ETIOLOGIA Y PROFILAXIS DE LA FIEBRE AMARILLA ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS TEÍBÍJOS U1TIMSMENTE BESLI2SD0S SOBRE Li H1TE8II POR LOS Ores. WnxiáJkY y Oelrawo, HABANA- ilú xnvmmáDú msassMm» (Premiada en varias Exposiciones.) IMPRENTA.-ESTEREOTIPIA.-GALVANOPLASTIA.-PAPELERÍA.-LIBRERÍA. ZULUETA 38. 1887. ETIOLOGIA Y PROFILAXIS DE LA FIEBRE AMARILLA ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS TRIDUO} UIiTIIIMMTE RRIUIUO} SOBRE 1,1 MíTERii POR LOS Pulís. y HmcíAiia, H ABANA- && miiM wssjsmam» (Premiada en varias Exposiciones.) IMPRENTA.— ESTEREOTIPIA.—GALVANOPLASTIA.— PAPELERÍA. — LIBRERÍA. ZULUETA 1887. ETIOLOGIA Y PROFILAXIS DE LA FIEBRE AMARILLA Y ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS TRABAJOS ULTIMAMENTE REALIZADOS SOBRE LA MATERIA. PRIMERA PARTh:. (i) Al considerar tínicamente la analogía que guardan los resultados generales obtenidos en el Brasil, en Méjico y en la Isla de Cuba res- pectivamente, por los que venimos estudiando la fiebre amarilla, pudiera creerse que la naturaleza parasitaria de esa enfermedad y la identificación del microbio especial de la misma son cuestiones definitivamente resueltas; pero ya se verá en el curso de esta expo- sición cuan distante nos hallamos todavía de poder hacer categóri- cas afirmaciones en ese sentido, y por consiguiente, cuán aventurado es hasta hoy todo lo que se diga respecto á los triunfos por la cien- cia obtenidos en la profiláxis y curación de la endémica afección de que tratamos. El año de 1880 anunció el Dr. Freire en Rio Janeiro, haber des- cubierto en las secreciones de los enfermos atacados de fiebre ama- rilla unas pequeñas granulaciones ccrno de un milésimo de milíme- tro de diámetro dotadas de movimientos activos, señalándolas con el el nombre de Cryptococcus xanthogenicas. Más tarde, en 1883, habiendo cultivado esos cryptococci en cal- dos, realizó experimentos en animales para cerciorarse de la acción virulenta de sus cultivos líquidos, intentando después la atenuación del virus haciéndolo pasar por una serie de curíeles y otras especies animales poco susceptibles de padecer la fiebre amarilla. Sirviéndose (1> Este artículo vio la luz en La Enciclopedia correspondiente al mes de Febrero de 1887. 4 así de caldos que conceptuaba atenuados, el Dr. Freire inoculó un número considerable de individuos de edades, razas y condiciones diversas, y de los resultados estadísticos que obtuvo, cree poder afirmar dicho profesor que esa inoculación confiere una segura in- munidad, protege eficazmente de los ataques de la terrible enferme- dad de que hablamos. • Por su parte el Dr. Carmona de Méjico en el año de 1881, dijo haber encontrado en la sangre y en las secreciones de los enfermos del vómito, granulaciones análogas sino idénticas á los miero-orga- nismos descubiertos por el profesor brasileño, comprobando también la existencia de tales corpúsculos en los residuos de la orina de dichos enfermos secada al aire libre. La inoculación de ese residuo de orina en sujetos no aclimatados, estima el Dr. Carmona que ha bas- tado para librar de la fiebre amarilla á un buen número de los in- dividuos sometidos á esc procedimiento y aduce en su favor las con- siguientes cifras estadísticas. Nosotros en la Habana liemos seguido un procedimiento dife- rente. En Junio de 1881, comenzamos por inocular individuos no protegidos, valiéndonos de una aguja de inoculación de nuevo gé- nero, el aguijón del mosquito (Culex Mosquito). Hicimos picar enfermos de fiebre amarilla grave por algunos de esos insectos, y luego los aplicamos sobre la piel de los sujetos no aclimatados. De este suerte, el aguijón que había atravesado la epidermis y las capas subyacentes de la piel, hasta penetrar en un vaso sanguíneo del enfermo, obrando á la manera de una aguja de superficie áspera podía retener el virus y transmitirlo después, en proporción muy ténue, á quien fuera necesario proporcionarle la inmunidad. Nues- tros experimentos confirmaron, al parecer, la teoría. En efecto, de 28 individuos sometidos á la operación siete pre- sentaron, en un término de dias compatible con la incubación natu- ral los síntomas de una fiebre amarilla benigna pero bastante carac- rística para permitir el diagnóstico cierto de dicha afección, la cual quedó comprobada además por la inmunidad que en todos los siete casos resulte). En Agosto de 1886 emprendimos nuestros estudios bacterioló- gicos, aplicando á las investigaciones sobre fiebre amarilla el uso de las'siembras en medios sólidos (agar-agar) esterilizados. Habíamos observado ya en la sangre y en las secreciot es de los enfermos acometidos de dicho mal, micrococci análogos á los encontrados por el Dr. Freire en el brasil, empero como esos micro-organismos no se diferenciaban al microscopio de los que se manifiestan en indivi- duos que padecen otras enfermedades, ni de los que se descubren en líquidos banales, de ahí la necesidad de aplicarnos á una inves- tigación que, reuniendo las posibles garantías de acierto, ofreciese una base irreprochablemente científica, mediante la escrupulosa aplicación de los principios técnicos que la bacteriología tiene con- sagrados. 5 Digimos antes que las granulaciones estudiadas por Carmona en Méjico y los pequeños organismos que nosotros hemos hallado aquí, son análogos á los criptococos descubiertos por el Dr. Freiré en el Brasil; pero confesar debemos que semejante analogía es más apa- rente que real. Efectivamente el Dr. Freire atribuye á su crypto- cocus xanthogenicus una serie de evoluciones morfológicas que no tienen precedente en la bacteriología actual; en tanto que el Doctor Carmona interpreta de un modo completamente diverso las granu- laciones que ha observado, considerándolas como zoosporos, á los cuales asigna un papel mucho más extraordinario todavía que el concedido por Freire á los micro-organismos que tiene en estudio. A nuestra vez aquí, en Cuba, operando con cultivos puros (sobre agar-agar nutritivo) obtenidos con sangre viva de enfermos de fie- bre amarilla, hemos podido seguir en sus fases de desarrollo á nuestros micrococos, distribuidos en colonias blancas y de color sal- món, sin que nos haya sido dable sorprender en el campo del mi- croscopio, ninguna de las evoluciones singulares descritas por los citados profesores del Brasil y de Méjico. Respecto de las aplicaciones prácticas de la teoría parasitaria de la fiebre amarilla, ó sea el empleo de las inoculaciones preventivas ó experimentales con el fin de demostrar la transmisibilidad de la enfermedad por ese medio, nos cabe la satisfacción de poder reivin- dicar para nuestra Isla la prioridad en el éxito de esas tentativas, pues en ninguna de las inoculaciones fructuosas hechas por Freyre ni Carmona, á excepción de dos casos del último que fueron segui- dos de enfermedad y muerte, se han presentado síntomas que per- mitan diagnosticar la fiebre amarilla siquiera en su forma más leve; mientras que el 25 p. § de los inoculados en la Habana experimen- taron un ataque leve comprobado de la manera más auténtica y corroborado con el transcurso del tiempo con la inmunidad adqui- rida. 1 .os dos casos desgraciados del Dr. Carmona que acabamos de indicar, son los relativos al experimento hecho en Veracruz, inocu- lando á seis presos con el residuo de orina evaporada al aire libre, procedente de atacados de fiebre amarilla: dos de los inoculados contrajeron en seguida esta enfermedad y fallecieron. Pero la cir- cunstancia de que ese resultado no se ha reproducido en ninguna de las repetidas inoculaciones practicadas después por el Dr. Carmona empleando el mismo método fuera de los focos de infección de la endémia, nos inclinan á atribuir el funesto efecto citado á la intro- ducción accidental de gérmenes atmosféricos en el residuo déla ori- na inoculada, ó bien á una coincidencia puramente casual. Preciso es reconocer, no obstante, que de no existir esa fortuita coinciden- cia, sería muy importante dicho experimento, por cuanto tiende á demostrar que la fiebre amarilla grave es trasmisible por inocula- ción, siendo así que las numerosas tentativas verificadas en épocas snteriores, como también la observación de los hechos que pasan á nuestra vista en los focos epidémicos, parecen autorizarnos á negar que la trasmisión pueda efectuarse por el simple contacto ni por las vías pulmonares ó digestivas. El Dr. Freire cita varios experimentos á fin de evidenciar la susceptibilidad de los curieles y conejos para contraer el tifus icte- rodes, cosa que dicho sea de paso, no podemos aceptar porque en realidad no hay ningún motivo que haga pensar que espotánea- mente contraigan tal enfermedad. Aquí, en Cuba, hemos observado muchos de esos animalitos nacidos en todas estaciones, procedentes unos de esta misma localidad, y otros de países donde es desconoci- do el icterodes, sin que hayamos visto jamás que padeciesen afec- ción alguna que guarde semejanza con el vómito negro. La muerte rápida de los curieles y conejos que ocasionan las inoculaciones del Dr. Freire parece demostrar que no es la fiebre amarilla la causa próxima de su muerte, sino más bien que se debe ésta á la acción letal de los productos cadavéricos inoculados por inyección intra-venenosa, pues, hay que recordar, que él Dr. Freyre ha prac- ticado sus experimentos no con sangre viva sino con la sangre de los cadáveres. Por otra parte, los síntomas y las lesiones anatómi- cas que le han servido al Dr. Freire para formular su diagnóstico en los animales que fueron sometidos á la acción de sus cultivos, care- cen en absoluto de significación positiva, por no se cuenta en- tre ellos ni un solo caso, susceptible de recordar la fiebre amarilla siquiera en su forma más benigna. Verdad es que esta última cir- cunstancia por sí sola no bastaría para negar en absoluto la posible eficacia del procedimiento de inoculación; pero constituye á priori un motivo de justa desconfianza que no es capaz de desvanecer la estadística presentada por el Dr. Freire, según lo vamos á ver. 6 7 SEGUNDA PARTE (1) Al terminar la primera parte de este trabajo nos proponíamos hacer el exámen crítico de las estadísticas presentadas en el Brasil por el Dr. Freire y en México por el Dr. Carmona, tocante á la eficacia de sus métodos respectivos de inoculación preventiva. Más hoy, por efecto de nuestra involuntaria tardanza en concluir este artículo, y á causa también de la más acertada dirección que van tomando las investigaciones actuales, se ha desvanecido en parte el interés que aquel exámen entrañaba. Respecto del profesor brasileño no podemos menos que lamentar el que no se hayan descartado de sus extensas estadísticas aquellos sujetos que por razón de su edad, naturalidad ó raza, lo mismo que por su larga permanencia en lugares donde es endémica la fiebre amarilla, ofrecían pocas ó ningunas probabilidades de contraer la enfermedad aún cuando no se les hubiese aplicado la inoculación llamada preventiva, siendo así que alguno de los que iban á some- terse á este procedimiento declaró haber padecido ya la enfermedad anteriormente. En cuanto á las estadísticas del Dr. Carmona no es fácil conven- cernos de la eficacia de sus inoculaciones, cuando vemos que de los 380 soldados que la sufrieron en Mayo de 1885, contrajeron la en- fermedad 26 de ellos, en el breve transcurso de los tres meses si- guientes á la aplicación del método preventivo, muriendo el 65 p. § de los invadidos. El mismo Dr. Carmona en vista de estos resulsados intentó rho- dificar su método sometiendo la orina que pretendía inocular á una temperatura de 76? C., para precipitar la albúmina, filtrándola des- pués. Más no es posible creer que semejante procedimiento dejase de afectar notablemente á los gérmenes morbosos que aquella orina pudo haber contenido antes de someterla á tales manipulaciones, si es que no los destruía totalmente. De cualquier modo que sea hay que advertir que ni en el Brasil, ni en México, se ha podido citar un solo caso bien evidente, en que las inoculaciones preventivas hayan determinado dentro de los lími- tes de la incubación natural, un cuadro sintomático que permitiese (1) Publicado en La Enciclopedia en el mes de Setiembre de 1887. 8 diagnosticarlo con el nombre de fiebre amarilla, bajo ninguna de las formas clínicas conocidas. Aquí, en la Habana, ya hemos indicado el procedimiento de ino- culación que adoptamos desde al año de 1881, y con el cual, á pe- sar de ser algo molesto en su aplicación, continuamos todavía, ob- teniendo resultados clínicos palpables en un 25 p. § de los inocu- lados y por-todo extremo satisfactorios bajo el punto de vista pro- filáctico. Pero todos estos procedimientos, el nuestro inclusive, adolecían de un defecto común, por cuanto ninguno conocía en realidad, aun- que se haya pensado otra cosa, la materia virulenta que pretendía inocular. Sobre este particular jamás nos hicimos ilusiones y tuvi- mos cuidado de advertir desde un principio que nuestro procedi- miento no prejuzgaba ese punto, estando fundado en consideracio- nes de otro orden que se encuentran ampliamente detalladas en una comunicación hecha á nuestra Real Academia de Ciencias en Octu- bre de 1881, y también en un folleto aparte, intitulado “Fiebre ama- rilla experimental", leído en la Sociedad de Estudios Clínicos de esta ciudad en Enero de 1884. Ya hemos indicado en la primera parte de este trabajo los moti- vos que teníamos para no aceptar como demostrada la existencia del criptococcus xanthogenicus como agente productor de la fiebre amarilla, ni tampoco el Peronospora lútea, acentuándose hoy más nuestra incredulidad sobre ese particular, toda vez que al examinar la sangre pura y también la serosidad de vejigatorios recogidas con las debidas precauciones en enfermos de fiebre amarilla confirmada, no hemos logrado descubrir con un objetivo con inmersión de aceite, las granulaciones móviles que aquellos profesores señalan en todos los líquidos del organismo atacado por la fiebre amarilla. Dada esta situación, no es de extrañar el que nosotros háyamos sido los primeros en pedir á la bacteriología moderna, métodos de exploración más seguros que los empleados por nuestros colegas del Brasil y de México en sus investigaciones. Recurrimos, pues, en el mes de Agosto del año pasado (1886) á los cultivos en medios sólidos, eligiendo la jalea nutritiva de agar-agar, porque la gelatina no puede conservarse sólida en las temperaturas propias de las lo- calidades invadidas endémicamente por la fiebre amarilla. Es de sentirse que los humanitarios esfuerzos que se hacen aisla- damente en los tres focos principales de esa endemia por descubrir su etiología y profilaxia, no puedan confundirse en una acción co- mún, á fin de evitar inútiles repeticiones que gastan la actividad, retardan sensiblemente el progreso é impiden quizás el que llegue- mos á la meta de las nobles aspiraciones que á todos nos alien- tan. Semejante aislamiento nos explica el hecho de que, seis meses después de haber nosotros realizado y dado á conocer aquellos ex- perimentos, cuyos resultados se citaron en varios periódicos profe- 9 sionales de esta capital, y á pesar de haberse publicado íntegras en los Anales de la Real Academia de Ciencias (entregas correspon- dientes á Noviembre y Diciembre de 1886) nuestras comunicacio- nes á dicha respetable Corporación no se tuviese noticias de ellas á principios del corriente año, cuando comenzaba en el Brasil y en México á usarse el procedimiento de cultivos en medios sólidos. Ig- norábase sin duda en el Brasil que las colonias blancas descritas por los Dres. Freire, P. Gibier y C. Rebourgeon (véase el “Repertoi- re de Pharmacie et journal de Chimie médicale” pág. 221, n'? 4, Abril 1887.-París), eran las mismas observadas, descritas y figura- das desde algunos meses antes por nosotros en la Habana y, en México, que las colonias blancas y la amarilla anaranjada ob- servadas en Enero del propio año de 1887, por el Dr. Antonio Matienzo en Veracruz, eran igualmente las que nosotros teníamos señaladas aquí. En vista de esta plausible conformidad entre los resultados obte- nidos por tres observadores independientes, podemos, pues, afirmar, que los cultivos de sangre y de otros productos de la enfermedad de que hablamos, recogidos con las precauciones que la técnica bac- teriológica requiere, y rodeándose de algunas otras condiciones que parecen ser indispensables, producen en la jalea nutritiva de agar- agar, una colonia de color blanco lustroso ó un poco amarillento, acom- pañada á veces por otra colonia de color amarillo anaranjado, pudién- dose desarrollar ambas junta ó separadamente en la misma ci- sura de inoculación de la jalea nutritiva, por lo cual no es posible considerarlas como productos de esporos accidentales. Nos hallamos pues conformes todos los tres observadores, en lo que se refiere al aspecto y al origen de la colonia blanca obtenida en la Habana, en Veracruz y en Rio-Janciro; pero á consecuencia de ese aislamiento ó falta de concurso mutuo que deploramos, resulta que cada cual parece ignorar los trabajos áge- nos, y conviene que equitativamente establezcamos desde ahora la prioridad que nos corresponde en los éiltimos resultados á que nos contraemos. Con tanto mayor motivo insistimos en esto, cuanto que consideramos el éxito de aquellos cultivos en medios sólidos co- mo el primer paso acertado y decisivo en las investigaciones bacte- riológicas de la fiebre amarilla. Veamos las apreciaciones que se han hecho en el Brasil, en México y en la Habana respecto de la constitución microscópica de las colonias de que tratamos. Pero para no complicar la cues- tión, limitarémos ahora nuestras consideraciones á la colonia blanca, dejando para otra oportunidad el tratar de la colonia amarillo-ana- ranjada, cuya relación con la enfermedad que nos ocupa es más pro- blemática. Iín un artículo del Dr. Freire y los Sres. Paul Gibier y C. Re- bourgeon, publicado en el “Repertoirc de Pharmacie ct Jounal de Chimie médicalen? 4, Abril 1887—encontramos las siguientes ex- 10 plicaciones, debiendo advertir que en ninguno de los anteriores tra- bajos del Dr. Freire que han llegado hasta ahora á nuestras manos, se hace alusión á los cultivos en medios sólidos, no pudiéndose con- siderar como tal la gelatina en los climas tropicales. Quizás al adoptar ese procedimiento má9 acertado, se habrá inspirado nuestro colega brasileño en las breves noticias que uno de nosotros insertó en una comunicación á la Revue Scientífique del 12 de Febrero úl- timo. lie aquí como los indicados autores refieren su experimento: “Cuando se examina con el microscopio la sangre de un sujeto en segundo período de fiebre amarilla, se ven entre los glóbulos sanguíneos, en número bastante considerable, unos micrococos muy tenues, brillantes y móviles. Estos mismos micro—organismos se encuentran también y más abundantes en la mucosidad del estóma- go, en las materias del vómito negro, en la orina y en la materia amarillenta y viscosa del intestino. “Si con el auxilio de una pipeta esterilizada se recoje en el cora- zón de un sujeto que acaba de morir de fiebre amarilla una peque- ña cantidad de sangre, depositándola en un balón de cultivo, se ob- serva al cabo de algunos dias que los caldos contienen una conside- rable cantidad de micrococos idénticos á los que se encuentran en líquidos morbosos. “Deposítase ademas en el fondo del balón una sustancia de color negruzco que desprende un olor sui-generis, recordando el del vó- mito negro. “Sembrando este caldo con un alambre de platino en un medio sólido, el desarrollo del micrococo se hace en colonia afectando la forma de un clavo cuya punta penetra en la masa gelatinosa y la cabeza se extiende en la superficie. “El aspecto de este cultivo es particular: el producto es blanco lustroso, barnizado; licúa lentamente la gelatina. Los colores de anilina, principalmente el clorhidrato de roeanilina y el violado de metilo coloran fácilmente el micrococo.” Tal es la descripción del Dr. Freire. No nos detendremos en demostrar los inconvenientes que ofrece el hacer las siembras en el caldo antes de inocular el medio sólido en vez de sembrar éste directamente. Pero lo que más llama la atención es que el profesor de Rio Janeiro no señale ningún carácter morfológico ú otro, que permita diferenciar el micrococo de que se ocupa, de un gran número de otros micrococos que nada tienen que ver con la fiebre amarilla. Tampoco estamos conformes con la afirmación de que se encuen- tran en la sangre de los enfermos de fiebre amarilla micrococos ani- mados de movimiento. Aquí en la Habana, hemos observado eso, solamente cuando no se habían tomado las precauciones necesarias para esterilizar eficazmente el porta objeto y la laminilla, ó se habían descuidado otras medidas. 11 No sucede lo mismo respecto de las observaciones efectuadas á principios de este año, 1887, por el Doctor D. Antonio Matienzo, de México, con cuyas deducciones estamos generalmente de acuerdo, abrigando la persuasión de que si su trabajo sobre la materia hubiese llegado á nuestras manos algunos meses antes, quizás nos hubiese ahorrado algunos enojosos tanteos. El folleto interesante del Dr. Matienzo (Contributión á l’étude clinique et bactériologique de la Kievre jaune) cuyo prólogo trae la fecha de Febrero 1887, fue recibido en la Secretaría de la Real Academia de Ciencias de esta Capital para la sesión de Setiembre 1 1, llevando en la cubierta un sello con el nombre del autor y la fecha de Agosto 1887. En el mes de Diciembre de 1886, fue comisionado el Doctor Matienzo, para ir á Veracruz á practicar investigaciones bacterioló- gicas sobre la fiebre amarilla, y trasladado á dicho punto, pudo observar cuatro casos de esa enfermedad que son los que le facilita- ron el material patológico para sus fructuosos estudios. El medio sólido que emplea se compone de caldo, gelatina y agar- agar. En él ha cultivado sangre, orina, vómitos de borras de los en- fermos y visceras recogidas muy poco tiempo después de la muerte. A pesar de la temperatura bastante baja que reinaba en Veracruz por efecto de los vientos del Norte, las siembras de sangre se desa- rrollaron al cabo de cuatro dias. “Algunos de los tubos presentaban en los puntos recorridos por la pipeta capilar ó alambre de platino, una colonia de bactérias per- fectamente dibujada, pero muy diminuta aún: en la superficie de la masa nutritiva se veía una mancha ligeramente amarillenta del grueso de una cabeza de alfiler, rodeada de una zona blanco mate; la colonia se extendía por el interior del agar-agar siguiendo el tra- yecto de la aguja de platino formando endentaduras sumamente finas. La masa gelatinosa conservaba su consistencia. “ Examinada esta colonia con un objetivo 111 o de inmersión de agua, resultó provenir de dos elementos distintos, un hongo acci- dental y una colonia de micrococos. Se verificó la separación de esos elementos por medio de cultivos en placa. “En los otros tubos sembrados con sangre aparecieron colonias de color amarillo claro, y examinadas con el microscopio resultaron ser micrococos móviles, aislados ó en pares y algunos en forma de sareina,, semejantes al micrococctts tetrágonos." I lemos subrayado estas últimas palabras para llamar la atención sobre ese testimonio de la existencia del micrococcus tetrágonos febris flava’ en los cultivos verificados en Veracruz. El Doctor Mátienzo, sin embargo, no vuelve á aludir á esa circunstancia y al formular sus observaciones finales solo dice: “ El organismo que acabamos de conocer es un micrococo bas- tante pequeño de o. 5 á o. 8 p, es esférico y está animado de movi- miento. Se presenta generalmente asociado en pares, formando diplococos, principalmente en la orina y en los cultivos en medios líquidos.” En fin, nosotros en la Habana, cuando examinamos el año pasado nuestras colonias blancas solo encontramos micrococos esféricos él ovalados, aislados ó agrupados en número de dos, tres ó cuatro elementos y animados de un movimiento cadencioso, con la parti- cularidad de que los elementos de un grupo determinado cambia- ban de tal modo su respectiva posición al moverse, que se ocultaba i algunos y á veces se hacía imposible enfocar ninguno de ellos. En el presente año, según consta en un oficio dirigido al Secre- tario general de nuestra Real Academia de Ciencias con fecha 3 de Julio, vino á descubrirse que esos micrococos de las colonias blan- cas, se agrupan realmente en tetradas muy características por cuyo motivo se les dio el nombre de Micrococcus tctragcnus febris flava’. Una vez en posesión de este dato pudimos co 01 probar que mu- chos grupps de esos micrococos que parecen diplococos son real- mente tetradas, presentando aquella apariencia ya por que nadan con su plano cuadrilátero en posición vertical, ya porque en algu- nas de sus fases de desarrollo la división entre los dos elementos que forman un costado del cuadrilátero no se acentúa bien, aseme- jándose á un elemento único de forma ovalada ó con una constric- ción en el centro, en cuyo caso el grupo de cuatro simula hallarse compuesto de dos elementos elípticos ó de forma irregular. Otras veces una tetrada característica al efectuar sus cambios.de posición presenta sucesivamente el aspecto de cuatro, tres, dos ó un solo ele- mento y á veces se descubre únicamente una pequeña masa irregu lar como una membrana arrugada, sin que por algunos instantes pueda enfocarse ninguno de los núcleos esféricos. No tardamos en encontrar las tetradas características de nuestro microbio en cultivos en gota conservados desde el año pasado y que provenían de una colonia blanca de sangre de un enfermo, y de una siembra del riñon de un cadáver de fiebre amarilla. Empero hasta estos últimos dias no habíamos alcanzado el tér- mino final de nuestra demostración. Entre_ los enfermos de fiebre amarilla benigna en quienes com- probamos la presencia del tctragcnus, por medio de cultivos de serosidad de vejigatorios y de piel, figuró uno cuya enfermedad se ha bía desarrollado después de haber sido inoculado con dos mosqui- tos ipie habían picado á un enfermo que también presentó los tetrá- gonos en las colonias blancas que nos proporcionó su sangre sembra- da en agar-agar. Faltaba, pues, demostrar la presencia del citado microbio en el aguijón de los mosquitos que pican á tales enfermos. Hé aquí el procedimiento sencillo cpie nos acaba de procurar esa prueba. El 12 de Setiembre hicimos picar por des mosquitos á un enfermo en sexto dia de fiebre amarilla en el que se había ccrepro- bado la presencia de los tetragenos en culti\cs c’e íeicsic’íd y e’e lágrimas. Al dia siguiente trasladam os uno de esos insectos á un 12 frasco con jalea de agar=-agar esterilizada y en la mañana del dia 14 ya apareció en la superficie de la jalea cerca de la orilla ó sea de las paredes del tubo, lejos de la dirección de la boca def frasco, (tapado por supuesto con huata) un puntito blanco que al cabo de algunas horas resultó ser una colonia blanca producida, según to- das las apariencias, por el aguijón del mosquito. Varios cultivos en gota preparados con esta colonia resultaron ser todos magníficos cultivos puros del M. tetragenus, más desarro- llado y más activo que ninguno de los ejemplares observados antes. El segundo mosquito tratado de igual modo que el primero de que hemos hablado, produjo en la superficie de la jalea un gran número tic pequeñas colonias blancas que examinadas en cultivos en gota resultaron ser igualmente del consabido M. tetragenus. De esa manera hemos eludido la dificultad de no conocerse nin- gún animal en que. pueda con seguridad producirse la fiebre amari- lla, sin recurrir tampoco al procedimiento injustificable de inocular al hombre un microbio cuya intensidad morbígena nos era desco- nocida. El método de inoculación por el mosquito ya lo hemos hecho conocer en otras ocasiones, quedando sobradamente justifi- cada su aplicación con los resultados favorables que se han obtenido en casos que, aunque no muy numerosos todavía, son bastantes para formar concepto de lo que puede esperarse de su aplicación sistematizada. En los estudios que hasta ahora llevamos realizados, creemos, pues, haber demostrado: i? Que el Micrococcus tetragenus fcbris flavas es la forma carac- terística del microbio de la fiebre amarilla. 2? Que el Cnlex mosquito es el agénte natural conocido que transmite dicha enfermedad. 3? Que, según lo que hasta ahora tenemos comprobado en nues- tros experimentos, es posible preservar á los individuos no aclima- tados, de que contraigan la fiebre amarilla grave, mediante las ino- culaciones con el mosquito. I [asta ahí alcanzan hoy por hoy los conocimientos que se tienen respecto al origen, modo de transmisión y profiláxis de la fiebre amarilla, pudiendo afirmar que en el transcurso de este último año se ha descubierto sobre tan importantes materias más que en todos los pasados tiempos, adquiriendo los únicos conocimientos de posi- tivo valor que hasta ahora existen respecto de esa terrible endemia que azota con predilección á los europeos. 13 14 NOTA ADICIONAL. Acompañamos una lámina referente a otro mosquito que, ha- biendo picado á uno de nosotros hasta saciarse de sangre, fue con- servado 8o horas en el frasco n? i de jalea esterelizada de agar-agar, sin que al cabo de ocho dias se haya desarrollado todavía ninguna colonia de microbios en la superficie de la sustancia nutritiva, (i) Se hizo picar después por el mismo mosquito á un enfermo en sexto dia de fiebre amarilla grave, é introducido el insecto en el frasco n? 2 de jalea esterilizada, donde permaneció 24 horas, apare- cieron al siguiente dia unos puntitos blanquecinos representados en le figura 2, los que al cabo de tres dias resultaron ser las colonias blancas que se ven reprasentadas en la figura 3, haciéndose confluen- tes algunas de ellas. Los cultivos en gota hechos con las susodichas colonias blancas, presentaron hermosos tetrágenos activos y muy desarrollados, tal como se ven dibujados en la figura 4. Siembras ulteriores dieron por resultado las mismas formas de Micrococcus tetragenus febris Jlavce que habitualmente se observan en los cultivos puros de fiebre amarilla. Los frascos originales y las preparaciones microscópicas á que nos referimos, fueron presentados á nuestra Real Academia de Ciencias en su sesión de 25 de Setiembre de 1887. Respecto del éxito obtenido en nuestros cultivos del año actual, solo nos resta agregar que los productos patológicos que nos han servido para comprobar la presencia del micrococo tetrágono y que han sido tomados de los enfermos de fiebre amarilla, no todos se desarrollan con igual facilidad. Hemos observado, tocante á este particular, que el orden de frecuencia relativa que guardan los cul- tivos de diferentes procedencias en su respectivo crecimiento, es el siguiente: 1? piel de vejigatorios; 2? orina; 3? serosidad; 4V lágri- mas y 5? y último sangre. Debemos advertir á la vez que parece ser condición indispensa- ble para que se efectúe el desarrollo de los cultivos en las condicio- nes por nosotros estudiadas, el que la enfermedad no pase del sexto dia de su evolución y que el enfermo no presente supresión de la orina y los consiguientes fenómenos urémicos, circuntancias que se prestan á diferentes interpretaciones. [1] En estos últimos (lias viene desarrollándose en la jalea de este Irasco un es- poro accidental que no ha perforado aún la superficie del agar-agar, la cual sigue lim- pia de toda colonia de microbios. 1. Mosquito que picó á un sujeto sano el 17 de Setiembre 2. Siembras por el mismo después de picar, el 30, á mi enfermo de fiebre amarilla. 3. Estado actual (Setbre. 27) de las colonias sembradas por el mosquito. 4. Cultivo en gota preparado con una de las colonias del mosquito. X 1,000