,r GUIA PRACTICA PARA EL ISO ÜE LAS AGUAS MINERALES miot DE LA ISLA DE CUBA POR EL 055Z5 ■iflfonío *W j ü*tM, Profesor de medicina y cirujía, primer ayudante médico del cuerpo de sanidad militar, condecorado con varias cruces de distinción: socio de algunas corporaciones científicas; y nombrado director de estos baños en los militares durante la temporada de marzo y abril de 1852. IMPRENTA DEL GOIUERXO TOl! S. M. 1853. WB1 V798$ 1853 GUIA PRACTICA LELOS Hombrado por el Escmo. Si\ Capitán General de esta Isla D. José de la Concha, para dirijir en la temporada de este año la aplicación de las provecho- sas aguas de S, Diego de los Baños, á los soldados que para la curación de sus dolencias eran allí conducidos; traté de aprovechar la oportunidad que se me ofre- cía para hacer bajo todos conceptos el mas detenido estudio sobre unas aguas de las cuales tantas maravi- llas y tantos desengaños á un mismo tiempo habían lle- gado á mis oidos; y partí determinado á consagrar á la observación todos los momentos que pudiera con el objeto de definir, clasificar y fijar de una vez si posible fuera, la naturaleza, calidad, propiedades, usos y mo- do de aplicación de unos manantiales, sobre cuyos es- treñios eran tantos los pareceres cuantas las personas instruidas á quienes consultara. La opinión jeneral me señalaba estos baños como escitantes, y algunos me ponderaban sus virludes sedativas: muchos me exaje- raban la elevada temperatura de que gozan, mientras oia á otros negar redondamente que fueran termales: las marcadas emanaciones del gas sulfhídrico probaba, según algunos, su naturaleza sulfurosa, á la par que no pocos los consideraban como puramente salinos; y de- seando en medio de este caos hallar una senda que me guiara y condujera al mayor acierto, traté de reunir cuantos aníeccdentts me fuese posible sobre la mate- II ria, y trazar por ellos la conducta ulterior que seguir debiera en la dirección y aplicación de estos manan- tiales. Recorramos pues los trabajos que sobre las a- guas minerales de San Diego se han hecho, y sepamos si hasta el presente se han clasificado de un modo con- veniente sus propiedades, y establecido las reglas y le- yes conducentes para su administración oportuna. Lo que á mi noticia ha llegado es una especie de Reglamento que hasta ahora se entregaba todos los años al capitán conductor de la tropa que iba a los ba- ños: una sucinta memoria escrita por el Dr. D. Ma- nuel del Camino, y publicada en 1832 en la Habana por el Dr. D. F. Alonso y Fernandez: el análisis quí- mico que publicó en Paris en 1848 el farmacéutico Mr. Mialhe, y por último la descripción del partido y baños de San Diego &,c, dada en la Habana el año 1851 por el Dr. D. Isidro Sánchez Rodríguez. El reglamento que he indicado no es mas que la fiel espresion del empirismo ó rutinaria costumbre es- tablecida por los años. Esta rancia práctica ninguna distinción hace ni de las constituciones, ni de las en- fermedades; y á pesar de hallarse en San Diego tres baños principales, cuales son, la Paila de baja tem- peratura, y el Templado y el Tigre de muchos grados de calórico; sin embargo, este rutinario empirismo es- tablece para todos un número determinado de baños sucesivos en la Paila, Templado y Tigre, intermedia- dos de algunos purgantes; y en el reglamento que re- cibe el capitán de la tropa, se leen únicamente dos ar- tículos relativos á la parte terapéutica previniéndose en ellos igual número, sucesión de baños y de pur- gantes establecida por la costumbre. Me parece que en el adelantado siglo en que vivimos no debiera mal- gastar el tiempo en refutar tamaño absurdo; pero esta costumbre envejecida se halla demasiadamente arrai- gada en el ánimo del vulgo: arrastra por desgracia en pos de sí un considerable número de enfermos; y aun es aconsejada por algunos inadvertidos profesores. DON JOSÉ GUTIERRES DE LA CONCHA., GiWazoa, Qmaoiiea il is&aiataaa, ¿íeaadoi ded trtbetao, cafniClelo |iAo|-e¿o de La dVdea de ¿Taati-aao, aVaa cVu,z dfe la cTOeaC w dUtLoaat- da ólüea ¿e ^álPti. 3. ° , u «ie Ea ©fomeúcaaa ie oLafteC ia, ^ató- Ltca, MgAaa ot-tci/aK de ta ¿CejLoa de aoaot Je iT'i.clyicuCL, coadecoVaao coa la cVaz de citatta ctctóe, aoJ- ae te^ceia u doi- de &eawada kM ú/á-. cto couta.aduckAuo, de La <%e,aí 11 mÁlLtai ól(W de a. Peinando, u, coa ottai- uatiai cUuiei de di/^ttaci/oa ho% accionen áe aneóla, «Je— nueate Mg,eaeUa oe Lo6- ©¿é\a,loi aacLoaalW, ^¿eatiC ¿Tvóoyn&le ^e acá- mala Oe ¿7. ©W. coa ejelcúcLO, ^o&e.'inau&oí u. ^/akltaa M^eaetal! aae lux. M,do oe La QJita oo Hoiiva etc. etc. etc. Escmo. Sr. Onlre /jd tn/ntfód iecaeMod e/ae notan e/inamcn/e tiio/uu/au/e ct wuám/e nwnwe ae ¿/ . Ó. en ed/a /e/m ^/ton- é'a a econemtra, cconn en /a cun/t/tra, /e- r/ /o-nor de j/teu~ cer /a can/tan ja de fy. £>., v ¿y, rcii/aa, a /«dar- de /e/, ed- cadeZ de wu'd cancctin/en/ed, me dedve/e ada a ae- eucai/a a (y. &. ae aiu'cn en iea/aaa Moca/e. f/jtanede faed (y. (&. teci/üm canic» ttna aevt/nuied/ta ae /a, ed/iema aa- niüac/on, aMeao n ied/ie/o gae dümMe /e /enmo a/ edc/a- teaao jento, a /ad eininm/cd tü/at/cd, ti a /a c/evaaa aa- /ouaaa ae /y. £•'.

postenizante como él dice, pero ténganse presentes los esfuerzos del organismo al entrar en este baño desde una atmósfera de muchos menos grados de calórico, y véase si será su acción directa y esclusivamente se- dante. Del mismo modo creo vicioso juzgar de las vir- tudes de un agua por la acción de los elementos que entran en su composición, y no de los principios mine- ralizadores que los tales elementos forman. Y aun cuando así fuese, ¿cuáles son los efectos que atribuye Sánchez á estos elementos?... .Una virtud ó acción sedativa en todos ellos, la hipostenizante. Segura- mente no desconoce el doctor Sánchez que nada tie- ne de constante la. acción de las sustancias medica- mentosas, que la fuerza y la debilidad jamás son uni- formes, y que á escepcion del calor y del frió y o- tros estimulantes y sedantes mecánicos no existen medicamentos esclusivamente estimulantes ó contra- estimulantes, pues siempre á su acción dinámica se asocian otras especiales, que producen una ac- ción complexa, sui géneris y especial. Pero el doctor Sánchez al redactar su memoria abrió la materia médica de Giacómini y copió lo que VI allí se estampa de las sustancias medicamentosas que forman parte de las aguas de San Diego: trasladó la inútil serie de autores con sus citas y llamadas tal como en dicha obra de Giacómini se encuen- tran; y como era natural, señaló á todos los princi- pios la propiedad sedante, calmante ó hipostenizan- te con que aquel sistemático autor los clasifica; y se lanzó á un sistema, olvidado sin duda, que el que á un sistema se esclaviza, va caminando sin sentirlo al error, en el cual se condena, poniéndose en pugna con el sentido común. En este concepto para desvanecer las ideas y principios de Sánchez, he de entrar á combatir las de la escuela del citado autor á quien copia; si bien esta doctrina del estímulo y contra estímulo después de haber dejado algunas aplicaciones luminosas, puede decirse que ha pasado ya al dominio de la histo- ria. Ya antes he indicado que ningún medicamento es puramente sedante ni escitante, sino que gozan casi todos de una acción complexa especial, asi por ejemplo, el opio ni produce simplemente la esci- tacion ó hiperstenia, ni tampoco la sedación ó hiposte- nia, sino una reunión y sucesión de fenómenos espe- ciales, ya de estímulo, ya calmantes, á cuyo cuadro lla- mamos narcotismo y nada mas. Por otra parte, ¿obran siempre los medicamentos de un mismo modo según las circunstancias individua- les, las dosis á que se administran, y su modo de apli- cación?... .El tártaro emético obra irritando viva- mente la piel y las mucosas, levantando una verda- dera inflamación, y de otro modo tenemos en él un poderoso sedante del aparato circulatorio. Po- drá contestármela escuela italiana que esta es la ac- ción dinámica y aquella la mecánica ó mecánico-quí- mica del medicamento: ¿pero nos hallamos todavía en poder de la quiniiatria?. „. .¿pueden concebirse accio- nes mecánicas en un cuerpo dotado de organización y de vida?... .La acción por ejemplo déla potasa con Vil una grasa, será formar un jabón; pero puesta la misma sustancia en contacto con los tejidos vivos, aunque sean grasientos, desarrollará una verdadera flegmasía, que siendo teda vital nada tiene de mecánico-química aun cuando según los secuaces del contraestímulo sea esta la que llaman mecánica; y que por cierto induce una idea tan falsa y ridicula de esta acción irritativa como errónea y estravagante seria llamar acción vital á la formación del jabón. Cuando la escuela italiana com- prenda bien el juego y diseminación de la nervosidad, ó mejor, del principio de la vida, en las complicadas acciones de los medicamentos, dejará descansar en un completo olvido todo su raquítico sistema mecánico- químico dinámico, que como todos los sistemas esclu- sivos habrá pasado cual una exhalación atmosférica, y sufrirá la justa suerte que sucesivamente espera á las concepciones menguadas y quiméricas de las es- cuelas dejeneradas. Así pues, ningún adelanto para mi objeto hallé en las teorías del opúsculo de Sánchez Rodríguez, ni en las nociones de la práctica ó costumbre antigua de los bañistas, ni en el Reglamento de la tropa sobre la mis- ma rutina modelado: pero me sirvieron de norte y bas- tante guia para deducir á priori las propiedades de es- tos manantiales, la composición que de sus aguas pone el mencionado Dr. Sánchez, y el análisis de Mr. Mial- he, y para los usos y modo de administrarlas, los des- tellos que de vez en cuando aparecen en el reducido, pero bello trabajo del Dr. Camino. Con todos estos antecedentes estudié con el ma- yor escrúpulo posible la composición de las aguas de los manantiales llamados Gallina, Tigre, Templado, Acerado, Santa Lucía y Paüa, comprobando por mí mismo las análisis en el mismo pueblo practicadas, y debidas al favor de un amigo, dotado de suficientes co- nocimientos; y habida consideración de varias circuns- tancias mas ó menos accesorias: comparadas las virtu- VIII des de los principios mineralizadores con los síntomas que el uso de cada una d e las aguas desarrolla en el hombre; y corroborándolo todo por los resultados que iba sucesivamente observando en ciento veinte mili- tares que tenia á mi cuidado, y un considerable núme- ro de particulares que ó me consultaban, ó acciden- talmente veia; me convencí de que en S. Diego se com- prendían tres clases de medicaciones bien distintas por cierto, y que era de todo punto preciso no confundir en ninguna manera la acción dinámica de la Gallina, Tigre y Templado, con la del Acerado y Sania Lucía, ni mucho menos con la del baño llamado Paila. En este concepto, pues, y llevándome de la mira de que sin dejar de contribuir á los adelantos de la ciencia, mi principal fin debia dirijirse á ser mi traba- jo útil y fácilmente comprendido de los que por sus dolencias necesitaran hacer uso de esas aguas, he pres- cindido en mi escrito de minuciosos detalles relativos á la topografía y producciones del pueblo de San Die- go; pero en cambio he tratado de fijar en él con escru- pulosidad la composición de las aguas: he establecido de un modo claro y comprobado las acciones medica- mentosas ó virtudes de cada una de ellas; y sobretodo he colocado al rededor de cada baño los grupos de en- fermedades para las que puede ser provechoso, esten- diéndome con todos los posibles detalles en el modo, dosis y forma con que en cada enfermedad deben ser administradas; y comprobando por último mis propon siciones con la relación de algunas observaciones ó ca- sos prácticos, y de los resultados por las aguas mine- rales en ellos obtenidos. Réstame únicamente advertir que si atendida la desordenada tumultuosidad abandono y desgobierno que en los soldados que iban á los baños solia notarse en las anteriores temporadas, se pretendiera objetar que nada probaban observaciones de tales enfermos sacadas, diré, que fuera muy justa y fundada semejan- te observación siempre y cuando hubiese sucedido otro IX tanto en la presente, pero después de formado el opor- tuno espediente, y de haberme encarecido las autori- dades que si hasta entonces poco provecho se habia sacado de tales baños para la salud del soldado, y nin- guno absolutamente para la ciencia médica, esperaban sucederia todo lo contrario en el presente año: robus- tecido con las instrucciones y antecedentes que se me facilitaron: llevado de los deseos de indagar con exactitud en que consistían unas aguas de virtudes con- tradictorias, y hasta misteriosas; y escudado de mi carácter severo é inflexible en la moral médica y en el ejercicio de mi profesión, principalmente en los ac- tos del servicio; conseguí tener á raya á todo el mun- do bajo todos conceptos, y saqué de las observaciones los provechosos frutos que me propusiera. Dr. Antonio Pons y Codinach. Diciembre de 1852. Es propiedad del autor, yaicn perseguirá ante la ley al que la reimprima. VISTA DE LOS BAÑOS DE S. DIEGO cfrjncstji'7e 1. Gallina. = 2. Tiore .= 3. Templado.= 4.Paila.= 5.Porción de rio lam- ben llamado Paila?6.Sallo delajua.=7.Acerado=8.SaiüaLucia=9.Paso ó pueiüe delaPaila=10.Paso ópuenle del Acerado?!! Parle del Pueblo deS.Ikp'o I, CONSIDERACIONES TOPOGRÁFICAS MAS ESENCIALES. Topografía del partido) pueblo de San Diego. El partido de San Diego de los Baños, situado en la par- te occidental de la Isla de Cuba ó vuelta de abajo, dependien- te de la capitanía pedánea de Paso-Real, jurisdicción de San Cristóbal, se halla á los 22° 38' 30" latitud boreal, y á los 77° 2' 00'" de lonjitud O. del meridiano de Cádiz; y confina al N. con el partido de Consolación del Norte por medio de una cordillera de montañas, de las cuales la mayor será de 300 varas sobre el nivel del mar: al S. con el mar del Sud en la playa de Dayaniguas, pantanosa, cenagosa y llena de matorrales llamados aquí maniguas: al E. con el partido de los Palacios, y al O. con el de Consolación del Sud. Su figu- ra es prolongada y angosta, teniendo de N. á S. unas 11 le- guas.de estension, y de dos á dos y media de E. á O. con cor- ta diferencia. 3 —2— Las tierras bajas de la parte del Sud se ven poco me- nos que inundadas durante los meses de Julio, Agosto, Se- tiembre y Octubre, época de las aguas, hallándose en aquel entonces infinidad de restos orgánicos en descomposición, formando una atmósfera insalubre, cargada de gases y mias- mas mefíticos de todas clases, y proporcionando el desarro- llo de las fiebres intermitentes, tifoideas, conjestiones de las visceras abdominales y otras semejantes afecciones; pero después de las lluvias, abonada naturalmente la tierra por esos mismos productos y convertida por ellos en una capa vejetal, ofrecen al viajero un camino suave, seco y por todas partes acompañado del verdor mas ameno; y una atmósfera transparente, pura y embalsamada de suaves y variados aromas. Las piedras calcáreas, los mármoles y gran can- tidad de metales diversamente combinados, forman las tier- ras altas, ó de la parte del Norte, rojas, compactas y secas, ávidas del agua que absorven con facilidad, y que si bien dan una atmósfera en iodos tiempos seca y salubre, su veje- tacion se reduce ó á la menuda yerba de las desiertas llanu- ras ó sabanas (*) ó á las matas y árboles agrestes y salvajes de los montes. Prescindiré de los ganados, animales domésticos, aves, insectos y vejetales que diversamente se producen en los distintos puntos de este partido; pues que son con rela- ción á los terrenos, casi los mismos que hallamos en to- da la vuelta de abajo; y tan solo mencionaré respecto á la agricultura, que se reduce como en toda esta parte de la isla al cultivo de las vegas de tabaco: cojiéndose asi mismo maiz, arroz, buniatos ó moniatos, yucas, plátanos miel y ce- ra, bien que muy en pequeño y en cortas cantidades. Hacia el extremo norte del partido, hállase el pueblo ó caserío de San Diego, situado entre las sierras, ó mejor, en sus mismas faldas ó vertientes, compuesto de unas cincuen- ta casas y limitado por los cerros y por la profunda y des- igual cortadura del rio Oaigüanabo, cuyo hondo cauce está formado por la peña viva, y circuido de duras márgenes de mas de tres varas de altura. El todo de la población colo- cada á unas cuantas varas sobre el nivel del rio, forma dos calles paralelas de E, áO., cruzadas perpendicularmente por otras dos en dirección opuesta; hallánse muchos solares to- davía por fabricar; vénse además esparramadas algunas ca- sas sueltas, chozas y bohíos de madera ó guano: y hacia el [*] Nombre del pais. norte en el punto mas elevado de la población descuella el cuartel, edificio bastante bueno, de dos cuerpos, uno para el capitán conductor y facultativo militar, y otro para la tropa que pasa á tomar las aguas minerales; y sea dicho de paso, pero el que diseñó la disposición de semejante cuartel, dio una prueba en ello de muy corta y escasa inteligencia en edificios de semejante naturaleza, como lo dejo probado en la Memoria que tuve el honor de poner en manos del Sr. Di- rector Gefe de Sanidad Militar. Bájase de la población al rio por dos rampas bastante regularizadas; pero cuyo piso fatal dista mucho de hallarse en la conveniente disposición para descender por ellas los enfermos sin mucha molestia, grande incomodidad y bastan- te riesgo, y es en verdad muy sensible no se compongan de li- na vez como es debido, ya que tan opuestas miras é intereses vuelven constantemente irrealizable el proyecto de la cons- trucción de una verdadera casa ó establecimiento de baños. En el final de cada una de las rampas, se llega auna plazo- leta, descanso ó playa capaz, escavada en las mismas már- jenes del rio, y cuyo piso viene á flor de las aguas del mis- mo; el cual nace hacia el N. de la sierra llamada S. Andrés; corre al E., serpentea luego inclinándose al S., y formando un rodeo con dirección a! N., se dirije definitivamente al S., en cuyas playas desemboca junto á Dayaniguas. La peña vi- va forma el fondo ó lecho del cauce del rio Caiguanabo, así como sus márgenes calizas metamórficas de azul oscuro con vetas blancas, convirtiéndose en verdadero mármol en algu- nos puntos; y sus aguas cristalinas descienden con corrien- te bastante rápida hasta una legua mas al Sud de la pobla- ción. Nada hay allí grato como no sea la contemplación de ia naturaleza en su primitivo estado mas agreste y selvático nada hay allí cómodo para el necesitado doliente que tras- pone leguas en busca de un alivio para sus males. No hay duda que existen dos ó tres casas ó fondas regularmente ser- vidas durante la temporada; pero ni tienen comodidad al- guna, ni se hallan al alcance de todas las fortunas, ni pue- den con mucho satisfacer las exijencias de una concurren- cia tan escesivamente numerosa. Increíble parece que en mitad del siglo actual y en un punto donde todos los años concunen de tres á cuatro mil bañistas, y cuyo producto anual calcula el Dr. Sánchez Rodríguez en mas de cien mil pesos, se halle tan completamente abandonado. _4— Topogralia de los Baños. Inoportuno fuera enumerar la serie de ojos de agua mas ó menos medicinales que con los nombres de León, Leonci- to, Huevito y otros brotan del mismo lecho y márgenes del rio Caigüanabo desde casi su origen hasta su paso por el pueblo de San Diego, puesto que ó por la poca cantidad de agua que de ellos mana, ó lo que es mas cierto por hallarse en puntos poco menos que inaccesibles ningún uso se hace de ellos; asi pues concretándonos á los mas usados, me limi- taré á describir los conocidos con los nombres de la Gallina, el Tigre, Templado, Acerado, Santa Lucía y Paila. Los tres primeros nacen en la margen E. ó izquierda del rio, ó inme- diatos á ella; desembocan en la derecha ú O. los dos que si- guen, no estando determinado todavía si tiene ó no surtidor propio la Paila que ocupa todo lo ancho del rio, y que suele limitarse junto á la márjen izquierda. Gallina.—Al pié de una gran peña hacia el N. á la sa- lida del Pueblo, y en la misma márjen izquierda del Rio há- llase una escavacion de dos varas de profundidad, y mas de tres varas en su mayor diámetro, de forma irregular, limita- da por la misma roca en casi todo su circuito y con una sa- lida ó desagüe de una vara escasa de ancho á un lado que desemboca en el rio. En el mismo suelo de esta escavacion ó fosa nace el manantial por una especie de caño en que puede introducirse muy bien el brazo; sale el agua muy des- pacio y en corta cantidad pero continua, clara y caliente, y deteniéndose en un pequeño charco de dos pies de diámetro y casi ninguna profundidad, va rebosando y desaguándose con muchísima lentitud por la salida que dejamos indicada. Por el estado del suelo todo lleno de tierra y cieno en el ma- yor descuido y abandono se comprende se ha derrumbado allí alguna porción del terreno cegando en parte el surtidor: de modo que este Baño dado injustamente al olvido, solo lo usan algunos pocos confiados en sus virtudes, ó desesperados del mal éxito, ó ningún resultado de los otros baños. Después de analizada esta agua he practicado en el mismo manantial algunos ensayos clínicos en cuanto me lo ha permitido la mala disposición en que se encuentra, y los resultados que he obtenido según mas adelante veremos, me obligan á considerar en ciertos casos muy útil su aplicación terapéutica. Si se levantara y recogiera toda la tierra y cié- —5— no, y se tapara hasta cierta altura la salida que dá al rio po- dría conseguirse allí con muy poco costo un buen baño qui- zas mejor y sin duda mas cómodo que ninguno de los otros. Tigre—Mas al Sud de la Gallina se ve el surtidor lla- mado Tigre: nace de la peña del mismo lecho del rio debajo de sus aguas y como ádos varas de la orilla izquierda, y dá sin interrupción sobre dos pajas de agua caliente, pero que se mezcla en seguida como es consiguiente con la del rio. En la temporada de los baños se forma dentro del rio y al rededor del surtidor un muro de piedra, cascajo y tierra que sobresale una cuarta al nivel del agua, quedando un tanque triangular, cuadrado ó circular con una boca, salida ó desa- güe hacia la parte declive. De este modo el agua mineral queda contenida en esta fosa ó tanque y separada del agua del rio, constituyendo un baño muy tosco por cierto y cuyas dimensiones suelen ser de tres varas ó mas en su mayor diá- metro, y de dos pies en su mayor profundidad, con un suelo muy desigual, y comunicando con la orilla por un paso de cascajo, tierra ú palmera. Puede contener de tres á seis personas. Templado.—Llámase Templado otro ojo ó surtidor de agua mineral, que á pocos pasos mas al sud del Tigre en la misma márjen izquierda mana asimismo de la peña del le- cho del rio, si bien un poco mas hacia el centro de su cauce ó sea mas apartado de la orilla. De una boca de figura aco- razonada y otra pequeña hendidura que tiene en su parte superior sale con bastante ímpetu un caño de agua que podrá dar sobre catorce arrobas de agua por minuto, mez- clándose como es consiguiente con la del rio. Del mismo modo que al Tigre se le forma un muro que deja un tan- que circular ó próximamente cuadrilátero de siete á ocho varas en su mayor diámetro, y de una vara escasa en su mayor profundidad, con una salida ó desagüe de un pié de anchura hacia el punto mas declive, y al cual se le dá comunicación con la orilla por una corta lengua de piedra, cascajo y tierra. Pueden entrar en este baño de diez y ocho á veinte personas á la vez. Acerado.—En la márjen O. ó derecha casi enfrente del Templado, brota asimismo del lecho del rio el pequeño ma- nantial llamado Acerado que da agua continuamente y con alguna impulsión pero en muy escasa cantidad. Suele tam- bién formársele un muro circular cuyo mayor diámetro es por lo común de dos varas, y una su mayor profundidad. Puede contener malamente tres ó cuatro personas en cu- —6— clillas.. y se pasa á él desde el Tigre á beneficio de algu- nas grandes piedras que se colocan á trechos en el rio, y unas palmeras que puestas de piedra á piedra forman un malo y espuesto puente ó pasera de una á otra orilla. Santa lucia.—Llámase por último Sta. Lucía una pe- queña fuentecilla que nace de la peña de la margen dere- cha á flor de agua y á unos cincuenta ó sesenta pasos mas al sud del Acerado. En la misma peña tiene formada una reducida escavacion de media vara de diámetro lo mas, con seis ú ocho pulgadas de profundidad; y tanto por la poca capacidad de la pila como por la escasez de agua del manantial solo se usa para lavarse los ojos. Paila.—Réstame hablar de lo que se llama la Paila viéndome en el caso de dejar irresuelta la cuestión al pare- cer muy debatida y antigua de si tiene surtidor ú ojo de agua propio, ó no es mas que la colección y mezcla de las aguas del rio con las de los demás surtidores. Con ca- lor se defienden una y otra de estas opiniones pero la mas jeneralmente recibida tanto por Camino y Sánchez Rodrí- guez, como por algunas personas ilustradas y por el co- mún de las jentes del pais es que no goza la Paila de ma- nantial alguno á lo menos de consideración. Con este pre- cedente diremos que á unos doscientos pasos mas al Sud del Templado se construye sobre el rio un muro que va de una á otra orilla, deteniendo en parte el agua y permi- tiendo al mismo tiempo un paso de un lado á otro. Dete- nido en este punto el rio, ensancha naturalmente su cau- ce estendiéndo sus aguas por ambas orillas que aquí son bajas, y forman un gran charco compuesto como es con- siguiente de las aguas del Rio y de las del Tigre, Gallina, Acerado y todos los demás manantiales que en el rio na- cen. Este charco pues es el que toma el nombre de Paila: no obstante que por la Paila propiamente tal entienden muchos y yo con ellos un recodo de peña que forma la mar- gen izquierda y que como las demás se aisla en parte con un muro, y en el cual aboca directamente y dando un sal- to de la elevación de una vara la corriente que de las a- guas de la Gallina, Tigre y Templado sale continuamente por los desagües que hemos visto se dejan en cada uno de estos baños. La profundidad del rio en este recodo es de una vara escasa; llegando en algunos puntos del gran char- co que hemos descrito hasta á dos y tres varas de agua. Ademas de los cinco baños que se acaban de ver sue- len con frecuencia formarse algunos otros con' el nombre de Templadillo en distintos puntos de la corriente de la mar- jen izquierda. Hemos visto que durante la temporada se construye al rededor de los manantiales un tanque de piedra, casca- jo y tierra á fin de obtener unos verdaderos depósitos ó ba- ños de aguas minerales, aisladas de las del rio; pero ade- mas tienen otro objeto que es el presentar una base donde clavar estacas de tres varas escasas de altura para formar con palmeras, guanos y otras hojas una barraca, choza ó bohío en cada uno de ellos. Estas chozas ocupan mayor su- perficie que los tanques, de modo que dejan en cada uno un espacio donde pueden desnudarse y vestirse los que se bañan; y así sirve tanto para la decencia como para res- guardar del aire de la madrugada y del sol bastante regu- lar del medio dia. Para todo esto no se cuenta con fondos propios de nin- guna clase, sino que el Capitán Juez Pedáneo del Paso-Re- al que durante la temporada suele trasladarse á S. Diego, unido á dos ó tres bañistas de carácter, recorren el Pue- blo comprometiendo á todo el mundo, y recojiéndo lo que cada uno de los muchos que concurren á estas aguas pue- de darles: con esta suma contratan ó dirigen personal- mente las obras mencionadas y sus ulteriores recomposi- ciones si es que el fondo alcance; y tal salen, que á los ocho dias se secan las hojas de los techos y paredes, y permiten la vista, y la entrada al sol y al viento por to- das partes. No haré mención de la poca prudencia con que algunos arrancan trozos de guano de las paredes y puertas para poner los pies: nada diré de los boquetes que por to- das partes hacen de intento para colgar la ropa, el palo ó la toalla, ó por el afán de destruir; pero no puedo menos de llamar la atención sobre las avenidas del rio, las cua- les no hay año que á los diez ó doce dias de construido todo no arrastren en su corriente las hojas, los palos, y has- ta la tierra, cascajo y piedras de los muros de los baños. Y no se crea que sea necesaria una avenida furiosa, pues basta las mas veces dos pies mas de agua para que desa- parezcan tan efímeras y vergonzosas construcciones. A los cuatro ó cinco dias después de una avenida quedan por lo común claras y en su natural estado las aguas minera- les y las del rio; pero hasta después de verificada una nueva recaudación y de pasados ocho ó diez dias en la reconstrucción de nuevos tanques y chozas, nadie puede bañarse ni por el sol y el viento, ni por el decoro; y ade- —8— mas del desagrado y compromisos que siempre traen con- sigo recaudaciones de semejante naturaleza, ¿quien es ca- paz de calcular los perjuicios y consecuencias que seme- jantes retrasos inducen en la salud, en los intereses y en la moral de muchos de los pacientes que concurren á esos manantiales. . . ? Estas consideraciones me impelieron á escojitar un medio, como en efecto lo hallé y nada tiene de difícil. En primer lugar convendría un reglamento que fiján- dose en los sitios públicos del Pueblo é insertándose un mes antes en todos los periódicos de la Isla, sirviera de ba- se para correjir este y tantos otros abusos como se notan en cada temporada ; haciéndose cumplir por la autoridad local, bajo su mas estrecha responsabilidad. En este mismo reglamento debiera fijarse una cuota de dos, tres ó cuatro reales fuertes por persona (según el color y las clases) á todo el que pasara á San Diego des- de el 20 febrero hasta fin de abril. Con esta cantidad que al fin de la Temporada no ba- jada de mas de mil pesos, podrían construirse para cada baño unos toldos de lona sujetos con cables á lo alto de las márjenes del rio, que pudieran doblarse y recojerse por las noches ó en caso de avenida; y de los cuales col- garán cuatro cortinas de lo mismo hasta flor de agua, im- pidiéndose que las levantara el viento ó bien por medio de pesas de plomo, ó bien sujetándolas con unos quitavientos á la orilla. Cuatro negros y un blanco serian mas que su- ficientes para estar al cuidado de todo. Al mismo tiempo y del mismo fondo debieran tam- bién construirse los muros de los tanques con gruesas pie- dras cuadradas pues no faltaría allí de donde sacarlas: de este modo no seria fácil que se las llevara el rio, ni fuera posible que así sucediese si se colocasen según arte. Bien conozco que cuanto acabo de proponer no es roas que un medio casi puede decirse provisional; con todo in- mensa seria la ventaja que con este ú otro análogo se con siguiera, puesto que nadie sino el que prácticamente lo es- perimenta, puede conocer los disgustos y sinsabores, y aun los perjuicios que en la salud se irrogan con el estado de completo y total abandono en que constantemente se han hallado estos baños. Sé muy bien que el modo de arreglarlo de una manera decorosa, estable y definitiva seria buscar acia el E. la vena de las aguas minerales y utilizarla fuera del cauce del rio, ó bien dejar los actuales manantiales —9 — en seco, dando otra dirección al curso del rio, que hacia el O. no seria difícil: y de cualquiera de los dos modos que fuese, construir un verdadero establecimiento ó casa de ba- ños como los hay en todas las naciones, como las tene- mos en la Península, y como se merecen esas saludables aguas, y la civilización y adelantos de esta culta y precio- sa Antilla; pero después que desde siglos no hay tempora- da en que por varias personas no se tomen medidas, no se practiquen reconocimientos, no se convoquen reuniones, no se levanten planos para principiar la obra por cuenta del Gobierno ó por empresas particulares: cuando constatemen- te se está asegurando que muy en breve va á tomarse una resolusion definitiva: cuando no hay un año en que con mas ó menos fundamento no se esté prometiendo y afirmando la construcción de la obra para la siguiente temporada; y sin embargo todo se queda siempre en esperanzas é ilusiones, que á pesar de verse desvanecidas, se renuevan en la siguiente época para convertirse otra vez en humo; entonces es llega- do ya el caso ó de anonadar con un solemne desprecio á los que propalando tales voces se mofan de un público ilustra- do, ó de querer investigar los motivos que parecen conver- tir en imposible una obra como otras mil que se están ha- ciendo cada dia en todas partes: y al practicar tales indaga- ciones se oyen por desgracia especies que demuestran exis- tir cierta clase de dificultades y oposiciones interesadas, y miras mezquinas y de tal naturaleza, que en efecto convier- ten lo fácil en difícil, y lo muy posible es absolutamente imposible. La mano fuerte de un gobierno pudiera tal vez sobreponer la sagrada utilidad y necesidad pública á las mi- ras de un particular, fuese quien fuese; pero ya que sin esto, sea inútil perder el tiempo en proponer lo que según hasta ahora se ha visto, debiera de todos modos quedarse en pro- yecto, creo que es mas conducente dedicarse á buscar me- dios que si no son ciertamente ni los mejores ni los verdade- ros, conducen cuando menos á sacar de las circunstancias el mejor partido posible. Así pues, al ver lo pésimamente que están asistidos los enfermos y el público con el sistema de las chozas y tanques actuales, propongo estos toldos co- mo medio mucho mejor, muy fácil, y en todos conceptos rea- lizable; y me he llevado en ello la idea de ver si consigo y hago algo en beneficio de los enfermos, proponiendo un medio sencillo: en vez de que levantando grandes planos, y formando colosales proyectos, serian como es consiguiente desoídos, y nos quedaramos.como siempre sin cosa alguna. 11. NATURALEZA DE LAS AGUAS MINERALES DE SAN DIEGO. Análisis de varios autores. Las análisis de las aguas minerales de San Diego que han llegado á mi noticia son la del Dr. Camino, la del Dr. Sánchez Rodríguez y la de Mr. Mialhe. Es tan superficial la del primero que nada de ella puede apenas deducirse: la de Sánchez, solo es cualitativa; y la última, por haber sido hecha en Paris podrá quizás gozar de menos crédito del que merece el nombre de su autor. Camino considera estas aguas como hidro-sulfúreas ter- males, anotando en otra parte de su memoria la circunstancia de la baja temperatura de la Paila: pone en una nota lacó- nica algunas de sus propiedades físicas, tales como el ser cla- ras y límpidas con olor fétido á huevos podridos, sabor nau- seabundo y una película en la superficie que las hace pare- —11— cer untosas: les marca la temperatura de 90° de Farheneit, equivalentes á 33° del centígrado; y por último copia el aná- lisis hecho por D. J. E. en 1832, hallándose en cada libra de agua 46 partes de gas hidrógeno sulfurado: 10^ de sulfate de cal: 1 de hidroclorato de magnesia, y 1^ de carbonato de magnesia. Nos deja este autor sin manifestar de qué manan- tial fué tomada el agua que sirviera para este análisis; si bien da á entender que considera todas las aguas idénticas en sus principios mineralizadores, menos en la temperatura. El Dr. D. Isidro Sánchez Rodríguez, después de rese- ñar la serie de operaciones químicas que practicó, nosdá la análisis cualitativa del Tigre, del Templado y de la Paila del modo siguiente: Agua del Tigre.—Las propiedades físicas que le señala son: color diáfano y transparente, que se enturbia al aire li- bre: sabor algo repugnante y nauseabundo que se modera por el aire y sin ninguna acidez: temperatura de 27° R. in- variables; gravedad específica casi igual á la del agua des- tilada: olor á huevos podridos que desaparece á las veinte y cuatro horas: burbujas que salen del surtidor y se aglome- ran á veces en bastante número en la superficie: saliendo asi mismo glerinaó sean unas motas óbedijas blancas, que se disuelven y desaparecen al poco tiempo. De las operaciones analíticas deduce que las aguas del Tigre contienen gas hidrógeno sulfurado, ósea ácido sulfhí- drico al cual por lo que mas adelante prueba no lo conside- ra libre; ácido carbónico: cloro, hierro, cal, magnesia, sodio y materias orgánicas; cuyos elementos se hallan según sus afinidades químicas combinados entre sí formando sulfato de cal, cloruro de sodio, carbonato de magnesia, carbonato de hierro y materias orgánicas. Agua del Templado.—El agna de este baño, dice Sán- chez; "no presenta en el análisis la menor variación á la del "Tigre, ni en su temperatura, ni en su composición".... Agua, de la Paila.—Según dicho autor el agua de la Paila es de color no tan diáfano como las otras: de olor y sa- bor menos pronunciado: temperatura de 19 á 21° R., coinci- diendo con la atmosférica: y gravedad especifica mayor en cinco décimos que la del agua destilada; y del resultado de otra serie de ensayos y observaciones concluye: "1. ° que el "baño de la Paila no procede de ningún manantial particu- lar: 2. ° que sus aguas se componen de las que trae el rio "desde su oríjen, reunidas con las de los diversos surtidores "que se encuentran en su trayecto: 3. ° que contienen los —12— "mismos elementos mineralizadores, aunque diluidos en ma- "yor cantidad de vehículo: 4. ° que su acción terapéutica "debe ser menos enérgica que las de los manantiales Tigre "y Templado, sin que por esto difieran de naturaleza." Ade- mas léese en una nota que repetidos iguales ensayos por el Dr. D. Joaquín Fabián de Aenlle, con aguas traídas de aque- llos manantiales, han dado los mismos resultados. Mr. Mialhe considera estas agnas de la clase de las na- turales escitantes salinas: les dá en general como propiedar des físicas, ningún sabor ni olor, y el ser límpidas y crista- linas,-pero nótese que las analizó en París, del agua que se le remitió en botellas; y luego añade que el olor fuerte de ácido sulfhídrico que notó al destapar la botella del agua de la Paila, era efecto de haberse desprendido parte del gas que contienen en disolución ó mejor en combinación. Las análisis cualitativa y cuantitativa que presenta Mr. Mialhe de las aguas del Tigre, Templado y Paila son como sigue: Agua del Tigre- Un litro ó sea dos libras de agua le dio: De sulfito de cal.......................... 1,2.95 Carbonato de magnesia....................0,080 Cloruro de sodio......................... 0,036 Alúmina................................0,009 Oxido de hierro.......................^| Acido silícico..........................| Gant;dade9 oSgeno .Tc. !^?;::::::::::::::.....t *******& Ázoe y materias orgánicas.......... Agua del Templado: Un litro ó dos libras dieron: De sulfato de cal............................0,800 Cloruro dé sodio..........................0,018 Carbonate de magnesia..................... 0,047 Alúmina................................ 0,008 Acido silícico .........................") Acido carbónico libre.................I Cantidades Oxígeno..............................j indeterminadas. Ázoe y materias orgánicas..........■....) Agua de la paila: Un litro ó dos libras de agua dieron: De sulfato de cal........................... 1,808 Carbonato de magnesia................... 0,152 Cloruro de sodio......................... 0,020 Alumina............,..,................0,013 —13— Acido silícico............,.............\ Oxígeno..............................( Cantidades Ázoe y materias orgánicas...............f indeterminadas. Acido carbónico libre..................J Carbonato de peróxido de hierro.........;— Vestijios. De cuanto acabamos de ver se deduce que todos con- vienen en la presencia del gas sulfhídrico pero no libre: en ser las sales el principio mineralizador mas culminante; y en la mayor temperatura del Tigre y Templado compa- rados con la Paila: pero al paso que Sánchez supone á esta menos cargada de principios salinos, Mr. Mialhe le dá sobre la del Tigre cerca 0,200 mas entre las sales de cal y de magnesia. La análisis de Mr. Mialhe practicada en Paris así como por esta circunstancia puede inducir desconfianza relativamente áda.teinperatura y á los principios gaseosos, de ninguna manera puede ser ni sospechosa siquiera en las proporciones de las sales, pues su presencia nada sufre aun cuando las aguas se transporten á grandes distancias; y siendo este principio de todos admitido, ¿cómo puede con- cillarse la tercera proposición del Sr. Sánchez donde fija que las aguas de la Paila contienen los mismos elementos rnineralizadores (que las del Tigre): diluidos en mayor canti- dad de vehículo!.... y por otra parte ¿cómo la acción te- rapéutica de la Paila será de la misma naturaleza, pero me* nos enérgica que la del Tigre y Templado según el mismo autor, cuando gozan estas de 27° de temperatura, y solo por see de 19 á 21° R. la primera? Debo decir francamente que no lo concibo: porque la energía en este caso no es absoluta, y tengo para mí por tan enérgica, la acción terapéutica'de. la Paila contra las- afecciones que pueden, combatirse con aguas salinas frias; como la del Tigre para aquellas dor lencias en que convenga una agua sulfurosa de elevadatemr peratura. Ni puede haber paridad de naturaleza entre la acción terapéutica de una agua viva como es la del Tigre y una agua muerta como casi es la Paila; y permítaseme este modo de esplicarme pues ninguna hallo mas apropósito que la palabra viva para manifestar un agua que dentro de sus caños naturales como la sangre en sus arterias, no ha sufri- do todavía descomposición ni alteración de ningua especie, y distinguirla de otra como muerta en la cual por el contac- to con la atmósfera han cambiado de modo de ser sus ele- mentos, y de consiguiente su acción en la economía: ni tam- poco debo convenir con dicho autor en que la acción medica- mentosa de un agua mineral deba deducirse de los elemen- —14— tos sodio, cloro, cal, &c. que contenga, sino de los princ i píos que los tales elementos diversamente combinados forman. Pero dejemos esta consideración para su lugar oportuno, y pasemos á manifestar los resultados que me ha dado el aná- lisis de todos los manantiales. Composición de las aguas minerales de Sao Diego de los Baños. El examen de las propiedades físicas, de la composición química y de la temperatura de cada una de las aguas de la Gallina, Tigre, Templado, Acerado, Santa Lucia y Pai- la: la observación de la accton dinámica bastante distinta de que todas gozan; y los resultados obtenidos en los enfermos que á ellas se sujetaron, me convencieron al instante que no era igual su naturaleza y que nunca podían pertenecer á una misma clase. Si hay entre estos manantiales algunas diferencias bastante sensibles en el modo de ser de sus ele- mentos mineralizadores, no es seguramente la menoría que presentan relativamente á los grados de calórico de que go- zan. Veremos luego presencia de gases, disolución comple- ta de las sales y una elevada temperatura en los tres pri- meros surtidores: falta de gases, disolución incompleta de las sales y temperatura menor que la. atmosférica en el agua de la Paila; y muy pocos gases, escasa cantidad de sales y una temperatura común en los dos restantes: de modo que nos aparecen divididos en tres grupos: 1. ° Aguas minerales termales que comprenden la Gallina, el Tigre, y el Templa- do: 2* ° Aguas minerales no termales cuales son el Ace- rado y Santa Lucia: y 3. ° Agua mineral fria, que es la de la Paila. AGUAS MINERALES TERMALES. 1. AGUA DE LA GALLINA Propiedades físicas.— Color perfectamente transparen- te y diáfano enturbiándose al cabo de algún tiempo de ha- llarse Cantidades indeterminadas. —ácido sulfhídrico libre...... —sulfuros alcaünos............ —ázoe y materias orgánicas... J —16— En las piedras del muro que forma el tanque se en- cuentra pegada á flor de agua una sustancia igual á la que acabamos de ver en la superficie del de la Gallina. Ademas al entrar en la choza se percibe una atmósfera ó vapor caliente. 3. AGUA DEL TEMPLADO. propiedades físicas: color ninguno siendo el agua per- fectamente transparente y diáfana; pero se enturbia des- pués de algún tiempo de espuesta al aire: olor: ligera- mente hepático, y después de aereada, á huevos podridos bastante pronunciado, que se desvanece al poco rato: sa- bor nauseabundo, que se modera luego que se enfria: gra- vedad específica: muy poco mayor que la del agua desti- lada. temperatura..........33° centígrado. composición: un litro de agua dio; De sulfato de cal...........................0.925 —cloruro de sodio..........................0.030 —carbonato de magnesia....................0,040 —alúmina..................................0.007 —carbonato de cal..........................0,035 —óxido de hierro............ 1 —ácido silicio................I —ácido carbónico libre.......| —oxígeno...................> Cantidades indeterminadas. —ácido sulfhídrico libre....... —sulfuros alcalinos........... —ázoe y. materias orgánicas Aparece también la misma sustancia que en la Galli- na y Tigre nadando y pegada en las piedras. La at- mósfera de la choza es caliente pero no tan sofocante co- mo en la choza del Tigre. De la comparación de las propiedades físicas y prin- cipios constitutivos de estos tres manantiales entre si de- bemos deducir que las aguas de la Gallina, del Tigre y del Templado son las mismas ó cuando menos de igual natu- raleza: su temperatura viene á ser la misma: las propie- dades físicas en su totalidad semejantes: los principios mi- —17— ncralizadores idénticos; y si hallamos alguna diferencia en la cantidad respectiva de ciertas sales, ni debemos apre- ciarla por ser solo de alguna milésima, ni menos nos auto- riza para creer que estos tres manantiales, procedan de un orijen distinto. En efecto será bastante una modificación cualquiera en el trozo de terreno que pasan para salir por distintas aberturas á alguna distancia unas de otras, ó la salida del chorro al aire libre á mayor ó menor profun- didad de las aguas del rio, ó la dirección de la abertura, ó la disposición y capacidad del tanque y de la choza para inducir casi imperceptibles diferencias tanto en míni- mas cantidades de las sales, como en algunos céntimos de grado de temperatura, ó en ser mas ó menos sofocante la atmósfera que las rodea. El color trasparente y diáfano que enturbiándose con el contacto del aire pone el agua ligeramente lechosa se comprende considerando que antes de salir el agua de su manantial y conservando la temperatura de 33° cent, que le es propia mantiene en disolución completa todas las sales á beneficio de los gases ácidos combinados y libres que en ellas se encuentran: pero desde el momento en que salida de su caño natural, se halla al aire libre, pier- de su temperatura, y principia la descomposición combi- nándose con la atmósfera los gases, (combinación que á la temperatura ordinaria es muy lenta) y precipitándose las sales ó parte de sus bases principalmente las de cal á medida que la descomposición se va verificando. El olor hepático, sulfuroso ó á huevos podridos que tan pronunciado parece en estas aguas ha dado lugar á que por punto general fuesen consideradas como sulfuro- sas, y á la verdad creo que con fundamento. Este olor pro- cede 1.a del desprendimiento de la pequeña porción de gas sulfhídrico libre 2? del desprendimiento del gas sulfhídri- co de los sulfuros y sulfatos por la mayor afinidad que halla en la atmósfera; 3a del desprendimiento del ázoe que en cantidad producen las materias orgánicas, mucho mas cuando fuera el agua de sus caños y en contacto con la atmósfera deja de ser viva. De todos modos no hay duda que el gas sulfhídrico ó hidrosulfúrico ó hidrógeno sulfurado, con cuyos tres nombres se conoce, existe en es- tas aguas; y aun cuando no se halle libre ya que los es- perimentos de Westrumb tienden á probar que es raro y co- mo una escepcion el que se halle este ácido libre en las aguas minerales sulfurosas: sin embargo se está poniendo 5 —18— en libertad desde el momento en que salen las aguas al aire libre que es cuando se usan tanto bajo la forma de baños como administradas al interior. El sabor nauseabundo depende á mi modo de ver no tanto de las sales como principalmente de la temperatu- ra y del desprendimiento de los principios gaseosos: y es- to lo prueba la observación que puede hacer cualquiera, de que á medida que se airean y se enfrian van perdiendo esta propiedad. Relativamente á la temperatura no falta quien niegue á estas aguas el nombre de termales. Mr. Mialhe no pu- do por la distancia graduar el calórico de estas aguas, así como tampoco pudo apreciar debidamente el estado de los gases que desde aquí á París sufrieran por precisión con- siderables modificaciones: el Dr. Camino las considera ter- males; y el Dr. Sánchez Rodríguez admite su termalidad jeológica pero no terapéutica. Por ahora prescindiremos de esta última consideración de que me ocuparé en su lugar respectivo, y reconocidos los 33° C. de calórico que poseen, las admitiré en el número de las termales. Así pues las aguas de la Gallina, Tigre y Templado las considero procedentes de un mismo manantial y tan- to por su temperatura como por su composición las graduó de aguas minerales termales salino-sulfurosas. B. AGUAS MINERALES NO TERMALES. 4. AGUA DEL ACERADO. Propiedades físicas: color: ninguno, apareciendo trans- parente pero no con la limpidez y diafanidad de las terma- les; si bien no se enturbia mas con el contacto de la at- mósfera: olor mas bien lijeramente repugnante que hepático, pero apenas perceptible: sabor un poco fresco, apenas nau- seabundo, y muy ligeramente estíptico paladeándola re- petidas veces. temperatura, .de 26 á 28° siguiendo la de la atmósfera. composición. . .un litro de agua dio: De sulfito de cal.............................0,300 —cloruro de sodio................ ........0,010 —carbonato de magnesia....................0,080 —alúmina..................................0,010 —gales de hierro...........................0,026 —19 —sílice.................. —ácido carbónico......... —oxíjeno................. —ázoe y materias orgánicas —sulfuros alcalinos........ Si se comparan las propiedades físicas del agua del Acerado con la de los Termales se notan no hay duda al- gunas diferencias, pero no tan marcadas que nos autori- cen para sospechar provengan aquellas de distinto manan- tial, mucho mas cuando el análisis químico nos las espli- ca, y nos comprueba al mismo tiempo que lejos de e- xistir una verdadera disparidad entre esta y aquellas, solo se observa en las que estamos estudiando menor cantidad de gases y de sales alcalinas, y un aumento en los pre- parados de hierro, induciendo esto tan solo una modifica- ción, é inclinándonos á considerarlas como una variedad de las primeras. En efecto, recordemos que todas las ter- males abocan junto á la orilla derecha, y que la del Ace- rado desagua junto á la orilla izquierda; y es muy proba- ble al ver la paridad de sus composiciones, que al pasar por los terrenos de debajo del lecho del rio, atraviese ca- pas ferrujinosas y de otra naturaleza, las cuales reaccio- nen sobre los principios del agua de modo que haciéndola perder parte de sus gases y desús bases alcalinas, se le agreguen las bases ferrujinosas que en su composición encontramos. El color de esta agua, que sin dejar de ser transpa- rente y clara, no presenta la diafanidad de las termales recien sacadas del manantial, creo que no puede ser efec- to de la presencia de las sales alcalinas, por la poca can- tidad que de ellas aparece. Podría atribuirse á las meno- res cantidades de ácidos ó á la falta de suficiente canti- dad de calórico, cuyas causas unidas ó cada una de por sí, dejaran precipitar alguna base: y aun hay quien reco- noce por causa las sales de hierro que sin teñir el agua de lijero rojo, como sucede en las verdaderas ferrujino- sas, son suficientes para robarle la completa limpidez que le falta. El olor mas bien repugnante que hepático indica á mi ver el poco desprendimiento de gas sulfhídrico; debiéndose según creo casi esclusivamente á los vapores azoados. Por último los pocos grados de calórico de que go- zan y la circunstancia de modificar su temperatura equi- parándola con la atmosférica, impiden de colocar estas a- 5 Cantidades inde- terminadas. vestijioa —20— guas entre las termales; y son en verdad tan escasos sus principios que si no fuera por la presencia del hierro que puede utilizarse para el uso interno, mas de una vez he du- dado si podrían en realidad merecer el título de aguas mi- nerales. En este concepto y considerándolas de igual proceden- cia que las termales, si bien por circunstancias acciden- tales han sufrido algunas modificaciones, las clasificaré de aguas minerales no termales lijeramente salino-ferruginosas. 5. agua de santa lucia. propiedades físicas: las que tiene respecto al color son, aparecer ligeramente turbia y como lechosa sin perder por esto su trasparencia, olor: ninguno, ó lo mas muy poco re- pugnante: sabor: como el del agua común bastante gruesa. TEMPERATURA........... . 26° C. composición: Un litro de agua dio: De sulfato de cal............................0,245 — cloruro de sodio..........................0,018 —carbonate de magnesia.....................0,056 —alúmina....................«.............0,010 -síli,ce.........."..................•■.....ivestijios —oxijeno.................................) J —ázoe y materias orgánicas................cantids. indeterms. Tanto del análisis como de las propiedades físicas se deduce á primera vista que el agua de Sta Lucía podrá proceder del mismo oríjen que las demás; pero de todos mo- dos habiendo perdido en su tránsito no solo cantidades sino también hasta principios mineralizadores, queda reducida á un agua natural, no termal y un poco cargada de sales. C. AGUA MINERAL FRÍA. 6. agua de la paila. Por lo que anteriormente dejo sentado será el agua de la Paila no un surtidor especial, no un agua mineral viva sino el producto de la mezcla de las aguas de los cinco sur- —21 — tidores que acabamos de estudiar, junto con las aguas del Rio, y las de otras mil fuentecillas que de naturaleza aná- loga recibe el múmo rio desde casi su oríjen hasta el pue- blo de San Diego. No sin motivo he dicho que consideraba al agua de la Paila como al producto de la mezcla etc., puesto que motivos varios y consideraciones distintas me patentizan que el agua cuyo estudio emprendemos y que examinaré y conside- raré de un modo enteramente nuevo, en nada se parece á las aguas de cuya composición resulta, de modo que ni la suma de las análisis de todas ellas nos daria la verdadera composición de las aguas de la Paila, ni tampoco vendría- mos en conocimiento de su naturaleza comparándolas con una mezcla de una de las termales con otra porción de agua del rio cojida cerca de su origen como algunos pretenden. La cantidad de las sales es aquí distinta de las que vemos componer las termales: los ácidos libres y paite de los com- binados han desaparecido: algunas bases se han en parte precipitado hallándose como en suspensión mas no en ver- dadera disolución; y la temperatura no solo difiere en mu- cho de la que gozan las termales sino que es todavía mas baja que la atmosférica: asi pues en la reunión de todos los manantiales sacudidos por su mismo impulso y por el de la corriente del rio con cuyas aguas se mezclan han de haber mediado fenómenos de consideración debidos al con- tacto mutuo de los elementos mineralizadores, al roce con el lecho del rio y sobre todo al contacto prolongado y con mo- vimiento de la atmósfera, dando lugar á descomposiciones y nuevas composiciones sucesivas, produciendo en las a- guas de la Paila no una simple mezcla, sino un producto nuevo, en nada semejante á sus componentes ni en sus pro- piedades físicas, ni en la combinación de sus principios, ni en sus virtudes terapéuticas. Las propiedades físicas del agua déla Paila presen- tan inapreciables modificaciones si se toma del centro del rio, ó del recodo que forma la márjen izquierda que co- mo antes se dijo recibe directamente una corriente de las aguas termales: pero las mas constantes son las siguientes: color lijeramente lechoso no gozando de la diafanidad y transparencia de las otras: olor apenas perceptible,y muy ligero á huevos podridos en el agua tomada del recodo, olor que se desvanece á la hora ú hora y media de estar al aire libre, y que no se percibe en el agua del centro del rio: sabor igual al de un agua muy pesada y gruesa, —22— haciéndose muy poco nauseabunda cuando se bebe en el mismo recodo de la márjen izquierda ya citado: gravedad específica: es de 1,5 mayor que la del agua destilada. temperatura: varia de 22,5C° á 26,25° C. coincidien- co con la atmósfera. composición: un litro de agua dio: De sulfato de cal............................1,300 —cloruro de sodio..........................0,020 —carbonato de magnesia.....................0,150 —alúmina..................................0,009 —carbonato de cal...........................0,098 —sulfate de hierro..........................0,008 —carbonato de peróxido de hierro.........j Cantidades Mí< —sílice----............................. i terminadas. —ázoe y materias orgánicas............... ) —oxyeno........... ......................vestijios. Pasemos á hacer algunas reflexiones acerca las pro- piedades físicas, temperatura, proporción de principios y estado de los ácidos de las aguas de la Paila, y veamos si convienen y aun comprueban los resultados obtenidos por la química. ¿Cuál es la causa de la falta de diafanidad y del color lechoso de estas aguas? El Dr. Camino ni una pa- labra dice sobre el particular, y el Dr. Sánchez Rodrí- guez lo atribuye á tres causas Ia á la mezcla de las aguas del rio: 2a al mayor número de personas que a- quí se bañan: 3a al mucho menos aseo y cuidado que comparativamente con los otros se tiene en este baño ó mejor en este trozo de rio. Lo siento pero no me es posible convenir con ninguna de las tres causas espues- tas por poderosas que á primera vista parezcan. La mez- cla ó sea la simple reunión de las aguas no puede pro- ducir semejante efecto puesto que ninguna de las compo- nentes es lechosa ni aun la del rio. El número de gente que concurre á este baño podrá irreflexiblemente pare- cer mayor; pero atiéndase á la capacidad del baño sin olvidar la mayor rapidez de la corriente, y ningún incon- veniente tengo en afirmar desde ahora que seria igual si no menor el guarismo proporcional que resultara del nú- mero de bañistas de la Paila relativo á su capacidad, com- parado con el del Templado por ejemplo que es el mayor y el mas concurrido de los otros. ¿Cómo el agua del Ti- gre, tan reducido como es, no la vemos nunca ni turbia ni lechosa?.... Y qué cuidado ni aseo se tiene ni se ha te- —23- nido jamás con la Paila ni con ningún otro de estos des- cuidados baños?.. Debe constarle muy bien al Sr. Sánchez que una vez concluidos los tanques y los bohíos nadie se acuerda mas que de bañarse.... La proporción de sales que se mantenían en completa disolución á beneficio del ca- lórico y de los ácidos libres, y que aumentada indefectible- mente en las aguas de la Paila se precipitan en parte, son las que la roban esa trasparencia que admiramos con razón en las lermales. El olor no es franco ni aun el que se percibe en el recodo de la orilla E. En el momento de llegar á este sitio parece notarse un ligero olor corrompido pero al mi- nuto de permanecer allí deja ya de percibirse. A mi ver no debe atribuirse al ácido sulfhídrico sino solo al ázoe que dan las sustancias orgánicas mas abundantes, y en ma- yor estado de descomposición. Con relación al sabor he notado que bebiendo esta agua inmediatamente después de haber probado alguna de Jas termales, parece al pronto como si quisiera hallar- se con estas alguna semejanza; pero si se examina sola, ó mejor aun si se bebe estando distraído, no se percibe mas sabor que el de un agua común pesada y gruesa. Las sales alcalinas las vemos en las aguas de la Pai- la en proporción un tanto mayor que en las termales. Ya obtuvo asimismo este resultado Mr. Mialhe cuyo análi- sis no podemos en este concepto desechar por defectuoso, pues nada sufre la presencia de estas sales con el trans- porte de aquí á París: y nos lo confirman ademas algu- nas reflexiones . Al principiar el artículo de este baño indiqué que era el producto de la mezcla de las aguas del Rio, Gallina, Tigre, Templado, Acerado, Sta. Lucia León, Leoncito, Huevito y otra infinidad de surtidores ú ojos de agua que desembocan en el rio desde su origen has- ta junto al pueblo; y si consideramos que cada una de es- tas aguas y aun las propias del rio, contienen en disolución dos, tres ó mas sales, ya no nos parecerá tan imposible el guarismo un tanto elevado que el análisis de Mialhe y el que yo presento nos ponen á la vista. Ademas si no en to- das á lo menos en muchas de las aguas cuyos nombres a- cabamos de enumerar, se encuentran sulfuros de sodio, ó de calcio, y es muy natural y aun consiguiente que con la aereacion, movimiento y tiempo que emplean estas aguas desde que se van mezclando hasta llegar al sitio llamado Paila, se desprendan los gases y se precipiten ó se com- —24— binen las bases con otros principios, y aumenten de este modo el número de las sales. Por otra parte el agua toma las bases de los terrenos por donde pasa disolviéndolas y arrastrándolas á beneficio de los gases y ácidos de que ella se halla cargada: de modo que una de las condiciones fa- vorables para saturarse mas ó menos un agua de princi- pios ó elementos alcalinos ó metálicos será la mayor canti- dad de principios ó elementos ácidos ó gaseitormes que contenga; y en este concepto creo que á medida que las aguas del rio van recibiendo otras mas provistas de estos últimos elementos libres ó combinados, serán cada vez mas aptas para arrastrar nuevas cantidades de sales de los terrenos calcáreos tan á propósito sobre los cuales tiene es- te rio su lecho. A todo esto puede todavía añadirse que cuan- to mas saturada de sales, se halla un agua tanto mas baja es su temperatura, sucediendo cabalmente así en la Paila: de modo que, tanto por el resultado analítico, como por las consideraciones que acabo de emitir no veo incompatible si- no muy lójico que estas aguas contengan en la misma canti- dad de vehículo, mayor porción de sales que la mas satura- da de las termales sulfurosas. Los ácidos libres han desaparecido ya en las aguas de la Paila habiéndose combinado con la atmósfera: y por últi- mo las materias orgánicas adicionadas aquí con las que na- turalmente trae el rio y mas aereadas, emitirán como es con-* siguiente mayores cantidades de ázoe. De todo cuanto acabamos de ver me parece debe dedu-* cirse que las aguas de la Paila nada tienen de común con las otras, pues no son ni sulfurosas ni termales, debiendo consi- derarlas como aguas minerales frías salinas. 111, ACCIÓN DINÁMICA DE LAS aguas de san diego. Por acción dinámica de unas ágüas minerales que- remos dar á entender en medicina lo que comunmente y en lenguaje vulgar se llama las virtudes ó propiedades de que gozan, ó sea la peculiar impresión que causan en la organización para producir y desarrollar ciertos y de- terminados fenómenos, con los cuales consiguen la resolu- ción de algunas especies de afecciones. Con este estudio venimos en conocimiento de que tal sustancia tiene la virtud, propiedad ó acción por ejemplo escitante, en cuyo caso desde luego comprendemos que será muy oportuna su a- plicacion cuando veamos un estado de debilidad ó aste- nia, y que al mismo tiempo no puede menos de ser muy contraindicada para una irritación ó inflamación cualquie- ra. En este concepto, fácil es conocer si será de todos mo- dos necesario el estudio y conocimiento de la verdadera 6 —26— acción dinámica de las aguas minerales de San Diego para poderlas aplicar con oportunidad y discernimiento en medio de la diversidad de pareceres, y del empirismo que en todos conceptos ha reinado y por desgracia toda- vía reina. Ni en esta misma acción, ni en sus usos te- rapéuticos, ni en el modo de administración hay unidad ni conformidad alguna de principios ni de opiniones; y en el modo de divagar tan estraño y sorprendente como en estos estremos se nota, sucede que el común de los enfermos, y lo mas raro algunos Profesores, se dejan llevar ciegos de una práctica la mas empírica y rutina- ria, cuyo verdadero oríjen es desconocido. Todo esto con- siste á mi ver en no haberse conocido hasta hace poco y aun de un modo imperfecto la composición de estas saludables aguas, y por otra parte, en la completa falta de observaciones escritas y juiciosamente practicadas, pues estos son los solos y únicos medios por los cuales se puede sin ambigüedad venir en conocimiento de la ac- ción, usos y aplicación de estos benéficos manantiales. Por otra parte, si con el análisis de Mr. Mialhe, y pos- teriormente con el de Sánchez Rodríguez se vino en co- nocimiento de los principios que contenían estas aguas, con todo no se vio en ellas mas que un medicamento de igual naturaleza y de virtud mas ó menos enérjica según el manantial que se usara; y este ha sido otro de los mo- tivos que deben haber contribuido á la confusión. De la composición de estas aguas tal como en el capítulo ante- rior la he presentado y que juzgo es la mas aproximada á la verdad, se patentiza la diferencia que entre ellas e- xiste, gozando de distinta temperatura, variando la canti- dad de los componentes, y hallándose en algunas, prin- cipios mineralizadores que en otras faltan: de la consi- deración del modo de obrar de estos mismos unidos á mayor ó menor cantidad de calórico se deduce á prio- ri que cada uno de los manantiales desarrollará en el organismo fenómenos diversos; y por último si se consul- ta la práctica, hallamos, como mas adelante veremos confirmada esta verdad observando constantemente que según la enfermedad prueban ó perjudican mas ó menos estos ó aquellos baños. Así pues, sigamos desde lue- go la división que he adoptado al clasificarlas puesto que la naturaleza misma nos la presenta; y al hallar las propiedades de estos manantiales representadas por aumento de temperatura, algunas sales y presencia de gas —21 — sulfhídrico en las termales: temperatura baja y presen- cia de mas sales calizas en la fría; y temperatura con pre- dominio de sales feriujinosas ó sin él en las dos restantes no podemos menos de considerarlas como tres medicamen- tos distintos, y estudiar por separado la acción dinámica de cada una de ellas. \9 De la acción diuámica de las aguas termales. Es tan insignificante la diferencia que existe en la proporción de los principios mineralizadores-de los surti- dores llamados Gallina, Templado y Tigre, que podemos muy bien investigar en únala acción de todas ellas,pues si bien he podido notar en la práctica algunas lijeras mo- dificaciones, no son bastantes para que deban considerarse distintas, pudiendo cuando mas admitirse un poco mas de enerjía en el Tigre que en el Templado, y aun mas to- davía en la Gallina; dependiendo esto tal vez de circuns- tancias accesorias y accidentales. En este concepto vea- mos pues, como obran aplicándolas al esterior en forma de baño, y tomándolas interiormente como bebida. A. ACCIÓN DE LAS AGUAS TERMALES APLICADAS AL ESTERIOR. Como el modo mas común de aplicar un agua al es- terior del cuerpo es sumerjiéndose en ella en forma de baño, este será el modo como vamos á considerar la ac- ción dinámica de las aguas termales de San Diego, de- duciéndola primero de los principios mineralizadores, y conprobándola luego por los síntomas ó fenómenos que su acción desarrolla. Acción de las aguas termales al esterior, deducida de los principios mineralizadores. Todas estas aguas constan po- co mas ó menos de 33° de calórico, regular porción de sa- les, alcalinas, y algunos otros principios casi inaprecia- bles, mantenido todo en disolución á beneficio del ácido carbónico y sulfhídrico, el cual se desprende continuamen- te de ellas. Calórico.—Son treinta y tres los grados de calórico que tienen estas aguas: veinte y siete el máximum de los que —28— se observan en la temperatura atmosférica del pueblo de San Diego durante la temporada de los baños, y treinta y seis los que conserva de calorificación propia el cuerpo humano; de consiguiente poca ó casi ninguna seria la im« presión y modificaciones que el cuerpo sufriera, si, hecha abstracción del estado de la atmósfera, se atendiera tan solo á la inmersión del cuerpo en un baño cuyos grados de calórico se diferenciaran tan poco de los suyos propios. Pe- ro como las acciones orgánicas que tienen lugar para mantener al cuerpo en equilibrio con los ajentes esterio- res que le rodean, causan en la economía modificaciones, cambios y tr.anstornos proporcionales, y tanto mas profun- dos cuanto mas enérjicas hayan aquellas sido; y como es— ta energía la hallamos en razón directa no solo de la ma- yor diferencia de calórico existente entre el cuerpo y el me- dio en que se encuentre, sino también, del tránsito de un medio á otro cuyas temperaturas difieran en muchos gra- dos ; es de aqui, que en este concepto y no en otro es como debemos graduar la influencia y acción del oalórico en es- tos baños; regulándola por las impresiones, acciones y con- secuencias en la organización determinada?, no por la se- mejanza de temperatura entre esta y el agua, sino por el paso repentino de una atmósfera de veinte y cuatro y aun diez y nueve grados á un baño cuya temperatura constan- te mas bien escede que no baja de los treinta y tres. En el hombre lo mismo qne en todos los animales de sangre caliente, menos los invernadores, produce el organismo tan- ta menor cantidad de calórico, cuanto mayor es la que su- ministran el aire, agua ó cualesquiera otros ajentes físicos esteriores que le rodeen; y al contrarío, á menos calórico es- terior, mas es la cantidad emitida por el cuerpo: de modo que el hombre para conservar la integridad de la vida, mantiene con ma3ror ó menor emisión de calórico, una tem- peratura constante en su interior, cualquiera que sea la del medio en que se encuentre; y para que así suceda, se necesi- tan una serie de acciones orgánicas, que dan fenómenos de mas ó menos consideración en la economía, y afectan resultados mas ó menos trascendentales en la constitución. Con estos precedentes, veamos que es lo que pasa en la organización al entrar en un baño por ejemplo el Tigre á las siete de la mañana. Hállase el cuerpo en San Die- go y á esta hora, suministrando gran cantidad de calórico para conservar su temperatura en medio de una atmósfera de diez y nueve á veinte grados, con eretismo y frialdad —29— en la piel y en las estremidades, disminuida la circulación de la periferia, y contraidos los tejidos fibrosos; y por otro ludo aumentada la acción y secreciones de todas las mu- cosas, acumulada la sangre al interior y activada bajo to- dos conceptos la circulación en el interior: fenómenos que á lo lejos todos propendan á la plétora y á las conjestiones y que indican la disminución de la vida en la periferia y su acumulación al interior. En esta disposición se inmerje en un baño cuya temperatura escede de la atmósfera en tre- ce ó catorce grados, y en el acto la potencia vital que es- taba emitiendo grandes cantidades de calórico, cambia to- das las acciones para mantener el equilibrio; y á los fenó- menos enumerados van á sucederse con rapidez otros muy distintos y enteramente opuestos. A la perfrijeracion de la piel, y vacuidad de sus capilares va á suceder el aumento de sangre hacia ellos, la mayor rapidez en su circulación, el aumento de la transpiración cutánea y hasta del sudor, ó sea la acumulación de la vida á la periferia, la escitacion de todo el sistema cutáneo; mientras la deplecion de los grandes vasos, la de los capilares pulmonares y de las vis- ceras, la desingurjitacion de los tejidos, la ausencia de esci- tacion en las mucosas y detención desús secreciones reem- plazan en el interior del organismo los anteriormente e- nunciados, y producen una sedación interior jeneral. En es- te concepto la acción del calórico en la Gallina, Tigre y Templado no es únicamente hipostenizante ó sedante sino escitante de la piel, y sedante de los órganos interiores. Sales de bases alcalinas.—Estas comprenden los prepa- rados de cal, magnesia y soda. Si los preparados de soda pueden no tener una acción irritante, no sucede lo mismo con los de cal y de magnesia cuyas sales aun aplicadas al esterior obran estimulando por mas diluidas que sean. Se- guramente en la corta cantidad en que se hallan en estas aguas no causarán en la piel una verdadera inflamación, pe- ro con la repetición diaria prolongada no pueden menos de producir una verdadera estimulación en las erupciones, ó ulceraciones que en la misma se encuentren. Si se quiere atenderá la absorción consecutiva, que podrá tener lugar en algunas de estas sales, será en este caso su acción alteran- te, fundente ó resolutiva. De modo que las sales produci- rán una escitacion al esterior, y la resolución en los órganos interiores cuando sean absorvidas. Gases.—El gas ácido carbónico es un escitante local, pero su acción en estas aguas no puede ser mucha, sobreto- —Su- do aplicadas al esterior, en atención á hallarse en ellas com- binado en su mayor parte. La acción del gas sulfhídrico al esterior debemos buscarla por lo mismo en los sulfuros que siempre son unos escitantes de la piel, con cuyo estímulo se producirá una reacción febril capaz de determinar un mo- vimiento crítico hacia el mismo órgano cutáneo; y no hay duda que esta acción complexa, cual suele serlo en todo me- dicamento, será escitante en la piel, resolutiva luego y poste- riormente sedante al interior; que es la acción común y cons- tante de todo baño sulfuroso termal reconocida por todos los prácticos. Acción de las aguas termales al esterior deducida de los síntomas.—Un uso moderado de baños en el Templado, ó en el Tigre tal como uno ó dos al dia, en un sujeto de una cons- titución regular, desarrolla la eérie de fenómenos siguien- tes: Desde los primeros baños se nota una escitacion bas- tante marcada en la piel, con propensión al sudor y bastan- te prurito en el pecho, espaldas y estremidades inferiores; mientras por otra parte se siente el cuerpo flojo, con deja- dez y propensión y deseo de sentarse y descansar. No se pa- san seis ú ocho baños sin que se desarrolle un movimiento febril, lijero, ó bastante pronunciado según la disposición individual de cada uno; pero siempre acompañado mas ó menos de calor en la piel, pulso frecuente y á veces contraí- do, languidez, lengua saburrosa, sensación de peso en la bo- ca del estómago, y principalmente una coloración eritema- tosa en la piel, que se manifiesta muchas veces por papuli- llas, y pasa alguna vez á una verdadera erupción vesiculo- sa. Si en este estado se insiste en la prosecución de los ba- ños, y hasta se abusa de ellos tomando tres ó mas al dia, ó prolongándolos una ó dos horas, progresa el estado ó escita- cion febril, aparecen la mayor parte de los síntomas propios de los estados ó calenturas mucosas; se pone confluente y muy dolorosa la erupción vesiculosa que principió á desar- rollarse; y cae luego el enfermo en un estado de verdadera adinamia que puede ser funesto como algunas veces lo ha sido por la imprudencia de algunos mal aconsejados enfer- mos. Si por el contrario, á la aparición de la fiebre se sus- penden los baños y se adieta al enfermo administrándole en algunos casos su laxante, se resuelve la calentura á los cua- tro dias, se abre un poco el apetito, hay mas soltura mus- cular y se restablece el enfermo; pero nótese que la escita- cion mas ó menos lijera de la piel: el poco apetito: la pere- —31 — za y lentitud de las dijestiones, y la flacsidez general acom- pañan constantemente hasta la conclusión de los baños, á los que hacen uso de los termales de que tratamos. Reasumiendo pues el cuadro de síntomas que acabamos de trazar y deduciendo de ello lo que pasa en la constitu- ción vemos, la presentación de una estimulación en la piel, que provocando reacciones, llega á desarrollar un movimien- to febril y una erupción, que llevada á su estremo pueda hacerse confluente; mientras los órganos locomotores, y las membranas mucosas y todo el interior pierden su acción con motivo de acumularse toda la vida al esterior, conducien- do insensiblemente al aniquilamiento de las propiedades vi- tales en los centros: pero que sin llevarlo á un estremo y conservándose en un uso moderado de los baños, se redu- cen á un aflujo hacia la periferia, y una mediana debilidad al interior que naturalmente favorece las absorciones y conduce á la resolución y sedación. Acción igual á la que antes hemos deducido de los principios mineralizadores. B ACCIÓN DE LAS AGUAS TERMALES APLICADAS AL INTERIOR. De los tres surtidores termales el que mas comunmente se usa para bebidas es el Templado, pero ningún inconve- niente hallo en sustituirlo por el agua del Tigre y aun de la Gallina. Acción de las aguas termales al interior deducida de sus principios.—La acción del calórico es sin disputa escitante en el acto de entrar en el estómago, pero por la poca tem- peratura de estas aguas comparada con la de esta viscera será muy débil la parte que el calórico tenga en el desarro- llo de fenómenos sucesivos. Las sales de base de cal y mag- nesia serán absorventes, pero con la continuación producirán á la larga la escitacion de la mucosa gástrica que las carac- teriza, y á beneficio de la división en que se hallan, serán luego absorvidas, y tendrá lugar la acción resolutiva y alte- rante de los alcalinos mas ó menos enérjica según el uso que se haga de ellas. Las de soda pudieran contribuir al efecto irritativo purgante de las otras, si unas y otras se hallaran en mayores proporciones, pero en las aguas que estudiamos —32— las considero con muy poca acción. Ya solo nos resta una pe' quena porción de gas sulfhídrico libre,el que de continuóse desprende del sulfato calcáreo y de los sulfuros; y en efecto este es á mi ver el ájente que predomina y se sobrepone a la acción de todos los demás principios. ¿Y la acción de este ájente es sedante ó hipostenizante?---Según y de que ma- nera pues nunca debemos olvidarnos de que la acción de los medicamentos es siempre complexa. La impresión inmedia- ta que reciba la mucosa gástrica al beber esta agua sera la de una escitacion, mucho mas hallándose favorecida por la de los otros principios mineralizadores; pero esta escitacion análoga á la de los medicamentos sudoríficos, provocará una fluxión hacia la piel con diaforesis, y para que esto se verifi- que debe tener lugar una lijera reacción febril por poco gra- duada que sea, y producirse consecutivamente la sedación de las mucosas, y la resolución en todos los órganos interio- res. Asi pues el uso de estas aguas usadas como bebida de- ben producir por de pronto una estimulación en la muco- sa gástrica, pero su acción consecutiva será un movimiento fluxionario cada vez mayor hacia el órgano dérmico, el aba- timiento y hasta aniquilamiento de las funciones dijestivas y locomotoras, y el aumento de las absorciones. Acción de las aguas termales al interior deducida de los síntomas— Bebida el agua del Templado á la dosis de tres ó cuatro vasos al dia principia escitando la transpiración y hasta el sudor: facilita y precipita las dijestiones; y abre el apetito; pero á los pocos dias aumenta el aflujo hacia la piel, se desarrolla un lijero movimiento febril que se desvanece muy pronto, y con él aparece un eritema ó alguna erupción pequeña vesiculosa. Durante este estado febril á veces muy lijero, se cubre la lengua de una capa mucosa en su centro con alguna rubicundez en los bordes, las dijestiones se van haciendo perezosas, y el apetito sin desaparecer del todo se manifiesta muy poco pronunciado. Abusando de estas aguas con beberías en cantidades escesivas, ó aumenta la diafo- resis, ó lo mas común, se modifica la mucosa gastro-intesti- nal produciendo inapetencia, fiebre gástrica irritativa, fleg- masías viscerales, diarreas, lienteria y consecutivos infartos en el hígado, bazo, páncreas y otras visceras; síntomas to- dos de irritaciones primitivas, cuya terminación conjestional linfática, manifiesta una falta de acción reguladora de la vi- da. De consiguiente del conjunto de los síntomas y de su sucesión debe deducirse que estas aguas termales usadas moderadamente en bebida, provocan una resolución y seda- —33 — cion en el interior, con una escitacion ó fluxión eliminadora hacia la piel; acciones enteramente análogas á las que se de- dujeron de las propiedades de los principios mineraliza- dores. 2-° De la acción dinámica de las aguas no termales. En estas se comprenden como hemos visto Jas del Ace- rado y Santa Lucía, de las cuales estudiaremos la primera, ocupándonos luego de la última rnuy por encima, tanto por las pocas virtudes de que la considero dotada, como por ser sumamente limitadas sus aplicaciones á causa de lo escaso que es este surtidor. A. ACCIÓN DEL AGUA DEL ACERADO APLICADA AL ESTERIOR. Acción de las aguas del Acerado al esterior deducida de sus principios.—En este baño hallamos el agua á una tem- peratura de 26 á 28 grados centígrados, y los ácidos y sulfu- ros casi nulos: de modo que sus propiedades reducidas á la acción de las sales, son casi inapreciables por hallarse en me- nores cantidades que en las termales. Las de hierro, únicas que en el Acerado podrían llamar algún tanto la atención, son de suyo poco activas aplicadas al esterior, y mucho me- nos atendida la cantidad en que se encuentran. De modo que por la poca acción de las sales, y la moderada elevación de la temperatura debe ser poco sensible y aun grato el es- fuerzo que para conservar el equilibrio se Verificará en el organismo, produciéndose una lijera espansion y luego una calma siempre beneficiosa en la economía: por manera que la acción de este baño será emoliente, y lijeramente sedan- te, análoga á la de un baño común tomado á una temperatu- ra moderada. Acción de las aguas del Acerado al es'erior deducida de los síntomas.—Las aguas del Acerado aplicadas al esterior ninguna serie notable de fenómenos provocan en el organis- mo: y únicamente abusando de ellos es cuando se nota una debilidad jeneral como se verificaría con una continuación 7 de baños comunes á una temperatura regular. Nótese, a fal- ta de otros síntomas, que este baño calma constantemente las irritaciones que accidentalmente pudieran haberse pro- ducido por cualquiera causa; asi es que la acción emolien- te y calmante que se dedujo de los principios mineralizado- res, la hallamos comprobada por los síntomas que se pro- ducen. . , . Acción del agua, de Santa Lucía al estertor.—La, única aplicación que se hace de esta agua es lavarse con ella los ojos, no permitiendo otra cosa la poca agua que mana, y las reducidas dimensiones del hueco donde cae: y tanto por su temperatura y demás principios mineralizadores, como por los síntomas locales, y virtud lijeramente calmante de las ir- ritaciones de los ojos, debo deducir de ella la misma especie de acciones locales, que jenerales hemos visto en el Acerado. B. ACCIÓN DEL AGUA DEL ACERADO APLICADA AL INTERIOR. Acción del agua del Acerado al interior deducida de sus principios.—La acción del calórico debe ser nula en el uso de estas aguas como bebida; tanto las sales alcalinas como las neutras, no pueden llegar mas que á aumentar insensi- blemente la secreción de la mucosa dijestiva; pero siendo absorvidas junto con las sales de hierro, producirán á la lar- ga una acción tónica reconstituyéndola sangre;y todos los elementos reunidos si se bebe bastante cantidad de agua au- mentarán la diuresis y diaforesís, escitando lijeramente la piel y la mucosa urinaria. Ademas de estas propiedades co- munes, se notará en la mujer que la acción prolongada del hierro, á pesar de su poca cantidad influirá de un modo un tanto directo á conjestionar la matriz, circunstancia quede- be tenerse muy presente en las aplicaciones de estas aguas al sexo femenino. Acción del agua del Acerado al interior deducida de los síntomas.—Los síntomas que constantemente desarrolla esta agua bebida con alguna abundancia, son los de plétora jene- ral incipiente, y comezón en la piel en los sujetos de consti- tución robusta; y un aumento de apetito, regularizacion de las dijestiones, hilaridad y aumento de fuerr.as musculares en los sujetos débiles y casi caquécticos; si bien á veces exis- tiendo alguna predisposición se agregan á estos síntomas ó —35— la diuresis ó el aumento de la transpiración. Llevada á un es- ceso produce irritaciones neumónicas y abdominales y da lugar con frecuencia á las obstrucciones. En las mujeres bien constituidas aumenta los dolores y la cantidad de la mens- truación, dando lugar á todos los demás síntomas que hemos descrito; pero con una tendencia muy marcada á obrar so- bre la matriz. En este concepto la acción interior del agua: del Acerado, será tónica reconstituyente y en la muger eme- nagoga. He tenido ocasión de observar que estas aguas ademas de las propiedades mencionadas, favorecían la espulsion de las arenas y hasta de pequeños cálculos urinarios. No creo que semejante efecto sea resultado de alguna acción electi- va y especial, que no se comprende; y sí solo motivado de la diuresis que en algunas ocasiones desarrollan: sin embargo, no he tenido lugar de ver mas que dos casos, y seria útil se hicieran algunos ensayos para poder desechar ó admitir una acción que caso de existir en ellas, podría ser muy fecunda en aplicaciones terapéuticas. El agua de Santa Lucía nunca la he visto usar ni pres- cribir al interior en forma de bebida ni en otra alguna. 3 ? Acción dinámica del agua de la Paila ó fria. El agua de la Paila se usa en baño ó bebida, ya de la del centro del rio, ó bien del recodo que se indicó formarse en la márjen izquierda: ambas gozan de propiedades análo- gas, y en este concepto las comprenderemos en una misma descripción. A. ACCIÓN DEL AGUA DE LA PAILA APLICADA AL ESTERIOR. Acción del agua de la Paila al esterior deducida de sus principios.—Hemos visto al indagar la composición de estas aguas, que coincidiendo la temperatura de las aguas de este baño con la atmosférica, varia durante el dia entre veinte y veinte y seis grados cent., que relativamente á la del cuer- —36— po humano es menor en diez ó doce grados cuando menos, y ha de producir la sensación de frió ó sea la sustracción de ca- lórico de la economía. Hemos visto asimismo que cuanto me- nor sea la cantidad de calórico (ó mayor la frialdad que es lo mismo) que posean los ajentes físicos esteriores, tanto mayor resulta la que por su acción propia produce el orga- nismo para mantener su temperatura sumerjido en un me- dio que de continuo se lo ambiciona. En este concepto, los fenómenos que al hablar de la acción de las aguas termales hemos notado se sucedían con motivo de la temperatura ba- ja de la atmósfera, aumentarán notablemente al entrar en Ja Paila de menos grado de calórico todavía, y la organiza- ción sufrirá el eretismo jeneral de la piel, la desviación de la sangre de sus capilares, y la consiguiente decoloración y perfrijeracion del sistema dérmico; mientras en el interior habrá sobreescitacion de las mucosas principalmente la bronquial, con aumento de sus secreciones sobre todo de la orina: acumulación conjestional de sangre á todas las visce- ra, y hasta verdaderas conjestiones si se llevara á un estre- ñios. Pero hay otra clase de fenómenos consecutivos, produc- to de la reacción que proporcionada á la constitución del individuo, se verifica en el organismo á la salida de un ba- ño de baja temperatura: reacción que hallamos desarrollada en razón inversa de la temperatura, y de la duración de la inmersión. Esta reacción que puede compararse á la de una fiebre catarral, se dirije de nuevo á la piel y vuelve á su es- tado normal el interior de la economía, aumentando la toni- cidad de los tejidos de la periferia y regularizando la iner- vación. La cantidad de sales ha aumentado en estas aguas com- paradas con las termales, habiendo cambiado al mismo tiempo en su modo de ser, pues se ven en parte precipitadas: y obrando por contacto inmediato sobre la piel darán lu- gar si la piel está irritada, á una escitacion sustitutiva, y de consiguiente alterante y luego sedante. De consiguiente la acción principal de las aguas de la Paila aplicadas al este- rior debemos buscarla en la temperatura; y podemos consi- derarla en jeneral sedante de la piel: escitante de las muco- sas, y en su consecuencia depurativa y eliminadora: y ade- mas sería tónica ó reguladora del sistema nervioso en los ba- ños de mera inmersión. Acción del agua de la Paila al esterior di ducida de los síntomas.—El uso de uno ó dos baños diarios en la Paila en un sujeto medianamente constituido, desarrolla los síntomas —37— que vamos á recorrer. Desde los primeros dias baja sensi- blemente el color de la piel, se pone fresca y al mismo tiem- po aumenta un tanto la cantidad de la orina y la frecuencia de su emisión. Percíbense luego escalofríos, cefalaljia frontal coriza, cargazón de pecho, tos y por último una lijera fiebre catarral que pasan mas ó menos graduada todos los bañistas y que se desvanece del tercero al cuarto dia. Luego se res- tablecen todas las funciones, mientras la piel se mantiene siempre fresca y la transpiración bastante escasa; se nota muy aumentado el apetito, precipitadas las dijestiones, mas marcadas las secreciones bronquial y nasal, y hasta escesi- va la de la mucosa urinaria. Si de cualquier modo que sea se abusa de este baño todo refluye sobre la mucosa de los bronquios: se menudean las catarrales: pasan á un estado crónico, y dejeneran con frecuencia en una tisis traqueal, bronquial ó larinjea, cuyas funestas y rápidas consecuen- cias son bien conocidas. Me parece que en estos síntomas descuella un manifiesto espasmo de la piel, y una actividad funcional supletoria en las membranas mucosas, que lleva- da á un estremo puede convertirse en verdadera irritación, sobre todo en la neumónica; comprobándose con ellos lo que dedujimos de los principios mineralizadores. B. ACCIÓN DEL AGUA DE LA PAILA APLICADA AL INTF.RIOR. Acción del agua de la Paila al interior deducida de los principios.—La bebida fria ó mas bien fresca del agua de Ja Paila propenderá á ionizar lijeramente la mucosa gástri- ca; pero la acción de las sales es aqui la que predomina así como la de los preparados sulfurosos en las termales. La cantidad que de ellas hay en la Paila y su modo de ser, pro- ducirá una escitacion de toda la mucosa dijestiva, tanto mas cuanto en mayores cantidades se beba, y obrará como un purgante laxante determinando evacuaciones repetidas. Pero usada en moderada dosis, obrará como aperitiva, y en verificándose la absorción tendrá lugar la acción fundente. Acción del agua de la Paila al interior deducida de los Momas.—El agua de la Paila produce en el acto de bebi- da una sensación de ocupación y peso en el estómago, y da inapetencia, eructos y flatulencia en los primeros dias; pero —38— muy luego se manifiesta la estimulación de la mucosa gás- trica por el mayor apetito, rapidez en las dijestiones y defe^- cacion, soltura de vientre, y aumento de la orina; y bebien- do cuatro ó seis vasos en ayunas aparecen diarreas biliosas por lo común abundantes, que aun cuando tomen el carác- ter lientérico, desaparecen pronto cesando en el uso del agua. Bebiendo cantidades escesivas sobreviene una irrita- ción gastro-intestinal, diarreas serosas, disenterías, ó bien alguna vez constipación de vientre con cólicos; y se des- arrolla una fiebre gastro-inflamatoria con todas sus conse- cuencias. De los baños llamados Templadillo. A lo largo de la corriente que desde el Templado á la Paila naturalmente se establece junto á la orilla izquierda del rio, suelen formarse algunas veces tanques y chozas mas ó menos inmediatas á las termales ó á la Paila, siendo co- nocidos con el nombre común de Templadillo. Como la cor- riente enunciada se compone de los desagües de las terma- les mezcladas cada vez mas con las aguas del rio, es consi- guiente que su temperatura, composición y acción dinámica será tanto mas análoga á la de las termales, cuanto á menor distancia del Templado se usaren; asimilándose cada vez mas á las aguas de la Paila á medida que se tomen mas in- mediatas á la misma. IV. APLICACIÓN TERAPÉUTICA DE LAS AGUAS TERMALES. Modo de administración y dosis. Al esterior. Las aguas del Templado y del Tigre se administraran bajo la forma de ba- ño jeneral, inmerjiendo el cuerpo den- tro del agua hasta la barba, y moján- dose la cabeza lo menos una vez al entrar en el baño. La duración de un baño común, regular ú ordinario será de diez á quince minutos. La duración de un baño especial podrá ser desde media hasta una hora: pero no conviene prolongarlo mas en ningún caso, ni aun tanto sino en ciertas circunstancias y en sujetos bien constituidos, no pasando nunca de me- dia hora en los débiles. El número de baños al dia será uno para las constituciones delicadas: dos para eí común de los emfermos: y tres lo mas en naturalezas fuertes y bien constituidas. El número total de baños durante la temporada no debe esceder de 40, pudiendo por punto jeneral limitarse á 25 ó 30, y aun menos si se nota- ran adelantos muy marcados en la cu- ración de la enfermedad. He llegado á administrar hasta 58 baños en el Ti- gre sin ningún mal resultado, pero es- tos son casos y circunstancias excepcio- nales, que no deberán imitarse sino por consejo de un Profesor. Las aguas de la Gallina podrán u- sarse del mismo modo, pero la dispo- —40— sicion topográfica del manantial nos Al interior. obliga á prescribirlos solamente como p . , á hnberqo baños locales, introduciéndola mano, , lor Punt0 jeneral pueden beberse ■ , -jj •* i ,1 - ' de 4 a 6 vasos al día distribuidos en brazo o pie donde exista el daño, ya , , , . „ , , , , ,r ~ i „___„ „n,' „„ dos o tres tomas de a uno o dos va- sea en el pequeño charco que allí se , forma, ó mejor todavía dentro del mis- &^, ,4. ' ¿ * * j j. j ' _ i 1 j , „ tV1„ • „■ Como alterantes o fundentes se da- mo cano natural del surtidor si posi- , . ,. ,. , , ,, c n a u ~ „ ' Ar. ran a pasto en medio vaso diez o do- ble fuera. Cada baño no pasara de y , ,. , , , ., media hora: podrán tomarse dos y ce veces al d,a, hasta en las comidas. hasta tres al dia: no escediendo poí Siempre que se sospeche o se pre- , , . , a ar\ • ot\ senté una irritación del estomago no punto íeneral del numero de 20 o 30. , , , . . , ,° v J se beberán solas sino mezcladas con Ningún baño jeneral ni local se to- leche ó agua de cebada en la porción mará sm estar en ayunas ó dos horas de una raitad> un tercio ¿ una cuar. cuando menos después de haber co- ta parte se{?un fre^ ej afect0 gas. mido, trico mas ó menos graduado. Cuando se presente calentura sea Las aguas que mas se usan para la que fuese, aun cuando sea la fiebre bebida son las del Templado y Tigre: las efémera que en estos baños suele pre- de la Gallina nunca se beberán solas sentarse, se suspenderá su uso hasta sino mezcladas del agua de cebada 6' el completo restablecimiento. leche. Aplicaciones terapéuticas. Deducida la acción dinámica de las aguas sulfurosas termales de San Diego, por lo que en el capítulo anterior queda espuesto, naturalmente se concibe la oportunidad de su aplicación. Produciendo la debilidad en el interior, y modificando las secreciones de todas clases por la absor- ción, nos proporcionan los elementos mas poderosos de la medicación alterante; de modo que las indicaciones de su aplicación las encontramos en aquellas afecciones siempre crónicas que reclaman la acción de los alterantes y de los fundentes. En la falta de equilibrio entre las secreciones, y las absorciones, en las obstrucciones de todas clases, y en las flecmasias semiagudas de tejidos especiales es donde mas necesitamos de las acciones enunciadas para combatirlas: de consiguiente será útil la aplicación de estas aguas en ciertas intermitentes rebeldes: obstrucciones vis- cerales: infartos glandulares: catarros crónicos: reuma y go- ta: dolores ó reuma sifilítico: retracciones de los tejidos fi- brosos: ciertas anquilosis é hidropesías: y ademas en razón ala escitacion tópica que en la piel producen, serán condu- centes para resolver los tejidos de las cicatrices deformes, y contusiones antiguas; y para modificar el estado vital de las úlceras atónicas. —41— i-° Fiebres intermitentes rebeldes. No se crea que los baños sulfurosos termales, ni sus aguas usadas al interior cambiarán el modo de ser del orga- nismo de manera que resista y combata hasta su total es- tincion una fiebre cualquiera, con tipo intermitente; antes al contrario, pues toda calentura lijeraó grave, aguda ó cró- nica se agrava sin disputa con el uso de los baños minerales. Pero hay ciertos sugetos que han habitado en puntos donde son endémicas las fiebres intermitentes, y que después de haberlas allí sufrido mas de una vez, y esperimentado el in- flujo de tan repetidas cantidades de quinina, dejan ese pais mal sano y quedan con una constitución sumamente empo- brecida, con tendencia al temperamento linfático, y con in- fartos y obstruciones no en una sino en muchas visceras, los cuales infartos si algunas veces no se notan en la cara superior del hígado, en el bazo, omento ú otro punto accesi- ble al tacto, no por esto dejan de ser menos ciertos en la ca- ra posterior de aquella viscera, en el páncreas, en algunas glándulas del mesenterio, ríñones, ovarios ú otros sitios no fáciles siempre de reconocer: pero siempre marcados en el abotagamiento de algunos puntos de su rostro, en la descom- posición profunda del semblante que aparece como enveje- cido y ajado, y principalmente en el color pálido, subictéri- co y terreo de la piel. Estos enfermos pasan uno ó dos y hasta tres meses sin que se les reproduzca la calentura; pe- ro cuando menos lo esperan les invade de nuevo, afecta siempre una forma complicada, ya sea cuartana, ya terciana doble, sigue una marcha insidiosa y nada franca, agotándo- se para combatirla, y algunas veces sin resultados, todos los recursos imajinables, desde la quinina y el arsénico, hasta las pócimas, parches y amuletos del charlatanismo. En estos casos es cuando las aguas sulfurosas termales obran en la naturaleza una revolución saludable: modifican el estado de la sangre haciéndola mas alcalina: activan las absorciones: proporcionan favorables crisis secretorias, y restableciendo en una palabra las funciones, dejan al orga- nismo en disposición de resistir y aun de descartarse de las causas, disposición ó productos morbíficos que lo aniqui- laran. Para combatir este estado se tomarán, según la robus- 8 —42— tez uno ó dos baños diarios comunes ú ordinarios en el Tem- plado ó en el Tigre, aprovechando para ello las épocas en que no se presenta la fiebre, y no escediendo de 25 ó 30 y aun interrumpiéndolos con algunos descansos. Estos baños se acompañarán con medios vasos del agua de los mismos baños bebida como alterante, no en el mismo manantial sino dejándola antes enfriar un poco, y mezclándola con cebada ó leche si produjera eructos, ó bas- tante sed: y si á pesar de estas precauciones no pudiera to- lerarse, se usará el agua de la Paila mezclada con un ter- cio del agua del rio cojida mas arriba ó mucho mas abajo de los manantiales. Como en las mujeres que sufren esta es- pecie de caquexia he visto hallarse infartado un ovario ó el mismo útero con supresión ó notable disminución del flujo menstruo y decoloración de la mucosa de los labios, de la nariz y de los ojos, será útil que usen para bebida común el agua del Acerado á pasto. Siempre que se presentare fiebre, ya sea la propia de los baños, ó bien la reproducción de la intermitente, se guar- dará cama aun cuando fuese muy lijera, y con los auxilios de un profesor se combatirá por los medios oportunos. Tam- poco se hará uso de purgante alguno sino en el caso de ver- dadera necesidad, á juicio asimismo de un profesor inteli- jente. El faltar al primero de estos dos preceptos puede oca- sionar hasta la muerte, según se deduce de la Observación tercera. Observación I.—Fiebres intermitentes crónicas con infarto y dolor de un teste, curadas con los baños termales. (*) Don J. B. R., europeo, aclimatado algunos años en esta Isla, de 41 años de edad, y ocupado en el comercio, á conse- cuencia de algunos viajes á Costafirme, y después de varias afecciones sifilíticas descuidadas, contrajo fiebres intermi- tentes de varios tipos, qne se reproducían actualmente cada tres meses. Al ir á los baños presentaba el semblante y co- lor de la piel antes descrito, el pelo muy cano y claro, y la (*) Para que esta obrita no abulte con esceso, suprimo copiar en ella doscien- tas seis observaciones que mas ó menos completamente redactadas poseo, mu- cho mas cuando hay varias entre sí parecidas: así pues, pondré tan solo dos ó ♦res como modelo al pié de cada clase de afecciones, elijiéudolas de entre las mas escojidas y oportunas. —43— constitución bastante deteriorada. Siguiendo la rutina tomó á su antojo tres baños en la Paila, y se produjo la intermi- tente con tipo tercianario doble, y dolor también intermiten- te en el testículo, cordón é interior del abdemen del lado iz- quierdo, habiéndole quedado el testículo y cordón infartado. Restablecido á los diez dias, principió según mi sistema á bañarse en el Templado y Tigre, tomando veinte y ocho baños regulares, y bebiendo de la misma agua á medios va- sos hasta en las comidas. En el quinto baño apareció la fie- bre gástrica que en la cama y con un laxante se resolvió en tres dias: después del baño doce apareció un lijero sarpullido, principió á sudar con frecuencia y á modificarse el color de la piel: de allí á poco hubo un amago de reacción febril á con- secuencia de haberle cojido un aguacero un cuarto de legua del pueblo, pero se desvaneció á beneficio de una diarrea biliosa espontánea y abundante. A los pocos dias concluyó los baños, lo puse al agua de la Paila á pasto pero mezclada; jecibió en Abril otro chubasco sin tener novedad, hallándo- se hoy dia enteramente bueno, bien constituido, y con el semblante y color natural. El infarto del testículo quedó desvanecido seis ú ocho días después de concluidos los ba- ños. Observación II.—Fiebres intermitentes crónicas con hypertror fia de las paredes de la matriz. Doña A. C, de Canarias, de 39 años, mujer de un mayoral de ingenio de la Vuelta-arriba, donde reinan las intermiten- tes: las habia padecido de varios tipos allí mismo,;,y se repro- ducían cada cuatro meses poco mas ó menos, á pesar de habi- tar hacia un año cerca de Candelaria; y se hallaba como abotagada, color aplomado y terreo de la piel, con un au- mento de grosor de las paredes de la matriz, y sumamente escasa la menstruación. Tomó treinta y dos baños entre el Templado y el Templadillo, pero muy inmediato al Templa- do; bebió el agua del Acerado á pasto, y á escepcion de la fie- bre efémera que tuvo después del sesto baño, siguió restable- ciéndose la menstruación hasta el punto de suspenderle el uso de toda agua, y mejorando en el infarto de la matriz, dismi- nución de la gordura, aparición del color rosado natural en las mucosas, y completo cambio del rostro y del color de la piel: sin que haya vuelto á presentársela fiebre. —44— Observación III.—Fiebres intermitentes crónicas terminadas con la muerte por abuso de los baños. J. Ganga, moreno de unos 24 á 26 años, bien formado, pero un poco obeso, con la piel de color cetrino ceniciento, y el blanco de los ojos mas amarillo de lo que en ellos es costumbre, habia estado á bordo de un barco que daba via- jes á Chagres, donde habia tenido que quedarse repetidas veces por intermitentes, casi siempre cuartas, según decia. A su antojo ó por consejo ajeno tomó algunos baños en la Paila, pero le repetían casi todos los dias las calentu- turas, hasta que principiando en el Templado fué mejorando visiblemente quedando casi restablecido; pero siendo muy difícil de sujetar á réjimen alguno, é imbuido de las ideas de muchos que creen deben continuar hasta con abuso el me- dicamento que les ha mejorado, se cegó con las ventajas que adquiría, y en lugar de tomar tres baños diarios hasta com- pletar cuarenta, bebió con esceso del agua de todos los ba- ños, y se llevó un garrafón todavía para la Habana. Este a- buso produjo, como es consiguiente, una caquexia, que prin- cipió á desarrollarse ya antes de salir del Pueblo, y lo con- dujo al sepulcro á los cinco ó seis meses después de llegado á esta ciudad. 2? Obstrucciones viscerales. Aquellas afecciones comunmente conocidas por padeci- mientos del hígado, del bazo, del mesenterio, de los ovarios y otras visceras del vientre, en que se notan perturbación en varias funciones, tumores ó durezas mas órnenos volumino- sas con tumefacción del abdomen ó sin ella, son las que com- prendo en este artículo, y en todas ellas podemos considerar un aumento de actividad y de vida en la viscera que ocupan y casi siempre en sus funciones aumentadas, disminuidas ó diversamente alteradas: de modo que la sedación y la debi- lidad por una parte, y la perturbación de las acciones orgá- nicas por otra, es Jo que debemos procurarnos para conse- guir una saludable modificación. Para el primer objeto in- sistimos en el uso de los baños termales (y de ningún modo —45— fríos), para lo segundo nos valdremos de las mismas aguas al interior en dosis alterantes, pudiendo sin inconvenien- te sustituirlas por las de la Paila, pero nunca con las del Acerado. Los baños se darán de media hora de duración lo me- nos, y uno ó dos y hasta tres al dia, según la constitución del enfermo: y cuando se presente un estado saburroso que en el decurso de estas afecciones he notado casi siempre con frecuencia, se suspenderán por un par de dias los baños, y ó bien se administrará un purgante salino, ó mejor todavía se hará uso en ayunas del agua de la Paila en dosis purgante. Cuando estas saburras se presentan con demasiada frecuen- cia se hace preciso limitarse á un solo baño al dia, y aun re- nunciar completamente al uso de los baños, y limitarse tan solo al agua termal ó fria al interior en dosis alterante, como me sucedió en el soldado objeto de la Observación IV, que así curó. Y esto se concibe, puesto que si bien en estos ca- sos es preciso todavía la acción de las sales alcalinas y sul- furosas absor vidas, manifiesta la naturaleza haber llegado á un grado de dibilidad, sobre todo en el aparato gástrico, que de ningún modo conviene aumentar con los baños sin espo- nerse á funestas consecuencias. En estas afecciones es inútil antes de principiar los ba- ños prepararse con uno ó dos purgantes. Observación IV.—Obstrucciones de varias visceras abdomina- les, curadas con los baños termales. A. G. S., soldado de 28 años, constitución regular, co- lor sano, buena nutrición y musculatura, y temperamento bi- lioso sanguíneo, padecía de infartos y tumefacciones en va- rias visceras del abdomen, pero principalmente en el hígado muy voluminoso y dolorido al tacto. No habiéndome fijado bien todavía en los principios que sobre la composición y ac- ción dinámica de estas aguas comprendí después, le permití los baños de la Paila, de que solo pudo tomar nueve, inter- rumpidos á cada paso con fuertes saburras, hasta que se ma- nifestó un principio de ascitis. Al momento lo pasé al Tem- plado después de administrarle los calomelanos con el aloes, poniéndole además al uso interior de la misma agua en do- sis alterante. A los quince baños del Templado se manifes- tó una inapetencia, flatulencia y estado de inacción en la mu- —46— cosa dijestiva, que habiendo progresado, me obligó á suspen- der á los veinte baños su uso; y dejándolo solamente con el agua bebida á la dosis indicada desapareció la ascitis, y se resolvieron los infartos, quedando únicamente un lijero au- mento de volumen indolente en el bazo, que se desvaneció también después de un mes y medio de haber dejado las aguas. Este enfermo no debia haber tomado baño alguno, y mucho menos los de la Paila, limitándose al uso interior del agua. Observación V.—Obstrucciones del páncreas y del mesenterio curadas por el Dr. D. Pablo Humanes, con los baños ter-r- males. R., moreno, de unos 30 años, medianamente constituido, color un poco bajo, y temperamento linfático; padecía ya de algunos años varias obstrucciones en el mesenterio y en el páncreas, algunas de ellas bastante voluminosas. Era diriji- do en su curación por el Dr. D. Pablo Humanes, quien le prescribió los baños del Templado prolongados, y el agua ¿el mismo á corta dosis: necesitó de algún pivrganteilen el dis- curso de su tratamiento, pero á los treinta baños quedó cu- rado, observándosele únicamente una imperceptible dureza hacia el vacío derecho. Observación VI.—Obstrucciones de las visceras del bajo vien- tre, curadas con los baños termales. Don R. GM capitán de un buque mercante, de 40 años, temperamento nervioso-bilio.so, y constitución un tanto em- pobrecida; padecía de dos años á esta parte de obstrucciones en todas las visceras del bajo vientre, con mucha susceptibi- dad é irritabilidad déla mucosa dijestiva. Le prescribí un baño diario de media hora en el Tigre, y le puse al uso del .agua de la Paila al interior mezclada con otro tanto de le- che. Tuvo algunas indijestiones durante los baños que ce- dían tomando el agua de la Paila sola y en dosis purgante: tomó treinta baños, siguió todavía bebiendo del agua por es- pacio de quince dias y quedó completamente bueno, sin ha- ber vuelto á esperimentar novedad alguna. -47— ü? Infartos glandulares crónicos. Los infartos glandulares crónicos, cuyo tipo podemos buscar en las escrófulas ya crónicas, no se curan á priori con el uso de las aguas minerales de San Diego, pues parece que su virtud en estos casos se limita ó á modificarlas de modo que se presten luego con mas docilidad á los yoduros ó á la conicina, ó quizas mas bien á completar una curación con estos medicamentos principiada. He tenido lugar de ver que las escrófulas en estado de agudeza si se tratan con los ba- ños termales se exacerban, y si con los fríos propenden á la dejeneracion tuberculosa ó carcinomatosa; de modo que no considero prudente hasta nuevos ensayos, que se manden á San Diego enfermos cuyas escrófulas no se hallen en un verdadero estado de cronicidad. Adviértase que no intento hablar aquí de aquellas úlceras escrofulosas y sórdidas, que sin una verdadera diátesis escrofulosa jeneral manifiesta, aparecen algunas veces. En el infarto crónico de las mucosas, testes y otras glándulas conglomeradas sucede lo propio, y aun mas, pues- to que casi siempre es preciso ayudar la acción de las agua? con la aplicación de tópicos alterantes fundentes ó resolu- tivos. Pero si en lugar de verdadero y simple infarto crónico fuese un tumor escirroso ó cáncer oculto, de ninguna mane- ra debe hacerse á mi juicio, ningún uso de estas aguas, pues por ahora y hasta nuevos ensayos creo que se precipitaria lij, dejeneracion y la caquexia. El modo de administrar las aguas termales al esterior y las mismas ó tal vez la de la Paila en bebida para el tra- tamiento de todas estas afecciones es en todo igual al que se ha descrito para las obstrucciones Observación VIL—Escrófulas crónicas curadas con los baños termales. Doña L. G., niña de 9 años, de temperamento linfático á predominio, tristeza y apatía habitual, tenia la piel pálida, ojos ribeteados, tristes y con ojeras, vientre abultado y du- ro, muy infartadas las glándulas de las ingles, sobacos, cue- —48— lio y parte posterior de la cabeza, é inapetencia impropia de su edad. Cuatro meses antes de pasar á San Diego la estu- ve tratando con el aceite de hígado de bacalao, los yoduros al interior y al esterior, algunos purgantes y lociones gene- rales aceitosas: y se modificó su constitución y organismo hasta casi desaparecer el ribete de los ojos, hacerse mas ra- ras las oftalmías, y moderarse algún tanto el tamaño de las glándulas. Pasó á los baños tomando veinte y cuatro del Templado; bebió el agua del Templado en dosis alterantes: necesitó algún purgante en los primeros dias, y quedó com- pletamente curada, del todo reformada su constitución, ale- gre, con apetito y buenas dijestiones, notándose patentemen- te la mejoría desde los diez baños, y sin haber vuelto á tener novedad alguna. Observación VIII.—Infarto del teste y de las glándulas del sobaco, curados con los baños termales. Don B. T., sastre, de 34 años, de constitución delicada, delgado, y de temperamento nervioso-linfático, después de afecciones febriles graves y complicaciones sifilíticas, tuvo un voluminoso hidrocele que fué operado, quedándole el tes- tículo izquierdo de mas de doble tamaño del natural, y ade- mas un tumor formado de un grupo de glándulas infartadas en el sobaco derecho que le molestaba é impedia en los mo- vimientos del brazo. Le conocí casualmente que tomaba los baños sin dirección de nadie y á su antojo, y según me dijo, la mucha impresión de frío, y mas que todo algunos dolores como lancinantes que le aparecieron en el tumor del soba- co, le obligaron á dejar la Paila á los siete baños. Le indi- qué que se bañara en el Templado ó Tigre una vez al dia no mas, por motivo de su constitución, y que bebiera el agua del Templado en cortas y repetidas dosis; pero solo en esto me obedeció: siguió dándose dos baños ó mas al dia á pesar de repetidas saburras, hasta que una fuerte fiebre gástrica, según después supe, le obligó á guardar cama. En todo es- to habia cedido un poco el infarto del teste; pero los del so- baco persistían de la misma manera. Restablecido ya, se arregló á un baño diario en el Tigre; tomó doce ó catorce, siguió en el uso del agua interiormente, y cuando se retiró del pueblo habia mejorado mucho en su constitución y sem- blante, principiaba á engordar, el testículo tenia su tamaño —49— regular, y en el sobaco solo se notaban dos glándulas delta- maño apenas mayor que el natural. Puede verse además la Observación I en la parte del infarto del testículo. 4° Catarros cr Para la aplicación de las aguas minerales de San Die- go en esta clase de afecciones, interesa considerar en las membranas mucosas tres estados distintos y á cada paso con- fundidos á saber; una simple modificación crónica de la se- creción: el catarro crónico propiamente dicho: y las dejene- raciones ulcerativas, puriformes, tuberculosas etc...»Y de estos tres estados que vemos en la mucosa ocular nasal, la- rinjea, bronquial, uretral, vajinal y anal, se curan el primero con las aguas termales al esterior, sobretodo en el Templa- do y aun en el Templadillo, bebiendo ó inyectando el agua de la Paila ó del Acerado: el segundo con baños cortos en el Tigre y bebiendo esta misma agua á pasto y aun mejor el agua de la Gallina: y el tercero ni un paso adelanta con los Termales, y se precipita funestamente con los baños de la Paila. De todos modos los baños no escederán de la duración común, y uno al dia: no se tomarán al amanecer ni después de puesto el sol: se suspenderán durante la fiebre, guardan- do cama por lijera que sea, tratándola como es debido, evi- tando el administrar purgantes, y dando en caso necesario un vomitivo, tal como la ipecacuana ó la raíz de lirio. Por punto general ninguno de estos enfermos se purga- rán para principiar los baños, ni jamas hará uso del agua de la Paila, sobretodo en dosis purgante en el discurso de los baños; no sea caso que escitando en demasía la mucosa in- testinal, se comunique como suele simpáticamente la irrita- ción á la membrana en que reside el catarro, mucho mas si es la císiica, uretral ó vajinal, y se recrudezca la enfer- medad, i • En el catarro ocular crónico ú oftalmía catarral cróni- ca podrán lavarse los ojos en el manantial de Santa Lucia, cubriéndolos con un píamelo hasta que estén secos; y aun hay ocasiones en que es útil algún colirio: en el catarro cró- nico de la vejiga, uretra y vajina se beberá á pasto el agua del Acerado, dándose dos ó tres inyecciones al día con la de —50— la Paila: y en los déla larinje, tráquea ó bronquios, se toma- rá cada dia una cucharada por la mañana, medio día y tarde de una poción gomosa con uno ó dos granos de ipecacua- na; usando ademas el agua de la Gallina casi á pasto. Si los enfermos que pasan á estos manantiales para com- batir un catarro larínjeo, traqueal ó bronquial, notaren mu- cha disnea ú opresión de pecho al entrar en el baño, sin que se desvanezca después del tercero ó cuarto, desistirán de tal medicación, por ser indicio de haber pasado ya á una de- jeneracion ó tisis incipiente que se precipitaría sin remedio. Caso de notarse la disnea en el baño del Tigre, pruébese an- tes si dejará de aparecer en el Templado, pues he observado esta circunstancia digna de atención, que no puedo atribuir á otra causa mas que á lo reducido y sofocado de la choza de aquel baño. Observación IX.—Catarro bronquial crónico curado con las aguas termales. Don P. V., del comercio, de 22 años de edad, tempera- mento bilioso y constitución empobrecida y gastada con los vicios y bebidas; pálido, de pocas carnes y regularmente al- to, padecía de dos años á esta parte un catarro crónico bron- quial, que dejeneraba con frecuencia en fiebres catarrales agudas. La frecuencia de la tos por lo común seca, le moles- taba mucho en ciertas horas, y de vez en cuando arrojaba por espacio de algunos dias una espectoracion abundante, blanca, espumosa y consistente, adoleciendo además de un flujo mucoso pariémulo que saliendo por la uretra mezcla- do con la orina, indicaba la existencia de un catarro de la vejiga. Estuve algunos dias sin determinarme á que plan de baños debia sujetarlo, puesto que no me habia fijado todavía en la naturaleza y aplicaciones de aquellas aguas, hasta que por último no resolviéndome á bañarlo en la Paila, aunque el mismo enfermo me decia que varios se lo aconsejaban, me determiné á prescribirle los del Templadillo, bebiendo interiormente el agua del Templado. Declaróse á los pocos dias una fiebre catarral intensa acompañada de estranguría y después de combatido y restablecido, lo pasé al Templado donde tomó hasta veinte y siete baños. Bebia primero el a- gua del Tigre, cuatro vasos al dia, pero á los pocos dias le prescribí la de la Gallina terciada con leche. En el decurso —51 — de los baños tomó la poción de ipeccauana, sobretodo cuando no podia espectorar; y solo en una ocasión tuve que recur- rir á la misma ipecacuana como vomitivo por haber ama- necido con saburra gástrica, desvaneciéndose al tercer dia. Después de los diez y ocho baños del Templado, se no- tó mejoría en su constitución, pero poca: la tos habia dismi- nuido considerablemente: y la espectoracion continua pero mas fácil, menos abundante y un poco transparente. El flu- jo mucoso de la uretra era menos espeso y de aspecto mas mucoso, de modo que casi desde este momento solo era no un catarro sino una secreción espesada y aumentada. Desde mediados de Abril se suspendieron jeneralmen- te los baños á causa de los recios y repetidos aguaceros, de suerte que por este motivo solo pudo tomar veinte y siete; con todo quedó curado en un todo del catarro vesical: el bronquial se redujo á unos pocos golpes de tos al levantar- se, seguidos de una cantidad proporcionada de espectoracion albuminosa y buena; y continnando con el agua de la Galli- na en bebida hasta que se retiró del pueblo, le he visto pos- teriormente, bueno, sin tos, y mucho mas nutrido. Observación X.— Tisis larinjea empeorada con las aguas. A. P., soldado, de 23 años, constitución mediana, esta- tura alta, cuello delgado y largo, pelo rubio, y de tempera- mento bilioso, hacia mas de un año que se hallaba colocado de asistente, sin fatiga ni escesivo trabajo, con buena cama y alimentos. Vino á San Diego con un catarro larinjeo bron- quial crónico que databa de meses y se mautenia casi esta- cionario, y aun cuando al reconocerlo ninguna duda tuve por la auscultación que existían tubérculos y que era no ya un catarro sino una tisis, sin embargo, tuve que tratarle con los baños, tanto por haber sido este soldado mandado ex- profeso, como por ciertas recomendaciones, y principalmen- te, por ser voluntad suya y no hallarme como he dicho otras veces, con ideas todavía fijas acerca de estas aguas, que tanto para la tisis me estaban allí mismo ponderando. Por todos estos mismos motivos tomó dos baños en la Paila, de donde tuvieron que sacarle ahogándose de la tos, y habién- dose hecho aguda la afección con fiebre catarral bastante al- ta guardó cama, se le trató convenientemente, y á los once dias se hallaba restablecido. —52— Principió abañarse en el Templado, teniendo que salir- se de él cinco dias consecutivos por la opresión ó disnea y alguna tos que le ahogaba: á beneficio de revulsivos y de pociones gomosas y espectorantes pudo conseguirse se man- tuviera unos veinte dias bastante tranquilo y calmado, to- mando cada uno ó dos dias un baño muy corto en el Templa- dillo, y bebiendo el agua del Tigre; pero pronto tuvo que dejarlo todo, y á pesar de las medicaciones y de los alimen- tos sustanciosos y escojidos que se le daban, principió ya an- tes de salir de San Diego á demacrarse, tuvo algunas diar- reas, y á los dos meses, pálido, con disneas continuas, anhe- lación, tos y una demacración completa hasta el marasmo, fué dado por inútil como tísico en tercero y último período, siendo muy probable que á estas horas haya sucumbido. Orservacion XI.— Otorrea crónica ó flujo purulento y doloro* so de ambos oidos, curada á beneficio de las aguas y baños termales R. P., soldado de 25 años, robusto y de buena constitu- ción y temperamento bilioso y casi sanguíneo, sufre hace tiempo una otorrea purulenta crónica en ambos oidos, pero mas particularmente en el derecho. Llegó tarde á incorpo- rarse, y solo pudo tomar veinte y siete baños en el Templa- do á razón de tres al dia, que se acompañaban del agua de la Gallina terciada á pasto y de inyecciones del agua de Santa Lucía, tapándole luego muy bien los oidos. Con vein- te y siete baños tomados tumultuosamente en solos nueve dias nada debiera esperarse, sin embargo, de regreso á su Cuerpo quedó la otorrea muy modificada en ambos oidos, y tanto que dos meses después nada tenia en el izquierdo, y el derecho le supuraba muy escasamente de vez en cuando, y sin dolor, habiendo desaparecido luego el flujo por com- pleto. Este caso y algunos otros nos manifiestan que la acción de los baños y de las sustancias sulfurosas y alcalinas, jamás es preciso se lleven en las afecciones crónicas á un estremo. Basta con estos poderosos ajentes principiar, iniciar la per- turbación modificadora y reparadora en el organismo para producir la curación, que conseguido esto va caminando por sí sola, hasta el completo restablecimiento. —53- 5? Reumatismo y gota. Prescindiendo de las diversas teorías que se han emiti- do sobre estas afecciones, las consideraré como el catarro de las membranas serosas articulares y no articulares, y no ol- vidando que ni el reuma ni la gota son verdaderas ni lejíti- mas inflamaciones, sino inflamaciones reumáticas ó artríti- cas, es decir, especiales y formadas de dos elementos, el reu- mático ó artrítico constante, persistente y el inflamatorio ac- cidental que puede decirse no aparece sino cuando estas a- fecciones se hacen agudas; me limitaré á señalar el modo como deben usarse las aguas de San Diego para combatir- las., puesto que todo el mundo admite, y con razón, la opor- tunidad y beneficios de estos manantiales en ambos estados morbosos. Reumatismo.—En el tratamiento de esta afección debe prepararse al enfermo con un purgante, que se repetirá á los dos dias si se presentara indicación. Preparado el enfermo principiará á bañarse en el Tem- plado ó en el Tigre, tomando dos y hasta tres baños al dia si fuere robusta su constitución, de duración regular ordinaria, pudiendo continuarlos si bien mas cortos aun cuando aparez- ca la fiebre efémera de los primeros dias, que en estos enfer- mos se presenta mas bien con aumento de dolor que con apa- rato gástrico. Después de la fiebre se le pondrá al uso de tres ó cuatro vasos al dia del agua del Templado, Tigre y mejor de la Gallina, y se prolongarán los baños media hora cada uno. Es útil favorecer la acción del agua mineral, haciendo frecuente uso de tisanas sudoríficas, tal como la de bor- raja, flor de malva, violeta ú otras; y cuando alguna vez in- comoden mucho los dolores, se calmarán con cerato opiado, con la belladona y mejor con la veratrina, absteniéndose por punto jeneral de dar fricciones alcohólicas ó etéreas. Después de tomados diez y ocho ó veinte baños, y sin perjuicio de continuar en ellos y en el uso interior de la mis- ma agua, se prescribirá además el agua de la Paila en dosis purgante tomada en ayunas todos los dias, no suspendiéndola sino en el caso de convertirse en lientéricas las deposicio- nes que promoviera. El número total de baños es relativo, pues así como se- rán á veces suficientes veinte y cinco ó treinta, así también —54— pueden administrarse hasta sesenta ó setenta y mas sin in- conveniente, atendida siempre la constitución del enfermo. Por punto genera] se tomarán baños mientras subsista dolor por poco que sea, y sin limitarse á un número determinado: pero si antes de obtener este resultado sintiera el enfermo una debilidad muscular y articular general, languidez, pér- dida del apetito y decoloración de la piel, se suspenderá su uso, completándase la curación en la siguiente temporada. Con frecuencia sucede que se localiza el reuma en una muñeca, rodilla ú otro punto con tenacidad, aun después de haber desaparecido de los demás puntos que simultáneamen- te ocupara. En este caso se introducirá la parte afecta en el mismo caño natural de la Gallina dos ó tres veces al dia, y los resultados serán felices y constantes. Según he podido observar para que sea radical la cu- ración, (no muy fácil en estas afecciones) es preciso que con- cluido el tratamiento les quede por espacio de alguuos dias á los enfermos cierta sensación especial de delicadeza y una sensibilidad exquisita en los puntos donde residiera el reuma: de lo contrario aun cuando hayan desaparecido los dolores será preciso repetir el uso de estas aguas en la siguiente tem- porada. Gota ó artritis.—No he tenido ocasión de aplicar las aguas de San Diego mas que á un artrítico, y en verdad que su afección no era de las mas graduadas; así es que solo por inducción puedo señalar el tratamiente de esta enfermedad. Pero si notamos los muchos puntos de contacto que tiene con el reuma, pues hasta pretenden algunos autores refundir ambas afecciones en una sola, podremos adoptar para su tratamiento el método mismo que para el reumatismo he propuesto, con las siguientes modificaciones. Desde el prin- cipio de los baños podrá introducirse la articulación afecta en el caño de la Gallina una vez al dia cuando menos, sin perjuicio del uso interior del agua termal: creo conducente beber la de la Paila en dosis purgante también desde un principio; y por último, si se presentase una diarrea muy a- bundante y repetida, aun cuando fuese sin lientería, se sus- penderán completamente los baños jenerales, limitándose al baño local de la Gallina, y al uso interior del agua del Tem- plado. Si el dolor recidiera en un punto difícil de acomodar tó- picamente al reducido manantial de la Gallina, creo podrá prescindirse muy bien, limitando el tratamiento de la Gota al solo uso del agua termal y la de la Paila en forma la bebida; —55— ya sea tomándolas solas, ya terciadas con agua de cebada sino las llevara bien el estómago; pero ambas en dosis alte- rante. Observación XII.—Reumatismo articular crónico no bien re- suelto por el método rutinario. J. M. R., soldado, de 23 años, muy bien desarrollado y constituido, y de temperamento sanguíneo; padecía de al- gún tiempo dolores reumáticos en todas las articulaciones, y como según él dijo, los tenia con muy poca vehemencia, se le sujetó al plan antiguo ó rutinario. En este concepto tomó diez baños en la Paila, y veinte y ocho en el Templado, be- biendo agua del mismo manantial donde se bañaba. Lo pa- só muy mal en los primeros, apareciendo en dos ocasiones una fiebre catarral con dolores intensos que necesité calmar- los con la veratrina, y desde que principió los termales, fué sensiblemente mejorando; pero no se le desvanecieron los dolores hasta tres meses después de concluidos los baños, y aun no completamente. Observación XIII.—Reumatismo muscular crónico exacerba- do con algunos baños en la Paila, y curado luego con los baños termales. Don R. T. y D., propietario, sano, robusto y bien cons- tituido, un poco obeso, y temperamento sanguíneo, padecía de bastante tiempo un reumatismo muscular en varios pun- tos, que poniéndose con frecuencia en estado de agudeza se fijaba con vivos dolores en los músculos torácicos y articula- ciones estemos-costales, y además en las capas musculares internas y articulación de la rodilla izquierda. Al segundo dia de bañarse á su antojo en la Paila, le vi en cama con uno de los ataques, que tratado convenientemente le duró doce dias. Tomó luego hasta cuarenta y ocho baños en el Tigre, ó á veces en el Templado por la mucha concurrencia: bebió cuatro vasos al dia del agua déla Gallina terciada con cebada, y desde el baño doce se puso al uso diario del agua de la Paila en dosis purgante. Muy pronto se desinfartó la rodilla que habia quedado tumefacta; y se puso libre la res- —56— piracion que era un poco anhelosa; y después de haber sus- pendido el agua de la Paila, por presentarse la lintería, vol- viéndola á usar luego quedó enteramente bueno, sin dolor al- guno, y con suma sensación especial ó delicadeza, y una sen- sibilidad al mover la rodilla, y al hacer los movimientos de espiración, pero se disipó antes de volverse para su finca. Posteriormente he sabido que no ha vuelto á tener novedad á pesar de haber estado el tiempo húmedo y lluvioso. Observación XIV.—Reumatismo crónico en varios músculos, y en los intestinos, exacerbado con algunos baños en la Pai- la, y curado luego con los termales. Doña E., soltera, de unos 20 á 23 años, constitución un poco delicada, semblante pálido, pelo oscuro ó negro, y tem- peramento nervioso-bilioso: la vi casualmente en una casa donde visitaba á otro enfermo, me indicó que no quería mé- dicos para los baños, pues estaba resuelta á bañarse en la Paila, Templado y Tigre según la jeneral costumbre; pero al mismo tiempo me estuvo esplicando que padecía de un reumatismo vago, que le invadía las rodillas, muslos ó pier- nas, ó bien los hombros, brazos ó muñecas; pero que á los dos dias de tenerlo en cualquiera de estos puntos, se desapa- recía rápidamente y pasaba á los intestinos gruesos, princi- palmente en el recto, ocasionándole pujos, cólicos, dolores y retortijones vehementes, acompañados unas veces de diar- reas dolorosas y otras de constipación rebelde, llegando ya á sospechar si se le formaría en este sitio alguna lesión or- gánica. A pesar de la advertencia que antes hiciera, le es- presé mi opinión, esplicándole minuciosamente el plan que en mi concepto seguir debiera. Algún tiempo después he tenido el gusto de volver á ver- la muy mejorada en su constitución y semblante, y de su misma boca supe, que á los pocos baños de la Paila le atacó el reuma con fiereza en los intestinos, y que desde entonces resuelta á seguir mis consejos, tomó baños en el Templado y Tigre: se puso al uso del agua del Templado terciada con leche, y se estuvo administrando quince dias seguidos tres cortas lavativas diarias del agua de la Gallina, con mitad de leche ó cocimiento de linaza; dándome al mismo tiempo las gracias por hallarse en todos conceptos completamente res- tablecida. —57— Observación XV.—Reumatismo articular crónico con tume- facción en algunas articulaciones curado á beneficio de las aguas termales. R. S., soldado, de 20 años de edad, color pálido, pelo ru- bio, constitución muy mediana y temperamento nervioso- sanguíneo, padecía un reumatismo con tumefacción en to- das las articulaciones y algunos tendones de ambas piernas. Tomó treinta y seis baños en el Templado y Tigre; bebió el agua de la Gallina terciada á la dosis de dos vasos al dia, metiendo los pies en el charco que este surtidor forma; y desde la mitad de los baños tomó dos vasos diarios en ayu- nas del agua de la Paila, no dándole masque esta cantidad por el estado poco satisfactorio de su constitución. Antes de la mitad de los baños se deshincharon todas las articulacio- nes, quedando luego completamente curado y sin ninguna recaída. 6? Dolores osteocopos, ó reuma sifilítico. ¿Los dolores comunmente llamados osteocopos y de pro- cedencia sifilítica, residen en el periostio?.....Creo que no siempre, pues cuando parecen partir de los huesos, en el ma- yor número de casos si bien se observa mas bien nacen aun- que confusamente de las inserciones'musculares. Sospecho que cuando la sífilis toma el aspecto total y principales ca- racteres de otra afección, el elemento sifilítico obra en este caso de un modo análogo al elemento especial de la afección que remeda: así vemos en una sifilide vesiculosa las mismas vesículas que las del exantema que imita aun cuando exis- tan las diferencias de color, duración etc., propias del ele- mento sifilítico. Del mismo modo pues, considero los dolo- res de esta naturaleza, y comparándolos con el reumatismo coman, y dándoles este nombre, me esplico mejor los tejidos que invaden, la volubilidad deque gozan, y lo especialidad que los caracteriza. Rara vez he hallado el reuma sifilítico simple, sin com- plicación de otras afecciones sintomáticas de la sífilis, ó de enfermedades esenciales coexistentes. Si se presenta simple 10 —58— se seguirá en todo lo prevenido en el capítulo anterior cuan- do fuese jeneral: y siendo local se practicará lo propio, pero en vez de baños jenerales se usarán los tópicos en la Ga- llina. Si la complicación fuese con otra afección sintomática de la misma sífilis, se adoptará el mismo método del reuma- tismo, pero con toda enerjía prolongando la duración en los baños: dando el agua de la Paila desde su principio etc.... pero si anduviera complicado con otra afección distinta, e- sencial y tan solo coexistente, ya es mas difícil acertar en el tratamiento que conviene poner en práctica, por ser lo mas común presentarse en tales casos dos indicaciones distintas y aun opuestas. El sistema que he seguido es, adoptar el plan ó tratamiento franco de la afección que con mas exijencias ó mayor peligro se presente. Sin complicación. Observación XVI.—Dolores sifilíticos jenerales tratados por el sistema antiguo, que condujo al enfermo á una caquexia, de que murió luego. Don R. P., de 22 años, constitución bastante regular, mediana musculatura, color algo pálido, y temperamento al parecer bilioso, vino á consultarme sobre unos dolores sifi- líticos jenerales, que sin otra complicación padecía, que le tenían casi embargado el uso de las piernas, y le daban unas noches sumamente molestas. Prescribí mi plan y sobre todo le inculqué que por ningún concepto se bañara en la Paila ni en el Acerado; pero me pareció que no le acomoda- ba mi método tan opuesto al común y antiguo, y según lue- go supe, fué á consultarse á otra parte. Poco antes de concluirse la temporada le vi pálido, de- macrado casi hasta el marasmo, y muy agoviado, y con una muleta y un palo; y me manifestó otro profesor que casual- mente lo veia casi todos los dias, que á ese desgraciado le habían aconsejado veinte baños seguidos en la Paila, y vein- te en el Templado alternados con purgantes, y bebiendo mu- cha agua del mismo baño que usara; plan que el enfermo habia seguido tan al pié de la letra á pesar del aumento pro- gresivo de los dolores en la Paila, porque le habían preveni- —59— do que no se alarmara si tal le sucediera, pues así se remo- vían los humores para desvanecerse luego en el Templado. A mi ver las aguas frias de la Paüa espasmodizando la piel le fijaron el elemento morboso en las piernas, punto donde anteriormente existia: y los termales junto con la be- bida de tanta agua cargada de sales alcalinas le condujeron como era consiguiente á una caquexia de que murió según luego he sabido, á los dos meses de llegado á Matanzas. Observación XVII.—Dolores sifilíticos jenerales, curados con los baños termales. M. A., soldado, de 28 años de edad, constitución robus- ta y temperamento muscular, padecía dolores sifilíticos je- nerales sin complicación. Fiado en su buen estado jeneral, qui&e sujetarlo al plan antiguo, y le di diez baños en la Pai- la que produjeron una exacerbación de los dolores con enva- ramiento del brazo y pierna derecha, y un verdadero catar- ro bronquial agudo de que se restableció á los siete dias, á beneficio de un plan conducente, Luego pasó al Templado y Tigre donde tomó treinta baños bebiendo el agua de la Gallina, y en ayunas la de la Paila desde un principio. Tu- vo que suspenderse esta por dos veces tres ó cuatro dias á consecuencia de presentarse lientéricas las deposiciones; pe- ro por fin curó completamente, hahiéndole tan solo quedado en las rodillas uu poco de flojedad, que mas adelante se di- sipó. Creo que si no se hubiese bañado en la Paila se halla- ra mas pronto restablecido. Observación XVIII.—Dolores sifilíticos en la cavidad torá- cica, curados con los baños termales. J. P., soldado, de 24 años, constitución regular, y tem- peramento bilioso-sanguíneo, padecía dolores sifilíticos loca- les en toda la pared anterior del pecho. Por las mismas ra- zones que al anterior, le dispuse diez baños en la Paila; pe- ro después del sétimo baño se le desarrolló una afección pleu- rodinica aguda, con tos, esputos teñidos, dolor intenso en la inspiración, que hacia incompleta, y pulso bastante duro y frecuente. Con una aplicación de sanguijuelas y los calo- —60— melanos se repuso, y principió luego los baños termales, to- mando treinta y dos entre Templado y Tigre, con estas mis- mas aguas al interior. Después del cuarto baño en el Tigre tuvo una lijera saburra que desapareció con el agua de la Paila en dosis purgante que le prescribí desde aquel dia, y que en verdad debiera haberlo hecho desde un principio, pe- ro me contenia su temperamento; y sin ulterior novedad que- dó del todo curado y restablecido. Observación XIX.—Dolores sifilíticos vehementes en taparte posterior del tronco, curados con los termales. B. A., soldado, de 29 años, constitución empobrecida, pálido, un tanto demacrado, y temperamento bilioso-linfáti- co adquirido, tenia dolores sifilíticos vehementes, invetera- dos y que principalmente radicaban en toda la parte poste- rior del tronco. Después de purgado dos veces por hallarle la lengua saburrosa, é inapetencia, fué tomando con algunos descansos hasta treinta y seis baños en el Templado, bebien- do el agua del Tigre. Como eran tan fuertes los dolores, so- bre todo por la noche, en los primeros dias tenia que calmár- selos con la pomada de veratrina y atropina; pero hacia la mitad de los baños principiaron á calmar y se desvanecieron luego por completo, hallándose bien curado, y sin residiva alguna. Nótese que á este enfermo no le prescribí el agua de la Paila en dosis purgante en atención á su debilitada constitu- ción y temperamento. Con complicación. Observación XX.—Dolores sifilíticos con sifilide vesiculosa, aftas y catarro bronquial crónico, curado con los baños ter- males combinados con los de la Paila. Don J. R., de 75 años de edad, constitución todavía muy fuerte y temperamento bilioso-sanguíneo, tenia sífilis tercia- ria bajo diversas formas, entre las cuales descollaban los dolores imperceptibles de dia, pero muy molestos por la no- —el- che, y ademas una sifilide vesiculosa en varios puntos de la piel; un aspecto aftoso en la mucosa de la boca y farinje, y un catarro bronquial crónico propio de su edad. Tomó diez y ocho baños del Templado que acallaron los dolores y miti- garon el catarro; pero aumentaron la erupción que princi- piaba ya á invadir la cara. Del Templado pasó á la Paila donde con quince baños se modificó la erupción en términos que después de diez dias de descanso, durante los cuales to- maba el agua de la Paila en dosis purgante, desapareció por completo sin dejar ninguna mancha. Después de estos diez dias dispuse volviera al Templado y con doce baños quedó sin dolores, la sifilide no volvió á aparecer, y el catarro se redujo á una simple espectoracion bastante escasa por las mañanas. Para combatirla sifilide con las aguas de la Paila, co- mo mas adelante veremos, era preciso modificar antes los dolores y el catarro para cuyas complicaciones están con- traindicados los baños fríos; y aun cuando todas las afeccio- nes de la piel se exacerban con las aguas termales, preferí esponerme á que se irritara la erupción antes que agravar los dolores, y sobre todo el catarro. Observación XXI.—Dolores sifilíticos, con úlceras escorbúti- cas en las encías, caries en el maxilar superior, cefalaljia si- filítica, y estado jeneral casi caquéctico, restablecido con los baños termales prolongados. A. P., sarjento segundo, de 24 años, alto, delgado, con una constitución tan deteriorada, que casi rayaba en ca- quexia, y temperamento que podia haber sido bilioso, pero hoy dia era nervioso y linfático, sufría hacia muchos me- ses unos dolores sifilíticos muy vehementes que le tenían las piernas, brazo izquierdo y pezcuezo poco menos que im- posibilitados; y además se veian como escorbúticas Jas en- cías; una carie de media pulgada en el borde dentario del maxilar superior, y la cefalalgia sifilítica que por la noche le ponia arrebatado. A este estado crónico se agregaba cuan- do llegó á San Diego la lengua saburrosa, aftosa y seca, mucha sed, disnea, tos, edema en ambos pies, y frecuencia de pulso, con recargo febril diario que principiaba á la pues- ta del sol. Descansó ocho dias, y con un plan calmante, ana- léptico y lijeramente tónico quedó apirético y un poco mas —62— animado, pudiendo incorporarse y permanecer sentado al- gunos ratos. Me pareció que ya p'odia principiarse el tratamiento y le dispuse los baños termales, de los cuales tomó diez y sie- te en el Templado y diez y ocho en el Tigr^, de diez minu- tos de duración los primeros, y prolongándolos insensible- mente hasta ser de tres cuartos de hora los últimos, y ade- más el agua del Tigre al interior, y buches todos los dias con agua de la Paila. Durante los doce primeros baños iban cambiando de sitio los dolores, disminuyó el edema, y adquirió bastante sol- tura para ir por su pié al baño, pero ayudado de un palo y del braso de un soldado y con muchísimo trabajo: y al mis- mo tiempo la tos, la disnea y los dolores que se habían fija- do en el pecho se exacerbaban por la noche en términos de verme precisado, no solo á disponerle algunas unturas cal- mantes sino también á darle algunas veces una pildora de ■estracto de opio, con lo que descansaba. Mas adelante se fijaron los dolores definitivamente en ambas escápulas; dejando libre todos los demás miembros hasta la cabeza: las encías se cicatrizaron, reduciéndose to- do lo de la boca á una intensa inflamación eliminadora en el punto de la carie, cuya porción de hueso se necrosó y vino á desprenderse luego; el edema desapareció, y quedó libre la respiración, pudiendo dar algunos paseos con solo un palo. Por último desde los 30 baños habían desaparecido de un to- do los dolores, quedando completamente curado, pero con una debilidad muy manifiesta, de que se fué restableciendo con el tiempo. 1 ? Retracciones de tejidos fibrosos. Las retracciones de los tejidos fibrosos tales como mús- culos y ligamentos que constituyen en jeneral todas las de- formidades, exceptuando las anquilosis, las dislocaciones y las fracturas, proceden de tres causas bien distintas, cuales son un virus ó vicio, una causa traumática, ó una debilidad ó ruptura de los músculos, tendones ó ligamentos antago- nistas ú opuestos. Prescindiremos de las retracciones motivadas por causa traumática con pérdida de sustancia, y de las ocasionadas —63— por la ruptura de los músculos, tendones y ligamentos, pues- toque es en ambas circunstancias incurable el defecto y so- lo puede paliarse ó suplirse algunas veces á beneficio de un aparato ortopédico. Retracción procedente de causa traumática.—El trata- miento que he adoptado consiste en principiar por cuatro, seis ú ocho baños de inmersión en la Paila; luego se admi- nistra un purgante, y se pasa al Templado ó Tigre, donde se toman de veinte á veinte y cinco baños. Concluidos estos y sin preparación alguna se vuelven á la Paila y se colócala parte en el chorro ó salto de la corrifnte E. por espacio de un cuarto de hora una ó dos veces al dia, y aumentando la duración hasta estarse una hora completa. Si la retracción no cede podrá renovarse este método volviendo á comenzar de nuevo; ó bien alternando la ducha ó salto de la Paila con inmersiones en el charco ó caño de la Gallina. Al inte- rior se beberá agua de cebada, no siendo en estos casos pro- vechoso bebería de los manantiales. Retracción por debilidad en los músculos ó tendones.— Esta se tratará con una combinación de baños termales y fríos alternados, á fin de escitar la vitalidad y contractilidad de los músculos que por su estado de lascitud y debilidad permitieran la retracción permanente de sus antagonistas- Preparado el enfermo con un purgante, y aun mejor con cualquier vomitivo, ó bien con lavativas, ó con refrescos se- gún se presentare indicación, se tomarán veinte baños se- guidos en el Templado ó Tigre, y se continuará luego con diez en la Paila, diez en el Templado y otros diez en la Pai- la con diez mas en el Templado, continuando así sucesiva y alternadamente hasta la curación. Todos estos baños serán de ocho á quince minutos lo mas de duración, los de la Paila se recibirán en el chorro ó salto, y unos y otros podrán repe- tirse hasta cuatro veces al dia, sin menoscabo de la consti- tución aunque no sea muy buena. No hay que beber agua mineral alguna. Retracciones precedentes de gota, reuma ó sífilis.—Si al mismo tiempo con la retracción existe todavía el vicio ó virus que la está sosteniendo, se tratará directamente por los mé- todos descritos para cada uno de ellos; pero si la afección ó virus primitivo no existiera, y la retracción fuese en este ca- so un efecto ó crisis del vicio humoral prexistente, y constitu- yera una lesión puramente local, se tratará según el estado de la parte por uno de los dos sistemas que acabo de descri- bir. He visto algunas retracciones consecutivas á accidentes —64— histéricos, las cuales deben tratarse sujetando á las enfermas al plan que para el histerismo trazaré al ocuparme de las a- plicaciones de las aguas de la Paila. Téngase presente para la curación de la retracciones de cualquier clase que sean, que desde el momento de prin- cipiarse á esperimentar un poco de soltura ó movimiento, es de todo punto indispensable para adelantar, que el enfermo practique ejercicios, movimientos, paseos, saltos y esfuerzos combinados según Ja parte, y muy graduados, siguiendo ó imitando del modo que mejor se pueda los ejercicios jim- násticos. Observación XXII.—Retracción de los ligamentos y músculos flexores de la rodilla, curada con los baños termales alterna- dos con el chorro de la Paila. A. A-, soldado, de 29 años, de buena y sana constitución y temperamento muscular bilioso, padecía una retracción de los ligamentos cruzados, y músculos flexores en la rodilla derecha, que le tenia la pierna doblada en ángulo recto y le obligaba áusar una muleta desde que estuvo largo tiem- po en cama curándose una fuerte inflamación consecutiva á habérsele comprimido la pierna entre las ruedas dedos car- retones encontrados. Tomó ocho baños en la Paila y veinte y cinco repetidos en el Tigre, y después de dos dias de des- canso siguió bañándose por la mañana en el Tigre, y por la tarde en el chorro de la Paila. Después del sesto baño en el Tigre tiró la muleta y andaba apoyándose en un palo, ejer- citándose en el cuartel con varios movientes combinados; sobre el baño veinte la pierna estaba casi del todo estirada y con soltura, pero muy floja; pero con los chorros en la Pai- la se robusteció de modo que al regreso hizo casi todo el viaje á pié. Este enfermo no tuvo la fiebre saburral hasta después del undécimo baño termal. Observación XXIII.—Tortícolis curado con los baños termales y el chorro de la Paila. Don P. R., del comercio, de 30 años, constitución buena y temperamento sanguíneo, habia padecido una parótida —65— voluminosa en el lado izquierdo que le obligó á tener la ca- beza inclinada á la derecha por espacio de mas de dos meses, y además los músculos del lado afectado se hallaron todo este tiempo distendidos, bañados en pus, y en contacto con antiflojísticos y emolientes. Cuando curó se encontraban tan débiles y relajados estos músculos que no podían sostener la cabeza en equilibrio ni vencer la tirantez un poco aumentada délos antagonistas del otro lado, constituyendo un tortícolis. Tomó seis baños en la Paila metiendo todo el pezcuezo en el agua hasta las orejas; luego veinte en el Tigre, durante los cuales podia hacer lijeros esfuerzos para levantar un po- co la cabeza; pero en los del chorro de la Paila fué donde notó el complemento de la curación principiada por los ter- males. En este chorro se metia en el agua hasta las orejas y se colocaba de lado en disposición que el salto le diera sobre la parte izquierda, y después de veinte baños de estos, pudo ya mantener la cabeza enderezada. La fuerza que en estos músculos faltaba cuando salió del pueblo, la fué adquirien- do con el ejercicio y el tiempo. 8? Anquilosis. Todas las anquilosis suponen la imposibilidad de mo- vimientos en una articulación, pero unas proceden de la sol- dadura total ó parcial de las estremidades articulares de los huesos entre sí, y otras de la induración ó adherencias de sus tejidos fibrosos. Me ocuparé de las últimas, pues que pa- ra las primeras es inútil toda medicación. Como para llegar los tejidos á este estado es necesario que haya sufrido ante- riormente grandes trastornos toda la articulación, se hace preciso no olvidar que la acción estimulante y fundente que buscamos con las aguas termales podría muy fácilmente re- novar desórdenes en una articulación donde habrá tal vez quedado alguna flegmasía mal apagada y en estado crónico, de modo que el sistema que usaremos será por cada diez ó doce baños en el Tigre de media hora de duración, adminis- trar en seguida seis ú ocho de los emolientes del Acerado ó de los sedantes de la Paila no en el chorro sino en el mismo baño. Pero en el momento en que al cojer con ambas manos la articulación anquilosada se le pueda imprimir un lijero movimiento sin ningún dolor pueden seguirse sin cuidado los —66— baños en el Tigre ó mejor en la Gallina si fuese posible pro- longándolos un poco mas. Durante los baños y desde el momento en que pueda, se mandará al enfermo que practique movimientos y haga e- jereios jimnásticos como se ha indicado al tratar de las re- tracciones; pero que son mucho mas conducentes en la pre- sente afección. Si alguna vez se entumeciere un poco la articulación dañada, se darán al enfermo baños jenerales ó locales en la Paila ó en el Acerado, y se le administrará el agua de la Paila al interior en dosis purgante seis ó siete dias conse- cutivos. Observación XXIV.—Anquilosis falsa de la rodilla curada á beneficio de los baños termales. Don M. P., de buena constitución, y temperamento bi- lioso, padecía una anquilosis en la rodilla izquierda proce- dente de un tumor blanco que el año anterior habia sufrido, V se hallaba cuando llegó á los baños con la pierna doblada casi en ángulo recto, los músculos de la pantorrilla demacra- dos, la rodilla un poco mas voluminosa que en estado natu- ral, y la piel lijeramente colorada, con alguna sensibilidad en la parte por efecto del viaje. Le dispuse linimento lauda- nizado alcanforado, y baños locales en la Paila, con lo que calmado el dolor probé si cedia alguna línea la articulación y conocí por ello que la anquilosis no era por soldadura de los huesos. Sin preparación alguna tomó treinta y nueve ba- ños entre el Templado y el Tigre, interrumpidos por doce en el Acerado por motivo de habérsele vuelto á inflamar un poco después del décimo baño. A los diez y ocho baños co- menzó á percibir soltura en la articulación: á los pocos dias dejó la muleta, y quedó con la pierna estirada y natural á las dos semanas de concluidos los baños. Observación XXV—Anquilosis falsa doble en ambas rodi- llas, curadas con las aguas termales. J. P., soldado, de constitución delicada, enfermizo des- de niño, y con temperamento nervioso linfático, tenia anqui- —67— losadas ambas rodillas á consecuencia de una hydrartrosis según creo, que dos años antes padeciera. La rodilla dere- cha se hallaba en ángulo recto, y la pierna y pié casi com- pletamente demacrados: la izquierda la tenia en ángulo bas- tante obtuso, con algunas carnes en la pierna pero muy laxas y un lijero movimiento en la articulación. Del carro fué en. hombros conducido á la cama, y de allí se le llevaba al ba- ño en una silla. Tomó cuatro baños en la Paila, veinte y uno en el Tigre, y por haberse entumecido un poco la rodi- lla derecha con algún dolor, volvió otra vez á la Paila seis dias seguidos, durante los cuales bebia el agua de la misma en dosis purgante, volviendo luego á tomar veinte mas en el Tigre. Hacia los últimos primeros baños en el Tigre se nutrió la pierna izquierda, y se estiró de modo que pudo con dos muletas ir por su pié al baño, y fué cuando la derecha, perdida un poco su flexión, se apareció dolorida. Por último concluidos los baños tenia la pierna izquierda buena andan- do bien con ella, y la derecha con uná>lijera flexión y mas nutrida, su constitución rejenerada y pudiendo andar libre- mente apoyado en un lijero palo con muy poca cojera, que se fué paulatinamente disipando. 9? Hidropesías. Entre las varias clases de hidropesías solo he tenido o- casion de comprobar la utilidad de las aguas de San Diego en cinco casos de ascitis ó hidropesía del vientre: una de hi- drotorax sintomática ó sea hidropesía del pecho; y dos hy- drartrosis ó hidropesías de las articulaciones. En toda hidropesía esencial, ó siempre que no sea in- cipiente, debemos abstenernos de los baños de cualquier cla- se que sean, y limitar el tratamiento al uso del agua esclu- sivamente al interior. Se beberá á pasto la del Templado y en ayunas la de la Paila en dosis purgantes, sosteniendo las evacuaciones aunque aparezcan lientéricas mientras no fue- ran escesivas. Algunas veces no puede suportar el enfermo este tratamiento, sea por la delicadeza de su constitución, o por una pesadez escesiva que esperimenta en el estomago, o bien por la abundancia de las deposiciones. En estos casos se principiará por menor dosis mezclándola con leche, agua de cebada ó agua común, según las circunstancias .aumen- —es- tando progresivamente la cantidad del agua mineral hasta llegar á bebería sola. Disminuida ó del todo curada la hidro- pesía, se prescribirá á pasto el agua del Acerado por espa- cio de diez ó doce dias, no siguiendo jamás [y en las hidro- pesías menos] la mal entendida costumbre de llevarse gar- rafones de agua mineral y continuar su uso por espacio de cuarenta dias. Si la hidropesía no fuese esencial sino sintomática de otra afección, se podrá seguir el mismo tratamiento que aca- bo de esponer, cuando sea la hidropesía muy adelantada; pero hallándola en los principios podrá adoptarse el método prescrito para cada una de las enfermedades que pueden sostenerla, así por ejemplo la ascitis sintomática sostenida por obstrucciones ó infartos viscerales se combatirá con los medios que al tratar de las obstrucciones se indicaron; en la proveniente de la retropulsion de una erupción cutánea, se prescribirán baños ordinarios en el Templado ó Tigre hasta que reaparezca la erupción, y luego se seguirá con todo ri- gor el sistema que mas adelante para estas afecciones vere- mos, y así de las demás. En las hydratroses será bueno seguir todas las reglas hasta aquí establecidas, pero además no habrá inconvenien- te en tomar los baños, solamente locales, en el Tigre y me- jor en la Gallina. Como el hidrotórax que vi era sintomático de una afec- ción reumática, y se hallaba en un estado todavía incipiente lo combatí con el tratamiento señalado para el reuma, si bien en los principios tuve que suspender los baños porque se aho- gaba en ellos el enfermo, y las palpitaciones del corazón se hacian escesivas, y tuve que ponerle ocho dias al uso del a- gua de la Paila en dosis purgante, siéndole de este modo po- sible continuar los baños y conseguir su curación. La leucoflegmasia ó hidropesía del tejido celular y el a- nasarca creo deben tratarse por el método jeneral espuesto en un principio. Observación XXVI.—Hidropesía ascitis que terminó con la muerte por haber sido tratada con los baños de la Paila y del Acerado. J., lucum', de alguna edad, constitución bastante regu- lar, y temperamento bilioso-linfutico adquirido, padecía una —69— ascitis muy adelantada, que parecía esencial, y siguiendo la rutina comenzó á bañarse en la Paila, hasta que viendo lo mucho que sufría durante el baño y que iba perdiendo cada dia en ajilidád, fuerzas y apetito, me consultó al ir á visitar á otro moreno que en la misma posada vivia. Le dije mi opi- nión de suspender todo baño y limitarse al uso del agua al interior; pero mis consejos chocaban con !a envejecida cos- tumbre, y parece que habiendo visto casualmente á otro pro- fesor, creyó este deber aconsejarle el baño del Acerado, y el agua termal a! interior. Las consecuencias fueron hinchar- se todo él de un modo espantoso y morir allí mismo antes de concluirse la temporada. Observación XXVII.—Hidropesía ascitis curada con las a- guas minerales al interior, per o sin baño. Doña R. Ch., de unos 40 años, constitución regular, pero gastada con muchos partos, abortos y lactancias, y tempera- mento bilioso-nervioso-linfático: á consecuencia del último parto se le presentó una ascitis esencial hacia dos años; y después de haber sufrido dos veces la operación, se hallaba cuando llegó á San Diego con un vientre tan abultado y en un estado de enflaquecimiento tal que apenas podia mover- se. Me costó mucho trabajo convencerla de que no debía bañarse; pero por el estado jeneral no me determiné á suje- tarla á toda la estension del tratamiento. En este concepto le prescribí el agua del Templado con mitad de leche en dosis de tres vasos al dia, y la misma mezclada con agua de cebada á pasto: cada tres dias le daba el agua de la Paila en ayunas como purgante, suspendiéndola durante todo el dia el agua termal, y teniéndola únicamente al uso del agua panada, ó del agua de cebada sola: y además acompa- ñé la acción de las aguas con aplicaciones de aceite y tintu- ra de yodo en todo el vientre. A los diez dias de este plan, y habiendo tomado el dia antes el agua de la Paila, le vino una diarrea lientérica tan copiosa que me alarmó por haber- se hecho luego disentérica; pero felizmente pudo combatirse guardando cama, adietándola y administrándole el cocimien- to blanco con la codeina, y lavativas de ipecacuana con un poco de láudano. A los diez dias pudo levantarse de la cama respiraba mejor, y tomándose la medida que guardaba de la circunferencia de su abdomen, la halló disminuida en cua- —70— tro pulgadas. Alentada con este resultado volvió con mas fé al plan anteriormente establecido, repitióse la misma es- cena catorce dias después; pero se restableció á los cuatro dias y no hubo disentería; por último, á los treinta y ocho días de tratamiento, al ver reducido á mas de la mitad el vo- lumen del abdomen, y que si bien ejercía libremente la res- piración, la dijestion y la secreción de la orina, se hallaba muy débil suspendí este sistema temiendo la acción prolon- gada de los alcalinos; y le prescribí el agua del Acerado á pasto, con lo que al salir del pueblo se hallaba curada y res- tablecida. Puede verse además la observación IV. 10. Contusiones y cicatrices. He creído deber llamar la atención sobre estas conse- cuencias de enfermedades tan distintas, por lo muy común que es pasar con estos nombres á San Diego en busca de un remedio, debiendo siempre tener presente que por punto je- neral rara es la vez ó quizás ninguna que estos afectos va- yan allí recientes, antes bien se han pasado meses y años desde que obró la causa siempre traumática que los produjo. Las grandes contusiones suelen dejar por lo común a- fecciones crónicas de las visceras, articulación ó tejido que pudo haberse resentido al recibir el golpe ó compresión fuer- te que las caracteriza, de modo que no podrá darse una re- gla jeneral, sino que examinada la parte y conocido el esta- do patolójico que afecta, deberá tratarse con el plan á este estado conducente, como se puede por ejemplo ver en la ob- servación XXII. Sin embargo, en aquellos casos en que la -contusión quede reducida á la hypertrofia de los tejidos dér- micos, presentándose la piel engruesada, dura y de varios matices, es cuando sin atender á nada mas se procederá al uso de los baños ordinarios en el Tigre, ó mejor si es posi- ble los tópicos en el mismo caño de la Gallina, sin beber a- gua al interior; aplicándose además sobre la parte un puña- do de hilas, ó bastantes dobleces de trapo empapados en agua de la Paila. En las cicatrices procedentes de heridas de balas, armas blancas, palos, piedras, caídas etc., se debe observar lo pro- pio combatiendo los daños que hayan causado en el interior —TI— y observando de que naturaleza son para tratarlos por el plan á cada uno especificado; pero si únicamente se halla afectada la piel, tejido celular ó lijeras y superficiales ca- pas musculares, presentando deformidades á la vista, emba- razo en algunos movimientos, tirantez ó dolores, se comba- tirán con el Tigre, la Gallina y aplicaciones de la Paila del mismo modo que queda establecida para las contusiones, puesto que en ambos casos debemos procurar únicamente escitar un poco la vitalidad de los tejidos para favorecer la reabsorción y resolución consecutiva. Orservacion XXVIII.—Cicatrices deformes, resueltas con los baños termales. F. M., soldado, de constitución buena y temperamento muscular nervioso, hacia tiempo que habia padecido un ab- ceso profundo en la parte superior interna del muslo dere- cho, del cual le quedó una cicatriz no solamente arrugada, tirante, un poco hundida y muy deforme, sino que por adhe- rencia del tejido celular con los músculos le impedia la li- bertad en bastantes movimientos. Tomó treinta y cinco ba- ños en el Templado aplicándose el agua de la Paila como tópico; desde el baño veinte y tres principió á adquirir mas soltura; y después de concluidos, reblandecidas ya las adhe- rencias y reabsorvidos á lo menos en parte los tejidos anor- males, quedó la cicatriz muy modificada á la vista, y el mus- lo del todo ájil en sus movimientos. 11. l'lceras aíónicas. Toda úlcera sea de la clsse que fuese, é independiente- mente de su oríjen y naturaleza debe tratarse con los baños termales siempre que se presente atónica ó falta de estímulo, de acción y de vida: siendo preciso combatir á la inversa con el Acerado ó con la Paila las de caracteres opuestos, sean cuales fueran: de modo que el tratamiento de estas so- luciones de continuidad especiales será siempre el resultado de la combinación alternativa de los baños de la Paila con los termales según los estados que en su curso vayan pre- —72— sentando. Además délos caracteres que sabe hallar en una úlcera todo profesor, voy á indicar por encima el modo de distinguirlas á fin de que en ciertos casos pueda ser fácil al mismo enfermo conocer su estado. Se conocerá que una úlcera es atónica cuando su superficie se vea pálida, los bor- des muy delgados, sin color ó amoratados y como amorteci- dos, la supuración clara, y mas ó menos fétida, las fungosi- dades blanquecinas, y la piel sobre que descansa pálida ó a- moratada. Siempre que una úlcera cualquiera reúna todos ó algunos de estos caracteres, se la tratará con los baños ter- males jenerales en los principios, y de una duración regular, y luego solamente con los locales de mas de media hora de duración. En estos estados conviene casi siempre modificar mas ó menos la constitución, lo que se consigue con algunos baños jenerales y con el uso interior del agua del rio á pasto y la del Templado tres ó cuatro veces al dia. Para las cura- ciones se usarán hilas empapadas en agua de la Paila, ó bien ungüento dijestivo, anodino etc., ó algunas cauterizaciones, según las circunstancias. Las úlceras procedentes de enfermedades de la piel van mejor con planchuelas de oerato solamente, dejando que si- gan el curso y tratamiento de la afección que las sostiene. Al hablar de las aplicaciones de las aguas de la Paila me. estenderé mas acerca el tratamiento combinado de las úlce- ras, dejando asimismo para aquel lugar las observaciones mas escojidas que sobre estas afecciones he recojido. V, APLICACIÓN TERAPÉUTICA DEL AGUA DE LA PAILA. Modo de administración y dosis. Al esterior. El agua de la Paila se dá en forma de baños jenerales inmerjiéndose hasta la barba, y teniendo cuidado de mojarse bien la cabeza al entrar, al salir y duran- te el baño. El baño común ú ordinario será de 15 á 20 minutos, pudiendo prolongarse hasta media hora, mientras no sea de- masiado robusto el que se bañare. Se tomarán dos baños al dia sin algún inconveniente, y en cualquier circuns- tancia en que se halle el enfermo. Se llamarán baños de inm«rsion, los que se darán con el objeto de producir reacciones, y cuya duración no debe es- ceder de tres minutos si se desea que produzcan el efecto. En los baños de inmersión se vestirá el enfermo muy precipitadamente al sa- lir del agua, sin detenerse ni aun para secarse, y acto continuo ó dará un pa- seo de media hora ó se acostará en su cama. De baños de inmersión podrán tomar- se cinco ó seis, y aun hasta diez en las veinte y cuatro horas. El número total de baños será por término medio el de treinta, variando en mas ó en menos, y pudiéndose prolon- gar hasta sesenta según la afección y circunstancias del enfermo. Será útil que del baño á la última co- mida haya transcurrido una hora lo me- nos, si bien he notado que nada por lo común sucede aun cuando se pase me- nos tiempo, no viendo en este la espo- 12 —74— sicion que en tal cenccpto hallamos en Al interior, los termales. / . ¿ La ducha ó chorro se tomará coló- Como purgante á la dosis de cmco a candóse de modo que el salto que con ocho vasos uno tras otro en ayunas dan- bastante empuje da el agua al caer en do luego un paseo. la Paila, junto ala márjen izquierda, se Como alterante á medios vasos o ente- reciba en el punto del cuerpo que con- ros cuatro ó cinco veces al dia en horas venga. Será conducente no tomar mas distintas sola, ó con agua de cebada o que una ducha al dia. leche. ^ Todos estos baños se suspenderán Además suele beberse a pasto hasta desde el momento de aparecer calentu- en las comidas el agua cojida en el mis- ra, sea de la clase que quiera. mo rio junto al paso de la Paila. Aplicaciones terapéuticas. Las aguas de la Paila considerándolas por precisión co- mo un medicamento distinto de las termales, son según vi- mos, frias y salinas, con una acción sedante muy marcada sobre la piel, debida á su baja temperatura; y sobremanera estimulantes al interior, tanto por la absorción de las sales alcalinas como por la acción secundaría y consecutiva del primer efecto. Por estas acciones vemos en la piel disminui- das las propiedades de los tejidos, y aumentadas las vitales; produciéndose unos efectos opuestos en lo interior de la eco- nomía donde hallamos una exaltación en las funciones orgá- nicas, y la sedación en las vitales representadas por la influencia nerviosa; siendo desde luego indicada la aplica- ción de estas aguas en todos los estados patolójicos que se nos presenten con condiciones enteramente opuestas. De consiguiente, todas las enfermedades de la piel, las afec- ciones nerviosas, las anémicas y la mayor parte de las úlce- ras serán ventajosamente combatidas por las aguas de la Paila. 1? Enfermedades de la piel. No deben comprenderse aquí aquellas afecciones cutá- neas acompañadas constantemente de un estado patolójico agudo tales como el divieso, carbunco, flemón etc.... sino tan solo el sin número de enfermedades crónicas conocidas vulgarmente con el nombre de erupciones ó empeines, que se —75— presentan bajo ocho formas elementales distintas, cuales son: los exantemas, ó sean manchas rojas, de diversa forma y es- tension, que desaparecen á la presión del dedo para reapa- recer en el acto, y terminan por delitescencia, resolución ó descamación: las vesículas, pequeñas ampollas, llenas de se- rosidad transparente, opaca ó purulenta, que terminan por reabsorción y descamación, ó por distintas ulceraciones que se cubren de pequeñas y muy delgadas postillas: las flicte- nas, ampollas mucho mayores y de iguales caracteres que las vesículas, terminando casi siempre por escoriaciones ó ulce- raciones de mal carácter y bastantes estensas, con costras muy desiguales que se reproducen: las pústulas, pequeños granos con pus que se seca y convierte en incrustaciones dobles que al desprenderse dejan una superficie muy pulida, roja y como inflamada, ó muy lijeramente escoriada: las pápulas, granos sólidos, duros, sin pus, que á veces se ulce- ran en su punta, y terminan por una descamación furfuracea ó como salvado: las escamas, ó multitud de pequeñas lámi- nas de epidermis sobrepuestas como la escama del pescado colocadas en una superficie lisa ó formando elevaciones des- iguales, y desprendiéndose y reproduciéndose al infinito: los tubérculos, tumores duros, aislados ó arracimados, como in- flamados, sobre una superficie desigual é inflamada, que suelen terminar en ulceraciones de mal carácter: las mácu- las, manchas blancas, pálidas, amarillentas, amoratadas a- pizarradas ó mas oscuras y desiguales que invaden puntos aislados ó casi toda la superficie de la piel. Y aun de todas estas debemos deducir las que siempre se manifiestan en es- tado agudo y con calentura como la mayor parte de los exantemas p. e. la erisipela, escarlatina etc.: muchas vesí- culas como la fiebre miliar, la varicela, y algunas pústulas como las viruelas. Todas estas afecciones se modifican ó se curan con la acción del agua de la Paila, y se recrudecen, reaparecen, se exacerban y con frecuencia dejeneran con los baños termales. Sin necesidad de preparación alguna se tomarán dos ba- ños al dia de los comunes en la Paila, pudiendo prolongarlos sucesivamente hasta media hora ó mas si posible fuese, te- niendo presente que los baños muy cortos ó de mera inmer- sión producen un efecto contrario al que buscamos. Al mismo tiempo se usará interiormente el agua del rio á pasto, ó la del Templado terciada con cebada ó leche á la dosis de cuatro vasos al dia, y cada cinco ú ocho dias se be- berá ln de la Paila en dosis purgante en ayunas. —76— He tenido ocasión de ver muchas afecciones de la piel en esta te'mporada, y he notado que los exantemas, las má- culas y las pápulas suelen desvanecerse y curarse con vein- te ó veinte y cinco baños: las vesículas, las flictenas y las escamas necesitan lo menos treinta para completar su des- aparición: las pústulas suelen cambiarse en escamas después del baño veinte, pero de todos modos tardan en resolverse mas de cuarenta y aun cincuenta baños, completándose á veces su curación al mes de concluidos; por último los tu- bérculos por leves que sean, algunas pústulas y otras cuando son hereditarias ó muy antiguas, ó no se curan completa- mente ó se necesita para conseguirlo la repetición de estos baños en dos ó tres temporadas sucesivas. Como en la mayor parte de estas afecciones se apare- cen superficies inflamadas, dolorosas ó ulceradas, y por otra parte suele acompañarlas prurito á veces insoportable, viva comezón, ardor etc., es preciso dejarse de preocupaciones y esclusivismos y ayudar á la enfermedad aliviando al pacien- te por medio de pomadas, lociones, unturas, cataplasmas, ó planchuelas apropiadas á juicio de un profesor, no debiendo aplicarse hilas ó cabezales empapados en el agua mineral como hacen algunos, sino en los casos en que convengan lo- ciones alcalinas. Considero oportuno advertir que para cata- plasmas es mejor usar la harina de patatas ó de arroz en lu- gar de la de linaza que suele levantar al rededor de la par- te una especie de erupción pustulosa: y al mismo tiempo in- dicar que los polvos de albayalde, cascarilla y otros llama- dos secantes exarcerban la picazón y ardor lejos de calmar- los, habiéndome surtido mejor efecto la harina común, el al- midón de España ó el aceite. Observación XXIX.—Ectyma sobre un tobillo, exacerbado con los baños termales. Don J. A., Gefe, de unos 38 á 40 años, constitución bue- na y temperamento muscular, tenia un ectyma {pústulas), sobre uno de los tobillos y se empeñó, despreciando mis con- sejos en bañarse á la antigua. Durante los diez dias que se bañó en la Paila mejoró bastante de aspecto, y de consiguien- te adherido á su plan se purgó y principió á bañarse en el Templado; cuando al tercero ó cuarto dia se exacerbó la e- rupcion, se ulceró, y con el pié y pierna hinchada y suma- —77— mente inflamada, recurrió al Dr. D. Pablo Humanes, quien consiguió calmarlo á beneficio de un plan conducente; le re- prendió la imprudencia de usar baños termales en afeccio- nes dérmicas, y prescribiéndole luego la continuación de los de la Paila, pudo modificar algún tanto la erupción, que cuando se marchó, se habia estendido por casi todo el pié y la mayor parte de la pierna. No digo este enfermo, pero algunos otros parecidos, y cuyas observaciones conservo, son los que suelen desconcep- tuar las comprobadas virtudes de las aguas de San Diego; pero si fracasan en sus curaciones, no debemos buscar la cul- pa en las aguas sino en su obstinación. Observación XXX.—Herpes fíictenode estenso, curado con los baños de la Paila. E. A., Cabo segundo, de 20 años de edad, constitución delicada, y temperamento nervioso linfático, padecía un her- pe flictenodes (vesículas), de bastante estension en toda la parte esterna de la pierna izquierda. Después de veinte ba- ños en la Paila, se desvaneció completamente por resolu- ción, quedando la piel muy fina y un poco colorada; pero con diez baños mas quedó de un aspecto natural sin haber- se reproducido. Bebió el agua del rio á pasto, y la de la Pai- la corno purgante cada ocho dias. Observación XXXI.—Rupia simple, curada después de los baños de la Paila. Don J. de la G., del comercio, de 28 años, constitución mediana, y temperamento sanguíneo y un poco nervioso, pa- decía una rupia simple, (flictenas) en el tercio inferior de la pierna izquierda. Tomó cincuenta y ocho baños en la Pai- la, bebiendo el agua del Templado con leche ó cebada, y purgándose con la de la Paila cada semana. Después de los treinta baños se cayó el costron, dejando una úlcera sórdi- da, dolorida y un tanto estensa que principió á tender á la cicatrización después de los cuarenta y cinco baños; que- dando completamente cicatrizada y sin coloración alguna en la piel al cabo de quince dias de concluida la temporada. —78— Observación XXXII.—Pórrigofavosa, curada con los baños de la Paila. J. F., soldado, de 21 años, constitución bastante regu- lar y temperamento mas linfático que bilioso, trajo un pórri- go favosa (pústulas) en la cabeza que le cojia todo el cuero cabelludo, levantándose unas postillas enormes, asquerosas saniosas que le obligaban á llevar constantemente un pañue- lo atado en la cabeza. Tomó cuarenta y siete baños en la Paila, bebiendo el agua de la misma con leche, y cada diez dias como purgante, y sucesivamente se le fueron despren- diendo primero las pústulas y costras pequeñas, luego una grande casi como la palma de la mano formada de grupos de otras menores, y que se fué cuarteando y desprendiendo; y por último dos algo reducidas que habia inmediatas á las orejas, que no cayeron hasta después de los cuarenta baños. La piel quedaba un poco delicada y encendida, pero no tan- to como era de esperar, y á la conclusión de la temporada se hallaba ya toda del color y aspecto natural, sin que, cosa rara, se le hubiese caido un solo pelo. Dispuse á este enfermo que desde la mitad de los baños se lavara todos los dias la cabeza con agua de la Gallina, dejándola enfriar antes. Observación XXXIII.—Elefantiasis, (mal lazarino), modifi- cada con los baños de la Paila. Don A. R., tabaquero, de 50, años, constitución robusta, y temperamento muscular, padece hace años una elefantia- sis (tubérculos), que le rodea toda la pierna derecha. Estuvo el año anterior en estos baños sin obtener resultado, y en es- ta temporada ha tomado cuarenta y nueve baños en la Pai- la, poniendo la pierna en el chorro varias veces, y usando interiormente el agua del Templado terciada. Desde los 30 baños principiaron á resolverse algunos tubérculos y á su- purar los mas, deterjiéndose y cicatrizándose la mayor par- te: de modo que concluida la temporada tenia la pierna mu- cho menos voluminosa, apenas inflamada y secados ó cica- trizados la mayor parte de los tubérculos. —79— 2° Siíilides. Queda sentado al hablar de los dolores sifilíticos que Cuando el venéreo toma el aspecto y principales caracteres de otra afección, el elemento sifilítico obra en este caso de un modo análogo al elemento especial de la afección que remeda; y resaltando mucho mas semejante paridad en las afecciones de la piel, no podré menos al tratar de la siíilides de hacer como en los dolores refiriéndome casi en un todo á cuanto queda indicado en el capítulo anterior. En efecto, tantas son las siíilides como las enfermedades comunes de la piel denominándose: sifilide exantemática, vesiculosa, fiic- tenosa, pustulosa, papulosa, escamosa, tuberculosa ó maculosa según presente los caracteres de cualquiera de las dermato- sis enunciadas, y la diferencia marcada que revela el orijen sifilítico es el fondo color cobrizo de la piel sobre que des- cansa la erupción, y aun de la erupción misma. He notado que cuando este color principia durante los baños á manifes- tarse mas patente es indicio de que bastante pronto se cam- biará por el color rubicundo, rosado ó rojo propio de la afec- ción dérmica á que se asemeja; y cuanto mas pronto se veri- fica este cambio, tanto mas rápida es por lo común su cura- ción. He observado asimismo que si á los quince ó veinte baños no se modifica este color, lo que sucede es, que ó bien se reproduce la sifilide, ó¿bien se desvanece de pronto apare- ciendo bajo la forma de infartos glandulares ó de tumores gomosos que suelen ser críticos. Relativamente al pronósti- co y al modo de administrar los baños, nada he de añadir á cuanto llevo espuesto anteriormente al tratar de las enfer- medades de la piel. Observación XXXIV___Sifilidefiictenosa, curada con los ba ños de la Paila. M. D., soldado, de 27 años, buena constitución, tempe- ramento bilioso, tenia una sifilide fiictenosa en toda la par- te interna de la pierna derecha, y se le prescribieron los ba- ños de la Paila, el agua del rio á pasto, y la de la Paila en dosis purgante cada semana. Desde el décimo baño princi- —80— pió á cambiarse el color cobrizo, de modo que á los treinta baños habia desaparecido del todo la afección. Observación XXXV.—Sifilide vesiculosa jeneral exacerbada con los baños tomados empíricamente en el año anterior y curada en esta temporada con los baños de la Paila. B. L., soldado, de 24 años, constitución bastante fuerte y temperamento bilioso-nervioso, padecía una sifilide vesicu- losa jeneral en varios puntos de la piel. El año anterior es- tuvo en estas aguas que le fueron administradas según el método rutinario común, y por espresion del mismo enfermo se habia mejorado con los baños de la Paila, pero se exacer- bó y estendió luego con los del Templado que á aquellos si- guieron. En la presente temporada le dispuse los baños de la Paila, purgándose con la misma agua cada cinco ó seis dias, y tomando seis veces al dia la del Templado terciada con agua de cebada. Desde los quince baños cesaron las des- camaciones que se reproducían sin cesar, y cambió el color cobrizo que tenia la piel, y las superficies ulceradas. Después de cuarenta y cinco baños que tomó quedaban todavía como diez ó doce postillitas que no parecían sifilíticas, las cuales al desprenderse dejaban la piel lisa y de color natural, ha- llándose bien curado á los quince dias después del último baño. Observación XXXVI.—Sifilide pustulosa jeneral, curada con los baños de la Paila. Don J. Ch., de 54 años, constitución deteriorada y tem- peramento nervioso adquirido, padecía una sifilide pustulo- sa jeneral esparcida en distintos puntos de la piel. Le pres- cribí baños prolongados de mas de media hora en la Paila, y el agua del Templado con leche al interior. A los diez baños se desprendieron la mayor parte de las postillas, dejando u- na superficie lisa ó ulcerada en algunas, pero en todas de co- lor rosado y nada cobrizo. De estas postillas se reprodujeron algunas no tan dobles como las primeras, y después de vein- te y ocho baños completamente restablecida su constitución, y modificado su temperamento, quedó sin lesión ni mancha de ninguna clase. —81 — Observación XXXVII.—Afección histérica empeorada con los baños tomados por el sistema antiguo. N., Gefe del Ejército, de unos 40 años, constitución fuer- te, temperamento bilioso muscular, tenia una sifilide vesi- culosa en unos puntos del cuerpo y escamosa en otros, com- batidas al parecer sin resultado con los yoduros al interior y los sulfuros esteriormente. Al llegar á los baños [algo tarde por cierto], consultó con varios profesores, y disgustado de la diversidad de pareceres, y no fiándose de mi opinión, se de- cidió como los mas por la rutina. Mientras se bañó en la Paila, se modificaba la erupción; pero á los pocos baños del Templado se le exacerbó de un modo tal, que agrietadas y ulceradas las manos y pies, y sufriendo ardores y comezones insoportables en distintos puntos, tuvo que suspender los ba- ños, recojerse, llenarse de parches y establecerse un réjimen calmante y dulcificante; y si bien luego quiso sujetarse al método que desde un principio le habia yo prescrito, no tu- vo ya tiempo por hallarse casi concluida la temporada. 3? Afecciones convulsivas. El histerismo bajó 1 odas sus formas, la corea y otras a- feciones, en las cuales la movilidad del sistema nervioso pre- domine de un modo considerable sobre todas las demás fun- ciones, deberán alejarse de los baños termales que las au- mentan, y tratarse con los de la Paila que sino siempre las curan por completo, inducen cuando menos modificaciones ventajosas. El método que para combatirlas debe seguirse consiste en tomar de diez á veinte baños comunes y ordina- rios en la Paila, y á continuación darse quince ó veinte dias seguidos varios baños al dia de los de inmersión en la mis- ma Paila seguido cada baño, de un buen paseo. Al interior se usará del agua del Templado por punto jeneral, mezcla- ciada con cebada ó leche en dosis de tres ó cuatro medios vasos al dia: podrá beberse la de la Paila si hubiese un es- tado saburroso ó bilioso en las vías gástricas: y se tomará la del Acerado á pasto hasta en las comidas siempre que se notare mucha palidez en la piel y en los labios —82— Observación XXXVIII.—Afección histérica empeorada con los baños tomados por el sistema antiguo. Doña G. R., soltera, de 20 años, constitución deteriora- da y temperamento nervioso linfático, padecía mas de dos años accesos histéricos que le atacaban irregularmente una ó dos veces al mes, con espasmos tónicos y luego movimien- tos convulsivos acompañados de pérdida de los sentidos, an- siedad precordial, risa sardónica y demás síntomas propios de esta afección, terminando cada acceso con un dolor bas- tante agudo en el corazón que se prolongaba de ocho á do- ce dias. A escepcion de la viveza de imaginación, y movi- mientos todas sus demás funciones se ejercían medianamen- te, pero con muy poca acción. El método que seguía era co- mo se supone, el antiguo, de modo que durante los baños que tomó en la Paila se hallaba bastante bien; pero al octavo baño en el Templado le dio un ataque tan fuerte que ade- más de haberse prolongado muchas horas, le dejó no tan so- lo el dolor que siempre sentía sino una verdadera fiebre an- jiotécnicade la que tardó como quince dias en restablecer; quedando tan débil que se vio precisada á retirarse, habién- dole dado dos veces la convulsión durante el viaje. Observación XXXIX.—Afección histérica curada con los baños de la Paila combinados. Doña P. C, soltera, de 21 años, constitución bastante empobrecida y temperamento nervioso, padeció de espas- mos vagos desde los diez y ocho años, convirtiéndose luego en verdaderos accesos convulsivos epileptiformes, que lle- garon á reproducirse hasta tres veces ai mes, quedándose siempre muy débil, quebrantada, y con jaqueca, sensación de peso en el vientre y dolores algunas veces bastante agu- dos en los lomos y caderas. Tomó ocho baños comunes en la Paila y luego principió cuatro al dia de los cortos de inmer- sión, continuándolos casi sin interrupción por espacio de vein- te y siete dias. Interiormente tomó primero el agua del Tem- plado terciada con leche, y luego la del Acerado á pasto. habiéndose restablecido su constitución, recobrado el apeti- to, regularizado las dijestiones, y ahuyentado los accesos, —83— pues á escepcion de uno bastante lijero que tuvo á los quin- ce ó diez y seis baños, y después de haber desaparecido la jaqueca, el peso y los dolores, no volvió á padecer mas mien- tras estuvo en el pueblo, ni ha vuelto á sentir novedad algu- na hasta el presente. 4° Parálisis. Esta enfermedad llamada en el pais aire, puede inva- dir todo el cuerpo ó tan solo alguno de los miembros, como también las partes interiores como intestinos, vejiga etc., y cualquiera que sea el punto donde resida la parálisis de- bemos considerarla de cuatro modos bastante distintos: 1.° La parálisis por falta de escitantes internos es pror ducida por una lesión ó,daño de los nervios, de la médula ó del mismo celebro, que no pudiendo curarse, debe correjirse mediante la escitacion aumentada del sistema nervioso jene- ral, de modo que los dem ás nervios suplan en cierto modo la función que no puede ejercer el que está dañado. Esta especie de parálisis se cura si reside en los nervios, puede modificarse algunas veces cuando tiene su asiento en la mé- dula, pero es inútil, ó perjudicial ir á San Diego cuando el daño se halla en el celebro. El tratamiento consiste en tres ó cuatro baños diarios de inmersión en la Paila, y el agua del Templado al interior, cesando en el uso de esta bebida desde el momento en que se principian á esperimentar con- tracciones, ó acción en la parte paralizada. 2.° La parálisis por falta de escitantes estemos, se com- prende suponiendo que un sujeto tuvo una apoplejía, ose dio un fuerte golpe en la cabeza, ó recibió unas fumigacio- nes cinabriadas que atacaron al cerebro ó la médula, de cu- yas resultas quedó sin acción y paralítico un brazo, ó la ve- jiga ú otra parte: con la medicación oportuna se curó com- pletamente la apoplejía, ó el efecto del golpe, y sin embargo, el brazo ó la vejiga quedaron paralizados. Esta es la pará- lisis que estamos estudiando, y la que por lo común se cura con mas facilidad. Para conseguirlo se tomarán seis ú ocho baños comunes en la Paila, y luego tres ó cuatro al dia de los de inmersión, y además, si la parálisis reside en brazo ó pierna, se colocará la parte siquiera una vez al dia en el manantial de la Gallina; si el órgano paralítico fuese la ve- —84— jiga ó los intestinos se beberá el agua del Templado cuatro veces al dia, y la del Acerado á pasto. He usado dos veces con buen éxito las lavativas de agua del Tigre en la pará- lisis del intestino recto bastante frecuente en esta Isla. 3.° Las parálisis por abusos funcionales, tal como la im- potencia producida á consecuencia de abusos y escesos ve- néreos: la falta de memoria por escesivos y desarreglados trabajos mentales etc., son las mas difíciles de correjir. Con todo, he visto alguna curación bañándose en la Paila apli- cando la cabeza, la rabadilla ó la parte afecta, al salto que al caer en la Paila dá la corriente de la orilla izquierda. 4.° Por último la parálisis por aberración del influjo ner- vioso, bastante común en las mujeres histéricas, en algunos epilépticos etc.. puede desvanecerse con veinte ó veinte y cinco baños comunes en la Paila. Téngase presente que de ningún modo debe confundir- se con la parálisis la falta de movimiento mas ó 'menos to- tal y completa que vemos con frecuencia á causa del reu- matismo, gota ó venéreo, y cuya lesio.n debe sujetarse al tra- tamiento que para estas afecciones queda establecido. Observación XL.—Parálisis por falta de escitantes estemos curada á beneficio de los baños combinados de la Paila. Don T. V., de 43 años, grueso, cuello bastante corto, constitución un tanto apoplética, y temperamento sanguíneo bilioso, hacia dos años que padeció un ataque apoplético de que curó, habiéndole quedado el antebrazo, mano, pierna y pié derecho como edematoso, acorchado y sin ningún movi- miento. Le prescribí ocho baños comunes en la Paila, y lue- go cuatro al dia de inmersión en la misma que tomó por es- pacio de veinte y tres dias. En los principios bebía el agua del Templado, mas al ver que á los diez y siete ó diez y ocho baños sentía hormigueo y principios de movimiento en las partes afectas, dispuse la cambiara por la del Acerado á pasto. Desde entonces principió asimismo á introducir el brazo y colocar la pierna en el caño de la Gallina, y habien- do desaparecido el estado edematoso que en ambos puntos existía, recobró en ellos la sensibilidad y el movimiento, y quedó curado. —85— li° Neurosis y neuraljias. Las neurosis como la jaqueca, hipocondría algunas mo- nomanías, la dispepsia, los dolores cólicos y la diarrea y di- sentería crónicas; de] mismo modo que las neuraljias tales como el tic doloroso de la cara ó neuraljia facial, las de los brazos, piernas ú otros puntos, el dolor de corazón, de estó- mago, de los ríñones etc., se combaten muy bien con las a- guas de San Diego. Los baños que me ha dado mejores re- sultados, han sido los de la Paila comunes ú ordinarios, dos al dia y en número considerable tal como cincuenta, sesenta ó mas, acompañándolos del agua del Templado sola ó ter- ciada con cebada ó leche á la dosis de tres ó cuatro vasos al dia; debiendo advertir como lo anotó ya el Dr. Camino, que así como en la mayor parte de estas afecciones conviene suspender el agua del Templado desde el momento en que aparezca diarrea, como suele en estos enfermos suceder, es al contrario preciso insistir en su uso en la jaqueca, hipocon- dría, monomanía y neuraljia facial. No he tenido ocasión de ensayar estas aguas en la a- maurose, otalgia, sordera y otras neuraljias de los sentidos, pero el Dr. Camino las recomienda como eficaces usándolas de un modo análogo al que queda indicado. Obsrrvacion XLI.—Neuralj ¿a facial, curada con los baños de la Paila. Doña C. S., de 19 años, soltera, constitución buena y temperamento nervioso sanguíneo, padecía desde mucho tiempo una neuraljia facial que le cojia todo el carrillo, me- jilla y sien derecha, repitiéndose los accesos cada mes y aun con mas frecuencia. Con los primeros baños de la Paila que los tomó de inmersión, se le apareció un acceso del dolor que le duró como cuatro dias; pero continuando luego los mismos baños, dos al dia y de media hora de duración, junto con el agua del Templado terciada con cebada, desapare- ció el dolor, y hasta el presente ninguna novedad ha expe- rimentado. No se presentó la diarrea en esta enferma- —86— Observación XLII.— Gastraljia exacerbada en otra tempora- da con los baños tomados según la rutina, y curada ahoi a con los de la Paila. Don J. O., de 35 años, carpintero de obras, constitución deteriorada, y temperamento muscular bilioso, padecía cada mes un dolor agudísimo de estómago que le subía hacia el corazón y hasta el hombro izquierdo, ocasionándole vómitos semibiliosos ó de las comidas que hiciera, y constricción y ardor en el esófago. Hacia tres años que habia estado en San Diego donde tomara veinte baños en la Paila y veinte en el Templado y Tigre, habiendo sentido algún alivio con los primeros, y vuelto á quedar como antes después de los últi- mos. En esta temporada tomó sesenta y cuatro baños en la Paila, de media hora de duración, y bebió doce dias segui- dos el agua del Templado con leche, suspendiéndola luego por haberle aparecido diarrea. Sobre la mitad de los baños se regularizaron las dijestiones, se abrió el apetito, y por úl- timo antes de concluirlos habia desaparecido la dolencia que no ha vuelto á reproducirse. 6° Clorosis. La clorosis en la mujer y ¡a cloro-anemia en el hombre, son dos afecciones las mas variadas, y cuyos cuadros de sín- tomas apenas aparecen iguales en dos enfermos; pero la en- fermedad parece constantemente depender de la falta de glóbulos rojos en la sangre, de modo que la reconstitución de este humor, y en su consecuencia la de todo el organismo es la indicación que debe cumplir el médico en el tratamien- to de ambas enfermedades, cualquiera que sea la forma con que se presenten. No podemos hacer uso de las aguas ter- males que escitarian la piel, incapaz de estímulo en estas a- fecciones, y aumentarían la postración y debilidad en el in- terior: y por otra parte las aguas de la Paila útiles para re- generar la constitución nos aumentarían el espasmo que ya en el dermis existe; de modo que para conciliar estos estre- ñios y sacar un partido casi constantemente beneficioso, se principiará por quince ó veinte baños comunes en la Paila, —87— continuándolos luego de muchos baños de inmersión en la misma Paila, tomados tres ó cuatro al dia. Además, siendo el hierro el medicamento por escelencía de ambas afecciones, se beberá el agua del Acerado á pasto hasta en las comidas." Observación XLIII.—Clorosis curada con los baños de la Paila y agua del Acerado. Doña R. J. de C, soltera, de 21 año, constitución de- teriorada y temperamento linfático, á consecuencia de repe- tidos disgustos y pasiones de ánimo, seguidos luego de ina- petencia y falta del regular sustento, principió á sentir dolor de estómago, mal estar jeneral y vahídos, hasta que sin ha- cer caso de estas lijeras incomodidades, y continuando en o- brar las mismas causas, fué perdiendo el color, no solo en la piel sino también en los labios, boca etc., quedando pálida, como lijeramente abotagada en las muñecas, tobillos y al rededor de los ojos, y muy flaca en el resto del cuerpo, apa- reciéndose cada dia nuevos desarreglos funcionales y ata- cando así mismo á la menstruación que de pálida pasó á es- casa y luego desapareció. Habia sido varias veces tratada por las sales de hierro, pero nunca pudo resistir su acción prolongada como por desgracia sucede en algunos casos de esta rebelde enfermedad, cuando el profesor que la dirijía le aconsejó que pasara á San Diego. A los seis ú ocho dias de estarse bañando en la Paila, y cuando siguiendo la cos- tumbre antigua iba á prepararse para pasar al Templado, tuve ocasión de conocerla por una casualidad, y habiéndome dado la relación que antecede de sus padecimientos que da- taban de mas de tres años, le hice cuantas reflexiones pude para disuadirla de que se bañara en las aguas termales, y al notar que no desoía mis consejos, le dejé apuntado el plan que en mi concepto seguir debiera. En su consecuencia com- pletó hasta veinte baños comunes en la Paila, se dio luego veinte y ocho dias seguidos cuatro baños de inmersión en la misma, y se puso al uso interior del agua del Acerado á pas- to. En efecto, principiaron á regularizarse las funciones di- gestivas, luego se tonizó y coloró la piel y las membranas mucosas, mas adelante se disipó la hinchazón de las muñe- cas etc., y por último cuando principiaba á reponerse en sus carnes apareció naturalmente la menstruación que fué lue- go siguiendo sin haber vuelto á sentir novedad alguna. —88— 1° literas. Todas las úlceras crónicas y antiguas deben reducirse á úlceras cutáneas, escrofulosas, escorbúticas, venéreas, callo- sas y varicosas dejando aparte las de las afecciones de la piel y las cancerosas de las cuales las primeras siguen su curso con el plan propio de aquellas afecciones, y las segun- das ningún beneficio reportan con las aguas de San Diego. En todas ellas el trabajo ulcerativo ha principiado por una verdadera inflamación, pero no es este el estado en que sue- len verse en los baños, pues casi siempre llevan mas de un año de fecha, y las vemos ya crónicas, con los bordes planos y delgados, ó gruesos, rectos ó renversados: la superficie des- igual, pulida y seca, ó húmeda y diversamente escavada y sinuosa; y el pus nunca de buenas condiciones sino claro, fétido, icoroso, ó sanguinolento. Además rara es la úlcera que no se presenta accidentalmente acompañada de alguna de las complicaciones propias á todas ellas cuales son la infla- mación ,1a gangrena, la podredumbre, ó las fungosidades: asi es que tanto por su naturaleza, como por su estado actual y complicaciones que en ellas pueden presentarse, necesitan todas dos medicaciones á la vez, una jeneral que modifique el todo de la constitución, y otra tópica ó local que cambie el modo de ser de la úlcera. Como no puede darse para cada clase de úlceras una medicación constante y fija por cuanto todas y cada una de ellas aparecen sucesiva y alternadamente modificadas en cada uno de los períodos que en su curso van recorriendo, y ademas acompañadas de algunas de las complicaciones dichas, es de aquí, que se hace preciso establecer reglas je- nerales, no para cada úlcera, sino para cada uno de los es- tados y modos en que puedan hallarse todas ellas, cualquie ra que sea su naturaleza, y el tejido que ocupan. En este concepto pues, cuando una úlcera se presenta irritada, dolorosa, con la superficie que ocupa encendida,ó amagando gangrena, se prescribirán los baños ordinarios bas- tante largos en la Paila, y la aplicación de planchuelas car- gadas de cerato simple ó anodino, y cataplasmas emolientes. Por otra parte, siempre que se vean las ulceras con los bor- des planos, delgados ó amoratados, fungosos, ó con el pus claro y aguanoso, se usarán los baños del Tigre y aun la in- mersión de la parte en el caño de la Gallina, y se aplicaran —89— tópicamente hilas empapadas en agua de la Paila. Toda úl- cera que se presente fétida, icorosa ó sanguinolenta, ó con podredumbre ó gangrena, ó bien sea de naturaleza varicosa o callosa.se combatirá asi mismo con las termales, pero al- ternados con el chorro, ducha ó salto que forma en la Paila la corriente de la orilla izquierda, aplicando allí la parte; y para las curaciones se aplicará el musgo ó materia glerosa verdoso blanquecina que se cría en la superficie del agua y de las piedras de los manantiales termales, cubriéndola con hilas empapadas en agua de la Paila. Por último, cuando una úlcera después de simplificada, permanece como esta- cionaria sin adelantar en su curación se suspenderán los ba- ños y se aplicará la parte cuatro, cinco ó seis veces al dia en el caño ó manantial déla Gallina, hasta que se vea mo- dificada y que tiende ya á la cicatrización. El plan interior será siempre relativo á la naturaleza de la úlcera, y á la disposición ó constitución del enfermo. Por lo que mira á las úlceras convendrá el agua de la Paila cuatro veces al dia, y en dosis purgante cada cuatro ó seis dias en las úlceras de naturaleza escrofulosa y venérea; la del Ace- rado á pasto en las escorbúticas y varicosas; y la del Tem- plado á la dosis de cuatro vasos al dia y en distintas horas en las icorosas y fungosas: y por otra parte con relación á la constitución del enfermo se evitará en lo posible dar el agua de la Paila en dosis purgante á los sujetos de poca robustez: no se prescribirán para bebida las aguas termales á los va- letudinarios y semicaquécticos, ano ser terciadas con leche, y en fin se prescindirá de la del Acerado en los sujetos muy robustos y sanguíneos. Así pues, el plan que bajo todos conceptos hay que se- guir en la curación de una úlcera sera casi siempre modifi- cado y variado, adoptando ya el uno ya el otro baño, bebi- da ó tópico, según la marcha que sucesivamente siga la en- fermedad, y la disposición del individuo. Observación XLIV.— Ulcera cutánea crónica de la pierna, curada con los baños de la Paila y del Tigre. Don J. M , de buena constitución, joven y temperamen- to sanguíneo-bilioso, tenia hacia ya dos años una úlcera cu- tánea crónica en el tercio inferior de la pierna izquierda con principios de inflamación y lijcia tendencia ala gangrena. — 90- í*or el estado de la úlcera le prescribí los baños de la Paila tomando veinte y dos; pero para contrarestar los efectos que pudieran causarle, atendida su constitución y tempera- mento le dispuse cuatro vasos del agua del Templado al dia, y la de la Paila en dosis purgante cada seis dias, curándole con cerato anodino. Desinfartados los tejidos y hallándose la úlcera en un estado mas bien de atonía, suspendí el uso del agua al interior é hice que pasara á bañarse en el Tigre, donde tomó trece baños, con los cuales y con la aplicación de hilas con cerato simple cicatrizó por completo. Observación XLV.— Ulcera callosa de aspecto carcinomatoso, de la boca, curada con, los baños de la Paila y buchus de la de la Gallina. J. C, soldado, joven, de constitución regular y tempe- ramento bilioso muscular, tenia hacia mas de seis meses u- na úlcera callosa de aspecto casi carcinomatoso y lardáceo dentro de la boca en la parte interna del carrillo izquierdo, y que se estendia hasta el pilar anterior del velo del pala- dar, con infarto jeneral del carrillo y dificultad suma en a- brir la boca. Le di los baños jenerales en la Paila como se- dantes de la piel y escitantes de las mucosas, y al mismo tiem- po buches del agua de la Gallina tomados en el mismo ma- nantial varias veces al dia. Dos veces solamente le toqué la úlcera con el nitrato ácido de mercurio; y sin mas trata- miento fué modificándose, presentándose lisa é igual hacia la mitad de los baños, de que tomó mas de cuarenta; y princi- piando la cicatrización hacia los treinta baños, se completó tres dias después de concluidos. El infarto ó engruesamien- todel carrillo no se desvaneció por completo hasta unos vein- te dias después. Durante este tratamiento tomó constante- mente el agua del Templado cuatro vasos al dia, y la de la Paila en dosis purgante, cada seis dias. Observación XLVI.— Ulceras de la matriz curadas á benefi- cio de baños en el Tigre é inyecciones del agua de la Paila. Doña D. C, de 42 años, constitución un poco deteriora- da por consecutivos partos y abortos, y temperamento bilio- —01 — so-linfático, llevaba dos a¡ios de sufrimiento por una úlcera en el cuello de la matriz, y parte superior izquierda de la mucosa vajinal, de aspecto gangrenoso, muy irritada y do- lorida, y dando un pus fétido pero espeso y consistente. A pesar de lo deteriorado de su constitución, atendiendo á la úlcera, le dispuse los baños del Tigre prolongados, las inyec- ciones del agua de la Paila y la aplicación de lechinos con cerato anodino. A los doce dias habia desaparecido la infla- mación, se habían eliminado algunas escaras, y las úlceras se presentaban lisas, pulidas y un poco pálidas siendo mas claro y aguanoso el pus, y sin dolor. En este estado, y notan- do que su estómago se resentía de la acción de los baños ter- males, la pasé á los de la Paila dos al dia asimismo prolon- gados, y continué por algunos dias con las inyecciones del agua de la Paila, sustituyendo los lechinos de cerato por otros empapados en la misma agua. Cuando á los pocos dias vi las úlceras limpias, sin supuración apenas, y en un esta- do casi estacionario, ó cuando menos de falta de tonicidad, iba á reeurrir á las inyecciones del agua de la Gallina re- cien sacada del manantial, pero no pudieron hacerse hasta siete días después, por haber sobrevenido la menstruación. Por último, alternando diariamente dos baños en la Paila con dos en el Tigre, é inyectando seis veces al dia el agua de la Gallina, se completó la curación álos cuarenta y nueve dias de principiado el tratamiento. En los principios estuvo ca- torce dias al uso del agua del Acerado á pasto* Orservacion XLVII.— Ulcera tuberculosa de la tibia, curada con baños en el Tigre y en la Paila. P.,lucumí, de mas de 30 años, alto, bien constituido y de temperamento muscular, tenia una úlcera fétida saniosa en la parte superior interna de la pierna derecha que comu- nicaba con una cavidad bastante capaz escavada cerca del estremo superior de la tibia, á consecuencia de una afección tuberculosa al parecer enquistada que allí habia. Lo; baños jenerales en el Tigre, la inmersión de la pierna en la Galli- na, las inyecciones y lechinos de esta misma agua recien sa- cada del manantial, y el agua de la Paila hasta efecto pur- gante cada dos ó tres dias, fué el tratamiento que empleé, deterjiéndose la cavidad ósea y la úlcera á los quince dias, apareciendo luego mamelones carnosos, y obteniéndosela —92— cicatrización del hueso á los cuarenta días, y la de la piel ocho días después de regresado á su casa, con planchuelas del agua de la Paila que se llevó. Observación XLVIII.—Multitud de úlceras escrofulosas, cu- radas con los baños de la Paila, del Tigre y de la Gallina. F. G., soldado: joven, de constitución casi caquéctica. temperamento bilioso-linfático, tenia toda la mano derecha edematosa con doce bocas ulceradas, otra tumefacción con cuatro úlceras sobre el bíceps del brazo derecho, y otra úlce- ra del diámetro de un peso en la parte media interna de la pierna izquierda. Todas las úlceras eran de naturaleza es- crofulosa, irregulares, bordes delgadísimos y laxos, superfi- cie amoratada, fungosas en estremo, y con un pus aguanoso, crudo y á veces cruento. Quise atender primero á su cons- titución dándole algunos pocos baños cortos en la Paila, y el agua del Acerado al interior, aplicando en las úlceras hilas empapadas en agua de la misma Paila, pero cuando le vi un poco restablecido y con apetito regular, lo pasé al Tigre donde se estimularon las úlceras, mejoró el pus, se mortifi- caron y desprendieron porciones de piel délos intermedios, se hicieron los bordes regulares, y sus fungosidades se igua- laron. Por último, aplicando la mano y en parte el brazo en el caño de la Gallina y poniendo hilas de la misma agua en la pierna y demás puntos, vino la cicatrización que se comple- tó en la mano á los treinta dias de tratamiento, en el brazo á los cuarenta y dos y después de regresado á la Habana en la úlcera de la pierna. VL APLICACIÓN TERAPÉUTICA DE LAS AGUAS DEL ACERADO Y SANTA LUCIA. Modo de administración \ dosis. Al esterior.—En baños de media á u- á lo mas tres vasos cada una, de lo con - na hora una vez al dia, y mas cortos trario suelen causar peso y dolor de es- si se tomaran dos 6 mas en las veinte y tómago. cuatro horas. El agua de Santa Inicia.—Solo se a- Al interior.—Desde uno hasta diez plica en aspersión lavándoselos ojos con vasos en las veinte y cuatro horas, no las manos, pudiendo asi mismo usarse todos á la vez, sino en tomas de dos ó en inyecciones en los oidos, vajina etc. Aplicaciones terapéuticas. Al examinar la acción dinámica de las aguas de cada uno de los surtidores, se comparó la del Acerado aplicada al esterior, á la de un baño de agua común de mediana tem- peratura, y en este concepto sus aplicaciones en esta forma serán cuando por la enfermedad ó por circunstancias acci- dentales convenga dará un enfermo algunos baños comu- nes; y asimismo en el caso de que los baños termales hubie- sen'estimulado escesivamentc la piel y se crea conducente la acción emoliente del Acerado. —94— Administradas al interior, se admitió como acción prin- cipal la reconstituyente por la presencia de las sales de hier- ro aunque en corta cantidad, de modo que deberán aconse- jarse siempre que veamos anemia, caquexia y debilidad e- sencial ya en la afección, ya en la-constitución del enfermo. En este concepto pues, la aplicación de las aguas del Acerado en forma de baños será por lo común accidental, y al interior convendrán bebidas á pasto en los siguientes ca- sos:-Cuando al infarto del ovario, ó del útero, ó á la disminu- ción del flujo menstruo acompañen las fiebres intermitentes rebeldes: v. páj. 42: y observ. n.-En el catarro crónico de la vejiga, uretra y vajina:v. páj. 49.-En forma de baños alter- nados para impedir ó correjir la irritación de las articulacio- nes anquilosadas: v. páj. 65 y 68, y obs. xxiv.-En la termi- nación de las hidropesías: v. páj* 68, y obs. xxvn.-Si junto con alguna afección convulsiva existiera marcada palidez; v. páj. 81, y obs. xxxrx.-En la parálisis de la vejiga ó de los intestinos, ya en bebida ya en inyecciones: v. páj. 83, y obs. XL.-En la clorosis y en la cloro-anemia: v. páj. 87, y obs. XLiii.-Y por último bebidas á pasto para rejenerar la cons- titución en las úlceras varicosas y escorbúticas: v. páj. 89. Indiqué además al hablar de la acción del agua del A- cerado [páj. 35] haber observado la espulsion de arenas y pequeños cálculos favorecida por el uso de estas aguas, y desearía tener ocasión de comprobar semejante virtud por sí acompañadas con los baños déla Paila, podrían comba- tir estas afecciones y aun modificar la verdadera Litiasis. Agua de Santa Lucía. Debo decir con el Dr. Sánchez Rodríguez: "No sé con "que motivo le atribuyen á esta agua la virtud de curar las "inflamaciones de los ojos etc.," pues en efecto, por mi par- te ningún resultado he podido comprobar, y no vacilo en a- segurar que no goza de propiedad'semejante. Con todo pue- de utilizarse como emoliente y ser tal vez útil en las oftal- mías catarrales, en las inflamatorias y en todos los estados irritativos délas oftalmías reumáticas, sifilíticas, eruptivas, escrofulosas etc-, acompañándola del tratamiento oportuno. Eii la observación xi, puede verse el uso que hice de es- ta agua aplicada en inyecciones á los oidos, para combatir el catarro crónico de esta mucosa; pero creo debió influir po- co en la curación que se debió á mi ver á las otras aguas. VIL RÉJIMEN HIJIEMCO. No es indiferente el réjimen á que debe sujetarse el en- fermo que hace uso de las aguas minerales de San Diego, pues para que aprovechen es preciso tener presente no solo cuanto sea opuesto ó contrario á la naturaleza de los prin- cipios mineralizadores, sino también, todo lo que pueda di- rectamente contribuir á ayudar á la acción medicamentosa de los mismos. Sin olvidar la temperatura de las aguas, lo que en primer lugar debe tenerse á la vista es la naturale- za sulfuroso-alcalina de las sales, y que necesitándose que sean absorvidas, su principal acción será alcalinizar la san- gre. Tampoco puede olvidarse que son bastantes los casos en los que habiéndose iniciado la curación durante el uso de las aguas no se consigue por completo hasta diez, veinte ó mas dias después de concluidos los baños; de modo que el réjimen dietético, debe observarse no solo durante los baños sino también después de concluidos y por un tiempo mas ó menos dilatado. Así pues, encareciendo á los enfermos que no se preparen con purgantes, vomitivos, refrescos ni otra cosa alguna, sino en las enfermedades y circunstancias que en el decurso de este tratado dejo señalados: pasaré á esta- blecer el réjimen ó plan que debe seguirse durante los baños para ocuparme luego del que conviene observar después de concluidos. —96— Réjimen durante los baños. alimentos. Estos se compondrán de carne de vaca, aves domésticas, pan ó galleta, huevos, arroz, alguna legumbre seca como garbanzos o habichuelas, verduras aunque sean en ensalada con un poco de vinagre, papas, plátanos y el tocino preciso para el condimento, no usándose mas espe- cies que la sal y el azafrán en poca cantidad. Nótese que permito las verduras, un poco de vinagre y los plátanos, y en efecto no pasa de una rancia preocupación sin funda- mento el oponerse ásu uso. bebidas. Por la mañana se desayunarán los bañistas con té solo ó con leche, y los que se bañan en los termales po- drán tomar sin cuidado alguno media taza de café, pues en nada se opone á la acción de las aguas. En las horas del ca- lor se beberá agua del rio sola, ó con unas gotas de aguar- diente ó cognac: podrá beberse asimismo agua de cebada ó de grama, pero no es muy útil el uso que suele hacerse del agua de naranja ó de limón, pues si bien no causará ningún daño de consideración, con todo perturbará la acción de las sales alcalinas, y podrá en parte inutilizar los efectos de las aguas. Bueno es que durante las comidas se beba el agua del rio ó la del Templado ó Acerado según los casos; pero me- jor seria que los que acostumbren á beber vino en las comi- das lo beban, si bien con moderación, durante los baños, y no se verían las tan repetidas indijestiones que por este motivo y no por otro se notan. Ya es hora de desarraigar y abando- nar de una vez estas envejecidas preocupaciones que no por ser tradicionales deben verse rutinariamente respetadas y acatadas, puesto que se hallan en abierta oposición con el raciocinio; y en adelante aconsejo y encargo que únicamente se prohiba el vino tan solo en aquellos casos en que pueda ser contrario, no á los baños, sino á la naturaleza de la afección ó del enfermo. Así pues, usarán módicamente del vino puro ó con agua en las comidas, según tengan de costumbre los en- fermos que tengan fiebres intermitentes rebeldes, infartos glandulares, hidropesías, contusiones, cicatrices, afecciones convulsivas, parálisis, neuraljias de la cara ó de los estremos, clorosis, anemia,) úlceras atónicas; absteniéndose los demás. —97— vestidos. Téngase presente que la temporada es desde mediados de Febrero hasta último de Abril, época en que so- bre todo en el campo todavía hace fresco, en especial por la madrugada. Así pues, es necesario llevarse ropa de abrigo, tanto para la cama, como para salir á la calle y estar en ca- sa, vistiéndose según la estación y la hora, de modo que nun- ca se perciba fresco, sino mas bien trasudor, principalmente los que se bañen en aguas termales. genero de vida. Se emplearán todos los dias mas de diez horas en dormir, puesto que durante el sueño son mas acti- vas las absorciones; y se distribuirán en siete ú ocho horas por la noche, y dos ó tres al medio dia. Los que se bañen en los termales será útil que se laven con agua un poco tibia, ó echando en ella un poco de aguar- diente ó agua de colonia. Al ir al baño se andará despacio, siendo preferible lie- • gar tarde ó no poder bañarse, á hacerlo llegando sudado ó sofocado. Al salir del baño procurarán secarse y vestirse con pre- cipitación, y darán un paseo á un paso regular por los alre- dedores, prolongándolo hasta media ó una hora. Este paseo es tanto mas indispensable para los que tomen baños de in- mersión en la Paila, los cuales deberán recojerse un buen rato al llegar á su casa. Se evitarán altercados, juegos interesados ú otros mo- tivos de ansiedad, incomodidad y ajitacion, procurando dis- traerse con lecturas y conversaciones amenas, y juegos de mero pasatiempo y recreo. Las comidas, siesta y paseos se combinarán con las ho- ras que para los baños suele señalar la Autoridad local, y que por lo común son estas ú otras parecidas: Horas de los Baños. Horas. maSana. Clases. De 5 á 6—Pobres de la Caridad. __ 5 á 7—Militares. — 7 á 8—Caballeros. — 8 á 9—Señoras. — 9 á 10—Varones de color. —10 á 11—Hembras de color. —11 á 12—Caballeros. Horas. Clases. De 12 á 2—Caballeros. 2 á 3—Señoras. '¿ á t—Militares. - 4 á 5—Pobres de la Caridad. 5 á 6—Hembras de color. ■ tí á 7—Varones de color. 15 íléjiuicu después de los barios. De nuevo me veo en el caso de luchar contra otra en- vejecida costumbre cual es lo que se llama la Dieta, ó sea cuarenta dias contados desde el último baño, durante los cuales se observan ciertas reglas y se sigue en el uso inte- rior del agua mineral transportada en botellas al domicilio del enfermo. En las enfermedades crónicas, el uso de los sulfurosos y de los alcalinos, alcalinizando la sangre y va- riando de pronto todas las secreciones del cuerpo, escita las propiedades de los tejidos de los órganos, y hace que por estas se inicie la resolución de la enfermedad, de modo que, en el momento de notarse que este movimiento resolutivo Ha principiado ó se halla un tanto adelantado, deben sus- penderse los alcalinos y dejar que la naturaleza complete la curación, puesto que si continuaran en su enérjica acción, el resultado debería ser la debilitación y consunción jeneral del organismo. "Nada mas común [dice Mr. Trousseauen la "Medicación alterante de su Tratado de terapéutica y Mate- aría médica] que ir un enfermo á tomar aguas alcalinas, y en- contrarse á su vuelta algo mejor, restableciéndose comple- jamente en el invierno siguiente. Con esto cree que para "purarse mas radicalmente, debe ir el siguiente verano á to- "mar las mismas aguas, y repite esta operación muchos a- "ños seguidos. Pero lo que sucede es, que en vez del alivio "que esperimentó al principio, no consigue mas que aumen- tar sus incomodidades y atraerse en ocasiones graves ac- cidentes, que atribuye á la tenacidad del mal siendo asi "que debiera atribuirlos á su ciega obstinación en usar un "remedio que no le era ya necesario. ¿Cómo no ven que un "remedio eficaz para hacer bien, ha de ser igual para hacer "mal?... .Se prescriben los alcalinos con singular lijereza, "y habrá quien ordene á sus enfermos uno ó dos meses de "aguas de esta naturaleza, con la misma indiferencia que si "les aconsejase el usó de una tisana de cebada ó de bor- "raja etc.".... ¿Y no vemos en las observaciones i, iv, xi, xm, xvíi, xxm, xiv, xxu, xxxv, xlv, y XLVtn, el trabajó de la curación principiado con el uso de las aguas, y continuado y com- pletado después por la sola acción de la naturaleza?...... —99— ¿A qué hubiese conducido en estos casos disponer que los enfermos se llevaran á su pueblo botellas de agua mineral, y continuaran bebiéndola, siendo así que sin ella se comple- taron las curaciones?.....¿Si ninguna necesidad tuvieron del agua como lo prueban los resultados, no era esponerles locamente á los funestos efectos de las sales alcalinas?..... ¿Y no será todavía una preocupación y locura mayor en a- quellosque ven completada su curación aún antes dé con- cluirlos baños?... .Espero que con lo que acabo de esponer se convencerá cualquiera de la oportunidad y necesidad de suspender toda agua mineral desde el dia en que se conclu- ya el tratamiento de su enfermedad; y para que los tejidos orgánicos puedan completar con mejor éxito la curación ini- ciada por las aguas podrán los enfermos al regresar á sus casas sujetarse á las reglas siguientes: 1.a Concluidos los baños, se suspenderá el uso del agua mineral y se sujetará el enfermo á un método, dieta ó con- valecencia, concretado únicamente á los medios hijiénicos ñrtas abajo señalados, sin medicina, ni aguas de ninguna es- pecie. 2* Este plan durará diez dias para todos los que no habien- do sufrido mucho en sus enfermedades queden enteramente curados al concluir los baños: veinte dias para los que que- dando asimismo curados hubiesen sufrido mucho, ó se sin- tieran muy débiles, flojos ó poco regularizados en sus funcio- nes: treinta dias para aquellos que no habiéndose completa- do su curación, se sintieran en buena disposición en el resto de sus funciones; y por último de cuarenta, cincuenta y has- ta sesenta y aun noventa dias para todos los que no habien- do completado su curación, quedan estropeados, débiles, y valetudinarios. 3.a En los alimentos, bebidas y vestido se seguirá du- rante este tiempo relativo exactamente lo prevenido al tra- tar de estos artículos en el réjimen que debe seguirse du- rante los baños, sujetándose á lo que allí queda prevenido. 4.a No se harán trabajos mentales, ni fatigas escesivas ocupándose en lecturas amenas, sociedades y en algunos a- suntos ó intereses que no puedan causar incomodidad ni mo- lestia; evitando siempre pasiones de cualquier clase que sean. 5.a Si el tiempo lo permite se dará todos los dias un buen paseo mañana y tarde de una hora lo menos á pié ó á caballo y no en carruaje. Si el tiempo estuviese malo se da- rán paseos por dentro de casa. 6.a No se saldrá de casa antes de amanecer; pero si po- —100— drá hallarse el convaleciente fuera de casa una hora des- pués de puesto el sol, procurando retirarse antes de las diez déla noche. 7.a Por último se evitarán las lluvias, los vientos fuertes, el sol, la intemperie, el relente de la noche; y asimismo los teatros, bailes, iglesias en dias de mucha concurrencia, y en una palabra cualquier otro punto recojido donde se ha lie mu- cha jente reunida. Finalmente guardando todos los preceptos que enseña- dos por la razón y por la práctica, dejo sentados en el decur- so de este tratado, y combinándolos con tino para aplicarlos á otras afecciones que por no haber tenido ocasión de obser- var bien, no vienen aquí descritas, podrá cualquier enfermo sacar un saludable partido de los provechosos manantiales de San Diego de los Baños; cuando de otro modo la casuali- dad era la que presidia las curaciones, y en el interior de las familias se ha llorado y llora todavía mas de una víctima del ciego empirismo, y que á ser conducida á aquellas a- guas por la razón pudiera haberse salvado. aunDüsa Introducción. I. Consideraciones topográficas mas esenciales. Topografía del partido y pueblo de San Diego.....................-pdj. 1 Topografía de los baños............................................ 4 II. Naturaleza de las aguas minerales. Análisis de varios autores........................................• • • 10 Composición de las aguas.......................................... 14 A. Aguas minerales termales.—1? Agua de la Gallina.—2? Agua del Tigre.—3? Agua del Templado................................ id. B. Aguas minerales no termales.—4a Agua del Acerado.— 5? Agua de Santa Lucía ............................................... 18 C. Agua mineral fria.—6'.' Agua de la Paila....................... 20 III. Acción dinámica de las aguas................... 25 1? Acción dinámica de las aguas termales.— Id. id. aplicadas ^al este- rior.—Id. id. id. al interior............................. v.». ¿. 27 2? Acción de las aguas no termales.— Id. id. aplicadas al esterior.—Id. id. id. al interior............................................ 83 3? Acción del agua de la Paila.—Id aplicada al esterior.—Id. al interior 88 De los baños llamados Templadillo................................... 88 IV. Aplicación terapéutica de las aguas termales. Modo de administración y dosis..................................... 39 Aplicaciones terapéuticas.......................................... 40 1? Fiebres intermitentes rebeldes................................ 41 Obe. i. Id. id. con infarto y dolor de un teste, curadas con los b. termales. 42 Obs. ii. Id. id. con hypertrofia de la matriz, id. id..................... 43 ,Obs. ni. Id. id. terminadas con la muerte por abuso de las aguas........ 44 2? Obstrucciones viscerales.................................... id. Ons. iv. Id. id. abdominales, curadas con los baños termales............. 45 Obs. t. Id. del páncreas y mesenterio, id. id. id. por el Dr. Humanes... 46 Obs. vi. Id. id, del bajo vientre, curadas con id...................... id. 3? Infartos glandulares crónicos............................páj. 47 Obs. vii. Escrófulas crónicas curadas con los baños termales........... id. Obs. vih. Infarto del teste y sobaco, curados con id................... 48 4- Catarros crónicos........................................... 49 Obs. ix. Catarro bronquial crónico curado con las aguas termales........ 50 Obs. x. Tisis larínjea empeorada con las aguas........................ 51 Obs. xi. Otorrea crónica curada con las aguas termales................ 52 5? Keumatismo y gota........................................ 53 Obs. xii. Reuma articular no bien resuelto con el método rutinario...... 55 Obs. xiii. Id. muscular exacerbado con la Paila, y curado con los termales id. Obs. xiv. Id. en músculos é intestinos id. id., é id. id.................. 56 Obs. xv. Id, articular curado con los baños termales................... 57 6- Dolores osteoscopos, ó reuma sifilítico......................... id —sin complicación:— Obs. xvi. Dolores sifilíticos jenerales, tratadas por el sistema antiguo, que condujo al enfermo á la caquexia y á la muerte.................. 58 Obs. xvii. Id. id. id. curados con los termales...................,..... 69 Obs. xvnr. Id. id. torácicos curados con id........................... id. Obs. xix. Id. id. en la espalda, id. id......___....................... 60 —con complicación:— Obs. xx. Dolores sifilíticos, con sifilide, aftas y catarro, curados con los ba- ños termales y de la Paila...................................... id. Obs. xxi. Id. id. con úlceras, caries, cefalaljia y casi caquexia, restablecida • con los termales___........................................ 61 7- Retracciones de tejidos fibrosos.............,................ 62 Obs. xxii. Retracción dé los flexores de la rodilla, curada .con los baños termales y los de la Paila........................i............ 64 Obs. xxiii. Tortícolis curado con id. id., é id. id....................... id. 8? Anquilosis................................................ 65 Obs. xxiv. Anquilosis de la rodilla curada con los termales.............. 66 Obs. xxv. Id. id. doble curada con id................................ id. r. 9? Hidropesías...............................................' 67 Obs. xxvi. Hidropesía asdtis, que terminó con la muerte por haber sido tra- tada en la Paila y Acerado..............................,.-.... 68 Obs. xxvii. Id. id. curada con las aguas al interior.................... 69 lü. Contusiones y cicatrices.................................... 7o' Obs. xxviii. Cicatrices deformes resueltas con los baños termales........ 71 11. Ulceras atónicas.......................................... id. Y. Aplicación terapéutica d'El agua dé la paila. Modo de administración y dosis..................................... 73 Aplicaciones terapéuticas.......................................... 74 1? Enfermedades de la piel.................................... id. Obs. xxix. Ectyma exacerbado con los baños termales.................. 7G Obs. xxx. Herpe flicteriode curado con los baños de la Taila............. 77 Obs. xxxi. Rupia simple curada con id. id........................... id. Obs. xxxii. Pórrigo favosa curado con id. id.......................... 78 Ous. xxxm, Elefantiasis [mal de San Lázaro], modificada con id......... id. 2? Sifilides................................................pdj. 79 Obs. xxxiv. Sifilide fiictenosa curada con los baños de la Paila............ id. Obs. xxxv. Id. vesiculosa exacerbada con los termales en el año anterior, y curada en este con los de la Paila.............................. 80 Obs. xxxvi. Id. pustulosa curada con los baños de la Paila.............. id. Obs. xxxvii. Id. vesiculosa, escamosa exacerbada con los termales........ 81 3? Afecciones convulsivas...................................... id. Obs. xxxviii. Afección histérica empeorada con el sistema antiguo........ 82 Obs, xxxix. Id. id. curada con los baños de la Paila.................... id. 4? Parálisis.................................................. 83 Obs. xl. Parálisis curada con los baños de la Paila..................... 84 5? Neurosis y neuraljias........................................ 85 Obs. xli. Neuraljia facial curada con los baños de la Paila.............. id. Obs. xlii. Gastraljia exacerbada en otro año con los termales, y curada en este con la Paila............................................ 86 6? Clorosis................................................... id. Obs. xliii. Clorosis curada con baños de la Paila y agua del Acerado..... 87 7? Ulceras................................................... 88 Obs. xliv. Ulcera cutánea crónica de la pierna curada con baños en la Pai- la y Tigre................................................. 89 Obs. xlv. Id. de aspecto carcinomatoso en la boca, curada con baños en la Paila, y buches del agua de la Gallina........................... 90 Obs. xlVi. Id. de la matriz curadas con baños enel Tigre é inyecciones del agua de la Paila............................................ id. Obs. xlvii. Id. tuberculosa en la tibia curada con baños en el Tigre y la Paila..................................................... 91 Obs. xlviii. Multitud de úlceras escrofulosas curadas con baños en la Paila Tigre y Gallina............................................. 92 vi. Aplicación de las aguas del'acerado y sta. lucía. Modo de administración y dosis.—Aplicaciones terapéuticas............. 93 vil. Réjimen huienico. Réjimen durante los baños.—Alimentos.—Bebidas.—Vestidos.—Jénero de vida.—Horas de los baños................................... 96 Réjimen después de los baños...................................... 98 i ^.vgi-^S