higiene pública LECCIONES DADAS EN DA facultad de medicina de buenos aires POR Mallo Catedrático sustituto [eu ejercicio] —Médico de Sanidad del Puerto, &. &. &. “ Un curso de Hijiene pública, no es, en rigor, mas que un vasto y minucioso programa de sábia administración y buen gobierno. ” Tercera edición pag. 4. Monlau—Elementos de Higiene Pública— TOMO TERCERO RUENOS yítIRES REKrA 1,35 LA tribuna, calle de la victoria húmero 37 1S 7 B ü jidw por las necesidades de la enseñanza, hemos ■RI „„„ ■ j 08 pasado del primer tomo al tercero, tomo segundo aparecerá oportunamente y está consns-mrlr. ■< i a- • .. . consagrado á la dirección higiénica wratos-prometemos w 10 r”¡b,e - —« El Autok. higiene pública. Rociones preliminares GrENERALID ADE S Señores: Patrocinando la idea de un publicista contemporáneo, ba dicho el Dr. Monlan, que el arte de gobernador no es mas que el arte de conservar á los hombres. De aquí, tal vez7 ba elaborado el mismo autor el pensamiento pro- fundo que encierra el peno lo que colocamos de epígrafe en la caratula de este tomo: “Un curso de Higiene Pública no es, en rigor, mas qne un va<.toy minucioso programa di sabia administración y buen Gobierno. Da Higiene, hemos dicho, es un conjunto de conocimientos, princi- palmente médicos, que tiene por objeto el estudio de cuanto es capaz de alterar ó modificar el ejercicio regular y el desarrollo natural de los organismos. (Higiene Privada y Pública ó social.) (*) Mas que una parte de la medicina, podemos decir, que la Higiene es, la medicina toda, las ciencias biológicas, puestas al servicio de la conser- vación de las sociedades. (*) Higiene Privada pag. 30y siguientes. LECCIONES La Higiene Privada comenzó con las necesidades del primer hombre; ]a Higiene Pública empezó con la familia. (**) El ser humano es eminentemente social, pues lo es por instinto, que posee ála par de los otros animales, lo es por sus sentimientos y afec- ciones y lo es adenitis, por su misma inteligencia, que lo impulsa á i sociabilidad. El estado social resultante, entraña deberes y obligaciones, mutuos, recíprocos, generales —y provienen de los mismos instintos sentimientos y afecciones existentes en todos, y ademas, de las íacultade- morales, que difundió en nuestra especie, con tan pródiga mano, el Su- premo Hacedor. Esos deberes y obligaciones y esos instintos y sentimientos congéni- tos ó innatos, sirvieron para estrechar los vínculos éntrelos seres huma- nos; formaron los lazos de unión de las familias, tribus, patriarcados y naciones ó estados. Esos deberes y obligaciones, sentimientos ó instintos, por último, fueron el punto de partida, por un progreso graduado, de Ja Higiene Pública y de ellos también han tomado origen los fenómenos sociales que la Higiene estudia. La estabilidad, la seguridad, ia mejora y el bienestar, raútuos, recí- procos ó colectivos, han sido las bases sobre que se han fundado las agrupaciones humanas, y toda colectividad ó agrupación que se forma, se constituye ú organiza para durar y progresar, lo que es vivir, en el sentido social. Ahí está la historia para comprobar nuestras palabras. Toda agrupa- ción, asociación ó sociedad que no ha tenido esas bases, ha tenido corta duración, se ha disuelto ó se lia trasformado, organizándose de un modo mas ó menos duradero ¿para qué? para progresar, para procurarse su bienestar y consolidarlo. En el fondo, cómo se vé, hay un sórdido Ínte- res utilitario, es una verdad, y tal lia sido el principio de la mayor parte de los pueblos de la antigüedad y de las colonias de los tiempos subsi- guientes. O La moral, la equidad, la justicia, cuyos gérmenes existían al estado embrionario en esa sociedad, lia sido mas tarde que han dominado en las colectividades por medio de grandes luchas en el seno de las plasticidades formadas. En esas luchas, los unos combatían por la libertad que entra- ña esos principios, los otros por la dominación. Hi pro libértate, illi pro dominatione pugnant. Esa lucha, es un trasunto, de la lucha per- la vida de Darwin, en el individuo y en la sociedad y es el origen de ios ['*"*] Hisi ne Privada, pag. 16. DE HIGIENE 5 fenómenos sociales.Esos fenómenos tenemos que estudiarlos en higiene, así como en las clínicas se estudian las alternativas, la lucha con la muer te, en el lecho del dolor. Esos fenómenos sociales, esas luchas por la existencia, se traducen en los mil medios ó resortes que el hombre opone alas causas de destrucción ó de muerte que le rodean. En la vida social, á medida que los centros aumentan, el número de los deberes y obligaciones, como el número de las necesidades y de las influencias de diversa índole que esperimenta el conjunto, aumentan también, y á estas influencias, ó á sus efectos, mas propiamente, es á lo que llamamos fenómenos sociales. Esas influencias ó fenómenos son los que determinan la marcha de las sociedades y así, Señores, como nos aparece el hombre, individualmente condenado á amasar el pan de cada dia con el sudor de su rostro, asi también la sociedad, los conjuntos de seres, tienen que combatir sin tregua, ni reposo, los manantiales de enfer- medad ó mal estar que le asedian, y que retardan su marcha o que producen efectos anómalos, singularidades en su evolución, que son en resúmen, fenómenos sociales patológicos, males sociales. Todo esto, como se vé, es del resorte esclusivo de las ciencias bioló- gicas, de la medicina principalmente, en particular de la higiene, que considera las cuestiones todas que entran bajo su dominio, bajo dos faces, la fisiológica yla etiulogica, buscando las conexiones, las relacio- nes de causa á efecto. Podría preguntarse por alguno: ¿Con qué derecho estudia la higiene los fenómenos sociales? No crean que esta es una cuestión inútil y traída sin objeto á estas prenociones, generalidades ó nociones preliminares. Se trata nada menos que de una usurpación de terreno (y hemos de combatir todas las que encontremos,) que se está llevando sigilosamente á cabo, es decir, sin protesta por el cuerpo médico, esa usurpación la efectúan las autoridades encargadas de velar por la salud pública; se trata, por ejemplo, de la colocación de la oficina de estadística en manos de profimos a las ciencias médicas, cuando la estadística, no es sino el medio, pero indispensable, para conocer el génesis, el curso y la gravedad que tienen los fenómenos sociales, y esto es Higiene pura. Ante todo, cúmpleme llenar un deber de conciencia. Muy lejos estoy de desconocer los servicios que presta la oficina de estadística entre nosotros, muy lejos estoy también de desconocerla contracción, el empeño y la inteligencia que pone a su servicio el Gefe que tiene á su frente—pero, no es mé- dico y médico especialista y esto motiva la crítica, la impugnación que 6 LECCIONES hacemos y que aclararemos con lo que vamos á decir sobre este tópico en la presente lección y en otra, mas adelante, cuando tratemos de la manera de elaborarlas. Se trata también de una usurpación mayor aún que esta, que se quie- re hacer a nuestra ciencia, tomando por razón, de esta sinrazón, el uti possideiis, que no da tales derechos. El territorio que se pretende litigar- nos y usurparnos, se haba comprendido en lo que A. Comte denominó sociología, que el Sr. M. Block, titula Estadística Política y Administra- tiva y que el Sr. Herbert Spencer, mas esplícito, llama ciencia social y que, sin duda, todos ellos consideran un res nullius. Como en toda usurpación y ocupación á la vez, que no se realiza á mano armada, esto data de tiempo atrás. Hace largo tiempo, en efecto que en vista del descuido y desidia de los higienistas, varias ciencias, éntrelas que citaremos la economía potitica y el derecho administrativo, la legisla- ción, etc., se han posesionado de esta parte de la higiene. Pero veamos lo que dicen los autores citados y el fin y el derecho con que la economía y ciencia administrativa la tratan. Entre los autores citados, parece campear la misma tendencia, de que no se dan entera cuenta, tal vez, los economistas, políticos, estadistas y administradores, pues miran las cuestiones que con ellos se relacionan? como fenómenos sociales, sin apercibirse de que, en el fondo, no son otra cosa, esos fenómenos, que actos de fisiología social unas veces y otros males, enfermedades, hechos de patología social, ó clínica social. Nin- guna otra ciencia que no sea una rama de las ciencias módicas, puede estudiar esos fenómenos y apreciar las relaciones de causa á efecto. En prueba de ello tenemos que Comte, como los señores Block y Spencer, reconocen todos, que en los actos sociales, hay un encadenamiento ó relación de causalidad, que para poderla apreciar, se requiere según el último, conocimientos biológicos y psicológicos y estar lo mas indepen- diente ó agono posible, de preocupaciones y emociones. En cuanto al señor Block, va anotando y conmensurando los fenómenos ú hechos, según sus causas inmediatas, pero sin elevarse á la casualidad primordial, que se entreveo, sin gran esfuerzo, por menos habituado que se esté á tales estudios. De las opiniones de A. Comte, el autor de la Filosofía positiva, nos hemos de ocupar mas adelante. Pero no perdamos el hilo ó mejor dicho, no nos separemos mucho de lo que nos proponemos probar. Decíales que la Higiene, por desidia ó incuria de sus cultivadores y tal vez, porque se consideraba que era demasiado temprano para sacar consecuencias, andaba meticulosa y corta en todo lo relativo á las cues- DE HIGIENE 7 tlones sociales. Verdad es también, que le faltaba la aplicación de la mas poderosa palanca para mover los hechos relacionados con los fenó- menos sociales y remover las dificultades que se presentaban, es decir, faltábale la palanca de la estadística y se valía tan solo de la inducción y comparación de los desórdenes y alteraciones que se manifiestan en el individuo y de ellos deducía luego lo propio de las colectividades, pero tímidamente. La aplicación de la estadística á las ciencias sociales ha venido a des- pejar muchas incógnitas, a descorrer los A’elos que ocultaban muchos de los fenómenos sorprendentes que tienen lugar en los movimientos de las plasticidades sociales. La estadística ademas, ha venido á revelar la intensidad de los fenómenos, afecciones ó males sociales y á prestar á la higiene la medida, casi exacta, délo que pasa en las sociedades. Pues bien, diremos, ya que nadie, en la actualidad, desconoce esta verdad capital, para elevarse á las causalidades, como pretenden esas ciencias de que ha- blábamos, para remontarse al génesis, la patogenia ó etiología de los males sociales, se necesita el concurso de los múltiples y heterogéneos conoci- mientos que el higienista necesita reunir, según hemos espresado en la Higiene Privada y sin ellos, no es factible la apreciación sana de lo que pasa en las masas humanas. Para este fin ú objeto, fuera de los cono- cimientos anátomos-fisiológicos y patológicos, pone el higienista al servi- cio de estas cuestiones, los conocimientos biológicos, antropológicos, etnológicos, etc. que son los únicos que pueden ayudar á resolver las cuestiones, ó que contribuyen a su resolución. ¿Quién negará que esos conocimientos se relacionan y dependen especialmente de la medicina? Nadie, contestemos nosotros mismos, porque todas esas, son ramas propias ó accesorias de las ciencias médicas. ¿Qué arte ó ciencia reúne ese conjunto de conocimientos, indispensa- ble para estudiar hechos tan complejos como los sociales? No conocemos otra que la Higiene, la que, según la definición que dimos en Higiene Privada, y que hemos recordado hace un momento, al comenzar, es un conjunto de conocimientos principalmente médicos, cuy° objeto, es estudiar cuanto es capaz de modificar los organismos. Ademas de esto, hemos visto en la Reseña Histórica, que hicimos en la Higiene Privada, cual fué el origen de la Higiene, hermana de la medicina legal y constituyendo reunidas la medicina pública ó política, con tendencias completamente distintas de la medicina clínica y sobre lo cual, tras este recuerdo oportuno, considero innecesario volver. Pero este recuerdo, importa ademas, dejar evidenciado, el ’.ncontestable y esclusivo derecho que aliste á la Higiene para ocuparse de tales cues- 8 LECCIONES tiones y reclamar, de cualquier usurpación ó invasión, por mas sana que sea la tendencia y, por mas inteligencia que pongan al servicio los encar- gados, porque á estos, faltará siempre, no siendo higienistas, el poderse elevar á las casualidades complejas, es decir, estarán haciendo un trabajo incompleto, plagado de errores y estéril. Sin embargo de lo espussto, hallarán Yds. compulsando las obras de Higiene y de Medicina legal, antiguas como modernas, que los cuestio- nes sociales á que nos referimos, unas veces son tratadas por una ó por otra ciencia, según las épocas ó ideas filosóficas dominantes. Así, las cuestiones sociales, en los tiempos de Zacchias, tenian un gran lugar en la medicina legal y en las obras mas modernas de higiene, es en ellas que desde Quetelet, Yillermé, Bondin, etc, comienzan á ser tratadas. Pero, debemos aquí, en honor de la verdad, declarar que en los trata- dos y compendios de higiene mas modernos, aunque se incluyen las cuestiones de que nos ocupamos, fuera del recomendable compendio del Hr. Lacassague, no hay ninguno que dé á estas cuestiones sociales la verdadera importancia que tienen y el lugar que en la Pligiene pública les corresponde y no obstante, en la mayor parte de esas obras, se ventilan muchas de estas cuestiones, aunque sin darles la distribución y lugar correspondientes. Podríamos, de conformidad con cuanto acabamos de esponer, pre- guntar, por ejemplo, al Pr. Proust, cuya obra no terminada aun, es una de ias mas modernas ¿porqué comienza por la antro- pología, sigue la etnografía y demografía, etc? Podríamos del mismo modo preguntar al Dr. Motard ¿porqué estudia las necesidades físicas de los hombres que forman grupos y las influencias que sobre ellos ejercen los diferentes modos de satisfacer sus necesidades, etc, etc? No esperaremos inúti’ mente las respuestas que esos autores no pue- den darnos, en este instante, pero con los precedentes que hemos apuntado, demostrando que, esas cuestiones son del resorte legítimo de la higiene, diremos que se ocupan y nos ocupamos de ellas, porque, do quier hay una causalidad mórbida, hasta allí se estiende el dominio de la higiene, allí tenemos que ir á estudiarla; do quier hay efectos que obran sobre la marcha de las sociedades, ya sea favoreciendo su progreso, ya retardándolo ó haciendo vegetar las agrupaciones humanas, ó decrecerf allí hay agentes ó modificadores higiénico-sociales, hay causalidades de su resorte que estudiar. Ahora bien, para estar preparado con oportunidad, el higienista precisa conocer esas cuestiones, y á este fin va encaminado nuestro estudio, sin olvidar ó separarnos, ni por un momento, de la misión ú objeto DE HIGIENE 9 final de la higiene, que no es otro, en medio de todos sus estudios ó intervenciones que el Higienizar. ¡1 qué es higienizar, señores? 1 -ios á tratar de deletrearlo sin salir de los términos de nuestia definición de la higiene y sin dejar de mano ú en olvido, el derecho e dad á la ciencia social, que revindicamos para la higiene, h higiene es una ciencia teórieo-practica yel higienizar, que es su O' mev do, no es sino aplicar todos los conocimientos, noticias, datos y c - fiados, que le suministran las ciencias médicas y sus ramas accesorias, iramiento y á la conservación del hombre, ó de los seres humanos, k gan que se circunscriba el problema al individuo ó á colectividades mas o menos estensas. í aquí cómo, decía al respecto el Dr. Monlau, por un efecto de esa solidaridad que hay entre todas las ciencias, entre todos los hombres, entre todos los hechos sociales y hasta entre toáoslos hechos cósmicos o fenómenos del universo; he aquí, digo, cómo no es tan llano, cual a primera vista pudiera imaginarse, el profesar la higiene, el adquirir y sobre todo, ejercer dignamente, el derecho de auxiliar al Gobierno con vuestras luces. Ese derecho, se adquiere tan solo, a fuerza de incesantes labores y á fuerza de observar sagazmente ála naturaleza entera, porque de todas partes nacen modificadores y brotan influencias, modificadores é influencias, que el hombre encamina por instinto y por la ciencia, á con- servar su salud y á acrecer su bienestar. No quiero dejar pasar la ocasión, señores, de llamarles la atención, sobreña corolario que de aquí surje. Acabamos de ver lo que importa higienizar, esto es, ser higienista; recordarán las palabras que tomamos al Sr. Eleury, al inaugurar ó hacer la apertura de este curso, criticando ó censurando, mas bien, la tendencia moderna, esto es, que Ja higiene se ha convertido bajo la pluma de los periodistas y amateurs, en el arte de espedir banalidades paia el público, de un modo pomposo. . ..y así. .por mas que hoy, como decía Esproncoda, todo sastre sea un sprit fort.. .. no debemos prodigar el calificativo de higienista, ni debemos aceptar las conclusiones que la estadística nos presenta, deducidas de la con- densación de cifras ó términos que responden á causalidades diferentes, como hemos de ver mas adelante. Buscando ahora, después de recordado y bien determinado el objeto, el fin y bástalos límites de la Higiene, buscando, decia, el enlace de lo espuesto, con la cuestión de mejor derecho sobre la ciencia social que no es un res nullius, vamos á recurrir en corroboración de lo dicho a una palabra mas autorizada, que la que podríamos lanzar ex-cathedra. 10 LECCIONES El Dr. Monlau, preguntaba con razón en una conferencia sobre Hi- giene. “ ¿Qué valdrían para el hombre la Agricultura y la Botánica, “la Física yla Química,.las demas ciencias naturales y las exactas, si “ el hombre no sacase de ellos medios de conservarse y de mejorar “ las condiciones de su existencia ? ¿ Por qué es protegida la industria “ y fomentado el comercio, sino porque son poderosísimos elementos “ para cubrir nuestras necesidades, acrecer nuestro bienestar y dilatar “la esfera de nuestros goces legítimos ? Las ciencias políticas y las “ económicas, no llevan otro fin, que el incremento de la riqueza de las “ naciones y los medros en la felicidad de sus habitantes. Leed, decía “ mas adelante, leed el Espirita de las leyes del profundo Montesquieu, “ escrito hace un siglo y percibiréis clara y distintamente el eco fiel íl del tratado, De los aires, de las agías y de hs lugares, escrito hace “ mas de veinte siglos, por el genio soberano de la observación y del li método inductivo, por nuestro inmortal Hipócrates. Leed el exce- “ lente Tratad) de l gislaeion de Carlos Combe y os parecerá estar ‘‘ leyendo un libro técnico de Higiene Pública. Hojead las publicacio- “ nes de los economistas contemporáneos y vereis que todos sus cálculos “ y todos sus raciocinios, son pura Fisiología Social y pura Higiene “ Administrativa.”' Creo que la palabra de este reconocido y notabilísimo higienista no será sospechosa y aunque esos conceptos son generales, y podríamos, sin temer se nos tachara de plagiarios, ni de serviles imitadores ó copistas haber presentado el fondo, la idea como nuestra, suerte ha sido en efecto, que hayamos podido hallar el curso ú hilacion de nuestras ideas en las publicaciones, menos conocidas de tan ilustre maestro, ideas que recién le conocemos, porcuanto.no figuran en sus elementos de Higiene Permítaseme ahora traducir, respecto á uno de los tres tópicos que vamos tratando á un mismo tiempo, respecto á la ciencia social, lo que dice el Hr. Lacassagne en su Compendio de Higiene Pública y Social, que tan recomendable es. La fisiología, dice, es una ciencia, con el mismo título que lo son la física, la química, la biología. Todas estas ciencias, son exactas, al mismo título también, pero son mas ó menos precisas. En las que se ocupan de las cosas vivas, la identidad absoluta no existe yes necesario no buscar la analogía. Yes así, como la mas mínima causa, negligida ó no prevista, puede producir una complicación ó un cambio en el resultado que se creía alcanzar. No se puede pues, exijir de las consecuencias sociológicas, el rigor matemático ó la precisión cons- tante, que se reclama de las ciencias, que ocupan los primeros lugares de la serie. DE HIGIENE 11 Al señor Herbert Spencer en la página 421 de la Ciencia Social (edi- ción déla Biblioteca Científica Internacional) dice así; ‘'Después de haber examinado, en el conjunto y en los detalles, las dificultades de la Ciencia Social, hemos dirigido nuestra atenc on sobre la disciplina, preli- • requerida. Siendo este capítulo uno de los últimos, es casi supe'r- rrdar nuestras conclusiones. Hemos indicado el estudio de las n en general, como el medio de dar hábitos de pensamiento conve- heraos mostrado en seguida, que las ciencias do que es necesa- oarse con particularidad, son las que tratan de la vida y del espí- mii; No se pueden comprender las acciones sociales, sin poseer algún conocí .liento de la naturaleza humana; no se puede conoc r á fondo la uáiura’eza humana, sin poseer algún conocimiento de las leyes del espí- nin; no podría haber conocimiento suficiente de las leyes del espíritu, sin el conocimiento de las leyes de la vida. En fin, para comprender bien las leyes de la vida, tales como se manifiestan en el hombre, es necesa- rio atender á las leyes de la vida en general.,v Creemos que podemos dispensarnos de hacer mas transcripciones para poner de manifiesto lo que es la Ciencia Social, lo difícil que es y los tropiezos que encuentra en su camino. Creemos haber demostrado de paso, la importancia que tiene el estu- dio de la higiene pública, que es siempre socid, y amemos, por último, haber demostrado también, el derecho que asiste á los higienistas para reclamar, por la usurpación que se quiere hacer por varias ciencias y por independizar la social En esta miscelánea, que a título de generalidades hacemos, cabe bien digamos algunas palabras, sobre la relaciones de la Higiene con otros ramos del saber humano, fuera de las que no han ocupado ya en el cami- no recorrido, tales como la economía, la legislación, la política, etc. y aunque, cuanto dijimos en la Higiene privada, es igualmente aplicable á la pública, á título de ampliación sobre aquello, agreguemos solo cuatro palabras. Alguien ha dicho que, la moral es la ley del deber y que el deber, man- da ¿I cumplimiento de las virtudes y que las virtudes, no son en definitiva sino las sanas prescripciones de la higiene y según esta correlación de ideas» tendríamos, que el consejo, que es la forma que revisten las prescripcio- nes higiénicas se convierte, en man lato moral ante el deber, en ddito, porsu no cumplimiento, bajo la administración y en crimen bajo la ley, ba- jo los códigos penales. La moral manda, dice con muchísima razón á este respecto el Dr. Monlau,y la Higiene aconseja, por ejemplo, huir de la in- continencia, de la destemplanza, déla pereza, etc; pero la legislación y el 12 LECCIONES gobierno hacen mas, porque castigan la lujuria, la embriaguez, la va- gancia, etc. Y ved aqui, otra vez eslabonadas la Higiene, la moral, la legislación; ved otra vez más, cuan íntima y cuan rigorosamente lógica, es la conexión que hay entre el higienizar, moralizar, legislar y go- bernar. Dijimos al principiar esta lección que la Higiene Publica empezó con la familia y varaos á estendernos un poco sobre el particular, entrando al efecto, en algunas consideraciones históricas. Los lazos que unen al hombre y la muger, que forman un consorcio por mutua atracción y consentimiento, no podían menos de estrecharse con el sentimiento augusto de la paternidad, y bajo los sentimientos de veneración y de respeto realzadas por la patria potestad y los de- beres paternos, asi como los afectos, sentimientos é instintos han debido concurrir de un modo constante á formar la familia y la familia el patriarcado y el patriarcado, la tribu y la tribu, la nación, como nos lo señala el génesis de nuestra raza y como lo indican, con suficiente cla- ridad, las teogonias de todos los pueblos conocidos. La familia viene i ser, la sociedad al estado mas rudimentario que es posible imaginarse; en ella se encuentra la sumisión, la subordinación y la obediencia áJa autoridad. Cuando la familia toma una mayor osten- sión, se suelen relajar esos vínculos, esa subordinación; también, la auto- ridad se encuentra necesariamente compartida y cada ser, se halla soli- citado, diremos asi, por dos fuerzas sociales, la autoridad paterna ó del hogar y la autoridad general, A medida que las colectividades pro- gresan, la autoridad comparte sus deberes y atribuciones, con funcio- narios diversos, pero, se hace indispensable un trabajo preparatorio para encarrilar la marcha de los mantarios y de los que serán mandados. A medida, también que la colectividad aumenta, se multiplican los cargos y las fuerzas que solicitan á las individualidades, es decir, los deberes y obligaciones, de que antes hemos hablado. En una palabra, señores, pasa con las generaciones humanas, lo que con los individuos, nacen unos, desaparecen otros, los unos se desarro- llan y van los otros á la decrepitud, y lo mismo que pasa con las generaciones, pasa con las agrupaciones, las colectividades ó naciones y con su? necesidades, que aumentan de consuno con sus deberes y derechos. Todas las agrupaciones tienden á su fin, prosiguen un camino de acrecentamiento natura!, pero con esfuerzos diferentes, como sucede con los individuos también y esta diferencia, proviene en gran parte de la vitalidad que lleva ó pone cada agrupación y esa vitalidad, á su vez, DE HIGIENE 13 es un resultado de su estado sanitario; de manera que la salud y la enfermedad en las masas, son también lo que la buena constitución y la fuerza del estado hígido, por una parte y la debilidad por otra, en los individuos, según hemos visto en la Higiene Privada. La vitalidad, ó el estado sanitario pues, en las agrupaciones humanas, es ao- vI, en que la suma de las funciones sociales, que son análogas á las dei organismo individual, se pueden ejercer de un modo armónico, sinérgieo, en prosecución de la vida social, cuya aspiración instintiva, uno en la vida individual, el desarrollo, el crecimiento y el retarda- miento del instante de la muerte, que en el sentido social, se traducen p r términos análogos. Así como heredamos de nuestros padres una cierta suma de salud, á la que se agrega, la que las circunstancias ó influencias esteriores deter- minan, así también, ála vitalidad délas agrupaciones en su origen, se viene á agregar, lo que determinan las condiciones, circunstancias y orga- nización de cada plasticidad social. Esta circunstancia la comprendieron perfectamente en la antigüedad los gefes de los pueblos ó fundadores de estados, que trataron, por medio de reglamentos, ordenanzas ó leyes, de asegurar el desarrollo de las poblaciones por medio de la vitalidad de las masas. El estado de salud, en efecto, aumenta la aptitud para la fuerza y para el trabajo y uno y otro propenden, á la salud de las masas y al acrecentamiento de la nación. Es por esto, sin duda alguna, que los preceptos higiénicos, entraron des- de los primeros tiempos, á encarnarse ó inocularse entre las masas por medio de la religión ó de la legislación civil y como prototipos tenemos el código mosaico y las leyes de Licurgo y de Solon. Ya en otro lugar nos hemos ocupado de las leyes dadas para Moisés, que excitan aun la admiración de los higienistas y que continúan usán- dose con pequeñas variaciones, en los pueblos mas adelantados. Entre los Griegos y los Romanos, había un gran número también de disposiciones relativas á la conservación de la salud y como saben, Li- curgo, se había esforzado en volver sana y fuerte la raza de los Espar- ciatas, por medio de ¡a alimentación y del ejercicio corporal. Mas tarde, los reglamentos de los mismo Griegos y Romanos, tomaron un carácter mas general, convencidos que, de la salubridad del conjunto y de cada uno, resultaba la salud pública y de aqni data verdaderamente la higie- ne moderna. La higiene pública, sigue ocupándose de los mismos objetos de que so ocupaba en los tiempos de Moisés, de Licurgo, de Solon y de Hipócrates, 14 LECCIONES pero, considerando esos mismos objetos en detalle, se vé cuantos progre- sos en ellos hemos hecho. No creo necesario continuar haciendo un resumen de la historia cíela higiene, porque ya lo hemos hecho en la higiene privado y no le ve- mos en este instante gran utilidad práctica por otra parte, fuera deque, algo iremos anotando en cada cuestión, respecto á los datos históricos. Vamos mas bien, á pasar una rápida ojeada sobre esos progresos en los detalles, que hemos hecho y que son verdad ras mejoras y perfeccio- namientos y asi nos convenceremos de la verdad antes, enunciada. A* mismo tiempo, este paso que vamos á dar, nos servirá para comprender en una sola mirada, todo el vasto camino que tenemos que recorrer, en el estudio que emprendemos, es decir, vamos á detallar el cuadro sinóp- tico de la higiene pública á grandes rasgos. Las materias que van á preocuparnos en Higiene Pública, los vamos á agrupar de un modo algo semejante al orden que hemos seguido en Higiene Privada. Ante todo, asi como en la Higiene Privada, comenzamos por el estudio déla Mesologia, asi también en Higiene Pública vamos, después de al- gunas generalidades á entrar á ocupamos de los medios, en que las colectividades de individuos nacen, se desarrollan y mueren. Estudiare- mos á la par cuantos, modificadores y cuantas influencias favorables ó adversas vayamos encontrando en el camino. El estudio de los med os, por los principios estrados que en ellos podemos encontrar, es uno de los pun- tos mas importantes de la Higiene Pública y que hemos de estudiar en sus mayores detalles,recorriendo los focos quedan origen á cada altera- ción reconocida. En el estudio de las aguas y de los terrenos hemos de proceder del mismo modo, anotando las influencias que determinan en la vitalidad de las poblaciones y hemos de terminar el estudio de las condiciones en que puede hallarse un gran número de individuos, con la higiene profesional ó sea la higiene industrial. Entrando en algunos pormenores sobre este mal trazado boceto, por lo conciso, diremos que al tratar de las ciudades, hemos de anotarlo que corresponde en gran parte ála Higiene Municipal Nos hemos de ocupar de un modo detenido, de la cuestión Cementerios, en que hemos de hacer un paralelo entre los diverso» destinos que pueden darse á los cadáveres humanos, en cuya ciccunstancia nos hemos de ocupar de la cremación que todo lo destruye en el acto. Nos hemos de ocupar de la higiene militar y naval, carrreras de abne- DE HIGIENE 15 ■, ; de sacrificios, que en tiempos de guerra, entrañan tantos males y tau '-rmidables. jSos hemos de ocupar de las subsistencias, punto de los mas interesan* i:es bajo el punto de vista administrativo y en que se Tienen á encontrar reunidos, la previsión, la moral, un contingente dado por todas las cien- cia- que, por último, se viene á operar la conexión indicada por el Dr Alonlau, entre higienizar, moralizar, legislar y gobernar. T n ;mos que ocuparnos también de la epidemiología que comprende la ■y q internacional y que es una cuestión tan vasta, sobre la que se ha o tanto, que solamente pasando muy á la ligera sobre los detalles y dones accidentales, pero de inmensa importancia, es de creer que amos llegar hasta el final. Tenemos que ocuparnos en el curso de estas lecciones del clima de la República Argentina y de su demografía, que aun espera la acción de ma mano laboriosa, dirigida por un grande empeño y vastísimos cono- cimientos, de que recien, sin embargo, se están reuniendo los primeros legajos y sobre lo cual, desde ya, pido benevolencia, porque no hemos de poder hacer un trabajo que satisfaga nuestros propios deseos. Hemos de ocuparnos de los hospitales y establecimientos carcelarios y penales-, debemos tratar de la circulación continua y de las obras de salubrifícación, en que halla empeñado el pais y aún, despees de todo esto, tenemos que ocuparnos de las influencias déla raza, de la religión, de la forma de gobierno, de la educación y probablemente, les digo desde ya, no podremos ver sino la mitad de estas cuestiones que, como ven son de inmensa importancia y trascendencia y que, por interés de Yds. y? del pais, me obligan una vez mas, á protestar contra la división de la Higiene en Privada j Pública yya que se mantiene esta división debo protestar contra la disposición que obliga, á dar una materia tan impor- tante, como la higiene, eu un curso de un año. jHsto mismo será materia de un capítulo dedicado á la administración sanitaria. Quédannos aúu muchas cuestiones sin mencionar, pero creo de mas el recargar la memoria de Yds. Veremos aquellas cuestiones, Señores, que podamos ver, es mi última palabra. Permítanme ahora, recordarles loque respecto al origen, fin y objeto déla Higiene Pública, hemos dicho al comenzar el curso. La medicina política, legislativa ó social, ó sea la aplicación de los co- nocimientos médicos á la curación de los males sociales, se halla dividi- da en dos ramas perfectamente distintas y definidas: la Medicina Legal y la Higiene Pública. LECCIONES La medicina legal, viene á ser la aplicación de los conocimientos mé- dicos ala administración judicial. La higiene pública, viene á estar constituida por la aplicación de los conocimientos medi os á los poderes administrativos, el ejecutivo yel municipal. La Medicina Legal yla Higiene, contribuyen cada una por su lado y con su criterio propio, a la confección de las leyes y ambas tienen el mis- mo fin, la misma tendencia, la mejora de las condiciones físicas y mo- rales de los pueblos, ó sea de las colectividades humanas. Para la mejora de las condiciones físicas, es la Higiene la que mas contribuye. En cuanto á las condiciones morales—si bien ambas contribuyen, lo hacen de muy distinta manera. La medicina legal, concurre á este fin, ejerciendo una especie de coac- ción, evitando que la maldad, que el crimen quede impune; ayudando á la justicia á hallar los culpables de todo delito 6 crimen y por este temor que se difunde, se evita la perpetración de nuevos actos punibles, que es lo que el poder Judicial desea y espera. La higiene procede por la via déla instrucción, se dirije á la razón, ensena, poniendo de manifiesto los resultados de las contravenciones alas leyes por ella descubiertas y asi previene. Tal vez por proceder de esta manera, con esta mansedumbre ó un- ción, es que no ejerce una influencia mas marcada en la vida propia de la sociedad. Pero una vez recordado esto, séame permitido volver sobre mis pasos, para que no queden mis palabras como una afirmativa antojadiza ó sin fundamentos-vamos á tratar de probar, con la lógica y la historia, que las dificultades que se notan para la clasificación de las cuestiones higié- nicas que van á ocuparnos, provienen del origen que á la higiene se le atribuye y de la historia que se la fraguado, bajo tales ideas preconcebidas muy distante á nuestro ver, de la realidad histórica y de la marcha de la razón humana y délas sociedades con las cuales ha marchado de con- suno la ciencia. Las ciencias en general nacen, se desarrollan y crecen, á impulsos de la necesidad. En materia de ciencia, podemos asegurar que solo existe lo que es útil y necesario. La necesidad, es el estímulo intelectual mas fecundo, mas eficaz para producir este desenvolvimiento; idea que podemos espresar de este otro 17 DE HIGIENE modo—la necesidad es la ley del progreso, en las ciencias, como en las artes. Apliquemos estas premisas ó principios inconsusos é inamovibles, al teorema que tratamos de poner de manifiesto y veremos suvjir, la verdad radiante, de en medio de estas tinieblas que la ocultan. Nada sabemos de positivo sobre la cuna del género humano, no hay al respecto sino conjeturas y suposiciones, en cuanto antes se ha dicho corroborando el génesis hebreo, del Egipto y de la India. Los descubrimientos hechos en las cavernas y en los círculos polares hacen creer que ios primeros puntos enfriados en el globo y por lo tanto habitados, fueron los polos, de donde fueron los hombres descendiendo en ambos hemisferios hácia el ecuador terrestre, que aun se mantiene en una temperatura ingrata por ser escesiva para poder ser habitado. La prueba mas fehaciente, señores de lo que avanzo, se halla en la pre- sencia de fósiles en las zonas glaciales, ya de especiesque hoy no existen, ya de animales como el ciervo y elefante primitivo, que son propios de los climas tórridos, cálidos y cuando mas templados. Tal vez la teoría de Darwin es una utopía, pero no es un imposible y es de admirar la facilidad con que el lápiz ó el pincel, tomando un retrato de un animal cualquiera, un mono, una oveja, etc., con pequeñas variantes puede formar una escala gradual hasta representar un tipo verdadero de un ser humano. Nada sabemos tampoco de los primeros seres humanos. Tal vez, sin embargo, como dice el génesis, Dios formó el hombre á su imájen—es decir, lo creó dotado de inteligencia, que es lo que lo hace perfectible, social,-progresista, etc. Dejemos aun de lado también, mencionándolas apenas, las opiniones de los anatómicos, hijas de una observación atenta de los hechos y que han profesado Yích-d’Azir y otros, los que, como fruto de sus multipli- cadas disecciones en toda la escala animal, decian, que era fácil por la adición de capas ó partes sucesivas, convertir el cerebro de un pez en el de un hombre y vice-versa. Loquees indudable, en medio de todas estas dudas que aglomeramos ex-profeso, es que el creador ha debido dotar al hombre de idénticos instintos á los que tienen los demás animales y sino ¿de dónde sacaría los que hoy le sirven? Cualquiera pues que haya sido su origen, esto es, ya se haya consti- tuido su humanidad por mejoramiento ó selección sucesiva, ya haya constituido siempre, desde su cuna, una especie particular, tal, cual se 18 LECCIONES maestra en las diferentes razas actuales—es fuera de duda yde discu- sión, que el hombre, está dotado de instintos y entre ellos, ocupando la primera línea, tenemos desde luego el de la sociabilidad. Enerado este instinto, hallamos que el hombre primitivo seria sociable además por necesidad. Es imposible concebir, en efecto, al hombre abandonado y solitario en medio de la creación, teniendo que luchar con animales feroces y car- niceros, por necesidad y por instinto—cuando su constitución y sus fuer- zas, aun acompañadas de la instintiva sagacidad, no le podrían poner á cubierto de esos animales y de las demas causas destructoras que hallaría en la naturaleza. El instinto de la propia conservación, en sus primeros pasos, en su primera escursion sobre la tierra virgen, debió también conducirlo á huir el dolor y á solo usar de lo que le acarreaba placer, satisfaciendo sus nece- sidades orgánicas. De aquí hacemos partir el primer esbozo higiénico, de aquí la profi- laxis alimenticia y de aquí hacen partir todos los psicólogos, como Yds. saben, los primeros rudimentos, las primeras lecciones que debieran trasmitir los padres á los hijos, como fruto de su esperiencia propia. Es decir, que las primeras ideas ó sensaciones, lo que primero hubo en la inteligencia, como decia Aristóteles, fue lo que trasmitieron los sentidos y las impresiones recibidas—nihil est in intellectu quod priús non fuerit in sensu. Se comprende que sin la memoria, el entendimiento y la voluntad puesta á su mismo servicio, estas lecciones de su esperiencia habrían sido infructuosas. Creo no les será difícil comprender qne estas esperiencias reunidas, hijas de la necesidad, constituyeron la primitiva ciencia—la ciencia que tienen los ancianos, álos que ocurrimos cuando niños, por ejemplo, para saber si una cosa es nociva ó toxica, 6 si es por el contrario buena. Aumentados los seres humanos con la propagación subsiguiente, y aumentado también el cúmulo de esperiencias, debieron nacer las cien- cias y las especialidades y así vemos cumplirse, á través de las edades y los siglos, la ley del desarrollo de los conocimientos, de su ampliación, de la ciencia ó el arte, á impulsos de la necesidad. Así, en un estado de civilización un poco mas avanzado, comprende- mos también, que la necesidad de conocer los pormenores y detalles de las cosas, estimularían á los hombres para dar á esos conocimientos una amplitud mayor, un mayor desenvolvimiento y así, por último, compren. 19 DK HIGIENE demos que es la necesidad la ley del progreso en las ciencias como en las artes. Por estos grados sucesivos llegamos á los remotos tiempos envueltos en las tinieblas históricas. Ta hemos visto diseñarse la sociedad, ya se entreveen en este cuadro trazado á grandes rasgos, los motivos de las reuniones ó agrupamientos humanos y según la índole, según el espíritu de cada agrupamiento, debió ser la marcha social y sus progresos ó perfectibilidad. La trasmisión de los conocimientos, debió efectuarse de padres á hijos como correspondia á una civilización tan embrionaria, como la de los Indios que pueblan nuestras Pampas. Pero alcanzando á un estado de civilización mas avanzado, llegando en fin á la época, en que hay documentos históricos, nos encontramos con las ciencias módicas ya formadas, en su mayor parte y con las divi- siones establecidas. Y así, la higiene se nos presenta como habiendo recorrido las faces sucesivas y pasos vacilantes de la humanidad, en sus primeros ensayos para constituirse. La higiene que hallamos en los centros sociales, son costumbres, son hábitos ó legados de padres á hijos y usados ó seguidos de un modo empírico; hábitos en armonía con las exijencias del clima, de la alimen- tación, de la producción del suelo y de la composición política. Y no es posible hallar otra cosa, por mas que se busque, puesto que las sociedades que comienzan á formarse, tienen que hacerlo gradúala mente y la historia de las principales naciones, que florecieron en la antigüedad, así nos lo comprueba. Entre esos pueblos tenemos la India, la China, Ejipto, Persia, la J udea, la Grecia, etc., es decir, pueblos ó sociedades de muy divers- forma de Gobierno, de muy diversa constitución social y podemos decir, también, pueblos que tuvieron muy diversos motivos para constituirse. Estas sociedades ó agrupaciones humanas tuvieron un gobierno mili- tar, religioso ó lejislativo, según las circunstancias que presidieron á la formación de cada uno; pero en todas hallamos una fbrma de Gobierno, como que las sociedades se formaban para durar y esto no es posible, en medio del desgobierno, que es el caos ó conduce á él. Los gobiernos tenían el encargo de velar por la salud de todos y los patriarcas, los gefes de las familias ó los padres, velaban por la salud do- méstica diremos, para marcar el gradual escalafón de poderes que comienzo en la propia conservación y termina por la de una colectividad ó nación Las medidas higiénicas, emanadas de tales autoridades debían llevar la 20 LECCIONES sello propio, paternal, religioso, militar, etc., es decir, deb:an revelar la preocupación del que las enunciara, su carácter, su clase de autoridad. De aquí las reglas higiénicas, los preceptos, las ordenanzas, los manda- mientos y las leyes, que son grados que revisten según su gravedad las prescripciones higiénicas. Pero, no lo olvidemos, eran las autoridades, los padres, patriarcas gefes de familia ó gobiernos, los que investían esas autoridades y pro- veían la salud respectiva para los hijos, las familias y sociedades. Tal es, el verdadero origen y la gradual marcha que ha seguido la higiene. Como bien se deja comprender, por hallarse en la índole ó condición humana, al lado de la prescripción, debía estar la pena para el que inter- rumpiera la armonía del conjunto, para el que espusiera la salud y bien estar de los demás. De aquí que cada gobierno necesitára conocimientos de lo que hoy llamamos higiene, medicina legal, jurisprudencia, etc., es decir, de todo cuanto contribuye al orden y movimiento perfecto de las colectividades humanas. Como personificaciones de estos gobiernos, tenemos en los tiempos antiguos, á los Tolomeos, Moisés. Zoroastro, Salomón, Licurgo, Solon, Mahoma y mil otros. Tras estas etapas, ó grandes pasos dados por la higiene, como ciencia social, vino el tiempo ó época de la ciencia escrita, diremos, para distin- guirla délos primeros albores de ella, que acabamos de esponer. Hipócrates, el padre de la medicina como le llaman su infinidad de admiradores, el autor de los famosos tratados del réjimen y de los aires> aguas y lugares, que comprendenla parte médica que la higiene contiene, Hipócrates, deciamos, ni definió la higiene, ni la circunscribió, ni señaló tampoco los límites que debia tener. Empero, sus admiradores, una pléyade de inteligencias esterilizadas en comentar y seguir servilmente sus preceptos, dieron á la higiene el rolde arte ó ciencia, pero la mutilaron, porque la convirtieron en una mera rama de las ciencias médicas. Hemos visto que en los tiempos anteriores, la higiene tenia la primacía, constituía, casi por sí sola, la ciencia del gobierno de los primitivos pue- blos y naciones, pero desde esa época retardataria, á que contribuyó con Sus escritos Galeno, ya la higiene se circunscribió á las aplicaciones délos conocimientos médicos á la conservación de la salud. y son ellas evidentemente las que la han quitado la iniciativa que tenia Se desdeñó, se olvidó ó dejó á un lado el concurso de las demás ciencias DE HIGIENE 21 en la confección de las leyes y en las condiciones de mejoramiento físico y moral del hombre, como padre ó hijo de familia y como miembro social ó sea, como ciudadano y como habitante de una localidad 6 pais. Cierto que la higiene progresó en este lapso de tiempo, pero sus pasos han sido muy marcados durante un largo periodo, hasta llegar á nuestros dias. Hoy la higiene es deudora á todas las ciencias y artes de sus progresos que son inmensos ála verdad. Fijando un momento nuestra mirada en esos progresos realizados en los últimos tiempos, tales como el drenaje, la provisión de aguas, las cloacas y cementerios, vemos que la contribución de las ciencias médicas, en estas revoluciones higiénicas, que se están operando ante nuestros ojos, no desempeñan mas papel que el de prestar su asentimiento, ridículo hasta cierto punto, á las mejoras que se proponen. Y digo ridículo hasta cierto punto, porque con la difusión que hoy hay de los conocimientos, cualquiera compréndela bondad de cualquier ade- lanto, que tiene el objetivo de economizar las fuerzas humanas, de aumen- tar las producciones y así contribuir, en la gran armonía social, á la felici- dad y bienestar del hombre. Como Yds. ven, la marcha que hemos indicado como seguida por la higiene, está conforme en un todo, con la marcha seguida por la razón hu- mana y con las sociedades en su gradual progreso ó marcha por la senda déla civilización. Una última transcripción para terminar esta reunión que tomamos al Dr. Monlau; y cuyo contenido deberá ser nuestra norma. “Ahora bien; este parentesco de la Higiene con todas las ramas del “saber humano, al paso que demuestra la encumbrada dignidad del ar- “te que profesamos, demuestra también (no me cansaré de repetíroslo) “cuan inmenso es el caudal de conocimientos que debemos atesorar, y “cuán infatigable esmero hemos de poner, rebuscando por todas partes “cuanto contribuir pueda al noble fin de la Higiene. Inmenso es elcam- “po que nos toca cultivar, difícil el brillar en tan elevada y benéfica ‘‘tarea; pero siempre alcanza gloria, yno escasa, quien aplica con bue- “na voluntad sus perseverantes esfuerzos para distinguirse en el cum- plimiento de augustos deberes. Lo intentarémos, ¡Señores, yo espo- liándoos la que tengo por mejor doctrina, y vosotros favoreciéndo- le con vuestra atención.” JA ESOLOGÍA PÚBLICA Señores: En nuestra reunión anterior, creo haber insistido lo bastante para ha- ber conseguido determinar lo que son: la Higiene Pública, la Ciencia Social, su Fisiología, su Patología y hasta la Clínica Social. En el fondo, todas estas cosas son sino consecuencias de la actividad social, de la vitalidad mas 6 menos híglda de las agrupaciones humanas. El ser humano, hemos dicho, tiene su cuerpo, su economía ú orga- nismo, con que marcha hacia el cumplimiento de la misión pasagera ó temporaria que la Providencia le ha señalado. El hombre arrastra su esqueleto revestido, sin poder cambiar sus elementos constitutivos, ni su forma, ni su disposición, pero pudiendo favorecer el desarrollo de unos ú otros tejidos, órganos y funciones. Del mismo modo que el hombre, que el individuo, el ser colectivo que compone una sociedad, una agrupa- miento plástico ó población, es siempre la misma individualidad que desarrolla ó que aniquila su organismo por la dirección que da á sus fun- ciones, según su instrucción ysu libre albedrio. Una raza, un pueblo, una población, un país, tiene su organismo propio, tiene su corazón y su cerebro, un carácter y predilección, por determinadas cosas, las que, es- tampan su sello indeleble en todas sus obras; exactamente, pues, como cada individuo, la sociedad tiene su modo de ser, su carácter y sus predilecciones. No voy á estenderme mas sobre el particular, pero debe quedar consa- grado y como demostrado entre nosotros y para en adelante, que la vida de las colectividades ó de las poblaciones, es como la vida del hombre, un efecto óun resultado complejo de la organización, de la vitalidad. Esta organización y esta vitalidad, se convierten á su vez y mas tarde, en causas que vienen á producir la diversidad de fenómenos ó de singularidades que nos ofrecen las sociedades en sus manifestaciones. Bostan ha podido decir con bastante fundamento y razón, ámi ver, y DE HIGIENE 23 refiriéndose al individuo y á los males que en él se manifiestan: “Orga- nos sanos, funciones sanas; órganos enfermos, funciones enfermas;” cree- mos también poder decir, imitando en otro sentido esa idea y aplicándola á las colectividades sociales: las constituciones ú organizaciones humanas que tienden á generar individuos sanos, por un desarrollo armónico ó hígido, acarrean el adelanto y el progreso de ese pueblo; las organiza- ciones defectuosas, las constituciones que no tienen esas tendencias sanas ó aspiraciones, acarrean el retroceso, el desgobierno, la desorgani- zación de los pueblos. Es de este último estado de las sociedades, ó de los pueblos, que puede repetirse muy bien, con un ilustre moralista, que esas sociedades: son vas- tas enfermerías, porque en ellas abundan los males sociales, como efecto de ese desorden y mala dirección. En tesis general, todo hábito, costumbre ó institución, trasportada de un país en que ha dado muy buenos resultados y que los gobiernos se em- peñan en radicar en otro país, de distinto carácter, tiene que dar el resul- tado de una planta exótica; su duración, su vitalidad, sus buenos efectos, duran, lo que dura la savia que llevan, lo que dura una flor, como ha dicho alguien, la vida de un momento. Esto por lo que respecta á las intituciones, que son modificadores ó agentes higiénicos, que cuando son apropiados, sirven para modificar la acción de los mismos agentes cósmicos. Estos modificadores tan pode- rosos, obran física y mora luiente cuando se encarnan en las leyes y esta doble acción, viene á fortificar aun mas, la influencia sobre el desarrollo délas plasticidades sociales. Hemos dicho en varias ocasiones, y no trepidamos en repetirlo al co- menzar la higiene pública ó social, que el estudio de la higiene, que es tan vasto, está todo encerrado en el estudio de los tres modificadores que marcó Hipócrates, los aires, las aguas y lagares: pero estando este estudio relacionado con una unidad colectiva, las agrupaciones plásticas que for- man los individuos en cada país, ciudad, etc., tenemos que examinarlo ó recorrerlo en su estado estático y en su estado dinámico. Vds. saben que en biología, dichos términos corresponden; el primero, ó estado estático, al organismo considerado en la composición, es decir, en su conjunto, corresponde y representa la anatomía, que en la higiene pública es la organización social ó plástica. El estado dinámico, es el organismo considerado en su actividad y responde á la fisiología, que en higiene pública, diremos también, responde á la vitalidad, al movimiento, ála vida de los pueblos, cuyos fenómenos tratamos de conocer, de apre- ciar, de corregir ó encaminar por la hígida senda. LECCIONES Tío consideramos mala en el fondo la división que el Dr. Giné liace de las cuestiones de higiene pública yes la que hemos encontrado que mas se presta para uu estudio metódico de la ciencia, aunque bajo el punto de vista de las aplicaciones, la del Dr. Monlau, en monografías, sea mas cómoda. Aceptando pues la división del Dr. Giné, vamos á ocu- parnos primeramente de la Mesologia, que trata de la acción de los medios cósmicos. El objeto de este estudio, es conocer la acción que esos me- dios ejercen sobre las agrupaciones humanas y aplicar las medidas ten- dentes á conservar los beneficios de los buenos, ó bien, á remediar los males ó perjuicios que en sus efectos encontremos. La higiostática social, se ocupa de las condiciones estáticas ó sea el modo de existir de las sociedades con los mismos fines con que empren- dimos el estudio de la mesologia y de la higiodinámica privada. Esta últi- ma, estudia las diferentes manifestaciones de las actividades que las agru- paciones presentan en sus diversas faces. Innecesario consideramos aqui los detalles sobre lo que abraza cada una de estas divisiones, bastará que les asegure que hemos de ocuparnos de todos los fenómenos que pueden interesar á los higienistas, al público, á las poblaciones. Cuatro palabras aun de prenociones, antes de entrar al estudio délas cuestiones higiénicas en particular. El hombre no nace, no vive, no sufre, ni muere, dice Boudin, de un modo idéntico sobre todos los puntos del globo. El nacimiento, la vida, la enfermedad y la muerte, cambian con el clima yel suelo y aun esto mismo, se modifica con la raza y nacionalidad y justo nos parece agregar que con la localidad. Estas manifestaciones variadas de la vida yde la muerte, de la salud y de la enfermedad, esos cambios incesantes en el espacio y según el origen de los hombres, constituyen el objeto especial de la Geografía médica, según el mismo autor; que abraza los dato cos- mogeogénicos de que nos hemos ocupado al comienzo de la higiene pri- vada y que estudia además las leyes estáticas délas poblaciones, la pata- logia de las razas y la distribución é importación de las enfermedades, líe trascrito estas ideas de M. Boudin, para que Yds. vean, como no ha sido sin razón que nos hemos ocupado en la higiene privada y como introducción al estudio de la higiene en general, de algunos conocimien- tos cosmogeogénicos. Como "Vds. recordarán no espusimos las aplica- ciones que en nuestro estudio podian tener esos conocimientos; recorda- rán igualmente que les decia, y consta en la página 79 de las lecciones publicadas, que al estudiarla higiene pública habían de tener ocasión de DE HIGIENE 25 aplicar esos conocimientos á las cuestiones sociales y ha llegado una de esas coyunturas ú ocasiones, pues’ vamos á tratar de las influencias planetarias, que es lo que algunos autores consignan con el nombre de influencias siderales, y de las que, pasamos á ocuparnos. Por mas que, consultando las fechas cronológicas, veamos que ha pasado mucho tiempo desde la época de Paracelso y Yan Helmont, así como de la edad media, en que la Astrología, la Alquímica y Nigro- mancia estaban en voga y eran esplotadas por los charlatanes, que for- man una familia imperecedera, sin cesar cambiando de aspecto, porque tienen é inventan recursos inagotables siempre; por mas que estemos, lejos de esos tiempos, decía, es fuera de duda, que aun se hallan vestigios en los tiempos actuales de lo que fue en aquellas épocas y de aquellas creencias. En el vulgo, las preocupaciones y creencias en lo maravi- lloso, es una manía, es una circunstancia normal, podemos decir, y diaria- mente hallarán los restos ó vestigios y aun mas, supersticiones y fé en las influencias siderales. Esta no es una esplotacion, es una especiali- dad que existe, por falta de una educación bastante positiva en las masas para hacer que rechazen tales ideas, cuya trasmisión, de generación, tras generación, nos parece ser por medio de esos cuentos conque las nodrizas adormecen á los niños. Pocos son los que hoy esplotan las influencias siderales de un modo directo, porque las ideas en el vulgo van siguiendo otras coi’rientes, pero oscuras siempre, estraordinarias, misteriosas. Estas creencias ea lo sobrenatural ó mas bien, en aquello que no se alcanza á comprender, a veces se nos presenta con una seriedad y con una convicción que imponen y si tratáis de comprobarlas os encontrareis» en verdad, con hechos que imponen al espíritu, tales como la periodici- dad menstrual, las exacerbaciones en muchas oftalmias, las recrude- cencías en ciertas eicemas (arestín) de los niños en lactancia y hasta en la aparición de dolores en cicatrices ó heridas, etc. Por estas conside- raciones, conviene que historiemos ligeramente las influencias siderales y varias otras creencias sobrenaturales y estraordinarias, con las que podemos tropezar en nuestra carrera médica. Para los antiguos, los astros ejercían una influencia incontestable sobre el organismo. Hay motivos para creer que Hipócrates, según varios pasages de sus obras, le daba gran importancia al estudio de la astro- nomía y que miraba como cierta, la influencia ó intervención de los astros en la marcha de algunas enfermedades. Tno es esto de estrañar porque cuesta emanciparse, muchas veces, de las ideas que se inoculan, en la primera edad, pero, no debemos creer que sean otra cosa esos pasages que algunos descuidos, desde que lo vemos tan terminante para LECCIONES rechazar la intervención divina en la epilepsia y otros males, Sin embargo, la doctrina pitagórica y las ideas sobre las crisis, los dias críticos y los cuatro elementos, se acomodaban para la aceptación de tales creencias. En la época de la alquimia y de la astrología, el cuerpo humano fue considerado como un microcosmo y cada órgano tenia un astro en las alturas de la bóveda celeste cuyas faces seguía; así, el corazón recibía las influencias del sol; el cerebro, de la luna; en las funciones del pulmón intervenía Júpiter y en los órganos de la generación Mercurio, es decir, el astro que lleva ese nombre. Aun se conservan en el vulgo algunas espresiones, que podemos consi- derarlas como un trasunto ó legado de esos tiempos; tales son, por ejemplo, a de asoleado,ó lleno de sol, que se aplica á las personas que manifies- tan una cierta morosidad intelectual, la que, sin ninguna duda, se exa- cerba bajo la insolación. Yds. saben que se califica aun de lunática, á una persona que presenta un carácter raro y caprichoso, en la que apa- rece el mal humor repentinamente y en los pasados tiempos, en que no se esplicaban las faces de la luna, debían mirarse como caprichos sus revoluciones. Hay mas aun, el per iodo menstrual ó flujo catamenial de las mugeres y otras hembras, se hacía depender de coincidencias en las faces lunares, épocas del nacimiento, dias y horas y aun hallarán, por supuesto, infini- dad de mugeres, que atribuyen á esta intervención mayor importancia que la que en realidad tiene, como hemos de ver mas adelante; pero como las razones fisiológicas no están al alcance de su instrucción, por mas irregularidades que noten y por mas inesplicables que sean, dadas las revoluciones periódicas de aquel astro, han de continuar con la misma creencia, porque les sirven de cómputo aproximativo, esas faces lunares Considerando la cuestión que nos ocupa bajo otro punto de vista, tenemos que es imposible desconocer, que en la gran armonía de la crea- ción, todo se influencia mútuamente y que los fenómenos astronómicos, los cambios que tienen lugar en los espacios planetarios, tienen su reper- cusión ó influencia sobre el estado y condiciones de los seres; es decir, que las leyes astronómicas, están relacionadas indudablemente con las leyes biológicas y vice-versa. Nuestro globo y cuanto él contiene, como no forma una escepcion á las leyes inmutables que gobiernan el universo, está sujeto á las leyes generales y como un caso particular de la misma atracción universal, recíbela influencia mas directa de los otros cuerpos celestes que se encuentran mas inmediatos, fuera también de lo que de- pende de las masas y délos beneficios que nos prodigan. DE HIGIENE Las condiciones de existencia de los seres vivos, tienen, ó sufren evi- dentemente, modificaciones que los fenómenos astronómicos les comu- nican, sin que podamos precisarlos, porque su acción es compleja y aunque es poderosa ó intensa, considerada de un modo absoluto, pero la distancia y su repartición, hacen, que la parte que corresponde ó toca á cada ser, sea mínima. Algunos niegan rotundamente esa influencia, pero otros, reconociendo que nada se pierde en el universo y que no hay sino tras- fonnaciones, la aceptan, reconociendo á la vez, que es imposible señalar la alteración ó modificación subsidiaria y correlativa en nuestro organismo y aun, es de creer, para muchos, que esa modificación, varía en cada ser, según diversas circunstancias que sería prolijo enumerar. Cualquier fenómeno, pues, por insignificante que nos parezca, délos que pasan en el Universo ó el firmamento, en virtud de la unidad y de la armonía que existe en toda la creación y en virtud también de esa influeu- ciamútua,que modifica lasleyes de la atracción, proporcionales á las masas y alas distancias toda modificación en fin, tiene su repercusión, tiene su resultante, que se nos presenta, revestida de fenómenos que hacen desconocer su origen ó punto de partida—y es de aquí, que proviene la dificultad que hallamos, para descubrir en ellos la relación obligada de causa á efecto. En medio de las dudas é ineertidumbres que hallamos en esta, como en otras cuestiones, que nos interesan, no sabiendo adonde vamos, como hace* notar un distinguido físico—debemos esperar solo, con la tranquilidad del justo, lo que el Artífice, Supremo haya resuelto sobre el fin de nuestro esferoide. Por último, señores, y precisando la única opinión posible sobre esta materia, debemos declarar categóricamente, quenada sabemos de positivo respecto á las influencias que nos han ocupado; nada sabemos sobre la intervención que se ha supuesto existir entre nuestros órganos y deter- minados astros; pero, debemos decir también y esto cambia mucho la faz de la cuestión, nada hay tampoco que autorizo las creencias en tales inter- venciones é influencias y debemos pedir ante todo, se nos demuestre al- go mas que una ú otra rara coincidencia, debemos pedir la comprobación, la constancia de los hechos, para buscar recien entonces la mejor esplica- cion, según el estado actual de la ciencia. Apartándonos, pues, de esas especulaciones metafísicas, de esas creen- cias, que no tienen otra razón de existencia que una posibilidad remota y la falta de pruebas terminantes en contrario, ni aun a su favor—pase- mos á otras influencias que son mas incontestables, cuyos efectos son 28 LECCIONES mas conocidos, así como son mas conocidas las causas que las deter- minan. Es fuera de duda que hay en la creación un orden y una armonía ad- mirables, pero es necesario considerar esto en su conjunto, así solamente se vé la vida del planeta yde la creación y como hemos espresado al dar una idea del universo, hay una infinidad de causas, de acción com- pleja, pero que, habituados como estamos á sufrir su influencia, no nos apercibimos de ellas y tal pasa, por ejemplo, con la ley kepleriana, la gravitación universal, que nos hace recorrer inmensos espacios con una celeridad comparable solo con la electricidad y la luz. ¿Cuáles son les fenómenos que determina la rotación? ¿Cuáles los que ocasiona la tras- lación? Muy complejos y muy numerosos, son los efectos que determina la su- cesión de los dias y las noches, por una parte, y por otra, los que las esta- ciones ocasionan. Entrar en mas pormenores al respecto seria repetir lo que ya hemos tratado en higiene privada. Vamos sin embargo, dentro de un momento á volver sobre algunos de esos fenómenos. Al dar una idea del universo y de las faces primitivas de la tierra, nos hemos ocupado ya del conjunto y al tratar de los fluidos imponderables hemos indicado la acción de las estrellas y del sol. Diremos únicamente para completar lo que á ellas yal astro rey se refiere, que las estrellas, sirven para indicar al navegante su camino, que toman y emiten calórico al espacio, del cual nos llega una pequeña porción que ha sido calculada por Aragoen 1/50 del total que recibe la tierra y evitan así que la tierra emita mayor cantidad de calórico del que recibe. En cuanto al sol, hemos dicho, que era el centro á cuyo rededor gravitan los otros mundos con sus satélites, que contribuyen á formar nuestro sistemas planetario. Hemos visto que era el foco luminoso que nos proveía del calórico y de la luz, cuyas acciones ó influencias hemos estudiado de diversas maneras yen distintas circunstancias. Determina su presencia en el horizonte el dia- solar, que comienza con el aurora y termina con el crepúsculo ves- pertino y Vds. saben muy bien los fenómenos que, en las aguas, las plantas y animales, producen las tinieblas de la noche. Las estrellas, esas com- pañeras de las lóbregas noches, ocasionan fenómenos no menos marcados que los del Sol, pero es en el curso de las ideas que mas influyen y aun- que mucho es posible decir á su respecto, debo sin embax-go, de abstener- me de hacerlo porque no tienen influencia física demostrada de un modo incontestable ó que, apartándose de lo que se relaciona con el comercio déla vida,’merezca recordarse. DE HIGIENE 29 Volvamos un momento á ocuparnos de la plateada luna, el satélite que nos acompaña en nuestra marcha á remolque del sol hacia lejanas conste- laciones; la luna es un gran modificador yno es necesario atribuirle gra- ciosamente influencias que no podemos probar. La luna tiene un marcado'influjo sobre las mareas del océano, que se esplica, por la atracción que ejerce sobre la atmósfera que nos no podiendo ejercerla sobre nuestro globo, ni variar de sit:o desde que se encuentra solicitada por las masas de otros planetas y de la tierra, que la hacen girar en órbitra perenne en torno del sol. Esa atracción del atmósfera hacia los puntos en que ella se encuentra, deter - mina su aglomeración ó aumento de presión en unos parajes y la dismi- nución en otros; de manera que, fuera de las mareas, ocasiona corrien- tes aereas ó vientos y los vientos, Vds. saben los efectos que produ- cen y, seria interminable la relación délos efectos sucesivos ó encadenados que en este camino encontramos. Allá en los tiempos mitológicos, se creia en un influjo muy señalado de la luna en los partos y quitando á las fábulas mitológicos loque tienen de metafórico, ello nos trae á una cuestión que los demografistas ó esta- distas se empeñan en resolver numéricamente, esto es, diremos para abreviar, si es de noche ó de día que tiene lugar el mayor número de na- cimientos y hasta ahora, las cifras parece que dan la razón á la creencia délos antiguos, esto es, que la luna, ó la noche, preside con sus misterios y cubre con su manto el nacimiento del hombre ¿Será esta una verda- dera influencia de la luna? la mayor parte de los antropologistas consi- deran, que es mas bien un efecto de las noches y se fundan para ello, en que la noche, es el tiempo del descanso y que, por lo meaos en medio de una civilización cualquiera, es generalmente á esa hora que se consu- man los misterios del amor, de la atracción sexual. Diremos en comple- mento, ó para que mejor se comprenda la razón que acabo de dar, que se cree, que la evolución de los seres en el claustro materno, tiene un pe- riodo fijo y fatal, que se cumple como el de la muerte, sin prolongarse ni un segundo mas que lo de costumbre. Así pues, Vds encontrarán en todas las obras de Higiene, que el ma - yor número de los nacimientos tiene lugar por la noche y el siguiente cuadro que trae el Señor Boudin les pone de manifiesto el estado de la cuestión. He aquí según varios estadistas la distribución de los nacimientos por horas y tomando la proporción del uno por 1,000. 30 LECCIONES Quetelet Bück Ranken Casper Ginette Media Do 12 de la noche á 6 de la mañana 298 312 299 284 273 296 De 6 de la mañana á mediodía. . 229 248 229 231 224 232 Do mediodía á 6 de la tarde. . . . 214 184 208 255 224 215 De 6 de la tarde á media noche . . 259 256 264 230 279 257 1000 1000 1000 1000 1000 1000 Resulta del presente cuadro que el número mayor de nacimientos tie- n ■ lugar entre media noche y 6 de la mañana. Respecto á las defunciones, ha querido también precisarse horas, para ver, probablemente, si era al sol, ó a la luna que debía atribuirse tal fe- nómeno; pero los resultados á que han llegado los estadistas son muy di- ferentes y el punto no está aun resuelto. Atribuyéndolo el hecho á otras causas, aseguran algunos, que las defunciones tienen lugar á dos horas principales, ála madrugada yá la oración, pero entonces se esplicaris, esto, con mayor fundamento, suponiendo que eran los cambios ó varia- ciones atmosféricas los que determinaban esas defunciones. Paso á paso vamos penetrando en el terreno de la estadística, por lo pertinente á las influencias que tratamos de estudiar ysi fuéramos á proseguir, de escala en escala, recorriendo todos los fenómenos que se pasan en el seno de las sociedades, muchos habríamos por cierto de en- contrar, conexionados con las fuerzas de la naturaleza y los agentes cós- micos. Como uno de los efectos mas comunes, de parte de noche, sin ser debidos á la luna, ni á la noche misma, debemos hacer mension délos crí- menes, ó ataque contra la propiedad y la vida agena, en primer lugar y luego ala propia ó los suicidios, que si no tienen Jugar en la noche misma, es en las horas inmediatas y á cuyo efecto ó resultado, concurren causales muy diferentes, que no es posible entrará detallar. Terminaremos esta faz de las influencias siderales con el señalamiento de la intervención que se le ha atribuido á los eclipses y cometas, los bó- lidos, etc. Al pasar la luna entre el sol y la tierra y al pasarla tierra entre la luna yel sel, se interceptan la luz yse proyectan respectivamente su sombra, de un modo mas ó menos completo. Entre los fenómenos que el eclipse de sol produce, se nota un descenso de la temperatura que varía entre 3 y 6 grados, pero no es esto lo que mas nos interesa saber sino, si los eclipses ejercen alguna acción sobre el hombre sano ó enfermo. Pare- ce, según las relaciones, que los efectos que se han notado provienen de la cesación de la luz, de su disminución y del trastorno que es DE HIGIENE 31 consiguiente en los irracionales. En los seres inteligentes, los efectos que se notan son los de las supersticiones y preocupaciones ó temores exagerados. Bajo ideas semejantes y por las relaciones tan bien establecidas por Cabanis entre lo moral y lo físico y vice-versa, no es por cierto estraordinario que se efectúen algunas modificaciones en las personas sanas y las enfermas, pero lo qne es acción directa, entre el eclipse y la salud, no existe verdaderamente y aunque algunos auto- res lo afirmen, como dice Boudin, no han aducido pruebas de ello. La aparición délos cometas que cruzan á veces por las inmediaciones del plan de nuestra órbita, se encuentran en el mismo caso quedos eclip- ses y que las exhalaciones ó bólidos, por lo que consideramos de mas demorarnos en ellos. Considerando bajo otros faces la influencia de la luna, tenemos, como lo ha demostrado Schübler, después de veintiocho años de observaciones meteorológicas, que el máximum del uúmero de dias lluviosos tiene lugar entre el primer cuarto y la luna llena y el mínimum, entre el último cuar- to yla luna nueva. Parece pues probado, que llueve con mas frecuencia en la luna creciente, que en la menguante; en 10,000 dias lluviosos ha encontrado el mismo Schübler en Alemania. El dia de luna nueva 306 veces “ 44 del primer octante 306 44 4< 44 44 44 cuarto 325 44 44 44 44 segundo octante 341 44 máximo 4 4 44 44 lunallena 337 44 44 4 4 4 4 tercer octante 313 44 44 44 4: último cuarto 284 4í mínimo 44 -4 44 cuarto octante 290 44 Bajo el nombre de barómetro del tiempo un Señor E. C. editó una ho- ja suelta, de las alteraciones del tiempo por los movimientos de la luna, formada, según espresaba, de una serie de observaciones hechas duran- te muchos años en esta ciudad por los Jesuítas y que recomendaba co- mo infalible á los labradores y navegantes del Bio de la Plata, y n0 sabiendo quien es el editor, ni si está vivo ó muerto, para pedirle permiso para trascribirlo, por la importancia que pueda tener, vamos á dar un espécimen de dicho barómetro. 32 LECCIONES HOEAS INVIEENO YEEANO De 12 á 2 A. M. Helada si el viento es Sud. Buen tiempo. “ 2 “ 4 “ “ Tempestuoso. Frió conf tes ag’ros. girando y flotando en su seno.Tambien, cuando tenemos el cielo sem- brado de nubes, que huyen á impulsos del viento, se observa en el aire nn fenómeno semejante, se notan partículas, que tan pronto lucen, como se estinguen en medio de haces iluminados y que van girando en el espacio. 56 LECCIONES Conociendo la composición normal del aire, deducimos á priori, que esos corpúsculos 6 partículas, son estrados á su composición elemental ó química. El análisis espectral, contrariamente á cuanto el microscopio y la química nos han revelado, en el medio en que vivimos, descubre ademas una infinidad de partículas inorgánicas é incombustibles, como la sosa, pero, haciendo pasar por una llama una corriente de aire, en un tubo de- secador, se produce una nube azulada, que podemos considerar como humo, producto de la materia orgánica, puesto que exanimando ese aire, antes y después del pasage por ese tubo, se nota, que antes de penetrar, está poblado de esos corpúsculos y el rayo luminoso concentrado, no en- cuentra después esas partículas brillantes; prueba bastante convincente de que eran materias orgánicas, que destruyó el fuego como dice el Sr# Tyndall. Gran número de esas impurezas, que pueblan el aire, penetran en nuestros pulmones á cada instante, sin que podamos verlas y sin que nos apercibamos de su'presencia. De aquí han nacido en cirujía, diremos de paso, dos métodos : el de Lister, que sostenía con aparente razón, que el pus, que la putrefacción, la gangrena de hospital, etc., son debidos ála penetración de los gér- menes que volitan en el aire, en el instante de la operación ó de la pri- mera cura, gérmenes que luego, se multiplican por las favorables condi- ciones que encuentran. Examinando el mucus ó las secreciones de las vias aereas de personas afectadas de catarros, se encuen- tran, á la verdad, infinidad de vibriones en ciertas circunstancias, en tanto que, en otras, no se encuentran. El segundo método que se emplea, consiste en uar el termo cauterio y rodear la parte opera- do de los medios insecticidas y parasiticidas, que Lister propuso, de acuerdo con sus ideas y este es el método que Thls. tendrán ocasión pro- bablemente de ver emplear por el Dr. Montes de Oca (D. M. A.) en nuestro hospital, á causa deque el aire en las salas de cirujía, á pesar de la ventilación, se encuentra saturado de gérmenes ó corpúsculos, efluvios, miasmas ó exhalaciones, que involitan en él y que tienen una patogenia fatal para los heridos y operados. Por último Señores, segúnM. Pasteur, á medida que nos elevamos en el atmósfera, el número de esos corpúsculos disminuye considerable- mente y parece que el vapor de agua, les sirve de vehículo ó los tiene impregnados, de manera que, los vuelve pesados y es solo en las ca- pas inmediatas al suelo que se encuentran. En conformidad con cuanto hemos espue&to, se ha venido en calificar DE HIGIENE 57 esta írrespirabiliclad del aire ó este peligro que nos ofrece, con el nom- bre de mefitismo 'pulverulento. Según el origen de las sustancias que se hau encontrado, se ha dividi- do el mefitismo pulverulento en mineral, vegetal y animal, que vamos á recorrer sucesivamente. De las materias minerales en el aire. El estadio de los polvos de ori- gen mineral pertenece principalmente a la higiene profesional ó indus- trial. Sin embargo, vamos á indicar los principales de ellos. Las partículas minerales que pueden encontrarse en el atmósfera, son tales, como la cal, el yeso, sílice, cobre, azufre,plomo, cromo, mercurio, ar- sénico, fósforo. De esto 5 cuerpos, los unos obran irritando las mucosas y la piel y otros, pueden dar lugar á verdaderas intoxicaciones. La cal y el yeso, determinan ofcalmias, irritaciones en las vias respi- ratorias y pueden obrar como depilatorios, en las inmediaciones de los hornos 6 caleras. Los polvos silicosos, tienen una funesta influencia sobra ios afiladores y afinadores de agujas. El azufre, según el Señor Bouisson, en los obreros ocupados en pro- yectarlo por medio de un fuelle sobre las viñas atacadas del oidiura, pro- duce una oftalmía de consideración. El plomo, que sirve para fabricar colores, mezclado con el cromo, de- termina en los obreros, pústulas en los dedos y una inflamación en la na- riz, provocada por la introi acción de los dedos de un m odo casi continuo y á causa de que les molesta el polvo que las penetra. Parece que todos los que habitualmenta manejan plomo, ó sus sales, sufren una intoxicación saturnina. El cobre, que bajo el nombre de verde gris, inspira tanto miedo, no es- tán aun conformes los higienistas, en si es, ó no un veneno, como hemos de ver en la higiene industrial. El arsénico, verde de Scheele yde Schweinfurt, que se usa para pin- tar papeles, para flores artificiales y embalsamar animales, provoca ulce- raciones y pústulas en las manos, la boca y la nariz. El mercurio, dá vapores aun á baja temperatura, determina el hidrar- girismo en los mineros y demas personas que lo manejan. El fósforo, hemos dicho ya que provoca bronquitis yla necrosis de la mandíbula inferior. Diremos con el Dr. Lacassagne y con todos los higienistas, terminan- do este mefitismo, que la salud pública exige, que las fábricas y talleres, en que se manipulan esta sustancias, estén alejadas de las habitaciones 58 LECCIONES según los peligros, inconvenientes ó incomodidades que provocan. De las materias vegetales en él aire. Entre los polvos vegetales, que pueden llenar ó saturar el atmósfera con sus partículas, colocaremos en primer lugar el carbón vegetal y por no separarlos, la bulla y antra- cita, que tienen una acción semejante, las trataremos conjuntamente. Pero ademas, tenemos los polvos ó partículas que provienen de los tri- gos óde las harinas que penetran en las viasrespiratorias é irritan los bronquios. Entran ademas, las materias textiles vegetales y también otras sustancias del mismo reino, como el tabaco, etc. Los cospúsculos vegetales en suspensión en el aire, determinan unas veces, lijeras conjuntivitis, coriza laringitis, etc; otras veces, obran como causas ocasionales y hacen aparecer enfermedades mas graves. El ruibarbo y otros purgantes vegetales, el piretro, el algodón, euforbio las pajas que trabajan los estereros, el tabaco, etc, se encuentran en esas condiciones, y producen irritaciones en las mucosas con que se ponen en contacto y pueden dar lugar á enfermedades graves. Algunos criptógamos desarrollados en algunos vegetales, pueden de- terminar accidentes mas ó menos graves, tal sucede en los cañaverales, en que los mohos, ocasionan vivas irritaciones en los bronquios y la piel y lo mismo pasa con otros vegetales. El carbón vegetal, el deulla y la antracita y el cote, fuera de ennegre- cer la superficie deles órganos, pueden ocasionar enfermedades de ca- rácter crónico. Bajo el nombre de antracosis ó autracose, de tisis raelánica ó Uadc phtisis de los Ingleses, diremos con el Señor Lacassagne, los módicos se han ocupado de esos conjuntos de sustancias negras que se acumulan en los pulmones y cuyos restos ó fragmentos se ven en la espectoracion. Estas partículas son carbonosas; es probable que vienen del esterior, pe- ro no están aun los médicos de acuerdo, en si son de carbón vegetal ó animal. El hecho es, dice Eiembault, que esos depósitos se encuentran en los obreros espuestos á esos polvos principalmente. Como lesión anátomo-pa- tológica,el pulmón se encuentra unas veces invadido de un modo continuo y tiene un aspecto granítico y otras veces en forma de núcleos disemi- vinados. La opinión mas generalizada hoy, es que son átomos ó partículas de carbón, introducidos por la circulación ó la respiración y parece compro- bar esto, el hecho demostrado por Cl. Bernard, de que el azul de pru- 59 DE HIGIENE sia y otros polvos igualmente tenues, inyectados por las venas yugulares, se detienen en los pulmones. Be las materias animales en el aire. No hace mucho tiempo que Nyander sostenía, que la viruela, el sarampión, la peste, la desenteria yla coqueluche, eran causados por animales microscópicos; Eeaumun pensaba, que esas nubecillas que á veces parecen razar la tierra en los dias de verano, pueden ser centenares de insectos. Cubier, Holland, Ehremberg, líenle y muchísimos otros sabios, han sostenido que el mayor número de las enfermedades, son debidas ó organismos inferiores. El análisis microscópico del aire, como ya hemos dicho, ha permitido descubrir en este fluido una infinita variedad de cuerpos estraños que de- ben ejercer una acción manifiesta sobre la salud. Atraído el aire á pasar forzadamente por un aspirador, á través de algodón óde amianto, deja en ellos una gran cantidad de partículas estradas, lo mismo pasa, cuando es al travez de un líquido que se le temiza, deja en él, todas las sustancias sólidas que lleva en sus alas y el microscopio encuentra de cuanto Dios creó y en particular, esporos de parásitos, gérme- nes de infusorios, detritus y sustancias estradas á la normal composi- ción del ambiente. Son estas investigaciones las que se prosiguen hoy con ardor, en particular por el señor Pouchet, fogoso abogado de la teo- ría de la heterogenia y por el Sr, Pasteur, el infatigable esperiraentador el astrónomo, podemos decir, de la vialáctea de los infinitamente peque- ños y cuyos trabajos van conduciéndonos ála patología animada de los autores de los siglos pasados. No es por la vía que Van Helmonth, inició yde la que Raspad, en cierto modo, es el continuador en estos tiempos, que se encaminan los estudios modernos, como hemos de ver en la próxima reunión, es por una via mas práctica, mas esperimental y positiva que marchan en la actualidad los estudios y van aclarando de tal manera la etiología, que insensiblemente va aproximando á los enemigos mas encarnizados é irreconciliables que se encontraba, á los in- feccionistas y contagionistas. Como emanaciones pulverulentas de origen animal, tenemos un cam- po inmenso que recorrer, pero seria imposible hacerlo en esta reunión; tenemos en primer lugar: las hilachas de lana, de seda, y de cuanto se usa en la fabrica de tejidos de oríjen animal, como pelos y crines, tenemos ios polvos de cantáridas, da estiércol, de huano y las emanaciones de los cuerpos sanos y enfermos. En la vida de las colectividades sociales, los centros que ellas forman, son generalmente grandes depósitos de exhalaciones, son manantiales de 60 LECCIONES emanaciones de efluvios y de miasmas que el hombre genera y que conspi- ran contra la salud del hombre yde las reuniones 6 agrupaciones. En una palabra, cuanto produce los males endémicos, esporádicos, pandémicos y epidémicos, es obra del hombre y se encuentra generalmente en el gran receptáculo de la naturaleza, en el aire, que es el pahulum vitce, por mas que se generen esos elementos patogeuéticos en los suelos é las aguas. De esos grandes depósitos que nos ofrecen los centros sociales, tene- mos los muladares y basurales, las cloacas, los receptáculos de las mate- rias fecales, los mataderos, los cementerios, etc. De todos esos focos de insalubridad que tienen las ciudades, se despren- den los gérmenes ó elementos que producen una infinita variedad de ma- les, según los climas, según las estaciones, los suelos y las aguas. A todos estos focos hay aun que agregar muchas profesiones é indus- trias, que emplean las materias animales en descomposición, como ma- teria prima y que contribuyen por lo tanto, á aumentar las insalubrida- des que hay en los centros de población. Es casi imposible continuar tratando de esta materia sin entrar de lleno en el estudio de las enfermedades infecciosas y contagiosas y sin comenzar á ocuparnos de los efluvios, los miasmas y los virus, por lo tanto y para no dejar interrumpido un estudio tan importante, varaos á suspender aquí estas consideraciones, pues hemos terminado á la vez lo que correspondía decir sobre los mefitismos pulverulentos. En cuanto, á lo que la higiene recomienda sobre el mefitismo pulveru- lento del origen vegetal, lo principal es su limitación, haciendo que las fábricas ó usinas, se sitúen fuera de los centros y es por esto que las industrias han sido clasificadas de perjudiciales, incómodas y peligrosas. No es permitida la esplotacion de esos establecimientos, sin una declara- ción ó pesquiza previa, por autoridad competente, seguida de un informe en que se dan los fundamentos higiénicos en virtud de los cuales se califican sus influencias, que es álo que se da el nombre de informe de cómodo ó incómodo. Pasa lo mismo con las industrias y depósitos de materias animales que pueden viciar con sus emanaciones el aire ambiente, que han sido clasificados y divididos en establecimientos de primera, segunda y tercera clase. Los establecimientos de primera clase, deben hallarse, lo mas ale- jado posible de las habitaciones particulares; los de segunda clase, pue- den situarse cerca de las habitaciones, siempre que se les haya vuelto inocuos y por último los de tercera clase, pueden estar cerca de las habi- taciones, pero sujetos á la inspección y vijilancia de la Policía Sanitaria de cada localidad. DE HIGIENE 61 Con lo dicho terminamos, pues, cuanto creemos deber decir, respecto á este mefitismo. Pe las Fermentaciones, Señores: En un congreso de médicos alemanes, el Dr, M, R, Yircbow se pro- puso y trató estas cuestiones. ¿Que es la enfermedad? y ¿Cual es el estado actual de la Patología? Cuando lleva la medicina bipocrática tantos siglos de existencia; cuan- do se considera que ha sido yes esta, una cuestión tan discutida y tan debatida, deberia creerse, que el punto se encuentra completamente ago- tado por la discusión y todo previsto. Pero no es así, Señores. Es que pasa con la medicina, decía entonces el distinguido patólogo é his- tologista aleman, lo que les pasa á la mayor parte de las madres, que pierden la frescura, el vigor y la seguridad de los movimientos, que fueron el atributo de su lozana juventud. En efecto, la medicina, que fue la madre de las demas ciencias naturales, que han llegado á su mayor edad, deberia marchar de acuerdo con ellas y con todos los ramos y ramas que de ella han surjido; pero, cada vez que una, hace una conquista, un progreso, las demas están obligadas á considerar la cuestión mas principal ó primordial, bajo una nueva faz y de aqui proviene, que la discusión sobre lo que es la enferme- dad, sea una cuestión siempre nueva, siempre interesante y que ácada paso, nos preguntemos á nuestra vez, cual es el estado actual de la patología. No vamos, SS. á tratar en este momento eses puntos, que no son de nuestro resorte y el recuerdo que les hago, es solamente para llamarles la atención sobre este hecho capital, í:que la naturaleza de la enfermedad, es una proposición que se encuentra siempre en tela de discucion so- bre la carpeta délos médicos y que en estos tiempos, la teoría de la en- fermedad, es objeto de profundos estudios y de discusiones mui serias.” Bebo decir, sin embargo, que los histologistas, como los patólogos é 62 LECCIONES higienistas, no se atreven á abordar de frente la cuestión y están entre- tenidos siempre en escaramuzas estratégicas, hasta que llegue el instan- te, en que descorrido el velo de la patogenia, se pueda abordar con fruto, la cuestión esterilizada hoy por el estado de la ciencia, pues cada paso de las ramas de la medicina, trae una modificación en la concepción de la enfermedad. La higiene, esta hermana de la patogenia, es la que tiene que contri- buir mas que ninguna otra de las ramas de las ciencias médicas á esclarecer este punto y es sin duda por esto mismo, que es ella la que mas pesa ios progresos, las causalidades de los males y los somete á control, de acuerdo con la patología. En comprobación de cuanto acabamos de decir y por la importan- cia que tiene para comprender y resolver muchas de las cuestiones epi- demiológicas, vamos á ocuparnos un poco de las fermentaciones, sobre las que se quiere hacer reposar una gran parte de la patología por mu- chos autores y á mi ver con muchísimo fundamento, asi como, encon- tramos también muchísima razón, á los que miran un gran número de enfermedades endémicas y epidémicas, como parasitarias, producidas por insectos. Dicho esto, definamos lo que es fermentación. Dícese que hay fermentación, toda vez que uno ó muchos cuerpos or- gánicos ú organizados, esperimentan cambios de composición ó de pro- piedades, bajo la influencia de una sustancia azoada, llamada fermento, que obra bajo débil masa y no ceclejsensiblemente nada á la materia fermentada. Los fenómenos de fermentación son tan abundantes en la naturaleza, que á cada instante se presentan ante nuestros ojos. La fermentación del azúcar y jugos azucarados, la de los líquidos alcohólicos como el vino, la cerveza, etc. son hechos y fenómenos bien conocidos; tenemos ademas, las trasformaciones de alcohol en vinagre y las de las gtasas en ácidos diversos, láctico, butírico, caproico, bajo la influencia délas materias azoadas y del aire, que son también fenómenos de fermentación. El estudio de las fermentaciones, entrando en . los pormenores ó de- talles, es lleno de interes, pero él aumenta, si se considera que no hay un solo acto fisiológico de la nutrición que no empiezo ó termine por una fermentación. Asi, la digestión gástrica, la pancreática, intestinal, algunos fenómenos de los que se pasan en el hígado y sin duda, tam- bién en la sangre, son presididos por fermentos. Hay mas, Srs., los he- chos, en gran parte misteriosos de la patología, comienzan, como he- mos indicado, á ser esplicados por las fermentaciones; ya las infoccio- DE HIGIENE 63 nes miasmática, palúdica, la virulenta, y contagiosas, han hallado asi su esplicacion y podemos por lo tanto decir con Berthelot: “que entre “los fenómenos que pertenecen á las trasformaciones de la materia de ‘‘los seres yíyos, durante la vida y después de ella, pocos hay que no “sean debidos á las fermentaciones.” De estas ideas proviene la persuacion, casi universal en la actualidad, en los hombres esperimentadores, que del fondo de estos estudios, prose- guidos con perseverancia, van ásurjir destellos de luz, que van á ilumi- nar la patogenia y por esto, un gran número de hombres eminentes, concentran su atención y dedican á estas cuestiones su tiempo, tratando de penetrar el secreto de las acciones íntimas, que pasan en la máquina humana. No vamos aquí, á hacer un estudio de todas las fermentaciones, por- que ello nos llevarla demasiado lejos; espondremos solamente algunas ge- neralidades para podernos esplicar las fermentaciones mórbidas y la pu- trefacción, á la vez que nos servirán para la resolución de- varias cues- tiones que la epidemiología entraría. Las sustancias ó materias aptas para sufrir los diversos modos de fer- mentación, son muy variadas y no nos es posible precisar nada á su res- pecto; pertenecen á los reinos vegetal y animal. Las unas no son azoa- das como el azúcar y la glicerina; otras lo son, como las materias anima- les, musculina, albúmina, amigdalina. Muchas de estas sustancias tienen poder rotatorio, que persiste ó desaparece con los productos de la fermentación. Un carácter que sobresale en los fenómenos da fermentación, es que, su resultado, es siempre simplificar la materia, sustancia ó especie orgá- nica en que tiene lugar y la aproxima al reino mineral, la desdobla, ó si se prefiere, podemos decir, que la fermentación prepara la trasformacion de las sustancias, según el ciclo de la creación, es decir, entre la vida y la muerte, por medio de la transformación. En los laboratorios se consi- gue á veces, por numerosas y delicadas operaciones, y con un número limitado de sustancias orgánicas, desdoblarlas—pues, eso que en los la- boratorios cuesta tanto, los fermentos lo ejecutan por procederes que son aun misteriosos, pero bastante rápidos y eficaces. Los fermentos forman casi en su totalidad el mundo de los infinita- mente pequeños. Para muchos, la acción de los fermentos es puramente mecánica y la esplican por las leyes físicas en virtud de las cuales “una molécula, puesta en movimiento por una fuerza cualquiera, puede comunicar el movimiento de que está animada á otra molécula que esté en contacto 64 LECCIONES con ella, toda vez que la resistencia no se oponga”. Ahora bien, agre- gan con verdad, los cuerpos en estado de descomposición, tienen sus moléculos en desequilibrio, es decir, en movimiento y asi provocan meta- morfosis en los cuerpos de exígüacohesión atomística y que se prestan, por lo tanto, álas atracciones moleculares. Dedúcese de esto, que se requie- re, para que los fenómenos de fermentación se produzcan: un cuerpo en desequilibrio, con acción fermentativa; un cuerpo capaz de formar com- binaciones nuevas, cediendo ó tomando elementos y por último, un cuer- po que provoque esas trasformaciones, que terminan ó conducen á la multiplicación de dicho agente. Mas tarde, al tratar de los virus hemos de volver sobre esta teoría, ó esplieacion mecánica de su acción. Podemos decir, entretanto, con la mayoría délos químicos, histologis- tas y patologistas modernos, que el fermento: es una célula en que la vida está al estado elemental, pero sus efectos, las acciones que determina, se nos manifiestan en un completo estado de simplicidad. Por lo jeneral, el fermento es una sustancia compleja de erigen vegetal ó animal azoada, pero según los análisis hechos de los fermentos orgánicos, son mizda de especies químicas, entre la que se ha hallado: albúmina, fibrina, celulosa, agua,etc; en una palabra, su composición no es definida y mas se asemeja á un organismo bajo esta faz, que á otra cosa, y de aquí dimana el que la mayor parte de los fisiologistas los consideren como organismos comple- tos y desde los trabajos de Cagnard de la Tour y de Pasteur, esta idea se ha venido corroborando y en la actualidad, se considera la fermentación, por la gran mayoría de los miseroscopistas, como debida á organismos inferiores y asi han sido traídas ála patología y epidemiología. Hoy tenemos en la ciencia una patología animada y las enfermeda- des infecciosas son miradas ya por la inmensa mayoría de los autores, como verdaderas enfermedades parasitarias; es decir, que las enferme- dades infecciosas, que estaban ya reconocidas como fermentaciones in- ternas, por el mayor número délos patologistas, en el dia, están recono- cidas, por muchos, como debidas á organismos microscopios. Podemos, en medio de esta rápida ojeada que damos sobre esta materia, preguntamos ¿cómo obran los fermentos? No es posible contestar de un modo inmediato á esta interrogación á causa de que hay tres teorías, ó tres modos de acción reconocidos ó supuestos y se denominan teoría del contacto; teoría mecánica y teoría vita lista. Los partidarios de la teoría del contacto hacen depender y reposar las DE HIGIENE 65 fermentaciones en reacciones químicas y dividen estas reacciones: en acciones catalíticas, fermentaciones verdaderas y putrefacciones. En esta teoría, las mucedíneas que encuentra el microscopio, no ten- drían ninguna acción, es mirada su presencia como accidental; seria á las sustancias interpuestas entre ellas, que se deberían las fermentacio- nes, la presencia de las mucedíneas, repitimos, la miran solo como coin- cidente. En la teoría mecánica, se considera que el fermento, en virtud de un movimiento molecular particular ó especial, destruye la unión, afinidad ó cohesión de los elementos queentx'an en la constitución química de las sustancias íermentescibles. La teoría vitalista, prescindiendo de predilecciones, es la que, compul- sando los autores, hemos hallado mas aceptada; en esta teoría, se consi- dera que los fermentos son seres organizados, dotados de las propieda- des comunes da los organismos: es decir; de nutrición, evolución y reproducción. A la verdad, ninguna de estas tres teorías, ni otra eléctrica propues- ta últimamente, pueden esplicar de una manera satisfactoria, la acción íntima de los fermentos, pero, sea por las afinidades que tiene la vitalis- ta con la ovología y el sistema celular, que hoy domina la histología como la patogenia, es ella, como hemos dicho, la que hemos encontrado mas aceptada por los autores y la que nos parece esplicar mejor los Teñóme nos que pasan ante nuestros ojos. Trataremos de prescindir sin em- bargo, de toda afección y de ajustarnos lo mas posible á los hechos, que son, en granpaxde, conformes con la teoría del contacto, qxxe pertenece al Señor Eobin y que tiene á su favor, que no prejuzga sobre la naturaleza íntima de la fermentación. Acabamos de esponer con lo dicho, lo que consideramos la espi’esion verdadera del estado actual de la cuestión fermentación, con referencia á su naturaleza. Sx se nos preguntara aun, si cada fermentación tiene un fermento es- pecial—tratando de compendiar lo que al respecto encontramos, diremos que para un gran número de sustancias, está reconocida la especificidad, pero que, hay otras, que con cualquiera de los fermentos conocidos pre- sentán los fenómenos de fermentación. Hay otra pregunta de mayor importancia para nosotros, puesto que tiene conexiones directas con la higiene, en las cuestiones que tratamos y esa pregunta es la siguiente: ¿de dónde provienen esos organismos interiores que vemos producirse en las fennentaciones? porque—debo ad- 66 LECCIONES vertir, no siempre las fermentaciones consisten en una acción catalítica, que cambia las condiciones físico-químicas de los cuerpos, sino que, y es- to es lo mas general, en las sustancias vegetales y animales, vemos pro- ducirse bajo el microscopio, seres en infinito número que llenan el medio en que se ha operado la fermentación ¿de donde provienen esos organis- mos, pues, esos seres, que antes no existian en ese elemento? Hay al respecto tres opiniones ó tres hipótesis, que sus respectivos par- tidarios convierten en doctrina y que han de haber visto Yds. en Fisio- logía, pues no son sino un trasunto ó copia de aquellos, una aplicación á este génesis. La hetorogenia, esponteparidad ó generación espontánea. Y la doctrina de los microzymis, en que se profesa la creencia, de qne los gérmenes, existen en el seno de los organismos y que por la muerte del ser en que viven, quedan en libertad y emigran. La panspermia, en que se admite que los gérmenes existen en el aire. Considero oportuno recordarles que los fermentos han sido divididos en fermentos no figurados y en fermentos figurados, á que se da el nom- bre de proto—organismos; han sido divididos también en solubles ó in- solubles; los primeros son, como esas sustancias químicas que obran por presencia y á las que so supone dotadas de fuerza catalítica, los segun- dos, son cuerpos vivos, organismos completos. Tinos y otros existen en el reino vegetal yen el animal. Los no figurados, son los que se hallan diseminados, ya en las partes aquosas de los mismos figurados, ya en los líquidos délos organismos mas complejos, como la saliva, jugo gástrico, pancreático, etc., ó bien, en diversas regiones de las plantas y no tienen forma propia. Debemos también hacer presente, que en las fermentaciones, propias de los fermentos figurados ú organizados, es necesaria la presencia de es- tos organismos para que se manifieste la fermentación. En cuanto á los líquidos, ó sustancias que sirven de medio á esos fermentos, tenemos que muchas, veces se desarrollan varios de ellos en un mismo medio y tenemos también que, un fermento, en una sustancia ó líquido, desem- peña un doble rol, así por ejemplo, después de desdoblar una sustan- cia, de reducirla ó simplificarla, puede obrar de nuevo sobre una de ellas y descomponerla y esto es fácilmente reconocible, puesto, que to- da fermentación es acompañada de desprendimiento de calórico. Hay numerosos hechos que comprueban cuanto acabamos de esponer y si no detallamos los hechos y esperimentos que han tenido lugar, es por no recargar esta rápida ojeada que clamos, sobre una materia que no entra do ordinario en la Patología General y que esperamos nos servirá para DE HIGIENE aclarar un tanto el laberinto que hay en las cuestiones epidemiológicas. Los datos precedentes dan, á mi juicio, una cuenta fiel del estado ac- tual déla fermentación, en que no hemos tratado de poner nada mas, por nuestra parte, que empeño y cuidado, para ser verdaderos espositores. No debemos, sin embargo detenernos aquí. Fuertes con los conoci- mientos adquiridos, debemos aun señalar algunas otras generalidades sobre las fermentaciones, no ya sobre las normales sino sobre las fer- mentaciones patológicas. He tenido ocasión de manifestarles, al comienzo de .esta reunión, que la corriente científica está inclinada hoy á la patología animad i y debo ahora agregar, que se ha operado una fusión entre la fermentación y otra doctrina, de que no hemos hablado, pero que se comprende y se define con solo nombrarla, el parasitismo. Para la inmensa mayoría de los autores moderaos las enfermedades infecciosas y contagiosas no son otra cosa, que una fermentación, cuyo elemento activo y determinante en d seno del organismo, seria el microzoario óel micrójito, que desempeña el papel de microzyma. Pero vamos con un poco mas de pausa y de orden en la cuestión. El estudio de las fermentaciones patológicas, es la parte mas obscura de las fermentaciones y de la historia de las enfermedades. Hay muchas observaciones aglomeradas sobre miasmas, efluvios, afec~ dones infecciosas y contagiosas, á pesar del poco tiempo de axistencia que tiene esta clase de estudios, pero faltan pruebas esperimentales que quiten las sombras de duda, que envuelven aun muchos puntos. Entrelas enfermedades cuya causase pone en un fermento, hay unas aptas para reproducir el fermento y otras hay, que no lo son. Bajo el nombre de fermento, se comprenden aquí los virus, los principios sépti- cos ó septíooides, algunos miasmas cuya naturaleza no está bien deter- minada y que la mayoría, sin embargo, considera como debidos á proto organismos; pero, por regla general, los aptos para reproducir el fermento y multiplicarlo, son los fermentos figurados y los que no los reproducen, son los fermentos no figurados. Ahora bien, las afecciones de fermento no figurados en general, no son contagiosas, ni son miasmáticas, comoque no reproducen los fer- mentos y las enfermedades ó afecciones de fermentos figurados comun- mente son virulentas, eontajiosas y miasmáticas. Las enfermedades pútridas, por ejemplo y las venenosas, corresponden á fermentos no figu- rados. Las fiebres zymóticas, las carbunculosas, las puerperales, corres- ponden á las figuradas. En el organismo y en el estado de salud, todos sabemos que existen 68 LECCIONES fermentos, como en el hígado, Ja sangre, los músculos y sabemos tam- bién, que 01 Bernard, ha obtenido la fermentación de la amigdalina por la ermdsina, en el plasma mismo de la sangre y otros autores han hecho esperiencias análogas, con idéntico resultado, por lo tanto, no es posible poner en dúdalas fermentaciones patológicas y la posibilidad de su exis- tencia en el seno de nuestros órganos. La especialidad que tienen las afecciones contagiosas y miasmáticas, en las que el análisis microscópico descubre bacterios y vibriones, demues- tra, que son estos proto-organisraos los que los generan, y que obran por sí mismos, que pueden penetrar formados, según hemos dicho en la an- terior reunión, á través de las paredes de las mucosas, como sucede por ejemplo, con las trichinas. Tenemos también, que al putrificarse las materias orgánicas diversas, dan lugar á los mismos productos, cuando esos proto-organismos existen. Como ejemplo de fermentos patológicos, que no se reproducen en nues- tros órganos, podemos citar los venenos de las viveras y las picaduras de insectos, que se absorven rápidamente, pero cuyo efecto termina en el individuo mismo, es decir, que no se regeneran ó multiplican. Los fermentos que se reproducen, ó que son aptos para ello, desde que se han descubierto los gérmenes atmosféricos que producen algunos de ellos, ya no hay quien los ponga en duda. El número de estos, cada vez se va estendiendo mas y vamos á indicar brevemente, lo que de mas cierto y positivo se sabe sobre algunos. Tenemos miasmas, tomando esta palabra en su sentido mas lato y que pronto definiremos, tenemos miasmas, decíamos que causan enfer- medades virulentas y hay virus que dan lugar á enfermedades miasmá- ticas, como la viruela yla escarlatina. Con los paludismos sucede, que no es posible distinguirlos netamente bajo el campo del microscopio, de manera que, no han podido aun ser filiados y bien reconocidos y hace- mos esta salvedad, por que la antigua división, en efluvios, miasmas y virus: en la actualidad se halla atacada por su base. En prueba de ello, tene- mos que el Br. Bouchardat dice que: el miasma especifico, es un virus desecado hajo forma de polvo y trasmitido por el aire, en vez de ser trasmi- tido por inoculación; y esto pasa, luera de la escarlatina y viruela, con la pústula maligna, según algunos autores, con la podredumbre de hospital, según la mayor parte de ellos y con la peri-neumonia dé los ganados. Entre las enfermedades infecciones debidas á efluvios, tenemos las intermitentes, las fiebres perniciosas, la fiebre amarilla, el cólera, etc., pero, el cólera, la viruela, sarampión, etc. se diseminan también bajo Ja forma de miasmas y se cree que la fiebre amarilla, peste de levante, DE HIGIENE 69 tifus, difteritis, fiebre puerperal, etc, se cree, decía, que viajan bajo la forma de polvos. Como organismos ó fermentos, que no se diseminan y que solo se tras- unten por contagio directo ó inoculación, tenemos la vacuna, la rabia, el muermo, la sífilis, etc, aunque hay notables diferencias entre ellos. Asi, por ejemplo, y dando esto como una esplicacion mecánica del mo- do de obrar de los virus en nuestra economía, diremos, que inoculados desarrollan en el nuevo medio en que se encuentran, una afección igual ala que tenia el sujeto de que provienen. Pero, ¿como obran para de- terminar esta aparición? Sabido es que nuestros tejidos tienen elemen- tos metamorfósicos, 6 de trasformacion y sabido es también, que el Virus, encontrando en esos tejidos las condiciones favorables para su ovolucion, para el ejercitamiento de su acción química, provoca tras- formaciones ó cambios al descomponerse, que dan por resultado la for- jación de un humor igual al que lo ha provocado. Es decir, no hay on esto verdadera reproducción del virus, sino cambio 6 trasformacion de ios elementos existentes en la parte, como lo acredita la pérdida de sus- tancia ó corrosión que se manifiesta y son estas trasformaciones sucesi- vas, óes de esta lepeticion de circunstancias, que depende el desarro- ܰ y la propagación de estos fenómenos patológicos. En efecto, la repetición de un fenómeno cualquiera, hace suponer la reunión de las circunstancias favorables á su eclo- Sl°n ó reproducción. En la acción de las virus, no es posible desconocer, según lo espuesto, fine hay una acción molecular ó atomística sucesiva y progresiva; yá en c°ntacto del aire, yá fuera de su presencia, lo que indudablemente debe a°arrear cambios ó mutaciones en los productos una vez absorvidos que, Sl fueran conocidos, servician para esplicar las manifestaciones proteicas (io estos agentes, en el seno de nuestra economía. Eo nos estendemos mas en estos detalles, porque necesitaríamos para ello> entrar á estudiar la esencialidad de estos factores ó agentes pato- génicos. pues, nuestra esposicion, y dejaremos aquí los fermentos, enores, que mas tarde al tratar de los fenómenos pútridos, hemos da a tocar y como introducción á los mefitismos que estamos estu- jndo, vamos á precisar el valor de algunos términos de los que nos vale- j°3 comunmente. Ko vamos á hacer una falsa gala de erudición, citando definiciones aa§ por infinidad de autores y que podríamos tomar en abundancia de as patologías de Chomel, Hardy y Behier, Bouchut, Moynac, etc. y si 70 LECCIONES tratamos de precisar el valor de cada palabra, es en la convicion de que la confusión con que tropezamos y que se viene formando de tiempo atras en estas cuestiones, proviene de la que existe en los términos de que nos valemos. Comenzaremos definiendo lo que son efluvios, palabra introducida en la ciencia por Lancisi, para designar, sustancias orgánicas alteradas, di- sueltas en el vapor de agua y que se encuentran suspendidas en el aire de los sitios pantanosos. Son los efluvios los que dan origen á las fiebres intermitentes, remitentes, continuas, la fiebre amarilla, el cólera, la peste de Levante, etc. Dáseel nombre de emanaciones, á los efluvios de los cuerpos que no se manifiestan en un estado de descomposición y que toman el nombre de exhalación, cuando su desprendimiento es sensible á la vista. La palabra efluvio, es sinónima de miasma, puesto que en resúmen, esta última espresion sirve para designar los efluvios que ejercen una ac- ción nociva sobre nuestra economía. Los efluvios y miasmas son inapreciables, por lo general, con los pro- cederes tísicos y químicos de investigación ó análisis; se encuentran sin embargo diseminados en el aire y fue en el atmósfera de los pantanos do la America del Sur,queßoussingault los descubrió por primera vez, ó en el vapor de agua y Gigot-Suard, Lancisi y muchos otros, han comprobado después, que son sustancias orgánicas, partículas moleculares, animales ó vegetales y mas ó menos descompuestas, que arrastra el agua ai volati- lizarse y que luego las brisas y ráfagas arrastran. Es por esto que, los tiempos cálidos y húmedos, son favorables á su presencia en el aire } que senos hacen apreciables á nuestros sentidos ya que no á los instrumentos físicos y reactivos. Está, en efecto, perfectamente comprobado por la esperiencia, la observación y esperimentacion, que las aguas corrompidas y las tierras húmedas, en que hay vegetales y animales en descomposi- ción, dan un olor particular que coincide ó que es seguido de un mal estar en los seres que se encuentran inmediatos y de males palúdicos diversos. Por males palúdicos se entienden, los que son producidos por la evolución dé los principios miasmáticos en nuestra economía y que generalmente se manifiestan por accesos febriles, mas ó meaos distanciados entre sí. Definidos va los principales términos de que tenemos que valernos, creemos es llegado >a el momento de abordar el estudio de las cuestio- nes que mas han dividido al mundo médico y que tuvo el incentivo y raro privilegio de interesar hasta los mismos profanos á la ciencia, los que, ála par de los mismos facultativos, se dividieron á su vez en infeccio* nistas y contagionistas. DE HIGIENE 71 De esta oposición, de esta guerra ha venido á resultar, que las cues- tiones relativas i los miasmas y virus, y á las endemias y epidemias, que tanto se han debatido, se encuentran mas complicadas que lo que debe- rían estarlo y es tanto este desacuerdo, que con razón proponen varios epi • demiologistas, borrar cuanto hay al respecto y dar nuevas bases á esas cuestiones. Perones faltaría tiempo para ello hoy y antes que cortar las ideas debe- mos preferir dejarlo parala próxima reunión. pe LA INFECCION Y DEL CONTAGIO Señóles: Dijimos en la anterior reunión, que habia un desacuerdo completo entre los patologistas é higienistas, sobre lo que debia entenderse por infección y por contagio y que ese desacuerdo, por un raro privilegio, habia tenido su repercusión entre los profanos ála ciencia. Aunque la cuestión de la infección y del contagio, pertenece de dere- ho á la Patología General, mas que á ninguno otro ramo de los conoci- mientos humanos, por ese mismo desacuerdo y confusión en las ideas, que han traído las discusiones apasionadas de que han sido objeto, nece- sitamos establecer sólidamente nuestras creencias sobre estos puntos. Esta materia se nos recomienda principalmente, por su grande impor- tancia para la resolución de diversas cuestiones sanitarias y epidemio- lógicas, que mas adelante hemos de encontrar. Ea cuestión de la infección y del contagio, es de aquellas que pare- cían no tendrían jamás una solución científica, ni razonable siquiera, porque es en sí , una cuestión compleja—porque, bajo una misma deno- minación, se le ha hecho abrazar hechos muy distintos y mas que nada tal vez, por haberse vuelto cuestión, en que el vulgo, los profanos á las ciencias me'dicas, creyendo eran cuestiones de mera filosofía ó de mero LECCIONES sentido común, han tomado una gran participación. En efecto, con su criterio, si puede ser criterio el limitadísimo do la lógica metafísica, cuando son los hechos los que tienen la palabra, no han hecho con ése criterio deciamos, sino enconar los ánimos, é impedir en resúmen, que la obser- vación y la esperieucia, columnas de la ciencia hipocrática, pudieran entenderse ante el santuario de la ciencia y así, contribuir al bien de la sociedad y de los pueblos, que aun esperan la última palabra de ese enredo, de esa cuestión tan capital para su salud y para pre- caverse en conformidad, según los sanos principios de la ciencia. Y esperan esa palabra, con tanta mayor impaciencia, cuanto que de ella depende en gran parte, las trabas, á veces inútiles y hasta vejato- rias, que se imponen al comercio, á la industria, á la navegación y á las corrientes humanas. De esta cuestión depende en gran parte, que el médico, sacerdote de la humanidad, permanezca y cuide á los que yacen en el lecho del dolor, ó abandone pusilánime al enfermo en la hora aciaga déla prueba; que el hijo huya del padre, óde la madre tendida en el lecho por un mal, contraído en cumplimiento, tal vez, d© un debel- ante un apestado, ó que el padre y la madre, por un egoísmo sórdido, abandonen á sus hijos en esos momentos de angustia, de dura prueba, de terror y de luto de las poblaciones, en que cada uno tiene en sus labios, la frase de los grandes conflictos, oataclimos y desórdenes, el sálvese el que pueda. Pero dejemos ese fecundo tema de moral, muy fecundo sin ninguna duda, pero, que nos alejaría de nuestro camino y veamos de espoaer con la posible claridad las ideas que, dados nuestros conocimientos, hemos encontrado como espresion simpática con ellos, de los adelantos de la ciencia. Aunque es de rigorosa práctica jurídica, comenzar, en toda cuestión litigiosa, por precisar los términos para evitar divagaciones y torcidas in- terpretaciones-no podemos esto hacerlo con el camino que nos hemos trazado en esta cuestión, por que vamos precisamente, en procura del verdadero significado délos hechos y de las palabras con que los represen- tamos. Tenemos antes que eliminar pues, ó depurar las definiciones propuestas, de la demasiada estension que se les da y en las que se com- prenden, enfermedades en que indebidamente se supone existir contagio ó se supone existir infección, sin existir una ni otra cosa. Esto, como he dicho, es un efecto de la confusión que ha traído en la materia, la intervención de los profanos ála ciencia. Como necesitamos sin embargo, partir de un dato ó definición, buena ó mala, aceptaremos por lo pronto, la definición mas vulgar, el sentido mas lato que á lapa- DE HIGIENE 73 labra contagio se le puede dar, cual es, el de espresar el hecho de la tras- misión de un mal de un enfermo áun individuo sano, por contacto y esta condiciones esencial, pues contagium viene de contíngere, tocar. Para hacer esta esplicacion mas evidente, pongamos dos ejemplos: es- tando un individuo con viruela, va otro á visitarlo, entra al aposento en que se encuentra, pero se sitúa á tres varas, ó cuatro de distancia y un momento después se retira—pero á los pocos dias sin haber estado con otro enfermo, se le declara la viruela á su vez.—otro ejemplo, lo po- demos tomar, del hecho harto frecuente del contacto impuro de un hom- bre con una muger afectada de placas mucosas, ó que tiene un chancro y que, á los pocos dias se le manifiestan los fenómenos de sífilis primi- tiva, la aparición de un chancro análogo al que tenia la muger y que hace su camino hasta identificarse con el que tenia la impura. En estos dos ejemplos, tenemos ya dos modos de participación ó repro- ducción del mal; en el primer ejemplo, laenfermedad se ha reproducido en otro individuo, por el intermedio del medio ambiente y en el otro, es por contacto inmediato. Estos hechos todos los contagionistas los repu- tan como de contagio ó sea de comunicación directa <5 indirecta. Pero tenemos que un individuo intoxicado por el veneno de una vive- ra, no comunica jamás su mal á otro individuo. El veneno de la vívora, elaboración fisiológica y específica de un animal, que ha determinado un acto patológico en un individuo, después de determinar los accidentes que acostumbra, es eliminado por las vías de secreción y su acción en el individuo, es proporcional á su virulencia. Pero, ningún humor del in- dividuo envenenado por el virus de la vívora, es capaz de producir en otro individuo los fenómenos que en él se han desplegado ante nuestros ojos. Pero, no sucede así con la sífilis, como acabamos de ver y á la par de la sífilis, tenemos la vacuna, tenemos el virus varió- lico, que siempre se reproducen yel virus rábico ó rabífico que se en- cuentra en las mismas circunstancias que el de la vívora—lo mismo pasa también con todos los envenenamientos, que ocasionan lesiones compa- radas y consideradas, con sobrada razón, como traumatismos internos y fine á menos de ocasionar desórdenes incompatibles con la vida, se van lentamente desprendiendo ó eliminando del organismo, por las vias secretorias. Junto á estos envenenamientos, consideremos lo que pasa con la vi- ruela para hacer resaltar los contrastes, entre ella y los otros ejemplos y tejimos la viruela, en este caso, como prototipo de las enfermedades contagiosas. El virus de la viruela trasmite siempre la viruela, cualquiera que sea 74 LECCIONES ]a dosis que se inocule ylo que es mas, siempre con su cortejo también sintomatológico y multiplicando hasta el infinito, las proporciones del principio mórbido y contagioso. Con este carácter, ó particularidad, que encontramos en la evolución en el organismo del principio, ó virus variólico, creemos tener uno de los signos, ó caracteres que nos deben siempre presentar las en- fermedades contagiosas, la regeneración, reproducción y multiplicación del elemento trasmisible. Carácter ó particularidad, que no hemos ha- llado en los venenos, ni en los virus de las vívoras, que determinan cambios moleculares, alteraciones en el organismo, pero que no reproducen el agente primero, que lo anonadan y cuya presencia en el círculo sanguí- neo, se deduce por los fenómenos que produce, que se asemejan á la acción de presencia de algunas sustancias químicas yde algunos fermentos, como indicamos en la reunión anterior. Antes de proseguir buscando los términos de nuestra definición y por lo que, á mano se viene, vamos á ver si debemos eliminar ó no, algo que en el lenguaje vulgar se confunde con el contagio. ¿Hay un conta- gio nervioso? Los ejemplos que se aducen, nos hacen rechazar tal creencia, porque no son contagios propiamente dichos, son imitaciones ó son impresiones morales, que determinan impulsos irresistibles, en seres nerviosos ó impresionables. En el número de los males de contagio nervioso, se nos presenta el corea epidémico, las convulsiones históricas de las Ursulinas de Luodun, las de S. Medardo y las de la tumba del diácono París, los efec- tos del magnetismo animal, etc. En todos estos casos y en otros mu- chos análogos, lo que se vé, es la mímica, es la acción refleja de las impre- siones morales que toman un impulso, una actividad irresistible por la acción nerviosa, pero no es un contagio, según el sentido que se le dá generalmente á esta palabra. Eliminemos pues, las impresiones intelectuales ~ó morales, aunque reconozcamos como exacto, que un loco, por ejemplo, hace ciento, pero eso no es por contagio, sino por imitación. Encontramos también en esta vía, la heredad que nos cruza el camino y creemos, deber eliminarla ó rechazarla también, porque aun en el sentido vulgar, se le considera, como un caso particular de infección, consecuencia, si se quiere, de un contagio anterior, pero no contagio en sí; esto es lo que se llama una diátesis, ó enfermedad diatésica. Cuando un padre sifilítico engendra un hijo, sifilítico también, crea, da onjen á un ser con la enfermedad; hay en tal caso trasmisión de la sífilis, coetánea con la generación, el feto no la ha recibido, sino que ha DE HIGIENE 75 nacido con él y esto es distinto de la trasmisión de una enfermedad contagiosa; por entendido, que en este caso, se supone que ni ha presen- tado, ni presenta la madre indicios, manifestaciones y vestigios de la lúe venérea. Habría contagio, si en el curso de la gestación se trasmitiera á la madre una lúe y el feto se impregnara, ó se contaminara; seria caso de contagio también, si teniéndola madre accidentes sifilíticos en los geni- tales, se los trasmitiera al hijo, por inoculación, en el momento del par- to, en el pasaje ó tránsito de este por el conducto vagiuo-vulvar. Ta que hemos tocado un caso de infección, veamos de distinguirla del contagio, dejando áun lado por supuesto, las diferencias que se encuentran enunciadas en la mayor parte de las obras. No es fácil, sin duda alguna, separar la infección del contagio, á causa precisamente de la confusión en las ideas existentes, resultado de cuanto hemos hecho mención. Tal vez que con un ejemplo, consigamos hacer resaltar la diferencia que existe en uno y otro término. Supon- gamos un ejército, atravesando una selva virgen de las de nuestro país, ó un bosque, como los de Tucuraan, el Chaco y Paraguay, en que reinan habitualmente 6 de un modo endémico las fiebres intermitentes, por los efluvios ó miasmas que de su suelo se elevan —supongamos que un nú- mero cualquiera de esos soldados, son atacados áun mismo tiempo de chucho ó fiebre intermitente. La enfermedad adquirida en este caso, decimos y dicen convenida- mente los autores, queesuua enfermedad infecciosa. Alejado el ejército de ese paraje, la enfermedad no cunde, no se trasmite ó comunica de los enfermos á los sanos, por mas que los enfermos continúen sufrien- do los ataques, anómalos, cuotidianos, terciarios ó del tipo que quiera suponerse, el hecho es, que la enfermedad, pasado el bosque no se pro- paga, no ataca á un número mayor de individuos. Aunque es avanzarnos demasiado tal vez, pero no es dable que vamos dejando se desprendan palabra por palabra los términos, que debemos hallar en nuestra definición, y por lo tanto y consiguientemente con cuanto llevamos espuesto, solo decimos que hay contagio; cuando se trasmite á un individuo sano de otro enfermo, un gérmen mórbido, una entidad patológica, capaz de determinar en el individuo sano, la misma enfermedad que tenia el sujeto de que proviene. ¿Debemor considerar las enfermedades parasitarias como contagiosas? Las opiniones ó pareceres de los hombres de la ciencia se encuentran muy divididas sobre este particular, Anglada, Trousseau, Bazin, Har- dy, Motard, Eobin y otros, hacen una clase aparte de estas afecciones, pero Gallard y otros muchos, que escuso nombrar, se resisten á ello. LECCIONES Ala verdad, aun que me quede con la opinión de los primeros y aun- que considero que esta es la única trasmisión posible de una enfermedad de un individuo á otro, puesto que para todas las demas, se requiere una elaboración ó proceso de descomposición en la economía (me refiero á los males infecciosos y contagiosos) y para los pasasitarios, lo único que se requiere, es la multiplicación de los organismos, á pesar de eso, no he hallado, debo declarar, razones bastante poderosas, para considerar las enfermedades parasitarias como verdaderos contagios, según la acep- ción que le dan á esta palabra algunos partidarios. Las enfermeda- des parasitarias son trasmisibles, en todo el rigor de la palabra, y esto es muy cierto, pero la trasmisión se opera por un ser que se mul- tiplica en el organismo, dentro ó fuera, ser tangible en verdad, pero que no obra como los fermentos solubles ó no figurados, sino como los proto- organismos, que se multipliquen por proliferación. Pero, antes de proseguir conviene nos entendamos respecto á la pa- labra trasmisión, que viene de trasmitir y que en el vocabulario jurídico, de donde ha sido tomada, significa ceder ó traspasar á otro lo que se posee. Esto, como Yds. comprenden, jamas sucede con las enfermeda- des y el uso del vocablo tiene el inconveniente de inducir al error, por cuanto hace suponer, la existencia de un hecho, que no exista; solo vio- lentando su significado, ó usando del privilegio que tienen los pintores y poetas, se puede permitir, como figura retórica, como metáfora su uso en estas cuestiones etiológicas. Un enfermo jamás trasmite á otro su enfermedad, á menos que se su- ponga, que esto tiene lugar, cuando un individuo, en quien termina la evolución de su mal, contagia á otro; ó mas propiamente, cuando por un conjunto de coincidencias, se enferma una persona que se hallaba in- mediata 6 mediata á otra, que estaba con un mal de los llamados conta- giosos. Tal vez, diremos por ahora, un sujeto enfermo cede á otro que está sano (pero no voluntariamente) elementos que reproducen en él una enfermedad igual, pero, esta cesión no lo deja á él libre, no le quita su padecimiento. Ni los verbos ceder, traspasar y trasmitir espresan, bien la realidad de lo que sucede, pues, fuera de lo dicho, tenemos que la en- fermedad es una abstracción, que representa un estado y es por esto que en rigor, podemos decir, que no hay enfermedades sino individuos enfer- mos, como lo proclaman todos los patologistas y los clínicos; fuera del en- fermo, no hay enfermedad, pues esta es un estado, como lo es la salud, según cuanto hemos espuesto. Para que hubiera pues, cesión, traspaso ó trasmi- sión, sería necesario que la enfermedad fuera una entidad existente por sí. Mas tarde, al hacer una crítica de estas ideas, que será, cuando nos DE HIGIENE 77 ocupemos de las cuarentenas, hemos de volver sobre este punto; pero conste, que al usar de la palabra trasmisión, lo hacemos para significar que las emanaciones de un enfermo, provocan en un individuo sano, fenómenos semejantes ó iguales á los que tenia la persona de quien provienen. Continuando ahora nuestra esposicion, diremos también, que hay una cierta repugnancia en decir, que un individuo, que se ha llenado de piojos, piques, ladillas ó pulgas, las ha adquirido por contagio y sin embargo, puede una persona hallarse plagada, como vulgarmente se dice, de esos animalillos; lo mismo pasa con la; fuchinas, los equinococos, etc., yya sea por causa del hábito, ú otra cualquiera razón, se dice que una persona está infestada, que se ha infeccionado, por contajio. Ademas, por lo que dijimos al tratar de las fermentaciones, tenemos que el cuadro de las enfermedades parasitarias, por los modernos descu- brimientos, hechos con el microscopio, se ha estendido inmensamente y tiende aun á estenderse mas y tal vez que llegue un momento, en que las enfermedades contagiosas, desaparezcan de lo cuadros nosológicos para constituir la clase, por muchos autores aceptada ya, de las enfer- medades parasitarias. Por lo menos, el mayor número de las enferme- dades que eran antes consideradas como contagiosas, como la sarna, la tiña, el íavus, pórrigo, mentagra etc., solo deben su contigiosidad ó trasraisibilidad, á la presencia de pequeños organismos, de parásitos. Entre tanto pues, solo consideraremos como contagiosas, aquellas en- fermedades que se trasmiten ó comunican, de un enfermo á un individuo sano, por medio de principicios mórbidos, de esencia no conocida, que se ha desarrollado en un individuo enfermo. Podríamos tal vez agre- gar, que esos piáncipios mórbidos, de oríjen no conocido, son el pro- ducto de una elaboración mórbida específica, pero tememos adelantarnos al decirlo, á lo que no está aun demostrado y en Higiene, como en Medicina-legal, es necesario no sobrepasarse, Señores, es necesario ir con el paso que marca la verdad, decir únicamente lo que está demos- trado, dejando para otro momento los hipótesis, teorías y doctrinas. Todas las definiciones que han dado los me'dicos que se han ocupado de estas cuestiones, y raro es el que no les ha pagado su tributo, difieren muy poco en el fondo y según lo que hemos espuesto y las defini- ciones dadas por Hardy y Behier, Bouillaud, Grallard, etc., en resúmen podemos decir, que es para ellos el contagio', el acto por el cual, una enfermedad determinada, se comunica de un individuo atacado á un individuo sano, por medio de un contacto inmediato ó mediato', pero es condición, sine qua non, que la dicha enfermedad esté constituida por 78 LECCIONES principios mórbidos, que se desarrollen ó multipliquen en el organismo enfermo. Esto nos conduce á tratar directamente de las condiciones del conta- gio y podemos preguntarnos desde luego ¿qué debe entenderse por principio contagioso? Desde que en 1834 el estudiante corso Eenucei descubrió el acarus de la sarna; desde que Eobin halló el oidium albieans en el muguete Graby y Bazin el iricophyton tonsurans etc, etc, se sabe que el conta- gio, ó mas propiamente, la propagación de estas enfermedades, es debida á parásitos, como acabamos de decir y por las razones espuestas, las separamos del litigio. Pero en la viruela, la sífilis y muchas otras enfermedades, no pasan las cosas del mismo modo y el principio contagioso, toma el nombre de miasma ó efluvio y el de virus, según los casos ó enfermedades. Cuando diversos humores, como el pus, la serocidad, el mucus ó la sangre, en que el análisis no halla proto-organismos, parásitos ó fermen- tos animados, son los que trasmiten la enfermedad, estonces suponemos en ellos un principio específico á que damos el nombre de virus. Serian los virus, según esto pues, principios desconocidos en su esencia é inacce- sibles á nuestros sentidos, pero inherentes á algunos de los humores anima- les y susceptibles de trasmitir la enfermedad que los ha producido. La composición química de los principios virulentos, es respectivamente idéntica, con los que no tienen el carácter virulento y es solo por sus efectos en el organismo y por las manifestaciones que le acompañan que podemos distinguirlos. Entre los mismos humores virulentos, hallamos que, aunque no se puedan distinguir por sus caractéres físicos, ni quí- micos, hay especificidad entre ellos; esto es, el que produce la viruela no es idéntico al que produce la vacuna y uno y otro, inculados produ- cen siempre, respectivamente, las mismas entidades mórbidas, la virue- la el uno, la vacuna el otro. Los virus se nos presentan comunmente al estado líquido, pero este estado, no es inseparable de su modo de acción, pues aun en el estado sólido, pueden conservar y conservan por tiempo indefinible, su activi- dad. Todo humor virulento, consta de una parte líquida y otra sólida; la parte líquida, es serosa ó suero y la parte sólida son glóbulos, gra- nulaciones moleculares ó fermentos y es en ellos que residen las pro- piedades virulentas, como lo han demostrado los esparimentos de Hun- t@r sobre la sífilis, de Chaveau sobro diversas enfermedades, diluyendo los virus y como lo han demostrado también los esperimentos de Eiselt, condensando las emanaciones de individuos afectados de males virulen- DE HIGIENE 79 tos. Siendo los virus elementos sólidos en disolución ó suspensión en los líquidos, ó humores y aun en el aire confinado, no se necesita para esplicar los contagios recurrir á virus gaseosos ó volátiles que no exis- ten, ó cuya existencia no se puede demostrar por ninguno de los me- dios de que disponemos. La división posible de los virus, en fijos y volátiles, proviene de la observación, que no todos pueden ser traspor- tados por la atmósfera, pero podemos avanzar, que su presencia ó su cantidad en el aire, esta en una proporción, no determinada aun, con su estado bigrométrico, puesto, que solo pueden existir, que solo existen, al estado de suspensión en el vapor acuoso. Los venenos y los virus, diremos, haciendo un paralelo, son productos distintos; los venenos producen intoxicaciones estériles, sin mas conse- cuencia patológica, que para los mismos atacados, en los que, su acción se limita y los virus, pueden llamarse fecundos por el contrario y esto, por la proliferación de sus elementos. Los virus, pueden conservarse por de- secación y esto esplica lo que pasa con muchos de nuestros cueros, de animales muertos por enfermedades carbuncosas (grano malo) que al es- traerlos, suelen determinar algunas inoculaciones yen Europa al ser be- neficiados, suelen esos polvos ó gérmenes, inocularse por cualquier «frac- ción ó grieta; esto mismo pasa en las exhumaciones de los cadáveres de viruelentos, esto pasa también con muchos miasmas. Hay una particularidad digna de ser anotada y es que los elementos sépticos ó tíficos, parecen tener una intensidad mayor de acción, cuando comienzan los fenómenos de descomposición cadavérica y como muchos consideran esos principios ó elementos, como virulentos, debe- mos agregar, que la putrefacción los destruye 6 dan lugar á oíros, como pasa con los virus cadavéricos y los miasmas productos de la putrefac- ción. Conviene recordar también, que en los hechos de trasmisión de los males, ó de contaminación, hay ciertas particularidades inesplicables y es para disfrazar, ú ocultar esto, que se han inventado paí abras tales como la receptividad, la inmunidad, la predisposición, la svsceptivilidad local y general, la idiosincrasia y particularidades de raza, edad, de sexo, etc., que son hechos reales y ciertos, adquiridos en la ciencia por multitud de observaciones y esperiencias, pero que son palabras ó tér- minos, de valor convencional, que solo sirven para ocultar nuestra ignorancia, la falta de esplicacion que tienen esos hechos, que aparecen, cubiertos así con velos misteriosos. Cuatro palabras ahora sobre la trasmisión del contagio. Según los partidarios del contajio, la trasmisión del principio, puede 80 LECCIONES operarse, ó por inoculación, ó por contacto intn diato ó mediato. Se dice que hay inoculación,toda vez que se introduce un principio contagioso por una herida ó picadura voluntaria ó incidental 6 bien por insectos ó instrumentos. La trasmisión de una enfermedad, por contacto inmediato, sin inocu- lación ó siu efraocdon, como dice Eicord, tienen su ti po, como ya hemos indicado, en los males ] que se trasmiten por gérmenes y son los que tienen por causas determinantes, parásitos vejetales ó animales. El contagio mediato, es la trasmisión del contagium ó elemento provo- cador del mal, á distancia, según los partidarios contagionistas. El contagio por parásitos, el por inoculación, el que puede ir en la, curaciones ó los vestidos, no ofrecen ninguna repugnancia al espíritu diremos así, para ser admitidos, porque los hechos que se suceden ante nuestros mismos ojos, lo comprueban de un modo evidente, pero, cuando hay que hacer intervenir polvos virulentos, como factores y el aire atmosférico, entonces ya comienza la controversia, la discusión con las ideas absolutistas de los autores y se requiere para su admisión las posesión de las ideas que hemos consignado, la posibilidad de la exis- tencia de un principio material, patogenético, contenido en el vapor aquoso del atmósfera. La trasmisión del contagium ó principio morboso, por objetos tales, como armas envenenadas, escalpelos anatómicos, cueros carbunculosos, los objetos de curación etc. no son hechos raros, ni escasos en la ciencia y esto es aceptado por todos. La trasmisión de ese mismo contagium, por las personas, fuera de los hechos citados por un grau número de patologistas é higienistas, que acusan á los mismos médicos y practi- cantes de ser los importadores en sus ropas é instrumentos - sin ser un optimista, (como califican al Señor Lister) óun visionario, que en todas partes vé gérmenes ó elementos epidémicos, ála verdad, no podemos menos de decir que el hecho es positle, pero faltan pruebas bastante concluyentes, por lo que suspendemos por ahora nueitro juicio aunque lo observado últimamente en nuestro Hospital de hombres, con la podredumbre é infección purulenta viene en confir- mación de las ideas del Señor Lister, á la par que muchos otros casos de trasmisión de [ enfermedades, tales como viruela, sarampión, etc. en puntos en que dichos males no existían y que siempre coinciden en su historia cronológica con la importación por alguno, de los indicados me- dios y principalmente y por esclusion, las ropas de los médicos. En el estudio algo analítico que hacemos de estas cuestiones, no podemos pasar en silencio, que es respecto á la trasmisión del prin- DE HIGIENE 81 eipio contagioso por el aire atmosférico,'que los infeccionistas y conta- gionistas se encuentran mas divididos y que es, á mi juicio, por una simple cuestic n ó accidente de detalle, sucede que esto, para los infec- ciooistas, es porque hay focos de exhalaciones ó emanaciones que los males cunden yparaloscontagionistas, lo que hay, es que los principios morbífi- cos yolitean en el aire y van directamente del enfermo al sano. Interesa saber, para huir de sus susceptibilidades y avanzar en la historia que ha- cemos, si los gérmenes virulentos han sido comprobados en el aire. Fuera de los hechos que hemos ya recordado de Eeveil, de Eiselt de Praga, tenemos los de Aubray en 1864 y de Tardieu en 1870 en la sala Sarita Martina en el Hotel Dieu; tenemos los hechos observados por el Señor Salisbury en Norte-América y por Semí, en los cementerios de Italia y por muchos otros en las Lagunas Pontinas. Tenemos ademas de todo esto los hechos clínicos, por mas que como decía Hipócrates, la esperien~ da sea engañosa, pero todo reunido, autoriza á pronunciarse en esta cuestión; a pesar pues del ningún resultado de los análisis químicos y microscópicos, debemos admitir que el aire de las salas y hospitales in- festados de males contagiosos, contiene polvos orgánicos, virulentos, ó miasmáticos,[así como los cementerios y pantanos, polvos, capaces de fijar- se sobre las paredes, como sóbrelas ropas y ser el punto de partida del contagio, de la contaminación. ¿ Es capaz el aire de trasmitir esos principios á distancia? Las enfermedades efluviosas, miasmáticas y palúdicas, esplican sufi- cientemente los hechos y sabemos que es'tos agentes trasportados por las corrientes aéreas, son los que llevan los gérmenes de los centros indica- dos ó focos, á los puntos inmediatos. Los ejemplos do esto son tan conocidos, son tan abundantes y son tan conformes con la razón y la ciencia, que hacen escusado nos demoremos en ello. Por esto mismo, cualquier obstáculo que se opone á esas corrientes aereas, cargadas de miasmas, se convierte en medida profiláctica como hicieron en remotos tiempos en Agrigento. Por lo demas, el pretendido contacto mediato de los contagionistas, no existe en rigor, el contacto es siempre inmediato y es un artificio ó recur- sos ilegal, el hacer valer un contacto mediato ó á la distancia y quererlo hacer valer sobre todo, para esplicar hechos que tienen su mas clara Aplicación con la evolución de los elementos, que los aires y las aguas in- troducen en nuestra economia y que dan origen á un proceso fermenta- tivo. En resúmen, el contagio puede operarse por los objetos, por personas 82 LECCIONES por inoculaciones y las que se operan á distancia, ó sea el contagio me- diato, como debido á visiaciones del aire, de las aguas ó alimentos, debe, con mas propiedad, ser considerado como una infección, desprendiéndo- nos al efecto de ideas absolutistas y dando ála palabra infección, un sig- nificado con arreglo á una de sus acepciones que vamos á ver de buscar La palabra infección tiene dos acepciones mui distintas, que han con- tribuido en gran parte á la confusión que ha habido y hay en esta ma- teria; unas veces aparece la infección, como causa y otras veces aparece como efecto y siempre, el mismo vocablo sirve para ambos sentidos. Dábase el nombre en otro tiempo de enfermedades infecciosas, á las que se consideraban debidas ú originadas por la penetración en el orga- nismo de productos que habían sufrido una cierta descomposición pútrida. Esta penetración en el organismo, era reconocida ó estimada por induc- ción ó sea áposteriori. Esos productos podían tener un origen vegetal y las enfermedades por ellos determinadas se designaban con el nombre de infecciones pantanosas ó miasmáticas. Otras veces, se consideraba esas enfermedades, debidas á la penetración en el organismo, de princi- pios animales y eran particularmente designadas entonces con los nom- bres de males ó infecciones sépticas y septicoides. En cuanto al modo como se efectuaba la penetración, tan pronto se su- ponía que era por el aire, ó por la respiración, como la penetración por solución de continuidad, ó sea la infección, por inoculación, ó bien latras- formacion en el seno del organismo de productos escretorios ó escreta- bles, como el pus, la bilis, la úrea de la misma economía ó bien por úl- timo, la penetración de los elementos patogenéticos tenia lugar por las aguas ó los alimentos. En general, la idea mas encarnada en la palabra infección y que aun subsiste en el lenguaje científico, es la de un envenenamiento, cualquie- ra que sea el modo como ha penetrado ese principio en el organismo. Luego, este principio introducido en el organismo, efluvio, miasma, virus ó veneno, obra por su calidad y no por su cantidad, produciendo una me- tamorfosis en el torrente circulatorio y consiguientemente en toda la constitución. No es de otro modo, á la verdad como se desarrollan en nuestra econo- mía las enfermedades efluviosas ó miasmáticas, las intermitentes, las pes- tes, los tifus, la septicemia, infección purulenta y enfermedades virulen- tas, las zoonosis que se trasmiten de los animales al hombre y vice versa y tal es la acción también de los venenos absorvidos. Como se vé por esta enumeración, el cuadro que comprenden estas enfermedades encier- ra los grande flagelos, los males que atacan áun gran número de seres DE HIGIENE 83 humanos ala vez y que son trasmisibles por inoculación, la mayor parte y por infección ó contagio. Estas enfermedades, tienden los autores en la actualidad, como ya he dicho, á considerarlas como fermentaciones y con ello y con la esperi- mentacion, va desapareciendo la cuestión de la infección y del contagio del terreno de la patología, pero ásu vez y por los trabajos de los micros- copistas, va naciendo la patalogia animada 6 parasitaria. Impropiamente nos hemos estado valiendo, en algunas circunstancias de la palabi'a trasmisión, hablando de los males virulentos, infecciosos y eontajiosos, pero queda al buen sentido de Yds. y á sus conocimientos patológicos el quitará esta palabra lo que tiene de impropio; en efecto Yds. saben muy bien que las enfermedades no son entendidas, no son cosas y por lo tanto no pueden trasmitirse como ya hemos indicado. Las enfermedades son abstracciones que hacemos ante el conjunto de anormalidades ó fenómenos que nos ofrecen los individuos enfermos. Todo lo que un enfermo puede participar voluntario ó involuntaria- mente áun sano: son virus, miasmas, principios pútridos ó sépticos, que introducidos en su organismo, por cualquier via, se multiplican en él y por su especificidad, por la especialidad que les es propia, desarrollan en él, tras un periodo de incubación la misma enfermedad que aquel tenia. Según esto, que es lo mas racional y científico, el periodo de incubación no es una invención esplicativa, es una suposición racional, y científica, no es un periodo estéril, ni pasivo, ni negativo del agente específico, sino el intérvalo necesario para que ejercite su poder fermentescible, parala proliferación de los organismos ó productos, cuya acción, una vez que han llegado á su madurez, á su desenvolvimiento ó invasión en la econo- mía, es la aparición de un mal idéntico al que tenia el individuo de que partió el agente primero. Esta es la esposicion exacta de las opiniones de los infeccio- nistas. La ideade considerar las enfermedades como fermentaciones internas, hacemucho tiempo que existe en la ciencia, como Yds. saben, VanlTel. mont, pensaba que las reacciones químicas ó los fermentos, como él mis- mo los llamaba, presidian los actos fisiológicos y patológicos de la eco- nomía y que eran esos fermentos, introducidos en el organismo, los que f-urbaban é irritaban el arqueo principal. Hoy, la doctrina está depurada de todo lo que la' observación y la ospiriencia no han evidenciado y desde los trabajos deßouillaud, Pasteur Hobin, Coze, Eelzt, Cagnard, Devaine, etc. es la única doctrina cien- tífica que hay sobre la génesis de estos males trasmisibles. 84 LECCIONES Podemos hoy decir, gracias á los trabajos hechos en estos últimos años que en las enfermedades infecciosas, la sangre se halla alterada en su constitución primitivamente y que es esta, la que lleva por todo el orga- nismo los productos anómalos, que estudiados, en cuanto á su etiología son debidos á la penetración en el organismo de principios diversos, pero que todos se multiplican ó proliferan en él, en una palabra, la patología animada, fermentos ó gérmenes amorfos son las causas de los males epidemiales, que circulan por el torrente sanguíneo pues esos pi’oduc- tos anómalos ú organismos diversos, que se multiplican ó reproducen, son fermentos figurados ó animados, son seres microscópicos. No caeremos por cierto en el error de pretender, que todas las afeccio- nes cuya naturaleza nos escapa, sean enfermedades parasitarias, pero te- nemos confianza y abrigamos la convicción, de que los estudios microscó- picos, que con tanta emulación y empeño se llevan á cabo, continuarán despejando las incógnitas, que las enfermedades epidemiables nos pre- sentan y darán nuevo apoyo á la doctrina, de la patología animada. Ya en 1846, seducido por esta doctrina, tentó Raspad, restaurar y ar- monizar la patología de Yan Helmonth con los adelantos de la ciencia moderna, pero aun era demasiado temprano, como lo seria aun hoy, pero no deben perderlo de vista, porque ya va dominando la etiología. Las enfermedades debidas á las emanaciones vegeto—animales y vege- tales, un gran número de histologistas las consideran ya parasitarias. En cuanto á las enfermedades infecciosas, verdaderamente virulentas sean ó nozoonóticas, la opinión mas acreditada es de que son parasitarias; en resúmen, las enfermedades que tienen un carácter séptico y tífico, son fermentativas, para sitarías evidentemente y se le aproximan las debidas á emanaciones vegetales y vegeto-animales, asi como las debidas á virus y venenos. DE HIGIENE 85 JnfecclON Y Pont AGIO (Conclusión) MEFITISMO MIASMÁTICO Señoees: Lo que los antiguos designaban y buscaban con los nombres de naturaleza propia, de cualidad oculta yde esencia de las enfermedades, no era otra cosa, que la determinación de los cambios moleculares de la sustancia organizada, que son los puntos de partida de los desórdenes de esta sustancia. La especificidad de las enfermedades, que considero escusado difinir, porque de por sí se define, se reconoce hoy, gracias á los progresos de la histología normal y patológica, por las alteraciones que se encuentran en las necropsias ,en los líquidos y sólidos del organismo. La clínica y la esperimentacion, son los complementos de estos conocimientos y con el concurso de las unas y de los otros de estos estudios, podemos ele- varnos á la causalidad, señalar los procesos antes ocultos, la esencia de las enfermedades, su naturaleza propia, ó cualidades ocultas. Es sobre esta esencia, es sobre esta conquista de los tiempos modernos, que es necesario reformar la nomenclatura, la clasificación y división de los grandes grupos de las enfermedades, que llenan vuestros cuadros no- sográficos y principalmente las que llamamos infecciosas y contagiosas. Las antiguas divisiones de las enfermedades en infecciosas y contagio- sas, en esporádicas, endémicas y epidémicas, etc., porla confusión que han traido en las ideas y al terreno de la patología, no han hecho sino retardar los progresos de las ciencias y por eso, Motard, como Monlau y Eleury, como Levy, entre los higienistas, reconociendo esta influencia, proponen eliminar todas esas divisiones y comenzar á reunir «agruparlos hechos, de un modo nuevo. Chauveaucomo Robín, y con ellos la mayor parte de los microscopistas modernos, se hallarían incli- nados, según resalta de sus ideas también, á agrupar los nuevos hechos, bajo estos tres grupos, parásitos, fermentos y gérmenes amorfos. De los parásitos y fermentos nos hemos ocupado lo suficiente para no volver sobre ellos por ahora, mas tarde, al tratar del parasitismo y 86 LECCIONES de la putrefacción, terminaremos cuanto nos queda por mencionar, al respecto; digamos si, algunos palabras sobre los gérmenes amorfos, que son los virus y los miasmas. Como hemos dicho, los virus, no son en su mayor parte, ni parásitos, ni fermentos, sino granulaciones que hacen parte del protoplasma celular que constituyen y en cuyos puntos se transforman, adquiriendo la viru- lencia. Estas granulaciones son simples elementos anatómicos y no difieren de los de la inflamación ordinaria, por ningún carácter físico, sino por sus cualidades íntimas ó propiedades activas. Según el estado de nuestros conocimientos es imposible distinguir los proto- plasmas que constituyen y especifican cada uno de los virus, por mas que Devaine y los SS. Coze y Eelzt, pretendan lo contrario. En los casos de inoculación virulenta, hay lo que se designa con el nombre de impregnación molecular del organismo y es aun un misterio lo que pasa con el antagonismo que existe entre la vacuna y la viruela, como que es un misterio también, esa impregnación mas ó menos rápida, según diversas circunstancias y que marcha casi siempre, sin detenerse en los órganos, por ios líquidos de la economía, que es en ios que mani- fiesta sus principales estragos, así como en las glándulas. Resumiendo estas ideas, que son las que tienen mayor circulación, el Dr. Lacassagne dice: “En la infección, hay acción de organismos ó proto-organismos fer- “ mentos; es por lo general en la sangre, ó en los líquidos que se pasa la “ escena patológica, la reacción del organismo varía de intensidad y de “ naturaleza. “En el contagio, hay fecundación, es una impregnación molecular á “ que el organismo obedece como pasivamente. Es como dice Cl. “ Bernarcl, una especie de impulso nutritivo que se prosigue toda la “ vida. “ Las enfermedades infecciosas no pueden jamás volverse virulentas, í( son las contagiosas las que pueden acompañarse y complicarse con “ fenómenos sépticos ó infecciosos. Quien dice enfermedad infecciosa “ dice fermentación, quien dice enfermedad contagiosa, dice fecun- “ dación. “En resúmen, vemos las enfermedades infecciosas ó contagiosas ser li consecuencias de parásitos, de una fermentación ó de una fecundación. “Este es el terreno etiológico, en el que, como higienistas, debemos “ colocarnos. Proponemos pues tres grandes clases de enfermedades; “ por parásitos, por fermentos, por simientes. ” Esta última clasificación es la que hemos denominado de acuerdo con DE HIGIENE 87 otros autores, por gérmenes amorfos y quedan así las divisiones en los tres grupos que habíamos antes indicado, de enfermedades debidas á parásitos, á fermentos y á gérmenes amorfos. Eseusado nos parece decir que no estamos de acuerdo con las ideas principales contenidas en los párrafos del Dr. Lacassagne que acabamos de citar. Pero filosofemos ó analizemos por un momento estos elementos para ver lo que hay en su fondo, pues de otra manera no debemos admitir es- tas divisiones y no podremos tampoco, sin estas buena cuenta y razón de los fenómenos que observamos. Ya nos hemos ocupado algo délos virus y así, cuanto voy á decirles, servirá para completar aquellas ideas. La palabra virus, que es latina, significa esencia, veneno, mal olor y fetidez yse aplicaba''en lo antiguo álo que producía enfermedad ó muer- te por envenenamiento. Nysten dice, que el virus es un principio desco- nocido en su naturaleza é inaccesible álos sentidos, que es el agente déla trasmisión de las enfermedades contagiosas, esto es, délas que se trasmiten por contacto inmediato. En la actualidad, se da el nombre de virus, á todo humor patológico que determina el desarrollo de una enfermedad igual á la de que procede depuesto en ciertas i’egiones de nuestra economía y los distinguen délos venenos animales y vegetales, que no se reproducen en nuestro organismo. El virus sifilítico, depuesto en el glande, forma una úlcera idéntica á la de que aquel proviene yse produce humor que tiene propiedades iguales al primero yel veneno animal aunque ocasione la muerte, no se reproduce, ni en la herida, ni en parte alguna de la economía del sujeto mordido ó inoculado y lo mismo acontece con los domas virus y venenos. Los virus son secreciones accidentales especificas y son accidentales por el mero hecho de no ser normales y son los agentes de la trasmisión de los males contagiosos, puesto que son ellos los que provocan el desarro- llo de un mal, que antes no sufría el sujeto inoculado, en virtud de un. principio sui generis, especifico, que contiene ese humor. Este humor según hemos esplicado, obra corroyendo los tejidos y trasformando los elementos histológicos de los órganos y mas tarde se prolonga su acción por efectos sucesivos, basta el torrente circulatorio ó invade diversos ór- ganos y tejidos. Algunos autores y han de encontrar Yds. muchos, consideran los vi- rus como gérmenes yen vez de la esplicacion mecánica y evidente, que hemos dado, atribuyen á la incubación de esos gérmenes, el intervalo de Lempo que media, entre el acto de la inoculación y la aparición de los 88 LECCIONES caracteres específicos con el humor accidental. No habiendo hasta aho- ra demostrado el miscroscópio esos gérmenes en los virus, los rechazamos y rechazamos igualmente la incubación, pues lo uno supone lo otro. En el mismo caso del virus sifilítico, se encuentran todos los virus, en los que, no podemos ver, ni debemos admitir otra cosa, sino que son humores ó productos alterados en su composición elemental por un proceso patoló- gico especial y que generalmente sobrevienen de un modo espontáneo en los humores, tales como el pus blenorrágico, las lágrimas, el moco nasal, la baba, la leche de las madres con arrebatos de cólera ó disgustos pro- fundos, etc, y luego, productos así alterados, tienen los carac- teres de los virus. Los virus pues, no debemos mirarlos en su última espresion, sino como productos accidentales específicos, elaborados por procesos anó- malos y que actúan de la misma manera que los fermentos, determinan- do combinaciones y reacciones nuevas, en los sitios en que se deponen. En tales casos, no hay reproducción, ni multiplicación, ni prolifera- ción y por mas que nos hayamos valido y continuemos empleando estas palabras, deben Yds. comprender, que lo que hay positivamente, son elaboraciones nuevas y múltiples, procesos sucesivos, que llevan el sello, de aquel fermento primero, que modificó las afinidades de aquellas secreciones y las tornó en virulentas. La pretendida incubación, proliferación y reproducción, en tales casos no son, en cuanto á la primera, sino el intervalo de tiempo necesario para que el fermento verifique la metamorfosis de los elementos de los tejidos y son esos elementos metamorfoseados, los que impropiamente decimos proliferados, reproducidos y multiplicados. Hemos dicho que los humores ó secreciones toman la virulencia de un nodo espontáneo y con esto queremos significar, que ese fenómeno se opera en ellos, sin causa apreciable, como la vacuna en las vacas, como la pústula maligna ó carbunco en los animales, cuando no existía ningún otro animal afectado de ese mal y como se produce la hidrofobia en los perros y los gatos, sin que haya nada que autorice á suponer ni incubación, ni inoculación. Como relacionado con las causalidades, sálenos al paso otra cuestión muyjmportante bajo el punto de vista higienice, ó profiláctico; ¿pueden las enfermedades de estos grupos, nacer ó desarrollarse en el organismo espontáneamente? Si esta cuestión tiene una trascendencia que á primera vista se manifiesta, tratándose de la etiología en general de las enfermedades, en la epidemiología y en la higiene internacional ó precaueional, su DE HIGIENE 89 importancia es capital. T aunque no descendamos todaviade las gene- lidades en que nos hallamos, para tratar del génesis de los males que suelen diezmar la humanidad, bajo la forma de flagelos, creo que en tesis general, sin particularizarse con las entidades mórbidas, debemos esponer el estado en que á nuestro juicio se encuentra esta cuestión. Tratando de la espontaneidad en las enfermedades, no podemos menos de citar los trabajos al respecto del Dr. Chauffard, pero aquí, vamos á procurar esponer los argumentos principales, que se han aducido en pro yen contra de esta cuestión, que no se encuentra aun definitiva- mente resuelta en la ciencia. Antes, sin embargo, debemos advertir, que cuando se dice de una enfermedad infecciosa ó contagiosa, que puede nacer espontáneamente, no se pretende que aparezca el mal sin causa en el organismo, como á primer vista pudiera creerse, sino solamente, que puede presentarse sin causa específica, sin principio infeccioso 6 contagioso, como una enfermedad interna cualquiera, cuyos elementos se generarían en el seno de la economía y podrían tomar carácter trasmisible. Los que niegan la espontaneidad, sostienen que las enfermedades infecciosas y contagiosas, requieren un principio específico para manifestarse, ya sea parásito, ya fermento, ya germen amorfo. Uno de los primeros argumentos que se han hecho valer en pro de la espontaniedad es sacado del oríjen primitivo, diremos, del primer caso ocurrido en el mundo, óen una localidad. Las circunstancias, se dice, que concurrieron á su primer aparición, pueden, en cualquier momento, encontrarse reunidas, á menos que se suponga que los pri- meros seres han traido desde la creación los gérmenes ya, de todas las en- fermedades infecciosas, contagiosas y virulentas, que iban á aparecer, en diferentes épocas ó tiempos. Parece que libases en la antigüedad y los modernos partidarios de su doctrina, algo enmendada, admiten que el principio morbífico queda oculto en la naturaleza, en un centro ó foco, de donde hace su irrupción, cuando médian conjuntos da circunstancias favorables para su eclosión y esplosion. La historia epidemiológica yun estudio detenido de las circunstan- cias de los aires, las aguas y lugares, secundado posteriormente por la repetición de los hechos, han venido á quitar todo el valor que tenían estas suposiciones, hijas solamente de la ignorancia en que nos hallába- mos respecto á las causalidades. Diariamente, podemos decir, vemos ahora, nacer cada una de las enfermedades infecciosas y contagiosas y podemos predecir, estudiando las insalubridades que la higiene señala 90 LECCIONES cuales serán los males que se originaran de las trasgresiones de los sanos preceptos que ella recomienda. Si esto, no es ostensivo a todos los males infecciosos y contagiosos, á todos los melitismos, es evidente ya para el mayor número de ellos. Así, Bouley asegura que se puede producir el muermo á voluntad; la rábia aparece en la raza canina por la reunión de la sequedad y del calor. Los partidarios de la espontaneidad pues, se remontan á la primera aparición de un mal trasmisible, á su punto de partida inmediato y ne- cesario y reconociendo, que los males no se hallan en estado embriona- rio ó de germen en los seres, sino que nacen por una reunión de condi- ciones ó circunstancias misteriosas, 6no conocidas aun, aceptan esto mismo en la etiología de los males epidemiables. ¿No suele ser súbita y espontánea la aparición de la toz convulsa, difteria, grippe, disenterías, tifus y diarreas? ¿No suelen aparecer sin importación, ni causa apreciable, la viruela, escarlatina y sarampión y con un radio inmenso de acción? ¿No se han visto en estos últimos tiempos aparecer focos de cólera mórbus, en puntos distintos y distantes del delta del Ganges, de Jes- sora, ect? ¿No vérnosla peste bubónica, que parecía borrada de los cuadros no- sológicos, abandonando su antigua cuna, el delta del Nilo, aparecer en la Cyrenaica, Asyria ó Irak-Arabia? ¿N o se han reconocido también focos diseminados parala fiebre ama- rilla? En los puntos en que dicho mal se vuelve endémico ¿no conserva su contumaz trasmisibilidad? Toda remoción de terreno virgen, abundante en humus ó mantillo, y ácido ulraico ¿no da por producto un cólera invasor, cuando el laboreo es en grande escala? Se nos podría decir que los parásitos, fermentos y gérmenes amorfos encuentran pábulo, condiciones ó elementos análogos á los de sus lechos originarios, en esas circunstancias y localidades, pero esta concesión se- ria el reconocimiento del hecho, de la posible generación espontánea- confirmada ya por los hechos ú observaciones citadas. Ala verdad, Señores, cuando se ve aparecer una epidemia de grippe, de difteria, de viruela, sarampión ó escarlatina, la idea de la esponta- neidad es la primera en ocurrir á la imaginación, en particular cuando no se ha prefijado la atención ó no se han inquirido las condiciones que ro- dearon al caso primero, condiciones de los aires délas aguas y lagares, al mismo tiempo que del trasporte de objetos contumaces. Estos objetos cintura aces, son los que, como Eraeastor indicó por pri- DE HIGIENE 91 mera vez, reciben las exhalaciones de los cuerpos enfermos de males pes- tilenciales. Esas apariciones ó esplosiones epicle'micas de los males indica- dos, vienen, en efecto, de un modo casi súbito, cuando en una localidad y en sus contornos, babia trascurrido mucho tiempo tal vez, sin que se no- tara ningún caso. Esto ála verdad se ha observado, con la grippe, con la difteria, con la viruela, la escarlatina, tifus, etc. ¿Y qué diremos, Señores, de esos casos rarísimos, de fetos atacados de viruela, cuando la madre no la había tenido, ni antes, ni durante su gestación, ni reinaba epidémicamente dicho exantema? ¿qué opinar de los niños que nacen con sífiles constitucional, cuando niel padre ni la madre ofrecen manifestaciones, indicios 6 vestigios? No puliendo negar estos hechos auténticos, limitémonos á consig- narlos sin caer en el ridículo de inventar esplicaciones rebuscadas y que aun así no satisfarían. Sin ninguna duda, que para muchos de estos hechos citados, podríamos encontrar esplicaciones razonables y generales, pero siempre quedarían algunos puntos oscuros y envueltos entre el mis- terio; así dejaremos mas bien que el tiempo, ó los progresos de la cien- cia se encarguen de aclarar su patogenia. Tomemos nota ahora, de otro argumento mas en favor de la espon- tauidead, porque es esta una materia, Señores, que han de tener oca- sión durante su práctica de ver agitar con pasión, por que en las dis- cusiones, se hallan siempre intereses encontrados y por que muchí- simas'veces, la cronología de los casos, se encuentra envuelta entre mi- nuciosos detalles, que hacen desaparecer las relaciones de causa á efecto, que estamos habituados á buscar y á seguir. Vamos á esponer pues, con algunos pormenores, ese segundo argu- mento en pro de la espontaneidad. Como Yds. saben, por mas que la escuela alemana, personificada dig- namente á este respecto por el Señor Virchow y otros histologistas igualmente eminentes y una parte también de la escuela francesa, tan entusiasta siempre por las novedades y los audaces postulados, que tie- nen una verosimilitud, que los hace aparecer como esplicativos de hechos, que caen bajo la razón de un modo inmediato, por mas, decía, que mu- chos pretendan, que es la célula el origen de todo organismo, muchos otros histologistas, que escuso nombrar, aunque son en menor número hoy, tal vez, sostienen una opinión distinta. Debo agregar, que se fundan para ello, en hechos ó principios, en observaciones minuciosas y en espe- rimentos que corroboran y autorizan su contrario parecer. Así, el respetable profesor Eobin, sostiene por ejemplo, que el origen de los gérmenes no es una célula sínó un hlástemo, es decir, un elemento LECCIONES no figurado, una materia homogénea, sin indicios de organización y hasta está persuadido el eminente Profesor, de haber visto nacer de esa masa homogénea, el núcleo ysu nucléolo, es decir, que ha asistido al génesis, á la evolución ó generación espontánea, tal como la habla descrito Du- jardiny como Liebig mas tarde, lo indicó. El Dr. Robín agregaré aun, ha observado esto, no solo en el embrión yen el adulto, sí que tam- bién en los tumores. ¿No es esta, pregunto, la opinión de los principales histologistas y cirujanos sobre la generación en nuestra economía de muchos productos histológicos, ó tumores, cuyos elementos ó células, no se encuentran en nuestros sólidos y líquidos? Ala par delSr. Robin, hemos dicho que podíamos ‘colocar al eminen- te Liebig, para el que también, los virus y los principios inmediatos de los albuminoideos, son cuerpos isómeros, es decir, sustancias orgánicas en un estado particular de alteración y que trasmiten de molécula á molécula su manera de ser particular, es decir, por último, fermentos mórbidos que actúan por fuerza catalítica. Podemos considerar á Pouchet, como el gefe de otra escuela ó secta que tiene en el fondo muchas conexiones con las anteriores. Vds. sa- ben que para este eminente microscopista, las enfermedades infecciosas y contagiosas, son debidas ála presencia en la sangre de infusorios, de bacterios y vibriones y que, no encontrando los gérmenes de estos en el aire, concluyó por aceptar la helerogenia y tras la fermentación espontá- nea, determinada en los líquidos, venía para él, la generación espontánea por microzoarias y micrófitos. ¿No es mas lójico, mas racional y ciéntifico, ála yerdad, admitir esa generación espontanea, es decir, sin previo contagio, que no admitir las contaminaciones á gran distancia y esos trasportes de gérmenes, que torturan los hechos, para ajustarlos á una teoría? ¿No es mas lógico ad- mitir, la evolución espontánea en el organismo, de los elementos pato- genéticos, que no admitir esas incubaciones, durante la mayor parte de la vida, cuando la economía se encuentra, en un incesante estado de asi- milación y desamilacion, de composición y de descomposición? ¿No es es- to mas lógico y natural, diré por último, que el inventar la clase de enfermedades latentes, para esplicar ó conformar las teorías con los he- chos? ¿Deberé agregar que el Profesor Baillon, ha demostrado que la fecun- dación á distancia, de muchas clases de plantas, en que se creía hasta hace poco, no existe y que lo que existe, en realidad, es que las flores» DE HIGIENE 93 que se tenían por hembras, sonó se trasforman, durante su duración ó existencia, en hermafroditas? ¡Y no son los contajios de la viruela y escarlatina á la distancia, lo que esas fecundaciones aereas de las palmas, datileros y pistachos (pistatia vera L.) ! La duda, sola, no resuelta, autoriza suficientemente á mi juicio, nues- tras reserras sobre estos puntos. No podían faltar, en una cuestión que domina en gran parte la pa- togenia de las enfermedades infecciosas y contagiosas y con ellas, á toda la epidemiología, quienes opusieran razones de gran valor científico á es- tos argumentos tan formales. Ala proposición, de que hay enfermedades virulentas y contagiosas que nacen espontáneamente, como el muermo, provocado á voluntad por M. Bouley, se ha contestado, y entre otros por el Señor Chauveau, que el muermo, existia en esos animales al estado cróuico y latente y que en toáoslos casos en que el proceder del Sr Bouley, ha producido resultados, se ha encontrado en las autopsias, que era porque existia el muermo al estado crónico y que en infinidad de casos, el indicado proceder, seguido en animales sanos, no ha determinado ninguna esplosion. En cuanto ála espontaneidad de las fiebres eruptivas, se contesta que una investigación ó pesquiza, no es suficiente para afirmar, que no ha habido contagio; ademas, cuando se sabe que las costras variolosas conservan la virulencia, por tiempo indeterminado, como las semillas que han pasado siglos en los monolitos de Egipto conservan su propiedad germinativa; cuando se sabe, que basta una mínima partícula, una molé- cula pulverulenta trasportada por el aire para determinar la viruela ¿cómo admitir la espontaneidad sin resistencia? Como Yds. saben también, ála teoría del génesis de los elementos fi- gurados en un blástemo, se ha opuesto, como ya hemos indicado, la teo- ría de la célula por la célula; ála formación espontánea de los infusorios se ha contestado por Pasteur, con la preexistencia de los gérmenes en el aire yen los líquidos, demostrados de un modo esperimental. Por último, jamas asistimos á la aparición de una enfermedad virulenta, sin una causa productriz como lo acreditan la esperiencia y la observación yen los casos rarísimos, que se presentan como espontáneos, no se toma en cuenta la diseminación y difusión de los gérmenes y ¿como han de tener esa virtud unos virus y otros no? En fin, señores, mi opinión es, que se ha abusado de nuestra ignorancia respecto á las circunstancias que rodean los casos pretendidos de espon- taneidad; su causa verdadera, tal vez se nos escapa, pero, á medida que 94 LECCIONES la ciencia avance, se irá despejando el horizonte; entre tanto, debo decir que encuentro tan sólidos los argumentos en pro, como los en contra de la espontaneidad. Lo único que queda en pié, según nuestra opi- nión, es que, en un momento dado, pueden en distintos puntos y en líneas isotermas, por ejemplo, hallarse reunidas las circunstancias que determinaron la eclosión por vez primera, de un mal epidémico, en loca- lidades diferentes. Tenemos también en favor de esta tesis, que toda vez que no se cum- plen los preceptos higiénicos y humanitarios en los campos de batalla, verhi gratia, no tardan en aparecer las disenterias y los tifus; lo mismo que, cuando hay hacinamiento en parages confinados; tifus y disenterias que luego toman un carácter contagioso, propagándose á grandes distan- cias ylo que pasa con estas enfermedades, se ha observado también con el cólera, producido por la remoe ion de suelos vírgenes, como sucedió en la guerra del Paraguay y en la construcción del ferro-carril á Tucu- raan y como sucede, toda vez que se remueven los terrenos humíferos, ricos en mantillo y en ácido úlmico y que como las disenterías y las tifus, toman luego un carácter invasor, si encuentran circunstancias abonadas para ello. Nos quedan, señores, muchísimas cuestiones sin tocar, de las relacio- nadas con estos puntos, pero sírvanos de escusa que no damos un curso de Patología General y que si hemos invadido este terreno ha sido para esponer las ideas mas modernas sobre estas materias, viendo que en la mayor parte de los Tratados de Higiene, las esposiciones é ideas que do- minan, son anticuadas é inconducentes para el esclarecimiento de las cuestiones epidemiológicas. Consideramos que es tiempo ya de volver sobre nuestros pasos y tengo ¡a convicción y la esperanza, de que las ideas que hemos espuesto les serán de suma utilidad en los es ludios que vamos á continuar haciendo sobre metítismos, endemias, epidemias é insalubridades de los centros sociales. Al tratar de la epidemiología y de las cuarentenas hemos de volver sobre algunos de estos puntos que merezcan ampliaciones. Antes de esta incursión ó gran paréntesis, en los dominios de las gene- ralidades sobre los mefitismos y desarrollo y trasmisión de los males in- fecciosos y contagiosos nos hablamos ocupado de los mefitismos pulveru- lentos y para podernos dar buena cuenta de las clasificaciones antes seguidas, vamos á ocuparnos ahora del mefiiismo miasmático. 95 DB HIGIENE DEL MEFITISMO MIASMÁTICO Ó SEA PE EAS EMANACIONES ORGANICAS PEE HOMBRE VITO, EN LOS ESTADOS PE SALUD T ENEERMEDAD. Es necesario no confundir el mefitismo de que vamos á ocuparnos con la viciasion atmosférica á que se da el nombre de aire confinado por mu- chos autores, reconocible este,por el análisis químico. Este mefitismo es el que constituye el mefitismo gaseoso de que ya nos hemos ocupado, el cual produce accidentes mas ó menos completos de asfixia ó de envene- namiento, según hemos visto. Lo que algunos autores llaman miasmas ó emanaciones humanas, son co- sas poco conocidas en su composición elemental, decían los autores y se en- cuentran en el aire en un grado de división tenuísima ó estremada, lo que facilita su penetración por todas partes. El origen que se les señala es la traspiración pulmonar y cutánea. Están constituidas estas emana- ciones, por matera orgánica ó animal soluble y putrescible, que se en- cuentra principalmente en el vapor délas vías aereas. Esta materia tiene un olor particular ysu cantidad é intensidad odorífera, varían se- gún la edad, el temperamento, la raza y creemos que hasta según el clima de cada pais. El olor recuerda el de algunos dormitorios poco ventilados; la catinga, el almizcle de los negros, es su exageración. Para convencerse de que su origen es la traspiración cutánea, se pue- de hacer el siguiente esperimento: se toma una vasija con hielo en su interior y se proyecta el aliento sobre la superficie estertor, para que se condense y el líquido ó lágrimas resultantes, se recejen con gran cuidado. Visto en cantidad, é inmediatamente después de recojido, este liquido es incoloro, límpido, de un sabor ligeramente picante y de un olor particular, no tiene este líquido ninguna acción sobre los reactivos coloreados. Examinado pocas horas después al microscopio, Lemaire y varios otros esperimentadores, han encontrado innumerable cantidad de cuerpos diáfa- nos y ademas, bacterias diversas, entre las que figuran, el hacterium termo, elpunctum y el catenula y vibriones y esporos ovoideos y esféricos. Estos mismos organismos microscópicos se encuentran en la crasis, roña ó mugre de la superficie cutánea, de las personas poco cuidadosas del aseo perso- nal y se encuentra también en la raíz de los dientes, de las personas que no se limpian la dentadura, pero en estos dos casos, es necesario diluir convenientemente la crasis y el sarro de los dientes, para que se desarrollen estos en un breve intervalo. Las exhalaciones de que nos ocupamos, tienen una actividad variable, 96 LECCIONES que aumenta 6 disminuye según mil circunstancias, pero, proviniendo, según hemos dicho, délos individuos sanos ó enfermos, cabe bien divi- dirlas en fisiológicas y patológicas, según que emanan de personas sanas ó enfermas. Antes de proseguir, creo deber recordarles lo que, de acuerdo con los últimos estudios, les espuse, esto es, que en las exhalaciones de que nos ocupamos, el análisis químico ha revelado la presencia de varios de nuestros mismos productos de secreción, que abundan las sales amonia- cales y compuestos úricos, etc. Ahora bien, si tenemos presente cuanto acabamos de decir, sobre las propiedades físicas de estas exhalaciones, veremos que hay una gran armonia entre estos resultados obtenidos por el análisis químico y lo que la esperiencia enseña sobre los caracteres de estos miasmas. Vamos á fijar la atención solamente enalgunos de esos earatéres y vds. compararán los demás, conociendo su origen. Dijimos que estas emanaciones eran solubles y putrescibles, y también lo son los compuestos amoniacales y úricos; dijimos que se hallaban principalmente en las vias aereas y es allí que el análisis químico ha descubierto esos compuestos orgánicos; dijimos que tenían un olor par- ticular y que su cantidad é intensidad odorífera variaba ,según la edad, el sexo, el temperamento, la raza, etc, y todo esto está perfetaraente de acuerdo con la producción en la economía de los principios amoniacales y úricos, productos de escrecion y secreción, de que se carga el líquido sanguíneo y de que se desprende en el parénquima pulmonar y por la traspiración cutánea. Esos principios amoniacales, en que fijamos prin - cipalmente nuestra atención, obran como fermentos y ya sea que los gérmenes microscópicos se encuentren en la atmósfera, ya sea que exista panspermia, heterogenia ó generación espontánea, según cuanto hemos espuesto, nacen entonces los bacterios, mucedíneas, mucors y vibriones. Eecomiendo á Vds. no olviden estas circunstancias, porque, en cuanto vamos á seguir esponiendo sobre el particular, van á ver confirmaciones de estas ideas. Confirmaciones que espero les servir¿ín para rechazar victoriosamente las creencias ó malas interpretaciones que daba el ge- neral Hammond á esta materia orgánica y mas que nada les dará una esplieacion mas científica y menos misteriosa que la que antes se daba á estos hechos. Podemos muy bien dividir la acción de estos miasmas ó mefitismos, según la prontitud 6 intensidad de su acción, en agudos y crónicos. Los casos en que se manifiesta este mefitismo con intensidad reve- lando una intoxicación aguda, son muy raros y en tales circunstancias DE HIGIENE 97 las personas parecen trasformadas en un verdadero foco de infección, parecen unas letrinas andantes, como vulgarmente se denominan. Hie- den sus sudores y su aliento en particular; sus orinas son cargadas y fétidas, asi como sus evacuaciones y ios sujetos viven bajo un estado caquéctico; tienen un tufo especial algo urinoso; están predispuestos á las afecciones sépticas, alas pútridas y á la uremia ó diátesis úrica, que es aloque mas se asemeja su estado. La intoxicación crónica por este mefitismo, es con mucho mas fre- cuente que el anterior y vamos á describirlo dentro de un momento. Como los miasmas de que nos ocupamos no son gases propiamente dichos sino cuerpos vaporosos ó corpúsculos esparcidos en el aire, á es- pensas del agua, de que forman parte integrante, en los sitios confinados, cuanta mayor es la humedad del ambiente, mayor intensidad tienen en su acción. A causa de su misma suspensión en el vapor acuoso, tienen ademas, la propiedad de adherirse á todos los objetos capaces de retener la humedad y de esta manera se facilita su estacionamiento y permanen- nencia en las paredes, los muebles, y utensilios délas habitaciones y de las personas, asi como también su trasporte en los objetos á una mayor ó menor distancia de su cuna, ó íuente generadora, pues conservan sus cualidades putrescibles ó fermentativas, colocadas en las condiciones fa- vorables de calor y de humedad. Asi se han esplicado y se esplican los misteriosos trasportes de los males, su trasmisión y su propagación también por la fermentativídad ó propiedad de multiplicarse en el seno de los organismos. Las materias que pueden contener y retener los miasmas se llaman técnicamente como ya hemos dicho, mátenos 6 géneros contumaces. Por esto mismo, en la higiene internacional ó sea en la pofilaxia epidemioló- gica délas naciones, se dividen las materias que constituyen las cargas de los buques, según su contumacia ó receptividad miasmática: en mate- rias ó efectos de cuarentena obligatoria, de cuarentena facultativa y en efectos no pasibles de cuarentena. En cuanto al mefitismo miasmático de carácter crónico, abundan en las populosas ciudades los ejemplares ó casos entre el pauperismo. Como es sabido, el pauperismo vive en espacios reducidos; los individuos están hacinados ó aglomerados, faltos de sol y hasta de luz y siempre ganando su sustento con el bíblico sudor de su frente, siempre bojp el yugo del trabajo, en talleres poco higiénicos, con escasos salarios, tan escasos gene- ralmente, que apenas les alcanza para no morirse de hambre; tan escaso, fiue se ven obligados á un trabajo forzado y que bajo tal conjunto de 98 LECCIONES circunstancias, se van lentamente consumiendo por las privaciones del aire puro, del sol, de la luz, del alimento y del descanso. Como bien se vé, este efecto es muy complejo: no proviene solamente de la cantidad de materia animal que absorven, no es solamente por el mefi- tismo que los va lentamente envenenando que mueren; no es porque esas atmósferas en que viven que se van alterando y descomponiendo por la falta de renovación, sino que tiene rancha parte también, la falta de sol, de luz, de descanso y los vicios ó vida desordenada que llevan. Estos, podemos decir, son los efectos de los miasmas que dan los seres humanos al estado fisiológico. La acción íntima de este mefitismo es tóxica, es un envenenamiento lento, que se va operando en las condiciones del círculo sanguíneo, cuyos glóbulos van disminuyendo y cuyos gases fisiológicos, no pudiendo ser eliminados, porque se van reabsorviendo, se recargan entonces de princi- pios amoniacales y líricos que ála menor chispa, á la menor alteración de la salud, se trasforman en materiales sépticos y tíficos y fuera del empo- brecimiento de su sangre, de su cloro-anemia, adquieren ese tipo séptico y tífico, con gran tendencia al putridismo que revisten todos sus males. En todos los sitios en que este mefitismo abunda, suele percibirse un hedor especial, como el de los dormitorios antes indicados, corno el de las salas de los hospitales y como el de las grandes reuniones ó aglomeraciones de personas, en que, por mas aromas, qne se hayan der- ramado y por mas esencias de que se hayan cargado las personas, si el aire no se renueva, no tarda en desarrollarse á espensas de la traspi- ración. En los hospitales, es á estos miasmas ó emanaciones, que se atribuyen las erisipelas, la podredumbre de hospital, la gangrena, la fiebre noso- comial, la puerperal, la septicemia, etc. La prueba ahora, de que es el hacinamiento y la trasmisión de esos productos orgánicos suspen- didos en el vapor acuoso, la causa de esos desórdenes, la tienen Yds. en la limitación de las endemias ó epidemias en esos recintos y en su desaparición, conjuntamente con el hacinamiento y con la libre circu- lación del aire. Las emanaciones que proceden de los enfermos, tienen la propiedad muchas veces, de trasmitir los mismos males deque adolecen las per- sonas de que provienen, porque esas emanaciones toman entonces mu- chos de ios caracteres de los virus y fermentos. Hay aun muchos puntos oscuros en la etiología de los males de que adolecen las personas deque provienen esos miasmas, pero ello es que, DE HIGIENE 99 esas emanaciones repito, toman entonces muchos de los caracteres de los virus y fermentos. Hay aun muchos pantos oscuros en la etiología de los males que este mefitismo determina y hay otros puntos, relativos á la evolución y trasmisión de las enfermedades que ocasionan esos agentes, que se resisten también á toda interpretación, á todo análisis y á toda hipótesis. ¿En qué momento déla marcha ó del proceso morboso que consti- tuye tina enfermedad, se desarrollan, se desprenden y adquieren la propiedad de trasmitir el mal, en cuya evolución se han multiplicado esos miasmas? ¿Por cuanto tiempo conservan la provocatibilidad, una vez desprendi- dos de un organismo? En los efectos contumaces ¿Cuanto tiempo duran, con sus propiedades patogénicas? He positivo no lo sabemos y de aqui parten precisamente, las dudas, las incertidumbres y variaciones que encontraremos mas adelante, cuan- do hayamos de señalar los términos de duración de las cuarentenas, que los pueblos imponen para garantirse de la importación de los contagios a males exóticos. Sabemos sin embargo, que el aire atmosférico se des- poja espontáneamente de los miasmas que contiene y que esto lo efectúa comunmente por cambios de temperatura que en ella se operan, pero Cuy poco mas podemos avanzar; esta desapariciones casi siempre áposte- ñori que la conocemos. Primero, porque dejan de producirse ó repro- ducirse los casos de un mal reconocidamente trasmisible; segundo, por- gue dada la especificidad de los miasmas hay que deducir su desaparición P°r la falta de trasmisión, por la desaparición do la propagación, tras un de tiempo. En otros términos, el criterio que tenemos para juz- §ar de la desaparición de los principios coutajiosos é infecciosos, es la Ausencia ó falta de sus consecuencias; igual criterio, como se vé al que Usamos en química, cuando examinando un líquido por el agua de cal, de- ducimos que no tiene ácido carbónico porque no forma precipitado ó °Uando inferimos que un sujeto no tiene íntegra la visión, cuando no vé un objeto que todos vemos. ■La desaparición de los gérmenes miasmáticos, por renovación del aire en los espacios confinados y por la desinfección, son también hechos com- probados y comprobantes. En cuanto á los efectos contumaces, ios re- citados de la observación son vagos y contradictorios. Ahora, respecto á las personas, ha tratado de estudiarse la cuestión 6 a trasmisión poniendo en ello gran empeño por la importancia que punto presenta para las cuestiones de higiene internacional y pro- 100 LECCIONES filaxia individual. Para el efecto, se ha recurrido áun método inge- nioso. Veamos, observemos, se han dicho los higienistas, el tiempo que tarda cada mal en desarrollarse en los sujetos. El problema era com- plejo y difícil, pero la navegación á vapor vino á facilitar, por la rapidez de los viajes ó sea el alejamiento de los parages infestados, el resolver la cuestión de un modo aproximativo. Así, por ejemplo, si desembarca un sujeto sano en un punto en que reina una epidemia, si se contamina y se reembarca, al cabo de pocos dias se desarrolla en él, el mismo* mal que reinaba en la localidad á que descendió. Como hemos dicho, el lapso de tiempo que ha trascurrido, entre el instante que permaneció en la localidad infectada y el de su aparición, es lo que se llama incubación de un mal. Eecojidos muchos hechos análogos, han servido para deter- minar el mínimum y el máximum déla duración de dicho periodo de incubación, que es al mismo tiempo un periodo de contumacia, de po- sibilidad de desarrollo y trasmisión y al mismo tiempo por último de peligro de comunicación en un pais ó ciudad en que dicho mal no existe. Debo declarar, que aun que se ha efectuado esto asi; con la mayor parte de los males infecciosos y contagiosos, dista mucho de estar bien preci- sado el máxiraun y el míuimun para ninguno de esos males. Debo también hacer notar de paso, que esta incubación, es el punto de partida que tienen las cuarentenas en los paises cultos, no arbitrario, ni antoja- dizo, sino racional como ven, lógico, prudencial. ¿Como se produce la trasmisión de los miasmas? Los autores para esplicar el desarrollo de un mal miasmático por esencia ó condición, empiezan por admitir la penetración de esos fermentos, pa- rásitos ó gérmenes amorfos en la economia. Esta penetración se ad- mite que puede efectuarse por la superficie cutánea y las mucosas res- piratoria é intestinal y que los medios de trasmisión mas comunes son- elaire, el agua, los alimentos y objetos diversos. Uua vez en el seno: de la economia, no tardan los miasmas en pasar al torrente circulatorio é inmediatamente á los centros nerviosos, que dirijan ó reglan la iner- vación y vida vegetativa, trasmitiendo las impresiones délos sufrimientos orgánicos y señalan los trabajos que la economia lleva á cabo, para li- brarse de cuanto la pone en un estado anormal ó patológico. Al terminar esta esposicion, en que he tratado de condensar las ideas que tienen mas aceptación en la actualidad, debo prevenirles, que mu- chos autores confunden les efectos de los diversos mefitismos, atribu- yendo á unos lo que es efecto de otros. En la próxima reunión nos ocuparemos del mefitismo palúdico, dejando el mefitismo pútrido para cuando nos ocupemos de los establecimientos que lo producen. DE HIGIENE 101 pEL MEFITISMO PALÚDICO Señores: El mefitismo palúdico ó palustre proviene de la descomposición ó putrefacción de las sustancias vegetales y de la diversidad de seres de exígüas proporciones que se desarrollan, viven y mueren en los sitios pantanosos, en las aguas estagnantes, en los arrozales, los depósitos de légamo, que dejan al descubierto los rios cenagosos, etc. La mayor parte de cuanto vamos á decir respecto á este mefitismo va á Ser, primeramente, un estracto de las lecciones del Profesor Salisbnry de la escuela de medicina de Cleveland (Ohio) en los Estados-Unidos, porque con razón consideran los higienistas esas ideas, como la última palabra de la ciencia, como su mas adelantada espresion. Todas las opiniones formuladas hasta'ahora, sobre las enfermedades de los pantanos, resulta que han sido puramente hipotéticas; nadie, hasta el Dr. Salisbnry, había examinado la espectoracion y otras secre- ciones de la economía, ni los cuerpos estraños suspendidos durante la noche en el aire de los países pantanosos y por consiguiente respirados; ni había fijado la atención en el verdadero origen de estos productos formales del atmófera, ni había podido penetrar el misterio en fin, del desarrollo de los paroxismos intermitentes, debidos á la influencia de estos corpúsculos. úas observaciones del Dr. Salisbnry, principiaron por el examen nucroscópico de la espectoracion y secreciones de los atacados de la enfermedad palúdica, que presentaban síntomas de un envenenamiento Miasmático de origen vegetal y el análisis descubrió una gran cantidad de zoosporoides, diatomas, algas, esporos y olgoides del género pálmela. Asegurado de que esas pequeñas células son las únicas partículas cuya existencia puede considerarse como constante en los países pantanosos, eiiure tanto que no existen fuera do esos parages, faltaba buscar el 102 LECCIONES origen de ellas y sus caracteres, lo buscó y lo halló; he ahí su honor, su gloria. Láminas de vidrio rectangulares de 16 por 22 pulgadas, colocadas horizontalmente, á un pié próximamente sobre los sitios pantanosos, le sirvieron para recojer los productos destinados á ulteriores esperi- mentos y para el efecto, colocaba esas láminas por la tarde y las sacaba antes de levantarse el sol. La faz que miraba el suelo se hallaba cubierta de anchas gotas de agua, condensación del vapor acuoso y estas eran sometidas á un minucioso examen microscópico. Las células halladas en la espectoracion, se encontraban también ahí; pero, las células oblongas, tan características y que tanto le habían llamado la atención, solo se encontraban en la faz superior en las numerosas y repetidas esperiencias que hacía. Atravesando en una ocasión, para colocar las láminas, una pradera recien desecada, esperimentó una sensación de sequedad febril en la garganta y las fauces, que se estendía por todo el tubo respiratorio; el exámen ásu regreso, de la mucosidad tráqueo-bronquial, le hizo descubrir gran cantidad de las células oblongas que llamaron su atención Volviendo á la misma pradera, notó en algunos puntos del suelo una esfloresceneia blanquecina y colocando bajo el microscopio un fragmento de esas cristalizaciones, las halló formadas por masas agregadas de pequeñas células algoicles, palmehides y mucedíneas fungí, que había encontrado ya en la espectoracion de las personas espuestas á las acciones hebrosas. Los parages en que observaba esto, han sido siempre fértiles para los accesos intermitentes; todos los años, en las inmediaciones se sufren estas enfermedades con exacerbaciones estacionales. Trató entonces de averiguar, á qué altara se elevaban los corpúsculos encontrados y empleó para ello un aparato, compuesto de un vidrio, dispuesto perpendicularmente y por delante de él un embudo, mon- tado todo en un pié y colocado de manera que el embudo quedaba, siempre en la dirección del viento. El vidrio para las esperiencias, se cubria de una solución de cloruro de calcio y se mantenía durante una hora á la altura que se quería esperimentar. Examinando luego al microscopio el líquido formado en la lámina, se determinaba la naturaleza de los cuerpos dotantes en la atmósfera y así llegó á las conclusiones siguientes : 1 ° los esporos criptogámicos y los corpúsculos, se elevan del suelo durante la noche y quedan suspen- didos en las exhalaciones frías y brumosas de la tierra después de la entrada del sol, para volver á caer después que se levanta este; 2o en DÉ HIGIENE 103 aquella latitud, esos cuerpos suben rara vez á mas de 35 ó 60 pié 3 sobre los terrenos, pero, la altura varia con las latitudes; 3 ° las fiebres intermitentes desaparecen á mayor elevación que aquella á que alcanzan las exhalaciones nocturnas; 4 ° durante el dia, el aire en los distritos febrígenos, no contiene espoi’os palmeloides y por lo tanto, no contiene ninguna de las causas que dan oríjen á los accesos febriles. Por las sensaciones esperimentadas en las praderas, en que existen esas cristalizaciones 6 esflorescencias, se vé que esos corpúsculos son un verdadero veneno para las mucosas, que obran suprimiendo las secreciones ysu absorción, basta que se desprenden de las mucosas por los esfuerzos de deglusion, de toz y de espectoraciou que determinan, becbo que se repitió con los mismas síntomas siempre. Lo mismo pasó á los Doctores Effinger y Boertler que le acompañaban en esas escursiones y á varias otras personas con que visitó esos ter- renos y los cuerpos estraños bailados en la espectoraciou de los que sentían los fenómenos descriptos, eran células palmeloides, provenientes de las plantas del mismo nombre, que vegetan en gran cantidad, en los suelos desecados Je los pantanos febrígenos. De este modo y por esperiencias repetidas, quedaba demostrado, que por una exposición repetida y continua a la acción de esos corpúsculos, se puede producir una fiebre general á tipo intermitente y remitente, como se verá por lo que sigue. En otros puntos, cuyas poblaciones se ven atacadas de fiebres inter- mitentes y en cuyos alrededores ó contornos bay praderas pantanosas, el examen microscópico de los terrenos removidos, revela, que en las esflorescencias que presentan, siempre se hallan las palmetas y en mu- chos otros puntos, en que existen fiebres, se ven siempre las plantas febrígenas y no hay ejemplos, de que baya parajes en que no existan esas plantas y haya accesos febriles. En todas partes en que el suelo no es calcáreo y en que las aguas son dulces, las pálmelas, que se encuentran, son blancas ó ligeramente teñi- das de amarillo y de verde. En las rejiones Hebrosas, en que el agua es dura y el terreno muy calcáreo, las pálmelas ofrecen caloraciones dife- rentes, rojo ladrillo, verdosas ó amarillentas y el tipo de los accesos, así como su desaparición por los tónicos y la quinina, es mas ó menos fácil. Debemos ahora decir, que las palmetas, pertenecen ála organización Vegetal mas inferior que se conoce y que las diferentes formas de este t]Po, existen en todos los puntos en que reinan las fiebres de los pantanos y han recibido el nombre de gmiasmis, de y miasma, cosa su- 104 LECCIONES cia. Las gemiasmas, tienen la apariencia de células y consiste cada una, en una pared esterior delgada, que contiene una célula interior, llena de pequeños esporos, simples ó agregados, que se multiplican por desdobla- miento ó segmentación. Hay muchas especies que parecen obrar, como un veneno malarial; cuando estos vegetales maduran, se desecan y pro- ducen una multitud do pequeños esporos, que se elevan con las exhala- ciones de la noche. Cuando en los pantanos turbosos, por calor de la primavera y del verano, el suelo se deseca, aparece una especie de polvo blanco, verde, amarilloso y rojo ladrillo, diseminado en la tierra; esta capa presenta un mayor espesor en los puntos recien abiertos 6 removidos; se encuentra también en el lecho de los rios desecados, en los estanques, pantanos y fosos yen finen todos los parages húmedos y oreados. Las difeien- cías de coloración, son debidas i que las especies son mas o menos volu- minosas y aparecen á simple vista, como cristalizaciones de materia salina. Al secarse las plantas, que se desarrollan con rapidez, dejan libres los esporos que se elevan y quedan suspendidos en las exhalacio- nes espesas y húmedas de la noche. Por último, en las brumas ó nebli- nas, que se elevan de esos puntos pantanosos desecados, son mas abun- dantes estas células palmeloides. Prosiguiendo sus estudios el Lr. Salisbury, examinó, en primer lugar, las orinas segregadas en condiciones diferentes y los resultados son inte- resantes, puesto que revelan, que se desarrollan en el organismo de los atacados de fiebres palustres, plantas, semejantes en un todo, á las que fiemos descrito y que las orinas, son el emuntuorio ó punto de elimina- ción mas importante de esta vegetación febrígena; que los órganos uri- narios y la traspiración, son las principales vías por las que la economía se desembaraza de la causa febrígena y por lo tanto, son estas las secre- ciones que el médico debe provocar para desarraigar la enfermedad. Esto esplica, digamos de paso, porque es que la quinina suprime la aparición intermitente de los accesos, pero que es impotente para elimi- nar el veneno que infecta la economía y esplica también, porque es que los diaforéticos, diuréticos y espectorantes, son tan poderosos adyuvan- tes para la eliminación de los criptógamos. La quinina en este caso, fortifica la economía por su acción tónica epitelial y así fortalece el sistema nervioso, para que resista los accesos febriles, pero no destruye la causa de la fiebre, aunque impida su desarrollo ulterior, porque evita la multiplicación del fermento ó vejetacion y comovías de eliminación, fiay que provocar las funciones sudorípara, la de las mucosas, y de los ór- ganos urinarios. DE HIGIENE 105 Eesulta del examen microscópico, que las orinas contienen tórulas, que iodican la presencia de materia glicógena y que hay también colesterina; ahora bien, estas dos materias, la glicógena y la colesterina, existen en el bazo yen el hígado; el bazo es, puede decirse, la gran manufactura de colesterina, pero produce también materia glicógena, puesto que las tóru- las se desarrollan en él, abandonado ála putrefacción. El hígado fabrica en mayor cantidad la glicosis, es casi esclusivo en esta industria. Las pálmelas toman en la orina el aspecto de pequeños copos algo- donosos muy tenues, que no siempre se aprecian á simple vista, aun estando prevenido y no turban el líquido; su número varía considerable- mente y está en correlación con la gravedad. Se encuentra también en la orina de todos ios hebrosos, esporos de penicilla, que son un producto de la fermentación de la materia glicogéniea. Con el fin de obtener pruebas mas positivas sobre la relación íntima entre la causa de la fiebre y la vegetación criptogámica, que aparece en los terrenos húmedos y envía de desecasion, llenó el Dr. Salisbuy seis cajas con tierra, tomada en las praderas pantanosas y que contenía gran cantidad de pálmelas y fueron trasportadas bien tapadas á parages mon- tañosos en que jamas habían habido fiebres intermitentes, estando á una elevación de 300 pies sobre el nivel de las aguas y colocó las cajas desta- padas, junto al marco de una ventana del segundo piso de una casa, en que dormían dos jóvenes con la ventana abierta. Al cuarto dia se desprendieron los esporos de las pálmelas y al duodécimo dia uno de los jóvenes, tomó un acceso de fiebre intermitente y á los catorce el otro, pero, desde el sesto dia, ambos sentían iliaíestar; los accesos y estadios de la fiebre, fueron bien mareados, revistieron el tipo terciario y curaron con la medicación común. Esta esperiencia fue repetida por varias veces y siempre con resul- tados idénticos. He aquí otro estracto de lo que el mismo Dr. Salisbury consagra á patología y á la profilaxia de la fiebre intermitente. Las lesiones que se encuentran en las fiebres intermitentes están limi- tadas á los tejidos epiteliales, lo que indicaría que la causa obra sobre las células madres, pero estas, según sus funciones, no pueden sino orga- nizar los productos que nutren los tejidos, ó destruir los productos de la descomposición intersticial, para facilitar la eliminación, según las ideas d© Cl. Bernard, de que hemos hecho mención, en una de las lecciones interiores. _ -^as lesiones de la fiebre intermitente, consisten en la alteración é hipertrofia de los tejidos glandulares; resultan también, déla inflamación 106 LECCIONES y modificaciones que se operan en la estructura y funciones de las super- ficies mucosas, epidérmicas y serosas. Las otras manifestaciones anor- males, son todas sintomáticas de estas, ó resultan de alteraciones ante- riores de la economía. La rapidez y estension de las alteraciones de tejido de las glándu!as, como que están formadas de tejido epitelial parecen estar en relación con la importancia de las funciones que desem peñan. Las alteraciones del bazo y del hígado son las mas frecuentes; el bazo aumenta de volumen y consistencia, se pone friable, se reblan- dece su tejido interior y se convierte en una masa pulposa de un rojo negruzco, en medio de la que, se hallan porciones fibrinosas de color mas claro. Se han visto bazos, cuyo peso alcanzaba hasta diez libras y mas de una vez se ha encontrado otros en los que su tejido, se había alterado y su contenido se había derramado en la cavidad abdominal. Estas lesiones indican una alteración en el funcionamiento celular y de ahí viene un depósito en el tejido del bazo de materias fibrosas y de otros productos de la sangre, depósito que dá lugar ala hipertrofia y de- mas alteraciones, si se prolonga el mal estado del paciente y no se elimina la causa productriz. En algunos casos, el hígado se encuentra aumentado de volumen, pero poco modificado en su estructura, á veces se le ha hallado reblandecido, lleno de sangre negra, tuberculoso ó con depósitos purulentos. El páncreas, está con frecuencia indurado y presenta un aspecto escir- roso; las glándulas mesentéricas, suelen estar induradas y están espues- tas á las mismas alteraciones que el bazo. La causa patogénica de la fiebre, introducida por los alimentos y bebi- das y absorvida por la piel y las mucosas, llega al contacto de las cé- lulas epiteliales interiores y estertores, es decir, de las que están en las vías de introducción de los cuerpos estrados de la economía y después de su pasaje, ó su penetración en dichas células, entran en el sistema circu- latorio. Al atravesar las células epiteliales los cuerpos tóxicos, las pal- metas, las alteran y envenenan los productos, que desorganizan al mismo tiempo yde este modo, los otros tejidos, comprendiendo el sistema gan- gliónico y cerebro espinal, quedan sujetos á la influencia miasmático; ahora bien, como las células epiteliales de las glándulas y particular- mente las del bazo, mesenterio é hígado, juegan el rol mas importante en la organización délos productos destinados á la nutrición de los otros tejidos, estas glándulas, son las mas atacadas. Intoxicados los tejidos, viene una reacción, un esfuerzo de la natura- leza, para eliminar los productos sépticos y este es el acceso que carac- teriza la enfermedad. DE HIGIENE 107 Siendo el bazo, la glándula que produce mayor cantidad de fibrina, suspendidas sus funciones, por enquistamiento de los cuerpos ovales esfé- Wcos.por la fibrina parcialmente organizada, se priva, ó distrae de la sangre una cantidad de ese producto; la fibrina preexistente en la sangre, se de- posita en los tejidos y agotada una de sus fuentes productoras, la san- gre se pone pálida y se defibrina; esta sangre pobre, llena todas las porciones de la viscera, que no están ocupadas por masas fibrinosas y así se esplica la facilidad con que la sangre contenida en el bazo, puede ser arrastrada por el lavado. No correspondiéndonos ocuparnos del tratamiento de los accesos, por ser del resorte déla terapéutica, terminaremos lo relativo ála fiebre in- termitente, con algunas consideraciones sobre la profilaxia, para entrar en seguida, á espresar los motivos, por los que, bemos elejido la fiebre intermitente en esta esposicion, como prototipo de los mefitismos eflu- viosos ó palúdicos y entrar en algunas ampliaciones mas, sobre el mismo mefitismo. ¿Tenemos á nuestra disposición medios eficaces para hacer desaparecer la causa generadora de la fiebre intermitente? Los terrenos bajos y húmedos que producen, cuando son nuevos, ó vírgenes, en tan gran cantidad las plantas febrigenas, esperimentan tales cambios por el cultivo y el drenage, que se vuelven impropios para la vegetación de las pálmelas. Cuando las partes malsanas del país enveje- ten, que los terrenos bajos y húmedos se drenan yse cultivan los distri- cos fiebrosos, las fiebres van desapareciendo, pero, mientras haya lagu- nas, estanques, pantanos, y rios ó arroyos que pueden secarse durante el verano, han de producirse siempre estos males. Pueden disminuirse las causas, trasformando los fosos abiertos en fosos cubiertos, drenando los lagos y lagunas, los estanques y pantanos y so- metiendo el suelo que constituía su lecho áun cultivo activo. Cuando durante los meses calientes y secos del ano, sea necesario hacer escavacio- nes en un terreno rico y húmedo, será muy conveniente, después de cada dia de trabajo, polvorear con cal viva el suelo removido, con lo que, las plantas no se desarrollan; lo mismo conviene efectuar, cuando se hacen fosos y zanjas, cuando quedan al descubierto los lechos de los rios, arro- yos y lagunas. Toda vez que un suelo virgen va á ser labrado por pri- mera vez y es fácil procurarse cal, se evita con ella muchas enfermeda- des, desparramándola á medida que se ara, esta capa de cal no es perdida, pues neutraliza la acidez del terreno y convierte las materias resi- nosas, en abonos salubres, con lo que, se vuelve el suelo mas fértil y el aumento y riqueza de las cosechas, compensan el gasto y el trabajo. 108 LECCIONES Cuando no sea posible procurarse cal, la ceniza de leña, aunque menos marcada en su acción benéfica, puede ser empleada; cuando se elijen pa- rajes para campamento, hospitales y cementerios, así como para habi- taciones, en terrenos nuevos y praderas bajas y húmedas, debe también emplearse la cal ó el drenaje. Mas adelante hemos de ver otros de los medios aconsejados para pre- venir este mefitismo ó sanear los lugares que lo generan. Nos hemos demorado compendiando los interesantes estudios dei Dr. Salisbury, porque la fiebre intermitente abunda mucho en nuestro país y porque los paludismos, en un suelo tan bajo y llano, en que existen tan- tos cauces pequeños de agua, son muy frecuentes y lo han de ser aun mas en adelante, á medida que nuestro suelo virgen y tan rico en man- tillo ó humus, comienzo á ser cultivado. Fuera de esto, la mayor parte de los autores, confunden las causas patogénicas determinadas por las emanaciones de los vegetales sanos, por los vegetales descompuestos y por los efluvios pantanosos y á tal punto llega esta confusión, que creo es necesario, sujetarse á la división que acabo de indicar, para poder se- parar, todo cuanto se encuentra reunido en este mefitismo. Por lo tanto, pues, vamos á tratar separadamente, reuniendo algunos datos esparcidos en diversas obras; Io; de las emanaciones de los vegetales sanos, entre cuyos hechos hay algunos que deberían haber sido compren- didos entre los mefitismos pulverulentos de origen vegetal, pero como hay entre los mismos algunos casos que no podemos esplicarlos por pol- vos en el atmófera, nos hemos decidido á agruparlos, bajo la indicada denominación de emanaciones de los vegetales sanos; 2 ° , nos ocuparemos en seguida, délas emanaciones é influencias de los vegetales en descomposi- ción, ó efluvios pantanosos, que completarán cuanto hemos estractado da los estudios del Dr. Salisbury. I—Ocupémonos pues délas emanaciones délos vegetales sanos. La Australia y la América, según algunos historiadores y curiosos, contie- nen muchos árboles de efectos muy singulares; los unos producirían la muerte durmiendo á su sombra; otros una hinchazón de todo el cuerpo; ronchas otros y tras estos, vendrían otros, que determinarían efectos muy variados. No poseemos sobre este particular sino relaciones va- gas, así es que, no nos es dado consignar los nombres botánicos de los árboles, ni los efectos de cada uno, pero queremos dejar constatado que existen vegetales que determinan, ya sea por su sombra, ó por princi- pios volátiles, influencias sobre el organismo que son muy diversas y peculiares á algunos. Así los cuerpos volátiles ó emanaciones pulverulentas y miasmáticas DE HIGIENE 109 que se exbalan d« las hojas ó del tallo del tejo, del guao, de la lohelia lon- gifiora, del hipomane mancimlla, mandragora, rux toxicodendrum, etc., son perjudiciales á los individuos que duermen junto á ellos, porque sufren erupciones pustulosas mas ó menos graves y hasta verdaderas intoxicaciones. Durante la esflorecencia de las fanerógamas, el aire que las rodea, se llena con el pélen de las flores y con principios volátiles, que en el ac- to de la respiración, penetran en todo el árbol respiratorio; si estos ele- mentos no tienen acción nociva, no hay que tomar ninguna providen- cia contra ellos, pero si las exhalaciones dan emanaciones dañosas ó perjudiciales para la salud, conviene estar advertido del peligro y tomar algunas precauciones. Paseando por un campo de lúpulo, lechugas ó amapolas en flor, se sien- te un poco de letargo, acompañado do lascitud y mal estar, por lo que conviene no demorarse en él; idéntico fenómeno pasa atravesando un campo de estramonio ó chamico yde tabaco en flor, pero se siente ade- mas, náuseas, debilidad, tirantez en los ojos y dolores de cabeza; atrave- sando campos de cicuta en flor, sobreviene rigidez en los ojos con hincha- zón de la región orbitaria y doloi’es sordos en el globo ocular y la frente. El zumaque en flor, sobretodo por la noche, cuando el aire está húmedo» produce un edema y una erisipela; los polen de muchas lobelias dan vértigos y náuseas; el de las rosas da un prurito incómodo. La mayor parte de los fenómenos que se esperimentan al atravesar un espacio cubierto de una vegetación frondosa y lleno de flores yde aromas, resultan de la inhalación del polen y principios volátiles ó ema- naciones de las plantas y sin ninguna duda, pueden resultar hasta en- fermedades, permaneciendo por mucho tiempo bajo tal atmósfera. Podrían agregarse muchos otros ejemplos á los ya citados que se ma- nifiestan sobre una parte ó la totalidad del organismo y esto nos mues- tra, como dice el mismo Dr. Salisbury y lo reconocen muchos, que el atmósfera, puede encerrar un gran número de estas causas sutiles de en- fermedad, que han escapado hasta aqui á las largas y pacientes investi- gaciones de los observadores. ll—Estudiemos ahora la influencia en nuestra economía de los vege- tales en descomposición, ó sean las emanaciones y efluvios pantanosos. Las aguas provenientes de las lluvias, las de los deshielos y las que sur- jen de las entrañas de la tierra, tienen alguno de los cuatro destinos que siguen: forman ríos ó arroyos mas ó menos largos y tortuosos, pero que corren del ecuador hacia los polos y en sentido inverso del movimiento rotatorio de la tierra, á menos que encuentren en su curso insuperables 110 LECCIONES obstáculos; otra parte de esas aguas, como hemos visto en la higiene pri- vada, se evapora y es en proporciones mayores que las que arrastra el rey de los ríos; otra parte se filtra del suelo para constituir las corrientes sub- terráneas y otra queda en puntos diversos, constituyendo los lagos y la- gunas. Diversas circunstancias influyen, para que las aguas se conduzcan de cada uno de los modos indicados y los principales son : la permeabili- dad del suelo, la declividad, su estado de población ó desnudez, su cul- tivo ó montuosidad, las pendientes, etc. El suelo apoyado en un sub-suelo impermeable, ó poco permeable, fa- vorece la reunión de las aguas en forma de lagos ó lagunas, según su es- tension y la cantidad de aguas que caen en ese paraje y si se agrega á esto, una evaporación poco considerable, las probabiddades de formación de lagos, estanques y lagunas, aumentan: la evaporación, el rebalzeyla infiltración en el suelo, pueden concurrir en machas circunstancias para que la cantidad de agua que impregne el suelo sea mínima y entonces viene la trasformacion en pantanos, de esas reuniones 6 colecciones de agua. Los rios y arroyos, las aguas de deshielo, las que surjen del seno de la tierra, las que se infiltran de puntos mas elevados, pueden inundar las tierras y al disminuir, al volver á su cauce, al retirarse en fin, las par- tes antes cubiertas y que han quedado en un estado de saturación ó im- pregnación, comienzan á desecarse lentamente y de aqui también los ter- renos bajos, quese asemejan ó convierten en pantanos. Cuando las aguas provienen de deshielo, cuando han desaparecido los montes que las retenían, así como á las de las lluvias, arrastran tierras que enturbian las corrientes de los rios y que se depositan en los puntos mas bajos y en la desembocadura del mar, que es á lo que se dá el nombre de deltas, es decir, depósitos de detritus terrosos, alternativamente secos y húmedos y en que hay grandes descomposiciones, que las equiparan á los indicados pantanos. El flujo y reflujo de las aguas del mar, que forma esas dunas, médanos} y tembladerales á que iban á morir en otros tiempos las olas, forman también aguas estagnantes y limos en putrefacción, que se asemejan á los pantanos y son asiento de una flora y fauna especiales. Los cambios que sobrevienen en la superficie terráquea, hacen mu- chas veces que queden al descubierto tierras, que ántes formaban el le- cho de los rios, ó riberas, que el mar inundaba antes con sus olas. Las planicies que el trabajo del hombre trasforma; la mezcla de las aguas dulces con las salobres, tales son las causas principales de la for- DE HIGIENE 111 maeion de aguas estagnantes, encharcadas y pantanos, tierras bajas en via de desecasion y lagunas que abundan en todos los continentes, y de que nuestro pais, que forma una Arasta y baja planicie está abundan- temente plagado. Es debido á estas circunstancias geográficas, que sea tan abundante en nuestro pais la vegetación forraginea y debido á ello? las causas de mefitismo palustre abundan tanto también, pero, yaciendo vírgenes la mayor parte de sus territorios, quietas y tranquilas sus aguas y sus lodos humíferos, se van lentamente enaltando y trasformando, de manera que, no dan por el momento tanto paludismo, como habría que esperar, dada la formación del suelo de nuestro pais, dada su composi- ción, después de su emergencia y dada la estagnación de las aguas, que hay en todas direcciones. Como sucede en nuestro pais con todo lo relativo á estadística, care- cemos de un registro catastral que nos indique el número de metros, héctaras ó quilómetros que tenemos en el pais, de pantanos, ó de terre- nos bajos y anegadizos, que son pantanos ó equiparables á ellos, por los mefitismos á que dan lugar y sin embargo, podríamos señalar esto mismo respecto á las principales naciones del mundo, porque encontramos los datos reunidos en las principales obras. Conforme tomamos las fiebres intermitentes por prototipos, para se- ñalar los males que las emanaciones vegetales determinan, asi podríamos tomar ahora las lagunas, las tierras de reciente formación, que tanto abundan en la provincia y aun hasta los verdaderos, é infectos pañí anos que tenemos en la mayor parte de nuestras calles, paia estudiar los efec- tos que los vegetales en descomposición producen en nuestra economía. En atención, sin embargo, á que los pantanos de nuestras vias de comu- nicación se encuentran removidos continuamente por el tráfico, debemos fijar nuestras miradas mas bien, en las condiciones de nuestras lagu- nas temporarias y en la flora y la fauna que, se encuentran en las aguas de los terrenos, tales como los de las Islas anegadizas, los del Tigre, Ense- nada, Vecino, etc. Acabamos de decir, que es en la flora y en la fauna que debemos fijar- nos, y aunque, parezca esto estraño, tratándose de un mefitismo pura- mente vegetal, pero, debemos prevenir, que tan solamente en teoría es Posible separar en lo que dan estos suelos, lo que corresponde á los ve- getales en descomposición y lo que proviene de seres animales que en inmenso número viven y mueren en las aguas 6 tierras pantanosas y ademas, falta la esperimentacion, que seria la piedra de toque, que podría- mos invocar, Eor regla general, entre el limo blanduzco y el agua de los pantanos, 112 LECCIONES se encuentran animales y vegetales de distintas especies y tamaños; vivos unos y otros muertos; en estado de putrefacción unos y los otros en na estado de desagregación estremada y ademas de los vegetales y anima- les, en el lodo de los pantanos se encuentra una infinidad de gases, entre los que se pueden reconocer gases amoniacales y sobre todos el hidrógeno carbonado, que forma burbujas al desprenderse en horas di- versas y principalmente cuando se ajita su fondo. Fuera de estos gases, cuyo origen creemos está en la desccmpos cion de las sustancias orgá- nicas, que constituyen los vegetales y animales que han terminado su existencia en dicho medio, parece resultar de los estudios hechos en An- gers, por e) Dr. Morren, citado por Becquerel, que la materia verde que cubre algunas aguas tranquilas y tierras recien emergidas del centro ú orillas de los pantanos, son conjuntos de infinidad de animalillos micros- cópicos; estos animalillos según el mismo Señor, bajo la influencia de la luz solar, cuando mueren, descomponen el ácido carbónico del aire, ab- sorven el carbono yse pone en libertad el oxígeno. El agua límpida, contiene según el Dr. Morren 34 por 100 de oxígeno; las aguas verdo- sas contienen 25 por 100 por la mañana; 48 por 100 á medio dia y 61 por 100 á las cinco de la tarde. Pero según otros higienistas y microscopitas, parece que el color ver- de de las aguas encharcadas es debido á las lentes de agua, á las conser- vas, en medio de las que, nadan muchas mónadas como el monas crepuscu- lus. Hay sin embargo otros infusorios de mayor tamaño, lombrices, etc. que mueren anualmente y cuyos cadáveres se van á confundir con el limo ó barro del fondo. En cuanto á la vegetación, la primera que se ve aparecer en las aguas estagnantes y lagunas, se compone de plantas anuales, de hojas carnosas, como la que constituyen los camalotes. Los juncos, cuando el limo es arenoso, el duraznillo cuando el fondo es terroso y tras unos y otros, meniantos, cirpos, etc. comienzan á nacer y sus restos, como plantas anuales, en su mayor parto van contribuyendo á enaltar el fondo y aumentar el légamo en que aparecen las umbelíferas, los ranúnculos, las lisimaquiadas, etc. Durante el invierno permanecen estacionarios los restos vegetales y animales á cierta profundidad, pero cuando por la evaporación del agua en exceso, les alcanza ya la acción del calor y de la luz, comienza una rá- pida descomposición, que es la que dá orijen á los restos de los seres y á los gases, que forman ó constituyen el mefitismo palúdico de que nos ocupamos. Tal vez, por no haber fijádose unos, sino en la infinita cantidad y DE HIGIENE 113 variedad de animalillos, que pululan en las aguas encharcadas 6 estag- nantes y por no haber visto otros, sino vegetales de distintas especies, órdenes y géneros, es que ha habido y hay, tantas opiniones sobre la naturaleza de los miasmas palustres ó efluvios pantanosos. Así, para unos, de conformidad con esta vista, los efluvios están constituidos por insectos, en todos los estados posibles; para otros, el mefitismo de que nos ocupamos, estarla constituido por gases, en que entran el hidrógeno protocarbonado, sales amoniacales, ácido carbónico, sulfhydrico y seña- les de hidrógeno fosforado. En cuanto al origen de estos gases, se creerla por los partidarios de esta opinión, que provendrían de la putre- facción de la materia orgánica, contenida en la materia terrosa, ya de origen vegetal, ya de origen animal. Hay una tercera opinión, para cuyos partidarios, el mefitismo palustre, seria de origen puramente vegetal, cuya existencia es nn hecho demostrado, como lo son las opinio- nes anteriormente enunciadas. Ya hemos relatado con toda estension la opinión del Dr. Salisbury, que es análoga áfa de los Sres. Bouchardat, Boudin, Lemaire, Mitt- chell, etc. Pero aun hay otra opinión, para cuyos partidarios, el origen de este mefitismo, seria una falta de equilibrio, entre el magnetismo terrestre y la electricidad atmosférica, es decir, fenómenos meteoroló- gicos. Fácilmente podrán darse Yds. cuenta da todas las opiniones que fiemos mencionado precedentemente, sobre la naturaleza del mefitismo, porque todas ellas c encuerdan con cnanto hemos espuesto, pero difícil tes será, á primera vista, comprender la última hipótesis ó teoría y por esto me voy á permitir esplicaila. Esta última opinión, ó hipótesis, viene á corresponder á la admisión de las constituciones médicas, constituciones atmosféricas, constitución cli- matérica y epidémica y á la influencia y genio epidémico, que muchos facultativos distinguidos de la antigüedad fian sostenido y que aun se encuentra en ¡a ciencia. Croen, los que siguen tal teoría, que los pan- tanos, por su constitución geográfica y sus efectos sobre la economía, ofrecen la mayor analogía con el galvanismo. Su acción es tanto mas temible, cuanto que el agua de que están formados contiene en disolu- ción materia orgánica ó salina y atribuyen mayor perjuicio, lo que es conforme con la esperiencia, á los compuestos de aguas salobres. Entre tos modernos, podemos decir que Ponrcault, Pallas, Eisenmann, Barde y otros, opinan con mínimas diferencias de detalle, que el paludismo, es 114 LECCIONES debido á una disminución de la electricidad, determinada por la combi- nación del calor y de la humedad. En esta creencia, ú opinión meteorológica, se encuentran de hecha confundidas las creencias hipocráticas, las de Sydenhan y Boerhaave para quienes, los males estacionales y epidémicos, obedecen en su marcha á corrientes meteorológicas ó atmosféricas; es decir, que las causas de los males determinados, por causas diversas climatéricas, actuarían por año, por estaciones, ó meses con mayor ó menor intensidad, según su índole y según su composición, serían también las afecciones predomi- nantes en su reinado. De aquí provendrían los tipos ó caractéres de esos mismos males, la forma catarral ó reumática que toman en algunos periodos ó estaciones. Mas adelante hemos de volver sobre este punto. Tenemos aun que mencionar la teoría ó hipótesis telúrica de los Sres. Armieux y Pettenkofer. Viendo el primero aparecer enfermedades intermitentes, en parajes en que no existian pantanos visibles, sospechó la existencia de aguas estagnantes á poca profundidad de esos suelos y los estudios empren - didos, corroboraron su opinión y pudo así esplicarse laa existencia de esas fiebres y su carácter palúdico. Hemos de ver mas adelante, que la teoría d© Pettenkofer sobre desar- rollo y propagación del cólera, tiene muchos puntos de contacto con la presente, de que no es en el fondo sino una variante en que se supone que la esplosion y la propagación del cólera en las localidades, es debido al flujo y reflujo, á las mareas de las aguas subterráneas. Hay otra opinión aun, sobre el génesis de los males epidémicos, de que nos hemos de ocupar en alguna reunión, mas adelante, opinión en que se considera que, todos los males, provienen de las aguas de que se hace uso, ó que se encuentran en los puntos en que se generan las dis- tintas enfermedades infecciosas y contagiosas. Con lo dicho, terminamos por hoy con la esposicion de las princi- pales opiniones que existen respecto á la etiología de los males epidé- micos, debidos á mefitismos palúdicos. Mefitismos palúdicos que solo pueden estudiarse, determinando lo que á cada causa corresponde, encontrando parages como las estepas ó praderas, en que el Dr. Salis- bury hiz-o sus estudios, ó bien, contando con terrenos, ó suelos, formados puramente de vegetales, hasta una profundidad de cuatro varas, como los que tenemos en muchas de nuestras islas. Hemos de volver en la próxima reunión sobre este punto, continuando la estensa esposicion en que hemos entrado. DE HIGIENE 115 JIEL MEFITISMO PALÚDICO—(Continuación) Señores: En la anterior reunión, después de esponer los estudios del Dr. Saíisbury, sobre la patogenia de la fiebre intermitente, comenzamos el análisis del mefitismo vegetal, tratando de distinguir por lo confundido que están: Io el que proviene de los vegetales sanos, ó sean las influen- cias de Jas emanaciones de algunos vegetales y que no fueran incluidas entre el mefitismo pulverulento, por no ser ser restos de vegetales sino emana ciones de esencias y desprendimientos de polen, como efecto de flo- recimiento de ellos en el mayor número de casos; 2 o el mefitismo que proviene de los vegetales en estado de descomposición ó putrefacción. Dijimos respecto á los segundos, que solamente en teoría era posible distinguir los que eran de origen puramente vegetal, que por lo general, se encuentran mezclados con productos de la descomposición de los animales que en ellos viven y mueren. Solamente un concurso de circunstancias, como las que se encuentran reunidas en nuestro pais yen algunas estepas ó praderas de lo? Estados-Unidos, puede facilitar el estudio de los mefitismos palúdicos aisladamente. En efecto, tenemos aquí, los suelos de las islas del Paraná, tenemos las tierras del Tigre, de las Conchas, Ensenada, el Vecino, etc., consti- tuidos desde sus aguas subterráneas por restos de vegetales ánuos, que se han ido sucediendo en un trascurso de tiempo, que no nos es dado precisar, pero que, revelan que eran antes lagos, lagunas, lechos de ríos ó pantanos. En todos estos parajes, tenemos emanaciones palus- tres muy abundantes, pues esos lugares si no son aun hoy pantanos, se encuentran, en gran parte, en las condiciones de las “Lagunas Ponti- nas” ó con aguas estagnantes, como las praderas de los Estados-Unidos recorridas por el Dr. Saíisbury, sujetas á inundaciones frecuentes por las aguas de lluvia ó crecientes de los rios inmediatos y también por las aguas subterráneas que se encuentran desde media vara de profundidad hasta cuatro metros álo sumo y cuyo flujo y reflujo, cuyas mareas, provenientes de la cantidad de agua caida ó acarreada á los puntos es un hecho de fácil y hasta de diaria observación. 116 LECCIONES Pues bien, en tales tierras acidas, tan ricas en mantillo y detritus vegetales, solo en las orillas de los rios y lagunas, viven algunos anima- lillos acuáticos ó anfibios; no se encuentra en esas tierras, la rica varie- dad de seres que tanto abunda en suelos de otras condiciones y pode- mos considerarlas, sus emanaciones como originadas por la putrefacción tan solo de vegetales. ¿Cuál es la espresion nosológica de tales emanaciones? Antes de contestar de un modo terminante á esta pregunta debemos prevenir, que pasa muchas veces con los mefitismos, lo que con ciertas sustancias farmacológicas tóxicas, lo que sucede con el arsénico, por ejemplo, que comenzando á tomarlo á dosis refractas, la economia se habitúa á su presencia, viene la tolerancia y aunque se llegue á dosis relativamente elevadas como sucede con los comedores de arsénico, no se presenta la intoxicación—pues bien, con los mefitismos, pasa lo mismo muchas veces que con los venenos; la naturaleza ó la economia, se habitúa á su influencia, los tolera y viene la inmunidad hacia ellos, por una eliminación proporcional á su entrada ó por in- fluencia del hábito. No podemos sin embargo, alegar esta inmunidad en los puntos ó parages de que nos ocupamos, Tigre, Conchas, etc., porque ella no seria entonces una particularidad, sino una generalidad, puesto que, no hay en tales parages un mefitisrao palúdico que afecte á los recien llegados. A pesar de estar constituido el suelo y el subsuelo de esos parages citados, de detritus vegetales, á pesar de estar sujetos á inundaciones, á revalsamientos continuos, á pesar de tener las circuns- tancias mas equiparables con los lugares bajos, en que existen aguas estagnantes, á petar de abundar tanto en ellos el ácido úlmico, al que consideramos como uno de los factores principales del paludismo, puedo afirmarles, que las Islas del Eio Paraná, como los terrenos del Tigre, Conchas, Vecino, etc., no tienen un paludismo agudo pronunciado y solo escepcionalraente se vé uno que otro caso de perniciosidad; pero podemos decir que hay un pseudo-paludismo, una caquexia palúdica en esos parages, como espresion nosológica de la constitución del suelo. Hemos tenido ocasión de manifestar, en una de nuestras lecciones de Higiene Privada, lo que se observaba en las carnes de los animales que pacen en esos parages, dijimos que su engorde era falso, que las carnes de los animales eran aguanosas, pero no enfermizas; que eran blandas, pero débiles, aunque sanas. Pepito pues, en cuanto nos dicen los autores respecto al mefitismo palúdico, hay muchas exageraciones y es necesario entrar en detalles para percibirlos. Lo que hemos encontrado predominando en esos DE HIGIENE 117 parages es un paludismo crónico, es una caquexia sí, pero tan lenta, tan poco acentuada, que precisamente esos parages se vienen, por espe- riencia entre el vulgo, recomendando para los tísicos, lo que no tendría lugar si en ellos existieran fiebres intermitentes ó remitentes ó una caquexia palúdica de una marcha algo rápida, porque el proceso tuber- culoso ó caseoso de la tisis, se aceleraría bajo su influencia. Debo agregar, que es un hecho la conservación, los buenos efectos que esas localidades determinan en la salud de los tísicos y creemos que los buenos resultados que se obtienen, provienen de las mismas causas debilitantes que predominan y que tienden á rebajar y reglar el estado febril de las personas atacadas. Debo agregar también, que ni el cretinismo, ni el coto, abunda en esos parages, que el temperamento mas predominante parece ser el linfático bilioso; que la constitución que tiene la mayoría de los sujetos es débil y que tales parages no convienen para la crianza de personas; para las criaturas en via de desarrollo. Vimos también, en nuestra anterior reunión, las distintas opiniones que hay sobre la causalidad inmediata, determinada por los meñtismos y con tal motivo, recorrimos las principales teorías ó hipótesis que reinan en la ciencia. Tan solamente una, hemos dejado de mencionar de cuantas conocemos y la hemos pasado en silencio, porque hemos creído roas conveniente darle otra colocación y dentro de un momento nos hemos de ocupar de ella. Acabamos de ver un suelo que debiera ser un semillero de intermi- tentes, que debiera dar un abundante mefitismo palustre y que sin embargo no lo dá; tal vez esto proviene, de que hay circunstancias que favorecen ó inutilizan la acción ó influencia del mefitismo palúdico y debemos por consiguiente estudiarlas con alguna detención. Las circunstancias que en tesis general, favorecen ó inutilizan la ac- ción de las emanaciones de Jos vegetales en descomposición se pueden dividir en cosmo-telúricas é individuales. Entre las primeras, enume- raremos para recorrer sucesivamente: el clima, la estación, las horas del dia ó sea la mayor temperatura, los vientos reinantes ó régimen ane- mológico, la altura, la topografía, las mezclas de las aguas dulces con las salobres. 1° El clima. Cuanto mas se aproxima una localidad al ecuador, hay mas calor, mayor abundancia de vegetación y mayor cantidad de lluvias, lo que viene á traer háciael otoño y fines del verano, el desprendimien- to de una mayor cantidad de efluvios y á mayor cantidad corresponde mayor intensidad de acción. Como hemos dicho, esos vegetales son 118 LECCIONES anuos, son ricos en jugos vegetales, como que crecen en medio de las aguas encharcadas ó lagunas y bajo el calor ardiente de esas latitudes, se desecan con mayor rapidez esas plantas y dan al atmósfera los eflu- vios pantanosos, los productos de su putrefacción. 2 ° La estación. Por razón del calor yde la vegetación, á medida que nos alejamos del ecuador, la intensidad de acción del mefitismo palúdico disminuye; en vez de ser, durante la mayor parte del año, como en la linea equinoxial, ya en los trópicos este mefitismo se va tornando cada Vez mas propio de determinada estación, de aquella precisamente, en que la vegetación es mas abundante, que es el verano y por lo tanto, es al fin de este y principios del otoño, que se manifiestan los efectos de es- tos efluvios. Concurre á producir esto, la evaporación de las aguas por el sol de verano yla diminución de las lluvias, lo que viene á desecar esos parages y á dejar los barros al descubierto y asise esplica que sea en otoño que reinen con mas generalidad é intensidad los paludismos. 3 ° Las horas del dia. Al tratar este punto nos encontramos en di- sidencia con lo espuesto por muchos autores. Hemos visto en las es- periencias del Dr. Salisbury, que tomamos por modelo, por ser aquellas en que la esperimentacion y observación nos merecian mas fó por su evidencia, que él recojia en ambas caras de los vidrios que esponia, principios estraños á la normal composición del aire y todos, sin embargo, de origen vegetal. Esto nos demuestra que hay un intercambio, casi continuo, entre los suelos desecados y los aires, como lo hay también en- tre las aguas y el aire. Parece, según la mayoría de los observadores, que por la tarde, la no- che y la mañana, cuando el atmósfera se enfria y comienza á robar á la tierra y las aguas el calórico, cuando cae el rocío, el vapor aquoso arras- tra infinidad de los corpúsculos que volitan en el aire. Pero creemos que no son estos los que determinan los accesos palúdi- dieosy nos fundamos en las esperiencias del Dr. Salisbury y en que esos miasmas ó efluvios, vienen en tal caso condensados en el vapor de agua, que constituye el rocío y que esos tenues corpúsculos, cuando no sirven de núcleo para las condensaciones vaporosas, como desprendidos en las horas de mayor calor, están mas secos, mas ávidos de humedad y se en- cuentran á mayor altura, como mas livianos, que las capas mas húmedas y densas del atmósfera. Hemos dicho, queídesde que traspone el solía esfera, desde que co- menzamos á hundirnos en las tinieblas del ocaso, el aire comienza á ro- bar i la tierra y el agua, una parte del calórico recibido, calor que, como sabemos, va á obrar sobre las plantas y las aguas por los tres caracté- 119 DE HIGIENE res que tienen : caracteres químicos, luminosos y caloríficos, determi- nando fenómenos de composición y de descomposición de diverso orden, que ya conocemos. En particular, pues, durante las horas de calor, se desprenderán de las aguas y pantanos los productos de las oxidaciones y descomposicio- nes, pero la mayor actividad de estos desprendimientos tendrá lugar por la tarde, la noche y la mañana, porque á esas horas, tienen las emana - ciones las condiciones de calórico reconcentrado y de humedad y á esas horas es, como sabemos, que tienen lugar otras nieblas, que van de las tierras y las aguas al atmósfera. Estas emanaciones ó efluvios, encontrando un atmósfera húmeda y densa, no pueden entonces ele- varse á ciertas alturas yde aquí la esplioacion de los fenómenos, que dentro de un momento van á ocuparnos. 4 ° Los vientos reinantes. Es cuando hay gran tranquilidad ó quie- tud en el aire, que podemos ver en las distintas horas del dia, esas co- municaciones entre el atmósfera ó el aire, y el suela que se opera por me- dio de olas de vapor, diremos, ascendentes á unas horas y descendentes á otras. Cuando hay corrientes aéreas, estas aceleran la evaporación y llevándolos efluvios en sus ráfagas ó brisas, las trasportan á largas dis- tancias, según su dirección. 5 ° La altura. Como los efluvios ó miasmas palustres, son mas pesados que el aire, no pueden elevarse mucho en la atmósfera y tenien- do esto presenta, hay que tener en vista la situación del pantano con relación á los sitios que lo rodean. En los climas templados, parece que Do se elevan los efluvios á una altura mayor de 32 á 50 pies, pero en los climas cálidos, pueden alcanzar á mayor altura y esto no se ha observado solamente con ios productores de las fiebres intermitentes, sino también, con los que constituyen todos los flagelos, como hemos de ver mas ade- lante. 6 ° La Topografía. Encordarán que en la historia consta el hecho de que Agrigento era muy mal sano, por unos pantanos que tenía en sus y cuyos efluvios penetraban poruña abra, que presentaban las colinas, que lo circundaban y que, tapada esa abertura por la mano del hombre, desaparecieron los males que lo azotaban. Innumerables hechos análogos se encuentran en pueblos de todos los continentes y cuando no ha sido posible desecar los pantanos, se han visto las ciudades eDla necesidad de cambiar los lares, ó mudar de übicación. 7° . Las mezclas de las aguas dulces y salobres. Esta es la causali- dad que se considera mas poderosa, de todas las que generan males palustres y existe, lo que tal vez deberíamos llamar superstición cien- 120 LECCIONES titea, de que toda mezcla de las aguas del mar, con las dulces que acarrean los ríos, es malsana y genera algún flagelo. El desarrollo de efluvios por causa de estas mezclas, ocasiona accidentes muy gra- ves y los males llamados exóticos nacen en circunstancias semejantes. ¿De qué manera obra esta mezcla para ocasionar tales efectos? No se conoce yno hay al respecto mas que una suposición, que no ha sido comprobada, según la que, la mezcla de aguas, darla origen á una gran cantidad de hidrógeno sulfurado, pero en tal caso, seria un mefitismo gaseoso. El cólera morbos asiático, la peste de levante yla fiebre ama- rilla, que nacen en tales circunstancias, provendrían mas bien, de que los grandes rios que desembocan en el mar formando deltas, el Ganges, el Nilo y el Mississipi, y acarrean en sus torrentosas aguas las poluciones de muchos pueblos y territorios y como forman bancos al desagitar en la mar, son estas materias acarreadas, son los elementos que dejan al retirarse las aguas salobres y la vegetación híbrida que se desarrolla, las que darían lugar á estos miasmas ó efluvios de acción tan compleja. De todas estas concausas, la temperatura es la que tiene una acción mas manifiesta y la situación geográfica á que se refiere Boudin, no tiene en sí influencia, sino por la temperatura que acompaña a las la- titudes diferentes. El Sr. Pauly, en su Climatología Comparada, cree que en la República, no se hacen sentir los mefitismos que se generan en tantas cuencas y planicies, como tienen nuestras Pampas, porque los vientos que reinan habitualmente, son los A'ientos de espiración, que encajonándose en los valles del Orenoco cruzan el Brasil y Bolivia para venir por las serra- nías encajonándose siempre y dominando todos los otros vientos, pero indudablemente en esto no hay exactitud. Recorridas así ligeramente las condiciones cosmo-telúricas que influyen favorable ó adversamente en la acción de los mefitismos, podemos pasar á estudiar las circunstancias individuales'que mas modifican la acción del agente que analizamos. Entre las circunstancias individuales, hallamos en primera línea la edad y fácil es darse cuenta de la acción que determinan los efluvios según ella, puesto que, á los efluvios, debemos considerarlos como tósigos ó venenos y consiguientemente, su acción es proporcional á su actividad en primer lugar y en segundo, á la cantidad y esto por la resistencia que la economía opone y por las cantidades de líquidos y sólidos en que tiene que difundirse su acción. Parece sin embargo, que en esta receptividad, hay un algo escepcional con algunos miasmas» como veremos mas adelante. DE HIGIENE 121 El sexo es considerado como una causa ocasional, ó favorable, para el desenvolvimiento del mefitismo y así, al hombre se le mii’a como mas predispuesto que la mujer, á las emanaciones de que tratamos, pero en esto toma una gran parte, la exposición mas frecuente y mayor del hombre por sus ocupaciones. El temperamento, influye de dos maneras en la aparición de los fenó- menos de la impaludizacion; primero por su constitución mas ó menos fuerte y resistente, pues para mayor resistencia orgánica se requiere, por regla general, mayor cantidad ó mayor intensidad del elemento tóxico y así los sujetos linfáticos, son los mas predispuestos á contraer los paludismos. Cuando tratemos de los males exóticos, veremos que, con ellos suele suceder ála inversa. La segunda manera como influye el temperamento, es por la actividad de los actos que el individuo eje- cuta, á que corresponde una actividad funcional igual y por esto los individuos de temperamento linfático y los convalecientes como las mu- geres y los niños, forman una escala ascendente de receptividad mórbida. Las personas que han padecido una vez un paludismo, quedan pre- dispuestas á contraerlo en adelante por una segunda y tercera vez y es que, en tales circunstancias, quedan siempre en pos algunos vestigios, lesiones ó principios morbosos, que obran como causas determinantes. Lsceptuábase antes, el sarampión y escarlatina, así como la viruela, entre los males virulentos y la fiebre amarilla entre las fiebres exóticas, pero parece que eso depende, del genio epidémico que traen esos flajelos en cada invasión. Lo mas notable sobre el mefitismo palúdico, nos va quedando para lo último. Como hemos visto, los pantanos, depósitos de lodo y légamo, las aguas estagnantes y todo cuanto se le equipara, son causasjque exis- ten en las localidades, sin cambiar de lugar y convertidas en focos ó centros patológicos perennes ó intermitentes, es decir estacionales según los climas ó latitudes. De aquí resultan las endemias y las epi- demiasí, que no son sino variantes casi, de un mismo modo de presen- tarse los males, sin embargo de que, por la diversidad de males ó enfer- medades que reúne el grupo de las endemias, se hace imposible toda generalización ásu respecto. Nos hemos de esplicar con toda claridad sobre este particular mas adelante. Digamos entre tanto, que según lo espuesto, ha tenido Levy muchísima razón en definir las endemias, diciendo que son la espresion patológica de Lis localidades, por mas que duchos le reprochen, que nada define con esa metáfora, pero dado lo espuesto, al comienzo de este párrafo, se vé, que con esas palabras se 122 LECCIONES señala su origen y señalar su origen, es indicar su naturaleza en este caso. No hay mal ninguno, Señores, de los que han ejercitado y causan es- tragos, de tiempo en tiempo, entre las sociedades humanas, que no ten- ga cuna, una ó múltiple, que no sea originario de alguna localidad, deter- minado en ella, por un mefitismo mas 6 menos complejo. Sin embargo de los misterios que envuelven la cuna de la mayor parte de estos Sá- jelos, podemos decir, que el origen que se les asigna á los tres que mas se temen: el cólera, la fiebre amarilla y la peste bubónica, es el mefitismo palúdico, según la opinión mas recibida. Son divisibles las endemias en agudas y en crónicas; las agudas son las que han revestido en diversas épocas, ó pueden tomar, un carácter epidémico, ya sea local, circunscrito á una localidad, ya un carácter invasor, que dependeria de causas que mas adelante detallaremos. Las endemias crónicas, serán aquellas, que van lentamente modificando la constitución del mayor número délos habitantes de un territorio, lo- calidad, ó país. Es de observar, que en los climas templados, el mefitismo palúdico no genera ningún mal epidemiable; que todos los flagelos que han apare- cido hasta el presente, han sido oriundos todos, del ecuador ó regiones tro- picales, cuando menos. En los climas templados, los efluvios pantanosos dan origen á lo mas, á las fiebres intermitentes y á medida que nos aproximarnos al ecuador los paroxismos yla perniciosidad de las fiebres, se hacen cada vez mas intensos. Obsérvase también, y sobre ello llamo la atención deYds., que los mefitismos que se manifiestan en las regiones ecuatoriales, comienzan según varios autores, por fiebres intermitentes simples y á medida que el mefitismo aumenta y que avanza la estación, se tornan en remitentes, biliosas, mucosas, catarrales y larvadas ó perniciosas. En los climas templados, las fiebres larvadas ó perniciosas, rara vez se presentan y cuando ello tiene lugar, es únicamente á principios del oto- ño, pero, en los paises cálidos, reinan esas enfermedades durante casi todo el año y hay ejemplos numerosos en las regiones ecuatoriales, de haber sobrevenido la intoxicación tan rápida y con caractéres tan anóma- los, que en tres ó cuatro horas ha terminado con la vida del paciente. Creemos haber dicho ya, que la mayor parte de los autores consideran el cólera mórbus, la fiebre amarilla y la peste como debidas á efluvios pantanosos. Hay algunos autores que han llamado la atención, sobre la presentación concurrente ó alternada en muchai localidades, de las fie- DE HIGIENE 123 fires intermitentes, remitentes, disenterias, fiebres tifoideas, carbunco, cólera y fiebre amarilla y merece mencionarse á este respecto una obser- vación curiosa de Johnson, citado por Becquerel, qne aclara, en sentir de algunos, la cuestión etiológica de esta influencia palustre. Según la cita hecha, sobre veinte soldados espuestos al mismo tiempo á las emanacio- nes de un pantano, diez y seis fueron atacados de fiebre intermitente, cuatro de cólera, cuatro de disenteria yel resto de fiebre amarilla. ¿No es esta, agrega el señor Becquerel, la prueba mas evidente, de la influen- cia patogénica de las aguas estagnantes, sobre esta cuatro enfermedades; fiebre intermitente, cólera, disenteria y fiebre amarilla? Pues bien, señores, bajo el fundamento de la observación de muchos casos análogos álos citados por Johnson, que son auténticos y que solo se han tratado de esplicar por diferentes receptividades mórbidas de las personas; bajo el fundamento .también, señalado hace un momento del escalonamiento en que se encuentran en los climas, la fiebre intermi- tente simple en los paises templados [y su mayor gravedad, á medida fine nos acercaremos ála línea equinocial; bajo la identidad de procesos patológicos que se operan en los individuos atacados pe esos males y de una correlación entre los desórdenes que se han notado en las Necropsias—se ha fundado una teoría, según la cual, todos estos males, provendrían de la diferente cantidad é intensidad de los efluvios, pero la causa seríala misma. Podría al respecto citar varios autores, pero me limitaré á hacer presente lo que dicen al respecto el Dr. Yarela de Montes en su Biretología razonada y el Dr. Monlau en* su epidemiología. “Todas las especies de tifus que los autores admiten no son mas que Una misma enfermedad,la enfermedad typhoidea, nuestra fiebre de origen, Nuasmático, Jajfiebre esencial primitiva en sus diversas faces, idéntica en Su causa, yen su naturaleza, pero vária según el sistema orgánico que afecta con especialidad. Por esta razón, en las epidemias de fiebre tifoi- dea, en unas, se la llama atáxica, porque se reciente especialmente en el cerebro; en otras pútrida, porque sobresale la alteración humoral; en otras, 86 la confunde con la verdadera cerebritis ó meningitis, siendo siempre la ■aNsma entidad. Tan distinto modo de presentarse un mismo mal de- pende también de los temperamentos y predisposiciones individuales. ” Mas adelante dice el mismo Señor: La fiebre es una, única, universal, eu todo los paises, pero las causas que la dan origen, tienen algo de dife- rente según su origen y latitudes geográficas. Esta enfermedad, es Slempre de origen miasmático y recibida por infección, bien sea interior, es decir producida por una causa desarrollada interiormente con motivo 124 LECCIONES de otra enfermedad (fiebre secundaria) ó por infección, también interior, consecuencia de evoluciones orgánicas, que esplica Trousseau por su metasincrisis (fiebre primitiva esporádica) ó enfia, la fiebre es originada por principios sépticos atmosféricos, introducidos en el organismo (tifoidea tífica Europea, Asiática, Americana, Africana). Siempre es la misma enfermedad en su causa yen sus efectos y solo diversa en grados; pre- sentando siempre un parecido profundo y suma facilidad á tomar la misma fisonomía. En la época en que reinaron las fiebres en Galicia y en toda España y aun en Erancia, en uuos, aparecían los síntomas del tifus, en otros, las parótidas gangrenosas, las petequias, en mucbo los vó- mitos biliosos, las diarreas y en algunos, la suma postración yla refrige- ración sorprendente. En los párrafos siguientes, nos parece aun la opinión de los unitaristas, mas claramente espresada: “Las mismas causas pero modificadas en su acción, exageradas en su actividad, producen en Europa, el típlius nostras en América la fiebre amarilla, en el Asia, el cólera, la peste en la Syria. Los miasmas pútridos son las causas, en todas partes, de la enfermedad iipoidea, pero esta misma causa, bajo una localidad que la active como una cárcel óun hospital, origina el tifas. Si estas causas se desarrollan bajo la latitud de las Antillas y en las estaciones calientes, á orillas de los rios cenagagos y ejercen su acción especialmente sobre hombres no habituados en aquella atmófera, el tifas se desarrolla, ó mejor dicho, la afección tifoidea produce una general intoxicación que interesa especialmente y fija su acción predilecta, apenas desenvuelta, sobre el sistema gastro-hepático; hé aquí porqué sus síntomas en el primer perio- do tienen un parecido con la hepatitis y una desemejanza con la tifoi- dea. Hé áquí también, porqué es una opinión muy común la de que, la fiebre amarilla es una intermitente perniciosa. Poro si el enfermo no sucumbe bajo la primera impresión de la causa destructora, en el se- gundo periodo se declaran los síntomas y la marcha de la fiebre tifoidea.’7 Suprimimos aquí un pequeño párrafo confirmativo del autor y pasa - mos al que consagra la cólera y dice así: 4íSi en el Indostan, a orillas del Ganges, obran estas mismas causas que en América desarrollan la fiebre, allí esos miasmas, matan de la misma manera, pero tomando una nueva forma que se denomina cólera. Todas esas vanas disputas sobre su naturaleza y asiento, son de ningún valor, porque si llevan el objeto de designar los estragos del organismo quo sucumbió á su acción, estos estragos son efectos frecuentes, pero no constantes; pero efectos, que una ve 2 producidos no los corrija la ciencia Sucede en el cólera como en las intermitentes perniciosas; venza el médico el periodo álgido y esta DE HIGIENE 125 victoria será un rayo que le aliente en sus esfuerzos para vencer el mal ” Bajo las influencias del Africa, en Egipto, en Constantinopla, las cau- sas miasmáticas se reproducen con frecuencia en medio de un calor hú- medo y del poco aseo doméstico y desarrollan la peste, en la cual veo la predilección de la causa á obrar sobre el sistema glandular y sobre la composición de la sangre; carbúnculos, gangrenas y petequias: es sin duda una verdadera fiebre en que domina el elemento pútrido'7.. .. “En fin, pudiera aun alegarse en contra de esta omnipotencia que doy al clima para que una misma causa produzca enfermedades que parecen diferentes y que únicamente lo son en apariencia, las frecuentes irrup. eiones de la fiebre amarilla, de la peste y del cólera á paises opuestos á su geográfica cuna; pero, adviértase que en estos casos, las causas ende- micas se han reforzado en su tránsito al través del organismo humano para adquirir de este modo el carácter contagioso yla facilidad de impor- tación. Asi es como yo veo los contagios y las enfermedades conta- giosas, porque para mi contagio, infección, miasma, efluvio, virus, son la misma cosa, como le sen las enfermedades esporádicas, endémicas, epi- démicas y contagiosas, etc. (1). Veamos ahora lo que dice á este respecto el Ür. Monlau. En su primera lección de Higiene Pública y Epidemiología (2), dice lo siguiente: “La identidad del tipo morboso en los contagios, la inde- pendencia de las condiciones esternas con que suelen desarrollarse, su curso inexorable, su duración y su sensación, no pocas veces misteriosas, su estrinsecacion ó manifestación ordinaria mas ó menos evidente por bubones, pústulas, pintas ó manchas, ictericia, cianosis, vómitos ó diarrea, etc. sus varios modos de trasmisión iximediata y á distancia (importabi- üdad;) sus diferentes velúcidos transmisores, animados ó inertes, —su modo de propagación, su inoculahilidad, que es la condición mas carac- terística, aunque no general en todos ellos todos estos puntos serán objeto de nuestro reflexivo exámen, etc. Pero mas terminante aun nos parece en las siguientes líneas (3): ticos principales importables por la vía de mar, tres contagios diversifi- cados en su forma, pero unos en su esencia y hermanos por la analogía de su origen. La peste nació en las bocas del Hilo, la fiebre amarilla ¡ Peste, fiebre amarilla, cólera asiático! Pie ahí los tres contagios exó- (1) Vareta de Montes—Piretología razonada. Santiago 1859, páginas de 315 adelante. (2) Siglo médico, 1869 página 469. (3) Elementos de Higiene Pública, tomo 2 o tercera edición página 641. 126 LECCIONES en las del Misissipi y el cólera en las del Ganges, rios todos con esten- sos deltas, que forman centenares de pantanos, lagos, charcos, bolsas, podrideros y focos de infección. Esa comunidad de origen óde etiología es elocuentemente significativa y se presta á no pocas deducciones hi- giénicas y médicas. Creemos suficiente lo que hemos trascrito para que Yds. tengan una idea completa de los fundamentos que siguen los unitaristas ó monopalu- distas y podemos pasar á ocuparnos ahora, de lo que los autores desig- nan con los nombres de caquexia palúdica, paludismo crónico á endemia crónica de algunas localidades. Algunos autores, y han de encontrar estas divisiones en los tratados nosográficos, distinguen los paludismos en fevriles, piréticos, atávicos ó dinámicos y en apiréticos, caquécticos ó adinámicos, que aunque en rigor no tengan el mismo significado, podemos para el caso considerarlos como sinónimos. En la primera clase se hallan: la grippe, las fiebres intermitentes y remitentes simples y algunas perniciosas y á la segunda clase corres- ponden; la disenteria, la diarrea, el cólera nostras y todas las enferme- dades llamadas adinámicas. Pero todas estas afecciones reinan de un modo endémico y forman la espresion nosológica, de los parages en que hay emanaciones palustres. Los paludismos apiréticos ó sin reacción orgánica intensa ó manifiesta, pueden tener una marcha rápida ó lenta; las disenterias, diarreas, cólera nostras y algunas fiebres larvadas ó perniciosas, tienen una marcha rápida; los de marcha lenta, son los que componen en particular las endemias crónicas y resultan de la influencia habitual de los efluvios pan- tanosos, interrumpida esta marcha, por el desarrollo de fiebres intermi- tentes nuevas. Este estado y marcha, no es la misma en los diversos sitios pantanosos, pero se marca en la constitución física y en las condiciones intelectuales ó morales de los habitantes de los sitios pantanosos ó sus similares y mas de una vez suele tomar un tipo, ó algunos de loa rasgos que caracterizan el cretinismo. En los pantanos de las orillas del mar del Norte y del Báltico, según los autores, no se presentan fiebres intermitentes sino por escepcion y es la caquexia ó endemia crónica, que reina habitual- mente, caracterizada por una diminución en la proporción de los gló- bulos y de la albúmina del suero de la sangre y de ahí un tinte pálido ó pajizo, dispnea, palpitaciones, ruidos de fuelle vasculares y la tendencia á las hidropesías. Por lo general, los habitantes de los sitios en que DE HIGIENE 127 reina este paludismo tienen un aspecto valetudinario, es un estado de debilidad habitual, con marcada indiferencia por todo, es un estado de Tiebetud, de embrutecimiento, análogo al que se observa en el segundo, periodo de la fiebre tifoidea yen la convalecencia de males cerebrales. El Señor Bossi los ha retrata do de esta manera: ‘‘color pálido y lívido “mirada triste y abatida, párpados infiltrados y tumefactos, numerosas “arrugas, surcado su semblante, en edad en que solo debieran verse “contornos suaves 6 redondeados; hombros angostos, pechos reducidos, “cuello largo, voz débil, piel seca ó bañada en sudores debilitantes, an~ “dar lento y penoso y todo el aspecto propio de las afecciones del apa- “rato pulmonar; viej os á los treinta años y decrépitos á los 40 ó 50. La ‘‘salud, agrega, es para el habitante de esas regiones un bien descono- cido; nacido en medio de las causas de insalubridad, siente temprana- “mente su funesta influencia.” No vayan Yds. á creer que es solo sobre el hombre que se manifies- tan los efectos del impaludismo crónico; los animales sufren también las influencias de los miasmas ó efluvios palustres, que en ellos se manifiestan por fenómenos mórbidos intermitentes, hidroemia, caque- xias y epidemias, que toman el nombre de epizootias. En resúmen, según las investigaciones de Gigot-Suard, Lancisi, etc, los efluvios ó miasmas palúdicos, se componen de fragmentos de vegeta- les, granos de polen, restos de insectos desconocidos ó de tardígrados infusorios enteros, etc, que emanan de los pantanos y aguas estagnantes por efecto del calórico yde la insolación. Mefitismo complejo, que una vez desarrollado se eleva á diferentes- alturas en el aire para volver á descender en horas distintas. Según el estado actual de nuestros conocimieu tos, no es posible decir, fiue á unas horas, se elevan de los pantanos los productos puramente ve- getales y á otras horas , los de origen animal. Respecto á la actividad con que obran esos miasmas sóbrela economía, hemos visto que era pro- porcional al clima, ó sea ála actividad de las evoluciones ó procesos de la putrefacción y por esto, son mas de temer en otoño, porque en esa es- tación los vegetales anuos han terminado su existencia y su trasforma- cion. Los efluvios de agua dulce, parecen ser menos dañosos que los de agna salada y los de aguas mistas ó mezcladas, son los que tienen una acción mas intensa. Como cuerpos sutiles, son fácilmente trasportados P°r los vientos y así, estos llevan en sus alas ó ráfagas, á puntos mas 0 menos distantes de su cuna, sus influencias ó impresiones que se mo- difican per los obstáculos que encuentran en su tránsito. 128 LECCIONES En cuanto al modo de obrar en nuestra economía, la mayor parte de los patologistas admiten que estos efluvios, como los otros mefitismos, llegan á ios centros nerviosos por intermedio de la absorción, por la piel, por la respiración y por el tubo digestivo. Como la doctrina unitañsta ó unigenista encuentra muchas resisten- cias, los higienistas esplican la diversa intensidad con que obran estos mefitismos pantanosos, asi como ios diferentes impresiones, reacciones ó manifestaciones que despiertan, por la diferente cantidad yla distinta naturaleza de ellos, que aun no se ha llegado á determinar, es decir, admiten el poligenismo y ademas un especificismo, que es la doctrina dominante. Hay sitios en el Senegal, en Panamá, en la Arabia y el Brasil, en que basta pasar por ellos para que el mal, el paludismo, se declare y con un carácter larvado, tan pernicioso que es rápidamente mortal. Estos ca- sos parecen debidos á una verdadera intoxicación de evolución interior y los desórdenes que se encuentran, guardan una gran analogía con los que presentan las personas que mueren, víctima de impaludismos, que tienen una marcha menos rápida. Los sujetos que habitan en parages pantanosos ó que han sufrido va- rios ataques de impalndismo, presentan la particularidad de tener el bazo muy voluminoso, hipertrofiado, hecho que es conocido desde los tiempos de Hipócrates. Otro carácter y muy notable que tienen las emanaciones ó efluvios, es su acción sobre los colectividades humanas; en efecto, fuera de ser ciertas enfermedades, endémicas en los sitios en que se elaboran los mefitismos, que las producen, fuera de limitarse estos mefitismos en sus estragos ó de circunscribirse donde se generan y en las localidades inmediatas, á que son arrastrados por los vientos—pue- den y suelen en determinadas circunstancias revestir un carácter epi- démico, recorriendo varios climas y terrenos de composición muy di- ferente. Algunos autores suponen un antagonismo entre las influencias pan- tanosas, la fiebre tifoidea y la tisis pulmonar. Hemos tratado de darla esplicacion de lo que entre nosotros pasa con las Conchas y los otros parages análogos y esto parece estar de acuerdo con las conclusio- nes á que llegó Boudin en las investigaciones, que vamos á resumir; 1 ° En las localidades pantanosas son raras la tisis pulmonar y fiebre tifoi- dea; 2 ° En las localidades en que la fiebre tifoidea yla tisis están muy acentuadas, son raras y de poca gravedad las fiebres intermitentes; 3 ° Los pantanos desecados ó convertidos en estanques, cambian la patoge- nia de las localidades y la tisis y tifus, comienzan á contribuir ala mor- DE HIGIENE 129 talidad; 4° el aclimatamiento en países pantanosos da inmunidad para la fiebre tifoidea, y el grado yla duración de esta inmunidad están en razón directa ó compuesta; de la duraecion, de la permanencia y de la in- tensidad del mefitismo; 5 ° La longitud, latitud y elevación geográfica sirven de límite ála influencia productriz del elemento palúdico y 6o la raza y el sexo tienen mucha influencia en la impresionabilidad del or- ganismo. Un apéndice sobre las conclusiones del Señor Boudin, creemos deber Hacer y es que, según muchos higienistas, el ánimo prevenido le ha hecho verá este autor, un antagonismo que no existe y esto es por haber gene- ralizado ó esxagerado un hecho real y verdadero, cual es, el de la bondad de tales localidades para la tisis yel tifus. Se admite también con generalidad, que los efluvios son mas pesados que el aire yde este modo «¡e trata de esplicar la diversa intensidad de acción, con que estos miasmas palúdicos atacan á los niños, en los que este mefitismo hace gran mortandad, asi como en las personas débiles y enlas mugeres, pero debo advertirles, que esta predilección de acción, varía considerablemente. Con las razas pasa un hecho análogo; para unas enfermedades, como la fiebre amarilla, los negros tienen una inmunidad casi completa y para la tisis y los tifus una gran receptividad. La fiebre amarilla ataca de preferencia á las personas fuertes y siguen en orden decreciente, los sujetos débiles, vienen luego las mugeres y lo mas general, es que los niños queden inmunes é indemnes, cuando reina este mal. Con el cólera y la peste de- Levante pasa casi lo mismo que con la fiebre amarilla, aunque no sea la preferencia tan marcada. Entre tanto la influenza (nombre que dan los italianos al grado menor de impaludismo que se observa en las inmediaciones de los Lagunas Pontinas, famosas por la insalubridad,) la influenza ó malaria, ataca con predilección á los niños y personas débiles. Con la grippe, que tiene siu duda el mismo origen palúdico, sucede que unas veces ataca con preferencia á los niños y otras veces á las personas mayores. En todos aquellos puntos en que los efluvios pantanosos tienen iutensidad, perniciosidad, ó en que, por efecto de ellos la mortalidad se encuentra muy aumentada, la despoblación de las comarcas es un hecho comprobado y creo innecesario agregar nada al respecto. Eara terminar con el estudio de este paludismo, que nos ha ocupado fantu y del que aun se nos quedan algunos puntos sin tratar, pero que esperamos encontrarlos al estudiarlas endemias y epidemias, creo no 9 130 LECCIONES les estará demas, conocer los principales signos y síntomas que carac- terizan un paludismo. Toda Tez que Yds. vean un individuo que sufre un mal con cortos periodos de intervalo, con exacerbaciones meridianas, matutinas ó vespertinas, con fiebre á ratos ó escalo- fríos; un mal raro y caprichoso en su marcha y cuando vean que no tiene esa persona, una lesión orgánico fija y que tiene las pupilas dila- tadas, sin haber hecho uso de la belladona ó sus alcaloides, etc. pueden, sin temor de equivocarse, decir que tienen por delante un im paludismo, mal de influenza leve, malaria etc. En cuanto al saneamiento de los sitios pantanosos, la higiene acon- seja, desecarlos y- esto se consigue por el drenaje yel aterramiento 6 agotamiento, así como por el tal amiento de bosques en que existen aguas encharcadas, óJa plantación de los árboles que son reconocida- mente ávidos de humedad. En la próxima reunión nos ocuparemos de la desinfección y de los desinfectantes. JDel mefitismo pútrido ¡Señores: Había quedado en ocuparme en esta reunión de la desinfección y do los desinfectantes, pero he visto que cuanto pudiéramos decir sobre estas materias, sena incompleto, puesto que la mayor parte de las apli- caciones que tienen los desinfectantes y tiene la misma desinfección, se refiere al mefitismo pútrido. Esto mefitismo, por otra parte lo habíamos dejado para tratarlo, como introducción á sus focos de elabo- ración ó producción, que se encuentran en los centros sociales. Cedo pues y cambio mi primer propósito, ante la disyuntiva de hacer un estudio ó esposicion incompleta de la desinfección y de los desinfec- tantes y entro á ocuparme del mefitismo pútrido, ci n lo cual cerraremos ya, el estudio de las mofetas, nombre que en lo antiguo se daba, á todo gas no respirable y de donde hacen derivar algunos la palabra mefitismo, para otros y creo que con mayor razón, por la analogía que hay DE HIGIENE 131 entre los términos, derivaría la palabra mejitismo de la voz me filos, empleada en la antigua química, para designar el producto de la com- bustión del azufre y de varias otras sales, de donde viene la palabra vul- gar mefítico, que es el epíteto que se da, á todo gas ó vapor que ejerce sobro la economía una acción ingrata y perniciosa. Con el deseo de evitar la confusión de ideas, que hacen algunos autores, en una de nuestras reuniones anteriores, al tratar del raefitismo miasmático, procuramos separar cuidadosamente, las alteraciones del aire ambiente, ocasionadas por las materias orgánicas en descomposición ó putrefacción. Habriamos querido, á ser posible, establecer mayores divisiones aún, en los mefitisraos, pero no está la ciencia suficientemente adelantada, para asignar á cada foco y á cada raefitismo, su verdadero rol etiológico, faltan caracteres patognoraónicos ó diferenciales, para señalar los efectos que cada uno determina en nuestra economía, según los distintos climas y localidades. El mefitismo pútrido de que nos ocupamos, esta constituido por los miasmas ó emanaciones pútridas, es decir, por les gases que provienen de las materias en descomposición ó putrefacción de origen animal, es decir aún, cuando se está operando ese ciclo incesante ó eterno, entre la vida y muerte, por medio de la transformación ó descomposición, que, como hemos dicho, se opera por intermedio de los aires, las aguas y las tierras, la costra sólida del globo, el suelo. La vida, Señores, es un principio ó un resultado, según la faz bajo la cual se la considere. Es principio, en cuanto dirije ó preside el funcionamiento de las visce- ras, órganos y aparatos y. en cuanto es ella la que determina las acciones moleculares, que se pasan en la intimidad de nuestros tejidos. Es resultado, porque la vida es la existencia, es la economía en acción y esa acción y ese funcionamiento cesan, cuando las reacciones molecu- lares se interrumpen por un tiempo determinado; cesa también ese funcionamiento, por la lesión de un órgano ú aparato de los que compo- nen, por ejemplo, el trípode vital y por cuanto, es necesario para vivir, el ejercicio regular de determinados aparatos. Resulta de lo espuesto, que la palabra vida, la empleamos como causa y como efecto á la vez. Ahora bien, cuando desaparécela vida, cuando cesa el funcionamiento regular de nuestros órganos y aparatos y con él, el bíblico soplo vital, íes elementos constitutivos de tan diverso orden y naturaleza, que componen los seres, las funciones sinérgicas, que servían para la con- 132 LECCIONES servacion y desarrollo del ser, cesan también y los diversos tejidos, órganos y aparatos, comienzan un proceso gradual de descomposición ó putrefacción, en que los elementos, las sustancias ó principios que los constituyen, ejercen unas acciones moleculares, distintas de las que Al cesar la vida individual, los elementos constitutivos, comienzan á obedecer á las leyes generales, entran á formar parte de la vida universal y para ello empiezan á reaccionar unos principios sobre los otros. Bajo esta acción, no tardan los aparatos, los órganos y los tejidos de trama tan admirable, de propiedades asimilatrices y de efectos ó resultados tan variables, en dar principio á un lento proceso de descomposición ó putrefacción, cuyo fin, es, por una serie gradual de transformaciones volver esos elementos al reino de la naturaleza á que pertenecen y de los cuales los tomó el hombre para su sustento. antes ejecutaban. La cesación de la vida, es lo que se llama la muerte; la muerte en realidad no existe, puesto que es una negación y puesto también que en la naturaleza nada se pierde, que los cuerpos giran sin tregua, ni reposo, constituyendo nuevos seres, nuevas vidas, sirviendo en el intermedio para constituir otra vida, otra armonía mayor, la vida del planeta. La muerte, la cesación de la vida, es un fenómeno difícil de detallar porque á veces se ncs presenta con caracteres muy complejos y por lo tanto; su definición, es casi imposible, sin incurrir en un círculo círculo vicioso que proviene; del ciclo ó sucesión á que se encuentra sometida la materia en la creación. En prueba de esta verdad, hé aqui la definición que da la generalidad de los autores: “la muerte es la cesa, cion definitiva de todos los actos cuyo conjunto constituye la vida de los seres organizados.” Bigamos empero, ya que de ella nos ocupamos y renunciando á buscar otra definición que carezca de ese vicio insaneable, que, la cesación de la vida, rara vez es un- hecho repentino. Comunmente la muerte tiene lugar, diremos, por etapas, que son como esos fulgores que dan las lám- paras próximas á estinguirse por falta de combustible, ó cuando las corrientes aereas, superiores á su resistencia, le arrebatan la vivida lum- bre, que apenas desprendida del cuerpo en combustión, se estingue. El orden fisiológico, marca el siguiente orden en los fenómenos postri- meros de la vida: desórdenes de los ritmos de la respiración, de la circulación y de la inervación, que es a lo que se dá el nombre de agonía; estado intermediario, últimos destellos de la lámpara triste que se apaga y en seguida, comienzan los fenómenos de las trasformaciones. Cúmplese de esta manera la bíblica sentencia, pulois eris et in puloe 133 DE HIGIENE reverteris. Habitantes temporarios de un mundo en incesante movi- miento y transformación, para vivir, respiramos, producimos calórico y nos alimentamos, es decir, tomamos los elementos necesarios para nues- tro sustento y desarrollo de los aires, las aguas yla tierra. Cesando con la muerte las funciones de la vida y operándose en los organismos las putrefacciones, esos elementos que nos hablamos ántes apropiado, se van desdoblando j van así, retornando á los aires, las aguas y la tierra de que salieron. La serie de transformaciones que se operan en los organismos resul- tan en último análisis, ó término, de la acción oxidante del oxígeno atmosférico, del agente ó elemento mismo que habla presidido bajo la acción vital, las mismas combinaciones que concurrieron ántes para el mantenimiento de la vida. El oxígeno, va simplificando los elemen- tos complejos que forman los órganos y tejidos, en esta acción regresiva y de ello resultan compuestos intermediarios, compuestos mas simples compuestos pasageros ó temporarios, que luego, bajo la acción perenne, del agente comburente, se convierten en último término, definitiva- mente. en los mismos elementos inorgánicos primitivos, en esos cuer- pos simples, que los análisis químicos han hallado en la infinita variedad de materias y sustancias que encierra la creación. En la serie de trasformaciones ó metamorfosis, en esta trasmigración ó metempsíccsis de los elementos, se desprende una gran cantidad de gases, no siempre visibles ni apreciables por ios medios físicos de que disponemos y son entre otros: el ázoe, el ácido carbónico, el amo- niaco, el ácido sulfhydrico, el ácido acético, el óxido de carbono, el hidrógeno protocarbonado, el hidrógeno fosforado, el ácido ní- trico etc. Ademas y conjuntamente con ellos una materia fétida, infecta, séptica ó pútrida, según el periodo de la putrefacción ó descomposición Es á estas materias á que se dan los nombres de efluvios pútridos, miasmas pútridos, emanaciones pútridas de origen animal y que son las que vienen á constituir el mefitismo pútrido de que nos ocu- pamos. El desprendimiento de estos productos de la descomposición de los cadáveres, va acorapafiado de trasformaciones graduales de la materia orgánica que pierde parte de su cohesión, se reblandece y termina por constituir una papilla que mas tarde se reseca y que forma como última cspresion de ese proceso regresivo, en el ciclo de la creación, una espe- cie de mantillo que mas tarde, á su vez, se incorpora al suelo, formando parte constitutiva de él y devolviéndole, con los elementos que lleva, 134 LECCIONES las propiedades vegetativas sin los que no seria pronto el alma tierra, sino improductiva, estéril escoria. Tal era, Señores, la esplicacion que se daba basta hace muy poco tiempo de la putrefacción; tales eran en compendio los procesos que la naturaleza en sus grandiosas y admirables trasformaciones se decia seguir y tales también los fines armónicos que se veian en el conjunto. La putrefacción era pues, la destrucción espontanea de la materia organizada, con desprendimiento de gases fétidos. Pero, desde el descubrimiento de las fermentaciones y de los organismos fermentesci- bles, se ha visto que estos, son necesarios para que esas trasformaciones tengan lugar; se ha visto, que la vuelta ó proceso regresivo no era espontáneo yse ha comprobado, que las sustancias orgánicas mas complicadas y mas alterables, sepodian conservar indefinidamente, aun en presencia del oxígeno, como lo ha hecho M. Pasteur, con la sangre, la orina y otros productos animales, con tal que no existieran gérmenes ó fermentos en él. Para el efecto, en sus memorables esperimentos, tomaba la sangre directamente de una vena yla recibía en un matras completamente privado de gérmenes, que en seguida sellaba y 45 dias después, ni el olor había cambiado, ni se habla desarrollado ningún gas ni todo el exígeuo se había absorvído. Dedúcese de este solo esperi- mento, que no vuelve la materia orgánica espontáneamente á la mine- ralizacion, y que no basta el oxígeno para determinar esa regresión, porque este gas, no es completamente absorvido, y privado de los gérmenes, no determina la putrefacción. Este mismo esperimento puede repetirse con la orina, la leche, el aser- rín de madera y las sustancias mas alterables y con todas ellas da los mismos resultados. Hemos de ver un poco mas adelante, la verdadera causa de la oxida- ción de las materias orgánicas y de la putrefacción, ocupémonos entre tanto de los fenómenos ostensibles de la putrefacción. No es posible marcar los periodos de esas trasformaciones 6 putre- facción por el desprendimiento de gases y del mefitismo ó materia infecta, de que hemos hecho mención, pero, es posible sí, señalar esos periodos por las trasformaciones que se van operando en el cadáver ú organismo sometido á la descomposición natural. Los autores no están acordes, sin embargo, en el número de divisiones ó periodos que la putrefacción ofrece. Unos admiten cuatro periodos y son comunmente los higienistas, pero los médicos legistas, que estudian igualmente estos fenómenos, aunque con distinto objeto, admiten seis, como el ilustrado Dr. Mata. DE HIGIENE 135 Tamos á esponer estos periodos, como lo hacen los médicos legistas con los cadáveres humanos, para que de esta manera, se hallen mas tarde, conformes sus conocimientos con los que han de necesitar en aquel estudio. Estos detalles, al mismo tiempo, espero les servirán para cuando tratemos las cuestiones relacionadas con los cementerios. Los fenómenos porque pasan los cadáveres desde que cesa la vida, hasta que quedan reducidos al polvo deleznable que se incorpora á la tierra, pueden dividirse en dos grandes épocas. Cinco son los fenómenos principales que se suceden ai cesar la vida: el calor se apaga, viene el enfriamiento; conjuntamente viene marcándose la rijidez cadavérica; senota al mismo tiempo una diminución en el volumen del cuerpo; la diminución de volumen, es acompañada de la diminu- ción del peso y aparecen por último, livideces en las partes declives. Para producirse estas livideces, la sangre va por las ramificaciones de los vasos capilares de los órganos, á los puntos declives, obedeciendo alas leyes físicas. La primera época puede dividirse en cuatro periodos : el primer periodo está caracterizado por los fenómenos que acabamos de men- cionar rápidamente, prescindiendo de los signos precursores y do la marcha, que al tratar de los signos de la muerte, hemos de detallar. El segundo periodo, suele durar hasta tres dias, desde las diez primeras horas y el signo que lo caracteriza, es la desaparición de la contracti- lidad, bajo el estímulo del galvanismo ó electricidad y de cuyo valor, Dos hemos de ocupar también mas adelante. El tercer periodo, lo caracterizan las livideces, en los puntos declives y puede durar desde los tres primeros, hasta los doce dias; los líquidos, en este periodo, obedeciendo á las leyes físicas, se dirijen á los puntos mas declives, segun la posic-ion del cuerpo ysu duración depende del clima yde la estación. En el cuarto periodo, el cadáver se hincha por gases, productos de la descomposición. Esta hinchazón que caracteriza el cuarto periodo de la primera época, es acompañada de la diminución en el peso del cuerpo y de una coloración verde y por lo general data la muerte, cuando tal cosa aparece, de seis á doce dias, en el invierno; durante el verano, no es raro ver que los cadáveres han recorrido estos cuatro periodos, en las primeras veinticuatro horas. La segunda época, comprende la verdadera historia del proceso de la putrefacción. Eu esta, cualesquiera que sean las ideas que se pro* ícsen, no puede menos de mirarse como una fermentación lo que pasa y fuera de los gases mencionados y délas emanaciones ó miasmas, tenemos fine el cadáver, queda convertido en una materia crasa negra, estiércol 136 LECCIONES animal ó jabón cadavérico, que tiene que continuar un proceso distinto hasta el entonces seguido. De los gases que se desprenden, el hidrógeno carbonado es el mas abundante. El jabón cadavérico, paralización ó detención del proceso de des- composición, es una masa sólida y blanca, que se ennegrece después, es untuosa, liviana y porosa: su color, puerto variar según las partes del cuerpo en que se forma; está constituido por adipocira y amoniaco ó con mas exactitud, de estearato, margarato y oleato de amoniaco, pro- ductos de la putrefacción de los materias azoadas; tiene un sabor cáustico este jabón, y arde con facilidad, dejando un residuo de cal, potasa y otras sales, cuya composición puede variar según los terrenos óel medio en que la descomposición se efectúa. Este jabón toma un tinte amarillento ó negruzco y cuando seco, tiene el aspecto y consis- tencia de la yesca ó polvo, al parecer de composición caliza. No entraremos por el momento en mas pormenores, pues no serian del caso y al mencionar estos, es principalmente para que, con el concurso de los conocimientos anátomo-patológicos, puedan darse cuenta del proceso de la putrefacción; pero hemos mas tarde de volver sobre esto y entretanto, vamos á fijar nuestra atención, en algunos de los fenómenos, que acompañan las descomposiciones cadavéricas. Siendo la adipocira, un compuesto transitorio y mas que nada, una detención en la descomposición, reconoce por causa su formación, siempre, un obstáculo á la acción reductiva del oxígeno y de los gér- menes que le acompañan en el aire ambiente, así es que esta materia, se encuentra en abundancia en la tierra que se halla recargada ya de materia orgánica y no puede por consiguiente absorver, ni descomponer mas gases y compuestos líquidos rte los que se forman. Del estudio que se ha hecho sobre este particular, resulta, que para que se pueda operar la descomposición de un cuerpo, se hace necesaria la reunión de estas circunstancias: la acción del oxígeno del aire ysu renovación; una temperatura un poco elevada y un cierto grado de humedad. Las circustancias de humedad, de temperatura, de electricidad de medio, la naturaleza de la afección de que el sujeto ha fallecido, etc. influyen considerablemente en la rapidez de la sucesión de los fenó- menos de la putrefacción. Tina temperatura entre 0o y 60°, es la que se ha encontrado como mas favorable para la descomposición. A una tempera inferior á0o los cuerpos se conservan, no entran en putrefacción y bajo un calor 137 DE HIGIENE superior á 60°, los cuerpos se desecan y pierden la humedad necesaria para recorrer los periodos de la putrefacción; no hay inacciones y el cadáver se momifica. La humedad acelera mucho la putrefacción, hasta llegar á cierto periodo, la formación de la grasa cadavérica y esto, por la solución de los gases y de los ácidos, que atacan entonces por todas partes las materias orgánicas. La electricidad acelera también la descomposición y esto es debido probablemente, no á ella misma, sino á la acción del ozono que le acom- paña ó cuya formación determina y al que se reconoce una acción oxidante mas enérgica que el oxígeno. En cuanto al medio en que se opera la descompocicion, podemos redu- cirlos á tres: el aire libre; la tierra y el agua y por su influencia sobre la rapidez de las trasformaciones, se encuentran según las observaciones, en este orden: el aire libre, en el que la putrefacción es mas rápida y completa; el agua que no la retarda, hasta llegar é cierto grado y la tier- ra, cuya acción es sin disputa la mas lenta de todas, pero la mas inocua y completa al mismo tiempo, cuando los cadáveres se encuentran en ella, en condiciones que mas adelante estudiaremos. El sexo, influye mucho en la celeridad del proceso cadavérico, por la distinta cohesión que hay en la composición de los tejidos orgánicos y así, los cadáveres de las mugeres, en igualdad de circunstancias se descom- ponen por regla general, con mas prontitud que los de los hombres. El temperamento y la constitución del sujeto influyen por idénticas razones en la prontitud de las trasformaciones, pero, se ha observado ademas, que los cuerpos carnosos ó musculosos y con mucho tejido adi- poso, son los que con mas facilidad se saponifican; en tanto que no es raro hallar momificados los cuerpos secos y flacos. En pequeño paréntesis á este respecto. Yds saben que la iglesia considera como muertos en olor de santidad y propuestos por ¡o tanto para la beatificación, á aquellos seres ó sujetos, cuyos restos del eznables, después de un cierto tiempo, aparecen conservados en su tumba y entre el vulgo, esta conservación es considerada como palpable prueba déla intervención divina; esto proviene, ae que el vulgo ignora por lo general ias circustancias que estudiamos en estos momentos y que influyen tan- to en los procesos cadavéricos. Hay sin embargo y según resulta de está misma esposicion, una pro- babilidad remota de que el cadáver conservado, pertenezca á uno de esos seres en los que, la religiositividad se encontraría muy desencallada, pues ayunos, la vida austera, etc, lo guerra á la carne, en una palabra, de- LECCIONES ja á los cuerpos en condiciones favorables para la conservación y si á esto se agregan los datos confirmativos de una vida ascética, sin ningu- na duda, que razón tiene la iglesia para beatificar al finado. Continuemos ahora. Los cuerpos fiácidos, en que las fibras de los tejidos no tienen mucha plasticidad ó cohesión yen que esos tejidos se hallan como en numera- ción, por la abundancia de líquidos, son los que sufren la descomposición mas completa. Por lo que respecta al género de muerte déla persona, diremos, que se ha observado, que los sujetos fulminados por el rayo, los que fallecen de afecciones sépticas ó pútridas y ios asfixiados por el óxido de car- bono, se descomponen con una gran facilidad y rapidez. Los anfiteatros anatómicos, ios mataderos, los muladeres y ciertas in- dustrias que utilizan los restos de los animales ó sus despojos, como los estaqueaderos de cueros, las fábricas de cuerdas, las carnicerías y salchi- cherías mal tenidas y por último los cementerios y los campos de bata- lla, son los focos graduados y productores de esta clase de mefitismo y en particular, lo repito, los cementerios ó enterratorios y los campos de batalla, que nos ofrecen unteatro dilatado, un campo inmenso en que estudiar sus efectos, porque en ellos, (focos permanentes de emanaciones pútridas de origen animal) la acción no se despierde en el atmósfera sin antes hacen sentir sus efectos sobre las sociedades, de manera que, qui- tan ó alejan toda duda sobre su influencia ó acción en nuestra economia. Al decir que quitan 6 alejan toda duda sobre su acción en nuestra eco- nomía, es porque desgraciadamente, Parent-Duchatelet y Warren, con muchos otros reputados higienistas, han sostenido por mucho tiempo, que esas-emanaciones eran inocuas y fundábanse para ello, principalmen- te, en que todos los individuos que ejercen las industrias en que se be- nefician las materias animales y en que, por lo tanto, hay esposicion á esas emanaciones, gozan siempre de buena salud ylo que es mas, que son respetados por casi todas las epidemias, que se ciernen sobre los centros sociales. Pero, en la actualidad, está ya comprobado de manera que aleja toda duda, que el mefitismo que se genera en tales centros, ocasiona el tifus y enfermedades tifoideas, las enfermedades sépticas, las diarreas, disente- rias, etc. I, precisamente, lo que ha servido para volver esto tan evi- dente, es la exageración de su producción en ciertos parages, como los cementerios y los campos debatallay una vez adquirida esta convicción se han podido esplicar muchos de los flagelos que en distintas épocas han asolado algunos países después de cruentos batallas, dudas en sus contor- DE HIGIENE 139 nos. De esta manera ha venido á confirmarse el proberbio vulgar; tras de la guerra, la peste y tras de la peste, el hambre, por las relaciones de causalidad que les reconocían, que son reales y positivas y que mas adelante hemos de ver, al tratar de las carestías y de la miseria. Puestos sobre la veta los higienistas, han podido llegar en sus estu- dios, hasta fijar la manera como penetran estos agentes en la economía, que antes se suponía que era solamente por la via respiratoria que lo efectuaban. En la actualidad se reconoce, no tan solo esa manera de introducción, sino que está puesto, fuera de duda, que es por las aguas que lain toxicación se produce con mas generalidad en la economía; por las aguas, sea provenientes de las filtraciones saturadas de las emanaciones de esos focos, estando en puntos declives, sea también, por aquellas si- tuadas en puntos inmediatos y que las corrientes aereas conducen y de- positan en elias. En la próxima reunión, esplayaremos este punto, cumpliendo con una indicación hecha en una de las reuniones anteriores, al tratar de la in- fección y del contagio y modo de propagación de los flagelos y qué, aun- que es una teoría nueva, tiene numerosos hechos en su apoyo y creemos que esplica mejor los hechos que la del señor Pettenkofer, llamada doc- trina telúrica. Eespecto álo no inocuidad de las emanaciones pútridas de origen animal, los autores como podrán Vds verlo en las principales obras de Higiene, traen poco hechos y no concluyentes á mi ver, sobre el particu- lar. Asu vez, los que opinan que la descomposición de las materias animales, no engendra principios particulares, capaces de determinar en- fermedades especiales, aducen también á su favor numerosos hechos que hacen acreditar tal opinión y mas que nada, hay un argumento que ha- cen á los partidarios de la inocuidad y es que en la mayoría, por no de- cir que en todos los casos citados, se trataba de emanaciones en espacios confinados yno al aire libre, como ellos habían sostenido. Este argume- to, en verdad, nos parece serio y muy digno de tenerse en cuenta. Por lo demas, ya hemos dicho que hay ahora razones mas convincentes para apreciar sus perjuicios y dentro de un rato nos hemos de ocupar de ellos. Por lo que respectad las profeciones, en que tienen los individuos fi'-ie trabajar en medio de exhalaciones animales, no deben nunca entrar en cuenta en esta cuestión, puesto que aquí tratamos solamente de las fine tienen un carácter pútrido y respecto á 'os primeros, no está la cien- cia bastante adelantada aun, para poder indicar, cual es el efecto que °casionan en la economía. En cuanto ála permanencia en los anfitea- 140 LECCIONES tros anatómicos, en que existe el mefitismo que estudiamos, sabido es, que la permanencia prolongada en ellos, predispone á los afecciones sépticas ó tifoideas y que no es raro esperimentar cefalalgias, nauseas, vómitos, cólicos, diarreas fétidas, disenterias, etc; fuera de esto, las personas que permanecen mucho tiempo en las salas de disección, se ponen pálidas, su digestión se vuelve laboriosa y su constitución se deteriora considera- blemente y aunque, desde luego ae ven otras concausas, que pueden con- tribuir á determinar tal estado, debemos creer, que las emanaciones pú- tridas, no son del todo estrañas á la sucesión de esos desórdenes que mi- nan su físico. De los hechos producidos por estas emanaciones varaos á tomar algunos de Levy, Beequerel y Motard. El mayor número de los casos citados, es de aperturas de atahudes que contenían cuerpos en descomposición y que han determinado acci- dentes entre los foseros ó enterradores y en vista de ello, solo citaremos dos ejemplos. En 1773, el 20 de Abril, se cavó una fosa en la nave de la iglesia de San Saturnino, en Saulieu, para colocar una muger muerta de fiebre pútrida. Los foseros descubrieron el atahud de un sujeto enterrado el tres de Mayo precedente y en el momento en que descendían el cadáver de la mujer; se abrió la tumba y el atahud también y un olor infecto inundó la iglesia, que obligó á salir á los asistentes. De 120 jóvenes, que se preparaban para la primera comunión, 114 cayeron peligrosamente enfermos, asi como el cura, el vicario, los foseros y mas de 70 personas mas, de las que fallecieron 18, en cuyo númaro se contaba á los dos eclesiásticos, que fueron los primeros en perecer. Tenia Chambón que descubrir ante la Facultad de Medicina, el hígado y sus anejos, en un sujeto cuya putrefacción estaba muy adelantada Después de inútiles representaciones, procedió valerosamente ala prueba. Abierto el abdomen, un olor infecto atacó á los asistentes, de modo que uno de los 4 candidatos (era un concurso) cayó en síncope y 70 horas después murió, 2 estuvieron enfermos y Fourcroy, que era uno de ellos, tuvo un exantema y Chambón, un acceso de fiebre. Ahora, Señores, estudiemos, el mefitismo pútrido bajo otras luces, que» las que nos dan los tratados de Higiene mas modernos. os patologistas, armados del microscopio, al estudio de los procesos pútridos, para la apreciación mas íntima y mas científica le la acción que pueden ejercer sobre nuestro organismo, sino en el momento, por lo meuos en un futuro muy próximo, para el cual es necesario que nos hallemos preparados. En efecto, como ya lo hemos dicho al tratar de las Vamos á recorrer ligeramente los nuevos elementos que han traido 141 DE HIGIENE fermentaciones, de lo que es esto un complemento, los prodi- giosos resultados obtenidos en las investigaciones etiológicas, son estímulos harto eficaces para que una pléyade se lance por ese camino; los descubrimientos con que al respecto se ha enriquecido la ciencia, son promesas seguras de descubrimientos mas grandes aun. Desde hace mucho tiempo los médicos observadores se hallaban preo- cupados, con las analogías que presentan en su evolución muchas enfer- medades y los procesos de la fermentación y de una atenta comparación de la acción del fermento, con lo que pasa con las enfermedades llama- des infecciosas ó contagiosas, han surjido mil estudios y por último la teoría del gérmen morbífico, como la denomina el Dr. H. Griieneau de Mussy. Un gérmen, según el estilo ó vocabulario de los microscopistas, es un fermento, es uno de esos pequeños animalillos microscópicos, es un pará- sito, es decir, pequeños cuerpos de forma variada, pero que por lo común es piliforme y á que mas tarde han dado el nombre de vibriones, al mismo tiempo que se descubria, que sin ellos, no hay fermentaciones. Entre las particularidades que ofrecen algunos de ellos, tenemos que, unos, no viven en el oxígeno ó el aire libro y son los que M. Pasteur denomina aerobios y otros, cuya acción es tomar el oxígeno de las combi- naciones en que se encuentra y estos son anerobios; hay unos que resis- ten á una temperatura de 100 grados y otros, ó ei mayor número, pere- cen antes de los 50 grados. Pem dejemos á un lado estas generalidades de la putrefacción, según los datos suministrados por los micrografistas modernos. Hemos definido en una de las páginas anteriores, lo que era ¡a putre- facción y habíamos visto que según los esperirnentos de Mr. Pasteur, se necesitaba algo mas que la presencia del oxígeno, para que la putrefac- ción tuviera lugar y este algo, son los fermentos ó gérmenes que se encuentran en el aire libre. Cuando estos organismos no existen en el medio en que se han colocado las sustancias fermentescibles, la piltre- ficción no tiene lugar y cuando ellos se encuentran, la descomposición es rápida por el contrario; prueba pues, indudable, de que son estos infu- s°nos diseminados en el aire é imperceptibles, por encontrarse al estado d 0 óvulos ó que se encuentran al estado potencial ó virtual en los mis- mos organismos, los que ocasionan estos fenómenos. En las sustancias en descomposición so hallan casi siempre el monas Cr viene á ser, como un prolegómenos de la Higiene Administrativa. Sin embargo de ser este un estudio tan vasto é importante, sin embargo de ser muy trascendental, por las lecciones que su estudio da para la dirección de los pueblos, conforme á sus disposiciones yá su índole ó carácter; por las lecciones que dá para el encaminamiento ó protección á determinadas ciencias, artes ó industrias, que son las posi- bles de florecimiento en cada localidad, clima y suelo —á pesar de todo, este es, en efecto, un capítulo que está apenas esbozado. Verdad es, que son pocos los que se han entregado á estos estudios, que tienen un gran fondo de filosofía antropológica, pero que carece de un interes práctico ó inmediato, principalmente para la Europa, que marcha á la vanguardia aun del progreso, porque allí los caracteres de las naciones, con la larga existencia que llevan y por la lucha por la vida, que vienen sosteniendo DE HIGIENE 163 desde tanto tiempo, la índole vías propensiones, se encuentran perfecta- mente demarcadas, en armonía con su clima y su suelo. No se halla el continente Americano en las mismas circunstancias ó condiciones que la Europa y la America del Sud, con particularidad, pues- to que desde Cayena, el Orinoco y Bogotá, ó desde el cabo San Boque hasta la Patagonia, hasta el cabo de Hornos, hay inmensos territorios que poblar, hay mil centros industriales que crear. Esos terrenos, valdios hoy, serán con el tiempo, si hay buena dirección administrativa desde los fundamentos, centros floreseientes da comercio, de industria, bellas artes ó ciencias, según las localidades, los climas y el suelo. Para conseguir ó realizar estas aspiraciones halagüeñas, se necesitan Gobiernos ilustrados, estadistas y sabios administradores, que fomenten en cada localidad, lo mas aparente para el clima yla constitución de su suelo. Cuando se echa una mirada sobre las condiciones políticas, comerciales V sociales de los pueblos que han florecido eu la antigüedad y sóbrelos que sobresalen en la actualidad, bajólas distintas faces y luego, fijamos nuestra vista en las condiciones topográficas y la constitución délos di- versos suelos, de sus tierras respectivas, no tarda el espíritu 6 la inte- ligencia, en percibir, eu medio de esos materiales tan discordantes, ras- gos, caracteres ó singularidades, si se quiere, pero que resaltan, si so com- paran esas circunstancias ó condiciones. La constancia luego de U repe- tición de esas singularidades, viene á darle al hecho observado, la fuerza da una ley y solo nos falta asi, encontrar ia causalidad, esas relaciones tan misteriosas que ligan unos hechos con otros. Yen cuanto ála luz, á la revelación que viene á la inteligencia, ella proviene de la intuición fine le hace ver, que en esas circunstancias, que aparecen hacinadas y sin coordinación, no hay una mera coincidencia, no es un capricho de la Naturaleza, no es una obra del acaso, sino una consecuencia de causas complejas, pero reales. Son estas cansas bis que debemos estudiar, por masque senos presen- ten envueltas entre sombras y misterios y debe alentarnos en estas pes- fiuizas, la convicción de que, no ha de ser estéril nuestro trabajo, porque como dice el axioma “nada existe sin una causa eficiente,}, capaz de obrar 0 producir un efecto. Así, como sabemos, desde la hoja del árbol que Cae> hasta las nubes que se ciernen en el espacio, todo reconoce una cau- sa, todo se nos presenta como un efecto y por mas que nuestra iguoran- C!a no nos permita á veces penetrar en el secreto de su generación, no es por ello menos cierto y evidente el axioma. E? per esta educación del espíritu, diremos, es por esta esperiencia, que aunque hallemos sembrado 164 LECCIONES de obstáculos nuestro camino, debemos perseverar en nuestras investiga- ciones, no despreciando las causalidades que encontremos, por mas in- significantes que á primer vista nos aparezcan, porque en el inmenso la- boratorio de la naturaleza, pequeñas causas, producen grandes efectos. A la verdad, aunque estos problemas, como el que nos ocupa, se nos presenten por lo regular, bajo un aparato de insoluble, que suele hacer desesperar al espíritu, de encontrar la deseada solución, cuando el áni- mo los aborda coa decisión, no tarda, estando prevenido, en percibir esas relaciones, no tarda en arrancar el velo que encubre el misterio y así, se posesiona de la verdad, del secreto de la naturaleza. Hemos estudiado ya el aire atmosférico, el medio en que los seres viven sin poder sustraerse á su influencia; ya sea este influjo el fisioló- gico, ó apropiado á las funciones hígidas de los seres que viven sobre la corteza terrestre, pero sumerjido en ese océano aéreo, ya sea la influencia nociva 6 patológica, como la que determinan los flagelos, los productos de los mefitismos, que hemos analizado. Hemos estudiado también el agua, el elemento líquido, como modifi- cador cósmico é individual; el agua que se halla en el globo en la propor- ción aproximada, de tres cuartas partes con relación á ia tierra ó sea á los continentes. Ahora, vamos á estudiar el suelo, las localidades ó ter- renos como uno de los modificadores que imprimen su sello á los seres y á las sociedades; es decir, tenemos que estudiar, las influencias que el suelo determina, como modificador cósmico y químico ó elemental, sobre nuestros órganos, aparatos y funciones. Pero, desde ya prevenimos, que los estudios hechos, solo permiten señalarlas causas y los efectos, sin po- der demarcar los procesos que sigue la naturaleza en su producción íntima. El aire, el agua y el suelo, tienen relaciones muy estrechas, relaciones correlativas; se prestan entre sí una mutua ayuda en la producción de los fenómenos que cada nao elabora. Entre ios tres, está compartida Ja grande obra de la naturaleza, la del movimiento ó circulación de la materia—de la materia, que á pesar de tener y recibir tan variadas for- mas, nos aparece como eterna, aunque condenada á esas metamorfosis que se pasan en el suelo, que es, como el claustro de gestación, es el tea- tro 6 escenario, en que esas trasformaciones se efectúan, es en fin, el alma mater, pero, con el concurso ó ayuda del aire y del agua, que la penetran y que las provocan. Ho obstante todas las dificultades que hemos enumerado, el conoci- miento de la composición del suelo, de las razas que lo pueblan, de las costumbres, producciones y artes, en que se distingue cada pueblo ó 165 DE HIGIENE centro social, siéndonos ya conocido por las relaciones de los viageros, asi como cuanto encierra en sus páginas laboriosas la climatología gene- ral, que nos ofrece el cuadro de la vida universal, conociendo ademas el pasado y el presente de esos pueblos, podemos llegar á una generalidad mayor, á indicar lo que por analogía conviene á cada centro social, se- gún su raza, su suelo, su clima, sus aires y sus aguas. De esta manera se ha podido alcanzar ála determinación de las leyes que siguen en su desarrollo las naciones; de aquí ha surjido el señalamiento del camino que deben llevar las inmigraciones; de aquí el reconocimiento de los principios de la aclimatación y del aclimatamiento y de aquí, por último, la protección que ios Grobiernos ilustrados deben dispensará los pue- blos nacientes, no caprichosa, ni antojadiza, sino adecuada y proporcio- nal á estas influencias combinadas y complejas que revela el análisis filosófico de la historia del progreso de los pueblos. El hombre, como dice Bouclin, es bajo varios puntos de vístala espre- sion del suelo en que vive, ó como decía el Tasso: La térra melle e lieta e dilletosa Simili a se gli abitator produce, repitiendo con esto una verdad, que desde Herodoto se encuentra in- corporada ála ciencia y que Hipócrates, como Aristóteles, Cicerón y muchos sabios, han repetido en diferentes tonos. Verdad que revela pues, una influencia fatal, mal que nos pese: verdad que demuestra, que los pueblos son, ¡o que su suelo, su clima yla localidad determinan y que hace imposible, que haya otra vida, otra constitución y otras pro- pensiones en sus habitantes, que las que los caracterizan, por mas que la educación intervenga y por mas también, que se trasplanten las cons- tituciones ó instituciones de otros países. Como todo esto es una con- secuencia compleja de los aires, las aguas y lugares en su mutua y recí- proca influencia, las instituciones, usos y costumbres, trasportados de otros paises, si no son isotérmicos, durarán lo que una planta exótica de distinto clima, que no se aclimata, ni se reproduce, á pesar de los mayo- res cuidados con que un horticultor la rodee y si se reproduce, no tarda en dejenerar. Las observaciones hechas sobre este tópico, evidencian que las influen- cias que el suelo ejerce sobre los habitantes, se estiende á lo físico y á lo ínoral y tal vez como lo pretende Darwin, á través de los tiempos, puede Repercutir hasta en la raza. Al estudiar estas influencias complejas, para muchas délas cuales no hay esplicacion posible, es necesaaio tener presente la composición de i°s diferentes terrenos, para comprender así sus diferentes cualidades, 166 LECCIONES su poder calorífico, su humedad, su poder absorvente ó emisivo; la natu- raleza de la vegetación que lo cubre y las especies de animales nativos que en él se encuentran, porque la naturaleza no reúne nada inarmónico, yel hombre, por el espíritu de imitación, tan desarrollado en él, toma siempre en sus actos é incorpora á su carácter, lo mas descollante de cuanto le rodea y esto, va lentamente encamándose en la índole, en el modo de ser de todos los habitantes, pues la repetición de un acto, produce el mismo efecto que una ola porfiada, que va abriéndose camino ó que la gota, que horada la piedra. Cuvier, en su elegió sobre Werner, de donde han tomado estas i leas varios autores, dice que un viagero ejercitado adivina, por los hábitos de un pueblo, por las apariencias de sus habitaciones, vestidos, etc. la constitución del suelo de cada localidad, así como por esta misma cons- titución, el mineralogista filósofo, adivina las costumbres y el grado de bien estar yde instrucción. Las tierras graníticas, producen efectos distintos que las calcáreas, en todos los hábitos y costumbres. Para ‘Werner, dice, de la mayor ó menor abundancia de minerales en un lu- gar y de la facilidad para procurárselos, dependen muchas veces los pro- gresos en la civilización y los detalles délos hábitos de los pueblos. La historia de los hombres, para el mismo Werner, y la de sus lenguas, se refieren á los minerales y para comprobarlo, los seguía á esos pueblos eu sus emigraciones, según las pendientes y las direcciones de los ter- renos ó hacia remontar cada familia á su cuna, como originaria del cen- tro mas elevado de una irradiación de montanas; de ahí, cada dialecto descendía, se subdividia según la dirección de ios valles, volvíase suave ó rudo según que se detenia en un suelo unido ó montañosos, alejándose con el tiempo, de los dialectos inmediatos y tanto mas, cuanto que los obstáculos naturales á las comunicaciones, se hacían mas insuperables. Pero no es solamente la acción de los suelos que tenemos aquí que señalar, sino también, la de los climas y de las localidades y aunque sea posible en muchas ocasiones, separar los unos de los otros, debemos aquí considerar sus influencias, como originadas de una fuente. Creo haber dicho á Yds.al hablar de los climas, que Hipócrates decía, que los aires traían á cada localidad las propiedades de los terre- nos que cruzaban y que ya insistía en su tiempo sobre esa mútua y recíproca influencia, que tiene el suelo con las aguas y los aires, sobre el carácter y condición de los habitantes en las agrupaciones sociales. Hemos dicho también, que las estaciones, traían sus influencias, aunque momentáneas á las localidades; influencias que son análogas á las de los climas, como que, toda estación, viene adornada por el cortejo de aires DE HIGIENE 167 yde aguas que le es respectiva y que caracteriza mas estas divisiones. Comprobando esto precisamente, tenemos que, si con un planisferio ó mapa-mundi ante nuestros ojos, recorremos el suelo de los continentes, viendo las diferencias que los distintos climas y las desigualdades de terreno han impreso en los habitantes, resalta á la verdad, el ver que las costumbres yel lenguaje, se modifican á proporción de la configura- ción del terreno. Yernos así, que los habitantes de los paises frios y montañosos, tienen dialectos ásperos y breves, son varoniles, agrestes, independientes, amigos de sus montañas, sobrios y tenaces, bien desarro- llados y activos. Los habitantes de los paises frios, pero llanos, tienen también un dialecto gutural, así como los de las montanas de que acaba- mos de ocuparnos, pero en general, no son tan activos; aquellos son da- dos ala caza, estos al cultivo del suelo y sus hábitos, no son tan varo- niles, ala vez el lenguaje, es menos áspero. En cuanto á instituciones sociales, son mas independientes, rudos y la- cónicos los primeros; los segundos son mas apegados al suelo y á las formas, se doblegan mas á las exigencias de los Gobiernos. Estas circunstancias ó condiciones, á medida que nos aproximamos á las regiones ecuatoriales, van disminuyendo de intensidad, como vamos á indicarlo dentro de un instante. En cuanto ála arquitectonia, en los pueblos de los climas frios, es muy sencilla; las habitaciones son poco ventiladas, reducidas, rústicas, duras, como para evitar la penetración del aire y su influencia. Apoyándonos ahora en esos ligeros datos, que hemos entresacado de diversas fuentes y que hemos tratado de coordinar,creemos que el flores- cimiento y lugar prominente, que Atenas y Roma ocuparon en la antigüe- dad, por sus monumentos y edificios, asi como los obeliscos y monumen- tos del Egipto, no son consecuencia, en Roma, de la roca travertina, ni en Egipto, de la dilatada región granítica—en uno y otro pais, esos edificios y monumentos, que son la admiración de las edades, son debidos al carácter de sus habitantes, cuyo sello llevan sus gi’andiosas obras, por íüas que aparezca, alg una superficial contradicción, con lo que hemos Apuesto. Decimos que la contradicción es superficial y solo aparente, Porque el carácter, á que lo atribuimos, es ásu vez la impresión ó sello de su clima y el clima está principalmente constituido por los aires, aguas y lugares, en relación con las distancias del ecuador, etc. Continuando el exámen de las regiones que habiamos comenzado y Pasando, de las frías,' montañosas y llanas, á otras mas inmediatas del ecuador, nos encontramos con que, á medida que los rayos solares van disminuyendo de oblicuidad, á medida que vemos mayor vegetación y 168 LECCIONES radiación del calórico, vemos á las gentes mas desenvueltas, vemos la tierra menos ingrata, los habitantes mas espansivos, su lenguaje menos brusco y áspero y en este orden y bajo esta escala, en la región ecuato- rial, los vemos indolentes, con idiomas eufónicos, afeminados, etc. Pasemos ahora á otras consideraciones, pues creo que estas, una vez indicadas, no es necesario agotarlas y como en simple cuestión de detalle, basta indicar el camino en que se encuentran las grandes diversidades que las plasticidades sociales nos ofrecen, dependientes de su suelo y de su clima. Yeamos pues lo que pasa con los nacimientos y defunciones, con el aumento y propagación de la especie, siguiendo la misma marcha de polo al ecuador y que en virtud del hemisferio en que nos encontra- mos, podemos señalar por rumbos, de Sur á Norte. No es solo la tierra la que se presenta ingrata y helada en los países próximos á las regiones polares, la muger, es también fría. Si necesita allí, mas que en otros climas, regar el hombre el suelo con el sudor de su frente, para hacer que produzca lo necesario para su provi- sión de subsistencia, la muger, se muestra como la tierra. El máximum de concepciones tienen lugar en el verano j los naci- mientos en primavera. La mortalidad tiene su máximum en la primavera y en el verano. En los otros climas y regiones subsiguientes, hasta el ecuador, halla- mos: que las concepciones se van efectuando, según ese descenso, en primavera el máximum y en otoño el mínimum, por lo tanto, el máxi- mura de nacimientos vamos encontrando que se efectúa en invierno y el mínimun en verano. Por regla general, la mortalidad mayor, tiene lugar en primavera y el verano, seria la estación mas favorecida. IJna observación digna de llamar la atención, es la que las estadísti- cas revelan en casi todos los países y es que los crímenes, son mas fre* cuentes en los países templados y cálidos, que en los fríos. Este mismo dato estadístico averiguado y considerado en las distintas zonas, se encuentra repartido de este modo—los crímenes ó ataques con- tra las personas tienen lugar en verano, los ataques contra la propiedad tienen lugar en invierno. Estos hechos parecen tener su esplicacion en la exaltación de los áni- mos y pasiones en el verano y por el hambre y la miseria, que en el in- vierno se hacen sentir mas. Ea euagenacLOti’mental, que es ya una influencia patológica de estos agentes, se nota, :que en verano es mas frecuente. DE HIGIENE 169 Hácese notar la influencia de los climas también, en las producciones del espíritu. Los habitantes de los países fríos, son dados á estudios serios y analí- ticos, que requieren una gran concentración de la inteligencia. La inquietud y vivacidad, de los habitantes de los países mas cálidos, hacenque sean mas superficiales y son mas alegres y espansivos, pero mas irritables, por lo que, los crímenes son mas frecuentes; cultivan las bellas artes y son dados ála música y ála pintura. En cuanto á formas de gobier- no, los habitantes de los países templados, como emprendedores, cambian con facilidad de forma degobiernoy asi, pasan de un estremo á otro. Los habituantes de los países cálidos, son apasionados, fanáticos, incli- nados á la melancolía y con tal, que no se les incomode en su vida privada y sus placeres, se sujetan con facilidad álos gobiernos tiránicos ó despó- ticos. Entre los efectos patológicos dolos suelos, ademas délos indicados dicela mayoría de los autores, que las enfermedades que se notan, no dependen tanto del suelo como de los climas y que es fuera de toda duda, que los países montañosos son mas sanos y los hombres mas fuertes, asi es que alcanzan á una longevidad mayor y las enfermedades con que con mayor frecuencia se paga el tributo á la muerte, en los países montañosos» son las enfermedades cerebrales. En los países cálidos, según las esta- dísticas levantad: s, lo que ocasiona un mayor número de defunciones, son la.s enfermedades localizadas en el abdomen. La permeabilidad de los terrenos, ha sido puesta de manifiesto, según Levy, por Schübbler y á mayor permeabi idad, correspondería mayor mor- talidad, ó iría a si gradualmente, hasta llegar al rocalloso que sería el mas salubre. La elevación del terreno tiende á conservar la vida humana y en loa paisc-s bajos, deciende la vida media y según Yillermó, en estos, la relación entre los nacimientos y defunciones decrece y la vida de las ciudades da mas nacimientos que la campaña. Hemos dicho, que era imposible separar de un modo completo, lo que corresponde al suelo, como agente ó como modificador de la plasticidad social, de lo que pertenece á las localidades y á los climas. La medida ó cartabón que la Higiene tiene, para conmensurar estas influencias, es la que las estadísticas íe prestan. Ea efecto, las cifras escalonadas, de sas que cada una representa la repetición de un hecho, demuestran que los movimientos, los cambios, todos los hechos sociales, todo cuanto pa- la en el plasma social ó en el conjunto de organismos, que forman las 170 LECCIONES poblaciones, puede ser medido, previsto y calculado, por medio de los números. Ahora bien, de esos cambios 6 de esos hechos que se pasan en el seno délas sociedades, hay unos que son favorables, que tienden, de consu- no con sus fines y aspiraciones, á su progreso y bien estar y otros hay, que son retardatarios ó contrarios á su incremento y á su progreso. Con- siguientemente, los primeros son considerados como bienes y los últimos como males sociales. De la relación entre unos y otros y del examen atento de sus causales inmediatos, han surjido las convicciones siguientes: 1 ° Los males socia- les son consecuencia de los malos principios administrativos; 2 ° Los malos principios administrativos, tienden á disminuir la plasticidad social relajan los vínculos déla vida común; 3 ° Los matos principios adminis- trativos, son manifiestamente contrarios á las sanas prescripciones de la higiene; 4 c y último, cuanto la filosofía social halla como obstáculo al de- sarrollo, ó como contrario á los fines sociales, es anti higiénico. De este modo aparece como corolario ó consecuencia, cuanto decía- mos al principio de esta lección ylo que ya antes de ahora, al comenzar la Higiene Pública, dijimos también y que tal vez miraron como una hi- pérbole, d saber, que gobernar bien á los pueblos, como dice Moulau, es higienizarlos y vice-versa, higienizar las colectividades sociales, es gober- narlos bien. ¿Qué otra cosa han hecho los legisladores de los pueblos antiguos? ¡Hacen obra cosa los buenos legisladores modernos! La higiene, el conjunto de conocimientos médicos yde sus rama- accesorias, división ó comparticion de la medicina pública, política ó le- jislativa, si se quiere, por el cúmulo de conocimientos que ha reunido, está dando origen á numerosas ramas, que tienden á emanciparse, creyén- dose en su mayor edad, como la higiene naval, la militar, la internacio- nal, la meteorología y la sociología, que van ya buscando otros horizontes. Yamos á decir cuatro palabras sobre la última de estos ramos, indi- cando lo que se propone y á lo que tiende. Las enfermedades que atacan al hombre, lo hacen batiéndolo en deta- lle unas veces y otras, atacándolo en su compacto conjunto, que es la po- blación, la sociedad. Con los males de que hablábamos hace un momen- to, pasa lo mismo que con las enfermedades. Unos de estos males sociales, vienen con su cortejo de dolores y de fe- nómenos patológicos ú orgánicos, que en las distintas colectividades de individuos presentan caracteres análogos, en su marcha, en su evolución y en el modo como siegan la vida, tenemos un ejemplo de ello, en las epi- demias. Pero, hay muchos otros males, que provienen del estado soeia DE HIGIENE 171 y que atacan al hombre, aislado como ser social, ó áia familia, pueblo ó Provincia y que provienen de diversas causas, como el temperamento, la heredado constitución, de la raza y de la comunidad ó congregación social que forman. En una palabra, la sociedad, según todo esto, puede ser considerada y con muchísima razón, como un ser organizado, con ór- ganos y funciones, análogos a los que tiene el organismo humano. Pero en todo esto hay un poco de abstracción y es necesario acla- rarla. Las sociedades se vienen trasmitiendo de edad en edad y de siglo en siglo, disposiciones particulares y tendencias, que á través de las evolu- ciones las vemos persistir, como vemos persistir y trasmitirse, a través de las generaciones, los tipos de las razas y de las espacies. Puera de esto, las sociedades se hallan en continuo movimiento vistas en su conjunto, y considerando las diferentes agrupaciones, las vemos también en actividad, en movimiento incesante y asi como, según hemos visto, todo movimiento comunicado á la masa atmosférica, no se pierde, sin producir su resultante, así también, cada movimiento de las agru- paciones tiene su eco, su repercusión en ei conjunto. Podemos decir que la actividad social se nos presenta, bajo cuatro faces, la faz intelectual, la faz moral, la estética y la industrial. La faz intelectual comprenderla las religiones y la filosofía las ciencias. La moral, el derecho y la política. La estética, comprenderia las bellas artes. La industrial, seria constituida por la economia y la higiene. Sea como consecuencia de estas diversas faces de la actividad, sea como causales á veces de ella, tenemos ademas, lo que aumenta 6 dismi- nuye la cohesión social, lo que aumenta ó diminuye la fuerza plástica, del conjunto, de la unidad y esto es lo que se llama los males sociales. Indicar esos males sociales, remontarse hasta su causalidad y propo- ner los remedios mas convenientes para ello, tales son la tendencia, el objeto y fin que tiene la Sociología. Gomo he manifestado, ella se asienta, sobre la higiene y la estadística, es la higiene aplicada á la sociedad. Como he dicho también, esta ciencia es deformación reciente, acaba de constituirse y tiende á emanciparse indebidamente. Los fenómenos, cuyoestudio se propone, son muy compiejos y difíciles, requieren una paciente observación, requieren tino, filosofía y un gran sentido práctico, que solo se adquiere con el hábito y sin embargo, aun reconociendo los males, no siempre le es posible, indicar los remedios y 172 LECCIONES aun conocidas las causas, no siempre le es posible sacar las consecuencias prácticas. Esto proviene del estado en que se encuentran las ciencias que le sirven de base. Hemos indicado ya lo que es la Sociología y cuales son sus propósitos ybe tenido ya ocasión de hablarles de los servicios que la estadística presta á la higiene, pues es la anatomía social y creo deber repetirles, por ahora lo que al respecto dice el ilustrado .Dr. Latzina en sus cuestio- nes sobre la población. “La estadística es el inventario, ó mejor dicho, el libro “mayor7’ de los “ recursos de una nación, que representan el “Haber” y de los males, “ sociales que la aquejan y que figuran como su “Debe77. “Los recursos constituyen, la población, tierras esplotables, industrias “ comercio, instrucción, vias y medios baratos y espeditos da comuni- “ cacion, breve, barata y recta justicia y los elementos que garanten el “ orden, las vidas y propiedades.” “ Los males sociales, bajo el punto de vista de la estadística, abrazan “ la mendicidad, la criminalidad, los suicidios yen general, todos los f‘ parroquianos délos asilos, que solo consumen y nnda producen.7' “De los recursos ó del “Haber77 se ocupa la estadística económica, u que guía á los gobiernos en sus pasos y les sujiere los medios de “ correjir errores, administrar provechosamente los recursos y prevenir “ conflictos y malas situaciones, que asoman en el porvenir.77 Asi, poco tenemos que agregar á este bien trazado cuadro y si tenemos que agregarle, es por el encadenamiento que con esos tónicos tienen otras cuestiones, de las que la higiene se preocupa. Bajo el punto de vista estadístico, único que nos permite descubrir las incógnitas de los males sociales, tenemos fuera de lo dicho, que ocu- parnos de las modificaciones que introducen en las condiciones sociales, esos mismos modificadores <5 agentes, de que nos hemos ocupado, es decir, cuanto puede modificar el estado social. Asi, tenemos que ocuparnos déla población, que es una cuestión cora- pDja, que comprende las razas, los sexos, la fecundidad, los nacimientos, la mortalidad, estatura y peso del hombre y la longevidad, según los diversos climas, y localidades. Un momento aun, Señores, antes de engolfarnos en las cifras esta- dísticas. La estadística es un arta que está de moda y que se aplica á todos los ramos do las ciencias y con especialidad á la medicina. DE HIGIENE 173 Así, fuera de las aplicaciones ála Higiene, la tienen Yds. aplicada á la Cirujía y á la Terapeútica. Creo por esto de mi deber, conociendo que es un arma de que es fá- cil abusar, prevenirles un tanto contra ella, para que no acepten sus conclusiones sin pasarlas por el crisol de la razón y sin tratar de depu- rar Jas significativas cifras, délas falsificaciones y sofisticaciones, que introducen con frecuencia en su dominio, los que, llevados de un espí- ritu parcial, entusiasmados ú ofuscados por hipótesis, teorías ó caprichos, ponen á su servicio las cifras, los números, que no revelan esos artificios, que faltan á la verdad de lo que aseguran, pero que, como testigos mudos y paralíticos, no hablan sino cuando la fría razón ¡os examina. Se ha pretendido por algunos, sustituir las cifras á todos nuestros conocimientos y razones científicas; hacer de la estadística la razón de las razones; que ante las cifras acallen todas las ideas; que ante las ci- fras acallen todas ¡as razones, doctrinas y teorías, pero, á las cifras se ha contestado con cifras. En definitiva, guardémonos de dar á las cifras un valor absoluto y cuando recurramos á este medio de prueba, para corroborar una verdad flotante, procedamos con lealtad y solo registremos, lo que la austera se- veridad nos permita é indique, pues de lo contrario, la estadística que hagamos, no será sinó la fórmula aritmética de un sofisma. Población—Algunos autores calculan en 1,500 millones los habitan- tes del globo. Eleury los estima en 815 millones repartidos así: Europa 240 millones; Asia, 400 ras; Africa, 100 ms; América 45 ms; Oceanía 20 ms. Berghaus en 1843, la calculaba en 1.272 milis Dieterici en 1851, en 1,030 milis. Levy y Motard, estiman igualmente en 1,300 millones la población de la superficie de la tierra, pero en el cómputo que hacen, dejan muchas naciones alas que no asignan cantidades de habitantes ó sea población. Reden en 1852 en 1,135,488,000. Esos 1,300 millones se hallan según esos mismas cálculos, repartidos en 125,465,000 kilom. cuadrados, que se considera encierran los cinco continentes con islas adyacentes. (1) (1) La última entrega de las Comunicaciones geográficas, de Pettermann, con- tiene los nuevos datos sobre la proximidad de la cifra de la población del globo. Según las noticias adquiridas, la población del globo será actualmente de 1 millar 439.136,300 habitantes. En dicha entrega, la República Argentina figura con 4 millones de habi- tantes. 174 LECCIONES Esos habitantes repartidos en esos kilómetros, corresponderían apenas á 10 por kilómetro. Tras estos cálculos que hacen los autores, figura'el del número, que en cada localidad, según el registro catastral, corresponde por kilómetro cua= drado. A este respecto creemos deber reproducir lo que con muchísimo fun- dice Motard al respecto. seria, dice, sacar de estos cuadros consecuencias. Las partes del globo en que la población se halla condénsala, se encuentran en una proporción muy mínima; parece que el imperio del hombre, fuera aun nue- vo sóbrela tierra. Todos los países civilizados tienen una población cin- co. diez ó quince veces mas condénsala. En otro pasaje nos dice: la población no es un elemento cierto, que posee reglas fijas, tales como la estadística trata de hallarlas. Su obra, á este respecto, debe circunstribirse, á sitios y á tiempos perfectamente li- mitados. Si se examina la población del globo, se verá que aunque di- seminada por todas partes, empieza solamente á reunirse sobre ciertos puntos. Inmensos espacios maravillosamente habitables, mucho mas es- tensos que aquellos, en que las aglomeraciones existen, esperan la civiliza- ción, para poblarse. La población condénsala, agrega, no es un mal, en prudentes límites, es un bien. Gracias á ella, los esfuerzos del hombre, reunidos en una sola acción, llegan á dominar la naturaleza y á fundar nuestra raza en ciertos climas. Cuando la población está demasiado deseminada, sucumbo bajo los rigores del clima, cualquiera que sea y su vitalidad es sofocada por la vitalidad de la naturaleza salvage.” Continúa así el señor Motard: La población no está tampoco estacio- naria, depende mucho de las condiciones de habitahdad del clima y de- pende aun mas, de los esfuerzos y de la prudencia del hombre. En medio de tantas causas morales, mezcladas á tantas causas físicas cue'siale trabajo ála estadística el seguir su hilo conductor. Demuestra eu efecto, que ante nuestros ojos, la población aumenta regularmente, de manera que se duplica en un número de años; señala después pasos re- trógados. detenciones, cuyas causas ignora; nota diferencias entre las nacionalidades que no se esplican. Ademas, la población no queda estacionaria, viaja, como el mar, que con los siglos cambia de riberas. La población de los tiempos antiguos, no es ya la do nuestra e'poca, los países mas ponderados bajo este punto de vista, se han vuelto desiertos; los desiertos de otro tiempo, se han poblado. DE HIGIENE 175 El Asía Menor, la Siria, la Mesopotamia, que en otro tiempo desborda- ban de ciudades y población, hoy apenas se pueden contar diez millones de habitantes, en países tres veces mas grandes que la Francia. Siracusa, Agrigento, etc., las populosas ciudades de otro tiempo, no son ya sino miserables aldeas. Se sabe lo que era el Egipto ylo que se ha vuelto; todos estos climas son los mas bellos del mundo; es la cuna de la raza humana. Por el contrario, la Gran Bretaña, la Germania, la Rusia se han poblado maravillosamente. Eran climas septentrionales, brumo- sos, herizados de bosques, era la Scitia inhospitalaria. ¿Cómo apoyarse sobre los hechos de la estadística, que comparándolos nacimientos con las defunciones, reconoce tan pronto el aumento rápido y tan pronto la diminución, no menos rápida de la pobl ación? ¿Cómo fijar entre todas estas contradicciones la acción de los climas sobre la población ? Es necesario elevarse á mas altas consideraciones y tener gran cuen- ta de las causas morales; es necesario poner en balanza: el trabajo, la riqueza, la industria, la moralidad, el genio de ciertas poblaciones, con La pereza, la miseria, el abandono, el embrutecimiento de ciertos otros; en una palabra, la civilización con la barbarie. En todas partes, y siempre el hombre se deberá todo á sí mismo. Echando una mirada sobre los países mas poblados, creen algunos reco- nocer que aquellos parajes del globo en que la vegetación os mas abun- dante yel suelo mas feraz, es donde con preferencia se acumula la población. Es digno de tenerse en cuenta esta observación, pero no vaya- mos á caer en la exageración ó generalización que nos llevaría á solo con- siderar como capaces de gran desarrollo, los parajes ó localidades en que solo notáramos un tal asiento, pues no tardarían éü presentársenos es< cepciones, como la de la Gran Bretaña, sin embargo, esos parajes fértiles son favorables para la fecundación y el aumento de la pob'acion. No vayamos á exagerar tampoco esta circunstancia, pues la estadís- tica, de acuerdo con la observación, nos demuestra que la fecundidad es mayor en los grandes centros de población, que en la campaña y mu- cho mas en aquellos parajes en que se aglomera el proletarismo manu- facturero y en los que por consiguiente, el trabajo es mas escaso y los medios de subsistencia mas caros. Por lo general, pláceleá todo hombre, cualquiera que fuere el punto ó clima de que fuere oriundo, el clima templado, las costas é islas. Dí- cese á este respecto que es porque el sol y la atmósfera húmeda y pura, favorecen el incremento del hombre, como individuo y como especie. Ejemplo en contrario siempre de lo que se dice, tenemos la Gran Bretaña. 176 LECCIONES Concluyanlas pues áeste respecto—que no es posible mirar la densi- dad de la población sinó como un término medio, que rara vez se vé realizado—que jamas la población se distribuye de un modo regular en un país, como no se distribuye en la misma proporción aun, en los bar rios de una ciudad. No puliendo apreciarlos efectos de la población por la densidad ais- lada ó esclusiva y conviniendo estudiarla en estado condénsalo ó rarifi- cado, se han dividido las aglomeraciones humanas en urbanas 6 rurales, ó población de las ciudades y de las campañas. Toda población de 10,000 almas es rural ó se le asimila; ylas que ex- ceden de esta cifra, son los urbanas que tienen escalas 6 grados diversos dividiéndose por lo general, en ciudades de 1 ° 2 o y Ser. orden. En las ciudades, la condensación por una parte y por otra la rique- za, la miseria, los excesos, los vicios, las pasiones y hábitos profesionales establecen elementos higiénicos de un orden particular. Cuando las ciudades son muy populosa?, es necesario contar la can- tidad de terreno de que cada individuo dispone por metros cuadrados. Conviene distinguir la condensación de la población del hacinamiento. La condensación cíela población no excluye el exceso de sol, calor, luz y aire puro, así como su fácil renovación y sus cambios periódicos— si no hay elementos anti-higiénicos, no es un mal. El hacinamiento es el estado de una población aglomerada en un ai- re confinado, en espacios sustraídos á las condiciones generales del cli- ma. Del hacinamiento nos hemos de ocupar mas adelante, sin embar- go de que vanos hemos ocupado de su efecto en los mefitisinos, bajo el nombre de caquexia urbana. Fecundidad. La fecundidad yla mortalidad, son los modificadoras de la densidad délas poblaciones. Los elementos estrados que complican estas cuestiones, han impedido hasta ahora, marcar las leyes relativas ála acción de los climas sobre las poblaciones. La estadística, tempranamente renunció yá, ála tarea de descubrir las razones de los fenómenos, en cierto modo caprichosos, que presenta la fe- cundidad en las diversas poblaciones. La fecundidad es una función social. El bien mayor ó menor, que bajo el amparo de las leyes y costumbres se disfruta en los países, los alimentos, los excitantes diversos que ofrecen los centros sociales, el grado de civilización y moralidad, etc. son esas influencias estradas que impiden hallar el efecto inmediato del DE HIGIENE clima en la población y por lo tanto de la fecundidad y mortalidad, que son funciones en cierto modo correlativas. La falta de analogía entre estos causales es lo que dificulta el proble- ma principalmente, pero, la cuestión que nos ocupa puede ser conside- rada bajo otro aspecto, en que no nos presenta tantas dificultades para poder sentar á su respecto, algunos principios estéticos. En la zona tórrida la fecundidad es prodijiosa, allí se vive muy rápida- mente y se muere del mismo modo; de esta manera también una influen- cia compensa á la o hay un cierto número de causas que se oponen á ese aumento tan rapida y retienen el incremento en límites mas reducidos. Estos obs- táculos, son de dos clases; 1 ° los obstáculos preventivos, que impiden 0s nacimientos; 2 ° los obstáculos represivos que destruyen al hom- antes del término habitual de su existencia, antes del término me- *P° de la duración de su vida. Pos obstáculos del primer grupo,llamados preventivos, son los vicios todos, la miseria, la riqueza, la promiscuidad, la prostitución, la Poligamia, etc. Pos medios ú obstáculos represivos son los sitios insalubres, la falta Oe higiene personal, la mala alimentación, los vestidos insuficientes, el abuso do los licores, el desenfreno, el hambre y las numerosas enferme- 'Wes que añijen al hombre. Pistos causales son ciertos y su acción es tan evidente, que creo inne- ossario especificar, como es que vienen á producir esos efectos preven- tivos y represivos. A pesar, sin embargo, de estos motivos preventivos - opresivos ó retardatarios, la población crece de un modo incesante erPos paises civilizados, pero este crecimiento es lento yno se ven los Paites á que pueda alcanzar. Unos paises crecen por el comercio, otros P°r la inmigración, pero no debemos ocuparnos de estos aumentos, P°r que obedecen a otros principios ó leyes, que los que en estos mo- estudiamos. Penemos paises, sin embargo, en que no existen las causas preventi- y represivas y en las que la población no aumenta como debería, se- guías hipótesis de Malthus, que algunos miran como leyes; tenemos Púses con un suelo fértil, un territorio de inmensa estension con rela- Cl°n número de sus habitantes yen los que, sin dejar de ser fáciles y gratos los medios de subsistencia, no se duplica su población en el erniin0 de 25 años indicado por Malthus. aquí un cuadro estadístico que indica la duración del tiempo que ’e calculado para el doblamiento ó duplicación de la población de las Principales ciudades de Europa, el que acusa á la vez, el aumento en ca- pues la duplicación es proporcional al aumento. 182 LECCIONES Aumento por 100 Periodo de duplicación Sajonia 1,63 45 Inglaterra 1,43 49 Prusia 1,30 54 Rusia 1,24 56 Suecia 1,10 63 Escocia 0,90 76 Suiza 0,61 114 Italia 0,51 136 España 0,41 169 Pariera 0.36 193 Erancia 0,25 128 Austria 0,26 207 Suspendemos aquí estos datos que hemos considerado pertinentes á la demostración de las influencias de los climas, localidades y suelos de que nos ocupábamos y vamos ahora, á aducir otras pruebas sobre esas influencias, pero advertimos, que mas adelante hemos de volver so- bre estos datos estadísticos y hemos de ampliarlos. Entre tanto, vea- mos las verdaderas influencias patológicas que deben atribuirse a! suelo, al clima yá la localidad, pues respecto á las demas influencias, creemos suficiente con lo dicho. Los suelos de naturaleza arcillosa, por su poca permeabilidad, dan lu- gar ála estagnación de las aguas y dan lugar á fiebres intermitentes. Según Brocebi, la arcilla superpuesta á los terrenos volcánicos, favorece aun mas la producción de las fiebres intermitentes. En los terrenos calcáreos, son muy raras las enferm edades de origen palúdico ysi el Egipto, que es una vasta región calcárea, nos ofrece la peste, es debido á que elNilo deposita en él sus margas arcillosas y es precisamente, donde se depositan esas materias, que las enfermedades palúdicas se manifiestan. Según el Sr. Boudin, en idénticas circunstancias toma origen Ja fiebre amarilla y según Eourcault, pasaría lo mismo con el cólera, el cual ade- mas perdonaría los terrenos arenosos y sllicosos, pero principalmente las rocas primitivas. Resulta también de los trabajos de Boudin, que en los terrenos del lias y calcáreos magnesianos, en los del trias, en el jura en los calcáreos dolomíticos, etc., es donde se encuentra el coto ó bocio endémico, sin que haya una relación de causalidad bien mareada. Casi todos ios autores están en el dia inclinados á no considerar el suelo, sino como un receptáculo, en que los elementos mórbidos bailan, a veces, los medios de trasmisibilidad, pero que no adquieren en él propio' dades particulares. DE HIGIENE 183 Los Eres. Coliu, Buhl, Pettenkofer y otros distinguidos higienistas, reconocen en el suelo un miasma, que llaman telúrico y el primero dice á este respecto, que este miasma se produce en aquellos suelos, que po- drían ser fértiles por la naturaleza de su composición, por las condicio- nes de temperatura de la localidad, como la mayor parte de las tierras vírgenes de los climas cálidos y que sin embargo, no agotan su savia por una vegetación suficiente. Este miasma telúrico, no es un compuesto de gases dependientes de la putrefacción de las materias orgánicas so- lamente, según los mismos Señores, sino que es un producto ó elabora- ción especial del suelo, puesto que, cualquiera que sea la cantidad de materia orgánica que se someta ála descomposición, con la humedad y calor necesarios, no da esto lugar en el organismo á fiebres, en tanto que en el suelo, la producción de las fiebres intermitentes, en tales condicio- nes, es la regla general. Este miasma telúrico, así como la malaria, no seria importable y esto le hace diferenciar del cólera morbus, la peste y fiebre amarilla, cuyos gérmenes, mórbidos y específicos, son importables, trasmisibles y propa- gares. Pettenkofer, marchando sobre el paso de Boubée, que habla notado una rara coincidencia en la marcha del cólera y la porosidad del suelo, rechazando la idea del contagio y la trasmisión por medio del agua ali- menticia, dió origen ála doctrina telúrica, que siguen Griessinger y un gran número de epidemiologistas, según cuya doctrina, el principio co- lerígeno, no seria elaborado ó regenerado por el enfermo sino por las eva- cuaciones ó cámaras, que si encuentran en el suelo las condiciones favo- rables, se multiplican. Esta doctrina, tiene algunos otros agregados ó pormenores, de que mas adelante nos hemos de ocupar. En estos últimos tiempos, un distinguido economista, el Señor Pfeil, en un notable trabajo, ha indicado la influencia que el carácter arenoso del suelo, tiene sobre la población que lo habita y puede leerse ese trabajo en la Revista Política y Literaria de 1875 n ° 51. 170 creemos deber demorarnos en las relaciones de los climas con la población, después de haber marcado en la Higiene Privada la manera de obrar de esta causalidad y después délo espresado en la lección ante- rior, que comprenden, cuanto es posible decir de esta acción sóbrelas co- lectividades humanas. Por lo que respecta á las localidades, hemos dichoya, que las ende- mias son la espresion no sológica de ellas y á menos de hacer un estudio minucioso de ios males que en cada localidad se generan, nos seria impo- sible elevarnos á generalidades y ese estudio de las endemias, lo hemos 184 LECCIONES de hacer mas adelante, aunque no con la latitud con que podrán hallar- lo, en los tratados de climatología general y comparada. Pasemos á ocuparnos ahora de la aclimatación y aclimatamiento, indi- genizacion y colonización. LA ACLIMATACION Y ACLIMATAMIENTO La palabra aclimatamiento, no se encuentra en el Diccionario de la lengua española, pero es una voz de origen legítimo, de los verbos acli- matar y aclimatarse yen particular del último, que es un verbo prono- minal y cuya significación le hace equivaler, á acostumbrarse al clima, á crecer y desarrollarse en un clima esbraño, como si fuese en el propio. Siendo, pues, una palabra nueva, que las necesidades científicas han he- cho introducir, y estando tildados, ó acusados los Americanos, por los Españoles, de introducir voces en el idioma innecesarias, cuando existen otras óde admitir voces estrangeras, creo deber hacer constar lo que dice al respecto el Dr. Criné y Partagás, con cuyas definiciones sin em- bargo no estamos conformes, como vamos á verlo. Dice el Dr, Criné; ‘'Aunque en los diccionarios de la lengua española “ no se encuentra la palabra aclimatamiento y así solo la voz aclimata- “ don, convendría admitir á aquella en nuestro idioma, toda vez que, si “ bien de origen francés, ¡a última tiene una significación muy distinta u de la primera: el conjunto de precauciones y medidas, que tienen por “ objeto, acomodar á los seres organizados á las influencias de una región Cí diferente de aquella, en donde expontánea y naturalmente nacen, “ crecen y se reproducen, constituye la aclimatación y el aclimata- a miento, es el resultado do los procedimiantos de la acomodación áun “ nuevo clima”. Debemos decir, que á nuestro juicio, esto lo es presa exactamente el verbo connaturalizarse. Siendo la palabra aclimatamiento tomada del francés introducida por Boudin, creo que la mejor refutación que podríamos hacera! Dr. Giné, es citarla opinión del autor de la 583 edición del Tratado Elemental de Higiene deßecquerel, el Sr. Beaugrand, Snb-bibliotecario de la Fa- cultad, opinión comprendida en loados párrafos siguientes: “Pocas “ cuestiones han dado lugar á debates tan vivos y tan prolongados y á “ pesar de la masa enorme de documentos aducidos por los partidarios y u adversarios du la facu'tad de adaptación á los diferentes climas, que DE HIGIENE 185 “ se creía en. otro tiempo atributo de todas las razas, la cuestión no está “ aun resuelta. “ Establezcamos desde luego algunas distinciones: á ejemplo de mu- “ dios autores, separamos el aclimatamiento de la aclimatación. Para “ nosotros, el primer término espresa no solamente el conjunto de fenó- “ menos por los cuales pasa un individuo nacido en un clima, hasta que- “ dar apto para vivir en un clima diferente, sino que, implica también “ para su descendencia, la facultad de propagarse sana y vigorosa, du- “ rante una larga serie de generaciones. La aclimatación supone la u intervención dolarte y de los procederes por medio de los cuales pue- “ de obtenerse esta modificación. En cuanto ála palabra indigeniza- u don, la reservamos para caracterizar la trasformacion de la raza in- “ migrante en raza indígena, por medio de los cruzamientos repetidos “ con esta última.'’ Si el monogenismo, tal cual lo presenta el génesis israelítico, no es la verdad absoluta y científica, comoalgunos pretenden, por lo menos, parece haber sido esta la idea predominante en las teogonias de todos los antiguos pueblos; todas ellas están acordes en presentarnos el pobla- mientj y fundación de ciudades y pueblos como colonias ó como tras- laciones de pueblos ó de fracciones emancipadas ú obligadas por diferen- tes motivos, á salir del perímetro que ocupaban sus antecesores. De aquí proviene el que, como lo hace notar un autor, la historia del poblaraiento délos continentes antiguos, no sea otra cosa, en resumen, que la relación de esos cambios ó emigraciones con sus variados motivos y peripecias y de aquí proviene que el Sr. liufz considere la emigración, el cambio de lugar, como una función déla humanidad y mayor razón habría creo, en considerarlas emigraciones colonizadoras, coraohna nece- sidad, determinada por la exhuberancia de la aglomeración de población en una comarca ó región. Eespectoá estas emigraciones délos pueblos, el Señor Bertillon, dis- tinguido estadista, dice resultar del examen y estudio histórico que, todo movimiento emigratorio, que resulta del ensanchamiento ú estension gra- dual délas poblaciones y efectuada de un modo seeular, ó paso á paso, termina siempre por un aclimatamiento insensible. Por el contrario, toda emigración 6inmigración rápida, no constituye una verdadera emi- gración, es una colonización ó emigración temporaria, á menos que se opere sobre la misma línea térmica ó un poco mas al Norte de esta lí- nea sin separarse mucho de ella y así, agrega, el éxito será tanto menos dudoso, cuanto menos se aleje de esa línea para dirijirse hacia el Sur. Como hemos tenida ocasión de decirlo hace pocos dias, la cuestión de 186 LECCIONES la aclimatación y aclimatamiento, nos interesa en sumo grado, desde que tenemos tan inmensa estension de territorio que poblar, por medio de colonizaciones, desde que no podemos limitarnos al rol que se empeña en asignarnos el Sr. Griesebaeb: de conservar esos campos para la cria de animales que surtan de las subsistencias, que es la gran cuestión del porvenir, á los grandes centros de población que se van formando; es decir, conservar esas pampas, para ia cria de animales comestibles y constituir el gran mercado de la Europa y de la America. Para poblar pues, para ocupar con la prontitud que el Gobierno pa- rece desearlo y que basta el país, por medio del Congreso, se empeña, es necesario la ocupación por medio de colonias agrícolas de esa vasta es- tencion de territorio y para ello, necesitamos atraer la inmigración, que no se mueve solo por simple exhuberancia en una localidad sino por moti- vos utilitarios. En otros términos, en la inmensa mayoría de las naciones constituidas, hay hacinamiento de población y hay mucho pauperismo, que no obstante trabajar con infatigable aliento, apenas puede alcanzar á ganar lo muy’necesario para no morirse de hambre y esto por dos razones: 1. ° perla abundancia de brazos; 2. ° por la escasez de las subsisten- cias. Pero como Yds. saben, hay muchas circunstancias que ligan al hombre con su nativo suelo y es por esto que, en el estado de paz y nor- mal, en que se encuentran esas sociedades, sin ningún motivo peren- torio que obligue á emigrar á una porción 6 frión de ellas, necesarioacc brindarles bienes ó beneficios, que compensen los sacrificios, por lo me- nos de sus afecciones, que tienen que hacer para venir á establecerse en medio demosotros, aunque sea temporariamente. No basta para esto que por todos los medios posibles les bagamos ver y palpar la feracidad de nuestro suelo y la bondad de nuestro clima, las leyes que favorecen al estrangero y hasta con ventaja sobre los ciudadanos, sino que les procu- remos ios medios do venir y de llegar basta el corazón déla mesopotamia y que les señalemos á cada inmigrante ó colono, en esa Abasta estension de nuestros territorios, el punto mas aparente para su estadía, dado el clima de que viene, dada la raza á que pertenece y es necesario por últi- mo, que les prevengamos contra lar enfermedades que pueden sobreve- nirles por el simple cambio de clima, por la aclimatación y aclimata* miento. El viajar, emigrar, colonizar 6 inmigrar, comportan cambiar de clima, y todo cambio de clima, comporta á su vez un cambio o modificación, en los hábitos y en el funcionamiento de nuestros órganos y aparatos, es decir, es una esposicion á influencias inusitadas y repentinas. Esta esposicion es proporcional, como bien se comprende, ala distancia que se 187 DE HIGIENE recorre óa) nuevo clima que se habita y por esto cabe bien dividir con Eochoux el aclimatamiento propiamente dicho, en grande y en pequeño. El 'pequeño aclimatamiento, es el que se efectúa entre climas inmediatos ó puntos pocos distantes de adonde se sale y á donde se va. Este acli- matamiento es fácil en general, tanto, para los individuos aislados, corno para las agrupaciones sociales, toda vez que en el nuevo paraje no se produzcan algunas endemias graves. Esta parece haber sido la marcha gradual que siguieron los pueblos que traspasaron el Monte Ara- rat y Montañas Armenias y tal osla marcha que nos señala la historia que han seguido en su poblamiento, casi todas las comarcas de de la tierra, antiguamente conocida. Deducimos bajo estos antecedentes, que toda raza, puede de un modo lento y gradual, recorrer diversos climas ó zonas. El gran aclimatamiento, consiste en el establecimiento de un individuo, colonia ó agrupación social, en puntos distantes del lugar de partida y aquí se presentan un sin número de cuestiones, que han surjido en Fran- cia, en Inglaterra, en España, la Holanda, el Portugal y la América, es decir, Jas naciones que han sido ó sou mas emprendedoras y que lanzadas en las empresas de descubrimientos y poblaciones de nuevas tierras, trataron de consolidar la adquisición de los lugares descubiertos por medio de las colonizaciones. Por último, este punto, por la facilidad que la navegación hoy presenta para los grandes viages tiene un gran interés y ha determinado discusiones que aun no están terminadas, pues muchos poblemis han venido á complicarlo entre los que debemos men- cionar, la curación de ciertas enfermedades crónicas, como la tisis. Como ya hemos dicho, la cuestión que nos ocupa domina el problema de la colonización y tiene ademas una gran aplicación en la elección, que tienen las naciones quehacer, de las tropas ó soldados destinados á pres- tar sus servicios en puntos distantes desús lares, cuestión que no es, ni puede ser indiferente álos Gobiernos y que ha sido resuelta, por los pre- tendidos hombres prácticos, de modos muy distintos. Debemos decir, que no bastan los datos históricos para resolver esta cuestión, ni un buen sentido, sino que es necesario tener presente las indicaciones que hace la higiene, fundándose en el funcionamiento de los principales órganos y aparatos de la economía. Una de las primeras cuestiones que al respecto se nos presenta es la siguiente: ¿es cosmopolita el hombre? ¿puede habitar impune é indiferen- temente, cualquier pais? y creemos deber decir con M. Bou din, que si los que profesan el cosmopolitismo, quisieran significar tan solamente, que se encuentran hombres en todos los climas, en todas las 188 LECCIONES latitudes y en todos los meridianos y desde el ecuador hasta el círculo polar, tal aseveración no tendría nada de contrario á la verdad, pero, si se preteude, que todas las variedades humanas, que todas las razas son ap- tas para vivir y perpetuarse bajo todos ios climas, porque han visto tal vez á un individuo de cada raza, viviendo en esos parages, seria este un error, contrario á la historia y los hechos modernos. La adaptación, dentro de ciertos límites, á un clima distinto de aquel en que han nacido los seres, es evidentemente incontestable y justamen- te, son esos límites los que hay que tratar de conocer y para el efecto, vamos á recorrer rápidamente los climas principales y de un modo gene- ral y abreviado, para ver la comportacion de las razas con cada uno de ellos. Comenzemos por las regiones tropicales ó climas cálidos. Es necesario, ante todo, eliminar las insalubridades de las zonas ecua- toriales, y sus influencias sobre los individuos. En primera línea está la habitabilidad del suelo, que podemos considerarla caracterizada por la presencia ó ausencia de vegetación y enseguida, el impaludismo determi- nado por las emanaciones pantanosas, que tan frecuentes son en esas re- giones, constituyéndolos primeros, cuando carecen de vegetación, esos áridos desiertos, como el de Sahara, clel Grobi, la arabia y los segundos las inhospitalarias regiones, como las de Panamá, Yera Cruz, y muchos otros puntos, en que los males perniciosos, hacen grandes estragos y des- cerran á los seres humanos. Las partes meridionales del Asia, la India, Indo-China etc, por las disenterias, el cólera y afecciones del hígado, son inhabitables, porque esos males son endémidos y á pocos perdonan. El Senegal, Madagascar, gran parte de la Arabia y una parte del Nor- te del Brasil, son también muy mal sanos, asi como las Gmayanas, Pa- namá y parte de Méjico. Hay un hecho, sobre el cual llama M. Boudin con muchísima razón la atención de los higienistas y es que en la Australia, como en las región tropical de la América del Sur, hay infinidad de islas y de lugares panta- nosos, que tienen una inocuidad completa:el Paraguay, el Chaco Argen- tino, la Provincia de Misiones, como la de Corrientes y de Entre-Píos y casi todas las islas que forman el Paraná, se encuentran en las condicio- nes de esos lugares, con aguas estagnantes y una gran cantidad de detri- tus vegetales, en plena descomposición y su salubridad es por todos re- conocida. El aclimatamiento del individuo, en la región tropical, depende pues, en primer lugar, de la salubridad del parage á que va á establecerse el inmi- DE HIGIENE 189 grante, en segundo lugar, depende de la edad y hacen notar los autores á este respecto, que la edad adulta es la mas favorable para el aclimata- miento, porque entonces, la resistencia á los agentes esteriores es mas enérgica. Por lo común y durante los dos ó tres primeros años de la vi- da, los niños de los inmigrantes, pagan un enorme, tributo á la mortali- dad en los paises cálidos. Las mugeres, á pesar de su debilidad óde su sistema nervioso, sobriedad, etc, resisten mejor que los hombres á los cambios de clima y esto debe atribuirse principalmente, áque por lo ge- neral, se encuentran dentro de las habitaciones, que son, como hemos di- cho, conjuntamente con los vestidos, los modificadores de los climas, son como unos climas, dentro de otro clima. Todo esto, como lo hace notar Becquerel, varia con la raza del inmi- grante y en efecto, hay tipos de razas, que se adaptan maravillosamente á casi todos los climas, en tanto que otros tipos, apenas soportan.ua ligero cambio. Entre los primeros, están los Judias en primera línea, les si- guen los Bohemios, los Chinos, los Italianos y los Españoles y Portugue- ses como lo comprueban los datos histéricos y las estadísticas, cuyas cifras, en los diferentes puntos del globo, escaso trascribir en comprobación. Entre los pueblos de Europa, vemos que los franceses del medio dia, como se vio en la retirada de Moscow, los Españoles é Italianos, son los mas aptos para resistir todos los cambios bruscos de clima y en los pai- ses cálidos, con tal de ocupar lugares elevados, pueden resistir perfecta- mente, sin grandes desórdenes orgánicos, las mutaciones de clima. Por el contrario la habitación un parages elevados y en particular en las montañas, es fatal para los negros, que gozan de una bien reconocida inmunidad, contra las influencias palustres en esas zonas. Sabido es, que en la antigüedad, criándolos tiranos querían destruir á ios hombres cuya presencia temían, los mandaban desterrados á regiones antipáticas á su naturaleza y aúnen la actualidad, se suele recurrir á este medio, co- mo lo han hecho los franceses con los individuos de la comuna. Todas las obras tratan y resuelven esta cuestión de que nos ocupamos, por medio déla estadística, pero yo temería recargar demasiado con ci- fras esta lección y rae abstengo de hacerlo, por que estas difícilmente se retienen en la memoria y creemos que basta indicar los hechos que son la espresion de esas cifras. Haciendo abstracción de las influencias topográficas délos climas, se observa que las colonizaciones que se han hecho y que han prosperado en los climas cálidos se han efectuado ó han tenido al fin para perpetuar- se, que mezclarse con los nativos ó avorígenes y todos los continentes una vez poblados, han propagado á las islas inmediatas la mezcla de las razas 190 LECCIONES y esto no es una verdadera aclimatación, según el Señor Boudin, que es autoridad muy competente en esta materia. Para la especie, dice, el aclimatamiento tiene lugar cuando una población llega á perpetuarse ea la nueva morada, con conservación de todas sus facultades físicas, intelec- tuales y morales y sin el socorro del cruzamiento con una raza indígena ó con inmigrantes llegados en época posterior. Se comprende, agrega, que el aclimatamiento es ilusorio ó incompleto, cuando, para vivir y per- petuarse una población inmigrada, se vé en la necesidad de dejar el cultivo de! suelo ála raza indígena ó á trabajadores libres ó esclavos importados dcd esl erior ó bien, cuando ála segunda ó tercer generación, la especie se vé obligada a volver á su cuna ó á cruzarse, para escapar á la destrucción fí- sica ó al cretinismo intelectual. Dice todavia en una nota el mismo Dr. Boudin, que según el Di. D. Ramón déla Sagra, la población criolla se mantiene en Cuba, tan solo retemplándose por el cruzamiento con nue- vos inmigrantes yel Dr. Becquerel, dice al respecto, que es una cir- cunstancia curiosa, el que las tropas españolas en Cuba, pierdan tantos soldados como los ingleses y sin embargo, la especie se aclimata y pro- gresa. Del Brasil podemos decirlo mismo que de Cuba, pero ya hemos dicho que, esta no es una verdadera aclimatación ni en Cuba, ni en el Brasil. Los Judíos, los Chinos y los negros en particular, son los que mejor se aclimatan en los climas cálidos y este es un hecho tan conocido, que basta enunciarlo, no requiere mas prueba. En los climas templados, todas las razas se encuentran bien, prosperan sin tener que recurrirá la mezcla de la sangre y todos pueden cultivar la tierra sin tener que recurrir á estradas manos que la labren. Sin embargo, en las razas que se pueden mirar como originarios de los países tropicales y especialmente en los negros, el clima templado les es funes- to, por la tisis que los diezma. Digamos aun cuatro palabras sobre el aclimatamiento en los países cá lidos, ya que los climas templados no nos ofrecen mas influencia patoló- gica, que la señalada en los originarios déla zona ecuatorial y conside- rando, corno hemos dicho antes, que la palabra del Señor Boudin, es la mas autorizada en la materia, vamos aun á ponerlo á contribución. Después de citar unas palabras de Yitruvio, dice, “se puede considerar esta proposición del gran arquitecto, como un resumen de la opinión del pueblo romano. Desde entonces, la hipótesis de un pretendido cos- mopolitismo del hombre, unida á la ignorancia de la historia y délos documentos estadísticos modernos, ha hecho admitir durante largo tiem- po la facilidad de fundar colonias europeas en los paisas cálidos. La hi- 191 DE HIGIENE pótesis de que se trata, parece ya insostenible y el examen imparcial de los hechos, viene cada dia á confirmar una proposición que hemos for- mulado desde hace mucho tiempo, á saber, que los establecimientos eu- ropeo?, en los países cálidos, no tienen probabilidad seria de éxito, sino á condición de uno de los correctivos siguientes: 1 ° fijación de la per- manencia en sitios elevados, como, Méjico y Perú; 2 ° cultivo del suelo por negros, como en las provincias del Sur de los Estados-Unidos do América, Antillas, Guayana, Brasil, Senegal, Barbón, Mauricio, etc. 3 ° cultivo del suelo por la población indígena, como la India inglesa Filipinas, Java, etc., y esto podemos considerarlo ya como un resúmen de esta compleja cuestión, en que se han pesado todos los detalles que militan en pro y en contra, pues discutiendo estos hechos interesantes el Sr. Boudin ha escrito centenares de páginas. Pasemos ahora á los climas trios. La raza blanca, de cualquier pun- to que la supongamos salir, se hace notable por su fácil adaptación para los climas trios y en particular los meridionales, que en los primeros tiempos, parecen soportar mejor que ios indígenas, los rigores del in- vierno. Sin embargo, esta resistencia orgánica, parece que se agota en el primer año y en ios subsiguientes, se vuelven muy sensibles á las bajas temperaturas. En los viages de circ un-navegación y mas que na- da, en esas espioracioues empeñosas á las regiones polares, los Euro- peos y Americanos han soportado muy bien los trios glaciales y han podido hibernar en aquellos parages y según las relaciones mas fidedig- nas, el fenómeno de aclimatación que mas les llamó la atención, era el gran apetito yla facilidad digestiva que habían adquirido hasta para con las materias grasas. Desde los mas remotos tiempos, estas influencias de los climas sobre las funciones y sobre la vitalidad, son conocidas y si no hemos insistido mas en las alteraciones viscerales que producen, es porque, bajo el punto de vista higiénico, hemos creído que bastaba señalar las causas px-ecisas, para que cada uno, como corolario, se indicara con un poco de meditación, los modos y medios de evitarlas. Podemos decir en tésis general, que las precauciones ó medidas higié- nicas que favorecen el aclimatamiento, son las condiciones cíelas habita- ción* s y vestidos por una parte y por otra las del régimen. El régimen dietético, debe ser proporcional siempre al clima y debe dirigirse de manera, que contribuya á aumentar ó disminuir las funciones de calori- ficación en contraposición con lo que determina el clima. Asi la alimentación grasa, conviene para los países fríos y en el invierno de los templados y los alimentos feculentos y azucarados, con- 192 LECCIONES vienen por el contrario y hay que hacer uso de ellos, en los climas cáli- dos yen el verano de los templados, porque los primeros dan abun- dantes materiales para la calorificación y los segundos son moderadores. que están en relación inmediata con el clima, lo están también con la alimentación. El ejercicio ó acción muscular y la respiración pulmonar y cutánea, Respecto ála acción de los climas frios sobre las agrupaciones indi- viduales, debemos decir con Levy, fundándonos en las relaciones de los intrépidos viageros de los mares polares, que la mortalidad determinada por la acción del clima frió es mínima. Así, en la gran espedicion que fué en busca de Eranklin, que se componía de 300 hombres en diez buques, en tres anos, no hubo sino 6 defunciones, atribuidas á enfermedades del corazón y en la espedicion austríaca en 1872 de 21 tripulantes, después de tres años de permanencia entre los hielos, en que se vio des- cender el termómetro hasta—lo ° Eeauraur, solo hubo una defunción y esa misma por tisis pulmonar, de que indudablamente iba ya el hombre atacado. Todo esto prueba que el hombre resiste bien á estas influencias, que no hay fenómemos de aclimatación insuperables allí, pero no deduci- remos de ahí que el hombre se habitúa á esos parages y que sobreviene el aclimatamiento, puesto que la resistencia, es á costa de incesante tra- bajo y todos los individuos, como nativos de otros parages, de frios me- nos rigorosos, sostenidos allí por los cuidados y hijo un empeño delibe- rado, anciaban volver á sus hogares. Por último, señores, ni lo acaecido en estos viages al polo, rulo que se ha observado entre los esquimales, puede servir para resolver el punto. Está bien se nos dirá, la resistencia y los fenómenos de aclimatación no comportan el aclimatamiento y de esta manera venimos á ver que las ideas de M. Boudin, contra las cuales han creid > muchos deber levan- tarse, no están distantes, en manera alguna, de las conclusiones á que llega el Señor Bertillon citado por el Dr. Beaugrand y Becquerel, que llega á esta conclusión. ‘‘Para que un tipo humano trasportado de un sitio á otro, pueda considerarse como aclimatado, es necesario que ha- ya dado una larga serie de generaciones y que se haya multiplicado por el excedente ds los nacimientos sobre las defunciones, es necesario aun, que por el solo hecho de su propia actividad, este grupo haya llenado todas sus necesidades climatológicas, Podemos por último yen con- formidad de cuanto hemos espuesto, poner como aforismo respecto á este punto que toda agrupación humana trasplantada á otro clima 6 zona, cualquiera que sea la distancia, que no puede subvenir por si sola á to- DE HIGIENE 193 dts sus necesidades vitales y necesita la intervención de sangre estraña, y de brazos agenos, es por que no puede aclimatarse, por que no se aclimata.” En las regiones polares y en los climas frios, la raza europea ó ariana, no puede pasar ciertos límites yla raza mongola, á que pertenecen los esquimales, parece aclimatada en ellas ó en su proximidad, pues to que viven y se propagan allí, en tanto que la Noruega, por ejem- plo, se va lentamente despoblando, según resulta de los últimos censos. Mucho se ha hablado de los cruzamientos de los inmigrantes con las razas aborígenes ó con una raza ó individuos aclimatados, corno medio de connaturalización de los recien llegados, pero esto, dice Becqnerel, no es aclimatamiento es indigmizacion. Ami modo de ver este es un me- dio higiénico óes un compendio de diversos medios, que vienen á ro- dear al recien llegado, en todos los instantes de su nueva vida. Es así como los Españoles, uniéndose con los negros y mulatos han podido establecerse y perpetuarse bajo el clima devorador de las Anti- llas, si es que la transformación ó nuevo tipo, puede en rigor considerarse como perpetuación. Estas uniones han repugnado siempre á los europeos del norte. Los chinos por el contrario, se acomodan perfectamente bien y sacan todas las ventajas que comporta esta modificación, parece aun, que desús uniones con los negros resultan mestizos, enfosque predomi- na el carácter mongol. Según M, Bertillon, las razas caucásicas no podrían pasar el círculo polar y los Rusos, que avanzan hacia estas regiones, uniéndose á las sa- íuoyedas y finlandesas, crean así una raza capaz de luchar contra un cielo helado. Debemos hacer notar antes de terminar, que muchas veces se confun- den dos cosas muy diferentes, la naturalización y la nacionalidad. La Naturalización es la posición legal del individuo y la nacionalidad es la condición natural del hombre social. Así como no bastarla, dice Bou- din, que un francés se fijara en Palestina para volverse judio, aun con curtas de naturalización, del mismo modo, un judio naturalizado en Francia, no es francés. Debo también agregar que la palabra connatu- ralización, paréceme corresponder á la indigmizacion y una y otra, podemos considerarlas como sinónimas de aclimatamiento. En resumen, Señores, vemos que la especie humana vive en todas las latitudes, pero no todos los individuos son aptos para vivir en los distin- los climas. Hay razas que están constituidas ó que tienen una disposi- ci°n innata para cada clima y así, el hombre de los climas templados no es propio para los climas estreñios y el negro y el japones, están orgánica- mente eu relación con la temperatura del ecuador y de ios polos. 194 LECCIONES En cuanto á inmigración y colonización, cuando el pasaje de un clima á otro no es brusco, ese tránsito puede operarse sin grandes trastornos en la economía y aun, ese cambio, es provechoso muchas ve- ces para el organismo cuando se efectúa de un lugar mas frió á otro algo menos frió, porque el organismo en tales casos se retempla. Los preceptos higiénicos relativos á la ocupación de los diferentes climas, son casi superfinos, desde que el sentimiento de propia conserva- ción, enseña el modo de neutralizar la acción exagerada de cada clima y el mejor consejo que puede seguirse, es imitar ¡a conducta, la habitación y el vestir de los naturales del pais, á que se trasladan las personas. Mucho tenemos que agregar sobre la cuestión que nos ocupa pero no tendríamos tiempo para hacerlo en esta reunión y he creído así mas conveniente dejarlo peara la próxima. A pesar de eso, desde ya les digo, que, cuanto pudiéramos aquí esponer sobre la aclimatación y connaturalización de Ja economía humana, en los diferentes climas, sería siempre sumamente deficiente, pues desgraciadamente, para llegar á conclusiones científicas sobre esta materia, hay que hacer una muy larga esposicion, sin lo cual aparece como oscuro cuanto es dable decir. Por lo menos, es necesario hacer un estudio climatológico y etnográfico de cada nación, para poder luego llegar á conclusiones generales y nada de esto es posible, sin un gran acopio de datos estadísticos de que carecemos. En la próxima reunión seguiremos, en cuanto nos iea posible, con el mismo tópico con que terminamos la presente. pE LA ACLIMATACION Y COLONIZACION Señores: Decíamos al terminar nuestra anterior reunión, que era necesario hacer un estudio antropológico y de climatología general y comparada, ó simplemente, como lo es presamos de etnografía y un estudio climataló- gico de cada nación ó localidad, para poder llegar á conclusiones á pos- teriori, sobre los tópicos que nos habían ocupado, á saber, aelim ita- cion, aclimatamiento, connaturalización, indigenizacion y colonización, DE HIGIENE 195 sobre la que,rmas había llamado la atención de Yd. y sin embargo, mny poco les había dicho. Díjeles que esos estudios no podian hacerse debidamente, sin nn gran acopio de datos estadísticos, porque de la enseñanza, ó de lo que esas es- tadísticas nos dicen, es que deducimos cuanto al respecto sabemos y es por esto mismo, que, como decía hace un momento, se hacen necesarios conocimientos previos de los climas y de las razas, para poder llegar á conclusiones sobr'e esos tópicos. La naturaleza ó carácter de estas lecciones, no nos permite entrar en muchos pormenores ó detalles estadísticos sobre estas cuestiones, por- que esos datos, tomarían por sí solos las proporciones de un libro y ca- da detalle, requeriría una lección para esplayarse algo y por esto mismo, sobre muchos de los puntos qne varaos a tocar, nos hemos de ver en la Necesidad de presentar algunas afirmaciones, como conclusiones, á fin de no demorarnos mucho, en otros términos, no siempre es posible pro- ceder con rigorosa lógica en estas lecciones. En la de hoy es principalmente de colonización que vamos á ocu- parnos, pero al mismo tiempo, vamos ó encaminarnos á tratar el punto, del modo mas práctico y mas relacionado con nosotros. Comenzaremos por ocuparnos de la etnografía, que según la acepción que le dan los autores que se ocupan de la materia, es la descripción de las razas que pueblan un país ó un continente, pero según el diccionario del Señor Domínguez, etnografia, seria, la descripción de los pueblos; el conocimiento ó estudio especial de los lugares habitados en diferentes apocas, por las muchas naciones que han existido, desde ese oscuro pun- 1° de partida que llamamos la Creación del mundo. Según el mismo etnogenia seria, la ciencia que trata del origen y primitivo régimen do los pueblos. Como se vé, este sería el vocable que debería emprearse eU vez de etnografía, que como todas las voces compuestas de un radical y de grafos, descripción, vienen á significar la relación detallada, de aquel á que el radical se refiere. Tenemos ademas la palabra Etnología, que es la ciencia que trata de- c‘°Qocimiento de las costumbres, usos, hábitos, estilos, etc de los pue- 0s y podamos aun agregar, que tenemos la palabra etnogenia, que trata Ce las causas que motivan los hábitos, usos y costumbres de los mis- mos. Nosotros seguiremos la significación que le dan los tratadistas dehi- bleQe como Boudin, Levy, Motard, Proust y ios estadistas y aunque ten- bíl tazón el Sr. Domínguez, en la etnografía, trataremos por tanto de as tazas. 196 LECCIONES ¡Según el bíblico relato, no habría sino tres razas, representadas íi oriundas délos tres hijos deNoé, á saber, Sem, Chan y Japhet, que fueron los que sobrevivieron al diluvio universal, pero ninguno de ellos era negro, ni rojo, por lo tanto, hay que aceptar, que el diluvio no fue universal y en ciertos puntos se salvarían algunas tribus de otra genea- logía. Nada dice tampoco la biblia, es cierto, sobre si Noétuvo mas hi- jos después del diluvio, pero si los hubiera habido, lo habría espresado. Digamos de paso, que según la opinión mas razonable y aceptada, el gé- nesis mosaico, es solo el génesis ó historia cronológica de la raza blanca y que las demas razas, deben tener también su génesis ó teogonia, co- rno lo ha tenido el pueblo israelítico. El Beñor Lenormant dice al respecto que, en el cuadro filiación del capítulo X del génesis, Moisés no ha pretendido incluir mas que las naciones que, hablando la misma lengua en el pais de Sennaar, se disper- saron, á consecuencia de Ja destrucción de la Turre de Babel y que estas naciones, eran solo las que componían la raza blanca, superior y domina- dora, y descendiente toda de los hijos de Noé. No hay manera de esplicar este olvido del génesis, desde que, Moisés, conocía la raza y tipo negro, porque en mas de un pasage de ese monu- mento de las edades pasadas, del antiguo Testamento, consta que los Fa- raones les hacían la guerra y los llevaban cautivos al Egipto. Como no buscamos aquí coordinaciones entre lo que dice el antiguo testamento, que seguimos ylo que la razón yla ciencia indican, dejaremos por ahora la cuestión del origen de las razas, de que mas adelante nos hemos de ocu- par; pasaremos también por alto las clasificaciones propuestas por diver- sos autores y diremos, que en la época actual, los autores admiten innúme- ras razas y que parece que cada vez se van subdividiendo mas las exis- tentes por su mezi-la y dando origen a nuevos tipos. Ademas, según sea la opinión que se siga, el monogenismo, poligenisrno ó darwinismo, serán los géneros, variedades y especies que se adoptarán, pero de esto mismo tendremos que ocuparnos mas adelante. Como desgraciadamente las cuestiones de que tratamos, se encuentran tan fraccionadas en la divi- sión de las cuestiones higiénicas que seguimos, nos vemos en la nece- sidad de ir tratando por trozos lo que tiene una unión y encadenamiento natural. Consta de las relaciones, que cuando Cristóbal Colon descubrió la América y tomó posesión del suelo del nuevo mundo, en nombre de los reyes católicos, estaba esta tierra ocupada por seres humanos, por lo menos, humanos en cuanto á sus formas, pero que tenian una gran ana- logía con Jo¿ Malayos, y Mogoles, de frente ancha y baja, nariz gruesa. DE HIGIENE 197 saliente y arqueada, pómulos prominentes, de cabellos negros y duros y de piel rojiza. Infieren de estas analogías los autores y de muchos otros daros, de que Oos hemos de ocupar mas adelante, que la América, fue probablemente poblada por razas asiáticas, que procedían del Nordeste, oriundas de un ra- Qual mogol, de donde se desprendiéronlos hiperbóreos y esquimales. Con- sideran que esta invasión, pasó del Norte al Sur por el istmo de Panamá y sus individuos esperimentaron una honda retrogradaron, en el estre- no meridional, por efecto de los rigores del clima. También, agrega un autor, los polinesios han podido inmigrar en la América del Oeste, mezclándose á los mogoles. De todos modos, dice, los Americanos proceden del antiguo continente yno nacieron en el Huevo, Cada dia qué pasa, podemos decir que comporta un nuevo dato adqui- rido, una nueva conquista, que se efectúa en el dominio de las verdades sobreestá materia y esto que acabamos de decir, tomado de una obra Hioderna, se encuentra apoyado por numerosos descubrimientos hechos eHlas bibliotecas, por analogías arqueológicos y filológicas y también por descubrimientos paleontológicos. No haremos por el momento sino re- cordar, que en la obra del Señor Quatreffages, De la especie humana, se encuentran numerosos datos que atestiguan, que Colon, no fué el prime- ro que pisó el continente americano, que había ya otros que sabian el camino y hay relaciones de naufragios de Polinesianos, etc. Recordemos al respecto también, que el erudito Dr, Lársenha escrito mucho, sobre lo fino en la historia consta respecto á este punto y debo también recordar- as» que el ilustrado Dr. D. Vicente Fidel López, estudiando el Quichua 7 la lengua semítica, ha encontrado tales analogías, que hacen con funda- mento suponer, que la parte Oeste del continenbeSud americano, ha sido c°louia ó por lo menos, que es de origen aria.no, cuyos ramales son los to-iraniosj los eslavos y los celtas, según algunos autores. Gomo hay tantas divisiones antropológicas ó etnográficas de las razas 0 loncos humanos, creo deber hacer presente, que el tronco ó razablan- Ca> se divide en tres ramas, la alófih, la semita y la aria-, que la semita 8e Subdivide: en semita propiamente dicha y Übica. La semita, se subdivi- ó contiene las familias, caldea y arábiga, que compone el pueblo He- 'e°j yemenio j arale. E! líbico, se subdivide: en egipciaco y amazirga Clu'3 componen los pueblos Abisinios, Kihilas, Tauregs y Egipcios. rama aria, que tiene por ramales, como hemos dicho, la indo-ira- el eslavo y el celta, componen; desde los pueblos Siapachs é Indas asta loS Irlandeses y bajo-Bretones, comprendiendo á los Griegos, Roma- 198 LECCIONES nos, Polacos, Suecos, Bávaros, etc. etc. entrando por consiguiente, los Franceses, Españoles, Italianos, Ingleses y Portugueses, sin embargo que todos ellos, son productos mui cruzados, es decir, que provienen de la mezcla de ramales, familias ó grupos, muy distintos y entremezclados- No debe sorprenderles el que afirme que los términos étnicos, última- mente espresados, son debidos á mezclas de razas diferentes ó de indivi- duos de diferente origen, desde que, Yds saben, por sus conocimientos históricos, que esas nacionalidades, provienen de diferentes colonos que abordaron en otras épocas á esos parages y de irrupciones y otros cruza- mientos y saben también, que á pesar de todo ello, la sangre en todos esos pueblos, es la misma fisiológicamente y que en ninguno es azul, se- gún los análisis y cuanto vemos en les anfiteatros. Los indígenas de América, según los autores del Tratado de antropo_ logia que el Sr. Villanova presidia, se encontraban en las mismas condi- ciones de los otros pueblos ó nacionalidades, que acabamos de mencionar y creemos deber trascribir el siguiente cuadro, denominado de las grandes razas mistas relacionadas mas ó menos con el tronco amarillo en el nuevo continente y que tomamos de la mencionada obra FAMILIAS GRUPOS PUEBLOS Esquimal Atabasca Groenlandés Aleúcico Colombinos Nec-Californios \ Hamello Oregona Califórnica { Continental Puéblense f Paduca Californios Comanches Moquis Mejicanos AMERICA | Moquí SEPTENTRIONAL Mejicana Piel roja. t Mejicano ) Guatemalo j Lenapo \ Iroqnés Tsalakie Hurones Oherokes Hatchez Kreeck 'l tíiu Seminólas Osagas Yurakares Aucas Quichuas Patagones Abipones Chiquitos Mojos Guaranis Botocudos y Char- rúas, / Antisiana Araucana Peruana AMÉRICA MERIDIONAL J Pampeana ( Tebuelclie \ Toba J Cbiquitana 1 Majeana Guaraña £ G-alibi A y more Charruana DE HIGIENE 199 No podemos dejar de copiar también las observaciones que hacen autores indicados, respecto al cuadro que acabamos de ver y lo co- piamos precisamente para hacer un apéndice al final. Apesar de lo provisorio é incompleto del cuadro trascrito, creen los autores, que es difícil negar la presencia del elemento blanco puro, ó poco menos, en América y dice uno de ellos testualmente: “El tipo amarillo domina en el Norte, pero también se descubren pueblos en aquella región en que resalta el blanco. Hay familias en el Sur, como la de los botocudo?, que se parecen enteramente á los Chinos é Indo- chinos. Dice otro autor: “Desde el tiempo de la conquista, el tipo ‘‘negro no ha sido señalado puro en América, pero algunas tribus cali- “fornicas parecen aproximársele. La influencia de la sangre negra es “mas viva en los charrúas y también diríase que habia caracterizado á “los yamases de la Elorida. * “La división de las razas en septentrionales y meridionales deberá “desaparecer con el tiempo, pues cada dia es mayor la creencia de que “la América Meridional fué poblada por gentes que procedían del ‘‘Norte. “En América se ha reproducido la mezcla de las razas. “Esto suce- “dió especialmente en la meseta de Anahuac y en el territorio mejicano “propiamente dicho. El estudio del esqueleto ó estudio anatómico yla “demuestran que casi todas las razas del Norte, con escepcion de la “historia, familia esquimal y piel roja, invadieron sucesivamente aquella “región señaladísima. Representa, por tanto, la familia mejicana, un “pueblo mestizo y misto, en el mas alto grado, etc/' Todo cuanto acabamos de transcribir se encuentra también reconoci- do en su mayor parte, en la gran obra del Dr. Quatreffages sobre La especie, que hemos ya citado. Pero debemos hacer presente, que cuando la conquista de Méjico y del Perú, por Almagro y por Pizarro, ambos encontraron en esos dos imperios los pueblos mas regulares y mas adelantados de la América, lo que revela en ellos un grado de civilización distinto, usos y costumbres distintos también, asi como era distinto también el dialecto ó lenguaje flue usaban. Queremos ademas, hacer notar de paso, que según los historiadores del Perú, como Valera, Grarcilaso, Herrera y otros, que hacen en mas de un pasage referencia á este asunto, según los Naturales, su principal origen, 6 su civilización mas bien, según unos, les venia del lago Titicaca, pero también conmemoraban, que otros seres Venidos del mar, habían contribuido á su civilización. Entrar en mayores detalles etnográficos sobre las razas y pueblos 200 LECCIONES que poblaban el continente americano, sería perdernos en las mil histo- rietas y conjeturas que hay, sin base fija, dirigidas por las analogías que han encontrado los autores que se han ocupado de la materia y entre los cuales y en línea principal figura el Dr. López, por su obra, sobre Las razas urianas del Perú, que merece un especial y bien merecido recuerdo, pues ha abierto nuevos caminos para poder dt-spejar la etno- logía y etnografía de los primeros pobladores del suelo que pisamos, aunque el imperio de los Incas del Perú, no se estendia hasta este suelo; por analogía también, se podrá llegar mas tarde ó señalarlo y de raza en raza, ó de raza á familia, se llegará á señalar la cuna de los que poblaban estos países. Hemos recujido un gran número de datos sobre las principales tribus que se encontraban en este lado ds los Andes cuando la conquista, tri- bus que hicieron tan desesperados y heroicos esfuerzos para oponerse á la dominación española, pero no creemos deber hacerlos valer al tratar de la etnogénia de la Hepública Argentina, por cuanto, si bien es cierto, que en muchos ds nuestros gauchos, hay indudablemente algo en el carácter, que parece un trasunto de la natural fiereza del indoma- ble querandí, diaguita, calchiquiano, charruá, guaicurú, etc, segun donde se le examina, no es menos cierto también, que en las fecundaciones y generaciones sucesivas, son las cualidades del hombre europeo las que que ocupan la primacía y se graban en la sucesión. En las mezclas de razas quo se han operado en el país, no han sido los indios, con raras escep- ciones, los que han encastado con la raza española, sino los españoles con las indias, á causa que vinieron sin mugeres, y estos fueron en ma- yor número, como que eran soldados. Ademas los gauchos, como generación intermediaria entre el salvage, o indígena y el hombre civilizado, ocupa parages intermediarios también, como los que tenían las antiguas redacciones ó encomiendas y los indios cuando conseguían alguna española ó cristiana, la llevaban á sus tolde- rías y en ellas quedaban, así como sus hijos. D'jemos aquí este punto y trasladémonos ahora con el pensamiento á la vieja Europa, que no lo es tanto, sin embargo como el Asia y el Afri- ca. Novamos ya á tratar do donde proviene allí cada pueblo 6 nación, pues para el objeto de estas lecciones, nos basta con la idea que se des- prende de la relación, que á grandes rasgos hemos hecho, de la manera como se han formado esas naciones, que aun oriundas de distintas razas, como todas ellas son perfectibles en mayor ó menor grado, marchan sin embargo, ála vanguardia de la civilización y del progreso, Lo que falte DE HIGIENE 201 en detalles ála breve reseña que hemos hecho, espero que los conoci- mientos históricos y literarios que tienen, lo suplirá. La traslación con el pensamiento que les pido, es para que nos ocúpe- nnos un momento déla antigua metrópoli, de la España, que fue la que colonizó casi to lo el continente americano. El objeto de esta escursion etnográfica, que vamos á efectuar en ella, tendrá espero un verdadero interes para Yds; puesto que la mayor parte de los progenitores ó ante- pasados de los argentinos, eran de origen español, á causa de que les es- taba velado á los estraujeros venir á estos paises. Tal vez hay otros motivos mas, que me lleven á hacer esta escursion, pero no los indicaré, porque deseo que entremos cuanto antes á ocuparnos del asunto y Yds, los deducirán ademas, por el curso de las ideas que esponjarnos. La nación Española, Señores, es un conjunto, una refundición de di- versos tipos que revelan distintas familias, ramales y ramas ó razas; restos discordantes, que acusan diverso origen y que aun, después de tantos tiempos como los que lleva de constituida esa potencia, pugnan por reha- cerse cada una, por recobrar su autonomía, por tomar supremacía sobre las otras, en fin, son tantos los raóbiles que se ven agitarse en el sano de esta nación, que es imposible detallarlos en general y para hacerlo en particular, tendríamos que recorrer cada reino ó provincia. Citaremos solamente tres ejemplos para comprobar nuestra afirmación. El pueblo Vasco, como el aragonés, no estarían distantes de separarse de la monar- quía para constituir, por diversos motivos, cada una un reino ó una repú- blica independiente. El catalan se encuentra con iguales disposiciones yel valenciano lo que desea, es cambiar, aunque fuera por cuatro dias, el orden actual. Por este tenor son las demas partes contitutivas de la España y en medio de estas aspiraciones, como no puede cada una lle- nar su objeto, se aplica á tiranizar ó despotizar las tendencias de las otras so pretesto de ¡a unidad española, resultando de aquí, unalucha sorda, un mil estar incesante, pero en el que, se trasluce una aspiración á la li- bertad, por una parte ó por cada antigua nacionalidad* y un concurso ofi- cioso prestado por las demas, para la dominación. Según varias historiadores, los primeros pobladores de la península oran africanos, de los mismos que ocupaban el Egipto y la costa de Ber- bería, que pasaron el Estrecho de Gribraltar. Mas tarde llegaron los fouiciosns y libios. La semejanza da los monumentos prehistóricos del áfrica, de Andalucía y Portugal; los rasgos físicos que se conservan en osas diferentes partes, hacen aceptar la hipótesis, dice un ilustrado autor, lle fino lacorrieuteinvasora, que desde el Egipto inundó la Libia y las lídas mediterráneas, salvó también la estrecha fa a del Estrecho de Hér- 202 LECCIONES culos, derramándose por el litoral ibérico hacia el Oriente y el Occidente. Mas tarde llegaron los celtas penetrando por el Pirineo, cuando ya los griegos, habían entrado por la antigua Grades y puertos inmediatos y los cartagineses, los visigodos, las vándalos, los suevos y alanos; llegan tam- bién los israelitas, los bizantinos, ó los musulmanes y los normandos, es pues, el pueblo español un amalgama de o,ígen genético ó étnico, muy diverso. Debemos atribuir á esta disparidad de origen, al distinto carácter de los pueblos que concurrieron en diversas épocas á su colonización, la diversidad de ideas y sentimientos que dominan en la nación española y de los que ja hemos hecho mención, en un párrafo anterior. De ahí proviene principalmente, el acento diferente que se nota en cada provin- cia, la variedad de costumbres, la legislación, traje etc. y eso, á pesar del tiempo trascurrido, desde que el mismo peligro y las mismas convenien- cias y circunstancias políticas los reunieran bajo un mismo lábaro. En cuanto al predominio que se cree notar de algunas de esas razas, que antes la inundaron, piensan los antropologistas que en unas provin- cias, en las del Norte, prevalecen el carácter y tipo céltivo y en los demas es el tipo ariano, semítico y musulmán ó una mezcla de ellos, que hace posible remontar el árbol genésico á esas razas. Debido tal vez áese distinto origen, que actúa como fuerza discordante siempre, debido también á esas tendencias, de que hemos hecho mención, y que son propias de la índole de algunas de esas razas ó familias, jamas han podido aclimatarse allí las dominaciones estrangeras: de ahí esas guer- ras, esas luchas porfiadas y homéricas, que han sostenido en distintas épocas. ¿No debemos, atribuir todo esto á la verdad, á la índole y carác- ter délos pueblos, que se han indigenizado allí? A mi ver esta es la espli- cacion de lo que en España pasa y ha pasado. Hemos insistido en la presencia de descendientes de la rama aria, á que los antropologistas reconocen mayor fuerza plástica, mayor vitalidad y actitud para el progreso y de la rama semítica, cuyos caracteres no se han definido bien y la musulmana é israelítica también, porque, bien estu- diado esto, implica las manifestaciones intelectuales ó morales, que pre- senta el pueblo español. Según el Sr. Vllíanova, en la península ibérica, se hablan las siguien- tes lenguas, que tienen entonaciones distintas: el castellano, el portugués el catalan, el valenciano, el mallorquín, el vascongado, el gallego y el bable, de las cuales, pertenecen al grupo do procedencia ana, todas, me- nos el vasco, que deriva de uno de los troncos semíticos primitivos. A pesav de la frecuente comunicación entre loa diversos pueblos que 203 DE HIGIENE componen la península y á pesar de estar en relación con las demas na- iones y de seguirse las imposiciones de las modas, en el trato yene traje, aun conserva cada provincia y hasta cada pueblo, su distinción en el vestir, en el habla y en el trato. Todas las diferencias que se notan en lo físico, se encuentran también en las aptitudes. El Castellano, es agricultor y sedentario; el Catalan, es emprendedor y aventurero; el Andaluz, es perezoso y muelle; el Gallego, es constante y perseverante; laborioso el Asturiano, el Aragonés yel Navarro son perseverantes y firmes en sus propósito; el Portugués es bastante indiferente y el Valenciano es inquieto, etc. Vamos á terminar este casi estracto, con la opinión del señor Villa- nova, al que hemos tomado la mayor parte de cuanto hemos dicho sobre la España sobre el carácter español. “El español, dice, es considerado en todas partes como el modelo de la hidalguía y de la caballerosidad. Nues- tros soldados figuran en primera linea como valientes, disciplinados y sobrios; nuestros artistas nada tienen que envidiar á los estraugeros; somos industriales con una facilidad asombrosa y practicamos el comer- cio con el acierto de los mas peritos. La muger española es tenida co- mo modelo de virtudes domésticas yde gracias y solo se censura su falta de instrucción. Con estos elementos yla riqueza del suelo, pare- ce como que España debia de ser uno de los paises mas favorecidos de la tierra y sin embargo, la Europa nos señala como incapaces de orden y de un sistema regular de gobierno. Designen otros, agrega, la causa 6 concausas de este fenómeno tris- tísimo, que á nosotros, solo nos cumple reconocer su existencia, é invi- tar á los hombres doctos áun estudio mas profundo de las diferencias étnicas que se observan en la península ibérica. Mientras no se reconozca que la península es un conjunto formado por elementos etnológicos de distinta prosapia, ni se acertará á esplicar el pasado, ni ménos á echar los cimientos de lo porvenir sobre bases anchas y permanentes. Toda unidad que no admita, en lo justo, la va- riedad mas legítima é inevitable, será ficticia, violenta é insostenible.” Desearía, Señores, que este juicio, aunque se considere un tanto apa- sionado, favorable al carácter español, no se borrara de nuestra memo- ria, por que, no podemos negar, que en la mayor parte de cuanto acaba- mos de decir sobre la Nación Española, estamos viendo un vivo tras- lado, una copia ó retrato de lo que pasa entre nosotros, como que, á pesar de los amalgamas y confusiones que se operan en nuestro pais, el carácter ó elemento étnico que sobresale y forma nuestra plasticidad so- 204 LECCIONES cial, es el español, con las mismas variedades y particularidades que acabamos de ver se presenta en España. Tengo, Señores, Ja íntima persuasión, que si hiciéramos un estudio algo minucioso del carácter de cada una de ías provincias que compo- nen la España, habíamos de ver retratado ese carácter en cada una tam- bién de nuestras provincias argentinas. Según el origen que han tenido los pobladores de cada país del nuevo mundo, es también el carácter que do- mina en él, con muy cortas variaciones. Esas variaciones, mínimas, las consideramos debidas al ¡meló; el carácter, el modo de ser, la índo- le, es para nosotros, para mi al ménos, cuestión de raza. Permitidme, ahora que sin indicaros á donde vamos, aunque me irán tal vez comprendiendo, volvamos á nuestro nativo suelo y al vol- ver, remontémonos á la época de nuestra fundación social, que vamos á recorrer ligeramente, para ver los elementos étnicos que entraron en su formación, sacando algunas consecuencias inpectore. Aunquo hemos tratado de indicar la genealogía de los primeros posee- dores, de los indígenas de esta tierra, escuso decirles, que aunque ha habido algunos cruzamientos de los colonizadores con los indígenas, la prole resultante no se encuentra, sino muy modificada, en los grandes centros de población. La mayoría, la plasticidad social ó étnica de los centros de población, en que se condensaron los colonos, son resultados del verdadero aclimatamiento que se ha efectuado á través ó después de varias generaciones, entre los descendientes de esos colonos y estrange- ros, venidos posteriormente, pero cuando los nietos y biznietos de los primeros pobladores, estaban connaturalizados con el suelo. Al reanudar nuestra idea yal comenzar á ocuparnos de los prime- ros colonos españoles, debemos hacer simple mención de Solis, que pere- ciera á manos de los nativos del suelo y de Magallanes que al ir en bus- ca del paso para los ludias, dobló el estrecho que lleva su nombre en la actualidad, pero que visité los mismos puntos en que Solis había tocado yen que pereció. No haremos también sino mencionar la primer colo- nia que Sebastian (raboto fundó en la Provincia de Santa-Fé, puesto que, de los 110 colonos que dejó, la mayor parte pereció á manos de los Cimbus, que poblaban esos parages y el resto de la colonia, se re- embarcó yendo definitivamente á establecerse en Santa Catalina. Poco debió quedar de la gran espedieion que en 1535 ,trajo el primer Adelantado D. Pedro de Mendoza, por la mortandad que hicieran los Querandis en el Puerto de Sunta María de Buenos Aíres, según el señor E. Luis L. Domínguez en su historia argentina, así como también, por la parte que retornó con el mismo Adelantado, fuera di los que acompa- DE HIGIENE 205 Harón á Ayolas, buscando camino para el Perú y los que, así como el mismo Ayolas perecieron á manos de las tribus Guaraníes, que con dis- tintas denominaciones ocupaban la parte Este de la América Meridional, desde el Orinoco basta la Patagonia. Tan solo quedaba de esa gran espedicíon los pocos restos que el Ca- pitán Irala había economizado y con los que se hizo fuerte en la posición, que en las inmediaciones del Riachuelo, había fortificado el Adelantado Mendoza, para resistir á la lucha tenaz que los Querandis le oponían siempre y á los que, en penosa situación encontró en 1-537, el Veedor Ca- brera, por lo que se trasladaron á la Asunción, en que los indios eran mas pacíficos. Debemos decir, que la mayoría de la gente que traía D. Pedro de Mendoza, se componía de Andaluces, Vizcaínos, Gallegos y algunos soldados alemanes. Mas tarde en 1542, cuando Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, se reunió con Irala en la Asunción y cuando en 1544 se amo- tinó la colonia, vemos que los Andaluces que había este llevado y los que existían, se pusieron de parte de Cabeza de Vaca y los Vizcaínos, Galle- gos y Plamencos de parte de Irala. D. Diego de Sanabria en 1555 y luego Fray Pedro de la Torre, pri- mer obispo del Paraguay, vinieron á aumentar con su séquito esta na- ciente colonia y á prestarle nueva vida, con los elementos étnicos que trajeron entre los que debemos poner en primera linea, las señoras de Sanabria y las de Becerra. Sin embargo, la inmensa mayoría de la sol- dadesca, habia ya cruzado su sangre con la de las indias, que su valor había sujetado en grande número y que se habian repartido en enco- miendas. Estas encomiendas, eran servidumbres y cada encomendero, arbitrario y brutal ó desenfrenado, era un tiranuelo, señor de vidas y haciendas. Tal fué la primera colonia española que fundó la Asunción y tales las nacionalidades que concurrieron á formarla, en que habia, como se ha visto una gran mezcla de los tipos españoles, los que en seguida se entremez- claron con los indios, pues no eran verdaderos colonos, sino soldadesca conquistadora que por los sucesos ó desastres sufridos, se vieron obliga- dos á formar centros temporarios de plasticidad. De todos modos, por su cruzamiento, obtuvieron una prole fecunda, en laque, entres siglos trascurridos no ha disminuido la fecundidad con que se inició y á pesar de ese tiempo corrido y de los mestizages que se han debido suceder, aun ha sido posible en la guerra del Paraguay (1865 y siguientes) hallar tipos, entre el bajo pueblo, que acusan su origen ma- terno y paternal de un modo marcadísimo. No seguiremos la vida de la colonia paraguaya y solo haremos presen- 206 LECCIONES te, que desde su fundación, y debido á simpatias según unos, á aspiracio- nes para otros y para otros aun, á supremacías ambiciosas en el mando, pero, mas que á nada á mi ver, por cuestión de celos iuterprovinciales, por un provincialismo que se manifiesta siempre en la vida íntima délas nacionalidades formadas de elementos e'tuicos diversos, es decir, por cuestión de origen ó de carácter, que al final, 6 én su fondo, es una cues- tión de raza, por estos motivos, decía, los primeros pobladores se encon- traron divididos en bandos, que no dejaban de manifestar su ojeriza, sus recelos ó ambiciones, en todas las coyunturas que se presentaban en la trasmisión del mando y la ocupación de los primeros puestos públicos. El 6 de Julio de 1575, el Vizcaíno Juan de Garay fundó la ciudad de Santa-Eéy en el mismo dia D. Luis de Cabrera, Gobernador de Tucu- man, echaba los fundamentos de Córdoba la Llana, dando á aquella Provincia el nombre de Nueva Andalucía, sin dada por halagar á los co- lonos, que debían ser en su mayor parte de aquel jardín de ia España, así como los que acompañan á Garay, debían ser en su mayor número de origen Vizcaíno y de las provincias ó reinos inmediatos. En 11 de Junio de 1580 D.Juan de Garay, con sesenta hombres volun- tarios, entre solteros y casados, fundó la ciudad de la Trinidad de Buenos Aires, pero bien pronto la aumentó con los mestizos de Santa-Pé y algu- nos españoles revoltosos, así como luego mas tarde, trasportó también la colonia de San Salvador que se hallaba situada en un paraje poco favo- rable yde esta manera, aumentó considerablemente la colonia. Antes de este aumento, había asegurado á sus gentes la posesión del suelo por una gran matanza de Querandis y los pocos que escaparon á esta carni- cería, quedaron escarmentados y huyeron á las pampas. Eu 3 de Abril de 1588, Alonso de Vera fundó la ciudad de Cor- rientes. En tanto que la colonia Paraguaya suministraba gentes para la fundación de estos nuevos centros de población, los vireyes del Perú, terminadas las luchas que trajeron las desavenencias de Pizarro y Almagro y las de Gonzalo Pizarro y Blasco Nuñez por el Presidente la Gasea, trataron de fundar nuevos pueblos, que los pusieran en relación con los que hemos señalado y con el fia de facilitar también la comuni- nicacion con la metrópoli por el atlántico. Así D. Diego de Villaroel fundó en 1565 á San Miguel de Tucuman; en 1573, como hemos dicho, fondo Cabrera á Córdoba; en 1582, Lerma fundó á Salta; en 1592. Velazco fundó la ciudad de Jujoy. Persa parte también, Valdivia, una vez enseñoreado de Chile, envió algunas espodiciones y en 1553, deshecha la fundación de la Ciudad del Barco, que había puesto Nuñez DE HIGIENE de Prado, Aguirre, teniente del conquistador de Chile, fundó la ciudad de Santiago del Estero, en las márgenes del Eio Dulce. Mas tarde el G-enei’al Hurtado de Mendoza, vencedor de los indomables Araucanos, envió en 1560 á Pedro de Castilla, quien fundó las ciudades de Mendoza y de San Juan, después de reducir con los 100 hombres que le dieron á los indios de Cuyo. En 1581 Eamirez Velasco fundó la Nueva Eioja y un año después, fue fundado Jujuy, que ya había empezado Castañeda á efectuar, bajo el nombre de Nieva; Catamarca fue fundada el 17 de Setiembre de 1675 y en 1596 fue fundado San Luis. Estas son las fundaciones principales de los grandes centros de población, que se han convertido en provincias, las que de este cuadro faltan, tienen una fundación posterior y no son sino la multiplicación de las colonias que hemos indicado y para nuestro objeto, que ha sido solamente señalar la composición étnica de estos centros, creemos que es suficiente lo que tan á grandes rasgos hemos compendiado de una de las faces que abraza la historia de nuestro país. Concretándonos ahora á Buenos Aires, podemos tomarla como tipo en cuanto á la composición de su población y al través de algunas generaciones, vemos por ejemplo, que cuando se rechazaban las inva- siones de los ingleses, los regimientos ó cuerpos militares llevaban los nombres de las provincias españolas de que mayor número de habitantes habia. Así dejando áun lado los cuerpos de Patricios, formado por los hijos del pais, los de Arribeños que eran de las otras provincias y principalmente Correntines, tenemos que habían cuerpos de Gallegos, de Catalanes, de Cántabros (Vizcaínos, Navarros y Asturianos) de Mon- tañeses yde Andaluces. Con entera convicción podemos decir, que en todas las otras provincias y centros de población, que en todas las colonias, había una descomposición análoga. Sin embargo, creo que si bien se averigua, se ha de encontrar, como lo hemos ido haciendo notar, hasta donde hemos podido, que en cada fundación habia un núcleo de población ó inmigración de cada provincia española, que sobresalía por su número y hemos notado la coincidencia de que casi siempre, era este mayor número de la provincia del fundador ó de las inmediatas en que enganchaba su gente ó de los que conseguía, según su valimiento, arrastrar gente mas ó menos aventurera con promesas y compromisos. Ahora bien, diremos, esas disidencias, esas tendencias disolventes de Ia plasticidad social y retardatarias del progreso que hemos visto en ■España yen los primeros tiempos de ¡a fundación de estos pueblos, cuando aun eran colonias estos centros, todo esto ha continuado domi- nando en la mayor parte do los acontecimientos, que desde la eraan- 208 LECCIONES cipacion hasta el presente, se han sucedido. Unos dicen que nuestra» luchas y nuestras guerras, que nuestras desavenencias, es una reper- cusión y continuación de la de nuestros colonizadores con los indí- genas, que son las lachas de la civilización contra la barbárie, pero creemos, que esta opinión, es la menos fundada, sin embargo de haber sido tan pregonada. Para otros, son estas cosas, consecuencias del militarismo, que genera hábitos holgazanes, que distrae, por la voluntad ó la fuerza, á los que se consagran á serias tareas y en particular á las agrícolas; que hace nacer rivalidades, que se*buscanyse suscitan, porque tienen su atractivo, su brillo y mas que nada, porque para muchos es un modo breve, de hacerse de posición yde medrar. Hay mucho de verdad en esto; todas las disidencias, rencillas y rivalidades se quieren resolver por la fuerza, pero no está en ello toda la verdad, esta, solo se encuentra en la índole en e! carácter y particularidades de la raza ó composición étnica. Muchísimas páginas podrian escribirse sobre esto, muchos argu- mentos y ejemplos podríamos aducir en sostenimiento de esta tésis, pero renunciamos á hacerlo, por no considerarlo de nuestro resorte. Veamos de reunir ahora los diversos tópicos, los que hemos enunciado en esta lección para señalar el vínculo de unión que hay en el todo. Vimos en una lección anterior, que según el señor JBoudin, no había verdaderamente aclimatamiento y la historia antigua nos revela to» contrario; la colonización de la America, de la Australia yde la ludia, están igualmente revelando lo opuesto. No tenemos datos estadísticos suficientes sobre el número de individuos que constituían cada núcleo de los formados por los españoles, en esta parte de América, pero, sabemos sí, que eran siempre en pequeño número y sin embargo desde el los anos 1760 y tantos, la metrópoli dejó de enviar nuevos soldados á la América, porque sus colonias se hallaban ya aseguradas por la multiplicación délos colonos, por !a gran cantidad de mestizos y por el número de indios reducidos y dominados ademas por la religión. Algunos de los vireyes parece que hicieron trabajos censales, pero nos son desconocidos en su mayor parte y los publicados por el señor Trelles y que se hallan en el censo del 69 por el Dr. de la Fuente, son sumamente deficientes, pero tal vez que, revolviendo los Archivos de ludias, se encuen- tren muchos mas datos y mi idea es, que siempre que en esos empadrona- mientos conste la nacionalidad de cada uno, podría sernos de grande utilidad para apreciar si la índole y carácter dominante en la actualidad, en cada provincia, está ó pó en relación armónica con la mayoría de los DE HIGIENE 209 individuos españoles que concurrieron ásu fundación y crecimiento. Hasta la época de nuestra emancipación estaba prohibido á los estran- geros por las leyes de Indias, visitar y comerciar con estos países y cada español, era un guardián de este privilegio, asi es que, con seguridad pe- demos considerar, que hasta mucho tiempo des pues de nuestra emanci- pación y casi me atrevoá decir, que para Buenos Aires hasta el año 1845 y para las Provincias hasta el año 1850, recien empezaron á entraren nuestra etnografía otros elementos estrangeros distintos del 'español. Du- rante la época infausta de la tiranía de Rosas, no obstante el tratamiento que el déspota dispensaba á los españoles, no cesaban estos de venir y este fenómeno es debido, á que aun existían aquí parientes inmediatos de los que llegaban y las relaciones consanguíneas en Ja nación españo- la son muy acariciadas. nido una nueva inmigración á mezclarse íntimamente en nuestra plasti- cidad y hoy son esos inmigrantes los que mas abundan y se van indige- nizando por una aclimatación rápida y sin desórdenes notables en su salud, por lo que, muy pronto se connaturalizan. Creo que sin que los nombre han comprendido Yds que me refiero á los Italianos, que se ca- san con las hijas del país, asi como los Alemanes y algunos Franceses y se radican inmediatamente. Los Ingleses, aun que vienen en gran núme- Desde las épocas que acabamos de citar en el párrafo anterior, ha ve- ro al país, por lo común, no se avienen con nuestras costumbres y ha- cen sus enlaces con las mugeres de su misma nacionalidad. Otra observación; tenemos en la República en estos momentos, como cincuenta y cinco colonias que prosperan rápidamente yse esperan mu- chas mas de diversas nacionalidades, pero de las que hay en mayor nú- mero son de Italianos. En las capitales de las provincias principales de la República podemos decir que la población es cosmopolita pues Se compone de casi todas las nacionalidades europeas. Según el censo de 1869, en la República el número de estrangeros era de que se dividían del modo siguiente: Orientales. . . . . . . ■‘■''orte-Ame’nos. 15206 6200 1095 Brasileros. . . Diversos. . . . 6065 5860 I Chilenos. . Paraguayos 10911 3730 ■Los europeos estaban en la proporción siguiente : galianos. . . . LspañoJes . . . franceses . . . 71442 34080 32383 Ingleses, . . . Suizos Alemanes . . . 10709 5866 4997 Portugueses Austríacos. Divei’sos . . 1966 834 5860 14 210 LECCIONES Por lo que respecta á las bienes que las colonizaciones producen al pais, son tan evidentes que considero innecesario detenerme en su de- mostración, para la que, por otra parte, necesitaríamos un tiempo de que no podemos disponer. Diré por último á este respecto, que debe procurarse á los inmigrantes un clima proporcional ai de su cuna, siem- pre que sea posible y esto no es difícil, desde que tenemos aun tanta ostensión de terrenos sin poblar, pero vemos que no siempre se hace asi. Creo deber terminar aquí esta lección y a! hacerlo creo también deber hacer notar, que aunque a grandes rasgos, hemos apuntado bastantes ideas sobre la etnografía de las República Argentina. Hemos concluido por hoy. Como complemento de las cuestiones sobre colonización é inmigra- ción véase el apéndice al final de este tomo. El autoe. 211 DE HIGIENE pENERALIDADES SOBRE CLIMATOLOGÍA GENERAL Y COMPARADA EL CLIMA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA Señores: Varaos á ocupamos hoy de algunas generalidades sobre climatología que, como vamos á verlo, no carecen de interés y de oportunidad. Hallarán Vds. muchos autores que sostienen, que no existe la clima- tología general y hasta que es imposible; otros hay que combaten su existencia, diciendo que, nada es posible decir, de interés práctico é higiénico sobre los climas en general. Pero, tengo para mí, ó profeso la opinión, de que la Climatología General, existe como ciencia de observación y mas aun, que ella es una necesidad, pero que se encuentra muy en su cuna, por ser de origen ó formación reciente. Hasta hace muy poco tiempo, lo únic o que ha existido, ha sido la clima- tología comparada, que indica las bondades 6 las circunstancias que deben apreciarse en cada localidad ó en cada zona, como resultantes de los tres principales modificadores higiénicos: los aires, las aguas y los lugares. Pero, cabe bien, diremos as í, elevamos, después de esas com- paraciones, á las generalidades, que es la natural tendencia de la inteli- gencia yes el fruto inmediato de estos estudios. Puera de esto, los modificadores de los c limas, de origen cósmico, como los aires y las aguas, es necesario estudiarlos en su conjunto yen sus detalles, pues únicamente asi, podremos llegará conocerlas afecciones cosmo-telúricas que determinan. La climatología geni ral, viene á ser d® esta manera la única via para llegar al conocimiento de la marcha y de las leyes de las constituciones médicas, que reinan á veces en todo un c'ontinente; la única via también para hallar la etiología natural y positi- 'a> diré, de las enfermedades que acosan á los pueblos, ya revistan un carácter esporádico, ya endémico. He este modo también, diremos de 212 LECCIONES paso, es que puede hallarse la terapéutica que mas conviene para esos males. Desde que la meteorología, se ha constituido y elevado á la categoría de ciencia, por los esfuerzos de inteligencias ávidas de saber y que supieron vislumbrar, las antes misteriosas leyes, que seguían en su evolución las aguas y los aires, la climatología, ó sea el estudio de las localidades bajo el punto de vista complejo de la higiene, no puede, menos de seguir esas huellas, esta nueva vía, que se le presenta tan fecunda, tan llena de promesas, para el objeto favorito de sus estudios. Hay ademas un objeto practico en llevar á cabo estos estudios; con el cosmopolitismo, siempre creciente de los seres humanos, con la facilidad de los medios de trasporte que el progreso les procura; con la inmigra- ción necesaria y fatal, de los grandes centros, de las poblaciones dema- siado condensadas á las que lo están menos y aún, á los territorios que ee encuentran despoblados—todo médico, debe conocer los climas, debe conocer cuanto puede alterar la salud de los que emigran, para señalarles las precauciones que deben tomar, lo que deben evitar y hasta lo que de- ben realizar, para no pagar un tributo demasiado temprano á la natura- leza, para poder llenar los fines vitales hasta su término, con la fuerza y robustez necesarias. Dejando áun lado pues, consideraciones secundarias, tenemos que el estudio de los climas en general y en particular, es una necesidad de los tiempos actuales por los motivos espresados. La climatología general ha dado ya grandes beneficios á la humanidad, haciéndole conocer las bondades que tienen unos climas ó localidades sobre otros y son los estudios topográficos ó particulares, los que las han puesto de manifiesto, como que ellos constituyen, lo que algunos autores designan con el nombre de geografía médica, de una localidad, pais ó región. Entre nosotros, hay un vacio respecto á estos estudios, que debemos empeñarnos en que desaparezca, por honor del pais y por amor á la ciencia. Casi todas las naciones del antiguo y nuevo mundo tienen sus geografías médicas, la tiene el Brasil, debida al Dr. Sigaud; la tiene el Estado Oriental, debida al Dr. Saurel; la tiene Chile, debida al Dr. D. Wenceslao Díaz, etc. y en nuestro pais, á pesar de las obras del señor Martin de Moussy, Burmeister, etc, queda aun mucho que hacer; estamos en los principios. Con el objeto de que pueda servirles como de programa para trabajos de esta clase, vamos á enumerar las circunstancias principales que deben ¡recorrerse al describir el clima de una localidad ó de un pais. DE HIGIENE Los climas, como ya hemos dicho en Higiene Privada y hace poco, son los resaltados de la geografía de una localidad con relación á la naturaleza, como que es cuanto se refiere á los aires, las aguas y lugares. Podemos decir que el clima: es la idiosincracia de una localidad-, es la que determina las singularidades que caracterizan á cada pais, lugar ó región. Ampliando esto para su mejor inteligencia, podemos decir, que todos los hechos de geografía física, del globo que habitamos, contribuyen mas 6 rueños, á imprimir su sello á las localidades y por lo tanto, á modificar las diversas influencias del suelo, de las aguas y del aire, así como de la latitud y longitud que tienen en el esferoide. Como repercusión, como influen- cia de este conjunto de circunstancias sobre nuestros órganos y funcio- nes, tenemos las particularidades de los individuos que pueblan la loca- lidad, lo que forma su carácter diferencial, es decir, la idiosincracia de las colectividades ó 'plasticidades sociales, De manera pues, que para estudiar el clima de un pais, hay que recor- rer sucesivamente las condiciones ó circunstancias siguientes, entre mu- chas otras: Io Sus limites; su latitud y longitud si es una localidad, su osten- sión, etc. 2° Su régimen anemológico, (vientos, lluvias, meteoros, electricidad, magnetismo, ozono, etc.) 3° La composición de su suelo, el relieve, la altura, sistema orográ- fico, bosques, llanuras, vejetacion, cultivos, clase de terreno, etc. 4o Su sistema hidrográfico, rios, arroyos, lagos, higrometricidad del aire, corrientes marítimas. 6o La población, su demografia, con las causas que producen los movimientos mas notables. 5° La fauna yla flora. Creemos que estos seis puntos comprenden lo principal; se pueden Sla embargo agregar: datos históricos, de la fundación de ciudades y de pueblos, forma primitiva y núcleos de formación urbana, esten- -Bl°n, etc. Puédese también agregar, el estado primitivo del suelo y de las aguas, el levantamiento á decenso que sufren los pantanos y a£uas estagnantes, el curso de los rios, etc. Ademas, todo lo relativo a salubrificacion de las ciudades ó sea, el estado de la Higiene Mu- ülClPal y mas que nada, bajo el punto de vista médico ó hijiénicó, las eQfermedades que acostumbran reinar, comunes, esporádicas, endémicas y epidémicas, con sus descripciones, etc. Echando una mirada penetrante sobre estos tópicos diversos, se vé 214 LECCIONES que abrazan los que Hipócrates llamaba brevemente los aires, las aguas y lugares en sus relaciones con la longitud y la latitud y con la flora y la fauna. Estos diversos factores son los que componen por su mutua combinación é influencia recíproca y compleja, el clima de un pais. Tratándole hacer práctico este estudio, nada mejor encuentro, que procurar una descripción del Clima de la República, aunque, siendo tan vasta su estension, se dificulta mas nuestra tarea y se acrecientan las dificultades naturales, que tienen estos trabajos, pero, procuraremos hacer lo que podamos en este rápido esbozo que vamos á en- sayar. No debemos echar en olvido otra circunstancia que aumenta la dificultad que hay y es la falta de una descripción exacta de la composición del suelo y la falta también de un mapa del pais y de los que ocupan el Norte de la América del Sur. pues desde allí, prescindiendo de las corrientes polares, tienen que partir nuestros estudios analíticos. Recordemos antes de intentar el esbozo propuesto, que el hemisfeifio Norte, es mas templado que el Sur; que el ecuador térmico, no coincide con el terrestre y que en cada estación se aproxima ó aleja de la línea ecuatorial; recordemos que, donde hay mas calor, hay mas evaporación; donde hay mas evaporación de las aguas, hay mas calor y dilatación del aire y hay, por consiguiente, mas cambios atmosféricos. Recordemos préviamente también, que en el curso que siguen los vientos y las aguas, como unas y otros llevan las condiciones de los parages en que han tomado oríjen, van mareando el sello, las influencias que traen; recor- demos, que el movimiento del globo terráqueo, es contrario al movi- miento aparente; recordemos que, debido á su configuración y al movi- miento terráqueo, Jas aguas del océano se acumulan en el goifo de Méjico y por su acumulo por el movimiento y por la temperatura del ecuador térmico, da oríjen á las corrientes marítimas que hemos descrito y délas cuales,laque mas nos interesa, por nuestra situación, es la que, partiendo del Cabo San Roque, costea á cierta distancia la costa Este de la América del Sur y que, como consecuencia también de ¡a elevada tem- peratura del ecuador, hay una corriente aerea ascendente, que determina una aspiración del polo. Si traemos todo esto ala memoria, es porque todas esas circunstancias influyen en la temperatura, y les climas, asi como los fenómenos que nos presentan, tales como ¡os meteoros, que son en gran parte debidos á la temperatura, pues las regiones recalentadas por la insolación sirven, de focos de atracción ó aspiración de las corrien- tes atmosféricas polares, que dan á estas la humedad que requieren y que luego llevan con las lluvias, por todas las rejiones del globo. Las lluvias, DE HIGIENE 215 como Veis, saben, son el alimento, el alma déla vejetaeion y la vejeta- don á su vez, es el alimento y el alma de los seres de la creación, por esa correlación y concurso de todo lo creado, que patentiza la sabiduría infinita, el maravilloso orden de la creación. Hay temas, Señores, ante los cuales se siente uno pequeño por la falta de tiempo, por la ostensión, por la dificultad misma que los rodea y lo diré también por la magnitud yla responsabilidad de la obra que se acomete, que puede atribuirse á móviles estraños, cuando solo se emprende en cumplimiento de un deber ineludible. Les aseguro, con palabra sincera, que al trazar un esbozo compendiado del clima de nuestro pais, que quepa dentro de los límites de dos ó tres lecciones á lo mas, si no es posible en menos, me siento apocado é inferior á la ardua tarea que la posición me impone, y debo aun agregar, que si tuviéramos que limitarnos á una Provincia cualquiera, seria esto mas fácil, que no abrazar en nuestras consideraciones una tan vasta estension de terreno y con tantas zonas y tan poco cono- cidas ó estudiadas. Las luchas fatricidas, en que se han hallado envueltas la ma- yor parte de las Repúblicas Sud-Americanas, desde su gloriosa emancipación, han hecho que el mayor número de ellas, no tengan sus límites bien demarcados aun. Ha querido también la fatalidad fine las pocas repúblicas y estados, que han podido permanecer en paz y tranquilidad, en medio de todo este movimiento Sud-Araericano, se tan vuelto ambiciosas y aprovechándose de las guerras intestinas de sus hermanas, olvidmdo los peligros y esfuerzos hechos en común, han procurado arrebatarles fricciones, grandes áreas de los terrenos limítrofes, pedazos de la patria, porque combatieron sus mayores y derramaron su sangre en la hora de la emancipación. Guando aquella lucha gigante de la independencia, podemos decir fiue hubo un pacto tácito entre los patriotas de todos los antiguos vireynatos, que luchaban por la emancipación, pacto por el cual, una Vez conseguida la independencia y libertad de todas, ca la vireynato instituiría una nación, cuyos límites serian los de la jurisdicción de esos mismos vireyes, en el momento en que comenzaban la lucha titá- üica. Esta lucha homérica, esta apopeya grandiosa, la hacían los pueblos aniericanos con la conciencia del deber, la energía déla fé yel entusiasmo fihe despiertan las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que en Norte- 216 LECCIONES América como en Francia, habían hecho de cada ciudadano un héroe.— Lucha titánica, que no debía terminar hasta arrojar á sus opresores, hasta libertar á la América toda. Buenos Aires la capital delYireynato del Rio déla Plata, la heroína en esa cruzada libertadora; la primera en dar el grito sagrado de libertad yen enarbolar el lábaro de la independencia yde la victoria! la primera en medir el valor retemplado de sus hijos y la primera también en los sacrificios, entrando á compartir la vida fraternal, se encuentra aho- ra, cuando las luchas civiles, le han permitido ver su propio estado, con que su carta geográfica, que era la de una grande y gloriosa nación, se halla incompleta por diversos motivos. Por una parte tenemos, emancipada la República Oriental, fruto de la astucia de su vecino imperio, que ha tenido después, especial cuidado en fomentar las guerras intestinas que la han desangrado, para impedir así su progreso y escatimarle algo de su suelo feraz, como indemni- zación. Tenemos por otra parte, que el Paraguay, que estuvo encerrado en un egoísmo sórdido, mientras nuestros padres labraban su independencia en los campos de batalla, imitando en su conducta la del macho de la abeja, mientras duraban nuestras dicensiones, nuestras luchas civiles, devastaban nuestra Provincia de Misiones, así como el Brasil y se hacian dueños de una vasta superficie de terreno. Mas allá, hacia los confines del Norte de la República, Bolivia, nacionalidad de nueva creación, proveniente de lo que en parte era el Bajo Perú y la Audiencia de Charcas, incorporada por real orden al Yireynato de Buenos Aires, nos seduce á Tarija y nos disputa hasta Babia Negra, siendo de advertir que la República Argentina, era la legatoria directa y universal de cuanto pertenecía al antiguo Yireynato de Buenos Aires y libre y espontáneamente, se le acordaba constituir una nueva y gloriosa nación. Al Oeste, Chile, separado por la cumbre de los Andes de la Repú- blica Argentina, después de arrebatar un territorio á Bolivia, pretende arrebatarnos el estrecho de Magallanes, la Tierra dei Fuego y hasta una parte de la Patagonia. Hacia el Este, tenemos las Islas Malvinas, arrobadas también por la fuerza y que hasta el nómbreles han cambiado, para que el despojo que han efectuado, no les remuerda la conciencia, ni recuerde la usurpación; esas islas, son hoy las de Falkland. Espuestos ya estos precedentes, podemos señalar los límites siguientes á la República Argentina ; DE HIGIENE 217 Al Norte. El límite de la Eepública está representado por una fracción angular formada por Babia Negra, vértice del ángulo situado en los 19° 50’ lat. y 57° 50’ long; y cuyas líneas serian: una que partiendo de ese punto fuera al Eio Pilcomayo en línea recta, hasta los 22° de lat. y 61° 20’ long. y otra línea, que partiendo de la misma Babia Negra cos- teara descendiendo la margen derecha del Eio y Paraguay continuárase luego con el Eio Paraná. De los 22° de latitud y 61° 20’ longitud, la línea divisoria, no deten- tada, sigue por el límite Sur de la Provincia de Tarija y frontera Norte de la Provincia de Jujuy, basta llegar á los 66° de longitud, en que comienza el límite Oeste. Al Oeste. De los 223 lat. y 67 de longitud, el limite Oeste des- ciende hasta los 26°, 20’ de latitud, en que se inclina al Oeste, basta los 690 de longitud, llegando luego hasta los 71 y medio grados, para seguir por la cumbre de los Andes basta encontrar el Cabo de Hornos. Al Sur. El límite de la Eepública Argentina es la estremidad con que termina la América del Sur, el Cabo de Hornos en los 56° de latitud y 67° long. del meridiano de Greenwich. Al Este, Estiéudese la Eepública Argentina por el Este, desde el vértice del ángulo que forma la Babia Negra, siguiendo la margen descendente ó derecha del Eio Paraguay, basta llegar á su confluencia con el Eio Paraua, por arriba de la Isla del Atajo ó Oerrito en las Tres Bocas, isla que pertenece ála Eepública Argentina. De este punto, el límite Este de la Eepública, sufre una inflexión,'siguiendo el curso del rio Paraná que la separa del Paraguaj, hasta llegar al punto en que el Eio Igua zú derrama sus aguas en el Paraná, próximamente en los 25 y medio gra- dos de latitud Sur y los 55° de long. El Territorio de Misiones, que era ántes una Provincia, sembrada de pueblos florecientes, forma como una- península, centenida entre otras tierras, es una lengua feraz que linda con el Paraguay, con el Brasil y el Estado Oriental y su estremo Norte y Este, lo marcan lo? rios Iguazú, San Antonio Gruazú, Pepirí Guazú y Uruguay, por el medio de cuya cauce continúan los límites de la Eepública, en toda su estension, pasando por el canal del Infierno que separa la Isla de Martin García del Estado Oriental, continúa la línea por el canal que se encuentra á la derecha de las tres islas de Farallón, toca esa linea en el Banco Chico y Punta de Indio en la desembocadura del Eio de la Plata y todas las costas y territorios que se encuentran Uacia el sur pertenecen á la Eepública hasta llegar al Cabo de Hornos en los 56(J lat. y 57° long. 218 LECCIONES Area. Eq cuanto ála estensian ó área comprendida dentro de los límites que acabamos de indicar, no hay sino cálculos aproximativos, pues aun no se ha hecho la triangulación de la República y la aprecia- ción por los grados que los límites abrazan, no puede de ninguna manera dar una aproximación, desde que, los grados comprendidos dentro de las paralelas, van disminuyendo á medida que nos aproximamos á los polos. Como comprobación de lo que acabamos de decir, tenemos que Arrowsmith, citado por Sir Woodbine Parish, calcula el área de la República, en 726,000 milla* inglesas cuadradas, lo que daría aproxima- tivamente, tan solo, unas 240,000 leguas cuadradas del país. Aun cuando en ese número no se comprendan los territorios de Chaco Oriental y Occidental, así como el Veringo y las Pampas y la Pata- gonia, consideramos ese cómputo muy bajo. En el censo de 1839, cuyos resultados fueron adoptados por el Congreso Argentino, en cuanto á lo principal, se calcula la estensiou del territorio, en 4.195,500 kilómetros cuadrados, como 820,336 leguas españolas. El Dr. Burraeister, ha calculado el área, eu 45.392 leguas geográficas de 15 al grado y cada legua por lo tanto, de 7420 kilómetros, lo que da aproximativamente, 44,468 leguas españolas cuadradas. Estas tan notables diferencias halladas, esperan que datos mas científicos vengan á aclarar este punto. De todas maneras, basta dirijir una mirada sobre el mapa de al América para convencerse que, después del Brasil, es la República Argentina la que tiene una mayor estanfion de territorio. Población. En cuanto al número de habitantes que puebla esta vasta estensian de territorio, según el censo de 1869, apenas alcanzaba á 1,877,490 habitantes, que con relación á las apreciaciones diversas que se han hecho sobre el área, dan: según el censo, 0.43 de habitante por kilómetro cuadrado y según el Dr. Burra áster 41.36 por legua geográfica cuadrada, es decir, 0,556 por kilómetro. División y Constitución. La República Argentina, es un agre- gado de catorce provincias, reunidas bajo un sistema federativo misto y prescindiendo de los territorios casi despoblados aun, tienen las áreas y habitantes que indica el siguiente cuadro que tomamos de la obra del Señor Napp sobre la República Argentina. 219 DE HIGIENE PROVINCIAS Habitantes ÁREA Densidad de la población ÁREA Densidad de la población Según Dr. BurmeL- ter en leguas cua- draba* geográficas. En kilómetros cua- drados, según el censo. Buenos Aires 495,107 4300 115,14 215264 2,30 Santa-Fé 89,117 1500 59,41 117259 0,76 Entre-Kios 134 271 1400 95 91 113789 1,18 Corrientes 329 023 1500 86,00 125265 1,08 Córdoba 210,508 3225 65 27 217019 0,97 San Luis 53,294 1075 49,57 126890 0,42 Santiago del Estero. 132,898 1720 77,26 108933 1,22 Mendoza 65,4 i 3 1720 38,10 155715 0,42 San Juan 60,319 1612 37,42 10399* 0,58 Rioja 48 746 15n0 32,50 110786 0,44 Catamarca 79.962 1940 41 22 212309 0,33 Tucuman 108,953 750 145 27 62259 1,75 Salta 88 933 205) 43,38 155847 0.57 Jojuy 40 379 1000 40,38 93905 0,43 Total 1.736,923 25292 68,67 li2 194926» 0.89 Los indios que pueblan los territorios inesplorados, en que no ha penetrado la civilización, indios que llevan una vida errante cambiando incesantemente de hogar, han sido estimados por el autor del censo, el Dr;La Puente en 93,291 repartidos del modo siguiente: TERRITORIOS POBLACION AREA Según el Dr Bur- mei.'ter en leguas cuadra las geográ- ficas de Alemania Según el censo en leguas cuadradas del pais. Chaco 45,291 3 100 5400 2u000 700 2000 21000 6000 16000 240.10 8000 350 JO Total 93291 201,00 1 73000 La población de la "República según, el censo, constaba de 1.531,360 argenfcinos y 211,992 estrangeros y no entramos en mayores datos al res- pecto, porque este asunto pertenece especialmente ála demografía. La übicación de cada una de las capitales de las Provincias Unidas del Lio de la Plata, de la Confederación 6 República Argentina, pues todos estos nombres son sinónimos, recien en estos últimos tiempos se han tratado de fijar y aun así, las latitudes y longitudes que en el presente de 1.531,360 220 LECCIONES cuadro mareamos, tomados de la obra sobre la Eepública Argentina que está escribiendo el Dr. Burmeister, dista rnucbo de ser irreprochable y debemos esperar que la oficina meteorológica que dirije el Dr. Grould las rectificará pronto. Gradeo de las LONGITUDES, LATITUDES Y ELEVACION SOBEE EL NIVEL MAE LOS CAPITALES, DE LAS PEOVINCIAS. NOMBRE POSICION DE LAS CAPITALES de las ■ - Elevación sobre el ni- Longitud Oeste Latitud meri- vel del mar PEOYINCIAS de París dional Buenos Aires 60°, 41’ 25” 34°. 36’ 35” 60 niés Santa Pé 63°, 0 31°, 39’ 110 “ Paraná 60°, 34’ 32°, 30’ 48 ” Corrientes 61°, 9’ 27°, 29’ 240 “ Santiago del Estero,. 66°, 39’ 55” 27°, 46. 20 498 “ Córdoba 66°, 30’ 10” 31°, 34 1278 “ San Luis 68o, 35’ 49” 33°, 25 45 2328 “ Mendoza 71°, 07’ 14” 32°, 53, 5' 2354 “ San Juan.. .. 70°, 55’ 32” 31°, 31, 31 1965 " La Eioja. .. .. 69° 21’ 25” 29=, 18 58 1550 “ Oatama ca., 68°, 14’ 49” 28°, 28, 8 1716 “ Tucuman 67°, 37’ 16” 26°, 50 2 3380 “ Salta 67°. 51’ 16” 24=, 47 20 3630 '• Jujuy 67° 49’ 46” 20° 10 59 764 ” Digamos ahora cuatro palabras sobre el aspecto del suelo que com- prende dentro de sus limites la Eepública Argentina; lo que prime- ramente va á ocuparnos es la configuración física ó superficial que tiene la meseta argentina, que es á la que los franceses dan el nombre de bassin. sobre Desde las cercanías de Solivia hay, en el suelo de la Eepública , una pendiente ó llanura que viene hacia el Sur,"y que cruza algo horizon- talmente la mitad de la Ame'rica del Sur y desde la cordillera de los Andes, en cuyas cimas y cumbres se encuentra la línea divisoria de la Eepública Chilena, va pronunciándose cada vez mas, é inclinándose en dirección de N. O. á S. E. yes esta pendiente la que da la razón del curso de los ríos y arroyos, que surcan esta tan vasta estension de terreno. Al Oeste de esta llanura y á diversas distancias de las cordilleras DE HIGIENE 221 de los Andes, se levantan colinas ó montanas de poca elevación hasta el centro próximamente de la meseta argentina. De estas colinas na- cen pequeños arroyos de curso tortuoso, por lo general, pero que cor- ren de Norte á Sud y que después, cuando esas pendientes se encuen- tran mas pronunciadas, se desvian al S. E, hasta encontrar las dos grandes arterias que forman los rios Paraná y Uruguay, cuyo caudal de aguas contribuyen á aumentar. Las montañas Argentinas se pueden dividir en cuatro grupos: 1 ° las Cordilleras de los Andes y sus apéndices dirijidos de Norte á Sur, Cordilleras que llegan hasta el Cabo de Hornos por el Sur y que se prolongan hacia el Norte atraviesan el Istmo de Panamá y cruzan también la América del Norte bajo el nombre de Montes Algahais; 2 ° las montañas ó cerranias aisladas, paralelas á las de la meseta boli- viana y que pueden considerarse como una desviación de la gran cordillera de los Andes, que se prolongan hasta el interior del Brasil y allá, á las alturas de Santa Catalina, dan origen á los rios Paraná y Uruguay; 3 ° Las sierras centrales ó de Córdoba, que interrumpen la monótona pendiente que viene por los llanos de las Provincias del Norte; sierras de poca elevación relativa y de Jas cuales nacen arroyos torrentosos que se pierden en los campos con escepcion del Carcarañá que se une al Rio Paraná y 4 ° las sierras pampeanas, de menor eleva- ción aun, como las del Tandil, las de Olavarria y sierra de la Yentana- que se prolongan hácia el Sur y van á perderse por la costa del mar. La altura media de estas cordilleras, se estima en 13,000 pies fran- ceses. Las nieves perpetuas se calculan á los 4,500 pies y las mas altas cimas, en 18,000 y aun mas, pero, en cuanto á las nieves perpetuas, va- cian según la región en que se encuentran, según las estaciones y el paisage, diremos, que rodea cada pico, ó elevada cima. De todos estos grupos de serranías, se desprenden ramificaciones que Agüenlas direcciones de los sistemas á que pertenecen y así, las de las Cordilleras, dejando entre sus i’amificaciones algunos valles, se dirijeu de LTorte á Sur con intervalos y sucesión marcada. La meseta boliviana y sus ramificaciones pueden considerarse, como Uüa gran desviación de un brazo de los An les y marchan á unirse, como Reinos dicho, con las serranías del Brasil. Las serranías de Córdoba, por su dirección paralela de Norte á Sur, Ppr su naturaleza y sus pendientes, análogas á las de las Cordilleras de los deben ser consideradas también, según los géologos, como una de ellos. Ln cuantojá las sierras del Sud de la República, las sierras pampeanas, 222 LECCIONES forman un sistema distinto, de una data posterior á los Andes ysu dirección, sin embargo, es algo semejante á las ramificaciones, por una parte, de la meseta de Solivia y por otra, de las de Córdoba, ó mejor aun, de las cuchillas de Entre-Riosy las quebradas del Estado Oriental del Uruguay. En el intervalo, estas ramificaciones, forman algunos valles de consi- deración, que existen con mas frecuencia consiguientemente, en las pro- vincias del Norte y el resto déla inmensa estension de nuestro suelo, es lo que principalmente se denomina, las llanuras argentinas, las Pampas. El aspecto cpie presentan estas llanuras es grandioso é imponente á la vez, pero no se crea por esto, que la uniformidad, que es casi siempre monótona al Centro yal Sur, se continúa hacia el Norte y Nordeste que son las líneas, que los sistemas de serranias, marcan á las llanuras También, la pendiente, la elevación yla configuración de estos suelos varía considerablemente. La llanura de la Pampa, dlrijida de Norte á Sur, se asemeja á una planicie, interrumpida por quebradas y arroyos, con abras ó dilataciones en unos puntos y numerosos valles, aunque de poca consideración. central éntrelos 29 ° y3l ° latitud y los 64 ° y 66 ° longitud. Indicado ya el sistema orooráfico ó de montañas y serranias, como se La parte mas baja de la llanura argentina, parece ser la gran salina comprende bien, las llanuras deben quedar al E. yS. E. y es por ellas que corren los rios y arroyos principales, que surcan esas vastas soledades. Al trazar, lo que podemos llamar la residíante de los vientos, que con mas frecuencia dominan en la República, detallaremos los principales rasgos fisiogonomónicosque nos ofrecen estas llanuras en cuanto ásu dirección. ción del suelo en cada una de las capitales de las provincias que forman la República, creo no estará de mas abundar en datos al respecto yde diversas obras, hemos tomado para el efecto las cifras siguientes, que indican el relieve de la república sobre el nivel del mar, apreciado por el Aunque en una de las páginas anteriores hemos ya indicado la eleva- relieve de ios rios. Rio déla Plata en Buenos Aires, . . . . , - 10 pies sobre el Océano Rosario do Santa-Pé í i La Paz de Entre-Ríos o o íí Corrientes Ci y á los 22o latitud tí La aldea de Copacavana situarla al pié de las Cordilleras se encuentra 4 3,597 “ “ “ íí DE HIGIENE 223 Mendoza 2,376 pies sobre el Océano Rio cuarto ~ . . 1,367 “ “ u “ Creo, despn.es de lo espuesto en esta tan breve reseña, que debemos pasnr ya, a ocuparnos de la meteorología de la República. geodésicos é hidrográficos, capaces de poder servir de base para decir algo autorizadamente sobreestos puntos y nos velamos obligados á recu- rrir á elem-'utos esparcidos, para poder trazar ia historia climatológica de la República, pero, de poco tiempo áesta parte, tenemos un gran caudal de datos que nos han sido suministrados sobre estos diversos puntos, en primer lugar, por la obra del señor Martin de Moussy sobre la República, en segundo lugar, por la obra sobre la República Argentina escrita por encargo del Grobierno Nacional por el Señor D. Ricardo Napp; en tercer lugar por Ja obra del Dr. Burmeister, la descripción física de la República Argentina, de que han aparecido ya tres tomos y por último, los anales de la oficina meteorológica argentina escritas por el Dr. Grould. En esta bre- ve reseña bibliográfica, creo deber hacer mención también, de la obra sobre climatología comparada del Dr. Cb. Pauly y de climatología general del Dr. Armand, que por lo común haiybebido en buenas fuentes y los datos Hasta hace muy poco tiempo, carecíamos de estudios meteorológicos, que contienen son por lo tanto, muy dignos de ser tomados en cuenta. Debo sin embargo decir, que me faltaría tiempo para esponer los nu- merosos datos qne contienen estas obras, que acabamos de citar y que para compendiar, cuanto de mas sustanciales dable decir sobre los pun- tos que nos quedan aun por tocar, necesitaríamos de mas tiempo del que nos es posible consagrar á estas lecciones, por mas dedicación y empeño que pongamos ásu servicio. No es pues de estrañar que en- cuentren Yds. grandes vacíos en esta reseña, que hacemos á tan gran- des rasgos y cuyos elementos y cuyos materiales, diremos mas bien, se- íian dignos de una obra esciusiva, mas bien que de unas simples lecciones El territorio de la República Argentina por las zonas que abraza y eu particular, en la parte comprendida desde el Norte hasta los cuarenta y cinco grados, podemos decir que es una tierra de promisión. En toda esa inmensa estension, se cosechan ó se pueden cosechar, cuando menos, todos los productos agrícolas de los otros continentes y de las otras zo- -11 as. Quiere esto decir, que su clima es benigno, suave templado; que es un clima marítimo, que la aclimatación y colonización, se hacen en él Sln grandes, ni graves trastornos en la salud; quiere esto decir también, que las producciones de las otras zonas ó climas, dan sus frutos en las es- taciones inmediatas á las temperaturas que provocan. Es debido á esta bondad de su clima, que la inmigración haya afluido á LECCIONES nuestro país en tan inmenso número, desde que la nación entró á la vida normal, una vez libre ds los caudillos que la dominaron y desacreditaron por tantos años. Fácil les será encontrar en los documentos oficiales estadísticas sobre el número de inmigrantes que han estado viviende anualmente á la República y vamos á dar mas adelante las cifras cor- respondientes á cada ano. Digamos entre tanto que en el año 1873 lle- garon 76,000 y que ha habido dia, en que hemos visto desembarcar has- ta 1400. Debo agregar al respecto, que en esa cantidad entrada en el ano 1872 figuran muchísimos individuos, que hablan salido de Buenos Aires por la epidemia de fiebre amarilla, que tantas víctimas causó y que una vez pasado el peligro, retornaban al pais. Debo también agre- gar, que el número de inmigrantes desde el año 1873 ha venido minoran- do considerablemente, así como el comercio por causas transitorias entre las que, tiene una gran parte, la crisis monetaria, debida en su mayor parte á la falta de equilibrio en los presupuestos do las administra- ciones y del público. el año 1860 He aquí el cuadro estadístico de los inmigrantes venidos al pais desde 1860 .... . . . 5,656 1869. ....... 37.924 1861 . . . . 6,301 1870. 39,667 1862. . . . . . . 6,716 1871. 20,928 1863. . . . . . . 10,408 1872. 37.037 1864. . . . . . . 11,682 1873. 76,332 1865. . . . . . . 11,767 1874 . 68,277 1866 .... . . . 13,696 1875 . 42,066 1867 .... . . . 17,046 1876 . 30 965 1868. . . . . . . 29^234 En el año de 1870, entravan á nuestra aduana mas de dos millones de toneladas de mercaderías y si echamos una mirada sobre el comercio de otras naciones, creeríamos que nuestro pais es uno de los mas comer- ciales del mundo, pues de los puertos franceses, según la cifra alcanza- da en el año 1870, tan solo el Havre y Marsella podían igualársele por su comercio. En el citado año, el comercio produjo 73 millones de duros, délos cuales 46 millones fueron debidos á derechos de importa- ción y el comercio con la Inglaterra y la Francia, por la esportacion, al- canzó á 29 millones Escusado es decir que el movimiento intelectual en el pais, ha mar- chado en armonía con los adelantos materiales; fuera de las bibliotecas populares, fuera de las Universidades, colejios superiores y facultades, tenemos que, según el censo escolar últimamente levantado, la difusión DE HIGIENE 225 délo? con cimientos preliminares en las masas, ha alcanzado cifras tan elevadas, que podemos con orgullo decir, que estarnos al altura del país mas ilustrado de toda la América del Sur, que no ha tenido las guerras) que tanto perjuicio nos han hecho. Intencional mente separamos aquí, todos aquellos datos que correspon- den á la demografía. líespecto á lo que es nuestro suelo, debemos hacer notar que las pam- pas nuestras, están despobladas jen este sentido, desiertas, pero no debe creerse, como algunos escritores europeos se imaginan, que son tierras inhospitalarias, como la palabra desierto en una de sus acepciones signi- fica. Nuestras pampas son praderas, que se distinguen de las estepas de los Estados-Unidos, en que, están cubiertas siempre de una vegeta- ción forragínea, pues el invierno, como es tan suave, ni la mata á esta, ni la nieve la cubre, como en Norte-América, La nieve es muy poco co- nocida en las Pampas y es necesario ir muy al Sur, casi se puede decir que solo neva, del otro lado de las sierras pampeanas, mientras que, en los Estados-Unidos, la nieve es por el contrario muy frecuente, por que los inviernos son muy rigorosos y los pastores ó ganaderos se ven obli- gados á andar vagando con sus rebaños, en procura del suelo sin nieve para que puedan pacer sus haciendas En Estados-Unidos la nieve cu- bre los pastos y paraliza la vegetación. Creemos que este beneficio, que esta bondad que presentan nuestras pampas para la cria de la ganadería en grande escala, es debido álo mismo que se le reprocha, á la falta de bosques, de selvas y de montes. En efecto, Señores, los árboles podemos sin metáfora considerarlos co- mo puntos ó tubos de desprendimiento del calórico, que la tierra recibe y no existiendo estos en nuestros campos, el suele retiene por mas tiem- po el calórico, que en aquellos escapa por reverberación ó irradiación y de aquí la abundancia y los beneficios de los rocíos. Ademas la falta de bosques contribuye al reinado de los vientos; de aquí también el oreo que estos acarrean y la salubrificación consiguiente. Tenemos otra causa, que contribuye á producir esta diferencia, entre nuestras praderas naturales y las estepas de los Estados-Unidos, que no podemos silenciar, una vez que tratamos el punto, La altura media de los Andes, es de 4,0 )0 metros, según varios geógrafos y esa misma altu- ra, hace que los vientos del Oeste, que debían, traer el trio y la humedad en abundancia, á nuestras pampas, al encontrar esas murallas en su tránsito, se depuran, d jan en las altas cumbres el vapor de agua que traían. Esos vientos de aspiración, que vienen de las regiones glaciales con grande ímpetu, al chocar con las cordilleras se desvian y al salvar 226 LECCIONES las altas cimas bajo la acción aspiratriz y por el vis á tercjo, que es la fuerza impulsiva que los mueve, recobran gran parte de su intensidad, pero se difunden por la vasta llanura de las pampas argentinas, tron- chando los árboles, volteándolos ranchos y haciendo huir á los mismos animales, que se ven obligados, para resistir su impulso, á reunirse dan- do sus ancas al viento. Digamos de paso, que son estos vientos los que han impedido el nacimiento y la propagación de árboles en nuestra campana dilatada y no otros motivos; por esto es también que en la fal- da de los Andes, que nos pertenece, no se vé sino uno que otro arbusto enano y retorcido, de los mismos que en otros puntos son altísimos ár- boles, cuyas copas frondosas llegan á la región de las nubes. Por esta misma razón, es que llueve menos de esta parte de los Andes, como lo observó el almirante Fitz-Eoy, que halló en 41 dias, 154 pulgadas de agua caldas, en tanto que, de esta parte de ¡os Andes, no habla caldo sino una mínima porción. Sin embargo, por ser un clima marítimo el de la Patagonia y aun el de las mismas pampas y también por la hume- dad que le traen todos los otros vientos, que nos vienen de los Andes, rara vez falta en las pampas la humedad necesaria para la vegetación peren- ne que se ostenta en ella y que tan necesaria es para la cría de ganados, que constituyen la fuente principal de riqueza de esta parte de la América. Diremos aun, por último, sobre el paralelo entre nuestras pampas y las estepas de los Estados-Unidos, que estas no son habitadas sino por nómades, que andan con sus rebaños en busca de pastos para sustentarlos yen nuestras praderas, en todas las estaciones, tienen los ganados pasto suficientes, escepto hacia el centro yel Norte de la Pro- vincia de Buenos-Ayres, en que la falta de agua, la seoa, durante el vera- no, suele causar inmensa mortandad eu la ganadería. Es por esto, di- remos aquí también, como lo hemos indicado en la Higiene Privada, que creemos que conviene la plantación de bosques en el Norte de la Pro- vincia yen las de Córdoba y Santa-Pe, para que presten sombra, mitiguen ¡os ardores del sol, retengan las aguas y procuren mas abundantes y frecuentes lluvias. Debe este punto llamar tanto mas la atención de los particulares y del gobierno, cuanto que, como Vds saben, hay una inmensa producción, que constituye la principal fuente de riqueza del pais, que espera el ase- guramiento de su subsistencia, para seguir dando un producto seguro y para no dejar espuestos á ios que se consagran ásu propagación, á que- darse sin nada, cíela noche ala mañana, como mas do una vez ha sucedi- do y para asegurar esa subsistencia, hay dos medios que tentar, la plan- DE HIGIENE 227 tacion de árboles que procuren mas abundantes y frecuentes lluvias en esas localidades y el regadlo, que es un medio mas difícil y oneroso, pero mas seguro. Como no tratamos de seguir al pió de la letra, el programa que hemos detallado dala geografía médica de la República y ni aun nos será per- mitido estudiar todo lo que debe entrar en el estudio del clima, por la falta de datos suficientes para ello, cabe bien, que para terminar esta lección, entremos en algunos pormenores respecta á la ganadería y á los efectos de la seca. La ganadería, es lo que ha dado nombre á nuestro pais en el estran- gero, asi como nuestras luchas crónicas y la primera, constituye hasta ahora nuestra principal, nuestra única fuente de riqueza, pues la minería y la agricultura, podemos decir, que comienza recien y con las demas ar- tes é industrias pasa lo mismo. La inmigración, que llamamos al pais por todos los medios á nuestro alcance, con mucha dificultad podría subsistir, en nn pais en el que todo falta, sino fuera que, al venir á estas playas, cuenta con que tiene asegu- rada su subsistencia económica y reparadora, sin que pueda temer el sufrir las escenas de hambre de la India y del Brasil, ni las epidemias que azotan esos paisas, porque en el suave, apasible y benigno clima de que goza nues- tro suelo, la procreación de la ganadería está asegurada y el cuidado, aun por parte del estrangero, se efectúa con toda facilidad, desde que no tiene que andar errante y también, desde que, al mismo tiempo que cultiva la tierra, puede cuidar de su rebaño. Asi se esplican las grandes y rápidas fortunas que han hecho en el pais muchísimos inmigrantes y en breve tiempo. Para dar una idea de la abundancia de los ganados en nuestro pais diremos, que anualmente se matan en la sola Provincia de Buenos Aires may cerca de dos millones de ovejas. Ea 1871 en la sola Provincia de Buenos Aires había mas de 65 millones de ganado lanar y que estos ani- males, tienen dos pariciones por año. Diremos que desde 1867 hasta 1876, se han consumido las cantidades siguientes de animales vacunos. 1867 186,893 1872 249,320 1868 212,096 1873 269,157 1869 231,520 1874 1870 254,564 1875 1871 216,897 1876 228 LECCIONES El consume de animales lanares, es próximamente dedos millones co- mo hemos dicho; el número de chanchos consumidos alcanza á 7000 y esto sin contar la cantidad que se destina á charque, tasajo y grasa que en charque, tasajo y grasa que en los años de 1874, 75 y 76 ha sido la siguiente IS1?* 1895 18 9 « Ganado vacuno........ 269,091 367,288 343,898 “ yeguarizo 39,742 76,936 117,019 “ lanar 620,827 1.914.615 2,663,887 Diremos aun, que en estas cifras, no se ha tomado en cuenta lo que se ha perdido por causa de las guerras, ni se ha llevado cuenta de lo con- sumido por las guarniciones en las fronteras contra los Indios, ni délos robos efectuados por los mismos habitantes de los pampas. Eegistrando un curioso, lo perdido por esta última causa, según los partes publicados y declaraciones hechas por los periódicos, halló que en ocho años se hablan perdido Como 20 millones de vacas. “ 8 millones de ovejas. “ 8 millones de caballos. Estos datos, son solamente aproximativos. Por no recargar mas con cifras la memoria de Yds y no haber tampoco datos fidedignos sobre los tfectos de la seca en la mortandad de animales, no enumero las estima- ciones que han hecho algunos. Debo sin embargo decir que, las secas, son los flageles que mas diezman la ganadería en nuestro país; que la falta de medidas higiénicas en los campos, después de esas mortandades, trae siempre, de un modo inmediato, la aparición de a’gun mal epidé- mico en los centros de población inmediatos. Continuaremos en la próxima reunión ocupándonos del clima de la República. DE HIGIENE 229 clima de la Jlepública (CONTINUACION) (Geología) Señores: El profesor A. Sfcelzner, de la Academia de Ciencias de Córdoba, ha descrito la Greólogia de la República Argentina yde él vamos a' tomar los datos relativo á este punto Como liemos indicado en la reunión anterior, los elementos caracterís- ticos cíela configuración del país son las llanuras, las montañas aislarlas cómelas sierras pampeanas y las cordilleras. Al grupo délas sierras pampeanas pertenecen las sierras de San Juan sierra de pié de palo, la Sierra de Paulatina, la de la Huerta y la de G-udumpaja, que comunican con la meseta boliviana, asi como las de la Ríoja, de dos llanos, la de Ullape, la de Tucuman, Catamarca, la de Cór- doba y las del Sur de Buenos Aires, como la del Tandil y la de la Ven- tana. Todas estas sierraq son montañas pétreas, cuya falda oriental, es poco escarpada, mientras que la occidental, lo es en alto grado y son poco ele- vadas, con escepcion del Aconquija, que tiene 5300 metros y el Nevado de Famatina, que tiene 6024 metros. El esquisto cristalino, el y neis y el mica'quito, son los elementos esen- ciales de ellas, pero tienen ademas hiendas, gahro,lidita y calizos granulosos asi como pizarras y gneis, dispuestos en capas y en dirección por lo co- mún de Iñ. á S. En virtud de esta composición, abundan en la mayor parte de estas sierras los mármoles y tierras para cimiento hidráulico; así como piedras para tallar ó de construcción y hay ademas en abundancia, serpentina granito y titanita. 230 LECCIONES El granito entra también en la composición de estas serranías en nu- merosas capas, en que también predomina el cuarzo, el kaolín y el pór- fido, etc. Estas rocas eruptivas, no sonde data reciente, pero entre ellas se en- cuentran, en particular al Norte, filones metalíferos, con oro, plata, cobre y plomo en cantidad; el esquisto lauréntieo, debe considerarse como base de todo el continente, según el citado géologo, con la particularidad de que, su forma es accidentada, en forma de grandes olas, dirigidas de Norte á Sur y las depresiones quese notan, están llenas de depósitos sedimen- tarios de varias épocas. La formación pampeana, no descansa en esquistos, sino en rocas sedi- mentarias mas antiguas, dato que es muy importante para resolver la cuestión de si existe ó no, carbón de piedra en la República, de que mas adelante nos vamos á ocupar brevemente. las cordilleras tienen aneje central de granito y al rededor hay una capa de gneis j esquisto; este eje es de rocas cristalinas y ha sido per- forado-por pórfido cuarzoso, en gran abundancia yen diversas épocas, por las fuerzas subterráneas y se calcula, que debe haber tenido esto lugar, en los periodos siluriano y jurásico. La traquita,es también una forma eruptiva, que consiste en tobas y bre- chas estratificados en numerosas capas; pero las rocas mas recientes, son as de las erupciones de los volcanes en actividad, pero como de estos no se encuentran en el territorio de la República, no nos ocuparemos do ellos por lo tanto. Resulta de esta breve esposicion, que en ia formadon de las cordilleras ha habido una cuádruple actividad eruptiva, que forman su composición; estas erupciones deben haber tenido larga duración, por el modo como han actuado las fuerzas subterráneas, según los vestigios que han dejado y se puede demostrar, dice el Dr. Stelzner, que en esos intervalos, el agua ha intervenido en la formación de la cordilleras con sus depósitos do sedimento y que en los periodos primitivos, esas cordilleras, eran unas simples crestas, que el Océano inundaba, depositando en las márgenes y cimas sus acarreos y con el trascurso del tiempo, se han convertido en las gigantescas montañas, que son la admiración del mundo actual; tal es por lo menos, la deducción geológica mas autorizada que es posible hacer, ante los vestigios que se encuentran. Lijemos las rocas Ígneas y volcánicas, pasemos ahora á las formaciones sedimentarias,éntrelas que sobresalen las areniscas y conglomerados, que se encuentran en las cimas, contornos y entrañas de esas cordilleras y serranías y casi siempre sin fósiles, por lo que, no es fácil determinar la DE HIGIENE 231 época á que pertenecen estos depósitos que nos presentan y que requie- ren mas investigaciones. Según los estudios mas científicos, las rocas sedimentarias de la Repú- blica, pertenecen á cinco formaciones geológicas, que son: 1 ° la forma- ción cámbrica y siluriana; 2 o la formación hética; o ° la básica y jurásica, 4 ° la formación terciaria y 5 ° la formación pampeana ó dilu- viana y tras estas, vinieron los alubiones que las cubren. Este seria el momento oportuno para es tenderme un tanto sobre la composición elemental ó química do los terrenos que forman el suelo y el subsuelo de nuestro pais, dividiéndolos para el efecto en regiones y aunque vamos á mencionar, los resultados hasta ahora obtenidos, debernos prevenir, que los datos que hay para esto, son muy incompletos y adolecen de algunas deficiencias de especificación. Los análisis que se han hecho por el Dr. Doring han sido solamente sobre el terreno de Córdoba, de Yilla María, y del Rosario. En el terreno de Córdoba la composición que se ha encontrado por ciento, ha sido la siguiente: Oxido de potasio 3.099 Sasquióxido de hierro 2,929 “ “ sodio 1,180 “ “ aluminio 10,899 “ “ calcio 3,228 Acido silícico 73,803 " “ magnesio 0,474 11 fosfórico 0,657 4 4 “ manganeso. 0,145 Agua higroscópica Perdido 'en el fuego 1,119 2,367 En Villa María se ha hallado por el análisis cualitativo y cuantitativo por ciento. Oxido de potasio 2,852 Sesquióxido de hierro 4,741 “ “ sodio 2,633 “ aluminio 16,673 “ “ calcio 3,568 xicido silícico 59.941 “ “ magnesio 1,954 “ fosfórico 0.517 “ “ manganeso 1,034 Agua higroscópica Perdido en el fuego 2,578 3,509 En cuanto al terreno del Rosario, su análisis ha dado el resultado siguiente por 100 partes Oxido do potasio 1,808 Sesquióxido de hierro 2,244 “ “ sodio 0,817 “ “ aluminio 16,037 1 “ calcio 1,963 Acido silícico 67,189 “ “ magnesio 1,471 “ fosfórico 0,303 Agua higroscópica 3.383 Perdido por el fuego 4,785 LECCIONES Nos abstenemos de hacer deduciones respecto ála vegetación y á la feracidad del suelo, aun de estos mismos terrenos analisados, por ser muy deficientes todavía estos estudios, pero, debo agregar, que estos análisis son muy necesarios para destruir científicamente la opinión del Dr. Burmeister, aunque ya prácticamente, por los cultivos hechos y las cose- chas recojidas en diferentes puntos de la República y aun en las mismas pampas del Sur de Buenos Aires, se encuentra refutada; esto es, que el suelo y subsuelo de la Provincia'deßuenos Aires, en su mayor ostensión, no sirve para cultivos y esta opinión del Dr. Busmeister, se aproxima á la del Dr. Griesebach. Debemos decir también cuatro palabras aqui, sobre el carbón de piedra, ya que pasamos por alto los minerales nobles, esplotables dvla República tales como el oro la plata, el níquel, el cobre, hierro y plomo. Al ocupar- nos preferentemente del carbón de piedra, es porque la existencia délos metales que acabamos de nombrar, no ha sido puesta en duda por nadie, puesto que son conocidos los lavaderos y criaderos, desde el tiempo de la conquista, en tanto que se ha negado, que existiera el carbón de piedra, que es un elemento tan poderoso para el progreso, las industrias y las artes. Entre las sierras de la Huerta y Pié de palo, en San Juan, se encuen- tra el carbón de piedra en una estensisn de 10 leguas y en el distrito de los Papagayos, en'un radio de 25 leguas cuadradas, se halla este combus- tible á flor de tierra. En el Jachal yla tierra de Huaco se le ha descu- bierto también en un área de 10 leguas y superficialmente, habiendo fundadas razones geológicas para creer, que á cierta profundidad se en- cuentre en capa mas densa y mas rica á la vez, que dé mejor calidad, puesto que no ha estado sufriendo ese carbón, la acción de los agentes cosmo-telúricos. Ademas, en diversos puntos de las provincias de Mendoza, de Salta y Jujuy, se encuentran fuentes de nafta ó petróleo, que acompañan por lo general á las capas carboníferas. Debemos decir, en conclusión, que los pantos en que hasta ahora se ha denunciado la existencia de depósitos hulleros, son en parages despo- blados y en medio de travesias muy penosas, por la falta absoluta de depósitos de agua, lo que hace casi imposible su esplotacion á menos que se perforen previamente pozos artesianos, que den el agua necesaria para, poder recorrer con facilidad esos inhabitados parages. No entraremos sin embargo en pormenores sobre esta materia y con- siderando ya suficiente lo espuesto sobre este punto, pasaremos á ocu- parnos, de la flora que nos presenta )a República. DE HIGIENE 233 Aunque Darwin, d’Orbigny, Strobel, Grriesebacb, BraVard y Bompland hablan hecho algunas revelaciones sobre la flora dol pais, pero, sus tra- •bajos eran muy incompletos y no podían servir para formarse una buena 1 lea de la flora de la nación. Los Dres. Loreutz y Hierouymus, ha- cen en la actualidad los mayores esfuerzos para darla á conocer en to- dos sus detalles yya han recorrido algunas provincias, describiendo sus 3rerbas, sus árboles y arbustos. Puede decirse, que la República, de Norte áSur, se divide en nueve territorios á formaciones, caracterizadas por un número considerable de especies nuevas y por la fisonomía ó conjunto de la vejetacion en general. E! primer territorio ó primer grupo, es el de la Puna, continuación de la región flloral de los Andes tropicales y que se encuentra en las cordilleras y sus ramificaciones yal pié de ellas y en las inmediacio- nes, estendiéndose por varias leguas; hay también lo que se puede llamar región subtropical, que es el jardín de la República, y es el segundo gru- po, en el que, la suavidad de los matices se hermana con la majestad y la feracidad que el suelo nos presenta. Un poco mas distante délas cordilleras y las sierras, dónde la benéfica influencia que procuran estas por la condensación de las brumas, no se hace ya sentir, hay otro grupo que podemos llamar, formación del Chaco• Bu esta región, disminuyen los bosques y los árboles y son reemplazados por matorrales. En esta región desaparececen las plantas de la región cá- lida y húmeda y se nota también una vegetación monos rica, no tan luju- riosa. Hay otro grupo, que algunos han denominado, formación del Chañar ó del Monte, que se divide, en occidental y oriental. En la Pampa, hay ausencia do árboles y matorrales y predominan las gramíneas y labiadas, uniformes y monótonas, por la inmensidad de ter- rona que ocupan y es á esta región á la que se da el nombre da forma- Móndela Pampa y en ella se nota una exhuberante y virgen capa de ar- c’lla, rica en principios fecundantes y fértil, toda vez que hay ía humedad tan necesaria para la vegetación. Sigue luego la formación patagónica, colindante con la que precede; en osta formación hay vegetación arbórea y esto es debido principalmente a que el suelo es mas petroso y á que los vientos de los Andes, no ejer- Cen tantos estragos por la desviación que sufren al chocar contra las Col'düíeras, que hacen el papel de muros. Bn el territorio próximo al estrecho de Magallanes y en las faldas de as cordilleras inmediatas, hay una porción de bosques antarticos. Ahora, hácia el Norte y al Este, tenemos la Provincia de Misiones, cuya flora no ha sido estudiada por completo, pero que se cree, tiene una LECCIONES gran analogía con la formación ó reglón paraguayo, que tiene una ferti- lidad tropical, en cuanto á árboles y sub-tropical, en lo demas; los gran- des árboles yla vegetación sub-tropical, se entienden á lo largo de las márgenes del rio Paraná. En Corriente y Entre-Ríos, los elevados árboles seculares desapare- cen, y se ven en su lugar bosques, selvas, praderas y matorrales algo me- nos elevados, y es á esto, á lo que se lia dado por los botánicos el nom- bre de formación Mesopotámic'c, aunque algunos hay que la nacen estensiva esta calificación, á ana parte de los llanos, al Chaco, que es algo cenagosa y la pampa, pero la mayor parte, aplican solamente esta denominación á la formación de la flora de Corrientes y Entre-Ríos, en que se encuentran en abundancia, ejemplares de la flora sub-tropical, de Monte y de la Pampa, aunque sin chañares y en igual condición se hallan las Islas del Paraná y del Plata, que tienen una vegetación especial y escepcional. Debo decir'sobre este punto lo que he dicho de los terrenos, que entrar en los minuciosos detalles de las familias, géneros y clases de los ejempla- res que se encuentran, en cada una de estas regiones, seria superior á cuanto deben contener estas lecciones. Pasemos por lo tanto á la fauna. La fauna de la República según el Dp. Weyembergth, no ofrece la ri- queza de formas y colores que invita al naturalista á dirigir sus pasos a las regiones tropicales, pero no escasea el intere? zoológico que despierta. Presentando la República al Oriente, las riberas del Océano y las Pam- pas ilimitadas; al occidente las montañas con su variada flora, los bos- ques tropicales al Norte, la eshuberante vegetación de las provincias de Corrientes y Entre-Ríos, llamadas la Mesopotamia Argentina, los ríos abundantemente poblados. . . todo este conjunto, caracteriza un país tan agradable como rico en sorpresas para el zoólogo, que aun pue- de descubrir en él, considerables tesoros científicos de alta importancia, pero, corno recien comienzan estos estudios en nuestro país, no está to- davía la fauna, en estado de permitir una descripción acabada y por otra, parte, aquí solo debemos echar una mirada general sobre lo que ofrece- de mas notable el país, en su parte zoológica. En el orden délos cuadrumanos, se encuentran en las riberas del al- to Paraná y Paraguay, así como en las selvas inmediatas al trópico, va- rias clases de monos de la división de los platyrrhinos, tales como if>s airulladores. De los carniceros, se encuentra el jaguar ú onza, que es el Tigre que conocemos y el cuguar, que es el león del país y el gato raon- DE HIGIENE 235 tés y ademas el tigre ele los pajonales, algo mayor que la onza y de man- chas mas variadas, pero de la misma familia. De la especie canina, se halla, el Jobo Argentino, el rorro y el perro sal- vaje ó cimarrón, que ha desaparecido casi por completo, por la tenaz perseeusion que se le ha hecho, por los estragos que causaba, pues an da- ban como los lobos en tropillas, manadas ó jaurías. Déla familia de las martas, tenemos el uron y el zorrino; de las fami- lias de los osos,tenemos el coatí ó soncho y de las focas, se encuentra la Pecina. De la clase de ios rumiantes, tenemos el ciervo, la gama, el venado y no mencionamos el caballo, la vaca, etc,, por que estos animales han si- do importados. Entre los tilopodas, tenemos la llama, el huanaco, la vicuña y alpaca. Délos paquidermos tenemos el pécari ó javalí y la gran bestia ó anta. Da las inmediaciones del Eio Negro, suelen aparecer sirenas, según al- gunos viageros. Dntre los cetáceos hay varias especies cuyos nombres y caracteres se encuentran en los anales del museo de Buenos Aires. De la clase de los murciélagos hay algunas variedades. De la fami- ha de ios ratones hay varias clases y en la muriformia está la nutria y e* tucutuco; de Ja familia carina está la liebre, la cavia ó conejo, así co- -111 °> de Ja familia eriomyna, tenemos la vizcacha de los campos, la de las Sierras yel carpincho, de que se alimenta por lo general el tigre. ■Entre los desdentados se encuentran los tatús, el mataco, el peludo, quirquincho, la mulita y el pichy-ciego; así como de las sarigas tene- lo°s la comadreja. Da cuanto á las aves, hay una variedad muy considerable en el pais, Pues se encuentra, desde el avestruz hasta el pájaro mosca y desde el °ndor hasta el Pingüino; aves en fin, de todo tamaño, forma y color, j D° señalaremos las clases de aves da rapiña, ni las treparadoras, iB pájaros, ni las gallineceas, zancudas, corredoras, nadadoras y pin- bmnos, impeunes ó pájaro niño, por que son tantas las variedades de aVes> fine esto nos absorveria mucho tiempo, j 8 animales anfibios tenemos una gran variedad también, tales como ej toi'tuga terrestre, la de rio yla de mar entre los quelonios; cocodrillo, j Dacaré, la iguana etc., entre los saurios y entre los ofidios ó serpien- / ’ la.P nua inmensa cantidad que comprendou desde el boa constrictor a'npalíigua hasta la vívora de cascabel y de la cruz. LECCIONES De la familia de los batracios se encuentra en abundancia el escuerzo, sapos y ranas. Para terminar esta enumeración diremos que hay también salaman- dras y Cecilios. Deberíamos ahora, decir cuatro palabras sobre ios peces, pero, menos aun que délas aves y demas animales que acabamos de mencio- nar, ei estudio de ellos está aun por hacerse y nos abstenemos de mencio- narlos, así como al resto de la fauna, esperando que el estadio y clasifi- cación de ellos, se haya efectuado para, yaque es un estudio tan árido y ageno hasta cierto punto de esta aula, poder hacer una mención or- denada. Como apéndice á la flora y por la relación quetione con la industria- y el comercio, debemos decir, que abundan en el país las materias téstl- les, vegetales y animales; que los materiales tintóreos son mui abundan- tes y variados y el pais es rico en sustancias para curtir. Debemos hacer mención también, de que los medios de comunicación son relativamente fáciles en toda la República y decimos relativamente porque las distancias á recorrer son muy grandes y la densidad de la po- blación, como hemos visto, es mínima, pero asi mismo, desde el ferro-car- ril, desde ¡a locomotora que devora y acórtala distancia de un modo rá- pido, hasta el lento pero seguro paso de la mala, y desde el piróscafo bastaba pelota de cuero yla balza, que marcha con la corriente y desdo el buey hasta el caballo parejero, hay infinitos medios da acortar las dis- tancias y de traslación, que suplen ó por lo meaos, hacen olvidar bien pronto, los caminos carreteros en las vias de comunicación, porque todo el terreno es muy llano. Como no procedemos ajustados á un programa, del que no podemos separarnos y corno creo que, la exposición que hacemos, gana do esta manera, vamos ahora á seguir un otro érdeu de ideas, pues lo esencial, es que tratemos de todo ó de la mayor parte. He mos dicho que una gran porción de las zonas que comprende la vas- ta es tensión de nuestro territorio, tiene un clima marítimo, sin embargo de que Buenos Aires tan solo y la Patagonia debieran en rigor ser calificadas así, puro las Provincias del Litoral délos ríos Paraná y Uru- guay, 3 mtv Pé, Batre-Rios, Corrientes y Misiones, con el Gobierno de'l Chaco, se encuentran en condiciones similares, por tener esas dos grandes arterías en sus inmediaciones, qna les prestan su benéfica iU' fluencia. En las Provincias del interior, es decir, situadas lejos de esos grandes canees.-el cibui y por lo tanto las estaciones yla temperatura, se pre' DE HIGIENE 237 sentan con !os caracteres propios de Jas zonas en que están situadas y ios pueblos del litoral, por el contrario, como de clima marítimo, tienen ias estaciones menos estreñías, tienen menos frió en el invierno y menos Dolor en el verano y esta es una influencia de los nos que corren por sus inmediaciones. Los rios principales de la República, digamos, para volver, dentro de Un momento sóbrela meteorología, son el Paraná y el Uruguay. El Paraná nace en las provincias de Goyaz y Minas Geraes, en el Brasil, en esas serranías que son continuación de la cadena trasversal de la America del Sur y de que hemos hecho mención al referirnos a los de la meseta Boliviana y tiene lugar su origen, hacia los 16 ° 30’ y Lene una estension de 2 á 3 leguas de ancho. Este rio, en sn curso hasta el mar, recorre mas de 10,000 millas; en 'as proximidades, ó primera parte de su curso, tiene muy pocas islas, pero de Corrientes para ahajo, estas son mas abundantes, como que todas ellas son formadas por aluviones, de arena arcillosa fértil, que se consolidan y toman la debida adheriencia por las raíces de las plantas, Cuyas semillas arrastran o conducen las aguas. El rio Uruguay, nace de las serranías frente á Santa Catalina, también del Brasil, entre ¡os 26 ° y 27 ° y recorre en su trayecto hasta el toar, mas de 3000 leguas. El Rio Paraná arrastra, en rio bajo, mas de 14,600 metros cúbicos de agua por segundo yen el mismo intervalo de tiempo, el Rio Uru- guay arrastra, mas de 4,215 metros cúbicos. De manera, Señores, que Rio de ia Plata, recibe mas de 18,81.5 metros cúbicos por segundo, '°l úrnen casi igual álo que el Míssisipi vierte en el Golfo de Méjico en deciente regular y tan solo el Amazonas le es superior en el mundo, por caudal de sus aguas. Viniendo las aguas de ambos rios, de un clima tropical, vienen tem- Piadas en todas los estaciones y dando una abundante evaporación, que tiB tan provechosa para la vegetación y que templa tanto la atmosfera d® esos parages y esta es la razón por lo que el clima delás Provincias dtd litoral, debe ser considerado como un clima marítimo, asi como, los ‘°s pastos permanentes, denuncian corrientes atmosféricas constantes y P°derosas, que son las que el curso de las aguas determinan. Va temperatura en el ditoral varia entre 15 y2l ° que son los mejo- les cEmas del globo, tales como los de Tolon, Niza, Ñapóles, Sevilla, Cá- -1zj Barcelona y Lisboa y los pueblos del litoral Argentino Jos aventajan ~tl flUe las heladas y los fríos, son menos fuertes que en ellos. Aunque en tesis general, el clima de la República es variable, por 10, 238 LECCIONES frecuentes que son los cambios atmosféricos, pero en general también, todos los aires con escepeion del viento Norte y, N. E. son agradables y no traen influencias climatéricas, sobre las cuales mas adelante nos espii- caremos y sin embargo de la variabilidad, las amplitudes termometricas anuales, ofrecen pocas diferencias y solo alcanzan en 10 años a 9[lo de grado. Nunca en el litoral, la temperatura baja hasta cuatro grados bajo ce- ro, ni sube á mas de 41 ° y aun estos dos puntos de frió y de calor, son estrenaos y solo una vez ha alcanzado á 41 ° según el Dr. M. de Moas* sy y no en la República, sino en Montevideo; en el interior y en particular en Santiago del Estero, no es raro ver que alcanza esa cifra, pero tam- bién, el suelo es arenoso allí y no tiene cerca corrientes de agua de con- sideración. En el litoral, lo común es que no pase la temperatura de 35 ° de unaá tres de la tarde, que son las horas de mayor calor y aun, eso, tiene lugar solamente, en Diciembre, Enero y Febrero y oí pampero, hace bajar rápidamente esa temperatura á 12 615 grados. En cuanto al descenso de temperatura, solo en Buenos Aires yal Sur, se ve que el termómetro baja mas de cuatro grados bajo cero, pero los vientos Nor- te. Nordeste y Noroeste, lo hacen subir tan rápidamente, como el pam- pero hace bajar la temperatura. En cuanto ála marcha que sigue el aumento de la temperatura, se puede decir que de los 35 ° latitud hasta los 25 ° , la temperatura au- menta, á razón de medio grado terraométrico por grado de latitud y que disminuye en proporción idéntica, aun que no constante, ni regular. El Dr. Burmeister, en once años de observaciones meteorológicas, ha hallado en Buenos Aires, los términos medios comprendidos en el sigui- ente cuadro, que tomamos de su obra sobre la República argentina. DE HIGIENE 239 / _ A Ñ C ) es Término M E S E S / 1 1 1 1 medio / 1861 j 1852 1SC5 18-3C j 1867 1 1868 1369 1870 1871 1872 1873 por mes PRIMAVERA r 11.0 9.0 10.1 10.7 10.1 11.3 9.8 8.9 11.2 10.2 Octubre 12.1 11.8 14.4 12.1 12.6 11.8 12.8 12.4 15.1 12.8 Noviembre 16.0 15.4 1G.3 15.0 16.2 14.5 11,3 14.1 15.5 14.8 12.7 12.1 13.G 12.G i 3.0 12.5 11 3 11.8 13.9 12.6 Verano Diciembre .. 17.4 17.8 19.2 38.2 17.7 17.5 19.3 17.6 17.7 18.0 Enero 20.0 19.3 19.0 19.] 18.4 19.1 18.8 19.7 19,2 17.9 18.6 18.4 18.9 19.3 18.9 17.5 17.9 18.4 18.4 19.0 18.5 18.6 19.1 18.0 18.4 18.5 Otoño Marzo 17.7 i tí. ti 18.5 16.5 15 1 17.5 16.9 14.8 16.0 16.7 Abril 15.6 13.9 13.2 12.7 18.4 12.0 14.1 12.7 ID 9 Mayo. 12.0 9.6 11.6 10.1 9.5 19.3 9.9 8.8 9.9 10.2 15 1 13.6 14.4 13.1 13.5 12.9 12.6 12,9 13.5 Invierno Junio 9.9 10.4 i . ó 7.3 7.1 8.0 8.8 8.0 8.9 8.3 Julio G.9 8.2 8.1 6.7 6.6 7.0 7.0 7.3 6.9 7.1 7.3 8.2 8.2 8.4 8 6 7.2 8-3 9.2 9.7 8.3 8.0 8.9 7.9 7.5 7.1 8.1 o 1 oó 1 8.2 8.5 1 o Í l' Término medio por año 13.8 13.7 12.9 13.0 12.8 1,2.6 13.6 13.2 240 LECCIONES Diremos ahora, copiando lo que dice el Dr, Burmeister: Este cuadro demuestra de un modo evidente, que el mes mas caloroso, es el de Enero y el mas frió, el de Julio, que la diferencia entre estos dos meses, es de 12 ° ; que la temperatura del mes mas caloroso, es superior á la tempe- ratura media por 6 ° y que la del mes mas frió, es mas baja que la de 6 ° por 1° ; que la temperatura mas alta de todas, de 30 °2, se eleva sobre el término medio de 17 °0 y que la de, 2 ° 0, que es la mas baja, desciende por 15 ° bajo la temperatura media.'’ Diciembre y Enero, por una parte, y Junio y Agosto, tienen una tem- peratura respectivamente casi igual. Los tres meses de primavera, tienen casi la misma temperatura que los tres de otoño; Octubre y Abril, tienen casi el término medio del año y son con Marzo y, Noviembre, los mas agradables dal cuma de Buenos Ayres. No damos aquí las máximas y 10-! mínimos y medios de las otras pro- vincias, porque no tenemos aun estos estudios completos. Ahora vamos á ocu parnés de la humedad de la atmosfera y antes de ir mas adelante, debemos decir con el Dr. Burmeister, que, con relación ásu clima, las catorce provincias del Rio de la Plata se pueden dividir en cuatro grupos: Io Lastres provincias septentrionales Jujuy, Salta yTu -uman. Estas provincias son las mas ricas en productos na- turales y las mas accidentadas; su clima podemos decir que es cálido, pero no siendo estimadamente seco, son propias para el cultivo de plantas subtropicales y tienen aguas suficientes para sus necesidades. 2 o Las cuatro provincias occidentales de la rej ion de las Cordi de- ras por la estirilidad predominante de su suelo, la rareza de las lluvias y el viento caliente y á veces violento del Norte, forman una región me- nos favorecida; no son propias para la agricultura porque íes falta irriga- ción; producen mas frutos que granos, pero eu las praderas artificiales (potreros) dan abundantes pastos que sirven para el engorde de los animales, con que comercian coa Chile. Pero estas provincias, es decir Cataraarca, Laßioja, San Juan y Mendoza, tienen ricas minas de oro plata y cobre. 3 ° Las tres provincias centrales, San Luis, Santiago del Estero J Córdoba, deben considerarse corno las menos favorecidas por la natura- leza: participan en efecto de la esterilidad de la región de las cordilleras sin estar compensadas estas cualidades, por las otras ventajas que posee esta región. Los parages estériles predominan, bis lluvias son raras y la agricultura es posible solo, con el regadío artificial. Al Sur, las Pro- vincias de San Luis y Córdoba tienen ya algunas praderas naturales, p6' 241 DE HIGIENE ro se encuentran en las fronteras con los Indios j Santiago del Estero, la provincia mas cálida del interior, tiene al Norte algunos parages, sub- tropicales. Las cuatro provincias orientales, comprenden la región de las Pampas fértiles, reciben lluvias en abundancia y tienen todas buenos pastos, propios para la cria de ganado. Estas cuatros provincias: Santa, Eé, Buenos Aires, Corrientes y Entre Bios, se pueden dividir en llanas, des- provistas de montes y en montuosas. Santa-Pé y Buenos Aires, están en efecto, relativamente menos provistas de árboles, que las otras dos. Creo inoficioso entrar en mayores detalles al respecto, desde que Yds. conocen la Geografía de su pais, pero be creido que debía recordarles lo espuesto al tratar de la humedad, que va en seguida á ocuparnos. Poco es posible decir, sobre cada uno de los tópicos que nos ocupan, de un modo general, pues loque podria convenir para una de las legiones ó grupos de provincias, que hemos indicado, no serviría para °tros, ni es posible tampoco, que llenemos con cuadros de observaciones Meteorológicas, el lugar que debe ocupar este punto en nuestra esposicion; por otra parte, solo poseemos esos cuadros de muy pocas provincias: están haciéndose recien en la mayor parte de ellas estos estudios. En las costas de los grandes ríos yen la parte que baña la mar, por la evaporación de las aguas, la humedad es mayor que en los pueblos 4el interior y de los que se encuentran al Norte yen el Oeste. Buenos Aires es reputado como una localidad muy húmeda, por las brisas del mar y del anchuroso Plata, que derraman el vapor acuoso fiue traen, el que condensándose por la noche, forma el rocío, tan benéfl- -00 para la vegetación y que en la estación rigorosa del calor, viene á tfcMplar e< atmósfera y á sustituir la lluvia, que falta muchas veces. Las °bservaciones que trae la obra del Dr. Burmeister, efectuadas con el Psicómetro, solo?comprenden cuatro años. En los cuadros que trae, es- indicados en centígrados, los términos medios del termómetro seco en tres distintas horas por dia de cada mes y á su lado las diferencias del termómetro mojado, que es siempre mas bajo que el seco, pero nosotros solo trascribiremos los cálculos hechos por el mismo Señor, que indican humedad del aire, en los años que se señalan. 242 LECCIONES 1857 1861 1867 1868 Términos medios de los 4 años Temperatura media. 1802(14°5’R) 16°9,(13°6’R) 16° 6(13° 3’ R) 17°6(14°’R) ” Presión del vapor. . 5,28 4,50 4,23 5,48 00 Punto de rocío- . . 11,3 9,3 8.6 11,8 10,25 Saturación .... 0,77 por ct. 0,72 por ct. 0,82 0.72 0.73 Cantidad f loth. de agua -j evaporada l gramos 0,025 0,022 0,024 0,023 0,023 0,416 0,366 0,406 0,397 0,37 Como se vé por el presente cuadro, la humedad varia en cada año, co- mo varia en cada mes yen las diferentes horas del dia. Así, en 1857 el mes mas seco, fue Diciembre; en el de 1861, fue Marzo; en 1867, No- viembre y en el de 1868, Enero. El mes mas húmedo, parece ser Junio ó Julio, en 1857, fue Julio y en 1861, 67 y 68, fue Junio. Contando desde Noviembre hasta Marzo, se puede decir, que los meses son secos y los 7 meses restantes son húmedos. En Junio y Julio, son muy abun- dantes las neblinas, pero se puede decir, que la nieve no es conocida en el pais. El roclo es muy frecuente en otoño, invierno y primavera y por la noche se convierte en escarcha y á veces, en muy tenues copos de nieve, pero de muy poco espesor. En nuestras pampas, que para evitar el equívoco debemos denominar de inhabitadas aun, este rocío y esta escarcha, en las 900 millas de llanos que tenemos, son los que mantienen esa vegetación tan rica y de tan buena calidad, que en toda esa estension no se encuentra, sino una que otra planta dañosa para los animales. Pasemos á ocuparnos ahora de las nubes en cuatro palabras. Los nubes en la República, no ofrecen nada de particular en cuanto á su configuración, pero según varios observadores, en el Norte son me- nos frecuentes que al Sur de la República, esto es, los dias completa- mente claros y serenos en el Norte, son mas frecuentes, pero al hablar de los vientos, las lluvias y tempestades, quedará comprendido cuanto pudiéramos aqui decir sobre los estratos, lossirrus, cúmulos y nimbus. Parece que unos de los acompañantes de D. Pedro de Mendoza, lla- mado Sancho del Campo, fue el que le dio nombre á esta ciudad, que fue luego cabaza y denominadora de un estenso Yireynato y parece también que el nombre de Buenos Aires, fue efecto do una esclamacion, que debió sin duda i-epetir mucho este sujeto, qué buen aire, y mas tarde refiricn- DE HIGIENE 243 dose á los mismos, debió decir, qué humos aires, (con i latina probable, mente) pero el uso, en la mayor parte de los habitantes, es ahora escribir aires, con y griega. Kara vez está el aire quieto 6 tranquilo en Buenos Aires y á veces se mueve con tal celeridad, que bien se puede calificar de huracán. Las observaciones meteorológicas comprueban, que los vientos mas frecuentes en Buenos Aires, son los del Norte y del Sur, inclinándose ambos hacia el Este, aunque el Sur, acostumbra inclinarse también al Oeste. El N. E., S. E. yS. O. son los tres vientos mas frecuentes yel O. es el mas raro. Estos vientos, de los cuales unos vienen del polo y ios otros del ecuador, por lo común, so cambian repetidamente, de manera que, del Sudoeste saltan al Sur, y del Sudeste al Este, al N. E. y al N. y á veces hay una marcha opuesta del N. por los rumbos inmediatos, hasta el S. O, No es raro observar dos y hasta tres vientos á diferentes alturas del atmósfera, arrastrando infinidad de nubes en sentidos contrarios. El viento N. E., es por lo regular, determinado por una trasformacion ó despertamiento del S. O. yambos son los que se cambian en los otros, lo que pone do manifiesto, conjun- tamente con otros fenómenos, que por las inmediaciones ds Buenos Aires debe efectuarse, si es cierta la teoría de Mühry, el descauso de una parte de la columna ascendente en el ecuador. Obsérvase en Buenos Aires, que los vientos del Sur, son rápidos é impetuosos en su marcha y son acompañados de lluvias; mas aun, las tormentas que traen lluvias, con mas frecuencia, son Las del Sur y S. E. Para evitarnos digresiones al respecto, hé aquí un cuadro de ocho años de observaciones sobre la dirección de los vientos. AÑOS Norte Noroeste Oeste Sudoeste Sur Sudeste Este Nordeste 1872 152 121 85 127 74 119 105 117 1871 185 90 75 170 129 120 140 139 1870 186 121 68 171 107 132 102 178 1869 Segundo semestre 107 67 48 108 84 86 56 70 1867 142 110 50 143 113 105 119 183 1866 151 136 43 195 85 168 99 197 1865 164 32 41 138 58 61 64 198 1862 178 95 92 183 109 141 148 149 Estos ocho años ds observaciones dan los siguientes términos medios: Durante ocho años—N. 156 —N. O. 97—0. 63—S. O. 155— S. 95 -S. E. 117— B. 104— N. E. 153. 244 LECCIONES Para complementar cuanto se relaciona con este punto, vamos ahora á trascribir el resumen de las observaciones hechas durante un año para así indicar la distribución que tienen los vientos por raes y su frecuen- cia; tomamos para el efecto el año de 1872. MESES Norte Noroeste Oeste Sudoeste Sud Sudeste Este Nordeste Enero 19 8 6 8 5 11 10 12 -Febrero 13 6 2 12 3 4 8 8 Marzo 13 8 4 9 8 13 4 15 Abril 12 5 9 12 3 19 10 12 Mayo 14 19 11 14 7 11 2 7 Junio 17 10 9 13 8 10 4 2 ■ Julio 9 26 18 10 3 2 hr ! 5 Agosto 16 7 4 10 9 14 13 12 Setiembre... . 5 11 y— i 4 10 12 13 18 Octubre ] 5 2 4 7 7 7 9 8 Noviembre . . 8 í 4 16 9 8 12 12 Diciembre... 11 12 7 12 2 8 13 6 Por año 152 121 85 | 127 74 119 105 117 Pasemos ahora á la lluvia, que se forma por el conflicto entre los vien- tos fríos, de la corriente polar, cotilos vientos calientes y húmedos, que vienen de la región ecuatorial, de cuyo contacto resulta la condensa cien del vapor acuoso que traen La cantidad de lluvia que cae, varía mucho de un año para otro y en estos últimos tiempos, se cree que este fenómeno meteorológico, así como algunos otros, tiene una gran relación con las manchas que se observan en el sol; sea de está lo que fuere, en Buenos Aires, casi se puede decir con toda seguridad, que en cada cinco años que se observan, hay uno de seca, tres regulares y uno lluvioso. Copiamos á continuación un cuadro que comprende ocho años de observaciones, divididos por meses, el que contiene además, el término medio por mes, el cual estudiándolo, indica bien las afeccciones del tiempo. Debo sin embargo agregar, que se ha notado en estos últimos años, una gran variación en los vientos y en las lluvias, en la temperatura yen el estado higrometría). DE HIGIENE 245 M E SE S 1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 Término medio de los meses Enero 11,3 13,0 107,9 36,1 52,1 14,2 10,4 64,2 38,65 Febrero 31,0 102,6 98,9 49,5 7,3 50,3 33.3 175,5 68,55 Marzo 30,4 68,2 71,8 85,0 50,2 31,4 38,3 108 8 60*51 Abril 73,0 49 2 12.5 • 97,1 108,0 75,6 124,0 45.4 73,10 Mayo 3,1 144.0 74.2 80.2 71,7 131.9 30,0 Falta 76,44 Junio 17,8 124,0 74,2 76,2 115,0 74,4 69,9 85,7 79,60 Julio 12,3 74,2 25,2 36,9 62.6 158,0 69,6 5,4 55,52 Agosto 55,5 32,0 66,4 44,2 63,7 54,2 9,0 80,2 50,65 Setiembre 63,6 77,6 42,0 104,2 69,8 35,6 29,7 90,5 64,12 Octubre 150,5 124,0 11,6 33,0 63,6 247,7 6,0 147,7 98,38 Noviembre. 17,6 85 6 22,4 39,9 14,6 56.7 76,2 99.5 51,56 Diciembx’e 117,8 153,4 91,5 60,8 40,4 80,9 95,2 162,8 100,35 Suma 583,9 1047,8 701,6 743,1 719,0 1010,9 591,6 1065,7 831,67 En pulgadas 25'77"' 4G"44'" 31'T" 32"9"' 31"8'" 44'T" 26"1'" 47"2'" 35", 6'" 246 LECCIONES De la simple lectura de este cuadro resulta, que la cantidad de agua caida, en un mes dado, en esos diversos años, varía de un modo estremado y se puede decir, que no hay relación entre el agua caida en un mismo mes, en diferentes años. Lo único que podemos deducir, es la relación que guardan entre sí, los meses ó estaciones y cualquiera que sea el año; hallamos así, que Enero, es el mes mas seco, y Diciembre, aquel en que cae mas cantidad de agua. Después de Enero, los meses mas pobres en agua son: Julio, Agosto y Noviembre. En los meses de Lebrero, Marzo y Setiembre, las cantidades son casi las mismas, lo mismo que en Abril, Mayo y 3 unió, en los que cae un poco mas que en los anteriores. Considerando las lluvias por estaciones, encontramos que la primavera, es la estación en que mas llueve, y aquella en que llueve menos, es el invierno; en otoño, llueve mas que en invierno y á veces la cantidad de agua caida en el otoño, es mayor que en el verano. En cuanto á los dias y horas de lluvia, no es posible una determinación regular sobre ello, puesto que, á veces llueve todo el dia y en otras ocasiones solo dura media hora el agua. Cuando el agua dura varios dias, es un agua fina, casi sin fuerza; cuando la lluvia dura poco, generalmente son aguaceros y vienen acompañados de descargas eléctricas, que faltan en las otras y debemos a este respecto decir, que las lluvias sin descargas eléctricas, son muy numerosas en Bnenos Aires, como ,lo demuestra el siguiente cuadro formado de ocho años de observaciones. Según el Dr. Martin de Moussy, el Eosario, seria uno de los pueblos del mundo en que los truenos son mas intensos. AÑOS Sin truenos Con truenos 1862 48 19 1865 34 10 1866 57 17 1867 40 15 1869 31 8 1870 43 10 1871 58 7 1872 58 9 Presión del aire. Las observaciones hechas al respecto, demuestran que la presión del aire, sigue la marcha del movimiento del barómetro. El 247 DE HIGIENE máximo de la presión, tiene lugar á las 9 a. m. y desciende luego, hasta las 5 jj. m. para volver á subir hasta media noche, en queda en un esta- do de tranquilidad, para después llegar al máximo indicado. Debemos, sin embargo, hacer presente, que el barómetro, en la mayor parte de las provincias, sufre osciíacionas frecuentes y continuas. No debiendo entrar en minuciosos detalles, por las razones ya tan repetidas, vamos á consignar en un cuadro, que hemos formado, los términos modios por estaciones que resultan de las observaciones por varios anos. CUADRO LA PRESION BAROMÉTRICA ESTACIONES CIUDADES Verano Otoño Invierno Primavera Buenos Aires 760,7 763,2 763,8 763,6 Mendoza (337,0'") (338,4'") (338,5'") (338,4'") 303,0 310,1 311,6 311,0 Paraná (697,3) (699,7) (703,0) (701,8) 335,5 335,1 336,0 335,8 (752,6) (756,4) (758,0) (756,8) Córdoba 721,49 724,11 724,87 723,38 (319,8"') (320,8'") (221,26'") (320,6'") Tucuman 721,56 722,74 723,71 721,72 (316,92'") (320,3"') (320,8'") (319,95'") completar este cuadro Vamos á terminar aquí, Señores, este rápido y mal trazado ensayo del clima de la República. Mi intento ha sido, lo repito, dar áVds. una idea de la manera como debe llenarse un vacio que existe en el pais; ha sido también, en vez de ocuparnos de otros estados, indicar del nuestro, aunque fuera un poco, que merece mas nuestra preferencia, por motivos que no escaparán á la penetración de Vds. Aunque nos quedan muchísimos puntos sin tocar en esta rápida ojeada» que hemos hecho á tan grandes rasgos, debo prevenirles dos coso si 1 ó que nos falta tiempo y nos faltan elementos para hacer una obra acabada y2o que, como el estudio de la higiene que hacemos, lo efectuamos aplicándolo á nuestro pais é intercalando los datos y conocimientos que encontramos pertinentes á cada punto—las deficiencias y grandes vacios que aquí dejamos, los iremos subsanando, cada vez que se nos presente coyuntura para ello. 248 LECCIONES Por mas incompleto pues, que sea este ensayo, que aquí cortamos, me asiste la convicción de haber trabajado en él, cuanto meba sido posible para que fuera digno de serles presentado y por ello, lejos de creer me- recer una censura acerba, por el desaliño que tiene—por el ímprobo labor que me he tomado para compilar y estractar los datos que les he sumininistrado, en el breve tiempo que media entre estas lecciones, creo ser acreedor á la consideración, que solicité de Vds. al comenzar. Escuso decirles, aun, que'si fuéramos á continuar tratando del clima de la República, es decir, si los deberes de la asignatura y lo avanzado del ano escolar, no nos obligaran á pasar rápidamente sobre es tos puntos, tendríamos materiales aun, para varias lecciones. En la próxima reunión, por no olvidarlos mefitismos que hemos estu- diado, hace poco nos ocuparemos de la epidemiología. Epidemiología Señoee s: Como las naves que vanen los bajíos, tropezando en las desigualdades del fondo del elemento en que se hallan, corriendo el peligro de encallar, así vamos nosotros, tropezando también en nuestro estudio, con las cuestiones mas difíciles. Hemos zafado del difícil bosquejo del Clima de la República, indicando, mas bien que recorriendo, los diversos factores que lo constituyen y enu- merando las cuestiones que deben tratarse en un libro consagrado á ese solo objeto, después de pacientes estudios. A pesar de los vados; cá pesar de las deficiencias de ese bosquejo á grandes rasgos, he creído de- berlo consignar sin ninguna alteración, porque espero, que comprendien- do Vds. las dificultades con que se tropieza para un trabajo de esa natu- raleza, sabrán disimular las deficiencias, los vacíos y defectos de que 249 DE HIGIENE adolece y reconocer el anhelo con que procuramos llenar nuestros de- beres docentes. Pero, apenas salidos de un escollo, trepezamos con otro, no menos difícil, no menos imponente y este es el estudio déla epidemiología, que colocamos inmediatamente en pos de los mofitismos y de los medios que pueden tener alguna influencia sobre el desarrollo y propagación de las enfermedades, que atacan á un gran número de seres humanos. Los males epidémicos, ya leves ó mortíferos, que han ejercitado sus estragos sobre las poblaciones ó agrupaciones humanas, desde los tiem- pos mas remotos hasta nuestros dias, son en inmenso número. El estudio de esos males, bajo el punto de vista precaucional y bajo el de la preservación ó profilaxis, así como el conocimiento de los medios aconsejados por la esperiencia para disminuir sus estragos, para evitar su eclosión ó ahogarlos en su cuna originaria, forma una de las partes mas importantes y de mayor interés de la Higiene Pública, parte que muchos autores designan con el nombre de epidemiología y que otras con menos propiedad y en menor número, han dado en llamar Higiene Internaeional, que es solo una parte mínima de cuanto abraza la primera denominación Podemos muy bien dividir Jas enfermedades de que se ocupa la epide- miología, déla misma manera que hemos dividido los vientos ó corrientes atmosféricas, con las que tienen numerosos símiles, con las cuales pare- cen hallarse á veces encarnadas y en cuyas alas parecen trasportarse, sembrando en su tránsito el luto y la desolación. Aunque generalmente va unida con la palabra epidemia, la idea de un mal muy grave y mortífero, esto no es absolutamente exacto, pues, en efecto, hay males epidémicos ó epidemias, que son leves y se com- portan, bajo mas de un punto de vista, como las leves brisas, que jugue- tean con las hojas de las verdes plantas y que atacan á Jas agrupaciones ó colectividades humanas, de un modo accidental y en inmenso número, —pero levemente, sin dejar rastros, ni vestigios y sin haber ocasionado mas que un leve susto, como la grippe, por lo general y como el dengue, ó Ja polka. Estas epidemias entran en lo que ios autores designan con el hombre de pequeñas epidemias, por mas que muchas veces recorran los diversos continentes y ataquen en inmenso número a los seres humanos. Hay otros males, que como los vientos constantes, que acostumbran reinar en algunas localidades, no salen jamás de ellas, allí reinan de una re anera permanente y estos son los males endémicos, que atacan áun número mas ó monos grande de individuos y que pueden ser de una gravedad variada. Es de estos males que lia dicho Levy, que son la ' «presión patológica de las localidades. 250 LECCIONES Pero, hay otros males, que son como temporales ó tormentas, que se desencadenan sobre las poblaciones de un modo accidental; estos son los flagelos ó azotes, que enlutan, costernany devastan los países; estos son los males llamados exóticos; estos constituyen lis grandes epidemias, cualquiera que sea la estension que tomen, el número de individuos á quienes ataque y cualquiera que sea la duración de su permanencia; estos males son verdaderos huracanes ó torrentes patológicos, que que- brantan ó rompen los vínculos sociales. Fuera de estos males, hay lo que se llama pandemia, que es cuando una enfermedad ataca á muchos individuos á la vez, de los que habitan una misma localidad y que son verdaderas epidemias locales. Otros males hay, diremos para poner término á estas analogías, que recolaren diversas zonas, como las corrientes atmosféricas, males que ge- nerados en un punto, estienden sus efectos ó influencias á parajes muy distantes y que recorren todo el globo ó todo un continente, bajo los nombres de constitución atmosférica ó de constitución médica y que así como en el océano aéreo, por la solidaridad y cohesión que hay en toda la masa atmosférica, en virtud de las cuales los movimientos que en un punto se producen, tienen su repercusión ó influencia en el resto de la atmósfera, así se ha observado también, que suele acontecer con las enfermedades y con el genio y carácter epidémico que revisten, por mas que muchas veces se circunscriba esto, á los parajes en que reinan los males exóticos. Cuando se estasia la imagenacion en estos pormenores que nos ofre- cen las epidemias, vienen tentaciones y en particular cuando se estudian los flagelos y sus causas, envueltos entre misterios casi impenetrables, vienen tentaciones, decia, de considerarlos males, como entidades ó co- mo agentes que llenan un rol prestablecido en el plan de la creación. Pero nó, Señores, los pestes, los flagelos,¡no son males inherentes ála humanidad, ni son entidades, ni tienen tampoco nada de divino, por mas que el génesis mosaico, á la par de las antiguas teogonias, haya difundido la errónea y supersticiosa idea, deque las epidemias ¡ó pestes, eran castigos infligidos por Dios, para punir las culpas ó pecados de ios seres humanos. Por mas que nuestra inteligencia no halle la evidente hilaciou de causa á efecto, por mas que no penetremos las condiciones miste- riosas que se reúnen en el gran laboratorio de la naturaleza, para concurrir á su generación, a sugestacion y ásu parto ó eclosión, la esperiencia, á priori y á posteriori, nos dan la iutima convicción, de que esas incógnitas no son estranas á las leyes generales de la naturaleza y aun hay mas, nos dan la per sanción, de que solo se ge- DE HIGIENE neran, por nuestra decidía é incuria, por las trasgresiones á las reglas higiénicas. Podemos á este respecto, decir como los fugitivos Troya- nos, y como han repetido después muchos filósofos é higienista: mala que patimur, mala nostra meruerunt, para significar, que nosotros mis- mos, nos acarreamos, los males que sufrimos, con nuestras faltas higié- nicas, nuestros desaciertos y nuestra negligencia incorregible. Las pestes no son inherentes á los seres, no son evoluciones que se operan en el funcionamiento hígido de nuestra economía intrínseca- mente, sino que, de los medios que nos rodean, los aires, las aguas y lu- gares, tomamos los gérmsnes amorfos, fermentos y parásitos, que deter- minan en nuestra economía procesos patológicos, tan diversos, como son ellos diferentes entre si. Son estos procesos, cuyos elementos pri- mordiales hemos tomado, repito, de los medios que nos rodean, los que constituyen esos inmunerables males que comprende el gran cuadro de la Epidemiología. Es decir, Señores, los males epidémicos, son aquellos que provienen de los mefitismos, que tienen un antro, un punto de elaboración, que se lla- ma foco y en él, en último análisis, hallamos sustanciasen descomposi- ción, que son verosímilmente las que prestan á los aires1 aguas y luga- res la malignidad, la acción nociva sobre los seres humanos ó colectivida- des sociales. Estos hechos, acreditados por la larga esperiencia de los siglos tras- curridos?/ á priori y áposteriorí por los estudios modernos, revelan que el hombre, no está solamente condenado, según la la bíblica sentencia, á amasar el pan de cada dia con el sudor de su rostro, sino que también está condenado ó no tener salud, sino combatiendo sin tregua, ni reposo esos focos, los manantiales de enfermedades y de muerte, que las nece- sidades de su misma existencia generan ó que el circulo déla vida, de la muerte y de la reproducción, acumulan en determinados puntos. Las hojas del árbol caídas por las injurias del tiempo y el descenso ó parálisis de la savia, que sufren luego la lenta y peligrosa trasformacion —los cuerpos de los seres sin vida y los residuos de todo género, que la vida elimina, solos ó ya residiendo en el suelo, ya vayan gus productos á parar á los aires, he ahí, en compendio, las causas re- conocidas de todos los males, que aflijen á la mísera humanidad. Perceptibles ó nó, esos mefitismos, su efecto sobre el hombre solo ó reunido en sociedad, es real, constante y seguro,—lentos unas veces P ara producirse y otras veces, desarrollándose rápidos, esos productos, do quier encuentran las condiciones homologas y elementos homomor- f°s> allí se multiplican y devastan. 252 LECCIONES He ahí, Señores, el secreto, el génesis misterioso de las epidemias; he ahi, al mismo tiempo, el punto de partida de la moderna escuela profi- láctica. Asear, limpiar, salubrificar los centros sociales, de manera que se lle- ne esta indicación del General Board of Health, que compendia todo: que no baya ningún mal olor en las casas, y en los calles (ni aun en los suburbios) porque todo mal olor denuncia un atentado contra la salud pública y una pérdida parala fertilidad cielos campos y agregaremos, que en esos puntos en que el olfato, sentinela avanzado, dá la voz de alarma, allí hay un mefibistno, alli está la cuna tal vez de innumerables males, que reclaman la intervensiou de las medidas higiénicas. De conformidad con lo que acabamos de espouer, diremos, que la epidemiología, debe solo ocuparse de las enfermedades que reconocen por origen un mefitismo y por lo tanto, que son epidemiables. Esta distinción es capital y llamo sobre ella la atención de Yds., á causa de que, como verán en infinidad de autores, es tanto lo que se ha escrito sobre endemias, epidemias y pandemias, y con tan poco discer- nimiento, que han producido en las ideas una confusión tal, que el mayor número délos patologistas é higienistas, desearían poder hacer tabla raza de cuanto se ha dicho sobre estos tripicos y asentar la epi- demiología ahora, sobre nuevas bases, en conformidad con las nuevas adquisiciones que ha hecho la ciencia. Proviene esta confusión prin- cipalmente, del poco acuerdo sobre el valor de los términos técnicos yen particular sobre lo que debe entenderse por endemia. Para unos autores, las endemias son las enfermedades propias de ciertas localida- des, pero las clasificaciones, las hacen luego sin fijarse en las causas probables ó reales que las determinan y así, en los cuadros de las enfermedades endémicas, colocan el cólera, la fiebre amarilla, los tifus, viruela, etc. y al lado, la pelagra, el beriberi, el cretinismo, el coto, ¡os cálculos biliares, etc. Es decir,por una parte, enfermedades debidas á mefitismos y por lo tanto pandemiables y epidemiables, enfermedades importables, trasmisíbles y propagables, que son los caracteres que tienen los flagelos. Por otra parte, encontramos en esos mismos cua- dros, enfermedades que son debidas á condiciones particulares de los aires, de las aguas, de los productos del suelo, debidas á un aumento ó diminución en la normal composición química ó elemental de esos me- dios, es decir, á condiciones otras ó distintas de los mefitismos. Esos ma- les ademas, no reúnen las tres condiciones antes espresadas, á saber ;la importatividad, trasraisibilidad y propagatividad, es decir aun, que en la localidad pueden atacar á un número mayor ó menor de individuos, 253 DE HIGIENE pero no de nn modo accidental, no por intoxicación como aquellos, de maner a que estos males, no son pandemiables, ni epidemiables, estas enfermedades son climatéricas. Esto mismo pasa con algunos de los males calificados de esporádicos y solo siento, y deploro al entrar en estos pormenores, que no tengan Veis ya, los conocimientos nosoiógicos que son indispensables para poder juzgar bien las esplicaciones en que entro. Sin embargo, en la terrible disyuntiva en que me encuentro, ó de continuar el galimatías o baturrillo que hacen los autores, ó espouer la verdad con compro- bantes, opto por lo último, en cumplimiento de mi deber y misión. Errónea ó exacta la distinción que acabo de hacerles, me declaro responsable de ella, la reconozco como hija raía legítima yla única dificultad conque tropiezo aun, es con el nombre ó denominación que debo dar á los males no trasmisibles, ni importables, ni propagables, fiue no reconocen por causa un mefitismo y para las cuales no encuen- tro otra denominación que Ja de nosocraclas. Esta palabra se compone de dos voces griegas, que significan por su orden: enfermedad y crásis ó mezcla, es decir, enfermedad de la crásis, que en la medicina hipocrá- 'H-a, según los señores Littré y Eobin, significaba la justa mezcla de las Partes constitutivas ele ios líquidos de la economía animal y que vendría por lo tanto á equivaler a: enfermedades determinadas por alteraciones e'a las proporciones de los elementos plásticos, necesarios en e\ estado nigido. De estas alteraciones en las proporciones resultarían Jos procesos patológicos de determinados órganos, aparatos y funciones, fine es en efecto lo que en definitivo acarrean los alimentos, condi- mentos y bebidas en algunas localidades y que impropiamente comi- eran algunos autores, como espresion patológica de las localidades, mendo mas bien, según io espuesto, la espresion fisiológica de las alte- aciones délas cosas de que hace el hombre uso, como las aguas, alimen- tas, etc. Puedo decir que hemos venido echando los fundamentos de estas distinciones desde que comenzamos á ocuparnos de los mefitismos ai Principio de la Higiene Pública, partiendo para ello, de ideas propias, fru- t°s de una preocupación y de un e-tudio serio, que hemos hecho de estas materias. todo, las endemias, pandemias y epidemias, no son causas mórbidas, no son sino resultantes, manifestaciones de la causalidad, de naturaleza y de su intensidad ó propagatividad; no son siquiera musas inmediatas 6 secundarias, sino, meras consecuencias, estados ,ufimr;dos por la entidades morbosas, por el pábulo que les prestan los LECCIONES medios anti-higiénicos, que es la condición sine qua non, de la propaga- ción de todas y do cada una de las enfermedades que revisten esos carac teres insólitos, ó atributos accidentales. Inquiriendo las causas y la naturaleza de las epidemias, que es la misión de la epidemiología, nos encontramos desde luego también, con que algunos autores, en vista del desarrollo que tomaban algunos males, admitieron en ellos una facultad de evolución peculiar y carac- terística, en virtud de la cual era, que llegaban al alto grado de la trasmisibilidad y la denominaran epidemicidad, pero no creo necesario deber prevenirles, que esto carece de consistencia. La epidemicidad no podría ser de todas maneras, sino una consecuencia y partiendo del antiguo principio escolástico, non sunt multiplicando, entia proeter necesi- tatem y reconociendo, que de todas maneras tenemos que admitir, un Deo ignoto, miasmas, efluvios, virus ó insectos microscópicos y un terreno mas ó menos bien preparado para su evolución, vamos á tratar de ellos, compendiando en gran parte las ideas antes vertidas. El contagio y la infección, esos polos opuestos de una pila que ha teni- do tanto tiempo electrizados á los médicos y al mismo público, no pueden ser tampoco causalidades, como algunos pretenden, sino que son acci- dentes, son circunstancias secundarias, que los males pueden revestir, pero siempre favorecidos por los medios aptos para su evolución. La infección como el contagio, ni son, ni pueden ser entidades mórbidas; el contagio como la infección, son accidentes, son las maneras teóricamente supuestas para esplicar estos tres grandes hechos culminantes de su historia, el desarrollo la propagación yla trasmisión, por consiguiente nos faltará siempre un substratum, al cual tendremos que recurrir y al que tendremos quehacer la autopsia ó analizar, para ver si hay en su esencialidad misma, óen las condiciones en que se encuentra, propieda- des ó circunstancias favorables para su trasmisión, desarrollo y propa- gacion. "So no comprendo, como se puede pasar rápidamente sobre estas cues- tiones, desde que, desgraciadamente, el ciclo de la creación que se ope- ra, por las etapas de la vida, de la regeneración y de la muerte y por medio del aire, y del agua y del suelo, da productos intermediarios, que no son inocuos, sino perjudiciales ó nocivos á nuestro salud. Esos productos intermediarios, por trasformaciones regresivas y cada vez mas simples, van contribuyendo, en su marcha, á dar origen á vege- tales y animales, de composición cada vez mas simple ó elemental, hasta que terminan en los cuerpos químicamente indescomponibles y durante todas estas operaciones, ó elaboraciones, que obedecen á leyes inmutables DE HIGIENE 255 y fatales, esos productos, obrando por presencia ó fuerza catalítica, tienden, en todos los seres de la creación, á determinar iguales descompo- siciones y son estas descomposiciones las que generan los males endé- micos, pandémicos y epidémicos. Como se comprende bien, la salubridad de las agrupaciones, humanas, la higiene profiláctica, toda la higiene, viene á reposar en la destruc- ción ó alejamiento de estas causas de insalubridad y de aquí resulta la grande importancia que .iene este estudio y de aquí proviene, la nece- sidad de estudiar detalladamente estas cuestiones. Ahora bien, Señores, al estudiar los mefitismos y su génesis, nuestro análisis nos ha conducido á descubrir en todos los procesos que se operan en la naturaleza, alguno de estos agentes, fermentos, gérmenes amorfos y criptógamos ó parásitos, mas ó menos microscópicos. Aceptadas estas entidades positivas y tangibles en su mayor parte, no tendremos ya necesidad de recurrir á la infección, ni al contagio, pa- ra espücar las epidemias, sino deducir la causa de cada mal por sus efectos yes así, como hemos de poder llegar algún dia á instituir una profilaxis eficaz contra los males epidemiables. Por ahora pues, debemos ver, si en la esencialidad de esos factores de los mefitismos y de las intoxicaciones, que es la manera como la experiencia nos revela que obran sobre nuestro organismo y si en las condiciones accidentales, en que se encuentran ó pueden encontrar esos agentes, hallamos la esplicacion directa ó por esclusion, de la trasmisión, desarrollo y propagación de los males exóticos. No le repugna á mi inteligencia, ni cá mis conocimientos, que esos tres agentes aislados ó entremezclados, puedan dar origen, introducidos en nuestra economía, á los procesos, fermentaciones ó intoxicaciones,que for- man la esencialidad de los males epidemiables. No necesitamos entrar felizmente, en la autopsia tampoco de los fac- tores pato—genéticos, puesto que, si los hemos admitido, ha sido después de revelada su presencia ápriori y á posteriori por el estudio de los Mefitismos. Los miasmas, los efluvios, las emanaciones de diverso origen, vimos qus se comportaban como verdaderos fermentos, que eran gérmenes amorfos ó seres microscópicos y tanto estos como aquellos y los °tros, es naturalmente en uno de los tres medios higiénicos que existen, es decir, en los aires, las aguasó lugares, en dos á la vez y hasta en los tres si se quiere. No necesitamos tampoco, recorrer de nuevo las condiciones en que cada fermento, cada gérmen y cada parásito puede vivir, desarrollarse y Multiplicarse; primero, porque hemos indicado eu diversas ocasiones, lo 256 LECCIONES mas esencial para la realización de estos fines y segundo, porque solo po- dríamos deducirlo esto á posteriora, desde que, la educación y cultivo délos infinitamente pequeños, que el microscopio va revelando, es un estudio, que recien comienza y aun son muy reducidos los datos que tenemos. Ademas, la experiencia demuestra, que cada fermento, como cada germen y entidad ó mónada microscópica, necesita condiciones de temperatura y humedad diferentes y á menos pues, de hacer un estudio particular de los géneros y clases de esos tres agentes, no podríamos hacer una obra algo seria, pero esta tarea, es imposible en el estado actual de la ciencia. En cuanto á Ja existencia de esos agentes en los medios higiénicos, es evidente y fuera de toda duda. Si en algún tiempo se creyó, que podían existir solamente en el aire la espe: iencia en estos últimos años ha puesto de manifiesto, que la tierra y el agua, podían igualmente servirles de vehículo o de menstruo; es fuera de duda que de estos tres medios, el atmósfera es el que les sirve con mas frecuencia de trasporte, por su movilidad y por su constitución, que le hace ser el intermediario entre el agua y el suelo, en el ciclo que recorre todo en la creación. Si absolutamente hablando no podemos admitir la epidémicidad, te- nemos sin embargo que reconocer, que la viciación del atmósfera ó sea la recepción que presta á los agentes epidémicos, se viene siempre pre- parando do un modo lento, por un concurso de circunstancias locales, que si no favorecen la pululacion de esos principios, les prestan á ellos por lo menos, las condiciones higrométricas y térmicas que requieren. Las epidemias se presienten muchísimas veces, porque se observa siem- pre un algo en el aire, que afecta el reactiva mas eficaz que poseemos nuestro estado higido, que comienza á funcionar de un modo anormal. Este estado atmosférico es el precursor de otros males mas graves y esto mismo algo, aumenta por lo común de intensidad de acción, á medida que las condiciones estacionales y climatéricas, se vuelven, mas favorables paralas descomposiciones orgánicas, que se operan en los focos de infec- ción ó viciación del ambiente, que hemos señalado. Este algo en el aire, en el agua y hasta en el suelo, pues no es posible la limitación á un solo medio, es ío que muchos autores llaman constita- cion médica y constitución atmosférica y como las enfermedades todas ad- quieren un tinte ó colorido que ella les comunica; como ese estado anor- mal ó accidental del atmósfera, está caracterizado por la presencia de un mefitismo, mas ó menos pronunciado ó intenso, su acción sobre nuestra economía, es proporcional á su calidad é intensidad primeramente yen segundo lugar, á la resistencia de nuestra salud y de aquí que los indivi- 257 DE HIGIENE daos sanos, resientan lo |ue los italianos llaman la injluenzza y que las enfermedades generales y esporádicas, que reinan en una localidad, sufran en su curso, en la marcha y terminación, esta misma influencia, que es lo que se llama el genio epidémico, que requiere, en cuanto al tratamiento de la dolencia principal, una intervension terapéutica, en que haya agentes farmacalógicos, capaces de destruir los procesos anórn dos que su presen- cia origina en la economía. Es rara y caprichos i á primer vista, la marcha que suelea seguir las epidemias, ya en alas de la atmósfera, ya nadando sobre las aguas de las corrientes de la superficie, ya disueltos los gérmenes de- puestos en el suelo y arrastrados á las corrientes subterráneas. Si no siguen siempre la dirección de los vientos reinantes y si no es posible, por lo general, demostrar la presencia en él de esos gérmenes, vemos por lo menos, que acompañan rf las corrientes humenas en sus movimientos y así avanzan por los caminos mas frecuentados, dejando incólumes en su marcha devastadora, los parajes poco frecuentados. En cuanto ála conducción y multiplicación de los agentes ó elementos patogénicos, creo innecesario que nos detengamos en su esplicacion, desde que, cuanto he- mos espuesto en estas lecciones y por repetidas veces, debe dar á este punto un carácter de evidencia, que hace innecesaria toda ulterior es- plicacion. Debo agregar solamente, que las aguas estaguantes y las de los rios y arroyos de pequeños caudil y que reciben las poluciones de ciudades y de pueblos inmediatos, son las que se hallan mas espnestas á estas vicia- ciones. En cuanto á las suelos, aotengo mis que recordarles ia doctrina telúrica de Pettenkofer, sega i la cual, las agua 5 subterráneas se impreg- narían, en su flujo y reflujo, de los gérmenes epidémicos conduciéndolos á puntes distantes, donde ejercitan sus naturales efectos, encontrando una reunión de circunstancias favorables para ello. Vds. saben, que bajo el panto de vista etiológlco, hay diversos modos de considerar y da dividir las enfermedades y si entramos en estos deta- lles de patología general, es porque, no estando del todo conformes con las divisiones y clasificaciones hachís, sentimos necesidad de asentar bien la nuestra, que á nuestro juicio, viene á introducir un poco de or- den en las cuestiones epidemiológicas y que nos váá prestar la oportuni- dad, al mismo tiempo, do entrar en otros pormenores. Siendo muy diferentes las enfermedades que atacaual hombre, para facilitar su estudio, ha sido necesario dividirlas y clasificarlas. Tinas en- fermedades son debidas ála acción de los medios,como por ejemplo, las fine provienen de la influencia del frió, del calor, de la humedad, déla ali- 258 LECCIONES mentación, excesos, etc, estas enfermedades serán las que estudiarán en el año próximo. Otras enfermedades son debidas i diátesis, es decir, que parecen resultar de una disposición genera] de la economía, que puede ser hereditaria ó adquirida, como la sífilis, la escrófula, la gota, etc. Otras enfermedades se desarrollan de un modo especial, naciendo de esos focos que hemos señalado y propagándose de un modo rápido,, ya para no volver, va para reiterar periódicamente su invasión ó ataque, lo que se realiza, tocia ves que se encuentran reunidas ¡as condiciones ó cir- cunstancias favorables á su eclosión y estos males son los que van á ocuparnos, porque comprenden las endemias, pandemias y epidemias. Algunos autores han formado cinco clases, tomando por base de su división, las causas probables ó presumidas que so les reconoce. Estas (lases son : las enfermedades hereditarias ó trasmitidas de padres á hijos. Las enfermedades endémicas, producidas por una reunión de causas que obran continua ó periódicamente en ciertos lugares y que hemos gubdividido en nosocrncias y verdaderas endemias, reservando la primera denominación para las enfermedades, cómo el cretinismo, el bocio, el téta- nos, escrófulas, enfermedades calculosas, etc. que no son debidas á mefitis- mos y que jamás, por mas generalización que adquieran, pueden revestir otra forma, en cuanto á su marcha, que la esporádica ó local,fuera de toda influencia epidémica; que sus elementos patogénicos no se rejeneran, ni en el organismo, ni en los medios y consagrando la palabra endemias, para aquellos otros males, que reconocen por causa, un mefitis ruó, es decir, fermentes, gérmenes amorfos ú organismos inferiores y que en cuanto á su marcha y evolución, atacan á un número mas ó menos grande de in- dividuos y que per multiplicárselos elementos en los medios ú el orga- nismo, pueden convertirse en pandemias ó epidemias y trapasar los lími- tes de los focos productores. Hay además otra clase de enfermedades llamadas zoonóticas, que son trasmisibles de los animales al hombre y vice-versa, al gimas de ellas. Llámanse además enfermedades zymóticas, las que presentan fenóme- nos en los individuos atacados, que se han comparado á fermentaciones y que generalmente reconocen por causa un principio tóxico; os decir, que la causa obra en la economía humana determinando verdaderas intoxi- caciones por transformación de los elementos constitutivos de nuestros humores y que pueden localizarse en distintos órganos ú aparatos, de donde se deduce su especificidad. Se llama especifica, como saben, toda enfermedad, que no nace sino bajo la influencia de una causa única, necesaria y suficiente para producirla y que esa causa, siempre d i origen á la misma enfermedad ó dolencia, como pasa cota la sífilis, viruela, etc. DE HIGIENE 259 Estas son las enfermedades llamadas infecciosas y contagiosas, que ocasionan, como hemos dicho, un verdadero envenenamiento, por mas que el veneno no sea tangible, ni aislable, ni químicamente demostra- ble. En las apreciaciones comparativas, que hacen algunos autores, en- tre los venenos suministrados por la materia médica y estos agentes tóxicos, establecen como distinción, que los primeros, ejercen una acción proporcional ála dosis en que son ingeridos; que limitan su acción á los individuos que los absorveu; que no tienen propagación y pululacion. En los agentes tóxicos ó mefíticos, la cuestión de la dosis parece ser menos importante, lo esancial es la cualidad. En los virus, por ejem- plo, una cantidad infinitesimal basta para inocular á un sujeto y esta se multiplica 6 pulula en el individuo y hay en seguida con que provo- car indefinidamente el mal. Ciertos virus, como la sífilis, la vacuna y el virus rabífico, necesitan una solución de continuidad artificial ó accidental y solo por esta efrac• don, penetran en la economía. Hay una diferencia muy notable en el intervalo de tiempo que tras- curre, desde la ingestión de un Aveneno Amgetal ó mineral y un veneno uuimal ó agente mefítico; en los agentes químicos, nombre con que designaremos á los primeros, el tiempo que separa la ingestión del efecto, es solamente el necesario para que vaya al torrente circulatorio, Sluó es de los que obran localraente; en los segundos, es decir, en los agentes mefíticos, pasa siempre un intervalo de tiempo mas ó menos largo, entre la introducción del agente y las manifestaciones de sus efectos, Este lapso de tiempo, es el que designamos con el nombre do lncubacion. Cuando á un sujeto se le ha inoculado un virus y este no manifiesta Uingun signo que revele su pululacion en el organismo, se le dice re~ fr acto rio y cuando una persona ha estado en comunicación con indivi- Qu°s afectados de males zymóticos y exóticos y estas enfermedades no se desarrollan en ella, decimos que es, por que esa persona tiene inmuni- dad para egog maies- Pero el verdadero significado de esta palabra, es para espresar el hecho, de que una persona que ha safrido una innocu- Wion con determinados virus ó que ha sido ya una vez atacado por llna enfermedad, quedi temporariamente inmune ó refractaria, es de- Clr> exenta de adquirirla mientras dura esa inmunidad. La inmuui- f] i A puede ser innata ó adquirida pues y perfecta ó imperfecta; pero estos P°unenores no mos corresponden, son del dominio de la Patología. las enfermedades verdaderamente zymóticas, que toman las for- nias PaEdámica y epidémica, la calidad del agente, puede sin duda mucho, 260 LECCIONES puesto que tiene la especificidad, pero no es el todo, á menos que hayan predisposiciones individuales; los efectos, por lo~general, son proporcio- nales á las dosis, pero tienen aun la particularidad, que les reconocemos á posteriori, que es la de ser agentes metamorfósieos. De aquí provie- ne, el que aun no se hayan podido aislar y reconocer los agentes icteró- geno y colerígeno. En efecto, los agentes tóxicos que determinan es- tos males, una vez que han penetrado en la economía, ya sea per la res- piración ó por el tubo digestivo, van á obrar sobre determinados órganos y aparatos y hacen que ios sólidos y principalmente los líqui- dos, sufran modificaciones que los vuelven incompatibles para el man- tenimiento de la salud de la vida. Estos fenómenos, modificaciones ó cambios se operan por lo que llamamos procesos patológicos ó mórbidos. Si no estuviera persuadido de que sus estudios de Patología (rene- ral son muy incompletos, por diversos motivos, pasaría por alto esta cuestión, pero, para la solidez de sus conocimientos, voy á decir cuatro palabras sobre este tópico, que considero de suma importancia, para que puedan darse cuenta de muchos de los, fenómenos que tienen lu- gar en el organismo, cuando lo invade alguno de esos males que actúan por transformaciones. Llámanse procesos morbosos, á lo que los antiguos calificaban de acto mórbido ó patológico. La enfermedad, en tesis general, podemos considerarla como un de- sorden déla nutrición de los elementos anatómicos, que traen ó acar- rean cambios en el funcionamiento normal de estos mismos elementos. Los elementos, como tributarios de la sangre, cuando este humor sufre alteraciones, estas repercuten en los desórdenes nutritivos de los elemen- tos anatómicos y por lo tanto, en las funciones de los aparatos. Pode- mos, según esto, decir que ios procesos mórbidos, provienen de las alte- raciones pues, de la sangre yde la circulación. Las alteraciones ó mo- dificaciones de ambias, puedan ser mecánicas y elementales ó químicas, en el medio interior. Estas últimas merecen mas nuestra atención y trataremos de circuns- cribir aellas cuanto vamos á decir, para terminar esta reunión. Entre las alteraciones que hemos calificado de químicas, algunas pro- vienen déla retención ó no eliminación de los proclucb >s de la vida ó de- nutricion, como la uremia, la gota, eolesteremia, etc. Obras veces, co- mo en la anemia, hay modificaciones en la constitución de la sangre; pero lo mas importante, es que las enferme lades mefíticas, infecciosas ó contagiosas, atacan la sangre en sus glóbulos y en su plasma. Hay 261 DE HIGIENE otras variedades de procesos, pero no es del caso ni es de esta cátedra su estudio. Bien entendido que esto, no quiere decir, que todo se pase únicamen- te en la sangre. Ahora bien, Señores, aun que estos procesos son evidentes, son tam- bién de moderna resurrección y no nos es posible entendernos sobre ellos, por el momento, á causa de que tendríamos que entrar a estudiar determinadas enfermedades, pues, como comprenderán, estos procesos parla misma especificidad délos agentes mefíticos, varían conforme á la naturaleza de ellos. ¿Es posible la tolerancia en nuestra economía para estos agentes epi- démicos? Yds, saben que los venenos farmacológicos, tomados á dosis refractas, son tolerados sin producir sus habituales desórdenes, aunque gradualmente se llegue á dosis tóxicas. ¿Puede pasar lo mismo con los agentes epidémicos? Todo induce á creerlo yse observa ademas, que en el curso de las epidemias hay intoxicaciones agudas y lentas; las pri- meras son por lo general graves; las segundas scielen ser leves y aun fine la economía no elimine completamente el agente ó los productos de evolución ó proceso de una manera marcada, pero la salud no sufre sen- siblemente por ello. Según has ideas que acabamos de indicar sobre los procesos mórbidos, fine determinan en la economía la mayor parte de los males infecciosos y contagiosos, habrán podido compren ler, lo impropio ó poco exacto que es, d decir que esos railes son tras nísihle?. En efecto, no son los males l°s trasmisibles, sino los gérmenes ó los elementos que, en virtud de su especificidad, determinan en nuestra economía procesos mórbidos seme- jantes ó iguales. De aquí resulta, que los males no se contagian, no se pegan, como vulgarmente se dice, no se trasmiten, sino que hay copartici- pación de elementos prolíficos, que, como los virus, se multiplican y, cuando la economía está infectada, hacen su eclosión, obrando por último al vez, sobre el sistema nendoso, que por las manifestaciones dolorosas 0 anormales al menos, nos da la voz de alarma, rn el instante mismo en en que comienza la lucha contra el agente epidémico, lucha que termina P°r la curación ó la muerte. ■En la próxima reunión nos ocuparemos de ios fermentos, parásitos y gérmenes amorfos, completando cuánto hemos espuesto al tratar de los lo que considero da suma necesidad, antes da proseguir los esíudios epidemiológicos. 262 LECCIONES j-OS FERMENTOS, LOS PARÁSITOS Y LOS GERMENES AMORFOS Señores: En varias de nuestras reuniones anteriores, ocupándonos de los meñ- tismos, hemos tratado de destruir las falsas ideas que circulan en las Pa- tologías y en las obras de Higiene, sobre la naturaleza y el proceso pato- génico, que siguen en la etiología epidemiológica, los agentes de los males trasmisibles. A pesar de haber consagrado un gran número de páginas á llenar es- te propósito, nacido de una necesidad palpitante y reconocida por to- dos los autores modernos, nos han quedado aun muchos y muy impor- tantes puntos que tratar, sin el esclarecimiento de los cuales, no podremos hacer aceptar las sanas ideas y los preceptos precaucionales que de ellas dimanan y que la moderna escuela higiénica ha eviden- ciado. Permítaseme al comenzar, dar un sabio consejo, que un ilustrado au- tor colocaba en la carátula de una de sus obras y que tiene el carácter de un apotegma y dice así: “Todo cuanto senos presenta, como aplica- ción de las grandes leyes naturales, merece mas nuestra confianza ylo debemos aceptar con mayor facilidad, que lo qne reposa sobre rebuscadas creaciones mitológicas, que conducen á admitir escepciones en las leyes eternas é inmutables, á que está sujeta la materia”. Hacemos esta prevención capital y damos el consejo, porque, está muy en moda en las escuelas médicas, sin duda por la necesidad de sin- gularizarse que sienten los autores, el torturar los hechos y hacerlos su- frir un proceso inquisitorial, de manera que vengan, en definitiva, á caer en un cuestionará© casuístico, forjado mañosamente para hacer de- cir á los hechos, lo que en el silencio del gabinete se ha ideado. Las es- cuelas Eran cesa y Alemana, sobresalen en esta tendencia y considero DE HIGIENE 263 de mi deber prevenirlos contra ellas, así como, creo también, que debe- mos oponerles, una consagración al estudio de los hechos en sus menores detalles y un sano criterio, para no buscar y estar hallando escepciones ácada paso, sino esplicaciones armónicas con las leyes universales. Las cuestiones sobre infección y contagio y las relativas á los elemen- tos que producen estos fenómenos, los 'parásitos, los fermentos y los gér- menes amorfos, ó si se prefiere; los virus, los miasmas, los efluvios, la ma- teria orgánica, las emanaciones y los seres de exiguo tamaño, con que el microscopio nos ha puesto en relación, son los causales que nos han sujerido estas ideas y nos han traído á hacer estas indicaciones, por lo fine, continuando nuestra tarea, vamos á ocuparnos de terminar las autopsias de esos agentes morbígenos. ■EI contagio, Señores, salo puede alegarse, solo puede tener lugar, se- gún todo lo espuesto, en enfermedades virulentas, parasitárias ó mias- máticas. Ya hemos dicho y demostrado que los virus, para provocar el mal es- pecífico que determinan, necesitan estar en contacto con nuestros ór- ganos ó sus elementos y hemos dicho también, que en último análisis, üo son sin ó fermentos, según su bien estudiado modo de acción. En cuanto á los animalillos ó parásitos, fermentos animados ó gér- menes prolíficos, por de contado que, cuando son de los que necesitan pstar en nuestros órganos para vivir y reproducirse, una vez que pasan un atacado á uu sano, es por el coutacto que lo efectúan; ya sea este contacto de persona á persona, óde objetos ó medios que los contienen, Se eiectua una emigración ó sus gérmenes, es decir, sus embriones ú °vuios, pasan del enfermo al sano, cambian de medio y si este nuevo I:aedio es favorable para su desarrollo y propagación, estas funciones ar>unales se cumplen y asi se multiplican ó reproducen. Yo hemos querido hacer hasta ahora un capítulo especial para estos seres y ex-profeso lo hemos hecho así; no he creído que á personas ins- truidas, como Yds., fuera necesario probarles la existencia de los aui- microscópicos, desde que, hasta por pasatiempo supongo, lo ha- hpáu hecho en sus ratos de ocio. > Ele resistido también á la idea de describirles un mefitismo parasita-- íl0’ é pesar de que, algunos casos, no muy raros por cierto, de lluvias de pequeños animales, como sapitos, como arañitas y algunas varieda- des de insectos alados, habrían dado motivo suficiente para ello, por lUas que, estos hechos, se espliquen perfectamente suponiendo que ios torbellinos ó trombas y vientos impetuosos, los han arrebatado de sus Madrigueras ó criaderos, para trasportarlos á largas distancias. 264 LECCIONES Pero, no son estos animalillos los que pueden dar lugar á los males tras- misibles, por que ellos viven en los suelos ó en los vegetales, son otros que hay de un tamaño menor, apenas perceptibles á simple vista ó solo vi- sibles bajo el aumento del microscopio, los que pueden desarrollarse en los seres, convirtiéndose en parásitos, reproduciéndose hasta el infinito y dando lugar con su presencia, á diversos males trasmisibles. Pero, dijimos también, que repugnaba á la idea del contagio, según loque manifiestan sus partidarios, aceptar este encadenamiento de cau- sa á efecto, que es tan evidente y que es lo único que hay de real yde indiscutible en el contacto, que es la idea que entraña la voz contagio por su etimología. Muchos de los partidarios de esta hipótesis ideada, para esplicar el desarrollo y propagación de los males epidémicos, reconociendo hoy, que no pueden por los adelantos de la ciencia, permanecer tras ese atrinche- ramiento del contagio, al que se le ha quitado su prestigio con el micros- copio; lo que tenia de incógnito, de misterioso y atrayente á la vez—con- fesando la verdad y la realidad de estos hechos, tangibles y evidentes por lo tanto, buscan un otro atrincheramiento, un otro baluarte para pa- rapetarse y nos dicen, que su doctrina es menos grosera, que se aplica á les males miasmáticos tan solamente. Por lo tanto pues, separaremos de la idea del contagio, ó del vehículo de él, los vi us que son fermentos inanimadas y los parásitos, que tras- miten una enfermedad de un sujeto á otro, por su propagación ó multi- plicación en él. Quedannos pues, los miasmas que hemos ya definido y que son: ¡as emanaciones de Jas sustancias en estado de descomposicon. Es tal vez una audaz temeridad, cuando no se cuenta con un nombre respectado yá en la ciencia, el entrar en vias inesploradas, ó poco menos, como la que seguimos en estos momentos, pero no debe detenernos el te- mor de un calificativo semejante y como estas ideas están en pugna con los conocimientos que han adquirido Vds. en otras asignaturas—pídoles un poco de atención, para que puedan asi juzgar estas lecciones y pene- trarse de las razones en que nos apoyamos. El contagio, SS. no es otra cosa por su etimología, que el modo de relacionarse dos cosas, personas, objetos ó sustancias; pero, algunos lo to- man como un ser, ó una entidad nosolégica. Los que lo consideran como un ser perceptible á simple vista, ó bajo la amplitud fie microscopio, tienen entonces que reconocer álos males contagiosos un origen parasitario, por que estos, son entonces los agentes trasraisores; los que los miran como gérmenes á esos agentes, se hallan en el mismo caso, pues estos gérmenes, 265 DE HIGIENE si no son seres, son elementos, son fetos de ellos, que viven, se desarro- llan, se reproducen en su mayor edad y mueren. Para el caso, pues, son sinónimos seres, germines vivos, fermentos animados y parásitos, que traen la idea de la animalidad y déla multiplicación por reproducción. Pero, no todos los autores están conformes con estas ideas y una gran parte de los contagionistas, dan á la palabra germen, los atributos ó cua- lidades que acostumbramos á ver anejas á la palabra virus, y á renglón seguido, nos dicen, que el contagio, está constituido por las emanaciones y exhalaciones de los individuos enfermos; esto es, que los contagios son las emanaciones, efluvios ó miasmas, que van de uu enfermo á un sano, t’ara los que así opinan, que son indudablemente los menos, el contagio no es yá la trasmisión, sino la cosa trasmitida, no es yá el modo de reía ■ cionarse dos cosas, es la cosa relacionada, cedida ó traspasada; —entonces no es la enfermedad misma, como dice un distinguido autor, sino un bo- leto ó escritura de trapaso. Ahora bien, SS., como las enfermedades que se dicen trasmitibles, no s°n entidades, no son sino abstracciones; como que no son sino procesos mórbidos que se pasan en el seno de nuestro organismo y como fuera de los parasitos, fermentos y gérmenes amorios, que corresponden, á los efluvios imanaciones, miasmas, anima Hilos microscóp-cos y virus jigos y volátiles de otros tiempos, no tenemos, ni conocemos otras causalidades patoge- ftóticas,—la cosa trasmitida, tiene, indispensable y necesariamente, que ser alguno de los factores indicados. Ahora bien, agregaremos, los jluvios, las emanación es, los miasmas, animalillos microscópicos y virus fijos y volátiles, puesto que, lo que determinan en nuestra economía son procesos morbosos ó patológicos, necesariamente tienen que obrar ó como parásitos, ó como fermentos, ó como gérmenes amorfos, que son las entidades únicas que hasta ahora han encontrado los autores en los ma- les trasmisibles, como agentes morbíficos ó morbíferos, y que es también 1° único que la razón revela que puede haber. No siendo el contagio, la trasmisión, ni la cosa trasmitida, puesto que esta última, acabamos de ver, que no puede ser sino uno de los tres fac- tores—-claro y evidente es, que el contagio no existe como entidad, que no es smó una manera de esplicar el traspaso de los parásitos, fermentos y fiermenes amorfos de los enfermos, ó del suelo en que vivían, como gene- radores de ellos, á los individuos sanos; es decir, pues, que el contagio, no es sino una hipótesis ó teoría, para esplicar la trasmisión de estos ele- üacntos^morbííeros. de eses tres factores que se ha desprendido de los estudios que demos hecho ¿no hay nada de mas? 266 LECCIONES Hemos dicho que los fermentos, se dividían, en animados ó inanima- dos, ó solubles é insolubles y los virus, que son fermentos también, eu fijos y volátiles, que no son sino estados, indudablemente, en que pue- den bailárselos seres animados y elementos inanimados, patogénicos y epidemiológicos. Los parásitos, sabemos que son seres de exiguas proporciones que ha revelado el microscopio, y que—como son organismos inferiores— pueden hallarse en diversos estados, como los de sequedad y humedad y sabemos, por los cultivamientos y demas estudios que hoy se hacen, que cuando se hallan al estado seco, cuando les falta la humedad y basta el calórico necesario, quedan como privados de vida, pero, no muertes, sino con vida latente, como ios granos y semillas, que guardamos en los graneros y que, desvolviéndoles la humedad yel calórico, que requie- ren para vivir, vuelven á ejercer sus actos vitales, á recobrar las mani- festaciones ostensibles de su existencia. Por lo tanto pues, los fermentos animados, son estos parásitos, proto- oi'ganismos ó seres microscópicos. Nos quedan ahora, los fermentos inanimados y animados y para evi- tar repeticiones, borramos la palabra parásitos por equivaler i fermentos animados ó las dejamos como sinónimos de fermentos animados. Dice la undécima edición del Diccionario de Nysten, correjido y au- mentado por los S. S. Littré y Robin, que germen es: rudimento de un nue- vo ser, que acaha de ser producido ó engendrado. Después de haber sido fecundado, el óvulo p -aduce el germen y toma el nombre de embrión, desde que se puede distinguir los primeros lincamientos del ser que debe provenir de él. ¿Que son los gérmenes amorfos? Reuniendo á esto el significado de la voz amorfo, que equivale a decir sin forma determinada, nos encontramos con seres informes ó rudimentos informes deseres-, seres en viade evolución, son organismos pues, son como los fermentos animados ó proto-organismos. Play una cierta relatividad en la palabra rudimentario, que necesi- tamos acia rar, antes de proseguir, para que no se diga, que no le damos á la palabra germen, la misma significación que los contagionistas. Cuando aun no se había descubierto el microscopio, mirábanse los organismos -inferiores, perceptibles i simple vista, como rudimentos de seres; como seres en embrión ó como gérmenes de seres; pero el microscopio, amplificando lo diminuto, permitió seguir la evolu- ción de esos seres y las trasformaciones de los óvulos, hasta insectos yha permitido también el microscopio, percibir corpúsculos amorfos, es DE HIGIENE 267 decir, pequeñas partículas, mónadas ó átomos, que aparecen y desapare- cen según diversas circunstancias, pero en los que no se notan las fun- dones de la animalidad. Los seres en via de evolución son pues, repito, como los fermentos animados, que viven, se desarrollan, se reproducen y mueren; los górme- os amorfos son pues, diremos también, como ios fermentos inanimados er* los que el raiscrocopio, aun con sus mayores ampliaciones, no ha conseguido sorprender ni un acto vital, nada en fin, que revele anima- ddad; son, repito, como esos corpúsculos ó elementos que los químicos admiten, como productores de las fermentaciones, que obran por su sola Presencia, lo que llaman fuerzacatalitica, que determina nuevas combi- naciones en las sustancias. Pongamos un ejemplo, que lo tomaremos del Dr. D. Pedro Mata y fine hará comprender bien, la manera como obran estos fermentos, Poniendo agua azucarado y gluten y ha ñend) obrar sobre la mezcla espuma de cerveza, en que el microscopio no revela ningún animáculo, esta des aparece, combinándose sus elementos con los del agua azuca- ra, cuya descomposición provoca. Esta descomposición determina fembien la del gluten y como uno de los productos que da el gluten Kietamorfoseado, es precisamente espuma de cerveza, como este fermen- lo se forma con la alteración química del gluten, resulta que, una vez verificada la descomposición de los dos cuerpos, azúcar disuelto y glúteu, apareee una cantidad de espuma de cerveza y el que olvida todos estos fenómenos intermedios, crea que este fermento se ha reproducido, baya glúten en el agua azucarada se formará espuma de Cerveza; en cuanto se acabe, dejará de formarse y' solo se presentará la del agua azucarada en ácido carbónico y alcohol. (1) bolamente en sentido figurado ó metafórico, podemos decir que hay Seminación, multiplicación ó reproducción, pues lo que en verdad hay, que esa sustancia, la espuma de cerveza, ha determinado nuevas combinaciones en ese líquido y lo que vemos es el producto de esa rill0Va combinación, pero las partículas que determinaron esto, ya no disten, han desaparecido dando lugar á la formación de cuerpos, que S°zau de la misma propiedad que el agente que provocó su formación. ¿■^o es esto, precisamente, lo que pasa en la intimidad de nuestros Oioanos, tejidos y humores? ¿No reconocen hoy todos los patologistas, (.) Los últimos esperimentos y análisis micrográficos, tienden á hacer ad- sha (*Ue esta fermentación, es debida áun íermtnio figurado, que neee- -a para multiplicarse la presencia de esos elementos y es conocido dicho Perito con el nombro da toruJa ce^evicice. 268 LECCIONES que las enfermedades determinadas por estos agentes, son procesos mórbidos? Como esto, está perfectamente conforme con la observación, la esperiencia y la esperimentacion, creo innecesario aducir mas pruebas y razones en defensa de esta tesis. Algunos autores rechazan la existencia de los miasmas y efluvios, porque no son sustancias tangibles, pero nosotros no incurriremos en ese exceso, porque sabemos muy bien, que todo cuerpo al descompo- nerse, en las acciones regresivas de que es asiento, da lugar al despren- dimiento de gases diversos y á partículas de materia orgánica, muy tenues. Recordamos también, al proceder de esta manera, los estu- dios y conclusiones de Salisbury, los esperiraentos de Pastear y los cultivos de Devaine, Coze, Eelzt, etc. y consideramos, que introducidos ea la economía y en presencia de los elementos proteicos de los líquidos y sólidos, obran en efecto, como fermentos inanimados. De manera pues, que de esta autopsia de los mefitistnos y del con- tagio, resulta definitivamente ; que el contagio no existe y que los agentes que determinan los males trasmisiblee, son fermentos animados ó inani- mados. Al tratar del agua como agente de trasmisión de los males epidémi- cos, hemos hecho el análisis ó autopsia también de la infección y pode- mos de ella decir, casi lo mismo que hemos dicho del contagio y escuso repetirlo. No sé, señores, á la verdad si debo detenerme aquí ó apurar las cues- tiones. En efecto, no pretendo innovar, ni reformar nada, trato solamente de esponer lo que el exámen de los hechos nos revela, lo que la autópsia ó análisis hace descubrir en estos factores patogenéticos —y los corolarios ó deducciones que se agolpan á la imaginación, nos conducen sin embargo á chocar, ó rebatir creencias y prácticas, que las naciones mas civilizadas siguen, pero que, según lo espuesto, pugnan con la razón y con la ciencia. Me refiero, señores, a las cuarentenas y Lazaretos, de que pronto vamos á ocuparnos; me refiero á los temores y supersticiones que se han sucitado bajo el alternativo reinado de las ideas contagionistas ó iuftíccionistas y que han influido en el rigorismo mayor ó menor con que han tratado los pueblos de precaverse, en distintas épocas, contra la importación de los males epidémicos. Pero volvamos á los fermentos, parásitos y gérmenes amorfos, que hemos reducido á dos factores; fermentos animados é inanimados, ó DE HIGIENE gérmenes verdaderos y amorfos, ó parásitos y agentes químicos, duali- dad que basta para esplicar los procesos morbosos, que con los males llamados infecciosos y contagiosos, pasan en los organismos, según cuanto hemos espuesto. Yo no sé, señores, como consideran algunos autores el problema de la división de la materia, y esta incertidumbre la motivan las opiniones que vemos profesar á hombres muy eminentes, que estamos habituados á respetar por la solidez de sus conocimientos y por los progresos de que la ciencia les es deudora; hago alusión, si es que puedo singulari zarrae, cuando una opinión que conceptúo errónea, es profesada por la inmensa mayoría de los autores, por la generalidad, mas diré, por lodos los higienistas y patologistas, hago alusión decía, á los doctores Dobin, Hammond y Kawson, que consideran al pulmón como aparato eseretor de materia orgánica. Decía que no sabía, como consideraban algunas autores la divisibilidad de la materia y debo aun agregar, que ignci'o qué ideas tienen de la estructura de Jas vesículas ó lóbulos pul- monares y de su epitelio, cuando opinan que el pulmón echa materia or- gánica, que no vemos ni ante un rayo de sol y que esa misma materia, pue de ser reabsorvida por el torrente circulatorio, sin determinar la muerte por sucesivos fenómenos 'pútridos, sino de un modo rápido, según m Opinión del General Hammond. Da materia orgánica, en partículas atomísticas, estaría necesariamente mi descomposición ó putrefacción y en tal caso y en tales condiciones; como se cree que pueda circular sin producir fenómenos pútridos. Da divisibilidad de la materia tiene necesariamente un limite; pero por mas estremada que la consideremos esa división, las mónadas ó particu- Ds son sólidas siempre, tienen sus tres dimensiones, si provienen prin- cipalmente de cuerpos sólidos ó líquidos y presiudiendo al decirlo del es- tado en que se encuentran los gases. Si la sangre pudiera espelar una materia orgánica que se encontrara en la onda sanguínea, al pasar por as inmediaciones de los alveolos pulmonares ysi el epitelio fuera per- meable para esos átomos, yo creo que esas partículas, como pesadas y só- lidas y saturadas de humedad, llenarían las divisiones últimas de las ra- mificaciones brónquicas. Profeso la idea, sin embargo, de que la sangre 110 elimina, ni puede eliminar partículas orgánicas en el parenquima pul- monar; profeso la idea de que el pulmón, no es glándula en racimo, escre- tora de sólidos, sino de cuerpos gaseosos: profeso la idea de que, ]a materia orgánica, por mas dividida que se la suponga, como producto de sólidos, tiene las tres dimensiones; profesóla idea, de que los fenóme- nos qug S9 pagan á través del epitelio lobular, son fenómenos de diali- 270 LECCIONES zacion y que esa tenue membrana solo es permeable para gases, para flui- dos aeriformes. Sabemos mui bien que hay un órgano en la economía encargado de la eliminación de los glóbulos alterados ó combustionados, si en el torrente circulatorio existiera esa materia orgánica, en un grado de división es- tremado, partículas que supondremos mas diminutas que los glóbulos sanguíneos, para asi esplic&rnos es que aun no los baya descubierta el microscopio, ni el mierómetro los haya podido contar —lo natural serla que fuera el bazo, su receptáculo yel hígado ó riñon, los eliminadores ó emuntuorios ¿Como suponer por otra parte esas partículas orgánicas en la circulación, sin sufrir la acción comburente, y reductiva por lo tanto del oxígeno? Hasta ahora, todo lo que la observación y las esperieneias y análisis han revelado en la circulación sanguínea, en el estado higido ó fisiológi- co, son cuerpos gaseosos, fuera de Jas partes constitutivas ó esenciales de este humor, como se puede comprobar en Eourcroy y Vauquelin, An- dral y G-avarret, Eobin y otros. En el estado patológico, por el contrario, admite la generalidad de los autores que pueden existir productos anormales, materia orgánica en o! elemento sanguíneo, tal como glóbulos de pus, que obran como fermen- -los, tale?, como sustancias medicinales absorvidas y que tienen una ac- ción electiva ó especial, sobre determinados órganos, aparatos ó sistemas y también, proporciones mayores ó menores, que las normales, de los pro- ductos que escretau algunos órganos, tales como las bilis, la glieosis, la úrea; pero todos estos productos, á meaos de adquirir un estado gaseoso ó aeriforme, no son jamas excretados por el pulmón. Como partículas sólidas, tienen sus emuntuorios especiales, sus vías de eliminación, bien conocidas. Lo único á mi ver, repito, que pasa á travez del parénquima pulmo- nar, de los alveolos ó lóbulos primitivos, son cuerpos gaseosos, con can- tidad mayor o menor de humedad y son estos cuerpos mui azoados, estos gases, los que se condenzan al proyectar nuestro aliento sobre una superficie frigorificado y que, como productos de las descomposiciones orgánicas, continuando sus trasformaciones proteicas y encontrando gérmenes ó fermentos en el nuevo medio, les prestan los elementos ñeco - sarios para la? acciones regresivas, para la continuación del ciclo de la creación, de la eterna trasfor¡nación de la materia. Tal vez estaré en un error respecto á las funciones del epitelio pulmo- nar, pero la observación, la esperiencia y la razón, acreditan mi creen- cia. DE HIGIENE 271 Ea observación y la esperiencia—porqué examinando el aliento, aun tí travez de un rayo luminoso, aun proyectándolo sobre una lámina y lle- Vando en el acto al microscopio con las debidas precauciones los pro- ductos exhalados, fijados previamente por la glicerina ó con una solu- ción gomosa, hecha con agua destilada, no se encuentran bajo el campo de la visión, ni fragmentos do órganos, ni de tejidos orgánicos, de los fiue entran en la composición de nuestro organismo, no hay en fia par- ces sólidas. También, en las primeras horas, no tomamos ningún olor Particular en los productos exhalados, pero, poco después, tomamos un °'°r pútrido y mas tarde vemos aparecer vibriones, bacterios, mucors y hasta mucedineas. Pero, se me dirá—el análisis químico revela desde el primer momento presencia de la materia orgánica en el producto exhalada usando el áci- do sulfúrico y la solución de sublimado corrosivo se comprueba su presencia y como no tratamos de negar sistemáticamente los hechos Pudentes, confesando que el hecho es cierto, decimos, que indudable- mente lo que ennegrese el ácido sulfúrico, es materia orgánica prove- ciente de la misma atmósfera y que había quedado en las anfractuosi- dades del tubo respiratorio. Esta materia orgánica, esos corpúsculos s°n los que vemos volitear á través de un rayo luminosos; esos corpús- eu!°s son los que constituyen el meíitismo pulverulento que hemos estu- cado. Decimos también, sin negar el hecho, que esas acciones y reac- (l°nes determinadas por los agentes químicos, se producen igualmente 011 presencia de los compuestos amoniacales. Psto por lo que respecta á las exhalaciones, veamos ahora lo que Pasa en las inspiraciones. Pu el acto inspiratorio, esos corpúsculos ó partículas que observamos, bravos de un rayo luminoso, penetran en nuestro tubo respiratorio, deteniéndose en bis anfractuosidades lubrificadas por los productos de as mucosas, á que se adhieren y de donde son en gran parte desalojados P°r )a ventilación espiratriz, constituyendo la mayor cantidad, como ;m°s dicho, de lo que se adhiere en las láminas sobre que proyectamos ni* X ■ «nento. Hi esas partículas penetraran hasta los alveolos ó lóbulos Pulmonares las encontraríamos en las autopsias y determinarían, sobre °Uo enfermedades, como la antracosis ó tisis melánica de los ingleses, rj”6 se observa entre los obreros que trabajan en las minas ó depósitos *e carbón, como las neumonías determinadas por el hierro y el cuarzo tre los afiladores de agujas, como el quinismo producido por la im- litación de los cristales do la quinina ó su absorción en la inspira- ren, etc. 272 LECCIONES Eq los ejemplos citados por los autores de los prisioneros después de la batalla de Austerlitz, de los prisioneros ingleses en la India, asi como en el esperimmtodel General Hammoml, en los que la muerte se atri- buye á la absorción déla materia orgánica, encontramos que es inadmisi- ble la causalidid diferente áque se atribuye. En efecto, las circunstan- cias que j odeaban los dos primeros ejemplos, eran los de 1 aire confinado sin renovación fácil yla muerte hay que referirla á la asfixia, por la falta de renovación del aire y por la presencia en exceso del ácido car- bónico, del óxido de carbono probablemente y de los compuestos amo, macales, como el carbonato de amonio que se forma en el acto respira- torio. En el esperimento del doctor y General Hammond, debemos también atribuir la muerte, cuando ella tiene lugar, no á la absorción de la materia orgánica en la inspiración, porque hay imposibilidad material de que exista en el aire, como consecuencia del funcionamiento pulmona, por que hay imposibilidad, no siendo gaseosa que atraviese el epitelium lobular, aun suponiendo que pueda llegar hasta él—en el esperimentoi repetimos, del General Hammond, nos inclinamos á atribuir la muerte, cuando tiene lugar, á la acción del carbonato de amoniaco, 6 al óxido de carbono que indudablemente se forma en una atmósfera, en que las combustiones orgánicas se efectúan bajo una cubicación tan pobre. Podemos oponer á la absorción de ¡a materia orgánica por las mucosas y por la piel, iguales razones que las que hemos apuntado eu contra de la absorción pulmonar y eliminamos ó rechazamos por lo tanto, la introducción en nuestra economía, la introducción al torrente circu- latorio por la hemátosis, de ios efluvios y miasmas, da ios parásitos y fermentos. Unicamente los cuerpos gaseosos qué puedan hallarse accidentalmente eu la atmósfera, entremezclados con el aire ambiente, son los que pueden penetrar en la inspiración y el electo que pueden y deban estos, nece- sariamente producir, son los efectos del mefitismo gaseoso, la asfixia inmediata ó mediata. Aceptárnosla implantación de las sustancias da origen vegetal, mine- ral y animal en las mucosas del tubo respiratorio d ¡terminando flogosis ó irritaciones, que pueden dar origen á procesos mórbidos, paro da nin- guna manera aceptamos su penetración directa al sistema circulatorio- ¿Cuales entonces la vía de penetración en la economía de los trufes epidémicos. Para nosotros, es únicamente por el tubo digestivo que se efectúa esta penetración que determina luego procesos mórbidos específicos, es decir, diferentes, según el fermento. DE HIGIENE Aquí termino, Señores. Les he espuesfco mis ideas, fruto de mis estudios y como no los han de encontrar en ningún autor—como que lo que acepta la generalidad está en pugna con estas vistas, Yds. son muy dueños de sostener la opinión que consideren mejor, máxime, si las razones anatómicas y fisiológicas en que me he fundado, no les parecen concluyentes. En la próxima reunión continuaremos con la epidemiología de que también hace parte esta conferencia, por mas que haya sido consagrada a espouer mis ideas sobre laesencialidad de los males infecciosos y conta- giosos y por mas que aparezca esta lección, á primera vista, como un capítulo desprendido déla unidad y correlación de las materias que n°s ocupan, pero parto del principio, que todo cuanto tiende á aclarar 0 despejar el campo de la epidemiología, es pertinente y debe hacerse V£der. Espero que la meditación sobre estos puntos, les hará entrever ütaas razones. Epidemiología. (Continuación) Señores: Muestra primera palabra sobre la epidemiología, podemos decir, que a Sldo una protesta contra las divisiones y clasificaciones de los autores; Protesta tanto mas fundada, cuanto que, hasta el verdadero significado eta palabra epidemia, se ha perdido á través de las épocas pasadas, Hipócrates hasta nuestros dias. y 11 mecto, Hipócrates entendía por epidemia, según los señores Littré ,1 no lo que hoy se profesa, sino un algo relativo á la constitución sierica y á las enfermedades que reinaron bajo su influencia durau- años. Ademas, en el argumento del primero y tercer libro de ePldemias yen los aforismos, nombra la palabra peste, como una en- redad febril, pero la mayoría de loa autores opina, que no se trata allí 274 LECCIONES de la peste epidémica, sino de una enfermedad estacional y climatérica yse fundan para decirlo, precisamente, en que solo hace la citada indi- cación en uno ó dos pasages, sin describirla, ni comentarla, lo que no es aceptable en él, que ha descrito tantos otros males. Hoy se entiende por epidemia, como vds. saben, una enfermedad ac- cidental que ataca á un gran número de individuos á la vez en una loca- lidad y que toma un carácter invasor ó de propngaiividad. Recorriendo las obras que sobre epidemiología se han escrito, desde la colección hipocrática, nos encontramos con la de Baillou (1574) que refiere las epidemias, como Hipócrates, a los cambios estacionales y anuales. Sydenham, el Hipócrates Inglés, como le llaman sus admiradores, tra- tó de restablecer el significado de la palabra epidemia, que los Arabes y Latinos habían adulterado y logró por algún tiempo hacer que las epi- demias se consideraran como efectos ó accidentes de las constituciones médicas, pero ya la corriente de las ideas sobre infección y contagio ha- bía arrastrado los espíritus por ese nuevo cauce, nacido de la aspiración innata de penetrar los secretos de la naturaleza, En vano Ozanam, Stoll, Van Swieten, Eernel, Behier y Cbanfíard, han tratado de rehabi- litar el estudio da las constituciones estacionales y anuas, para que se abandonaran las teorías de la infección y del contagio, que en definitiva nada esplican y que tienen el inconveniente de hacer tomar por real lo que es una pura hipótesis, una sujestion ontológica, con que, ni los mas hábiles partidarios, han conseguido esplicar la participación y propaga- ción de los males. Pero todos estos esfuerzos son inútiles; todos óel mayor número de os higienistas y patologistas, separan hoy las epidemias, los flagelos, do las constituciones médicas con los que tienen sin embargo muehísi- mos puntos de contacte. No es posible rechazar las constituciones médicas ó atmosféricas en la etiología de los males epidémicos, pero es necesario admitir un algo mas para esplicarse la invasión y propagación de los males mas mortí- feros. Hay en esto, toda una doctrina médica que nos importa conocer y del fondo de ella vamos á ver surjir la idea que hay encarnada en la palabra epidemia. Recordaremos ántes, que al comenzar el estudio de la epidemiología advertimos ya, que aunque generalmente acompaña ala palabra epide- mia la idea de un mal muy grave y mortífero, esto no era absolutamente exacto, pues que había males epidémicos ó epidemias leves, que atacan DE HIGIENE de un modo accidental alas agrupaciones humanas, en inmenso número, pero levemente y tal sucede con las constituciones atmosféricas y médi- cas, estacionales y anuas, que vamos á estudiar. tinción entre constitución atmosférica, constituían médica y constitución epidémica. La constitución atmosférica, es el estado del aire ó atmósfera traducido por su acción ó influencia sobre el organismo. Las relaciones entre este estado atmosférico y las enfermedades predominantes forman Jas comtituc ones médicas y el espacio ó intervalo de tiempo por el cual Debemos decir también, que algunos autores hacen una prolija dis- reina una epidemia, toma el nombre de constitución epidémica. Para que tengan una idea sucinta de loque vamos á tratar y puedan acompañarme bien en los pormenores en que varaos á entrar, trascribire- nios unos párrafos del Dr, Monlau, en que se halla compendiado lo prin- Clpal de esta doctrina; bien entendido que esto transcripción no importa lma conformidad de ideas con dicho distinguido autor sobre este punto. En el capítulo décimo quinto de su Higiene Pública, párrafo 670, dice, *‘el tiempo que duran las enfermedades epidémicas, se llama Constitución epidémico.; y genio epidémico la influencia que ejerce aquella constitución en la forma, marcha, naturaleza ó gravedad de todas las enfermedades existentes. Hay constituciones fijas ó estacionarias, que dependen de causas cósmicas ó desconocidas y que dan á todas las enfermedades binantes una fisonomía común, y un carácter especial á las reacciones. Según sea ese caiácter, la constitución se llama inflamatoria, biliosa, Nerviosa, catarral, pútrida, etc. Hay constituciones epidémicas ttmpora- >'ias ó estacionales y anuas, llamadas también constituciones médicas reinan- tes, que espresau la relación que existe entre las enfermedades y los fenómenos meteorológicos propios de cada estación. Estas enfermedades n° influyen sino en las enfermedades intercurrentes, al paso que la constitución fija, se refleja sobre estas y sobre las estacionales. Cuando eJ año es regalar, las cuatro constituciones epidémicas que corresponden a Jas estaciones se desenvuelven con toda pureza, diciéndose entonces flneson legitimas, porque son efectos de las cualidades meteorológicas fine caracterizan las estaciones normales de un clima de una localidad dada. Cuando el año es irregular, es decir, cuando se hace notable P°r combinaciones insólitas de las cualidades meteorológicas del aire, en- tonces presentan perturbaciones paralelas en las faces de su patología. estas irregularidades Eusier llama intemperies .... Las constitucio- nf3 insólitas del atmósfera se prolongan á veces machos años yel vulgo dice entonces, que el clima fia cambiado.. . Los epidemistas llamaban institución médica miccti ála influencia de la gradación patológica re- LECCIONES saltante de la gradación meteorológica, que hace que cada estación par- ticipe un tanto de la que le ha precedido. Así las enfermedades del otoño tienen un reflejo del predominio bilioso del estío. Hay, por último, epidemias accidentales que se desarrollan bruscamen- te, sin causa prevista, ni conocida y que, ora no son mas que la esten- sion de una enfermedad esporádica ó endémica, ora realizan una forma patológica desconocida en la localidad, donde causan sus estragos." Creo que con esta trascripción, estractada, bastará para el fin que nos habíamos propuesto y podemos consiguientemente volver un poco sobre nuestros pasos para luego proseguir. Decía á vds, antes de hacer esta transcripción que no era posible re_ chazar las constituciones médicas ó atmosféricas en la etiología de los males epidémicos y que había toda una doctrina médica de por medio que nos importaba conocer. En efecto, no es posible negar y rechazar la existencia de esas consti- tuciones atmosféricas, meteorológicas ó médicas, porque esta es la única manera de esplicar el reinado de muchas enfermedades que atacan á un gran número de personas ála vez y accidentalmente, es decir, sin que esos males sean de aquellos que generan los diversos mefitismos que hemos estudiado. Eazon hay y sobrada, en atribuir esos males, no siempre leves, ni siempre graves, álas vicisitudes atmosféricas, ólo que Euster califica de intemperies, como acabamos de ver, es decir, á cambios ó alteraciones, desconocidas en su esencia y que se producen en el medio ambiente. Estas alteraciones ó cambios, en la normal composición del aire ambiente, no las revelan los análisis químicos, ni los ensayos físicos con los medios usuales, solo venimos á conocerlas á posteriori, es decir, por su acción sobre nuestra salud, cuando nos enfermamos ó vemos enfermar á los otros. Pero, si bien nos son desconocidas en su esencia, podemos por esclusion adelantar. Io Que no son debidos ála presenciado materia orgánica, ni de indi- viduos sanos, ni de enfermos, que no es materia orgánica en fin, en es- tado de descomposición. 2° Que no son debidos tampoco á ninguno de los mefitismos cono- cidos y que hemos estudiado. Sin embargo, muchísimas veces parece que esas constituciones meteo- rológicas, se complicarán con un elemento palúdico, de origen vesgetal, por cuanto, el remedio heroico ó eficaz, suele ser la quinina, y en virtud del aforismo terapéutico: las sustancias que han servidj para la curación de los males, revelan la naturaleza, de ellos, inferimos que ese elemento DE HIGIENE 277 tama mucha parte en su producción; pero, liay muchísimos otras males de esta misma categoría, que no reconocen semejante causalidad. Si á ejemplo de! Sr. Levy echamos una mirada sobre una estadística Mortuoria ó so'l re las admisiones á un hospital, que abrace algunos años, Re echa de ver desde luego, que hay un número de enfermedades que se Manifiestan aisladamente y sin carácter común, enfermedades sobreve- ndas sin que haya prexistido entre los individuos atacados ninguna elación ó contacto yes á. estas enfermedades á las que se da el nombre de intercurrentes ó esporádicas. ro, en esos mismos cuadros, examinándolos con alguna detención, Vera°s males que solo aparecen en ciertas épocas Gestaciones y que en t°dos los años se repiten sucesivamente; estos males se Ihiraan estaciona- es’ dependen, en cuanto á sus causas, de las influencias que estas traen, pues como hemos tantas veces repetido, las estaciones traen á cada localidad las condiciones y modificaciones de los climas á que se asemejan, P°r esto que en invierno dominan las enfermedades flogísticas, de carácter agudo, de las vias respiratorias, los reumatismos, etc., en verano s exantemas, las enfermedades de las vias digestivas y en Ja primavera OQ el otoño, los males van adquiriendo los caracteres de los que acos- tumbran r inar en las estaciones estremas, el invierno y el verano. Otros males vemos, en esos mismos cuadros, que figuran en todas las Estaciones y haciendo un examen comparativo, con los cuadros de otras dualidades, nos hallamos que en unos, figuran unas enfermedades y en Oros, otras dolencias y esto lo atribuirnos fundadamente entonces á las uualiclades y les damos á esos males el nombre de endémicos ó de enferme- dad™ climatéricas, que son susceptibles de otras subdivisiones, según di- •Puros eu ¡a primera parte de estas cuestiones. tJor poco que abrazen algunos años, esos cuadros estadísticos, raro Será que no encontremos algún mal que haya causado un sin número (d entradas álos hospitales yal hacer la historia nos encontramos con duchas singularidades eu estos males. Por ejemplo, nos encontramos Cori fiue algunos de esos males son endémicos en ciertos parages y de Ca‘ind0 en cuando, hacen irrupciones á los lugares vecinos ó van aun a Pai'uges distantes, en fin, nos encontramos con epidemias mortíferas JUe 'Penen avanzando paso á paso siguiendo las corrientes humanas. °r ultimo nos encontramos á veces con males que no son mortíferos Qll * 8 'avaden súbitamente una localidad, que recorren un contiuente ó PUe persisten en ese parage y que por analogía se consideran como Pendientes, ya de influencias de ciertos vientos, éde 3as cualidades que 11611 > ya de otras circunstancias que no ha sido posible precisar y 278 LECCIONES estos males, son los que ss atribuyen á constituciones meteorológicas, constituciones médicas, etc. De aquí provienen pues, las divisiones que han aceptado varios auto- res, que podemos clasificar en tres órdenes. Primero, constituciones estacionarias ó fijas; segundo, constituciones temporarias y estacionales; tercero, Jas constituciones verdaderamente epidémicas ó accidentales. Digamos algunas palabras sobre cada uno de estas tres órdenes de enfermedades. Así como en una sala de un hospital, suele reinar de un modo cons- tante una determinada enfermedad, como el tifus, la fiebre puerperal, Ja podredumbre, etc. debidas á la mala atmósfera que en ella se encierra, así suelen, por insalubridades locales, reinar algunos males, habitual ó fija- mente en ciertos lugares ó localidades. Los males déla categoría de los que constituyen la constitución esta- cionaria ó fija, son aquellos que obran sobre los seres humanos no de un modo inmediato y rápido, sino lento é indirecto. Es decir, los males áque aquí nos referimos, son aquellos, propios de ciertas locali- dades, que se generan de un modo lento en la economia y por una acción sobre las funciones de la vida vegetativa y á consecuencia de lo cual alguno ó varios de nuestros sistemas, comienzan á funcionar mal y de aquí el predominio que uno ú otro de esos mismos sistemas toma en nues- tra economía. A consecuencia de este predominio las enfermedades, intercurrentes toman un tipo especial y arreglado á este tipo es la de nominación que seledáá la constitución. La constitución médica biliosa, la catarral, la flogística ó inflamatoria, la reumática, etc, han sido obser- vadas en varios puntos y por diversos autores y se les ha visto reinar, poruña serie de años. Veis, deben haber ieido, que en la actualidad, una vez que se ha aquietado la exaltación de los ánimos, determinada por los brusseistas, la mayor parte de los patologistas atribuyen los exce- lentes resultados que Proussais obtenía con su plan antiflogístico, á que habia en aquel entonces una constitución médica inflamatoria. De esta misma manera se es pilcan los buenos resultados que en dis- tintas épocas se han obtenido coa diversos métodos curativos y hasta medicamentos, que empleados en épocas y parages distintos, suelen, en las mismas enfermedades, dar pésimos resultados, en tanto que por su éxito continuado en la otra localidad se le dan los honores de eficaces. Este es un hecho perfectamente comprobado en la ciencia por la obser- vación, la osperiencia y la esperiraentacion, aquí no hay teoría, ni su- posición, sino hechos reales constatados por Sydenhau, Stoll, Broussais Plater y todos los higienistas y patologistas. Esto nos enseña, diré á DE HIGIENE 279 Vds. de paso, á nojuzgar nunca muy á la ligera los diversos sistemas medidos que han reinado en otras épocas y nos ensena también, á ser mas médicos que administradores de remedios, es decir, á observar bien, antes de hacer una prescripción, la índole de las enfermedades reinantes y lo que tiene el paciente confiado a nuestros cuidados. Dicho esto, pasemos al segundo grupo ó sea, á las contituciones tem- porarias y estacionales. Algunos autores las consideran equivalentes y entre ellos el señor Levy, pero esto no es exacto, puesto que, entre las temporarias se colocan las anuas, es decir, aquellas que se prolongan, á despecho délas estaciones y el único vínculo que tienen con las esta- cionales, es que ambas dependen de cambios á fenómenos meteorológicos y por lo tanto, entran en lo que se denomina en las localidades con el nombre de enfermedades reinantes. Las estacionales se distinguen sin embargo, en que los fenómenos que determinan están en íntima concor- dancia con el conjunto de modificaciones que acompañan á los cambios de estación. Cuando un año es regular, hay cuatro constituciones bien mareadas 3 las enfermedades que en cada estación se observan, se llaman legí- timas, porque son la espresion de las cualidades meteorológicas, pro- pias de los climas transitorios que las estaciones ocasionan. Se llama irregular un año, cuando en una ú otra estación se presentan enferme- dades que habitual mente corresponden á otras, por ejemplo, cuando los corizas, que son propios del invierno, se presentan en el verano, ó las enfermedades inflamatorias, en el estío, ó vice-versa, las enfermeda- des propias del verano, se encuentran mas en el otoño ó en el invierno ; os decir, cuando hay un trastorno en los efectos que habitualmente producen las estaciones. La constitución propia de cada estación, como dice muy bien Levy, resulta de la de cada dia y la suma de las constituciones propias de las estaciones, caracteriza la del año ; la enfermedad que ha reinado con mayor intensidad, frecuencia y duración, dá por sus caractéres, el Hombre á la constitución anual y de ella sobresalen los síntomas locales, propios de los desórdenes funcionales. Por esto en las enfermedades mtercurrentes ó esporádicas, se ven fenómenos insó itos, que acompañan ° complican la lesión orgánica ó proceso morboso, propio de cada clase de desórdenes y esto es lo que constituye el genio epidémico. Di predominio de las afecciones de un sistema orgánico ó aparato de nuestra “«momia, caracteriza como hemos dichola constitución anual y esta entonces, por el aumento de actividad que han tenido las funciones de las visceras secretorias, ó por los tejidos histolójicos que han estado 280 LECCIONES afectados, toma denominaciones análogas á las délas constituciones es- tacionarias ó fijas. Hay un cierto número de males, verdaderamente estacionales, que cualquiera que sea la constitución fija ó la anual, y ya sea regular ó irregular, se presenta siempre, aunque con mayor ó menor intensidad, y por lo tanto, se puede anunciar con anticipación, y de aquí proviene que las autoridades encargadas develar por la salud pública, puedan, á la entrada de cada estación, recomendar á las poblaciones ciertas me- didas banales de carácter general. Por ejemplo, ála entrada del verano y mientras él dura, cuidar mucho las funciones dijestivas, porque son muy frecuentes las afecciones gastro-enténcas; durante el otoño yel invierno : evitar los resfríos y perfrigerac ones porque son la puerta de entrada de los males inflamatorios y catarrales, serosos ó mucosos, que predominan en la estación, etc., etc. Desde que la meteorología ha conseguido por medio de sus pacientes y reiteradas observaciones, descubrir las leyes, antes tan misteriosas, que rigen esos fenómenos de los aires y délas aguas, todas las afecciones del medio ambiente van podiendo ser calculadas, y por el conocimiento de los desórdenes que pasan en el cielo ó el aire de otros puntos distan- tes, se pronostica ó predice, con casi matemática exactitud, como hemos dicho en la Higiene Privada, lo que va á acontecer en otros puntos. Esto, como recordarán, proviene de que, siendo el aire un medio elásti- co, aunque inmenso, ninguno de sus movimientos se pierde sin la trasmisión ú ondulación correspondiente y conociendo su intensidad ó celeridad, es posible calcular por su dirección, dia por dia y hora por hora, los puntos del globo á que vá alcanzando ella ó su rtsultante. Por estos mismos medios, es posible predecir, si los años van á ser secos ó lluviosos, qué vientos van á dominar en cada estación y qué in- fluencias van á acarrear en los distintos climas ó zonas, y principalmen- te en cada hemisferio. Esta es, señores, la grande, la inmensa importancia que tienen los observatorios meteorológicos. Conocidas, pues, las leyes que siguen las intemperies, las afecciones meteorológicas, el estudio de las constituciones médicas ha perdido el carácter misterioso que antes tenia y aunque no han perdido su importancia epidemiológica ó patogenétiea, distan mucho ya los tiem- pos, en que eran el asombro y la preocupación de los médicos. Pasemos, ahora, á las constituciones verdaderamente epidémicas ó accidentales, esdecir, á las verdaderas epidemias, á males mas graves que DE HIGIENE 281 los que ocasionan las intemperies ó afecciones meteorológicas estaciona' rias y estacionales, temporarias y fijas. Atendiendo álo que dicen los partidarios de la doctrina epideraioló- gica de las constituciones meteorológicas, atmosféricas ó médicas, las grandes epidemias, como las pequeñas, que aparecen di un modo brusco y con caracteres insólitos en las localidades, serían debidas á esas intem- peries ó aferioms anómalas del medio ambiente. Como vds. ven, esta doctrina epidemiológica, es la misma que hemos combatido otras veces, ella viene á caer directamente en la epídemicidnd, es decir, en la suposición de que las enfermedades existen en el aire, como esos genios del mal, en que creían los gentiles y que suponían ocultos en los aires, los bos- ques y las entrañas de la tierra. Calificamos de epidémicos con la mayoría de los autores, aquellos ma- íes que atacan áun mismo tiempo yen un mismo lugar un gran número de personas ála vez. Pero es condición, para la aplicación de este cali- ficativo, que esos males dependan de una causa común y general y que Seau accidentales, es decir, que solo se muestren incidentalmente. Se da el nombre de constitución epidémica- al tiempo en que reina el epidémico, y genio epidémico, es la influencia que la constitución epidémica ejerce en la forma, marcha y naturaleza de todas las otras enfermedades que reinan conjuntamente en la misma localidad. El abuso que el público hace de este vocablo, ha traído alguna confu- Sl°n en las ideas. Así, por ejemplo, se da el nombre de epidemia, al Teinndo mas frecuente que lo habitual ó común, de un mal endémico ó sea de esas enfermedades que tienen ya carta de ciudadanía en todos los centros sociales, y así se dice: epidemia de viruela, de sarampión, etc->y esto, en parajes en que habitualmente se observan casos de dicho durante todo el año, enparages en que se han vuelto ya indígenas y en que se generan los elementos patogenéticos y que las provocan. duchos califican estos males, que siempre existen en las localidades C°n un número mayor ó menor de atacados y que son susceptibles de ec‘rudescencias, de exacerbaciones y de diseminación, con el nombre de pandemias y otras establecen una clase especial que denominan de ende- rrt°~ipiclemics. causa de esta diversidad de aplicaciones y de lo estenso que se hace asi el cuadro de los males epidémicos, varios autores han hecho dos audes divisiones; á saber: grandes y pequeñas epidemias. Con el lumbre de grandes epidemias, designan el reinado (siempre accidental una localidad) de los males llamados exóticos ó contojios, en resumen e as epidemias mortíferas, tales como el cólera morbus asiático, la fie* 282 LECCIONES bre amarilla y la peste de Levante y llaman pequeñas epidemias, al rei- nado. de cualquier otro mal trasmisible, con carácter insólito. Ahora bien, dejando áun lado aquellos males de origen parasitario, si examinamos los demas, encontramos, que esas pandemias, eudemo- epidemias y epidemias, son debidas a las influencias cosmo-teíúrieas ó meteorológicas combinadas y á mefitismos también combinados. Las influencias meteorológicas son ostensibles, como hemos dicho, en las constituciones temporarias y fijas. Al estudiar los mefitismos, dijimos, que los males que ocasionaban dependían, en gran parte, de la reunión desús influencias ó acciones, que las clasificaciones que hadamos, eran para facilitar su estudio, pero que muchas veces en la práctica, se hallaban tan entremezclados que era im- posible reconocer cuales eran los que determinaban cada modificación ó lesión funcional y orgánica. Suele suceder, pues, según cuanto hemos dicho, que las epidemias, no son otra cosa que la exageración de los males endémicos ó de las enfer- medades estacionales, y en realidad, aunque se les dá ese calificativo no son sino enfermedades generalizadas y resulta de aquí, que no podemos precisar cuales son aquellas enfermedades que pueden revestir carácter epidémico. Agregaré, aun, que ni es posible siquiera una distinción com- pleta entre endemias y epidemias. En efecto, solo hay doscaractéres mar- cados, que pueden servir paras distinguir las endemias, de las epide- mias, de que pronto nos ocuparemos. Estos caracteres sonría perraanen eia y la causa idad. Las endemias son permanentes en las localidades; las epidemias son transitorias. Las endemias pueden existir fuera do toda influencia atmosférica y mefítica, como las que hemos calificado de nosocracias; las epidemia siempre dependen ó provienen de un raefitisrao que se genera en la loca' lidad, de gérmenes ó fermentos que han sido importados y que han en- contrado en la localidad, miasmas ó efluvios, que han facilitado su acción perniciosa ó tóxica. Hemos dicho, sin embargo de esto, que la forma epidémica de una enfermedad no implica necesariamente la idea de su malignidad ó benignidad; pero, precisamente las enfermedades que pueden presentarse con el carácter epidémico, son aquellas en que se con- sidera que el aire les sirve de vehículo, ó que dan á este medio, gérmenes ó elementos morbíficos que en él oe sostienen y volitan. Dijimos al principio de la epidumiulojía, que era inmenso el número de males epidémicos y mayor es naturalmente el de las epidemias que en las distintas épocas han ejercitado sus estragos sobre la humanidad. DE HIGIENE 283 •Algunos autores hacen subir á 11,000 el número de males que los fas- tos recuerdan. En cuanto á la historia, clasificación y denominación de ellos, es imposible hacerlo con el mayor número, por la deficiencia de los datos y por el atraso de la ciencia en esos tiempos. Por lo general, la causa de cada epidemia no es apreciable, es no es tangible, no se conoce sino á posteriori, no la descubren ni los análisis físicos, ni los químicos del medio ambiente y la higiene, aunque señala los factores de algunos de eeos males, pero no puede precisar el mal que habrá de resultar de las insalubridades que señala. Otras veces, sin embargo, tienen las epidemias, pero no todas, enfermedades precur- soras, especie de gradas ó escalones que van recorriendo las insalubrida- des patogenéticas, son enfermedades ó padecimientos prodrómicos, qne sirven de anuncio para que las autoridades den la voz de alarma y el pue- blo se prepare ó ponga temprano remedio y mas que nada, para que sanee los focos en que se elaboran los factoras. Además de esto, en las epidemias, se observa siempre una marcha gradual y regular, y es posible señalar á su reinado ó duración, tres pe- ríodos, que se denominan : 1° , períods de invasión y de desarrollo á la vez; 2° , período de estadía, en que los procesos morbosos se regulari- zan y en qne no ataca sino á un número casi nuiforme de individuos, y 30, el período de declinación, en que son menos los individuos ataca- dos y en que el mal vuelve á recobrar las irregularades qne marcaron su primer período. Esta!, señores, lo raro del período de invasión de un mal exótico, son tan irregulares y anormales los síntomas y signos en algunas epidemias, fiue es imposible muchas veces hallar los caracteres nosolégicos patogno- mónicos, y no es posible, muchas veces, diagnosticar el mal qne mas tarde simula un torrente patológico, una erupción morbosa. "í es así, en efecto. Por lo general, en su aparición, tomar los males un carácter insidioso y solo aparece uno que otro caso, en un barrio, pero que alarma, que llama la atención de les facultativos y que ocasiona la muerte de los ataeaios. En seguida el mal comienza á cundir haciendo infinidad de víctimas y sin conocer barreras naturales ó artificiales atra- viesa las estaciones, los climas, ataca á todos los sexos, las razas y las ndades. En este segundo período, es cuando el número de víctimas es mayor. En el tercer período disminuye el número de atacados y Llos tratamientos racionales, van dando algunos buenos resultados, pero suele haber casos fulminantes y fatales. Comunmente las epidemias no se detienen en el punto que han invadí- 284 LECCIONES do ó en que han tomado origen sino que recorren puntos mas ó menos distantes y alejados de los que les sirvieron de cuna. Son tantas la? particularidad os qiu presentan las enfermedades que han revestido un carácter epidé uico, que entrar en detalles, sería perder- nos en uu mar de singularidades. Los males epidémicos ejercen siempre mayores estragos en las clases desaseadas y miserables de las poblaciones. No tienen estos Sájelos ni fijeza en el itinerario, ni en su duración. Los casos suelen ser fulmi- nantes en el primer período y son siempre terribles en el estadio aseen dente y en el tercero, suelen como retrogradar, recorriendo las raisma- etapas ó escalones que en los períodos anteriores. Aunque ya hemos señalado las principales causas que reconocen las epidemias, vamos a enumerar las que se le han atribuido en distintas épocas, para terminar con estas generalidades, sin embargo de que, co- mo hemos dicho, es esta un tópico inagotable. Algunos autores por circunstancias especiales de algunas localidades, han atribuido á ios temblores de tierra y erupciones volcánicas la causa de las epidemias, pero la verdad es, que con esta causalidad solo exis- ten coincidencias muy remotas; da todas maneras, según los partidarios do esta opimon, habría que considerar llenas las entrañas de la tierra de unos meütismos que determinarían, las epidemias. Escusado me pa- rece, gastar palabras para demostrar lo infundado de tal proposición des- de que conocemos Cambien la acción sobre nuestra economía así como lo que escapa de ios cráteres volcánicos y de las grietas determinadas por las conmociones y temblores de los suelos. Otros ancores han atribuido las epidemias a corrientes eléctricas que suponen existir en ios subsuelos y á las que suponen marchas capri- chosas, para ver de llegar deesa manara á esplicar el itinerario de los flagelos. Pero, considero que no debo demorarme tampoco en esta teo- ría, que carece de íundamento y basta ahora, como hemos dicno, lo único que la observación y la esperiencia enseñan al respecto, es que las epidemias siguen las corrientes humanas y que es el hombre, sus de- yecciones ó sus electos, entre cuyas mañas viajan los fermentos, los que mas diseminan ios agentes epidémicos, Al conocer ei ozono y sus efectos oxideutes, algunos entusiastas y noveleros, le achacaron las pestes atribuyéndolas unas á exceso y otras á defecto de este cuerpo, pero ya hemos visto en la, Higiene Privada, que no hay nuda que autorice tal imputación. Hemos criticado ya también 'a teoría de Pettenkofier de las aguas subterráneas y creemos innecesario volver sobre ella por el momento. DE HIGIENE 285 Se ha observado también que las carestías, las guerras, las mangas de 'angostas y las grandes secas, como las inundaciones, la remoción de suelos virgines y las copiosas lluvias, son casi siempre seguidas <5 acom- pañadas de epidemias mas 6 menos mortíferas y también hemos indi- cado ya la manera real y positiva como actúan estas causas, a las que damos mayor importancia generatriz, que á las que a •‘abánaos de citar. En cuanto á la influencia de las epidemias sobre las poblaciones y á Ja profilaxia epidemiológica no» ocuparán dentro de algunos dias, pues antes de tratar de esos puntos, creemos conveniente entrar en el estudio de las endemias, que desde la próxima reunión nos servirán de tema. pE LAS ENDEMIAS Señores: Elán.anse endémicas, las enfermedades agudas ó crónicas, que reinan Cordinuam nte ó por intérnalos en un país ó localidad y que dependen de Cc*usas mas órnenos permanentes é inherentes al mismo. Por esta reunión de circunstancias que las caracterizan, ba podido ecir el Sr. Levy, con mas oportunidad y belleza de estilo, que de exacti- tud y gravedad científica: que, las endemias son la expresión patológica z«s localidades. Apesar de los inconvenientes que tienen en medicina, las metáforas, Metonimias y demas figuras retóricas y tropos, creemos que con mayor l';’Zon podríamos decir; que los males endémicos son los resultados, son las ldiosincracias mórbidas que adquieren los individuos por la acción conti- nuada y compleja de las influencias de las localidades en que habitan. P'i resumen, podemos mirar las endemias con el Dr. Monlau, como co- sas de casa, como males de determinadas agrupaciones sociales ó fami- W, debidas á las condiciones en que viven y las epidemias son como Qüé, ni relación de causalidad entre ellas, sino porque las malas circuns- *Dbas enfermedades como distintas y se considera la concomitancia e°mo accidental, y las razones que hemos espuesto en el párrafo ante- íl°r> hacen inclinar la opinión ála primera de estas doctrinas, según tacual, la hipertrofia de la glándula tiroidea, constituiría el primer indi- Cl° de una degeneración orgánica, y en que, el cretinismo confirmado, Seria el último término; no obstante, los cretinos pueden volverse cotu- -os)peros)pero no se ha observado lo inverso hasta ahora, sino que el ereti- smo es congénito. Tiene á su favor esta opinión, el que, siendo curable el coto, siendo po- kible prevenirlo yno existiendo el cretinismo independientemente del b°cio, se hace posible tentar una profilaxia eficaz, que evite estas de- generaciones de que nos hemos ocupado, que no son esclusivos de una raza, ni de la especie humana, pues los animales y hasta las mismas Pintas, degeneran en los países paperígenos, como lo han comprobado ios estudios modernos. T*a causalidad que tiende á prevalecer, respecto al coto, es que provie- -116 del agua de que se hece uso y habiéndose observado en muchos pai- Ses que las personas y gran parte de las poblaciones que hacen uso de as aguas de lluvia, como bebida habitual, están escemptas de coto, Podernos indicar desde luego como profiláctico, la construcción de algi- es ó cisternas en los países en que existe esta endemia; no hacer uso e las aguas de fuentes, ríos y arroyos sino previa cocción y filtraccion. stas medidas deben ser acompañadas del cumplimiento de los demás Preceptos higiénicos. Tin cuanto al yodo y sus compuestos ó el empleo de sustancias que lo contienen, tiene una eficacia curativa incontestable una vez declarado y aun como preventivo, pero no es de nuestro resorte estudiarlo. , con esto por terminado lo relativo á estas endemias, pasemos a °cnparnos de la pelagra. 304 LECCIONES La pelagra es una enfermedad general que se manifiesta: primero por síntomas en la piel, seguidos de alteraciones graves déla mucosa diges- tiva yde sus funciones, después de desórdenes del sistema nervioso central, que ofrece algunas analogías c >n la parálisis general. Esta enfermedad no está muy generalizada; se la ha observado princi- palmente an el Milanesado y el Piamonte, Yenecia y algunos lugares de España y de Francia. Comienza por una dermatosis escamosa ó exantemática que se repro- duce y agrava en cada primavera, en las partes espuestas al sol y que luego es seguida de desórdenes digestivos y cerebrales; en las personas en que con mas frecuencia se observa, es en aquellas de constitución deteriorada por la miseria ó las enfermedades. Principia esta enfermedad por una mancha roja y brillante en el dorso de la mano ú otra parte del cuerpo, semejante á la erisipela, pero sin escozor ni dolor; esta mancha forma un poco de relieve y aparecen tubér- culos en ella, de diferentes colores; la piel está seca yse hiende, dando lugar á pequeñas escamas furfuráseas, á cuyo travez se vé la rubicundez erisipelatosa. En cada primavera, aumenta esta afección y la salud, que al principio era buena, comienza á sufrir, sobreviene cefalalgia y desaliento; en el invierno hay mejoría, pero luego se vuelven persistentes los síntomas cerebrales y vienen vértigos, melancolía y violento delirio con enflaque' cimiento. A estos síntomas se agrega bulimia ó anorexia, torpeza y convulsiones. En la autopsia se encuentran lesiones de la mucosa digestiva y de las meníngeas, con reblandecimiento de la médula. En Asturias se dá á la pelagra el nombre de mal de rosa, en Pádua, el de escorbuto alpino, en Milán, si de pellagra, áepellís agria, yen Francia eldepdiagre ó verdet j según los datos estadísticos recojidos por los autores, es algo mas frecuentes en el hombre que en la mugeíq como lo demuestra el siguiente cuadro de Marin, que bailó en 800 pela- grosos, las edades y frecuencia siguientes: HOMBRES. MUJERES. Antes de 10 años. 51 ... . . 49 (( “ 11 á 20. 51 ... . . 49 U “ 21 á 30. 32 ... . . 68 u “ 31 á 40. 43 . . . . 57 tt “ 41 á 50. 59 . . . . 41 te “ 51 á 60. 71 . 29 u “ 61 á 70. 80 ... . . 20 tí “ 71 á 70. 75 . 55 DE HIGIKNE 305 En cuanto al temperamento, parece que el sanguíneo-nervioso es el ttifis espuesto á contraer la enfermedad y el linfático es casi inmune, pero los mas predispuestos son Jos que tienen naturaleza empobrecida y sufren mayores miserias v privaciones, por lo que en algunos lugares llaman también á la pelagra, mal de miseria. Billod, Landouzy, Boussel, etc., fundándose principalmente en que los pobres en los puntos en que existe esta endemia, se alimentan de ttaiz, que es el alimento mas abundante y barato, han atribuido la pela- gra á este cereal y ésta es la opinión mas aceptada en la actualidad. A'amos, no obstante lo dicho, á tomar de los Estadios sobre la pela- gra (Memoria premiada por la Academia Matritense en 1867) del Dr. Calmarza, lo que dice de Ja naturaleza de la enfermedad y seguidamente, a pesar de su estension, lo principal respecto al uso del maiz. “Poco ó ningún fruto etiológico puede estraerse délas muchas, absur- das ó insostenibles hipótesis que se han inventado en otro tiempo por fogosas para dar una idea de su causa próxima, cuyas hi- pótesis fuera ocioso detenerse hoy á impugnar seriamente. Desde Casal, que miró la pelagra como una lepra escorbútita, idea que aceptaron Palla Bona. Henster, Spreugel y J. Erank, cuenta la ciencia muy va- cadas y encontradas opiniones, siendo las mas notables las siguientes: la hacia consistir en un miasma miliar degenerado: Widemar, Janseny Jacobo Penada en una forma de hipocondría; Eanetti en una acrimonia acida; alcalina, amoniacal ó neutra; Erapolli en la retropulsion d«l humor traspirable, que molestaba ales enfermos, formando unas ve- ces una acrimonia fria que ocasionaba el escorbuto, el temor, la tristeza y la diarrea, y otras una caliente que producía la erisipelas; Strambio, en Uri virus pelagroso; Eonzago en la atonía del estómago ó intestinos; y Purda en una hiperestenia unas veces, y en una hipostenia otras. “Eos sectarios de la escuela de Broussais la tuvieron, como es de supo- üerj por una ga-tro-enteritis, complicada alguna vez con una meningi- tis* El Sr. Alfaro la mira bajo el mismo aspecto inflamatorio, determina su sitio principal en el hígado, y hace depender sus principales síntomas de la flegmasía gastro intestinal, modificada por el clima, miseria, sucie- dad y afecciones morales. Grhide la nové en esta enfermedad cosa otra fiUe una mielitis. Laon Marchand, en medio de sus dudas, la cree una gastro-entero raquialgía, improbablemente motivada por una altera- cion de la sangre, obstrucciones de las visceras del adórnen, virus con- P'gíoso óla lepra; y finalmente. Vay reputa sus fenómenos como pro- cedentes del esceso de electricidad en la piel, por más que, como noso- -20 306 LECCIONES tros lo hemos esperimentado, el electrómetro ni el electróscopo den motivo alguno para sospecharlo. “De tal confusión y mezcla de ideas tan antitéticas, claro es que no puedo resultar una imagen determinada para la etiología, aun cuando algunas fueran sostenibles hoy en el campo de una formal discusión.’’ He aquí ahora lo que dice respecto al maíz que copiamos también íntegramente: “Ño ha faltado quien acusara al abuso de leches, á la harina de mijo y á otras sustancias de no muy coman uso, basando su juicio en observa- ciones particulares que la autoridad del tiempo ha venido á disipar. ‘‘Convencidos al fin los médicos de que la pelagra reconoce su origen en los alimentos, después de prolongadas y acaloradas disputas, y de haber acusado cada cual al suyo, vieron al fin desaparecer de la escena sus pensamientos y teorías en presencia del hecho de que la enfermedad aparece con frecuencia allí donde falta la causa que la teoría indicó. So- lamente dos han sobrevivido; el que imputa la causa eficiente al inaiz, y el que la atribuye ála alimentación insuficiente. Ambos se han dividido en dos fracciones; al primero pertenecen los que en dicho cereal no consi- deran cosa alguna nociva y los que lo contemplan como intoxicante; y al segundo los que no ven en el régimen alimenticio sino una falta de prin- cipios nutritivos en general, y los que nos fijamos en la de los animales en particular “Casal en Asturias, y Zanetti y Thouvenel en Lombardia, dieron gran importancia al maíz, como el principal alimento en dichas provincias, si bien, el primero yel tercero combinaron su acción con la del clima. Ti- fias lo admitió también al lado de su virus especial. Eacheris lo consi- deró como nocivo, y Eonzago y Marzari como alimento, insuficiente. Esta diferencia de opiniones dividió á los partidarios del seísmo en los dos campos de que hemos hecho mención, y elde Eacheris es el que con ma- yor entusiasmo ha defendido sus ideas, representado por Balarclini, Rou- ssel y G'ostallat, sirviéndoles de base una de sus enfermedades para- sitarias. “No se trata de carbón que, según deCandolle, consiste en la reduo marides ni del sllerotium y zánum, enfermedad análoga al cornezuelo y desconocida en Europa, que según Roulin se observa en Colombia y pue- de desarrollarse en este cereal, cuyo producto es conocido allí con la de- nominación de peladero, y la afección que determina, con la Je pleatina- Esta dolencia análoga el ergotisrao, detetermina la calda de los dientes, pelos y uñas. Tampoco se alude á dos délas tres especies que com- prende el género sporisorium de Link, á saber sponsorium cercóle., al cual DE HIGIENE 307 algunos atribuyen ia raíanla y la acrodinia, ni al sporisorium sorghi de Eremberg, que ataca los granos de la alcaidía en Egipto y á cuya acción imputan otros la enfermedad de Primer Bey, sino al sporisorium maidis de Cesati, que en Erancia se conoce con el nombre vulgar de verdet y en Italia con el da verderams, y queLeveille bailó ser un penicillium en 1853 que apellidó con la denominación de pernieiossum. “Este hongo parásito, que algunos creen ser la ustilago cario de Tulas- He, y otros la reticularia ustilago de Linneo, se desarrolla en el maiz hú- medo ó poco maduro, en el punto de su inserción en la espiga ó en el de fractura, cuando se ha desgranado á golpes, poco tiempo después déla recolección. Implantando entre la epidermis la fécula yel germen, pasa desapercibido á primera vista por algún tiempo, hasta que desarrollán- dose más á beneficio de la sustancia de estas partes, se deja ver bajo el aspecto de una mancha de color verdoso, que es lo que en este país es llama cardenillo, verdete, florecido ó enmohecido. Sus esporos, de un color oscuro, unicelulares, de una longitud como de cinco milésimas par- tes de un milímetro, y redondos, son tan pequeños que, según Costallat, caben 8.000.000 en un milésimas partes de un milímetro cúbico, y tan reproductores, que á favor de una temperatura suave y un poco húmeda pueden hacerse abuelos en 24 horas. “Eecogido el parásito microscópico y analizado por Grandoni, farma- céutico de Brescia resulta estar compuesto de fibras vegetales, formando cierta especie de esqueleto, de resina, estearina, albúmina, ácido propio délos hongos ó fungico, sustancia azoada amoniacal fluida y materia colorante roja. “Examinado por M. Bouchard en una muestra que le facilitó M. G. Harnean, le pareció formado por un sinnúmero de esporos libres, muy pequeños, redondos ó ligeramente esféricos, pálidos, trasparentes, ligera- mente amarillos y sin granulaciones moleculares en su interior. ‘‘Como se asimila la sustancia del gérmen, hace al grano inepto para nacimiento, y modificando su composición, le dá un sabor amargo y agrio hasta cierto punto, en lugar del ligeramente dulce que antes tenia, circunstancia que hace que los animales granívoros los pospongan al sano. “Esta alteración es muy frecuente en la Italia septentrional, donde se- gún Balardini no hay granero alguno que deje de ofrecer muestra de ella, yse observa mis á menudo eu la especie zea muís autivnnalis vugaris por 1° mismo que madura mas tarde que la zea mays vidgaris cestiva; que Se recoge antes, cuando el calor favorece su madurez y desecación. Por 308 LECCIONES este motivo se la encuentra más en los años fríos y en los otoños húme- dos, que en los calurosos y secos. “Balardini parece ser el primero que elevó á sistema esta idea, enla me- moria que leyó en 1844 ante el Congreso científica de Milán, titulada “Argumentos y heclios que demuestran que el maiz es la verdadera cau- sa de la pelagra, y medios propios para detener los progresos de esta enfermedad endémica en las provincias de Lombardia.” Estos argumen- tos se reducían poco más ó menos álo siguiente: 1 ° La nelagra no es una enfermedad antigua: es de nuestro tiempo, y poco después de la introducción del maiz fue cuando se manifestó y propagó. 2° Esta afección se ceba con furor, y de una manera general y csclusiva, en todas las provincias del gran Valle del Pó, en donde el maiz ha venido á ser el alimento general y casi esclusivo de sus habitantes. 3 o La pelagra no existe en algún país, ni aun en una provincia entera de la Italia superior la Valtelina, en donde reinan en igual grado y aun superior las otras causas ó influencias que, con esclusion del maiz son acusadas de produ„ cir la nueva enfermedad, pues el maiz se cultiva en menor cantidad y aun se usa menos en estas partes. 4 ° Dicha enfermedad respeta á los que se alimentan de otras sustancias, y cesa por completo, si la economía no está del todo alterada, en los que interrumpen el uso de pan y de po- lenta (1) de maiz para alimentarse de otro género de sustancias. 5 ° En fin la enfermedad del maiz es la mas fuerte causa de la pelagra. Esta alteración del grano (el vcrderame ó verdete) producida por una incom- pleta madurez, es muy conocida entre nos Iros en ios años fríos, para que se considere el maiz como exótico bajo nuestros climas, mientras que es indígeno en las regiones mas templadas. Esta alteración ó enfer- medad, favorecida por la humedad, modifica sus propiedades físicas y quí- micas, y lo vuelve agrio y propio para causar una forma especial de afec- ción.” Barlardini adujo en su apoyo los hechos siguientes: 1 ° Q,ue la causa de haber muchos pelagrosos en Bergamo y Brescia, es el mucho uso que se hace de la polenta. 2 ° Que si estos son menos en número en Bellano Dongo, Gravedona, Macagno y otros distritos de la montaña, débese á que allí son más industriosos sus habitantes, y á que emigran á diferentes países- con objeto de ejercer diferente industrias. 3 ° Que si la pelagra se ceba menos en la baja Lombardía, atribuyese á que se usan con el maiz otros alimentos de buena digestión y vigorosos. 4° Que la enfer- medad había aumentado mucho desde 1839 por efecto del aumento de la (1) Especie de gachas. DE HIGIENE 309 miseria que dio lugar á un régimen alimenticio más económico, en el que se escaseó más el uso del pan y el de la carne, o ° Q,ue en el Piamonte es tan frecuente la enfermedad como en Lombardia, porque también ¡o es el uso de este cereal. 6 o Que los jornaleros del campo de Mugello y de Pistola lo padecen como en Milán porque hacen el mismo uso del maiz, sucediendo lo contrario en cuanto ala gente aseada y bien aco- modada. Al considerar los verdetistas que en los años en que el maiz madura mal se desarrolla mas el verdete y es más frecuente la pelagra, como sucedió en la gran esportacion que se hizo en Praneia en 1857, á que se refiere M. Costaba!, yal entender que sucede lo contrario cuando madura bien ó se pasa por el horno como en Borgoña, concluyen que no es ya la sus- tancia del grano la que dá origen ála afección, sino el hongo parásito en particular7’. Para terminar con toda lo relativo á esta endemias, debemos decir, que la ciencia, bajo la presunción de que es el maiz el que ocasiona la pelagra aconseja: 1 ° Recomendar la torrefacción del maiz, después de cosecha- do y antes de hacer uso de él; 2 ° Establecer hornos públicos para que los particulares puedan tostar el maiz sin pagar estipendio y 3 ° como el maiz tostado pierde su propiedad germinativa; ofrecer maiz sano á los labradores para las sementeras en cambio del tostado. Por último, Señores, la ciencia recomienda en cnanto á las endemias eu general, combatir en primer! ligar las diátesis ó predisposiciones orgá- Qmas, que no son otra cosa sino procesos mórbidos, á que dan algunos autores el nombre de incubación y el de enfermedad latente. En según- a° lugar, recomienda el estudio de las localidades yde las causas morbí- genas que en ellas se originan y aun cuando no se dé con esas Causas, aun cuando haya dudas ó incertidumbres, la higiene acon- Sf,ja dirijir los agentes higiénicos en el sentido que sus preceptos recotniendan. Como hemos dicho ya, las causas de las endémias y tam- lúen de las endémo-epidémicas, ó se encuentran en las condiciones del sUelo óen las circunstancias de los aires yde las aguas, de manera, Pues, que ensayando el saneamiento á salubrificacion do estos medios, Se puede estar seguro, de no ocasionar perjuicio y de higienizar la loca- lidad. dja ventilación, el aseo, la orientación favorable yel cuidado de la pure- Za del agua y del suelo, son los principales remedios contra las endémias ) C mejor profiláctico contra ellas y las epidemias. la próxima reunión dando aquí por terminado lo relativo á ¡as en- emias, volveremos á ocuparnos de la epidemiología. 310 LECCIONES DE LA DESCRIPCION NOSOGRÁFICA DE LAS EPIDEMIAS. INFLUENCIA DE ELLAS SOBRE LAS POBLACIONES. Señóles; Si echan Veis, una mirada sobre un tratado de nosografía, hallarán, que después de las agrupaciones ó divisiones de las enfermedades en clases, órdenes, géneros y especies, cuando se entra al estudio des- criptivo de cada enfermedad, se sigue un orden didáctico por todos los autores, consagrado por el uso y llamado orden nosóhgico. Consis- te este óx'den, en ir haciendo conocer cada enfermedad, uniformemen- te, comenzando por lo mas simple que su historia px-esenta y termi- nando por lo mas complicado ó difícil. Así, por ejemplo, la generali- dad de los tratadistas ó autox'es de patología interna, siguen en la descripción de las enfermedades, el orden siguiente, que por ser uniforme y cómodo, conviene lo retengan en la memoria: tratan en primer lugar, ó indican, la sinonimia, pues es muy frecuente que una enfermedad tenga tantos nombx’es como el número de épocas que hace que es conocida, sin contar con los calificativos que el vulgo les pone y la ciencia consagi'a y que en las diversas denominaciones presenta los vestigios de cada una de esas épocas. No es raro, agregaré, que con tal motivo hagan un examen crítico ó analítico de los dife- rentes nombx’es, ó denominaciones dadas para entresacar el término técnico mas apropiado á su naturaleza ó bien para dar á las palabras em- pleadas su valor genuino, es decir, comienzan por la tecnología. En seguida pasan á los síntomas, á la marcha ó curso, á las lesiones patológicas que sirven para deducir muchas veces la causalidad ó por lo menos, los procesos patológicos que se operan; tras esto, vienen los signos diagnósticos ó diferenciales, el pronóstico y el tratamiento ó la terapéuti- ca, que puede ser paliativa, sintomática, curativa ó profiláctica. Estas divisiones ó periodos, cox’respondeu á otras tantas ramas délas ciencias médicas y en particular de la Patalogía General, es decir, coi'responden 311 DE HIGIENE a 3a tecnología, etiología, semeiótica, el curso, la diagnosis, la 'prognosis, etc. Pues bien, Señores, en el estudio de las endemias y epidemias, elimi- nando aquello que no es del resorte higiénico, se puede y se debe seguir nna marcha análoga, la que, fuera de habituar al orden el espíritu, pro* porciona las oportunidades para seguir en estos difíciles estudios un plan mnemotecnia) y señalar mil particularidades que ofrecen las nisto- riasde los grupos de que nos ocupamos. Ea hemos tratado en paite de la tecnología y hemos hecho las distin- ciones principales entre varios de los términos de que nos valemos y Aunque nos quedan aun muchas poces, á las que tenemos que dar su va- lor genuino, pero, á medida que se nos vayan presentando, iremos es- plicando su significado. En cuanto ála etiología de las epidemias, podemos decir ti priori que deben reconocer infaliblemente como causas determinantes, así como las fino les prestan su contingente ó les dan pábulo, la alteración de uno 0 mas de los medios higiénicos; sus causas, tienen que ser de in- fluencia general, puesto que, lo que caracteriza una epidemia es su accion sobre la generalidad de una colectividad social y hemos visto, que balizados los procesos mórbidos que se pasan en el seno de nuestro or- ganismo no pueden ser sino fermentos animados ó inanimados, sobre cu- y° tópico creo innecesario volver. Ee los signos de los males epidémicos, que corresponde á la semeiolo- 9ia estudiar, no debemos ocuparnos pues no es de nuestro resorte. Entre las causas que favorecen el desarrollo délas epidemias, tenemos eU primer lugar las mismas colectividades ó centro sociales, por las urbanas. que forman, las carestías luego, las secas, las hambres, la miseria, la guerra y las corrientes humanas. Conviene señalar la manera como obran estas concausas. Eas ciudades, como agrupaciones de viviendas ó condensaciones de E * as, tienen que estar bien situadas y orientadas y deben tener ademas, ó contornos sanos, pues délo contrario, los habitantes se ven obHgados á respirar un aire confinado, un aire impuro por su falta de 1 Novación y por contener los productos de las descomposiciones de las Estancias orgánicas y déla respiración de los seres que la pueblan ó Abitan. Si ademas délas dificultades, para la libre circulación del aire, fiuede suyo ofrecen las ciudades, se agrega que, el que proviene de los °olltornos contuviera principios ó elementos estrados ásu normal com- P°sicion, es evidente que estas circunstancias ejercerían una accion pato- §ejiética. Ahora bien el hacinamiento, no es sino la exageración, de la 312 LECCIONES condensación; es aquel estado délas ciudades y de las habitaciones en que la superabundancia de las viviendas y de los habitantes, hace que no haya ni el aire, ni la luz, ni el agua suficiente para las necesidades vita- les. Estas faltas ó deficiencias, sabemos ya los efectos que determinan y que predisponen, por el estado enfermizo que provocan, á la receptividad de toda clase de males sépticos y pútridos en particular, 6 zymóticos. Una vez que se ha generado un mal exótico, ó que ha aparecido una enderao-epidemia, las corrientes á comunicaciones humanas, las emigra- ciones, etc., son las propagadoras principales de esos males y de aquí, por el principio de propia conservación, que tienen todo individuo, como toda nación, dimana la justificación de las medidas cuarentenarias que los países adoptan, con el fin de evitar que los males cundan, núes aun suponiendo completamente irreprochable el estado higiénico de una localidad, aun suponiendo un aseo y cuidados higiénicos esmerados, un solo enfermo apestado, de alguno de esos males en que los elementos pa- togenéticos ó fermentos se multiplican, es fácil que, encontrando circuns- tancias propicias, obre ála manera de una chispa sobre elementos com- bustibles en alto grado. Las carestías, las hambres, la miseria y las secas por los desórdenes sociales que provocan, por las anormalidades en la vitalidad que ocasio- nan y por los materiales que dan para las descomposiciones, son con- causas, son causas coadyuvantes, ocasionales y aun determinantes, que provocan afecciones cosmo-telúricas y que no le es posible á la higiene evitar. Cuando mas, podría atenuar sus efectos prevenir muchas de las desgracias ó males que acax-rean, pero, en general, sobrevienen esas desgracias repentinamente, burlándose de toda pi’evision y así como las guerras suelen ser inevitables. No obstante, una gran consagración de las autoridades administrati- vas á prevenir estes males, puede economizarlos; facilitar el trabajo; irrigar artificialmente aunque sea, las comarcas amenazadas por las se- cas, el acarreo por cuenta del estado de las subsistencias y su venta á precio cómodo, son los remedios qixe la esperiencia ha consagrado. Las epidemias ofrecen en su eclosión un período oscuro, llamado por algunos con muy poca propiedad, periodo de incubación, que no es otra cosa, que las primeras manifestaciones en la localidad, de un mal im- portado, ó de una endemia que adquiere caractéres epidémicos en virtud de circunstancias especiales. Pasemos ahora al curso ó marcha de las epidemias. En este período de eclosión, en que el mal comienza á cundir, ata- cando á un número pequeño de individuos, período que no es fácil DE HIGIENE 313 determinar, ya porque los casos presentan caracteres poco marcados, ya porque no son, como muchas veces sucede, sino una exageración de los uaales estacionales ó de los que reinaban como precursores y esto es solo G posterior i que se viene á conocer. Tras este período, que no es posible precisar, viene el período de invasión, que se efectúa con mas ó menos fuerza. En este período, los caracteres antes indecisos del mal, se acentúan, sorprenden el ánimo de los facultativos ó bien, se encuentran estos, ante un enemigo de aspecto desconocido, cuyo diagnóstico ofrece grandes dificultades. Tero, el número de los atacados va aumentando, el síndrome, ó con- junto de signos y síntomas, lo caracterizan suficientemente y el mal aparece, no ya en un barrio, aislado, sino qne se presenta en los di- versos ámbitos de la población, es decir, se disemina y entra, el pe- ntodo ascendente de la epidemia ó el incremento de la invasión. Conviene hacer notar, que en estos primeros períodos, todo mal epi- démico es susceptible de ser ahogado ó sofocado por medio de enérgicas y rápidas medidas de aislamiento y secuestración, pero acompañadas de desinfección, de visitas medicas preventivas en los domicilios, se requie- re además para ello, una gran actividad, severidad y valor cívico. Solo así se pueden conjurarlos males, ahorrar infinitas víctimas y evitar ma- les mayores. Cuando el período de incremento ó ascendente ha llegado hasta invadir un número inmenso de habitantes, se observa por varios dias, que el uúmerodelos atacados y hasta de las defunciones, no aumenta y enton- ces, se dice que la epidemia se ha estacionado ó que está en el período Racionario. Después de este período, se observan oscilaciones mas ó menos pro- nunciadas é incontrastables y esto es lo que caracteriza el descenso ó declinación de la epidemia. Nada hay en el ciclo que recorren las epi- demias, que sea mas grave, mas allómalo y mas caprichoso y mortífero fine este período. En efecto, en el período de invasión, si bien setro- con un mal de aspecto indefinido, para el cual se trepida en la me- dicación que debe emplearse, por no estar caracterizada su índole, ni Arcado su síndrome y si bien, la intoxicación que determina el agente epidémico, no es clara y evidente, si bien la marcha en el enfermo es lnsidiosa, no tiene el mal en este período una letalidad comparable con del último. Tu el período ascendent í ó de incremento, si bien aparece la epidemia eual torrente patológico, irresistible en su ímpetu; si bien las intoxica- Cl°ijea son en gran número y tienen una graduada intensidad; si bien la LECCIONES mortandad suele ser de tres quintos y aun de mas de los atacados, pero, en todo enfermo, es posible, desde que se desplega en él el cuadro del mal epidémico, pronosticar el resultado ó terminación, según la epide- mia, puesto que es proporcional, por lo regular, al grado de intoxicación que se manifiesta y el mal en cada sujeto, sigue una mareha regular, graduada. Los enfermos, en este período, recorren con regularidad, en efecto, los períodos regulares de la enfermedad ó en otros términos, como los males epidémicos en cada sujeto, no son sino una série de procesos mórbidos, en este período los recorren todos. En el periodo de descenso ó declinación, no sucede así, el número de atacados, suele ser menor que en el periodo precedente, pero otras veces, ataca un mayor número; ataca álos que parecían inmunes y re- fractónos; no respeta edades, ni condiciones, ni sexos, ni reconoce pro- filáctico. Las intoxicaciones son por lo general muy intensas y los procesos mórbidos no recorren una serie de fenómenos; los remedios convenientes en cada periodo, no pueden ser administrados ó tienen contra- indicaciones óno producen los efectos que solian. Los casos que aparecían mas leves, ios enfermos, que iban mejor, tienen resultados inesperados y vice-versa, suele suceder, como en el cólera, que casos de- sesperantes, casos en que ya se creía estinguido el soplo vital y en los que se había renunciado á la administración de todo medicamento, se reaniman, reviven por los solos esfuerzos de la naturaleza. Es en este periodo que se observan en mayor números, los casos llama- dos fulminantes ó siderantes. En fin, Señores, es desesperante este pe- riodo bajo todc aspecto, cuando el mal epidémico, al estiuguirse lanza vividos raudales do veneno, como las lámparas próximas á apagarse, dan de fulgores ó de lampos de luz. Pero, otras veces, el periodo de declinación, se va marcando por menor intensidad de los fenómenos y mas que nada, está caracterizado este periodo, porque van apareciendo enfermedades comunes aunque con un tinte ó sello del genio epidémico. En los periodos de incremente y de estado ó estadía, hasta en los enfer- mos crónicos, toman los males el tipo epidémico; en todas las enferme- dades existentes yen todos los enfermos, si no lo son de la epidemia reinante, es necesario, por lo menos, combinar el tratamiento de su do- lencia con el del mal reinante. Por último, la causa ó incidente mas leve como una herida, una contusión, el exceso de trabajo ó ejercido, secón- vierten en causas determinantes. Estos periodos distan mucho de ser regulares y constantes en todas las epidemias y además, suelen tener sus recrudescencias ó alternativas y DE HIGIENE suelen provenir estas, deque los emigrados, creyendo alejado ya el peli- gro, vuelven á sus hogares y con ello vuelve el hacinamiento y toma nue- vo vigor el incendio. -El gemí o epidémico, 1 a infmenzza que acompaña y que deja en pos la epidémia, suele durar algún tiempo, aun después de estinguido el reina- do de ella, lo que obliga á continuar con el uso de las sustancias, que so hallaron mas eficaces contra los males que dominaron, para con los de los males comunes. Aunque habría mucho aun que decir sobre la marcha de las epidemias, oreemos que por el momento es suficiente con lo espuesto y pasaremos íl ocupamos del j ronóstico de las epidemias. Tomando la palabra epidémia en su mas lata acepción, podemos decir fioe la estadística ha probado que es en verano óal fin de esta estación fioe ios paises templados y aun los fríos, se hallan predispuestos á las enfermedades zgmóticas, como la viruela, el sarampión, escarlatina, of- talmías y enfermedades del aparato gastro intestinal y que es en esto Periodo, que la mayor parte de esos males se encuentran en el periodo de incremento. Por lo general, los males epidémicos que invaden en el °tono, suelen terminar en el invierno, los que comienzan á fines de la primavera ó principios del verano, desparecean ó cambian de carácter 611 las estaciones inmediatas; debemos prevenir, que los males que en ca- da estación se desarrollan, tienen un tipo, en armonía con las circunstan- Clíls climatéricas que asistieron á su génesis y presidieron su parto 6 ec'losion y así, no es de estrañar que las enfermedades epidémicas del in- ferno, vengan acompañadas de síntomas flogísticosyque las del verano, seau seguidas, después de su reacción pirética, de caractéres adinámicos. Tas enfermedades que tienen un carácter ú origen mefítico, en los países cálidos, es durante el otoño que se presentan con mas frecuencia é densidad y en los climas templados y en los sub-siguientes al frió, es por contrario durante el verano, que reinan por lo general. Ti altura de las localidades influye, de la misma manera que el clima sobre el tipo yel reinado de los males. Tay parages que por su situación elevada están al abrigo de ciertas epidemias; los parages elevadas en la zona tórrida y en los trópicos, Slernpre que pasen de treinta ó cuarenta piéj sobre los terrenos inmedia- t'stán al abrigo de las fiebres intermitentes y de otros paludismos ll mayores elevaciones, como en Vera-Cruz á 928 metxms sobre el vd dei mar, se está al abrige de la fiebre amarilla, como seestáigual- en Petrópolis y en la ciudad del Cairo de la peste de Le- vante. 316 LECOCINEB Para el cólera y el tifus, viruela, etc. no se conoce el límite vertical en que cesan de manifestarse, ni se conocen latitudes. La fiebre amarilla, en el hemisferio Norte se ha observado hasta los 46 ° de latitud y en el hemisferio Sud hasta los 35 ° ,en las costas del Atlántico, pero existe también en las del mar Pacífico. La fiebre amarilla, se ha observado que no se propaga al interior de los continentes, sino que sigue el curso de los rios y arroyos de agua dulce ó salobre y como si necesitara una atmósfera húmeda y elevada tempe- ratura, cesa de trasmitirte á cierta distancia (una ó dos leguas de la costa) y en climas templados requiere las calores del estío. Se ha nota- do ademas, respecto á esta enfermedad que las condiciones, como dice Levy, que hacen variar la frecuencia, influyen sobre su gravedad; y así, mientras que en las Antillas ataca la mitad ó dos tercios de la población, y mata un 40 6un 60 por 100: en España atacó 7[B de los habitantes ó hizo perecer el 2[3 óel I[4 de los enfermos y en nuestro pais en 1871 mató un 25 por 100 por término aproximativo, aunque en algunos dias la mortalidad, según opiniones, pasó de un 60 por 100. La embocadura de los rios son parages de predilección para las epide- mias pestilenciales y se cita en particular el delta del Niio, del Ganges y del Mississipi, como asiento continuo o cuna, de cada uno de ios tres grandes flajelos de este siglo: la peste bubónica, el cólera mórbus y la fiebre amarilla, y se esplica esto, por las noluciones que esos rios arras- tran, poi1 los bancos ó depósitos que se forman en su desembocadura y quedan origen a una fauna y flora especiales y por último, por la mezcla de las aguas de esos rios con las salobres del mar. La estagnación de las aguas, el hacinamiento de las poblaciones, el uso de alimentos mal sanos ccmo el pan atizonado, las carestías y ham- bres, las guerras, las afecciones nerviosas, generan muchísimas veces endemo-epidemias que traspasan luego el radio ó ejido de esos parages é invade los vecinos, y el pronóstico ó predicción futura, puede con segu- ridad hacerse, pero el pronóstico de su duración y de los estragos es imposible proveerlo, ni prevenirlo, aun haciendo desaparecer las causas patogenéticas. No obstante, podemos decir, con el Sr. Giué yPartagas: Io Que los estragos de una epidemia cualquiera en una localidad, será mayor, cuanto mas desatendida esté la higiene pública; 2° Que es de augurar que tome grandes proporciones una enfermedad infecciosa, cuan- do no se aislé su foco primitivo ó secundario del resto de la población; 3o Que una enfermedad epidémica durará, lo que dura una estación, de 120 á 150 dias; 4° Que las enfermedades que necesitan una tem- peratura elevada, como la peste y la fiebre amarilla, declinarán cuando DE HIGIENE 317 disminuya el calor propio de la estación; 5o Que sobrevendrán recru- descencias en una epidemia en declinación, toda vez que sobrevenga un c-alor inusitado; 6o Que la mortalidad aumentará toda vez que sobre- 'engan vientos frescos, pero disminuirán los casos nuevos; 7o Que las Uvias copiosas, seguidas de dias serenos, con vientos polares, son favora- ides para la declinación; 8o Se augurará esto mismo, cuando se pre- sten enfermedades comunes con sus caracteres propios y cuando el Bc'Uo epidémico vaya desapareciendo. Entra en las discusiones, dudas, y temores que suscita la aparición de n’ a epidemia, el poder augurar la propagación ó incremento que toma- Fa> pero muy poco es dado decir sobre este particular, á causa de lo raras C;lprichosas que son estas en sus movimientos y evoluciones. Hasta ‘diora, nos son desconocidas en su mayor parte las condiciones que hacen viit'iar la propagación de las enfermedades epidémicas y fuera de lo (lUe hemos indicado sobre su duración, sóbrela influencia déla higieni- z a cien ó salubrificacion, así como sobre las medidas locales, muy poco nos es dado decir sobre este particular. Eos países en que reina una endémia epidemiable, óen que un mal -x’otieo ha adquirido carta de naturalización ó ciudadanía, debido á las niaE.s condiciones de la higiene pública, constituyen una vecindad peli- Sl'°sa, mas, una amenaza parales convecinos, pues cualquiera que sea ‘ cuidado que tomen estos últimos, en asear y salubrificar les centros población, llega una estación, en que se ven obligados, para no ver esterilizados sus esfuerzos, á evitar las relaciones que pudieran traerles ana chispa de esos males. También, los países que cuidan de la salu- ric*ad de las ciudades, adquieren el indisputable derecho de exijir del c°uvecino el saneamiento del suyo, pues de lo contrario, sus esfuerzos, einPeño y gastos, se ven esterilizados. podemos pasar en sil. ncio, aunque sea en este lugar, una hipo- b-sis qUe tendría mucha influencia sobre el pronóstico de las epidemias ' en especial sebre la del cólera, de la que hemos hecho ya algunas refe- *endas y que vamos á completar. En 1849, tuvo la idea Eourcault, de Uscar la influencia del suelo sobre la propagación del cólera é hizo va- n°s estudios al respecto, encontró como favorables ála estension de efde mal: los terrenos de aluvión, el calcáreo grosero, la arcilla, el suelo y la piedra magnesiana; como contrarios á esa propagación: ‘s r°cas de los terrenos primitivos yde transición, la arena, sílice v Jreso. P V ara el, la humedad era la qne jugaba el papel principal en la tras- lülsion del cólera. 318 LECCIONES Pettenkofer continuando estos estudios, llegó á las siguientes con- clusiones que Griessinger califica de leyes en su tratado de las enfermeda- des infecciosas. 1 * El estado de agregación del suelo tiene mas influen- cia que la composición geológica; el sub-suelo de las localidades y habita- ciones contribuye á la paralización ó incremento de una epidemia importada. La inmunidad pertenece no solo a los calcáreos primitivos yde transición, sino á las formaciones secundarias. El peligro está en la permeabilidad del sub-suelo para los líquidos y el aire; las tierras vegetales, los terrenos de arena y sílice, fáciles de embeberse, los suelos arcillosos y grasos, siempre rodeados de humedad, favorecen la propaga- ción del cólera, impregnándose de agua y de evacuaciones coléricas, que se descomponen y regeneran el veneno del cólera. 2o En las localidades de sub-suelo compacto ó impermeable, el cóle- ra no se desarrolla epidémicamente y los casos que se citan son de importación. En las casas construidas sobre granito, el acúmulo de las deyecciones coléricas en las letrinas, puede constituir tocos limitados pero suhlata causa, tollitur effectus. 3° Los parages declives ó apozados, están espuestos ála propagación del cólera por la convergencia de las aguas de los alrededores, que vienen infestadas y no tienen circulación. La opinión del Señor Profesor Levy sobre esta doctrina, está con- signada en las siguientes líneas que traducimos y con cuyo contenido nos hallamos conformes: “Nuestra convicción es, que es en las comunicaciones humanas que “hay que buscar la esplicacion do la marcha de las epidemias. Los espi- “ntus superficiales, ha dicho Tardien, y con mayor razón los prevenidos, “no trepidan en imputar á la importación los primeros casos que se presen- “tan en una localidad, cuando la ostensión natural de la epidemia lo e:' “plica suficientemente. Estamos muy dispuestos á volver este argumen- to contra les mismos que hacen uso de él, pues sustituyen una hipóte- “sis á la investigación de los hechos. La epidemicidad, que sería la cau- “sadela estension natural de la epidemia, no es sino una petición de “principio, cuando mas una suposición, probable, cuando una enfermedad “estalla en diversos puntos, gratuita, cuando sigue una marcha sucesiv* “y bien se sabe, cuan fácil es hoy este modo de estension por el vapoi’ “por mar y por tierra. “Los espíritus superficiales se complacen en la invocación de la 9 “banalidades tradicionales; los hombres de laboriosa pesquiza, seatieneU “á los hechos y emprenden averiguaciones difíciles.’' Quédanos sin tratar aun el estenso punto del tratamiento de las epl' DE HIGIENE 319 demias, puesto que hemos recorrido las demas faces de su descripción Uosográfica, pero siendo este un punto tan importante lo reservamos la próxima reunión. Entretanto, veamos cuales son las influencias délas epidemias sobre las poblaciones ó sea el modo cómo obran sobre movimiento social, aunque tengamos para ello que prolongar un poco esta lección. Señores: al tratar este punto, me siento animado de un cierto grado de horror, por la manera como tratan este punto la mayor parte de los higie- uistas; parece destacarse del fondo de sus apreciaciones que las epidemias constituyen un bien, que son un beneficio y lejos de deber mirarlas, como uu castigo ó un azote, deberíamos considerarlas como una plausible me- dida providencial. De esto, á procurar su eclosión en una localidad, no hay sino un paso, que el idealismo lo santifica. A estar á estos benéfi- cos que procuran las epidemias, merecerían premios, en vez de horca los Uuportadores. Pero, no, rechazeraos con indignación ese cuadro de pros- peridad que nos pintan; rechazemos con horror esos resultados, que Pugnan con nuestra razón, nuestros sentimientos y afecciones y evite- mos las importaciones por todos los medios posibles, cuando estemos en actitud de guardar y protejer la salud pública; que ninguno de esos males que siembran el luto y la consternación venga á invadir el pais, Yo hacemos una declamación sin razón y por producir sensación, nó. es que ála verdad, las conclusiones á que llegan los autores autorizan Ciauto pudiéramos decir sobre este particular. En efecto, Yillermé co- mo Levy. Monlau como el Sr. Griné, Sussmilch como Ozauam y muchos apartando la vista en cierto modo, de las escenas de luto y de horror, de lágrimas y de penas, parece que se estacían ante un resulta- do lejano y lo exageran, olvidando la consternación, el desorden y el desquicio que traen los flagelos. Yo quiero proseguir sin citar la opinión del respetable Señor Mon- u que es conforme con la de los autores citados y que ha condensado 611 siguiente párrafo, las influencias de las enidemias. (1) ‘692. Son las epidemias verdaderas tormentas patológicas, ajitacio- profundas, y si se quiere, especie de castigos providenciales que su lado bueno y su lado malo, sus ventajas y sus inconvenientes. si bien es cierto que la mortandad que causa es á veces espan- ta, hay que cmvsnir también, cuque las mas de las bajas recaen en ele- mentos equívocos (viejos, débiles, enfermizos, viciosos, etc.,) con lo cual -Monlau. Elementos de higiene pública, torno 11, pág. 695, párr. 692 Cera edición, 1871, 3ladrid. LECCIONES “se depuran los orígenes de la paliación, fuera de que se observa, que sobre- “vienen litigo dos ó tres años de escasa mortandad, se aumenta el número “de matrimonios yse hace mayor la fecundidad de estos. Cierto es igual-- “mente que la alarma y el terror que producen, suspenden los negocios, “paralizan la industria y el comercio y hacen aparecer la miseria, las “quiebras é insolvencias, éter, pero á la par son lecciones sublimes de moral “y de higiene, llamamientos á los sentimientos generosos de caridad, y tras “ellas, acrécese el bienestar de muchos que heredan. No desconozco, en “fin, que pueden ser útiles como contrarresto délas faitees, desórdenes y des- “arreglos que en lo higiénico yen lo moved cometen los hombres olvidados “de los sanos preceptos; pero mas vale no desequilibrar que haber de res- “tablecer el equilibrio a. fuerza de sangre. ¡Que las epidemias y pesti- “leudas sufridas nos si van de escarmiento!! ” Es fuera de toda duda que las afecciones populares ó endemias, que se mantienen en las localidades insalubres, obran desfavorablemente en las plasticidades sociales, puesto que el paludismo ó caquexia de cualquier género que determinan, tiene por resultante inmediata abre- viar el término de la vida media del hombre; pocos son los que llegan ála edad adulta y rarísimos los que alcanzan a una vejez relativa. De esta manera, como hemos tenido ocasión de decirlo en otro lugar, tras- cribiendo el cuadro de Bossi, la población disminuye y solo por la inmi- gración se mantiene su nivel, cuando esta les falta, se vuelven despo- blados. Pero, mas fuera de duda es, que los males accidentales y mor- tíferos, producen un inmenso vacio en la población, ciaros que tardan muchos años en llenarse, porque la inmigración retrocede y los mismos naturales, espuestos incesantemente á la repetición de las mismas des- vastadoras, así que sus circunstancias se lo permiten, cambian de lugar instintivamente, emigran, porque no quieren ver destruido en un mo- mento el trabajo, la fortuna y la familia. Sin ninguna duda que en la marcha normal é regular, de la mortali- dad en las poblaciones, se observa el fenómeno de que un aumento do defunciones en un año, por diversas circunstancias, es seguido de una di- minución en el año subsiguiente en los países sanos y prósperos, pero esto, ni es constante, ni es una ley. Si las epidemias atacaran á laS personas débiles, enfermizas, ancianas ó deterioradas por sufrimientos y privaciones, se comprendería que, prescindiendo por un momento de los sentimientos, se pudiera esto mirar como un hecho providencial» como una depuración de los elementos sociales, en que las probabilidades de vida se hubieran ya tornado en equívocas; pero como ya lo hemos di- cho, no tienen ni cacácter divino ni nada de providencial. Por el con- DE HIGIENE 321 trario,las epidemias, como consecuencias de las insalubridades y estas como efectos de la negligencia, desidia ó incuria, son nuestra podria obra y no hay que echar todo el peso á la importación, porque cuando la salubridad de una localidad es irreprochable, cuando los agentes epidémi- cos no encuentran pábulo, no se multiplican, no ejercen sus habituales estragos; la importación es un hecho accidental é incidental, es el rayo solar, que al pasar por un cristal ó une botella de agua, que obraron como lentes biconvexas, incendiaran la pólvora imprudentemente es- puesta. No tienen nada de providencial las epidemias, desde que so generan del modo indicado y lejos de depurar las poblaciones, álos suje- tos á quienes mas atacan las epidemias, es á los miembros activos, co- mo pasa con la fiebre amarilla, la peste y el cólera, es a los que mas se es- ponen á las influencias cosmo-telúrieas. Las personas débiles, en- fermizas, los ancianos y hasta los niños, atraviesan las epidemias en un aislamiento relativo, son personas que poco andan en el comer- cio délas gentes, que por sus mismas circunstancias y condiciones permanecen en sus casas y así se libran del contagio. Como se comprende, aquí hablamos en términos generales y no debe argumentársenos con las predilecciones marcadas que traen algunas epi- demias, pues llegaría entonces el caso de hacer valer otras predilecciones Por edades y sexos, como pasa con la fiebre amarilla y el cólera mórbus, fine por lo común, perdonan á los ancianos, á los valetudinarios y á los tunos y que hacen muy poco estrago en el sexo femenino. Probablemente las epidemias observadas por Sussmilch y Villermé, fueron sin duda algunas, de aquellas que tenían preferencia por ios ni- n°s y por los ancianos, pero repito, fundándome en las epidemias obser- vadas por Ozanan y en las que han tenido lugar en nuestro país, que los flagelos se comportan por lo general, de la manera que hemos indi- cado, esto es,atacando á los miembros activos, á la flor de las poblaciones. consiguiente, las conclusiones á que han arribado, son falsas y las eiguientes conclusiones que apunta ei Sr. Levy, debemos rechazarlas como sofismas estadísticos. Hé aquí como se espresa el Sr. Levy en la página 372 de su Higiene Pública: “En efecto, las epidemias atacan preferentemente á las per- sonas débiles, valetudinarias, enfermizas, etc: la mortalidad que deter- minan recae, como la mortalidad normal, en proporción mas fuerte, sobre los niños mas próximos á su nacimiento y sobre los ancianos mas avanzados en edad, una población así purgada de sus elementos equívocos, deja, en los años subsiguientes, menos botín parala muerte; 21 322 LECCIONES “segundo, después de las fuertes mortalidades, el número de los matri- “nios aumenta, porque hay mayor espacio, mayor abundancia de subsis- tencias; las herencias confieren recursos, á una multitud de jóvenes “que, no habrían podido conseguirlo con su trabajo y la facilidad para “poder mantener la familia, los conduce al matrimonio Enfin, el aumen- to de los nacimientos resulta do estas nuevas uniones y de una recru- descencia de la fecundidad de los matrimonios antiguos, haciendo los “supervivientes, en sus procreaciones, la parte de la causa despopulado- da, que sea esta, guerra, una carestía, un pantano, ó una epidemia acci- dental, etc. En cuanto a la tercer conclusión la compendiaremos así: como durante las epidemias desaparecen las enfermedades comunes, al inquirir las pér- didas, hay que deducir el promedio de las defunciones habituales. La cuarta conclusión la compendiaremos también, así como la quinta, de la manera que sigue: Cuarta, las epidemias estingnen las predispo- siciones morbosas haciendo en corto tiempo, lo que tendría lugar en dos é tres años y esto resulta de la comparación do la mortalidad de las en- fermedades esporádicas, La quinta conclusión es un coralario de la ante- rior yle dan los autores el nombre de dislocación de las epidemias, por cuanto tienen lugar en poco tiempo, lo que hubiera ocurrido en mas largo intervalo. Volvamos un momento sobre la segunda de estas falsas conclusiones; en ella se asevera que los matrimonios aumentan, etc. Esto es com- pletamente falso, perdonemos el Sr. Yillerraé y los higienistas que lo siguen. La mortalidad mayor en las epidemias, en cuanto á los sexus, da una cifra mucho mas crecida en los varones que en las mujeres y esta morta- lidad, como hemos dicho, está mas acentuada en los jóvenes que están en la época de la virilidad, es decir, por término medio de los 20 á los 35 años. Eácil es comprender la razón de esto; esa es la edad de las pasio- nes, de las aspiraciones, de las temeridades é imprudencias en el hombre- es también la época de la mayor actividad del espíritu y en que tá todo se aspira para labrarse una posición independiente, época en que se juega el todo por el todo. Las mugeres, como los ancianos y los niños, permane- cen bajo la sombra del hogar, en medio de una vida de pocas agitaciones yen que se prodigan los cuidados con solicitud. Muriendo un mayor número de varones; las epidemias vienen por sus resultados á ser equi- parables con las guerras; dejan húerfanos á una gran cantidad de seres; dejan en el abandono yen la miseria á muchas jóvenes y el resultado final, es conducirlas ala inmoralidad, á la miseria y á la prostitución- DE HIGIENE 323 Puede suceder que haya muchos matrimonios, pero estos, que se efectúan entonces en una edad relativamente temprana, en que no existe la espe- dencia de la vida, producen efectos diametral mente opuestos á los que se indican. No siempre, diremos también, hay mayor abundancia de subsis- tencias después de las epidemias, por el contrario, suele suceder que por imprevisión y por efecto de la eompartieion délas herencias, y mas que nada, por la faltado necesidades premiosas, losltalleres de la industria se encuentren escasos de brazos ó con obreros poco inteligentes, que no se toman mucha pena por producir. Podemos decir, que hemos atacado por su base esas conclusiones y hemos llegado a resultados contrarios á los que indican los autores. No tenemos tiempo para mas, y aun considero innecesario decirlo, desde que hi clara inteligencia de vds. lo comprenderá y suplirá las deficiencias En la próxima reunión nos ocuparemos del tratamiento de las epide- mias. yRAT AMIENTO DE LAS EPIDEMIAS. Prosiguiendo el estudio de las diversas faces que ofrecen á nuestra consideración las epidemias, vamos á comenzar á ocuparnos del trata- miento de ellas. ¡Señores : En nosográfia, los tratamientos instituidos paralas dolencias ó enfer- medades, se subdividen de varios modos, según los fines que con la me- dicación se trata de obtener. Como bien se comprende, no vamos á ocuparnos de las medicaciones correspondientes á cada uní de lis enfermedadus epidemiables, pues ello importaría invadir el dominio de la terapéutica; vamos, tratando de las epidemias en general, á indicar Aginias de las medidas higiénicas que las autoridades encargadas de ye!ar por la salud pública, deben adoptar, tanta para prevenir el desarro- po espontáneo de esos males, como su importación y á la vez indicaremos hmmedidas mas conducentes para disminuir los estragos délos flajelos y ahogar y acortar su permanenda en una localidad, amenazada ó inva- dida ya. 324 LECCIONES Es de sumo interés y de grandeimportancia el punto que tenemos que esponer y para facilitar el estudio de cuanto él abraza, nos proponemos seguir el orden siguiente: en primer lugar veremos las medidas higiénicas mas conducentes para disminuir los estragos de una epidemia ya decla- rada, acortando, si es posible su reinado en una localidad; en seguida nos ocuparemos délos medios mas aconsejados para prevenir el desarrollo espontáneo de los males epidemiables en los centros sociales: en seguida indicaremos los medios preconizados para ahogar en su cuna los males exóticos, tan temibles por sus estragos, y por último nos ocuparemos de la profilaxia epidemiológica internacional, higiene internacional ó pre- cauciona!, ó sean las medidas aceptadas ó seguidas por los pueblos cid- tos, para evitar la importación de las pestes, ó sean las medidas que de- ban, adoptarse, cuando los males exóticos amenazan un país. Innecesario considero, el encarecerles la importancia y trascendencia de estos puntos, puesto que ellos comprendían el estudio todo de la higiene, pues en efecto, si la higiene pública existe, como arte ó como ciencia, es por su aplicación á este gran problema que procurad estudia la salubridad y salubrificacion de los centros sociales, punto á que con- vergen todos los detalles, punto íntimamente relacionado con el estudio de los modificadores, que hemos venido haciendo. Deseosos de entrar cuanto antes al estudio de estas cuestiones, escu- samos por el momento toda insistencia sobre este tópico, que se brin da para tantas consideraciones y consecuentes con lo que acabamos de de- cir, empezaremos á tratar: de las medidas higiénicas mas conducen- tes DADA DISMINUIR LOS ESTRAGOS DE UNA EPIDEMIA, YA DECLARADA. En el caso deplorable en que se hubiera declarado yá en una localidad, llenando de espanto y consternación una población, es deber de todas las autoridades, ya que no pudieron evitarla con medidas acertadas y oportunas, aumentar sus esfuerzos y desplegar la mayor suma de activi- dad y de empeño, para recuperar el tiempo perdido por su negligencia, su desidia y su incuria. Si las autoridades encargadas de velar por la salud pública prestaran la debida atención á sus deberes, cuidando del aseo y limpieza de las poblaciones yde sus alrededores, evitando el hacinamiento y cuanto puede ocasionar un mefitismo, solo por escepcion llegarla el caso de tener que usar de los medios violentos, de las medidas estremas é insu- ficientes para detener con oportunidad la segur de la muerte que bate sus álas sobre la población, invadida por su descuido ó su culpa. Una de las primeras medidas y de grande utilidad, cuando es tomada en tiempo oportuno, es la profusa circulación de advertencias, avisos o DE HIGIENE 325 instrucciones populares, concebidas en términos ciaros y sencillos, que espliquen la naturaleza de la enfermedad reinante, las causas que pre- disponen á contraería, lo que mas la determina, lo que debe evitarse en la alimentación, lo que debe procurarse con los modificadores higiénicos, aires, aguas y suelos, bebidas, habitaciones y vestidos; se preconizará la limpieza pública y personal, la ventilación, la desinfección; se insistirá en la morigeración de las costumbres, que se eviten los excesos y según el estado de los ánimos, habrá que calmarlos ó encaminarlos, alejándolos del pavor por la persuaden, pero evitando el exceso contrario, Ja demasiada confianza, que conduce ála esposicion y al abuso, á la temeridad. Es conveniente en las épocas epidémicas no esponerse al rocío ó sereno, esto es, recogerse temprano y no salir sino con el sol alto, á causa de que con la frialdad y humedad del aire, los miasmas ó principios que impuri- fican el ambiente, descienden por las tardes ó las noches y vuelven á elevarse cuando el sol los evapora de nuevo. Es una gran imprudencia por parte de los que permanecen en los centros epidémicos y están habi- tuados á tolerar bien el atmósfera mefítica, el salir de los focos para respirar el aire puro de los lugares circunvecinos y después volver al recinto epidémico, pues así desaparece esa inmunidad, que no es en re- sumen sino una tolerancia, un efecto del hábito en virtud, del cual, la eliminación, equilibra la absorción. Deben prohibirse las reuniones numerosas, en particular de noche come teatros, cafés, clubs, etc, las ceremonias religiosas que deprimen el animo, como las rogativas, procesiones, etc. Gran número de autores recomiendan la desocupación de las ciudades, la emigración ó diseminación por los lugares no invadidos, pero no nos limamos á aconsejar tal medida para con él cólera que no reconoce dallas, ni obstáculos y que tiene el inconveniente de hacer salir del cen- tr° délos recursos á Jos habitantes, de las comodidades y de sus hábitos para ir á vivir en colonias p rovic.ionahs é improvisadas. Parala fiebre Marilla y la peste de Levante, que no se propagan según muchos, lejos de los rios y arroyos, esa medida de internación puede ser eficaz. En Clíanto al cólera repito, y cualquier otra epidemia que marcha á favor de las corrientes humanas y en que los socorros oportunos y bien dirijidos, Aciden casi siempre, del resultado de la enfermedad, consideramos esas Migraciones, no llevando todo lo necesario, una verdadera imprudencia, Propia para difundir el mal, para propagarlo en vez de estinguirlo. Das autoridades en tales casos, deben establecer servicios sanitarios, Mitas médicas domiciliares, preventivas, instalar en las plazas públicas lospitales, carpas, ó barracas, que han dado muy buenos resultados en las 326 LECCIONES principales capitales de Europa, así como el servicio médico-farmacéu- ticos ambulante, confiado á personas competentes; el establecimiento de apostamientos opuestos médicos enparages fijos, etc. Euera de los socorros de todo género á los enfermos, las autoridades no, deben descuidar el aseo y la limpieza pública y las mismas visitas do- miciliarias, deben estenderse hasta las casas y habitaciones privadas y es siempre muy conveniente, que se hagan esas visitas con una brigada bien instruida, muy regimentada y moral, para cuidar, asear y prestar so- corro á los enfermos, á la vez que conducir los cadáveres al cementerio y los enfermos sin comodidades ni recursos á los hospitales temporarios bajo carpas. Los auxilios en dinero, dados á las familias, es un mal gastamiento. Preferible es que se nombren Comisiones, que provean á la subsistencia de los menesterosos, que confeccionen alimentos sanos, bien sazonadas y reparadores, en diversos distritos déla población y los den con profu- sión, asi con ropas, cobijas y los útiles mas indispensables, que pidieren los encargados de las vi- itas domiciliarias preventivas. No debe permitirse la holganza en los centros epidémicos; la autoridad en esos casos de epidemia declarada, debe mandar cerrar todosaquellos establecimientos industriales, que despiden efluvios ó miasmas insalubres ó incómodos, como los que elaboran sustancias putrescibles; se tendrá mucho cuidado con los mercados, conventillos, mataderos y muladares, caballerizas, cloacas etc. etc. Deben establecerse depósitos de cadáveres, ó salas mortuorias en varios puntos de la ciudad y conducirse departe de noche y por las calles menos concurridas hasta el cementerio, en que deberán depositarse en capillas ó salas, basta que se manifiesten los signos déla mueite real; muy con- veniente seria, que las autoridades, en caso de epidemia principalmente, adoptasen la cremación ó incineración de los cadáveres, en caso de no adop- tar este procedimiento, que es el mas higiénico, que ahorra el mefitismo y economiza la saturación del suelo, debe por lo menos obligar á desinfectar y acelerarlas descomposiciones por medio de la cal. Las autoridades, en los casos en que reina una epidemia, deben por medio de las instruciones y de los boletines sanitarios, repartidos profusa- mente, prevenir al público contra los remedios secretos, que no son sino esputaciones, que tienen el inconveniente ademas, de hacer que los enfer- mos pierdan el tiempo ó que se ocasionen grave daño, fuera de que con ello, comprometen el éxito cielos tratamentos racionales, en los momentos mas favorables para su curación. Por el contrario, debo procurar y aconsejar, todos aquellos remedios que no son perjudiciales, ni secretos DE HIGIENE 327 incapaces de producir efectos dañosos y que sirven para inspirar con- fianza y tranquilizar el ánimo de los que creen en su eficacia. Cuando una enfermedad exótica ó epidémica, se manifiesta en un barrio ó distrito de una ciudad, un poco de rigidez en las medidas que se adop- ten, puede ahogar ó sofocar la propagación del mal. Dos caminos se presentan á la autoridad para obtener este resultado: ó bien, desocupar completamente por medio de una rápida y enérgica medida el barrio, manzana ó distrito infectado, de manera que nadie quede en él, sino la policía de seguridad y orden público, conduciendo sus habitantes á parages aislados y lejanos, proporcionándoles todas las comodidades posibles y el bien estar; ó bien, producir este mismo aisla- miento temporario, en el barrio mismo en que ha estallado el mal, ta- piando ó acordonando las salidas y proveyendo á las necesidades de los apestados y sospeches—ambos medios tienen por objeto, evitar la difu- sión en la ciudad de los contaminados, que irian á propagar el mal por todos sus ámbitos. D 3 ambos medios, el primero es mas eficaz y seguro, pero requiere la persuacion y la fuerza, la prontitud, la energía y sigilo. Da desocupación debe ser seguida por la autoridad, en breve tiempo fie la desinfección, ventilación y aseo. Da secuestración ó aislamiento, debe ser, separando los enfermos de ios sanos y en parages aislados y ventilados; la autoridad debe en estos casos proveer á los cuarentenarios, de todo lo mas esencial. En una pa- iabra, en estos casos, se establecen colonias sanitarias ó cuarentenarias, por quince dias, por lo menos, si no se presentaran nuevos casos y pro- rogables según las circunstancias. Dos paises espuestos por las endémias epidemiables, que se generan en su seno; aquellos que están espuestos á la importación da esos males Por sus relaciones comerciales y mas que nada, por las condiciones de su Salubridad, deberían tener un cuerpo de Sanidad bien organizado para estos casos, con ascensos, premios y recompensas. Toda vez que azota una epidemia á una localidad, se enrostra á los Jodieos el que no cumplen con su deber, con su sacerdocio, si no per- onecen en medio del incendio y de la ruina y desolación; en esos mo- mentos, quieren que sea un apóstol, un sacerdote cada médico y se le Suponen deberes y obligaciones, que no tienen; se les promete cuanto es Posible y apenas pasado el flagelo, lo abruman con gabelas, con contri- buciones y le desconocen todo derecho. Se quiere que el médico olvide deber de propia conservación; se le exijeque se sacrifique ó arriesgue sú vida, no por caridad, no por amor á la humanidad, por su patente de 328 LECCIONES médico, por obligación y por no importa que enfermo; se quiere que ol- vide sus afecciones de padre, de esposo óde hijo, nada les importa que pueda llevar el contagio y la muerte de regreso á su hogar, etc., etc. Cuando un médico muere, Señores, en medio de esos conflictos, le suelen dar una pensión á su viuda 6 sus hijos; el que espone su vida, sacrifica su fortuna y permanece en su puesto, luchando hasta el último instante, luchando con la epidemia—ese no recoge, Señores, sino abrajos desengaños La medicina, Señores, es una profecion sujeta á cargos, como cualquier otra industria y el médico, no tiene para la comunidad social mas debe- res, que los demás industriales, según nuestra organización actual. No hay honor, no hay deber me equivoco, Señores, hay deber y des- de que este existe, no hay honor, ni hay gloria, en arrostrar las epide- mias. Ese deber consta en el último capítulo del Código del Dr. Te- jedor pero, es arbitrario, es injusto no hay equidad, en que todas las clases sociales tengan el derecho de ausentarse y que solo al médico se obligue al sacrificio. ¡Desgraciada profesión! ¡Desgraciados médicos! ¡Si al menos tuviera el médico, como tienen los empleados civi- les su jubilación, después de uua série de sacrificios!. . . ¡si tuviera su retiro cuando inválido, como los militares y su viuda y sus hijos, el goce de un sueldo! .... No perdamos el tiempo en clamar en el desierto nuestras pro* testas y nuestras quejas son vanas, no despertarán mas écos, que los ruidos sordos de las campanas de palo, según la feliz espresion del autor de Martin Eierro, el Sr. Hernández. En los países templados como el nuestro, en que fuera de los males indígenos, délos que han adquirido el derecho de ciudadanía en los cen- tros sociales, no existen otros males epidemiables, suele suceder ó sucede siempre, que por un exceso de confianza en nuestro clima, des- cuidando nuestro suelo y nuestras aguas, á la par que nuestro aire, cuando nos llega á invadir una epidemia, por alguno de los innumera- bles resquicios que dejan la mejor urdidas tramas cuarentenarias, nada hay prevenido contra los flagelos y tanto las autoridades, por falta de un código sanitario, como los particulares, se encuentran entregados al abandono mas culpable y cada vez que nos ha visitado un flagelo, ha pro- ducido un gran desconcierto; luego que ha desaparecido también, por la frivolidad que nos caracteriza, los vacios antes notados, las promesas y los proyectos higiénicos, que el peligro reveló con carácter de necesidad evidente, son fácilmente olvidados, así como la consternación, el luto y las pérdidas sufridas. DE HIGIENE 329 Fuera de cuanto llevamos indicado para el caso en que estuviere una epidetnia declarada, debemos agregar, que las medidas higiénicas, deben tomarse con tiempo y continuar aplicándose con celo constante y en todos los ámbitos déla ciudad atacada. En casi todas las epidemias, hay siempre dos enemigos mas que combatir, fuera de la enfermedad, que son la miseria yel miedo. Tam- bién, en medio de la consternación y del conflicto que suscitan las pérdidas y desgracias, suelen producirse turbulencias, hijas del fanatis- mo, de odios ó preocupaciones, que la autoridad debe reprimir con mano tuerte, pues las pasiones populares desbordados no se detienen y se vuelven irresistibles en su ímpetu, si se las deja tomar cuerpo. Creo, Señores, que hemos indicado lo suficiente para la circunstancia estar una epidemia declarada y podemos pasar á ocuparnos del pro- blema de AHOGAR Ó SOFOCAR EOS MALES EXÓTICOS EN SU CUNA T DESMI- DE, POE LQ MENOS, LOS MALES INDÍGENOS. Ea frecuencia con que invadian las pestes las principales poblaciones 6n los últimos siglos, hizo que todas adoptai'an medidas precaucionales, toda vez que alguno de los estados con que mantenían relaciones comerciales, se encontraban diezmados. Estas medidas precaucionales consistían en el establecimiento de Cuarentenas y de Lazaretos para aislar temporariamente á los buques, Escarbas y los tripulantes y pasageros que venían trayendo los conta- gios. Esta idea de las cuarentenas y lazaretos fue puesta en práctica P°r primera vez y cou feliz éxito por Yenecia, emporio entonces del comercio y punto á que se dirijian á su regreso los cruzados, con los botines que traian arrebatados á los sarracenos. Eo pretendemos historiar por el momento, nfabrir un juicio definitivo s°bre estas medidas precaucionales, pero tratando de esplicar como apareeió la idea de atacar los males exóticos en su cuna originaria, ne- Cesitamosrecorrerágrandes rasgos esas etapas déla profilaxia, hasta arvibar á los tiempos actuales. Toda vez que los países, señores, ponían empeño en que las medidas coarentenanas se cumplieran con el rigor aconsejado por el temor, la Plu&!axia óla no importación, era la regla ola consecuencia; pero, la |Ü£ddad yla resistencia de los individuos á sufrir los vejámenes y rudos atamientos, á que se les sujetaba en el período cuarenteuario, ó de contumacia, les hacia hallar modo de eludir esas medidas ó de burlar la fidaacia que se tenia cou ellos. Este afan, por parte de los cuarentenarios, ios perjuicios que sufría el c°üiercio yla navegación, ocasionaban injentes gastos á los gobiernos y 330 LECCIONES grandes pérdidas á los otros intereses enunciados. Ademas de esto, cada país, en la barabúnda de ideas encontradas que se tenían, sobre el modo de trasmisión de los males y el mayor ó menor temor que se abri- gaba en cada localidad, hacia que en cada puerto, las medidas cuarente- nariasylas prácticas correspondientes, fueran distintas y de aquí prove- nía una esposicion entre los mismos países que se precavían y una guerra comercial, que concluyó, por hacer que los gobiernos, viendo que ese estado de cosas, lo único que traía, era una esposicion de la salud de los habitantes de sus respectivos países, resolvieron reunirse, con el fin de estatuir algo definitivo y uniformar las medidas, igualando el tiempo de duración de sus cuarentenas, que se había hecho una necesidad palpi- tante. Reuniéronse, en efecto, yse discutió largamente en varios con- gresos médicos y diplomáticos, lo mas equitativo y económico, pero conviniendo todos, en que las cuarentenas eran una necesidad, no deja ban de ver, cuan onerosas eran para los gobiernos y para el comercio, que es la sávia del progreso de las naciones. No tardó en surjir el último remedio que la mente concibe para evitar esto, y se propuso la árdua y difícil empresa, de hacer desaparecer los males exóticos que se hacían tanto de temer. Reconociendo que esos males debían tener por origen la reunión de un gran número de causas de insalubridad; sabiendo, por otra parte, que no á todos los individuos atacan, puesto que muchos tienen inmuni- dades ó son refractarios, habiéndose vislumbrado que, cotizándose las naciones, era este un plan económico; no faltando tampoco médicos ab- negados que se prestaban á ir á estudiar esos parages, designados como cuna orijinaria, se acometió la erapx-esa de la salubrificaeion de esos lugares. Hé aquí, el origen, de lo que se ha dado en llamar impropiamente Higiene Moderna y quermes otra'cosa, sino la tendencia actual, á volver a los preceptos antiquísimos que encierran una verdad evidente: quitada la causa, desaparece el efecto; sublata causa, tollitur cffectus, pero que aceptamos, si con ella se quiere designar la tendencia ó preocupación constante hoy, en los hombres de la ciencia, que se aplican á salubrificar las ciudades y los focos reconocidos de todo mal epidemiable. Esta tendencia está práctica, esta 'higiene moderna, data del promedio de nuestro siglo. Esta tendencia está justificada por los resultados obtenidos. En efecto en muchas localidades, por medio de las obras de salubrificaeion, se ha conseguido la cesación de enfermedades indígenas; ha disminuido la mortalidad general; ha minorado la tisis; se han modificado favorable' 331 DE HIGIENE Wente las enfermedades climatéricas, volviéndose mas leves, etc., etc. Mas tarde, al tratar de las obras de salubrificacion ó de circulación continú e, hemos de volver sobre este punto con mayores datos. Algunos autores y entre ellos Levy y Monleu, dicen que la civiliza- ron disminuye la frecuencia y la intensidad de las epidemias y entre eBtas, que las mas desastrosas se observan en los países, donde mas des- udada está la higiene pública; de manera que, siempre que es posible averiguar la causa de tales azotes, de fijo se encuentra, en el olvido de los Preceptos de nuestro arte conservador, así como en la aplicación de mismos, consiste el apetecido remedio. Es decir, no es propiamente la civilización la que determina estos efec • t°s, puesto que tenemos muchos países, que no se encuentran á la vangu- arclia del movimiento progresivo del siglo, pero que han emprendido las jA>ras de salubrificacion y á esta medida es que debe atribuirse el efecto lU(licado. Tenemos vivos ejemplos de ello en el Hedjadzt, en la desem- bocadura del G-anges, Jessora, el Egipto y muchas otras ciada les y por otva parte, varias poblaciones de la Gran Bretaña, de Francia yde Italia, han visto disminuir su mortalidad y desaparecer algunas endemias 0 minorar considerablemente las existentes á favor de estas obras de salubrificacion, conforme á las ideas modernas. 3on tales, tan repetidas y tan evidentes las pruebas recogidas á este respecto yes tal la persuaden que se ha arraigado consiguientemente en 0s hombres de ciencia y en los gobiernos, que en el dia se mira con un Clerto menosprecio, todo pais algo civilizado en que existen males epi- hemiables y endémias, que acusan de desidia é incuria á los gobiernos. bien se comprende, los países que invierten cuantiosos tesoros la salubrificacion, no pueden mirar serenamente, que un pais que par- de la civilización y mantiene frecuentes relaciones comerciales con ei^0s5 esponga la salud pública y comprometa los intereses mercantiles, P°r no salubrificar el suyo. No esta distante, creemos, la época en que 6s^a misma causa, provoque reclamos enérgicos contra esos países, por los o°bieruos que se ven obligados á tomar medidas precaucionóles onero- s’ tras los trabaios mismos de salubrificacion, que son muy cuantiosos; °y mismo, podemos decir que hay una protesta sorda, que va haciendo Camino y que muy pronto se convertirá en un reclamo, pues todas las se encuentran interesadas en conservar su salubridad y se ven apuestas por las que no se preservan yno sanean ó higienizan sus Calidades. bien, la nueva tendencia, ó la nueva escuela higiénica, conside- tom° el mejor y mas eficaz remedio para prevenir el desarrollo es- 332 LECCIONES pontáneo de los males epidemiables, las dichas obras de salubrificacion; la misma escuela llega, en la exaltación de los beneScios que acarrean esas obras, hasta mirar las demas medidas precaucionaos para las pro- cedencias de lugares sospechosos ó apestados, como innecesarias y por demas. Guardémonos, empero, de aceptar tal estremo, puesto que, por mas que sea la atención y el cuidado que se preste a la higiene de las ciudades, siempre quedan algunas insalubridades que se escapan á la vigilancia y estas podrían determinar muy bien la multiplicación ó pro- pagación de los males exóticos, una vez importados. Por loque respecta alas medidas profilácticas internacionales óeste- riores, lo que hasta ahora ha aconsejado la ciencia como mas eficaz, han sido los cordones sanitarios, las cuaranienas y los lazaretos. Los cordones sanitarios son las cuarentenas terrestres, que se hacen cumplir por medio de la fuerza pública, en las fronteras territoriales de los países, que se encuentran amenazados de importación de males estra- ños. Para el efecto; se colocan guardias ó centinelas de trecho en trecho, con orden terminante de intimar á todo individuo procedente del país infectado, que no pase al territorio del estado que se preserva, bajo pena de la vida. Suelen los gobiernos, en las fronteras terrestres? señalar un espacio ó un edificio en sus límites, en que pueden hacer cuarentena las personas procedentes del país infectado y pasado un nú- mero de dias, no ocurriendo en ellos novedad sanitaria, es decir, no ha- biendo ningún enfermo, ni persona con síntomas premonitores, son admitidos entonces al libre tránsito. Estos cordones sanitarios, obedecen al principio de aislamiento ydo contumacia, en que se ponian en el pueblo de Israel á los enfermos de males impuros. En la actualidad, estos cordones sanitarios, están en casi completo desuso y los gobiernos, parecen convencidos de su ineficacia y mas que nada, convienen en que es casi completamente imposible inpedir la elu- dicion délas medidas, burlar la vigilancia ó que se deje de corromper á los guardianes ó centinelas, en la vasta esteneion que ocupan las fronteras, y por esto, hasta ahora no han dado buenos resultados en ningún país con escepcion de la Sicilia. No obstante, es el único medio de preservarse por las fronteras terrestres de los países limítrofes que se encuentran flagelados por un mal epidémico. Como hemos insinuado hace un momento, el aislamiento de los enfer- mos, ó el de los sanos, para evitar la contaminación, es el principio á que obedecen las medidas cuareutenarias terrestres y las marítimas, de ma- nera que, si los países sanos pudieran evitar de algún modo, que salieran LECCIONES 333 0s habitantes de un país infectado, se considerarían, con razón, al abrigo, la importación, pero no siendo esto posible, tratan de evitar por lo que los sujetos procedentes deesepais, vengan á propagar el mal pueden importar. Resulta de esta esposicion, que las meiddas cua- Ventenarias marit mas y terr estrés son los medios puestos en 'práctica por rasiones, para evitar la importación de los males, que pueden padecer °tros países. Ks evidente que, en el ejercicio de su soberanía autonómica, todo P*w tendrá perfecto derecho para cortar las relaciones comerciales, toda clase de relaciones con un país infectado, pero la civilización les impone deberes ineludibles y los intereses de la navegación y del comercio que Se encuentran damnificados, así como los de los inmigrantes y viageros llan traído la práctica, seguida por todas las naciones cultas, de no clau- ®urar completamente las fronteras terrestres y marítimas, sino de someter ias procedencias de los paises flagelados ó sospechosos, á medidas pru- denciales, por un tiempo que los hombres de ciencia señalan. Permítaseme trascribir unos párrafos aquí, de un pequeño trabajo pre- sentado á la Asociación Médica Bonaerense en el que condensé los prín- gales argumentos, en contra de las cuarentenas y que trascribimos aquí P°r la definición que damos de las cuarentenas. Pn las colectividades sociales que forman las poblaciones y en los c°njuntos de ellas que componen los Estados ó Naciones, hay autorida- des superiores encargadas de velar por n y propagó don de esos males y que esa esposicion, se aleja en razón directa del cuadrado de las distancias, que separan á los sanos de los enfermos, úe los que están bajóla inminencia mórbida, de los que tienen el mal en incubación yde los que se hallan en estado de contumacia, ó estáu bajo uu sospechoso estado. Ysi esto decimos de las personas, ¿qué no po- dremos autorizadamente decir de las cosas? Los granos de trigo hallados entre las momias que encierran los tno- LECCIONES 335 n°Htos de Egipto y los granos de maiz, hallados entre los cementerios de Cuzco., del tiempo del Imperio de los Incas, plantados, han dado respec- tivamente, trigo y maís. Eos vibriones y bacterios secados por Spallanzani y por Pastenr, después de uno y dos anos, colacados en condiciones de calórico y hume- ad, han vuelto á la vida, y se han multiplicado. Mas de una ves, las ropas guardadas, de personas fallecidas do virue- E, tras largos años, han determinado de nuevo la viruela; mas de una Vez, las ropas de ios fallecidos ó enfermos de fiebre amarilla yde cólera, han comunicado el mismo mal y han dado origen á una epidemia» Podemos decir, bajo el curso de estas ideas, que la humanidad es in- correjible, es incrédula, es olvidadiza, y apenas ha pasado poco tiempo de la desaparición de uno de esos flajelos, cuando el miedo comienza á lujarse de nosotros; comenzamos á transar con el rigorismo salvador y confianza reemplaza al temor, nos olvidamos de las crudas lecciones Recibidas y tratamos con nuestros enemigos, labrando ó preparando de t-sta manera, los males que mañana nos han de diezmar, pues lo único y mas seguro de cnanto pueden darnos, es un presente griego. En una palabra, Señores, yo sostengo por ahora, fundándome en el brecho de propia conservación que tienen los pueblos, como los iridi- adnos, que los paises sanos, deben evitar la entrada de las epidemias y hasta la esposicion, y que para ello, lo único eficaz, el único medio Verdaderamente heroico, es evitar toda comunicación y comercio con el País ó países infestados. T solamente cuando se encuentre un país 60 las condiciones en que se hallaba Yenecia, la fundadora de las cuarentenas, debe consultar sus intereses, posponiendo los iutere- Ses de la salud pública, y es poniéndose á importaciones, que son mas de temer y que traen mas perjuicios, que los beneficios que el comercio pro- cura. Si entre las principales naciones de Europa no se clausuran hoy l°s puertos por motivos sanitarios, es porque han mediado tratados fíd hoc. ¿Con qué derecho verdadero, una nave de un país apestado vendría á Sapearnos la puerta; cuando nos trae un semillero de calamidades y de niales? ¿Qué bien nos viene á traer, que pueda compensar los males que nos Puede acarrear? Exponedle cuarentena se dirá, aseguraos por todos los medios que la esperiencia yla ciencia aconsejan, de que no puede trasmitir el mal y rnad inócua la comunicación. Aun concediendo que tal cosa se pudie- hacer (y ahora hemos de verlo que le esperiencía y la ciencia nos di- 336 DE HIGIENE cen al respecto) seria necesario, para el establecimiento de esas cuarente ñas, que el pais infectado, que solicita la admisión, costeara ó compen- sara los gastos y trabajos que ocasiona y con usura, para que, de esa manera, fuera un interés, una conveniencia verdadera la aceptación de sus relaciones. No habiendo esa compensación, no tiene ningún país que provoca la clausura, ó que provoca cuarentenas, ni derecho siquiera para quejar- se del tratamiento que en los lazaretos se les dá ó que los paises conve- cinos toman para sus procedencias. Mala guce partimur, mala nodra meruerunt, dice un proverbio latino, y convencidos, Señores, de que todo mal endémico y epidemiable en una localidad, es una señal evidente de la incuria consigo mismo ¿como no hacer sentir á un pais. en que por falta ó trasgresion de los preceptos hi - giénicos, se generan esos males, la conducta criminal que sigue? Yo no comprendo con que derecho los legisladores y moralistas privan de libertad y condenan á reclusión ala ramera infectada, con el laudable propósito de que no propague el mal y no tienen ni una palabra de re- proche, contra ese semillero de epidemias que perjudica al comercio, a la navegación y á la humanidad, y que es un enjendro de la insalubridad, no délas localidades, sino de las poblaciones. Hoy se preocupan los gobiernos europeos de ahogar los males en su cuna y ¿cómo favorecen el comercio con los paises en que hay males epidemiables, con carácter endémico? ¡no ven que asi echan mas combus- tible á esa hoguera y aumentan su peligro mismo! No quiero insistir mas sobre esta serie de ideas, porque mefaltaria tiempo para lo demás. Hemos empleado demasiado tiempo por hoy; no quiero abusar de vuestra benevolencia y aunque habría deseado terminar con el trata- miento do las epidemias, se hace necesario que interrumpamos aquí esta conferencia; en la próxima continuaremos con el mismo tópico, la profi- laxia de las epidemias. DE HIGIENE 337 jdIGIÉNICA DE LAS EPIDEMIAS Señóles: Nos habíamos propuesto en la anterior reunión, el tratar de varios de los problemas que suscitan las epidemias en sus diversas faces noso- gráficas y señalamos rápidamente las medidas que debian tomarse, en el caso en que se hubiere desarrollado una de ellas en una localidad; Numeramos sumariamente también, el desiderátum déla ciencia ó de la§ ideas modernas, la desaparición de las epidemias por medio de la Salubri6cacien de la cuna de esos males y definimos de paso las cuarentenas terrestres y marítimas. Antes de proseguir con este último tema, que va á ocuparnos muchas Inginas, volvamos un momento atrás, para tratar de un punto que no hecho sinó señalar y cuyos pormenores, se hermanan con la c°ntiauacion del tema de las cuarentenas; digamos en fin, cuatro pala- l*ras sobre las me lidas higiénicas que deben tomarse, en el caso que ame- ,ÍÍÍCé una epidemia una localidad cualquiera. Podemos dividir estas medidas, en interiores y en estexúores. Las in- teriores ó internas, son las que se relacionan con la vida del municipio 0 c‘iudad y sus contornos y las esteriores ó esternas, las que se dictan s°bre régimen cuarentenario preventivo, para las procedencias marítimas de los países infectados, que ponen la salubridad pública en lrjnúnente peligro. -Toda vez que amenaza un flagelo una ciudad ó localidad, las autori- 'mes deben redoblar su vigilancia interna y esterna. Es necesario en casono atenerse áun solo orden de medidas, confiando en suefica- Cin ... i ’ porque si se descuidan las medidas internas, los flagelos, que suelen 0 detenerse ante ninguna barrera, y que menos se detendrían ante las ee son bastante marcadas, exijen también que las autoridades durante a Primavera yel verano, no permitan que se espendan en los mercados l'ntas que no estén bien maduras, y hay dos razones culminantes para En el Brasil ó sus principales puertos comerciales, Bahía, Pernam- Wo y Bio je Janeiro, durante esta época del año, tienen la fiebre brilla como mal estacional y endemo-epidémico y por la temperatura 6sfrval, nuestro país durante el verano se encuentra espuesto ála im- itación, que durante las otras estaciones no es de temer. Ea fruta, por los desórdenes gastro intestinales que ocasiona, máxime Cüíltido no esta bien sazonada, podida obrar como causa ocasional, para la de cualquier constitución atmosférica ó médica reinante en otras No es este un temor remoto, pues la acción de los ácidos de 8 frutas, y el cambio de alio mutación, determinan afecciones gastro in- fles, y así como suelen presentarse diarreas coleriformes, suelen u as veces tomar estos desordenes, formas biliosas y cuando reina una frituccion médica semejante, hay tina mayor receptividad loccd para epidémicos, aj,- Uraute la epidemia, dice el Dr. Moni au, se es terminarán todos los jJ.^.aies domésticos callejeros, vagantes ó sin dueño conocido —se pro- lu fr compra-venta de ropa vieja, muebles usados, etc —noseper- ra,a> mudanzas de casa hasta después de verificado el expurgo final 80 mantendrá el orden en toda la costa yno fuera inoportuno que la udad, fuera mas rigorosa en tiempo de epidemias y mas breves y LECCIONES ejecutivas las actuaciones —se desahogarán las cárceles, presidios, hos- pitales, etc,— no se harán viajar tropas, ni se efectuarán cambios d 0 guarnición—se procurará que abunden los alimentos sanos y frescos, castigando sin conmiseración las menores adulteraciones yse prohibí' rán las reuniones numerosas, por plausible que parezca el pretesto (ferias, escuelas, bailes, etc.) Estas medidas internas deben ser acompañadas de las esternas, sea por mar ó por tierra, según sean los vecinos ó Jugares epidemiados. En otros tiempos, las ciudades apestadas é los barrios de una pobla- cdon en que se manifestaba un mal trasmisible ó peste, eran aislados por medio de barreras insuperables y sus habitantes, según Monlau, con- denados, en cierto modo, á una muerte segura. Este procedimiento esta en perfecta armenia, con las ideas de impureza y contaminación del código mosaico, de que fueron tomadas las cuarentas. Como ya nos hemos ocupado en parte de los cordones sanitarios }f pensamos dar cabida áun trabajo que hicimos para ser presentado á Asociación Médica Bonaerense, vamos á indicar brevemente, lo que deb0 hacerse en una localidad una vez terminada una epidemia. Cuando han trascurrido quince dias sin que se presente ningún n«0' vo caso de la enfermedad epidémica, que se hallan en convalecencia !°s últimos atacados que han supervivido; que la estación ha cambiado, <3110 las enfermedades esporádicas comienzan á manifestarse con su frecueO' cia habitual, las autoridades deben declarar estinguida la epidemia, per° deben hacer ventilar y desinfectar aun, los edificios públicos y privados 0 particulares; aconsejarán, de temor que el mal reaparezca, que la vuelta de los emigrados se efectúe paulatinamente y harán porque no se rebaje disciplina que se observaba, echando de esta manera la base mas para la profilaxia futura. Durante la epidemia y con mas razón después de terminada, noür brarán una ó mas comisiones compuestas de personas competentes fi110 tomen todos los datos posibles y los estados ó cuadros estadísticos r clonados con el mal sufrido, para hacer la historia exacta y completa mal, pues, fuera de la enseñanza que esto entraña, fuera de démoste1’ los lunares ó vados de las medidas precaucionales puestas en vigenC,a’ fuera también, de ser una severa lección para el futuro, tienen á su fM01’ facilitar el estudio de las necesidades locales yel no menos importa^0 de servir de punto de partida para el estudio de los movimientos sed*1 les de los anos subsiguientes. Es deber también de las autoridades recompensar dignamente á DE HIGIENE 341 fiUe se hubiesen distinguido por sus servicios durante la epidemia, ya C°m° médicos, párrocos, asistentes ó enfermeros, ya como miembros de sociedades de caridad óde socorros. Ningún esfuerzo hecho por las Atondados es mas legítimo, ni fructífero que este, por lo que sirve do eJomplo, estímu’o ó precedente y porque, debe tenerse presente, que en esos conflictos, ninguno está obligado á permanecer en medio de los ni á esponer su vida y su salud y que es un acto de abnegación, 8 filantropía y amor á sus semejantes, el quedar cuando podía irse tranquilainente. otros países, hay medallas, hay pensiones ó munificencias, que son 6rdaderas manifestaciones de la gratitud de un pueblo; en nuestro se considera que es una obligación de los médicos. Podría creerse _ &Uu esto, que el médico es respetado y considerado, que es mirado ' ülo un sacerdote y costeado por el estado, con prerogativas, etc. pero a muy equivocado quien tal cosa creyera; la realidad es lo contrario; &au sobre él toda clase de impuestos y mas pesados que para otras ejiones; pero así mismo, en las épocas de epidemia, se invocan su- ete 08 jurameafcos’ obligaciones y deberes, sacerdocio, apostolado, etc, ■y se les promete un mundo, que jamas se cumple. cli °r maS fiUe e‘ ra^aj° flue habíamos preparado para la asociación Mé- t Ca.bonaerense, deque hemos hecho mension, no hubiera habidoopor- de leerlo en su seno, voy á permitirme transcribirlo á continua- j ’ 8111 cambiar su forma y redacción aunque ello puede traer alguna en las opiniones que ya me conocen y en los detalles que he- s fiado en esta y en las anteriores reuniones, y jj. 08 precedentes de este trabajo son los que siguen. Eí Dr. W. N. Cltf °n’ Presentó un trabajo ála Asociación sobre la Importancia de las jy 'ent^as, cuyo tema fué largamente discutido y el infrascripto yel • Il* Ledesma, leyeron algunas impugnaciones al trabajo del indi- p 0 Hiron. Con el fin de arribar á algún resultado práctico, des- . 8 fie tantas discusiones, seguidas y acompañadas de un vivo interés y q 0 punto por suficientemente discutido, la Asociación nombró una de tres miembros, para que presentara un resumen y redac- a águilas conclusiones. Eormando parte de esa Comisión, que dejó j, C!° Arruinar su cometido, habla preparado este trabajo que en la fiax • 1C^0n fiue se me correspondió y que creo deber a por cuanto se relaciona con la historia que nos ocupa. ® aquí el comienzo de ese trabajo: LECCIONES Las cuarentenas Señores Su PASADO, SU PRESENTE T SU PORVENIR Hay una cuestión en medicina que lia tenido el raro y eselusivo pri- vilegio, en todas las épocas pasadas, de excitar la atención de los médicos y á la vez, hasta la de los profanos á la ciencia. En mas de una ocasión, se ha visto también, que esa excitación podía llegar hasta un grado pasional, en el cuerpo médico y entre los profanos ála ciencia—hasta el es tremo, podemos con fundamentos decirlo, de dividirse las poblaciones en opuestos bandos, por motivo de esta cuestión Este hecho es casi escepcioual, por lo que versa sobre materias rele- gadas. por lo general, a! eselusivo dominio facultativo y á los centros científicos—y sino podemos decir que esto ha tenido lugar precisamente con las cuarentenas, la historia consigna en sus fastos, que así ha suce- dido con la infección y el contagio, puntos que se hallan íntimamente enlazados con la cuestión que nos ocupa. La discusión, pleito ó litigio entro estos dos factores, se renueva aun, toda vez que amenaza áun pueblo ó estado, un flagelo ó epidemia, de esas conocidas pox exóticas, que son el terror de las poblaciones, que las han sufrido ya una vez, porque han palpado, que en su marcha invasor», en su estadio y en su declinación, parecen torrentes patológicos que se ensañan con el género’ humano, sembrando en su tránsito el luto, L consternación yla muerte. Se renuevan esas discusiones, porque, en la propagación de esos males, lo primero que ocurre, es que esos flage' los se pegan, ó que en el aire, existen trasgos ó géuios maléficos, de esos que créanla imaginación ó fantasía da los poetas yen que, el vulgo cree» porque necesita siempre atribuir á un algo sobrenatural, á nn qW& divinan y misterioso, lo que le pasa por su propia culpa, lo que él misano se acarrea con sus faltas higiénicas las que van labrando su tumba y de muchos. Mas de una vez también, cuando se ha hallado esta cuestión pasio' nando los ánimos de las corporaciones ó del pueblo mismo, ha acaecida algo semejante álo que critica .Triarle en la fábula de los conejos y t°s g dges; algo semejanteá lo que pasó en la antigua Bizancio, la moderna Constantinopla o Stambul, cuyos habitantes, mas se cuidaban de clise’11' tir, que de aprestarse á combatir el enemigo, que golpeaba sus puerta3 con sus armas ávidas de sangre y de arrebatar sus vidas.—Poco ha tal' tado entre nosotros, con la cuestión cuarentenas, para que prestáramos DE HIGIENE 343 °tro análogo ejemplo, consignable en las páginas de la historia, sin em- bargo de que, había dos areópagos que ventilaban la cuestión. Verdad es que no era una hueste, con pacto con el triunfo, ni es un ejército, el fine nos amenazaba, con banderas desplegadas y su música guerrera, sino rúales epiclemiables. Pero, habiéndose ya celebrado varios Congresos ruternacionales para tratar esta cuestión; Congresos, en que se han de- batido largamente los diversos tópicos que el punto abraza; —habiendo Una infinidad de obras y folletos consagrados al estudio dé la cuestión y siéndonos conocidos los resultados de esos Congresos médicos, como Uos son también conocidos y estando familiarizados con las obras y folletos—cual si se tratara de una obra mas colosal que lacle la funda- ron del pueblo romano, que le hizo esclamar á Virgilio:—Tantee mollis Crat, romanan canden gentem,—henos aquí, Señores, sin poder dar un veredicto, sin poderle decir al pueblo—hoa longum, si serves, tu longo fomjoore vives —vuestra salud y preservación de males epidémicos exóti- cos, está en la observancia fiel de estas reglas. felizmente, creemos, que nes aproximarnos aFprincipio del final déla cuestión, que durante tanto tiempo ha estado pendiente. Las cuestiones de infección y de contajio, que datan desde Pracastor, Y las de las cuarentenas, por su conexión con ellas, son cuestiones que Parecen eternas; son puntos de controversia incesante é inagotable, que fo humanidad entera agita en determinadas ocasiones y de modos ó por motivos muy diferentes, así es que todas las clases sociales vienen á tomar Parte y á ventilar esto, bajo faces muy distintas y de maneras muy diversas, pues lo hacen siempre con arreglo ó sujeción á sus conocimien- tos, de modo que, las conclusiones á que arriban, son también muy dis- tintas, diferentes y diversas. Pe aquí proviede, ala vea, que sea esta una cuestión sin término, porpue intereses muy contrarios y hasta diame- tralmente opuestos, se encuentran pugnando en las soluciones que se dan Porcada gremio 6 clase social, según su ilustración. Estos causales han refluido á la vez, sobre las ciencias médicas y han becho saltar la cuestión del pedestal hipocrático, la observación, la espe- jeada y la esperimentacion, para ir á contemporizar con los móviles 2genos al mas supremo bien cielos pueblos, que la austera higiene se empeña en sublimar. La cuestión do las cuarentenas, por todos los motivos espresados, se ba trocado en árdua, intrincada é insoluble para el vulgo, de fácil y sen- cida que es, despojándola del atavío, con que la han rodeado los móviles estrados. Aun para los mismos médicos,la cuestión de las cuarentenas, por los LECCIONES conocimientos científic os traiclos forzadamente, por los detallas de ob- servaciones contradictorias, que se encuentran en el archivo de la ciencia ha vuéltose una cuestión difícil; llena de brumas, que impiden ver los horizontes claros, que la Higiene señala. En la cuestión de las cuarentenas, las teorías de la infección y del contagio y su debate, reaparecen incesantemente y con porfiado empe- ño, en todos los centros científicos y á nuestro turno, les hemos pagado nuestro tributo, proporcional á nuestras fuerzas, como se lo han pagado repetidas vecesy otros breves intervalos, entre otras,las Academias de Londres y de París, cuando el eco de los últimos Congresos internacio- nales y de las anteriores discusiones, llegaba reden ante los elementos de Guttemberg. Siendo la cuestión de las cuarentenas, por estos motivos, una materia compleja, en que se encuentran comprometidos y pugnando intereses múltiples y variados, conviene, si hemos de procurar restituir la cuestión ásu primitiva simplicidad, para resolverla con pleno conocimiento de causa, conviene, decíamos, que analicemos sus factores separadamente y esperaremos de esta manera llegar á soluciones aceptables, por no decir las únicas posibles. Un examen algo atento de lacuestion quehaos ocupa, hace que pronto veamos descollar como principales móviles ó factores de la complexidad de Ja cuestión cuarentenas: Io La salud de cada localidad y decimos de cada localidad, porque á pesar de los Congresos médicos internacionales que han tenido lugar, cada país, cada localidad, conservando su peder autótono, señala, por diversos motivos, que mas adelante hemos de determinar, cuarentenas muy distintas en su forma y duración. 2o Los intereses de la navegación, puesto que hay en ella empleados capitales que representan muchos millones de fuertes, es decir, el haber, los recursos de millones de individuos, que los han puesto al servicio de los intercambios entre los diversos países, construyendo infinidad de costosos buques, que han aproximado y estrechado los vínculos de la gran familia humana y dando impulso á la civilización é ilustración. 3o Los intereses de comercio, es decir, los dé los valores de las merca- derías, de las materias primas y de los productos industriales, con los que se efectúa el comercio, el intercambio de las naciones en todo el orbe y que los buques conducen en gran parte. 4° Los intereses cielos viageros,pasajeros, inmigrantes y emigrantes, que las necesidades del comercio, las necesidades intelectuales y físicas }r la procura del bien estar, mas que nada, les obliga á buscar en otros DE HIGIENE 345 países lo que desean y necesitan. En este factor se encuentran ademas comprendidos y comprometidos, los sentimientos de solidaridad y de confracternidad humana y los filantrópicos, de que tanto blasona nues- tra civilización. Ahora vienen razones ó intereses de otro orden, que complican el pro- blema cuarentenarioy que obligan, muchas veces, á tomar medidas es- ternas, ó á relajar las existentes, como hemos de ver mas tarde. 5o Las conveniencias económicas dd país, y decimos económicas, puesto Que las medidas cuarentenarias ocasionan ingentes gastos al tesoro pú- blico yes imposible poner un impuesto que compense o retribuya esos gastos, porque seria demasiado fuerte ó excesivo y su resultado fina!, no seria otro, que grabar el consumo mismo de la población de cada locali- Clad,por loque respecta á esos artículos, lo que, seria inequitativo, de lanera que, cada estado, para imponer medidas precausionales, tendría que grabar con un impuesto á sus ciudadanos y esto seria inmoral, im- propio, injusto, por motivos que hemos de esplayar. Colocaremos, como último eslabón de esta cadena, los pactos ó c°nvenios internacionales, que pueden obligar á un país áno usar, en plenitud, el derecho precaucional mas eficaz y heroico, que pode- mos llamar instintivo y que la razón y la salud pública, de consumo recomiendan la clausura de los puertos ó el bloqueo de los infectados. De esta breve reseña y de las consideraciones que sujieren estos Phntcs, resultan diversos faces bajo las cuales hay que consideraren Cada país las cuarentenas. Da jo este orden de ideas, creemos deber comenzar a ocuparnos des- cie luego: 1° De la precisa ó exacta definición de lo que son las cua- riala espulsion, la persecución, el ostracismo ó secuestración de que IlQs habla la histeria y que se hacia efectiva sobre estos desgraciados, c‘°mo se hizo efectiva también contra los enagenadas, por efecto del eillado de estas mismas ideas. ■p i ■Cjtl m primer trabajo sobre cuarentenas que escribimos para esta s°ciacion, en que tratamos de reunir los principales argumentos que Qos ocurrían contra las cuarentenas, que se hallaban en tela de dis- 356 LECCIONES cusion, en este centro científico, decíamos respeto al origen de la palabra cuarentena, loque nos permitimos reproducir v, continuación, con algu- nos agregados ó comprobantes. “Comienzo pues, Señores, declarando que ignoro el valor yel signifi- cado que tenia alba por los tiempos de Z iroastro, Contado, Ilcrmes, Oyyris, Pitágoras, Moisés, etc, etc. el número 40 (cuarenta.) “Al decir que lo ignoro, quiero significar al mismo tiempo, que be tratado de averiguarlo y que mis pesquizas lian sido infructuosas. Tal vez no be dado con las fuentes que pudieran ilustrarme al respecto, pero quiaro que conste que lis buscado la esplicacion de este punto histórico, que ni Jlegel, ni sus discípulos, ni Dupuis, ni Duruy, ninguno en fin, de cuantos se han ocupado de esplicar bis antigüedades, los símbolos, las teogonias, teocrásias y fábulas mitologías, nos dice loque era el número 40 para los sabios de los primitivos tiempos (1). “Al hacer esas pesquisas, no consideraba que me tomaba un trabajo inútil y estéril, ni deben creer que era de puro ocioso que rebuscaba ese punto envuelto, entre misterios y tinieblas. “En fin, señores, nada he conseguido yo, pero a’guuo de Yds. tal vez lo inquiera por curiosidad y podrá de ese modo aclararnos muchos pun - tos oscuros de la medicina antigua y en particular de la higiene precau- ciona!, con que el pueblo de Israel pudo atravesar conducido por Moisés los parages mas malsanos del mundo entonces conocido; podrá con ese descubrimiento explicarnos también, como es que los decendientes de ese pueblo, que han conservado los preceptos mosaicos, á través de tantos siglos y generaciones, atraviesan boy mismo los flajelos, sin que estos causea entre ellos tantos víctimas como en los que siguen las demas re- ligiones. “Escusado considero el agregar, que si buscaba <4 significada que los números tenían en los pueblos.mas antiguos, como los indios, es porque se, que de ellos tomó Pitágoras la doctrina sóbrelos números y la me- te m psicosis y de ellos debieron tomarlas los autores del Antiguo Testa- mento y Moisés, para trasladar á los libros sagrados esas doctrinas. “Si mi atención se concentré á ese punto mas de una vez, era, Señores porque veia que tina idea magua se encarnaba en la antigüedad en esc, número y be creído que el secreto é misterio y esa encarnación, se habían (1) Debemos agregar en comprobación de lo que aquí decíamos, que en la Eevue de« cours S cien'i fiques núm. 45 ano de 1867, el señor K ilrunc-r Taylor, publicó un artícuu) cuyo título es, Traces de la comilitón intellcctudlo de l,hoturne dame lee upes priviitivcs, en que estudia precisamente el origen ó significado do los nombres de ios números en los principales pueblos de la antigüedad. 357 DE HIGIENE perdido ó han debido alterarse al cruz1 r las edades y al cruzar por entre mil generaciones. “Dieeuos el antiguo Testamento, que fueron cuarenta los días del dilu- yo; que á los 40 dias soltó Noc del arca al cuervo; los leprosos y cuanto habia de insabible ó perjudicial para la salud pública ó privada en el pue- blo de Israel, estaba impuro por cuarenta dias, é igual impureza y por loual lapso de tiempo decretaban los levitas, según el Código Mosaico, á cuantas cosa? y personas habian impurificado con su aliento ó su con- tacto, pues veiun en todo la inminencia mórbida, la contumacia moderna y hasta la incubación. llay mas aun, señores, cuarenta clias ayunó Redentor del mundo en el desierto; cuarenta horas queda expuesto d San tí simo en Jas iglesias, etc. et.; y no prosigo porque el catálogo de as citas veo que se haría interminable. “Declaro, como fruto de las cubilado nos á que me condujeron estos hechos y sobre este número cmrenta, de donde ha nacido la cuarentena, fiue para mi, el primer significado, la idea encarnada al número cuaren- tai enlos tiempos en que los nú ñeros gobernaban e! mundo, aao signifi- co los viente y veinte que hoy le reconocemos. “Yo creo que la contabilidad debía ser muy limitada en los tiempos Pioneros y que los decendientes de Adan, los do JSToé y el pueblo Hebreo, debieron designar con el número cuarenta, lo que no tiene cuenta, como dice el refrán; lo que era inumerable. Ahora bien, señores, de cuarenta Vlene cuarentena, cuya verdadera significación es, una colección de cua- como quien dice muchos cuarenta. “En efecto, las cuarentenas con relación al cómputo de tiempo, pue* don ser de dias, de meses, de año?. Ahora bien, señores, filológicameu- creo que tanto derecho hay pira decir que la palabra cuarentena es de origeu Italiano, como de orígmi Francés. Español ó Portugués, porque 110 es sino el significado de una voz hebrea, judia, entre las lenguas do 6s°s países que tienen tanta analogía. Me fundo para ello, precisa- Oiente, en que el primer pais en imponer las primeras cuarentenas fue que era el emporio del comercio y la reina del Adriático, y todos Sabernos que el pueblo Ju lio ha sido el pueblo mas comercial, mas prác- tic° y nías ilustrado que ha existido en la antigüedad y me parece verosi- ttul y hasta evidente, que han sido los indios los instigadores do la apbca- Sl°n de las cuarentenas en aquel pais, de donde las tomaron los demás." i Esto que acabamos do transcribir, es en cnanto a 1 origen de la palabra, llaora en cuanto ála historia, tenemos que hacer otra pequeña digre- sión. En los libros antiguos, sean médicos, como ios hipocriíi.o3, s.-an LECCIONES profanos á la ciencia, como los libros sagrados, no se encuentra la pala- bra contagio, ni la palabra infección. La palabra contagio según varios autores, el primero que la usó, fue iracastor, y como este escribiera en verso, 6 era poeta, hay motivo suficiente para opinar, que al introducir esta palabra, é innovar la que babia, lo hizo en virtud de la facultad que á los tales les acuerda Horacio Placo, en su Arte poética y que todos les reconocen. La palabra que empleaban los antiguos, la que encontrarán en los libros sagrados y en los profanos, clásicos ó de nuestra ciencia, es la palabra ó voz contaminación, procedente del verbo contaminar y contami- narse y que, según el Diccionario, obra del Sr. D. Eamou Joaquín Do- mínguez, significan respectivamente lo siguiente: Contaminar, v. a. Alterar, corroer, trabajar la inmundicia algún cuer- po, penetrar ó inocularse en él, originando manchas y hedor. Contagiar, inficionar, apestar. Corromper, podrir, comunicar putrefacción. Dañar, etc. Ponemos etc., aquí, á causa de que suprimimos lo que significa en sentido figurado. Contaminarse, v. pron. Alterarse algún cuerpo trabajado por la in- mundicia, empezar á corromperse. Contajiarse, etc. La palabra ó vocablo contaminación, era muy usada en lo antiguo y no hay obra antiquísima, en que se hable de estas cosas, así como en las que tratan de pecados, en que no se encuentre, para significar lo que llamamos hoy trasmisión, en lenguaje vulgar, y además, el hecho de la coparticipación de un mal ó el efecto del ejemplo (en los pecados.) Nada mas esplíeito y terminante al respecto, que cuanto dice el Deuteronomio y el Levítico, cuya lectura es edificante sobre esto, como sobre muchos otros puntos, y escuso citar los versículos, porque muy pronto los encontrarán, do cualquier congregación que sea la Biblia; que tomen en sus manos. Ahora bien, supuesto que la palabra contagio equivale á contaminación y que esta palabra la hallamos empleada con tanta frecuencia en los libros sagrados, no nos sera difícil: 1° aceptar que, siendo esto do origen mosaico, su consecuencia, que ha sido la cuarentena, como he- mos de ver, es de origen mosaico también,’ y2o , reconocido el punto de partida, podremos ya seguir paso á paso esta institución á través de los tiempos pasados. Por menos familiarizados, que me atreviera á suponerlos, con la lectu- DE HIGIENE 359 ra de la Biblia, no podría de ninguna manera, sin desconocer la ilustra- ción de vds,, llegar basta el absurdo ó la exhorbitancia, de creer, que nunca han leido siquiera el deuterenomio, el levíliao y el libro de hs 'nú- meros, máxime siendo médicos. Allí habrán visto, que en el código sa- nitario de Moisés, la impureza era decretada para todo estado mórbido susceptible de coparticipación, trasmisión ó contaminación, y habrán visto también, que quien tocaba á un impuro ó una impura (fuera de los levitas) quedaba impuro á su vez y que el impuro tenia que salir fuera del campamento en marcha, ó de la ciudad, y casi siempre, para los niales de alguna consideración, este aislamiento, ó reclusión, era por 40 dias, prorogables, como diríamos hoy. Todos Yds. saben muy bien por otra parte, que desde que las doctri- nas del Mártirdel Grólgota comenzaran á cundir, haciendo prosélitos por la prédica persuasiva, toda la civilización griega y romana se delicüeció completamente y aunque mas tarde vínola escuela araba, que hizo re- nacer las ciencias y las artes, apartando los espíritus del misticismo es- téril y del ergotismo, su influencia no llegó hasta las masas populares, á los conventos y á ios gobiernos, sino mas tarde, cuando ya las primeras cuarentenas se habían establecido en la floreciente Yenecia. • Estas concordancias ponen de manifiesto, que las ideas que dominaran ai establecerlas, fueron aquellas deque estaban todos empapados, las de l°s libros sagrados, del antiguo y del Nuevo Testamento. Son estas cismas ideas, agregaremos, las que han venido abriéndose camino has- ta llegar á nuestros dias por falta de otras. Por otra parte, es sabido Por todos también y por el testimonio déla historia, que eran los Sacer- dotes eselusivamente, los consejeros délos Gobiernos en aquellos tiempos, Puesto que eran los hombres mas ilustrados. Enera de estas razones tienen vds. sino abrir cualquier Tratado, que se ocupe de estas medi- das higiénicas, para convencerse, que todos los autores les asignan á las cuarentenas un origen mosaico también. Levy en su reseña histórica de 1 . ° J *a higiene, como en la profilaxia de las epidemias, como Motará, Mon- Eieury, Lacassagne, Criné, Becquerel, Mackensie en su historia d® la salud y arte de conservarla, Hallé, E-eich, Brochard, Gopello, Tar- dieu, Eresclii, Cooper, Gesto ríen, etc, etc, tolos, sin escepcáon, asilo Acreditan. Temería, Señores, lastimar los oídos de vds. entrando ahora á de- mostrar, después de las razones que he apuntado, que las cuarentenas B°u del indicada origen bíblico, pues ello no vendría á ser en resumen, B>nó la repetición de lo que acabamos de decir. Si existiera un tratado histórico de las cuarentenas en la ciencia, me 360 LECCIONES habría economizado el ímprobo trabajo que me tomo para ver de eviden- ciarles ese origen, pero si existe, no lo conozco y no podiendo beber á raudales en ninguna fuente, no me vería en la necesidad de ir reunien- do las gotas recogidas en diferentes fuentes. Eeconocido pues el origen bíblico ó mosaico de las cuarentenas, vea- mos de seguir á través délas épocas pasadas los cordones sanitarios, las cuarentenas y los Lazaretos. El dizionario di higiene publica édi p olizia sanitaria de Francisco Frescbi es una de las obras que mas noticias nos dan de las cuarente- nas y Lazaretos en los pasados tiempos. Hay indudablemente un doble error, aunque la generalidad lo repite y es, el de considerar á Yenecia como la primera en haber instituido las cuarentenas y los Lazaretos', doble error, porque registrándola historia epidemiológica nos encontramos, como hemos visto, con la secuestración y aislamiento, que los pueblos seguran como única práctica precaucio- na! y por que nos encontramos, al tratar de marcar las épocas en que se establecieron los Lazaretos en algunos países, con que la España mucho antes que se establecieran en Yenecia, tenia sus leproserías, morberías y lazaretos. Ademas de esto, si bien tenemos en la antigüedad un ejemplo precau- ciona! dada por Erapédocles al librar á Agrigento de las fiebres palúdi- cas que la diezmaban, haciendo tapiar una abertura que existia entre dos de las montañas que la circundaban y por donde penetraba al mefitis- rao asolador, tenemos también, que era costumbre en todos los países flagelados por un azote, que tomaba grandes proporciones, emparedar ó aislar por toda clase de barreras, el pais, localidad ó barrio infestado. Ho es posible enumerar las epidemias que han existido en los tiem- pos remotos, ni indicar las medidas que se tomaban y no es posible esto porque faltan datos para ello. Los mas antiguos monumentos de las edades pasadas, las historias cronológicas'de algunos pueblos, nos hablan, pero vagamente de pestes ó plagas, como el Exodo y los libros sagra- dos de la India yde la China, pero tenemos un largísimo periodo en seguida, de que nada sabemos, asíes que verdaderamente, debemos cir- cunscribirnos á lo que consta de las tres flagelos principales la peste, leí fiebre amarilla y el cólera. Eecorriendo, pues, la historia de la primera de estas enfermedades, que es la mas antigua délas tres y que fue laque provocó, así como la lepra, las primeras medidas regularizadas y aceptadas luego por la generalidad de las naciones, hacemos indudablemente la historia délas instituciones sanitarias, que nos hemos propuesto estudiar. BE HIGIENE 361 Empezaremos, pues, por la peste de Levante ó Bubónica é intercalare- mos algunos datos sóbrela lepra. Peste de Levante. El Dr. Eresbi, en la obra anteriormente citada, trae un cuadro crono- lógico, que es copiado por casi todos los autores yen particular por Cal vi de quien lo tomó Dapautain, que comprende desde la epidemia de Egipto, 1.300 años antes de Jesucristo, basta la del año 42 en Syria y de las de Ja era cristiana, hasta la de Benghazi en 1858. Una escuela que trata de interpretar la historia, en lo que no vá del lodo descaminada, puesto que sabemos que los paganos hacían con los prohombres, lo que nosotros con los varones fuertes, esto es, que los deificaban, como nosotros los santificamos, pretende que Chiron, Ker- mes, Esculapio v Hércules principalmente, lo que hicieron fue curar ;i sus semejantes ó higienizarlos. Así, todos los trabajos de1 Hércules, reputa esa escuela que fueron obras higiénicas, que la hidra famosa de Eerma, no fué otra cosa que la salubrificacion de unos pantanos, etc., etc., diremos, puesto que no debemos hacer otra cosa que citar estos lechos de interpretación histérica. La lepra yla peste con la viruela, fueron los flagelos que asolaron la mayor parte de los pueblos de la antigüedad. Los hebreos sufrieron la lepra durante su cautiverio en el Egipto y Ja llevaron consigo á la tierra de promisión y entre las medidas á que se sujetaba á los atacados, que eran mirados con horror, figuraban, como he- mos dicho, el aislamiento, la prohibición de habitar en poblado, la obli- gación de ir con la boca tapada y gritando que estaban inmundos, para fias á su paso se cerraran las puertas y nadie se les aproximase y cuan- do tal no hacían, eran perseguidos á pedradas por el populacho. Lla- mábanlos antiguos al mal de lepra, hijo primogénito de la rnverte y la mayor parte de los antiguos pueblos, como vemos en la historia délas bruzadas, por el horror que inspiraba dicho mal, tenían á los plagados ®u aislamiento forzado. El cristianismo, fundándose en que Lázaro, el Resucitado por Jesu-Cristo, había muerto de lepra, la dieron el nombro de mal de Sai Lázaro ó de Láza-o, á secas, y así llamaban lazarinos y lazarientos, á los leprosos y fundaron, reconociendo que era nn mal curable, puesto que lo había sido Job, el sirio Naaman y mil otros, una orden militar de caballeros hospitalarios 6de San Lázaro, que teman á Su cargo el cuidarlos. •Parece que el ejército de Pompeyo til Grande, regresando de la Siria y Ejipto, como 60 años de la E. C. se vio alabado de ella; pare- 362 LECCIONES ce que los Cruzados la trajeron á su regreso, allá por losa ños mil ciento y pico, pero ya en épocas anteriores habla visitado la España y pare- ce, según el Dr. Monlau. que por el año 923 murió de ella D. Frue- la, el hijo tercero de Alonso el Grande |y también, que, en 1,067, el Cid Campeador, Rui Díaz de Aivar, fundó en Falencia, por los progresos que hacia la lepra, el primer hospital ó Lazareto y poco después Al- fonso el Sabio, por el año 1,280 fundó en Sevilla una casa del orden deSan Lázaro, para los gafos, plagíelos y mulatos (leprosos) para que estuviesen mantenidos é incomunicados. Esto ejemplo fue seguido por los demas países invadidos por dicho azote ó castigo y en el siglo XIII, según Oalmet, habia en la Cristiandad 19,000 lepro- serías, situadas por lo general en las afueras de las ciudades ó en parages aislados y regidas casi todas por iguales órdenes y cuyo obje- to era la secuestración y aislamiento, ya por el horror que inspiraban, ya por temor de la contaminación. De la peste de Levante, originario del Egipto, la Siria y la Arabia, nada nos dice la historia de un modo terminante, hasta la peste de Justiniano, llamado asi por haber acaecido en tiempo de este empera- dor el año 542 de £. C. Parece sin embargo de esto, que Hipócrates describió una afección que tenia mucha semejanza con ella, según Li- tré y ya 125 años antes de J. C. Rufo de Efeso, hizo una descripción de ella yantes déla de Justiniano en 531, Constantinopla sufrió una epidemia por dicho, mal. Pero es necesario llegar hasta 1,403 en que los venecianos fundaron el Lazareto de Santa María de Nazareth, para preservarse de los cruzados, que volvían á sus países, de las Ejipcios y de las Tarcos, para encontrar claras noticias del Réjimeu Sanitario ó cuarentenario de la antigüedad. Compendiando el pasado epidemiológico hasta esta época, podemos decir con el Dr. Mendez Alvaro (1) lo que contienen los párrafos siguientes, que tomamos de su instructivo folleto, por considerarlos pertinentes al punto que nos ocupa. Ni hay noticia alguna, que yo conozca, de si en aquel tiempo que aflijió al Ejipto la peste deque dió cuenta Moisés en el Exodo, se pen- saba sobre el asunto en España como en la corte de los Faraones, supo- niendo entonces á nuestra nación poblada; ni se sabe si se adoró aquí ó dejó de adorar, durante la dominación romana, á una divinidad espe- cial, inventada para tales casos, que se supuso hija de la noche y compa- ñera del hambre; ni puedo pararme y rebuscar en los escritos de Hipó- (1) Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en Viena el año de 1874. Madrid 1870 DE HIGIENE 363 orates, Galeno, Areteo y otros médicos de la antigüedad, pasajes que vengan mas órnenos directamente en apoyo déla idea del contagio; ni habrá de fijar mi atención la vituperada fuga de G-aleno; que no supone de un modo necesario el temor, de que por tal medio se le comunicara el mal; ni puede serme de utilidad alguna lo que dijo en seductor lenguaje Tucídedes respecto ála peste del Atica, ocurrida 430 años antes de •1. C., que atribuyó aquel á gentes venidas del Peloponeso, donde á la sazón reinaba y con quien mantenía Atenas crudísima guerra, ni es fácil cosa averiguar si fue debida á la peste aquella mortandad horrible que el año 480 antes de nuestra era, ocurrió durante el sitio de Cartago, ó si puede imputarse mejor, segua yo presumo, al tifus de los ejércitos tan horrorosa hecatombe, que dejó insepultos al pié de 150,000 cadáve- res, salvándose, no se sabe cómo, el ejército español; ni es posible deter- minar la índole de la eonstucion pestilencial que reinara en Córdoba el arm 1,199; de la mortandad ocurrida en los ejércitos de Castilla, Aragón y Navarra, el año 1212, ni de la que obligó á D. Pedro de Aragón á le- vantar el sitio de Mayorga en 1296. Otro tanto (que sobre la lepra) se puede decir acerca del fuego de San Antón ó pérsico, que compartió con la lepra el funesto imperio de los contagios, hasta que vino la peste á completaren Europa aquel triun- virato horrible y ¡tomar sobre ellos la presidencia, autoridad y predominio. Y es de notar, que mientras la legislación mosaica atendía con gran- dísimo esmero á la preservación déla lepra, ninguna precaución adop- fiiba contra la peste, que necesariamente hubieran de conocer los israe- litas de Egipto; seguro indicio de que no comprendieran su modo de propagación y la consideraron como un azote irresistible. Según varios, historiadores, aunque Evagre y Prccopio relataron la Peste de Justiniano en 542, pero no estudiaron ó no alcanzaron á com- prender su modo de comunicación, como no alcanzaron mas tarde Casi- riyGuy de Chauliae, la que fué casi universal y que los historiadores designan con los nombres de peste negra ó peste de Morencique comen- en Scitia, recurrió el Póntico, Grecia, Iliria, Sicilia, Cerdeña, Espa- Ua> Prancia, Inglaterra, etc, y que arrebató como la cuarta parte de los habitantes de esas naciones. Aunque hemos asignado al año 1,403, el comienzo de las cuarente- nas en Venecia, parece que ya en tiempos anteriores y aúnen la misma Peste de Florencia, se tomaron en algunos países medidas enérgicas para Ver do detener el torrente patológico y que en 1348 la mayor parte de s países impedían si desembarco ó repelían los buques procedentes de países infectados por temor de la contaminación; pero lo que marca el 364 LECCIONES afío 1403 en Venecia, son las disposiciones dictadas por la autoridad, codificadas, diremos, y que las demas naciones se apresuraron á aceptar y poner en vigencia en sus respectivos países y que por mejoras suce- sivas, que mas adelante liemos de ver, es la que ha llegado hasta nos- otros. Creemos que no es necesario insistir en que antes del Del puhblici provvedimenti di Sanitá in Venecia, no ha existido ninguna otra regla- mentación cuarentenaria y la mejor prueba de ello, está en que ningún autcr las conmemora por lo tanto, pues, el principio de la verdadera his- toria cronológica de las cuarentenas, la tenemos eu esa reglamentamen- tacion, así como el punto de partida de la contaminación ó del contagio, lo tenemos en el horror instintivo, en primer lugar, que inspiran ciertas enfermedades repugnantes, dolorosasy desagraables y la codificación, co- mo ley, en aquellos lejanos tiempos, en que el saber humanónos aparece como en su primer alborada, lo encontramos en las leyes dadas por Moisés, con carácter teocrático, para garantir su cumplimiento é inocula- ción en los hábitos del pueblo. Preservada Yenecia en 1403, gracias á las medidas adoptadas de recibir las personas en el lazareto sucio de Santa Maria de JNazareth, eu tanto que las embarcaciones terminaban su periodo de contumacia en los ca- nales de Fisolo, fcSpignon entre Malamocco y la isla de Proveglia, no tardaran en adoptar idénticas medidas los demas países y aquellos que, cerrando los ojos al ejemplo y los oidos á las referencias, persistían en la decidla y descuido, no tardaron en sufrir el condigno 'castigo. De esta manera se prolongaron las cuarentenas hasta principios de nuestro siglo. .Nos es imposible ir marcando las lentas y necesarias reformas que cada pais iba introduciendo en el sistema precaucional tanto terrestre como marítimo y poco nos importan á fé, puesto que lo que las deter- minaban eran el miedo y las conveniencias mas ó menos acentuadas y en manera alguna ideas científicas que solo comenzaron á presentarse á principios de nuestro siglo. Es necesario llegaren las potencias principales d?, Europa álos años de 1820 y 21 en que Chervin comenzó una cruzada corno anti-conta- gionista, contra las cuarentenas, para encontrar algo que merezca ocu- parnos. En dicha cruzada, vemos á Prus, Clot-Bey, Aubsrt-Roche y otros, secundándolos esfuerzos de Chervin en la prensa y en los Par- lamentos, á despecho de los esfuerzos de Bailly, Parisset, Fabre, (Fie- tini-Bey, etc. La epidemia de fiebre amarilla en Barcelona les prestó á ambos contendientes oportunidad para ello y fué entonces que tuvieron 365 DE HIGIENE í i!gar las principales luchas entre las infeccionistas y contagionistas, Que vds. conocen. Desde principios del siglo XIX comienza la casi desaparición de unos flagelos yla aparición de oíros, principalmente el de la fiebre amarilla, Que vamos á historiar brevemente en la próxima reunión, yel cólera uiórbus asiático. Atendiendo á estas fuentes y al rápido esbozo histórico que hemos flecho, escusándoncs y rehuyendo el entrar en mayores pormenores, Que solo pueden tener cabida en una obra especial y no en un trabajo flecho á Jalijera, como el preserte, creemos estar plenamente autorizados- para señalar como conclusiones que se destacan de lo espuesto: que las Cuarentenas en las edades pasadas, por su origen y por su aplicación, no lian Unido un erigín aeniífito; que las ma entenas obedecen solo aun principio instintivo, muy racional si se quiere, muy higiénico por ser bue- no por sus fines, pero que, h isla la época ó período en que nos hemos ditmido, por no provenir esas medidas dehyes deducidas de los conoci- mientos ó de la ciencia, no el hemos mirarlas como imanación de ella. Dállanos para completar esto, inquirir sien la vida trascurrida desde 1403, hasta el presente, se le han dado á las cuarentenas bases mas científicas, mas racionales y fundamentales que las que el instinto puso práctica. El institinto, como sabemos, es siempre ciego, y estas ''•échelas suscitadas por él y por el miedo y terror, que son malísimos consejeros, necesitamos ver, como han sido modificadas por los pro- humanos, por los adelantos en las ciencias y las artes. De estenos hemos de ocupar en otra reunión, señores, pues conside- r° que seria abusar de la bondad de vdc s., el privar que tratemos °li'as cuestiones á la orden del cha y que marcan la vitalidad de núes- tr° humilde centro, pero, permítaseme desde ya trazar á grandes rasgos plan de la continuación inmediata de este trabaje. 1 °. Partiendo de donde hemos quedado en la historia epidemiológica •v Asspues de asistir á las últimas eclosiones ó manifestaciones de la l)fjste bubónica, pasaremos á las epidemias de fiebre amarilla yde có- era morbus. . • Hemos de ir señalando las reformas y mejoras ó modificaciones Producidas en el régimen precaucional de las naciones y terminaremos jsta parte con la historia cielos congresos módicos internacionales que ari Ponido lugar en nuestro siglo. 366 LECCIONES [Historia de las CUARENTENAS. {Continuación.) LA FIEBRE AMARILLA Y EL CÓLERA MORBUS. SMoees : Para hacer que los hechos cronológicos se graben en la memoria, los autores eligen e'poeas remarcables sin cuidarse de la exactitud. Esta práctica tiene sus ventajas y sus inconvenientes, que no debe- mos pesar en estos momentos, por no ser de oportunidad, pero hacemos constar el hecho, para que no se nos culpe si aparecen algunas ligeras contradicciones en las fechas que indicamos-. No es sin razón ni objeto que hacemos esta referencia, pues encontra- rán vds. en las principales obras, ’ que Ja fiebre amarilla comenzó á ejer- citar sus devastadores estragos, recien á principios del presente siglo: para otros, fue en el siglo pasado que empezó, pero la verdad es que, si bien en España se presentó recien en 1730 (Cádiz) pero su disemina- ción 6 trasporte á otros países, habla comenzado muchísimo tiempo an- tes de esa epidemia. Oviedo, Herrera y otros historiadores del descubrimiento de Ameri- ca, refieren que Cristóbal Colon, muy desagradado de la suerte infortu- nada que habían tenido los 38 compañeros, que bajo el mando de Diego de Arada había dejado en Haití, en su primer viaje, que todos habían perecido por las enfermedades y á manos de los insulares, fue á la costa seteptrional, cerca de Monte-Cristo y fundó Ja primer ciudad en América, la Isabela, en una vasta llanura, cerca de un rio que se derrama en la Bahía. Pero, en 1494, se manifestó según Oviedo, una peste y una corrupción entre los españoles, que fue causada por la es- trenan humedad del país; los que sobrevivieron, quedaron con achaques incurables y entre los que volvieron á España, la mayor parte tenían un color amarillo de azufran-, ni el mismo Colon escapó á esta dolencia y todo concurre á dar la convicción, que el mal que ocasionaba tantos estragos, no era otro, que el vómito negro ó fiebre amarilla. No entra en nuestro intento en estos momentos rí trazar la historia del tifus americano, nombre coa que algunos han designado el mal de DE HIGIENE 367 que nos ocupamos, queremos solamente hacer constar, que el descu- brimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colon, que marca una época en la historia de la humanidad, ha tenido su repercusión también en la epidemiología y que ha venido á traer importantes modificaciones en los planes profilácticos de las naciones, por lo que respecta alas cuaren- tenas marítimas. Decíamos hace un instante, que todos los datos históricos concurren á dar la convicción de que el mal que sufirien los tripulantes de la escua- drilla de Colon y primeros colonos de las Antillas, fue la fiebre amari- lla, que en la Isabela, así como en el primer establecimiento en Haití, hizo numerosas víctimas. Algunos autores opinan, sin embargo de lo dicho, que el mal sufrido en el segundo, como en el tercero y cuarto via- ge, que hacia aparecer como azafranados, á esos navegantes, no era otra cosa que la influencia de una constitución biliosa que debía reinar fin las islas abordadas, ó bien el efecto de! mefitisrno que determina la las fiebres remitentes de carácter bilioso, que se observan en los ch- ulas tropicales, ó bien, por último, que fuera ello efecto, solo y esclusivo, de la habitación en los climas cálidos, que determina como sabemos, una bipersecreeion biliosa, una colihemia que se traduce por el tinte hic- férico que adquieren nuestros órganos y tejidos. No siendo conocida la fiebre amarilla, antes de esos tiempos, y viendo volver á los espedí- clonarlos enfermizos y pobres, cuando lo que impulsaba al mayor nú- mero á venir al Nuevo Mundo, era el sórdido deseo del metal amarillo, del oro, tan condiciado, no dejó el populacho de atribuir aqu°l tinte azafranado al atan y decido empeño con que buscaban aquel metal. Si bien como hemos indicado, las importaciones de la fiebre amarilla á Europa no comenzaron hasta 1730 ó por lo menos, no hubo epidemia basta esa época, las importaciones de unas á otras de las Antilas y á las Barbadas y Pernambuco, tuvo lugar mas de un siglo antes. Consideramos curiosa é interesante la bibliografía adjunta publicada P°-‘ el señor Dr. D. Lorenzo Sánchez Nuñez, (1) en su obra sobre Jas fiebres, publicada en Madrid en 1819 y que copiamos en parte, porque ella señala, a la par que otros datos históricos, la marcha que ba ido recorriendo ese flagelo. ■Hé aquí, algunos de esos datos bibliográficos que tomamos indistin- tamente y que les darán una idea de los principales pueblos que han sl(lo atacados por este mal. Diccionario de fiebres esenciales compuesto y traducido del artículo fiebres y 105 varios contenidos en el Diccionario de Ciencias Médicas- 368 LECCIONES J uau Ferreira da Rosa— Tratado da constituzao pestilentiál de Fer- nambuco.— Lisboa 1604. R. Towne—A treatise on the diseases most frecuents in the West In dies and more partieularly on those wich occur in Barhadoes. L6n dres 1720. Warren. A treatise concerning the malignane fever in Barhadoes.— Londres 1734. Francisco Reyes Sahagnn. Sinopsis critico-médica sobre la epidemia que se padeció en Málaga en 17JA- Sevilla 1741. Mitchell. lipón theyellow fever of Virginia in the year 175-1. Nicolás F. Eejano. Crisis epidémica que se padeció en esta ciudad de Málaga en el año de 1751. Málaga 1742. J. Moultrie. Disertatio médica inauguralis da fehre maligna biliosa Americce. Edimburgo 1748. J. Wilson. Disertatio medica inauguralis de fehre biliosa indice occi- dentales incolas infestante. Edimburgo 1750. William. An essay on the bilious or yelloiu fever in Jamaica 1705. JuanJ. de Gastelbondo. Tratado del método curativo esperimenta- do y aprobado de la enfermedad del vómito negro epidémico, frecuente en los puertos de las Indias occidentales. Madrid 1755. Foissonnier Desperricres. Traité des fievres de l'ile de Saint Dornin- gue. Paris 1763. -Adon. Inaugural clisertation on the malignante fever whichprevoüed in New-York 1791. Carey (Mathew.) A shork accaunt of the malignant fever lately pre- volmt Philadelphia, etc., etc. Lancanter 1794, Eomay y Holliday, respectivamente sobre la fiebre amarilla en la Habana 1791 y 1794. B. Rusch, sobre la epidemia de Philadeiplna en 1793—Isaac Cathrall, id. id. R. Basley sobre la epidemia de fiebre amarilla en New-York en 1795 J. Hardsy, de la fiebre amarilla en New-Yorken 1798. G. Currie,, de la fiebre amarilla en Filadelfia en 1T99. Cbisholim (Colin). Ensajm sobre la fiebrs maligna pestilencial intro- ducida en las Antillas de Boulam sobre la costa de Guinea en 1793, 1794, 1795 y 1796. Ameller (Cárlos Francisco) sobre la epidemia de Cádiz en 1800. Du Four. Ilistoire de la flévre regnante á Livourne en 1804. Aréjula (J. M. ) Breve descripción de la fiebre amarilla padecida en DE HIGIENE 369 Cádiz y 'pueblos comarcanos en 1800, en Medina Sidonia, en ISOI en Ma- laga en 1803 y 1804. Madrid 1806. Podríamos multiplicar estos datos bibliográficos tomándolos de diver- sas obras, pero no lo creemos del caso. Nuestro objeto ha sido indicar solamente algunas de los ciudades atacadas en los siglos anteriores y á Principios del presente. Estas diversas importaciones de la fiebre amarilla á puntos y climas tan distintos de aquellos que presiden su cuna, real 6 probable, vinieron á traer un notnble cambio en las ideas reinantes sobre las cuarentenas y su duración. En efecto, y tomando como ejemplo las importaciones, á metrópoli, ellas tuvieron lugar por la única clase de buques que se eonocia, los de madera y á vela, y estos tardaban en sus travesias hasta echenta dias para ir de las Antillas á Cádiz á otro puerto del Sur de la España y aunque llegaran esos buques, con todos sus tripulantes y pa- steros, en perfecto estado de salud, hacían peligrar la salud pública y como hemos visto en el apunte bibliográfico, mas de una vez fran- queó la distancia entre el peligro y la realidad, ó invadió esas localida- des el mal que nos ocupa. Esto debía minar las cuarentenas por su base. Se comprendía que no bastaban los cuarenta dias del código mosaico y que aun, cuando no existiera ningún enfermo ó convaleciente en esos buques, era necesario efectuar el expurgo. Ya no era el contagio, ya no era la propagación de persona á persona, qa no era la enfermedad, la que se importaba, era la infeeccion, eran los foc°s, constituidos por los buques, eran los miasmas y gérmenes que en- caban enjuego, por medio de los objetos á mercaderías y que era nece- sario tornar inocuos. Esto marca, en efecto, una faz nueva en el régimen cuarentenario, ra- tificada, diremos así, porcias importaciones del cólera mórbus y ampliada, Segun hemos de ver mas adelante. Aquí se complica ya el régimen precaucional ya no es solo las perso- ya no es la enfermedad, ya no es el contagio ó contaminación, entra eU el problema cuarentenario la infección} entran los efluvios ó miasmas s gérmenes morbíficos contenidos en los objetos ó las cosas yen que Pueden permanecer de un modo indefinido, si algún agente, natural ó ai*tificial, no los destruye. T> . ... ■°aJ° la persuacion irradiada de numerosísimos hechos evidentes de q^6.m°d° fio importación (en tiempos mas inmediatos tenemos la epi- mia fie San Nazario, referida por el Sr. Mellier, la importación de 370 LECCIONES la fiebre amarilla al Pacífico, doblando el Cabo de Hornos, referida por M. Dutrouleau, yel amago del Premiat en Montevideo 1878) se con- vencieron los higienistas y las autoridades, que no bastaba con el aisla- miento temporario, que era ademas necesario el expurgo, la desinfec- ción de los objetos, de las cargas y del buque mismo. Obligar á lavar la cala de los buques, fumigar y ventilar las cargas, y desinfectar la sentina, bañar y fumigar las personas, la correspon- dencia y las ropas de uso, que es el [expurgo, tales fueron las medidas que surjieron de acuerdo con estas ideas. Para el efecto, según la recep- tividad, se divieron las mercaderías contumaces; en materias de cuaren- tena obligatoria; materias de cuarentena facultativa y materias no pasi- bles de cuarentena, que podían ser desembarcadas desde el primer mo- mento por no ser susceptibles de contener ó retener los gérmenes morbí- ficos. Las tres clases en que se divieron las mercaderías para la aplicación de las medidas sanitarias fueron las siguientes: Io materias sujetas á cuarentena obligatoria y á purificaciones: las ropas y electos de uso, los trapos viejos, los cueros y las pieles, las plumas, la cerda, la lana, las materias de seda y las sustancias putrescibles en general. 2° Las mer- caderías ó efectos, sujetables á cuarentena facultativa, según su estado y condiciones propias y del buque; algodón, lino y cañamo. 3° La ter- cera clase, que la componen las materias escemptas de medidas cua- rentenarias, incluida la purificación, todas las mercaderías y objetos no comprendidos en las anteriores clasificaciones. Hemos dicho hace uu momento, que las importaciones del cólei'a mor- bos ratificaron ya mpliaron estas ideas, pero antes de proseguir, historia- remos brevemente este otro flagelo. Parece que el médico Portugués, García de Horta, en el siglo VI des- cribió con el nombre de mordechin el cólera mórbus, como una enfer- medad propia de la ludia. Los nombres de tifo asiático, tcoluan de los chinos, ueb de los persas, sinanga en sánscrito, luida de los árabes, son unos de los muchos nombres que tiene este mal. El cólera es una enfermedad endémica en la India, en que se la mira como un efecto de los desbordamientos del Ganges y de las malas con- diciones higiénicas que tienen esas localidades; en Calcuta es conocido desde la mas remota antigüedad, pero jamas se le había visto salir de su cuna ó lecho originario. En 1815, se hizo sentir de un modo epidé- mico en Malabar y en 1817 en Chittagond y Patna, cerca de Jessora, situada en el delta del Ganges y de donde pasó, después de ocasionar en DE HIGIENE 371 Uria sola semana mas de 6,000 víctimas, á Calcuta, Persia, Madras, la ■Arabia, Ceiíau etc. En 1823 invadió la Rusia Asiática y se estinguió en pequeñas po- blaciones, sin que se haya podido precisarla fecha; pero súbitamente, en 1830, reapareció en la Rusia oriental y meridional. El 1° de Julio de 1831 amaneció en Arcángel y de allí siguió sucesivamente á Moscow, San Eetersburgo, Yarsobia, Hungría, Moldavia, Yalaquia, Austria, etc. A fines de Octubre se presentó en Inglaterra, el 12 de Eebrero de 1832 en Londres; el 26 de Marzo en París; en 1831 recorrió la España; el la Italia y en 1837 el Austria en que se estinguió perdida su fuerza. En 1841 y 42 volvió á recrudecer en el Indostan; en 1844 estaba en Eahore, Cabul, Samarkanda, etc; en 1846 invadió la Persia y* Mesopota- mia; en 1847 estaba en Astrakan y poco después en Constantinopla y en} estaba en posesión de toda la Europa. En 1852 vslvió á aparecer en la India y siguió en lento camino hasta 1862, en que pareció estinguirse en Constantinopla, pero en 1865 vol- Vl° á aparecer, estendiéndose a la América y mostrándose en varias na- ques europeas. En la actualidad, el cólera y la peste amenazan la Europa por el Mediterráneo. Ena provincia desdichada del Brasil, Ceará, después de sufrir el hambre, el tifus famélico, la viruela hemorrágica, etc, etc, parece que Eene el tristísimo privilegio de generarla peste de Levante, la peste ne- §ra) como la Siria, Irach-Arabia y Cirenaica la generaron en 1874, 1875, 1876 y 77. Eras esta breve reseña, digamos que el cólera, es una enfermedad esPecífica, que se asemeja á un envenenamiento, en especial al que de- tíl'mina el tártaro emético. Debemos decir también, que los estudios respecto á su trasmisibilidad y propagación, aceptados por la °Merencia Sanitaria de Constantinopla, las comentes humanas S°ü Es importadoras mas frecuentes; que el mal es contaminóse; que la llasmision por las corrientes atmosféricas es problemática; que las pro- pendas de pais infestado, deben considerarse como sospechosas; que solo individuo atacado da cólera, puede ocasionar una epidemia, atando para ello que tenga la diarrea premonitora; que el cólera puede S“r trasmitido por los efectos de uso, procedentes de país infestado, á Cubiert0 del aire libre y que Jas mercaderías deben considerarse como j sPechosas y con mayor razón los cadáveres; que los caminos de hierro, s Comunicaciones marítimas son sumamente peligrosas, etc., etc. Eero lo que mas deba llamarnos en este momento la atención son las LECCIONES condiciones higiénicas reconocidas eotno favorables para la trasmisión y propagación. La miseria con su cortejo, el hacinamiento con su séquito y las condiciones de un suelo, impregnado de materias orgánicas poroso yen que hay deyecciones proven ientes de individuos coléricos, pues estas encierran el principio generador y los suelos, que conservan por largo tiempo la propiedad de desprender el princi pió colerígeno, por cuyo medio sostienen la epidemia y la reproducen—son las principales condiciones reconocidas como favorables. Eesulta de aquí, que este flagelo, ha venido á completar la trinidad de los contagios exóticos, ha venido á ratificar Jas ideas que la fiebre ama- rilla habla suscitado y aun á ampliarlos, como deciamos hace un mo- mento. En efecto, las letrinas, las cloacas y las aguas contaminadas de una población, son los principales agentes que favorecen y concurren á su papagacion, como lo reconoció la Conferencia Sanitaria de Constantino- pla y lo ha reconocido después, The general Board of health y todos los higienistas modernos. De manera pues, que si no es del todo cierta la teoría de los que consideran la propagación, como debida áun agente ó principio telúrico, y aunque las teorías de Pettenkofer y otros, conside- radas en su absolutismo, no sean del todo exactas, es ya de observación, es un hecho reconocido cuanto acabamos de indicar, como señalado por esas corporaciones. De aquí resulta también, que el problema cuarentenario se complica aun mas, puesto que, no basta evitar cuanto antes habíamos indicado sino que es necesario ademas, preservar de impureza ó contaminación las aguas, deque la población haga uso y esto viene á convertir en casi imposible la realización de un plan precauciona], á menos de circunstan- cias especiales. Hemos recorrido brevemente el pasado de las cuarentenas y nos en- contramos ante el estado presente, que debemos detallar algún tanto para luego señalar su porvenir. Oreemos deber compendiar este pasado, en los siguientes términos. No hay noticia deque se tomaran precauciones contra las pestes en los pueblos de la antigüedad, sin embargo de ocasionarles muchos estra- gos, como lo indican los historiadores. En el código mosaico es que vemos las bases que han servido de fun- damento á los regímenes sanitarios instituidos en la edad media, en 1348 por Yenecia, que en diversas ocasiones se habia visto invadida por Jerri' bles flagelos y que en 1403 completó sus medidas estableciendo el La- zareto sucio de Santa-Maria de Nazareth. DE HIGIENE 373 -Estas opiniones las hallarán consignadas con pocas variaciones en todas las obras de higiene. En su principio, las medidas cuarentenarias fueron locales ó munici- pales, pero mas á principios de este siglo, se dictaran leyes especiales por la mayor parte de las potencias europeas. Esas leyes son las que, oon las modificaciones que hemos de ver, se encuentran rigiendo en casi todos los pueblos cultos y á cuyo estudio vamos á pasar. 11. Códigos Sanitarios, regímenes ó sistemas cuarentena- ríos ó precaucionares. En código sanitario de un pais, es una colección de leyes, disposicio- nes reglamentarias ú ordenanzas, que fijan las medidas tendentes á con- servar la salud pública, evitar las pestes y enfermedades indígenas y regla los deberes, obligaciones y penas en que incurren,los quede algún modo ateuten contra la salud pública. Se dan los nombres de régimen ó sistema sanitario, cuarentenario ó í?rec and onal, ó simplemente de ley san taria, al conjunto de medidas y reglamentos, que tienen por objeto prevenir el desarrollo é impedir la pro- pagación de las enfermedades reputadas pestilenciales. El código sanitario ó legislación administrativa sobre sanidad, abraza dantas medidas hay, tendentes á reglar el ejercicio de la medicina y de sus ramas accesorias, ya sean esas medidas relacionadas con la medicina chuica ysu enseñanza, ya con la medicina política ó administrativa, ó Publica; reúne, en una palabra, cuando puede afectar la salud pública y *0 solamente por las personas, sino por ios animales yel reino vegetal. El código sanitario es una necesidad, pues la higiene privada no es obstante para precaver y preservar de la invasión de las enfer- medades contagiosas y epidémicas y mucho menos para combatirlas 0 contrarestarlas una vez declaradas; es una necesidad también, por los mlelantos de las ciencias, que comportan estudios especiales, que solo las corporaciones formadas por personas idóneas ó versadas en estudios par- ticulares, pueden aplicar é indicar ó dirigir. Muy pocas son las naciones que tienen un código ó legislación sani- taria regular y queremos significar con este calificativo de regular, que tia legislación sanitaria se halla comunmente repartida en los varios co- ngos, que tiene cada nación, como el civil, el penal, etc. Ee aquí provie- Ue lo difícil que es, conocer cuanto está mandado en los diferentes ramos y poderes administrativos. 374 LECCIONES Por leyes de sanidad, regímenes ó sistemas sanitarios, se entiende ge- neralmente cnanto se relaciona con la Policía Sanitaria Marítima y Ter- restre, ósea con la Higiene Pública, es decir, la Salubridad interior y esterior de un pais y el modo de garantizarla. Los gobiernos, como Vds. saben mi bien, tienen el derecho y el deber de velar por la conservación de la salud pública, en virtud de la tutela administrativa de que están investidos, y por esto su acción se estiende, desde el evitamiento do invasión de un mal generado en país remoto, hasta las faltas, al parecer insignificantes, de policía municipal. Para vigilar un tan vasto campo de acción, ó deberes tan complejos, tienen los gobiernos la necesidad de compartir ó delegar, en centros con- sultivos y resolutivos, el cumplimiento de lo que la ciencia y las leyes in- diquen sobre cada punto. Los gobiernos son los gefes natos de la sanidad marítima y terrestre y como poder ejecutivo del estado, hacen cumplir las leyes dictadas por los otros poderes, ó dictan disposiciones supletorias ó reglamentarias. A principios del presente siglo, en que comienza el presente de las cuarententenas, las principales naciones se apresuraron á dictar ó com- pletar sus leyes precaucionaos desanidad marítima y terrestre. Estas leyes, reales órdenes, decretos ú ordenanzas, pues hay ejemplos del revestimiento de todas estas formas, fueron dictadas en momentos muy diversos en cada país y de aquí proviene en primer lugar, la es- trictez ó rigorismo, mas ó menos mareado de cada ley ó sistema de sani- dad y de aquí, la serie do medidas liberales ó rigoristas, según las leccio- nes recibidas y el miedo ó peligro que reconocía cada estado. Ciegamente pues, a tientas, como hemos dicho y de un modo empírico fueron estableciéndose las medidas cuarentenarias en los diversos países tomando por modelo, el aislamiento y secuestración instintiva del pueblo de Israel. No era la ciencia, era el instinto, era el. miedo ante el peligro, eran, las pasiones, las preocupaciones, las supersticiones mismas, quienes las dictaban, para la defensa de cada población, y que, como en los que se asilaban en sus propias moradas, en los conventos y en las selvas y montes, en otros tiempos, obedecían al movimiento instintivo, bastante egoísta por cierto, de la propia conservación. Naturalmente, esas medidas fueron perfeccionándose gradualmente; los resquicios, aberturas ó facilidades para la introducción de las pestes que la esperiencia y observación revelaban, iban cubriéndose con provi- dencias mas ó menos discordes, mas ó menos caprichosas y arbitrarias, DE HIGIENE 375 móviles que militaban en cada localidad y que hemos 'emime vado en el preámbulo de nuesto trabajo. El miedo que en cada localidad se tenia á las pestes importadas, los intereses comerciales, la imitación y mas que nada luego, los disenti- mientos científicos y la facilidad de las relaciones entre los países por mar y por tierra, que unos gobiernos tenían mas empeño que otros en protejer, hicieron que el desacuerdo subiera de todo punto y que el liberalismo, tan peligroso, cundiera en los principales países, poniendo mi serios conflictos á los que, aleccionados por dolorosos esperiencias, desistían á ese impulso temerario. De esta época proviene la máxima 6 aforismo precauciona!: el país 9ve no se preserva ólo efectúa de un modo deficiente é insuficiente, por esponer la salud pública de ¡os que mantienen relaciones comerciales con debe ser sujetado a cuarentena. Este aforismo de buen sentido, ó racional, domina aun en las medidas precaucionales puestas en vigencia por los países y las razones principales que hay para ello, son estas: 1° renunciando los gobiernos á la clausura de los puertos de sus res- pectivas naciones, por los perjuici os que irrogarían á su comercio y al ele los demás Estados, con quienes mantiene relaciones de amistad y de comercio, instituyeron las medidas cuarentenarias, muy onerosas sin tluda alguna, pero cuyo objetivo era volver ese comercio lo mas inocuo posible. Dadas esas circunstancias ó precedentes, un país que no se preserva, ó lo hace de un modo insuficiente ó deserta de esa conspiración y ufan común y obliga á la sanidad, á tomar mayor cuidado con sus pro- cedencias, por la esposicion ó peligro en que pone á sus convecinos, y d los otros países con los que mantiene relaciones de amistad y comercio; un país que toma medidas precaucionales demasiado liberales en sentir de sus convecinos, es sin ninguna duda favorecido por la nave- gación y el comercio, que proviene de los países infectados ó sospechosos yde esa manera, juzgan con razoa sus convecinos, que lo hace para favorecer su mercantilismo, con daño ó perjuicio de los otros. Como la Sfdud pública para sus convecinos, no puede librarse á esta azares y ba- vatijos, viene necesariamente la protesta contra tal conducta, contra esa Sierra cuarentenaria, cobijada bajo un liberalismo peligroso. dallamos otras razones por no ofender la clara inteligencia de nues- Cos consocios, y porque tienen un resaltante carácter de evidiencia* se nos exijieran comprobantes del estado de cosas que hemos dise-* liado, diríamos que, mientras la Italia yla España, por ejemplo, ponían eiJipeño en librarse de las pestes, que tantodas habían aflijido en ePocas anterior la Gran Bretaña yla Erancia, en 25 de Octubre de 376 LECCIONES 1848, resolvía admitir en libre, plática los buques procedentes de países donde reinaba el cólera, sin mas que una observrcion de 3 á 5 dias, para los que tuvieren ó hubieren tenido coléricos á bordo. 1N o tardó este libe- ralismo en dar entrada, en ese mismo año, el cólera mórbus y la España y la Italia, consiguieron por macho tiempo mantener su buen estado sanitario á favor del rigorismo cuarentenario que tenían en vigencia. La Italia se vió invadida'mas tarde, pero la España tío coronado sus esfuerzos con una indemnidad completa, cuando se hallaba rodeada de naciones en que dicho ílajelo ejercitaba con saña sus estragos. “Parecidas disposiciones, dice á este respecto el Dr. Mendez Alva- ro, en su folleto sobre la conferencia sanitaria de Viena en 1874, se adoptaron en otros países, creciendo hasta un estremo increíble la confu- sión cuarentenaria, la discordancia entre unas y otras naciones y viéndo- se por tanto amenazada de continuo la salud de todas y el comercio marítimo, rodeado de incertidumbre, de dificultades y embarazos.'’ Mas gráficamente retrata el mismo distinguido autor en la página 97 de la obra citada, este estado de cosas que vino á traer la primera Con ferencia Sanitaria de que vamos á ocuparnos dentro de un momento. Hé aquí esos párrafos á que nos referimos. “Por otra parte, las Jun- “tas de los Puertos, jamás estuvieron todo lo subordinadas á la supre- “ma que era conveniente: conservaron en gran manera su antigua auto- nomía y obraron, hasta la reorganización del ramo, con cierta inde- pendencia. Así se observaba en aquella época, que era el rigor sani- tario variable en cada puerto y mas variables aun, los derechos y ‘ gabelas que las Juntas exijian á los patrones y consignatarios de los ¿‘buques, cuyos fondos quedaban á su disposición, negándose con fre- cuencia á rendir cuentas ála Junta Suprema. Ellas quitaban además “y ponían los empleados á su arbitrio y los dotaban en proporción á los “productos, repartiéndose estos amigablemente entre deudos y proteji' ‘‘dos. De aquí resultaba, como no podia menos de suceder, una pugna ‘‘vergonzosa entre ellas, á todas luces inconveniente, que hubiera dado a “los estrangeros muy desfavorable idea del país á no ocurrir cosa muy pa “recida en las otras naciones. Eran en unos puertos exiguos los derechos “sanitarios, ya porque el gran número de naves que á ellos arribaba ren- día sobradamente para cubrir los gastos que ocasionaba el servicio, ya “por atraerlos al sebo déla economía; mientras que en otros, poco con- curridos, había necesidad de elevarlos excesivamente y de inventar mil “socaliñas para sostener el servicio de sanidad en el orden debido. . * ' “Pero tales cambios se introdujeron en el referido ano, el de 1849 y “en el anterior, en la legislación sanitaria de dos de las principales na* DE HIGIENE “clones de Europa, Erancia c Inglaterra, y de tal suerte se modificó esta “misma legislación en otros paises, que el desacuerdo, la confusión yla ‘‘'anarquía alcanzaron én Sanidad áun estremo difícil de describir. No “se observaba ya principio, ni regla alguna del derecho sanitario; cada “gobierno procedía ásu antojo y amenazaba de cerca en sanidad, una “especie de guerra, bastante á comprometer las buenas relaciones inter- nacionales, sobre ser funestísima á los intereses del comercio.” Hemos llegado, señores, en nuestra reseña histórica á los preceden- tes, al orden de cosas que determinó Ja celebración de! primer Congreso sanitario, pero antes de proseguir yde indicar la manera como surgió la idea de su celebración, quiero llamar la atención de vds. sobre este punto; que las cuarentenas hasta esta fecha, en que nos detenemos por un momento, no han obedecido a ningún principio científico sino al instinto de, propia conservación, al horror que inspiran estos fiagdos y al empirismo; que preconizaba las cuarentenas como el único medio de alguna eficacia, una vez que se renunciaba cd derecho de clausura de los puertos ó fronte- r°S marítimas y terrestres, que era lo que ese mismo instinto y ese mismo emph imo, señalaban como remedio heroico ó infalible. Esa misma discordancia, señores, esas continuas variaciones en las hedidas restrictivas, que seguían los impulsos del miedo y del terror, fiüe inspiraban las pestes á los paises flagelados, lo comprueba esto de un modo evidente. Por otra parte, si las cuarentenas hubieran obe- decido á algún principio ó base científica, no habría dejado, el principio °la base, de sobreponerse á los intereses y motivos que indicamos al comienzo, porque la ciencia no se avasalla a los móviles esíraños, porque Ia ciencia es la luz que ilumina lo tenebroso y marca á las generaciones camino recto que debe de seguir. Hacia mucho tiempo que los hombres de ciencia, buscaban una base o principio científico á las cuarentenas, que cortarán las discusiones, fiue uniformaran los pareceres y que encarrilaran las medidas profi- lácticas, pero todas las tentativas, esfuerzos, doctrinas, hipótesis y teorías, se estrellaban en la etiología oscura c indeciírable de los males epidémicos. Por un memento se creyó al ver aplicado el vapor á las Carcha de las naves, que. iban los piróscafos á darnos la razón científica de! trasporte y propagación de los males epidémicos. El análisis, se decía, del aire de las localidades infectadas, no nos revela el gérmen del contagio, el principio tr"smisor ó generador de los males, por su estre- gada difusión, en el espacio confinado de esos buques, debemos hallarlo. 01' lo menos, los piróscafos ó vapores, que tanto comprometen las re- laciones mercantiles bajo el punto de vista sanitario, por la rapidez 378 LECCIONES misma de su marcha, contra viento y marea, nos ciarán observaciones fehacientes sobre la incubación que tienen esos males j con esta base, tan razonable, podremos exijir la regularizaron y uniformaeion de las medidas cuarentenarias en los pueblos cultos. Escusado es decir que el primer propósito ó esperanza era, quimérico. En un vapor que toca en un puerto sucio ó infestado y sale breves horas después, para ir á un puerto sano, tendremos oportunidad para conocer esperimentalmente: 1° si es necesario el contacto de un en- fermo con un sano, para que el mal se reproduzca y propague y cuanto tiempo tarda el malea hacer su eclosión: 2° si las mercaderías son- susceptibles da contener el principio mordífico y cnanto tarda también en desarrollarse el proceso morboso en nuestra economía y 3° por úl- timo, si no tomando el buque ni pasageros, ni carga, si manteniéndose aislado en el puerto sucio, es susceptible el mal de contaminarse y cuan- to tiempo tarda en hacer su evolucionen nuestro organismo. Hasta ahora, Señores, no ha sido posible fijar uniformemente el pe ríodo de incubación de los tres flagelos exóticos y las cuarentenas para ser igualadas en todos ios países cultos, esperan que este dato razonable esté bien averiguado. Los resultados á que han arribado ios diversos autores son muy diferentes y tengo la convicción de que no se ha de arribar pronto á un resultado definitivo—yo creo, que este problema de la incubación, como todo lo que contiene un germen ó semilla, tiene un período mínimo especia!, fácil de hallar y un máximo que es difícil de encontrar como en el huevo de gallina colocado en la incubadora, ó como en la semilla plantada en el invernáculo, pero que, como este mis- mo huevo con galladura y como esta misma semilla, no estando en las condiciones do calórico de humedad y de medio, podrá, si no se altera é destruye por diversas causas, conservar su propiedad germinativa por un tiempo difícil de precisar—creo pues, que el problema de la incuba- ción de los males, requiere un estudio detenido y previo de las circuns- tancias favorables y rétardatorias —y es imposible que se llegue á una uniformaeion cuareutenaria porque los climas obran precisamente como esas circunstancias y asq solo en países muy inmediatos ó convecinos es posible llegar á este desiderátum. En chanto á los puntos que se trataban de averiguar por medio de la observación, debo decir que resulta de las observaciones hechas: que no es necesario el contacto de un enfermo con un sano para que el mal se reproduzca y propague y que por las razones que acabamos de indicar, no se puede conocer su incubación; que las mercaderías, ropas de uso y domas efectos, provenientes de un país apestado, siendo de la segunda ó DE HIGIENE tercera clase indicadas, son susceptibles de contener el principio mor- bífico yno es posible asignarle tiempo á su acción germinativa ó fer- mentativa y por último,,que un buque en una rada infectada, aun man- teniéndose sin comunicar con tierra, ni con los otros buques, puede ad- quirir la epidemia, y muy especialmente si hacen algún uso del agua del puerto y que en los buques de madera, asi como en los de fierro, en que agua penetra á la cala ó ála sentina, pueden quedar los ge'rmenes 6 fermentos por tiempo indeterminado, hasta que encuentren las condi- Ues favorables para su desarrollo, trasmisión y propagación. Perdonad, señores, si dejo para la próxima reunión, lo relativo a', los congresos sanitarios que han tenido lugar, que han ejercido una grande influencia en el trato yen la duración de las cuarentenas, qué completan e‘ estado actual ó el presente de la institución que estudiamos. ]_os Congresos LAS CUARENTENAS Y EL DERECHO DE GENTES Señores: Pa presencia de un capítulo bajo esto epígrafe en una cuestión que se c°nsidera como del esclusivo dominio de la Higiene, dehe d primer vis- parecer sumamente estraño, á ¡as personas familiarizadas con estos Estudios y que jamas han visto recordar en las obras y tratados, que chista relación alguna entre la Higiene y el Derecho Internacional ó de Sentes. la cuestión cuarentenas solo se considera interesada por la mayo- la» P salud pública, la salud pública que es el supremo bien de cada social y ante la cual, todo otro motivo ó interes que pu- k‘f l'a alegarse ó interponerse debería acallar y posponerse por el prober- -0 0 sentencia, que es ya un principio consagrado por la esperiencia 380 LECCIONES dolorosa de muchos siglos y de muchas clases de sufrimientos que ha es- perimentado la humanidad, esto es, que la salad pública es la suprema ley de todo país ó nación. Estas breves consideraciones, sin rebuscar mas, nos ponen en el deber, pues, de dar las razones que tenemos para intercalar este capítulo y para examinar bajo esta nueva faz las medidas precaucionales. Permítasenos, demostrar, ante todo, con la historia en la mano, que estas relaciones palpitan, así como las otras que hemos indicado, entre las que las cuarentenas entrañan. Esperamos de esta manera, que cuanto tenemos que decir sobre este tópico, no aparecerá, ni como estraño, ni como fuera de la cuestión prin- cipal que nos ocupa. Como vamos á verlo, las relaciones entre las cuarentenas y el derecho de gentes son muy numerosas y hay un alto grado de presunción, en'considerar que esos móviles, que comprende el derecho internacional, han existido en épocas anteriores también á los tiempos que alcanzamos y en los que es innegable la intervención de esta ciencia, que regla las relaciones y conducta de los pueblos entre sí; ó por lo menos, se habrá de convenir, en que los principios internacionales, no son estraños á las medidas, que la generalidad de las naciones adop' tan, en el trato y en la forma délas cuarentenas. Hay un principio de solidaridad en los pueblos que siguen la marcha del progreso y de la civilización y en virtud de este principio, encarnado en la vitalidad misma que la civilización procura, y que tiene por con- dición y complemento deberes y obligaciones recípricos, un país cual- quiera, ni puede permanecer estacionario ni mostrarse refractario á lo que el progreso ó ilustración va enseñando y publicando por los ámbitos del globo. Este principio como muchos otros de un idéntico origen, tienen por lo mismo un carácter internacional y un país que no sigue esa marcha, que se singulariza y deserta de muchos modos á la marcha de los otres países ó naciones, por cuanto Tiene á constituir una rómora ó un obstáculo ála marcha civilizadora ó progresista, provoca una pr°' testa mas ó menos enérgica de los damnificados y que, sino siempro tiene el carácter de internacional, sino siempre acarrea una guerra óun conflicto, no por eso pierde el carácter de internacional, no por eso deja de ser un perjuicio irrogado á los otros paises coa su inarmónico proceder. Bajo los puntos de vista filosófico y religioso encontramos militando las mismas ideas; en efecto, la religión dsl Cristo y sus principios de mora universa', las reglas de conducta que de ellos se desprenden, aceptados por los pueblos cultos, han entrañado los principios de con' 381 fraternidad universal, hau venido á traer un parentezco entre todos los lile siguen el escabroso camino de la perfectibilidad y así las máximas cris- frenas inoculadas han servido para trazar la conducta individual y como frs naciones no son sino unidades colectivas, que han crecido y desar- rolládose bajo las mismas doctrinas, siguen esos mismos principios de confraternidad en sus relaciones internacionales, con la limitación única lúe la propia seguridad y conservación aconsejan. lOE HIGIENE Por otra parte y sin pretender erigir en ley la imitación, tenemos lúe los gobiernos, por la tutela administración que ejercen, se consi- deran en el deber, mas aún, en lo obligación de tomar medidas precan- clonales y protectoras de la salud púlica y de los intereses también de sus subditos ó gobernados, que los han investido del poder que tienen—y es°s deberes y obligaciones que forman la parte augusta de su misión— frdos los gobiernos los consideran con razón, como de derecho natura!, lúe según Adrens, es el primero y principal de los derechos. ■De esta manera, Señores, los intereses de la navegación, los intereses de los viageros, pasageros, inmigrantes y emig antes, de que hablamos ai principio de esta memoria, se vienen á encontrar complicando la cuestión cuarentenas y dando intervención al derecho internacional 0 de gentes. Dejamos por ahora esta cuestión, pero nos prometemos volverla á frcar al ocuparnos de la clausura de los puertos bajo el punto de vista Precaucional. Podemos decir, entre tanto, que no ha mucho tiempo, en efecto, que la bestión cuarentenas era un motivo de reclamos continuos en la mayor Parte de los estados principales de la Europa, un pretesto para bostili- Zarse con medidas diferenciales, que dejaban espuesta la salud pública por de obtener algunas ventajas transitorias ó del momento, en el co- y prosperidad. Eu la época de que nos ocupamos, la guerra ena- jenaría era lícita, estaba ala orden del día, basta que la dolorosa esperieneia cielos males que esto traía, despertó la atención de los y délos Gobiernos. ]a ,Uera de cuanto hemos espuesto eu la reunión anterior, tenemos que, instituciones cuarentenarias, de carácter esencialmente municipal en j Principio, se erigieron en intendencias, como en Marsella yen To- i J barias ciudades de la Italia y poco á poco estas intendencias se ]6g arar°u independientes de las municipalidades, protejidas por rea- tos Cec^as ú por los parlamentos, que querían de esa manera, evitar i Cambi°s que esas corporaciones, poco entendidas por lo general, ataban á cada paso introducir eu ellas. Trieste, como Liorna 382 LECCIONES Mahon y Marsella han conservado hasta una época muy reciente, privi- legios y fueros y la última, en particular, gracias á esos privilegios, te- nía en Francia asegurado el monopolio de! comercio de Levante. Esto que pasaba entre los puertos de una misma nación, lo intentó también la Inglaterra y tuvo gran parte en guerra de los mares los abu- sos, monopolios y exacciones que tenían lugar. En 1817, ante tal estado de cosas, Eodéré (diccionario de ciencias mé- dicas tomo 27) aconsejaba que los gobiernos se reunieran para unifor- mar las medidas cuarentenarias. Ante la epidemia de fiebre amarilla en Barcelona, en 1821, se apu- raron los principales gobiernos de Europa á dar leyes y reglamentos sa- nitarios yya por ese tiempo (1822) comenzó Chervin su campaña con- tra las cuarentenas en su carácter de anticontagionista, secundado por Aubert-Eoche y Prust, En 1831, en vano opusieron ios gobiernos contra el cólera los cor- dones sanitarios y las cuarentenas mas escrupulosas, la mayor parte de ellos reconocieron en documentos oficiales, la impotencia é inutilidad de esas medidas para detener la marcha invasora de ese flagelo (Tardieu Diccionario de Higiene pública y salubridad tomo 4 página 51 y sis guíenles.) La España y la Italia, acusaban á la Francia, de abrir las puertas á ia pestes y hacían pagar al comercio de este pais las medidas que reproba- ban, que consideraban atentatorias contra la salud pública y que eran consecuencias de la prédica de Chervin (1833—Petición a la chambre des Deputé-i) que nroponía, por último, la reunión de un Congreso Mé- dico europeo, que presenciara sus esperiraentos contra el contagio y reformara el sistema cuarentenario. Las ideas anti-contagiouistas que hacían camino; la conquista de Ar- gel; la guerra euarentenaria emprendida por Trieste; la inutilidad ele los reclamos internacionales, etc, impulsaron á ¡Segur-Dupeyron, inspector de los establecimientos sanitarios en Francia, á proponer al ministro de comercio, entablara negociaciones tendentes á uniformar las cuarente- nas. La primera que protestó prácticamente contra esta guerra euarente- naria ó aduanera, fue ia Italia, que fué á la vez, la primera también, en proponer la reunión de un Congreso Internacional con el fin de hacer cesar esa guerra sórdida y perjudicial para ¡a salud pública y para los intereses mismos del comercio y de la navegación, pues las medidas pre- caucionales eran solo una pantalla, tras la cual se cobijaban las especu- DE HIGIENE 383 Aciones de unos pocos. El promotor de esta idea fue el Consejo Sa~ Otario de Genova en 1848. La idea del Consejo de Genova al proponer la reunión de ese Congre- s°jera como claramente lo enunció, obligar á los Gobiernos, por medio de pactos solemnes á usar una conducta precauciona!, mas justa, mas e3uitativa, mas humanitaria y basta mas regular, para que desaparecie- ra esas especulaciones y se pudiera cohonestar la conservación y profi- de la salud pública, con los intereses generales de la navegación y comercio. Lsta proposición no tuvo éxito ea el primer momento, pero lanzada Uego ála circulación per la diplomacia de la Italia, halló buena acogida gobiernos europeos, pero no llegó á realizarse la reunión. El Pasamiento fue olvidado por algún tiempo, hasta que Napoleón 111 lo |®cimdó y lo propuso por segunda vez, por la iniciativa deMellier, que .IZo suya la idea en el promedio de nuestro siglo. Bajo sus auspicios é riciativa, como vds, saben, fue que se celebró entonces el primer Con- deso Internacional médico-diplomático (1851) y lo que lo precipitó, di- 'eiü°s así, lo que decidió el apoyo del Gobierno Francés, fué el saber lúa e[ Grobieruo Español y Sardo, se proponían invitar á los otros que teidan iutereses en el Mediterráneo, para reunirse en Liorna. Como cuestión previa, en ese Congreso Sanitario, como se le ba dado eil llamar por antonomacia, medió un pacto político y diplomático, se Celebr¿ un Tratado previo, para cuyo fin iban preparados los plenipo- er>ciarios y autorizados para concluirlo ad referendum. Bo seguida, Aráronlos hombres de la ciencia á tratar el asunto cuarentenas bajo as bases que se les había dado. Ln ese tratado preliminar ó Convención, partían del reconocimiento g abuso existente y por todos evidenciado, sin dejar traslucir otros , es y sin dar cabida mañosamente, mas que ála faz de los perjuicios ¡i los intereses generales y se colocaron también como pantalla, 8 Ajusticias que seconsumaban y las flagrantes faltas da equidad que c°metiauen la imposición da tan arbitrarias cuarentenas ó medí las lec-aucionales, en los.principales países. esta manera se dominé la opinión general y se hicieron prevalecer ruas allá de sus fronteras terrestres, como que, para el mundo cientí- esfas no existen en realidad y que las ideas de Chervin, Aabert- -oche, Prusty otros, habían hecho camino. £l Lié como se comprometió el voto, podemos decirlo, de vanos go- tlílos ó de sus delegados, por loque respecta á medidas profilácticas. 384 LECCIONES La tarea de los facultativos distinguidos que iban en la misión, fue pues, reglamentar las medidas profilácticas aplicables en todos los países que habían concurrido al llamado del progreso, de Injusticia y equidad; reglamento que constituye la base sobre que reposan los modernos códi- gos de Sanidad, ¡Repetimos claramente ahora, que la base de ese regla- mento fue la convención, ó tratado preliminar, que antecede al reglamento que solo suscribieron in totum la ¡Francia y la Cordería y de cuyo con- tenido nos hemos de ocupar en otro lugar. Las naciones invitadas á este congreso, fueron: el Austria, las Dos Sicilias, la España, los Estados Romanos, la Gran Bretaña, la Grecia, el Portugal, la Rusia, la Cerdeña, laToscana y la Turquía. Lo repetimos, la idea déla Francia, al adelantarse á las otras naciones que estaban en vía de llegar á un acuerdo cuarentenario, era facilitar así el triunfo de su empeño, de las ideas anti-contagionistas y del libre comercio que la posesión de Argel le reclamaba. El carácter del Con- greso diplomático-medico, le aseguraba de antemano el triunfo, pero, sol- feé aceptado y ratificado por la Francia y la Cerdeña, el trabajo de ese pi’imer congreso Sanitario. Esto quiere decir, que bus concluciones ó resoluciones, á ninguna nación satisficieron, pues la misma aceptación de la Cerdeña, se llegó á traducir por miras políticas ó diplomáticas, que mas tarde fracasaron. Fuera de cuanto acabamos de decir, hay otras correlaciones entre las cuarentenas y el derecho de gentes, que no vamos á hacer siuo mencionar pues no entra en mi ánimo el demorarme en cuestiones que salen del vastísimo campo de nuestros estudios profesionales. Simplemente pues y á título de recuerdo, diremos que, las correlaciones entre las cuaren- tenas y el derecho de gentes, existen cuando hay sanciones internacionales por su fuerza obligatoria, por las exigencias ignatatorias, por la perso- nalidad y derecho de los Estados al reconocimiento y respeto de los otros por todo cuanto se relaciona con la alta mar y travesías, por \sís jurisdic- ciones marítimas, naufragios refugios, asilos y derechos de los estran• geros, etc. etc. Volvamos un momento sobre la historia de las cuarentenas en el pre-- sente, para señalar la conducta déla Inglaterra, cuyas doctrinas ejercen tanta inllueneia en los tiempos actuales y que diseñan el pronóstico del porvenir. Las corporaciones de Sanidad de la Inglaterra forman una escuela, es la escuela moderna, es la que ha proclamado las ideas que algunos cali- fican de Higiene Moderna, como hemos dicho, y que desde su creación 385 DE HIGIENE (1848) se pronunció abiertamente contra el plan preeaucional, adoptado por !a generalidad de las naciones europeas. El General board of health, creado por un acto del parlamento, se ha pronunciado en diversos informes contra las cuarentenas los flagelos conocidos. Sea que se considere esos flagelos como emanaciones de un mismo principio, modificado por el clima ú otros circunstancias Eial conocidas; sea que dependan de causas específicas particulares, re - conocen que tienen caracteres comunes, que su difusión obedece á las cismas leyes y que el grado de la intensidad depende de las condiciones sociales y sanitarias de cada localidad. De aquí saca estas consecuencias, que no son del todo legítimas y que son las que caracterizan su escuela; la verdadera salvaguardia con las enfermedades pestilenciales, no consiste en los reglamentos cuarentena- les, sino en las medidas realmente sanitarias, es decir, en las que tienen por objeto, prevenir ó suprimir las condiciones sin las cuales las enferme- dades de que se trata, no parecen poder existir, según el resúmen hecho por el Sr. Tardieu. Ea destrucción de todos los focos de infección en las ciudades y en *a campaña, el mejoramiento délas habitaciones, reglamentación de los establecimientos insalubres, aseo y limpieza, buena calidad de víveres y de las aguas, etc. son las medidas preventivas que aconseja. Das prevenciones que había suscitado el mercantilismo en épocas inme- diatas, de Inglaterra y de Francia, como en otros tiempos las había auto- rizado Yenecia, (1) hicieron que estas ideas del Generad board of healthf fueran mal apreciadas, que se desconociera la utilidad é importancia de *u!es medidas higiénicas para prevenir el nacimiento ó minorar el furor dQ las epidemias y ha trascurrido algún tiempo para que sean aceptadas P°r la generalidad. Personificando estas ideas, la conducta del G-obierno Ingles, como bien Se comprende, no podía menos de ser contrario, á las pra'cticas precau- Cl°nales, que seguian las otras nacionalidades europeas ; Ja Inglaterra estaba por la abolición completa de las cuarentenas. Eas naciones del Norte y del centro de la Europa, pedian la supresión de las cuarentenas para el cólera y. la fiebre amarilla ó por lo menos, flue esa cuarentena fuera tan mínima, que las potencias del Sur, como estavii ®egu.n el Señor Bruzzza (Journal d’hisiene año 2o ) y otros escritores modernos el tiem lecimiento de las cuarentenas en Venecia data del año 1,000 ó mas bien, en aquellos IHíCiP08’ 'as medidas adoptadas contra los Berberiscos, Egipcios y Turcos que traían la cauL’ ?ra negar la entrada á los buques é impedir el desembarco do los enfermos, á córner' las eP'demias que había sufrido; pero, peligrando 0 viendo que se le retiraba el s»)y y 0 del Egipto y Berbería, tuvo que transar con ellos y minorar su rigorismo 386 LECCIONES la Xtfilia y la España, no podían menos de considerarla ilusoria y llega- ban, con razón, sus Juntas de de Sanidad, á decir á sus gobiernos: que era preferible renunciar á las medidas sanitarias marítimas, antes que aceptarlas ilusorias é insuficientes, adoptadas por el Congreso: porque no precavían, no hacían sino irrogar perjuicios al comercio y a la indus- tria y bajo la seguridad ficticia, continuaba la esposicion ó se hacia ma- yor; que por último, de esa manera no se hacia otra cosa que engañar á la población y que preferible era, advertirla del peligro para que estuvie- ra prevenida. De todas maneras, la Francia y la Cerdeña en Mayo de 1873 ratificaron el convenio, acompañado del Reglamento de Sanidad marítima y lo pu- sieron en ejecución, desde Junio del mismo año. Hé aquí el testo del decreto y de la Convención. Mayo 27 de 1853 Napoleón, Por la gracia de Dios y la voluntad naeioual, emperador de los Franceses. A todos los presentes y venideros, salud: Oido nuestro ministro Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores. Hemos decretado y decretamos lo que sigue: Art. l.° La convención sanitaria internacional concluida entre la Francia y diversas otras potencias marítimas, habiendo sido ratificada por nos y por S. M. el Rey de Cerdeña y las actas de ratificación, habiendo sido cangeadas el 18 del presente mes de Mayo, entre los dos gobiernos contratantes, la dicha convención, seguida de un reglamento de sanidad, del tenor siguiente, recibirá respecto á la Cerdeña, su com- pleta y entera ejecución, á datar del 15 de Junio próximo. CONVENCION. Are. l.° Las altas partes contratantes, se reservan el derecho de precaverse en las fronteras terrestres, contra un país enfermo ó com- prometido y poner á ese país en cuarentena. En cuanto á las procedencias marítimas convienen en principio: l.° Aplicar ála peste á la fiebre amarilla y al cólera, las medidas sanitarias que se especificarán en los artículos siguientes; 2.° Considerar como obligatorio para todos los buques, la presenta- ción de una patente, salvo las escepciones mencionadas en el regla- mento sanitario internacional anexo ála presente convención. DE HIGIENE 387 Todo puerto sano tendrá el derecho de precaverse contra un buque, que tenga á su bordo una enfermedad reputada importable, tal como el tifus y la viruela maligna. Las administraciones sanitarias respectivas podrán, bajo su respon- sabilidad, ante quien fuere de lugar, adoptar precauciones contra otras enfermedades mas. l.° Que las medidas escepcionales mencionadas en los dos párrafos precedentes no podrán ser aplicadas sino á los buques infe-itados y no eomprometerán en ningún caso, el país de procedencia; Queda entendido sin embargo: 2.° Que ninguna medida sanitaria llegará jamás hasta rechazar un buque cualquiera que sea. Art. 2.° La aplicación de las medidas de cuarentena será rejida, en adelante, por la declaración, hecha oficialmente por la autoridad sanita- ria instituida en el puerto de salida, de que la enfermedad existe real- mente. La cesación de estas medidas se determinará por una declaración semejante, que la enfermedad ha desaparecido, después de la espiración sin embargo de un intervalo fijado en 30 dias para la peste, en 20 para la fiebre amarilla y 10 dias para el cólera. Art. 3.° Desde que se ponga en ejecución la presente convención, Jm habrá ya sino dos patentes, la patente sucia yla patente limpia: la Primera, para la existencia comprobada de enfermedad; la segunda, para la ausencia atestiguada de ella. La patente comprobará el estado higiénico del buque. Una nave de patente limpia, cuyas condi- ciones sean evidentemente malas y comprometedoras, podrá ser asimi- lada, por medida higiénica, á un buqne de patente sucia y sometido al mismo régimen. Art. 4.° Para la mas fácil aplicación de las medidas curentenarias, 'as altas partes contratantes conviene en adoptar el principio de un mínimo y de un máximo. Tor lo que respecta á la peste, el mínimun queda fijado en diez dias bonos y el máximun en quince. -b*esde que el gobierno otomano haya completado, en los términos Previstos por el reglamento anexo á la presente convención, la organi- zacion de su servicio sanitario y que se hallen establecidos médicos euro- pe°s, por indicación de los gobiernos respectivos, en todos los puntos en fiue su presencia se juzgue necesaria, las procedencias de Oriente con Puente limpia, serán admitidas en libre plática en todos los puertos las altas partes contratantes. En el Ínterin, queda convenido, que 388 LECCIONES estas mismas procedencias que lleguen con patente limpia, serán recibi- das en libre práctica, después de ocho dias de travesía, cuando esos buques tengan un médico sanitario a bordo y después de diez dias cuan- do no lo tengan, Queda reservado el derecho á los países mas inmediatos del Imperio Otomano, continuando su régimen cuarentón ario actual, de tomar, en ciertos casos, las medidas que juzguen indispensables para la conser- vación de la salud pública. Por lo que concierne á la fiebre amarilla, y cuando no haya ocurrido accidente durante la travesía, el mínimun será de cinco dias y el maxi- mun de siete dias. Este mínimo podrá ser rebajado á tres dias, cuando la travesía haya durado mas de 30 dias y si el buque está en buenas condiciones de higiene. Cuando se hayan producido accidentes durante la travesía, el mínimun de la cuarentena á que se sujetarán los buques, será de siete dias y el máximun de quince. Para el cólera, en fin, las procedencias de los puntos en que reine esta enfermedad, podrán ser sometidos á una cuarentena de observación de cinco dias llenos, comprendido en ellos el tiempo de la travesía. En cuanto á las procedencias de los lugares inmediatos ó intermedios, notoriamente comprometidos, podrán ser sometidas también á una cua- rentena de observación de tres dias, comprendido en ellos la duración de la travesía. Las medidas de higiene serán obligatorias en todos los casos y contra todas las enfermedades. Art. 5.° Para la aplicación de las medidas de sanidad serán dividi- das las mercaderías en tres clases: la primera, para Jas mercaderías sometidas á una cuarentena obligatoria y á las purificaciones; la se- gunda para aquellas sujetas á una cuarentena facultativa; la tercera, en fin, paralas mercaderías eximidas de toda cuarentena . El reglamento sanitario internacional especificará los objetos y mer- caderías que deben componer cada clase y el régimen que les será apli- cable por lo que respecta á la peste, la fiebre amarilla y el cólera. Art. 6.° Cada una de las altas partes contratantes se comprometed mantener ó á crear, para la recepción de buques, pasageros mercade- rías y otros objetos sometidos á cuarentena, el número de lazaretos reclamado por las exigencias de la salud pública, por el bien estar de los viageros y por las necesidades del comercio; el todo en los términos indicados por el reglamento sanitario internacional. Art. 7.° Para llegar, tanto cuanto sea posible, á la uniformidad en DE^HIGIENE 389 ios derechos sanitarios y para no imponer á la navegación de sus esta- dos respectivos sino las cargas necesarias para cubrir simplemente sus gastos, las altas partes contratantes, bajólas reservas délas escepciones previstas en el reglamento sanitario internacional, acuerdan en prin- cipio: Que toda nave que llegue aun puerto, pague además, un derecho diario de estación. 2o Que los buques sometidos á cuarentena pagarán sin distinción de bandera, un derecho sanitario proporcional á su tonelaje. 3° Que las personas que permanezcan en los lazaretos paguen un derecho fijo por cada dia de residencia en esos establecimientos. 4o Que las mercaderías bajadas y desinfectadas en los lazaretos se sujetarán á una tarifa sobre el peso 6 el valor. Los derechos y tarifas mencionados en el presente articulo serán fija- dos por cada gobierno y comunicados á las otras partes contratantes. Art. 8o A fin de procurar igualmente la mayor uniformidad posible en la organización de las administraciones sanitarias, las altas partes contratantes convienen en colocar el servicio de la salud pública en los puertos de sus Estados, que se reservan designar, bajo la dirección de un agente responsable, nombrado y retribuido por el gobierno, y asis- tida de un consejo que represente los intereses locales. Habrá, ade- más, en cada país, un servicio de inspección sanitaria que será regla- mentado por los gobiernos respectivos. En todos los puertos en que las potencias contratantes mantienen cónsules, uno ó muchos de estos, podrán ser admitidos á las delibera- ciones délos consejos sanitarios, para hacer sus observaciones, formes y su opinión sobre las cuestiones sanitarias. Toda vez que se trate de tomar una resolución especial respecto á un país yde declararlo en cuarentena, el agente consular de este país será invitado á concurrir al consejo y oído en sus observaciones. Art, 9° La aplicac ion de los principios generales consagrados por ios artículos que preceden y el conjunto de las medidas administrativas, de ellos se desprenden, serán determinados por el reglamento sa- gitario internacional agregado á la presente convención. Art. 10 La facultad de acceder á la presente convención y á su aQexo está reservada espresamente á todas las potencias que consientan eQ aceptar las obligaciones que consagran. _ Art. 11 La presente convención y el reglamento sanitario interna- cional anexado tendrán fuerza y vigor durante cinco años. el caso, en que, seis meses antes de la espiración de ese término 390 LECCIONES ninguna délas otras partes contratantes, por una declaración oficial,haya anunciado su intención de hacer cesar los efectos en lo que la concier- na, quedarán en vigor durante un año aun y así sucesivamente, de ano en año, hasta debida denunciación. Art. 12 Bien entendido que las altas partes contratantes se com- prometen recíprocamente las unas con las otras, por todo lo que respec- ta al conjunto, como á los detalles de la presente convención, cuyo pro- tocolo quedará abierto para la firma de los plenipotenciarios respec- tivos. Art. 14 la presente convención y su anexo serán notificados según las leyes y usos de cada una de las altas partes contratantes y las ratifica- ciones serán canjeadas en Paris en el mas breve intervalo posible. En fe' de lo cual, los plenipotenciarios respectivos han firmado la presente convención así como su anexo, y han puesto el sello de sus armas. Hecho y concluido en Paris, el 3 de Pebrero de 1853. Sigue á esto el Eeglamanto Sanitario Internacional calcado sobro las bases de este convenio, que no reproducimos por surmucha estension. Al reproducir el convenio, ha sido nuesti’a mente poner de mani- fiesto, para que no se dude, como algunos lo han hecho, de que concur- rieron diplomáticos y médicos á su confección. Per su forma, por su fondo y por la constancia que en él hay, queda esto suficientemente com- probado, sin recurrir á mas testimonios. En efecto, es tan evidente esto, que no podemos menos de calificar este convenio de brillante documen- to diplomático por las eircunstancias que lo precedieron y por la habili- dad desplegada por la Cancillería francesa en su preparacion- E 1 Dr. Tardieu (pág. 52, vol. 4, Diccionario de Hijiene,) dice á este respecto: “Queremos esponer el sistema sanitario establecido en Fran- “cia y no juzgarlo, pues las observaciones á que podria dar lugar, cor- responde mas bien á los artículos relativos á las tres enfermedades “epidémicas que se tiende á prevenir con estas medidas. Es bastante evi- “dente por la historia de estas instituciones que no son obra de la ciencia, “que se han formado poco á poco, á consecuencia de esa disposición que “lleva al hombre á alejar de sí todo lo que teme, disposición fortificada, “por el espectáculo de las epidemias, en que se vé á los habitantes de “una misma ciudad, con harta frecuencia, de una misma casa, de una “misma familia, sucesivamente atacados, como si la enfermedad del uno “se hubiera comunicado al otro; los sabios, los teóricos, han venido en “seguida y han tratado do erijir en sistema, lo que no era antes sino runa práctica, por decir así instintiva.’4 DE HIGIENE 391 -V) hemos podido resistir al impulso de copiar este párrafo, que se n°s ha cruzado en nuestro camino, por cuanto él comprueba cuanto hemos dicho en reuniones anteriores, por mas que venga á figurar aquí Gomo un paréntesis. Han transcurrido, Señores, veintiocho años de la celebración de ese primer Congreso Sanitario Internacional, y como dice el señor Méndez los ánimos se hallan igualmente ansiosos del resultado á que Gntonces se aspiraba y se aspira todavía, por subsistir casi íntegro el IQal que reclamaba en aquella época urgente x-emedio. No obstante, si Se echa una mirada retrospectiva para ver cuáles eran las prácticas y el Hato cuarentena rio á principios de este siglo, no dejax-emos de co- que en uu corto número de años se han hecho progresos muy aportantes, que han desaparecido ya infinidad de prácticas anticuadas onerosas y ridiculas, como que eran hijas del miedo, de la superstición ? H ignorancia. No se nos critique, si decimos que esto ha tenido u?ar en un corto número de años, porque sabido es, que las mejoras y reformas, provengan de la ciencia ó de la educación de las masas, se Gümplen siempre con estremada lentitud. Las reformas y mejoras introducidas, sino son obra de la ciencia pro- piamente dicha, son obra sí de la educación, de la civilización, del pro- greso humano. No vamos á detallar esas reformas y mejoras, de que Podrán imponerse en algún tratado 6 reglamento antigüo, es decir de Principios de este siglo. n . ° convencidos los gobiernos europeos y principalmente el Gobierno Hrau- Ctis> de que el estado de exaltación ó efervescencia en que se hallaba el eHerpo médico dei mundo con las teorías 6 hipótesis de la infección y 'hd contagio impediría un advenimiento entre ellos, fuera de temer, que Uri nuevo Congreso médico, con las teoría ó hipótesis de la infec- ci°n y (|tíi contagio, impediría un advenimiento entre ellos, fuera de 6mer que un nuevo Congreso médico sanitario se convirtiera en un CauiPo de discordia—pero subsistiendo y con carácter premioso, la ne- uniformar é igualar las medidas cuarentenarias, propuso en la reunión de un Congreso Sanitario formado por diplomáticos— Ccn 01 fin de arribar á una transacción amistosa, sacrificando lo ridículo VerfiUo lo cual allanaría las dificultades é inconvenientes, que se Asentaban como insuperables. Lsta conferencia, puramente diplomática, se reunió en el mes de Abril 1859 en París y su resultado fue un proyecto de convenio termina - , 611 Agosto del mismo año y que no fue en resúmen sino la presenta- Cíori hajo una fonna distinta del convenio del 52. Pocos ejemplares y 392 LECCIONES poca publicación tuvo este proyecto de convenio que no llegó á ratifi- carse. El de 1852 fue publicado por el G-obierno Francés en un volu- men de 950 páginas en folio con el título de Proeés verbaux cíela Con- fetenes Sanitaria Internationale ouverte á París le 23 Juillet 1851 (Paris 1852) yel de 1859 lo fue igualtnenee aunque en un pe- queño número de ejemplares y cuya carátula decía: Protocoles de laConference Sanitaire Internationale ouverte a Paris le 9 Abril 1859. Consta dicho convenio de 44 artículos, 39 declaraciones y un deseo á voto final. Los que quieran interiorizarse bien en esos convenios los encontrarán en el tomo tercero del Monitor déla Salud que se encuen- tra en la Biblioteca que he facilitado á la Asociación médica y que corresponde al año de 1860. Podría creerse en vista de los resultados (la no ratificación de esos dos convenios) que han sido inútiles y estériles los esfuerzos de la Francia para reformar y mejorar el sistema cuarentenario, pero la influencia, la propaganda y vulgarización de sus principios, le han acarreado una justa consideración y sus doctrinas han hecho camino y hoy tienden todas las naciones á rebajar las cuarentenas y á moderar los rigores sanitarios, como dice muy bien Monlau. Esta influencia ó resultado, ha sido tan evidente, á pesar de la no ratificación, que la Francia se apercibió de ello, al ver las reformas que se apresuraron las demas naciones europeas á introducir en sus regí- menes cuarentenarios. Esta convicción, este hecho moral, es el que esplica la tenaz persistencia que ha mostrado esta nación en continuar provocando la reunión de Congresos ó conferencias sanitarias interna- cionales, cuyos resultados eran siempre rechazados, pero que la han compensado, por esas mejoras y reformas puestas en práctica á la sor- dina. El hecho mas resaltante, en efecto, á pesar de no haberse arribado á la uniformacion cuarentenaria que Foderé, Segur-Dupeyran y Meliier, persiguieron como desiderátum, ha sido la tendencia como hemos dicho á disminuir la duración de las cuarentenas 3' á moderar los rigores sani- tarios. Verdad es también que las ideas del General hoard of health, han hecho camino a su vez y si las naciones cultas asienten á las reformas cuarontarias, es mediante la ejecución de los preceptos higiénicos de sa- lubrificacion interior, cimentada sobre razones científicas y que tiene en apoyo la elocuente enseñanza de la esperiencia. Hemos indicado ya antes do ahora, y no podemos menos de repetirlo, al dejar la palabra por esta noche, porque careceríamos de tiempo para señalar las nuevas tendenciasde los congresos 6 conferencias de Constan- DE HIGIENE inopia y de Yiena en 1865 y 1874, que el desiderátum de la igualación V uniformidad cnarentenaria aban dan ado ya al presente, encuentra muy serias resistencias, que provienen, de la diferente situación geográfica, la calidad y disposición del suelo, la temperatura y condiciones hy- -Broiuétricas y cosmo-telúricas, 6 si se quiere, por las condiciones geoló- gicas, meteorológicas y climatológicas, desconocidas muchas de ellas en su esencia, pero que se revelan por sus efectos, que dan una receptividad mayor á unas localidades sobre otras. En la próxima reunión nos ocuparemos de la conferencia de Cons- y de Yiena. [■AS CONFERENCIAS SANITARIAS DE CONSTAN TI NOPLA Y DE VIENA Señores: j El Gobierno francés, batallando cou su noble empeño, de uniformar as cuarentenas y de provocar las reformas que la civilización exigía, á Pesar del fracaso de la conferencia de 1859, de que se habia escluido álos médicos, por temor da las apasionadas controversias que podían susci- larse, promovió aun, una vez mas, la reunión de una conferencia sanitaria internacional en Octubre de 1865, que tuvo lugar en Constantinopla etl el mismo año. En los 14 años trascurridos, desde que se celebróla primera, se hablan ifectxiado muy notables cambios en las ideas dominantes en la ciencia. Eas ideas contagñ nista; hablan revivido y arrollado á las contrarias y Por efecto también, de lo que hemos calificado de higiene moderna, los Gobiernos habían comenzado á prestar mayor importancia ála salubri- Qad, bajo la máxima de que la salud pública es la riqueza nacional, Public healíh, is national wealth. Entonces ocurrió, dice el Dr. Mendez Alvaro, en su folleto sobre la 394 LECCIONES conferencia de Yiena, que para celebrar algún día el apetecido convenio internacional, era indispensable tornar la ciencia por fundamento, estu- diando de buena fé las cuestiones principales, que se refieren á la gene- ración y propagación de las enfermedades pestilenciales, deduciendo luego de ese estudio las reglas, consejos, 6 pi’eceptos á que deberían los gobiernos sujetarse. Tal es el papel que correspondió desempeñar ála espresada conferencia de Constantiuopla. Encontrarán los Señores miembros de la Asociación en mi Biblioteca, puesta ásu disposición, un tomo voluminoso que contiene cuanto se refiere á esta conferencia y publicado por el Dr. Fauvel. Encontrarán en esa obra monumental, que la mente que presidió á esta reunión fue la de favorecer la discusión amplia de las cuestiones científicas relativas á las cuarentenas, de manera que se arrivara á resultados prácticos y positivos; la circunstancia de efectuarse en esos momentos la peregrinación á la Meca, favoreció al Dr. Fauvel, Secreta- rio y preparador de esta conferencia, para imprimir á los ánimos, desde el primer momento, el positivismo práctico que se deseaba. En efecto, esa peregrinación era un peligro, era una amenaza para todo el mundo, porque la muchedumbre alli aglomerada bajo las mas pésimas condi- ciones higiénicas, iba á despertar indudablemente el hijo del Ganges, el voraz cólera raórbus. Llamando la atención sobre este peligro inmi- nente, lo primero que se hizo fué tomar medidas preventivas ó precau- cionaos para que los peregrinos á su regreso, no constituyeran diversos focos, no propagaron el flagelo. Trátese pues de atacar el cólera mórbus en su misma cuna, en su misma guarida, en los lugares de su nacimiento, para circunscribirlo y ahogarlo en su origen. Fuera de estoy como ya se habia resuelto al preparar este Congreso, con pleno conocimiento del espíritu dominante en la época y entre los miembros del cuerpo médico, no se temía, como en otros tiempos, que las discusiones fueran á degenerar en controversias estériles, sino que se esperaba con fundamento, que fuera mas bien dicha reunión, un cer- tamen científico, del que debía resultar una doctrina sanitaria que se impusiera, en las cuestiones que se iban á debatir, como emanación genuina de la ciencia. La índole, el carácter ó forma que revistieron las conclusiones de los puntos discutidos en este Congreso, no fueron ya como en los ante- riores, imposiciones, transacciones ó concordatos obligatorios, sino una forma mas científica, en que descollaba el sello de los preceptos ó conse- jos higiénicos, de la verdadera ciencia, del verdadero saber, que dice al mundo: esto es lo que creemos después de haber estudiado cuidadosa- DE HIGIENE 395 niente cuanto se refiere á este punto; esto es lo que hoy se sabe con menor certidumbre; aqui teneis las opiniones mes acreditadas,— °brad como vuestra conciencia os lo indicare. -Las deliberaciones fueron sobre puntos sumamente importantes y las inclusiones ó resultados, resúmenes de las opiniones mas generalmente en la ciencia y para facilitarlo todo, se dividieron esas cues- tiones en grupos. El primer grupo abrazó las cuestiones relativas al origen y génesis cEI cólera, su endemicidad y epidemicidad en la India. El segundo grupo se ocupó de las cuestiones de i mportacion, trasmi- Slon y p opagacion del flagelo; se analizó y discutió la manera como tenía lugar la importación, cuales eran los agentes trasmisores, la dura- Cl°n de la incubación, la influencia que tenian los medios de comunica- ei°u, el efecto de las aglomeraciones, los atributos ó caracteres del principio colerígeno, su marcha y su manera de propagarse. El tercer grupo comprendió las medidas higiénicas en general; los que adoptarse en Oriente para ahogar ó sanear la cuna y evitar nuevas invasiones de tan terrible huésped; las que se debian tomar eri la India y en los puertos inmediatos 3 por último, interesando en ello la Turquía, se indicó lo mas urgentemente reclamado por la peregn- ílacion á la Meca. El cuarto y último grupo, se ocupó de las medidas restrictivas y iarentenarios hasta aqui en uso. Elamamos la atención sobre este progreso, cumplido pero esta con- vencía, que marca una nueva faz en el mundo, la de pedir alas reu- científicas las soluciones de los problemas administrativos, é por las reglas de conducta mas en armonía con la marcha de la cEilizacion. , En las primeras conferencias se vela el designio, de favorecer los IQtereses comerciales de algunas naciones, de anular los sistemas cua- rt Qtenarios fueran ó no eficaces y por las conclusiones de esta, se libraba S.U Suei'te ysu existencia, ála marcha de las ideas cuyo impulso es irre- Ststible, aunque lento á veces. " 0 podemos dejar de dar un resúmen de las conclusiones de la inferencia que se reunió en los primeros dias de Febrero de 1866 y de la falta de importancia. Pero, en una cuestión que está trayen- i tan continuos cambios de pareceres; en una cuestión, en fa que no hay hasta ahora sino resoluciones temporarias, ad referendum, que corresponde á una larga observación el resolver de un modo deli- ctivo, inter no hayan principios ó bases científicas sobre qué hacerlas leposar ó rechazar, indudablemente que tal conducta sería vituperable y q°B espondria á una justa crítica. No obstante, la opinión marcha desde hace algunos años por las c°*rientes liberales en cuanto á cuarentenas, pero se fija y se mani- Üesta cada vez mas severa con la salubridad interior y el saneamiento délos focos pestilenciales. Como vamos á verlo, en las Conferencias de Bruselas, en la de Fíla- delfia, en la conferencia sanitaria de Montevideo y hasta en el Con- deso médico reunido en el Ministerio de Relaciones Esteriores, en est°s momentos, estas son las ideas que van prevaleciendo, como serán, áspero, las que en este distinguido centro, serán aceptadas por la ma- yoría. ] -En el Congreso internacional de ciencias médicas celebrado en Bruse- *as en 1875, se traté largamente sobre el cólera morbo y las cuaren- fonas, y el Dr. Lefévre, fué encargado de redactar las conclusiones de discusión en que tomaron parte principal los Sres. Bonnafond, Big- Semmola y Drysdall entre otros y que, como personas de notoria y gran ilustración, han profundizado las cuestiones, cuanto 0 permite el estado actual de la cieñe a y de la observación. Bé aquí el documento que dá cuenta de las resoluciones de dicho ongreso sobre las cuestiones epidemiológicas tratadas en él. Conclusiones acerca de la profilaxis del cólera morbo Trovadas el 20 de Setiembre de 1875 por el Congreso fNTERNACIONAL DE CIENCIAS MÉDICAS CELEBRADO EN Bruselas. 3 ° Ba profilaxis del cólera asiático debe tener por base una nocion e iológica de la enfermedad tan completa como sea posible. 416 LECCIONES 2 o Es el cólera una enfermedad específica, o sea producida por un principio mohoso siempre idéntico, y no puede ser debida á otras causas. 3 ° Nos es desconocido en su esencia el principio colerígeno, como sucede con el principio generador de la viruela, de la escarlata, de la sífilis, etc.; pero estamos en posesión de conocimientos muy importantes bajo el punto de vista de la profilaxis, sobre su origen, sus atributos, las leyes de su propagación y las de su evolución. 4 ° Origen. El miasma colerígeno se desarrolla de un modo espon- táneo en ciertas comarcas de la India, especialmente en el Delta del Ganges y en las regiones bajas que rodean á Madras y Bombay. Partien- do de estos focos originarios, se ha trasportado diferentes veces á Europa, al Africa y la América, constituyéndose esas grandes epidemias que han dejado memoria. Se ha visto, sin embargo, ocurrir en Europa explosiones mas limita- das del cólera asiático despees de haber desaparecido las grandes epide- mias de que acaba de hablarse. ¿Son debidas tales esplosiones á una producción espontánea en el suelo Europeo del miasma colerígeno, ó debe atribuirse á un desarrollo tardio de miasmas que habia dejado como en depósito, la epidemia asiática procedente? Esta última es la opinión mas generalmente adoptada. Como quiera que sea, parece cierto que el cólera de la India puede aclimatarse en Europa. 5 ° Atributos del miasma colerígeno. 1 ° Este miasma se regenera en el sujeto acometido del cólera, desde el cual es trasportado á los individuos sanos, y provoca en ellos el de- sarrollo de la enfermedad: en otros términos, el cólera es esencialmente contagioso. 2 ° El miasma colerígeno obra á la manera de los cuerpos solubles V volátiles, se disuelve por tanto en el agua, se estiende en la atmósfera, y se mantiene en ella en estado de disfusion homogénea, esto es, sin acu- mularse en los puntos declives. 3 ° Es el poder morbífico del miasma colerígeno ménos enérgieo’ y ménos fatal en su acción, que otros miasmas y virus conocidos. 4 o Es poco permanente: parece que se destruye con prontitud, sobre todo cuando el aire está fuertemente oxonizado. Sin embargo, eU ciertas condiciones de confinamiento, hallándose á cubierto del aire’ puede conservarse largo tiempo. 5 ° Se destruye este miasma por una temperatura elevada (100 S mas) y por cierto número de agentes químicos de afinidades enérgica8' DE HIGIENE 417 Esta cuestión reclama todavía algunos estudios para llegar á una precisión y á una claridad verdaderamente práctica. 6 ° Los individuos expuestos á la acción del miasma colérígeno, adquieren al cabo de algún tiempo una especie de costumbre que los P°ne á cubierto de la enfermedad. 6 ° Leyes de propagación del cólera asiático. Io El elemento contagioso colérico recide principalmente, y quizas un modo exclusivo, en las deyecciones del enfermo [materias del v°mito y sobre todo evacuaciones intestinales.] 2 o Puede trasportarse del sugeto enfermo á los individuos san os Por diferentes vehículos, entre los cuales son de notar, después de las Eyecciones mismas: El enfermo. El cadáver. Eas ropas y vestidos que le han servido, Eos aposentos, las embarcaciones y los carruajes donde ha permane- cido. Eas letrinas. El agua, que ha podido contaminarse por las deyecciones coléricas, El aire, aunque á corta distancia, esto es á algunos centenares de tetros. Eos animales, las mercancías que han podido cargarse de miasmas c°lerigenos, etc. Eli Impregnación colérica y evolución: Io El miasma eolerigeno penetra principalmente por las vias pul - íllo:nales y las digestivas/ 2 ° Es generalmente muy corta la duración de la incubación. ° Las condiciones morales é higiénicas de naturaleza depresiva Evorecen la evolución del envenenamiento colérico. VHI. La profilaxis del cólera se deriva de las siguientes nociones etl° lógicas. Es la primera indicación destruir, mediante obras de saneamiento, loa °c°s originarios del cólera en la India, y sus focus secundarios en Bu- r°pa. El segundo precepto es impedir el trasporte del principio morboso á s países sanos, valiéndose de todas las medidas de aislamiento verda- l'a mente eficaces y compatibles con las exijencias de la civilización Moderna. 418 LECCIONES La tercera regla profiláctica consiste en neutralizar dicho principio á favor de medios desinfectantes que están por determinar. Es el cuarto precepto procurar disminuir los estragos del cólera, por medio de medidas higiénicas bien entendidas. Finalmente, espera el Congreso que las grandes obras de saneamiento emprendidas en la India por la Inglaterra, serán llevadas á término feliz, y alcanzarán á extinguir la epidemia asiática en su principal foco. Considerando que la simple lectura de estas conclusiones, acreditan cuanto acabábamos de osponer y que como verdadero resumen presenta á la inteligencia un conjunto armónico en que se ven desfilar las md cuestiones que hay en la ciencia y en la práctica de estas medidas, escu- sanios agregar una sola palabra sobre esas conclusiones y su influen- cia en Europa sobre el presente y el porvenir que auguran á las cuaren- tenas. En 1876 tuvo lugar en la misma ciudad de Bruselas otro Congreso internacional de ciencias médicas, pero limitado á la Higiene, Salvataje y Economía Social. Entre las cuestiones propuestas al exámen del Congreso figuraban en la Primera Sección, relacionada mas inmediatamente con la Higiene lo siguiente: (a) La higiene y la Salubridad pública: (b) la higiene aplicada a la industria; (c) la higiene doméstica y privada; (d) la medicina, la ciru- jiay la química en sus relaciones con la higiene. En los detalles del programa de esta sección se encuentra bajo el nu- mero ordinal 5 las cuestiones relacionadas con el punto que nos ocupa J que están formuladas déla siguiente manera. ¿Como pueden conciliarse los intereses de la libertad con los de Ia salud pública en Jas leyes y reglamentos: l.° sobre las cuarentenas y los lazaretos; 2. ° sobre las enfermedades trasmisibles del animal al hombre, tales como la rabia, el farcino ó lamparones, el muermo, etc; 3. ° sobre las medidas profilácticas contra propagación de las epi' zootias? ¿Cuales son las precauciones á tomar en el trasporte, matanza }r enterramiento de un animal atacado de enfermedad contagiosa? ¡l'* incineración del cadáver es de recomendar en este caso! ¿Cuales son los medios de desinfectar las caballerizas, pesebres, bu- ques, wagones y las casas contaminadas? ¿Cuales son las reglas á observar en el trasporte del ganado destinado DE HIGIENE 419 consumo de la población, á fin de prover: á la seguridad de la vía pública y á la salud del animal? La obra en que se da cuenta de este Congreso consta de dos vo- lúmenes de mas de 800 páginas cada uno. Bruxelle 1877. El Dr. Charbonnier de Bruselas, fue el miembro informante de las E'es primeras cuestiones, pero el Profesor Z ikauer, médico consultan- le del Emperador de Rusia, comenzó bajo la presidencia del Sr. Crocq, por presentar un trabajo ó memoria, sobre las medidas preventivas á to- á la aproximación del cólera y sobrales medios de disminuir el húmero de las enfermedades y defunciones en una localidad infestada. En seguida el Dr. Charbonnier presentó su informe sobre las cuaren- tenas y lazaretos que vamos á traducir, así como, de la discusión que se siguió, vamos á procurar de dar un resumen fiel. Informe de M. Charbonnier, doctor en medicina en Bruselas Cuarentenas—Dista mucho de haber acuerdo sobre la legitimidad y s°brela eficacia ¡¡de las medidas cuarentenarias empleadas para impedir propagación de las diversas enfermedades epidémicas y contagiosas. Establezcamos las relaciones que deben existir entre la libertad yla SaW pública: Así como la libertad individual en sus manifestaciones esteriores reeonoce pocas travas en los pueblos salvages, así son, en contraste, los úeberes de cada asociado, de importantes y numerosos en las sociedades CTDlizadas. Estos deberes individuales, estas restricciones impuestas á Cada uno, constituyen un fondo común de derechos, un tejido de garan- tías sobre el cual nace, se organiza y se desarrolla la libertad pública, fine no es otra, en este caso, que la salud pública. _ El antagonismo entre esta y la libertad individual no puede existir Slnó entre los salvajes ó gracias á la ignorancia. Si la salud pública se aP°ya únicamente sobre datos cientificos para edictar reglamentos, c°Qstituye un verdadero medio saludable, una atmósfera vivificante aprovecha á cada uno como á todos, j, principio pues, la sociedad tiene el derecho de salvaguadarse en üßtes perfectamente definidos por la ciencia y no ya dictados como en Otroa tiempos por la ignorancia mas ciega yel egoismo mas estrecho. , de estos principios, las cuarentenas, para ser legítimas, eWán tener en vista: 1"' ®1 período de incubación d© las enfermedades epidémicas y con- 420 LECCIONES tagiosas; 2° su zona de diseminación; 3o el número (uno ó múlti- ple) y la naturaleza (por mar <5 por cierra) de las vias por las cuales pueden invadir un pais; 4o deberán ser acompañadas de todas las me- didas higiénicas interiores reconocidas eficaces para combatir estas en- fermedades; 5o serán publicadas por todos los medios propios para ha- cerlas conocer. Estas reglas concisas, tienen además la ventaja de dejar ála ciencia para sus descubrimientos futuros, la facultad de ensanchar ó restringir la aplicación. Agreguemos solamente algunas palabras sobre el cólera, porque su profilaxia debe ser sobre todo, demandada á ¡as medidas higiénicas y no á las cuarentenas y en seguida para levantar un grande error; el há- bito al miasrao colerígeno. Entre los carácteres atribuidos á este miasma, notamos los siguientes: Io toma origen en un terreno especial; 2° existe de un modo per- manente en el barrio de los pobres en Calcuta; 3o se regenera indefi- nidamente en los individuos; es decir, mientras encuentre un terreno ad hoc en organismos debilitados por el hacinamiento, la privación de aire yde luz; 4 ° se propaga fuera de su foco de origen de un modo epidémico, gracias al muson del S. O; 5 o estalla sobre todo por la noche. Lazaretos—Los ingleses han establecido por numerosas observaciones, que el cólera se propaga epidémicamente durante la estación en que reina el muson del S. O.; han igualmente notado por las epidemias que estallaban en los ejércitos en marcha, la importancia capital de un cambio de posición en el campamento, para hacer cesar, ó para que se declare una epidemia. Estos hechos demuestran que; 1 ° los lazaretos deberán ser situados al Este de una ciudad; 2 o en la inmensa mayoría de los casos deberán ser temporarios y no recibirán otros enfermos que los atacados de estas enfermedados epidémicas; 3 ° serán construidos de madera; 4 ° todas las piezas de madera que sirvan para la edificación de los lazaretos serán confeccionadas con anticipación y remitidas al emplazamiento que se les destine, de modo que se puedan erigir inmediatamente en caso de necesidad y desmontarlos inmediatamente que el peligro haya sido conjurado; 5 ° bastante vastos para contener habitaciones de cam- bio, provistas de grandes aberturas al Este y cerradas al Oeste; 6 ° las paredes serán varnizadas y alquitranadas; 7 ° las piezas que los com- pongan serán desinfectadas antes de ser remitidas; 8 ° canales bien confeccionados recibirán todas las aguas sucias para derramarlas» 421 DE HIGIENE después de haber sido desafectadas, en Jas cloacas colectoras; 9 ° l°s cadáveres, asi como las ropas, serán quemados allí mismo; 10. el personal ocupado en el servicio de estos establecimientos deberá ser muy numeroso y se relevará sobre todo por la noche. Terminada la lectura del informe del Sr. Charbonnier de que solo hemos traducido la parte relativa á las Cuarentenas y Lazaretos, el Sr. Residente abrió la discusión dividiéndola en dos partes la una relativa a'a profilaxia de las enfermedades epidémicas y la otra abrazando los otros tópicos de que se había ocupado el miembro informante. El primero en tomar la palabra fue el Dr. Eauvel, miembro de la academia de medicina de París, quien comenzó, por hacer una observación rectificando lo que el miembro informante había dicho sobre la aparición h© la peste de Oriente, que aquel consideraba casi extinguida y que en los últimos años ha vuelto á presentarse en el Asia, amenazan- do el Egipto, y por consiguiente, á la Europa —que él considera ba esto de suma importancia, puesto que sobre este hecho se han basado hedidas profilácticas que estaban en desuso. Que tenia en cuanto á la fiebre amarilla otra observación que hacer; fiUe provenia de la estension que ha tomado y del carácter permanente fiue revestía en el Brasil, Golfo de Méjico y el sud de los Estados Uni- cos, lo que constituye una amenaza también para la Europa, que se vé ol)hgada á tomar medidas profilácticas contra ella. Tratando en seguida sobre la manera práctica de realizar la concilia- f'l°ü de esos intereses de la libertad con los de la salud pública en las Wes y reglamentos, dijo se podían conciliar sus intereses, no edictando Slnú medidas realmente útiles y cuyas ventajas superaran los perjuicios clVle ocasionan ála libertad de las relaciones; que siendo la salud públi- Ca el interés mas principal, por cuanto las enfermedades epidémicas Pesan generalmente sobre la clase menos acomodada de la población, interés, que el gobierno debe defender con mayor cuidado así C°m° Ja medicina. Que el interés de la salud pública es el mismo en a 3 partes, pero que este interés varía en los países según su pre- -posición para recibirlas enfermedades exóticas, predisposición que depender de su posición geográfica, de su clima, de sus ccstum- es y de su higiene particular. Que no se trata de establecer principios absolutos puesto que si hay 6roueia en los grados de ese interés público, hay también diferencias c°u la posibilidad de aplicación; que no basta decretar medidas, que es Rosario que estas sean prácticas y que no haya consideraciones que lsmiuuyau la utilidad. Que cuando de dos paises limítrofes el uno está 422 LECCIONES atacado de enfermedad pestilencial, las medidas restrictivas pierden su eficacia—pero no puede decirse que esas medidas sean inútiles para las procedencias marítimas. Que se puede establecer como principio, que las medidas restrictivas de profilaxia, deben subordinarse á las venta- jas que resulten de su aplicación. Que la profilaxia ideal, existe en medicina como doctrina; que para la ciencia no hay sino un proceder profiláctico de valor absoluto ó que se le aproxima, y es la interrupción completa délas relaciones con el pais infestado; pero que este proceder es inaplicable y nadie lo preconiza; que hay relaciones que se pueden hacer cesar en ciertos limites y que dan garantías relativas aunque variables. Que cuando las medidas profilácticas dan una gax-antia relativa, superior al perjuicio causado á las relaciones, deben considerárselas como garantía buena y suficiente; pero si la garantía es superior al perjuicio causado á las relaciones, la ineficacia es casi completa y rechaza tal garantía. Pasando por sobre muchos detalles dijo el Dr. Pauvel respecto al in- terés de las relaciones comerciales, que era opuesto en general ese inte- rés, á todas las trabas puestas’en nombre de la salud pública, que esos intereses son muy poderosos, que dominan la situación, puesto que son los de la civilización y de la prosperidad pública, que es preciso considerar con la mayor atención. Que en los pueblos del ÍSorte de la Europa Ja libertad y los intereses del comercio, ó que demandaban la supresión de las trabas cuarentenarias, eran solidarios, pero que en los pueblos del medio cha ó del sud de la Europa, los intereses comerciales concordaban con los intereses sanitarios y lo.único que habrialugar i demandar, seria la supresión de todo rigor no justificado, reduciendo las medidas sanita- rias á las que san v erdaderamente útiles, pero que es necesario dejar una cierta elascticidad en los reglamentos sanitarios. Si se me preguntara si las cuarentenas habrán de existir siempre —contestaría—que estoy persuadido que no son sino medidas provisorias, que usamos á falta de otras—que debemos esperar, que gracias á los pxmgresos de la higiene las enfermedades pestilenciales harán monos estragos en las poblaciones —que es por otra parte evidente, que en un futuro próximo, las relaciones comerciales de los pueblos harán imposible la aplicación de verdaderas medidas de cuarentenas. Debemos esperar también,'que la ciencia nos enseña el modo de ahogar en su cuna las enfermedades pestilenciales. En cuanto a desinfección, la única cierta que conocemos es la incinera- ción—que todos los otros medios son útiles, pero que nada prueba que tengan una eficacia cierta—que el dia en que la desinfección llegue á dar DE HIGIENE 423 Uri medio seguro de destruir una enfermedad contagiosa, las cuaren- tenas desa parecerán. Por último debernos contentarnos provisoriamente, con disminuir de Un modo considerable, por los medios actuales, las probabilidades délas eíñermedades pestilenciales hasta_que el porvenir nos provea de otros medios mas eficaces. Los Sres. Dabreux, Hirsch, Charbonuier, Douglas-Galton y Casti- SPoni, etc. contestaron al Dr. Fauvel, aclarando algunos puntos y ter- minando por quedar de acuerdo en el mayor número de sus apreciaeio- Hes, terminando con esto la discusión sobre esta materia, á que solo consagró una sesión este Congreso. Hemos tratado de traducir y deestractar'lo mas sustancial é importante e cuanto se dijo en este Congreso Internacional de Higiene, Salvataje y Economía social, sobre la cuestión que nos ocupa. Tendríamos muchas observaciones que hacer tanto sobre este, como s°bre ]os aQteriores Congresos de que hemos dado cuenta, pero esto no mna sino retardar el instante de decir nuestra última palabra sobre esta atería y por eso, no queremos abandonar el papel de simples relatores hemos impuesto, en vista de la ostensión misma que ha tomado diestro trabajo. Cúmpleme declarar, que por los mismos motivos que acabo de men- guar, mB he visto forzado á abandonar en gran parte el plan que me ama propuesto para la elaboración de este trabajo—y digo tan solo que 611 gran parte, porque el encadenamiento natural que tienen las cuestio- -1108 cuarenteuarias nos hace encontrar á cada paso aquellos factores que reveló la autopsia que hicimos délas cuarentenas. ¡unos á terminar por hoy dando cuenta del resultado del Congreso -p, Nacional de ciencias médicas que en el presente año tuvo lugar en ‘Welfiay en que tuvo también su pequeña parte la cuestión que nos 0c‘üpa. c la intención de dar mayor esplendor á las fiestas celebrando Ij. 6nfenario de su independencia, tuvo lugar en Eiladelfia (Estados de América) una Exposición y un Congreso médico iuterna- en 1876. (Setiembre) En ese Congreso el Dr. D. Juan M. Cirujano general del servicio del Hospital de la Marina, ent(s un trabajo sobre las cuarentenas con referencia especial al qj morbo y fiebre amarilla, que figura en las transacciones del gieso médico internacional y cuyo final, que fue aceptado por la ayoría? es el siguiente : e,e admitirse, que los gérmenes de enfermedades contagiosas) 424 LECCIONES pueden eludir las mas vigilantes medidas sanitarias de embarque, que se puedan imajinar; de aquí deriva la importancia de la cooperación municipal, con el fin, que todas las ciudades espuestas, puedan por medio de medidas sanitarias prudentes, hacerse menos susceptibles de infección. El valor de las previsiones sanitarias del viaje del Océano y del tráfico, y de medidas preventivas en el pais, son cada vez más reco- nocidas por las Naciones civilizadas, y la ilustrada y vigorosa prosecu- ción del empleo de estos medios hacen abrigar la esperanza de hacer a los paises menos espuestos á infección, pero, las repetidas batallas contra el cólera y la fiebre amarilla deberían despertar un espíritu in- ternacional, y provocar una resolución, para llevar la guerra contra estas enfermedades á sus focos endémicos, y después instruir al pueblo, y si fuese necesario, emplear medios racionales de prevención. Por lo que precede, las siguientes conclusiones aparecen serjustifi- cadas: I. La supervisión de viajes en el Océano, debe dirigirse á asegurar buenas condiciones sanitarias para Jos buques, en todo tiempo, tanto en el mar como en puerto. 11. En sistema de Sanidad de puertos, deberia ser adoptado y admi- nistrado en cada pais ó lugar, separadamente, y deberia ser modificado en casos particulares, tomando en cuenta, lo espuesto del puerto á la infección, el periodo de infección, el periodo de incubación de la enfef' medad, el espacio de tiempo trascurrido en el viaje y las medidas lle- vadas á cabo por el buque durante el \iaje. 111. En algunos paises, la detención de los pasageros y tripulaciones de los buques, procedentes de puertos infestados, es garantida; per° solamente por el tiempo necesario para completar el periodo de incuba- cion del cólera ó de la fiebre amarilla, contando desriela fecha de Ia partida de un puerto infestado, ó de desembarco de un buque infestado; en ningún caso deberían los pasageros ó marineros ser detenidos pai’a observación á bordo de un buque infestado, y el tal buque no debería ser detenido mas tiempo del periodo requerido para inspección y para llevar á efecto la completa desinfección y limpieza de él. IV. Reconociendo el hecho de que las causas mórbidas délas enfer- medades de infección pueden algunas veces eludir las previsiones sani- tarias mas vigilantes de los buques, la importancia de las mas sabias y bien dirigidas medidas internas sanitarias, pueden escasamente consi- derarse escesivas. Por lo que respecta a la América, es de desearse que pronta y auto* DÉ HIGIENE 425 i'itativa información se tome siempre del embarque de pasageros o efec- tos de distritos infestados por el cólera ó fiebre amarilla, con el fin de asegurar la desinfección de los artículos infestados. IV. Las cunas endémicas del cólera y fiebre amarilla son los campos fine prometen los mas grandes y satisfactorios resultados á las bien dirigidas y enérgicas medidas sanitarias, y á este fin el sentimiento in- ternacional debería ser despertado sóidamente para compeler al pueblo Didolentey descuidado, á emplear medios racionales de precaución. Las conclusiones procedentes fueron subsiguientemente adoptadas y comunicadas al Congreso, como espresando la opinión, de la sesión sobre el particular. Queremos agregar solamente algunas ligeras observaciones para ter- minar por hoy. La mayor parte de los Reglamentos Sanitarios vigentes en los prin- cipales estado?, recomiendan y preveen la mayor parte de lo que se recomienda en estas conclusiones, en efedo, las medidas precaucionales comprenden desde el embarque de la carga y pasageros, hasta su desembarque en el punto á do van, acompañándolos esas medidas pre- caucionales durante el viage, de manera que todo se baila previsto. Por parte de lo que respecta ala 111 conclusión creemos muy critica- ble y hasta injustificada la conducta de las autoridades sanitarias de Agimos puertos, que se hallan fluctuando siempre en la duración de la cuarentena que deben imponer para las procedencias de un país infec- tado por un mal epidemiable. La esencialidad de esos males es siempre la misma y aunque la recep- tividad de las localidades puede variar por causas diversas y muy princi- palmente por las estaciones, pero no comprendemos qué razón puedan tener, para mientras dura la estación peligrosa, estar aumentando ó dis- minuyendo la duración de la cuarentena, ccmo si la incubación no fuera la misma, habiendo uno que muchísimos casos en el puerto de partida (es menor cuando hay muchos casos) y no fuera el mal, el mismo tam- bién. De aquí resulta el siguiente dilema— ó la cuarentena mas corta fine ponen—no precave—y entonces perjudican al comercio estéril- mente y engañan al país, tomando medias de seguridad ficticia—ó pre- caven—y entonces, no vemos á que conduce ese aumento que parece una sujeción del miedo, que debe tener su correctivo en la razón é ilustra- ción. De todas maneras, esos cambios ocasionan muy serios perjuicios al comercio y á la navegación y por lo tanto, pedimos que en cada loca- 42 6 LECCIONES lidad baya un principio invariable en la duración cuarentenaria, conte- nida esa duración dentro de los términos asignados á la incubación. Te ruinarnos muchísimo que decir sobre las otras conclusiones, pero nos faltaría tiempo para ello y antes de seguir retaceándolas, preferimos suspender aqui estas consideraciones. pL primer Congreso jSuD-y^MERicANO, Señores: Nombrado á principios del año de 1869 médico de Sanidad del Puer- to, tuve por primera tarea, que organizar las medidas precaucionales que debían regirnos, en conformidad con el estado de la ciencia, en los momentos en que nos encontrábamos. Renuncio el diseñar el estado de abandono, la falta de reglamentos, de plan precauciona! yde personal sanitario en los momentos en que entré á ocupar dicho puesto. En presencia del tristísimo estado en que se hallaba el régimen pro- caucional, en 14 de Mayo de ese mismo año de 1869, (Revista Médico- Quirúrgica, año6°,pág. 69 y siguientes) pasé un informe, que la superioridad remitió en consulta al Consejo de Higiene y en virtud del dictámen favorable de esta Corporación, el gobierno espidió con fecha 14 de Julio del mismo año, la siguiente disposición: Julio 14 de 1869. De conformidad con lo dictamidad por el Consejo de Higiene, orga- nizase la Junta de Sanidad con el Capitán del Puerto, como Presidente y los dos médicos de Puerto, certificando el Escribano de Grobierno, sus actos públicos y ocurriendo al Consejo de Higiene, como autoridad consultiva, en la resolución de los casos que como Tribunal Superior ó de Apelación debe conocer, en el ejercicio de sus funciones; espidién- dose las patentes de Sanidad según las fórmula propuesta por el Con- sejo y procediéndose en lo demás con arreglo á lo indicado. Pase al Capitán del Puerto á sus efectos, quien lo hará saber á los DE HIGIENE 427 médicos designados, avísese al Escribano de Gobierno, comuniqúese al -Ministerio de Hacienda y Consejo de Higiene Pública y publíquese c°n el dictamen de su referencia.—SAßMlENTO—Mastín de Gain- EA. (1) Prosiguiendo con el empeño de organizar la sanidad marítina del País, presenté pocos dias después un proyecto de Reglamento de Sani- dad, calcado sobre el Reglamento de la Convención Sanitaria de Paris de 1851 y 52 y las ideas del de Coustantinopla; Proyecto que la Supe- bondad remitió en consulta al Consejo de Higiene y este designó al Presidente I). Luis M. Drago, Secretario Dr. D. Leopoldo Montes de Ocay al que esto relata, para que lo revisaran y de común hicieran la deformas que juzgaran convenientes. Terminado su cometido esta comisión, el Consejo elevó dicho Reglamento al Gobierno, y aunque este, solo puso en vigencia una parte de él, creemos deber trascribirlo integro, para que se vea así, que lo que tenemos en vigencia, es solo un fragmento y que habia anhelo y muy buenos deseos por parte de las autoridades sanitarias, para que el país no apareciera como retardado 611 la marcha de la civilización y del progreso, y tuviera un plan pre- cauciona! que lo pusiera á cubierto de las importaciones, como las que Rabian tenido lugar en los años anteriores y que tantos estragos habian causado. Hé aquí, pues, el testo completo completo de ese Reglamento de Proyecto de Reglamento de Policía Sanitaria Marítima de la República Argentina. TITULO I. Juntas de Sanidad. Art. jo, Quedan establecidos {en los puertos habilitados de la República, untas de Sanidad Marítima, que tendrán su asiento en las Capitanías ó übdelegaciones de Puerto. 20. Dichas Juntas serán compuestas, por ahora del modo siguiente: , del Capitán ó Sub-delegado del Puerto, como Presidente, 2° del Médico u Médicos del Puerto; y en caso de no existir este funcionario, del Médico ó de Policia, á quienes se asignará un sobresueldo por este servicio; del Administrador de Rentas Nacionales; y 4° del empleado subalterno 6 Capitanía, mas idóneo, que actuará como secretario. Art. 30. Son atribuciones de tas Juntas: 10. Llevar prolijamente un libro de Acuerdos, en que consten las deci- 'b Revista Médico' Quirúrgica, año 6e, páginas 131 y 132- 428 LECCIONES siones que so tomen en los casos no previstos en este Reglamento, y para salvar las dudas que puedan ocurrir. 2°. Yelar por el cumplimiento de las disposiciones de este Reglamento de cuya observancia son responsables. 30. Firmar y sellar las Patentes de Sanidad de los buques que salgan de los puertos respectivos. 40. Pasaren consulta ála Junta de Sanidad del Puerto Central la espo- sicion de las dudas y casos no previstos en esto Reglamento, que ocurrieren, con los sumarios y domas datos concernientes ó que les fueren pedidos; para ser remitidos al Consejo de Higiene rública, que por intermedio de la Junta Central comunicará su decisión. s°. En caso de arribo al puerto de algún buque infestado, tomar las medidas convenientes, do acuerdo con este Reglamento: comunicando el suceso á las Juntas de Sanidad de los puertos inmediatos de la República, al Go' bierno déla Provincia respectiva y á la Junta del Puerto Central, para que lo eleve á conocimiento del gobierno nacional. 6°. Tanto en el caso anterior, como en el de desarrollo en el puerto de su jurisdicción ó en sus cercanías, de alguna epidemia ó epizootia, al dar salida aun buque, verificar escrupulosamente con la inspección ocular las varias circunstancias especificadas en las Patentes de Sanidad adoptadas en la Repú- blica, y loque sobre el particular se ordena en este Reglamento. 70. Vijilarel aseo del puerto y sus inmediaciones. Art. 40. Las Juntas establecidas en los demas puertos de la República, deberán entenderse con la Junta de Sanidad del Puerto Central, para todo lo que se relacione con la salubridad pública. Art. 5o- En caso de duda, disidencia, reclamación ó protesta- sea departe de las Juntas, sea de particulares; la Junta de Sanidad del Puerto Central, poniendo todo en conocimiento del Gobierno, deberá ocurrir al Consejo de Higiene Pública, como tribunal consultivo ó de apelación, de acuerdo con lo dispuesto por la superioridad con fecha 14 de Julio de 1869, el que comunicará al gobierno su decisión, para resolverlo que estime por conveniente. Art. 6o- Queda ála resolución de las Juntas deSanidad, el tomar todas la precauciones convenientes respecto de ¡os buques que traigan, ó en que se pre- senten casos de enfermedades llamadas indíjenas, como la fiebre tifoidea, la viruela, ú otra que revista un carácter pernicioso, que ponga en peligro la vida de dichos enfermos ó que pueda tomar un carácter epidémico en el mismo buque ó en la localidad: debiendo circunscribirse estas medidas al buque y enfermos, pero en ningún caso á los sanos y al cargamento, á menos que circunstancias especiales exijan lo contrario. Art. 70. En casos de existir una epidemia en el puerto de salida ó en sus cercanías, las Juntas no permitirán que los buques que conducen pasajeros admitan un número que no guarde proposición con las comodidades de los mismos buques. Art. 80. Encaso de reinar óde haber reinado una epizootia en los puertos de salida ó en sus cercanías, las Juntas prohibirán el embarco de frutos que no hayan sufrido una desinfección prévia, suficiente á su juicio, la que deberá ser certificada. Art. 9o ,En caso de que los pasajeros’ sean muchos yel viaje sea largo DE lIIGIKNE 429 harán presente á los Capitanes la conveniencia de llevar á bordo un facuh tativo. Art. 10. Las Juntas prohibirán el embarco de cargas putrexibles, y de sustancias inflamables ó esplosibles, cuando los buques lleven pasajeros. Art. 11. Las atribuciones de las Juntas de sanidad respecto á los buques surtos en el puerto ó prontos á emprender viaje son estensivas á cuanto se Racione con el aseo, limpieza y conservación de la salud á bt rdo de los mismos. Con este objeto, cuidarán de que los alimentos sean frescos, buenos y abun ¿antes. Art. 12. Es deber de las Juntas de Sanidad, cuando un buque esté en Cuarentena, prestarle los auxilios que reclame su situación. Art. 13. En caso de epidemia á bordo de un buque, de las enfermedades llamadas exóticas {cocerá, fiebre amarilla, peste de Oriente), las Juntas dispon- en si el buque ha de permanecer en el puerto, ó pasar ai Lazareto de la Ensenada, dando al efecto las órdenes convenientes. Art 14, En cuanto al modo de pasar la visita sanitaria, se recomienda á las ¿unías que¿eviten el ridículo, empleando sin embargo todas aquellas'precaucione fihe sean del caso con los buques de patente sucia; aproximándose en lo posi- ble al modo siguiente: Llegada la embarcación con la visita al habla del buque que debe ser visitado siu atracar si el estado del rio lo permite, pe dirá la patente sanitaria del punto ¿n salida y la del último punto en que haya hecho escala, si viene del extran- jero. Entregada ó arrojada la patente, el médico ó encargado de pasar la risita se impondrá con cuidado de todas las circunstancias y observaciones que eu ella consten, averiguará si ha hecho cuarentena en algún puerto y por cuantos dias?—si tiene enfermos á bordo yen que número—si ha tenido defun- ciones entre la tripulación ó pasajeros durante el viaje y de qué enfermedad, se- gún su entender? ypedirá al Capitán y al médico, si lo hay á bordo, un certi- ficado de las novedades sanitarias que hayan ocurrido durante el viaje. Por el juicio que forme la autoridad sanitaria, en vista délos documentos que Ss les presenten y por las contestaciones á las preguntas que juzgare conve- liente hacer para mayor esclarecimiento, resolverá si el buque debe permane- cer en cuarentena de observación ó pasar al Lazareto, y dará acto continuo Parte ála Junta de Sanidad por el telégrafo ó verbaimente de las novedades flue ocurran y de la determinación que haya tomado, para que esta resuelva que deba hacerse en dicho caso- Si el estado del rio lo exije, podrá el Médico, subir á bordo del buque, de* hiendo entonces mantenerse lo mas aisladamente posible de los pasajeros y tripulacion: no siendo un obstáculo para su reembarco dicha subida. Si resultare duda ó sospecha de ocultación de enfermos en el buque, deberá, Acompañado del oficial que mándela embarcación, subir á bordo, registrar las cámaras del buque, é inspeccionar la tripulación y pasajeros. Igual conducta °hservará toda vez que haya enfermos á bordo según declaración, é ignorare la ciase de enfermedad. Si el buque debe permanecer en observación hasta segunda orden, pedirá la correspondencia, para someterla á las precauciones higiénicas que se crean convenientes. Queda al buen juicio del médico que pase la visita, la conducta que deba 430 LECCIONES observar en casos imprevistos, la variación en el interrogatorio, y la adopción de medidas conforme á las circunstancias, debiendo de todo dar cuenta á la Junta de Sanidad, la que en caso de duda, ordenará que el otro Médico de Sanidad paseen consulta con el Médico deservicio á bordo del buque á recono' cer, dando cuenta de la resolución que tomaren ála Junta, para que esta lo comunique á la Junta del Puerto Central que lo elevará á conocimiento supe’ rior. Igual comunicación se hará, toda vez que se ponga un bu }ue en cuarentena de observación ó se envíe al Lazareto. Art. 15. Las Juntas de Sanidad deberán pronunciarse siempre sobre la existencia ó no existencia de las enfermedades llamadas exóticas. La duda, será interpretada en el sentido de la mayor prudencia, y la patente será sucia. En este caso consultarán al Consejo de Higiene Pública, cuyo dictámen hará decisión. Art. 16. Ademas de las medidas especificadas en este Reglamento, las auto' ridades sanitarias están en el deber, en presencia de un peligro inminente y fuera de toda previsión, de prescribir bajo su responsabilidad las medidas que juzguen indispensables para la conservación de la salud pública, solicitando el concurso de las demas autoridades locales, si fuere preciso, y debiendo dar cuenta oportunamente á la Junta da Sanidad del Puerto Central. Ar - 17. Las Juntas de Sanidad pasarán anualmente á la Junta de Sanidad del Puerto Central un informe detallado dalas medidas estraordinarias no in' cluidas en el presente Reglamento que haya sido preciso tomar, proponiendo as mejoras que ásu juicio y por la esneriencia deben ponerse en vigencia en los puertos baja su jurisdicción, a=í como, darán cuenta taTibien de las demas novedadesque hayan ocurrido.de los beneficios que hayan resultado del esta' blecimiento de las instituciones sanitarias, y del número de patentes de sanidad que se hayan espedido, clasificadas según su categoría. La Junta de Sanidad del Puerto Central pasará al Superior Gobierno un informe en las mismas condiciones, y con los datos estadísticos en que las de- mas Juntas de Sanidad le hayan trasmitido. TITULO II Disposiciones generales Art. 18 La? medidas sanitarias marítimas que la República adopta páralos puertos y ríos de su jurisdicción: comprenden desde el aislamiento del bu- que sospechoso ó infestado, hasta su descarga en el Lazareto, con sujeción de los pasageros, tripulación y cargamento, á las medidas que la higiene públi- ca aconseja, ó que las circunstancias hiciesen necesarias, conforme al espíritu que ha presidido á la formación de este Reglamento, que por otra parte se halla de acuerdo con reglamentos análogos, y á cuanto en sus artículos se de' talla. Art. 19 Cualquiera que sea el número de enfermos que se encuentren á bordo, yla naturaleza de la enfermedad de que adolecieren, nunca podrá un buque ser rechazado; pero sí, será sometido á precauciones higiénicas, conci' liándose los derechos da la humanidad, con los intereses de la salud pública. Art. 20 En los puertos que no tienen Lazareto, las Juntas de Sanidad loca' cales, determinarán con arreglo á sus atribuciones, si el buque sospechoso ó DE HIGIENE con enfermes debe ser dirijido áun Lazareto vecino ó puede quedar anclado on un lugar reservado y aislado, bajo su vigilancia. En todas circunstancias no podrá un buque ser dirijido á otro Lazareto ú otro puerto, sino después de habérsele proporcionado los socorros y cuidados que reclamo su estado ó el helos enfermos y habérsele dado los medios de continuar su viaje. Art. 21 La peste, la fiebre amarilla y el cólera (enfermedades exóticas) son las únicas enfermedades que demandan medidas generales y el sometimiento á cuarentenas, y que colocan al buque en las condiciones de infestado. Estas condiciones existirán: 1 Cuando se presenten á bordo casos de dichas enfermedades; 2 Cuando baya habido defunciones délas mismas; 3 Cuando, procediendo de un puerto intestado, no hayan trascurrido diez dias desde su salida. Art. 22 No serán admitidas en adelante las patentes sanitarias dadas por los Ministros, Cónsules ú otros agentes de la República en el estrangero; los que se limitarán á visar y legalizar las firmas de las autoridades que las espidan, en los puertos de su residencia. En los puertos en que no hubiere Cónsules ó agentes argentinos, los Capitanes podrán hacer visar y legalizar sus documentos por los Cónsules del país á que pertenezca la matrícula del buque. Art. 23 Quedan obligados los agentes consulares de la República en el es' foangero á participar por el Ministerio de Relaciones Esteriores á la Junta de Sanidad del Puerto Central, cuando estalle alguna enfermedad epidémica en los puertos para que estén acreditados, así como su desaparición. Harán constar esto mismo en la visación de las patentes, señalando la fecha de su aparición y desaparición, hasta un mes después de su cese completo, comunicado oficial' mente. Art. 24 Las cuarentenas serán—de observación y de rigor. L'tg cuarentenas de observación serán de tres dias y se purgarán en el fondeadero que se le haya indicado al buque, que será lo mas aislado posible eu la rada. Las cuarentenas de rigor se purgarán en el Lazareto de Martin García; ó el punió que las Juntas de Sanidad determinen. Esta cuarentena será de diez dias completos para las personas; veinte para el buque, y treinta para cargamento, si hubiera sido desembarcado y se hubieran cumplido las Prescripciones de este reglamento durante ese tiempo. Las cuarentenas del buque, tripulación, pasajeros y cargamento podrán aumentarse según las circunstancias, por acuerdo de las Juntas de Sanidad, Toda vez que un buque haya estado en cuarentena de observación y pase al Lazareto, ó la haya de efectuar de rigor, no se le descontarán los dias que haya estado en observación. Art. 25 Todo buque mercante que navegase en aguas de la República que- da sujeto al cumplimiento áir en persona á las Capitanías ó Subdelegaciones á pedir las Patentes de £ anidad y á dar los datos y conocimientos que se les pida, bajo su firma. En tiempos ordinarios podrá ser dispensados de esta formalidad, siempro que sus apoderados, representantes ó los despachantes pueden dar las justifica- ciones, seguridades y demás datos que se les pida. Art. 48. Cada buque no podrá llevar sino una Patente de Sanidad, y en oa‘ so de que demande por circunstancias especiales otra, se hará constar su duph’ cado, y será dada siempre bajo las mismas condiciones con que fué espedida la primera. Art. 49. En caso de demora en un puerto, por mss de cuatro dias, de un buque despachado ya, deberá su Capitán para que la Patente de Sanidad conserve su valor, hacerla refrendar per la Junta respectiva. Art. 50. Las Patentes do Sanidad se espedir án limpias ó sucias, poniendo en el blanco correspondiente déla Patente: Bueno ó Malo, según el estado sani tario del país, con letra clara y sin enmendatura. Art. 51. Cuando las Patentes de Sanidad que espidan las Juntas sean sucia3> so hará constar en las Observaciones la facha en que se ha empezado á espe dirías así. Cuando desaparezca la epidemia que existía, so hará igualmente constar la fecha de la desaparición, hasta un mes después de que esto hsya tenido lugar. Se hará constar así mismo el desarrollo de alguna afección grave indígena 0 indefinida que se generalice. Art. 52. Los paquetes á vapor y devela que conducen pasageros, no podran llevarlos en número que exceda al de los camarotes que el buque tenga cíl ambas cámaras; y en la bodega, no podrán llevar mas de uno por cada ton®' lada de espacio vacio de ella. DE HIGIENE 435 Art. 53. Se recomienda de un modo especial á los Capitanes de los buques se emplean en trasporte de pasageros, que procuren llevar siempre un médico á bordo. Se hace obligatoria la recomendación anterior, cuando habiendo epidemia, el Rumero de pasageros eseela de cien y el viaje haya de dudar mas da tres dias Art. 54. Las patentas de Sanidad no cesarán de ser consideradas limpias, &unquQ en el Lazareto del país existiesen uno ó muchos casos de enfermedad c°nsiderada trasmisible é importable. TITULO IV Medidas sanitarias relativas á la travesía Art. 55. En los buques comprendidos en el art. 53, es especial misión de los Médicos, velar por la salud de los pasageros y tripulación, hacer cumplir las disposiciones higiénicas en cuanto á limpieza, aereacion, ventilación y alimen’ dación, y dar cuenta á la llegada de las circunstancias del viaje. Los médicos consignarán con exactitud ysi es posible dia por dia, en un registro adhoc, todas las circunstancias que puedan interesar á la salud públi’ Ca> anotando las enfermedades observadas, aún los simples accidentes, así como M tratamiento empleado y sus consecuencias. Art. 56. Quedan obligados los Capitanes y patrones de los buques que nave’ San en aguas de la Nación, á llevar izada siempre la bandera que corresponda á M Patente de Sanidad con que navegan, esto es: Si la patente con que navegan es limpia, mantendrán izada durante el dia bandera ó gallardete blanco. Si la patente es sucia, esto es, si proviene el buque puerto infestado, si ha tenido ó tiene enfermos á su bordo ó ha comuni- co en viaje con buque da patente sucia, mantendrá izada durante el dia bandera amarilla, y por la noche, fuera de las luces que el Reglamento de los Cortos y Ríos de la República señala, llevará en punto visible un farol j en' "ndido con vidrios rojos. Los buques de patente limpia, durante la noche, solo usarán las luces que Prascribeel Reglamento ya citado de los Puertos y Ríos. Art. 57. Quedan obligados los buques que navegan en aguas de la Nación a Presentar sus patentes sanitarias en los puertos de su tránsito en que tocaren y fueren á efectuar actos da comercio. Sí el buque fuere á proseguir viaje, será v>sada la patente y anotado el estado sanitario de la localidad. Ln caso de existir epidemia en un puerto, si el buque debe seguir viaje, no Se permitirá á la tripulación bajar á tierra. Si el buque condujera pasageros para otros puertos, solo se permitirá el em- píreo de mas pasageros de esa localidad, con las debidas precauciones, cons- tatado de su buen estado desalud y acreditándose no habar estado éstos en los u'timos dias, en caso que hubieran fallecido personas de la epidemia. Sin estas formalidades, la autoridad sanitaria prohibirá el embarco, yel Capitán no Podrá admitirlos á bordo sin permiso de la Junta. Art. 58. En los puertos de tránsito, no se oblará cantidad alguna por las Vlsa°iones y anotaciones de las patentes de Sanidad, Art. 59. En los tiempos ordinarios y para los paquetes á vapor que condu’ C9ri pasajeros por los ríos, la visación y anotación da la patente se hará por 436 lecciones el ayudante de servicio déla Capitanía que vaya á pasar la visita de orden, el que lo veriñcará conforme á las órdenes que la Junta de Sanidad le comunique. Art. 60. Quedan obligados los Capitanes y patrones, mientras dura la nave’ gacion, como en todo tiempo, á mantener el mayor aseo posible á bordo y á usar alimentos sanos, frescos y abundantes, Art. 61 Si durante un viaje por los Ríos, ocurriera á bordo de un buque uno ómas casos de enfermedades ó defunción, su comandante, capitán ó patrón deberá dar cueataen el primar puerto á que llegue y demandará los auxilios necesarios. Art, 62 Queda prohibido arrojar cadáveres en los puertos y ríos de la Na cion. Art. 63 Todo buque que navegue en los Ríos con patente de Sanidad que sea sucia ó se haya vuelto tal por desarrollo da enfermedad á su bordo, co* municacion con buque infestado, ó defunción sospechosa á su bordo ó carao’ terizada de enfermedad exótica (cólera, peste ó fiebre amarilla) deberá pasar ai Lazareto de Martin García, aunque de él acabe de salir. Art. 64 Todo Capitán ó patrón que arribe áun puerto y entra allí en coma’ mención, queda obligado á hacer visar y anotar su patente por las autoridades sanitarias yá falta da estos por las autoridades encargadas: de la policia local. Art. 65 Queda prohibido alas autoridades sanitarias retener en los puertos de tránsito la Patente do Sanidad espedida en el puerto de salida. Art. 66 En caso da muerte acaecida en el mar, después de una enfermedad de carácter sospechoso, las ropas da vestir y de cama que hayan servido alen, fermo serán quemadas, si el buque está en yiaje, sarán arrojadas al mar con las precauciones necesarias para que no puedan sobrenadar. Las otras ropas de que el individuo muerto no hubiese hecho uso, pero qne hubiesen estado ásu disposición, serán sometidas á ventilación, layadas por la corriente, ó sometidas á purificaciones. TITULO Y Medidas Sanitarias relativas al arribo, entrada, anclaje y estadía de los buques Art. 67 Ningún buque podrá ser admitidoá libre plática antes de que las autoridades sanitarias del puerto hayan investigado su estado de salud. Art. 68 Todo buque que llegue á un puerto de la República sin patente da Sanidad, será considerado como con patente sucia; deberá ser puesto en cu»- rentena de rigor ó remitido al Lazareto, si es posible, proveyéndosele en este último caso da lo necesario para que pueda hacer la travesía, y colocándose un delegado á bordo en garantía de que el buque no tocará en los puertos de tránsito: no pudiendo en ningún caso ser rechazado el buque, conforme a* artículo 19. Art. 69 Cuando el estado sanitario de la República sea positivamente sano los buques procedentes do otros puertos da la misma, podrán ser esceptuft‘ dos de la visita sanitaria. Art. 70 Podrán igualmente, en tiempos ordinarios, ser esceptuadss de 13S visitas sanitarias las procedencias de los países limítrofes de la República; siem- pre que medien acuerdos internacionales. DE HIGIENE 437 Art. 71 Lis visitas sanitarias sa liarán por las autoridades sanitarias ó sus delegados los que en caso de duda, ó encontrando los datos contradictorios, los interpretarán en. el sentido do la mayor prudencia y será mantenido el buque en reserva, hasta que la Junta de Sanidad determine. Si la persona enferma, io fuere de enfermedad exótica (cólera, peste, fiebre amarilla) el buque será puesto en cuarentena de rigor ó mandado al Lazareto. Si la enfermedad fuere indíjana (viruela, sarampiom, escarlatina, fiebre tifoidea) la Junta resolverá si el enfermo puede desembarcar ó no. Encaso de duda, mediante instancia de la familia del paciente ó da otros interesados, Podrán los Médicos de Sanidad, en junta con otros legalmente autorizados, resolver las dudas que hubiere. Art. 73 Si un buque, aunque provisto de patente limpia sin haber tenido durante el viaje defunción ó enfermedad á bordo, por la naturaleza de su car- gamento, por sus condiciones de hacinamiento ó de infección, estuviere en cir* constancias tales, que el agente da' Sanidad lo juzgase susceptible de compro- meter la salud pública, el buque sorá mantenido en reserva, que la Junta de Sanidad determine. Art. 74 Toia vez que un buque esté en reserva, la resolución definitiva á su respecto, deberá ser pronunciada en las primeras veinticuatro horas, si el tiempo lo permite. Art. 75 Según las condiciones da salubridad del buque, la autoridad sani- taria podrá, si lo juzga conveniente, ordenar como medidas de higiene: el baño y otros cuidados coroorales, para la tripulación y pasageros; aereacion, venti- lación y traslación de las mercaderías; lavado de las ropas; inmersión ó arroja’ miento al mar de las sustancias alimenticias y bebidas en mal estado, ó de merca- derías fermentadas ó corrompidas; agotamiento completo y renovación de las aguas, con desinfección de lasontina; ventilación de las partes profundas por la bomba de aire ú otros medios; el envió al Lazareto; ó las cuarentenas de ob" Servacion y de rigor. Art. 73 Los buques de ultramar que lleguen al puerto de Buenos Aires se detendrán al enfrentar al estac-ionario, ó ponton, é izarán la bandera que corresponda á su patente, sino la traían izada. En caso de ser esta limpia, po- drá el Capitán pasar á bordo de dicho estacionario, ádar su entrada. En todo °tro caso, deberá esperar la visita y demas órdenes. Art, 77 Ningún buque de patente sucia, sospechosa ó dudosa, podrá entrar ala rada interior de Buenos Aires, En los demas puertas de la República, se mantendrá retirado del fondeadero principal del puerto. Art. 78 Todo buque que tenga ásu bordo pasageros, no podrá desembarcar. °s> sin que la visita de la Capitanía haya estado á bordo y se lo baya per- mitido. Art. 79 Los buques trasatlánticos que hayan hecho escalas en su tránsito, ha‘ ían visar sus patentes y anotarlas, en los puntos en que se demoraren, ó traerán Patente de Sanidad que acredite el buen ó mal estado sanitario de ese punto. Solóse admitirán las patentes de sanidad dadas por nuestros Cónsules, cuaiv 0 no haya Juntas de Sanidad en los puertos de salida. Cuando los buques hayan hecho cuarentona en su tránsito, lo harán constar misma patente, ó visación consular, sin cuyo requisito y aunque hayan Escurrido los diez dias señalados por el artículo 80 desde su salida del últi' 1110 Puerto, sufrirán cuarentena y multa. 438 LECCIONES Arí¡. 80 Los buques de Ultramar que hayan hecho escalas con cuarentena ó sin ella y no hayan tenido enfermos á bordo hasta el momento da su arribo á un punto de la República, si han trascurrido diez dias, desde que salieron del último puerto en que hicieron escala, aunque la patente sanitaria de su prime' ra procedencia ó escala sea sacia, podrán ser admitidos á libre plática. En caso de duda sobre el estado sanitario, ó si no hubieran trascurrido los diez dias indicados, será puesto el buque en cuarentena de observación. En el mismo caso están aquellos que hayan tenido enfermedades entre los tripulantes ó pasageros, aunque hayan trascurrido los diez dias señalados como míni- mum. Art. 81 Serán considerados como de patente sucia, los buques provenientes de puertos en que no se tomen medidas higiénicas, los que serán designados por la Junta de Sanidad del Puerto Central y comunicados á las demás Jun- tas de Sanidad de la República. Art. 82 En caso de pérdida fortuita de la patente de sanidad de un buque, las Juntas de Sanidad rerolverán, teniendo en cuenta las declaraciones firma- das que se les presenten, las procedencias de los buques y el estado sanitario de sus tripulaciones y pasageros. Art. 83. Las patentes de sanidad tachadas, enmendadas ó con raspaduras, serán consideradas como sucias ó nulas, según las noticias que se tengan del punto de partida, sin perjuicio de ¡as multas y demás cargos que resulten con- tra el autor ó autores del atentado. Art. 84. En caso de desacuerdo entre el contenido de la Patente de Sanidad y la visación ó legalización consular, ó noticias ciertas que se tengan del esta- do sanitario de un puerto dado, se optará por prudencia por lo mas grave y se aplicarán las medidas en conformidad, atendiéndose á la duración del viaje. Art. 85. Los buques que tengan enfermos á su bordo, de enfermedad capaz de desarrollarse epidémicamente, ó que hayan tenido alguna defunción entre los tripulantes ó pasageros durante el viaje, no podrán entrará la rada inte- rior del Puerto de Buenos Aires, debiendo pasar al lado del estacionario ó apostadero á presentar su patente y recibir órdenes. Los buques que estén en las condiciones espresadas en este artículo y lleguen á otros puertos de la República, no podrán echar sus anclas ó amarras en el fondeadero principal, debiendo mantenerse en lugar apartado y esperar ór- denes. Art. 86. En los puertos de los ríos Paraná y Uruguay, y en la rada interior del puerto de Buenos Aires, toda vez que llegue un buque, sin pasageros y con patente limpia, podrá su capitán ó patrón, luego que esté fondeado el buque, bajar á tierra; si las horas son hábiles y deberá dar su entrada en la Capitanía. 8i trae pasageros el buque, siendo la patente limpia, llegando en horas há- biles y no habiendo impedimento en el tiempo para que se le pase visita, trascurridas dos horas, podrán el Capitán y pasageros bajar á tierra. Capitán deberá, sin embargo, dar su entrada acto continuo, é imponer á la autoridad de lo que ocurriese á bordo. Art. 87. Ningún buque podrá echar sus anclas en las inmediaciones de loá puntos en que terminen los surtidores de agua de la ciudad ó sus desagües. DE HIGIENE 439 Art. 88. Es deber de los capitanes y patrones de buque, ir en persona á dar Sli entrada y presentar á las capitanías, los demás documentos que se les Pidan á menos que. deban proseguir viaje en el mismo dia. Art- 89. Quedan obligados los capitanes de los buques que conducen pasage- T°s, á avisar al delegado da Sanidad, que vaya á pasarles la visita, del estado sanitario de su patente primeramente; si tienen enfermos á bordo, de que en- fermedad y gravedad ásu juicio; y contestar á las demás preguntas que se le hagan. Sino se les hubiese pasado visita, darán cuenta, apenas bajen á tierra, en la Capitanía ó Ayudantía del Puerto, de los enfermos que en los buques haya y demás que seles preguntare. Art. 90. Los casos de enfermedad ú otro accidente que ocurra á bordo de h>s buques, durante su estadía en un puerto, serán comunicados igualmente P°r los capitanes ó patrones á las Juntas de Sanidad, sin cuyo consentimiento n° podrán ser bajados á tierra. TITULO VI. LAS CÜAKENTEKAS. Art. 91. Todo buque que llegue á un puerto de la República sin patente ó c°u patente sucia, tocada ó sospechosa, será declarado en cuarentena, asi co- aquel que tenga algo que lo coloque en las condiciones do la patente sucia- ® saber: enfermos á su bordo, casos de defunción durante el viage de cual' TAer enfermedad, ó carga en putrefacción ó descomposición. Art. 92. Habrá dos clases de cuarentena: la de observación y la de rigor. La cuarentena de observación que será notificada en el acto de comunicar Un buque con el estacionario, y ratificada en las primeras veinticuatro horas S]gnientes á la llegada de dicho buque, si el tiempo lo permite, durará tres hias que empezarán á contarse desde el momento de la notificación al Capitán. Les dias se contarán de 24 horas completas. La cuarentena de rigor se efectuará en el Lazareto. Art. 93. La duración de la cuarentena da observación será la misma para el buque, las personas y las mercaderías que en él estén. Art. 94. La cuarentena de observación se hará en el fondeadero que al buque se señale por la autoridad, que se procurará sea en el punto mas aísla. d° de la rada, separado del mayor número posible da baques, cuya comuni- Cacion será castigada, conforme á las cireustancias que medien. Art. 95. La cuarentena de observación se limitirá á tener bajo vigilancia durante los tres dias señalados, al buque, la tripulación y pasajeros, no per batiéndose la descarga de las mercaderías, ni la plática con las demas ernbar felones surtas en el puerto, paro no obligará á la descarga da las mercada- ri'as en el Lazareto. Art. 96. En caso de que un buque en cuarentena de observación, tenga á Su bordo sustancias animales ó vegetales en putrefacción, ó contenga comes' ó bebidas alteradas ó sofisticadas, será obligado á arrojarlas mar afuera, debiendo para el efecto ir á su bordo un delegado de Sanidad para contatar hecho. Art, 97. Desde el momento en que un buque sea puesto en cuarentena de °hservacion, su capitán comenzará á poner en ejecución las medidas de pre- 440 LECCIONES caución, ó purificación que le ordenen con respecto al buque, la tripulación y pasajeros y si en el curso de la cuarentena ocurre ábordo algún caso de enfermedad ó defunción, su capitán llamará del estacionario ó Capitanía pO' niendo su bandera amarilla á media asta. Art. 98. Una cuarentena de observación empezada á bordo podrá siempre ser continuada en el Lazareto, á pedimento de la tripulación, de los pasage- rosó del capitán, así como cuando las circunstancias particulares de seguri" dad del buque lo demanden, ó la confirmación del mal estado sanitario de la carga, tripulación ó pasagaros lo requieran. En todos estos casos se tendrá en cuenta los dias que baya estado en ob- servación, pero si ha habido enfermedad ó defunción á bordo, no se descon- tará el tiempo trascurrido. Art. 99 Cuando en un buque que se hallo en cuarentena de observación sobre' venga algún caso de enfermedad exótica, ó haya otros motivos para que conti- núe por mayor tiempo la observación y vigilancia, la cuarentena se hará de rigor, y el buque pasará al Lazareto á purgarla. Art. 100 La cuarentena de rigor datará desde el momento en que el buque entre al Lazareto y será para las personas de quince días de duración, para el buque de veinte dias, tiempo necesario para su limpieza y purificación des' pues de desembarcar sus efectos; y para las mercaderías de treinta dias, con- tados desde el momento de su desembarco, en que empezará su purificación y demas medidas que se crean necesarias, como las de desinfección que la auto' ridad sanitaria determine, de acuerdo con la Junta deSanidad del Puerto. Art. 101. Las cuarentenas de rigor solo podrán ser purgadas en un puerto con Lazareto, y será obligatorio el desembarco de los pasajeros, ¡impi za y fumigación del buque, y desembarco de las mercaderías con las demás medi- das que en vista de estas órdenes ¡a autoridad de acuerdo con la Junta do Sanidad determinen. Art. 102. Si ocurrieran entre ios pasageros ó tripulantes de un buque quo estuviera en el Lazareto, cascó casos de enfermedad ó defunción por enferme- dades exóticas, se volverán á contar de nuevo los dias de cuarentena, desde la convalescencia del enfermo ó de la defunción. Art. 108. Todo buque proveniente de puerto infestado (con patente sucia) que haya efectuado cuarentena en puerto intermedio, presentando la constan- cia de ello, podrá ser admitido á libre plática, si se considera que ha sido sufi- ciente es» cuarentena, si no ha habido novedad en la salud de los pasagaros y tripulantes en el intervalo, y si han trascurrido mas de quince dias de su salida del puerto infestado. Encaso contrario, suprimirá la cuarentena de ob- servación ó de rigor, según la apreciación que haga de las circunstancias que medien la Junta deSanidad, la que encaso de duda ó incertidumbre, optará por lo mas rigoroso. Art. 104- El tiempo de travesía de un bupue se contará desde el dia de su salida de un puerto, constat&da por el libro de bordo, ó atestiguado por 1» declaración del capitán ó patrón del buque. Art. 105. Todo buque que haya teñid > en su travesía algún caso de enfer- medad exótica (cualquiera que sea su patente) pasará al Lazareto á purgar su cuarentena de rigor. Art. 106. Un buque con patente limpia, cuyas condiciones fueran evidente- DE HIGIENE 441 BMnte malas y comprometedoras para la salud pública, podrá ser equiparado Por medida de higiene, á un buque con patente sucia y será en consecuencia sometido al régimen cuarantenario. Art. 107. Salvo la presencia á bordo de un caso de peste, fiebre amarilla ó cólera, en cuyo caso deberá pasar al Lazareto á purgar cuarentena de rigor, un buque tendrá siempre el derecho de volver á hacerse á ia mar, sea antes de ser puesteen cuarentena, sea en el curso de esta, siempre que no se dirija a otro punto de la República. En caso de que se quiera hacer á la mar, le será devuelta la patente, y la au- toridad sanitaria mencionará en ella, el tiempo que hubiere estado en cuarentena y las demas circunstancias de su estadía, así como las condiciones cu que vuelva á partir. Art. 108. Si unbuqueen cuarentena, con enfermedades ordinarias ásu bordo, fiuiera hacerse á la mar, la autoridad sanitaria deberá asegurarse para per- mitirle la salida, de que los enfermos pueden ser convenientemente cuidados durante la navegación; y en caso de que dichos enfermos prefieran quedarse eu el Lazareto, ó no puedan ser admitidos á bordo, se ordenará su desembar- co si su estado lo permite. Art. 109. Las cartas y papales de ios buques en cuarentena, serán some- tidos á las medidas higiénicas que se consideren necesarias, pero consarván- dosa cerradas las cartas, y procurándose no alterar la letra de unas y otros. Art. 110. Todo buque que no tenga patente de Sanidad, cuando en atención ai punto de procedencia, debiera estar provisto de ella, podrá según las cir instancias, ser sometido á una cuarentena da observación ó de rigor. En el mismo caso estarán comprendidos los que aleguen pérdida fortuita de patente. Eas Juntas deSanidad fijarán la duración de estas cuarentenas. Art. 111 Toda patente raspada ó enmendada, cuya enmendadura ó raspadu. ra no venga certificada, será considerada para todos los efectos, como patente sucia. Art. 112 Cuando un buque esté en cuarentena, no podrá atracar á su borde embarcaeion alguna, salvo si el buque en cuarentena pide socorro; en cuyo caso Se ia prestaran los auxilios que fueren del caso. Fuera de esta circunstancia s°lamente la Sanidad podrá llegar á su bordo, tomando las precauciones que Cousidere necesarias. Toda otra embarcación que atracara al buque en cua- rentena quedará en cuarentena á su vez y pagará una multa de cincuenta pesos mertes. Art. 113 El capitán de todo buque que tenga averias y que vaya a ser puesto cuarentena, pondrá dicha circunstancia en conocimiento de la Junta de aQidad, la que en dicho caso, ordenará que el buque pase al Lazareto, y una Vfz verificado ésto, tomara las medidas necesarias de seguridad, en cuya adop' Cl°n podrá ir hasta la descarga completa del buque y demas medidas que fueren invenientes, de acuerdo al efecto con la Administración de Rentas Nacionales. Art. 114 Toda vez que estando un buque en cuarentena de observación, ne- cesite víveres ú otras cosas, los pedirá, á sus consignatarios porconduto de la anidad, y para la remisión de los pedidos abordo del buque en cuarentena Se le pedirá permiso y se ordenaráque vaya un delegado paradirijir el cumplí* y ejecución da las siguientes medidas precaucioaales. 442 LECCIONES Una vez al habla del buque en cuarentena, se ordenará que se eche al agua un bote, sin tripulantes, al que permanecerá á merced de la corriente, sujeto al buque por medio de un largo cabo. Este bote será pascado por la embarca" cion que ileve los auxilios, y en el se depositarán los víveres y demas objetos que se hayan pedido; hacho esto se volverá la embarcación á tierra. Este mismo espediente se empleará, toda vez que habiendo hecho el buque señales al pontón ó Capitanía, venga la ffiúa á ver lo que necesita. Se pon- drán las comunicaciones ó pedidos en el bote etc. Art. 115 Elcapitanó patrón que desobedézcalas órdenes que se le comuni- quen sobre cuarentenas, se hará reo da grave crimen y podrá ser compelido la obediencia por autoridades marítimas, lasque están facultadas para emplear todos los medios ásu alcance, hasta echar el buque á pique en último caso. TITULO VII Art. 116. Queda establecido un Lazareto con todos sus accesorios en la Isla de Martin Garda ó en la Ensenada. Lazareto. En los damas puertos de la República, á medida que las necesidades del servicio sanitario lo reclamen, se irán estableciendo Lazaretos flotantes ó pontones, que llenen estas necesidades. Art. 117. Habrá en el Lazareto un Médico que será su Director y Adminis- trador Sanitario, con les empleados suficientes para hacer ejecutar las dispo" siciones prescritas. Art. 118. El Lazareto estará bajo la dependencia de la Junta de Sanidad respectiva. Art. 119. La distribución interior del Lazareto será tal, que las personas y las cosas pertenecientes á cuarentenas de fechas diferentes puedan estar sepa radas. Habrá almacenes espaciosos, secos y bien aereados para las mercaderías de distintas procedencias y fechas; y locutorios separados da los cuarentenarios y de sus dormitorios, como también las demás piezas necesarias que se tienen presentes en todo edificio. Art. 120. Queda prohibido ponerse en comunicación directa é inmediata con las personas y las cosas que estén en cuarentena ó en el Lazareto. Ademas de la multa señalada en el artículo 112 de este reglamento, en que incurrirá también todo el que haya estado en contacto con las personas ó las cosas en cuarentena será asi mismo considerado como haciendo parte de Ia misma procedencial salvas las escepciones que la autoridad sanitaria crea poder admitir y de que será Juez. Art. 121. Cuando haya en el Lazareto buques purgando cuarentena, se mantendrá en un asta-bandera colocada en el sitio mas visible, una bandera amarilla durante el día y un farol con luces del mismo color durante la noche, para que sirva de aviso á todos los buques, que á su vista procurarán pasar á la mayor distancia que sea posible, según su calado y el agua que el canal tenga. En caso de haber buques haciendo cuarentena en el Lazareto de Martin García, la Comandancia Militar de la Isla someterá á todos los buques que carguen ó descarguen, de acuerdo con el director del establecimiento sanitario DE HIGIENE a todas aquellas medidas que se juzguen convenientes, previa consulta á lo deSanidad del Puerto Central, y procurando que dichas medidas sean as mas adaptables á las eircustancias do ia localidad. Art, 122. El médico del Lazareto como director y administrador de él, beberá visitar y cuidar á los cuarentenarios; distará las medidas sanitarias ó eternas, como las estarnas de carácter urjente á su juicio, da las que oportu- namente dará cuenta á la Junta de Sanidad del Puerto Central; hará que ios enfermos á su cuidado reciban bajo el punto de vista médico y relijioso todos 08 socorros y cuidados que so dán á los enfermos en los establecimientos °spitalarios organizados; y procurará conciliar el bienestar de los cuaren- lenarios con la preservación déla salud pública. Art. 123. Las enfermos en cuarentena podrán hacerse tratar por un médico *^e su elección, que no sea el del Lazareto, pero dicho médico, así como las eoaas personas comprometidas en la visita, se constituirán en cuarentena á Su vez. Es deber del médico, que vaya á prestar asistencia al Lazareto, dar Aformes por escrito al Director sobre el estado de los enfermos á su cuidado y demas cambios que en la salud de los mismos se note. Art. ]24. El Lazareto tendrá una tarifa aprobada por la autoridad y revisada en la que constará el precio de la pensión y de los extra Cus”a tasación será lo más moderada posible. Las personas cuyo estado de P°brezi sea constatad) por U autoridad, sarán mantenidos y atendidas gratui- ámente. La asistencia y servicios médicos serán gratuitos; los cuarentenarios So‘o pagarán los cuidados estraños al servicio sanitario. Art. 125. Los artículos en putrefacción ó descomposición no serán admitidos ea el Lazareto; por el contrario se obligará al Capitán á salir y arrojarlos mar afuera; lo mismo se hará con las ropas (que pueden también ser quemadas) fiUe hayan pertenecido á algún individuo muerto de enfermedad contajLosa; y c°n cuanto revele desaseo ó alteración notable, á juicio del Médico Director Lazareto ó de la Junta, en caso de apelación ó protesta por parte del üapitan ó deudos, se dará lo mismo. Los artículos comestibles vejetales y gímales y las bebidas que se hallan alteradas, quedarán sujetos al mismo de medidas, una vez que la Junta de Sanidad haya constatado su estado deterioro ó de alteración ó sofisticación. Art. 126, Los equipajes de los pasajeros y tripulantes y la ropa de uso de- et'ánser bien aereados y ventilados, mientras dure la cuarentena, y el director Lazareto velará por el cumplimiento de esta medida. Los equipajes y ropas pertenecientes á los individuos que hayan fallecido, no sido de su uso ordinario durante la enfermedad, serán purificados y ligados, según Jas eircustancias ó sometidos áotras medidas hijiénicas. Art. 127. Se dará un recibo circunstanciado al Capitán de los despachos y coras correspondencia que el buque traiga, los que sarán sometidos á las puri Aciones y fumigaciones convenientes, paro que no alteren la letra ni requie- ta° su abertura; yen seguida sarái cuida lesamente remitidos ála Adminis- tlt'aci°n Jeneral de Correos. Art. 128. Los gastos que ocasionen la descarga, espurgo, fumigaciones, IQlPieza, purificaciones y carga de los buques que estén en el Lazareto; serán 9 cuenta de los mismos buqu es ó de los consignatarios. LECCIONES TITULO VIH Derechos Sanitarios, Art. 129. Quedan establecidos para los buques que entren en los puertos de la República derechos sanitarios, que se cobrarán en la proporción siguiente- Buques de 10 á 50 toneladas.... 25 cent. “ 51 “ 75 “ .... 40 “ “ 76 “ 100 í < 60 “ “ “ 101 150 ( ( 85 “ “ “ 151 “ 200 ( ( ... 1 $fs. 15 “ “ " 201 “ 250 < ( ... 1 ‘ ‘ 50 “ “ “ 251 “ 300 ... 1 1 SO “ “ “ 301 “ 350 . .. 2 ' 35 “ “ “ 351 “ 400 ( ( ... 2 ‘ 85 “ “ 401 “ 450 ( i . .. 3 ' 30 “ “ “ 451 “ 500 í i ... 3 ‘ 90 “ “ 501 “ 550 ( ( . . . 4 ‘ 55 tl 551 “ 600 (( . .. 5 ‘ 25 “ M 601 “ 700 ( ( “ “ 701 “ 800 ( ( i ( “ 801 “ 900 ( ( “ ‘ 901 “ 1000 tt ... 9 ' y asi en adelante, aumentándose proporcionalmente un peso fuerte por cada cien toneladas. tanto nacionales como estranjeros, los de arribada y recalada, los de prácticos Art. 130. Quedan exentos de este derecho sanitario los buques de guerra. lemanes y de puerto, los buques al servicio de las Capitanías y resguardos, y aquellos cuyo porte no llegue á diez toneladas. Art. 131. Los buques nacionales y estranjeros, pagarán los mismos derechos. guíente: Art. 132. El derecho de patentes de Sanidad se abonará en la forma si Buques de cabotage menor 50 cent. Buques de cabotage mayor de cien toneladas; trasporte á vapor y de vela, con destino á los rios Uruguay, Paraná y Paraguay, y para el Estado Oriental 1 sfs. Paquetes á vapor, que lleven pasageros destinados á los puertos de los rios Uruguay, Paraná y Paraguay, y para el Estado Oriental 3 Buques trasatlánticos 5 “ Art. 133. Los buques que purguen cuarentena de observación, pagarán un peso fuerte por cada dia. Art. 134. Los buques en cuarentena de rigor pagarán un derecho sanitario DE HIGIENE 445 a<üeional que será de cincuenta pesos fuertes no teniendo pasageros á bordo, y doscientos pesos fuertes siendo paquete y teniendo en consecjencia pasa joros. Encaso de que no tenga médico el buque y de que el número de pasageros osceda de las capacidades del mismo; en vez del derecho, se abonará una multa trescientos pesos fuertes. Art. 135, El cobro de los derechos sanitarios y de los de patentes se hará en adelante por la Capitanía del Puerto, y su producto, así como el de las Cultas, se destinará para el sostenimiento del Lazareto, impresión de las Puentes, sueldos y sobresueldos de las autoridades sanitarias: dándose de todo edenta detallada á la Capitanía Central, como también délos sobrantes ó déficit los hubiera. ■A-rt. 136. Las Juntas de Sanidad remitirán ála Caja de la Junta de Sanidad el Puerto Central, cada trimestre, el producido délos derechos sanitario* que ayan cobrado, délas patentas que hayan espedido y da las multas que aJan impuesto, de que la Junta de Sanidad del Puerto Central dará cuenta á Superioridad. Buenos Aires, Enero 17 de 1870, Litis Ma Drago. Leopoldo Montes de Oca, Secretario. 446 LECCIONES Sustancias medicinales y otros artículos que deben contener los boti- quines, conforme á lo dispuesto en el Reglamento de Policía Sanitaria Marítima. Buques de Ultra- Buques mar y paquetes para pasageros de eabotage. Cebada perlada una @ 6 libras Lino en grano 12 Ibs. 2 Harina de lino 8 4 Mostaza en polvo 8 4 Almidón 2 1 Aguardiente alcanforado 4 2 Sal de Inglaterra 4 1 í‘ Aceite de castor 2 1 Citrato de magnesia Polvos de ipecacuana en papeles de doce gra- 4 1 nos cada uno Tártaro emético en papeles da un grano cada 150 papeles 80 papeles URO 100 8 onzas 20 Calomelanos al vapor 2 onzas Plores de Manzanilla 2 Ibs. 1 libra Goma arábiga en polvo 4 onzas 2 onzas Azufre en polvo 8 4 Bálsamo opodeldoc 12 frascos 4 frascos Cajas de cápsulas de copaiba 2. docenas Ii2 docena Sulfato de quinina en pildoras de dos granos ICO píldoras 20 píldoras Emplasto diaquilon gomado una onza 1[2 onza Emplasto de vigo con mercurio 4 Lándano líquido de Sydenham una libra 6 onzas Licor de Labarraque 4 botellas 2 botellas Bstracto de opio en píldoras de medio grano.. 30 píldoras 10 píldoras Tintura ae árnica 4 libras 2 libras Acetato de plomo líquido 1 1)2 Ungüento sulfuroso. 1 112 Oerato simple 4 1 Ungüento mercurial doble 6 2 Ungüento basilicon 1 6 onzas Tela emplástica 4 varas 1 vara Nitrato do potasa 4 onzas 1 onza Alumbre en polvo 8 2 Sulfato de zinc 3 ll2 “ Piedra infernal 1 1[2 onza Hojas de rosas 2 libras Perloruro de hierro líquido 4 onzas 1 Eter sulfúrico [en envase resistente].......... 4 1 Hilas comunes. Tablillas para fractura, para diversas partes, 4 libras 1 libra [muslo, pierna, brazo y antebrazo] para 4 personas li2 pieza Liencillo 1 pieza Jeringuitss de vidrio para inyección 1 docena ! [2 docena Agárico [yesca] 1 libra 112 libra Colodio.. 8 onzas 4 onzas Algalias de goma 1 juego Medidas para líquidos [diverso tamaño] Núm. 2 Espátulas elásticas surtidas 4 Piedras para ungüentos Núm. 2 Granatario con sus pesas correspondientes 1 8 onzas Carbonato de magnesia 2 Estracto finido de zarzpparrilla 4 libras 1 caja Núm. 2 Morteros de composición [diverso tamaño].,.. 4 onzas Acido cítrico | 1 libra 447 DE HIGIENE De todo este reglamento solo se pusieron en vigencia con fecha 1° de Junio de 1870, los títulos I, VI, y VII, y aunque se han hecho algunas pequeñas modificaciones en algunos artículos, estos no son capi- tales, ni esenciales, fuera de lo que se refiere á la duración de la cua- rentena de rigor, que por casos numerosos ocurridos en la rada y por caso ocurrido eu tierra en 1870 (epidemia del Hotel de Eoma) des- pués de trascurridos diez dias de la salida de los buques de puerto infectado, se elevó dicha duración á quince dias. Mas tarde hemos de volver sobre el punto de partida que deben tener las medidas cuarentenarias para ser equitativas, y sobre la duración de la incubación de los males exóticos. Debemos en esta reseña histórica y cronológica hacer presente, que Situada la ciudad de Buenos Aires á cuarenta leguas de la capital y puerto principal del Estado Oriental, de Montevideo, que aunque situa- do un poco mas al sud que Buenos Aires, es por su situación geográfi- ca el puerto a que primero tocan las procedencias marítimas de los °tros países, la diferencia de las medidas precaucionaos entre ambas capitales, no mediando en acuerdo perfecto, de carácter internacional, aquel país de los dos, que hace cumplir medidas cuarentenarias menos i’igorosas, se encuentra favorecido por la navegación trasatlántica, pero, §i se lleva el liberalismo ó anti-contagionismo, si se hace esto degenerar ®u fin, en guerra cuarentenaria (y es difícil resistir á las tentaciones) entonces el pais mas liberal espone al que lo es menos. Apenas hecho cargo de la dirección délas medidas precaucionales Marítimas, me apercibí de estos inconvenientes y serios peligros y lo Manifesté por repetidas veces á la superioridad en notas especiales y además lo consignamos ©n las memorias anuales que pasábamos con el ■^r- Wilde, que fue nombrado, á mediados del año 1870, como médico también de Sanidad y miembro de la Junta. Dos mismos peligros, inconvenientes y amenazas que hemos señalado eíl los paises europeos con la falta de uniformidad en las medidas cuarentenarias, teníamos con el eólega indicado que estar haciendo n°tar á cada paso y en cada coyuntura que nos ofrecía, instábamos á Uuestro gobierno para que iniciara un convenio sanitario con el Estado Oriental, que nos trajera como fruto, la igualación y uniformidad de las hedidas precaucionales marítimas, para precavernos del Brasil. Por fin, después de tanto insistir en las notas oficiales, en conferencias espe- ciales yen las memorias anuales, conseguimos se aprovechara una oca- 3l°u propicia y se invitara al efecto al Gobierno Oriental y Paraguayo. Di Gobierno Oriental, con gran impremeditación y siguiendo una 448 LECCIONES conducta inusitada, cometió la ligereza de invitar por su parte al Gro- bierno Brasilero, á la rez que pedia á nuestro Gobierno, aceptando la idea, que la reunión del Congreso Sanitario tuviera lugar en su capital. A punto estuvo de fracasar la celebración de este ideal, por dicha imprudencia. No nos excedemos al calificar asi esta conducta del Gobierno Orien- tal, pues no habría escapado al menos avisado, que siendo el Brasil, el país infestado incesantemente por la fiebre amarilla estacional ó endemo- epidómica, que nos ponía en el caso de tomar todos los anos medidas restrictivas, su presencia en dicho Congreso, tendría que traer forzosa- mente un conflicto, pues tenia que procurar por todos los medios posi- bles que las medidas precaucionaos que adoptaran ambos países, fueran lo mas incompletas y deficientes posibles. Las razones eran obvias. Las medidas restrictivas puestas en práctica en ambas repúblicas del Plata, obligaba á los piróscafos trasatlánticos á no tocar en sus puertos para evitarse así, ásu reñida, una cuarentena que les era muy onerosa. Por otra parte, la inmigración que afluía á estas repúblicas y el desarrollo que tomaba el comercio de ambas, hacía innecesario y peligroso su itine- rario habitual yen los meses de verano, veía disminuir inmensamente sus relaciones mercantiles con la Europa y estos países, pues los paque- tes á vapor, solo tocaban en ese país á su regreso, cuando tenían que completar su cargamento. Eelizraente en 1873 (14 de Junio) se reunieron los Señores Delegados de la República Argentina, de la República Oriental y del Imperio del Brasil y terminaron en 30 de Julio del mismo año, realizando los dos convenios que siguen y el Reglamento final. Convención sanitaria celebrada entre la Repúhlca Argentina, la República Oriental del Uruguay y el Imperio del Brasil. Considerando la República Argentina, la República Oriental del Uruguay y el Imperio del Brasil, que las enfermedades exóticas, cólera asiático, fiebre amarilla, peste del Levante y tifus de las aglomeraciones humanas, son impor- tables, trasmisibles y propsgables y que se deben aplicar á estas, medidas pro- cauciónales que garanticen la salud de los pueblos que se bailan en continua comunicación. Considerando conveniente que estas medidas armonícenlos intereses genera- les con las exigencias de la salud pública y que ellas deben ser lo menos dañosas para el comercio y navegación, toda vez qno se halle suficientemente garantida la salud de los pueblos. Considerando que no hay mas medidas que oponer á la importación de los males epidémicos exóticos que los Lazaretos y Cuarentenas, como medios de aislamiento de las personas y objetos infestados. Considerando finalmente, las ventajas de adoptar un réjimen sanitario mas DE HIGENE 449 rítimo, las altas partes contratantes nombraron sus Plenipotenciarios y demás á saber; E el Sr. Presidente de la República Argentina á 8. S. el Sr. Cónsul General Argentino en la República Oriental, D. Jacinto Villegas y como miembros del mismo Congreso, á los Ores. D. Pedro Mallo y D. Eduardo Wilde. E. el Sr. Presidente de la República Oriental del Uruguay, á 8. E. el S. Mi- nistro de Relaciones Esteriores, Dr. D. Gregorio Perez Gomar y como miembros del mismo Congreso á losDres. D. Gualberto Mendez y D Pedro Visca. M. el Emperador del Brasil, á 8. E. el Sr D. Antonio José Ruarte de Araujo Gondín, de su Consejo, Comendador de la Orden de la Rosa del Brasil, de la Orden de la Concepción de Portugal y de Carlos 111 de España, Oficial del Aguila Roja de Prusia, Caballero de la Orden de Cristo del Brasil y su Mi- nistro Residente en la República Oriental y como miembros del mismo Congreso dS. S. elSr. Cónsul General D. Eduardo Cdrlos Gabral Deschamps y á los dires. R. Francisco Márquez de Araujo Goes y D. José Ignacio de Barros Pi' mentel: y habiendo los Plenipotenciarios comunicddose sus respectivos Plenos Poderes, los que fueron hallados en buena y debida forma, acuerdan y aceptan lo siguiente: Art. i® cada una de las partes contratantes se reserva el derecho de tomar tierra, las medidas que juzgue convenientes contra la importación de las eQferraedades epidémicas. Art. 2o Las mismas partes contratantes, convienen en someter á las si' luientes medidas las procedencias marítimas de los puertos infestados. I®5 Igualar las cuarentenas en los tres países para la peste de Levante- 6bre amarilla, cólera asiático y otros males epidémicos. 203 Exijir de todo buque la presentación de las patentes de que se haya debido muñir para su viaje, esceptuando aquellos que por el Reglamento que Se forme sobre estas bases quedan escluidos de esta disposición. 335 En ningún caso podrán las partes contratantes rechazar de sus puertos ü(lue alguno, cualquiera que sea el estado de salubridad á bordo. 4a5 Las partes cantratantes no reconocen mas que dos patentes, la sucia ,la ‘impla; la 123 parala existencia comprobada de una epidemia: la 235 para 6 caso contrario. 535 Los buques cuyas condiciones higiénicas sean evidentemente malas Se:'án considerados como sucios aunque su patente sea limpia. 623 Toda vez que un buque de patente limpia comunique con otro de pa‘ te sucia ó toque en un puerto infestado, quedará en condiciones de buque r°cedente de puerto sucio. de^-1 er®,n considerados como sujetas á medidas sanitarias, las proce- Sl IÍClÍC?as todo puerto en que no tomen medidas de precaución que sojuzguen Cientes contra otros puertos sucios, estando para esta apreciación á lo que e ernainan los art. del 5 o al 11 ° de esta Convención. hu^rt’ dos c^ases de cuarentenas: la de observación, para los rdies qUe se hallen en mal estado higiénico y para las procedencias de la, rtos no se preservan ólo hacen insuficientemente yla de rigor para mi írocedencias de puertos infestados. En el reglamento se espresarán las J-i ias higiénicas de que han de ser objeto el buque, los pasajeros, equipajes 450 LECCIONES Art. 50. Las autoridades sanitarias de los puertos de las naciones contra- tantes darán patente sucia por cólera epidémico, fiebre amarilla y peste de Levante, cuando cualquiera de estas enfermedades produzca una ó mas defunciones diarias, oficialmente comprobada. Desde el 10 de Mayo hasta el 31 de Octubre, solo dará patente sucia por fiebre amarilla, en los puertos en que habitualmente se observa esta enfermedad, cuando durante cuatro ó mas dias consecutivos se comprueben oficialmente, cuatro ó mas defunciones diarias de esta enfermedad, ó que la mortalidad por ella producida exceda de la normal. Art. 6 o Estando también sujetas las mercaderías y objetos á las medidas sanitarias, quedarán para este propósito divididas en tres grupos: 1 ° mei cade- nas y objetos de cuarentena obligatoria; 2 o mercaderías y objetos de cuaren- tena facultativa: 3 o mercaderías y objetos exentos de cuarentena. El regla- mento respectivo especificará estos grupos y las medidas que deberán serles aplicados. Art. 7 o La duración de la cuarentena para los pasajeros en los puertos de los países contratantes, cualquiera que sea la epidemia exótica reinante en el punto de partida y en caso de no haber habido enfermedad abordo, será de 10 dias completos, á contar del dia de salida. Art, 8 o Desde el 1 ° de Mayo hasta el 31 de Octubre las cuarentenas para los pasajeros procedentes de puerto sucio por fiebre amarilla, será de 7 dias completos, contando desde el dia de salida, sin perjuicio de las medidas á qun se sometan los bagajes, mercaderías y el buque, según lo especifique el Reglamento. Art. 90. En caso de haber habido abordo enfermedades de las que cg' peciñcan los artículos anteriores, la cuarentena comenzará á contarse desde dia de alta ó fallecimiento del último enfermo. Art. 10. Para los puertos de una misma nación entre sí, la duración de cuarentena será facultativa. Art. 11. La duración de la cuarentena de observación para los buques en mal estado higiénico será facultativo de las autoridades sanitarias. Para l°s pasajeros procedentes de puertos que no se preservan de fiebre amarilla, desdo el Io de Mayo hasta el 31 de Octubre, habrá una observación de 24 horas, si la travesía ha durado menos de 7 dias. Durante los otros meses del año s0 impondrá una cuarentena de 7 dias á contar del dia de salida; cuando Ia travesía hubiese durado mas de 7 dias, solo habrá una observación de - horas. Art. 12. Será facultativa de las autoridades de sanidad la duración de lftS cuarentenas para los buques que traigan enfermedad abordo, que no siendo exótica, pueda sin embargo ser trasmisible y propagada sin que esta resolución perjudique ó comprometa el puerto de procedencia, exento cuando la enfermecia haya tomado en él un carácter epidémico alarmante. , Art. 13. La duración de la cuarentena para las mercaderías y objetos, ser® del tiempo necesario para su desembarque, desinfección y purificación. Art. 14 Con el fin de que los gastos que exijan el cumplimiento de estas mc' didas no pesen sobra el erario de las naciones contri tantes, estas convienen eJI imponerá las personas que purguen su cuarentena en los Lazaretos un tant° diario, que será fijado por los reglamentos internos de estos establecimicnt'°''’ con las escepciones que estimen convenientes los respectivos Gobiernos- DE HIGIENE Art. 15. Todo buque de patente sucia cualquiera que sea su pabellón, pagará Un derecho llamado “Sanitario" proporciónala su tonelaje, que será fijado por cada Gobierno. Art. 16. Las mercaderías que purguen su cuarentena en los Lazaretos, pa- garán un derecho proporcional á los trabajos que demande su purificación. Art, 17. Las autoridades sanitarias establecidas en los puertos deberán oir a los Cónsules da los países cuyas procedencias deban ser sujetas á medidas sanitarias. Art. 18. Un puerto que ha sufrido una epidemia, será considerado como lmpio cuando durante quince dias no hubiese tenido caso alguno de la enfer- medad ó cuando lo declaren las autoridades de cada puerto y los Cónsules respectivos asi lo informen. Art. 19. Las altas partes contratantes reconocen que la clausura de los Puertos, por motivos de higiene pública, es una medida estrema, contraria á la eivilizac¡on ¿ innecesaria y se comprometen á no tomarla cualquiera que sea estado de los puertos con que se hallen en relación. Art. 20. Las partes contratantes erijirán Lazaretos en los puertos donde lo ex)jan las necesidades comerciales yen los que harán cuarentenas los pasajeros y mercaderías sujetas á medidas sanitarias, consultando en la erección de estos establecimientos las conveniencias de la salud pública y la comodidad los pasajeros. Art. 21. La República Argentina y la Oriental convendrán entre si, en la localidad y demas puntos relativos al establecimiento da los Lazaretos. Art. 22. La presente Convención durará 4 años, á contar desde el dia de la ratificación, debiendo ponerse en vijencia un año después de ratificada, podien- do ser renovada ó alterada al fin de los 4 años por invitación especial de Malquiera de las partes’contratantes con dos meses de anticipación, entendién- dose que en caso de falta de dicha invitación, la Convención quedará en rigor P°r un año mas y así en adelante, hasta que se verifique la condición indicada. Art. 23. Los altos poderes contratantes se comprometen reciprocamente á hacer ejecutar todas las disposiciones de la presente Convención y sus respec- tivos reglamentos. Art. 24. Las demas'potencias que quieran adherirse á esta Convención y á sus anejos, contraeran las obligaciones por ella estipuladas. Art. 25. La presente Convención y sus anejos serán ratificados de acuerdo c°n las leyes y usos decaía una da las altas partes contratantes y las ratificá- ronos canjeadas en Montevideo en el menor plazo posible. En fé de lo cual los respectivos Plenipontenciarios y demas miembros del Congreso firman y sellan la presente en tres ejemplares, uno para cada partei en Montevideo á veintinueve do Julio del año da mil ochocientos setenta y tres (L. S.J Jacinto Villegas - (L. S.) Gregorio Pera Gomar—(L. S.)} Antonio J. D. de Araujo Gondin. (firmado) Pedro Mallo—Eduardo Wilde—Oualberto Mendez—Pedro Visca—Eduardo Carlos Cabral Deschampe—Francisco Márquez de Araujo Goes— José Ignacio de Barros Fimentel. 452 LECCIONES Convenio Sanitario Celebrado entre la República Argentina y la República Oriental del Uruguay para la erección de Lazaretos internacionales Reconociendo la Eepública Argentina y la Eepública Oriental del Uruguay, que su situación topográfica y la proximidad de sus puertos laslponen en con- diciones idénticas respecto á la importación de enfermedades epidémicas de los puertos de todo el mundo. Reconociendo que los intereses de su comercio y las condiciones de su pro- greso son idénticas y que la comunicación diaria que existe entre sus puertos hace que estos intereses se afecten conjuntamente, y en previsión del posible desarrollo en alguna de ellas, del cólera, fiebre amarilla, peste de Levante ú otra enfermedad importable y perniciosa, los Gobiernos de ambas Repúblicas han nombrado por sus Plenipotenciarios y miembros en la misma represen' tacion á saber :S.E. el Sr. Presidente de la Eepública Argentina, á&■ S. el Sr. Cónsul General En. Jacinto Villegas y á los Sres. Doctores En- Pedro Mallo y En. Eduardo Wilde; S. E el Sr. Presidente de la Eepública Oriental, á S. E. el Sr. ministro de E. E. Dr. D. Gregorio Perez Gomar y d los Sres. Eres. E. Gualberto Mendez y E. Pedro Visca, los cuales después de haberse comunicado sus respectivos plenos poderes y hallándolos en buena y debida forma, han convenido en lo siguiente: Art. 10.Io. La República Oriental del Uruguay erijirá en lugar apropiado un Lazareto con las comodidades necesarias, donde hagan su cuarentena y purifi- cación todos los buques de patente sucia procedentes de Ultramar y donde hagan visar sus papeles todos los de dicha procedencia que se dirijan á puertos Orientales ó Argentinos, cualquiera que sea la clase de su patente. Art. 2 o La República Argentina erijirá dos Lazaretos en sitios aparentes, uno para las procedencias del Paraguay, Provincias vecinas del Brasil y puertos cercanos Argentinos y otro para las procedencias de los Ríos, con destino al Brasil ó Montevideo, y para los Se estas capitales, en caso de hallarse una de ellas infestada. Art. 3 o Estos Lazaretos deberán estar prontos, á lo menos en su mayor parte, para prestar su servicio dentro del término de un año á contar del dia de la ratificación de este Convenio. Art. 4 ° Cada uno de estos Lazaretos será dirijido y administrado por el Gobierno en cuyo territorio estuviere. Art. 5 o La República Argentina podrá mantener en el Lazareto Oriental un medico encargado de revisar las patentes de los buques que se dirijan á puertos Argentinos y con las atribuciones que el reglamento interno del Esta- blecimiento le impusiere. Art 6°. La República Oriental podrá mantener un médico en cada uno ó en uno solo de los Lazaretos Argentinos con las mismas atribuciones de que habla el art. anterior. Art. 70. Quedando á cargo de los respectivos Gobiernos la erección, mantención, administración y reglamentación de los Lazaretos establecidos en su territorio, las altas partes contratantes formarán de común acuerdo los reglamentos internos de dichos establecimientos. Art. 80. El presente Convenio durará cuatro años desde el dia de su ratifi' cacion, al fin de los cuales podrá ser renovado ó alterado, á petición de una de as partes, con dos meses de anticipación, entendiéndose que si esta petición DE HIGIENE 453 no tiene lugar, el Convenio quedará en vigor por un año y así en lo sucesivo hasta que se llene la condición exijida. Art. 93. Este Convenio será ratificado y sus ratificaciones canjeadas en Montevideo en la misma forma y dentro délos mismos términos que la Con' tención Sanitaria Internacional celebrada el dia veintinueve de Julio de mil ochocientos setenta y tres, entre estas mismas partes contratantes y el Imperio del Brasil. Pecho en Montevideo a treinta de Julio de mil ochocientos setenta y tres. (L. S )—Jacinto Villegas—(L. Sj Gregorio Perez Gomar—(firmado) Pedro Mallo—Eduardo Wilde— Gualherto Mendez—Pedro Visca. He aquí ahora el Reglamento de Sanidad Marítima que aprobaron los delega' dos de las altas partes contratantes.— REGLAMENTO SANITARIO INTERNACIONAL Las altas partes contratantes han adoptado el siguiente reglamento, basado la convención sanitaria que antecede y servirá de norma á los reglamentos Particulares que forme cada una de las naciones contratantes, según sus condi' dones especiales, tratando do establecer la mayor uniformidad posible en el ser' vicio sanitario. Art. 1.0 Todo buque está obligado á muñirse de una patente en en el puerto de salida y en todos los puertos en que tocare é hiciere operaciones ó embarcare e desembarcare pasageros, esceptuando los casos de arribada forzosa, sino toma' r® pasageros. Las patentes de sanidad serán espedidas por las autoridades sanitarias de puertos y visadas por los cónsules de los paises á donde los buques se dirijan—Estos documentos harán fé ante todas las autoridades de los paises intratantes y serán conservadas en las respectivas oficinas del último Puerto. Art. 2.° Quedan esceptuados de tomar patente los buques cruceros, los dfl uabotage, los pescadores, los guarda-costas y los empleados en el servicio de las aduanas. Art. 3. ° Además de todos los datos relativos al nombre del capitán, al del uque, al tonelaje, mercaderías, pasajeros, tripulación, etc., las patentes de Sanidad darán cuenta exacta del estado sanitario del lugar y contornos, espre- sando lo que conste respecto á enfermedades exóticas, ú otras que hubieren tomado un carácter epidémico alarmante, en los puertos con que se halle en intacto. Art. 4.° La patente de sanidad será para todos los paises contratantes con- °rniQ al modelo siguiente: Macion de Patente de Sanidad. Patente de Sanidad. nombre delbuque. Puerto de clase de id, La Junta deSanidad de este puerto pabellón, irtifica: Que el buque que en seguida tonelaje. 454 LECCIONES se designa, parte en las condiciones cañones. siguientes; déla matrícula de.. nombre del buque clase. nombre del capitán. destino. pabellón tonelaje. cañones. nombre del médico. tripulación. pasageros. carga. de la matrícula de con destino á estado hijíénico del buque. nombre del capitán, nombre del médico, tripulación. id. id. de la tripulación, víveres y provisiones. pasageros. carga. estado sanitario del país y sus alrededores. enfermos á bordo. Espedida e 1... .de.... á... .hora del Certificamos además que el estado sanitario de este pais y de sus alrede- dores es. .y que. .reina. Puerto y fechao Firma de la autoridad del Puerto Sello de sanidad. Firma del médico. Art. 5. 0 Cuando reine ó hubiere reinado alguna enfermedad exótica en el puerto de donde se espida la patente, esta contendrá también la declaración de la fecha on que comenzó, el número de casos diarios, ó la fecha del dia en que terminó, de conformidad con los artículos 5.° y 18 de la convención. Art. 6o La patente, no pudiendo ser sino limpia ó sucia, las autoridades sanitarias están obligadas á pronunciarse claramente sobre el estado sanitario del país, espidiendo patente sucia on caso de duda. Art. 7.0 Cuando un buque hubiere demorado su partida por dos dias, después de haber tomado su patente, deberá hacerla revali dar antes de partir. Art. B.° Las patentes espedidas en los lazaretos, son siempre limpias, cual- quiera que sea el número de enfermos de males importables en ellos existen- tes lo que no comprometerá álos puertos cercanos. Art. 9.° Todo buque de patente limpia y que no hubiere tenido comunica- ciones sospechosas, ni enfermos, ni defunción á bordo, será inmediatamente admitido á libre plática. Art. 10. Todo buque será visitado á su llegada con el objeto de comprobar cuanto interese á la sanidad de cada país. Art. 11. Los buques procedentes de la misma nación, podrán quedar libres de la visita sanitaria, en los casos que los reglamentos internos de los puerto* lo determinen. Art, 12. A la llegada, lo mismo que á la partida de los buques, los casos dudosos, ó los datos contraditorios, dando origen á sospechas, autorizan para mantener en reserva al buque sospechoso, mientras se establece la verdad do lo que las autoridades sanitarias quisieren saber. DE HIGIENE 455 ISíArt. 13. La visita sanitaria precederá á la admisión á libre plática, toda vez fiuelas autoridades de los puertos lo juzgaren conveniente, Art. 14. Cuando existan á bordo enfermos de males comunes, si ellos lo Piden, serán desembarcados sin demora, para ser atendidos, toda vez que las autoridades sanitarias no vieren un peligro para dichos enfermos en acceder á su podido. Art. 15. Si un buque llegara en condiciones higiénicas que pudieran compro, meter la salud pública,aunque no tenga enfermos á bordo, ni hubiere ocurrido de- función, quedará sujeto álo que dispone el inciso 5 o del art. 2 o yel art. 11 de la convención. Art, 16. Según las condiciones de salubridad á bordo, la autoridad sanitaria podrá ordenar una ó mas de las medidas siguientes: El baño ú otros cuidados d aseo parala tripulación y pasajeros. El desalojo, desembarque ó fumigación de las mercaderías. Destrucción de las sustancias alimenticias y bebidas que hubieren sufrido deterioro óde las mercaderías de naturaleza orgánica fermentadas ó corrom. pidas. El lavado de ropa de la tripulación y pasajeros y ventilación de sus equipajes La limpieza de la cala, la renovación del agua y la desinfección de la sentina. Las fumigaciones y el lavado del buque, ordenando que sea lejivado, raspa' do y blaqueado, en caso necesario. La ventilación de todo el buque, principalmente de sus partes profundas. El envió al lazareto. Todas estas operaciones ó algunas de ellas, deberán ser practicadas antes de poner el buque en libre plática, y manteniéndolo en el mayor aislamiento posible. Art. 17 En los puertos del tránsito serán sometidos los buques á las mismas medidas del artículo anterior, en el solo caso de que abriesen operaciones mer. cantiles que las hiciesen necesarias. Art. 18 Serán sujetos á medidas cuareníenarias los buques con patente sucia, los que procedan de puertos que no se preservan, y los que por efecto de sus patentes ó mal estado higiénico á bordo, infundieran temores ó sospechas á las autoridades sanitarias. Art. 19 Todo buque de patente sucia ó en cuarentena, tendrá el derecho de hacerse á la mar, escepto en los casos en que hubiera a bordo enfermedad exótica y no poseyera el buque elementos suficientes para atenderá los enfer- mos. La autoridad sanitaria devolverá su patente anotada al buque que no cumpliendo su cuarentena saliere del lazareto; los enfermos tendrán siempre el derecho de desembarcar en él. Art. 20. La cuarentena de observación, para buques en mal estado higiénico ó que tuvieren á bordo enfermos de males comunes, si la impusieren en este caso las autoridades sanitarias, se limitará á la observación del baque mante- nido en un sitio aislado y vigilado por guardas sanitarios. Esta cuarentena no exige ni la descarga, ni la purificación del buque y contenido, sino en caso de decisión especial de las autoridades. Art. 21. La cuarentena de observación para procedencias da puertos que no ®c preservan suficientemente, escepto la duración que ya señala la convención, será en las demas medidas igual á la de rigor. Art. 22, Las cuarentenas do rigor exigen la purificación de bagajes y mer* 456 LECCIONES candas, limpieza y aereacion del buque y demás medidas que señalen les regla- mentos internos de los lazaretos en bien de la higiene. Art. 23 Un buque que hubiere hecho su cuarentena en uno délos lazaretos de las partes contratantes, si la hubiere hecho según lo que estipula la conven- ción, será admitido á libre plática en todos los puertos de las naciones qUO suscriben. Art. 24 Para la aplicación de las medidas sanitarias álas mercancías, quedan estas divididas, según lo estatuye la convención, en tres grupos que son forma dos: El 1. ° Por los objetos de uso de cama y ropa, trapos, cueros y pieles, plu- mas, crines y restos de animales en general, lana y seda. El 2.° Por el algodón y sus tegidos, el lino y el cáñamo, E! 3.° Por todos los objetos de que no hablan los dos párrafos anteriores" Art. 25 En caso de patente sucia de peste, cólera ó fiebre amarilla, las mer cadenas del primer grupo serán desembarcadas y purificadas. Las del 2o grupo podrán serlo si las autoridades lo juzgaren conveniente. Las del 3 o se. rán libradas al comercio, previa ventilación. Art. 26 Los papeles y las cartas que forman la correspondencia serán irme' diatamente admitidos previa fumigación. Art. 27 Toda mercadería ú objeto proveniente de un pais sano y sellado ofi- cialmente, no será sometido á medidas de purificación si la materia ae su en' voltario no lo exije, cualquiera que sea la patente del buque—Si el envoltorio es de una sustancia que ó sobre la cual la purificación sea fa cultativa, las autoridades procederán según corresponda. Art. 28 Los animales vivos serán sometidos á la cuarentena y purificación que determinen las autoridades sanitarias locales, en el dimite del presente convenio y reglamento. Art. 29 Los buques que no tengan patente debiendo tenerla, serán sujetos á cuarentena de rigor. La duración de esta cuarentena será fijada por la auto' ridad sin esceder por tanto de diez dias. En los casos de fuerza mayor ó pérdi’ da probada de la patente, la autoridad procederá según la apreciación que ha' ga de estos hechos. Las patentes no deben tener enmendaduras ni raspaduras so pena de esponer al buque á ser considerado como sucio y al capitán ó patrón á la responsabilidad que acarrea la alteración de un documento público. Art. 30 Ademas de las cuarentenas previstas y las medidas indicadas en este reglamento, las autoridades sanitarias de cada pais tendrán el derecho en pre- sencia de un peligro inminente y fuera de toda previsión, de prescribir bajo su responsabilidad ante quien corresponda, las medidas que juzguen indispensables para el mantenimiento de la salud pública. Art. 31 Los lazaretos serán establecimientos espaciosos, sanos y bien aereados capaces para los usos á que se les destinan, según las necesidades decada pais y suficientemente cómodos para que puedan estar aisladas las personas y merca» derias de diferente precedencia —Estos edificios no contendrán aparatos que puedan afectar la moral de los cuarentenarios, ofreciéndoles por el contrario alojamiento cómodo, sano y alegre, al mismo tiempo que buena agua y buen alimento.—Les lazaretos tendrán un lavadero en condiciones de poder llenar el servicio que demande el número de cuarentenarios que en ellos se aloje;—un hos' pital con las comodidades y aislamiento requeridos, y un cementerio. Art. §2 Las personas que por algún evento se pongan en comunicación con los DE HIGIENE 457 ciiarentenarios, ademas de las penas á que por leyes y reglamentos se hubieren techo acreedores, serán sometidas á cuarentena de diez dias. Art- 38 Los puertos y los lugares reservados para el cumplimiento de las cuarentenas, lo mismo que ios lazaretos, quedan bajóla superintendencia de autoridad sanitaria superior de cada pais, en todo lo que concierna á la hi- giene pública. Art. 34 En cada lazareto habrá un director ó ájente responsable, uno ó mas tedíeos á cuyo cargo estará todo el régimen sanitario interno del estableci- miento y el número suficiente de empleados para asegurar la disciplina y hacer eJecutar las medidas que se prescriban. Art. 35 Los enfermos recibirán en los lazaretos todos los cuidados médicos y mligiosos que se dan en los hospicios mejor mantenidos y podrán, si lo prefieren, hacerse asistir por otro médico que no sea el del Lazareto, quedando siempre sujetos ála inspección que este quisiese verificaren interés déla salud pública y da los asilados allí. Art. 36 Las personas ind'jentes, los niños menores de 7 años, los colonos con" tratados por los gobiernos y algunos otros pasageros, que cada gobierno quisiera recibirán en los lazaretos gratuitamente la mantención y todos los cuidados de que sean objeto los demas pasageros. Art. 37 Cada lazareto tendrá una tarifa da objetos de consumo que será revi- sada cada seis meses por la autoridad sanitaria superior, en la cual se estipulará los precios mas moderados para todos los víveres. Art. 38 Los muebles y objetos de primera necesidad serán gratuitamente pro1 Purcionados por el lazareto. Art. 39 Las visitas del médico serán gratuitas, lo mismo que el servicio fiue el lazareto preste á los enfermos, debiendo solo ser pagados los scrvicios especiales, fuera de lo reglamentado. Art. 40 La autoridad sanitaria además de todo lo previsto, podrá tomar medí1 ¿as especiales en caso de demandarlo así las condiciones locales de cada punto. c°n el propósito siempre de preservar la salud pública. Art. 41 Las mercaderias serán depositadas en almacenes perfectamente secos donde serán aereadas constantemente y removidas de tiempo en tiempo.—Los bagajes serán abiertos y ventilados durante todo el tiempo de su permanencia eu el lazareto—Las mercaderias y bagajes de cuarentena diferente serán en lo Posible depositados separadamente. Art. 42 Las mercaderias y objetos del primer grupo, tales como cueros, lana traPos, etc, ocuparán los galpones mas lejanos délos dormitorios deloscuaren Guarios, Estos y otros objetos en caso de infección notoria, serán sometidos a tadas las purificaciones que la Direcciondel lazareto juzgue conveniente. Art. 43. Las sustancias animales y vejetales en putrefacción no serán admi- ras en los Lazaretos, sino que serán quemadas ó arrojadas al mar, según las Clrcusntancias y tomando las precauciones del caso. Art. 44. Habrá en cada lazareto un depósito destinado para las mercade- las purificadas. Art. 45. Los bagajes y demas efectos do los pasajeros, deberán ser, mientras Permanezcan en el lazareto, sometidos á la ventilación, bajo la vijiiascia de Suardas especiales, quienes cuidarán que en ningún caso deje de tomarse esta precaución. Art. 46. Los objetos de uso y todos los que hubieren servido á las perso' 458 LECCIONES ñas muertas ó enfermas, serán sometidos á una severa purificación, tales como fumigaciones de cloro, Inmersión en agua del mar, lejivacion é inmersión en agua caliente, según los objetos y las circunstancias. Art. 47. Las cartas y despachos serán purificados delante del director del lazareto y de modo que no se altere la escritura. Art. 48. Serán esceptuados del pago de los derechos sanitarios que la Convención estatuye: los buques de guerra; 2o los buques de arribada forzosa, con tal que no bagan oporacion comercial en los puertos á que arriben: 3° los buques pescadores: 4° ios buques exentos de llevar patente. Queda abolido todo derecho sanitario no mencionado en la Convención y Reglamento anexo. Art. 49 Todos los buques pertenecientes á las naciones contratantes deberán someterse antes de ser cargados y despachados, á las medidas higiénicas re- glamentarias en los países respectivos. Art. 50. Las autoridcdes sanitarias podrán oponerse al embarque de un enfermo que pueda comprometer la salud de los demás pasageros á bordo. Art. 51. Los capitanes y patrones de buque, estarán en la obligación de dar á las autoridades sanitarias todos los datos que estas pidieren, con objeto de comprobar Jas medidas de que háblan los artículos anteriores. Art. 52. Si los datos que suministren los patrones y capitanes no satisfacen á la autoridad, esta podrá proceder á uua visita, á fin de asegurarse de si se llenan todas las condiciones impuestas. Art. 53. Encaso de que un buque de bandera estranjera resista el cumplí' miento de las medidas sanitarias, la visita de inspección y demas providencias serán tomadas de acuerdo con la autoridad consular de la nación á que el buque pertenezca. Art. 54. El número de pasageros y condiciones de comodidad y mantención á bordo, serán determinados por los reglamentos especiales de cada puerto y en atención á la duración probable y demas circunstancias del viaje. Art. 55 Los baques empleados en el transporte de personas ó que tengan una tripulación numerosa, serán obligados á mantener á bordo un botiquín y los aparatos para atender á los accidentes mas fricuen+es en la travesías- debiendo la autoridad sanitaria superior de cada nación, hacer un catálogo de estos medicamentos y aparatos, así como una instrucción sobre el modo d 0 emplearlos. Art. 56. Todo buque debe ser, durante su travesía, mantenido en buen estado higiénico de aereacion y limpieza. Con este objeto las partes contratantes harán redactar por medio de la autoridad sanitaria superior, una instrucción relativa á esos detalles, que será circulada entre los capitanés y patrones d 0 buque, quienes estarán obligados á rejirse por elia so pena de esponer su buque áser considerado como si tuviera patente sucia. Art. 57 Los paquetes de larga travesía, empleados en el transporte de perso ñas, deberán tener un médico cuyas obligaciones serán: cuidarle la higiene a bordo, atender á los enfermos, llevar un libro de notaciones en que consten todos los accidentes acaecidos, así como los contactos que tuvieren con otros buques, las observaciones relativas á la salud délos países que el buque visite, y por último, suministrar á las autoridades sanitarias de los puertos cuantos datos relativos á la salud é bijiene le fueren pedidos. Art. 58. Los capitanes ó patrones da buque durante la travesía, anotara® DE HIGIENE 459 con exactitud los accidentes de ella, con el objeto de llenar las prescripciones ¿d artículo anterior. Art. 59. Todo capitán ó patrón que toque de arribada en un puerto, deberá hacer visar sus patentes por las autoridades sanitarias, siéndoles á estas pro- hibido detener dichas patentes en este caso, lo mismo que en los puertos de tránsito. Art. 60 En caso de muerte acaecida durante la travesía, los objetos de cama y ropa pertenecientes al enfermo serán quemados, si el buque se halla anclado, 0 echados al mar si se halla en viaje, tomando las precauciones necesarias Para evitar que sobrenaden. Art. 61. El medico del buque y en su defecto el capitán, levantará una suma- ria información, encaso de muerte abordo, acerca de este acídente, firmada por el capitán, el médico, el segundo,|comisario ó piloto y por tres ó mas pasageros ¿6 resposabilidad, si los hubiere; la que entregaran á la autoridad sanitaria del Puerto de su destino, dando aviso al cónsul respectivo. Semejante información será levantada en caso de nacimiento abordo. (L. S) firmado Jacinto Villegas (L. SJ Gregorio Jerez Gomar (L. S.) Antonio J. D. de Araujo Gondin.— (Firmado)—Pedro Mallo—Eduardo Wilde—Gualberto Mendez—Pedro Visca— Eduardo Cárlos Cabral Deschampo—Francisco , Marques de Araujo Goes—losé Ignacio de Barros Pimentel. -No queremos ni debemos entrar aquí en apreciaciones sobre ese Convenio y el Reglamento anexo, por la sencilla razón que temería se juzgarna mis opiniones como parciales, puesto que formé parte de los delegados de mi país y que combatí, como mis fuerzas me lo permitieron, liberalismo de la mayor parte de los miembros del Congreso. Mi c°miucta durante la discusión del Convenio consta en las actas, que así Co¡no otros documentos, esperan permiso superior para publicarse yen caso de conseguirlo, los consignaremos en un apéndice. Diremos sin embargo, que nuestra oposición y lucha provenía de la c°rta duración que se asignaba á la incubación de los males exóticos, de fill6 hay necesariamente que hacer partir las medidas restrictivas, para 9ue dejen de ser arbitrarias, empíricas, sin equidad, injustas, etc. etc. Hemos tenido ocasión de decir, que la inmensa mayoría délos auto- les asignan á los males exóticos uua incubación cuyo máximo apenas á diez dias, tanto para el cólera morbo, como para la peste bubónica yla fiebre amarilla, pero hemos indicado también, que varios 460 LECCIONES hechos prácticos, entre nosotros, prueban que pueden y suelen tener una incubación, mayor que la que dan—como muy comprobada en otros países—aunque dista mucho de ser así—pero que puede variar y varia en efecto, como lo hemos dicho, según los climas y latitudes, como varía, según los climas, la incubación natural de los huevos de las gallináceas, como varía la edad de la pubertad, la virilidad, la fecundación y un gran número de fenómenos en la naturaleza, porque todo ello depende de las condiciones de calórico y humedad y los gérmenes ó fermentos, obedecen á las mismas leyes, que son las inmu- tables de la naturaleza, que son universales. Ademas, no siendo esa breve incubación, un hecho perfectamente adquirido para la ciencia, tratándose de garantizar, en lo posible á la humana previsión, la im- portación de esos males, que tantos estragos y tan grandísimos perjuicios ocasionan al comercio y á las sociedades; la prudencia acon- seja y manda, pecar por esceso, excederse en la duración de unos medios, que no son sino arbitrios, como hemos dicho, para no usarlo único eficaz, la interdicción de las comunicaciones con los países infesta- dos, la clausura de los puertos. Es muy frecuente oir decir, que no hay sino dudas é incertidumbres en la ciencia. Guardémonos, señores, de tal blasfemia. Se encuentran dudas, sí, é incertidumbres, toda vez que pretendemos salir del dominio de los hechos, toda vez que queremos subordinar los sucesos á las teorías, hipótesis ó doctrinas que fraguamos en el silencio del gabinete y bajo la insaciable avidez de penetrar los secretos y misterios que nos rodean y en cuyo afan solemos perder ú olvidar la brújula, el hilo único que puede guiarnos en medio del laberinto, del mar que la imagi- nación nos crea á cada instante—la conformidad y correlación de los he- chos con los otros fenómenos de la naturaleza y con las leyes que les rijen. No hemos hecho en la presente reunión, señores, sino poner ante sus domcuentos cuya existencia ignoraban tal vez, ó de que no conocían mas que fragmentos. Con lo espuesto hemos llegado, en la historia de las cuarentenas al momento actual entre nosotros, después de indicar lo posible y conocido en los demas países, pero no debiendo abusar por mas tiempo de vues- tra condescendencia, dejaremos la continuación para la próxima confe- rencia. DE HIGIENE 461 jpROBLEMAS Pi^ECAUCIONALES. Señores: Casi al mismo tiempo que la Asociación, en el deseo de arribar á c°Qclusiones terminantes en la discusión sobre la importancia de las cuarentenas, acordaba pedir á sus miembros la opinión sobre los cinco Pantos siguientes: 1 ° ¿Son de utilidad práctica las cuarentenas? % ° ¿A qué enfermedades deben aplicarse? 3 ° ¿Cuál dehe ser su duración? 4 o ¿A qué reglas higiénias y leyes deben sujetarse? 5 ° Dadas las condiciones higiénicas de nuestra población ¿son mas C( 'avenientes las cuarentenas, que la clausura de los puertos? El gobierno de la Nación, sintiendo aproximarse la estación favorable (Octubre 28 de 1878) al desarrollo de la fiebre amarilla y otras enfer- medades exóticas existentes ya, en países con los cuales la liepíiblica mantiene frecuente comunicación, antes de adoptar un sistema defini- tivo de medidas, para conjurar el peligro, resolvió convocar á conferen- Clas sobre el particular, á una comisión de catorce facultativos, de los fiue solo concurrieron doce (1) bajo la presidencia del señor Ministro de ilaciones Esteriores, el Dr. D. Manuel Augusto Montes de Oca, con el objeto de informar al gobierno sobre los siguientes puntos; 1 0 Si es necesaria la clausura de los puertos de la República para lrnpeclir la invasión de las enfermedades exóticas. % Si esa rigorosa medida podría suplirse con la imposición de cua- rentenas y en qué casos, de qué manera y dónde deberían estas llevarse á cabo sin peligro para la salud pública y sin grandes erogaciones. 3 a Si además de estas medidas precaucionóles ó en vez de ellas, no podrían adoptarse otras que impidieran el desarrollo de las enfermedades susceptibles de ser importadas. (1) Los doctores Nicanor Albarellos, Pedro A. Pardo, Manuel Porcel de Peralta, Cíe' 0 Agnirr6) Leopoldo Montes de Oca, Manuel Arauz, Pedro Mallo, Eleodoro Damia' a°vxche, Eduardo Wildo, Bartolomé Novaro. Luis Tamini y Manuel Blancas, 462 LECCIONES El carácter práctico y de urgencia que supo imprimir la presidencia á estas conferencias, aliorró muchas discusiones doctrinarias y acadé- micas y dio á todo un carácter local, que facilitó la terminación de las reuniones por votaciones, sobre cada uno délos puntos indicados. Vamos á ocuparnos de los trabajos y conclusiones de esta Comisión, sirviéndonos para hacer este resumen ó informe, de nuestros recuerdos, por no haber podido obtener las actas que se levantaron con escrupuloso trabajo. Despees de esta reseña nos ocuparemos de los cinco puntos cuya resolución buscaba la Asociación. I. La clausura de los puertos, Señores, por motivos sanitarios, de conformidad con las ideas reinantes, fue ácremente combatida y no fal„ taron quienes tildaran de bárbara y retrógrada, dicha medida, ni quie- nes negaran que fuera ella una medida precaucional, adoptable en estos tiempos, debiendo mas bien calificarse de deserción por parte de los gobiernos, que tal conducta siguen, de las ideas y principios que la civi- lización encarna en la marcha de los pueblos cultos. No hay cosa peor que los juicios en absoluto da las cuestiones suje- tivas. La clausurado los puertos por motivos sanitarios, de origen intrínseco, es un alto ejemplo de moralidad, que debieran los países trazarse como regía de conducta. Decimos que por motivos sanitarios de origen in- trínseco, para significar el caso, en que un país se encuentre flagelado por uno de esos terribles azotes y cuyo gobierno tenga el valor, la virtud y abnegación de decir á los habitantes : do quiera que vayáis, como men- sajeros funestos, vais á llevar él incendio, la peste; vais á esponer la vida de millares de seres, de hermanos y vuestro deber es no hacerlo y el mío, impedir que lo hagais. La clausura así, es moral, es aceptable á todas luces, es una eficaz medida higiénica para evitar la esportacion del mal, circunscribirla, ó impedir, que el mal vaya de esa manera á diezmar ó asolar otros países. Si los males que sufrimos, son el condigno castigo de nuestro aban- dono, desidia ó incuria, cómo no imponer á los otros pueblos, al comer- cio y viageros de los peligros que van á correr, mas aun, de la amenaza misma de hacer recrudecer el flagelo que tenemos, con su presencia que va á servir de combustible al voraz elemento que se anide en el aire, el agua y el suelo del país. Lo repetimos, pues, la clausura de los puertos por motivos sanitarios intrínsecos, es un alto ejemplo de moralidad, de virtud y por lo tanto de higiene, que es hermana de esas sublimes cualidades. Veamos de juzgar sin pasión esa misma clausura de los puertos por 463 Motivos estrínsecos ó preeaucionales, para evitar las importaciones. El evitamiento de los males con tres l, como decian los antiguos (luego, lejos y por largo tiempo) es una medida instintiva, empírica por lo tanto y propia y esclusiva de los tiempos pasados, de los que, en historia de la humanidad, se conocen y designan con el calificativo de bárbaros. Adoptarla hoy, como regla de conducta, sería retrogradará sería reconocer que la civilización y el progreso, de que tanto blasona Uuestro siglo, no nos han hecho dar ningún paso, que no ha habido mejo- ras y conquistas en los siglos trascurridos. DE HIGIENE No faltaría quien contestara á este argumento diciendo, que desgra- ciadamente, como lo prueban las tendencias modernas, si ese gran nú- mero de higienistas (que aumenta de dia en dia) esta'n en contra hoy de las cuarentenas, que fueron instituidas para no echar mano de la medi- da estrema, de la clausura de los puertos, es porque están convencidos por infinidad de hechos ú observaciones, de que las cuarentenas, no dan sino una seguridad ficticia, insuficiente, que no son en fin, sino frágiles telarañas contra el peligro y así no es de estranar, que la ciencia y la práctica, vuelvan al único medio, que la ciencia, la observación yla espe- ríencia, consideran de una eficacia heroica. Escusándonos de citar nombres propios, de reconocidos y dis tinguidos higienistas, después de cuanto llevamos dicho, tenemos que reconocer, que tienen casi toda la razón, que dicen casi toda la verdad, los que así opinan. Hemos dicho en reuniones anteriores, que los principios de solidari- dad y de confraternidad humana, para algunos, es un obstáculo insupe- rable, para el establecimiento, como regla de c onducta general, de la clausura de los puertos. Por mas progresos que hayan hecho tales ideas, contestaremos, dista cuncho, para que los pueblos depongan ante sus aras el autonomismo. Hemos tenido ocasión de señalar, en Jos Convenios y Congresos Sani- tarios, que la renuncia ala clausura de los puertos, viene consiguiendo establecerse solamente por artículos terminantes de los tratados inter- nacionales, es decir, haciendo renuncia los paises á un derecho perfecto y reconocido. ¿Qué causales han mediado para esto? No es difícil encontrarlos en los motivos mismos que presidieron á la reunión y cele- bración de esos pactos, proyectados repetidas veces y que el miedo ó buen sentido, ha impedido ratificar; los móviles no han sido otros, que los daños y perjuicios que con ello sufría la navegación y el comercio; es decir, intereses raquíticos, intereses parciales, nimiedades puestas en parangón con la salud pública y sirviendo de contrapeso, al interés mas supremo que los pueblos reconocen. 464 LECCIONES Escusado es decir, que principio alguno de moralidad y virtud se en- cuentra comprometido con la clausura de los puertos. ¿Hay razones de orden científico militando contra la clausura para impedir las importaciones? En el estudio de los mefitismos que hemos hecho en nuestras leccio- nes de Higiene Pública, nos hemos encontrado en la autopsia llevada hasta el estremo que nuestros conocimientos y facultades nos han per- mitido, que los gérmenes morbíficos, que los gérmenes contagiantes, no pueden ser sino fermentos, que solo pueden existir en el aire, el agua y el suelo, los medios cósmicos, de donde pasarían á los otros medios y á nuestro organismo á determinar los procesos patológicos, á que damos distintas denominaciones según el conjunto de fenómenos, por que se manifiestan. Yendo esos agentes á parar á esos tres medios correlativos, como todo en el ciclo de la eterna trasformaeion de la materia, las cuarentenas para tener alguna eficacia, tendrían que efectuarse en un aislamiento lejano, de manera que, ni las aguas, ni los aires, pudieran acarrearnos por las corrientes aereas y marítimas, esos fermentos, que encontrando las condiciones favorables para las transformaciones ó procesos propios, se desarrollan do un modo fatal. La ciencia hasta el presente, no ha encontrado un profiláctico contra ellos, no se conoce el modo de destruirlos, ni neutralizar su acción, de un modo cierto; se cree en la desinfección y los desinfectantes, pero falta la seguridad evidente. Cierto es que ha habido emperró en los hombres de la ciencia por dar una base científica á las cuarentenas, es fuera de duda que con este objetóse ha estudiado la incubación, de esos agentes en el hombre, pero aun admitiendo que se haya logrado sorprender la duración de este acto misterioso, [y ya hemos indicado que en su carácter de gérmenes ó fer- mentos no pueden formar una escepcion en la creación y que deben regi- ón su evolución las condiciones generales de calórico y humedad, clima, etc.] faltaría aun determinar lo que puede destruirlos en los objetos, falta- ría conocer la duración del peligro por su permanencia en las ropas, las mercaderías y el buque mismo. Razón pues de orden científico, militando contra la clausura, no en contrariamos ninguna. Pero, ¿pueden las cuarentenas impedir la invasión de las enfermedades exóticas? Nos vemos, ante esta pregunta, forzados á repetir lo que tantas veces hemos dicho ya, las cuarentenas, no son sino espedientes, medios pro- DE HIGIEEE 465 puestos para sustituir la clausura do los puertos, que responde ála medida instintiva de propia conservación, sin exposición. Para suplir ó sustituir con las cuarentenas á la clausura de los puertos, es necesario que esta concesión, que este arbitrio, se aproxime lo mas posible á la clausura y aun así, no se olvide que no es sino un arbitrio y que es necesario rodear los lazaretos, ó á los cuarentenarios, de toda la vigilancia posible, por el tiempo que dure su contumacia, al período de incubación. Las medidas cuarentenarias que se establecen bajo estos principios que fueron los primitivos, no diremos que bagan innecesaria la clausura, puesto que hemos visto á Venecia, por ejemplo, sitiada por mar y tierra y bajo la ley marcial—bajo peligro de la vida—que podemos comparar con una rigurosísima cuarentena—no escapar al cólera-morbo—bien que alguno pudiera decir, que dicho mal, pudo revivir de mal estinguidos, gérmenes de epidemias anteriores, ó bien, porque sus malas condiciones llenaran las circunstancias misteriosas que se reúnen en la cuna ori- ginaria. Podríamos citar numerosísimos hechos como los citados por Pellarin, del cólera en Rusia y que abundan en las obras de los contagionistas, que están contestes, en que las mas estristas cuarentenas dejan siempre algún vesquido, tienen alguna deficiencia, hay alguna imprevisión ó descuido, por donde un criminal, ó un objeto contumaz penetran y van contaminando Ls poblaciones. Hay circunstancias y condiciones, como vamos á ver dentro de un fomento, que impiden contestar terminantemente el primero de los pun- tos señalado por el Grobierno, porque su contestación ó respuesta, exije L dilucidación previa de las otras dos de que vamos á ocuparnos. Anotemos sin embargo, que la mayoría de los miembros, por no decir fine todos, convienen en principio en que no era necesaria la clausura de Ls 'puertos (juzgado en tesis general) para impedir la invasión de las enfermedades exóticas ysi hubieron algunos miembros que votaran por clausura, fue por que sabían muy bien, que no había Lazaretos con- venientes en el país, que no era posible improvisarlos, que no había donde construirlos, que á la higiene interior deja mucho que desear, etc. pero hemos oido de sus labios, que síseles dieran cuarentenas y laza- vetos como la ciencia exije, habrían también dado su voto por las hedidas cuarentenarias. II ¿ Puede suplírsela clausura de puertos por la imposición de cua- Antenas ? 466 LECCIONES Hemos visto é indicado yá, que las cuarentenas son los únicos medios propuestos en la antigüedad para sustituir la clausura y debemos agre- gar, que si no son las cuarentenas completamente eficaces, por los motivos indicados, tampoco lo es la clausura, aun levantando horcas en contorno de las ciudades, como hacían antes en muchísimos pueblos y á pesar d© eso, á pesar de haber hecho pagar á muchos con la vida su temerario empeño, no siempre consiguieron evitar la importación. La clausura de los puertos para ser eficaces, requieren vigilancia estre- mada y el empleo de medios violentos, que repugnan y están en abierta contraposición con las ideas modernas, si no es la horca, es el cañón para echar el buque á pique, cuando infrinjo las órdenes; es el fusil, el reraingthon 6 Chassepot, la bala certera sobre el hombre, la mnger ó el niño, de que es necesario echar mano. Es necesario recurrir á estos medios violentos y bárbaros, por que hay siempre un cúmulo de motivos y de sentimientos ó afecciones, que impulsan al corazón humano á eludir 6 burlar las medidas tomadas y aun hasta arrostrar los peligres. Por otra parte, las cuarenteuas dejan siempre abierta la puerta déla espe- ranza yla clausura trae la desesperación al ánimo y hace arrastrar los peligros yla muerte. En vista de estas razones, podemos decir afirmativamente, sí, puede suplirse la clausura de los puertos por la imposición de cuarentenas. Pero aun falta el complemento á esta respuesta; vamos á ver ¿en qué casos puede suplirse la clausura por la imposición de cuarentenas? Hemos manifestado, que para suplir la clausura con las cuarentenas, que es la medida inmediata, que es una clausura temporaria y limitada á las procedencias sospechosas ó sucias, es condición indispensable que en los lazaretos y en las cuarentenas se hagan efectivas todas las medi- das de restricción que sean posibles, de manera que el aislamiento de los grupos cuarentenarios se cumpla, hasta el momento en que se consi- dere que no existen en los individuos, ni en cuanto los rodea, los gér- menes contaminóse?; que es necesario que los lazaretos estén situados en puntos sanos, batidos por los vientos, pero de manera que estos no puedan traer sobre los pueblos inmediatos los gérmenes ó elementos que de ellos se puedan desprender; distantes de los centros 'de población y que reúnan esos establecimientos todas las condiciones de salubridad que pide la higiene moderna. Esto eu cuanto á los locales en que de- ben pasar los sujetos su periodo de contumacia ó incubación. En cuanto á los individuos, la ciencia aconseja el espurgo, que se compone de baños y otras medidas de aseo, con desinfección y lavado de las ropas de uso y ventilación de todo lo demás. DE HIGIENE 467 Para las mercaderías ó electos comerciales, se aconseja el desembarca- miento en el lazareto, para ser ventilados, abiertos y fumigados según 8u grado de receptibilidad. Por último, en cuanto á los medios de tras- porte, la ciencia aconseja—para los trasportes terrestres—cuarentena en los lazaretos con aereacion, fumigación y desinfección—para los tras- portes -fluviales—la higiene naval aconseja, el lavado y pintado esterior, blanqueo á la cal, en su interior, ustionar las bodegas, lavar la cala y desinfectar y lavar la sentina, pero si el buque se halla en malas condi- ciones, se aconseja la submersion; por entendido que debe ese buque situarse en paraje aislado, fuera del contacto y comunicación con los demas. La seguridad yel aislamiento hay que vigilarlos incesantemen- te en los lazaretos y cuarentenas. Los lazaretos en particular, deben ser disimuladas prisiones, tenidas en las mas óptimas condiciones higié- nicas y en que no falten distracciones y confort. Una vez que se tiene todo esto, los casos en que puede suplirse la clausura por las cuarentenas, diemos que son, en todos aquellos en que ame- naza ser importado un mal exótico que existe en algún pais que mantiene relaciones mercantiles con el nuestro y agregamos, que si bien no se apliom hoy las rendidas cuarentenarias de carácter general, es decir, si no se ponen en cuarentena todas las procedencias de un pais infestado, sino, cuando el mal que le aquejaos el cólera-morbo, la fiebre amarilla la peste de Levante y (en algunos países) el tifus de las aglomeracio- nes humanas, los lazaretos deben estar siempre en actitud de poder recibir los afectados de cualquier mal zymótico que puede tomar un carácter loimográfico, como la viruela, la sífilis, la tiña, etc. etc., pero en tal caso, las medidas precaucionaos deben limitarse á los atacados y a los que se hallen en inminencia mórbida. Por último, puede susti- tuirse la clausura por las cuarentenas, en todos los casos en que se aconsejaban las primeras, sin ninguna limitación. Pasemos á estas otras dos cuestiones, ¿de qué manera deben llevarse a cabo las cuarentenas sin peligro para la salud pública ? ¿ dónde deben llevarse á cabo las cuarentenas y sin grandes erogaciones ? No debe echarse en olvido, que en estas cuestiones presentadas á la Conferencia, descuella un interés administrativo, práctico y hasta de circunstancias y no se estrañe, por consiguiente, que antes de indicar clc que manera se deben en nuestro pais llevar á cabo las cuarentenas, tratemos de precisar antes, dónde, es decir, la cuestión local, de confor- midad con lo que dijimos al indicar los factores que entran en esta compleja cuestión de las cuarentenas, y en virtud de lo cual, dijimos 468 LECCIONES también, que cada país resolvía de un modo diferente el problema cua- rentenario. Al llegar á este punto en sus conferencias, la Comisión encargó á los Doctores Mallo y Damianoviche un informe sobre el particular, supo- niendo con fundado motive, que tendríamos estudios hechos al respecto. Para dar todo el peso posible á nuestra opinión, convinimos con el Dr. Damianoviche, en pedir á la Comandancia General de Marina nom- brara una Comisión, que tuviera á bien contestar á las preguntas que para mejor espedirnos, poníamos al pió de la nota que le dirijiamos. El Sr. Coronel D. Mariano Cordero, Comandante General de Marina nombró, en conformidad con lo solicitado, al Sr. Coronel D. Luis Py, al Sargento Mayor D. Juan B. Benetti y al Práctico lemán, ex-prácti- co mayor del puerto D. Alonso Jepson. Hó aquí esas preguntas y las respuestas que tuvieron: Preguntas que hace la Comisión 1° ¿Cual es el máximo y el mínimo del calado de los Paquetes de Ultramar que vienen al país? 2° Dado el máximo y el mínimo de su calado ¿hasta que distancia de Martin García podrían acercarse esos buques, sin temor de quedar- barados? 3o Dadas esas mismas condiciones de calado ¿hasta que distancia del Monte Santiago podrian acercarse esos paquetes: por dentro y fuera del rio. 4o ¿Seria el Canal del Infierno ó las inmediaciones de Martin Gar- da un ancladero seguro para los buques de cabotage? 5o ¿Hasta que distancia de la costa en la parte sudeste de Martin Garcia se entienden las restingas de piedra? 6o En marea regular ¿Que cantidad de agua tiene la barra de la entrada de la Ensenada? 7o ¿Sino pueden los buques de cabotage estar abrigados en Martin Garcia. ¿En que punto de las inmediaciones podrian hallar seguridad? 8o Digan, por su esperiencia, si abordo de los paquetes de Ultramar estando anclados en la barra y estando el rio muy ajitado ¿es el movi- miento bastante fuerte para determinar el mareo en los pasageros? Hé aquí ahora las contestaciones: Señor Gefe: En cumplimiento del decreto que antecede, debemos, informar lo siguiente: Xo El calado de los vapores de Ultramar es de X 9 á23 pies ingleses. DE HIGIENE 469 2o Estos vapores no pueden fondear adentro de la Canal de Martin Garda por la poca agua que se halla eu la Barra, qne es de 15 á 16 pies regularmente y tendrían que esperar mareas grandes para pasar con lo que tendrían de 18 ál9 pies—y fondeando adonde se les per- mitiese su calado, sería de 4 á 4 I[2 leguas de la Isla, que es en los Po- zos del Cerro de San Juan. 3o Los vapores pueden fondear distante una y media legua del Monte Santiago, á donde hay 4 I{2 brazas de agua. 4o El Canal del Infierno no tiene abrigo de ninguna clase. 5o La restinga de Martin Garda se estiende una milla. 6o En la entrada de la Ensenada, en marea, regular hay de 7 á 8 pies de agua. 7o Los buques de cabotage, en Martin García, solamente pueden abrigarse en la Punta Norte de la Isla, pero nó en gran número, que es lo que se denomina, Puerto Viejo. 8o En cnanto ási los pasageros se pueden marear en la Rada Es- terior, debemos decir, que el movimiento en esos grandes buques, no puede en manera alguna marear á los pasageros. Dios guarde á V. S Luis Py—Juan B. Benetti—A. Jepson. Al mismo tiempo llevamos un plano de las costas y lecho del Rio de la Plata, con su sondaje correjido por el Sr. Coronel Murature, nuestro viejo Almirante. El que esto relata, como miembro informante que iba á ser, se propo- nía evitar discusiones estériles, probando por un cúmulo de datos, que á pesar de la inmensa estension de la República, á pesar de sus costas, no había á ninguna distancia regular de la Capital de Buenos Aires, punto ninguno que, sin muy grandes erogaciones, pudiera destinarse para La zareto y hacer así -que por esclusion, se arribara á lo único posible á su Juicio, que consta en las notas que al final de esta conferencia trascribi- remos; propósito diremos de paso, que se vio realizado casi por completo. Hemos dicho, que á ninguna distancia regular de la capital de Buenos Afires se encuentra punto alguno que pueda servir para construir un Hzareto, y asi es la verdad, en efecto. Situado Buenos Aires, Capi- kú de la Provincia de su nombre eu la embocadura del Rio de la Plata 110 tiene, hacia su parte N. yN. E, que da á la confluencia de los rios Paraná y Uruguay mas que la isla de Martin García, plaza fuerte y s°lo accesible, esta llave de los ríos, por buques de diez y seis pies de 470 LECCIONES calado álo sumo. Ademas, esta isla es de pequeñas dimensiones, una milla de cireunsferencia y tan solo en su parte S, E. podría establecerse un pequeño lazareto; pero por la restinga de piedra que se estiende hasta una milla y mas, por esta parte, habría necesidad de contrair uno ó dos muelles, que dadas las condiciones del fondo (Piedra) tendrían que ser de fierro óde concreto para que fuesen bastante sólidos. Fuera de esto, que demandaría inmenso gasto y tiempo, tenemos que el perímetro que se podría destinar para este objeto en la isla, por la parte que ocupan las baterías y casas matas seria suficiente apenas para alojar á cuarente- narios de dos ó tres buques, llegados en distintas fechas yno quedaría local para depósito y funigacion de mercaderías. Estas circuntancias enumeradas rápidamente y con toda verdad, exi- girían, efectuar el trasbordo de los pasajeros y de la carga de los vapores trasatlánticos, en buques menores, desde una distancia que no bajará de 24 millas y traería esto forzadamente, la esposicion de grandísima canti- dad de personas. No se ven pues sino inconvenientes muy serios y peligros gravísimos en la elección de este primer punto para el establecimiento de un laza- reto. que dejaría muchísimo que desear bajo el punto de vista higiénico, de precaucional y del económico. El rio de la Plata, no es un estuario, como algunos lo llaman, puesto que no entra y sale la mar de[él, en su flujo y reflujo, sinó una inmensa cuenca (1) en que se derraman las caudalosas aguas del Paraná y Uruguay (2) que bañan toda la inmensa costa estendida por la parte Este, desde San Fernando por el N. hasta la punta del Monte Santiago por el S. Inmensa costa sinuosa que mide como 30 leguas, quedando San Fer- nando como á siete leguas al Norte de Buenos Aires (por tierra) y como 16 la parte accesible (por tierra) de la Punta Sur de la Ensenada. La costa, en tan vasta estension, va ascendiendo gradualmente y los rios que desembocan, han escavado pequeños canales, siendo el mas impor- tante por su profundidad, el formado por las aguas reunidas del Paraná y Uruguay que pasa por la Isla de Martin Grama y que va á constituir la rada esterior, la barra y el gran ancladero de los paquetes de ultra- mar, en cuyo último punto hay 25 y mas pies ingleses de profundi- dad, pero que viene á distar de la ciudad, como 18 millas. Por esta dis- posición pues, no hay desde San Fernando hasta la ciudad de Buenos Aires, en la costa firme, ningún paraje adoptable para Lazareto, aun con (1) 170.000 leguas cuadradas de estension. (2) 18 815 metros cúbicos por segundo, siendo de estas 14,600 traídos por el Paraná y 4,215 por el Uruguay en rio bajo. DE HIGIENE grandes erogaciones y es necesario prescindir de ello, como hemos elimi- nado á Martin García. En la parte Sur de la costa firme hasta pasados los Quilines, por su á la ciudad, por ser terrenos bajos, de nueva formación, por estar poblados (la Boca del Riachuelo) y por la inmensa esteneion á fine quedan los vapores paquetes, sin poder aproximarse por la falta de fondo para ello, por la falta de puerto, etc. no es posible pensar tampoco Desde los Quilines hasta la Punta de Laca, la declividad del terreno es la misma, es gradual, lenta, el fondo es de arena menuda, que el agua nivela y sin inmensas erogaciones no es posible pensar en contruir laza- retos, que tendrían asi mismo, los inconvenientes de todos los en costa firme y aún en Punta de Lara, Señores, todos Yds, deben sabor muy filen, que para encontrar diez y ocho pies de agua, en rio regular, para facilitar la descarga de los útiles para el ferro-carril, se ha tenido que construir un inmenso muelle con ingente costo. Dos paquetes de Ultramar que llegan al pais, echan sus anclas en un barro blando, como á tres leguas [9 millas] déla Ensenada y como a 8 millas de Punta de Lara, pero por estar poblada la costa, ya por haber allí un centro de población [el pueblo de la Ensenada] ya por ©star en sus inmediaciones situados los saladeros, que han infestado las aguas con sus detritus, ya en fin por ser terrenos muy bajos, de formación limosa reciente, las pequeñas isletos anegadizas que hoy, no ©s posible pensar tampoco en ninguno de estos puntos para el destino higiénico de un establecimiento de esta clase. Hemos visto en el informe espedido po» los marinos, que los vapo- res de Ultramar pueden anclar á legua y media del Monte Santiago— ¡y se quiere que á esa distancia se situé el lazareto!—no se piensa en ios incovenientes y los gastos, prescindiendo de los peligros no menores, do las comunicaciones fuera de la vista y vigilancia de la autoridad y del gran número de embarcaciones y tripulantes que habría que emplear ©H este tráfico—¿con que fin? con el fin único de evitar que esos buques dejen de tocar en el Brasil—con el fin de no interrumpir el co- mercio con este pais, que nos manda el tabaco y la yerba mate (vicios). No parece ante este empeño, sino que el Brasil, fuera un emporio, el ©entro principal de nuestro comercio y de las luces; no parece sino que ©f Gobierno y los habitantes del pais, consideran como un beneficio, el ©sponer su salud [su riqueza nacional] por un comercio que puede ha- ©ei'se sin ningún inconveniente en estaciones en que todo peligro desa- parece; no parece sino que fuera ese pais el que, en retribución del servi- Cl° que le haríamos, nos hubiera propuesto, para que no clausuráramos el 472 LECCIONES puerto para sus procedencias—dotarnos de los establecimientos y medios de defensa que necesitáramos, en el punto que indicáramos y según las indicaciones de nuestros hombres de ciencia. Pues bien, señores, el Monte de Santiago, ese estremo Sur de la meseta del Rio de la Plata, es un paraje anegadizo, casi en su totalidad- de reciente formación geológica, limoso en sus entrañas y cuya capa cor- tical es formada por vejetales anuos. Solo hay un pequeño centro,.co- mo de ocho cuadras de superficie que resiste á las mareas, al flujo y re- flujo, que se hace sentir allí y á las crecientes rápidas del Plata. Ahora bien, señores, un sub-suelo limoso y un suelo formado do de- tritus vegetales, en pleno periodo de descomposición pútrida que dá lugar á la formación de inmensa cantidad de ácido úlmico [a que da- mos un gran valor patagonético] ¿es un sitio conveniente para el empla- zamiento de un establecimiento esencialmente higiénico? Puera del costo del lazareto en sí, habría que pensar en terraplenes, muelles, dra- gaje, drenaje, por estar el agua á muy poca profundidad, etc. Ante estos inconvenientes, nos consideramos autorizados á asegurar, que un tal lazareto en este punto, que es hasta ahora el que hemos hallado mas aparente, con las condiciones que la higiene exije—requeriría un gasto, como el de Martin Grarcia, cinco millones de fuertes y solo tendríamos así mismo, un pésimo lazareto, bajo el punto de vista higiénico, con infinidad de obstáculos é inconvenientes, amen de los peligros fluviales, con el trasporte de pasajeros y de la carga, y de los peligros de la comunicaciones. Mas al Sud del Monte Santiago, solo está la costa del mar, sin puerto, ni abrigo, é inacesible por las dunas. Deducimos de esta esposicion exacta, que la República Arjentina no tiene, en las inmediaciones de la Ciudad de Buenos Aires, paraje ningu- na, como para construir un lazareto para las procedencias marítimas. Un recurso les queda á los países situados sobre inmensos ríos, los lazaretos flotantes durante—muchos años se har¡ estado haciendo las cuarentenas, en nuestro pais, en dichos lazaretos. Son estos siempre, pontones, viejos buques, condenados para la navegación. No había que pedir en ellos, aseo, comodidad, comfort, ni distraciones—lo mas que se podría desear, era que no fuerau guarida ó madriguera de sabandijas. Siendo estos buques relativamente chicos, estando sin carga y mal lastra dos, en un rio como el nuestro, tan variable y proceloso, por lo mismo que es una inmensa cuenca; los pasageros ó cuarentenarios, se hallaban bajo un continuo mareo y en serio peligro, por la calidad ó condiciones de DE HIGIENE 473 la naves y se hacia necesario, por lo tanto, ponerlos al abrigo de las olas 7 los vientos. Para el efecto, había que remolcarlos á los rios interiores y amarrarlos a las costas de las islas anegadizas, cuyas emanaciones respiraban. E agua, en los riachos, no siempre circula con facilidad, yel agua que se veian obligados á beber, era la misma que acarreaba las infinitas polu- ciones de un centenar de pueblos situados sobre el litoral, por donde corren, aguas impuras capaces ellas solas de ocasionar una epidemia. ¡Puede darse á esto el nombre de cuarentena y á los tales, el de laza_ l'etos flotantes! ¿Habrá alguien que no condene semejante trato? Renuncio gustoso á cargar de detalles este cuadro; pero proclamo que 68 un sarcasmo, que es un verdadero atentado humanitario, tales lazare- -08 flotantes y tal trato; esto no es precaverse; esto no es, sino esponer estérilmente, la vida de infinidad de seres, á causas morbígenas. Señores, por honor, por decoro, por humanidad—pidámosla supresión Para siempre de semejante lazaretos flotantes, de tales cuarentenas. Yo propuse, Señores, en el seno de la Conferencia, dos únicos partidos 9Ue quedaban: ó construir un lazareto tierra adentro, seguro, aislado, r°deado de altos, inespugnables paredones, como una penitenciaria ó Carcel de seguridad, que estuviera en comunicación con una vía férrea fiue terminara en la costa, como Punta de Lara, y desde donde, pudiera Partir en convoy cuarentenario. Como esta idea amenazaba tener re- gencias, agregué, que el mal contra el cual teníamos que combatir to- (l°s los años, era la fiebre amarilla, en el verano; que terreno en el inte- ri°r de la Provincia yen la proximidad de una vía férrea, sobraba; que fiebre amarilla era un mal, que según la opinión del mayor número CR las epidemiologistas, no se propagaba lejos de los rios y arroyos; flue sería muy fácil, desembarcar la carga y pasageros en el muelle de de Lara ó de ias Catalinas y hacerlos viajar en wagones seguros el lazareto y que, si bien el costo, sería igual, mas é menos, á los dos ojros, antes indicados, tendríamos siquiera la satisfacción de poder con- ar así con verdaderos lazaretos, por último, que el muelle de Punta de Lara se podría espropiar por razón de utilidad pública y que el ferro- carril inmediato estaba en comunicación con los demas de la Provincia. Rero, esta idea, por mas buena que sea en su fondo, no era de una aplicacion inmediata y era necesario, por lo tanto, algo práctico y reali- sta en el acto, sin grandes erogaciones para el erario y de tal carácter 110 hallaba otra cosa que el plan cuarentenario que hacia como dos meses LECCIONES había propuesto al Gobierno y que en 1. ° de Octubre había consigado en la nota que va al final de esta parte del trabajo. No siendo posible renunciar á las medidas precaucionales por falta de un lazareto apropiado y aun hasta de los mismos lazaretos flotantes, el único medio, no clausurando el puerto, era disponer que la cuarentena con las medidas higiénicas consiguientes, se efectuara á bordo délos mismos buques que venían al país, tocando en puerto infectado, á sabiendas del estado de los puertos en ;jue tocaban y á sabiendas tam- bién, de lo que aquí les esperaba. Cierto es que de esta manera no se ventilaba y fumigaba bien la carga, pero este seria el menor inconveniente, puesto que la carga que traen esos buques, son artefactos, manufacturas, productos de fabricas, cosas, en fin, que no son susceptibles, como los productos naturales de origen vegetal ó animal y puesto que, no es un inconveniente la presencia de los cuarentenarios á bordo, para que se haga la limpieza, lavado y fumi- gación de la cala yde la sentina, que son los receptáculos de las insalu- bridades de las naves. Es preferible para los pasageros efectuar su cuarentena á bordo de los mismos buques en que vienen, porque así se encuentran mejor insta- lados, se hallan con las comodidades á que se han habituado durante el viage y pueden tener toda la ventilación posible. En caso de ocurrir alguna enfermedad en el buque, proponía al Go- bierno, fuera colocado el enfermo en un lazareto flotante ú hospital. Algunos temían, que anclados los buques á tan grande distancia y da- das las condiciones señaladas ya de nuestro rio, se fueran á marear los pasageros y ese mareo, que de por sí es ya un mal penoso, se convirtiera en causa determinante, é hiciera estallar el proceso morboso, que sin él se habría eliminado de un modo lento, como puede suceder, colocado un individuo en condiciones higiénicas. La conferencia, Señores, acepto por mayoria este plan, pero introdujo algunas modificaciones irrealizables. Convino en que los pasageros hicieran cuarentena en los mismos buques en que venían, pero, resolvió, que los enfermos fueran trasportados á Martin García (imposible, no habiendo lazareto allí, travesía muj penosa y llena de dificultades) y que la carga fuera trasbordada á grandes pontones dispuestos conve- nientemente para la fumigación y ventilación (imposible de realizar por la falta de buques ad hoc en el país y porque esa operación espone á gran número de personas). Debo terminar lo relativo á este punto, indicando que solo se puso en práctica lo realizable y práctico que fué lo indicado en mi plan. CE HIGIENE 475 111. Eespecto al tercer punto de la consulta; si ademas de estas hedidas precaucionóles, ó en vez de ellas, no podrían adoptarse otras que lrnpidieran el desarrollo de las enfermedades susceptibles de ser importadas, Conferencia contestó, que recomendaba la continuación y terminación de las obras de salubrificacion qnese efectúan en la Ciudad. Asi terminaron estas conferencias y la superioridad dictó un decreto estableciendo las cuarentenas bajo estas bases. •tí Señor Comandante de Marina, y Presidente de la Junta de Sanidad- Buenos Aires, Octubre 1. ° de 1878. Aunque el Superior Gobierno no ba declarado aun si piensa ó no, clausurar el puerto para las procedencias de los puertos infestados, parece, á estar álos Preparativos que se inician, que la idea dominante, es dejar abierto el puerto y sujetan las procedencias de los puertos sucios á una estricta cuarentena. ®n esta virtud, me voy á permitir proponer un plan cuarentenario que será oneroso para el erario que cuantos hasta ahora se han seguido. Este plan reposa en un decreto que espedida el Superior Gobierno dispo- n>endo que todo buque que llegue con patente sucia ó sospechosa, no podrá Actuar ninguna operación en el puerto, mientras la Junta de Sanidad no lo aya puesto en lib.a plática. Ee esta manera, desapacerán las exigencias de los Señores Agentes y consig- natarios de los buques para que se les permita cargar y descargar en cuaren* tena y mas que nada, para que se les saque de á bordo los pasageros que traen. Ee esta manera sabrán los Señores Agentes que están obligados á tener los Pasageros á bordo de los buques hasta que la Junta de Sanidad los declare en libre plática. Ee esta manera se evitada al Gobierno el tener que cerrar el puerto para las Procedencias de los puertos infestados y se minorarian inmensamente los gastos la cuarentena ocasiona. Eien entendido, que no tendrían los Señores Agentes, derecho alguno para indemnización ni pago alguno por la permanencia de estos individuos Pasageros á bordo puesto que, sabiendo con anticipación lo que va á suceder* es> tendrán ellos buen cuidado de incluir los gastos de mantención durante la cuarentena en el valor del pasage que deben pagar los pasageros. i El infrascrito cree que esta medida sería legítima, justa y equitativa, cree que e‘ País debe estar siempre abierto para individuos que no pongan en peligro la 6a'ud pública, y mas que nada, cree quede esta manera se evitarían muchas esPlotaciones que se hacen en otros puertos, diciendo á los pasageros que van á vcnir á los puertos del Rio de la Plata sin tocar en puertos infestados y luego, P°r tocar en esos puertos, los pasageros se ven recargados con gastos impen- sados. el Gobierno tomara una determinación semejante á la que dejo espuesta, tendría entonces necesidad de aprestar una escuadrilla sanitaria, puesbas- Hria c°u un solo buque que sirviera de Hospital Flotante y anclado precisa- en el fondeadero de los paquetes de Ultramar. LECCIONES Tendría ademas, una gran economía en los gastos, pues hoy habría que habí litar de nuevo los lazaretos flotantes. Se vé ademas una gran economía por lo que respecto al número de guardas sam • tarios que se requieren para ejercerla debida vigilancia en tantos buques. La permanencia de la carga y de los pasageros á bordo de esos buques no seria un inconveniente que pudiera refluir un perjuicio de la salud pública, desde que, mientras durara la cuarentena estarían obligados á dar cumplimiento a las medidas de aseo y de limpieza que la Junta señale. Saluio con este motivo al Señor Presidente, esperando quiera elevar la pre- sente á superior conocimiento. Fedro Mallo. Terminada esta reseña pasemos, á ocuparnos brevemente de las solu- ciones que pedia á sus Asociados esta Corporación Médica. (a) ¿Son de utilidad práctica las cuarentenas? [Contestación] Sí, las cuarentenas son de utilidad práctica. Las cuarentenas, siendo las medidas únicas de carácter esterior que pueden adoptar los paises para precaverse, toda vez que gran número de razones militan en contra de la clausura, no son absolutamente suficientes para preservar, como no lo es la misma clausura de los puertos, pero tomando la incubación de los males, como punto de par- tida y contando su duración desde el dia de la partida ó comunicación sospechosa, son de utilidad práctica á las personas, son equitativas, son justas y razonables. Lo que decimos de los pasajeros, es aplicable á los tripulantes. En cuanto á las mercaderías, el simple aislamiento y reposo, no es suficiente para quitarles la contumacia; la aereacion y ventilación, con- juntamente son otros medios usados son de utilidad práctica. Para los buques, el blanqueo, lavado, desinfección, etc., mientras dura la cuarentena, se reputan eficaces y por lo tanto de utilidad práctica. (b) ¡A qué enfermedades deben aplicarse? (Contestación) A todos los males importables, trasmisibles y propa- gables; pero solamente los males exóticos y zymóticos deben comprender á todos los que proceden de puerto sucio ó sospechoso; los males califi- cados de indíjenos, por estar aclimatados en todos los centros de pobla- ción, solo exigen el aislamiento ó secuestración del enfermo. Hay mu- chas enfermedades zoonóticas y epizoóticas, así como epifíticas, que de- ben sujetarse también á cuarentena. (c) ¿Cual debe ser su duración? (Contestación) La de la incubación reconocida de cada mal, debiendo contarse el tiempo, desde la separación délos individuos de la loeali- DE HIGIENE 477 dad infestada 6 del individuo entre ellos atacado. Debemos fijarnos solamente, en que esta incubación puede variar, según los climas y en fiUe no hay una completa certidumbre entre los autores, respecto á esa duración y en virtud de tratarse de la salud de infinidad de seres, que Se procura garantizar por medio de ellas, (las cuarentenas) debe ser tal esta duración, quemas bien eseeda al período de incubación general- mente aceptado. (d) ¿A que reglas higiénicas y leyes deben sujetarse? (Contestación) A las reglas y leyes que los hombres ilustrados hayan Consejado en cada país; como bien se comprende, en estas contestacio- nes terminantes no podemos descender á pormenores que nos obliga- ban 4 trascribir reglamentos de sanidad marítima y terrestre. (e) Dadas las condiciones higiénicas de nuestra población ¿son mas convenientes las cuarentenas, que la cluusura de los puertos? bas condiciones higiénicas de nuestro país, dejan muchísimo que de- -Bear, pero en virtud de la latitud en que nos encontramos, solamente podemos temer durante el verano, la importación de la fiebre amarilla, y tal vez, del cólera y la peste, pues, si bien es cierto que el cólera no Espeta al parecer las latitudes, y pasa algo semejante con la peste, que á visitar hasta la Inglaterra, la opinión mas recibida es, que a los climas templados y fríos, la importancia solo es posible en el verano, P°r mas que una vez declarado el mal, sus estragos continúen hasta durante el invierno. La clausura de los puertos á nada conduce en nuestro país, es la clau- sura del país que habría que decretar toda vez que tememos algún fla- Jelo, puesto que la navegación de nuestros ríos está asegurada por trata- dos solemnes para todas las naciones, y habría que clausurar todos nues- L'os puertos, los del Estado Oriental y los del Paraguay para que pudie- ra continuar con ellos nuestro comercio. Como se vé, aparecen aquí de nuevo los intereses económicos, políti- c°s y topográficos de cada país, que señalamos al principio y que renun- ciatnos á tratar, por no prolongar mas esta memoria. Cuera de cuanto íbamos diciendo, la clausura de los puertos, para ha- eerse efectiva, para evitar que sea eludida, óno respetada, exije, para lQlpedir la entrada por contrabando, la fuerza pública y empleada esta c°n la mayor vigilancia, como que la clausura quita toda esperanza, me- dio y recurso de poder venir al país; rompe las relaciones mei’cantiles y Casta los lazos sociales. (Contestación) Aun dadas las condiciones higiénicas de nuestra pobla- ron, son mas convenientes las cuarentenas con todos sus peligros, que 478 LECCIONES Ja clausura de todos nuestros puertos y los de las naciones circunvecinas, que no podremos conseguir, ni pretender. A pesar de la estension que hemos dado á esta conferencia, nos vemos en la necesidad de diferir aun nuestra última palabra sobre este asunto; pero, considerando que es abusar demasiado de vuestra bondad, prome- temos dar fin en la próxima reunión á esta memoria, escrita tan á la ligera y á cuya confección he tenido que dedicar un tiempo que otros intereses me exijian. Eu momentos de ir á la prensa el presente pliego recibimos el número 12 del Journal d’higiene correspondiente al 16 de Enero 1879 y en él hallamos la referencia del Congreso Americano de Eichmont (Yirginia) promovido por el Americanpublic'Jiealht association que vamos á estractar por considerarlo de suma importancia desde que en él se ha tratado de la fiebre amarilla, de que tan poco se han ocupado los otros Congresos médicos de que hemos dado cuen- ta. Los estragos causados por la ñebre amarilla en los estados del 3ud délos Estados Unidos, daba á esta reunión uu sello de actualidad y la concurrencia se esforzó en llevar un contingente práctica de observaciones y pesquizas. En la imposibilidad de hacer un resumen de las opiniones vertidas en esta Congreso, procuraremos enumerar las resoluciones adoptadas por unanimidad que son el reflejo de la opinión médica reinante. La presidencia la tenia el Dr. Elisha Harris de Nueva York, el que, á pesar desús treinta años de esperiencia y observaciones, comenzó declarando que no se encontraba en estado de tratar da un modo dogmático de la fiebre amarilla, ñero, que era indiscutible que dicho mal, no era una pestilencia que siendo su dominio definido y limitado, había razonas para esperar, que la aplicación rigorosa da los preceptos da higiene pública y da las leyes sanitarias internacionales circunscribiría el flagelo á su foco da origen, con gran satis- facción del mundo civilizado. El Dr. Woodworth, superintendente general del servicio de la marina dió interesantes pormenores sobre los estudios emprendidos, que indican la urgen- cia, por los hechos suministrados, da prescribir medidas preventivas que deten- gan en su camino las invasiones futuras. Para el Dr. Woodworth, la fiebre amarilla es trasportada por las cosas (vestidos, ropas, mercaderías) y no por las personas mismas y por consiguiente la desinfección de los efectos y bagajes, debe operarse siempre fuera del recinto de las ciudades. Los Dres. Bímiss de Nueva York y Oochran de M )bile, dan cuenta déla marcha de la epidemia introducida el 23 de Mayo pasado por el Contable ó Comisario del Emilia llegado la ante-víspera de la Habana, la segunda víctima fué un tripulante del mismo buque, fallecido el 30 del mismo mes yen los pri- meros dias de Junio, la epidemia atacó álos habitantes de Nueva Orleans. La misma propagación se pudo seguir en Viksburg. Por el contrario de loque acaece con las afecciones palúdicas, que se diser- minan en un vasto espacio, la fiebre amarilla se agrupa en puntos determinados. Las conclusiones fueron: que la comisión no había encontrado un solo caso indígeno, nacido allí, de novo-, que en todas las ciudades se habia podido esta' blecer la importación directa; que la trasmisión de la fiebre á puntos distantes IDE HIGIENE 479 80 esplica por personas que se han trasportado de las localidades infectadas; casi siempre esta inaportación se ha efectuado por ropas, mercaderías y balas de algodón; que según la ©pinion unánime, el uso de los desinfec* tantes no ha mejorado el estado sanitario de una ciudad infestada; que los va* Pores y emanaciones délas sustancias empleadas han sido mas bien perjudi* °iales que útiles á los atacados; que las medicaciones preventivas no han tenido Ningún resultado terapéutico eficaz; que el agente menos infiel ha sido ei sulfato de quinina ó pequeñas dosis y por último, que las cuarentenas rigorosas y las prohibiciones completas de toda comunicación, han sido las únicas medidas fiue en todas las circunstancias se han mostrado eficaces. El Dr. Lloyd Howard de Baltimore, declara que la epidemia de Baton- Rouge fué importada por los habitantes de Hueva Orleans y que la univer- sidad de Louisiana se mantuvo indemne mientras las cuarentenas se ejecuta- ran severamente. El Dr. Chopin, Presidente del Consejo de Higiene de Nueva-Orleans, dice es incontestable la eficacialde las cuarentenas rigorosas, queGaveston, She* report, Monroe (Luisiana) Hatchez y Mobile han escapado al flagelo, con sus Brmas cargadas dirigidas contra la pestilencia. Dijo que las cuarentenas no debían ser condicionales sino efectiavs y que la autoridad no debia preocuparse de los intereses comerciales siaó de impedir que los gérmenes y los focos de ®sta pestilencia tengan acceso en las poblaciones [y que, en su opinión, la única hedida preventiva eficaz, es impedir de un modo absoluto las comunicaciones comerciales (absoluto non'intercourse) con los puertos de mar en que reina la fiebre amarilla endémicamente, del Io de Abril hasta el 1 ° de Noviembre de cada año. En seguida estableció numéricamente y de un modo aproximativo las pér* dudasen numerario causadas en Hueva Orleans por la epidemia, en que hu- bieron 25,000 casos, do que perecieron 4,500 personas y hace la siguiente cuenta. Dollars por 10 dias de enfermedad (á 3 dollars cada uno) 750,000 E-astos funerarios, pompas fúnebres y entierro de 4500 personas (á 25 dollars cada una) 112,000 Eos 2(5 de las 4,500 víctimas representando, por cada individuo un capital en dinero que se puede estimar en 1,000 dollars 1.800,000 Eos 3[5 restantes en 6,000 dollars 810,000 Rérdida de tiempo de la mitad de la población industrial, 20,000 Personas durante 90 dias á 2 dollars por dia 3.600,000 Sumas perdidas así por la epidemia 7,072,500 Pérdidas comerciales por interrupción de comunicaciones, &. 5.000,000 Pérdida general 12 072,500 Ganancias aproximativas del comercio de verano con los puertos cu que reina la fiebre amarilla 1.500,000 Diferencia á favor de las pérdidas 10,572,500 480 LECCIONES que representan para Nuevo Orleans el costo en recursos materiales, estimados en dinero déla epidemiado fiebre amarilla. Terminamos aquí ¡esta reseña, con la cual consideramos haber dejado con- sinagdo el presente de las cuarentenas hasta el último momento. 111. EL PORVENIR DE LAS CUARENTENAS Señores: Hemos recorrido á grandes rasgos el pasado yel presente de las cuarentenas. Habríamos podido, sobreveste punto y con relación á nuestro país, decir algo mas; podríamos haber hecho constar el estado en que se encuentran, los pasos dados para llegar á la igualación ó uniformacion cuarentena- ría con el Estado Oriental, pero no nos consideramos autorizados para revelar los resultados de las tentativas hechas en este sentido y que la* conveniencias de uno y otro país, tendrán que traer de un modo forzoso, pero que aun se encuentran pendientes de las negociaciones diplomá- ticas. Debemos decir únicamente, que es necesario renunciar á la idea de un lazareto internacional por las razones económicas que hemos indica- do en páginas anteriores y también por la falta de un sitio aparente para ello en la proximidad de ambas capitales. En la actualidad el Estado Oriental tiene su lazareto en la Isla de Flo- res á una regular distancia de Montevideo, pero apenas tiene allí capa- cidad para los cuarentenarios de uno ó dos buques; no tiene terreno suficiente para construir las barracas y galpones para el depósito y fü' migacion de las mercaderías, carecen de agua potable estos tres peñas- cos, viéndose obligados á recojer la de las lluvias y á mezquinarla por lo tanto, cuando las lluvias no son muy seguidas. Ademas, la Isla do Flores no tiene puerto abrigado, como para hacer las operaciones do carga y descarga, así es que no podría servir para ese objeto. Otra isla que podría mas bien servir para este fin, es la isla Grorriti frente a Maldonado, pero queda demasiado distante, si bien presta abrigo á los buques para casi todos los vientos del cuadrante. Pensar en un lazareto internacional en tierra fírme es un imposible J un inconveniente, aunque se trate de pueblos hermanos y aun así mis- mo, fuera de las inmediaciones de Maldonado que queda demasiado distanteó de Punta de Teguas, que queda demasiado inmediato y qllO DE HIGIENE 481 no es accesible para buques de calado, ni hay ningún otro punto que pueda destinarse para este objeto. Se vé, pues, que hay dificultades insuperables para esto y forzoso es renunciar á este sueño dorado, que muchos de nuestros prácticos, como Jo mismo, he alimentado durante mucho tiempo, hasta que he podido con- vencerme por la inspección ocular de su irrealizabilidad. Por consiguiente, pues, todo lo que nos es dado desear y esperar á este respecto, es la uniformacion ó igualación de las medidas precaucio- nales en ambos países, apenas separados por unas horas de viaje, cuyo clima y cuyas circunstancias son casi las mismas y lo que es mas, que tienen un mismo mal que temer, un mismo peligro y una misma amena- za constante que contrarrestar todos los años, la fiebre amarilla, que ha tomado desde 1850 un carácter endemo-epidémico en los principales puertos del Brasil y cuya importación en el verano, es siempre de temer para ambos países. Bahía, Pernambuco y Eio de Janeiro, que son los tres puertos prin- cipales del Imperio, no guardan entre sí medidas precaucionaos sino efímeras, incompletas é insuficientes, de manera que incesantemente se están contaminando. Si se agrega á esto, que lo principal de su cuer- po médico que conocemos, es anti-contagionista y adversario de las cua- rentenas—y si agregamos, que el estado higiénico de esos puertos deja mucho que desear, fácil nos es darnos cuenta de las razones de subsis- tencia de esa endemo-epidemía, que ha tomado carta de ciudadanía en ellos y que todos los veranos ó á principios del otoño, tienen su re- crudescencia como males estacionales. Esta sola circunstancia, esta recrudescencia, comprueba, que son las insalubridades de esos puertos las que mantienen ese mal exótico allí. Tanto Buenos Aires, como Montevideo, se han preocupado mucho, de algunos años á esta parte, de su higiene interior y en particular la primera, que lleva empleados muchísimos millones de pesos en llevar á cabo las obras completas de su salubrificacion y, persuadidas ambas, de que la permanencia de la fiebre amarilla en esos puertos del Brasil, proviene de la falta de las obras, que la higiene moderna recomienda, no pueden mirar impasibles, su incesante esposieion, por un causal que acusa esos puertos y á sus mandatarios, de negligentes y desidiosos. No habrá, creemos, un solo higienista que no participe de esta con- vicción que hay en ambas repúblicas. Ahora bien, cuando tantos sacrificios hacen ambas repúblicas—cuan- do Buenos Aires debe parte de la crisis monetaria que la aflige desde algu- 482 LECCIONES nos, años á los compromisos contraídos para llevar estas obras á cabo— cuando consideran que el Brasil, por los años de paz, por la población, por su feracidad tropical, es un pais mas rico, y que podría, por las mismas obras, librarse de ese parásito roedor, que amenaza á los países vecinos—¡cómo no 83 quiere que condene tal incuria!—¡cómo no se quiere que haga pesar sobre ese pais la clausura de sus puertos y sus rigurosas cuarentenas. Estraño es, á la verdad, tan criminal abandono; estraño es también que ios gobiernos europeos que ven estas cosas; que se quejan de estas cuarentenas, que dañan su comercio; que ven nuestros sacrificios; que palpan los inconvenientes topográficos con que tropezamos—no hagan sentir sus quejas allí, donde está el foco, allí, donde esta el mal contra el cual es necesario oponer toda clase de remedio y arbitrio. La indo- lencia del Brasil, se va asemejando al fatalismo musulmán. ¡T aun fa- vorecen los gobiernos europeos el comercio con ese pais! ¿Será porque las importaciones de este mal no son tan de temer para ellos, que se encuentran en el otro hemisferio y cuya distancia no es posible recorrer en menos de 15 dias .... No nos toca contestar á esta pregunta, pero de acuerdo con las ideas, con los preceptos higiénicos, es nuestro deber pedir el saneamiento de esos puertos, como el medio mas seguro de hacer desaparecer esa ame- naza constante. De acuerdo con las ideas manifestadas en las Confe- rencias de Constantinopla y de Yiena, señalamos estos centros pestíferos y pedimos medidas análogas á las que se tomaron con la cuna del cólera y sus focos secundarios; aceptando las conclusiones del Congreso de Eiladelfia, pedimos el concurso internacional para estirpar ese cáncer. En tanto que no se lleven á cabo esas obras de salubrifieacion, mien- tras el mal persista allí—- aun cuando ambas repúblicas completen sus obras de salubrifieacion, cómo la esencia del flagelo es la misma siem- pre— se verán en la dura necesidad, haciendo uso de imprescindible deber, usar del legítimo derecho de clausurar sus puertos, durante la estación del peligro, como medio verdaderamente eficaz de impedir las importaciones ó de grabar su comercio contumaz con los perjuicios cuarentenarios. Es decir, Señores, que ínter permanezca la fiebre amarilla con carácter endémico en los puertos del Brasil, el porvenir de las cuarentenas en estos países, será su perpetuacisn. Mal digo, Señores, me equivoco, se vé, en un futuro muy próximo la liga, la coalición de estas Repúbli- cas Sud-Americanas, conjuntamente con el Paraguay para clausurar sus puertos durante una época del año para las procedencias del Brasil. DE HIGEJSÍE 483 Hacemos y sostenemos esta afirmación, porque resaltan para estos países las conveniencias de su ejecución, que obligará á las empresas mercantiles, ai establecimiento de las relaciones comercia- les directas con la Europa, que vendrán asi, libres de cuarentena. Esta es Una medida económica de grande importancia, per mas qne en el primer tiempo disminuya este el número de los buques á vapor que lleguen á estos puertos, pero, ese comercio directo, disminuirá la duración de ¡os Vlages, no favoreceremos la esposicion estéril, álas pestes del Brasil, á l°s innumerables inmigrantes que vienen de la Europa á nuestro pais. que nada. Señores, tendremos fletes mas bajos para las mercaderías, e°mo que los gastos serán menores, siendo los viajes mas cortos y me- u°s los impuestos que pesarán sobre las mercaderías y los buques. Por medio de esta liga que marca el buen ssntido, desaparecerá Cambien este ra¿o efecto económico de las cuarentenas, que los damni- ficados principalmente por ellas son los mismos pueblos que se precaven. efecto, poco parece importárseles á los dueños ó empresarios de f°s paquetes trasatlánticos, la esposicion de los tripulantes y pasa- deros de sus buques—lo que buscan es la ganancia propia—tocando en los puertos infestados del Brasil, siguen su comercio, vienen mas cargados tid vez yen cuanto ála carga y pasajeros para el Plata—los gastos que las medidas precaucionales, no les efecta, sino que los pagan 08 Pasageros mismos y los consignatarios de los efectos. He manera Ue) esos efectos, se encuentran grabados por los derechos cuarentena- ti°s; derechos que refluyan sobre el precio á que los venden los mayo- ristas y por consiguiente los minoristas; precio claramente mayor s grandes centros de población, las tierras trabajadas sin descanso, se cansaran de producir ó dieran solamente productos raquíticos, para que la atención se volviera hacia el estudio de sus causalidades. Pocos años cuenta de existencia este estudio especial, para que pueda considerarse completo. Es una ciencia teórico-práctica que empieza á formarse y que partiendo como todas, de la observación y de la espe- riencia, tiene ya h;>y un cuerpo de doctrina, principios, ó leyes descu- biertas y un conjunto de observaciones y de hechos bien adquiridos, que compensan por sus resultados, por los males que se han evitado con su conocimiento, el ímprobo trabajo que su descubrimiento ha demandado. Al principio, solo se fijó la atención en lo que podemos calificar de mayor bulto; en aquellas causas ostensibles é inmediatas que de- terminaban la pérdida de las cosechas; de ahí que muchos hayan consi- derado como único y bastante objeto, el estudio de los animales parási- tos, conmensales del hombre y perjudiciales áj la agricultura, cuyo conocimiento constituye lo que algunos han llamado Zoología agrícola, y otros, Entomología, limitándose á los estudios de los insectos, que es DE HIGE.NE 507 lo que encontrarán Vds., en ia mayor parte de las obras de higiene, en el lugar en que se trata de las epifilias. De entorno grafía se han escrito modernamente algunos tratados espe- ciales y se han publicado trabajos de suma importancia en Eevistas y en las Enciclopedias. En una obra titulada u Le livre de la ferme et des maisons de campa- re ” que galantemente me ha facilitado el señor Director del Departa- mento Nacional de Agricultura, se hace un estudio y clasificación, á mi juicio, bastante completo para Europa, de Jos animales útiles y dañinos, allá, para la Agricultura. A ella remitimos á las que deseen mas detalles y pormenores, respecto á este particular. Son varios los capítulos desti- nados á este objeto y por ahora, nos limitaremos á enumerar la división que de ellos hace, el Director de esa publicación M. Joigneaux, cuya obra hemos leido con avidez, á la par de otras, para poder confeccionar osta lección seperándonos completamente del plan seguido por todos los higienistas. En el Capítulo XXVI de la citada obra, se estudian los animales úti- les ó perjudiciales a la agricultura entre los mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces. En el que le sigue, se trata de algunos invertebratos, como hélices, babosos ó limáceos y caracoles, anélidos, crustáceos, arácnidos y miriá- podos. En otro, á continuación, se hacen consideraciones generales sobre los insectos, consagrando un artículo especial á los que perjudican á los cereales. Por separado se consideran los insectos perjudiciales á las plan- tas de huerta y leguminosas; hay otro artículo para ios insectos perju- diciales para los forrages, ó plantas forragíneas y otro, para los que atacan á las plantas industriales. Hay un capítulo dedicado á los insectos que perjudican á los árboles 7 arbustos frutales; otro á los que atacan especialmente á los árboles de bosque y monte, y por último, se dedica un artículo, especial también, páralos parásitos de los hombres y de los animales y para los demas insectos perjudiciales á la economía doméstica. Tal es el índice de esta parte de la obra que se consagra á las mate- rnas que nos ocupan. Pero, hay que considerar, que si el estudio de las enfermedades de los vegetales se limitara solo, al conocimiento de los animales dañinos, sería por demas incompleto, pues muchas otras causas hay, que deter- minan su destrucción, ó su estado morboso y estos estados, son precisa- mente los que deben llamar con mas particularidad nuestra atención, 508 LECCIONES porque son ellos los menos estudiados y los que constituyen las verda- deras epifítias. Los vegetales, que podemos mirar como parásitos del suelo, á que se encuentran radicados y fijos por lo tanto, de donde los toma el hombre para sus necesidades, viven en la tierra y rodeados del atmósfera. Estos dos medios son para ellos, el alma matsr y el jpabulum vitoe y en ambos debe encontrar los alimentos que le son necesarios para su crecimiento, desarrollo y la maturación de sus frutos, una vez terminados los miste- riosos fenómenos por los cuales se asegura la reproducción ó perpetua- ción de la especie. Estos dos medios que le sirven de habitación, tienen que reunir cir- cunstancias especiales, en armonía con la naturaleza de cada vegetal- El suelo, como depósito de los alimentos que él elabora, ha de contener las sustancias que el vegetal requiera; si faltan estas condiciones, físicas unas y químicas otras, las funciones no se cumplen, el equilibrio de los reinos de la naturaleza se rompe y el vegetal cae en un estado pato- lógico. Loque decimos del suelo, lo repetimos del aire, del atmósfera, que constituye para la planta, lo que el clima para el hombre y por esto, demasiado aglomerados ios vegetales se enferman ó mueren, asi como, cuando se encuentran en espacios confinados ó con poca tierra; como en los criaderos artificiales é invernáculos, perecen, así como un frió ó un calor excesivo los mata, pues la naturaleza en sus grandes armonios, ha señalado un clima botánico para cada especie vegetal, fuera del cual solo puede vivir, como el hombre, bajo los climas artifi- ciales que prestan los habitaciones y vestidos. El vegetal está espuesto también á los ataques de los animales ya vertebrados,ya invertebrados que no solo disminuyen la producción, por- que se alimentan de sus frutos y semillas, sino que causan muy variados perjuicios por el modo que tienen de atacarlo, determinando muchas veces enfermedades especiales. Viviendo en la atmósfera, como vive el vegetal y flotando en ella, Bembudas, corpúsculos y esporos, esto es, seres orgánicos y organizados, que son en la mayor parte de los casos verdaderos gérmenes de plantas criptogámicas, estos pueden fijarse en los vegetales y hallando en ellos las condiciones de existencia, la humedad y el calórico, originar casos particulares de parasitismo, tanto mas perjudiciales, cuanto que es mas difícil reconocer la causa determinante. Debido á este origen son también muchas veces las enfermedades de las vegetales, es decir, al desarrollo de otros vegetales, parásitos y comensales. En cuanto á la acción de los suelos sóbrela vegetación que mantienen, DE HIGIENE 509 habría muchísimo que decir, como que cada suelo 6 terreno tiene su flora, en armonía con su clima y que, por efecto de un cultivo prolon- gado las tierras se enflaquecen, pierden una gran cantidad de sus ele- mentos constitutivos, que los vegetales espolian y que arrancados de allí por la mano del hombre, no le devuelven sus despojos, para conti- nuar las trasformaciones incesantes, el eterno círculo de la composición y simplificación, de que es asiento el gran laboratorio de la corteza terrá-> quea—y bajo tales condiciones, los productos son raquíticos, dismi- nuyen las cosechas y los productos que dan tales suelos, son menos vigorosos y alimenticios,, De aquí provienen dos reglas agrícolas que es necesario aplicar, si se quiere que el suelo no se muestre ingrato al riego del sudor humano, trabajo del agricultor: variar los plantíos ó sementeras y abonar las fierras con sustancias que las devuelvan los elementos perdidos ó gas- tados ó que les deje almacenar los consumidos. Muchas veces habrán tenido ocasión de observar en sus mismas ca- sas, puesto que está tan generalizado en nuestro país, tener para ornato y recreo vasijas con plantas, que cada año, si no se les renueva Ja tierra, los vegetales antes lozanos desperecen y mueren, en particular durante la estación en que remonta la sávia, es decir, durante la época er> que comienza la elaboración y absorción por los vegetales. Por último, el hombre con sus mismos sistemas de cultivar, produce también males y alteraciones en los vejetales; y si muchas veces sostiene por inconciencia el estado morboso de la planta, en otra dá lugar con- oientemente á males de consideración. Vemos por lo dicho, que el estudio de la patología vegetal, no es tan hreve ni sencillo como á primera vista parece. Su campo es muy es- caso y no puede desarrollarse por completo en una disertación de Hi- §l(me pública, donde solo tiene cabida bajo los puntos de vista que indi- gnaos al principio. Por lo tanto tenemos que limitarnos en estremo y ser muy concisos Para dar una idea de los principales accidentes á que está espuesto el Vegetal y de las enfermedades, que por la alteración en el desarrollo de *as plantas alimenticias puede sufrir el hombre, que será el final del Presente trabajo. Cumplo con el deber de declarar, después de este exordio, que la in- mensa parte de cuanto va á leerse en este capítulo es obra de un dis- tinguido agrónomo español, que va á uno de los colegios agrícolos de la dación y cuyas iniciales, pues no nos permite dar su nombre, son V. de la M. 510 LECCIONES Empezaremos examinando la influencia del suelo y veamos á la lige- ra los estados alotrópicos que por su causa se determinan en las plantas. El suelo, considerado como habitación de las plantas, ejerce acciones mecánicas, ála par que puede ocasionar desórdenes fisiológicos debidos Unicamente á sus propiedades físicas. Los suelos compactos y tenaces, se oponen al desarrollo de las raíces y al desecarse c contraerse, forman grietas que rompen dichos órganos de nutrición. Los escesivamente sueltos y areniscos, no ofrecen un seguro punto de apoyo al vegetal y permiten que los agentes esteriores obren de un modo demasiado activo y por lo tanto perjudicial, sobre la parte subterrá- nea de la planta, No retienen la humedad, ni los elementos alimenticios y presentan un carácter de esterilidad, que solos los esfuerzos del hombre pueden atenuar. Los húmedos, favorecen el desarrollo de los órganos foliáceos, con detrimento de las flores y frutos; si lo son en exceso, ocasionan la pu- trificacion délas raicea y hacen imposible, en general, la vegetación útil. Los secos, privan á la planta de los alimentos que esta necesita para vivir, porque falta el vehículo que disolviéndolos, los lleva al interior de su organismo. El color de los suelos ocasiona también daños á los vegetales, sino está en armonía con las condiciones climatológicas necesarias á los pro- ductos que se les pide con el cultivo. Los muy blancos, reflejándo con exceso los rayos solares y los oscuros, concentrando el calor, pueden ser nocivos, según las localidades. Si el suelo laborable es de poca profundidad y por bajo de él se halla una roca impermeable ó una tierra estéril, puede hacer en el primer caso que los vegetales terrosos tengan una breve vida y en el segundo, que labores impremeditadas maten la producción económica. Todas estas causas y otras puramente físicas influyen de tal manera en el modo de ser de la vegetación, que muchas veces son inútiles la fuerza y la inteligencia del cultivator para contrarestarlas, pero en la ma- yoría de los casos, pueden modificarse con los recursos que la ciencia y la práctica agrícola aconsejan. Sin embargo, no es menos cierto, que si no se las da la verdadera importancia que tienen, empiezan por dar ori- gen á enfermedades características, siguen por favorecer á otras de di- versa índole y concluyen por esterilizar el suelo, de donde el hombre es- pera la subsistencia. Sigamos enumerando les acciones perjudiciales del suelo parala veg©' tacion, que después de ellos y de examinada también la influencia delfl DE HIGIENE 511 atmósfera, indicaremos algunas de las principales enfermedades que las plantas sufren, originadas por las propiedades particulares de estos dos medios en que viven, é iniciaremos sucintamente los remedios preven- tivos que pueden emplearse para corregir defectos ó daños que pueden afectar ála higiene pública, en cuanto determinan la escasez y pobreza á veces, de comarcas enteras. Hemos hablado de las circunstancias físicas de los suelos y réstanos ahora hablar de las químicas. La tierra es el principal depósito do alimentos para los vegetales. En este gran laboratorio de la naturaleza, se trasforraan y combinan los elementos minerales, para dar lugar á productos organizados. El agua, como hemos dicho, es el disolvente y vehículo de todos esos alimentos, y la solubilidad de estos en aquella, es debida en la mayoría de los casos, á la acción del ácido carbónico. Pero no basta que en el suelo haya humedad y se produzca ácido carbónico bastante, si faltan los principios que cada planta busca para su nutrición y asimila en su desarrollo. La falta de determinados elementos en el suelo, yel exceso de otros, ocasionarán enfermedades especiales, según la naturaleza de los principios que los determinan. Esto en cuanto á los que podemos llamar constitutivos y permanentes, porque además hay otros acci- dentales, que no por serlo, dejan de ser menos perniciocos. Los vapores y humos de la fundición y refinación de determinados mine- rales, pueden cambiar de tal modo la naturaleza del suelo, que hagan imposible la producción yegetal, porque en realidad le envenenan. Y sin detenernos ahora mas sobre este punto, porque los límites de la lección no lo permiten, pasemos á enumerar la acción del atmosfera en los vegetales, pero muy ála ligera, porque en principio es ya cono- cida de todos en la mayoría de los casos y ya nos hemos ocupado de ella. La luz puede dañar por exceso ó por defecto. Ella es verdad que da alas plantas su verdor, consistencia á sus tejidos, madurez á sus frutos y desenvuelve los olores y sabores propios de cada una; pero por lo mis- nao, cuando actúa demasiado, ó cuando falta, ocasiona un estado pataló- gico en el vegetal. El calor, según que sea seco ó húmedo, altera también de diferentes modos la salud de las plantas. Dilatando los tejidos, favorece la circu- lación y traspiración. Su ausencia ó diminución paraliza tales funcio- Des. Los cambios bruscos de temperatura originarían roturas en ios vasos y derramamiento de jugos nutricios. LECCION ES La electricidad, favorece generalmente el crecimiento de los vegetales, pero suele ser perjudicial y sobre todo, por las lesiones que producen los rayos y el granizo. El aire, en general, ó mejor dicho la atmósfera, por su composición química; por los cuerpos que puede llevar en suspensión y aun por su acción puramente mecánica, es también un motivo de peligros. El agua, en sus tres estados, es muchas veces causa de danos de consideración. Yernos pues, que los mismos elementos indispensables ála vida de los vegetales, dan lugar en determinadas ocasiones á estados patológicos en ellos. Asi tenemos, entre las principales enfermedades y daños que las plantas padecen y sufren por el suelo, ó la atmósfera, las siguientes: La tisis ó consunción, por la pobreza del suelo. La putrefacción y Jilomanía, por el exceso. El desecamiento de los gérmenes y la oligospermia ó sea escasez de semillas, por la luz y calor excesivos. El ahilamiento, clorosis, y anasarca ó hidropesía, son tres enfermeda- des originadas generalmente por la falta de luz. Elpuntisecarse y morir, principalmetne los leñosos, por la dureza, impermeabilidad ó esterilidad del subsuelo. El Chancro se produce sobre todo en los climas y suelos húme los y se atribuye á un estancamiento de la savia, que por no tener salida, fer- menta y desorganiza los tejidos. Prolijo seria seguir enumerando una á una todas las enfermedades que reconocen su origen en circunstancias especiales del suelo y la at- mósfera; pero bueno es hacer notar, que ambos medios predisponen al desarrollo de infinidad de plagas y parásitos que son los que causan daños mas inmensos en la producción vegetal. Los insectos favorecidos en su propagación y desarrollo por acciden- tes climatológicos, se presentan en tan gran número, que constituyen á veces, una plaga-, y las plantas parásitas, especialmente las criptóga- mas, determinan una epidemia, originada y sostenida muchas veces por circunstancias meteorológicas. Al hablar de los males y enfermedades á que dichos enemigos del ve- getal dan lugar se observará la verdad de este aserto. Y como no es nuestro ánimo, ni siquiera hacer un resúmen aparente- mente completo de la Patología agrícola, porque seria una tarea dema- siado árdua y penosa sin que por otro lado fuera posible llevarlo á cabo dentro de los estrechos límites que tiene este estudio especial, termina- DE HIGIENE 513 remos en pocas palabras lo que se refiere á los elementos ó medios de que nos venimos ocupando. Nada diremos de los meteoros que pueden determinar la pérdida completa de las cosechas, ya sea por la destrucción inmediata de los vegetales, ya por lo que inposibilitan la fecundación, ya por las lesiones que producen, y ya por otros males que diariamente se presentan á nuestra vista. Buena prueba de ello son los vientos impetuosos, el granizo, la lluvia en la época de floración y aun de madurez de algunos frutos, las escarchas, los hielos; las inundaciones, las sequías etc., etc. Además, como antes hemos indicado, los humos y vapores de determi- nadas fábricas y fundiciones de minerales, causan también enfermedades crónicas y agudas. Ciánicas, por el envenenamiento lento del suelo como se ha constatado en algunos distritos de Alemania; podiendo citar entre otros varios casos, los teirenos próximos á las fundiciones de plomo de Breiberg que se envenenan y estirilizan poco á poco por el depósito en su superficie de los oxides y sulfates de plomo. Agudas, las producidas por los ácidos sulfurosos y á veces por los sulfúricos y arseniosos que se desprenden de dichos centros y que destruyen la vegetación de un modo rápido y especial. Muchas enfermedades se evitarían si se procurasen remediar los defectos físicos y químicos de los suelos y atenuar ciertas acciones atmosféricas. Las labores, los llamados hormigueros ó quema del terreno en cierta forma, y otros medios que no son del caso indicar, disminuyen ó anulan los defectos de la tenacidad. Las enmiendas, abonos y ciertos cultivos, modifican las cualidades de ■los males ligeros. Los saneamientos por zanjas abiertas, ó por conductos subterráneos (drenage) cambian el modo de ser de los terrenos húmedos. Los canales de riego, llevando la benéfica influencia de las aguas á localidades estériles por su sequedad, determinan la abundancia de cosechas y destruyen en muchos casos los gérmenes yel origen de enfermedades y enemigos cielos vegetales. Y otros muchos procedimientos de que el hombre se puede valer, dis- minuyen los males que en la producción se esperimentan, y mejor aun l°s evitan, desde que es mucho mas económico y conveniente, preveer fine curar. Decíamos al principio que el vegetal, vive expuesto á los ataques de 514 LECCIONES los animales y que estos eran la causa y origen de daños de importancia y de enfermedades especialísimas. Pasaremos por alto los daños causados per los mamíferos y las aves diremos únicamente que muchas de ellas son beneficiosas, atendido á su régimen alimenticio constante (insectívoras) y que aun las que se creen perjudiciales (granívoras) son en muchos casos útiles, por que estás probado que en determinadas épocas, cambian de régimen alimenticio, haciéndose entonces las granívoras, insectívoras. Tratamos estos puntos con tanta ligereza por que nos va á íaltar espacio para ocuparnos de los enemigos mas importantes que en el reino animal tienen los vegetales. Nos referimos á los insectos. Esta clase tan numerosísima, como pocos estudiada hasta hace pocos años, es la que mas hace sentir su perniciosa influencia. La observación yel microscopio, descubren á cada paso nuevos enemigos y ponen de mani- fiesto, que muchas enfermedades que se atribuían á otras causas, son originadas por ios insectos. El estudio de ellos en sus relaciones con la vegetación, constituye por si solo una importantísima rama de Ja Patología vegetal, tanto que hay especialistas que solo se dedican áun orden determinado, ya sea á los ortópteros, lepidópteros, parásitos etc. etc. Lo hacemos constar asi, para que se conozca la imposibilidad de formar un cuadro general que clasifique y comprenda todos los daños y enfermedades que causan. Sin embargo, daremos algunas ideas generales y citaremos algunos de los mas perjudiciales en cada una de las divisiones que establece- remos para maj’or claridad. Unos insectos dañan las plantas royendo determinados tegidos ó toda ella; estos se pueden llamar masticadores. Otros no mastican, pero absorven los líquidos destinados á nutrir esos órganos y estos son los chupadores. Unos atacan principalmente á las raíces, otros á los tallos, otros á las hojas y otros á las flores y frutos. Deaquiquelos insectos, bajo el punto de vista patológico agrícola, puedan dividirse en Eadioítobob í Masticaclores, [ Chupadores. Oaulíyohos ó gilófagos í Masticadores. [ Chupadores. Filófagos j Masticadores. [ chupadores. Floeíyokos y fhutíyoros J píastlc'fdur< s' [ Chupadores. DE HIGIENE 515 Es verdad que hay muchos insectos que unas veces atacarán las raíces y otras á los tallos ó las hojas, pero esto depende principalmente de su estado de desarrollo, ó de las metamorfosis que han sufrido. Yearaos ahora los mas notables en cada grupo de la división que hemos hecho. Entre los radicívoros masticadores debemos llamar la atención prin- cipalmente sobre el llamado gusano blanco que tantos daños causa en toda especie de vegetales, así leñosos como herbáceos, con este nombre genérico y vulgar, se designa la larva de varias especies afines del orden de los coleópteros, tales como la Anoxia villosa (Eabr.) y los Mdolon- thas vulgaris, pecio ralis, papposa, etc. Como el género de vida es algo parecido*en dichas especies, nos refe- riremos al Anoxia villosa para que se pueda formar una idea de lo que son tales insectos y de los daños que originan. Cuatro años tarda el gusano blanco en llegar al estado de insecto perfecto. Los huevos que le originan son del tamaño de los cañamones, de un blanco amarillento, color que tiene luego la larva. Deposítalos en el suelo la hembra, en grupos de 12 á 30 y á una profundidad de 10 á 20 centímetros, según la naturaleza del terreno, dan lugar á una gene- ración de dichas larvas que son sociables, es decir, que se mantienen reunidas en el mismo punto que nacen, mientras allí encuentren ali- mento. Nacen en el verano, á las cuatro ó cinco semanas de verificada la puesta y á la entrada del invierno tienen ya uno ó dos centímetros de longitud; en su completo desarrollo llegan á tener unos cinco centíme- tros. Durante el primor año, los daños son de poca consideración, pero á medida que crecen, atacan á raíces ma; ores. A los cuatro ó cinco meses de su nacimiento empiezan á practicar galerías irregulares, que á veces alcanzan mas de un metro de profundidad. En el segundo año, atacan todas las plantas yen el tercero es cuando causan perjuicios mayores, pues roen y se alimentan hasta de las raíces leñosas, no perdonando nada su voracidad. En esta época; se puede conocer por el estado de las plantas el camino fiue siguen en el campo atacado. Ni aun los árboles mas desarrollados Se libran de sus estragos. En el cuarto año, han adquirido su com- pleto crecimiento y su apetito disminuye; durante el verano se prepa- rau á sufrir su trasformacion en ninfas, para lo cual se introducen hasta metro y medio de profundidad, debajo de la tierra. Concluye la meta- morfosis á últimos de invierno ó principios de primavera, pero üo salen 516 LECCIONES al exterior hasta que la temperatura no les es favorable. La galería que abandona parece en ocasiones un agujero hecho en el suelo con un bastón delgado. El insecto perfecto suele llamarse por el vulgo abejorro ó escarabajo. Es crepuscular, vuela con fuerza y en los quince dias que tiene de vida, puede causar destrozos de importancia, en los árboles de cuyas hojas y tallos se alimenta con suma voracidad. Eecundadas las hembras por los machos, bajan á tierra á depositar los gérmenes de otra nueva generación, que durante cuatro años seguirá la obra destructora subterránea. Mas insectos radieivoros raasticadores podríamos citar, pero nos limi- tamos áesta, que por su larga vida, circunstancias especiales de creci- miento y daños generales tanto en Europa como aquí, hacen que sea notable su estudio. Lo repetimos, no hay cultivo ni vegetal espontáneo que no sea atacado por esia perniciosa larva. Como tipo de los radieivoros chupadores, tenemos el ya tan celebre Philoxora vastatrix (Planch,) ó Filoxera de la vid, en lenguage vulgar. Este insecto es un Hemíptero da la sección de los Homópteros. Los Filoxeras nacen de unos huevos tan pequeños que su diámetro no liega ála cuarta parte de un milímetro. De estos huevos salen unas larvas también muy pequeñas, analogas ála hembra, que se fijan en el sitio que encuentran mas adecuado de las raíces de la planta. Allí introducen su pico en los 'ejidos, absorviendo los liquides del vejetal, permanecen inmóviles, determinando entonces el mayor daño, pues las ralees se hinchan y las hojas se secan. A los 20 dias, las larvas han sufrido tres mudas ó cambios de piel y están ya en su estado adulto. Empiezan entonces, sin moverse del mismo sitio, á verificar las posturas ú ovación, que se calcula son ocho diferentes cada insecto, desde principios de primavera á principios de otoño. Y como en cada postura depositan una treintena de huevos, puede asegurarse que una sola hembra nacida en primavera, llegará en el otoño á tener 20 á 30 millones de descendientes. ¡Asombrosa repro- ducción que esplica suficientemente lo temible de este insecto! Algunas larvas sufren otras dos mudas y aparecen después de la última con alas. La hembra alada, abandona las raíces y saliendo de la tierra y lanzándose al aire, vá á prolongar el mal á distancias mas ó menos notable. También las larvas recien nacidas, se ha observado, que si les falta alimentos, van en su busca por bajo de tierra, aunque no recorren grandes distancias. DE HIGIENE 517 Las vides atacadas y tienen las hojas amarillas arrolladas por los bor- des; los racimos se arrugan, ó no se desarollan y la planta muere; si se arranca la cepa, se ven las raíces con abultamiontos fusiformes, dilata- ciones y escrecencias anormales y superficies rugosas, con grietas ó hen- diduras en las cuales puede distinguirse el insecto, apenas percetible á la simple vista, que presenta en su aglomeración el aspecto de una sustancia pulverulenta y de color amarillo. Los insectos caulivoros ó gilófagos, ya hemos indicado que son aque- llos, que se alimentan de los tegidos que componen el tallo ó tronco de los vegetales, óde los jugos que por ellos circulan, con lo cual, empe- zando por alterar dichos órganos, concluyen por hacer que enferme la planta toda. Entre los masticadores de este grupo se distinguen principalmente los llamados Barrenillos, á causa de que las galerías que forman roy endo los tegidos del sistema cortical de los árboles, son parecidos á los agu- jeros que se hacen con una barrena. Son los scolytus, que viven entre el liber y la madera, entre cuyas dos capas forman las galerías que recorren las hembras, dejando los hueve- cilios adheridos á los lados, los que mas llaman la atención. Desarro- llado el insecto, sale al exterior, quedando en el tronco un pequeño agu- jero circular. Merecen especial mención el S. destructor, que ataca á varios frutales y al ulmus campestris, y el 8. pygmaeus, que lo hace con otras especies florestales. Los cautivaros chupadores, tienen sus principales representantes en los órdenes de los Eemiptsros, Himenópteros y Dípteros. De los prime- ros citaremos el género coecus y las especies coccus dice (Latr.) ó Ker- mes oleoe (Berro) y el Kermes Jiesperidum (Lin) ó coccus hesperidum (Latr.) son las llamadas cochinillas del olivo y del naranjo. Las hembras de ambas especies se implantan sobre los brotes tier- nos, ramos y remitas, adquiriendo un tamaño y afectando una forma que mas que insectos pai’eceu una escrecencia del árbol. Allí perma- necen inmóviles, chupando y estravasando los jugos propios del vegetal, y allí colocan los huevecillos qae después quedan cubiertos y preser- vados por el cuerpo mismo de la madre muerta. En los Himenópteros ei género Cyniphs y en loa Dípteros el Cecidomya hay especies que pican los ramitos y brotes tiernos de las plantas para depositar los gérmenes de la nueva prole, y determinan la formación de escrecencias particulares (agallas) en cuyo interior nacen y se desar- rollan las larvas á expensas de los tegidos alterados ya por la inflama- ción y solo salen trasformados en insectos perfectos. 518 LECCIONES Los filófagos masticadores comprenden especies sumamente perjudi- ciales. La langosta, el pulgón de la vid, la palomilla del manzano, la de la vid, el llamado aquí lidio de cesto ó canasto y una infinidad de orugas, causan daños de gran importancia, alimentándose principal- mente de las hojas de los vegetales. La langosta, tan conocida por desgracia en esta República, pertene- ce al género kcridium. En él tenemos el A, Paranaense (Burmeister) que es la langosta de esta localidad y citaremos también el A. migratoriurn y el A. Italicnrn, que causa sus daños en Africa y Europa, diciéndose que la primera, es la especie bíblica que constituyó una de las siete plagas de Egipto. La hembra deposita en tierra de 28 á 30 huevecillos en un pequeño agujero que forma con la estremidad de su abdomen y el insecto sufre sus metamorfosis, llamándosele primero mosca ó mosquito cuando sale á la superficie del suelo, formando manchones casi circulares. Luego estos manchones empiezan á radiarse, cuando pasa á saltona y por último, vuela en grandes masas ó mangas, cuando es insecto perfecto. El pulgón de la vid Haltica olerácea (Latr.) es un coleóptero que no debe confundirse con los hemipteros pulgones. Se le ha dado el nombre de pulgón por los saltos que dá, parecidos á los de la pulga. La palomilla del manzano es la Ipowmenta cognatilla (Trisch) y la de la vid la Pyralis vitis (Latr.) ó Tortrix pilleriana (Hubner.) El bicho de cesto es la oruga del Oiqueticus Kirbü (Gruild) yde él nada decimos tampoco por lo muy conocido que es. Otras muchas orugas podríamos citar tales como el Pierix brasicce que ataca á todas las plantas de huerta y la Aglaopa infausta que hace sentir sus perniciosos efectos no solo en las plantas herbáceas si no también en los arbustos. Ya hemos dicho que todas las orugas causan daños de importancia pero debemos para terminar lo referente á los filófagos masticadores hacer mención de otras orugas que viven ocultas en el interior de las hojas, entre el tejido epidérmico del haz y del envez, royendo el tegido subyacente. Estas por su vida especial se llaman minadoras, y citaremos como ejemplo la Tinta daclusta, olcella (Eouscolcmbe) que da lugar ó la tiña dd olivo. Entre los filófagos chupadores, consideramos aquellos insectos qne por la infinidad de picaduras, que hacen en las hojas, acarrean y deter- minan su muerte. Corresponden á estas numerosas especies del género Aphix de Lineo conocidas bajo el nombre vulgar de pulgones. Tienen por lo general generación a'terna, asi llamada por Leuníz para distinguir- DE HIGIENE 519 la de la Patlunog emesis de Siebold y virginal do Bonnet; es decir que la primera generación, la que sale inmediatamente de los huevos deposi- tados se compone, solo de hembras privadas de alas, estas esperimentan cuatro mudas y sin el concurso del macho dan nacimiento á nuevos indi- viduos viviparos durante un número de generaciones que algunos hacen llegar á 40, esto solo de la primavera al otoño; pero la última generación se compone ya de machos y hembras todos provistos de alas, loscuales se trasladan á otras plantas para depositar los gérmenes de una sucesionigual. Los pulgones segregan un humor azucarado por dos pequeños tubos movibles que tienen á la estremidad del abdomen, y este liquido es el que buscan las hormigas cuando acuden á un árbol infestado de aquellos insectos; por esto y por la disposición en que se ha encontrado muchas veces alas hormigas chupando en los órganos mismos del pulgón han llamado á estos, vacas de las hormigas. Vamos ya á citar algunos de les insectos florivoros y frutivoros. Entre los masticadores de esta sección citaremos el género Bruchus de Linneo, que comprende los llamados vulgarmente gorgojos de las habas porotos, arvejas etc. Estos insectos en su estado perfecto se hallan sobre las flores, alli verifican la cópula yla hembra busca una semilla en via de formación para depositar los huevecillos que han de formar su progenie. La larva sale del huevo y penetra en el grano apenas formado donde, sigue viviendo mientras crece este, nutriéndose de la materia amilacea de los cotiledones. Esta es la causa de que veamos los granos, sanos ai parecer y sin ninguna lesión exterior, encerrando sin embargo los gorgojos destructores. Be la misma familia es el gorgojo de trigo (calandra granarla) y son por último dignos de mención Jos gusanos que se encuentran dentro de las manzanas y peras, de las cerezas, de las aceitunas y de otros frutos. Los primeros citados que se llaman Piral de las manzanas, proce- den del Tortrix pomoniana Linneo, los de las cerezas son la larva de una mosca, (ortaliz-cerasi Mieg) etc. etc. Entre los chupadores de esta sección ó sean los que se alimentan délos jugos de las flores, citaremos como mas dignos de conocerse por los daños que causan, los del género Thrips de Eabricius, orden Homcópieros á que pertenecen el Thrips ceratium y el T. decoras que atacan al trigo y á los cuales debe atribuirse las mas de las veces el gran número de granos arrogados que en ciertos años tienen las espigas. La larva del Thrips decora es fácil de observarse, cuando la floración del trigo, medio oculta entre las valvas, bajo la forma de un pequeño cuerpo de un color rojo bermellón. 520 LECCIONES Hemos terminado la ligerísima reseña que nos propusimos hacer, de los insectos perjudiciales á la vegetación. Incompleta y deficiente, como no puede menos de ser, dará sin embargo una idea de los nume- rosísimos enemigos que la producción vegetal tiene en la citada clase, y de ios muy variados modcs con que causan sus daños, dando así lugar á enfermedades variadísimas en caracteres y resultados. Si hu- biéramos ido á detallar algunas particularidades y método de vida, nada mas que délos pocos que hemos citado y si nos hubiéramos dete- nido á indicar solamente los remedios que se aconsejan para cada caso particular, la tarea hubiera sido interminable. Muchas veces también los insectos atacan á las plantas por el estado de debilidad y pobreza en que esta se hallan, es decir, son efectos de causas que dimanan del suelo de la atmósfera ó del cultivo y entonces lo principal es destruir dichas causas. Cuando los insectos son origen verdadero del estado patológico del vegetal, entonces debe estudiarse bien su método de vida para elegir los medios y época mas oportuna de su destrucción al mismo tiempo que pai’a propagar los animales que á su vez son enemigos de dichos insectos pues en ellos encontrará siempre el hombre auxiliares eficaces. Los mas importantes son los pájaros y debe fomentarse su cria en vez de cazarlos y perseguirlos. Réstanos ahora ocuparnos de las enfermedades fito-parasitarias, es decir de aquellas dolencias ó estados alotrópicos que en los vegetales son producidos por la implantación y desarrollo, á espeusas de sus jugos, de otras plantas, que en su mayoria pertenecen á la clase de los hongos; clase que está siendo hoy objetos de sérios estudios, pues hay individuos cuya existencia no se sospechaba antes y que ha venido á ser revelada por el microscopio, poderoso elemento con que cuenta hoy el observador analítico y práctico. En este exámen tendremos también que ser por extremo breves y con- cisos para no dar á nuestra lección una amplitud y carácter que no debe tener, tanto mas, cuanto que tenemos que dedicar también después algu- nas palabras á los daños que causa el hombre mismo con sus prácticas de cultivo, y á la indicación de algunas de las enfermedades que en el organismo humano producen los vegetales y sus frutos en ciertos estados patológicos. Dijimos al principio que las plantas se causaban daños unas á otras, dando origen, en las útiles, á lesiones y enfermedades que podían com- prenderse todas en las llamadas enfermedades fito-parasitarias. Ya se sabe que el nombre de paradlas, aplicado i algunas plantas, DE HIGIENE 521 Slgnifica que estas viven sobre seres organizados nutriéndose de los jugos 0 principios que toman de los órganos sobre que se fijan. En !a producción vegetal, debemos ante todo distinguir el falso parasi- tismo del parasitismo verdadero. Las falsas parasitas, que pueden ser lo mismo fanerógamas que criptó- gamas, aunque efectivamente viven sóbrelos vegetales, no toman de estos Cimento alguno, y sus daños son mas bien indirectos. Fácilmente se comprende cuales pueden ser estos; la excesiva sombra, la exhalación fundante de humedad, el obstáculo, en parte á veces, para la traspira- ción de la planta sobre que viven, la resistencia, material al desarrollo do parte ó partes de la misma (estrangulación,) etc., etc. No considerando á estos daños indirectos como causas de verdaderas enfermedades, por su acción puramente externa y fortuita, y siendo por otra parte fácil de reconocer y suprimir el origen del mal, nos limitare- mos á citar como falsas parasitas, la yedra, varias orquídeas y bejucos y multitud de musgos, liqúenes, hepáticas y hongos, que viven sobre varios vegetales sin penetraren su interior, y sin absorver por lo tanto Sus jugos, lo cual ya hemos dicho es el carácter distintivo del falso para- sitismo. Las verdaderas parasitas, las que chupan el jugo de sus víctimas, están también representadas tanto por individuos del grupo de las faneróga- mas como por los pertenecientes á las criptógaraas. Aceptando esta gran gran división, nos encontramos luego con que tas parasitas del primer grupo (fanerógamas) pueden ser clorofilas (con hojas) ó áfilas (sin hojas) Las clorofilas se asientan principalmente sobre los vegetales leñosos, Para tomar de ellos la sabia descendente, que modifican después dentro de su organismo. Las lorantaceas, son las que tienen mas represen- tantes en esta sección. Las áfilas, faltas de aparato respiratorio, necesitan tomar la sávia total ó parcialmente elaborada, pues la carencia de hojas las impide Codificar los jugos absorvídos. Según los órganos sobre que se fijan asi reciben el nombre; llamándose "parasitas radicícolas las que viven á 6spensas de las raices y caulícolas las que se sostienen en los tallos. Sin entrar ahora á detallar mas subdivisiones que pudieran hacerse) bremos que entre las radicícolas están, entre otras, las especies botánicas de los cítinos, cinomorios, monotropas, orobanqueas etc. etc. Todas eÜas son verdaderamente temibles cuando atacan á plantas herbáceas ode poca consistencia, podiendo entonces determinar la pérdida completa de sus cosechas. 522 LECCIONES Las parasitas fanerógamas caulícolas, germinan generalmente en el suelo, pero al crecer, buscan plantas vivas donde fijar sus órganos aereos provistos de infinidad de chupadores, con lo cual causan danos de consideración. Citaremos como las mas principales de estas, alas cuscutas. Varaos á hablar ahora de las parásitas criptógamas, que son digámoslo asi, las parásitas por excelencia, y entre lasque se hallan los enemigos mas temibles de los vegetales útiles. Pertenecen todas á las cripto- gamas celulares, familia de los hongos, y por lo tanto, su particular modo de reproducirse y vivir las hace sensibles. El tamaño micros- cópico de las parasitas, sus esporos tan infinitamente pequeños en la mayoría de los casos, su número, las facilidades que su excesiva pequeñez presenta para trasladarlos á larga distancia, y la rápida vegetación que tienen á espensas do la humedad y calor conveniente, todo ello deter- mina daños de consideración en las plantas que el hombre aprovecha y Jos que es peor todavía, ocaciona frecuentemente de un modo directo, enfermedades en el organismo humano. Estas parasi ras para su estudio y conocimiento, pueden dividirse en superficiales é intestinales. El que quiera llegar á formar un juicio aproximado y tener un criterio mas ó menos fijo sobre la naturaleza, modo de obrar y causas que determinan la vegetación de esas leves parasitas que bajo tan diversos aspectos se presentan, debe primeramente conocer las investigaciones hechas al respeto y el estado actual de lo que puede llamarse ciencia criptogamical. En Ja imposibilidad de condensar nosotros aqui lo principal de las doctrinas sostenidas y de las observaciones realizadas manifestaremos que los hongos, en general, para llegar á su completo desarrollo, pasan por trasformaciones no bien conocidas todavía que hacen suponer qno muchas de estas criptógamas que boy se consideran como especies dife- rentes no son acaso mas que diferentes formas de una sola. Dejando esto á un lado y consignando que la existencia de los gor' meues esporádicos es indudable, solo recordaremos que ellos se hallan repartidos por todas partes y en gran número suspendidos en el airo esperando circunstancias favorables para vegetar, y que hay hongoS que reciben el nombre de Entophytos, porque á semejanza de los Ento- zoarios pueden penetrar en el organismo del vegetal por las raíces con. las sustancias ó líquidos que sirven á este de alimento. Insinuaremos, también que los esporos, verdaderas semillas de I°s hongos, al fijarse sobre cualquier cuerpo ó sustancia, si tienen el cafer DE HIGIENE 523 7 humedad conveniente para su desarrollo, da lugar á una masa formada por un tejido especial compuesto de filamentos que se dividen y anas- fomosan entre sí. Este tejido recibe el nombre de Mycelium (blanco dolos hongos) yes la primer fase del desarrollo de dichas criptogamas El mycelium se presenta bajo diferentes aspectos, yse admiten cuatro formas distintas, la mematoide, si es fitamentosa, hymenoidela membra- nosa, scleroide la tuberculosa y malacoide la pulposa. Bajo una ú otra forma, el mycelium se desarrolla en todos los cuerpos do la naturaleza, dando origen á diferentes especies de hongos; se le ha encontrado en las materias inorgánicas, y hasta en los mas activos ve- nenos. Hacemos estas insinuaciones, porque con ellas, es como mejor puede formarse una idea de lo que son las verdaderas enfermedades fito- parasitarias. A medida que el estudio de la criptogamia progresa, se descubren nuevas parásitas. Con lo expuesto, se comprenderá perfectamente que en esta parte de Muestra lección, no podremos ya hacer mas que indicar, algunas de las enfermedades que en los vegetales han sido reconocidas generalmente como producidas por las criptogaraas. Tienen que ser muy pocas y mencionadas muy ligeramente, porque cada una de ellas podia dar materia para lecciones aisladas. Como ejemplo de parásitas superficiales, citaremos el moho blanco de Jas plantas, roña ó lepra, de origen vegetal; pues también el moho blanco, puede ser causado por ciertas especies de pulgones. El blanco de origen Ycgeíal, el blanco seco, asi llamado para distinguirse del otro, es debido aJ desarrollo en la superficie de las hojas de un entophyto, cuyos espo- r°s absorvidos como por las raices salen al exterior envueltos en las exudaciones del vegetal sobre que aparecen tan pronto como los agentes exteriores son favorables á su desarrollo. El Oi'dium Tuchery, hongo que se desarrolla sobre las partes verdes de ’a vid: el Botrytis racemosa (D. C.) ó Mucor racemosus, hongo del urden de los Tricosporeos, que es la causa de la llamada enfermedad de Jas papas, tan conocida por lo general de su propagación y terribles daños causados; y los rizotomias que atacan á la alfalfa, son otros tantos casos de los muchísimos que se pudieran citar, como muestra de lo que son Jas parásitas superficiales. Has intestinales, son también numerosísimas. Los llamados polvillos de los trigos, no son mas que el producto de una vegetación criptoga- La carie ó polvillo negro, es debido al hongo, filíela carie; ■EI tizón ó carbón, de las gramineas en general, á el uredo carbo Usti,- LECCIONES lago Segetum; yel cornezuelo del centeno, de donde se saca la ergotinct, principio tóxico empleado á veces en Terapéutica, es producido por el Sclerotium clavus. No seguimos adelante en las citas porque el campo es muy estenso y reducidos los limites. Por razones análogas á las que espusimos al ocuparnos de los insectos, no detallamos las particularidades de cada enfermedad criptogárnica, ni los remedios que en cada caso particular sou convenientes. Remitimos á los que quieran mas detalles en uno y otro caso, á las publicaciones agrícolas en general, que se ocupan de la Patología vejetal, y á ciertas Botánicaa especiales, lo mismo que a monografías publicadas. No ampliamos estos datos, porque por desgracia, no hay todavía una obra que haya servido para formar un solo cuerpo de doctrina digámoslo así, de todas las observaciones y esperirnentos hechos sobro tan impor- tante asunto. En realidad no se encuentran mas que artículos incomple- tos, fragamentos que es difícil reunir sin hacer un estudio detenido. Dos palabras, ahora, nada mas, considerando al hombre mismo como causa de enfermedades de las plantas. Es evidente que muchas de las especies cultivadas, no son mas que estados alotrópicos, de especies espontáneas y cuyo estado se conserva por medios artificiales por que él constituye lo verdaderamente útil del vegetal. Esto determina en muchos casos un desequilibrio en las funciones, que causa la ruina y muerte del individuo. Ademas, la poda, el ingerto y las labores todas que el cultivador practica, son otros tantos peligros para el vejetal; si se hacen con crite- rio y conocimiento, darán buenos resultados al objeto, pero si solo so tiene por guia la rutina, son el origen de enfermedades de consideración- Y nada decimos de las lesiones esternas, que efecto de esas mismas prácticas, ó accidentalmente, sufre el vegetal; con ellas se determinan estravasaciones ó estancamientos de jugos, atrofias parciales, etc. ete- causas todas también de alteraciones importantes en su organismo. Pera ver de terminar esta demasiada larga conferencia, diremos que los parásitos vegetales que atacan al hombre se dividen en epífitos y 611 entófitos según que se alojan en el esterior ó el interior de nuestro cuerpo y que su estudio es del resorte de la Patología general {'véase Bouchut Pat. gen. pág. 767 á 799.) Lo mismo decimos de las enfermedades que provocan y de sus carac- téres y además tienen ustedes en Materia Médica, algunos como el cor- nezuelo de centeno que son empleados con un fin terapéutico, por lo quo escusaraos ocuparnos de ellos; ademas al tratar de las endemias nos hem°s DE HIGIENE referido á la pelagra como debida á estas alteraciones de los vegetales. Por último, Señores, á menos de consagrar varias lecciones á este tópico, es materialmente imposible consignar mas pormenores y entrar en mas ampliaciones sobie estas materias. Es necesario que el Gobierno y los Señores Académicos se penetren de que es imposible estudiar higiene en un añu. Urgidos por otros estudios igualmente interesantes, pues todo lo es en Higiene, abandonamos aquí el estudio de las epifitias como lo hemos hecho con las epizootias y en la próxima reunión nos ocuparemos de otros modificadores higiénicos de Jas colectividades sociales. de la luz sobre los seres humanos Y ALUMBRADO Sbñoees: En la página 253 y siguientes de la higiene privada, nos hemos ocupado brevemente del lumínico bajo una de las muchas faces que presenta el estudio de este modificador tan difundido en la naturaleza, y aunque volvemos ahora sobre este mismo agente, trataremos de no repetirnos y creo que lo conseguiremos en gran parte, porque el asunto muy vasto. La luz, hemos visto que era un agente ó modificador del hombre y lo es también de Jas sociedades; la luz es la fuente de la fecundidad y de la vida en el planeta; la luz es emanación del sol y de las estrellas por una parte, reflexión de la luna por otra, y por otra aun, es emisión de los cuerpos que se combustionan, de la ignición. Esto marca una Natural división de la luz: en luz del cielo yen luz de combustión ó luz de incendio, que es su exageración; la primera es la luz natural, la segunda es la luz artificial. De ambas vamos á ver de tratar en esta reunión. 526 LECCIONES Todo cuanto se encuentra en la cubierta del globo, es por la luz que vive y que respira; en las entrañas del suelo, fuera de la acción vivificadora de la luz, la naturaleza se halla inanimada, sin vida, muerta, en tanto que, cuanto se encuentra en la superficie terráquea está exhuberante de animación, de vida y de tintes ó matices admira- bles y diversos. Esta es la acción cierta, pues, y esencial del sol, produ- cir ese conjunto armónico de fenómenos, de trasformaciones, de tintes inimitables y de perspectivas que la naturaleza nos ofrece. El sol, además, obra sobre cada uno de nosotros, por su acción sobre el sistema nervioso, determinando la acción de calor, obrando también sobre el nervio óptico y por medio de los rayos laminosos, produce la sensación de la claridad, de la luz, que nos hace percibir y ver cuanto nos rodea, contribuyendo á la vida de relación, á la vez que obrando sobre la composición elemental de los cuerpos, determina reacciones químicas de composición y descomposición. Según vimos en la Higiene Privada, en los diversos’y variadísimos efectos determinados por los rayos solares, se pueden distinguir per- fectamente; una acción calorífica, una acción luminosa y una acción química ó electro química. Los físicos, para esplicar la influencia y acción de los rayos solares, han adoptado la teoria de las ondulaciones, ondulaciones que serian el modo de acción ó de movimiento del éter. Los rayos luminosos sabemos que pueden trasmitirse en linea recta y según las experiencias hechas, tendrían estos rayos una celeridad de 75,000 leguas por segundo, como 300.000 kilómetros. El órgano de la visión se acomoda también, como sabemos, á la intensidad que tienen los rayos luminosos y estos tienen una refranji- bilidad diferente según las fuentes ó focos luminosos. Las sensaciones despertadas ó producidas por este agente, cambian con el grado de refranjibilidad recibido y son estas sensaciones las que acusan las dife- rentes impresiones que percibimos. La luz es un medio compuesto, es un agente de múltiple composición bajo el punto de vista de sus acciones, como ya hemos indicado y tam- bién loes bajo el de su constitución, pues haciendo pasar los rayos solares á través de un prisma, se obtiene el espectro solar, la dispersión de la luz y por efecto de la refracción puede la vista percibir siete colores principales, violeta, indigo, azul, amarillo, verde, naranjado y rojo. H0 estos colores, el violeta es el mas refranjible. La reunión de los colores constituye la luz blanca y de su combinación, se obtienen colores com- puestos, de los cuales solo uno es nuevo, el púrpura. DE HIGIENE 527 El color negro, como saben, es la ausencia de toda refracción lumi- nosa y recordarán que hemos dicho, que cuando dos colores mezclados dan luz blanca, se llaman complementarios, como el rojo y el verde azul; el naranjado y azul; el indigo y amarillo y el amarillo verdoso y ei violeta. El color rojo, el violeta y el verde, se llaman fundamentales porque con ellos se puede reproducir los otros y según las teorías de Helmholtz dañan excitación en el ojo, á tres clases de fibras nerviosas, que dañan respectivaraente las sensaciones del rojo, del verde y del violeta. Parece que la idea de los colores, proviene de las impresiones diferen- tes y oposiciones que podemos hacer. Si no existiera sino una sensación única, si las ondas luminosas au- mentando y disminuyendo en ligereza y longitud, no hicieran sino hacer roas ó menos intensa esta sensación, no percibiríamos evidentemente sino un tinte mas ó menos oscuro ó pronunciado, percibiríamos los obje- tos, como lo hacen los que padecen de acromatupsia, como se percibe en rrna prueba fotográfica. Con las tres sensaciones elementalee de color Sfc> pueden obtener los oños, si son de igual intensidad tenemos la sensa- ción de lo blanco; en cuanto al negro, no es una sensación sino una ausencia de impresión. En cuanto á la acción ó radiación química, diremos que la luz obra con Una energía casi inesplicable determinando descomposiciones y combina- ciones nuevas y la actividad que tienen los rayos del espectro para pro- ducir estos cambios electro-químicos aumenta su refranjibilidad, así, los rayos violetas, son los que tienen mas intensa dicha acción ó poder y los fojos son los que lo tienen en menor grado, como lo comprueban los espe ñmentos del Sr. Zoelluer y los del General Pleansonton. De los rayos caloríferos nada agregamos á lo que en la higiene privada temos consignado, así pues, agregamos mas bien respecto á las otras ac- ciones, que la luz verde tiene la misma influencia que la oscuridad en la respiración délos vejetales y asi se esplica el estado enfermizo de las plantas que yacen bajo la sombra de árboles frondosos; repetiremos también, que los rayos luminosos cualquiera que sea su refranjibilidad provocan la reducción del ácido carbónico por los vejetales. Parece que la acción de los rayos luminosos, es la que determina la acción del color verde de la planta, de la clorofila que descompone el agua, reduce ácido carbónico y con el amoniaco forma la albúmina y con estos tres cuerpos binarios y cuatro cuerpos simples, que toma del suelo y de las aguas, los vejetales elaboran infinitos productos. Pero, dejemos estas generalidades sobre las cuales, creemos habernos atendido lo suficiente en Higiene Privada y una vez que hemos- recor- 528 LECCIONES dado lo mas esencial, que les habrá traído ya á la memoria cuanto hemos espuesto, veamos de indicar su acción sobre las colectividades humanas. Nada mas misterioso que la acción de la luz sobre la colectividad de los seres y si algo hemos llegado á descubrir sobre ella, ha sido exami- nando los efectos de su privación ó ausencia. Como sabemos, el crepúsculo, precursor de la cesación de la luz, de la oscuridad 6 de las tinieblas, es la hora del retiro de los obreros del trabajo; el movimiento, el ruido, cuanto agita la vida activa de los pue- blos laboriosos va gradualmente disminuyendo de consuno con la natu- raleza. Si en los centros sociales, vemos aparecer otra animación, otra vida y movimiento, de esas horas para adelante, es la vida ó animación ficticia, efecto del refinamiento de las costumbres, es la artificial, pero que es contraria á cuanto la naturaleza nos marca. En efecto, la oscu- ridad, la noche, es el reposo de la nature'eza; la oscuridad favorece el sueño y el hombre fatigado por las rudas y cuotidianas labores, no teniendo el estímulo vivificante del lumínico, que presta bríos y vigor á sus fuerzas desfallecidas, siente languidecer sus funciones y se ador- mece dando el descanso necesario, de este modo, á los órganos y funcio- nes que lo ponen en relación con el mundo esterior; descanso que sirve para hacer recobrar el vigor á sus fuerzas y volver con animoso empeño ála diaria tarea del trabajo. En cuanto á ios efectos de la falta de luz, sabemos por la observación, que las tinieblas ponen el alma negra, sabemos que los dias claros, de cielo despejado y trasparente, alegran; sabemos también que las perspec- tivas y paisages del otoño y del invierno llevan el alma á la tristeza y a la melancolía. Esto esplica, digamos de paso, el distinto carácter de los pueblos septentrionales ó hiperbóreos y los del mediodía, aquellos son taciturnos, tétricos, serios, meditabundos; los últimos son alegres, espan- sivos, comunicativos, vivaces. Bajo la acción de la luz, sabemos que el cútis se vuelve mas oscuro, sobrevienen pecas, hay una pigmentación mas pronunciada y sobre viene hasta la máscara de sol ¿como obran la luz y el calor ó sea la insolación para producir estos fenómenos. Estos efectos son debidos indudable- mente al sol; pero hasta ahora no hay una esplicaeiou verdadera de ellos ni aun sabemos si la raza negra debe su calor á influencias climatéricas prolongadas y trasmitidas por la selección darwiniana como algunos pretenden; aun ignoramos también por qué conjunto de circunstancias se produce el albinismo aun en el corazón del Africa, é ignoramos por último si de tipos caucásicos pueden nacer individuos negros sin concú- bito entremezclado, como se le imputa á la reina María Teresa. DE HIGIENE Hay otro efecto de la luz solar, que por esclusion lo reconocemos como debido á ella también, pero que la esplicacion nos escapa, aunque no de un modo tan completo, puesto que vemos una relación de causa á efecto á travez de varias analogías ¿cómo obra la luz para producir la acción plástica de modelar las formas y darles esas proporciones tan admirables en los seres? Esta influencia de la luz solar se nos presenta con toda evidencia, cuando fijamos nuestras miradas, en esos seres que viven ó vegetan en los parages sombríos y poco ventilados, que hay en todos los grandes centros de población y cuando consideramos Jas con- diciones en que se desarrollan los pueblos hiperbóreos y septentrionales y comparamos luego sus formas, con las redondeadas, con el a!ta talla la esbelta figura, el desarrollo muscular y el del esqueleto, en completa armonía con estas formas, en los pueblos del medio día y en los indivi- duos que disfrutan de aire libre, de la luz natural y mas que nada, del sol, que activa las funciones de asimilación yde desasimilacion. En los grandes centros de población decía, en las prisiones, etc., se suelen ver individuos, descoloridos, pálidos, débiles, anémicos ó cloro-auénicos, que se desarrollan en precarias condiciones vitales y puede fundadamente decirse de ellos, que las enfermedades les vienen á la sombra, que son efectos de la falta de luz y de sol y por esto es que se curan al sol, con el sol y por el sol. La acción de la luz sobre la coloración de nuestros tejidos ha sido puesta de manifiesto por Moleschott en las conferencias dadas en Turin, tituladas vida y luz y por Sansón en su Tesis de concurso en 1852; según este último, los Pieles Hojas, no presentan esa coloración sino en Jos puntos descubiertos y hace notar, que es entre los negros de la zona tórrida que se encuentran los casos de albinismo mas numerosos y los que no constituyen una raza distinta; ha puesto de manifiesto también, que los negros llamos, son tanto mas raros, cuanto mas se alejan del ecuador y está probado ademas, que el elefante blanco de Siam, es un elefante albino. Según Moleschott, la falta de luz diminuye la intensidad de la hemá- tosis y ha encontrado eu sus investigaciones, que el ácido carbónico desprendido del cuerpo humano en la oscuridad, ó durante la noche, es menor que durante el dia y esto comprueba también, lo que hace un rato hemos dicho en otros términos, esto es, que las funciones nutritivas, en los que habitan parajes oscuros, como algunos valles y hondonadas encerrados eu talleres ó grutas poco alumbradas, tienen poca consisten- cia en las carnes, tienen el rostro hinchado, como infiltrado ó se ponen 530 LECCION ES pronto cachudos y no es raro ver sobrevenir lo angioleueitis, así como la flegmasía alba dolens en las mugeres. Pero es en el sistema óseo que parece tiene mayor influencia la falta de luz y de sol, pues el raqui- tismo, las deformaciones del esqueleto son muy frecuentes, asi como ©1 coto y el cretinismo y otras afecciones, como la escrófula, y la tisis, son también, según la mayoría de los autores, en gran parte debidas á la falta de luz y de sol. Oreemos suficiente lo que acabamos de esponer sobre la luz solar puesto que aun hemos de volver á ocuparnos de ella en la higi astática social y podemos pasar á ocuparnos de la luz artificial que hemos calili- de luz de incendio para marcar la coordinación entre el alumbrado pú- blico y privado de que vamos a ocuparnos y los incendios propiamente dichos, que entraremos á estudiar así que terminemos con el alumbrado. Alumbrado público y privado Recordarán, que por evitar repeticiones, al tratar del lumínico en la Higiene Privada, pasamos por alto el alumbrado doméstico, con intención de tratarlo conjuntamente con el alumbrado público y ha llegado el mo- mento ya, de hablar de ambos. Tenemos que tratar de apreciar las condiciones higiénicas que debe tener la luz artificial para por ellas guiarnos y poder señalar las influen- cias que tienen, ó pueden tener las materias que se emplean para el alumbrado. El alumbrado privado y público, como todo aquello de que el hombre hace un uso habitual, ha recibido mejoras sucesivas en armonía con la civilización y los progresos, que iba efectuando la humanidad en las ciencias y las artes. El alumbrado artificial es una necesidad, cuyo origen se debe tal vez atribuir, á la necesidad de disminuir las tinieblas de las largas noches del invierno y las prolongadas tinieblas en los pueblos hiperbóreos, así como también, á la necesidad de ella para realizar los trabajos domésticos, para poder cultivarla inteligencia á su lumbre y en los ratos robados al descanso; pero aun, ademas de esto, debe figurar otra razón y es la de disminuir los rigores del frió durante el invierno, pues la luz del hogar, la del fogon, fue la primera que debió el hombre emplear, ó la de la hoguera. Pero digamos antes de proseguir, que estos causales, ó la falta de luz, no acarrearía otros perjuicios, que condenar á la inactividad al hombre durante ese tiempo de las largas y frías noches y que el motivo principal DE HIGIENE 531 que ha tenido el ser humano para usar el alumbrado artificial, es que en los grandes centros de población, se lleva una vida artificial y anormal distinta, de la campestre, que es casi natural; que á medida que la civilización avanza eu un pais, la vida se vuelve mas activa, hay mas quehaceres y el hombre, tiene entonces que consagrar una parte de la noche á poner en orden sus asuntos, etc,; en una palabra, en los centros sociales, el dia, la duración de la luz natural, está consagrado á las necesidades comerciales en su mayor parte y la noche d las necesidades sociales ó intelectuales y para esto se aprovecha, la luz artificial. Ahora, la intervención de la higiene en esta cuestión, es para prevenir los accidentes, que en la respiración y en la vista puede determinar esta luz de incendio y tambien; como dijimos al principio, para guiar al hombre en la elección de los medios que debe emplear con los fines indicados. En los primitivos tiempos, á puestas de sol, debían terminar las relaciones sociales, fuera de las noches de luna y de los casos estraordi- narios, y, debían empezar entonces, las dulces y ponderadas por tran« quilas, horas da familiaridad, pasadas á la luz de la lumbre del hogar. Por los progresos de la civilización, en tiempo ya de los Griegos y Poníanos, á estar álo }ue dicen los historiadores, había un alumbrado artificial, que brotaba de una torcida encendida <5 sumerjida por el estremo opuesto en el aceita contenido en un vaso de una forma que variaba al infinito y que daba una pálida lumbre, de reducido ámbito de irradiación. Durante la edad media, parece que cuando personas principales te- nían que salir de sus habitaciones y recorrer distancias, eran precedidas de hachones de diversa composición ó antorchas y algo mas tarde, parece que fue, que se imaginaron las velas. En un principio se sirvieron de resinas diversas, ó cuerpos combustibles, entre los que el azufre entraba en una gran proporción y no es de estrañar que asi se hiciera, desdo que el azufre era considerado como el cuerpo flogístico por esencia y entraba en la composición de la pajuela. Después de las resinas em- plearon los cuerpos grasos, los sebes y aceites: en candiles ó candilejas y algo mas tarde vinieron las velas de baño y de molde, las de cera, esperma, estearina, parafina, á que se da el nombre de bujías, el petró- leo, el gas hidrógeno carbonado y electricidad: De manera pues, que podemos clasificar los cuerpos empleados en cuatro clases: Io en solidos, como las resinas y los sebos y sus análogos, sustancias minerales, vegetales y animales; 2 ° los líquidos, tales como los aceites vejetales, animales y minerales, entre los que, entran como 532 LECCIONES ejemplos de cada clase, el aceite de risino ó el de oliva, el de patas y el y el de querosene, 3 ° los cuerpos gaseosos, como el gas hidrógeno y el hidrógeno protocarbónado y 4 o la electricidad, que es un fluido de los llamados imponderables y que data del presente siglo. Los antiguos, como acabo de decir, han empleado los aceites de risino el de nuez, de sésamo, de olivo y para el efecto empleaban una mecha ó torcida encendida y mojadas en esos cuerpos, contenidos en vasijas de barro <5 de metal. En 1784, Argant tuvo la idea, según el Dr, Lacassagne, de sustituir la mecha, torcida ó pábilo, por un cilindro, rodeado por el aire para que la combustión fuera mas completa y diera menos humo, á la par que mas luz; pero tras esta invención vino la de M. Quinquet, que sobrepuso al aparato de Argant, una chimenea de vidrio, un tubo, con lo que rea- lizó un verdadero progreso y en mérito de esto, sus aparatos llevaron su nombre y hasta llegó á dar, á la industria encargada de estos artefactos, un derivado de su apellido la Quincallería. En los antiguos quinqués, como Yds. habrán tenido ocasión de ver, el recipiente de aceite estaba colocado al lado del mechero y esto impedia que la luz alumbrara ó irradiara de todos lados, lo que no dejaba de ser un inconveniente y fue entonces que vino el señor Cárcel y colocó el recipiente bajo el mechero, haciendo que el liquido subiera hasta el punto de combustión por un mecanismo de relojería, que se ha ido sim- plificando gradualmente y como los líquidos que se usan han variado de densidad y consistencia, ahora, que lo mas usado es el querosene ó petró- leo, hemos vuelto á usar el mismo método primitivo, es decir, la sustancia combustible que llega hasta el foco de comb ustión por simple capilaridad. Digamos antes de proseguir, que el alumbrado doméstico y el público han marchado de consuno y aun encontrarán muchas personas que pueden referirles lo que se ha venido sucediendo entre nosotros al res- pecto, pues hemos marchado introduciendo las mejoras en nuestros usos domésticos y públicos, á medida que se han ido realizando y todo esto podemos decir que data de treinta años á esta parte. En efecto las antiguas ó primitivas lámparas, se componían de una mecha encendi- da, sumerjida en aceite y colgada para que alumbrara en contorno las ha- bitaciones. Las luminarias á alumbramientos públicos en señal de rego- cijo, consistían al principio en candilejas, es decir en materia grasa que á favor de una mecha ó torcida, se iba gradualmente derritiendo y que- mándose por su ascensión por capiladidad del pábilo. Tras las candi- lejas vinieron las velas que en la iluminación pública se colocaban en farolitos. Las velas eran de baño en su principio y después vinieron DE HIGIENE 533 las de cera, las velas de molde y las bujías. Los qne encendían los faroles corrían de farol á farol, ála hora de encender las velas, con una escalera y una gran mecha encendida. La mecha se componía de un gran manojo de paja, untada con sustancia grasa y envuelta y liada en trapos viejos y era necesario la carrera que daban para que se man- tuviera sin llama y les pudiera alcanzar para encender el gran número de faroles que despejaban un tanto las tinieblas. Tras las velas vino el alumbrado con aceite y la adaptación de reverberos y tras esta vino el kerosene, que aun se conserva en los suburbios y tras el kerosén, vino el alumbrado á gas, como tras este vendrá el alumbrado eléctrico, como mas económico é intenso. En cuanto al alumbrado á gas, en 1777, Yolta, dice el señor Criné relatando lo sucedido, propuso reemplazar el aceite en el alumbrado público y doméstico, por el hidrógeno, pero hasta que el ingeniero francés Lebon, en 1785 [según él propuso el alumbrado seria por el gas prove- niente de la madera] en 1801, dió á conocer las aplicaciones del hidró- geno carbonado, y ya se estuvo en camino de realizar esta importante reforraa- En 1802, el mismo Lebon, alumbraba su casa, en París, por medio delgas. En 1810, el Parlamento Inglés autorizó á una compañía parti- cular para emplear este nuevo sistema en las calles de Londres. En Pa- rís, los primeros ensayos se debieron á Winsor, á pesar de ser invento francés, como lo hace notar el Señor Motard, y datan esos ensayos de 1816, pero hasta 1829 no se sacó partido para la vía pública del invento de Lebon. En España, la primera ciudad alumbrada por el gas fué Bar- celona en 1842, y Madrid, lo fue recien en 1847. En cuanto á nuestra ciudad lo fué recien en 1860. Pero volvamos un momento hacia atras. Los aparatos de luz artificial tienen que responder á dos indica- ciones; dar una luz conveniente y quemar lo mas completamente posible los productos déla combustión. El sebo, constituido por la grasa de carnero ó vaca, se compone de oleína, margarina y estearina; representando por 100 la luz que dá una lámpara de Cárcel, la de una vela de sebi, de las de 6 en libra, solo es de 10 y esta misma intensidad disminuye á medida que la mocha se alarga, que forma una esfloreseencia en su estremidui y que la com- bustión se vuelve mas incompleta. Esta llama de la vela presenta oscilaciones ó vacilaciones continuas, debidas á la agitación del aire y determinada esta agitación por el calentamiento y dilatación de las capas inmediatas ysu reemplazamiento 534 LECCIONES consiguiente por nuevas capas y estas vacilaciones fatigan mucho la vista, ademas de que, siendo una luz débil ó escasa, obliga á hacer esfuerzos para ver. Ademas, la combustión en una vela es incompleta y da vapores y humos, entre los que figura un aceite empireumático y sustancias no descompuestas, las que inspiradas son irritantes y determinan lagrimas, comezón en la garganta ó fauces y toz, Cuando la combustión es completa, da agua y acido carbónico. Una de estas velas, eleva de 0 á 100 grados 26,48 gramos de aire óen metros cúbicos 27,29 centímetros cúbicos de este mismo aire. Las velas de cera y bujías de 6 en libra, representando siempre por 100 la luz de una lámpara Cárcel, dan los resultados siguientes: Velas de cera de abeja 13,61 de ácido esteárico 14,30 de cetina 14,40 Debo advertir que hay que distinguir las velas que se fabrican con cera de abejas, de la que proviene del árbol myrica cerifica, que se com- pone de cirina y myricina y ademas, las que se hacen con ácido esteárico y cetina ó blanco de ballena. La combustión de la cera es mas completa que la del sebo y da menos humos ó vapores. Una vela de sebo pierde 11 gramos de materia por hora ysu llama tiene la forma de un cono prolongado y desprende hidrógeno carbonado, óxido de carbono, etc. La combustión de 1 gramo de cera blanca puede elevar 105 gramos de agua de 0, á 100 grados y eleva de 0 á 100 grados también 32 mB5 centímetros cúbicos de aire. De lo espuesto resulta, que las velas de sebo empleadas en el alum- brada, si bien son económicas son anti-higiénicas. Debemos prevenir respecto á las de estearina, que entre los medios de depuración del sebo se usaba una cierta cantidad de ácido arseniosa, pero la autoridad, temerosa que Ja volatilización de este compuesto fuera á determinar accidentes, prohibió el empleo de esta sustancia y en la actualidad, esta purifiracion del sebo se hace por medio del ácido sulfúrico. En nuestros tiempos las bujías de cera se puede decir que están reser- vadas para los usos eclesiásticos y en cuanto á las de esperma de ballena y parafina casi no se fabrican, porque no pueden hacer competencia á las de estearina, que tiene un precio menos elevado. Pasemos ahora á las resmas cuyo empleo para el alumbrado y para la fabricación de teas tiene 6 puede tener malos efectos sobre la salud, por los vapores espesos y penetrantes que produce su combustión que es siem- DE HIGEÍTE 535 pre incompleta y por eso determina la tos. Las resinas ya no son em- pleadas sino al aire libre y aun así mismo por escentricidad, por lo que no nos detendremos en ella y pasaremos á decir cuatro palabras sobre los aceites grasos. Los aceites grasos mas generalmente empleados son: Io el aceite de colza, que cuando ha sido purificada por el ácido sulfúrico, que sepáralos mucílagos vegetales, queda muy bueno para el empleo en el alumbrado artificial y aunque se teme que queden algunos restos de este ácido que pueden ser dañosos á la salud, la esperiencia hasta ahora no los ha justi- ficado, sin duda porque, aun cuando alguno quede, será descompuesto por la combustión; 2 o el aceite de amapolas estraido de las adormideras que es un poco viscoso; 3 ° el aceite de cañamón, amarillo, acre y vis- coso; 4 ° el de nuez, mas viscoso y mas acre aun; 5 ° el de tártago; 6 ° el de sésamo y ademas muchos otros como el de olivas que tienen un precio mas ó menos elevado y entre los aceites animales debemos men- cionar el de patas, que aun clarificado conserva su olor desagradable y dá vapores empireumáticos por lo que no se usa ya, asi como los ante- riormente nombrados. Digamos ahora algunas palabras sobre las lámparas: Las lámparas dan una llama en relación con el diámetro de su pico que se cuenta por líneas y cuando el aceite llega á la llama se descompone y da gas hidrógeno carbonado que es el que arde. Las primeras lámparas consistían en mechas llenas sumerjidas en el aceite y después de las invenciones de Argant, Quinquet y Cárcel vino la de Eranchot que inventó el moderador. lina placa formando pistón y movida por un resorte en espiral, comprime el líqui lo y el moderador es una rama fija colocada en el interior del fondo de ascensión del aceite, que sube entre el moderador y las paredes del recipiente cuando la rama desciende, el espa- cio que era estrecho se enancha cada vez mas y el aceite se lleva tanto mas fácilmente cuanto mas próximo está á su fin el resorte; en una palabra, esta es la lámpara de cuerda. Este alumbrado se reputa conveniente para los usos domésticos y tra- bajos de gabinetes ó bufete; es salubre, la combustión del gas es casi completa y dá muy poco ácido carbónico y acroleina y es por estas pro- piedades que los oftalmogistas emplean estas lámparas para el examen del interior del oj o. La lámpara llamada solar consiste en una mecha circular, á la que sube el aceite por capilaridad, difiere de las lámparas antiguas, en que es á doble corriente de aire. Estas lámparas en general alumbran bien, calientan algo y queman por un pico de 14 líneas de diámetro de 60 á 536 LECCIONES 75 gramos de aceite por hora. Comparada con una lámpara Cárcel, la lámpara solar ú astral da 30, 40, mientras que una lámpara de mecha aplanada, no da sino 12,5 y quema 14 gramos de aceite por hora; la lámpara solar quema 26,71 y un quinqué consume 45 gramos de aceite. Para los salones y para algunos aparatos como el endoscopio de Desormeaux que sirve para esplorar la vegiga, se emplea el gasógeno llamado también gas líquido y es una mezcla en proporciones definidas, es decir por partes iguales, de alcohol y de aceite esencial de tremen- tina. La llama de esta mezcla es muy viva, la combustión es completa se quema un litro de líquido en 15 horas; consumen como 12 centavos ó 3 pesos por hora, calculando el costo del litro, entre nosotros, á razón de 18 pesos papel. La luz es blanca y pura yes por esto que la ha preferido Desormeaux. El empleo de estas lámparas exije sin embargo grandes precauciones, pues ha habido ejemplos de que la llama se ha comunicado de la mecha á la mezcla del recipiente y ha determinado detonaciones y accidentes. El aceite esencial de equiste, kerosén ó petróleo, mas ó menos pu- rificado y producido por la destilación subterránea de la hulla, es el alumbrado de los pobres, por su bajo precio; su empleo se ha genera- lizado mucho en estos últimos, yno se usa solamente para el alum- brado doméstico sino también para el alumbrado público y siempre con economía. Estos líquidos son muy ricos en carbono, alumbran demasiado para el trabajo de gabinete, pero se puede moderar su intensidad y usando pantallas se obvia este inconveniente. Sin embargo tiene un olor muy desagradable ó incómodo, cuando no está purificado. Lo mismo que el gasógeno, tiene el inconveniente que la llama se comunica muchas veces al líquido del recipiente y detona con violencia, y así ha dado lugar muchas veces á incendios involuntarios ó casuales y debemos decir también que en la mayor parte de los incendios intencionales, este es ahora, el elemen- to mas usado, que la Comuna lo hizo célebre en Erancia, por los encarni- zados petroleros y petroleras que la infestaban. Por los accidentes á que ha dado lugar en el alumbrado doméstico, el Consejo de Higiene de París nombró una comisión para que hiciera su estudio y el Dr. Constantino Paul ha dado los siguientes conse- jos sobre uso: 1° no emplear sino aceite rectificado que es menos inflamable que, el bruto; 2 ° conservarlo en alcusas ó tarros de lata á tapa de metal tornillada; 3 o el recipiente de las .lámpa- ras debe ser ancho, poco profundo y de vidrio ó porcelana para poder ver el contenido; 4 ° el pié debe ser largo y pesado para dar DE HIGIENE 537 estabilidad á la lámpara; 5° el pico (que es de lo mas esencial) debe ser bastante largo, que haya 6 centímetros por lo menos, entre la llama yel líquido. Cuando la distancia es muy grande sin embargo, no tira bien la mecha y esta se quema sola, pero si es muy corta la distancia, se puede inflamar el líquido con facilidad. No nos detendremos sobre las otras precauciones que se aconsejan porque son iguales á las de todas las sustancias inflamables, pero vamos á consignar el modo de reconocer la pureza del kerosén. En primer lugar se reconoce por al densidad; el kerosén que es bastante puro, debe tener una densidad de 0,690 á 0,800 céntimos y no teniendo un densímetro á la mano, Puede recurrirse para su reconocimiento al siguienta medio; se echa en un plato una pequeña porción y se aproxima ó pasea por la superficie sin tocar el líquido un fósforo, si arde no está rectificado ó lo está en muy poco grado. Los densímetros para reconocer el querosén han recibido el nombre de naftóraetros. Hay otras lámparas, imaginadas por M. Eosseau llamadas á gas oxí- geno y destinadas á generalizarse, según el Sr. Becquerel de quien to- mamos estos datos. Consiste esta lámpara en el reemplazamiento de la corriente de aire interior de la mecha por una corriente rica en oxí- geno proveniente de un gazómetro. Dá una luz blanca, magnífica, que la vista no puede soportar y que es superior á la del gas. El gas está con- tenido en un gazómetro poco voluminoso de tela impermeable que no puede producir esplosion, ni emanación perjudicial. Vds. habrán visto en algún tramways, lámparas que no necesitan tu- bos y dan á estas el nombre atmórfero-oxíg enas y tienen un pequeño re- sorte de cuerda ó relojería en su interior, para reglar el consumo; existen ademas las gaso-lámparas de Mille que tienen en su recipiente una esponja que se embebe de nafta ó petróleo y arde con llama clara y tranquila. Hay aun otra clase de lámpara, llamada lámpara-eléctrica, inaugu- rada por M. Soleil y cuyo principio está basado sobre la esperiencia de -bfiavy, que consiste en el pasage de una intensa corriente eléctrica entre ]°s puntos de dos conos de carbón. Esta lámpara es de un precio ele- vado, exige una pila enérgica, cuyo empleo es caro también. No nos ocuparemos por hoy del alumbrado público por la electricidad, ■QI por el gas hidrógeno carbonado que reservaremos para la próxima reunión, así como lo relativo á los incendios. Antes de estudiar la influencia de estas diversas clases de luz sobre el hombre, con que terminaremos esta reunión, vamos á copiar dos ta- blas comparativas de la potencia lumínica de los varios medios usados 538 LECCIONES en el alumbrado, y la otra del costo de varios de ellos; la primera es debida al Abate Moigno y la segunda al Señor Payen. He aquí las tablas I.a Bujía esteárica tomada por unidad de la luz 100 Vela de sebo 95 Bujía de para fina 130 Aceite de colza purificado (en lámpara de cárcel) .... 168 Gas de hulla 70 Gas de bog-head 340 Gas de grasa ó aceite 250 Petróleo americano que hierve á 210° 279 Id id id id á 70o 225 Id de Schwabriller id á 140o 260 Agregaremos que la lámpara Bosseau á gas oxígeno, po- niendo la de Cárcel por 100 seria 800 y en ia tabla anterior figuraría por lo tanto con 1344 Bajo el punto de vista económico y tomando como medida común la lámpara Cárcel, que quema en una hora 42 gramos de aceite de colza rectificado, el Sr, Payen ha confeccionado este 20 cuadr). Bujías esteáricas de 10 en kilog. 63 gramos á 3 francos el kilóg. 19,00 Velas, 50 gramos á 80 céntimos el kilógr . . 14,00 Aceite en colza rectificado á42 gram. á 1 fr, 40 cen. el kilog.. 5,85 10 litros gas de hulla, 50 gramos á3O eet, el metro cúbico. . . 3,0 0 85 litros de gas, mecheros de aire caliente á 42 gr. 5 2,55 66 litros de gas á 2 gr. 80 de carburos volátiles 36 gr. á. . . . 2,40 25 litros gas bog-head 2 gr. á 1 fr. el metro cúbico 2,50 De cuyo cuadro, bajo el punto de vista económico, poniendo en lugar de francos su valor en moneda corriente podrán deducir el grado de economía que cada consumo les presenta. Terminaremos ahora esta reunión con algunas consideraciones sobre las influencias de la luz en el hombre. En general, la luz artificial fatiga mas la vista que la del sol, porque no es difusa sino viva y deslumbradora y corno los rayos luminosos que emiten, hieren horizontalmente la retina, se ha tratado de remediar el inconveniente, efectuando la iluminación fuera de la vista, que fue 1° propuesto por el Señor Locatelli y usado en los teatros de Italia f París. Cuando la luz es muy viva fatiga la retina y hasta la irrita ye 3 conveniente evitar las transiciones rápidas; pero á la par de los peligr°9 de la luz excesiva es necesario hacer notar que el trabajo bajo una DE HIGIENE 539 1112 insuficiente ocasiona con frecuencia también enfermedades de la Vlsta caracterizadas por la fatiga y debilidad. ■EI calor de la luz emitida y el de las superficies que la reflejan tie- nen también una gran importancia en la profilaxis de la visión. Otra de las cosas que hay que tener presente en la luz artificial, es Sü calorificación ó poder termógeno, según Jaussen, una lámpara de enreel, envía diez veces mas rayos caloríficos que luminosos, de los que, la córnea absorve dos tercios y el humor aquoso el resto. El gas del alumbrado da aun mayor cantidad de rayos caloríficos y P°r esto el trabajo á la luz del gas es mas fatigoso aun. Ea luz eléctrica emite rayos electro químicos y según Eeynault, los rayos violetas aumentan la esflorescencia de los tejidos del ojo, prove- ído modificaciones de estructura que alteran sus funciones y no es raro asb observar eritemas, blefaritis, etc., en los que la usan yse esfuerzan soportarla, como en los que miran al sol. Ena vela, bugia ó lámpara, en una habitación, si no hay renovación aire, como la combustión se hace á espensas del oxígeno de él y Se produce ácido carbónico, puede, si la cubicación es reducida, conver- Ei'se en un sério peligro para ¡a salud, y en tales casos, sobreviene do- °1’ de cabeza, vértigos y hasta principios de asfixia, si no se renueva ambiente. Cuando hay ventilación, los únicos inconvenientes que Pueden presentarse son los que podrían sobrevenir por la mala cons- trucción del aparato, ó de la combustión incompleta de las materias ípleadas. En los sugetos que, como se dice familiarmente hacen de Ja noche dia del dia noche, el señor Quinquet, según Becquerel, ha notado los factores siguientes: piel palida, cachetes caldos [cachudo] ojos fatigados, Papados rojos é hinchados, sentimiento de acritud en la garganta, ación folicular de los bronquios y fosas nasales, digestiones láugui- cls> poca resistencia al frío, debilitamiento sin causa suficiente, debilidad íprana de la vista yde todos los órganos de la vida, j, Eor último, Señores, cuando se ha trabajado mucho á ia luz de una ‘‘‘Upara ó de una vela es muy frecuente por las mañanas tener algunos 6sPutos negruzcos, esta materia que los tiñe, proviene de las eombustio- ües incompletas de las luces de que nos servimos y que han penetrado eíl Muestra tráquea ó bronquios. . En la próxima reunión terminaremos io relativo al alumbrado y á los Rendios. 540 LECCIONES pEL ALUMBRADO PÚBLICO Y DE LOS INCENDIOS (Continuación.) Señores: En nuestra anterior reunión hemos recorrido, despeos de hacer uü£l breve reseña del alambrado doméstico y público, las principales sustaO' cias y aparatos que se emplean para ver entre las tinieblas de la nocb0’ para aclarar la oscuridad y facilitar por lo tanto la continuación do vida y movimiento durante la noche, en los centros sociales y en las ba bitaciones privadas. Vamos á ocuparnos hoy del alumbrado á gas y del eléctrico, termiDarl do con lo relativo á los incendios. El gas del alumbrado, el hidrógeno carbonado, que se emplea para iluminación pública, proviene de la hulla 6 del aceite de ella; de aceites grasos; de las resinas ó cuerpos oleo-resinosos y de las aguas 4110 han servido para el desengrase de productos animales y que se som0*'011 en seguida á la destilación en aparatos especiales. Para obtener el gas del alumbrado, por medio del carbón de pi que es el mas empleado, se coloca en retortas de hierro fundido quo 00 calientan al rojo, en ellas se descompone esta materia y los gases 9110 se producen van por tubos particulares á un gazómetro ó gran culo, de donde es distribuido por redes de tubos á los diferentes puül°k de la ciudad que hay que iluminar, y esta distribución se efectúa p°r presión que el gasesperimenta en el gazómetro. La destilación déla bll Ha da hidrógeno proto y biearbonado, hidrógeno puro, diversos carbu109 de hidrógeno que no han sido bien analizados, ni son muy definí09’ oxido de carbono, ácido carbónico, y un poco de amoniaco, quedandovllJ residuo de coke, alquitrán ó brea. La destilación de los aceites grasos dá casi Jos mismos productos 1 dejan un residuo carbonoso y alquitrán. Las resinas y los aceite3 resina dan los productos intermediarios pero son mas betuminoso3 j empireuraáticos por regia general. DE HIGIENE gas producido en las retortas, conteniendo tantos principios y de tan tersas propiedades, algunos de los cuales podrían producir graves aced- antes, quemándose tal cual se generan y cuya llama dejaría que desear, antes de ir al gasómetro, que regula su distribución, es despojado de esas que son los principios peligrosos, por medio de lavados que operan en recipientes especiales que se le obliga á recorrer al gas ailtes de llegar al gasómetro. Los tubos ó conductos aferentes y efe- -I>entes del gasómetro son por lo general de hierro fundido con escepcion algunos pocos de los aferentes que suelen ser de barro cocido y bar- bados. L nos y otros de estos tubos que forman dus grandes redes, ó sistemas Clrculatarios, son los llamados de Chameroy que se enlazan entre si CL|Kladosamente por medio del plomo derretido que se vierte en los lentos de unión y á lo que se adapta para mayor seguridad en ese punto b mástic betuminoso que se adapta bien al contorno, se seca con rapidez olmpide en gran parte los escapes. Se disminuye la posibilidad de estos eScapes teniendo cuidado que el enchufamieuto ó enlace, entre uno y otl'o tubo de los que van á componer la red, se efectúe de manera, que el c°nducto del tubo por donde circula el gas, es decir, mas inmediato al Udómetro, penetre en la embocadura de que está provisto el subsiguiente a»í los demas, hasta distribuirse en los tubos de hierro y de plomo de tílemor calibre que lo reparten en los faroles de las calles yen las casas. de paso que la fabricación del gas espone á los obreros á bidentes particulares por el calor considerable que tienen que soportar vaciar las retortas de destilación, calor que les ocasiona congestiones Nebrales, quemaduras, enfermedades de la vista, etc., ademas las ema- báones que se escapan del gas, antes del lavado, obran como irritantes 0 lrrespirables y pueden ocasionar la asfixia. -A- pesar de las precauciones que se toman, tanto de los conductos de aameroy, como de los tubos distribuidores de plomo suele haber despren- dimientos de gas, que si tienen lugar en el subsuelo en que generalmente Se encuentran esos tubos, para ponerlos al abrigo de accidentes de la vía Publica, dan lugar á una infiltración lenta del suelo y á su desprendi- jbnto gradual, lo que es bastante incómodo y de cuyos efectos nos . emos de ocupar al estudiar el subsuelo, fuera de esta incomodidad, dicha constituye una causa de mefitismo de la vía pública que en de calor da sus productos y ha sido por esto que Hausmann y 6 kerior Preycinet han propuesto colocar los canos, conductores del gas alumbrado, en las cloacas. Para evitar Jos escapes en las cloacas. 542 LECCIONES habría que colocar en una concavidad dichos caños, de manera que tuvie- ran siempre encima una columna de agua, superior á la presión con que circula en ellos el gas. Los desprendimientos ó escapes de gas que tienen mas grandes incoQ' venientes y peligros son los que se efectúan en parajes circunscritos o confinados, como las habitaciones, etc., porque hay que temer la asfixia las conflagraciones y las detonaciones por la aproximación de uQ cuerpo en ignición, de donde se originan muchas veces incendios devo- radores. Todos estos accidentes han sido observados desgraciadamente con gran frecuencia y continúan dando lugar á los mismos accidentes, pues aun no se hacen seguido hacer inocuo su uso, é inofensiva su presen- cia en el aire. El hidrógeno carbonado y bicarbonado, mezclado con el aire atmosfé- rico, detona ante un cuerpo en ignición, pero no están los autores con- formes en sus opiniones sobre la cantidad de aire atmosférico que debe mezclarse con el gas para producir este efecto; según unos, se necesitaría una onceava parte y según otros se necesitaría una cuarta parte. Toda vez que el olfato, al penetrar en una habitación revela la presen- cia del gas del alumbrado por su olor característico, debe evitarse pene- trar con luz artificial en el recinto; debe en el acto facilitarse la ventila- ción y conociendo ó calculando la dirección mas probable de la cañería del gas, debe adaptarse un trapo mojado en el punto en que se efectúa el escape como medio previo, á menos que se tengan á la mano otru® cuerpos adhesivos, como macillas, etc., para tapar el punto de escapa Hay además un proceder ingenioso, imaginado por Maceaud y que ha recibido la aprobación, según el Sr. Becquerel, del Consejo de Salubridad de la Sociedad de arquitectos, etc., dicho proceder se encuentra descrita en los anales de higiene, 2. serie, tomo 11, pág. 458, 1854. El gas del alumbrado llegando al pico en que hay que encenderlo pal’9 iluminar, atraviesa una placa circular provista de agujeros estremuda- mente finos y es encima de ellos que se enciende sin ocasionar deton9' ciones. Se han hecho muchos perfeccionamientos al respecto, pero debemos ocuparnos de ellos porque por lo mismo que son perfecciona- mientos y en cada uno hay un peligro ó un inconveniente obviado; asi o® que comportan mayores garantías y se vuelven mas higiénicos, agreg9' remos solamente, que cada pico tiene su llave reguladora que sirve p9r9 aumentar 6 disminuir la combustión y estinguirla. Desde hace algún tiempo, se suele usar en los teatros, una luz m9S verde que la del gas común, que se obtiene oxigenando el gas del alum- brado, bastante purificado, lo que le hace dar una luz mas intensa y coll DE HIGIENE la interposición de vidrios de diferentes colores se producen en los esce- narios electos muy variados. Ln general, la luz del alumbrado á gas, que es muy intensa, irrita l°s medios del ojo por contener demasiados rayos caloríficos, así es que no conviene sino al aire libre yen locales espaciosos. El empleo del gas en el alumbrado, por Ja claridad que difunde ha determinado un gran número de reformas ó mejoras sociales, que los otros alumbrados habían comenzado.ya. Recuerdo haber leído una ingeniosa historieta sobre el alumbrado en Ñapóles, de la que podemos decir si non é vero, e hsn trovato. Eran en Ñapóles, las riñas ó pendencias, los duelos y crímenes muy frecuentes, como lo fueron en lo antiguo también en hrancia y la España y la autoridad no conseguía tomar á los criminales por la oscuridad en que se hallaban esos barrios, que á pesar de las rondas, los lazzaroni apagaban siempre cuantas luces ponía la autori- dad para de ese modo escapar impunes y poder continuar su misma rida. Carece que agotadas por la autoridad todos los medios coercitivos, que resultaban así ineficaces; tuvo la idea un monge, muy querido de la turba fanática, de hacer pintar en una esquina un santo; terminado que Ré, lo bendijo, y desde esa primera noche le puso un farol encendido fine el pueblo respetó y alentado con esto fue aumentando las luces, con lo que las pendencias y crímenes iban siendo menos frecuentes en ese punto y con lo cual también la autoridad consiguió ver y prender á ]°s malhechores. La mala gente, apercibida de esto, le hizo guerra á los faroles y el entonces convocóla turba y los arengó exaltando sus sentimien- tos religiosos, haciéndoles comprender que los que eran devotos de ese santo, que el hacia pintar, por mas'criminales y perversos que hubieran sUlo en la tierra, ganaban el cielo yel pueblo, el populacho, con la de esta ocurrencia, fue el mejor guardián y conservador alumbrado á los santos, con lo que ganó la seguridad del transeúnte yse arraigó el beneficio del alumbrado público aun quitados los santos. Representando por 100 la luz dada por una lámpara Cárcel la que el gas es de 127 y cuando la combustión es completa no da sino a§üa y ácido carbónico pero jamas y por mas puro que el gas del alum- no se encuentre, se concretan á estos dos cuerpos los productos que fhí y según Dumas: un pico de gas de aceite destilado consume 38 litros gas por hora; absorve 65 litros y 2/3 de oxígeno, forma 42 litros y llledio de ácido carbónico y 23 5/81 de agua. Le picó de gas de hulla quema 158 litros de gas por hora, absorve LECCIONES en el mismo tiempo 234 litros de oxígeno ydá 128 1/2 litros de ácido carbónico y 69 partes y 660 de agua. La llama de este gas da casi siempre un poco de carbón que se deposita sobre los objetos inmediatos y ademas una gran cantidad de calórico, pues según el mismo autcr, quemando 158 litros por hora, se puede elevar de 0 á 100° 32,420 litros de aire ó sean 154 metros cúbicos yes por este enorme consumo que un gran número de higienistas rechazan el empleo del gas del alumbrado para los usos domésticos, hospitales y aposentos reducidos. Las influencias que le reconocen los higienistas al empleo del gas para el alumbrado, son las siguientes: La permanencia donde se quema gas determina toz, irritación brón- quica yse cree ademas que favorece la tuberculosis. Se considera que la peimanencia muy prolongada bajo este alumbrado, produce en los sujetos un emprobrecimiento en la sangre, de la albúmina, glóbulos y fibrina. El accidente mas grave, sin ninguna duda, es la asfixia, pero esta no provenie del uso de la luz sino de la inspiración del gas. El sulfuro de carbono, el ácido sulphydrico, así como los otros productos mencionados, son los que determinan los principales accidentes respi- ratorios. Antes de terminar lo relativo al alumbrado por el gas, diremos que la luz usada en los teatros de que hemos antes hablado, es la luz Drum- mond y nc podiendo recojer para esta lección algunos datos estadísticos vamos á consignar en su lugar los relativos á París. París solo, consumo tanto gas como la Francia entera; en 1872 consumió 148 millares de me- tros cúbieos y en 1873, alcanzó á 157 millones de metros cúbicos de g^s que exigen 520,000 toneladas de carbón ósea 1/30 ava parte de la pr°' duccion de las minas de Francia. Los conductos del gas son de palastro embetunado; hay 1200 kilómeti’os de conductos que alimentan 36,000 picos de gas en la Ciudad y 800,000 particulares y se ha calculado qOO la combustión del gas en París, en un ano, equivalía á la combustio0 de 100 toneladas de carbón, lo que debe indudablemente de elevar 011 tanto la temperatura media de la localidad. Dicho esto que es lo mas esencial, pasemos á ocuparnos do la 10Z eléctrica. Las tentativas hechas hasta estos últimos tiempos para poder emploíll con economía y sin perjuicio para la salud de los individuos, la electro tricidad según el proceder descubierto por Davy, habían sido hasta ahol’a estériles y en comprobación pueden Yds. recorrer la mayor parte de lo* tratados de higiene y se convencerán de ello, por lo que al respoo^0 dicen y aun en los mas modernos no hallarán sino testimonio de 1° DE HIGIENE 545 infructuosas que han sido las tentativas hasta ahora seguidas. En prueba de ello voy á traducirles una nota que trae la 553 edición de Becquerel. Hé aquí lo que dice esa nota; “se ha tratado diversas veces en estos últimos tiempos de utilizar la luz eláctrica sino para el alumbrado doméstico, por lo menos para el público. París ha sido testigo y puede serlo con frecuencia, por la noche, de ensayos que se hacen á este respecto. Hasta el dia el verdadero obstáculo para la adopción de este modo de alumbrado público, dice M, Levy, está en la concentración de una cantidad prodigiosa de rayos luminosos; mientras que la claridad debida á la combustión del aceite y de las bugias, se disemina desde el instante de su producción y la fuente luminosa que nace de la pila voltaica, acumula en un punto único una masa enorme de rayos, atra- viesa las brumas y tinieblas y se proyecta á distancias muy considera- bles. Este modo de iluminación, excelente para los faros y las señales, para la telegrafía aerea nocturna, no conviene para el alumbrado pú- blico de las calles. En el centro y hasta cierta distancia de este punto su brillo se perderla; el efecto útil no se produciría sino en la circunfe- rencia de la región iluminada. Agreguemos que esta luz cuyo foco es de un brillo deslumbrador produce sóbrela vista efectos perjudiciales.’' En la mayor parte de las obras clásicas, aun en las mas modernas co- mo en la del Señor Proust, faltan datos como para trazar aunque sea una breve historia del alumbrado eléctrico, asi es que muy pjco debemos decir fuerza de lo que contiene la anotación traducida. El alumbrado eléctrico con relación á la luz del sol representa 3/5 según algunos autores, de la intensidad que tiene el astro principal pero en virtud de la distancia á que nos encontramos y en virtud también de la relación cou nuestro horizonte, la luz eléctrica es muy perjudicial, para la vista, como hemos tenido ocasión de observarlo á bordo del paquete La France de las Mensagerias Marítimas, en el que el señor Rouaze y varios marine- ros estuvieron por varias ocasiones enfermos y gracias á los asiduos cuidados del distinguido médico de dicho buque han podida verse libres de los efectos producidos por esta luz. Un gran número de físicos han hecho esfuerzos para propagar el uso de la luz eléctrica y mucho se ha hablado de las esperiencias de M. Grramme, de la corapañia Alianze y de las velas del Sr. Jablochkoff. Las esperiencias hechas en estos últimos tiempos han probado que la luz eléctrica es propia para iluminar grandes espacios con un brillo supe- rior al del gas y para obtener estos resultados es necesario emplear car- 546 LECCIONES bones de buena calidad, y reguladores bien construidos, pues de lo contra- rio no tiene estabilidad la luz. Los aparatos productores déla electricidad pueden variar al infinito y es de creer que aun no se ba llegado á la forma definitiva que deberán tener, pero en todos, se generan para el efecto, corrientes de inducción por intermedio de pasages rápidos de pedazos de hierro dulce puestos en movimiento ante superficies polares que terminan en electro imanes ó en imanes permanentes. Por lo que respeta al brillo deslumbrador de la luz eléctrica el reme- dio propuesto por Jablocbkoff, contra el inconveniente mayor que se le encontraba, ha sido rodear el foco de la luz eléctrica de un globlo ojoa- lescentei que impide ver la luz, porque el globo la recibe pero este trasmite y difunde una claridad sin los peligros é inconvenientes que antes ee le encontraban. Según los análisis de la luz eléctrica, tiene ella una composición aná- loga á la del sol, pero se le nota un poco menos de azul y mucho mas violeta y es este predominio de los colores mas refrangibles lo que mas se le reprocha, pero esto dice M. Jamain es corregible. No solamente el espectro, dice este Señor, se estien de entre el rojo y el violeta, sino que se prolonga aun mas allá y de ambos lados hay rayos invisibles; los que pasan al violeta no existen y por lo tanto la luz eléctrica no es calorífica; pero si esos rayos invisibles se reciben sobre sulfato de quinina, por ejemplo, se trasforman en rayos luminosos y se vuelven así perceptibles. El hecho principal es que los rayos azules y violetas que tienen en exceso la luz eléctrica pueden ser disminuidos y asi se aproxima su luz á la del sol, en tanto que el gas del alumbrado y las lámparas, carecen completamente de estos rayos y no hay medio de dárselos. Ericson, el hombre de los inventos mas prodigiosos del siglo, como algunos lo declaraban justicieramente, ha descubierto, ála par de otros, un modo también de hacer inocua la acción perjudicial que se le en- cuentra á la luz eléctrica y parece que su modus agtndi ha merecido la aceptación de personas de reconocida competencia en Europa y que la sociedad poseedora de su descubrimiento ha conseguido privilegios en los paises principales y que muy pronto se iluminarán algunas ciudades con este fluido. Podríamos citar muchos otros nombres de físicos distinguidos que se dice han arribado á idénticos resultados, pero nos obstenemos de entrar en pormenores porque la mayor parte permanecen secretos espe- rando privilegios y si bien los periódicos científicos dan algunos datos DE HIGIENE 547 al respecto, dejan estos mucho que desear para consignarlos en estas lecciones. Diremos por último que nuestra Municipalidad ha recibido también varias propuestas para la iluminación de la ciudad por medio de la electricidad y que esta cuestión á la orden del día en el mundo cientí- fico no ha de tardar mucho tiempo en ser resuelta en las principales ciudades. Entrar en mayores detalles es salir de los límites que corresponde á estas lecciones; los detalles, pertenecen á los autores de los privilegios solicitados ante las autoridades y que se comprometen á dar una luz en la via pública á mejor preccio que el gas del alumbrado, que no ofenda la vista y que alumbre mas. Como creo que pronto comenzarán entre nosotros los experimentos con esta mejora en sus condiciones, tal vez que podamos abrir otra opinión que esta, que es puramente teórica. Ahora para completar cuanto de mas esencial es dado decir sobre alumbrado, vamos á decir cuatro palabras sobre la fotometría para pasar á ocuparnos de los incendios y si lo hacemos es porque muchas veces hay necesidad de saber medir la de luz que dan las llamas. Los aparatos que sirven para medir la cantidad de luz dada por las llamas, reciben el nombre de fotómetros. En toda luz, artificial con particularidad, tenemos que considerar dos elementos: 1 ° el brillo de la llama, es decir la intensidad luminosa de un punto óde una fracción tomada por unidad; 2 ° la superficie de la llama, sus dimensiones. Estos dos elementos combinados dan el poder luminoso ó aclarante que tiene un cuerpo en ignición. Superponiendo dos ó tres luminares ó luces iguales, se tienen canti- dades dobles ó triples de luz, y asi se puede medirla intensidad com- parativa de otra luz cuyo poder luminoso se quiere conocer. Los rayos luminosos se diseminan del punto en que se opera una combustión y la iluminación producida por un punto, ó foco luminoso, está et razón inversa, según los datos físicos, del cuadrado de las dis- tancias. Cuando los rayos luminosos forman un ángulo con una super- ficie, la iluminación es proporcional al coseno de este ángulo. lino de los fotómetros que con mas frecuencia se usan es de Muspratt Si sobre un banco de óptica se colocan dos luminares ó luces, que se quieren comparar, ante un cartabón blanco que tiene interpuesta una rama vertical—-se nota lo siguiente—cada luminar ó loco, proyecta una sombra sobre una parte del cartabón que queda iluminado por el otro foco—variando luego Ia disposición y la distancia hasta que las. dos 548 LECCIONES sombras sean iguales y midiendo la separación que hay entre uno y otra luminar, ya no hay sino calcular por la ley de las distancia, cual seria la relación de los poderes luminosos si estuvieran á igual distancia del cartabón. Para el efecto llamando Ey E’ dos focos de luz ó su brillo— E y E, las distancias respectivas á que se hallan y S y S’ las superficie que . E S É2 respectivamente tienen, resulta ; es decir el brillo y su- perficie de cada una es igual al cuadrado de su distancia y la diferen- cia numérica es luego de lo que se busca. Ahora deberíamos decir cuatro palabras sobre los medidores de gas que se emplean en las casas de familia, pero nos escusamos de hacerlo á causa de que el sistema de medidores que se usa es muy deficiente y cada empresa los arregla de distinta manera, por lo demás fácil les será á cada uno tomar datos, por los mismos encargados de la cobranza de las empresas. Pasemos ahora á ocuparnos de los incendios. LOS InCENDIOS En la mayor parte délas obras de Higiene, no se dice ni una palabra sobre este tópico, sin embargo de que, como dice el Sr. Tardieu en su Diccionario de Higiene, de donde ha tomado el señor Criné cuanto dice al respecto, el incendio es una de las calamidades mas terribles que pueden amenazar á las aglomeraciones humanas, así es que las leyes lo han colocado en él número de los flagelos calamitosos, y como tal, por las medidas de que es objeto, se encuentra fuera del derecho eomun. Ni en la obra del Señor Levy, ni en la de Motard, ni en la de EJeury, Eonssagrives, Becquerel y Lacassagne, encontrarán nada al respecto y solamente en Monlau, Criné y Partagas y el Diccionario de Tardieu principalmente, podrán encontrar los datos y conocimientos necesarios sobre eAe punto. Todo vez que se produce un incendio, intervienen para limitar ó detener los estragos del elemento devorador, cuantos se encuentran inmediatos y mas que nada, la autoridad pública ocurre con los elemen- tos de que dispone á fin de apagar el fuego, que puede tomar propor- ciones muy alarmantes y siempre lo hace con un poder discrecional, que puede llegar hasta demoler el edificio. Para los efectos, eu todo los centros sociales de alguna magnitud, hay cuerpos de bomberos, que son representantes de la autoridad y en cuyas DE HIGIENE 549 manos se hallan los elementos necesarios para proceder al salvatage de las personas, que pueden hallarse en los edificios incendiados y también para poder retirar todo aquello que puede aumentar la combustión. Para esto va esa fuerza pública, armada de escaleras, cuex’das, hachas de manos, etc. En algunas ciudades, en cada compama hay también bombas portátiles ó bien mangas adoptables á las bocas de fuego que se destinan en la distribución de las aguas y ademas algunos trajes in- combustibles ó á prueba de fuego, para poder penetrar dentro del ele- mento devorador; estos aparatos son unas especies de escafandras como las que usan los buzos y llevan á su espalda un depósito de aire comprimido. Nada diremos aquí de los reglamentos que tienen estos cuerpos de bomberos porqué varían en cada localidad, pero lo mas esencial, es que esten instruidos en el manejo de los enseres que cargan y se ejerciten en la gimnástica para poder trepar hasta donde esté el peligro. Vamos á esponer sucintamente las causas de los incendios espontáneos, yen seguida pasaremos á ocuparnos de los medios que se emplean para combatir los progresos de este elemento y por último diremos cuatro palabras si tenemos tiempo sobre los socorros que se deben prestar á los que se han espuesto. De los incendios provocados por mano criminal no debemos ocuparnos aqui y si antes se recurría ála paja y ála pólvora para producirlos en estos tiempos se echa mano del petróleo que no deja rastros y que es un medio mas seguro de realizar el intento dafiino 6 criminal. Los incendios no intencionales que con mas frecuencia se observan en las ciudades, se producen en las chimeneas cargadas de holl in de las cocinas y de las estufas y la precaución que debe tomarse para evitarlos, consiste simplemente en deshollinarlas, de lo que se encargan algunos muchachos adiestrados ó bien usando algunos aparatos, como el del bombero Caillaud, denominado ancla-rasqueta. Este mismo aparato puede servir, cuando el incendio está circuscríto á la chiminea para apagarlo; se consigue el mismo resultado en estos casos, evitando la penetración del aire en el conducto de la chimenea. Enera de estos incendios que hemos calificado de no intencionales están los que podemos llamar espontáneos y los casuales. Estos últimos pueden variar al infinito y no nos ocuparán por lo tanto* Los que se han llamado espontáneos interesan bajo el punto de vista médico-legal, bajo el punto de vista de la ciencia y de la higiene y varaos á indicar las circunstancias ó condiciones en que se les ha visto producirse con mas frecuencia. 550 LECCIONES El frote, figura en primera linea. Vds. saben que esta ha sido la mane- ra primitiva que se ha conocido para producir ó determinar el fuego, en la infancia de la civilización; este era el medio de que se valian los iudios, que no conocían ni la pajuela, ni el misto, ni el fósforo. Para el efecto tomaban dos trozos de madera seca y los frotaban entre sí, hasta que se producía la brasa y luego por la acción del oxígeno ó del soplido no tardaba en dar la llama y comunicarse á otros cuerpos. El frote desar- rolla calórico, y si el cuerpo no es combustible, puede sin embargo po- nerse en temperatura de incendiar otros cuerpos, esto pasa, por ejemplo, en algunas máquinas industriales que requieren se las esté enfriando continuamente y lo mismo pasa en los earruages ó rodados que andan mucho y si no se les pusiera un cuerpo graso se quemarían los bujes, como muchas veces ha sucedido. La mayor parte de los incendios determinados por los fósforos ó lucíferos químicos, son debidos al frote. Los rayos solares pueden provocar incendios espontáneos también. Se cita por Tardieu al respecto, un incendio provocado por un culo ó cacho de botella, que hizo el efecto de un vidrio de aumento, proyectando su foco sobre un monton de paja. Muchas veces en los vidrios de las puertas se encuentran defectos, suficientes para desviar los rayos so- lares y determinar la combustión de algunos cuerpos inmediatos. En 1840, la sala de mistos de la artillería de Girenoble en Erancia hi- zo esplosion por esta cansa; la destrucción del palacio de la Duquesa de Abrantes, se atribuyó á una causa análoga, á una botella con agua que hizo el papel de un vidrio lenticular. Hay cuerpos no combustibles que pueden comunicar á otros el calor é incendiarlos, tal como la cal viva, que puede mojarse incidentalmente y comunicarse á la paja ó á hojas secas y se ha visto mas de una vez que la oxidación de algunos metales han determinado también incendios. El arsénico metálico, mezclado con sustancias estrañas y conocido en el com- mercio con el nombre de cobalto y mata-moscas, es capaz de inflamarse al reducirse á polvo’ El carbón de leña, el pulverizado, el negro de humo, el carbón de piedra, las piritas ó sulfures metálicos así como las materias vejetales y animales amontonadas y húmedas, pueden dar lugar á incendios espon- táneos. Muchas veces, nuestras islas y nuestros campos son devorados por incendios espontáneos, determinados por el frote de los pastos secos y las paja?, bajo la acción délos rayos solares y el movimiento de las bri- sas leves del verano que los encuentra secos. Bien entendido que esto DE HIGIENE 551 es fuera de ios casos en que inteucionalmente se les da fuego para que nazcan otros pastos. La harina amontonada y húmeda, se arde y puede llegar hasta infla- marse; pasa lo mismo con los abonos, con las hojas de los árboles y el mantillo 6 estiércol, Los tejidos de lana y algodón enaceitados ó grasosos, el lino, el aceite y negro de humo, mezclados, pueden inflamarse espontáneamente y es por estoque en las barracas tienen que orear continuamente los montones de lana y de cueros y en prueba de ello ademas, el hecho referido por Carette, de que unos niños habian hecho una pelota con hilo de lana, que habian enaceitado para que saltara mas y retobado después, esta pelota con el juego, se fue ablandando y poniendo cada Yez mas liviana, y una vez desecha se vio que no contenia sino ceniza; estos hechos es- plican también las combustiones espontáneas que suelen presentarse en algunos buques cargados de frutos del país, de carbón de leña y de carbón de piedra. Los fuegos fátuos de los cementerios, el fuego de San Telmo y otros análogos, que se observan principalmente en parajes en que abundan las sustancias vejetales y animales en descomposición, se atribuyen al hi- drógeno fosforado y sulfurado, aunque según algunos autores para in- flamarse estos gases, para formar llama, requerirían la aproximación de un cuerpo en ignición, pero trayendo á la memoria lo que pasa en los grandes depósitos de ceniza, cualquiera que sea el tiempo que tengan, no es difícil reconocer que las circunstancias que rodean los hechos son complejas y que entre los diversos elementos que se encuentran reuni- dos no faltan algunos que les prestan la chispa que les es necesaria para inflamarse. El Dr. Tardieu trae la siguiente lista de las materias mas suscepti- bles de inflamarse, tomada de Chevalier:—l °el trigo en monton hú- medo; 2 ° calé melido; 3 o la cebada germinada; 4 ° la achicoria tos- tada; 5 o el cornezuelo tostado; 6 ° las cenizas de carbón amontonadas; ° los huesos cubiertos de negro animal; 8 o el cacao tostado; 9 ° la ropa recien planchada y amontonada; 10 ° el aserrín de madera; H ° las harinas; 12 ° los cables amontonados; 13 ° las balas de lino y algodón; 14 ° las yei’bas hervidas en materia grasa; 15 ° el tabaco en rama; 16° la madera podrida; 17° los ácidos enérgicos en contacto con materias orgánicas; 18 ° ios fósforos, y 19 ° los mistos. En cuanto á los medios que se han propuesto para apagar los incen- dios y en particular las preparaciones químicas que se destinaban al fue- 552 LECCIONES go, se han proscrito en su mayor parte, por haberse reconocido que son mas bien perjudiciales que útiles. Sin embargo, repetidas veces se ha preconizado usar para apagar los incendios, agua que tuviera en disolución sustancias capaces de dismi- nuirla combustión, pero la opinión del Señor Tardieu, es que, á pesar de algunos resultados que parecían ser de buen éxito, no tienen un va- lor probado y positivo, y su aplicación ademas sería muy limitada por la imposibilidad de procurarse esas sustancias en cantidad suficiente y máxime si el agua de que se hecha mano para apagar el fuego, es la que se encuentra en circulación para la distribución en el municipio. lío obstante, si en un incendio se puede emplear agua salada, esta apaga mas pronto el fuego que la que no lo es, por la razón que es menos pura queladulcey esta al descomponerse por la acción del calórico, da oxigeno en abundancia que enciende mas ó estiende el incendio. El agua para que dé buenos resultados en tales casos, es necesario que sea en abundancia. Hay ciertos cuerpos como los aceites que una vez inflamados no se apagan con el agua porque sobrenadan y así para apagar los aceites inflamados y el kerosene, es mas eficaz emplear la arena ó la tierra que se mezclan con ellos, los absorven ó impiden el contracto del aire en gran parte. Para parajes confinadas está el aparato del Coronel Paulin y para penetrar en medio del fuego los aparatos propuestos por Aldini llama- dos incombustibles y compuestos de tejidos metálicos y de amianto pero el Dr. Dujardin ha propuesto usar préviaraente el vapor de agua ó aci- do sulforoso ó humo espeso y nn hace mucho tiempo por cierto que he- mos podido presenciar aquí algunos ensayos, pero que no han dado re- sultados concluyentes. Vamos, sin embargo á indicar algunos de los procederes preconizados, bien que ellos hayan sido propuestos principal- mente para los buques. Tenemos en primer lugar el proceder de Babcock que consiste en tener recipientes con bicarbonato de sosa anhydro y en un punto accesible por el exterior, se tiene una botella ó recipienta frá- gil con ácido sulfúrico y el ácido carbónico que en el acto se produce y en gran cantidad se proyecta en el espacio confinado cuyo incendio se quiere sofocar. El proceder del Sr. Tellier consiste en usar el azufre, pero este es un agente peligroso puesto que es un gas irrespirable y que es inflamable sobre todo. Thompson ha aconsejado emplear el ácido car- bónico y el vapor de agua, pero es difícil tener á la mano estos elementos fuera de casos especiales. DE HIGIENE 553 En la imposibilidad de hallar un agente mas eficaz que el agua en abun- dancia, muchas personas se han dedicado á buscar preparaciones capaces de volver ininflamables los materiales que se emplean en las construccio- nes y numerosas esperiencias y resultados importantes permiten esperar que se consigan los resultados que se buscan, lo que constituiría un ver- dadero progreso. Wersmann y Oppenheim, dice Tardieu, en un trabajo interesante presentado ála Asociación británica en 1859 y que Chevallier ha hecho conocer, trae un resumen de cuanto hasta entonces se sabia al respecto. Los ensayos de este género datan del último siglo y han consistido en un principio, en e) empleo de disoluciones salinas, alumbre, bórax, vi- triolo. Gay-Lussac había aconsejado el fosfato y sulfato de amoniaco y dichos Señores le acuerdan la preferencia. Hay un proceder de un Sr. Jackson, para las maderas, de fecha re- ciente que se ha visto que es eficaz, pero se ignora cual es la sustancia que se emplea y hasta ahora parece que el proceder de Baucheriey el uso de un barniz de silicato de alúmina, es lo mas eficaz que se ha encontrado bajo este punto de vista. Otros autores han aconsejado el empleo de aparatos eléctricos adver- tidores é despertadores, que sin duda alguna son susceptibles de perfec- cionamientos y capaces de prestar importantes servicios. Debemos hacer presente, antes de terminarlo relativo á este punto que en la mayor parte de los grandes centros de población hay compa • nías de seguros sobre incendios que tienen bases muy diferentes; unas hay que solo garanten para los casos de incendios no intencionales y espontáneos, bien comprobados y otros garanten contra todo incendio cualquiera que sea su causa y toman la personería del propietario para perseguir al malhechor. En el Congreso Internacional de Higiene, de salvatage y de Economía Social los incendios y Ja manera de evitarlos principalmente en la mar, entraban en su programa y los Señores Abel y Percy, miembros de la sociedad real de Londres presentaron una memoria y el señor Barrow, fué el miembro informante. En definitiva no se ha descubierto hasta ahora ningún medio heroico para prevenir estos accidentes. El Sr. Tardieu trae al final de su artículo sobre incendios la tabla demostrativa hecha por los SS. Wersmann y Oppenheim, del valor com- parativo de las varios sales empleados para hacer incombustibles los te- jidos y la ponemos á continuación por el interes que ella despierta. 554 LECCIONES Tabla demostrativa del valor comparativo de las varias sales EMPLEADAS PARA HACER INCOMBUSTIBLES LOS TEJIDOS. Nombres de las Sales Cristali- zadas Anhidras Observaciones 8 6,2 10 ■j 27 /-Deterioran los tejidos. 12,6 6 10 5,4 No es bastante eficaz ó es dema- Bórax 25 13,2 15,5 siado volátil. Destruye los tejidos á una tem- peratura + 212Fath. (100 C.) Perjudica el aspecto delátela. No es bastante eficaz. Silicato sódico. » Fosfato id 80 32' » No basta disolución al 72 QlO- Destruye las indianas. Bisulfato id 20 18,5 Sulfito id 25 10,3 Tungstato id 20 16 Recomendado por ser la única sal que permite planchar las telas. Malo. Bstaxmato id 20 15,19 Cloruro de sodio » 9 |Las disoluciones concentradas / sor insuficientes. Id de potasio a y> Cianuro de potasio » Sesqui, carbonato de amo- niaco )) No ruede servir. Biborato de amoníaco Fosfato de id Fosfato amónico-sódico .. . Sulfato de amoníaco Sulfito da id Cloruro de amonio. 5 » 15 7 10 3.6 10 9,8 6,2 9 25 Destruye las telas á -j-lOO C. Bueno, pero caro. Caro y apenas eficaz. j Delicuescentes. loduro de id )) 5 ¿-Demasiado caros. Bromuro de id 5 Urea 40 J Mezcla de Touret )) 12 Buena, pero cara. Poco eficaz. Cloruro de bario )) 50 Id de calcio Id 7 10 Sulfato magnésico, 50 24,3 7,7 18 Poco eficaz. Destruye el tejido. | Poco eficaces y destruyen el te- j jido. Id alumínico 15 Alumbre potásico 33 Id de amoníaco Sulfato de hierro.. . 25 53 13 28,8 10 Id de cobre 18 > Venenosos. Id de zinc 20 11,2 5,8 4.6 4.7 r Cloruro de zinc 8 Delicuescentes. | Se vuelve amarillo en contacto j de aire. Deteriora el tejido. Proto-cloruro de estaño ... Froto-cloruro de estaño y sal amoníaco 5 6 Bicloruro de estaño y sal amoníaco » Habiéndonos ocupado con la suficiente detención de la electricidad en la higiene privada, no tenemos que volver sobre ella yen la próxima reunión nos ocuparemos déla urbanización en general. detención déla electricidad e n DE HIGIENE pE la en general Señokes: La cuestión de la urbanización tiene entre nosotros un carácter de Actualidad y de interés, por lo tanto, que rara vez se presenta en las °tras nacionalidades, así es que vamos á estendernos un poco sobre este tema y á procurar señalar las principales ideas que se deben tener Presente en la creación de nuevos pueblos. Tenemos en la República y principalmente en la Provincia de Buenos ■Aires, una inmensa estension de territorio, de suelo fecundo y virgen a la vez, que espera la erección de infinitos centros sociales que pueblen ¡As dilatadas llanuras, el inmenso despoblado, de clima suave y benigno, fine está llamando á su seno la población exhuberante de la Europa. Pero, si por un esfuerzo de la imaginación, suponemos esas pampas ya sembradas de pueblos florecientes y pensamos en la salubridad de fine van á disfrutar, tras un largo intervalo de tiempo; si tratamos de Averiguar cual haya de ser su estado higiénico, cuando la población se Aglomere en ellos, el ánimo no encuentra sino cuadros luctuosos, por la que ha presidido ásu fundación y por los inconvenientes e°n que van á tropezar cuando se haga necesario su salubrificacion, Seguu los sistemas modernos. Esos inconvenientes, desde ya se puede itacir que van á ser insuperables y esto equivale á decir, que esos pue- bl°s que se van formando tan rápidamente y que hoy miramos tan e°Daplacidos, van á ser con el tiempo semilleros de malos, generadores be enfermedades, que van á sembrar el luto, la desolación y la muerte eHtre sus moradores. ¡ Ojalá que tan fatídico vaticinio no se cumpla ! ¡Ojal á que estos temores que abrigamos fueran desprovistos de funda- mentos! Desgraciadamente; cuanto mas meditamos en las condiciones higiénicas de que van á disfrutar en un iuturo próximo, mas nos alar* >os y tememos más por la suerte que les espera á los nietos ó Quietos de los actuales pobladores y ála tercera ó la cuarta generación 556 LECCIONES de los que funden los nuevos pueblos. ¿ Qué vemos que así nos alarma ? Yemos el suelo y el subsuelo sin declives y saturados de de veneno y de materia orgánica en plena descomposición, generando tifus, disenterías, viruela, escarlatina y sarampión de carácter maligno; vemos los pueblos en sitios bajos, mal orientados; vemos sus calles estrechas; sus edificios robando el aire á la población; sin mas agua pai’a sus necesidades que las que el cielo les depara, en lluvias cada vez mas raras; vemos esos pueblos sin obras posibles de canalización subterránea para alejar de su centro las materias deyectibles, las bazofias, es decir, todo lo mas anti-higiénico que puede concebirse y que es posible acu- mular en un centro social. La culpa de todo esto, la vemos en la mala elección de los lugares y en la creación y fundación de pueblos sin consultar á la higiene, que debería ser la que presidiera todos estos actos, en que se halla comprometido el porvenir de muchas generaciones. La topografía de la Provincia, lo vasto de la llanura que forma nuestra pampa-, la falta de rios y de accideutacion del terreno; las inundaciones ocurridas en muchos de ellos y no ha mucho tiempo; el sistema primitivo de letrinas que se usa que no puede menos de infestar las aguas subtarraneas, únicas de que pueden echar mano para las necesidades de la vida todo nos está revelando, el poco tino, la poca ciencia, diremos, con que han sido elejidos los puntos para la erección ó übicación de los pueblos y esto mismo á la vez, es lo que autoriza mis temores y vaticinios, pues esta es la situación de casi todos los pueblos decretados en estos últimos tiempos. Condenado el hombre, según la bíblica sentencia, á regar el suelo con el sudor de su frente para obtener su sustento, necesita luchar contra las inclemencias, contra las intemperies y las vicisitudes atmosféricas, porque su vida se halla incesantemente espuesta á la acción óal influjo de esos agentes, que ponen en grave y sério peligro su salud y su exis- tencia. Para evitar esas transiciones del medio ambiente, desde los mas remotos tiempos á que alcanza la historia, le vemos precaviéndose contra ellos, ya buscando un abrigo en las concavidades délas peñas á ejemplo délas fieras ó ya, como se vé en los pueblos casi salvages, construyendo cobertizos, tolderías, tugurios, aduares, ranchos, etc., ya usando de vestidos proporcionados al clima, porque á la verdad, el hombre, no está organizado para poder resistir á las influencias de todos los medios en que puede vivir, se agita y muere, sino en climas benignos ó templados, en determinadas latitudes. Sus funciones de calorificacion'pues y su piel, casi sin vello, le obli- DE HIGIENE 557 gan á buscar un abrigo y vestidos con que sustraerse á esas influencias, con que neutralizar las acciones alternativas cuotidianas y estacionales. Por esto, la lanuda ó vellosa piel de un animal ó un toldo, fueron los primeros medios opuestos contra esas influencias en las llanuras, como d hueco de una peña, las ramas frondosas de una planta óel carcomido tronco de un árbol, han debido respectivamente, ser su morada pre- dilecta, según las circunstancias topográficas. Mas tarde, cuando las reuniones sociales fueron una necesidad, cuando se constituyeron las familias y comenzaron á disfrutar de la vida social bajo la forma elemental del gobierno patriarcal, (según la creencia mas razonable), cuando dejaron de llevar una vida nómada y fine el cultivo de la tierra les hizo amar la estabilidad, según la pro- misión que el sue!o les ofrecía, entonces comenzaron las agrupaciones Urbanas con arreglo á los climas, á las latitudes, á las condiciones de terreno y á los peligros que mas los amenazaban. Como el vestido, hemos dicho, que la habitación, es un medio artifi- cial destinado á abrigar y á protejer al hombre contra las vicisitudes del tiempo y sus revoluciones, la habitación hemos dicho, es como un clima cu medio de otro clima, que el hombre se fabrica y al que lleva por imitación, los elementos artificiales que se asemejan al que apetece ó desea. Además, el hombre es un ser eminentemente social y al reunirse en sociedad ha buscado reemplazar la debilidad individual, la insuficiencia personal, para así contrarrestar y sobreponerse á los peligros, reunién- dose al efecto ó formando uAtodo, una fuerza, una unidad colectiva. Las poblaciones regulares y ordenados, conjuntos de habitaciones, íiiera de esa defensa contra los peligros comunes, defienden también y mejor que aisladamente á los pobladores, de las influencias nocivas del atmósfera; modifican las cualidades de ella y los preservan de sus mflujos, como no podrían efectuarlo en detalle. La acción pues de los centros sociales es mayor, mas completa y mas eficaz que la de las habitaciones aisladas. Lodemos decir que de estas consideraciones surje ya este primer Precepto, u dirijir la urbanización de manera que coadyuve al bien estar los habitantes precepto 6 fin á que se encamina todo cuanto vernos á esponer. El ingeniero Cerda según el Dr. Monlau, z’eune todo lo relativo á la Urbanización en este epígrafe sentencioso: u Independencia de la vida e,n el hogar; independencia del hogar en la urbe—independencia de los diversos géneros de movimiento en la vía urbana—Rur izad lo urbano;— 558 LECCIONES urbanizad lo rural—Replete terram. A renglón seguido agrega el Er. Monlau: mas á pesar de ser esto lo que dicta el buen sentido, no parece sino que nos falta tierra para edificar, y que tenemos que llenarla; nuestras poblaciones, nuestras viviendas colectivas, á pesar de las modernas reformas, no responden, ni con mucho, á las sensatas exi- gencias de la mas vulgar higiene. El progreso, la civilización, como el espíritu individual, no procede por medio de saltos y asi no debemos estranar que no haya sido la higiene la que ha presidido á la formación y planteacion de las ciudades, por regla general. La historia nos dice ó nos revela, que unas veces ha sido una clase de interés de diverso origen, otros veces la necesidad de la defensa la que ha determinado la übicación délas poblaciones y demas circunstan- cias; otras veces ha sido la necesidad de la guerra agresiva; las necesida- des industriales otras veces en fin, las comerciales, las que han decidido la situación de loa centros sociales, centros que luego han prosperado por diversas causas que por su misma multiplicidad y diversidad no es dado detallar. El rol de la higiene con relación á las ciudades existentes, no puede ser otro que tratar de paliar los vicios de origen, minorar los males que la imprevisión ha hecho desarrollar y crecer y por consiguiente su eficacia para conseguirlo, está subordinada á mil problemas, que debe resolver en cada caso y según las circunstancias de cada ciudad. En las ciudades futuras, en los nuevos centros que conmienzan á formarse, el papel que tiene que llenar la higiene, es proveer todo para el porve- nir, de manera que las generaciones venideras no tengan que reprochar- nos el que, en vez de preparar ó erigir un centro de vida, les hayamos mas bien preparado una prisión, un patíbulo, un lugar de sacrificios, en que se pague con la vida de inocentes, la poca meditación, la negligen- cia de los gobiernos y délas legislaturas que los decretaron sin consultar á los hombres de la ciencia. Algunos hay, debemos decir, con relación á los pueblos de la Amé- rica que fué española, que reprochan á los fundadores, la ma!a elección que hicieron para erijir los centros urbanos, pero con una inmensa mayoria de autores y mas que nada, teniendo en cuenta los múltiples mo- tivos que determinaron las übicaciones de esas posesiones, debemos decir, que los españoles se han distinguido en el nuevo mundo por la acertada elección que han tenido de las localidades para la erección de las ciudades por regla general y debemos agregar, que las críticas y reproches que a yeces se han hecho oir, ó son apasionadas, ó son sin fundamento, pro- DE HIGIENE 559 venientes de no analizar detenidamente el complejo cuadro de causales que la creación de todo pueblo tenia para ellos. En los casos en que la higiene es llamada á determinar la übicación y urbanización de nuevos pueblos, debe señalar las condiciones y cir- cunstancias mas aparentes, con pleno conocimiento de los aires, las aguas y lugares. El estudio que vamos á efectuar nos dará las premisas para la resolu- ción del problema que entraña la fundación y erección de un nuevo pueblo. Entre nosotros, en que á cada momento se decreta la übidacion y ur- urbanizacion de un nuevo pueblo por los motivos anteriormente indicados hay un ancho campo para aplicar los conocimientos que vamos á adqui- rir y por ese mismo interés de actualidad, que hemos señalado, no es- trañen que nos estendamos en este estudio, como hemos dicho, entrando en pormenores que tal vez por el momento les parezcan excesivos, pero que la esperiencia les demostrará mas tarde, que ha sido con sobrado fundamento que hemos insistido tanto en los detalles. En nuestro pais hay una gran dificultad y es la de hacer sentir á los gobiernos la conveniencia y necesidad de consultar á los hombres de la ciencia para la erección de los nuevos pueblos, que es lo que la razón ilustrada aconseja, cuando no median intereses mezquinos y aje- nos ála honra de una buena administración, yla practica viciosa que hay, consiste en nombrar un simple agrimensor para un asunto de tanta magnitud, de tan inmensa trascendencia. Esperamos que algún dia se reforme esta práctica viciosa y per- judicial. Cuentan las crónicas que los antiguos, antes de decretar la fundación de un pueblo, estudiaban los aires, las aguas y lugares, con los medios á su alcance, concurriendo á estejaoto, todos los gremios y funcionarios públicos de las ciudades inmediatas 6 de los ejercites y terminaban los sacerdotes por sacrificar víctimas de las que habitaban esos parages, Para reconocer por sus entrañas, la acción combinada de esos tres Cementos ó medies, pues para ellos, era esto de inmensa trascendencia yse tomaban un ímprobo ó penoso trabajo. Tanta mollis erat Romancen Pondere gentes. Eas consideraciones mas generales que deben tenerse presente en la Creacion de nuevos pueblos, se pueden encerrar en las siguientes, á que dedicaremos algunos párrafos: Io la situación; 2° el altura; 3 la °rientacion; 4 o la configuración; 5 ° la composición geológica del suelo y 6° la hidrografía. 560 LECCIONES 1 ° Comenzaremos por la situación ó posición. La situación délas ciudades, dice con muchisima razón Eonssagrives en cualquiera época que hayan sido fundadas, ha sido siempre determi- nada por un interés, aqui de defensa, allí de agresión y en otros parages por la industria ó el comercio. En la edad media yen las ápocas de lucha armada, los dos primeros motivos de elecion de una localidad han prevalecido sobre el último, que es el que domina en la actualidad. La posición, diremos compendiando á este autor, influye notablemente sobre la salubridad, puesto que sobre ella, que es la resultante, obrarán las condiciones climatéricas y topográficas, ó sea, el medio en que va á estar situada y de ella resultarán la higiene ó salubrificacion, el sanea- miento de que va á ser susceptible, las mejoras que se podrán introducir en el medio interior, en la atmósfera local de que' van á disfrutar sus habitantes. Estas diversas condiciones van á concordar entre si 6 á compensarse y si hay un mal topográfico, debe procurarse que no vaya él á ser agra- vado por las demas circunstancias que van á originarse con la erección de las moradas y con su ayuntamiento que constituye el pueblo, la villa, etc. Las ciudades existentes se pueden dividir con relación á su situación ó posición en: 1 ° ciudades en llanura; 2 ° ciudades en valles; 3 ° ciu- dades litorales ó fluviales; 4 ° ciudades marítimas; 5 ° ciudades lacus- tres y 6 ciudades palustres. Vamos á recorrer ligeramente las bondades y los inconvenientes y peligros que cada una de estas situaciones tienen ó presentan de mas notable. Comenzaremos por las ciudades en llanuras ó llanos. Se da el nombre de ciudades en llanuras ó llanos, á las que están si- tuadas en terrenos planos, poco elevados sobre el nivel general de lo® terrenos adyacentes ó de las cercanías, terrenos casi horizontales y sin grandes acidentes. Las ciudades que tienen tal situación se pueden estender fácilmente en todas direcciones, sin obstáculos en la configuración del suelo quo opongan á ello. Esta clase de ciudades están abiertas á todos los vientos y comunmeO' mente se hallan á corta distancia de rios ó arroyos navegables y tal v®2 la única escepcion en los cinco continentes, es la disposición de nuestra pais que es una planicie inmensa, con una suavisima pendiente de Norte á Sud y del Oeste al Este, asi es que la vista, en esas soledad6® DE HIGIENE de las pampas, no se Te ninguna accidentacion notable del terreno sino mas alia de cien leguas de la capital de la provincia. Las tierras de los llanos, esceptuando las de temperaturas estremas de frió y de calor, son por lo común de pan llevar, esto es, propias para el cultivo ysu origen es aluvionario por regla general óes un antiguo mar desecado por la acción de los tiempos y revoluciones del globo. Las condicones telúricas son muy apreciables y muy buenas—pero vamos á indicar algunos de sus inconvenientes, que son peligros para el futuro y fuentes de males terribles para el porvenir, sino se trata con tiempo de conjurar el mal. Tales poblaciones están condenadas á ser siempre de segundo orden, nunca podrán pasar de ser poblaciones rurales mas ó menos industria- les pero de un comercio difícil, es decir, que les faltará el elemento prin- cipal del progreso la adaptación para todos los medios de viabilidad. Todo esto se deduce de su misma situación. El exceso de población en tales ciudades aumentaría los males que en- cerraría en su seno, la falta de circulación para todas las materias que deben salir por las cloacas de las ciudades, la falta de corriente para las aguas. Tal es el triste porvenir de la mayor parte de nuestros pueblos de campaña. Es cierto que la higiene señala los medios de remediar estos males aun en terreno llano, pero, tendrá que pasar mucho tiempo antes que haya en cada una de estas poblaciones los recursos necesarios para emprender las costosísimas obras que su estado requirirá y entre tanto, las epide- mias y endemias consumirán á sus habitantes. Los residuos de la ciudad podrán ser fácilmente destruidos ó vueltos inocuos, pero, y las aguas, inclusas las de lluvia, ¿á donde irán? Lo que han de producir estancadas, son las endemias y epidemias. (2. ° Ciudades en valles) Las hondonadas de terreno que constitu- yen los valles, bajo el punto de vista higiénico, hay que distinguirlas según su latitud, según su elevación y según su tamaño ó estension y configu- ración. Por regla general, los valles son siempre muy fértiles, los situados en los trópicos óen su proximidad tienen una vegetación arborescente frondosa y muy abundante, que contrasta con los otros sitios de igual latitud. Podemos decir que son verdaderos oasis en los trópicos. Los montes ó bosques que los circundan templan el rigor, la incle- mencia de la insolación y jamás falta en esas hondonadas una corriente LECCIONES de agua desprendida de las alturar—el hombre vive pues en ellas cual si habitara un clima de temperatura menos estrema que la que le da su latitud; las influencias que tales valles ejercen, sobre la salud de sus habitantes, están subordinadas á los aires ó sea al atmósfera que respiran, mas ó menos descompuesta, á la calidad de las aguas y á la ventilación. Cuando tales valles son espaciosos las poblaciones pueden crecer con facilidad y aunque con alguna dificultad es posible establecer la circula- ción continua, aunque á inmenso costo. Las ciudades en tales valles pueden ser agricultoras y manufactureras, aunque por la misma bondad del clima son poco activos sus habitantes. Los valles en los climas fríos son habitables según la dirección y altu- ra de las cierras ó montes que les forman y según el abrigo que prestan á los vientos dominantes, hay fertilidad en estos valles abrigados y las amplitudes de temperatura son menos fuertes. Los habitantes son activos é industriosos como todos los de los climas fríos y donde hay activividad allí está la civilización y el progreso. En los parages intermediarios á estos climas estremos, los valles y las poblaciones en ellos edificadas, participan délas influencias determinadas por la meteorología, geología ó hidrografía. Según la elevación—Porque los valles muy encajonados por colinas, cierras 6 montañas notieneu ventilación y son diezmados por miasmas y efluvios. Respecto al tamaño ó estension de los valles no nos detendremos pues á primera vista se comprende que en los pequeños no se pueden formar grandes poblaciones y de los demas nos hemos ocupado ya. Según la configuración—ün valle ancho y dilatado reunirá las mejo- res condiciones que en tales terrenos se pueden desear; un valle estre- cho, según la dirección de los vientos, será mas ó menos ventilado y según su posición recibirá mayor ó menor cantidad de rayos solares que así como vivifica los árboles y plantas, asi es la influencia que ejerce sobre lo físico y moral del hombre. En las poblaciones sobre valles es donde en mayor proporción se nota el coto, el cretinismo y la idiosía, la hume- dad, la falta de sol, las aguas de nieve de que se sirven sus habitantes, la falta de yodo en el aire, y aguas y el carácter dolomítico del suelo, tales son las causas á que se atribuyen esos males. De las ciudades litorales ó fluviales— Consideraremos de acuerdo con el uso y el origen la palabra litoral como sinónima de fluvial y con ellas designaremos las poblaciones situadas en la inmediación de las corrien- tes de agua que forman los rios y arroyos. Las ciudades ribereñas tienen las ventajas é inconvenientes délas marí- DE HIGIENE 563 timas bajo el punto de vista l.° de la temperatura, 2:° pureza del aire, 3°. humedad del atmósfera, 4. ° régimen anemológico 6 de los vientos y 5. ° de las emanaciones á que la? aguas pueden dar lagar. Teniendo la República tantos pueblos ribereños nos conviene estudiar esta situación con todo el interés que puede despertar entre nosotros lo que de tan cerca nos toca y á que se halla ligada el adelanto y pros- peridad del país. Los pueblos del litoral son los mas florecientes, son centros comer- ciales y el comercio es la principal palanca de la civilización y adelanto material y moral. Los rios son las arterias de la circulación comer- cial. Gran predilección se ha notado siempre en todos los pobladores á situar las ciudades en las márgenes de rios y arroyos; fácil es darse cuenta de esta predilección, 1. ° por la facilidad de las comunicaciones, 2. ° por la defensa ó baluarte que de suyo constituye un rio y 3. ° por la utilidad de las aguas potables abundantes, para las necesidades de la vida y de la industria. Examinemos las ventajas é inconvenientes de los pueblos ribereños bajo el punto de vista higiénico, ya que bajo el económico se presenta tan favorable. Temperatura Los rios son agentes de ventilación y la determinan por el movimiento de sus aguas y según la dirección de su corriente que hace desalojar una columna de aire del ancho de su cauce—es pues un vasto aparato ventilador aparato ventilador que tiene ademas la pro- piedad de dar al aire la humedad necesaria para mitigar ó disminuir los efectos de la insolación en verano y producir lluvias en invierno. Pureza del aire —Hemos hablado antes de las colonias marítimas y de sus ventajas y entre ellas hacíamos notar la moderación en las ampli- tudes que favorecia la vegetación y donde existe vegetación y ventila- ción no puede menos de ser el aire puro, no habiendo pantanos y teniendo corrientes el rio. La humedad cid aire—Es determinada por la evaporación y ésta á su Vez es determinada por la calefacion de las costas, por la temperatura que las aguas traen, corriendo de latitudes mas próximas al ecuador y por la gran avidez del aire seco para impregnarse de cierta cantidad de ella. Régimen anemológico—Los vientos determinan hasta cierto punto las corrientes de los rios y las corrientes rápidas de los rios determinan á su Vez corrientes de aíre contantes—esto se vé en los manantiales y fuentes, y es sabido que en los trópicos, asi como son de terribles las calmas, así 564 LECCIONES suele ser la impestuosidad de los vientos y así son las aguas de torren- ciales. Emanaciones á que las aguas pueden dar lugar—Cuando no Hay pen- diente en el terreno y las aguas forman como un lago ó laguna, pueden tomar las cualidades nocivas de las estaguantes y dar lugar al despren- dimiento de efluvios y miasmas de diversa naturaleza, pero siempre dañosos. Lo mismo sucede si el rio ocasiona desbordes ó inundaciones periódi- cas que depositan limo sobre la tierra y en el que el sol determina descom- posiciones palustres. Hay una doble condición que deben conservar siempre los pueblos ribereños, si no quieren verse diezmados por flagelos generados ante sus mismos ojos; conservar limpio el cauce de Jos rios y espedita la corriente y segundo, guardarse y cuidarse, de que no se ensucien las aguas con las deyecciones de cualquier naturaleza que sean. Hay negligencia olvi- do y dejadez entre nosotros á este respecto. Cuanto mas próximo están las ciudades á la cuna de un rio, son mas salubres en igualdad de circuns- tancias que las situadas á distancia mayor. Las razones son obvias—Las situadas mas próximas al origen ó cuna, son mas elevadas y el agua de que Hacen uso es menos sucia. Las inmundicias ó deyecciones de toda naturaleza que les rios acarrean se conoce en Higiene con el nombre de ■polución de los rios y sobre elle Hay que llamar seriamente la atención de nuestros gobiernos. En las memorias de la Junta de Sanidad me He ocupado algo de esto; hacia notar la diferencia que de año en año se Hacia notar en la cantidad de materia orga'nica en nuestras aguas y no podía menos de atribuirlo á tres causas de impureza que iban en progresión ascendente determinando ese efecto—l °el aumento de comercio, de navegación, todos cuyos resi- duos iban á los rios; 2. ° el aumento de población en los pueblos situa- dos mas al Norte, aumento que va acompañado de su cortejo de deyec- ciones de todas clases que las infiltraciones 3 las corrientes de las aguaB de lluvia llevan al río en cada localidad; causa de impureza de inmensas consecuencias y 3. 0 el número de saladeros y lavaderos cuyos residuos van á él también. Como se comprende, llamaba seriamente sobre ello la atención ctel Gobierno, pero los Gobiernos son sordos y hay entre nosotros un mal inveterado que parece mal de raza, ello es que las cosas, solo se Hacen al impulso premioso de las necesidades. Entre tanto, los males van en aumento, el agua en Buenos Aires es DE HIGIENE 565 altamente nociva por la cantidad de materia orgánica; dentro de poco el agua será aquí, como un cálido frió de ocho dias. Pasaremos á ocuparnos de las ciudades marítimas 6 pelágicas de pielagus mar. Ciudades pelágicas ó marítimas—Estas ofrecen las ventajas é incon- venientes de las situadas á orillas del mar, de la compleja influencia que sobre las costas ejercen las corrientes marítimas y ademas las que son un efecto déla localidad y de los detritus urbanos que en las costas se derraman y que el flujo y que reflujo de continuo arroja en estado de des- composición. El aire del mar actívalas funciones orgánicas déla economía humana, tal vez es debido esto en gran parte al Ozono, que se ha hallado que está en cantidad mayor en el mar y que va en diminución hasta los valles. -No entraré á repetir las propiedades del Ozono, que si activa en de- masía las funciones respiratorias como comburente, es inflamatorio de las vías respidatorias. Las ciudades marítimas pueden estar mas menos inmediatas al mar; y puede este dejar en sus movimientos al descubierto costa, ó no dejar. Euera de las influencias de la altura y latitud, estas circunstancias ejercen también las suyas. Las ciudades inmediatas al mar, tienen el clima marítimo que ya hemos estudiado, independientemente de su longitud y latitud y como van á parar al mar sus deyecciones, es según los movimientos de este, que es el estado de salubridad local. El flujo trae las materias orgánicas en descomposición con sus emana- ciones y el reflujo las abandona en la playa en que la insolación activa su putrefacción; de este cuadro no puede menos de desprenderse miasmas flajelos y epidemias. En los climas cálidos esto favorece el desarrollo de la fiebre amarilla; por otra parte los puertos de mar están mas espuestos á la importación de los flajelos. Las ciudades marítimas se hallan comunmente al pié de colinas ó Contarías y esto determina en ellas cambios atmosféricos que son agre- sivos, sino son dañosos para la salud. Lo mismo pasa con las ciudades que no están precisamente sobre el pero que sufren las influencias de las varias circunstancias que hemos recorrido. En igualdad de circunstancias geográficas, estas son mas salubres que las otras. 566 LECCIONES Como han podido Yds. notarlo, es ála falta déla circulación continua que la higiene atribuye la insalubridad de las ciudades y esta es en efecto Ja preocupación de todos los higienistas en el dia. Ciudades lacustres—Llámase ciudades lacustres las situadas al borde de lagos, ó construidas sobre pilastras y mas ó menos surcadas por canales. La característica de estas ciudades es comunmente la humedad, las nieblas, la ausencia de polvo y la influencia palustre. Con rarísimas esepciones las ciudades lacuestres tienen muchísimos puntos de analogía con las ciudades palustres. Entre nosotros la Boca, Barracas y las islas anegadizas y aun el Tigre y las Conchas, pueden ser consideradas como poblaciones lacustres y palustres á la vez. Por lo general, todos los parages indicados reúnen las condiciones de las poblaciones palustres y no debemos esperar que continúen siendo tan sanos como lo son en la actualidad y la salubridad de todos los parages que acabamos de indicar, por mas que se haya dicho en contrario cuando la fiebre amarilla el cólera y en la cuestión saladeros, son de una inocuidad completa sobre la salud, como podemos en cualquier momento comprobarlo por estar á mano. Seria una tarea que nos alejaria mucho de nuestro objeto entrar a examinarlas circunstancias que en la actualidad mantienen su salubridad á despecho de sus malas condiciones higiénicas y de los vaticinios a priori y á posteriori de la ciencia. Les señalo á Yds. el punto como de inmenso interés y como digno de estudio. Ciudades palustres.—Los pantanos, las ciénagas, lodazales, estanques tembladerales, tacuruzales, médanos, marismas etc. los suelos vírgenes compuestos de infinidad de generaciones de vejetales, estas son de las causas productibles de los miasmas palustres, es decir, los que resultan de la descomposición de las materias orgánicas vejetales y animales. Las poblaciones situadas en tales parajes son las palustres—pero hay otras poblaciones que pueden equipararse á esos sitios por muchos puntos de contacto que con ellas tienen y por sus efectos sobre la salud. Entran en estas categoría las ciudades cuyo sub-suelo es un foco ó fragua perenne de descomposición de materia orgánica, las calas de algunos buques, las ciudades sujetas á inundaciones de aguas cargadas de limo— por estas causas se Yen aparecer en todas estas localidades fiebres perfectamente carácterizadas é iguales á las que dan origen los pan- tanos. Y esto no hay que estrañarlo pues la simple remoción del suelo da lugar á fiebres ó á una influencia febrigena; los trabajos que aqui mismo se efectúan en la presente estación, en que no hay gran fermentación DE HIGIENE 567 por falta de temperatura ejerce esa influencia, como lo comprueba la- grippe ó la existencia de las fiebres que vienen acompañadas de dilatación de las pupilas y de una curbatura mas ó menos pronunciada, lascitud, caimiento, postración etc. Esos mismos efectos de las emanaciones se han notado en todas partes y por cierto tiempo. Idéntico efecto per- nicioso produce la mezcla de las aguas dulces con las saladas. Vds. han oido sin duda alguna hablar de los deltas de los rios, como temibles por los estragos que causan las epidemias que en ellos toman origen. Esos deltas, de situación tropical, son en efecto la causa de los terribles flajelos que conocemos con los nombres de cólera, peste bu- bónica y fiebre amarilla. El Ganges, el Nilo yel Misisipí son mirados como las usinas en que se elaboran esos males. ¿Como obran los miasmas palustres? Obran SS. produciendo un envenenamiento primitivo ó secundario sobre nuestra economía; este envenenamiento se manifiesta en un perio- do mas ó menos breve, según la intensidad del agente y según su cantidad, fuera de las condiciones individuales y se conoce por el mo- vimiento febril que le acompaña y que no tarda en ser seguido de la descomposición de los cuerpos humanos. Entrar en mayores detalles seria ir demasiado lejos y considero suficiente lo espuesto para que Vds. comprendan todo el peligro y perjuicio que pueden ocasionarlas habitaciones en las ciudades lacustres 7 palustres. Pasemos á examinar lo que mas de notable nos presenta la elevación del terreno ó sea el altura. El altura de las ciudades influye considerablemente sobre su salubridad y tanto es asi, que aun en dos barrios distintos de una misma ciudad, como entre nosotros en que existe esa diversidad de altura, la influencia hijiónica es muy marcada. El barrio del alto y el sanjon de matorras, pueden servir de ejemplos de lo que acabamos de decir. Las alturas son climas superpuestos en una localidad. Ea saludes el reactivo mas sensible, ella acusa cambios y modificacio- nes manifiestos que los reactivos quimicos, ni bajo el campo del micros- copio acusan, de este orden son los que las diversas alturas ejercen sobre salud general y no tan solo la salud indica osos cambios sino que señala las causas. Respecto á las alturas las causas de esas modificaciones están en la diminución de la presión atmosférica y en la de temperatura. Dividimos las ciudades en cuanto á su altura lo mismo que las divi- 568 LECCIONES dimos en cuanto á su situación y asi consideraremos sucesivamente 1 ° Ciudades en planicies altos—2 ° Ciudades alpinas—3 ° Ciudades en montañas—4 ° Ciudades en colina y 5 ° Ciudades al nivel 6de ni- vel inferior al mar. 1 ° Ciudades en planicies altas—Partiendo de la ingeniosa idea que coronara y equipara el clima de las altas planicies con climas super- puestos, podemos condensar sus particularidades: en disminución de la presión atmosférica y grandes diferencias entre la temperatura de dia yde la noche. El punto del globo mas alto y habitado es un monte del Tibet en que hay un templo Budha á 5,039 metros sobre el nivel del mar. Los otros ejemplos que se citan de altas localidades habitadas son en América, Bogotá, Panamá, Guatemala, Méjico. Se comprende que la presión atmosférica siendo de 0,760 m. sobre el el nivel del mar—á medida que ascendemos ella disminuye en propor- ción definida. Eacil es darse cuenta de la diferencia de temperatura entre el dia y la noche por la insolación durante el dia y las corrientes atmosféricas y la evaporación. En las alturas, el aire es menos oxigenado, la evaporación es activa por la distinta presión y sin embargo diré, es seco, hay pocas lluvias, el cielo es despejado y luminoso y hay muchos rocios que mantienen la vejetacion. La habitabilidad en estos parajes es probada y el aclimatamiento dura poco tiempo—los tres criterios del aclimatamiento, á saber ; 1 ° conservación de la salud y del vigor; 2 o longevidad y 3 o fecundidad, se cumplen perfectamente. Los desórdenes que se sufren al llegar a esas localidades duran poco, pues las funciones de la economía se habitúan pronto á ese medio; la respiración es mas viva y algo fati- gosa ; la circulación se acelera, sobrevienen palpitaciones, cansancio al menor esfuerzo, pesantez en la cabeza somnolencia, nauseas, vómitos, dificultad en los movimientos, sed viva, hemorragias y una gran ten- dencia á la horizontalidad, pero los primeros de los fenómenos indicados pronto desaparecen. Puño-mal de las montañas, soroco, asma de las montañas asi deno- minan el mal estar al subir alturas. Estos parajes elevados no tienen una patologia especial, el hombre vive bien en ellos—las ciudades así edificadas tienen toda facilidad para ser higiénicas, pero no nos ocupa- remos mas de ellas, por la dificultad de poder elejir esos parajes que son escasos. Ademas, esos sitios elevados se hallan todos en la zona DE HIGIENE 569 tórrida, en la proximidad de los trópicos, con escepcion del monte San Bernardo—son propias esas localidades tan elevadas para los tísicos y los convalecientes—para los tísicos porque una vez aclimatados, el pulmón trabaja menos y encuentran un aire poco oxigenado y seco, por lo tanto, las combustiones son menos intensas y dispendiosas. Los ingleses han establecido un sanatoricin al pié del Himalaya, Ciudades Alpinas— Son las situadas de 1000 á 2000 m. sobre el nivel del mar. Poco interés presentan estas para nosotros. Son posi- bles esas ciudades en latitudes poco elevadas. El clima de las alpinas es rigoroso demasiado vivo y estimulante, por tanto peligroso para con- testaras débiles. Los niños y ancianos resisten con dificultad á estas alturas y ambas cosas no son compensadas por la pureza del aire. Ciudades de montaña—Llámanse así las edificadas de 1000 á 300 m. de elevación. Su suelo, asi como el de las anteriores es impermeable. Tienen facilidad para librarse de las deyecciones y son en general de notable salubridad, el aire es puro, la atmósfera viváz y el suelo de- clive. El único inconveniente que se baila para la elección de puntos semejantes para creación de ciudades, es poca agua y poca facilidad para encontrarlas en climas templados como el nuestro. La especie humana en tales parajes vive y se multiplica con facilidad durante cier- tas épocas. Ciudades de colinas y de faldas.—Son las situadas á una altura de 300 á 50 m. Lo mismo casi podemos decir de ellas que de las de montañas, no teniendo á estas muy próximas en los climas cálidos; en los climas fríos por el contrario, las montañas en la dirección de los vientos polares es favorable les sirve de abrigo y son salumbres son también muy recomendables porque reúnen las mejores condiciones. Las ciudades de colinas son la mas salubres basta 300 m. así se- gún las latitudes se libran de la inclemencia climatéricas, son muy ae- readas— bañadas por el sol, su suelo es poco permeable y bastante de- clive, como para hacer las obras de salubrificacion. Ciudades de llanuras y bajíos.—Altura de 50 m. á 0 y bajo 0 m. El litoral de los Países Bajos se encuentra bajo el nivel del mar, de- fendido por trabajos bydráulicos. En general son mal sanos estos pa- rajes por la poca elevación del terreno que favorecen las inundaciones - d suelo es demasiado permeable y se satura de reciduos—poca decli- vidad presentan ademas en el terreno y por tanto dificultad para obras de salubrificacion. Terminamos con esto lo relativo á este punto en que nos hemos es- forzad >s en compendiar cuanto teníamos que decir en la próxima reu- 570 LECCIONES moa nos ocuparemos de la orientación de las ciudades y otras particu- laridades. pE LA PRIENTACION DE LAS CIUDADES Señores: Cuenta la historia que la ciudad de Agrigento era diezmada todos los anos por unas fiebres perniciosas que provenían de unos pantanos situados en las afueras y que penetraban en la urbe por un abra que hacia aquel punto presentaban ¡as colinas que la circundaban. Escu- chando la opinión de un sabio médico, Empédocles, tapiaron esa abertura y desde ese momento se vio libre la ciudad de esos males que Ja visita- ban todos los años, ocacionando tantas víctimas. Este ejemplo nos parece concluyente para hacer resaltar la impor- tancia que la Orientación tiene en el estado de salubridad de un pais. Antes de señalar la dirección en que debe trazarse un pueblo nuevo, es pues de la mayor importancia, es de suma necesidad, diremos, conocer la anemología de la localidad, ó sea la dirección mas frecuente de los vientos que en ella acostumbran reinar. La dirección y frecuencia de los vientos en una localidad, es motivo ó asunto de observación y es una de las ramas que comprenden las obser- vaciones meteorológicas, pero, puede ser necesario en un pais nuevo ó poco conocido, como lo era la América para los pobladores primeros, procedentes de los paises mas civilizados, yde otro hemisferio, como puede serlo para un ejército que va á campar en un pais poco conocido ó en nuestro vasto territorio, saber cual es la delineacion mas conve- niente que debe darse á un caropameuto á fin de evitar por este medio los males que suelen diezmar los ejércitos y que aunque dependen de causas múltiples, la orientación mala, la falta de ventilación, en fin, es uno délos factores principales. Como ejemplo de estos múltiples efectos, DE HIGIENE 571 recordaremos que junto á los muros de Cartago perecieron como 150,000 soldados, víctimas de las pestes y que varias veces se han visto los ejércitos en la edad media, en la necesidad de levantar los cercos ó sitiamientos de las ciudades, por las pestes, que ademas de la íalta de aseo, tenían como concausa, la mala orientación en que se hallaban acampados. Pues bien, cuando no es conocido el régimen auemolégico de un pais, territorio ó localidad hay que determinarlo por aproximación y para ello haj que recorrer los contornos, hay que fijarse en los accidentes del terreno y en las inclinaciones de los árboles y plantas y hay ademas que tener presente los Tientos reinantes en el hemisferio, según la carta de Mühry y teorías que les indiqué enjHigiene Privada y ademas, hay que teuer en cuenta las desviaciones que á esas corrientes generales y cons- tantes comunican ó imprimen los obstáculos que encuentran á su [paso, como son las cordilleras, los montes y los bosques. A primer vista esas desviaciones son imaginarias como piensan algunos autores,pero si se tiene en cuenta que el aire es un fluido eminentemente elástico y que una columna ó corriente de aire que marcha en una direc- ción dada, lo hace animada de un vis á tergo ó bien también, por una aspi- ración ecuatoriana, que le da una fuerza impulsiva en ocasiones muy con- siderable, entonces se comprenden ya esas desviaciones ó cambios de dirección, siguiendo una resultante, que Yista la configuración y dirección de esos obstáculos y la de los vientos, es fácil determinar. Ademas y consiguientemente con cuanto hemos indicado al esponer la teoría de los vientos, hay que tener en cuenta, la latitud, por los retar- dos que los vientos sufren, dada la distinta celeridad con que el globo gira. Reunidos estos datos y teniendo presente el compás ó rosa de los vientos y la brújula, se hará que las trazas ó delineaciones sean favorecidas por las resultantes, y así se tendrá la orientación higiénica, la ventilación ó la depuración de la atmósfera urbana, campamento ólo que fuere. Como se comprende y queda espresado yá, cuanto acabamos de esponer es con relación á la creación principalmente de un nuevo pueblo, y sin embargo, es aplicable también é esos trabajos gigantescos que están haciendo las poblaciones, que sintiéndose asfixiar por hallarse demasiado concentradas y hacinadas, tratan de llevar á cabo para de- sentralizar su población y dar mas aire respirable al medio interior, al atmósfera urbana. Me refiero, Señores, á los parques, paseos, boule- vares ó carreteras que se construyen en las principales ciudades y á los ensanches que se dan á la via pública, echando abajo las murallas, 572 LECCION ES cegando los fosos.etc. Ala verdad, esas obras, las viejas ciudades las llevan á cabo, buscando un desabogo para la plétora de población que tienen y [las efectúan en las direcciones que el terreno de que pueden disponer se los permite, según su configuración, pero no siempre según la dirección de los vientos mas salubres, que acostumbran reinar en la localidad. Hipócrates, en su obra mas monumental, su tratado de los aires, las aguas y lugares y que es imposible dejar de citar repetidamente tratán- dose de estas cuestiones, Hipócrates, decia, ba examinado con mucbo tino la cuestión de la orientación de las ciudades, atribuyendo el carácter y la constitución de los habitantes á propiedades derivadas de las in- fluencias de los vientos en cada localidad; al entrar en esas apreciaciones apoyables sin duda por numerosísimos ejemplos, consideraba que una ciudad orientada áun determinado viento, estele comunicaba las particu- laridades que distinguen al clima de donde dicho viento proviene. A nuestro juicio tenía muchísima razón, el Padre de la Medicina al decirlo y como comprobante tenemos lo que pasa en nuestro país con estos tres vientos: el Norte, el Sud-este y el Pampero, que vamos á recordar brevemente aunque ya nos hemos ocupado de ellos en otro paraje, pero tenemos algunas ampliaciones que hacer y conviene las recordemos prin- cipalmente en este punto. La orientación al Norte y al Noroeste en la República, tienen mayor número de inconvenientes que de ventajas para los pueblos del Norte de la República, á causa de que, el viento Norte, que proviene de la zona tórrida y tropical, encajonándose por los valles del Orenoco, del Amazo- nas y la hondonada del Paraguay y del Chaco por un lado y por otro, por dirección de las cordilleras y valle de Pamatina, Aconquija, etc., hacen que ese viento les llegue con su elevada temperatura, con su electricidad, su sequedad y emanaciones pantanosas. Estas condiciones despiertan las circunstancias de gran sequedad en el suelo yen el aire y en los indi- viduos, congestiones cerebrales mas ó menos intensas que son la causa de los fenómenos anormales que presentan los habitantes mientras ellos reinan; entre estos efectos debemos citar las jaquecas, las insolaciones, las meningitis, las fiebres cerebrales, los frenesís y hasta los crímenes, ó ataques contraías personas, ámano armada y que la estadística demues- tra que acompañan á esos vientos y á las influencias que acarrean. Los vientos del Noroeste, que vienen de la parte ecuatorial del mar pacífico, son vientos calorosos y húmedos como que proceden de lalínea marítima equinoxial, pero al atravesar las nevadas cordilleras délos An- des, dan lluvias abundantes, ó nieves y al seguir luego su curso, continúan DE HIGIENE 573 con lo único que no han dejado, su caloricidad y así son vientos secos y calientes que reinan con gran frecuencia y que desecando el suelo levan- tan nubes inmensas de polvo. Vienen luego los vientos del Sud-oeste, el Pampero en particular, viento que sopla del círculo polar con gran impetuosidad y deja en la cima de los Andes la poca humedad que trae; este viento frió es un viento bajo y seco y se suele presentar el tiempo que provoca, bajo dos caracte- res, limpio ó sucio. Bajo ambos aspectos es siempre un viento impetuoso y bajo, qne suele ocasionar grandes estragos. Su influencia sobre los habitantes es saludable y aunque es un viento frió, pero la sequedad que lo acompaña lo hace muy tolerable y bajo su influjo todo se siente revivir en el país y tras de él, viene siempre un buen tiempo que se pro- longa por varios dias. El viento del Sud-este es bajo, húmedo y frió, es también un viento fuerte y viene acompañado de una lluvia fina que suele durar por muchos dias. «Este viento y las circunstancias que lo acompañan, si no podemos decir que son malos inmediatamente, lo son de un modo mediato por la gran cantidad de humedad que dejan en el suelo y por la cantidad de mias- mas que retienen á una débil altura, que descienden con la lluvia y que luego los primeros calores, los primeros rayos del sol, hacen desprender en abundancia. En cuanto ála influencia directa sobre la salud de los habitantes, no es pues marcada sobre lo moral, pero en cuanto á ocasiona esa humedad enfermedades catarrales. Debemos prevenir que la mayor parte de las obras de Higiene son escritas en el hemisferio Norte y por lo tanto, como el reinado de los vientos es distinto y hasta contrario muchas veces, según las localidades, cuanto puedan ustedes leer á este respecto deben aceptarlo mutaiiß mu- tandis, refiriéndolo á nuestro cuadrante y al régimen anemolégico de este hemisferio. Creo no deber terminar este punto sin indicarles la opinión del señor Ponssagrives con la que nos encontramos, según lo dicho, en abierta oposición. Dicho autor, dice, en efecto: “Por lo demás, la orientación “pierde su importancia por la consideración, de que las calles entrecru- zándose en direcciones diversas, dan para cada habitación una orienta- ción perjudicial á ventajosa. La orientación general de la ciudad, es “pues una pura abstracción sin importancia real sobre la salubridad. Las cualidades de los vientos que reinan en nuestro país y sus influen- cias sobre el suelo y sobre el hombre, justifican plenamente nuestra mane- ra de ver. No hemos anotado la influencia del viento Norte sobre la criminalidad 574 LECCIONES en nuestro país, porque deseamos hacerlo con datos estadísticos incontes- tables y aun no tenemos reunidos los elementos para ello, pero lo hare- mos mas adelante, pues ocasión no ha de faltar para intercalarlo. Pasemos á ocuparnos de la Configuración ele las ciudades. La forma ó configuración de las ciudades varia al infinito en cada clima y en cada continente y aun podemos decir que varía, según la raza que las han formado. Dejemos á un lado las formas de necesidad, emanadas de las circuns- tancias del terreno, tales como arroyos, rios, montana estrecha, pié de colina, etc., y las provenientes de las necesidades de ocupación militar en antiguas épocas, en que los principales pueblos del viejo continen- te se hallaban entregados á luchas prolongadas y temerosos siempre de las invasiones de las potencias mas fuertes de su vecindad pues en esos tiempos, ni existia el derecho internacional, ni había equilibrio entre los poderes etc. Cuando han podido las ciudades desarrollarse libremente, siempre se han estendido en la dirección instintiva de la orientac 'on, en que encontraban mayor suma de Dien estar yde salubridad. Es de adver- tir en apoyo de esto, que tanto en los climas cálidos como en los templados, esta dirección, que ;hemos calificado de instintiva, es un resultado de un conjunto de circunstancias favorables para la vida de los individuos, que seria prolijo enumerar, pero que bien pueden Yds. comprender desde que saben que los vientos son las resultantes de los movimiento atmosféricos y de los obstáculos que les presentan los accidentes de la superficie terráquea ó sea la configuración misma de que nos ocupamos. Cuando se ha dado deliberadamente á los pueblos ó ciudades una configuración particular, los móviles han sido por lo general, un interés de defensa ó protección y entonces han adoptado formas geométricas mas ó menos exactas, que respondían, de conformidad también con la configuración de la localidad, á los planes estratéjicos adoptados; pero otras veces, han sido los puertos y los intereses comerciales ó maríti- mos los que han decido la forma ó configuración de las ciudades. La configuración de una ciudad no tiene ninguna influencia marcada sobre la salubridad, sino cuando esa configuración impide la libre orientación ó fácil circulación de los vientos mas agradables, ó cuando por la prosecusion de planes estratéjieoe se violenta el instinto sanita- rio; en tales circunstancias, si, la configuración puede ser un mal ó circuns- tancia agravante y perjudicial y entonces constituye eso un mal qu© DE HIGIENE debe tratar de remediarse bajo la pena que traen siempre las trasgresiones de los preceptos higiénicos. Creemos lo dicho suficiente sobre la configuración y pasaremos á ocu- parnos de la composición geológica del suelo. La naturaleza y disposición de los suelos sobre están asentadas las ciudades, tienen sin duda alguna'una grande influencia sobre la salu- bridad de las localidades y de los centros urbanos que en ellas se forman. Casi todo cuanto hemos dicho antes de ahora sobre la influencia de las localidades, es aplicable á las ciudades, puesto que es á posteriori que hemos formado nuestros juicios, es decir, de conformidad con lo que encontrábamos en los centros sociales de conocida formación geológica. La división de los terrenos ó suelos, que hacen algunos geológos modernos y que sin disputa facilita mucho esta clase de estudios por su misma sencillez, es á saber, en terrenos de sedimento y de cristalización ignea, nonos es dado seguirla porque aun no tiene cabida en la ciencia óno es aceptada por la generalidad. Por consiguiente, de conformidad con las divisiones mas aceptadas sobre la composición geológica del globo, vamos á dividir las ciudades con relación á su asientos en las cinco clases que siguen: 1 ° ciudades petrosas ó sobre rocas y piedras; 2 ° ciudades arenosas; 3 o ciudades arcillosas, gredosas ó aluvionarias; 4 o ciudades situadas sobre terrenos artificiales traidos ó creados por la industria y 5 ° ciudades sobre pilastras. En tesis general, la salubridad de las ciudades construidas sobre la diversidad de terrenos existentes, proviene de la mayor ó menor permea- bilidad del suelo que le sirve de asiento; cuanto menos permeable es el terreno hay mayor salubridad y vice-versa; es decir, que parece que la Naturaleza por un contraste ó por esas armonías providenciales, ha hecho fine las ciudades no puedan implantarse de un modo higiénico en los puntos destinados para los vegetales, bajo pena de encontrar insalu- bridades, se invade el local reservado para el reino vegetal. Pasemos una rápida revista sobre los cinco asientos que hemos indicado. 1° . Las ciudades sobre roca, piedras ó peñas, reúnen estas tres condiciones que compendian en cierto modo lo que la higiene reco- nfienda en los centros sociales: ‘impermeabilidad del suelo, para evitar que iu materia orgánica penetre en él, lo sature y continuando su proceso d© trasformacion dé origen á la diversidad de mefitismos que son las fuentes principales de los males que atacan al hombre de un modo calamitoso. Además de la impermeabilidad, los terrenos rocallosos, derivación 6 pendiente de colinas, cordilleras, ó montañas, nos ofrecen 576 LECCIONES una cierta altura sóbreles terrenos inmediatos y consiguientemente una cierta declividad ó pendiente, que es de suma conveniencia para la realización de las obras de salubrificacion de las ciudades que la higiene recomienda y en que, según las ideas modernas estriba, que las agru- pasiones humanas al construir ciudades no levanten necrópolis ó vastas proveedurías para ellas. La impermeabilidadpues, el altura 6 elevación yla declividad son las tres mas óptimas condiciones, y constituirán el criterio de que nos valdremos para juzgar los otros asientos. Es por esto, Señores, que todos los autores, como hemos dicho en la anterior reunión, consideran las ciudades sobre colinas como las mas sanas y saneables y las situadas en terrenos de cristalización ígnea, como mas impermeables á la humedad y materia orgánica son mas sanas que las situadas sobre rocas calcáreas porque estas son menos duras, pueden absorver y descomponer la materia orgánica y se embe- ben con facilidad. Podemos decir también en tesis general que cuanto mas pendiente y liso es un terreno, menos facilidad presta para la estagnación de las aguas, menos facilidad presenta también para infectarse y para que se formen depósitos de humus, mantillo ó estiércol. Pero, Señores, en contraposición de estas condiciones que hemos pasado en revista, las ciudades que tienen tal situación nos ofrecen al- gunos inconvenientes que no debemos silenciar. Son tres los inconve- nientes mas generalmente reconocidos á esta übicación: 1 ° que la vejetacion en casi toda su zona, es pobre ó nula y las subsistencias de los reinos vejetal y animal, son escasas por lo tanto; 2 ° que los suelos de tales dudadas ofrecen grandes dificultades para la canalización sub- terránea, ysi bien, para las materias deyectibles, puede esto no ser un inconveniente, á condición que haya aguas en abundancia que puedan arrastrarlas lejos de su recinto, no es menos cierto que esa misma du- reza aun para la misma provisión de agua, según los fpreceptos de la ciencia, se nos presenta como un séiio inconveniente y 3 ° que esta clase de terrenos rocallosos son por lo común muy accidentados y se convierte esta circunstancia en un serio obstáculo para la circulación urbana y el tráfico y lo que mata o se opone á la vida y movimiento, se convierte en obtáculo para el adelanto y progreso de una localidad ó centro urbano. 2 ° Yeátros las ciudades sobre terrenos arenosos. Las ciudades situadas sobre esta clase de terenos son sanos pero á condición de que el subsuelo sea permeable, porque la arena ó arcilla DE HIGEJSTE 577 es muy ávida de humedad y por su propia porosidad se destila; de ma- nera pues que su salubridad depende de las condiciones del subsuelo. Sí el subsuelo es arcilloso ó gredoso, las aguas se encharcan, se embe- be dicha capa y no tarda la capa superficial ó costra terráquea en ab- sorverlo á su vez. Por esto el remedio que la hijiene aconseja para tales suelos y subsuelos es el drenaje y un buen pavimento. El drenaje es con el objeto de desecar ese subsuelo y el pavimento y con el de im- pedir la penetración y proceso de descomposición de la materia or- gánica. 3. ° Pasemos ahoras las ciudades sobre arcilla. En las ciudades que tienen un asiento semejante, el arenaje es también una necesidad per la poca permeabilidad que tiene el suelo y las capas que son su continua- ción. En general, se puede decir, que si dichos terrenos tienen pendiente serán sanos, pero esta estratificación es muy rara en ellos y lo mas ge- neral es que las aguas se encharquen en el suelo y sub-suelo y den lu- gar á emanaciones, ya por Ja acción solar, ya también por el calor que determina la vida de la población. 4. ° Los terrenos rellenados, de que tenemos ahora que ocuparnos tienen el inconveniente de tener el agua á muy poca profundidad y las insalubridades ó mefítismos que determinan, están en relación con la clase ó composición de dichas sustancias, pero, cualquiera que sea el relleno que se haya empleado, podemos decir que son siempre porosos, y los pozos en particular, se infectan, fuera de los perjuicios que pueden acarrear las sustancias por su descomposición. Por lo común las habi- taciones construidas sobre tales terrenos son húmedas á menos que sean sustancias ávidas de humedad, como la cal, las cenizas ó tierra seca. Los rellenos hechos con residuos industriales, como las cenizas de las jabonerías, creta, cock, ó impurezas de hulla, etc. contienen muchas sa- les, tales como sulfato de cal, sulfuro de calcio 6 principios betuminosos y empireumáticos entre los que, cuando se trata de las impurezas de hulla, abundan los compuestos de ácido fénico. En los suelos rellenados, no siéndolo por tierra, desaparece toda ve- getación y cuando lo han sido por cenizas, en los primeros años se pre- sentan fuegos fatuos ó volcánicos, que resultan del excesivo calor que conservan y se comunican, así como de las acciones químicas que se ori- ginan en presencia de la materia orgánica, no destruida completamente y que se combustiona. Otra razón que se dá de este fenómeno, es que, bajo la influencia ó acción de la humedad, se opera una reacción quí« de que resulta ácido sulfydrico, que es muy combustible. Trascur- 578 LECCIONES ridos algunos anos, estos fenómenos desaparecen por Ja conversión de los sulfuros en sulfates, pero solo después de trascurrido mucho tiempo se han visto nacer algunos vegetales en tales terrenos y cuando contie- nen demasiada materia orgánica, como ser basuras y toda clase de detri- tus, se requieren muchísimos anos para que no den lugar á desprendi- mientos insalubres. En nuestra ciudad, tenemos muchísimos parajes rellenados con diver- sas sustancias que por estar fuera de la acción del calor de la luz y del aire, no han terminado aun su evolución y en el paseo de Julio, por ejemplo, cuando se hacen escavacioues, á mas de un metro de profundi- dad, se encuentran aun, después de mas de 30 años, las sustancias ó ma- terias algo ennegrecidas sin duda, pero que dejan conocer su origen. Cuando la epidemia de fiebre amarilla en 1871, á estos detritus que en- cierra el subsuelo, fue atribuida la predisposición de la localidad y la intensidad que tomó en ciertos barrios en que mas abundaban esos rellenos. Casi siempre estos terrenos, rellenados con cenizas, desprenden polvos que ocasionan oftalmías y diversas afecciones de las vías respiratorias. En nuestro quemadero de basuras, que data ya de 4 á 5 años hay una inmensa zona sin vegetación que aun deja percibir un olor empireu- m ático. Lo que hemos señalado como resultado del rellenamiento con los residuos de las jabonerías es igualmente aplicable á todas las cenizas de materias orgánicas, pues todas dan en último término, en presencia de las sustancias animales, un mefitismo pegajoso y persistente que parece penetrar hasta en las mallas de las ropas y del que es difícil despojarlas. Los restos de las curtiembres y otras industrias, hallándose á alguna profundidad, no es al esterior que manifiestan sus efectos, ó que dan sus productos, sino que van á infestar las aguas subterráneas. Como el sub-suelo de nuestra ciudad es gredoso, poco permeable y c onsistente á la vez, pero que se encuentra saturado de la humedad que puede contener, se forman con mucha frecuencia en las calles no empedradas, pantanos que son luego asiento de descomposiciones de materias vegetales y se convierten en creadores de infinidad de genera- ciones de infusorios que dan productos mefísticos en gran abundancia y todo esto, ha sido rellenado hasta tiempos muy inmediatos con basuras, es decir, con residuos de sustancias animales y vegetales, que sufren luego su descomposición lenta y que hacen que la salubridad interior de nuestra ciudad deje mucho que desear, pues esa lentitud y descom- posiciones mantienen una atmósfera enfermiza ó mal sana. 579 DE HIGIENE El remedio que la ciencia aconseja para todos estos terrenos mas ó menos permeables, es el drena ge como hemos dicho y su objeto y fin es evitar, que las aguas superficiales cargadas de materia orgánica per- manezcan en la superficie ó en el sub-suelo y las hagan sufrir un proceso de putrefacion mas largo, pues estando la humedad en exceso, el calor, la luz yel aire no hacen su reducción tan fácilmente. El drenage faci- lita pues la circulación deesas aguas y salubrifiea por lo tanto. El Dr. Euchanam, ha examinado el estado sanitario de 25 ciudades en que el drenage está en uso y resulta de la comparación de la* estadísticas que fia hecho, anteriores y posteriores á esas obras, que la fiebre tifoidea fia disminuido considerablemente, así como la mortalidad, notándose, que la vida media de la población se encuentra aumentada. Este mismo re- sultado, ha sido confirmado, en estos últimos tiempos por diversas comisiones nombradas para estudiar esta cuestión y parece resultar de los informes espedidos, que el efecto mas inmediato, es la desaparición ó minoración de la predisposición para la tisis. Es un hecho perfectamente adquirido y en que se hallan contestes los ingenieros y los higienistas, que el drenaje es un medio heroico de saneamiento para una localidad húmeda y malsana por falta de permea- bilidad de su suelo 6 subsuelo; se ha notado por todos también la dismi- nución del frió y de las nieblas por la menor saturación de agua del atmósfera y el reumatismo es también menos frecuente, como lo son 'as afecciones catarrales. Una ciudad perforada ó dreneda es seca, pues la acción de los drenes no se limita á dar salida á las aguas en exceso del subsuelo cargadas de materia animal ó vegetal, sino que facilita la penetración del aire y este determina una oxidación que trasforma los sulfures que dan las sustan- cias, en sulfates que son inodoros ó poco menos y que entran á formar parte del reino mineral. Uespues de tantos pormenores en que hemos entrado, vendría muy mal que no esplicáramos ó definiéramos lo que es drenage. Esta pala- bia aceptada en la lengua española, como varias otras, es de origen inglés y las traducciones que hallarán ustedes en les diccionarios de su signifi- cado son mas ó menos las siguientes: desecar, desaguar, sangrar, agotar, sccar, etc., así como del sustantivo drain que se pronuncia dren, hallarán: desaguadero, foso, zanja. El drenage es la colocación de drenes, es decir, de tubos, conductos ó canales, sea escavados ó construidos en suelo ó subsuelo, ó bien tubos ó c°nductos fabricados ad hoc ó introducidos en las escavacion.es ó perfo- ra-'iones. 580 LECCIONES Estas vaguedades en los términos provienen de las divisiones mismas 6 subdivisiones del drenage. En cirujía, por ejemplo, se llaman tubos del drenage, áunos conductos en caoutchout con agujeros 6 sin ellos, en toda su estension, que se introducen en ciertas heridas ó lesiones con el objeto de facilitar la evacuación de los humores de la partes profundas. En la ingeniería se dividen los drenes', en permeables é impermeables yen verticales y horizontales. Los permeables, son porosos en todo ó en parte, y completos ó incompletos, es decir, son canales ó ver- daderos conductos. Los impermeables, son los que no son porosos y están destinados á poner en comunicación un punto recóndito con un desaguadero; las alcantarillas, por ejemplo, ó nuestras cas colectoras, interceptoras y máxima son impermeables, en tanto que los caños de tormenta, en muchos puntos, se han dejado permea- bles en su parte superior no rebocándolos, ni revistiéndolos por esa parte con obras de albañilería. Todas estas obras de canalización sub- terránea son horizontales, con pequeñas escepciones, como ser los respiraderos, las comunicaciones de las colectoras con las intercepto- ras, etc., pero, tenemos un mejor ejemplo délas verticales y son los pozos, que facilitan la acción del aire en las aguas subterráneas. Para terminar lo relativo al drenage, agregaremos, que su colocación es muy dispendiosa y que á causa de ello estas obras encuentran mucha resistencia en Europa, pero esto no previene sino del costo, como he dicho, pues no hay un solo argumento en su contra y las ciudades, como dice Eonssagrives, antes de emprender estas obras tan saludables como costosas, prefieren blanquear los sepulcros, es decir, emprenden obras de ornato, de lujo, de aparato y olvidan lo mas esencial, lo que debe darles la salubridad, lo que les ha de facilitar prolongar la vida media de la población. Aunque es la hora bastante avanzada pasemos á ocuparnos del a siento hideológuco DE las ciudades que es la sesta condición que debe tenerse presente en la elección de la übicación de un pueblo. Este punto se ha vuelto de suma importancia desde las observaciones y teorías de Pettenkofer de que nos hemos de ocupar mas adelante. Cuando las aguas en el éjido de una ciudad se encuentran á poca profundidad, podemos considerarlas sometidas á estas dos fuerzas, Ia endósmosis y la exósmosis, que responden y se suceden en suacccion; según las influencias climatéricas ó barométricas que las solicitan. De aquí es que nace la importancia y la influencia de la hidrología local ó sea el estado de las aguas subterráneas. Cuando el agua se encuentra á poca profundidad del suelo, sube por DE HIGIENE 581 Porosidad, es una verdadera diálisis determinada por la diminución do la presión atmosférica, por la acción del calórico y hasta por la eva- poración y desecación de la que se encuentra mas inmediata; esta aspiracion sirve paz’a mantener y perpetuar la vegetación particular que por su acción sobre la atmósfera yel suelo, vuelve perenne su estado yno tardaría esa ascención en convertir el suelo en un pantano 0 laguna surgente, si no fuera que esos mismos vegetales que pueblan ese suelo, mueren al fin y van gradualmente enaltando el suelo. Tal es el asiento de las ciudades palustres que hemos recorrido yá. Hay ciudades en cuyo centro hay un declive muy pronunciado, en forma de embudo y cuyo punto céntrico es un foco pestilencial si el agua se halla á poca profundidad, porque á ese punto converjan super- dcial y suterraneamente las aguas de les contornos. Cuando la capa agua está á una gran profundidad, se encuentra fuera del radio de 4cciou de la fuerza osmótica yla superficie no sufre influencia alguna, Pües esa fuerza, como todas las demas de la naturaleza, ejercen su acción 611 razón inversa del cuadrado délas distancias. ®ajo el punto de vista hidrológico, puede decirse pues, que la salubri- Hd de una ciudad es proporcional á la profundidad en que se hallan sus a§uas subterráneas, las de los pozos de su circuito. Si la profundidad es Mínima, hay insalubridad porque esas aguas acarrean materias orgá- y en sus movimientos de flujo y reflujo las dejan espuestas á la accion oxidante del aire, de la luz y del sol y hay principios morbosos se desprenden asi, como son los délos tifus y todas las enfermedades Pestilenciales. El remedio para estos'males es la canalización subterránea, que facilitan a 1(la de esas aguas á los ríos ó arroyos inmediatos. Este drenaje hori- Zordal, cuando es posible, deseca el suelo y los drenajes verticales también P°rque son otros tantos puntos por donde se efectúa la evaporación 6 esas mismas aguas que tienden así á disminuir, á la vez que con- fuyen á la salubrificacion por la oxidación de los compuestos que 6rfran á formar sales insolubles; es por esto que los pozos de las ciudades Sl bien no sirven para proveer de agua para los usos domésticos y contribuyen por lo menos á darle salubridad, como lo indica Lhevreul. íace un momento hacíamos referencia ála toría de Pettenkofer y re° haberlo hecho ya otras veces en el curso de estas lecciones y voy Permitirme esplayar un tanto el conocimiento que deben tener de ‘ a uesde que la acepta un gran número de hombres de la ciencia y á 582 LECCIONES cada paso han de encontrar referencias á ella en las obras ó tratados de Higiene. El punto de partida de Pettenkofer fue un estudio especial y minu- cioso del suelo y del sub-suelo de algunas localidades invadidas por el cólera. Pettenkofer hace derivar el cólera de la humedad sub-terranea, que al subir humedece las materias orgánicas del sub-suelo y dejándolas humedecidas al decencler, favorece la putrefacción ó descomposición; con esta condición y la de un sub-suelo poroso y permeable, saturado de materias orgánicas como lo está el de las grandes ciudades por las materias fecales, no se necesita sino una chispa, un incidente para hacer germinar, el veneno colérico y esta chispa ó incidente no es otro, ni necesita mas que la llegada á ese suelo de la deyección intestinal de un colérico. Debo prevenir á Vds. para que nojuzguenPan á la lijera esta doctrina que los miasmas ó venenes exóticos, qus enjeudran las grandes epide- mias, tienen la propiedad, por todos los hijienistas reconocida, de mul- tiplicarse en una localidad ó pais, cuando encuentran reunidas las condiciones que la favorecen. Debo igualmente prevenir á Yds. que ese movimiento en las aguas subterráneos es cierto, cuando ellas no se encuentran á gran des pro- fundidades, ni tienen que luchar con un suelo impermeable. Debo por último hacer presente también que las localidades exa- minadas y citadas como ejemplo y en que hacia sus estudios, daba» pábulo ásu creencia y confirmaba su teoría, cierta pues para muchas localidades, pero que, queriendo generalizarla y atribuirle á ella esclu- sivamente el desarrollo y propagación del cólera encontraba serios obstáculos y falta, ó ausencia completa de las condiciones de jerminaciou y propagación. Esta teoría de Pettenkofer ha tenido resonáncia hasta en los Con- gresos Sanitarios como hemos visto. La teoría de Petenkofer cautivó; elástica en sumo grado, permitió dar una esplicacion buena ó mala del desarrollo y propagación del cólera y do otras enfermedades de carácter palustre y pestilencial, como laS intermitentes, grippe. etc., etc. Un inmenso número de hechos en Europa, Africa y América se elevan sin embargo contra estas aplicaciones y tienden á desacreditar & teoría. Decíamos hace un momento, fundándonos en el principio de acción de las fuerzas de la naturaleza, de que no son par cierto una exepcion las DE HIGIENE 583 osmóticas, que bajo el punto de vista hidrológico la salubridad de una ciudad era proporcional ála profundidad en que se hallaba el agua de la capa subterránea que alimentaba los pozos siendo tanto mayor esa salubridad cuanto mas profunda se hallaba la capa—porque á gran pro- fundidad esa agua se hallaba fuera del radío de acción de la fuerza osmótica. Las caravanas que recorren el suelo virgen de los desiertos, de Africa —virgen de materias fecales, suelo árido y ávido de humedad en que las mismas deyecciones quedan inmediatamente desecadas, que esas caravanas, decia, son diezmadas por el cólera —que aparece repen- tinamente, aunque lo contrario se haya asegurado. El cólera que cunde rápidamente dando enormes saltos y que apa- rece al mismo tiempo, como ha sucedido entre nosotros, en Buenos Aires, en los Indios —¿puede racionalmente ser atribuido á las corrien- tes de aguas sub-terráneas y á las deyecciones coléricas que las infestan? De ninguna manera, creo por mi parte y á pesar de la elasticidad de esa teoría que han de encontrar ustedes é cada paso mas adelante, el problema queda en pié con sus misteriosas incógnitas. Terminado lo relativo á Ja teoría de Pettenkofer, veamos de conden- sar los resultados que nos ha dado el estudio minucioso que hemos hecho de las condiciones que presentan las ciudades existentes, para responder asi con criterio ilustrado á esta cuestión que puede presentárseles mañana. ¿Cuales son las condiciones que deben tenerse presentes en la erección de nuevos pueblos? Eespecto á su situación, diremos que la planteacion á la inmediación de un mar, rio ó arroyo caudaloso, tanto bajo el punto de vista comer- cial y económico, como bajo el hijiénico es preferible á las demas situa- ciones, como las de los llanos, valles y terrenos anegadizos como lagos y pantanos, pero agregaremos, á condición siempre de que los residuos urbanos no contamínenlas aguas y que las obras de circulación continua puedan efectuarse sin que vuelvan sobre la ciudad esos productos ósus emanaciones. Eespecto al altura, preferiremos las que corresponden á las colinas de 300 á 50 m. sobre el nivel del mar. i En cuanto ála orientación yen nuestro hemisferio, se la daremos de manera que el Pampero puoda barrerla, así como el Nordeste, con pro- tección contra N. y S. E. por sus cualidades. La configuración de la ciudad, debe ser tal, que en nada estorbe á la 584 LECCIONES orientación requerida en nuestro hemisferio según el re'gimen de los vientos reinantes y reconocidamente mas sanos en cada localidad. La composición geológica del terreno, cuando pueda optarse entre varios, debemos preferir el potroso por su declividad, altura é impermeabilidad; en su defecto, elegiremos un terreno arenoso de suelo nermeable en que el agua subterránea se halle á gran profundidad que son las últimas de las consideraciones que deben tenerse presente en la creación y übicación de un nuevo pueblo. Esto, Señores, es por lo que respecta á la ciudad en sí, pero ademas, por razones derivadas de los estudios sobre los climas y los bosques, debe- mos preferir un clima templado y cuyo suelo sea laborable. Pasemos por último a ocuparnos de la capacidad supebeicial délas CIUDADES. Después de la übicación y construcción, dice Lavy, la densidad déla poblad )u es el estudio mas importante de la Higiene de las ciudades. Pueden dividirse las ciudades existentes en tres categorías, á saber: 1. ° poblaciones condensadas, como las rurales; 2, ° poblaciones ó ciu- dades de segundo orden, cuyo número es menor de 500,000 y 3. ° pobla- ciones ó ciudades de mas de 500,000 habitantes. Estas categorías podrían ampliarse mas, pero como de ninguna manera satisfarían los deseos, porque concui’ren muchas condiciones para que ellas no sean aceptadas, renunciaremos á buscar una que satisfaga todas las e xigencias y nos quedaremos con la indicada. Empezaremos por las últimas que son las de primer orden, las mas populosas y aquellas en que la Eligieue tiene una labor incesante que cumplir para ver de destruir, alejar ú ahogar las causas de destrucción y de muerte que ascedían á las colectividades sociales. Londres tiene una capacidad superficial de de 31,576 héctaras y una población de mas de 3 y I[2 millones de habitantes; París tiene 7,806 héctaras y su población es menor que la de Londres; la población de Londres con la estension está en Ja proporción de 142 metros cuadra- dos por individuo; algunos autores estiman que tiene 15,000 habitantes por kilómetro cuadrado y ¿ París dan 32,900 en la misma cantidad de terreno, lo que da aproximadamente 239 por héctara. De Prony ha calculado la densidad de la población de Eraucia y la ha hallado de 0,6 por hectárea y en París 224,4; pero la misma superfi- cie, según otros tiene como 372 veces mas lo que da 43 m.c. por individuo. La capacidad superficial de las ciudades varia estraordinariamente según las circunstancias de la configuración del suelo y de la densidad de la población. DE HIGIENE 585 El mismo Levy refiriéndose á este punto dice pág. 335 —La densidad humana por kilómetro cuadrado es puramente matemática é ideal; la distribución de los habitantes de un pais no se efectúa con regularidad premeditada; está subordinada á influencias complejas que provienen de la topografía, del régimen hidrológico propio á cada localidad, de la Naturaleza y producciones del suelo, de la viabilidad terrestre y fluvial, de las industrias etc. Tenemos en comprobación de esto: que en una misma ciudad Ja pobla- ción se halla mas ó menos aglomerada en unos barrios, mientras que otros está disminuida—así hay un barrio en Liverpool, en que no hay sinó 5 m 2/3 de terreno por habitante —La mitad de la población de Earis no dispone sino de 23 m. c. por habitante. Ademas, esas grandes ciudades tienen una inmensa población fluc- tuaute —porque los unos vienen durante el dia á sus negocios y se retiran á los pueblos inmediatos —ya también porque en invierno, en procura del lujo y distracciones, se aglomera mas la gente. Le todas maneras diremos, para dar un carácter de utilidad práctica ala proposición que analizamos —las poblaciones escesivas, carecen de de aire, su atmósfera no se renueva como debiera y necesita y esto trae consigo, la infección, la humedad, ausencia de luz solar, insuficiencia de la subsistencia, miseria, privaciones y males sin cuento. El hacina- miento es un peligro en olla y hay siempre desproporción de recursos y exijencias en la población. Por esto mismo las poblaciones de 2 o orden son relativamente mas salubres y mas aun las rurales. Pero, como aun en ellas subsisten, aunque en menor grado las agio- aeraciones, su salubridad no es' completa ni aun regular. Ladas las circunstancias de estas poblaciones de primero y segundo orden, no hay sino un remedio que aconsejar; agrandar las ciudades; abrir nuevas calles; formar plazas espaciosas; evitar que las casas se eleven mucho; demoler las muy altas; en una palabra ensanchar y des- parramar la poblaciones, de manera que cada habitante, pueda gozar de 40 m. c. por te'rmino medio en el recinto urbano. Para subvenir á las necesidades de las poblaciones de primero y se- gundo orden, se requieren medios jigantescos. El agua, las basuras, Jos detritus y deyecciones, los cementerios, las subsistencias y todas Jas institucianes públicas tienen que ser inmensas y aunque de este modo resulta una economia en los servicios administrativos, tienen es- fas aglomeraciones muy serios inconvenientes. De todas maneras es asignas la capacidad absoluta que deben tener las ciudades; la 586 LECCIONES higiene, sin embargo, debe recomendar las de tercer orden porque son proporcional mente las mas sanas. La capacidad de las ciudades no debe pasar de 500,000 almas y cuanto menos condensada y aglomerada se encuentre en el centro urbano tanto mas sano y salubre tiene que ser por el menor mefitismo se que ha de generar y que refluye en daño de los habitantes mismos. En la próxima reunión nos ocuparemos del barrio ó parroquia, el vecindario y la calle. jÍL BARRIO Ó PARROQUIA EL VECINDARIO Y LA CALLE Señores: El barrio, parroquia, feligresía ó distrito, vienen á ser, como una ciudad dentro de otra ciudad, pues hay siempre un algo que las caracteriza y distingue entre si en una misma ciudad y el vecindario ó la parte de población que compone cada distrito municipal, cada barrio etc. tiene un empeño, al parecer instintivo, en continuar exaltando las cualidades distintivas. Es que las contumbres, como las cualidades, son contagiosas por un conjunto de circunstancias simpáticas que reúnen y en cuya aceptación la educación entra en gran parte. No nos es dado decir nada de absoluto á este respecto, si no es la txúvialidad de que, la auto- ridad debe favorecer ó alentar aquellas tendencias de barrio ó dis- trito que sean compatibles con la conservación de las buenas condicio- nes higiénicas y que no redunden en perjuicio de los otros vecindarios de la misma ciudad. Por el contrario, está la autoridad en el deber de reprimir con mano fuerte las tendencias anti-higiénicas, las negligencias, y ejercer mayor vigilancia con esos barrios, en que apa- recen tal vez las casas con fachadas mas Injosas y blanqueadas, porue ks esterioridades solo sirven por lo general para desorientar la mirada escrutadora de la higiene. Y suele suceder, y á medida que la educación de las masas cunda mas, seguirá sucediendo en DE HIGIENE 587 adelante, que convencida la población laboriosa, que su bien estar y su salud se hallan garantidas por su aseo y limpieza, persistirá en ella con la constancia que clan las oonviciones arraigadas y esa masa laboriosa será la que con menor facilidad se olvide de estos sanos pre- ceptos de la higiene. Dicho esto, pasemos á ocuparnos de las calles que debemos con sobrada razón mirar, como la unidad higiénica de la ciudad, como la base mas elemental ó fundamental de su salubridad. Una ciudad dice Eonssagri- ves, vale, lo que valen las calles que la constituyen, y aunque esto tiene mucho de verdad, tiene sus ribetes de hipérbole y tenemos que hacer notar casi en contrario, lo que hemos recordado hace un momento, que, asi como no son las fachadas lujosas y blanqueadas una garantía del cumplimiento de las prescripciones higiénicas en su interior, la calle bien pavimentada y con todas sus dimensiones arregladas alas ordenan- zas de higiene municipal mas estrecha, no son tampoco una segura garantía de que en su interior, que es lo que viene á formar el centro de las manzanas no se oculten, como en nuestras ciudades, inmensos focos de inmundicias que prestan su contingente oficioso á todos los males epidémicos que se presentan ó que ellos mismos generan en gran parte. Pero, ya hemos de volver sobre este punto mas adelante y para hacer entre tanto un estudio metódico de las distintas condiciones qne las calles nos ofrecen, varaos á recorrer sucesivamente; Io su longitud; 2° su ancho; 3° su profundidad; 4o su forma; 5° su pendiente; 6 o su pavimento; 7 ° su? acesorios y terminaremos con unas breves observaciones sobre el interior de las casas, lo que forma el riñon de Zas manzanas y los conventillos. 1 ° ocupémonos primero del largo DE LAS CALLES. Cuando hay simetría en una ciudad, lo que no siempre se suele encontar en ciudades antiguas, cuando las calles se hallan entrecortadas á distancias regulares, como sucede en el mayor número de las ciudades americanas de origen español, es decir, cuando la urbe se encuentra divida en manzanas ó cuadriláteros de 100 á 200 varas por cada lado ó costado y de un modo uniforme y cuando ademas, de distancia en distancia. las calles ó espacios que separan los núcleos urbanos tienen un ancho suficiente (según luego espresaremos) y á cierta distancia desem- bocan en plazas ó avenidas, verdaderos recipientes de ventilación y de luz á que converjen por su cuatro estremos otras calles—entonces la higiene nada tiene que objetar al respecto porque sus deseos, indicaciones ó preceptos se encuentran realizados. En efecto, las calles de corta ostensión y entrecortadas por plazas ó 588 LECCIONES avenidas, carreteras ó boulevares, sirven para la ventilación urbana y de desahogo para la población ó vecindario y para el tráfico. En igualdad de circunstancias son preferibles las calles angostas pero entre cortadas en las direcciones de los vientos reinantes, á esas calles anchas pero muy largas, porque en las primeras la ventilación es mas completa, cualquiera que sea el viento que reine, en tanto que en las últimas se necesita qne vientos especiales las recorran para salubrificarlas, orearlas ó ventilarlas. Con mayor razón deben prefe- rirse también las calles angostas y entrecortadas, á las que no tienen esta segunda condición. En Europa y especialmente en Londres, hay algunas calles que tienen leguas de largo y sin salida; de la sola anunciación de esta disposición, resaltan ya los inconvenientes, los perjuicios y las insalubridades que las acompañan; inconvenientes y perjuicios para las relaciones sociales, para el tráfico, ó viabilidad, é insalubridades al mismo tiempo, porque si un lado está bien orientado, el otro podemos asegurar que no lo está y si lo está para el aire, no lo está para el sol y la salubridad, es la resul- tante de la acción mas libre posible de los diversos agentes higiénicos. 2, ° Creemos que estas breves consideraciones son suficientes en cuanto al largo de las calles y pasaremos á ocuparnos del ancho, que sin ninguna duda es mucho mas importante que el largo. Las escavaciones en Pompeya y Ilerculano han revelado que el ancho de sus calles, en unas era de 4 metros y en otras de 7 metros que son las mas anchas que se han encontrado y refieren los historiadores que en Soma antigua, estas dimensiones eran las comunes también y agregan que tan estrechas dimensiones eran para disminuir el polvo yla inten- sidad de los rayos solares. Por último, diremos para dar fin á estos datos históricos, en Provenza, como en Languedocy en muchos pueblos meridionales de España las dimensiones generales de las calles son las mismas que hemos indicado que tenían Pompeya y Herculano. Por regla general, los autores están acordes en considerar el ancho de las calles como subordinado á estas dos condiciones: el clima y el altura de los edificios. Las razones que militan para esto son mas bien de conveniencia que de otro género, pero, pasados ciertos límites en esta dimensión cualquiera que sea el clima yel altura de los edificios en ambas aceras por sus in- convenientes para las relaciones sociales y para el tráfico, asi como para la ventilación la higiene exige que tengan un ancho proporcional al altura, sin el cual las condiciones higiénicas no pueden cumplirse. Sin embargo, considera la mayoría de Jos autores, que en los climas DE HIGIENE 589 estremos defrios y de excesiva irradiación solar y por razones diame- tralmente opuestas en ellos, el ancho de las calles no debería ser el mis- mo que en las ciudades bajo un clima templado. Conviniendo en que esta disposición en un país muy frió en que reinan fuertes vientos, sería hasta cierto punto ventajosa para la calorificación, porque mitigan el rigor de las intemperies, no opinamos que en los países tropicales deba adoptarse la misma trocha que en los antes indicados. Las razones que vemos militar en pro de este parecer, provienen ó surjen, de ¡as mismas circunstancias que se reúnen. En efecto, las ciudades bajo el ecuador ó los trópicos, se hallan inundadas de luz, que ofende la vista, de calor, de sol y hasta de polvo, que varia según las condiciones y no basta dar á la ciudad una orientación distinta ála de la marcha del sol y favorable á la acción de las brisas tempranas, para procurar un poco de bien estar á sus moradores que no encuentran donde abrigarse de los rayos solares; pero lejos de deberse preferir en tales casos las calles estrechas ó angostas en las que por la dificultad de la renovación del aire se sentiría asfixiar el vecindario, creemos muchísimo mas conveniente las calles anchas y pro- vistas de recobas en ambas aceras ó en su defecto de toldos que al mas leve soplo hacen el papel de aparato ventilador y refrigerante que prote- jen al transeúnte y hasta evitan el vértigo á que han dado los alemanes el nombre de agarofvhia, al miedo de los espacios, neurosis emotiva, que impulsa al transeúnte á arrojarse sobre los vehículos que transitan por la vía pública ó á quedarse estático sin reparar en el peligro que lo amenaza. En resúmen, Señores, creo que en los paises cálidos con las recobas y toldos se consiguen todas las ventajas que se buscan sin los peligros déla falta de renovación de aire que traerían las calles estrechas; mas, cree- mos que, con los remedios indicados ganarían todas esas ciudades y que jamas el ancho de la calle podría constituir un perjuicio para la salud pública. Por opuestas razones, es decir, por el frió en las ciudades de climas frios aconsejan los autores que: delineadas las calles en la dirección del curso solar no tengan mucho ancho para que se presten un mutuo abrigo. Es en las ciudades de clima templado que deben las calles tener ma- yor amplitud por que están destinadas por la naturaleza misma á en- cerrar una mas crecida población. El ancho de las calles debe ser proporcional al altura de los edificios de ambas aceras ó vice-versa, no debe permitirse que los edificios sobre pasen en altura al ancho de la calle para que no haya así obstáculos á la 590 LECCIONES ventilación lo que sucedería efectivamente siendo los edificios muy altos pues entonces habría en cada calle una columna de aire encajo- nado que no podría ser renovado por brisas leyes, sino por vientos muy fuertes. No me parece demas recordar que hay entre nosotros disposiciones en vijencia que ordenan que los edificios que se construyan no puedan ser mas alto que el ancho de la calle y que hay otra disposición del tiempo de Eivadavia fijando el ancho de nuestras calles en diez y seis varas. Las entradas de la ciudad y los caminos de camparía deberán tener 20 varas. Los pueblos nuevos tendrán cuadras de 100 varas por 16 de ancho; las entradas y caminos 20 varas y las esquinas ochavadas—las veredas de 3 varas ó mas. Fuera de las condicicnes generales en que hemos entrado, el ancho de las calles, hallamos que debe ser proporcionado á los géneros de trasporte que en cada localidad se usan y al movimiento comercial ó tráfico que las circunstancias geográficas y topográficas determinan y esto considero innecesario apoyarlo, porque las razones para ello resaltan. Dada la situación y configuración de nuestra ciudad podría creerse tal vez, al hablar de circunvalación en ella, que se trataría de una calle que siguiera los contornos del municipio, pero no es asi. Hay dos avenidas, calles de circunvalación, carreteras, 6 boalevares decretados, el uno por Eivadavia yel otro el año 68 por la municipa- lidad. El decretado por Eivadavia es el de la calle de Callao de 30 varas de ancho, así como el de la calle de Entre-Eios su continuación por las avenidas de Corrientes, Córdoba, Santa-Fé y Juncal por el Norte y las avenidas de Belgrano, Independencia, San Juan, Patagones é Itu- zaingó por el Sur todas do 30 varas. La segunda calle de circunvalación ordenada es también de 30 varas, marcando el límite del municipio de la ciudad y el comienzo de los partidos de Belgrano y San José de Flores—calle que se estenderá del puente Alsina hasta el Arroyo Maldonado. He entrado en estes pormenores porque los be creído útiles y prác- ticos y porque forman parte de las superficies viales y aereatiras de la ciudad asi como las plazas y paseos que Yds. conocen, La utilidad de esas anchas calles es incontestable, dada la dirección que tienen todos los vientos reinantes, y contribuirán muy eficazmente á la ventilación de la ciudad. DE HIGIENE 591 En efecto, entre nosotros los vientos del Sur son muy húmedos como pueden verlo en las veredas que miran al Sur Este, en cuelquier calle que vaya de Este á Oeste. Lo mismo pasa con los vientos del Sur Este que son húmedos y bajos como los del Sur y esas anchas calles dis- puestas tan favorablemente para recibir los vientos del Sur Oeste. Oeste y Ñor-oeste, no podrían menos, pasando á calles mas angostas, que encajonase á su vez, y aumentar la intensidad de su poder venti- lador sobre la parte mas compacta y poblada déla ciudad. Los vientos del Sudoeste, Oeste y Nor-oeste, son impetuosos y sanos, son secos y altos, es decir, cuando reinan se estiende su acción á toda la masa atmosférica. Cuando soplan los otros vientos comunmente hay dos—uno en las capas bajas y otro en las altas de la atmósfera. Las calles—etc. Al ocuparnos del altura de los edificios nos hemos ocupado indi- rectamente de la profundidad de las calles otras de las condiciones de examen que en ellas debíamos analizar. La profundidad de las calles la determina la elevación de los edifi- cios de ambas aceras, que convierten las calles, el espacio, en un valle ú fozo mas ó menos hondo y los valles como hemos visto, tanto mas insalu- bres son, cuanto mas encajonados están. Al hablar de la lonjitud de las calles nos hemos ocupado también de su forma y para complemento solo debemos agregar que en Europa hay muchas calles cortadas y no por simples casas ó manzanas sino por calles sin salida inmediata á la dirección de las que en ellas abocan, aunque en mayores proporciones aquellas de Europa, tenemos como ejemplo la calle del Pecado, la de la Paz ó la del Carmen, San Lorenzo, etc. en nuestra Ciudad. Esas calles asi, Señores, no tienen la suficiente ventilación y la bijiene por eso las condena. Al tratar del pavimento nos ocuparemos déla pendiente. Vamos á ocuparnos de las plantaciones y de esta proposición que he dejado iutencionalmelte para el último. ¿Los parques estra-urbanos contribuyen á la aereacion y salubridad de las ciudades ? Bien entendido, Señores, que aquí no se trata de plantaciones urba- nas, en el recinto de las ciudades, en sus calles espaciosas. 592 LECCIONES Los árboles, como ya lo hemos espresado, pueden ser considerados como tubos de drenaje verticales, pues toman del suelo y sub-suelo los materiales necesarios para su nutrición entre los cuales entra el agua en gran proporción. De consiguiente y por esta sola razón, los árboles deben ser mirados como desecadores del suelo y de aqui su favorable influencia sobre la salubridad. Esta es la razón fundamental que aboga por las plantaciones. Muchos pueblos establecen plantaciones por la perspectiva, por la vista, otros por la sombra y la protección contra el polvo ó por moda; en muchas ciudades se hace con fines hijiénicos, con el de librar el aire atmosférico del ácido carbónico producido por la respiración humana, fundándose para ello en la propiedad innegable de los vejetales de absorver ácido carbónico y desprender oxíjeno pero no deben hacerse ilusiones á tal respecto; los cálculos de Jeannel, basados en la cantidad de ácido carbónico que en 24 horas produce la respiración de un adulto y la cantidad que en el mismo tiempo absorven los árboles, prueban esos cálculos, decía, que se necesita media héctara de bosques ó 5.000 m. cuadrados de planta ciones para absorver por completo el ácido carbónico producido por un adulto. Piensese como se quiera respecto á la acción de los árboles, es fuera de duda que en las anchas calles y en los climas templados y mas aun en los cálidos, los árboles, por la sombra que prestan, sirven, fuera de sus otras acciones, para moderar la insolación y evitar la desagradable impresión del polvo. Ademas, la plantación de árboles es cuestión de ornato, de ventilación y de aereacion en las ciudades y esto es necesario para la vida del espíritu. Puede decirse que las ciudades quieren árboles, pero los árboles con dificultad viven en las ciudades, en que sus raíces están aprisionadas y en que les falta aire puro, por lo que se elevan desmesuradamente. Por esto en las avenidas, en las plazas y en los parques viven y se desarrollan mejor los árboles que en las calles, en que se encuentra con un terreno impregnado de sustancias en descomposición, duro, aprizo- nado, en que sus raíces ro pueden estenderse y en que hay un mefitismo producidos por los caños de alumbrado á gas, que no tarda en matarlos. A su vez, esas raíces esténdieodose superficialmente pueden perjudicar los cimientos de las casa*, si están muy próximos á las veredas. Conviene también que colocados en un orden simétrico no se hallen muy próximos los unos á los otros pues en invierno interceptarían la luz y el sol que tan necesario son. DE HIGIENE 593 En cuanto á los árboles que mas convienen en cada clima y terreno pertenece ála agricultura determinarlo asi como las condiciones de su desarrollo y prosperidad. Eos paseos en el interior do las ciudades tienen una gran influencia sobre la salubridad, pero esto no quiere decir que ellos deban, dispen- sarse de tener paseos sub-urbanos ó estra-urbanos, en que el aire es mas puro y á donde acude la población que se siente asfixiar en la ciudad. Para que no se crea que es esta una opinión aislada recomiendo se lea lo que al respecto dicen, Levy, Ereycinet y Eonssagrives. Esos parques ó paseos estra-urbanos son siempre el sitio de rendez- vous, en los dias de fiesta, de la población laboriosa que se sofoca y ahoga en las ciudades y buscan la campiña en los dias de descanso, el aire puro, que da nuevo vigor a sus pulmones y resistencia para el trabajo de la semana. ¿De donde viene ese deseo, esa necesidad en la clase laboriosa de salir ála campaña en los dias de descanso? Ami ver, eso responde por ser instintivo á una necesidad de la economía. No diremos nosotros que esos paseos no son obras benéficas; no dire- mos que no contribuyen ála aereaeion y salubridad de las ciudades, pues caeríamos en tanto ridículo, como á aquel que viendo á una ciudad rodeada de pantanos ó de establecimientos insalubres, sostuviera que no contribuian á la insalubridad 6 á los paludismos que se observaran en la ciudad ó población. Pero, dejemos por el momento este tópico que esperamos volver á tocar mas adelante y de un modo especial ai tratar de las plantaciones y volviendo sobre las calles y sobre las causas de insalubridad entre nosotros, digamos cuatro palabras sobre las manzanas y los estableci- mientos insalubres que en ellas se encuentran, asunto que correspon- de mas á este lugar. Las manzanas son cuadriláteros regulares y cada uno de sus lados torma una acera de una cuadra, en cada calle de las cuatro que la limi- tan; cada manzana es un núcleo urbano, un conjunto de habitaciones de diversos dueños y cuyas puertas de entrada, que dan á la víapública en cada calle, facilitan la penetración al interior de los espacios cuadri- láteros. En nuestro país, es costumbre destinar para las viviendas las partes inmediatas á las calles y relegar al fondo del terreno de que se dispone, las oficinas indispensables en toda casa en que habita un cierto Humero de personas que constituyen la familia; es decidlas letrinas, 594 LECCIONES zumideros, cuartos de baños, cocinas, lavaderos, etc., es decir aun, cuanto de mas insalubre contiene una casa. De esta disposición resulta, que el centro de las manzanas, es un verdadero foco pestilencial, es un conjunto de insalubridades. El mefi- tismo que se desprende de estos focos no siempre alcanza á la vía públi- ca, porque se encajona en las habitaciones y según la dirección de los vientos molesta y perjudica á una ú otra serie de casas, proyectando sobre Jas habitaciones ó verdaderas viviendas el conjunto délos mefitis- mos originados en los espacios Ínter cuadrangulares, es decir, de 76 casas que tienen las manzanas por término medio, sin contar las de altos y cuyo número de habitantes es de 700, como mínimun, en las calles regularmente pobladas. Las deyecciones, las aguas de fregado yde lavado y las basuras 6 de- tritus, ó resto de toda clase, todo se halla confinado en la parte céntrica de dichas manzanas, dando sus emanaciones ai atmósfera, pues en par- ticular las primeras se hallan en las letrinas amontonadas desde muchos años y no es raro en las casas antiguas encontrar el fondo de las casas acribillado de agujeros, de las sangrías que en otro tiempo se les daba á estos depósitos de materias fecales y que, en virtud de ser hasta el agua yde estar hechas las escavaciones en un terreno húmedo y poco permeable, como el de nuestro subsuelo, se hallan aun dando emanaciones infectas y corrompiendo el agua de los pozos. Este estado tan anti-higiénico es el que se trata de hacer desaparecer con las obras de salubrificaciou 6 sea de circulación continua de que pronto vamos á ocuparnos. En el Ínterin y como hemos dicho en otro lugar en protección de las aguas subterráneas y de la salubridad de la mayor parte de los pueblos de nuestra campaña, establecidos todos en llanura de idéntica composición geológica, sería la suma conveniencia, es de necesidad que la adminis- tración ó legislatura dicte una ley que prevenga esos males de la manera que hemos indicado. Otra causa de gran insalubridad que poseen un gran número de manzanas son los conventillos, es decir, alojamientos sumamente insalu- bres y habitados por un gran número de pequeños menages y de indi- viduos en común. Desde la epidemia de 1871 en que tanto se trabajó por la destruc- ción de esos focos de insalubridad podemos decir que en Buenos Ayres no existen actualmente verdaderos alojamientos insalubres. Los que antes han existido jamas han llegado al estado de los que nos pintan los autores que existían en las principales capitales de DE HIGIENE 595 Europa; en efecto, aquí no existían esos sótanos ó cuevas bajo el nivel del suelo en que se amontonaba una población mugrienta y que tenían una atmósfera en que se podrían con dificultad determinar los elemen- tos pestilenciales que faltaban, ni cual era el que sobresalía. Los reglamentos en vigencia y las ordenanzas municipales sobre la materia, ban venido á cortar en gran parte este estado higiénico tan deplorable y pésimo. En los momentos aquellos tan terribles y pre- miosos del incremento de la epidemia de 1871, fue necesario que la acción popular moviera á la municipalidad para hacerlos evacuar y echar por tierra á los que eran mas bien unas pocilgas que habitaciones hu- manas. Aleccionadas las autoridades por esa dura esperiencia, tratando de prevenir la repetion de esos males, dictaron reglamentos y ordenanzas que impidieran la repetición de ese peligro y las comisiones de salubri- dad parroquiales tienen bajo su inmediata vijilancia esas casas y no dejarán que el mal cunda ni pueda reproducirse. En el digesto de las ordenanzas municipales hallarán Vds. todos los reglamentos sobre este particular. Todos Yds. conocen también el estado en que se hallan en la actua- lidad porque están á la vista y paciencia de quien quiera verlos y según el estudio que hemos hecho podrán estimar las reformas que requieren con unas urjeucia. Hay otros conventillos peores que los comunmente nombrados y designados como tales y ellos son menos vij ilados por las comisiones de higiene y sin embargo, bajo el punto de vista de la salubridad, así como en el interés de la salud pública y de la moral, deberían ser bien vijila- dos y visitados por dichas comisiones, á pesar de la patente de tolerancia que tienen, porque son el peor semillero de males.... me refiero á los lupanares y no creo deber agregar ni una palabra mas por el momento, pues hade llegar el turno también de ocuparnos de la prostitución. Veamos ahora la quinta y sesta condición que indicamos había que examinar en toda calle ó sea el pavimento y su pendiente. No basta sea ancha una calle, de fácil acceso, simétrica, etc, es necesario también que tenga un pavimento conveniente y pendiente. El pavimento, el suelo de las calles, tiene su historia como todo lo que es un efecto del progreso. 8e le pueden marcar tres periodos á esa historia Io el periodo natural óde incuria; 2 o el periodo de perfeccionamiento empírico y 30 el racional y científico. Podemos decir que presenciamos esos tres niomentos. Basta ir á los suburbios para ver el período primerizo ó 596 LECCIONES de incuria; basta salir fuera del empedrado para hallar la acción em- pírica de los vecinos abriendo sendas ó poniendo ladrillos y piedras en los pasos, ó bien, tablas para atravesar los barriales y pantanos y es necesario llegar á las calles centrales del municipio para ver los per- feccionamientos racionales y científicos. El empedrado de las calles, ó en términos mas generales su revesti- miento puede decirse que afecta nueve tipos diferentes, á saber : 1 ° con piedras de diversa magnitud y forma; 2 ° enlazado; 3 ° mac-adam; 4 ° asfalto; 5 ° cimiento; 6 ° adoquinado; 7 ° enmadera- miento; 8 o revestimiento ferreo j9° varios, como apizonamiento, etc. Io El empedrado ha recibido varios calificativos, relacionados con su origen; así, el mas usado entre nosotros, es el cartaginás y pertenece al 2 ° período histórico. En un principio, es decir, cuando la fundación de nuestra ciudad, como bien comprenden Yds. no habia ninguna clase de empedrado ó pavimentación; las necesidades intervecinales fueron destruyendo el que ofrecía la naturaleza y poniendo en la obligación á los habitantes, diremos, en la necesidad, de componerlo y hemos asi recorrido los mismos periodos que los demas pueblos. París, por ejemplo, recien en 1185, en tiempo de Felipe Augusto comenzó á empedrar algunas calles y solo en parte; en 1609 en tiempo de Henrique IV, el empedrado, se estendió al ancho de la calle y recien en tiempos de Luis XIII, se prosiguieron con actividad estos trabajos. El pavimento, Señores, debe reunir para llenar sus fines, estas tres condiciones—dureza ó solidez, lisura é impermeabilidad. Dureza, para resistir al uso, á la compresión del tráfico diverso y para facilitar las tracciones por el hombrea los animales de que hace uso. Lisura, para que sea menos fatigoso el camino, para evitar los acci- dentes y para facilitar la circulación de las aguas en las pendientes que hubiere. Impermeabilidad para obtener esa misma dureza y para evitar que el suelo y el subsuelo se impregnen de materia orgánica, por las razones que llevamos espuestas. Estas condiciones no pueden obtenerse en las calles de las ciudades que no están sobre rocas, á menos que haya un suelo, especial por sus elementos geológicos, como sería un calcáreo betuminoso; por lo menos, en terrenos arcillosos, gredosos, arenosos, de tierra vejetal, etc. no es po- sible conseguirlo, cualquiera que sea la forma que se le dé al pavimento. El ejemplo de esto lo tenemos en nuestras calles en que ningún empe- drado dura, bien que esto es debido al tráfico y á la humedad. En la ciudad del Rosario de Sta, Fé, en que el suelo es mas duro, mas seco y DE HIGIENE 597 en que hay mas declividad en el terreno, que impide que las aguas se estanquen, se ha dado al empedrado uua forma convexa y dura infinita- mente mas que entre nosotros, bien que el tráfico es menor, que la cali- fiad de vehículos ejerce menos presión, etc. Las calles en nuestra ciu- fiad, que tienen la misma condición de declividad, necesitan también muy pocas reparaciones. Para no repetirnos, reservamos nuestras apreciaciones ó sea la enu- meración délos inconvenientes de este empedrado para mas adelante y Siendo esta pavimentación tan conocida en nuestro pais, pasaremos al revestimiento con grandes cantos ó enlazado. 2 ° El enlazado de que tienen Vds. un ejemplo en la calle de Piedad mitre Uruguay y Paraná tiene muy poca duración en parages al descu- bierto yen que hay mucho tráfico, porque, cuando llueve, queda algún agua detenida y cualquier vehículo pesado que calza en uno de su bordes ú orillas, conmueve el resto y el agua penetra. Estas mismas Presiones determinan un basculara iento de las piedras, debido á la fiesigual presión; el subsuelo, así se ablanda, el agua penetra y á cada presión salta, terminando por hacer columpiar las piedras. Sucede con el enlodazado de las calles lo mismo que en las veredas y los patios 7 una vez descompuesta una piedra y penetrando el agua y aun sin Penetrar el agua, las ensambladuras de las inmediatas sufren por los tropiezos que ofrecen á las ruedas y van de ese modo descomponién- fi°se todas, si no se repara pronto. Basta también para producir este eí'ecto, el que un carro ó vehículo algo pesado, permanezca parado, es ecir, ejerciendo presión sobre una orilla de estas piedras, para deter- minar el mismo efecto. 3 ° Pasemos al macadam, que como Vds. saben se forma llenando via pública de piedra menuda y regularmente nivelada. Por lo general, antes de macadamizar un terreno, se acostumbra pasar un rodete pesado, que es el nivelador y en seguida se hecha la piedra menuda por capas y vuelve á pasarse dicho instrumento. formado, cuidado ó rastrillado con frecuencia, este pavimento, fie que tienen ejemplos en les caminos de Plores y de Belgrano por la calle de Santa Fé, son muy buenos para el tráfico pesado, pero para el centro de las ciudades, presenta el doble inconveniente del polvo y de Requerir riesgo y continuo cuidado. Ademas, es necesario para que ure, darle una forma convexa para que presente declive para las aguas lluvia; esta forma que podemos calificar de forma de necesidad, es muy pronto destruida por el tráfico, aunque el subsuelo esté apisonado. Se le ha visto el inconveniente, comparándolo con los otros, de sq 598 LECCIONES conservación, coa tales cuidados que requiere, viene á ser muy dispen- dioso, pues una vez que se descompone un pedazo, hay que remover una gran estension y el cuidado tiene que ser incesante. 4.° Asfalto—Ejemplos: Florida entre Piedad y Can gallo, Bolívar y Moreno. El asfalto es un calcáreo betuminoso. Podemos decir que hay tres clases principales, el de Seyssel, el de Val-de-Travers y el de Moesta; todos tienen alquitrán mineral, y forman según las proporciones y sustancias incorporadas, un mástis mas ó menos adhesivo. El asfalto, para ser empleado en el revestimiento de la vía pública, exige una fundación previa, esto es, uu macadam apizonado ó adoqui- nado, hay en seguida que fundirlo y echarlo por secciones y alizarlo en caliente, como habrán tenido ocasión de verle. Hay otro asfalto, llamado comprimido, que es muy usado ahora para veredas y de que á cada paso encontrarán ejemplos, como en la esquina de Cuyo y Suipacha, etc. Este pavimento, es bueno para las veredas pero tiene el inconveni ente que el gas del alumbrado lo ablanda cuando hay escapes yno servirla para las carreteras, porque es muy calcáreo y desmenuzable por lo tanto. Los asfaltos en general, requieren un buen tiempo para ser estendidos y hay luego que esperar á que se enfrien, para que no se destruyan. A todos los ataca el gas del alumbrado. El asfalto presenta en la via pública la ventaja de que amortigua el ruido, mas que el macadam y casi la mismo que el enmaderamiento, ademas deja el suelo completamente impermeable, y en ellos no hay trepidación que tanto perjudica á los edificios; pero, á la par de estas ventajas se le encuentran estos inconvenientes, es malo para las cabal- gaduras que no pueden en él sugetarse; es malo también para ciudades ó calles de mucho tráfico porque el rodaje caliente lo ablanda y le impri' me sus huellas, que son imperfecciones que quedan estampadas. Tam- bién en el verano el sol lo ablanda mucho y mas que nada, su compostura es difícil cuando hay que abrirlo para hacer reparaciones en los caños que hay en el sub-suelo. 5o . El ci mentamiento que se ha usado para calles y veredas pre- senta el inconveniente, usado en el pavimento, qne con la trepidación del trafico, se resquebraja y aunque es de fácil compostura, pero resulta muy caro, por los remiendos que hay que hacerle á cada paso. Da, ade- mas, mucho polvo y este es muy perjudicial para la vista y el pulmón por lo irritante qne es. Escuso detenerme en los otros inconvenientes que presenta y que no escaparán á la penetración de Yds. tales como dificultad para la tracción y detención do las cabalgaduras. DE HIGIENE 599 6°. El empedrado por medio de cubos ó adoquines data de 1830; que se usaran en un principio eran demasiado grandes y basculaban por la desigual presión de los vehículos y cuando llovía, esto facili- taba la penetración de la humedad al sub-suelo y el terreno cedía, de manera que ofrecía el mismo inconveniente capital que el enlozado de que ya nos hemos ocupado. Estos grandes cubos fueron sustituidos luego por paralelepípedos rectangulares de menos tamaño lo que ha au- mentado su precio yel costo del revestimiento de la via pública. Gene- ralmente los adoquines son de piedra granítica ó dura y forman una superficie muy lisa, pero resbaladiza, malísima por lo tanto para el tráfico y cabalgaduras, por cuanto no presentan puntos de apoyo para ejercer la tracción y esta misma circunstancia acarrea su descompostura por mas que se unan sus juntaras con cimiento Portland. Entre noso- tros, en que el suelo es tan blando, requiere el adoquinado un fundamento duro, un sub-piso empedrado también, porque sino, con los vehículos tan pesados que circulan en las calles, se desiguala la vía y hay que estar incesantemente componiéndola. 7. ° Entre lo que hemos calificado de 'pavimentos diversos entran los revestimientos por guijarros ó asperones, pórfiros y restos que la mar ó los rios arrojan, los que, bien apizonados dan la dureza y lisura á las vias carreteras, ya que no la impermeabilidad, es decir, el empe- drado ó pavimentación con esta materia, se encuentra en las mismas condiciones que el macadam, de que ya nos hemos ocupado; necesita riego frecuente en el verano, declives suaves, apizonamiento y mucha aereacion para durar. 8. ° El enmaderamiento se ha usado en muchas ciudades de Ingla- terra y de Estados Unidos, con muy buenos resultados, entre nosotros se hizo un ensayo en la calle déla Victoria esquina de la de Perú, pero no dio buenos resultados. Consistía este, en grandes cuadriláteros acomodados sobre el terreno apizonado, pero tenia el mismo incon- veniente que el enlozado, esto es, que basculaban los adoquines y se comprende perfectamente que en un país húmedo, como es el nuestro ®n el invierno yen que llueve con frecuencia, es este un gran inconve- niente para su empleo. Ademas si se ponen sobre un suelo duro es necesario que este sea muy liso ysi es blando se entierran con el peso del tráfico y de la presión. Por efecto de la misma humedad y de las variaciones del tiempo se descomponen con facilidad, se astillan y rom- pen en fibras, que no tardan en entrar en putrefacción Creemos que estas circuntancias son suficientes para su rechazo entre nosotros. 9. ° Se ha propuesto en estos tiempos el revestimiento de la via 600 LECCION ES pública por gruesas planchas de hierro, ligadas entre si por medio de ajustes ó chabetas. Es fuera de duda que de esta manera se remediarían muchos inconvenientes de los que hemos anotado en los demas pasados en revista pero seria de muchísimo costo, estarla sujeto á la oxidación y aunque se podria obviar á la atracción eléctrica que determinarían, pero no creemos que se pudiera procurar hoy lo suficiente de este metal para revestir las calles de una ciudad y esta razón es tanto mas fuerte cuanto que hay escasez de este cuerpo atendiendo á las infinitas aplicaciones que tiene en la guerra, las ciencias y las artes industriales. Antes de terminar estas consideraciones dando nuestra opinión defi- nitiva sobre las conveniencias y ventajas que ofrece cada uno, creemos deber agregar cuatro palabras sobre las 'pendientes que deben tener las calles y sobre la forma misma del pavimento, circunstancias que influyen considerablemente en la adopción de cualquiera de los sistemas cono- cidos. Considero este estudio de actualidad y de grande importancia entre nosotros, por lo que, no deben estrañar que me demore en detalles que juzgo importantes, desde que muy pronto debe comenzarse la pavimen- tación de nuestras calles. Las pendientes son de suma necesidad en terrenos tan poco acciden- tados como los de nuestra ciudad y en que llueve tanto, pues si no se les dá, las aguas se estancarán en ellos, sean permeables ó impermeables los revestimientos, y esta sola circunstancia tiene una grande influencia sobre ti tránsito y el tráfico que deteriorarían mucho el piso. Son tan obvias estas razones, que escusamos detenernos en ampliaciones incon- ducentes. En cuanto á la forma del pavimiento, podemos decir que son cinco las principales, á saber: 1. ° Pavimento llano ó casi llano con muy suave pendiente y que ocupa el espacio carretero. 2. ° Pavimento con inclinación hacia una acera, en todo el ancho de una calle. 3.° Pavimento abovedado ó bombeado á convexo en el centro y por tanto con inclinación á ambas veredas. 4. ° Pavimentos hendidos longitudinalmente ó con canaletas para la circulación de las ruedas y la corriente de las aguas. 5. ° Pavimentos con pendientes diversas que van á derramar sus aguas en los conductos ds desagüe. Estas formas son generalmente de necesidad y no entraremos á citar ejemplos porque se comprenden con facilidad. Diremos solamente que el llano puede dificultar el tránsito en los dias de lluvia; que el con in- DE HIGIENE 601 clinacion á un solo lado, puede ser causa de inundaciones y de humedad si no es bastante honda la canaleta y la calle tiene suficiente pendiente; el pavimiento convexo reparte bien las aguas y facilita el tránsito pedes- tre, aunque no es muy bueno páralos vehículos; el pavimiento hendido lo consideramos muy bueno, por lo que facilita el transito pedestre,y pone al abrigo de accidentes. Este pavimento está en uso en Milán y otras ciudades y como bien se deja comprender, la parte situada entre las hendiduras ó canaletas, es convexa. Por último el mixto, así como el anterior, lo pueden ser en su forma y en su composición. Hay una 6. ° forma y es la deprimida en el centro de Ja calle que puede convenir según el plano ó disposición de las obras de salubrifica- cion que se haya adoptado y á que se encuentra definitivamente subor- dinada la elección cuando existen y en los demas casos á la pendiente y dureza del suelo. Tendríamos mucho que decir sobre estos puntos, pero la falta de tiempo nos obliga á abreviar y á dejar para otro año ocurso, muchísimas consideraciones que creemos de grande importancia, pero á menos de con- sagrar otra lección á esta materia no las podríamos espouer. Que'dasenos también para terminar con lo relativo á las calles, hablar de las recobas, de los toldos, de los establecimientos insalubres, de los caños de tormenta, de los de incendio y riego, de los albañales, balco- nes, aguas de las azoteas y conductos respiratorios de las obras subter- ráneas—pero— á pesar de la consagración que dedicamos á la cátedra y de pasarnos del tiempo fijado por reglamento, bien Ten que es imposi- ble agotar una materia. Sírvanos esto de escusa. Obligados á marchar siempre adelante, en la próxima reunión nos ocuparemos del agua en la población. 602 LECCIONES PEL AGUA EN LA POBLACION Señóles: Los aires, las aguas y los lugares, esos tres medios que forman el gran círculo de la naturaleza y que tienen que recorrer los elementos de los cuerpos vivos en sus incesantes metamorfosis, presentan para el estudio faces muy diversas y podemos decir, que son cuestiones que aparecen incesantemente en la Higiene Privada y en la Pública, indicando al higienista la preocupación constante en que debe tener su ánimo sobre estos tan importantes agentes y medios, en que los seres nacen, se desarrollan, se propagan y mueren. Hemos estudiado ya el agua en varias de sus faces, tanto en la higiene privada como en la pública, pero como este fluido se nos presenta bajo formas tan variadas y llenando necesidades tan múltiples—he aquí que vuelve á aparecérsenos de nuevo, llamando de un modo serio nuestra atención, por los fenómenos que determina en las condiciones de las poblaciones, ó ciudades, su buena ó mala calidad; su abundancia ó escasez, con relación á las necesidades privadas y públicas, ó sea, por su relación con el aseo y la salubridad de que disfrutan los habitantes y de aqui, la necesidad de volver á ocuparnos de ella. Recordemos pues, con este motivo, lo mas pertinente para este objeto, de cuanto hemos dicho sobre ella, antes de entrar al estudio de esta nueva faz, bajo la cual la higiene pública tiene que considerar el agua, por las necesidades de consumo que presentan los centros urba- nos. Sólida el agua, líquida ó al estado de vapor, ella penetra el suelo, alimenta las corrientes subterráneas y se abre paso hasta los arroyos los rios y los mares; remontando al atmósfera constituye las nubes, para volver á descender metamorfoseada en lluvia, nieve ó granizo. Reunida el agua bajo las capas permeables del sub-suelo va á alimentar ó á formar los manantiales ó fuentes, rios ó arroyos, lagos ó DE HIGIENE 603 lagunas, que van á fertilizar la costra terráquea y á servir para el mantenimiento de los seres que pueblas la corteza del globo. Podemos decir, que del atmósfera se escancia ó se derrama en forma de gotas cristalinas, de rocio, de lluvia, de copos de nieve, etc. que riegan ó hu- medecen el suelo, las hojas y raíces de las plantas, se deponen en las altas cimas de los montes y cordilleras y constituyen las nieves ó hielos, que dan origen á las fuentes los rios, los lagos y los mares. A pesar de estas trasformaciones y de la diversidad de elementos que entran de un modo accidental en su composición; á pesar de esta meta- morfosis de que nos presenta la naturaleza un cuadro tan variado, á pesar de esos principios estrafíos que disuelve á arrastra de los suelos porque corre, el agua es siempre la misma en su composición elemental, oxígeno é hidrójeno; no hace sino Variar de forma y de lugar para volver después á los mismos puntos de partida, las montañas, los ríos y los mares, dejando casi siempre los pr íncipios estrafíos que arrastra, en el lecho ó el fondo de los mares que van asi colmando su cuenca. La cantidad de agua existente en el globo, no parece, en efecto» aumentada, ni disminuida; ella cubre siempre, mas ó menos, las tres cuartas partes de la superficie de la tierra y si en punto hunde ó sepulta en sus entrañas una vasta e stension de terreno, vá mas allá dejando al descubierto nuevos territorios; si por ahí, lame y traga las costas de un continente, vá, mas allá, aglomerando despojos, dando nacimiento á islas ó solevantando y ensanchando las costas. El agua y el sol, el aire y el suelo, por relaciones mutuas entre sí y por cambios recíprocos de los elementos de la primera, contribuyen á mantener la vida y la vejetacion en el planeta. Si de la naturaleza, descendemos á nuestra humanidad, nos encontra- mos con que el agua, es de suma necesidad en nuestra economia ú orga- nización; nos encontramos con que es ana necesidad social; fuera de ser orgánico funcional, en cada individuo, es una necesidad vital también para las colectividades, para los centros urbanos, si no es un medio para la vida de los seres; encontramos, por último, con que es un modificador ó agente, de los mas importantes y del cual, hemos estu- diado ya en gran parte, sus influencias. Entre la infinita variedad de divisiones de que son suptibles las aguasj esta la clasificación en aguas marinas y aguas continentales. De las aguas marinas ya nos hemos ocupado y hemos hecho mención de lo mas importante que su estudio nos presenta bajo la faz que el higienista precisa conocer. Las nieves, las lluvias, las neveras, las fuentes y las vertientes y los 604 LECCIONES lagos, son los receptáculos, recipientes y proveedores de las corrientes de agua, de los rios y mares, de esas vias que caminan, como decia Pascal de esas arterias del comercio, que como las arterias del cuerpo humano llevan una carne fluida aun, que circula como ella para dar la vida á los centros sociales. La nieve que se aglomera en las altas montañas se trasforma en hielo; un campo de nieve es una nevera resguardado de los vientos, ó un ventisquero en caso contrario, es decir, son verdaderos rios congelados que el sol fluidifica y que dan origen á la fuente, el arroyo, rio ó torrente, si el suelo poroso no absor ve las aguas de su deshielo para hacerlas aparecer como manantial ó fuente, algo mas lejos, donde halla un suelo impermeable que le impide continuar su viage hacia las entrañas del suelo, en que forman las capas da agua subterránea, los rios del sub-suelo. En su trayecto por los terrenos permeables, estas aguas se saturan de las sales que el suelo contiene y toman propiedades fisiológicas y tera- péuticas, en correspondencia con los compuestos que diluyen, disuelven ó arrastran. En cuanto á su temperatura, según la distancia del ecuador y según la estación, es las que tienen, las que corren por la superficie, á menos que sean surjentes, en cuyo caso, esa temperatura está en relación con calórico de la profundidad de que provienen. No debemos de ocuparnos del agua como alimento ó bebida pues ya hemos estudiado sus efectos sobre nuestro organismo; no debemos tam- poco preocuparnos de su composición elemental; ya sabemos al respecto que es un protóxido de hidrogeno; sabemos también que el agua puede y debe contener gases, aire y materias fijas, que disueltas á favor ó por intermedio del ácido carbónico, se hallan comunmente al estado químico de bicarbonatos ó bisulfatos. Entre las materias fijas, hay carbonates alcalinos y terrosos, indicios de yoduros y fosfatos, sulfates de cal 6 de magnesia, nitratos y silicatos, cuyo modo de reconocer hemos indicado, sin embargo de corresponder este dato á la química analítica. Hemos dicho que el sulfato de cal ó selenita contenido en las aguas, las vuelve pesadas, duras, de difícil digestión; que estas aguas no cuecen las legumbres y no blanquean las ropas y que de ellas, basta una mínima cantidad para que el agua no sea potable. Nada diremos de los análisis cualitativo y cuantitativo, é higrome'- trico del agua y entre los caracteres organolépticos de la potable, recordaremos que Gruerard, los ha reunido prolijamente de este modo. “ El agua potable debe ser límpida, inodora, de sabor agradable, ligera, DE HIGIENE 605 “ templada en el invierno, fresca en el verano; debe disolver el jabón sin “ formar grumos, coser las legumbres sin endurecerlas; debe ser eserap- “ ta de materia orgánica, contener en disolución suficiente aire, ácido “ carbónico y materias minerales.” Pero, desgraciadamente, un agua puede ser potable, es decir, reunir la mayor parte de los caracteres que acabamos de indicar y sin embargo, distaría mucho de ser pura y mas aun di ser saludable. Hasta ahora, el reactivo mejor para reconocerlas es el gusto, como el medio mas eficaz y sencillo, aunque no es esento de peligro es la salud, por mas que muchas veces, solo á la larga se pueda reconocer esta acción ó influencia en nuestro organismo. Agregaremos que muchos higienistas, por estas mismas circunstan- cias, han buscado otros caracteres al alcance de todas óde la mayor parte de las inteligencias y entre ellos debemos hacer especial mención del Gérardin, que propone los tres siguientes métodos para apreciar el grado de alteración ó infección de las corrientes de agua. 1. ° La observación de los pescados, yerbas verdes y moluscos acuáticos. 2. ° El examen microscópico de las algas é infusorios. Según Gérardin, un agua sería sana, cuando los animales y vegetales de organización superior, pueden vivir en ella; por el contrario, estaría njfestada y sería perjudicial por lo tauto, cuando los hace perecer y solo alimenta infusorios y criptógamos. o. c Dosamiento del oxígeno en ellas disuelto. El color, olor y sabor y hasta el mismo análisis químico no pueden ervir para distinguir las aguas infectadas de las que están puras, el toejor reactivo, repetimos con el mayor número de los higienistas, son tas seres vivos, es la salud de los que las usan. Desde que las aguas comienzan á alterarse, ha notado el autor que acabamos de citar, que los pescados seajitan, suben á la superficie y se reúnen en los puntos por tas que corre una columna de agua pura, y allí se enervan y mueren. Casi todos los moluscos perecen en Jas aguas infectadas y se descompo- nen, en tanto que en las puras y en el aire ó el suelo inmediato se dese- an sin morir y reviven meses después, volviéndolos á poner en el agua Pura y por esto, agrega, cuando una corriente se infecta, los moluscos snben ála yerbas, se ocultan en las hojas y solo vuelven á descender cuando el peligro ha pasado." Cuando la alteración del agua aumenta, el rio está menos límpido, su Superfieie es color pizarroso y tiene espumas persistentes ó continuas fine provienen del fundo negruzco, espeso, hediondo, con un olor á ácido snlphydrico y continuando el proceso de la descomposición, se carac- 606 LECCIONES teriza después la presencia del hidrógeno sulfurado y sulfuroso, que ennegrecen los compuestos de plomo y de plata, los útiles de cociua, los cascos de los buques, y todo objeto bruñido y galvanizado, que toma un color negruzco. En cuanto á las plantas ha observado el mismo señor, que el berro, es la mas sensible y delicada y entre él el arundo fr< g- mites, que solo vive en las muy infectadas, forman los estrenaos de una escala gradual, cuyo promedio lo forman las cicutas y mentas, los pa- cientes juncos y nenúfares. Entre los moluscos M. Grérardin no ha observado vivos en las aguas corrompidas. Es fuera de toda duda que la composición del agua tiene una grande influencia sóbrelos infusorios, que en ella se desarrollan y viven, como la tiene igualmente sobre los criptógamos y principalmente sobre las algas. El oxígeno que estos seres desprenden en gran abundancia oxidan las materias orgánicas del agua y contribuyen de este modo á su saneamiento. Cuando un agua se altera por materias animales en descomposición hay seguridad de ver aparacer euglenas (infusorios rojos y verdes de formas variadas) cuya abundacion es proporcional á la cantidad de materias que el agua arrastra. Así fue, cómo, durante el sitio de París, los euglenas de la Biévre, anunciaron á los sitiados, el establecimiento de las carnicerías ó mataderos prusianos en Jony-en-Josas, é indicaban aproximativamente la cantidad de sangre que se dejaba correr. Las algas de las aguas corrompidas son blancas, sin clorofila y aumentan de tamaño á medida que la corrupción acrece. Las aguas procedentes de muchas industrias, no contienen oxígeno disuelto, porque las impurezas se lo toman para sus trasformaciones, pues, como sabe- mos, las materias orgánicas en descomposición son esencialmente oxidables yal apropiarse el oxigeno disuelto en el agua, hacen imposible la vida de los organismos superiores que en ellas viven. Su acción química, de un modo general, se puede decir, que se parti- culariza con los sulfates que trasforma en sulfuros y estos dan hidró- geno sulfurado, por lo cual, si en vez de abandonar las aguas indus- triales ála fermentación pútrida en tosas ó pozos de decantación, de gran profundidad y diámetro pequeño, se las divide para ponerlas cá la acción oxidante del aire, sobre una gran superficie, las materias orgá- nicas disueltos se oxidan á saturación y entonces se las puede dejar correr al rio y arroyo inmediato, sin que produzcan los inconvenientes que suelen causar. Debo prevenir que en la actualidad las ideas del señor Grérarnín, son DE HIGIENE 607 seguidas por la mayor parte de los higienistas en Francia y que, una vez que ellas sean bien conocidas y apreciadas entre nosotros, se mino- rarán en mucho los perjuicios queesta'n causando varias industriasen particular la délos saladeros. Como han quedado muchos vacíos sobre la acción yel rol del agua en nuestro organismo, debidos ála prisa misma con que tengo que preparar estas lecciones, creo deber recordar algunos puntos intere- santes, respecto ála acción de este elemento sobre nuestro organismo. Al tratar de las aguas como alimento y bebida, las consideramos como indispensables para el mantenimiento de la vida y el cumplimiento de las funciones de nuestra economía. El agua, en efecto, es el elemento predominane en el glóbulo san- guineo, pues entra en la proporción de 4/5 y sirve de menstruo á las otras sustancias. Todos los animales se desarrollan en un líquido y su órganos, cuanto mas jóvenes son, contienen mas agua, al paso que al envejecer se dese- can. El cerebro y los músculos, son los órganos mas acuosos, y así la humedad puede considerarse, en cierta proporción, como un carácter vital. Los cánceres, dice con mucho fundamento un distinguido cirujano, son tanto mas agudos cuanto son mas húmedos; los tendones, tejido amarillo elástico, fibrina, cartílagos, ligamentos, córnea y crista- lino, deben sus propiedades á la cantidad de agua que contienen. El cuerpo humano encierra dos terceras partes de agua en su peso total y así un hombre que pesa 75 kilogramos, tendrá por lo menos 50 kilogramos de agua y es de aquí, como recordarán, que dedujimos la importancia y necesidad del agua en nuestro organismo, como ali- mento y como bebida. Esta acción del agua se acentúa mas cuando ella contiene algunas sales, así por ejemplo, la sal marina, en pequeña proporción la vuelve mas digestible; el bicarbonato de cal, la vuelve mas agradable y dijerible;; el sulfato de cal y las sales de magnesia mritan y congestionan el intestino. Las personas que toman poca agua no dijieren bien, porque necesitan segregar mucho jugo gástrico; los Verdaderos gastrónomos, s egun observaciones hechas, toman por el contrario mucha agua. Se estima, diremos por último, de 1á 2 litros ki cantidad de agua necesaria en 24 horas para satisfacer las necesida- des internas del organismo; estos dos términos podemos mirarlos como un mínimo y término medio, según las estaciones, las edades y los climas. El estudio de las aguas potables, que es el que debe preocuparnos 608 LECCIONES mas, comprende el de su procedencia, el de su purificación yel de su distribución. Creemos deber consignar aquí, á título de recuerdo las siguientes palabras del eminente Lavoisier: “Si es interesante para la sociedad “ conocer la naturaleza de las aguas saludables, cuyos sorprendentes “ efectos han sido celebrados tantas veces en los fastos de la medicina, li no lo es menos, conocer las que son empleadas diariamente para las “ necesidades de la vida. Es de ellas, en efecto, que dependen la salud “ y la fuerza de los ciudadanos. El examen de las aguas comunes “ interesa á la sociedad entera y principalmente á esa parte activa cu* “ yos brazos son al mismo tiempo, la fuerza y la riqueza de un estado.” Deberíamos aquí, dedicar algunos momentos al estudio del agua, según su procedencia, sobre los medios de purificarla y sobre su dis, tribucion, pero hemos preferido en el interés del estudio que hacemos- íntercalar esos conocimientos en el estudio de la circulación continua que vamos á emprender, siguiendo el método de esposicion del Señor Ereycinet, del cual no será la mayor parte de cuanto digamos sino un estracto. Debemos agregar, que al tomar esta determinación, nos lleva la idea de esponer las ideas teóricas en primer lugar, para poder des- pués, fortalecidos por ellas, apreciar de un modo mejor, el plan, la distribución, purificación y toma del agua, elegidas en las obras de salubríficacion que se llevan á cabo en nuestra ciudad, asi como puede servir, de criterio para apreciar las de otras ciudades. Por otra parte, el estudio de las procedencias de las aguas, está intimamente unido con el de la distribución ó provisión de ellas y una y otra cosa están enlazadas con lo relativo á la purificación, por motivos que hemos de Yer y espresar mas adelante. Desde luego, diremos, la distribución á provisión de las aguas para los habitantes de una localidad, puede ser individual ó particular y pública ó administrativa. La procedencia, la distribución y la purificación délas aguas, vienen á ser tiempos ó accidentes de la circulación continua en que se reúnen as condiciones fundamentales de la salubríficacion de las ciudades las ideas puestas a la érden del dia por el G-eneral Board of health y que constituye ella sola, casi el todo de lo que algunos califican de hi- giene moderna. DE HIGIENE 609 Consideraciones sobre las aguas de que se sirven LAS POBLACIONES “ Por estar empedrado y cubierto de casas el suelo délas poblaciones, “ las aguas de las lluvias son conducidas á lo lejos y por consiguiente “ no penetran en la tierra para renovar y purificar los manantiales y “ de ahí que cada dia adquieran peores condiciones las aguas de los “ pozos y que terminen por volverse impotables, como lo he visto en las “ ciudades antiguas’'. Esto decia, Señores, el Dr. Eranklind, á principios de este siglo y tal es en efecto la verdad que han comprobado después los higienistas y químicos y entre ellos el Señor Chevreul. Al tratar de la pavimentación y recorrer los diversos sistemas em- pleados para cubrir ó revestir el suelo, é impedir asi que las materias orgánicos se descompusieran en las calles poco oreadas de las ciudades, nos encontramos con pavimentos permeables é impermeables y les dije, que se obtaba por los impermeables, por economía en las composturas, por su mayor aseo, por diminución de gastos, por su misma dureza y por la facilidad que de esa manera ofrecía para las tracciones del tráfico, pero que, bajo el punto de vista higiénico yde economía social, podía- mos decir, sin ninguna discusión, que el suelo permeable era mil veces preferible, porque así las descomposiciones ú oxidaciones son mas com- pletas é inocuas y es por esta razón, agregaremos, que en todos esos sitios en que hay depósitos de materia orgánica en via de trasformacion, la higiene recomienda el empleo del drenaje para suplir la acción dema- siado lenta del suelo. Volviendo á nuestro tópico, podemos apuntar, entre otras razones que concurren á la descomposición de las aguas de los pozos: que el suelo de las casas, délas calleS y hasta de los suburbios de las ciudades, están impregnados de materia orgánica, saturado con lo que deja la planta del hombre de las sustancias de que se sirve y de las del tráfico y que estas materias que serian reducidas, ú oxidadas de un modo lento por las acciones combinadas dal ozono, del calor, de la humedad yla luz en un suelo permeable, en uno que no lo es, en uno vuelto imper- meable de un modo artificial, no se reducen sino que están dando incesantemente sus productos mefíticos al ambiente y así concurren á 6sa gran viciación de la atmósfera urbana, que hasta la pituitaria mas habituada percibe, cuando volvemos de un paseo campestre. 39 610 LECCIONES El recinto de las ciudades con las letrinas y sumideros y agua de fre- gado, etc. se halla impregnado de sustancias que á medida que se van aglomerando en los antros ó escavaciones del seno de la tierra, van in- festando las capas del sub-suelo é insinuando sus productos, produciendo de este modo una infección telúrica, á la vez que desprenden sus produc- tos mefíticos en los espacios urbanos, inter-domiciliarios. El suelo impermeable presenta siempre junturas ó articulaciones, por las cuales penetra el agua y la materia orgánica, que quedan allí estacio- narias por la scondiciones poco favorables que les ofrece el sub-pavimento para su absorción y trasformacion y así infestan el sub-suelo ; ademas, los escapes de gas de los caños, del alumbrado, operándose incesantemente y saturando el sub-pavimento á diversas profundidades, hacen que su acción se estienda ó grandes distancias. En el suelo permeable y drenado si necesario fuere, por la acción combinada de la luz, del sol, del ozono, del agua yde su oxígeno, las trasformaciones de las materias orgánicas son mas rápidas y completas y de ambas condiciones depende su inocuidad. Por estas mismas circunstancias enunciadas, aun cuando las aguas de los pozos pudieran llenar todas las necesidades sociales, cosa que jamás sucede, pues su calidad y propiedades dependen en gran parte de las geológicas que esas aguas subterráneas atraviesan— es necesario entonces, en los grandes centros de población, estar diariamente ensa- yando sus cualidades y propiedades organolépticas, porque la esperien- cia, esta gran directriz de nuestras acciones, nos ha revelado que de un momento á otro, se descomponen las aguas de los pozos por los efectos de las lluvias, por la ruptura de tabiques subterráneos y por su comu- nicación, subterránea también, con depósitos infectos ó con aguas que provienen de puntos mas elevados, como ha sucedido muchísimas veces con las de los cementerios. Los pozos han sido comunmente los primeros proveedores, han sido el principal recurso de las ciudades y aun continúan prestando importantísimos servicios en los centros de nueva formación. En casi todas nuestras ciudades, los pozos han sido los que han servido para llenar las necesidades domésticas hasta que, por las causas señaladas hace un memento, su impureza se ha hecho tan manifiesta que instintivamente ha renunciado la población á su empleo. Saben todos Vds. muy bien, que en las estancias, en los puestos, en los pueblos de campaña y hasta en las otras ciudades de la provincia, no hay otro modo de provisión de agua que, la que presentan las corrientes del subsuelo. Eecordarán, á propósito de esto, que al tratar de las DE niGENE 611 letrinas y al condenar las fijas, escavadas hasta el agua, lo hicimos reconociendo que la mayor parte de los pueblos nacientes de nuestra inmensa campaña, no tienen otro modo posible de provisión de agua, que la que facilitan los pozos y que las letrinas no tardarán en corrom- per óen tornar en impotables y dañosas. ¡ Ojalá, Señores, que nuestra prédica al respecto, provoque alguna medida protectora por parte de nuestros legisladores, de las corrientes del subsuelo ! ¡ Ojalá que las municipalidades de campaña, penetradas de este serio é inminente peligro, traten de conjurar con las medidas que hemos propuesto los males epidémicos que les amenazan. En las grandes ciudades, ya no tienen los pozos, aguas potables y fuera de los motivos indicados militan también, la situación geológica que es desfavorable por lo general para tener aguas subterráneas. En efecto, el asiento preferente para ciudades, son los terrenos elevados y rocosos, como hemos dicho y no necesitamos insistir en los incon- veniente que tales emplazamientos ofrecen para la aguas subterráneas Podemos compendiar, en las que no tienen tal situación, las causas que se oponen á que puedan hacer uso de las aguas del sub-suelo, del siguiente modo : 1 ° La 4 materias orgánicas provenientes de las casas, de las calles y del tráfico, que se infiltran poco á poco á través de las junturas del pavimento y que las aguas de riego y las de lluvia hacen penetrar ince- santemente hasta las comentes subterráneas. 2 ° . Las letrinas, los sumideros, los depósitos de basura y mil otras aglomeraciones de inmundicias, que situadas en la superficie ó á cierta profundidad, dan paso y lugar á infiltraciones también, mas ó menos activas, según las condiciones del suelo y del sub-suelo. 3 ° Los cementerios, que como inmensos depósitos de la materia orgánica, cuando se hallan en la proximidad de las ciudades, constitu- yen una vecindad muy peligrosa, porque su suelo es muy permeable y removido con frecuencia y como hemos de ver, los productos de la descomposición cadavérica son de los mas nocivos y peligrosos, pues dan lugar á envenenamientos y verdaderas epidemias. 4 ° . Por los escapes del gas del alumbrado, que hasta ahora, colo- cándolos en el sub-suelo no se ha conseguido evitar. 5° . Por los depósitos industriales subterx’aueos, por esplotaciones de miaas, etc., en que entran sustancias químicas, materias colorantes y poluciones diversas. 6° . Por la falta de oxígeno, indispensable para la trasformacion de esas materias orgánicas y para la aereacion de las aguas mismas. 612 LECCIONES 7° . Otra causa de la alteración de las aguas es la falta de la luz solar, que hace sea mas lenta la combustión de las sustancxas orgánicas. Cada una de estas causas exijieran muchas pajinas para ser bien esplayadas y apreciadas en su -verdadera intensidad de acción, que á primer vista aparece mínima ó insignificante, pero, precisamente, Señores, esas causas que nos parecen á primer vista mínimas, producen efectos gigantes, porque son descuidadas, porque ocupan una gran estension y mas que nada, porque son acciones íntimas y moleculares las que producen y aunque haya que examinarlas muchas veces bajo el campo del microscopio para reconocerlas, no debemos hechar en olvido, que una vez comenzando su acción, continúan con una intensidad catalítica ó fermentativa. Circunscribiremos nuestras observaciones á unas pocas de estas causas. Por la falta de oxigeno, los sulfates del subsuelo se descomponen y desprenden hidrógeno sulfurado y á esta falta de oxígeno concurren dos causas principales, los edificios y los pavimentos, fuera del tráfico, del calórico de las ruedas y herraduras de las cabalgaduras, que absorven el oxígeno y ceden partículas de hierro, que se trasforma en hierro sul- furado en las capas del subsuelo y que en gran parte constituye esa capa negruzca que habrán observado bajo el pavimento. Lo que comprueba que lo que determina esto es la falta de la luz solar, es la conservación de las materias colorantes al abrigo de la luz y su descomposición en el seno del atmósfera. Cuanto se opone á que el aire penetre en el sub-suelo, se opone con mayor razón á la acción de la luz y del sol. La mayor parte de estas causas de alteracien del agua de los pozos no son remediables y entre estas entrarla situación geológica, el pavi- mento conjunturas; los escapes de gas, etc., y aunque lo fueran, aunque se remediaran esos inconvenientes con el drenage, sabemos muy bien, que los pozos, entre nosotros principalmente, para tener un agua regu- larmente potable, deben estar en uso continuo para que no se recarguen délas sales, que hay en las entrañas del suelo. Por último, Señores, aun cuando nada de esto existiera, aun cuando no cortaran el jabón y fueran adaptables para todos los usos, serían insuficientes las aguas de los pozos para las necesidades urbanas y aun para todas las de una familia y con mayor razón para las necesidades industriales, el riego, etc. Esta rápida enumeración que hemos hecho de los peligros ó incon- venientes de las aguas de los pozos, nos ponen en el caso pues, de buscar DE HIGIENE 613 otro modo de provisión páralos centros urbanos, que sea mas cómodo y que no presente tantos inconvenientes y tan serios peligros. Pasemos pues, buscando esta incógnita, á examinar las Aventajas, inconvenientes y peligros que nos ofrecen las aguas eluviales, Podemos calificar las aguas de lluvia, sin hipérbole, de aguas desti- ladas por la radiación solar, pues tal es, como saben, que actúa el sol en las razones tropicales y que las nubes, según la espresion de Tyndall, no son sino vapor de agua. Las aguas de lluvia, recojidas antes que toquen el suelo, son casi puras, como por ejemplo, las que se recojen de las azoteas bien cuida- das; es decir, son casi puras, á condición que se deje perder las que primero caen en las tormentas ó tempestades, pues estas arrastran las mayor suma de materia orgánica que se encuentra en suspensión en el aire y en las azoteas y ademas, porque traen mucho ozono, formado por la electricidad, que es probablemente el que determina la formación de ácido nítrico y nitritos, particularmente el de amonio que se encuentra en ellas. Por la presencia de las sustancias precedentes y por la de la cal, plo- mo y zinc, que suelen contener las aguas recojidas de los techos metá- licos, ademas de tornarse estas algunas veces pesadas, suelen ser hasta dañosas ó tóxicas, por las sales que disuelven de las que se forman en las azoteas ú otras techumbres. Cuando no existen en las aguas de lluvia compuestos, es decir, que las aguas de lluvia son tan puras casi como las destiladas, tienen el inconveniente que son insípidas y de requirir la adición de las sales que les faltan y de tener que estar continuamente aereándolas para que no se abomben. .En los campos inesplorados, en las travesías por los salitrales, los desiertos de arena y en las campañas de los ejércitos por territorios poco conocidos ó estrangeros, en los que puede temerse que las exis- tentes se encuentren envenenadas ó que sean sumamente escasas, el Dr. Morache aconseja recojer las aguas de lluvia y la de los rocíos ó heladas de las carpas, ó disponiendo ex-profeso lonas ó encerrados en forma de embudo, agregando luego é estas 6 ú 8 gramos de cloruro de sodio por litro, para tener un agua saludable. Hay muchas ciudades que no tienen otro medio de proveerse de agua que las de lluvia, tales como Viena, Constantinopla, Cádiz y no hace mucho tiempo que Montevideo, no tenía tampoco otro modo de provi- sión de agua potable, que la que el cielo les deparaba y que se reúne en aljibes públicos ó privados. Fuera de las ciudades nombradas hay 614 LECCIONES muchas otras que es con ]as aguas de lluvia que llenan sus necesidades domésticas. Todos conocen como se reeoje el agua pluvial puesto que hasta hace muy poco tiempo, este era uno de los medies necesarios de provisión entre nosotros y han visto por consiguiente como se fabrican ó constru- yen, por lo cual no nos detendremos en pormenores. El agua de lluvia para que pueda llenar todas las necesidades domés- ticas y muy principalmente para que pueda servir como bebida, requiere que al recojerla se tomen algunas precauciones entre las que figuran como mas importantes: el dejar correr la primera que cae, porque arras- tra las impurezas del aire y de los techos—debe también dejarse correr laque sigue álas grandes descargas eléctrinas y esto obliga á suspender la operación por varias veces. Tenemos ademas que en los depósitos de las aguas de lluvia, por el reposo, las sustancias livianas vienen á la superficie, en tanto que van al fondo las pesadas y aquellas de la super- ficie, se descomponen con gran facilidad por la acción del oxígeno y obliga así a decantar el agua de cuando en cuando, así como á limpiar el fondo, porque esas sustancias no tardan en dar mal gusto á las aguas. Tiene ademas, esto medio de provisión particular de agua, el incon- veniente de que esta sujeto álo que dá la natnraleza y es necesario medirse mucho en el consumo para que no falte y con esta medida sufre el aseo y la limpieza y ambas cosas redundan en perjuicio de la higiene. Por esto mismo hay que adaptar á los recipientes de las aguas pluviales medidores ó indicadores para arreglar por ellos el consumo entre dos lluvias. Ademas, en los depósitos ó aljibes, cisternas, etc. hay que prevenir las comunicaciones con otros líquidos que podrían infiltrarse de los lugares inmediatos y aun de gases que abriéndose paso por entre el reboque interior ó las junturas, podrían condensarse é impurificar ó alterar el agua. Hay que favorecer el acceso del aire sin embargo, porque de lo con- trario el agua se abomba y una infinidad de los gérmenes ó infusorios que pululan en el aire, se multiplican y forman mil generaciones. Para ver de abreviar, diremos que, debe vigilarse mucho su cons- trucción, que debe facilitársela aereacion, para que los sulfures se con- viertan en sulfates insolubles y quede el agua oreada y oxigenada. Diremos que, por mas grandes que sean esos receptáculos tienen que ser proporcionales al area del suelo de que se disponga y no puede bastar su contenido para llenar todas las necesidades domésticas DE HIGIENE 615 y mucho menos las urbanas, por ló que hay que economizarlas para lo principa], qne es la bebida Diremos que por mas cuidado que se tenga en su conservación, esas aguas siempre se ensucian y que, por todas estas circunstancias reunidas, este modo de provisión de agua es imperfecto, es insuficiente, está sujeto á las condiciones pluviométricas de cada localidad, á los des- cuidos que son consiguientes cuando las tormentas tienen lugar á deshoras, etc. En los grandes centros de población, en que la propiedad del suelo se halla tan repartida, las casas son pequeñas, tienen altos y cada piso es ocupado por un número de personas superior á la higiénica cubicación atmosférica y lo que viene á aumentar la insalubridad de Jas habitaciones, es la falta de agua para llenar las necesidades, los locatarios están vijilándose los unos á los otros, para reservarla para la bebida, pues si uno la malgasta 6la destina á otros usos, perjudica á los demas y esto acarrea continuas quejas y altercados, con su secuela, fuera de las insalubridades que por estas circunstancias se dejan rema- nentes. Deducimos de lo espuesto, que los algibes solo sirven para casas de fa- milia, en que el gasto se circunscriba ála bebida y en que los techos sean construidos ex-prefeso y deducimos también, que este modo de provisión de agua, no satisface por completo, en general, las necesidades domésticas y las necesidades urbanas, son dejadas en blanco, sin llenar, por mas que apremien y por mas que se vea que la falta de aseo acarrea infini- dad de males y concurre d la alteración misma de las que tanto se guar- dan, por las emanaciones que las insalubridades producen. No encontrando, pues, en las aguas de lluvia lo que buscamos, pasaremos ea la próxima reunión á ver si en otros modos naturales de provisión, hallamos lo que la higiene busca de acuerdo con las Necesidades públicas y domésticas. 616 LECCIONES JA ODOS MAS GENERALES DE PROVISION DE AGUAS PARA LAS NECESIDADES DOMESTICAS Y URBANAS (Continuarían) Señores : Hemos visto en la reunión anterior, que ni las aguas de los pozos, ni las de lluvia, recojidas en las casas particulares, podían bastar para llenar el cúmulo de necesidades domésticas y públicas, que se sienten de un modo premioso en los grandes centros sociales. Se hace necesario por consiguiente, que en este estudio analítico que hemos emprendido, recorramos los otros modos usados para satisfacer estas mismas necesidades, para ver si alguno de ellos, aunque sea con el concurso administrativo, puede llenar los pedidos de la higiene respecto á esta materia, que ella considera como base fundamental de la salubridad de los centros sociales. Antes de entrar á ocuparnos de las corrientes ele agua, (rios, arrojos, etc.) para hacer que el estudio que hemos emprendido sea lo mas completo que nos sea dado, vamos á tratar sucesivamente de otros medios de provisión del agua necesaria, que han tenido, ó tienen algunas agrupaciones humanas y que, aunque clara y evidentemente son insuficientes, para llenar todas las necesidades de una población, prestan sin embargo grandes recursos en circunstancias especiales. En primera linea entre estos recursos se nos presenta el agua DESTILADA. Los buques trasatlánticos, que por sus dimensiones podemos hoy considerar con justicia, como ciudades flotantes, no tienen en la actuali- dad, en los buques modernos á lo menos, otro modo de provisión de agua para las principales necesidades de los individuos que conducen, que el agua destilada por las portentosas máquinas que los mueven. En condiciones idénticas á los piróscafos se encuentran algunos 617 DE HIGIENE pueblos y mas que nada, pueden hallarse los ejércitos en un país estrangero cuyas aguas hayan sido alteradas, según dijimos en nuestra reunión anterior. Entre las ciudades y pueblos que no tienen otro modo de provisión para sus necesidades, que el agua destilada, podemos citar á Suez Schang-Ha’iy la Isla de la Reunión y repetimos, que la necesidad de su empleo, se puede presentar en todos los parages desprovistos de aguas potables naturales. El agua destilada es insípida, espesada y poco agradable al paladar por la falta del aire, de cloruro de sodio y de sales. Por lo que toca al cloruro de sodio, de cuya necesidad en la economía ya nos hemos ocupado, agreganndo treinta ó cuarenta centigramos por litro de agua, es suficiente para hacerla digerible y digestiva y en cuanto á las otras sales, es necesario agregarle bicarbonatos y bisulfatos, pero en proporciones menores y según las deficiencias que los análisis revelen sin embargo de que, por lo común, basta con aerearla y agregarle el cloruro de sodio para hacerla potable y sin acción nociva tomada por corto tiempo. No nos ocuparemos de los alambiques, ú aparatos destilatorios que se usan para obtenerla, que están hoy tan perfeccianados, diremos sola- mente, que esos aparatos funcionan en el presente, como una dependen- cia de las máquinas motrices de los buques y elaborando durante la marcha de ellos Jas cantidades que los tripulantes y pasageros de los buques necesitan. Escusado creo el decir que para ello utilizan las aguas salobres del mar, lasque después de destiladas van á enfriarse en los estanques ó depósitos de fierro, en que son aereadas conveniente- mente para librarlas al consumo. Hasta ahora, ni en las ciudades indicadas que hacen uso de este medio de provisión, ni en la Higiene Naval, se ha notado ningún incon- veniente, ni perjuicio para la salud, ocasionado por el empleo del agua obtenida de esta manera- E 1 único inconveniente que se le encuentra en Higiene Pública es su escesivo costo, proveniente del enorme gasto de combustible que exije su destilación, escepto cuando es una dependencia económica de una máquina motriz de una nave. Se comprende perfectamente, que siendo muy dispendioso este modo de provisión de agua para las necesidades domesticas y urbanas, una población, no podría malgastarla, menos que eso, la administración misma tiene que mezquinarla, ó darla con medida y desgraciadamente, cuando ne se tiene este elemento de salubridad en la abundancia que 618 LECCIONES al aseo y limpieza privada y pública reclaman, padece la higiene de los individuos y la pública, que no es, en parte, sino el reflejo de la privada. Con tal modo de provisión de agua, no es posible pensar en establecer baños y lavaderos públicos, ni riego en las calles, ni su empleo para apagar incendios, etc. Por lo tanto, podemos calificar de deficientisimo este modo de provi- sión de agua, que resulta á muy alto precio y pasemos á ver los incon- venientes que presentan otros depósitos que ofrece la naturaleza y que son, sin ninguna duda, preciosos recursos para el hombre, á falta de otros en que elejir. Estanques, pantanos, lagunas t lagos.—Comprendemos todos, estos depósitos en un mismo parráfo, para ver de abreviar estas consi- deraciones. No es posible beber de tales aguas sino con el mayor cuidado y mode- ración y aun así mismo, en el mayor número de casos, es necesario tomar grandes precauciones, cuando no se encuentran otras de que poder, hacer uso. Las aguas de todos estos depósitos, suelen ser muy ricas en ma- terias orgánicas y suelen contener también gases que son tóxicos, irritantes ó perjudiciales, introducidos en las vias digestivas ó pulmo- nares. Ademas, hay que desconfiar de la presencia de insectos, de infusorios y hasta de helmintos, como los saguaipés y sanguijuelas que pueden acarrear graves accidentes. Por lo general, bebidas estas aguas, determinan una sensación de plenitud y de peso en el estómago; tienen un sabor desagradable y ocasionan cólicos y diarreas. Para tomarlas pues, conviene cambiarles sus caracteres y agregarles un principio alcohólico ó espirituoso, como cognac, vino, ginebra, etc., ó ya haciéndolas hervir, ó formando infusiones de té, de café ó de plantas aromáticas. Como hemos reunido tantas variedades bajo un solo tipo, diremos que entre ellas hay algunas que son salobres, otras que son barrosas y otras contienen álcalis y sustancias terreas y según los principios dominantes en cada una, deben ser las precauciones que se tomen, pero, sería detenernos demasiado en pormenores de poca importancia si entráramos á especificarlas, desde que, esos depósitos no reúnen las condiciones necesarias para poder surtir á una ciudad ó prover á sus necesidades. El uso del té, del café, del mate y sus suecedaneos aromáticos, así DE HIGIENE e°mo el de los alcoholes en el agua, tiene si; origen comunmente, en las lüa!as aguas de que hacen uso las poblaciones ó familias. azufre, el carbón, el alumbre, el percloruro de hierro, perman- §a,'ato de potasa, el colaraiento, etc., pueden prestar grandes servicios eüando no hayan otras aguas de que poder hacer uso. -kos estanques, casi siempre son pequeños y aunque son aguas que Provienen de fuentes ó arroyuelos, pero por su mismo estancamiento Se cubren esas aguas de impurezas y los estanques ó represas, es garantirlos de la llegada considerable de aguas, que las lollipen ó que se derraman. En muchas ciudades del interior de la las represas ó estanques, es el único modo de provisión de aSua qUe tienen las localidades ó centros de población. Para el efecto, dichos estanques ó represas, se hacen derivar canales escavados en 8 focas, llamados ñsequias y estas van ramificándose al descubierto e C{dle en (¡alie yes de estos puntos que cada vecino y familia hace &Vl Provisión, pues en la mayor parte de esos pueblos es intermitente fsta circulación. Los inconvenientes que este modo de provisión tiene ac>ll tan evidentes, que temería ofender la paciencia y la penetración e entrando en pormenores. P'Os lagos, aunque casi siempre son de agua salada, los hay también agua dulce y siempre que su caudal sea suficiente para satisfacer Necesidades de una población no habrá inconveniente en distri- Uu'la administrativamente, pero no al descubierto sino por conductos ara que esa agua se conserve lo mas limpia, posible hasta llegar á Sllfí últimos puntos de consumo. bañados y pantanos no pueden servir para la provisión Urj centro de población permanente y deben solo figurar como tirsos, que pueden presentarse á lo^viageros. asemos á ocuparnos de las aguas de nieve ó de deshielo. 0s paises situados en las faldas de las cordilleras ó montañas; los están übicados en alturas de alguna consideración y los que están , estremas, en climas frios, tienen muchas veces estas clases cíe o dgna como bebida habitual. Las ciudades alpinas, Terranova y otras ciudades ó localidades en que las aguas se hielan, ó 6cl e'an durante el invierno, son ejemplos, en que la necesidad hace pa ai' lnano vaiaos recursos ó artificios tendentes ásu liqüefaccion a Poder en seguida emplearla como bebida. Q Seneral, las aguas de hielo ó de nieve, se dijieren eon dificultad y ,a°nan desórdenes intestinales y hasta cerebrales, sin son tomadas a temperatura que reina en esos puntos, en que se opera el deshielo; LECCIONES pasa en fin, lo que con el uso de los sorbetes y los Helados. Estas aguas no son saludables por su misma frialdad, por su falta de mineralizado11 yde aereacion. De su uso habitual parece dependen en gran parte» la aparición de infartos en el cuello y hemos visto ya que mucb°s atribuyen al uso de tales aguas, el cretinismo y el coto que tan comunes son en los paises de altura, en que necesariamente hacen uso de esta clase de aguas, pero hemos visto ya, las diversas opinión68 que hay á su respecto y no nos repetiremos. En tales paises poca dificultad ofrece el toasporte del agua en pane® ó pedazos de hiele, pero tiene esto el grave inconveniente de requerí muchos brazos. En los paises de climas templados tal medio de pro' visión de agua sería inconveniente y oneroso, pero, en las regiones ü zonas de que acabamos de ocuparnos es un medio fácil y conveniente Aguas de fuentes t manantiales. —Estas aguas merecen un 3 recomendación, en general, por sus buenas cualidades; son las qllO higiénica y prácticamente se encuentran como mejores en la naturalez3' en particular si están en terrenos secundarios, pues los de otras clase® de terrenos 6 suelos, pueden estar recargados de materias calizas 0 selenitosas, de cloraros, sulfatas, silicatos, etc., según los suelos 1 terrenos subyacentes, por donde se infiltran óen que se depositan. Estas aguas son las preferidas para la provisión de las ciudades p°f su pureza, su temperatura constante y su composición, siempre idéntic3 y casi sin materia fijas que requieren el empleo de medios artificial68 para su depuración, en tanto que, en estas, es la cordillera, la colina ó l 3 montaña, la que les sirve de aparato filtrante. Suelen estas aguas contener muy poco aire, pero en su trayecto has^3 los puntos de consumo, la van adquiriendo; ademas, por la elevad6ll misma de los puntos en que toman origen no están nunca cargadas d 0 materia orgánica y esto mismo hace que su conservación sea fácil y °° requiera el empleo de ningún medio artificial de los que la esperiend3 y la ciencia aconsejan en tales casos. Siendo este el modo de provisión mas recomendado y el que mas 80 presta á cuanto tenemos que esponer sobre la circulación continua, suB' pendemos nuestras consideraciones sobre ellas para volverlas á tom31* mas adelante. Pasemos á ocuparnos de las aguas dulces dé los utos t de ASEOLOS. Al tratar de las ciudades hemos hecho notar la marcada predilecd011 por parte de los fundadores de los pueblos para situarlos en las maI* genes de los rios y arroyos, por la defensa natural que estos forman 1 621 DE HIGIENE P°r la facilidad que prestan para la previsión del agua necesaria para las Necesidades de instalación de un centro social y para llenar una nece- dad tan vital, como lo es la del agua. En la proximidad de los puntos en que toman origen los rios y arro- y°s> las aguas son por lo general tan puras como la de los manantiales y as de las fuentes, es decir, que sus cualidades en dichos puntos, depen- den de la composición geológica, porque corren ó cruzan. Eero á medida que reciben las poluciones de los pueblos ribereños, SN composición se altera notablemente y solo las disfrutan puras, las Poblaciones situadas en amont, como dicen los franceses, en la parte de arriba, cerca de su cuna. Puede decirse á este respecto que las poblaciones situadas en el lito- ral de los rios ó arroyos, reciben un agua tanto mas impura cuanto mayor es el número y población de las ciudades situadas mas arriba con rela- ción al curso de las aguas. Eice pues, con muchísima razón el Señor Pélligot: á medida que la toma mayor desarrollo, el agua de los rios que pasa por las Candes ciudades se vuelve menos pura, porque siendo su masa la ‘Nism.a, las materias que se derraman, se vuelven de dia en dia mas Una comisión inglesa presidida por el Dr. Erankland/dice el Señor Eacassagne, que tenía por misión estudiar la polución de los rios, Aclaró, que la oxidación de las materias orgánicas se hacía con tal á pesar de la fuerte proporción de agua pura, que un tras- NNrso de 300 no bastaba para producir la purificación de un agua eNsuciada. Mucho tiempo hace que los higienistas se han apercibido de los de las fábricas ó industrias sobre las costas ó litorales de s rios y arroyos, pero la falta de un Consejo ó Tribunal Superior entre Nosotros, hace que estos males vayan en en aumento proporcional al desarrollo de la sindustrias y creemos que no pasará mucho tiempo sin que teQgamos que lamentar algún azote, á consecuencia de estos descuidos. Es necesario que se establezca una vigilancia de las mas rigorosas Aspecto á los establecimientos industriales que derraman sus aguas ó Producios en las corrientes de agua, ó en los terrenos inmediatos, en par- ücular si los productos ó residuos son sustancias tóxicas, como se hace eN las principales capitales de Europa. En muchas ciudades, las fábricas de fuchsina y anilina, que arrojan arsenicales en los terrenos, han envenenado las aguas subter- raneas en una estension de mas de 200 metros y han despoblado de 622 LECCIONES peces los ríos y arroyos. Las materias en descomposición, toda sustan- cia orgánica en vía de putrefacción, arrastradas por las aguas de las lluvias ó de otra manera, á las corrientes de agua, producen los mismos resultados y todo ello debiera inducir al Gobierno General, que es á quien compete la medida, á dictar disposiciones protectoras de estas aguas, de que la miyoria de los pueblos ds la Kepública tienen que hacer uso- Por todos los motivos indicados, las aguas de los ríos y arroyos no tienen nunca una composición fija, contimen por el contrarío muchas materias que las vuelven putrescibles y que obligan á estarlas ince- santemente reconociendo, ó por lo menos, á apreciar la cantidad de ma- teria orgánica y los principios estraños ásu normal composición. Es por esta causa, diremos por úitímo, que con el antiguo modo de provi- sión do agua que teníamos en el país, es decir, por medio de aguadores o aguateros, que la iban á tomar directamente del rio, había en las casas particulares que estarlas clarificando y reconociendo, basta que al fin había que votarlas por su mal olor. Insistimos en que, no ha de pasar mucho mucho, sin que las poblaciones situadas en la proximidad de la- desembocadura del rio Paraná se vean en la necesidad de pedir la protec- ción de las aguas de que se surten y en el ínterin, usar purificadores ó filtros, por que el mal va aumentando. Tenemos la prueba de esto en los repetidos análisis que se han hecho de las de nuestro país por los distinguidos químicos Puiggari, Arata, Kyle y el Dr. Pranekland de Londres los que han encontrado cantidades distintas y variables de materia orgánica, que no debemos atribuirlo á los medios de análisis mas ó menos perfectos, sino ¿ la esta- ción, al estado del rio y á otras circunstancias análogas. Las principales razones que tenemos para opinar de esta manera son, de que las faenas de sa1 aderes no tienen lugar durante todo el año; que casi todos estos establecimientos están situadas en las márgenes de los rios y por último que no siempre arrastra el rio la misma cantidad de agua, ni tiene por lo tanto la misma fuerza en su corriente. Los inconvenientes que tienen estas aguas para la provisión indivi- dual y general, los haremos presente dentro de un momento; antes de ello y para terminar con un último modo de provisiar de agua que nos queda, vamos á decir cuatro palabras sobre las aguas aktesianas. Debemos ante todo, hacer notar, que este no es un medio de provi- sión iadividual, sinó social, pues requiere el empleo de un gran capital y brazos y máquinas y aunque la perforación de los pozos artesianos puede ser hecha por empresas particulares y por la administración, DE HIGIENE 623 uso ó empleo tiene después que volverse público, 6 mas bien dicho, si se forman empresas para su perforación es con un fin comercial, con el de vender luego el agua obtenida, ó distribuirla remunerativamente en las poblaciones. Rara vez. Señores, las aguas artesianas son potables; ya sea por la presencia de sales de composición no bien definida, ya sea por la falta de aire en cantidad suficiente en ellas, ya en fin por las capas geológicas que atraviesan, ello es que estas aguas surgentes se destinan para baños, lavado, riego á limpieza y jamás se emplean como bebida ni para los usos culinarios. Yds. saben, que por lo general solo se obtienen las aguas artesianas ó surgentes. penetrando á grandes profundidades del sub-suelo y cuando se dá con una corriente subterránea, su temperatura está en relación con la profundidad de que proviene, así como su com- posición, está necesariamente en relación también, con las capas que le sirven de lecho y es por esto que es condición previa, indispensable, el análisis cualitativo y cuantitativo. No obstante digamos cuatro palabras sobre ellas. En la mayor parte de las ciudades en que han dado resultado estas Perforaciones, las aguas no han podido ser utilizadas en el consumo de los habitantes, pero por su misma temperatura presta importantes servicios, para derretir las nieves y limpiar la vía pública. Esto es cuanto de mas importante he creído deber hacerles presente sobre estos diversos medios de provisión de agua para las necesidades de los individuos, de las familias yde las ciudades. Vamos ahora á tratar de hacer resaltar la insuficiencia de todos y de cada uno de estos diversos modos de provisión para llenar todas las necesidades sociales y Urbanas y aunque hemos señalado las desventajas é inconvenientes de duchos de ellos, este paso va á conducirnos, á patentizar la necesidad de la institución de las aguas públicas ó administrativas, como ha venido á suceder entre nosotros. Para esta demostración vamos á cambiar de táctica yen vez de ir tachando cada uno, para reunir la parte dogmática, varaos á hacer una razonada de la circulación continua y cada cual podrá de esta manera hacerse las observaciones, que sería prolijo seguir anotando y que los habrán de conducir á reconocer, que efectivamente, la provisión administrativa es la única, por ser cooperativa, que puede llegar á Satisfaeer las necesidades individuales, las domésticas y las urbanas. LECCIONES Circulación Continua PROVISION INDIVIDUAL Y PÚBLICA Condiciones fundamentales déla saluhrificacion de las ciudades Acabamos de estar viendo que la provisión de agua puede ser: privada ó individual y pública ó administrativa. La pública puede ser, por medio de individuos que se consagren ó tomen como industria proveer, ú oírecer el agua en las casas, como los aguadores que las traen de la fuentes ó surtidores naturales ó industriales. Hacemos esta distinción que marca la observación cronológica, para recordarles, que en un principio los aguateros de nuestro país, iban tí llenar sus pipas al rio, que muchas veces estaba borrascoso, otras muy bajo etc., de manera que la pobla- ción bebía un agua barrosa, espesa, inmunda. Este estado de cosas y lo insuficientes que eran los depósitos de las casas de familia, para obtener la clasificación ó filtración, indujo á varios capitalistas á formar una sociedad, que por módico precio, ofrecía á los aguateros una agua filtrada, ó algo clarificada. Con la realización de esta empresa, que tenia su depósito distribuidor atras de San Erancisco, ganó inmensa- mente la población. Pero al fin, las máquinas no daban abasto y los pedidos crecían, á pesar de lo poco y mal que filtraban. Para remediar este mal y en vista de que no se presentaban otras empresas á efectuar aquello mismo, en igual ó mayor escala, lo que prueba que no era un negocio muy lucrativo, la autoridad, contando con medios y recursos mas poderosos ylo que es mas, en cumplimiento de un deber, se pro- puso dotar ála población de agua potable en mayor abundancia. Pero aun no bastó, la población necesitaba mas agua y que en vez de irla á buscar, el agua viniera á los puntos de consumo de cada casa yde cada sitio y de aquí, diremos pasando por alto muchas circunstancias, datan las obras ge saluhrificacion ó circulación continua de nuestro país. Las condiciones fundamentales de la saluhrificacion de las ciudades se reducen á la aplicación de algunos principios, erigidos en cuerpo de doctrina por la Inglaterra 6 su General JBoard of Tiealth y á cuyo pais corresponde también el honor, do haberlos llevado á cabo con decisión y con fé. Son tres los pricipios fundamentales que sirven para dirigir la salu- brificacion de las ciudades y están en relación tan estrecha entre sí, qno puede decirse que no son sino la sucesión de uno solo. Unidos los tres loman un ciclo análogo á los muy numerosos que la naturaleza nos DE HIGIENE 625 ofrece y es de esta sucesión que le viene el calificativo de circulación continua. El primer principio es: abundante distribución de agua pura, que SIRVA PARA LLENAR TODAS LAS NECESIDADES DE LOS HABITANTES, DE LAS familias y las necesidades urbanas. El segundo es: la canalización subterránea, destinada á dar PASO Á LOS LÍQUIDOS IMPUROS Y Á TODAS LAS MATERIAS SUSCEPTIBLES DE SER ARRASTRADAS POR MASAS ENORMES DE AGUA HASTA PARAJES DISTANTES DE LOS CENTROS SOCIALES. La tercer condición es: la purieicacion de esos líquidos, que han sido CONDUCIDOS subterráneamente, antes de su derramamiento 6 SALIDA Á LOS RIOS, Á FIN DE PREVENIR POR ESTA OPERACION, LA INFEC- CION DE ESAS CORRIENTES Y PODER RESTITUIR Á LA AGRICULTURA, Á LOS SUELOS, LOS PRINCIPIOS FERTILIZADORES QUE EL CULTIVO LES ARREBATA, QUE SE ENCUENTRAN EN ESOS MATERIALES Y QUE LA TIERRA RECLAMA FOR SU EMPOBRECIMIENTO. Es á este conjunto de obras, repito, á lo que los ingleses han dado el nombre de circulación continua-, espresion muy propia, porque, el agua llega tan pura como es posible á todos los ámbitos de una ciudad, en que es empleada en el aseo y en la limpieza de los individuos, de las fami- lias, de sus viviendas y dependencias y de todos los puntos inmediatos nacen, diremos, otros nuevos conductos, en que se vierten todos los des- perdicios, suciedades, inmundicias ó insalubridades que esas aguas han lavado, así como las de las lluvias y formando una ola de inmenso poder, arrastran todas esas cosas subterráneamente para ir aun gran depósito, en donde principia la purificación, cuyo último acto es la devolución á los rios ó arroyos, de un agua tan clarificada casi, como las de los manan- tiales mas cristalinos. Durante ese largo trayecto subterráneo, la ola cloaca!, el sewage, se ha nlo cargando con todas las materias que han salido del centro de la vida y en el acto de la purificación, vienen á quedar estendidas sobre una vasta estension de terreno, sirviendo de abono, volviendo al suelo los elemen- nientos que el cultivo yel alimento del hombre le había quitado. Para esto último, se emplea el dren age permeable, ó drenage agrícolo, que con- siste, en la formación de conductos abiertos, francos, destinados con sus ramificaciones á hacer circular esas materias, á esponerlas á la a«cion secante del sol, del suelo y del aire. Es de esta manera, diremos paso, que se previenen los fenómenos de descomposición, el proceso la putrefacción. LECCIONES Hay dos sistemas de circulación continua ó dos modos de realizarlo; el antiguo y el moderno ó tubular. El método antiguo no es otro que es de alcantarillas y cloacas que usa- ban los antiguos pueblos y que Yds. habrán leído en las descripciones de Homa Antigua, pero con la diferencia de que boy, este sistema se encuentra mas perfeccionado ó completo. El sistema moderno ó tubular, de circulación continua, con cuya des- cripción breve vamos á terminar esta reunión, es debido á los Señores Chadwick y Ward; distinguido’higienista el primero, que ha figurado en en los principales Congresos Médicos internacionales de la Europa y el segundo, ilustrado redactor del Times ele Londres, que puso su diario y su talento, al servicio de la salubrificacion de las ciudades por este medio tan comprensible, como sencillo y eficaz. Pero antes de hacer esta esposicion, permitásenos volver un momento atras, con el objeto de esplicar aun, por mas que parezca demasiada nuestra insistencia, pero es que queremos que estas ideas queden graba- das en la memoria por su misma evidencia, como es que son deficientes estos diversos modos de provisión antes usados. Hemos dicho que la deficiencia de los medios de provisión individual había traído como un efecto del progreso ó déla civilización, la previsión pública, por sociedades ó por la administración, pero nos faltaba indicar los inconvenientes que el uso de las aguas de rios, arroyos, manantiales etc. ofrecen para la provisión á los habitantes de una localidad. Entre esos inconvenientes, viene en primer lugar, que esas aguas na- turales necesitan cuidados para su conservación, para que no se ensucien con las inmundicias urbanas y estos cuidados, no son posibles sino por la acción pública; fuera de esto, no toda persona, ni toda familia puede traerlas ásu casa y aun asi, esto les resulta muy oneroso é insuficiente siempre, para todas las aplicaciones que tienen y que las necesidades individuales y domésticas reclaman, A consecuencia de esto, en la breve reseña que hemos hecho, vimos aparecer los aguadores ó agua- teros, como se acostumbran llamar entre nosotros; pero tenemos la práctica entre nosotros mismos que este prceder es sumamente deficien- te y se emplean en ello asi mismo, demasiados brazos y de esta manera el agua, la sustancia mas indispensable, á pesar de la concurrencia, viene á resultar áun precio relativamente muy caro. Como efecto de su mismo costo y de las dificultades para procurárselas en todo momento» sufre el aseo y la limpieza y no hay con que satisfacer necesidades perentorias ó estraordinarias. Sufriendo el aseo y la limpieza de los individuos y sufriendo el aseo y limpieza de las casas, la salud pública, DE HIGIENE que no es otra cosa que el reflejo de la salud de todos y de cada uno padece también y las consecuencias de estos padecimientos, sabemos muy bien, que son los males que aquejan calamitosamente á los centros sociales. Cuando las aguas de los rios ó arroyos de que nos ocupamos, son buenas para todas las necesidades, hay imposibilidad absoluta de evitar su impurificación, porque los líquidos residuarios afluyen en abundancia á ellos y los establecimientos industriales, que la necesitan también, se sitúan en su proximidad y sus desperdicios, escorias y poluciones van allí directa ó indirectamente. Dijimos también que las aguas de lluvia arrastraban al mismo tiempo gran cantidad de inmundicias que en definitiva iban á parar allí. Cuanto acabamos de decir, ha sido partiendo de Ja suposición que esas aguas tienen las cualidades ó propiedades requeridas para llenar las necesidades mencionadas; circunstancia que no es frecuente i la verdad, pues por lo general, de los terrenos que atrabiesau, de los establecimientos ó poblaciones ribereñas, van diversos restos con el barro que las aguas tempestivo-as arrastran, por el polvo, etc. Esto influye de un modo evidente para que no sean puras. Cuando una familia tiene qua proveerse de agua, sea de pozo, algibe ó rio, les resulta esta poco económica y escasa ademas, fuera “de que, si hay que llevarla á casa de altos, se tropieza con dificultades ú obstáculos y de este modo se reducen á lo estrictamente necesario en el consumo y sufre asi el aseo y la limpieza doméstica. Guando las ciudades no tienen otro modo de provisión de agua que por medio de brazos, los servicios municipales, ó de superficies viales, como incendios, riegos, lodos inmundos aglomerados, etc. sufren inmensa mente. En una palabra, hay un monton de necesidades imposibles de satisfacer y de aquí, repetimos, proviene el origen de la provisión y dis- tribución de las aguas públicas que pasamos á esponer: SISTEMA TUBULAR DE CIRCULACION CONTINUA Desde 1849 hasta 1855, el Consejo General de Salubridad de Inglaterra, habia pugnado por hacer penetrar en el espíritu de las poblaciones sus doctrinas sobre la salubideación de las ciudades y uno de los mas incansables propagandistas, el Dr. Chadwyck y el Señor Ward en la prensa, como hemos dicho, consigieron al fin que sus ideas, á fuerza de predicar, fueran comprendidas y para la mas fácil esposicion, imaginaron el sistema, muy realizable por cierto que tiene nombre de tubular. 628 LECCIONES Este sistema se compone de cuatro redes distintas de tubos, cuyos fines respectivos son: 1 ° Recojer las aguas potables por drenes subterráneos permeables colocados bajo el suelo de las llanuras circunvecinas de las que provendrá el agua que van á distribuir á domicilio: 2 ° Levantar ó evacuar, por drenes subterráneos también, todos los residuos de la ciudad: 3 o Distribuir estos líquidos impuros á los campos cultivados por canales subterráneos de irrigación; 4 o Drenar esos mismos campos para volver á las corrientes de agua los líquidos purificados. Para x’ecojer las aguas, buscaban las fuentes de rocas primitivas y á falta de estas, se imita con los tubos de drenaje subterráneo, que cons- tituyen verdaderas fuentes artificiales, con ó sin purificación previa, según sus condiciones. Una vez obtenida el agua, se la conduce ála ciudad por un tubo cerrado y de allí, en tubo menores en forma de red, la distribuyen á cada casa y cada habitación, de manera que el consumidor, no tiene sino dar vuelta la llave para tener cuanta necesita; puede decirse que de esta manera, se conduce la fuente misma á cada casa y cada habitación. La evacuación ó salida del agua que ha servido y que se halla enri- quecida con los residuos déla población, ó de cada casa se efectúa pox de sección reducida y de modo, que no dejan que las inmundicias se cloacas tubulares, depositen, para que así no entren en descomposición. Estos tubos entrelazados y constituyendo otra red, de corriente rápida es la que lleva esos detritus, fuera del recinto de la población. Estas dos x-edes tomadas en su conjunto constituyen la división urbana; asi como las otras dos constituyen la división rural y cuyo destino es, aplicar al suelo los abonos acarreados por las aguas residuarias. Estas aguas residuarias, se aplican al suelo de un modo continuo y á medida que van llegando, por medio de tubos semejantes á los que han servido para la distribución del agua y provistos de llave á que pueden ajustarse mangas pax*a la irrigación, que distribuyen el abono cual si fuera una lluvia. El exceso de agua, último eslabón de esta cadena de operaciones, se evacúa por tubos de drenaje colocados en el sub-suelo, de modo que el agua no pueda llegar á ellos, sino después de despojada de los elemen- tos fertilizadores que arrastran. Estos tubos se van reuniendo ásu vez de menor á mayor, hasta que por un tubo principal, van aparar á los rios, arroyos ó el mar. DE HIGIENE 629 Este sistema no os sino la exageración del sistema antiguo y que sin embargo fue aplicado en algunas poblaciones pequeñas como Eugby. Hemos suprimido en esta esposieion muchos pormenores porque nuestro ánimo es darles una idea suscinta de la circulación continua, que en la próxima reunión, comenzaremos á esponer bajo el epígrafe de provisión civil ó administrativa de las aguas publicas. CIVIL O ADMINISTRATIVA DE LAS AGUAS PÚBLICAS Señores: El servicio de las aguas públicas, tiene por objeto, poner al alcance de cada individuo ú habitante, la cantidad de agua requerida para llenar todas las necesidades de la casa ó familia y también las del municipio, de la via pública, como baños, lavaderos públicos, incendios, riegos, etc. Hemos hecho presente ya, que hay dos sistemas: el tubular, de que ya nos hemos ocupado y el antiguo. En uno y otro sistema, puede suceder que la cantidad de agua, alcance ó no alcance á satisfacer todas las necesidades. Cuando el agua potable disponible para aproveer una población, es suficiente para llenar todas las necesidades, entonces, que es el caso mas sencillo, no hay sino hacer una canalización cuyas ramificaciones ó conductos, lleven el agua de calle en calle yde casa en casa. Insti- tuido un sistema completo, no hay necesidad de la provisión ó concurso de ninguno de los medios que hemos pasado en revista; todos los incon- venientes enumerados desaparecen, y se concilia la comodidad con el bajo precio y la abundancia de este elemento de la salubridad de ios centros sociales. Pero cuando la cantidad de agua potable, disponible para llenar esas necesidades, es insuficiente, porque la fuente es relativamente pequeña para la población, entonces hay que buscar mas agua. Puede suceder 630 LECCIONES en este caso, que de las aguas que se pueden traer ó derivar para una ciudad, unas sean potables y otras nó. En este caso, bay necesidad de establecer una doble canalización, para no mezclarlas, de lo que resultaría la inutilización de la potable y hay necesariamente que economizar la buena, Ja que es potable, para la alimentación y bebida, destinando la otra para los demas usos. En algunas ocasiones las diferencias de nivel en las ciudades, obligan á traer de diversas fuentes las aguas y entonces se requiere también una doble canalización. La demasiada estension que ocupa una ciudades una causa que obliga á veces también á efectuar una doble canalización. To- das estas pequeñas dificultades tiene que vencerlas la distribución admi- nistrativa y hay que procurar, que en cada punto, haya la cantidad de agua necesaria para las necesidades públicas y privadas. Es del resorte puro y esclusivo de la Ingeniería el indicar Ja manera de vencer los inconve- nientes que el distinto nivel, ó la demasiada estension de las ciudades ofre- ce, para la realización de este principio fundamental de la distribución ó provisión. Si bien no tiene ingerencia directa la higiene en la preparación de las obras para conducir el agua necesaria, la tiene si para recomendar que los conductos se construyan con materiales que no puedan alterar la composición de las aguas y que estas no sufran defensión en su tránsito, porque redundaría en perjuicio de la distribución. De aquí surjen dos reglas para la distribución yesla 1 ,de que el agua sea tan pura que no requiera en las casas, ni filtración, ni clarifica- ción yla2 03 es, que el agua debe circular de un modo constante yno intermitente'en los caños ó conductos. Mas adelante hemos de estudiar los aparatos filtrantes y la manera de clarificar las aguas según las sustancias que la enturbian, pero pode- mos ya indicar los inconvenientes que ofrecen aquellas provisiones que demandan filtración ó clarificación en las casas. Vamos á fijar bien nuestras ideas sobre estas dos reglas. Los filtros tienen siempre una capacidad reducida y ademas, tienen una celeridad en la filtración, que no pueden ultrapasar, es decir, si se me permite la redundancia, los filtros, filtran poco y despacio; necesitan cuidados de aseo y de limpieza y mientras las aguas se encuentran en los filtros, su temperatura varía. El empleo de filtros, espone á que falte el agua filtrada y se tenga que emplear la sin filtrar, pues si se quiere apurar la filtración el producto es malo: en fin, Señores, y vaya esto á modo de consejo: desconfíese de los filtros yen particular de los que prometan mucho. DE HIGIENE 631 Veamos los inconvenientes que ofrece la distribución que no es constante, ó que es intermitente. Cuando el agua es intermitente, se ven las familias en la necesidad de tener pequeños ó grandes depósitos, según la duración de las inter- mitencias y las necesidades que esperimentan y en esos depósitos el agua se altera, por las impurezas que le caen y se altera su temperatu- ra. También, eso espone á que los raenages se queden sin ella por un tiempo mas ó menos largo, según las intermitencias y esto tiene que suceder toda vez que el consumo sea estraordinario. Puede suceder que haya olvidos y descuidos yno se recoja la cantidad de agua necesa- ria y por último, cuando es intermitente la provisión, sobrevienen renci- llas y disgustos entre los locatorios, á causa da que, un mismo caño conductor, aunque tenga muchas llaves, tiene que surtir á cada casa ó á varias familias ála vez y si la que está mas inmediata á la calle recoje el agua, los demás no recojen casi nada y si se recojo por mucho tiempo, deja sin ella á las demas, Enfin, Señores, Vds. comprenderán el semillero de disgustos y desa- grados á que puede dar esto lugar en un casorio ó un conventillo. Entre tanto, cuando los tubos contienen agua siempre, nadie hace gran provisión, pues no tiene sino dar vuelta á la llave para tener lo que necesita; no hay lugar para desagrados ó peleas, porque lo mas que puede haber de esa manera, es una demora insignificante, mientras la una llena un cántaro ó dos. En algunas otras ciudades en que es intermitente la provisión, los locatarios ó propietarios hacen grandes cisternas ó depósitos y para estraer luego lo que cada uno necesita, se ocurre á la bomba ó al baldeo ■—en tales casos, el agua se ensucia, si no se tiene cuidado; se necesitan esfuerzos para estraerla y toda vez que se inquiere esfuerzo, se puede asegurar, que se dejan muchas necesidades sin llenar, por motivos que no escaparán á la penetración de Vds. Así pues, cuando se trata de consti- tuir un sistema de provisión,debe procurarse,como condición esencial, que ®1 agua no requiera el empleo de filtros, ó de otros aparatos para ser e*upleada, pues todo ello acarrea perjuicios á la salubridad y son Verdaderas imperfecciones en el planteamiento de estas obras. En resúmen, Señores, el agua debe llegar a todos los puntos de consumo, sin detención, ni obstáculo alguno, que impida de algún modo su empleo inmediato. Si tras esto y para mayor esclarecimiento, se nos preguntara ¿cuántas llaves deben colocarse en una casa de familia? debemos responder que ho puede hacerse cuestión de esto, que lo mas natural y conveniente á 632 LECCIONES la vez, es que exista una, en cada 'punto, donde hay un gasto habitual que hacer. En las obras de salubrificacion ó de provisión de agua de las ciudades, para poder alimentar las casas de alto j poder satisfacer al mismo tiempo todas las necesidades urbanas, se construyen recipientes en puntos adecuados, es decir, depósitos á una altura tal, que el agua que de ellos provenga tenga fuerza suficiente para ascender hasta dichas casas ó bien se dá á esas aguas destinadas para esas habitaciones una presión artificial, suficiente para que llegue á esos puntos. Cuando la cantidad de agua es bastante abundante en esos depósitos, la misma abundancia es la mejor presión que puede emplearse, por su economía j porque así la fuerza es continua yno intermitente. De esta manera también, como son estos mismos conductos los que sirven para esta- blecer bocas de incendio, el agua tiene la fuerza necesaria para llegar á los pisos mas altos de las casas; de esta manera aun, el riego por medio de bombas, se hace mas fácil y cuando hay que procurar una corriente poderosa en las obras subterráneas, para que arrastre las inmundicias, ó para hacer su limpieza, prestan un recurso eficaz y siempre pronto para destruir esos atascamientos, que son tan espuestos y perjudiciales, cuando la sección de esos conductos no tiene la capaci- dad proporcional á la cantidad de materias que deben recorrerlos. Creemos suficiente lo dicho sobre este punto y pasaremos á indicar cual es la cantidad de agua que debe procurarse por individuo en estas provisiones civiles ó administrativas. Para contestar á esta pregunta que ocurre apenas se comienza á considerar de cerca esta cuestión: ¿ cual es la cantidad de agua necesa- ria por individuo para llenar todas sus necesidades-, ? si nos ponemos á averiguar la cifra con que se cuenta en varias localidades para este fin, nos encontramos con cifras ó cantidades muy distintas y estudiando mas de cerca este fenómeno ó diversidad, hallamos que en unas localidades no dan mas, porque no tiénen de donde sacarla, es decir, todos en ellas recouocen que la cantidad es muy pequeña con relación á la población; en otras, vemos que los habitantes llenan todas sus necesidades con una cantidad dada, pero, otra localidad con igual número de individuos, pero situada en una latitud diferente, con esa misma cifra, no alcanza á satisfacer la mitad de sus necesidades. Inferimos de esto yde otras anomalias, que la cantidad de agua necesaria por habitante, varia en cada localidad, según diversos circunstancias y principalmente según el clima, los hábitos, el número de establecimientos industriales; la superficie de 633 DE HIGIENE la ciudad, la densidad de la población, las superficies viales, la calidad del terreno, etc., etc. Así pues, no es posible precisar, ó asignar una cifra fija, para la pro- visión de agua. No obstante, en este como en muchos otros problemas que no pueden resolverse de un modo matemático, por el cúmulo de causas que actúan para esas variaciones, es posible indicar un máximo y un mínimo. Con relación ála provisión de agua, se ha hecho la observación de que el mínimo, es fácil de hallar, pero que el máximo no se encuentra; en otros términos, por mas agua de que disponga una ciudad, nunca se ha oido queja de tener en demasia, esto es, el agua nunca peca por exceso. Consultando y comparando las cantidades de que disponen algunas ciudades se ha llegado k esta conclusión, que la cantidad de agua á proveer una ciudad, no puede ser 'menor de 100 litros por habitante y por dia y tan solo para las necesidades 6 cuidados personales. Para las necesidades urbanas, no es posible fijar limites, porque las cantidades del terreno, el clima, la clase de habitaciones y establecimien- tos industriales la hacen variar, por lo tanto, no mencionaremos ningu- na cifra en términos generales, pero para una ciudad, como la nuestra, podemos señalar como muy conveniente para uso público ó municipal, una cantidad en verano, de doscientos litros por individuo como mínimo, fuera de igual ó mayor cantidad para el uso personal. Cuando se plantea un sistema de provisión, como son obras por lo común muy costosas y hasta monumentales, en que la arquitectonia interviene para infundirle todo el aliento eternal que le sea posible, hay que tener en cuenta el aumento probable de la población y las nuevas ne- cesidades que ese aumento crea. Así, aunque pudiera fijarse como tér- mino medio aprpximativo, doscientos cincuenta litros por habitante, en una población en vía de desarrollo, se debe calcular la prensión en qui- nientos ú ochocientos litros y aun, si fuere posible, en mayor cantidad, por el principio de que la abundancia no daña y por la proporcionalidad (no bien demostrada aun) entre la salubridad y la cantidad de agua disponible, fuera de la previsión del aumento posible, en pocos años, hasta la duplicación de habitantes. Recorriendo las obras de ingeniería llevadas á cabo en varios paises para ver de alimentar las ciudades con la cantidad de agua necesaria, se echa muy pronto de ver que en todas ellas han elegido para la provisión uno de estos tres modos: 1. ° tomándola de los manantiales ó fuentes 634 LECCIONES naturales; 2. ° creando fuentes artificiales por drenaje ú otro modo y 3. ° tomándola de rios, arroyos 6 lagos. El primero de estos métodos o modos, es el que tiende á prevalecer en las ciudades antiguas, á causa de que las aguas de los lagos, arroyos y ríos inmediatos, se hallan profundamente contaminadas y por los moti- vos que hemos detallado, contienen gran cantidad de impurezas. En las ciudades modernas, los gobiernos ilustrados, que miran por el adelanto y progreso y se preocupan del porvenir, sabiendo las tendencias tratan de prevenir con medidas acertadas la conservación de esas aguas naturales para destinarlas á estos usos. Aunque no debemos entrar en muy minuciosos detalles sobre la pro- visión y distribución de las aguas en otras ciudades, siu embargo, vamos á suministrar algunos datos, que son de gran conveniencia por las lec- ciones comparativas que entrañan. Paris, no tenia en un principio sino las aguas del Sena, que requerían filtración antes de ser empleadas y fué necesario, siendo estas insuficien- tes, traer las del Ourcq, y derivar después, por la misma causa y sucesi- vamente las del Dhuys, Surmelin, del Ya une y por último las del Mame. Estas dos últimas ban costado 48 millones de francos. A pesar de tantas obras y de haber reunido tanta cantidad do agua, no tiene aquella ciudad, la cifra suficiente y esto proviene de la mala calidad de ese ele- mento. Euera de esos canales, tiene la de los pozos artesianos de ¡3reuelle y de Passy y el acueducto D’Arcueil. Se calcula la cantidad de agua dispo- nible en 450.000 metros cúbicos, lo que da apenas un poco mas de 200 litros por habitante. Según los historiadores la antigua y opulenta Roma, tenía 7.850,000 hectolitros diarios, que afluían por veinte magníficos acüeductos. Cuando las agitas que se van á derivar están situadas en puntos muy distantes, los distintos niveles de los terrenos que tienen que atravesarse para traerlas al recinto urbano, ban obligado á los ingenieros á formar lagos artificíales, que llenan muchas indicaciones. En efecto, sirven para la irrigación de los terrenos inmediatos y mas que nada, sirven para filtrar el agua ó hacerla sufrir alguna preparación que las vuelva propias para los principales usos urbanos, como ser la depuración 6 sedimenta cion y ademas, constituyen depósitos ó reservas de suma importancia en las localidades sujetas á sequías periódicas, ó fáltasele lluvia. Pasando á otro ejemplo, diremos que Londres, que cuenta con mas de tres millones y medio de habitantes, no cuenta sino 450,000 metros cúbicos por dia, lo que da apenas Í3O litros por cabeza, y aun así fuera de ser insuficiente esa cantidad de agua, está condenada la mayor DE HIGIENE 635 Parte por los análisis efectuados por repetidas comisiones. Según los informes dados por los comisionados, habría que procurarse agua para una población de cinco millones, calculando un consumo de 180 litrcs P°r habitante, como término medio. El Señar ingeniero Bateroan, que fue invitado para trazar las obras de de nuestro país y que habia ejecutado la desviación del lago para Glasgowy construía un acueducto parala Compañía Metro- politana en Londres, destinado á irrigaciones, propuso hace algunos años 611 dicha ciudad, interceptarlas aguas del Saverne, cortando para el efecto |°s montes Caleridis y Plynlimmon y construyendo lagos artificiales intermediarios entre dicho rio y la gran capital de la Gran Bretaña* ®stas obras, según los cálculos hechos permitirían traer á Londres metros cúbicos por dia, lo que daría, con los existentes mas de Uu millón de metros cúbicos ó sea próximamente como trescientos litros P°i' habitante. El acüeducto por el que tendrían que venir esas aguas* Seria de mas de 60 leguas de largo y traerían una declividad, por propia Pesantez, es decir, sin requirir máquinas elevadora?, que sería suficiente Para la distribución hasta las casas mas altas, es decir de cinco pisos. El c°sto de las obras, ha sido calculado en cerca de dos mil millones de Pesos moneda corriente (2.000,000,000). Según el Sr. Ereycinet, se requieren para hacer estas derivaciones y desviaciones: 1. ° tei’renos casi impermeables; 2. ° que no se formen Pétanos y 3. ° que el suelo y muros sean bastantes firmes para que no °edan y espongan á inundaciones. ®1 segundo modo de procurarse las aguas que han ideado los ingenie- r°s para proveer las ciudades, consiste en crear fuentes ó manantiales P°í vía de drenage, 6de un modo análogo; este método, que es el mas Moderno, forma parte como hemos visto del sistema tubular de circula~ Cl°n continua de los Señores Chadwick y Ward, y consiste en canalizar suelo de los alrededores de las ciudades, como hacen los agricultores y reünir las aguas á 2 ó 3 metros bajo la superficie según los canales. Para estas obx*as se recomiendan los terrenos arenosos y silicosos, es decir? frenos que no se echen á perder, capaces de detener las impurezas y 'lllo tengan poca consistencia, terrenos permeables en una palabra. La de terreno necesario para estas obras, se calcula á razón de 9 ataras para mil almas, calculando en 150 litros por dia la cantidad que pueden suministrar. En países en que llueve poco, ó en que _ y uiucha evapoi'acion, se necesita, como bien se comprende, mayor can- dad de terreno. Es muy difícil hallar en las inmediaciones de las gran- as ciudades, superficies adecuadas pax*a estas obras y la red de canali- 636 LECCIONES zacion tiene que sufrir muchas interrupciones y la calidad de las aguas se encuentra comprometida por los abonos empleados por los agriculto- res y es imposible tener improductivas esas grandes «áreas. De manera pues, que se puede decir por reglas general, que las ciudades nunca tienen suficiente terreno para este método de derivación y alimentación, á menos pue sea de nueva creación. El juicio definitivo de los ingenie- ros sobre este sistema tubular, que tanto cautiva en teoría y con el cual se le hizo oposición en un concurso en Londres, á Mr. Bateman, es que no es posible aplicarlo á grandes ciudades. Una variante de este método de provisión y mas fácil de practicar, consiste en establecer un pequeño número de canales que terminan en la capa subyacentes á aquella en que se reúnen las aguas de infiltración ó subterráneas; es decir, en el sistema tubular hay que reunir las aguas y en este hay que atacar las que están ya reunidas en las ca- pas subterráneas. Este método ha sido empleado en Liége. Esta población importan- te de Bélgica, tenia una distribución insuficiente, pero, en las cuestas inmediatas habia un cierto número de galerías escabadas en diversas épocas, para esplotar la ulla ó carbón de piedra y aun con otros fines, tjue no hace al caso detallar, y se decidió organizar en esas galerías una distribución de aguas para alimentar las casas, limpiar las calles y la alcantarillas ó cloacas, reuniendo para ello las aguas subterráneas de las colinas que circundan el pueblo. Las galerías de comunicación atra- viesan el terreno hullero y las gredas de la base del terreno cretáceo hasta penetrar en las capas permeables superiores, que son muy acníferas. Parece que se han obtenido de este modo ocho millones de litros de agua ó sea 100 litros por habitante, estimando su población en 80,000 Esta cantidad es, fuera de la que ya tenia. En Montauban, se ha usado un proceder análogo, aunque bien puede decirse que es un drenage, en virtud de estar la capa subterránea para- lela á la superficie y solo á pocos metros de profundidad. El tercer proceder para la provisión y alimentación de las aguas públicas, consiste en tomarlas directamente de los rios ó arroyos. Este es el método mas antiguo y el que primero viene la imaginación; pero, hemos visto que, con raras escepciones, esta agua comunmente no es conveniente para los usos domésticos y en particular para beber, por las poluciones que van á parar á ellas. Las ciudades que no tienen otro recurso, se ven en la necesidad de ocurrir á ella y para sustraerles las impurezas, se recurre á la filtración natural ó artificial, de que vamos á ocuparnos mas adelante. DE HIGENE 637 Hay muchas ciudades alimentadas de esta manera y solo citaremos á -Londres, París y Marsella. En Londres, hay ocho compañías que distribuyen el agua en la pobla- ron; de estas, siete la toman del Tamesis y una del Lea. Todas estas a§uas están condenadas, á pesar de las filtraciones, según los análisis é investigaciones, todas contestes, y en particular los de los Doctores firanckland y Lankester y el Eegistral General, lo que hizo que la cuestión fuera llevada al Parlamento, provocando medidas estreñías y urgentes, pues la observación y la esperiencia acreditaban por medio de las pesquisas y de la estadística, que aquellos barrios en que el colera hacia mas estragos eran los que recibian una agua mas impura. Las visitas hechas á los establecimientos, obligándolos á que suministra- pun agua mas pura, bastó para hacer desaparecer el mal; prueba bastante Persuasiva, de que era esta mala calidad de las aguas las que mantenía esa enfermedad pestilencial. En París, el agua del Sena no podía servir para la alimentación, sin Oración previa y aún así mismo, como esta no es suficiente ó comple- ja, ocasiona siempre diarreas, en particular entre los estraugeros, hasta que se habitúan á ella. Ea purificación de Jas aguas, ó su limpieza, consiste en colocarlas en Estanques de depósito y de filtración, fuera de ciertos procederes espe- ciales de reacción química. Fácil es comprender, que en masas de agua taU considerables como las que se destinan para la alimentación de las ciudades, es siempre difícil é incompleta la epuracion. Las compañías y comisiones encargadas de estos establecimientos, cuando no tienen ellos Unas proporciones excesivas, para poder purificar una cantidad diaria, mucho mayor que la que las mismas eventualidades pueden Se ven apuradas para poner la cantidad que se les exijo y desgraciada- mente, los filtros, filtran poco proporeionalmente y si se les apura, filtran mal y entonces se distribuyen aguas, que tal vez son trasparentes, pero que distan mucho de ser puras. Una de las comisiones inglesas encargadas de hacer un estudio al respecto, decía, que aun no se había descubierto el medio para apropiar para los usos culinarios el agua contaminada por los líquidos cloacales y que, por mas que se vean charas, y.trasparentes esas aguas son mal sanas y pueden generar epidemias. En Marsella, en que las últimas obras han suministrado hasta 500 Ljros por cabeza ó por individuo, como las aguas son algo gredosas, á Pesar de la filtración, arrastran un barro muy tenue, que resiste al leposo de esos estanques, á los filtros y se ven en los domicilios 638 LEGOIOtíES particulares, en la necesidad de clarificarla, porque conservan un tinte opalino, así como lo tienen las nuestras también. Otro procedimiento para las grandes masas de agua consiste en emplear para su depuración filtros naturales, ó galerías filtrantes. En este sistema, en vez de tomar el agua, directamente del rio por medio de máquinas, ó de un canal derivatorio, se practica en el snelo á cierta profundidad y distancia del rio, una gran escavacion, sangria ó túnel, para que el agua se dirija a él subterráneamente por infiltración, atravesando horizontal mente el terreno comprendido entre el fondo del túnel y el rio. Para asegurar esta parte de la galeria; se emplean ladrillos premea- bles, en todo 6 en parte, los que permiten, así como las obras de alba- ñileria que los acompañan, que el agua penetre en su interior, de manera que forman un acueducto. Como bien se comprende, es el terre- no el que filtra, yla galeria no es sino el sustentáculo, ó cara esterior del filtro. El agua obtenida de este modo es siempre clara; pero se requiere para construir estas galerías, que el terreno entre ella y el rio, sea arcilla y arena, que constituyen un buen filtro; se requiere también, que el suelo inmediato no sea pantanoso, ó tal, que mezcle alas aguas del rio infiltraciones de mala calidad; se requiere también, que la superficie retenga las aguas de lluvia yno les permita llegar á las galenas y por último, que el réjimen del rio, sea tal, donde esté situado el filtro, que no se acumulen depósitos que obstruyan el filtra- miento. Este procedimiento está en uso en Toulouse, Lion, Anverss, etc. Este procedimiento está muy recomendado en la actualidad y como hemos de ver mas adelante, es el que se ha adoptado en el gran túnel que parte desde la Torre de Toma frente á Belgrano y termina en la Estación de Bombas en el bajo de laEecoleta. En esta reseña, no hemos hecho mención del sistema de tomar el agua de los rios, de la parte superior de su curso ú origen, que los franceses designan con el nombre de aval, porque no es en definitiva sino una variación del sistema de tomar las aguas en las fuentes ó manantiales. Hemos escusado multiplicar las citaciones y ejemplos de ciudades, que se proveen de los varios modos indicados, porque hemos creído que á nada conducía, desde que solo tratábamos de dar una idea clara de este primer acto de la circulación continua. Debemos advertir que la elección de cada uno de los métodos indica- dos, depende de ciscunstancias locales, que corresponde á la ciencia del ingeniero determinar después de prolijos estudios del suelo y del sub- suelo, niveles, topografía, etc. DE HIGIENE 639 El mejor de todos los sistemas, juzgados intrínsecamente, parece ser, dice el señor Frejcinet, el empleo de las fuentes naturales y el menos bueno, es el que consiste en tomar el agua en los ríos y purificarla artificialmente. En cuanto ála distribución, el mejor modo consiste en procurar que el agua vaya de casa en casa por acción natural de la pesantez, es decir que no requiera esta operación el empleo de máquinas, ni de aparatos: en otros términos, debe preferirse infinitamente mas, un canal de dei i va- cien, que no máquinas elevadoras. Por no interrumpir este simple relato que hacemos, no decimos nada por el momento, de los filtros que mas se recomiendan, de su compo- sición y condiciones, etc. que deben tener. Mas adelante hemos de egponer también las opiniones que han prevalecido en los últimos congresos médicos sobre este primer acto de circulación continua y salu- brificacion de las ciudades. En la próxima reunión nos vamos á ocupar de la canalización subter- ránea, obras de desagüe ó cloacas y alcantarillas. pE LA CANALIZACION SUBTERRÁNEA Ó DRENAJE DE LAS CIUDADES Señoees: La canalización subterránea es el segundo acto 6 el segundo tiempo se prefiere la espresíon, de la circulación continua, cuyo primer tiempo ó sea la provisión y distribución de agua, hemos visto en sus principales faces sn la reunión anterior. La canalización subterránea es con el objeto de desembarazar las ciudades de los líquidos y materias deyectibles que la vida de las pobla- ciones genera en su mismo centro. Dijimos en una de nuestras anteriores reuniones que el drenage se dividía en permeable ó impermeable; que los conductos permeables ó 640 LECCIONES penetrables eran análogos á los de la agricultura, mas ó menos super- ficiales y su objeto principal era desecar el suelo yel subsuelo; que los conductos impermeables eran abovedados y subterráneos y que com- prendian los canales y galenas que bajo los nombres de alcancatarillas 6 cloacas privadas y públicas íorman la canalización, por la que se libran las ciudades de las materias que han salido ya del círculo de la vida. Se puede dividir la canalización que tienen las ciudades en pública y privada. Vamos á ocuparnos primeramente de la pública y después trataremos de la privada. La red de cloacas, que constituye la canalización subterránea, hay que examinarla bajo tres faces, ó aspectos diferentes : 1. ° De su destino, ó sea de los servicios que deben y pueden prestar. 2. ° De la salubridad esterior, es decir, de la higienizacion de las ciudades y habitaciones. 3. ° De la salubridad interior, ó sea de la protección que hay que dispensar á los obreros que penetren en esas galerías para cuidar del aseo, de la circulación, de las reparaciones, etc,, que puedan exijir dichas galerias. Comencemos por examinar el destino, ó los servicios que pue- den T DEBEN PRESTAR LAS CLOACAS. Podemos decir que son dos los servicios que pueden rendir estas obras: como evacuadoras, dando salida á los residuos y materias deyectibles, tanto de las casas particulares, que se ponen para el efecto en comu- nicación con ellas, como de las superficies viales, ó urbanas; 2. ° como medios de comunicación, aliviando la vía pública y haciendo subterránea- mente ciertas funciones incómodas y perjudiciales. Como evacuadoras, las cloacas sirven para eliminar todo lo que es susceptible de ser arrastrado por las aguas, sea de las casas ó de la vía pública. De la vía pública deben recibir, todas las aguas que corren por la superficie y todas las inmundicias y deyecciones que en ella se encuen- tran, deben recibir también todas aquellas materias insalubres, ó no insalubres, que las aguas de la superficie, no pueden arrastrar, pero que la ola de la alcantarilla, como mas poderosa, puede conducir con facilidad hasta sus límites. De manera pues, que no quedan en las calles sino las materias que obstruirian el conducto y las que se destinan para otros usos, como ser las composturas mismas del pavimento. Para que las alcantarillas puedan llenar estos usos, es necesario que el hombre intervenga, pues las aguas de lluvia suelen no ser bastante DE lIIGIEjYE 641 frecuentes, ni suficientemente abundantes para hacer por sí mismas la limpieza; puede suceder que la pendiente no tenga suficiente inclinación para que los cuerpos cedan al impulso de la gravedad y á los efectos de la ola yen todos estos casos, los residuos quedarían en las superficies de las vias públicas infestando la atmósfera, si no interviniera un em- pleado necesario, encargado espresamente de obtener la limpieza. Para facilitar esta misma limpieza, cada manzana ó grupo de casas tiene una cintura ó reborde pavimentado que costea la vereda é inter- rumpido de trecho en trecho, y cuyo objeto es facilitar la convergen- cia á las alcantarillas ó á sus aberturas de los residuos, sea de las casas, sea de las calles, que los barrenderos van echando, ó que las aguas arrastran. Para el efecto también, las aberturas ó comunicaciones con las alcantarillas, tienen una pendiente que facilita la corrida hasta ellas de las aguas, y estas bocas ó aberturas de las alcantarillas están distribuidas metódicamente, formando distritos, mas ó menos estensos según la estencion de las cuadras. Al hacer la distribución de las aguas, ya se tiene en cuenta esto mismo, y para facilitar esta circulación en el pavimento, se esta- blecen en los puntos mas elevados de estas pendientes, llaves de agua, surtidores ó fuentes que dan una ola continua ó intermitente, la cual arrastra las basuras é inmundicias hasta la boca de la aber- tura. Luego, los encargados de la limpieza, reglan ó dirigen á vo- luntad el curso de las aguas y con instrumentos apropiados, van con- duciendo gradualmente las basuras ó inmundicias de las veredas y centros de las calles, á las pendientes y sucesivamente hasta la boca de la alcantarilla. Al hacer esta limpieza se frota el suelo, para que una vez seco, todo ello no exhale mal olor, ni queden materias putrescibles. Tal es en compendio el primer rol de las cloacas, y debo agregar, fiue todos los autores están contestes respecto á su beneficio, El Consejo Superior de Sanidad de la Gran Bretaña que for- muló esta manera de eliminar los detritus, pedia, que las inmun- dicias sólidas y líquidas fueran esportadas inmediatamente por esta via, de manera que desapareciera todo mal olor de las casas y de las calles, que denuncian siempre la consumación de un atentado con- tra ¡a salud pública y una pérdida para la fertilidad délos campos Eas diferencias de ejecución de las alcantarillas, debidas á incidentes del terreno, en nada perjudican ó modifican el principio señalado, como 642 LECCIONES no lo modifican tampoco, las economías que los gobiernos pueden hacer en el número de bocas y de surtidores. La salubridad pública, no siempre consultada por desgracia cuando se realizan estas obras, pide y exije que los accidentes, los tiempos y los detalles mismos de estas, sean tan completas como es posible, en cuanto ála provisión del agua y en cuanto á las cloacas para que puedan llenar este destino. El plan de estas obras no debe limitarse al recinto délas ciudades, sin Olaye. DE HIGIENE 691 Sin grandes comentarios, Yds. podrán corregir algunos errores que hay en estas apreciaciones. Nada hemos dicho del costo de las obras, pero lo salvaremos el olvido, diciendo que las comisiones de salubrificacion lleven gastados mas de 250 millones de pesos moneda corriente y que para la completa terminación de las obras, se necesita un poco mas aun de dicha suma. Aunque tenemos, como poner la cifra exacta, creemos que es innecesario y bastará con estos datos que son muy aproximados. En cuanto á la esposicion hecha por el P. A. Houles la concep- tuamos muy bien hecha, pero, habiendo dicho cuanto al respeto, es posible, no debemos agregar ni una sola palabra al respecto, por mas que hayamos notado algunas inexactitudes. Los inconvenientes ó imperfecciones que hemos notado, fuera de lo indicado por el Señor Durand-Claye y que no consideramos de gran valor por cuanto miramos asegurada y libre de peligro por su construc- ción solida; por su pendiente que es de 5 á 7 y aun mas diezmilési- mas en algunos puntos; por la cantidad de agua que va á consumir la población (181 litros por habitánte) que asegura una ola irresis- tible; por la falta de materias sólidas (barros, piedras, ladrillos ú otros objetos pesados en la cloaca máxima) pues en virtud de las disposiciones de las cámaras reguladoras, todas esas materias han de ir á parar á los caños de tormenta y mas que nada, conside- ramos asegurada en ella la libre circulación, sin obstrucción; ni deterioro, por la frecuencia de las lluvias en nuestro pais y porque en ellas una gran parte de las aguas van á servir automáticamente, ó por la disposición de las cámaras reguladoras, para efectuar la limpieza estraordinaria de dicha cloaca, de tiempo en tiempo. Creo pues en virtud de lo espuesto que la rueda de Melbourne colocada en la estremidad de la abertura de salida de dicha cloaoa no tendrá que separar materias sólidas; sino agitar las aguas para mantenerlas en movimiento y con la frescura necesaria para evitar su corrupción. En cuanto á las cloacas colectoras, su pendiente, su dureza ó solidez, su forma ovoidea y su pequeña sección, aseguran también su circulación con las masas de agua que van á correr habitual- ttiente por ellas y estraordinariamente en los dias de lluvia. Todo el gran mecanismo de las obras de salubridad de nuestro Pais, reposa en las cámaras reguladoras. Si el agua de las lluvias es en gran abundancia, las cámaras reguladoras las derraman en i°s caños de tormenta y las materias sólidas por su propia pesantez 692 LECCIONES van á caer á dicho caño. Las cloacas interceptaras pues, solo re- cibirán el sewage mas 6 menos diluido y en ellas no concebimos, por idénticas razones á las espuestas, ni obstrucion, ni deterioro, todo marchará perfectamente por esta parte. En cuanto al destino del sewage, creemos que es cuestión resuelta que en su principio, se destine á la epuracion per el suelo y asi que haya solicitantes, ó que las comisiones acl hoc, puedan disponer de algunos fondos, se harán ensayos agricolos. No seiia difícil» creemos, que alguna compañía solicitara por algún tanto ese sewage para fabricar guano espertadle. Tres son las objeciones que creemos deber hacer á nuestras obras de salubrificacion. La primera, es sobre los albañales de las calles, su disposición y construcción, Como hemos dicho, la cámara de entrada de la via pública no forma un todo continuo con el conducto de comunicación con la cloaca colectora inmediata, sino que tiene un saco, un depó- sito de todas las materias putrescibles que las aguas arrastran de la via pública—luego que ha pasado la lluvia son estraidas y derramadas de nuevo sobre el pavimento de la calle en que entran en putrefacción y asi, están viajando incesantemente, del fondo de los albañales al pavimento y vice-versa. Pero esto no es una verdadera objeción, puesto que solo es una malísima práctica temporaria, que esperamos se apresurará la Mu- nicipalidad á remediar. Decimos que este mal solo es temporario, porque las obras de salubrificacion comprenderán también el adoqui- nado de la ciudad y cuando este se termine, no se reunirá tanto barro inmundo é infecto, las cloacas colectoras, en virtud de esta disposición de los albañales, no recibirán tantas materias capaces de obstruirla y en cuanto se reúna en el fondo servirá para la com- postura misma del pavimento. La segunda objeción es que una gran parte de las materias deyectibles que van á circular por las cloacas colectoras y provenien- tes de las casas y de la via pública, van á ir á parar al rio en los dias de lluvia. Esto lo consideramos un gravísimo mal é irreme- diable ya. En un pais como el nuestro, en que suele lloviznar por quince dias consecutivos, con garúas y aguaceros de rato en rato, la cantidad de materias deyectibles que esas aguas pueden arrastrar es susceptible de ocasionar daños de consideración, una verdadera infección de las aguas del rio y aunque ellas van pronto á parar al mar, las creemos capaces de alterar el estado hígido de DE HIGIENE 693 H parte de la ciudad inmediata al rio, de las lavanderas y también de las otras poblaciones inmediatas al Plata, como la Boca, Quilmes, ■Ensenada, etc. Bien conocemos los perniciosos efectos de estas Poluciones y cuando consideramos que esto irá á unirse á las de- yecciones de mas de cinco mil almas que forman la población dactuante en nuestro puerto; creemos tener razón para mirarla e°mo un sexúo peligro. Hemos indicado también que el nivel de terminación de los c«ños de tormenta se encuentra inferior al de la costa, 6 arenas y toscas de nuestra playa y de aqui el que la boca de desagüe de es°s caños se encuentre llena de un agua estagnante y corrompida, Ull verdadero pantano en actividad. Ea tercera objeción que hacemos á las obras de salubrificacion de Buenos Aires, es que no la salubrifican, ni sanean. Las obras salubrificacion, tan hermosas, tan costosas y tan admirables y caras» 0 que harán, será evitar que las insalubridades de nuestro suelo Slgau en proporción creciente; desde el momento en que se pongan as casas en comunicación con las cloacas colectoras, cesará la infec- Cl°H de los suelos, las aguas y los aires, pero los suelos en par- continuarán, hasta quien sabe cuando, con sus detritus é mefíticas. E es evidente. Señores, porque las obras de salubrificacion no danzan á esos depósitos, de materias fecales de que se encuentran aeribillados los fondos de todas las casas del municipio; es tan 6yidente esto mismo, porqué los antiguos pantanos y las desl- ealdades de terreno que tenia nuestro suelo y que fueron rellena- s con basuras (los residuos de las casas, compuestos de materias Putrescibles) van á quedar conforme se encuentran, constituyendo de las casas y las calles, sufriendo la metámor- Sls lenta que se opera al abrigo de la luz y del aire. bien, Señores, esas materias fecales, esas aguas de fregado Cjlle se arrojaban por los sumideros é depósitos y esos residuos ó ritus, van á continuar dando lugar á emanaciones ó efluvios que las causas de los males zymóticos que se manifiestan en di- putes estaciones, que son los agentes ó factores de nuestro estado que van á continuar conspirando contra nuestra y favoreciendo la receptividad mórbida, la receptividad Pifiémica de nuestra ciudad. muchos vacíos sin duda alguna en cuanto hemos espues- } Hitan muchos detalles llenos de interés en estas cuestiones 694 LECCIONES tan vitales, pero me asiste la convicción, que han de encontrar en estas lecciones mayor caudal de datos y conocimientos que en ningún otro tratado de Higiene y que, con los datos que les sumi- nistro podrán completar su instrucción higiénica estudiando las obras especiales, Termino pues aquí, lo relativo á la salubrificacion de las ciudades, aun que hemos devolver mas tarde sobre la limpieza pública yen la próxima reunión nos ocuparemos de las habitaciones y establecimientos públicos- pE LAS HABITACIONES PÚBLICAS Señoees: Volvemos á tomar por tópico las habitaciones para recordar y com- pletar cuanto nos es dado decir sobre ellas, pero, nuestro principa objeto es considerarlas bajo una faz distinta de las numerosas que presenta. Hemos dicho que las habitaciones, como los vestidos, son medios artificiales destinados á protejer y á abrigar al hombre de la acción de las vicisitudes atmosféricas y délos peligros que le circundan. El hombre civilizado, el habitante de las ciudades, pasa en las ha- bitaciones la mayor parte de su vida y es en ellas que toma los mate- riales necesarios para su hemátosis, para el acto de la respiración, de donde sacaba Eomazzini su famoso apotegma talis aer, talis sanguis, tan lleno de verdad. De este solo hecho, surjen ya las condiciones que deben hallarse reunidas en una habitación para que ella sea higiénica, así como, de sus otros objetos, resultan las otras condiciones que deben llenar, para protejerlo y ponerlo á cubierto de las influencias esteriores. Las habitaciones bajo este punto de vista, son verdaderos climas artificiales que el hombre se fragua para neutralizar ó contrarrestar las condicio- DE HIGIENE 695 nes de latitud y las influencias atmosfe'ricas del lugar en que se radica. Por esto, en los lejanos tiempos del origen de las sociedades y agru- paciones humanas, vemos al hombre elijiendo para habitación el tupido follaje de los árboles, sus troncos carcomidos por las injurias del tiempo, las cavernas, las grutas y escavaciones naturales que hallaba en su vida nómade ó fljo, como la del troglodita de Armenia, que mas de una vez debió disputar á las fieras. El toldo, el tugurio, el aduar, la tienda portátil, el rancho, las casillas y las casas, son perfeccionamientos sucesivos, así como los suntuosos palacios son refinamientos de lujo y de la opulencia, de que no nos ocuparemos y solo los recordamos para que no se eche en olvido su punto de partida y así, poder notar con mayor facilidad los defectos mas salientes que puede tener una habitación bajo los diversos puntos de vista que abraza la higiene. Una habitación buena ¿higiénicamente, debe tener una temperatura en relación con el clima, una temperatura que sea la representa- ción de la temperatura media de la losalidad; debe ser bañada por la luz solar y contener un aire seco, en abundancia y puro. Des- graciadamente diremos, las divisiones del suelo en que se han aglomerado por distintos móviles las sociedades humanas, no pei- ttiiten realizar los ideales higiénicos respecto á las habitaciones y las casas; estas, en vez de hallarse separadas las unas de las otras por todos sus lados con intérvalos suficientes para la libre circu- lación del aire, se encuentran adosadas y sin mas luz y mas aire que el que puede venirles por encima de los muros; y aun esto mismo, no siempre se obtiene, á causa de que, no pudiendo esten- derse las propiedades hacia el centro de la vía pública, ni en el de sus convesinos -le roban al aire su dominación y se fabrican jáu- as en vez de habitaciones, privando de aire, de luz y de sol á los pizos inferiores y á la vía pública, con gran perjuicio de la salud de sus moradores y por lo tanto de toda la ciudad ó centro de población, que no es sino el reflejo de la salud de las individuali- dades. Dice por esto con muchísima razón Eonssagrives, “En las ciu- dades hay dos clases de asfiscias ; las unas trágicas, que suspen- den bruscamente la vida ; las otras son lentas, las estamos viendo, 110 desconfiamos de ellas y sin embargo, matan á mansalva y la causa de ellas es, los malos alojamientos ú habitaciones. Hace tiempo ya que las autoridades, en previsión de este mal que cada dia tomaba mayores proporciones, han dictado medidas 696 LECCIONES proteccionistas de la salud pública, de un carácter general- y en todo pais regularmente constituido, rigen medidas restrictivas sobre altura de los edificios, ancho de las calles, etc. En el digesto de las ordenanzas municipales bailarán consignadas esas medidas, que no detallamos, porque consideramos que entran en la instrucción que todo ciudadano de un pais libre está obligado á conocer por- que la ignorancia no releva de las penas, en que incurren los infractores, según nuestro código civil. Por estas consideraciones y por habernos ocupado ya de las habita- ciones en la Higiene Privada, no haremos sino recordar que la orienta- ción de las casas y habitaciones, siempre que sea posible elejirlas debe ser la mejor que indique el régimen anemológico de la localidad, se evitará la proximidad de los pantanos; se elijirá un terreno alto y seco y sino lo es se canalizará el sub-suelo. Los materiales para la cons- trucción deben ser sólidos, livianos, malos conductores del carbónico, poco higrométricos é incapaces de desprender gases, emanaciones ó productos deletéreos ó perjudiciales. Nada diremos respecto á la estension y distribución de las habita- ciones, puesto que, en general, son las conveniencias secundarias yla fortuna las que los determinan, pero no podemos dejar de reprobar la codicia de ciertos propietarios, millonarios entre nosotros, que constru- yen palomares ó conventillos, mas ó menos disfrazados para sacar mayor producto, cuando sobra tanta tierra para edificar. En esas jaulas, las personas se sienten sin aire suficiente, se ahogan, se sofocan á se asfixian. Después de haber traído á la memoria estos recuerdos, terminaremos esta parte con un resúmen de cuanto hemos espuesto respecto á las habitaciones privadas y los accesorios de ellas, así como de las casas, de las que, ápesar de cuanto dijimos en reuniones anteriores, mucho senos ha quedado aun por decir, lo cual no debe estragarse, porque en Hi- giene, los temas mas insignificantes al parecer, se hacen inagotables cuanto mas se estudian. Las disposiciones que mas deben tenerse presentes en las habitaciones, son aquellas por las que nos proponemos alejar la humedad y todas las clases de mefitismo, porque así, á la vez, conseguimos favorecer el ac- ceso del sol y del aire puro. Las habitaciones deben abrigar al hombre por la noche, garantirle contra las variaciones de temperatura y las vicisitudes del aire, pero ademas, la vivienda debe ser atractiva, cómoda y propia para desarrollar en sus huéspedes el espíritu de familia y el respecto por la moral y buenas costumbres. DE HIGIENE 697 Para conseguir estos fines debe procurárselo siguiente: 1 ° en cuanto á la humedad, que venga del suelo ó del aire, debe elegirse para cons- truir la habitación un terreno que no sea pantanoso, ni demasiado arci- lloso, de una altura regular, pero que sobrepase ‘el curso de las aguas y que esté en nn punto despejado para que las colinas 6 bosques no condencen sobre ella el vapor de agua. El suelo por poco húmedo que sea debe drenarse y la habitación orientarse, según los vientos mas favorables de la localidad. Debe evitarse en la construcción, el empleo de materiales hygrométricos, y las habitaciones deben estar sobre bóvedas con anchos respiraderos, por poca humedad que se note. En contorno de la habitación debe haber una vereda, con la debida pendiente, de manera que esta quede algo elevada del nivel de la calle. Los techos deben tener las pendientes que las condiciones locales exijan y debe tener ademas cada casa ó habitación, los conductos necesarios para desembarazarse de las aguas servidas, por medio de a Ibañales que las conduzcan lejos. En cuanto al calor yla luz solar, como medio de desecación y de vivificación se obtiene por una buena orientación y dando á las puertas y ventanas dimensiones proporcionadas al alto y capacidad de las habi- taciones. Por lo que respecta á la cubicación atmosférica, la cantidad de aire necesario debe valuarse según la cantidad de ácido carbónico exhalado por la respiración y las demas causas que contribuyen á viciar el aire en los espacios confinados, causas que aumentan la cantidad de ácido carbónico y dan miasmas pútridos, que hacen exijir en definitiva, de veinte á treinta metros cúbicos por individuo y por hora. Este cubo debe, siempre que se pueda, ser favorecido por la ventila- ción natural ó artificial puesto que no siempre es posible tener locales en que la cubicación higiénica se halle completa. La ventilación natural se efectúa siempre por los resquicios y junturas délas puertas y ventanas y ademas por la permeabilidad de las paredes, según Pettenkofer, cambio que tiene lugar toda vez que hay una diferencia de temperatura ó de densidad, entre el aire interior y estertor; pero si es insuficiente esta ventilación natural y espontánea, como sucede con frecuencia, se la debe activar, abriendo puertas y ventanas y si no es posible esto, por no esponer á las personas á los cambios bruscos, deben adoptarse ventiladores artificiales, como aberturas en forma de embudo, situadas cerca del techo, ó bien vidrios movibles y vasistas en la parte superior de las ventanas. Lo mas usado sin embargo, son las chime- 698 LECCIONES neas, mangas y caloríferos, pero las chimeneas producen corrientes demasiado enérgicas que no siempre son inocuas ysi se usa combus- tible, no resulta económica la ventilación. Las mangas dan también una ventilación incompleta y la ventilación y calefacción por los calo- ríferos, solo pueden usarse en los grandes establecimientos ó edificios públicos. En estos últimos tiempos se ha empleado la ventilación por medio del gas del alumbrado, que no se reputa esento de peligro cuando se emplea para el alumbrado y para el efecto se adopta el sis- tema llamado síSun Burners” ó bien, se sobrepone ála llama un embudo provisto de un conducto evacuador que termina en el tubo de una chi- menea. En cuanto al alumbrado artificial, el mejor es el que vicia menos el atmósfera dando una luz bastante intensa y blanca sin deslumbrar la vista. Las velas y las antiguas lámparas de aceite sin tubos son malos medios de alumbrado; las bugias, aunque mas salubres, alumbran poco; los quinqués y lámparas cárcel ó moderadoras, son bastante buenas pero caras, empleando aceite vegetal; el gas del alumbrado bien depurado da una luz buena, en cuanto á sus cualidades é intensidad y aunque vicia mucho el aire, ese defecto sin embargo se puede corregir usándolo al mismo tiempo como ventilador. El alumbrado con el petróleo, es también ventajoso y en cuanto á los accidentes que determina, pueden evitarse manejándolo con prudencia y depurado da los principios mas volátiles y aunque, según algunos, su luz es uu poco irritante por su excesiva intensidad, puede esta fácilmente moderarse. La luz oxyhí- drica tiene por su intensidad el mismo inconveniente que la del petróleo pero en mayor grado y por último en cuanto á la luz eléctrica, tendrá por su intensidad el mismo inconveniente cuando se llegue á usarla para el alumbrado, pero no viciará tanto indudablemente el aire de una habitación. Basemos ahora á ocuparnos de la salubridad de la casa ó habitación, para poder anotar cuanto la higiene recomienda según lo que llevamos, recorrido en el estudio que hacemos, desde que tratamos la cuestión en la higiene privada. Respecto á salubridad lo primero que la higiene exige es que se alejen de las habitaciones y las casas, todas las causas de mefitisrno, y principalmente las emanaciones que se desprenden de las aguas servidas y deyecciones. Las aguas servidas ó súcias deben ir de los pisos y de las cocinas, pilas de fregar etc., á los albaríales ó á caños cerrados que terminen en las cloacas de la circulación continua. Para evitar que refluyan los DE HIGIENE 699 malos olores se deben establecer sifones ú otfcs de los mecanismos indicados. En cuanto á las materias fecales la higiene reprueba completamente las letrinas fijas y muy principalmente Jas que llegan hasta Jas aguas subterráneas, porque las materias se filtran á través de los terrenos y las que llegan hasta el agua alteran, las corrientes que dan á los pozos y algíbes; ademas, este sistema, por la aglomeración que se produce, es perjudicial á la salud de los habitantes por las emanaciones incesantes quedan. Cuando las letrinas son impermeables en todas sus dimen- siones lo que constituyen ya una mejora, son perjudiciales todavía para los obreros que tienen que vaciarlas de tiempo en tiempo. El sis- tema de sangrías, que consiste en cavar otro pozo inmediato á una letrina que está llena ya, es tan malo 6 peor que los anteriores porque no hace sino aumentar las malas condiciones del subsuelo. Debieran las Cámaras ó el Gobierno dictar una medida sobre las letrinas, en protección de las aguas subterráneas, que son las únicas con que cuentan la mayor parte de los pueblos de nuestra campaña para llenar sus necesidades y si esto no se hace pronto, no hemos de tardar en ver aparecer en los nuevos pueblos epidemias mortíferas; en la ley que indicamos debe estatuirse, que las letrinas sean movibles, ó bien que tengan dimensiones tales de profundidad que no alcancen á las aguas subterráneas y revestidas de obra de albañilería completamente imper- meables. La limpieza ó evacuación de estas letrinas una vez llenas, podría hacerse por medio de los carros atmosféricos y mejor aun, puesto que estos no tienen la fuerza aspiratriz suficiente, por un sistema de bombas aspirantes é impelentes que entre dos hombres se manejan perfectamente y que son mas poderosas. En cuanto á las letrinas movibles, no tienen los inconvenientes de las fijas y son fácilmente trasportables con palancas, como se efectúa en el Hospital, pero con cubos tapados herméticamente. Lo mejor de todo, como ya hemos indicado, es que las materias fesales vayan á los acüeductos que los conduzcan junto con las demas materias deyectibles, á parajes distantes en que pueden utilizarse para abono, ó en que pueden destinarse para la irrigación y cultivo. Tocante á la provisión de agua, la higiene recomienda la acción publica ó administrativa en los centros sociales, como que es la única que puede sufragar los gastos que exije la circulación continua, y se estiman entre 125 y 150 litros la cantidad mínima necesaria por individuo y por dia y como no debemos apartarnos de los otros modos de provisión que tienen que usar los pueblos nacientes y en particular 700 LECCIONES los de nuestra campaña, no dejaremos de insistir, en que se protejan las corrientes de aguas naturales que existen y las corrientes subterráneas, pues mucbo tiempo ha de pasar antes que nuestros pueblos puedan costear los gastos para tener otro modo de provisión de agua. Como hemos dejado algunos puntos sin tratar, de los que se refieren á las habitaciones privadas y estos vamos á volver á encontrarlos en algunos establecimientos públicos, conviene, que llenando esos vacios, nos ocupemos una vez por todas de ellas y de esta manera también trataremos de los filtros,- de los que no dimos al tratar de la provisión de agua, sino una leve idea. Es muy generalizado lo de rodear los lechos con cortinados y á veces muy espesos, que por el hecho de rodear las camas, para que sirvan de mosquiteros, ála vez que privan la llegada de las moscas y del polvo, sirven para mayor abrigo de las personas, disminuyen la intensidad de la luz y ocultan, según su espesor ó traspirencia, los movimientos de las personas acostadas, pero tienen el inconveniente que con el espesor se aumenta, de que crean una atmósfera artifi- cial de aire confinado á la persona que se encuentra en el lecho y esas cortinas se oponen á la libre renovación del aire. Ademas, hacen concentrar en un reducido espacio el "producto de las exhalaciones pulmonar y cutánea y asi el aire que respira la persona, está mas viciado que el de toda la habitación ó dormitorio. Los inconvenientes de los cortinados se convierten en perjuicios reales, cuando hay personas enfermas, porque las predispone á graves enfermedades y esos productos favorecen el desarrollo de afecciones sépticas ó pútridas, á causado que los productos de sus mismas exhala- ciones son reabsorvidas en el acto iuspiratorio y asi pueden agra- var la enfermedad ó complicarla. La Higiene por consiguiente, podemos decir que rechaza los corti- nados espesos. Debe también reducirse en lo posible el número de muebles de los dormitorios porque estos disminuyen el cubo de aire y son obstáculos para la renovación fácil. De los dormitorios pasemos á las cocinas. Las cocinas deben ser espaciosas; su piso debe ser de baldoza ó de piedra y no de madera que espondría á incendios; deben tener una ventilación enérgica y fácil á la vez, con grandes ventanas y en cuanto á los fogones, si no tienen cocinas económicas de fierro, deben tener altura para que el fuego no incomode á los cocineros. Las chimeneas deben estar inmediatas al fuego y cuando haya fogones, deben tener estas la forma de embudo DE HIGIENE 701 ó campana, para que el tiraje sea mas ene'rgieo y no dejen salir el humo de las cocinas. De las letrinas, orinales, pozos, algibes, sumideros y escaleras nos hemos ocupado ya parte en la higiene privada y parte en Ja pública, pero vamos agregar cuatro palabras sobre las escaleras, antes de ocu- parnos de los patios, huertas, jardines y criaderos de aves. Las escaleras desempeñan un gran papel y son de un gran recurso en los edificios privados y públicos. Uno de los principales fines es contener una columna de aire, movible en gran parte, que se renueva fácilmente y que sirve para proveer las habitaciones interiores de aire y hasta de la luz, por estas circunstancias, se debe dar á las escaleras un ancho espacio y una buena colocación; deben emplearse buenos materiales en su construcción y debe proveérselas de anchas ventanas y hasta de claraboyas para que no sean oscuras y ála vez, para que tengan el aire necesario y que con la fatiga de la ascención se hace mas necesario aun. Pasemos ahora á los patios, que son el desahogo de las habitacio- nes, que les proveen del aire que en ellos se renueva y que así con- curren á su salubridad. Para llenar estos beneficios, los patios no deben ser ni demasiado angostos, ni encajonados, pues entonces, ni tienen sol, ni luz suficiente y contienen siempre una atmósfera pesada y húmeda, que es mas bien perjudicial y el aire asi no se renueva con facilidad. Es condición también que deben tener los patios, un piso impermeable, algo mas bajo que las habitaciones y con una pendiente para facilitar la salida de las aguas y basuras que estas puedan arrastrar en la direc- ción de los albañales que las han de conducir á los canales, acueductos y cloacas. Los zaguanes de las casas contribuyen también á la aereacion, por lo que facilitan la circulación de las columnas de aire de entrada y de salida, desde las calles hasta las casas y vice-versa, además del papel que desempeñan para el servicio. Las puertas de calle deben ser altas y anchas para facilitar esta misma circulación del aire. El declive de los varios patios, huertas, jardines y corrales 6 cria- deros de aves, que pueden tener las casas, deben ser del fondo á la vía pública, á menos que circunstancias especiales no recomienden una disposición inversa y deben ser mas elevados del fondo á la entrada para facilitar como hemos dicho la circulación de las aguas y basuras. Los jardines y las huertas, como desahogos también, contribuyen á la aereacion, sirven para recreo y espansion, fuera de otros beneficios y pequeños placeres que pueden proporcionar. En cuanto á los cor- 702 LECCIONES rales ó criaderos de aves, deben estar lo mas lejos posible de las habitaciones y deben ser bien construidos, de manera que se puedan asear con frecuencia, para que no exhalen los malos olores que acos- tumbran. En las mismas condiciones deben encontrarse las caballe» rizas y establos y en todos estos anejos, debe renovarse el aire con la frecuencia posible y levantar diariamente las basuras ó inmundicias, lavando el suelo con frecuencia y evitando ademas la aglomeración de animales. Por último, el lavado dede hacerse ostensivo á las habitaciones y á los patios, de cuando en cuando y el ¡barrido, debe ser diario, así como la ventilación, para evitar de esta manera que las pulgas y las chinches, estos amigos y compañeros de la incuria y de la falta de aseo invadan las habitaciones, de las que es muy difícil después que se han posesionado hacerlas salir.—Blanqueo, lavado de paredes, etc. Antes de terminar este apéndice sobre las habitaciones, creo deber decir cuatro palabras sobre las materias fecales y sobre los filtros. Las cuatro palabras sobre las materias fecales servirán en gran parte de complemento á cuanto hemos dicho sobre la circulación continua y el sewage, y lo que digamos sobre los filtros, servirá también de comple- mento ála primera parte ó primer acto de la ¡circulación, es decir, á la provisión de agua, pero seremos breves sobre ambos puntos. Como ustedes saben, las materias fecales están formadas por los resi- duos de la alimentación; que despojadas las sustancias de las partes alibles ó asimilables y mezclados con jugos iuecstinales y las bilis son escretadas. La cantidad ó proporción de las materias fecales, varía según un gran número de circunstancias, según las disposieiones indi- viduales, según la clase de alimentos y según la edad, el sexo, etc. Sabemos ya que las sustancias muy azoadas, las carnes, los huevos, dejan pocos residuos y que los vegetales y en particular los herbáceos dejan muchos’por el contrario. Por término medio, sin embargo, se calcula que un hombre bien constituido y sometido á un régimen misto, espele de 5 á 7 onzas, da 150 á 200 gramos de escrementos en las 24 horas. Sabemos también que un sujeto sano no rije general, mente sino una vez cada 24 horas y este dato acompañado del de la secreción urinaria, que es como 2 libras y I[2, de 1250 gramos por tér- mino medio también, en las 24 horas y teniendo en cuenta la cantidad de agua por individuo y el número de habitantes que existe en una población, sirven para señalar el mínimun de capacidad que debe tener la canalización subterránea destinada á arrastrar estas materias conjun- tamente con las aguas servidas. Como relacionado con esto mismo, hemos hecho mención que no DE HIGIENE 703 siempre las aguas de que se sirve una población tienen la trasparencia ó limpidez necesaria por contener materias estrañas en suspensión aguas que si no son siempre mal sanas ó dañosas, lo son en el mayor número de veces; que son desagradables á la vista y al gusto y suelen pesar sobre el estómago. En tales casos, es necesario clarificar las aguas y para obtenerlo, en las habitaciones particulares, á pesar de lo molesto que es el reposo, se suele echar mano de él, pero, por la pérdida de tiempo y por la masa de agua en que hay que operar, rara vez da los resultados que se buscan y como por lo general, requieren las aguas de 4 á 5 dias para asentarse bien, y aun mas tiempo, suele suceder que se corrompen ó alteran y esto obliga además á tener varios depósitos, uno para cada necesidad doméstica, lo que es muy oneroso y hay aguas, diremos por último, que por simple reposo jamas se clarifican y en todos estos casos se recurre mas bien á la filtración. Consiste la filtración en hacer pasar el líquido turbio, á travez de conductos bastante finos para que las partículas ténues queden dete- nidas sin ser un obstáculo para el pasage del agua aclarada ó adel- gazada por la deposición. Los filtros se dividen en naturales y artificiales. Tenemos en la naturaleza varios ejemplos de filtros naturales verbi-gracia, ciertas piedras porosas y los terrenos arenosos en que aunque circulen aguas barrosas por su superficie, solo dejan pasar por entre sus capas aguas perfectamente puras. Decía á ustedes, el otro d¡a, que en el pozo de toma en que termina el aqüeducto que parte de la torre de toma frente á Belgrano, el agua era cristalina y esto debemos atribuirlo en gran parte á las arenas de nuestro rio que ayudan eficazmente á que el agua que pasa por entre sus capas, deje en ella sus impurezas. Las galerías filtrantes, de que también hablamos, son una imitación de los procederes de la naturaleza. La composición química del terreno, la constitución geológica del suelo, son circuns- tancias que hay que tener presentes en estos trabajos, pero no pode- mos detenernos en detalles técnicos. Escusado es decir que los filtros artificiales, son aquellos que se construyen tratando de imitar con diversas materias los procederes de la naturaleza y que esta clase de filtración es muy onerosa y muy difícil de practicar en gran escala, sin embargo, se han inventado diver- sas clases de filtros. En primera línea figuran los pozos filtrantes, que consisten entres ó mas grandes depósitos ó pozos, si se quiere, que comunican entre sí. En Jos des primeros el agna sufre un primer grado de depuración 704 LECCIONES por el reposo ó sedimentación y en el tercero, el agua atraviesa una capa espesa de arena y cascajillo. Una vez operada la filtración se quita esta capa y se reemplaza por otra, á est«. mezcla se puede agre- gar carbón vegetal en polvo fino y asi tenemos, mas ó menos, lo que se va á usar entre nosotros. El señor Thom ha propuesto filtros que se limpien por sí mismos y para ello hace que el agua pase primeramente de arriba á abajo y luego de abajo á arriba con una pendiente determinada; al pasar de abajo á arriba, arrastra lo depositado en las capas filtrantes y pueden estas volver á usarse de nuevo é incesantemente, habiendo que repo- ner muy poca cantidad de la materia empleada. Lo mas recomendado hoy es la arena gruesa mezclada con carbón y en particular cuando las aguas contienen materia orgánica, aunque sea en mínima cantidad. Vienen ahora los filtros portátiles y en primer lugar los de Fonvielle destinados á los usos domésticos. Consisten estos, en cilindros de madera con arcos de fierro y hermé_ ticamente cerrados, pero divididos interiormente en nueve distintos compartimientos con sustancias diferentes. El primero y segundo contienen esponjas divididas; el tercero arena gruesa; el cuarto greda molida; el quinto arena; el sesto greda fina y así alternativamente estas dos sustancias, hasta el último. El agua puede filtrarse de arriba á abajo ó *vice-versa, lo que sirve para desobstruir el filtro. Las espon- jas, asi como la arena hay que renovarlas de tiempo en tiempo. Estos filtros son buenos pero se les encuentra el inconveniente que para filtrar bien necesitan una fuerte presión hidráulica. Los filtros Eon- vielle estaban en uso en el Hotel Dieu de París y en varias fuentes públicas y creemos que continúan usándose. Vienen en seguida los filtros Souchon, que tienen por base la lana desgrasada yel aparato se compone de dos partes: la primera se puede denominar adelgazadora y la segunda, el filtro propiamente dicho. La primera parte se compone de cinco cajas cónicas de madera que tienen en su parte inferior, marcos provistos de tela; la segunda parte, se com- pone de cajas de madera provistas de cuadros de hierro galvanizado cuyo fondo es de sarga y de lana, que dejan pequeños intervalos y sirven para detenerlas partículas estrañas. Estos filtros funcionan con rapidez; son fáciles de construir, no son caros, ni lo es su mantenimiento, pero dejan desprender un olorcito á hidrógeno sulfurado en los grandes calores, debido á la materia orgánica que contiene la lana, pero este inconveniente DE HIGIENE 705 es fácil de remediar y no es un olor pronunciado teniendo precauciones y solo lo dan cuando nuevos ó no limpiándolos. Los filtros de carbón, por la acción descolorante y purificante que tiene este cuerpo y que sin duda los ingleses exajeran demasiado, están muy en uso y se pueden emplear solos ó con arena y greda fina. En estos últimos tiempos es que se ha comenzado á usarlo en grande es- cala, pero lo mas general, es su empleo para el agua destinada á beberse en las casas particulares, en las que, sin duda alguna, presta grandes ser- vicios y su empleo es de recomendar cuando las aguas de que se hace uso, no son completamente puras. El alumbre sirve para precipitar la cal bajo la forma de sulfato de cal, que se forma por doble descomposición y que se precipita por su insolubilidad. El azufre es empleado también y su acción, creemos, que proviene de que facilita la descomposición y precipitación de la ma- teria orgánica, la que arrastra otras impurezas. Pero lo mas empleado para los usos, domésticos en muchas partes, son las piedras porosas y los filtros de carbón. Aun hay otro punto que tocar respecto á las habitaciones, y es el re- lacionado con la moral y la tranquilidad pública; y debemos decir al res- pecto, que la manera de cohonestar esto, está en que cada familia ó me- nage, viva separadamente, sin que nadie'se entere de lo que pasa en cada casa y de techos abajo, como generalmente se dice. Deben tomarse á este respecto, todas las medidas tendentes á asegurar la independencia del hogar, la moral y la salubridad, con lo que, creemos compendiar cuanto es posible decir bajo el punto de vista de la hijiene, de la mo- ral, y de la tranquilidad en el hogar. Por último, Señores, Yds. saben que en la construcción tanto de los edificios particulares como de los públicos, intervienen las municipali- dades con los objetos siguientes: 1. ° Que las habitaciones reúnan las condiciones indispensables para la salud de los moradores: 2. ° Para que se respeten los derechos del vecino y los públicos. No debieran las autoridades permitir edificar, renovar ó modificar una casa sin antes conocer los planos, y debiera esa intervención ir hasta vijilar las mez- clas ó argamazas, los cimientos, las paredes, etc., para que esos edificios tengan las condiciones de solidez necesarias sin las cuales se convierten en un peligro para los moradores y una amenaza para los transeúntes. Terminando aquí el resumen que nos habíamos propuesto hacer de lo mas esencial de lo relacionado con las habitaciones privadas, y que los estudios sucesivos nos han señalado, pasemos á ocuparnos de los eclifi- 706 LECCIONES dos públicos, cuyo estudio terminaremos con algunas consideraciones sobre las cites ouviéres [que deberíamostraducir por barrios ó villorios granjas ó caseríos para obreros. Establecimientos públicos En el estudio de los establecimientos públicos que comenzamos, vamos á comprender las habitaciones públicas ó colectivas, ya particulares ya de la administración pública, S e han propuesto y efectuado muchas divisiones y clasificaciones de los establecimientos públicos, pero bajo el punto de vista de la higiene, uno de los mas seguidos, consiste en dividirlos y clasificarlos según su acción sobre la salubridad colectiva y así so califican, según esta acción, en peligrosos, insalubres ó incómodos. En esta clasificación entran perfectamente todos los establecimientos públicos que se encuentran en los grandes centros sociales; pero, si con esta norma <5 clasificación, tratamos de calificar los que encontramos en una rápida mirada echada sobre los que contienen una población, encon- traremos muchos que reúnen esas tres condiciones, otros que no tienen sino dos y esto complica necesariamente esta, tan, al parecer, sencilla división; nos encontramos también, con que, en rigor, hasta las mismas casas de familia, según el movimiento y el aseo y limpieza en que se Jas tiene, son susceptibles de entrar en la clasificación. Indicados estos inconvenientes, como no nos proponemos presentar otra que no adolezca de inconvenientes, la aceptamos por el momento. El Dr. Eonssagrives, que no siempre parece tratar las cuestiones higié- nicas con la debida seriedad, plagiando el adagio vulgar udime con quien anclas te diré quien eres”, dice respecto á las habitaciones “dime lo que habitas y te diré lo que eres” para significar, creemos, la relación que hay, entre la habitación y el individuo; el sello que la permanencia en una atmósfera y el goce ó privasion de ciertos beneficios, imprimen en los seres. Pero, dejemos y alejémonos de estas consideraciones y digamos, que si la higiene pública ó social se ocupa de los establecimien- tos 6 edificios públicos, es con el objeto de ponerlos en las mejores con- diciones, para que no resulten daños, ni perjuicios incomodidades ó peligros á las colectividades humanas, ó que ellos sean los menos posibles. Hay en los establecimientos públicos indicaciones que tienen un caráter general y otras hay que según sus destinos, revisten un carácter particular y que es necesario tener presentes. Las indicaciones 6 con- 707 DE HIGIENE sideraciones de carácter general, son una aplicación de lo que nostros hemos estudiado en higiene privada y en la pública de situación ó emplazamiento, orientación, cubicación atmosférica, ventilación, etc, etc. y en cuanto á las condiciones particulares, diremos que están relaciona- das con los destinos del edificio ó establecimiento y hay que especificarlas en cada caso. Podemos decir pues, que en los establecimientos públicos dominan las mismas circunstancias y condiciones que en las habitaciones privadas, así es que las generalidades sobre estas les son aplicables y sirven al mismo tiempo para hacer rasaltar los inconvenientes ó per- juicios que tienen y los medios de remediar los males de que adolecen ó que causan. Una de las cuestiones mas capitales de que tiene que ocuparse la higiene en los establecimientos públicos, es la de la cubicación atmosfé- rica, cuestión que, en ellos principalmente, se halla maridada con la ventilación y con la calefacción en los paises frios y en efecto, las dimensiones que deben tener los medios habitables temporariamente y de un modo continuo, están relacionadas con el consumo de aire por individuo y por hora, que tanto los higienistas, como los fisiologistas é ingenieros han tratado de precisar y que desgraciadamente los ha conducido á resultados muy diferentes, como hemos visto en parte. Digamos ante todo y de conformidad con la primera clasificación que hicimos de los edificios públicos, que aquellos que no tienen los califica- tivos de insalubres ó peligrosos, no hay inconveniente en que se cons- truyan en el núcleo urbano, pero que, los que reúnen esas dos condiciones deben por el contrario übicarse en los suburbios ó ser extra urbanos. Diremos también, en cuanto á la situación ó emplazamiento de los edi- ficios públicos, como templos, teatros, palacios de las autoridades, museos bibliotecas, colegios, etc. que fuera de ser sólidos, espaciosos, proporcio- nados ásu objeto y á la población, que siempre que se pueda, deben construirse en parages aislados, dando sobre una plaza ó plazuela, 6 por lo menos, deben buscarse las calles mas anchas, porque todos estos establecimientos que acabamos de citar y sus análogos, son incómodos por lo menos y cuando se aglomeran en ellos las personas mefitizan el ambiente, que tarda en renovarse completamente por las mismas dimen- siones y por los malos hábitos que se tienen, de cerrarlos inmediata- mente que sale la concurrencia. Los teatros y los templos, son incómodos por el ruido y están muy espuestos á incendios; los palacios de las autoridades, por motivos idén- ticos y los colegios por el bullicio y tal vez los museos y bibliotecas son los únicos que no incomodan y en los que, solo escepcionalmente se vé 708 LECCIONES gran afluencia de concurrencia, pero, si no son asiento de un mefitismo temporario, lo son de mefitismo continuo por las emanaciones que dan las preparaciones en el uno y por la cantidad de aire que los libros absorven en la segunda. En la próxima reunión, seguiremos ocupándonos de la cubicación atmosférica y demas condiciones generales de los edificios públicos. públicos, (Continuación) CUBICACION ATMOSFERICA, VENTILACION Y CALEFACCION. Señores: En la reunión anterior, tratando de las condiciones generales y par- ticulares que deben reunir los establecimientos ó edificios públicos, señalamos lo mas importante que hay que tener en cuenta respecto á la situación ó emplazamiento y corresponde que nos ocupemos ahora, de la cubicación atmosférica, puesto que, sobredas otras condiciones tales como oí tentación, asiento geológico, Tiigrometricidad, materiales de construcción, etc., etc., creemos suficiente cuanto hemos espuesto en reuniones anteriores y muy particularmente en la Higiene Privada. La cubicación atmosférica nos ha ocupado ya algunas páginas y recordarán que hemos puesto de manifiesto el desacuerdo en que los higienistas, los fisiólogos é ingenieros se encuentran y hemos seña- lado el punto de partida de estas divergencias. Ahora bien, Señores, los resultados y puntos de vista diferentes, nos inducen á reeonoce- claramente que hay en esta cuestión un algo que ha escapado á la sagaz penetración de muchos y después de meditar y de estudiar pacienter, DE HIGIENE 709 mente este punto, hemos llegado á persuadirnos, que el aire inspi- rado y espirado por cada individuo 6 sean las amplitudes respirato- rias normales, varían en las diversas zonas 6 climas; que pasa lo mismo, por lo tanto, con la cantidad de ácido carbónico producido, como que esto está además en relación, con la oxigenación y riqueza ozonométrica del aire y por ese encadenamiento que hay entre los actos inspiratorios y la composi-ion del aire, todo esto refluye en las cantidades necesarias para la renovación en cada clase de estableci- mientos y para el dosage en cada clima de los establecimientos públicos. Bien entendido que estas diferencias son, fuera de aquellas que determina el sexo, la edad y sus estados fisiológicos y patológicos, que hacen variar el número de inspiraciones, las cantidades de materia orgánica exhalada y de ácido carbónico. Con motivo de las cuestiones que suscita la cubicación atmosférica, guiados por estas ideas, hemos tratado de ver los resultados obtenidos en distintos países con diversos aparatos, tales como los espiróforos ó pneómetros de Kentish, Huctchinson, Schnepf, Collin, etc. y hemos encontrado en efecto grandes diferencias, hasta el punto que el Señor Longet, en su Tratado de fisiología pág. 514 tom. l.° según sus pro- pias observaciones, estima solo en un tercio de litro la cantidad de aire que penetra en el pulmón en una inspiración y Wintrich, Schnep, y Huchinson han llegado á resultados muy distintos en sus estudios ú observaciones. Pasa exactamente lo mismo en las estimaciones que se han hecho en la cantidad de ácido carbónico espelido por individuo, según los análisis de Begnault y Eeisset, Boussingault, Bunsen, Humas: etc. y son estas estimaciones y resultados tan diversos, los que tienen que servir de base para la avaluación del cubage atmosfé- rico, se vé pues, cuan diferentes deben ser los resultados á que se llegue. Pero fuera de estos puntos de partida científicos, tenemos otros que podemos calificar para el caso de racionales, que nos indu- cen igualmente á no prestar fé, ni crédito á estos resultados, aborta- dos hasta cierto punto, desde que, no se está en posesión de todas las particularidades que complican el problema. Sabemos, por ejemplo, que el aire se encuentra mas ó menos dilitado según las latitudes y las estaciones y que estas dilataciones, que pueden ser extremas, no están en armonía con las dilataciones torácicas ó pulmonares y consi- guientemente, en cada clima y estación, se requiere por individuo, una diferente cantidad de aire para la hemátosis, ó si se quiere, para los actos inspiratorios y para las amplitudes torácicas. 710 LECCIONES Deducimos de lo espuesto, que en cada localidad hay que determinar esperimentalmente la cubicación atmosférica necesaria por individuo y por hora, tanto para los sanos, como para las distintas enfermedades que llenan nuestros cuadros nosológicos, para las diferentes edades, sexos, etc. Dedúcese también de lo espuesto, que no podemos ni debemos prestar una mayor importancia á los resultados obtenidos en otros países. Podemos sin embargo, indicar algunos principios generales, que de- ben tenerse presentes en cada localidad, ínterin se esperimenta con los instrumentos mas perfeccionados, lo que un término medio sacado de numerosos esperimentos indique corresponder en cada localidad por edad, por sexo, por estado fisiológico y en cada estado patológico. En los países fríos, el altura de los edificios que es el factor principal de la cubicación atmosférica, no necesita ser tanta como en los países cálidos; en tales países, el aire por el mismo enfriamiento, se encuentra condensado y las necesidades inspiratorios son menores. En los países cálidos por el contrario, el altura de los edificios facilita la manera de refrescar el aire esterior calorificado y el bien estar que se siente en las habitaciones ó edificios, es en gran parte proporcional al fresco de que se disfruta. Llamo muy especialmente la atención de Vds. al respecto, porque has- ta la salubridad misma parece depender en los países templados y cálidos del altura de los edificios, como se indicó en el último Congreso Inter- nacional de Bruselas, á propósito del Hospital de Milán, que es excesiva- mente alto y muy salubre. Las otras indicaciones fundamentales están en íntima correlación con la ventilación y calefacción perla razón espresada, de que en los países en que se han estudiado estas cuestiones, ó son ciudades muy populosas» ó se encuentran en los climas fríos, ó muy inmediatos á ellos y por eso necesitan recurrir á medios artificiales, que aseguren la libre entrada del aire y desalojen los principios estraños que contiene el aire confinado. Pasemos pues á ocuparnos de la ventilación y calefacción, que en to- dos los tratados se encuentran reunidos en un mismo capítulo y hay razón á la verdad para ello, puesto que lo segundo, es la condición de lo primero, ó en otros términos, para obtener la ventilación, se recurre ó echa mano de la calefacción. El principio, ó la necesidad de la ventilación, proviene de que el aire se vicia fatalmente en las habitaciones y edificios públicos por los actos respiratorios de las personas que los ocupan y es necesario para prevenir DE HIGIENE 711 los perniciosos efectos del aire confinado, facilitar su renovación y esta renovación, es precisamente la ventilación, es su oficio, es la respiración de las habitaciones ó edificios. La inercia, como propiedad de la materia, Vds. saben muy bien que la fisolofía espiritualista la admite ó profesa, pero saben también, que los diarios descubrimientos científicos tienden, ¿levantar la hipótesis contra- ria y á darle un carácter de verdad evidente. El aire es uno de los elementos que los progresos de la observación van haciendo conocer mejor y este elemento, jamás se encuentra en el estado de reposo, aun en el interior de los aposentos mas perfectamente cerra - dos, aun en los espacios confinados. En efecto y dejando á un lado la respiración de las paredes, tan bien demostrada por Pettenkofer, yde que nos hemos ocupado en la higiene privada, tenemos que en el aire contenido en una habitación pasa lo mismo que con el atmósfera en las regiones ecuatoriales, es decir, hay columnas ascendentes y descendentes, que son también como los actos respiratorios de un indivduo y* cuando hay personas reunidas en un edificio ó habitación, los actos respiratorios de los sujetos determinan siempre ese movimiento aereo, de donde hay mas calórico, á donde hay menos. Esto pasa en efecto, en las casas, cuarteles, teatros, hospitales y salones y es por esto mismo [que se requiere, aire suficiente y aberturas de salida y de entrada para este fluido. Geralmente, en los establecimientos públicos, en las salas de espec- táculos, hospitales, etc., en los países en que el invierno es rigoroso, ó en que el aire que se respira no tiene suficiente movimiento y la tem- peratura es baja, la ventilación está encomendada al sistema que los franceses llaman d’appel, es decir, por aspiración, porque de este modo la renovación del aire es mas fácil y se llena ademas la indicación de hacer la calefacción del aire que entra y del local ó establecimiento, para que de esta manera la permanencia en él sea mas grata. De esta manera, la ventilación que se establece no es perjudicial ála salud y hay una verdadera economía en la reunión de ambos procederes. Dicho esto, entremos de lleno á ocuparnos de la ventilación y en seguida agregaremos cuatro palabras sobre la calefacción. La ventilación, se divide en natural y artificial y en simple y com- puesta. La ventilación natural es la que se efectúa por las aberturas naturales de las habitaciones, como puertas, ventanas, escaleras, chi- meneas y cuya acción se regla, por bocas de entrada y de salida, que 712 LECCIONES pueden agregarse, como ser ventosas, mangas, planos movibles, etc. En todos estos casos la ventilación se llama simple y obra por desa- lojo del aire que se encuentra en la estancia ó recinto. La ventilación artificial es la que se efectúa por las aberturas mismas que hemos indicado en la natural, pero ayadada su acción, calentando artificialmente el aire del recinto 6 habitación, ó bien el tubo de lla- mada, ó de comunicación de esas aberturas con el aire esterior, En estos casos, es la aspiración del aire calentado que determina la ventilación. Es condición indispensable, cuando se trata de renovar el aire de una habitación, que las entradas del aire esterior y el aire mismo que se trata de hacer entrar para la renovación, se hallen protejidos del sol yde los vientos y que estas provisiones se hallen en estado de pureza, pues de lo contrario, lejos de producir un bien, ocasionarían un mal ó perjuicio. La ventilación ademas, puede ser forzada y para ello se emplean má- quinas ifnpelentes ó ventiladores de palas, cuya acción se regla á vo- luntad. Para poder dirijir bien una ventilación, se deben tener presentes algunos principios generales, como por ejemplo las siguientes que indica el Dr. Motard: 1 ° Estando dos columnas de aire en equilibrio, si una de ellas se dilata, se rarifica ó vuelve mas liviana, toma un movimiento ascencional. En este caso, la columna de aire mas densa y cuyo estado higrométrico es mas pronunciado ó sensible, se mueve de arriba á abajo, para reemplazar la columna ascendente y la ventilación se establece así sucesivamente. 2 ° Cuando el aire se rarifica, ó dilata por el calor, la diferencia de temperatura realiza entonces el movimiento ascendente y descendente pues, siendo el vapor de agua mas liviano que el aire en la proporción, de 5 áB, si una columna está mas cargada que la otra, este hecho realiza va la ventilacion. 3 o Cuanto mayor es el número de personas que se encuentran en un espacio confinado, mas se aumenta la temperatura y es mayor la humedad del aire. Antes de pasar á otros principios ó reglas para dirijir la ventilación debemos indicar que es para estos fines que sirve la tabla de Grouve- lle que espresa el peso del agua contenida en un metro cúbico de aire, espresado en gramos, en cada uno de los grados del higrométro y que damos á continuación. 713 de higiene Grados de] higróme tro deca bello. Peso en gramos del agua con tenida en un m. c. de aire á 15. © Grados de; higróme- tro deca- bello. Peso en gramos del agua con tenida en un m. c. de aire á 5o Grados de' higróme tro de ca- bello. Peso en gra- mos del agua contenida en un m. c. de aire á 15 ° GRADOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 GRAMOS 0,06 0,12 0,17 0,23 0,28 0,35 0,41 0,47 0,52 0,59 0,65 0.71 0,77 0,82 0,90 0,96 1,03 1,09 1,15 1,21 1,29 1,35 1,42 1,49 1,55 1,62 1,70 1,77 1,84 1,91 1,98 2,06 2,13 2.21 GRADOS 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 60 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 GRAMOS 2,28 2,36 2.44 2,52 2,60 2,71 2,77 2,85 2.94 3,03 3,11 3,21 3,30 3,40 3,51 3,58 3,69 3.79 3,89 4,00 4,10 4.20 4.33 4.45 4,56 4,68 4,81 4.95 5,08 5.21 5.34 5,47 5,60 5.79 GRADOS 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 100 GRAMOS 5,94 6,09 6,25 6,43 6,60 6,77 6,93 7,13 7.32 7,51 7.71 7,90 8,11 8.33 8,55 8,76 8,98 9,22 9,47 9.71 10,00 10,20 10,46 10,72 10,98 11,23 n,49 11,77 12,05 12,34 12,62 12,90 Continuemos'ahora esponiendo otros principios, que deben tenerse presente en la ventilación. 4 o Siendo el aire mal conductor y muy movible, en el punto en que ambas columnas se encuentran, se produce una agitación: en otros términos, el aire mas írio y forma las capas infe- riores, el mas caliente y rarefacto las superiores y en el punto en 714 LECCIONES que ambas capas se entremezclan hay un verdadero torbellino. Eesulta de esto, que la ventilación se puede operar por desalojo y por mezcla, ó disolución. 5 o En un espacio confinado, la respiración de un hombre, puede elevar la cantidad de ácido carbónico de 5 diezmilésimas, que es el termino medio normal, hasta 7 ú 8 por ciento. Esta acumulación del ácido carbónico es muy perjudicial y se debe evitar que pase su cantidad, de una á dos milsóimas, porque su efecto es reconocida- mente nocivo y este es precisamente el objeto práctico que desem- peña la ventilación. 6 ° Cuando la ventilación se opera por grandes aberturas, ó ven- tanas, puertas, etc. ya no es mera renovación, ya no es simple desalojo del aire recargado de un esees o de ácido carbónico, es una verdadera ventilación, oreo ó aereacion, en que hay completa renova- ción del aire confinado; entonces, la disfusion hace desaparecer el ácido carbónico, casi instantáneamente; las olas del atmósfera que se precipitan por la parte inferior de las aberturas, barren y desa- lojan por completo el ácido carbónico que escapa por la parte de arriba de la abertura. 7 ° Para operar una buena ventilación artificial, debe calcularse la sección de los orificios de entrada y de salida, para que el aire viciado no pase de 1 á 2/1,000. Por regla general, la rapidez de entrada del aire, no debe, en ningún caso, pasar de 1 metro por segundo, porque asi no da corrientes incómodas, lo que necesariamente tiene que suceder, cuando son muchos los orificios. La rapidez de entrada de las columnas de aire disminuye con- forme al cuadrado de las distancias de los orificios, que pueden hallarse en piezas ó departamentos contiguos. 8 ° Hay que calcular la ligereza teórica de las corrientes de aire, para graduar la temperatura y ver la presión ó impulso que debe darse al aire, así como las magnitudes de los orificios de entrada. Vamos á ver dentro de un momento que esto se resuelve por medio de los anemómetros y de la fórmula de Wolpert ó la del General Morin. La cantidad que se ha hallado definitivamente, se disminuye de un cuarto, ó se aumenta por el contrario de esa cantidad el orificio de entrada, por los obstáculos y por la frotación que sufre el aire. Calculada la ligereza ó velocidad por minuto y hasta por segun- do, se divide por esta cantidad el volumen de aire que se necesita DE HIGIENE 715 por minuto ó por segundo también y asi se obtiene Ja sección real que conviene dar á los orificios de ventilación. Veamos de hacer esto práctico, aplicando al mismo tiempo la fór- mula de Wolpert, que acabamos de mencionar. Suponiendo que se necesitan 600 pies cúbicos por segundo, por persona y por hora en un edificio, resultan 10 por minuto y 1/6 por segundo. Como la ligereza del aire al entrar, hemos dicho que depende de la diferencia de las temperaturas, cuyo minimun será de 5 grados centígrados y de la altura de la columna de aire mas caliente, que se mide, tendremos: siendo H. la altura; N. el número de personas y X. la sección de entrada que se busca y haciendo el cálculo por pies cuadrados, la ecuación siguiente: XxO,sVh =— de donde sale X= ’ o ó v ü Lo que quiere decir: que es necesario medir en pies, la columna de aire que determina el movimiento; tomar la raiz cuadrada y multiplicarla por tres y asi se obtiene la cifra por la cual hay que dividir el número de personas á que hay que proveer de aire suficiente y se obtiene la sección do los orificios de entrada en pies cuadrados ó en fracciones de la misma unidad. Vamos á fijar la sección total de los orificios de ventilación para un salón, que supondremos que por tres horas, va á contener cien personas ó espectadores; supondremos que sus tres dimensiones son las siguientes: altura—18 pies (6 varas): largo; 50 pies {l6 2/3 vara;] ancho, 40 pies [l3 1/3 varas.] Como se vé, es un local bastante espacioso para 100 personas, pues multiplicando las dimensiones para ver su superficie, encon- tramos que tiene 2,000 pies ó sea 20 pies cuadrados por persona* El cubo de aire del salón, será de 36,000 pies. Si suponemos que cada personas necesita 600 pies cúbicos por hora, el local en que se van á encontrar esas cien personas, eiije ventilación y como hay que permanecer tres horas, tenemos que cada persona necesitará 1,800 pies cúbicos para ese intervalo de tiempo y las cien personas, 180,000 pies cúbicos, á fin de que e* aire viciado por los actos respiratorios, no vuelva á servir para la respiración, pues de lo contrario no tardarían en presentarse los fe- nómenos que acompañan al aire confinado. Pero, 180,000 pies cúbicos, es precisamente 5 veces mayor que la capacidad cúbica del local, que era como recordarán, de 36,000 716 LECCIONES pies cúbicos. El aire contenido pues en el salón, es insuficien- te para ese número de personas que tiene que permanecer durante las tres horas indicadas y hay que ventilar, por lo tanto, para que cada persona tenga la cantidad de aire necesaria, Supondremos que es por el techo que vamos á efectuar la ven- tilación, por medio de un tubo ó manga y diremos, 18 pies de alto de la pieza ó salón y 18 de la manga 6 tubo =36 pies, para la columna de aire y numéricamente la fórmula nos da Y 36 =6; 6x3 =lB y por lo tanto X=-^|) que haciendo la operación aritmé- tica indicada, nos da 5,55 pies cuadrados, que, para mayor eficacia de la ventilación, podemos dividir en dos orificios, uno en el fondo del salón que constará de una simple abertura en el techo y el otro en el estremo opuesto, provisto de una manga que llegará hasta cerca del suelo y destinado á acarrear el aire puro en tanto que la otra abertura, dará salida principalmente al aire viciado. Dijimos que para medir la velocidad de las corrientes ventilatorias se empleaban los anemómetros y los mas recomendados de estos instru- mentos, que supongo habrán estudiado en física, son, uno de Combes, que consiste en un pequeño molino de viento con cuatro palas ó aspas de mica, algo inclinadas, que giran al rededor de un eje horizontal apoyado en dos soportes ó columnas. Las palas, están preservadas de las violencias esteriores por un ancho arco de latón. En una estre- midad del eje hay un tornillo sin fin, que engrana en una rueda den- tada, dividida esteriormente en 100 partes equidistantes y que engrana á su vez, en otra rueda que tiene otras 100 divisiones; de manera que, á cada revolución de la primera rueda, solo recorre la segunda una engranacion y marcando la primera las vueltas de las palas á aspas, la segunda marca los centenares de revoluciones. Por medio de hilos, uno para parar y otro para poner en movimiento el aparato y fijando la vista en un reloj de segundos, desques de colocar en cero las agujas que indican los números en las ruedas engranadas y de colocado el aparato en el orificio ventilador, se dispara ó pone en actividad el anemómetro y á los dos ó tres minutos, se para el movimiento yse leen las indicaciones de ambas ruedas, que indican las revoluciones ejecutadas por las aspas, en el tiempo trascurrido y que se dividen por el tiempo empleado, para sacar lo que corresponde por minuto. Hay varios otros anemómetros mas perfeccionados que este descrito rápidamente, que es de Combes, que es el mas conocido y generalizado. Debemos citar principalmente dos anemómetros debidos al General Morin, uno de los cuales, el último que ha hecho fabricar, es eléctrico, DE HIGIENE 717 pero nos escusamos de hacer su descripción, que encontrarán en las obras modernas de física y en las de dicho Señor, que son clásicas sobre las materias que nos ocupan. Yoy á permitirme agregar aun, como apéndice sobre este tópico, lo que á mi ver se ha dicho con mayor fundamento respecto á la cantidad de aire necesario por individuo en el Congreso de Higiene de Bruselas en 1876. Las cifras mas generalmente aceptadas han sido, de que el hom- bre respira por término medio 6,66 piés cúbicos de aire por hora y pro- duce I|2 á 2[3 piés cúbicos de ácido carbónico, fuera de la mitad pró- ximamente de vapor líquido y materia orgánica. 33 eentím. cúbicos producen al consumirse 66 cent, cúbicos de ácido carbónico. Se estímala cantidad de ácido carbónico, en el aire en de metro cúbico, pero esta cantidad varía mucho y puede llegar hasta 0,0264j10,000 sin perjudicar la salud. De aquí resulta que la cantidad de aire que habrá que desalojar ó renovar por aire puro, en una sala ó edificio, variará por hora, é indi- viduo, según el espacio cúbico del recinto que ocupan los individuos. El General Morin, que se ha ocupado séria y profundamente de esta cuestión, ha calculado que la cantidad de aire puro necesaria para volver al de un recinto su estado de pureza, es la siguiente: Cantidad de aire corrompido á desalojar y de aire puro á introducir por hora é indi- viduo. Recinto conteniendo piés cúbicos 353,2 ...... 423,84 565,12 706,4 1059.6 1412,8 1766,0 2119,2 El mismo General Morin en su notable obra sobre la ventilación y calefacción, señala aproximativamente los metros cúbicos de aire que hay que renovar necesariamente por individuo y por hora en diversos establecimientos públicos, cifras con las que están conformes la mayor parte de los ingenieros y de los autores de higiene. 718 LECCIONES Escuelas de niños . . de 12 á 15 metros cúbicos “ “ adultos (( 25 tí 30 íí tí Anfiteatros a 30 íí 60 ii íí Talleres comunes. . tí 60 tt íí “ insalubres ti 100 ít “ Cuarteles durante el dia . ít 30 u íí “ “ la noche tí 40 á 50 íí íí Teatros y salones tt 40 íí 50 ít ít Hospitales generales tí 60 ít 70 íí íí “ para heridos ó puérperas. . tí 100 íí u u en tiempos de epidemias. . 150 íí íí Cárceles 50 tt íi Establos y caballerizas 180 f ¿l 200 íí u tilación, vamos á agregar re specto á la calefacción algunas considera- Enera de los pormenores en que hemos entrado al tratar de la ven- ciones compendiendo la que dicen los principales autores y sintiendo no poder entrar en mayores detalles por lo adelantado que estamos en el año y retardados en el curso. Los aparatos de calefacción deben llenar las siguientes condiciones: 1 ° Desprender calórico á voluntad, para poder mantener la tempera- tura que se quiera en cualquier estación. 2 ° Deben funcionar siempre en los aposentos, aunque las personas no se acuerden de ponerlos en acción—por esto, las chimineas con una lumbre moderada son reputadas como mas convenientes. 3 o No deben dejar penetrar en los aposentos los productos gaseo- sos de la combustión. 4 o No deben modificar de un modo escesivo el estado higrométrico del aire. Y por último, deben llenar con economía todas estas funciones. de calórico (caloñes) que producen. Hé aquí un cuadro do los principales combustibles con las unidades Debo antes prevenir, que por poder calorífico de una sustancia ó combustible, se entiende el número de unidades de calórico, que un kilogramo de dicha sustancia, es susceptible de desarrollar al quemarse, esto es, un 'kilogramo de carbón al quemarse, estando representando su poder calorífico por 8080 y no desperdiéndose, puede llevar ála ebulli- ción 80 litros y 8 decilitros de agua. La madera 3,000 colories Hulla » 8,000 calones Carbón de madera 7,000 Coke 6,800 Liñita 5,000 Gas 13,000 Pretróleo 104,000 DE HIGIENE 719 Pero tenemos ademas, que toda materia que se quema desprende calor bajo dos formas: 1 ° . Calienta las moléculas de gas con las que está en contacto y estas, volviéndose mas livianas, se elevan inmediatamente, como hemos dicho y son reemplazadas por otras y así se forma una corriente ascen- dente inmediata al foco y otra descendente. 2 ° . Emite en todas direcciones rayos de calórico, que se comportan como los rayos de luz. Debemos, al terminar las ampliaciones sobre esíe punto, decir con algunos autores y repetir con Eranklin—que es mas fácil cons- truir dos casas, que calentar una. Por último, Señores, vale mas no tener que usar de estos medios artificiales yde estos conocimientos técnicos en los edificios y esto se consigue, dándoles suficiente capacidad. En todo caso, es incumbencia de los arquitectos é ingenieros el proveer á Ja ventilación y calefacción de los edificios que construyen. La ventilación es siempre necesaria y la calefacción solo lo es, como succedánea entre nosotros, pero en los climas fríos, es también una necesidad, como lo es abordo de los buques y con mayor razón, desde que allí hay poco movimiento. Clasificación de los Establecimientos públicos. Con la división elemetal de los establecimientos públicos, que he- mos indicado al principio y que sin duda es buena, bajo el punto de vista administrativo en particular, porque es partiendo de la in- fluencia que ejercen en los centros sociales, que se les permite una übicación mas ó ménos distante de los centros de población, pero in- dudablemente que, bajo el punto de vista higiénico, deja esa división muchísimo que desear, asi es que la mayoría de los autores la han rehazado ya, yes solamente por ser la que rije administrativamen- te que la recuerdan. Como no tenemos tiempo suficiente para hacer un estudio detenido sobre cual sea la mejor clasificación bajo el punto de vista práctico y didáctico yno nos avenimos con las clasificaciones de Eleury, Monlau, Levy, Motard, etc. pues todas las consideraciones incompletas por la sencillísima razón, que cada dia se crean nuevos establecimientos y ó bien se evitan las insalubridades, ó bien los peligros ó incomodidades, por los progresos de las ciencias y esto hace que cada dia varíe la clasificación—cncontraudo que la propuesta por el Dr. Ginéy, Por- 720 LECCIONES tagas llena cuanto de mas esencial hay que pedir, vamos á seguirla en estas lecciones. Doctor Don R. Rodríguez Mendez, He aquí dicha clasificación con las modificaciones introducidas por el Clasificación de los establecimientos públicos rE-cuelas 1. Que son foco periódico de mefitismo miasmático. . Teatros Templos f Casas cunas J Salas de asilo I Inclusas Destinados á per- sonas sanas 1 Hospicios ¡ Cuarteles f Cárceles Destinados á per- 2. Que son foco permanen- 1 sonas en estado J T ifi'ZQ.rAf.na tes de mentí amo miasmático.' de inminencia mórbida f Hospitales generales id Militares Destinados á per- 1 id ¡ id para niños sonas enfermas ancianos j Maternidades [ Manicomios 3. Que son foco periódico de -j f Salas de disección mentismo putrido»• s a pfitjp-ívfcro61 Cementerios 4. Que son foco permanente, de mefitismo pútrido ....■< Mataderos Desolladeros Para terminar, como apéndice á cuanto hemos espuesto sobre cubicación atmosférica, ventilación y calefacción, les recordaré que la cantidad de aire necesaria por individuo varía, según dijimos, con la edad, el sexo, la constitución, la temperatura del aire, etc. y encon- tramos al respecto lo siguiente: con la edad varían las inspiraciones yla cantidad de carbono quemado. En el hombre aumenta de los 8 años hasta los 30 y diminuye después hasta la muerte, como lo indica el cuadro que sigue, en que están anotadas las cantidades por hora: á los 8 anos 5 gr- 0 á los 32 años ii gr- 5 tt tt 11 tí 7 tt 6 t¿ t¿ 37 tt 10 tt 5 tt tt 14 tt 8 tt 12 tt tt 59 ¿t 10 tt 0 tt a 17 tí 10 tt 2 tt tt 68 tí 9 tt 6 ít tt 20 tt 11 tt 2 tt tt 92 tt 8 tt 8 tt tí 28 ¿í 11 tt 4 íí tt 102 tt 5 tt 9 DE HIGIENE 721 Como se vé, la cantidad consumida por hora no está en una pro porción regular con la edad. El término medio es: 11 gramos 3 por hora de 15 á 40 años. 10 66 1 66 66 6i 40 “ 60 “ 9 66 2 66 66 66 o 00 o CD En la muger, se ha encontrado que antes de la pubertad quema menos oxígeno que el hombre; pero que luego va aumentando con la edad; que durante la época menstrual la cantidad permanece estacio- naria ó disminuye, si es muy abundante el flujo catamenial. Resulta de aquí, que el hombre, en una época de la vida, quema doble cantidad de oxígeno que la muger, pero que esta en la edad crítica consume mas y lo mismo pasa en el embarazo. En ambos sexos sucede también que varia, según que la constitución es mas ó menos robusta. Analizado el aire espirado, se vé que contiene de 3 á 5 por ciento de ácido carbónico y que ha perdido de 4 á 6 por ciento de oxígeno y se encuentra, por último, que produce como 13 litros de ácido carbónico por hora. Estas cantidades, como bien se comprende, varían también, según es mas ó menos lenta la respiración y al respecto debo agregar, que se ha notado, que en la respiración humana hay como en las plan - tas, un máximo que es á medio dia y un mínimo, que se ha encon- trado es, de las 5 á las 12 p. m. El ejercicio muscular aumenta también el consumo de oxígeno. En cuanto al ázoe, parece resultar de las discusiones que á su res- pecto han sostenido varios fisiologistas, que su cantidad queda la mis- ma. como parece resultar también, que la cantidad de yodo dismi- nuye. Tratando ahora de precisar ¿cual es la cantidad de aire necesaria para subvenir á las necesidades de la respiración humana? considero, de acuerdo con el Dr. Longat, que un adulto, en buen estado de salud, necesita un tercio de litro por inspiración. ¿Cual es el término medio de las inspiraciones por minuto? Los estudios hechos por los fisiologistas, dan 18 inspiraciones por mi- nuto, ó sean 6 litros por minuto; por consiguiente 360 litros por ñora, 8640 litros por dia, pero no estando los autores conformes con estos resultados, un gran número de higienistas estima por exceso, para salvar todo error y para que haya mas bien de mas, 500 li- tros por individuo y por hora. 722 LECCIONES Debemos también hacer presente, que fuera del ácido carbónico, como causa de viciación del atmósfera de los establecimientos pú- blicos, están las emanaciones humanas, la materia orgánica y las se- creciones que vician el aire, á la par de las luces, que son facto- res que vienen á complicar el problema de la ventilación. En la próxima reunión comenzaremos á ocuparnos de los estableci- mientos públicos, que son foco de mefitismo miasmático: Escuelas, Teatros y Templos. Establecimientos públicos de mefitismo miasmá- tico periódico, Señores: Siguiendo la clasificación adoptada y de conformidad con lo que pre- vine a Yds. en la reunión anterior, vamos á ocuparnos hoy de las escudas y colegios, de los teatros y de los templos, como focos de mefitismo miasmático periódico. En idénticas condiciones á los establecimientos indicados se hallan los edificios, ú oficinas administrativas, los seminarios, conventos, claus- tros, clubs, hoteles ó posadas, los restaurante ó casas de comida, los cafés, los billares, bodegones, etc., que merecen ser tenidos en cuenta, así como las cámaras legislativas y otros puntos análogos en que se efectúan reuniones transitorias ó periódicas. Imposible seria, ó poco menos, el ocuparnos separadamente de cada uno de estos establecimientos, pero de las indicaciones generales y de las particulares ó especiales, como hemos dicho en la reunión ante- rior, podrán Yds. deducir con facilidad lo que deba procurarse y evitar- se en cada uno, según su índole, ó sea, teniendo en cuenta su objeto, horas de permanencia y la capacidad de los locales. Un gran número de los establecimientos que van á ocuparnos están siendo objeto modernamente de estudios higiénicos muy deteni- DE HIGIENE 723 dos, con los que, parece se tratara de compensar el olvido, ó la negli- gente incuria con que la ciencia los ha mirado en épocas anteriores. A pesar de haberse despertado tan vivamente la atención sobre estas cuestiones, no es este el momento de esponer las reformas y mejoras propuestas, que tendrán cabida solamente, al tratar de la Higiodi- námica Pública. Escuelas, liceos, colegios y seminarios. Aunque en rigor no podemos considerar como pertenecientes á la misma categoría de estableci- mientos, las escuelas y colegios, liceos y seminarios, porque, si bien los dos últimos, son escuelas á la vez, según la acepción mas re- cibida de la última palabra, las escuelas se distinguen perfecta- mente bien de los seminarios, liceos y colegios. Esto es, en las es- cuelas, solo permanecen los educandos en las horas de reglamento y con los intervalos de descanso ó recreación que los reglamentos inter- nos determinan, yen bs seminarios, liceos y colegios, hay un número de niños, ó personas, ó todos, que tienen su alojamiento en el mismo local ó establecimiento. Pero, sobre todas las consideraciones de este orden que se puedan interponer, figura esta circunstancia que los line- en todos estos establecimientos se educa la juventud y bajo este punto de vista merecen toda nuestra consideración en globo, poniéndolos bajo la misma categoría. Como instituciones higiénicas, los liceos, colegios, seminarios y escuelas, dejaban y aun dejan muchísimo que desear, por los regímenes estrictos y severos que en algunas localidades se emplean y si bien, bajo la férula antigua se instruía en esos establecimientos á la juventud, la verdad es, que muchísimas veces impedían el desarrollo físico y mo- ral, pues era una verdadera tiranía la que ejerciau y á que habituaban y un servilismo el que imponían, en el orden material y en el moral, era un ergotismo, era la rutina que poco y mal se avenía con las conquistas, las doctrinas y los principios de la democracia republicana, de los deberes y derechos del hombre. En la actualidad, todo ese fetichismo ha desaparecido ó tiende á desaparecer; el maestro no maneja la palmeta, la disciplina, ni la férula, sino que debe hacerse respetar por su saber, por su estudio y por la razón, debe imponerse por la persuacion; ha desaparecido el magister cli.vit; las ideas, los conocimientos, penetran por los sentidos perceptivos y por la refleccion y esta, en el fondo, es una conquista de los tiempos modernos, por mas que sea antiguo el aforismo de Aristóteles y la doc- trina de Condillac y de todos los llamados sensualistas y materialistas. La educación, la gran palanca de la civilización moderna, la base de 724 LECCIONES la prosperidad y del progreso de los pueblos, la educación, repito, tanto física, como moral e intelectual, tiene una tendencia mas práctica que en los tiempos pasados. Ademas, ha desaparecido el ascetismo y los ciudadanos y los Gobiernos, tienen una vigilancia sobre la educación que asegura la continuación del carácter práctico que tiene, en todos los pueblos modernos. Bajo el impulso de las ideas regeneradoras que la democracia triun- fante lleva grabadas en su enseña, en los colegios, liceos, escuelas y seminarios, se procura en Ja actualidad el desarrollo físico y moral de la juventud, de manera que puedan llegar, ellos, los varones, á ser buenos ciudadanos, fuertes, sanos, capaces de defender la patria cuando ella esté en peligro y de ilustrar con los destellos de su inteligencia á las ge- neraciones que vengan inmediatas. En los paises en que estas tendencias están encarnadas, en que se practican, los establecimientos de que nos ocupamos, son modelos bajo el punto de vista higiénico. El primer impulso que recibió la educación á este respecto, fué dado por los Estados Unidos de la América del Norte y la Prusia, la Alemania, la Inglaterra y la Erancia, después de los mas sérios estudios demográficos, llevados á cabo con una minuciosi- dad laudable, han adoptado el mismo plan en la educación. T nuestro país, ha entrado, agregeraos, en la misma via. Era en efecto una anomalia chocante, el ver á los ciudadanos y al gobierno mismo, preocu- pados del mejoramiento de las razas de los animales y dejando álas generaciones marchar á la degeneración física, que trae en pos la dege- neración moral, máxime cuando se apura y que terminaría por convertir en una enfermería la viril nación, la de los esfuerzos homéricos en la época de la emancipación. La higiene física y moral, la gimnástica alternada en las escuelas, colegios y liceos, con la instrucción proporcionada al carácter y las condiciones del educando, eso es lo que constituye la base mas sólida del adelanto y progreso de los pueblos, que aspiran á convertir en duraderos esos frutos de la civilización. Si algo echamos de menos en el movimiento moderno que preside la educación en los liceos, escuelas, seminarios y colegios, es una mayor vigilancia de parte de las autoridades, sobre las ideas que á la juventud se inculca, en particular sobre religión, sobre moral y deficiencia tam- bién en la enseñanza de los deberes del ciudadano; falta tambiern mayor observación y vigilancia por parte de los padres y muy principalmente de los maestros, para conocer la índole ó carácter de los alumnos j poderlos encaminar con arreglo á las disposiciones innatas, de manera que se DE HIGIENE 725 conviertan con facilidad, en fuerzas vivas del adelanto material y moral del pais. Si se ha dicho que las ideas inculcadas en edad temprana se convierten en pan del espíritu, debe reconocerse la necesidad de velar sobre la sanidad de ellas para evitar los males consecutivos, que son de mayor trascendencia que la alimentación yla gimnástica, desde que su objeto es formar ciudadanos fuertes, sanos é instruidos. Las condiciones principales que deben hallarse reunidas en los establecimientos destinados á estos fines, son los siguientes: 1 ° em- plazamiento, que debe ser fuera de los centros urbanos ó en los suburbios, ó dando sobre una plaza 6 calle ancha y en parage alto seco y rodeado de sitios que no 'den emanaciones perjudiciales. Todo esto, es con el objeto de que estos establecimientos que nos ocupan, puedan disponer de un local suficiente y en buenas condi- ciones higiénicas, 2 ° Una reglamentación interina que favorezca un desarrollo físico, armónico de todos los aparatos y alternando con la instrucción. Estas condiciones disminuyen la mortalidad que se observa en los niños y tienden á su desarrollo, evitándoles los dos cánceres que minan las existencias de los grandes centros urbanos, la tuber- culosis y el nervosismo, por el air© mas puro y un rójimen vital proporcionado á sus fuerzas, que es lo que realiza el deseo de Juvenal, mens sana in corpore sano y que es lo que determina la mortalidad menor en la campaña y suburbios, con relación á las ciudades. La ventilación de estos edificios debe llamar también la atención de las autoridades y podemos asegurar, por el conocimiento que tenemos de los locales en que funcionan la mayor de las escuelas y colegios de nuestro pais, que son muy raros los que llenan á este respecto las condiciones higiénicas, como que los edificios para ellos, son alquilados al mas bajo precio posible, en las manzanas de cada parroquia que son menos habitadas, etc. etc. de manera que no hay que buscar, ni situación, ni cubicación atmosférica, ni ven- tilación, ni ninguna, en fin, de cuantas condiciones generales ó parti- culares hemos indicado. Como hemos manifestado, al tratar de la Higiodinámica pública estudiaremos la influencia que estos establecimientos determinan en las circunstancias demográficas de los países y consiguientemente podemos ya pasar á ocuparnos de otros establecimientos análogos. Por lo que respecta á los conventos y monasterios, solo debemos hacer presente por el momento, que por sus fines y su régimen son LECCIONES contrarios á los sanos preceptos de la higiene; que la vida monás- tica y la estéril vida de los claustros, engendro de un fanatismo ya gastado, son contrarias ála solidaridad humana, á los fines so- ciales, al espíritu del siglo en fin, y á la verdadera moral, que solo es buena, cuando es militante, que sirve de ejemplo práctico, visible y edificante. La sociedad está en contra de estos establecimientos, asi como la higiene, por lo infructuosas para la comunidad, que son las existencias de esas personas sobre las cuales tiene sin embargo el deber y el derecho de velar y rechaza aun estas instituciones como contrarias á la verdadera religión y es por estos motivos que es- tán desprestigiadas en la actualidad. Los clubs, las bibliotecas, las aulas, l s Tiot les los restaurants, los cafes, billares etc, pueden ser considerados en un mismo capítulo, porque exijen idénticas medidas higiénicas y porque son asientos de un mefitismo periódico, mas ó menos acentuado yde carácter miasmático. Unos y otros de estos establecimientos responden á necesidades sociales, sirven de pasatiempo ó entretenimiento, para el solaz, distraccicn á descanso de las fatigas de la vida activa, fuera de sus fines especiales y son puntos de reunión temporaria, en que se estrechan las relaciones y vínculos sociales. En los centros de población, situados estos edificios 6 establecientos en el corazón de las circulaciones urbanas, adolecen generalmente del defecto de la falta de ventilación ó aire puro, por su mal emplazamiento. Como solo se pasan algunas horas en esos centros sociales, no puede determinarse la influencia que tienen en la vida de las per- sonas que á ellos concurren, pero por efecto del atmósfera, que en la mayor parte se altera de un modo completo, podemos decir, que si bien llenan los fines sociales indicados; si bien algunos con- tribuyen al fortalecimiento corporal, suelen con frecuencia dar lugar á pendencias por congestión cerebral, que con tanta facilidad se produce bajo la acción del aire viciado, que en ellos se respira. La existencia que llevan las personas que frecuentan esos centros y hacen de ellos su habitación, ó morada, por la vida irregular, que los debilita, por el exceso mismo, se convierte en una causa predisponente de la tisis, ó mejor dicho, la tisis es la consecuencia mas segura de tal vida. Pasemos ahora á los teatros. Los teatros son comunmente, dice Becquerel, los establecimientos públicos mas mal construidos y maldispuestos para la salud de los que van á estivarse en ellos durante 5 ó 6 horas. En todos aquellos puntos en que se reúne un gran número de DE HIGIENE personas, el aire de las partes inferiores, dilatado, ó calentado si se prefiere, por la respiración y el calor animal de las personas, carga- do de ácido carbónico, de agua y de materia orgánica, producto de ]as exhalaciones pulmonar y cutánea, sube á la parte superior y de alli, enfriados y condensados esos principios vuelven á descender, para servir de nuevo á la respiración, pero entonces, tal aire, solo llena imper- fectamente esta función y es por esto que la ventilación se convier- te en un serio problema en esos establecimientos, que hasta ahora no se ha resuelto de un modo satisfactorio en ellos. En los teatros, y muy especialmente cuando comienza la representa- ción, por ¡a afluencia de las personas, viene uua rápida elevación de la temperatura, efecto de la respiración y del aumento de intensidad de las luces y en los entreactos, sucede b contrario; pasa lo mismo cuando se levanta ó desciende el telón, que circunscribe la masa de aire y así hay continuas corrientes, unas frescas y otras muy calientes, unas que van del escenario al salón y vice-versa, fuera por de contado de las que van de abajo á arriba y del techo al suelo. En cuanto á la materia orgánica y al ácido carbónico, como mas pesadas que el aire, en una atmósfera tranquila y á una temperatura de 15 grados, generalmente queda en la parte inferior, pero en los teatros y demas establecimientos, en que hay gran número de personas, por la misma dilatación en que se encuentran las capas aóreas, van también hácia el techo. Los análisis de Leblanc y otros químicos lo han comprobado en los últimos anos y es un hecho de simple obser- vación al mismo tiempo, que el aire en los pisos altos y galerías supe- riores se encuentra mas caliente y enrarecido que en los bajos ó infe- riores. En los teatros suelen ser muy frecuentes los incendios, porque casi todo su interior está compuesto de construcciones ligeras, telas, made- ras, etc. y con esas corrientes alternativas, con esas ráfagas de aire, toman fuego esas materias al menor descuido y cunde este con velocidad. De aqui proviene que la dolorosa esperbncia haya aconsejado, que sean provistos estos edificios de suficiente cantidad de agua para poderlos apagar. Como en tales casos sobrevienen confusiones y conflictos, en que la concurrencia, semejante á una inmensa ola se precipita á las salidas, llevándose todo por delante para escapar al voraz elemento, recomienda la higiene, que las puertas, en vez de abrirse para adentro, como se acostumbra, se abran para afuera, pues de lo contrario, la misma oleada despavorida, como ha sucedido muchas veces, se lleva por delante las 728 LECCIONES puertas y ella misma se encierra y espone á morir bajo los progresos del fuego. La ventilación es la principal condición que hay que llenar y que debe llamar la atención de las autoridades. Estas condiciones son del resorte del arquitecto ó ingeniero constructor y al higienista no le toca comunmente, sino pedirlas y medirlas con arreglo á la capacidad, estu- diando las aberturas y las comunicaciones. Los mas modernos autores alaban al respecto las condiciones y dis- posiciones aereatorias del gran teatro de la Opera de Paris, de manera que; no es la suntuosidad, no es la magnificencia lo que mas habría que admirar en él, sino la ventilación que el ingeniero M. Ch. Gar- niel’, ha sabido asegurar al edificio. Debo agregar á este respecto, con el autor de un trabajo publicado en un periódico científico y encarando la cuestión bajo la faz higiénica, que el ímprobo trabajo tomado por el General Morin, para estudiar las leyes y los principios que deben regir la ventilación, han quedado muy atrás, con esta realización, con este ejemplo práctico. El teatro de la Opera puede contener 2156 espectadores; catorce caloríferos establecidos en el subsuelo lo calientan, ó templan su atmós- fera en el invierno; unos de estos caloríferos hacen circular agua caliente por el interior del edificio y otros, simple aire calentado. En esta sola operación se gastan diariamente 10 mil quilogramos de carbón. La capacidad es próximamente de 90,000 metros yla reno- vación del aire, que las superficies aereatorias procuran, ?e eleva á 80,000 metros cúbicos por hcra y es por las galerías laterales y por la cúpula principalmente, que se efectúa. El alumbrado, debe también llamar la atención de las autoridades y puede contribuir también, cuando es bien|dirigido, á realizar la venti- lación, ya sea haciendo una aplicación del sistema de sun Burners, ya haciendo una aplicación de otros procederes modificados que se se han aconsejado en Alemania é Inglaterra. La costumbre que tienen en Alema- nia de disminuir la intensidad de la luz durante la representación, es muy conveniente bajo muchos puntos de vista y contribuye mas que nada á que haya atención y seriedad ó compostura en el momento de la representación. A pesar de todas las mejoras posibles, y de todas las precauciones que se toman en estos establecimientos, debe obligarse á los directores de los teatros, á prevenir los socorros médicos que pueden necesitar los artistas y el público y que se producen con harta frecuencia. Nada decimos en esta parte, de la influencia que pueden tener las DE HIGIENE 729 representaciones mismas sobre las costumbres y la moralidad, pero la clara inteligencia é ilustración de ustedes, suplirá con ventaja cuanto pudiérrmos decir en este momento. Dando término con esto á lo mas esencial que podríamos decir sobre estos establecimientos, pasemos á ocuparnos de los templos. Los templos se pueden dividir, en cuanto á su construcción ó forma, en antiguos y modernos, pero unos y otros, son inmensas moles arquitectó- nicas en que se ha desplegado un gran lujo y magnificencia y en que se ha prescindido, sin embargo, de los preceptos higiénicos. Generalmente se hallan situados las Iglesias ó Temples, en los barrios mas poblados de la población y hacinados de casas, de manera que rela- tivamente, se ha dispuesto de poco terreno para su construcción. Esos monumentos tan colosales, tienen el inconveniente de volver húmedas y sombrías las calles de sus contornos. Cuando los templos ó iglesias se hallan separados de la via pública por un ancho espacio que facilita la ventilación y el acceso de la luz y del sol, por mas altos y espesos que sean los murallones que forman las paredes de su construcción, no ocasionan tantos perjuicios, ó por lo menos, son ya de otro orden los que causan. En su interior, el espesor, y altura de sus muros, la elevación á que se encuentran las ventanas y las dificultades consiguientes para poder- las abrir y cerrar con oportunidad, hace que la renovación delambiente, en particular cuando se reúnen los fieles, no sea una cosa fácil y de aquí provienen las transacciones que sufre la temperatura, la falta de luz y la abundancia de humedad y el aire frió y penetrante que se nota al entrar, cuando recien se abren. Las condiciones higiénicas que deben llegar estos establecimientos tan desantendidos, son en resúmen las siguientes: Io Deben tener una capacidad suficiente para contener siquiera la sesta parte de la población del distrito en que se halla situado cada uno; 2o Su construcción debe ser sólida, su techo alto y su techumbre de teja ú otra materia que pueda favorecer la libre circulación del aira; 3° Deben tener emplaza- miento en calles muy anchas ó bien situarse de manera, que deje un espacio mayor, ó proporcional si se quiere, entre su elevación y el ancho de la calle; 4o Sus puertas y ventanas deben poderse abrir durante las funciones ú oficios religiosos, para arreglar la ventilrcion; 5o Deben tener para-rayos, pues por su elevación, por la presencia de metales (las campanas) y por la misma atmósfera confinada que contienen esos recintos, con frecuencia atraen y hacen descargar las electricidades de nombre contrario, de que se encuentran cargadas las nubes yno poco 730 LECCIONES parece contribuir á esto, el tañido mismo délas campanas, por lo que agitan el aire; 6 o El suelo interior debe ser de madera ó estar alfom- brado, para preservar clel frió y de la humedad á los concurrentes, así como para evitar que se formen por la dureza del pavimento, quistes en el tendón rotuliano y por último, para hacer menos incómodas y violentas las actitudes, á menos que se procure bancos, oratorios ó reclinatorios á los fieles; 7 ° Debe prohibirse toda inhumanacion cadavérica; 8 ° Las puertas como en las teatros y demas estable- cimientos análogos, deben abrirse al esterior; 9 o No debe permitirse el abuso del incienso y de las luces; 10, En las iglesias frias y húmedas deben adaptarse caloríferos. Decimos por último respecto á las iglesias y templos, lo mismo que hemos dicho de los teatros, que nos escusamos de entrar á juzgar sobre los efectos morales de las prácticas religiosas y de las solemnidades. Para nosotros, los templos son edificios consagra- dos por la piedad de los fieles para tributar con todo recogi- miento sus preces al Altisimo y nada debe haber, ni hacerse en ellos que pueda distraer el espirita del deber, que se va á cumplir. Para terminar con esta serie de establecimientos, que nos ha ocupado, vamos á agregar cuatro palabras sobre las Cámaras, en que se reúnen los cuerpos legislativos, la salas de audiencia de los tribunales y palacios administrativos, que son edificios ó establecimientos también, de un mefitisme miasmático periódico. Es muy conocido en la historia de la Higiene el caso sucedido en una audiencia del Tribunal de Oxford, en que varios jaeces, los reos y parte del público, que asistía á una audiencia, en un proceso célebre, perecieron ó se enfermaron gravemente, por la falta de aire respirable, así como los casos de unos prisioneros en la india y de unos austríacos prisioneros de guerra en la batalla de Austerlitz, en todos los que, el ácido carbónico hizo funestos estragos, por la falta de renovación ó de ventilación de los locales. Mas de una vez ha sucedido también, que las Cámaras, en que se reúnen los cuerpos deliberantes de las naciones, han tenido que ser rápidamente desocupados por esa misma falta de renovación ó ventilación. Nada de nuevo, ni da especial sin embargo nos es dado decir sobre estos puntos. Pero debemos agregar, que sjgun el señor Bordiau, arquitecto de Bruselas (congreso de Higiene de Bruselas) en todos estos estableci- mientos, cuando no están anchamente abiertos, hay que ocurrir á la introducción del aire por insuflación mecánica, porque la aspiración es completamente insuficiente. Se recomienda mucho refrescar el aire DE HIGIENE 731 que se destina para la ventilación, haciéndolo pasar por numerosos chorros de agua pulverizada, ó por cortinas humedecidas y por último, parece que el problema ventilatorio se espera resolverlo, en adelante, por medio del gas y del agua, aunque, si el alumbrado eléctrico se con- sigue adaptar para el consumo, sin que ocasione daño á la visión, será solamente al agua que habrá que recurrir. Aunque se hace un poco tarde yel asunto de las habitaciones para obteros es como para ocuparnos por mas de una conferencia, por su interés y por la atención que le están paestando los gobiernos y las corporaciones higiénicas; como la estension de este curso no nos per- mite consagrarle toda la amplitud que el interés del asunto requiere, consignaremos, sin embargo, algunas ideas sobre las habitaciones obreras> los barrios, caseríos ó poblaciones para los mismos y de los cuales, que- damos en ocuparnos en reuniones anteriores, y no lo hicimos por falta de tiempo. Perdónesenos si le damos esta colocación que no está muy en armo- nía con el plan y clasificación que seguimos, pues en efecto, los aloja- mientos insalubres, que deberían formar un capítulo especial, si en gran parte son asiento de un mefitisrao miasmático periódico, por cuanto es principalmente de noche que se encuentran ocupados, tendríamos razo- nes suficientes para colocarlos entre los que son focos de un mefi- tismo miasmático permanente y aun hasta de los que tienen ó exhalan un mefitismo pútrido. Si le damos pues esta colocación á las habita- ciones para obreros, es á falta de mejor y por llenar el tiempo que nos falta en esta reunión, no habiéndolo hecho al tratar de los conventillos. Tal vez que la mayor suma del interés que despiertan los estableci- mientos insalubres, proviene de ciertos edificios, en que las diversas cir- cunstancias que acabamos de pasar en revista, se hallan neutralizadas por una mala ocupación, ó dirección y por estar estos ocupados por individuos poco cuidadosos de la higiene personal y doméstica, de mane- ra que sus viviendas, constituyen verdaderos focos de infección, que son conocidos con el nombre indicado, de alojamientos insalubres. Estos edificios son los conventillos y casas de inquilinato de que ya nos hemos ocupado en parte, que son en general las habitaciones de los obreros y todas las que dan lugar, ya á mefitismo periódico, ya permanente, ya pútrido y que son la pesadilla de las comisiones de salubridad y la preocupación constante de la higiene pública. Hace largo tiempo que en las grandes capitales europeas, estas habitaciones, ó edificios destinados á recibir un gran número de per- sonas, durante la noche en particular, había llamado la atención de los economistas y administradores, por las influenciad ejercían sobre la salud de esas gentes y la que se irradiaba subsiguientemente sobre toda la población. La proporción del mal que habia que remediar, porque habia cundido tanto, hacía impotente los esfuerzos de la admi- nistración, que se limitaba á sus estériles votos en la imposibilidad de cortar el mal de raiz y de una manera eficaz. 732 LECCIONES En vano fué que el espíritu filantrópico se despertara para pro- porcionar á los vagos, á los necesitados y viciosos, un asilo para la noche, que llena muchos fines policiales, morales é higiénicos y evita muchos atentados y crímenes; el mal que ocasionan ciertas habitaciones y establecimientos insalubres de primera clase, aun subsiste y sigue reclamando la atención de las autoridades tutelares de la salud pública. La higiene, como dice muy bien el Dr. Tardieu [Diccionario de hi- higiene] se ocupa de las habitaciones no solo por los que en ellas viven, no solo para protejer al ciudadano contra su inesperiencia, para com- batir la avidez del propietario, etc., sino que, hallándose interesada la salud pública, procura una buena distribución, fines, etc., es decir, interviene en todos sus pormenores. Nos complacemos en consignar al respecto, que jamas se le ha contes- tado á la autoridad el derecho de inmiscuirse en las construcciones, fijar la elevación, el ancho de las calles y prescribir las medidas de aseo y de limpieza, pero, fuera de las circunstancias estraordinarias que crean las epidemias, ningún país ha llevado mas adelante esta tutela sóbrela salud pública, que la Inglaterra, que, á pesar de su cons- titución y self governement, considerando cuanto se relaciona con la salud pública, como la necesidad mas suprema, dá á sus autoridades sani- tarias, sobre estos establecimientos insalubres, facultades omnímodas, que desearíamos ver regir en nuestro país, así que se establezcan Consejos Supremos de Sanidad ó de Higiene, en quienes debe residir esta facultad 6 poder y si no lo pedimos para las autoridades actuales, es porque las miramos como transitorios y creemos que se hallan en el periodo de decadencia y que debe venir su transformación inme- diata—ya no están al altura de nuestras necesidades, ni de nuestros progresos. Pero dejemos estas consideraciones, que nos apartan un tanto de nuestro terna y abordemos francamente el estudio de los alojamientos insalubres. Podemos dividir los alojamientos insalubres en tres categorías, no tanto por lo que entre nosotros pasa, pues felizmente, como dijimos al DE HIGIENE 733 tratar de los conventillos, distaban estos mucho, aun durante la epi- demia de 1871, de ofrecer un cuadro, como los que Yillermé, Blanqui, Yilleneune-Bargemont, Eregier y Tardieu, nos han dejado de estos establecimientos en Francia; Walpoley muchos otros de Inglaterra, así como en Alemania, Prusia, etc., muchísimos otros autores. Para que no se nos tache de exagerados, vamos dentro de un mo- mento á traducir algunos párrafos de los informes de que han sido objeto estos establecimientos. Las tres categorías admitidas por Tardieu, de quien tomamos la idea, (Dictr d?hyg. tom. 2, art. habitations) en los alojamientos de los obreros, son; 1 ° Jas de los obreros manufactureros, que son las menos malas y se comprende perfectamente la razón para ello, pues su trabajo es regular, su conducta es moral y esto mismo les asegura la conti- nuación de la ocupación y por lo tanto, con que poder atender la subsistencia de su familia; 2 ° las de los obreros de profesión sedentaria, es decir, de aquellos que trabajan en sus casas y cuyas habitaciones están en relación con su inteligencia, laboriosidad y el servicio que prestan y cuyas habitaciones, en que tienen sus muebles, sus útiles y su familia, no presentan tan buenas condiciones por regla general, pues está en relación con Jo que ganan, con Jo que economizan y con la familia que tienen que mantener y 3 ° las de los célibes ó nómades que se amontonan en habitaciones comunes, que los franceses llaman maisons garnies, que no pagan muchas veces sino por la noche y que no poseen ni la paja misma sobre que duermen. Es en los grandes crentos de población y de industria que se en- cuentran estas dos últimas categorías y he aquí lo que respecto á ellos dice el Señor Tardieu; ‘‘Una porción considerable de la población manufacturera de Lille habita en sótanos, situados á dos ó tres metros bajo el suelo y sin comunicación con las casas de que forman parte...Es un espectáculo verdaderamente desolador el de esas sombras humanas, cuya cabeza llega apenas al altura en que posamos nuestros pies, cuando la media luz que los alumbra permita percibirlos de lo alto de la calle. He visitado, dice Blanqui, casi todos esos sótanos muchas veces, unas con las autoridades de la ciudad, otros con un médico que conocía á todos los habitantes y siempre asom- brado de los descubrimientos desgarrantes que hacían al entrar El barrio principal de la miseria de Lille, es el de San Salvador. Partee se han reunido allí todos las condiciones para la insalubri- dad. Es una serie de islotes separados por cabecillas sombrías y estrechas, que terminan en pequeños patios, conocidos allí con el 734 LECCIONES nombre de Courettes, que sirven á la vez de cloacas y depósitos de inmundicias, en que reina una humedad constante en toda estación. Las ventanas y las puertas délas habitaciones ó sótanos, se abren sobre pasages infestos y es en torno de estos focos pestilenciales, que están las habitaciones. A medida que se penetra en el recinto de los patios, una población estraña, de niños descoloridos y débiles, jorobados, contrahechos y de un aspecto pálido y terroso, viene á á rodear á los visitantes y pedirles limosna. Pero estos, álo menos, respiran al aire libre y es solo en el fondo de esas cuevas que se puede juzgar del suplicio de aquellos á que su edad ó el rigor de la estación no permite hacer salir.... El padre de la familia habita rara vez esas tristes viviendas, se apresura á huir de ellas y no vuelve siné tarde de la noche. La madre solamente, por su ter- nura solícita, afronta el horror de vivir para asegurar la vida de sus hijos”. Esta traducción que no queremos recargar con otras descripciones mas tristes, da una idea de lo que son los verdaderos alojamientos insalubres, los verdaderos conventillos, en que todo falta, y en que todo lo anti-higienico se halla aglomerado. Esperamos sn la higiodirnámica ó clínica social, ocuparnos de los reipedios puestos en práctica en varias ciudades, manufactureras en particular, para hacer desaparecer esos males. Para terminar por hoy esa cuestión, que hemos tocado casi inei- dentalmente, debo decirles, que las miradas de las autoridades están fijas en estos antros 6 focos de mefitisrao y que ponen todo em- peño en disminuirlos y hacerlos desaparecer; diremos también, que en los paises templados, son escesivamente raras estas viviendas, pero que en el invierno y en los paises frios, buscan muchos habitantes pobres en análogos parages, una vivienda que los ponga á cubierto, vista su desnudez y por el temor de morir por congelación, de las injurias del tiempo. En la próxima reunión nos ocuparemos de los edifiicios públicos de meíitismo miasmático permanente, destinados á personas sanas. DE HIGIENE 735 Establecimientos públicos de mepitismo, miasmático PERMANENTE, DESTINADOS Á PERSONA S SANAS, Señoees: Hemos do encontrarnos mas adelante con una cuestión de la mas alta trascendencia, que tendremos que estudiar bajo la faz económico- higiénica y que no haremos por el momento sino mencionar, para indi- car ia hilacion ó correlación que tiene con el punto que va á ocuparnos; cuestión, ó asunto de disidencias y controversias entre los economistas y causa de un sordo malestar que suele presentarse en Jos centros fabriles y manufactureros ó de esplotacion, de cualquier género que sea, bajo el nombre de huelgas, esta cuestión es la del salario y del trabajo. Las sociedades, Señores, se encuentran hondamente tra bajadas por ese malestar, á causa de que la obra de mano, el trabajo personal, con los escasos salarios, no alcanza á darles lo necesario ó suficiente á los obreros para subsistir y de aqui provienen numero os males sociales. Para contrarestar ú oponerse á esos males, las sociedades de caridad, de beneficencia, atentas á ese malestar y á las necesidades que reper- cuten en el seno del proletarismo, han ideado un monton de estableci- mientos caritativos filantrópicos, consagradas a remediar esas necesi- dades y evitar así los funestos efectos de la miseria, de la imprevisión, del hambre y del crimen; que serían la secuela del estado social y moral en que caería ese proletarismo. Entre estos establecimientos figuran las casas-cunas, las salas de asilo, ¡as inclusas, los hospicios ó casas de caridad y entran al mismo tiempo, por ser edificios asiento de un mefitisrao miasmático permanente, los cuarteles y los establecimientos penales, pero aun, fuera de estos, hay un gran número de edificios destinados á objetos análogos y cada dia, el espíritu filantrópico que anima á la comunidad social, desplega un gran lujo, ideando nuevas maneras de ayudar al pauperismo en su tarea de luchar honorablemente por la vida. 736 LECCIONES Teniendo que ocuparnos en esta reunión de tantos establecimientos, apresurémonos á entrar en materia. Las trechas ó casas cunas (creches en francés) fueron establecidas en 1844 en París por la inspiración del administrador municipal M. P, Marbeau. Según el reglamento interno que se les dio, las casas-cunas debian recibir los niños menores de dos anos, cuyas madres pobres y de buena conducta, tienen trabajos ú ocupaciones laboriosas, fuera de sus casas. Esto es, el objeto de esta institución es facilitar á la madre el poder seguir trabajando para subvenir á las necesidades, suyas y de sus Lijos. Podemos decir que la crecba desata los brazos de la madre y la hace dueña del tiempo. Las crechas, como la mayor parte da las instituciones de iniciativa privada, para suplir la acción pública, son de origen inglés. El vene- rable M. E. Marbeau las definía: son estoblecimie ntos destinados á cuidar en los dias y horas de trabajo á ciertas criaturas demasiado chicas ó débiles, para seguir los ejercicios de las salas ele asilo. Son establecimientos que se contentan con una retribución inferior á sus gastos, para guardar y cuidar los niños, desde la hora en que comienza el trabajo, hasta que concluye, para que de esa manera pueda la madre disponer del dia. Es necesario no confundir esta institución de beneficencia con ciertas casas de destete ó guarda niños, en que se les recibe por un tanto y que constituyen un tráfico, en algunas ciudades y á que se ha tratado precisamente de remediar por la filantropía 6 iniciativa particular y con el concurso del estado. Lo que caracteriza las casas cunas, es que solo se reciben las criatu- ras de primera edad cuyas madres, obreras, tiene sus medios de exis- tencia en trabajos fuera de domicilio. Las crechas, según los reglamentos, solo pueden ser dirigidas por mujeres de mas de 21 años y reciben niños desde 15 de nacidos hasta tres años, durante el dia. La madre debe justificar para ello, que trabaja para vivir, se compromete á llevar y traer diariamente á su hijo y ocurrir dos veces en el diapara lactario hasta que lo despe- cha y en que pasa á la sala ele asilo, que continúa la obra de la crecha. Los hijos, en su tierna edad, si bien son acreedores á esos senli- mientos que el Ser Supremo ha puesto en lo mas íntimo de nuestro ser, son inconvenientes ú obstáculos que tienen las madres, para seguir en las profesiones ó trabajos que les dan lo suficiente para procurarse DE HIGIENE 737 el dinero necesario para costear su mantención y pagar su alojamiento. sin tener que recurrir á la mendicidad. El niño es un ser vegetativo y la madre no puede, en el actual estado de la sociedad, sacrificarse de un modo completo á los cuidados que el niño requiere en esa edad, porque le debe cuidados y atenciones de otro orden y para cuando comienze á ser una esperanza para la sociedad y para ella; en une palabra, le debe su subsistencia y porvenir, que no tiene el derecho de sacrificar á los instintos ciegos. Es para llenar estos fines honorables que necesita trabajar y que la sociedad la ayuda y fortalece, hasta cierto punto, facilitándole los medios de alcanzar sus fines. La madre lleva á su hijo á esos establecimientos, envuelto y bien amamantado, cuando va á su trabajo y si es posible, hasta con una muda de ropa ó dos. Ea algunas de estas casas, las madres vuelven varias veces por dia, ó una cuando menos, en las horas de descanso ó tregua que dan al trabajo en las fábricas y talleres. Por la noche, cuando ha terminado su jornal, vuelve ála crecha para reconducirlo á su casa y abona para las mecedoras ó cuidadoras, 20 céntimos por dia y 30 si tiene dos hijos, (mas ó menos, valor de uno y medio peso papel.) En París las crechas que hay reciben como á 1,260 niños. Cuando el niño está ya despechado, la madre al conducirlo ála crecha, coloca en un lio ó cestito, ademas de la ropa, cuanto le puede ser nece- sario para el mantenimiento durante el dia y esto se repite cuotidiana- mente, llevándoselo por la noche basta el siguiente dia. Como no es tanto bajo el punto de vista social que debemos en este momento considerar la institución, sino bajo el higiénico, veamos de lo que constan por lo general estos edificios, que la caridad ó benefi- cencia ha establecido en las grandes poblaciones. Los establecimientos destinados á este objeto, se componen: 1. ° de un pórtico ó zaguan, en que se halla la primer cuidadora que recibe los niños á su llegada, para conducirlos al salón común; 2. ° de un pasillo ó vestuario, en el que se deposita cuanto los niños llevan y que se halla bajo la vigilancia ó cuidado de una o mas personas de la casa; 3. ® de otra habitación en que se depositan les que lleva puestos; 4. ° de un secador automático ó mecánico; 5. ° de una cocina; 6. ° de una sala de juego para los que ya andan; 6. ° de una sala de cunas y por ultimo de las demás oficinas indispensables, entre las que figuran en primera línea los lavaderos. Cada crecha tiene un consejo de administración y hay un comité de LECCIONES Señoras que nombra y vigila á las inspectoras y cuidadoras y un servi- cio médico, que corre con los cuidados higiénicos y facultativos que los niños requieren, llegándose hasta dar á las madres los medicamentos que deben seguir tomando los niños en sus casas. Las crechas se abren á las cinco de la mañana y á las diez de la noche se cierran. Las precauciones ó cuidados higiénicos que estos establecimientos requieren, son relativos á las aguas servidas, aereacion ó ventilación, proporcionadas á la estación, el aseo, limpieza y no creemos deber detenernos en ellas, por cuanto lo único de especial que tienen, es lo relativo á la higiene de la primera infancia. La institución de las crechas ha merecido universal aceptación y las administraciones se han apresurado a protejer su planteadora, porque en todos los países, sin escepcion, han sido consideradas como esta- blecimientos públicos de grande utilidad, caritativos en alto grado y muy moralizadores á la vez. En el actual estado de las sociedades y en particular, en los pueblos republicanos y demócratas, en que las fortunas son el fruto del trabajo y de las economías de las familias; en que cada uno es hijo de sus obras y de su labor, ó de la de sus padres; en que solo escepcionalmente existen fortunas amasadas con el sudor de los siervos 6 esclavos, pode- mos decir que el proletario, el jornalero, vive en una lucha continua, incesante, derramando á raudales el sudor de su frente, cualquiera que sea su sexo y edad, para ver de ganar con que subvenir á sus necesida- des, con que dar de comer á su mnger y á sus 1 ijos, confiados por la naturaleza á su cuidado y que el contrato matrimonial y sociedad conyugal, comparte entre ambos espeses, para que jamas falte al hijo el alimento necesario. Cuando en esa lucha por ganar la subtistencia, la lucha por la vida, como la llama Darwin, cae postrado el pobre jornalero, correrían peli- gro, la esposa y los hijos de que les faltase el pan; si el esposo se enfer- ma, la muger tiene que reemplazar con su trabajo, la falta del marido ¿cómo dejar los hijos tiernos en poder de un enfermo? eso seria aumen- tar su aflicción y agravar su estado con el sufrimiento moral y material. Si el padre va al hospital, por economía yen procura de los medios para recobrar su salud ¿qué hará la misera esposa sin poder trabajar, ¿qué hará sin tener á quien confiar el cuidado de sus hijos? La miseria, la. mendicidad en perspectiva, la deshonra misma, tal es el cuadro lúgubre que se le presenta en general. Lo mismo pasa cuando pierde á su marido y lo mismo también, cuando por la escasez del salario, la falta 739 DE HIGIENE de trabajo, etc, no alcanza lo que gana aquel, para sufragar los gastos del humilde men age, ¿que hacer, repito, con esos hijos tiernos que impiden e imposibilitan el poder trabajar fuera de casa? Mal se avienen, como sebón, las personas habituadas a vivir del trabajo honrado y que están sanas, á mendigar; á mendigar, Señores, en que no se cosechan ni recojen por lo general, en los grandes centros de población, sino recrimi- naciones, sino censuras y desencantos que labran el alma y que ago- tan las fuerzas; \á msndig ar, cuando se encuentran con ánimo y con fuerzas para ello! ¿Se entregará ála prostitución yal vicio? Pero, no es siempre la muger, muchas veces es el hombre el que queda viudo y cargado de hijos, ó tiene en su humilde menage á su muger enfer- ma—él puede, debey quiere trabajar, tiene la fuerza y la decisión para ello; tal vez es un obrero hábil y solicitado, pero, ¿cómo dejar á sus hijos abandonados? ¿cómo dejar á su esposa enferma con ellos, cuando sabe que no puede atenderlos? Creemos que estas consideraciones ponen de manifiesto la conve- niencia y utilidad de estos establecimientos, que tanta falta hacen entre nosotros. Es necesario tener presente, ademas, que los hijos, no son seres que requieren solamente alimentos y cuidados actuales, los niños pertenecen á la sociedad, tienen derechos adquiridos para vivir, se deben á la civi- lización, son individuos los niños, á quienes los padres deben asegurar un porvenir social, en relación con su posición presente, pero honrado y honorable. La sociedad tan severa á veces, tan rígida siempre, condena al padre ó á la madre que deserta ó abandona ese deber social, bajo el pretesto del deber maternal ó paternal. Por otra parte, la honradez, la moralidad, son los únicos y los mis estimables patrimonios que pueden dejar los padres, son los únicos perga minos que se exigen, aun en las democracias, porque parece que los deberes, como los instintos y el valor moral se encarnan,Tse heredan, óse graban con los ejemplos y deciden de las inclinaciones y caracteres de los niños, de los hombres en'perspec- tiva. La sociedad y los propios hijos, tienen después el derecho de repro- char á los padres el haber abandona lo ó descuidado al ser conciente y pensante del porvenir, al miembro activo de la sociedad—por el ser vegetativo, que por vivir con solo instintos se asemeja al bruto, por el ser indiferente en esa edad á todo cuanto de rodea. Para esas madres pues, para esos padres, que comprendiendo su posición, su deber y obligaciones, no se abandonan á un estéril dolor, que se sobreponen á esas pruebas formidables y permanecen ó siguen 740 LECCIONES la senda del deber y de la moral,—para ellos es que se hace necesaria la implantación entre nosotros también de esta institución tan benéfica, tan caritativa, tan filantrópica y tan moralizadora, como hemos dicho. Considero suficiente lo espuesto sobre esta institución, de que debería haber un establecimiento en cada parroquia, de aquellas en que abunda el proletarismo. Adviértase, que si nada decimos sobre sus inconvenientes é insa- lubridades, es porque de los edificios destinados á personas sanas y que son focos de un mefitismo miasmático permanente, viene á ser esta institución, la que menos insalubridades tiene y estas, con los cuidados de aseo y de limpieza, que no es difícil reglamentar, se pueden subsa- nar. Las comisiones de higiene que han visitado las que existen en otros países, han dado siempre los mejores informes respecto á las crechas. Hay de por medio, sin embargo, una cuestión que no debemos pasar en silencio y que es un serio inconveniente en estos establecimientos Nos referimos áun problema higiénico que dista mucho de hallarse resuelto, á pesar de las pomposas proclamas de algunos entusiastas, nos referimos, á Ja lactancia artificial, necesaria muchísimas veces en estas instituciones y que complica gravemente el manejo interiov. La lactancia artificial, de que mas adelante hemos de tener ocasión de ocuparnos, parece que los higienistas la van resolviendo en el sentido de las miras del Creador; esto es, se van convenciendo que los peligros é inconvenientes superan á los beneficios y esta lactancia, sin embargo, se hace muchas veces necesaria, ya porque las madres no van muy seguido, ya en fin, porque los niños lloran de hambre y de no entretener su apetitoí se despertarían las demas criaturas, etc., etc. También, á pesar de cuantas consideraciones tratan de tener los directores de los talleres en que trabajan esas madres, nunca miran esas interrupciones que hacen en sus labores las obreras, para ir á ma- mantar sus hijos, de un modo benévolo y esto que lo comprenden bien las madres pundorosas, las obliga á efectuar á la disparada, diremos esa función y asi, suelen dar á sus hijos una leche escasísima, cansada, etc., que mas que un alimento, es una sustancia indisgesta, que les acarrea muchos males á las criaturas. Pasemos ahora á acoparnos de las ¡Sedas de Asilo. Como todos los establecimientos públicos destinados á recibir personas sanas ó enfermas y debidos á la munificencia caritativa, todos estos establecimientos han sido motivo de vivas discusiones y la cuestión no se halla definitivamente resuelta en teoría; consi- DE HIGIENE derada la discusión bajo los puntos de vista higiénico, moral y ahsta económico, creemos que el mayor número de opiniones pesa por su supresión. Parece que los deseos filantrópicos ó humanita- rios de que tan orgullosa se muestra nuestra civilización, tienden al reeraplazaraiento de estos establecimientos, de acuerdo con la por otras prácticas mas morales, de que nos hemos de ocupar brevemente aunque sea. Ante todo, digamos en lo que consiste las salas de asilo, lo que entre nosotros se ha bautizado con el nombre de Asilo Maternal. La sala de asilo es una institución, que así como las crechas, podemos calificar de obra de nuestro siglo. Están destinadas las salas de asilo á recibir los niños de dos á cinco años y en algunas partes hasta los de siete años, durante el dia y mientras sus padres están en el trabajo. La recepción de los niños en estos asilos, es paga 6 gratuita, según las circunstancias é informaciones sobre los padres. Fuera de las aten- ciones propias á las criaturas de tierna edad, fuera de los juegos pro- pios de niños y de la gimnasia, se les dan los rudimentos de la educa- ción, del canto y de la instrucción religiosa. Las salas de asilo, destinadas á prestar importantísimos servicios, han correspondido á las esperanzas con que fueron instituidas y su propagación ó multiplicación, no puede menos de favorecer el bien estar y porvenir de la clase obrera y como consecuencia de ellas hay derecho para esperar una ilustración y moralidad mayor en las masas como frutos de la solicitud filantrópica y de la educación. La creación de estos establecimientos es debida á Oberlin, pastor del Ban de la Boche y á la marquesa de Pastoret, que la intro- dujo en Paris en 1826, bajo los auspicios de M. Cochin. Estos establecimientos tienen á una Señora por directora y las horas de permanencia, se hallan convenientemente repartidas entre un trabajo simple, cantos, juegos etc, Hay ademas del servicio indis- pensable, un médico del establecimiento que vela por el aseo y la limpieza, asi como sobre los otros cuidados higiénicos y profilácticos; impide la aglomeración, preside, ¡a renovación del aire, examina á los que están enfermos y les indica á los padres los cuidados que deben prodigarles, y el modo de administrarles sus prescripciones far- macológicas; evita la admisión de niños atacados de males trasmisi- bles y lo mismo que en las casas cunas, es de su deber vacunarlos, si no lo están. Cada sala de asilo tiene un alcancía destinada á recibir los do- nativos de las personas humanitarias. LECCIONES En París hay 136 salas de asilo que guardan temporariamente como 26,413 niños y el número de ellas en toda Erancia se eleva á 3.000, que reciben unos 200,000 niños. En algunas de estas salas de asilo, se alimenta á los niños mas pobres, pero lo mas general, ó la regla, es que los niños ó los les lleven el alimento para el dia y allí se les calienta en las horas reglamentarias, pero siendo esto contrario al espíritu republicano y trayendo mucho recargo de trabajo, fuera de otros inconvenientes fáciles de comprender, la administración trata de remediarlos alimen- tándolos allí mismo á su costo. Ta que hemos tropezado con unos inconvenientes internos ó regla- mentarios, ocupémonos de los inconvenientes estemos y de las ventajas que presentan en la práctica. El primer inconveniente que se les encuentra á estos estableci- mientos, es que solo pueden recibir un número muy limitado de niños, puesto que no son edificios construidos ad hoc, sino convertidos de casas particulares ó almacenes, en establecimientos de beneficencia y esta circunstancias viene á ocasionar un gasto excesivo en verdad y despioporcional con el gasto de cada niño. Así como en las crechas, en las salas de asilo, el personal, por economía es muy reducido, en las crechas cada mujer atiende á 6 ú 8 criaturas y de este modo el cuidado es incompleto, es deficien- te y da lugar á continuas quejas y las madres verdaderamente cariñosas, que se perciben de esto, terminan por renunciar á llevarlos á las casas cunas; en las salas de asilo, cada sub-directora tiene a su cargo de, 12 ál6 niños y vienen á resultar los mismos inconve- nientes que en las crechas, pero esta apreciación no es exacta en rigor- pues una misma persona puede atender hasta 50 niños en estos asilos, Algunos les reprochan el hacinamiento, pero en virtud délas condicio- nes que en la admisión se imponen, así como también por la edad del mayor número, no es de temer que ese hacinamiento seproduzca, má- xime cuando hay un médico que vela por las condiciones higiénicas. Se les ha reprochado tanto á las casas-cunas, como á las salas de asilo, el contribuir á la mortalidad mayor de los niños, que se nota en casi todos los grandes centros urbanos, pero, consideramos que las estadísticas que se han querido hacer valer, no tienen un gran valor, desde que solo permanecen los niños alli durante el dia. Como hemos visto y se comprende con facilidad, la asistencia facultativa y los cuidados inteligentes que se les prodigan, asi como las condiciones higiénicas en que se encuentran estos edificios, que son sin ninguna dis- DE HIGIENE 743 cusion, mil veces mejores que el alojamiento y condiciones higiénicas en que pueden vivir esas madres pobres, son razones de inmenso peso y causas eficaces, para que disminuya por el contrario esa mor- talidad. Asi pues, por mas terribles que sean las estadísticas de M. Ségalas al respecto, rechacémoslas, Señores, porque son falsas, porque tienden á echar el descrédito sobre una institución, con el peso abrumador de Jas cifras y que en esta, como en muchos otras cuestiones, las estadísticas mal levantadas, no son sino la forma aris- mética de un sofisma. Puedo agregar finalmente sobre esta cuestión, que las estadísticas de M. Sagalés han sido invalidadas. Una comisión médica de 7 miembros, fue encargada por el Prefecto de Policía de París de dar su opinión sobre la salubridad y utilidad de estos establecimientos; M. M. Vernois, órgano de esa comisión, concluyó después un mi- nucioso estudio de la cuestión, exaltando la bondad, importancia y utilidad de esos establecimientos filantrópicos, creados para las clases menesterosas y oponiendo estadísticas contra estadísticas y razones fundamentales, tranquilizó por completo á las autoridades. En In- glaterra se han producido iguales informaciones favorables. En estos últimos tiempos, en que se inició una cruzada contra los establecimientos hospitalarios, se ha querido hacerla ostensiva hasta los que acaban de ocuparnos, La tendencia moderna es achicar y disminuir esos establecimientos y sustituir como mas benéfico y económicos, en vez de las crechas públicas y de las salas de asilo, la crecha y asistencia á domicilio por las asociaciones caritativas. Estas son las. prácticas con que se trata de reemplazar estos asilos de que quedamos en ocuparnos. La crecha y cuidado á domicilio, que no puede sustituirse al tra- tamiento en común, bajo la faz higiénica y la económica; consiste en el préstamo, á los pobres de cuna, ropas y un donativo de di- nero, á condición que la madre amamante á su hijo y lo cuide y si las circunstancias lo permiten, les llevan labores. Decimos que esto no puede sustituirse a los establecimientos especiales, ó al tratamiento en común, porque las habitaciones de las clases menesterosas, son un peligro para la vida de esos seres, que recien vienen al mundo por sus malas condiciones higiénicas y bajo el punto de vista económico, como la pobreza de esos menages suele ser superior á cuanto pudiéramos decir, las personas caritativas que van á llevarles auxilios, al ver que todo falta, al llenar su misión allí, hacen mas gastos de lo que podían yse corre ademas el peligro, de que el so- 744 LECCIONES corro de dinero que debía emplearse en procurar la alimentación conveniente, se emplee en otras necesidades mas premiosas para el menaje. En algunas fábricas ó talleres, las mujeres que salen de cuidado, re- ciben durante uno y medio meses, el equivalente de su salario habitual y cuando recobran sus tuerzas, cuando se reponen de esa ruda labor de dar á luz, llevan sus hijos ála fábrica en que trabajan y los colocan en una habitación especial, en que los alimentan cuantas veces es necesa- rio, sin que sus labores padezcan, ni haya queja de los directores por pérdida escesiva de tiempo. Los higienistas, de acuerdo con los moralistas, son de opinión que las madres no deben separarse de sus hijos hasta después del destete, siem- pre que vivan en buenas condiciones higiénicas. Generalmente, los niños permanecen hasta la edad de cinco años en las salas de asilo y de allí son llevados á las escuelas, ó colegios de las mismas sociedades y que mantienen estos establecimientos bajo una estrecha dependencia, ó deque, la crecha es el primer escalón, el segundo la sala de asilo, el tercero la escuela y luego otros deque oportunamente hablaremos. Como institución moralizadora de la clase proletaria, como proteccio- nista de la infancia y que contribuye por la combinación de la gimnásti- ca y juegos higiénicos, al desarrollo de los individuos, así como por las razones espresadas al tratar de las casas-cunas, esta institución se re- comienda por las buenas condiciones de aire, de luz y de sol en que se les coloca, por las buenas costumbres que se les inculca ó inocula, por la instrucción que se les dá, etc. Estas instituciones, economizan la muerte temprana de esos seres y les evita contraer les malos hábitos y ejem- plos, que en las fábricas y talleres tendrían ante su vista, á la par de las malas atmósferas. En fin, Señores, podemos decir de las salas de asilo, lo mismo que hemos dicho de las crechas y este creemos sea uno de los elogios mas justos y merecidos, las salas de asilo, desatan los brazos de los padres y los hacen dueños del tiempo, para consagrarlo cd trabajo que los ennoblece y los dignifica, ante la sociedad y ante sup>ropia conciencia. Las sociedades de beneficencia en las principales capitales europeas, tienen de instituciones humanitarias ó caritativas, que acom- pañan á los seres, desde que nacen hasta que mueren y 'que podemos clasificar según su objeto, de la manera siguiente: El nacimiento del niño, su alimentación, su tutela en caso de abandono, la crecha; la sala de asilo; la escuela; la educación religiosa; la asistencia del niño; DE HIGIENE 745 el aprendisaje; la asistencia del joven; del adulto; los socorros a'domici- lio; el hospital, asilo del tratamiento; la convalecencia; la asistencia á los ancianos, los inválidos, el hospicio, asilo depósito de la mendicidad, la asistencia judicial; la repatriación; la solidaridad caritativa; la asis- tencia al estrangero; el patronato de los detenidos; etc., etc., terminan- do con los hermanos de la muerte. Seria una obra superior á cuanto pudiera imajinarse el recorrer toda esa serie de instituciones benéficas, pero, fuera de los establecimientos indicados en el cuadro déla clasificación y délos que tenemos el deber de ocuparnos, vamos á decir cuatro palabras sobre las escuelas, como continuación de la obra de las salas de asilo. La criatura ha crecido y la hemos visto pasar de la crecha, á la sala de asilo y en este ha llegado á los cinco años, siguiendo su via crucis, ha sonado para él la hora de ir ála escuela de caridad privada, en que permanecerá hasta los trece ó catorce años, para pasar áotra etapa, á otro escalón, el de la escuela preparatoria para el aprendizaje y luego á la de artes y oficios, de que sale para ganar su sustento. De estas escuelas hay en Paris 273, divididas en laicas 162 y con- greganistas 111. La admisión de los niños en ellas se obtiene, por la presentación de la fé de bautismo (de nacimiento) de un certificado de vacunación y justificación de domicilio de sus padres. La edad para la admisión es de 6 á 13 años. Ahora antes de pasar á ocuparnos de las inclusas, 6 casas de espósiios; permítasenos intercalar algunos datos sobre el Asilo maternal que exis- te entre nosotros. Está situado este establecimiento en la calle del Paraguay entre Li- bertad y Cerrito; ostenta sobre el pórtico de entrada, esta inscripción: ASILO MATE EN AL DE LA SOCIEDAD DAMAS DE CAEIDAD DE SAN TICENTE DE PAUL, EUNDADO EN OCTUBEB 2 DE 1873. He ahí, Señores, un establecimiento modelo entre los de su género, y que les recomiendo visiten para penetrarse de la realización de las mas óptimas condiciones higiénicas. El aseo, la limpieza, la solidez y buena distribución de sus distintas reparticiones, el altura de los techos, la ventilación por grandes ventanas, á la españoleta en su mayor parte, ponen este establecimiento, en efecto, éntrelos mejores de su clase. Ho haremos una descripción del edificio, porque seria demasiado pesada y sin objeto, desde que pueden visitarlo en cualquier momento. La Señora Doña Constanza E. M. de Bunge, Presidenta de la Socie- dad Damas de Caridad, es la fundadora, podemos decir, de este Asilo, es la que ha consagrado, con un celo perseverante, la mayor parte de su 746 LECCIONES tiempo ála obra, y lia arbitrado todos los medios conducentes para realizar esta institución y mantenerla de un modo digno, decoroso, y que hace honor á la filantropía de este gran pueblo, máxime si se tiene en cuenta el estado precario del pais, agoviado por la crisis monetaria y las contribuciones, ála vez que esquilmado por las socaliñas de mil sus- criciones, para diversos fines humanitarios y patrióticos; ¡Cuantas penas y desvelos no habrá costado llevar á cabo con los solos recursos de la beneficencia, una obra tan grande! (1) El establecimiento se halla á cargo de ocho Hermanas de Caridad de San Vicente de Paul y recibe 701 niños (1878) que son sustentados durante el dia, reciben una instrucción gratuita y educación moral y religiosa. Es de advertir que esta Sociedad tiene ademas á su cargo 224 fami- lias, á lasque distribuye pan y carne y á algunas hasta alojamiento, ropas y otros auxilios, como lo dice el Consejo Administrativo en su último informe (1878): Esos niños asilados, esos pobres y enfermos so- corridos, representan muchas desgracias mitigadas y muchas lágrimas enjugadas.” . . . Por mas que sea un recargo oneroso para la sociedad, no podemos menos de aplaudirla resolución de sustentar á los asilados, porque esas igualdad y uniformidad, fuera de su alcance social, es la base de la cordialidad y compañerismo entre los niños. Lo único que hemos echado de menos en el establecimiento, es una tuerta con árboles y en el patio de recreo aparatos de gim- nástica, que esperamos harán inmenso bien á los niños. CASAS DE EXPÓSITOS, INCLUSAS Ó CUNAS. Las casas de espósitos, inclusas, cunas ó tornos, que son denominacio- nes que se dán á los edificios destinados á recibir ó colocar los niños? que se confian á la asistencia pública, son establecimientos de caridad y beneficencia que existen en la mayor parte de los grandes centros sociales. En estos establecimientos figuran los espósitos, las criaturas abando- nadas y los huérfanos. Llámase espósito la criatura recien nacida, de padre desconocido que ha sido depuesta en el torno ú hospicio. Criatura abandonada es (1) La obra ha costado 307,000 pesos; el ingeniero y arquitecto D. E. Bunge ha pres- tado su concurso y cuidado gratuitamente. t)E HIGIENE 747 aquella cuyos padres conocidos ó no, han dejado de dedicarle los cui- dados de la paternidad. Huérfano, es el niño cuyos padreslhan fallecido. En los establecimientos de que nos ocupamos, se prodigan los pri- meros cuidados á los recien nacidos, se les pone luego una nodriza hasta que llega la época del despecho, en"que son llevados al asilo, dependiente de dicha institución, en que permanecen hasta años, en que pasan á otro hospicio, ó á un taller particular, para aprender un oficio El nombre de inclusa, es genérico en nuestro idioma para designar esta clase de establecimientos, pero suele designársele con el nombre de cuna, por modismo provincial y con el de torno, por un aparato gi- ratorio, destinado que las criaturas puedan ser introducidas al asilo sin que se vea la persona que hace la exposición y provista de un aparato, en comunicación con el interior, para advertir á la per- sona de guardia, que debe ir á recojer el niño depuesto. Continuando con el plan seguido con los otros establecimientos, va- mos á ver de indicar los fines, ó las necesidades sociales que llenan estos establecimientos de beneficencia. Como en estos edificios se recojen los espésitos, los niños abandona- dos y los huérfanos pobres, que los franceses llaman en/ants trouvés, enfants ahandonnés, orphelins pauvres, que forman tres categorías muy distintas y que provienen de móviles muy diversos, vamos a procurar historiar brevemente los causales, refrescando sus ideas, para poder abordar asi, con un fondo filosófico, muchas cuestiones que se encuen- tran en tela de discusión entre los higienistas, las autoridades admi- nistrativas y las altas oficinas de la beneficencia pública. Los vaivenes ó caprichos de la suerte, las calamidades públicas, ine- vitables cierto punto, é imposibles de preveer, son, como vds. saben, causas^permanentes, de que en toda sociedad humana, haya siem- pre opulencia, miseria y pauperismo. Como dice el Dr. Monlau en sus lecciones de epidemiología, por esto es que se lee en el Evangelio que siempre habrá pobres (. .. nam sem- per pauperes hahebitis vohiscum); siempre los habrá en efecto, pero tam- poco se estinguirá nunca la caridad que los ampara, ni se agotarájamas bien administrado, el patrimonio de los huérfanos y desamparados, de las víctimas irresponsables del infortunio. Siempre habrá pues, una Be- neficemiapública, ramo administrativo complejo, difícil, importantísimo, en cuya recta dirección, es tan necesaria, como irrecusable, la interven» cion de la ciencia del higienista. La inesperiencia, Señores, el engaño, la violencia, el amor, ese lisoü» gero engaño, que es uno de lo que mas precipitan en la pendiente 748 LECCION ES resbaladiza de la perdición, el instinto mismo de la propagación de la especie, ó como otros dicen, las necesidades del organismo femenil y la incitación, verdadera ó mentida del hombre, que no tarda, satisfecho su deseo, en abandonar ála infeliz que arrastró á la perdición—tales son en compendio, los factores que concurren á poblar las inclusas, ó casas de expósitos. Sin que esto importe atenuar la conducta, siempre reprensible del hombre, que seduce y engaña ála persona inesperta, debemos hacer presente, que los seres no llegan á la plenitud del desarrollo sino gradualmente. Asi como el ave, antes do abandonar su nido, comien- za por ensayar sus alas, para ver si puede remontar su vuelo, el hombre, que posee el don de la imitación en sn mas alto grado, co- mienza también, por ensayar sus fuerzas generatrices. Como muchos otros seres, obedece á sus instintos; como los demas animales, (bedece á las fuerzas, para él ocultas, de la naturaleza ú organización, cuando ha llegado á la época de la virilidad y como muchos otros seres, se da á las fuerzas ciegas y se ensaya en los deliquios, en los idilios dulces de las caricias amatorias.... Ademas, las administraciones públicas, por los males físicos á que da lugar y que i-epercuten mal curados en h> salud de los descen- dientes, se empeñan en suprimir la prostitución pública y reglamen- tada, la prostitución que es un albañal, que es la esclusa de la necesi- dad orgánica, convertida en social y no queda al célibe, no queda al adulto, sino prostituir la inocencia, engañar la débil y frágil muger y tras esto el abandono. Por evitar pues un mal, mínimo proporcionalmente á este otro, esas administraciones vienen á favorecer otros males sociales, de mayor tras- cendencia y que les impone cargas mas pesadas, que á fuerza de sacrifi- cios, que solo por medio de la beneficencia consigue atenuar. ¡Que se quiere que haga la niña ó la muger separada con tanta arte y engaño de la senda del honor, cuando la severa é intransijente sociedad, no le perdona su flaqueza! Pero, dejemos este orden de consideraciones, que mas bien pertene- cen á la higiostática pública, la clínica social. La conveniencia y utilidad de la institución de las casas de expó- sitos, no puede ser puesta en duda; desde que con ella se tratan de evitar crímenes y delitos, el infanticidio, el aborto, el suicidio y se evitan también otros males consecutivos. Los expósitos son hijos legítimos, ilegítimos ó adulterinos, son cria- turas abandonadas ó depositadas, que la beneficencia pública recojo ó DE HIGIENE guarda, según reglamentos que son casi iguales en todos los países En Ja fachada del de nuestra ciudad están gravados estos versículos Mi padre y mi madre me arrojan de sí la piedad divina Antes de abordar la gran cuestión de los tornos, permítasenos volver me recoje aquí. atrás aun, por un momento, para hacer presente algunas consideraciones de las que complican este problema, que se halla aun sin resolución definitiva y que nos ya á permitir hablar de otras instituciones de beneficencia, que hay en otras ciudades. Preocupe'mouos un momento de lo que va á pasar á una muger pobre, sea casada, seducida ó libertina, en el momento de la maternidad. Una muger pobre, no puede contar con las solicitudes y cuidados esmerados que procura la riqueza; esa muger carece hasta de confort en su menage; no puede contar con el albergue y cuidados de las ma- ternidades de las parteras, ni con la asistencia fraternal de sus amigas ó compañeras, porque estas se encuentran en sus talleres ganando penosamente su escaso salario, no puede contar con la maternidad en casa de la partera, porque se le exije la paga anticipada. ¿Qué hará? |Sin trabajo posible y sin economías, sin abrigo, sin recursos, conde- nada á parir entre dolores y sin encontrar en su angustia y miseria, donde ampararse! La beneficencia, ese manantial inagotable de caridad que derrama el consuelo y mitiga las penas, está ahí á su alrededor, en esa hora suprema en que su vista se pierde en el vacio. La beneficencia ha creado las maternidades y las comisiones de beneficencia en cada distrito, costean parteras que les prestan gratuita- mente sus servicios y ademas la Sociedad de caridad maternal, que socorre en el momento del parto á las viudas, á las abandonadas por sus maridos, y á las que tienen á estos enfermos ó en la imposibilidad de trabajar; la asociación de las madres de familia, quefacilta médicos, parteras y socorros á las indigentes y á sus criaturas. Aun mas, si el embarazo viene acompañado de un gran malestar, tiene el Asilo de Santa Magdalena en París y otros análogos en otros países, que muestran que la indigente en cinta, puede siempre contar con la caridad. La indigente que quiere criar á su hijo, recibe déla asistencia pública, ademas de un socorro inmediato de 3 á 10 francos, una mensualidad de ¿Qué hará una vez salida de cuidado? 750 LECCIONES 5,10 ó 15 francos. Cuando hay alguna que no puede criarlo y no quiere abandonarlo, la administración de beneficencia le paga los primeros meses á la nodriza y si se vé que su trabajo no le alcanza para seguirla pagando, se prolóngala pensiona veces hasta los 10 meses. Hay en París, el Asilo Géranda, que recojo por 3 meses á las parturientas convalecientes, que no han podido criar á sus hijos. Cuando por causas múltiples, no puede ocurrir á estos, quédale en Paris, el de ir al Hospicio de los niños] asistidos, á la Casa de depósito, que antes se llamaba de enfants troavés, cuando aun existia el torno (tour en francés.) En los pueblos manufactureros, por la miseria, por la estension, de las industrias que pone á los sexos en frecuentes relaciones, por el temor luego, del deshonor público en las jóvenes, por las difi- cultades para subvenir á la subsistencia de ellas y de sus hijos ile- gítimos, por las esplotaciones que hadan muchas, ofreciéndose para nodrizas, con la esperanza de conseguir su propio hijo y el pago de la lactancia á la vez .... la cantidad de niños espósitos en Fran- cia, subió en 1833 á la cifra de 127,500 niños en el año, por lo que la autoridad se vió en la necesidad de tomar medidas restrictivas. Fueron dos los medios propuestos para ver de cortar las esplo- taciones y abusos: l 3 el envió de las criaturas á departamentos distantes de aquellos en] que fueran espuestos y 2° la supresión de los tornos, que comporta la supresión del secreto en las admisiones, en que hay que hacer una breve declaración al esponer la criatura á puerta abierta, en que no se pone ningún obstáculo para el aban- dono y se toman datos que son muchas veces preciosos para el porvenir del abandonado. Esta es la medida que ha prevalecido en Francia y otos paises y esta es la cuestión de los tornos, que desde 1,833 se halla sobre el bufete de las autoridades, de las instituciones de beneficencia yde la higiene. Dícese en favor de los tornos, que protejen el pudor de la mujer que cometió una falta; que evitan el escándalo, de que una soltera crie á su hijo y aparezca ante la sociedad haciendo una gala inmo- ral; que el tomo, yel secreto por lo tanto, evita todo temor y re- pugnancia para llevarlos á la inclusa y de todas estas maneras se economizan los infanticidios, cuyo aumento posible, era el gran temor que campeaba en esta discusión. Desde 1833 se ha suprimido en Francia mas de una tercera parte de los tornos existentes; los espósitos han disminuido consi- DE HIGIENE 751 durablemente y los infanticidios no han aumentado, como io com- prueban numerosas estadísticas, recogidas por partidarios y oposi- tores de esa medida. Penetremos, Señores, de esas razones que hemos ccndensado. Se dice que el torno proteje el pudor, pero esta es una mera afir- mación, en la que no hay correlación de causa á efecto. En cuanto a lo del escándalo, consideramos que mayor seria, si después de cometida la falta, no sobrellevara sus consecuencias, é hiciera que el ser irres- ponsable, fuera la víctima espiatoria. Ademas, como ha venido á confirmarlo la esperiencia, la supresión del torno, como todos Jos demás obta'culos que se opongan, se convierte en medios represivos el temor al castigo y á la policía, que es mas previsora, mas vigilante y mejor organizada, que en otros tiempos, a' que debe atribuirse su m inoracion. y contentivos y por último, en cuanto al infanticidio y al aborto, es Cúlpase al torno desque las solteras disimulen su embarazo con com- presiones, para luego aparecer, como salidas de una enfermedad común» cuando han espuesto el hijo y á esto se atribuye muchos do los abortos que tienen lugar y de las deformidades de los niños, p< ro con torno 6 sin torno, siempre ha pasado y ha de suceder lo mismo. No somos de los que creem tampoco, que el torno favorezca el abandono de los hijos legítimos. En cuanto á las otras razones alegadas, desde que no se les exige ninguna declaración que las comprometa pues todo queda en el mayor sigilo no hay motivo para hacerlas valer. Nuestra opinión, si nos es permitido, cuando la ciencia no ha fijado aun la suya, esquelas circunstancias especiales porque atravesábala Erancia en aquellos momentos, después de guerras y escaceses (1833) Je han dado mayor importancia á este punto, que el que tiene en épocas normales. Creemos también, que conviene suprimir el torno desde que con ello se evitan esplotacicnes, pero, creemos aun, que organizadas esas instituciones de beneficencia, que hay en los grandes centros sociales, no tienen los indigentes, seducidas, libertinas ó casadas y abandonadas, razones bastantes poderosas para hacer espósitos á sus hijos. Por último, Señores, y para no tener que volver sobre este punto vamos á apuntar algunos datos sobre nuestra casa de espósitos, sin- tiendo no poder entrar, por la falta de tiempo, en grandes pormenores estadísticos. 752 LECCIONES Tomamos estos datos de la tesis presentada á la Facultad de Mate- máticos por el arquitecto Don Juan Martin Burgos. La casa de espésitos de Buenos Aires (páginas 17 y siguientes) fue fundada por decreto del Yirey Don Juan José de Yertiz en 1774, á consecuencia de una petición hecha por Don Marcos José de Siglos y 12 vecinos mas. El 7 de Agosto de 1779 se abrió el torno yel señor Don Manuel Rodríguez de la Yega fue su administrador y protector y en Io de Abril de 1784, el señor Don Pedro Diaz de Yivar, por la muerte del anterior, entró á administrar el establecimiento. La exis- tencia de esta institución, fué siempre precaria y tanto el señor de la Yega, que le donó algunos fondos, como el señor Yivar que tuvo que ocurrir á la caridad pública, consiguieron sostenerla á costa de la caridad. Tanto el Yirey Marques de Loreto, como el de igual clase Arredondo, decididos protectores del establecimiento, consiguieron sostenerlo, vinien- do en su ayuda el donativo del señor de la Yega, de que hemos hecho mención y que importaba la suma, muy crecida para aquel entonces, de 57,858 pesos y algunos maravedís. Desde su apertura hasta 1802, se habían Yecojido 2,017 niños y en 1813, existían 385 varones y 383 mugeres. Eu 1822, por decreto del señor Rivadavia, fué encargada de su direc- ción la Sociedad de Beneficencia y fué su administrador durante mucho tiempo (hasta 1838) el canónigo Dr. D. Saturnino Seguróla, á quien se debió también la introducción de la vacunación yla conservación del eficaz profiláctico de la viruela. Durante la época ominosa del tirano que ensangrentó nuestro país, Juan Manuel Rosas, el establecimiento permaneció cerrado, pero en 1852, el Gobierno se apresuró á restablecer este asilo de caridad y de beneficencia, colocándolo bajo la dirección de la misma sociedad que la tenia en 1823. En la actualidad el edificio que ocupa el establecimiento no es acl hot; es un edificio que fué construido para un Instituto Sanitario y carece de las comodidades que se requieren. Seria necesario consagrar á este asunto otra conferencia para en- trar en otros detalles y como el tiempo de que podemos disponer para este curso, no nos lo permite, remitimos á nuestros lectores á la Tesis indicada del Señor Burgos, Imprenta de Pablo E. Coni, calle Alsina 60, año de 1878. Para terminar, copiamos de la citada tesis el siguiente cuadro es- tadístico, cuyas deduciones las hará cada cual. DE HIGIENE 753 ESTADÍSTICA DE LA CASA DE ESPÓSITOS DESDE EL 1 ° DE ENERO DE 1859 HASTA EL Io DE NOVIEMBRE DE 1878. Existencic SALIDAS AÑOS el r di Enero Entradas TOTAL Muertos Entrega- dos Rescata- dos 1859 293 184 477 85 81 0 1860 308 189 497 95 110 7 1861 285 179 464 122 73 11 1862 258 237 495 139 87 9 1863 263 201 464 96 67 4 1864 283 212 495 135 87 9 1865 294 190 484 155 87 9 1866 274 187 461 97 46 13 1867 313 220 533 138 57 14 1868 324 238 562 152 42 7 1869 361 267 528 147 55 14 1870 412 268 700 116 38 8 1871 538 300 838 185 22 10 1872 621 340 961 141 49 15 1873 7 56 346 1,102 139 219 13 1874 731 385 1,116 154 69 9 1875 884 396 1,280 223 153 10 1876 894 350 1,244 133 192 4 1877 905 434 1,347 213 121 18 1878 991 285 1,276 124 98 En la próxima reunión nos ocuparemos de los asiloo de mendi- aros, cuarteles, asilos de huérfanos y establecimientos penitenciarios, pero para clase. ello tendremos que prolongar un poco la duración de la 754 LECCIONES jdIOSPICIOS Ó CASAS DE CARIDAD. Asilos de mendigos, cuarteles, asilo de huérfanos y ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS. Señóles: Continuando con el estudio de los establecimientos públicos que son focos de un mefitismo miasmático permanente, de les destinados á per- sonas sanas, vamos á consagrar esta conferencia, casi por entero, á los establecimientos penitenciarios, pues aunque vamos á comenzar por les hospicios ú asilos de mendigos, es muy poco lo que ásu respecto tenemos que esponer; en cuanto á los cuarteles, los pasaremos casi por alto, por corresponder su estudio á la Higiene Militar y por lo que respecto á los asilos de huérfanos, seremos muy breves. En los pueblos civilizados que siguen el cristianismo, no prima el fatalismo musulmán y cuando examinamos las causas provocadoras de la miseria y de la mendicidad, desechamos en principio lo que se llama por algunos: caprichos de la suerte, ozares,' desgracias ó mala estrella, por- que no son, en su mayor parte, sino imprevisiones ysi traen la miseria es por el mal uso que hecho de nuestro libre albedrío, de nuestra libertad de acción. Lo que la religión llama los siete pecados capitales, vemos que son las causas de la miseria, solos esos pecados, lo que es raro, ó reunidos en número mayor ó menor, conducen indefectiblemente á la indigencia, La intemperancia, sin embargo, es la causa mas frecuente de la pobreza en los tiempos presentes, es la que llama ó provoca la miseria con mas frecuencia y esta misma miseria, se convierte luego en fuerza impulsiva es el vis á tergo que impele á la mendicidad, en fin, es el principal de sus móviles. Decirnos que es solo el principal de sus móviles, porque esa misma intemperancia é imprevisión,determinan enfermedades y achaques que concluyen por impedir trabajar y por conducir á crímenes y delitos DE HIGIENE 755 que revelan un sufrimiento, un estado patológico de una sociedad, un mal latente, que se manifiesta luego por esos fenómenos anormales. imposibles de preveer, las que conducen también á la miseria, por- que con ellas, casi todo el movimiento social se paraliza y falta el trabajo y la falta! de trabajo, trae la del salario y la del salario, la Hay crisis, hay calamidades, sin embargo, que son inevitables é miseria yla miseria la mendicidad. ¡Admirable y fatal correlación do causalidades! que los intemperantes dan de sus torpes vicios, son inconsecuencias, son un insulto á nuestros cálculos, previsión y prudencia, porque en Pero, los caprichos de la suerte, los azares, fuera de ser las disculpas todos estos casos el hombre juega un rol activo. Y bien, ¿que es el pauperismo? El pauperismo es la designación colectiva de los que apenas tienen o necesario para vivir y da los males ó necesidades que sienten, como lefecto de la misma pobreza, de la carencia de lo mas esencial para la existencia y que tienen que procurárselo por un trabajo constante. La pobreza se distingue de la miseria ó indigencia, en que en este último estado, falta lo necesario para vivir; en la pobreza hay com- patibiliddad para vivir, en la miseria no hay lo necesario y el hombre en tal estado, si no tiene en que trabajar para ganar el dinero necesario, tiene que pedir limosna, tiene que mendigar como único recurso, pues de todos los otros medios imaginables, unos le están vedados por las leyes y no tiene crédito para los otros; la miseria ó indigencia es la espresion mas exagerada de la pobreza, es un gra- do ó escalón mas ínfimo. JDe aqui proviene una división natural de los pobres ó mendigos, en pobres por no poder trabajar y en pobres por no encontrar trabajo . A unos y otros, la beneficencia pública trata de aliviar ó ayudar, recoger y cuidar, para evitar males mayores, para ahorrar á las miradas ese espectáculo y mas que nada, para economizar los su- frimientos consiguientes á los mismos míseros, loque sin duda alguna, es mas moral y humanitario, lo que es verdaderamente caritativo y filantrópico. Las sociedades de caridad ó beneficencia, pública han levantado asilos para albergar, cuidar á esos pobres y suministrarles lo nece- sario, y como bien se comprende, estos establecimientos públicos han colocado á los menesterosos ó indigentes en mejores condiciones higiénicas que aquellas en que antes yacian, han prolongado los dias 756 LECCIONES de su existencia y lian arrancado á muchos de la abyección, dando así un ejemplo moralizador á las clases laboriosas. Estos establecimientos han hecho recobrar nuevo vigor y constan- cia á los obreros; los hace perseverar en la senda del trabajo, con la seguridad, de que si se invalidan en su labor incesante, tienen un asilo que pueden ocupar con perfecto derecho, derecho que se los acuerda la institución misma. Dada una afinidad innegable, entre la vida del cuerpo social y sus dolencias y las del cuerpo humano y sus enfermedades, bien cabe, dice con muchísima razón el Dr. Monlau, el calificar de en- fermedad grave y hasta de gravísima el pauperismo. No es nece- sario para demostrar la verdad de estas miras, remontarse á las épocas nefandas de escasez, de hambre, de calamidad y de mise- ria, que á modo de una plaga suele ejercitar su desvastadora ac- ción sobre naciones y comarcas, basta recordar con los economistas y estadistas, que una inmensa cantidad de los crímenes y delitos que se perpetran en los grandes centros sociales, no tienen otro origen que este cáncer, que se genera fatalmente en toda aglomeración, en todo centro de civilización yde comercio. En efecto, la industria, el comercio, las ciencias y las artes, si bien procuran la riqueza, deter- minan la indigencia, porque forzosamente, la primera se realiza deter- minando lo segundo. Desgraciadamente, esa indigencia, la necesidad, impele al hombre á los mayores estravios ó excesos y de ahí que los crímenes y delitos sean mas frecuentes en las épocas de escasez; de ahí que el pauperismo, que la indigencia, encerrada en los estrechos límites de la escasez, se encuentre comprimida por el peso del trabajo y de los sinsabores que la abruman y que se encuentre siempre bramando, pronta á romper las válvulas de la seguridad, los derechos públicos y privados. Es por esto que el pauperismo es considerado como una enfermedad grave, como un estado patológico de las plasticidades sociales, es pór esto en fin, que los gobiernos deben escuchar ese sordo malestar y no esperar su esplosion, que deben con tiempo desvanecer. El lujo y la 'miseria, estos dos polos opuestos, son los límites dentro de los cuales las sociedades se mueven. El lujo ó la riqueza, debido por lo común, á la capacidad, al trabajo, á la .economía, forma un contraste que choca con la pobreza, indigencia ó miseria, cuyos causales mas generales hemos indicado. Dejemos, empero, Señores, estas consideraciones económico-filosóficas é higiénicas á la vez, pero que son temas tan vastos, que son propios DE HIGIENE 757 mas bien para libros especiales y circunscribámonos en límites mas modestos. El modo de remediar estos males, ya que es una dura necesidad la riqueza y la indigencia, es procurar minorar la segunda en los países, por medio de una sabia administración y de la beneficencia pública. Han hecho la observación algunos higienistas, que los países ri- cos, prósperos, dichosos y salubres—son filántropos, simpáticos y hospitalarios; los países trabajados por la miseria, por el celibato, por la prostitución, etc, son egoístas, inclementes, mezquinos y esta observación, corresponde á las disposiciones que en el individuo engendra la salud, que predispone á lo bueno yla enfermedad, que nos vuelve egoístas é injustos. Los gobiernos no deben permitir la mendicidad, porque bajo la raída capa del pordiosero se oculta el vago, con muchísima fre- cuencia, el ratero y el salteador y por lo mismo que nos es sim- pática la popreza, por lo mismo que estamos dispuestos á compar- tirlo que tenemos, para aliviar su padecer, nos esponemos á ser esplotados, á fomentar el vicio y la haraganería y el crimen. Pero, si bien la autoridad debe reprimir la mendicidad, debe también fomentar las instituciones de beneficencia y los particulares tienen el deber de ayudar esos esfuerzos. La limosna debe recaer en el verdadero pobre, y como no es posible reconocerle á este, porque no lo lleva escrito sobre su fren- te, como comunmente se dice, importa entonces, dejar la mas amplia liberalidad para con las comisiones ó sociedades de beneficencia, que los estudian y califican. Hasta ahora, la división que hemos indicado en pobres por no poder trabajar yen pobres por no tener trabajo, es la mejor de cuantos se han hecho y esto, aplicándolo en esos eslablecimientos, evita la desperdision, y mal empleo de la caridad. Al grupo de los pobres por no poder trabajar, pertenecen los]ancianos, los inválidos por el trabajo y hasta por las guerras y pendencias, los contrahechos y los niños. Al grupo denlos pobres por no encontrar trabajo pertenecen todos los que accidental mente'carecen de ocupación, pero que son bien organizados y aptos para él. Como la beneficencia no debe servir para fomentar la haraganería, ni debe permitir que se esterilizen las fuerzas sociales, debe atender á unos y á otros, pues todos son igualmente dignos de su amparo y protección. Pero, estos asilos, deben por esto mismo, tener talleres ó industrias, para dar ocupación á todos, sin recargo y que sirvan los LECCIONES artefactos para el mantenimiento del establecimiento y para con los de la segunda categoría y proporcionalmente á su trabajo, la formación de un pequeño capital, descontado un tanto mínimo, por el socorro que se le presta. El trabajo con el pan, moralizan; al sano, ó capaz de trabajar, dire- mos con el señor Partagás, debe conducírsele, de la puerta al refertorio, del refertorio al taller y del taller á la cama, sin exigirle ninguna formalidad para su entrada y sin ponerle obstáculo para su salida, á menos que fuere reincidente en la mendicidad, lo que comprobaría su vagancia. Lo que decimos de los pobi’es, es aplicable á los dos sexos y creemos es esta la única manera de disminuir la mendicidad. “ El que sabe, dice el Dr. Giné, que en el hospicio hay un taller “ donde ocupar sus brazos, cuando le falte trabajo, y una mesa que le “ confortará, cuando le falte alimento, siendo libre cuando le plazca “ para volver ála vida esterior é independiente, no solo no implorará “ una limosna, sino que se considerará sin derecho á pedirla.” En estos últimos tiempos, debido á la cruzada que se ha declarado contra los hospitales y hospicios, se ha tratado también de la supresión de estos asilos, reemplazando á la caridad en común, ó sea en estos establecimientos especiales, por la caridad y asistencia en las casas mismas en que esos pobres se cobijan, pero los resultados no han corres- pondido á las esperanzas, un tanto ilusorias, que se habian forjado algunos espíritus filantrópicos. En efecto, tanto con los pobres como con los ancianos, se trató de sustituirá la hospitalidad en común, la hospitalidad domiciliaria, proveyéndolos de alimentos, asistencia y cuidados, pero el costo para las sociedades era excesivo y lejos de apli- carse los alimentos y recursos en bien del asilado, los demas se apro- vechaban y esterilizaban la obra de la caridad. No entraremos en detalles, que nos llevarían demasiado lejos, sóbrelas condiciones que deben tener estos establecimientos, bastará que digamos que deben ser Jas mas óptimas de las que la higiene reconoce, para todos estos edificios en general Entre nosotros, esta institución está muy mal reglamentada, muy desatendida, lo mismo que la mendicidad yen cuanto al local que ocupa el asilo, está mal distribuido y en las mas pésimas condiciones higiénicas, por la vecindad al Cementerio de la Eecoleta y de la iglesia del Pilar, á cuyo lado se encuentra. Creo suficiente lo dicho sobre estos edificios, sobre los que no tene- mos ninguna indicación especial que hacer y pasemos á ocuparnos de la orfandad y de los asilos para huérfanos, que son los establccimien- DE HIGIENE 759 tos en que crecen y se educan los espósitos, desde la edad en que pueden recibir la educación y á que van á parar los hijos de los pobres que pierden á sus padres. Llámanse también estos asilos, casas de misericordia, hospicios ó casas de desamparados, de hermanos de los pobres, que se subdividen se- gún los sexos y edades. La población de estos establecimientos,"se compone pues de jó- ves que deben ser bien dirijidos, para convertirlos en miembros úti- les á la sociedad, que se vasten á si mismos y puedan constituir una familia laboriosa y honrada. Por lo general, en estos estable- cimientos se pone el mayor cuidado en educar los sentimientos y facultades intelectuales, enseñándoles al mismo tiempo un arte ú oficio, que les pueda dar lo suficiente para ganar su vida cuando me- nos, cuando lleguen su mayor edad, la época de la emancipación. Ademas de los espósitos en los asilos de la orfan dad tienen en trada, aquellos niños abandonados voluntaida ó accidentalmente, ya por entrada de los padres á los hospitales, ya por prisión, ya por suicidio ó abandono de sus deberes, y cuando la edad de esos niños es de cinco ornas años inmediatos, van á estos asilos. Los desastres, las guerras y las epidemias han abligado entre noso- otros, desde hace mucho tiempo, ¿establecer estos asilos que';están bajo el cuidado de las sociedades de beneficencia y de caridad y de los cuales bay cuatro, pero á pesar del número excesivo que tiene cada uno, uo alcanzan á satisfacer todos los pedidos y necesi- dades que hay, con ser que es rara la casa de familia, que no tiene una ó dos criaturas huérfanas, á título de depósito. La mayor parte de estos asilos tienen una buena übicación en las afueras de la ciudad Todo lo relativo á dimensiones y distribución de los hospicios, lo incluiremos ai tratar de los hospitales. Pasemos ahora á ocuparnos brevemente de los cuarteles, aunque, como hemos indicado este es un punto que corresponde mas bien á la higie- ne militar. La mayor parte de los cuarteles, que existen en el mayor número de las ciudades de Europa, no son establecimientos construidos ex-profeso, sino edificios antiguos, que tenían antes otro destino y que se han arreglado un tanto para estos fines, es decir, para alojamiento del soldado. Los antiguos monasterios, conventos, abadías ó fábricas, tal es el origen de la mayor parte de los cuarteles que las necesidades de ocupación ó de seguridad, en algunos puntos, han obligado á convertir en mansión de las gentes de guerra, cuerpos, batallones ó regimientos. No debe 760 LECCIONES estr abarse esto, porque es muy frecuente también cuando se declara un pais en estado de sitio y hay numerosa ocupación militar de un punto, que se obligue á los vecinos, á alojar y mantener en sus respectivas casas á los soldados. En las construcciones acl hoc, que se han hecho en muchas de esas ciudades, no siempre han podido por la estratejia, por el terreno, disponible, ú otras circunstancias, realizarse los proyectos de los inge- nieros ó arquitectos, ni llenarse las prescripciones higiénicas. Debemos decirlo de una vez, por mas que los higienistas se empeñan en hacer llenar las prescripciones de la ciencia en Europa, como aquí y como en todas partes, no hacen sino clamar en desierto. Los caprichos de los gefes, la economía mal entendida ó las ideas sujeridas por móviles agenos al objeto, son las que se llevan á efecto. La escepcion, es que los cuarteles, así como los demás estable- cimientos públicos ó administrativos, se hagan con sujeción á la ciencia. No es de estrañar pues, teniendo esto en cuenta, que el aloja- miento del soldado, los cuarteles, sean construcciones en las que las prescripciones higiénicas no se hallen llenadas y en los que, ademas, la ventilación y calefacción no puedan emplearse ó deien mucho que desear. Debemos también hacer presente, que el soldado, por la vida á que se halla habituado, resiste con facilidad á las intemperies, cam- bios y vicisitudes atmosféricas y por lo tanto, se connaturaliza pronto con los climas ó localidades que recorre, prosiguiendo los azares y fatigas de la guerra. En los climas tera piados, como el de la República, no se hace sentir tanto como en les climas estremados de frió ó de calor, Jas necesidades de la ventilación y calorificación. Ademas, entre nosotros hay siempre, como pais nuevo, espacio de sobra para estas construcciones y no adolecen los cuarteles por regla general, de los defectos de los de Europa. Al estudiar los cuarteles, son dos los objetos que la higiene se propone; Io Indicar las mejoras ó modificaciones que deben procu- curarse en los que existen, bajo el punto de vista de la salubridad y 2o Indicar, en los que se construyen, las medidas que deben tenerse presentes con el mismo fin que lo anterior. I. Para mejorar ó modificar los que existen, hay grandes obstácu- los y dificultades que vencer; pero, como unos cuarteles no se parecen á otros, no es posible decir nada de general sobre el par- ticular. DE HIGIENE 761 Lo único que es posible, es evitar el hacinamiento en alojamientos demasiado estrechos. 11. En- cuanto á las nuevas construcciones, hay dos sistemas en presencia, el de las grandes cuadras y el de pequeños departa- mentos. En las construcciones nuevas, los preceptos higiénicos que hay que tener presentes, son relativos al cubaje atmosférico y á la ven- tilación. En los paises frios lo mismo y ademas la calefacción. El hacinamiento ó aglomeración debe evitarse también. Las grandes cuadras que se construyen para cuarteles, facilitan el hacinamiento y dificultan la vigilancia exterior. En los cuarteles, como en los demas establecimientos, deben man' tenerse las condiciones generales y siempre que sea posible debe procurarse que estén situados en un paraje elevado, aereado y ale- jado de las calles estrechas—deben estar en las afueras ó suburbios, si es posible; en la proximidad de árboles ó jardines y distantes de los pantanoss. Los patios deben ser espaciosos y dotados de las mejoras higiénicas que hemos ya señalado al tratar de las ciudades- ESTABLECIMIENTOS Y SISTEMAS PENITENCIARIOS Vamos á ocuparnos ahora de las cárceles y prisiones. En estos últimos tiempos, se han introducido grandes mejoras y reformas de todo género en los establecimientos penales, que han traido la supresión y demolición de las antiguas cárceles, presi- dios y mazmorras. Bajo la denominación de establecimientos penales quedan com- prendidas las cárceles comunes 6 de detención, las correccionales, las penales, las prisiones centrales y de trabajos forzados, asi como los calabozos, las celdas estrechas, húmedas y sombrías, de otras épocas y que eran un refinamiento, un lujo de crueldad, que ha- cían aparecer las condenas, como venganzas, como martirios crueles. Comprendemos por ultimo en este capitulo, las colonias peniten- ciarias y los presidios, todos los establecimientos en fin, en que la sociedad coloca á los malhechores, á los delincuentes, y que por un tiempo mas ó menos largo, aleja de su seno. Estos establecimientos son los que se han hallado siempre en mas pésimas condiciones hijiénicas y para su salubrificacion es que la ciencia ha sido reclamada con mayor frecuencia y por móviles di- versos. Proporcionalmente, son estos también, los establecimientos 762 LECCIONES que mas han adelantado bajo el punto de vista higiénico y en los que se han relizado, mayor número de mejoras y reformas. En la actualidad, ó sea en los establemientos modernos, las con- diciones generales de cubaje atmosférico, ventilación y calefacción, son por lo común suficientes. Hay algunos países, en que estas mejoras y reformas no se han llevado á cabo aun, pero les países progre- sistas, se han apresurado á realizarlas, no tanto, Señores, por seguir los preceptos hijiénicos, cuanto porque los progresos de la ciencia del derecho los impulsaba á ello. Debemos hacer constar aquí, que á consecuencia de estas mejoras, los establecimientos penales se encuentran hoy, por regla geneial, en mejores condiciones que los hospitales, ee decir, se ha hecho por los criminales ó reo y lo que no se ha hecho por las gentes honradas. No hay que envidiarles la suerte á los primeros, ni debemos enrrostrarle ála sociedad su proceder, pues, si tal ha hecho, razones de sobra ha tenido, pues muchísimas veces, con los antiguos sistemas de reclusión, ha quedado burlada la justicia y la sociedad, sin ver la condenación del criminal, sin restituir á la libertad al inocente, á causa de las. pésimas condiciones en que yacían los presos, los detenidos y los reos. Esto tenia y tiene aun lugar, por causas muy varia- das, principalmente, por las influencias morales que en ellos se desen- vuelven, á pesar de las mejoras introducidas en el aseo, en la lim- pieza, en la aereacion y en el régimen inteimo, en el que el trabajo es un poderoso lenitivo, y un recurso moralizador, pero la per- manencia en, una prisión ó cárcel, aun en esas condiciones, crea para el detenido ó reo, una probabilidad mas de muerte, que se agrega á la del proceso y que es una especie de nostalgia. En una palabra, á pesar de todas las reformas, la mortalidad en los esta- blecimientos penitenciarios, es mayor que en cualquier otro,- como o acreditan los cuadros estadísticos de todos ellos. Esas estadísti- cas levantadas sobre la mortalidad de los establecimientos peniten» ciarios, son bastante completas y demuestran que, representando por 1, la mortalidad regular ó normal de la localidad, en los destinados á trabajos forzados, es de 3,84, en las cárceles centrales es de 5,09 en los hombres y de 3,59 en las mujeres. Estudiando esta mortalidad según la profesión, vida, habitación, costumbres, etc. anteriores á la detención del individuo, se ha en- contrado que las probabilidades de muerte, son mayores para el habitante de la campaña, y luego le siguen por el mismo orden, los agricultores, los marinos, los soldados, los vagabundos. En una pa- DE HIGIENE 763 labra, perecen en mayor número y en mas breve tiempo, los que gozaban antes de la prisión, de un aire mas puro, y eran mas libres en sus acciones y en su vivir. Las enfermedades que con mas fre- cuencia arrebatan á los detenidos ó reos, tienen una fisonomía par- ticular y fuera de las afecciones comunes, estos establecimientos tienen sus endemias, en que predomina el tipo adinámico, la debi- lidad, la postración de las fuerzas físicas y morales. La tisis, las escrófulas, el escorbuto y las afecciones crónicas, son las que mas se hacen notar en esos cuadros estadísticos. La cautividad y la depresión del ánimo de los detenidos, conduce muchas veces también al suicidio y á la locura—pero donde es mas acentuada esta tendencia, es en las casas penitenciarias. La mortalidad con relación á las condenas, revelan que á los 30 ó 40 años son mas frecuentes y que el máximun de la mortalidad se halla en el primer año de la detención. Los asesinos perecen en menor número que los ladrones y estos, en menor número que los culpables de violo. La mortalidad por edades, vá en este orden: pubertad, vejez y virilidad. En los hombres, la muerte sob reviene comunmente del 2o al Ser. año; yen las mugeres del 3o al 7° . Como se vé, estas revelaciones de la estadística son terribles y abrumadoras y con razón hace observar Levy, que los publicistas miran con serenidad, estos resultados, sin inquietarse y censura de paso la opinión de Tocqueville, haciendo observar ‘'que una prisión no es un hospitál y que á los criminales se les encierra, no para su bien estar y salud, sino para castigarlos y informarlos”—así como critica con mayor razón, á Moreau-Christopbe, que llega hasta decir ‘'que todo lo que se puede y debe exijir á una prisión, es que no mate.” Las leyes son compatibles con la libertad y con el espíritu que domina en las repúblicas democráticas; el orden, tan necesario para el funcionamiento de la sociedad, no puede existir sin las leyes, que de este modo vienen á ser tutelares de la libertad. La libertad, el orden público y las leyes, pues, se suponen mú- tuamente y se sirven de garantía recíproca. Las sociedades han estatuido las leyes para que garanticen el orden y la libertad, dentro de la esfera que ella marca, en pró de su estabilidad, ó mantenimiento y desarrollo. Las autoridades administrativas y judiciales son las encargadas por la sociedad de velar por el cumplimiento de esas leyes. LECCIONES Ellas son las que tienen á su cargo vigilar la seguridad de las prisiones, así como la represión de los abusos y de los males que noten. Pero, deducir de todo esto, que la justicia debe ser cruel y tener el carácter de venganza el castigo legal, esto es contrario á los fines del castigo y á los que la sociedad procura, que es la rege- neración y el ejemplo, pero conciliables con la salud y la conserva- ción de la vida. Hay que tener presente además, que esos poderes, detienen á las personas para el esclarecimiento de los delitos y crímenes come- tidos y que muchísimas veces, toma en el primer momento, al ino- cente en vez del culpable ¿como dar el mismo tratamiento, ni tener el mismo rigor con un reo presunto, que con otro convicto y confeso? Además de esto, Yds., que han estudiado filosofía, saben muy bien, que tanto la pena de muerte, como el derecho de matar, le es contestado á la sociedad—y que esas ideas que parecian utopias van abriéndose un ancho camino y van entrando en la legislación de loa pueblos mas cultos. Nuestro pais, que aspira á ocupar un lurgar distinguido y digno, entre los pueblos cultos, se afilia también, ó se inscribe entre los que dignifican la justicia y reconocen los derechos del hombre. Por esto, en medio de una crisis monetaria que compromete la reputación del pais y cuando se están llevando á cabo obras tan valiosas como las de salubrificaeion de la ciudad, comprendiendo que sus edificios carcelarios no responden, ni al pais, ni á la justicia, no ha trepidado en emplear como 50 millones de pesos en la crea- ción de una nueva cárcel, una monumental penitenciaria, que por sus dimensiones y magnitud, es la primera de la América del Sud. La superficie edificada es de 20,600 metros cuadrados y fuera de todas las oficinas indispensables y de una capilla que forma el centro de cinco pabellones convergentes y de talleres separados, enfermerías, etc., tiene capacidad celular para 704 individuos, fuera de los que pueden ser alojados en los talleres y otras dependencias- El edificio consta de dos pisos y de un inmenso sótano de que parten los aparatos] ventilatorios y caloríficos y el todo del terreno está circundado por un alto y ancho murallon, con garitas de trecho en trecho para la guardia y policía de seguridad. Por lo que respecta al régimen interno del establecimiento, hasta hora, creemos que no se ha adoptado uno definitivamente; el que está en vijencía es un simple ensayo, que recibirá las modificaciones DE HIGIENE 765 que la esperiencia aconseje, dada la educación é índole de nuestras gentes. Creemos que los siguientes datos, que tomamos del Mensaje del Gefe del Poder Ejecutivo de la. Provincia, el Dr. D. Carlos Tejedor (Mayo Io de 1879) indican perfectamente el estado actual de este establecimiento. “La Penitenciaria destinada á encerrar los penados, responde al “ propósito que pi’o cedió a su establecimiento. “ La persuaden de que toda evasión es imposible en ella, el trabajo “forzado, y la disciplina inquebrantable á que están sujetos los “presos, ha disminuido la criminalidad. “En el ano anterior, solo aparecen cometidos entre crímenes y “delitos 1118, mientras que en 1878, año en que se abrió la Pe- nitenciaria, se cometieron 1570, habiendo sido la situación general “igual en los dos. “ Constituida para contener un número de penados, que no habrá “por mucho tiempo en la Provincia, la Penitenciaria es aprave- “ diada hoy como prisión represiva y preventiva á la vez, compren- “ diendo en la primera, la penitenciaria propiamente dicha y la “ correccional, y en la segunda, la de encausados, por no existir “cárcel especial con este objeto, ni tener bastante capacidad la “ correccional de esta ciudad. “La existenc.a de presos en los establecimientos al terminar el “año anterior, era de 280 condenados á presidio, prisión ó peniten- ciaria, 76 á prisión correccional, y 343 procesados y detenidos. “Puesto en vijencia el reglamento que tiene la Penitenciaria en “calidad de provisorio, y requirióndose algunas reformas, ha sido “nombrada últimamente una comisión con el objeto de proponerlas.” Tales son señores, los datos mas concisos que nos es dado con- signar sobre este de nuestro pais, pero, a pesar de cuanto llevamos espuesto, podemos decir, que aun no hemos tocado los puntos mas interesantes de esta cuestión, tan estensaí tan im- portante y de tanta trascendencia. En efecto, los establecimientos penales, abrazan muchas fases en su estudio y hasta esto momento, no hemos hecho otra cosa en este estudio que ocuparnos de las generalidades que corresponden á los establecimientos públicos, con una que otra particularidad ó especia- lidad debida á su objeto. Es tiempo, pues, que entremos al estudio de sus otras faces, • que 766 LECCIONES son higiénicas á la vez, puesto que pertenecen á la clínica y te- rapéutica de los males sociales. Comenzemos por la necesidad de los establecimientos penales. En los otros edificios y establecimientos que hemos recorrido an- tes, hemos visto la acción cooperativa, la filantropía ó caridad pú- blica, ocurriendo espontáneamente á minorar ó remediar un mal social, á evitar los lamentos y quejidos, en que los muchos desam- parados prorrumpían, viendo la imposibilidad en que estaban do hallar recursos en medio de su pobreza para salvar sus necesidades y he- mos visto á los Gobiernos, por la tutela y los demas deberes que tienen ooncurriendo también á tan laudables fines. Si en los indica- dos establecimientos la beneficencia ha tenido la iniciativa, ha sido porque eran males 6 infortunios que estaban á la vista y paciencia pública, pero, en los establecimientos que ahora nos ocupan, la ini- ciativa ha partido de los jurisconsultos, de los médicos y de la admi- nistración, que eran los únicos que veian ó se penetraban del estado de las cárceles y prisiones y los únicos también, que estaban en el secreto de los dramas íntimos que allí se pasaban y de las causas productrices. Como desgraciadamente nunca llegará á estinguirse la criminalidad; como desgraciadamente el deseo manifestado por las palabras de un célebre sultán: de que baria tan feliz á su pueblo que no cometería crímenes, ni delitos, ni tendría rencillas ó pendencias” es un sueño dorado, fraguado con completa prescindencia de la naturaleza humana, que siempre tropieza en su camino con una quijada de burro para dar muerte á lo Cain, los establecimientos penales, las prisiones para los criminales, delincuentes ó detenidos, son de una necesidad incontestable, de una necesidad que parece aumentar con la civi- lización. Este aumento, no es un proceso contra la civilización, porque no es ella la que lo ocasiona, son las necesidades que crea, son los desniveles pecuniarios, diremos, para ser mas claros, son las indi- gencias que se producen, ante la propagación de la especie y el labor ó actividad que ella despierta, en todos los centros sociales que fe- cunda con su aliento. Este aumento, no es proceso contra la civilización, porque es ella precisamente la que ha venido á despertarnos y sacarnos del error en que estábamos, indicándonos los medios de remediarlo, que es en primer lugar, la educación de las masas, que las vuelve aptas para seguir los rieles porque encaminan las sociedades. En segundo lugar, DE HIGIENE 767 nos indica ella también los medios de atenuarla ó disminuirla nota- blemente, cambiando los medios puestos en juego para reprimirla, dándoles una aplicación mas racional y mas científica á la yez. Tomando la criminalidad bajo el punto de vista médico ó higiénico, esto es, estudiando sus causas impulsivas ó determinantes, se llega muy pronto á adquirir la convicción: de que los criminales son enfer- mos atacados de desórdenes intelectuales mas ó menos graves y bajo esta impresión y persuacion, la civilización nos ha demostrado con hechos prácticos, que debemos considerar los establncimientos pe- nales como hospitales destinados á la asistencia de enfermos, tan especiales, como son especiales los de enfermedades de los ojos y los de enagenacisn mental de los manicomios. Hasta el presente, los establecimientos penales no han tenido ninguna influencia curativa sobre la criminalidad, como, lo atestigua la historia y por esto es que se ha ensayado para curarla 6 combatirla cuanto de mas bárbaro y terrible es posible imaginarse, desde la pena del talion, la vendetta y la indemnización, desde las torturas mas crueles y refinadas, hasta el garrote, la guillotina y la bala. Podemos pues reprochar á estos métodos, en vista de la falta de éxito ó de resultados, que esos medios no son curativos de la cri- minalidad, sino espedientes, como los califica el Hr, Monlau, para salir del paso y que es tiempo ya de emprender una curación asidua, mas racional y hasta mas conforme con el espíritu del siglo, de la civilización agraviada y de Jas ideas morales y religiosas. Al reunirse los hombres en sociedad formaron convenciones y para garantir y asegurar á cada uno la seguridad personal y la de su familia, así como el goze pacífico de los frutos de su trabajo, espri- mieron la esencia de esas convenciones, sacaron la idea fundamental y la enunciaron de un modo lacónico, que es lo que llamamos ley. He cuando en cuando, los pueblos, como sabemos, modifican sus leyes constitucionales, civiles y penales, pero, esas modificaciones ó variaciones, vienen siempre á reposar ó á partir de unos principios llamados fundamentales, porque son la base de la existencia de las socie- dades. Esos son para algunos, aquellos pactos primeros que opinan se hicieran en las cunas de las sociedades, tan convenientes, tan importantes, tan conformes con nuestras aspiraciones y deseos, que los miramos, asi como revelados, como grabados en nuestra inteligencia, tal es de evi- dente su conveniencia. Pero, hay hombres ignorantes, que no tienen &i nocion da esas leyes protectoras, ó en quienes las malas pasiones 768 LECCIONES ahogan, sofocan á hacer olvidar los dederes mutuos, que atentan contra la seguridad y los derechos de los otros. Esta ignorancia y estas malas pasiones, son las que impulsan, de consuno con las necesidades, á cometer los crímenes, delitos y con- travenciones, es decir, á cometer atentados ó ultrajes mas ó menos graves contra el orden social. En los concordatos ó convenciones, allá en las épocas remotas de la cuna de las sociedades, debieron preveer los hombres este conculcamiento ó infracciones y debieran establecer, ó abrogarse el derecho de punición y dictar las medidas mas necesarias y .efi- caces, para asegurar su reposo y tranquilidad, manteniendo el orden social y el respeto mutuo ó recíproco. Era un deber, en efecto, por parte de los promotores de las asociaciones humanas, el dictar las medidas tendentes á su conservación ó defensa, contra los que la atacaban, en ó en su conjunto y que se ponian en pugna ó rebelión contra ella. Como habla un interés común en reprimir esos ataques contra la solidaridad y contra los vínculos sociales, se dictaron ó impusieron las leyes penales, cuyo conjunto constituye la legislación ó código penal, cuyo fin pues, es conservar el orden social prestabilito, la convención ó sociedad. Siendo necesario por otra parte, garantir los derechos de cada uno, evitando que las penas recaigan sobre los inocentes en vez de serlo sobre los culpables, han venido consecutivamente las leyes de procedimientos judiciales é cri- minales, que vienen á ser de esta manera, tutelares de los derechos de cada uno. ¿Hasta dónde vá ese derecho de las comunidades sociales, de protección, de defensa ó de represión? ¿Tienen los hombres 6 las sociedades un poder absoluto, arbitrario é ilimitado? ¿Es propio, decoroso y justo, que el poder judicial, recurra á torturas, vejado, nes, crueldades y á la muerte misma del delincuente, para llenar estos fines? Eetas son cuestiones filosóficas, sociales, económicas, estadísticas é higiénicas, que preocupan aun á los pensadores, pero que, los que nos han precedido, resuelven en sentido negativo y los hombres ilustra- dos de nuestra época, marchan por esa nueva senda, abriendo caminos nuevos para ver de alcanzar lo que no han podido las generaciones anteriores, reprimir saludablemente, de conformidad con cuanto hemos espresado, la suerte de todos esos desgraciados que por ignorancia ó por sus malas pasiones, atentan contra el orden público. Pero la esposiciou de estas cuestiones nos absorveria mucho tiempo DE HIGIENE 769 de que por hoy no podemos disponer y como tenemos al mismo tiem- po que ocuparnos de los regímenes ó sistemas penitenciarios, lo de- jaremos para la próxima i’eunion. Para terminar por hoy, permítaseme llamar la atención de Yds. sobre una de tantas anomalías que hay en nuestro pais, debidas, no á la falta de hombres competentes, sino á una especie de oligarquía, en virtud de la que, basta que un hombre se haya mostrado idóneo y competente en un puesto temporario, para que se le crea propio y se le tenga por candidato de todo otro empleo, que requiera hon- radez y contracción. Muy lejos está de mi ánimo el arrojar la mas leve sombra sobre las cualidades morales del distinguido y honorable ciudadano, gobernador del establecimiento, pero lo negamos, por falta de pruebas en contrario, que tenga los conocimientos y aptitudes para dicho puesto. Repetimos que el Q-obernador de la Penitenciaria es un distinguido y honorable ciudadano y que||tenémes por él las simpatías que esas cualidades, un bello carácter y una integridad intachable despiertan, pero, consideramos que ese puesto debe ser ocupado por un estadista, que tenga conocimientos médicos, ó por un médico estadista, como la oficina misma de Estadística general de la Provincia. No se nos puede enrostrar ningún motivo bastardo al emitir este juicio y nos guardaríamos muy bien de distraer el ánimo de Yds. con sujestiones infundadas. Los puestos indicados son de estudio, son de una labor inteligente y de una contracción y con- sagración especiales y mientras no estén al frente de esas reparti- ciones ú establecimientos, personas que reúnan las condiciones indi- cadas, no han de dar los frutos que hay derecho para esperar de ellos, ¡Que estas palabras señores, hijas de un deseo elevado y ajenas á todo móvil mezquino, hagan camino y veamosJ'pronto esos establecimientos en manos mas competentes, pero que reúnan las altas cualidades é integridad y sanos propósitos de sus actuales directores! En la próxima reunión continuaremos con los establecimientos penales y sistemas penitenciarios. 770 LE COTONES Establecimientos penales y sistemas i PENITENCIARIOS (Continuación) Señoees : En la anterior reunión preguntábamos: 1 ° ¿hasta dónde llega el de- recho en las comunidades sociales para usar de los medios de protección, de defensa <5 de represión? 2o ¿Tienen las sociedades un poder para usar de él, absoluto, arbitrario é ilimitado? 3o ¿Es propio, decoroso y justo, que ti poder judicial recurra á torturas, vejaciones, crueldades y á la muerte misma del delincuente, para llenar esos Unes? Para penetrarnos bien de todas las cuestiones que en este pro- blema campean, vamos á estudiar las interrogaciones indicadas. No haya temor de que invadamos el derecho penal con nuestro criterio médico, nó, se trata de una cuestión social, se trata de los remedios propuestos y preconizados para males de las colectividades humanas y nadie podrá disputar á la higiene el derecho de tratarlas bajo las fases histórica, profiláctica, económica y á la luz de la estadística. Io No haré gala, señores, ni vana ostentación de algunos cono- cimientos y lecturas que he hecho, por gusto y por completar mi educación, sobre el derecho constitucional, sobre el natural, el civil y el criminal con particularidad. No vamos tampoco á hacer una larga disertación sobre esos tópicos, que exijirian muchísimas leccio- nes, es nuestro intento solo, presentar algunas soluciones que son las que guian en la aplicación de las penas en los tiempos actuales. La sociedad tiene legítimo derecho para imponer penas contra el crimen. Este derecho no le viene del contrato social, que es una mera ficción, un ontologismo filosófico que tuvo su yoga pasagera; las leyes no son la voluntad de uno, ni de muchos, porque las co- lectividades humanas, la sociedad en su conjunto, están fuera del alcance de las aberraciones y caprichos de los reyes, de los dicta- dores y de los pueblos; solo es ley lo que es conforme con la na- turaleza; en otros términos, las leyes no crean los crímenes, que son infracciones libres é intencionales á ios deberes sociales, que exi- DE HIGIENE 771 jen para su afianzamiento la sanción penal. (Pacheco—obras jurídicas.) La fisiología del crimen, es como la de las pasiones; nace en un oscuro pensamiento, crece en un deseo, prepondera por la incitación cerebral que determina, se traduce este trabajo por una resolución y aparece como complemento una tentativa, que se frustra ó nó, y en el último caso, se realiza y trae consigo una infracción á esos deberes sociales. Este desarrollo, esta fisiología, manifestación de una evolución, ó proceso insano, hay que tenerlo en cuenta en la aplicación de la pena y si es punible la simple tentativa, no debe serlo en el mismo grado que el hecho consumado, que ha traído una perturbación mayor en el orden social, etc., etc., puesto que la pena, es el mal que se infiere ó aplica, por la comisión de otro mal. La penalidad, Señores, ha existido en todas las épocas y edades pasadas, cualquiera que haya sido el grado de civilización de las sociedades, como lo comprueba la historia, como lo presenciamos no- sotros y lo verán las generaciones venideras. ¿Con qué derecho se ha practicado y se impone el castigo? Los filósofas , como los jurisconsultos han ideado muchas ficciones, han supuesto muchos causales, por no reconocer un principio incons- ciente, un principio innato, que es el que impulsa al ser racional, como ai bruto, al hombre civilizado, como al ignorante, á las socie- dades que marchan á vanguardia de la civilización, como á las mas atrazadas, ó próximas al estado primitivo. Llámese moral, dígase que es la nocion del crimen y del castigo, la pena, el mal aplicado como punición del mal, lo encontramos siem- pre como un hecho y como un derecho y que, las sociedades al constituirse, encargaron á un poder público de aplicar, con sujeción los códigos que le dieron, como norma, como pauta, ó como guia. La pena pues, impuesta por los poderes públicos, no es otra cosa, sino un mal impuesto, ó aplicado á los que han delinquido ante esos códigos. El castigo en sí, es justo, es necesario, es un freno para el mal- vado; las sociedades sin castigos, no podrían existir; los castigos son las garantías del orden, de la libertad y de la estabilidad. Castigo, mal y pena, tienen una completa sinonimia de esta manera en el lenguaje común, con privación y con daño y entrañan Ja idea de un consecuente, el reconocimiento tácito de un derecho, una lógica correlación de los sucesos. Las penas judiciales ó sociales, recaen sobre la persona, sobre el cuerpo, ó sobre los bienes que goza el que delinqüe. Si fijamos un momento la mirada en aquello sobre que gravitan las penas, tenemos LECCIONES como principales: la existencia ó personalidad, los derechos sociales ó cívicos, los bienes, la hacienda, ó el peculio y el honor. Veamos de cerca estos objetivos de la punición, á que podemos dar el nombre de materia de la pena. Prescindiendo en lo que se refiere á la personalidad, de cuanto se ha estilado en otras épocas y que se halla hoy desechado de los códigos, en las naciones cultas, por bárbaro, atroz, inhumano, etc., tenemos la pena de muerte, que tanto les filósofos, como los juris- consultos, la religión, como la higiene, combaten sin descanso, ni tregua, como inconducente, como infecunda, estéril y contraria al espíritu del siglo; la pena de muerte, que no es sino una muestra de debilidad de la sociedad, cuya aplicación es un renuncio, ó abdica- ción de los principios humanitarios y por lo que viene la sociedad á declararse impotente, ó á declarar que la aplica, por no tomarse el trabajo de cuidar á un ser humano, aunque sea como se cuidan los animales dañinos en los jardines ó paseos públicos; ó bien declara, como muchas veces sucede, que se aplica por satisfacer la vindicta pública, lo que dá á las ejecuciones, un aire de venganza. En fin, Señores, la pena de muerte, comienza á ser borrada de uno que otro código, debido al camino que comienzan á hacer estas ideas posi- tivistas y se le sustitituye, la pena de trabajos forzados á perpe- tuidad, para que así, esa mísera existencia, que se libra del garro- te, la guillotina ó las balas sea útil al pais, ála sociedad, ó á los menesterosos y mas que nada, para que mientras dura su prisión, las ideas del delincuente se reformen por el reeonococimiento de haber efectuado un mal y de merecer el castigo que se le impone. Síguese á esto la privación de la libertad. Ta para que no causen daño los criminales, como las fieras, ya como detención preventiva, ya como pena ó corrección, ó mientras se instruye el sumario del proceso; la privación de la libertad, es la penalidad á que mas ocurren los códigos. La libertad es sin duda alguna un don de los mas estimables y que es susceptible de limitaciones, por su misma naturaleza. Así, desde un dia de prisión, ó de arresto, hasta el en- cierro perpetuo; desde la interdicción de concurrir á parajes públicos, hasta el destierro, hay una cadena de medios de penar, ó causar mal y es por esto que la criminalidad, en nuestro siglo, recurre de pre- ferencia á este don. Como Vds. saben, los derechos civiles y políticos, son suspendidos temporariamente, ó se priva de ellos á los individuos, en un gran número de casos. 773 DE HIGIENE Las penas sobre los bienes, ó la fortuna, son también un medio muy frecuente de penalidad, constituyendo las multas, indemniza- ciones, daños y perjuicios, etc. y en cuanto al honor, la privación, de comparecer en juicio, de firmar ó garantir ningún escrito, son también muy comunes, así como la privación de grados ú honores, destituciones, etc. En cuanto á la base, ó la norma para la aplicación de las penas, es la criminalidad, la apreciación de ella por parte de la justicia. Dados estos precedentes, tratemos de indicar ahora, hasta donde llega el derecho de penar, cual es el límite, cuales las reglas y los fines que deben guiar en su aplicación, sin que la pena pierda su carácter y sin que se trasluzcan otros móviles, que la desnaturali- zarían, que el legítimo de la criminalidad. En la aplicación de las penas, no puede dominar, ni existir arbi- trariedad ni capricho, ni deben entrar en su apreciación elementos de distinta clase, en una palabra, no pueden ultrapasarse las reglas establecidas con antelación por el legislador. En cuanto á los fines, ó propósitos de las penas, podemos decir que no han sido siempre idénticos, como que son los resultantes de las ideas filosóficas de cada época y de cada escuela. La varia- ción que ha existido en los fines, no ha redundado solo en los castigos sino que ha llegado, hasta los medios y el valor é impor- tancia moral. Podemos decir que los fines que en la punición se buscan son la expiación, la intimidación, la imposibilidad de dañar, ó la re- forma de los criminales. Ta no figuran en los códigos criminales, ni las penas del talion, ni ideas de venganzas, ó principio vindicativo. La espiacion, podemos considerarla, como respondiendo á la causa» al por qué de la punición y los otros tres.- la intimidación, la colocación en la imposibilidad de dañar y la reforma del criminal, son los verdaderos fines que se buscan y no habiendo otros fines que no estén comprendidos en estos, podemos decir, ?que es hasta aquí, que llega el derecho de las comunidades sociales, para usar de los medios de protección, de defensa ó de represión. Podemos ya decir también, que aquí se encuentran los limites de la criminalidad y de la penalidad, que no dan á las sociedades, un derecho arbitrario é ilimitado, puesto que está codificado ó pres- tablecido. No creo necesario decir aquí, ni una sola palabra sobre la ac- titud que debe tener el poder judicial y los medios que debe usar LECCIONES para cumplir su misión, pues todo ello se encuentra establecido en los Códigos ó leyes de procedimientos. Pero, aunque hemos dado ya una contestación á las preguntas con que comenzamos esta conferencia, no abandonemos la diluci- dación de las ideas que nos ocupan, sigamos, en fin, la ilación de ellas, que van ahora á conducirnos brevemente á los estableci- mientos y sistemas penitenciarios, como edificios ó parages prepa- rados ad-hoc, como para hacer cumplir los fines mas lejítirnos y nobles que puede buscar la sociedad, en las aplicación de las penas. La intimidación, es lo que se llama ejemplo y escarmiento en cabeza agena. La condición para que la pena tenga la eficacia que se busca de esta manera, es la publicidad, para que sirva de ense- ñanza y de prevension. Podemos decir que en los tiempos presen- tes, no trata la justicia de herir la imajinacion de las masas, como en otras épocas, porque está desegañada, de que á pesar de haber- se recurrido á castigos de los mas terribles, rodeados de lujo ó refinamiento de horror, no ha dado este medio los resultados que de él se esperaban. Por lo mismo, hoy se prefiere la prevención, sola. Pero, no siempre basta la prevención, para producir el saludable efecto en las masas, que se quiere infundir, ó sucede también, que hay seres ó sujetos avezados al crimen, á la maldad, y para ellos carece de eficacia este medio, y se recuri’e entonces, á los otros dos fines indicados, ó á uno de ellos, aunque, lo mas general es, que ambos se empleen concurrentemente. Estos dos fines, son la imposibilidad de dañar y la reforma de los criminales, que no tienen sin duda, el rigor ni la importancia de la expiación y de la inti- midación, pero que se van convenciendo que son mas eficaces. Para el orden social, para la seguridad y libertad de los demas asociados, el que se imposibilite á los criminales poder seguir ejercien- do sus malas obras,, el que se les reforme, para que ellos mismos no quieran volver á cometerlos, son fines muy apetecibles, es lo que debe procurarse en la aplicación de las penas. El motivo principal de la pena de muerte, no ha sido la expiación, ni la in- timidación, sino el temor de que ese sujeto volviera á las hechas. Considerada esta idea de un modo abstracto, tiene al instante to- das las simpatías de los que juzgan sin pasión las cosas, y solo hay que preocuparse, de la manera de realizar este ideal. Antes se creía, repito, que la pena de muerte, era la única capaz de impedir la repetición de los males, por lo que acaba con el autor, DE HIGIENE lo suprime; pero una prisión segura y un confinamiento por el resto cíe la vida, si so quiere, garantiza también el orden público. Y si esto se consigue con los autores de los delitos mas graves, ¿porqué, haciendo ese confinamiento proporcional á la pena, por qué, vuelvo á decir, no se ha de ensayar contra los otros crímenes, contra los delitos, 6 las simples contravenciones ? La reforma de los criminales aparece á primera vista como con- trapuesta con la imposibilidad de dañar, pero precisamente la una supone la otra en la práctica, ó la una es la condición de la otra, esto es, para que haya reforma del criminal, se requiere que haya imposibilidad de causar daño. Estos fines, son la obra filosófica de los tiempos modernos, que ha enaltecido la dignidad humana y que ha llevado los sentimien- tos relijiosos, caritativos y filantrópicos á su espresion mas ele- vada. Si hay penas capaces de producir estos resultados, deben em- plearse, porque la justicia no es una entidad sedienta de sangre, de luto y de horror. Cultivando ó fecundando estas ideas, se ha venido á comprender, que los establecimientos penitenciarios, pueden llenar estos fines y ade- mas, traer la verdadera expiación, que comporta la intimidación. De- cimos que trae la verdadera expiación, compañera inseparable de la idea de la penalidad, porque es la única que, por su prolongación, acarrea el arrepentimiento, por el sufrimiento diario, no por medio de torturas físicas, sino por la acción de la conciencia, por la acción moral. Dijimos en la anterior reunión, que muchos eran criminales por ignorancia; otros por mala educación, y un gran número por no saberse reprimir ¿puédese dar un mejor empleo de los medios de punición de la sociedad, que devolverle ese criminal, convertido en un ciudadano útil, apreciable, que sepa cumplir sus deberes y res- pete el orden y la libertad? Estos fines son realizables, repeti- mos, y señalan un progreso, un adelanto, una perfección social, que todos los pueblos cultos se empeñan en llevar á cabo. Para el efecto, se han construido las casas nuevas de detención, de prisión, de corrección, los establecimientos penitenciarios, cons- tituidos bajo diversos sistemas, que distan mucho de lo que eran las antiguas cárceles y que vamos á entrar á esponer, en lo que nos queda de esta reunión. Seáme permitido antes, llamar de nuevo la atención de vds., so- 776 LECCIONES bre la trasformacion quejse ha operado en las cárceles ó prisiones, que antes solo servían para la seguridad de los criminales, para privar que escaparan á la hoguera, la horca, el garrote, la guillo- tina, ó las balas y que ahora por el triunfo y reinado de las ideas que acabamos de esponer, se han convertido los establecimientos penitenoiabios, en hospitales, en que se asisten’enfermos atacados de desórdenes morales, mas ó menos graves, como ya tuvimos ocasión de decir, y que provienen de la ignorancia, de mala educación y de no reprimir los instintos ó pasiones. Las reformas que se han llevado á cabo] en las cárceles, versan sobre el régimen administrativo y tienen por objeto, rodear á los detenidos de los cuidados físicos y morales, compatibles con su re- clusión. En estos establecimientos, sucede una de estas dos cosas: 6 los presos están encerrados colectivamente, pero por categorías distintas, en reparticiones separadas; ú ocupa cada uno una habitación parti- cular, llamada celda ó célula, unas veces en talleres de trabajo en común, durante el dia, otras veces, en trabajo individual obligatorio, aislado, en su misma célula. Los sistemas penitenciarios principales, son en número de tres; el sistema de Auburn; el sistema de Pensilvania ó de Eiladelfia y los sistemas mixtos, ó modificados, de Inglaterra, Erancia, Suiza, Bél- gica, etc. Io Sistema de Auburn —Si comenzamos nuestra esposicion por este sistema, no es porque él haya sido el primero en el orden cronológico, ni por ser el mas importante, lo hacemos para cumplir con un deber y para eliminarlo en seguida. Mucho antes, en efecto, que fuera propuesto y puesto en práctica este sistema (1821) ya en Eiladelfia y otras capitales de los Estados Norte-Americanos, se habian construido de estos establecimientos y se habian puesto en práctica reglamentaciones, que llenaban los fines que acabamos de mencionar. Auburn, es una pequeña ciudad situada á 400 k. al NT. O. de Nueva York y debe precisamente su celebridad al régimen estraor- dinario (solitarxj ionflnement) que ensayó. El sistema de Auburn consiste: Io En la colocación de cada individuo, en una célula particular, durante la noche; 2 o En el trabajo en común en los talleres, durante el dia, con obligación rigorosa de guardar silencio-, 3 ° Eégimen severo; intimidación; cas- tigos corporales. DE HIGIENE 777 Estas son las bases de este sistema y3a segunda es ia que mas lo caracteriza. Al principio fue muy aplaudido, porque se consi- deraba que realizaba todas las condiciones de represión y de mora- lización que se deseaba. Muchos estados como Maryland, Virginia, Mayne, etc., se apresuraron á adoptarlo, así como en vista de sus resultados, se han apresurado también á abandonarlo. Hé aquí el régimen que en él se estableció: al entrar un preso, se le bañaba, afeitaba y cortaba el cabello y se le vestía el traje de la casa. Todos los dias después de los cuidados corporales, tra- bajo hasta las 8. Las comidas son en el refertorio en común, pero sin enfrentarse y en silencio. Despees de comer, cada cual vuelve á su celda. Penalidades muy severas por cada infracción: estas consisten en golpes sobre el dorso ó espaldas desnudas y á discre- ción de los encargados. Los domingos, oficio divino, visita del capellán. Los presos no pueden tener ninguna comunicación con su familia, ni amigos, ni mantener correspondencia sino en casos muy raros. En el sistema este, que es el de la intimidación, se prodigan los castigos mas duros, el látigo principalmente; no se acuerdan recom- pensas, pero so les hace suponer que las hay, por la prolijidad con que se registran las infracciones. Como hemos indicado, el silencio es el que caracteriza el sistema, y es necesario y obligatorio, para evitar la trama de planes y la contaminación del vicio, así como el abandono del trabajo. Este silencio perpetuo y obligatorio, les es intolerable, é inventan un sin número de espedientes y disfraces para comunicarse, que lo vuelven ilusorio. El silencio, hé aquí una penalidad, hé aquí un suplicio de Tán- talo, imposible de sufrir por largo tiempo; dispone á la tristeza, á la melancolía y á las afecciones depresivas, que ocasionan al fin un sin número de frenopatías. En Coklbasthfields (en Londres) en que rije el mismo sistema, hubo en un solo año, 5,138 flagelaciones por esta causa y eso que allí tenían los cuidadores los medios de hacerse temer y obedecer, pero, esos castigos ni reprimen, ni previenen las infracciones. Lo peor que se le encuentra en la práctica al sistema de Auburn, es que deja á los presos durante el día, la posibilidad de hablarse yde verse y que lejos de procurar la moralización é instrucción, por el trato cruel, odioso é irritante á que se les somete, se en- ciende en su ánimo la hipocresía y la maldad mas refinada. T lo 778 LECCIONES peor de todo aun, es que no hay recompensas de ningún género y lo mismo tratan al que se porta bien, como al que se conduce mal. De aquí resulta, como lo acredita la esperiencia, que cuando salen de prisión, traen un odio y un deseo de vengarse de la sociedad y de hollar las leyes, que los hace temibles en las revueltas, en las huelgas, en los meetings y en todos los conflictos y calamidades y forman cuadrillas de malhechores feroces y decididos. En resúmen, este sistema es malo, porque embrutece, no aparta de la senda del crimen, ni moraliza. En la práctica, los inspectores encuentran este sistema complicado en su mecanismo y embarazoso en su marcha, é impropio para alcanzar el fin que se busca y además, que ocasiona muchas víctimas, como lo acredita la estadística comparada. 2 ° Sistema de Filadelfia ó Pensilvanla—El sistema de Eiladelfia es el de la separación absoluta y continua tanto de dia como de noche. El régimen interior para la recepción de los presos, es casi el mismo que en el de Auburn, con la diferencia, que, después de afei- tados y vestidos, se les venda los ojos y se les conduce ante el director, que les exhorta y les hace conocer la necesidad de someterse á la disciplina y luego se les conduce á su celda, en la que se les quita la venda y se les deja entregados á sus reflexiones. Desde su entrada, el número de su celda es el que sirve para de- signarlo y se le ofrece trabajo ó libros para cuando quiera. Si sabe algim oficio de los que están implantados allí, se les conduce á los talleres, ó se les enseña uno; lo que se busca, es que todos trabajen en su celda y aprendan un oficio, que pueda serles útil, con que puedan ganar honradamente su vida y les impida volver á sus ante- riores ocupaciones, cuando recobren la libertad. Este sistema, reposa por completo en la separación absoluta y continua; se les permiten visitas moralizadoi’as y cuando cometen faltas, se les quitan los libros, ó se les disminuye el alimento. Las recompensas de la sumisión y buena conducta, son las aprobaciones de sus gefes. La soledad, los coloca en condición, con los libros y pré- dicas moralizadaras, de procurar su regeneración y evita el que se conozcan los unos á los otros. Es de este sistema que se han obtenido los resultados mas rápidos y sorprendentes y es así que se ha conseguido una diminución cada vez mayor de las prisiones. La soledad, por sus consecuencias, ha permitido, por último, minorar la duración de las penas. DE HIGIENE 779 Ei origen de este sistema y práctica en Pensil vania, data de 1786 en que la Legislatura sustituyó Ja pena de encarcelamiento á la del látigo, á la de la mutilación y aun? en muchos casos, á la nena de muerte, como dice el Dr. Monlau. Según el mismo autor, eí origen de esta reforma, fue' religioso, se debió á los cuákeros y la primer prisión acl hoc, fue la de Valnut-strcet, en donde se ensayó el sistema celular con grandes criminales. En vista de los resultados obtenidos en 1817 y 1821, la legisla- tura decretó las penitenciarias Pittsburg y de Chery-Hill, de confi- namiento celular también, de dia y de noche y sin trabajo. El suicidio, la locura y la tisis, suplieron la acción del verdugo y en vista de ello, se modificó ei primitivo sistema y se les benefició con la dis- tracción ú ocupación del trabajo y la lectura. 3 ° Separación por categorías—Como vamos á tener que volver repetidas veces sobre los dos anteriores sistemas, hemos preferido no detenernos mas en pormenores. El sistema que calificamos en este momento de separación por categorías, no es propiamente un sistema, es un ecletismo, es lo que designamos en un principio con el nombre de sistema suizo francés, inglés, etc. y que no son sino modificaciones de los ante riores. Las principales de estas modificaciones de forma, son en número de, cinco: aislamiento de dia y de noche, trabajo con silencio, pero con- clasificacion de penados y con esperanza de indulto ó remisión de pena, según la conducta y por último, este mismo sistema pero con la modi- ficación de aislamiento absoluto, para algunos delincuentes. ¿Qué juicio podremos emitir sobre estos sistemas? ¿Por cual de ellos nos decidiremos? Es fuera de duda que, cuando en una cuestión de tanta transcen- dencia y que en todos los países ha requerido sérios y laboriosos estu- dios, se han decidido por unos ú otros de esos sistemas, ha sido porque han encontrado sus gobiernos 6 administraciones, razones muy con- vincentes y argumentos muy solidos para seguirlos. Cualesquiera que sean las prácticas que sigan los gobiernos y los motivos que los guien en sus decisiones, en una cuestión de tanta gravedad y magnitud como la que entraña esta resolución, sobre el sistema á adoptar, por la in- mensa responsabilidad que tiene, podemos decir con seguridad de no equivocarnos sobro el particular, que en la adoptación de esos sistemas, la única guía ha sido, el colmar los deseos sociales, manifestados por la maral, la razón y la ciencia. 780 LECCIONES Podemos decir pues, contestando á esas preguntas, que todos tienen su lado útil y en todos se encuentran ventajas é inconvenientes y por último, que ninguno de ellos puede adoptarse como la última espresion de la esperiencia. Hasta ahora, todos esos sistemas no son sino en- sayos. Mas; es nuestra convicción, que cada país y hasta cada sexo, edad, temperamento y constitución, requiere un distinto tratamiento y es precisamente por esta convicción, ,que en las paginas precedentes, he- mos insistido en que sean facultativos, filósofos y moralistas los que dirijan estos establecimientos; cada administrador con esas cualidades, vale mas que un sistema, es un sistema en sí. Esto no quiere decir en manera alguna que no deben estudiarse esos ensayos, ni que deban rechazarse, lejos de eso, antes de llegar en cada pais, al que ha de tomarse como norma ó régimen gene- ral, han de hacerse muchos ensayos ó estudios, porque así se depura la verdad, así se llega á lo mas conveniente. Como con todas las cuestiones económicas é higiénicas, que son cuestiones sociales en el fondo, en estos últimos tiempos, fuera de los estudios y ensayos hechos por cada pais, se han celebrado congresos internacionales, con el objeto de difundir los conocimientos adquiridos, recojer el fruto de las esperiencias individuales y depurar la verdad y entre ellos podemos citar el de Francfort en 1846, cuyas conclusiones vamos á tomárselas al Dr. Monlau. 1. ° La reclusión separada ó individual, debe aplicarse á los acusados y á los reos, de modo que no pueda haber especie alguna de comuni- cación, ni entre sí, ni con otros detenidos, escepto en los casos en que, á petición de los mismos presos, los magistrados encargados de la instrucción del proceso, juzguen á propósito permitirles cierta comu- nicación, en los límites determinados por la ley. 2. ° La reclusión individual, será aplicada á los penados en general, con los recargos ó los alivios que aconsejen, la naturaleza de los delitos yde las condenas, la individualidad y la conducta de los presos, de modo que cada detenido, esté ocupado en un trabajo útil; que haga cada dia ejercicio al aire libre; que partícipe de los beneficios de la instrucción religiosa, moral y escolar, tomando parte también en los ejercicios del culto; y que reciba con regularidad las visitas del ministro de su religión, del director, del médico, y de los vocales de las juntas inspectoras y protectoras, á parte dejlas demas visitas que puedan autorizar el reglamento. DE HIGIENE 781 La disposición que antecede se aplicará señaladamente á los encierros de corta duración. 3.° La reclusión individual, se aplicará'también á las detenciones largas, combinándola con todos los alivios progresivos, compatibles con el mantenimiento del principio de separación. 4. ° Cuando el estado morboso del cuerpo ó del espíritu de un pena- do lo exija, la dirección podrá someterle al régimen que crea conve- niente, y hasta otorgarle el alivio de una compañía continua, pero sin que, en tal caso, pueda nunca juntarse con otros presos. 5. ° Las prisiones celulares estarán construidas de modo que cada preso pueda asistir á las ceremonias de su culto, viendo y oyendo al ministro oficiante, y siendo visto por este; pero todo sin faltar en lo mas mínimo al principio fundamental de la separación de los presos entre sí. 6. ° La sustitución de la pena de encierro individual, ála pena de encierro en común, debe tener por efecto inmediato acortar la duración de los encierros que señalan los códigos actuales. 7. ° La revisión de las lejislacioues penales, la organización, por ley, de una inspección de cárceles y de unas comisiones de vigilancia, y la institución de una junta ó sociedad protectora de los penados que han tenido sus condenas, deben considerarse como el complemento indispensable de la reforma penitenciaria. Este mismo congreso volvió á reunirse al año subsiguiente (1847) en Bruselas y en él se ampliaron los datos y se emitieron doctrinas tendentes á mejorar el régimen penitenciario por los efectos médicos observados y definitivamente, se aconsejó la adopción de un sistema misto, entre el pensilvánieo y el ausburniano. Nos sería imposible seguir paso á paso los progresos hechos por los regímenes penitenciarios en estos últimos años y debidos á los congresos médicos en su mayor parte y por la falta de tiempo para ello, nos limitaremos á dar cuenta de los pocos datos que tenemos mas á la mano y que son de última fecha podemos decir. En 1872 se reunió en Londres un Congreso Penitenciario in- ternacional y como resultado inmediato, se creó una Comisión pe- nitenciaria internacional permanente, con el señalado objeto capi- tal, de promover la reunión de otros Congresos, el mismo carácter de los anteriores. Esta Comisión ha cumplido con su cometido y en 1874, 1875 y 1878 se han reunido Congresos de estadistas, del mayor número posible de naciones. Estos Congre- sos divididos, en secciones, se han aplicado á estudiar con pre- 782 LECCIONES ferencia: la legislación criminal de los diversos estados; las ins- tituciones penitenciarias planteadas en los otros países y los re- sultados obtenidos con ellos, y por último, se han aplicado tam- bién, al estudio de las instituciones preventivas de los crímenes y delitos. Hemos dicho que el de 1872 se reunió en Londres, los de 1874 y 75 en Bruselas y el de 1878 en Stockolmo, en que, le cupo el honor al Dr. Aberg de representar la República Argentina. No conocemos aun los resultados finales de estos Congresos y aunque los conociéramos, su esposicion nos haria salir de los lími- tes de estas lecciones. Quiero, antes que continuemos, darles cuenta de un trabajo luminoso bajo todos aspectos debido á la brillante pluma del orador y literato argentino, el erudito demécrata Don Luis Y. Yarela, que podrán leer con grande fruto y que es notable bajo muchos conceptos. Lleva ese trabajo por título, estas modestas palabras; La cuestión penal. Estudio sobre el sistema penitenciario por Luis V. Yarda. Buenos Ayres. Imprenta dél Nacional, 1876. Eué dedicado al ciudadano D. Carlos Casares, Gobernador entonces de la Provincia y consta de 130 páginas, que forman una monografía acabada de esta institución. Me es muy sencible, Señores, no leerles algunas páginas siquiera de este notable trabajo, pero el escaso tiempo que nos resta en esta con- ferencia, tenemos que dedicarlo á una nueva faz que ha tomado la cuestión penitenciaria y que los llenará tal vez de asombro. Trátase de tener á los criminales y malhechores en campo abierto, es decir, sin guardias, ni custodias!.... No quiero desvirtuar la sucinta esposicion de este sistema que hace el Dr. Menlau y me voy á permitir su lectura para terminar esta conferencia. “En los Estados-Unidos se levantan cárceles sin paredes ni fosos, “y presidios sueltos ó penitenciarios abiertos, con el resultado, á “ primera vista increible, de que hay menos evasiones en estos últi- “mos que en los amurallados. Es cosa altamente higiénica,— y lo “que voy á decir sobre este punto lo puse por nota á mi Discurso “de recepción, que por tercera vez cito, porque en él desarrollé “ mis ideas sobre la criminalidad,—y propicia para la reforma moral “de los penados, el hacerlos olvidar, hasta cierto punto, Ja idea de u cautiverio que sobre ellos pesa, abrir sus penitenciarios al aire y “ a la luz, darles un vasto y noble horizonte. Aunque á primer DE HIGIENE 783 “ golpe de vista parezca esto imposible, la experiencia responde de “ su perfecta posibilidad. “ Yorek el penitenciario de Sing-Sing, destinado para los reos de “ las penas mas graves, no hizo levantar muros de cerca. En la “ visita oficial que el ano 1837 hicieron, por encargo del Gobierno “ francés, á aquella casa los señores Demetz y Blouet, habla mil “penados; veinticinco eran en total, los guardias que los vigilaban, “y, sin embargo, las evasiones eran rarísimas. Posteriormente se “ han construido en los Estados-Unidos casas penitenciarias con “ iguales condiciones, y entre otras el penitenciario de Albauy, di- “ rígido por el general Amos Püsbury. Allí, á pesar de que la ‘•Ya en 1825, cuando el capitán Lynds fundó cerca de .Nueva- “ población se compone de los malhechores mas osados y turbulentos, “ una evasión es un acontecimiento inaudito. La asociación de las “ prisiones de Kueva-Yorck (en su 21° informe) declara que aquel “ penitenciario es el más seguro de todos los del Estado, aunque rara l' vez se apela á los castigos corporales, harto usados todavía en a América, castigos que de un criminal hacen un mártir. Un trato “ suave, una reglamentación previsora, y una vigilancia de todos los “ instantes, bastan para tener el orden más perfecto, y para hacer “ que los penados sigan una excelente conducta.—El penitenciario del “ condado de Kiogs, es también un encierro abierto. “Uo hay, pues, que temer mucho las evasiones. La policía co- “ noce á sus padres, á sus amigos, y sabe sus costumbres anteriores. “ Cual liebre acosada por los perros, el criminal, buscado, perseguido, “ y temeroso donde quiera, acaba por volverse instintivamente a su “yacija; es casi seguro que volverá á ser cogido en el mismo punto “ donde le cogieron la primera vez. Y si durante algún tiempo “ logra sustraerse á las pesquisas, cuántas amarguras y congojas “ tiene que pasar en cambio! El director de un penitenciario de “ Gante (Bélgica), donde sufren su pena los condenados á trabajos “ forzados, se abstenia todo lo posible de imponer castigo alguno á “ los escapados que eran de nuevo conducidos á la casa: “¡Que “ cuenten, que cuenten (decía) á sus compañeros lo que han pade- “ cido durante ese tiempo, y de seguro qne á todos se les pasarán “ las ganas de escaparse l” “ Las evasiones son efectivamente muy raras. Mr. Doudun, di- “ rector del penitenciario de Embrun (hoy suprimido), cada vez que “ ocurría un incendio en Ja ciudad mandaba un destacamento de “penados paia auxiliar las maniobras de la extinción del fuego, y LECCIONES “ á ninguno de ellos se le ocurrió jamás aprovecharse de aquella “ libertad momentánea para escaparse.—Eu Casabianda (Córcega), el “ ano 1866, siendo 499 penados el término medio de la población, “no hubo mas que 14 evasiones, y todas seguidas de vuelta al “ redil penitenciario.—Armando Jusselain, comandante de un peni- “ teneiario de la G-uayana, compara los resultados obtenidos en el “penitenciario abierto de San Agustin yen el penitenciario cerrado de il Santa María, y halla que “las evasiones, nulas ó casi nulas en “el primero, fueron por demás frecuentes en el segundo, á pesar “de los muros de cerca y de las empalizadas, y de los cuatro hlók- “ chaus (fortines), y á pesar de una disciplina mucho mas severa.” u Y luego añade: “Tal vez debiera decir que precisamente á causa “ de tantas 'precauciones fueron tantos los evadidos.” “ 626. El feliz éxito de los penitenciarios abiertos allana extraer- “ dinariamente la realización de la idea de dar á esos estableci- “ mientes la forma y el carácter de colonias agrícolas. La colonia “ agrícola de Mettray, fundada hace cuarenta años por Mr. Demetz; “las tres que hay en Córcega (Chiavari, Castelluccio y Casabianda), “en donde los penados se dedican á roturar terrenos; y otras va- “ rias montadas bajo el mismo pié, son acreedoras á un detenido “ estudio por parte de nuestros hombres de gobierno. Tal vez no “ haya en Europa otro país que mf-qor convide que España, á llevar “ á cabo ese proyecto, pues sus tierras incultas en unos puntos, y “ á muy bajo precio en otros, se prestan á todo género de corabi- ■“ naciones. No lo haremos, sin embargo, porque la política menuda “de partido y de fracciones de partido, absorbe la vida toda de “nuestros gobernantes, y harto trabajo tienen en buscar medios de “ sostenerse algunos días en el poder, para que vayan á pensar en u ser verdaderos estadistas, y en dotar al pais de todas las institu- “ clones que le faltan.” Aquí terminaremos, Señores, lo poco que nos es permitido decir sobre este tópico, según los límites de este curso. Sentimos no poder ocuparnos de los medios de prevenir los crímenes y delitos, que es la profilaxia de este mal social, que se llama crimina- lidad. Limitóme por lo tanto á indicarles los remedios preventivos mas aconsejados, entre los que se ponen en primera línea: la educación y la instrucción obligatorias y sígnenle: la organización del trabajo por instituciones de beneficencia; las sociedades de socorros mutuos; las cajas de ahorro; las asociaciones de crédito y previsión; los seguros, etc. DE HIGIENE Sentimos también, á pesar de cuanto hemos dicho, no dar algunos detalles, sobre la administración y régimen interno de algunos esta- blecimientos y sobre los principios que deben servir de base para la legislación y reforma penitenciaria en sus aplicaciones. Tengo la persuacion que ha de pasar mucho tiempo en nuestro pais antes que la Academia de Ciencias Médicas, antes que la Universidad y que el Gobierno ó las H. H. C. O. persuadidos que es imposible ensenar la Higiene en un año y convencidas de su inmensa utilidad, resuelvan que sean dos años los que se consagren ásu estudio. Si tal se hiciera, habría menos médicos, pero mas higienistas; habría menos propinadores de drogas, pero mas intérpretes previsores de la naturaleza y con ello ganaría inmensamente la humanidad, el pais que lo resolviera; pero ¡á qué predicar en el desierto! En la próxima reunión comenzaremos á ocuparnos de la Hospita- lidad y de los Hospitales. pE LA HOSPITALIDAD Y DE LOS HOSPITALES Señóles: Desde hace algún tiempo, las cuestiones sanitarias o sociales, están á la orden del día y siendo objeto de mejoras y reforjas de grande importancia é inmensa consideración. Podemos marcar con facilidad la fecha de este gran movimiento, porque es de ayer, es del ano 1850. Si decimos que es de ayer, a pesar de los 29 años trascurridos, es porque las ciencias marchan siempre con tan tardío paso, que muchas veces los adelantos y progre- sos tardan siglos en aceptarse, como lo comprueba un sin número de hechos que seria propio referir. 50 786 LECCIONES En la materia que vá á ecnparnos, de la hospitalidad y de los hospitales, se está operando un gran cambio y se están buscando con empeñoso aían, las mejores soluciones que la higiene anhela para el bien de los asilados y de los centros sociales. En estas cuestio- nes, en las grandes poblaciones, están interesados los pobres y los ricos: los pobres, porque las insalubridades de estos establecimientos son una causa de muerte para los asilados; los ricos, por las influen- cias nocivas de esos edificios, en tan pésimas condiciones higiénicas y los gobiernos ó las administraciones, agregaremos aun, por las resultantes sobre la vitalidad y salubridad de las poblaciones. Entre el inmenso número de reformas y mejoras de que han sido objeto estos establecimientos, podemos señalar, por la atingencia que tiene con el tópico que vá á preocuparnos, que ya no se procura, por ejemplo, que los hospitales sean admirables por sus dimensiones y magnificencias; ya no se quieren esas inmensas moles arquitectó- nicas, dignas de elogio por ser monumentales, por ser edificios colosos hay mas positivismo, busca la higiene mas sencillez, quiere edifi- cios mas modestos, de menos vida, pero de menor costo; mas peque- ños, pero mas numerosos para evitar la aglomeración de enfermos y su hacinamiento y todo esto, con el fin de que esos establecimientos á donde van los enfermos en busca del restablecimiento de su salud, de la curación de sus males, sean mas diseminados, mas ventilados y mas salubres, para que dejen de ser en fin los hospitales, los pro- veedores de los cementerios. La modestia que la higiene pide en ellos, es para que no se mal- gasten los recursos, para evitar que todo lo presupuestado sea consumido por el pesado é inútil lujo y nada quede para el man- tenimiento y comodidad de los asilados. Mas numerosos, hemos dicho, y diseminados por la ciudad, para que no se aglomeren los enfermos y evitar así el mefitismo del hacinamiento y Ja infección consiguien- te y también, diseminados en los suburbios de las ciudades para que los encuentre á mano en sus necesidades, próximos á sus vivipndas* Digamos también, que exije en ellos ventilación y salubridad por- que de la salud que reina en ellos participan los barrios inmediatos, así como, de la de estos, es un reflejo la salubridad del conjunto, que constituye la población. De este gran movimiento reformador han nacido los hospitales especiales, las maternidades, los hospitales de niños y los asilos y hospicios para inválidos, incurables, mendigos, ancianos, etc. No se crea que el positismo que la higiene reclama es sórdido DE HIGIENE 787 y avaro, como algunos lo califican, es por el contrario previsor y filantrópico. La higiene no combate Ja institución, ella no los con- dena de un modo absoluto, lejos de eso, pide su multiplicación, pide su aumento, disminuye sus dimensiones y así los coloca en mejores condiciones de salubridad, para los enfermos y para los sanos. JNo contenta con esto, es verdad, trata de sustituir á la hospi- talidad en común, la hospitalidad domiciliaria, pero esto es con el fin, de evitar, de acuerdo con la beneficencia y por respeto a los sentimientos morales, el sacrificio de sus afecciones que tiene que hacer el honrado proletario, el padre ó la madre enferma, al sepa- rarse de su familia para ir á un establecimiento en que sus que- jidos y lamentos no van á despertar ecos simpáticos tal vez, en que tendrá que ahogarlos para no avivar los del vecino y del cual en fin, partirá para Ja eternidad, sin la espresion del cariño, sin el consuelo de la vista de los suyos. Estas afecciones, estos senti- mientos, nunca se sienten mas que cuando la enfermedad golpea la puerta de la choza y viene, como siempre, acompañada de las lágri- mas y de los horrores infundes de la miseria. La asistencia domiciliaria, tiene aun otra faz que la recomienda á la consideración de los estadistas é higienistas. El obrero, el proletario, es por lo común imprevisor, ni como se quiere que Jo sea, cuando apenas le alcanza su salario para la subsistencia de los suyos! Bajo tal estado tiene el incentivo del vicio y le sobreviene la lascitud del trabajo que le impulsa á la intemperancia y le cor- rompe física y raoralmenfce, De estas causas complejas, cuya hilacion al instante abarca el espíritu, proviene el que hospitales sean, como los hospicios, albergue muchas veces de los haraganes y de los despilfarrados y viciosos. Seguros estos de la caridad pública, no miran para atrás, y mucho menos miran para adelante y se lanzan en la fácil pen- diente de los vicios y esto es desmoralizador, eso tiende á perpetuar un estado anormal de la sociedad, eso viene á malgastarlos recursos y socorros que dá la beneficencia para un fin moral. La caridad pública, no es por cierto para alentar el vicio y el despilfarro, es un abuso el que esos individuos cometen y que Jas administraciones toleran, pero en su fondo, hay una inmoralidad que reprimir ó curar, hay un mal de inmensa repercusión social. Esa desviación de los fines de la beneficencia, esa aplicación en pró de un miembro que no lo merece, deja en el desamparo, deja á 788 LECCIONES medio llenar, ó coarta los auxilios y socorros que deben al menes- teroso honroso, al inválido del trabajo tal vez. Pero aun trae esto otros males de gran trascendencia y que la estadística ha puesto de manifiesto y como consecuencia de esa tolerancia y de ese abuso, sobreviene la diminución de los matrimonios, viene el celibato, la prostitución, etc. etc. ¿Porque sustentar á estos con menoscabo á perjuicio de los otros? ¿Con qué derecho vá el vicioso á implorar la asistencia gratuita? Por otra parte ¿cuál seria aquel, que teniendo familia y siendo por su conducta y moralidad, acreedor á sus cuidados cariñosos, preferida la asistencia en los hospitales? ¿qué familia organizada, permitida que uno de sus miembros fuera á parar á ellos, si la desgracia le hubiese postrado? Sin duda alguna que la pobreza obliga muchas veces al pauperis- mo á ir á estos establecimientos, pero esto es motivado casi siempre por imprevisión y por regla general, el remedio lo tiene á la mano y consiste en no malgastar su salario, en fomentar ó formar parte de las instituciones de previsión, de sociedades de socorros mutuos, de cajas de ahorro, etc., que en los casos de pérdida fortuita de la salud le asegura los cuidados y atenciones que su estado demanda. De esta manera, no hay malversación de los frutos del trabajo hon- rado,, del trabajo honrado, Señores, que solo se consigue á costa de sacrificios y fatigas, con el bíblico sudor de cada frente. Apresurémonos á decir, que á las faces adversas que se presentan contra la hospitalidad y los hospitales se oponen ventajas incontes- tables en edificios bien tenidos, bajo el punto de vista de la higiene; ventajas prácticas, agregaremos, difíciles de compensar con la asis- tencia domiciliaria, ó que resultan mas económicas, menos onerosas para los mismos asociados y para la beneficencia pública. Entre estas ventajas podemos citar, que el personal facultativo de los hospitales ofrece en general garantías de suficiencia y sobre todo de esptriencia mas sólida que la de la práctica civil, por razones tan evidentes que me escuso de enumerar. El servicio quirúrgico yel terapéutico, es mas esmerado en ellos y nada falta en ellos, de cuanto la esperiencia aconseja, ó que la práctica ha enseñado para comodidad y alivio del paciente. Los enfermos pobres no podrían en sus hogares procurarse esos útiles y esas comodidades y mas que ninguna otra consideración, milita la capital, de que en los establecimientos públicos ee encuentran en condiciones de trato y de salubridad mas ventajosas higiénicamente hablando, que en sus poco salubres domicilios. ¿ Cuantas DE HIGIENE 789 veces, como lo pueden acreditar los prácticos, las enfermedades que sufren esas gentes, no son originadas por la falta de aire puro y de luz, que vuelven insana toda habitación? ¿Cuantas veces no son ori- ginadas las enfermedades por la mala é insuficiente alimentación? Fuera de todo esto, los hospitales son necesarios para los indigentes que no tienen familia, para loa estrangeros y transeúntes, para las enfermedades quirúrgicas y para las enfermedades orgánicas y las razones para ello, tienen un tal caráeter de evidencia, que temeríamos ofender la clara inteligencia de Vds. si nos detuviéramos á comprobarlo. Muchas de estas ventajas podrian subsanarse, así como los incon- venientes que tienen estos establecimientos, por los socorros á domi- cilio, pero esto sería demasiado oneroso para las sociedades de benefi- cencia. No obstante, la asistencia á domicilio y los socorros están odoptados ya en los pueblos cultos para los casos en que hay una epidemia exótica en una localidad ó en que, en los hospitales, materni- dades, etc. se declara también una enfermedad infecciosa ó contagiosa. Pero volvamos un momento, Señores, sobre las ventajas que ofrecen los hospitales y que espero les servirán para dar una opinión bien fundada en una cuestión que está aun en litis y que han de tener muchas ocasiones de discutir en su larga carrera. No estrañen que insista en estos pormenores, la cuestión de la hos- pitalidad y de los hospitales interesa en alto grado á la salud pública y como por otra parte son establecimientos colocados bajo la vijilancia de los médicos, hay en la práctica muy frecuentes oportunidades para intervenir. Ademas, está de por medio la salud de los que van en procura del alivio ó curación á sus males y solo suelen hallar la muerte. En cuanto hemos dicho, tratando de concretarnos los mas posible, hemos pasado muy por encima sobre algunos puntos de suma impor- tancia para precisar las ideas y motivar las conclusiones. Hemos dicho, por ejemplo, que en los «nédicos de los hospitales tienen los enfermos garantías mayores y mas sólidas, que en las poli- clínicas ó clínicas-nosocomiales, que son denominaciones equivalentes á asistencia domiciliaria libre. En efecto, los médicos de los hospitales, en los países en que no prevalecen los empeños, solo llegan á ocupar los puestos de médicos de los hospitales aquellos que demuestran su saber y competencia en los concursos. Esos concursos, fuera de la parte científica versan sobre las cualidades que son indispensables á los médicos de los hospitales y que se tienen en cuenta en la elección. Los concurrentes á esos certámenes, generalmente han hecho su 790 LECCIONES aprendizaje, ó como internos ó como gefes de clínica ó como reempla- zantes. Como por lo general se coloca á la cabecera del lecho de cada enfermo, el diagnóstico formado, ó se lleva un registro en que los anota cada médico para evitar la depresión del ánimo que las ideas sobre su mal le puedan surjir—el médico de un hospital se hace así responsable del diagnóstico que hace y del tratamiento que emplea. Como esto tiene lugar ante los discípulos que siguen su clínica y como en caso de mal éxito, la necropsia pone de manifiesto la lesión que el enfermo tenia—necesita poner el mayor cuidado ú observación en el diagnóstico y en el tratamiento porque son muchos é inexorables los que aprecian sus cualidades y aptitudes. En los hospitales hallan por lo general los enfermos, celo, inteli- gencia y solicitud en los cuidados y en la administración de los reme- dios, así como en las curaciones, circunstancias que no es fácil, ni posible puedan reunir en la asistencia domiciliaria, no digo un pobre, como son los que van á los hospitales, ni aun un rico á consta de mu- chos dineros. Teniendo los recursos i mano para dominar los acci- dentes y el cuidado de los internos y el servicio de asistencia, los hospitales se hallan así para los pobres en circunstancias inmejorables para el buen éxito de los tratamientos y, por mejor organización que se dé á los socorros domiciliarios, jamas se pueden reunir tantos bene- ficios. Por otra parte, los enfermos pobres que se albergan en los hospitales se encuentran en ellos, en mas óptimas condiciones higiénicas que las que tienen en sus menages por mas socorros que se les preste. Para dar á esta razón toda la fuerza que tiene, basta traer á la me- moria lo que es el menaje de un pobre y ver que solo existe en él, lo muy estrictamente necesario para la vida “ordinaria de sus poseedores Ante este cuadro el médico se desalienta y se vé en la dura necesidad de aconsejar la traslación cffel enfermo á un hospital comprendiendo que aun con los socorros de la caridad, difícilmente podrá conseguir el restablecimiento del enfermo. La caridad podrá proveer áun enfermo, en efecto, de todas las cosas mas indispensables, pero siempre quedará la habitación en malísimas condiciones higiénicas, peores, sin ninguna duda, que las que tienen los modernos hospitales. Desde la alimenta- ción hasta el aire indispensable para la respiración es preferible el de los hospitales al de los conventillos en que se aglomera la cuasi men- digante pobreza. Estas mismas circunstancias y condiciones deben estenderse, á ese DE HIGIENE periodo intermediario entre la completa reparación de un organismo que ha salido de una grave enfermedad yla salud, pues en tal periodo, volviendo á las mismas condiciones higiénicas anteriores, se retarda su convalecencia, ó el organismo degenera y se contraen males de un carácter menos franco, crónicos tal vez. pero que impiden recobrar el vigor anterior y conducen fatalmente á la muerte. Es para todos estos casos que pedimos se conserven las convalecen- cias, establecimientos que vemos desaparecer con sentimiento de los alrededores de las grandes poblaciones y'que están destinados á prestar grandes servicios. En otro tiempo, las instituciones hospitalarias tenian una depen- dencia campestre, á donde enviaban los enfermos que salian de una grave enfermedad y prestaban muy importantes servicios. A las sociedades filantrópicas y caritativas corresponde ayudar á las autori- dades y al cuerpo médico el restablecimiento, en las grandes pobla- ciones, de esos sanatorios 6 convalecencias, cualquiera que sea el estado en que se pongan los hospitales, bajo el punto de vista higiénico. Podemos agregar aun, en defensa de los hospitales, que en ellos todo se hace en bien de los albergados y hay por lo tanto gran economía en los gastos. No somos de los que creen que la caridad debe ser mez- quina, ni económica, muy lejos de eso, creemos que ella debe derramar á manos llenas el maná de la beneficencia, pero es que, en la práctica los recursos y existencias que atesora, se consumen rápidamente y por mas que la caridad ande después mendigando con que proseguir su obra, encuentra al fin cerradas las puertas y exhausta su bolsa. En los socorros á domicilio, la obra de la caridad tiene que ser de- ficiente, porque no puede ni debe concretarse al enfermo, sino que tiene que estenderse á toda su familia, cuyo hambre y desnudez tiene que cubrir y porque si así no lo hace, el dinero y los recursos que deja, para llenar las maa premiosas necesidades, es malgastado ó lo absorven otras necesidades y su protejido, el pobre, el enfermo se priva de las mas sustancial y esencial por un sentimiento que debemos respetar. En los hospitales, por las condiciones y cuidados que rodean al enfermo, por su deseo mismo de volver al goce de las delicias del hogar, es mas pronto y radical el restablecimiento de la salud. Tomemos cuenta, Señores, antes de salir de estas generalidades, de los mas graves cargos que se hacen á los hospitales, ya para señalar la conducta que deberá seguirse en Jos casos que se indican. 1. ° Se dice que durante las epidemias, la enfermedad adquiere mas 792 LECCION ES gravedad en Jos hospitales y que las mortalidad es mayor que en la ciudad. Esto no es completamente cierto. Es fuera de duda que la aglome- ración de personas en los hospitales y las malas condiciones higiénicas que tienen por lo regular, son causas que favorecen el incremento y la propagación de cualquier mal trasraisible, pero el aislamiento mismo que en ellos se observa y que puede ser hasta de todo el establecimiento, es un medio que todos lo reputan eficaz, para evitar la multiplicación y sirve á la vez de barrera, el aislamiento, para que el mal penetre en su interior. En otro tiempo, cuando burlando las precauciones, la epidemia fran- queaba las puertas de estos establecimientos, la enfermedad solía ejer- citar sus estragos con una intensidad proporcional, al parecer, al me- fitismo que en ellos hay, por las insalubridades aglomeradas y hasta condensadas de distintas épocas y procedencias. En la actualidad, sin embargo, por una administración mejor entendida y un régimen interno mas en armonía con la esperiencia y los conocimientos que se tienen de esos agentes, por el empleo de la desinfección y de los desin- fectantes, por el aislamiento inmediato de cada caso, es posible, es fácil, diremos, detener esos estragos, ¿de qué servirían, la ciencia y la esperiencia, si así no fuera? Es de creer pues, en un hospital en buenas condiciones higiénicas, con una administración avisora del peligro, no habrá ya que temer tantos estragos. Los recursos que la ciencia aconseja, si no son heroicos y capaces de evitár ó cortar el mal, lo son sin ninguna duda, como lo acredita la práctica, para limitarlos y detenerlos. Este argumento no es pues de gran valor. 2. ° Los hospitales son teatro en que, por el hacinamiento, aparecen afecciones especiales, como erisipelas, podredumbres, fiebres puerpe- rales, flebitis, ete. Estos males, como ya he indicado, son efecto del hacinamiento, y del mefitismo y son los cuidados higiénicos, el aseo, la limpieza, la ventilación y cubaje atmosférico, etc., los medios eficaces para evitarlos. Estos cuidados higiénicos, es necesario que no se limiten al aire y al suelo, sino que deben estenderse á cuanto forma las atmósferas me- diata é inmediata de cada enfermo. El hacinamiento en los hospitales, es un mal grave, es un inconve- niente precursor de epidemias, que es necesario evitar á consta de cualquier sacrificio, si no se quiere nazcan endemias ó epidemias que hagan pagar con la existencia de los asilados la imprudencia de la administración. Con este fin se han establecido consultorios médicos DE HIGIENE 793 en Jos mismos establecimientos, en los que son visitados los enfermos y se les suministran los medicamentos y hasta algunos recursos, á veces, para que se asistan en sus casas. Como se comprende, esta conducta se sigue con los enfermos cuyos males no requieren la ocu- pación permanente de una cama, ó cuando no son operables por el momento y también, para aquellos otros, cuya permanencia en los hos- pitales se convertiría en un peligro para su existencia. 3. ° Algunos hombres ilustrados, condenan los hospitales por consideraciones de orden social del tenor siguiente: de que relajan, los vínculos de la familia, haciendo que se desentiendan los miembros de ella de los deberes mutuos y que se hagan considerar los hospitales como un refugio legítimo para los últimos dias de su existencia; que son los albergues de los haraganes y centros, de desmoralización. Y es fuera de duda, Señores, que se abusa de estos asilos de cari- dad y beneficencia, pero solo por una falta de lógica ss puede deducir de aquí su inconveniencia; córtense con severidad esos abusos por una administración celosa y quedarán estos establecimientos de caridad con las consideraciones debidas y llenando sus verdaderos fines. 4. ° Algunos moralistas y economistas, condenan también los hos- pitales, considerándolos como establecimientos contrarios á los mas sanos intereses de ios indigentes y cuyo mantenimiento, no debe pesar sobre el erario público de ninguna manera. Hemos dicho ya que el pauperismo es una llaga social, es nn cáncer que tienen los centros sociales y la riqueza tiene sus deberes para con ellos, como que en procurarla para todos, se han vuelto inválidos ó tal vez se han enfermado ó inutilizado para el trabajo. Es ademas un acto sublime de bondad y de desprendimiento por parte de la sociedad, tratar de remediar los males sociales, sin inquirir el origen de ese estado, en cada uno y no hay que echar en olvido, que como cáncer ó llaga social, no debe ni despreciarse, ni irritarse al paupe- rismo. Terminemos estas, ya demasiado largas consideraciones sobre Ja hospitalidad y los hospitales y pasemos á definirlos y á señalar las condiciones á que deben ajustarse según los preceptos higie'nicos. Los hospitales son uu engendro del cristianimo y por lo tanto, una- emanacion de las doctrinas del, Mártir del Grólgota. Pero degraciada- mente, estos establecimientos son considerados en higiene, como edifi- cios públicos de mefitismo miasmático permanente. Están destinados, 794 LECCIONES como Vds. saben, á recibir individuos enfermos y á administrarles los recursos ó medios conducentes á su alivio 6 curación. En las grandes clasificaciones admitidas en la ciencia, los hospitales figuran, con razón, como establecimientos insalubres de primera clase, de vecindad peligrosa, focos de infección ó insalubridad para las pobla clones y para los mis’mos albergados. Los establecimientos que reúnen estas condiciones perjudiciales ó dañinas, la higiene aconseja se sitúen en los suburbios ó en extra-muros. No hay en la antigüedad establecimientos que se asemejen á los hospitales. Los templos de Esculapio, en que se esponian los enfer- mos para que los transeúntes les indicaran los remedios ó planes curativos de sus males no pueden equiparárseles El Cinosargo de los griegos destinado á los niños desamparados y el Fritaneo ó Gerusia dedicado á los ancianos desvalidos, como el valetudinarium de los latinos, no pueden ser mirados sino como asilos. Dáse el nombre de nosocomios á los hospitales, pero esta palabra, de origen griego, es de formación relativamente moderna. I)istín- guense de los en que estos no albergau enfermos, sino valetudinarios, pobres, ancianos, niños 6 mugeres, que es lo que denominamos asilos ó casas de asilo y que toman nombres particu- lares según la clase de personas que los ocupan. Así, llámanse or- fanotrofios, los destinados á huérfanos; ginecotrofios, para mugeres; gerantotrofios, para ancianos; pedotrojios, para niños y jenodoquios ó jenodofios, para estrangeros . Los nosocomios, se pueden subdividir en; ptocomios, para pobres; traumatocromios, para heridos; sifilocomios, para sifilíticos; psorocomios, para sarnosos; nautaseomios, para navegantes; manicomios, para ma- niáticos. etc. Los primeros establecimientos de esta clase se fundaron en Orien- te, en el Ponto y Cesárea, con el nombre de ptochotrophia, destinados á peregrinos, huérfanos, viudas y enfermos. En Occidente el primer hospital fundado fué en 380, debido á Eabiola, opulenta matrona romana, pero no han tomado el nombre de hospital hasta uua época mas reciente. El nombre de hospital, es de origen latino y viene de hospites, huéspedes, porque en un principio, acogían y cuidaban en Jos estados de salud y de enfermedad, á los que iban en nombre de la caridad á implorar asilo y de allí viene la palabra hospitalia, que corres- pondo á hospitales y la palabra hospitalis hospedaje. Es por este origen que en las lenguas neo-latinas y germánicas tiene la misma DE HIGIENE 795 significación. Los portugueses, como los españoles y los americanos de las naciones que fueron sus colonias, le dan el nombre de Hos- pital, los franceses, hópital, los ingleses, hospital, los italianos, es- pítale y especíale y los alemanes y polacos y rusos, spital. El desiderátum de la higiene, es la desaparición de los hospitales y aconseja por lo tanto la hospitalidad domiciliaria depurándola de los inconvenientes, que le hemos señalado y de los que vamos á ver en la continuación. En efecto, si bien se recomiendan los hospitales por estar en ellos concentrados y á la mano todos los recursos de que dispone la ciencia, la práctica ha demostrado que las enfermedades largas y las operaciones difíciles, tienen muy mal éxito en estos establecimientos y esto contrasta con los resultados que se obtienen, por operadores menos esperiraeutados, pero cuyos enfermos, respiran una atmósfera mas pura que Ja de los hospitales. Todos los higienistas están con- formes en reconocer, que los peligros é inconvenientes que ofrecen estos establecimientos para los albergados, en los graudes centros de población, como Londres y París, no tienen comparación, y así mismo* son insuficientes todos los que se erigen. Las estadísticas hau comprobado además que la asistencia domici- liaria, fuera de economizar, ó aliviar los hospitales y de disminuir la mortalidad de un modo considerable, economiza gastos al Gobierno puesto que la deja bajo la tutela de Ja beneficencia y de la caridad, á dicha asistencia domiciliaria y todo esto, contribuye á mejorar la condición de los albergados en los hospitales porque disminuye la densidad y aglomeración. Pero, á pesar de cuantas razones se hace valer para condenar esta institución, todos reconocen que los hospitales son necesarios en los grandes centros de población y los higienistas y la administración, hacen esfuerzos para quitarles los peligros é inconvenientes y se han preguntado, qué es mas conveniente ¿los grandes 6 los pequeños hospitales? ¿los hospitales fijos, ó los temporarios? Para dirimir la cuestión primera, ó sea de los grandes y pequeños hospitales, dice muy bien el señor Levy, que sentarla bien es resolverla y que, i’econociendo qne son los hospitales un poco de mefitismo mias- mático permanente, la cuestión queda sentada y definida, trasfomando esa pregunta en esta otra que es su equivalente ¿qué debe preferirse, un grande ó un pequeño mefitismo? ¿un foco grande de insalubrida- des ó un pequeño? Cuando se agitaba con ardor esta cuestión por los hombres de la 796 LECCIONES ciencia, se llegó á decir, con muchos visos de verdad, que la causa de la excesiva mortalidad que ofrecian esos grandes hospitales, era debida á que estaban impregnadas y saturadas sus paredes de mias- mas de la peor clase. No se dejaron de raspar las paredes y diluir las raspaduras, para examinaidas bajo el campo del microscopio y revelar la presencia de infusorios y criptógamas, á la vez que por otros medios, se ponia de manifiesto la materia orgánica. Estas pruebas, trajeron entonces, la general esclamacion de cíclemela Cartílago, y la mayor parte de los antiguos hospitales fueron derrumbados. Pero, se han elevado en esos mismos sitios después de saneados, otros hospitales, en los que se han tomado las posibles medidas precauciona- íes, los análisis de las raspaduras ni dan infusorios, ni criptógamas, ni materia orgánica y circunscribiéndonos á dos de esos edificios, que pueden presentarse como modelo, el hospital Lariboissiere y el Hotel Dieu, se vé que la mortalidad de ellos, continúa siendo exesiva, Este hecho, contrasta con hospitales, como el de Milán, eldeViena, el de Madrid y muchos otros que seria prolijo enumerar, que son viejos, cuyas paredes tienen materia orgánica y cuya mortalidad es com- parativamente menor que los recien construidos, bajo las mas óptimas condiciones higiénicas. No obstante, la opinión dominante se ha fijado en los hospitales temporarios dándoles preferencia sobre los inamovibles ó fijos y por razones que mas adelante espondremos, la mayor parte de los hom- bres de la ciencia, quieren ahora hospitales, chicos, temporarios y movibles. También, cuando reina alguna epidemia en una localidad, se construyen, como en las inmediaciones de los campos de batalla hospitales barracas, de que al tratar de la higiene militar hemos de ocuparnos y hospitales bajo tiendas de campaña, que se arman en las plazas y paseos públicos y que han dado los mejores resul- tados en las ciudades en que se han ensayado. Estos resultados nó son de estrañar, porque hoy es ya 'opinión unánime entre los higienistas, que la gran dificultad, el gran pro- blema de que depende la salubridad de los hospitales, es la airea- ción, pero esa aireación, es, como dice el Señor Monlau, la incóg- nita de un gran problema,, que entraña otros cien problemas, pues todas las condiciones higiénicas á que deben satisfacer los hospita- les, como la übicación, la exposición y la distancia de poblado, son problemas de aireación. También son proplemas de aireación, la fundación, el altura, la distribución interior, la ventilación, la cale- facción, etc. de higiene Pasemos, pues, una vez que hemos llegado a este punto, a estu- diar las coudiciones á que debe satisfacer un buen establecimiento hospitalario bajo el punto de vista higiénico. Estudiaremos sucesiva- mente, el sitio ú emplazamiento, la estension, la configuración, la distri- bución, la cubicación atmosférica, el moviliario, el régimen administrativo, la alimentación y otras condiciones de segundo orden, que serán comprendidas en los pormenores en que entraremos, para hacer un estudio algo completo de esta cuestión, que nos toca de tan cerca y que debe interesarles mucho. Empezemos por el emplazamiento, el sitio ola übicación en que debe estar un hospital’ Los hospitales, ú enfermerías, son focos permanentes, como hemos dicho, de un mefitismo miasmático y frecuente origen á la vez, de emanaciones específicas propagables. Proviene esto último, de que en las grandes poblaciones, ocupando los hospitales un puesto céntrico de la ciudad, el aire que tiene para la renovación, es un aire viciado ya y la circulación aérea en las grandes capitales, no se efectúa con facilidad. Como es sabido, cuanto menos puro es el aire estenor que debe renovar el de los espacios confinados tanto mas rápida e intensa será la viciación del aire interior y el que entra en tales casos en los hospitales, se halla en estas condiciones y el que sam de ellos, por su misma viciación, constituye un peligro para las vecindades, para los mismos individuos albergados y es la causa también, ó el origen, de esas emanaciones específicas propagables, que hemos mencionado. Es por estos motivos que son considerados estos establecimientos como insalubres de primera clase y es por esto, agregaré, que la higiene pide para su übicación ó emplazamiento puntos apartados de los núcleos urbanos. Kada mas fácil que indicar abstracta ó teóricamente, dice con xa zcn el Señor Sarazin, el emplazamiento que debe elegirse para a construcción de un hospital, pero en la practica, surgen numerosas dificultades inesperadas. Se debe elejir un sitio elevado, si es posible una colina de graxx e estension, aun para un hospital de medianas px-oporciones, en as afueras de la ciudad, donde no haya que temerse la afluencia xápica de la población, que tiende á espandirse. Un hospital debe estar espuesto á los vientos mas saludables ce a localidad, de manei’a que estos lo barran y desalojen el aixe vicia o de su recinto; su suelo debe ser seco y si es posible calcaxeo o gra nítico, de manera que no requiera drenaje artificial, con aguas pota- 798 LECCIONES bles en abundancia y con facilidad para la evacuación de los líquidos deyectibles. A estas condiciones, debe agregarse naturalmente el alejamiento de aguas estagnantes, ó parages de vecindad peligrosa, como pantanos, etc. Bien entendido, Señores, que aquí nos referimos á hospitales fijos y considerando la cuestión en abstracto, sin ninguna clase de cortapisa, que siempre abundan al realizar estas ideas. La situación mas conveniente, decíamos hace un momento, es en los suburbios y de manera que entre el hospital y el núcleo urbano, haya un parapeto natural interpuesto, ya sea ondulación del terreno, ya un bosque, reja ó rio correntoso, que es un aparato ventilador como hemos dicho. Pero, es necesario, si se da esta situación, que en las grandes ciudades queda á gran distancia de los núcleos urbanos, que se establezcan medios fáciles de viabilidad, ó que en el recinto de la ciudad, se construyan casas de socorro, pequeños hospitales, des- tinados á recibir los enfermos y á prestarles los primeros cuidados que su estado reclame. Si importa pues, que los hospitales fijos, disten algunos kilómetros de las ciudades, para elejar una de tantas causas de insalubridad que redunda en perjuicio de la salud pública y en la de los mismos asilados, hay que facilitar su acceso por medios adecuados. Las casas de socorro, que se hacen necesarias descentralizando los hospitales, deben situarse en todos los barrios, deben ser como consultorios para los menesterosos, en que se les proporcionen los recursos de que carecen y deben estar preparados como para alo- jar un cierto numero de enfermos, que puedan acudir en momen- tos premiosos ó de calamidades. Cuande no se pueda evitar que los hospitales esten en el cen- tro de las poblaciones, deben elejirse los barrios menos poblados, los sitios mas elevados, distantes de otros establecimientos de me- fitisrao, tales como: mataderos, fábricas, tenerías, cementerios, etc, toda vez que sea posible, so preferirá que tenga una plaza ó su frente, paseo, avenida ó una callo ancha por cuanto son receptá- culos de aire, que frvoreceran ol gran problema de la aireación y que permitirán el acceso de los rayos solares. Conjuntamente con las casas de socorro, en caso de descentraliza- ción de los grandes hospitales, hay gran conveniencia en instituir la asistencia á domicilio, que desgraciadamente, por la mala admi- nistración y falta de reglamentación, no se ha radicado entre no- sotros, pero cuyos beneficios son tan evidentes, que esperamos, DE HIGIENE 799 confiadamente volverán á plantearse, evitando las esplotaciones sor- did as, y poniéndolas al abrigo de los abusos. El único inconveniente higiénico que presentan las casas de so- corro, es el trasporte de los enfermos, pero esto no es insupera- ble felizmente. En una estadística comparativa hecha por el Señor Lefort, entre los hospitales urbanos y los situados en las afueras, ó extramuros, halló que, las amputaciones de muslo, en los primeros, era de 39,1 por 100 y tan solo de 24,2 en los segundos y en otras estadísticas, levantadas por otros autores, sobre ovariotomía, operación cesárea, resecciones y otras operaciones cruentas, se ha llegado á idénticos resultados. Como no faltan ejemplos de hospitales situados en los centros de las ciudades, en que la mortalidad es mínima, debemos prevenir, que tal prodigio, es debido á circunstancias especiales de aireación, de espacio, cubicación atmosférica y mas que nada, á que esos hospitales son pequeños y reciben pocos enfermos por lo tanto. La regla mas general, es que los existentes en los centros do las poblaciones, tengan una mortalidad excesiva. Todo hospital, trae aglomeración de insalubridades en un períme- tro reducido, que forma un foco y por esto, toda aglomeración de enfermos de males diversos, trae la infección nosocomial y el desar- rollo de males especiales, como fiebres tifoideas, difteritis, hemorragias, podredumbre de hospital, infecciones purulenta y pútrida, erisipelas etc. Un hospital pues, en el centro de una ciudad, es una infección, dentro de otra infección. En tales condiciones, no hay que asombrarse de la mortalidad que tengan y que son una acusación tremenda contra las autoridades responsables; no hay que asombrarse tampoco, de que los desinfec- tantes, no desinfecten; que la ventilación artificial supletoria y re- forzadora de la natural, no dé los bueuos efectos que hay derecho á esperar de ella—basta tener presente, que el aire que viene del esterior, es un aire viciado ya por el raefitismo ui’bano, e incapaz de renovar el tan viciado de las salas. Hemos insistido en esto, porque tenemos desgraciadamente dos hospitales que se hallan en pésimas condiciones higiénicas y el de mugeres en particular, se encuentra en el núcleo urbano. Escusamos comentarios por la falta de tiempo, pero pueden ver sobre el par- ticular, un valiente artículo del Hr, Eobert en la Revista Médico 800 LECCIONES Quirúrgica (1879) poniendo en relieve sus insalubridades, peligros para la salud pública v los asilados, é inconvenientes administra- tivos. En la próxima reunión seguiremos ocupándonos de las condiciones higiénicas que hay que procurar en los hospitales. pONDICIONES HIGIÉNICAS EN LOS HOSPITALES (Continuación) Señores: La erección ó construcción de un hospital, es una cuestión de las mas complejas, que hasta ahora se ha podido reducir á reglas ma- temáticas, á pesar de cuanto se ha escrito sobre el particular y de cuantos estudios se han emprendido en los últimos años. Mucho se ha adelantado, sin embargo de lo que acabamos de es- poner, en los últimos años á su respecto. Tenemos, por ejemplo, perfectamente demostrado por la estadística y por la esperieneia á la vez que por la razón científica, que un hospital en el centro de una ciudad, equivale, como decíamos en la reunión anterior, á una infección dentro de otra infección. ¡Ah! Señores, si el principio similia, similibus curantur, tuviera algún fundamento científico ó racional, siquiera, cuanto no se eco- nomizarian las poblaciones, que á costa de tantos sacrificios empren- den obras gigantescas, por asegurar la salubrificacion, por garantizar la salud pública, que no es sino el reflejo de la salud individual! ¡Cuán fácil, cuan holgado no seria, dejar que las inmundicias é insa- lubridades nos llegaran al pescuezo, aunque fuera, si de ese modo hubiéramos de vivir sanos y prolongar la vida media de los seres humanos!—Pero, no nos cansemos, ni detengamos en este incidente con que tropezamos al tratar de los factores de la mortalidad; no nos detengamos porque, si el Dr. Levy dice, que este principio no DE HIGIENE 801 tiene en higiene aplicación posible. Yds., que conocen el funciona- miento de nuestros órganos y aparatos, las alteraciones de que son posibles y las diversas acciones de las sustancias medicamentosas, están en aptitud de rechazar, en higiene como en terapéutica y en drupa, ese disparate (perdónesenos la espresion en este recinto) con ínfulas de alta concepción filosófica. Estas consideraciones vienen, Señores, á propósito de la extensión de los hospitales, ó sea de sus! dimensiones. Dije á vds., en Ja ante- rior reunión, que según el Dr. Levy, la cuestión de Jos hospitales grandes y pequeños, hace largo tiempo que está en litigio; que sen- tarla bien, es resolverla y toda ella se reduce, á optar por una grande o pequeña aglomeración de enfermos; es decir, un grande ó pequeño mefitismo; una infección grande ó pequeña. No habrá una sola persona que conozca los efectos en nuestro organismo de los mefitismos, ó sea de las emanaciones y exhalaciones de los seres, sanos ó enfermos, que no esté de acuerdo en reconocer las funestas consecuencias del hacinamiento. ¿Cuál es el límite en que empieza el hacinamiento, ó en que las exhalaciones de las aglomeraciones adquieren un carácter pernicioso ó dañoso? Donde hay hacinamiento, hay mefitismo; en todo espacio confi_ nado en que hay seres humanos, también lo hay y cuando los seres se aglomeran, ó reúnen, en proporción mayor que la capacidad ven- tilatoria del espacio en que se encuentran, ese mefitismo no tarda en percibirse. Precisar en términos mas categóricos la contestacion- es imposible, porque el límite, tiene grados y es necesario compro- bar, por una operación prévia, el estado de viciación del aire. Toda vez que el aire se encuentra viciado,- de hecho hay aglomeración ó hacinamiento, porque [hay mefitismo. En todos los hospitales y en toda reunión de enfermos hay mefitismo, porque de ellos se des- prenden principios anormales que impregnan la atmósfera, fuera del acido carbónico, producto de la combustión pulmonar. Casi siempre diremos, por no dar un carácter tan absoluto á nuestra afirmación, los enfermos dan como producto de sus males agentes microscópi- cos, que son á su vez, agentes patológicos, puesto que se producen incesantemente y que tienen, como los virus, propiedades reproduc- toras, Esta viciación atmosférica, es proporcional, ó está en razón directa del número de enfermos reunidos en un local. Este hecho resalta á primera vista y enunciado no necesita demostración. 802 LECCIONES De aquí surje el precepto, de preferir los hospitales pequeños á los grandes. Y decimos precepto, porque toda verdad ó demostra- ción higiénica, tiene lor atributos de una ley; es decir, su no cum- plimiento, trae consigo la pena, el castigo. En higiene, como vds. saben, esas penas ó castigos, recaen sobre justos y pecadores, sobre las reuniones ó colectividades, bajo la forma de esos males que hemos señalado y á los que se dar el nombre de hospitalismos cuando tienen por campo de acción un hospital y de epidemia cuando estiende su radio de acción á toda una población. No quiero dejar este punto sin indicar una tendencia moderna, que habiendo tomado su origen en el adelantamiento de la ciencia viene traduciéndose en la práctica, por una tendencia ó propensión, que segunda cada vez mas los propósitos higiénicos. Me refiero á las especialidades en los ramos de la ciencia médica, que ha contri- buido tanto á su desenvolvimiento y que va determinando, fuera de las las clínicas especialistas, la erección de hospitales especiales. Ya las administraciones progresistas, no se contentan con salas especiales para cada clase de enfermedad y puestas bajo la dirección de un especialista, siné que han determinado que haya hospitales pequeños para cada enfermedad y miramos esto como un progreso, que traerá resultados muy benéficos para los asilados, curación mas rápida y dirección y administración mas idónea. Por si es preciso agregar algo mas sobre este tema, diremos, que en los hospitales pequeños, los enfermos ganan en todos conceptos: en pureza del aire; en cuidados y vigilancia; en atención por parte del médico y en mayor inteligencia en la aplicación de los medios profilácticos y curativos. Una esperiencia de 18 años, dice Levy, me ha demostrado la su perioridad de los pequeños hospitales sobre los grandes. El mismo recomendable autor, indica la cifra de 200, como el másimun de enfermos que debe tener un hospital, para conservarse en buenas condiciones higiénicas y en ningún caso debe permitirse que pase de 600. Apartándose de estas cifras, agrega, su sanea- miento es un problema diario y una amenaza constante para los mismos enfermos y para los sanos, es un verdadero peligro que debe apartarse, porque se convierten en focos de elaboración mefítica. Husson, como Sarazin, Becquerel como Motard, Jacquemet, Eonssagrives, Monlau, Levy y por último, las “sociedades de heneficm- cia publica y las comisiones de socorros para los heridos de los ejér- citos de mar y de tierra, están hoy decididos por los hospitales. DE HIGIENE 803 Pasemos á ocuparnos del plan, forma, configuración y distribución interior de los hospitales. La configuración de los hospitales influye de un modo muy nota- ble sobre sus condiciones higiénicas, tanto por ios beneficios que una buena orientación procura, cuanto porque de dicho plan depen- de en gran parte, la ventilación que ha de gozar. Cuando las salas, que es la unidad de estos edificios, como la ha- bitación lo es en las casas, facilita la comunicación de los mefi- tismos de una á otra, el gran problema de la aireación ó venti- lación, se complica y se hace casi imposible efectuarla por los medios naturales. En este caso de comunicación de unas salas con otras, se hace difícil el aislamiento de enfermos atacados de males tras- mitibles. _ P°r estas circunstancias, que se rechazó á principios de este siglo, la forma de estrella con rayos convergentes hacia una capi- lla central, que propuso el Dr. Petit, como mejor, bajo el punto de vista administrativo. Lu los hospitales construidos en épocas anteriores á la reforma, que aun dura, parece que los arquitectos é ingenieros, no se preo- cuparon en lo mas mínimo de esta circunstancia y solo procuraron lealizar sus fantasías artísticas, pero sin sujeción á ningún sitema: en otros términos, todos esos hospitales antiguos, de que la obra monumental del Dr. A. Husson trae numerosos planes, revela ig- norancia y ausencia de método, así es que es necesario llegar á los tiempos modernos, para encontrar realizados los principios de hi- giéne hospitalaria. Es en í rancia que ha tomado origen el movimiento hospitalario actual y data de 1786, ó mas bien desde principios de este siglo> como hemos indicado, pero los ingleses y americanos en particu- lar, en la guerra de secesión, han ido mas lejos que ninguna otra potencia y sus barracas-hospitales, de carácter temporario, son uni- versalmente aceptadas y tienden á reemplazar los hospitales fijos, Bon muy diversas las configuraciones que se han adoptado en Jos principales de estos establecimientos y vamos á recordar brevemente algunas. En los hospitales de Strasburgo y de Metz, la forma adoptada fu é la de un rectángulo, en que se sacrificó, la ventilación é indepen- dencia de las salas, para facilitar el servicio y la vigilancia. La Academia de ciencias, en Erancia, con motivo de un proyecto del arquitecto Poyet, condenó la forma cicular y la cuadrada, eu la 804 LECCIONES construcción de los hospitales y dio su voto por la forma para- lelográrcica, dirijida en el sentido de los vientos dominantes. En Inglaterra, varia considerablemente el plano de construcción, pero recordaremos como formas principales: el de S. Barthelemy, compuesto de cuatro pabellones que limitan un patio central, dejando un espacio libre en cada ángulo; el S. Jorge, se compone de una construcción central rectangular, con dos alas en sus estremos; el do Middlesex, consta de una construciou central con alas en sus estremos prolongadas uniformemente. Esto es aparte, naturalmente, de aquellos hospitales en que las construcciones se han ido haciendo á medida de las necesidades ó bien de las adquisiciones de terreno, que se han ido consiguiendo* Según los Señores Leyy y Motard los planos de los 19 hospitales de Paris, se pueden referir á dos tipos: 1 ° construcciones, que se encuentran en ángulo recto, dejando patios interiores abiertos de un lado y 2 o en forma de pabellones aislados pero que se comunican por medio de galerías. El sistema de pabellones separados, es el mas generalmente aceptado, en nuestros dias, parece que los higienistas están de acuer- do en preferir esta forma ó disposición en las construcciones, colo- cando los pabellones paralelamente, en el sentido de los vientos rei- nantes, y los anchos espacios que los separan, se adornan de fron- dosos y elevados árboles, cuyo movimiento foliáceo sirve para desa- gregar y disminuir los mefitismos que de ellos salen. Cuanto mayor es el espacio que media entre los pabellones, mas probabilidades hay de que sus condiciones higiénicas sean favorables para los asilados. Cada pabellón se encuentra dividido en su parte media por un corredor y vastas mesetas, entre las que hay escaleras para ir á los departamentos superiores; de aquí resulta, que cada pabellón consta de dos salas, y cada sala, como para 25 enfermos, tiene co- mo dependencias, aposentos como para el aislamiento de enfermos de males trasmisibles, y aposentos ó dormitorios para la servidum- bre, para las hermanas de caridad y para el médico. Los hospitales alemanes, según la opinión del General Hammond, citada por el E>r. Sarazin y de Miss, E. Nithtingale, que es una respetabilísima autoridad en esta materia, son vastas construcciones rectangulares, con salas adosadas y que se abren en un ancho corredor. Aunque solo contienen estas salas unas pocas camas, tie- nen el gran inconveniente que solo por un lado pueden recibir el DE HIGIENE 805 aire y la luz, y los mefitismos se comuuican fácilmente de una parte á otra. La opinión ó recomendación que hacen de ellos al- ganos autores, es que son ejemplos, que deben tenerse presentes para evitarlos, como lo comprueban sus estadísticas quirúrgicas. En cuanto á los hospitales americanos en la guerra de secesión, se componían de pabellones separados, con capacidad para 25 ó 30 camas, pero que podían recibir hasta 4,000 heridos ó enfermos. Gracias á la disposición de los planos ó configuración adoptada, los resultados han sido muy favorables. Los hospitales fijos, en un gran número de las capitales europeas, son con uno ó dos altos y esta condición, cualquiera que sea el área que tengan desocupada en su centro, no puede menos de per- judicar á la ventilación del establecimiento y de convertir en húmeda y sombría, una gran parte de él, cualquiera la orientación que tengan. Con este motivo, se han preguntado los higienistas, si los hospi- tales deben tener altos. Como en toda cuestión litigiosa, unos han defendido la afirmativa y otros la negativa. Pocas son las ventajas que les han encontrado los defensores de los altos y citan, en favor de ellos, que las epidemias como el cólera y la fiebre amarilla, los paludismos y los males infecciosos y contagiosos, son menos graves y no han revelado tendencia y facilidades para propagarse en los altos y la mortalidad, para los casos de medicina y de cirujía, es menor también en ellos. Hé aquí un cuadro que tomamos de Becquerel y que demuestra a mortalidad por altos, según la estadística de ocho hospitales de París, sobre la cual vamos á decir cuatro palabras en seguida: MORTALIDAD TOE ALTOS EN OCHO HOSPITALES DE PARIS Medicina. Cirujía Partos Piso bajo 13,60 7,61 3,87 Primer alto . . . 14,91 5,48 3,85 Segundo “ .... 14,14 5,23 3,81 Tercero “ 14,57 1,91 No es posible, de datos Ftan incompletos como los del presente cuadro, deducir nada práctico, porque las condiciones de admisibilidad de los enfermos, son distintas en cada piso; esto es independiente- mente de la salubridad de ellos; tenemos en efecto que por urgencia y gravedad de los enfermos, se les pone en los pisos inferiores y los mas leves ó cuyo estado hace creer en una duración mas larga, como sucede con los tísicos, seles pone en los pisos mas elevados. 806 LECCIONES Los inconvenientes é insalubridades roconocidas por todos, superan las ventajas que pudieran haber y entre esos inconvenientes, tenemos en primer lugar, la dificultad para la aireación y ventilación pues si bien es cierto que, no dándole altura á esos edificios, los inme- diatos, en esos grandes centros, no permitirian la llegada de un aire puro, esa misma altura trae sus perjuicios consecutivos, por los in- convenientes que ofrecen para la orientación higiénica, por la hume- dad y la sombra que proyectan, así como por lo denso que se vuelve el aire de los pisos bajos, que se recargan de partículas orgánicas. Por lo que respecta á la distribución interior para ía administra- ción, la disposición en forma de pabellones aislados no es favorable sin duda alguna, pero, debe tenerse en cuenta principalmente; que es la salud de los asilados la que debe procurarse en primer lugar y aunque la administración no quede con la unidad ó reconcentración que fuera de desear, no es grande el inconveniente que ocasiona, ni insuperable. Para entrar en mayores pormenores sobre el punto que nos ocupa» vamos á tratar sucesivamente del plan de las salas para los en fermos; de su reunión para formar los pabellones y de la de estos para formar el hospital. Las salas para enfermos deben presentar dimensiones mayores que los locales análogos destinados á personas sanas, porque las emana- ciones mórbidas que recargan el ambiente, exijen imperiosamente, ó un aire mas oxigenado ó mayor cantidad del puro, para efectuar las oxidaciones y que no vuelva á entrar en las inspiraciones un aire con elementos malsanos. Es en parte por esto que se necesita un cubaje mayor, que á primer vista parece exagerado. Esta cubicación atmosférica, la esperiencia ha demostrado que no se compensa ó consigue, dándoles á las salas una gran altura, porque la altura en esos casos, determina un enfriamiento ó condensación del aire, en virtud de la cual, se acumulan los principios nocivos en las partes declives ó inmediatas al suelo, Además, por las mismas razones que hemos indicado al hablar del hacinamiento y de las aglomeraciones, conviene evitar que los enfermos se encuentren muy inmediatos los unos de los otros. Cuanto menor es el número de enfermos reu- nidos en una sala, mas fácil es procurar la tranquilidad y reposo necesarios, vigilarlos, atenderlos y limitar las afecciones nosocomiales. En las salas de cirujía, en las de partos y cuando hay enferme- dades zymóticas, debe procurarse que el número de los enfermos de DE HIGIENE 807 una sala sea lo mas reducido posible, para evitar así la propagación de esos males y la viciación proporcional del aire. En definitiva, las salas pequeñas van obteniendo el triufo en todos los paises. Las salas espaciosas, altas, bien oreadas, agradan mas á la vista que las pequeñas, pero tienen el inconveniente, reconocido por todos dos mé- dicos de los hospitales, que el gran numero de enfermos que reciben las hacen mas peligrosas que las pequeñas, que tienen las mismas condiciones. Por mas pródigo que sea el cubaje del aire señalado á cada enfermo, se acumulan las emanaciones y los peligros de in- fección y se aumentan los de contagio, que están en razón directa de la cifra de enfermos de cada sala. En una sala en que hay un gran número de enfermos, las pro- babilidades de agitación nocturna y de agravación de los males, son mayores y esto por el efecto moral que produce la agonia y la muerte. Las esquinas de las salas deben ser redondeadas, para facilitar la aireación y el techo debe ser enyesado para presentar una superficie lisa para la circulación del aire. En cuanto al piso, se prefiere el embaldozado, al enlozado y al piso de madera, porque facilita el lavado y no se impregna de inmundicias, pero puede usarse el piso encerado que amortigua ol ruido de los pasos y son menos trios, pudiendo ser lavados sin que se impregne de materia orgánica lo mismo pasa con los de hormigón y los de cimiento. Las paredes deben ser secas ó muy permeables ó impermeables completamente. Las permeables pueden facilitar la renovación inte- rior del aire, como lo ha demostrado Pettenkofer, por un medio muy sencillo. Basta para demostrar esta permeabilidad de los o paredes, encerar una parte y dejar al natural un pequeño circuito en el interior de una pieza y mientras, se tiene inmediato á este circuito una vela encendida, por la parte esterior correspondiente, se sopla fuertemente y no estando húmedo el muro, si es peimeab e, e soplido esterior puede ser suficiente hasta para apagar la luz. Cuando se ha dado á una sala las aberturas convenientes para la ventilación, se prefiere mas bien que sean impermeables los muros y el estucado, las pinturas y una capa de silicato de potasa pue en muy bien darle esta propiedad. Lo mas general sin embargo, es que las paredes sean encaladas yde tiempo en tiempo se anquean y la acción desorganizadora déla cal, destruye los principios orb ni eos adherentes. Cuando está pintado, estucado ó vauuza o con e silicato de potasa el interior, basta para obtener un resultado mas 808 LECCIONES favorable lavarlos, empleando á la vez alguna sustancia desinfectante como un compuesto fénico. Las aberturas de las salas, puertas y ventanas, deben ser altas y anchas, para facilitar la ventilación y dirijirla á voluntad. Las capas inferiores, inmediatas al suelo, como mas densas y cargadas de ma- teria orgánica, son las que conviene renovar con mas frecuencia y de un modo mas completo. Las puertas y ventanas debieran tener el altura de las salas y situarse las unas en frente de las otras, dando las unas á la dirección de los vientos mas generales. Para asegurar la ventilación deben abrirse ventanas en los otros muros y aun claraboyas ó chimeneas ventilatorias. Se recomiendan respecto á las ventanas las llamadas á la españoleta, ó por secciones, que per- miten abrirse por partes y efectuar la ventilación, por partes también lo que es menos espuesto y menos molesto para los mismos en- fermos. En cuanto al moviliario de las salas, sobre lo que hemos de volver después, podemos decir por ahora, que debe ser lo mas sencillo po- sible y como tiende á disminuir la capacidad del espacio, debe limi- tarse á lo estrictamente necesario. El punto mas capital en las salas de los hospitales, es la relación del cubaje atmosférico con el número de enfermos. En efecto, el aire se vicia en las salas por las causas comunes (respiración, tras- piración pulmonar y cutánea, alumbrado, calefacción) y por causas especiales (evaporación de tisanas, baños, fomentos, cataplasmas, etc.); por mas celo y solicitud que haya en los cuidados, no es posible evitar estas alteraciones, que vienen á constituir focos de emanacio- nes putrescibles. El ancho de las salas, quieren algunos que sea de Bñu. 126 c. y que haya 60 m. c. por enfermo y por hora; pero muchos otros se conforman con una cantidad menor. El hospital Lariboisiére tiene en el piso bajo 58 m. c. 7; en el primer piso alto, 52 m. c. 6; en el piso siguiente, 52 m. c. 1. El Eoyal Eree Hospital de Londres, tiene por térmiuo medio 57 m, c.; el Kings college hospital, en las salas nuevas 70 m. c. El Hospital Saint Lonis de Paris 78 m. c. El hospital de Blackburn 66 m. c. 4, El Eree hospital de Boston 62 m. c. 9. El volumen de cada enfermo se entiende para esto, en 80 litros y el moviliario en 1 m. c. Para la ventilación fuera de las puertas y ventanas y demas aber- turas, hay que contar, en la mayor parte de los hospitales, con el aire DE HIGIENE 809 que viene de los sótanos sobre los cuales se construyen común mente estos edificios. Pero, Jas puertas y ventanas y demas aberturas no pueden ni deben estar siempre [dando ventilación porque la temperatura es- tenor puede ser muy baja ó muy elevada por el contrario, como sucede en el verano y en los países cálidos—y es por esto también, que es necesario pensar un poco en la ración atmosférica, que de noche, por estar todo cerrado y por el consumo del alumbrado, se viene á encontrar muy limitada. Nos hemos ocupado ya repetidas veces de la cubicación y ventila- ción, y con grande estension y para no repetirnos, voy á permitirme, trascribir lo que decia hace muy poco la Sociedad de Cirujía de París en su quinta, sesta y sétima conclusión, terminando la discu- sión que promovió la reconstrucción del Hotel Dieu: Y. No es solamante aumentando el espacio cúbico discernido á cada enfermo, sind aun y sobre todo, aumentando el espacio super- ficial, hoy insuficiente en nuestros hospitales civiles, que se luchará eficazmente contra las influencias contagiosas. Por motivos del mis- mo orden, está indicado no multiplicar los altos, pues cada uno de estos, genera una capa atmosférica mas ó menos viciada. Bajo el punto rigoroso de la higiene no se debería superponer jamás mas de dos órdenes de enfermos. YI. Seria una ilusión creer, que un cubaje lato de aire en el in- terior de las salas, reemplaza la falta de espacio y de aereacion este- riores, ó creer que una abundante ventilación supla á una y otra de las condiciones precedentes. Nada suple la insuficiencia ó falta de aireación natural. YII Las construcciones completamente aisladas, todas con la mis- ma orientación, espuestas sin obstáculo á los rayos del sol, á la acción de la lluvia y de los vientos, serán dispuestas sobre una sola linea, ó en líneas paralelas, con anchos intérvalos de 80 á 100 metros, de manera á obtener una separación eficaz y una libre y fácil aereacion esterior. Yoy á leerles también lo que dice el Hr. Sarazin sobre la venti- lación para pasar á otro punto. En la pág. 729 del Diccionario de Medicina y Cirujía práctico tomo XYII, dice dicho autor: No se puede insistir demasiado sobre la importancia de la ventilación natural, bajo el punto de vista de la salubridad de las salas de hospital. Confiados en los medios de ventilación artificial, deslumbrados por las cifras GO, 80 y 100 m, c. 810 LECCIONES por hora y por cama, que con ella se puede obtener, algunos cirujanos y médicos, han neglijido la ventilación natural y se puede decir que los hospitales menos ventilados, son aquellos, en que la administra- ción ha gastado para la ventilación, sumas mas considerables. Refiriéndose en seguida á los peligros supuestos al exeso de aire, fuera de los resfríos y dolores reumáticos, los considera infundados y cree que las ventanas de marcos movibles son las mas conve- nientes. Volvamos sobre el menaje de las salas. Ta hemos dicho que el mueblaje debe reducirse á lo mas estric- tamente necesario, para que no disminuyan el espacio que debe ocu- par el aire. En las salas, no deben permitirse hileras supernumerarias de camas por idéntica razón á la que oponemos para que haya cosas ó mue- bles de mas en ellas. En cuanto á las camas, no deben estar pegadas á las paredes para facilitar la circulación del aire por todas partes. Las camas de fierro deben preferirse porque ocupan menos espacio; no se im- pregnan de materia orgánica, ni son tan atacadas de insectos como las de madera. El largo mas general es el de 2 metros de largo, por un metro de ancho. En cuanto á los colchones, deben preferirse los elásticos para enfermos poco graves é que pueden moverse con facilidad en sus camas; para los demás se pueden usar colchones de sustancias vegetales ó animales, siendo preferibles los de lana, porque en ellos se fijan menos las emanaciones, que en los vegetales, pues la misma sequedad ó aridez de estas materias, es una causa de atrac- ción y de la formación de un lento proceso de descomposición. En cuanto á la ropa blanca y cobijas, lo único que creemos deber decir, es que deben mudarse con frecuencia y las que se quitan, de ben ser lavadas con sustancias desinfectantes. Cada cama debe estar provista de una muda de ropa interior para el enfermo que venga á ocuparla. Junto á cada cama y como parte integrante de ella, es conveniente haya una mesa de noche é necesario, conteniendo los útiles indispon - sables y que sirva para colocar las medicinas de que puede hacer uso el enfermo mismo. Conviene reservar en cada sala un número de camas de repuesto ó sin ocupar, para poder cambiar las de los enfermos que lo requie- ran y es conveniente también, que baya en los hospitales una sala ó pabellón desocupado para trasladar los enfermos de otro pabellón DE HIGIENE 811 cuando yaya á efectuarse el blanqueo, ó cuando se note un mal hos- pitalario en cualquiera de ellas. El blanqueo debe efectuarse por lo menos cada seis meses y el lavado de pisos dos veces por semana cuando menos. Para los enfermos de males trasmisibles, deben existir salas espe- ciales y no deben permitirse cortinas en las camas de los enfermos. Escusado nos parece decir, que un hospital debe estar provisto de una buena botica, un arsenal completo de cirujía, cocinas, baños, guardaropas y una administración conveniente, que no creemos ne- cesario detallar. Una de las cosas que mas llama la atención de los higienistas y que es de gran trascendencia para la salubridad del establecimiento y de las salas, es el asunto letrinas, ó en términos mas generales, el destino que debe darse á las aguas de lavado y materias deyectibles, pero habiéndonos ocupado tanto de ellos en la Higiene Privada y en lo qne vá de la Pública, no haremos sino indicar brevemente aquí el destino que debe dárseles. En caso de estar dotada la localidad de canalización subterránea, a cualquier costo deben ponerse estos edificios en comunicación con ellas, porque cualquiera que sea el costo de esas obras, siempre habrán de resultar económicas apenas se habilite el hospital. Como saben muy bien, por cuanto hemos dicho sobre el particular, es el problema mas difícil, el indicar el destino de las aguas servi- das y deyecciones. La mayor parte de los autores aconsejan que si hay inmediato un curso de agua rápido, se hagan ir á parar á él, las aguas servidas, prévia desinfección y si es posible, con filtración pré- vía también. Pero si no hay este recurso, deben llevarse á lo lejos, para ser empleadas en usos apropiados, ó desparramarlas simplemente, pero á la mayor distancia posible de la población para ser .evaporada y ab- sorvida. En cuanto á las materias fecales, deben emplearse fosas fijas im- permeables, con ó sin sistema divisor y hacer Ja evacuación ó agota- miento en oportunidad, conduciendo a largas distancias las materias estraidas para los usos convenientes. En cuanto al régimen alimenticio que debe emplearse en los hos- pitales, creemos que puede compendiarse asi; dar, en medida conve- niente, á cada enfermo y convaleciente, los alimentos que su estado requiera y restaurar las pérdidas diarias de cada uno por alimentos azoados y plásticos. 812 LECCIONES El régimen alimenticio, varia en cada hospital, en cada localidad, en cada pais y debe variar necesariamente en cada clima y en cada continente, puesto que las producciones, los usos y costumbres son diferentes. Por lo tanto, nos escusarnos de entrar en mayores por- menores y como conclusión, diremos con la mayoría de los higienistas, que en cada localidad, deben emplearse aquellas sustancias á que están habituados los habitantes y en las cantidades que su poder repara- dor y estado de la enfermedad lo requieran. Pasemos, para terminar brevemente con los hospitales y las con- diciones que deben tener, etc,, á ocuparnos del alumbaado. El alumbrado de las salas es al parecer una cuestión secundaria, pero no lo es en el fondo, pues cada una de las sustancias emplea- das con dicho fin, consume una distinta cantidad de oxígeno y como esto tiene lugar de noche, cuando los medios de ventilación se encuen- tran cerrados y el oxígeno y el ácido carbónico productos del alum- brado y de la respiración, son los problemas que dominan la higiene hospitalaria, es necesario economizar al primero y medir el segando para reparar, ó precaver los danos que puedan originarse. Como hemos visto, el gas del alumbrado es el que consume mayor cantidad de oxígeno y dá lugar á mayor cantidad también de ácido carbónico, pero recordarán que este medio de alumbrado, puede apro- vecharse para determinar una cierta corriente ventilatoria, que por lo mismo que es empleada de noche, es decir, cuando las aberturas de puertas y ventanas se encuentran cerradas, presta un gran auxilio y muy conveniente. Cortamos, mas que terminamos, aquí, cuanto nos es dado decir com- pendiadamente sobre las condiciones generales que deben llenar los hos- pitales. Un asunto tan vasto, y que ha ocupado tanto á los higienistas en los últimos tiempos, se presta á numerosos detalles y comentarios sobre cada punto, pero los límites de este curso no nos permiten continuar ocupándonos de estas generalidades. Nuestro deber seria estudiar las disposiciones á que debe sujetarse cada hospital especial, pero esto mismo nos llevaria demasiado lejos y reconociendo que la tendencia moderna es que los hospitales sean especiales, nos vemos sin embargo, en la necesidad de no ocupar- nos sino de los principales. En consecuencia y para llenar el poco de tiempo que nos queda por hoy, digamos cuatro palabras sobre los hospitales de niños. DE HIGIENE 813 HOSPITALES DE NIÑOS Damos preferencia á los hospitales de niños por un interés de cir- cunstancias que entre nosotros tienen. En efecto, las sociedades de candad , y de beneficencia pública, de acuerdo con las ideas mo- dernas de especializacion de los hospitales y reconociendo la nece- sidad de un establecimiento de esta clase entre nosotros, han em- prendido la ardua tarea de fundar uno, que responda á las necesi- dades que en la asistencia civil se sienten y en el que puedan formarse especialistas, llenando asi un vacio que se siente en nues- tra educación médica, en que ni se dan lecciones, ni menos clínica sobre la patología de la infancia, que es tan especial y tan intere- sante á la vez. Hasta hace muy poco tiempo, no existían hospitales de niños y aun en muchas ciudades importantes del viejo mundo, no hay al respecto, sino una á dos salas consagradas á ellos en los hospitales generales, ó en los destinados á las mugeres. En las poblaciones de 100,000 almas, que tienen varios hospitales, no consideran los higienistas y las sociedades filantrópicas que hay verdadera necesidad de hospitales especiales [para la niñez; según los cómputos hechos, basta, en tales'casos, destinar en los hospitales ge- nerales pina sala de 20 camas á lo mas para los niños, pues tal es la proporción en que se encuentran los niños con relación á las perso- nas de mayor edad que concurren á los hospitales. En las poblacio- nes de mas de 100,000 almas, la necesidad de un hospital de niños se hace sentir ya, de un modo proporcional al exeso de los habitan- tes que pasan de esa cifra. En los países fabriles y cuando hay crisis monetarias ó por cual- quier otro motivo, hay pobreza y miseria en el proletarismo, los hospita- les de niños y todas las demas instituciones ‘protectoras de la infan- cia, se vuelven indispensables, como lo comprueban los sucesos y las estadísticas de la mayor,1 parte de las naciones, que están sujetas pe- riódicamente á estos infortunios ó calamidades. El objeto práctico é inmediato de esta institución, es evitar que las familias menesterosas, que viven del diario trabajo honrado, abandonen sus quehaceres, labo- res ó talleres por el menor enfermo, porque esa distracción é pérdida de tiempo y de labor, les trae la del salario y así se acrecienta la miseria, viéneles la falta de medios de subsistencia y toman mayor in- tensidad estos males sociales, que podían ser remediados con un pequeño sacricificio en su principio. Sacrificio que es doble á la verdad, pues 814 LECCIONES entraña una erogación considerable por parte de la beneficencia y uno mas considerable aun, por parte de los padres, puesto que necesitan violentar y ahogar sus sentimientos afectivos, de que triunfa el con- vencimiento de que así se evitan males mayores. En Jas grandes ciudades, repetimos, los hospitales para niños son de suma necesidad. No basta en ellos que se dedique una ó dos salas en cada hospital, pues serian insuficientes, sino que se hace im- prescindible un establecimiento y un servicio especiales pues los niños lo requieren por sus mismas condiciones á la ve?; que demandan, cuidados ó tratamientos facultativos que por los progresos hechos por la nosografía y patología de la infancia, demandan estudios espe- ciales. En la actualidad, los especialistas para las enfermedades de la pri- mera y segunda infancia, llegan á pedir y con sobrada razón, salas especiales, en esos mismos establecimientos, para determinadas enfer- medades, por lo susceptibles que son los organismos tiernos, para contraer males trasmisibles. Estos establecimientos, deben emplazarse en vastos espacios; en medio de patios y jardines que separen una sala de otras. Deben haber divisiones para las enfermedades quirúrgicas y las trasmisibles y solo deben ocupar las salas un pequeño número de enfermos. El servicio interior, económico ó administrativo, debe ser numeroso y se necesitan para este servicio aptitudes y caracteres mas especiales que en los otroshospitales. No entramos en mayores detalles porque los que hemos apuntado para los hospitales en general, mutatis mutan- dis convienentambien á los que nos ocupan. El número de enfermitos por sala, no debiera pasar de diez ó doce y con mucho aire puro, luz y sol, que es el condimento mas indispensable para esa edad. Esto es lo mas escencial que nos es dado decir sobre estos esta- blecimientos en general. Permítaseme un apéndice sobre los Hospitales 6 casas de ee- eugio pasa los ancianos, con el objeto de salvar un olvido y de evitarnos el tener que volver sobre el particular en otra reunión. Los hospitales, hospicios y casas de refugio, destinados á los an- cianos, han sido objeto en estos últimos tiempos de ataquss muy vivos y de reformas económicas de inmensa trascendencia. Según cálculos hechos, con bastante exactitud ó imparcialidad, se ha demostrado que los socorros dados á domicilio, equivalen á las sumas que gasta la administración de los hospitales en cada uno. DE HIGIENE 815 En consecuencia de esto, han pedido algunos la desaparición de los hospicios, para evitar los focos y hacinamientos insalubres, que su reunión ocasiona en los centros urbanos. Pero en tal pedido y en tales cálculos, ba habido olvido de las circunstancias de aseo y salubridad tan diferentes, que hay entre las casas particula- res y los establecimientos especiales, que no son equiparables hi- giénicamente. En los domicilios particulares, las condiciones que rodean á los valetudinarios, no pueden ser mas pésimas por lo ge- neral y en tales condiciones, aun cuando los socorros fueran mayores no les aprovecharían á ellos, sino á las familias en cuyo seno se ha- llan. Podemos agregar, que en esos cálculos, que se dicen hechos con tanta exactitud, no se ha tomado en cuenta, las condiciones hi- giénicas en que se hallan esos veteranos ó inválidos de la existen- cia, ni se ha tenido presente ei derecho que tienen á ser cuidados y tratados de una manera conveniente, como no lo pueden ser en las casas particulares. Además de todo esto, para subvenir á las necesidades de los an- cianos, las administraciones tienen, para ser equitativas, que tomar datos muy minuciosos sobre los medios de existencia de la familia en que se hallan y tiene que hacer una distribución de los recur- sos, proporcional á las necesidades de cada uno, según el menage, según la familia que los tiene y rodea y según los cuidados que el anciano requiere. Se ha visto así en Prancia que los gastos por individuo y por año varían de 300 á 500 y hasta 1,000 francos y de este modo se acaban pronto los fondos y recursos, en tanto que en los hospicios, los recursos y los útiles van sirviendo sucesiva- mente. De todos modos los ancianos sucios é incurables no pueden per- manecer en casas pobres por los cuidados y atenciones }ue exijen y así, se hace necesario ó reservarles en los hospitales una é dos salas como se ha estado haciendo entre nosotros ó bien destinarles hospi- tales especiales, lo que sin duda alguna es mas conveniente é higié- nico á la vez. De cualquier manera que resuelvan los autores ó las asociaciones, de beneficencia este punto y conforme á los recursos de que dis- pongan—se hace necesario introducir una pronta reforma en la orga- nización de lo que existe. Las admisiones set acuerdan por lo general por empeños, ó reco- mendaciones y sobre quienes menos recaen, es sobre los verdadera- mente necesitados, achacosos ó enfermos. 816 LECCIONES La base para la admisión se ha propuesto sea lo siguiente; 1 ° que el anciano debe estar atacado de una enfermedad incurable, ó de un achaque grave y seriamente comprobado por un jury-médico; 2 ° que debe estar en la indigencia; y 3 ° que cuando sea pedida la admisión, por causado la edad, sea á los 80 anos. Los hospitales, hospicios o' refugios de los ancianos, deben ser cos- teados por los departamentos y no por el estado, ó bien formarse por legados piadosos. En cuanto á sus condiciones higiénicas, deben ser las mismas que para los otros hospitales, pero es mas fácil y conveniente situar estos en los suburbios ó extramuros. En la próxima reunión nos hemos de ocupar especialmente de los manicomios y maternidades. J)e los manicomios y de las maternidades Señores: Los manicomios y las' maternidades son los establecimientos desti- nados á personas enfermas, focos de mefitismo miasmático perma- nente, que deben ocuparnos hoy. Como nos hemos estendido tanto al tratar de las habitaciones par- ticulares, de los edificios públicos y de la hospitalidad y no es de estrafiar que dejemos algunos vacíos en los pormenores de estos, como de los demás establecimientos públicos, de que nos hemos venido ocupando, pero esos vacíos y deficiencia en los detalles, los llenarán Yds. con facilidad por esos precedentes. Empecemos por los manicomios que vamos á recorrer brevemente. Los manicomios, casas de orates, ó de locos, son establecimientos destinados á la asistencia y asilo de las personas afectadas de de- DE HIGIENE 817 sórdenes de la inteligencia. Datan estos establecimientos de princi pios de este siglo. Bajo los esfuerzos de Pinel y de Esquirol, en la época memorable- de la revolución francesa, á fines del pasado siglo, comenzó la orga- nización y reforma del tratamiento que se daba á los enageuados en los hospicios ó asilos de dementes. En esta tarea tan fecunda por sus resultados, debemos citar como continuadores de esa obra, á Calmeil, Briére de Boismont, Baillarger, Eodéré, Eerrus, Parchappe, Ealret, Renaudin, Delasiauve y otros, que siguiendo con perseverante celo el impulso dado por Pinel y Esquirol, han conseguido transformar de un modo completo la conducta que se observaba con los enagenados en todos los países y haciéndoles recobrar el carácter de enfermos, los han arrancado de los calabozos y prisiones en que antes jemiany como complemento de su obra, han conseguido también, que todos los pue- blos cultos levanten asilos para ellos y como si la humanidad se des- pertara de un letargo, en todas partes se han esmerado en desagraviar la moral, y la dignidad humana, ultrajadas por tanto tiempo y les han erijido asilos ú hospicios, que llenan las sanas prescripciones de la higiene. Estas mejoras y reformas hacen honor á nuestro siglo. Antes, yacían los enagenados confundidos con los criminales— mas, eran ñamados como posesos—por mucho tiempo fueron pasto do la hoguera y su curación estaba encomendada á los inquisidores y á su hisopo, con que después de cada exhorcismo y de! vade retro satanas, los rociaban etc. Relegados al fondo de los calabozos, ó en las celdas de antiguos y sombríos monasterios, estaban, en cuanto á curación, en el mas comple- to abandono, hasta que bajo Ja iniciativa de los renombrados médicos que hemos citado y la de los continuadores de su obra, los enagenados encuentran hoy, en todas partes, los cuidados que reclaman. Los establecimientos destinados á los inconcientes, se dividen en públicos y privados, pero tanto unos como otros, se hallan rejidos por leyes y reglamentos análogos. Las condiciones particulares que re- quiere la asistencia de los afectados de desordenes do la inteligencia, el aislamiento en que deben vivir, para poder recuperar su perdida razón, son circunstancias que exijon cuidados higiénicos, socorros medicinales, tutela administrativa y condiciones especiales de local) situación etc. de que vamos á tratar de compendiar las indicaciones mas generales. 818 LECCIONES En la mayor parte de los países, disponen las leyes que los demen- tes ó insanos, sean recibidos y cuidados en los establecimientos espe- ciales, que se encuentran bajo la vigilancia inmediata de la adminis- tración pública, por cuanto son, en general, por su misma insanidad, individuos peligrosos ó dañinos á los que es menester vigilar, para que no cometan contravenciones, delitos ó crímenes. De aquí proviene que una de las primeras cosas que el estudio de esta cuestión nos presenta, sea el modo de traslación. Generalmente no se echa de ver que un sujeto ha perdido la razón, sino cuando ha cometido un acto punible contra la moral ó las leyes. Si antes la familia ó allegados habían notado alguna anormalidad en su conducta, la habían callado ó disimulado y solo ante el atentado, de que la autoridad ha tomado conocimiento, han venido á reconocer su insanidad—pero la autoridad en tal caso, tiene una acción directa sobre él, hasta que haya sido reconocido en su estado mental y aun entonces, tiene que exijir la seguridad necesaria para que no se evada y pueda comprometer la tranquilidad pública. Además de esto, la traslación de los insanos, sea cualquiera la clase social á que pertenezcan, presenta siempre dificultades muy serias, que se complican con das distancias á que se encuentran de los estableci- mientos. En tales casos, en algunos países, exije la ley que sean trasladados á los cuerpos de guardia ó parajes seguros, pero separados de los con cadena, de los prevenidos, yde los carcelarios. .No podemos menos de recomendar el modo de conducción que entre nosotros se usa y que consiste en colocarlos, después de registrados para convencerse que no tienen ningún arma con que hacerse daño, en carruajes dis- puestos convenientemente en su interior y vigilados en el tránsito por un celador, que puede ir observando sus movimientos. Pasemos ahora á ocuparnos del edificio en sí. Hay condiciones que son de rigorosa observancia, como hemos dicho, en estos establecimientos; condiciones que la ley impone y que las ordenanzas ó reglamentos detallan; así, en otros países, porque en el nuestro no hay nada previsto aun al respecto, toda persona que desea poner un establecimiento de esta clase debe justificar: l.° que el establecimiento no ofrece ninguna causa de insalubridad en su interior, ni esterior y que el local está situado de manera que, los alojados en él, no pueden ser incomodados por la vecindad; 2 ° que tiene una provisión de agua’buena, suficiente para todo tiempo y el aseo y lim- pieza necesarios; 3 ° que por la distribución dada al local, hay sepa- ración completa de los sexos y de edades, así como entre los comva- DE HIGIENE 819 lecientes y los enfermos tranquilos y agitados; 4 ° que los epilépticos se encuentran separados también; o ° que hay en el establecimiento locales separados para las enfermedades accidentales y para los que tienen hábitos asquerosos; 6 ° y que en la construcción se han tomado todas las precauciones para la seguridad y vigilancia. Estas vienen á ser las principales condiciones que deben tenerse presentes ála vez en la erección de estos hospicios hospitalarios. No siéndonos posible entrar en grandes detalles sobre la construcción y distribución, nos limitaremos á algunas observaciones generales al respecto. Diremos ante todo, que hay dos métodos ó tratamientos para los enagenados, que rivalizan y que se designan en inglés con los nombres de contraint and non contmínt ó restrciint and non restraint como otros le llaman, esto es, de sujeción y de no sujeción por medios vio- lentos Ahora bien, os sumamente difícil con estos métodos, conciliar las ne- cesidades déla vijilancia y las leyes de Ja hijiene con los locos atados. Es de necesidad para todos y en particular para los que tienen hábitos asquerosos, la renovación del aire, pero la seguridad exije, que las ven- tanas no se abran ásu voluntad y que sean segaras y para esto gene- ralmente hay necesidad de situarlas fuera de su alcance, para evitar toda clase de accidentes y desgracias, de que son instrumentos y victi- mas á la vez. A pesar délas teorías, lo mas general es que en estos establecimientos se usen aparatos contentivos, como camisolas, sillones inamovibles, etc., pero lo que mas recomiendan los alienistas para esos mismos fu- riosos, son los baños y las duchas. De todas maneras, para todo esto se requieren instalaciones especiales y no debe echarse en olvido que para el meyor número se necesitan: salas de distracción, de juego, de trabajo, grandes patios, jardines, paseos y que todo esto debe estar además realzado por el aseo y limpieza, cualquiera que sea la forma que se dé al conjunto del establecimiento. En cuanto al régimen de los insanos, que es un punto de suma im- portancia, debemos decir que debe ser simple y medido, esto es, que debe eliminarse toda sustancia de dijestiou difícil ó que sea excitante. El traje ó vestido, es conveniente bajo muchos respectos que sea uni- forme, pero decente, holgado yen relación con la temperatura. Por lo demás, deben tenerse presentes las prescripciones generales. En la actualidad, los alienistas insisten principalmente sobre el tra- bajo y los ejercicios; de aquí provienen las condiciones que se exije 820 LECCIONES tengan estos establecimientos, su distribución y sus dimensiones com- patibles con la seguridad y vijilancia. Y en verdad que estos son eficaces medios curativos para los insanos, pero no entran en estos trabajos los intelectuales y aun los materiales, es conveniente sean gra- duados por elme'dico del establecimiento. Como no tratamos de pene- trar en los detalles administrativos, ni debemos enumerar los resortes de que se puede echar mano, para hacerles recobrar la razón, nos de- tendremos en este punto. Diremos en conclusión, que la distribución interior debe llenar las indicaciones que hemos señalado y que corres- ponde á la ingeniería arquitectónica, teniendo en cuenta las indicacio- nes hechas por la higiene, realizarlas en el terreno de que se dis- ponga. Tenemos que señalar también á este re specto, la formación de colo- nias agrícolas, aisladas, como las [de Bélgica, cuyo objeto principal, es tener á los enagenados incesantemente ocupados de la agricultura, como medio curativo y aunque el remedio es muy preconizado por los alie- nistas, diremos, que á nuestro juicio, no deja detener inconvenientes y que, como dependencia solamente de los manicomios deben ser aceptadas. Creemos sería de suma conveniencia que nos ocupáramos de las le- yes que salvaguardan los derechos de cada uno y de Jas disposiciones que deberían seguirse en la admisión de los presuntos ó reputados locos, en los establecimientos especiales y que tanto se echa de menos en nues- tro pais. Tenemos entendido que hoy, basta que dos módicos acrediten que una persona está en estado insano, para que sea recibida en el esta- blecimiento; esceptúase cuando un médico de policía lo certifica, ó que los Jueces de Paz y Comisarios los remiten. Consideramos todo esto muy informal. Creemos que los d’recuores ó jefes de estos establecimientos, no debe- rían recibir ninguna persona afectada de enagenacion mental, sin un pedido de admisión que contenga, nombre, profesión, edad y domicilio, tanto de la persona que solicite la admisión, como de la persona en cuyo favor se pide, indicando el grado de parentesco ó de relaciones que tiene. Esta demanda deberá ser escrita y firmada y los Jueces de Paz ó Comisarios de Policía deberán acreditar que conocen al demandante. Cuando es un deudo ó tutor, deberá acompañar los comprobantes. Lo mejor de todo seria, que la admisión fuera firmada por juez competente ó á quo, puesto que se trata nada menos que de reclusión, de tutela y de pérdida de derechos civiles. Elgefe ó director deberá dar cuenta de la entrada de un enagenado DE HIGIENE 821 al juez correspondiente, para que este nombre en el acto quienes lo reconozcan, sino establece la ley que sea suficiente la información del gefeó director, que no debe serlo á nuestro juicio. El juez, en vista •de los informes que se le pasen, deberá proveer en el acto, nombrán- doles tutoió curador. Existe la informalidad, también entre nosotros, que el director del establecimiento pone en libertad al detenido, sin comunicarlo al Juez, cuando lo considera sano j como ha precedido generalmente dictámen de reclusión yde incapacidad, no recobra este ningún derecho y mu- chas veces, pasan años sin acto legal de rehabilitación y otros manejan sus bienes, ó bien emprenden negocios los antes locos y si su resultado definitivo no les parece bueno, como hemos tenido ocasión de observarlo, hacen presentar un escrito por su curador anulando los contratos. Ninguna atención se presta entre nosotros á estos casos por falta de procedimientos, de hábitos y de reglamentos y leyes. Entrar en mayores detalles y pormenores, sería invadir en parte el terreno de la medicina legal y de la legislación. Creemos deber terminar aquí estas consideraciones sobre los mani- comios, que á tener tiempo suficiente, podrian estenderse á varias leccio- nes, por que es una materia sobre la que tenemos hechos muy sérios estudios desde hace largo tiempo. Lo avanzado del ano y el temor sobre todo de estendernos en demasía, nos priva continuar tratando este punto, pero creemos, que cuanto hemos anotado ¿sobre las condiciones generales, construcción, ventilación etc., harán que Vds. puedan llenar los varios que quedan. Pasemos pues á ocuparnos de las maternidades. DN LAS MATERNIDADES Hacen como veinte años que M. Tarnier, llamó Inatención de los mó- dicos y de las autoridades sobre la mortalidad que tenia lugar en las mujeres de parto yno por causa del parto mismo, sino de la fiebre puer- peral, que las arrebaba en gran número en las maternidades. Estas revelaciones de la estadística, produjeron una honda sensación y co- menzaron los estudios higiénicos sobre dicha afección, también conocida ya, pero cuya terapéutica era impotente y siendo una afección grave, se hacia necesario estudiar su profilaxia. • Estos estudios emprendidos con celo, no tardaron en indicar la causa patogénica, era una afección hospitalaria, un mefitismo miasma- tico de los establecimientos ad-hoc, pero que trascendía á veces hasta la práctica civil. 822 LECCIONES Las estadísticas que en el acto se levantaron para conocer la intensi- dad de este hospitalismo, evidenciaron que la mortalidad en las materni- dades, escedia en mucho á la que tenia lugar en los domicilios particu- lares. En la práctica civil, la estadística daba, una defunción en 322 partos yen las maternidades 1 por 19;—otros hallaron proporciones menores ála verdad, 1 defunción por 212 a domicilio en la práctica civil y 1 por 27 en la hospitalaria. De todas maneras, las cifras eran enormes y acusaban la presencia de un mal, que ¡requería un pronto remedio. Como hemos señalado, en la investigación de las causas productrices, se halló que la causante, era la fiebre puerperal y la causa mas po- bable del desarrollo de esta, consideraron que era la viciación del aire, la mala atmósfera de las maternidades, el mefitismo especial de estas enfermas y las transformaciones de los principios morbosos que se operaban en los organismos. Como la intensidad del mal, una vez puesto de manifiesto, requería que el remedio fuera aplicado inmediatamente, la primera medida que se temó, fue diseminar las enfermas, con lo que desminuyó la mortalidad y comprobó que la causa, no era otra que la referida. A esta medida se siguieron, la de construir pequeñas maternidades; colo- car las parturientas en casas de las parteras y hacer que el mayor número permaneciera en sus casas, proveyéndolas de lo mas esencial, es dedir, la asistencia á domicilio. Tal es el estado actual de la cuestión; se teme con sobrado fundamen- to, la reproducción de las epidemias mal apagadas de fiebre puerperal en los hospicios y se desmiuuye la admisión de enfermas, echando mano al efecto, de todas los recursos que en la práctica se pre- sentan. A pesar de cuanto se ha dicho en pró de las asiladas, la fiebre puerpe- ral se muestra con frecuencia en el mayor número de las maternida- des de las grandes ciudades y siempre refractaria á los agentes terapéuticos y medicaciones mejor dirijidas. Cada epidemia tiene un carácter distinto y unas veces cede á un medio y otras veces á otro, sin que esto esté relacionado con las condiciones bajo los cuales se presenta. La fiebre puerperal, por mas caprichosa que sea en su marcha y en sus manifestaciones, ó síntomas y signos, parece ser eminentemente contagiosa y la mayoría de los autores parecen participar de estas creencias, al pedir que se cumplan rigurosamente las prescripciones administrativas é higiénicas de los establecimientos hospitalarios. DE HIGIENE 823 Fuera déla fiebre puerperal, hay otra enfermedad que es eselusiva casi de las maternidades yes la gangrena pútrida de las partes genita- les, que coincide, casi siempre también, con el hacinamiento, siendo de notar que su aparición, no es consecutiva, ni á violencias, ó maniobras quirúrgicas, ni á partos laboriosos, como pudiera creerse. Como los autores olvidan por lo general mal rarísimo, hemos creído deberlo consignar aquí. En algunos países, las casas de maternidades, siempre cerradas, pero que se abren á cualquer, hora que se llama, de dia ó de la noche, existe como reglamentación, el que nada se pregunte á la enferma, pero esta debe llevar un pliego cerrado, en que conste su nombre, ape- llido, edad y demás circunstancias filiatorias y exhibirlo a la entrada, sea que entre enmascarada, ó con velo yse respeta su secreto. En cuanto al pliego, se nota en él, el cuarto que va á ocupar y la fecha de su entrada, dejando copia de la anotación, pero, se devuelve cerrado a la conductora y si sale curada ó libre se lo lleva, pero en caso con- trario la administración tiene en él los datos que pueden necesitarse. Consideramos esta una práctica sumamente conveniente en las grandes ciudades, que creemos debería ssguirse en todas las maternidades. Señoees: Podemos decir que hemos terminado con lo mas esencial respecto á los establecimientos públicos, que según la clasificación que seguimos» son asiento de un mefltismo miasmático permanente, destinados á pel- eonas enfermas. No creo sin embargo deber cerrar el punto, sin decir cuatro palabias sobre loque de mas sustancial so ha dicho en los dos últimos Eongiesos sobre hospitales, maternidades y hospicios. Espero de esta manera» que los vacíos que puedan haber quedado en la breve reseua que hemos hecho de estos establecimientos, será completado por este apéndice, en el que, volviendo á tratar de los mismos puntos que nos han ocupado, en reuniones anteriores, les servirá en gran parte como de resumen á la vez. 824 LECCIONES El primer informe presentado al Congreso de Bruselas en 3876, sobre las condiciones de salubridad á que®debian satisfacer estos edificios, fue elaborado por el Dr. Herpain. Entre los trabajos presentados á esta sección del Congreso, figuraba uno del Dr. Sander de Barmen, dividido en tres partes y versaba principalmente sobre la historia, la estadística, construcción y organización de los hospitales. 1 Respecto á la historia de los hospitales, probaba en su trabajo, que ni los individuos, ni la Iglesia, ni el estado, podían establecer y dirijir los hospitales y solo las administraciones municipales podían tomar las medidas que requieren, llenar sus necesidades y proveerlos de recursos” 2. La estadística de los hospitales se apoya sobre la cifra déla morta- lidad general, óla causada por enfermedades especiales. Como la intensidad y naturaleza de las enfermedades varían en los hospitales, la cifra d e la mortalidad no puede servir, ni para establecer una com- paración entre los diversos hospitales, ni para dar la medida de la salubridad de estos establecimientos. Es imposible igualmente, apreciar la mortalidad, según las defunciones que siguen á enfermedades deter_ minadas, ú á operaciones, porque los casos difieren entre sí y su súma total, no es bastante grande para que se puedan establecer términos medios. Todas las conclusiones que hasta el presente se han sacado de las estadísticas, para apreciar los efectos perjudiciales de los grandes hospitales, olas ventajas de uno ú otro sistema de construcción, son prematuros. Se las ha deducido, sim-tener en cuenta las reglas funda- mentales que presiden la estadística. 3. Los diferentes sistemas de hospitales, pueden referirse á dos tipos principales, todos los existentes: los hospitales con corredores y los hospitales de pabellones. Una forma intermedia consiste, en establecer pabellones que no terminan en un corredor común, pero que están reunidos del lado de sus paredes por pequeños corredores y escaleras; de este modo, ios locales afectados á los enfermos y á la administración están reunidos bajo un solo techo, pero cada local que contiene enfermos, conserva una cierta independencia, en particular i’especto á la ventilación. Los hospitales de corredores ofrecen por ventaja, el poder establecer habitaciones, ó salas de todas dimensiones y esto facilita el servicio administrativo. El sistema de pabellones por el contrario, da acceso libre al aire dé todas partes y ademas, divide el establecimiento en pequeños hospi- tales particulares, impidiendo la ostensión y contagio de uno á otro y el aire circula sin obstáculo ni perjuicio. Bajo la faz pecuniaria, este último sistema es preferible, permite DE HIGIENE 825 construir los cuerpos de edificio según las necesidades, en tanto que los de corredores, no pueden ensancharse y obligan á preveer las necesi- dades futuras. La comunicación de los pabellones entre sí, no es de desear se efectúe por corredores. Las barracas ó galpones de madera, no se recomiendan sino como hospitales provisorios, en tiempo de guerra. Un techo abovedado es costoso y no dá resultados satisfactorios. La combinación de ambos sistemas, que consistiría en una construc- ción especial de corredores, para las enfermedades comunes, con pabe- llones para el tratamiento de enfermedades determinadas, no llenaría su objeto Cada enfermedad contagiosa, debe ser aislada en un pabellón espe- cial. En las grandes aglomeraciones, en que la viruelas, el cólera yla fiebre tifoidea reinan, coa mas ó menos permanencia, lo mas prudente, es construir para su tratamiento, hospitales barracas; en las ciudades medias y pequeñas, se deben colocar en barracas á la proximidad del hospital, pero separados do este por muros. Pasemos tras esta breve idea á estractar lo que el Dr. Herpain dijo respecto á las maternidades. Hace tiempo que los higienistas se ocupan de la mejora de Jas maternidades. Se han estudiado las faltas y con complacencia se ha insistido sobre ios peligros á que se esponen las parturientas. Sin negar que el obituario sea considerable en las grandes maternidades, exije la equidad, que so pongan en paralelo sus ventajas con sus inconvenientes. De esta manera se buscará la manera de subsanar los últimos, desde que hay un interés humanitario en conservarlas, para ofrecer un techo hospitalario á las desheredadas de fortuna y constituir un centro para formar prácticos instruidos. Antes de abolir las maternidades, por un deber de reconocimiento, debemos pedir que se reflexione en la posición del joven médico, aislado, entregado á sí mismo y ante casos tan complicados, como los que so suelen presentar, si la clínica no le ha formado una mano hábil, cuando tiene que ejecutar las operaciones mas difíciles y sin dilación.,.. Con la supresión de las maternidades, se privará de los mejores recursos á las dificultades de la distocia y nos encontraremos en las condiciones de un ejército, que para aumentar su efectivo, sacrificara su estado mayor. Pero no es nuestro ánimo considerar solamente este punto bajo la faz de Ja conveniencia de la enseñanza, ante todo, debemos defender 826 LECCIONES los intereses de las parturientas. Bajo esta faz ¿es necesario suprimir las maternidades y reemplazarlas por la asistencia á domicilio? Tal es la cuestión que vamos á examinar. Por la supresión hay un gran número de personas competentes y esos nombres, con su prestigio, operan una seducción y nuestras es- cuelas de obstetricia desaparecerán, si una protesta justa y enérgica no trae uta reacción saludable y entre tanto, no permitamos que se las haga desaparecer, sin haber agotado para mejorarlas los recursos de la higiene. La mortalidad es 5 ó 10 veces mas elevada en las maternidades que en la práctica nosocomial, según Lefort y Hubert lo han probado, pero, las conclusiones á que han llegado no están fundadas, porque la comparación que les sirve de base, no es exacta. En efecto, se reúnen por una parte en las maternidades, las mujeres mas miserables, que no tienen ni cobacha, ni techo, aquellas que la desnudez y miseria han debilitado, que el trabajo, la insuficiencia del alimento, el pesar, el desenfreno y á veces hasta los malos tratamientos y prácticas vulgares, predisponen á recibir el germen de toda enfermedad y se les opone parturientas, en medio de los goces de la familia, rodeadas de afec- tuosas caricias y de un confortable relativo. ¿Qué estraño es que la muerte perdone á estas y ejercite en las primeras sus estragos? En las maternidades, mantenidas por la rutina en las mas deplorables condiciones, son recibidas, precisamente, las mujeres agotadas, consu- midas y deshechas moral y físicamente y estas son las que pagan á la muerte un enorme tributo. Colocar las maternidades en el centro de las ciudades, en los barrios mas populosos, en la proximidad de los establecimientos peligros óperju diciales, reurnirlas como parte integrante, ó accesoria á los hospitales ¿no es sumir á esas desgraciadas, que exhalan miasmas á su vez, en una atmósfera viciada? Hacer visitar y tocar á estas mismas mujeres por los estudiantes frecuentan los anfiteatros, que curan heridas, que andan en las salas en que hay enfermedades infecciosas; ponerlas en contacto con un personal de enfermeras y de discipulas, que circulan en los hospitales y asisten á las clínicas especiales ¿no es esponerlas á los peligros de un contagio inmediato? Eecibir estas enfermas en las maternidades en que hay epidemia, óen que recien termina :¿no es arrojarlas á focos infecciosos? Designar para operarlas á un solo médico y elejir al DE HIGIENE 827 especialista, que trata al mayor número de las infestadas ¿no es cometer la más flagrante é inútil imprudencia? JNTo hay pues que comparar la posición de las mujeres que salen de cuidado á domicilio, con las que lo hacen en las maternidades. Pero aun suponiendo que fueran comparables ¿seria esto una razón suficiente para abolir las maternidades; cuando es posible colocarlas en mejores condiciones? ¿porqué no se hace lo mismo con los heridos? porqué esto centuplicaría los focos en caso de epidemia. Se dirá, que en las maternidades de las poblaciones reducidas, la mortalidad jes casi la misma que á domicilio, que rara vez se sufren epidemias y fiebre puerperal: pero, indudablemente, en los grandes centros de población, se podrían crear establecimientos en que hubiera estricta observancia de ios preceptos higiénicos, como en el de la ciudad de Grand y en el. de Yiena, el mayor de la Europa, que antes sufría inmensas pérdidas y que gracias á la higiene, es hoy un establecimiento modelo. 8e ha propuesto distribuir las parturientas en las casas de las parte- ras, pero las parteras no consentirán en recibir indigentes, si tienen una clientela selecta, ó algo distinguida, pues eso baria desconcep- tuar y decaer sus casas. La beneficencia tendría que ocurrir á casas de segundo ó tercer orden, menos bien situadas por lo tanto, menos con- fortables y menos ventiladas y aseadas que las mismas maternidades, en las que además, bien pronto vendría el hacinamiento y su séqui- to fatal, sin que se pudiera recurrir al control y á los medios de que dispone una administración ilustrada y rica. Esto traería la fiebre puerperal y reclamos frecuentes, por contravension á las leyes higié- nicas y ante estos ejemplos, las demas casas se escusarian, para evi- tar su ruina y la desconsideración y la administración tendría que ocurrir de nuevo á las maternidades. Por ultimo el Dr. Herpain propone las siguientes conclusiones. í° Por cada 50 ó 100,000 habitantes, debe haber una maternidad y cuando aparezca la fiebre puerperal en una, las albergadas deben distribuirse en las otras y la contaminada sera desinfestada y se la dejará en cuarentena de reposo, todo lo que se pueda. 2o Las maternidades no deben ser una dependencia de ios hos- pitales. 3o Serán establecidas en vastos jardines, en j los suburbios si se puede. 4° En la construcción, es preferible el sistema de pabellones 828 LECCIONES separados y las salas no deben contener mas de 4 ó 5 camas, pero debe reservarse unapieza para cada una. 5° Debe reservarse un alojamiento aislado en cada pabellón para aquellas cuyo puerperio, se complicara con efermedad contagiosa y deberia haber un personal esclusivo para ellas. 6° Cada maternidad debe tener un personal especial y los estu- diantes no deben ser admitidos, sino con precauciones, entre las que señalariamios, el lavado de Has manos con una solución de ácido sa- licílico. 7° Después de la salida de cada librada, el aposento y la cama serán ventilados y desinfestados y si amenaza la fiebre puerperal, las paredes deben ser lavadas, y deshechos y lavados los colchones,sába- nas y cobijas. 8o Las operaciones solo deberán efectuarse en: el anfiteatro y jamas ala vista de las que están en cinta. 9o La entrada á las salas será prohibida. 10 La mayor limpieza y ancha ventilación, que impidan la estag- nación y acumulo de las miasmas, empleando todos los recursos higie'- nicos para ello. 11 Se admitirán gratuitamente á todas las que se presenten para salir de cuidado. 12 Se aconsejará á las que han librado, que no salgan antes del de'cimo dia y que pasen una cuarentena en un asilo de convalecientes, en los suburbios. 13 Las ropas antes de salir del establecimiento serán desinfestadas á una temperatura de 152 grados. 14 A fin de evitar los accidentes y enfermedades que resultan á las pobres, de la vuelta demasiado pronto á los trabajos fatigosos, la administración debe acordarles un socorro á las que salgan do alta sin convalecer. Me he demorado y he copiado casi en estenso el informe sobre estos establecimientos, porque es una cuestión que ha sido puesta á la orden del dia entre nosotros y deseo que sobre todos los puntos que tratamos, se encuentren Yds. con los últimos conocimientos y con algo adelantado sobre todas las cuestiones que se sucitan, en la higiene social. Pasemos ahora á ocuparnos de los hospitales. Los inconvenientes de los hospitales han sido señalados con fre- cuencia, pero no han sido comprendidos en el mismo veredicto que las maternidades. DE HIGIENE 829 Hace apenas cuatro años que Jos médicos y cirujanos de París, declaraban que el nuevo Hotel-Dieu, construido á gran costo, era un hotel detestable que era necesario demoler, ó destinar para otro uso. Esto mismo se puede decir de la mayor parte de los hospitales de las grandes ciudades, pues son pocos los que no tienen disposiciones contrarias á los preceptos de la higiene; en todos, también, la muerte cobra un tributo demasiado oneroso; porque no es posible conjurar las consecuencias á las infracciones á las leyes de la ciencia hospitalaria. También, no hay cirujano de poblaciones de campaña, que no pueda oponerla estadística de su clientela y con ventaja, á las de los hospitales mejores. La operación cesárea, procura un mínimun de 1 sobre 4 y en las maternidades y grandes poblaciones, es casi siempre de éxito fatal; la kelotomía, la ovariotomía, el trépano, amputaciones, todo se vé anulado por la influencia nosocomial, cualquiera que sea la habilidad y los cuidados del cirujano y en la campaña, el mas modesto tiene éxitos admirables. Es por esto, que es necesario procurar á los que la desnudez yla miseria conducen al hospital, las ventajas de que gozan Jos enfermos de la campaña, aire puro, buena agua y aislamiento conveniente. Lo que mas contribuirá á alcanzar estos resultados, son las barracas galpones ó grandes carpas, destinadas á las enfermedades epidémicas y las convalecencias. El autor presenta en seguida 22 conclusiones que vamos á reducir á su menor espresion. Io El hospital debe estar en los suburbios é ser estra-urbano. 2o El terreno debe ser seco, elevado, con pendiente, alejado do toda aglomeración, de los cuarteles, talleres, fábricas y usinas. 3° Debe distribuirse agua pura en todo el edificio. 4o Deben estar separados los sexos y los niños, así como las en- fermedades, destinando un departamento para cada afección; ese departamento tendrá sus dependencias patio, barios, letrinas, frega- dero, sala de guardia y ropería. 5o Debe adoptarse para el efecto, el sistema de pabellones sepa- radas por ancha circulación del aire. 6o El espacio entre los pabellones será proporcionado ála altura de ellos y será convertido en jardín cultivado y reservado para los enfermos del pabellón respectivo y comunicará por una verja con el patio de los convalecientes, que estará en el centro de los departa- mentos. 7o El pabellón central será reservado para la farmacia y cocina* 830 LECCIONES Las oficinas de la administración y las salas de consultas estarán á la entrada del establecimiento. 8o Los diferentes departamentos, estarán unidos ála altura del piso bajo, por galerias cubiertas, establecidas sobre columnas y sepa- radas en lo posible de las construcciones. 9o Las galerias, terminarán en un paseo cubierto que dará sobre el patio central. El jardin de invierno, destinado á los enfermos en pié, se abrirá para los convalecientes en los dias malos, será muy ventilado y podrá ser convertido en refertorio y gabinete de lectura. 10 Las paredes, suelos y techos, serán pintados con aceite y con muchas capas de varniz copal, á fin de hacerlos inpermeables y evitar sean receptáculos de gérmenes, para lo cual, serán lavados con mucha agua y jabón carbólico, mientras las enfermas se hallen en el pabellón supletorio. 11 Es necesario que haya aposentos para los delirantes y operados, de modo que estén aislados. 12 Mientras se crean convalecencias, es necesario reservar pabello- nes páralos que estén en ese estado. 13 Las salas deberán ser para 10 ó 12 camas, en cuyo contorno se pueda circular. Las para convalecientes podrán alojar hasta 24 personas. La altura, variará según el pais, pero rada cama deberá tener como 50 metros cúbicos de aire y la ventilación será completa. 14 Las ventanas dispuestas entre dos camas y de ambos lados, distribuirán la luz. 15 La superficie total de las ventanas, será por lo menos, igual a la veinteava parte déla capacidad cúbica de las salas. 16 La ventana del fondo, frente á la puerta de entrada, se abrirá de abajo arriba y estará dividida en tres séries de cuadros ó cuarteles, que puedan abrirse separadamente, para desalojar las diferentes capas de aire. 17 Las letrinas tendrán, una ante-cámara ó tambor muy ventilado para oponerse al reflujo de los malos olores á la sala. 18 La sala principal de operaciones, estará separada de la de los heridos por un gabinete, que contendrá un arsenal de cirnjia y obje- tos de curación. 19 La sala de baños, servirá de lavabo para los enfermos que anden en pié y tendrá por lo menos dos banaderas con duchas. 21. La Capilla estará situada en el estrerao del hospital y deberá ser accesible por galerias cubiertas. 20 Suprimidos los cortinados, es necesario respetar la moral, etc. DE HIGIENE 831 22. El anfiteatro de anatomía, se situará tan lejos como sea posible de los departamentos afectados al tratamiento de ios enfermos. Nada diremos de la calefacion, ventilación, desinfección, ni distri- bución de agua, cloacas, etc. porqué entra en otras subdivisiones de la higiene. LOS HOSPICIOS Las reglas establecidas para los hospitales, pueden aplicarse á la construcción de hospicios para ancianos, ó para enfermedades especiales Débese insistir solo, sobre la necesidad de no hacer habitar los altos por los pensionarios y habitar las salas de nivel con galerías, á fin de prevenir las caídas. En cuanto á las escuelas, á los orfelinatos y establecimientos análogosj el sistema de construcciones separadas, responde á todas las exigencias de la practica y de la higiene. Sin embargo, las construcciones en cuadros, en losanjes, ó en estrella ofrecen menos inconvenientes que para los hospitales. En un hospicio para niños, de 10 á 20 anos, es necesario fijarse prin- cipalmente en los dormitorios, talleres y aulas. Los altos deben por regla general reservarse para dormitorios; los talleres, aulas, refertorios? etc. deben reservarse para la planta baja. Los pisos de alto, deben tener un suficiente número de escaleras para los casos de incendio. Las bohardillas deben suprimirse, ó destinarse para otros usos que los de las viviendas y dormitorios, porque son mui calurosas en verano y frías en invierno y uno y otro estremo, agota la agilidad climatérica y espone a frecuentes y numerosas enfermedades. En todos estos establecimientos hay que recomendar mui principal- mente una gran vigilancia sobre las exitaciones genitales prematuras, que traen las tisis y caries dorsales. Los talleres deben estar en la parte baja, en piezas 6 salones cuya altura deberá ser como de 3 m. 50 de alto, que pueden servir de refertorio, aula y sala de lectura. La ventilación y calefacción, se hallarán combinadas, procurando una temperatura media de 14 á 15 grados y cada dos ó cuatro horas, deben abrirse las ventanas para renovar por completo el aire. Todo establecimiento destinado para convalecientes, debe tener piletas para la natación, ó salas de baños con duchas. La enfermería, será relegada á la estremidad de los jardines para 832 LECCIONES asegurar la tranquilidad á los enfermos y poner los demás al abrigo del contajio é infección. Las letrinas estarán separadas, para que sus exhalaciones no puedan penetrar en los locales habitados. Cada letrina estará separada de la inmediata por un tabique y ten- drá un tubo de aereacion y de desprendimiento, que sobrepasará lo mas alto del edificio. Habrá una letrina yun orinal por cada 20 personas y en los establecimientos en que haya mujeres, 1 asiento por cada 15 pensionistas. Se reservará un local para los ejercicios de gimnasia, que deberá ser bastante vasto para que sirva de recreo y de paseo en los dias húmedos y frios. Los patios de ejercicio, serán cerrados por cercos ó muros, de 2 á 2, 50 metros, guarnecidos de árboles y sus dimensiones no podran bajar de 5 metros cuadrados por habitante, en cada patio habrá un lavatorio con llaves en bastante número, etc. GALPONES, BARRACAS Y TIENDAS, HOSPITALES Por el momento solo debemos ocuparnos de estas instalación es pasageras, por los servicios que pueden prestar en tiempos de epidemia, sea para suplir á los hospitales llenos, sea para servir de asilo á los convalecientes y además, para prestar los primeros socorros en tiempo de epidemia, para lo cual se instalan en todas las plazas. En cuanto á la instalación, disposición, conducción, situación de las carpas y barracas, durante la guerra, corresponde á la higiene militar. Las enfermedades epidémicas, exijen condiciones rigorosas de aisla- miento, aereacion, limpieza y desinfección, que no pueden reunirse sino en un establecimiento al aire libre. Para que las barracas, gal- pones ó carpas, respondan á su objeto, deben orientarse y situarse en las mejores condiciona higiénicas, prescritas para los hospitales per- manentes. Como importa en tiempo de epidemia cortar el mal de raiz j pronto, cada localidad debe ordenar instalaciones análogas, para atender á los primeros enfermos y prestar los socorros que reclamen los que se encuentren con los sintomas premonitores, para el efecto, las plazas son muy buenas por lo general y debe elejirse, cuando no sea posible en ellas, un sitio bien ventilado y alejado del centro de la ciudad. Convendría que las ciudades que se hallan muiespuestas á epidemias tuviesen en los suburbios, dos ó tres pabellones, que en los tiempos ñor- DE HIGIENE 833 males podrían servir de depósito hospitalario y en tiempo de epidemia de refugio y socorro. Se ha dado preferencia á la madera para las barracas ó galpones de hospitales temporarios y provisorios, pero su gran porosidad tiene el inconveniente de absorver y conservar los miasmas y será útil hacerla incombustible, por los procederes conocidos, ó pintarla al aceite, que- mando esas construcciones después 'de cada epidemia.’' Podemos decir que este informe fue aceptado por la generalidad de los miembros de esta sección y que en las importantes discusiones que se siguieron, no se hizo sino llenar algunos vacíos, casi insignificantes y aclarar otros puntos algo oscuros. Por la demasiada estension que hemos dado á esta cuestión y por no haber encontrado en esa discusión nada digno de llamar la atención de Yds, escuso entrar en pormenores. Llegamos ahora al Congreso de 1878 en el Trocadero de la Exposi- ción y aun cuando son pocos los detalles que nos han llegado todavía de lo que en él se ha dicho respecto á hospitalidad y á hospitales, puedo decirles, sin que ello sea una novedad, que fuera délas paredes á doble circulación por medio de ladrillos huecos que en el Hotel Dien y el Hospital Lariboisiere se emplearon en parte, no hay ninguna otra novedad ó indicación, pues aunque el sistema del Sr. Tollet ha sido muy aplaudido, creemos que no será adoptado por su escesivo costo y porque en las grandes ciudades es aire puro lo que falta y la ventilación no puede dar lo que no hay. Uno dolos hospitales que mas llama la atención entre los higienistas por su salubridad y construcción especial, es el de Milán, que puede contener y mas de una vez ha contenido hasta 3,000 enfermos y entre los que, ningún mal epidémico se fia desarrollado; debo además adver- tirles, que en dicho hospital, tienen las salas el altura de nuestros tem~ píos como que creo que tal fué su origen y que la ventilación y la luz se hallan aseguradas por enormes puertas y ventanas. Como nadie duda déla influencia de lo moral sobre lo tísico y vice- versa, debo hacer presente que ha habido una especie de protesta contra el sacramento apostólico romano de la estrema-uncion, habiendo observa- do la mayor parte de los clínicos, que por regla general, produce una agravación en las enfermedades y un abatimiento de ánimo en los pacientes y en todos ios enfermos de Us salas, motivos por los cuales se pide la supresión de esta practica, en beneficio de la salud de los enfermos. 834 LECCIONES Si tuviéramos tiempo para tratar en el presente año de la higiene militar, nos hemos de estender en ella sobre el arsenal y materiales que debe tener un cuerpo médico de ejército. Con lo espuesto, damos por terminado el estudio sobre la hospitalidad y los hospitales y en la próxima reunión, comenzaremos á ocuparnos de los cementerios, dejando lo relativo á los anfiteatros y salas de disección, que quedará comprendido en lo que digamos sobre las salas de autopsias, que deben tener todos los cementerios, pues aunque designados como focos de raefitismo pútrido periódico en la clasificación que seguimos, podemos considerarlos como focos permanentes de ese mismo mefitismo pútrido. El estudio sobre los cementerios vamos á precederlo con algunas consideraciones sobre la muerte y la putrefacción. PE LOS EFECTOS DE LAS EMANACIONES PÚTRIDAS Y DE LOS pEMENTERIOS Señoees: En la anterior reunión hicimos una breve esposiciou del círculo que recorren en la creación los elementos constitutivos de los seres organi- zados; círculo compuesto de la muerte, de la reproducción y de la vida. La muerte no es sino el primer acto de la reproducción de la vida, de la renovación de los elementos constitutivos del alma tierra, como la llamaban los antiguos y que el cristianismo, en conformidad con la bíblica sentencia, pulvis eris et in puTbis revertería califica de madre común. Después de breves consideraciones sobre la muerte, entramos á re- cordar algunas de las ideas antes vertidas en nuestras lecciones sobre las fermentaciones y los fermentos, para entrar con mas seguro paso DE HIGIENE 835 al estudio de la putrefacción ó fermentación pútrida, que en gran parte habíamos estudiado al tratar de los mefitismos. La putrefacción, la hemos considerado bajo diversas faces y de la consideración en abstracto de este proceso, ó sea en tesis general— pasamos gradualmente, al estudio de los fenómenos que nos ofrecían los seres organizados, abandonados al ciclo regresivo de la descompo- sición ó putrefacción en diversos medios y circunstancias, que también recorrimos. Hemos espuesto la putrefacción en conformidad con las doctrinas parasitistas, modernas de Pasteur, Davaine, Coze, Pelt y otros, y hemos pasado después, ála esposicion química del mismo fenómeno, terminando la reunión anterior con una breve reseña de las circuns- tancias y medios, que favorecen ó retardan la putrefacción. Antes de volver á tomar el hilo ó plan, que de esta cuestión nos hemos trazado, creo deber advertirles, que si me he apartado de la marcha que sigue la inmensa mayoría de los autores y si .no hemos aun pronunciado la palabra cementerio, siendo así que de ellos debemos ocupaxmos, es porque en la marcha que nos hemos propuesto seguir, se hace necesaifio que vamos resolviendo cuestiones previas, de gran importancia, que marcan una lógica coordinación y que espero nos irán abriendo el camino, é indicándonos las verdaderas soluciones que deben darse á los diversos problemas que entraña la cuestión de los cementerios ó enterratorios, el destino que debe darse á los cadá- veres. A pesar pues, de la marcha tan irregular, á primera vista, que he- mos adoptado en la esposicion de esta materia, debo asegurarles, que el punto que nos ocupa, lo vamos á tratar en casi todos sus pormenores y detalles, como hemos tratado los demas de la higiene y muy poco nos quedará sin tocar, de cuanto se refiere á la mansión de los muertos. Debo también asegurarles, que hemos de sacar mas tarde las consecuencias lógicas ó naturales que entrañan las premisas, ó cuestiones previas, que nos han ocupado. La palabra cementerio viene de una palabra griega, cuya traducción rigorosa significa: lugar del sueño; dase también á los enterratorios necrópolis, ó mansión de los muertos, los nombres de campo-santo. Esta palabra tiene un origen mas moderno que la de sepulcrhetum, que le daban los romanos. La palabra camposanto pertenece á la cristiandad, ó mas bien dicho, al fanatismo de la edad media. Los autores le asignan dos orígenes: l~l unos creen que dicho nombre le previene de la ceremonia religiosa 836 LECCIONES de la bendición, que la iglesia efectúa en toda nueva fundación de estos centros, ó depósitos mortuorios y cuyo origen á su vez, consideran que no es, sino una imitación ó remedo supersticioso, es decir, que es una práctica, que viene perpetuándose, en imitación de lo que hadan en las catacumbas los primeros cristianos, al separarse de los herma- nos, ó compañeros que morian —2o otros opinan, yal parecer con mas fundamento, que dicho calificativo se le dio á la mansión de los muertos por ostensión, pero que en su principio no lo tenia sino el cementerio de Pisa, al que ya nos referimos en la reunión ante- rior, diciendo que en él se destruian rápidamente los cadáveres. Por un motivo también de fanatismo, el terreno de dicho cementerio fue rellenado por el Cardenal Ugaldo, haciendo traer, con seis grandes buques, tierra del monte Calvario, tarea en que empleó inmensos caudales, y por venir esa tierra de un lugar venerando para el cristianismo, le concedieron el calificativo de camposanto. Los cementerios ó campos-santos pues, son los parajes en que se depositan nuestros despojos mortales y son establecimientos, que por lo general, se hallan bajo la inmediata vijilanciay dependencia de las autoridades civiles, ó particulares, pero bajo la superitendencia de las autoridades municipales. En muchos puntos, estos establecimientos, se encuentran aún bajo la juridiccion de las autoridades eclesiásticas, pero, los legisladores de los pueblos cultos, les van quitando á esas autoridades toda interven- ción en ellos y así van consiguiendo hacer desaparecer, multitud de abusos y preferencias ridiculas, que traían frecuentes conflictos, into- lerables en los tiempos actuales, por estar en desacuerdo con las ideas filosóficas j políticas,' cimentadas en los principios de igualdad y fraternidad, que si en la vida, no siempre se encu entran realizadas por mil preocupaciones, deben hallarse en la región de la muerte. El poder temporal del clero, como Yds. saben, va ya desapareciendo y los pueblos van recobrando sus derechos usurpados ó cedidos en mal hora por la ignorancia, por el fanatismo, ó las necesidades de pasados tiempos. Los cementerios son establecimientos públicos pues, y son estable cimientos insalubres de primera clase, según lo espuesto en la ante rior reunión, es decir, porque son sitios ó lugares en que hay un mefitismo pútrido permanente y este mefitismo pútrido y permanente proviene, de que á ellos van á parar nuestros cuerpos, cuando cesa la vida, para sufrir la lenta descomposición ó putrefacción, que hemos DE HIGIENE 837 estudiado; por último, este mefítismo es permanente, por el incesante enterramiento ó inhumación, que en ellos tiene lugar* Por estas mismas circunstancias, la proximidad de la mansión de los muertos, á los centros sociales, en que se mueve y agita un enjambre de seres vivientes, constituye para ellos uu serio peligro, pues las exha- laciones y emanaciones que tienen lugar, distan mucho de ser inocuas. En los grandes centros de población, la cuestión de los cementerios, es una de las que mas preocupan á las autoridades que velan por la salud pública y esto por las circunstancias que hemos indicado y otras que veremos mas adelante. Podemos decir, que los restos humanos, que nuestros despojos mor- tales, pueden determinar perjuicios á la salud de los supervivientes antes y después de su conducción al cementerio y de aquí proviene la intervención de las autoridades y por lo tanto de la higiene, que es la que guia, ó debe guiar siempre sus pasos. Interviene antes de la inhumación, porque muchas veces sucede, que los cuerpos permanecen demasiado tiempo en las casas ó habitaciones particulares; que no se toman en ellas medidas de precaución para evitar las emanaciones, que son perjudiciales á la salud de los vivos; puede suceder también, que las precauciones tomadas para el trasporte, no llenen bien sus fines; puede suceder que el paraje en que se va efectuar el sepultamiento, esté demasiado próximo á las habitaciones y por último, puede suceder, que el terreno elejido para sepultura y las con- diciones en que se vaya á efectuar el enterramiento ó inhumación sean defectuosas ó incompletos, malas, bajo el concepto higiénico. En todos estos casos, repito, la salnd pública padece, por causa del mefitismo exhalado y por esto debemos estudiar esos periodos ó porme- nores, para indicar lo que la ciencia aconseja en pro de la salud de las colectividades. Ocupémonos pues, primeramente, de la excesivo permanencia de los cuerpos inanimados en la casas, de la guardia y del trasporte de los muertos, é sea de los cadáveres. Por mui diversos motivos son retenidos a veces los cadáveres en las casas particulares y entre ellos, debemos mencionar en primera linea, el temor de efectuar \m entierro prematuro, y luego las costumbres de ciertos países, las ceremonias religiosas, etc. Pero, fuera de estos cau- sales particulares, diremos así, hay otros motivos, que llamaremos pú- blicos, que obligan á efectuar ese retardo y otras veces, sucede también, 838 LECCIONES que los cadáveres andan viajando, por sentimientos respetables y por necesidades inallanables. En estos casos pues, es necesario protejer la salud pública, que es siempre una menor de edad, una joven mimosa y que se halla bajo la tutela de la autoridad y esta protección es necesaria, porque hay que evitar las insalubridades perjudiciales é incómodas de la descomposición pútrida de los cadáveres. Calificamos de perjudiciales é incomodas estas exhalaciones y ema- naciones cadavéricas, porque, aunque algunos autores las han puesto en duda y aun discuten, sosteniendo su inocuidad, numerosos hechos y bien comprobados, como vamos á verlo, acreditan la opinión secular. Si al comenzar á ocuparnos de los Cementerios, se nos preguntara ¿porqué están colocados estos establecimientos públicos entre los insa- lubres de primera clase? contestaríamos, que es, porque son focos de un mefitismo pútrido permanente. Pero es necesario prepararnos en seguida, para contestar á estas otras preguntas, ¿porque?. ¿Cómo? ¿que males producen? y este es precisamente, el punto ó puntos de que vamos á ocuparnos, bajo el epígrafe de efectos de las emanaciones pútridas, con el objeto de que, el hecho aparezca con los atributos de una verdad indiscutible, de un precepto, cuya trasgresion espone á numerosos males. Que los cuerpos en descomposición ó putrefacción dan emanaciones características, pútridas en fin, es un hecho que el sentido del olfato lo revela; que esas emanaciones son los productos emanados de los cuer- pos, eso se vé, diremos, son hechos incontestables, que la observación y la esperieneia diaria lo prueban, así como la opinión del común de las gentes, que miran esta fuente, como el tipo de la insalubridad. Pero, ¿ejercen esas emanaciones alguna influencia sobre la salud, fuera de la sensación desagradable y repugnante que nos impele á alejarnos, como de un peligro real? En caso de ejercerla ¿cual es esa influencia? ¿es verdaderamente perjudicial y requiere remedio? Esas emanaciones, Señores, esos productos gaseosos y volátiles, que la química caracteriza y que llamamos miasmas, contienen, en efecto principios dañosos, que tienen propiedades esenciales, en las que reside el poder dañoso de las emanaciones pútridas; esos productos gaseosos son irrespirables ó tóxicos y tienen además, una energía deleterea terrible por un principio fugaz, que escapa á los análisis, y que según Biecke, se introduce en la sangre y obra á la manera de un fermento pútrido como lo demuestra la clínica, distinguiéndolo déla infección purulenta. Basta haber asistido á una exhumación, ó haber practicado la autopsia DE HIGIENE 839 de un cadáver en putrefacción, para que nuestra ropa, nuestras manos y hasta nuestras secreciones, se encuentren cargadas del principio hedo- ríflco, característico de las emanaciones pútridas, así como los males que resultan, revelan que ha habido absorción, ó penetración de los princi- pios pútridos. Apresurémonos á decir, que sin embargo de esto, hay incertidum- bres sobre los efectos en los seres vivos de esas emanaciones, y los auto- res, según Becquerel, se han dividido en dos bandos. Los unos piensan que no ejercen ninguna influencia sobre la salud ó por lo menos que esa influencia es bien poca y pasajera. Otros por el contrarío, con- sideran, que esa influencia es bien grande. Oigamos por un momento el resúmen del estado de esta cuestión, que Becquerel ha sacado de Gruérard. Warren y Parent Duchátelet son los autores que han acumulado mayor suma de hechos tendentes á probar la inocuidad de esas ema- naciones. Según ellos, los individuos habitualmente espuestos á las exhalaciones animales, no sufren ninguna enfermedad especial, lejos de eso, su salud es floreciente y su constitución robusta. Tal es lo que pasa con los carniceros, jaboneros, veleros, curtidores, zurradores, fabricantes de cuerdas, pozeros, enterradores y otros. Citan aun á los mismos estudiantes de medicina, que pasan una gran parte del año en las salas de disección y en medio] de cuerpos en putrefacción y que no sufren accidentes particulares y agregan, que si hay entre estos últimos algunos atacados de fiebres tifodeas, es muy problameute por otras causas distintas de lasque tratamos. A estos hechos, los que miran las exhalaciones como perjudiciales, oponen otros hechos, en que ha habido accidentes mas ó manos graves. Debemos advertir desde luego, que en el mayor número de las pro- fesiones citadas, el uso de productos en putrefacción es escepcional y por lo tanto, no cabe una completa comparación. La permanencia en los anfiteatros de disección, no siempre es inocua, suele por el contrario dar lugar a vómitos, cefalalgias, diarreas fétidas y dssenterías, fuera de los tifus. Diré á Yds. para abreviar este relato, que las conclusiones de Grué- rard, después de estudiar si esas exhalaciones predisponen á los tifus, es que, las emanaciones que nos ocupan, no son estrañas á algunas formas de las enfermedades tifoideas. Un hecho'de los mas incontastables sobre los efectos de las emanacio- nes pútridas, lo tenemos, cuando ellas tienen lugar en un espacio confi- nado y están comprimidas en cierto modo como en una letrina, sumidero LECCIONES ó bóveda. El plomo, que es un venenamienlo especial que acomete de un modo súbito los que se esponeu á esta influencia, es una prueba de ello, como lo es también la asfixia que esperimentan algunos traba- jadores. En la antigüedad, tenemos que, desde Tueídides, Diodoro de Sicilia, Tito Livio en sus cuadros inmortales, Glaleno y San Agustín, han atribui- do algunas epidemias ala difusión ó saturación de la atmósfera por esas emanaciones, sea provenientes de los cadáveres humanos quedados in- sepultos después de una batalla, sea de un sin número de langostas muertas y arrojadas por el mar á las playas, como [cuenta San Agustín. En tiempos mas modernos, dice M. Tardieu, Eorsstus, como Am- brosio Pareo, el abate Eosier é infinidad de otros, han referido casos de epidemias mas ó menos estondidas y que no eran debidas á otra causa que á las emanaciones pútridas. En el siglo pasado Haguenot, Haret, Navier, Yicq d'Azyr, Hecquet, que hizo la monda de la Iglesia de San Eloy en Dunkerque y muchos otros, refieren accidentes sobre- venidos en fosas y bóvedas que se hallaban en pésimas condiciones higiénicas y que no me detendré á relatarles, porque en cualquier momento los podrán leer en el Diccionario de Higiene del Dr. Tar- dieu (véase pútridas emanaciones). ¿No es cierto por otra parte, como lo había observado Eamazzini y comprobado Eoureray, que la inmensa mayoría de los sepultureros tienen un tinte pálido y síntomas que anuncian un envenenamiento lento? ¡No atribuyen los principalesj historiadores, las pestes de Eomay algunas de las de Constantinopla y Ejipto, á las emanaciones pútridas! Según Periset, estas exhalaciones pútridas son la causa de la peste de Oriente y el funesto renombre del delta del Ganges, por ser la cuna del cólera, la mayoría de los médicos ingleses y de los médicos inspectores enviados á estudiar el origen y ver de sorprender el mal en su eclosión, consideran que el es debido, á la inmensa cantidad de restos en putrefacción que quedan en sus riberas. Levy, aunque atribuye las disenterias y diarreas á las letrinas, con- sidera que las emanaciones pútridas determinan los-tifus. En fin, Señores, en mi opinión, no es posible dudar de que las ex- halaciones pútridas son perjudiciales á la salud y creo que esto está suficientemente comprobado por la historia, pues en todas los tiem- pos yen todos los climas, el hombre ha comprendido la necesidad de ponerse al abrigo del meíitismo que enjendra la putrefacción y no por DE HIGIENE 841 simple horror, ni por repugnancia, sino’ también por instinto, por la irrespirabilidacl de esas emanaciones y por la esperiencia de nume- rosos casos dolorosos, en los que la muerte ha sido la consecuencia de la imprudencia ó arrojo, de querer vencer la irrespirabilidad tóxica. Repetimos, que no es por un simple instinto, pues por instinto no se hace nada en higiene pública; no es tampoco por efecto déla ignoran- cia ode la civilización, pues entonces no habria existido esa costumbre desde los tiempos mas remotos, desde los tiempos que los historiado- res califican de bárbaros y no refutaremos la suposición de que la creencia en su acción dañosa pudiera ser un efecto de la ignorancia, pues la civilización, que todo lo cambia, que echa por tierra y derrumba las supersticiones, no habria dejado en pié, una institución, que tantos perjuicios le ocasiona. Nada hay en efecto mas difícil, que llevar á cabo medidas sociales, estériles, que necesitan el concurso de muchos brazos y voluntades cuando de ello no se saca una utilidad palpable é inmediata. Como todos los preceptos ¡higiénicos de un carácter público, la separa- ción de los muertos, y su confinación á un recinto algo distante de los núcleos urbanos, ha recibido la sanción ademas, de todas las reli- giones, así como délos códigos civiles. No hay nada que ponga mas en relieve los hechos que aparecen como dudosos; no hay medio de dar mayor evidencia á una verdad negada ó desconocida, como el presentar el hecho con la posible exageración, reu- niendo las causas ó condiciones que dan origen áun fenómeno. Así, á los que duden de los efectos del mefitismo de la putrefacción, sobre la salud yla vida de ios individuos y poblaciones, trasportémoslos aun parage en que ha tenido lugar una batalla. Han pasado apenas unos tres dias o cuatro, de que tuvo lugar un hecho de armas y Ja putrefacción el olor fétido, ya no se puede soportar, se hace necesario incinerar 6 enterrar los muertos. Pero nada de esto, se ho hecho y han pasado quince dias ó un mes y las pestes (diarreas, disenterías, tifus y cólera) vienen á complementar el cuadro de desolación que deja la guerra en pos. Esta no es una mera ficción, no es una suposición sin fundamento, por el contrario, es una verdad conquistada con la dura esperiencia de un sin número de calamidades, de donde ha nacido el adagio: después de GUERRA, LA PESTE. Si fuéramos á citar hechos históricos, no terminaríamos con los que traen los autores y con los que nos ofrece nuestra misma historia epide- miológica, pues cada guerra, como cada seca, nos traen una epidemia, ó una epizootia, mas ó menos mortífera. • 842 LECCIONES No obstante cuanto llevamos espuesto, hemos de volver sobre esta cuestión, para citar algunos ejemplos, de autores que merecen entero crédito. Oreo que es ya suficiente lo espuesto para que Vds. comprendan bien, las razones en que se funda la colocación de los cementerios, entre los establecimientos insalubres de primera clase y creo haber evidenciado, que es, por lo que son focos de un mefitismo pútrido, proveniente de la putrefacción incesante en ellos de los cadáveres humanos. Una vez que hemos espuesto ya los efectos de las emanaciones pútri- das sobre nuestra economía, podemos entrar á ocuparnos de algunos de los medios propuestos ó seguidos en la práctica, para evitar la putrefac- ción, 6 por lo menos, para que las emanaciones de los cadáveres no perjudiquen á los supervivientes, cuando se retarda el trasporte ó el sepultamiento. Entre los medios propuestos y que están en práctica en varios países» para obviar ó evitar esos peligros señalados, colocamos en primera línea unos féretros ó sarcófagos que han sido aceptados en la Holanda y en Inglaterra y que muchos autores los recomiendan, muy especialmente para las defunciones determinadas por enfermedades epidemiables. Creemos respecto á estos féretros, que importan mejoras transitorias» porque la ciencia marcha decididamente á la aceptación de la cremación, que ellos son susceptibles de prestar un gran servicio en tiempos de epidemia, para las defunciones determinadas por males zymóticos, así como en los casos en que hay que demorar la conducción de los cuerpos al parage de su sueño. Estos aparatos son de fierro galvanizado ó palastro, como los de la casa Smith y Coffin de Londres y en París fueran propuestos por el Sr. Gratry no ha mucho tiempo, otros análogos, que se construyen con cimiento Portland, sobre un armazón de madera ó alambre y de los que nos hemos de ocupar mas adelante. Diremos de paso, que los ataúdes de plomo y de zinc; que tanto se usan entre nosotros, por su hermeticismo, llenan perfectamente los diversos objetos que se tiene en vista al usar los sarcófagos indicados y que no es otro, en resumidas cuentas, que el evitar la desperdicion de esas emanaciones cadavéricas, que constituyen el mefitismo pútrido. Los aparatos que se usan en Inglaterra, tienen en la parte superior del ataúd y en lo que corresponde á la cara del cadáver, un vidrio perfectamente encajado, que permite ver lo que se pasa en el cadáver en putrefacción y de la parte media del sarcófago, parte un tubo encor- vado por donde esonpan los gases perjudiales yjva á terminar á una DE HIGIENE 843 especie de receptáculo accecible al aire, y llena de carbón'pulverizado y otras sustancias desinfectantes, cuyo objeto es purificar los gases que se desprenden. Debo aquí prevenir á Ves., que los ingleses, tienen una preferencia por el carbón que raya en fanatismo, así como los franceses tienen predilección, con los mismos atributos, por el ácido lénico y salicílico, pero en verdad, Ja acción de todos estos desinfectantes, es muy limitada. No nos detendremos en la descripción de otros aparatos ó porque pueden variar al infinito y considero, que basta tener la idea del principio en que reposan y de los fines con que se construyen; pode- mos también decir, que todos necesariamente tienen que adolecer de bs inconvenientes de la pesadez y fragilidad. En cuanto á las sustancias que deben colocarse en los féretros ó sarcófagos, se han aconsejado sucesivamente: 1. ° una mezcla de tanino y de carbón: 2. ° aserrín de madera y sulfato de hierro ó de zinc; 3. ° aserrín y sulfato de zinc, preparado de un modo especial. Resulta de los estudios hechos por el Dr, Lemaire, con una paciencia ejemplar, que el carbón no hace sino desecar los gases y que no tiene ninguna acción sobre Jos fermentos, que son los que determinan la putrefacción, según hemos visto. El mismo Señor, ha probado con esperimentos concluyentes, que el ácido fénico y sus compuestos, son las únicas sustancias que quitan los malos olores y destruyen los fermentos animados que podrían llevar el contagio. Ademas, como el ácido fénico es volátil y tiene la propiedad indicada, de matar Jos fer- mentos vivos que producen la putrefacción, resultarla de su empleo generalizado, que aun en dosis reducida, seria suficiente para hacer peiecer los microzoarios y micrófitos en el cadáver yen el aire. Son tan pasionales estas ideas, que á ser cierta la acción supuesta, llegaría á desaparecer la putrefacción de la faz de la tierra. Pero es indudable que el ácido fénico produce muy buenos efectos y evita o retarda la putrefacción y cuando no, la vuelve inocua. Para el efecto, se humedece el cadáver con una solución de ácido fénico y acido tartárico, introduciendo a la vez algunas cucharadas del mismo líquido por la boca y demas aberturas naturales. Esto naturalmente, no obsta para que se tomen otras precauciones. En cuanto al tanino, su acción solo se ejerce por intermedio del agua y del modo que se emplea, que es seco, no se combina con los tejidos, así es que la putrefacción, continúa en su presencia y los gases y miasmas le atraviesan sin destruirse, ni trasformarse. 844 LECCIONES Con el aserrín mezclado con sulfato de zinc, pasa lo mismo que con el tanino, las exhalaciones dan olor pútrido y no destruyen los miasmas y fermentos. En casos pues, como los que nos ocupan, no basta quitar el hidrógeno sulfurado é hidrosulfato de amoniaco, que pueden fijarse ó combinarse con el zinc ó el fierro y formar sulfures inodoros ó insolubles, que es todo lo que de ellos se puede esperar, porque los otros gases de la pu- trefacción y los fermentos, pasan impunemente. Enera de esto, el tanino y el zinc, son sustancias venenosas y según las cantidades que habría que emplear, y que se estima en cinco kilo- gramos por féretro de adulto, ó tres que fuera, que es el mínimun para los niños, resultaría que en una población, como la nuestra, en que la mortalidad anual se puede ¡estimar en 6,500 individuos, se enterrarían anualmente también, como 20,000 kilogramos y al cabo de medio siglo, habríamos sepultado un millón de kilogramos. Ademas como sal soluble y tóxica como es, penetraría en el sub-suelo y envenenaría las aguas, Euera de esto y por lo que corresponde ála medicina legal, como estas sales no son puras, pues contienen fierro y cobre, podrían en muchos casos inutilizar las investigaciones periciales que se hicieran para esclarecer ála justicia ylo mismo que decimos de estas sustancias, sucedería con el arsénico, que el zinc contiene siempre, cuando no se ha purificado préviamente. Según estos datos, la proposición de Lemaire resulta ser de las mas aceptables, quitándole lo que tiene de exageradamente pasional. Pero el ácido fénico mismo, si detiene la putrefacción y como lo pretenden, produce la conservación temporaria de los cuerpos, traería un gran inconveniente, empleándolo en todos los cuerpos, porque se saturaría el suelo ó sub-suelo y determinaría una conservación por mayor tiempo, que seria contraria á los fines universales é higiénicos del enterramiento, que es la devolución de ios elementos constitutivos de los cuerpos á los respectivos reinos de que fueron tomados y máxi- me, si en los cajones ó féretros, se pone á la vez, cal, estopa, aserrín de madera ó carbón, como recomiendan, para que estos cuerpos observan los líquidos que emanan del cadáver. La conservación de los confiados á la tierra para su descomposición, es una cuestión que está relacionada con la fijación de las concesiones temporarias en los cementerios y con la fijación también del tiempo de la completa descomposición suelo yde allí á las comentes subterráneas que alimentan los po- sos, gases y sales en disolución, que son nocivos y á veces rápida- mente mortales. Este no es un hecho aislado y casual, es un hecho acreditado por desgracia, en todas las inmediaciones de las viviendas de los muertos. Las inmediaciones, pues, de los cementerios, no son focos de infección ó putrefacción, son teatro de fenómenos mortíferos, que reciben á su vez, poderosos contingentes de miasmas y efluvios, de donde se originan endemias, epidemias y enfermedades esporádicas de carácter séptico y pútrido. Un cementerio pues, en el recinto de una ciudad ó en sus in- mediaciones, constituye un serio peligro para su salubridad. Los higienistas, ante las influencias ó efectos incontestables de estos pudrideros, clámau por su remoción, desde que las infiltraciones de 56 882 LECCIONES los suelos y las exhalaciones, no se evitan de ninguna manera y estas son semilleros de males innumerables. En vista de estos efectos é in- fluencias, la higiene aconseja su alejamiento, su aislamiento comple- to, si es posible y recomienda que se les dé una gran estension, para que puedan por muchisímos años, albergar á los que van á esperar el juicio final. Estas circunstancias, que podemos calificar de fundamentales en la salubrificacion de estos establecimieutos, no es posible reunirlas en la proximidad de las grandes ciudades y es necesario ir á puntos leja- nos para encontrarlas y esto por tres razónos principales: Io por- que en las inmediaciones de las grandes ciudades, tiene la tierra demasiado valor para dejarla inproductiva y estéril, para cedérsela á los muertos; 2o porque la propiedad del suelo, en los alrededores de las ciudades, se encuentra muy compartida y es difícil y hasta imposible, hallar la cantidad de terreno que se necesita; 3o en los contornos de las ciudades, el aumento de población, que es inevitable, no tarda en llenar el vacio ó despoblado, hasta esos centros mortuorios y mortíferos. A este mayor grado de alejamiento que piden los higienistas para la übicación ó emplazamiento de'las necrópolis, corresponde la califica- ción que hemos hecho, de cementerios campestres ó rurales, para distin- guirlos de los extra-urbanos y para significar un mayar grado de separación de las viviendas humanas y de los grandes centros sociales. Como tipos de estos cementerios hay varios establecidos, ó en pro- yecto, pero en vía de realización en las ciudades principales, como Londres, París, Nueva-York, Buenos Aires, etc. Los que pueden servirnos de modelo verdadero son los de Woking Common y Mery-sur- Oise, el primero para Londres y el segundo para París. Antes de hacer una breve descripción de ellos, creo deber indicarles la opinión de la ciencia sobre la pluralidad de los cementerios para una ciudad. La opinión mas generalizada es que, las ciudades de mediana estensi&i y población, no deben tener sino un solo enterrato- rio y á las grandes capitales, les conceden el que tengan varios, para que $1 mefitismo no sea tan intenso. Acordándoseles esto á las grandes ciudades, viene á resultar necesa- riamente que unos están bien situados y orientados y otros en malí- simos parajes. Si la orientación no tuviera ningún valor higiénico, si fuera dudosa siquiera su influencia, seríamos de los primeros en suscribir esa opi- nión, pero convencidos de lo contrario, á pesar de la incomodidad que DE HIGIENE 883 acarrea el tener que atravesar grandes distancias, á pesar que esa con- centración en un solo foco aumenta la insalubridad de las viviendas inmediatas, así mismo, opinamos que no debieran tener sino uno, situa- do de manera que los vientos mas frecuentes de la localidad, traspor- tasen á grandes distancias sus exhalaciones. Sin duda alguna que la división de la fuente á fragua de las insalu- bridades, facilita su difusión en la atmósfera y diminuye su actividad mortífera, pero esa pluralidad, con su mala orientación, viene á consti- tuir una cintura, un cerco mortífero. En las grandes ciudades, la multiplicidad de cementerios, es en cierto modo una necesidad, consecuencia de las condiciones de su estension y de la cifra de su población, pero estas grandes ciudades, tropiezan bien pronto con la dificultad de la falta, ó carencia de terrenos ad:hoc y bastante espaciosos en sus inmediaciones. Por esto mismo no es un hecho raro y sin ejemplo, que haya enterratorios particulares, como en Londres y quien dice particulares, habla de empresas ó compañias; que ponen esos recintos al servicio público, mediante ciertas condicio- nes o convenios, aunque en puntos distantes de las ciudades y que las ponen en las mejores condiciones higiénicas. En las grandes ciudades, el suelo de los cementerios, como que ios enterramientos se vienen sucediendo muchas veces de millares de años atrás, se encuentran en pésimas, ó deplorables condiciones, es decir que la tierra, se encuentra saturada de materia orgánica y no puede des- componer mas cuerpos, ni absorver los productos de la putrefacción espontanea de los cadáveres que se le confian. Se cuentan en Londres varios cementerios estramuros y el primero con que se tropieza es el de Kensal-Green en el camino d© Karrow, á tres millas de la ciudad, con una superficie de 22 y media hectáreas. Los otros cementerios son el Newhead-Hill, el del Norte, el de Nor- wood, el London Necrópolis en el condado de Surray á 21 millas de Londres, servido por el Westminster-Road y el de Woking para los pobres, de que vamos á ocuparnos dentro de un momento y que esta situado á29 y tercia millas de la ciudad, según el Señor Ereycinet. Nueva-York tiene siete cementerios, que son de propiedad particular en su mayor número y entre ellos, tiene dos que son para los pobres el Calvary y el Poter’s Eield. El cementerio allí mas ála moda, el mas visitado y lujoso, diremos así, es el de Grreen-Yood en el que, los buenos sitios, valen de tres á cuatro mil francos, por el término de una concesión, es deeir; por el que dux*a la completa destrucción de un 884 LECCIONES cadáver. El Poter’s Eield, es verdaderamente el cementerio ó enterra- torio en los pobres. Se baila este bajo la dependencia de las sociedades de beneficencia y de corrección. Está situado en una isla sobre el Hudson y los cadáve- res son conducidos en buques á vapor, una vez llegados los cuerpos, son puestos en cajones de pino y en seguida son fotografiados y conducidos á las fosas comunes, sin dejar mas indicio de identidad, que la fotografía, que es colocada en una gran galeria ad-hoc que tiene el establecimiento, que es muy frecuentada y que se encuentra abierta siempre para el público. Los irlandeses, dice Eonssagrives, de quien tomamos este dato, son los que alimentan el Poter’s Eield y tienen al respecto una leyenda tocante,. sobre aquellos á quienes la pobreza obliga á dormir el sueño eterno, sin cruz siquiera para marcar á sus amigos fieles y á sus deudos el punto en que reposan sus cenizas y pretenden, que en el silencio de la callada noche, sus almas van á vagar en el Hadson, pidiendo á sus olas que las conduzcan al verde Erin, en que al menos, el polvo del abuelo no está confundido con la ceniza de otros y con otros restos; del verde Erin, en que podrán, esperando el juicio final, tener su hogar su tumba reconocida y respetada por todos, sin que ninguna planta los hollé. Esta leyenda, agrega el mismo Señor, es al mismo tiempo una crítica y uua protesta contra las vanidades y pompas de los supervi- vientes para con los que mueren; pompas que las hacen llegar hasta el único sitio tal vez, en que la igualdad es un hecho, pues la tierra, esa madre común, lo mismo descompone y reducé á su última espre- sion al rico que al pobre, al noble que al plebeyo, al rey y al papa que al pastor y al sacristán. Mas tarde nos hemos de ocupar de nuestros cementerios actuales y del sancionado por las H. H. Cámaras, que apesar de quo tanto lo necesita el pais, yace encarpetado en un Ministerio, al parecer por fal- ta de fondos. Como los cementerios de Woking-common y el de Mery-sur-Oise, el primero en las inmediaciones de Londres y el segundo en las de Paris, parecen llenar la mayor suma de las condiciones que la higie- ne reclama de estos establecimientos; vamos á indicar algunos de los pormenores que en ellos se han tenido en vista y realizado. DE HIGIENE 885 WOKING COMMON CEMENTERY La neerólopig de Woking-Oommon, está situada á 9 leguas próxi- mamente y hacia el jS. O. de Londres, es decir, á 29 y media millas 7 ocupa una superficie de 800 hectáreas, ó sean 8 millas de metros cuadrados. Este cementerio, costeado por el camino de fierro del 8. O. ocupa una planicie ligeramente elevada en el centro de un valle casi circular, por lo tanto, su horizonte se encuentra limitado por una cintura de co- linas provistas de árboles frondosos, escepto del lado de entrada. Esta necrópolis pertenece á una compañía privada y su superficie fia sido calculada , tomando por base una población de cuatro millo- nes jle almas, de manera que, en un espacio de tiempo mínimo de 10 anos, que es el acordado para permitir nuevos enterramientos en sepulturas temporarias, no habrá necesidad, aunque todos los ’cadá- veies, déla populosa ciudad se enterraran allí, no habrá necesidad de- cíamos, ni de ensanche, ni de acortamiento del plazo en muchísimos anos. Como en Londres existen muchos otros cementerios, no es posible calcular el tiempo durante el cual no habrá que recurrir á los mismos sitios antes ocupados y de aquí proviene, que se considere, que Londres tiene con ese cementerio solo, para muchos siglos. El aspecto del cementerio es grave y apasible y el servicio fune- rario, se efectúa con todo el orden y tranquilidad posibles, según testi- monios fehacientes, lo que le ha merecido á la compañía elogios muy justos. El trasporte de los cadáveres yde los dolientes, se efectúa por un tren espreso. Todos los dias á las II y media, parte el tren, que va con gran celeridad y que tarda una hora en llegar. La estación del tren, es en Westminster y desde temprano van llegando los carros fú- nebres con los ataúdes, que, según su clase, son depuestos en una de las tres cámaras mortuorias, óde espera que tienen. Para los asisten- tes, deudos, ó acompañantes, hay también salas de espera. Asi que se aproxima la hora, van colocando los ataúdes ó féretros en los tenders, los mismos empleados de la compañía y se ponen tantos wagones con compartimientos para cada familia, conforme al número de cadáveres. El tren penetra en el cementerio y se detiene ante unas dispuestas según los rituales de las principales religiones. En cuanto á las personas, ínter se llevan los cadáveres á las capillas, según la religión del finado, pasan á unas salas de espera y una vez que está todo preparado van á efectuar ó presenciar lae ceremonias y por últi- 886 LECCIONES mo, á trasladar el cadáver al lugar de reposo. Esta traslación se efectúa en carros de mano, á pulso ó en zorras, según la distancia del sitio de inhumación de cada uno. Las tumbas están separadas por grupos de árboles, plantadas de cés- ped y plantas florecentes, y hay entre ellas anchas calles sinuosas, que varían el melancólico paisage. Terminadas las ceremonias, vuelven los deudos y acompañantes á los wagones y el tren vuelve á partir. Todas las ceremonias se hacen con la calma, la seriedad, dignidad, respeto y conveniencia que los ingleses acostumbran poner en los ac- tos formales y pocos pueblos hay, que tengan un respeto como ellos por los muertos; allí, no se ven signos de impaciencia, no se oye una voz que perturbe el recojimiento religioso, ni hay curiosidad, ni crítica» se respetan las creencias y los ritos de cada religión. CEMENTERIO DE MÉRY--SUR—OISE Este cementerio, es un antiguo proyecto del Prefecto del Sena, que aun se encuentra bajo las carpetas de las numerosas comisiones infa- mantes y que de cuando en cuando se agita, pero, una vez que se lleve á cabo, estará en condiciones análogas, ó mejores que el anterior. El sitio está prefijado y suficientemente estudiado, pero hay, que alla- nar antes muchos inconvenientes. Méry—sur—Oise es uua planicie á 70 metros sobre el nivel del rio de ese nombre, que corre por sus inmediaciones. La superficie de la planicie elejida para enterratorio, es tal, que aun suponiéndole á París tres millones de almas, las concesiones temporarias y gratuitas, no necesitarán volver á ser ocupadas, antes de 30 á 50 años. Las condiciones de aislamiento y de suelo, son de las mas favorables para ese fin, que se ha podido encontrar en las inmediaciones y se puede decir, de conformidad con los informes y estudios hechos, que la salubridad del cementerio y de los pueblos circunvecinos, está asegu- rada. La distancia á que se encuentra esta llanura de París, son 25 kiló- metros, cerca de 15 millas, como 5 leguas de nuestro pais. La conducción de los cadáveres se hará también por ferro-carril. Para el efecto, en cada cementerio de los existentes en la actualidad, se construirán depósitos mortuorios y el tren pasará por todos ellos, para recojer los cadáveres y las comitivas. Lo mas importante que hallamos sobre este cementerio, son las me- didas que piensa tomar la Municipalidad, una vez que se lleve acabo DE HIGIENE 887 “á datar del día mismo de su apertura para el servicio público, los ricos y pobres, para los que falte espacio en los cementerios existentes, aun- que tengau bóvedas, serán conducidos á Mery-sur-Oise. La única es- cepcion por ahora, será para las familias que tienen consecciones á per- petuidad en los existentes y que aun tengan espacio en sus bóvedas, pero no se hará ninguna nueva concesión, ni temporaria ni á perpe- tuidad en los cementerios existentes, y las que haya á perpetuidad solo servirán hasta que se llenen.” ¿No se hará entre nosotros algo poi el estilo? LEY SOBRE CEMENTERIO RURAL EN BUENOS AIRES -N"aestre país, siguiendo estas tendencias modernas ha tratado tam- bién de precaverse de males futuros. Los cementerios existentes, en número de cuatro para una ciudad de cerca de 250,000 habitantes, que aumenta rápidamente de población y se estiende en todas direcciones, en los años de existencia que llevan, se hallan ya en su mayor parte llenos ó en tanta proximidad al núcleo urbano, que constituyen un serio peligro. Mas adelante hemos de dar algunos datos sobre estos cuatro ce- menterios, pero ocupémonos antes, de la ley de creación de uno nuevo. He aquí el texto de esa ley: Julio 26 de 1875. M Senado y Cámara de Diputados, etc,, etc., etc. “Art. 1.0 Créase un Cementerio General que tendrá una ostensión superfi- cial de doscientas hectáreas cuadradas y distará por lo menos doce kilómetros y-cuando mas veinte del centro de la ciudad de Buenos Aires. "2.° La elección del terreno destinado á ese objeto la hará el P. E. con acuerdo del Consejo de Higiene, Departamento de Ingenieros, y Catedrático de Higiene Pública. “3‘ ° El Departamento de Ingenieros, de acuerdo con el Consejo de Higiene y la Municipalidad de la Ciudad, formará los planos y presupuestos referen- tes al Cementerio y demás obras accesorias, necesarias para su servicio los que el P. E. elevará ála Lagislatura, solicitando los fondos que se requieran para su ejecución y para la compra ó espropiacion del terreno. “4.® Para el servicio actual de inhumaciones, el P. E. ensanchará provi' seriamente el cementerio déla Chacarita, pudiendo compraré espropiar, hasta ocho hectáreas de terreno adyacente, á cuyo objeto se declarará de utillidad pública. “5. ° En el caso de espropiacion, esta se hará prévia tasación de perito8i nombrados, uno por el P. E. y otro por el propietario, quienes en caso de dis. cordia nombrarán un tercero. 888 LECCIONES En el acto de dictarse el decreto de espropiacion se mandará abonar al pro- pietario su propiedad con arreglo á la tasación, mas un diez por ciento sobre su valor. “6.° Los gastos que demande la ejecución del artículo anterior serán im- putados á las partidas de leyes especiales. “7. Comuniqúese al P. E. Como se vé en la letra y en el espíritu que revela la ley que precede, nuestros legisladores han querido que nuestro país, que sigue la sen- da del progreso con decidido empeño, tuviera un enterratorio en condi- ciones análogas á los proyectados para las grandes capitales que aca- bamos de mencionar. El terreno se compondrá, como acaba de verse de 200 hectáreas 6 sean dos millones de metros cuadrados y distará de 2 y ]q4 leguas átres y un poco mas 6 sea de 27 á 39 millas del centro de la ciudad. Como en el emplazamiento de las necrópolis hay que tener en cuen- ta las mismas condiciones que en la erección de las demas ciudades, campamentos y habitaciones, no estará de mas, para los que conocen poco nuestro régimen auemológico y la situación de algunos de nues- tros pueblos de oampaña, que copiemos á continuación el aviso de li- citación publicado por la Comisión, de que habla el artículo 2o de la ley. LICITACION Terrenos para Cementerios De acuerdo con lo dispuesto por el Superior Gobierno, en cumplimiento de la ley de 26 de Julio de 1875, la Comisión nombrada al efecto, recibirá pro- puestas de terrenos con destino á Cementerios. Los terrenos que se ofrescan deberán reunir las siguientes condiciones: Io No distar menos de 12 ni mas de 20 kilómetros del centro de la Ciudad. 2o Tener una superficie de 200 hectáreas. 3o Distar por lo menos tres kilómetros de los centros de los pueblos de San Justo. San Martin y Moron. 4o Estar situados en la zona comprendida entre los rumbos N. 45° yO. y S. 45° O, contadas desde el centro del Municipio de Buenos Aires. 5o Los terrenos deberán ser elevados, sin rios, cañadas ni lagunas en su área. 6o La Comisión se reserva el derecho de aconsejar la aceptación de aque' líos propuestos que á su juicio reúnan mayor número de las condiciones que se requieren para el objeto á que van á ser destinados esos terrenos. La licitación que se abre por el presente aviso terminará el 1 ° de Marzo del corriente año. DE HIGIENE 889 Las propuestas se dirijirán cerradas al Consejo de Higiene Pública con di reccion á la Comisión de Cementerios. Buenos Aires. Enero 29 de 1878. La Comisión. Debemos agregar aquí, para terminar con lo relativo á este punto, que la Comisión nombrada por el Gobierno, no terminó por completo su cometido, por falta de fondos y el Gobierno, que pasaba en esos momentos por una gran crisis financiera, fia dejado dormir el asunto basta mejores dias. Podemos decir que el estudio de los terrenos propuestos se bailaba terminado y no había sino proceder á un examen analítico de la com- posición de las tierras, por baber sido mal hecbo el prim ero. Pero aun esto mismo, no era de imprescindible necesidad, desde que es cono- cida la monótona composición de nuestro suelo y este problema viene asi á quedar reducido, al de suficiente elevación sin rios, cañadas, ni lagunas en su área ó inmediaciones. Para terminar la presente conferencia y por las referencias hechas en las páginas anteriores, debemos decir,Jque esta ley provino, de que tres de los cementerios con que contaba la ciudad se bailaban ya abar- rotados de cadáveres. Dos cuatro cementerios existentes, eran: 1. ° el del Norte ó de la Recoleta, que era el mas antiguo; 2, ° el del Sud; 3. ° el cementerio inglés y 4. ° el de la Chacarita. El primer cementerio que tuvo la ciudad de Buenos Aires estaba situado en Jas inmediaciones de la iglesia del Socorro entre las calles de Arenales y Juncal, junto á la calle de Jas Artes, el que fue' trasla- dado á las inmediaciones de las iglesia del Pilar, ocupada por el con- vento de Recoletos. He aquí los datos que hemos podido procurarnos respecto á los cua- tro cementerios. El Cementerio General del Norte se abrió al público el dia 18 de Noviembre del año 1822 para que llenara la falta que ya sentía la nu- merosa población de Buenos Aires y la Higiene también; desde este dia se puede considerar que esta Ciudad tiene Cementerio General pues anteriormente, las inhumaciones se hacían en los enterratorios que cada parroquia tenia y en el paraje antes indicado. El terreno con que se empezó este servicio fúnebre, tenia por linde- ros: la Iglesia del Pilar, un pequeño terreno cercado de pared y un 890 LECCIONES Cuartel por el lado Norte, al Sud, el Jardín Botánico de los Recoletos, la plaza de este nombre al Este y al Oeste un terreno despoblado. La superficie se componía de 2 hectáreas 54 áreas y 87 metros, di- vidida en 15 secciones; una denominada Enterratorio General y las res- tantes numeradas desde primera á décima cuarta, subsistiendo aún el mismo orden sin haber tenido alteración alguna. El año 1859 en el mes de Agosto, en virtud del aumento de la pobla- ción y lo reducido del local se ensanchó y esto se practicó, con el agre- gado de 1 hectárea 57 áreas y 750 metros, übicados del lado Sud-cor- respondiente al jardín espresado ya. Este ensanche se dividía en las Secciones: 12 03 A, 13 03 A, 14 03 A, 15,1:3 16, al 7 *8 y San Anto- nio A. Cuando la Administración de esta clase de establecimientoa pasó al cargo de la Municipalidad, lo que ocurrió el mes de Agosto del año 1863, esta Corporación determinó hacer otro ensanche y para el efecto en Setiembre del siguiente año lo efectuó, agregando el pequeño terreno contiguo, übicado al lado Norte. El espacio nuevamente adquirido, se componía de 6 áreas con 82 me- tros, el cual corrospondia al servicio del Asilo de Médigos—y de él se formó la sección que aun se conoce por 18.33 En esta Sección, por haberse construido bóvedas, tumbas, etc., muy pocas inhumaciones en la tierra se han practicado. Reinando el cólera morbus en el mes de Abril del año 1867, se sin- tió la carencia absoluta de tierra paralas inhumacioness de los cadáve- res que resultaban de la epidemia. Para llenar esta necesidad, según lo exigían las circunstancias, la Municipalidad ordenó el último ensanche que ha tenido este Cemen- terio, operación que se ejecutó por el lado del Oeste, en una su- perficie de una hectárea 28 areas y 2675 metros, el dia 13 del mes últimamente espresado; dividiéndose en dos Secciones las que se de- nominaron 19 33 y 20.53 La figura geométrica que tenia en principio este Enterratorio; así como las en que fué transformándose después ,hasta la fecha, los ma- nifiesta el croquis adjunto, levantado al propósito para mejor inteli- gencia y demostración. Las inhumaciones practicadas en este Cementerio; desde su apertura parte el 30 de Setiembre del año de 1876 según los antecedentes DE HIGIENE que arrojan los registros son; 173,229, siendo 93742 correspondientes al sexo masculino y 79487 al femenino. El Cementerio General la Chacarita fue habilitado y puesto al servi- cio público el día 14 de Abril del año 1871. Desde esta fecha hasta la presente, el orden seguido en la administración, se divide en tres pe- riodos. El primer periodo puédese considerar en el lapso comprendido desde la habilitación hasta el 26 de Setiembre del año 1873. El segundo des- de esta fecha hasta la de Noviembre. 25 del año 1875. La tercera, principiando en la terminación de la segunda hasta el presente. Con- siderándose la existencia de este Cementerio, sujeto al orden expuesto se manifiestan, los siguientes detalles. 892 LECCIONES Durante el primero, periodo, el servicio de inhumación se hizo en los locales que se habian destinado al propósito: en el segundo, se practicó en las calles del establecimiento, y en el tercero, en un terreno inme- diato á este enterratorio, separado solamente por una calle y algunos pocos metros. El local que ha servido durante el primero y segundo periodo, forma un paralelógramo de 129 metros por el lado NO. y de 411 metros por el NE. Su superficie es de 5 hectáreas 30 áreas y 19 metros. El terreno que comprende el tercer periodo, cuya übicación es muy inmediata, tiene, con diferencia bastante insignificante, la misma situa- ción que el habilitado primeramente respecto á los rumbos espuestos. La figura es cuadrilonga, sus lados por el del S. E. tiene 34,560 metros y el del SO. 19530 metros resultando tener una superficie de 6 hectáreas 74 áreas y 9568 metros. Inhumaciones practicadas en el Cementerio General “La Chacarita” des de el 14 de Ahril del año 1871, hasta el 26 de Setiembre de 1876 PERIODOS VARONES HEMBRAS TOTALES Pi’imero . . . 8764 5182 13946 Segundo . . . 6622 4202 10824 Tercero . . . 1936 1342 3278 17322 10726 28048 El Cementerio del Sud empezó en sus funciones de tal, el mes de Diciembre del año 1,867 y precisamente en los dias que declinaba la segunda epidemia de cólera morbus. Su clausura definitiva, ocurrió el dia 14 o 15 de Abril del año 1871: época en la que fiebre amarilla ya estaba en su periodo decreciente. La delineacion que forme su figura es la da de un cuadrilongo irre- gular, según manifiestan sus lados, que son, por el Norte de 194: metros al Sud de 195 metros, al Este 243 metros y por el Oeste de 248 metros, resultando tener la superficie de 4 hectáreas 77 áreas y 75 metros dividida en cuatro secciones denominadas A. B. C. yD. Esta superficie se ha ocupado con cadáveres de los que ran del sexo mas culino y del femenino. DE HIGIENE 893 El actual Cementerio Protestante, se estableció en el local que tiene boy su übicación, á últimos del año 1832. Desde esta fecha hasta el 30 de Setiembre del corriente año, se han sepultado 5,746 cadáveres de ambos sexos. Su duración hasta el presente es de 44 años. La primera inhumación se hizo en el mes de Noviembre del año 1833. La población de la ciudad en el año 1822 visto el estado anormal producida por las exitaciones de la época, se puede considerar de 68 á 69000 habitantes. Esta cifra se basa á la proporción del 1 por 28 sobre el término medio de la mortalidad de los años 1823 y 1824. Terminamos con estos datos debidos á un empleado laborioso de la Uiunicipalidad, cuanto queríamos hacer constar sobre el estado de los actuales cementerios en nuestra capital. En la próxima reunión nos ocuparemos de las circunstancias que de- ben tenerse presentes en la erección de un cementerio. pIRCUNSTANCIAS QUE DEBEN TENERSE PRESENTES EN LA ERECCION DE UN jQEMENTERIO Señoees; Dije á Vds. en la anterior reunión, que en la erección ó emplazamiento délas necrópolis, había que tener presente las mismas circunstancias ó condiciones que se requieren para la übicación de una ciudad, de un campamento ó una habitación. Las circunstancias mas pertinentes á los cementerios, diremos para refrescar ía memoria, son: la distancia de poblado; la exposición del terreno: el estado del subsuelo-, la extensión y los accesorios tales, como cerca, capilla, depósitos mortuorios, habitaciones, plantaciones y lo relativo al régimen interno. Estos son los pormenores que van á ocuparnos hoy. 894 LECCIONES Diremos desde luego, en cuanto á la distancia de 'poblado, que la hi- giene aconseja en la actualidad, según hemos visto en la reunión anterior, que los cementerios sean situados á la mayor distancia posible de todo centro urbano. La ciencia no prefija, ni puede señalar un máximo de alejamiento, por cuanto considera que la inocuidad posible de estos centros de pudredumbre está en razón directa de su distancia de po- blado y cuando mas, señalarla un mínimo, y para muchos autores, este seria el de 500 ó 600 metros. Creemos suficientes estas cuatro palabras sobre este punto, después de cuanto hemos espuesto en la anterior reunión y pasaremos á estudiar las otras condiciones que nos ofrecen un interés mayor. Las razones en que nos apoyamos para recomendar los parajes altos y batidos por los vientos, en los climas templados, para la übicación de las ciudades, nos sirven coa mayor razón cuando se trata de la ciudad de los muertos. Desde que los cementerios son focos de un mefitismo pútrido permanente, se hallan en ellos condensadas las causas de insa- lubridad y por consiguiente, se debe buscar para su emplazamiento un sitio elevado y ventilado por lo tanto, para la mas fácil dispersión de de los miasmas, á la vez que debe estar situado ese punto, de manera que los vientos que reinan con mayor frecuencia en la localidad, no traigan á los pueblos en sus olas gaseosas, esos mefitismos tan nocivos. Esto resume cuanto de mas importante podemos decir sobre la exposición ú orientación-, hemos de ver mas adelante algún medio para ayudar ó suplir la distancia y exposición. Pasemos pues á la naturaleza del terreno y estado del svbsuelo, en que se hallan comprendidas las condiciones que ejercen mayor influencia sobre los fenómenos de la putrefacción. Debemos considerar aquí, el grado de humedad, la constitución física y la composición química del terreno. La mayor ó menor humedad de un terreno, influye considerablemente sobre la marcha yla duración de la putrefacción. La humedad, como hemos dicho ya en otra ocasión, es un elemento esencial, para la des- composición de los cuerpos y es tanto mas lenta la putrefacción, cuanto mas seco, elevado y oreado es un terreno, pudiendo llegar esta acción hasta la desecación ó momificación. Por el contrario, en los terrenos muy bajos, que. reciben las aguas délos puntos inmediatos, que están al abrigo de los vientos y el suelo y subsuelo empapados, exceso de agua, el primer periodo de la putrefacción marcha rápidamente, pero se detiene en su ciclo y viene pronto la saponificación. En fin, en un DE HIGIENE 895 terreno húmedo, y permeable, es donde se ha encontrado que la putre- facción marcha con mayor rapidez y llega é ser mas completa. Debe evitarse pues, que los terrenos que se destinan para cementerio sean muy bajos y délos que reciben las aguas de los lugares inmediatos o sujetos á inundación, en laque podrían llegar hasta sobrenadar esos cadáveres. Da composición química de los terrenos, es la condición que tiene mas influencia sobre la descomposición de los cuerpos. Hemos hablado ya de los estudios de Orfila y Desueur, hemos hecho mención del Camp) Santo de Pisa, situado en la inmediación déla Ciudad y que hace siglos sirve de cementerio sin saturarse, sin dejar de destruir rápidamente los cuerpos que se le confian; pues lo mismo pasa en Bolonia y otros pueblos que tienen un subsuelo calizo y los habitantes del Senegal, en la villa de Joal, principalmente, entierran los cadáve- res bajo montones de conchas de ostras. Según Jo que hemos referido de los estudios de Orfila y de Desueur, el terreno silicoso no sirve, como no sirve el arcilloso, que forma con los cadáveres una masa compacta que se deseca rápidamente y que difícil- mente es penetrada por los insectos, por la humedad yel aire. El ter- reno silicoso ó arenoso, si es húmedo, saponifica pronto las grasas y si es seco, tiende á la momificación; es el terreno en que la descomposición ha sido mas lenta en los esperimentos relatados. Al referirnos á la composición física, nos hemos olvidado recordar, que hay terrenos en cuya composición entra el arsénico y generalmente es el arcilloso y como este cuerpo se opone á la descomposición ó pu- trefacción, es necesario tenerlo en cuenta. Da proximidad de una capa rocosa en el subsuelo, impide dar a las fosas la profundidad debida yes otra circunstancia esta, que hay que tener en vista. Dos señores Gluérad, Barruel y el Consejo de Salubridad de Francia han podido convencerse que las aguas crudas o selenitosas, al pasar por los cementerios ó terrenos impregnados de sales amoniacales, cam- biaban de composición y propiedades por la descomposición sulfato calcáreo. Todo terreno destinado á inhumaciones, debe ofrecer una gruesa capa de tierra removible, para que puedan tener las fosas la profundi* dad de metro y medio á dos metros, que es lo que recomiendan los au- tores. XJn terreno para cementerio no debe tener corrientes de agua superficiales, porque como hemos dicho, un cierto grado de humedad es necesario, pero uu exceso es dañoso; debe igualmente estar al abrigo de 896 LECCIONES las aguas torrenciales, que arrastrarían la tierra removida y dejarían los cadáveres al descubierto. También, las aguas que sirven para la provisión 6 abastecimiento de una población ó familia, no deben estar ni espuestas á ser infectadas por las emanaciones de los cementerios. Drenaje—Hablando del sub-suelo, no podemos dejar de volver á ocu- parnos del drenaje, tan recomendado hoy por todos los higienistas. El drenaje en efecto, es un medio poderoso que obra con eficacia para pre- servar las fosas ú hoyas del exceso de humedad, que retardaría la des- composición cadavérica. El sistema de drenaje que se emplea en los cementerios es muy simple, no difiere del que se emplea en los campos é interior de las ciudades para secar la vía pública. La disposición de los drenes ysu profundidad varían, según que el terreno es mas ó menos aqüífero. En los terrenos muy impregnados de agua ó de humedad, se colocan dre- nes bajo las calles y bajo las tumbas, pero se les suele dar otra dispo- sición que consiste en estenderlos bajo las calles tan solo, pero á gran profundidad, es decir, cá 70 ú 80 centímetros bajo las sepulturas, con intervalos de 6 á 7 metros de separación y estos se reúnen en colecto- res y se hacen abocar con alguna alcantarilla. Lo principal en el drenaje de un cementerio, es la salida de las aguas, que hay que procurar que no vayan á impurificar las aguas potables, ó de que se hace uso en las inmediaciones, pues, como sabe- mos, todos los medios mecánicos de purificación son luego insuficientes, porque no hay que separar partículas en suspensión, sino elementos disueltos, que dan á esos líquidos propiedades muy insalubres ó mal- sanas y aunque á la vista esas aguas estén muy clarificadas, no es pru- dente, ni es inocuo, hacerlas ir á las corrientes potables. Hay pues que desinfectarlas, ó destruir químicamente los gérmenes ó miasmas disueltos, é hacerlos absorver por una vegetación abundante y aun así, en atención al carácter pernicioso de los elementos, es conveniente rei- terar con ellos la irrigaccion. Pasemos ahora á estudiar la estension que deben tener los cemente- rios, en que el enterramiento es el modo empleado para devolver á la tierra los elementos prestados, guia pulvis. eris et in pidvis revesteris, como dice el versículo. La estension que debe tener un cementerio se calcula, atendiendo al término medio de las defunciones por ano y al aumento que va tenien- do la población por el exceso de los nacimientos sobre las defunciones, por la atracción del centro urbano yla inmigración. Creemos que es conveniente al respecto, comparar la mortalidad normal de varios anos DE HIGIENE 897 y el aumento posible de la población y como Jos cementerios no se cambian de año en año, bay que tener presente: 1. el tiempo que tarda un cadáver en descomponerse completa- mente en el terreno de que se puede disponer. 2. ° La distancia y magnitud de las fosas, 3o el espacio que debe quedar entre las fosas. Vamos á ver los fundamentos do estas condiciones. Debo advertir que en este cálculo, que es solo aproximativo, se su- ponen tres cosas. La primera es, que todos los cadáveres son enterra- dos, que es lo que la ley manda, pero que todos, ó el mayor número eluden, desde que pueden construir nichos, panteones, bóvedas, etc. La segunda cosa que se supone, es que todas las concesiones son tem- porarias yla tercera es que todos los cadáveres están separados y no en fosas comunes, así como también parece suponerse, que los cadáve- res son enterrados con una simple mortaja ó un cajón sencillo de ma- dera, pero como lo acabamos de hacer notar, muchísimos cuerpos son sepultados en cajones de plomo y zinc, ó en sarcófagos impermeables para el agua y el aire, que retardan indefinidamente la putrefacción y asimilación de los elementos constitutivos de los cuerpos. Hemos indicado ya, que los cementerios se establecen por un número indefinido de años, pues ni es cosa fácil, ni cómoda, ni posible aun, estar cambiando de local cada poco tiempo, pues no habría en las inmediaciones de las ciudades tierras que dieran abasto. El te'rmiuo medio anual de defunciones en una población, se esta» blece, según los datos estadísticos suministrados por la mortalidad du- rante diez anos, ó por lo menos cinco; se hace la suma y el total se comparte por el número de años sumados. Teniendo luego ála vista el censo de la población, se vé en que proporción están las defuncio- nes con relación á la población. En cuanto al aumento de población hay que calcularlo también, para estimar, conforme á la proporción hallada del tanto por ciento, el aumento probable de defunciones en un número dado de años. Este número de anos que dejamos indeter- minado, debe ser aquel por el cual, se quiere que sirva el cementerio y que en previsión se debe estimar en mas de cincuenta. Advertiremos de paso, que el aumento de población en una ciudad, es un problema tan difícil como complejo y que (rlaubius calcula, en vista de la mortalidad, del exceso de los nacimientos sobre las defunciones y del censo de un año, sin contar con la inmigración, que en los cli- mas templados, como el nuestro, una población, que progresa normal- -57 898 LECCIONES mente, se duplica en 25 años y esta es también la ley hallada por Malthus. Ademas, Señores, como el mismo terreno que ha servido para des- componer un cuerpo, no hay inconveniente en que descomponga otro cuando se vea que está en condiciones de poderlo hacer, entra aquí, como cuestión previa, el averiguar en un terreno ó localidad dada, el el tiempo que tarda el suelo en descomponer un cadáver, según la ma- nera como ha sido sepultado. Los terrenos que forman la vastísima llanura de nuestro pais, las Pampas Argentinas y en particular las de la Provincia de Buenos Aires son uniformes en su composición física y química y análogos, podemos decir, á aquellos en que Orilla y Lesueur, hallaron que á los 18 meses estaba completada en gran parte la descomposición, hasta la reducción á una pequeña cantidad de adipocira yel esqueleto desnudo. No obstante, en nuestro país, como en muchos otros, los reglamentos de Policía sanitaria, ú ordenanzas municipales, de acuerdo con la higiene y con los sentimientos de los habitantes, les acuerdan al terreno yal cuerpo, grande usura, diremos, para que completen su obra y fijan en cinco años el te'rmino mínimo para las exhumaciones de los restos mor- tales, estableciendo además, que en el sitio, en que en un dia dado se ha sepultado un cadáver, no debe removerse la tierra para otra inhu- mación hasta que no hayan trascurrido cinco años. Este es pues el plazo señalado entre nosotros para las exhumaciones y según los estu- dios ú observaciones hechas, se considera que al cabo de ellos, ya ha recobrado la tierra la aptitud para descomponer otro cuerpo. Se con- sidera también, que á los cinco años, la exhumación se puede hacer sin peligro para la salud pública. T ya que hablamos de las ordenanzas, entremos en algunos detalles sobre esta materia. Las fosas ú hoyas, según los reglamentos, deben estar separadas por un espacio de 40 á 50 centímetros; deben tener dos metros de largo y 80 centímetros de ancho y su profundidad debe ser de 1,50 centímetros, á dos metros. En algunos países y hemos visto que se está haciendo lo mismo en el cementerio de “La Chacarita,'’ se cavan enormes fosas, de dos metros de ancho por seis ú ocho de largo y otro tanto de profundidad, para dar sepultura á todos aquellos cadáveres que no son reclamados por las familias, ó cuyos deudos no tienen como pagar la tierra y las sisas impuestas por la Municipalidad. Los cadáveres en estas fosas, se colocan trasversalmente, y los unos al lado de los otros, de manera, que la cabeza de un cuerpo tiene á su lado los pie's de DE HIGIENE 899 otro y una vez llenada la camada se echan algunas paladas de cal y de tierra y se comienza á [poner otra en las mismas condiciones. Así estas grandes fosas, encierran como 48 cadáveres y exhalan un olor repelente. Para facilitarles los cálculos, ó la resolución de cualquier problema, aproximativamente, les diré que; por lo común, se considera, que se necesitan por cada cien mil habitantes de una población, 30,000 metros cuadrados de esterision en el cementerio. Ei Dr. Tardieu, dice con muchísima razón, que si [en un paraje en que se ha enterrado un cadáver, no pudiera inhumarse otro, después de cierto tiempo,los cementerios invadirían pronto el dominio de los vivos. Ahora, en cuanto al tiempo ú época es que es permitido remover la tierra, en que se ha sepultado un cadáver, varía al infinito en cada país, como que depende del tiempo que tarda la tierra en consu- mirlo. Se llama concesión de terreno, la duración de tiempo durante el cual la autoridad se compromete á no disponer de un espacio de terreno para sepultar nuevos cuerpos, é traspasar la propiedad. Las conce- siones de terreno en nuestro cementerio, son; á perpetuidad ó tempo- ranas y estas ultimas son renovables al espirar los plazos. Tanto las concesionss á perpetuidad, como las temporarias, tienen el inconveniente de estrechar ó reducir la superficie disponible de un cementerio, trabando así el servicio regular de las inhumacio- nes é impidiendo utilizar los terrenos para inhumaciones sucesivas espirada ó terminada la descomposición de uno. Tienen en su contra también, las concesiones ú perpetuidad, que son un estimulo para la ostentación de la vanidad y que hacen, que los privilegios del dinero quiten é priven la igualdad en la obra de la muerte. Somos de opinión, que debiera la ley prescribir la manera de inhu- mar, optando por aquella que sea mas conforme con los preceptos hi- giénicos y que esto se observara estrictamente. Las únicas concesiones queldebieran permitirse son las temporarias, pero renovables, para que la verdadera piedad, pudiera seguir tributando a los restos venerandos, el amor y el recuerdo debido. Aun no ha podido fijarse entre nosotros el tiempo exacto que tarda un cadáver en descomponerse por falta de estudios cid-hocy mas que nada, por las condiciones en que se inhuman los cadáveres que vanan al infinito. En otros países y debido á la diversidad de terrenos, encontramos, por ejemplo, que Gf-melin fija en 30 y 40 años el tiempo necesario para la descomposición completa de los cadáveres; Wilberg en 38 anos; 900 LECCIONES Frank, de 24 á 25 años; Walker en 7 años; Tyler en 14 años; Tagg, en Londres, 12 años; Orilla en 14, 15 ó 18 meses, halló que los cadá- veres quedadan reducidos á esqueleto. Si'de los autores pasamos á los países, hallamos que en Hesse, en Darmstadt y en Prusia, se estima en 30 años el tiempo necesario para la descomposición de un cadáver; en Smaringen en 20 años; en Francfort, 20 años; en Wurter- burgo, 18 años; en Leipzig, 15 años; en Milán, 10 años; en Stuttgard, 10 años, en Munich, 9 años y en Francia 5 años. Voy á llamarles la atención sobre otro orden de hechos relaciona- dos con este punto que nos ocupa. Hemos referido ya, en las anteriores lecciones, que hay sarcófagos, ó fe'retros, construidos de diversas materias, hasta de vidrio, como se vió en la exposición de 1855 en París. Pues bien, la naturaleza del ataúd ejerce nna acción muy manifiesta sobre los fenómenos de Ja putrefacción y sobre su duración. Según el Dr. Waller Lewis, en los cajones de plo- mo, que tanto se usan en nuestro país, no se encuentran ni indicios de sulfures, carburos, ni fosfuros hidrogenados y cianogenados, sino ázoe y ácido carbónico con materias animales en suspensión y á veces, amoniaco. En cuanto al plomo mismo, se ha encontrado en él, carbona- tes, pero no sulfures. El olor al amoniaco es siempre muy manifiesto, cualquiera que sea el tiempo que lleva de sepultado el cadáver, lo que demuestra que la putrefacción está siempre muy retardada. Es raro que los gases acumulados en los cajones de plomo, que dis- tienden sus paredes y bombean la tapa en particular, no encuentren alguna abertura por donde escapar, pero jamás se rompen de un modo brusco. Todo esto, es independientemente de la naturaleza de la enfermedad que ha determinado la muerte y de las condiciones del sujeto, que refluyen inmensamente en la duración de la putrefacción y en los pro- ductos que dan. Antes de pasar á otro punto, quiero también hacer constar este curioso dato, sobre la profundidad de las fosas, que tomamos al doctor Tardieu. En Austria, la profundidad reglamentaria de las fosas es de 6 pies y 2 pulgadas; en Hesse-Darmstardt 5 pie's, 7 pulgadas ó 6 y I] 2 pies; en Munich 6 pies, 7 pulgadas; Francfort 4 pies, 7 pulgadas; Stuttgard 6 pies, 6 pulgadas; en Eusia de 6 á 10 pies y en Londres de 4 á 5 pie's. Pasemos ahora á ocuparnos de las plantaciones en los cementerios. Estas plantaciones son de suma importancia y conveniencia bajo el DE HIGIENE 901 punto de vista de la salubridad de estos focos de mefltismo pútrido permanente. Todos saben que las hojas de los árboles y plantas, tienen la propie- ad de descomponer el ácido carbónico, producto de las combustiones, para restituir el oxígeno al atmósfera y que las raíces, absorven del sub- suelo las materias minerales y orgánicas descomponiéndolas y previ- niendo así su tardía reducción. . 8 Por estas propiedades que tienen Jas hojas y las raíces, que con- vienen tanto en Jos cementerios, pues se oponen á la exhalación y di- unden de Jos gases provenientes de la descomposición cadavérica. Hay una gran diferencia en la clase de vegetación que conviene en e recinto de las ciudades y sus plazas y alrededores yla que conviene en los cementerios. Mientras que en Jas plantaciones urbanas con- vienen Jos árboles cuyas raíces penetran profundamente, es decir, de os que pertenecen á las grandes especies, en los cementerios deben lecer por el contrario proporciones mucho menores y aun, debieran ser simples gramíneas ó tupido césped. Las raíces profundas perjudicarían las tumbas y dificultarían la ca- bacion de las fosas. . frondosidad, si bien conviene, por cuanto da movimiento,' bate el aire y desagrega las partículas que pudieran elevarse, puede, si es muy tupido el follage, oponerse áJa renovación del aire, que es una condi- ción que hay que buscar siempre en estos sitios. La vejetacion de pequeños arbustos ó de plantas y césped, es la que mas recomiendan Jos higienistas, por el entrelazamiento de sus raíces, que forma un obstáculo para la libre salida de Jos gases, previene las grietas que la sequedad tiende á formar, se embeben de rocío y mantie- nen una humedad graduada y conveniente, ála vez que impiden que las aguas lleguen en exceso y que mantengan en Jas fosas demasiada humedad. Con esta clase de vegetación, se obtiene un equilibrio favo- rable en las condiciones higrométricas del suelo, que regula la descom- posición de los cuerpos. Los grandes árboles en los cementerios, solo convienen en su períme- tro yen Jas anchas calles que se establecen y deben estar distanciados asi mismo, para no impedir la circulación del aire. El empleo de los árboles en los cementerios data de tiempo imemo- nal yJo único que debe evitárseos su acumulación, y este empleo, que bien pudo en su principio ser un simple ornamento, ó decoración perspectival, tiene su lado higiénico, coms hemos visto y el Sr. Pellieux llega hasta asegurar, que si se pudiera establecer uia doble circula- 902 LECCIONES cion en las fosas, para el desprendimiento de les gases fe'tidos yla re- novación del oxigeno reductor, se podría obtener la inocuidad de los cementerios y una mas rápida descomposición de los cadáveres. Se ha observado también que en los tumuli que se hacen en los campos de batalla, la vegetación que en ellos nace, es mas vivaz y rápida en su crecimiento, que en los lugares inmediatos. Escusado nos parece el decir, que las calles de los cementerios formadas por los árboles, deben estar en la dirección de los’] vientos mas favorables y que los árboles, tales como los álamos y eucaliptus, cuyas hojas en incesante movimiento tamizan el aire ylo baten, deben ser preferidos á los árboles ramosos y de pesadas hojas. Pasemos ahora á ocuparnos del abandono de los cementerios, de las mondas y de la protección á los sepultureros. Hay tres circunstancias que obligan á abandonar los cementerios. Primero, porque su ocupación ha sido sola temporaria, como sucede en las guerras y asedios de ciudades; segundo, porque se han vuelto, por su poca estension y hacinamiento, impropios para servir por mas tiem- po de sepultura; ó bien, porque razones de conveniencia hacen tomar esta determinación, buscando un emplazamiento mas higiénico y le- jano. Conviene que de acuerdo con el Dr. Tadieu digamos algo en este lu- gar sobre la saturación del suelo de los cementerios. La saturación del suelo de los cementerios proviene del enterramiento de nuevos cadáveres antes que haya tenido tiempo la tierra de terminar la de los anteriores. De esta manera, el suelo se torna impropio para operar los cambios que constituyen la putrefacción; el suelo lo que hace, es saturarse de los detritus. En los cementerios saturados, examinada la tierra, se la ha encontra- do formada en su mayor parte de huesos deshechos y de un mantillo ó estiércol untuoso, La pala, el pico 61a azada, al cabar la fosa, suena á cada instante con los fragmentos óseos que encuentra á su paso, y no es raro ver aparecer pequeñas ó grandes aglomeraciones de grasa cadavé- rica de consistencia y aspecto esponjoso. No olvidemos que según Orfila, la causado la saponificación misma, parece ser debida, á que la tierra, siendo poco abundante en torno de la inmensa cantidad de cuerpos contenidos en los sepulcros, no tarda en penetrare toda de los productos volátiles de la putrefacción, y en esas condiciones, no tiende ya á favorecer la descomposición pútrida, sino á desembarazarse del exceso de esas materias que tiene entre sus partí- culas. Lo que acredita esta opinión de Orfila, es que la adipocira solo DE HIGIENE escepcionalmente se encuentra, é incompleta aun, cuando la tierra está virgen y la fosa es accesible al aire. No todos los terrenos son aptos para la saponificación, pero no nos es dado indicar por falta de estudios sobre el particular, cuales son los que tienen esta propiedad. Solo nos es dado decir, que en los subsuelos silicosos, no es raro ver la saponificación, cuando sobreviene la satura- ción. La saponificación, no detiene de un modo completo la putrefacción, pero, produciéndose ella, marcha con suma lentitud, pudiendo, según ehnísmo Orfila, encontrarse huesos al parecer frescos, después de 20 anos. Esto esplica áJa vez, Jos peligros que muchas veces se corren cuando se trata de utilizar para habitaciones y escabaciones agrícolas, el suelo de los cementerios abandonados y esplica á la vez como se pro- ducen epidemias y males diversos, cuando se aspira el aire de antiguos cementerios. . >or tanto pues, sea que la ocupación de un enterratorio haya sido temporaria, sea que se abandone por saturación ó para ocupar mejor emplazamiento, no debe permitirse ningnna obra en él, hasta después eun buen número de arios. Si el destino á darles fuera para siem- ras, paia las cuales no hubiera que remover sino superficialmente la tiena, respetando los monumentos y los signos piadosos que el culto a los acostumbra colocar, podría permitirse al cabo de diez años, pero toda otra obra debe ser diferida hasta que un recono- cimiento prévio no haya indicado que la destrucción de los cuerpos está totalmente terminada. Algunos autores son de opinión, que ni aun entonces debe permitirse obra alguna, y agregan, que si el terreno es necesario debe procederse á efectuar una monda ó limpieza. En otro tiempo y otros países, las mondas que se hacían, eran para volver á ocupar como enterratorio el mismo sitio yde esta manera tenia ello mucho de inmoral y repugnante. Es indudable que, cuando un enterratorio está lleno, lo mas conveniente es ir aumentándolo y dejar en reposo los restos y la tierra abaiTotada de riqueza estéril, pictórica. Hacer una monda, reeojer los huesos ó ir á arrojarlos á un esterco- lero, ó á un osario común, es ajar los sentimientos humanos, es mani- festar mucho desprecio por los restos de nuestros antepasados, pero es peor sin duda alguna, que sean hollados sus huesos por las patas de las bestias y destrozados por el pico ó la pala del agricultor ó del 904 LECCIONES albañil. En tal caso, es preferible que vayan al osario ó á una hoguera funeraria de carácter religioso. Cuando hay que hacer una monda y aun, en las simples escavaciones de las fosas que ya han servido y en las inhumaciones y enterramien- tos, hay una serie de peligros que rodean á los sepultereros y algunos de ellos suelen acarrear resultgdos funestos,- como desgraciadamente se ha visto infinidad de veces. Del conocimiento de estos peligros y de sus funestas consecuencias provienen algunas precauciones especiales aconsejadas por la esperien- cia y que la ciencia preconiza para casos semejantes, con el fin de prote- jer á los obreros y de resguardar la salud pública. Para las traslaciones, mondas, ó evacuaciones de los cementerios, se aconseja bajo los indicadlas puntos de vista, sacar capa por capa el terreno de la superficie, hasta llegar ála capa en que se encuentran los ataúdes. Apenas comienzan á sentirse malos olores, se riega el suelo abundantemente con cloruro de cal, ú otro desinfestante y pasase á trabajar en otro punto algo distante y así van sucesivamente favore- ciendo la reducción por la oxidación por el aire, de las emanaciones y de la materia orgánica de los cadáveres ó restos humanos. Bien entendido que, no vuelven á trabajar en un punto en que se hallan al descubierto los restos humanos, hasta que no ha desaparecido todo mal olor. En los abandonos y traslaciones que se han hecho en otros países, se ha pj ocedido de la manera indicada y cuando en las escavaciones se llegaba adonde estaban los huesos, se hacían abundantes lociones dó- ricas cuya concentración era proporcional al grado de infección. Gomo hay siempre en los cementerios saturados, cadáveres muy retardados en su descomposición, al quedar al descubierto en las mon- das y en contacto del aire y de la acción reductora del oxígeno, no tardaban en entrar en una rápida descomposición. Para las mondas, los trabajadores deben ser provistos de trajes especiales, que no deben salir del recinto de los cementerios y creemos que es una medida de suma conveniencia, la de fumigar á esos obreros todas las tardes, antes que recobren sus trajes particulares para ir á sus casas; creemos aun, que después deesas fumigaciones sería de suma cenveniencia, obligarlos á tomar un baño antes de recuperar sus vesti- dos ordinarios ó habituales. Es de esta manera que en las mondas hechas, se han evitado des- gracias personales y han podido llevarse á cabo sin gran esposicion ó daño álo menos para la salud pública, pues no ha habido ninguna epi- DE HIGIENE 905 demía que deplorar, que era el gran temor que se tenia al llevar á cabo la monda del cementerio de los Inocentes en París, Cuando los sepultureros deban penetrar á bóvedas ó panteones, deben antes mantenerlos abiertos por algún tiempo y en caso en que no haya podido efectuarse antes esta medida por inadvertencia de los dueños y sea urgente proceder á una inhumación, deben tomar la precaución de cerciorarse, si la atmósfera confinada, es ó nó respirable. Pare el efecto, lo mejor es pajar una lánipara de seguridad encendida, sujeta de una cuerda que deben pasear por los ámbitos. Es una gran imprudencia hacer uso para tales casos de una simple vela encendida pues varias veces han tenido lugar detonaciones y accidentes graves. Es costumbre entre nuestros sepultureros emplear el vinagre, que es el menos .desinfestante de las sustancias reputadas tales. Ea precaución del baño ó lacado y abandono de la ropa de trabajo antes de volver á sus casas, debería ser obligatoria en todo tiempo para estos empleados y muy especialmente, cuando reina alguna epi- demia en Ja localidad. Creemos inútil indicar que todo cementerio debe tener su cercado ó tapia, su capilla correspondiente y habitaciones para los empleados que han de permanecer durante el dia y hasta por la noche. Nada tampoco creemos deber agregar sobre los osarios ó carneros, bóvedas, nichos, mausoleos, panteones y demas construcciones, porque son bien conocidas y es inoficioso que perdamos el tiempo en descrip- ciones. Mas adelante, al hacer un paralelo entre los diversos modos de sepa- ración de los muertos del contacto é inmediaciones de los vivos, hemos de volver sobre estos puntos si nos es lícito. En la próxima reunión vamos á ocuparnos del embalsamiento y de algo mas si hubiere lugar. 906 LECCIONES pEL EMBALSAMAMIENTO Y DE LA CREMACION Señores: Al empesar el estudia de los cementerios, dijimos, que esta palabra venia de una voz griega que significa etimológicamente: lugar del sueño ó del reposo. Es probable según esto, que los antiguos mirarían la muerte como el sueño de la vida y que por esto dieran tan práctico y delicado nombre á las necrópolis. Inferimos de ese mismo origen, que en rigor, la palabra cementerio, no significa el paraje en que se inhu- man ó entierran los cadáveres, sino el sitio á donde se llevan los muertos. Es por esto que las Pirámides, las catacumbas y otros sitios en que yacen restos humanos, están comprendidos en la denomi- nación genérica de cementerios. El objeto de los cementerios, como lo hemos dicho también, no ha sido solo para llenar la necesidad de separar los muertos de los vivos sino, para evitar á las familias ó deudos de los finados, un espectáculo que contrista el ánimo, cual es el de la presencia inmediata de los restos ó del cuerpo inanimado, de un ser querido, que evoca incesantes recuerdos dolorosos. Pero, al dejar que vayan los cadáveres áun sitio determinado, lo ha santificado con su respeto y veneración y respon- diendo á los sentimientos y afecciones mas nobles ó humanas, á las de amor, de gratitud, de cariño, los ha relegado allí para honrar y conser- var los despojos de los progenitores, tributándoles piadosos recuerdos, siquiera mientras dura una generación. Los países, respondiendo á ideas filosóficas ó religiosas, ó á necesida- des del suelo, han llenado estos diversos fines, los unos por medio del embalsamiento; otros por la incineración ó cremación; estos por la inhumación; aquellos por enterramiento y estos, comienzan á poner en uso la petrificación en tanto que los de mas allá les daban sepul- tura en el mar ó entre las nieves y hielos. Como acaban de oir, establecemos una justa distinción entre el enterramiento yla inhumación. El enterramiento es la colocación de DE HIGIENE 907 un cuerpo, con una mortaja y un ataúd sencillo de madera, en el seno de la tierra, de manera que esta le cubra por todas sus partes. La inhumación, es la colocación de un cuerpo en una construcción ó edi- ficio ad hoc, como nicho, bóveda, panteón, etc., ó bien, dentro de un sarcófago, ó los tan empleados hoy, cajones de plomo, de zinc, ó ci- miento. Ln cuanto á la petrificación, diremos desde ya, para no volver á ocuparnos de ella, que no tenemos datos suficientes sobre los métodos y medios empleados para conseguirlo y que los > resultados han sido muy dudosos. En efecto, Ja petrificación sería una tendencia diame- tralmente opuesta á la cremación y el método que se ha empleado y que permanece oculto, pertenece al Señor Soriné. Solo sabemos al respecto, que dicho Señor ha conseguido endurecer de tal manera los tejidos humanos, que lleva en el puño de su bastón un ojo humano petrificado y que, según una correspondencia de Italia, la petrificación del cadáver de Mazzini ha tenido un éxito admirable, pero no ha pasa- do lo mismo con los de Manzoni y Eovani, este último petrificado por el Profesor Grorini; por un sistema distinto del de Soriné, según parece. Do todas maneras, y por mejores resultados que se alcancen por este medio, lo consideramos contrario á los fines de la naturaleza y no esperamos que se generalice, por las mismas razones que se opo- nen á Ja adopción del embalsamiento, como método general de conducta á seguir con los muertos y que mas adelante hemos de ver. En fin, la petrificación, si se llega á conseguir, creemos que solo se empleará, cuando mucho, con los grandes hombres. En cuanto á la cremación, de ella nos hemos de ocupar estensa- mente mas adelante y hemos de hacer mas tarde un paralelo de los diversos modos de separación de los muertos, considerando el punto bajo la triple faz, higiénica, económica y social. Entretanto, permítasenos respecto al embalsamiente, algunas con- sideraciones de carácter general. El embalsamiento, lo podemos considerar reservado, en nuestros tiempo, como un medio de conservación de los cadáveres, de un cierto número de personas de distinción, en Ja iglesia, en Ja administración, de la guerra, óde las ciencias y las artes. En general, es un medio solo al alcance de personas pudientes y se mira con cierto respeto por el vulgo, creyendo sin duda, por lo que ve, que es una honra señala- da, que solo la merecen Jas altas dignidades de la administración y de la iglesia. Hay un algo inesplicable en el poco uso que se hace en nuestros tiem- 908 LECCIONES pos del embalsamamiento, ¿porqué es, en efecto, que siendo mirado co- mo una honra y estando por su bajo costo al alcance de las familias pudientes, déla piedad, de la honra postuma, etc. etc. ¿como es que no se generaliza mas? ¿Es condenado el embalsamamiento, acaso, por la iglesia ó por las leyes de nuestro pais? Nada de eso señores. ¿Hay aver- sión ó repugnancia por parte de la generalidad? Tampoco, puesto que se le mira como uua honra señalada, como hemos indicado. ¿No hay quienes practiquen el embalsamamiento? pero, si en nuestros tiempos sobran quienes lo hagan y espero, que cada uno de Yds. estará en ap- titud de poderlo efectuar satisfactoriamente después de cuanto vamos á esponer. Creo que lo que hay de por medio, es un poco de horror entre el pue- blo, debido álps medios de que se servian antes, para obtener el embal- samamiento y como los conocimientos médicos tienen tan poca repercu- sión en el vulgo, cree este, que aun estamos en los tiempos en que se hacian mutilaciones cadavéricas, ante las que, la piedad y veneración se detenían. Hemos de ver que no es así, dentro de un rato. Se dá el nombre de embalsamamiento, á una operación que tiene por objeto, preservar los cadáveres de la descomposición pútrida que espe- rimentan los cuerpos organizados privados de vida. La historia del embalsamamiento se pierde en la noche de los tiempos pero ha sido el pais de los Faraones el primero que lo uso sistemática- mente, como manera de evitar los perniciosos efectos del mefitismo pú- trido, no teniendo terrenos en sus inmediaciones que poder destinar para las honras postumas, sino los anegadizos que inunda periódicamente el Niío y destinadas á la agricultura. Ha sido en el Ejipto también que esta operación ha alcanzado un grado mayor de perfeccionamiento, que no se ha podido imitar, pues los procederes de que se servian para la conservación secular de los cuer- pos, no nos han llegado. pero, como hemos dicho, desde hace algunos años, se han hecho grandes progresos, tanto en la elección de las sustan- cias conservadoras, cuanto en el proceder á emplear. Según algunos autores, el medio que emplearon con mas frecuencia los egipcios, consistía en saturar cada parte del cuerpo con asfalto. El embalsamamiento, tal cual ha venido efectuándose en tiempos no muy remotos, requería la ex-visceracion, ó sea la estraccion de las principa- les visceras, para lo cual se abrían anchamente las cavidades y de aqui es, como hemos indicado, el horror con que se le mira, pues el vulgo DE HIGIENE 909 cree aun, que este es el único medio que puede emplearse con proba- bilidades de éxito completo. con el embalsamamiento,que procura la momificación de los cuerpos. Con- servarlas piezas anatómicas, es preservarlas de la putrefacción ó de una alteración que cambie las principales propiedades de los tejidos. Las momias, se dividen en natural es y artificiales; llámanse momias natura- les, los cadáveres de hombres ó animales 'que perecen en los desiertos ardientes de la Lybia y que son desecados y conservados por la arena fina; desígnase también con esta calificación, los cuerpos hallados en ciertos cementerios, en condiciones idénticas á las anteriores. Las mo- mias artificiales, son la obra del hombre, como las que se encuentran en los hipogeos de Egipto. Algunos autores confunden Ja conservación de las piezas anatómicas, No obstante, la conservación que es la sustracción de un cuerpo á la alteración natural y que se efectúa por permanencia en un líquido con elementos especiales, viene á traer la momificación cuando se dese- ca, esto es, si la sustancia empleada es verdaderamente eficaz para evitar la putrefacción ulterior. Puede una sustancia, no evitar ain embargo, la putretaccion ulterior y ser conservadora ó retardatoria, y este es un fin, ó una necesidad en muchas ocasiones. Por ejemplo, en los anfiteatros de disección; cuando hay que trasportar los cadáve- res á largas distancias; cuando hay que esponerios con diversos fines etc., etc. En tales casos, sin destrozos, ni grandes mutilaciones, se inyecta por la arteria carótida un líquido conservador ó retartario, que por los conductos arteriales y venosos se distribuye por todas las partes del cuerpo. Usase en tales casos, una solución de dos libras de arsénico colorado con cinabrio, en veinte de agua ó espíritu de vino, (Dr. Tran- china) ó bien, soluciones como la de Gannal (de partes iguales de sulfato de alúmina y cloruro de aluminio), óla de Sucquet (solu- ción de cloruro de zinc) ó bien la de Gratiolet y f.emaire (solución de Koaltor en aceite graso de hulla), etc., aúnque esta última se ha propuesto para el embalsamiento formal. Las condiciones que debe llenar un buen procedimiento de embal- samamiento, para hacer desaparecerlas causas que han acarreado el descrédito y horror sobre este medio, tan estimado en la antigüedad, considero'que se pueden refundir en las siguientes: 1 a Seguridad de conserva cion indefinida, ó por tiempo muy largo 2 Emplear sustancias que no sean venenosas. 303 Posibilidad de prescindir de la ex-visceracion. 910 LECCIONES 403 Que la operación sea fácil yde corta duración. 553 Posibilidad de conservar el cuerpo en todas las temperaturas y estados higrométricos de la atmósfera. 603 Que altere lo menos posible el volumen, la forma yel color del cuerpo. Dentro de un rato vamos á hacer algunas observaciones sobre estas condiciones. 703 Economía en los materiales empleados yen los honorarios. Los métodos de embalsamamiento empleados hasta hace poco, se pueden clasificar en tres grupos : En el primer grupo, los materiales ó sustancias conservadoras, se aplican á la superficie esterior del cuerpo. En el segundo grupo, las sustancias se aplican al interior y esterior á la vez. En el tercero, entran los métodos en los que solo se aplican interior- mente. El primer grupo presenta poco ínteres, no produce uu verdadero em- balsamamiento. La goma, la miel, la salmuera, el mercurio metálico, la cal, el yeso, etc., entraban en este grupo y solo pueden considerarse estos medios, en que se colocan los cadáveres, como retardatarios de la putrefacción. En un tiempo, gozó de alguna fama el método de Swandermam, que consiste en un baño prolongado en aceite y aunque es poco seguro y engorroso, retarda mucho la descomposición. Bogros, empleaba la esencia de trementina mezclada con el alcohol, pero se le reprochaba á este método, que desecaba mucho los tejidos, asi es que solo se empleaba para la conservación de piezas anatómicas. Braconnot, aconsejaba el empleo del sulfato de hierro, que es muy bueno también para la conservación de las piezas anatómicas, pero que tiene el inconveniente que ennegrece mucho el tegumento. Taufflieb, usaba el deuto cloruro de estaño, que es venenoso y no es puro en el comercio y se descompone con facilidad, en cloruro y en ácido estañóse, que no tiene propiedades conservadoras. Entran ademas en este grupo, las sustancias desinfestantes de que nos hemos ocupado anteriormente y de que ae hace un uso diario para evitar ó destruir los perniciosos efectos de la descomposición de la ma- teria orgánica. Al segundo grupo, pertenecen los medios de que se hacia uso en el antiguo Egipto y aunque se ignoran cuales eran las sustancias que em- pleaban, todo induce á creer, que seguían el siguiente proceder: se es- DE HIGIENE 911 traían las visceras, que se destinaban al fuego ó á la tierra; se sometía el cuerpo á un baño prolongado, en que entraban muchas especies aro- máticas y por último, se llenaban las cavidades, una vez desecado el cuerpo, con sustancias aromáticas secas y por último, para que la carne no se desprendiera de los huesos, se liaba todo el cadáver con vendas ó trapos secos, impregnados en alguna sustancia desinfectante. Bajo la posesión de estos datos, algunos autores han tratado de imitar Jos procedimientos de los Egipcios y entre ellos recordaremos los si- guientes: De Bils, después de abrir las cavidadess sumerjia el cadáver en un baño de aguardiente saturado de pimienta, alumbre, corteza de encina y sal común, por un intervalo de 1 á 2 meses. Clauder, hecha la ex-visceracion, sumerjia el cadáver en una disolución acuosa de potasa, ó de hidrocloratq de amoniaco. Boudet, que era el que embalsamaba los pares ó Senadores en Fran- cia, durante el imperio, embalsamaba las visceras separadamente, en soluciones muy complejas y distintas para cada una y luego, las volvía á colocar en su lugar, embalsamando el cuerpo por los métodos indicados. Chaussier, introducía en las cavidades viscerales, por medio de nume- rosas incisiones, deuto cloruro de mercurio en solución acuosa, pero, como el empleo de esta sustancia ofuscaría las investigaciones mé- dico-legales, siendo un veneno muy usado, se ha avandonado este proceder. Por último, en el tercer grupo, se inyecta un líquido conservador por el sistema vascular, que penetra hasta en las últimas ramificaciones y parénquimas por la inhibición. Diremos con el Dr. Tardieu, que es inútil insistir sobre las ventajas sin númern de este nuevo modo de embalsamar, que no requiere mu- tilaciones y la exvisceracion, que tan mal se avenia con la idea de res- peto yde conservación, que preside ásu empleo y que no requiere operaciones largas y costosas. Entre los que han empleado este procedimiento, citaremos a Berze- lius, que usaba el vinagre de madera; Bollier el hidrato de metílena mezclado con alcanfor y esencia de lavándula. Los precederos de Tranchina, de Gannal y de Sucquet, son los que han cobrado mas nombre en estos últimos anos. Los de los dos últimos, fueron sometidos por la Academia de Medicina de París al exámen de una Comisión, de que fué miembro informante M. Poiseuille. Cada uno de dichos Señores embalsamó un cadáver y sus ataúdes, perfectamente sellados, fueron enterrados á una profundidad de 70 912 LECCIONES centímetros en el jardín de la escuela práctica y la exhumación se efec- tuó al año y dos meses. El cadáver embalsamado por Gannal, estaba en un estado de putre- facción avanzado y el de Sucquet, por el contrario, en un estado de conservación esterior y profunda, muy completa; abandonado este cadá- ver al aire libre, se desecó sin la menor putrefacción y adquirió una dureza comparable á la de la madera y de la piedra. ¿No será alguna solución de cloruro de zinc la que se ha empleado en Italia, para las petrificaciones de que hemos hecho mención al principio de esta reunión? nosotros lo creemos asi y es por ello que hemos tomado de Tardieu el relato de esas esperiencias. Debemos recordar nuevamente que hay un proceder debido á Boni- facio y Capron, pero que es secreto, otro de Ealconi, cuyo ingrediente principal es el sulfato de zinc y que los profesores de Genova encontra- ron excelente y el de Gratiolet y Lemaire, que emplean el coaltar ó una solución al 10 por 100 de acido fónico y que es muy eficaz y mas aun agregándole un 8 por 100 de alcohol. Generalmente, se opera de este modo descubierta la carótida, se colo- can dos tubos en direcciones opuestas y se hace la inyección por ellos, hasta que se repleta el sistema capilar, lo que se conoce por el abulta- miento del abdomen y la trasudación de ácido fónico por la piel y narices. En seguida, se envuelve el cadáver en compresas mojadas en una solución concentrada de acetato de alúmina, para curtir la piel ó impedir que se escape el ácido fénico que es tan volátil. Este procedimiento es rápido, sencillo, económico, no introduce sus_ tancia venenosa en el cadáver, que pueda ofuscar ó inducir á error en las investigaciones médico-legales, no requiere mutilaciones, ni ex-viscera- cion, etc,, etc. En resúmen, Señores, el método de las inyecciones es el que prevalece y entre la infinita variedad de soluciones que se han preconizado, las siguientes son las mas comprobadas como eficaces. Io inyección de alcohol cargado de sublimado corrosivo con inter- vención de clorhydrato de amoniaco. 2o inyección de solución de ácido arsenioso alcoholizado 3o inyección de cloruro de zinc en solución estendida. 4o solución acuosa de sulfato de alúmina. 5o solución de coaltar ó ácido fónico con ácido tartárico y alcohol. El sublimado corrosivo y ácido arsenioso, como sustancias tóxicas, no deben emplearse sino en casos especiales y con conocimiento previo de la autoridad. DE HIGIENE 913 ¿Continuará siendo el embalsamamiento un privilegio de altos digna- tarios en países democráticos y enemigos de privilegios personales, como el nuestro? No lo creemos, pero no esperamos tampoco, que este medio de sepa- ración de los muertos yde impedir los efectos de las emanaciones pútri- das permanentes, de que son foco los cementerios, pueda adoptarse como tratamiento ó conducta geneial con los que mueren yla higiene se opone á ello con el cúmulo de razones que vamos á apuntar. Si el embalsamamiento se volviera de un uso universal, de modo que cuantos murieran fueran embalsamados, muy pronto el sitio que se destinara para esas momias, invadiría las ciudades, estas y sus contor- nos, se verían hacinados por los esqueletos y aunque podrían construir- se hipogeos 6 catacumbas como en Ejipto, Eoma y París, muy pronto seria esto insuficiente para contener tanto cuerpo conservado á despecho de la muerte y de las leyes de la creación. Adviéitase, que aquí no hacemos valer como argumento, las exhalaciones ó mefitismos que los procederes imperfectos puedan originar y ser causa de males infinitos y no lo hacemos, porque queremos suponer, que esos embalsa- mamientos han sido hechos de la manera mas perfecta. Hay otra razón que influye mas en el ánimo de los higienistas, y que puede proponerse en forma de problema en los términos siguientes: ¿no es necesaria la descomposición de los cuerpos, para mantener el equilibrio en la naturaleza y cuya conservación es la primera ley del universo y de la existencia por tanto de los seres? Al decir, Señores, que la resolución de este problema influye podero- samente en el ánimo de los higienistas, es porque el problema que aca- bamos de indicar, todos los naturalistas, geólogos y filósofos, lo resuelven afirmativamente, es decir, en el sentido de la necesidad. Al ocuparnos de la cremación hemos de insistir sobre este punto, que es uno de los fundamentos de los partidarios de este género de tratamiento con los muertos y de que hemos de ocuparnos estensa- mente. CREMACION Ó INCINERACION Estamos, Señores, ante una cuestión que está á la orden del dia y sobre el bufete, desde hace algún tiempo, de los higienistas, adminis- tradores, economistas y filósofos, como que es uno de los problemas mas sérios que puedan presentarse, por cuanto él afecta los sentimientos mas íntimos que desarrolla la civilización. 914 LECCIONES El estudio que emprendemos, es necesario para completar nuestros conocimientos sobre los modos preconizados para separar los muertos de los seres dotados de vida, é impedir que sus emanaciones puedan da- ñar á los supervivientes. No debemos echar en olvido, que este estudio lo emprendemos, con el fin de poder apreciar cada uno de los métodos aconsejados ó puestos en uso, bajo el triple punto de vista higiénico, económico y social. Acabamos de decir que esta cuestión, de higiene pública y economía social, está á la orden del dia, y en efecto, como habrán tenido ocasión de ver, es el tema la cremación de discusiones científicas, de las pesqui- sas minuciosas de la administración, de reformas legislativas en varios países y de estudio esperimental de un gran número, que buscan la so- lución de estos dos puntos importantes de ella: prontitud en la opera- ción y cumplimiento de las leyes eternas de la creación, rodeando la operación de las formalidades y respeto debidos. La preocupación que acarrea este problema proviene: 1. ° del haci- namiento siempre creciente que los muertos determinan en los cemen- terios y de la necesidad consiguiente de darles mayor ostensión; 2. ° de los inconvenientes y peligros que resultan para las poblaciones de la proximidad y estension misma de los cementerios; 3. ° de la necesidad de devolver ála agricultura esos terrenos, tan bien situados, tan bien preparados, tan improductivos y tan necesarios á la vez, por cuanto, en torno de las grandes y antiguas ciudades, el suelo está cansado de tanto producir y es escasa la cantidad de tierra disponible para alimentar tanta población. La cremación ó incineración de los cadáveres es la resolución mas inmediata y mas práctica que se ha presentado á las complejas cuestio- nes que suscitan las consideraciones antes indicadas, que interesan en tan alto grado á la higiene, á la familia y á la sociedad entera. Para hacer un estudio tan completo de la cuestión, como las circuns- tancias nos lo permiten, vamos á tratar sucesivamente: 1. ° de la parte histérica de la cremación y 2. ° de los procederes empleados para dicho fin. Terminados estos dos puntos pasaremos á otros no menos importantes. PARTE HISTÓRICA DE LA CREMACION Dos trabajos importantes tenemos á la vista para poder trazar la histo- ria de la cremación: uno del Dr. P. de Pietra Santa, Redactor del Jour- nal d'hygiene y otro de nuestro amigo el Dr. Eernand Marmier, médi- DE HIGIENE 915 co del paquete á vapor “Belgrano” y de los cuales vamos á estractar abundantemente las ideas relativas á este punto. Euera de estos dos trabajos notables bajo muchos respectos, tene- mos “ Un ensayo sobre la higiene de los campos de batalla v por el Dr. Th. Pein; “Higiene, inhumación, cremación ó incineración de los cuerpos ” por A. Cadet, miembro del Consejo Municipal de París; las tesis, opúsculos y artículos principales publicados en Ita- lia y en nuestro país, de que tomaremos también abundantes datos. En todo tiempo, como hemos dicho en las reuniones anteriores, los últimos deberes rendidos á los muertos,'han sido objeto de un culto es- pecial, sagrado casi siempre y rodeado por lo tanto del respeto y de las solemnidades religiosas ó políticas. Sin pretender negar que la inhumación ha sido el primero y mas se- guido método en el destino último que se daba á los muertos, podemos decir sin embargo, que el uso de quemar los cuerpos de los que morían, se remonta ála mas alta antigüedad. Este uso, no provenia de una convicción ó precepto higiénico, puesto que la ciencia estaba en su cuna y que, desgraciadamente, no es este el móvil por lo común á que obedecen las costumbres de los pueblos, sino por una tradición ó mas bien por las ideas filosóficas que dominaron en otros tiempos.' Aceptamos esta versión como mas probable, porque como todos sabe- mos, Ja filosofía yla religión han estado íntimamente ligadas y así se comprende fácilmente la influencia que las creencias, en particular las relativas á la naturaleza y destino del alma, han de haber ejercido sobre el modo de inhumación. Ahora bien, un gran número de los filósofos déla antigüedad, consideraban el fuego como principio y fin de todas las cosas y que el alma no era otra cosa, que el principio de vida comu- nicada al cuerpo por el fuego. Una idea análoga, como vds. saben es la que trae nuestro génesis, con el soplo vital, que la escuela materialista é histórica, no ha dejado de atribuir al Sol, como personificación del Dios creador. Sea lo que fuere, la incineración, no es una invención de estos tiem- pos, pues numerosos testimonios acreditan que ha estado en uso en muchos pueblos de la antigüedad y parece resultar, según dice el Dr. Pietra Santa, que la incineración ha estado tanto mas en uso, en es os mismos pueblos, cuanto mayor ha sido su estado de civilización. Así, la cremación constituía un honor supremo rendido á los héroes y los grandes hombres; honor que no escluia ni la inhumación, ni nada de cuanto tiende á perpetuar la memoria de los séres que marcan las épocas históricas, é imprimen movimiento al progreso. 916 LECCIONES Nada hay mas digno de estudio, bajo el pnnto de vista antropológico, dice al respecto el Dr, Criné, que la historia de los usos y costumbres délos diferentes pueblos: los egipcios sometían á un juicio al difunto; si resultaba que habia sido probo y virtuoso, el cadáver era embalsama- do y conservado en monumentos especiales; si por el contrario, su vida habia sido manchada por los vicios, era arrojado al tártaro. Los prime- ros Latinos incineraban los muertos; los Etruscos hablan adoptado probablemente el mismo uso y las cruces cinerarias encontradas lo com- prueban. Los Griegos, antes de la guerra de Troya quemaban sus muertos y Homero dá detalles circunstanciados en los versos consagra- dos á los funerales de Patroclo y de Héctor, versos que han sido glosa- dos por el Dr. D. Pedro Mata, en una composición poética titulada Vida Postuma y que copiamos del Dr. Giné : “No así los manes de Patroclo fueron “ante los muros de Illion guardados ‘‘palpitantes aun y ensangrentados ‘‘todos en pira funeral ardieron. “De las sangrientas llamas, pingüe pasto “en espirales de vapor se abrieron “con rauda elevación, círculo vasto “por las etéreas salas ‘‘que el Escamandro entoldan y en las alas “del céfiro, cual gérmenes tendidos “tornaron esos restos nbsorvidos “por plantas y animales “al círculo incesante que fomenta “con su propia guadaña truculenta “la muerte de los séres terrenales.” He aquí otras citas relativas á la antigüedad de la cremación, que tomamos del opúsculo del Dr. P. de Pietra Santa. Tácito, hablando de los Germanos refiere : “Eunerum nulla ambitio, id solum observatur ut corpora clarorum virorum certis lignis crementur.” Los primeros habitantes del Lacio, según Virgilio (Eneida iibro XI), incineraban sus cadáveres. Según Atto Venucci, los Etruscos los quemaban también, según lo revelan las escavaciones modernas, en las que se han descubierto urnas cinerarias. Entre los Orientales, Artemisa, muger de Mausolo, rey de Caria (Halicarnaso) hizo incinerar el cadáver de su esposo, bebió una parte DE HIGIENE 917 de sus cenizas en vino yel resto lo depuso en un sepulcro, que por su magnificencia, fue una de las maravillas del mundo, de donde viene pre- cisamente el nombre de mausoleo, que se dáá todo suntuoso monumen- to elevado á la memoria de un ser ilustre. Los hebreos, según Lapeyrene, conocían la cremación y consideraban esa pra'ctica, como un acto de veneración, como un testimonio de estima- ción yde honor, como un acto en fin, de gratitud y reconocimiento pú- blico. Esta apreciación está atestiguada por numerosísimos pasages en los libros del antiguo y nuevo testamento. Los romanos comenzaron por incinerar sus muertos, á ejemplo de los antiguos pueblos del Lacio, pero parece, que poco á poco abandonaron esa costumbre ñor razones muy diversas y á sustituir á este'modo de separación de los muertos de los vivos, el sepultamiento de los Tallec- idos en sus propias villas yel embalsamamiento, cuyas momias traspor- taban á sus propias habitaciones. Esta práctica, parece fue continuada hasta que apareció una epidemia muy mortífera, cuya causa fue atri- buida por la generalidad de los hombres doctos, á estos usos anti-higié- nieos. A consecuencia de esta epidemia, el Gobierno resolvió entonces, enviar á tres ciudadanos ála Grecia, para que estudiaran la cuestión y según lo que vieren, formularan nuevas ordenanzas sobre este punto y con el fin de prevenir la reaparición de esos males, que tantos estragos hablan causado. Parece según esta opinión, que las leyes de las XII tablas, contienen la sanción délas reformas propuestas y entre esas leyes figuraba la pre- sente disposición : hominem mortuum in urde ne sepelito neve urito. llo- gum custumve novum propias sexagenta pedes, ne adiscito coedes alienas invito domino. Hoe plus ne facito, rogum ascia ne palito. Entre los ejemplos de cremación, continúa el mismo Dr. Pietra San- ta, me limitaré á citar el de Sylla, el.de Pompeyo y los de los Césares hasta los Antoninos* Durante la decadencia del imperio, las ceremonias fúnebres, se modificaron como todas las otras instituciones políticas y sociales. En el momento de la aparición del cristianismo, los conversos re- chazaron la incineración con energia, desde qne veian que los paganos le atribuían no solo la purificación física, sino la moral también. ¿Como habían adoptado los paganos estas ideas? ¿porqué conjunto ó serie de ideas habian aceptado la cremación? Es muy difícil penetrarse de las ideas filosóficas que se tenían en esas épocas, sin embargo, Mr. Jamiesson, en un notable, trabajo sobre el par- ticular, en que pesa diversos hechos y doctrinas filosóficas, de las que han 918 LECCIONES dominado las anteriores etapas de la civilización, cree poder asignarle la siguiente cronología: en primer lugar, podemos considerar casi como ins- tintivos la veneración y el respeto, en el hombre, á los restos de sus se- mejantes yen particular, hacia los de los seres con los que nos han ligado afectos y los vínculos de parentesco y de aqui, podemos conside- rar que partía el cuidado y religioso respeto hacia los dioses lares y los manes de sus antecesores, que consideraban tutelares de sus viviendas. La cremación que les permitía pues, conservar las cenizas de los muertos sin las emanaciones infectas, no podía menos de ser aceptada después de las terribles lecciones porque debieron pasar, como consecuencia de enterrar los muertos en sus mismas heredades. Muchas otras causas han debido concurrir á la adopción de estas ideas, pero, á nuestro juicio, han debido ser las ideas ó principios filo- sóficos, como hemos indicado, los que mas debían influir en el estable- cimiento de este uso. Ahora bien, Heráclito, como saben, en contrapo- sición de Thales, consideraba el fuego, como el elemento primordial y durante mucho tiempo, esta doctrina dominó las creencias de la antigüedad. Los héroes de Homero, como indica el Dr. Marmier en su Tesis para el doctorado, no tenían sino un temor, el de ser precipitados en las olas, después de su muerte, por cuanto el agua estinguia la sus- tancia innata del alma, la privaba de la inmor.alidad y destruía el dogma de la trasmigración. Eneas, temía el naufragio, dice Virgilio pero no era la muerte lo que le aterraba, sino la idea de que su alma pe- reciese en la mar. Los antiguos pueblos, adoradores del sol y del fuego, pretendían que este elemento, al destruir el cuerpo, trasportaba el alma á la morada de los bienaventurados. Preciso es no olvidar también, que para los filósofos, ó médicos princi- pales de aquellos tiempos, el principio de la vida, para unos era el agua, para otros el aire y para otros el fuego. Por último, el uso del fuego tenia por objeto, romper Iss vínculos que ligaban el alma con el cuerpo y que creían que duraba algunos dias, y así, esas almas andaban erran- tes, por las fúnebres mansiones, como aun lo supone la fantasía de algunos pueblos y del vulgo crédulo. Aqui termina el periodo antiguo de la cremación y aqui daremos fin á la presente reunión yen la próxima continuaremos aun con la cre- mación. DE HIGIENE 919 ¿ Qué ES LA pREMACION ?—¿ Quáles son sus fines ? SON LOS PROCEDERES ACONSEJADOS ? Señóles: Nada suele ser mas difícil, que definir aquello de que tenemos un co- nocimiento mas completo, que diariamente vemos y de cuya espresion hacemos un uso diario. Felizmente, con la palabra cremación ó incinera- ción, creemos que no nos vá á pasar eso y sino la hemos definido en las anteriores reuniones, ha sido solo por no considerarlo necesario. Mas ahora, vamos á hacerlo como introducción al estudio de los fines que se proponen los higienistas al recomendar este tratamiento con los cadá- veres humanos. La cremación, podemos decir con el señor Cadet, (1) bajo el punto de vista científico, es la trasformacion inmediata de un cadáver en agua, ácido carbónico, hydrógeno carbonado, ázoe y cenizas. Es decir, que un cuerpo incinerado ó cremado, dá exactamente los mismos productos de- finitivos, que los que dá su trasformacion en el seno de la tierra, con escepcion de los miasmas y de la materia orgánica, que en este procedi- miento rápido, no tienen lugar para producirse, pues el fuego todo lo consume de un modo inmediato. “En la cremación como en la inhumación, la destrucción del cuerpo “es debida á la combinación del oxígeno del aire con los átomos orgáni- cos. . . la cremación opera en media hora la trasformacion del cadá- ver “jue la inhumación tarda cinco años em cumplir.” Apenas deja de vivir un ser, apenas muere, comienza ya la obra de la muerte, sin el retardo de un instante, empieza la obra de su destruc- ción, pero no estéril, pues por una ley necesaria y fatal, la materia, los elementos constitutivos de los seres, sin tregua ni descanso, se trasfor- man en principios de vida en el gran receptáculo de la naturaleza. Esta ley necesaria y fatal, se muestra al observador doquiera tiende su mirada y fácilmente se comprende, que no habiendo mas fuentes y (l)iHygiene, inhumation, crémation ou incineration des corpa, pour A. Cadet. Paria, lábrairio Germer Eailliere et Cíe. 920 LECCIONES medios y elementos de vida yde reproducción, que los que vemos, esos principios ó elementos, las moléculas de los cuerpos, tienen que estar en movimiento continuo, en una trasformacion incesante. Con razón pudo en su tiempo decir ya Ovidio : requieque sine ulla corpora vertuntur nec quod fuimusve, sumusve, eras erimus para indicar esa eterna verdad, esa ley inmutable de la naturaleza, esa metempsícosis 6 trasmigración de los átomos existentes en nuestro planeta, que son los que giran incesantemente en el gran ciclo de la vida, de la muerte y de la trasformacion, ó mas exactamente, del ser al no ser, de la vida ála muerte, por medio de la trasformacion. Apenas cesa la vida, en el cadáver, conjunto de elementos de los di- versos reinos de la naturaleza, sometido á las leyes físicas y químicas, comienza el trabajo regresivo que dá como última espresion, esos mias- mas indefinidos y fétidos y productos volátiles ó gaseosos, que han sido perfectamente caracterizados en los últimos tiempos y á los que podemos asignarles con Girardin (Lecciones de química, t. II) la siguiente com- posición : Agua; ácido carbónico; hidrógeno carbonado; amoniaco ó ázoe é hidrógeno; hidrógeno sulfurado y fosforado; ácido acético yun residuo de sales minerales, en que abundan; la cal, la magnesia, la sosa, la potasa, el óxido de hierro. Sabemos también, por los numerosos aná- lisis que han sido hechos, que el agua se encuentra en la proporción do 75 partes y las materias sólidas en la de 25 por 100. Es por la presencia del agua que el cadáver entra en putrefacción yes por la presencia de estas materias sólidas, que queda como última espresion de esa podredumbre, un residuo terroso, es decir, un residuo que tiene los mismos elementosjque entran en la composición de los vegetales y animales y que la tierra ostenta, es decir aun, el hombre, el ser, escep- tuando el alma, que yo no sé donde se esconde, como decia Espronceda, vuelve á la tierra los elementos que le tomó transitoriamente y es así como se cumple la bíblica sentencia, pülvís eris et in púlvis reverteris. La muerte pues, como’decíaenla tésis para su Doctorado, mi amigo el Dr. Grolfarini, no existe en verdad; científicamente, no es sino el principio de esa eterna é incesante transformación y lo que nos parece destruc- ción, no es sino la metempsícosis, la trasmigración de los elementos, la devolución de los principios, que como habitantes temporarios de un mundo en peregrinación continua, le habíamos ido tomando, en el tras- curso mas ó menos largo de la existencia. Esos principios devueltos, según la eterna armonía de la creación, á los aires, las aguas y los suelos, van á girar de nuevo y descompo- DE HIGIENE 921 niéndose en sus elementos primordiales, van á revivificar otra vez el suelo, el aire y las fuentes de las aguas. No hay nuevas creaciones en el globo que habitamos, no hay sino de la vida en el planeta y que se efectuam por los medios indicados de los aires, las aguas y lugares. esas grandes armonías y contrastes, que hicimos presentes al ocuparnos Y así es, en efecto; el vegetal utiliza los gases que asimila y des- compone por medio de sus hojas cuando existen en el aire y absorve por medio de sus raices las sales y el agua, en que muchos de ellos pueden hallarse disueltos. La obra de la pudredumbre, como hemos visto es descomponerlos, se- pararlos, reducir los compuestos cuaternarios y ternarios que formaban, para favorecer su incorporación á esos medios y servir de sustento á los nuevos seres que los asimilan, de donde los toma luego el hombre para su subsistencia; el hombre, el rey de la creación, el gran polífago. A su vez, esos principios sirven de abono á esos medios, los fecundan y privan, en el aire yen el agua, que la acción siempre oxidante del oxígeno, actúe sobre los elementos esenciales ó constantes y opere una reducción que seria perjudicial, así como lo seria igualmente en el suelo, al que terminaría por reducir á inútil y estéril escoria. Tras estas breves consideraciones, que nos ponen ya en camino de hallar la espresion de la verdad yde la importancia de la cremación, abordemos resueltamente la cuestión de los fines, con que la recomien- dan los higienistas y los administradores públicos. El enterramiento de los cadáveres, que es el destino mas generaliza- do y que tratan siempre de eludir las personas pudientes en todos los países, por medio de la inhumación en sarcéfagos, ataúdes, féretros nichos y cajones de plomo, que es lo que se entiende y practica hoy por inhumación, el enterramiento, deciamos, tiene inconvenientes muy sé- rios, como hemos visto y vamos de nuevo á recorrerlos, bajo una faz distinta de aquella con que los espusimos, ó mas bien dicho, este ca- pítulo será un completo de aquel. Es nuestro deber estudiar la influencia que los diversos productos de la putrefacción pueden ejercer sobre la salud pública por los peli- gros que entrañan. Podemos decir que esos productos son: los miasmas, productos sóli- dos, líquidos y geseosos. Mientras dura la pudredumbre en el seno de la tierra, se produce una infinidad de animalículos microscópicos, que oriundos de un medio mefítico, llevan en sí la propiedad de determinar efectos semejantes á 922 LECCIONES aquellos qus les dieron origen y es de aquí que surje el principal peligro que ocasionan, pues arrastrados por los aires y las aguas, infectan am- bos medios y estos son los principios morbíficos, las causas ocasiona- les de infinidad de males. ¿No será el septo pneuma, bailado por el Profesor Selmi de Mantua, en las capas de aire de encima de los cementerios en los dias serenos, de estos infusorios! El septo pneuma es un corpúsculo orgánico que vicia considerablemente el aire y le altera con detrimento de la eco- nomía humana según el Dr. Pietra Santa. Esta sustancia, agrega, que es fácil de recojer y aislar, hace nacer en una solución de glycosa, fe- nómenos de fermentación pútrida y dá origen á una cantidad considera- ble de bacterias semejantes á las de la fermentación butírica. La inyección á un pichón de algunas gotas de la solución conteniendo el septo pneuma, trae síntomas de infección tífica y la muerte sobreviene al tercer dia. En cuanto á los sólidos que resultan, de la descomposición cadavé- rica, se combinan entre sí, como hemos dicho: el amoniaco, la potasa, la sosa yla cal, contenidos en los tejidos y huesos constituyendo el amonioco y adipacira, que queda como estiércol impregnado de materias orgánicas y de miasmas. Los líquidos provenientes de la descomposición cadavérica, dice Tardieu, son todos sin escepcion, provenientes de la fermentación pú- trida, que á veces comienza durante la vida. Estos líquidos arrastran las sales que se desdoblan y además, fragmentes de los mismos tejidos, en vía de trasformacion pútrida, que vuelven tan peligrosas las aguas que atraviesan esos grandes receptáculos de mefitismo pútrido. Hemos visto que los gases que se desprendían durante la putrefac- ción eran : el hidrógeno fosforado, el carbonado, ácido carbónico, ácido sulfhydrico, ázoe, amoniaco y ácido nítrico por doble descomposición. Apenas formados estos gases, por su densidad y fuerza de espansion y afinidades, tienden á desprenderse de la tierra y logran así ó consiguen, abrirse camino, ó bien, encuentran algún resquicio y se diseminan en la atmósfera. Todos estos gases son irrespirables y perjudiciales cuando se aspiran y su acción, es proporcional á su difusión en el atmósfera. La orien- tación, opuesta á los vientos reinante en cada localidad, no tiene otro objeto, que favorecer esta difusión, pero ella es ilusoria en los países que por su situación están fuera de los vientos constantes, regulares ó periódicos. DE HIGIENE 923 Según los Dres. Chadwick, Milroy, Lewis y Sutherland, encargados de una pesquisa por el parlamento inglés, estimaban en 1849, en mas de dos millones y medio de pies cúbicos ingleses (2,572,580) los gases producidos por una mortalidad anual de 52,000 almas yel Dr. Lethelby en 1860, estimaba la cantidad de restos humanos que contenia el suelo de los cementerios de Londres, en 48,600 toneladas. La prueba mas incontestable del desprendimiento de estos gases, la tenemos en los fuegos fatuos de los viejos cementerios y que no son otra cosa que hidrógeno fosforado, producto de la fermentación pútrida, que se desprende á través de la grietas del suelo y que se inflama en contacto del aire. ¡j¡No sería una redundancia y abusar de la clara inteligencia de uste- des insistir en los efectos perniciosos de los miasmas ó infusorios, sólidos, líquidos y gases, que dan los cadáveres al descomponerse en el seno de la tierra! Lo considero tan evidente, después de cuanto hemos espuesto, que creo innecesario agregar una sola palabra. Deberíamos los médicos, procurar que los partidarios del enterra- miento é inhumación, presenciaran como tenemos que hacerlo nosotros muchísimas veces, la pudedumbre y todas las faces que siguen los cadá- veres en el seno de la tierra, para que nos dijeran, cuando se trata de un ser que hemos querido, recetado y venerado en vida, sí no inspira asi tal espectáculo y si no tiende á ajar nuestra dignidad, nuestras creencias y sentimientos mas delicados. Hemos hecho presente ya, que la generalidad en nuestro país, testi- gos mas de una vez de esas faces, tratan de eludir el enterramiento y sustraen los cadáveres de sus deudos, cuando sus recursos se lo permi- ten, á la medida general del enterramiento, por medio de Ja inhumación en sarcófagos ó ataúdes de plomo. Debo hacer constar, que esta misma tendencia está en uso en la inmensa mayoría de los pueblos cultos. ¿Qué vendrá á suceder dentro de un tiempo no muy lejano, con esta conducta? Trasportándonos con la imaginación á esos tiempos y suponiendo que esta clase de inhumación fuera seguida por la inmensa mayoría de las familias, vemos el suelo, bóvedas, nichos y panteones repletos de ataúdes, es decir, de cadáveres conservados á pesar de la muerte. T bien, con el enterramiento pasa una cosa idéntica. Hemos visto ya que según los cálculos del Dr. Letheby, había en los cementerios de Londres 48,600 toneladas de restos de huesos humanos y lo que es mas, vemos la inmensa estension que toman las necrópolis; vemos 924 LECCIONES que los mejores terrenos de las inmediaciones de las ciudades que son los que se destinan para ese objeto, condenados á la esterilidad, cuando el hambre domina las poblaciones y cuando el resto del suelo se encuentra ya exhausto de savia, de tanto producir. La cremación, como hemos dicho, aleja todos los peligros é incon- venientes que tienen las necrópolis. El trabajo regresivo que la putrefacción tarda tantos años en cumplir, esponiendo á la vez la salud de millares de seres, ella lo termina en breve tiempo sin el menor peligro para la salud pública. Objeciones á la cremación La cremación se nos presenta, según lo espuesto, como el método mas racional y científico que podemos emplear entre los diversos destinos de que son susceptibles los cadáveres. Veamos pues cuales son los medios ó procederes que podemos em- plear para llevarla á cabo, sin que la religión, la moral, la justicia y la familia, tengan que oponerle objeciones de algún valor. La cremación no obfiga á cambiar sustancialmente nada de las cere- monias fúnebres de la religión. El dogma déla inmortalidad del alma y el de la resurrección, en que pudieran fijarse los creyentes, queda com- pletamente intacto, pues la omnipotenciáfcnfiuita lo mismo podría dis- poner se reunieran las cenizas de los que dejaron de existir, que el polvo de los huesos que aprovecharon los vegetales y animales, para su desar- rollo y propagación. Llenemos desde luego la defensa de esta afirmación ó postulado. La cremación no aja, ni ataca la moral y buenas costumbres. Lejos de eso, puesto que priva que los seres queridos sean pasto de los gusa- nos y de la pudredumbre, eleva mas los sentimientos caritativos y afec- tuosos ; no priva tampoco la cremación que se cumplan dos últimos deberes sociales; la cremación facilita el culto inocuo á los muertos, puesto que, los últimos deberes, no quedarán terminados hasta no haber recojido las cenizas y depositádolas en su última mansión. En el enter- ramiento é inhumación, hay que pensar en la exhumación de los restos y en la profanación continuada de ellos. El cariño, el respeto, la veneración de la familia, de los parientes y amigos, no pueden menos de ganar en la cremación, que permite como hemos dicho, llenar todos los deberes que el afecto y la religiosidad im- ponen. La familia puede deponer sobre la urna cineraria sus coronas y siemprevivas y tributarle el culto de los recuerdos, sin que ninguna emanación, por algún resquicio, pueda comprometer su salud. DE HIGIENE 925 ¿Noinspirará la urna el mismo recotiniento y respeto que la tierra, la cruz de madera ó de piedra y los monumentos mismos, de que están llenos los cementerios ? Creemos con un notable escritor, que, si bajo el punto de vista ma- terial, la cremación es un medio rápido de destrucción de los cadáveres humanos, bajo el punto de vista moral, no hay procedimiento mas conservador. Quédanos aun por probar, que la cremación no deja desarmada á la justicia para la represión y castigo de los crímenes y delitos, deque pueden haber sido víctima los individuos. Hemos dejado ex-profeso este punto para lo último, porque considera- mos necesario estendernos algo sobre él, pues es la objeción mas sena que se le ha hecho á la cremación. Hemos visto la salud pública salvaguardada por la cremación ; hemos visto que la religión en nada se opone á su empleo; hemos visto la moral, las costumbres y el culto á los muertos sublimados por la crema- ción y podemos agregar, que la reducción á cenizas del cuerpo humano, trae y hiere la imaginación sobre la profundidad de estas verdades, la caducidad humana y el fin de las vanalidades. La cremación, se dice, quita el recurso de las exhumaciones, priva las pesquizas que reclama la justicia en los procesos criminales. Pero lejos de ser exacta esfa objeción, los trabajos de los Dres. Polli y Castiglioni, y todas las incineraciones en vasos cerrados que se han efectuado en los últimos tiempos, demuestran querella procura á la justicia, por el contrario, datos y recursos muy superiores á los que dá la exhumación actual. No obstante, en los primeros momentos en que se presentó esa ob- jeción, se propuso para remediar ese vacío imprevisto, un recurso, que fuera de ser un deber, tenderla á economizar las exhumaciones y á dar á ios jueces datos muy positivos, evitando que la putrefacción y medios criminales borraran las huellas de los crímenes y delitos. El medio propuesto no fue otro, que el recomendar á las autoridades, la necesidad que hay de establecer, en toda defunción, la comprobación seria de las causas de la muerte. Esta comprobación seria de las causas de la muer- te, alejaría, por una parte, el temor de la cremación bajo el estado de muerte aparente y daría á la vez, materiales de suma importancia para el estudio de la anatomía patológica. Otros propusieron anexar á los crematorios un laboratorio de quí- mica en el que se analisaran el hígado e intestinos de los cadáveres, que los médicos verificadores y comisarios de policía designaran como sos- 926 LECCIONES pechosos. Otros frieron de opinión, que se conservara de todo cadáver, el estómago é intestinos, con las anotaciones correspondientes, para poder en cualquier momento proceder á su análisis y dejar así satisfechas las exigencias de los procesos criminales. Como hemos dicho, resulta de las numerosas esperieneias hechas en los últimos años y de la concentración de la atención sobre el particular: 1. que los casos de envenenamiento yde pesquizas cadavéricas son mas raras de lo que muchos se imaginan, pues en los grandes centros de población no suelen pasar de dos ó cuatro por ano cuando mucho ; 2. ° los venenos fijos, no descomponibles por el calor, tales como el arsénico, el antimonio, el zinc, el cobre, el plomo, etc., se vuelven á encontrar, ó en las cenizas, ó en los reverberos de los aparatos cremato- rios, ó-en lo que hace las veces de ellos ; 3.° los venenos fungibles ó volátiles, tales como el fósforo, el mercurio, los alcaloides, etc., no se encuentran, ó por lo menos, no se ha encontrado aun el modo de obte- nerlos en esta operación. Ahora bien, en los casos de muerte por golpes, por heridas, como en ios que hay comprobar embarazos é identidad de las personas, que son aquellos en que se recurre á la exhumación judicial con mas frecuencia, con la comprobación postuma y otras medidas administrativas, tales como, la fotografía de todo cadáver que fuera á ser incinerado, quedaría salvado. Volvamos sobre los venenos de la segunda categoría, ó sea de los que no se vuelven á encontrar en la cremación. El espediente propuesto por Mr. Thompson, Polli, etc., de conservar algunos de los órganos principales de cada cadáver, evitaría el rechazar por esta sola causa este método tan higiénico y conveniente á la vez. Esos mismos tósigos de que nos ocupamos, con las sustancias, como la cal y polvos secantes y desinfectantes, que se suele poner en los ataúdes, se hace sumamente difícil, por no decir imposible, comprobar en las investigaciones de química legal, ó mas claramente, como esas sustancias pueden contener las mismas materias, ó principios que se buscan, es imposible en las exhumaciones jurídicas, decidir si pro- vienen de las sustancias empleadas para determinar la muerte, 6 si solo son debidas á las materias agregadas post-mortem. Refieren á este respecto algunos autores de medicina legal, que se ha sospechado en algunos casos, al encontrar enormes cantidades de ciertos venenos, que los criminales para desorientar á los peritos, han recurrido al medio de colocar en los ataúdes, de esas sustancias. DE HIGIENE Las reiteradas esperiencias del Señor Cadet en el laboratorio de Dorvault, en presencia del señor Wrsty otras muchas personas, de que encontrarán testimonio en los diarios científicos, como que se han efec- tuado en los últimos tiempos, vienen á comprobar que, con escepcion del fósforo, porque lo contienen también nuestros huesos; del bicloruro de mercurio que no deja rastros y de los alcaloides, cuyos tactivos aun no son bien conocidos, todos los demás venenos y en particular el arsénico, pueden ser hallados después de la cremación en los mis- mos aparatos. Y aun suponiendo que no se hallaran ¿seria esta suficiente razón para renunciar á la cremación, que economiza los morbosos efectos de las emanaciones de la putrefacción y que completa en tan breve tiempo la obra regresiva del ciclo de la creación y que nos pone en el caso de poder desprendernos de una de las causas mas activas de los mefi- tismos, etc.? Todo lo mas que en buena lógica, querria esto significar, seria, que es necesario tomar precauciones administrativas, antes de la incinera- ción, que es lo que hemos indicado. Yds. deben comprender muy bien, que en cuanto á precauciones, la suspicacia judicial podría ir tan lejos, que muy difícil seria, si no im- posible, que con las informaciones previas, pudiera cremarse ningún cadáver sin que le quedara á la justicia, datos y pruebas suficicientes para que los crímenes no quedaran impunes. MÉTODOS CEEMATOEIOS Y PEOOEDEEES EMPLEADOS Hay filólogos y lenguistas que sostienen, como Vds. saben que no hay verdaderos sinónimos en ningún idioma y muchos hablistas fran- ceses y españoles son de la misma opinión y traigo esto á la memoria de Yds. en este instante, porque hasta este momento nos hemos va- lido indistintamente de las voces incineración y cremación, como sinóni- mas ó equivalentes, que es como en el lenguaje vulgar se nos presentan. Pero si meditamos' un poco sobre la etimología y valor de ambos vocablos, nos encontramos con que incineración, viene de in cinis y significa precisamente la reducción á ceniza {cinis). En cuanto ála palabra cremación, que en español antiguo significa la acción de quemar, creemos que por analogía, debe equivaler al mejor empleo de las cosas, pues la palabra crema, significa en un sentido lo mejor y las voces: CEEMATÍstica, ciencia que indica él mejor empleo de las riquezas y cee- matología, tratado de las riquezas y de su mejor aplicación ó inversión, vienen á señalar una notable diferencia en su riguroso significado. 928 LECCIONES En resumen, la cremación de los cadáveres, es como si dijéramos, el mejor destino que puede darse á los cadáveres. Esto nos esplica á la vez, como es que algunos autores nos hablan de tantos métodos de cremación (Dr, Marmier), que reuniendo los preconi- zados por diversos autores suben al número de seis, á saber: 1. ° Cre- mación por la leña (incineración ó quema vulgar;) 2. ° cremación por la cal; 3. ° cremación por el gas del alumbrado; 4. ° cremación por el alquitrán y petróleo; 5. ° cremación por mezclas á una altísima tempe- ratura (Glorini) y 6. ° cremación en hornos ó aparatos especiales. Vamos á ocuparnos sucesivamente de cada uno de estos "métodos. I. Cremación por la leña, esto es, la pira ú hoguera al aire libre, que no creo necesario ni detallarla, ni indicar sus efectos y resultados finales, puesto que es conocido su uso desde la mas remota anti- güedad. Este era el tratamiento que seguía la inquisición, no con cadá- veres, sino con seres vivos, á quienes tildaban de herejes y con las que, los descendientes de Torquemada, hacíanlas herejías, que'aunse suelen presenciar en la ludia. La descripción, los efectos y resultados finales, podrán leerlos pues en cualquier libro que trate de la Inquisición y no es necesario en nuestro pais, en que se suele comer con frecuencia vaquillonas asadas con cuero, el charrusco, churrasco y asado al asa- dor, entrar en detalles, porque todos sus pormenores son bien cono- cidos. Diremos sin embargo, que este proceder es muy largo, muy caro, donde no abunda el combustible y si este método fuera á emplearse, como medio general de destrucción de los cadáveres, por la enorme cantidad de leña que se consumiría en cada incineración para hacerla completa, muy pronto nos daría por resultada el tajamiento de los montes y bosques existentes en cada pais, Este método primitivo, es empírico ó instintivo, no es científico y nuestro siglo, lo acepta sola- mente en casos muy limitados, como ser en los campos jle batalla. 11. Cremación por la cal viva. De conformidad con lo que hemos espuesto respecto al valor de la palabra cremación y ateniéndonos á lo que hacen algunos autores (Dr. Marmier) hemos incluido en estos procedimientos la cremación por la cal viva, que no es una incineración, sino un destino, un modo de destrucción de los cadáveres, que ha sido aconsejado por algunos autores, para ver de evitar las emanaciones miasmáticas, que es el gran peligro que presenta la putrefacción de los cuerpos. Cuando se entierran, ó deponen los cadáveres en cal viva, el resul- DE HIGIENE 929 tado final, es la desecación, la momificación, en que solo quedan las partes adherentes á los huesos. Las objeciones que se le pueden hacer á este método crematorio, son: que para que no dén los cadáveres emanaciones en tal medio, es necesario una gran capa de cal y esta necesita estar á cubierto de las intemperies para que no pierda su fuerza consumptiva. La segun- da objeción, es que nececita ó requiere este tratamiento, una gran ocupación de terreno y este quedaría inútil para la agricultura, á menos que fuera removido profundamente, poniendo tierra vegetal en su lugar. Las exhumaciones se harían neeesrrias bajo tal tratamiento y por lo tanto, nada se habría conseguido en definitiva con su empleo, tendríamos las mismas mondas y la necesidad de recojer los restos de las personas queridas. El gran problema económico, de devolver á la naturaleza los principios constitucionales de los cuerpos, no se llenaría tampoco de esta manera. En definitiva, pues, si bien se po- drían con grandes precauciones é inmesos gastos evitar las emanacio- nes pútridas, tendríamos bien pronto muchísimas toneladas de huesos que estraer de un suelo, necesario para colocar otros cadáveres y todo ello esterilizado. 111. Cremación por el gas del alumbrado.—Al hacer reaparecer en la escena la cremación, los higienistas tuvieron la esperanza, de que con los medios que proporciona la civilización tan adelantada de que disfru- tamos, se llegaría áun gasto tan mínimo, que podría ser costeado hasta por los pobres y que la destrucción por incineración de los cadáve- res, se podría efectuar en breve tiempo. Toda quema ó incineración, imita perfectamente la obra de la natu- raleza (Dr. Pietra Santa) lo que esta produce por vías oblicuas, por el intermedio de emanaciones infectas y residuos putrefactos, la com- bustión lo cumple con rapidez y sin peligros, no dejando sino una pequeña masa de cenizas, que es fácil recojer y conservar. La incineración por medio de piras ú hogueras, medio largo y dis- pendioso, medio que terminaría por consumir los árboles todos que pudiera tener una región, no era como para vulgarizar el proceder cre- matorio, máxime, cuando la inquisición había revestido estos actos de un estigma imborrable de la imaginación de los pueblos modernos. El gas del alumbrado fue el proceder inaugurado en esta, que po- demos llamar, segunda era de la cremación. Este ensayo tuvo lugar en el gasómetro de Milán, por el Dr. Polli, colocando un cadáver de perro en una retorta de arcilla refractaria y de forma cilindrica, de 930 LECCIONES las que sirven para la destilación del carbón de piedra. El aparato era calentado por una corona de llamas que salían de un tubo circular per • forado y para que la combustión fuera mas activa, el gas del alumbra- do era mezclado con un poco de aire puro. Los resultados de este primer ensayo fueron muy alentadores, pues ya se presentía que era posible reducir el peso de un cuerpo á 1/12 parte de su peso, siendo completa la combustión. En una segunda esperiencia, se procuraron salvar todos los inconve- nientes que se habían hecho sentir, Se dispuso vertical la retorta, de manera que pudiera quemar el humo á su salida del recipiente, se ha- bían multiplicado los picos de gas y favorecido el acceso del aire puro, con lo que, al cabo de dos horas, quedó incinerado un perro de 19 kilos de peso, dejando solo un residuo de 973 gramos. Los perfeccionamientos sucesivos que se han hecho á este proceder, permiten incinerar un cadáver fuera de la vista de los profanos, sin que se perciba ningún ruido, ni olor que revele la operación que se efectúa. Por de contado que las ceremonias fúnebres, pueden efec- tuarse como se acostumbra en los países cultos. Los inconvenientes principales que se le han hallado á sste proceder consisten: en el precio elevado de la instalación del aparato; en el gran consumo de combustible; en la imposibilidad de poder destruir en caso de epidemia ó de mortalidad excesiva, el número de cadáveres que seria necesario, pues se ha calculado, que lo mas que podrian dar esos aparatos perfec- cionados, seria consumir 20 cadáveres en.24 horas. Siguiendo las huellas del Dr. Polli, el Dr. Terruzzi de Milán y el ingeniero Betti, propusieron un horno calentado por coke y alimentado por una fuerte corriente de aire atmosférico, para destruir los produc- tos de la combustión yde la cremación misma. Hé aquí como des- cribe el Dr. Pietra Santa su procedimiento; colocan en su horno el estuche cilindrico ó recipiente de hierro qne contiene el cuerpo á inci- nerar; una de las estremidades de la caja metálica, está cerrada y la otra, que es anterior á la abertura de entrada, está provista de una tapa ajustada; de la parte central sale un tubo metálico encorvado, cuya estremidad, libre y abierta, termina en el centro de la columna de aire atmosférico que activa la combustión. De este jnodo, los gases que se desprenden del cadáver, se inflaman y aumentan el poder comburente del aire. Parece, según la referencia del mismo Dr. Pietra Santa, que el Dr. Du Jardín, de Genova, había imaginado una disposición análoga. DE HIGIENE 931 Los doctores Musatti y Oalucci, han propuesto reemplazar el gas del alumbrado por hidrógeno puro. M. h rancie admite la posibilidad de aprovechar el gas mismo que dan los cadáveres para activar la combustión y M. Rudler, proponía ya, en 1857 destilar los cadáveres, aprovechando el gas para el alum- brado. El Dr. Clericetti, ha perfeccionado el aparato del Dr. Polli, colocan- do mayor número de círculos de gas para obtener mas alta tempera- tura y combustión mas rápida y aparatos análogos han sido empleados en Londres por Thompson, si bien es cierto que se valia de los hornos del Dr. William Siemens, de que nos ocuparemos mas adelante. IY. Cremación por el alquitrán y petróleo. No vamos á decir sino cuatro palabras sobre e¡-te método, porque su aplicación principal ha sido en los campos de la batalla y según el Dr. Peiu, el proceder que se ha seguido en la última guerra franco-prusiana ha sido el si- guiente: se cavó una gran fosa, como para 200 ó 300 cadáveres; estos fueron desnudados cuando su estado de descomposición lo permitió y se echó paja y alquitrán en cantidad y encima se pusieron los cadáveres y alternativamente se iba echando paja y alquitrán, hasta que la fosa estuvo llena. Entonces se agregó un poco de petróleo y con un haz de paja se prendió fuego, que se dejó arder, hasta su conclusión y enfriamiento. Este mismo procedimiento se ha aconsejado en las grandes poblacio- nes para los casos de epidemia. Los productos de combustión se elevan en columnas de humo negro, carbonoso, pero por los principios activos y desinfectantes que tiene el alquitrán, aunque la putrefacción se encuentre muy adelantada, no se percibe ningún mal olor y hasta los mismos insectos y principios miasmáticos, son destruidos por los compuestos fénicos que el alquitrán contiene. El único inconveniente que los Señores Chenu, Creteur y Pein le han notado á este medio, es que en los individuos que vigilan la opera- ción, sobreviene una erupción que la atribuyen á los principios fénicos Este procedimiento es susceptible de perfeccionamientos, para ser aplicado en todos los cementerios y se ha aconsejado en estos últimos tiempos, que se envuelva cadáver en un tejido de amianto y llevando cuenta de la colocación en las fosas de cada uno, se podria perfecta- mente recojer y guardar los restos de cada individuo y el costo de la operación, podria, de esta manera, elevarse apenas á cinco centavos en cualquier pais. 932 LECCIONES Debo prevenir, que en los países, como la India, en que se usa la incineración por la pira, es decir, el método instintivo y empírico, acostumbran untar los cadáveres con sustancias recinosas y aromáticas y que el petróleo, en estos casos, da escelentes resultados, por que activa la combustión completa de los cuerpos y que los resultados han sido muy alentadores, porque se ha acelerado mucho la cremación y se ha economizado combustible leñoso. Y. Cremación por mezclas á una alta temperatura. Nada mejor podemos hacer para dar cuenta de este método, que traducir lo que dice al respecto elDr. P. Pietra Santa, en su monografía: ‘‘La crema- ción de los muertos en Prancia y en el estrangero” que tanto hemos citado al tratar de este punto y de la que hemos tomado abundantes datos. Hé aquí lo que refiere respecto al proceder del Profesor P. Grorini, que podemos anunciar que ha sido aceptado últimamente, en Londres y puesto en práctica en el cementerio de Woking, después de un estudio minucioso sobre los diversos procederes aconsejados hasta el presente. “El profesor P. Grorini, autor de una obra muy importante, intitu- lada : I vulcani sperimentali ha procedido en el mes de Setiembre de “1872, en su laboratorio de Lodi, á esperiencias muy interesantes, “en presencia de una brillante reunión de personas distinguidas y de “sábios. “Hace liquidar en dos crisoles, á una temperatura muy elevada, una “materia sobre cuya composición ha guardado el secreto hasta el pre- sente. “Cuando el líquido, después de algunos instantes, ha llegado al “grado de ebullición necesario para desagregar los tejidos, aun los mas “resistentes, coloca en el crisol una parte del cuerpo humano (pié, “pierna, muslo, mano, cabeza) Apenas ha tocado el miembro el líqui- do incandescente, se cubre de una llama de las mas vivas; después, “al cabo de veinte minutos, se encuentra completamente destruido ; “la parte volátil de sus principios orgánicos, se eleva á las nubes bajo “tormo de gas, mientras que los principios fijos, calcinados é incine- rados, quedan en el fondo bajo forma de cenizas, que se depositan en “una tela metálica de mallas muy estrechadas. “La obra de la destrucción se cumple rápidamente y en silencio, sin “crepitación de ninguna clase y sin olor incómodo. “Los gases se diseminan en el aire para ir á fecundar nuevos séres; “las cenizas se devuelven á la tierra para reemplazar las bases metáli- cas que habia perdido.” DE HIGIENE 933 Estas esperiencias de que nos dá cuenta en las líneas que acaban de leerse el Dr. Pietra Santa se han repetido diversas, veces delante de personas de la ciencia y han dado siempre resultados completos, sin que una persona, por mas prevenida que esté, perciba olor, ni oiga crepitación ó crujidos que den indicios de la operación que se está efectuando. Este procedimiento, está en uso ya en el cementerio de Lodi, desde hace algún tiempo y se han efectuado algunas cremaciones cuyos resultados no dejan nada que desear. Los aparatos han sido perfeccionados también, y es posible estar presenciando la marcha de la operación por medio de anteojos convenientemente dispuestos. Por lo que respecta á la composición de la materia que emplea el Profesor Grorini, permanece secreta aun. Es muy probable, en vista de los estudios comparativos que se han hecho en Londres y que han dado por resultado su aceptación para el cementerio de Woking, que muy pronto se estienda su uso. Algunos autores han tratado de imitar este procedimiento, emplean- do en lugar de la mezcla de Gorini, metales en estado de fusión, pero los resultados pecuniarios no han correspondido á las esperanzas, ni la destrucción ha sido tan completa é inocua, higiénicamente ha- blando, como la del citado autor. Nada de positivo no es dado decir respecto al valor de cada cremación por este sistema, pero podemos apoyarnos en el informe pasado por la comisión acl-hoc en Londres, para asegurar, que este método, se recomienda también por su precio poco elevado. YI. Cremación en hornos ó aparatos especiales - En la exposición universal de Yiena (1874), el Profesor Branetti presentó unos apara- tos crematorios que fueron muy aplaudidos y premiados. Dicho profesor, después de convenido por esperiencias ejecutadas en cadáveres humanos en circunstancias muy variadas (retortas de gasómetro, vasos cerrados, aire libre, etc.), en un estudio especialísimo escrito sobre esta materia, dedujo científicamente: qne la incinera- ción total de los cadáveres y la calcinación completa de los huesos con el fuego, era imposible en las condiciones ordinarias” y esta con- vicción lo llevó á buscar otros medios para dar;-mas intensidad á la combustión. Los aparatos qne exhibió en la [indicada esposicion se componen: l.° De un horno de ladrillo refractario, de forma cuadrilonga y provisto de diez aberturas en sus paredes, cuyo objeto es poder dirijir á voluntad la intensidad del fuego y la circulación del aire, para au- mentar ó disminuir la marcha de la operación. Este horno en su 934 LECCIONES parte superior está escavado como para recibir la segunda parte de que consta el aparato. Esta segunda parte se compone de una gran parrilla sobre la cual se coloca la tercera parte del aparato. Esta tercera parte consta de varios marcos fundidos y sujetados entre sí de manera que forman una bóveda. Estos marcos pueden abrir- se á cerrarse por medio de reguladores, que á la vez concentran, ó re- flejan el calórico y reciben ademas la última parte del aparato que es una ancha placa metálica de poco espesor, en que se coloca el cadáver, fijo por medio de alambres entrecruzados. En cuanto á la cremación en sí, se efectúa en tres tiempos ó periodos. Durante el primer periodo, en que se pone fuego en el horno yen que comienza la inflamación del cadáver, se emplea media hora. La com- bustión del cadáver constituye el segando tiempo; esta combustión es espontánea y cuando el fuego lia estado bien dirijido, solo tarda dos horas en consumirse completamente. En el tercer periodo, se abren los marcos y se reúno la masa carbonizada, con ayuda de unos utensilios á propóoito; se concentra la masa, el calor [y se renueva el combus* tibie. Por medio de este aparato, en dos horas y con un gasto de 70 ú 80 kilogramos de madera, se obtiene la destrucción completa de un ca- dáver. Enfriado luego el horno, retirando el combustible, se recejen las cenizas y los huesos y se colocan en urnas cinerarias. Hay varios otros aparatos ó procederes, que no son sino modifica- ciones de los de Polli y Brunetti, incluso el de Clericetti, que es el último de los propuestos en Italia. La mayor parte de los ensayos ó esperimentos que se han hecho en varios paises, se han efectuado en hornos de Siemens refractarios. Así por ejemplo, en Inglaterra, Sir H. Thompson, los ha hecho en hornos de reverberación de gran poder y ha logrado producir la completa in- cineración de un cadáver en el espacio de una hora, sin que nada reve- lara á la vista y al olfato la rápida descomposición, cuyos gases pasaban á un segundo horno, en que eran quemados de nuevo, de modo que solo iba al atmósfera un humo diáfano casi, ó trasparente. En otros esperimentos repetidos por el mismo Señor y con perfeccionamientos sucesivos, que ha ido introduciendo, se ha reducido el tiempo empleado en la completa incineración de un cuerpo, hasta reducirlo al estado de .ceniza, ha sido aun mas breve. Aun tenemos que hablar de otros procederes de cremación mas re- DE HIGIENE 935 cientes, pero considerando que la hora está ya demasiado avanzada ó pasada y no siendo posible que dediquemos á esto otra reunión, al publicar las presentes conferencias las pondremos como apéndice con- juntamente con el reglamento de nuestros cementerios y otras noticias relativas á la mansión de los muertos. fíBENDICE SOBRE LOS CEMENTERIOS Comenzamos este apéndice por trascribir el Reglamento sobre Ce- menterios sancionado por la Municipalidad en Setiembre Io de 1868 y que está vigente aun. TÍTULO 1.0 DIVISION DÉL CEMENTERIO T COASIEIC ACION DEL DERECHO DE SEPULTURAS, ETC. Art. l.° El Cementerio será común, sin mas distinción de sitios que los de sepultura, nichos, panteones y osarios. 2. ° Ningún nicho ó sepultura ocupada por un cadáver, podrá ser abierto sino hasta después de transcurridos cinco años completos, si los restos hubieren de ser sepultados en el osario. 3. ° Se deberá adoptar el sistema de nichos, y la Municipalidad los hará construir tan solamente al rededor del cementerio, no p udiendo las paredes sobrepasar la altura de tres metros. Estos podrán ser vendidos de la manera siguiente: 1. ° Un nicho susceptible de un solo cajón, y cuya ocupación durase cinco años, pagará 250 pesos. 2. ° Un nicho susceptible de un solo cajón, vendido á perpetuidad, 2500 pesos. 3. ° Un cuadro de de cuatro nichos vendido á perpetuidad, pagará 8000 pesos. 936 LECCIONES 4. ° La construcción de un panteón no podrá efectuarse sin haberse obtenido antes la aprobación del Consejóle Gobierno, en cuanto á sus condiciones de higiene y seguridad. 5. ° El sistema de nichos subterráneos para cadáveres, será obliga- torio en la construcción de panteones particulares. TÍTULO 2.0 6. ° Habrá un Io y2o administrador, nombrados por la Muni- cipalidad, con el sueldo que les asigne el presupuesto respectivamente. EMPLEADOS DEL CEMENTERIO 7. ° Es obligación del administrador, el cuidado inmediato del ce- menterio, y vigilar á sus subordinados para que cumplan estrictamente sus obligaciones. 8. ° Tendrá un libro de registro en que, con arreglo al plano comprensivo de la división del cementerio, con la numeración de se- pulturas y nichos, llevará una estadística espresando hasta el dia, el número déla sepultura ó nicho ocupado y por quien; con el objeto de saber la época en que podrán volverse a abrir. 9. ° Pasará diariamente ála Municipalidad los estados de las sepul- turas de cada parroquia, indicando según la licencia, el nombre, apellido, estado, sexo, edad, color, nacionalidad, domicilio y la enfermedad que ha causado la muerte, y si ha sido inhumado en nicho, panteón, en se- pultura común, sola ó con lápida. 10. Cuidará que toda sepultura tenga la profundidad por lo menos de cuatro pies y medio, tres de ancho y seis y medio de largo, guar- dando la distancia de uno y medio pié, y que el fondo de la huesa repose sobre tierra floja. 11. Prevendrá á los sepultureros traten con el mayor respeto los cadáveres al colocarlos en la sepultura y cuidará de que si lo fueren en nicho, este sea cerrado con ladrillo muy bien cocido y excelente mezcla, y lucido con yeso y si en la fosa común, serán bajados con cuerdas y cubiertos con una capa de cal. 12. Cuidará de que en el cementerio no aparezca esparcido hueso alguno humano, que las calles y divisiones se conserven aseadas y bien conservadas y los árboles higiénicamente plantados. 13. Informará á la autoridad municipal de los reparos que el ce- menterio, ó nichos hubieren menester, pudiendo también atender á emergencias urgentes, dando inmediato aviso á la Municipalidad. 14. Es obligatorio para el administrador y demas empleados estar presentes en la oficina del despacho del cementerio, desde la salida DE HIGIENE 937 hasta la puesta del sol, en épocas normales, y toda la noche alternativa- mente en tiempo de epidemia. 15. Es privativo del administrador nombrar los peones para el servi- cio del cementerio, los que deberán ser de una reconocida y buena con- ducta. 16, Tanto el administrador Io como el 2°, vestirán siempre con aseo y con preferencia de negro, usarán de urbanidad para con todos y harán cumplir el reglamento con dignidad y moderación. TITULO 3.° CAPELLAN 17. Habrá un capellán nombrado por la Municipalidad. 18. El capellán gozará de la dotación mensual establecida en el presu- puesto. 19. Es obligación del capellán cuidar de la capilla y sus ornamentos y todo lo que la concierne, responsear gratis todo cadáver [que fuese conducido al cementerio y depositado en la capilla. 20. Un ministro de la religión protestante, ó de otra secta cualquie- ra podrá acompañar el cadáver según los ritos de su comunión. TITULO 4.® 21. Habrá un cuarto espacioso y bien ventilado con el objeto de practicar las autopsias de los cadáveres, el que estará provisto de todo lo necesario al efecto, SALA DE AUTOPSIAS 22> La autopsia de un cadáver no será permitida sino después de transcurridas 30 horas desde que ocurrió la defunción, salvo el caso de descomposición. 23. Es también prohibido modelar el rostro, cuello y torzo, como así mismo el embalsamiento de los cadáveres, dentro del término indicado en el artículo anterior. 24. En caso que un sepulcro ó nicho requieran reparaciones, se llama- rá para verificarlas á los propietarios ó encargados por un aviso en los periódicos durante 90 dias y si no comparecieren serán declarados de propiedad municipal, así como el terreno que ocupen depositándose los restos en el osario general. 25. Si la reparación fuese tan urgente que no pudiera esperarse el vencimiento del plazo marcado en el artículo anterior, se hará por la municipalidad, prévio aviso del administrador y por cuenta de quien cor- responda. 938 LECCIONES TITULO 5.° EXHUMACION X TRASLACION DE CADÁVERES 26. No podrá verificársela exfiumacion ni traslación de cadáveres de un cementerio á otro, ó de una á otra sepultura, antes de dos años de haber sido enterrado, y sin la licencia espresa del presidente de la mu- nicipalidad. 27- En el caso que la exhumación de un cadáver dentro del límite de dos á cinco años, exijiese por miramientos á la salud pública un re- conocimiento facultativo, el presidente de la municipalidad nombra- rá uno ó dos profesores del arte de curar, para que practiquen el exa- men conveniente y certifiquen si la exhumación podrá ó no perjudicar á la salud pública. 28. En el caso de ser dos los profesores nombrados las certificaciones serán individuales, y en caso de discordia se nombrará un tercero. 29 Después de cinco años de estar sepultado un cadáver la municipa- lidad (no siendo renovado el boleto de sepultura) mandará exhumarlo y trasladarlo al osario general, debiendo guardar el respeto y decoro debido, y publicar con anticipación de dos_ meses, una relación délos que se hallan en este caso. 30. Los cadáveres perfectamente embalsamados podrán ser exhuma- dos en todo tiempo previo certificado médico. 31. El presidente déla municipalidad nunca podrá conceder permiso para inhumar en un cementerio dentro del municipio cada vez que lo haya sido antes fuera de él, sin previo certificado que acredite estar per- fectamente embalsamado, ó encontrarse en estado de completa dese- cación. 32. Todos los gastos que ocasionen los actos de exhumación serán de cuenta del interesado. TITULO 6 ° 33, Ningún eadáver podrá ser enterrado sin que preceda permiso de la autoridad correspondiente. DISPOSICIONES GENERALES 34. Ningún cadáver podrá ser enterrado sin que hayan trascurrido veinticuatro horas en los casos ordinarios y 30 en los de muerte repen- tina. 35. No se permitirá sepultar mas que un cadáver en cada fosa. 36. Todo cadáver remitido por los hospitales, cárceles y departamento de policía, deberá ser sepultado en cajón, como también los restos de DE HIGIENE 939 las autopsias practicadas, ya en los hospitales ó en la sala del cemen- terio destinada al objeto. 37. Las limpias de los cementerios serán parciales, y limitadas es- clusivamente á los cadáveres que hayan cumplido cinco años desde su enterramiento, y estas se harán con preferencia en invierno y en dias serenos. 38. La traslación á los osarios de los huesos enteramente secos podrá efectuarse en cualquier tiempq y siempre con el debido respeto. 39. Las calles de árboles seguirán siempre la dirección principal de los vientos que reinan con mas frecuencia, prefiriéndose los derechos y elevados, y escluyéndose los bajos y coposos. 40. En las exhumaciones, los nichos, sepulturas ó bóvedas serán abiertas con todas las precauciones posibles, teniendo siempre á la mano los cloruros desinfectantes dejándolos abiertos si fuere neceeario por algunas horas y cerciorarse antes de penetrar en las bóvedas, de si una luz arde en ellas. 41. Cuando un cementerio alcance el límite de saturación de mate- rias orgánicas y se haga impropio para provocar la fermentación, será abandonado y no podrá tocarse sino después de transcurridos diez años. 42. La Municipalidad no reconoce los traspasos de la propiedad de sepulturas sino cuando tengan su orijen en el derecho de sucesión. 43. La inhumación gratis, solo podrá ser acordada á los cadáveres remitidos por la municipalidad, hospitales, curas, policia ¿cuarteles. 44. En las funciones que tengan lugar en el cementerio, se pondrá á la orden del administrador una guardia para impedir los daños que la concurrencia, ya sea por descuido ó por otra causa cualquiera, pueda ocasionar. 45. Las licencias que espendan las autoridades correspondientes espresarán el nombre y apellido, edad, sexo, estado, color, nacionalidad domicilio, profesión y la enfermedad, ó causa presunta de la muerte, si fuere posible. 46. Es prohibido descarger en el frente del Cementerio materiales de construcción destinados á las obras internas debiendo al efecto ocuparse los puntos laterales y los materiales ser introducidos en parihuelas y estraida del mismo modo la tierra proveniente de las escavaciones. 47. El comprador de terreno para un sepulcro está obligado después de comenzada la obra á terminarla en el término de seis meses y si así no lo hiciera, perderá el derecho al terreno y á lo en él existente. LECCIONES 48. El maestro encargado de la obra será responsable de todo daño que hiciesen sus dependientes tanto en los árboles como en los sepul- cros. 49. Los cadáveres procedentes de los hospitales, cárceles ó Departa- mento de Policia, serán inscriptos en un libro aparte, con la espresion de los nombres y apellidos, nacionalidad, color, edad, seso, profesión y de la enfermedad causa de la muerte. 50. Si por circunstancias escepcionales la descomposición y putre- facción se apoderasen del cuerpo á las pocas horas de ser cadáver, el Presidente de la Municipalidad podrá permitir su inhumación, siempre previo certificado médico. TÍTULO 7°. SEÍUITUBBBOS 51. Los sepultureros encargados del Cementerio serán un capataz y los peones necesarios. 52. Las horas de trabajo serán diariamente, de sol á sol, con los in- tervalos necesarios para la alimentación y el preciso descanso en el verano. 53. Vestirán durante las horas de servicio decentemente y en la gorra llevarán una inscripción análoga. TÍTULO 80. SALA MOETUOEIA 54. Cada Cementerio deberá tener una sala mortuoria con el objeto de recibir los cadáveres destinados á ser observados. 55. Todo individuo muerto repentinamente, ó con pocas horas de enfermedad, será depositado en la Sala de observación, hasta cumplir las 30 horas prefijadas en el art. 34. 56, La tapa de los ataúdes en que se trasportaren los cadáveres destinados á la sala mortuoria, serán cerrados flojamente, por encajes (por ejemplo) siendo prohibido toda clase de clavaduras. 51. Inmediatamente de ser depositado el ataúd en la sala mortuo- ria este se abrirá y se dejará el rostro y cuerpo al aire libre y á una de las muñecas se atará un cordon, el que vendrá á rematar en una campanilla en el cuarto del guardián. 58. Si durante las horas de observación el cadáver depositado pre- sentára síntomas manifiestos de descomposición él podrá ser inhumado* sin necesidad de esperar el término prefijado de las 30 horas. DE HIGIENE 941 Terminado el deber de hacer constar el reglamento de cementerio vigente en nuestro pais y que es ya un poco anticuado, como se ha visto, pasemos á dar cuenta de algunos procederes de cremación, que fuera de los indicados en la lección precedente, se han propuesto en los últimos años. OTROS PROCEDERES DE CREMACION PROCEDER DE YENINI El Señor Yenini, ingeniero de Milán, construyó un horno que figuró en la exposición de Bruselas y que se componía, de una cámara de calcinación, que presenta una superficie refractaria, espuesta á la llama producida por el gas del alumbrado yel aire atmosférico. Esta cámara es muy estensa con relación á la urna que contiene el cuerpo que se trata de incinerar y absorve al principio una gran cantidad de caló- rico, que cede en parte por irradiación, á la urna ó receptáculo del cuerpo á incinerar. Esta combustión se efectúa de un modo unifor- me y progresivo, porque la cámara no tarda en volverse incandescente y adquiere la temperatura de la fusión del vidrio y esta temperatura misma la comunica á la urna ó receptáculo y asi se consume el cuerpo; pero, el Señor Yenini, nada indica con respecto al tiempo que debe durar la operación y á sus resultado definitivos y hasta ahora, no conocemos ningún ensayo práctico detallado de este procedimiento. PROCEDER DE SIEMENS El sistema propuesto y empleado en algunas esperiencias por el Dr. Williams Siemens, de Dresde, compónese de tres partes principa- les y distintas, á saber: Io de un generador de gas, especie de hor- no, alimentado por cualquier combustible, del que salen los gases, com- bustibles también y que son llevados, mezclados convenientemente con el aire, y á una temperatura de 150 á 200 grados á la segunda porción. 2. ° Esta segunda porción, es un regenerador, esto es, una pieza de forma cúbica, cuyas paredes son de piedra refractaria y cuyo interior tiene un emparrillado horizontal, formando gradas superpuestas. Esas gradas se enrojecen de un modo gradual por el contacto con los gases combustibles y de este modo, esos mismos gases, se dilatan cada vez mas, llegan á una temperatura muy elevada y pasan á la tercera porción del aparato. 3. ° Esta tercera porción del aparato, es la cámara de combustión, en la que se quema el cuerpo colocado sobre una grada á catre ad-hoc. Esta cámara está situada directamente encima de las cenizas del combustible, de la que está separada por una bóveda de 942 LECCIONES catres refractarios (tijoles), la que presenta una abertura en el centro y es sobre esta que se encuentra el cadáver. Por esta ingeniosa disposición, dice el Dr. Pietra Santa, se puede elevar la temperatura indefinidamente; los gases inflamados enroje- cen los ladrillos refractarios ó piedras y la temperatura á que alcan- zan, mantiene y aumenta el calor de los primeros. El cadáver es introducid) en la cámara de combustión por una puer- ta de hierro que se halla enfrente del orificio de comunicación con el regenerador. Las cenizas ó restos humanos son estraidas del que llamaremos cenicero, por una puerta practicada cou ese fin; el cenicero está formado por ladrillos unidos y de él parte un canal por donde los gases se escapan para la chimenea. A fin de regularizar la llama y el tiraje á voluntad, los orificios que dan acceso al aire por encima del regenerador, así como los que provienen del generador, están pro- vistos de registros. Lo que constituye la originalidad del aparato de Siemens, es la existencia de dos conductos entre la cámara de calcinación y la chimenea. Está dispuesto este aparato, de manera que, en cuanto circulan los gases de combustión á través de uno de esos conductos y calientan ó enrojecen los ladrillos refractarios, el aire atmosférico frió, puede atra- vesar el otro conducto ya caliente y calentarle á su vez por el contacto con los ladrillos y antes de llegar al foco de combustión. Este horno exije una preparación de cinco horas y la temperatu- ra á que llega alcanza hasta 800 y mas grados. El profesor Heim, de Znrich, hizo con este aparato el 10 de Agosto de 1874 una esperiencia que ha sido descrita por el Dr. Kopp, en la que se consumió un animal en dos horas y posteriormente se incine- raron tres cadáveres humanos de un modo completo, uno en hora y media y otro en dos horas. El Dr. Thompson en Londres lo ha em- pleado también con muy buen resultado. Hemos entrado en tantos detalles sobre este aparato, porque él ha sido aceptado últimamente por una comisión, de que era miembro in- formante el Sr. Morin, que aconsejó se empleara en Paris y se desti- nara para crematorio el Cementerio del Padre Lachaisse y por ser además el procedimiento á que mas tendencia de aceptación demues- tran los hombres de la ciencia. El Dr. Kuborn, miembro de la Academia de Ciencias de Bélgica y y el Sr. ‘Jacqucs ingeniero, se han ocupado así como los Sres. Chenu, PKOCEDEE DE KUBOEN Y JACQÜES DE HIGIENE 943 Creteur, Peía y otros, del saneamiento de los campos de batalla y de las ciudades asoladas por grandes epidemias mortíferas y aunque hemos pospuesto cuanto se relaciona con la higiene militar para tratarlo de un modo especial, en un libro dedicado á ella puramente, considerando mixto este punto, por cuanto es aplicable á toda gran mortalidad, le damos cabida en este lugar. Consiste el aparato de los Señores Kuborn y Jacques en una gran caja metálica, que ofrece el aspecto exteriormente de un wagón de ferro-carril. Esta caja está provista de ruedas, de modo que puede ser rodada por animales y fácilmente trasportable á puntos diversos y co- mo lo han indicado, puede dárseles á sus ejes el ancho y comodidades de la trocha de tramway. Esta gran caja movible contiene una cámara destinada á recibir los cadáveres y constituida por paredes laterales impermeables al calor y cuyo fondo, formado por dos planos inclinados, refractónos á la vez, cuyos bordes inferiores vienen á terminar en un recipiente. Debajo de estos planos, se hallan dos focos conjugados ó dispuestos, de manera que pueden ser alimentados por carbón de piedra, lena, alquitrán ó petróleo. Las llamas del primer foco, después de calentado el primer plano inclinado, vienen á inflamar los gases que se desprenden délos cadáveres y después las grasas liquidadas que se escurren al recipiente y alimentan el combustible y así, mezclados á los productos de combus- tión de los residuos, van á parar finalmenre al segundo foco, lo que da seguridad de una combustión completa y es un humo diáfano relativa- mente el que va á salir por la chimenea que corona la caja. Con este aparato, según las relaciones de los autores, se puede inci- nerar una decena de cadáveres por cada vez en 75 ú 80 minutos. Cuando se quiere acelerar la marcha de la operación, ya bastante rápida de por sí, se inyecta los cadáveres con alquitrán ó petróleo yen esas condiciones, mientras se consumen unos, se van preparando otros y así sucesivamente y la incineradion es mucho mas pronta. PEOCEDEE DEL DE,CEETEUE Con motivo de la guerra Eranco-Prnsiana en 1870, el Dr. Creteur, vióse obligado, nombrado en comisión para sanear un campo de batalla á imaginar un proceder de incineración, del cual nos hemos ocupa- do ya en parte. El campo de batalla era en las inmediaciones de la frontera Belga, en que habia quedado un sin número de cadá- veres, después de los combates que precedieron á la bien triste capitulación de Sedan. 944 LECCIONES Los beligerantes habían sepultado malísimamente los cadáveres, en un terreno declive, estremadamente impropio por lo tanto para el efecto y la capa de tierra que los cubría, era tan delgada, que los cuervos y rapozas los ponían constantemente al descubierto. Con el fin de evitar peligros futuros y ese desagradable espectáculo, el Dr. Creteur echó mano de la incineración del modo siguiente: Mandó sacar la tierra de las fosas, hasta dar con la camada ne- gra y fétida que estaba en contacto con los cadáveres. Una vez descubierta, la bañó con agua fenicado y descubrió luego la masa en plena putrefacción, echando una camada de cloruro de cal. Tras esto hacia derramar alquitrán, procurando, en lo posible, hacer que pene- trara en las diversas capas de cadáveres que contenia la fosa, terminando por incendiar el alquitrán, por medio de haces de paja embebidos en petróleo, y así se consumía el contenido de cada fosa. El calor era tan intenso, que nadie podía aproximarse mas de cuatro 5 á cinco metros de la fosa en combustión. Una columna inmensa de humo negro se elevaba así al atmósfera, pero sin ningún olor sensible á pudredumbre. A pesar de la intensidad del calórico, se necesitó mas de una hora para reducir las fosas mas llenas; terminada la combustión, el conte- nido de las fosas quedó reducido á una cuarta parte y su análisis demostró que se componia de huesos calcinados envueltos en cenizas. En cuanto al terreno había perdido todo olor á putrefacción cadavérica. El proceder del Dr. Creteur es de fácil ejecución y de grande ven- taja en los campos de batalla y podría con algunas modificaciones ser empleado en los grandes centros de población, con grandes ventajas, en particular, en los casos de epidemia. Al terminar esta suscinta relación del estado actual de la cremación, llamaremos la atención de los que se interesan por estos estudios, sobre los grandiosos planos que trae la obra del señor Cadet y el de un im- ponente edificio destinado á la incineración de los cuerpos y presen- tado en un concurso por el Señor Silienthal, ingenier de Berlín, el que fue aprobado por el Congreso Internacional de incineración que tuvo lugar en Dresde. Esos planos, que hemos tenido ála vista, se hallan reproducidos y descritos en el “Engineering” del 29 de Diciem- bre de 1876, que es un periódico de ingeniería que se publica en Lóndres y que no copiaremos para nuestra obra por lomucho que cuesta esto en nuestro pais. Además del periódico citado, puede consultarse la “Ilustración Es- pañola” correspondiente al número XXI del año XVIII, página 333, DE HIGIENE 945 en que está representado el aparato de Polli y el de Siemens, refor- mado por T. Steinmann y según el cual, el cadáver que ha de que- marse se coloca en una palanca de hierro ahuecada y todo el espacio se halla cerrado por una bóveda, con una sola abertura para los gases y esta misma con un regulador. Por último, Señores, después de grandes discusiones tenidas en va- rios congresos internacionales sobre cremación, hé aquí las cinco prin- cipales condiciones gue deben reunir los aparatos crematorios y en cuyo detalle casi todos los higienistas están conformes : 1. ° La incineración debe ser pronta y completa. 2. ° Además de asegurar la trasformacion completa de las materias orgánicas y la combustión de los gases que se producen -durante la operación, no deben dar lugar al desprendimiento de malos olores, ni humos 6 gases deletéreos que puedan infeccionar la atmósfera. 3. ° Deben garantizar la identidad y conservación total y sin mez- cla de las cenizas humanas, de manera que estas puedan ser conser- vadas. 4. ° El funcionamiento del aparato debe ser fácil, rápido y regular. Aquí terminamos lo relativo á la cremación que hemos considerado de mayor interés. 5. ° El proceder debe ser poco dispendioso ó ser económico. NUEVO MODO DE INHUMACION EN LOS CEMENTERIOS Agregaremos este apéndice aun, para dar cuenta de un proyecto dél Señor Gratry al Prefecto del Sena, que tomamos de los Anales de higiene y Medicina legal (1876—2.03 serie—2.03 parte, tomo XLIY), según el informe espedido por el Dr. Devergie. El proyecto del Dr. Gratry, de que hemos dado noticia en nuestras lecciones, tiende á reemplazar los ataúdes de madera, por otros en cimiento, que serian monolitos huecos, sarcófagos imperecederos, cuyo objeto seria evitar los inconvenientes de los enterramientos. Estos monolitos se confeccionan con rapidez, dándoles las dimensiones que se quiera' y su peso, poco ele vado, facilita su trasporte. El modo de construirlos es, haciendo un armazón con tiras de madera, que luego se revoca inteiior y esteriormente con cimiento, que toma una gran solidez. El hierro y el alambre pueden servir igualmente para el ar- mazón. El espesor de las paredes, es dos centímetros comomínimun. En cuanto á la clausura del sarcófago, es rápida y se practica como la 946 LECCIONES soldadura de los cajones de plomo, aplicando cimiento en contorno de la tapa, que al instante toma consistencia. En cuanto al costo, se ha estimado en Francia, que los cajones de madera fuerte, para las personas de 1 año, de 1 á 3 años, de 3 á 7, de 7 á 15, de 15 á2O y de 20 para arriba, valen respectivamente : 18, 25, 30, 40, 47, 60 francos y los propuestos por el señor Gratry val- drían ; 9, 13, 18, 21, 24, 28 francos y comparándolos con los cajones de plomo, se estima el precio de los últimos en : 50, 70, 87,120, 150 y 200 francos. El peso de un ataúd, que en tabla delgada es en térñaino medio para un adulto 16 kil. 50, en oimiento pesa, 76 kil. Un cajón de madera fuerte y sólido pesa 80 kil. y uno de cimiento en condiciones análo- gas 129 kil., pero uno de plomo pesa 239 kil. 50 y el de cimiento no pasa de los 129 kil. Las ventajas de este modo de inhumación, se pueden compendiar así: Io No hay desprendimiento de gases deletéreos. 2 ° Aseo en el trasporte. G-arantía en caso de epidemia. 3 ° Exhumación mas fácil. 4 ° Comprobaciones médicas póstumas, aseguradas. 5 ° Fosas comunes suprimidas. 6 ° Economía en la ostensión de los cementerios por la superposi- ción de los ataúdes ó féretros. 7 ° Supresión de escavaciones. 8 ° Posibilidad de conservación de los cementerios actuales. 9 ° Conservación de la pureza de las aguas subterráneas que atra „ viesan los cementerios. 10. Posibilidad de conservación del culto á los muertos. SALAS DE AUTÓPSIAS, ANFITEATEOS ANATÓMICOS, SALAS DÉ DISECCION T MUSEOS Estas oficinas ó establecimientos, se aproximan por sus circunstan- cias á los cementerios. Si no son focos permanentes y continuados de un mefitismo pútrido, son focos temporarios de él y por lo tanto, cuanto hemos dicho sobre la acción de esa clase de mefitismo, al ocu- parnos de los cementerios, les es igualmente aplicable. No obstante, como habíamos quedado en dedicarles un momento en nuestro estudio y no lo hemos hecho per seguir el de los cementerios hasta su tsrmi- nacion, elejimos este apéndice para decir cuatro palabras á su respecto, de un modo sumario y especial á la vez. La práctica ha revelado la necesidad de establecer en los cemente- DE HIGIENE 947 ríos y hospitales, salas de autopsias. En los cementerios, para practicar la operación cesárea, según los antiguos usos; para practicar también los embalsamamientos ante la vista y vigilancia de la autoridad y mas que nada, para efectuar los reconocimientos, judiciales, é investigaciones médico-periciales y anátomo patológicas de la práctica civil, puesto que los anfiteatros de disección en los hospitales, llenan idénticos fines con los individuos fallecidos durante la asistencia hospitalaria. Las autopsias ó necropsias, hablando con mas propiedad, cada dia se hacen mas necesarias en los grandes centros de población, ya porque la criminalidad refina los medios de destrucción, ó recurre, para esca- par á la justicia, á medios poco conocidos y mas que nada, á los venenos que la ciencia descubre diariamente y en todos estos casos, hay que ir á preguntar á las alteraciones cadavéricas, cual ha sido la causa de la- muerte. No es dable discutir, ni debemos tampoco insistir sobre la imp or tancia de las necropsias, solo es de sentir que para honor y provecho de la humanidad, no se efectúen con mayor frecuencia. Un profano, un escritor, decía hace poco, con motivo de las dudas suscitadas sobre la causa de la muerte de un personaje político, que la autoridad debería exijir que en la mayoría de los casos de muerte, el médico que había prestado su asistencia al finado, comprobara con la autopsia la exactitud de su diagnóstico y por lo tanto, la medicación ó tratamiento empleado. Aunque esto ha sido propuesto con miras hasta cierto punto hostiles al cuerpo médico, no dejamos de conocer la utilidad y conveniencia que tendría su ejecución, para el adelantamiento de la ciencia y la sólida reputación de los verdaderos hombres del arte. En los cementerios, la sala de autopsias, voluntarias y oficiales, debe situarse inmediata á la casa mortuoria ó depósito, pero separada de él y solo accesible para las personas interesadas, ó nombradas para inter- venir. Algunos autores aconsejan que se sitúen por el contrario en el punto mas lejano del cementerio y donde el aire tenga mayor cir* culacion. Muchas veces por el estado de putrefacción adelantado en que se encuentran los cadáveres, muy especialmente en los casos de exhumación, hay que practicar la necrópsia, junto á las mismas fosas y cuando las circunstancias meteorológicas lo permiten, es muy conve- niente hacerlo así, para evitar la influencia de las emanaciones con- finadas. Por lo que respecta al tiempo en que puede procederse á efectuar la autopsia, desde que las ordenanzas municipales disponen que ningún cadáver pueda ser inhumado ántes de las 30 horas, escepto en los 948 LECCIONES casos de epidemia, es evidente, atendido á los motivos que han guiado esta disposición y que no es otra que nuestra conocida cuestión de los entierros prematuros y certidumbre de los signos de la muerte, es evidente, decíamos, que las necropsias en los hospitales, como en los cementerios y salas de disección, no podrán efectuarse antes de ese intervalo, cualquiera que sea el objeto que se propongan los autores. En cuanto á las condiciones higiénicas que deben llenar estos es- tablecimientos, se pueden aplicar las mismas, que vamos á detallar dentro de un momento, al ocuparnos de los anfiteatros de disección. Los anfiteatros anatómicos son verdaderamente los sitios ó aulas en que se esponen las preparaciones hechas en los cadáveres para la en- señanza práctica de la anatomía y en que tiene que permacer un auditorio numeroso, durante una ó mas horas, ante restos que están sufriendo los procesos de la muerte. Bastante nos hemos estendido en las reunionee anteriores sobre la nocuidad 6 inocuidad de las emanaciones pútridas, para tener que vol- ver sobre ellas en este momento. Diremos solamente sobre estos anfiteatros, que deben situarse en puntos bien ventilados, con grandes ventanas movibles, para la renova- ción del aire y que las piezas anatómicas deben colocarse, en puntos bien visibles y próximos á las aberturas de salida de las salas. La necesidad de que estos anfiteatros, así como las solas de disec- ción, estén inmediatas á las escuelas de Medicina, para que haya la centralización necesaria, hace acallar el precepto higiénico de su alejamiento de los centros urbanos, pero recuérdese que los hospita- les, por sus insalubridades mismas, se encuentran ya confinados en los parajes mas apartados de todo centro social y de manera que su mefi- tismo no pueda engolfarse en las calles y actuar sobre la salud de sus circunvecinos. No obstante, hay que oponer fuertes barreras á estas partes de los hospitales, para que sus emanaciones no refluyan á la vez sobre los enfermos asilados. Las salas de disección tienen una larga y curiosa historia, de que no estará por demas, que demos alguna noticia suscinta. Los estudios anatómicos, como saben, tuvieron que luchar largo tiempo con sérios obtóculos, y preocupaciones, que Ja autoridad era la primera en hacer cumplir, así fué que, los amantes de la ciencia, tuvieron que proveerse furtivamente de cuerpos en los cementerios y al pié del cadalso y con peligro de la vida por las iras populares. Con raras escepciones, es desde mediados del siglo XYIII que comenzaron las facultades de medicina á disecar libremente los cadá- DE HIGIENE 949 veres. En los tiempos anteriores, por la subrepción, por la manera como eran habidos los cuerpos y por la necesidad misma del ©cuita- miento á la autoridad, los anfiteatros estaban instalados en sótanos, en casas ruinosas, en calles estrechas y parages ocultos, así es que eran una causa incesante de escándalo y de insalubridad y con razón pudo decir enfáticamente Desault: ad ccedes hominum prisco, amphi- theatra patebant, utlongum discant vivere nostrapateant, versículos que habrán visto vds. en la sala de disección de nuestro anfiteatro. En los paises reglamentados, los anfiteatros están bajo la inmediata vigilancia de las autoridades higiénicas, que señala las condiciones que deben llenar, pero á despecho de ellas, la autoridad civil ha limi- tado siempre su número. Los anfiteatros de disección, por la presencia de los cuerpos huma- nos en via de descomposición, por su permanencia y por la falta de cuidados bastantes minuciosos de aseo, son considerados justamente como establecimientos, focos de un mefitismo pútrido temporario y en los grandes centros de población, se pueden considerar como focos permanentes, por la duración de los estudios, y por las preparaciones que se hacen. Tomando los anfiteatros en tesis general, hay que con- siderar en efecto, el estado de putrefacción de los cuerpos, la manera de disecar, la conservación de les restos provenientes de las diseccio- nes, la duración de las maceraciones y mas que nada, las disposiciones ó emplazamiento que se les dá. Debemos decir sobre este último punto, que es el que nos interesa en estos estudios, que la situación debe ser tal, que tenga la luz necesaria, ventilación suficiente, agua en gran cantidad y medios de evacuación de la sucia, así como debe estar pro- vistos de medios fáciles de traslación de los restos de desinfección del local. En la mayor parte de los anfiteatros modernos, se procura hoy, ante todo, prevenir la putrefacción de los cadáveres, ya haciendo uso del método de Sucquet, ya del de Lemaire y Gratiolet, mas ó menos mo- dificados y cuando las preparaciones que sirven para el ;estudio, co- mienzan á alterarse, por medio de una esponja se impregnan de una solución de cloruro de zinc. Como estas sales tienen una acción muy marcada sobre los instrumentos, que oxidan y ennegrecen con facilidad, el Dr. Sucquet, recomendaba operar de la siguiente manera, que tomamos del Diccionario de Higiene de Tardieu: cuando las soluciones de sul- filo de sosa, que marcan 24 625 grados Baumé, han sido neutraliza- das, en vez de agregarles óxido ferroso, se las deja permanecer por 24 horas sobre limaduras de zinc, en las que se forma un poco de sulfilo 950 LECCIONES de zinc y con ello ya deja de atacar los instrumentos. Debo agregar también, que las inyecciones de soluciones de ácido fénico solo ó de coaltar con ácido tartárico, de Lemaire y Gra.tiolet, no presentan los inconvenientes de la de Sucquet. En las escuelas de Alemania, las sales de disección tienen, en su te- chumbre un gran depósito de agua y numerosos caños de goma pro- vistos de llave á la mano de los disectores, para dirijir el agua á voluntad y como esta contiene principios desinfectantes, fuera de los inyectados, no se percibe ningún mal olor. Además hay una disposi- ción para la evacuación de los líquidos que es muy conveniente tener en cuenta. Las mesas tienen un doble fondo y la parte superior mo- vible está acribillada de agujeros para dar paso á los líquidos; la parte inferior es cóncava y de la concavidad parte un tuvo que se aboca con otro horizontal que va á estar en comunicación con una chimenea de atracción, que sirve también de esta manera para la ven- tilación artificial. Los líquidos van todos á un lebrillo colocado en la parte esterior de la sala, que se vacía oportunamente. Oreemos suficiente lo espuesto sobre los anfiteatros de disección y para terminar el presente apéndice, diremos cuatro palabras sobre los La conservación imperfecta de las piezas anatómicas y de las prepa- raciones anátomo-patológicas en los museos, así como la diversidad de objetos que se coleccionan, suelen dar lugar á un mefitismo análogo á los que acabamos de estudiar, pero, sin duda alguna, él no tiene la intensidad, ni la influencia de los que acabamos de recorrer. MUSEOS Los museos en general, exigen como condición general, un empla- zamiento seco y muy Yentilado y cuidados especiales para su conser- vación, en los que no creemos deber entrar. De todos los museos, los patológicos son los que mas esponen la salud pública' y que mayor cuidado requieren por lo tanto. Sería escusado que entráramos en mayores detalles después de cuanto hemos dicho y damos con esto por terminado este apéndice. En la próxima reunión nos ocuparemos del paralelo prometido entre los diversos destinos de que pueden ser objeto los cadáveres humano DE HIGIENE 951 sobre ea cremación Nos permitimos publicar como final de la cuestión cementerios, á que hemos dado toda la amplitud que su importancia y trascendencia higiénica requieren, en una obra didáctico, el siguiente trabajo presen- tado á la Sociedad Científica Argantina. Este trabajo contiene el paralelo que habíamos prometido de los di- versos destinos que podian darse á los cadáveres humanos. Señoe Presidente; Señores miembros de la Sociedad Científica Argentina : Os pido vuestro concurso poderoso, para las ideas que campean en este desaliñado trabajo, que voy á leeros y á cuyo final encontrareis las principales, condensadas en proposiciones. No tengo otros móviles al presentároslo, que concurrir á la gran obra que os habéis propuesto al fundar y sostener este centro cientí- fico, la espresion mas avanzada, vanguardia ilustrada de las aspiracio- nes y progresos del pais. Vuestra ilustración y nobles propósitos me hacen esperar que aco- jereis estas ideas con decisión y que las haréis prácticas fecundándo- las con vuestro aliento. 952 LECCIONES J3ARALELO ENTRE LOS VARIOS DESTINOS DE qUE SON SUSCEPTIBLES LOS RESTOS . HUMANOS Señóles: Séame permitido comenzar esta disertación con lo que tendrán de- recho de calificar de mi 'profesión de fé. Hay dos escuelas irreconciliables en la filosofía y en las ciencias por lo tanto : el materialismo yel esplritualismo. La escuela materialista me rechazará sin ninguna duda, porque combato su doctrina por estéril y arbitraria. Para mí, no se halla en la materia misma la razón de su existencia y aun menos la de la existencia nuestra. No acepto sin embargo, el esplritualismo filosófico, ó psicológico que domina en las principales escuelas. Soy espiritualista, por cuanto reconozco un principio de acción in- material en nuestro ser, pero, no soy ortodoxo, desde que, para mí, ese principio inmaterial, el alma, es única, y por decirlo de una vez, es el principio vitcd de los fisiologistas. Ahora bien, Señores, yo no sé, si es eterna la materia, pero sé, porque la razón y la ciencia me lo dicen, que las fuerzas y propieda- des que la rigen y gobiernan, durarán tanto como ella y ni la ciencia, ni la razón entreveen un fin probable de la materia. Los que suponen que una voluntad omnipotente podría reducir el universo ála nada, deberían esplicarnos antes lo que la nada seria. Si, un Ser Supremo absorviera todo lo existente, se lo encarnara, el universo no seria sino una esencia de su ser, una emanación de su sustancia. Este seria un materialismo puro y ultra. ¿ Qué seria entonces de esas fuerzas y propiedades que ostenta la materia? Esas fuerzas y propiedades, son inseparables de la mateaia; no las concebimos sin ella, ni á la materia sin ellas; son pues su atributo, solo desaparecerán con la materia, si la desaparición es posible. DE HIGIENE 953 [ To creo en un Supremo Arquitecto del Universo, pero encuentro, que esas fuerzas y propiedades, de que dotó á la materia, son las causas de los mil fenómenos y trasformaciones que el Universo nos ofrece. El calor, la electricidad, el agua, el fuego, la luz, la pesantez, la atracción universal he ahí las potencias matrices mas inmedia- tas, mas ostensibles y manifiestas de la creación, pues á cada paso, en los mil contrastes, en los distintos panoramas v en los raudales de fenómenos y de trasformaciones variadísimas que el Universo nos presenta, encontramos indicios evidentes, vestigios y huellas de su acción. Mas aun; esos fenómenos y trasformaciones, se operan con un re- ducido número de elementos ó cuerpos simples, que la química seña- la, aísla y estudia. To no creo en el acaso, ni concibo la nada. El universo actual, en cuanto á la cantidad de materia, es tal, cual salió de las manos del Creador, en el momento supremo de la crea- ción. Los elementos, las fuerzas y propiedades que admiramos, son siem- pre las mismas, en cuanto ásu cantidad y cualidades... pero,... todo cambia, todo muda y se trasíorma en el inmenso y grandioso espectá- culo de la naturaleza y del firmamento. No hay nuevas creaciones de origen divino, no hay sinó agrupamien- tos y disposiciones nuevas de las partículas ó átomos de ese limitado número de cuerpos simples, que las fuerzas y propiedades inherentes á la materia, arrastran en un torbellino de incesante actividad. Esas fuerzas y propiedades, esos agentes, que la física nos dice ser uu movimiento en su última espresion.... son las que engendran ó generan las faces diversas que la costra del globo nos presenta y nos ofrece el universo entero. Sin conocer reposo, los elementos constitutivos de los cuerpos, van pasando á su impulso, por estos tres grandes receptáculos ó labora- torios de las trasformaciones : los aires, las aguas y la tierra. Estos tres receptáculos ó laboratorios, son los tres medios, ó talleres de los nuevas criaciones y esos cuerpos simples, van peregrinando en un ciclo sin fin, por los aires, las aguas yla tierra, para formar ó constituir vegetales y animales, es decir, esta es la metempsícosis, la trasmigración de la materia, de la vida á la muerte y de la muerte á la vida. La vida, considerada en el reino vegetal ó el animal, no es sinó uno 954 LECCIONES de de tantos agrupamientos atomísticos, con un hálito ó impulso mis- terioso, cuya esencia nos escapa. La muerte, el no ser, no es también, en último término y bajo esa peregrinación y actividad incesante de la materia, sino el principio de la marcha regresiva de los elementos 6 átomos, á sus respectivos reino s ó medios. Es tan solo por esta vuelta incesante de los cuerpos sólidos, líquidos y vaporosos á sus medios homólogos, que el atmósfera, las aguas y el suelo, conservan su integridad y es por los intercambios, por el co- mercio de elementos que tienen luego entre sí, en esos tres medios, que existen la flora y la fauna y que la vida y la muerte se suceden en nuestro asteroide terráqueo. No hay nuevas creaciones de materia en el orbe y la que existe, no es una cantidad inagotable. Si no fuera esos átomos que giran en órbitas ó círculos eternos, volviendo á los puntos de partida; si no fuera por la vida y la muerte y el consiguiente intercambio de elementos, no habria ni fauna, ni flora; nuestro globo seria, un triste páramo inhospitalario. La regresión, la vnelta de los elementos á sus respectivos reinos y medios, es pues, una necesidad palpitante en la naturaleza, es la con- dición de nuevas vidas yde la habitabilidad del mundo.... ylo que lo comprueba, es esa peregrinación incesante, esa trasmigración, esa raetempsícosis, que se opera en los mundos, como en la costra terráquea en los vegetales, como en los animales, en el todo, como en las partes, en las colosales montañas, como en los átomos. Esa regresión, esa incesante peregrinación de los elementos 6 atoraos en la naturaleza, es la obra del tiempo, es el fin de la creación y de las leyes inmutables que la rigen... Ese destino, esa ley prestabilita de la creación, se cumple siempre á través de los tiempos y de los tres medios indicados, pero... el hombre, este rey temerario é imprudente de la creación, se halla en obstinada lucha, esforzándose en contrariar esas leyes, que' se le revelan por las mismas tendencias de los elementos y por la marcha que siguen los cuerpos al desaparecer. En ese plan satánico, en esa lucha obstinada y pertinaz que ha em- prendido el hombre contra la naturaleza, labra su propia tumba, porque crea insalubridades, crea focos pestígenos, que cavan su muerte tem- prana. Los usos y prácticas que emplea el hombre reunido en sociedad, que mas se aproximen a los fines, ú orden prestabilito de la creación, no pueden menos de ser higiénicos, tienen que ser saludables por DE HIGIENE 955 cuanto tienden á favorecer el continuo círculo de la creación, las metamorfosis, que es el laboratorio y el pábulo de la vida en el planeta. Por el contrario, cuanto obsta, 6 se pone á esa vuelta, que obedece á una ley y tendencia universal en lo creado; cuanto con- traría esa regresión, tiene que constituir una causa de insalubridad, es una causa de desperdicien de elementos, que viene á refluir luego en el gran problema que domina la habitabilidad del planeta, las subsisten- cias y por lo tanto, es una causa de muerte para el hombre. No habiendo nuevas creaciones, esos depósitos ó receptáculos que el hombre forma, secan y agotan las fuerzas |productivas ó criatrices de la naturaleza y lo que es peor aun, esos receptáculos, por los mismos intercambios y por las tendencias de los elementos á ir á sus medios simulares ú homólogos, por medio de las trasformaciones pútridas, se convierten en focos de insalubridades, que es necesario que la civiliza- ción y una dirección mas armónica con los fines de la naturaleza se esfuercen en correjir. Entre esos focos de insalubridod figuran los cementerios, grandes. depósitos, fcáguas en que se forjan y refuerzan mil flagelos, grandes semilleros de males, vastísimas [aglomeraciones de pudredumbre de mil generaciones, hosarios seculares, destinados á recibir infinito número de cuerpos, millares de toneladas de esos átomos, espoliados por el hombre á todos los reinos de la Naturaleza y que van á yacer en ellos, improductivos y esterilizados, cuando los aires, las aguas y la tierra los reclaman. Hay un medio de evitar todo mal y es la cremación. El objeto del presente trabajo es incitaros, es pediros hagais que la Sociedad Científica Argdntina, sea la primera corporación en nues- tro pais, que patrocinando la idea, dote á la provincia de Buenos Aires, de un crematorio modelo; busco, por medio de la persuacion científica, que la iniciativa autorizada de una reforma, que es ya un hecho facultativo en otros países, salga de vuestro seno y que vuestra perseverancia lo realize. Recordad, Señores, esta gran verdad enunciada por el Profesor Coletti y que las conquistas de la civilización comprueba: lo que por la mañana nos parece una utopia, es á la tarde un descubrimiento, es la aplicación práctica del día siguienid, es la vida del porvenir. (1) (1) L'utopia del mattino 6 la scoperta della sera—é l’attuazione del domara—é la vita doll’avemre. 956 LECCIONES Permitidme ahora que recorra de un modo" breve, ios diver- sos DESTINOS DE QUE SON SUSCEPTIBLES LOh EESTOS HUMANOS, puesto que, como dice Plammarion, solo somos ciudadanos temporarios de un mundo perecedero á su vez y nos interesa optar por uno ú otro destino, con pleno conocimiento. Para que la escursion que vamos á efectuar en el dominio de la higiene, nos sea mas fácil, haremos un estudio analítico de las ventajas é inconvenientes que presenta cada método ó destino propuesto y al final, como complemento, os espresaré los votos que hago y lo que creo deber esperar de vuestra ilustración y sano criterio. Señores: Terminada esta difusa profesión de fé, é indicado el objeto, el fin y el plan que me propongo seguir, me apresuro á entrar en materia. Los diversos destinos que acostumbra dar el hombre á las restos de sus semejantes, cuando cesa su existencia, son en número de ocho. El afecto, el respeto venerando, el principio de sociabilidad, el culto á los muertos y las que rodean á los centros sociales, tales han sido los móviles, que en los diversos tiem- pos y circunstancias, han hecho adoptar uno ú otro de los siguientes destinos ; 1. ° El enterramiento en la tierra. (1) 2. ° El sepultamiento en el mar. 3. ° El sepultamiento entre los hielos y nieves 4. ° La petrificación. 5. ° La inhumación. 6. ° El embalsamamiento. 7- 0 El aprovechamiento industrial. 8. 0 La cremación ó incineración. El orden con que acabamos de enumerar estos diversos destinos será el que seguiremos en este estudio analítico de las conveniencias y ven- tajas y de los peligros, insalubridades é inconvenientes, que cada uno de ellos nos ofrece, bajo el punto de ¿vista de la salud pública y de los usos y costumbres que imperan en los pueblos cultos. (1) El pleonasmo es mas aparente que real, puesto que hay pueblos, que acostumbran enterrar ó sepultar los cadáveres en la cal, <5 bajo montones de conchas de ostras. DE HIGIENE 957 1 EL ENTERRAMIENTO Significamos con esta denominación, el sepultamiento de un cadáver desnudo, ó con los menos atavíos posibles, en el seno de la tierra y que distinguimos de la inhumación, por los motivos que hemos de esponer mas adelante. Este destino, dado á los cadáveres humanos, es de un origen remoto, primitivo tal vez y es aceptable la opinión emitida por algunos autores, de que la piedad y amor de los deudos, la hiciera seguir, para evitar el espectáculo que tendrían con frecuencia ante sus ojos, de la hedionda pudredumbre y que esos restos de un ser quprido fueran pasto de las fieras y aves carnívoras. Tiene por objeto el enterramiento: quitar de la vista el espectáculo asqueroso y deprimente de la dignidad humana, de la putrefacción con su horroroso séquito; evitar que los restos fueran devorados por las fieras y las aves; facilitar la incorporación á la tierra de los elementos prestados para la existencia temporaria de cada ser. En efeeto, cuando se dá tiempo' á la tierra para terminar su obra, todos los elementos constitutivos de los seres, se le incorporan y ni vestigios quedan de los cadáveros que le fueron confiados, pero este tiempo, varía al infinito y nunca es menor de diez años en nuestro suelo. En la putrefacción, que es el fenómeno físico-químico regresivo, los productos intermediarios que dá la descomposición d© los cuerpos cua- ternarios, ternarios y benarios, simplifican y la tierra efrece el medio mas favorable que ellos necesitan, para poder volver á sus respectivos reinos y medios y todos ellos se descomponen en efecto, bajo la acción de las aguas y del calórico, segundada por las afinidades químicas. Los cuerpos gaseosos que se forman, hallan siempre algún resquicio por donde poder escapar para el océano aéreo; los líquidos y sustancias solubles, pueden en este medio volver también á sus elementos homólo- gos, ya infiltrándose en los terrenos, ya abriéndose paso con las aguas de las lluvias, para ir á los receptáculos naturales, fuera de la canti- dad que se evapora bajo la influencias de los rayos solares. En cuanto á las partículas de origen mineral, ellas quedan para reponer lós elementes que el reino vegetal utilizará y que los herbí- voras harán de nuevo circular, sirviendo de nutrición, ó pasto á su vez, á otra clase de animales y al hombre mismo. 958 LECCIONES Los inconvenientes, peligros y males principales que esta práctica entraña, son los siguientes: 1. ° los enterratorios sou focos de un mefltismo pútrido permanente, que va en incesante progresión por el acúmulo continuo de cadáveres; 2.° higiénicamente, no es posible instalar 6 emplazar un cementerio, los efluvios y miasmas que de ellos se desprenden, son perjudiciales á la salud, cualquiera que sea la dis- tancia á que se encuentran de los centros urbanos; 3. ° con el enter- ramiento no se cumple el gran círculo de la naturaleza, pues solo los productos gaseosos vuelven ála circulación y el suelo, queda recarga- do en ellos, de los principios ó elementos metamorfósieos, con detri- mento de la agricultura yde la vida universal; 4. ° en los grandes centros de población y en aquellos países en que hay una gran densi- dad de habitantes y cuyas tierras son cultivadas desde mucho tiempo, las cosechas son escasas, no alcanzan á satisfacer las necesidades de la vida de los pobladores y bajo la labor incesante y sin la renovación de los elementos necesarios para la vegetación, se vuelven estériles y requieren abonamiento—este estado hace peligrar la vida, la subsisten- cia de infinito número de personas y este es un mal, que va en un aumento rapidísimo. Pasando á otro orden de ideas, tenemos : 5. ° El enterramiento es la destrucción de los cuerpos á largo intérvalo; 6. ° Durante la pu- trefacción se generan infinidad de infusorios, que como oriundos de un medio mefítico, llevan en sí gérmenes pestilenciales ; 7. ° los cuerpos sólidos en la proporción de un 25 por 100, queden esterilizados en el suelo y 75 por 100 de agua, que contienen los cadáveres, arras- trando también gérmenes pestilenciales, van á los receptáculos de este elemento, las aguas subterráneas y los rios y arroyos ; los cuerpos ga- seosos, arrastrando partículas en putrefacción, forman una atmósfera densa y letal, que se cierne sobre los puntos inmediatos y que consti- tuye una atmósfera pestilencial, una causa patogenética, que en el mo- mento de eclosión de las epidemias, les presta su intensidad. II SEPTTLTAMIENTO EN EL MAE Los asirios en la antigüedad, los habitantes de algunas islas de suelo rocoso, óde población muy densa; una gran parte de esa brava población que surca los mares llevando las riquezas de uno á otro continente—como medio casi forzoso de separación de los muertos del recinto y presencia de los vivos, tienen que emplear el sepultamiento en el seno del mar. DE HIGIENE 959 Es costumbre en estos casos, para que los cadáveres no boyen, po- nerles algún peso sólidamente atado. En los buques es costumbre amortajar los cadáveres, cosiendo la tela de la hamaca y poniéndole una bala de calibre mayor ó una barra de hierro, para que no sobrenaden. En general, este sepultamiento solo se usa por necesidad, aunque hay ahora quienes lo aconsejan, para los casos en que reina una epi- demia en una localidad, en que el enterramiento es difícil y sumamente espuesto, porque las emanaciones de los cuerpos en putrefacción au- mentan la intensidad del flajelo y son causa de su permanencia ó en- demecidad. Este modo de separación de los muertos no puede ser empleado sinó en los puertos de mar. Es posible, aceptándolo, cumplir todas las prescripciones que las leyes, ordenanzas municipales y necesidades médico judiciales, hacen necesarias con los muertos, así como las ceremonias religiosas pero tie- ne el inconveniente, que la mortaja misma y la profundidad á que van los cuerpos, hacen que los cadáveres se conserven por un tiempo indeterminado, á ménos que den con un fondo blando en que se en- tierren. Esta conservación dura, hasta que las cuerdas que retienen el peso se pudren y dejan boyar el cadáver en aguas menos profundas y aun entonces, tiene que pasar algún tiempo, para que la mortaja se deshaga, en cuyo caso, el cadáver viene á ser pasto de tiburones y otros peces. Dados los antecedentes, sobre la muerte y sus fines, se vé bien, que si se siguiera esta conducta por gran número de países, no tendría lugar, como con el enterramiento, la marcha retrógrada ó regresiva de los elementos. Podríamos indicar otros inconvenientes de este método, como ser la acción de la sustancias en descomposición pútrida sobre los habitantes de las aguas, pero creemos inoficioso estendernos sobre el particular, desde que las tendencias de las gentes y la imposibilidad de la generalización de este método, fuera de los puertos de mar, lo ponen en el caso de usarlo solo como recurso estremo. 111 SEPULTAMIENTO ENTRE LOS HIELOS 6 NIEYES Hé aquí, Señores, otro recurso estremo; hé aqui un modo de sepa- ración de los muertos de las moradas de los vivos, que no podría usarse sinó en las latitudes mas inmediatas á los polos; hé aquí, por último un destino que no restituye á la naturaleza sus elementos, un destino 960 LECCIONES y un medio, que lo que hacen, es conservar los cadáveres á despecho de los fines de la muerte. Estos fines son los que hemos puesto de manifiesto en nuestra profesión de fé. Los Lapones, Groenlandeses, Esquimales, asi como los habitantes de la Tierra del Euego y todos los que viven entre nieves y hielos p*erpé- tuos, no tienen otro recurso, que enterrar los cadáveres bajo esas nieves y hielos. En cuanto á la acción de esos medios sobre los cuerpos, es bien sa- bido que se oponen á la descomposición, que son preservatrices de la putrefacción. Creemos escusado agregar una sola palabra de mas sobre este medio, que no puede generalizarse. IY LA PETRIFICACION DE LOS CADÁVERES No es del momento discutir si la petrificación de los cadáveres es un hecho completamente adquirido para la ciencia, abreviando los proce- deres lentos que sigue la naturaleza en esas transformaciones tan sor- prendentes y de que tantísimos ejemplos nos ofrece el Rio Uruguay. El hecho, posible en bí, fue por primera vez conseguido por M. Suc- quet y aunque son secretos aun los medios que se emplean por Soriné y otros, pero, los resultados demuestran, que ha habido perfecciona- mientos en los últimos tiempos, que alejan toda duda al respecto. ¡Eh bien! Aceptando esa petrificación como un hecho; aceptando que fuera mínimo su costo, de manera que estuviera al alcance de todas las pobrezas; aceptando aun que se generalizara su uso—vendrían en seguida estas consideraciones, á que hay que dar solución satisfactoria* ¿Cómo y donde colocaríamos esas petrificaciones? Pasada una, dos, la tercera generación ¿qué harían de ellas nuestros descendientes? No devolviendo á la naturaleza los elementos prestados para la vida de tantos seres y consumiendo aun, para producir esa misma mas elementos de los que la corteza y entrañas del globo nos ofrece ¿cual seria el porvenir de-la vegetación yde la vida? En árida y estéril escoria se halla convertida la tierra en los contor- nos de los viejos centros sociales, por la producción, é incesante cosecha que el hombre ha provocado, sin restituir á esta alma madre, á esta corteza terrestre, esos elementos que el vegetal elabora para su desar- rollo ó nutrición—¿No seria este el porvenir de todo suelo? Se nos dirá que habrán de trascurrir para ello muchos siglos aun—; no im- DE HIGIENE 961 porta decimos, el mal podría perpetuarse y el peligro señalado por el ilustre Liebig, es real y requiere uu eficaz remedio, la devolución de los elementos necesarios para la vegetación, que se encuentran en los restos humanos, que la putrefacción desagrega y constituyen el mejor abono para la tierra. y LA INHUMACION Entendemos por inhumación, el sepultamiento ó la deposición de los cadáveres humanos en medios confinados, en espacios al abrigo del aire ambiente, como los nichos herméticos, los sarcófagos, los cajones de plomo, cristal, etc., etc. La generalidad hace sinónima esta voz de enterramiento y hasta de sepultamiento, pero aquí la hacemos designar el hermeticismo, la sustracción de un cadáver á la acción de los agentes estertores ó cós- micos. La inhumación en tales condiciones, termina por la desecación ó momificación de los cuerpos, aunque muchísimas veces no determine otra cosa que la paralización, la suspensión del proceso regresivo de la materia orgánica, la que, ‘traída á la acción de las intemperies, de los agentes cosmo-telúricos, vuelve otra vez á continuar su metamor- fosis, aunque con algunas variaciones, que no es del caso detallar. Como este es el medio de separación de los muertos que usan mas en nuestro país las personas que tienen algunos bienes de fortuna y que tiende á generalizarse en los países cultos; como tiene á su favor este tratamiento de los cadáveres, que previene la putrefacción y los funestos efectos de esas emanaciones, conviene que nos detengamos un momento en esta rápida escursion. JSTo ha mucho que M. Gratry proponía al Consejo de Higiene Públi- ca y Medicina legal, en Prancia (1875), sustituir todo sepultamiento por el empleo de los sarcófagos de su invención (cimiento) y proponía, que fueran estos colocados á campo abierto y apilonados, formando las calles de la ciudad de los muertos. Las objeciones á este destino dado á los cadáveres humanos, son del mismo orden que á los anteriores. ¿ Qué será de esos cuerpos con- servados torciendo los fines de la muerte y rompiendo las etapas de las metamorfosis ? ¿ Qué harán las generaciones próximas, teniendo así atestadas las mansiones funerarias ? Se nos dirá tal vez que no debemos preocuparnos de lo que habrá 962 LECCIONES de suceder mañana—pero, tal conducta sería inmoral y hasta crimi- nal ; tal egoísmo, tal indiferencia por el futuro, cuando sabemos que con ella les preparamos á las generaciones venideras, causas de des- trucción, de insalubridades y de muerte, es muy criminal sin duda y no debemos de ninguna manera aceptar tan pérfida é inmoral conducta. Toda causa de insalubridad y de muerte, que leguemos á sabiendas á las futuras generaciones, son máquinas infernales, son torpedos que estallarán en tiempo determinado, sembrando la consternación y vo- mitando muertes y esas gentes del futuro, tendrán perfecto derecho, para echarnos en cara nuestra conducta, por lo que, nuestra indife- rencia y negligente abandono, seria criminal doblemente, desde que les preparamos la muerte. Respecto á lo que harán las generaciones venideras con esas estivas de momias, propuestas por M. Gratry, lo que harán con esos cadáve- res tan cuidadosamente conservados en féretros y sarcófagos, en cajo- nes de zinc y de plomo, etc., cadáveres que no servirán, ni para abono de las tierras, creemos que no será otro el destino que les dén, que hacerlos consumir por el fuego y desparramar luego sus cenizas por todos los ámbitos del suelo. YI EL EMBALSAMAMIENTO Los partidarios del embalsamamiento alegan en pró del empleo de este destino, la importancia que la conservación de las momias tiene para los estudios antropológicos y de etnología; alegan también, que esta conservación de los cadáveres es inocua y que evita los peligros incuestionables del enterramiento, es decir, de los efluvios y emana- ciones miasmáticas. Si bien no se ha conseguido imitar esos embalsamamientos que los egipcios nos han legado dentro de esas pirámides, esos hipogeos que cueutan tantos siglos de existencia; si bien los procederes de conser- vación del famoso anatómico Ruischio y de otros, que llegaron á un grado de perfeccionamiento celebrado, murió con ellos, tenemos hoy los procederes dv petrificación, mas perfectos que los de los egipcios, tan afamados. Si todos los países ó naciones hubieran empleado el embalsamamiento, e> los pasados tiempos, no serian las momias un objeto de curiosidad y aunque hübieran construido catacumbas mas profundas que el fondo de los mares, se habrían ellas llenado, así como, si hubieran construido DE HIGIENE 963 monolitos mas colosales que las pirámides de la patria de los Faraones, ya estarían colmados también y¿y cómo estaría la corteza terrestre? El proceder es inocuo, cuando es perfecto, así como lo es toda con- servación en el mismo caso; pero, y esa alma mater, esa madre común, quia pulvis eris et in pulve reverteris, según el bíblico versículo ¿no quedará con sus übres exhaustas de tanto criar y sin compensar lo que dá de su seno? ¿qué harán las generaciones con esas estivas funerarias? Cualquier cosa que hagan, vendrá á parar forzosamente en la crema- ción, ya sea por los procesos de la naturaleza, ya por la obra del fuego, para reducir esos restos á ceniza é incorporarlos á la costra terráquea. El embalsamamiento pues, como el herraeticismo de la inhumación, como la petrificación y el sepultamiento entre los hielos y nieves, son mas preferibles bajo el punto de vista higiénico, que el sistema de en- terramiento y el sepultamiento en el mar, teniendo este último el inconveniente, que si bien no es perjudicial para el hombre directa- mente, lo es para los peces que vienen á nutrirse de los restos humanos macerados y que termina por matarlos, pero todos esos medios tienen los inconvenientes señalados y ademas, que no llenan los fines de la naturaleza, el círculo eterno de los elementos* VII EL APEOYECH¿.MIENTO INDUSTEIAL Designamos bajo esta denominación la utopia de algunos positivistas» que querrían se utilizaran los restos humanos, como se aprovechan los animales en las graserias, en los muladares y les voiries des animaux morís. Los sentimientos de veneración y de respeto hacia Jos muertos se sublevan ante esta idea de aprovechamiento industrial, innecesaria por el momento, inmoral hasta cierto punto y que haría menospreciar al mismo que la emprendiera. La higiene no puede ir en contra de los 'sentimientos humanos, por- que es una ciencia social y la veneración, el respeto y demas sentimien- tos humanitarios, piadosos y caritativos,son vínculos sociales que es necesario respetar y cultivar. Así pues, por mas que bajo el punto de vista teórico, aparezca como inocuo este destino y subsanando los inconvenientes y peligros que ofrecen todos los otros de los medios que hemos recorrido, nos es cu- samos de seguir apuntando las razones que se oponen á la aceptación de este método y sistema de separación de los muertos y salubrifica- cion de los cementerios. 964 LECCIONES YIII LA CREMACION 6 INCINERACION El origen de la cremación se pierde en los remotos tiempos de las tinieblas filosóficas, en la cuna de la filosofía y fia sido empleado por muchos pueblos adelantados que la miraban como un alto honor, como una honra, que no á todos los cadáveres de los mortales podia conce- dérseles. La cremación ó incineración, es la destrucción rápida de los cadáve- res por medio del fuego, del calórico ó agentes especiales. No me detendré, Señores, en los diversos procederes aconsejados para obtener este fin, en un lapso de tiempo mas ó menos breve. Es por medio de la cremación que evitamos la putrefacción y los funestos efectos de las emanaciones pútridas. Usando la cremación, no tendremos el desagradable espectáculo de ver los restos de los seres queridos pasto de los gusanos; nos ahorramos el ver los cuerpos convertidos en fétida y malsana pudredumbre y evitamos lo siguiente: 1 ° que los cementerios, focos parmanentes de mefitismo pútrido, sean una amenaza constante contra la salubridad de los cen- tros sociales; 2 ° que los elementos constitutivos de los cuerpos queden esterilizados y en paralización, en un reducido terreno, del que solo una parte mínima vuelve al círculo eterno de las metamorfosis; 8o las epi- demias que provienen de los cuerpos en putrefacción; 4 ° la infección de las aguas subterráneas; 5 ° las emanaciones pútridas y 60, evita- mos todas las insalubridades que dejan remanentes todos los otros destinos recorridos y los inconvenientes ademas, que tienen la proxi- midad de las ciudades de los muertos, la inmensa estension de terrenos que se requieren y que van en incesante aumento, etc. etc. La cremación no es la vuelta inmediata de todos los elementos ca- davéricos á sus respectivos reinos, es la vuelta sí del mayor número y la única que no es beneficiada desde el primer momento, es la tierra. Esos restos/esas cenizas se deben á la tierra, pero del mal el menos, el ázoe y los elementos del agua, tornan á la circulación y estos son los elementos mas esenciales para la vegetación, que es la que difunde la vida en el planeta. Veamos ahora los inconvenientes y peligros, ó mas propiamente dicho, las objeciones que se han suscitado contra la cremación. Io Se ha dicho, que si desde la época de Sócrates la cremación hubiera prevalecido sobre toda la tierra, la humanidad habria muerto de frió por la destrucción de toda materia combustible. DE HIGIENE 965 Esta objeción parte de la idea falsa, de que el consumo superaría á la producción; de que las cenizas no fecundarían la tierra; de que el hombre no procuraría la multiplicación de una materia necesaria, que estaria en sus manos el propagar; parte del principio, de que no hubiera otras materias combustibles de que echar mano, sino la leña y por últi- mo, caería esta objeción por su propio peso, desde que hay tan diversos modos de obtener la cremación y precisamente, de lo que se trata en estos tiempos, es de la cremación inteligente ó científica y no de las hogueras de los tiempos de Hércules, de la tristísima Dido y de los de la inquisición. 2, ° Se ha suscitado una objeción en nombre de la antropología y frenología y se ha contestado (Dr. Pietra Santa) que la ciencia no puede declarar la guerra á la ciencia; que nada hay mas fácil, que adornar los museos antropológicos y frenológicos con tipos destinados á perpetuar los caracteres de las diversas épocas, fuera de que hay otros medios de arribar al mismo resultado, como la escultura, etc. No es cierto. La cremación en ningún momento y de ninguna ma- nera se opone á las honras fúnebres y prácticas religiosas; todas las ceremonias y dogmas de Ja iglesia se hallan respetados. 3. ° Dícese que la religión es contraria á la cremación. La moral se encuentra realzada, así como la igualdad; en cuanto al dogma de la resurrección, puede decirse que lo mismo se cumplirá, reuniendo las cenizas, que el polvo devorado por los gusanos, é incor- porado á los vegetales. Además no hay prácticas, ni hay ceremonias, ni hay dogmas que exijan insalubridades, porque precisamente, las religiones reposan sobre la higiene del cuerpo y del alma. No hay tampoco teoría alguna filo- sófica, como lo hace observar el Sr. Cadet, que prive nos desembara- zemos de los cuerpos yde los males, del modo que juzguemos mas conveniente. 4. ° Dícese que la cremación quitaría la posibilidad de las exhu- maciones, es decir, de las investigaciones que reclama la justicia des- pués de la muerte, en los casos criminales. La cremación científica, que es la que preconizamos, requiere la comprobación prévia de que la muerte es real; la averiguación de las causas de la muerte y las ceremonias religiosas. En el mayor número de los casos de intoxicación, la cremación misma, sería una investigación ó pesquiza de valor jurídico, puesto que un gian número de venenos, los mismos que podrían encontrarse en una exhumación, se encuentran en los aparatos crematorios. Nada 966 LECCIONES se opondría á una investigación prolija, en los casos dudosos de medi- cina legal, para que se conservaran fotografías, para comprobar la iden- tidad de las personas y para que en los casos de golpes, heridas ó embarazos, se usaran, 6 practicaran por un jiiradoles pesquizas que la ciencia aconseja, conservando secretos sus resultados, basta requi- sición judicial (véase al respeto La cremation, por A. Cadet). Creemos inoficioso relatar que se ha aconsejado, para obviar este inconveniente en los casos de intoxicación, adscribir á los cremato- rios oficinas de análisis químico-legales, ó formar un museo de visceras, eon todos los datos conmemorativos recojidos, etc., porque todo esto, con las precauciones que hemos aconsejado, sería perfectamente inútil. 5. ° Devolviendo el argumento que se hace contra el embalsama- miento ¿ qué haremos, se pregunta, ó qué harán las generaciones futu- ras con tanta urna cineraria, como encerrarán los columbarios ? Ala verdad, Señores, la cremación yla conservac.on de las cenizas, no son sino etapas transitorias del plan regresivo de la naturaleza, pero, debemos dejar á las generaciones venideras, que les dén su últi- mo destino y contentémonos, al emplear este método, con alejar las causas de insalubridad y de muerte que nos amenazan y que son de un mayor peligro, para las edades futuras. Se han hecho algunas otras objeciones á la incineración ó crema- ción, pero las demás no tienen valor ni consistencia; las que nos han ocupado, son las que mas han preocupado á los higienistas y á los ad- ministradores—por lo tanto, no nos ocuparemos de ellas. Creyendo haber evidenciado la bondad y conveniencia de la crema- ción sobre los otros destinos, paso á formular las proposiciones, que espero quiera poner á votación el Señor Presidente. Proposiciones La Sociedad Científica Argentina, reconociendo: que la incineración ó cremación científica, es el mejor destino que puede darse á los cadá- veres humanos y considerando: que la cremación facultativa, ha sido ya introducida en las legislaturas de otros países y que el nuestro carece de los aparatos crematorios mas perfeccionados : Ha resuelto: 1. ° Que la Comisión Directiva dé los pasos necesarios en su nom- bre, para que las HH. CC. declaren facultativa la cremación. 2. ° Que la misma Comisión abra un concurso para la presenta- DE HIGIENE cion de los mejores procederes crematorios, ofreciendo un premio de 1,000 pesos fuertes al autor del mejor proceder que se presente. 3. ° Que la misma abra otro concurso para la presentación de pla- nos de columbario ó cementerio crematorio, asignando al mejor trabajo, un premio también de 1,000 pesos fuertes. 4. ° Que la Comisión Directiva establezca las condiciones de estos concursos y dé cuenta en oportunidad, para arbitrar los fondos y nom- brar las Comisiones respectivas. He dicho. SOBRE COLONIZACION É INMIGRACION Al terminar las cuestiones que suscita en higiene la aclimatación, aclimatamiento y colonización, quedamos (página 210) en poner un apéndice sobre colonización é inmigración. Varias razones nos privan de dar cumplimiento á esa promesa. Fi- gura en primera línea la demasiada estenskm que ha tomado este volumen; en segundo lugar, nos ha detenido la consideración, de que esas cuestiones, son mas bien económicas que higiénicas, es decir, son mas bien administrativas y podría atribuirse á demasiada pretensión, su introducción á la higiene, cuándo los demas autores no las tratan. Por estas y otras consideraciones de otro orden, suprimimos dicho apéndice. Los trabajos tan completos de M. M. Block, Leroy-Beaulieu, Cárlos Calvo y Gr. Elorenzano, nos han hecho escribir mas de cincuenta pájinas y aún tendríamos que agregar otras veinte ó treinta mas, para redon- dear nuestro apéndice. Nada sería el trabajo, nada la demora de dos ó tres dias mas para la salida de este tomo,ya tan retardado.... son las razones indicadas y la convicción del poco fruto que conseguiríamos, los que nos han detenido y hecho renunciar á nuestro propósito y primer impulso. Espero que los lectores de mis lecciones me perdonarán ó aceptarán mis escusas. 968 LECCIONES ADVERTENCIA En el estudio que emprendimos de los establecimientos públicos que son focos de un mefitismo pútrido permanente, que nos han estado ocupando, hasta que comenzamos el estudio de los cementerios, nos faltan aun los mataderos públicos, los desolladeros, muladares, depósitos de basuras é inmundicias, estaqueaderos, graserias y saladeros. Como la mayor parte de estos establecimientos dependen de la Policía bromatológica de cada localidad, ó son parte integrante de ella; como el mayor número, forman parte del problema de las subsis- tencias y este se halla en relación tan inmediata con la policía rural, hemos creído mas conveniente formar un tomo distinto del presente y que seguirá inmediatamente á este. Ese tomo comprenderá la Higiene urbana ó municipal y abrasará los establecimientos bromatoldgicos, la higiene rural y las subsistencias. No obstante haber dejado la cátedra de líigiene por la vuelta del catedrático en propiedad Dr. D. Guillermo Eawson, creo conveniente seguir la misma forma en el próximo libro, para que constituya un todo y con derecho me es dado hacerlo, desde que la publicación que llevo á cabo, es la de las lecciones que di mientras estuve desempeñando esa asignatura, si bien he hecho muchas correcciones, reformas y adiciones. FIN DEL TOMO TEKCEKO Y SEGUNDO EN EL Ó EDEN DE SU PUBLICACION INDICE de los capítulos contenidos en este tomo Higiene Pública página Nociones preliminares—Generalidades * 3 Mesología Pública 22 De los mefitismos 35 Meñtismo gaseoso - 42 De los mefitismos gaseosos [coníinMacion] 47 De las fermentaciones 61 Mefitismo pulverulento 55 De la infección y del contagio 71 Infección y contagio [conclusión] 85 Mefitismo miasmático 85 Del mefitismo miasmático ó sea de las emanaciones orgánicas del hombre vivo, en los estados de salud y enfermedad 95 Del mefitismo palúdico 101 Del mefitismo palúdico [continuación] 115 Del mefitismo pútrido .••• 130 De las aguas, como causa t medio de trasmisión de las en- fermedades EPIDÉMICAS 146 De la desinfección y desinfectantes 155 De los terrenos, climas, estaciones y localidades en sus relaciones con la población 162 De los climas en sus relaciones con la población y del aclimatamiento y aclimatación 180 De la aclimatación y aclimatamiento 184 Déla aclimatación y colonización 194 Generalidades sobre climatología general t comparada 211 El clima de la Eepública Argentina.,, 211 El clima de la Kepública [continuación] Geología 229 Epidemiología 248 Los fermentos, los parásitos y los gérmenes amorfos 262 Epidemiología [continuación] 273 De las endemias 285 Endemias déla Eepública Argentina 291 Del crenitismo, del bocio y otras endemias 297 II INDICE PÁGINA Paces de la descripción nosográfica do las epidemias 310 Influencia da ellas sobre las poblaciones 310 Tratamiento de las epidemias 323 Profilaxia higiénica de las epidemias, 337 Memoria presentada á la Asociación Médica Bonaerense sobrs las cuarentenas Las cuarentenas, su pasado, su presente ysu porvenir , 342 Compendio ó reseña histórica de las cuarentenas y su definición....... 347 Historia de las cuarentenas 352 Peste de Levante 361 La fiebre amarilla y el cólera 365 Códigos sanitarios, regímenes ó sistemas cuarenteaarios 373 Los Congresos Sanitarios. Las cuarentenas yel derecho de gentes.. 379 Las conferencias sanitarias de Coustantinopla y de Yiena 393 Dos coníerencias en Bruselas y una en Fiiadelfia 414 El primer Congreso Sanitario Sud-Americano 426 Problemas precaucionales 461 El porvenir de las cuarentenas 480 Epizootias 488 Epiñtias % 505 Acción de la luz sobra los seres humanos y alumbrado 525 Alumbrado público y privado 230 Del alumbrado público y de los incendios 540 De los incendios 548 De la urbanización en general 555 De la orientación de las ciudades) . 970 El barrio ó parroquia, el vecindario y la calle 586 Las calles, su pavimento, etc. 591 Del agua en la población 602 Consideraciones sobre las aguas de que se sirven las poblaciones 609 Modos mas generales de provisión de aguas para las necesidades do- mésticas y urbanas 616 Circulación continua—Provisión individual y pública. 624 Sistema tubular de circulación continua, 627 Provisión civil ó administrativa de las aguas públicas 629 De la purificación de las aguas cloacales ó sewage....' 655 Procederes químicos de purificación 657 Procederes agrícolos ó empleo de los terrenos cultivados como depura- dores del sewage 659 Eeglas principales de la irrigación 671 INDICE III PÁGINA Obras de salubrificacion de la ciudad de Buenos Aires .. 667 Canalización subterránea en la ciudad 678 La salubrificacion de las ciudades- Estado de la cuestión 681 Juicios críticos sobre nuestras obras de salubrificacion 690 De las habitaciones públicas ■ 694 Establecimientos públicos 706 Circulación atmosférica, ventilación y calefacción 708 Clasificación de establecimientos públicos 719 Establecimientos públicos de mefitismo miasmático permanente 722 Establecimientos destinados á personas sanas 735 Casas de expósitos, inclusas á cunas 746 Asilos de méndigos, cuarteles; asilos de huérfanos y establecimientos penitenciarios 754 Establecimientos y sistemas penitenciarios 761 Establecimieatos penales y sistemas penitenciarios 770 De la hospitalidad y de los hospitales 786 Condiciones higiénicas en los hospitales 800" Hospitales de niños 813 De los manicomios y de las maternidades 816 De las maternidades ■ 821 De los hospicios 831 Galpones, barracas y tiendas hospitales • 832 De los efectos de las emanaciones pútridas y de los cementerios ~... 884 Casas mortuorias » * 845 De la muerte y do la putrefacción 849 Generalidddes sobre los cementerios y signos de la mderte real 864 Condiciones en que deben situarse los cementerios 878 Woking common cementery 885 Cementerio de Mérysur-Oise. 886 Ley sobre cementerio rural en Buenos Aires 887 Circunstancias que deben tenerse presentes en la erección de un ce- menterio' 893 Del embalsamamiento y de la cremación 966 Cremación ó incineración 913 Parto histórica de la cremación 914 ¿£jné es la cremación? ¿Cuáles son sus fines? ¿Cuáles son los procede- res aconsejados? 919 Objeciones á la cremación 924 Métodos crematorios y procederes empleados 927 Apéndice sobre los cementerios 935 Otros procederes de cremación (Yenini, Siemens) 941 Proceder de Kuborn y Jacques 942 Proceder del Dr. Creteur 943 Nuevo modo de inhumación en los cementerios 845 Salas de autopsias, anfiteatros anatómicos, salas disección y museos.... 946 Museos 950 IV INDICE Apéndice sobre los cementerios PÁGINA Trabajo presentado 4 la Sociedad Científica Aegettina 951 Paralelo entre los varios destinos de que son susceptibles los restos humanos... 952 I—El enterramiento 957 ll—Sepultamiento en el mar 958 lll—Sepultamiento entre los hielos y nieves 959 V—La inhumación 961 IV—La petriñcacion de los cadáveres 960 VI—El embalsamamiento 962 VII—EI aprovechamiento industrial 953 VIII—La cremación ó incineración 964 Apéndice sobro colonización é inmigración g67 Advertencia 968 LECCIONES DE HIGIENE PRIVADA Y PÚBLICA BABAS EN LA FACULTAD DE MEDICINA DE BUENOS AIRES AL ALCANCE DE TODAS LAS PERSONAS INSTRUIDAS POR PedroJJalloAallo EX-INTERNO DE LOS HOSPITALES—EX-DISECTOR DE LA FACULTAD FUNDADOR DE LA REVISTA MÉDICO-QUIRÚRJICA—EX-CIRUJANO DE DIVISION DEL EJÉRCITO ARGENTINO—EX CATEDRATICO DE MEDICINA EN LA UNIVERSIDAD CATEDRÁTICO SUSTITUTO DE HÍGIENE PRIVADA Y PÚBLLICA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS (en ejercicio)—MÉDlCO DE SANIDAD DEL PUERTO—CIRUJANO PRINCIPAL DE LA ARMADA MACIONAL, etc., etc., etc., etc., etc. TOMO SEGUNDO JÜUENOS IMPRENTA BE LA TRIBUNA, CALLE DE LA VICTORIA NÚMERO 37 13 7 9 LOS DOS TOMOS QUE CONSTA ESTA OBRA HASTA EL PRESENTE SE ENCUENTRAN EN VENTA EN LOS PUNTOS SIGUIENTES EN BUENOS AIRES Librería Eivadavia. Calle de Rivadavia No. 95. E. Ramousse (ortopédico y óptico) Rivadavia No. 40. Librería Europea Florida No. 242. Librería Nueva San Martin No. 98. Centro de reparticiones de Ramón Espasa. Corrientes 192. Imprenta y librería de Mayo de C. Casavalle Perú 115. Librería del Colegio, Igonhermanos Bolivar y Alsir.a. Librería Martin Fierro Bolívar 16. Librería Nueva Maravilla Victoria 287. Librería Americana Piedad 153. Librería de la Union Victoria 254. Librería científica de J. Btebenareborda.. Tacuarí 195. Gran Librería y Papelería de C. M. Joly. Victoria de 135 á 143, Librería Popular Rivadavia 567. Librairie Généra’e, F. Lajouane Perú 53, Librería La Publicidad, M. Reñé Perú 42. EN MONTEVIDEO Librería Nacional de Barreiroy Ramos. Calle 25 da Mayo 255. Librería Maricot de E. Fermepin " “ “ “ 235, Librería Argentina, Sr. Ibarra Cámaras entre R:ucon y 25 de Mayo