaria se verifica, por una sola fecundación, para alguuas generaciones posteriores. La fisiología y patología comparadas ofrecen numerosos ejemplos de esta forma tan importante de la herencia, que nadie pone hoy en duda. Concretándome á lo que se observa en la especie hu- mana, expondré : que viudas que hayan tenido un hijo, tienen algunas veces de un segundo enlace, otros hi- jos que se asemejan al primer marido y que presentan sus mismas cualidades ó enfermedades. Tal es también lo que se observa en los casos de adulterio, cuando el hijo bastardo se asemeja al marido putativo, y por eso se dice que el hijo de la adúltera oculta la culpa de la madre. Co .no la acción de la madre en la procreación es de ble, una que divide con el padre en el momento de la concepción, y otra que le es propia y dependiente de las relaciones que, durante la vida intra -uterina, hay entre ella y el teto, puede decirse que con frecuencia 20 § 9? Herencia indirecta. No solamente debe tenerse en cuenta el estado sanitario de la linea directa, sino también el de las lineas colaterales; pues con mucha frecuencia se ve que si la herencia no se manifiesta por parte del padre ó de la madre, se declara de un modo muy evidente entre los parientes: tios, primos, so- brinos, etc. En apoyo de esta aserción citare la estadística de Eufz, que sobre 24 casos de tisis hereditaria ha visto que la herencia existia cinco veces por parte de la madre, tres veces por la del padre, dos veces por los tios, tres por los primos y once entre los hermanos. Esta herencia indirecta, aunque menos frecuente y constante que la direc- ta, no debe dejar de tomarse en consideración. la fecundación es para aquella una especie de inocula- ción de la sangre y de los humores del que la ha fre- cuentado. Al entregarse á un hombre, para ser la ma- dre de sus hijos, se identifica hasta cierto punto con él y no sin razón ni por metáfora se le llama su mitad. La muger, verdaderamente esclava de la naturaleza, al ceder á sus votos, se impregna de una nueva sangre, la de su marido, que así como puede ser pura, puede tam- bién estar corrompida de diferentes maneras, y enton- ces aquella está fatalmente manchada para toda su vida en su persona y en su descendencia. Así puede explicarse la trasmisión á la muger de ciertas enfer- medades diatésicas del marido, tales como la tubercu- losis, escrofulosis, sífilis etc.; lo que está comprobada por hechos que citaré oportunamente. 21 § 109 Intensidad. Un punto sobre el que están todos acordes, es que la predisposición hereditaria aumenta de ge- neración en generación y que, por consiguiente, la herencia es tanto mas poderosa, cuanto mas anti- guas y profundas son las raices que ha echado en los ascendientes de una familia; al contrario, la influencia hereditaria es tanto menos temible, cuanto mas reciente es en aquella la aparición do la tisis. Natalio Guillot ha notado, que si un hombre contrae la tisis á los 60 años, sus hijos sucumbirán antes de los 40, y sus nietos en edad temprana; de manera que á medida que la tisis desciende en la escala genealógica, su manifesta- ción so verifica en edades cada vez menos avan- zadas. Por esta gravedad, creciente con la edad de la diátesis, se esplica la rapidez de la tuberculosis en los miembros mas jóvenes de una familia, en la que los hijos mueren de tisis frecuentemente antes que sus padres ó abuelos, en quienes la afección este ya manifiesta ó solo en potencia. Aumenta también dicha gravedad en razón directa del nú- mero de hijos ; de tal manera, que los niños mas jovenes sucumben antes que sus hermanos mayo- res. Estos hechos, notados por Gendrin, Chomel,. Roche y otros, han sido confirmados por numero- sos observadores. 22 § 11? Epoca en que se manifiesta. La observación cotidiana demuestra que mien- tras la tisis adquirida se desarrolla en general tardíamente, la hereditaria se manifiesta de ordi- nario en la infancia y la juventud.-Monneret es- tablece que casi todos aquellos en quienes la tu- berculosis es hereditaria, mueren antes de los 30 años; hecho que ha sido confirmado por las esta- dísticas de Walshe. § 12? Gravedad. Si la rapidez de la marcha de la tisis es una de las circunstancias que mas influyen sobre su gra- vedad, es evidente que la que se desarrolla bajo la influencia de la herencia es la mas grave y la mas rápidamente mortal. En efecto, acabo de indicar que la tisis he- reditaria se manifiesta generalmente en la infan- cia y la juventud, y precisamente en estas épo- cas de la vida tiene aquella enfermedad una marcha tanto mas rápida cuanto mas jóvenes son los individuos, y también toma en ellos la forma aguda ó de tisis galopante, contra la cual, como se sabe, son tan impotentes los recursos que nos suministra la Terapéutica. Pero, aun prescindiendo de la edad en que la herencia determina la aparición de la tisis, esta enfermedad, por el solo hecho de ser hereditaria, es mucho mas grave que la adquirida, tanto bajo el 23 punto de vista de la marcha que sigue, cuanto por sus relaciones con el pronóstico y tratamiento. Esta verdad fué conocida por Boerhaave, quien decia Phthisis hereditaria omnium pessima, aforis- mo que todos los autores están unánimes en reco- nocer con. o exacto ( Grisolle, Walshe, Durand Fardel). Dumas en su Tratado de las enfermedades crónicas se expresa asi: "En todo caso, laherencai imprime á las enfermedades un sello de incurabi- lidad"; y Lucas solo invoca, para contrariar estr^ opiniones, hechos raros y no bien comprobados. De todo lo expuesto se deduce: 19 Que la tuberculosis se trasmite por herencia. 2? Que esta trasmisión es muy frecuente. 39 Que la trasmisión puede ser de la afección misma ya desarrollada, ó de un estado diatésico, ó solo de una predisposición á contraería. 49 Que con tanta frecuencia la trasmite el padre como la madre. 59 Que generalmente el padre la trasmite al hijo y la madre á la hija. 69 Que la trasmisión es la regla general cuando el padre y la madre están afectados de la tisis. 79 Que también se verifica la trasmisión, cuan- do los padres tienen solo la diátesis. 89 Que puede la afección permanecer latente en una generación, para presentarse en la si- guiente. 99 Que puede heredarse por via indirecta ó co- lateral. 109 Que es mas segura su trasmisión, cuanto 24 mas tiempo de existencia cuente la enfermedad en la familia. 119 Que la tuberculosis hereditaria se manifies- ta en las primeras épocas de la vida. 129 Que, por último, esta forma de tisis es la mas grave. II La unión de los tuberculosos es de las mas tras- cendentales consecuencias, no solo para su prole sino para ellos mismos, y es igualmente funesta aun en el caso de que, con la esperanza de ate- nuar las probabilidades de trasmisión, uno solo de los cónyuges estuviese atacado de tan terrible en- fermedad. A fin de evitar estos enlaces que son un verdadero atentado contra la existencia de los que se unen con irreflexiva facilidad, así como contra la de los seres en quienes se verán repro- ducidos y que han de formar parte de la sociedad, voy á tratar de manifestar los peligros á que se exponen por el solo hecho de la unión conyugal, tales son: el contagio entre los esposos, la influencia que la preñez, los accidentes puerperales, la lactan- cia y la escrofulosis ejercen sobre el desarrollo de la tisis tuberculosa, $ 1? Contagio. Voy á comenzar, pues, ocupándome de una de [as principales causas á que se atribuyen el desar- 26 rollo y propagación de la tisis tuberculosa, y cu- yas consecuencias son tan funestas, así para la sa- lud y longevidad de los padres, como para la ro- bustez y probabilidades de vida de sus descendien- tes; tal es el contagio, que constituye una de las cuestiones mas interesantes de la etiología de la tu- berculosis. § 2? Contagio directo entre esposos. La doctrina del contagio de la tisis ha sido unas veces apoyada y otras combatida por médicos, tanto antiguos como modernos, cuyos nombres son una autoridad en la ciencia. Sin entrar en el examen de las diversas cuestiones que promueve la doctrina del contagio, solo me ocuparé del que se observa con mas frecuencia y que tiende al objeto que me lie propuesto en este trabajo: tal es el contagio entre esposos, que parece estar fuera de duda. Efectivamente, no puede rechazarse la idea del contagio cuando se vé que personas vigorosas y sin antecedentes hereditarios, son atacadas de tisis después de haber vivido en íntimas y estre- chas relaciones con un tuberculoso: así, se ha ob- servado que algún tiempo después de la muerte de un marido tísico, la muger, cuya constitución y antecedentes hereditarios no permiten admitir una predisposición á la tuberculosis, presenta los pri- meros síntomas de la enfermedad, que no tarda en conducirla á la tumba. En otros casos, después de la muerte de una primera muger tísica, el marido se casa en segundas nupcias con otra á quien muy 27 prouto deja viuda: ésta se vuelve á casar y prouto mucre como ha sucumbido su primer esposo, y co- mo uo tardará cu morir el seguudo. En estos casos podría objetarse contra el conta- gio, que la influencia de condiciones higiénicas semejantes á que están sometidas dos personas que viven reunidas, que participan del mismo pan, lecho y sombra, produce en éllas resultados igual- mente semejantes. A esta objeción contesta Har- dy con el hecho siguiente: Un francés contrajo la tisis léjos de su pais y de su esposa; de regreso á Francia murió de tubérculos al lado de la esposa, la que siguió igual suerte después de algún tiem- po. ¿Podrá decirse en este caso que las mismas causas que determinaron el desarrollo de la tisis en el marido han ejercido también su influencia en la muger? Indudablemente nó. Muchos otros casos iguales confirman el citado por Hardy. En todos estos hechos las vigilias, las inquietudes, pesares y depresión moral que produce en el cón- yuge superviviente la pérdida de un ser amado, favorecen el contagio aumentando la receptividad del organismo. Algunos médicos contagionistas, como Levy Bru- chon, atribuyen la trasmisión de la enfermedad entre esposos al contacto repetido durante la co- habitación, á la respiración incesante del aire que espira la persona tuberculosa, á los sudores etc. por cuyos medios se trasmiten las moléculas tu- berculosas. 28 § 3? Contagio indirecto entre esposos. Independientemente de este modo de conta- gio, se invoca otro: la trasmisión del estado dia- tésico del marido á la muger, por el intermedio del producto de la concepción (e). Si se tienen pre- sentes las estrechas relaciones que existen entre la circulación de la madre y la del feto durante la preñez, se comprenderá fácilmente que en el seno materno el desarrollo de un feto que lleva el gér- men de la tuberculosis, y que posee por lo menos en potencia la diátesis hereditaria, sea uno de los mo- dos de trasmisión de la enfermedad, constituyen- do según Gubler "una especie de inoculación len- ta.'' Bruchon ha sido el primero que ha emitido esta opinión, apoyada después por Gublery Gueneau de Mussy. "Lamuger, dice Bruchon, conserva, mien- tras dura la preñez, un feto, germen fecundado por (e) Se trata de un joven M. N., perteneciente á una familia en que la tisis lia hecho perecer sucesivamente á su hermano y hermanas: él mismo presentaba indi- cios de un temperamento muy linfático y una constitu- ción delicada; pero, gracias á medios higiénicos sábia- mente empleados, se había llegado á hacer permanecer en el estado virtual la diátesis que poseía. En tal dis- posición sanitaria, M. N. se casó con una señorita, per- teneciente á una familia muy sana, dotada de un exce- lente temperamento bilioso-sanguíneo, morena, fuerte etc. Apenas estuvo embarazada, principió á extenuar- se; los caracteres de la tisis comenzaron á desarrollar- se de dia en dia, haciéndose mas marcados hácia el fin de la preñez; realizado el parto, sucumbió la joven des- pués de haber dado á luz un niño escrofuloso. 29 un individuo atacado de la terrible diátesis y á menudo contaminado, por lo menos en potencia" (Cornil, pág. 563.) Esto esplica por que el contagio es mas frecuen- te del marido á la muger que vice-versa (:: 32:24). 5 4? Trasmisión por influencia. El contagio puede verificarse aun sin que la muger haya concebido. En efecto, la influencia que los esposos ejercen mútuamente es tan gran- de, que solo el hecho de la cohabitación y del acto conyugal, llega á establecer entre ellos se- mejanzas físicas, morales y vitales, acabando por constituir, como dice el Libro santo, una sola car- ne, un solo espíritu. La acción de la muger sobre el hombre no es menos cierta, aunque menos evi- dente que la de este sobre aquella. No terminaré esta parte, sin hacer notar que las observaciones hasta el dia conocidas tienden á probar que la tisis desarrollada en estas condicio- nes tiene una marcha rápida. El peligro del contagio es tanto mas inmediato cuanto mas avanzada está la enfermedad. Dedúcese de lo expuesto: 1? Que la tisis es contagiosa. 2? Que entre los esposos es mas seguro su con- tagio, de una manera directa, ó también por in- fluencia. 39 Que también contagia el marido á la esposa poi el intermedio del producto de la concepción. III. § 1? Influencia de la preñez sobre la tuberculosis. Antiguamente se creía que en general la preñez era un obstáculo al desarrollo de la tisis en las mugeres predispuestas á esta afección, y que tam- bién detenia ó suspendía la marcha de la enfer- medad ya desarrollada. Tal era la opinión soste- nida por Cullen, Borden, Baumés, Dugés y otros. Pero esos mismos que ven en la preñez un pre- servativo de la tisis, restringen su opinión decla- rando, que si esta enfermedad es detenida en sus progresos por aquel estado de la muger, el parto la exaspera, y que la mejoría temporal es seguida de una recrudescencia que causa la muerte en muy poco tiempo. Otros autores, contemporáneos de los anterio- res, Gardien, Brioude, Burton y Lemoine, afirma- ban, contra la opinión mas aceptada en aquella época, que la preñez contribuía poderosamente al 31 desarrollo do las afecciones tuberculosas del pul- món. Pero á medida que los estudios y observaciones sobre esta importante cuestión se multiplicaron, las opiniones se pusieron acordes. Grisolle, en un trabajo especial, ha demostrado que la preñez, le- jos de tener sobre la tisis el poder suspensivo que se le lia atribuido, activa y precipita la marcha de la lesión orgánica. "En los dos ó tres primeros meses de la preñez, dice Grisolle (Patología inter- na, pág. 538. Paris, 1869.), las mugeres, de buena salud hasta entonces, presentan los primeros sig- nos de la tuberculización : ésta marcha paralela- mente con la preñez. Las mugeres, á menudo, paren á termino y mueren una ó dos semanas después, estenuadas por el último esfuerzo. En los casos raros en que la concepción se realiza en una época en que la tisis está ya manifiesta, la preñez precipita también la marcha de la afección y llega rara vez á su término normal." De ma- nera «pie algunas mugeres en quienes la preñez llega á su término, mueren algunos di as des- pués del parto, mientras que otras abortan y mueren en seguida.-Muchos otros observadores de autorizado renombre confirman los resultados ob- tenidos por Grisolle. Efectivamente, Stoltz y las recientes tésis de Caresme (1866) y de Sogniés (1868) presentan numerosos hechos afirmativos. El primero cree que la sobrexcitación que ordina- riamente acompaña á la preñez en las funciones de nutrición, da por resultado mas bien aumentar La actividad de la afección tuberculosa que sumí 32 nistrar fuerzas al organismo para resistir á es- ta. Caresme establece como regla general, á la que no ha encontrado ninguna exepcion, la exa- cerbación de los accidentes torácicos en las mu- geres que han resultado embarazadas hallándose al principio de la tisis. No me parece inútil hacer constar que la mayor parte de las mugeres en quienes se han hecho estas observaciones estaban predispuestas á la tuberculosis por antecedentes hereditarios. Mas, no vaya á creerse que la preñez tiene una influencia especial sobre la tisis tuberculosa, sino que constituyendo aquella una causa de debilita- ción para el organismo, conduce á la tisis como todas las otras causas de deterioro constitucional, según el modo de ver de Pidoux. § 2° Influencia del parto y de los accidentes puerperales. Empero, á los peligros á que está expuesta lamu- ger por el hecho mismo de la gestación, se agre- gan otros nuevos, constituidos por el parto y los accidentes puerperales, que activan la marcha de la tuberculosis : opinión sostenida aun por aque- llos que atribuyen á la preñez una acción preser- vativa ó retardante. Aquellos resultados, que con- firma la práctica, ya podian preverse teniendo presente que en el estado puerperal las flegmasías se desarrollan con gran rapidez y marchan del mismo modo hácia la supuración. No es pues admirable que la neumonía, que desempeña tan 33 gran papel en la historia anatómica de la tuber- culisacion, recorra todas sus fases con mayor ra- pidez, y por consiguiente que el parto y los acci- dentes puerperales sean una causa de aceleración del trabajo morboso que se verifica en los pulmo- nes. Dubois en sus lecciones decia: "si una muger amenazada de tisis se casa, podrá resistir al pri- mer parto, difícilmente al segundo y nunca al tercero." $ 3? Influencia de la lactancia. La lactancia ejerce también sobre la tuberculo- sis una influencia que ha sido controvertida. Unos pocos le atribuyen una acción bienhechora; pero si se tiene presente que ella constituye una causa real de debilitamiento del organismo, fácilmente se comprenderá la acción que puede ejercer sobre la tuberculosis en mugeres predispuestas por he- rencia y de constitución débil; y sobre todo cuando la lactancia se prolongue demasiado ó cuando las mugeres amamanten dos niños á la vez. Los ca- sos en que la lactancia exacerba ó provoca la ti- sis no son raros, y la patología comparada sumi- nistra nuevas pruebas. En efecto, se ha visto que las vacas lecheras, sometidas á un régimen espe- cial que les hace segregar 18 á 20 libras de leche por dia (en lugar de 7), se vuelven casi todas tu- berculosas. 3 34 § 4? Influencia de la escrófula. Seria sobrepasar los límites que me he trazado, entrar en el examen de las demas causas que sobre el desarrollo de la tisis no tienen en general sino una influencia accesoria y ocasional; tales como la miseria, la alimentación insuficiente ó de mala calidad, los excesos de todo género, las habitacio- nes cuyo aire no se renueva sino incompletamen- te y en las que no penetre la luz solar, los malos climas y demas causas higiénicas. Tampoco me ocuparé de la influencia que algunas enterme- dades, como el sarampión, la fiebre tifoidea, las flegmasías de los órganos respiratorios etc. ejercen sobre la tisis. Todas ellas, insuficientes por sí mis- mas en el mayor número de casos para determi- nar el desarrollo de la tuberculosis pulmonar, ca- si siempre obran despertando ó provocando las manifestaciones de la diátesis hereditaria. Pero como el linfatismo y la escrófula son tan comunes entre nosotros} y, por otra parte, Lugol y otros tratadistas han pretendido establecer una identidad completa entre la escrofulosas y la tu- berculosis, manifestaré la relación y la influencia que ejercen una sobre otra estas dos diátesis. Sydenham llamaba escrófula de los pulmones á la tisis pulmonar tuberculosa. En apoyo de esta ma- nera de ver, Lugol, que ha estudiado muy espe- cialmente esta materia y cuya vasta práctica en ella no puede negarse, estableció las tres proposi- ciones siguientes: 35 I? La escrófula tiene muy frecuentemente un origen tuberculoso. 2? Estas dos enfermedades coinciden ordinaria- mente en la misma familia. 3? Todos los escrofulosos son tuberculosos. Este mismo autor agrega: 19 que la existencia de la tisis pulmonar lia sido comprobada en mas de la mitad de los padres de 84 escrofulosas en quienes hizo esta observación j y 2? que la muerte natural de los escrofulosos tiene lugar por los pul- mones. Estas opiniones de Lugol sobre la identidad en- tre las diátesis escrofulosa y tuberculosa, son tal vez demasiado absolutas y exageradas. Sin em- bargo, ellas han sido también profesadas por mu- chos otros autores, entre los que citaré á Billiet y Barthez, Baziu, Chauffard, Sangalli, Vogel y otros. Los primeros han propuesto el nombre co- lectivo de diátesis escrófulo-tuberculosa para de- signar la frecuente coincidencia de estos dos esta- dos patológicos. Herard y Cornil, fundándose en la anatomia patológica de esos dos estados diatésicos, niegan la identidad que Lugol estableció entre ellos; pe- ro A ogel hace observar con mucha razón, que si es cierto y evidente que las diversas manifesta- ciones de la escrófula no dependen ó consisten en tuberculosis de las partes atacadas, también lo es que la Clínica presenta numerosísimos ejemplos de niños escrofulosos que han sido procreados siempre por padres tuberculosos; y de casos en lo» que después de la desaparición de las manifesta- ciones escrofulosas, lo que ordinariamente sucede en la pubertad, se presenta mas ó menos distinta- mente accidentes tuberculosos. Por consiguiente, el clínico está obligado á admitir una relación ín- tima entre esas dos diátesis; lo cual basta para el objeto que me propongo. ¿Cómo obra la escrófula para fraguársela via ha- cia la tuberculosis, según la expresión de Sangalli? Pidoux cree encontrar su esplicacion il en el em- pobrecimiento del campo de la nutrición;" porque la economía, deprimida largo tiempo por las mani- festaciones escrofulosas, se encuentra en condicio- nes favorables al desarrollo de los tubérculos; aunque en muchos casos podría decirse que esa languidez de las fuerzas es ya el resultado de la tuberculosis latente. Cualquiera que sea la explicación que se adop- te, Chauífard dice " que la tuberculosis es el tér- mino natural del temperamento y de la vida es- crofulosa." La tuberculosis pulmonar consecutiva á la es- crófula, cuya frecuencia todos reconocen, tiene caracteres tan marcados, que Bazin, Pidoux y otros la han designado con el nombre de tisis es- crofulosa. Queda pues establecido: 1? Que la preñez determina el desarrollo de la tisis en las mugeres que presentan la diátesis tu- berculosa ó siquiera una predisposición, y agrava 36 37 y precipita su marcha en caso de estar ya des- arrollada. 2? Que los mismos efectos producen el parto, los accidentes puerperales y la lactancia. 39 Que entre la escrófula y la tuberculosis existen lazos tan estrechos, que generalmente coexisten, ó son la una causa del desarrollo de la otra afección. IV. CONCLUSIONES. La simple enunciación de las conclusiones que dejo expuestas al fin de cada uno de los capítulos» manifiesta la necesidad de la intervención de la ciencia en la reglamentación de los matrimonios, para evitar la unión conyugal no solo de personas tuberculosas, sino aun de las que solo estén pre- dispuestas á esta afección. Sin embargo, para aclarar mas esta necesidad, voy á desarrollar las razones que sirven de fundamento. Efectivamente, siendo el matrimonio el pri- mero y mas importante contrato social, que en sí solo contiene el gérmen de la sociedad, que, en una palabra, es el fundamento del género huma- no, el legislador tiene el deber de intervenir en él para reglamentar sus condiciones, áfin de que llene los fin^s de su institución : la conservación y pro- pagación de la especie humana. Si el Estado está obligado á proteger por me- dio de las leyes la vida é intereses de la sociedad que le está encomendada, debe prestar una prefe- rente atención á ese contrato cuyos resultados son de tanta trascendencia para el bienestar y prospe- ridad sociales. 39 Veamos loque consigna el Código civil al ocu- parse del matrimonio y que tiene relación con el objeto de esta tésis : " Art. 142. No pueden absolutamente contraer matrimonio: " 99 El impotente. " 109 El loco y demas personas que están en incapacidad mental. " Art. 150. Solo puede negarse el consentimien- to para el matrimonio, por motivos graves, tales como : " 29 Enfermedad contagiosa." A primera vista se nota cuán imperfecta es nuestra legislación en esta materia; lo que tal vez no es de estrañar, si se considera que no se cuenta con los médicos para la formación de las leyes, que no se consultan sus luces para obtener el acierto en materias que son exclusivamente de su resorte y en las que ellos sonla única autoridad. Cuando, en razón de sus conocimientos especia- les, se haga intervenir á los médicos en la confec- ción de aquellas leyes que se relacionan con las ciencias médicas, se verá desaparecer tantos de- fectos y vacios que presentan los códigos actuales y que tan acertadamente lia hecho notar nuestro profesor de Medicina legal, el doctor Arosemena, en sus lecciones orales sobre dicha materia. Al tratarse del acto mas importante en la vida del hombre, del que decide de la suerte y porvenir de dos seres que se unen para conservar y propa- gar la especie, la ley nada ha hecho para impedir su degeneración y evitar los terribles resultados que dejo expuestos. 40 Si el Código civil consigna tantas disposiciones para garantir á los hijos la herencia de los dere- chos y bienes, ¿ por qué olvida garantizarles la herencia de la salud ? Apenas se ocupa de fijar la nubilidad legal que no es siempre la higiénica ó fisiológica; de impe- dir el matrimonio al loco y demas personas que están en incapacidad mental, enfermadades que ya de hecho inhabilitan para todo contrato en ge- neral, á causa de la falta de libertad moral y del libre consentimiento; de la impotencia que se opo- ne al fin legal y natural del matrimonio, etc. Con- cede también á los padres y demas personas que pueden oponerse al matrimonio de los menores, el derecho de contar entre los motivos de oposi- ción, las enfermedades contagiosas. Mas, guarda absoluto silencio sobre las enfermedades heredita- rias que causan tantas víctimas y que son fruto de la avaricia y de la ignorancia de los intereses huma- nos, consumando un verdadero atentado contra la reproducción y perfeccionamiento de la especie. Una legislación sensata y previsora debe tomarlas en consideración y poner el debido remedio para evitar los males que ellas ocasionan; pues tanta y aun mas razón hay para ello, como para impedir el matrimonio al loco, al impotente, etc. La ley no debe, pues, dejar á multitud de perso- nas expuestas á consecuencias mortales para sí mismas y mortales para su razas, permitiéndoles unirse en condiciones que reprueba la ciencia fandada en elocuentes hechos. Esos hombres que, sin tener en cuenta que el 41 matrimonio es el manantial fecundo é inagotable de las generaciones humanas y que la prolonga- ción de la vida es un deber ineludible para cada miembro de la sociedad; que, guiados solo por conveniencias de fortuna ó de familia, unen su existencia deteriorada con la de otro ser en igua- les ó peores condiciones, al hacerse padres tienen la crueldad de trasmitir á sus hijos, junto con la vida, los males y dolencias de que ellos mismos están atacados, condenándolos asi á una existen- cia llena de sufrimientos ó á una muerte prema- tura y cometiendo por consiguiente un filicidio vo- luntario y premeditado. De este modo se ven vo- luntariamente privados del complemento natural é indispensable de la familia, de su fin primordial, de un apoyo para su vejez y por cuyo medio alcanzá- ran una vida inmortal. Esos hijos, herederos del es- caso vigor de sus padres, lejos de llenar el papel que á todo hombre le está señalado en sus relaciones con la sociedad y el Estado, no son sino una car- ga para sí mismos y para los demas, convertidos en párias del sufrimiento y tal vez con el derecho de esclamar con Job : "perezca el seno que me ha alimentado ; maldita la noche en que pudo de- cirse: una mujer ha concebido." ¿ Por qué pues el hombre, que nada descuida para mejorar la raza de sus animales domésticos, manifiesta tanta negligencia, y tan poco celo por la conservación de la suya propia ? & Por qué no aplica á sí mismo las leyes do la generación, el cruzamiento sábia y prudentemente dirigido, que es el principio de la conservación y mejora- miento de las razas animales ? 42 Éi,sér racional y el mas noble de la naturaleza, tan fecunda en enseñanzas, parece ignorar que esas leyes son las mismas para todos los organismos vivientes, y que su raza puede viciarse ó perderse por el matrimonio con un ser deforme ó enfermo. Por ambición ó vanidad, ligereza ó ignorancia, descuida hacer en obsequio al porvenir de sus hi- jos y del suyo propio, lo que realiza con tanto cuidado en beneficio de sus animales. Olvidando toda consideración moral y social, sin ningún in- teres por su alianza y posteridad, entrega al aca- •so el acto mas importante de su vida. (1) A fin de evitar que se alegue ignorancia de lo que concierne á la trasmisión de las enfermedades hereditarias, y que ya por esa causa ó por depra- vación se realicen matrimonios que, como he dicho, reprueban la Moral y la Higiene, toca al médico en cumplimiento de la alta y noble misión que le tiene encomendada la sociedad, prevenir á los futuros esposos el peligro que corren, hacién- doles conocer los males sin número á que se ex- ponen ellos mismos y exponen á su prole; que por consiguiente, el matrimonio, contraido en esas condiciones, no llena el fin que se propuso el Crea- (1) Ciiaron esclamaba con sobrada justicia: "pues- to que los hombres se hacen á la aventura y al acaso, no es estraño que tan rara vez se les encuentre bellos, buenos, sanos, sabios y bien hechos." Platón decia también: que no sabia en qué debía poner el hombre mas cuidado é inteligencia, que en hacer un buen hijo. Los padres están doblemente obli- gados á este deber: 1? porque son sus hijos, y 2? por- que son plantas tiernas, la esperanza de la üepública. 43 dor, cuando al unir la primera pareja humana les encomendó u crecer y multiplicarse." Pero no faltará quien diga que al impedir la unión sexual á los que se encuentran atacados de tuberculosis ó, en general, de cualquiera otra en- fermedad hereditaria, se condena á esos seres al celibato que martiriza, envilece y corrompe; que se pretende restablecer un estado contra-natural que la sociedad no puede aceptar. Mas, ¿ qué im- porta el sacrificio de una generación si es un me- dio para salvar y regenerar las otras? Por otra parte, álos que se encuentran en ese caso, habladles de su infeliz esposa, de sus desgraciados hijos, del sombrío porvenir que les está reservado ; de la inhumani- dad de dar la vida á seres condenados á una cor- ta existencia llena de sufrimientos; despertad sus temores, hacedles palpar las funestas consecuen- cias, y, estoy casi seguro, que se obtendrá de ellos el generoso y voluntario sacrificio, la heroica ab- negación de reducirse al celibato, absteniéndose así de propagar enfermedades que minan la fami- lia y comprometen la existencia misma de la so- ciedad, privándola del contingente con que todos deben contribuir á su prosperidad y engrandeci- miento. Debe tratarse pues de hacer intervenir una ley, tan moderada como sea posible, que supla la im- previsión de las familias ignorantes ó intere- sadas. Esta seria una ley de protección, una ley esencialmente moral y humanitaria, y muy pronto cada uno de esos desgraciados, sabiendo apreciar su valor, no repugnaría someterse á ella. 44 Ciertamente que en un pueblo en que cada uno poseyese conocimientos generales y observase una conducta bastante moral para hacer inútil tal ley, las costumbres serian por sí mismas bastan- te poderosas para evitar los males que trato de po- ner de manifiesto. Pero mientras lleguemos á ese grado de perfec- cionamiento tan deseado, procuremos imitar á los antiguos legisladores, tan celosos por el vigor, la perfección y multiplicación de los habitantes de sus Estados. (1) Consignemos en nuestra le- gislación disposiciones terminantes, que regla- mentando los matrimonios, señalen entre los im- (1) Vemos, en efecto, que las leyes de Manú consig- nadas en el Manava-Dharma-Sastra ó Código sagrado de los indios, se ocupaban mas que las nuestras de evitar la extenuación y degeneración de la raza, como puede verse por los siguientes párrafos que trascribo: Lib. 3?-"6. Debe evitarse ®n el matrimonio las diez familias siguientes, por muy ricas que sean en vacas, cabras, corderos, tierras y granos, á saber: 7 "la familia en que las personas sufran de tisis, epilepsia, lepra blanca ó elefantiasis." "10. Tome una mujer bien formada.... "42. De matrimonios irreprensibles, irreprensible posteridad; de matrimonios reprensibles, posteridad despreciable; conviene por lo tanto evitarlos. "63. Contrayendo matrimonios reprensibles ...caen las familias en el envilecimiento. Lib. 9?-"73. Si un hombre da una hija en matrimonio con cualquier defecto, sin advertírselo al esposo, puede éste anular el acto." (*) En Esparta y otros Estados de la antigua Grecia, habla castigo y multa impuestos á los padres, cuando sus hijos nacían mal conformados. [*] Cantú.-Historia Universal. T. VIII, pág. 282 y siguientes, última edición. 45 pedimentos d la unión conyugal, las enfermedades hereditarias y muy en especial la diátesis tu- berculosa, que debe ocupar entre ellas un lugar preferente. De ese modo no solo se habrá llenado un vacío del Código civil, sino que también se impedirá la degeneración y extinción de numerosas familias; y tan importante problema sociológico recibirá una solución que satisfaga las exigencias de la ciencia, de la moral y del porvenir de la humani- dad. Lima, Mayo 3 de 1873. Manuel C. Barrios. V? B?-Ríos. FACULTAD DE MEDICINA tk gima. A 15 de Uñero de 1870. Al alumno don Manuel C. Barrios. La Facultad de Medicina, en sesión de ayer, le lia concedido el grado gratuito de Bachiller, en consideración á haber obtenido U. el calificativo de sobresaliente en todos los exámenes que ha presentado hasta la fecha. Lo que pongo en conocimiento de U. para que, presentando al señor Rector de la Universi- dad esta nota, le confiera oportunamente dicho grado. Dios guarde á U. (Firmado) - Miguel de los Ríos.