CONSIDERACIONES SOBRE LAS RMEDADI» K L08 OJOS, OBSERVADAS EN LA ISLA DE CUBA DURANTE EL AÑO DE 1875 MEMORIAL LEIDA EN LA SESION PUBLICA DEL 14 DE MAYO DE 1870, EN LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES DE LA HABANA, POR EL DR. $. Juan Santos Jfmtanb^, Director do una Clínica de enfermedades de los o’os, miembro numerario de la Real Academia de Ciencias de la Habana, sócio corresponsal de la Asociación Larrey de México, de la de Historia Natural y del Ateneo Propagador de Ciencias Naturales de Madrid, de la Societó d’émulatlon y de la de Secours aux blessés de Parts, director de la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana. HABANA. J-/A J^ITERARIA. LIBRERIA.- 1M ['HKN'J'A. PAPELERIA. O’Iteilly-, «úna. 54. 1 876. TRABAJOS DEL MISMO AUTOR. Sobre el astigmatismo irregular.—Anfiteatro anatómico español. .Año de 1872. Sobre el astigmatismo regular.—Anfiteatro anatómico español. 1872. Opacidades del cristalino.—Anfiteatro anatómico español. 1872. Algunas palabras sobre la Estrabotomia.—Recueil d' Ophtalmologie du Dr. Galezozvski. 1873. Accidente provocado por la atropina en el curso de un abceso.—Re- cudid' Ophtalmologie du Dr. Galezowski. 1873. Del empleo de la eserina en el tratamiento de la iritis.—Génio Científico de la Habana. 1873. Escisión del fondo de saco óculo palpebral como tratamiento de las granulaciones crónicas.—Anfiteatro anatómico español. Año 1873. Embolia de la arteria cential de la retina.--Génio médico quirúrgico de Ma- drid. 1873. Déla pústula maligna en las enfermedades de los ojos.—Crónica Oftal- mológica de Cádiz. 1874. Del Pterigion.—Crónica oftalmológica de Cádiz, 1874. Sofá portátil para las operaciones de loa ojos.—Anfiteatro anatómico espa- ñol. 1874. De la operación de la catarata en el ave.- Crónica oftalmológica de Cádiz, 1874. Colirios sólidos.—Siglo médico de Madrid. 1874. Juicio crítico del tratado de enfermedades de los ojos del Dr. Gale- zowski.— Crónica oftalmológica de Cádiz. 1874. De la eserina en la operación de la catarata.—Crónica médico quirúrgica de la Habana 1875. Algunas palabras sobre las granulaciones palpebrales en general y la escisión del fondo de saco óculo-palpebral en particular. -Crónica oftal- mológica de Cádiz. 1875. De la iritis y su tratamiento.—Crónica médico quirúrgica de la Habana. 1875. De la fotofobia y su tratamiento. Génio Científico de la Habana. 1875, De la eserina en la operación de la catarata [2!.1 parte].—Crónica médico quirúrgica de la Habana. 1875. Higiene de la vista.—Obra Herniada por la Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana. 1875. Sobre la operación déla catarata.—Memoria dirigida á la Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana. 1875. Análisis de la Monografía acerca de la catarata y sus operaciones, por el Dr, Gastaldo.—Crónica médico quirúrgica de la Habana. 1876. Quistes de la cavidad orbitaria.—Crónica médico quirúrgica de la Habana. 1876. Análisis de la obra titulada Estudios oftalmológicos del Dr. Carreras y Aragó. — Crónica médico quinirgica de la Habana. 1876. Sobre la ambliopía alcohólica en la Isla de Cuba, y un síntoma coad yuvante no descrito para diagnosticarlo. - -Memoria presentada al . Congreso Oftalmológico de Philadelphia. 1876. CONSIDERACIONES SOBRE LAS ENFERMEDADES III LOS OJOS, OBSERVADAS EN LA ISLA DE CUBA DURANTE EL AÑO DE 1 875, MEMORIA LEIDA EN LA SESION PUBLICA DEL 14 DE MAYO DE 1876, EN LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES DE LA HABANA, POR EL DR. $). fura Smtítrs Jftnranbej, Director de una Clínica de enfermedades de los ojos, miembro de la Real Academia de Ciencias de la Habana, sócio corresponsal de la Asociación Larrey de México, de la de Historia Natural y del Ateneo Propagador de Ciencias Naturales de Madrid, de la Societé d’émulation y de la de Socours aux blessés de París, director de la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana. HABANA. li:b:r,e:ri-a..—imprenta.—papbileria. O’Reilly, núra. 54. 1 876. Señores: Desde apartadas regiones escuchasteis ayer nuestra voz, por medio de una Memoria sobre la operación de la ca- tarata, y acordasteis honrarnos con el título de correspon- sal, mas tarde concurrimos al certámen, con que desper- táis anualmente el amor al estudio, y laureasteis nuestra Higiene de la Vista. Nos sentimos estimulados por vues- tra bondad; soñamos identificarnos con vosotros que, con- gregados en este recinto, sois la viva representación de la Ciencia y de la Medicina patria; lo soñamos, señores, y cual fué nuestra sorpresa cuando al despertar de un sueño, que calificáramos de audaz, nos encontramos con vosotros y de vosotros recibiendo el honorífico título de Académico nu- merario? Abrumados por el peso de tan inmensa distin- ción, la declinaríamos humildemente, si el alto respeto, que nos inspira, no nos ordenase ya cumplir sus estatutos, como lo hacemos al dirigiros en este momento la palabra. La oftalmología, esa importante rama de la cirugía, siendo el objeto de nuestro esclusivo estudio y de nuestro constante desvelo, será también en este momento el tema sobre el cual molestaremos vuestra atención. Sorprenden- tes han sido sus conquistas en los dos últimos lustros del presente siglo, y justo es confesar que la mayor parte de ellas, sino todas, son debidas al auxilio que le prestaron las ciencias físicas y naturales, asi como la medicina en ge- neral. Hé aquí, señores, porqué los oculistas de hoy levan- tan su voz en el seno de las Academias; asi como los de ayer se dejaban oir en medio del vulgo que ocupaba las plazas. La verdadera ciencia ha descorrido el velo con que se ocultaba el charlatanismo; los misterios de la ciru- gía ocular, que creára la codicia, no existen ya, y solo algu- no que otro comunicado en los periódicos queda como eco moribundo de la oftalmología de otros tiempos. Joven aún nuestro pais, sin laboratorios, sin un gabine- te de física á una altura tal que nos permitiese el cultivo de la Optica fisiológica, donde Helmholtz hallara el portento- so instrumento con que mostrarnos nuevas y maravillosas regiones del organismo, solo nos quedaba el recurso de trabajar en el terreno clínico, y sobre este espacioso campo será donde desenvolveré mis conceptos. Poblada esta tierra por diferentes razas, los estudios patogénicos encuentran un vasto campo de investigación, pues al trasplantarse, sus naturalezas unas veces se amor- tiguan y otras se robustecen. El europeo y el de los países del norte América están aquí predispuestos á determinados males; el asiático, con un temperamento indefinible, formado por sus mismos há- bitos; el africano en cierto modo refractario á los agentes morbosos, como escasa compensación de su mísero estado; todos ofrecen un terreno todavía no horadado y que brotaría copioso fruto para el médico investigador. Léjos de nos- otros la pretensión de haber recogido la rica cosecha que promete tan fecundo suelo, débiles nuestras fuerzas y sin contar mas de un año de establecidos, escaso tiene que ser el continjente que os presentemos; cualquiera que el sea, nos lo ha suministrado la observación clínica, única fuente de verdad tratándose de la medicina moderna. Al esponeros todo cuanto hayamos observado, no se- guiremos otro método que el anatómico; pero como las dimensiones de nuestro trabajo no exigen que nos ocupe- mos de todas las partes que constituyen el ojo, y que pu- 4 diéramos considerar como otros tantos órganos, solo men- cionaremos las enfermedades de aquellos que hayan sido afectados de una manera tal que reclamen nuestra aten- ción. El estudio de las enfermedades esternas presidirá al de las internas, ocupándonos desde luego de las que hayamos observado en la conjuntiva. Conocidas son de todos, las tres clases en que pueden dividirse las oftalmías purulentas: la de los recien nacidos, la de los adultos y la leucorréica y gonorréica. No discu- tiremos la opinión emitida acerca de la unidad ó asi- milación de la oftalmía purulenta con la granulosa, por juzgarlas dos entidades distintas. Si después de la oftal- mía purulenta de los adultos encontramos algunas veces las granulaciones palpebrales, nunca se presentan tan frecuentemente que debamos suponer su existencia en el curso de las primeras. La oftalmía granulosa en ciertos períodos no es de fácil diagnóstico, y hé aquí porque se le confunde y se le cree encontrar en conjuntivas afectadas mas ó menos de inflamación y cuyas papilas están hiper- trofiadas. La oftalmía purulenta parece ser mas frecuen- te en la Isla de Cuba que en Europa, esta observación que hemos tenido la ocasión de hacer, no es mas que la confirmación de las que por el año de 1853 hizo en Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, Carrón du Villards de paso en esta Isla. Debemos, sin embargo, consignar que las condiciones en que la estudió no fueron siempre iguales á las nuestras. El número de oftalmías gonorréicas que fue considerable, recayó en soldados del ejército; para librarse del servicio de las armas perdiendo el ojo derecho, estos desgraciados se inoculaban el pus blenorrágico, su- cediendo, para colmo de su desventura, que el mal se pro- pagaba al otro ojo y quedaban ciegos, así sucedió á los in- vadidos en la guarnición de Puerto Príncipe. Refiere haber asistido 2000 enfermos de los ojos, y de estos fueron atacados de oftalmía de los recien nacidos 250; 5 6 el número es tan subido, que si cupiera error de diagnós- tico en semejante enfermedad, lo hubiéramos sospechado. Recordamos que por la misma época en que Carrón re- cogió sus observaciones, vimos padecer álos niños y adul- tos una enfermedad de los ojos denominada la ceguera, contagiosa, puesto que invadió todos los niños de una lar- ga familia. Contábamos pocos años y la padecimos tam- bién; solo queda grabado en nuestra memoria el abulta- miento de los párpados, el líquido blanquecino que se usaba como tratamiento, que debió ser el agua blanca, y la mancha en la córnea que dejara en una de nuestras hermanas. ¿Fué la ceguera otra cosa que la oftalmía puru- lenta pasada de un niño á otro por no haber sabido evitar todos los medios de contagio? ¿No pudo ser la oftalmía ca- tarral dependiente de ciertos cambios atmosféricos tan frecuentes en Cuba? La agudeza de la enfermedad nos inclina á la oftalmía purulenta, pero los pocos casos desgraciados que recor- damos nos hacen pensar simplemente en la catarral agu- da. Quien se haya detenido en hacer el paralelo entre es- tas dos entidades patológicas, habrá comprendido cuán fácil es confundir una oftalmía purulenta benigna en que la puorrea no es abundante, con una catarral acompañada de flogosis intensa y de una secreción mucosa exagerada como acontece en sugetos de temperamento linfático. Dejando á un lado la reminiscencia de semejante enfer- medad, por no tener los datos suficientes para caracteri- zarla ni mucho ménos describirla, llamaremos la atención sobre la mayor gravedad que afecta la oftalmía purulenta en este pais. Desde la época, no lejana, en que la trata de la raza ne- gra era cosa admitida, se pudo hacer resaltar (i). En el puerto de la Habana, el año 1852, se han visto desembar- car 480 esclavos sacados de una pequeñísima embarca- ción (brick) y atacados todos de oftalmía purulenta; en [i] 4nnales d’oculistique, T. 32. P. 201 tiempos mas recientes llegó á Matanzas el buque titulado Rabo de Mono, después de una larga navegación, con 300 negros y 19 de tripulación, todos ciegos. Probablemente navegaba hácia esta zona el buque negrero titulado La Rodeur que entró en el Havre con toda la tripulación cie- ga, menos uno que le condujo al puerto; lo mismo se cuen- ta de la Misteriosa, embarcación procedente del Africa que después de navegar al acaso fué encontrada cubierta de ciegos y de muertos. Los africanos, á que nos referimos, desembarcados en este puerto y en el de Matanzas, fueron vendidos á un ínfi- mo precio, no faltando quien guiado por la codicia los comprase para emplearlos en cierta clase de ocupaciones pagando caro su oscura pasión; pues vários miembros de su familia contrageron la enfermedad y quedaron ciegos. Un colega extrangero, residente en la Isla, se dejó arras- trar por iguales instintos de especulación, compró muchas de estas desgraciadas víctimas; pero pocas se curaron, y por el contrario invadido él de la propia oftalmía perdió uno de sus ojos. La narración de estos hechos atestigua, en cierto modo, nuestra opinión acerca de la gravedad del pronóstico, y aunque se pudieran atribuir los funestos resultados á la falta de recursos terapéuticos, debemos convenir que desas- trosos fueron también para los que pasaron á mano de nuestro colega y aún para él mismo. ¿Será tal vez debida esta malignidad á la influencia del calor que provoca mas fácilmente la descomposición del pus ó favorece la proli- feración de este? Así nos inclinamos á suponerlo, si aten- demos á que los casos asistidos en los dias mas fríos de nuestro invierno cedieron mas pronto al tratamiento, que los tratados en Junio y Julio, cuando el calor se encuentra en su apojeo. A continuación espondremos dos observaciones que vie- nen en apoyo de nuestra manera de discurrir. Observación 1* recogida por D. Julián de la Guardia. 7 8 A. Y. de ii años de edad y de temperamento linfático, llegó á nuestra consulta el 8 de Agosto de 1875, en lo mas crudo del verano y después de ocho dias de tratamiento fuera de la Habana. El ojo izquierdo presentaba una li- gera inyección de la conjuntiva bulbar, en el derecho los párpados estaban decolorados y abultados, manando por la unión de sus bordes gran cantidad de pus blanco azu- loso. Entreabriendo los párpados encontramos que el glo- bo del ojo había perdido su forma, la córnea reblandecida había cambiado de aspecto haciéndose cónica, no había otra indicación sino ahorrar sufrimientos al enfermo y evitar que la afección pasase al otro ojo. Apesar de haber- le recomendado mucho á sus padres el cuidado de es- tos, no fué posible evadir el contagio. Al dia siguiente, nuestro enfermo no pudo venir á nuestra clínica por sí solo, era necesario conducirlo, la oftalmía se había desarrollado rápidamente en el ojo izquierdo, que con el párpado supe- rior pálido y caído, dejaba, sin embargo, percibir el pus que lo bañaba. Desagradable nos fué vernos en presencia de una enfermedad que en tan poco tiempo había destruido el otro ojo. Era necesario, ante todo, combatir esa puorrea, escesiva* ó al ménos evitar que el contacto del líquido de- letéreo produjese la maceracion del bulbo. No eran sufi- cientes una ó dos curaciones al dia como generalmente se hace, estas debían multiplicarse hasta practicarlas cada media hora y aún cada cuarto de hora; pues, un instante después de haber enjugado el pus, le veíamos nuevamente segregado. El uso de las disoluciones antisépticas clorura- das, de permanganato de potasa, ácido fénico y alcohol por una parte; por otra las cauterizaciones ligeras pero re- petidas con el sulfato de cobre, azoato argéntico &c. &c. no bastaron á detenerlo por completo hasta tanto que hici- mos refrescar la habitación y nos opusimos al rigor de la estación aplicando compresas frías en hielo. No obstante, el reblandecimiento de la periferia de la córnea en su par- te inferior tuvo lugar, y como sucede frecuentemente des- 9 pues que se afectó, se suspendió la secreción del pus; la parte herniada del iris se cubría de una sustancia blanque- cina que parecía ser linfa plástica y que por dos veces es- cindimos con las tijeras. La compresión del ojo estaba entonces indicada, y merced á ella la hernia se recogió, vino la cicatrización, y la pupila aunque ovalada quedó libre. El color azuloso del pus, si hemos de dar crédito á las ideas emitidas por Sedillot en una memoria presentada á la Sociedad de Biología, confirma nuestras sospechas de que la elevación de temperatura tiene alguna influencia en la secreción purulenta conjuntival. Este cirujano ha hecho ver que no había, como se creía, supuración azul (i); pero que bajo la influencia de una temperatura de 26o á 30o la serosidad de la sangre y del pus sufrían una reacción particular, que daba lugar á la pro- ducción de una sustancia colorante azul, soluble y que ofrecía una gran resistencia á la acción de los ácidos enér- gicos. Observación 2* recogida por el alumno D. Alberto Brito. N. N. de tres años de edad, de temperamento lin- fático aunque de buena constitución, enfermó del ojo iz- quierdo el dia 12 de Octubre de 1875. El termómetro marcaba 27o R., que dada la disposición de nuestras casas y la costumbre de vestirnos ligeros de ropa, es una tempe- ratura de verdadero invierno. Tres dias después de haberse declarado la enfermedad fuimos llamados á asistirla en unión del Dr. Machado, médico de la casa, el cual tuvo la amabilidad de dejarnos encargados de su asistencia. Entre los antecedentes que pudimos recoger, encontra- mos que la niña había padecido de leucorrea y aún le que- daban vestigios de ella; que hacia tres dias se notaba, se- gún sus palabras, los ojos pegados; pero que hasta el dia [i] Traite Elementaire de Pathologie Externe, par E» Follín. T. I. p. 31. 10 anterior al que le vimos no se habia presentado supura- ción. Cuando la examinamos, esta era abundante y espe- rábamos que siendo tan rebelde como las que habíamos visto en los meses calurosos, el ojo estaria gravemente comprometido. Instituimos el mismo tratamiento que en el caso anterior, y la puorrea incesante disminuyó álas 24 horas para estinguirse casi por completo á las 48 horas. Dos observaciones mas, semejantes á la if y otra idén- tica á la 2? nos hicieron comprender que la oftalmía pu- rulenta es mas grave, si reconoce como causa el pus leu- corréico ó gonorréico; asi como es también tanto mas rebelde cuanto es mas alta la temperatura, y por consi- guiente tal sucede en los climas cálidos. II. Entre las afecciones de la córnea, solo nos ocuparemos de una, no por ser nueva, puesto que ha sido ya descrita, sino por la dificultad que puede ofrecer al diagnóstico pre- sentándose bajo la forma que la hemos observado; nos re- ferimos á los depósitos de plomo en los tejidos de la córnea. El plomo, de uso frecuente en las artes, tiene también sus aplicaciones en la terapéutica: laminado ha servido para recubrir úlceras y sus compuestos, el acetato, ioduro y es- teorato se ordenan mas de una vez; sin embargo, así como el protocloruro de hidrargirio preparado al vapor y el io- duro de potasio son excelentes medicamentos, pero en cier- tos casos perjudican, asi los preparados de plomo dan un resultado desfavorable si al prescribirlos no se han tenido en cuenta determinadas circunstancias. El acetato tribási- co de plomo que, dilatado en agua y añadiéndole alcohol, constituye el agua de Goulard y lo que vulgarmente se conoce con el nombre de agua blanca; es el medicamento favorito en esta Isla para las enfermedades de los ojos. A la menor indisposición que en ellos advierta un individuo, ántes de recurrir al facultativo ha de usar el agua blanca; o • por eso al penetrar el médico en una habitación, donde se encuentre algún enfermo de los ojos, de esos á quien in- terna la fotofobia en lo mas escondido de la casa, ha de encontrar sobre el próximo velador el indispensable ace- tato de plomo; á las pocas palabras que se crucen con el paciente, manifestará su determinación de haber usado como medida preventiva el indicado líquido. El enfermo que en el curso de un abceso de la córnea que termina por ulcerarse ó en el de una úlcera primitiva emplea el acetato de plomo, tiene como síntoma obligado la fotofobia, y esto puede arrojar mucha luz en la forma- ción del diagnóstico. Muchas teorías se han emitido en general para espli- car el sitio del síntoma fotofobia; unos le han hecho residir en el ligamento ciliar, suponiéndole irritado y distendido, mientras que otros le han colocado en la retina cuya sen- sibilidad se exalta. No ha faltado quien haya creído exis- tiese verdadera inflamación de esta membrana en épocas en que las regiones internas del ojo eran veladas. Hoy, se- mejante opinión no tiene razón de ser, por cuanto en las afecciones de la retina comprobadas con el oftalinoscópio no existe fotofobia y puede asegurarse, sin temor de equi- vocación, que son pocas las afecciones internas del ojo en que se note este síntoma; en tanto que se halla con fre- cuencia en las de las membranas esternas. iodos sabemos que el agua végeto mineral, ó agua de Goulard, es un hidrolato formado de una mezcla de agua y de subacetato de plomo líquido. Goulard ponía dos drac- mas de extracto de Saturno, por una libra de agua, aña- diendo luego una onza de alcohol. En el dia se prepara esta agua con extracto de Saturno, ciento veinte gramos; agua de fuente, novecientos gramos, y alcohol á 8o° cen- tígrados, sesenta gramos. El aspecto lácteo de esta mez- cla es debido á que se produce una corta cantidad de sul- fato de plomo, por la doble descomposición del subacetato de plomo y del sulfato de cal contenido en el agua común, 11 12 pues este color apenas existe cuando se hace uso de la destilada. Las úlceras de la córnea están bañadas, como las de las otras regiones del cuerpo, de cierta humedad, que si fuera posible analizarla químicamente, encontra- ríamos la esplicacion de por qué la parte de sulfato de plomo que contiene el agua de Goulard se deposita en la superficie de la solución de continuidad formándole una cubierta. Cuando esta cubierta es espesa y en gran esten- sion, el diagnóstico es fácil para aquellos que la hayan vis- to alguna vez y descubran la etiología, pero cuando se trata de pequeñas dimensiones y de un delgadísimo espe- sor, entonces puede confundirse con un ligero álbugo sim- plemente ó con un álbugo ulcerado, como nos sucedió en el caso que á continuación espondremos. Observación 3?, recogida por el alumno D. I). Madan. Manuel, natural de la Coruña, inscrito en el número 1344 de nuestra clínica y residente en la Habana, desde hace cinco años, desempeñaba el oficio de sirviente en el Cole- gio de Belen, donde uno de sus compañeros, estando él mirando por el agujero de una cerradura, le quemó el ojo, con un tabaco introducido por el orificio opuesto. Catorce meses pasaron, durante cuyo tiempo estuvo al cuidado de diferentes facultativos, sin obtener ningún alivio, y sucedién- dole lo mismo en los dos que pasó en la clínica. A su lle- gada á ésta formulamos el diagnóstico de úlcera de la cór- nea; no había mas síntomas objetivos que la ulceración, cuyo fondo blanquecino nos llamó la atención, si bien lo atribui- mos á que terminaría por una opacidad ó estaba implanta- da en un álbugo. Empleamos durante los dos meses todo cuanto la terapéutica aconseja, sin que se calmase la foto- fobia y el lagriméo, que sin cesar le atormentaban. Aun- que no tenia antecedentes, por más que los traté de descu- brir, resolví averiguar si existia en la úlcera algún ligero depósito metálico ó de otro género á que poder atribuir su color blanquecino y la fotofobia. Fué feliz nuestra de- terminación, pues tan pronto como raspamos el fondo de 13 la pequeña úlcera con la punta de una aguja de estraer cuerpos estraños de la córnea, desapareció dicho color perdiéndose entre las lágrimas la sustancia ó cuerpo que le producía. Al dia siguiente vino á la clínica manifestán- donos no tener el menor temor á la luz; siguió viniendo dos dias mas, en los cuales no teniendo molestia alguna resolvió colocarse de cochero de alquiler; el haber elegido esta colocación nos proporciona la utilidad de verle ame- nudo y saber que continúa sin novedad. Preparados ya, para no dejarnos sorprender por esa clase de álbugo ó úlceras de la córnea, vino á consultar- nos un enfermo objeto de la relación que sigue: Observación 4?, recogida por el alumno D. D. Madan. Santiago Espada, vecino de Matanzas, de la raza negra, natural de Africa y de 60 años de edad, se presentó en la clínica de enfermedades de los ojos el 4 de Diciembre de 1875. Nos refiere que hace 8 meses se le introdujo una astilla de madera en el ojo izquierdo sin que hubiera eva- cuación de sangre ni proceso flogístico, y que durante al- gunos dias se estuvo lavando con un líquido de aspecto lechoso, pues le interrogamos acerca del color; pasados al- gunos dias le suspendió, quedándole desde entonces como únicos síntomas funcionales del citado ojo, el horror á la luz y lagriméo. Le aconsejamos la operación, y admitida ésta, la practi- camos en unión de nuestro compañero el Dr. Willis, sir- viéndonos para el efecto del escarificador de Demarres, con el cual desprendimos en dos mitades la cubierta me- tálica, sintiendo no haberla sometido al análisis químico á fin de comprobar si era formada por el sulfato de cal, co- mo pensamos. El ojo fué tratado como portador de una queratitis traumática, que quince dias después había desa- parecido, persistiendo en el lugar donde existió la sustan- cia metálica, un ligero álbugo. Cuando el enfermo se presentó á consultarnos, existien- do aún algún síntoma de la afección que motivó el uso de 14 la sal de plomo, que nos ocupa, el diagnóstico le formula- mos fácilmente; así nos ocurrió con el caso que á continua- ción referimos. Observación 5?, recogida por el alumno D. D. Madan. Emilia Romero, de 13 años de edad, natural de la Haba- na é inscrita en el número 2555 del registro clínico, nos dice que: hace pocos dias le había caído un cohete encen- dido en el ojo causándole mucho dolor; no recuerda si por orden de sus mayores ó por la de un facultativo se estuvo lavando con una disolución de extracto de Satur- no. Cuando vino á la clínica, advertimos una opacidad blan- quecina en la córnea, inyección periquerática, fotofobia y lagriméo. Nuestro diagnóstico fué el de ulceración de la córnea por quemadura y depósito de plomo, aún movible en la superficie. Sometido á la operación, como los anterio- res casos, se confirmó nuestro juicio. Un tratamiento apropiado puso fin en pocos dias á los síntomas flogísti- cos consecutivos. Fijándose en las observaciones anteriores, podrá com- prenderse cuanto importa hacer un diagnóstico preciso en las afecciones de la córnea, ántes de decidirse á pres- cribir tal ó cual medicamento. Lo que hemos señalado en los preparados de plomo, podríamos decirlo mutatis mu- tandi del nitrato de plata, del sulfato de cobre, de el de zinc; pues con frecuencia vemos en afecciones inflamato- rias de la córnea, ordenar dichos medicamentos, olvidando quizás que si las flegmasías de la conjuntiva pueden combatirse por el método abortivo, no ocurre lo mismo en las de la córnea. III. El glaucoma, tanto el agudo como el crónico y el llama- do simple de Donders, se ha presentado en número res- petable, mostrando siempre el primero una malignidad característica, y obteniendo en todos escasos resultados de la iridectomía tal vez, no por ineficacia de la operación, sino; por la circunstancia de recurrir tarde á ella los enfermos.. Esta terrible enfermedad, que en dos dias conduce á las tinieblas á la vista mas espléndida, es un verdadero protéo en el cuadro nosológico de las enfermedades de los ojos. La hemos visto aparecer ya con sus síntomas característi- cos: dureza del bulbo, dilatación de la pupila y color ver- de mar del campo pupilar; ya con dureza imperceptible,, pupila no dilatada, pero con aspecto deslustrado de la cór- nea y percepción de un círculo alrededor de una luz colo- cada enfrente. Otras veces, la hemos observado debutan- do por una hemicránea, con lijerísima disminución de la vista y sin otro síntoma objetivo del ojo que una pasajera inyección periquerática; en un caso de hemicránea se re- pitió por mucho tiempo sin que la vista se afectase, y exa- minado el enfermo cuatro ó cinco años después de haber empezado la enfermedad, presentó como único síntoma objetivo la escavacion manifiesta de ámbas papilas. He- mos observado otra forma en que una lijera dureza del ojo, la inmovilidad de la pupila y aspecto algo deslustrado de la córnea eran los únicos síntomas, sin que existiese es- cavacion de la papila que pudo reconocerse fácilmente; re- cayendo en persona de temperamento empobrecido, ca- quéctico, la iridectomía dá resultados fatales; al ojo parece faltarle las fuerzas suficientes para atender á su propia reparación, y viene en muy pocas horas la opacificacion del cristalino, muy probablemente su aumento de volúmen por infiltración, y como si no bastase la atonía de los bor- des de la insicion; en un caso se presentó abundante he- morrágia, sin que al diagnóstico hubiéramos podido ad- vertir ninguno de los síntomas del glaucoma hemorrágico. También lo hemos visto como accidente tardío de las operaciones de cataratas, cualquiera que haya sido el mé- todo empleado; su malignidad se ha estendido hasta el punto de atacar al otro ojo, casi siempre portador de una catarata, que se ha hecho inoperable con este motivo. Hé 15 16 aquí en lo que nos fundamos para recomendar, en este país, que no se deje permanecer en un ojo por mucho tiem- po una lente opaca, máxime si en el otro se ha extraído ya y queda espuesto á tal accidente; comprendemos perfecta- mente lo penoso que es para un individuo que ha recobra- do la vista de un ojo, y con ella tiene lo suficiente, so- meterse á una segunda operación, pero esto pertenece ya al dominio de la higiene y todos sabemos cuán importan- te es precaver las enfermedades para no tener que cu- rarlas. Discurriendo sobre la frecuencia del glaucoma en este país, sin que pudiéramos darnos una esplicacion satisfac- toria, recordamos que el malogrado Dr. Delgado Jugo nos referia que por el año de 1869, durante su estancia en Barcelona, le habia asombrado el número considerable de glaucomas presentados en su consulta, y se preguntaba si los puertos de mar serian un terreno abonado para el des- arrollo de dicha enfermedad. Hoy nos llama la atención el mismo fenómeno, y recordamos que en nuestra clínica de la Provincia de Toledo, fueron escasos los glaucomas presentados, que en la de Madrid no eran fre- cuentes, y que si en París se repetían mas amenudo podría- mos atribuirlo á que dicha villa es puerto también, por mas que no sea de mar. No puede ocultarse que la iridectomía es un grandioso recurso terapéutico en la enfermedad que nos ocupa; pe- ro como lo habia indicado ya el fundador de la oftalmolo- gía francesa, Sichel (padre), cuando se desarrolla en cier- tos temperamentos y afectando determinada forma, mar- cha fatalmente á la pérdida de la vista, sin que la detenga la operación; por el contrario mermando esta la vitalidad del ojo, coadyuva á su destrucción. Los mayores triunfos de la iridectomía en el glaucoma los hemos visto en el simple de Donders, cuando no exis- ten mas síntomas, que la escavacion de la papila, la dis- 17 minucion de la vista y alguna vez el círculo indiano alrede- dor de la luz. En una enferma de la clínica oftalmológica del Dr. Ga- lezowski en París, operada tres ó cuatro dias después de haberse declarado la enfermedad, pudimos comprobar un aumento tan rápido de la visión, que no pudiendo leer el número 5 de la escala de caractéres de Giraud de Teulon veinte dias después distinguía el número 3 de la misma. Aún cuando la papila afecte el color nacarado, que es de tan mal augurio para la conservación de la vista, hemos visto detenido el progreso de la ambliopia; tal nos aconte- ció en el caso de que á continuación daremos cuenta. Observación recogida por el alumno D. Domingo Madan. Juan Alvarez, de 29 años de edad, natural de Asturias y con dos años y medio de residencia en la Isla, vino á la Clínica el dia 23 de noviembre de 1875. De su narración se desprende que hace un año empezó á sufrir de los ojos advirtiendo que la vista le disminuía, pues tenia, según sus mismas palabras, una tela que le impedia leer y esta ha ido aumentando hasta el punto de no distinguir hoy la fi- sonomía, sino de cerca; no existia dureza en el ojo; y los medios desde la córnea hasta el vitreo inclusive, eran trans- parentes en ámbos ojos, mostrando en ámbos también el oftalmoscópio y el exámen, la imágen invertida; que la pa- pila, de color nacarado, presentaba una escavacion notable en relación con la atrofia del nervio; pero no con la con- servación de la vista por escasa que fuera. En tales cir- cunstancias nos resolvimos á aconsejarle la iridectomía, fundados en que, sin la operación, terminaría indudable- mente por la amaurosis, mientras que con ella había alguna esperanza, aunque remota, de detener el mal. Con cinco dias de intervalo fue operado el uno y el otro ojo, suce- diendo, como nos ocurre siempre, que en el mas afectado la cicatrización es menos rápida y perfecta, no obstante cicatrizaron uno y otro, quedando, sí, en el mas malo una fistulita, que hemos observado ya en otro operado nuestro de iridectomía y en varios de otros operadores en las mis- mas circunstancias. Cuando escribimos estas líneas tiene el enfermo cinco meses de operado, y el grado de visión que tenia se conserva. Enemigos de juzgar nada á prion tratándose de hechos clínicos, no seremos los que asegu- remos que ese resto de visión conservada no se estinguirá; estamos en el derecho de halagar alguna esperanza, por cuanto, si en un ano se desarrolló de un modo tal que de una vista perfecta llegó á no distinguir la fisonomía sino de cerca, en cinco meses más debía haberse estinguido por completo la visión. Solo el tiempo puede resolver nuestras dudas. En la forma de glaucoma en que hemos indicado que la iridectomíaes nociva, hemos usado como tratamiento el sul- fato neutro de eserina, no solo en instilaciones sino también al interior, á la dosis de o’oo3 á o’oo4 al dia. Nos hemos ser- vido para administrarlo, de las róndelas gelatinosas prepa- radas por Mr. Duquesneil de París, quien, sucesor de Mr. Vee en el laboratorio donde descubrió el alcaloide del haba del Calabar, no cesa de estudiarlo con toda detención. Las róndelas gelatinosas de sulfato neutro de eserina son pre- feribles á las disoluciones de dicha sal, por cuanto éstas por bien preparadas que estén sufren alguna alteración, que se revela por el cambio de color. Si bien la eserina se ha usa- do en el glaucoma, quizás sin otro raciocinio que el de com- batir la midriasis que acompaña á ciertas formas, nosotros nos hemos inclinado á prescribirla al interior fundados en que siendo antagonista de la atropina y reconociendo en esta una acción nociva sobre el glaucoma, habíamos de es- perar un resultado favorable. La esperiencia nos ha de- mostrado que, si en un ojo donde el glaucoma se inicie y el diagnóstico es dudoso, instilamos la atropina, pronto la enfermedad se manifiesta con todos sus síntomas. Ahora bien, atendiendo á que el poder midriásico de la atropina es inferior al miósico de la eserina, nos hemos obligado á usarla al interior, pues la eserina de esta manera deter- 18 19 mina la miósis más rápidamente que la atropina, del mis- mo modo determina la midriásis. IV. De los trastornos de la refracción no nos ha sido posible hacer un estudio tan detenido como hubiéramos deseado. No ha sido escaso el número de miopes, relativamente al de enfermos asistidos casi todos de la raza blanca; y tan so- lo en uno de la negra hemos podido observarla. Esta escasez de miopes en la raza negra, parece á prime- ra vista confirmar la opinión emitida por los alemanes y re- batida calurosamente por los franceses, acerca de que la fre- cuencia de la miopía en un pais revela los progresos de su civilización. Todos sabemos la ignorancia en que viven sumidos los desgraciados negros, en su mayoría esclavos. Traídos los unos salvajes del Africa para seguir siéndolo aquí, mutatis mutandr, nacidos otros en la Isla bajo la norma de sus pa- dres; aquellos desconocen la lengua castellana, y éstos nos la presentan tan variada que apenas se la reconoce. Encon- trar un individuo de la raza negra que sepa leer y escribir es cosa bastante rara; esto solo basta á demostrar el esta- do de su civilización; pues, por el número de individuos que sepan leer en una nación, se puede deducir su adelanto ó rémora en la vía del progreso intelectual. A pesar de que parece demostrada la escasez de miopes en la raza negra, no lo está bajo el punto de vista de que las investigaciones deben hacerse en condiciones abonadas pa- ra que la luz de la verdad resplandezca en cualquier senti- do, y no siempre en el que á priori habíamos tenido por cierto. No siendo la miopía una enfermedad de la vista mientras no traiga complicaciones, sino más bien una disposición es- pecial del ojo que acorta el límite de la visión á distancia, no impidiendo la miopía que el individuo se consagre á sus ta- reas, sobre todo si son rurales, es posible que puedan existir en los de la raza negra mas miopes de los que nosotros he- mos observado. Para esclarecer este punto etiológico de la miopía que ha sido siempre objeto de largas discusiones, y para ilustrar en cuanto sea posible el no menos importante de si es ó no congénita, nos prometemos un campo vasto de investigacio- nes. Practicando nuestro escrutinio en las comarcas agríco- las y en gran número de labradores tomados al azar, po- dremos también convencernosde laverdadde la ley sentada de que en los campos la miopía es poco frecuente, debido á que siendo mas dilatados los horizontes que en la ciudad, el puntum remotum que arroja la acomodación es siem- pre mayor. La miopía acompañada de estafiloma poste- rior en que parece mas fácil dar crédito á la opinión general, recientemente admitida de que está en relación con el aumento del diámetro anteroposterior del ojo, esta miopía, que pudiéramos llamar congénita, porque se reco- noce las mas de las veces desde los primeros años, no la hemos observado tantas veces como aquella en que solo se revela por la necesidad de cristales ó por el exámen oftalmoscópico con el reflector simplemente. 20 V. La atrofia de la papila del nervio óptico, es una de las afecciones internas del ojo que mas ciegos arroja en el computo de las estadísticas oftalmológicas. Muchos de los que, según el vulgo, padecen gota serena, y según los auto- res que escribieron ántes del descubrimiento de Helmkoltz simplemente amaurosis, son portadores de atrofia del ner- vio óptico. Fácilmente se esplica la frecuencia de esta en- tidad patológica si nos detenemos á estudiar el origen de las causas que la producen; estas, desde luego numerosas, pueden considerarse divididas en dos clases: las unas de- pendientes de una diátesis, ó estado general de la econo- 21 mía, las otras debidas á la acción local sin interesar en na- da la constitución del individuo. La sífilis en sus múltiples manifestaciones y en período avanzado, ataca la vitalidad del nervio óptico, ya primitivamente, ya después de haber estendido sus estragos por la retina, la coroides y hasta las membranas esternas. Viene en segundo lugar el alcoholismo que, minando la economía, perturba también la vida de dicho órgano, án- tes, por lo regular, de haber dejado sentir sus efectos en las visceras. El tabaco, acusado de producir igual daño, es- tá todavía más á cubierto de semejante acriminación. La albuminuria y la glicosuria, robando al organismo los ele- mentos de vida, afectan las membranas internas, y como término el segundo par. Lo mismo puede decirse de la intoxicación palúdea, saturnina, &c. &c. Las causas que interesan el nervio óptico sin afectar lo restante de la eco- nomía, tienen su principio ó en la estremidad ocular del nervio, la papila, ó en la cerebral, origen de su nacimiento. El reblandecimiento encefálico, la esclerosis de las bande- letas, la meningitis, los tumores cerebrales y el estado ateromatoso de los vasos de la base del cráneo, pueden re- ferirse á esta última categoría. La escavacion glaucoma- tosa pertenece á la primera. En un diez por ciento próximamente de nuestros en- fermos hemos reconocido la atrofia del segundo par de los nervios craneales; en dos tercios de los observados, daba lugar á la amaurosis y en los restantes á la ambliopía. En un gran número la atrofia databa de muchos años y fué imposible averiguar la causa que la produjera, en los que la enfermedad era reciente, y se quejaban solo de amblio- pía, era mas fácil precisar la etiología. Siendo el glaucoma una de las afecciones de los ojos mas frecuentes en este pais, un gran número de atrofias papilares le pertenecen ensanchando el número de estas, el alcoholismo, y pudién- dose decir que las demas causas que hemos mencionado se han equilibrado, y que, á excepción de las cifras corres- 22 pondientes al glaucoma en sus diversas formas, las demas no difieren de las que hemos encontrado en distintos pun- tos de Europa. Debemos llamar la atención que la ataxia locomotriz no ha figurado ni una sola vez como etiología de la atrofia papilar, que la retinitis pigmentaria congéni- ta la ha provocado alguna vez y que la sífilis no ha desem- peñado el papel que hubiéramos esperado. Es curioso el caso que espondremos á continuación, de un individuo que apesar de asegurar la ausencia de todo antecedente sifilítico, mejoró considerablemente con un tratamiento antiespecífico. Observación 6?, recogida por D. A. Fons. Germán, natural de Galicia, con 16 años de residencia en Cu- ba, é inscrito en el número 1577, vino á la Clínica el 8 de Junio de 1875. Nos manifiesta que hace dos años empezó á perder la visión, conservándose desde entonces en el mismo estado sin aumentar ni dismi- nuir. No hay antecedente á que referir la enfermedad, asegurando que no ha padecido ninguna afección venérea ni específica. La visión escasa, no podía leer mas que el número 12 de la escala de Giraud Teulon. Examinado al oftalmoscópio, pudimos comprobar la atrofia de la papila en ámbos nervios ópticos, mas pronunciada á la derecha, y atrofia coroidiana diseminada en ambos ojos. Apesar de asegurar el enfermo la ausencia de todo an- tecedente específico, la forma de la atrofia de la coroides era un síntoma objetivo que hemos visto muchas veces coincidir con antecedentes sifilíticos, y nos decidimos á emprender un tratamiento apropiado. Era necesario pues considerarla como manifestaciones terciarias, y como tales instituir un tratamiento misto; sin embargo, no obstante la autoridad de la mayoría de los sifiliógrafos, nosotros ántes de instituir un tratamiento misto, compuesto de mercurio y ioduro de potasio, sometemos á nuestros enfermos al mercurial aisladamente, con tanta mas decisión si no hu- bieren estado sometidos nunca á un tratamiento específico. 23 Como las fricciones acompañadas de baños sulfurosos son el método mas pronto de hacer sentir la acción del mercu- rio, le sometimos á ellas consumiendo el enfermo noventa gramos diarios de ungüento ñapolitano y tomando cada tres dias un baño sulfuroso. El primero de Julio, aunque la atrofia de la papila y de la coroides no se había modificado notablemente, el en- fermo pudo leer el número 4. Hicímosle continuar con el mismo tratamiento. Julio 9.— La visión del ojo izquierdo permanecía esta- cionaria, en tanto que la del derecho se mejoraba hasta el punto de leer el número 2, si bien no correctamente. La estomatitis y el malestar general que le ocasionara el tra- tamiento, nos obligó á suspenderlo, disponiéndole en su lugar una cucharada de clorato de potasa. Julio 22.— Durante este tiempo no ha habido cambio al- guno. Agosto 6.—Habiendo desaparecido el malestar gene- ral y mejorando la estomatitis, dimos principio al trata- miento misto de proto-ioduro de hidrargirio y ioduro de potasio. Setiembre 17.—Lée el número 3 con el ojo derecho y con el izquierdo mas correctamente el 2. Al oftalmoscópio vemos que los puntos de atrofia coroidiana diseminados han desaparecido en su mayoría. Noviembre 29.—Lée con mas facilidad el número 2 con ámbos ojos, pero donde advierte una mejoría notable, es en la visión á distancia, pues á dos metros y cuarto distin- guía los caractéres de 3 centímetros. Los puntos atróficos mas estendidos por la periferia se redujeron considerable- mente. Continúa con ioduro de potasio. Entre los casos de atrofias nos llamó la atención otro cuya etiología oscura y cuya rápida curación merece nos ocupemos de él en particular. Observación 7?, recogida por D. A. Brito. Genaro de 44 años de gdad, natural de Canarias y con 30 24 años de residencia en América, se presentó en nuestra clínica el dia 30 de Abril de 1875, enviado por su médico el Dr. D. Domingo Cubas. De buena constitución aunque enjuto, nos manifestó haber disfrutado siempre de buena salud, asegurándonos no haber padecido ninguna afeccio n aguda, de esas que conducen á la postración; pero, sí, un chancro hace 5 meses, al cual dió muy poca importancia. Este individuo que acostumbra tomar alguna bebida al- cohólica de mañana en corta cantidad, que fuma tres cajetillas de cigarros de papel al dia; siendo capataz de una colonia de chinos, fué atacado por estos, machete en mano, causándole innumerables heridas en la cabeza, tron- co y estremidades superiores; bañado en sangre cayó sin sentido, dándole sus agresores por muerto. Curado de las heridas continuó sus ocupaciones sin sentir otras conse- cuencias que la de haber quedado defectuoso de una ma- no. Algunos meses después advirtió que la audición era imperfecta, acentuándose esta imperfección hasta el pun- to de tener que levantar mucho la voz para que nos oyese. Corregida la presbicia, con el número 8 convexo leyó el número 13 de la escala tipográfica de Galezowski, haciéndole muy imperfectamente con el ojo izquierdo aisladamente. Al oftalmoscópio encontramos atrofia de la mitad interna del nervio óptico del ojo izquierdo, y esta misma atrofia poco marcada en el ojo derecho. Examinadas las cicatri- ces del cráneo, encontramos una profunda y sensible á la presión, haciéndonos notar que á veces le dolia espontá- neamente y que el dolor parecía estenderse hasta lo pro- fundo, sintiéndole igualmente en la base del pabellón de la oreja; pérdida de la memoria, mareos al andar y al vol- ver la cabeza, cefalalgia y vómitos de bilis según él. En virtud de la etiología oscura y un cuadro de síntomas in- suficiente para formar una entidad patológica nos vi- mos precisados á formular el diagnóstico mas aproxima- do y en él basar el indicado. La atrofia de la papila la juzgamos de causa cerebral y afiliamos á la misma la dis- 25 minucion del oido así como la del olfato y del gusto que se presentó dias después, dando alguna importancia á la cicatriz sensible de vértice de la cabeza. El ioduro de po- tasio á alta dosis nos parecía oportuno, ya porque iríamos perfectamente dirigidos si se trataba de accidentes espe- cíficos terciarios, y por la acción resolutiva que pudiera te- ner sobre la parte del cráneo comprendida en la cicatriz donde indudablemente existia un principio más ó menos la- tente de inflamación que pudiera haberse propagado á la dura madre. Los vértigos al andar y al volver la cabeza, la cefalalgia y los vómitos característicos nos inclinaban á juzgar más ó ménos interesadas las cubiertas del cerebro, y como consecuencia perturbadas siquiera sea ligeramente sus funciones; bajo este punto de vista nos pareció indica- do el bromuro de potasio también á alta dosis, con objeto de regularizar estas mismas funciones. Además, en el caso de que este individuo cometiese excesos alcohólicos y no nos lo confesase, el bromuro de potasio seria el tratamien- to mejor instituido. El 6 de mayo volvió á la clínica sin notar aún cambio notable y acusando algo mas de dolor en la cicatriz del vértice de la cabeza; continuando los vértigos al andar y los vómitos mencionados. Sigue con el mismo trata- miento. El 18 cree que el gusto y el olfato le disminuyen, mas sin embargo las pruebas que hicimos no lo confirmaron. Se presentó escotoma central en ámbos ojos. Un tratamiento esclusivamente específico sustituyó al seguido, mas hubo que suspenderlo porque el malestar general así lo exigía y el progreso de ambliopía se ini- ciaba. Nuevamente le ordenamos el ioduro y el bromuro de potasio alternados y á altas dosis. El 26 de mayo se hallaba mejor, leyendo aunque con dificultad el número 5; la sensibilidad de la cicatriz á la presión era imperceptible. 26 El mismo tratamiento aumentando la dosis de ámbos medicamentos. El 16 de junio de 1875 volvió por nuestra clínica; había seguido fielmente nuestras indicaciones; había robustecido y presentaba mejor fisonomía; había recobrado el gusto y el olfato así como la memoria; la sordera había disminui- do mucho; pudiendo leer el número 2 de la escala tipográ- fica de Giraud Teulan. Juzgándose curado, se despidió sin que hubiéramos po- dido comprobar la agudeza perfecta de la visión, de la cual no estaba ya distante. VI. La elevada temperatura de nuestro clima y por consi- guiente la transpiración constante que baña el cuerpo, provocando la sed, ha generalizado la costumbre de los alcohólicos: el inmenso número de ebrios de profesión quizás sea menor que en otros países, pero son numerosos los que, juzgándolas inocentes y hasta medicinales, se desayunan con ginebra, rom, &c., &c. Hé aquí por qué hemos tenido ocasión de asistir no escaso número de in- dividuos afectados de ambliopía alcohólica, los cuales de buenas costumbres é incapaces de ser juzgados como ebrios, eran, sin embargo, víctimas del abuso metódico, si así puede decirse, de los alcohólicos. Algunos nos han ma- nifestado que el desayunarse con ginebra para corregir la dispepsia ó despertar el apetito era una creencia muy es- parcida en el vulgo y muy especialmente en los hombres de campo. Si es verdad que más de una vez la medicina después de un meditado exámen y de una observación me- tódica ha elevado al rango de tesis discutibles ciertas pre- ocupaciones vulgares, las más de las veces sometidas éstas al lógico razonamiento se vé no tienen otro apoyo que la insensatez de los creyentes. De nuestro interrogatorio siempre ha resultado que los que tenían tal costumbre han perdido el apetito, recobrándolo de una manera matemá 27 tica tan pronto cómo suspendían los alcohólicos, sometién- dose á los amargos. No ha sido indispensable la ingestión de grandes can- tidades de bebidas alcohólicas para que éstas dejasen sentir sus efectos nocivos en el órgano de la visión. La relación que nos han hecho algunos enfermos, dueños de estable'-* cimientos donde se expenden bebidas al por menor, y nuestra propia observación siempre que hemos podido detenernos cerca de las tabernas, nos prueban la verdad de este hecho. La mayor parte de los afectados de ambliopía ■alcohólica nos aseguran á solas y sin que se pueda atri- buir á rubor, que solo han estado ébrios alguna que otra vez; muchos nos aseguran que no lo han estado nunca y consta en el libro de anotaciones de nuestra clínica que la mayor parte acostumbraban tomar durante las primeras horas del dia, tres, cuatro, y hasta cinco mañanas, como ellos las designan; al medio dia lo hacen dos ó tres veces, diciendo que tomaban las once, y repitiendo otras tantas en las últimas horas del dia con el objeto de tomar la tarde, Quien se haya puesto á cubierto del sol en una de estas tabernas miéntras aguardamos la salida de un ómnibus, ó se haya guarecido del agua en dias lluviosos, se habrá con- vencido de la veracidad de estas relaciones. No llega á 15 gramos, ósea la tercera parte de las pequeñas copas de que se sirven, lo que toman de cada vez; el individuo que llega toma con todos los conocidos que tenga allí, y el dueño del establecimiento se ve obligado á aceptarla invitación délos más con la esperanza de que sus géneros tendrán pronta salida: de este modo nos explicamos que figuren en los apuntes tomados un número no escaso de taberne- ros. De este interrogatorio minucioso nos servimos en París para esclarecer la etiología de la misma enfermedad; cuan- do un obrero nos confesaba que al dia tomaba tres botellas de vino en unión de otro amigo y en tres sesiones distin- tas, eran seis las botellas que tomaban, pues era ley entre 28 ellos que concluida una pagada por el uno, había que tomar otra pagada por el otro. Así como en París los abusos eran cometidos con el vino, la cerveza y el ajenjo, en la Isla se cometen con la ginebra y el coñac, siendo mucho más frecuentes con la primera por juzgarse hasta medicinal. La ginebra, licor importado del extranjero, contiene, según los datos que nos ha suministrado el Dr. Rovira, treinta y dos por ciento de alcohol y su método de prepa- ración varía. Unos la preparan con el leño y la esencia del enebro adicionada de malta, cebada germinada, harina de arroz, levadura y aguardiente. Otros obtienen una in- fusión, maceracion, &c., y entonces el producto es un al- coholado, tintura, espíritu, 6 un alcoholato, infusión de las bayas de enebro, adicionados de la esencia; sea cual fuere su composición, es, según Burset, un licor de los más per- judiciales por la energía con que actúa sobre el cerebro, debido á la difusión de las esencias que entran en su com- posición; cuando es un producto de falsificación, entonces los efectos son incalculables y en relación con las drogas que sirven para la falsificación; éstas son generalmente ácido sulfúrico, sustancias vegetales acres, laurel cerezo y hasta con la coca de levante que contiene un principio ve- nenoso. Entre los síntomas descritos por los autores que se han ocupado de la ambliopía alcohólica hemos visto resaltar los que se refieren á la disminución brusca y estacionaria de la vista; la nictalopia, la fotopsia, las alucinaciones y muy especialmente durante el sueño, y en un caso la he- morragia, no venosa como lo han sentado los autores, sino á nuestro modo de ver arterial. La atrofia de la papila, según está observado, la hemos visto en un período avan- zado de la enfermedad, habiendo notado que en la mayoría de los casos se acentuaba el color nacarado de la atrofia en la mitad interna. Aun en los casos en que la atrofia no era pronunciada y 29 por consiguiente ni tampoco escasa la ambliopía que la si- gue, hemos tenido ocasión de comprobar más de una vez la esclerosis incipiente de la mitad interna del nervio ópti- co. Este solo síntoma objetivo nos ha servido en los casos que á continuación exponemos para guiarnos en el interro- gatorio y en la manera de formular el diagnóstico. Observación H D. A. G., natural de Galicia, con diez años de residencia en la Isla y avecindado en Cárdenas, fué inscrito en el número 2,010 del registro de la clínica el 18 de Setiembre de 1875. Nos refiere que hace tres años advirtió disminución de la vista en ambos ojos, sin que du- rante este tiempo el mal hiciese gran progreso, le pareció tener siempre un velo delante de los ojos que le impedia leer la letra de los periódicos, niega todo antecedente específico, ni venéreo, y aunque confiesa que de mañana toma siempre algún licor en corta cantidad, cree que no puede haberle hecho daño. La agudeza visual era de mi- tad, corregida la presbicia propia de sus 50 años. Ha- biendo hablado reservadamente al enfermo, alejamos toda sospecha de antecedentes venéreos ó específicos. Pasamos al exámen oftalmoscópico y encontramos la atrofia inicial de la mitad interna de ambas papilas. Nos llamó la aten- ción este síntoma objetivo, y requiriendo nuevamente los funcionales conferencié en privado con la persona que le acompañaba, la cual me aseguró que aunque en pequeñas cantidades el enfermo repetía las dosis muchas veces al dia. Con esta aclaración no nos fué difícil formular el diagnóstico. Observación 2? C. S., africano, de la raza negra y pró- ximamente de 35 años de edad, fué inscrito en el número 2603 del registro clínico; atribuye su enfermedad al humo que produce la combustión de la madera de yaba, árbol frondoso de esta Isla; no está demas advertir que es una opinión esparcida entre el vulgo la influencia perniciosa que sobre la vista ejerce el humo de esta planta; no ha- llando fundamento para esta manera de discurrir en los 30 casos que se me han presentado dando valor á semejante etiología, nos reservamos el hacer por nuestra cuenta algunas experiencias y observar detenidamente los nuevos casos que tengamos. Después de hacerle el interrogatorio que el buen criterio permite en presencia de otros enfer- mos, pasamos al exámen oftalmoscópico, pues la ambliopía no podía graduarse por no saber leer el enfermo. La atrofia de la mitad interna de ambas papilas fué el único síntoma objetivo que nos acusó el oftalmoscópio, llevándonos á un interrogatorio reservado, donde descubrimos que acostum- braba tomar aguardiente cuatro ó cinco veces al dia, desde hacía once meses, y en pequeñas cantidades porque no le era posible lograr más. Observación 3? Cipriana F., lavandera, de la raza negra, de 45 años de edad y nacida en Cuba, fué inscrita en el número 2681. Hace once meses que empezó á perder la vista, habiendo ella observado que coincidió con la sus- pensión del flujo catamenial; en sitios donde la luz no es intensa ve mejor, á veces se le presentan por delante pun- tos negros que parecen moscas y en diversas horas del dia le molesta un ligero dolor periorbitario. Suponiendo que se trataba de una enfermedad interna del ojo, después de oir lo que tuvo á bien decirme, pasé sin interrogarle al exá- men del interior del ojo. La atrofia de la mitad interna de ambas papilas con ausencia de todo síntoma local nos lla- mó la atención, y aunque se trataba de una mujer, su con- dición me autorizó á sospechar abusos alcohólicos, que me confesó después, diciéndome que al presente nó, pero que ántes acostumbraba á tomar ginebra á pequeñas dosis y varias veces al dia. La mayoría de los casos han sido tratados por el bro- muro de potasio, obteniéndose un resultado favorable siempre que el enfermo ha estado sometido por mucho tiempo al tratamiento, y la atrofia de la papila no se ha acentuado. VII. 31 Concluiremos ocupándonos brevemente de la ambliopía. producida por el abuso del tabaco. De tres maneras se hace uso del tabaco en la Isla, en polvo para sorber por la nariz, en pequeñas tablillas conocidas vulgarmente con el nombre de andullo para mascar, y por último bajo la forma de ta- bacos ó puros y la de cigarros ó cigarrillos, constituyendo una gran industria. El tabaco mascado es el que positivamente más efectos tóxicos puede producir, siendo una suerte para nosotros que este medio de consumo sea escaso y practicado casi exclusivamente por los desgraciados esclavos que á él re- curren debido á su bajo precio. Ni un solo caso hemos te- nido de ambliopía por intoxicación del tabaco mascado,, quizás porque los que lo usan carecen de recursos para adquirir una cantidad capaz de producir efectos tóxicos. Siendo escaso el número de los que lo usan sorbido, ha sido también escaso el de los afectados de ambliopía, contando tan solo uno. En los fumadores de tabacos puros, que pudiéramos llamar fumadores de buen tono, ha subido la cifra de los afectados, si bien de una manera insignificante al lado de las que arrojan otras enfermedades. Aquí como en Europa hemos tenido ocasión de convencernos que la intoxicación por el tabaco manifestada en el órgano de la vista no obe- dece á una regla fija ni es frecuente dado el número consi- derable de fumadores. A cada paso encontramos individuos que se mantienen todo el dia fumando sin que su vista haya sufrido la menor alteración, en cuanto que otros en iguales circunstancias ó cometiendo menos abusos son atacados de. una ambliopía que no atendida á tiempo les llevaría á la pérdida completa de la visión. No podemos tampoco asegurar que el buen tabaco produzca menos daño; ántes al contrario nos encontramos más dispuestos á creer que -cuanto mejor sea su calidad hay más proba- bilidades de sentir sus efectos tóxicos. Los enfermos en los 32 cuales se ha podido esclarecer la etiología, porque suspen- dido el tabaco la reaparición perfecta de la vista ha tenido lugar, han sido personas acomodadas y que por consiguien- te fumaban buen tabaco. La ambliopía nicotínica no tiene un cuadro sintomato- lógico completo, casi puede decirse que carece de síntomas objetivos. En su desarrollo brusco y en su tendencia á progresar difiere de la ambliopía alcohólica, siendo oscuro lo que podamos decir del pronóstico, pues aunque la ma- yoría de los enfermos á que nos referimos se han curado, no hemos observado suficiente número para asegurar que en éste ó aquel período de la enfermedad el pronóstico sea más ó menos favorable. Los autores señalan la cantidad de 20 gramos diarios de tabaco como suficiente para que fumado pueda tener lugar la intoxicación hasta el punto de manifestarse por la disminución de la vista. Nosotros no hemos calculado la cantidad por su peso y sí por el número de tabacos puros, que han llegado á 22 diarios en los que más se han excedido y de 10 á 12 en el mayor número, siendo dudosa la etiología cuando la cifra no ha pasado de 6 á 7. El tratamiento que más resultado nos ha dado, ha sido primero la supresión gradual del uso del tabaco, los vomi- tivos y los amargos para despertar el apetito generalmente perdido y las corrientes eléctricas interrumpidas aplicadas á la frente y sien. VIII. Resumiremos todo cuanto hemos expuesto en las si- guientes conclusiones: o i* La oftalmía purulenta es más frecuente en Cuba que en Europa y su mayor gravedad puede atribuirse á la elevada temperatura de nuestro clima. 2? El agua blanca usada por el vulgo en esta Isla para todas las afecciones de los ojos puede ser perjudicial en 33 ciertas queratitis y de aquí la necesidad de moderar su uso. 3? Los casos de glaucoma son numerosísimos en este clima, presentándose bajo todas sus formas; la que pudié- ramos llamar á simple tensión la juzgamos inoperable. 4? El mayor número de amaurosis ha sido debido, como acontece siempre, á la atrofia de la papila del nervio óptico, no figurando la sífilis en la etiología tantas veces como hubiéramos esperado. 5:.1 La ambliopía alcohólica la hemos observado muchas veces, debida al consumo de licores que tiene el pais; entre los individuos afectados ha sido escaso el número de ébrios y las bebidas que más daños han causado han sido la gi- nebra y el coñac. La atrofia de la mitad interna de la pa- pila, sin ser un síntoma constante, nos ha servido de guía para formular el diagnóstico. 6'.1 La ambliopía n¡cotínica apesar de lo mucho que se fuma en este pais no la hemos observado con frecuencia, y siempre en personas de buena posición; el resultado que hemos obtenido ha sido siempre favorable, merced á un tratamiento tónico y á la electricidad. CLINICA DE ENFERMEDADES DE LOS OJOS. DEL DR. J. SANTOS FERNANDEZ. Estado de los enfermos asistidos desde 1? de Abril hasta el 31 de Diciembre de 1875. Total general de enfermos ASISTIDOS I . IOI OJO enfermo Ambos ojos. 635 Ojo derecho. 254 Ojo izquierdo 287 Exoftalmia. j Por quiste de la órbita 1 2 u 2 pq re (u 8 1 i ( Por aneurisma de la oftálmica. 2 N j Por no traumática 12 S ° “ — ( Por traumatismo 69 Q> Flemón por causa traumática 2 Acomodación Astenopia acomodativa 22 Astigmatismo 3 O •H o o re Asimetropia 2 Presbicia.. 32 Ü (0 tí Hipermetropia 24 Miopía.... 46 Amiaurosis { Sin lesión interna... 3 Por atrofia de la papila 61 Por atrofia de la papila 39 Ó ü Ambliopia. J Simulada 2 fe 1 Alcohólica 26 M ¡K 'O S 2 Nieotinica 6 W "g tí g Neuritis óptica 4 a Hemeralopia 3 Glioma.... 3 Desprendimiento de la retina 16 Retinitis pigmentaria 9 ai Simple 17 tí p Coroiditis. < Atrófica 21 M O Específica 20 tí o Cl-1a.iip.nma.. « Simple 47 o Agudo y crónico . 49 Cuerpo Mosca fisiológica 7 vitreo. Opacidades T9 Traumática 5 6 Capsular 4 M h3 Capsulo-lenticular 3 Pinguécula 3 M H f Simple r9 s i & Catarral 19 *-> fe i Flictenular 9 ' o o Conjuntivitis. Pustulosa 3 Purulenta r5 Leucorreica 3 - Granulosa 8 I xá en s Neuralgia del 5° Par 6 1 Nistagnus... 3 ! W re tí 3 Parálisis. í M tercer par 3 O O M 0 1 Del sexto par 3 ü o 2 3 Insuficiencia del elevador del párpado 3 W o tí 2 Extrabismo. Divergente 31 / < 1 1 * Convergente 3-ll Ptosis W( \\ Folículos pilosos inflamados Pedículos ciliares 2 1 Blefaritis. J Marjinal 18 0} ; O • * Pitiriásica J5 Chalacion . 10 P . < ' tí ; tí dd t d ) semestre 40 rs. vellón j El número suelto vale 75 centavos. El pago de provincias [España] podrá hacerse, bien en libranzas del giro mutuo, bien en sellos de franqueo [que no sean timbre de guerra. ] Toda correspondencia se dirigirá al Sr. Dr. D. Ra- fael Ulecia, Caballero de Gracia, NV 9. 2? piso, Ma- drid, único agente en la Península; las cartas que in- cluyan valores, han de estar certificadas, sin cuyo re- quisito no se responde de ellas. En Francia y América del Sur fijarán los precios de suscricion los Sres. corresponsales. La Crónica admite en sus cubiertas anuncios á precios convencionales. •De las obras que nos remitan se publicará un juicio crítico y dos anuncies. Se suscribe en la Redacción y Administración, ca- le de Neptuno, mino. 62, en donde se hallarán de ven- ta co'ecciones del año anterior, á $ 6 papel el ejemplar. ANALES D‘E LA REAL ACADEMIA de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana. DIRECTORES. Eres. D. Antonio Mestre y D. Felipe Rodríguez. Esta publicación, que entra en el décimo año de su existencia repartiendo la entrega cua- renta y tres y constituyendo el tomo trece de la colección, es la que mas vida ha tenido de to- das cuantas han visto la'luz pública en la isla de Cuba. Organo de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, ha sido y es un ma nantial perenne de preciosos trabajos depurados en las discusiones provocadas en el seno de la Corporación. Todo médico amante del estudio y que desee seguir los progresos de la medicina insular después de la fundación de la Academia, época de verdadero renacimiento para las ciencias en Cuba, no debe descuidar el examen de los trece tomos que hay publicados y que tantos asuntos de importancia encierran. No dudamos, pues, recomendar muy especialmente á los suscritores de la Cn'mica una publi- cion, cuyo mérito está en contraposición con la exigüidad de su precio. Los Anales de la Academia se publican el 15 de cada mes. El precio de la suscricion es de $3—50 centavos en la Habana y $ 1—50 centavos en el resto de la Isla. Todo lo que concierna á la Administración debe dirigirse al Dr. D, Gabriel María García, Neptuno número 61, y las comunicaciones, memorias, periódicos, libros, &c., &c , al Dr. D. Antonio Mestre, secretario general de la Academia, calle de Jesús María número 26. NOTA.— Los se flores suscritores de la Crónica medico quirúrgica, que deseen suscribirse á los Anules, pueden, si les es mas cómodo, dirigirse á esta Redacción, que á su vez lo hará saber á la Administración hermana. REVISTA CONTEMPORANEA, periódico internacional, dirigido por D. José del Perojo. Expresión exacta del movimiento intelec- tual de Europa. Se suscribe en La Propaganda Literaria, O’Reilly, 54, Habana. MUNDO SENSIFICO, POR J. R. LEAL, PROFESOR DEL ATENEO DE MADRID, Y DIRECTOR QUE FUE DE “LA LEGALIDAD.” Se ha terminado la impresión de este libro de educación social y moral, donde con accidentes dramáticos se hace aplicación de las ciencias morales y físicas á los problemas de la vida. Un tomo en cuarto, de cerca de 300 páginas, impreso con lujo por La Propaganda Literaria, editora, O’Reilly, 54, Habana, á laque se dirigi- rán los pedidos acompañados de su importe bajo cubierta certificada. BILLETES DEL s 5 BANCO ESPAÑOL.