yU*¿*É* ./íj- /*. ¿&^o£^ LIBRARY SURGtON GENERALS CI-HCE] MAY 12 1899 ^, £c,$.>^ & I \-' X ftk; SOBRE ¿a &a ECT^IP ESCRITA ^ q/fc¿«/ ¿/eZ Cuerpo de Sanidad militar, medico-cirujano del Real Hospital de Caridad de San Felipe y Santiago de la Habana, socio facultativo del Liceo artisti co y literario, etc. T í R "f'-> \ '¿wr 1 •URG'iíJNüLNc-x :. XCEÍ HABANA, Imprenta y papelería de Barcina, calle de la Reina n. 6't 1856. * i MEMORIA SOBRE L.A LACTANCIA Premiada por la sección de literatura del Liceo artístico y lite- rario de la Habana, en el certamen de los juegos florales del año de 1849. LACTANCIA TESIS, sobre la materia siguiente propuesta por el Liceo artístico y li- terario de la Habana para el certamen délos juegos florales del año pasado de 1849. "Sentado el principio de que la lactancia maternal es la mas conveniente, determinar los casos en que debe suspen- derse: y demostrar si en ellos será preferible la lactancia ar- tificial, á la de una nodriza estraña, teniendo en considera- cionlas que comunmente se emplean entre nosotros." Abrasando la materia sobre que voy á discertar, dos puntos escenciales, dividiré en otros tantos artículos la tesis ____>J____ que tengo el honor de presentar al juicio de la ilustrada sec- ción de literatura de este Liceo artístico y literario. Feliz yo si consigo llenar el objeto que se ha propuesto. "La planta que es indígena de un pais, no se aclimata en otro sin peligro de perecer. La madre es el terreno y cli- ma del hijo, y respecto de este se dis- tingue casi tanto déla nodriza estraña como la naturaleza del arte." Dr. D. Francisco Alonso. ARTÍCULO PRIMERO Según el voto de la naturaleza, la lactación debe ser mater- nal; ella satisface mas que ninguna otra, las necesidades de la criatura. ¿Pero en qué casos no puede tener lugar, y ha de sus- penderse? Los estrechos vínculos que unian á la criatura á la ma- dre en el seno materno, no se rompen con el nacimiento; al contrario, desde ese instante en que el hombre siente por pri- mera vez la impresión de la luz y demás objetos que le ro- dean, que viene á habitar en un mundo desconocido; enton- ces es, que necesita con mayor razón de los socorros de sus semejantes; en particular los de aquella madre tierna y sen- sible que lo ha llevado consigo po" espacio de nueve meses. El niño en esta época ignora los peligros que le rodean, solo es dirigido por el instinto conservador, que le advierte la ne- cesidad de alimentarse, con sus gritos y llantos implora la ca- ridad del ser humano. El primer año de su existencia es el mas peligroso; es tan débil y delicado, que titubea entre la vi- da y la muerte. Por esto dijo Plinio, que el mas poderoso del mundo, en este estado de miseria y dolor, era mas débil que ninguno de los animales. Así, la lactancia es el complemento de la maternidad, es un sagrado deber que impone la naturaleza, que reclama la humanidad, y que recomienda el interés físico y moral de la muger; y las que sin motivos legítimos dejan de cumplir con él, no solo faltan á su obligación oponiéndose á los fines que la naturaleza se propone, haciendo partícipe á una no- driza del tierno título de madre, sino también se esponen á comprometer su salud; según se verá mas adelante. Es innegable la superioridad de la lactancia maternal sobre los otros medios de alimentar al niño. La leche qne se- gregan los pechos de la muger recien parida, es sin duda la —íi- mas apropiada al estado de los díganos del nuevo ser; sirve mejor (pie los purgantes para la evacuación del meconio sin ningún peligro. Así, luego que haya descansado del trabajo del parto, debe aplicarle sus pechos, alimentándolo con su le- che hasta que pueda digerir sustancias de otra naturaleza. Es un grave error y unapreocupaciou grande no darle el pe- cho al niño tan pronto como se pueda, condenándolo de ese modo a un ayuno de que luego se resiente; pues que todo nos indica que necesita algún alimento. Los calostros, ó las pri- meras gotas de leche, que son serosas, mueven los intestinos y hacen, evacuar el meconio; son preferibles á cualquiera otra sustancia que se administre con tal objeto. Ademas, no solo tiene necesidad de ese alimento reparador que le ofrece la madre como el mas análogo al estado de sus o'rganos, sino igualmente que en ella encuentra los cuidados apresurados, la tierna solicitud, las atenciones delicadas; y estrechándolo contra su pecho, le comunica el calor necesario para contri- buir á sostener y fortificar su débil organización. ¿Quién sino ella podrá tenerle mas amor y cariño, que le concibió y le dio la vida á despecho de perder la suya? Ella siente por él, le separa de todos los peligros y adivina sus necesidades. Por tanto, no podemos negas que la leche de la madre es la que conviene mejor al niño que acaba de nacer. Esto no admite duda, pues establece la superioridad de las leyes de la naturaleza sobre las instituciones humanas. Estando con par- ticular demostrada por los cambios que sobrevienen en el curso mismo de la secreción, que la primera leche o' calostro como anteriormente he dicho contiene una sustancia albumi- nosa, en lugar de materia caceosa, y otra butirosa, a la vez mas abundante y aceitosa. Estas cualidades qne se encuentran únicamente en la leche de la recien parida, la hacen útil para favorecer la evacuación del meconio, poniendo su digestibili- dad mas en relación con la debilidad de los órganos del niño. Sin cumplir con el deber sagrado de lactar la madre á su hi- jo, no puede llevar el dulce título de madre; evitando ala vez las consecuencias á que está espuesta después del parto, co- mo son obstrucciones, inflamaciones, escirros y cánceres del útero; pues que el trabajo secretorio de las glándulas mama- rias, sirve como de un poderoso derivativo, que se opone á la multitud de males que acometen con frecuencia á las recien paridas, cuando sin motivos no llenan tan útil obligación. Según lo que llevo referido, resulta, que ningún otro ali- mento iguala á la leche de la madre para nutrir al niño; pues que ya se ha nutrido de una sustancia análoga y es necesario _ 4— continuar administrándole una que salga del mismo origen. Si las madres tuvieran presente que ellas son muchas veces la causa de la multitud de males que acometen á los niños, ocasionándoles la muerte, tan solo porque no se les ha ali- mentado con aquel fluido apropiado al estado de sus o'rganos, que la naturaleza le ha ofrecido; ciertamente que esto seria una razón poderosa para disminuir el número de las que la ultrajan, absteniéndose sin motivos legítimos de cumplir con el mas sagrado y noble de sus deberes. "Jamas, ha dicho Vir- rey, las leonas ni las panteras han negado la lactancia á sus lu- jos; estaba solo reservado á la muger, pero no á la pobre y ex- cusable por su miseria, porque esta no es tan ingrata; sino á la rica, rodeada de todos los placeres y bienes de la vida.—Perece su hijo.... ¿Qué importa? con tal que goce ella de sus deleites.... Es á otras que pertenecen los cuidados vulgares de la materni- dad... Una gran señora tiene otras ocupaciones!...'''' No es posible sustituir por medios artificiales, d recur- riendo á personas estrañas; un bien que la naturaleza no le ha dado. ¿Como suplir esa armonía admirable que existe en- tre la composición íntima de la leche maternal, y las necesi- dades siempre en aumento del niño? ¿Como, si la madre no lacta á su hijo, puede suministrarle una leche cuya densidad y cualidades cada dia aumentadas sean progresivamente, has- ta el instante donde la utilidad de una nutrición mas sustan- cial principia á sentirse? Sin embargo, esto sufre algunas mo- dificaciones, pues el darle únicamente la leche de la madre puede traer algunos inconvenientes. Nos podemos engañar si atendemos á la frescura y brillo de su piel que puede prove- nir de gordnra; y por mas hermosa que parezca, no tendrá la firmeza y consistencia que caracterizan el estado de salud, y seria lo que vulgarmente se llama carne de leche. Por otro lado, puede suceder, que no tomando mas que la leche de la madre, si esta sufre alguna enfermedad le faltará el alimen- to. Así será conveniente que cuando tenga el niño seis ú ocho meses se le vaya acostumbrando á tomar otro mas so'lido y de fácil digestión. Pero el estado de civilización ha originado multitud de circunstancias (por desgracia poderosas) en las cuales no se- ria prudente ni aun posible confiar el recién nacido á la ma- dre: siendo entonces necesario recurrir á la lactancia merce- naria o' artificial, que reclama diversas precauciones como se verá mas adelante. Casos en que debe suspenderse la lactancia maternal. Aunque la leche de la madre sea el mejor alimento del —5— niño; á veces hay poderosos motivos que impiden su admi- nistración, y será dañosa d mas peligrosa que la de una bue- na nodriza. La agalacia d sea la falta de secreción de la le- che, la demasiada suceptibilidad del sistema nervioso, el tem- peramento linfático, las lesiones d conformaciones viciosas de los pechos, las alteraciones de las facultades intelectuales, la predisposición y desarrollo de la tisis pulmonal, las escrófu- las raquitismo, abusos en el régimen, los hábitos viciosos, las pasiones desarregladas y demás enfermedades, que disminu- yendo la plasticidad de la sangre debilitan la constitución y hagan predominar el sistema linfático y el nervioso; todas es- tas causas son otros tantos obstáculos directos y á veces insu- perables que contraindican la lactancia maternal. No han fal- tado algunos que han dicho que el niño puede encontrar un alimento conveniente en el seno que le ha dado origen y lo ha llevado hasta su nacimiento; esto es un error, pues por mas brillante que parezca esta opinión, no es racional y nos con- duciría á un resultado vicioso; seria lo mismo que si se pre- tendiera sostener que es preciso habitar en un clima insano, tan solo por el hecho de haber nacido en él, Está probado que la organización alterada de la madre durante el embarazo tiene una acción perniciosa y profunda sobre el niño, y en es- te concepto está indicado separarlo cuanto ante después del nacimiento del foco impuro donde ha vivido; pues de lo con- trario se ha de temer prolongar entonces y acrecentar por la lactancia maternal, la influencia que haya ejercido sobre él, la organización debilitada d viciosa de ella, la cual puede modificarse por los cuidados higiénicos, la habitación en el campo, y la leche de una nodriza sana y vigorosa, medios preservativos que deben oponerse contra las disposiciones or- gánicas morbosas que con tanta facilidad trasmiten los pa- dres, sobre todo las madres á los hijos, mucho mas si habitan lugares bajos, húmedos y sustraídos á la influencia solar; por- que son nocivos al niño que ha venido al mundo con una pre- disposición á contraer las enfermedades de aquellos: hacién- dose por tanto necesario su transporte á los campos, ú otro punto, donde encuentre en un aire puro, un género de vida y una educación apropiada, una amplia compensación á los cui- dados que la madre no ha podido prodigarle. Determinados ya los casos en que la lactancia normal ó maternal no puede tener lugar, réstame examinar si en ellos será preferible la lactancia artificial á la de una nodriza es- traña. —G— ARTÍCULO II. La lactancia artificial debe proscribirse cuanto sea posible; des- pués de la leche de la madre, la que conviene mejor, es la de una nodriza estraña; y cuanto mas analogía tenga con la de aquella, tanto mas útil será piara el niño. LACTANCIA ARTIFICIAL. Nada puede haber mas pernicioso para la salud del ni- ño que la lactancia artificial. La esperiencia ha probado que los que se crian por este medio, están mas d menos dispues- tos á contraer multitud de enfermedades, con particularidad las escrófulas, los vermes intestinales, y todas aquellas que dependen de una alteración del sistema linfático. La leche es la (pie goza de mas vitalidad entre todos los fluidos del cuerpo humano, y lo prueba la influencia casi re- pentina de las afecciones morales sobre la mezcla y combi- nación íntima de sus principios constituyentes. La leche goza de vitalidad mientras está contenida en sus díganos secreto- rios, y el principio de vida de que está animada, apropiándo- le á la constitución del niño, la hace á la vez, toda mas nutri- tiva y fácil digerir. Compárense los que viven del seno de las madres, con los que se nutren artificialmente y se verá que generalmente hablando, los unos son frescos, gruesos y bien constituidos, mientras que los otros son débiles y lánguidos, al menos todo el primer año de su existencia. Véase con que facilidad un desgraciado prójimo á perecer de consunción, soporta la leche que él mismo va á mamar á los pies del animal, d a lmenos la que toma aun con su calor natu- ral. Empero si se le administra una hora después, causará di- gestiones laboriosas, angustias, pesadez en el estomago, etc. ¿Cuál es la causa de esta diferencia? sin duda se debe al prin- cipio de vida de que la leche está animada, mientras que está encerrada en los órganos que le han preparado, principio que se disipa desde el momento que cesa de estar en contacto con ellos. Entonces comienza otra combinación de sus ele- mentos; las leyes químicas, las que rigen á la materia muerta, comienzan á sobrepujar sobre las leyes de la vida, hasta que en fin, la influencia de esta sea completamente eficaz. La lactancia natural creo es, un recurso que se ha procurado la la naturaleza para conservar algún tiempo al hijo en comu- _7_ nicacion directa con su madre, y para ofrecerle un alimento (pie se adapta á la delicadeza de sus órganos. Se olvida (pie la mayor parte de los animales que nos suministran la leche son herbívoros, mientras que la muger saca su alimento de los tres reinos de la naturaleza. La dife- rencia de los alimentos pasan en el producto de las secrecio- nes; hay en la leche de los animales alguna cosa de vegetal (pie no existe en la de la muger. De aquí esa disposición á los ácidos, de que el mismo quilo no está enteramente exento: disposición en efecto muy frecuente en los niños sometidos á la lactancia artificial. Por los movimientos de los labios, el niño que mama ha- ce afluir la saliva en la boca; este humor se mezcla con la le- che, se combina con sus elementos, y estos reciben ya un principio de animalizacion que los hacen mas fácil de ser di- geridos. La mezcla de la saliva con los alimentos es una con- dición esencial para una buena digestión, no solamente en los niños, sino también en los adultos. Nadie ignora que los estómagos muy delicados soportan los alimentos líquidos con mas dificultad que los solidos; y esto depende de que en el acto de la masticación estos se impregnan de saliva, mien- tras que aquellos llegan al estomago como han sido tomados. No se puede tener una idea de todos los peligros que pueden resultar de la lactancia artificial. La leche ya está muy caliente o' muy fria; algunas veces descompuesta, etc. siendo molesto cambiarla; porque dicho líquido varía no so- lamente en cada especie de animal, sino aun en cada indivi- duo de la misma especie. No es necesario hablar de la influen- cia de las enfermedades sobre este licor; obsérvese que no siendo la leche de los animales suficientemente nutritiva, es preciso para acallar los gritos de los niños, darles un alimen- to mas consistente, lo que no deja de tener sus inconvenientes. Resulta de lo que llevo referido que la leche de los ani- males, y generalmente todo alimento artificial, suministra un mal quilo? y puede hacerse por lo mismo causa predisponen- te de enfermedades escrofulosas; sin embargo, como hay ca- sos donde la lactancia natural es imposible, ya por no encon- trarse mugeres propias al efecto, ó porcpie hallándose ren- das las causas que anteriormente he indicado al estado de pobreza de la muger, no le permite tener nodriza estraña: a- consejo en estos casos, que el niño tomla leche a los pies del animal esto es, la lactancia por medio de animales; o al me- nos hacerle beher la leche caliente, acabada de estraer, para atenuar cuanto sea posible los inconvenientes relativos a la lactancia artificial. Es admirable que no se use la leche de bur.ras, que sin embargo es la mas análoga á la de la muger, y la que los estómagos digieren mas fácilmente. En algunos pueblos y con particularidad entre nosotros, se prefiere gene- ralmente la cabra para este uso; y aunque es verdad que pol- la docilidad y conformación de los pezones de estos animales junto con la ventaja que ofrece de que tome el niño una leche que la esposicion al aire ó el enfriamiento no ha alterado, conservando en toda su fuerza la potencia vital de que esta impregnada, llena mejor el objeto deseado, no por esto está escenta de inconvenientes, porque siendo muy espesa, es di- fícil de digerir para el recien nacido: es necesario que este alimento esté cargado de agua, al menos durante los dos pri- meros meses del nacimiento, y por consiguiente la lactancia de que se trata se hace hasta esta época imposible. No obs- tante, sepuede remediar algunas veces en cabras nuevas, que están paridas recientemente y que su nutrición sea esclusi va- mente de vegetales acuosos d yerbas frescas, susceptibles de dar una leche mas tenue y menos rica en materias alibiles, que las que segregan estos animales cuando son mas viejos. La leche de una vaca nueva, caliente aun, no herbida y estendida en la mitad de agua tibia, y gradualmente emplea- da para que no sea acida según veremos, parece ser la que puede soportarse hasta la salida de los dientes. Solo en esta circunstancia puede tener lugar la lactancia artificial. Pero desgraciadamente ia coquetería, la riqueza y el lu- jo han podido mas que la voz de la naturaleza; y las madres sin inconveniente alguno han abandonado sus hijos á otras mu- geres para criarlos: d bien sometidos á la lactancia artificial, les administran al mismo tiempo papillas, sopas, diversos po- tages, el pan, etc. que deben proscribirse, porque todo ali- mento solido en tan tierna edad no puede menos que serle nocivo. "Si priváis á vuestro hijo del alimento que la naturale- za le ha destinado; si no tenéis ánimo de nutrirlo, dice enérgica- mente Ratier, al menos no lo emponzoñéis." No se necesitan profundas reflecciones para convencerse de que la lactancia administrada por una nodriza estraña bien escogida, es superior á los otros medios de lactar al niño, cuando la de la madre no puede tener lugar, Entregándolo á los cuidados de una nodriza, se aproxima cuanto es posible al proceder que sigue la naturaleza; y el estomago del recien nacido se acomoda mejor al alimento preparado por un ser de su misma especie, que á las sustancias estrañas. —9— Ulevci<>n de una nodriza. El examen de una nodriza es de bastante importancia ¡cuántos obstáculos hay que vencer para su elección! su edad, constitución, sanidad, carácter, costumbres, modo de vivir, cantidad y calidad de su leche. La muger que se propone lle- nar esta función debe tener de 24 á 30 años, porque si es muy joven, su cuerpo no aun llegado al grado de resistencia y de fuerza que necesita, y su leche no tiene las cualidades conve- nientes; si es de mas edad, la nodriza principia á estar sujeta á diferentes incomodidades y la leche pierde sus buenas cua- lidades, ¡siendo muy consistente, no tiene serosidad. Debe es- tar dotada con un buen temperamento. El sanguíneo pasa por el mejor; seria útil que fuera casi del mismo temperamento que el de la madre; la nutrición se baria por esta casi seme- jante á laque el niño haya recibido en el seno maternal. Así, cuando la madre es de un temperamento sanguíneo, se elige si se puede una nodriza que sea del mismo; siendo necesario observar que si la madre es cacoquimica, será ventajoso pa- ra el niño ponerle una de un temperamento sanguíneo. Debe- rá gozar de salud; si tiene dartros, sarna, reumatismo, go- ta, etc. d bien que sea hija de padres afectados de algunas de estas enfermedades, podrá comunicar al niño, cuando no las mismas enfermedades, al menos la predisposición para con- traerlas. Y como generalmente entre nosotros esta función está encargada á la raza negra ó etiópica, conviene tener muy presente, que esta está muy sujeta á padecer una variedad de la sífilis llamada vulgarmente bubas, ó sea el pian de los fran- ceses, y elyaws de los ingleses; enfermedades originarias del África, y trasportada en América por ellos mismos; pues aun- que la observación ha probado que es peculiar a los negros, siendo para estos contagiosa y de ningún modo para el blan- co; con todo, introducido el virus en la economía de este últi- mo, ya por medio de la lactancia, ó por otra vía, sufre modi- ficaciones que dan lugar á diversas afecciones, ya de la piel ó de las membranas mucosas, con todos los caracteres de la sí- filis constitucional. Hé aquí las condiciones que ha de tener una negra para ser nodriza, según el Dr. D. Julio J. Le-Siverend: "ser de 22 á 28 años de edad, que no sea primeriza, porque necesita la esperiencia de los cuidados que reclama un niño. Es preciso conocer la medida de su leche, y se puede juzgar de ella por el estado de su primer hijo; debe ser de carnes proporciona- 2 —10- das, esto es, no estar ni demasiado gorda ni flaca, de un cu- tis color de ébano, de buena conducta, carácter dulce, con cierto grado de inteligencia; el olor de su transpiración debe ser suave, debe contar á lo sumo seis meses de parida, pues pasado este tiempo, su leche no es adecuada á las necesida- des del recien nacido; su pecho debe ser ancho, sus mamas pi- riformes y el pezón bien desarrollado." Conviene examinar el estado de su boca y de sus dientes, que estén sanos, sin mal hálito, porque una boca fétida y los dientes cariados son de peligrosa consecuencias: la nodriza tiene siempre al niño sobre la boca; le prepara con frecuen- cia los alimentos que le da, y respira un aire infecto, y se nu- tre de sustancias que han ya adquirido un grado de putridez. La nodriza hade tener buenas costumbres; pues la espe- riencia ha enseñado que las inclinaciones de ella se trasmiten al niño. Al mismo tiempo ha de ser aseada, lavándose con frecuencia, porque en los negros es muy pronunciado el olor sui-generis; habitualmentc activa y alegre, y de algún modo inclinada á cuidar al niño; porque todas no son en el mismo grado susceptibles de aficionarse á sus crias; todas no llenan las funciones que le son confiadas, con un celo ardiente y una paciencia tan grande. En mi concepto será preferible la no- driza esclava á la libre; porque estimulada con la esperanza de la libertad que generalmente se les concede á la conclu- sión de la lactancia en compensación de los desvelos (pie ha prodigado al niño, se dedica con bastante esmero á cuidar de la salud de su cria. Y si es cierto que algunas no cumplen de- bidamente este fin, quizá será porque no se les asegura esa libertad que tanto anhelan; y en la duda y desconfianza el a- bandono se apodera de ellas. Seria conveniente que cuando se les entrega un niño á sus cuidados se les asegurara con he- chos, aunque de un modo condicional, si queremos sacar de ellas el objeto que nos proponemos.—El separarles sus hijos del seno de sns cariños, para ceder el alimento que la natu- raleza les concedió á estos, para prodigarlo á otros, que no le pertenece; es si se quiere inhumano. Ella es madre, y no po- drá mirar con indiferencia ese cambio, que tal vez será orí- gen de la muerte del hijo que verdaderamente ama. Consér- vesele á su lado; dispénsensele cuantos cuidados se puedan, y si es posible concédasele también su libertad, como en pago del cariño maternal que se le roba, y de este modo la madre sobrellevará gustosa la función que se le encarga. ¿Quién no sabe que el dar de mamar á un niño después de un acto de —11— colera, de sorpresa o de disgusto es peligroso á la criatura? las afeccione.», morales obran poderosamente sobre la leche de la madre, y se reflejan, digámoslo así. sobre este líquido. El Dr. D. Julio J. Le-Riverend, ha espuesto eu su inte- resante memoria sobre la leche lo siguiente. "No es indiferen- te elegir la nodriza en una ú otra de las tribus que proveen de esclavas á la Habana; la esperiencia nos ha demostrado que existen entre sus facultades cerebrales diferencias muy marcadas. A continuación damos un resumen de lo que sobre el particular nos ha dado á conocer el estudio frenológico he- cho por mucho tiempo." 19 "En todas las mugeres de esta tribus, se haya muy desarrollado el órgano de la.filogeiiitura." 2? "Hállanse en igual caso los de la combatividad, los de la destructividiul, de la adquisividad, de la circunspección, de la firmeza, y de la estimación propia; en los carabalies." 3? "Los de la adquisividad, circunspección, firmeza, orgu- llo y secretividad, en los lucumies." 4? "En los congos, los de la amistad, alegría, secretividad, adquisividad y benevolencia. 5? "En los gangas, la amistad, la benevolencia y la venera- ción." 6? "En fin, en los macúas, la adquisividad, secretividad y aprobación.'''' "De estas observaciones resulta que generalmente ha- blando las mugeres congas y gangas son las que naturalmen- te deben preferirse en el sagrado cargo de nodriza; pero co- mo en ellas no se encuentra la buena organización física, que en las carabalíes y lucumíes, se advierte, que no refiriéndose nuestro examen frenológico al individuo, sino ala especie, no los presentamos mas que como auxiliares; haciéndose ver al mismo tiempo la importancia del dicho examen en la elección de una nodriza." Cualidades de la leche de una nodriza. La leche de las mugeres es generalmente mas acuosa que la de los animales. Para que sea buena, es necesario que esté ligeramente azucarada, no acida (lo cual se conocerá con el papel azul de tornasol, según veremos mas adelante) sin olor, de un tinte opalino d azuloso y capaz de mantenerse en gotitas sobre los cuerpos pulidos como el vidrio; no muy flui- da ni espesa y en suficiente cantidad para nutrir al niño; sien- do conveniente que la nodriza esté recien parida, porque en- -13- tunees su leche ¡roza aun de las propiedades lncsantes quela hacen propia para editar ligeramente el canal digestivo del niño. Este líquidí. adquiere gradualmente mas consistencia; se hace blanco de amarillo que era, espeso, muy grasiento y sus- tancial. Cuando tales modificaciones se verifican durante a lactancia, son Titiles, porque proporcionan de abjun modo la solidez del alimento á los progresos y necesidades incensan- temente mas considerables de la organización. De aquí se de- duce los inconvenientes (pie hay en administrar al niño aca- bado de nacer una leche demasiado refractaria á sus fuerzas digestivas y suceptible por tanto de provocar grandes irrita- ciones en el canal alimenticio.—La del segundo al tercer par- to es mejor que la del primero. La abundancia de la leche de la nodriza no está en rela- ción con el volumen aparente de los pechos, especialmente en los que tienen mucha gordura. Para conocer su cantidad, lo mejor es dar de mamar al niño, y cuando esté bien entrete- nido, retirarle el pecho, examinándose entonces si la leche continúa saliendo con alguna fuerza; en este caso hay bastan- te: lo contrario, indica que la nodriza tiene poca, y que ver- daderamente no podrá acabar la lactancia del nino, lo cual es un gran mal principalmente en las negras libres, que por no perder el lucro que les proporciona este destino, les adminis- tran á ocultas de los padres, sopillas, y otros alimentos que les ocasionan frecuentes indigestiones y otras enfermedades. Por tanto, ya que esta función está encargada general- mente entre nosotros ala raza negra, conviene no dejarlas de vigilar; y todas las veces que el niño se depaupere entre sus manos, si este estado no se esplica por las enfermedades evi- dentes y estrañas á la lactancia, es preciso cambiar pronta- mente de nodriza. Pero muchas ocasiones las enfermedades de los niños de- penden únicamente de la calidad de la leche de su nodriza. Las investigaciones de los Sres. D'Arcet y Petit, han con- ducido á consecuencias prácticas del mayor interés sobre las cualidades químicas de la leche, en sus relaciones con la sa- lud de los niños y elección de las nodrizas. Los químicos en el examen de la leche, la han encontra- do ya acida d alcalina. Pero como es necesario determinar á priori cual de estas cualidades ha de tener para que sea de buena naturaleza; de aquí las investigaciones de los Sres. D'Arcet y Petit para poderlas determinar. Para no desmerecer el mérito del informe de estos seño- res al presidente de la sociedad de medicina del departamen- — 13— to del sena, copiaré lo mas interesante de él de la traducción que en años pasados hizo mi malogrado y distinguido amigo el Dr. D, Manuel Valdes Miranda. Dice así: "Admirado Mr. D'Arcet de esta contrariedad de opinio- nes, se entrego al examen de la leche de un gran número de vacas que vivian bajo diversas condiciones, y llego á recono- cer, que en general las que viven encerradas en establos, co- mo se acostumbra en Paris, dan casi siempre la leche acida d muy poca alcalina; mientras que las que viven al aire libre en buenos pastos, la suministran ordinariamente con una al- calinidad bastante pronunciada. En un viaje que hizo á Flan- des en noviembre de 1825, con Mr. Gay-Lussac, tuvieron el pensamiento estos dos celebres químicos de examinar la le- che de las vacas de este pais, y de verificar así las observa- ciones que el primero había principiado en Paris. Se fueron en efecto á las hermosas haciendas de Wevelghem, donde sa- bían que existían un gran numero de vacas que estaban casi siempre al aire libre y en escelente pasto. A todas les halla- ron la leche alcalina." "En otras observaciones hechas en el mismo pais, por octubre del año subsecuente, en la leche de vacas alimenta- das con hojas de remolacha y en tiempo de nevada, que no salian del establo mas que dos horas al dia para tomar aire y no para pacer; sus leches enrogecian prontamente y de un modo intenso el papel azul de tornasol." "Mas habiendo comprobado yo, que la leche de las va- cas de París que vivían constantemente encerradas, era con frecuencia acida, he querido en un viaje que hice á Norman- día hay dos años, asegurarme de qué naturaleza era la de las vacas q*ue vivian sin haber entrado nunca en establo y en los pastos tan nombrados del valle de Auge. Todas sin escepcion dieron la leche alcalina." "Estas observaciones repetidas con frecuencia por Mr. D'Arcet le habían hecho pensar, que supuesto que las vacas que viven en las condiciones mas propias, eran las (pie daban siempre la leche alcalina; esta era la que debia mirarse como de buena naturaleza, mientras que debian ser consideradas como de calidad mas d menos inferior, á proporción que en- rogeciesen mas d menos el papel azul de tornasol. Pienso también, que cuando la leche es acida puede mejorarse su ca- lidad por medio de la adición de un poco de bi-carbonato de soda, y que esta sal será un medio de conservar su buena ca- lidad, retardando el momento de su paso al estado ácido. Este medio fué también puesto en práctica en mi habitación, y al —14— instante se vio que la leche hervida no se torcía, lo que con mu- cha frecuencia resultaba antes. "Con este motivo aconsejé al propietario de la vaquería de santa Ana, el usar el bi-carbonato de soda, como medio de conservar la leche, impedir su paso al estado ácido y en su consecuencia, el que no se tuerza. Así es que desde 1829 la leche que sale de esta vaquería, y que pasa en Paris por la mejor, contiene cerca de medio gramo (9 gra- nos) por pinta de leche. A esta cantidad, suficiente aun en el estío para conservarla muy bien por tres dias, se añade mas si se quiere conservarla por mas tiempo; y esta adición lejos de tener ningún inconveniente, parece al contrario que favore- ce la digestión. Por último, hoy hay muy pocas vaquerías en Paris que no le pongan á la leche, ya sea un poco de bi-carbo- nato de soda, ya de potasa, bien que es preferible el primero puesto que la potasa comunica á la leche, las mas veces su mal gusto." "La adición del bi-carbonato de soda, lejos de tener in- conveniente, favorece al contrario la digestión, y esta observa- ción que el Dr. Lucas habia hecho hay mucho tiempo, lo he comprobado en Vichy donde con frecuencia le poníamos á la leche un poco de agua mineral, para hacerla digerir á ciertos enfermos que sin esta adición no la soportaban. El bicarbonato de soda es también útil, ó un remedio de que se puede servir con provecho en las casas, cuando al hervir la leche se tuerce; entonces basta para volverle á su estado natural ponerle cierta cantidad de esta sal, y poder tomarla en seguida tan buena co- ma si no se hubiera torcido." ,,Mas lo que era sobre todo importante estudiar, es la in- fluencia que la leche egerce sobre la salud de los niños, según que la tomen acida ó alcalina, ó en otros términos, si lo que se llama buena ó mala nodriza, es debido á que sus leches ten- gan una ú otra de esta cualidades. Las investigaciones hechas al principio por Mr. D'Arcet, y continuadas después por mí, no tardaron en darnos consecuencias de la mayor importancia. Habia anunciado este trabajo, que otras ocupaciones me han im- pedido continuar, en la nota colocada al frente de uua memo- ria que he publicado á principios de 1827. Ahora estoy dedica- do á otro trabajo, que tiene por objeto demostrar como la aci- dez de la leche que se observa en algunas nodrizas, es una cau- sa poderosa de enfermedades, y por consecuencia de mortalidad en los niños; siendo de la mayor importancia preferir siempre las nodrizas de leche alcalina; mas que es fácil y posible comu- nicar á la leche de estas últimas su buena calidad, sometiéndo- las al uso de algunas bebidas alcalinas." —15— "En lugar de no hacer como se práctica hoy, mas que ver ol color y la densidad de la leche de las nodrizas, para saber si la tiene de buena d mala calidad; nosotros mas simplemente nos limitamos á examinar sus leches con el papel azul de tor- nasol, y no tardamos en reconocer lo que sospechábamos; esto es, que unas tenian la leche acida y otras alcalinas, siendo és- tas en mayor número. Hemos también observado la influencia que estas diversas leches ejercen sobre la salud de los niños, y notado que aquellos cuyas nodrizas les daban leche alcalina, ja- mas la vomitan, ó por lo menos es muy raro; la digieren per- fectamente y su salud nunca está alterada; mientras que los que la toman acida ó poco alcalina, la vuelven instantáneamente en grumos mas ó menos grandes, de donde provienen graves resultados para las nodrizas y los niños." "En cuanto á estos, ya se deja ver que un niño que vo- mita todo ó casi toda la leche que toma, quiere á cada instante mamar, y que en vez de tomar el pecho cuatro ó cinco ocasio- nes al dia, es preciso dárselo cuarenta ó cincuenta. La nodriza no tiene casi tiempo para dormir; y por otra parte, los pechos constantemente escitados por la succión del niño, concluyen las mas veces por enfermarse." "Mas los inconvenientes que resultan para el niño de este mal alimento tienen todavía consecuencias mucho mas graves." "Cuando la leche halla grande acidez en el estómago, ó que esta la posee antes de ser ingerida, se coagula inmediata- mente y se transforma en una masa indigesta que el niño se ve obligado á arrojar; y si este continúa haciendo uso de ella por algún tiempo, su estómago no tarda en fatigarse y enfermar. ¡Cuántos niños no se ven atacados de cólicos y diarreas, desme- jorarse diariamente y sucumbir, nada mas que en consecuen- cia de este mal alimento! Examínese la leche de sus nodrizas con el papel de tornasol, y nos convenceremos de que estos des- órdenes provienen de su falta de alcalinidad." „En tales casos se supone con razón, que la leche de lá nodriza no conviene al niño, y se trata de buscar otra; mas no se sabe el porqué de esto y se dá otra, cuya leche es quizá tan mala como la de la primera " •'Creo pues, que cuando se trata de la elección de nodri- zas, siempre debemos examinar la leche con el papel azul de tornasol, á fin de asegurarnos si ella es acida ó alcalina. Empe- ro en el caso en que la nodriza no tenga otro inconveniente que el de su loche acida, teniendo otras cualidades buenas, pienso que se podrá remediar el deshacernos de ella. Nada és mas fá- cil en efecto, que dar á la leche la calidad buena que le falta, _1G— pues para lograrlo, basta el sustraer á la nodriza de todo ácido, y ponerle al agua que toma ordinariamente cierta cantil ad de bi-carbonato de soda; como por ejemplo media á una dracma por azumbre de agua; de este modo pasa su leche al estado al- calino, y se verá al niño recobrar su salud y nutrir. —Las reglas no ejercen una influencia constantemente 1- déntica sobre las cualidades de la leche de las nodrizas. En la mayoría de las mugeres no aparecen, ó no sobrevienen sino tar- de, durante la lactancia. En otras principian del segundo al ter- cer mes después del parto. £i se presenta una negra para ser nodriza y que sus reglas estén ya restablecidas, es prudente re- husurla; pero cuando este flujo sobreviene algún tiempo des- pués del principio de la lactancia, sin que resulte efectos des- favorables al niño, esta circunstancia no debe obligar á privarle continuar con ella para entregarlo á otras manos. La economía viviente manifiesta gran número de variedades, y es difícil de- terminar á priori los resultados que deben traer las circunstan- cias que nos ocupan. Sin embargo, las esperiencias y observa- ciones de Mr. Rasiborski, parecen probar que durante la época de las reglas en las nodrizas que continúan con ellas, la leche no padece modificación alguna bajo la relación de sus cualida- des físicas, de la reacción química y de su aspecto microscópi- co. Sea de esto lo que fuere, conviene examinar al niño con a- tencion; estudiar las impresiones que sienta, y determiuarse se- gún las influencias favorables ó nocivas, que parezcan obrar so- bre él. Igualmente es necesario juzgar los efectos producidos por el estado de embarazo. Así algunas mugeres como lo observa Jubert, Lamotte, Pusos, Vans-Wietem, pueden sin inconve- niente centinuar lactando hasta que sus pechos no segreguen leche; lo cual sucede en épocas variables según la fuerza de la persona: Ordinariamente del tercero al cuarto mes de embara- zo es que el útero concentra sobre sí todos los materiales nutri- tivos y acciones vitales, de manera á reducir los pechos á la inacción. En otras apenas se han hecho embarazadas, cuando la leche se ha alterado, haciéndose irritante para el niño, y es preciso despecharlo, ó confiarle á otra muger. Pero nunca de bemos creer con Sinibaldi, Bompard y otros, que este fluido en las mugeres en cinta, es causa poderosa de raquitismo en los niños que lo toman. Régimen que debe observar la nodriza. Los alimentos de que hará uso la nodriza serán bien pre- parados, nutritivos y un poco mas abundante que en las otras —IT— circunstancias de la vida; sin que por esto sea glotona. Se ha observado (pie los licores alcohólico», las carnes ahumadas, los alimentos demasiados sazonados, dan lugar en ella á irri- taciones gástricas seguidas de la alteración de la secreción de la leche, y de accidentes mas d menos graves en los niños. Un ejercicio moderado, la tranquilidad del alma, y todo lo que puede asegurar el orden regular de las funciones, emi- nentemente propio para conservar la salud de las nodri- zas y el buen éxito de la cria. No es raro observar, que la leche segregada durante las agitaciones [de la colera, la tur- bación de las pasiones violentas, irritan al niño que la toma, provocándole perturbaciones nerviosas, y aun convulsiones mortales. En el manual de higiene del Dr. D. Julio J. Le-Ri- verend se encuentra relativo á esto el párrafo siguiente. "Para que la lactancia materna sea provechosa al niño, deberá evitar la madre, en cuanto le sea posible, las impre- siones morales espansivas d deprimentes, pues ocasionan mu- chas veces al niño convulsiones, diarreas, epilepsias etc., ac- cidentes que de algún modo se evitan, dejando perder la le- che que las mamas contenían durante la afección moral, y no dando de mamar al niño hasta que se halla restablecido la calma. Deyeux, refiere haber visto una muger propensa á ac- cidentes nerviosos, que cada vez que los sufría, presentaba una leche transparente, viscosa eomo clara de huevo; este lí- quido no volvía á tomar sus propiedades sino después de la accesión. Refiere Sewret que un perrito fué atacado de mo- vimientos convulsivos, por haber chupado la leche de una mu- ger sometida á un acceso de colera; y Burdach, en su fisiolo- gía, que una recien parida dando de mamar á su niño en el momento en que un oficial de policía entro en su casa y le comunico una noticia espantosa, saco muerto de su regazo, en presencia del mismo oficial, el niño que poco antes goza- ba de la mas perfecta salud. Estos hechos prueban cuan ne- cesario es para los niños la calma de las pasiones de sus ma- dres." La necesidad de dejar á los pechos el tiempo suficiente para segregar de nuevo el líquido, y á la muger el descanso in- dispensable, establece siempre cierto intervalo entre cada una de las veces que el niño mama. En el estado normal, cuando los dos individuos gozan de una salud perfecta, dichos interva- los se regularizan ellos mismos; acomodándose á las necesida- des de la nodriza, así como á las del niño. La esperiencia in- dica luego á la primera, el tiempo que es preciso al segundo para digerir una cantidad de leche determinada, y para reno- 3 — l^- tar el sentimiento del hambre. Esta observación debe servir de regla en su conducta. Pero luego que se perciban en el ul- timo signo de irritación ga*tro-intestinal, se ha de recuinr a otros medios. Nuestros predecesores no omitían eutonces ad- ministrar á la nodriza sustancias purgantes que impregnan la leche de sus propiedades irritantes, haciendo en seguida ie- sentir sus efectos en los niños. Pero las medicaciones estimu- lantes del canal digestivo son con frecuencia menos conve- nientes en los jóvenes que en los adultos. En los casos menos graves, basta'poner á la nodriza á dieta, prescribirles bebidas diluyentes y musilasinosas en gran cantidad, ayudas y baños para que se halle la leche menos espesa, menos cargada de materiales nutritivos, y menos propia para estimular las vías gásticas, Conviene que el niño mame pocas pcasiones y en poca cantidad; lo que es fácil en razón de la disminución que los medios precedentes han producido en la secreción de la le- che. Aunque los autores no están de acuerdo sobre el numero de veces que debe mamar un niño en 24 horas, puede estable- cerse como regla general, que debe tomar el pecho cada dos horas, acostumbrándolo á no mamar de noche, y cuando des- pierte, darle un poco de agua azucarada; mamando de este modo y en poca cantidad, digiere mejor, y su estómago deli- cado sufre menos con un trabajo esforzado; la leche no se de- tiene tanto en los pechos, que por esta razón están menos es- puestos á su inflamación. Es un gran mal que se hace en de- jar al niño sin mamar cuatro ó cinco horas; pues sucede que hambriento, mama con codicia, se llena de leche tomando mas de la que su estomago puede soportar, y vomitan con frecuen- cia una parte que se halla coagulada. Ademas, la leche por su larga permanencia en los pechos, pierde su serosidad, y se hace espesa; todo lo cual impide la nutrición del niño y re- tarda su desarrollo. En cuanto á las enfermedades de que las nodrizas pue- den ser afectadas durante la lactancia, se les debe eponer el mismo tratamiento que en cualquiera otra ciscunstancia de la vida. Es de observarse que en estas ocasiones, todas las ve- ces que las irritaciones de las visceras se hacen considerables, impiden la secreción de la leche y obligan á buscar otros me- dios para alimentar al niño. Cuando dichas irritaciones han sido metódicamente combatidas, los pechos recuperan casi siempre espontáneamente sus funciones, y la lactancia puede- continuar sin peligro. En algunas ocasiones es útil ejercer so- bre las glándulas mamarias una revulsión poderosa y suscep. tibie de llamar hacia ellos los fluidos v movimientos vitales —19— que tienden á dirigirse sobre otras partes. Poro entonces la succión producida por el niño, es ordinariamente muy débil para ocasionar tal efecto, y la leche que toma podrá serle no- civa. Por tanto, es necesario ocurrir en estas ocasiones ya á la succión de una persona adulta, d á la acción enérgica, pero á veces dolorosa de animales recien nacidos. Mientras que estas escitaciones se verifican sobre los pechos, conviene cubrirlos de tópicos emolientes tibios; practicar hacia las partes irrita- das sangrías locales, y administrar algunas bebidas diluyentes tibias, susceptibles de favorecer la resolución del estímulo ha- cia las partes esteriores, y volver las funciones á su estado normal* Relativamente á la misma lactancia, hay que seguir dos importantes preceptos, para corregir lo vicioso de lo que voy á esponer: que consiste lo primero en no darle de mamar al niño, alimentándolo con sustancias sólidas: lo segundo en dar- le poco. En el primer caso; se le hace vivir en un estado ha- bitual de indigestión, diarreas, vómitos, etc. que lo aniquila; en el segundo se le fatiga sin necesidad; y puede aun concluir- se por causarle una inflamación del estómago; pues que la privación de los alimentos es una causa de irritación, como la impresión causada por una sustancia estimulante. Por tanto no habrá horas fijas para dar de mamar al ni- ño, como hacen algunas nodrizas, que obran así por su propia comodidad; pero se les presentarán los pechos todas las veces que indique tiene hambre. Según Desesssarts, los signos pol- los cuales se conoce que el niño esperimenta la necesidad de alimentarse son los siguientes: "Cuando tiene hambre, fija los ojos sobre su nodriza, la sigue por todas partes con su vista, y se entristece cuando se separa: dirije sus dedos á la boca y los chupa: la salivase segrega en abundancia; si se le presen- ta el pecho, manifiesta su gozo, sintiéndose que lo aprieta en- tre sus manos. Cuando al contrario, no tiene hambre, lo toma con repugnancia y lo retira sin llanto, después de haber sa- cado poca leche para saciar su necesidad, si esta hubiera sido la causa de sus lágrimas." Hay una costumbre absurda, y por otra parte general, la cual consiste en aplicarle el pecho al niño todas las veces que grita; siendo aun mas ridículo si rehusa tomarle, el po- nérselo en la boca, y aplicándole la nariz sobre él, forzarle á mamar con peligro de sofocarlo; si por otro lado, mama con prontitud, si saca la leche con fuerza, que no puede tragarla á medida que entra en la boca, este fluido refluirá á las na- rices con peligro. En este caso la deglución necesita desean- —20— so; y si esta sola precaución no basta, se le quitará el pecho de la boca de tiempo en tiempo; ejerciendo una presión sua- ve sobre él para impedir que afluya la leche en abundancia. Pero si el niño tose, porque ella halla entrado en gran canti- dad en las vias aereas, es preciso guardarse bien de imitar la imprudente conducta de las nodrizas, que le golpean el espi- nazo, pues de este modo neutralizan ó peitubun los esfuerzos que hace para arrojar el cuerpo estraño del conducto de la respiración. Del tiempo en que debe despecharse al niño. ¿En qué tiempo debe despecharse al niño?—Esta cues- tión ha sido singularmente agitada. En el Canadá los niños maman hasta siete ú ocho meses; en Francia hasta doce o qnince. La especiencia ha probado que los niños que maman mucho tiempo, son débiles, delicados y de poca vida; es por tanto necesario tomar un término medio entre los dos esce- sos; pero este medio la naturaleza es la que nos lo indica: si- gámosla en su ruta, Lila hace brotar los dientes al niño, cuan- do su estomago está en disposición de digerir otra cosa que la leche, al menos así parece que podemos juzgar: pero el tiempo de la salida de los dientes varía mucho; ordinariamen- te brotan del sétimo al décimo mes; unas veces antes, otras después; dicha salida de los dientes, nos indica cuandj debe despecharse al niño. Si salen al cabo de quince meses, no se despechará sino en este tiempo. Pero ¿qué entendemos por destetar al niño?—Es privarle poco á poco de su alimento or- dinario, que es la leche, para administrarle los otros de que se nutren el resto de los nombres 11 é aquí el modo de hacer- lo. No se le ha de quitar de repente la leche, sino poco á po- co; así, se empezará por no darle de mamar sino de cuatro en cuatro horas; y después cada seis, y así sucesivamente. Pa- ra suplir á la leche que le falta, se le prescribirá sopas de pan, fécula con leche, huevos pasados por agua; y á medida que se vayan aumentando los dientes, se les permitirá ali- mentos simples de fácil digestión, como carnes tiernas, legum- bres feculentas, etc. pero en cortas cantidades. Un poco de vino viejo templado con agua, podrá serle conveniente. Esta idea parecerá contraria al uso establecido entre nosotros y á la grande escitabilidad de los órganos digestivos del niño pol- la acción del clima. Entiendo que el privarle enteramente del vino hasta cierta edad, mas bien le seria dañoso. El \ino da- do á los niños en pequeña cantidad, y mezclado con agua, es —21 — un tónico que estimula sucesivamente las fibras de su esto- mago; acelera la digestión, porque suministra un poco de áci- do, (pie es el disolvente de las sustancias grasas, aceitosas que se encuentran en el estomago; mientras que la gran can- tidad de partes acuosas que contiene, disuelve las partes idu- eilaginosas de los mismos alimentos; en fin, laesperiencia tie- ne acreditado, que los niños que toman vino están menos es- puestos á las enfermedades verminosas. Sin embargo, "el mal no está en el uso, sino en el abuso," es necesario ser modera- do en su administración; teniendo siempre presente el estado de sus órganos digestivos, y la influencia que tuviere sobre ellos. Para concluir diré, que también la madre ó la nodriza necesitan de algunos cuidados al tiempo de despechar al niño. Si no se desvía á la leche que se ha de segregar en los pechos, la muger estará espuesta á los infartos lácteos, inflamaciones y otros accidentes. Así, la nodriza deberá un mes antes de destetar al niño, esto es, en el tiempo que no se dará de ma- mar mas de euatro en cuatro horas; ponerse á dieta, d al me- nos, disminuir los alimentos; favoreciendo la transpiración «cutánea, y tomando algún purgante salino. r