ToxiM de la orna — EN — LA FIEBRE AMARILLA Comunicación presentada al Congreso Pan Americano celebrado en México. Por los Doctores J, N, DAVALOS Y E, ACOSTA Profesores del Laboratcsio Eacteri'oleg'co de la Clónica Médlco-Quuürgica de la Habana. 1807. IMP. DE J. NI. RAMEAU CALLE I)E VAPOR NUMERO 17 HABANA. Muchos son los investigadores que se han ocupado del estudio de la fiebre amarilla. Le Dentec en Fran- cia, Freire en Iiio Janeiro, Carmona en México, La- cerda en el Brasil, Sternberg, Gribier, Finlay, Delgado, Tamayo en la Habana y otros más que formarían interminable lista, han contribuido con sus esfuerzos á esclarecer algunos puntos importantes de la etiolo- gía de este terrible azote del continente americano. Y juzgamos así los trabajos realizados por tan dis- tinguidos profesores, porque en toda experiencia los resultados ya sean negativos ó positivos aprovechan al investigador que las realiza ó al que después de él, desée continuarla. Así se explica el adelanto en cualquier ramo del saber humano, así nos explicamos el progreso por el mejoramiento incesante de algo que se encuentra, inventa ó descubre. Le Dantec asegurando que ha encontrado cristales de hemina en los vómitos de enfermos amarillos, pero ningún germen en el riñón, bazo, hígado y cerebro; Sternberg y Tamayo aislando innumerables gérme- nes, ningunos con caracteres especiales para provo- car la infección; Gribier creyendo posible encontrarlos; Freire, Carmona, Lacerda, Finlay y Dalgado, encon- trándolos y creando distintos procederes de vacuna- ción, todos á nuestro juicio se han hecho acreedores al respeto y admiración de los hombres de ciencia, aun- que sus trabajos no hayan conquistado la verdad, en 4 el problema etiológico y terapéutico (le la fiebre amarilla. Nosotros con la seguridad de ocupar honroso pues to entre ellos hemos emprendido también el estudio de la fiebre amarilla, pero con una ventaja; que pode- mos aprovechar las enseñanzas que sus triunfos ó fra- casos experimentales de investigación nos brindan, uvo Por eso]hemos pretendido buscar el germen pro- ductor de la enfermedad ya sea la bacteria sagú i- Ni eebri de Richarson, el micrococo de Charrin y Ca- pitán, el cryptococus xanthogenicus de Freí re, el peronosporea lutea de Carmena, el champignón de Lacerda ó el tetracoco versátilts de Fin ¡ay. Nuestras investigaciones han sido inspiradas en nueva fuente, en el estudio de las toxinas y éstas del mismo modo que en otras enfermedades pueden ofre- cer al investigador, los recursos necesarios para (‘vi- tar, dominar y curar la fiebre amarilla. No podemos dar á conocer en detalle nuestros es- tudios porque iniciados poco lui, tienen que sufrir la sanción del tiempo y el severo fallo de las investiga- ciones repetidas, pero el deseo de llamar la atención á los hombres del siglo de Pasten r, como los de- nomina el Doctor Coronado, nos impulsa á presentar a ese respetable Congreso, el resultado de las inves- tigaciones que hemos realizado auxiliados por los Dres. Calvo y García Rijo y favorecidos por dos cir- cunstancias: 1* La de existir un Laboratorio debido a la ini- ciativa de un hombre amante cual ninguno de la ciencia y de la humanidad, el Dr. Santos Fernández- 2? La de figurar hoy al frente del Cuerpo de Sa- nidad Militar, un hombre prestigioso é ilustrado como el Excmo. Sr. Dr. Cesáreo Fernández de hozada que ha nombrado una comisión para el estudio de la fie. bre amarilla, á la cual pertenecemos (1). (1) Con fecha 27 de Septiembre de 1P90 se remitió al Excmo. Sr. Presiden- te de esta Comisión, un informe dándole cuenta de los trabajos realizados y de la» experiencias anotadas en esta comunicación. Si nuestros esfuerzos científicos rompen el tenebro- so misterio etiológico que rodea á la fiebre amarilla, á ellos se deberá principalmente el bienestar de la hu- manidad y de nuestra patria- 5 Inspirados en los trabajos del profesor Bouchard acerca del poder urotóxico de la orina, hemos repeti- do en la de los individuos afectos de fiebre amarilla las experiencias realizadas por Bouchard, Más de cien ejemplares han sido escojidos para es- tos trabajos y numerosos conejos sacrificados. Las inyecciones intravenosas y subcutáneas nos han demostrado su toxicidad debida nó á los elementos naturales de la orina, sino á los de nueva formación, es decir, á los segregados por los gérmenes que contenía. Hemos comprobado que el poder urotóxico varía sugún el periodo de la infección y que la urea no jue- ga papel ninguno en el pronóstico de la fiebre ama- rilla. En efecto aquel ha sido el máximun de 15 por 100 y el minimun de (1 por 100, siendo de notar que al principio y al fin de la enfermedad es cuando hemos comprobado mayor toxicidad Este dato lo hemos aprovechado para formular la siguiente conclusión: A mayor intoxicación del enfer- mo menor toxicidad en la orina. A menor intoxicación mayor toxicidad. Y se comprende, representando la orina uno de los recursos que el organismo enfermo posee para eliminar sus venenos, aquella será más tó- xica cuanto más se haya desembarazado este de sus venenos y menos tóxica cuanto más los haya reteni- do. Por tanto en el primer caso el enfermo estará me- nos grave, dispuesto mejor á defenderse aunque su orina más tóxica y en el segundo más grave, con me- nos elementos de defensa pero su orina menos tóxi- ca. Respecto á la urea no tiene significación pronostica ninguna en la fiebre amarilla, El profesor Bouchard, dice: «la urea en las dosis en que la encontramos en el organismo de los estados patológicos no puede ser invocada para explicar los accidentes llamados uré- micos. Para matar un hombre se necesita la cantidad de urea que fabrica en 16 días. He combatido la teoría que vé en la urea este ve- ueno, no porque yo niegue la toxicidad de la urea (admito la del agua destilada) sino por que estoy cier- to de que la urea no puede ser tóxica en las dosis en que existe en la sangre de los urémicos.» Nosotros hemos podido comprobar que: Io Conejos inoculados intravenosamente con orina cuya urea era normal morían, marcando la ori- na un poder tóxico variable de 6 á 3o por 1000. 2 o Conejos inoculados por igual proceder con orinas cuya urea esa insignificante de 2 á lo por 1000, morían marcando la orina un poder tóxico de G á 30 por 1000. 3o Conejos inoculados por igual proceder con ori- na cuya urea representaba cifras de 26 á 4o por 100o, morían marcando la orina un poder tóxico de 6 á 30 por 1000. Como se vé iguales han sido los resultados tóxicos de las orinas apesar de la,mayor ó menor cantidad de urea que ellos contenían. Pero aun más; con suma frecuencia hemos podido comprobar que resultaban menos tóxicas las orinas que estaban más cargadas de urea y por el contrario más tóxicas las que el análi- sis demostraba que contenía poca urea Por lo tanto creemos haber demostrado que los en. ferinos de fiebre amarilla no mueren de uremia, sino por las toxinas que se elaboran en su organismo. Estas son las que nosotros venimos persiguiendo y creemos haber encontrado en la orina. Con ellas, po- demos matar á pequeñas dosis á conejos ya sea intra- 6 7 venosamente, ya sea por inyección hipodermica. Con ellas estamos inoculando un caballo cuyo suero tiene actualmente un poder inmunizante de 500 uni- dades con relación del peso del conejo. La siguiente experiencia demostrará nuestra in- terpretación: Conejo A. De 1,275 gramos «le peso. Se le inocula la 500 ava parte de su peso de suero del caballo, ex- traido en sangría. Conejo B. De 1,200 gramos de peso Se le inocula la 1,000 a va parte de su peso de suero del caballo. Conejo C. De 860 gramos de peso. No se le inocu- la suero. A las 12 horas de haber inyectado el suero á los conejos A y B se le inyectan así como al testigo 5 gramos de orina preparada. El conejo B, cuya cantidad representa 1 por 1000, empieza á demacrarse y á perder de peso hasta que muere 13 días después con 700 gramos de peso. El conejo C, testigo sufre igual demacración y muere á los 20 días, El conejo A, cuya cantidad de suero es de 1 por 500, se sostiene vivo con escasa pérdida de peso que recu- pera fácilmente. Este conejo murió á los 45 días des- pués, pero no por la acción de la toxina que fue sin duda neutralizada por el suero. 1° Estamos pues eu posesión de una toxina in- munizante encontrada en la orina de los enfermos de fiebre amarilla. Con ella inmunizamos caballos. 2. El suero de estos caballos evita basta 1 por 500, la acción de las toxinas aisladas 3. Si cuando lleguemos á una inmunización po- tente, el suero que se obtenga evoluciona en el orga- nismo humano como algunas toxinas, desdoblándose en antitoxina, la curación de la fiebre amarilla será un problema resuelto