DE LA mi fiBMM f I )K LA FIEBRE AMARILLA asa asa, ipism». Consideraciones practicas sobre su naturaleza y su curación, pe ú th\ C. (TaíJíict. DE LA FACULTAD DE PARIS, medicadas al Decano de la Escuela de Medicina de Lima, J)i‘. $). de Í03 LIMA: 1869. Tipografía y encuadernación de A. Alfaro y Ca< Calle de la Union (Baquijano) núm. 317. Según las temperaturas, las latitudes, v la ele- vación de los lugares sobre él nivel del mar, la fiebre amarilla ó tifus icieroides, esperimenta modificaciones que importa señalar, para evitar la confusión en el diagnóstico y en la curación. El tifus icteroides, está ligado al elemento fie- bre intermitente; y si se separa de él, es para tomar distintas formas mas ó ménos fatales, di- manando todas del principio fásico del flagelo. La fiebre amarilla no es oriunda del Perú, ha sido importada en el año de 1852. En razón de una situación particular, y de cir- cunstancias climatéricas especiales, eí inmenso litoral del Perú, bañado por el Océano pacífico, no ofrece condiciones favorables al desarrollar es- pontáneo de esta enfermedad. Sus costasen ma- yor parte arenosas, áridas, con mirngejcasi es- tériles, salvo algunos puntos son como oasis de estos desiertos, gracias á las tem- pestades de la Sierra, que favorecen en algu- 4 nos meses con el producto de sus aguas estas co- marcas; unos vientos casi constantemente dirigi- dos á manera de brisa, del Sur al Norte, en la dirección de las costas; una temperatura templa- da, manteniéndose entre el invierno y el estío, en los límites de 17 á 28 grados centígrados; pe- ro en cambio, una humedad constante, produ- ciendo frecuentes variaciones en una atmósfera nebulosa, y que parece ser la causa principal de las fiebres intermitentes, que son endémicas en el Perú, pues, no pueden atribuirse á los panta- nos marítimos, los cuales, en razón de la evapo- rizaron rápida de sus aguas, hacen mas bien el oficio de laboratorios de sales, tan incompatibles con la descomposición pútrida de escasos produc- tos vegetales y animales; un temperamento cons- tantemente templado: tal es, en resúmen, el ca- rácter de esta parte del Perú, tan distinta de la trasandina. Antes del flagelo, las enfermedades locales, especialmente las liebres intermitentes, la he- patitis. la disentería, permitían sin embargo, con- siderar esta parte como algo favorecida, aunque su temperamento tupiese una acción sumamente debilitante sobre los individuos y en particular sobre los hombres. Pero este privilegio desapa- reció desgraciadamente ante la aparición de la liebre amarilla. No existia efectivamente en el Perú, esta en- fermedad antes del año de 1852, aunque hu- biese de tiempo atras, sido endémica en Panamá y periódica en Guayaquil. Peípentónces, las co- municaciones eran escasas entre estas localida- des, y aun suspendidas, en caso de epidemia. 5 Las cosas mudaron completamente, cuando estas comunicaciones se entablaron de un modo gene- ral por medio de los buques de vapor, cuya na- vegación no ha sido interrumpida en adelante por ninguna consideración. A ellas solas, pues, debe atribuirse la adquisición de este formidable hués- ped, sin contar tal vez, los que pudieran apare- cer con el trascurso del tiempo. Se deja demostrado, que el pais no ofrece condiciones propias al desarrollo espontáneo de la fiebre amarilla, siendo justo atribuirla á las re- laciones frecuentes establecidas entre estos paí- ses, y á admitir como consecuencia, que son pre- cisamente los mismos emigrantes, que sirven de vehículos á los gérmenes ó principios tósicos do la fiebre amarilla, que ellos van trasmitiendo á otras localidades, mejor tal vez, de lo que baria la atmósfera, pues esta soja enfermedad, no pudo vencer las corrientes atmosféricas, hasta llegar al Callao, ó á cualquier puerto del Perú, vecino del Ecuador; de suerte que, sin estas circunstan- cias, el Perú estaría, sin duda, todavía libre del flagelo. EL modo de trasmisión ó propagación del ti- fus icteroides. es tanto mas difícil de investi- gar, que antes de su completo desarrollo, ne- cesita una incuvacion. que está sugeta á una du- ración variable, pidiendo ser activada, atra- sada y aun suspendida por ciertas condiciones de temperatura, de humedad, de electricidad, de corrientes atmosféricas, y especialmente por las latitudes, la elevación de lugares sobre el ni- vel del mar. Y la prueba que su desarrollo no es repentino, es. que cuando este flagelo se presentó 6 por la primera vez en Lima, sus síntomas fueron al principio benignos, al estremo que, la morta- lidad fué tal vez menor que en los pasados años. Sin embargo, era á no dudarlo la fiebre amari- lla; y la prueba es que, por una circunstancia especial á las epidemias, las afecciones locales se habían ocultado, como para dejar el campo libre á esta competencia formidable. Pero, esta benignidad aparente, no podía engañar álos mé- dicos observadores, con tanta mas razón, que los años anteriores habían sido señalados por unas epidemias de fiebres intermitentes, de fiebres ti- foideas, eruptivas, especialmente por la viruela que suele preceder y acompañar el tifus icteroi- des, como si fuera su satélite. Estas enfermeda- des tomaban entonces, un carácter insólito, ti- foideo y escorbútico, como si participasen Va de la naturaleza de los tifus. Asi es que los sínto- mas tifoideos complicaban éstas fiebres erupti- vas; y la misma fiebre tifoidea, antes bastante benigna, sin sudanima ni manchas lenticulares, se hacia cada dia mas grave. Las fiebres intermitentes también se volvían muchas veces perniciosas; las enfermedades or- dinarias se complicaban de tal manera que deja- ban á veces oscuridad sobre su naturaleza, lo que denotaba una influencia oculta. Las fiebres intermitentes y el tifus icteroides, son de origen miasmático. Pero, que diferencia de resultados entre ellos, según sus elementos, sean unidos ó separados, circunstancia que dá lugar sin embargo, á un cambio muy notable de carácter en estas enfermedades. Efectiva mente, del concurso de los dos elementos reí: nidos, resulta la fiebre amarilla, mientras que del principio tósico, aislado del elemento in- termitente, resultan los varios tifus, desde el gravior, hasta las fiebres tifoideas ordinarias, el escorbuto, y tal vez las liebres eruptivas, es- pecialmente la viruela; de manera que los tifus no tendrían límites, siendo su principio susceptible de emigrar solo, á no ser que las circunstancias de localidades, fomenten el elemento intermi- tente. Pero las fiebres intermitentes no son ambu- lantes como el principio tósico, y no pueden pro- pagarse fuera de su foco de incuvacion ó de las localidades, cuyas circunstancias permitan su existencia, si no se separan del principio tósico, el cual sigue su curso, pero á la condición de mu- dar de especie y forma, como lo hizo efectivamen- te la fiebre amarilla, que después de su mansión en las costas del Perú, asumió el carácter de tifus gravior, al subir las alturas frias dé las cordilleras, á donde el elemento intermitente no podia existir. No debe haber, pues, entre estos dos elementos, sino una alianza condicional, su- bordinada a las latitudes* á la elevación de los lugares sobre el nivel del mar, á la tempera- tura, á la humedad, á la electricidad y á la direc- ción de las corrientes atmosféricas. Esta consi- deración se funda precisamente en esta observa- ción importante, que cuando las fiebres intermi- tentes vienen á complicar las otras afeccio- nes, es una circunstancia muy favorable, pues basta atacar el elemento intermitente, para ven- cer estas enfermedades. Asi es que, siendo cons- tantes los síntomas de fiebre intermitente en la 7 i 8 fiebre amarilla, esta enfermedad puede conside- rarse como una fiebre intermitente 'perniciosa. Este carácter muy bien puede ser desconocido, en razón de que, desde el momento de su inva- sión, los síntomas de la enfermedad, precipitados por el principio tósico, propenden á agravarse. Sin embargo, estos síntomas son positivamente los de las fiebres intermitentes, tales como esca- lofríos, cefalalgia, dolores de cintura y de los miembros, y poco después, sudor espontáneo y copioso. Siempre en Lima, hay coincidencia entre los dos elementos que constituyen la fie- bre amarilla; y n