TRATAMIENTO DE LAS HERIDAS PENETRANTES DEL VIENTRE DISERTACIONLEID^ POR EL BACHILLER JVeMESIO J^EFvNANDE^jCoNCHA PARA OPTAR EL ERADO DE DOCTOR EN LA q^arultad de Medicina DE LA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN MARCOS DE LIMA. imprenta de j. FRANCISCO SOLíS. PLAZUELA DE SANTO TOMAS N. 255. 1890 ^ACULTAD DE WeDICINA DE ^IMA. Decano Sr. Dr. D. Leonardo Villar Sub-Decano ... • • • Armando Velez Societario « « « José Casimiro Ulloa Pro Secretario. « « « Manuel C. Barrios Cateó.titular de Anatomía Sr. Dr. D. Celso Bambaren Id. id. de Física Medica é Higiene „ „ „ Martin Dulanto Id. id. de Historia Natural „ „ „ MiguelF. Coluuga Id. id. de Química Médica „ „„ José A. de los Bies Id. id' de Anatomía Genei al y Pa- tológica „ „ „ Julio Becerra Id. id. de Farmacia „ „ „ Manuel B. Artola Id. id. de Patología General „ „ „ José M. Quiroga Id. id. de Terapéutica y Materia Médica ,, „ ,, José C. Ulloa Id- id. de Nosografía Médica „ „ „ Juan C. Castillo Id. id. de Nosografía Quirúrgica. „ ,, „ Belisario Sosa Id. id. de Anatomía Topográfica y Medicina Operatoria.. „ „ „ José M. Romero Id. id. de Obstetricia, Enfermeda- des puerperales y de niños „ „ „ Ramón Morales Id. id. de Medicina Legal y Toxi- cologia „ „ „ Manuel C. Barrios Id. id. de Oftalmología „ „ „ Aurelio Alarco Id. id. deOlinica Intima „ „ „ Leonardo Villar- Id. id. de id. id ,, „ „ Armando Velez Id. id. de id. Externa „ „ J. Lino Alarco Id. id. de id. id „ „ „ Julián Sandoval Id. Principal interino de Fisiología „ „ „ AntocdoPerezRoca JSenor Pecado: I^eñores Catedráticos; sLENTADO por vuestra benevolencia las diferentes pruebas por las que ^^^^be tenido que pasar para llegar al término de mi carrera profesional, voy á molestar una vez más vuestra F atención con la lectura del trabajo prescrito por el Reglamento General de Ins- trucción Pública para obtener el grado de Doc- tor en la Facultad de Medicina de la Ilustre Universidad Mayor de San Marcos de Lima. Hubiera deseado presentaros una tésis digna de vosotros; pero bien sabéis que apenas entro en la difícil cuanto laboriosa carrera de la me- dicina y Cirujía, y que por consiguiente no pue- den ser ni mi práctica, ni mis conocimientos los suficientes para un trabajo científico que esté á la altura de vuestra ilustración. 6 Vuestros conocimientos tanto teóricos como prácticos, son dignos de trabajos de otra natu raleza; pero si es cierto que no escribo nada nuevo, debeis tener en consideración que son los primeros pasos que en el camino de la cien- cia dá vuestro agradecido discípulo. Para llenar el deber reglamentario paso á ocuparme, ge las heridas penetrantes del vientre. Las heridas penetrantes del vientre son de tal gravedad que por mucho tiempo y basta hace poco se creía generalmente que eran de nece- sidad mortal; y lo eran en efecto, porque siem- pre el término de esas heridas venía á ser la muerte. Por esto los tratadistas antiguos y aun los modernos indican un pronóstico fatal al hablar de estas heridas y sólo dan esperanzas de vida cuando son estrechas y no han compro- metido ninguna viscera abdominal, pues si por desgracia esto ha sucedido á la dificultad opera- toria se agrega la gravedad del caso. Felizmente, señores, la Cirujía ha progresa- do muchísimo de pocos años á es'a parte, tanto en la parte operatoria, cuanto en su método cu- rativo en que emplea los antisépticos que constituyen el sistema de Lyster, modificados más ó ménos, pero teniendo siempre por base la desinfección de la herida y evitar el acceso del aire á ésta. 7 Por éste método operaciones que antes eran de gravedad son hoy muy sencillas y de segura curación. Con el empleo del sistema de Lyster han desaperecido de nuestros hospitales la eri- sipela, la podredumbre, la infección purulenta, la pútrida y otras gravísimas complicaciones de las heridas que eran siempre el escollo de nuestros cirujanos. Son raros los casos de complicaciones que se presentan de tiempo en tiempo, siendo de notarse que antes la erisipela, que á veces aparecía de un modo imprevisto y expontáneo en una sala de hospital, contagiaba á los demás enfermos sin poderlo impedir, é imposibilitaba al cirujano para practicar cual* quiera operación. Hoy esos casos raros son importados al hos- pital por enfermos, que vienen de la calle con tales complicaciones y aunque son verdaderos focos de infección, por medio del aislamiento y de la antisepsia se impide la propagación del mal. Hasta hace poco en que yo era interno en el servicio de C ¡rujia del hospital «2 de Mayo» que corre á cargo del tan inteligente como ex- perimentado Cirujano Doctor Alarco, había épo- cas en que casi todos los enfermos eran ataca- dos de las indicadas complicaciones de las he- ridas y no pocos morían. Tan luego como se puso en práctica en ese servicio el método anti- séptico, aunque no en toda su extensión, pues las pocas rentas de que disponen los hospitales no les permiten hacer muchos gastos extraor- dinarios, desapareció esa periodicidad con que se presentaban las erisipelas y, como lo he di- 8 cho ya, hoy la erisipela, por ejemplo, aparece sólo cuando el enfermo la trae de la calle. La infección purulenta y pútrida como la podre- dumbre de hospital son hoy casos raros; y si desgraciadamente por descuido ó indocilidad del enfermo, aparece la infección purulenta, no se presenta con todos los síntomas característicos como ántes se hacía ver, sino notablemente va* riada y con una marcha esencialmente crónica, notándose sí que esta enfermedad está modifi- cada por algo que indudablemente no puede ser debido sino á la antisepsia. Recuerdo un en- fermo, de oficio jardinero que hasta ahora vive por los barrios del, Cercado, que atacado de in- fección purulenta y habiéndosele presentado mul- titud de abcesos metastásicos, fueron estos su- cesivamente desbridados por el Jefe del servi- cio señor Dr. Alarcoy curados cada uno anti- sépticamente habiendo salvado así de esas com- plicaciones y salido del Hospital completamente curado, trabajando hasta hoy en su antiguo oficio. ¿Hubiera sucedido lo mismo sin las cura- ciones antisépticas y sin las inyecciones intra- venosas de amoniaco que se le hicieron áeste enfermo ? Creo que nó, pues cada uno de estos abcesos era un nuevo foco de infección que tenia que ser fatal para el enfermo. Inútil me parece demostraros las ventajas incontestables de la antisepsia: vosotros, mejor que yo, habéis podido apreciar en vuestra larga práctica los buenos efectos de este método, que 9 hace tan poderosa como extensa la esfera de acción de la Cirujía moderna. Valido de este método pueden hoy todos los Cirujanos practicar las operaciones de más ries- go con esperanzas de buen éxito y sin temor á complicaciones. Tal es, señores, lo que sucede hoy con las heridas penetrantes del vientre en que puede lle- garse hasta tocar impunemente el peritoneo sin temor á una peritonitis que es muy grave y ca- si siempre es mortal. Para corroborar lo expuesto, voy á presenta- ros cinco casos de heridas penetrantes del vien- tre con salida de epíplon operadas según las reglas indicadas por los autores modernos y curadas por el método antiséptico, así como una operación de hernia estrangulada operada tam- bién con éxito satisfactorio. El ilustre señor Decano de esta Facultad en su difícil puesto de médico de policía ha visto á los enfermos cuyas historias relato y está por lo mismo al corriente de los antecedentes y del éxito de cada uno de ellos, así como los doctores Alarco jefes del ser- vicio de cirujía del hospital «2 de Mayo», y mis maestros en la difícil práctica operatoria. Más, antes de exponer el método que he em- pleado con estos enfermos, permítaseme hacer una pequeña digresión anatómica para poder apreciar la mayor ó menor gravedad de estas heridas y de los órganos que puede dañar el instrumento cortante ó punzante, según la re- gión por donde ha penetrado. El abdómen puede ser dividido, para com- prender mejor la naturaleza y gravedad de las 10 heridas que en el se causen, en nueve regiones formadas de la manera siguiente: trazando dos líneas perpendiculares que tengan su origen en la parte media del ligamento de Poupart y se dirijan hacia el tórax, y otras dos líneas tras- versales la primera á dos y medio centímetros del ombligo y la otra reuniendo las dos crestas ilíacas, resulta el abdomen dividido en nueve regiones que son: 1.a El epigastrio, donde se encuentra parte del lóbulo derecho y el lóbulo izquierdo del hí- gado, la terminación del esófago ó parte sub- diafragmática, la extremidad pylórica del estó- mago, parte del duódeno, el páncreas y parte del colón trasverso; 2.a La región umbilical donde se encuentra parte del colón trasverso y parte del intestino delgado y profundamente tras del peritoneo la aorta abdominal; 3.a La región hipogástrica cuyas relaciones son á veces variables, pues si la vegiga está re- pleta, ésta se encuentra inmediatamente detrás de las paredes y si es en una mujer en estado de gestación el fitero viene á complicar todas estas relaciones, pero en caso diverso se halla siempre el intestino delgado en esa región; 4.a El hipocondrio derecho completamente ocupado por el lóbulo derecho del hígado la ve- sícula biliar y debajo de este el colón trasver- so: allí se encuentra también la cápsula supra renal y el borde superior del riñón derecho. 5.a El flanco derecho ocupado por el colón ascendente y el riñón derecho. 6.a La fosa ilíaca derecha ocupada por asas 11 del intestino delgado, por el ciego y su apéndi. ce vermicular; 7.a El hipocondrio izquierdo donde se halla el gran fondo de saco del estómago, la parte izquierda del colón trasverso y parte del des- cendente; debajo de estos órganos se encuentra el bazo y el vértice del riñón izquierdo; 8.a El flanco izquierdo donde se encuentra el colón descendente y el riñón izquierdo; 9.a Por último, la fosa ilíaca izquieida con asas del intestino delgado y la $ ilíaca que ocu- pa casi toda la región. Teniendo presentes estas regiones fácil es ver los órganos que puede interesar una heri- da producida en alguna de ellas según la extern sión y profundidad de la lesión; pero para que estas reglas puedan servir, sería necesario que éstos órganos no estuvieran sujétos á movi- mientos y cámbios que no se pueden preveer y que por consiguiente si el estudio déla región sirve de algo, estas heridas se hallan sujetas á multitud de variedades que á veces es difícil preveer sus consecuencias. Veamos ahora como pueden ser producidas las lesiones en el abdomen. Este puede ser contundido ó herido por cuerpos de distinta na- turaleza; y dejando á un lado las contusiones que no tienen absolutamente relación con el objeto que me propongo en este trabajo, pasare' mos á las heridas que es lo que más interesa para ese fin. Las heridas del abdómen pueden dividirse en penetrantes y no penetrantes: éstas entran en el grupo de las heridas simples producidas en las diferentes regiones del cuerpo y están 12 sujetas al tratamiento general de aquellas, no siendo por lo común de gravedad yen ningún caso como las que paso á narrar: las segundas ó sean las heridas penetrantes del abdomen pueden ser producidas 1° por instrumentos pun- zantes, 2.° por instrumentos cortantes, 3.° por armas de fuego y 4.° por instrumentos contun- dentes, encerrando estos cuatro grupos las diferentes causas que pue len dar origen á le- siones de esa naturaleza. Heridas por instrumentos punzantes --Es* tas heridas son de difícil diagnóstico respecto á los órganos que ha interesado pues si el ins- trumento ha sido bastante agudo puede haber atravesado el abdómen sin tocar ningún órgano en virtud de la movilidad de los intestinos ó haber penetrado en éstos y los tejidos contraer- se y estrechar la herida sin dejar ni rastros ni consecuencias fatales; pero en el caso en que el instrumento punzante haya sido por ejemplo un puñal, la herida que queda es muy estrecha y en este caso el tratamiento racional se reduce á reunir simplemente la herida, á prescribir el reposo y una dieta que impida los movimientos intestinales. En mi opinión, jamás se debe tratar de ver la profundidad de una herida del abdómen por medio del estilete ó del dedo, porque podría muchas veces producirse una lesión que no existía antes. Es preferible permanecer en la duda, que ir á buscar lo que no se tiene seguri- dad de encontrar. 13 Por eso sin duda el profesor Tillaux para saber si los gases que se desarrollan después de estas heridas están en la cavidad peritoneal ó solo en las asas intestinales, recomienda per- cutir el abdomen para ver si el timpanismo se encuentra igual por todas partes aun en los si- tios donde se hallan órganos que producen ma- cizés á la percusión como el hígado. En el caso de encontrarse el aire en la cavidad peritoneal el sonido timpánico aparece al nivel del hígado y en caso contrario en ese sitio se produce el sonido mate caracteristico de la percusión so- bre un órgano sólido. Heridas por instrumento cortante--Estas son practicadas en la generalidad de los casos con cuchillos, sables ó navajas y producen una solución de continuidad mas ó menos extensa de la pared abdominal, de lo cual resulta que pueden ser simples ó complicadas: simples cuando no hay ni lesión, ni salida de los intes- tinos fuera de la cavidad perifonea'; y compli- cadas cuando sale el epíplon, el intestino ó am- bos á la vez, ó cuando el instrumento ha per- forado alguna asa intestinal ó ha tocado algún órgano importante contenido en esta cavidad. Para llegar al conocimiento de la verdad en cada uno de estos casos son de mucha utilidad el examen del arma que ha producido la herida y los datos que suministra el enfermo y que conducen al cirujano á saber si el accidente pue- de haber sido hecho por mano propia ó agena, 14 cual era la posición en que estaba el herido, .«i el instrumento puede haber penetrado mas ó menos profundamente y si en sentido recto ú oblicuo, si el arma empleada es de Umina an- cha ó angosta, y finalmente si estarnas ó menos afilada. Si al estudio de esos datos que no siempre son bien dados por el enfermo, se agregan los síntomas producidos inmediatamente después del accidente y en las horas subsiguientes, ten- dremos todo lo que necesita el Cirujano para hacer un diagnóstico casi seguro, y digo casi, por que algunas veces son tales las dificultades que se presentan por la oscuridad ó error en los datos, que el Cirujano se encuentra imposibili- tado para hacer un diagnó>tico claro y conciso. Heridas por armas de fuego---En estas heridas no se puede preveer nada porque ettán sujetas á tantas emergencias que sería peligroso indicar lo que podría suceder. Todos nuestros cirujanos han podido apre' ciar en la última guerra con Chile, así como en las guerras civiles por las que nuestra desgra. ciada patria ha tenido que pasar, la variedad de las lesiones producidas por las armas de fue* go, el trayecto tan caprichoso que recorren las balas al penetrar en el organismo y la insegu- ridad del pronóstico en muchas de las heridas producidas por las armas de fuego. No pocas veces se encuentran personas que 15 permanecen con una bala enquistada ó movi- ble durante muchos años. En mis primeros años de estudio, siendo ex' terno en el hospital de Santa Ana servicio del Dr. Morales, entró á curarse de fiebres remi- tentes una morena joven que al examinarle un día el vientre y preguntarle por una cicatriz que tenía en él me dijo que era debida á la pe- netración de una bala que permanecía aún en el vientre y que á veces la sentía en distintas partes del abdómen. No dándole mucho crédito á lo que me refería, le dije que cuando la sintie- se me llamase; y no pasaron muchos días sin que me probase la verdad de su aserto. Una mañana á mi entrada en la sala me dijo que la tocara en la fosa ilíaca derecha y después de haberla examinado minuciosamente noté un cuerpo pequeño y duro que no podía ser otra cosa que la bala de que me había hecho ya mención. Heridas penetrantes por instrumentos con- tundentes--Kstas son raras y casi siempre mortales por los destrozos que producen y por las complicaciones fatales que traen. 16 ®ratamicnto de las ht.ídas prnciranfcñ del abdomen. Examinada bien una herida penetrante del abdomen y en posesión de los antecedentes que suministran ya el mismo enfermo, ya las per- sonas que lo acompañan y tomadas todas las precauciones i ara la asepsia del Cirujano y de los instrumentos que va á emplear se procede á la curación ó tratamiento según los distintos casos que pueden presentarse. l.° La herida es simple no hay salida de ningún órgano-. En este caso después de haber lavado bien la herida con solución débil y tibia de ácido fé- nico y con solución de Bicloruro de Mercurio á 1 por 1000 se hacen dos clases de satura una profunda de manera de poner en contacto las superficies serosas, empleando para ello la su- tura enclavijada mantenida por dos pedazos de sonda de goma y hecho esto se procede á hacer una sutura superficial simple de puntos separa- dos . Inmediatamente se coloca encima de la herida y adherida á la piel del vientre, un peda- zo de beaudruche ó hule de seda y sobre ésta una vejiga de nieve. Como tratamiento interno debe emplearse de prefenencia el opio para im- pedir los movimient s intestinales y calmar los dolores y se pone al enfermo á dieta durante el primero y aun el segundo día, tratando en los subsiguientes de dar un alimento líquido y de fácil digestión como leche, caldo, etc. Si sobre- 17 vienen complicaciones tales como vómitos, sín- copes, etc., se curan según las indicaciones que se desprenden de la misma enfermedad. 2.° El epíplon ha formado hernia al exterior. Aquí ocurre naturalmente la pregunta ¿debe ó nó reducirse el epíplon? Dos casos se pueden presentar: ó el Cirujano lia sido llamado inme- diatamente después del accidente y el epíplon aún no está congestionado; ó lian pasado algu- nas horas sin que el herido haya recibido au- xilios médicos. En el primer caso se debe reducir el epíplon después de lavado con solución tibia de ácido fénico y desembarazado de todos los cuer- pos extraños que hubieran podido adherir- se á él, haberío desinfectado lavándolo con solución de Bicloruro de Mercurio en la pro- porción de 1 por 1000. En seguida se procede á verificar las suturas profunda y superficial y á la curación que he indicado más arriba. En el segundo caso no se debe nunca redu- cir el epíplon sino hasta el punto en que no ha- ya congestión y ligar lo que queda fuera al nivel de la herida con una sola ligadura si el pedazo es estrecho ó con varias si es ancho, procediendo en seguida á la curación ya indi- cada. El profesor Tillaux aconseja cortar inme- diatamente todo lo que se ha ligado y to- car la superficie con una solución de ácido féni- nico puro; pero en los distintos casos que he operado he dejado el pedazo de epíplon hasta el 3 18 día siguiente en que lo he separado con una tijera, pues así impedía que saliese sangre al cortarlo y pudiera penetrar filtrando por la he- rida hasta el abdómen y producir una perito- nitis. 3.a Con el epíplon ha salido parle de! intestino. En este caso, si el intestino no está herido, se le reduce, colocando los músculos de la pared abdominal relajados é introduciéndolo por uno de los extremos y no empujando nunca todo el intestino en masa, y menos en sentido contra - rio al que tenía, á fin de evitar una torsión ó invaginación intestinal que podría ser fatal. Se procede en seguida á la introducción y re- ducción de la parte del epíplon á su ligadura, á las suturas y curación como queda dicho. Pero ¿debe reducirse en este caso todo el eplípon si no está congestionado? A esto con- testaré que nó; pues la falta de reducción de parte del epíplon tiene sus ventajas, y la más importante es que quedando entre los labios de la herida el epíplon éste hace el oficio de un ta- pón que por sus condiciones de vitalidad se ad- hiere fácilmente, impide que los líquidos pe- netren á la cavidad peritoneal é imposibilita ese sitio por la cicatriz tan sólida que queda para que se produzcan hernias que siempre son mo- lestas para el enfer.no, pues lo obligan á llevar un braguero durante toda la vida. En el caso de que el intestino haya sido he- rido hay que proceder antes de su reducción á suturarlo por medio de la sutura de Lembert, 19 si la solución de continuidad es estrecha y por medio de la de Gely en caso de que sea grande; terminando todo como ya lo he indicado al prin- cipio. Para terminar señores este trabajo muy in- completo por cierto, paso á narraros cinco casos de heridas penetrantes del vientre y una de operación de una hernia estrangulada, que se puede colocar también entre las heridas pene- trantes del abdomen. HISTORIA I. Luis Urbinat de 25 años de edad, de raza blanca, de oficio curtidor, de estado soltero y natural de Chile fue ¡levado á la sala de Santo Domingo, cama núm. 6, hospital «Dos de Ma- yo», servicio del señor doctor Alarco el 17 de Noviembre de 1887. Como interno del servicio que era en esa época, fui llamado inmediatamente á la 1 p. m. del dia 17 y al descubrirlo me encontré con una cantidad enorme de intestinos cubriendo el vientre, á tal punto que no se distinguía nada de la herida. Preguntando al enfermo y más aún á los que lo habían llevado al hospital la manera como sucedió aquello, supe lo si- guiente: Hacía pocos días que la mujer de Urbina ha- bía muerto en el hospital de Santa Ana y que de eso tenía una pena tan grande que no podía dejar de pensar en ella ni un solo instante. Po- 20 co después, él mismo me confesó que tenía la ca- beza volada: que ese día por la mañana fuédonde el pulpero de su calle (el vivía en Malambito) y le compró queso, que en seguida regresó donde él otra vez y le dijo le prestara su cuchillo, se metió en su tienda y se dió dos puñaladas con él y cayó en el acto: serían las diez del día. De allí lo condujeron á la botica de Jesús Ma- TÍa en momentos eu que pasaba por allí el doc- tor Carballo y éste los obligó á que en el acto lo trasladasen al hospital, pues no era una cu- ración que se po lía hacer en una botica, sino con mucho descanso. Al examinar las asas intestinales y lavarlas, pues estaban sucias con tierra, ceniza y aún plumas de gallinas, d -scubrí una herida de quince centímetros de longitud en la fosa ilíaca derecha y otra de tres centímetros en la región epigástrica á tres traveses de dedo de la punta del esternón. Por la primera se habían escapa- do de tres á cuatro metros de intestino con su respectivo epíplon; y por la segunda sólo un pedazo de epíplon ¿Cual era la conducta que debía yo seguir? Siendo este el primer caso de herida de esta naturaleza que veí i, no podía pues guiarme sino por lo que había estudiado y que aconsejan los autores en este caso: Proce- dí en consecuencia como sigue: 1.a Después de lavar con agua tibia fenicada todo el intestino y de desinfectarlo lavándolo con una solución de Bicloruro de hidrargirio al milésimo, encontré que la punta del cuchillo ha- bía perforado el ciego mismo; hice en este punto una sutura por el procedimiento de Lembert 21 con seda, pues no había catgut en ese momento y comenzó á reducir las asas intestinales tra- tando de que volvieran á su lugar primitivo, dejando gran parte del epíplon afuera pues es- taba ya muy congestionado; suturé entonces profundamente la herida, ligando en varios pun- tos el epíplon por el pedículo ancho que queda- ba y fin dmente, lúcela sutura superficial ta- pando todo con un pedazo de battlntche ha- bién lole puesto encima una vejiga con nieve. El enfermo quedó ese día tomando limona - das con nieve y 12 milgs. de opio c. 2 hs. Al día siguiente al enfermo le habían cesa- do los vómitos y estaba apirético; la noche había sido buena y cuando el señor doctor Abar- co vino á pasar la visita habiéndole dado cuen- ta de todo lo que había hecho, aprobó el trata- miento y resecó el pedazo de epíplon que había sido ligado la víspera. Urbina siguió en los días subsiguientes api- rético y alejándosele cada vez más el opio que tomaba sin que se presentara en él ningún sín- toma inflamatorio hasta que á los ocho días después de la herida, hizo una deposición natu- tural sin dolor ni accidente alguno. Se quitaron los puntos de sutura profundos y finalmente los superficiales y salió curado completamente del servicio el 30 de Diciembre del mismo año, des- pués de haber convalecido en el hospital. Ul- timamente he visto en la calle á este individuo y me dice no haber sufrido nada en la barriga, desde entonces. 22 HISTORIA I®. 2. AjÓca, natural de la China, de sesenta años de edad, de profesión cocinero, de estado solte- ro, entró al hospital «bos de Mayo», sala de Santo Domingo N. 34, servicio del doctor Atar- eo <4 21 de Octubre de 1889. Este asiático que no pudo suministrarme muchos antecedentes, pues estaba embrutecido por el ópio y además era loco, se hizo el mismo una herida de 3 centímetros de longitud en la región del hipogastrio después de haber tenido un pleito con un paisano suyo. La herida man- tenía entre sus labios un pedazo de epíplon que impidió que saliera parte del intestino delgado. Ño había tenido vómitos y se movía en la cama como si no tuviera tal solución de conti- nuidad. Después de haber desinfectado la herida y de haber visto que los intestinos permanecían en la cavidad abdominal, suturé los labios piofun- da y superficialmente, dejando el epíplon que tan á tiempo había impedido la salida del intes- tino. Sometido á limonadas y ópio y habiéndo- le puesto su vejiga de nieve, permaneció sin ac- cidente algnno durante varios días y habiendo tenido el 23 en la tarde 38° 1 de temperatura y el 26 en la tarde también 38° 3. El 28 se le suspendió la nieve y se le puso una curación an- tiséptica que se renovaba cada tres días hasta el 5 de Noviembre que quedó completamente curado y pasó días después al manicomio para ser curado de su afección mental. 23 KISTO BIA 'Simón Medina, natural de Lima, de 54 años de edad, mestizo, casado y de ocupación coci- nero, entró al hospital «Dos de Mayo» sala de Santo Domingo N. 14. servicio del señor doctor Alarco el 3 de Diciembre de 1889. Presentaba una herida de 4 centímetros de longitud en el hipocondrio izquierdo, habiendo salido un pedazo pequeño de epíplon. Preguntándole como había sucedido aquello, me dijo: que él estaba muy borracho y solo se acordaba de que peleando con su mujer, ésta había tomado un cuchillo y con él le había he- cho esa herida. Inmediatamente procedí á hacer las suturas profunda y superficial y á aplicar sobre el bau- druche una vejiga de nieve. Desde ese día siguió bien sin síntomas de pe- ritonitis ni accidente alguno hasta el dia 12 en que le hice una curación antiséptica que fué re- novándosele cada dos días hasta el 23 del mismo mes en que quitada la curación estaba la herida completamente sana. KISTQBI^ He 4. Andrés Villafuerte, natural de Arequipa, mestizo, de 20 años de edad, casado, de ocupa- ción carretero, entró al hospital «Dos de Mayo» 24 sala de Santo Domingo N. 24, servicio del se- ñor doctor Alarco el 8 de Diciembre de 1889. Dice que estando en una reunión se suscitó pleito con otro individuo por celos y el quo peleaba con él viéndose más débil y casi vencido, sacó un cuchillo y le hizo una herida penetrante del vientre en el hipocondrio iz* quierdo. La herida tenía 8 centímetros po<*o más ó menos de extensión y por ella salía una parte de epíplon bastante considerable. El he- cho tuvo lugar el día de su entrada ai hospital á las 3 p. m. Llamado á prestarle los auxilios de la profesión á las 6 p. ni., después de haber examinado bien la herida y de haber visto que no había ningún órgano interesado, procedí en el acto, después de la desinfección consiguiente, á hacer las suturas profunda y superficial de- jando una buena cantidad de epíplon afuera li- gándolo por su base después de haberle aplica- do un pedazo de baudruche, le hice poner una vejiga de nieve sobre la herida y lo dejé some- tido á ópio cada tíos horas. Al día siguiente re- sequé el pedazo de epíplon que había dejado afuera echando polvos de iodoformo sobre la herida poniéndole su baudruche y dejándole la nieve hasta el dia 14 en que le puse una cura- ción antiséptica que fué renovada el 19, el 23 y el 27. Con esta última curación permaneció hasta el 3 de Enero de 1890 en que la herida estaba completamente cicatrizada. Durante es- te tiempo se mantuvo en una apirexia completa, sin síntomas de peritonitis ni accidente alguno. Salió del hospital el 13 del mismo Enero y después hé lo visto varias veces entregado á su 25 oficio de carretero y según me dijo gozando de buena salud. HISTORIA g. José Albújar, natural de Lima, de veintiún años de edad, zambo, de ocupación zapatero soltero, entró al hospital «Dos de Mayo», sala de Santo Domingo N. 28, servicio del señor Dr. Alarco, el 17 de Marzo de 1890. Este enfermo en una riña que tuvo con otro de su mismo oficio, el 16 de Marzo á las 11 p.m., fué herido con una chaveta en la parte superior de la región del hipogastrio en una extensión de 5 centímetros. Al examinarlo encontré que no solo había salida de epíplon, sino también de una asa in- testinal (intestino delgado). Después de ver si este no se hallaba comprometido, lo reduje dejando una pequeña parte de epíplon afuera, ligando éste y haciendo las suturas profunda y superficial, prévia desinfección de la herida é instrumentos, aplicando en seguida el baudru- che y una vejiga de nieve y dejándolo bajo la ac- ción del opio para que tomara cada 2 horas. Permaneció con este tratamiento disminuyén- dole gradualmente el opio hasta el 22 en que le hice la primera curación antiséptica volviéndo- la á renovar el 26 dia en que hizo una deposi- ción natural y sin dolor alguno. El 29 le hice la tercera curación y el 1.° de Abril estaba com- pletamente curado no habiendo tenido fiebre 4 26 durante los días que estuvo en el hospital del que salió el 14 de Abril de 1890. MISTOME S. Manuel Galvez, natural de Chota, de 22 años de edad, indio, soltero, de oficio talabartero, entró al hospital «Dos de Mayo», sala de Santo Domingo N. 31, servicio del señor doctor Alarco el 23 de Diciembre de 1889. Examinado el enfer no, presenta una hernia inguinal del lado derecho,irreductible,dolorosaá la presión; la bolsa del lado derecho está ocu- pada por las asas intestinales; tiene vómitos fecaloides, deseos frecuentes de deponer y do- lores cólicos, Preguntándole desde cuando tenía esa hernia me dijo; que ese tumor lo sentía desde chico pe- ro que salía y entraba con la mayor facilidad, pues no tenia mas que presionarlo para hacerlo desaparecer: que la ante víspera, es decir, el 26 de Diciembre, lo tomaron preso por no tener boleto de asistencia á los ejercicios de la Guar- dia Nacional y que como habían llevado á mu- chos otros ciudadanos, tuvo que dormir en uno de los patios de la Comisaria. Al día siguiente en que fué puesto en liber- tad á las 11 del día, después de haberlo llevado á la Intendencia, notó que el bulto habia au- mentado, le dolía mucho y se le habia salido mas. Estos dolores y este malestar le siguie- ron hasta el 28 de Diciembre, es decir el día de 27 su entrada ai Hospital, en que, en la mañana, á las 9, le aumentaron mucho les dolores y tuvo vómitos que se han hecho mas frecuentes hasta ese momento en que yó lo examinaba que eran las 3 de la tarde. Después de haberlo recono- cido bien, traté de reducir la hernia por el táxis colocándolo en distintas posiciones para la re- lajación de los músculos de la pared abdominal; pero estas maniobras fueron inútiles. En se- guida lo hice colocar en un baño tibio y allí traté de reducir la hernia de nuevo pero inú- tilmente también. Pasó de allí á la sala de ope- raciones donde le hice pulverizaciones de eter para condensar los gazes por medio de la infri- gidación y hacer más fácil la reducción, pero ni este medio ni la cloroformización me produ- jeron resultado alguno, por lo cual, viendo la inutilidad de mis esfuerzos, procedí en el acto á la operación según las reglas indicadas. Des- pués de haber desbridado el anillo y de exami- nar el intestino bien congestionado ya y aún con derrame seroso en el saco, que era muy grande, lo desinfecté y lo reduje después de ha- ber resecado gran parte del saco y de haber su- turado el cuello de éste. Hechas las suturas in- dicadas y las de la herida producida para pené- trar al saco, le coloqué una curación antisép- tica y lo dejé á dieta absoluta, dándole 15 mili- gramos de opio cada dos horas y colocando en el vientre una vejiga de nieve. El 29 siguió bien con 3G.° 6 de temperatura en la mañana, por lo que en la tarde determiné tomase los mismos 15 miligramos de opio cada tres horas y por alimento, caldo. 28 El 30 no sentía dolor y si gran bienestar; la temperatura era 36° en la mañana y de 36.° 8 en la tarde, haciéndole administrar la misma cantidad de opio cada cuatro horas y caldos por alimento. El 31 tenía 36.° de températura en la mañana y 37.° en la tarde y le receté opio tres veces al día y caldos. El l.° de Enero de 1890 tenía 37Q de tempe- ratura en la mañana 37°2 en la tarde, adminis- trándole opio en la noche y sopa por alimento. El 2 de Enero sigue en el mismo estado y siempre apirético por lo que continué el mismo régimen. El 3 de Enero, hizo una deposición natural y sin la menor molestia, y como seguía la apirexia le aumenté la alimentación man- dando se le diese sopa y leche. Los días 4 y 5, 6, 7 y 8 los pasó muy bien sintiendo sí en los últimos mucha comezón en la herida. El 9 de Enero le quité la curación que era la que se le hizo el día de la operación y descu- brí que la herida estaba complemente cicatriza- da y curada la hernia radicalmente pues no se notaba nada ni al andar ni al toser. El 15 de Enero salió del hospital para dedi- carse á sus ocupaciones ordinarias. f ara terminar señores, solo me resta deciros ^.que no he considerado en esta disertación las hernias del hígado, bazo, estómago, pán- creas, etc.: l.° por ser muy raras y que solo se 29 producen cuando el destrozo de la herida es considerable, en razón á la poca movilidad de estos órganos; y 2.° porque mi objeto ha sido sólo manifestar el tratamiento de estas heridas cuando el intestino ó el epíplon han hecho her- nia ó para hablar con más claridad, he querido colocarme en el sentido esencialmente práctico con vista de lo que en la generalidad de los ca- sos sucede. Tampoco he hablado de las heridas hechas por las manos del Cirujano para practicar diver- sas operaciones en esta región, aunque también entran en la categoría de las heridas del vien- tre, porque me sería preciso tratar de cada una de esas operaciones y el trabajo resultaría tan extenso como inecesario respeto de muchas de esas operaciones. Queda siempre un vasto campo para que per- sonas de mayor ilustración y más extensa prác- tica puedan completar este trabajo bien defi- ciente; pero destinado á llamar la atención de vosotros hacia una parte muy importante de la Cirujía moderna. Por lo mismo os ruego nuevamente disculpéis tos defectos de que sin duda alguna adolece es- ¡a disertación. Lima, Julio de 1890. ^emesio Jernández poncha. Vo B° yiLLAR CUESTIONARIO. Anatomía Descriptiva.. Qué estructura tiene la médula espinal? Fisiología Funciones del neumogástrico. Patología General Etiología del Hipnotismo: su importanc'a clínica. Terapéutica y Materia Médica Antisepsia Quirúrgica. Anatomía General Tejido epitelial. Anatomía Patológica Epitelioma. Girujía General Erisipela. Cirujía de Regiones Diagnóstico diferencial de las fracturas del cuello del fémur Nosografía Medica Periencefalitis difusa, historia etiología, anatomía patoló- gica, síntomas y diagnóstico, diferencial. Anatomía Topográfica Región supra-clavicular. Medicina Operatoria Estrecheces de la uretra: proce- deres operatorios. Oftalmología Conjuntivitis. Física Médica é Higiene Teoría General de los termó- metros. Química Médica Determinación de la albúmina patológica de la orina. Historia Natural Familia de las convolvuláceas. Partos Causas y tratamiento de los vómitos incoercibles del em- barazo. Medicina Legal y Toxicología Muerte súbita. Envenamiento por el clorato de potasa. Farmacia Agua de laurel cerezo. Su dosificación y ensaye. Clínica Médica (hombres) Caracteres semeioticos de las. fiebres perniciosas. Clínica Quirúrgica (hombres). Herma inguinal-Hernia cru- ral-Diagnóstico diferencial. Clínica Médica (mujeres)., Parálisis facial - Diagnóstico topográfico. Clínica Quirúrgica'mujeres'.. Fundamentos del método an- antiséptico en el trata- miento de las heridas. LIMA, JULIO 17 DE 1890. Vo B° Villar. José Casimiro Ulloa,