NOCIONES DE HIGIENE AL ALCANCE DE LOS NIÑOS POR RICARDO JIMÉNEZ NÚÑEZ Miembro del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra, Licenciado del Real Colegio de Médicos de Londres SAN JOSÉ, COSTA RICA LIBRERIA, IMPRENTA Y ENCUADERNACION ALSINA 1923 NOCIONES DE HIGIENE AL ALCANCE DE LOS NIÑOS POR RICARDO JIMÉNEZ NÚÑEZ li i Miembro del Real Colegio de Cirujanos dé Inglaterra, Licenciado del Real Colegio de Médicos de Londres SAN JOSÉ, COSTA RICA LIBRERIA, IMPRENTA Y ENCUADERNACION ALSINA 1923 BIBLIOGRAFIA Para la redacción del presente libro se han consultado las obras siguientes: Fisher and Fisk . . . How to Uve. Benjamín Harrow . . Vitamines. Conn Bacteria yeast and molds in the home HuxlEy Fisiología. Halliburton .... Los 36 mandamientos de la Higiene. Kilmer Cuidado práctico de criaturas y niños. Arthur Mee Harmsworth Self Educator. Espasa Enciclopedia Enrique Jiménez y Gerardo Jiménez Higiene de las habitaciones y del agua en Costa Rica. LouiS Schapiro .... Publicaciones del Departamento Sanitario Escolar. Guy’s Hospital Gazette Gaceta Médica de Costa Rica William Gorgas . . . Infectious Diseases Still Common Disorders and Diseases of childhood Otero Nuestro cuerpo, nuestra salud. C. Picado Nuestra microbiología doméstica. Elías Jiménez Rojas . . Eos y Reproducción Enrique Jiménez Núñez. Ensayo sabré Antropotecnia (Páginas Ilus- tradas). F. Sancho Jiménez . . Anales del Hospital de San Juan de Dios. Francés Gueick Jewett. The Body and its Defenses. Carracido Química biológica. Etc., etc. CUATRO PALABRAS Dos estimados amigos, profesores de Enseñanza Ele- mental, me invitaron hace algún tiempo, a escribir algunos apuntes sobre Ciencia Sanitaria, que pudieran servirles de guia en sus lecciones a niños de poca edad. Apropiar a la mentalidad infantil los principios de tan vasta ciencia, es difícil tarea, y no me habría animado a emprender este trabajo y publicarlo, sino mediante el estímulo de personas distinguidas en posición y saber. Particularmente, me siento obligado con el esclarecido maestro nacional don Elias Jiménez Rojas, quien se ha dignado leer y corregir el manuscrito, y con el Profesor don Enrique Jiménez Núñez por varias importantes sugestiones que me ha hecho. Píe tratado de hacer labor buena y útil ai país. Si este propósito en algo se hubiere realizado, sería para mí la mayor satisfacción y la mejor recompensa. R. Jiménez Núnez Guadalupe, enero 1° de 1923. INDICE PRIMERA PARTE LA CASA HUMANA Página CAPITULO I. — Estructura Y MECANISMO DR la CASA HUMANA. 15 Los tres pisos. 20 El instrumento de música 28 Los teléfonos 29 Las ventanas 31 La policía y los malhechores 34 CAPITULO II.—La salud Y las enfermedades 38 Los grandes requisitos de la salud 39 Principales causas de enfermedades 43 Los microbios 44 CAPITULO III.—Infección y desinfección 54 1. —Defensas naturales y artificiales contra las enfer- medades 54 Las glándulas del cuerpo como órganos de defensa. .. 59 2. —Medios para evitar la infección 61 A. —La inmunización natural 62 B. —La inmunización artificial 62 C. —La desinfección 62 D. —El aislamiento 72 CAPITULO IV.—La ventilación de la casa humana 75 El aire que respiramos 75 Mecanismo de la respiración 77 Cómo se debe respirar 78 Se debe respirar por la nariz .. 80 Purificación del aire en las habitaciones 82 Vida al aire libre 83 El fumado 85 Página CAPITULO V.—Los combustibles, la cocina y la despensa. 89 A. —Clasificación de los alimentos ... 89 B. —Digestión de los alimentos 104 C. —Valor nutritivo de los alimentos ... 109 D. —Régimen alimenticio en el hombre sano 115 E. —Conservación de los alimentos 123 F. —El cuidado de los dientes 133 CAPITULO VI.—Los motores y los motoristas 137 1. —Mecanismo del movimiento 137 2. —El equilibrio de la casa humana 140 3. —Actividad e inactividad física e intelectual 141 4. —Alcoholismo 153 CAPITULO VII.—Los filtros, los drenajes y las cloacas . 157 La piel y el cuero cabelludo 158 La caspa y la calvicie 162 Baños 164 Los riñones y los intestinos 165 El vestido .... 167 CAPITULO VIII.—La cañería. Las reparaciones de la casa. 171 1. —Aparato circulatorio 171 2. —Hemorragias 174 3. —Fracturas y contusiones 177 4. Quemaduras 178 5. —La respiración artificial 179 6. Envenenamientos . 180 CAPITULO IX.—Higiene de las habitaciones 181 La cocina 185 Los excusados 186 Campaña contra las moscas 189 SEGUNDA PARTE HIGIENE DE LA PRIMERA INFANCIA CAPITULO X.—Selección humana, eugenesia o eugknismo. 195 CAPITULO XI.—Primeros cuidados para con el recién nacido 203 1. —El aseo del niño 203 2. —Evacuaciones 204 3. —El vestido 205 4. —La cuna 205 Página 5. —El peso 205 6. —Dentición 207 7. —Ejercicio y reposo 208 CAPITULO XII.—Alimentación del niño 210 Lactancia materna 211 Deficiencias de la leche materna 216 Lactancia artificial 217 Sustitutos de leche materna * 218 Leche maternizada 220 Esterilización de la leche 222 • Alimentación con leche pura, sin diluir y con adición de citrato de sodio 227 CAPITULO XIII.—Enfermedades por carencia 230 Raquitismo 230 Escorbuto infantil 233 PflRTE PROFILAXIS DE LAS PRINCIPALES ENFERMEDADES TRANSMISIBLES CAPITULO XIV.—Consideraciones generales 237 CAPITULO XV.—Anouilostomiasis 240 CAPITULO XVI.—Paludismo 245 CAPITULO XVII.—Tuberculosis 251 CAPITULO XVIII.—Tiroidea y paratifoidka 261 CAPITULO XIX.—Disentería 268 CAPITULO XX.—La solitaria y las lombrices 272 CAPITULO XXL—Difteria 276 CAPITULO XXII.—Influenza epidémica 281 CAPITULO XXIII.—Fiebres eruptivas, tos ferina y pa- peras 283 CAPITULO XXIV—Tétano y carbón 287 CONCLUSION 292 PRIMERA PARTE Lfl CflSfl HUMflNfl CAPITULO I Estructura y mecanismo de la casa humana El maravilloso y complicado mecanismo del cuerpo humano puede considerarse como una casa ambulante, con cuartos, puertas y ventanas, habitada por su pro- pietario y por una servidumbre numerosa, lista e inte- ligente a sus órdenes, que desempeña toda clase de funciones. Ninguna casa fabricada por el Hombre supera a ésta, en orden, buen servicio y condiciones higiénicas. Está provista de una máquina productora DE ENERGÍA, QUE SE MANIFIESTA COMO CALOR Y movimiento. — A semejanza de las máquinas de va- por, no puede suministrar trabajo sino después de haber recibido cierta cantidad de agua, carbón y aire que en ella toma el nombre de alimento. Eos materiales empleados en la construcción del edificio son los ladrillos y la argamasa. Los ladrillos llevan el nombre de células y son de todas clases, colores y tamaños. Están constituidos por vejiguitas muy pequeñas llenas de una sustancia que tiene la misma composición de la clara de huevo o albúmina: agua, carbón, nitrógeno, azufre, fósforo; pero que se diferencia de ella en que es capaz de inge- rir y asimilar alimento, de respirar, de moverse, de responder a los agentes estimuladores, de excretar y de reproducirse; en una palabra, en que tiene vida. Esa sustancia se llama protoplasma. 16 El edificio humano no es sino un conjunto de célu- las independientes y agrupadas para trabajar de común acuerdo. La argamasa que une los ladrillos para formar las paredes, tabiques, cimientos y demás dependencias de la casa, se compone de agua, creta, marfil, gelatina, cola y otras sustancias conectivas. Las células de la sangre no están unidas por nin- guna sustancia aglutinante; flotan separadamente en un líquido claro y transparente llamado plasma y lle- van el nombre de corpúsculos rojos y blancos. Los rojos son muy numerosos, 5 millones por milímetro cúbico, tienen forma de botón con sus caras cóncavas y sus bordes redondeados; son muy flexibles y pueden alargarse y deformarse para penetrar por todas partes. Su protoplasma, llamado hemoglobina, es una sustancia de color rojo, ferruginosa, que tiene la propiedad de fijar el oxígeno del aire. Los cor- púsculos rojos son en realidad los sirvientes portadores Fig. I. —Sangre; normal del hombre 17 de oxígeno. Nacen en la médula de los huesos y en el bazo. Se desintegran en el hígado y su hemoglobina se elimina bajo la forma de pigmento biliar. Los corpúsculos blancos o leucocitos son me- nos numerosos, 8000 por milímetro cúbico, son más grandes, tienen uno o varios núcleos (1) y poseen carac- teres de vida independiente: se mueven, se nutren y se reproducen. Nacen en el bazo y en los glanglios linfá- ticos. Su papel en la casa humana es el de defenderla de los enemigos. Las paredes y EL techo que protegen la casa de las influencias del medio exterior, están representados por el sistema tegumentario: la piel, el pelo y las uñas. Las paredes poseen cualidades extraordinarias: no hay necesidad de pintarlas, pues los mosaicos que for- man su capa exterior se renuevan a medida que se van deteriorando y no requieren otra cosa que lavarlas todos los días para desembarazarlas del polvo. Son muy flexibles a fin de permitir los movimientos de las máquinas. Son impermeables para que el agua de la casa no se escape ni el agua de lluvia humedezca las habitaciones. Sin embargo, a pesar de su impermea- bilidad, cierta cantidad de agua se filtra a través de sus paredes, porque por toda su superficie se encuentran millones de filtros que extraen del interior los residuos y desperdicios disueltos en agua bajo la forma dt sudor. (i) Todos los seres vivos son células o reuniones de células, ya sen- cillas, ya transformadas, La célula es el elemento morfológico más sen- cillo capaz de vivir. En los organismos inferiores, como la amiba, este elemento constituye el individuo entero. En los organismos pluri- celulares, las células se diferencian para constituir los diversos tejidos componentes de los órganos que han de desempeñar las funciones espe- ciales consecutivas a la división del trabajo orgánico. El Núcleo, es el elemento central y la porción más importante de la célula, que gobierna, por decirlo así, su vida. Es una masa más densa que el protoplasma, tiene la misma composición química de éste, pero es más rica en fósforo. El núcleo interviene en el crecimiento, diges- tión, nutrición y reproducción de la célula. Cada célula viviente posee uno o varios núcleos, exceptuando los corpúsculos rojos que no lo tienen. Por esa razón los corpúsculos rojos no pueden reproducirse y mueren sin progenie. El núcleo de las células reproductoras viene a ser el portador de todas las cualidades hereditarias de las energías de la especie, y más especialmente de las de nuestros ascendientes directos. 18 El sudor, además del papel eliminador que desem- peña, regulariza la temperatura de la casa, pues al evaporarse absorbe gran cantidad de calor. K1 tiempo seco es favorable a la emisión del sudor; en cambio, cuando la atmósfera está saturada de agua, el sudor no puede evaporarse y no podemos refrescarnos; por eso sentimos sofocación. Las paredes están provistas además, de millones de telegrafistas (los corpúsculos del tacto) encargados de informar acerca de las variaciones de las condicio- nes del medio exterior, produciendo sensaciones de calor, de frío, de dolor, de tacto, etc. Las paredes de la casa, si se conservan intactas, la protegen de una manera absoluta contra la invasión de ciertos malhechores que estudiaremos después, llama- dos microbios. La armadura sólida y resistente de la casa SE llama ESQUELETO.—Está formado de un conjunto de más de 200 huesos articulados que sirven de palanca a los motores o músculos para la producción de los movimientos. Por medio de una serie de instrumentos que cons- tituyen el aparato digestivo, los cocineros (los dientes) trituran los alimentos, y los químicos (las glándulas digestivas) fabrican las sustancias necesarias para co- cinarlos. Gracias a su sistema de calefacción, ventilación y drenajes, las condiciones higiénicas de esta casa son inmejorables. Una CAÑERÍA perfecta (el aparato circulatorio), impulsada por una bomba hidráulica, llamada corazón, abastece de agua potable, caliente y alimenticia a todas las habitaciones. Un aparato muy ingenioso compuesto de dos fuelles (los pulmones) suministra el aire a todos los apo- sentos. El agua sucia y las materias residuales se eliminan por medio de filtros y cloacas que son los riñones, la piel, los pulmones, el hígado y los intestinos. Para buscar los comestibles, nuestra casa ambu- 19 lante tiene que trasladarse de una parte a otra, es decir tiene que moverse. Para ello dispone de una serie nu- Fig. 2. — En ESQUELETO merosa de motores de diferentes clases y tamaños, lla- mados músculos, que ejecutan una variedad inmensa de trabajo: unos hacen mover las piernas, que efectúan 20 la locomoción de la casa; otros los elevadores o brazos que conducen las provisiones al último piso, en donde está la puerta de entrada (la boca), y otros hacen fun- cionar la bomba y los fuelles que introducen el aire abundante y puro. Esa serie de movimientos está guiada por la sabia dirección de una facultad de ingenieros (el sistema ner- vioso), que todo lo domina y de la que depende la regularidad y el concierto de tan heterogéneas labores. Por todas partes se cruzan hilos telegráficos, que son los nervios, por los cuales el personal director del establecimiento se pone en relación con sus funciona- rios subalternos. LOS TRES PISOS La casa consta de tres pisos superpuestos: cabeza, tórax y abdomen. La cabeza es el piso más alto y aloja al señor de la casa. Fig. 3 Gira sobre un eje en todas direcciones y está pro- vista de dos ventanas que dan acceso a la luz (los ojos); otras dos que permiten la entrada del aire (las narices) 21 y un par de receptores telefónicos que recogen y trans- miten los sonidos (los oídos). Fig. 4. El propietario habita en su oficina llamada cerebro, en donde residen las baterías eléctricas (las células cerebrales), los telégrafos y teléfonos (centros 22 nerviosos). Ocupa el lugar más alto de la casa para poder ver, oír, oler, gustar y sentir todo lo que está al alcance de sus instrumentos. Esa oficina recibe sin cesar despachos telegráficos acerca de todo lo ocurrido en sus dominios, bajo la forma de sensaciones, que transmiten los 5 aparatos de los sentidos (ojos, nariz, lengua, oídos y piel); de allí parten las órdenes de la voluntad del señor de la casa para poner en movimiento los músculos o motores de la máquina humana; sos- tiene comunicación permanente con todos los órganos, aparatos y tejidos; en una palabra, en el cerebro vive el propietario de la casa, representado por una fuerza superior que permite conocer, sentir y querer. En la misma oficina, en recóndita celdilla cerebral, se agita algo, no sabemos qué es, y el pensamiento nace. Desde su recóndito origen, por la misteriosa red de los nervios viene la pequeña energía a caer, por los pun- tos de la pluma, sobre el papel, materializando el pen- samiento. En otra oficina, un poco más abajo, llamada cerebelo, están los ingenieros encargados de mantener el equilibrio del edificio (coordinación de los movimientos) (véase Capítulo VI). Un poco más abajo aún, en otra oficina llamada médula oblongada, otro cuerpo de ingenieros regulariza el movimiento de los fuelles y de la bomba hidráulica; por consiguiente es la oficina más delicada y de mayor responsabilidad. Si esa oficina se destruye por cual- quier accidente, la ventilación de la casa se suprime en el acto y sus huéspedes mueren de asfixia. Se llama por eso nudo vital. La continuación de la médula oblongada, que se aloja en el canal vertebral, se llama médula espinal; es un cordón o cable formado por la reunión de los hilos telegráficos que transmiten las impresiones que van al cerebro (impresiones sensitivas) y las que par- ten de él (impresiones motoras). El sistema nervioso es, pues, semejante a una instalación telegráfica, con sus oficinas, telegrafistas y mensajeros. 23 El cerebro es la gran oficina central, en en donde se piensa, se redacta y se transmite el tele- grama; la médula oblongada es una oficina intermediaria; las oficinas menores están distribuidas por toda la casa con especialidad en la piel; los alambres están repre- sentados por los nervios y la médula espinal; y los men- sajeros encargados de cumplir las órdenes recibidas son los músculos. Cuando inadvertidamente acercamos la mano al fuego, estaríamos expuestos a quemarnos si no fuera por la actividad de los telegrafistas de la piel que inmediatamente avisan a la oficina central; el cerebro ordena entonces por telégrafo a los músculos del brazo que retiren la mano de la zona peligrosa y la orden se cumple en el acto (acción refleja). Fig. 5. —Esquema de una acción refleja En el piso medio o tórax se encuentran los aparatos de la ventilación, que son los fuelles y la bomba hidráu- lica. Eos fuelles aspiran y exhalan el aire atmosférico que penetra por las ventanillas de la nariz; ese aire 24 es distribuido en todos los aposentos por medio de tubos de cañería que llevan el nombre de arterias y Fig. 6. — L,os tres PISOS venas y de la bomba aspirante e impelente denominada corazón. Kse aire se transporta en saquitos llamados 25 corpúsculos rojos, que flotan en un líquido cristalino llamado plasma. Los corpúsculos y el plasma constitu- yen la sangre. El piso inferior o abdomen, separado del se- gundo por un tabique horizontal que le sirve de techo (el diafragma) es el de mayor capacidad y contiene las cocinas, despensas, bodegas y filtros. Allí se reciben las provisiones que la Naturaleza ofrece en estado bruto, con las cuales se preparan suculentos platos que la sangre distribuye por todas partes, con el ob- jeto de reparar el desgaste de los materiales del edificio y de proveer el combustible necesario para calentar las habitaciones y hacer funcionar los motores. Como la despensa es un poco reducida para alma- cenar los víveres, es necesario surtirla tres o cuatro veces por día. Las provisiones son introducidas por la puerta de la calle (la boca) en donde son examinadas escrupu- losamente por el portero (la lengua). Este señor ha- bita en el zaguán o cavidad bucal en compañía de veinte cocineros, si el amo es joven, o treinta y dos si es adulto (los dientes). La responsabilidad de este señor es muy grande, pues una simple gota venenosa que deje pasar por la puerta basta para destruir a todo el personal de la casa. Si equivocadamente entran pie- drecillas, semillas o huesos junto con las provisiones, el portero las reconoce enseguida y las echa fuéra, y si por casualidad escapan a su vigilancia son expul- sadas por una violenta ráfaga de viento producida por los fuelles. El portero tiene además la obliga- ción de probar los alimentos antes de mandarlos a la cocina, y esa es su especialidad, tanto que el se- ñor de la casa encuentra aceptable y bueno todo lo que sea del gusto de su fiel servidor. Sin embargo el portero descuida algunas veces sus deberes y ad- mite más alimento del necesario, con gran perjuicio para los inquilinos y aun para él mismo, pues pier- de su brillante color rojo, palidece y se cubre de una costra nauseabunda. En el zaguán se comienza a preparar la comida. 26 Los cocineros (1) debidamente provistos de cuchi- llos, hachas y morieros, dividen y trituran los alimen- tos hasta convertirlos en una pasta suave que el por- Fig. 7.—Los dientes tero mezcla con el primer condimento de la comida, llamado saliva. Esa pasta medio cocinada pasa luego por un corre- dor largo y estrecho (la faringe y el esófago) al se- gundo horno que es el estómago, que tiene la propiedad de moverse en todas direcciones para mezclar bien su contenido con el segundo condimento llamado jugo gás- trico. Cuando la trituración de los alimentos y su coci- miento preliminar en la boca han sido imperfectos, el estómago no tolera semejante descuido, se contrae y arroja todo el contenido por la puerta de la calle. Con frecuencia se echa a perder este horno para siempre porque se le llena demasiado o se le obliga a cocinar alimentos mal triturados o peor seleccionados, como las bebidas alcohólicas. Eos Cocineros tienen casi lista la comida, una pasta que lleva el nombre de quimo. Abren ahora una puer- tecita llamada píloro por donde la trasladan al tercer horno o intestino delgado, que tiene la forma de un tubo de unos ocho metros de longitud, en donde se termina (i) L/Os dientes permanentes son 32. 8 incisivos, cuyos bordes cor- tantes sirven para seccionar los alimentos, 4 caninos o colmillos, termi- nados en punta, que sirven para desgarrar los alimentos y 20 molares que tienen por objeto moler los alimentos. 27 el cocimiento del pastel después de haber sido impreg- nado con los tres últimos condimenlos: la bilis, el jugo pancreático y el jugo intestinal. Las Bodegas, representadas por el tejido conjun- tivo y el hígado, almacenan los alimentos de reserva que son la grasa y el azúcar; la grasa se deposita especial- mente debajo de la piel y el azúcar en el hígado. Por último, a los filtros o riñones les corresponde la terrea de asear la casa; están unidos mediante dos tubos de cañería a un aparato colector que es la vejiga, por donde la sangre arroja al exterior, convenientemente diluidos en agua, cuantos residuos y desperdicios ha recogido en su gira domiciliaria. Fig. 8. — LOS FILTROS 28 EL INSTRUMENTO DE MUSICA Fig. 9 El propietario de la casa posee el instrumento de música más perfecto y maravilloso, conocido con el nombre de laringe, que le sirve para comunicarse con sus vecinos y para distraerse en sus ratos de solaz. Está situado en el trayecto respiratorio, que le propor- ciona el aire necesario para emitir los sonidos. Consta de una caja armónica, que sirve para au- mentar la intensidad del sonido, llamada manzana de Adán o cartílago tiroides, atravesada interiormente por dos bandas elásticas llamadas cuerdas vocales, semejan- tes a las cuerdas del violín, que pueden variar de grueso, longitud y tensión, gracias a la habilidad de cuairo ceíebres músicos, los músculos de la laringe. Si las cuerdas están gruesas y flojas emiten sonidos graves, y si están tirantes y delgadas los sonidos son agudos. Las cuerdas pueden también acercarse o sepa- rarse a voluntad de los músicos. La abertura que queda entre las dos cuerdas se llama glotis. Cuando las cuer- das se separan, la glotis se ensancha; si se acercan la glotis se cierra. Mientras no haya necesidad de produ- cir ningún sonido, la glotis se mantiene abierta para 29 dar amplia entrada y salida al aire ventilador, pero al hablar o cantar se cierra para que la columna de aire que sale de los fuelles encuentre resistencia y ponga las cuerdas en vibración. El propietario de la casa humana, con el auxilio del portero y de sus inseparables cocineros, puede modificar los diversos sonidos de su voz en términos de formar palabras para expresar sus pensamientos. Las cuerdas vocales son muy delicadas y si no las cuidamos como es debido pueden dañarse muy fácil- mente. El uso excesivo de la voz, el fumado y el licor influyen pésimamente en el mecanismo de la voz, que se vuelve áspera y destemplada. Si por enfermedad de los músicos las cuerdas no pueden aproximarse, el aire expirado sale de la laringe sin vibración y el instru- mento queda afónico, y si las cuerdas se enferman por causas que estudiaremos después, se hinchan al ex- tremo de obstruir la glotis y por consiguiente de asfixiar a los moradores de la casa. LOS TELEFONOS Fig. 10 Sabido es que un cuerpo que suena es un cuerpo que vibra. Si las vibraciones son lentas, el sonido es grave, 30 y si son rápidas, el sonido es agudo. Las vibraciones de un cuerpo sonoro se trasmiten al través del aire en forma de ondas. En el vacío no puede transmitirse el sonido. Cuando pronunciamos una palabra producimos ondas en el aire. « Los aparatos telefónicos corrientes recogen esas ondas, pero no las transmiten, como el aire, en forma de ondas sonoras, ni con la misma velocidad que éstas (340 metros por segundo) sino bajo forma y con la ve- locidad de corrientes eléctricas moduladas, las cuales reproducen luégo en otro aparato análogo las mismas vibraciones que originaron los sonidos. La instalación telefónica humana, tiene alguna semejanza con la de los teléfonos ordinarios. Consta de dos teléfonos lla- mados oídos que recogen las ondas sonoras del aire por medio de una trompeta o bocina acústica formada por la oreja y el canal auditivo externo; esas ondas ponen en vibración una membrana tirante, situada en el fondo del canal, llamada membrana del tímpano. La perfora- ción del tímpano por accidente o enfermedad produce necesariamente sordera, así como un tambor roto no puede producir ningún sonido. La membrana del tím- pano separa la trompeta acústica u oído externo, del oído medio o caja del tímpano, que no es más que un tambor lleno de aire que comunica con la garganta y el aire exterior por un tubo, la trompa de Eustaquio. Esta disposición es muy importante para que la presión atmosférica ejercida sobre las dos caras del tímpano sea siempre igual. En enfermedades de la nariz y gar- ganta se puede obstruir la Trompa de Eustaquio e impedir que el aire penetre a la caja del tímpano y contrarreste la presión atmosférica externa, dando por resultado un abombamiento de la membrana hacia den- tro, que entorpece las vibraciones y ocasiona sordera. Las vibraciones de la membrana del tímpano se transmiten por el aire y por una cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo), que conecta las dos membranas del tambor, al oído interno o laberinto, que es una caja llena de agua gracias a la cual se convierten los sonidos en sensaciones. Si las articulaciones de los 31 huesecillos se sueldan, como sucede a veces en la ve- jez, no pueden transmitirse bien las ondas sonoras y hay sordera. Las vibraciones del líquido contenidas en el labe- rinto impresionan las células nerviosas que existen en un aparato llamado caracol. De cada una de estas células se desprende un hilo telefónico y la reunión de estos hilos, a manera de un cable submarino, consti- tuye el nervio acústico por donde se transmite la co- rriente sensitiva a las células cerebrales que nos per- miten sentir o apreciar lo que oímos. El aparato auditivo es, pues, un teléfono consti- tuido por tres partes: la externa o receptora, la media o transmisora y la interna o perceptora. En el oído interno se encuentran también los cana- les semicirculares que no desempeñan ninguna función acústica sino la de mantener el equilibrio del cuerpo (véase Capítulo VI). LAS VENTANAS Fig. 11 Las dos ventanas de nuestro edificio están situadas a derecha e izquierda de la nariz en las cavidades del hueso frontal llamadas órbitas. Más que ventanas, son verdaderos telescopios que permiten ver los objetos a diferentes distancias. 32 Cada ventana está provista de una persiana (pes- tañas y párpados) que tapa la luz cuando sea necesa- rio y que puede cerrarse instantáneamente, sin el concurso de la voluntad, si algún cuerpo extraño amenaza dañar las vidrieras. Encima de las órbitas, entre la frente y el párpado superior, están las cejas que defienden de la luz demasiado viva y desvían el ca- mino al sudor que baja de la frente. A cada parpadeo, las vidrieras se lavan con un líquido acuoso y desin- fectante que vierten las glándulas lacrimales, situadas debajo de la bóveda de la órbita. Después de limpiar y Humedecer el ojo, las lágrimas desaguan en la nariz por el canal nasal. El ojo puede ser comparado con una máquina foto- gráfica o cámara obscura. Una cámara obscura no es más que una caja barnizada de negro por su parte interior, herméticamente cerrada y con una abertura en una de sus caras, en donde está situada una lente biconvexa. Las imágenes situadas frente a la lente se repro- ducen invertidas en un vidrio mate situado en la parte posterior de la cámara. El fotógrafo acerca o aleja la lente Hasta que la imagen percibida sea clara, es decir, esté en foco. En el ojo, la caja barnizada de negro está representada por el globo ocular, compuesto de tres membranas: la exterior es blanca, opaca y tensa, la esclerótica; la media o coroides contiene un pigmento negro encargado de absorber los rayos luminosos in- útiles a las visión, y la interior o retina es la mem- brana sensible del ojo en la que se forman las imáge- nes, con especialidad en un punto, la mancha amarilla. El globo del ojo está perforado por dos agujeros: uno en la parte anterior, la pupila, deja penetrar los rayos luminosos, y el otro en la parte posterior deja pasar el nervio óptico, que es la continuación de la re- tina. En el punto de la emergencia del nervio óptico se encuentra la papila o punto ciego que no es excitada por los rayos luminosos. La pupila está situada en el centro de un diafragma musculoso, el iris. Cuando el iris se contrae la pupila se ensancha; cuando está en 33 reposo, la pupila se estrecha. B1 iris regula la cantidad de luz; si hay mucha la pupila se contrae, mientras que en la obscuridad se dilata. Si miramos objetos cercanos, la pupila se contrae para cortar los rayos exteriores. La pupila está cerrada por la córnea trans- parente, especie de cubierta de vidrio dispuesta en la esclerótica como un cristal de reloj. Bntre la córnea y la parte anterior del iris existe un espacio, la cámara anterior, lleno de un líquido claro, el humor acuoso. Detrás del iris está el cristalino, lente biconvexa seme- jante a un vidrio de aumento. Bnedad avauzada o por enfermedad el cristalino puede perder su transparen- cia constituyendo la catarata. B1 oculista puede ex- traerla y devolver la vista. B1 cristalino es muy elás- tico y está envuelto en una cápsula, el ligamento sus- pensorio, que lo hace variar de convexidad. La córnea transparente y el cristalino representan la lente déla camara fotográfica que refracta los rayos luminosos de un objeto. La retina forma la pantalla que los recibe. Para que la visión sea clara, es necesario que la imagen se forme exactamente en la retina; por consiguiente la re- tina debe hallarse a la distancia focal de la imagen. Pero esta distancia varía con la del objeto, y sin embargo, gracias a la propiedad del cristalino de aumentar o disminuir de convexidad, puede el ojo enfocar admi- rablemente las imágenes a cualquier distancia que se encuentren. B1 cristalino se hace más convexo a me- dida que el ojo mira un objeto más próximo, y se aplana cuando éste se aleja. La propiedad que posee el crista- lino de adaptarse o acomodarse a las diferentes distan- cias se llama acomodación. Con la edad disminuye la elasticidad del cristalino y su poder de acomodación para las imágenes cerca- nas. Este defecto de acomodación que se llama presbi- cia se corrige usando lentes biconvexas que hacen convergir sobre la retina los rayos luminosos. Cuando el eje antero-posterior del ojo es muy corto, la imagen de un objeto no puede ser clara porque se proyecta detrás de la retina; este defecto se llama hipermetropia 34 y se compensa con lentes biconvexas que hacen con- vergir los rayos luminosos. Si el eje antero-posterior es muy largo, la imagen del objeto colocado se forma delante de la retina (Miopía). Fig. 12. — Ojo hipermétrope. Ojo miope. Los miopes no pueden distinguir los objetos sino a pequeñas distancias. La miopía se corrige con len- tes bicóncavas que hacen divergir los rayos luminosos. Al impresionarse la retina con los rayos luminosos de los objetos, se origina una corriente nerviosa que se transmite por el nervio óptico al centro de la percep- ción visual, situado en la parte posterior del cerebro y cuya destrucción per accidente o enfermedad produce ceguera de uno o ambos ojos. LA POLICIA Y LOS MALHECHORES Siendo la casa humana tan rica y tan bien provista de comestibles y caudales, no está exenta de la co- dicia de los malhechores que abundan en su vecin- dario. Afortunadamente los grandes robos y asaltos que terminan con la muerte del propietario, son muy raros. Sin embargo, muy a menudo entran y hacen estragos, pero muy pronto son detenidos por un buen cuerpo de policía. Esos malhechores aventajan a los ordinarios en audacia y procacidad; cuando entran a las habitacio- nes no quieren salir, buscan los aposentos más con- 35 fortables, calientes y ventilados, mesa exquisita y siesta después. Allí tienen hijos a montones, quienes heredan las malas artes de sus progenitores. Hay gran variedad de malhechores; los más son animales y vegetales que constan de una sola célula y se llaman microbios. Ellos tratan de entrar a toda costa, sin importarles el daño que ocasionan, ni que se derrumbe la casa y los mate. Están por todas partes, sobre todo en las paredes de las casas humanas poco limpias, esperando la oportunidad de encontrar algún huequesito por donde entrar. Las vidrieras de las dos ventanas de nuestra casa, muy a menudo se cubren de microbios que las rompen, por la imprudente cos- tumbre de limpiarlas con manos sucias. Por la puerta de la calle se cuelan muchos ladro- nes junto con los alimentos y bebidas, y por las ven- tanas de la nariz entran con el aire que respiramos. Pero tal estado de cosas no se permite por mucho tiempo en el reglamento de nuestra casa; todo sér viviente debe trabajar allí y sacrificarse por su amo. El cuerpo de policía ESTÁ CONSTITUIDO POR LOS CORPÚSCULOS BLAN- COS DE LA SANGRE O LEU- COCITOS QUE CAMINAN CONSTANTEMENTE EN ES- TRICTA VIGILANCIA. Tan luego como entran los la- drones en la casa, la poli- cía comienza su faena. El grito de alarma lo da un mensajero, que es una sus- tancia química fabricada por las células en la zona de peligro y que pasa luégo al torrente circulatorio. In- mediatamente los labora- torios, que son las glándu- las linfálicas y el bazo, co- Fig. 13 —El microscopio 36 mienzan a fabricar leucocitos y a verterlos en la sangre. Si examinamos una gota de sangie de una persona sana, bajo el microscopio, observaremos una agrupa- ción de corpúsculos rojos y blancos en la proporción de un blanco por cada 600 u 800 rojos; pero si encon- tramos un exceso de leucocitos, señal segura es de que el enemigo ha traspasado la frontera. Es por eso por lo qué la curva leucocitaria tieue para el médico un valor muy superior a las del pulso y la temperatura. Los vasos sanguíneos invadidos por el enemigo se dilatan, la corriente de sangre disminuye de veloci- dad, los leucocitos detienen su marcha, se adhieren a las paredes de los vasos y por último se filtran a través de ellas. Están frente a frente del enemigo; comienza el combate. Nuestros soldados, los leucocitos, envuelven entre sus brazos a los microbios, los embo- rrachan con sustancias químicas llamadas opsoninas, los matan y se los comen; por eso llevan también el nombre de fagocitos (devoradores de microbios) (1/. En (I) Llámase opsoninas a unas sustancias contenidas en el suero san- guíneo que actúan sobre los microbios haciéndolos más sensibles a la fagocitosis. Indice; opsónico es la relación que existe entre el poder opsoni- zante del suero de una persona infectada y el del suero de un individuo sano. El índice opsónico nos pone al corriente del valor de la fagoci- tosis y expresa el grado de inmunidad o poder individual para resistir o combatir los microbios que invaden el organismo. Para determinar el índice opsónico, mézclense partes iguales de una emulsión de bacterias, de una colección de leucocitos normales lavados y de suero del enfermo, y llévese la preparación al incubador a 37 grados, por 20 minutos. Durante el período de incubación, parte de las bacterias serán ingeridas por los fagocitos. Examínese luégo, al micros- copio, una gota de la mezcla seca y teñida y calcúlese el promedio del número de bacterias ingeridas por cada fagocito, el cual vendrá a repre- sentar el poder fagocitario del suero del enfermo. Repítase la operación con partes iguales de leucocitos, de emulsión bacteriana y de suero de una persona sana y el resultado dará el poder fagocitario normal. El índice opsónico se optiene dividiendo el recuento fagocitario del enfer- mo por el recuento fagocitario de la persona sana. Así, por ejemplo: si 100 leucocitos del suero de un individuo sano ingieren un total de 500 bacterias y si igual número de leucocitos de suero del enfermo sólo ingieren 400, en tal caso el índice opsónico del paciente vendría a ser ó —, es decir, 0,8, siendo 1 el índice de la sangre normal. 500 5 ’ Un índice opsónico muy inferior a lo normal, acusa insuficiencia, por parte del enfermo, de su poder resistente contra el organismo en cuestión y este poder es susceptible de aumento mediante el empleo de vacunas bacterianas, como veremos adelante (véase Capítulo III). 37 la lucha tenaz perecen unos y otros y sus cadáveres yacen iumóviles a montones bajo la forma de pus. Ea casa ha quedado libre del enemigo. Fig. 14. — FOS FAGOCITOS Tales conñictos ocurren constantemente en nues- tro cuerpo, pues siempre estamos rodeados por micro- bios hostiles. En la mayoría de los casos los fagocitos salen victoriosos, pero ocasionalmente son derrotados, ya porque el número de los atacantes es mucho mayor o porque los fagocitos están debilitados, muy mal ali- mentados o bajo la influencia morbosa del aire im- puro, del hambre o del alcohol. Entonces se desorga- niza todo el personal de la casa y sobreviene la enfer- medad y muchas veces la muerte. Debemos cuidar mucho nuestra casa humana, porque por muy averiada que llegue a ponerse, no podemos cambiar de domicilio y tenemos que confor- marnos con ella hasta el fin de la vida. El presente trabajo es una serie de preceptos relativos a la vida del hombre, que nos muestra de qué manera podemos asegurar a la máquina humana su mayor rendimiento y su más larga duración, y los medios de evitar ios peligros que com- prometen su existencia. Esa serie de preceptos constituye el fm primordial de la higiene. CAPITULO II La salud y las enfermedades «Conservar la salud es para el indivi- duo el primero de sus deberes hacia sí mismo y con la sociedad. La salud no nos pertenece, sino que corresponde a la sociedad, cuya prosperidad y fuerza se forman con la salud de todos sus indi- viduos. Por consiguiente, cuidar de nues- tra salud es conservar en buen estado la herramienta que cada uno posee para realizar su trabajo y pagar su deuda a la sociedad». (l) No hay en la vida nada de más valor que la salud y a conservarla tienden los preceptos higiénicos. No es con medicinas, ni con ungüentos, ni con sahumerios como nos defendemos principalmente de las enfermeda- des; el número de drogas que verdaderamente curan es muy limitado, no se puede confiar en ellas. La natura- leza no necesita de drogas para el admirable meca- nismo del cuerpo humano. El beneficio que se puede adquirir de las drogas, salvo raras excepciones, es muy insignificante, y cuando son suministradas sin pruden- cia, más bien son perjudiciales. Las drogas ferrugino- sas, por ejemplo, que son por lo general caras, no su- U) Hericourt. «Los 36 Mandamientos de la Higiene». 39 ministran hierro tan asimilable como el contenido en la leche y en los huevos. El aceite de hígado de baca- lao, la lecitina, el extracto de malta y el de carne, son drogas alimenticias, pero muy inferiores en sabor y valor nutritivo a los alimentos ordinarios, como la le- che, la mantequilla, el pan, los huevos, la carne, las frutas y las legumbres. LOS GRANDES REQUISITOS DE LA SALUD Nuestra salud depende del perfecto funcionamiento de la máquina humana. Toda máquina que funciona se gasta, produce cierta cantidad de sustancias inútiles y cenizas que es preciso eliminar, necesita abastecerse de aire, agua y carbón y debe librarse del polvo, herrumbre y otras suciedades, a fin de reducir al mínimo su desgaste. De la misma manera necesita la máquina humana, para desempeñar bien sus funciones: 1^—Aire abundante y puro y alimento sufi- ciente Y ADECUADO. 29—Eliminar los residuos venenosos. 39— Mantener todos sus órganos en perfecto estado de limpieza. 49—Trabajar y descansar metódicamente. 59—Evitar que agentes dañinos penetren EN SU INTERIOR Y DESTRUYAN SU ORGANISMO. Buen alimento y aire fresco, son las mejores fuentes de energía para el cuerpo y el espíritu. La hi- giene nos enseña la manera de gastar con provecho todo el potencial útil contenido en esas dos fuentes de energía. Para disfrutar de una vida higiénica, no basta pro- veer al cuerpo de alimentos sanos y bien seleccionados, ni eliminar de él los residuos venenosos que resultan de la actividad del mecanismo humano; es necesario además proporcionar al organismo actividad bajo la forma de trabajo y recreo e inactividad bajo la forma de descanso y sueño. «La higiene ordena al hombre que trabaje, indi- 40 cándole las condiciones del trabajo más productivo desde el punto de vista de su salud, y le manda que descanse y se distraiga, mostrándole al mismo tiempo el peligro de los placeres en que busca inútilmente su dicha, entregándose a una depravación dañina que le agota». (1) Nuestras defensas naturales, como la fagocitosis ya citada, pueden impedir el desarrollo de las enferme- dades, si éstas son producidas por microbios. Pero no siempre bastan esas defensas y somos víctimas de ellos. Para poder evitar las enfermedades es necesario cono- cer sus causas v sus medios de propagación. La higiene se ocupa de señalar y combatir esas causas, de impedir los medios de propagación y de aumentar los medios de defensa. Bn resumen, la higiene vela por la salud del hom- bre y nos evidencia que en esta lucha por la salud todos sufrimos las consecuencias de las faltas de cada individuo. Si recorremos la historia de la terapéutica y de la profilaxis (nombres aplicados respectivamente al arte y ciencia de curar y de evitar las enfermedades) desde los tiempos más remotos de la antigüedad hasta nues- tros días, evidenciaremos los grandes progresos reali- zados en los últimos años en esas dos ramas de la me- dicina. Nuestros antepasados tenían un conocimiento muy erróneo de las enfermedades y sus causas. Los médi- cos eran tan ignorantes como sus pacientes, y sus re- medios extravagantes eran frutos del empirismo y la supersticióu. La hechicería fué abundantemente utili- zada por los doctores de aquella época. Para preser- varse de las enfermedades, colocaban en el cuello de las personas amuletos o talismanes grabados con pala- bras mágicas (aun en la actualidad, en Costa Rica, los campesinos acostumbran llevar en los bolsillos supuestos contra venenos, con el objeto de preser- varse de las mordeduras de serpientes). Los char- i) Hericourt «L,os 36 Mandamientos de la Higiene». 41 latanes se dedicaban al comercio de bálsamos, un- güentos,, elíxires y aguas milagrosas a las que atri- buían virtudes maravillosas para curar toda clase de dolencias. Hipócrates y Galeno, los padres de la me- dicina, hacían depender las enfermedades de la in- fluencia de los astros y de las constelaciones. Las epidemias arrasaban las poblaciones, y los médicos, desconociendo su origen, eran incapaces de combatir- las; y es de extrañar que la raza humana no hubiese quedado completamente extinguida. El empirismo, sin embargo, dió origen ala ciencia médica actual, basada en la experiencia, la observación y el razonamiento. Las experiencias de la alquimia encaminadas a encon- trar la piedra filosofal, dieron por resultado el descu- brimiento y la utilización de los metales y sus sales. En el siglo xvi, la cirugía aún estaba en sus co- mienzos. Los ejércitos sufrían más por las manos de los cirujanos que por las de sus enemigos. Las hemo- rragias producidas por heridas eran estancadas con aceite hirviente, y las amputaciones se hacían con cuchillos enrojecidos al fuego. El cirujano francés Ambrosio Paré, repudiado por la Facultad de Medicina de París por su ignorancia completa del griego y el latín, implantó por primera vez las ligaduras para las arterias en lugar del cauterio ordinario. En 1628, el descubrimiento de la circulación de la sangre por Harvey fué una verdadera revolución. Los doctores abandonaron sus viejas prácticas empíricas y entraron en el dominio de la experiencia razonada y la observación. El acontecimiento terapéutico más trascendental del siglo xviii fué el descubrimiento, por Jenner, de la vacuna contra la viruela, recibido al principio con hostilidad por los hombres de ciencia, pero que acep- taron después ante la eficacia del procedimiento. El descubrimiento del cloroformo y su aplicación a la anestesia quirúrgica por Simpson en 1847 fué otro acontecimiento notable. Los cirujanos multipli- caron, en mejores condiciones, sus operaciones, pero desgraciadamente las defunciones producidas por ellas 42 también se multiplica- ron. Los operados mo- rían pocos días después, de enfermedades miste- riosas que nadie podía evitar. Mientras tanto, dos genios hacían experien- cias científicas impor- tantes: el químico fran- cés Luis Pasteur y el cirujano inglés José Lister. Sus descubrimientos desgarraron el velo del misterio y revoluciona- ron el arte de curar. Las investigaciones llevadas a cabo en Francia por Pasteur sobre fermenta- ciones, y sus pruebas evidentes de que la putrefacción no se debía al oxígeno del aire, como lo ase- guraban muchos quí- micos eminentes, sino al desarrollo de mi- croorganismos en las sustancias suscepti- bles de corromperse, hicieron pensar a Lis- ter que los microbios eran los causantes de la gangrena y otras supuraciones post- operatorias. Lmpleó entonces el procedi- miento de aplicar so- bre las heridas sus- tancias capaces de destruir los micro- bios, llamadas anti- Fig. 15.—huís Pasteur F¡g. 16. —José Listkr 43 sépticos, como el ácido fénico, y de aconsejar a los ciru- janos que hirviesen sus instrumentos con el mismo fin, que se lavasen las manos antes de practicar las operaciones y que protegiesen las heridas de una nueva contaminación. Los resultados fueron sorprendentes; disminuyó la mortalidad y alivió más sufrimientos que ningún otro médico de su época. Su descubrimiento se extendió por todo el mundo científico y su sistema antiséptico volvió a traerle prestigio a la cirugía y suministró una arma poderosa a la higiene y a la medicina para la lucha contra las enfermedades. Gracias a la higiene se han extinguido en Costa Rica la fiebre amarillar la viruela y el cólera y se han librado sus habitantes de la peste bubónica, un grupo de enfermedades de las peores conocidas. La higiene tendrá que barrer, en no muy lejano día, la anquilos- tomiasis y el paludismo, esas otras dos plagas que azotan sin piedad a nuestro pueblo. PRINCIPALES CAUSAS DE ENFERMEDADES Las enfermedades pueden ser producidas por: Agentes físicos. Agentes químicos. Agentes microbianos. Agentes parasitarios. Errores de alimentación. Causas mentales y morales. Herencia (Véase Eugenesia, Capítulo X), etc. Las producidas por agentes físicos o mecánicos se llaman traumáticas; tales son las fracturas de huesos, dislocaciones, heridas, contusiones, quemaduras, etc. Se llaman enfermedades tóxicas las producidas por agentes químicos; como el alcoholismo y sus conse- cuencias, el tabaquismo, morfinismo y otros envene- namientos. 44 Las enfermedades producidas por microorganismos llevan el nombre de infecciosas o contagiosas, porque 'pueden transmitirse de un individuo a otro; tales son la tuberculosis, la influenza, la tifoidea, etc. Entre las enfermedades parasitarias figuran la an- quilostomiasis, la sarna, la tiña, etc. Los ERRORES DE ALIMENTACIÓN, pueden acarrear desórdenes en la salud. Si la alimentación es insufi- ciente aparece la inanición o miseria fisiológica. La falta de hierro en los alimentos es causa de anemia, la de vegetales frescos es causa de escorbuto y beri-beri. En la primera infancia, la escasez de grasa en la leche conduce al raquitismo. La alimentación excesiva puede ser responsable de la obesidad, la gota, el reumatismo, la piedra en el hígado, la diabetes, etc. LOS MICROBIOS Gracias a las investigaciones del sabio francés Luis Pasteur, se sabe que las enfermedades infecciosas y la mayor parte de las fermentaciones son producidas por unos seres vivos infinitamente pequeños llamados mi- crobios, que a semejanza délos animales y las plantas, nacen, viven, se alimentan y se reproducen con suma rapidez, transformando y descomponiendo las sustan- cias que los rodean. Pertenecen al reino animal y ve- getal; pero la mayoría, que se llaman bacterias, son plantas que, careciendo de clorofila, la sustancia verde délas hojas, no pueden vivir como aquéllas del carbón del aire, sino como los animales, de sustancias orgáni- cas vivas o muertas. Los que se alimentan de cuerpos vivos, menos numerosos afortunadamente, son los más peligrosos, productores de nuestras enfermedades y se llaman microbios patógenos. La tifoidea, la influenza, la difteria, la tuberculosis, la viruela, la escarlatina, el sarampión, las paperas, la lepra, la peste bubónica, el tétano, el carbón, etc., son producidas por ellos. LOS QUE SE ALIMENTAN DE MATERIA ORGÁNICA muerta se llaman saprofitos, (de sapros, en griego, 45 podridoj son por lo general inofensivos para nosotros, y gran número de ellos son nuestros aliados impres- cindibles en la ludia que sostenemos por la vida. La vida sin microbios no existe, dice con mu- cha razón el profesor ruso Elias Metchnikoff. (1) Son ellos los que transforman el jugo de la uva en vino, éste en vinagre, el azúcar en alcohol, la cebada en cerveza; ellos elaboran el pan nuestro de cada día, convierten la leche en queso, destruyen los cadáveres animales y vegetales, y convierten el nitrógeno del aire en sustancias fertilizantes útiles para el agricultor. Los descubrimientos de Pasteur demostraron que todas las materias orgánicas, bajo la influen- cia de los microbios, se alteran, es decir, sufren una descomposición a la que se ha dado los nom- bres de fermentación y outrefacción. El fenómeno esencial de la fermentación alco- hólica es un desdobla- miento del azúcar en alcohol y ácido carbónico, bajo la influencia de unos microorganismos llamados leva- duras (el Saccharomyces cereuisiae o levadura de cer- veza es una de ellas). Fig. 17.—Elias Metchnikoff (l) Médico y biólogo ruso. 1845-1916. A él se debe la teoría de la fagocitosis, por la que se explica la defensa del organismo contra las enfermedades y la inmunidad; y su teoría de la vejez que supone no obedece a causas fisiológicas, sino patológicas, y es, por lo tanto, evita- ble. Iva vejez, según Metchnikoff, es principalmente producida por la intoxicación intestinal y la destrucción de las células nerviosas, y para combatirla preconiza una alimentación destructora de los microbios patógenos (fermentos lácticos de la leche agria.) E¡sta teoría que tuvo mucha aceptación al principio, ha decaído mucho en los últimos años. 46 La fórmula química del azúcar de caña es C12 H2Í O11, la del alcohol es C2 H5 OH. El proceso químico de la fermentación alcohólica es el siguiente: El azúcar de caña se convierte primeramente en azúcares más simples (C6 H12 O6), y éstos se trans- forman luégo en alcohol y ácido carbónico: Ci2 H22 o11 + H2 O = 2 C6 H12 O6 Azúcar de caña Agua C6 H12 O6 = 2 C2 H5 OH i- 2 C O2 Alcohol Acido carbónico (1) El desprendimiento del ácido carbónico durante la fermentación se manifiesta en forma de burbujitas análogas a las de la ebullición. Cuando los microorga- nismos se encuentran en presencia de una cierta can- tidad de alcohol, mueren y la fermentación cesa. En la preparación de la cerveza, el almidón de la cebada se convierte por la acción de un fermento (la diastasa común) en azúcar, y éste, mediante la acción de la levadura, en alcohol. En la fabricación del pan, la fermentación desem- peña un papel importante; la diastasa contenida en la harina convierte parte del almidón de ésta, en azúcar, las levaduras que se agregan después fermentan el azúcar produciendo ácido carbónico y alcohol. El al- cohol se evapora y las burbujas de gas carbónico hacen crecer la pasta de la harina. Otros microorganismos transforman el azúcar de leche o lactosa en ácido láctico (fermentación táctica); por esta razón se agria la leche cuando queda expuesta al aire: C12 H« 0u + H2 o = 4C3 H6 O3 Azúcar Agua Acido láctico (i) Damos esta ecuación química en la forma que basta para expre- sar el principal fenómeno de la fermentación alcohólica. En realidad las cosas son más complejas. No hay fenómeno vital que pueda ser formu- lado tan simplemente. 47 B1 ácido láctico formado preserva la leche de la putrefacción. B1 vinagre es el resultado de otra fermentación producida por otro microorganismo, el mycoderma aceti (fermentación acética). Bi azúcar de las uvas, del guineo, de la manzana, se convierte en alcohol por la acción de las levaduras contenidas en el aire. B1 fermento acético comienza poco a poco a suplantar las levaduras, y se deposita en forma de nata sobre la superficie del líquido y trans- forma el alcohol en vinagre o ácido acético: C2 H5 OH -f 2 0 = C2 H3 OOH + H2 O Alcohol Oxígeno Acido acético Agua La chicha y el chinchiví son bebidas alcohólicas producidas por fermentación del maíz y gengibre; la cidra es el jugo fermentado de la manzana; el koumiss es leche fermentada por la acción de ciertas levaduras sobre el azúcar de leche. Las levaduras SALVAJES abundan mucho en el aire y explican los fenómenos de fermentación al- cohólica espontánea que ocurren en las preparaciones azucaradas: jaleas, siropes, leche condensada expuesta al aire, etc. B1 calor, al punto de la ebullición, des- truye las levaduras e impide la fermentación. Ün alto porcentaje de azúcar es también nocivo al crecimiento de las levaduras, y esto explica cómo pueden preser- varse muchas preparaciones alimenticias saturándolas con azúcar. La putrefacción es la desintegración de la mate- ria orgánica por gérmenes saprofitos especiales, poco conocidos. Va acompañada de producción de ciertos principios venenosos llamados ptomaínas. La carne, el queso y la leche son especialmente favorables al desa- rrollo de los microbios de la putrefacción. La intoxica- ción producida por ptomaínas se manifiesta súbita- mente con síntomas gastro-intestinales: colerín, vómito y calambres. Bs más frecuente en el verano y en la zona tórrida; lo que se explica fácilmente, si se tiene 48 en cuenta que esos gérmenes necesitan para multipli- carse con rapidez de temperaturas no muy bajas. Quedan por considerar los gérmenes patógenos que viven y se desarrollan en el cuerpo de los seres vivos y que son para el higienista de más importancia que los saprofitos, pues son los causantes de las enferme- dades infecciosas. Esas bacterias son plantas unicelulares, dispuestas generalmente en forma de cadenas o racimos, que se han clasificado por su forma y aspecto en tres grupos: cocos o micrococos, bacilos y espirilos. Los micrococos son células esféricas que están agrupadas como raci- mos de uvas (estafilococos) o en forma de cadenas (es- treptococos), o van arreglados en pares (diplococos). Los bacilos tienen la forma de bastoncillos y los espi- rilos de tirabuzón. Fig. 18. — Los MICROBIOS Algunas variedades poseen movimientos propios, por la presencia de pestañas vibrátiles o flagelos. En condiciones desfavorables de vida, algunas especies bacterianas emiten unos cuerpos llamados esporos que resisten, más que las bacterias mismas, a los agentes destructores de microbios; pueden soportar la deseca- ción y las altas temperaturas por muchos días y meses y aun la ebullición por algunas horas. Las bacterias se multiplican con una rapidez asom- brosa. Una sola bacteria puede duplicarse en media hora, cuadruplicarse en una hora y alcanzar al cabo de 12 horas la cifra de 17 millones. Afortunadamente esa rápida multiplicación no se continúa por mucho tiempo 49 por exhaustez de alimento y otras condiciones desfa- vorables de vida. Por consiguiente para sustraerse a la acción de ellas, es de importancia destruir hasta la última, pues una sola basta para producir millones de descendientes en el término de pocas horas. Las condiciones que favorecen el desarrollo de las bacterias son: alimento, calor moderado, humedad y obs- curidad. Algunas necesitan del aire, otras prosperan en ausencia del oxígeno. La mayor parte de las bacte- rias no pueden vivir a la temperatura de 0 grados centígrados, necesitan temperaturas más altas (20 a 35 grados centígrados); algunas pueden vivir a 60 grados centígrados. A temperaturas mayores son incapaces de vivir, exceptuando las esporuladas. Para destruir la vitalidad de los esporos, se necesita una temperatura más alta que la del agua hirviente. La radiación solar directa destruye las bacterias. El polvo expuesto al sol pierde sus gérmenes, los cua- les en la obscuridad pueden vivir por mucho tiempo. De aquí la importancia de la luz solar en nuestras ha- bitaciones. La humedad es condición indispensable para las bacterias; por eso los alimentos secos como los granos están menos propensos a contaminarse con ellas. Vivimos rodeados de microbios por todas partes; los hay en el aire, en nuestro cuerpo, en el agua y en la tierra. Son más abundantes en el interior de las habitaciones que fuéra de ellas y más en el aire de las ciudades que en el de los campos. En donde hay polvo debe de haber bacterias. El aire de las altas montañas está libre de microbios. Casi no hay agua que no contenga microbios; el agua de las fuentes es la más pura; el agua de los ríos la más contaminada, pues recibe las inmundicias del suelo arrastradas por las lluvias. La superficie del suelo y sus capas superiores con- tienen bacterias en abundancia; en las partes profun- das no existen. Los terrenos secos y arenosos contienen pocas, mientras que en los húmedos son más abun- dantes. Cualquier suelo rico en materia orgánica, ani- 50 mal o vegetal, y en humedad, está saturado de bac- terias. Las bacterias secretan sustancias venenosas llama- das toxinas que son más nocivas que las ptomaínas. Cuando los microbios entran a nuestro organismo, escogen determinadas regiones para fijar su residencia. Algunos se distribuyen por todo el cuerpo, inclusive en la sangre, dando origen a la septicemia o envenena- miento de la sangre. Los gérmenes del tétano y de la difteria no circulan en el organismo; se localizan en el punto de inoculación: los primeros en la vecindad de una herida en la piel, los segundos en la garganta, pero ambos actúan por sus toxinas que circulan por la sangre. K1 bacilo de la tifoidea se radica especial- mente en el intestino delgado, el de la disentería en el intestino grueso, el germen del paludismo en los corpúsculos rojos de la sangre. Portadores de bacilos. Llámase así a ciertos individuos, que por razones especiales, retienen en su organismo, durante un tiempo más o menos largo, los gérmenes de la enfermedad infecciosa que han padecido. Ésos gérmenes son inofensivos para ellos, pero cons- tituyen un peligro constante de infección para los demás. Son bastante comunes en las personas que han sufrido de tifoidea, paratifoidea y difteria. Varias epidemias de tifoidea han sido originadas por la con- taminación de la leche por medio de ordeñadores por- tadores de bacilos. Los microbios invaden nuESTo cuerpo de varios modos: 1. —Por contacto directo con la piel o ropas de los enfermos. Tal es el contagio en la viruela, sarampión, escarlatina, etc. En estas enfermedades el germen infeccioso está probablemente en la piel. El bacilo tífico y el bacilo diftérico, pueden hallarse sobre libros infectos, al cabo de un tiempo relativamente largo, sin perder su virulencia. 2. —Por la boca, con los alimentos y bebidas, o con las manos si se llevan a la boca sin lavarlas, des- pués de haber estado en contacto con enfermos, o por 51 medio de los utensilios empleados por los enfermos. La fiebre tifoidea, el cólera infantil, la disentería, el cólera, la tuberculosis, la difteria, pueden tener esta vía de entrada. Los gérmenes de casi todas esas en- fermedades radican en los intestinos del enfermo y salen al exterior por las materias fecales. Si esas ma- terias son arrojadas al suelo pueden ser arrastradas por las lluvias y contaminar el agua de los ríos y pozos. Si son arrojadas a los excusados construidos sobre huecos sin cementar, pueden infectar el suelo y las aguas por percolación. La leche puede servir de ve- hículo a los gérmenes de la tifoidea, cólera infantil, diarreas, difteria y tuberculosis. Los alimentos crudos, como las frutas y legumbres, pueden contaminarse en el suelo infecto directamente por el excremento hu- mano, procedente de un enfermo, empleado como abono. La carne puede ser portadora de los gérmenes de la paratifoidea, triquina, solitaria, etc. 3. —Por el aire que respiramos: tuberculosis, difteria, neumonía, catarro, etc. Los enfermos arrojan al suelo con los esputos los gérmenes de esas enfer- medades, los cuales, mezclados con el polvo y suspen- didos en el aire al barrer o sacudir las habitaciones, se introducen en los pulmones de las personas sanas que los respiran. 4. —Por rasguños o heridas de la piel. Tétano, rabia, tuberculosis, forunculosis, erisipela, tiña, an- quilostomiasis, etc. 5. —Por inoculación del germen por medio de UN AGENTE INTERMEDIARIO. Los mosquitos o zancu- dos que se desarrollan en los lugares en donde hay depósitos de agua estancada, absorben en la sangre de los enfermos que pican, los gérmenes del paludismo y de la fiebre amarilla y los inoculan a las personas que pican después (1). La pulga inocula la peste bubónica U) El ANOFELE macüUPENNIS, llamado así por las manchas carac- terísticas de las alas, es el mosquito responsable de la transmisión del paludismo. El STEGOMIA CALOPDS, es el mosquito inoculador de la fiebre amarilla. 52 y la propaga de las ratas al hombre. Las picaduras de cucarachas, piojcs y niguas son con frecuencia un medio de transmisión de muchas enfermedades. Las moscas, al posarse sobre los alimentos, los contaminan con los gérmenes de la tifoidea, tuberculosis, etc. No muchas clases de microbios pueden vivir en nuestro cuerpo; la mayor parte mueren al entrar por la acción protectora de los fagocitos y otros agentes de defensa. Pero si la vitalidad del individuo decrece por fatiga, mala alimentación, algún resfrío, por alcoho- lismo o por enfermedades crónicas, encuentran en- tonces un medio favorable para crecer, multiplicarse y producir enfermedades. Esto explica la aparición de ciertas enfermedades infecciosas después de humede- cerse, de un exceso de trabajo o de una corriente de aire en la nuca, y explica también por qué los borra- chos soportan tan mal las enfermedades. El ácido clorhídrico del jugo gástrico destruye los microbios, pero como la reacción del jugo no es ácida en ausencia de alimento sólido, la salvaguardia es in- completa, especialmente cuando se trata de agua con- taminada. Importa mucho, tanto al higienista como al mé- dico, reconocer el germen específico de una enfermedad y su modo de evolucionar y de transmitirse de un in- dividuo a otro, a fin de adoptar los medios razonables para destruirlo o para evitar que éntre a otros orga- nismos. Desgraciadamente no todos los gérmenes son visibles ni con la ayuda de los microscopios más po- tentes; algunos por ser ultramicroscópicos como el mi- crobio causante de la parálisis infantil, otros por no haberse descubierto el modo de diferenciarlos o te- ñirlos. Los PARÁSITOS son seres animales y vegetales mejor organizados que los microbios, que viven a ex- pensas de otros seres y son factores importantes de enfermedades. Al grupo de parásitos animales pertenecen las lom- brices, los tricocéfalos, los anquilóstomos, las amibas y la solitaria, que habitan en los intestinos; la triquina 53 en los músculos, el protozoario del paludismo en la sangre; las pulgas, niguas y piojos, el tórsalo y el ácaro de la sarna en la piel y el cuero cabelludo. Bntre los parásitos vegetales figuran los hongos productores de la tiña (Trichophyton Tonsurans), el gusanillo (Oidium Albicans), la espundia, el pie de Madura (Mycetoma), etc. La Medicina y la Higiene han progresado con el descubrimiento de las causas de las enfermedades, el cual nos ha permitido reproducirlas a voluntad, estu- diar todas sus manifestaciones y ensayar todos los mé- todos que han indicado los tratamientos específicos y las medidas preventivas o profilácticas adecuadas para cada una de ellas. El empirismo ha dejado de ser la guía del arte de curar y de evitar las enfermedades. CAPITULO III Infección y desinfección I.—Defensas naturales y artificiales contra las enfermedades Cuando una bacteria encuentra en nuestro orga- nismo condiciones favorables de vida, se multiplica considerablemente y produce unas sustancias veneno- sas llamadas toxinas que originan ciertos trastornos característicos, como la fiebre. Se dice entonces que somos víctimas de una enfermedad infecciosa, o, en otros términos, que ha habido una infección. En la mayoría de los casos esa infección es elimi- nada después de cierto tiempo, por la acción protectora de los fagocitos: los microbios se mueren, las toxinas se vuelven inertes y el organismo queda libre de toda enfermedad. Un ataque de una enfermedad infecciosa protege generalmente al enfermo contra futuros ataques de la misma enfermedad. La viruela, la escarlatina, el sa- rampión, las paperas, etc., no atacan dos veces a una misma persona. Y es porque el organismo posee, ade- más del medio de defensa ya citado y conocido con el nombre de fagocitosis, otro que consiste en producir, bajo la acción de uu agente infectivo, llamado antígeno ciertas sustancias, especie de contravenenos, llamadas antitoxinas, que actúan específicamente contra las toxi- nas que circulan por la sangre destruyendo su efecto y 55 haciéndolo refractario, durante un tiempo más o menos largo a una reinfección. Ese fenómeno se conoce con el nombre de inmunidad natural. El organismo posee por consiguiente una salva- guardia natural contra los microbios. Si el ejército de invasores es demasiado numeroso en comparación con el número de nuestros fagocitos y si la producción de toxinas es sobradamente intensa para que nuestras antitoxinas las neu- tralicen, el paciente muere; en el caso con- trario el paciente re- cupera la salud. El preservativo con- tra la viruela llamado vacuna e introducido por primera vez por Jenneren 1796, es un medio de producir in- munidad artificial con- tra dicha enfermedad, pues la vacuna no es otra cosa que una vi- ruela atenuada que ataca la ubre de las vacas. Jenner descu- brió la vacuna por ha- ber observado que los ordeñadores que con- traían vejiguillas en las manos, idénticas a las que so- lían aparecer en la ubre de las vacas, se libraban de la viruela. La vacuna puede ser transmitida de un in- dividuo a otro inoculando en la piel, con una lanceta o aguja, la linfa que contienen las vejiguillas. La ino- culación de la linfa va seguida, al cabo de unos días, de la producción de una vejiguilla purulenta o pústula que atestigua que el individuo ha contraído la viruela, bajo una forma lo más atenuada posible. Después el organismo reacciona y se hace refractario tanto a la viruela como a la revacunación. Fig. 19.—Eduardo Jenner 1749-1822 56 En 1885 Pasteur continuó el trabajo iniciado por Jenner y demostró que los gérmenes del carbón y la rabia pueden convertirse en preservativos de esas enfer- medades o por lo menos mitigar sus efectos, si se ino- culan al hombre, bajo la forma de culturas atenuadas (no tan virulentas) por medios artificiales. Fig. 20. “hA VACUNA E¡N el, 10? DÍA DE SU DESARROEEO Dos años después Chantemesse y Widal demostra- ron que era posible inmunizar las ratas contra los ba- cilos de la tifoidea inyectándoles previamente dosis pequeñas de esos mismos bacilos muertos por el calor Diez años más tarde descubrió Widal la vacuna contra la tifoidea en el hombre. La tuberculina que presentó el Profesor Koch al mundo científico en 1890 contra la tuberculosis, es un extracto glicerinado de los microbios de la turberculosis 57 muertos por la ebullición, junto con una sustancia química elaborada por ellos. La tuberculina resaltó ineficaz para la cura o pre- vención de la enfermedad, pero tiene gran valor clí- nico como medio de diagnóstico: unas gotitas puestas en el ojo producen enrojecimiento de la conjuntiva si la persona es tuberculosa y no provocan reacción si la persona no lo es. En el mismo año Behring y Kitasato encontraron que la sangre de conejos inmunizados contra el tétano poseía la propiedad de destruir el ve- neno tetánico y que esta propiedad era efectiva en el cuerpo de otros animales. Behring descubrió también que inyectando a una persona atacada de difteria, el suero de la sangre de un animal que haya sanado de la misma enfermedad, se conseguía su curación rápida. Y es porque el suero de la sangre de los animales in- munizados contra una infección determinada, contiene las antitoxinas que neutralizan en el organismo las toxinas del microbio correspondiente. Sobre este principio fundó Behring la moderna sero-terapia, que sirvió de base para el procedimiento empleado por Roux para la curación de la difteria. Las antitoxinas que se usan para curar la difteria y el tétano, se obtienen de la sangre de los caballos previamente inmunizados contra esas enfermedades, por medio de inyecciones progresivas de las toxinas fabricadas por los microbios de esas enfermedades. Esas toxinas se obtienen preparando culturas micro- bianas en líquidos alimenticios apropiados y destru- yendo luégo los microbios por la ebullición y filtrando; el líquido filtrado contiene las toxinas. La vacunas son emulsiones microbianas atenuadas por procedimientos artificiales o esterilizadas por el calor o los antisépticos. Cuando se vacuna con emul- siones atenuadas pero vivas (la vacuna de Jenner, por ejemplo), se inocula un producto virulento que no con- fiere inmunidad sino después de haber provocado la enfermedad atenuada contra la cual se quiere proteger. Cuando se vacuna con los bacilos muertos, los efectos son diferentes, pues sólo actúan las toxinas microbia- 58 ñas que provocan en la sangre la formación de anti- toxinas inmunizantes. La Vacunoterapia pide al organismo que sumi- nistre él mismo sus antitoxinas curativas. La sero- terapia suministra lasque se han formado en el cuerpo de otros animales (1). Los sueros confieren una inmunidad pasiva puesto que suministran las antitoxinas ya formadas. Las va- cunas confieren una inmunidad aciiva porque las células del cuerpo tienen que elaborar por sí solas las anti- toxinas o anticuerpos. Las vacunas, no confieren, como los sueros, una protección inmediata porque transcurre un período de varios días entre la inocula- ción y la producción de antitoxinas. Por consiguiente, los sueros deben emplearse siempre que sea necesario proceder con prontitud, y las vacunas antes de que la infección se generalice. Las vacunas autógenas o autovacunas se pre- paran con bacterias procedentes del enfermo mismo, y se administran al paciente que haya proporcionado el cultivo para su elaboración. Las vacunas se emplean con un fin preventivo en la profilaxis de ciertas enfermedades epidémicas: vi- ruela, cólera, peste bubónica, disentería, tifoidea, para- tifoidea, etc.; y en el tratamiento de muchas enferme- dades microbianas. Hoy día el campo de la vacuno- terapia es ilimitado y se puede decir que cada enfer- medad microbiana posee actualmente su vacuna. En 1915, el bacteriólogo francés Mr. d’Herelle descubrió un fenómero producido por un agente invisi- ble, probablemente un microorganismo, el bacteriófago intestinal (devorador de microbios) que existe eu las materias fecales de los disentéricos convalescientes. Unas pocas gotas de esas materias filtradas destruyen completamente, en pocas horas, los bacilos de la disen- (O Otro de los efectos de las vacunas bacterianas, es el de exaltar el poder destructivo de los leucocitos del enfermo hacia los invasores microbianos específicos que atacan el organismo; en otros términos, el de aumentar el índice opsónico del enfermo. 59 tería (Bacilos de Shiga, de Flexner). Ese agente, que inyectado en la sangre de una persona conduce a la formación de antitoxinas, está llamado a prestar gran- des servicios en el tratamiento de la disentería y otras enfermedades microbianas del intestino y parece tener efectos inmunizantes que han podido ser comprobados en ciertas especies animales. Los nuevos sistemas curativos de hoy día consisten en estimular artificialmente los procesos de inmuniza- ción. LAS GLANDULAS DEL CUERPO COMO ORGANOS DE DEFENSA Hemos visto que el organismo está obligado a de- fenderse contra la acción de los microorganismos que lo acechan de continuo. Este papel de defensa no sola- mente está reservado a los fagocitos y al suero sanguí- neo sino también a la mayor parte de las glándulas del cuerpo. Las Glándulas son los órganos especiales de las secreciones. Desde el punto de vista anatómico se dis- tinguen dos grupos de glándulas: 19 — Glándulas de secreción externa cuyos productos salen fuera por medio de canales excretores; tales son las glándulas salivales, lacrimales, sudorí- paras, sebáceas, gástricas, el páncreas, el hígado, los riñones, etc. 29—Glándulas de secreción interna o en- docrinas desprovistas de canales excretores. Dicho grupo comprende: el bazo, las glándulas linfáticas, las amígdalas, la tiroides y la paratiroides, las glándulas suprarrenales, la glándula pituitaria, el timo, etc. Los PRODUCTOS DE SECRECIÓN EXTERNA, como la saliva, el jugo gástrico, el pancreático y la bilis, tienen propiedades derivadas de sus fermentos, pigmentos y sales. La acción desinfectante de las lágrimas, el jugo gástrico y la bilis es bien conocida. El cloruro de sodio de la secreción lacrimal y el ácido clorhídrico del jugo 60 gástrico son antisépticos poderosos. Por la bilis se eli minan muchos venenos exógenos retenidos en el hígado (arsénico, plomo) y materias tóxicas que re- sultan de la actividad celular. La bilis impide la des- composición pútrida intestinal, no por una acción antiséptica, sino activando los movimientos peristál- ticos del intestino (1). Las secreciones de las glándulas internas, en estado de salud, desempeñan diferentes funciones; algunas contieuen antitoxinas capaces de neutralizar las toxinas producidas por el organismo y los agentes infecciosos. Otras llamadas hormonas, son fermentos que actúan excitando a distancia un órgano determinado. El papel esencial del bazo y los ganglios linfáticos es formar glóbulos blancos o fagocitos y retener los microbios que acarrea la circulación sanguínea. La hinchazón del bazo, de las amígdalas, de las glándu- las del cuello, de las axilas y de las ingles que se observa en el curso de ciertas enfermedades infecciosas muestra la actividad de estas glándulas en la destruc- ción de los gérmenes patógenos (2). La glándula Tiroides situada en la parte antero- inferior de la laringe puede hipertrofiarse y producir el bocio o atrofiarse y originar la mixedema, enfermedad caracterizada por trastornos nutritivos y tóxicos: la dermis se engruesa y se infiltra de grasa; los pies y las manos se abotargan y revisten el tipo paquidérmico; los cabellos, cejas y pestañas caen; las facultades inte- lectuales se entorpecen y por último sobreviene la caquexia y la muerte. Los mismos fenómenos se oh- servan después de la extirpación quirúrgica de la glán- dula tiroides. La enfermedad desaparece haciendo in- gerir al paciente las glándulas tiroides (desecadas) de animales. El cretinismo es una enfermedad que pre- senta los tres caracteres siguientes: idiotismo, defecto (D La colesterina, sustancia contenida en la bilis y la sangre, des- empeña un papel antitóxico y antimicrobiano. (2) El apéndice vermiforme, rico en tejido linfoide, es probablemente un órgano de defensa contra las infecciones microbianas del intestino. 61 de desarrollo del esqueleto y bocio. Si la función de la glándula tiroides es excesiva, el exceso de secreción se convertirá en un veneno que traerá como resultado el bocio exoftálmico. El suero de caballos, a los que se ha extraído el tiroides es el mejor agente terapéutico contra esa enfermedad. Hay razones bien fundadas para creer que las lesiones de la glándula tiroides son responsables de algunos casos de diabetes. La extirpa- ción de la glándula paratiroides va seguida de trastornos tetánicos. El timo ES una glándula situada entre la trá- quea y el esternón, que se atrofia en el adulto. La ac- ción de esta glándula es probablemente idéntica a la de la glándula tiroides. Las glándulas suprarrenales están situadas en el polo superior de los riñones. La enfermedad de Addison caracterizada por una debilidad general y por una coloración especial de la piel, denominada piel bronceada, es producida por lesiones de las glándulas suprarrenales. La muerte es la terminación general de la enfermedad. El principio activo de las glándulas suprarrenales llamado adrenalina posee propiedades he- mostáticas y estimulantes bien marcadas. La glándula pituitaria o hipófisis están si- tuada en la base del cráneo. El principio activo, extraído de la parte posterior de la glándula, llamado pituitrina, se emplea en tera- péutica como hemostático y como estimulantes de las fibras musculares del intestino y otros órganos; por esa razón favorece el peristaltismo intestinal. 2.— Medios para evitar la infección Los medios de que dispone la ciencia para evitar la propagación de las enfermedades infecciosas son: A) —La inmunización natural. B) —La inmunización artificial. C) La desinfección. D) —El aislamiento. 62 A) —La inmunización natural se favorece aumen- tando la resistencia y la vitalidad del organismo por medio de los preceptos higiénicos generales: Alimentación sana y bien proporcionada. Habitación limpia, seca, amplia, ventilada e inundada de luz. Vida ordenada, tranquila y honesta. Ejercicio moderado. Baño diario. Reposo y distracción. B) —La inmunización artificial se lleva a cabo, como ya se ha dicho, por medio de vacunas y sue- ros antitóxicos. C) —Desinfección. Por desinfección se entiende la destrucción de los gérmenes patógenos con un fin higiénico y sanitario. Ayudan a la desinfección algunos agentes natura- les que obran de una manera desfavorable para las bacterias, como la luz solar, la desecación, la acción del oxígeno atmosférico y del ozono, la electricidad y el radio. Los principales agentes que destruyen los micro- bios se llaman desinfectantes, germicidas o antisépticos. La antisepsia destruye los microbios que han invadido el organismo, la asepsia los destruye antes de que puedan ponerse en contacto con aquél. Siempre que sea posible la asepsia es preferible a la antisepsia. Los principales desinfectantes son: LA LUZ SOLAR Las bacterias no pueden soportar la radiación di- recta del sol más que por unas pocas horas. Cuánto más brillante sea la luz, más eficaz será su acción ger- micida. El bacilo de la tuberculosis perece después de media hora de exposición a los rayos directos del sol. 63 Los esporos del ántrax (germen productor del carbón o carbunclo) resisten la temperatura del agua hir- viente durante cuatro minutos; en cambio la luz solar les hace perder rápidamente la virulencia. Sin embargo el poder germicida de la luz del sol es limitado, pues tiene poco poder de penetración. Materiales delgados como las sábanas pueden desinfectarse al sol en el tér- mino de pocas horas; pero las telas gruesas como las cobijas, se desinfectan sólo superficialmente. La luz solar directa es el germicida más eficaz contra los mi- crobios que se hallan en los libros. EL CALOR El fuego y los hornos crematorios se aplican a la desinfección de ropas infectas, casas contaminadas y cadáveres, en ciertas epidemias. La incineración de las basuras en hornos crematorios es el mejor proce- dimiento para eliminar los focos de infección de las ciudades y los criaderos de moscas. El calor SECO a la temperatura de 160 grados centígrados que se obtiene con los esterilizadores de aire caliente, tiene el mismo efecto, pero su fuerza de penetración es muy inferior a la del calor húmedo y deteriora fácilmente los objetos. El calor húmedo se utiliza bajo la forma de ebu- llición o de vapor de agua bajo presión. La ebullición es uno de los medios desinfectantes más generalizados aunque no da completa seguridad, porque la resisten numerosos esporos. Afortunada- mente la mayor parte de nuestras enfermedades con- tagiosas son causadas por microorganismos que no pro- ducen esporos, exceptuando el tétano y el carbón. La Ebullición en el agua se emplea en la esterili- zación de ciertas preparaciones alimenticias y de los instrumentos de cirugía. Agregando carbonato de soda de manera que resulte una solución al \% se evita que los instrumentos se herrumbren con el agua. El vapor de agua bajo PRESIÓN constituye un desinfectante seguro, rápido y de gran fuerza de pene- 64 tración. Los autoclaves y las estufas sanitarias utilizan exclusivamente este medio. Cuando se hierve el agua bajo la presión normal en recipientes destapados, no puede calentarse a una temperatura mayor de cien grados centígrados; pero si se hace hervir bajo presión, puede calentarse a tem- peraturas superiores. La temperatura del vapor libre que se escapa del agua hirviendo es igual a la de ésta, Fig. 21. — Ei. autoclave es decir a 100 C., pero la del vapor encerrado está en proporción directa a su presión. Una presión de 15 li- bras por pulgada cuadrada hace elevar el vapor a 120 grados centígrados y una de 20 libras a 125 grados centígrados. 65 EL FRÍO El hielo es un preservativo que se opone al desa- rrollo de las bacterias, pero no es desinfectante. El ba- cilo de la tifoidea ha resistido 40 días en el hielo. AGENTES QUÍMICOS Los fumigantes empleados generalmente para la desinfección de las habitaciones son: el ALDEHIDO FÓRMICO el CLORO el ANHIDRIDO SULFUROSO. El Aldehido fórmico es un desinfectante de pri- mer orden; no mancha ni altera los tejidos ni los ob- jetos; carece de acción tóxica, sólo irrita los ojos y las vías respiratorias. Su fuerza de penetración supera a la de los demás desinfectantes gaseosos. El procedimiento más simple y económico para pro- ducir vapores de aldehido fórmico sin necesidad de aparatos ni emplear el fuego, consiste en mezclar una solución de formalina con permanganato de potasio. Tan pronto como estas dos sustancias se ponen en con- tacto, se produce una violenta ebullición de la forma- lina con desprendimiento de calor y de gas. Se procede de la manera siguiente: se vierte en un recipiente de madera la cantidad de permanganato determinada (10 gramos por metro cúbico) y se agrega la dosis de for- malina calculada de antemano (20 centímetros cúbicos por metro cúbico) alejándose rápidamente y cerrando la última abertura del cuarto. Para un cuarto de 25 metros cúbicos de espacio se necesitarán, por consiguiente, 250 gramos de perman- ganato de potasio en medio litro de formalina. El cuarto permanecerá cerrado durante cuatro horas. La Formalina es el formaldehido disuelto en agua en la proporción de un 40%. 66 Una solución al \%c de formalina destruye las bac- terias al cabo de 10 minutos; una solución de 2% se emplea para la desinfección de las materias fecales. El aldehido fórmico en forma gaseosa se obtiene también calentando a presión la formalina con cloruro de cal; y también mezclando medio litro de formalina con una libra de cal viva; el calor desprendido por la cal produce la volatilización de la formalina. La acción bactericida de la urotropina, tan usada hoy día como desinfectante de la orina, las vías bilia- res y el intestino, se debe al desprendimiento de alde- hido fórmico naciente en los jugos orgánicos. El cloro posee una altísima potencia bactericida. Se emplea no solamente para fumigaciones, sino también para la esterilización del agua en gran escala, pues es completamente inofensivo y desaparece fácil- mente del agua. A causa de la gran afinidad del cloro con el hidrógeno, el cloro pone en libertad el oxígeno en algunas de sus combinaciones. Así, en presencia del agua, se forma ácido clorhídrico y se desprende oxígeno naciente. 2 H2 O + 2 Cl2 = 4 HC1 + O2 Agua Cloro Acido Clohídrico Oxígeno La acción oxidante y antiséptica del cloro se debe a la liberación del oxígeno en presencia de materia orgánica. Por esa razón altera los colores de los tejidos y esteriliza el agua. El gas cloro se obtiene en pequeña escala mezclando ácido clorhídrico con hipoclorito de calcio o calentando una mezcla de ácido clorhídrico con peróxido de manganeso o, más fácilmente, mezclando ácido clorhídrico con clorato de potasio. Hoy hay en el comercio pastillas que al disolverse en el agua dan cloro libre. Por ejemplo, las de clorazeno. El anhídrido sulfuroso es un insecticida pode- roso, pero es muy deficiente como desinfectante; por eso casi se ha abandonado. Posee además la desventaja de alterar los colores y destruir las materias animales y vegetales. Se prepara quemando azufre. Su poder 67 germicida se aumenta si se riega en el cuarto agua para humedecer el aire. Para practicar la fumigación se procede de la manera siguiente: Se colocan cuatro libras de azufre para cada 10C0 pies cúbicos de aire dentro de un recipiente pequeño de metal que se pondrá a su vez, dentro de otro reci- piente de mayor tamaño, que lia de contener un poco de agua. Se coloca todo sobre tres ladrillos, se derrama una cucharada de alcohol sobre el azufre e inmediata- mente se aplica el fuego. Se dejará que el azufre se consuma por completo y se mantendrá el cuarto her- méticamente cerrado durante ocho horas. El hipoclorito de calcio contenido en el pro- ducto llamado comercialmente cloruro de cal, se emplea en la desinfección de excusados, como agente blan- queador y en la purificación del agua potable (una parte en 2000,000 de agua). Es uno de los desinfectan- tes más baratos y eficaces. Puede aplicarse seco si el material que se ha de desinfectar está húmedo, pero generalmente se usa disuelto en agua, pues actúa so- lamente en presencia de humedad. Una solución al 1 en 25 de agua es suficiente para desinfectar las paredes, muebles o pisos de una casa. La solución de Carrel muy en boga ahora para la desinfección continua de las heridas, es una solución de hipoclorito de sodio y debe su poder germicida a la liberación del cloro en presencia de materia orgánica. Para prepararla se emplean tres sustancias químicas: el hipoclorito de calcio, el carbonato de sodio y el bicarbonato de sodio. La solución de Carrel es menos irritante para la piel y los tejidos vivos que la mayoría de los antisépticos conocidos y especialmente que el iodo, el ácido fénico y el percloruro de mercurio. El sublimado corrosivo o percloruro de mer- curio es uno de los germicidas más eficaces y baratos en uso. Una solución al 1 en 2000 destruye las bacte- rias sin esporos en una hora; una solución al 1 por 1000 las destruye en media hora y al 1 por 500 en un cuarto de hora. La solución generalmente empleada para lavar las manos, paredes y pisos es al 1 por 1000. 68 Tiene varias desventajas: es en extremo venenoso, posee acción corrosiva sobre los metales y coagula la capa albuminosa de las heridas, formando un com- puesto insoluble que protege los tejidos de la acción desinfectante del mercurio. Una solución más eficaz es la siguiente: Sublimado Corrosivo 1 gramo Sal común 2 » Agua 1000 * El ácido Fénico o carbólico fue el primer de- sinfectante empleado por Lister. Una solución al 3% destruye las bacterias en una hora. Se le emplea mu- cho en gargarismos porque posee una acción anesté- sica local. El PERMANGANATO de POTASIO en solución con- centrada es muy eficaz para la mordeduras de serpien- tes; en solución al 3% se emplea para la desinfección de las manos. Es oxidante y en contacto con materias orgánicas se descompone liberando oxígeno sin efer- vescencia. El PEROXIDO DE HIDRÓGENO O AGUA OXIGENADA (H2 O2) es un compuesto poco estable; cuando se ca- lienta se descompone en oxígeno y agua. El oxígeno naciente que se desprende tiende a combinarse con otros átomos; por eso se combina con el pigmento del pelo y lo blanquea (lo oxida); por esa misma razón oxida sustancias orgánicas y actúa como desinfectante. En contacto con pus, sangre y otros líquidos orgánicos se descompone en agua y oxígeno; este último se es- capa formando espuma. Se emplea en el tratamiento de las heridas supuradas y en las enfermedades de la boca y garganta. La tintura de iodo es un antiséptico muy em- pleado en cirugía para la desinfección preliminar de la piel. Destruye la tiña y otros parásitos de la piel. Se emplea en soluciones de 3 al 7%. Cuando se usa esta última, se debe lavar el exceso de iodo con alcohol. Los compuestos antisépticos del iodo son: el iodo- 69 formo, el iodo-timol o aristol y el tetra-iodo-pirrol o iodol. El alcohol al 60 ó 70% destruye las bacterias en 15 minutos. En soluciones más fuertes o más dé- biles no actúa como desinfectante. La razón por qué las soluciones de alto porcentaje carecen de poder des- infectante, estriba en que el alcohol necesita cierta cantidad de agua para que tenga fuerza de penetración. El alcohol absoluto tiene además la desventaja de coa- gular la materia orgánica formando una capa protectora al rededor de los microbios. El sulfato de cobre en soluciones del 2 al 5% se emplea para la desinfección de excusados, retretes y vasos de noche. El LiSOL contiene cresol y jabón. Es un desinfec- tante bueno y poco dispendioso y un insecticida de pri- mer orden, pero es veuenoso y cáustico. Se usa en so- lución al 1%. El ácido bórico y mejor su compuesto el borato de sodio, bórax o afincar, son desinfectantes muy débiles y se emplean en irrigaciones de los oídos, ojos, nariz y garganta. El agua boricada es una solución de ácido bórico al 4%. El agua salina (9 partes de cloruro de sodio en 1000 de agua) es un desinfectante y se emplea además para reemplazar la falta de sangre después de una he- morragia; con ese objeto se inyecta por la vía hipodér- mica o intravenosa. Entre los desinfectantes de la sangre figu- ran la quinina para el paludismo, el arsenobenzol y otros arsenicales para la sífilis y las soluciones coloida- les metálicas que son bactericidas potentes muy eficaces contra algunas enfermedades infecciosas. La quinina es el específico por excelencia contra la malaria; actúa más eficazmente durante el período del escalofrío intenso de la enfermedad, que coincide con el fraccionamiento del parásito en esporos (véase capítulo XVIj. Localmente actúa específicamente con- tra la amiba de la disentería, en solución al 1 eñ 500. El arsénico en formas minerales es un veneno aun 70 en dosis bastante pequeñas. En formas orgánicas (ca- codilatos, metilarsinatos, etc.) su poder tóxico dismi- nuye considerablemente, según lo demostraron a fines del siglo pasado los químicos franceses. El profesor alemán Ebrlich, después de 606 ensayos en su labo- ratorio, encontró un compuesto arsenical que actúa poderosamente sobre el microbio de la sífilis sin pro- ducir grave daño a las células del organismo, y lo bautizó con los nombres de 606 o Salvarsán. El número de com- puestos arsenicales y el de sus aplicaciones terapéuticas ha creci- do considerablemente en los últimos años. Ahora se está ensa- yando, con muy buen éxito en algunos ca- sos, el reemplaza- miento de los arseni- cales por los bismuta- les, dando este nombre a los compuestos de bismuto en que este elemento funciona no como metal sino como metaloide (por ejem- plo, el tartro-bismu- tato de potasio y so- dio). El Bismuto - Metaloide se comporta química- mente como el arsénico, pero llevándole la ventaja de poder ser administrado en dosis mucho mayores. Los metales coloidales están dotados de propieda- des químicas y biológicas (propiedades catalíticas, fer- mentarías y bactericidas) muy utilizadas en terapéu- tica. Su poder bactericida se manifiesta directamente sobre los gérmenes infecciosos o indirectamente favo- reciendo la fagocitosis. El colargol o plata coloidal se emplea como anti- séptico en diferentes enfermedades infecciosas; su po- Fig. 22.—Profesor Ehrlich 71 der germicida es débil, pero en cambio impide el desarrollo de las bacterias. El electrargol es una plata coloidal, obtenida por vía eléctrica y el más usado y eficaz como medica- mento anti-infeccioso de todos los coloides metálicos. En las neumonías de origen bacterial, en las fiebres puerperales, en la influenza epidémica y en la erisipela ha dado buenos resultados. El oro, el platino, el paladio, el selenio, el óxido de cobre, el mercurio y el hierro han sido reducidos al estado coloidal y se conocen en el comercio con los nombres de electraurol, electroplatinol, electropaladiol, electroselenium, electrocuprol, eléctromercurol y elec- tromartiol. Todos ellos parecen tener una acción no despreciable contra las enfermedades infecciosas, aun- que en esta materia se necesita una más amplia com- probación experimental (1). U) Graham fué el primero en señalar, en 1862, que ciertas sustan- cias como la albúmina, la gelatina, la goma, el almidón, no se difunden, es decir, no atraviesan las membranas animales y designó estas sustan- cias con el nombre de coloides, para distinguirlas de los cristaloides, cuerpos difusibles como la sal y el azúcar. Los coloides no son todos compuestos orgánicos. Ciertos elementos minerales (plata, azufre, hierro, etc.) insolubles en las condiciones ordinarias, pueden ser reducidos al estado coloidal por medio de agentes químicos o físicos (la electricidad, el calor, las radiaciones luminosas, etc.) El arco voltaico, al brotar entre dos láminas de un metal determinado sumergidas en agua destilada, determina una pulverización extrema ultra-microscópica, del metal y la formación de un coloide. Las soluciones coloidales son, en realidad, suspensiones de un gran número de partículas insolubles, invisibles al microscopio, pero perceptibles al ultramicroscopio, que adquieren la propiedad de perma- necer en suspensión en ciertos líquidos, dando emulsiones que presentan el aspecto exterior de las soluciones verdaderas. Esas partículas ultra- microscópicas tienen poder para adherirse a las bacterias patógenas. Esta afinidad electiva es la exposición razonada del tratamiento por solucio- nes coloidales, y explica la acción del 606. Las partículas de arsénico coloidal se adhieren a los espiroquetos (gérmenes de la sífilis), reducién- dolos a un estado en que pueden ser destruidos por los fagocitos. Los coloides producen, además, una reacción leucocitaria importante y, por ello, elevan el índice opsónico y exaltan las defensas naturales del orga- nismo. Las soluciones coloidales metálicas son inyectadas en la sangre des- pués de haber sido isotonizadas en el momento de emplearlas, agre- gando cloruro de sodio u otra sal cualquiera o bien agregando azúcar, de modo que la presión osmótica de la solución sea igual a la de la sangre. El primer producto de la labor de Graham fué el hierro dializado cuya acción debida a su naturaleza coloide contrastaba fuertemente con las sales estípticas de hierro. 72 EL AISLAMIENTO El aislamiento de los enfermos es el medio más seguro de evitar la propagación de las enfermedades contagiosas. Se practica especialmenre contra el có- lera, la viruela, la peste bubónica, la lepra, la fiebre amarilla, la difteria, el sarampión y la escarlatina. B1 objeto del aislamiento es evitar que los microbios pro- ductores de la enfermedades se pongan en contacto con el hombre sano. Esa medida profiláctica debe ser obligatoria por la ley, pues ningim enfermo o convaleciente tiene derecho de diseminar por todas partes los gérmenes de su enfer- dad. Siempre que sea posible el aislamiento, conviene hacerlo en Hospitales o Sanatorios fuéra de las pobla- ciones. El aislamiento en las casas puede realizarse incomunicando el cuarto del enfermo de una manera absoluta. El cuarto del aislamiento, debe estar bien ventilado y no debe tener muebles innecesarios, felpudos, al- fombras ni cortinas que son verdaderos receptáculos de microbios. Ivas deyecciones, esputos y otras secreciones de los enfermos serán cuidadosamente desinfectados con for- malina al 2%, ácido carbólico al 5%, sulfato de cobre al 5%, sublimado corrosivo al 1 en 500 o cloruro de cal al \%. Las materias deberán permanecer en el desinfec- tante por lo menos durante una hora. Las ropas del enfermo se harán hervir durante una hora antes de darse a lavar, o se sumergirán durante tres o cuatro horas en una parte de formalina y 5000 de agua o en sublimado al 1 por 1000. Se tendrá cuidado de evitar que los zancudos, mos- cas y otros insectos entren en el cuarto del enfermo, o se pongan en contacto con él, por medio de enreja- dos de alambre o de mosquiteros. Los médicos procurarán desinfectarse bien las ma- nos y la cara y cambiarse el vestido antes de salir. Los enfermeros deberán quedar aislados de todos los demás 73 habitantes de la casa. Las visitas a los enfermos serán completamente prohibidas. Mientras el enfermo permanezca en el cuarto de aislamiento no se podrá desinfectar éste de una ma- nera perfecta; lo único que se puede hacer es lavar los pisos y muebles con trapos humedecidos con soluciones antisépticas. Durante la convalecencia de una fiebre eruptiva (véase Capítulo XXIII) se dará al paciente un baño antiséptico de percloruro de mercurio al 1 por 5000. El cuarto del enfermo será después fumigado; pero la fumigación no dará garantía absoluta a nuevos ocu- pantes del cuarto, a no ser que se suplemente con un lavado enérgico de las paredes, piso y cielo, con una solución fuerte de cloruro de cal (una libra en 6 galones de agua). Hay que tener en cuenta que el convaleciente ofrece más peligro de contagio a los demás moradores de la casa que el cuarto mismo del enfermo. La cuarentena es un aislamiento preventivo que se hace a las personas que vienen de lugares in- fectos, durante un tiempo más o menos largo, que depende del periodo de incubación de la enfermedad que se trata de evitar. Se entiende por período de incuba- ción el espacio de tiempo que transcurre desde que em- pieza a actuar el germen de una enfermedad hasta que se presentan los primeros síntomas. CONCLUSIONES GENERALES Cada enfermedad infecciosa requiere métodos pre- ventivos especiales. La viruela se combate con la vacuna y el aisla- miento. La difteria con el suero antidiftérico y el aisla- miento. La fiebre tifoidea con vacunas antitíficas, vigilan- cia de las aguas de alimentación y de la leche y con la campaña contra las moscas. 74 Otras fiebres eruptivas como el sarampión, la vi- ruela loca y la escarlatina, con el aislamiento y la des- infección. La malaria y la fiebre amarilla, evitando el desa- rrollo y las picaduras de mosquitos. La tuberculosis, destruyendo el esputo del paciente y evitando todo contacto con él y mediante la investi- gación de los animales bovinos tuberculosos por medio de la tuberculina. CAPITULO IV La ventilación de la casa humana EL AIRE QUE RESPIRAMOS Todo sér viviente necesita de aire para vivir; los peces absorben el que está disuelto en el agua, el hom- bre y las plantas lo toman de la atmósfera. Podemos vivir sin alimento por muchos días y sin agua por algunas horas; pero no podemos privarnos del aire sino por algunos minutos. Por eso el aire es para nosotros de más importancia que el agua y el ali- mento. El personal de la casa humana lo necesita para respirar y para quemar los combustibles de sus fábri- cas. La aeración u oxidación de la sangre es la función más importante del cuerpo. La energía que necesita- mos para vivir y movernos proviene de la oxidación del alimento. El alimento sería completamente inútil si no fuese oxidado en el organismo. El aire está formado por la mezcla de dos gases: oxígeno y nitrógeno. Una x/s parte del aire se compone de oxígeno, que es el elemento que sostiene la vida, y las 4/5 partes restantes de nitrógeno y otras sustancias en menor proporción. El acto fisiológico de tomar el oxígeno se llama respiración. El aire expirado difiere considerablemente del ins- pirado: Ha perdido cerca de un cinco por ciento del oxí- geno, es mas húmedo, más caliente y contiene una relati- 76 vamente grande cantidad de un gas llamado anhídrido car- bónico o ácido carbónico. El aire expirado es venenoso, no a causa del an- hídrido carbónico en gran cantidad sino por la presen- cia en él de toxinas pulmonares (D’Arsonval). El ilustre químico francés Lavoisier, fué quien primero explicó la presencia del gas carbónico y del vapor de agua en el aire expirado. Ese sabio conside- raba la respiración como una combustión, es decir, como una combinación del hidrógeno y del carbón con- tenidos en el organismo, con el oxígeno del aire, con desprendimiento de calor, y demostró que un animal que respira y un cuerpo que se quema, absorben oxí- geno con producción de ácido carbónico y agua. En efecto, si se coloca una vela encendida debajo de un recipiente volcado y un ratón debajo de otro recipiente, la llama se apaga a poco y el ratón se asfixia. En am- bas experiencias el oxígeno de los recipientes ha desa- parecido, reemplazándolo el ácido carbónico y el vapor de agua; este último se condensa en gotitas muy finas sobre las paredes del recipiente. El siguiente experi- mento demuestra la presencia del ácido carbónico ex- pirado: sóplese por un tubo sumergido en agua de cal; esta agua, que antes de la experiencia es cristalina, se vuelve turbia o lechosa después de haber soplado el aire por el tubo, porque se forma un compuesto inso- luble, el carbonato de calcio, formado por la combina- ción del ácido carbónico expirado y la cal disuelta en el agua: Ca. (O H)2 + C O2 = Ca Co3 + H2 O cal apagada gas carbónico carbonato de calcio agua Se lia averiguado, por experiencia, que el hombre exhala unos 160 centímetros cúbicos de ácido carbó- nico por minuto cuando duerme, 570 si camina y 1580 si corre; lo que nos demuestra que la cantidad de gas carbónico exhalado aumenta si aumenta la acti- vidad muscular. Por eso durante un ejercicio activo 77 como la carrera, la respiración tiene que ser más rá- pida a fin de suministrar mayor cantidad de oxígeno a los tejidos musculares y extraer de ellos mayor canti- dad de ácido carbónico. A pesar del consumo constante de oxígeno y de la producción de ácido carbónico llevados a cabo por la respiración y las combustiones, la composición del aire atmosférico libre es siempre la misma por dos ra- zones: primera, porque las plantas lo purifican gracias a la acción de la clorofila bajo la influencia de la ra- diación solar; toman el carbón del ácido carbónico que necesitan para elaborar el almidón, el azúcar y la leña y devuelven a la atmósfera el oxígeno restante; y, se- gunda, por la acción regula- dora de la inmensa masa de las aguas del globo, las cua- les, en virtud de las sales que contienen, particular- mente las de calcio, absorben o exhalan gas carbónico, se- gún sea la cantidad de este gas contenida en la atmós- fera. MECANISMO DE LA RESPIRACION Hemos visto que los cor- púsculos rojos de la sangre son saquitos llenos de hemo- globina, sustancia que tiene mu- cha afinidad pon el oxígeno. Al pasar la saugre por los pulmones, la hemoglobina se combina con el oxígeno del aire y forma un compuesto que es la oxihemoglobina. Al Fig. 23 78 circular la oxihemoglobina por el cuerpo, abandona el oxígeno, el cual es absorbido por la célula protoplás- mica; al mismo tiempo el ácido carbónico que resulta de la combustión del protoplasma por el oxígeno, se combina con el carbonato y el fosfato de sodio que se encuentran en el plasma de la sangre, formando sales que se disocian fácilmente en los capilares del pulmón dejando el ácido carbónico libre, el cual se filtra al tra- vés de las paredes de las vesículas pulmonares, de donde sale con el aire expirado. COMO SE DEBE RESPIRAR Nos preocupamos mucho con la cantidad y calidad de alimentos ingeridos y'nunca tomamos en cuenta algo más importante que es el aire que respiramos. La naturaleza nos da aire puro en abundancia y pul- mones para respirarlo; sin embargo la cantidad de aire que respiramos no es la suficiente para obtener de él todo el beneficio posible, ni tampoco lo respiramos en estado de pureza. No sabemos RESPIRAR. Acostumbrados a respirar levemente, no hacemos trabajar más que la 1/s parte de nuestros pulmones; las 4/5 restantes, por falta de uso, se debilitan y se exponen a ser presa de la tuber culosis y la neumonía. No debemos conformarnos con los movimientos respiratorios restringidos, es necesario desarrollar los pulmones haciendo respiraciones profundas, varias veces al día, a fin de llenarlos y vaciarlos de aire a su máximo de capacidad. Los ejercicios respiratorios se deben hacer al aire libre manteniendo la boca cerrada. Los mejores ejer- cicios respiratorios se ejecutan por medio de los juegos al aire libre. Los niños que lloran, ríen, hablan y can- tan, ejecutan la respiración a las mil maravillas. Ha- blar en alta voz es un buen ejercicio. Las mujeres que dificultan los movimientos respiratorios por medio del corsé, no deben de saber el daño que se hacen. 79 Las respiraciones profundas son beneficiosas para los tuberculosos siempre que se practiquen lentamente. El 80% de las lesiones tuberculosas pulmonares se originan en los ápices de los pulmones. Las personas que tienen hombros redondeados y el tórax poco desa- Fig.¡ 24.—Posición correcta y viciosa dee cuerpo 80 rrollado, están más propensas a la tuberculosis. Un tórax hundido hace presión sobre la parte superior de los pulmones e impide que éstos se llenen de aire. El poco trabajo de los ápices pulmonares hace menos ac- tiva la circulación y la nutrición de los tejidos, los cuales se debilitan favoreciendo el desarollo de la se- milla tuberculosa. Otra deformidad toráxica es producida por desvia- ciones de la columna vertebral, originadas por posiciones viciosas al andar o sentarse. Para remediar o evitar esos defectos, es necesario mantener el cuerpo erguido al andar o al estar sentado y hacer respiraciones profundas. Cuando se está de pie, no se debe cargar todo el peso del cuerpo sobre una pierna, pues esta posición tiende a producir curvatura lateral de la columna. Cuando se está de pie, con los pies iguales o con un pie ligeramente adelante del otro, la columna verte- bral se conserva derecha. Los maestros deberán fijarse en que sus niños no tomen posiciones defectuosas en clase. Un pupitre de- masiado alto produce curvatura lateral dé la columna vertebral y desigualdad en la altura de los hombros. Un pupitre muy bajo tiende a gibar la espalda. Igual deformación ocurre si la mesa está demasiado lejos del asiento. Al estar sentado, o de pie o al andar, es necesario llevar siempre el cuerpo erguido. La columna verte- bral se mantiene derecha contrayendo los músculos de la espalda, levantando la barba y oprimiendo la nuca contra el cuello de la camisa. SE DEBE RESPIRAR POR LA NARIZ «En boca cerrada no entran moscas» es un dicho popular que podría tomarse al pie de la letra y ense- ñarnos a mantener la boca cerrada mientras no tenga- mos algo conveniente que decir o algo que comer. La 81 boca no está destinada para respirar; debemos hacerlo por la nariz, porque ésta es un verdadero filtro y ca- lentador que filtra el aire de las impurezas de la atmós- fera, lo calienta y lo humedece antes de llegar a los pulmones. De la misma manera que el alimento más sano, introducido directamente en el estómago no puede ser digerido, así el aire necesita para ser absorbido con provecho, sufrir cierta preparación antes de llegar a los pulmones. Das personas que respiran por la boca son candi- datos a trastornos del aparato respiratorio: catarros, laringitis, bronquitis, neumonía, tuberculosis, etc., porque el aire que entra a los pulmones es demasiado frío y cargado de microbios. Das ventanas de la nariz están provistas de pelos y las fosas nasales de mucosidades que tienen una ligera acción germicida y retienen las impurezas del aire inspirado. Al sonarnos la nariz, hábito que debemos practicar a menudo, nos desembarazamos de tales im- purezas. Existen dos enfermedades en los niños que estre- chan y obstruyen las vías respiratorias, obligándolos a respirar por la boca. Estas son los adenoides y la hin- chazón de las amígdalas. Dos adenoides son unas masas blandas que se desarrollan en la parte superior de la faringe. Das amígdalas son las glándulas de defensa de la boca, que se inflaman cuando tenemos angina. Esos niños, además de respirar por la boca, tienen la palabra dificultosa y nasal, perciben difícilmente los olores y sabores, roncan cuando duermen, sufren de dolor de oídos y se vuelven sordos por obstrucción ca- tarral de la Trompa de Eustaquio. Da boca se mantiene casi siempre abierta y los dientes se desvían hacia ade- lante dando al niño un aspecto de estupidez muy ca- racterístico de esa enfermedad. Da salud en general se debilita, desarrollan mal, se giban de la espalda, pali- decen, pierden la memoria y están propensos a volverse tísicos. En tales circunstancias, una simple operación quirúrgica remedia esas dolencias. 82 PURIFICACION DEL AIRE EN LAS HABITACIONES Si permanecemos en una habitación cerrada du- rante cierto tiempo, la composición del aire en ella se modifica por la respiración: la cantidad de oxígeno disminuye, la de gas carbónico aumenta y se va car- gando de toxinas pulmonares y materias orgánicas que exhalan nuestros cuerpos, con especialidad si están sucios. En términos generales, el hombre adulto respira unos 500 litros de aire por hora. El aire puro con- tiene cerca de 21% de oxígeno, el expirado contiene un 16%. En el aire puro y rico en oxígeno, la respiración es normal. A 17% de oxígeno se empieza a sentir mal estar. A 8% hay dificultad respiratoria. A 7% hay pérdida de conocimiento. A 4 ó 5% disnea violenta. A 3% asfixia. En cuanto al anhídrido carbónico, es el indicio más seguro de la impurificación del aire por absorción de oxígeno. Antes constituía el único reactivo para reconocer esta inutilización del aire, pero hoy día que se conoce la acción de toxinas pulmonares ha perdido mucho de su importancia. El aire inspirado contiene de 0,03 a 0,04% de gas carbónico, el expirado contiene 4,3%. Los efectos tóxicos del aire confinado no se deben, como hemos dicho, al aumento de la proporción de gas carbónico. Este gas es irrespirable, pero no es deletéreo. Los ma- los efectos no se deben tampoco a la disminución del tanto por ciento del oxígeno. Para que la asfixia so- brevenga es necesario que el aire contenga 3 a 4% de oxígeno. Ahora bien, en un aire muy confinado se en- cuentra todavía 19% de oxígeno. Los efectos tóxicos del aire confinado se atribuyen a las materias orgá- 83 nicas exhaladas en la respiración. El aire confinado debe también sus propiedades nocivas al polvo infec- tado de gérmenes que se deposita sobre los pisos, pa- redes, alfombras y muebles. La pureza del aire en las habitaciones se obtiene por la limpieza y por la ventilación. La ventilación tal como se practica generalmente es impotente para des- embarazar un local de los gérmenes que contiene. Un simple trapo húmedo pasado sobre el piso elimina más gérmenes que los que pudiera abolir una ventila- ción enérgica. Muchos sistemas de ventilación se han inventado, pero el mejor y más práctico consiste en tener abiertas, siempre que se pueda, las puertas y ventanas (véase capítulo IX). Es CONVENIENTE DORMIR CON LAS’vENTANAS DEL DORMITORIO ABIERTAS; el AIRE DE LA NOCHE ES MÁS PURO QUE EL AIRE DEL DÍA. No hay razón para temer las corrientes de aire; por el contrario, para que la ventilación sea perfecta, el aire se ha de mantener en constante movimiento. No hay nada que estimule y vigorice más la piel como el aire en circulación, y nada que deprima tanto como el aire estancado y hú- medo. Los catarros no se deben a las corrientes de'aire, como erróneamente se cree, sino a la acción de ciertos microbios que se encuentran en el polvo de las pare- des, cortinas y muebles poco limpios. Si una ventana abierta produce catarro, es porque el viento ha sus- pendido el polvo y los microbios productores de cata- rro; y eso indica que no hay que cerrar las ventanas, sino asear las habitaciones. VIDA AL AIRE LIBRE Las estadísticas demuestran hasta la evidencia que la salud del nifio mejora física y mentalmente en las escuelas al aire libre. El aire del aposento mejor ven- tilado nunca es comparable al aire exterior. Las per- sonas que gastan la mayor parte del tiempo fuéra de Fig, 25.—Escuela al aire ubre 85 las habitaciones, disfrutan de la mayor salud y longe- vidad. Las ocupaciones y recreaciones al aire libre son preferibles a las que se efectúan en el interior de las casas. El aire abundante y fresco y la luz del sol, son factores importantes para la curación de muchas en- fermedades. Los soldados enfermos recuperan más pronto su salud en tiendas de campaña, aún con falta de buenos alimentos y de medicinas, que en los hospi- tales. El soldado que duerme al aire libre nunca se acatarra. Los resultados maravillosos alcanzados en los sa- natorios para tuberculosos se deben exclusivamente al aire abundante y puro y a la acción benéfica del sol. EL FUMADO La acción de los principios activos del tabaco es esencialmente la misma en la persona que lo fuma o en la que lo masca. La hoja de tabaco contiene una sustancia llamada nicotina, que es uno de los venenos más poderosos que se conocen; también contiene otras sustancias menos potentes pero no inertes. Un tercio de grano de nicotina ha producido la muerte, y com- parado con el ácido prúsico le aventaja en sus efectos venenosos. Se desprende naturalmente, que la canti- dad de la droga que entra en la sangre cuando se fuma o cuando se masca tabaco debe ser insignificante, aun- que las primeras tentativas de fumar recordarán que estas insignificantes cantidades produjeron más moles- tias de las que uno pudo imaginarse. Lo característico de la nicotina es su extrema vo- latilidad; cuando se calienta se vuelve gaseosa, cuali- dad que la diferencia de otros alcoloides como la mor- fina y la estricnina. Al absorber una bocanada de humo, se absorbe cierta cantidad de nicotina en estado gaseoso, que aunque muy pequeña, es muy potente. 86 Si se examina el humo exhalado por el fumador, se encuentra una reducción considerable de sus cons- tituyentes volátiles, que han sido absorbidos por la sangre. Si no hubiera absorción, el fumado dejaría de interesar al higienista, excepto por sus efectos en la boca, lengua y labios; ni aun le interesaría al fumador mismo. La cantidad de nicotina que entra en la sangre va- ría según la manera de fumar, la indiosiucracia del fumador, la ligereza con que la sangre y los tejidos oxidan el veneno y la superficie expuesta al humo. Los fumadores que no golpean el humo, no tienen más área absorbente que la que suministran los labios, la lengua y la membrana mucosa de la nariz; en cambio los que aspiran el humo hacia los pulmones, órgano especialmente adoptado para la absorción de los gases, y que forman la mayoría, aumentan el área de absor- ción, obteniendo una acción más intensa de los prin- cipios activos del tabaco. La diferencia en los efectos entre los dos modos de fumar, puede notarse haciendo pasar respectimente en ambos casos, el humo exhalado, al través de un pa- ñuelo: la mancha que deja el fumador que ha inspi- rado el humo es menos pronunciada, por la gran can- tidad de residuo que ha quedado en los pulmones y en el trayecto respiratorio. No se vaya a creer, sin em- bargo, que esa mancha negra sea pura nicotina, como tampoco lo es la materia aceitosa que se deposita en las pipas y boquillas; no obstante eso, no conviene te- ner esa sustancia nauseabunda en los pulmones. Por eso el fumador de pipa está menos expuesto a los efec- tos venenosos del tabaco. Los fumadores están, pues, en contacto directo con un gran veneno que tarde o temprano hace sentir sus malos efectos. Algunos, por desgracia muy pocos, se escapan de la funesta acción de la nicotina y pueden fumar toda la vida sin sentir ningún trastorno en la salud; por razones especiales adquieren inmunidad contra ese veneno; pero en la generalidad de los casos no es así. 87 El humo ataca en su trayecto la laringe y los bron- quios, produciendo ronqueras rebeldes, pérdida com- pleta de la voz y bronquitis. En tales casos, mientras no se suprima el fumado, los medicamentos, gárga- ras e inhalaciones tienen necesariamente que fra- casar. El cerebro, alimentado con sangre saturada de ni- cotina, se entorpece, la memoria se pierde y los nervios de la visión se atrofian produciendo ceguera. A su vez la sangre, el corazón, el estómago y los intestinos co- rren la misma suerte, sobreviniendo anemia, palpita- ciones del corazón, pérdida del apetito y dispepsia. El efecto del tabaco en las arterias es todavía de más funestas consecuencias. Las arterias son tubos elásticos que se expanden a cada onda sanguínea cons- tituyendo el pulso. Esa flexibilidad de las arterias es de gran importancia para la circulación de la sangre y, por consiguiente, para el funcionamiento normal de todos los órganos. En la vejez, las arterias pierden su elasticidad, se endurecen, la circulación se perturba y la vitalidad de los órganos decrece. Esos mismos trastornos pueden ocurrir en los jóvenes fumadores y alcohólicos conduciéndolos a una senelidad precoz y a una muerte prematura. La nicotina se desintegra en la sangre y da origen a otras sustancias de efectos enteramente opuestos, que producen una sensación de mal estar en el orga- nismo, que se alivia tan pronto como se vuelve a fu- mar. De manera que el fumador está constantemente absorbiendo un veneno que calma momentáneamente los síntomas producidos por él mismo y que al ser ali- viados se vuelven de nuevo a originar. Esto explica por qué la necesidad de fumar se repite periódicamente en el fumador habitual. Un individuo que ha fumado durante muchos años, puede en pocos días de abstinencia y haciendo un esfuerzo de voluntad, perder por completo el deseo de fumar, simplemente porque en ese tiempo se ha desembarazado de las sustancias que lo inducían a fumar. 88 La mayor parte de los fumadores reconocen que les perjudica el fumado, pero no tienen suficiente do- minio sobre sí mismos para suprimirlo. El mejor sistema es cortarlo de golpe, pues si al principio el organismo sufre por la supresión repentina del tabaco, muy pronto adquiere su estado normal. Es mucho más noble dominar nuestro cuerpo, que de- jarse dominar por él. CAPITULO V Los combustibles, la cocina y la despensa A. — Clasificación de los alimentos El organismo humano puede compararse, hasta cierto punto, a una máquina de vapor. Así como no puede mantenerse funcionando inde- finidamente una máquina de vapor, si no se le sumi- nistra combustible, a intervalos adecuados, y si no se reparan o se renuevan las piezas que se gastan por el uso, la máquina humana, que funciona día y noche, no puede mantenerse en este estado si no se le sumi- nistra el combustible necesario y los materiales para reparar el desgaste de sus órganos. Este combustible y estos materiales de reparación, los proporcionan los ali- mentos. La energía que suministra la combustión del car- bón en la máquina de vapor y la que nos proporcionan los alimentos viene del sol, que acumula sobre la tie- rra, al formar las plantas, su calor, su luz y su vida, en forma de trabajo químico de descomposición del an- hídrido carbónico contenido en la atmósfera. Cuando hacemos arder un trozo de carbón en la hornilla de una máquina de vapor, ponemos en libertad el calor y la luz que el sol irradió sobre la tierra en épocas ante- riores. Cuando por el proceso de la combustión fisioló- gica sentimos calor, fuerza y vida en nuestro cuerpo, 90 estamos sintiendo el calor, la fuerza y la vida que el sol vertió sobre la tierra al formar las sustancias que nos sirven de alimento. Hemos visto que la función de los alimentos es doble: primera, la de liberar la energía solar conden- sada en ellos; segunda, la de restaurar los tejidos que se gastan por el funcionamiento. Los alimentos que desempeñan la primera función se llaman combustibles, termo genéticos o respiratorios, porque por el aparato respiratorio entra el oxígeno necesario para la com- bustión y son expulsados los productos que resultan de ella. Los que desempeñan la segunda función se llaman alimentos proteicos, plásticos o albuminoides. Tomamos nuestros alimentos délos reinos mineral, vegetal y animal. El más importante de los alimentos minerales es el agua. Siguen en importancia el cloruro de sodio o la sal común, y los compuestos de calcio, fósforo, azufre, hierro, arsénico y iodo. Los alimentos de origen vegetal son los cereales, las frutas y legumbres, las nueces, la miel y los pro- ductos que de ella se derivan. Los alimentos de origen animal son la leche, los huevos, las carnes y sus derivados. Todos los alimentos son combustibles porque contienen carbón e hidrógeno, elementos que arden al contacto con el aire suministrado por los pulmones, transformándose en anhídrido carbónico (CO2) y va- por de agua (H2 O), con desprendimiento de calor. Algunos alimentos contienen además nitrógeno, ele- mento indispensable a la formación y reparación de los tejidos. Otros son contravenenos que neutralizan los residuos nocivos de difícil eliminación, que resultan de la com- bustión de ciertos alimentos. Otros suministran el agua y las sustancias minerales a los albañiles, con las cuales fabrican ellos la mezcla o argamasa necesaria para la construcción del edificio. Otros son estimulantes vitales que favorecen la nu- trición. 91 Por consiguiente, desde el punto de vista de su composición química, su naturaleza y función, los ali- mentos se han clasificado en los 5 grupos siguientes: 19 — Alimentos nitrogenados, proteicos, PLÁSTICOS O ALBUMINOIDES. 29 — Alimentos respiratorios o termogené- TICOS. 39 — Acidos orgánicos. 40 — Alimentos minerales. 59 — Estimulantes vitales o vitaminas. 1.—PROTEÍNAS Ivas proteínas sirven para la construcción y repa- ración del tejido celular; por consiguiente, están com- puestas de los mismos elementos que forman el proto- plasma, a saber: carbón, oxígeno, hidrógeno y nitró- geno, asociados siempre con pequeñas cantidades de azufre y fósforo. Se les da también los nombres de ali- mentos plásticos, cuaternarios, nitrogenados, albuminoides. A este grupo pertenecen: La albúmina de los huevos; La caseína y la lactalbúmina de la leche; El gluten de los cereales; La legúmina de las semillas de leguminosas (frijo- les, arvejas, lentejas, etc.); La miosina de la carne; La fibrina de la sangre. Derivados de las proteínas, son: La gelatina que forma la cubierta de la célula ani- mal; La oseína, sustancia orgánica de los huesos; La condrina de los cartílagos; La mucina, sustancia que se encuentra en la saliva y otras secreciones. La nucleína, principal constituyente del núcleo celular, muy rico en fósforo. La quera tina, sustancia constitutiva del pelo, uñas, 92 escamas, sustancia córnea, que sirve de alimento a ciertos animales inferiores. Las proteínas son combinaciones muy variadas de unas sustancias llamadas amino-ácidos (que tienen en su molécula el grupo NH2.) De éstas se conocen dieciocho, siendo las más importantes la triptofana y la tirosina, que son absolutamente necesarias para la vida y la Usina que es indispensable para el crecimiento. Si faltan en la ración alimenticia, sobreviene la muerte. Por este motivo no todas las proteínas tienen el mismo valor nutritivo. Según los experimentos de Me. Collum, Hopkins, Osborne y otros, la gelatina tiene muy poco valor nutritivo a causa de su carencia en tirosina y trip- tofana. El gluten del maíz o zeina, es una proteína deficiente en ácidos amínicos y necesita suplementarse con otras proteínas, como las de la leche y los huevos. 2.— ALIMENTOS COMBUSTIBLES O RESPIRATORIOS Los alimentos combustibles, no se incorporan a las partes vivas, no tienen nitrógeno. Son compuestos únicamente de carbón, oxígeno e hidrógeno; por eso reciben también el nombre de alimentos témanos o no nitrogenados. Su oxidación en el organismo proporciona calor y fuerza. Los residuos de esta oxidación se eli- minan principalmente por el aparato respiratorio. Este grupo de alimentos contiene las dos clases siguientes: LOS HIDRATOS DE CARBONO, LAS GRASAS. El cuerpo se mantiene más caliente que los objetos que lo rodean, por el calor que se desprende mediante la combustión de los alimentos. Los músculos son las hornillas en donde se quema el combustible y los mo- tores que transforman el calor en movimiento y tra- 93 bajo (veáse capítulo VI). Bl material combustible es el carbón, pero no bajo la forma de hulla, carbón de leña, gasolina o petróleo, que consumen nuestras cocinas o máquinas de vapor, sino combinado con el oxígeno e hidrógeno bajo la forma de almidón, azúcar y grasa. Bl almidón y el azúcar reciben el nombre de hidra- tos de carbono, porque son combinaciones de carbón con hidrógeno y oxígeno en la proporción en que estas dos sustancias entran para formar el agua. Son, pues, combinaciones del carbón con el agua. (C H2 O). Los hidratos de carbono o carbohidratos se dividen en tres grupos. l.—Los azúcares: C12 H22 Ou = C12 (H2 0)n A este grupo pertenecen: La lactosa o azúcar de leche, la sacarosa o azúcar de caña, la maltosa o azú- car de malta (l). 2.—Las glucosas: C6 H12 O6 — C6 (H2 O)0 que son: La dextrosa o azúcar de uvas, la levulosa (miel de abejas y frutas), la galactosa o azúcar de leche in- vertido. 3—Los poli glucósidos, que tienen por fórmula general: C6 Hi0 Q5 _ C6 (H2 0)5 A este grupo pertenecen el almidón, la fécula, la goma, la dextriua, el glicógeno o azúcar del hígado, etc. Bl azúcar y la GLUCOSA son muy abundantes en la caña de azúcar, en la remolacha, en él camote, en (l) L,a malta es cebada sometida al proceso de germinación hasta llegar a contener el máximo de diastasa o fermento. La cerveza es maltosa, fermentada con levadura. La maltosa es el producto final de la acción de la saliva sobre el almidón. 94 la mayor parte de las frutas maduras, en la miel de abejas, en la savia del arce blanco (maple). Estas sus- tancias son de muy fácil digestión y asimilación y se consideran como el más importante generador de ener- gía muscular. Próximamente las tres quintas partes de nuestro alimento están formadas de almidón, que lo tomamos de los cereales, los plátanos, yucas, papas, tiquisques, y de las frutas y legumbres. El almidón es elaborado en las hojas de las plantas. Bajo la influencia de la radia- ción solar, la clorofila, descompone el anhídrido carbó- nico del aire, fija en la planta el carbón, que combi- nándose con el agua forma almidón, elemento que luego se transforma en azúcar, grasa, celulosa, sus- tancia leñosa, etc. Al mismo tiempo el oxígeno queda en libertad. Para este trabajo llamado fotosíntesis, gasta el sol una enorme suma de energía, que se acumula en las plantas y produce su crecimiento. Este es uno de los fenómenos más maravillosos de la Naturaleza, es uno de los medios que ella emplea para acumular y conservar la energía solar sobre la tierra. La vida DEL HOMBRE DEPENDE DIRECTAMENTE DE LAS PLAN- TAS, FORMADAS POR LA FOTOSÍNTESIS. Cuando se consumen hidratos de carbono en ex- ceso, la parte que no se oxida se transforma en grasa y en glicógeno, que se acumulan en el tejido adiposo y en el hígado respectivamente. Las grasas son sustancias también compuestas de carbón, oxígeno e hidrógeno, pero contienen más hidrógeno que los hidratos de carbono. Son de origen vegetal y animal. Los cuerpos grasos son una mezcla de tres clases de compuestos. Oleínas, palmitinas y estearinas, en propor- ciones diversas. Estos componentes son combinacio- nes de ácidos grasos con glicerina: Oleínas — Acido oleico y glicerina Palmitinas = Acido palmítico y glicerina Estearinas — Acido esteárico y glicerina 95 Las grasas calentadas con potasa o soda caustica, se saponifican, dejando en libertad la glicerina. Las grasas empleadas en la alimentación son la mantequilla, los aceites de olivas, de semillas de algo- dón, de coco, de maíz y otros vegetales; la manteca de los cerdos y el sebo de los herbívoros, la oleomarga- rina, la mantequilla artificial extraída de las semillas de cacao maní (arachis hypogaea). La leche, las carnes y todas las sustancias vegetales contienen siempre una cantidad más o menos grande de grasa. Las grasas son alimentos calorificantes por exce- lencia. Su poder calorificante es 2,27 veces más grande que el de los hidratos de carbono. (Véase sección C. de este capítulo). Cuando las grasas se consumen en exceso, la parte no oxidada se acumula en el organismo. Como se ha dicho, los alimentos son oxidados en el organismo, y esta oxidación pone en libertad la ener- gía que ellos contienen en estado latente, la cual es utilizada para las funciones de la vida. El oxígeno necesario para esta oxidación lo sumi- nistra la hemoglobina de la sangre. Los productos re- siduales de la combustión de los alimentos ternarios son el agua y el anhidrido carbónico, y los que resul- tan de la combustión de los alimentos nitrogenados contienen además úrea (C O N2 H4) y ácido úrico (C5 O3 N4 H4). Estos residuos son eliminados por el sudor, la res- piración y la orina. Cuando se ingieren con exceso sustancias nitrogena- das, el organismo las elimina rápidamente mediante sus mecanismos de combustión. Cuando el trabajo de elimi- nación es excesivo suele congestionar el riñón, produ- ciendo trastornos graves como la enfermedad de Bright. 3.-ALIMENTOS MINERALES El agua es el más importante de los alimentos mi- nerales. Forma próximamente las dos terceras paites 96 del organismo; influye en el desempeño de todas las funciones; repone la que se elimina por los pulmones, por los riñones y la piel, e introduce en el cuerpo las sales de calcio (fosfatos, carbonatos) necesarias para la formación de los huesos y de los dientes. Un individuo puede vivir sin comer cuarenta días y aún más, porque se alimenta con las reservas de sus propias grasas y tejidos, pero debe tomar todos los días cierta cantidad de agua, que el organismo no puede almacenar. Esto explica por qué la sed mortifica más que el hambre, hasta el punto de que los sedientos beben los líquidos más horribles si no tienen otro medio de conseguir agua. . El agua absorbida en abundancia facilita la elimi- nación de residuos. Opera un verdadero lavado del organismo. El fósforo es un elemento constitutivo de la sus- tancia nerviosa. El fosfato de calcio es su compuesto más abundante en el cuerpo. Es parte integrante de los huesos, de los que forma más déla mitad del peso. El fósforo nos lo suministran los alimentos bajo las dos formas de fosfatos y de compuestos fosforados orgánicos: lecitina, nucleína, vitelina. El cerebro, el hígado, el riñón y la yema de huevo contienen casi la totalidad de su fósforo en estado orgánico. El carbonato de calcio ocurre en asociación con el fosfato, pero en pequeña cantidad. El resto del hueso está formado por una materia orgánica, transparente y elástica llamada oseína, que se puede separar de la materia mineral sumergiendo un hueso en agua acidulada con ácido clorhídrico, durante algunos días. Las sales calcáreas desempeñan un gran papel en la nutrición general. Los organis- mos débiles como los de los tísicos están deficientes en sales calcáreas(1). La leche de vaca contiene fosfato y carbonato de calcio. El iodo predomina especialmente en la glándula (l) Las sales de calcio son necesarias para la constitución de la san- gre como antihemorrágicas. 97 tiroides. Entre los alimentos iodados se pueden citar especialmente los siguientes: langosta, cangrejo, ostra, salmón, arenque, espárragos, ajos, piña, zanahoria, acedera, etc. La sal común o cloruro de sodio desempeña un papel importante en la digestión. Es la fuente del ácido clorhídrico del jugo gástrico y provoca la difusión de los líquidos a través de las membranas, en virtud del fenómeno conocido con el nombre de osmosis. Entra en la composición del plasma sanguíneo y de todos los tejidos del cuerpo. Los compuestos de hierro entran en la composición de la hemoglobina de la sangre, sustancia que lleva el oxígeno a todos los tejidos. La leche, los huevos, la carne, el pan y todos los alimentos vegetales, los con- tienen en una forma tenuísima, perfectamente asimi- lable. En la misma forma tenuísima y asimilable se en- cuentran, particularmente en la leche y en las frutas, todos las demás sustancias minerales. Por esto, estos alimentos son esencialmente mineralizantes. La leche y las frutas darán más fósforo y hierro a los organismos debilitados y anémicos, que todos los jarabes o vinos llamados reconstituyentes. 4.—ACIDOS VEGETALES Muchas frutas y legumbres contienen ácidos vege- tales, cítrico, málico, tartárico, etc. Bstos ácidos por su combustión en el organismo dan origen a sales alcali- nas de sodio, potasio y calcio, que neutralizan la acidez producida por la combustión de las proteínas, mante- niendo así la neutralidad normal de la sangre. De aquí la importancia de acompañar frutas y le- gumbres con las comidas nitrogenadas. 98 5.—VITAMINAS El más grande adelanto en la ciencia de la nutri- ción realizado en los últimos años, es el descubri- miento de que los alimentos contienen, además délas proteínas, carbohidratos, grasas y sales minerales y orgánicas, otras sustancias, todavía muy mal conoci- das, las cuales, aunque se necesitan en cantidades mínimas, son sin embargo esenciales para la vida. Estas sustancias fueron llamadas vitaminas por el Doc- tor polaco Casimiro Funk. Se encuentran en la mayor parte de las sustancias que nos sirven de alimento y también en los tejidos y órganos del cuerpo, en can- tidades inconcebiblemente pequeñas: en la leche cruda, en la yema del huevo, en las frutas y legumbres fres- cas; en la cutícula externa de los cereales; en las se- millas de leguminosas; en la carne fresca; en la leva- dura de cerveza; en las grasas extraídas del hígado, del riñón y del bazo; en el aceite de hígado de bacalao. La palabra vitamina esta compuesta de una parte que recuerda los amino-ácidos constitutivos de las pro- teínas y de otra que recuerda la acción vital que ejer- cen esas sustancias. Poco se sabe acerca de su naturaleza, nadie ha po- dido verlas y han escapado a los más delicados proce- dimientos de análisis físico o químico. Se conocen únicamente por su efecto sobre el organismo; tienen el poder de reaccionar aún en cantidades inconcebiblemente pequeñas. Algunos las comparan a enzimas o fermentos de la naturaleza de catalizadores(1). Otros creen que son principios estimulantes o vitales, tal vez una forma de condensación sutil y desconocida (i) Llámase catalizadores a las sustancias que provocan una reacción química sin que al final de ella aparezcan cambiadas en su composición o cantidad; por ejemplo: si se añade un ácido diluido a una disolución acuosa de azúcar de caña el azúcar se convierte en una mezcla de dex- trosa y levulosa, llamada azúcar invertido, sin que el ácido sufra modi- ficación alguna. 99 de alguna de las emanaciones del sol. Este concepto estaría corroborado por el hecho de que la leche, que es un producto de la transformación de la yerba de los prados, que reciben en una superficie dilatadísima la radiación solar, es muy rica en vitaminas; y por el hecho también de que las vitaminas se concentran en la corteza de los granos y en la superficie de las le- gumbres. Otros, en fin, creen que son de la naturaleza de las hormonas, sustancias activas que existen en cantidades pequeñísimas en varias secreciones internas, como las de las glándulas suprarrenales. Palomas alimentadas con arroz pulido, es decir privado de su corteza rica en vitaminas, presentan los fenómenos siguientes: Inapetencia, evacuaciones diarreicas verdes y fle- mosas, enflaquecimiento progresivo, vuelo imperfecto, marcha incoordinada, erizamiento de las plumas, parálisis. Si se les somete a alimentación forzada re- gurgitan los granos que se les suministran. Sacrifi- cando las palomas alimentadas de esa manera, se observa que el bolo alimenticio formado por arroz des- cascarillado ha sido incapaz de franquear el píloro, permanece en forma de una masa compacta en la molleja, en la cual se hallan las piedrecillas que en estado normal tienen por misión triturar las semillas. Si al ave, en experimentación, se le hace ingerir luégo una pequeñísima cantidad de levadura de cerveza o de arroz sin pulir, todos esos fenómenos desaparecen en seguida: el apetito se restablece, las deposiciones se vuelven normales, el peso aumenta, el bolo alimen- ticio continúa su trayecto a través del tubo digestivo y el ave recobra la salud. La consecuencia de estas investigaciones es que en la corteza de los cereales existen las sustancias indispensables para que las glándulas de secreción interna secreten los fermentos necesarios para llevar a cabo la digestión preliminar de las materias alimen- ticias. Lo dicho demuestra que las vitaminas, sin ser fermentos, obran comí) tales excitando las glándulas 100 que los producen y explica por qué la carencia de vita- minas, impidiendo la digestión normal de los alimen- tos, conduce a la inanición. Todos los productos alimenticios frescos contienen vitaminas. Algunos son muy ricos en ellas; otros son muy pobres. En algunos la vitamina es alterada o des- truida por la acción del calor y por los procedimientos de conservación, desecación, condensación, etc. Algunas vitaminas, llamadas termoestables, resis- ten, hasta cierto punto, la acción del calor. En una dieta mixta hay bastantes vitaminas para una perfecta nutrición. Una alimentación abundante, pero poco vahada, puede tener como resultado los accidentes debidos a la carencia de vitaminas. Tal caso suele presentarse entre la gente pobre, en la cual se encuentran muchos desnutridos. No BASTA PARA UNA NUTRICIÓN PERFECTA, QUE SE CONSUMA GRAN CANTIDAD DE ALIMENTOS; SI ÉSTOS NO CONTIENEN SUFICIENTES VITAMINAS, HABRÁ MISERIA. Cuando el hombre no encuentra en su alimenta- ción las vitaminas que le son necesarias, se ve obligado a tomarlas de su propio organismo, ocasionando tras- tornos nutritivos de rápidas y fatales consecuencias. Ea carencia de estas vitaminas es la causa del beri- beri, antes considerado como una enfermedad infec- ciosa, caracterizada anatómicamente por neuritis peri- férica (l), y clínicamente por desórdenes sensitivos, motores y tróficos®; del escorbuto, enfermedad que se caracteriza por la degeneración esponjosa de las encías y la flojedad de los dientes; del raquitismo de los niños y probablemente también de la pelagra, antes atribuida a una dieta exclusiva de maíz, aunque esto último no está todavía bien comprobado. Estos trastornos nutritivos han recibido el nombre muy apropiado de enfermedades por carencia. (1) Inflamación de los nervios de las extremidades. (2) Anestesia de la piel, parálisis y edema de las piernas. 101 Hasta la fecha se conocen por sus efectos sobre el organismo, tres vitaminas que se han llamado: Vitamina A: soluble en las grasas. Vitaminas B y C: solubles en el agua. La Vitamina A soluble en las grasas, se encuentra en abundancia en la leche, la mantequilla, la yema del huevo, el aceite de hígado de bacalao, en las grasas extraídas del hígado y del riñón y en menor cantidad en el sebo de los herbívoros, en los cereales y en al- gunos vegetales como las lechugas, espinacas, repo- llos, zanahorias, papas, etc. La manteca de cerdo y los aceites vegetales no la contienen. Hay razón para creer que el raquitismo de los ni- ños es una enfermedad debida a la carencia de la Vita- mina A. Desde mucho tiempo se sabe que esta enfer- medad se combate con la administración del aceite de hígado de bacalao y con la yema de huevo, muy ricos en esta vitamina. La Vitamina A, tiene por función principal la de mantener la resistencia del organismo contra las en- fermedades infecciosas. La Vitamina B, es más abundante que las otras dos. Casi todos los alimentos naturales y frescos la contienen. Son particularmente ricos en esta vitamina la leche, la levadura de cerveza y la cutícula externa de los cereales. La harina cernida y el arroz pulido no la contienen. La carencia de esta vitamina es la causa del ben- beri en el hombre y la llamada polineuritis en los ani- males, enfermedad caracterizada por una parálisis gradual y general del sistema. La alimentación exclu- siva con arroz pulido puede ser la causa de la gran mortalidad de pollitos y pavos que se observa frecuen- temente. Una alimentación variada formada de maíz quebrado, arroz simplemente descascarado, yema de huevo, leche, legumbres y carne picada, aseguraría el éxito en la cría de estas aves que puede ser muy lu- crativa. Las películas extraídas con la pulimentación del 102 arroz, la cebada y el trigo (salvado) tienen una acción curativa y preventiva sobre el beri beri. La Vitamina C, soluble en el agua, se encuentra en la mayor parte de las frutas ácidas y legumbres frescas. La naranja, el limón y los tomates son los que más la contienen. La carencia de esta vitamina es la causa del escor- buto. Nadie ignora hoy que esta enfermedad, de la que fueron víctimas los navegantes que en las largas tra- vesías se alimentaban exclusivamente de conservas, se debía a la falta de alimentos frescos. Kn el adulto, las enfermedades por carencia son mucho más raras que en los niños, pues la variedad en la alimentación que el primero recibe, permite la mezcla de alimentos vivos con los que no lo son. Los niños creados artificialmente con un alimento esterilizado (leche o sucedáneos) durante varios meses, con exclusión de alimento fresco vivo, están amena- zados de escorbuto. Por este motivo los médicos están aconsejando en estos casos, asociar a la leche un poco de jugo de naranja.(1) (l) Es necesario tener en cuenta, que las enfermedades por carencia no son solamente producidas por insuficiencia vitamínica, sino también por insuficiencia de algún principio indispensable en un alimento perfecto; por ejemplo: proteína apropiada, iodo, fósforo o calcio. Ea insuficiencia de un elemento esencial, a menudo implica exceso de otro; por ejemplo, la relativa deficiencia de vitamina B cuando existe un exceso de almi- dón, o la relativa insuficiencia de iodo cuando existe un exceso de grasas. Eos defectos alimenticios se hallan a menudo constituidos por defi- ciencias por una parte, unidas a excesos por otra. Además de las enfermedades ya citadas, la carencia de vitaminas puede producir en el canal o tracto digestivo las alteraciones siguientes: A. —Alteraciones patológicas que con frecuencia toman la forma de colitis (inflamación del intestino grueso). Ea deficiencia déla vitamina C figura especialmente como productora de lesiones inflamatorias, conges- tivas, hemorrágicas y necróticas de la mucosa intestinal. B. —Alteración y degeneración neuro-muscular del canal digestivo, que tienden a dilatar el estómago, a inflamar áreas del intestino delgado y grueso y a producir también intususcepción. C. —Alteraciones y degeneración de los elementos secretorios del tracto; glándulas gástricas, pilóricas, de Brunner, de Lieberkuhn y mu- cosas del colón. D. —Absorción de toxinas del intestino enfermo como lo indican alteraciones de los ganglios mesentéricos. E. —Insuficiencia del poder protector de resistencia de la mucosa intestinal contra los agentes infecciosos. De este modo, un alimento de- fectuoso puede producir: diarreas, disentería, dispepsia, dilatación gás- trica y duodenal e intususcepción, colitis, estreñimiento, etc. 103 Distribución de las tres Vitaminas en los principales alimentos Grasas y aceites Vitamina A Vitamina B Vitamina C Mantequilla 3 0 0 Crema 2 0 0 Aceite de hígado de bacalao.. 3 0 0 Grasa de carnero 2 0 0 Sebo de buey 2 0 0 Manteca de cerdo 0 0 0 Aceite de olivas 0 0 0 Carnes Posta 1 1 1 Hígado 2 2 1 Riñones 2 1 0 Corazón 2 1 0 Cerebro 1 2 0 Salmón 2 poca 0 Carne en latas 2 muy poca 0 Leche y sus derivados Leche cruda . 2 1 1 Leche descremada 0 1 1 Leche seca menos de 2 1 menos de 1 Leche hervida no determinada 1 menos de 1 Leche condensada ... 1 1 menos de 1 Queso de leche entera 1 0 0 Queso de leche descremada.. 0 0 0 Huevos 2 3 0 Cereales Trigo, maíz, arroz entero .. . 1 1 0 Gérmenes de trigo 2 3 0 Harina blanca, arroz pulido... 0 0 0 Linaza, alpiste 2 2 0 Arvejas, lentejas 0 2 ü Frijoles 1 2 2 Frutas y legumbres Repollo fresco 2 1 3 Repollo cocido 1 1 1 Repollo seco 1 1 muy poco Lechugas 2 1 0 Espinacas 2 1 0 Zanahorias frescas 1 1 1 Papas crudas 1 1 0 Papas cocidas 0 0 1 Cebollas cocidas 0 0 1 Jugo de limón fresco 0 0 3 Jugo de limón cocido 0 0 2 Jugo de lima fresco 0 0 2 Jugo de naranja. 0 0 3 Manzanas 0 0 1 Bananos 1 1 muy poco Tomate en lata 0 0 2 Nueces 1 2 0 Levadura seca 0 3 0 Extracto de carne 0 0 0 Extracto de malta ... 0 1 , 0 104 B.—DIGESTION DE LOS ALIMENTOS Las materias alimenticias, para ser asimiladas, es decir, para que puedan convertirse en sustancia pro- pia del organismo y sirvan de combustible capaz de desarrollar energía, necesitan ser absorbidas, y esto exige una serie de transformaciones mecánicas y quí- micas, que constituye la digestión. Estas últimas transformaciones se realizan por la acción de ciertos fermentos o diastasas. La digestión no es, en definitiva, más que una serie de fermentaciones. Casi todos los alimentos son insolubles y la diges- tión tiene por objeto volverlos solubles mediante un proceso químico de hidratación común a todos los actos, operado por las diferentes diastasas, que los transfor- manen moléculas más sencillas por desdoblamiento con fijación de agua. Este proceso químico se conoce con el nombre de hidrólisis (1). La digestión presenta en el hombre tres fases sucesivas que son: la bucal, la estomacal y la intes- tinal. En la boca, la saliva convierte el almidón en una va- riedad de azúcar llamada maltosa, por la acción de un fermento llamado ptialina: 2 C6 H10 O5 + H2 O = C12 H22 O11 Almidón Agua Azúcar (Maltosa) (i) De esa manera el almidón se convierte en dextrina y luégo en maltosa por la acción de un fermento llamado amilasa que se halla en la saliva del hombre y en el jugo pancreático. Da maltosa, a su vez, se transforma en glucosa en el intestino delgado por la acción de otro fer- mento, la maltasa. El azúcar de caña queda invertido, es decir, desdo- blado en glucosa y levulosa, por un fermento especial, la invertina, se- gregado en la mucosa del intestino delgado. El azúcar de leche o lactosa se transforma en lactosa y galactosa. Dos albuminoides se convierten en peptonas por la acción de dos fermentos: la pepsina del jugo gástrico y la tripsina del jugo pancreático. Das grasas sufren en el intestino una acción mecánica, la emulsión, y una química, la saponificació?i o conversión por desdoblamiento en glicerina y ácidos grasos. 105 En el estómago, el jugo gástrico comienza la pepto- nización de los albuminoides. El jugo gástrico contiene principalmente agua, sal común, ácido clorhídrico y un fermento llamado pepsina. La pepsina actúa sobre los albuminoides convirtién- dolos en unas sustancias solubles llamadas peptonas. El-ácido clorhídrico posee una afinidad marcada por los albuminoides combinándose con ellos, y su objeto es el de preparar la albúmina a la acción de la pepsina. La aparición del ácido clorhídrico libre en el curso de la digestión indica que toda la albúmina se halla saturada de ácido. El ácido clorhídrico existe en la proporción de 2 a 3 por mil; se deriva de la sal común de la sangre y es un antiséptico poderoso que destruye les microbios que entran con los alimentos. Algunos microbios, como el bacilo tífico causante de la fiebre tifoidea, se cubren de una capa espesa que los protege contra la acción del ácido y pasan intactos al intestino ocasionando serios trastornos. El estómago segrega otro fermento llamado cuajo o fermento lab que tiene la propiedad de coagular la ca- seína de la leche conuirtie'ndola en queso. Los coágulos de caseína se disuelven después al convertirse en pep- tonas por la acción de la pepsina. Las materias alimenticias, después de sometidas a la acción de la saliva y del jugo gástrico, se convierten en una masa pastosa denominada quimo, que se com- pone de agua, almidón convertido en azúcar, albumi- noides convertidos en peptonas y grasas fundidas pero no solubles ni asimilables. La digestión llega a su término en el intestino del gado mediante la acción del jugo pancreático, de la bilis y del jugo intestinal. El quimo en el estómago tiene la reacción ácida del jugo gástrico, pero al llegar al intestino se vuelve alcalino por el carbonato de sodio del jugo intestinal. En esa forma es como actúa el jugo pancreático, de reacción también alcalina, la cual es indispensable para que sus tres fermentos o diastasas (tripsina, lipasa y amilopsina) lleven a cabo la digestión del quimo. 106 La Tripsina es el fermento que termina la pepto- nización de los albuminoides no peptonizados anterior- mente. Fig. 26. —Esquema del aparato digestivo La lipasa o ESTEAPSINA pone en libertad los áci- dos grasos (oleico, palmítico, esteárico) que reaccionan 107 después sobre las sales alcalinas de la bilis (glicocolato y taurocolato de sodio) para formar oleatos, palmitatos y estearatos de sodio que son solubles y se llaman jabones. La conversión de las grasas en jabón, o en otros términos la saponificación, facilita posteriormente la emulsión de la parte no saponificada, es decir, la divi- sión de las grasas en finísimas gotitas que les dan una apariencia lechosa; y en esta forma tan tenue, para que no obstruyan el calibre de los vasos capilares que las absorben, penetran las grasas al torrente cir- culatorio. La conversión del almidón en azúcar, detenida temporalmente en el estómago por la acidez del quimo, vuelve a verificarse, tan pronto como aquel ácido ha sido neutralizado por el jugo intestinal, por medio de la amilopsina. El JUGO intestinal, por último, transforma la maltosa en glucosa, y el azúcar de caña en una mez- cla de dextrosa y levulosa, llamada azúcar invertido, mediante la acción del fermento del jugo intestinal llamado invertina. C12 H22 Ou + H2 O = C6 H12 O6 + C6 H12 O6 Azúcar de caña Agua Dextrosa Levulosa ABSORCION DE LOS ALIMENTOS La absorción de los alimentos es el paso a la san- gre de las sustancias alimenticias transformadas y disueltas por la digestión. Esa absorción comienza en la boca y continúa en todo el resto del tubo digestivo, principalmente en el intestino delgado, en donde la absorción se efectúa con mayor intensidad. Las grasas emulsionadas pasan directamente a la san- gre, por el canal torácico, sin que su composición sea modificada. Las glucosas y las peptonas sufren una nueva trans- formación antes de llegar a la sangre. 108 Eas células eoiteliales del intestino transforman las peptonas en albúminas, las cuales sirven para reem- plazar las de los tejidos, librando a la sangre de la acción tóxica de aquellas peptonas. Ea glucosa sube por la vena porta al hígado en donde es almacenada en forma de glicógeno, sustancia que tiene la misma composición química del almidón: C6 H10 O5, del cual sólo suministra a la sangre el in- dispensable para el sostenimiento del trabajo mus- cular. Parte de las peptonas se convierte también en gli- cógeno. Si el alimento no procura azúcar al hígado, éste lo fabrica con el glicógeno por hidratación: C6 H10 O5 + H2 O = C6 H12 O6 Glicógeno Agua Glucosa Si por el contrario llega mucha cantidad de azúcar al hígado por la vena porta, el hígado deja pasar cierta cantidad a la sangre (3 por 1000 partes de sangre) y transforma el resto en glicógeno, que se acumula en las células del hígado y servirá más tarde según las necesidades del organismo. El hígado es por consi- guiente la gran puerta interior por la cual debe pasar el alimento antes de entrar en el torrente circulatorio; de ahí el nombre de vena porta que se le ha dado a la vena que lleva el alimento al hígado. Como no hay ninguna comunicación directa entre el aparato digestivo y el circulatorio, es necesario que las materias digeridas atraviesen las paredes del intestino para mezclarse con la sangre. Ese fenómeno se llama osmosis o diálisis. Todo cuerpo cristaloide, como la sal y el azúcar, tiene esa propiedad. Eos cuerpos coloides, como la al- búmina, la gelatina, la goma arábiga, no pueden atravesar membranas. La absorción es un fenómeno de osmosis de las sustan- cias cristaloides a través del epitelio intestinal Eos fermentos de la digestión, ptialina, pepsina y 109 pariere atina transforman las sustancias coloides en crista- loides absorbibles. Ciertos fisiólogos no hacen intervenir la osmosis en el fenómeno de la absorción y explican el paso de las materias nutritivas a través de las paredes intesti- nales por un simple acto de nutrición de las células epiteliales. C.— Valor nutritivo de los alimentos A pesar de que la función de los alimentos es como se ha visto, doble, la de productores de energía y la de reconstituyentes de tejidos, se usa considerar como valor nutritivo de los alimentos sólo su poder calorifican- te; es decir, se consi- deran los alimentos como simples com- bustibles prescin- diendo de su valor como reconstitu- yentes de tejidos. El poder calorifi- cante de una limen- to se mide quemán- dolo y midiendo la cantidad de calor que la combustión produce, con un instrumento llama- do calorímetro de combustión que re- presenta esquemá- ticamente el dibujo siguiente: La sustancia ob- jeto de estudio,cuel- Fig 27. -El, CALORÍMETRO 110 ga del tapón A mediante un hilo de platino que sos- tiene una canastilla metálica B. Por el tubo C se conecta un fuelle o una bolsa de oxígeno para hacer entrar en el aparato una corriente de aire o de oxígeno destinada a quemar la sustancia depositada en B. Los gases, productos de la combus- tión, escapan ya enfriados por un tubo espiral D. Para provocar la combustión se echa un pedacito de carbón encendido. Todo el aparato está sumergido en un recipiente con agua provisto de un termómetro. El valor de combustión se calcula multiplicando el aumento de temperatura por la masa de agua conte- nida en el calorímetro. La unidad empleada en esta medida es la caloría, cantidad de calor necesaria para elevar de un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua. Esta unidad es la pequeña caloría o gramo-caloría. Si en vez de una masa de un gramo de agua, se considera una de un kilo, la unidad de medida es la gran caloría o kilo-caloría De esta manera se ha averiguado que la combus- tión de un gramo de proteína, de un gramo de almidón o de azúcar produce, 4, 1 gramo calorías y que la combustión de un gramo de grasa produce 9, 2 gramo- calorías. El poder calorificante de las grasas es por consiguiente 2, 27 veces mayor que el de las proteínas e hidratos de carbono. Esto no significa, sin embargo, que el valor de las grasas como alimento sea 2, 27 veces mayor que el de las proteínas o hidratos de carbono, puesto que, como se dijo antes, los alimentos no son sólo combustibles. Nadie podría alimentarse sólo de grasa. 111 El cuadro siguiente indica la composición de nuestros principales alimentos y su valor nutritivo por kilo, expresado en calorías ALIMENTOS Proteínas % Carbohidratos % «S ¿ Agua % Minerales % Calorías por kilo Pan 8.9 56.7 4.1 29.2 1.1 2500 Harina de trigo 13.8 71.9 1.9 11.4 i. 3640 Avena 16.1 67.5 7.2 7.3 1.9 4000 Arroz 8. 79. 0.3 12.3 0.4 3540 Frijoles secos 22.5 62. 1.8 12.6 3.5 3600 Arvejas verdes 7. 16.9 0.5 74.6 1. 1000 Papas 2.5 20.9 0.1 75.5 1. 700 Leche 4. 4. 3.5 87.8 0.7 700 Mantequilla 1. 0. 85. 11. 3. 7950 Oueso 25.9 2.4 33.7 34.2 3.8 4C00 Carne de buey 22.3 0. 28.6 48.2 1.3 2290 2.2 0. 94. 8000 Aves 21.5 0. 2.5 74.8 1.1 1500 Huevos 13.4 0. 10.5 73.7 1. 1400 Salmón en lata 21.8 0. 12.1 63.5 2.6 1800 10.0 1. 1.1 500 Ostiones 6. 3.3 1.3 S8.3 0.8 350 Bananos , 1.3 22. 0.6 75.3 0.5 600 0.9 3.9 0.4 94.3 0.7 0.4 500 2. 2 2800 15. 34. 4800 Azúcar refinado 0.0 99.98 0. 0.1 0.1 4100 Aceite de olivas 100. 9300 112 Fig. 28. —Otro medio de expresar la composición DE NUESTROS ALIMENTOS PROTEINA Almidón Azúcar Grasa Agua Minerales Pan. Harina de trigo. ... Avena Arroz . Frijoles secos Arvejas verdes Papas. Leche Mantequilla Queso Carne de buey Aves Huevos. Salmón en lata .... Ostiones Bananos Tomates. El cuadro siguiente indica la composición de nues- tros alimentos de origen vegetal y su valor energía por libra en calorías, según los análisis practicados por el profesor don Francisco Sancho Jiménez en el Labo- ratorio Químico Agrícola, dependencia del extinto Departamento de Agricultura de Costa Rica. Observando este cuadro se notará que el maíz, el arroz, los frijoles, los plátanos, las papas, las yucas y 113 chayotés en asocio de un poco de carne y a veces de leche, forman la base de alimentación de nuestro pue- blo, son todos alimentos de alto valor nutritivo. ALIMENTOS Proteína % Carbohidratos % Grasa % Agua % II Calof'as por libra Maíz 9.8 73.6 4.1 10. 1714 Frijoles 22.2 59 5 1.7 12.9 1591 Arroz. 7.1 79.7 0.2 12.3 1423 Y uca 0.9 41.1 0.2 56.8 790 Camote 1.8 27.4 0.7 69. 560 Tiquisque 1.9 26.5 0.2 79. 537 Papas 2.2 18. 0.1 78. 387 Raíz de Chayóte 3.3 18.1 0.1 77. 302 Ñame 1.8 16.3 0.2 79.8 244 Plátano verde 1.6 41.2 0.2 56.2 805 Pepa de chayóte .... 5.5 50.1 0.6 32.8 1059 Tacaco 1.1 18.2 0.2 79.8 364 Aguacate 1 .1 5.9 8.7 83.8 497 Berenjena. 0.9 9.3 9.2 89. 198 Rabo de mico 2.8 6.7 0.5 88. 196 Palmito .... 5. 3.3 0.9 89.3 191 Pacaya 2.5 3.7 1.6 90.5 182 Súrtuba 4.2 3.2 0.7 90.7 166 Chile dulce 1.1 7.3 0.3 90.9 168 Quelites 4. 2.8 0.1 91. 168 Zapayito 1.4 5.9 0.6 21.3 160 Guapinol 6.6 73.9 1.6 15.1 1564 Pejiballe 2.8 40.9 6.7 43.8 1096 Zapote 2.2 29.1 2.9 65.7 666 Higo 1.5 18.8 0.0 79.1 378 Banano ... 1.3 22. 0.6 75.3 459 Mango .... 0.3 16.8 0.3 82.3 331 Tuna 1.2 18.9 0.4 78.7 391 Guayaba 0.9 16.1 .1 81.4 358 Naranja 0.8 11.6 0.2 86.9 239 Fresa 1.9 10.3 0.3 88.1 182 Marañón 1.0 7.4 0.6 90.4 223 Pina 0.4 9.7 0.3 89.3 201 Limón. 1.0 8.5 0.7 89.3 206 Semilla de marañón 18.7 35. 35. 8.3 2625 Cacao maní. 25.8 26.9 38.6 9.2 2490 Coco 5.7 27.9 50.6 14.1 2675 Según puede verse por la observación de estos cuadros, el valor-energía del pan o la tortilla y los frijoles, es mucho mayor que el de la carne, la leche y los huevos. Pero debe tenerse en cuenta que todos 114 los elementos constituvos de los alimentos no son ab- sorbidos igualmente. Por ejemplo: se estima que el 20 % de la proteína del pan pasa por el tubo digestivo sin ser absorbido, mientras que solamente el 2 % de la proteína de la carne se pierde. En otros términos: no todos los alimentos tienen la misma digestibilidad. La siguiente lista está hecha por orden decreciente de digestibilidad: Leche Ostiones Huevos crudos o pasados por agua Arroz y papas Pescado hervido Pollo hervido Carnero Carne de res Pan caliente. Pasteles Legumbres y frutas Carne de cerdo Jamón Camarones Salmón Carnes fritas y conservadas El valor nutritivo de una ración alimen- ticia NO SÓLO DEPENDE DEL NÚMERO DE CALORÍAS QUE PUEDE SUMINISTRAR, SINO TAMBIÉN DE LA CAN- TIDAD DE NITRÓGENO Y CARBÓN QUE CONTIENE. Un hombre que hace un trabajo moderado elimina por los pulmones bajo la forma de anhídrido carbónico (C O2), 300 gramos de carbón por día, y durante el mismo tiempo pierde por la orina en forma de úrea (CON2 H4), 20 gramos de nitrógeno. Esos elementos son los productos residuales del consumo de los tejidos y de las varias formas de ener- gía. Pierde además 2 litros y medio de agua por la orina, el sudor y los pulmones. La alimentación diaria debe compensar la pérdida de carbón y de nitrógeno en la misma proporción, es decir, como 300 es a 20 115 o sea como 15 es a 1. Los alimentos proporcionan aquellos principios en cantidades diferentes. Si el régi- men animal suministra en abundancia el nitrógeno, en cambio no aporta el carbón en suficiente cantidad. Lo contrario ocurre con el régimen vegetal. La proporción del carbón y el nitrógeno en los albuminoides es como 53 a 15, o sea como 3.5 al. La cantidad que falta de carbón debe, pues, tomarse de las grasas e hidratos de carbono. De aquí la necesidad de una alimentación variada que contenga el número requerido de calorías y la mejor proporción entre proteínas, carbohidratos y grasas. D. — Régimen alimenticio en el hombre sano Algunas personas se alimentan demasiado; es decir, su dieta contiene en estado latente muchas calorías; otras, por el contrario, no reciben el número de calo- rías requerido por el organismo. Estos errores se co- meten por medir el alimento guiándose únicamente por su peso y volumen, sin tener en cuenta que hay- alimentos muy concentrados, que contienen en un vo- lumen muy reducido muchas calorías y otros muy voluminosos que contienen pocas. Así, por ejemplo, el aceite de olivas es un alimento muy concentrado y la mayor parte de los vegetales lo son muy poco. Cien calorías las encontramos en: Y de onza de aceite de comer » » » mantequilla % » » » cacao maní 1 » » queso 1 » » azúcar 1 Y¿ » » pan o de pastel 2 onzas » crema 1 huevo de 2 onzas 3 onzas de frijoles 3 » » papa asada 3% y> » maíz tierno 116 4 onzas de papa cocida 5 » » leche 6 » » avena 1 banano 7 aceitunas 1 naranja grande 2 manzanas 1 libra de tomates, lechugas, apio, pepinos, vaini- cas o espárragos 1 libra de chuleta de carnero. Para el cálculo de la ración hay que tener en cuenta muchos factores: el número de calorías, el volumen de los alimentos, su digestibilidad, la proporción entre la proteína, los hidratos de carbono y las grasas, la va- riedad necesaria para mantener el apetito, la presencia en los alimentos de las vitaminas necesarias. Nadie podría vivir alimentándose exclusivamente de queso o huevos, como tampoco sería posible vivir consumiendo grandes cantidades de lechugas o tomates. La ciencia ha demostrado que, hasta la fecha, el hombre civilizado ha estado comiendo mucho y muchas más cosas que las que son necesarias. La ciencia y la experiencia nos han señalado también el modo de man- tener una salud perfecta con el mínimo de alimento. En cuanto al número de calorías que debe contener la ración alimenticia, se ha demostrado que el hombre adulto necesita para su mantenimiento perfecto, de 2500 a 4000 calorías diarias, según la cantidad de tra- bajo que ejecuta. La mujer necesita un poco menos; los niños en proporción a su edad. En cuanto a la composición de la ración, las más recientes experiencias han establecido que ella debe contener, en números redondos, para el hombre adulto y por día: Agua 2500 gramos Proteína 100 # Carbohidratos. . 500 » Grasa 50 * Sales 20 » 117 Esta cantidad de proteína de 100 gramos diarios es más bien excesiva. El profesor Chittenden la reduce a 60 gramos diarios. Los niños en proporción a la edad, necesitan más para la construcción de sus tejidos. Los hombres jóvenes sometidos a un trabajo intenso nece- sitan más, para la reparación del desgaste de tejidos, que los viejos, que no necesitan más que conservar el calor vital. Hasta ahora hemos estado consumiendo proteínas en exceso, sin más resultado que el de congestionar y fatigar el riñón y el hígado, y producir enfermedades como la gota, la enfermedad de Bright, la arterie- esclerosis y el de acortar la duración de la vida. Pero calcular con precisión matemática el número de átomos de carbón, nitrógeno e hidrógeno indispen- sables para producir por oxidación las calorías reque- ridas para sostener la vida, no tiene para la generali- dad de las personas gran importancia en la elección del régimen alimenticio, salvo a título de referencia y de elemento útil de comparación. La calidad y la variedad de los alimentos TIENEN MUCHA MAYOR IMPORTANCIA QUE SU COMPO- SICIÓN elemental. Nuestra alimentación debe ser variada, es decir, debe contener los cinco grupos de alimentos de manera que llenen todas las necesidades del cuerpo. Los dientes del hombre, sus órganos de digestión y su apetito están constituidos para adaptarse a una alimentación omnívora. El hombre no puede someterse a un régimen exclusivo, sin grave alteración para su salud. Ya hemos dicho que una alimentación exclusi- vamente nitrogenada como la obtenida con carne, queso y huevos, sostiene la vida pero es funesta para la salud. Una alimentación no nitrogenada, esto es, exclu- sivamente compuesta de almidón, azúcar y grasa, es insuficiente, sobre todo en los niños que necesitan nitrógeno para la fabricación de sus tejidos. Muchas enfermedades desconocidas entre los pue- blos salvajes, como dispepsia, gastritis, colitis, etc. son debidas a que éstos consumen alimentos naturales, 118 ricos en vitaminas que nosotros destruimos con el arte culinario. La ESCASEZ de grasas es causa de mala nutrición y predispone a la tuberculosis y al raquitismo. Los HUEVOS contienen proteína (albúmina y vite- lina), bastante grasa, vitaminas y sales de hierro en la yema, pero carecen de hidratos de carbono. Como alimento nitrogenado son superiores a la carne y al pescado. Contienen además, otras sustancias análogas a la grasa, los lipoides, cuya importancia en la alimen- tación se reconoce cada día mejor. Estos lipoides han sido considerados como antitóxicos. La carne, abunda en proteína y grasa, pero le falta almidón; pot esto la asociamos instintivamente al pan, al arroz o las papas. La cantidad de carne que actual- mente se consume, es innecesaria y perjudicial puesto que fatiga indebidamente el riñón. Cuando se dispone de leche, mantequilla y queso no se necesita carne. El pan es rico en almidón y en sales minerales, contiene moderadas cantidades de proteína, aunque ésta es pobre en ciertos amino-ácidos. La cantidad de vitamina A es pequeña. Es además deficiente en grasa. La leche o la mantequilla son un excelente suple- mento a las deficiencias del pan. El mejor pan es el de trigo. Vienen después en importancia el de centeno, cebada y maíz. En cuanto a su poder nutritivo estos panes tienen poca diferencia. Se prefiere el de trigo por sus mejores cualidades físicas. Actualmente se está haciendo lo que llaman el pan entero, fabricado con la harina hecha con la totalidad del grano. Es un poco menos blanco que el pan hecho con la harina cernida, pero es más rico en proteína, sales minerales y vita- minas. El arroz pulido, si se usa solo, ya se sabe que puede producir el beri-beri. La leche es el alimento perfecto por excelencia, pues contiene todos los alimentos necesarios a la nu- trición y permite sostener una vida activa con el solo uso de ella. Contiene la proteína en un estado de división, tenuísima, coloidal, la grasa en estado de 119 emulsión perfecta, el azúcar y las materias minerales más útiles al organismo, todo diluido'en un gran volu- men de agua, en la forma más conveniente para la per- fecta nutrición y mineralización del organismo, y ade- más es muy rica en vitaminas. Pero debe tomarse fresca, en su estado natural, no calentada ni cocida, para evitar el efecto nocivo del calor sobre las vitaminas. La cocción, esterilización o pasteurización que han venido aconsejando los higienistas como medio de defensa contra las enfermedades que puede producir la leche cruda, son consecuencias del deplorable estado de im- pureza y contaminación en que se ha estado consu- miendo este precioso alimento. La leche hervida y aun la pausterizada carece de las vitaminas que evitan el escorbuto; por consiguiente, si se emplea en la ali- mentación de los niños debe ir acompañada de jugo de naranja o de limón. El azúcar es un factor importante en nuestra dieta; es el más asimilable de todos los alimentos y el que satisface más pronto el hambre, pero carece de las vitaminas que contiene originalmente el jugo de la caña. Las frutas y legumbres contienen toda clase de principios alimenticios: agua en su mayor parte, azú- car, almidón, sales minerales. En general son pobres en proteína y grasa (algunas como el aguacate y el pejiballe son muy ricas), pero abundan en hidratos de carbono y en las vitaminas B y C. Además nos sumi- nistran del modo más agradable y asimilable el azú- car y almidón, alimentos de fuerza por excelencia; nos proveen de las sales minerales necesarias para la constitución de los tejidos y los huesos y de los ácidos orgánicos, que transformados en sales alcalinas, neu- tralizan el ácido úrico y otros productos de la combus- tión de las proteínas. Son también laxantes y contie- nen celulosa, que actúa mecánicamente, estimulando la peristalsis del intestino. Los vegetales duros y fibrosos, los tallos (como la caña de azúcar) y las nueces (como el coco) son un factor importante en la ración alimenticia. 120 Como requieren una masticación activa, limpian la dentadura y favorecen la secreción salival y gástrica. Se ha dicho que la leche es el mejor y principal alimento. K1 Doctor Me Collum la considera con razón como un alimento protector, en el sentido de que cualquier deficiencia en los otros alimentos es bien contrabalanceada por una dieta de lleche. Una dieta a base de leche, asociada a cereales, frutas y legumbres, permite disfrutar de una salud y alegría perfectas, sin probar jamás la carne. Una dieta de esta clase tiende a desenvolver en el hombre superiores cualidades, como son la sensibilidad, el amor y la compasión, sin disminuir por esto el vigor físico, la resistencia y la capacidad para el tra- bajo. Muy al contrario, aumentándolos considerable- mente. Pero si nuestro apetito reclama carne, bien podemos comer un poco: dos o tres onzas al día, nunca más de cuatro. Vegetarianismo. Los vegetarianos que comen leche y huevos no son vegetarianos en el estricto sen- tido de la palabra. Una dieta de sólo vegetales, sin leche y huevos, es peligrosa, a pesar de que teórica- mente bien podría combinarse una dieta que satisfa- ciera todas las necesidades del organismo. No habiendo ningún alimento que por sí solo contenga todos los elementos necesarios para una buena nutrición, es necesario hacer uso de alimentos variados, mezclán- dolos convenientemente. En la alimentación de los obreros y en la de todos los que en alguna forma ejercitan violentamente los músculos, debe haber abundancia de sustancias vege- tales, ricas en azúcar y almidón y de grasas que son los combustibles productores de energía. La experien- cia ha demostrado esto hasta la evidencia. Para todos los que se dedican a ejercicios atléticos, como luchadores, boxeadores, andarines, parte del entrenamiento consiste en someterse a una dieta en que predominan los vegetales. Para el hombre que trabaja intelectualmente, una dieta normal de leche y vegetales es suficiente. No se 121 ha demostrado que puedan aplicarse los principios que rigen la producción del trabajo en las máquinas de vapor, a las producciones del espíritu. Para los que se dedican a trabajos intelectuales, el mejor reconstitu- yente es el sueño. Con respecto a las bebidas, no las hay mejores que el agua pura. En la leche y las frutas tomamos el agua de un modo muy agradable. Las bebidas estimulantes, como las alcohólicas, el té y el café, son fácilmente dañinas, especialmente páralos niños. Un estimulante obra sobre el organismo como un latigazo; produce una excitación momentánea, seguida siempre de una depresión de la vitalidad y energía. La cantidad de agua que debemos tomar varía según el individuo, su peso y la estación del año; pero en términos generales, seis vasos al día son necesa- rios, además de la que se ingiere con los alimentos. Es preferible beber el agua al principio, y no al fin de las comidas. Los líquidos tomados con el estómago vacío no se detienen en él; pasan enseguida al intes- tino, en donde son inmediatamente absorbidos. Los que se toman después de comer, permanecen en el estómago con el bolo alimenticio, diluyen el jugo gástrico y retrasan la digestión estomacal. Cuando no se toma agua en abundancia, el organismo la absorbe del intestino grueso y esto produce estreñimiento y auto-intoxicación. Hay que COMER poco. La frugalidad asegura una perfecta digestión y asimilación de los alimentos. No hay que olvidar el viejo aforismo siguiente: «No es lo que se come lo que nutre y fortifica, sino lo que se digiere.» El comer mucho embrutece, y pertúrbalas funciones digestivas. La naturaleza nos ha dado un guía que nos indica cuándo, cuánto y qué- debemos comer, y es el apetito. Pero desgraciadamente el hombre civilizado ha per- vertido su apetito normal y ha creado apetitos artifi- ciales por medio de aperitivos alcohólicos, salsas y condimentos que lo inducen a comer más de lo nece- sario. El mejor aperitivo es el paseo al aire puro. 122 Hay que comer despacio y masticar muy bien. Masticando hasta reducir los alimentos a una papilla finísima, la insalivación es perfecta y ya se sabe la importancia que esto tiene para la buena digestión. Hay que masticar alimentos duros. Esto tam- bién asegura la secreción salival, conserva la denta- dura y evita la carie dental. Las cremas, pasteles y todas las preparaciones y refinamientos del arte culinario, nos han hecho perder este don precioso de la naturaleza que se llama una buena dentadura, de la que depende la buena digestión y la frescura del aliento. No SE DEBE HUMEDECER EL ALIMENTO MÁS QUE CON saliva. La adición de líquidos para facilitar la deglución no hace otra cosa que diluir o aminorar la acción digestiva de la saliva y el jugo gástrico. La leche debe tomarse en pequeños sorbos para que los grumos de queso, que se forman en el estó- mago, sean pequeños y fácilmente mezclados con los jugos gástricos. Ingerida en gran cantidad se caseifica formando una masa compacta difícilmente digerible. Debemos comer sin preocuparnos y en medio de la más perfecia paz y alegría. El buen humor es una salsa excelente que no debe faltar durante las comidas. Las emociones como la ira, el miedo, la ansiedad y la tristeza, influyen pésima- mente en la digestión y es necesario evitarlas a todo trance a las horas de comida. Tampoco debemos comer cuando estamos muy fatigados. Es mejor esperar un poco o no comer, antes que comer en estas condiciones. La ciencia nos demuestra que en ese momento la san- gre está envenenada por las toxinas fabricadas por los músculos y no está en condiciones para contribuir a realizar una buena digestión. En ese caso conviene más beber agua para lavar las materias venenosas de la sangre y reposar una media hora antes de sentarse a la mesa. El trabajo intelectual después de comer es causa de dispepsia. La mesa debe ser limpia y sus utensilios atrayentes. 123 Las flores frescas, la simpatía y el amor no deberían nunca faltar en la mesa. Ellos dan alegría, que es siempre el mejor con- dimento. E. — Conservación de los alimentos Los alimentos están expuestos a alterarse por la acción de los microorganismos de la fermentación y la pu- trefacción y pueden también servir de vehículo a los gérmenes de la mayor parte de las enfermedades in- fecciosas: tuberculosis, tifoidea, difteria, disentería, viruela, etc., sobre todo si se consumen crudos. Las materias alimenticias pueden también producir intoxi- caciones o perder su valor alimenticio cuando son fal- sificadas con sustancias extrañas, como sucede fre- cuentemente con la leche, el chocolate, la mantequilla, las harinas, los vinos y licores, etc. LO MÁS IMPORTANTE PARA CONSERVAR LOS ALI- MENTOS ES IMPEDIR QUE LOS MICROBIOS GERMINEN EN ELLOS. Con ese objeto se tendrá buen cuidado de preser- varlos del contacto con el polvo, las ratas, las cucara- chas, las moscas y otros insectos; se evitará ponerlos en vasijas sucias o lavarlos con agua sucia o manejar- los con manos sucias. Por consiguiente, no sólo las despensasy cocinas deberán manejarse higiénicamente, sino también todos los establecimientos en donde se expenden comestibles: mercados, carnicerías, matade- ros, lecherías, pulperías, etc. Los ALIMENTOS FRESCOS SON LOS MÁS SANOS por- que se consumen antes de que puedan contaminarse y porque contienen en su grado máximo los principios vitales o vitaminas. Sin embargo, no siempre es posible consumirlos fíeseos y se hace necesario adoptar diferentes medios de conservación. Los alimentos que más fácilmente se contaminan 124 con microorganismos son la leche, la carne, las le- gumbres, las frutas y el agua. El azúcar, el almidón y las grasas se alteran con dificultad, porque los micro- bios, como el hombre, no pueden alimentarse exclusi- vamente con materias no nitrogenadas. Sin embargo, los carbohidratos están expuestos a fermentarse por la acción de las levaduras salvajes del aire, y las grasas se vuelven rancias, por los gérmenes de la putrefac- ción. Las proteínas (carne, leche y huevos) especial- mente están más expuestas a sufrir la descomposición pútrida. La LECHE constituye un excelente medio de cultivo para los microbios de la tuberculosis, la difteria, la escarlatina, le fiebre tifoidea, el cólera infantil, etc. El contagio de la leche puede ser accidental durante el acto de ordeñar, el embotellado, etc. o por infección de la glándula mamaria del animal que la produce. El contagio de la tuberculosis por la leche de vacas tuberculosas es indiscutible. La leche de cabra y de burra no contienen casi nunca bacilos de tuberculosis. El azúcar de leche o lactosa se convierte por medio de ciertos microbios inocentes del aire en ácido láctico. Por la acción del ácido láctico, la caseína de la leche se coagula, es decir, se convierte en un compuesto insoluble llamado queso, arrastrando consigo los gló- bulos de grasa. La leche después de unas horas de expuesta al aire, se agria y se separa en queso y suero. Igual fenómeno ocurre en el estómago por la acción del ácido clorhídrico y del cuajo. La leche recién orde- ñada de una vaca sana, es completamente estéril, pero muy pronto se altera, porque se contamina con los microbios que existen en el aire, en las manos de los ordeñadores, en los establos o en las vacas mismas. Los aparatos empleados para medir la leche se llevan húmedos y descubiertos y así reciben todas las inmun- dicias flotantes de la calle. La gravedad específica de la leche varía entre 1027 y 1033; la de la leche desnatada alcanza hasta 1040 debido a la sustracción de la grasa, que es el consti- 125 tuyente más liviano. La verificación de la pureza de la leche debe efectuarse, por consiguiente, no sola- mente con el densímetro, sino también con el cremóme- tro, debiendo eliminarse como adulterada toda leche que no contenga de 3 a Ax/2 % de grasa, aunque tenga la densidad normal. La leche que llega a las ciudades puede estar infectada con toda clase de microorganis- mos nocivos a la salud y suele expenderse adulterada por sustracción de grasa y adición de agua. Hay que notar que la grasa, alimento respiratorio por excelen- cia, es de todos los constituyentes de la leche el más necesario para la nutrición de los niños. Para poder tomar leche cruda con toda seguridad y garantía, es preciso que sea de una pureza y lim- pieza absolutas, quirúrgicas. El comercio de la leche, como ahora se practica es criminal. Es necesario que un cambio radical se produzca, que asegure una lim- pieza absoluta de los establos, ios corrales y las vacas; que el ordeño se realice en condiciones de aseo per- fecto; que los ordeñadores se vistan con vestidos ade- cuados y purifiquen sus manos como lo hacen los ciru- jacos; que los recipientes, baldes y demás utensilios que puedan estar en contacto con la leche sean este'n- les; hay que impedir que la leche se bata, por la con- ducción en bestias; hay que imponer un sistema de baldes que puedan verter la leche, sin el concurso de las medidas inmundadas ahora en uso, o hacer obliga- torio el expendio en botellas esterilizadas. Para evitar la contaminación de la leche por la medida, un medio muy sencillo sería proveer los tarros de una llave amovible en el fondo y obligar a los compradores a te- ner medidas provistas de una marca o control munici- pal; de este modo el lechero no tendría que tocar la leche ni podría usar medidas fraudulentas. Todo esto cuesta, pero hay que hacerlo, como se está haciendo actualmente en los países civilizados. No hay razón alguna para permitir que se atente con- tra la salud pública vendiendo veneno en vez de un alimento de primera clase. Los niños en particular, son víctimas de este abuso incalificablex como lo com- 126 prueba nuestra altísima, inquietante mortalidad in- fantil. Cuando haya duda de la pureza de la leche, se la debe hervir o pasteunzar. La ebullición sostenida durante 4 minutos des- truye los fermentos lácticos y la mayor parte de las bacterias patógenas, pero no altera la vitalidad de los esporos, por consiguiente debe efectuarse inmediata- mente después de ordeñada. La pasteurización consiste en calentar la leche en baño maría a la temperatura de 75 grados centí- grados durante 20 o más minutos. Con la pasteurización se destruyen los gérmenes con una temperatura muy inferior a la que es necesa- ria por la esterilización y tiene la ventaja sobre la ebullición de no alterar el sabor ni la digestibilidad de la leche. Ambos procedimientos destruyen, sin embargo, las vitaminas de la leche. La pasteurización debe ir seguida de enfriamiento brusco, pues de lo contrario el líquido pasa por temperaturas de 30 a 40 grados centígrados favorables a la multiplicación de las bacterias no destruidas y a la germinación de los esporos. Las carnes pueden infectarse por los gérmenes de la tuberculosis, la paratifoidea, la triquina, la lom- briz solitaria y por los de la putrefacción. Las frutas y legumbres se contaminan en el suelo en donde suelen existir los gérmenes de la tu- beiculosis, la disentería, la anquilostomiasis, la soli- taria, las lombrices, etc. Las legumbres pueden conta- minarse si han sido abonadas con excrementos humanos infectados con gérmenes patógenos. La putrefacción de las frutas se debe a la acción de ciertas variedades de hongos que se encuentran en el aire, y a la de las bacterias. Para preservar las frutas de la contaminación con hongos y bacterias, hay que escoger las que tengan la corteza intacta, limpiarlas con trapos secos para quitar toda humedad y tenerlas en aserrín. 127 MEDIOS PARA CONSERVAR LOS ALIMENTOS INDEFINIDAMENTE La desecación Como los microorganismos necesitan cierta canti- dad de humedad para crecer y multiplicarse, no po- drán prosperar en los alimentos secos. Los hongos pueden vivir en sustancias escasamente húmedas, pero las bacterias necesitan de 25 a 30% de humedad. Eso explica por qué la desecación es uno de los prin- cipales medios de conservar los alimentos. La natura- leza misma se vale de la desecación para preservar los cereales y otros granos alimenticios, y si no se hume- decen, pueden conservarse intactos por muchos años. Las semillas verdes se pudren fácilmentec La desecación artificial al sol y al aire o por me- dio del calor, se emplea para conservar las carnes, las legumbres, las frutas y la leche. La desecación de las carnes se practica general- mente asociada a otros agentes antisépticos, como el humo, la sal y el azúcar. Los jamones son carnes se- cas y saladas expuestas al humo. El bacalao y el ta- sajo son carnes saladas secadas al sol. Los pasados son plátanos maduros desecados al sol hasta que su azúcar concentrado impida la putrefac- ción. Las pasas son uvas secas impregnadas de azúcar, que en solución concentrada impide el desarrollo de bacterias. Las ciruelas, los higos, las manzanas y los dátiles se conservan de la misma manera. El Glaxo es leche desecada por evaporación y con- vertida en polvo. CONSERVACION POR ANTISÉPTICOS Las únicas sustancias antisépticas inofensivas a la salud y que no comunican mal gusto a las preparacio- 128 nes alimenticias son la sal, el azúcar, el vinagre y el alcohol. La sal se emplea, como ya hemos visto, para con- servar las carnes. Una mezcla de azúcar, sal y salitre en la proporción de una cucharada de las dos primeras y una cucharadita de la última por cada libra de carne es una preparación muy eficaz contra el desarrollo de bacterias (1). Las aceitunas se conservan en salmueras aromati- zadas con orégano y tomillo, condimentos que contie- nen una sustancia antiséptica, el timol. El azúcar y el alcohol se emplean en la conserva- ción de las frutas. Las jaleas y marmeladas se conser- van por el azúcar concentrado. Al fabricar los siropes se debe recordar que las soluciones azucaradas ralas fermentan por la acción de las levaduras y que las demasiado concentradas se cristalizan. Para que un sirope no fermente ni crista- lice necesita tener una densidad de 31 grados Baumé. El vinagre se emplea en la fabricación de encur- tidos. Agregándole sal y orégano se aumentan sus propiedades antisépticas. Las especias y la sal tienen aplicación, como antisépticos, en la conservación de los chorizos y salchichones. La ebullición y luego EL vacío se aplican a la conservación de las carnes, frutas y legumbres en latas. Por la ebullición prolongada las bacterias conte- nidas en los alimentos son destruidas, y se evita que se contaminen después privándolas del aire y sus gér- menes, en recipientes herméticamente cerrados. Esa esterilización puede efectuarse en la casa y por pocos días sin necesidad de recurrir al cierre hermético, aplicando en el cuello de los frascos un tapón de algo- dón que deje pasar el aire pero no sus bacterias. La esterilización al vapor bajo presión da resultados más rápidos y seguros. La leche condensada es leche concentrada por la evaporación en el vacío con (l) C. Picado. «Nuestra microbiología doméstica». 129 adición de azúcar hasta tener la consistencia de la miel. La tindalización o calefacción discontinua y repetida durante varios días, da una esterilización perfecta, pero es un procedimiento largo y costoso y no ofrece ventaja sobre la esterilización al autoclave. Bacterias que han resistido temperaturas superiores a 100 grados centígrados se destruyen por el calor dis- continuo a temperaturas inferiores. Nuestras cocine- ras practican la tindalización haciendo hervir diaria- mente los frijoles con el objeto de conservarlos muchos días. Todos los procedimientos de conservación tienen, sin embargo, el inconveniente de destruir parcial o totalmente las vitaminas. DEPURACION DE LAS AGUAS POTABLES La posesión de un caudal puro y abundante de agua exenta de gérmenes patógenos, es uno de los asuntos de mayor importancia en la higiene de las poblaciones. De la pureza del agua potable depende principalmente la salud pública y el bienestar de las colectividades. No se puede juzgar de la bondad de las aguas por su transparencia y buen sabor, pues las de mejor gusto y aspecto pueden ser portadoras de gér- menes causantes de enfermedades infecciosas, entre las que se cuentan la tifoidea, la disentería, el cólera, y de gran número de parásitos intestinales: amibas, lombrices, anquilóstomos, etc. Es bien sabido que las aguas superficiales de ace- quias y ríos son peligrosas. Tales aguas se contaminan cada vez más a medida que recolectan las inmundicias arrastradas por las lluvias, y son ellas, las que, con raras excepciones, abastecen los estanques de nuestras cañerías. A menudo se citan multitud de casos en los que la contaminación del agua potable por el excre- mento de un sólo atacado de tifoidea ha bastado para propagar esa terrible enfermedad por toda una región. 130 Las epidemias de disentería, fiebre tifoidea y parati- foidea son por lo general resultado directo de una mala agua potable. El agua de pozos cavados en la vecindad de las habitaciones está a menudo contaminada por las fil- traciones de sustancias orgánicas depositadas en los solares o por comunicaciones con excusados. Si se en- cuentran lejos de las casas, suelen dar aguas compa- rables a las mejores aguas de fuente. El agua de lluvia recogida después de haber sido bien lavados los techos y la atmósfera ofrece suficiente garantía de pureza y no tiene más inconveniente que el de carecer de las sales minerales necesarias. El agua de fuente procede de la filtración del agua de lluvia y es la mejor agua potable. La pureza del agua de los ríos no puede obtenerse sean cuales fueren las disposiciones y la vigilancia que para ello desplieguen las autoridades. Tales aguas son siempre más o menos impuras. Mientras las cañerías no estén provistas del agua pura de una fuente, deberán purificarse las aguas para poder beberías. Para ello se ha recurrido a varios procedimientos: La ebullición. La purificación química. La filtración. La ebullición es el procedimiento más práctico y económico para la purificación doméstica del agua, pero presenta el inconveniente de precipitar las sales de calcio y magnesio que se encuentran disueltas en el agua y el de eliminar el aire disuelto al cual debe el agua su frescura. Esto último puede contrarrestarse aireando el agua después de hervida haciéndola pasar de una vasija a otra. La purificación química se obtiene por medio del ozono, el alumbre, el permanganato de potasio o mejor el de calcio, el iodo, el cloro. El ozono es uno de los germicidas más enérgicos que se conocen. Se obtiene sometiendo el oxígeno a la acción de efluvios eléctricos. La ozonización del agua 131 es un procedimiento costoso y complicado, y si se trata de aguas muy cargadas de materias orgánicas, el tra- tamiento por el ozono resulta muy poco eficaz. El alumbre, el permanganato de potasio y el iodo, no pueden usarse corrientemente para el tratamiento de las aguas de consumo, porque alteran su pureza. La acción purificante del alumbre se basa en la pro- piedad que posee de precipitar rápidamente toda mate- ria orgánica en suspensión y la semisoluble que con- tiene el agua. Para esterilizar un litro de agua bastan 25 centigramos. Las aguas muy turbias necesitan una cantidad mayor. Para esterilizar el agua por medio del iodo se agregan 8 gotas de la tiutura por litro de agua y se deja actuar media hora. El medio más práctico, eficaz y económico para destruir los gérmenes patógenos del agua es el trata- miento de la misma por el cloro. Para ello, se emplean los hipocloritos y el cloro líquido. El hipoclorito de calcio y el hipoclorito de sodio (contenido en el agua de Javel) actúan como desinfec- tantes, porque al mezclarse con el ácido carbónico que se encuentra disuelto en el agua, se desprende cloro en estado naciente; el cloro se apodera del hidrógeno del agua y produce ácido clorhídrico dejando en liber- tad el oxígeno. 2 C1 + H2 O = 2HC1 + O Cloro Agua Acido Clorhídrico Oxígeno El oxígeno, que en estado naciente es un germi- cida de primer orden y un oxidante, destruye la mate- ria orgánica y esteriliza el agua. La esterilización del agua por medio del agua de Javel o hipoclorito de soda al 1%, sólo se emplea en pequeña escala para el uso familiar; once gotas mezcladas en un litro de agua media hora antes de bebería, bastan para esterilizarla; después se neutraliza el exceso de cloro con unas cuan- tas gotas de hiposulfito de soda al 10%. El hiposulfito se combina con el cloro y el ácido clorhídrico que- 132 dando en el agua pequeñísimas cantidades de clo- ruro de sodio y azufre, cuerpos completamente inofen- sivos y que no alteran en nada las cualidades potables del agua. El cloro puro, en el estado líquido, tiene muchas más ventajas que los hipocloritos comerciales: no contiene las impurezas del agua de Javel y es mucho más estable que los hipocloritos, que pierden poco a poco el cloro libre. El gas cloro se obtiene industrialmente en grande escala, por la descomposición electrolítica de la sal común; se condensa en forma líquida bajo presión y se guarda en cilindros de acero muy resistentes. Los primeros ensayos en grande escala para la esterilización de las aguas por el cloro, datan de 1910, año en que el Mayor C. R. Darnell, del Ejército Americano, ideó el primer aparato para el objeto. Los resultados fueron tan satisfactorios que este procedi- miento se extendió rapidísimamente por todo el mundo civilizado. El clorazEno es un producto ideado por Dakin preparado en pastillas o comprimidos, los cuales al añadirlos al agua desprenden cloro en cantidad sufi- ciente para purificarla. FILTRACION DEL AGUA La filtración es el procedimiento más comunmente usado para purificar el agua. Los filtros de arena se emplean para la filtración en grande escala. Son gran- des estanques en los que se colocan capas superpuestas de piedra gruesa, piedra más fina, arenón y finalmente arena fina. El agua llega por la parte superior, des- ciende por su peso a través de la capa filtrante y se recoge en amplios canales establecidos en el fondo de los estanques. Este sistema de filtración, nunca puede eliminar todas las bacterias. Los filtros tienen, además, el inconveniente de obstruirse rápidamente y entonces su rendimiento disminuye. Para limpiar los filtros, se 133 raspa la superficie conta- minada de la arena, hasta una profundidad de varios centímetros y se reemplaza la que se quita con arena nueva. El filtro Pasteur o Chamberland es el más usado para el uso domés- tico y el que ofrece mayor garantía contra las enfermedades propa- gadas por el agua. El órgano filtrante es una bujía porosa de porcelana, de textura muy fina, que retiene los microbios y demás impurezas en su superficie exte- rior. La filtración tiene lugar de afuera para dentro, lo que faci- lita mncho la limpieza del filtro. Para que ese filtro presente toda la seguridad es necesario mante- nerlo en perfecto estado de lim- pieza y esterilizarlo cada semana por medio de la ebullición. La bujía está contenida en un cilin- dro metálico que se adapta a una llave de cañería. Los filtros de piedra dan una agua clara y fresca, pero se dejan atravesar por los microbios. Fig. 29.—Fii/Tro Pastuur F. — El cuidado de los dientes Debemos masticar bien los alimentos y cuidar mu- cho los dientes que hacen ese trabajo; en la boca co- mienza a efectuarse la digestión. El mejor sistema para cuidar los dientes CONSISTE EN DARLES TRABAJO SUFICIENTE Y ADE- CUADO masticando alimentos duros. Eos animales y los salvajes tienen magníficas dentaduras, porque 134 las mantienen limpias por masticación de alimentos que consisten por lo general en frutas crudas y fibro- sas. Desgraciadamente la cocina moderna suministra alimentos tan suaves, que dan poco trabajo a los dien- tes. De donde resulta que partículas de alimento se depositan en los intersticios y cavidades dentarias, en donde se desarrollan microbios que tienen la propiedad de elaborar ácidos a expensas del azúcar y almidón de las materias carbohidratadas. Bstos ácidos atacan el esmalte de los dientes dando origen a la caríe o pica- dura. El cuidado de los dientes es para el individuo, de una importancia mucho mayor de la que generalmente se le atribuye. Una buena dentadura es indispensable para disfrutar de una vida sana y agradable. Un diente cariado contamina pronto a los demás, razón por la cual no se debe perder tiempo en rellenarlo. Toda persona debiera ser examinada periódica- mente por el dentista, pues cuanto más pronto se atiende un diente enfermo, menos peligro habrá de contagiar a los demás. Una dentadura sucia y cariada suministra un medio favorable para el desarrollo de muchas clases de microbios que se mezclan con los alimentos durante la masticación y pasan al estómago e intestinos produciendo intoxicaciones capaces de per- turbar la salud. Por otra parte, los dientes cariados y las encías inflamadas impiden la buena masticación de los alimentos y son causa de neuralgias, jaquecas o hinchazones de la cara. Es inútil seleccionar los ali- mentos que ingerimos si antes de llegar al estómago están mal triturados e impregnados de bacterias. Por lo general, se descuida mucho la higiene de los dientes de leche; no debiera ser así. La ingestión de los alimentos mal masticados e impregnados de bacte- rias es tan perjudicial al niño como al adulto. Además existe el peligro de contaminar los dientes permanentes que están al brotar. Si se extraen los dientes de leche en lugar de llenarlos, la mandíbula deja de crecer con- venientemente y por falta de espacio salen los dientes sobrepuestos unos a otros y desiguales. 135 Ya hemos visto cómo el cuerpo humano está pro- tegido contra los microbios; ninguno puede atravesar la piel a no ser que encuentre una puerta de entrada por alguna herida; la misma protección existe en la boca y todavía más en el estómago que contiene un gran antiséptico: el ácido clorhídrico. Podemos ingerir millones de microbios de tuberculosis con la leche o la carne, pero mueren en presencia del ácido del estó- mago. Y sin embargo ¿cómo es que hay tantas vícti- mas de tuberculosis de las glándulas del cuello y de los ápices pulmonares? La explicación es fácil encontrarla: no cuidamos convenientemente nuestra dentadura. Un diente cariado da entrada a los microbios de la tuberculosis, los cuales pasan por las vías linfáticas (Véase Capítulo VIII) a las glándulas del cuello y a los vértices pulmonares. ¡Cuántas muertes y miserias se evitarían con la de- bida atención de los dientes enfermos de los niños esco- lares! Hay una tendencia general a ostentar lujosas piezas de dentistería, chapas de porcelana, puentes y coro- nas de oro, tal vez sin preocuparse por un raigón olvidado debajo de tanta magnificencia, fuente quizá de una futura tuberculosis. Un dentista concienzudo debe preocuparse más por la salud de su cliente que por la exhibición interesada de su obra de arte. El ASEO diario de la dentadura constituye parte importante de nuestra higiene personal y no debe faltar al levantarse, después de cada comida y al acos- tarse. Es conveniente emplear para ello alguna pasta antiséptica para destruir los microbios. La creta, el bicarbonato de sodio y la magnesia son alcalinos muy usados asociados con jabón y ácido carbólico. El agua oxigenada diluida en tres o cuatro tantos, es también un magnífico antiséptico para los dientes y la boca. Una cucharadita de sal de cocina en un vaso de agua es un enjuagatorio excelente y económico. Recomen- damos el siguiente polvo dentífrico: 136 Aceite de clavos 10 gotas Acido carbólico 20 » Jabón en polvo 80 granos Creta precipitada 1 onza El cepillo de dientes debe pasarse tanto por fuera como por dentro de la dentadura y de preferencia de arriba abajo para los dientes superiores y de abajo arriba para los inferiores, más bien que horizontal- mente. Se debe evitar el uso en común del cepillo de dien- tes y dejarlo húmedo y sin lavarlo en lugares expues- tos al polvo, a las moscas y a los microbios. Al final de las comidas es de importancia limpiar los intersticios dentarios con palillos o hilos de seda y masticar algunas frutas duras o nueces que limpian la dentadura a perfección. Nada hay tan perjudicial para los dientes de un niño, como acostarlo con un pedazo de queque, un confite o un chocolate en la boca. CAPITULO VI Los motores y los motoristas I.—Mecanismo del movimiento Los músculos son las máquinas productoras de mo- vimiento y trabajo físico. Son en realidad análogos a los motores de los aeroplanos y automóviles conocidos con el nombre de motores de explosión. El elemento combustible no arde en horno separado sino dentro del mismo motor. Los motores de los automóviles necesitan aire y una sustancia combustible (gasolina, alcohol, etc.). Este combustible, con el oxígeno del aire arde formando gas carbónico y vapor de agua. La expansión de estos gases hace mover los émbolos del motor. En el motor humano ocurre igual cosa: los músculos se alimentan de aire y de una sustancia combustible parecida a la ga- solina, por cuanto contiene carbón e hidrógeno y que se llama azúcar. El azúcar y el almidón, que se convierte en azúcar por la digestión, son el combustible del motor humano. El azúcares el alimento muscular por excelencia; por eso los niños cuya actividad muscular es considerable, son extraordinariamente aficionados a los dulces, y por esa misma razón los atletas y los soldados en servicio activo necesitan una dieta muy rica en azúcar. La combustión del azúcar produce los mismos ga- 138 ses que la combustión de la gasolina, es decir gas carbónico y vapor de agua. Cada célula muscular re- Fig.— Los músculos cibe oxígeno del aire por medio de los corpúsculos rojos y azúcar por medio del plasma de la sangre. Esos elementos de la célula muscular al recibir una orden 139 del motorista, es decir, una excitación cerebral por medio de nn nervio, producen una explosión originada por la combinación rápida del carbón y del oxígeno, con des- prendimiento de anhídrido carbónico y vapor de agua, que obliga a esa célula a contraerse. Ese fenómeno ocurre simultáneamente en todas las células musculares, dando por resultado una contrac- ción de todo el músculo. Al contraerse el músculo pro- duce un movimiento de los huesos y de los otros órganos en donde se fija. Así, al contraerse el biceps, que es el músculo más desarrollado del brazo, hace doblar el antebrazo sobre el brazo. Los MÚSCULOS SON EN REALIDAD LOS SIRVIENTES DEL SEÑOR DE LA CASA. La célula nerviosa ordena, el nervio transmite la orden y el músculo la ejecuta. Si por un accidente, por el abuso del alcohol o por un envenenamiento con plomo o arsénico, las fibras de un nervio que van a un músculo se destruyen, el músculo entonces no puede obedecer a la voluntad de su amo, puesto que no recibe ninguna orden, se paraliza y por falta de acción se enflaquece. La posición erguida que tan fácilmente tomamos sin pensar siquiera en ello, es el resultado de la con- tracción de una multitud de músculos que se oponen y equilibran recíprocamente y que no están bajo las ór- denes del cerebro, sino bajo la dependencia de los in- genieros de la médula espinal. Los calambres son contracciones musculares re- petidas con demasiada rapidez sin el concurso de la voluntad. Los músculos que se contraen por la influencia de la voluntad reciben el nombre de músculos voluntarios; los que no dependen de aquélla se llaman músculos viscerales o involuntarios. El corazón es un músculo in- voluntario; las paredes del estómago, del intestino y de las arterias están constituidas por fibras musculares de la misma clase. Nadie podría detener, a voluntad, las palpitaciones del corazón o del pulso, ni impedir los movimientos del estómago o del intestino. Estos músculos no obedecen al cerebro, sino a un cuerpo de 140 ingenieros, independiente de aquél, que trabaja por su propia cuenta y riesgo llamado el sistema nervioso del gran simpático. Se le da también el nombre de sistema ganglionar porque está compuesto de una doble cadena de ganglios situada a cada lado de la columna verte- bral. Los ganglios se comunican entre sí, con la mé- dula espinal y con las visceras del cuerpo por medio de una red de nervios. El gran simpático acelera los latidos del corazón, contrae o dilata el calibre de las arterias pequeñas y por consiguiente aumenta o disminuye la velocidad de la corriente sanguínea y gradúa la cantidad de sangre en cada órgano según las necesidades de éste. Las emociones fuertes, el miedo, la cólera, la an- siedad, influyen pésimamente en el mecanismo del gran simpático. La digestión se trastorna al influjo de las emociones, porque los nervios del sistema gan- glionar paralizan los movientos peristálticos del esto mago y las secreciones gástricas. En cambio, la tran- quilidad de espíritu, la alegría y el buen humor tienen una influencia bienhechora sobre las funciones de los ganglios, que se traduce por una buena digestión, una buena oxigenación y una buena saluden general. Por eso un niño de buen carácter y jovial aprende mejor sus lecciones que uno triste o malhumorado. En el primero, cada órgano del cuerpo — especialmente el cerebro—desempeña mejor su cometido. 2.—El Equilibrio de la casa humana Una casa está construida sobre bases firmes y no puede trasladarse de un lugar a otro. La casa humana, por el contrario, corre, camina, salta, nada, baila y se mueve de mil modos. Para ejecutar esos movimientos necesita hacer uso de motores que hagan mover las piernas y brazos y de un aparato destinado a mantener el equilibrio. Para que un objeto se mantenga en equilibrio es- table su base debe ser ancha y más pesada que la parte 141 superior; en nuestra casa humana, la cabeza que es la parte más alta, pesa mucho más que los pies y sin em- bargo la casa no se va al suelo, porque su dueño hace un esfuerzo para mantener el equilibrio. Muerto él, o dormido o bajo la influencia del alcohol, el equilibrio no puede mantenerse y la casa cae. Para andar, correr y bailar, para llevar las manos a la boca, para intro- ducir la pluma en el tintero y para tocar el violín o la flauta se necesita del sentido del equilibrio. Para mantener el equilibrio, cuenta la casa con una oficina telegráfica llamada cerebelo, en donde se re- ciben las indicaciones que suministran dos aparatos muy ingeniosos llamados canales semicirculares, situa- dos en un rinconcito del teléfono u oído, que no son otra cosa que niveles de agua semejantes a los em- pleados por carpinteros y albañiles. Cualquier error en la plomada de la casa se percibe inmediatamente en los canales semicirculares, que están llenos de un lí- quido, los ingenieros representados por las células sensitivas de los canales avisan por telégrafo al cere- belo para que éste ordene a los músculos del cuerpo la rectificación necesaria. Las personas que padecen de ue'rtigos o mareos tienen algún desperfecto en los canales semicirculares o en el cerebelo. 3.—Actividad e inactividad física e intelectual — «La herrumbre gasta la máquina más PRONTO QUE EL USO, LA OCIOSIDAD CONSUME AL HOM- BRE MÁS PRONTO QUE EL TRABAJO». —«Nuestro entendimiento es como una lla- ve: EMPLEÁNDOLA A MENUDO SE CONSERVA NUEVA Y RELUCIENTE; NO USÁNDOLA SE LLENA de HERRUMBRE». Estas dos máximas de Benjamín Franklin nos en- señan que la salud de un individuo depende del buen funcionamiento de sus órganos y que para el buen desempeño de sus funciones, es necesario hacerlos tra- bajar armónicamente. 142 La falta de actividad de algún órgano produce su aniquilamiento. Si un individuo sano se acostumbra a andar sólo en carruaje, llegará a perder la acción de sus piernas; si toma alimentos digeridos artificialmente, el estó- mago perderá el poder de digerirlos; si se acostumbra a que otros piensen por él, concluirá por idiotizarse por falta de trabajo cerebral. El EJERCICIO MUSCULAR es indispensable para la salud de todos los órganos del cuerpo humano, puesto que él desarrolla no solamente los músculos sino que activa también las funciones digestivas, respiratorias, circula- torias y eliminadoras. El ejercicio corporal estimula el apetito, favorece la digestión y la asimilación y con- sume las sustancias de reserva almacena- das en exceso. Por el ejercicio el peso del cuerpo disminuye al principio a causa de la desaparición de la grasa, pero más tarde aumenta por una nu- trición más perfecta. El trabajo muscular hace que la respiración sea más frecuente y por consiguiente favo- rece la oxigenación de la sangre y la eliminación del gas carbónico; acelera las contracciones del corazón y la velocidad de la corriente sanguínea, estimula el sudor, etc. Para el niño, es muy necesario el ejercicio, y por eso lo vemos desde, los primeros días de su existencia hacer toda clase de movimientos con las piernas y bra- zos, El niño que está quieto y permanece largo rato sentado, bien puede asegurarse, sin temor de equivo- cación, que está enfermo. Fig. 31.— Benjamín Frankiun 143 Los músculos, al contraerse, favorecen la circula- ción venosa, ejercen presión sobre las paredes delga- das de las venas y empujan la sangre hacia el corazón. Cuando no se hace ejercicio, el corazón tiene que hacer todo el trabajo circulatorio. Para que el ejercicio sea benéfico debe ser moderado, debe poner en juego todos los músculos y debe efectuarse al aire libre. Fig. 32.—Una partida de Foot Bael La gimnasia en un cuarto cerrado y polvoso es más bien perjudicial. Los juegos al aire libre son los me- jores ejercicios para desarrollar el cuerpo y recrear el espíritu. La marcha, la carrera, la natación y los jue- gos de sport desarrollan los músculos y aumentan la capacidad respiratoria. Los EJERCICIOS VIOLENTOS Y PROLONGADOS, sin el necesario descanso, presentan peligros para el indi- viduo, que es preciso tener en cuenta. El corazón pal- pita con mayor fuerza, se hincha al principio y por úl- timo se dilata y se enferma. Los atletas y acróbatas a menudo padecen de afecciones cardiacas. El ejerció exagerado puede conducir a la fatiga 144 muscular y a la de los centros nerviosos por los resi- duos de la combustión orgánica. Da neurastenia o debilidad del sistema nervioso Fig. 33. Ejercicios físicos para el desarrollo de los músculos DE LA PARED ABDOMINAL Y DE LA ESPALDA puede resultar de un trabajo físico o intelectual cuando llega a producir agotamiento. «De todo hay que usar pero no abusar» es un dicho popular que cabe exigir aquí al pie de la letra. ¡Cuán- 145 tas personas sufren por el exceso o por la falta de ac- tividad! El ejercicio exagerado de la vista, por ejem- plo, tiende a dañarla para siempre. El ojo, como todo Fig. 34.—Ejercicios físicos para el desarrollo de los brazos, las piernas y los músculos del tórax órgano, necesita descanso. La vista fatigada por el ejercicio se alivia cerrando los ojos de tiempo en tiempo, dirigiéndola a lo lejos sin fijarla en ningún objeto determinado y asegurando una buena iluminación 146 durante el trabajo. Si el ojo hace esfuerzos para enfo- car las imágenes, resultan molestias, dolores de ca- beza, jaquecas y aun convulsiones, que desaparecen haciendo descansar la vista por medio de un par de an- teojos bien seleccionados. Con el descanso, las toxinas se eliminan y el músculo recupera sus propiedades. Si el reposo conce- dido al órgano muscular no es suficiente, la fatiga se intensifica cada vez más. A fin de evitar los peligros del ejercicio corporal mal dirigido, se impone unva orientación más perfecta en ese sentido de acuerdo con la higiene y que consti- tuye lo que se llama educación física. Se propone ésta robustecer el organismo, favorecer su desarrollo y ayu- darle en su defensa contra las causas de enfermedad. Fuerza vitae y fuerza muscular son cosas di- ferentes que no hay que confundir. Las mujeres tienen por lo general menos fuerza muscular que los hom- bres; en cambio poseen mucha más vitalidad, soportan más pérdida de sangre y más ayunos que el hombre. La fuerza muscular no es de tanta impor- tancia PARA EL HOMBRE QUE HA CONQUISTADO EL MUNDO POR SU INTELIGENCIA Y NO POR SU FUERZA bruta. Necesitamos músculos sanos, pero no músculos gigantes. Cuanto más voluminosos sean los músculos, mayor será la cantidad de alimento que requieran, y la de residuos venenosos que viertan en la sangre. El fin primordial del ejercicio físico debe SER EL DE CONSERVAR BUENA SALUD Y NO SIMPLE- MENTE EL DE DESARROLLAR LOS MÚSCULOS. Ningún órgano del cuerpo humano necesita mayo- res cuidados higiénicos que el cerebro. Para conservar la salud del cerebro es meuester: Ejercitar y recrear la mente. Respirar aire puro. Alimentarse suficientemente. Evitar las intoxicaciones cerebrales. Descansar bastante. El cuerpo se desarrolla y fortalece por medio del ejercicio físico; la mente se fortalece ejercitando el 147 pensamiento, los sentimientos y los actos de la volun- tad. El hombre que no lee o piensa perderá la habili- dad para leer o pensar. Quien no desarrolla los afectos (sentimientos, emociones y pasiones) se volverá in- sensible y apático (1). La persona que no ejercita la vo- luntad no podrá dominar los vicios, vencer las dificul- tades o realizar grandes obras. El trabajo mental y el físico han de ser agradables para que sean estimulantes y benéficos y nunca una carga. La variedad en el trabajo, evita la monotonía y aumenta la actividad para desempeñarlo. Pero para producir trabajo necesiton los órganos haber alcanzado cierto grado de desarrollo y de perfección, pues el trabajo prematuro compromete seriamente el desarrollo orgánico. El cerebro del niño, especialmente, es un órgano que no alcanza su desarrollo completo sino después de bastante tiempo; por consiguiente es perjudicial exi- girle anticipadamente mucho trabajo. El exceso de trabajo mental y las intoxicaciones por el alcohol, el opio, el tabaco y la morfina (2) debilitan profundamente la actividad intelectual. El trabajo mental excesivo conduce inevitablemente a la pérdida de las facultades mentales y a la senilidad precoz. La zozobra, las emo- ciones fuertes, las penas profundas y todo loque tiende a deprimir el espíritu, producen en nosotros un estado de abatimiento y de poca voluntad para el trabajo y nos anticipan la vejez; en tanto que la alegría, la risa, la jovialidad y los pensamientos agradables influyen mucho sobre nuestra salud favoreciéndola en alto grado. La risa a carcajadas es la gimnasia más alegre, (O «El arte representa, en sus innumerables manifestaciones, la contribución más elevada del hombre al proceso de la evolución. Debe constituir, en consecuencia, el propósito y el objeto principal de los mé- todos de educación, puesto que las nobles emociones que origina influi- rán en gran manera para producir una raza humana mejor, más inteli- gente, más feliz y mucho más hermosa». (Reproducción No. 87. Tomo V.) (2) «El cáñamo indiano, haschisch o Marijuana es una variedad de cáñamo llamada cannAbis indica. Contiene una sustancia narcótica y se fuma puro o mezclado con opio y tabaco con el objeto de sentir una embriaguez agradable especial. Fumado en exceso produce la locura y la muerte». 148 la que más alarga la vida, y la que conserva más jó- venes a las personas. Los ejercicios físicos obran sobre las funciones in- telectuales a modo de excitantes, robusteciendo sobre todo la voluntad. Las estadísticas comprueban que los deportes bien dirigidos, en las escuelas, permiten au- mentar el tiempo consagrado a los trabajos intelectua- les. La lectura selecta, el teatro escogido y el baile moderado y culto recrean el espíritu, en tanto que un mal libro, el teatro pornográfico o las orgías envene- nan y corrompen el entendimiento. La sangre oxigenada es indispensable para el buen funcionamiento cerebral; sfifaltael oxígeno, como sucede en las aglomeraciones de gentes en sitios mal ventilados o a medida que se asciende en las altas re- giones de la atmósfera en donde el aire está muy enra- recido, la respiración se hace trabajosa, los oídos zum- ban, se sienten mareos y se pierde el conocimiento. El descanso es tan necesario al cuerpo y al espí- ritu como el trabajo y por eso es conveniente acostum- brarse desde la niñez a trabajar como a descansar con regularidad. El cerebro, particularmente, necesita el descanso absoluto que se consigue con el sueño. Quien padece de insomnio envejece y pierde prematuramente sus facultades mentales. En las horas de vigilia los productos venenosos que resultan de la fatiga muscular y mental se acumulan en el organismo, pues la formación de esos venenos es más rápida que su eliminación. Como la oxidación juega papel importante en la eliminación de productos residuales, una buena venti- lación se necesita durante el sueño. El sueño al aire libre, en un corredor, restaura más pronto el sistema nervioso que el que se efectúa en el interior de las ha- bitaciones en donde el aire no es tan puro. Los niños al aire libre duermen admirablemente. Si no es posible dormir afuera, debemos por lo menos dormir con las ventanas del dormitorio abiertas. Es de importancia dormir con el estómago vacío. 149 Los niños recién nacidos duermen el día y la noche. Los de 3 y 4 años necesitan dormir 12 horas. Los de 5, 6 y 7 años necesitan dormir 11 horas. Los de 8 y 9 años necesitan dormir lOj/2 horas. Los de 10 y 11 años necesitan dormir 10 horas. Los de 12 años necesitan dormir 9 horas. El adulto necesita dormir 8 horas. El hombre intelectual debe hacer cada día una parte de trabajo corporal para poner en ejercicio los músculos y descansar bastante. El obrero que trabaja con los músculos debe ilustrar su inteligencia, necesita ser vegetariano y consumir bastante azúcar. El profesor don Elias Jiménez Rojas, refiriéndose al sueño, dice lo siguiente: (Eos No. 94. Nov. 1918). «Químicamente, vivir es deshacerse y reha- cerse. Un órgano que trabaja, se transforma, se deshace y se envenena con los productos de des- gaste. El envenenamiento se manifiesta con el cansancio. Cansado equivale en fisiología a en- venenado por las sustancias que uno mismo ha producido. Cansado no quiere decir agotado. »Esta idea del cansancio no es una suposición: corresponde a una experiencia fácil de repetir. Para sentir el cansancio del que ha picado una carga de leña, por ejemplo, basta una inyec- ción de sangre tomada de quien está cansado de picar. »Las sustancias producidas por el funciona- miento normal de los órganos (cuerpos úricos, gas carbónico, etc.), son las que provocan el cansancio. Para que la salud persista, urge que sean rápidamente segregadas del organismo. Esta segregación es efectuada por los riñones, las glándulas sudoríparas, los pulmones, etc.; pero no es instantánea—ni convendría que lo fuera—; se efectúa con un ritmo regular, que hace posible que dichas sustancias se acumulen en la sangre, y ejerzan sobre los órganos su propia presión o tensión. El efecto de esta ten- 150 sión es la somnolencia. Kn otros términos, las sustancias residuales, acumulándose en el or- ganismo, calman o refrenan su actividad actual, y aparece el sueño, forma de vida—no de muerte, —vida de aislamiento y de tranquila edificación. »E1 gas carbónico, los cuerpos úricos, etc., son hipnóticos. Imitando la composición de los cuerpos úricos naturales, la industria química fabrica la Adalina, el Ver onal y otros preciosos sedantes, que procuran el sueño a las personas sobre-excitadas o en desorden de nutrición. »Un órgano cansado se repara mediante el reposo. Un organismo somnolento se rehace durmiendo. «Dormir no es simplemente reposar. Durante el sueño normal la circulación se empareja, se reparte al igual de la cabeza a los pies, y logra su óptimum la asimilación o utilización construc- tiva de los alimentos. «Durmiendo se rehacen los tejidos; durmiendo crecemos. «Se dice popularmente que quien duerme come; pero lo correcto sería decir: “ quien duerme apro- vecha lo que come”. Pan y sueño, esta es la fór- mula de reparación. »Ni el cansancio ni la somnolencia son sim- plemente proporcionales al trabajo del órgano o a la vigilia del organismo. Su aumento sigue una proporción geométrica. «Así—tomando un ejemplo para el cansan- cio—■, si pico leña con el brazo derecho durante una hora o durante dos, el cansancio en el se- gundo caso no es simplemente doble que en el primero: es mucho mayor. «Por consiguiente, el rendimiento de trabajo orgánico a igualdad de máquina y condiciones, depende de la repartición de los intervalos de reposo. Hay que saber descansar. Y esta ley abarca lo mismo al cerebro que al dedo del pie. «Y hay que saber dormir. L,a ley de la som- 151 nolencia es muy semejante a la del cansancio. Considerando, v. gr, dos vigilias diversas úni- camente por su duración, una de 5 horas y otra de 10 horas, el sueño que corresponde a la se- gunda no es simplente el doble que el de la primera: es mucho mayor. «Aproximadamente, puede decirse que una persona de edad y estatura medias, que trabaja 9 horas por día, debe dormir otras 9 horas, si 10 ha de hacer de noche y sin interrupción (9 p. m. a 6 a. m.) Los menores deben aumen- tar la dosis. »Las personas obligadas a trabajar más de 9 horas al día (boticarios, panaderos, enfermeros, policiales, militares en campaña, etc.), han de tener muy presente que, en virtud de la ley de la acumulación de la somnolencia en progresión geométrica, la noche entera no es bastante para su sueño, y que, por tanto, su horario de trabajo debe entrecortarse con una o más horas de sueño diurno. »Cinco horas de sueño alternas pueden susti- tuir a diez horas seguidas: todo depende de la distribución que se haga. Doy aquí como mues- tra un horario de sueño reducido, probado en San José sin graves inconvenientes: Horario de sueño en régimen de privación 2 horas a media noche (12 y media p. m.—2 y media a. m.) 1 hora al amanecer (5 y media a. m.—6 y media a. m.) 2 horas antes de comida (3 p. m.—5. p. m.) »Un horario de privación de sueño exige un régimen alimenticio especial, muy sustancioso y muy ligero a la vez». La higiene mental de los niños escolares debe dirigirse a evitar la fatiga excesiva o agotamiento, vigilando la facultad de atención del alumno que da la medida de su resistencia intelectual. La fatiga mental del niño se manifiesta por distrac- 152 ción, bostezos, tartamudeos, muecas o por uua tenden- cia a jugar en clase. A ese niño no hay que castigarlo sino hacerlo descansar. Para evitar el cansancio o para recuperar las fuerzas del escolar se recomienda la sus- pensión total o parcial del trabajo, la variedad de asig- naturas, la enseñanza objetiva, los trabajos manuales, el canto, los juegos y paseos, las escuelas al aire libre, las colonias escolares de vacaciones, etc. La higiene mental de ios niños escolares requiere como indispensable complemento la Inspección Me'dica Escolan que velará por la salud y las condiciones orgá- nicas del alumno. Reconocida como está la íntima re- lación que existe entre las condiciones físicas y men- tales de los niños, es evidente que los esfuerzos que realicen los maestros tendrán que ser en parte estériles si sus discípulos no estáu en condiciones de asimilar las enseñanzas, por el estado de inferioridad en que los ponen las enfermedades de que padecen. Ya hemos visto cómo los adenoides y la hinchazón de las amíg- dalas son enfermedades que uo sólo entorpecen las facultades mentales de los niños, sino que les abren fatalmente el camino de la tuberculosis. Las enferme- dades y defectos de los ojos y oídos ponen a los alumnos en pésimas condiciones para comprender las explicacio- nes del maestro. La anquilostomiasis, como veremos más adelante, es una enfermedad que compromete se- riamente el desarrollo físico y mental de los escolares. La inspección sanitaria escolar tiene por objeto descubrir a tiempo las enfermedades contagiosas, deter- minar los defectos orgánicos que entorpecen el desa- rrollo intelectual del niño, y procurar su curación. Las afecciones crónicas de los ojos, oídos, piel, garganta y dientes son las que más justifican la necesidad de dis- pensarios y clínicas escolares. Las. colonias escolaras de vacaciones son ins- tituciones de higiene preventiva en favor de los niños débiles y pobres’de las escuelas, para procurar la salud por medio del ejercicio corporal en el campo o a la orilla del mar, así como por la limpieza, la buena alimenta- ción y la alegría. 153 4.—Alcoholismo Se ha creído que el alcohol es un alimento necesario para el trabajo muscular. Nada tan erróneo. El alcohol es un terrible veneno que ataca directamente la vitali- dad de la célula, disminuyendo su resistencia a las causas de enfermedad. Es cieito que cuando el organismo se encuentra insuficientemente provisto de combustible alimenticio, puede quemar el alcohol y obtener de él cierta cantidad de energía, pero un organismo al que se obliga a mar- char a fuerza de alcohol no puede durar mucho, tanto porque se halla expuesto a todas las enfermedades infecciosas, desde luego que el alcohol atenúa la acción fagocítica de la sangre, como porque los principales órganos y tejidos del cuerpo se deterioran rápidamente conduciendo a una vejez prematura. Está bien comprobado que la pulmonía mata más fácilmente a los alcohólicos que a las personas abstinen- tes y que los bebedores padecen más de la tuberculosis que las personas que no usan alcohol. Una persona cansada y aniquilada por el trabajo, que espera recuperar sus fuerzas por medio de estimu- lantes, acude al alcohol, que haciendo aligerar y forta- lecer las palpitaciones del corazón, le da una sensación de bienestar; y sin embargo, cuando el efecto pasa, no se siente mejor y sí muchas veces más agotado que antes. El bienestar producido por el alcohol y otros estimulantes es ficticio y bien se puede asegurar que en igualdad de circunstancias hará más trabajo el que se abstiene del alcohol, que el que usa de él todos los días. El alcohol puede determinar una intoxicación mo- mentánea, la borrachera, y otra crónica que depende de su uso prolongado y habitual, el alcoholismo. Tan pronto como se ingiere el pernicioso licor, el organismo tiende a desembarazarse de él, eliminándolo por la orina, la piel, la leche y las vías respiratorias. El órgano que retiene más alcohol, es el cerebro. 154 La madre que amamanta, no debe beber jamás LICORES ESPIRITUOSOS SI NO QUIERE HACERLE DAÑO A SU HIJO, PUES TODO LICOR ABSORBIDO POR LA MADRE HACE SU LECHE PELIGROSA. La eliminación del alcohol va acompañada de gran- des cantidades de agua por la afinidad de ésta con el alcohol. Esto explica la sed extraordinaria del alcohó- lico. Aunque el alcohol no es una sustancia apetecida por el cuerpo eu estado normal, su ingestión en nues- tro organismo tiende a producir un hábito, como sucede con el tabaco, la morfina, el opio y la cocaína, porque el alcohol y estos alcaloides no se eliminan totalmente sino que en parte se oxidan, originando productos que requieren nuevas dosis del veneno para neutralizar su influencia. Esto se ha comprobado recientemente por el descu- brimiento eu el sistema nervioso de los enfermos ata- cados de diablos azules, de una sustancia llamada aldehido (C2 H3 O H), que es un producto de la oxidación del alcohol. El primer efecto del alcohol se manifiesta en el estómago y en los intestinos, con vómitos rebeldes, mala digestión, diarrea y disentería. Las arterias pierden su elasticidad por depósitos calcáreos acumulados en sus tejidos (arterioesclero- sis) (1), se vuelven rígidas y quebradizas y se rompen con facilidad en el cerebro y en el tórax (apoplejía, aneurisma). La nutrición y la asimilación se entorpecen y las grasas tienden a acumularse con especialidad en el corazón y en el abdomen, trastornos característicos de la obesidad. Las células del hígado y del riñón experimentan un proceso inflamatorio que termina con la destrucción completa de los tejidos de dichos órganos (cirrosis, mal de Bright). (i) Otras influencias conducen también a la arterio-esclerosís, como la vejez, la sífilis, la obesidad, la gota, la diabetes, el reumatismo. 155 Pero los órganos que sienten más la intoxicación alcohólica son el cerebro y los nervios, presentándose manifestaciones de diversa índole: insomnio, temblor en las manos, parálisis de las piernas, reblandecimiento cerebral, diablos azules o delirium tremens, la dipso- manía y la locura. Las personas que son víctimas de diablos azules son presa de alucinaciones y pesadillas terribles, ven, oyen y sienten las cosas más horrorosas y se vuelven con frecuencia neurasténicas o locas. La dipsomanía (del griego, dipsos, sed, y manía, furor) es un impulso irresistible e intermitente, por las bebidas. El borracho pierde la vergüenza y la dignidad, se da a los vicios, no quiere trabajar, se vuelve perezoso, imbécil y feroz; se inclina al robo y al crimen y termina su miserable existencia en el manicomio o en el presi- dio y eso cuando él mismo no pone fin • a sus días por el suicidio. El alcohólico no es el único que sufre las conse- cuencias de sus malas costumbres. Los hijos de los bebedores heredan por lo general las mismas tendencias y enfermedades producidas por el licor y a menudo son idiotas, epilépticos y locos o víctimas de la tuberculosis y de no pocos defectos físicos. El siguiente cuadro demuestra hasta la evidencia, los efectos del alcohol en relación con la longevidad: PROBABILIDADES DE VIDA EN EL INTEMPERANTE A los 20 años.. . . 15 años » » 30 » . . . 13 » » » 40 » . . .11 # » # 50 )> . . . . 10 » » » 60 » . . . 8 » EN EL, TEMPERANTE 44 años 36 # 28 »> 21 ») 14 » El alcoholismo constituye un peligro social, que contribuye en mucho a aumentar la mortalidad, la criminalidad y la locura, a disminuir las fuerzas físicas e intelectuales de los individuos y a degenerar las razas. A cada individuo corresponde, tanto por interés 156 propio como por el de la comunidad, hacer campaña contra el vicio de la bebida, factor de tanta miseria y delincuencia. La campaña contra EL alcoholismo, debe en- caminarse a dictar medidas que tiendan a restringir el consumo de licores; tales serían la limitación del número de taquillas, la prohibición de su venta en días festivos, los impuestos sobre el alcohol, el mono- polio del Estado para la venta y rectificación de las bebidas alcohólicas o la prohibición absoluta; a crear ligas antialcohólicas o sociedades de temperancia; a instruir al pueblo por la escuela, la prensa, conferen- cias públicas, proyecciones cinematográficas, etc., so- bre los peligros que el alcoholismo representa para la salud del individuo y la de sus descendientes. Las escuelas nocturnas, los centros sociales, las bibliotecas públicas, los teatros y otros centros de instrucción y cultura constituyen la mejor profilaxis del alcoholismo para los individuos, alejándolos de los establecimientos de licores, que son focos de infección de los peores conocidos. El tratamiento de los alcohólicos se reduce a aislarlos de su medio favorito de intoxicación; la abstinencia total es lo único que puede producir resul- tados duraderos. CAPITULO VII Los filtros, los drenajes y las cloacas Un buen sistema de drenajes es indispensable en una casa para que pueda llamarse higiénica. Drena/e es todo sistema de eliminación de materias residuales. En nuestro edificio esas materias residuales son el resultado de la actividad del protoplasma celular. Los órganos excretores que sacan estos materiales del cuerpo son: la piel, los pulmones, los riñones y los intes- tinos. El hígado destruye también muchos venenos. Los tres primeros son verdaderos filtros y están constituidos de acuerdo con un mismo principio, pues cada uuo de ellos consta de una delgadísima membrana con una cara en comunicación con el exterior del cuerpo y la otra en contacto con la sangre que ha de purifi- carse. Las materias excretadas pasan por esta membra- na como a través de un filtro hasta llegar a la superficie exterior donde quedan en libertad. Cada uno de órganos elimínalos mismos pro- ductos: agua, gas carbónico, y úrea, pero en proporcio- nes diversas: La piel despide mucha agua, poco gas carbónico y poca úrea; los pulmones dan mucha agua, mucho gas carbónico y una pequeña proporción de amoniaco, que es uno de los productos de la descom- posición de la úrea. Los riñones excretan mucha agua, mucha úrea, y poco gas carbónico. La piel y los riñones excretan además mucho clo- ruro de sodio o sal común. 158 LA PIEL Y EL CUERO CABELLUDO Las funciones de la piel son análogas a la FUNCIÓN RESPIRATORIA DE LOS PULMONES Y A LA excretora DE LOS riñones; es decir, la piel respira Fig 35.—La Piel y elimina con el sudor agua, sal y urea, las mismas sustancias que componen la orina. La piel se compone de dos capas: la epidermis es la capa exterior, que la protege del aire y délos microbios; está desprovista de vasos sanguíneos y de sensibilidad. Las partes profundas de la epidermis que están en in- mediato contacto con la segunda capa de la piel llamada dermis, viven y crecen para reponer las partes superfi- 159 cíales que carecen de vida, se desprenden y caen en forma de escamas por efecto del roce o del baño. La dermis está debajo de la epidermis, es muy vascular y sensible y aloja las glándulas que producen el sudor (glándulas sudoríparas), las que secretan la grasa (glándulas sebáceas) y las raíces de los cabellos (bulbos pilosos). Las glándulas sebáceas expelen su con- tenido no solamente al exterior como el sudor sino también en la raíz del cabello, para darle lustre, sua- vidad e impermeabilidad a la piel y al pelo, para pro- tegerlos contra el calor y la humedad de la atmósfera. El cuero cabelludo que cubre el cráneo está nutrido por medio de seis pares de arterias que van de la periferia hacia la coronilla. La parte acuosa del sudor se evapora y, si la piel no se asea, la sal junto con el polvo de la atmósfera, la úrea y las escamas de la epidermis quedan adheridas al cuerpo por la grasa formando una capa que impide la libre transpiración cutánea, obstruye las glándulas sebáceas y sirve de habitación a numerosos gérmenes de enfermedades. Con una piel sucia, las excoriaciones y las heridas accidentales se infectan fácilmente con los gérmenes de la supuración, del tétano, de la erisipela, de la tuber- culosis y otras enfermedades. Esa es la razón por qué no solamente debe conservarse la piel en perfecto es- tado de limpieza sino que se debe tener especial cuida- do en desinfectar cualquier herida, por pequeña que sea, para evitar el desarrollo de microorganismos. La cirugía moderna se funda en el simple procedimiento de librarla piel de la acción délos gérmenes patógenos. Las principales enfermedades de la piel pro- ducidas por falta de aseo o por malos hábitos de con- servación del cuero cabelludo son: La Tiña Tonsurante, conocida vulgarmente con el nombre de caraie) es una enfermedad muy contagiosa, que se observa únicamente en la niñez y cura espon- táneamente después de la pubertad. Se presenta generalmente en la cabeza de los niños en forma de placas redondas desprovistas parcialmente 160 de pelo y cubiertas de escamas. La piel no está com- pletamente calva; el dedo percibe la sensación de cabe- llos cortos, como si estuvieran mal afeitados. La enfer- medad es producida por unos hongos (tricophyton ton- surans, microsporum audouini) y se transmite por medio de los peines, cepillos o sombreros. Aplicaciones locales de tintura de iodo o de precipitado blanco destruyen los parásitos productores de la enfermedad. Los piojos se alojan en las cabezas desaseadas. Los huevecillos llamados liendres, se adhieren a los pelos o vestidos por medio de una sustancia aglutinante. Pro- ducen picazón, inflamación y abscesos de la piel o hin- chazón de las glándulas del cuello. Se destruyen fácil- mente con aplicaciones de bencina, petróleo, alcohol o pomadas mercuriales después de haber cortado el pelo al rape. Cuando no hay lesiones en la piel, la siguiente fórmula es muy eficaz: Sublimado corrosivo 1 gramo. Vinagre 50 gramos Alcohol alcanforado 50 » Agua 200 » El mejor preservativo es el aseo del cuerpo y de los vestidos. Las niguas (Sarcopsylla peneirans). La nigua es un parásito más pequeño que la pulga común. Se alimenta de la sangre del hombre y de los animales domésticos, con especialidad del cerdo y del perro. En el verano, vive en el polvo, en las inmedia- ciones de las casas, en parajes cálidos y secos. Después de las primeras lluvias, emigra a las habitaciones, establos, depósitos de leña, etc. Sólo la hembra fecun- dada penetra en la piel, generalmente por el contorno de la uña de los pies. En pocos días aumenta de volu men porque se llena de huevecillos (pozola). Al ex- traerla con agujas sucias o sin previa esterilización de la piel, se corre el riesgo de inocular el microbio del tétano. (Véase capítulo XXIV). La sarna es el conjunto de lesiones cutáneas pro- 161 ducidas por un parásito animal de la familia de las arañas, llamado el acárido o arador de la sarna (sarcoptes scabiei). Fig. 36.—-1, El piojo y la liendre.—2, Arador de la SARNA.—3, EA NIGUA Y LA POZOLA. La hembra fecundada se introduce en la epidermis formando túneles o surcos en donde deposita los huevos. La enfermedad se propaga, durante la noche, por 162 contacto con personas atacadas o por dormir en camas infectadas por sarnosos y se desarrolla a los 8 ó 10 días después del contagio. El primer síntoma que llama la atención al enfermo es el prurito o picazón que provoca una necesidad irre- sistible de rascarse, sobre todo de noche, hasta el punto de impedir el sueño. Después aparecen las lesiones secundarias: eczema, pústulas, etc. Es una enfermedad muy contagiosa y muy rebelde al tratamiento. Las pomadas azufradas, como la Hel- merich, se emplean para destruir el parásito teniendo antes el cuidado de preparar el enfermo con baños calientes y frotaciones enérgicas de la piel, para des- garrar y abrir los surcos. Las ropas del enfermo y de la cama deberán desinfectarse por medio de la ebulli- ción en el agua. El tórsalo (dermatobia cyaniventris) es una mosca que efectúa la postura en la superficie de la piel del hombre y de los animales. Algunas especies de mos- quitos pueden ser portadoras de huevos de tórsalo. De cada huevo nace una larva que perfora la piel y se desarrolla en los tejidos subcutáneos en forma de gusano. En el hombre, el tórsalo produce una tumefacción dolorosa, fácil de reconocer por un agujerito colocado en la parte más prominente del tumor. Para extraerlo, se hace presión sobre el tumor y la larva se escapa por el agujerito. A menudo es nece- saria la intervención del cirujano. LA CASPA Y LA CALVICIE En estado normal las secreciones de sudor y de grasa, que protegen el cuero cabelludo contra el frío, el calor y la humedad y la producción de escamas que resulta de la renovación de las capas superficiales de la epidermis, se eliminan a medida que se van for- mando. Pero la falta de aseo o los malos hábitos de conservación del cabello conducen a la retención anor- 163 mal de todas las materias segregadas que junto con las suciedades de la atmósfera irritan la piel y la pre- disponen a la caspa y la calvicie. La compresión de las arterias que nutren el cuero cabelludo, por sombreros muy ajustados, es otra causa de la calvicie y explica por qué ésta comienza en la coronilla. Para asegurar la conservación del cabello y evitar esas enfermedades es necesario: Practicar el masaje diario del cuero cabelludo con la yema de los dedos, con el fin de favorecer la circu- lación sanguínea y desobstruir los poros de la piel y vaciar los conductos sebáceos. Evitar las lociones alcoholizadas, alcalinas o anti- sépticas que endurecen la piel y reducen su vitalidad, hacen perder el barniz protector del pelo y lo blan- quean rápidamente. Evitar la costumbre de llevar el pelo demasiado corto, sobre todo en los niños, pues el cabello consti- tuye un abrigo que protege la cabeza contra las varia- ciones nocivas de la temperatura y de la humedad de la atmósfera. Aplicar después del baño alguna grasa que restituya la que ha disuelto el jabón. Evitar el mojarse los cabellos cada vez de peinarse y el uso de peines con púas puntiagudas. Usar sombreros livianos, porosos y no muy ajus- tados. Permanecer con la cabeza descubierta siempre que sea posible. Evitar el uso en común de peines, navajas de afei- tar, cepillos, toallas y sombreros. Las espinillas o barros son abscesos pequeños producidos por obstrucción de los conductos de las glándulas sebáceas, por el polvo y los microbios. El lavado frecuente de la piel desobstruye los poros. También dan buenos resultados las vacunas esta- filocóccicas. Las barberías, que son con frecuencia una fuente de contagio de muchas enfermedades de la piel, deben llenar las siguientes condiciones: 164 Aseo riguroso del establecimiento y de los operarios. Empleo de toallas limpias para cada persona. Desinfección de los instrumentos y demás utensi- lios de peluquería, por inmersión en agua hirviendo o en alcohol a 60°. Empleo de algodón aséptico en vez de mota o esponja de empolvar. Desinfección con alcohol, de la piel, después de rasurada. Remoción inmediata del pelo. Protección de la parte de la silla en que descansa la cabeza del cliente, con una hoja de papel que se cambiará para cada servicio, etc. BAÑOS La limpieza del cuerpo es una necesidad para la conservación de nuestra salud. La piel debe mante- nerse siempre limpia, con especialidad la cabeza, las manos y los pies. Las manos que por estar descubier- tas se exponen a ensuciarse por multitud de causas, deben lavarse varias veces al día, puesto que con fre- cuencia se ponen en contacto con la nariz, los ojos y la boca. Los anquilóstomos y otros parásitos intesti- nales penetran por la boca por medio de las manos sucias. La limpieza de la piel puede obtenerse por medio de baños fríos o tibios. El baño tibio limpia más porque liquida las sus- tancias grasosas de la piel; en cuanto al frío, limpia menos, pero actúa como estimulante de los órganos del cuerpo. El baño ideal es un baño tibio al acostarse, para limpiar la piel de los residuos acumulados du- rante el día de trabajo, y un baño frío por la mañana para fortificar el cuerpo. La natación es un modo agradable de bañarse y un ejercicio excelente, pero no debe prolongarse por mucho tiempo, pues el enfriamiento caracterizado por escalofrío y castañeteo de dientes es muy perjudicial. 165 Muchas personas creen que el baño origina cata- rro, reumatismo y otras enfermedades. Esto es una preocupación vulgar. El antiguo dicho «vale más tierra en cuerpo que cuerpo en tierra» es un error tan grande como sería el de no barrer las calles y las casas dia- riamente. No sólo debemos mantener la piel en perfecto es- tado de limpieza sino también exponerla a la acción benéfica del sol y del aire. Las personas que viven en la oscuridad son anémi- cas y mal desarrolladas. Nuestra salud sufre mucho por la pésima costumbre de levantarse muchas horas después de la salida del sol y de vivir con luz artificial muchas horas después de puesto. El baño DE aire excita la piel y le ayuda al des- empeño de todas sus funciones. Consiste en permanecer al aire libre, total o parcialmente desnudo. La luz solar es un agente terapéutico y profilác- tico de primer orden en la cura y prevención de la tuberculosis pulmonar y otras enfermedades. La expo- sición debe ser limitada al principio, pero una vez que se ha producido la tolerancia, se dejan en contacto de la luz partes cada vez más extensas del cuerpo. Los rayos solares tienen un efecto curativo, muy marcado, en algunas enfermedades de la piel, del'estómago y los intestinos. LOS RIÑONES Y LOS INTESTINOS Si no fuera por el Hígado, que destruye muchos venenos, y los riñones, la piel y los intestinos, que los eliminan, moriríamos envenenados por los residuos de nuestra acción vital. LOS MICROBIOS NOS MATAN PRINCIPALMENTE POR LOS VENENOS O TOXINAS QUE PRODUCEN. Las toxinas de nuestro organismo son los factores principales, cau- santes de la vejez y de la muerte. De aquí la importancia de reducir al mínimo nuestra dosis de venenos, elimi 166 nándolos lo más pronto posible. El Profesor Carrel, ha logrado mantener con vida el corazón de un ave, en su laboratorio, con sólo lavar los venenos producidos por la actividad de sus células. La sangre necesita lavarse constantemente con agua para desembarazarse de sus impurezas y si no se la provee de la necesaria, absorbe el agua intoxicada del intestino grueso, dando por resultado el estreñimiento. El beneficio que se obtiene de las aguas minerales, en algunas enfermedades, se debe exclusivamente al lavado de la sangre. La reglamentación en la dieta, el ejercicio, el sueño, el cambio de escena o de medio ambiente y el agua son los factores que producen los resultados curativos de los balnearios más famosos. El estreñimiento es una afección muy generalizada debida a la falta de agua, frutas y legumbres en la ración alimenticia, a la falta de ejercicio y a no acos- tumbrar el cuerpo a hacer las evacuaciones a horas fijas. Como ya se ha sugerido, una buena regla es la de tomar 5 ó 6 vasos de agua al día, estando el estómago vacío. La celulosa de las legumbres y la acción laxante de las frutas estimulan los movimientos peristálticos de los intestinos. Los alimentos que tienen tenden- cia contraria son el arroz, la leche hervida, los atoles y la clara de huevo. El pan moreno que contiene una parte de la cutícula del trigo es muy eficaz contra el estreñimiento. No es prudente acostumbrarse al uso frecuente de laxantes y purgantes. Si la evacuación no se produce, es preferible el uso ocasional de un enema de agua ti- bia, pura o con adición de aceite o jabón, seguido de otro de agua fría. Los masajes sobre el lado izquierdo del abdomen, de arriba abajo en la dirección del colon descendente, estimulan a menudo la defecación. Los excusados altos favorecen el estreñimiento, pues impiden ejercer la presión abdominal necesaria para la defecación. Privarse de ir al excusado cuando el cuerpo lo exige, 167 por las ocupaciones o en los colegios por timidez, es causa más adelante de estreñimiento. Uno de los me- dios de reducir la putrefacción en el intestino grueso es el uso de la leche agria. El ácido láctico es desfavo- rable al desarrollo de los gérmenes de la putrefacción. El estreñimiento produce síntomas de absorción intestinal: dolores de cabeza, insomnio, lengua sucia, fetidez del aliento y falta de vigor y de fuerza. El estreñimiento habitual es a menudo la causa de los hemorroides. El VESTIDO La higiene del vestido incluye: Aseo, ausencia de presión, calor moderado y VENTILACIÓN. La limpieza y reno- vación de los vestidos deben hacerse lo más a menudo posible, porque las materias líquidas y gaseosas que el cuerpo exhala, aun en perfecto estado de salud, impreg- nan las telas y perjudi- can las funciones cutá- neas, tanto más si la impregnación está cons- tituida por gérmenes susceptibles de propagar una enfermedad conta- giosa. El vestido no tiene que ser obstáculo al des- arrollo y funcionamiento del organismo. Los corsés no deben comprimir el tórax hasta el punto de poner trabas a las funciones del corazón, de los pulmones, del estómago y del hígado. Las ligas deben proscri- birse, pues dificultan la circulación de la sangre. Fig. 37.—Posición normar de eos HUESOS DEE TÓRAX 168 Al escoger las telas, desde el punto de vista higié- nico, para la confección de vestidos, es necesario tener en cuenta sus propiedades físicas y la manera cómo están tejidas. Los materiales empleados son la lana, la seda, las pieles, el algo- dón y el lino, que difie- ren mucho en cuanto al poder conductor del ca- lor y al absorbente del sudor. Bn climas fríos necesitamos protegernos con un mal conductor del calor para evitar que se pierda el que se des- prende de nuestro cuer- po por irradiación y por evaporación del sudor. Bn climas calientes, por el contrario, necesita- mos vestidos que con- duzcan bien el calor y absorban la transpira- ción. La lana, la seda y las pieles son malos con- ductores del calor; el lino y el algodón lo conducen bien. B1 lino y el algodón se saturan pronto de la hume- dad del sudor y tienden a resfriar el cuerpo, sobre todo durante el reposo después de un ejercicio violento. La lana absorbe la humedad sin producir enfriamiento. Texturas finas son más frescas que las ordinarias del mismo material, porque en estas últimas hay más aire en los intersticios, el cual es un mal conductor del calor. Por eso dos vestidos delgados son más calientes que uno grueso del mismo peso, porque entre los dos existe una capa de aire mal conductor. B1 aire puede estar confinado no solamente en las habitaciones mal ventiladas, sino también dentro de los vestidos muy ajustados. B1 aire es tan importante a la piel corno a los pulmones. Por eso los vestidos de- Fig. 38.-Compresión de das costillas POR EL USO DEL CORSÉ 169 ben ser suficientemente permeables para que se verifi- quen ampliamente los cambios de gases entre la piel y el aire atmosférico. El calzado higiénico debe estar fabricado de acuerdo con la anatomía del pie y no con los refina- Fig. 39.—Las tres figuras de la izquierda muestran la posición del pie descalzo en reposo y durante la marcha y la forma de las suelas de un calzado higiénico. Las figuras de la derecha muestran la posición del pie calzado con tacón alto en reposo y durante la marcha, y la deformi- dad de los pies producida por la compresión de un calzado antihigiénico. 170 raientos de la moda. La base del sostén del pie está representada por el talón, la cabeza de los metatarsos y el borde plantar externo. De aquí que el uso del cal- zado que altera esa base influya desfavorablemente en el pie. El borde plantar interno está dispuesto en forma de arco que no sólo comunica mayor resistencia al pie sino que libra de toda compresión a los vasos y nervios que aloja en su concavidad. Si el arco del pie se deforma y éste descansa por toda su extensión en el suelo (pie plano) la marcha se hace difícil y aun imposible. El calzado debe ser suave y amplio para que no comprima el pie, y el tacón debe ser ancho y bajo. La longitud debe exceder un poco a la del pie para que permita el alargamiento de éste durante la marcha. El tacón alto expone a caídas, debilita el arco del pie, tiende a viciar la posición erguida del cuerpo y favorece la producción de callos, porque todo el peso del cuerpo gravita especialmente sobre los dedos del pie. El zapato terminado en punta deforma considera- blemente los dedos. El calzado debe estar fabricado de tal modo que co- locados ambos pies en el mismo plano y tocándose por su borde interno, queden perfectamente paralelos los dedos gruesos. Los sudores fétidos de los pies y axilas se combaten con el baño diario, los lavados alcoholizados y polvos secantes a base de almidón, ácido salicílico y talco. CAPITULO VIII La cañería. Las reparaciones de la casa 1.—Aparato circulatorio. — Se ha dicho que la sangre es el liquido encargado de distribuir a los diversos aposentos del edificio humano el oxígeno del aire que ha tomado en los pulmones y los principios nutritivos que ha absorbido de los alimentos y de recoger las basuras y des- perdicios para arrojarlos lue'go al exterior por medio de los pulmones, los riñones y la piel. Para desempeñar esta importante función, la sangre corre por numerosos tubos de cañería o vasos sanguíneos, impulsada por una bomba impelente que es el corazón. Esta bomba y los tubos de cañería constituyen el aparato circulatorio. Los vasos que llevan la sangre del corazón a las extremidades se llaman arterias y los que la trasportan de las extremidades al corazón se denominan venas. Las arterias no son conductos rígidos como los tubos de cañería, sino tubos muy elásticos que se en- sanchan, 75 veces por minuto, a cada onda sanguínea. Esta dilatación periódica llamada pulso, es una especie de oráculo que se consulta en las enfermedades, y se puede percibir con el dedo en ciertas regiones del cuerpo, principalmente en la muñeca. La elasticidad de las arterias es de suma importancia. Si ellas fueran rígidas, el fluido de las arterias sería impelido por choques o sacudidas intermitentes, mientras que la elasticidad de esos vasos asegura la continuidad de la corriente sanguínea. Las venas no poseen esa propiedad. La circulación 172 venosa es sobre todo difícil en los miembros inferiores en donde tiene que contrarrestar la gravedad y la pre- sión de la columna sanguínea; por eso ahí las venas son muy musculares y contráctiles y están provistas áe válvulas que impiden que la sangre retroceda hacia las extremidades. Gracias a su contractilidad a la menor compresión de las venas, la sangre es empujada hacia el corazón. Así es como los ejercicios musculares activan la circulación venosa. Basta permanecer de pie durante algunas horas para apreciar el recargamienlo que ocurre en las piernas por falta de movimiento muscular. Las personas que tienen que permanecer de pie, inmóviles, por muchas horas, están propensas a hinchazón áe las piernas y a venas varicosas por entorpecimiento de la circulación venosa. El uso de las ligas tiene las mis- mas consecuencias, pues comprime las venas super- ficiales de las piernas, a penas protegidas por la piel y el tejido adiposo. Los tirantes no tienen este inconve- niente. Las venas y las arterias se comunican entre sí por medio de una red de pequeños tubillos llamados capi- lares. La sangre que circula por las arterias va cargada de oxígeno y es de color rojo brillante; la que circula por las venas es oscura y va cargada de ácido carbónico y de las sustancias alimenticias. El fluido que circula por los capilares humedece los tejidos adyacentes por- que se filtra al través de sus delgadas paredes. La sangre que ha trasudado al través de los vasos capi- lares es clara como el agua y se llama linfa. La linfa llena el vacío entre las células, empapa los tejidos de sustancias alimenticias, recoge los materiales que de- ben ser eliminados y los microbios que se han atrevido a entrar en el torrente circulatorio. Empujada por el mismo líquido que los capilares siguen exudando, pe- netra en los vasos linfáticos y al pasar por los ganglios linfáticos deposita allí los microbios y sigue su camino hasta llegar al canal torácico en donde se mezcla con las grasas digeridas (el quilo) provenientes del intes- tino; por último desemboca en las venas que la condu- cen al corazón. 173 La linfa es un intermediario y una barrerra de de- fensa colocada entre la sangre y los tejidos. La prueba de este papel de barrera defensiva la vemos en las in- Fig. 40.—Esquema del aparato circulatorio fecciones más frecuentes del organismo: en las anginas, la escarlatina, la sífilis, la tuberculosis, el cáncer, las heridas infectadas, etc., en las que las amígdalas, los ganglios y los vasos linfáticos reaccionan oponiéndose a la invasión del organismo por los venenos. 174 La sangre llena el corazón derecho por las dos ve- nas cavas. La vena cava inferior recibe antes de llegar al corazón el quilo y la linfa purificada de todo el cuerpo. Del corazón derecho pasa la sangre a los pul- mones a recibir el oxígeno del aire y a exhalar el ácido carbónico y retorna al corazón izquierdo, que la empuja con fuerza por la aorta a las diferentes partes del cuerpo que va a nutrir, penetra por los capilares en el interior de los tejidos, deja en ellos, por medio de la linfa el oxígeno y los alimentos que contiene y recoge el anhídrido carbónico y las sustancias ya inu- tilizadas, para llevarlas a los órganos excretores que las arrojan al exterior. HEMORRAGIAS 2.—La cañería humana tiene desgraciadamente la desventaja de ser muy frágil y delicada. Los tubos se oxidan, se corroen, se obstruyen y se rompen por el alcoholismo, la sífilis o por la violencia de agentes exteriores, y el agua vital que contienen se escapa en mayor o menor cantidad según sea la avería producida. Algunas veces el daño es tan grande que todo el ar- senal alimenticio se escapa y los pobres moradores de la casa perecen de hambre y asfixia. Las rupturas de los tubos pequeños se sueldan por lo general espontáneamente, gracias a la propiedad que tienen de contraerse obstruyendo el lumen del tubo; pero los tubos más gruesos no tienen esa salva- guardia y son incapaces de impedir el escape de la sangre. Afortunadamente, vecinos y fontaneros acuden presurosos a prestar auxilio y logran detener el daño, pero algunas veces son tan torpes en sus maniobras, que los ladrones, los microbios, aprovechan la ocasión, se cuelan, roban cuanto encuentran y matan a los huéspedes. Al escape de la sangre se le ha dado el nombre de hemorragia y puede ser producida por diferentes causas: a)—Por enfermedades de las arterias y otros órganos. 175 La APOPLEGÍA es una suspensión brusca e instan- tánea de las funciones cerebrales producida por una extravasación sanguínea en el cerebro. Los ANEURISMAS son dilataciones de las arterias, que acaban por romperse; ocurren generalmente en el tórax. Las dos enfermedades son muy graves y re- quieren la asistencia del médico. La hemorragia por la nariz, si no es abnndante se detiene por sí sola, y en algunos casos es más bien benéfica, pues alivia la congestión cerebral que la produjo y el dolor de cabeza. Pero si persiste, basta aplicar en la frente, nuca y sienes paños de agua con hielo, rellenar las narices con algodón y aplicar baños de agua caliente o de mostaza a los pies. La compre- sión lateral de las ventanas de la nariz mantenida du- rante 10 minutos es un procedimiento excelente para los niños. Los casos alarmantes necesitan la interven- ción del médico. Bn hemorragias por la boca el origen puede ser pulmonar o del estómago; ambos casos son graves; mientras se llama al médico, apliqúese hielo sobre el pecho y el estómago y suprímase todo alimento. . b)—Por heridas. Bn una hemorragia producida por herida conviene distinguir si es venosa o arterial. Si la sangre d§ la herida sale en forma de chorro continuo y es de color rojo oscuro, es señal de que está interesada una vena y la hemorragia es venosa. Si sale a sacudidas en corres- pondencia con los latidos del pulso, teniendo la sangre un color rojo vivo, la hemorragia es arterial y es mucho más grave que la primera. Si la sangre fluye de toda la superficie de la herida como rezumando, la hemorra- gia es capilar. Bn todo caso se debe intervenir inme- diatamente. La intervención se reduce en primer lugar a contener la hemorragia y después a desinfectar la herida. Para lo primero, hágase compresión por medio de un vendaje fuertemente aplicado en el lugar de la herida. Si la hemorragia persiste y es arterial, apli- qúese una ligadura arriba de la herida, es decir entre la herida y el corazón. Si es venosa, como sucede al rom- 176 perse una vena varicosa, la ligadura debe aplicarse entre la herida y la extremidad. Hacer lo contrario sería aumentar la hemorragia, desde luego que la sangre venosa corre de la periferia al corazón. Si la sangre sale rezumando, se lava la Herida con agua Her- vida bastante caliente ejerciendo la compre- sión sobre la herida; el calor es muy buen he- mostático. La costumbre de estancar la sangre con tierra, ceniza, telas de araña y Hongos es muy perniciosa, por- que tales inmundi- cias, lejos de tener propiedades Hemos- táticas son más bien portadoras de micro- bios. Una vez detenida la sangre, se desin- fectará la Herida con soluciones antisép- ticas, agua iodada por ejemplo, y en su de- fecto con agua salada Hervida, teniendo cui- dado de no despren- der los coágulos. Si no se desinfectan las heridas éstas supuran, tardan mayor tiempo para sanar y muy a menudo sobrevienen complicaciones mortales. c)—Mordeduras de serpientes. Las mordeduras de serpientes venenosas se reco- nocen por la presencia de dos Huequecitos en el lugar en donde Han penetrado los colmillos. En tales casos Fig. 41 177 se aplica una ligadura entre el lugar del mordisco y el resto del cuerpo, con el objeto de detener la circulación de la sangre e impedir que se extienda el veneno. Luego se hace una incisión sobre las mordeduras con un cortaplumas y se exprime la herida hasta que salga la sangre; se enjuga ésta y se aplica un poco de per- manganato de potasio (que tiene la propiedad de ate- nuar la toxicidad del veneno) semidisuelto en agua; frótese la herida, apliqúese un vendaje bien apretado encima de la herida y por último retírese la ligadura. El suero aniiponzoñoso de Calmette, que se obtiene de la sangre de caballos previamente inmunizados por medio de inyecciones progresivas de venenos de serpientes, ha dado excelentes resultados. 3.—Fracturas y contusiones.—Las quebradu- ras de los huesos que se reconocen por el dolor local, inmovilidad, acortamiento y deformidad del miembro frac- turado, pueden ser simples si la piel no ha sido intere- sada o compuestas si los fragmentos fracturados han producido una herida externa. Estas últimas son más graves, porque dan entrada a los microbios produciendo serias complicaciones. Los auxilios que pueden prestarse en las fracturas mientras llega el médico, consisten en devolver al miembro afectado su forma natural, sosteniéndolo después, para evitar que los fragmentos se muevan, por medio de tablillas que se pueden improvisar sir- viéndose de sombrillas, cartones, periódicos, cortezas de árbol, etc. Si la fractura es compuesta se tendrá cuidado de cubrir la herida con un paño antiséptico antes de inmovilizarla. En fracturas del hombro se debe inmovilizar el brazo, y si las costillas están frac- turadas, lo que se reconoce por el dolor intenso al respirar, se aplica un vendaje ancho al rededor del tórax. La costumbre de sobar los miembros fracturados es perniciosa. Una fractura necesita inmovilización y no ma- saje. Las contusiones y TORCEDURAS, se deben tratar también proporcionando a la parte lesionada el mayor 178 descanso posible entre almohadas y aplicando compresas frías con hielo o empapadas en alcohol y agua o en una solución de cloretona. 4.— Quemaduras. —Para apagar las ropas encen- didas de una persona, ésta debe tener la serenidad suficiente de revolcarse en el suelo y nunca salir co- rriendo en busca de auxilio, pues el fuego se propagará con mayor rapidez. Envuélvasela en cobijas y si fuese necesario empápesela con agua fría. Lo mejor para una escaldadura es preservarla del Fig. 42.—Respiración artificial.—ler. tiempo: ENSANCHAMIENTO DEL TÓRAX aire cubriéndola con compresas asépticas empapadas en aceite adicionado con algún desinfectante. Si las quemaduras son producidas por ácidos corrosivos como el sulfúrico, muriático o nítrico, báñense con agua de cal o agua de bicarbonato de soda; si son producidas por cal, soda cáustica o legía, se aplicará agua acidu- lada con vinagre. Si son producidas por pólvora, una solución satu- rada de ácido pícrico es muy eficaz, particularmente en caso de encontrarse interesados los ojos. Una mezcla de partes iguales de aceite carbolizado al 5% y agua de cal, es una buena preparación para 179 quemaduras superficiales. Durante la guerra europea la aplicación local de parafina probó ser el tratamiento más eficaz para las quemaduras. Practicada la lim- pieza y desinfección del área quemada, con una solu- ción de clorazeno al 1%, se procede a secar bien la quemadura y a aplicar luégo compresas empapadas en parafina fundida. 59—La respiración artificial se practica en los casos de asfixia producida por sumersión, estrangula- ción, por la acción de gases deletéreos como el cloro- formo, el éter y el óxido de carbono o por la electriza- Fig. 43.—Respiración artificial.—2? tiempo: COMPRESIÓN DEL TÓRAX ción, pues la electricidad paraliza los movimientos respiratorios. Es una operación que consiste en pro- ducir un ensanchamiento del pecho para que éntre el aire a los pulmones y luego hacer que ese aire inspi- rado salga. Eso se consigue colocando al paciente sobre la es- palda poniendo debajo de ésta una almohada para le- vantar el tórax y ejerciendo una serie de movimientos rítmicos de los brazos hacia arriba por encima de la cabeza y hacia abajo forzando el tórax, hasta que la respiración natural se inicie y continúe por sí misma. 180 Puede también recurrirse a las tracciones rítmicas de la lengua, para despertar, por decirlo así, la actividad de la médula oblongada, en donde residen los centros nerviosos de la respiración. 6o—Envenenamientos.—A pesar de las precau- ciones adoptadas por las leyes para la venta de drogas venenosas, el número de accidentes por envenena- mientos es considerable. Los venenos más comun- mente usados con fines criminales son el sublimado corrosivo, el arsénico, la estricnina y el laúdano o la morfina. Las intoxicaciones producidas por los tres primeros se manifiestan por dolores intensos en el es- tómago, diarrea, calambres, vómitos y postración. El sublimado corrosivo produce además salivación abun- dante e hinchazón en las encías, el arsénico disnea penosa y asfixia, y la estricnina violentas convulsiones tetánicas. Estos accidentes requieren una pronta intervención que consiste en hacer evacuar el veneno del tubo di- gestivo por medio del lavado del estómago, vomitivos y purgantes, y en neutralizar su efecto por medio de antídotos o contravenenos. Para procurar el vómito suminístrese media cucharada de ipecacuana en polvo o bien una cucharada de mostaza en un vaso de agua tibia o dos cucharadas de sal común en un vaso de agua tibia. La clara de huevo es muy útil en acciden- tes de esta clase porque la albúmina coagulada por el ácido del estómago se precipita y proteje a los tejidos. Un antídoto contra el arsénico es la magnesia calci- nada. Las personas intoxicadas con opio o sus deri- vados (laúdano, morfina) caen pronto en un sopor general acompañado de insensibilidad. El tratamiento consiste en hacer vomitar al paciente introduciéndole los dedos en la garganta, echarle agua fría sobre la cabeza y flagelarlo con trapos empapados en agua fría para despertarlo del aletargamiento, hacerle respira- ción artificial, etc. Si se conserva el conocimiento désele a beber café concentrado. CAPITULO IX Higiene de las habitaciones Como es fuerza pasar la mayor parte del tiempo dentro de las habitaciones, las condiciones higiénicas de éstas influyen poderosamente en la salud , del indi- viduo. Una habitación higiénica debe reunir las siguientes condiciones: Siempre que sea posible se ha de situar en paraje alto, seco y suficientemente espacioso. Cuando el terreno mismo no reúna estas condicio- nes de un modo natural, es menester realizarlas artifi- cialmente. Si EL SUELO ES húmedo se debe sanear por medio de drenajes o desagües; y si es es muy bajo, conviene rellenarlo hasta obtener un nivel mayor que el de los alrededores. El drenaje se efectúa por medio de tubos subterrá- neos, fabricados de materiales porosos, con suficiente declive para que escurra el agua hacia una parte baja. Toda habitación debiera estar completamente aislada de las demás y de la vía pública por un buen espacio abierto. Además de facilitar la circulación amplia del aire, la habitación recibe en abundancia la luz del sol, que es, como ya hemos visto, un germicida y vivifi- cante de primer orden. El aislamiento de las casas ofrece mayor seguridad contra incendios y garantiza mayor libertad a sus mo- radores: libertad en el hablar, en el vestir, en el modo 182 de criar a los niños, en el ejercicio de cualquier arte o profesión. Hay mayor protección contra las enferme- dades infecciosas y contra la corrupción moral; per- mite la plantación de árboles que a la vez que purifican el aire, sirven de ornato a las poblaciones. La orientación de las casas aisladas o de los bloques de casas, si se trata de ciudades, debe ser tal que el sol penetre en todas sus dependencias durante la mayor parte de las Horas del día, o que por lo me- nos una parte de la casa o de los bloques de casas reci- ban el sol de la mañana y la otra el de la tarde. Esto Fig. 44 se consigne orientando las diagonales de las casas o bloques de casas en la dirección E. O. Los pisos de las casas deben estar colocados a un nivel superior al de las calles y terrenos contiguos, con amplias ventilaciones que se abran al exterior y nunca al interior de las Habitaciones. El aire debe cir- cular fácilmente por debajo de los pisos. Deben conde- narse los pisos de tierra por la imposibilidad de mantener- los limpios; ellos son un receptáculo de toda clase de inmundicias: esputos de tuberculosos, Huevos de pará- sitos, residuos de sustancias en putrefacción, deyec- 183 clones humanas y de animales. Los pisos de madera pueden asearse fácilmente después de barrerlos, fro- tándolos con un trapo ligeramente húmedo. Son de re- comendarse los pisos encerados, pues el inconveniente que tienen de mancharse con la menor suciedad consti- tuye su mayor mérito; de este modo se desarrollan hábitos de aseo, educación que redunda en gran pro- vecho de la higiene. Es una malísima práctica la de barrer los pisos o sacudir las paredes o muebles cuando hay niños u otras personas presentes. Esta práctica que se observa hasta en algunas escuelas públicas, es el mejor medio de propagar la tuberculosis. Los mi- crobios se encuentran en todas partes, pero los más mortíferos están al rededor del hombre y en el interior de las habitaciones. El desaseo, la humedad y la obs- curidad favorecen su desarrollo. Por eso conviene no practicar jamás el barrido en seco ni sacudir los muebles con plumero. El uso de alfombras sobre los pisos, es perjudicial en nuestro país, pues son verdaderos re- ceptáculos de polvo y microbios. La persona encargada del aseo de una habitación debe siempre, después de terminada su tarea, lavarse bien las manos, sonarse la nariz varias veces en la corriente de agua de un tubo, enjuagarse cuidadosa- mente la boca en la misma corriente y enseguida con un poco de agua iodada (3 ó 4 gotas de tintura de iodo en un vaso de agua). Los CUARTOS, PUERTAS y ventanas deben ser de dimensiones proporcionadas y en cantidad suficiente para que penetren con profusión luz y aire. El baño de aire y el baño de sol son los dos GRANDES EXCITANTES DE LA VIDA. La elocuente realidad demuestra a cada paso la verdad del proverbio que dice: “En donde no entra el sol y el aire, entra a menudo el Médico”, porque en esas condiciones hay humedad, moho, oscuridad, auxilia- dores muy eficaces para el desarrollo y propagación de muchas enfermedades. La pureza del aire en las habitaciones se obtiene, como hemos dicho, por la limpieza y por la ventilación. 184 El papel de la ventilación, sin negar su importan- cia, es secundario; los gases del aire no tienen la ac- ción tóxica que se les atribuye. El aire confinado debe sus propiedades nocivas, sobre todo, a sus gérmenes, que son el elemento infeccioso. Es, pues, de más im- portancia actuar sobre las partículas sólidas que sobre los gases. Con ese objeto los locales se mantendrán en perfecto estado de limpieza; las alfombras, cortinas, vestidos serán cepillados y aporreados al aire libre; los habitantes mantendrán por medio del baño, un com- pleto aseo corporal. Para la ventilación es necesarioestablecer dos aberturas opues- tas: una superior para la salida del aire vi- ciado y otra inferior . para la entrada del aire puro, lo que de- termina una corriente de aire en virtud de la diferencia de tempe- ratura entre el aire exterior y el interior. El aire interior se di- lata con el calor del aposento disminuyen- do de densidad; siendo más liviano que el aire frío, asciende y se escapa por la abertura superior; el vacío que este movimiento ocasiona es inmediatamente lle- nado por el aire del exterior. Para utilizar la acción ventiladora del viento, nada hay tan cómodo y eficaz como mantener puertas y ventanas abiertas. Un medio muy sencillo de obtener esta clase de ventilación, sin que se produzcan corrientes sensibles, es por el uso de dobles vidrieras o por el de vidrios perforados o telas metálicas colocadas en la parte su- perior de las ventanas. Más racional que la ventilación acabada de exponer Aire Viciado A íre Puro Fig. 45 185 es la producida por ventiladores mecánicos movidos por fuerza de vapor, hidráulica o eléctrica. En este sistema el aire es puesto en movimiento por ventila- dores de paletas helicoidales. En todas las casas debiera destinarse un local ais- lado del resto de la habitación para cuarto de enfermo, con amplias ventanas provistas de telas de alambie que den acceso a la luz y al aire y que impidan la en- trada de moscas y mosquitos; y con pisos, paredes y cielos rasos impermeables para que se puedan lavar y desinfectar con facilidad. Esto permitirá aislar a un enfermo y librar el resto de la famila del contagio. La pureza normal del aire nos la da la naturaleza en la atmósfera libre, y cuanto más cerca de este tipo se halle el aire de nuestras habitaciones, más salud tendrán nuestros moradores. Como se ha calculado que cada persona debe recibir 50 metros cúbicos de aire fresco por hora el problema de la ventilación se reduce a determinar qué espacio se ne- cesita dar a las habitaciones para que este volumen de aire pase por ellas. Eso se consigue multiplicando 50 por el número de horas que se debe permanecer en una estancia y por el número de individuos que deben habitar en ella. Según algunos higienistas, con los métodos ordi- narios de ventilación, el espacio cúbico requerido para adultos sanos es de 25 metros cúbicos. En ningún caso se debe descender a menos de 10 metros cúbicos, que es el límite inferior que puede concederse para las habitaciones de los pobres, cuando razones de econo- mía lo exijan así. LA COCINA La cocina es la parte de la habitación donde más se nota el grado de educación higiénica de los habitantes. En nuestros campos se descuida mucho la higiene y aseo de este departamento de la casa, pues a menudo los animales domésticos y aun los de la finca hacen 186 vida en común con los dueños de ella. Tal estado de cosas tiene necesariamente que traer fatales conse- cuencias. Toda esa fauna doméstica puede acarrear los gérmenes del tétano, el anquilóstomo, las lombrices y otros parásitos; es agente de transmisión de fiebres eruptivas como el sarampión, la escarlatina y la vi- ruela. Los animales recogen de las camas de los enfer- mos, las partículas virulentas de la piel o de las secre- ciones de los pacientes; partículas que ellos van repartiendo después por todo el vecindario. Los cerdos son portadores de toda clase de inmundicias que reco- gen en el fango; transmiten la solitaria y riegan por todas partes un semillero de niguas. Los perros nos su- ministran las pulgas, la sarna, la tenia v en otros países la rabia o hidrofobia. Los animales domésticos contri- buyen también a diseminar los esputos tuberculosos. Una cocina higiénica debe ser alta, espaciosa, bien ventilada e inundada de luz. El moledero y la pila de lavar la vajilla deben ser de un material imper- meable, metal o cemento, para mantenerlos en un estado de perfecta limpieza. Las basuras y desperdicios de las cocinas deben recogerse en recipientes bien ce- rrados y colocados fuéra de las habitaciones, para evi- tar el desarrollo de las moscas que son agentes de transmisión de algunas enfermedades. El agua sucia de la cocina, lavatorios, lavaderos y baños es uno de los residuos que hay que alejar rápidamente de una habi- tación higiénica. Las emanaciones que de esta clase de agua se desprenden, suelen ser causa de afecciones de la garganta, fiebre puerperal, etc. La infiltración del suelo con esas aguas produce fangos infectos, cria- deros de mosquitos e infección del aire. Las aguas sucias deben conducirse al caño o a la cloaca por ca- nales cementados, para que no se produzcan depósitos. LOS EXCUSADOS Para la remoción de las materias fecales, se em- plean varios sistemas de excusados: comunes portátiles, 187 fosas sin cementar, fosas impermeables y excusados hidráulicos. Los comunes PORTÁTILES son muy recomendables por su sencillez y economía; deben vaciarse diaria- mente en huecos superficiales hechos lejos de la habi- tación, de las acequias y de los pozos de agua potable, y las sustancias deben cubrirse con tierra. Las fosas SIN CEMENTAR son los sistemas más an- tihigiénicos, pues son verdaderos pozos absorbentes que realizan de un modo perfecto la infección del suelo en su grado máximo. Las fosas impermeables constituyen un progreso con relación a las anteriores, pero deben vaciarse a lo menos una vez cada año. En los Excusados hidráulicos, las materias fe- cales son alejadas de la habitación por la acción de una corriente de agua que las conduce a lo lejos mediante tubos subterráneos llamados cloacas. El aparato destinado a recibir las deyecciones consta de una cubeta cuyo fondo ligeramente cóncavo retiene una capa de agua para que las materias no se adhieran al recipiente. Esta cubeta está conectada por su parte anterior a un sifón, que consiste en un tubo encorvado en forma de S que deja pasar libremente las sustancias fecales, pero que retiene siempre un poco de agua des- tinada a interceptar toda comunicación gaseosa entre la cloaca y el interior de las habitaciones. Este sistema es el más higiénico de todos. En los lugares en donde no se puede adaptar este excusado a una cloaca que aleje de las habitaciones las materias fecales, se pueden purificar éstas, antes de ser arrojadas a los solares y terrenos contiguos, sin perjuicio alguno a la salud, haciéndolas pasar por un tanque séptico, que es un tanque cerrado de maniposte- ría, en donde se utiliza como agente de purificación la ac- ción de las bacterias que se desarrollan espontánea- mente. Por la acción de estas bacterias las materias orgánicas insolubles se liquidan y se transforman en productos gaseosos fácilmente descomponibles: sales amoniacales, nitritos, nitrógeno, hidrógeno, anhídrido 188 carbónico, hidrocarburos, etc. B1 líquido que queda, desprovisto de materia orgánica y de mal olor, se es- Fig. 46.—Excusado hidráulico y tanque séptico capa por un tubo subterráneo y poroso por donde se filtra. La tierra termina la purificación bacterial. Sean cuales fueren los sistemas empleados, se debe impedir la contaminación del suelo y de las aguas y cons- 189 fruir los excusados de marera que no puedan entrar las moscas ni los animales domésticos. En nuestros campos, se hacen las evacuaciones di- rectamente sobre el suelo, costumbre perniciosa que ha dado por resultado la diseminación por todas partes de la anquilostomiasis. CAMPAÑA CONTRA LAS MOSCAS La mosca doméstica que siempre se había conside- rado inofensiva, es uno de nuestros peores enemigos, pues desempeña un papel importante en la trasmisión de diversas enfermedades. Debido a la frecuencia con que ese insecto entra en las habitaciones y se pone en contacto con el hombre y con sus alimentos, puede transmitir muchas enfermedades infecciosas. El contagio se realiza no solamente por medio de las patas, las alas y las vellosidades del cuerpo del in- secto, en donde se adhieren los gérmenes morbosos al posarse sobre las inmundicias, sino por medio de sus deyecciones, pues está bien probado que los microbios pueden recorrer todo el aparato digestivo del insecto y ser lanzados al exterior con los excrementos sin haber perdido su vitalidad. La mosca no muerde, su trompa le sirve para chupar los líquidos. Se posa sobre nues- tra piel para chupar el sudor. Para poder alimentarse del azúcar y de otras sustancias sólidas, su trompa se- grega una especie de saliva que las disuelve. El papel transmisor de la mosca en la fiebre tifoi- dea, la diarrea infantil, el cólera y la disentería ha sido demostrado experimentalmente; en estos casos los ex- crementos de los enfermos son las fuentes microbianas en donde la mosca se infecta. La substitución de las antiguas letrinas, verdaderas incubadoras de moscas, por excusados hidráulicos, ha dado como resultado una notable disminución de esas enfermedades. La tuber- culosis se puede adquirir por los alimentos infectados por las moscas que han sido contaminadas al posarse en los esputos de los tísicos. La viruela y la oftalmía 190 purulenta de los niños (enfermedad grave de los ojos) se trasmiten también por las moscas. Ellas contribu- yen a la difusión de la solitaria y los tricocéfalos, pues chupan sus huevecillos y los depositan en los alimen- tos con sus deyecciones. Las heridas han de ser libra- das de todo contacto con las moscas si no queremos que se llenen de gusanos o larvas.—¡Y de cuántas otras enfermedades cuyos medios de propagación ignoramos, serán responsables esos perniciosos insectos que pulu- lan en nuestros alrededores! La mosca es un insecto que se reproduce en propor- ciones extraordinarias; la hembra es tan fecunda que llega a realizar en el curso de su vida hasta cuatro puestas, cada una de las cuales consta de unos 150 huevos aproximadamente. Para asegurar el sustento de las futuras larvas, es- coge la mosca para poner sus huevos, las materias or- gánicas animales o vegetales en estado de putrefacción, con especialidad el estiércol, las basuras y los desper- dicios de las cocinas, carnicerías y mataderos. Priván- dola de este medio, la mosca no puede alcanzar su com- pleto desarrollo. Nuestros hoteles y fondas suministran excelentes incubadoras a las moscas. En donde hay moscas no debe de estar muy lejos el foco de desaseo. El ciclo de la vida de una mosca es en extremo corto. El período de huevo es de 1 día, el de larva 5 días, y el de crisálida 5 días. 14 días más tarde co- mienza a su vez a poner. En la campaña contra las moscas, lo más im- portante ES DESTRUIR SUS CRIADEROS POR MEDIO DE CIERTAS SUSTANCIAS LARVICIDAS O POR EL FUEGO Y ELIMINAR LAS MATERIAS EN QUE SUELEN PONER LOS HUEVOS. Revolviendo el estiércol al menos una vez por se- mana, para que no se pudra y se seque, se conseguirá destruir las larvas, pues éstas no pueden vivir en un estiércol seco. K1 sulfato de hierro, la cal y el petróleo, constituyen excelentes medios para destruir las larvas. 191 Los hornos crematorios suministran la mejor manera de destruir las basuras por el fuego. El estiércol de los establos y las basuras y desperdicios de las cocinas, Fig. 47.—Pata de mosca muy aumentada en la que se DISTINGUEN LAS GARRAS, LAS VEJIGAS Y LAS VELLOSIDADES serán puestas en cajas herméticamente cerradas hasta que sean llevadas fuéra de la población. Las caballe- rizas, lecherías, carnicerías, mercados y excusados serán instalados en condiciones higiénicas. En las ciu- 192 dades muy limpias las moscas no abundan. El aseo general de las habitaciones y solares es indispensable. No debe permitirse que las moscas entren en el cuarto de los enfermos, ni que se pongan en contacto con esputos, deyecciones u otras materias llenas de gérmenes que provengan de los enfermos. Las venta- nas del cuarto del enfermo deberán estar provistas de telas metálicas y los pacientes protegidos con mosqui- teros. Los alimentos, sobre todo aquellos que atraen a las moscas, como la sal, el azúcar, la leche y el queso, deben cubrirse con tapas alambradas. La destrucción de LOS INSECTOS se debe em- prender por cuantos medios sean posibles: papeles caza moscas, trampas, líquidos o polvos insecticidas, etc. Destruir una mosca es un deber para todos. Una sola mosca puede ser portadora de más de seis millones de bacterias. Soluciones azucaradas de formalina o de bi- cromato de potasio son excelentes insecticidas. Pero para que las medidas adoptadas contra las moscas, resulten eficaces, conviene hacer penetrar en la mente del público que la persecución de esos insec- tos debe ser una medida colectiva y que sin la coope- ración de todos los individuos, todo esfuerzo en ese sentido resulta estéril. SEGUNDA PARTE HIGIENE DE LA PRIMERA INFANCIA CAPITULO X Selección humana.—Eugenesia o Eugenismo El poder de un pueblo depende de la condición moral, mental y física de los individuos que lo forman. Importa, en el más alto grado, la creación de hombres sanos, fuertes, de mente y moral elevados, no sola- mente para la dicha de los individuos mismos y de sus familias, sino también para la de las sociedades. Proteger la vida de los niños, los hombres del por- venir, desde el triple aspecto moral, mental y físico, es, por consiguiente, el problema más importante de todos los que puedan interesar a un país. Prevenir la mortalidad infantil es luchar por el aumento de la po- blación, del trabajo, de la riqueza y de la prosperidad de los pueblos. Eas causas generales de la mortalidad infantil son: Debilidad congénita de los niños. Ignorancia de las madres para criarlos. El principal medio de reducir la mortalidad infantil consiste en procurar que los niños nazcan sanos y se conserven sanos. En la actualidad, las grandes naciones civilizadas se preocupan no solamente por la higiene de los niños, sino también por la higiene de las futuras generaciones. La Eugenesia (procreación de buena calidad) es una ciencia de reciente investigación, que tiene por objeto la aplicación práctica de las leyes de la herencia al 196 mejoramiento de la raza humana, del mismo modo que la Fitotecnia y la Zootecnia, se ocupan de la aplicación de las mismas leyes al mejoramiento de las especies vegetales y animales. El punto de partida de la Eugenesia fue el descu- brimiento hecho en 1865 por el fraile austríaco Juan Gregorio Mendel de las leyes a que se ha hecho refe- rencia. La teoría que expuso, llamada Mendelismo, tiene por base la ley de la herencia, en virtud de la cual los reproductores transmiten a sus descendientes, con más o menos certeza, sus caracteres propios. El mendelismo puede resumirse en las siguientes leyes: «De dos caracteres contrarios poseídos por dos ra- zas que se cruzan, en la híbrida o mestiza sólo predo- mina uno u otro, pero no ambos. La peculiaridad que se manifiesta se llama dominante”. «En la segunda generación de mestizos, cada una de las dos cualidades de los abuelos aparecerá en dis- dintos individuos en la siguiente proporción: las cuali- dades dominantes en un 75%; las cualidades latentes o recesivas en un 25%». «De las 75 variedades que poseen las cualidades dominantes, 25 son puras y continúan produciendo variedades puras y 50 son mixtas cuya progenie con- sistirá en dominantes puras, dominantes mixtas y recesivas.» EJEMPLOS: Primera generación (cruzamiento entre un blanco y un negro). Elemento blanco o recesivo Elemento negro o dominante Elemento mestizo en el que predomina el negro Fig. 48 197 Segunda generación (cruzamiento entre dos mestizos). Resultan 3 negros por 1 blanco. De los 3 negros, uno es puro y dos son mestizos: Fig. 49 EJEMPLO OBSERVADO EN LAS PLANTAS Guisantes altos se cruzan con guisantes enanos; sus semillas se siembran; las plantas resultantes per- tenecen todas a la variedad alta, que aparentemente ha absorbido a la enana. Sin embargo esta variedad alta o dominante contiene en estado latente la variedad enana o recesiva. Si esta generación de semillas altas se siembra y las flores de las plantas resultantes se autofecundan, sus semillas darán tres plantas altas por cada una de la variedad enana. De las 3 altas, una es pura y dos son mixtas. OTRO EJEMPLO De matrimonios entre mujeres de ojos negros y hombres de ojos azules, resultarán descendientes mes- tizos de ojos negros (por ser dominante el color negro) aunque de un color no tan puro como el de las madres, puesto que existe siempre en ellos el color azul oculto de los ojos de los padres. En la segunda generación 198 de mestizos resultará un individuo de ojos azules por cada 3 de ojos negros. No sólo los caracteres físicos pueden perpetuarse en las familias al través de muchas generaciones con- forme a esas leyes, sino también, hasta cierto punto, los mentales y morales. La ley de la herencia explica el porqué existen a veces grandes semejanzas entre los abuelos, padres e hijos. No hay exageración alguna al afirmar que so- mos la resultante de las particularidades que distin- guen a nuestros progenitores. De ellos recibimos, por herencia y de acuerdo con el mendelismo, todos los caractereres físicos de su propio organismo, como son el color, la estatura, el timbre de la voz, la manera de andar, los defectos orgánicos como los lunares, el bocio, la calvicie, el tartamudeo, etc. De ellos podemos reci- bir también características mentales, como son la me- moria, la habilidad artística o literaria, la elocuencia, las enfermedades cerebrales como la epilepsia, la insa- nidad, la idiotez, etc. La capacidad mental es cualidad dominante, la incapacidad mental es cualidad recesiva. Los hijos de matrimonios entre personas inteli- gentes 3? personas de capacidad mental deficiente, se- rán aparentemente normales; sin embargo, en la se- gunda generación podrá resultar un idiota por cada tres individuos normales. Desgraciadamente no todas las anormalidades son recesivas. La Corea o Baile de San Vito es una enfermedad de carácter dominante, por consiguiente los coreicos no deberían contraer ma- trimonio ni aun con individuos sanos. Entre los carac- teres de orden moral que pueden perpetuarse por he- rencia, merecen citarse la piedad, la independencia, la jovialidad, la hospitalidad, la generosidad, la perseve- rancia, la temperancia, el orden, la avaricia, la crimi- nalidad, la mentira, la superstición, la vanidad, la crueldad, etc. Las estadísticas demuestran que las tendencias al vicio o al crimen pueden perpetuarse en las familias al través de muchas generaciones. El agente más poderoso para el mejoramiento de 199 los seres vivos es la selección de los mejores reproduc- tores para la propagación de la especie. La naturaleza opera una selección natural, elimi- nando de la reproducción a los seres mal dotados y conservando a los más aptos y fuertes. Esa selección se efectúa de una manera muy lenta y produce la evolución de las plantas y animales haciéndolos variar de forma, aspecto, aptitudes y cualidades para que se adapten al medio ambiente. Los seres mejor adap- tados sobreviven solamente, en detrimento de los menos bien dotados que perecen. Esta es la ley de la supervivencia del más fuerte, en virtud de la cual tiene lugar la evolución de las plantas y los brutos (1). La evolución de las especies por selección artificial, dirigida por el hombre, produce efectos rapidísimos y está dando magníficos resultados en la agricultura y en el mejoramiento de las razas caballares, vacunas, bovinas, etc. Del Eugenismo aplicado a la especie hu- mana se esperan los mismos buenos resultados. La Eugenesia no trata únicamente del perfeccio- namiento físico del individuo, ni aconseja la destruc- ción de los seres defectuosos practicada por los espar- tanos, ni propone ningún medio violento e inhumano para producir razas perfectas, ni exige tampoco matri- monios forzosos por la ley, como lo practican algunas tribus salvajes (endogamia). La Eugenesia se propone analizar los caracteres físicos, mentales, morales y patológicos del individuo y los de sus progenitores y presentar las cualidades dominantes buenas o malas y las recesivas o menos fáciles de perpetuarse, para que sirvan de guía a las personas ilustradas que en lo (l) La evolución es la resultante de cuatro grandes fuerzas: varia- ción, adaptación, selección y herencia. En primer lugar, todo individuo «varía# con respecto a sus antepasados. En segundo lugar, si esta varia- ción no se «adapta» al medio, la naturaleza suprime al individuo. En tercer lugar, si la variación está en armonía con el medio, la naturaleza «Selecciona» a los sobrevivientes. Y en cuarto lugar, el individuo pro- crea y transmite a sus descendientes por medio de la «herencia» las cua- lidades que le valieron la supervivencia. (Reproducción número 87. Tomo V.) 200 sucesivo quieran efectuar uniones más de acuerdo con la razón y la ciencia (1). Al formar un hogar, muy pocos estudian debida- mente esta importante cuestión. En las uniones entre seres racionales preside casi siempre el amor ciego, algunas veces el capricho, el interés y aun la sensua- lidad y el vicio; muy raras veces presiden la razón y el deber. Se confía demasiado en la educación como agente de perfeccionamiento de la especie. La educa- ción no hace otra cosa que facilitar los medios de uti- lizar las facultades adquiridas. «El músico nace, pero no se hace» es un dicho popular que manifiesta la poca o ninguna influencia que tiene la educación para el desarrollo de nuestras capacidades. El hombre vi- cioso o malo se mostrará casi siempre tal como es, obedecerá a sus impulsos y a sus caracteres sea cual fuere el esfuerzo que despliegue su esposa para corre- girlo. ¡Cuántas mujeres virtuosas y tiernas han visto con dolor reflejarse en sus inocentes hijos los vicios irremediables de sus padres! Si aspiramos a constituir una familia sana, robusta, fuerte, elevada de espíritu y de buen fondo moral, de- bemos prestar a esta cuestión eugenésica la atención que ella merece. Hay que estudiar los caracteres, las virtudes, los defectos o los vicios de las familias con quienes tratamos de unirnos, y escoger si fuere posible los caracteres más nobles y los más contrarios a nues- tras debilidades peculiares. Los individuos que traen herencia alcohólica buscarán familias cuya historia genealógica se distinga por la temperancia; los débiles buscarán elementos robustos y fuertes; los de menta- lidad deficiente escogerán elementos de elevada po- (l) «La Eugenesia es el método ordenado por Dios para asegurar mejores padres a nuestros niños, con el objeto de que nazcan con mejo- res cualidades mentales, morales y físicas para afrontar la lucha de la vida. Da Eugenesia no significa otra cosa sino hacer que la evolución se produzca de manera consciente e inteligente. Da Eugenesia significa el perfeccionamiento del hombre como sér orgánico. Significa que el mejoramiento de las capacidades innatas del hombre para la felicidad, la salud, el sano criterio y el éxito debe constituir el propósito vital del Estado». (.Reproducción, número 87. Tomo V.) 201 tencia intelectual; las personas de carácter iracundo necesitan unirse a las de carácter y modales benignos. Las personas imposibilitadas, los imbéciles, los en- fermos, los viciosos, los que tienen alguna tara capaz de afectar a los hijos deberían voluntariamente renun- ciar al matrimonio. Kn cambio, es preciso estimular a reproducirse a los fuertes, los sanos, los buenos y los espíritus superiores. Son incapacitadas para el matrimonio todas las personas atacadas de enfermedades infecciosas directa- mente transmisibles o que de algún modo disminuyan la resistencia vital; tales serían los leprosos, tuberculo- sos, epilépticos, sifilíticos, anquilostomiáticos, locos, idiotas; los atacados de alcoholismo crónico; los crimi- nales y los que puedan perpetuar sus defectos físicos como los sordo-mudos, los cretinos, etc. Tan inhumano es causar directamente sufrimientos a cualquiera de nuestros semejantes como procrear, a sabiendas, seres destinados a sufrir las consecuencias de las enferme- dades o de los vicios nuestros. La sífilis y el alcoholismo se transmiten por he- rencia indefinida y son causa de la degeneración de la especie. No son pocas las víctimas con que aumentan esas dos enfermedades nuestra mortalidad infantil; las estadísticas acusan un número crecido de niños nacidos muertos, niños nacidos prematuramente, niños de- formes y mal nutridos. Por consiguiente, combatir la sífilis y el alcoholismo es disminuir en mucho la morta- lidad infantil y mejorar en parte nuestra raza. Ningún sifilítico debiera contraer matrimonio antes de haber sido metódicamente tratado y evidentemente curado. La anquilostomiasis (véase Cap. XV) es otra causa directa de la mortalidad infantil. Los padres débiles y anémicos por la acción funesta del parásito productor de la enfermedad, darán a la vida hijos enfermos a quienes espera una muerte prematura. Debería obstaculizarse el matrimonio entre perso- nas demasiado jóvenes o demasiado viejas y los matri- monios consanguíneos. 202 Las estadísticas comprueban que los matrimonios consanguíneos producen un mayor contingente de imbéciles y sordo-mudos. En nuestra especie la vitali- dad disminuye por tales uniones, como disminuye por la misma causa en los animales y las plantas. Una de las causas de la mortalidad de los pollos es la consa- guinidad de los reproductores. En los cerdos, el poder de reproducirse se extingue por varias uniones consan- guíneas. En el reino vegetal es un hecho bien com- probado que las semillas dan individuos más vigorosos si son producidos por fecundación distante, que si hubo auto fecundación. Por este motivo la Naturaleza ha dispuesto, por los más variados medios (viento, in- sectos, etc.,) que la fecundación sea siempre distante. Entre los seres racionales, cuánto más diferente sea la sangre de los consortes, más bien dotada y fuerte será su progenie, con tal de evitar al propio tiempo el hibridismo, o sea la unión de razas muy diversas. Un conocimiento profundo de los problemas rela- cionados con la Eugenesia tendrá necesariamente que modificar los sistemas de educación adoptados hasta ahora, por los padres y maestros, con nuestros niños. Cualquier empeño en corregir violentamente lo que llamamos un mal hábito, si éste es atribuible a la he- rencia, resultará infructuoso. El castigo, la exclusión de la casa paterna y tantas otras medidas violentas aplicadas a un pobre hijo alcohólico que no tiene la culpa de haber heredado de sus antecesores el hábito de la bebida, no hacen otra cosa que empeorar su mí- sera condición. En estos casos más provecho se obtiene, tratando de despertar la naturaleza superior de los niños, por medio de un buen ambiente, el buen ejem- plo y el cariño. No debemos olvidar que muchas de las tendencias viciosas de nuestros niños, deben ser consi- deradas como enfermedades hereditarias, de las que somos nosotros más o menos responsables, y que a tales niños, no hay que castigarlos sino curarlos, hasta donde ello sea posible. CAPITULO XI Primeros cuidados para con el recién nacido Los períodos más delicados de la vida del hombre son la infancia y la niñez, época del desarrollo físico y mental. Durante la tierna infancia el organismo está más expuesto a las enfermedades y las soporta más mal que en la adolescencia. B1 niño recién nacido es el peor dotado de todos los animales; no puede valerse por sí mismo y su vida depende del grado de educación y del buen tino que tengan sus padres para criarlo. 1. —El ASEO del niño.—Los ojos del recién na- cido están muy expuestos a infectarse con los micro- organismos de la supuración que son responsables de accidentes graves, que con frecuencia terminan en ce- guera. Por eso durante los primeros días de existencia se deben lavar los ojos con una débil solución antisép- tica (1 cucharadita de atíncar en una botella de agua bien hervida) y si hay supuración no se debe perder tiempo en consultar al médico para evitar las conse- cuencias que pueden sobrevenir. El baño diario es indispensable al niño. Una piel sucia se resquebraja y está expuesta a excoriaciones y eczemas, no reacciona contra el frío y se deja penetrar por los microbios depositados en su superficie. Al bañar al recién nacido se debe recordar que el frío es su peor enemigo. La temperatura del agua para el baño durante los primeros días debe ser de 374/5 C, disminuyendo gradualmente esta temperatura según 204 la edad; del 6® mes en adelante será de 35 grados y al fin del año de 32 grados. El baño debe efectuarse mañana y noche, por lo menos una hora después de la última lactancia. Si el agua pura produce irritación, agregúesele sal o afrecho. Después del baño, apliqúese algún polvo secante a base de almidón, talco u óxido de zinc, en los repliegues de la piel. Evítese el uso de jabones ordinarios e irritantes o el demasiado frote. Fig. 50 El cuero cabelludo que cubre el cráneo del niño es muy rico en glándulas sebáceas y sudoríparas, y si no se asea diariamente, el sudor y la grasa junto con el polvo o suciedades forman una costra negruzca cono- cida vulgarmente con el nombre de frijolillo. 2.—Evacuaciones.—Acostúmbrese al niño a ha- 205 cer sus evacuaciones a horas fijas en la mañaua y en la noche. Si la evacuación no viene, apliqúese con la yema del índice un poco de vaselina en el recto. Si no se consigue efecto, úsese un supositorio de jabón. Después de los 6 meses enséñesele a sentarse en baci- nilla. 3. —El vestido.—El fajero o cinto debe usarse 6 meses para evitar la hernia umbilical. Los pañales han de ser ligeros, suaves y amplios para que el niño pueda mover con libertad sus miembros, el tórax y el abdomen. Manténganse los pies calientes, pues el frío en los pies tiene como consecuencia muchos ataques de cólico e indigestión. La ropa almidonada, los encajes y los alfileres no deben existir en las vestiduras del niño. 4. —La cuna. *— Desde su nacimiento el niño debe dormir en cama aparte. Muchas desgraciadas madres, durante el sueño, han ahogado a sus hijitos por la imprudente costumbre de acostarlos en su misma cama. La mejor cuna es aquella que no se puede balancear. Los niños gritan porque tienen hambre o frío o porque están mojados o cansados de permanecer en la misma posi- ción o tienen cólicos o picaduras de pulgas o de zancu- dos o están quemados con las deyecciones o están en cuartos mal ventilados. Cuando se les mece en sus cunas se cansan o se duermen, pero no desaparece la causa que les hace gritar. Además hay la desventaja de que los niños se habitúan de tal modo, que se duermen sólo a condición de ser mecidos. Una de las mejores camas para el recién nacido es una canasta grande provista de un colchoncito en el fondo. Con- viene acostar al niño de preferencia sobre el costado más que de espaldas. No se debe permitir que se duerman con el pezón o el chupón en la boca. Todo lo que se necesita para inducir el sueño es un cuarto oscuro y tranquilo, pa- ñales limpios y el apetito satisfecho. 5. —El peso.—“La balanza es el barómetro de la salud". El niño se caracteriza por su crecimiento; si su estado es normal debe aumentar gradualmente en 206 peso; por consiguiente el mejor medio de saber si se encuentra bueno, es pesarlo con frecuencia. Un niño sano debe pesar apróximadamente: Al nacer, 7 libras. A los 5 meses, el doble. A los 12 meses, el triple. A los 2 años, el cuadruplo. Durante los primeros días el niño pierde en peso, Fig. 51 pero hacia el sétimo comienza a ganarlo y al final del decimoquinto vuelve al peso que tenía cuando nació. Durante los primeros seis meses debe aumentar siete onzas por semana y después del 69 mes, cinco por se- mana. Desde el final del segundo año hasta la edad de 7 debe ganar 4 libras por año, y desde los 7 a los 13 debe ganar 6 libras por año. 207 Hay que tener en cuenta que la menor indisposi- ción del niño detiene el progreso del peso: un ligero catarro bronquial, un estreñimiento crónico o la den- tición son causas suficientes para retardar el aumento del peso. Sí después del 7° día sigue perdiendo peso, es in- dicación para añadir otro alimento al niño. 6.—Dentición.—La primera dentición consta de 20 dientes, llamados de leche, que a los 6 ó 7 años caen para ser reemplazados por los dientes perma- nentes. Aunque la dentición es un acto fisiológico normal que se efectúa sin incidentes en los niños correcta- mente alimentados y bien cuidados, la evolución de los dientes de leche suele poner a los niños en estado de menor resistencia y por eso enferman con facilidad en esa época. Muchos niños brotan sus dientes sin que úno se de cuenta; otros por el contrario presentan diversos desórdenes morbosos: sueño intranquilo, salivación, picazón en las encías, pérdida del apetito, que hace retardar el aumento del peso, calentura, bronquitis, diarrea, vómito, erupciones de la piel, insomnio, con- vulsiones, etc. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que esas afecciones no siempre son efecto de la denti- ción. Los dientes brotan en una edad fecunda en en- fermedades graves, razón por la cual es preciso buscar el origen de la enfermedad en el cerebro, intestinos, pulmones, estómago, etc., antes de atribuirlo al tra- bajo dentario. Las escarificaciones de las encías practicadas con el objeto de aligerar la erupción dentaria están conde- nadas en la actualidad, porque no es la encía la que impide la salida del diente, sino una cubierta osteo- fibrosa. Estas incisiones no consiguen sino hacer sufrir al niño, exponiéndolo a que la herida se infecte. La cica- triz que deja la escarificación cuando se practica pre- maturamente, retarda, más bien, el brote de los dientes. La aparición de los primeros dientes en un niño 208 sano tiene lugar hacia el 69 mes según el siguiente orden: Incisivos centrales inferiores. Incisivos centrales superiores. Incisivos laterales superiores. Incisivos laterales inferiores. Primeros molares superiores e inferiores. Caninos o colmillos. Grandes molares. Ejercicio y reposo.—La ropa del niño, ya se ha dicho, no debe impedir el movimiento de los brazos y piernas. Cuando ya pueden sentarse solos, un corral como el de la figura 52 es muy útil, pues permite a las cria- turas moverse sin hacerse daño. Fig. 52 Durante el primer año evítese al sistema nervioso una excitación demasiado fuerte. El cerebro necesita, para su desarrollo normal, de mucha calma. El jnego con los niños, para hacerlos reír y excitarlos con luces, sonidos o movimientos, que los hace gritar de alegría, es perjudicial. 209 Los recién nacidos duermen casi todo el tiempo; durante los primeros 6 meses deben dormir 16 horas. Al año, 15 horas. Al 2o año, 14 horas. Al 39, 49 y 59 año, 13, 12 y 11 horas respectiva- mente. Del 69 al 109 año, 10 horas. De los 10 a los 16 años, 9 horas. CAPITULO XII Alimentación del niño En todas partes del mundo la mortalidad infantil es enorme en comparación con la mortalidad general. En términos generales, la tercera parte de los niños muere durante el primer año de existencia. Esa mor- talidad se debe principalmente a desórdenes digestivos producidos en su mayor parte por errores en la ali- mentación. Un niño bien nutrido durante su primera edad, será siempre fuerte y resistirá mejor a las enfer- medades, aunque su alimentación sea defectuosa des- pués. Un niño mal alimentado durante su tierna in- fancia, será siempre débil y enfermizo y estará expuesto a la muerte por la más leve causa. Ea higiene infantil, sobre todo en lo que se refiere a la alimentación es una cuestión del más alto interés social. De ella depende el aumento y el engrandeci- miento de las poblaciones. «La mortalidad de nuestros niños, dice don Elias Jiménez Rojas, debe corresponder a la mortalidad pre- matura a que están sometidas todas las especies bioló- gicas, animales y vegetales. Conviene al progreso que los débiles perezcan antes de reproducirse. El primor- dial cuidado del higienista consiste en hacer que los niños nazcan sanos y se conserven sanos. El prestar atención a los niños que nacen enfermos es tarea re- servada al médico. Y, hay que confesarlo, esta tarea es contraproducente en la mayor parte de los casos.» Sin dejar de tener todo el aprecio y respeto que los 211 conceptos del Profesor don Elias Jiménez Rojas, nos merecen, somos de opinión que, si bien la supervi- vencia de los mejor dotados y fuertes es la ley de la evolución de las plantas y los brutos, no puede apli- carse esta ley al hombre, sér inteligente y consciente, que vale más y es mucho más útil a la humanidad, por las cualidades de su espíritu, que por las que tiene de común con los animales y las plantas. Muchos hombres eminentes han vivido en cuerpos desmedra- dos y, desde el punto de vista humano, no podemos dejar de hacer todos nuestros esfuerzos por atender tanto a los niños sanos como a los niños que nacen enfermos. La lucha por la existencia no debe consistir en la destrucción de los mal dotados y débiles en favor de los fuertes, sino en el combate contra los agentes destructores y en la selección artificial de los mejores reproductores para la propagación de la especie, prac- ticada sin violencia, como lo aconseja la eugenesia. LACTANCIA MATERNA El alimento natural y el único perfecto para el recién nacido es la leche materna; no hay otro que lo supere. El niño al cual le falta, está condenado casi irremisiblemente a la muerte, o a criarse en un estado de miseria fisiológica que lo incapacita para la lucha por la existencia. La lactancia constituye, por lo tanto, para la madre, el más imperioso de los deberes. La madre que voluntariamente niega el seno a su hijo comete un crimen y no merece el nombre de madre. No solamente el hijo, también la madre expe- rimenta los grandes beneficios de la lactancia. Pero una mala dirección en la lactancia puede pro- ducir trastornos digestivos. Es, pues, necesario regu- lar el número y el intervalo de las comidas, así como también la manera de administrar cada una de ellas. La leche no viene al pecho de la madre general- mente sino al tercer o cuarto día después del alum- 212 bramiento; esto indica que durante los tres primeros días el niño no necesita tomar alimento alguno; se ali- menta de sus reservas. La costumbre de paladearlo con miel de abejas, aceite, etc., es nociva. El estómago del niño es tan fino y delicado que no puede tolerar más que la leche de la madre. Una sustancia menos consistente que la leche, llamada calostro, es la primera secreción láctea y tiene un efecto laxante en el niño con el propósito de limpiar los intestinos del meconio, que es una sustancia negruzca que se acumula durante la gestación. Por eso desde los primeros días debe ponerse el niño al pecho para que estimule esa secreción. Para que el niño de pecho tenga buena salud, es preciso que mame con regularidad, que tome una cantidad conveniente de leche y que ésta sea de calidad irrepro- chable. Con frecuencia se produce una irregularidad per- niciosa en la lactancia dando el pecho al niño cada vez que llora. Ya se ha dicho que los niños lloran por varias causas; por lo tanto, si un niño grita, es nece- sario primeramente averiguar el verdadero motivo y no ofrecerle invariablemente el seno. La educación del niño debe comenzar desde su nacimiento. Si un niño grita en su cuna durante la noche, si se tiene la seguridad de que nada le molesta, si tiene el fajero bien puesto, si nada lo pincha, si no está sucio, es preciso de- jarlo llorar y acabará por dormirse; nada puede pa- sarle. Durante los primeros dos meses, el niño será puesto al pecho cada dos horas (de 6 a. m. a 10 p. m. Además una comida a las 2 de la mañana); es decir, 10 comidas. Durante el tercer y cuarto mes, cada dos horas y media, 8 comidas. Durante EL quinto y sexto mes, cada tres horas, 7 comidas. Durante EL 79, 89 y 99 mes, cada 4 horas. Abandónese toda comida entre las 10 p. m. y las 6 a. m. 213 Las comidas durante la noche pueden suprimirse desde el principio sin perjuicio alguno para el niño y con ventaja para la madre, pues la calidad de la leche mejora después de un sueño de toda la noche. Durante el primer tiempo de la lactancia, la madre debe dar sucesivamente ambos senos en cada mamada, con el objeto de que la succión estimule la actividad de las glándulas mamarias. Más tarde, cuando la secreción está bien establecida, podrá no dar más que un solo seno y entonces tendrá la precaución de no dar dos veces seguidas el mismo pecho, sino alternarlos con regularidad. Cuando el niño ha mamado lo suficiente, conviene sostenerlo en posición casi vertical hasta que haya verificado el eructo normal que tiene lugar inmedia- tamente después de mamar para expulsar el exceso de aire deglutido; de esa manera se evita la regurgitación de leche que acompaña al eructo cuando el niño es colocado en posición horizontal inmediatamente des- pués de mamar. La madre deberá, antes de poner el niño al pecho, lavarse el pezón con agua hervida, con objeto de quitar las escamas que pueden existir en él y desobstruir los orificios. Después de la mamada tomará las mismas precauciones y secará suavemente los labios y la lengua del niño, con el objeto de que no quede en ellos la leche que podría experimentar fermentaciones y pro- ducir el gusanillo (1). (i) El- GUSANH-LO O müGUET, es una enfermedad parasitaria produ- cida por un hongo, el oidium albicans. Se localiza generalmente en la lengua, carrillos y cielo del paladar, pero puede invadir la laringe, el esófago y los bronquios. Se manifiesta por puntitos blancos que se reúnen formando placas lisas que se pueden remover fácilmente por el frote, pero que se reproducen con rapidez. A menudo se confunde con difteria, distinguiéndose de ésta por la falta de adherencia. En caso de duda, el examen microscópico permitirá reconocer el parásito o bacilo correspondiente. Eos gérmenes invaden el organismo por el aire inspirado, que contiene a menudo los esporos en suspensión, por el seno de una nodriza o por un biberón contaminado. El gusanillo es frecuente en los niños recién nacidos, débiles] y enfermizos, especialmente en los alimentados con botella. Como el gusanillo no puede prosperar sino en un medio ácido, los 214 Si hajr tendencia a la formación de grietas en el pezón, apliqúese vaselina después de cada alimenta- ción. Aplicaciones de alcohol, una o dos veces al día, desde dos o tres meses antes del alumbramiento, ayu- dan a su resistencia y evitan las grietas. Si se hinchare el seno y se volviere duro, fricció- nesele suavemente en dirección al pezón con la punta de los dedos. Una madre que amamanta no debe caminar o tra- bajar hasta cansarse; nada seca tanto la leche como la fatiga. Debe evitársele también toda impresión ner- viosa: susto, ira, miedo, disgustos; ellas causan desór- denes en el aparato digestivo del niño; debe estar al aire libre tanto como sea posible; debe evitar el té, el café y el alcohol; debe cuidar de tener una evacuación diaria. La madre debe abstenerse también de los pur- gantes salinos, el ioduro de potasio, el ruibarbo, los bromuros, las sales de quinina, el salicilato de sodio, el doral, el arsénico, sena, el opio, porque aparecen en la leche. La gravedad específica de la leche materna de buena calidad fluctúa entre 1030 y 1032 y su composición química es la siguiente: ■n , , „ 01 i Lactalbúmina. 1.4 Protema 2- % 1 Caseína 0.6 Manteca 3. % Azúcar de leche 7. % Sales 0.2 °jo Agua 87.8 % 100.0 Lo que llama la atención de este cuadro es la baja proporción de la caseína, comparada con la proteína de más fácil digestión llamada lactalbumina que, al contra- mejores agentes curativos de la enfermedad son los alcalinos, como el atíncar, el clorato de potasio y el bicarbonato de soda; la siguiente fórmula es muy usada: Atíncar 4 gramos Glicerina 20 » 215 rio de la caseína, no se precipita con ácidos ni con cuajo, es decir no forma grumos. La proteína y la grasa, especialmente esta última, varían mucho en cantidad; el azúcar es mucho más constante. El efecto de un alto porcen- taje DE GRASA ES EL DE BAJAR LA GRAVEDAD ESPECÍFICA. El efecto de un alto porcen- taje DE PROTEÍNA ES EL DE SUBIR LA GRAVEDAD ESPECÍFICA. Por consiguiente, si no se conoce la proporción de ninguna de ellas, una gravedad específica alta indica un bajo porcentaje de grasa o un alto porcentaje de proteína, e inver- samente. El porcentaje de la grasa se ave- rigua por medio del cremómetro, que es un simple tubo de ensayo gradua- do. Se llena de leche hasta el cero; se deja 24 horas en reposo y se mira luego cuantas divisiones ocupa la nata. La relación entre la capacidad y el porcentaje de crema es la si- guiente: Fig.—53. El cremómetro CREMA GRASA 2 milímetros cúbicos = 2.8 % 3 » » # = 3.5 % 4 8 » » — 4.4 % 5 » » » = .. 5.6 % Si por medio del cremómetro encontramos un bajo porcentaje de manteca, entonces una gravedad especí- fica baja indica un porcentaje bajo de proteína. Si por el contrario el porcentaje de grasa es superior al nor- mal, entonces una gravedad específica normal indica un porcentaje alto de proteína. 216 DEFICIENCIAS DE LA LECHE MATERNA Cuando no puede reconocerse una técnica defec- tuosa en la lactancia, y apesar de todo el niño dismi- nuye de peso, hay que pensar en la mala calidad de la leche y buscar sus causas. Para ello, es necesario practicar el análisis cuantitativo de los componentes de la leche. Hay leches pobres en manteca y caseína, poseyen- do escaso valor nutritivo; otras, por el contrario, con- tienen demasiada manteca o caseína. Ambas, pueden originar desórdenes digestivos y convertirse en causa de desnutrición del niño. Si la leche es deficiente en cantidad, el niño grita después de mamar y no duerme suficientemente por el hambre. Si ES deficiente En calidad, la leche es muy rala y el niño queda aparentemente satisfecho, pero luégo se despierta llorando con flatulencia y malestar. Si hay poca leche, la madre debe descansar en un sofá durante unos dos días y tomar abundantes líquidos en la alimentación. El extracto de malta, la borraja y el lactagol, que es un extracto délas semillas de algodón, aumentan la secreción láctea. Si la leche es abundante, pero demasiado rala, suminístrese una dieta rica en proteínas: carne, huevos y queso. Acórtense los intervalos entre cada alimentación. Si las proteínas están en exceso, el niño es coliquiento, muy estítico y las evacuaciones contienen grumos sin digerir. Redúzcase la ración de albúmina en el régimen alimenticio de la madre. El ejercicio disminuye también la cantidad de pro- teínas. La lactancia se debe distanciar. Se dará al niño la primera leche de cada seno; o también media onza de pura agua con la cuarta parte de una cucharadita de azúcar de leche, antes de aplicar el seno; o désele una solución de dos granos de citrato de sodio en una cucharadita de agua, antes de ponerlo a mamar. Si LA grasa es escasa, el niño sufre de estreñí- 217 miento. Conviene aumentar las proteínas en la dieta de la madre y suministrarle extracto de malta. Si la grasa ESTÁ en EXCESO, los niños tienden a vomitar el alimento una hora después y sufren además de diarrea. La madre necesita ejercicio y una dieta menos rica en proteínas. Si la madre está sana y el niño presenta manifes- taciones sifilíticas, se puede permitir la lactancia, pues el niño no contamina nunca a su madre. Por otra parte, sería inmoral y punible confiar un hijo sifilítico a una nodriza sana. Si la lactancia se confía a una nodriza (lactancia mercenaria), se tendrá cuidado de elegir una que sea joven, con su hijo sano y robusto, que no esté afectada de ninguna enfermedad contagiosa. Una nodriza es siempre un experimento. LACTANCIA ARTIFICIAL Existen contraindicaciones para la lactancia mater- na que hacen necesario renunciar a ella v recurrir al biberón. Muchas mujeres no pueden amamantar a sus hijos, a causa de enfermedad, la tuberculosis por ejem- plo, o por falta de nutrición, o porque, aun siendo sanas, carecen de la aptitud de dar leche en abundan- cia. Este defecto es muy frecuente en nuestro país, y se acentúa cada vez más con los refinamientos de la moda y con otros inherentes a la actual civilización. Si una criatura pierde de peso, si llora después de mamar, si duerme poco, si se chupa los dedos, si está decaída, todo esto significa que el niño no recibe bas- tante alimento, porque la leche de la madre es poca o no es suficientemente nutritiva. El problema de salubridad de mayor importancia para las poblaciones, relacionado con la alimentación artificial de los niños, es el abasto de leche de vacas sanas y de calidad irreprochable. La tuberculosis es el gran peligro a que nos expo- ne la leche cuando no se supervigila la producción de 218 este importantísimo alimento de higiene pública, pues dicha enfermedad no sólo se trasmite por el esputo pulverizado en el aire sino también por la vía estoma- cal, por medio de la leche de vacas tuberculosas. Por otra parte, la leche que llega a las ciudades puede ser infectada, como ya se ha dicho, con toda clase de gér- menes nocivos y suele expenderse adulterada por sus- tracción del elemento más necesario para la nutrición de los niños, que es la grasa, y por la adición de agua. Al Estado corresponde dictar medidas conducentes a mejorar la calidad de la leche, como serían el examen de las vacas lecheras por medio de la tuberculina,(1) el estímulo del cultivo de prados y plantas forrajeras, de acuerdo con las mejoras prácticas agrícolas, y la vigilancia del aseo y del modo de conducir la leche del lugar de producción al de consumo. SUSTITUTOS DE LECHE MATERNA Como sustitutos de la leche materna se emplean: la leche de vaca, de yegua o de cabra, pura o diluida con agua; las leches condensadas, las harinas lactea- das y malteadas y los atoles. La leche pura de vaca o simplemente diluida CON AGUA, no puede reemplazar a la leche materna, porque difiere de ésta en su composición química y en su estructura física. La composición química de la leche de mujer y la de vaca es la siguiente: Leche humana Leche de vaca r, 0/ S Caseína 0.6 . 0 j Caseína 3.25 ° } Lactalbúmina.. 1.4 ‘ 0 ( Lactalbúmina.. 0.75 Grasa 3.5% 3.5% Azúcar 7. % 4. % (l) Para conocer si una vaca está tuberculosa, por medio de la tuber- culina, basta inyectar esa sustancia al animal; si es tuberculosa le sobre- viene fiebre alta, y si no provoca reacción es porque no tiene la enfer- medad. 219 Dedúcese de estos análisis que la leche de vaca es menos rica en azúcar y más abundante en queso que la leche humana; la cantidad de manteca es la misma. Este exceso de caseína la hace pesada para los niños de corta edad. La leche de vaca tiene la desventaja, además, de coagularse en grumos muy densos por la acción del cuajo y de los ácidos del estómago, grumos que el niño no logra digerir. La leche de mujer forma grumos extre- madamente finos y de gran digestibilidad. Como la leche de mujer contiene más azúcar y menos queso que la de vaca, para que ésta sea semejante a aquélla, es preciso agregarle azúcar y disminuirle el queso. Para reducir el porcentaje de queso al existente en la leche humana, debe mezclarse la leche de vaca con 4 partes de agua: Leche humana Leche de vaca Leche de vaca + 4 PARTES DE AGUA Caseína 0.6 3.25 0.65 Lactalbúmina. 1.4 0.75 0 15 Grasa 3 5 3. 5 0. 7 Azúcar 7. 4. 0 8 Pero esta dilución envuelve una alteración seria en la proporción de los otros elementos de la leche; por consiguiente es necesario corregir la deficiencia que resulta agregando crema y azúcar. Para el niño sano las siguientes mezclas han dado muy buenos resultados: Leche Agua Durante la 13 Semana 1 4 * )) 23, 33 y 43 » 1 3 * el 29 y 39 Mes 1 2 » » 49, 59 y 69 » 1 1 » » 79, 8? y 99 » 2 1 » » 109, 119 y 129. . . » 3 . 1 Después del año Leche pura 220 Para rectificar la deficiencia de la grasa y azúcar, se agrega a cada 3 onzas de la mezcla una cucharadita de crema y otra de azúcar. A menudo se emplean como diluyentes en lugar de pura agua, agua de cebada, agua de arroz o agua de pan tostado, listas aguas contienen almidón y tie- nen la ventaja de disminuir la dureza de los grumos de queso en el estómago, pero no convienen a los niños antes de los seis meses, porque éstos no pueden digerir el almidón antes de esa edad. LECHE MATERNIZADA Actualmente se prefiere a todas estas mezclas la llamada leche maternizada o humanizada, que es un producto idéntico química y físicamente a la leche de mujer. Es leche de vaca desprovista de los elementos albuminoides más gruesos, pero con- servando toda su manteca y añadién- dole agua y azúcar en proporciones convenientes. Esta leche se ob- tiene industrial- mente por medio de los separadores de fuerza centrífuga empleados en las lecherías, y en el hogar doméstico por medio del en- friamiento de la le- che según la si- guiente técnica: Se toma una can- tidad determinada de leche y se deja reposar tres o cua- tro horas en hielo con el objeto de separar las partes más Fig. 54 221 finas junto con la crema, de las partes más ordinarias e indigestas. Se observa entonces que la crema se separa acumulándose hacia arriba; los elementos finos de la le- che se acumulan eu la parte media y los elementos gruesos, los menos digeribles, quedan en el fondo y se extraen con el auxilio de un sifón improvisado, que consiste en un tubo de hule que se dobla en dos partes, una de las cuales, la más corta, se sumerge hacia el fondo del recipiente; por el extremo del brazo libre se absorbe atrayendo la leche magra y más pesada, dejando en el recipiente la parte superior, que es la más fina y cremosa. La cantidad que se extrae es reemplazada por agua de azúcar y varía según la edad del niño, de la ma- nera siguiente: Durante el 19... mes . . . . V\ partes » » 2o y 39 » .... 2Á » » » 49, 59 y 69 » . . . . parte » » 79, 89 y 9o » . . . . Yi » » » 109, 119 y 129 » ■. % » La lactancia artificial mal dirigida puede compro- meter seriamente la salud del niño. Una mala regla- mentación de las horas de comida, una ración mal calculada por exceso o por defecto, el empleo de leche pura antes de tiempo o una dilución exagerada o insu- ficiente de la leche, pueden ser responsables de trastor- nos digestivos y de nutrición. Hay casos en los cuales existe una intolerancia del niño para la leche de vaca, aun en la técnica más irre- prochable. Se observan entonces pérdida de peso, enflaquecimiento, palidez, erupciones de la piel, dia- rreas, etc. Se encuentra esta intolerancia en los niños débiles, sifilíticos, tuberculosos y de nacimiento prema- turo. Esos fenómenos son producidos por anafilaxis ll). d) Anafilaxis significa lo contrario de profilaxis; es una hipersen- sibilidad del organismo a la acción de una sustancia que normalmente no es nociva, tal como un suero, una clara de huevo o un medicamento, y que se traduce por una crisis más o menos aguda y violenta cada vez que una cierta dosis de esa sustancia penetra en el organismo por una vía cualquiera (intravenosa, subcutánea o estomacal). (Véase nota Capí- tulo XXI). 222 La leche de cabra necesita las mismas dilucio- nes que la de vaca y no le ofrece ventaja alguna. Se cree que es una garantía contra la tuberculosis; su composición es la siguiente: Proteína 3.7 %.. f Caseína 3 % Grasa 4.2 l Lactalbúmina 0.7 % Azúcar .... 4 Sales 0.5 La leche de yegua tiene la siguiente composición química: Proteína 1.8 % .. \ Caseína. 1. % Qrasa X, » (Lactalbúmina 0.8 % Azúcar 5.5 » Sales 0.4 » Agua 91.3 » Se debe dar sin diluir o con un poco de agua de cal o de citrato de sodio, para contrarrestar su acción laxante. Bs muy pobre en proteína y grasa y por eso es de fácil digestión; pero su empleo no se debe prolongar por mucho tiempo porque es inferior a la leche humana. ESTERILIZACION DE LA LECHE Cualquiera de los métodos empleados requiere, después de preparada la mezcla, una buena esteriliza- ción por los medios ya citados: la ebullición o la pasteu- rización. La leche es un líquido que se infecta con mucha facilidad por los microbios que se desarrollan en ella. La leche recién ordeñada de una vaca sana es completamente estéril, pero muy pronto se contamina con microbios que se multiplican con una rapidez asombrosa. El 29 % de los casos de tuberculosis infan- til se debe a infección por la leche. Los microbios se 223 destruyen haciendo hervir la leche(1), pero la leche hervida presenta varias desventajas: es menos nutritiva, menos agradable al paladar, es más indigerible, y como ha perdido por la ebullición sus vitaminas, puede favorecer el raquitismo y el escorbuto. Por eso con- viene pasteurizarla, es decir, calentarla en el baño maría durante 20 minutos a la temperatura de 75 gra- dos C. í2) Fig. 51.—Pasteurización de da leche La pasteurización de la leche está, sin embargo, desacreditada entre los higienistas, puesto que ella, si no destruye, por lo menos atenúa los elementos vi- (1) La leche entra en ebullición a los 101 grados centígrados. Una ebullición de 5 minutos es suficiente; si se prolonga demasiado, la leche pierde mucha agua alterándose su composición química. 12) La pasteurización debe ir seguida de enfriamiento rápido por la razón indicada en la página 126. Se le ha dado ese nombre porque Pas- teur demostró que la fermentación ácida de la leche no se produce si ésta se calienta durante un cierto tiempo a 75 grados. 224 tales o vitaminas. Esto naturalmente, impone un con- trol mucho más severo de la leche y un aseo y asepsia, por decirlo así, quirúrgico, en todo lo que con ella se relaciona. La LECHE CONDENSADA es leche concentrada por evaporación en el vacío con adición de azúcar hasta obtener la consistencia de la miel. Su composición química es la siguiente: Proteína 11 % Grasa 11 % Azúcar 55 % La leche condensada tiene la ventaja de conservarse indefinidamente y de no tener gérmenes microbianos. Presta buenos servicios para la alimentación de los niños en las clases pobres y para pocos días, pues su uso prolongado tiene algunos inconvenientes: lenta, tar- día y difícil dentición y tendencia al raquitismo, pues la leche condensada diluida contiene menos grasa y proteína que la leche de vaca y también porque es de- ficiente en vitamina. Si a cada 3 onzas de la mezcla se agrega una cu- charadita de crema fresca, se evitarán esos inconve- nientes porque en la crema fresca van las vitaminas. La leche condensada se debe usar en las siguientes proporciones: Durante el 19 mes 1 parte de leche y 10 de agua # » 29 » 1 » » » » 8 » » » » 39 » 1 » # » » 6 » » Desde » 4o a 69 » 1 » # » #4» » Después del 69 » 1 » » # » 3 » » El Glaxo es leche desecada por evaporación y convertida en polvo con adición de crema y azúcar antes de la desecación. Contiene: Proteína 21.7 °lo Grasa 25.4 % Azúcar de leche 42.9 % Sales minerales 5.2 % Agua 4.8 % 225 Puede usarse en la proporción de 1 a 10. Se recomienda durante los primeros 4 meses en los que el escorbuto nunca ocurre; si se da después del cuarto mes se debe agregar algún elemento antiescor- bútico: jugo de carne o jugo de naranja; ambos contie- nen las vitaminas A. B. y C. Los almidones y las harinas no son asimilables por el aparato digestivo de los niños sino cuando éstos son ya de edad avanzada. Cuando se comienza a des- tetar un niño hay que darle primeramente las harinas de trigo y cebada por ser las más ligeras, recurriendo luégo a las demás. La harina de avena es ligeramente laxante y con- viene en los niños estreñidos. Kn cambio se recomienda la harina de arroz cuando hay tendencia a la diarrea. Las harinas se emplean mezcladas con leche des- leyéndolas primero en agua fría para evitar la forma- ción de grumos. Los atoles de maíz, maicena y sagú son pobres en proteína. Las harinas lacteadas se componen de leche desecada por evaporación en el vacío y reducida a pol- vo, al cual se agrega harina malteada, que es almidón convertido en una variedad de azúcar llamada maltosa, por medio de la diastasa de la germinación.(1) A este grupo pertenecen la leche malteada de Horlick y el alimento de Allembury. Para usarlas basta agregar cierta cantidad de agua hervida. Las harinas lacteadas se prestan admirable- mente a servir de alimento de transición en la época del destete; tienen la desventaja de contener un exceso de hidratos de carbono (maltosa) que puede perturbar la digestión y favorecer el raquitismo. Los alimentos de Mellin y de Benger se emplean agregándolos a la leche fresca de vaca y requieren también la adición de crema. (O Los cereales germinados contienen un fermento llamado diastasa que trasforma el almidón en azúcar. 226 Las leches sometidas a digestiones artificiales, como la peptonizada, sólo se hallan indicadas en casos espe- ciales y tratándose de niños enfermos. Hemos visto que las ideas modernas condenan el uso de alimentos cuyos medios de preparación hayan destruido las vitaminas, a no ser que se les mezcle con leche fresca o sus derivados, como la crema o el suero. Para la lactancia artificial se hace uso del biberón graduado en onzas, para apreciar la cantidad de leche suministrada. La botella de 6 onzas se usa durante los primeros 6 meses y la de 8 onzas hasta que el niño aprenda a beber en taza. La botella de uso general es la cilindrica porque es más fácil de lavar y más adap- table a cualquier esterilizador o pasteurizador. Una botella sucia es con mucha frecuencia la incu- badora de microbios causantes del cólera infantil y de otros desórdenes gastro-intestinales. Preciso es preocuparse en lavar escrupulosamente los frascos con una solución de bicarbonato de soda o simplemente con ceniza y esterilizarlos después hacién- dolos hervir en agua durante unos minutos. Los chupones se conservarán en un recipiente de agua hervida; deben proscribirse los chupones provis- tos de tubos que no pueden limpiarse. Generalmente se preparan por la mañana los bibe- rones necesarios durante el día, tapándolos con algodón antes de esterilizarlos. La leche debe servirse caliente a 50 grados centí- grados. Las botellitas deben contener solamente la cantidad de leche que el niño toma en una vez; dos onzas cada dos horas para niños de muy tierna edad. Bsta cantidad debe ir aumentando a medida que va en aumento la edad del niño. B1 biberón se sostendrá de modo que la leche llegue con regularidad al chupón y no se ingiera con excesiva rapidez. Los residuos de leche deben desecharse. 227 ALIMENTACION DE LOS NIÑOS CON LECHE PURA, SIN DILUIR Y CON ADICION DE CITRATO DE SODIO El sistema siguiente de alimentación ha sido em- pleado con buen éxito en Inglaterra y es de técnica muy sencilla: Debe recordarse que la leche de vaca es mas abun- dante en caseína que la de mujer y que bajo la influen- cia de los jugos del estómago se coagula en grumos muy densos de difícil digestión. La simple dilución de la leche con agua no anula ese inconveniente, simplemente reduce el porcentaje de queso y produce una disminución seria en el porcentaje de grasa. Por esa razón los niños alimentados con leche diluida enflaquecen, pues no reci- ben las suficientes calorías que necesita el organismo. La adición de citrato de sodio a la leche pura mo- difica favorablemente la acción del jugo gástrico, pues los grumos que se forman son de una tenuidad ex- trema y de gran digestibilidad. Con este sistema de alimentación la cantidad de cada comida es muy pequeña comparada con los otros y por consiguiente es de fácil asimilación. Para prepararla se emplea la leche fresca de vaca, sin ninguna dilución con agua y se le agrega citrato de sodio en la proporción de 2 granos para cada onza de leche. Esta leche no necesita ser endulzada; desde el principio se acostumbra el niño al sabor ligeramente salado del citrato de sodio. Después de 2 meses, se agrega a la alimentación extracto de malta, que se debe suministrar por separado y nunca mezclado con leche, pues si sobreviene cualquier trastorno gastro intestinal manifestado por diarrea y vómito, la extra dosis de hi- drato de carbono puede suprimirse inmediatamente. Una o dos cucharaditas, según la edad, de extracto de malta en media o una onza de agua hervida, distri- buida en 3 partes durante los intervalos de los tiempos de comida. 228 Las siguientes cantidades pueden servir de guía en la mayoría de los casos (según el Dr. H. C. Mann de Londres): a) Edad: 7 días: peso 8 libras. 9 comidas: cantidad de cada una: 2 onzas. Total: 18 onzas=360 calorías o sea 45 calorías por cada libra de peso. (1) b) Edad: 14 días: 8 a 8 % libras. 9 comidas de 2 onzas cada una. Total 18 onzas=360 calorías o sea 45 calorías por cada libra. c) Edad: 1 mes. Peso 9 libras. 9 comidas de 2 y onzas cada una. Total: 22 onzas=450 calorías o sea 50 calorías por libra. d) Edad: 2 meses. Peso: 10 libras. 8 comidas de 3 onzas cada una. Total: 24 onzas=480 calorías. Además una cucharadita de extracto de malta disuelto en y onza de agua, durante los inter- valos, que equivale a 90 gramos de maltosa= 30 calorías. Total: 510 calorías, o sea 51 calorías por libra. e) Edad: 3 meses. Peso: 11 libras. 8 comidas de 3 y¿ onzas cada una. Total: 28 onzas=560 calorías. Extracto de malta como en d—30 calorías. Total: 590 calorías, o sea 53 caloñas por libra. f) Edad: 4 meses. Peso: 12 libras. 7 comidas de 4 onzas cada una. Total: 28 onzas=560 calorías. Además: 1 y¿ onza de extracto de malta en y2 onza de agua (135 gramos de maltosa)=40 calorías. Total: 600 calorías o sea 50 calorías por libra. g) Edad: 6 meses. Peso: 14 y libras. 7 comidas de 5 onzas cada una. (i) Una onza de leche que contenga 3.5 % de grasa equivale a 20 calorías. 229 Total: 35 onzas=700 calorías. Extracto de malta como en f= 40 calorías. Total: 740 calorías, o sea 50 calorías por libra. h) Edad: 8 meses. Peso: 17 libras. 6 comidas en 6 onzas cada una. Total: 36 onzas=720 calorías. Dos cucharaditas de extracto de mal en % onza de agua (180 gramos de maltosa) ==55 calorías. Total: 775 calorías, o sea 45 calorías por libra. i) Edad: 19 meses. Peso: 19 libras. 5 comidas de 7 onzas cada una. Total: 35 onzas=700 calorías. Extracto de malta: 3 cucharaditas en una onza de agua (270 gramos de maltosa)—-80 calorías. Total: 780 calorías, o sea 41 calorías por libra. Obsérvese que las comidas son pequeñas y de gran valor calorífico. La cantidad de citrato de sodio que se necesita para cada comida es la siguiente: Para 2 onzas 4 granos » 2.J4 » 5 # » 3 » 6 » » 3.54 » 7 » #4 » 8 » La cantidad de 8 granos nunca debe ser excedida aun para cantidades mayores de leche. Si por causa de indigestión hubiere necesidad de aumentar la cantidad de citrato, se emplea entonces una mezcla de 5 granos de citrato de sodio y 5 granos de citrato de potasio para cada 5 ó 6 onzas de leche. CAPITULO XIII Enfermedades por carencia 1.—Raquitismo. —El raquitismo es uno de los efectos de la alimentación inadecuada, muy común especialmente entre los niños criados con botella. CAUSAS 1. —Exceso de alimentos farináceos. 2. —Leches condensadas. 3. —Harinas malteadas. 4. —Benger, Mellin y Glaxo. 5. —Leche de vaca muy pobre en crema. 6. —Leche materna muy pobre en crema. Todas circuntancias que determinan defi- ciencia en EO QUE SE LLAMA VITAMINA A O VITAMI- NAS SOLUBLES EN GRASAS. Los alimentos farináceos no son asimilables por el aparato digestivo del niño sino cuando éste es ya de edad avanzada, por eso antes de los seis meses son causantes de raquitismo. El exceso de almidón y aun el de hidratos de carbono solubles (azúcar, dextrina) perturba el poder de asimilación de la grasa, sustancia rica en vitaminas, y produce la enfermedad, aun cuan- do vaya acompañado de crema. La enfermedad afecta casi todos los tejidos del cuerpo. El niño comienza por estar molesto; duerme con sueño intranquilo, arroja las cobijas al suelo y permanece desnudo; el esqueleto no se osifica y los huesos blandos se deforman fácil- 231 mente, siendo las piernas las que primero se arquean, incapaces de soportar el peso del cuerpo. Esta defor- mación va acompañada de otras manifestaciones carac- terísticas: cabeza cuadrada, mollera abierta hasta los dos años, vientre muy desarrollado, dentición tardía, Fig. 56 protuberancia de los huesos de las muñecas’y de los tobillos, y crecimientos pequeños, redondos y óseos en las costillas, los cuales constituyen lo que se llama «el rosario». Estos niños son tardíos en caminar, están propensos a convulsiones, crup, diarrea, bronquitis y anemia. 232 Las medidas preventivas de la enfermedad se reducen a atender debidamente la alimentación del niño. El mejor alimento en ese respecto es la leche de la madre sana; pero si ella es incapaz de amamantar a su hijo y a falta de una buena nodriza, el segundo alimento conveniente es la leche fresca de vaca con suficiente proporción de grasa. Recuérdese que si la leche fresca de vaca está dema- siado diluida puede producir raquitismo. Instrúyase bien a la madre acerca de las proporciones de leche, agua y crema que debe emplear en la alimentación de su hijo. Evítese el almidón y el agua de cebada antes de los seis meses. Indíquese a la madre que la adición de alimentos farináceos o de carbohidratos solubles (azúcar, dextrina, maltosa) puede comprometer el buen resultado de la leche fresca, sobre todo si esa leche es pobre en grasa. Después de la leche de vaca, no hay mejor ALIMENTO COMO PREVENTIVO O CURATIVO DEL RA- QUITISMO COMO LA YEMA DE HUEVO, PUES CONTIENE 20 % DE GRASA MUY RICA EN LA VITAMINA A. Después del primer año de edad suminístrese bas- tante leche, poco almidón, pollo, pescado, caldo, sesos, mantequilla y papas. La mejor droga en el tratamiento del raquitismo es el aceite de hígado de bacalao natural, en el cual se ha reconocido la mayor riqueza en vitaminas solubles en grasas. Veinte o treinta gotas puro o con malta si el niño tiene la edad de soportar el almidón; la diastasa de la malta ayuda a evitar la indigestión amilácea. A defecto de bacalao, la natilla o la mantequilla. El aceite de olivas no contiene vitaminas. En los raquíticos, las sales calcáreas (carbonato y fosfato de calcio), que son indispensables para la for- mación de los huesos, son incompletamente absorbi- das del alimento; esa absorción puede aumentarse aumentando la proporción de grasa en la ración ali- menticia. 233 ESCORBUTO INFANTIL Esta enfermedad fue descubierta por Sir Thomas Barlow en 1883. Ocurre en los niños de 6 a 18 meses que han sido alimentados exclusivamente con leches esterilizadas industrialmente o modificadas en su composición (leche condensada, glaxo, alimento de Mellín, leche malteada, leche hervida, etc.) con ex- clusión de un alimento fresco vivo. La causa de la enfer- medad es la carencia de los alimentos en vitaminas. Trátase siempre de niños no menores de 6 meses y alimentados artificialmente que comienzan a perder en peso, gritan en cuanto se les toca y pierden la ac- ción de las piernas. Algunos presentan hinchazones en las extremi- dades de los huesos de las piernas, producidas por hemorragias subperiósticas. Las encías se enrojecen, se hinchan y duelen y sangran al tocarlas. Teniendo en cuenta que la enfermedad es produ- cida por la jaita de vitaminas solubles en agua B y C, es fácil evitaila o curarla con solo añadir a la leche del niño algún elemento antiescorbútico: dos cuchara- das de jugo de carne cruda 3 veces al día; una cucha- radita de jugo de naranja, de limón o de uvas, etc. Si el niño es algo crecido, se puede añadir unas cu- charadas de puré de papas. La esterilización de la leche será proscrita, puesto que ella destruye los elementos vitales o vitaminas. Con este tratamiento tan sencillo, la curación es rápida, ocho a doce días. TERCERA PARTE PROFILAXIS DE LAS PRINCIPALES ENFERMEDADES TRANSMISIBLES CAPITULO XIV Consideraciones generales Se da el nombre de profilaxis a la manera de pre- venirse de las enfermedades contagiosas y constituye el principal y más útil objeto de la higiene. La profilaxis puede ser especial, si conviene sola- mente a una clase de contagio, o general, si es aplica- ble a todas las enfermedades infecciosas. La profilaxis del paludismo y fiebre amarilla, por ejemplo, que es- triba en la destrucción del mosquito transmisor de esas enfermedades y en evitar que pique al hombre, no puede aplicarse a ninguna otra suerte de infección. La vacuna contra la viruela y el suero contra la difteria, son otros medios profilácticos exclusivamente adaptados a la prevención de dichas enfermedades.En cambio, la profilaxis general incluye la desinfección y el aislamiento, que son medidas sanitarias aplicables a todas las enfermedades infecciosas. Hemos visto que la mayor parte de las enfermeda- des son producidas por gérmenes microscópicos que penetran en el organismo de varios modos: por la boca, por las vías respiratorias o por la piel y que pueden transmitirse de una persona enferma a una sana si existe algún agente exterior que sirva de vehículo. El organismo puede impedir el desarrollo de la enfermedad por los medios naturales de defensa que 238 ya hemos estudiado: destruyendo el microbio (fagoci- tosis), neutralizando su acción (inmuuidad) o localizán- dolo por medio de los ganglios linfáticos de manera que no circule por la sangre. Cuando el individuo se ha debilitado por cualquier motivo o es susceptible a la acción del microorganismo por una predisposición cualquiera, de manera que no pueda aniquilarlo, neutralizarlo ni confinarlo, enton- ces sobreviene la enfermedad. Cuando una enfermedad contagiosa azota por algún tiempo a una población atacando simultáneamente a muchas personas, recibe el nombre de epidémica. Si la enfermedad prevalece siempre en una loca- lidad, se llama endémica. Casos aislados de una enfermedad contagiosa que aparecen en una localidad sin que se reconozca la fuente de contagio, se llaman esporádicos. Las precauciones que se deben tomar para evitar una enfermedad contagiosa, se reducen a impedir que el germen productor de ella sea transmitido de una persona a otra. Eso se consigue como ya hemos visto por medio del aislamiento, la cuarentena y los cordones sanitarios; por la inmunización natural obtenida con la aplicación de los preceptos higiénicos generales; por la inmunización artificial que suministran los sueros y vacunas; por la desinfección de las casas, enfermos y secreciones provenientes de los enfermos; por la decla- ración obligatoria de las enfermedades infecciosas a las autoridades correspondientes; por la vigilancia de las condiciones de salubridad del lugar donde se desarrolla la infección (inspección higiénica de las habitaciones, fábricas, escuelas, iglesias, teatros y de todos aquellos lugares en donde se reúnen muchas personas; inspec- ción de las carnicerías, mataderos, lecherías, merca- dos y demás establecimientos en donde se expenden comestibles; examen del agua potable, leche y en general de todos los alimentos; destrucción de mos- quitos, moscas y otros insectos; aseo de las calles y solares, etc.). La profilaxis es una medida de interés público que 239 hay que adoptar como un deber tan pronto como se haya declarado la enfermedad. Si todos tuviésemos el cuidado de evitar la trans- misión de nuestras enfermedades contagiosas, al veci- no, que son las más numerosas y frecuentes, no tar- darían en desaparecer. Si tuviésemos el cuidado de no escupir nunca en el suelo, bien pronto se acabaría la tuberculosis, ese gran enemigo de la raza humana. Sin este cuidado, ninguna ley, ningún reglamento de sanidad pública puede lograr semejante resultado, que depende principalmente de la buena voluntad de iodos y de cada uno. Sin la cooperación de todos los indivi- duos no es posible obtener la salubridad general. Es costumbre corriente, es una especialidad de nuestro modo de ser, el esperarlo todo del Gobierno y creer que él debe llevar su tarea de protección hasta en los últimos detalles de la existencia de los gober- nados, y eso es un error nacido de nuestra peculiar indolencia. Es natural que el Gobierno ayude en algo, pero lo principal de la tarea debe ser obra nuestra, ya sea dando el ejemplo, ya enseñando a los demás los riesgos de las enfermedades y la manera de evitarlas y combatirlas. Si hemos rechazado a los enemigos que pretendie- ron arrebatarnos patria y libertad, por qué no comba- tir con igual entusiasmo, como si se tratara de inva- sores, las enfermedades que como la anquilostomiasis nos hacen esclavos del vicio y a veces del delito. CAPITULO XV Anquilostomiasis La anquilostomiasis es una enfermedad producida por unos gusanillos llamados Anquilóstomos (el ancy- lostoma Duodenale y el Necator Americanus), que invaden al hombre por dos vías distintas: Por la boca, con los alimentos y al través de la piel. Cualquiera de Fig. 57.—Huevo y parásito los dos caminos que adopten para entrar, los gusani- llos fijan su residencia en el intestino delgado, prin- cipalmente en la mucosa del duodeno, en donde se adhieren por sus ganchos para alimentarse de la san- gre que chupan, causando pequeñas hemorragias. (1) (D En 1901 demostró Eoss que el principal medio de infección es por contacto de la piel con tierra húmeda, contaminada con las larvas del parásito. 241 EFECTOS DE LA ENFERMEDAD 1. La anemia con sus síntomas característicos: hin- chazón del cuerpo, frialdad de las manos y pies, pal- pitaciones del corazón y ruido en los oídos. La anemia es producida por disminución de la sangre y por una alteración de la misma por la acción de una sustan- cia tóxica secretada por el parásito. El número de cor- púsculos rojos está muy disminuido y la proporción de hemoglobina desciende muchísimo. 2. El cansancio, que es la consecuencia de la ane- mia. Al menor esfuerzo se sufre de dolores de piernas y se ve el paciente obligado a abandonar toda clase de trabajo. 3. Perturbaciones del apetito, como el deseo extra- ordinario e irresistible de comer tierra en los niños. Los adultos se entregan a la bebida esperando encon- trar en el licor, sin conseguirlo, la fuerza, el calor y la alegría que les ha arrebatado la enfermedad. 4. El desarrollo físico y mental de los niños se halla seriamente comprometido. La anemia hace que los órga- nos estén mal nutridos, entorpece el desarrollo normal del cuerpo y degenera la raza. Sin fuerzas para el trabajo, de mente y moral deficientes, llegan los niños a ser hombres muy mal preparados para la lucha por la existencia. 5. Pero lo que más llama la atención es una serie de síntomas psico-patológicos que se desarrollan a me- dida que la enfermedad avanza y que desaparecen con la expulsión de los parásitos. Niños desobedientes, mentirosos y ladrones se han corregido de esos defec- tos con haberles suministrado el específico contra la anquilostomiasis. Tan notables observaciones se ven confirmadas a cada paso en este país tan invadido por dicha enfermedad y pueden explicar el número de he- chos punibles que se cometen en los lugares en donde la enfermedad se desarrolla con más intensidad. 6. Y por último, para completar tan triste cuadro, 242 estos pobres enfermos sin sangre, ni fuerza vital están propensos a adquirir otras enfermedades como la tu- berculosis, la disentería, el alcoholismo y sucumben por falta de resistencia. El mejor medio para diagnosticar la anquilosto- miasis consiste en la investigación, por el microscopio, de los huevos del parásito en los excrementos. MEDIOS DE PROPAGACION Los anquilóstomos se reproducen en el intestino, en donde ponen los huevos, que no se desarrollan allí, pero son expulsados con las materias fecales y quedan diseminados por el suelo. En contacto con el aire, la humedad y el calor de la tierra, comienzan a desarro- llarse. La larva procedente del huevo permanece mu- cho tiempo cubierta de una envoltura o quiste que le permite resistir algo la desecación. Los animales do- mésticos, los insectos y aun nuestras manos sucias que llevamos a la boca, son los portadores de esas larvas que contaminan los alimentos y bebidas y de esa manera entran por la boca al intestino, en donde se transforman en gusanos. La penetración de las larvas por la piel ocurre en las personas descalzas al caminar sobre la tierra hú- meda contaminada. Las excoriaciones, yuyos y granos que producen al entrar en la piel son característicos de la enferme- dad. De la piel pasan al torrente circulatorio que las conduce al corazón, de ahí a los pulmones, atraviesan los alveolos pulmonares y penetran en los bronquios, después en la tráquea, y por último ganan el esófago, pasan al estómago y se adhieren al intestino delgado. El tiempo que tardan en recorrer ese trayecto des- de la piel hasta el intestino es de 6 a 7 semanas. 243 CONSEJOS PARA PRECAVERSE DE XA ANQUILOSTOMIASIS Para librarse de esta enfermedad hay que evitar el contado con las materias fecales, pues éstas contienen los gérmenes de ella. Esto se consigue: 1. Curando a todos los enfermos; una sola persona infectada constituye una amenaza para las demás. Esto exige medidas compulsivas por parte de las auto- ridades sanitarias. 2. Impidiendo la infección del suelo y de las aguas. Se debe prohibir la costumbre tan arraigada en nues- tro pueblo de hacer las deposiciones al aire libre en los solares y a las orillas de los ríos, y aconsejar el uso de un buen excusado construido de manera que las ma- terias fecales queden fuéra del contacto de las perso- nas, las moscas o los animales domésticos, que no se llene de agua para evitar la formación de larvas de zancudo y que no haya posibilidad de infeccionar las aguas destinadas al consumo. A falta de un excusado sanitario, conviene enterrar las heces de manera que los animales no las esparzan. 3. Instruyendo al pueblo sobre las reglas generales de higiene: el baño frecuente, aseo escrupuloso de las manos antes de las comidas, el uso del calzado, cocinar bien los alimentos, no comer legumbres ni frutas que no hayan sido lavadas con agua potable. Evitar el alcohol que favorece el desarrollo de las enfermedades microbianas. El aseo esmerado de las casas y solares para evitar la propagación de las mos- cas y otros insectos. No vivir en íntimo contacto con los animales domésticos. De todo lo dicho se desprende, sin violencia, el peligro terrible que entraña para el país el desarrollo de esa enfermedad que mata al hombre o lo imposibi- lita para el trabajo convirtiéndolo en ser inútil, que 244 reduce la producción, que degenera la raza, que diezma las poblaciones y que aumenta el alcoholismo y la criminalidad preparando hombres, no para el bien de los demás, sino para las cárceles y presidios. CAPITULO XVI Paludismo El paludismo o malaria es una enfermedad de los corpúsculos rojos de la sangre, producida, no como se creía antes, por el aire malo de los pantanos (de donde procede el nombre de malaria), sino por un parásito, el hematozoario (del griego: hema, sangre y zoon, animal), descubierto por Laveran en 1880, que entra en la sangre del hombre, inoculado por la pica- dura de un mosquito, en donde se multiplica conside- rablemente causando los fríos y calenturas que son característicos en esta enfermedad. El parásito, invade los corpúsculos rojos y se ali- menta a expensas de la hemoglobina, causando la destrucción de los corpúsculos y la anemia consi- guiente. El paludismo SE manifiesta por ataques inter- mitentes de fiebre que se repiten a término fijo cada día o cada dos o tres días. Si la calentura ocurre día de por medio o sea cada 48 horas, recibe el nombre de terciana. Si se presenta cada 72 horas, dejando en claro un intervalo de dos días, se denomina entonces cuartana. Antes de entrar la fiebre experimenta el enfermo escalofríos intensos: los dientes castañetean, tiembla el cuerpo de pies a cabeza, y la piel se eriza. Pasado un tiempo, los escalofríos disminuyen gra- dualmente y empieza la fiebre: el pulso es rápido y 246 fuerte, la respiración anhelosa, duele la cabeza y la piel está seca y ardiente. Después de una o más horas el paciente empieza a sudar copiosamente, la fiebre desciende con rapidez, quedando el enfermo aliviado y tranquilo hasta un nuevo ataque de fiebre. Si no se interviene a tiempo, la enfermedad avanza lentamente, los corpúsculos rojos se destruyen, so- breviene una ane- mia profunda, en- flaquecimiento,cre- cimiento del bazo y del hígado, can- sancio y debilidad general. La malaria es responsable de un crecido número de defunciones y pre- dispone a muchas otras enfermeda- des. Si se examina por medio del mi- croscopio una gota de sangre de un enfermo atacado de paludismo, duran- te un acceso de fie- bre, se observará que los corpúsculos rojos invadidos son más grandes, más pálidos y en el interior del disco se encuentra el parásito que presenta diferentes for- mas según su grado de desarrollo y la variedad de la fiebre: una burbujita de aire, después un filamento pigmentado y por último una roseta. Cuando el pa- rásito madura se fracciona en pequeñas esferitas, cada una de las cuales constituye en nuevo individuo, que a su vez viene a alimentarse de nuevos glóbulos ro- Fig. 58. —Carlos Faveran 247 jos. Al romperse los glóbulos rojos, las toxinas acu- muladas ahí por los parásitos y el hierro desintegrado Fig. 59.—1. HEM ATOZO ARIO DE DA FIEBRE TERCIANA EN DI- FERENTES ESTADOS DE DESARROLLO. 2 y 3. Anopheles maculipennis (mosquito y larva). 4 y 5. CüLEX (mosquito y larva). 6. STEGOmya Calopus (mosquito inoculador de la fiebre amarilla). de la hemoglobina entran al torrente circulatorio, dando por resultado los síntomas de frío, fiebre y sudor 248 y el color amarillo o ictérico tan característicos en los palúdicos. Los cuerpos esféricos son los más frecuentes, pero existen otras variedades de parásitos que suelen pre- sentarse en forma de media luna o en la de cuerpos fla- gelados (1). MEDIOS DE PROPAGACION El germen del paludismo sólo subsiste eu los en- fermos y en ellos llegaría forzosamente a perecer, bien con el enfermo mismo o por la acción destructora de los remedios, si un agente exterior no se encarga de transportarlo de la sangre del enfermo a la de otras personas sanas. Este agente transmisor es el mosquito o zancudo, llamado técnicamente anofeles (anopheles maculipemis). El anofeles se distingue fácilmente del mosquito común, que no transmite la malaria, llamado cúlex, por la manera especial de pararse: con la cabeza hacia abajo y el vientre hacia arriba formando ángulo agudo con la pared; el zancudo del género cúlex asume una posición paralela a ella. Además las alas de los ano- feles están manchadas, las de los cúlex están despro- vistas de manchas :2). (1) El parásito del paludismo no es único; existen tres formas: una de ellas corresponde a la fiebre cuartana (plasmodium malariae); la segunda a la fiebre terciana (plasmodium vivax); la tercera, caracteri- zada por elementos en media luna, causa las fiebres irregulares o con- tinuas y la fiebre estivo-otoñal, así como la mayor parte de los accesos perniciosos (plasmodium falciparum). De todas las formas del parásito es esta última la más resistente a la acción de la quinina. En los perío- dos latentes del paludismo no se encuentran ya parásitos en la sangre. (2) El mosquito inoculador de la fiebre amarilla o vómito negro, es el stegomya calopus, identificado por Carlos Finlay en 1881. Se dis- tingue por dos líneas medianas y paralelas en el dorso y por sus patas negras con anillos blancos. El stegomya no se encuentra en los bosques, sino en el interior de las habitaciones. Ea hembra pone los huevos en la superficie del agua. El stegomya no se infecta sino cuando pica a un enfermo afecto de fiebre amarilla durante los tres primeros días de la enfermedad; la picadura del stegomya infectado no es virulenta más que durante doce días después de realizada la infección; la duración de la virulencia de la picadura de un mosquito infectado es muy larga, quizás 249 Cuando los anofeles pican a enfermos palúdicos y chupan su sangre toman con ella los hematozoarios, y al picar después a un individuo sano le inoculan dichos agentes patógenos, determinando así el con- tagio. La hembra del mosquito deposita los huevos sobre depósitos de agua estancada. De estos huevos nacen las larvas, que son gusanillos que se alimentan de las materias orgánicas suspendidas en el agua y que su- ben culebreando a la superficie del líquido para res- pirar el oxígeno del aire. Como carecen de tubo res- piratorio se ven obligadas para respirar a adaptarse horizoutalmente a la superficie del agua. Los cúlex, por el contrario, toman una posición oblicua en el agua y absorben el aire por medio de un tubo respi- ratorio. Al cabo de cierto tiempo, esas larvas se con- vierten en ninfas en cuyo estado cesan de alimentarse y moverse y se mantienen en la superficie de las aguas. Dos o tres días más tarde la envoltura de la ninfa se rompe y el insecto alado se escapa volando en busca de alimento. La vida larvaria y la de la ninfa, desde que se abre el huevo hasta el estado de insecto per- fecto, duran en junto unos treinta días. La lucha contra el paludismo, debe, pues, dirigirse: 1. A curar las personas infectadas, que son a su vez infectantes para el mosquito. Kn ese concepto debe recurrirse a la quinización terapéutica. Si no hay pa- ludismo en una localidad los anofeles serán necesaria- mente inofensivos. 2. A evitar la picadura de los mosquitos. Para eso es necesario proteger las habitaciones y los dormitorios con telas metálicas y mosquiteros. De esa manera se podrán aislar los enfermos para que no se propague la unos dos meses. Hay razones bien fundadas para creer que el germen de la fiebre amarilla es el Leptospira icteroides, bacteria en forma de espiral delgada, recientemente descubierta en Guayaquil por el médico japonés Hideyo Noguchi del Instituto Rockfeller de Nueva York. En 1918 logró Noguchi inmunizar animales contra la fiebre amarilla, inyec- tándoles previamente culturas muertas del Leptospira icteroides. Desde el año 1920 se. viene usando con muy buen éxito en el hombre, la vacuna preventiva de Noguchi. 250 enfermedad. Las personas que salen de noche estarán provistas de velos y guantes con objeto de librar la cara y las manos de las picaduras de los insectos. 3. A impedir el desarrollo de las larvas evitando los depósitos de agua estancada, tales como los pantanos, tarros viejos, fondos de botellas, pipas vacías, barriles, goteras defectuosas en los tejados de las casas, depre- siones de las carretas causadas por el acarreo, etc., por medio de una buena inspección sanitaria y por el dre- naje y desecación de los terrenos y la plantación de árboles que ayuden a secarlos. 4. A destruir las larvas vertiendo sobre las aguas estancadas sustancias como el petróleo o un aceite mineral cualquiera, con el objeto de impedir que las larvas puedan tomar el oxígeno del aire atmosférico y mueran en consecuencia (10 a 20 centímetros cúbicos de petróleo por metro cuadrado de agua). Esa opera- ción debe repetirse cada 15 días aproximadamente. 5. A crear una inmunización artificial por medio de la quinización preventiva (Og. 25 de clorhidrato de quinina al día). Esta medida se impone durante los meses cálidos y, principalmente, para los individuos fatigados, los alcohólicos, los centinelas de noche, los vigilantes, etc. La quinina es un específico tanto para la preven- ción como para la cura del paludismo. Como preven- tiva, debe suministrarse en las localidades en donde económicamente ño es posible librarse de los mosqui tos. El empleo de la quinina en la curación de los palú- dicos debe continuarse durante todo el tiempo que sea necesario para que no comuniquen su infección a los mosquitos y para evitar las posibles recaídas. Hay personas que llevan el germen en la sangre sin sufrir los síntomas de la enfermedad y que son siempre una fuente de infección para el anofeles. CAPITULO XVII Tuberculosis En todas las partes del mundo lucha el género humano con un enemigo formidable, invisible y sutil, que no respeta sexos, edades, razas ni categorías y que ataca de preferencia a los jóvenes, a los niños y a los débiles. Ese enemigo mundial es la tuberculosis. En esta lucha algunos vencen y rescatan su vida, pero la mayoría se rinde ante el destructor implacable y muere en plena juventud. La niñez constituye un terreno favorable para la semilla tuberculosa, la cual puede germinar en seguida y causar innumerables víctimas infantiles o conser- varse durante muchos años inadvertida esperando el momento oportuno en que habrá de efectuar su obra de destrucción. Hecho tan trascendental ha venido a comprobarse en las autopsias practicadas en niños muertos de distintas enfermedades, que presentaban, sin embargo, procesos iniciales de tuberculosis no sospechados siquiera. Cuando la tuberculosis se mani- fiesta en el adulto, raras veces está en sus comienzos: hay que ir hacia atrás, hasta la infancia, para encon- trar la infección primitiva. La Tuberculosis es contagiosa y se la consi- dera con razón, como una de las enfermedades que más pronto destruyen la vitalidad y la energía de los individuos y la que causa mayor número de defunciones. Sin embargo, la tuberculosis se puede evitar, y en su estado incipiente es completamente curable. 252 Puede ocurrir en cualquiera edad, aunque es más común y mortífera en la juventud y en la más tierna infancia. Cuando se presenta en la niñez ataca de pre- ferencia los intestinos, las meninges, los huesos, las articulaciones de la rodilla, de la cadera y de la espina dorsal y las glándulas del cuello. Pero la forma más grave y común en todas las edades es la tuberculosis pulmonar, conocida vulgar- mente con el nombre de consunción o tisis. La causa directa e inmediata de la en- fermedad es un mi- crobio,' el bacilo de Koch, descubierto en 1882, que inva- de tanto al hombre como a los anima- les domésticos, ha- ciendo excepción del carnero y la ca- bra. El bacilo se localiza sobre todo en los pulmones, aunque puede in- vadir cualquier ór- gano del cuerpo. Cinco minutos de ebullición a 100° C. aseguran su destrucción. Para adquirir la tuberculosis no basta haber toma- do el microbio, es necesario proporcionarle un terreno apropiado para su multiplicación. Predisponen a la tuberculosis todas aquellas causas que debilitan o extenúan el organismo poniéndole en estado de menor resistencia: La falta de sales calcáreas en el organismo (1), la mala ventilación, la oscuridad y Fig. 60.—-Roberto Koch O) El Dr. Ferrier, fué uno de los que estudiaron hace 20 años, la cuestión de la decalcificación en los tuberculosos. Ferrier, había notado, 253 la humedad de las habitaciones o salas de trabajo, las enfermedades largas, el alcoholismo, las vigilias y la intranquilidad de espíritu. El alcoholismo es un factor poderoso para el des- arrollo de la tuberculosis, preparando un terreno fértil a la multiplicación del Bacilo de Koch y anulando la inmunidad natural de que dispone todo organismo en perfecto funcionamiento normal. Las estadísticas nos evidencian que allí donde menos se consume alcohol, será también donde la enfermedad haya hecho meno- res estragos. Los hijos de los bebedores experimentan en alto grado, como ya hemos visto, la influencia nefasta del alcohol, que se manifiesta por una degeneración física y mental y por una susceptibilidad a la tuberculosis. La tuberculosis no se hereda, como erróneamente se cree; el contagio puede evitarse sustrayendo al niño del contacto de sus padres tuberculosos. Lo que se puede heredar de padres a hijos es la predisposición para adquirirla. Los hijos de padres tísicos tienen menos resistencia contra el desarrollo y multiplicación del bacilo tuberculoso, que los niños de padres sanos y robustos. SINTOMAS DE LA ENFERMEDAD Una persona tísica pierde el apetito, padece de tos seca, se enflaquece, pierde sus fuerzas y se siente aca- lenturada por las noches. A medida que la enferme- en esos enfermos, la frecuencia de la carie dentaria y que toda mejoría en el estado de un tuberculoso correspondía también con una mejoría del estado dentario. Tan importantes observaciones indujeron a opinar que las sales calcáreas desempeñan un gran papel en la nutrición gene- ral y que la decalcificación es un factor poderoso de la tuberculosis, pre- parando el terreno y debilitando las defensas del organismo. De tal doctrina nació el método terapéutico de la recalcificación, que consiste en combatir las causas de decalcificación (como son: los alimentos gra- sos, los ácidos como el limón y el vinagre, los alimentos fermentados: caza, quezos, licores, la sobrealimentación, etc.,) y en introducir en el organismo sales de cal susceptibles de ser asimiladas en los tejidos tcar- bonato y fosfato de cal, cloruro de calcio, etc). 254 dad progresa, los pulmones se inflaman y supuran, es decir, se convierten en pus que sale al toser, en forma de esputos o flemas. La región infectada del pulmón se destruye gradualmente, aparecen esputos sangui- nolentos y hemorragias considerables. El pecho se hunde por el enflaquecimiento y la pérdida de tejido pulmonar. Sobrevienen sudores abundantes, la fiebre se acentúa cada vez más y el enfermo se aniquila y muere al cabo de pocos meses de iniciada la enferme- dad. La voz se vuelve a menudo áspera o se pierde por invasión de las cuerdas vocales. Las glándulas del cuello que persisten durante mucho tiempo y que se pueden sentir como bolitas duras debajo de la piel, deben considerarse sospecho- sas, pues por regla general son de origen tuberculoso. La presencia del bacilo de Koch en el esputo consti- tuye una prueba absoluta de la existencia de la enfer- medad. La comprobación, por el microscopio, del bacilo de Koch no siempre da resultado, porque en muchos casos el foco tuberculoso está incomunicado con el exterior (tuberculosis encapsulada), lo que acontece en el es- tado de comienzo de la tisis pulmonar, y también en los casos de tuberculosis ganglionar, articular, cutá- nea o mucosa. En estos casos el diagnóstico específico por la tuberculina se impone. La instilación de una gota de tuberculina sobre la piel ligeramente escarifi- cada o en el ojo, produce un enrojecimiento de la piel o de la conjuntiva, si la persona es tuberculosa, y re- sulta inactiva si la persona no lo es. MEDIOS DE PROPAGACION El bacilo de Koch tiene en el hombre tres puertas de entrada: 1. Por las vías respiratorias. 2. Por las vías digestivas. 3. Por la piel y las membranas mucosas. 255 El microbio existe en el esputo, en la boca y en la sa- liva de los tísicos. Por tal motivo queda adherido en los objetos que se ponen en contacto con la boca de eses enfermos: tazas, cucharas, pipas, cepillos de dientes, etcétera. Si un tísico se humedece los dedos con saliva para volver las páginas de un libro, puede dejar los bacilos en ellas; si al toser se cubre la boca con la mano desnuda, cualquier cosa que toque después, ya sea los alimentos o la perilla de una puerta, la mano de otra persona o el juguete de un niño, queda contaminada con el bacilo. Los tísicos arrojan al suelo con los esputos, infini- dad de microbios que se depositan en los pisos, pare- des, alfombras y muebles de las habitaciones y con- servan su vitalidad durante mucho tiempo si caen en sitios húmedos y oscuros. La luz intensa del sol los mata en pocas horas. Mezclados con el polvo y suspendidos en el aire, al barrer o sacudir las habitaciones, se in- troducen en los pulmones de las personas sanas que los respiran, en quienes a menudo encuentran un cam- po fértil para su multiplicación. Los tuberculosos no alcanzan muchas veces su curación porque se reinfectan, es decir, que al recibir, en la forma antes expuesta, nuevos microbios, recaen en su enfermedad y no se curan; pero habrían logrado la salud si hubiesen ob- servado las prácticas higiénicas. Un diente cariado, una ulceración en las amígda- las o la más leve escoriación en las fosas nasales, puede servir de puerta de entrada a los microbios, los cuales pasan por los linfáticos a las glándulas del cuello o a los pulmones. Otro medio de adquirir la enfermedad, aunque por fortuna, mucho más raro que el anterior, es la in- gestión de los productos de los animales tubercu- losos. La carne y la leche de esos animales contaminan a sus consumidores, sobre todo a aquellos cuyas líneas de defensa estén quebrantadas o que padezcan de afec- ciones gastro-intestinales. La tuberculosis puede ser también inoculada por la 256 piel si hay alguna herida o rasguño, produciendo úni- camente una lesión local. Otro medio de propagación son las moscas, que al pararse en el esputo contaminado se cubren de bacilos, depositados luego en las frutas, la sal, el azúcar y otros comestibles. PARA EVITAR LA TUBERCULOSIS ES NECESARIO: 1. —Defender el organismo contra la invasión de los gérmenes de la enfermedad. 2. —Prepararlo en buenas condiciones para que caso de contaminarse con esos gérmenes, no puedan éstos de- sarrollarse por la resistencia orgánica. 3. —Tomar las mismas precauciones con los animales que suministran al hombre la leche y la carne. Como todo tísico crea al rededor de si una ZONA PELIGROSA, ES NECESARIO EVITAR TODO CON- TACTO CON ÉL. Siendo el esputo el agente portador de la enfer- medad, NO SE DEBIERA ESCUPIR EN EL SUELO sino en escupideras de bolsillo provistas de algún desinfec- tante; no hacer uso de ellas cuando se está advertido del peligro, es cometer un crimen. Bs PRECISO EVITAR QUE EL ESPUTO SE SEQUE. Dentro de su casa el tuberculoso podrá escupir en bolsas o cajas de papel especiales para el objeto, las cuales se quemarán antes que lleguen a secarse los esputos. No SE debe hablar ni TOSER cerca dE la cara de OTRA PERSONA, pues con el movimiento impulsivo de estos actos, se salpica con saliva infectada la cara de esa persona. Cúbrase con un pañuelo la boca y la na- riz al toser. / El barrido en seco de las habitaciones y el sacudir los muebles deben sustituirse por el limpiado con un trapo húmedo. Redúzcase a su mínimo todos los obje- 257 tos en donde se puede depositar el polvo, alfombras, cortinas, cuadros, etc. Todo tísico debería aislarse En su casa, ya que no hay ninguna ley que le imponga el aislamiento obligatorio, y tomar las medidas necesarias para evitar el contagio de otras personas: desinfección de los es- putos, vestidos, utensilios, ventilación enérgica de los dormitorios, fumigación del cuarto del enfermo, etc. Es PRECISO ABOLIR LA COSTUMBRE DE DAR LA MANO A TODO EL MUNDO Y LA DE BESAR A LAS PER- SONAS. El beso por cortesía no es un acto de sinceri- dad. La taberculosis, la lepra, la difteria, la tosferina, el sarampión y la escarlatina son enfermedades que comienzan por algún catarro en la nariz, boca o gar- ganta; en tales circunstancias el beso constituye una operación segura de inoculación. El mosquito, la mosca, la pulga, la rata, las cu- carachas y tantos otros animales a los que no se les declara la guerra que merecen, son enemigos del hombre por ser conductores directa e indirectamente de infecciones. El pueblo debe realizar toda clase de esfuerzos para destruir esos animales y prestar apoyo decidido a los trabajos encaminados a ese fin. Cocer cuidadosamente las carnes y la leche que se consideren sospechosas. La pasteurización de la leche destruye los bacilos tuberculosos que pudiera contener. Preparar ee organismo COMO UN MEDIO DESEAVORABEE PARA EE DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD Las personas delicadas v los hijos de tuberculosos que están propensos a adquirir la enfermedad, deben tomar una alimentación nitrogenada, sana y abundante, compuesta de leche, huevos, carne y vegetales y deben evitar los estimulantes. Pasarán la mayor parte del tiempo al aire libre y al sol, donde practicarán sus juegos, 258 paseos y ejercicios sin llegar nunca a la fatiga ni al agotamiento. Deben mantener el cuerpo erguido, respirar por la nariz y practicar respiraciones profundas. Buscarán ocupaciones al aire libre y no trabajarán en cuartos mal ventilados. Sus habitaciones deben ser lo más higiénicas posible y dormirán con las ventanas abiertas. Se tendrá cuidado de no habitar una casa donde haya estado un tísico, si no ha sido estrictamente des- infectada. No deben meterse nada en la boca que otra persona haya tenido en su boca, como lápiz, dulces, juguetes. Deben hacerse examinar los pulmones con fre- cuencia y separarse de sus parientes tuberculosos, para ponerse al abrigo de las asechanzas de esa terri- ble dolencia. Hacer la guerra sin tregua al alcoholismo. Como la tuberculosis se propaga no solamente de un hombre enfermo a otro, sino también de un animal a un hombre, no bastan las precauciones tomadas con la raza humana, sino que hay que hacerlas extensivas a los animales que nos suministran la leche y la carne: examen bacteriológico de los animales sospechosos, de la leche y de la carne, instalación higiénica de los establos, buena alimentación, etc. CURABILIDAD DE LA TUBERCULOSIS El 75% de los casos de tuberculosis se curan si se ataca la enfermedad en sus comienzos. Esa afirmación es científica, cierta, comprobada por la práctica y sancionada por la experiencia. Por lo tanto no hay motivo alguno que justifique el que se le oculte a un tuberculoso la enfermedad que padece, ya que para curarse es necesaiio que sepa la afección que sufre y ponga de su parte los medios apropiados al objeto. Engañar a un tuberculoso no diciéndole la verdad, 259 es hacerle daño, pues no conociendo el peligro que corre, no puede evitarlo (l). No se conoce hasta hoy, desgraciadamente, ningún remedio que destruya o que detenga la multiplicación de los bacilos de la enfermedad en los pulmones. La tuberculosis no confiere inmunidad al individuo como la mayor parte de las enfermedades infecciosas. Se han ensayado numerosas vacunas y sueros preparados con los productos del mismo bacilo de Koch, pero hasta ahora no han dado resultados favorables. El tratamiento racional consiste en mejorar, como hemos visto, el estado general del paciente y la resistencia vital a los microbios, con una buena ali- mentación, aire puro, ejercicios respiratorios y sol en abundancia en un clima tónico y vigorizador, de pre- ferencia a uno caliente y enervante. El aire del campo es preferible al de las ciudades, y las alturas a las re- giones bajas. El aire seco y la luz del sol son hostiles a los microbios, y el aire frío de las alturas no sola- mente está desprovisto de polvo sino que provoca un sueño profundo y vigorizante. Una de las condiciones que más se tienen en cuenta al construir los Sanatorios para tuberculosos es la aeración. En estos Sanatorios, levantados generalmente en sitios elevados y secos, están los enfermos expuestos al aire libre durante el día y la noche. Al principio es necesario abrigarlos bien para evitar un enfriamiento, pero muy pronto se aclimatan y pueden soportar impunemente los rigores del frío. Todo tísico debe evitar el alcoholismo, el tabaco y los excesos de toda clase,, lo mismo que la bárbara alimenta- ción a la fuerza y la cura exagerada de reposo que sólo contribuye a la atrofia muscular y a la acumulación de grasa en el tejido adiposo. La lucha contra la tuberculosis debe ser llevada con (1) «Por otra parte, descubrir a un tuberculoso su desgracia sin re- confortarlo inmediatamente con la demostración de su curabilidad, es acabarlo de hundir. Cuando un tuberculoso se abate de triste¿a, dismi- nuye al punto la intensidad fisiológica de su respiración y no hay modo de salvarlo».—E J. R. 260 tenacidad y constancia, no sólo por cada individuo o familia, sino también por los Gobiernos y Municipa- lidades. Al Estado corresponde el deber de apoyar, dirigir y unificar tales actividades con la aplicación rigurosa de leyes higiénicas especiales y con el establecimiento de Sanatorios. Hay más derecho de incomunicar a los tísicos que a los leprosos, puesto que la lepra, si bien es una enfermedad incurable y mortal, no tiene un desenlace tan rápido ni es tan contagiosa como la tu- berculosis. Si el Estado cree tener derecho para proteger la vida de los ciudadanos contra el ataque de gente per- versa y criminal recluyendo a ésta, con mayor razón debiera tomar medidas para proteger a los ciudadanos, contra la tuberculosis, ese otro enemigo de la pros- peridad nacional, más terrible aún que el puñal del asesino, puesto que es invisible y sutil y puede ser di- fundido por todas partes con gran rapidez, por igno- rancia y aun a sabiendas, por negligencia criminal de los enfermos o de sus allegados. CAPITULO XVIII Tifoidea y Paratifoidea La Fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa caracterizada por la penetración en la sangre, la linfa y el tejido liufoide del intestino, el bazo, las glándulas mesentéricas, la médula de los huesos, el hígado, la vesícula biliar y las meninges, de un bacilo descu- bierto en 1880 por BbeRTh. El bacilo tífico ataca única- mente al hombre y si encuentra condiciones favorables a su desarrollo, se multiplica considerablemente dando origen a la enfeimedad. Segón el bacteriólogo francés M. D’HKRELLE, el desarrollo de la fiebre tifoidea depende, hasta cierto punto, de la actividad de un microorganismo invisible: el bacteriófago intestinal, que habita normalmente en el intestino, no a expensas del organismo humano, sino a costa de otro microorganismo intestinal, el colibacilo. Cuando los bacilos tíficos o paratíficos penetran en el intestino, el bacteriófago comienza su faena deuoradora de microbios y los destruye. A esa acción bacteriófaga se debe en parte la inmunidad natural que adquieren algunas personas contra la fiebre y el que el individuo recupere la salud después de un ataque de tifoidea. La penetración del bacilo en la sangre determina el período inicial de la fiebre. Las lesiones intestinales no representan sino la localización secundaria más frecuente del bacilo. La enfermedad es una verdadera septicemia (infección de la sangre) y no una simple infección intestinal. 262 En algunas personas que han padecido de tifoidea, los bacilos pueden vivir durante algunos años en el intestino, en la vejiga de la hiel y en otros órganos sin producir daño alguno a ellos. Las deyecciones de tales individuos, llamados portadores de bacilos, son siempre una fuente de infección. El bacilo muere inmediatamente en el agua hir- Fig. 61.—Carlos Ebkrth viente y puede resistir una hora a la temperatura de 60° C. y muchos días a menos de 0o. El microbio se encuentra en la sangre, en los órga- nos infectados y en las deyecciones de los enfermos y puede vivir muchos meses en leche agria, en los ali- mentos, en el agua y aun en el hielo. Por lo general la enfermedad produce inmunidad más o menos larga contra futuras infecciones. A pesar 263 de esa inmunidad parcial, con mucha frecuencia se presentan recidivas o recaídas durante la convalecencia debidas a una nueva contaminación del intestino por medio de bilis infectada por el bacilo de Eberth. Si un cultivo de bacilos tíficos se mezcla con el suero de un individuo infectado por la misma especie bacteriana, ocurre un fenómeno que consiste en la aglomeración de los bacilos formando copos o colonias. Sobre esta propiedad fundó Widal un método de diagnóstico al que dio el nombre de suero diagnóstico. La enfermedad ataca con especialidad a las perso- nas jóvenes; después de los 45 años es más rara. En las regiones palúdicas suele manifestarse en asociación con malaria recibiendo el nombre de tifo- malaria. Las principales manifestaciones son: fiebre alta de mucha duración, dolor de cabeza y cuerpo, erupción en la piel, diarrea y postración. MEDIOS DE PROPAGACION El bacilo tífico entra en nuestro organismo por la boca con los alimentos y las aguas contaminadas: le- che, helados, ensaladas, berros, etc. Las ostras que han crecido en aguas infectadas pueden ser portadoras de bacilos. Las experiencias de ChanTEmesse, Widal y otros han demostrado que el ácido clorhídrico del jugo gás- trico es incapaz de destruir rápidamente ese agente patógeno, que puede pasar impunemente por el estó- mago en pleno período digestivo. La enfermedad puede transmitirse también por contacto directo con las personas enfermas, por medio de las manos, cuando no se ha tenido el cuidado de asear- las después de haber estado con un enfermo. Las mos- cas, que casi siempre abundan en los dormitorios de los enfermos, son los principales agentes portadores de la enfermedad. El agua de las acequias y ríos que abastecen las poblaciones y reciben las inmundicias de 264 los solares arrastradas por las lluvias, es otro gran agente portador de la enfermedad. PREVENCION Las medidas profilácticas que deben adoptarse contra esta enfermedad son: 1—Precauciones con eos enfermos. a) Aislamiento del enfermo. b) Desinfección de los utensilios y ropas del en- fermo, por la ebullición. c) Desinfección de las deyecciones, tratándolas con algún antiséptico: ácido fénico o sulfato de co- bre al 5%, formalina al 2%, cal, etc., durante dos horas, antes de arrojarlas al excusado. d) Aseo del enfermo y sus asistentes. e) Procurar que las moscas no estén en contacto con el enfermo y menos con sus deyecciones. 2. Proteger las aguas de alimentación, de modo que ofrezcan una garantía absoluta de pureza. El mejor medio de tener agua pura en las poblaciones es captar el agua de fuentes y conducirla a domicilio por cañería. El agua de las cañerías tomada de ríos es siempre más o menos impura y se debe purificar fil- trándola o hirviéndola. En los pueblos que toman el agua de las acequias debe exigirse el uso de agua her- vida y prohibirse estrictamente lavar las ropas sucias y los vasos de los enfermos en las acequias. 3. Proteger los comestibles del contacto DE LAS MOSCAS. 4. —Esterilizar o hervir la leche. 5. —Mejorar en lo posible las condiciones higié- nicas de las casas y solares. 6. —Uso de antitoxinas y vacunas. El Dr. Chan- temesse, discípulo de Pasteur y de Koch, ha obtenido un suero antitifoso de la sangre de caballos previamente inmunizados contra el Bacilo Tífico, que confiere in- munidad contra la infección del Bacilo de EbERTh. Wright ha preparado una vacuna con los microbios 265 mismos de Eberth que han sido destruidos por el calor a la temperatura de 60 grados centígrados con adición de 0,05% de lisol. ¿a vacuna DE Vincent esterilizada al éter. (El Bacilo Tífico es en extremo sensible a la acción de esta sustancia). Hay dos tipos de vacunas antitíficas: la preventiva y la curativa. La vacuna preventiva es hoy día obliga- toria en Inglaterra, los Estados Unidos y el Japón. Las personas inoculadas adquieren inmunidad con- tra la fiebre durante 1, 2, 3 ó 4 años. Se deben aplicar 3 inyecciones: la primera conteniendo 500 millones de bacilos, la segunda 1000 millones y la tercera 1500 millones. La vacunación antitífica no puede ni debe ser apli- cada más que a individuos completamente sanos. No se debe aplicar este tratamiento a los tubercu- losos, cardiacos, bríghticos, arterio-escleróticos, diabé- ticos, etc. Los palúdicos pueden someterse a la inmu- nización fuera de los períodos de los accesos. La vacunación preventiva debe aplicarse a todas aquellas personas que por sus ocupaciones están ex- puestas a la infección tífica. Su empleo tiene gran im- portancia para los médicos, enfermeros, para las fami- lias de los enfermos y para el ejército. Debe ser reco- mendada a los individuos que viven en localidades en que el agua potable es de dudosa calidad, mal vigilada y expuesta a contaminaciones. La eficacia de da vacuna antitífica curativa es aún muy discutida. Aplicada durante los primeros días de la enfermedad, parece tener una influencia fa- vorable sobre la evolución de la fiebre. Cuando el organismo se defiende mal contra las toxinas tíficas, lo que se manifiesta por alta fiebre, delirio, complicacio- nes pulmonares y cardiacas, etc., la vacuna puede causar más daño que bien. La paratifoidea es una enfermedad producida por los Bacilos Paratíficos, descubiertos en 1896 por Achard y Bensaude, que evoluciona y se manifiesta como una tifoidea. Antes del descubrimiento del bacilo 266 paratífico se confundían esas dos enfermedades y aun en la actualidad es muy difícil diferenciarlas clínica- mente. Las investigaciones del laboratorio son las únicas que permiten afimar si se trata de una u otra enfermedad. Sin embargo, presentan algunos carac- teres diferenciales, sobre todo en el modo de producirse el contagio, que es preciso tener en cuenta. La paratifoidea existe con especialidad en la zona tórrida y ocurre en todas las edades, tanto en los niños como en los viejos» No es tan benigna como se cree y algunas veces se manifiesta con vómito, diarrea y calambres, razón por la cual se la ha confundido con el Cólera Nosiras[l). El Bacilo Paratífico, a semejanza del tífico, se en- cuentra en la sangre y deyecciones del enfermo, y en el 4% de los casos de esta enfermedad, el bacilo puede vivir durante varios años en los intestinos, en el hígado, en la vesícula biliar y en otros órganos del cuerpo. Las heces de tales portadores de bacilos, son siempre una fuente de infección. La fiebre tifoidea no obra como inmunizante de la paratifoidea y las vacunas antitíficas no impiden la infección. El bacilo paratífico puede encontrarse en sujetos sanos que ninguna relación han tenido con paratíficos. Puede también transmitirse a los animales, lo que no ocurre con el bacilo de Eberth que es exclusivamente humano. Ataca a los animales domésticos, con espe- cialidad al cerdo y al ganado. El contagio puede realizarse por consiguiente, no sólo de un hombre enfermo a otro, sino también de un animal a un hombre. El bacilo se encuentra en el agua, en la leche y en la carne de animales contaminados o de portadores del germen: en los salchichones, chorizos, jamones y car- nes conservadas. Resiste el calor hasta los 70° centígrados durante U) Gorgas. «Infectious Diseases». 267 algunos minutos, lo cual explica, en parte, su difusión por medio de las carnes cocinadas. Las moscas de las carnicerías y mataderos pueden ser portadoras de la enfermedad, si las carnes están contaminadas. Para precaverse de la enfermedad se nece- sitan las mismas precauciones adoptadas contra la tifoidea. Los riesgos de la infección procedentes de las carnes se evitarán no consumiendo carne cruda o poco cocida. Ks de importancia reconocer a los individuos porta- dores del bacilo, haciendo exámenes bacteriológicos de las heces de las personas que han padecido de la en- fermedad. Tales individuos deberían excluirse de em- pleos relacionados con la preparación y confección de los alimentes. Las personas que sufren de lesiones crónicas del hígado y la vesícula biliar (ictericia, cálculos) son siempre sospechosas y deben ser some- tidas a un examen bacteriológico de las heces. Las vacunas preparadas con cultivos del Bacilo Paratífico, constituyen la principal medida profiláctica. La vacuna bacilar polivalente de Vincent está preparada con numerosas razas de bacilos tíficos y con bacilos paratíficos A y B esterilizados por el éter. CAPITULO XIX Disentería Con este nombre se designan varias formas de in- flamación del intestino grueso acompañadas de ulcera- ciones más o menos profundas de la mucosa intestinal y tejidos subyacentes, caracterizadas por dolor en el abdomen, pujo al deponer, deyecciones frecuentes, san- guinolentas y mucosas. Se distinguen dos formas principales de disentería: una causada por un parásito animal (di.-entería ami- biana), otra ocasionada por bacterias (disentería baci- lar). La disentería amibiana o amíbica es produ- cida por una amiba, descubierta por Losch en 1875 en las deyecciones disentéricas, a la que dio el nombre de ameba cotí, y en 1886 por Kartulis, en el pus de los abcesos del hígado, quien pudo experimentalmente producir fenómenos disentéricos en el gato y en el perro inyectándoles el pus hepático. Desde entonces, la amiba ha sido objeto de estudio y ha recibido dife- rentes nombres. La amiba histoeíTica de Schaudinn es la que ha sido mejor estudiada. B1 examen microscópico de las heces recien evacuacadas, de un disentérico, revela la presencia de las amibas. Se las ve moverse lentamente cambiando de forma; poseen un núcleo, vacuolas con- tráctiles y un protoplasma diferenciado en dos zonas: una clara o ectoplasma, y la otra granulosa o endo- plasma. 269 Las amibas cesan de moverse pocas horas después de haber sido expulsadas; toman una forma redonda y degeneran o se convierten, en virtud de sus natu- rales defensas, en otras formas más resistentes llama- das quistes. Las amibas mueren a la temperatura de 45° C. o en presencia del jugo gástrico del estómago, del agua oxigenada o de la quinina. Los quistes, por el contrario, resisten la acción de esos agentes, la de- secación y la luz solar. Si se hace ingerir a un animal las heces acabadas de obtener de un individuo atacado de amibas, ellas no contagian al animal, porque las amibas mueren en el estómago de éste, por la acción del ácido clorhídrico del jugo gástrico; pero si esas mismas heces son ingeridas tres días después de eva- cuadas, las amibas convertidas en quistes, mejor adap- tados, no pierden su vitalidad en el estómago del animal, pasan al intestino delgado cuya secreción alcalina disuelve la membrana que los protege y llegan al intestino grueso, en donde se multiplican produ- ciendo la enfermedad. El hombre SE infecta absorbiendo esos quistes en el agua de bebida o con los alimentos contaminados. Los quistes son un poco más grandes que un cor- púsculo rojo, poseen de uno a cuatro núcleos y una membrana doble, que protege el protoplasma. Como se encuentran en las heces, aun varios días después de expulsadas, el reconocimiento de los quistes, bajo el microscopio, es de más valor para el diagnós- tico que la presencia de las amibas. La disentería amibiana es endémica en los países cálidos; aparece lentamente sin fiebre y se caracteriza por su cronicidad y por su tendencia a complicarse con abscesos del hígado en cuyo pus se encuentra la amiba. La disentería bacilar es producida por un bacilo idéntico al tífico en cuanto a la forma y a la ausencia de los esporos, pero se diferencia del mismo por su inmovilidad. Se conocen cuatro razas del mismo ba- cilo identificadas por Shiga, Flexner y otros. El bacilo vive exclusivamente en el intestino grueso 270 del enfermo, y existe en las deyecciones en cantidades considerables. En el agua pura muere si se expone al sol durante dos horas; en el agua sucia resiste cuatro horas. El frío, la humedad y la obscuridad favorecen la vitalidad del bacilo, mientras que el calor, la dese- cación y la luz solar la destruyen. Por esa razón la enfermedad predomina en los climas templados. La enfermedad es epidémica y comienza bruscamente; va acompañada de fiebre, tiene corta duración y no cede al específico contra las amibas (alcaloide extraído de la ipecacuana conocido con el nombre de emetina). El bacilo de la disentería, a semejanza del tífico y paratífico puede vivir en el intestino durante varios años en ciertos individuos portadores de bacilos. Se presentan también casos de disentería amibo- bacilar producidos por la infección simultánea de ba- cilos y amibas, que son de importancia desde el punto de vista profiláctico y terapéutico. Existen otras infecciones intestinales indepen- dientes o asociadas a la disentería bacilar o amíbica, producidas por otros parásitos: Tricocefalos, Balantidium Coli, Trichomo- NAS INTESTINALES, ETC. El balantidium se encuentra en las ulceraciones del intestino grueso y en las deyecciones. Su vitalidad fuéra del organismo aumenta gracias a la propiedad que posee de enquistarse. El contagio de ambas formas de enfermedad SE realiza POR LOS excrementos HUMANOS, que pueden contaminar las aguas, las verduras y legum- bres, las frutas, etc. Las moscas, vasos de noche, je- ringas, termómetros rectales pueden servir de vehículo a los gérmenes de la enfermedad. Para evitar la propagación de la disentería SE recomienda: 1. —Desinfección de las heces. 2. —Aseo personal. 3. —Uso del agua hervida o filtrada. 4. —Lavado con agua hervida de las frutas y le- gumbres. 271 5. —Preservarse del contacto de las moscas. 6. —La emetina es una droga de gran valor tera- péutico y profiláctico. 7. —Los sueros y vacunas se emplean en el trata- miento y prevención de la disentería bacilar. CAPITULO XX La solitaria y las lombrices La solitaria o tenia solium es un parásito animal que vive en el intestino del hombre, adherido a él, por su cabe/a, armada de una doble corona de ganchos y de cuatro ventosas. Tiene la forma de una cinta de unos dos o tres metros de longitud y está constituida por va- rios centenares de seg- mentos conocidos vul- garmente en Costa Rica con el nombre de aza- harcillos, muy angostos cerca de la cabeza y que se van ensanchando ha- cia la cola; los últimos contienen los huevos que son expulsados con los excrementos, y tie- nen la propiedad de di- latarse y contraerse. Si las heces no son recogi- das en un lugar seguro, en un excusado sanitario, sino que han quedado esparcidas en el suelo, al alcance de los cerdos, éstos ingieren con las materias fecales los segmentos y huevos del parásito. El jugo gástrico del cerdo, disolviendo la membrana que envuelve los Fig. 62.-CABEZA Y HUEVO DE SOEITARIA 273 huevos, deja en libertad los embriones, los cuales atra- viesan las paredes del intestino, penetran en los vasos y, llevados por el torrente circulatorio, van a fijarse en los músculos en donde forman unas vejiguitas peque- ñas llamadas cisticercos, que contienen las larvas del parásito. El cisticerco, si no llega a otro huésped, sufre la degeneración calcárea, pero si llega al intes- tino del hombre, introducido por la carne del cerdo cruda o poco cocinada, se desarrolla y se convierte en parásito adulto. Tres meses después de la ingestión del cisticerco, el parásito ha adquirido su completo desarrollo, que se reconoce por la aparición de los segmentos o aza harcillos en las heces. Los cerdos infectados se reconocen por los cisticer- cos que se encuentran a cada lado del frenillo de la lengua (frutilla). Para impedir la infección parasitaria deben observarse los siguientes preceptos higiénicos: 1. Tratamiento de las personas infectadas. 2. Construcción de excusados sanitarios. 3. Inspección severa de las carnes destinadas al consumo. Los cerdos con frutilla serán decomisados. 4. No usar carne mal cocinada. 5. Lavar las frutas y legumbres. 6. Hervir o filtrar el agua. 7. Evitar las moscas. 8. Evitar la sociedad íntima con los animales do- mésticos. LAS LOMBRICES En Costa Rica, son las lombrices (Ascans lumbri- coides) los parásitos que con más frecuencia se en- cuentran en las personas, siendo la causa principal de los desórdenes intestinales en los niños. Residen gene- ralmente en el intestino delgado y allí toman su ali- mento. Algunas veces pasan al estómago, causando dolores agudos y vómitos. La hembra produce millones 274 de huevos, de forma elíptica, recubiertos de una gruesa membrana, que la bilis tiñe de amarillo. La lombriz no se reproduce en el intestino; sólo después de haber sido arrojado con las heces fecales y en presencia del aire y de la tierra húmeda, es que el huevo pasa al estado embrional. Los niños que habitan casas con pisos de tierra y se arrastran por ellos, están más expuestos a ingerir estos embriones, con los millo- nes de gérmenes que llevan a su boca los jugue- tes, alimentos y golosinas que han estado en contacto con el suelo. En el estómago, el huevo del ascáride pierde su cáscara, que se disuelve en el jugo gástrico, y el embrión puesto en libertad, acaba de desarrollare en el intestino delgado. Fig. 63.—Ascaris lumbricoides. (Huevo y parásito) En los adultos, el contagio llega en los alimentos y el agua. Los niños atacados de lombrices enflaque- cen, se ponen pálidos; sienten comezón en la nariz y en el ano; tienen el vientre voluminoso, sobresalto durante el sueño, sensación de algo atascado en la gar- ganta, apetito voraz en ocasiones, en otras nulo, deseo irresistible de comer tierra, tos seca, vómitos, el vien- tre a veces estreñido, a veces flojo, nerviosidad exce- 275 siva, dolor de estómago y de los intestinos, convul- siones, fiebres; los niños duermen con los ojos en- treabiertos y rechinan los dientes. MEDIDAS PREVENTIVAS Se debe hacer lo posible por mantener los niños en el mayor aseo; también las habitaciones, en particular los pisos. Procúrese que los niños no se arrastren por el suelo, ni usen engañador, ni se mamen el dedo. Es bueno acostumbrarlos a que hagan sus deposiciones en bacinilla. Como medida de capital importancia, si no se dispone de una excelente agua de fuente, debe tomarse el agua sólo filtrada o hervida. Las frutas y legumbres que se consumen crudas, se deben lavar primero con agua hervida. CAPITULO XXI Difteria La difteria es una enfermedad contagiosa, muy común en los niños, caracterizada por la formación de falsas membranas en la garganta y amígdalas, que van extendiéndose gradualmente a la laringe hasta obstruir las vías respiratorias y producir asfixia, y por síntomas generales de intoxicación. El germen de la enfermedad es el bacilo de Klebs Loeffler, descubierto en 1884, que se encuentra en las falsas membranas y en la expectoración. Este bacilo actúa por una toxina que segrega veneno en extremo violento. Se encuentra con frecuencia asociado al es- treptococo y estafilococo. Conserva durante mucho tiempo su poder infec- tante y permanece en la boca del enfermo mucho tiempo después de la convalecencia. Se encuentra también en el polvo, en las paredes y muebles del cuarto del enfermo. La enfermedad comienza por dolor de garganta y fiebre. Las primeras manifestaciones son tan benig- nas que pasan a menudo desapercibidas, hasta que el crup característico, la disnea y la asfixia vienen a in- dicar la naturaleza de la enfermedad. La muerte puede ser el resultado de una asfixia por obstrucción de la laringe o de una intoxicación de la sangre con los productos venenosos bacteriales. 277 El contagio se realiza: 1.—Por contacto directo de una persona a otra, cuando los residuos de las falsas membranas u otras secreciones llegan a la garganta de la persona sana. Como el bacilo puede conservarse mucho tiempo eu la boca y garganta de una persona, ésta puede transmitir la enfermedad a otra, mucho tiempo después de ha- berla tenido. De esa manera se explican los casos esporádicos. Fig. 64.—Fedkrico Lofffler 2.—De un modo indirecto por medio de las ropas o utensilios del enfermo, por las moscas o por leche contaminada por algún ordeñador convaleciente de la enfermedad. 278 MEDIDAS PROFILACTICAS El contagio se evita: 1. Por el aislamiento de los enfermos y casos sospe- chosos. Los enfermos serán recluidos hasta 3 semanas después de que las membranas hayan desaparecido. Los niños que habitan en casas infectadas deberán someterse a un examen diario de la garganta y no se les debe permitir asistir a la escuela, puesto que pue- den llevar el contagio en el vestido. 2. Por la desinfección completa del cuarto de aisla- miento con fumigaciones, y por la de las ropas y obje- tos que han estado en contacto con el paciente, por la ebullición en el agua o por medio de autoclaves. Las salivas, esputos y membranas del enfermo, y sus li- bros y juguetes serán destruidos por el fuego. Los asistentes del enfermo tomarán las precauciones ya indicadas. 3. Las inyecciones preventivas de suero antidiftérico poseen una acción inmunizante efectiva durante dos, tres o cuatro semanas. Los niños o adultos que hayan estado expuestos al contagio, se pueden proteger de la enfermedad, administrándoles 1000 unidades (l) del suero. (i) L/A unidad de medida adoptada por Erhlich en seroterapia, es la cantidad de antitoxina que inmuniza a un cuilo inyectado con 100 dosis mortales de toxina. L/A reacción de Shick permite establecer la existencia o la ausen- cia de susceptibilidad a la difteria. Se practica inyectando en la piel 2 centímetros cúbicos de toxina diftérica correspondiente a un quincuagésimo de la dosis mortal para un cuilo. Si la reacción es posi- tiva, se ve aparecer al cabo de 24 ó 48 horas en el punto de inyección, una zona rojiza seguida al cabo de 6 a 7 días de una descamación de la piel. Esta reación es negativa en los sujetos refractarios a la difteria y es positiva en los sujetos infectados o susceptibles a la infección difté- rica. Eos niños que dan reacción negativa están inmunes y pueden asis- tir a la escuela sin precauciones particulares, mientras que los de reac- ción positiva serán aislados y sometidos a inyecciones preventivas. Hay que tener en cuenta, que los portadores de bacilos, aunque dan reac- ción negativa por estar ellos inmunizados, pueden siempre constituir origen de contagio. Ea reacción de Shick puede utilizarse como medio de diagnóstico en los casos dudosos, pues está bien demostrado que el suero sanguíneo de los diftéricos no contiene cuerpos defensores. Debe emplearse una toxina recientemente preparada en un laboratorio. 279 El suero antidiftérico, es, además, un agente tera- péutico de primer orden. Las inyecciones darán tanto mayor resultado cuanto más temprano se apliquen. De 4120 casos tratados por la «American Pediatric SociETY» de los Estados Unidos, la mortalidad en los inyectados durante el primer día de la enfermedad al- canzó un 4,7%; durante el segundo día un 8%, du- rante el cuarto día un 29,7% y durante el quinto día un 35,3%. El suero se debe aplicar en cada caso sospechoso sin esperar a que se confirme el diagnóstico. La mor- talidad por difteria ha disminuido considerablemente desde la introducción del suero por Behring en 1894, oscilando entre el 5 y el 15% según la época en que se aplique. Antes del empleo de la antitoxina, la mor- talidad por difteria alcanzaba un cincuenta por ciento y aun más. La dosis de suero para el tratamiento curativo dependerá enteramente de la severidad que presente la enfermedad, como también del tiempo que haya transcurrido desde el principio de la infección. En casos benignos y cuando se empieza el tratamiento muy al principio, pueden bastar de 3000 a 5000 unidades; cuando el desarrollo de la infección ha sido rápido, se deben administrar 7000 a 10000 uni- dades, y en casos de mucha gravedad hasta 50000 unidades. En todos los casos, si no se nota una notable mejo- ría, la dosis debe ser repetida en los días siguientes. Lo más prudente es aplicar desde el principio una dosis máxima de suero, ya que no es posible esperar de dosis pequeñas repetidas a intervalos, los mismos buenos re- sultados que de una dosis fuerte aplicada al principiar el ataque. En los períodos iniciales de la enfermedad o en los casos benignos puede aplicarse la inyección subcutá- neamente; pero en casos graves, la inyección intrave- nosa se impone. La urticaria y otras erupciones déla piel, acompa- ñadas de fiebre, que suelen aparecer pocos días des- 280 pues de una inyección de suero, no tienen consecuen- cia alguna (1). 4. Por el mejoramiento de las condiciones higié- nicas de las casas y solares, por el drenaje, aseo, buena iluminación, etc. (i) En general, una primera inyección de cualquier suero de ca- ballo no determina accidentes, o los determina muy ligeros. Si se practican una o más inyecciones en los días sucesivos, com- pruébase la misma inocuidad. Pero si se reinyecta al cabo de cierto tiempo (dos o cuatro semanas) se producen algunas veces, en los indivi- duos demasiado sensibles a la acción del suero, serios fenómenos que pueden ser fatales: fiebre, erupciones cutáneas, disnea, convulsiones, etcétera. Eso demuestra que la primera inyección ha hecho al organismo más sensible al veneno, hipersensibilidad que Richet ha designado con el nombre de anafilaxis (del griego: ana, al revés y phylaxis, preser- vación.) Las reinyecciones deben efectuarse, por consiguiente, antes de la expiración del estado anafiláctico, es decir, antes de la expiración de un plazo de diez a doce días de la primera inyección de suero. CAPITULO XXII Influenza epidémica El microorganismo productor de la influenza epidé- mica no ha sido aún identificado. Las bacterias que se encuentran algunas veces en los esputos y secreciones de la boca y fosas nasales son: el neumococo, el estrep- tococo y el Bacilo de Pfeiffer. La enfermedad es exclusivamente humana y ocurre en forma epidémica en todas partes del mundo. La última epidemia que hizo estragos durante los años 1918, 1919 y 1920, ha sido considerada como la más severa que se ha presentado hasta ahora. La inmunidad que confiere la enfermedad no es absoluta; puede ésta repetir en el mismo individuo. La influenza está caracterizada especialmente por trastornos respiratorios y por su tendencia a compli- carse con otras enfermedades infecciosas, como la neu- monía y la tuberculosis. PREVENCION Como el contagio se realiza por el aire y muy ex- cepcionalmente por contacto directo de una persona a otra, la profilaxis contra la enfermedad es práctica- mente imposible. El aislamiento resulta completa- mente ineficaz. El enfermo guardará cama en un cuarto ventilado y calentado artificialmente para evitar las complicacio- nes que son las más frecuentes. 282 Como la causa bacteriológica déla enfermedad, no se ha determinado todavía, no se ha podido preparar ningún suero inmunizante. Los ingleses han prepa- rado una vacuna preventiva con cultivos de los micro- bios de Pfeiffer, de neumococos y estreptococos. B1 suero antineumocóccico no siempre da buenos resul- tados. Las inyecciones intravenosas de suero de convale- cientes ha dado buenos resultados en el tratamiento de la enfermedad, así como las inyecciones intravenosas de los metales coloidales y, de un modo especial, del electrargol. Los individuos se deben colocar en buenas condi- ciones higiénicas a fin de aumentar su resistencia y vitalidad por medio del ejercicio diario, el baño de aire y de sol, la buena alimentación, etc. CAPITULO XXIII Fiebres eruptivas, Tosferina y Paperas Las principales enfermedades contagiosas caracte- rizadas por erupciones o sarpullidos en la piel son: Viruela, Varicela, Escarlatina, Sarampión y Ru- béola. La Viruela, ya casi no existe, gracias a la vacuna obligatoria de Jenner cuya acción inmunizante dura muchos años. La viruela loca o varicela, es una enfermedad que generalmente se desarrolla en los niños y jóvenes, pero que también puede ocurrir en los adultos, aun- que con mucho menos frecuencia. Es la enfermedad eruptiva que más suele confun- dirse con la viruela. Con motivo de las lamentables confusiones que ocurren a veces entre la viruela y varicela, equivoca- ciones que traen por resultado infundadas alarmas en el público, hemos considerado de importancia referir- nos al diagnóstico diferencial entre estas dos enferme- dades. A los casos de viruela generalmente precede un estado morboso que suele durar dos días antes de brotar la erupción, caracterizado por dolor de cabeza, escalo- fríos, náuseas y vómito, y sobre todo dolor excesivo de la espalda. Tratándose de viruela loca el período de invasión no tiene gran importancia; la fiebre y la erupción por lo regular se manifiestan simultánea- mente sin síntomas preliminares. En ambas enferme- 284 dades la erupción consiste en protuberancias de la piel o pápulas que se convierten sucesivamente en veji- guillas llenas de un líquido claro (vesículas) que se vuelven purulentas (pústulas) después de algunos días. En 1a. varicela la erupción aparece durante el primer día, y en el transcurso de la enfermedad siguen apa- reciendo nuevos grupos eruptivos; en la viruela no se presenta hasta el tercer día de iniciada la enfermedad, sin que después aparezcan nuevos brotes eruptivos. En la varicela las pápulas se convierten al segundo día en vesículas superficiales y no están rodeadas de una área inflamatoria y al tercero comienzan a secarse formando costras que caen muy pronto y no suelen dejar ninguna cicatriz; en la viruela las pápulas son duras y resistentes y se pueden palpar debajo de la piel, como municiones, antes de ser visibles, tardan tres días para convertirse en vesículas y tres o cuatro días más para llegar a ser pústulas, las cuales van acompañadas de una área inflamatoria considerable, a extremo de desfigurar las facciones del paciente. Así es que, tratándose de viruela loca, la erupción alcanza su madurez en dos días; mientras que la viruela tarda para llegar a su completo desarrollo seis o siete. La distribución de la erupción es diferente en ambos casos: en varicela comienza por lo general en el tronco; en viruela, la cara y las extremidades son las pri- meras atacadas. Al brotarse el enfermo con viruela, la temperatura baja, pero la fiebre se manifiesta otra vez a medida que la erupción se desarrolla; mientras que en varicela cada brote eruptivo va acompañado de una elevación de temperatura. El flúido vacuno protege al individuo de la viruela y no de la varicela. Si el caso es de varicela, y el paciente no ha sido vacunado, el flúido vacuno inyectado «pega»; si se trata de viruela, la vacuna no da resultado. El sarampión comienza por una infección catarral en los ojos, nariz, garganta y bronquios, que se mani- fiesta por tos, estornudos, lagrimeo y enrojecimiento de la conjuntiva. Hacia el cuarto día aparece la erup- ción de pequeños puntos rojizos en la cara, cuello, 285 tronco y extremidades. Algunas veces, al comienzo de la enfermedad aparecen en las membranas mucosas de las mejillas y labios un número variable de pequeños puntitos blancos: los puntos de Koplik. Es de impor- tancia reconocer esos puntos porque se puede, por este síntoma, hacer el diagnóstico precoz y adoptar las medidas profilácticas antes de que la enfermedad sea contagiosa. La ESCARLATINA es la más grave de las fiebres eruptivas; puede producir la muerte en pocas horas por la virulencia del agente infeccioso, o más tardía- mente, a consecuencia de la infección de los oídos, ganglios linfáticos, articulaciones y riñones. Comienza, después de un período de incubación de 4 a 7 días, por fiebre alta, angina y dolor de cabeza. Al segundo día aparece la erupción característica de color rojo escarlata, que comienza en el cuello y el pecho, se extiende después por todo el cuerpo y dura generalmente de 3 a 5 días. Al 79 día de la enferme- dad, comienza el período de la descamación de la epi- dermis, que dura de 2 a tres semanas. La nefritis ESCArlatinosa es una infección se- cundaria del riñón que no aparece antes de los quince días y está caracterizada por orina escasa, albuminosa y sanguinolenta, por hinchazón en todo el cuerpo y por una tendencia a la uremia (supresión de la orina, convulsiones, etc.) La Rubéola es bastante parecida al sarampión, pero faltan la fiebre y los fenómenos catarrales. La hinchazón de las glándulas del cuello es una característica de la enfermedad. Las Paperas son una hinchazón de una o ambas glándulas parótidas, situadas en frente, debajo y atrás del oído. La hinchazón produce dolor al abrir la boca e impide la masticación. La tosferina es una tos convulsiva seguida de una inspiración prolongada y ruidosa (crup). Se com- plica frecuentemente con bronconeumonía. Todas estas enfermedades son epidémicas y conta- giosas y deben de ser producidas por microorganismos 286 aún desconocidos, con excepción de la tosferina cuyo agente infeccioso ha sido identificado en los esputos del paciente, durante la primera semana de la enfer- medad. Atacan con frecuencia a los niños y se propagan por contacto directo con los enfermos, escamas, espu- tos y secreciones de la nariz y garganta. Las medidas profilácticas adaptables a todas esas enfermedades se reducen a dos: Aislamiento del enfermo y desinfección de sus secreciones. El período de aislamiento varía según la enferme- dad: 15 días para la viruela loca, el sarampión y las paperas, 40 días para la escarlatina y 45 días para la tosferina. Un médico inglés, el Dr. Milne, ha reducido el período de infectividad de la escarlatina, esterilizando las regiones en donde se conserva, se multiplica y se difunde el virus escarlatinoso. Su técnica es la si- guiente: 1. —Aplicación de aceite de oliva fenicada al 10% en la garganta. 2. —Fricción de la piel con esencia de eucalipto durante 15 días. Milne asegura que todos los escarlatinosos tratados de este modo, dejan de ser contagiosos desde el prin- cipio del tratamiento. La profilaxis de la tosferina se reduce a recoger, destruir o esterilizar las mucosidades de la expectora- ción. Las vacunas contra la tosferina han dado resul- tados profilácticos y terapéuticos. Para asistir a los enfermos se preferirán las per- sonas que han quedado inmunes a consecuencia de un ataque de la enfermedad de que se trata. Si se trata de viruela, la vacuna constituye la principal medida preventiva. CAPITULO XXIV Tétano y Carbón I. — Téta no El tétano es una enfermedad infecciosa y aguda causada por la toxina del Bacilo Tetánico descubierto en 1883 por Nicolaier. El bacilo se presenta bajo la forma de bastoncillos cortos provistos de una gran cantidad de largas pes- tañas que se desprenden en el momento de la esporu- lación. Los esporos aparecen en una de las extremidades en forma de alfileres o palillos de tambor, son muy resistentes, soportan la ebullición del agua por 4 ó 5 minutos y una temperatura de 80° C. por 6 horas. El bacilo es anaerobio, es decir vive en un medio despro- visto de aire y se encuentra en el suelo, especialmente cerca de las caballerizas, y en el pus de las heridas tetánicas. Entra en nuestro sistema por alguna herida de la piel o después de una operación quirúrgica prac- ticada con instrumentos mal desinfectados. El uso corriente, en nuestro país, de extraer las niguas con agujas sucias y sin previa esterilización de la piel, es causa común de una infección tetánica. Las heridas profundas practicadas con clavos he- rrumbrados u otros objetos sucios, son las más peli- grosas, pues el bacilo puede desarrollarse en ellas a 288 cubierto del aire y de la luz, condiciones que favorecen su vitalidad. Nicolaier logró producir el tétano en ratones y co- nejos inyectándoles tierra de diferentes sitios, pero nunca pudo obtener un cultivo puro del microorga- nismo. En 1889, Kitasato pudo aislar el bacilo y ob- tener cultivos puros, valiéndose de una técnica anaeró- bica, cultivando el germen en una atmósfera de hidró- geno. Este trabajo de importancia trascendental dió por resultado el descubrimiento del suero antitetánicó, al año siguiente, por Behring y Kitasato, que fué el punto de partida de la seroterapia. El bacilo del tétano no es distribuido en el organismo por el torrente circulatorio; se localiza en el punto de inoculación y no actúa sino por sus toxinas, que tie- nen una afinidad marcada por los tejidos de los nervios (células motoras de la espina dorsal y del cerebro). Ka enfermedad se manifiesta por espasmos o calam- bres musculares, en extremo dolorosos, que afectan particularmente los músculos de la quijada y cuello, extendiéndose estos espasmos en los casos graves a todos los músculos del cuerpo. Al afectar los músculos respiratorios puede ocasionar la muerte por asfixia. Profilaxis: La antitoxina tetánica es de gran seguridad y eficacia para prevenir el desarrollo del tétano. Debe ser aplicada antes de que se presenten los síntomas de la enfermedad, porque después que la toxina tetánica ha atacado las células del sistema nervioso, ya no pro- duce efecto. El suero antitetánico, si se administra como profi- láctico, puede inyectarse subcutáneamente, pero si los síntomas del tétano ya están presentes, la inyección deberá administrarse por vía intravenosa, y si el estado del enfermo fuese grave la inyección debe aplicarse por vía intraespinal. La dosis inmunizante es de 1500 unidades. La inmunidad conferida por el suero es solamente temporal. Después de su eliminación del organismo al 159 día) los esporos vuelven a desarrollarse y a verter toxinas en la circulación. 289 Las heridas, rasguños y granos sospechosos debe- rán ser tratados antisépticamente. La tintura de iodo neutraliza la toxina tetánica. En los casos en que el suero ha sido ineficaz, las inyecciones hipodérmicas de ácido fénico al 3% (dos centímetros cúbicos cada tres horas) administradas a los lados de la espina dorsal, producen un efecto cura- tivo neutralizando la toxina tetánica. Esta acción tan favorable del ácido fénico en el tratamiento del tétano declarado puede utilizarse preventivamente en combi- nación con el suero antitetánico. Siendo anaerobio el bacilo de NicolaiER, perece en contacto con el oxígeno, especialmente con el oxígeno naciente; por eso el agua oxigenada es un desinfec- tante especialmente eficaz para las heridas tetánicas. El oxígeno actúa no solamente sobre el bacilo sino también sóbrela toxina. Las insuflaciones de la herida con aire caliente dan también buenos resultados, así como la exposición de la herida a la acción bactericida de los rayos solares. Cuando hay razón de temer el desarrollo del tétano, la herida debe abrirse bastante por medio de una inci- sión para limpiarla antisépticamente y exponerla al aire. 2. — Carbón El carbón, carbunclo o ántrax es una enfemedad infecciosa que se transmite directa o indirectamente de los animales al hombre y que se manifiesta de dos modos distintos, según sea la puerta de entrada y la localización del agente infeccioso. Si éste penetra en la piel por inoculación, se localiza generalmente en el punto de entrada determinado la pústula maligna; si entra por las vías respiratorias o digestivas se declara una enfermedad generalizada (septicemia carbunclosa) casi siempre mortal, caracterizada por fiebre y neu- monía si ha sido inspirado, o por calambres, diarrea y vómito si ha sido ingerido. 290 El carbón es producido por el Bacillus anthracis, que se presenta en forma de bastoncillos. Bajo ciertas con- diciones produce esporos (en presencia del oxígeno o cuando se le cultiva artificialmente, y nunca en tejidos vivos) que son más largos que el bacilo mismo v que- dan libres una vez que han alcanzado su completo desarrollo. Los esporos son muy resistentes, pudiendo resistir la desecación durante años enteros. El bacilo muere al cabo de 2 minutos en una solución de ácido carbólico al 1%, mientras que los esporos soportan la misma solución sin perder su vitalidad durante una semana. La luz solar hace perder rápidamente la viru- lencia de los esporos. MEDIOS DE ADQUIRIR LA ENFERMEDAD Los esporos se encuentran en los prados infectados con los despojos de animales carbunclosos. Los pastos infectados son ingeridos por los animales herbívoros, los cuales transmiten la enfermedad al hombie por su carne y la leche. La picadura de insectos que se han nutrido de des- pojos o de animales carblunclosos puede transmitir la enfermedad al hombre y a los animales (pústula ma- ligna). Las pieles, pelo, lana, cuernos, recogidos en lu- gares infectados, pueden transmitir los gérmenes de la enfermedad. Por eso pueden contraería los curtido- res, tapiceros, zapateros, carniceros, etc. Por la vía pulmonar se adquiere, por inhalación de productos carbunclosos. PREVENCION Los animales atacados no deben llevarse al mata- dero; ni sus productos deben utilizarse para el con- sumo. Los cadáveres de animales infectados serán destruidos por el fuego. Los objetos que han estado en 291 contacto con la sangre, excreciones y despojos de ani- males enfermos se desinfectarán rigurosamente, así como los establos. Los individuos que presenten lesiones en las manos se abstendrán de practicar operaciones en los mata- deros. Se impedirá la contaminación de los potreros ais- lando los animales enfermos. En los distritos muy perjudicados por la enferme- dad, es beneficiosa la inoculación preventiva de Pas- teur (inoculación de cultivos atenuados por el calor), aunque no se consigue una inmunidad absoluta. La lesión local o pústula maligna debe tratarse quirúrgicamente por medio de antisépticos, cáusticos o el raspado, lo más pronto posible, a fin de evitar una posible septicemia. La sero terapia anticarbunclosa y los arsenicales orgánicos han dado, en algunos casos, resultados satisfactorios en el tratamiento general del carbunclo. CONCLUSION Para terminar reproducimos del libro de Irving Fisher y Eugene Fisk «How to live» los siguientes diez y seis preceptos de higiene personal, clasificados en cuatro grupos, bajo los nombres de aire, alimen- to, VENENOS y ACTIVIDAD. I. - AIRE 1. —Habitar cuartos bien ventilados. 2. —Llevar vestidos ligeros, holgados y porosos. 3. —Buscar ocupaciones y diversiones al aire libre. 4. —Dormir, si fuere posible, al aire libre. 5. —Hacer respiraciones profundas y respirar por la nariz. II. - ALIMENTO 6. —Evitar comer demasiado y engordar mucho