PARA LA ZOOLOGÍA MÉDICA MEXICANA ARÁCNIDOS É INSECTOS. POR EL DOCTOR JESUS SÁNCHEZ. i» i MÉXICO OFICINA TIP. Í)E LA SECRETARÍA DE FOMENTO Calle de San Andrés núm. 15. 1893 SEÑOR ingeniero D. MANUEL FERNÁNDEZ LEAL. SECRETARIO DE ESTADO I DEL DESPACHO DE FOMENTO. Dígnese vd. aceptar este trabajo como una muestra ele afecto sincero y cíe agradecimiento de su afectísimo amigo y servidor Dr. Jesús Sánchez. México, Mayo 20 de 1893. Zoología.-* INTRODUCCIÓN. L deseo de ser útil á mi patria de alguna ma- nera, y la creencia de que será recibido con be- nevolencia un ensayo acerca de la Zoología mé- dica mexicana, me han decidido á publicar la presente obrita. Debo añadir que ha influido en esta decisión la invitación que se sirvió hacerme para escribir algo res- pecto de este asunto mi distinguido amigo el Dr. Fer- nando Altamirano, Director del Instituto Médico Na- cional. Convencido de que en todo estudio científico debe buscarse principalmente la aplicación práctica, hace al- gún tiempo colecto los hechos conducentes que en Mé- xico pueden contribuir para la formación de dos obras, la Zoología médica y la Zoología agrícola nacionales. Mi posición como miembro titular de la Academia de Medicina, y como encargado de la cátedra de Zoología VI en la Escuela N. Preparatoria y accidentalmente tam- bién á veces en la Escuela N. de Agricultura, ha sido la más á propósito para emprender esta labor. Todos reconocen hoy la grande importancia del es- tudio de los animales en cuyo reino existen tantos que nos procuran beneficios y muchos también que son cau- sa de enfermedades. Entre los parásitos, por ejemplo, hay varios que pueden ocasionar accidentes graves y aun la muerte; sus manifestaciones clínicas, como ob- serva juiciosamente el Dr. Rafael Blanchard en el pró- logo de su Zoología médica, eran conocidas, pero se ignoraba la etiología y por consiguiente la profilaxia y el tratamiento de esas enfermedades. Ha resultado de aquí, añade tan distinguido médico naturalista, que la enseñanza de la Zoología en las Facultades ó Escuelas de Medicina en Europa ha adquirido recientemente una importancia y una dirección nuevas. No sólo nos importa estudiar á los animales que vi- ven en nuestro propio cuerpo, también es necesario co- nocer aquellos cuyas ponzoñas inoculadas en el organis- mo humano pueden ocasionar, ora un mal ligerísimo, ora síntomas de gravedad suma y aun la muerte; otros, que nos sirven de alimento regularmente, provocan á veces por su ingestión en el tubo digestivo fenómenos de envenenamiento; hay algunos, por último, que dan á la materia médica productos que se utilizan en el ar- te de curar. Es verdad que de casi todos estos asuntos tratan los los libros europeos, pero es verdad también que lo que VII se refiere á nuestro país lo hacen superficialmente. Para no ser difuso citaré un solo ejemplo: los efectos del enve- nenamiento producido por la inoculación de la ponzoña del alacrán de nuestras tierras calientes y de Du rango y la manera de combatirlos con éxito no se conocieron bien hasta que se tuvo conocimiento do los estudios im- portantes y detallados de los Dres. Santa María y He- rrera (Mariano) en Durango y Espinosa en Morelos. Otros médicos nacionales y extranjeros han contribuido al progreso de la. Zoología médica nacional: son notabi- lísimos entre los segundos los trabajos de los Dres. her- manos D. Alfredo y D. Eugenio Dugés, residentes en México hace muchos años, y entre los mexicanos basta- rá citar los nombres de los Dres. Lauro Jiménez, José Eleuterio González, Fernando Altamirano, Antonio Pe- ñafiel, Donaciano Cano y Alcacio, y Profesores Alfonso Herrera, Gumersindo Mendoza y algunos otros,los cua- les han escrito acerca de asuntos referentes á Zoología médica mexicana. Deben añadirse los nombres de algu- nos autores antiguos como el del ilustre jesuíta D. Fran- cisco J. Clavijero y el del sabio D. José Alzate y Ramí- rez, que iniciaron en México el gusto por el estudio de la flora y fauna del país. No me lisonjeo de haber hecho una obra importante, pues no me ha cegado el amor propio, y sé que estoy destituido de las dotes de talento y de instrucción que se necesitan para escribir con acierto en materia tan difícil como la Zoología médica; deseo únicamente que se considere este trabajo, incompleto é imperfectísimo, VIII como una tentativa, un esfuerzo ó un ensayo que podrá servir de punto de partida para que personas más in- teligentes hagan una obra acabada. México, Mayo 20 de Dr. Jesús Sánchez. CLASE ARACNOIDEA. ARACNIDOS. Animales invertebrados, articulados, con la cabeza y el tórax confundidos en una sola pieza (cefalotórax), sin alas y con cuatro pares de patas. H. N. Esta clase es tan conocida que no es necesario dar detalles minuciosos de ella. Dos formas diferentes del abdomen caracterizan á las verdaderas arañas y á los escorpiones. En las primeras el abdomen es globuloso y está unido al cefalotórax por un pedículo delgado y corto; en los escorpiones (alacranes) el abdomen es alargado y articulado al cefalotórax por todo su grueso; se compone de un pre-abdomen ancho, anillado, y un post-abdomen (vulgar é impropiamente llamado cola), angosto, también anillado y muy movible. El carácter asignado á la cla- se Arácnidos de tener un cefalotórax, debe entenderse de una manera general, pero no absoluta, pues hay familia como la de los Solpugidae, vulgarmente genízaros, de transición entre las arañas y los insectos que tienen bien separados la cabeza, el tórax y el abdomen. De esta familia tenemos en México la es- pecie Solpuga limbata Luc., muy temida por sus mordeduras, á pesar de que no se le ha encontrado hasta hoy glándula algu- na ponzoñosa. Otros arácnidos del orden Acarianos ó Mitas tie- nen el cuerpo rechoncho y sus tres partes constitutivas, cabe- 4 za, tórax y abdomen, confundidos en una masa común; como ejemplo de este grupo citaré las garrapatas (Art/as), los anima- litos de la sarna (Sarcoptes scabiei, Deg.) etc. Algunos arácni- dos tienen el cuerpo vermiforme, largo y anillado, pero el tó- rax está confundido con la cabeza, tal es el JDemodex folliculo- rum Sim. Erichs, que vive en las glándulas sebáceas y folículos pelosos del hombre y en el perro, en el cual ocasiona si es muy abundante, la enfermedad llamada mal rojo. La clase arácnidos es notable por más de un motivo. En el plan general de la naturaleza les está encomendada una misión muy importante; las inferiores en organización son parásitas; las superiores se alimentan con animales vivos, generalmente insectos, á quienes capturan sirviéndose de las armas empon- zoñadas que poseen, ó tendiéndoles telas como redes en las cua- les los aprisionan. Los hilos que forman estas redes, tejidas ad- mirablemente con las garras de sus patas, están formados con una substancia viscosa que se endurece al contacto del aire y que se secreta en glándulas de forma diversa, piriformes, cilin- dricas ó arborescentes, cuyos conductos vectores terminan en las hileras que son cuatro ó seis eminencias mamilares, bi ó triarticuladas, que rodean al ano. En algunas especies de Mé- xico estas redes, según se dice, están formadas con hilos de va- rios colores;1 una epeira de la isla de Borbón, en Madagascar, tiende en su tela un hilo grueso, especie de cable que le sirve 1 Sin negar este hecho, entiendo que debe ser bastante raro, pues la única noticia referente á él es la siguiente: "En el número 93 de "La Lectura," pe- riódico publicado en Santiago (de Chile) el año de 1884, en el artículo "Las Arañas," por M. Deschastelus, hay noticia de una araña que existe en México y que se distingue por la riqueza y variedad del colorido de sus telas. La lla- man Atocalte y vive en las cercanías del agua. La tela se compone de una mezcla de hilos amarillos, encarnados y negros, que entrecruzan con arte ma- ravilloso, siendo tal la belleza de los reflejos de esas telarañas, que muchos via- jeros han corrido presurosos á cogerla, imaginándose encontrar una primorosa labor de oro." Otro autor dice que en México hay arañas que tejen hilos bas- tante fuertes para secar la ropa blanca lavada. Citados por Walckenaner I, 142. 5 para maniatar á los grandes insectos que caen en ella y que po- drían romper con sus esfuerzos por libertarse. Puede uno for- marse idea de la importancia de esa secreción, recordando el hecho de que á la Sociedad de Artes de Londres le fué pre- sentado un hilo, tejido en dos horas escasas por veintidós ara- ñas, que tenía una longitud de seis mil metros, y la observa- ción de Meckel, relativa á la Epeira diadema L., en la cual con- tó más de mil tubos glandulares con canales escretores distin- tos. A veces la substancia viscosa secretada tiene aplicaciones excepcionales: la Argyroneta acuatica, según Blanchard, se cons- truye con esa especie de seda, bajo el agua, un nido en forma de dedal;1 la araña aeronauta Thomisus viaticas sube al pun- to más alto que encuentra, saca de su abdomen un hacecillo de hilos que sirviéndole como un paracaídas la conducen llevada por las corrientes de aire á lugares más ó menos lejanos. Para bajar á tierra recoge el hacecillo gradualmente.2 Podía compa- rarse á mi juicio este sistema de transporte al que sirve para la diseminación de las semillas en algunas plantas, como en las compuestas. En cierto período de su desarrollo, cuando el gra- no está ya maduro, el cáliz de la flor se transforma en lo que se llama en lenguaje botánico el vilano, especie de plumero al cual va suspendido aquel cuerpo reproductor y es llevado por el viento á distancia variable hasta que cae definitivamente y queda fijado en el terreno para desarrollarse en una nueva planta. La secreción de las arañas de que hablamos ha servido para aplicaciones industriales y medicinales. Con los hilos que for- man esas telas se ha tratado de tejer como se teje con la seda 1 El ilustrado Dr. Alfredo Dugés ha descrito por primera vez aquí una es- pecie de araña acuática ó hydraracnido, que encontró en la ciudad de Gua- najuato, y á la cual impuso el nombre de Altax Alzatei en memoria del céle- bre P. Alzate, autor de la Gaceta de literatura publicada en México en 1783. Las hembras de esta especie depositan sus huevos debajo de las hojas que flo- tan sobre el agua ó en cavidades de los tallos. La Naturaleza, vol. VI, pági- na 345. 2 La Nature, 21 de Agosto de 1886. 6 del gusano de la China, cuya mariposa, Bombyx morí L., origi- naria del Sur de Asia, tiene tanta importancia en la industria; mas desgraciadamente se han presentado dificultades para ese efecto, que hasta hoy no se han podido vencer. Por una parte la materia prima es escasa y sería preciso para tenerla en abun- dancia, procurar la multiplicación de aquella ó aquellas espe- cies que fuesen más á propósito; por otra, los hilos de las telas están generalmente cruzados unos con otros de tal manera que al intentar devanarlos se revientan á cada paso y la mano de obra en estas condiciones es difícil y costosa. Esto no obstan- te, á Luis XIV se le regaló, según se cuenta, un traje de hermo- so aspecto, hecho con la seda producida por la Epeira diadema L., pero que se desgarraba fácilmente. Ensayos recientes tien- den á demostrar que puede utilizarse en la industria la tela de arañas. Med. Algunas especies se han usado para combatir enfer- medades diversas, entre las cuales merecen especial mención la tarántula y la araña chintatlahua; la primera fue recomen- dada por el sabio profesor de Patología interna de la Escuela N. de Medicina de México, el Dr. Rafael Lucio, para combatir el mal de San Lázaro ó Elefanciasis de los griegos tan común en ciertas localidades del país; la segunda, según el presbítero Fr. José María Ortíz, desde tiempo inmemorial se emplea por los indios de Yanhuitlán, en el Estado de Oaxaca, con éxito admirable contra la enfermedad llamada allí "tabardillo pinto" que no es otra cosa que el tifo. La telaraña de la araña domés- tica se usa vulgarmente como hemostática para contener he- morragias ligeras, y en las medicinas homeopática y alopática como antifebrífuga. En los artículos especiales referentes á es- tos dos arácnidos, estudiaremos con detalles sus aplicaciones médicas. Dijimos antes que muchos arácnidos poseían una ponzoña para capturar su presa. Con este objeto están dotadas algunas especies de armas apropiadas para inocular esa sustancia en el cuerpo de su víctima. Accidentalmente, creyéndose persc- 7 guidas, muerden ó pican al hombre y le producen un envene- namiento clasificado entre los sépticos por algunos patologistas. Consideradas las arañas verdaderas bajo este aspecto, presen- tan poco interés á los médicos, pues los efectos de la ponzoña, aun los de la famosa capulina, no presentan gravedad. Posee- mos pocas noticias verídicas á este respecto. Son indispensa- bles observaciones hechas por personas competentes, princi- palmente acerca de las especies que viven en clima cálido. En su oportunidad referiremos lo poco que sabemos en la mate- ria. No pasa lo mismo con los escorpiones ó alacranes. Es no- torio que el piquete de los de nuestras tierras calientes produ- cen siempre síntomas graves en los niños y á veces mortales. El asunto merece capítulo aparte y en él trataré con extensión de todo lo relativo á la historia natural médica de estos arác- nidos, los más interesantes ciertamente en nuestro clima des- de el punto de vista médico. Por último, los arácnidos son dignos de llamar nuestra aten- ción en alto grado estudiándolos como parásitos del hombre y de los animales, á los cuales ocasionan frecuentemente enfer- medades asquerosas y dolorosas. Con razón ha dicho un na- turalista, refiriéndose al orden de los Acarinos: "abre un an- cho campo, por demás interesante aunque difícil, para la inte- ligencia humana." El arácnido de la sarna, las garrapatas, las turicatas y el Demodex de los folículos sebáceos de la piel y de la cara, son los parásitos arácnidos que más frecuentemente se encuentran en los animales y en el hombre. La clase Arácnidos comprende los órdenes siguientes: Lin- guatulldos, Acarianos 6 Mitas, Tardígrados, Falangidos, Aranei- dos, Pedipalpos, Escorpiónidos y Solifugos. 8 1er- ORDEN. LINGUATULIDOS. Arácnidos parásitos, con el cuerpo alargado, vermiforme, ani- llado, provisto de dos pares de ganchos al rededor de la boca que no tiene maxilas, y de respiración no traqueal (Claus). Por ciertas analogías con los gusanos intestinales se les con- fundió con ellos; ahora mejor conocidos ya, han sido clasifica- dos con los articulados propiamente dichos. Dice Claus que como los embriones se asemejan principalmente á las formas jóvenes de los Mitas, á pesar de sus piezas bucales rudimen- tarias, le parece natural considerar los Linguatulidos como Ar- trópodos acarinos que, á consecuencia de una metamorfosis regresiva, presentan la forma y la manera de vivir de los gu- sanos y constituyen así el lazo de unión entre los gusanos in- testinales y los Artrópodos. Como representa la figura adjunta, tomada de la Zoología de Claus, el cuerpo es alargado, aplanado y formado casi exclusi- vamente por el abdomen muy crecido, mientras que el cefalo- tórax es casi rudimentario. Pentastomun taenioides Rud. Este linguatulido, vive, según las investigaciones de Leuckart, en los senos frontales y en las narices del perro y del lobo. Los embriones contenidos toda- vía en el huevo son depositados sobre las plantas y de allí pa- san al estómago de animales herbívoros, conejo, liebre, y rara vez al estómago del hombre. Otra especie es el P. constrictum. Sieb., enquistado en su edad joven en el hígado de los negros en Egipto. No sé que se haya encontrado alguna vez, en Mé- xico, un arácnido del orden Linguatulidos; pero me ha pareci- do útil dar en estos apuntes acerca de la zoología médica de México la figura de los que habitan en Alemania para que sir- va de punto de comparación y sea identificado si alguna vez se encuentra aquí. 9 2d0- ORDEN. ACARINOS 0 MITAS. Arácnidos con cuerpo rechoncho, con el abdomen soldado al ce- falotórax, provistos de piezas bucales dispuestas para morder ó chu- par, respiran con frecuencia por tráqueas (Claus). En algunas Mitas parásitos, no'existe aparato especial para la respiración, y es notable que el género de vida y el modo de nutrirse sea distinto en los dos sexos de algunas especies. Va- rios tienen una glándula dorsal en forma de Y ú otras glándu- las en diferentes partes de su piel. Viven parásitos muchos de ellos sobre plantas ó animales. Otros son libres, son acuáticos ó terrestres y accidentalmente se hacen parásitos. Bajo la for- ma perfecta pueden cambiar el modo de vivir que llevaban ba- jo la forma larvaria. I? Fam. Dermatophilos. Mitas de cuerpo vermiforme, anilla- do, cuyo cefalotórax está provisto de un chupador con estilos y pal- pos laterales triarticulados. Las ocho patas son rudimentarias y terminan cada una por cuatro garras. Las larvas tienen seis patas. Demodex folliculorum var hominis Sim. H. N. Long. £ 0m30 9 0m36 á 0m40. La figura adjunta nos dispensa de hacer una descripción, la cual puede leerse con detalles minuciosos en la obra Les parasites et les maladies parasitaires. Par. P. Mégnin. París. MDCCCLXXX. Este pequeño arácnido habita los folículos sebáceos y pelo- sos del hombre y de algunos animales. La enfermedad que ma- ta tan frecuentemente al perro y se conoce con el nombre de mal rojo parece ser producida por este parásito. Haciendo ob- servaciones relativas á la enfermedad de la piel del hombre llamada acné sebácea, Simón, de Berlín, descubrió en 1842 es- te animal microscópico. La distribución del Demodex en los animales sobre los cua- 10 les vive como parásito es muy variable: sólo en el perro inva- de toda la superficie del cuerpo; en el gato se le encuentra só- lo en las glándulas sebáceas de la oreja; en el carnero en los párpados (glándulas de Meibomius); y en el hombre en la ca- ra con especialidad en la nariz y la frente (Mégnin). Med. El Demodex es muy común en el hombre pudiendo encontrarse en todas las edades con excepción de la niñez. De 10 personas una ó dos llevan consigo estos parásitos. No pro- ducen en el hombre ningún efecto morboso. Cuando son muy numerosos, la piel, en el lugar invadido se pone roja y un po- co hinchada, se forma un empeine acompañado de poca come- zón. Los lavatorios frecuentes con jabón los hacen desaparecer por completo. Es importante saber que, según experimentos del mismo Mégnin, la enfermedad del perro no es transmisible al hombre. 2? Fam. Sarcoptidae. Arácnidos pequeños, de cuerpo blando y rechoncho, sin ojos, con patas cortas terminadas por una vento- sa pediculada 6 una cerda larga. Los machos son más chicos. Vi- ven como parásitos dentro ó fuera de la piel de los vertebrados de san- gre caliente (Claus). Además del animalito de la sarna se ha descrito en Europa otro parásito que vive sobre la piel del hombre sin introducir- se bajo la piel, el Dermatophagoides Scheremetewskyi, Bogd. Las especies de este grupo tienen el cuerpo oblongo con dos apén- dices posteriores. Sarcoptes de la sarna, Sargoptes sgabiei, Deg. H. N. El género Sarcoptes de Latreille, de la familia Sarcop- tidae y del orden Acarianos tiene los caracteres siguientes: te- gumentos gruesos provistos de papillas dorsales cónicas, de es- pinas y pelos. Rostro ancho y corto con palpos triarticulados. Patas con cinco artejos, los dos pares anteriores de ellas termi- nados por ventosas pediculadas, en el tercero y cuarto par en la hembra, con largas cerdas; en el macho, el cuarto par lleva también una ventosa. 11 Existen especies distintas del género Sarcoptes cpie viven en la piel de la mayor parte de animales mamíferos: citaremos el 8. suis Gerl, que es propio del cerdo, el 8. equi Gerl, que lo es del caballo, y el 8. cacti Her. que vive en el gato; la especie propia del hombre es el 8. scabiei Deg., Acarus scabiei Renuc- ci, cuya existencia hoy perfectamente conocida, fué puesta en duda y aun negada por muchos médicos, entre otros por el director del hospital de enfermedades de la piel en Paris. "To- do era duda é incertidumbre á este respecto, dice Figuier, cuan- do Renucci, estudiante de medicina, nativo de Córcega, país en que la sarna está muy extendida, se ejercitó en la investi- gación de este animal y anunció en 1839 que extraería Sar- coptes á individuos sarnosos en presencia de un numeroso con- curso. Ante una reunión de médicos, entre los cuales estaban Alibert, Lugol y Raspail, demostró de la manera más evidente la existencia del Sarcoptes, recogiendo varios á la vista de esos médicos 1 En los individuos atacados de sarna se reproduce mucho es- te arácnido. Las hembras cavan en la epidermis surcos pro- fundos en cuyo fondo se alojan, ocasionando con sus piquetes la comezón tan molesta en esta enfermedad. Los machos per- manecen más cerca de la superficie. Las larvas tienen sólo seis patas y sufren varias mudas. El color, en la especie del hombre, es blanco, con estrías en forma de arco y el medio con eminencias mamilares muy pequeñas; el abdomen está terminado por dos grandes cerdas que tienen cerca cada una otras dos más chicas. Med. La sarna es enfermedad contagiosa. En una porción más ó menos extensa de la piel, muy particularmente entre los dedos de las manos, aparecen vesículas numerosas, advirtién- dose junto á muchas de ellas una línea blanca de algunos mi- límetros de longitud que es una especie de túnel ó galería en cuyo fondo se aloja el arácnido descrito. Esta erupción va (1) L. Figuier. Les animaitx articules, les poissons y les reptiles.-París, 1876. 12 acompañada siempre de comezón más ó menos fuerte, y al rascarse los enfermos escurre un líquido de las vesículas y se extiende en la piel en forma de costras. Este estado de cosas puede prolongarse por mucho tiempo sin producir jamás la muerte. En las figuras adjuntas están representados el macho y la hembra del sarcoptes con un aumento muy considerable. A la simple vista se percibe al animal como un cuerpo blanquiz- co muy pequeño en forma de tortuguita. Experiencias conclu- yentes han demostrado que el contagio es producido por el arácnido y no por la serosidad de las'vesículas, pues inyectan- do ésta no se reproduce la sarna. La enfermedad se comunica por el contacto directo de los individuos infestados ó de los objetos de uso, pues el sarcoptes puede vivir hasta tres sema- nas separado del cuerpo humano y aun cuando esté casi muer- to de hambre recobra rápidamente toda su vitalidad si se le coloca en condiciones favorables. ¿La sarna del perro y de otros animales se comunica al hom- bre? ó en términos más generales ¿el acarus de un animal cualquiera puede comunicar la enfermedad que produce á otro de especie diferente? Los hechos referidos por varios autores y los experimentos practicados en Alemania y Francia demues- tran, sin que haya lugar á duda alguna, lo siguiente: 1? Ninguna de las especies del género Sarcoptes exceptuan- do la Scabiei (la del hombre) y ninguno de los parásitos perte- neciendo á otros géneros (Chorioptes, Psoroptes} que producen diversas enfermedades psoricas en los animales es transmisi- ble al hombre. 2? La especie Sarcoptes scabiei; variedades equi, tupi, sais, cameli, capree y cati, sí son transmisibles al hombre. 3? La sarna que el hombre contrae cuando se la transmite por contagio el caballo, el perro, el cerdo, el camello, la cabra ó el gato, presenta los caracteres de la sarna común humana, con la diferencia de ser fugaz y de desaparecer espontánea- mente ó bajo la influencia de un tratamiento sencillo. 13 4? Según los hechos observados hay una sola excepción á la proposición anterior. La sarna comunicada al hombre por los grandes carniceros, león, oso, hiena, la variedad tupi, es grave, y es preciso un tratamiento enérgico para extirparla. Diagnóstico y pronóstico. Los surcos que nacen de las vesicu- litas situadas generalmente en las manos ó partes descubier- tas y la presencia del arácnido que causa el mal no dejan duda del primero. Respecto del segundo basta saber que la enferme- dad, más ó menos rebelde, nunca es mortal. Tratamiento. Siempre es local y á veces la constitución del enfermo exige el general. Deben hacerse fricciones en todo el cuerpo con substancias insecticidas, y no limitarse á las regio- nes invadidas, porque los animales que queden en las partes sanas, reproducen la enfermedad más tarde. Mr. Hardy ha puesto en boga hace algunos años el tratamiento siguiente adoptado generalmente y que tiene la ventaja de destruir el parásito en algunas horas. Se comienza por frotar el cuerpo todo con jabón negro, durante una media hora, para romper algunas de las vesículas y surcos; en seguida toma el enfermo un baño de agua tibia para reblandecer la epidermis, durante el cual él mismo sigue frotándose con el jabón. Después del baño se le da una fricción general con la pomada de Helme- rich (8 partes de manteca, 2 de azufre y 1 de potasa purifica- da) durante 20 ó 25 minutos. Se da por curado el enfermo y se tiene la precaución de vestirlo con ropa limpia. Nada importante de la sarna de México puedo decir. La li- teratura médica nacional carece de documentos, debido sin du- da á la perfecta identidad de la enfermedad con la del antiguo continente. Puede decirse que la sarna es aquí rara relativa- mente y en atención á la incuria y al desaseo de las clases ba- jas de los habitantes. El Dr. Alfredo Dugés, que ha ejercido la profesión médica con mucho éxito en Guanajuato, me dice que en más de 30 años ha visto sólo dos casos. Algo semejante me 14 han asegurado algunos médicos que ejercen en otras localida- des del país. 3? Fam. Ixodidae. -Mitas casi siempre gruesos, aplanados, con piezas bucales dispuestas para picar y chupar la sangre, con es- cudo dorsal fuerte y respiración traqueal. Dos estigmatos detrás del cuarto par de patas en el fondo de dos fosetas. Los lóbulos de las manilas provistos de ganchos formando un rostro alargado. Palpos de tres 1 artejos gruesos, obtusos y aplicados contra el ros- tro. En el rostro estilos exsertiles, con artejo terminal dentado y encorvado en ganchos. Patas largas multiarticuladas, terminadas por dos ganchos, y á veces también por una ventosa. En algunos casos dos ojos. Glándulas salivares desarrolladas. (Claus). De esta familia de arácnidos, muy poco conocidos todavía por los zoologistas que se ocupan de la fauna de México, tenemos representantes conocidos vulgarmente con el nombre de ga- rrapatas, corrupción de agarra patas por ser los pies los luga- res del cuerpo del hombre donde se fijan preferentemente cuando no se usa calzado. Sus larvas llevan los nombres de pinolillos, aradores, tlalajes, tlalzahuates, etc. GARRAPATAS, argas turicata, Dug.; a. megnini, Dug.; a. tlalage, Guer. Men.; a. sanchezi, Dug.; ixodes herreras, Dug., AMBLYOMMA MIXTUM Koch; GONIXODES ROSTRALIS, Dug. Bibl. Turicata y Garrapata de Guanajuato, por el Dr. Alfre- do Dugés. "La Natur." vol. VI. pág. 195. Mn;. sancAezi, por id. id. "La Natur." vol. I. pág. 20. Ixodes herrerae, por id. id. "La Na- tur." vol. Ipág. 487. Ambl.mixtum. Biol.Cent. Amer. Arachnidae Acar. p. 19. Un nuevo Ixodídeo, por el Dr. A. Dugés. "La Na- tur." vol. 2 (2? serie). El Tlalzahuatl, por id., id. "La Natur." id., id. El Gamasus tounsendi, Dugés. "La Natur." vol. 2, pág. 102, 2? serie. H. N. Estos arácnidos tienen una área de distribución geo- gráfica muy extensa abundando más en las regiones cálidas que en las templadas y más en éstas que en las frías. Las que 1 Me parece un. error tal vez de imprenta. Deben ser cuatro artejos. 15 pertenecen al género Argas tienen el cuerpo oval, en forma de escudo, los palpos maxilares, cilindricos, las patas desprovistas de ventosas. Las garrapatas del género Ixodes tienen los pal- pos no cilindricos; hinchados en forma de maza (CZaws) ó apla- nados en forma de hoja de navaja (Megnin) y sus patas con ventosas y dos garras. Un carácter distintivo entre estos dos géneros es la posición del rostro: en Argas el rostro es infero; en Ixodes es terminal, su base está insertada en una foseta de la parte anterior del cefalotórax. Es importante conocer esta distinción, pues en el país tenemos representantes de los dos géneros. A los Argas estudiados por el Sr. Dugés unimos el Ixodido, Amblyomma mixtum Koch, señalado como de México por este naturalista y muy común en Guatemala, Costa Rica y Nicaragua. La larva se conoce en Guatemala con el nombre de "mostacilla," y puede ser á mi juicio la misma que se llama aquí "pinolillo," ambos nombres recuerdan el aspecto pulve- rulento de esas larvas cuando se ven multitud de ellas reuni- das. Mostacilla es el diminutivo de mostaza y pinolillo el de pinole (del mexicano pinolW) alimento de indios, usado espe- cialmente en los viajes, compuesto de harina de maíz y azúcar ó panocha, pulverizadas y mezcladas. Otro Ixodes es el I. he- rrerae descrito y dedicado al joven naturalista D. Alfonso He- rrera por el Dr. Alfredo Dugés. 1 Argas turicata, Dug. "El cuerpo de "la turicata, aunque co- rreoso y muy deprimido, puede hincharse bastante cuando es- tá lleno de sangre, y toma entonces un color gris morado, mientras al estado natural es amarilloso tirando á rojizo ó aplo- mado: las patas son de un tinte aleonado claro: cuando el in- testino contiene poca sangre se ve en el dorso un dibujo como de tres semicírculos de cada lado y los bordes algo levantados en derredor. La piel cubierta de granitos rodeados de un cír- culo festonado y arrugado en los intervalos de ellos, es muy resistente y no presenta placas córneas en la parte anterior del 1 Las descripciones están tomadas textualmente de sus respectivos autores. 16 cuerpo; no he visto ojos. Algunos individuos presentan en el dorso unos puntitos desprovistos de granulaciones y colocados con simetría; pero la mayor parte no los tienen. Este arácnido tiene de longitud cinco milímetros y medio y su anchura es de tres y cuarto milímetros; otros mucho más chicos no difieren de los grandes; esto se refiere á la hembra; pero el macho se parece al de la especie siguiente en su forma general. Debajo del abdomen se ven dos surcos curvos, flexuosos, cortados por otro longitudinal; en la región external existe una como lámi- na en forma de paletita, cuya extremidad anterior rodea el ori- ficio del aparato genital, mientras el ano ocupa la extremidad posterior. Hacia adelante está la boca, protegida en su parte superior por un repliegue en forma de capucho distinto del borde del cuerpo. Las ocho patas son algo desiguales, siendo de igual longitud las seis primeras, mientras las del cuarto par son de cerca de una tercera parte más largas: las dos posterio- res de cada lado nacen juntas. La lengüeta está armada de cuatro hileras de dientes córneos, cónicos dirigidos hacia atrás: estas puntas varían de número según los individuos: en medio de la lengüeta se percibe un canal que conduce al esófago el alimento líquido. Las dos piezas laterales son dos maxilas en- sanchadas en su base, y terminadas por dos porciones movi- bles, de las cuales la externa es triangular con un gancho en la extremidad y la interna más pequeña tiene dos dientes y en su ápice una pequeña punta cónica. Las patas compuestas de cin- co artículos, tienen en la extremidad una carunculita en que se fijan dos uñas encorvadas en su punta. La terminación de los palpos labiales forma una pequeña ventosa que puede sa- lir y constituir una especie de artículo adicional muy corto. La ninfa es hexapocla, ovoidea y con su extremidad anterior cónica." Argas megnini. Dug. "El cuerpo de la garrapata, más ancho hacia adelante que hacia atrás, en forma de guitarra (panduri- forme) es menos deprimido que el de la turicata: está cubier- to de pequeñas espinas córneas, color de caoba, circundadas por un rodete en la base: el color general es aplomado, con las patas de un aleonado bajo. El macho muy chico respecto á la hembra, y amarilloso cuando está en ayunas, tiene las patas más largas respectivamente, siendo más grandes las del cuarto par. Las patas son más robustas que las de la turicata, aparta- das una de otra, y con dificultad se distinguen las ancas, hay dos espinitas debajo del último artículo. Las piezas bucales sa- len de un repulgo circular, las maxilas tienen en la extremidad dos láminas bidentadas y la lengüeta está provista de dientes dirigidos hacia atrás y más agudos en el macho que en la hem- bra." Argas sanchezí.1 Dug. "Es muy pequeño, de un color café brillante, de consistencia correosa y casi de un milímetro y me- dio de tamaño; el perímetro es casi orbicular. Las regiones su- periores están cubiertas de tuberculitos chatos, poliédricos y con un punto central transparente, las inferiores tienen sus te- gumentos finamente estriados pero cuando se observan con una pequeña amplificación se nota entre las patas un espacio liso, triangular, del cual parten numerosos pliegues que forman aba- nico y terminan en la orilla posterior del cuerpo. "El rostro se compone de una lengüeta, dos palpos y dos maxilas. La primera lleva por debajo cinco hileras longitudina- les de espinas colocadas en ocho series transversales. Los pal- pos tienen en su extremidad un mameloncito (ó ventosa) re- tráctil, rodeado de seis ó siete cerdas, ó mejor varillas rígidas; evidentemente hay aquí un órgano del tacto bien determinado. Las maxilas no presentan ninguna particularidad. "Las uñas están insertadas en la extremidad de un artículo delgado en su base y abultado en su extremidad en forma de clava ó porra." Ixodes herrerae. Dug. "Tiene el último artejo de las patas armado de dos gruesos dientes, el uno articulado y el otro ter- minando directamente el miembro: las uñas fuertes y encorva- 17 1 El Dr. Dugés me hizo la honra inmerecida de dedicarme esta especie. Zoología.-2 das en su extremidad, descansan por su base en un apéndice en forma de cucharilla. En cuanto á los caracteres del rostro las figuras los representan con exactitud. Todo el cuerpo tiene gruesas puntuaciones." "El tamaño de este Ixodes varía mucho y puede ser de la mi- tad ó de la cuarta parte del que está representado en la lámina del tamaño natural; esta circunstancia es debida probablemen- te á la diferencia de edad: el cuerpo del que estudié tiene me- dio centímetro de largo." "Los colores son también variables pues algunos individuos tienen el cuerpo negro ó pardo negruzco uniforme, mientras otros ostentan manchas más ó menos notables, de un rojo do- rado con reflejos verdes: de estas hay dos en la región anterior, cinco enmedio y cuatro atrás. El contorno posterior del cuerpo es fuertemente almenado, y cada dos estrías llevan una man- cha alargada del color de las otras." "El Prof. Megnin indica (Los Parásitos, tomo I, pág. 132. 1880) un ixodes del tapiro del Brasil." Aquél fué encontrado por el Prof. Alfonso L. Herrera en un Tapirus bairdi, danta ó anteburro, cazado en Motzorongo, Estado de Veracruz. Gonixodes rostralis. Dugés. El Dr. D. Alfredo Dugés ha crea- do el subgénero Gonixodes para este Acarido, porque entre los del género Ixodes, de Latreille, se distingue por algunas parti- cularidades. El nuevo nombre recuerda la forma de los palpos de base angulosa. Los rancheros, dice, llaman á la hembra Garrapata y á los jóvenes pinolillos. Parece que con este nom- bre se designan varias especies de Ixodes al estado larvario y son necesarios estudios comparativos hechos en diversas loca- lidades del país sobre estos arácnidos vivos, para que su repro- ducción nos enseñe si realmente pertenecen á varias especies ó á una misma con variedades. "Amblyomma mixtum. Koch. 5 Cuerpo oval deprimido, por debajo de color rojo moreno. El dorso con muchos hoyuelos negros puntiformes dispuestos irregularmente y líneas arquea- das irregulares, interrumpidas, onduladas, blanco amarillas, las 18 19 cuales parten del centro del dorso y se dirigen á la periferie; un espacio de forma triangular situado detrás de la región del cuello está libre relativamente de esas manchas. De cada lado paralelamente al margen corre una delgada línea, la cuel co- mienza cerca de los ojos y termina como á la mitad del margen lateral. En la parte posterior del cuerpo se transparentan los intestinos en forma de manchas y rayas negruzcas. En los in- tersticios de los surcos del margen posterior hay líneas dispues- tas por pares, alternativamente blancas y negras. El arreglo del colorido blanco está sujeto á variaciones individuales. El color y la forma de la placa frontal, del rostro, palpos y patas son se- mejantes á los de la hembra, con excepción de dos hoyuelos frontales que sólo existen en la hembra y de los que carece el macho. La placa genital lleva una estrecha fisura transversal. La placa anal está armada con dos cerdas de cada lado." "Long. 4.5 milím., lat. 3.5 milím." $ Cuerpo oval, en ayunas muy deprimido; cuando ha chu- pado deprimido-globoso. Placa occipital triangular llegando casi al centro del dorso, brillante, testácea, con margen more- no obscuro de cada lado. Desde el ángulo posterior que es amarillo blanquizco, nacen ramificaciones del mismo color que se dirigen hacia el margen anterior de cada lado: mas varían en las diferentes especies; en unas son gruesas y continuas, en otras son angostas y se dirigen á manchas diversas donde ter- minan. El abdomen es moreno, opaco, claro en el margen, con hoyuelos y surcos irregulares y provistos de algunos pelos blanquizcos. En el microscopio las ramificaciones intestinales son visibles bajo las formas de líneas curvas negruzcas. En los individuos llenos con sangre el abdomen presenta un color púrpura obscuro. La placa estigmática es triangular en ambos sexos, su hendedura claviforme: el estigma mismo se presenta como un pequeño agujero en una lámina quitinizada obscura. La placa genital es triangular con una estrecha fisura transver- sal cuyo margen anterior está finamente dentado. La válvula anal muestra dos cerdas en su extremidad anterior y tres en 20 la posterior. La placa frontal lleva dos hoyuelos redondos. Los ojos son blancos. Los palpos comprimidos, de color igual al del cuerpo, tienen en la extremidad del segundo artejo y en la base del tercero una pequeña mancha morena, y están rodea- dos con pelos cortos. El cuarto artejo, muy pequeño, está in- insertado en el centro del tercero. El rostro es moreno, con la extremidad amarillosa, las mandíbulas llevan cinco ganchos dispuestos en dos ramas, la primera lleva el primero y segun- do ganchos, la segunda lleva el tercero, cuarto y quinto gan- chos. El segundo gancho es muy corto y forma una especie de apéndice del primero. Los dientes maxilares son conoides, al- go separados uno de otro, ambar-amarillosos. Las patas son morenas y blanquizcas en la extremidad de los artejos. El pri- mer par tiene su último artejo irregularmente dentado en la extremidad y los otros pares tienen dos dientes en la extremi- dad del quinto artejo.1 El tamaño de la hembra es igual al del macho cuando está en ayunas: 7.5 milím. de long. por 3.5 de lat. Calando ha chu- pado tiene dicha hembra 12 milím. de long. por 8 milím. de latitud." Las garrapatas viven parásitas sobre las plantas y los ani- males alimentándose con sus jugos. Las qne de ordinario vi- ven sobre plantas pueden accidentalmente ser parásitas de rep- tiles ó de vertebrados de sangre caliente. Las larvas general- mente provistas de seis y aun de cuatro patas en vez de las ocho que caracterizan á todos los arácnidos, y á las hembras necesitando una alimentación más nutritiva, las primeras para su crecimiento y las segundas para llevar á buen término su progenitura, buscan con avidez la sangre de los animales. Lo mismo sucede con las hembras de otros animales como el arác- nido de la sarna, las niguas; en algunas especies (Culex) la na- turaleza las ha provisto de instrumentos especiales para picar, de los cuales carecen los machos. 1 Esta descripción está traducida del inglés Biol. Ceñir. Americ. Arácnid. Acar. p. 19. 21 Muy pequeñas cuando están en ayunas, aumentan rápida- mente su volúmen al chupar la sangre: "Al principio, dice nuestro historiador Clavijero, no parecen más que un puntito negro; pero con la sangre que chupan engordan de tal manera y con tanta prontitud que en poquísimo tiempo se ponen del tamaño de una haba, y entonces toman color de plomo.1 La cópula en las garrapatas se hace notable por la posición que para ella toma el macho que es mucho más pequeño que la hembra; se coloca sobre el cuerpo de ella con la cabeza vuelta hacia la parte posterior de la misma. En algunas localidades del país se encuentran en las yerbas en gran abundancia las garrapatas. Situadas en una posición vertical, agarradas á las plantas con dos de sus patas, perma- necen allí con todas las demás extendidas al aire. Se les en- cuentra también en el suelo, sobre las hojas secas que lo cu- bren. Sirviéndose de las garras y ventosas que existen en sus patas se adhieren con facilidad á los pies desnudos ó á las ro- pas del transeúnte, así como á la piel de los animales, tratando desde luego de chupar la sangre. Med. Antiguamente existían en las ciudades todas del país, aun en la Capital, zahúrdas anexas á las tocinerías, mantenién- dose en ellas el número de cerdos necesarios para el consumo. Entonces era frecuente observar casos de introducción de ga- rrapatas en el conducto auricular y piquetes en diversas partes del cuerpo que á veces producían ulceraciones clolorosas. Tam- bién se encuentran garrapatas sobre el cuerpo, principalmente en las orejas del perro, carnero, asno y caballo del país, pero no sé si se ha hallado la especie propia de las palomas, la cual vive en Europa, principalmente en Francia, Italia y Alemania, que suele atacar también al hombre. Esta especie es el Argas reflexus Latr.; y por la forma de su cuerpo se le llama "Argas en forma de concha." En Persia y en Egipto vive el Argas pér- sicas Fisch, conocido vulgarmente con el nombre de "chinche venenosa," porque se dice que algunos individuos picados han 1 Hist. Ant. de México. 22 muerto á las veinticuatro horas, y es tal el horror que inspira, que algunas poblaciones han sido abandonadas de sus habitan- tes por su causa. Parece que hasta ahora no se ha observado en las garrapa- tas ninguna secreción ponzoñosa, ni se ha descrito glándula alguna que la produzca. Los accidentes que se presentan de- penden sin duda de que arrancándose al animal cuando está chupando la sangre deja implantadas en la herida las diversas piezas que forman su boca, piezas como lo hace notar el Dr. Dugés, córneas y duras, que no pueden disolverse ni podrirse, y que permanecen incrustadas en el punto herido obrando co- mo cuerpos extraños, hasta que toda la carne en que se hallan sea destruida por la supuración. Se infiere de esto que no se debe arrancar con violencia á las garrapatas mientras están chupando, sino que es preferible bañarlas con un líquido que las obligue á soltar su presa. Basta para conseguir el resultado el aceite solamente, algunos emplean el jugo del tabaco; pero la benzina principalmente les produce una muerte instantánea. El Dr. Alfredo Dugés aconseja el procurar extraer á estos ani- males con un alfiler ú otro cuerpo agudo capaz de sacarlas en- teras, y si acaso quedan enterrados los órganos bucales, lo mejor será, dice, cortar el pedacito de piel ó de carne, cauteri- zar y curar después como una herida simple; aunque esta ope- ración, añade, parezca un remedio demasiado enérgico para tan poca cosa, ella halla su justificación en la duración tan larga de las consecuencias del piquete. Me parece útil recordar que, las garrapatas que viven en las habitaciones humanas son noc- turnas; durante el día se ocultan en las cavidades que encuen- tran en las paredes y en las noches salen á vagar. Tienen horror á la luz, y por eso tanto en Persia como en Europa se aconseja dormir en habitaciones iluminadas, cuando se vive en casas que ellas visitan. En algunas localidades del país se presentan frecuentemen- te casos de piquetes de garrapatas y turicatas, cuya gravedad depende principalmente de que una porción de la piel más ó 23 menos grande se gangrena. El Dr. Jesús Alemán, de Moroleón, ha observado muchos casos y el Dr. Ramón Estrada asistió en el hospital de Belen de la ciudad de Guanajuato á un enfermo, picado por una turicata, el cual perdió por esa causa una parte de la piel del pecho. La observación del procesus de ese pi- quete fué dedicada al Dr. Alfredo Dugos, y este excelente ami- go ha tenido á bien proporcionarme el manuscrito que trans- cribo á continuación por creerlo de interés para la zoología médica del país. "Sebastián Pérez, de 24 años de edad, soltero, operario, de constitución regular, temperamento nervioso y costumbres al- cohólicas. Entró al hospital el 22 de Septiembre de 1884 á cu- rarse de un piquete de turicata, situado en la parte superior de la región esternal. "Ignora los antecedentes paternos. Ha padecido algunas en- fermedades febriles y muchas nerviosas. Además, dos bleno- rragias y una orquitis blenorrágica. "Dice que el dia 17 del mes mencionado, se acostó en una pieza contigua á una zahúrda; un rato después sintió varias pi- caduras que conoció eran de turicata, pues estaba tan acos- tumbrado (digámoslo así) á los piquetes de dichos animales, que los conocía por la sola sensación de tacto, como se cono- ce el piquete del piojo, de la pulga ó de la chinche. Que por algún rato se contentó con rascarse tratando de conciliar el sueño, pero que un piquete en el pecho le obligó, por la fuerte comezón que le causó, á buscarse y se encontró una turicata que aún estaba pegada á la piel, la comezón siguió, pero que al fin durmió bien esa noche. "Al día siguiente tenía una pápula poco molesta, tanto que en todo el día, estando entregado á sus labores cuotidianas, apenas se rascaría tres ó cuatro veces. "El día siguiente lo pasó como el anterior. "Día 20. La pápula estaba rodeada de una aureola roja y la comezón era dolorosa. La tarde de ese día ya no pudo traba- jar, pues se sintió con gran malestar y un fuerte calosfrío. En 24 la noche, al acostarse, advertido por una sensación de tiran- tez, de calor y picoteo en el pecho, vió que la pápula estaba rodeada de varias vesículas (granitos como sarpullido), la au- reola roja que antes era del tamaño de una moneda de á peso, muy aumentada y partiendo de ella algunas listas y manchas rosadas hacia abajo y á los lados; pasado el calosfrío empezó una calentura intensa que le hizo perder el apetito, pues no obstante haber trabajado toda la mañana, y haber andado bas- tante para llegar á su casa, desde las 7 de la mañana no vol- vió á tomar alimento alguno. Esa noche le dieron un pedilu- vio caliente, sudó bastante pero amaneció en el mismo estado. "Día 21. Tuvo varios calosfríos, fiebre intensa y cefalalgia aguda, la inflamación aumentó mucho; la pared del pecho se vió abultada, y en el lugar del piquete un punto negro del tamaño de una lenteja pequeña; ya no se veían las pústulas si- no una pequeña escoriación, determinada, según él, por la fre- cuencia con que se rascaba. Este estado duró todo el día para aumentar en la noche, advirtiendo que no probó alimento al- guno, pues sólo apetecía agua, que tomó en gran cantidad. "Día 22. La inflamación aumentó, los dolores eran muy vi- vos y lancinantes y tuvo un subdelirio que duró poco, pero que obligó á su familia á pedir los auxilios del hospital. Examinan- do al enfermo no se le encontró más de lo que llevo dicho y el punto negro de que hablé tenía las dimensiones de una mone- da de 5 centavos. Era una pequeña placa gangrenosa y la in- flamación tenía todos los caracteres de una linfangitis aguda. Tratamiento: purgante salino; toques á la escara con ácido fé- nico; napolitano con belladona al pecho y cataplasmas emolien- tes permanentes. Alimentación: atole, caldo, sopa y pan. Tem- peratura en la noche 40° 9. El purgante obró perfectamente. (10 cámaras.) "Día 23. La escara está más grande, el dolor más fuerte y hay calosfríos. La temperatura en la mañana 39°9; en la no- che 41°7. Tratamiento: intus, vino de quina 90 grams. para cucharadas; extra, el del día anterior. El mismo alimento. 25 "Día 24. La escara ha perdido su forma circular, avanza rá- pidamente en extensión, sobre todo hacia abajo. Tiene 8 cen- tímetros de largo por 5 de ancho en sus mayores dimensiones. Temperatura en la mañana 39°9, en la tarde 41°6. Tratamien- to: el mismo y limonada á pasto. Alimento: leche, caldo, sopa y pan. "Día 25. La escara aumenta, los calosfríos frecuentes y la cefalalgia aguda. Temperatura: mañana 40°, tarde 41°8. Ali- mentación: igual á la del día anterior. Tratamiento: vino de quina 120.00; acetato de amoniaco 8.00; jarabe de naranja 30.00. Para cucharadas. Pomada de sulfato de fierro (30-6)í cataplasmas emolientes permanentes. Limonada. " Día 26. Cefalalgia poco intensa, dolores moderados; la gan- grena avanzando en superficie. Temperatura: mañana 39°3, noche 39°6. Tratamiento y alimentación iguales. "Día 27. Estado general muy mejorado, excepto la gangrena que avanza. Temperatura: mañana 38°5; noche 38°7. Trata- miento: las mismas cucharadas, pomada antiséptica. Limonada, cataplasmas. Alimentación: igual. "Día 28. La placa gangrenosa llega al apéndice xifoide des- de la horquilla del externon y transversalmente de tetilla á tetilla. Empieza á resblandecerse en la parte superior, sobre todo en el hueco subclavio izquierdo. El estado general se me- jora y parece ya limitarse la gangrena aunque no en todo su con- torno. Temperatura: mañana 37°7; noche 38°1. Tratamiento: el mismo. "Día 29. Placa gangrenosa perfectamente limitada. La eli- minación de la parte superior avanza y el estado general se me- jora. Temperatura: mañana 37°4; tarde 37°7. Tratamiento: el mismo. "Día 30. Todo el borde izquierdo de la escara está despren- dido y el estado general sigue mejorado. El enfermo pide se le aumente el alimento. Temperatura: mañana 37°; noche 37° 2 Tratamiento: Lavatorio y pomada antisépticos; vino de quina en cucharadas. Alimentos: leche, atole, caldo, sopa, pollo y pan. 26 " Octubre 1? La escara desprendida en los tres cuartos de su circunferencia. Todo marcha perfectamente. Temperaturas: mañana 37°, noche 37°. Igual tratamiento y alimentación. " Octubre 2, 3, 4 y 5. En estos días queda eliminada la esca- ra que no interesó más que la piel y la glándula mamaria iz- quierda. Temperatura: 37°, todos los días. El mismo trata- miento. "Del día 6 de Octubre en que se puso curación bis al enfer- mo con cerato con copaiba y lavatorio fenicado, la pérdida de substancia que era de 200 centímetros cuadrados se ha redu- cido á la fecha á 30, poco más ó menos. El enfermo come bien y no tiene ya ningún trastorno y aun ha pedido su alta dos ve- ces, pues se siente perfectamente. La úlcera está cubierta de muy buenas yemas carnosas, el pus es escaso y de buena na- turaleza y la cicatrización avanza rápidamente. " Concluyo aquí mi ligera observación por creer que lo que sigue ya no presenta interés alguno, pues entra ya perfectamen- te entre las pérdidas simples de substancia que no interesan más que la piel." Fam. Trombidae. Esta familia no nos interesa mucho, des- de el punto de vista médico. Las larvas hexapodas y de colo- res chillones viven parásitas de los insectos y las arañas, los que se interesan en el estudio de aquella encontrarán descripciones detalladas de las especies mexicanas que cito en seguida en las obras señaladas: Trombidium mexicanum Kramer. En Presidio (Forrer). Biol. Centr. Americ. Acarid. T. dubrueilli, Dugés. Estado de Guanajuato "LaNatur." Vol. 7, pág. 306. Tetranychus dugesii, Cano. Valle de México " La Natur." Vol. 7, pág. 197. El TlálzdhuaÜ. Por el Dr. A. Dugés. " La Nat." vol. 2 pág. 166. 2? serie. Algunas larvas hexapodas y ciegas de un Trombidium tienen los nombres vulgares de Tlalzahuatl y Arador. Para el Dr. Du- 27 gés no cabe duda que pertenecen á un arácnido de este género, aunque no ha visto al animal en su estado adulto. Cree que los dos nombres dichos designan la misma larva. La palabra Tlal- zdhuatl es del idioma nahoa ó mexicano y compuesta dé tlalli, tierra y ahuatl, espina; de manera que indica que el animal vive en el suelo; puede adherirse al cuerpo picando y molestando como las espinas de las plantas. Este animalito es de un color rojo muy vivo, y tan pequeño que mide de 30 á 45 centésimos de milímetro de largo. La forma del cuerpo es la de un ovoide con una faja media, negra, longitudinal, que es el tubo digesti- vo; toda la piel está cubierta de estrías finísimas transversales y provista de uno que otro pelo liso sostenido por un pequeño tubérculo. Los patas, compuestas de seis artículos, llevan en su extremidad un pequeño apéndice que sostiene tres uñas largas. 3? ORDEN. TARDIGRADOS. Arácnidos hermafroditas cuya boca está dispuesta para chupar y picar, con patas cortas rudimentarias y desprovistos de corazón y órganos respiratorios. Estos animales microscópicos nos interesan por el fenómeno fisiológico curioso de lo que se ha llamado su resurrección. Vi- ven sobre el musgo, entre las algas, en los techos y algunos en el agua. Pueden permanecer mucho tiempo en estado de muer- te aparente, á veces hasta pierden la forma animal y parecen más bien cuerpos minerales, si se les priva del agua enteramen- te; pero cuando se les coloca en condiciones apropiadas de ca- lor y humedad, poco á poco se hinchan y se reblandecen, to- mando al fin su forma característica y viviendo con la vida co- mún á todos los animales. La ciencia no ha podido hasta hoy explicar satisfactoriamente este estado especial que se ha de- signado con el nombre de "vida latente," común á los gusanos 28 de la clase Rotíferos y á algunos arácnidos del orden Tardí- grados. En las semillas vegetales el embrión se conserva tam- bién vivo durante muchos años sin manifestación alguna vital, y cuando por casualidad ó por la mano del hombre se colocan en condiciones apropiadas de calor, humedad y aire, comienzan á germinar y reproducen una nueva planta. Los Tardígrados tienen este nombre por la lentitud de sus movimientos. 4t0- ORDEN. PHALANGIDOS. Arácnidos con las ocho patas muy largas y delgadas, los quelí- ceros en forma de pinzas, con el abdomen articulado, sin aparatos para hilar. Opilio ischionotatus, Dugés. Segador de ancas manchadas de blanco ("La Natur." Vol. 7, pág. 194). El macho mucho más chico que la hembra. Aquel tiene cua- tro milímetros de largo, por tres de ancho; ésta tiene un poco más de un centímetro de largo por siete y medio de ancho. El cuerpo de la hembra es negruzco, sus patas relativamente cor- tas y sobre la región dorsal se observan ocho series transversa- les de tuberculillos ó espinas blanquecinas. El color del macho es pardo obscuro, con el vientre leonado ó negruzco. Las patas son muy largas (39 milímetros de long. las del 2? par), notán- dose en cada una de las ancas una manchita blanca semilunar. Los falangidos son nocturnos, inofensivos y en casi todos los machos han observado Treviranus y Krohn el notable fenóme- no de la producción simultánea de huevos y de esperma en los testículos. 29 5t0> ORDEN. ARANEIDOS. Arácnidos con queliceros 1 en forma de garras conteniendo glán- dulas ponzoñosas, palpos maxilares conformados como patas, dos ó cuatro sacos pulmonares, abdomen no articulado y pediculado, cuya extremidad lleva cuatro 6 seis hileras. H. N. Son las que conocemos y designamos vulgarmente con el nombre de arañas. Tienen el abdomen globuloso más grande la hembra, sin anillos ó segmentos distintos como los alacranes y otros arácnidos; poseen glándulas ponzoñosas en re- lación con sus órganos bucales y el veneno que secretan inocu- lado por mordedura á animales pequeños, producen su muerte casi instantánea; sus patas de tamaño y forma variable, según el género de vida que llevan, terminan por dos garras pectina- das principales y á veces con otra tercera secundaria más pe- queña, ó, en vez de esta tercera garra, por una brocha de cer- das. Las telas que forman varían según la terminación de las patas: en el primer caso tejen telas circulares, y en el segundo las fabrican gruesas y como fieltros. En los machos los palpos maxilares se transforman en órganos de cópula. Cerca de su extremidad hay un órgano piriforme, vesiculoso, en cuyo inte- rior se ve un canal espiral donde se guarda el líquido expermá- tico y cuya porción libre, curva y alargada que Claus compara con un verdadero pene, se introduce en el receptáculo seminal de la hembra. Además de esta conformación extraordinaria, es notable también en las arañas la antipatía que existe entre los dos sexos, conocida desde tiempo inmemorial, que determina muchas veces á la hembra, más robusta siempre que el macho, 1 Los apéndices cefálicos de los arácnidos se llaman queliceros cuando el ar- tejo terminal forma con un prolongamiento del penúltimo una especie de pin- za, como en el alacrán; pero si termina encorvándose simplemente, se le llama garra como en las arañas. á atacarlo y aun á devorarlo. Según que respiren por dos ó por cuatro sacos pulmonares, se ha dividido este orden en dos sub- órdenes: aráneidos tetrapneumonados y aráneidos dipneumo- nados. En el primer suborden están comprendidas las grandes ara- ñas velludas que aquí en México se llaman vulgarmente tarán- tula y que pertenecían en su mayor parte al antiguo género My- gale, subdividido hoy en varios. La especie de tarántula de Gua- najuato es según el Dr. Dugés la Metriopélma Breyerii Becker. Un ejemplar de tarántula, bien conservado en alcohol, existen- te en el gabinete de la Escuela N. Preparatorio, originaria de México, aunque sin fijar con precisión el lugar de su proceden- cia, es del mismo tamaño (15 centímetros desde la extremidad de las patas anteriores á la de las posteriores) y se parece bas- tante á la Euripélma mésemelas, de Costa Riea, descrita y figurada en la Biología Centrali-Americana. En estas grandes arañas es tan abundante el vello, que se comparan con razón por su as- pecto á los polluelos de gallina. En el suborden de las dineumonadas ó de dos bolsas pulmo- nares están comprendidas todas las demás arañas verdaderas ó aráneidas. Es un grupo zoológico poco estudiado en México, y podemos decir que está aún por formarse; sin embargo, seña- laremos las siguientes: entre las orbitelas, cuya tela hecha con notable regularidad está formada de mallas abiertas por medio de círculos concéntricos y radios que parten de un centro, en el cual se mantiene inmóvil la araña en asecho de su presa, cu- yo cuerpo está adornado generalmente de colores vivos y agra- dablemente combinados, la Epeira helvola, la E. movilis. y la E. consequa, nuevas especies zoológicas, procedentes de la ciudad de Durango; entre las retitelarias que tejen sus telas de una for- ma irregular, con filamentos cruzados en todas direcciones, los Pholcus plialangioides, Wálck caracterizados por sus largas y delgadas patas, arañas que se pueden llamar domésticas, pues viven en las casas en cuyos rincones tienden sus telas; las ca- pulinas, Theridium ó Latrodedus curassaviensis Müll., que deben 30 su nombre vulgar á la forma y color de su abdomen, parecido al fruto llamado Capulín, y que son célebres por el temor que inspira su mordedura; las chintatlahuas que se reconocen por su abdomen manchado de rojo, y que recientemente han sido recomendadas como eficasísimas para curar el tifo, según dire- mos adelante, parecen afines de las capulinas, con las cuales muchos las confunden. Med. Es antiguo el uso de las arañas en la medicina. Vul- garmente la tela se emplea como emostático en las heridas de poca entidad; el uso de ellas como antiperiódico, parece haber sido aconsejado por Sir Thomas Watson, el cual cita varios he- chos como comprobantes. El Dr. Ozanam, en su " Estudio sobre el veneno de los arachnidos " (París 1856), indica que su acción es debida á la substancia albuminosa que contiene, y que se- gún el Dr. Bence Jones, es análoga é isomérica á la quinina. El Dr. Samuel Jones ha reunido en el American observen algunos hechos relativos á la acción fisiológica y terapéutica de la tela- raña. En la medicina alopática mexicana se ha empleado la telara- ña en las fiebres intermitentes con buen éxito. La especie cuya tela se ha usado en la doméstica [P/iofcus] que tiende sus telas en los rincones de las casas. Ingerida bajo forma pilular, á la dosis de cuarenta á cincuenta centigramos, dice el Dr. Alfredo Dugés (Zoolg. p. 409), da algunas veces buen resultado. El Dr. Rafael Lavista me ha referido que él ha usado la telaraña en las intermitentes, obteniendo á veces también buen resultado aun en casos en que la quinina y otros antifebrífugos no habían procurado alivio alguno. La dosis empleada fué de 4 gramos en píldoras. El efecto, dice, es inseguro; á veces es completamente nulo, sin que haya podido saber si esto depende de la prepara- ción de la medicina ó de otra circunstancia. En Europa se preparan las telarañas cortándolas en peque- ños pedazos y mezcladas con mantequilla se comen con pan. Ya sea que se usen al interior para combatir las intermitentes, ó al exterior como hemostáticas deben cuidarse de que estén 31 32 limpias del polvo que se deposita en ellas y las pone negras. Se puede hacer fácilmente esta operación sobre un harnero de alambre. Cosa notable, la homeopatía usa también la telaraña para combatir las intermitentes. El Dr. Grauvogl, cree que el frío predominante es entonces su idicación, como también en otras enfermedades; con especialidad conviene en lo que él llama "constitución hidrogenoidea," es decir en aquellas personas cu- yas enfermedades se exacerban por la humedad. Envenenamiento. Parece haberse exagerado mucho la grave- dad de la mordedura de las arañas, y esto aquí y en todas par- tes. De la tarántula del país se cuenta, que cuando un caballo la pisa pierde los cascos por una fuerte inflamación que deter- mina su caída, y algunos creen que su mordedura es mortal para el hombre. Sin duda que el gran tamaño de la araña y su aspecto velludo y repugnante han contribuido no bien poco en esta creencia; sin embargo, no hay observaciones auténticas que la ratifiquen; muy al contrario, por lo que sabemos de ellas, sólo producen una inflamación local de poca gravedad, y, si acaso, al- guna calentura. El Dr. Dugés, en sus Elementos de Zoología, di- ce que el único caso que ha presenciado fué el de una chiquilla de cinco ó seis años, en la cual el piquete de la tarántula deter- minó la aparición de un enorme tumor en forma de taza, y en medio del rodete se veía la piel sana con la señal de los dos ganchos del animal. Lansgsdorf, refiriéndose á las migálidas del Brasil, que se conocen allí con el nombre de arañas cangrejeras, dice que su mordedura produce en el hombre fuertes irritacio- nes; en observaciones hechas en especies africanas, Tritsch á visto el mismo efecto y añade que las heridas no son mortales, ni siquiera peligrosas, aunque pueden dejar una cicatriz como la de una cortadura. En la obra sobre insectos del Dr. Taschen- berg, se refiere que el naturalista Bates "observó que los hijos de cierta familia de indios tenía muy poco miedo á los migáli- dos, pues una vez los encontró conduciendo un gran mígale, atado con una cuerda, como un perro, por toda la casa. El na- turalista se admiró mucho de este hecho, pues al disecar un in- dividuo, los pelos cerdosos que se le introdujeron en laepidér- mis de sus dedos, causáronle una sensación que según dice podía volver loco á un hombre." Lo mismo puede asegurarse de otras especies de arañas ca- lificadas de ponzoñosas, aun de la capulina que es una de las más temidas generalmente. La falta de hechos que confirmen las opiniones vulgares y la comparación con las observaciones en otros países nos autorizan para asegurar, que en la inmensa mayoría de casos, por lo menos, las mordeduras de nuestras arañas no son de graves consecuencias. A propósito de esas observaciones, recordaremos que Walkenser, tan conocido en- tre los naturalistas por sus trabajos relativos á arácnidos, dice que se ha hecho picar por varias especies de arañas bastante grandes sin que le haya resultado dolor, hinchazón ni rubicun- dez. Estas ligeras picaduras no hacen más que imitar la sensa- ción que produce una aguja ó alfiler al clavarse en nuestro cuerpo. También es conveniente recordar, á propósito de las exage- raciones populares, lo que ha pasado en Europa con las creen- cias antigua y moderna, respecto de los efectos de la mordedura de la verdadera tarántula, L/ycosa tarentula Latr., araña de ce- falotórax negro con dos líneas laterales rojas, de 0m037 de lon- gitud y que vive principalmente en Apulia, en los alrededores de la antigua Tárenlo (viniendo de ese último lugar el nombre tarántula que se le impuso y que se aplica hoy á otras muchas especies) y en España y Portugal. Según algunos escritores del siglo XVII cuando en Apulia era mordido algún individuo, en el tiempo de la canícula, por la tarántula, sobrevenía un espasmo repentino, un frío intenso seguido de un calor ardiente y calen- tura acompañada de un delirio particular; el enfermo gritaba, bailaba, reía, haciendo mil contorciones y extravagancias; no podía soportar la vista del color rojo, y el verde ó el amarillo por el contrario, le impresionaban agradablemente. Este enve- nenamiento podía terminar por la muerte, y para evitar esta ter- 33 Zoología.- 3 34 minación funesta se recurría á un medio muy singular. Los compañeros del enfermo le tocaban con el tamboril siciliano di- ferentes sones, principalmente la pastoral y la tarantela, cuya música ha sido puesta en varias obras, y que el maestro fran- cés Aubert ha reproducido casi literalmente en la Muda de Por- tici. Los enfermos se ponían á bailar inmediatamente. Cuando estaban abrumados por la fatiga y bañados en sudor, se les me- tía en cama, se dormían, y cuando despertaban se dice que se encontraban sanos. Esta enfermedad, llamada tarantismo ha si- do estudiada por Samuel Hafenreffer, profesor de Ulm, en su tratado de enfermedades de la piel y Ulises Aldrovando ha re- ferido en su " Historia natural de los insectos " todo aquello que hasta su época (1600) se había escrito respecto de las arañas, con particularidad lo relativo á la picadura de la tarántula. Hoy han cambiado radicalmente las ideas acerca del taran- tismo. Por experimentos hechos en su propia persona Dufour y Erker han demostrado plenamente que la ponzoña de la Lyco- sa es inofensiva para el hombre y sólo nociva para los insectos de que se alimenta. De esta manera han venido á tenerse como fábulas todas aquellas falsas noticias que tan en boga estuvie- ron en tiempos pasados. Por el éxito de la introducción en la materia médica homeo- pática del veneno de las serpientes y abejas, se fijó la atención en el de las arañas; en la araña cubana, Mígale casiodora, y en la Lycosa ó tarántula europea. Con esta última especie el Dr Núñez, de Madrid, hizo algunos experimentos. En un número correspondiente al mes de Abril de 1876, del periódico titulado Bristish Journal o/ Homoeopathy, se lee un caso de inoculación por el veneno de la tarántula. " Los síntomas, dice el Dr. Hu- ghes 1 se asemejaron mucho á los de la mordedura de la serpien- tes, y lo único que se aproximó al tarantulismo italiano fué que el envenenado experimentó gran agitación, de modo que no pu- 1 Manual de Farmacodinámica, Trad. del inglés por el Dr. tí. Almato. Bar- celona, 1878, pág. 897. 35 do permanecer de ningún modo ni en posición alguna y le era preciso moverse, por más que el andar agravase todos los sínto- mas." Aquí, como en muchos otros casos, encontramos la per- petua contradicción entre las dos medicinas, alopática y homeo- pática. ¿Cómo si Duíbur y Erker dejándose picar por la tarántula misma no experimentaron síntoma alguno, podremos creer que con inoculaciones hechas de la tercera á la duodécima dilu- ciones homeopáticas aparecen fenómenos de intoxicación? De ser esto cierto sería necesario suponer que la naturaleza, con- secuente con el principio homeopático, había provisto de pon- zoñas menos y menos abundantes á aquellos animales que de- bían ser más y más temibles por sus piquetes ó mordeduras. Ciertamente no está en relación el tamaño de los animales con la actividad de su ponzoña; el alacrán de Durango es más pe- queño que otros que casi son inofensivos, y cuyo tamaño es mucho mayor, y sin embargo, su piquete es mortal ó muy gra- ve para los niños: insectos pequeños como la avispa, la abeja, el mosquito zancudo, etc., producen efectos más molestos que otros provocados por animales de mayor corpulencia. Esto de- pende sin duda de la calidad de la ponzoña; mas esos hechos no son opuestos á otros que nos comprueban que proporcional- mente los efectos de una ponzoña son más intensos cuando es inoculada en mayor cantidad. Muchos animales resisten á la primera inoculación producida por un piquete ó mordedura de otro que los ataca, y mueren violentamente con una segunda ó tercera agresión; por otra parte, si un mismo animal pica ó muerde á otros, inoculándoles su veneno, el primero de estos sufrirá más sus efectos, el segundo menos, y el tercero mucho menos, pues la cantidad de que puede disponer el agresor va disminuyendo, como pasa con todos los productos de secrecio- nes, cuando no tienen tiempo para formarse de nuevo. Usos medicinales de las arañas en homeopatía. Ozanam ha es- crito una Memoria, en la cual ha referido todo lo que pudo reu- nir referente á las relaciones de las arañas con la medicina.1 1 Etud. sur le venin des Arachn. el son empl. therapeut. Paris. 1858. 36 Por curiosas y por si pudiere encontrarse alguna aplicación en nuestro país de las proposiciones siguientes tomadas de su obra, las transcribo aquí, lo cual no significa que de asentimiento á ellas: " 1? La mayor parte de arácnidos son venenosos. 2? Su veneno no tiene fuerza más que durante los meses de Junio, Julio y Agosto, época de los grandes calores y de la có- pula. 3? Este veneno puede obrar al interior y puede utilizarse en terapéutica. 4? La semejanza de la acción del veneno tomado al interior ó penetrando por un piquete, encuentra su explicación en la teoría siguiente." Inducciones terapéuticas: Fiebres intermitentes rebeldes. Afec- ciones nerviosas de largos períodos. Histeria. Hipocondría. Manía. Deli- rio. Locura periódica. Epilepsia. Corea. Tarantismo nervio- so. Piquete de tarántula. Acción periódica. Fiebre intermitente sudorable. Sudor. Sudores profusos. Hidropesía. Edema. Anasarca. Albuminuria. Acción sudorífica.. Tarántula.. Satiriasis. Ninfomanía. Cardialgía. Síncope. Afecciones nerviosas periódicas. Acción sobre el sistema nervioso y genital Acción local. Flemón. Antrax. Mygale. Síncope. Fiebre efímera. Odontalgia. Segestria... Acción local. Flemón. Diviesos. Antrax. Clubiona nodriza... Diviesos. Antrax. Acción local. 37 Club lona medici- nal Acción local ~ Acción interna.. Vesicante. Narcótica. Acción irritante sobro la vejiga. Tegenaria.. La misma propiedad que la clubiona medicinal, según Hentz. Epeira dia- dema Acción antiperiódica.. Fiebre intermitente cuotidiana, sín- tomas que consisten principalmen- te en frío. Pholcus falangida Oftalmías. Latrodec- tus Latrodectus de Volterre. Síncopes, cardialgías corea con semi- parálisis de los miembros. ¡ Idem de Córcega.. Dolores articulares crónicos. Icteria. El mismo Ozanam añade en su libro, pág. 76, que existe en Tigré, en Abisinia, una especie de corea llamada tigretier; es una musicomanía endémica, que se parece mucho al tarantulismo. Tojna su nombre del país en que se observa; ataca á las muje- res con más frecuencia que á los hombres, y se caracteriza por un estado melancólico, cuya prolongación acaba por traer el enflaquecimiento y la muerte. Sólo la música y el baile tienen el poder de triunfar de sus crisis. Los homeópatas usan mucho la Lycosa tarántula en las afec- ciones nerviosas. El Dr. Gibbs Blake, dice que esta araña y la Mygale le han dado buenos resultados empleándolas contra la corea. El Dr. Jousset recomienda la tarántula para combatir esta enfermedad y también el histerismo convulsivo y el tenes- mo vesical. Otra araña, la Capulina, cuya patogenesia refiere la Materia médica de Hering, se recomienda como útil en el tra- tamiento de la escrófula. Empleo terapéutico de la tarántula en la medicina alopática. El Dr. Lucio, profesor de Patología interna en la Escuela N. de Medicina y Director del Hospital de San Lázaro en la Ciudad de México, de reconocido talento y considerado como eminen- cia médica entre nosotros, usó de las tarántulas para combatir la Elefansiasis de tos griegos ó mal de San Lázaro, tan común en ciertas localidades de nuestro país. No es posible hacer la 38 identificación de la araña empleada por él porque desgraciada- mente la descripción que acompaña á su Memoria acerca del mal de San Lázaro, publicada en varios periódicos médicos, co- rresponde á la Lycosa, tarántula que no se encuentra en Méxi- co y pertenece á la fauna europea. Puesto que aquí llaman ta- rántulas á las grandes especies de arañas, sospecho que debe haberse empleado la grande araña velluda de nuestras tierras calientes, ó tal vez la conocida con el nombre vulgar de capu- lina. 1 De la preparación cíela tarántula y de su acción nos da cuen- ta el mismo Dr. Lucio. " Esta clase de medicamentos (los su- doríficos), dice, no curan radicalmente la enfermedad; pero sí mejoran de un modo notable muchos de sus síntomas. Se han empleado dos, la tarántula y la zarzaparrilla. La primera bajo la forma de tintura alcohólica ó etérea, hecha aquella con doce onzas de alcohol á 22°, macerándolas por quince días en el de 36°, colándolas con expresión y filtrándolas por papel. Del mismo modo se prepara la tintura á 22° ó 32° empleando el alcohol á estos grados, y lo mismo la etérea, sustituyendo el éter sulfúrico medicinal al alcohol á 36°. El cocimiento se ha hecho con un escrúpulo de tarántula y una libra de agua, poniéndola á hervir durante dos minutos y colándola después. El cerato se ha preparado con una libra del de Galeno y dos onzas de ta- rántulas reducidas por trituración: también ha servido para esto la tintura alcohólica á 32°. Estos medicamentos fueron prepa- rados por el hábil químico farmacéutico Sr. D. Leopoldo Río de la Loza. " Los efectos sudoríficos que ha producido, han sido notables, pues en muchos casos han bastado cuatro gotas de tintura al- cohólica á 36° para provocar una diaforésis abundante, no es- tando este hecho acorde con la opinión de muchos autores, que no admiten sudoríficos propiamente tales, sino que los conside- 1 El Dr. D. Juan M' Rodríguez me asegura que empleaba la grande araña velluda. 39 rados así, creen que obran por la dosis fuerte que se adminis- tra de ellos y por su temperatura elevada. El tiempo que ha pasado entre la administración de la substancia y la aparición del sudor ha variado mucho, siendo en algunos de unos cuan- tos minutos, y en otros hasta de muchas horas: parece que esto depende de algunas circunstancias concomitantes, como la quie- tud, el abrigo, etc., etc., y sucede á veces que aun en medio del sudor, si el enfermo se descubre ó hace algunos movimientos, la diaforésis se suspende, volviendo á reaparecer por el abrigo y la quietud, aunque no se tome nueva cantidad de substancia. En dos enfermos se ha visto prolongarse hasta tres días después de la cesación del medicamento, lo que hace creer que ésta pre- dispone á la economía para que las causas que favorecen la transpiración cutánea la produzcan en cantidad muy conside- rable, aun cuando ellas por sí solas en el estado habitual sean insuficientes para producir este efecto. Algunos enfermos dicen que antes de empezar el sudor tenían mucho calor, principal- mente en la cabeza; otros han tenido un ligero dolor de estó- mago que se ha disipado pronto. 4 "El sudor ha empezado por el pecho y ha aumentado con la dosis del medicamento y el tiempo que lleva de usarse: se ha extendido después gradualmente al resto del cuerpo; pero en los piés ha faltado en muchos, aunque siempre se han puesto más calientes que lo que es habitual en esta clase de enferme- dades. La cantidad de sudor debe ser considerable, supuesto que la ropa se ha empapado completamente, y una vez que se pesó la camisa de un enfermo que acababa de sudar, se encon- tró aumentado su peso dos onzas, y hay que notar que no sólo se mojó la camisa, sino también la ropa de la cama. "La digestión no se ha alterado; en algunos enfermos au- menta el apetito. La orina no ha disminuido más que en un solo enfermo y eso de un modo pasajero. "De todas las preparaciones de tarántulas, la más enérgica es la tintura alcohólica á 36°; lo es menos la á 32°, menos la etérea y mucho menos la acuosa. 40 "En los enfermos en quienes se ha empleado la tintura alco- hólica á 36° se ha empezado por cuatro gotas, y después se ha aumentado progresivamente hasta dar doscientas al día, y se ha notado que obra de preferencia en los tuberculosos y en los manchados, modificando de un modo favorable el aspecto de sus úlceras y cicatrizándolas violentamente; pero en la esencia de la enfermedad no influye notablemente. El cerato de la misma substancia se ha aplicado tópicamente en las úlceras con iguales resultados." Araña Chintatlahua en el tifo. Con este nombre ó el de Chintatlahulli se conocen en muchos Estados de la República unas arañas cuyo carácter más notable es el ser de un color negro aterciopelado, con el cual contrasta el color rojo lacre de unas manchas que tienen en el abdomen situadas cerca del ano. La situación de tales manchas sirvió para imponer á es- tos animales un nombre en el expresivo idioma de los aztecas: la palabra chintatlahua es corruptela del nombre Tzintlatlahuqui (araña grande ponzoñosa, según el antiguo "Vocabulario me- xicano de Molina"), compuesto de Tzintli, la parte posterior del cuerpo, el trasero, (el ojo de saluonor, dice Molina), y Tlatla- huqui, cosa bermeja, roja. Esta especie, si no es la misma cono- cida en el país con el nombre vulgar de "araña capulina" La- trodectus curassaviensis Mull., es muy afine de ella. La capulina se llama así por la forma y color de su abdomen, semejantes á los de la fruta cuyo nombre azteca es capullin. La chintatla- hua es muy temida en México por sus mordiscos venenosos, y desde tiempo inmemorial la usan los indígenas como medici- nal, así como en Europa el latrodecto llamado malmignatta, ne- gra con trece manchas de color rojo de sangre en el abdomen, es tan temida por los campesinos de algunas localidades que, cuando se multiplican con exceso, temen salir al campo y ex- ponerse á sus mordeduras. H. N. El género Latrodectus al cual me parece pertenece la Chintatlahua, está caracterizado por tener ocho ojos casi igua- les entre sí, colocados en dos líneas separadas y ligeramente 41 divergentes; los laterales están un poco más separados entre sí que los intermedios, los cuales están situados sobre las emi- nencias del cefalotórax; el labio es triangular, grande y dilata- do en su base; las maxilas inclinadas hacia el labio, prolonga- das, cilindricas, redondas en su extremo externo, terminadas por una punta interna, y cortadas en línea recta por su lado interior, las patas largas y desiguales, el primer par es más lar- go que el cuarto, éste más que los dos intermedios, y el terce- ro el más corto. La especie llamada Chintatlahua es toda de color negro aterciopelado y su cuerpo está cubierto de un ve- llo fino y tupido; su cuerpo tiene dos manchas de color rojo muy vivo, una en la parte superior, cerca del ano, de forma li- neal, y la otra también próxima al mismo orificio, por la parte inferior, de forma bastante parecida á una copa de baraja ó á un reloj de arena. El mismo abdomen lleva también otra man- cha blanquizca de forma irregular, en la parte anterior y supe- rior cerca del pedículo que le une al cefalotórax; los tarsos son de color amarillo obscuro; el tamaño de la araña poniéndola con las patas extendidas perfectamente, y midiendo de la ex- tremidad de una de las anteriores á la extremidad de la poste- rior del mismo lado, es de cuatro y medio centímetros. Vive en el campo, bajo las piedras, en los surcos, en los cercados de las habitaciones, etc., etc., en donde tiende telas fuerte para atrapar á los animales de que se alimenta. Abunda en todo el Estado de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, y es probable que su área de distribución sea mucho;más extensa. Otra araña del Vahe de México, con la cual se ha tratado de sustituir á la anterior en sus aplicaciones para curar el tifo, es un poco más chica que ésta, pues medida de la misma manera tiene cuatro centímetros; el abdomen no presenta mancha roja arriba ó en la parte dorsal, en la ventral sí se encuentra una mancha roja irregular, aunque el color es menos vivo que en la especie de Oaxaca. Es casi seguro para mí que el clima in- fluye en estos cambios, pero si no están todavía descritas, se describirán como especies diversas. 42 Desde tiempo inmemorial se conocen las Chintatlahuas co- mo ponzoñosas y medicinales. Nuestro célebre historiador Cla- vijero en su "Historia antigua de México" las denomina con el nombre de Cazampulgas. "Esta araña, dice, es pequeña y tie- ne los pies cortos, el vientre encarnado y del tamaño de un garbanzo. Es venenosa y común en la diócesis de las Chiapas y en otras partes. No sé si es la misma araña que en otros paí- ses llaman araña capulina, porque tiene las mismas señales." Otro historiador de México, el P. Sahagún, mucho más antiguo que Clavijero, puesto que es casi contemporáneo de la conquis- ta de México por los españoles, al hablar en su "Historia Gene- ral de Nueva España" de la fama de ella dice: "Hay unas ara- ñas en esta tierra, ponzoñosas, son negras y tienen colorada la cola, pican, la picadura da gran fatiga por tres ó cuatro días, aunque no matan; el aceite de estas arañas es muy medicinal para muchas enfermedades." El Sr. D. Carlos M. Bustamante, editor y anotador de la obra del P. Sahagún, al llegar al párra- fo anterior dice: "Llámanlas en Oaxaca su pica- dura es mortal, cúrase con álcali, y los indios con un frijolillo de igual configuración á la araña, mitad negro y mitad blanco, que remuelen y beben en atole." Med. En el periódico "El Universal" que se publica en la ciudad de México, apareció con fecha 7 de Diciembre de 1892, un remitido subscrito por el Presbítero D. José M. Ortiz, anti- guo cura del pueblo de Yanhuitlán, del Estado de Oaxaca, en el cual se da noticia al público, hoy que el tifo hace tantos es- tragos en muchas poblaciones de la República mexicana, de la manera con que los indígenas de ese pueblo curan á sus enfer- mos atacados de esa fiebre; método muy antiguo que apren- dieron de sus antepasados. "Siendo párroco del curato de Yanhuitlán, en la diócesis de Oaxaca, dice el P. Ortiz, hacía estragos en ese pueblo la enfer- medad del tifo llamada allí "Tabardillo pinto," y habiendo ave- riguado con los naturales que sus antepasados la habían cura- do con la araña que allí llaman "Ghintatlahua" y aquí en Mé- 43 xico araña capulina, la empezé á aplicar según las instrucciones que me dieron y pude entender, y con el procedimiento se lo- gró que se salvaran todos los que la tomaban. "El modo de prepararlo es muy sencillo. Se toman diez, quince ó veinte arañas, se machacan en cualquier trasto, se le agrega después á la pasta que resulta un poco de agua simple y esa solución se le da á beber al paciente. "El resultado no se deja esperar mucho tiempo, á las seis ú ocho horas comienza la convalecencia, y ésta es tan violenta, que sólo visto se puede admirar su desarrollo. "Desde 1878 en que empezé á hacer uso de los tales anima- les hasta la fecha, no hacen falta en Yanhuitlán (Nochiztlán) y pueblos circunvecinos que han hecho uso de la medicina, los fa- cultativos para curar el tifo, puesto que traté de generalizar el remedio con tanta confianza que me eché á cuestas el apodo de "Padre de las Chintatlahuas." Del famoso resultado de las Chintatlahuas pueden deponer los Sres. D. Tomás Gómez y Gómez, D. Pedro Fajardo, facultativo por el Estado de Oaxaca en las Mixtecas, D. Clemente y D. Luis Pérez, y otras muchas personas notables de las Mixtecas que se dedican á la medi- cina. "Me he apresurado á hacer esta manifestación, creyendo que la reunión de tantos facultativos en la capital, aplicándole los recursos de la medicina á lo que yo sólo sé prácticamente, pues sólo sé que curan sin saber por qué, analizando aquellos animales se logre un antídoto á propósito no sólo para curar el tifo, sino el terrible vómito de Veracruz, y ofrecer de esa ma- nera un consuelo á la humanidad." Con fecha 31 de Diciembre de 1892, el mismo periódico "El Universal" publicó una carta escrita por el Sr. Tomás.Gómez y Gómez y dirigida al P. Fr. José María Ortíz. En ella le dice que el Lie. Agustín Canseco, Secretario del Gobierno de Oaxa- ca, en vista del remitido anterior ordenó al Juez del Distrito respectivo procediera á levantar una información testimonial, la cual fué rendida por el Jefe político Pedro Fajardo, por los Sres. Clemente y Luis Pérez y él. 44 "La Ghintatlahua, dicen estos señores en su informe, es una araña venenosa, cuya picadura produce dolor, ligera dificultad para la deglución, calosfrío con alternativas de fiebre. Estos síntomas, poco marcados en los climas fríos, y muy pronuncia- dos en los cálidos, desaparecen tomándose una dosis de Chin- tatlahuas. "Este animal posee en cambio la inestimable virtud de curar segura y violentamente el tifo (tabardillo pinto), mediante la aplicación metódica. Nosotros la hemos usado muchas veces y siempre han producido efectos maravillosos. Hemos visto aplicarlas también á muchos enfermos cuya muerte parecía próxima, y nos hemos sorprendido al ver que poco después de la aplicación de una ó dos tomas, comienza á desaparecer el mal hasta el completo restablecimiento de los enfermos. "Con dos tomas de ocho arañas sanamos al niño Gilberto Gómez, de nueve años de edad é hijo de uno de los que rinden esta información. Este enfermo duró sólo ocho días en conva- lecencia, quedando completamente restablecido. "En la mayoría de los casos, y principalmente cuando el reme- dio se aplica al comenzar el segundo período de la enfermedad en dosis adecuadas, produce los siguientes efectos: al insomnio y al delirio sucede un sueño profundo, sosegado y reparador, que dura hasta cerca de veinte horas, el pulso comienza á ha- cerse más vigoroso y menos alterado. Al despertar de ese sue- ño el paciente recobra el conocimiento, y aunque subsiste des- pués de esto la fiebre, menos intensa, pasadas ocho ó nueve horas el enfermo vuelve en sí, disponiendo ya de perfecta lu- cidez y entrando en plena convalecencia. "Se dan casos en que hay que aplicar hasta por tres días se- guidos la dosis, que debe ser de veinte arañas para un adulto, y disminuida prudentemente para los niños y jóvenes. A niños menores de ocho años no se ha aplicado el remedio. "Las arañas se encuentran en el campo, debajo de las pie- dras, y se recogen en cualquier tiempo. El medio acostumbrado aquí para ello es proveerse de una botella común y una varita delgada y flexible. Se tocan con esta varita, y ellas mismas se envuelven con la baba que despiden. Así se depositan en la botella evitando la picadura. "La manera de administrarlas es esta: se toma la cantidad necesaria, según la edad del paciente, se muelen con agua en un almiréz, se cuela el líquido en un lienzo y se da á beber al en- fermo. La dosis puede repetirse hasta tres veces, si fuere nece- sario por la resistencia del mal." El P. Ortíz verbalmente dió á los redactores del periódico "El Universal," la noticia siguiente: "Cuando las arañas Chin- tatlahua se administran hervidas en agua, el enfermo muere in- mediatamente." En 10 de Enero de 1893, publiqué en "El Universal" un re- mitido relativo á las chintatlahuas, el cual no tenía más objeto que dar al público los caracteres de ellas, para que todos pu- diesen conocerlas y preparar una medicina que se ofrece como remedio infalible para curar el tifo. Termino ese remitido con las palabras siguientes: Yo temería que fuéramos á sufrir un desen- gaño en esta experimentación; mas tampoco quiero decir que no debamos hacer estudios del método curativo que se nos pro- pone, pues bien sé que á veces un medicamento heroico, la qui- na, por ejemplo, se ha dado á conocer por personas ajenas al arte de curar. Nada podemos negar á priori, si no se opone á los axiomas científicos. Recuérdese que un filósofo eminente dijo que él creía que todo podría averiguarse con los progresos de la ciencia, menos la composición de los astros. ¡Quién ha- bía de decirle que andando el tiempo se descubriría el espec- troscopio que daría á conocer bastante de lo que suponía im- posible. Hasta el momento en que escribo, se han hecho en la capi- tal algunas aplicaciones de chintatlahuas á enfermos de tifo. Conozco unos treinta y tantos casos funestos; en uno de ellos el paciente tomó sesenta arañas en tres dosis, sin experimen- tar el cambio más leve en el curso de la enfermedad; mas ten- go que advertir que estos experimentos se hacían con la espe- 45 46 cié del Valle de México. Por otra parte, el Dr. D. Fernando Altamirano, Director del Instituto Médico Nacional, fué á No- chistlán para observar en el campo mismo de la experimenta- ción del P. Ortíz el efecto de la aplicación en el tabardillo de las arañas de esa localidad. En un informe que á su regreso leyó en la Academia de Medicina, dice que allí llaman tabardillo ó diversas enfermedades (tifo, remitentes, etc.), y que en las pocas observaciones que pudo hacer no reconoció utilidad alguna en la aplicación de las arañas chintatlahuas. También los experi- mentos hechos en la capital con'las que remetió de Nochistlán el mismo Dr. Altamirano, experimentos efectuados por los mé- dicos del Instituto Médico Nacional, no fueron favorables al nuevo medicamento, y, en resúmen, la opinión manifestada á la Secretaría de Fomento en un Informe reciente presentado por el Sr. Altamirano es que las chintatlahuas no curan el tifo. 6ta ORDEN. PEDIPALPOS. Arácnidos cuya organización coloca entre las arañas y los es- corpiones, con el primer par de patas muy largas y delgadas, respi- rando por cuatro bolsas pulmonares, y cuyo abdomen está formado por once ó doce anillos. Este orden comprende dos familias: Phrynidce y Thelypho- nidas. Los Phrynus tienen sus palpos maxilares muy largos y espinosos, el cefalotórax cordiforme y su abdomen no está ter- minado por un apéndice filiforme como en los The'yphonus. Los tendarapos (Phrynus reniformis Latr.) no son venenosos, según el Dr. Dugés. La especie Ph. mexicanus Bilimek, fué ha- llada en la gruta de Cacahuamilpa y tiene los caracteres siguien- tes: Castaneus, subtus luteus; forcipibus et mandibulis rubiginosis: corpore et pedibus tennis et validioribus verrucis tectis; thorace ob- 47 cordato, abdominé[obovato, annulis 2-7 utrinque fossulatis, pedibus anticis longissimis. Long. 15 mm. 1 Con este mismo nombre "tendarapos" y también con los de "limpia casas" y "corazones," se designa en Michoacán á los individuos de la especie Ph. semilunaris Koch, que son de un tamaño mucho mayor que los de Cacahualmilpa. Erróneamen- te se los tiene como muy venenosos. Un individuo, cuyas patas anteriores tenían 24 centímetros de longitud, fué encontrado en lamina "El Porvenir," de la Municipalidad de Cuitzeo. Entien- do que estos phrynus son conocidos en Tepic y otras localida- des del país con el nombre de " Arañas estrellas." Tienen repu- tación como los solpugos de atacar con ventaja á los escorpiones, y por esta circunstancia el Prof. D. Alfonso Herrera ha acon- sejado recientemente su aclimatación en la ciudad de Du- rango.2 El arácnido más notable de este orden es el vinagrillo, per- teneciente á la segunda familia. Vinagrillo. Thelyphonus giganteus. Lucas. Bibl. Elementos de Zoología por A. Dugés, México 1884, pág. 407. Observaciones sobre la secrec. venenosa del Vinagri- llo, por el Sr. Dr. Fernando Altamirano; " La Naturaleza," vol. 3, pág. 330. Nota relativa á los virus, venenos ó ponzoñas de algunos animales que viven en México. Por J. Sánchez. Gacet. méd. de Méx. vol. 28, pág. 404. H. N. Por su aspecto y tamaño se parece al alacrán, sólo que su cuerpo es más grueso, y su abdomen de 12 artejos lleva un apéndice terminal, filiforme, desprovisto de aguijón. La área de su distribución geográfica en el país está limitada á las regio- nes cálidas; deben su nombre á cierto olor de ácido acético que exhalan de su cuerpo y que anuncia su aproximación. En los lugares en que vive tiene fama de venenoso, y su mordedura 1 Fauna der Grotte Cacahuamilpa in México, Von D. Bilimak. Verhand- lungen d. k. k. zoolog. botanischen Gesellschaft in Wien [1869]. 2 "La Naturaleza." Vol. 2, segunda serie. (Informe). 48 es muy temida. Glaus dice que sus quelíceros están probable- mente en relación con glándulas ponzoñosas como los de las arañas; pero lo cierto es que si ellas existen, parece no obran sobre los animales superiores como el hombre. Las observacio- nes hechas á este respecto por el Dr. Fernando Altamirano tienden á apoyar la creencia de los que opinan en contra de las ideas vulgares, teniéndolos como inofensivos. El mismo hábil experimentador, nos dice en la Memoria que escribió relativa á este asunto, que sus observaciones no son concluyentes, pues fueron hechas sobre un solo animal que le trajeron á México, el cual, por consiguiente, cambió de alimentos, de clima, etc. De su interesante trabajo tomo las líneas siguientes, deseando que nuevas y más amplias investigaciones vengan á comprobar- las plenamente: "Tomé el Vinagrillo, dice, con unas pinzas que sostenía yo mismo, lo puse encima de una cápsula de vidrio, y con la otra mano interpuse entre mis ojos y el ano del animal una lente grande, tocando al mismo tiempo el extremo libre de la cola. "Así lo dispuse, para que si arrojaba á lo lejos su líquido, se adhiriese á la lente, ó si salía gota á gota, cayese dentro de la cápsula, y en uno ó en otro caso ver el punto de donde brota- ba, ayudándome con el aumento. Lo estuve comprimiendo con las pinzas y frotando con la lente su apéndice caudiforme, que ya la experiencia me había enseñado era muy sensible, y que el olor de vinagre se percibía luego que se molestaba al ani- mal. " Pasados como diez minutos, fui sorprendido por un líquido que se depositó repentinamente en la cara inferior de la lente, sin haber visto yo el lugar de donde se desprendió. Era com- pletamente limpio y transparente, muy volátil, las primeras go- tas las vi desaparecer como si fueran de éter sulfúrico, y me llegó el olor de vinagre muy pronunciado. La cantidad sería como de tres á cuatro gotas. "En la parte que aún no se volatizaba me apresuré á poner una gota de solución de nitrato de plata: se formó un precipi- 49 tado blanco cuajado, que no se veía cristalino en el microsco- pio, ni cambió de color con los rayos directos del sol. "Dejé reposar al animal durante una hora, y previne una paloma adulta, y una inyección sub-cutánea, para inyectarle el nuevo líquido que recogiese y ver si era venenoso. " Pasado este tiempo repetí la experiencia anterior, cambian- do no más la lente por una copa de vidrio. Lo estuve compri- miendo con las pinzas y copa, que encerraba sólo la cerda, co- mo 15 ó 20 minutos. Dirigía constantemente su cola hacia las pinzas, que no llegaba á tocar, porque se lo impedía la copa. Luego que advertí esto, procuré que, permaneciendo aquella dentro de la copa, tocáse á las pinzas, y después de dos ó tres veces que las tocó percibí unas gotas del líquido que resbala- ban sobre la cara interior de las paredes de la copa, casi en el borde y cerca de donde tenía el extremo de la cerda. " Coloqué inmediatamente la copa sobre su pie, percibí el olor de ácido acético y vertí sobre aquel líquido como 3 gramos de agua destilada, para que la jeringa pudiera absorberlo, y lo in- yecté á la paloma, lavé la copa con otros tres gramos y volvió á quedar muy olorosa, y también lo inyecté á la misma paloma, pero en distinto punto del anterior. " La estuve observando durante una hora y no murió, ni pre- sentó nada notable. En los días siguientes estuvo algo triste pero comía bien. Al tercer día se le había gangrenado la piel en el lugar de la inyección, en un espacio como de 4 centíme- tros: mas al fin llegó á sanar completamente. " Quise repetir este experimento al día siguiente de la prime- ra inyección, pero no conseguí que arrojara nada de líquido, aun después de estarlo excitando mucho; lo puse en el sol para que se reanimase, pero allí murió. " Examiné entonces el lugar donde suponía existiría la glán- dula, y casualmente desprendí el apéndice caudal, casi desde su base. Me pareció hueco y que contenía la secreción olorosa. Introduje un alambre fmo, que desalojó un líquido con olor de ácido acético y que atacó muy pronto al metal, pues á los cinco Zoología.-4 minutos ya estaba verde. El alambre se detuvo en el extremo libre, que no pasó, tal vez porque la abertura era menor que su diámetro. " En la parte que quedó adherida al cuerpo del animal pe- netró también el alambre profundamente, rompiendo quizá los tejidos. En ese momento que también comprimía yo el abdo- men para sostener al arácnido, brotó por donde introduje el alambre, y por el ano, un líquido claro, de olor de vinagre, que después salió mezclado con grumos, como de moco, de color aplomado. "Vertí una gota de este líquido en el ojo de una paloma y no se puso rojo; el resto lo mezclé con agua destilada y lo encerré herméticamente en un frasco que presento (á la Academia de Medicina de México) para que percibáis dicho olor, que se ase- meja ahora al de la fresa. Aún está bastante ácido según se pue- de ver con el papel reactivo. "Reasumiendo diré: " 1? El Vinagrillo no tiene ningún órgano ofensivo, carece de aguijón, y ni aun de sus mandíbulas usa para atacar. " 2? El olor particular que produce es debido á un líquido que arroja por el ano ó tal vez por el apéndice caudiforme, pues- to que está perforado en toda su longitud y contiene dicho lí- quido. " 3? Esta secreción le sirve de medio de defensa, pues pro- cura proyectarla sobre el objeto que le molesta, sirviéndose de su apéndice para dirigirlo: por esta razón, vemos que con él busca lo que le incomoda. Tiene además mucha sensibilidad, que se aumenta con la multitud de pelos rígidos que lo cubren en toda su extensión, y puede recorrer aquella un espacio de cinco centímetros que es su longitud. "4? Dicho líquido no es venenoso, porque no mató la palo- ma, pero sí debe considerarse como corrosivo por la gangrena que produjo: el agua sola no la hubiera ocasionado. " 5? En él existe un ácido que demuestra el papel reactivo, pero que no es ni ácido acético como parece por su olor, ni fór- 50 mico que es muy común en la economía animal. No el prime- ro, porque no precipita á la plata más que en el estado de ace- tato, y aquí está libre; tampoco en el segundo, porque se hubiera reducido la plata. Además, dicho ácido es el que forma el pre- cipitado porque no es de cloruro ni de albúmina, que son las substancias más comunes en los humores animales: no de clo- ruro porque no cambió de color con la luz; ni de albúmina, que no podría acompañarse con un ácido libre. " 6? Se debe considerar también como parte constituyente de la secreción un principio eteriforme especial, que es el que huele, el que se volatiza rápidamente, y en fin, el que explica por qué el agua donde se ha recogido pierde primero su olor que su acidez. " 7? Por último, si el animal no ha mordido, ni su líquido ha matado á la paloma, bien pudiera ser porque está en distinto clima, por el maltrato que haya sufrido en el transporte, la fal- ta de alimentos apropiados, la manera de introducir el líquido bajo la piel, ó porque á la paloma no le prodúzcala muerte esta ponzoña." Thelyphonus giganteus Lucas. Vulg. Vinagrillo. Long. 2| pulgadas. El cefalotórax es alargado, estrecho an- teriormente, más ancho posteriormente y muy granuloso, so- bre todo en su parte anterior; su parte superior es bastante deprimida y presenta algunas líneas transversales; los palpos son muy alargados, robustos y muy granulosos, con el segundo artejo armado anteriormente de cinco espinas muy aparentes é interiormente de dos; las patas son muy alargadas, con sus últimos artejos rojizos y erizados de pelos del mismo color; el abdomen es oval, con puntos estigmatiformes fuertemente mar- cados sobre los anillos; su parte superiores granulosa, mientras que interiormente no presenta ninguna granulación; la cola es alargada filiforme y erizada de pelos. Esta especie es de Mé- xico. M. Lucas. Hist. nat. des animaux articules. París 1842. 51 52 7t0- ORDEN. PSEUDOESCORPIONES. Forma general del cuerpo semejante á la de los verdaderos escor- piones; muy pequeños y su abdomen sin la parte estrecha [post-ab- domen\ y sin apéndice; desprovistos de glándulas ponzoñosas. Tie- nen aparatos para producir seda (Hileras). Estos arácnidos llamados vulgarmente pinzas, parecen alacra- nes muy chicos, desprovistos de cola. Viven bajo las cortezas de los árboles, en los herbarios, libros viejos, etc. No son abun- dantes en México y carecen de interés desde el punto de vista de la medicina. 8to- ORDEN, ESCORPIONIDOS. ALACRANES. El abdomen en vez de ser globuloso como en los areneidos ó ara- ñas verdaderas es alargado, la porción más delgada termina por un aguijón provisto de glándulas ponzoñosas. Tanto los quelíceros como los largos palpos maxilares terminan por pinzas de dos pie- zas \didactylas~\. Ocho sacos pulmonares. Alacrán, Escorpión. Centrurus mexicanas, Koch, C. edwarsii Gervais (San Blas) C. gracilis, Latreille (Durango); Vejovis intré- pidas, Thorell (Colima); Chactas granosas, Gervais.1 Hab. Su área de distribución geográfica es muy extensa, pudiendo decirse que vive en todos los Estados de la República, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Colima, Guerrero, Dis- trito Federal, etc., etc. 1 En los escritos de los Sres. Herrera, Santa María y Espinosa, se dice que la especie de alacrán de México es el Ichnurus mexicanus Villada, lo cual es manifiestamente un error, pues no hay tal especie. El Sr. Koch describió una especie Centrurus mexicanus Koch, y elSr. Villada comunicó esta clasificación al Sr. Espinosa. En esta rectificación está de acuerdo el Dr. Villada. 53 Bibl. Estudio sobre los efectos de la ponzoña del alacrán, por Amador Espinosa. México 1880. Reimpreso en "El Estu- dio," Semanario de ciencias médicas. México. Vol. 2, núm. 5. Estudio sobre el piquete del alacrán, por el Dr. Mariano Herre- ra. Durango, 1892. (M. S.)1 Cavaroz, Du Scorpion de Durango et du cerro de los Remedios qui touche á la ville. Recueil de mém. de méd. militaire XIII, 1865. Nota relativa á los virus, ve- nenos ó ponzoñas de algunos animales que viven en México, 2® parte. Invertebados por el Dr. J. Sánchez. Gaceta méd. de Mée. Vol. XXVIII, pág. 400. Plática sobre el piquete del alacrán de Durango en el primer Congreso Médico Mexicano. Por el Dr. Carlos Santa María. México, 1893. H. N. No es necesario una descripción detallada de estos animales que son tan conocidos. El tamaño de las especies di- versas que viven en México es variable; la especie Centrurus gradlis de Durango es una de las más pequeñas, 55 milímetros (de color amarillo), y á pesar de esto se hace notable por la ener- gía de su piquete emponzoñado; es uno de los más temidos en el país. Los mayores que he visto existen en el Museo de la Escuela Preparatoria, tienen 12 centímetros de la extremidad anterior de la cabeza á la extremidad de la cola, su color es ama- rillo como en la especie anterior y son procedentes de Iguala, en el Estado de Guerrero. Aun en la misma capital se han en- contrado ejemplares de 9 centímetros, muy delgados y de color negro. El cefalotórax lleva los ojos cuyo estudio importa para la clasificación. Tiene forma casi cuadrangular y se une al abdo- men por una superficie extensa, y no por un pedículo delgado como en las arañas. El abdomen tiene una porción anterior (preabdómen), compuesta de siete segmentos, ancha y una por- 1 El interesante " Estudio " manuscrito del Dr. Mariano Herrera fué envia- do por su autor para presentarlo al primer Congreso Médico Mexicano reunido hace poco tiempo en esta capital. Mi respetable amigo el Dr. Carmona y Valle, en su calidad de Presidente del Congreso citado, acordó de conformidad mi so- licitud para que se me permitiese consultarlo. 54 ción posterior formada por seis segmentos, especie de cola que termina en un aguijón curvo, conteniendo en su interior dos glándulas venenosas. El cefalotórax tiene además de los ojos seis pares de apén- dices: cuatro pares son los miembros que sirven al animal para andar, [patas ambulatorias~\; un par llamado patas maxilas y vul- garmente " cuernos del alacrán," lo componen dos apéndices formados por seis piezas articuladas entre sí que llevan como en los insectos los nombres siguientes, contando de la parte fija al cuerpo á la extremidad: cadera (sirve para la masticación), trocánter, fémur, tibia y tarso formado por dos piezas (artejos), llamados dedos, de los cuales el externo es movible; ambos de- dos forman una pinza dydactila, organo de prensión que des- empeña un papel muy importante en la cópula. El sexto par de apéndices del cefalotórax se llama antenas pinzas y se com- ponen de tres piezas ó artejos: uno corto, cubierto por el cefa- lotórax; otro largo terminado por un apéndice que unido al arte- jo terminal forma también una pieza de dos dedos (dydactila). Las antenas-pinzas ó quelíceros son mucho más cortas que las patas maxilas. Respecto de las patas ambulatorias, sólo diré que su tamaño va en aumento del primero al último par, que cada uno se compone de siete artejos, de los que tres forman el pie ó tarso, y que éste se termina por dos garras. Las piezas ba- silares de los dos pares de patas posteriores (caderas), al articu- larse con el tronco, dejan entre sí un espacio ocupado por una especie de placa llamada esternón, de forma y tamaño variable, que tiene gran importancia para la clasificación. Por su cara ventral, el preabdomen presenta el orificio geni- tal y unos órganos llamados ciertas ó peines por su forma, com- puestos de varios apéndices dentiformes. Se cree que son ór- ganos de tacto; algunos naturalistas los suponen órganos de fijación, sirviendo al macho para retener á la hembra durante la cópula: para Letreille tal vez son un instrumento higrométri- co que les da á conocer el estado de la atmósfera. Marcel de Serres opina que les sirven para andar, que levantan su cuer- po y facilitan su movimientos; alguna persona me ha asegurado que privando al alacrán de estos peines, pierde por completo la facultad de secretar la ponzoña. Esta aseveración me parece muy dudosa. ¿No podrán ser el instrumento de estridulación, parecida ála que producen los grillos y que acusa su presencia? En la extremedidad de la cola, el último segmento de forma piriforme, se termina por un aguijón curvo y delgado, perfora- do con dos agujeros ovales cerca de la punta. En su interior es- tán contenidas dos glándulas ponzoñosas, de forma y tamaño iguales, rodeadas de nervios y fibras musculares, cuya contrac- ción determina la salida del veneno. " Este veneno, dice el Dr. Blanchard en su Zoología médica, es un líquido ácido, claro y ligeramente opalescente. Con un fuerte aumento se descubre una gran cantidad de granulaciones finas, semejantes á las que se observan al estado fresco en las celdillas epiteliales. Estas granulaciones están animadas del movimiento browniano: el ácido acético y la potasa muy diluidos las disuelven, pero el éter las deja intactas; no son por consiguiente grasas. Ellas provie- nen directamente de granulaciones intra-celulares; rompiéndo- se las celdillas su protoplasma se liquida para formar el veneno. Mr. Jousset calcula en 0g3-,008 la cantidad de ponzoña conteni- da en la vesícula de un Buthus europeas de tamaño mediano; mas Joyeux-Laffuie hace notar que esta cifra es muy débil y no puede aceptarse sino como un mínimum." Este veneno se seca fácilmente conservando sus propiedades durante mucho tiempo. Tiene un sabor agrio y es soluble en el agua, pero no en el alcohol, ni el éter puro. La memoria del Sr. Espinosa da cuenta de una opinión extraña respecto á la naturaleza de la ponzoña del alacrán: alguna persona instruida de Cuernavaca, afirma que el ácido cianhídrico es el principio activo, y en Gua- dalajara se han hecho análisis, dice, que han dado el mismo resultado, poniendo alacranes en una solución de nitrato de pla- ta. Por mi parte juzgo muy poco probable esta opinión, y de- searía que persona competente ilustrase esta cuestión hacien- do un estudio especial. 55 Los alacranes son nocturnos y abundan, principalmente en la época anual del calor. El Dr. Mariano Herrera, opina que la abundancia de estos escorpiónidos en la ciudad de Durango de- pende de su situación en la vertiente oriental de la Sierra Ma- dre, limitando la población por el O. y el S. O. las primeras colinas de esa cordillera. Dice también que aunque el clima ge- neral es allí templado, se puede considerar como caliente du- rante los meses de Mayo y Junio, y que el alacrán se observa casi exclusivamente á fines de Abril, en Mayo y Junio, termi- nando con los primeros aguaceros fuertes de Julio. En otras épocas del año, añade, los accidentes tienen el carácter de ex- cepcionales y son debidos al descuido de los Municipios y de las familias que entonces no se preocupan de la existencia del alacrán. El Dr. Espinosa, refiriéndose al alacrán que vive en varias poblaciones del Estado de Morelos, principalmente en Jo- jutla de Juárez, dice que abunda, sobre todo en las noches du- rante los rigores del calor, y que entonces es más ponzoñoso; sin embargo, se presentan á la vista algunos durante el invier- no, abandonando sus madrigueras, principalmente cuando hace viento, cuando el aire sopla, lo cual ha confirmado con cuatro observaciones que apoyan esa creencia popular. Como todos los escorpiónidos, los alacranes viven en el cam- po, entre los escombros, etc., y también invaden las habitaciones del hombre, donde se esconden en cualquier mueble, en los plie- gues de las cortinas, en la ropa, etc., etc. Prefieren las caballe- rizas, los corrales, los inodores, y en general los lugares poco aseados, donde naturalmente encuentran más fácilmente los ani- males que les sirven para su nutrición. En la Ciudad de México es bastante común la creencia de que viven especialmente en aquellas casas cuyas maderas viejas y apelilladas les prestan al- bergues cómodos. En Morelos los hay en mayor abundancia (Espinosa) en las chozas cuyos techos están construidos con la hoja de palma, con el tallo de arroz ó con zacatón, que abrigan- do demasiado calor, hacen un lugar de predilección para ellos. Desde hace mucho años, la Ciudad de Durango tiene repu- 56 57 tación de albergar una inmensa cantidad de alacranes, cuyo pi- quete emponzoñado contribuye en buena parte para la cifra to- tal de la mortalidad anual de sus habitantes. El Dr. Herrera cree exageradas las ideas que fuera del Estado de Durango se tienen por todas partes respecto de sus alacranes, ya sea que se trate de su excesiva multiplicación ó de la gravedad de su picadura. " La estadística general de la mortalidad, dice, indica un promedio de 39.90 anuales, mientras que en la metrópoli del Estado de Michoacán, según una publicación municipal que casualmente llegó á manos del Sr. D. Fernando Ramírez, y que cita en sus apuntes sobre Durango, se hacen constar 66 de- funciones en un año, guarismo que no sólo considerado de una manera absoluta, sino aun con relación al número de habitan- tes, es bastante notable para llamar la atención, á pesar de que Durango tiene la funesta prioridad en la opinión general del país." Según Cavaroz, el alacrán es muy común aun en la misma Ciudad de Durango. En la época de la expedición francesa en México, según él, la municipalidad de esa ciudad acordaba una prima para la destrucción de los escorpiones, y pagaba treinta centavos por docena: los niños les hacían la caza de noche, con luces, destruyendo de esta manera de 80 á 100,000 por año, durante los tres meses de calor fuerte. Dice el Dr. Blanchard \Zoolog. méd.]. que en Kairouan (Túnez), observó una costum- bre análoga: ciertos mendigos recorren durante la noche la ciu- dad y sus alrededores; están provistos de linterna y de una larga pica, con la cual ensartan á los escorpiones que encuentran. Al día siguiente van de puerta en puerta presentando su cap- tura y reciben algunas monedas de poco valor. El mismo Ca- varoz añade que sobre una población de 15 á 16,000 habitan- tes (que entonces se calculaba á Durango), morían por piquetes de alacranes 200 ó 250 personas por año; el veneno sólo ma- taba á los niños, y á los adultos ocasionaba accidentes graves. El número de alacranes matados anualmente, según los datos tomados en el archivo del Ayuntamiento de la ciudad de Du- 58 rango es de 35,000 por término medio, y calculando en un nú- mero igual los que matan los particulares, puede calcularse se- gún el Dr. Herrera, en 70,000 el total de alacranes exterminados allí anualmente. Estas cifras discrepan poco de las que presen- tan Cavaroz y el Dr. Santa María en sus escritos relativos. Este último autor dice que en algunos años la cifra sube de 160 á .200,000. En "El estudio sobre el Alacrán" del Dr. Herrera, fi- gura la tabla siguiente indicando la relación de la temperatura, estado higrométrico del aire y cantidad de lluvia caída, con el número de alacranes recogidos. 1870. MESES. DIAS. Numero de alacranes recogidos, Temperatura (centígs.) 6 p. m. Higrómetro de Saussure. 5 p. m. Pluviómetro probeta. 5 p. m. Abril .. 24 228 21°75 71°25 0.0000 n .. 25 332 21°50 70° 0.0000 n ......... .. 26 644 21°95 68° 0.0000 n .. 27 585 20° 73°50 0.0000 n .. 28 711 20° 75°50 0.0000 „ .. 29 1,066 21°50 80° 0.0000 Mayo .. 1 1,191 21°95 81°50 0.0000 n ........ .. 2 777 21° 78°50 0.0000 n 489 21°75 78°50 0.0000 H .. 5 743 21°80 75° 0.0000 n .. 6 715 22° 74° 0.0000 n ........ .. 8 601 22°75 79° 0.0000 h ..•••••. .. 9 271 22° 78°25 0,0000 n ........ .. 10 380 22°50 80° 0.0000 55 .. 11 261 22°75 78°75 0.0000 M .. 12 390 22°73 77°75 0.0000 H .. 13 602 23°25 80° 0.0000 n .. 15 739 23° 76° 0.0000 m .. 16 189 26° 75°50 0.0000 n .. 17 176 27° 74°50 0.0000 .. 18 504 25°50 79°50 0.0000 59 MESES. DIAS. Número de alacranes recogidos. Tetn peratura (centígs.) 5 p. m. Higrómctro da Saussure. 5 p. m. Pluviómetro probeta. 5 p. m- Mayo .. 19 554 25° 78° 0.0000 n .. 20 414 24°75 78°75 0.0000 n .. 22 633 23°75 82°50 0.0000 n .. 23 270 23°75 79°50 0.0000 n .. 24 793 24° 75°25 0.0000 n .. 26 365 25° 80° 0.0000 n .. 27 839 25° 75° 0.0000 n •» .. 29 500 24°10 76° 0.0000 n ., 30 46 22°85 78°75 0.0000 n ........ .. 31 61 22°50 75°50 0.0000 Junio .. 1 288 22°50 75°50 0.0000 n 3 445 24°50 75° 0.0096 » .. 5 151 23°15 85° 0.0000 || 6 271 23°50 86° 0.0000 M .. 7 108 23°50 85° 0.0000 M .. 8 130 24°50 83°25 0.0000 n ........ .. 9 137 24°50 85° 0.0000 M .. 10 180 24° 82°25 0.0000 M .. 12 103 24°50 82°25 0.0000 II .. 13 64 21°75 91° 0.0000 „ .. 14 53 21° 87°50 0.0000 II ........ .. 16 85 21°50 92° 0.0000 II .. 17 26 21° 91°50 0.0000 || "•••••• .. 18 144 21° 93°25 0.0000 H .. 19 200 21°50 91° 0.0000 || 99. .... • .. 21 100 20°75 97° 0.0000 .. 22 100 19° 98°50 0.0268 "Este año que escogimos al acaso, dice el Dr. Herrera, nos da una idea suficiente de la temperatura que favorece la salida de los alacranes. Habiéndose mantenido la temperatura de los días 15 al 22 de Abril en 19°, poco más ó menos, empezaron á salir y desde el día 24 que la temperatura subió á 21° y los días siguientes que continuó en ascenso, su número fué aumentan- 60 do en relación con la temperatura como se observa en la tabla. Todo el mes de Mayo fueron numerosos, habiéndose manteni- do muy alto el termométro, y aun se puede decir que el nú- mero de alacranes seguía las oscilaciones térmicas. En media- dos de Junio, su número disminuyó paralelamente al descenso de calor para desaparecer casi del todo á fines del mes, cuando la temperatura volvió á 19°. Así pues, el grado de calor que en esta localidad favorece las excursiones de los alacranes está com- prendido entre los 21° y 25°, y como esta temperatura sólo se observa en fines de Abril, en Mayo y Junio, resulta que sólo en esos meses aparecen, como es un hecho, pues es raro que se observen en otras ocasiones. Hay que notar que las primeras lloviznas que caen en los meses calurosos favorecen considera- blemente sus escursiones. La pequeña cantidad de agua que cae en estas ocasiones, encuentra la superficie de la tierra á una temperatura elevada, por lo que se convierte en vapor de agua; en estas condiciones, además, se desarrolla en la atmósfera gran cantidad de ozona y acaso estos dos elementos reunidos, vapor de agua y ozona, sean para el alacrán poderosos excitantes genésicos que los obligue á buscarse; de todas maneras es un hecho que en las circunstancias indicadas durante los calurosos crepúsculos de Estío abundan considerablemente." La ponzoña de que está provisto el alacrán le sirve, como á los otros arácnidos, para matar á los pequeños animales con que se nutre. Se había dicho que este animal se suicidaba, clavándose su propio aguijón, cuando se hallaba en situaciones desespera- das, como por ejemplo, cuando se le encerraba en un círculo de fuego. Observaciones ulteriores, han demostrado que esta creencia es completamente errónea. Desde la más remota an- tigüedad, el escorpión ha llamado la atención de los hombres: se le ve figuraren el zodiaco; en la mitología antigua del Egipto es símbolo de la malignidad, y se le da por compañero á Tifón, el genio del mal; los aztecas le llamaban colotl, y en algunos mo- numentos antiguos están representados con arañas, cientopiés y ratones, acompañando en su ocaso al dios sol, Mictlantecuhtli 61 ó señor de los infiernos. A pesar de su aspecto repugnante hay individuos que se los comen, privándolos previamente de sus glándulas ponzoñosas. Los sexos son casi iguales: en algunos géneros el macho es más delgado que la hembra; el post abdomen es más largo tam- bién; la? tenazas son más anchas y los dientes de los peines más numerosos. En otros géneros se encuentran variaciones de algunos órganos entre el macho y la hembra de menos im- portancia que las expresadas. Las hembras son vivíparas. Na- cen de 20 á 50 hijuelos que carga la madre durante un mes. Se dice que algunas veces devora á sus propios hijos. Cuando éstos están bastante desarrollados para llevar una vida inde- pendiente, la madre, que ha ido enflaqueciendo cada día más y más, acaba por morirse. La clasificación de los escorpiónidos deja mucho que desear todavía. Se han descrito más de cien especies, pero probable- mente habrá que reducir el número de ellos. Se establece la cla- sificación según el número y posición de los ojos, según la forma del esternón, de los dientes, de los quelíceros y de los palpos y la conformación de los peines ó ciertas. Las pocas especies mexicanas conocidas, se aumentarán con otras no descritas aún. Alacrán de Durango. Centrurus (Scorpio) gragilis, Latreille. Long. 3 pulgadas 4 líneas. Moreno, con las patas rojizas y los peines provistos de treinta y dos dientes; las garras son alarga- das, rojizas, con los dedos filiformes; la cola es más larga que el cuerpo, y el aguijón está armado de una punta en su base; los machos son más pequeños. Degéer dice que esta especie es americana. Latr. Hist. nat. des Crust. et des Ins. t. VII, p. 127. El Dr. Blanchard, opina que el alacrán de Durango es la es- pecie anterior. Med. Los autores extranjeros que he podido consultar, tra- tan el envenenamiento producido en el hombre por la inocula- ción de la ponzoña del alacrán de una manera muy superficial Con los estudios referentes á este asunto, citados al principio de este capítulo, puede formarse la historia casi completa de esta enfermedad en México. En la zoología médica del Dr. Blanchard se dan interesantes noticias respecto de la acción fisiológica del veneno. Las copio á continuación. " La acción fisiológica ha sido puesta en claro por Paul Bert y Joyeux, cuyos resultados concordantes están basados sobre experimentos hechos con todo escrúpulo. Estos resultados con- tradicen en todas sus partes una teoría emitida por Jousset, se- gún la cual, el veneno sería un veneno de la sangre, deformaría las hematías y causaría la muerte por detención de la circula- ción, teoría que como lo dice muy juiciosamente Joyeux-Laffuie, "no está comprobada por ningún experimento serio." "El veneno no tiene acción sobre los Protozoarios; tampoco es absorbido por la piel de los Pulpos y de los Renacuajos que viven en una agua á la que se ha mezclado una gran cantidad de veneno. La absorción tampoco se hace por la vía intestinal, ó por lo menos se produce lentamente, mientras que la elimi- nación de la ponzoña por la orina se hace activamente, de suerte que la sangre no encierra jamás cantidad suficiente de ella para provocar accidentes. Es interesante notar esta primera analo- gía con la curara. "Introducido bajo la piel el veneno, es rápidamente absor- bido por los vasos sanguíneos, después llevado por todo el cuerpo hasta la intimidad de los tejidos; si es inoculado á dosis suficiente, causa entonces un envenenamiento terrible, al cual son sensibles los Vertebrados, los Artrópodos (comprendiendo los Escorpiones) y los Moluscos. Existen grandes variaciones en la sensibilidad para el veneno según las especies animales: entre los Moluscos, por ejemplo, el Caracol rojo [Arion rufas] sucumbe rápidamente, mas el Pulpo resiste; entre los saurianos resiste la Lagartija: entre los mamíferos el Gato presenta una débil receptibilidad. Mantegazza á visto resistir al cangrejo; pe- ro Juyeux-Laffuie asegura que los Decápodos marinos [Platy- carcinus pagaras, Fortunas púber] son muy sensibles y mueren 62 violentamente. Los peces mueren con una fuerte dosis, pero resisten á una dosis más débil, que, sin embargo, basta para ma- tar á un Batraciano ó á una Ave; el Sapo es más resistente que la Rana ó el Tritón. Los Dípteros, los Hymenópteros y princi- palmente las Arañas, de que de ordinario se nutre el Escorpión son los más sensibles de todos los animales. "La inoculación del veneno es siempre dolorosa y arranca gritos al paciente; este dolor, que dura cierto tiempo, debe atribuirse á una acción directa del veneno sobre los nervios vecinos y no al hecho mismo de la penetración del aguijón: un alfiler es más grueso y causa sin embargo dolor insignifi- cante. "Pasan siempre algunos instantes entre el momento de la inoculación de la ponzoña y el de la aparición de los primeros síntomas del envenenamiento; durante este primer período, que es tanto más corto cuanto el animal es más sensible al veneno, éste pasa á la sangre y después se esparce en el organismo. Cuando se encuentra en la sangre en cantidad suficiente, el pe- ríodo de excitación estalla bruscamente. Se marca por convul- siones violentas, que se parecen mucho á las que produce la estricnina: como éstas, aparecen de nuevo por un golpe dado sobre una mesa; se acompañan de dolores vivos, que arrancan frecuentemente gritos; la sensibilidad está intacta.1 "La duración del período de excitación depende de la can- tidad de veneno inoculada. Si la dosis es débil las convulsio- nes aparecen tardíamente, pero son bien caracterizadas y duran mucho tiempo; si la dosis es fuerte, no se hacen esperar, son muy violentas y ceden pronto el lugar á la parálisis. Estas con- vulsiones provienen de la excitación ejercida directamente so- 63 1 " Durante el período de excitación, el hombre ó el animal picados emiten con frecuencia su orina. En Gabón, Souchard (El río del Gabón y sus enfer- medades, Tesis de Montpelier 1864) á visto practicar una especie de juicio de Dios que consiste en hacer picar á un acusado por un Escorpión: si el pacien- te emite su orina, durante el primer período del envenenamiento, es una señal cierta de su inocencia." 64 bre los centros nerviosos y principalmente sobre el encéfafo, por el veneno. El período de parálisis sigue siempre al precedente. Princi- pia por un adormecimiento de los miembros que el animal tie- ne trabajo en llevar á su primera posición: el adormecimiento se acentúa más y más, y el animal pierde la facultad de ejecu- tar el menor movimiento. El corazón continúa latiendo, mas los movimientos respiratorios se suspenden y la muerte viene por asfixia, por impotencia del diafragma y de los otros múscu- los inspiradores. ¡Cosa notable! la muerte se debe á un meca- nismo idéntico al que se observa en los casos de envenenamien- to por la curara, como lo ha reconocido Paul Bert. El músculo queda siempre contráctil, el nervio ha conservado su conducti- bilidad, como lo demuestra la conservación de la sensibililidad, y sin embargo, la excitación eléctrica de los nervios motores no provoca la contracción de los músculos: es que el veneno, efectivamente, se ha fijado sobre las placas terminales de los nervios motores y como que los ha suprimido. "Mas esta supresión es momentánea: el veneno no se acu- mula en el organismo, sino que se elimina progresivamente por el riñón; así se ve, por ejemplo, que los animales que pueden respirar por la piel, como las Ranas, recobran poco á poco el uso de sus miembros y vuelven á la salud. En un Mamífero ó en el Hombre se puede afirmar que la respiración artificial su- ficientemente prolongada, entretendría la vida en tanto que du- rase la parálisis, es decir, en tanto que la eliminación del vene- no por la orina no fuera casi completa; esta eliminación podría ser activada poderosamente por la administración de diuréticos enérgicos. " El veneno del Escorpión es pues una ponzoña del sistema nerviosos: no obra ni sobre los músculos, ni sobre el corazón, ni sobre la sangre. El período de parálisis es sólo el mortal: no aparece nunca sin haber sido precedido por un período de ex- citación. Mientras éste no se manifieste nada indica si debe ó no sobrevenir el envenenamiento." 65 Sintomatología. Al picar el alacrán se siente un dolor muy in- tenso, comparado por algunos al choque de una fuerte descar- ga eléctrica, ó á la picadura hecha con una aguja candente;1 el tiempo que pasa entre el piquete y la aparición de los acciden- tes generales, varía entre cinco minutos y media hora (Herrera). Rápidamente se extiende el dolor á una gran porción de las regiones circunvecinas con el carácter de una sensibilidad es- pecial que no se parece á ninguna otra. Del punto herido se propaga hacia el resto del cuerpo una sensación de adormeci- miento y hormigueo principalmente, dice el Dr. Herrera, hacia aquellos lugares en que se une la piel con alguna mucosa, como la nariz, la boca, los ojos, etc. El hormigueo de las narices, acompañado de comezón muy molesta, produce estornudos, y el hormigueo de la faringe, comparado por los enfermos á la sensación que produciría una maraña de cabellos detenida en la garganta (Dr. Espinosa), ocasiona repetidos movimientos de deglución. Aparecen luego fenómenos convulsivos. Los múscu- los elevadores del maxilar inferior se contraen, la lengua se adormece y la palabra se hace á veces tan difícil, que el enfer- mo sólo puede comunicarse por medio de señales; la adminis- tración de medicinas y aun de los líquidos se hace imposible por la boca. Al trismus suceden las convulsiones de los múscu- los del cuello, del tronco y de los miembros y se hacen genera- les, con la particularidad (Herrera) de no ser dolorosas como las que producen el tétanos y el envenenamiento por la estric- nina. Debido á ellas la cara roja y congestionada manifiesta la angustia mayor, la respiración se hace con gran dificultad y las materias alimenticias se expulsan por la boca ó por el ano, hay inminencia de asfixia. A las convulsiones suceden alternativa- mente períodos de relajación muscular que no proporcionan calma completa al enfermo, pues éste se agita continuamente sin encontrar positivo descanso. La temperatura asciende rá- pidamente llegando á 40° ó 41°, y simultáneamente se estable- 1 No siempre puede el animal sacar su aguijón, y entonces queda prendido.. Zoología5 cen (Dr. Herrera) abundantes secreciones de sudor y de saliva. El abundante sudor disminuye naturalmente la cantidad de ori- na, que viene entonces á ser rara; no tiene olor fétido. El tialismo y el trismus dan por resultado la formación en la boca de espuma que puede ser sanguinolenta si el enfermo se ha mordido la len- gua ú otra parte de la boca. Naturalmente el peligro de asfixia se hace mayor, pues á las convulsiones de los músculos respirato- rios se añade el aumento en la secreción salivar y brónquica. Auscultando el tórax se oyen estertores mucosos gruesos. La in- teligencia se conserva generalmente intacta, pero se perturban mucho algunos de los órganos de los sentidos, principalmente el tacto y la vista. Los objetos parecen muy grandes al tocarlos, el cabello se siente rígido y la cara abultada, aunque en realidad no lo estén (Espinosa). Parece que un velo se interpone entre los ojos y los objetos, la vista está nublada y hay fotofobia, pues la luz incomoda á los pacientes: en algunos de ellos existe un estra- bismo exagerado y la llama de una bujía ú otro objeto luminoso, se ven rodeados de una aureola rojiza que impresiona doloro- samente el ojo (Herrera). Un síntoma de la mayor gravedad es la hemorragia que puede venir del estómago (hematemesis) ó del pulmón (hemoptisis). En el primer caso se dice, según el Dr. Es- pinosa, que el enfermo se acausonó; en el segundo, según el Dr. Herrera, la causa es la congestión pulmonar y en la mayoría de los casos indica un desenlace funesto. Marcha, duración y terminaciones. Hay individuos completa- mente refractarios á la ponzoña, que jamás han sufrido conse- cuencia alguna después de uno ó varios piquetes de alacrán. En otros casos los síntomas son pasajeros y de poca importan- cia, se reducen á veces al dolor en el punto herido, y á un ador- mecimiento que puede propagarse más ó menos lejos. En estos casos desaparece todo peligro de envenenamiento generalmen- te á las veinticuatro horas. En los casos de muerte, terminación que sólo se observa en los niños, el desenlace fatal tiene lugar entre las tres y las diez horas que siguen al piquete (Herrera). Cuando hay una terminación feliz, los síntomas todos van dis- 66 67 minuyendo á medida que la ponzoña se va eliminando del or- ganismo, y durante algún tiempo los enfermos quedan débiles y sedientos, lo que se explica por los esfuerzos convulsivos y la abundancia del sudor. Según el Dr. Espinosa, en Jojutla de Juárez la enfermedad puede prolongarse por 3, 5 ú 8 días. El niño de mayor edad que ha visto morir dicho facultativo por piquete de alacrán, tenía once años. La terminación funesta vie- ne, según el Dr. Herrera, por asfixia, por congestión cerebral ó por parálisis cardíaca. La muerte en estas circunstancias nada especial presenta, los enfermos sucumben sin agonía muy rá- pidamente. Diagnóstico. Es fácil generalmente, pues el dolor punzante en un punto limitado, el hormigueo que de aquí se propaga á una región más ó menos extensa, y el cosquilleo especial de la nariz, basta para sospechar se trata de inoculación de la pon- zoña del alacrán, tratándose naturalmente de casos que tienen lugar en localidades en que viven esos arácnidos y son ponzo- ñosos. En los niños que todavía no hablan puede haber dudas cuando su llanto únicamente revela que sufren de alguna mane- ra; mas el hallazgo del animal en unos casos, y en todos la apa- rición de ciertos síntomas como el cosquilleo de las narices que hace que se rasquen continuamente, los estornudos y los pri- meros fenómenos convulsivos sirven para establecer con certi- dumbre el diagnóstico. Pronóstico. Depende de varias circunstancias. Los piquetes de escorpiones son más ó menos graves, según la localidad y según la edad del paciente principalmente. En algunas partes, en los climas cálidos, hablando en general, la ponzoña es muy activa y aunque sólo en los niños principalmente produce la muerte, en los adultos pueden venir síntomas de gravedad y en los viejos, según el Dr. Santa María no es rara la termina- ción funesta cuando les pica bien, dice, el alacrán. El mismo observador ha visto sucumbir á una señorita de 15 años de edad en poco más de 60 minutos. Por los cuadros estadísticos que antes hice conocer, tomados del " Estudio," del Dr. Mariano He- 68 rrera, y por lo que dice respecto del mismo asunto Mr. Gava- roz, sabemos que en Durango los alacranes, por la inoculación en los niños de su ponzoña, dan un buen contingente en los cuadros de la mortalidad general. En Michoacán, según la re- lación citada del Sr. D. Fernando Ramírez, pasa lo mismo que en Durango. En Guadalajara, sin tener de allí noticias exactas, sabemos que hay casos muy graves. El Dr. Alfredo Dugés, á quien consulté respecto de la sintomatología del envenenamien- to producido por estos animales, me contestó las siguientes palabras que textualmente copio de una carta suya. "Ningún dato positivo tengo sobre el efecto del piquete de los alacranes, pues aunque haya visto dos casos muy serios (no mortales) en Guadalajara en el año de 1860, no he conservado la relación de ellos. Recuerdo solamente que había fuerte calentura, trismus, espuma en la boca y convulsiones, y es todo/' En Iguala y otras poblaciones del Estado de Guerrero, se ven casos graves en los adultos y mortales en los niños. Me refiere el Dr. Atanasio Es- parza, amigo y condiscípulo mío que ha ejercido la profesión médica durante algunos años en este Estado, que en el panteón de esa ciudad señalan álos viajeros los sepulcros de varias per- sonas que han sucumbido por piquetes de alacranes. También en la misma ciudad observó un caso muy curioso, por tratarse de una señora que estando en el trabajo del parto fué picada, suspendiéndose inmediatamente los dolores y contracciones uterinas. Habiendo propinado un gramo de raspadura de la haba del Cimaba cedrón, volvieron á presentarse unos y otros, desapareciendo todos los síntomas de envenenamiento. En Jo- jutla, del Estado de Morelos, el Sr. Amador Espinosa estudió esta enfermedad. Allí mueren muchos niños anualmente; el de mayor edad observado por él tenía once años. 1 Carecemos de datos respecto de otras localidades, pero puede suponerse que la temperatura influye mucho en la gravedad de ios pique- tes. En clima templado como el del Valle de México, y muy 1 El Dr. Santa María refiere un caso observado en un joven de 13 años y otro en una joven de 15. 69 particularmente en los fríos, como el de Toluca, los piquetes de alacrán causan una molestia pasajera, son casi insignificantes sus efectos. Respecto del extranjero tenemos datos muy escasos. "Los autores, dice el Dr. Blanchard en su obra citada, estiman de una manera muy desigual el peligro del piquete del escorpión. Ehremberg, picado cinco veces por Buthus quinquestriatus, no experimentó ningún accidente serio; mas los dolores que sintió fueron bastante vivos para hacerle suponer que las mujeres y los niños podrían sucumbir á consecuencia de ellos. Lucas, pica- do varias veces en Argelia, asegura que el dolor es menos vivo y menos irritante que el que resulta de un piquete de abeja. Ga- yón ha visto el piquete de dos especies argelianas, B. europaeus y B. australis dar rápidamente la muerte á animales pequeños, (Aves y Roedores); cita también dos casos de muerte en jóve- nes árabes, de edad de tres y nueve años; mas no conoce nin- gún caso mortal en adultos, á pesar de que estos son picados con frecuencia. Verdalle que ha vivido mucho tiempo en Bis- kra, refiere que los indígenas hablan frecuentemente de pique- tes mortales, mas él no ha observado caso alguno, sin dudar de la posibilidad del hecho, cree en su gran rareza. "Hemos llegado también nosotros á una conclusión idéntica como consecuencia de las noticias que nos han dado los médi- cos militares ó indígenas en Biskra, en Jougourt, en Temacin, en Kairouan y también en regiones más septentrionales de Ar- gelia y Túnez. Pasa lo mismo en Alto Senegal, según Bellamy: " Los escorpiones son comunes, nos escribe. No he oído decir que hayan causado la muerte, pero su piquete ocasiona dolores muy vivos, edema y linfangitis: estos síntomas desaparecen al cabo de medio día." Falkenstein asegura también que las espe- cies de la costa de Loango no producen la muerte, mas Bartels refiere, según relación de los indígenas interrogados por él, que el país de los Haussas, en el curso del Niger, tendría, entre otras especies, un escorpión negro, cuyo piquete, muy doloroso, sería siempre mortal. 70 "Ninguno de los Escorpiones de Europa es capaz de matar al Hombre, por lo menos ningún caso auténtico mortal nos es conocido. Plinio y Redi consideraban á los Escorpiones de Ita- lia como inofensivos. Pero Nini, picado por uno de ellos, sin duda por el Euscorpius italicus, en el dedo pequeño izquierdo, vió formarse en el lugar picado una gran pápula de un rojo lí- vido, después una flictena, al mismo tiempo que sentía ardor y comezón dolorosa; una ráfaga de ünfangitis se extendía hasta el codo, y siguió un ligero movimiento febril. Al día siguiente todos estos síntomas comenzaron á disminuir, y al tercer día todo había concluido. "En Costa Rica, según A. von Frantzius, los Escorpiones no ponen la vida en peligro jamás. En Colombia, según Posada Arango, Centrurus Degeeri y C. Edwardsi, no causan nunca la muerte al hombre: su piquete no provoca siquiera ca- lentura, y comunmente los accidentes desaparecen en menos de veinticuatro horas. En el número de los síntomas se nota siempre en la lengua que hace embarazosa la palabra, al mismo tiempo que las facultades táctil y gustativa están embotadas. "Los Escorpiones son temidos en todas partes con justicia. Mas su piquete no es jamás mortal para el hombre adulto y sano, lo es frecuentemente para los niños, en razón de su talla más pequeña, que hace que la cantidad de veneno inoculado seaj proporcionalmente más considerable que en el adulto. A causa de su cuerpo más pequeño y de su sensibilidad mayor las mujeres sufren más con el veneno que los hombres y sucum- ben con más facilidad." Además del clima y de la edad, hay que tener en cuenta la estación del año. El pronóstico varía según ella. En la estación más caliente hay mayor peligro, y esta es regla general aplica- ble á todas las ponzoñas. En Durango, según el Dr. Herrera, la observación vulgar atribuye á estos animales el hecho de ir picando cuanto estorbo encuentran á su paso al salir de su es- condite; de allí el hecho, recogido también por la observación vulgar, de atribuir mayor gravedad á la inoculación hecha ápri- 71 ma noche, qne á la verificada á otra hora, porque se afirma que las glándulas secretorias de la ponzoña están más cargadas ó funcionan más activamente en estos primeros momentos que después cuando han sido agotadas por el repetido trabajo de secreción. Sea cierta ó no la explicación, la observación, añade el Dr. Herrera, no carece de exactitud. No todas las especies que habitan la misma localidad, poseen una ponzoña igualmente activa, y este hecho debe entrar natu- ralmente como elemento importantísimo en el pronóstico. En Durango, por ejemplo, se dice que sólo el alacrán amarillo, no muy corpulento, pues tiene sólo 55 milímetros de longitud (Centrurus gracilis, Latraille), es el único cuyo piquete es mor- tal para los niños, debiendo tenerse presente que allí viven otras especies, de color negro, de tamaño mayor que el anterior, y sin embargo su ponzoña no tiene la actividad de aquel. Otros elementos influyen en el pronóstico: la intensidad de los síntomas referidos, ya sea considerados en conjunto, ya sea en atención á algunos solamente; las convulsiones violentas y repetidas son de suma gravedad; las hemorragias abundantes por el estómago, los intestinos ó el pulmón, indican una termi- nación funesta. Anatomía patológica. No tenemos conocimiento de las alte- raciones anatómicas que presenten los cadáveres de los niños muertos á consecuencia de piquetes de alacranes. El Dr. He- rrera supone que las principales lesiones se verifican en los cen- tros nerviosos y los pulmones, y que no debe haber ninguna especial que por sí sola fuese bastante á revelar la naturaleza de la muerte. Hace mención dicho facultativo, como hecho no- table, de la rapidez con que sobreviene la rigidez cadáverica. A veces, dice, mueren los enfermos en medio de una contracción general, la que no desaparece ya en el cadáver sino hasta que se empiezan á verificar los fenómenos de descomposición. En los que mueren por asfixia, añade, inmediatamente después de la muerte aparece la dureza muscular, por lo que creemos que el veneno tiene una acción propia sobre las fibras musculares. 72 Tratamiento. Se ha hecho y se hace al presente, uso de mil medios ó métodos curativos en los casos de inoculación de la ponzoña del alacrán, con resultados á veces inciertos, en algu- nos notoriamente perjudiciales y en pocas ocasiones favorables. Los medicamentos que se aplican y los métodos que se ponen en acción tienden, unos á quitar ó destruir la ponzoña deposi- tada en la herida, otros á impedir su acceso á los centros ner- viosos, en otro grupo se colocan aquellos que favorecen su elimi- nación del organismo, y en otros, finalmente, los que combaten los síntomas que se presentan, entre los cuales parecen de ma- yor importancia los dependientes del sistema nervioso. Para quitar la ponzoña depositada en la herida producida por el aguijón del alacrán, el Dr. Espinosa dice haber practicado, en cinco casos de inoculaciones recibidas en los dedos ú otros puntos de las manos, una pequeña incisión suficientemente pro- funda para dar sangre, y ejerciendo la succión después, no ha visto aparecer ninguna manifestación morbosa; el tratamiento, añade, fué ejecutado inmediatamente y los pacientes mismos, afsentirse heridos, habían entorpecido la circulación apretando con fuerza el puño correspondiente al miembro picado, lo que no debe olvidarse para explicar el resultado, supuesto que en el mayor número de casos la absorción es casi inmediata. La incisión se hará superficial, de manera que no interese más allá del espesor de la piel, pues en ciertas regiones del cuerpo, he- chas por manos inexpertas, podrían tener sus inconvenientes. Por otra parte, teniendo la boca y las encías, lengua, etc., sa- nas, no hay peligro alguno en chupar heridas, cualquiera que sea la ponzoña ó veneno animal de que se trate, pues éstas no tienen acción alguna sobre el organismo ingeridas en el apara- to digestivo. Las ventosas sajadas que muchas personas aplican, producen el mismo efecto que la succión. Una señora citada por el Sr. Espinosa las usaba obteniendo siempre buen resultado, con la circunstancia notable de que antes de que empleara este medio había sido picada varias veces, resintiendo todos los síntomas 73 del emponzoñamiento. La aplicación de las ventosas, dice con justicia el mismo Sr. Espinosa, no es posible en todas las partes del cuerpo, y por ese motivo debe considerarse como más practi- cable la incisión seguida de succión, que puede ejecutarse cual- quiera que sea el punto herido. Para reconocer este punto, será necesario buscar la pequeña pápula que se forma en el punto de la inoculación, si se trata de un niño pequeño, ó dirigirse al lugar que señale el herido y que siempre podrá indicar. La destrucción de la ponzoña loco dolenti puede obtenerse con la cauterización producida por el hierro candente ó por una substancia que desorganice y destruya los tejidos. Se ha hecho uso en Alemania para este fin del hipoclorito de cal; en la In- dia se aplica sobre la herida la raíz de la planta Achyrantes áspe- ra previamente macerada en agua; los médicos franceses curan en Africa á los soldados de su ejército aplicando en la herida algunas gotas de amoniaco, lociones de agua amoniacal y les prescriben algunos baños de agua simple. Antiguamente se usa- ba un aceite de Escorpiones que obraba, se supone, por el amo- niaco que debía producir la descomposición de estos animales. El Dr. Santa María, de Durango, recomienda el uso de un cuer- po cualquiera en ignición, como cigarro, puro, etc. La combus- tión de una ó varias cabezas de cerillo sobre el sitio picado pue- den producir el resultado que se busca. Con el mismo fin se usa en el país la goma de la planta llamada Cuajiote aplican- do un pequeño fragmento en el punto de la inoculación y sos- teniéndolo allí con una venda. Se quita esta curación después de algunas horas (Espinosa). El ácido fénico, el vinagre y otras muchas substancias se han empleado con éxito variable. Para impedir la absorción de la ponzoña depositada en la he- rida se pone una ligadura, cuando es posible hacerlo, entre ésta y el corazón. Como observa juiciosamente el Dr. Herrera, no puede aplicarse físicamente este medio en todos los sitios del cuerpo, y para ser eficaz tendría de hecho que paralizar la cir- culación en la parte del cuerpo efectada, lo cual es peligrosísi- mo por la eminencia de la gangrena en tejidos privados de su 74 elemento vivificante y nutritivo, la sangre. En un caso citado en su "Memoria" el Dr. Santa María dice, que hubo necesidad de amputarle el brazo á un niño por este motivo. Se trataba entonces de la mordedura de una víbora. Eb otro caso citado por el Dr. Herrera, se amputó un dedo á una mujer picada por el alacrán. La ligadura y la incisión seguida de succión lo mis- mo que la cauterización, deben practicarse, para ser eficaces, por manos hábiles que comprendan bien el objeto de estos proce- dimientos, y que eviten sus inconvenientes. Yo creo que es per- fectamente aplicable en tales circunstancias el procedimiento llamado ligadura de Bosc, que consiste en aflojar de cuando en cuando, por un segundo la ligadura, para no permitir al veneno que circule sino por pequeñas porciones, é impedir así que obre de un golpe sobre el sistema nervioso. El Dr. Alfredo Dugés, en su Monografía de los crótalos de México, refiere cómo fué mordido en el dedo índice izquierdo por una víbora cascabel, Crotalus lugubris, y los medios que empleó para curarse. Con- sistieron éstos principalmente, en la cauterización inmediata con el nitrato de plata y después con el bromuro de hierro, en la aplicación de la ligadura de Bosc y en otros medios coadyu- vantes. Una vez que la ponzoña ha penetrado al torrente circulato- rio, apareciendo los síntomas de envenenamiento, la indicación consiste en procurarla eliminación ó expulsión de ella, ó su des- trucción en el mismo interior del organismo. Para lo primero se han recomendado varios medios que tienden á excitar el su- dor que es el vehículo más favorable para conseguirlo. Con esta mira se procura desde luego abrigar á los enfermos, colocándo- los en su lecho bien arropados, y prefiriendo una recámara no expuesta á las corrientes de aire. La mayor parte de los medi- camentos administrados en bebidas calientes ó en licores espi- rituosos, los baños de agua á temperatura elevada y los sudo- ríficos en general son útiles, porque provocan la sudación y la eliminación consiguiente de la ponzoña. El Dr. Flores Parra que ha ejercido su profesión en Miacatlán del Estado de Morelos, 75 población en que viven alacranes ponzoñosos, ha propuesto el uso del jaborandi para obtener más rápida y seguramente la secreción sudoral. El Dr. Espinosa, en confirmación de la idea del Dr. Flores Parra, cita dos casos de la aplicación de los su- doríficos con excelentes resultados. Una señora, dice, marchan- do cerca de su niño, de once años de edad, sintió en el cuello el aguijón de un alacrán, y al llevar su mano precipitadamente para librarse del animal, lo arrojó sobre un pie del niño, donde el animal picó tres veces; la señora se puso por toda curación en el punto herido un parche de Monópolis,1 momentos des- pués aparecieron síntomas de emponzoñamiento; el niño fué colocado inmediatamente en su lecho y bien abrigado, después de ligarse el miembro inferior interesado, arriba del punto he- rido; al cabo de pocos instantes un sudor abundante se mani- festaba, y ningún síntoma de emponzoñamiento. A una joven ya con todos los síntomas de emponzoñamiento se le adminis- tró el jaborandi á las diez de la noche, al día siguiente habían desaparecido los vómitos, el tialismo y el meteorismo, persis- tiendo aún el hormigueo. El Dr. Herrera insiste, con razón, en la importancia que tiene en estos casos el evitar el enfriamento. Como ejemplo cita el caso siguiente que traslado textualmente: "Uno de tantos charlatanes extranjeros, que con el título de médicos explotan la credulidad é ignorancia públicas, fué llama- do para asistir un niño de cinco años picado de alacrán, y encon- trándolo en estado alarmante de excitación por las convulsio- nes musculares, ordenó un baño frío, lo más frío posible, acaso por haber oído decir que el agua fría es un calmante poderoso del sistema nervioso. Sumergir al niño y sobrevenir la muerte á consecuencia de una congestión cerebro-pulmonar fué todo uno; lo cual era fácil de prever, acordándose del equilibrio, del balanceo mejor dicho, que existe entre la circulación de la piel y la de las visceras. Contraídos por el frío, los vasos de la su- perficie cutánea repelieron la sangre hacia el interior, y ya con- 1 Medicina de patente que recomiendan en México para curar llagas, etc. gestionados el pulmón y el cerebro por el hecho mismo del en- venenamiento, no pudieron resistir la suma afluencia de sangre; de allí la muerte instantánea." La explicación anterior parece racional y fundada. De todos modos importa conocerla para lo que pueda importar. Se ha recomendado también el uso de la pilocarpina, alcaloide que á una poderosa y rápida acción su- dorífica une la ventaja de provocar un abundante tialismo, ílu- dificando también (Herrera) las secreciones salivar y brónquica, cuya viscosidad molesta tanto á los enfermos. Puede adminis- trarse por la vía hipodérmica, consiguiéndose así la rapidez de la acción y la dosificación exacta del medicamento. Prescindien- do de enumerar otras muchas substancias que se reputan como específicos y que probablemente ó son eliminadores más ó me- nos activos, entre los cuales parece debo contarse el ioduro de potasio iodurado que el Dr. Manuel Villada sabe se aplica en ciertas localidades del país con resultado satisfactorio, haremos mención solamente de algunos medios auxiliares de los medi- camentos indicados, como son aquellos que tienden á activar la circulación y calorificación de la piel, como por ejemplo, las fricciones estimulantes, los sinapismos, etc. Para combatir los síntomas nerviosos, principalmente los con- vulsivos que son los más notables y temidos se han recomen- dado el opio, el alcohol, el cloroformo, los bromuros de amo- niaco, potasio y sodio y el cloral. Las ideas del Dr. Herrera respecto de la aplicación de estas substancias en los casos de inoculación de la ponzoña de los alacranes, nos servirán para redactar esta parte tan importante, puesto que dicho médico ha ejercido algunos años en Durango y puede decirse que su opi- nión es de autoridad en el asunto. El opio puede prestar servicios reales por la calma que su administración bajo diferentes formas produce en los centros nerviosos; mas puede presentar inconvenientes en un estado patológico que por sí solo puede ocasionar congestiones y as- fixia, principalmente en los niños á quienes los opiáceos hacen caer en un estado de estupor alarmante. 76 77 El alcohol es una de las medicinas más frecuentemente em- pleadas por el vulgo, sin duda por el hecho de que en los indi- viduos en estado de embriaguez el piquete del alacrán no hace sus efectos, ó éstos si se presentan son muy leves. La excitación del sistema nervioso que producen los alcohólicos, unida á la que produce la misma ponzoña, determina la exaltación de las facultades cerebrales y de mayor actividad á toda clase de mo- vimientos. Por esta razón, no sólo está indicado su uso, sino que al contrario, según el Dr. Herrera, está claramente contra- indicado. La administración del cloroformo en esta enfermedad es de- bida al Dr. Santa María. Sus efectos de excitación son muy rá- pidos; pronto se presentan la resolución muscular y la insensi- bilidad, calmando casi instantáneamente las convulsiones y contracturas musculares; cesa todo sufrimiento, y mientras tan- to se favorece la eliminación de la ponzoña. " Tiene este agente, dice el Dr. Herrera, la incomparable ventaja de manejarse á voluntad, pudiendo hacer cesar su empleo, cuando se haya obte- nido efecto de las otras medicinas. Pequeñas cantidades inhala- das sucesivamente y sin llegar á un estado profundo de anestesia, bastarán en todos los casos, siendo posible de esta manera pro- longar indefinidamente su uso. No está exento de peligros por el estado congestivo del pulmón; pero la prudencia en su empleo pondrá al abrigo de la asfixia manteniendo fácil y regular la res- piración. Habrá que vigilar constantemente sus efectos para prevenir cualquier accidente que por lo demás se podrá conju- rar con los medios ordinarios." El Dr. Santa María refiere que en más de trescientos casos en que ha usado el cloroformo, en la mayor parte ha logrado salvar la vida de los enfermos, y en todos ha procurado el alivio, la tranquilidad indispensable para esperar la eliminación do la ponzoña por la acción de las medicinas que se aplicaron. El cloroformo debe usarse en su oportunidad para combatir el estado convulsivo grave, antes se pueden ensayar los bromu- ros y el doral. El doral administrado á dosis cortas y frecuen- 78 tes, produce un efecto sedativo análogo al del cloroformo. No debe ministrarse á dosis alta, en una sola toma, como lo de- muestra la observación siguiente del Dr. Herrera: " Urgidos por la intensidad de las convulsiones elevamos en un niño las dosis de medicamento, conseguimos en efecto dominar la convulsi- bilidad sin recurrir al cloroformo y dimos tiempo á que se eli- minara la ponzoña; pero cuando el enfermo se había salvado del piquete mismo, empezamos á notar una alarmante depre- sión y lentitud del pulso; los latidos cardiacos eran apenas per- ceptibles, la faz plomiza revelaba la torpeza de la circulación, en una palabra, estaba constituido en estado sincopal peligroso. Estos efectos que se manifestaban en medio de una anestesia profunda y cuando ya la ponzoña después de doce horas de inoculado había tenido tiempo de eliminarse, eran indudable- mente debidos al cloral, y así lo combatimos, logrando al fin salvar al pequeño enfermo después de veinticuatro horas de lu- cha, sin contar las doce empleadas en la atención del piquete mismo." La dosis empleada en casos análogos por el Dr. He- rrera ha sido de medio gramo para los niños y un gramo para los adultos al principio, dando después de diez á quince centi- gramos á los primeros, cada cuarto de hora, y el doble para los adultos en el mismo tiempo, vigilando sus efectos y suspendien- do cuando es manifiesta la anestesia. Aconseja hacer uso de la- vativas cuando no se puede administrar por la boca con la pre- caución de diluirlo suficientemente para evitar la cauterización de la mucosa rectal. En casos de urgencia puede introducirse la medicina por medio de inyecciones hipodérmicas, saturando con cloral la cantidad de agua que puede contener la jeringa de Pravaz; pero son cáusticas estas inyecciones y casi siempre ocasionan escaras, leve mal, dice el Sr. Herrera, que habrá que tolerar toda vez que el método subcutáneo es el mejor y más activo. En cuanto á los bromuros de amonio, potasio y sodio, es conocida su acción sobre el sistema nervioso. Pueden usarse por la boca ó en lavativa, no en inyecciones hipodérmicas, á do- sis alta, sin peligro alguno, solos ó asociados al doral. El Dr. Herrera habla de otras substancias aplicadas á veces con buen éxito para combatir el tétanos, pero que han sido ex- perimentadas en el piquete del alacrán. Estas substancias son: la curara, la flsostigmina y la eritrina. Su acción fisiológica co- nocida le hacen augurar resultados felices de su aplicación en la última enfermedad. La electricidad tal vez podría, bien con- ducida, producir resultados benéficos. Concluye su interesante estudio con las siguientes palabras: "Aconsejaríamos á las fa- milias, si esto llega á su conocimiento, no hicieren aplicaciones de ninguna especie, que en la mayoría de casos comprometen la situación. Todas las panaceas, todas las bebidas, toques, etc., con que se explota la credulidad, son, si no directamente per- judiciales, sí de una manera indirecta por el tiempo que hacen perder. Acúdase á persona de conocimientos ó cuando mucho apliqúese la cauterización con fuego á la incisión seguida de suc- ción, y eso siempre que sea in continenti. Con esto disminuirá la cifra de mortalidad que aparece alta, indudablemente por ne- gligencia ó ignorancia." Por mi parte aconsejaría la ligadura de Bosc como se explicó antes, la succión para limpiar el lugar he- rido, y si no se aplica el fuego, hacer uso del amoniaco, el ni- trato de plata, ó cualquiera otra substancia capaz de cauterizar. En el caso de que aparezcan las convulsiones, el cloroformo aconsejado por el Dr. Santa María prestaría sin duda servicios eminentes*. 79 9no- ORDEN. SOLPUGIDEOS. SOLIFUGIDEOS. Arácnidos con la cabeza, tórax y abdomen distintos, el abdomen se compone de nueve segmentos y la respiración es traqueal. Por su organización son intermedios entre los arácnidos y los insectos. Su cuerpo alargado está cubierto de un vello es- peso y las patas tienen pelos largos, rígidos, á veces muy largos. Son nocturnos, y á pesar de no haberse encontrado glándulas ponzoñosas, se les considera comunmente como venenosos. En la Rusia meridional, dice Taschenberg, los indígenas abando- nan la región en que á menudo se presenta este arácnido peli- groso para el hombre y sus ganados. Cuando los camellos, ove- jas y carneros se entregan allí al reposo al aire libre durante el verano, acuden los gusanos mágicos (nombre que dan á los so- lípugos), y agarrándose á las reses les introducen sus tenazas, que sin duda contienen veneno. El vientre se hincha y con har- ta frecuencia sucumben los animales mordidos, por electo déla ponzoña. La picadura, prosigue diciendo el mismo naturalista, es en extremo dolorosa y produce en el hombre una fuerte irri- tación, parálisis, dolores de cabeza y desmayos pasajeros. Se han hecho experimentos que demuestran la ferocidad de los solípugos. Se les ha visto atacar á toda clase de insectos, á los murciélagos, á las ratas, lagartijas, etc. Ni los escorpiones se li- bran de sus embestidas, pero en ellos no siempre salen ven- cedores. La familia Solpúgida comprende cuatro géneros y unas trein- ta especies, que viven principalmente en los climas cálidos. El género Gluvia se caracteriza por sus pies (tarsos) formados con un solo artejo, largo y delgado. Las especies de este género vi- ven en México especialmente, se les llama "Genísaros," care- cen de veneno según el Dr. Dugés. 1 Gluvia cinerascens, Koch; Solpuga limbata, Lucas. Galeodes limbata, Lucas. 2 Long. 8 lín. El cefalotórax es plano, alargado, truncado y es- trecho en su parte anterior, más ancho en su medio y arredon- dado posteriormente; las mandíbulas son filiformes, cubiertas de pelos morenos, con los ganchos rojizos en su nacimiento y negros en su base; los palpos son muy alargados, formados de cuatro artejos, de los cuales el último es un poco más grueso 80 1 Elementos de Zoología. 2 M. Lucas. Histoire natur. de aniinaux articules. París 1842. en su extremidad; el abdomen es moreno, erizados de pelos del mismo color, muy alargado, estrecho anteriormente, más ancho y redondo posteriormente; arriba ofrece una banda de un mo- reno muy claro, que lo atraviesa en toda su longitud; los bor- des laterales están rodeados por rayas anchas, de un moreno obscuro y erizado de pelos leonados; abajo es moreno y cubier- to de una cantidad innumerable de pelos del mismo color; las patas no son muy alargadas, el cuarto par es el más largo de todos, con su primer artejo de un moreno muy claro en su na- cimiento; los siguientes son morenos, con excepción del último que es enteramente rubio; el tercer par de patas es más lar- go que el primero, el segundo es el más corto; todas son del mismo color que el primer par. Se ha encontrado en México. 81 CLASE. INSECTOS. HEXAPODOS. Anillados con seis patas, cuyas diversas piezas están articuladas entre si; con el cuerpo compuesto de las partes bien distintas, cabeza, tórax y abdomen. Su respiración es aérea y casi siempre tienen cua- tro (das, á veces dos solamente [dípteros], y en pocos casos están des- provistos de ellas [ápteros]. Sería demasiado largo el hacer aquí la descripción minucio- sa de esta clase tan natural y tan fácil de distinguir. Todos co- nocen la importancia mayor que tienen en la naturaleza y saben que cuando se multiplican con exceso, pueden venir á ser una de las plagas más temibles para el hombre; ejemplo de esto son la Phylloxera de la vid, la langosta y otros que en su estado perfecto (imago), hacen inmensos perjuicios en los campos cul- tivados, y las larvas ó insectos en su estado imperfecto, que comprometen á veces á tal grado las cosechas, que en tiempos antiguos se recurrió hasta á las excomuniones y los exorcismos para procurar su destrucción. Zoología.-6 No solamente nos interesan los insectos por las relaciones que pueden tener con la agricultura y la industria, también por las que tienen con la medicina. Desde este punto de vista, nos importa estudiar aquellos que nos son benéficos bajo cualquier aspecto, ó que por el contrario, pueden perjudicarnos de algún modo. Contamos entre los del primer grupo á las cantáridas, á las abejas, al aje ó ni-in, etc., etc.; y éntrelos del segundo álas niguas, los moscos zancudos, las moscas que depositan sus hue- vos en las narices [Luoilia], los oestridos que depositan también su progenitura en la piel humana [Moyocuiles], etc. La vida de estos pequeños séres, presenta rasgos verdadera- mente maravillosos, y su estudio interesa al médico fisiologista, al filósofo y al naturalista. En los dípteros (mosca, mosco zan- cudo, etc.), la trompa es de un calibre tan reducido, que los lí- quidos que les sirven de alimento no podrían pasar por su adhe- rencia á ese tubo capilar, si la naturaleza no los hubiera provisto de un buche, especie de saco anexo al esófago, que funciona como bomba aspirante. Algunas de las piezas de la boca pre- sentan un dimorfismo notable. El macho, en algunas especies, está desprovisto de partes de ella que en las hembras son ar- mas temibles como las mandíbulas del tábano y los estilos del mosco zancudo. La razón de esta diferencia consiste en las fun- ciones encomendadas á las hembras, así, por ejemplo, en los moscos citados las hembras fecundadas necesitan un suplemen-v to de nutrición azoada para llevar á buen término el desarrollo de su progenitura, nutrición que no necesitan los machos, y por eso ellas están armadas, para tomar la sangre de los animales en esas circunstancias. Para facilitar esta operación tienen glán- dulas que secretan líquidos irritantes que, depositados en el mo- mento de picar en la herida, determinan una acumulación de sangre [ubi stimulusibi afluxus] y de consiguiente la chupan en- tonces singran esfuerzo. En una tribu de los dípteros, la de los (Estridos, tan notable por sus costumbres y su organización, los órganos bucales son á veces rudimentarios ó faltan por com- pleto, y lo mismo pasa con varios Neurópteros y mariposas: la 82 83 carencia de órganos tan importantes para la vida se explica por la poca importancia que tiene relativamente la nutrición en ellos, pues al estado de imago ó de desarrollo perfecto, todos se ocu- pan de la reproducción preferentemente, y algunos con exclu- sión de otra función cualquiera. El instinto de la reproducción es llevado á un grado muy alto en ciertas especies, como lo de- muestra el experimento hecho con un efímero por un natura- lista de gran reputación. Estos neorópteros se parecen á los moscos por su pequeño tamaño y por la forma general del cuer- po, distinguiéndose por tener siempre cuatro alas, las patas an- teriores muy largas y el abdomen terminado por tres largos filamentos de igual longitud. Los efímeros se llaman así, porque al estado adulto viven muy poco tiempo, no toman alimento alguno y sólo se ocupan de su reproducción. En los instantes en que un efímero pasaba de su estado larvario al estado per- fecto, el citado naturalista le cortó la cabeza, lo cual no impidió que el animalito encontrase una hembra, con quien se apareó, muriendo en seguida. Un fenómeno muy interesante en la vida de algunos insectos es el que Siebold ha llamado partenogenesis ó reproducción vir- ginal, y consiste en la reproducción sin fecundación previa. Sin necesidad de machos, las hembras de las abejas, por ejem- plo, pueden poner huevos, de los cuales nacen únicamente ma- chos. El desarrollo de que son susceptibles los huevos, sin fe- cundación, se ha observado no sólo en las abejas, también en algunas mariposas, crustáceos y arañas. En el estado actual de la ciencia no puede darse una explicación satisfactoria de esta reproducción sin cópula, la cual ha sido á veces considerada co- mo una teoría falsa. J. Lichtenstein opina así tratándose de los pulgones. (Evol. biolog. des pucerons, 1883). El descubrimiento de un órgano especial de forma vesicular anexo al oviducto y llamado receptáculo seminal, depósito en el que se conserva por mucho tiempo (algunos años en las abejas reinas) el licor semi- nal con sus propiedades fecundantes, nos da la solución de al- gunos hechos importantes. La Entomología mexicana comprenderá el estudio de muchos millares de especies, y se puede decir que actualmente sólo poseemos algunos datos para formarla. Es justo hacer en este punto una mención honorífica del malogrado naturalista D. Apo- linario Nieto, de Córdoba, que formó varias colecciones, espe- cialmente de coleópteros, una de las cuales, sin duda la mayor, contaba unas veinte mil especies, clasificadas. Otro naturalista distinguido que mucho ha contribuido también para el adelanto de nuestra entomología, es el Dr. Eugenio Dugés, residente hoy en Michoacán, y bien conocido en el mundo científico por sus trabajos respecto de coleópteros. A él debemos una excelente monografía de los Meloídeos de México, tan interesantes desde el punto de vista de nuestra medicina nacional, pues algunas especies, muy ricas en cantaridina, nos sirven para la prepara- ción de emplastos vejigatorios muy enérgicos. Los estudios de Saussure acerca de Ortópteros de México y los de los natura- listas que redactan en Londres la Biología Gentrali-Americana, son elementos indispensables para cualquiera que desee tener noticias de la fauna entomológica de México. A pesar de resentirse de la época en que se escribieron (1767), son importantes las noticias que respecto de México dejó con- signadas en su "Historia Antigua de México" el ilustrado je- suíta mexicano D. Francisco J. Clavijero. Se refiere allí á los co- leópteros, llamados por los mexicanos Mayatl y Pinacatl; á los Cocuyos luminosos, á las abejas indígenas, entre las cuales cita especialmente á las de Yucatán y Chiapas que hacen la miel llamada estabentum, clara, aromática y de un gusto superior, dice, á todas las especies de miel que conocemos; á las moscas y mos- cos y á los productos de éstos, como el ahuaulitli, formado por huevos innumerables que los pescadores recogen délos juncos ó espadañas y venden en los mercados de las ciudades, com- para su sabor á la hueva de pescado. Refiere las observaciones siguientes respecto de las cucarachas: los barcos que venían á México infestados con un número excesivo de chinches, á su regreso para Europa, se veían libres de ellas á causa de las cu- 84 85 carachas; estos insectos, dice, son también enemigos de los li- teratos, pues consumen de noche la tinta si no se cuida de tener bien tapado el tintero. No se olvida de las mariposas del país, cuya variedad y hermosura, según su propia expresión, no pue- de representar el mejor pincel. Menciona también algunas de las invasiones de langostas, las niguas, la cochinilla, etc. Para la división en órdenes de la clase de insectos se atien- de principalmente á los órganos de manducación, á los carac- teres de las alas y á sus metamorfosis. Estos órdenes son los siguientes: Ortópteros, Neurópteros, Ripípteros, Hemípteros, Díp- teros, Lepidópteros, Coleópteros ó Hymenópteros. 1? ORDEN. ORTOPTEROS. Insectos cuya boca está dispuesta para la masticación, con cua- tro alas de nervación desigual y con metamorfosis incompleta. De todos los insectos de esta orden que viven en México, sólo la especie langosta merece, desde el punto de vista médico, una especial atención, por la relación que se cree existe entre las invasiones que verifica en nuestro territorio periódicamente, y la aparición de una enfermedad coleriforme epidémica que sigue su mismo itinerario. De los otros ortópteros, las Tijeretas, Labia mexicana Borm, cuyo abdomen termina en un apéndice en forma de pinza, á cuya conformación especial debe el nom- bre vulgar que lleva; son de cuerpo pequeño y no tienen pon- zoña alguna como se supone comunmente, de manera que sus heridas no pueden ser temibles: los Zacatones, Bacteria Azteca, Saussure y otras especies, llamados así por su parecido con una brizna de paja (Zacatl en mexicano), á pesar de la opinión vul- gar, ni son ponzoñosos para el hombte, ni hacen reventar á los animales cuando los comen por casualidad mezclados con el forraje. El grillo común {Gryllus mexicanas, Saussure) tiene una aplicación como medicina vulgar: el cocimiento en el agua de 86 una pata de este animalito se usa para combatir la retención de la orina en el hombre y los animales. Langosta común. Acridium peregrinum, Ollivier. Bibl. Colección de documentos é informes sobre la Langos- ta que ha invadido la República Mexicana en los años de 1879 á 1886. México. Ofic. Tipog. de la Secret. de Fomento. 1886. Sinonimia y distribución geográfica de la Langosta peregrina, por el Dr. Carlos Berg. Anales de la Sociedad Científica Argen- tina. Tomo IX p. 275. Reimpreso en la "Naturaleza." México. Vol. 5, p. 46. (Rev. cient. de Méx. y el extranj.) Informe del Colector del naturalista de la Comisión de límites en Guatemala sobre la langosta. Inserto en "El Estudio," órgano del Inst.* Méd. Méx. Tomo I, núm. 4, pág. 59. La enfermedad colerifor- me de Chiapas, por el Dr. Gustavo Ruíz Sandoval. Gac. Méd. de Méx. Tomo XVIII, núm. 8. En el grupo de los ortópteros saltadores, el género Acridium de Latreille está caracterizado por tener: Protórax con un tu- bérculo recto ó curvo; bordes anteriores y posteriores angulo- sos; mandíbulas y dientes maxilares con dientes agudos. De este género viven en México varias especies.1 Acridium concolor, Walker (?) Cat. Dermap. Salt. W. 610. ,, toltecum, Saussure. (Reg. templ.) Rev. et Mag. Zool. XIII (1861) 163. ,, piceifrons, Walk. (Orizaba). Cat. Dermap. Salt. III, 578. ,, vitticeps, Walk. (Oaxaca), 579. „ scutellare, Walk. (?) ,, vicarium, Walk. (Orizaba y Oaxaca) 580. ,, strenum, Walk. (Oaxaca). ,, propium, Walk. (Oaxaca), IV, 621. „ pantherinum, Walk. (?) 623. El Sr. Ingeniero D. José Segura, apoyándose en la opinión del distinguido entomologista francés M. Sallé, cree que la es- pecie de langosta que invadió la República en los años 1879- 1 Sinopsis oj the Acrididce of North America. By Cyrus Thomas. Ph. D. Washington. 1873. 1886, es el A. peregrlnum. En su informe al Ministerio de Fo- mento (Colee, ele document. etc., pág. 93) asigna al insecto los caracteres que se enumeran en seguida. Para la rectificación de la especio es importante esta transcripción. "La langosta, que en distintas ocasiones ha invadido al país, presenta los caracteres siguientes: Cuerpo grande, de cuarenta y ocho milímetros, alargado, moreno rojizo, subcomprimido, ca- beza con cuatro quillas, relieve frontal entre las antenas, con- vexo y ancho, los dos relieves centrales, que parten del vertex, se estrechan hacia el tercio de su longitud hasta la foceta, donde es- tá la ocela y de allí parten paralelos hasta la extremidad del opis- tomo; ojos oblongos compuestos y prominentes, tres ocelas, an- tenas largas y filiformes de veinticuatro artejos, penúltimo artejo de los palpos más corto que el último, labro arredondado, más ancho que largo, escotado en su medio, coriáceo, membranoso, cubriendo completamente las mandíbulas; amarillo rojizo; éstas cortas, fuertes y voluminosas, con cinco dientes y un tubérculo morenos; palpos labiales de tres artejos, barba dividida. Pro- notum comprimido y prolongado hacia atrás sobre la base de los élitros y arredondado, rojo pulga con una raya amarilla en medio, que se extiende desde el vertex y termina en punta en la mitad de los élitros, y dos rayitas morenas paralelas á los lados. La raya amarilla en la larva es negra y termina en la mitad dor- sal del abdomen. En la langosta adulta, ya vieja, desaparece reemplazándose por una quilla delgada y poco elevada; órganos alares heterómeros, pronatum provisto de un cuerpo recto y velloso, mesosternon y metasternon planos con una impresión en figura de cáliz, élitros estrechos y más grandes que el cuer- po, semicrustáceos y rojo pulga en la base, reticulados y trans- parente en los campos; en la estación cerrados hasta la extre- midad; venados con manchas cuadradas, morenas; el borde marginal amarillento. Alas perfectamente desarrolladas, plega- das como abanico y extendidas, abarcando un cuarto de círculo, transparentes y reticuladas, de la longitud de los élitros, sobre- pasando la longitud del abdomen. Patas robustas; las ancas del 87 88 primer par tienen por encima un diente triangular, corto y pla- no, ligeramente encorvado, muslos posteriores propios para el salto, amarillo leonado manchado de moreno, más cortos que el abdomen, dilatados en la base; las caras interna y externa, ofrecen cada una un compartimiento, donde está engastada en- tre los bordes salientes una escultura ó impresión en figura de fronda de helécho. A lo largo de la cara interna y cerca del bor- de inferior hay una ranura donde se coloca la pierna á voluntad del animal; el borde superior está finamente dentado. Piernas posteriores largas y delgadas, rojo vermellón con las extremi- dades de las espinas negras. Tarsos de tres artejos, con una pelota entre las uñas. Abdomen subcomprimido, aquillado por debajo, ocho anillos articulados, apéndices articulados del ma- cho, anchos en forma de paleta, cuadriláteros, con la placa sub- genital un poco prolongada y escotada en su extremidad. "La coloración general es moreno-rojiza, y los élitros ama- rillentos. Por todos estos caracteres este insecto pertenece al orden de los ortópteros, á la tribu de los acridianos, al género Acridium y á la especie peregrinum, variedad rosada." La langosta que procedente de la América Central, y origi- naria de la América del Sur nos invade periódicamente, cada cincuenta años se propaga, según se dice, de una manera ex- traordinaria y recorre grandes y variadas extensiones de terre- nos, dejando marcado su paso con la huella de sus depredacio- nes; mas no sólo la miseria y el hambre les siguen, también frecuentemente las epidemias marcan su itinerario, como ha su- cedido en nuestros Estados del Sur, que por su clima cálido ofrecen mayor facilidad para la vida de estos insectos. Una nota importante de Mr. John S. Kyle nos manifiesta la utilidad que los agricultores pueden sacar de los cadáveres de langosta, empleándolos como abono valioso, nitrógeno y fosfá- tico, fertilizado!' de los trigales principalmente. De esta manera pueden hacer, hasta cierto punto, dice el autor citado, que su enemigo muerto pague los gastos de la guerra. La análisis siguiente comprueba lo dicho antes: 89 Humedad 16.35 Materia orgánica 77.37 Ceniza 6.28 100.00 Las materias orgánicas contienen: Nitrógeno 69.15 Igual á amoniaco 11.83 La ceniza contiene: fosfato igual á ácido fosfórico... 2.09 " Suponiendo que los insectos estuvieren perfectamente se- cos, el valor como abono animal sería exactamente igual al de la sangre desecada," dice Mr. Kyle. Med. En el mes de Julio de 1882, apareció en las haciendas del Rosario y San Antonio, próximas al pueblo de San Barto- lomé de los Llanos en el Estado de Chiapas, una enfermedad que á veces era benigna y á veces tan grave, que los pacientes morían como con un ataque coleriforme fulminante. Do estos puntos de origen se propagó el mal en una extensa zona de 4G0 kilómetros, llegando en el Pacífico á Tonaláy Salina Cruz, en el Golfo á Frontera de Tabasco, recorriendo de Palizada en Campeche á Quiatoni en Oaxaca. Al principio se creyó que se trataba de la enfermedad del ji- quilite, afección gastro-intestinal que aparece en esas localida- des periódicamente al tiempo de la putrefacción que se hace en gran escala de la planta leguminosa Indigofera tinctoria L., con el objeto de extraer de ella la materia colorante que se conoce con el nombre de añil; mas bien pronto se cambió de opinión y entonces se dijo que era, ó una fiebre perniciosa de forma co- lérica, ó el cólera nostras, ó enfermedad de Estío ó tal vez el ver- dadero cólera morbus. Esta última opinión respecto de la natu- raleza del mal fué por fin la que prevaleció. El Consejo Superior de Salubridad por falta de datos había creído se trataba de la colerina, mudó de opinión, y fundándose principalmente en la transmisibilidad de la enfermedad, aceptó la idea de que se trató del cólera asiático; lo mismo creyeron unánimemente los médicos de Tabasco, reunidos en junta para deliberar acerca del diagnóstico y tratamiento de ella; los Dres. Chanona y Mar- tínez Vaca, residentes en Tuxtla Gutiérrez, lugar invadido, y los Dres. Maclas, Escobar y Torres, médicos militares que forma- ron la Comisión enviada á Tabasco por la Secretaría de Gober- nación para estudiar el mal. Etiología. ¿Cuál podía ser la causa de esta extraordinaria apa- rición del cólera en un pueblo como el de San Bartolomé de los Llanos, del Estado de Chiapas, situado en medio del Continen- te, con relaciones casi nulas con las Islas Filipinas, lugar en que al mismo tiempo reinaba el cólera? El Dr. Gustavo Ruíz San- doval, en su estudio presentado á la Academia de Medicina de México con el título de "La enfermedad coleriforme de Chia- pas," propone la explicación siguiente que transcribo textual- mente: "El Archipiélago Filipino está á la misma latitud que los Estados atacados, pues que ambos se hallan abajo de los 19° de latitud septentrional. Es verdad que no tenemos comercio directo con aquel país, y que caso de haber sido transportado por el tráfico, se hubiera desarrollado en algún punto del lito- ral, y no casi en el centro del Continente, en un pueblo de di- fícil comunicación con la costa. Queda sólo una hipótesis que rae atrevería á indicar, y es que puesto que están los dos paí- ses á la misma latitud, y que no hay entre Filipinas y nuestro Continente ninguna masa de tierra de alguna consideración, porque las islas que se hallan son insignificantes para modificar las corrientes de aire, quizá no fuere desacertado suponer que las corrientes atmosféricas, que el movimiento de la tierra ú otros agentes originan, pudieran haber transportado el gérmen de la enfermedad desde aquellos puntos donde de antemano existía, y fuera depositado por razones ignoradas en un terreno que como Chiapas presente condiciones favorables para su des- arrollo." Para explicar la causa de la enfermedad debe tenerse en se- ria consideración, como lo dice el Dr. Ruíz Sandoval, que per- sona respetable asegura que en esa época se abrían grandes 90 zanjas en el pueblo de San Bartolomé de Chiapas, para ente- rrar las larvas de langosta, Acridium peregrinum, Ollivier, que se hallaban al estado de saltones y que se procuraba destruir de esa manera. Dicha persona, de alto carácter en aquel Estado, decía que al abrir una de tantas zanjas se habían encontrado cadáveres humanos de los que sucumbieron en la última epi- demia de cólera, por los años de 1852 á 1853. Si esta noticia fuese auténtica se tendría una explicación del origen de la en- fermedad, á pesar de la diferencia de treinta años entre una y otra epidemia, pues no es posible el que el gérmen se conser- vase tanto tiempo en aquellos climas; mas llama con justicia la atención al Dr. Ruíz, que no hacen mención de este hecho tan importante, ni el Dr. Eduardo Esparza, médico militar comisio- nado por el Gobierno de Chiapas, ni el Dr. Próspero Alvarez, también médico militar comisionado por la Secretaría de Go- bernación, para estudiar el mal en los lugares de su nacimiento. Como antes decimos, en esa época invadía el Estado de Chia- pas la plaga de la langosta, que procedente de la América Cen- tral asolaba también* localidades pertenecientes á los Estados de Oaxaca y Tabasco. La coincidencia de que la enfermedad coleriforme siguió siempre el mismo itinerario en la extensa zona que invadió el acridio, hace sospechar fundadamente, en mi opinión, que la putrefacción simultánea de un inmenso nú- mero de insectos, envenenando las aguas potables, fué realmen- te la causa del mal. Por todas partes entonces ó precedía la langosta á la enfermedad ó la acompañaba, y es circunstancia digna de llamar la atención, la de que la enfermedad desde San Bartolomé, lugar de su origen, siguiese invariablemente la vía fluvial, primero por el río Grijalva hasta San Juan Bautista y Frontera, después hasta Huimanguillo, en el límite con el Es- tado de Veracruz, por el río Seco, y hasta el Estado de Campe- che por el río de San Pedro. Como lo dice el mismo Dr. Ruíz Sandoval, este hecho no es nuevo en la ciencia, pues en el Norte del Africa se han señala- do epidemias diversas, coincidiendo con la marcha de la lan- 91 gosta. Se ha atribuido la causa del mal en estas regiones, á la costumbre de comer langostas, principalmente en las épocas en que la destrucción de las plantas obliga á los habitantes de los países que sufren la plaga á echar mano de toda clase de ali- mentos para mitigar el hambre. Yo dudo mucho de esta expli- cación, atendiendo á que las langostas se han tomado como ali- mento en tiempos y naciones diversas, sin que jamás hayan ocasionado el mal que se les atribuye: el Evangelio de San Ma- teo refiere que San Juan Bautista en el desierto se alimentaba con grillos amasados con miel salvaje; los árabes las preparan despojadas de las partes duras como las patas, los élitros y la cabeza, y las salan; varios pueblos, como los Hotentotes, lla- mados por ese motivo acridófagos, hacen de las langostas un objeto de nutrición y de comercio. Cuando las cosechas son es- casas hacen con los acridios á que nos referimos una especie de pan, y algunos viajeros europeos aseguran que este alimen- to hace engordar mucho. Los indígenas de México, desde tiem- po inmemorial, comían con gusto el chapulín, vendiéndose para este objeto en algunos mercados, como en el Estado de Oaxa- ca. Recordando lo que dice el viajero inglés Mr. Barrow, res- pecto del olor de putrefacción que se exhalaba en el Sur de Africa de un gran banco de cadáveres de langosta, percibiéndose á la distancta de ciento cincuenta millas, comprendemos fácil- mente el envenenamiento de la atmósfera en circunstancias análogas. Por otra parte, en sus correrías, las langostas siguen casi siempre las vías fluviales, ya sea para servirse del agua co- mo bebida, por la humedad y temperatura más apropiada á su temperamento, ó por otra causa desconocida; el hecho es que como ya se ha notado en varias invasiones, tienen cierta ten- dencia á ahogarse en sus aguas. Es de suponerse la alteración consiguiente en éstas, cuando millones de millones de cadáve- res de acridios, entran en putrefacción en el líquido que los con- tiene. Las condiciones entonces son parecidas á las de las aguas del Ganges, cargadas de los gérmenes patógenos del cólera que le proporcionan los cadáveres humanos sepultados en sus bor- 92 des sagrados para satisfacer la superstición y el fanatismo de ciertos pueblos. El Dr. José Agustín Domínguez, de Oaxaca, emitió la idea de que la causa de la enfermedad coleriforme de Chiapas podía ser el aumento en esa localidad del cultivo de la planta que pro- duce el añil, lo mismo que ha pasado en la India inglesa por idéntica causa, según él asegura; mas estos hechos no están bien comprobados y tampoco se conoce la naturaleza de la en- fermedad atribuida á la putrefacción que se hace en Chiapas con la planta citada, pues mientras algunos aseguran que es el cólera esporádico, otros lo tienen por una fiebre de carácter pernicioso, y no falta quien diga es una disentería. (Ruíz Sali- do val; loe. cit.) En el "Informe del colector del naturalista de la Comisión de límites en Guatemala," el Sr. Dr. Rafael Montes de Oca, lla- ma la atención de los observadores científicos sobre ciertas coincidencias, tal vez casuales, como él mismo dice, entre las invasiones de langosta y la aparición del cólera en varias loca- lidades del Estado de Chiapas. Refiere dicho naturalista que al- gunos de los habitantes del Soconusco, recuerdan haber pre- senciado una primera invasión de langosta allí por el año de 1832: aquella invasión fué realmente asombrosa, puesto que cuando apareció formaba una nube que eclipsaba el sol, y á la vez que descendió posándose en los campos, parecía una masa compacta que se movía, destruyendo cuanta planta encontraba en su camino, siendo imposible hacerla emprender de nuevo el vuelo, y más todavía, el poderlas destruir; pero después, cuando apareció la cría y estaba en el estado que llaman saltón, es decir, cuando todavía no tiene alas y sólo da pequeños brin- cos para moverse, los Ayuntamientos de Tuxtla-Chico y otros lugares, ordenaron, pera destruirlas, que se hicieran grandes zanjas y se arreara hacia ellas aquellas masas de insectos jóve- nes que se sepultaron allí. Cuatro años después, por el de 1836, apareció en aquella misma localidad el cólera morbus que ya desde el de 1832 asolaba la parte Este de la República. 93 En el año de 1848 apareció por segunda vez la langosta en la misma región del Soconusco, tomándose por sus habitantes idénticas medidas para destruirla; y cuatro años después, en 1852, volvió á aparecer el cólera, que ya desde el 50 hacía es- tragos por otras partes, y también diezmó aquellos lugares. Por último, en 1879, apareció por tercera vez la langosta, procedente, como en las invasiones anteriores, del rumbo de Guatemala. Cosa notable, el insecto destruyó cuanta siembra encontró de maíz, frijol y algodón, los árboles frutales de toda especie y hasta el zacatón que comen las bestias, pero casi no tocó los plantíos de café que forman la riqueza principal de la parte templada del Soconusco. Los Ayuntamientos entonces, prosigue diciendo el Sr. Montes de Oca, no dictaron ninguna providencia para evitar el mal. Al aparecer la langosta esta úl- tima vez, también se creyó, como en la anterior, que traería el cólera, y en efecto, después, el año de 1882, apareció la epide- mia en Tonalá y otros lugares del Estado de Chiapas. Por todo lo dicho respecto á la etiología de la enfermedad coleriforme de Chiapas y otros Estados del Sur de nuestra Re- pública, se deduce que en su historia hay muchos puntos obs- curos que importa esclarecerse, si desgraciadamente, como es de suponer, se declaran otras epidemias de ella, se presentará un vasto campo de investigaciones científicas muy útiles para el progreso de la Medicina Nacional. Síntomas, marcha y terminaciones. Según el opúsculo del Dr. Ruíz Sandoval, la enfermedad revistió tres formas: una benigna, otra grave y otra fulminante. La primera forma era producida por substancias indigestas, y caracterizada por deposiciones primero pastosas, después ama- rillentas ó biliosas, y al fin blanquizcas ó mucosas, acompaña- das de calambres más ó menos fuertes y enfriamiento. Los síntomas cedían fácilmente y venía una convalecencia franca. Dicen que bajo esta forma ataca ála mayoría délos habitantes de los lugares infestados, y según el Dr. Alvarez, casi toda la guarnición de Juchitán la sufrió. 94 95 Los Dres. Esparza, Alvarez y Chamona, describen la forma grave de la manera siguiente: " Comenzaba generalmente en la madrugada con una deposición, sin que hubiera precedido sín- toma alguno prodrómico, ó habiendo tenido seis ú ocho horas antes cefalalgia frontal, calosfríos, vértigos, etc.: la deposición era precedida ó acompañada de dolor de vientre y formada de materias fecales al principio, que después se hacían biliosas y al fin acuosas, sin olor, con el aspecto llamado riciforme: ha ha- bido casos de enterorragias (Alvarez). " Al principio la lengua estaba blanca, había mal sabor y exis- tían náuseas; después aparecían vómitos, coincidiendo con la tercera ó cuarta deposición, compuestos al principio de subs- tancias alimenticias; se hacían después biliosos y tomaban por fin el aspecto que las deposiciones presentaban. Aparte de los dolores de vientre, solía presentarse (y el Sr. Alvarez lo consi- deraba como de funesto pronóstico) la cardialgía, simulando angina de pecho. La temperatura rectal se observó en algunos casos de 37° y aun de 39°, según el Sr. Alvarez, pero en el ma- yor número de casos se vió de 36.5 y aun de 36. La tendencia al enfriamiento era notable; la sed era intensa; había meteoris- mo, y en dos casos se observó presencia de albúmina en la ori- na. No se observó reacción febril en ningún caso en que la enfermedad pudiese considerarse simple, pues que después de la algidez venía la convalecencia ó la muerte; pero sí se nota- ron gastritis, neumonías y estados tifoideos. Inspeccionando la cavidad abdominal, no se vió nada notable; siendo raro el caso de hallar el bazo infartado, sin saber si el enfermo ya lo tenía desde antes, según refiere el Sr. Esparza, y no dándose ningún caso de esta afección en enfermos que tuviesen de antemano la caquexia paludiana, según el Sr. Alvarez. "A la aparición de los primeros síntomas, el corazón y el pulmón funcionaban bien, disminuyendo mucho su energía á medida que el mal avanzaba. Los calambres se presentaban generalmente bajo forma muy dolorosaen los muslos, pies, ma- nos, vientre, tórax, etc. Aparecía desde luego el cambio de la fisonomía, los ojos se hundían y se rodeaban de una auréola inorada. El enfriamiento era mayor, cubriéndose la piel de un sudor pegajoso, y viniendo la cianosis de las extremidades. La orina, desde el principio disminuía, y llegaba á faltar por com- pleto; aparecía á veces hipo; el pulso iba debilitándose más, au- mentando la ansiedad, y á veces acababa la vida en medio del apogeo de estos fenómenos, ú otras veces se suspendía poco antes de la terminación fatal, trayendo un engañoso alivio. Las facultades intelectuales eran íntegras en casi toda la duración del mal, pero al fin de éste, sobre todo cuando había de traer la muerte, había cierta dejadez, cierta desidia que parecía no preocupar al enfermo la situación que guardaba. Había también algún desvarío, sobre todo cuando aparecía algún descanso en los padecimientos dolorosos, y á veces llegaban á perder por completo el conocimiento: la muerte era generalmente deter- minada por la asfixia, consecutiva al gran entorpecimiento cir- culatorio y respiratorio, ó acababa bruscamente por un síncope. " Cuando la terminación había de ser favorable, los fenóme- nos señalados iban disminuyendo gradualmente, trayendo con- sigo una convalecencia penosa, á menos que no hubiera sido de mucha gravedad; las recaídas fueron frecuentes y comunmente mortales. Ya se dijo cuáles eran las enfermedades que compli- caban á la que nos ocupa, y ellas fueron también su consecuen- cia. "No pasó de pocos días la duración del mal cuando tuvo un resultado feliz, pero era á lo más de dos días, muy frecuente- mente de uno, ó de ocho ó cuatro horas, sobre todo cuando traía la muerte. "Como ejemplo de la tercera forma, se vieron casos de ata- que fulminante, que no daban lugar ni al más rápido auxilio; y el Sr. Alvarez observó en Tonalá y en Juchitán casos del lla- mado seco, porque venían todos los padecimientos sin que apa- recieran las deyecciones." Diagnóstico. Se creyó que la enfermedad coleriforme de Chia- pas era, ó una fiebre perniciosa de forma colérica, ó el cólera nos- 96 97 tras ó enfermedad de Estío, ó el verdadero cólera morbus. A pe- sar de haber recorrido una zona geográfica en que existe la malaria, y á pesar también de haber sido combatida con éxito seguro por la quinina, no ha prevalecido la creencia respecto de la naturaleza paludiana de la enfermedad: la temperatura casi siempre es uniforme; en los casos en que no hay compli- cación, falta ordinariamente la reacción febril; nunca se presen- tó en personas que tenían la caquexia paludiana; las personas que padecían intermitentes no fueron atacadas. La quinina, por otra parte, es eficaz para combatir con éxito varios padecimien- tos que no son de origen palustre. Por todas estas razones, la generalidad de los médicos que asistieron enfermos en los lu- gares infestados, opinaron que no era una fiebre perniciosa de forma colérica. ¿Se trata de la colerina ó cólera esporádico? Algunos médicos al principio creyeron que era esa la naturaleza de la enferme- dad: mas la circunstancia de ser, si no contagiosa al menos evi- dentemente transmisible, su forma general y epidémica, la gra- vedad que revistió, etc., determinaron á la casi unanimidad de médicos, testigos presenciales, á tenerla como el verdadero có- lera morbus. Pronóstico. Para juzgar de la gravedad del mal basta enun- ciar su nombre, cólera morbus. En la zona en que reinó la epi- demia, la mortalidad fué de un cincuenta por ciento, habiendo lugares, dice el Dr. Ruíz Sandoval, donde moría más de un diez por ciento de la población.1 No había preferencia en sexos ni edades, pero sí prefería la enfermedad á las personas que vivían en malas condiciones higiénicas; por este motivo los indios fue- 1 Es justo hacer aquí un recuerdo del inteligente naturalista suizo D. Eran- cisco Sumichrast que murió en Tonalá de Chiapas, en Septiembre de 1882, el mismo día que fallecía también una de sus hijas á consecuencia de la enferme- dad coleriforme que asolaba en esa época esos lugares. La Historia Natural de México debe á dicho señor varios trabajos importantes relativos á su fauna, la enumeración de ellos está consignada en su biografía publicada en el vol. 7 del periódico "La Naturaleza." Epoca), Zoología.-7 98 ron especialmente atacados lo mismo que las personas entre- gadas á la embriaguez. Se notó que los días lluviosos le eran favorables, pues los padecimientos se exacerbaban, y también que escogió para su marcha lugares muy calientes y de poca al- tura sobre el nivel del mar, pues no pasó de 600 metros, pre- firiendo siempre localidades bajas y pantanosas. El Dr. Alvarez presenció una epizotia del mismo género y simultánea con la epidemia entre los puercos, perros y gallinas. Tratamiento. El más generalmente empleado en la epidemia que nació en Chiapas en 1882, fué el sintomático, usando los narcóticos, absorbentes y astringentes al interior. El Dr. Alva- rez empleó el arsénico como preventivo, sin poder apreciar sus virtudes profilácticas. La medicación con la quinina fué la que dió mejores resultados al mismo Dr. Alvarez y á las Comisiones de Oaxaca y Tabasco. Dada la naturaleza del mal, es evidente que en otra epidemia deben ensayarse aquellos métodos cura- tivos que en Europa han dado mejores resultados en este año (1892) para combatir al cólera morbus, tales son las inyeccio- nes subcutáneas de éter, las intra-venosas con soluciones alca- linas, las inhalaciones de oxígeno, sin olvidar los medios preven- tivos aconsejados principalmente por Koch, entre otros, con mucha especialidad, el uso constante del agua hervida, etc. Anatomía patológica. Respecto de esta parte tan importante para la historia de esta enfermedad, carecemos por completo de datos. El Dr. Ruíz Sandoval, á quien he seguido como guía para la formación de la historia médica de esta enfermedad, nos dice que á la mayor parte de los observadores no les fué posi- ble hacer auptosias, é ignora los resultados que hubieran podi- do obtener algunos que tal vez las practicaron. 99 2d(L ORDEN. HEMIPTEROS. RHYNCHOTOS. Insectos cuya boca está dispuesta para picar y chupar, á cuyo efecto están provistos de un chupador articulado; cuatro alas mem- branosas y metamorfosis incompleta. El chupador de los hemípteros es un tubo más ó menos lar- go y compuesto de dos á cuatro porciones articuladas, llevando en su interior estilos acerados. En algunos faltan las alas (Pio- jos, chinches, etc.); en pocos existen sólo dos alas (Cochinillas); en la generalidad hay cuatro alas que pueden ser casi iguales (hemópteros) ó desiguales, pues las anteriores son semicoriáceas y las posteriores membranosas (heterópteros). Las patas están dispuestas para usos diferentes y su forma cambia según su des- tino: en unos son ambulatorias, en otros natatorias, á veces sir- ven para fijarse en el cuerpo de otros animales, y por último, no faltan hemípteros con las patas anteriores dispuestas para sal- tar y las posteriores son prehensoras. Los rincotos ó insectos con pico, existen á veces como parásitos del hombre, tales son los piojos y ladillas; algunos producen en las plantas las excre- cencias conocidas con el nombre de agallas; los cocemos nos proporcionan productos tan interesantes para la industria como la laca, la grana kermes, la cochinilla del nopal que también tiene aplicaciones medicinales y el axe ó ni-in, con el que se fabrica un excelente barniz y que la cirugía india aprovecha, según Guibourt, como colodión; los pentatomidos llamados Ju- miles, pasan vulgarmente por ser afrodisiacos. Los indígenas en Cuautla los comen con tortillas. Los piojos pertenecen al primer sub-orden de los hemípte- ros, llamado de los Apteros por su falta absoluta de alas, y for- man la familia siguiente: Fam. Pediculidae. Pediculinos ó piojos. Antenas filiformes de cinco artejos; los pies con dos artejos, siendo el último gan- chudo y pudiendo doblarse contra el anterior, lo cual permite al insecto trepar fácilmente. El tubo para picar es protráctil, sólo es visible al comer. Es una especie de cono blando provisto en su borde anterior de varios ganchitos, con los cuales produce la sensación especial de su piquete. Los ojos son muy pequeños ó nulos. El tórax es anillado y en el abdomen se cuentan de siete á nueve segmentos. La reproducción de estos animales se hace por medio de huevos (liendres) piriformes que la hembra coloca en la base de los pelos. Saliendo del huevo á los ocho días por una abertura con tapa que lleva en su extremidad, el piojo, que no sufre metamorfosis, completa su desarrollo en diez y ocho días y está entonces capaz de reproducirse. Según Leeuwenhoek, una sola hembra en ocho semanas puede tener una descendencia de cinco mil individuos. Los piojos viven co- mo parásitos sobre la piel de los mamíferos, alimentándose con su sangre. El hombre alimenta tres especies: el piojo de la ca- beza, de color obscuro, Pediculus capitis, Deg.; el piojo de los vestidos, de un color blanco sucio y de mayor tamaño que el anterior, Pediculus vestimenti, Burm. y la ladilla ó piojo del pubis, de cuerpo muy ancho, con fuertes garras y piés de un solo ar- tejo, Phthirius pubis, L., el cual puede vivir en todas las partes pelosas del cuerpo excepto en la cabeza. Se había descrito en otro tiempo una enfermedad, la phthiriasis, producida por una especie de piojo especial á los enfermos, el Pediculus tabescen- tium; mas esta especie no ha sido aceptada y se considera idén- tica al piojo blanco de los vestidos. El piojo del puerco, Hcema- topinus suis, L., de un tamaño mucho mayor que los anteriores, puede picar al hombre produciéndole efectos molestos, pero sin gravedad. Entiendo que en la historia natural de los pedicúlidos que existen en México, no hay cosa alguna especial, siendo compa- ñeros inseparables de las personas desaseadas, las de nuestro pueblo bajo están infestadas de estos insectos. Ignoro si aquí se han observado las manchas azules de la piel, como ha suce- dido en Europa con individuos portadores de ladillas. Por lo 100 101 curioso é interesante del asunto, traslado aquí la nota siguiente relativa á esa acción especial de los piojos del pubis, traducién- dola de la obra de Mégnin acerca de parásitos y enfermedades parasitarias. "En la sesión del 17 de Abril de 1880 en la Sociedad de Bio- logía, M. Duguct dió parte del resultado de las investigaciones cpie ha hecho relativas á las manchas azules de la piel que los autores creían ser compañeras de la fiebre tifoidea, de la fiebre sinoca, de los estados biliosos, etc. "En 1878, en los Anales de Dermatología, M. Moursaud, ci- rujano de marina, en una Memoria, ha demostrado que estas manchas se encontraban en un gran número de enfermedades variadas, pero que coincidían siempre con la presencia de los Piojos del pubis, y concluye que siempre que hay manchas azu- les existen sobre el individuo parásitos, pero no dice que todos los individuos atacados de estos piojos tengan manchas azules. " Estas manchas existen generalmente sobre los flancos, en una línea que va de la ingle á la axila. También M. Duguet ha demostrado que las manchas azules coinciden constantemente con los piojos del pubis y se deben, según él, á una especie de veneno que el animal introduce en la dermis. He tomado, dice M. Duguet, veinticinco de estos parásitos, y machacándolos con agua he obtenido una pasta, de la cual he tomado pequeñas porciones que he introducido bajo la piel sirviéndome de una lanceta, y 24 horas después había tantas manchas azules como piquetes, estas manchas duraban ocho días. "En todas las ocasiones que se han encontrado estas man- chas azules, se han encontrado también sobre los enfermos los piojos del pubis, mas lo contrario no es cierto, es decir, que ciertos individuos son refractarios al veneno de los Phthirius y no presentan manchas azules aunque nutran estos parásitos." El aseo es el medio mejor que puede emplearse para no lle- var estos asquerosos animales. En los individuos infestados de- ben destruirse los piojos de los vestidos, sometiendo éstos á una temperatura de 100° en la estufa ó hirviéndolos en agua. Se 102 ha aconsejado también la planta parasiticida, llamada yerba pio- jera ó estafisagra, Pelphinium staphisagria, L., de la familia de las Ranunculáceas. Las preparaciones mercuriales como el un- güento napolitano ó pomada mercurial doble, el ungüento gris ó del soldado y las soluciones débiles de sublimado corrosivo, son los agentes que matan más rápidamente estos parásitos; mas para evitar los inconvenientes que pueden tener, maneja- dos inhábilmente, algunos recomiendan para conseguir el mis- mo fin el uso de los aceites minerales. El sub-orden de los Phytophthiros está formado por Rincotos pequeños, con dos ó cuatro alas y las mandíbulas y maxilas sustituidas por cuatro cerdas rígidas. Es frecuente en estos in- sectos un revestimiento ceroso sobre su cuerpo, y la cera que lo forma es secretada por glándulas cutáneas. Una familia de este grupo importante para la agricultura, es la de los pulgones ó Aphidos que ocasionan perjuicios de con- sideración á las plantas, de cuyos jugos se alimentan. Tal es la Phylloxera vastatrlx de la vid, que tantos destrozos ha hecho en Europa. Otra familia no menos interesante del mismo sub-orden es la de los Coccidos ó Cochinillas, que proporcionan á la indus- tria una materia colorante, como la cochinilla de nopal ó grana, ó ciertos jugos de las plantas extraídos por sus piquetes, como el maná, la goma laca, etc. Fam. Coccidse ó Cochinillas. Machos y hembras desigua- les. Los primeros, más chicos, tienen dos alas membranosas, las otras dos están atrofiadas; las hembras son ápteras, están pri- vadas por completo de alas. Los primeros cuando se transfor- man en insectos perfectos no toman alimentos; las hembras in- troducen su fuerte chupador en el parenquima de las plantas y quedan inmóviles. Los huevos puestos por ellas debajo de su cuerpo quedan protegidos como por un escudo, pues se mueren en esa situación y sus carapachos secos los resguardan. Cochinilla de nopal. Coccus cacti, L. Bibl. Memoria en que se trata del insecto Grana ó Cochini- 103 lia, de su naturaleza y serie de su vida, como también del mé- todo para propagarla y reducirla al estado en que forma uno de los ramos más útiles de comercio, escrita en 1777 por D. Jo- seph Antonio Alzate y Ramírez. Gacetas de literatura de Méxi- co. México 1792. Tomo 3? pág. 199. Historia antigua de México por D. Francisco J. Clavijero. Libro 1? (Insectos de México) y libro 7? (Cría de animales). Ensayo político acerca del reino de la Nueva España por A. de Humboldt. Libro IV, cap. X. H. N. Como en todas las especies del género Coccus de Li- neo en la cochinilla de nopal, existe un dimorfismo notable entre el macho y la hembra. Ésta es rechoncha, sin alas, de 0"002 de longitud y la superficie de su cuerpo está cubierto de un polvo como harina. El macho es de la mitad del tamaño de la hembra, su tórax provisto de dos alas y su abdomen de dos cerdas largas. Las antenas tienen diez artejos en el macho y seis en la hembra. Se han admitido por muchos naturalistas dos especies de co- chinilla de nopal, la fina ó misteca, Coccus cacti, L., y la corriente ó silvestre, C. sylvestris. La primera, mucho más rica en mate- ria colorante, es cuidada por el hombre y vive sobre ciertos no- pales cultivados, Opuntia coccinéllifera; la segunda, como lo dice su nombre específico, vive sobre cactus ó nopales que vegetan espontáneamente, sin cultivo. La fina tiene sólo una especie de polvo cutáneo; mientras que en la silvestre, cuyo tamaño es menor, existe un producto de secreción parecido á algodón que la envuelve completamente. Estas dos pretendidas especies pueden unirse y reproducirse. El P. Alzate opina, y creo que su manera de ver es aceptable, que la cochinilla fina no es más que una variedad de la silvestre, cuyos caracteres diferenciales se deben al larguísimo tiempo transcurrido desde que el hom- bre se posesionó de ella para cultivarla. Nada tiene de extraña esta creencia, pues que sabemos que las especies vegetales ó animales se modifican profundamente, separándolas de las con- diciones naturales de su existencia. Es probable que por un fe- nómeno regresivo la cochinilla fina, abandonada en su cultivo 104 por el hombre, volviera en un espacio de tiempo más ó menos largo al tipo primitivo ó silvestre. Humboldt dice que en las partes de la América Meridional donde se ocupan desde hace algunos siglos en criar la cochinilla silvestre, no se ha consegui- do hacerle perder su vello. Es verdad, añade, que en Santo Do- mingo, en las nopaleras establecidas por M. Thiery, se ha creído observar que el insecto cuidado por la industria del hombre, aumentaba de volúmen y experimentaba un cambio sensible en el espesor de su cubierta algodonosa. A pesar de esto y de que no se encuentra jamás la cochinilla fina al estado salvaje, M. Latreille opina que son dos especies distintas y que el aspec- to que presentan es sólo aparente, debiendo atribuirse al en- gruesamiento del cuerpo del insecto el que se vea menos pro- visto de pelos la especie cultivada. A este insecto se debe el tinte púrpura más célebre en la in- dustria. Desde tiempo inmemorial se usaba en México y se empleaba el mayor esmero en su cría. Es falso que los españo- les enseñaran á los indios el cultivo de la grana, como preten- den algunos, pues en las nóminas de tributos, en escritura je- roglífica, de una época muy anterior á la conquista de México por los españoles, consta que ciertos pueblos pagaban con sa- cos de grana sus contribuciones. Según refieren los historiado- res, antes de la ocupación del país por los europeos se cultivaba la grana en varias localidades, como Tlaxcala, Huejotzinco, Yu- catán, etc., dando lugar á un tráfico muy activo; mas después de la conquista y por diversos motivos se fué reduciendo y que- dó casi confinada á sólo la provincia de Oaxaca. Las importan- tes nopaleras de Yucatán, sobre las que vivía la cochinilla, dice Humboldt, fueron destruidas en una sola noche. Los indios de- cían que el Gobierno había tomado esa medida violenta porque quería asegurar el monopolio á los habitantes de la Mixteca. Los blancos, por el contrario, aseguraban que los naturales, irri- tados y descontentos con el precio que los negociantes fijaban á la cochinilla, destruyeron á la vez y de común acuerdo el in- secto y los nopales. 105 Aún reducido el cultivo de la grana á sólo la provincia de Oaxaca, el comercio de ella con Europa llegó á tener cierta im- portancia. Humboldt calcula en cerca de dos millones y medio de pesos la exportación anual, comprendiendo en ella las tres clases da grana ó cochinilla fina, granilla ó cochinilla de mala cla- se y polvos de grana. El valor de la que se producía en todo el país era mucho mayor. La grana ó nochitztli de los indios, tan importante antes para las manufacturas de Europa, era cultivada de una manera es- pecial. El procedimiento seguido presentaba algunas variantes, pero puede servir de modelo el que describe el Sr. D. Francis- co Ibáñez de Corvera, en su Informe manuscrito, citado por el P. Alzate y que se refiere al distrito de Zimatlán. Después de haber cortado y quemado los árboles del terreno elegido en la falda de las montañas ó en barrancas situadas á dos ó tres le- guas de los pueblos, se plantaban en él los nopales, se forma- ban las nopaleras, en la cual debían vivir las cochinillas. La elección de estos nopales no era indiferente; debía preferirse siempre aquella especie modificada por el cultivo, que nunca se encuentra silvestre, desprovista de espinas y conocida en estas localidades con el nombre impropio de Tuna ó Nopal de Cas- tilla. Humboldt no cree que esta especie sea una modificación ó variedad de cultivo de la que Linneo denominó Cactus cocd- nillifer entre otras razones porque Clavijero, que vivió cinco años en la misteca, dice expresamente que el fruto del nopal, sobre el cual se propaga la cochinilla fina, es chico, poco sabroso y blanco, mientras que el fruto del C. coccinillifer L., es rojo. Tam- bién Decandolle parece opinar lo mismo.1 Sea de esto lo que fuere, cuando á los tres años habían crecido las jóvenes plantas lo suficiente para nutrir á los insectos, el dueño de la nopalera comprababa en la primavera algunas raquetas ó pencas de no- pales cargados de pequeñas cochinillas recién nacidas, los cua- les se vendían en los mercados y podían, conservando sus jugos 1 Plantes grasses de MM. Redouté y Decandolle, livraison 24. 106 durante algunos meses y separados de la planta madre, servir para alimentarlas. Esta especie de semilla era guardada por los indios en cuevas ó en sus habitaciones durante veinte días, y pasado este tiempo las sacaban al aire libre. Estas pencas ó ra- quetas de nopal conteniendo las cochinillas jóvenes, se suspen- dían bajo un cobertizo con techo de paja. El crecimiento délos insectos era tan rápido, que por los meses de Septiembre ú Oc- tubre ya se encontraban cochinillas madres, las cuales se lleva- ban á las nopaleras preparadas para recibirlas en nidos hechos con el heno llamado Paxtle. La primera cosecha podía levantar- se en menos de cuatro meses, si las circunstancias eran favora- bles. El color no desmerecía en climas menos templados, pero la cosecha era más tardía. En los llanos, las cochinillas madres crecían más, pero en cambio tenían mayor número de enemi- gos entre los insectos, lagartijas, ratas y aves que las devoran. La "Memoria" del P. Alzate relativa á la grana de México, es muy interesante, y entre los numerosos ciatos que contiene, son notables los informes de varias personas idóneas relativos á su cultivo, manera de prepararla convenientemente para la expor- tación, etc. Med. La farmacia hace uso de la grana para teñir algunas tinturas, opiatas y polvos dentríficos. La circunstancia de ser un tinte perfectamente inofensivo para la salud, unida á la de producir un color carmín hermosísimo y muy firme, son moti- vos suficientes para preferir su uso en la economía doméstica. En México se han observado casos de envenenamiento en ni- ños que habían tomado dulces teñidos, con fuchinas por ejem- plo, y fué necesario que reglamentase la autoridad la manera de colorear los dulces, prohibiendo á los comerciantes del ra- mo hacer uso de ciertas substancias perjudiciales. Además, en lo que concierne á la industria de estampados en lienzos de lana, algodón y seda y á la industria del tintorero en general, es de esperarse que prefiriendo lo bueno á lo malo, ó lo mejor á lo bueno, recobre la grana su antiguo prestigio, y que á pesar de haberse propagado su cultivo en algunas localidades fuera del 107 país, vuelva á ser un elemento poderoso de la riqueza nacional. Hace ya más de un siglo Alzate había previsto los resultados de la depreciación de la grana: " Si llegase tiempo, dice, en que se sustituya otro simple á la grana, pobres de tantas gentes que en todo el Obispado de Oaxaca perderían sus comodidades por falta de un comercio casi único en aquellas provincias." Mi amigo el Dr. Antonio Peñafiel, Jefe de la Sección de Estadística en el Ministerio de Fomento, á quien consulté acerca de la ex- portación de grana en nuestro país, me comunicó la desconso- ladora nota siguiente: "Sólo se han exportado seis kilos en el año de 1889 á 1890. En los demás años subsecuentes no hubo exportación." 3er- ORDEN. DIPTEROS. Insectos con dos alas solamente, cuya boca está dispuesta para chupar y con metamorfosis completa. H. N. La boca de los dípteros es un chupador ó trompa ar- mado de un instrumento perforador. Por su calibre capilar po- dría dificultarse el paso de los líquidos, y para evitar esto está provisto su esófago de un saco anexo, el cual funciona como bomba aspirante. Las alas posteriores están reemplazadas por los balancines que son filamentos delgados terminados por un ensanchamiento esferoidal: también se les llama erectores y hal- terios. Según recientes observaciones de Landois sirven para mover los anillos zumbadores en el aparato vocal. Belesme de- cía que sirven para detener ó limitar el movimiento de las alas hacia atrás, y así explicaba las variaciones que vienen en el vue- lo de un díptero cuando se corta un solo balancín ó los dos: en ambos casos se entorpece aquel extraordinariamente. Leydig considera como aparato auditivo un ganglio con terminaciones nerviosas, situado en la base de aquellos órganos. Las alas an- teriores no se desarrollan en algunos casos, y los dípteros vie- 108 nen á ser ápteros propiamente (Melopliagus, etc.); su variada conformación, según las nervaduras que recorren su superficie y los espacios ó células que ellas limitan, sirven para la clasifi- cación de los insectos de este orden. El abdomen, unido al tó- rax de diversas maneras, puede llevar apéndices varios, ganchos, aguijón, cerdas, etc. Med. El papel que los dípteros desempeñan en la naturale- za es muy importante: además de servir de alimento á muchos animales insectívoros (murciélagos, topos, musarañas, aves di- versas, etc.), son una especie de policía encargada de la higiene del aire, pues incesantemente se ocupan de hacer desaparecer todos los productos orgánicos que pueden alterar su pureza. El instinto admirable que poseen, sobre todo en lo que se relacio- na con la conservación de la especie, les sugiere para asegurar la alimentación de sus hijos el uso de medios diversos, entre los cuales hay algunos que perjudican al hombre. Pasaré por alto los inconvenientes que tienen, bajo cierto aspecto, las mos- cas comunes en nuestras habitaciones, los cínifes y otros que colocan sus huevos en ciertos productos vegetales llamados aga- llas, que resultan del derrame de los jugos de las plantas, oca- sionado por el piquete en las yemas ú hojas; me referiré exclu- sivamente á las enfermedades leves ó graves que pueden causar al hombre. La familia (Estridos es notable por la circunstancia de que las hembras depositan sus huevos, ó sus larvas cuando son vi- víparas, en partes determinadas del cuerpo de los mamíferos, en los senos frontales, bajo la piel y también en el estómago. Son verdaderos parásitos estas larvas, y para no ser expulsadas fácilmente, están provistas de ganchos en su boca ó de anillos dentados en el cuerpo. Existe en México la Macellaria ó Luci- lia hominivorax, que deposita su progenitura en las fosas nasa- les ó en el fondo de la cavidad bucal en donde provoca infla- maciones y úlceras graves que frecuentemente han terminado por la muerte. En el capítulo especial relativo, haré la historia completa de este interesante díptero, pues para ese efecto se cuenta con un regular número de observaciones hechas por mé- dicos mexicanos y extranjeros. El Moyocuil ó "gusano de mos- co" según la etimología de este nombre azteca, es la larva de un díptero del género Dermatobia que no se conoce al estado perfecto ó de imago. La hembra taladra la piel del hombre ó de ciertos mamíferos, para depositar allí su progenitura, dando lugar á la formación de un flemón que al supurar dará salida á las larvas que albergaba y que terminarán sus metamorfosis en la atmósfera. Los médicos que ejercen su profesión en las re- giones cálidas de México, han visto sin duda con poco interés esta enfermedad, pues sólo tenemos conocimiento de dos ob- servaciones, que referiré oportunamente al tratar del Moyocuil. Algunos oestridos al estado larvario viven en el estómago de los mamíferos. Es muy común en México el Gastrus eguiFabr., cuya hembra pone sus huevos sobre la piel del caballo, en un lugar como el pecho al alcance de su boca, para que al limpiar- se lamiéndose con la lengua, los traslade inconscientemente al estómago, en cuyo lugar, las larvas nacidas de ellos, suspendi- das por medio de sus ganchos bucales á la membrana gástrica, experimentan varias mudas hasta que llega el momento opor- tuno para transformarse en insectos alados y son expulsados con los excrementos. Rara vez se han presentado casos análogos en la especie hu- mana; jamás en México, que yo sepa. En la Zoología médica de Gervais están consignados esos casos que por su interés cien- tífico traslado aquí, son los siguientes: 1 En el estómago de una mujer, en Irlanda, se han encon- trado larvas de moscas. (Pickelh y Thompson, Trans. Coll. Phy- sicians, t. V, p. 172). 2. Musca vomitoria. En el estómago de una mujer, en Irlan- da. (Thompson, ibid., p. 174). 3. Musca casar? En el estómago de una mujer, en Irlanda. (Thompson, ibid?) 4. Larvas de una especie pequeña de Dípteros. En Irlanda, en el estómago de una mujer. (Thompson, ibid., p. 175). 109 110 5. Musca carnaria. En los intestinos. (Brera citado por Brem- ser, p. 324). 6. Musca nigra. Varias larvas en el lado izquierdo del estó- mago de una niña, en Suecia. (JEdimburgh med. Transad., t. VII, p. 47). 7. Musca carnaria. En Upsal, en el estómago de una niña. Wahlbom. 8. Musca doméstica. Doce ejemplares en el estómago de un individuo. Babington. 9. Musca doméstica. Larvas numerosas en el estómago de un hombre, en Norwich. Reeves. 10. Larvas de moscas. En el estómago de un hombre, según Tulpuis. 11. Musca carnaria. En el intestino de un individuo, en Ir- landa. 12. Musca carnaria? También en Escocia, en el estómago dé un individuo. Kellie. 13. Musca cibaria. Larvas numerosas en el estómago de un individuo, en el abdomen y cerca del ano. White. 14. En Suiza, en el estómago de un hombre, según Ch. Bon- net. ((Euvres, t. X, p. 144). Moscas Elophilus péndulas, Fab. 15. En el estómago de un hombre, en Inglaterra, según Kir- by. (Pililos. mag., t. IX, p. 356). La misma especie de moscas que en la anterior. 16. En Suecia. Caso descrito en las Nova acta de la Acade- mia de Upsal. La misma especie de mosca. 17. En la vejiga urinaria de una mujer. (Ziegler, Journ. litter. de Pise). La especie anterior. M. Víctor Franpois, profesor de Patología interna en la Uni- versidad de Louvain, da la noticia relativa á la presencia de larvas del género Anthomyia en el tubo digestivo de una joven y de su salida sucesiva por el ano. Esta observación fué comu- nicada á la Academia de Bruselas. En la obra citada de P. Ger- vais y van Beneden, están representadas las larvas de ese gé- nero. 111 No son muy raros los casos de inoculación carbonosa pro- ducida por dípteros, en México. Las hembras de los tábanos, simulias y mosquitos, cuando son fecundadas, pican al hombre y á los animales para extraerles la sangre y alimentarse con ella. En estos casos pueden inocular á individuos sanos un prin- cipio virulento, carbonoso ó septicémico. Entre los deportados á la Nueva Caledonia, observó M. Germain una epidemia de carbón que tenía por agente un díptero del género Pangonia. Al grupo de dípteros que inoculan virus ó materias sépticas re- cogidas en animales enfermos, pertenece la célebre Mosca de Africa, llamada Tsé-feé, la cual, según Livingstone, mata los to- ros y los caballos, y no tiene acción sobre los becerros que maman y sobre el hombre. Absurdo fisiológico, exclama Ger- vais, que sólo un hombre extraño á la medicina podía procla- mar: Mata ó no esta mosca según que esté ó no esté su pico sucio con un virus carbonoso ó séptico. Sería útil recoger ob- servaciones de esta especie en México y hacer ]a historia natu- ral de los dípteros que pueden perjudicar al hombre de esta manera. Algunos dípteros, pertenecientes á géneros distintos colocan sus larvas en las heridas del hombre y los animales, ocasionán- doles dolores y molestias, y á veces agravando el mal, hasta hacerlo incurable. En Rusia la Sarcophila Wohlfartí perjudica mucho á los hombres y á los animales. " Este díptero, dice Portchinsky,1 es enteramente rural y no se le encuentra jamás en las casas. Es muy difícil de reconocer al estado perfecto, y sólo se puede verificar esto procurando salgan las ninfas que provienen de larvas recogidas en las heridas de los animales. Es una las más bellas Sarcophila, y es muy perjudicial, no so- lamente á los hombres, también á los animales de Mohilew. He obtenido exclusivamente la ¡Sarcophila Wohlfartí de diferen- tes larvas que provenían de bestias con cuernos, de caballos, 1 Maladies produites dans le gouvernement de Mohilew par les larves de la Sarcophila Wohlfarti, el sa biologie. Saint Petersbourg, 1875-1876. 112 de puercos, de carneros, de perros y aun de aves domésticas, principalmente de ganzos. Desde hace varios años la infección de las bestias por las larvas de moscas, se extiende á los dos tercios y aun á la mitad de un rebaño. Una herida insignifican- te es invadida repentinamente por estas larvas y bien pronto viene á ser incurable. Esta Sarcophila busca especialmente los lugares ocultos de la piel, como la región inguinal de las vacas, donde las larvas producen heridas sumamente graves; este he- cho se observa frecuentemente aquí. En los perros las mismas larvas se presentan frecuentemente en las orejas, y no es ex- traordinario verlos al mismo tiempo mordidos por legiones de Stomoxis calcitrans y cubiertos de sangre." Dice Mégnin, que en Francia nunca se ha demostrado la pre- sencia de la larva de la Sarcophila Wohlfarti en las heridas del hombre, lo cual se debe probablemente á que las larvas encon- tradas en un gran número de circunstancias, se han creído per- tenecer á aquellas moscas que ponen habitualmente sobre la carne ó en los cadáveres de los animales, á saber: la Sarcophaga carnaria, la Lucilia casar y Cdlliphora vomitoria; las larvas de estas moscas se parecen de tal manera á las de la Sarcophila, que sólo hay un medio de distinguirlas, el de obtener el insecto perfecto por ]a transformación de estas larvas; como que esta experiencia ha sido hecha rara vez, hay que suponer que la in- mensa mayoría de casos de myiasis cutánea atribuidos á larvas de las moscas en cuestión, se deben á la Sarcophila Wohlfarti, porque esta mosca existe en Francia lo mismo que en Rusia, y tiene las mismas costumbres. Por las anteriores palabras de Mégnin, se ve que este estu- dio deja mucho que desear aun en Francia. No es extraño que en México no sepamos aún qué especies de moscas ponen su progenitura en las heridas, y sería un asunto de estudio intere- sante, especialmente para los médicos que ejercen en climas calientes, reunir observaciones á este respecto y procurar la cla- sificación de los insectos parásitos sobre las heridas del hombre y de los animales. 113 Larvas de Coleópteros, de Lepidópteros, etc., pueden por su presencia en el cuerpo del hombre y de los animales, ocasionar enfermedades diversas comprendidas en conjunto con el nom- bre de Scolechiasis. Las que producen los Dípteros, especial- mente llevan el nombre genérico de Myiasis, distinguiéndose sobre todas, la producida por dípteros de la familia (Estrióos, en Myiasis cutánea cuando el sitio es la piel {Dermatobia, Cuterebra, Chlorops lepra. Al piquete de este último han atribuido la lepra algunos autores): Myiasis gástrica la producida por larvas en el aparato digestivo {Musca carnario, vomitoria, etc.) y Myiasis cavícola cuando las larvas viven en otras cavidades del cuerpo, como las narices ó la boca, que no son el estómago ó los intes- tinos. {Cephalemyia, Macollaría, etc.) Los autores escriben Myiasis ó Myasis, suprimiendo una i la- tina en el segundo nombre. Me inclino á la opinión del Dr. D. Antonio Careaga, el cual, fundado en la etimología de la pala- bra, compuesta de Myia, mosca, y de la desinencia sis, tan usa- da en los nombres de enfermedades, cree que se debe aceptar el primer nombre. El orden de los Dípteros se divide en tres sub-órdenes: Bra- chyceros, Nemoceros ó Tipularios y Afanipteros. Los Brachyceros tienen el cuerpo generalmente rechoncho y siempre tienen alas. Las antenas son cortas, de tres artejos, terminadas por un grueso artejo segmentado, al cual está adhe- rida una cerda simple ó anillada. El abdomen tiene de cinco á ocho segmentos. Las larvas vermiformes al terminar sus meta- morfosis, dejan su cubierta larvaria, la cual tiene la forma de un barrilito. Algunas veces son parásitas, se alimentan de subs- tancias en descomposición. A este sub-orden pertenecen: el Melophagus ovinus L., parásito de los carneros, el Ornithobia cervi L., y el Hippobosca equina L., que también viven sobre los ciervos los primeros y sobre los caballos los segundos, como lo indica el nombre específico. Forman un grupo llamado de los Pupíparos. Otro grupo, de los Brachyceros, el de los Muscaria, cuyo tipo es la mosca común ó doméstica, tienen la trompa car- Zoología.- 8 114 nosa generalmente en su extremidad, y las ninfas tienen como las del grupo Pupíparas, la forma de barrilitos. Fam. Muscidse. A esta familia pertenecen la Musca Casar L. ó Mosca dorada, la M. vomitaría L. ó Mosca azul, la M. ca- daverinaL. ó Mosca dorada de los cadáveres, la Sarcophagacar- diaria L. ó Mosca de la carne y la 6'. mortuorum L. Las larvas, en esta familia, se alimentan con excrementos ó carnes corrom- pidas, algunas {Tachinarias} son parásitas. A este grupo perte- necen dos dípteros muy importantes para la zoología médica: Stomoxys calcitrans L.; pica á los grandes mamíferos y al hom- bre para chupar su sangre, es uno de los agentes más activos de la inoculación carbonosa y séptica; iMcilia macéllaria Rovi- neau-Desvoidy, que elige para vivienda de su progenitura las fosas nasales del hombre y de los mamíferos, produciendo en aquél la enfermedad llamada Ozene verminosa. Lucilia macéllaria, Rovineau-Duvoidy. 1830. Lucilia hominivorax, Coquerel. 1858. Calliphora anthropophaga, Conil. 1878. Hab. Villa de Santiago y otras localidades de Monterrey. (González); Michoacán. (Vercammer); Tulyahualco, Estado de México. (Guevara); Acapulco. (Lucas). Bibl. La Mosca hominívora. Disertación leída en la Acade- mia Médico-Farmacéutica de Monterrey, por el Dr. D. José Eleu- terio González (1865). Reimpresa en la Gaceta Médica de Mé- xico. Vol. 3 pág. 149; Dictámen sobre laMyiasis producida por el insecto anterior, por el Sr. D. Lauro Jiménez. Id., id., página 155; Les commensaux et les parasites dans le regne animal. Par P. J. Van Reneden. París 1875; Tratamiento de la Ozena verminosa por el Marrubium vulgare, por el Dr. D. Ezequiel To- rres. "El Estudio," semanario de Ciencias médicas. México. Tomo I, núm. 27; Ozena vermiformis. Una observación, por el Sr. Guevara. Id., id., núm. 9; Lucilia hominivorax, por el Dr. Joaquín L. Jacobsen. Id., id., núm. 25; Las larvas de las mos- cas en las fosas nasales, por el Dr. Manuel Ortega Reyes. Ga- ceta Médica de México, tomo XXII, núm. 1. (Con una lámina). 115 Jacob. Affection parasitaire des fosses nasales observée au Me- xique; traitement par les inyectiones chloroformées. Recueil de mém. deméd. militaire. 1866; Weber, Recherches surleMou- che anthropophage du Mexique. Ibid 1867; E. Lucas, relation d' un cas de parasitismo observé á Acapulco. Thesis de París, 1868; Nuevo caso de Myiasis. Por el Dr. Antonio Careaga. Ga- ceta Médica de Méx. t. XXI, núm. 5. H. N. Descripción. "Nueve milímetros de longitud, ojos muy aproximados hacia atrás, palpos leonados, cabeza muy grande, cara con dos mejillas de color amarillo dorado, tórax azul obs- curo, abdomen del color del tórax con rayas de púrpura, patas negras, alas transparentes, un poco ahumadas, sobre todo en la base. " Su larva tiene quince milímetros de longitud, es cilindrica, adelgazada hacia adelante, truncada hacia atrás, de un color blanco opaco; tiene 11 segmentos, cada uno guarecido en su borde inferior de un rodete saliente cubierto de pequeños gan- chos espinosos. En los tres primeros segmentos el reborde ofre- ce la misma anchura en todos los puntos de su circunferencia y los ganchos lo cubren uniformemente sin dejar espacio vacío. En los siguientes se encuentra la misma disposición, sobre to- do en la cara dorsal; pero en el abdomen el rodete se divide en dos partes, que dejan entre sí un espacio liso, y la superior es más ancha. "Su pupa es cilindrica, moreno rojiza obscura (Coquerel)." La descripción anterior se refiere al insecto que vive en la Guayana y conviene perfectamente á la de Monterrey, según afir- ma el Sr. González. Añade este señor que la mosca es ovípara, y que al volar hace oír un zumbido fuerte y continuo. Según Co- nil, por tener esta especie el abdomen rayado longitudinalmen- te, pertenece más bien al género Calliphora que al género Imci- lia. La especie de México y la América Central, es de un color azul de acero y en la América del Sur vive una especie, Cali, anthropophaga Conil, de un color azul verdoso. "Aquel insec- to pone los huevos, dice Mégnin, no solamente en las llagas del hombre y los animales, también en la boca de los hombres du- rante el sueño, y produce así llagas repugnantes y graves que frecuentemente ocasionan la muerte." Es inútil hacer notar que en los casos referidos por el Dr. Torres, de León, la enfer- medad en el hombré coincidía con una enfermedad que diez- maba al ganado de lana en la Hacienda de Cerro Gordo, y que vulgarmente llaman allí "gusano en las narices." Las larvas observadas en el Hospital Civil de la Habana por el Dr. Jacobsen, pertenecientes según él, á la Lucilia ominivó- rax, eran redondas, de longitud variable entre 5 milímetros y 2 centímetros, los mayores podrían tener 3 milímetros de diáme- tro. El cuerpo, formado de anillos y su superficie rugosa y opa- ca. Las extremidades terminaban en punta, y de ellas la que representa la boca, está provista en su cara inferior de una de- presión pequeña circular, que parece un chupador. Las larvas más pequeñas tenían un color blanco amarilloso ó amarillo de paja; las más grandes presentaban una coloración más obscura, sobre todo en una de sus extremidades. Estas larvas estaban dotadas de movimientos rápidos. El Dr. Jacobsen no mencio- na los ganchos bucales por medio de los cuales se suspenden á las mucosas. Med. Casi siempre la mosca hominivórax se introduce en las fosas nasales de los individuos durante el sueño; sin embargo, en algunos casos no es así. En una observación hecha por el Dr. González, el enfermo refirió lo siguiente: "estando parado en una esquina, sintió revolotear al rededor de su cabeza una mosca que zumbaba muy recio y que procuró espantar; pero que al fin, se le metió con mucha fuerza en la nariz derecha; que esto le hizo estornudar y toser hasta que la hecho envuelta en moco; que la mosca era del color de las pistolas pavonadas." 1 El Dr. González refiere en su opúsculo diez y nueve casos de 116 1 Es probable que el mal olor de las fosas nasales y partes anexas, sea causa predisponente para la ozena verminosa, si como en otras circunstancias se ob- serva, los dípteros de que hablamos buscan para su progenitura substancias en putrefacción. Recuérdese el error notable del sentido del olfato que comete la Myiasis|(con cuyo nombre en general se designan los desórde- nes causados en la economía por los dípteros) producidos por la mosca ominivórax en México: Vercammer, médico militar del ejército belga, refiere también un caso observado en Michoa- cán, á 1,866 metros de altura, entre México y Morelia. El Dr. Torres, de León, presenta seis observaciones y cita otros tres casos más de ozena verminosa. Mi amigo y condiscípulo el Dr. Adolfo Castañares, que tuvo á su cargo el Hospital de la Ciu- dad de San Juan Bautista, en Tabasco, durante diez años ob- servó cerca de casos de esta enfermedad. En los animales que viven en las haciendas de ese Estado y en los hombres, se ven.'casos muy frecuentes de Myiasis y los vaqueros llevan con- sigo ahí diariamente una bolsita llena de cebadilla para curarlos. En todos los monos que se matan se encuentran siempre va- rios tumores producidos por larvas de dípteros. Las moscas que producen estos tumores en ]a piel del hombre, tienen allí el nombre de colmoyotes. Síntomas, marcha y terminaciones. Los enfermos no experi- mentan desde luego más que un ligero hormigueo en las fosas nasales, sobreviene en seguida dolor de cabeza, después una hinchazón edematosa de la nariz, que se extiende más ó me- nos á la cara, luego epistaxis abundantes, un dolor supra orbi- tario muy vivo, que los enfermos comparan á golpes dados con una barra de hierro. Se ven nacer ulceraciones sobre la nariz por las que se escapa un cierto número de larvas: síntomas ge- nerales indican una reacción inflamatoria de las más intensas, seguida de una erisipela de la cara y cuero cabelludo, algunas veces viene la meningitis, y en fin, la muerte. "A esta fiel des- cripción, sólo añadiré, dice el Dr. González, que en los casos que yo he observado, el síntoma que más molestaba á mis en- fermos era e] insomnio. El continuo movimiento de los gusanos 117 mosca de la carne, Sarcophaga carnario. L.,al depositar sus huevos sobre la flor de la Stapelia hirsuta, tomándola evidentemente por pudrición. También la mosca doméstica pone sus huevos en una caja abierta, conteniendo rapé, y sus hijos mueren por falta de alimento. no les dejaba un momento de reposo, y los ponía en un estado tal de angustia, que me hacía recordar aquella sentida lamenta- ción del Santo Job: De noche mis huesos son taladrados de dolo- res , y los que me comen no duermen.'" En un caso observado por Saint-Pier, en la Guayana, las lar- vas invadieron el globo ocular y el parpado inferior se gangrenó, cayendo en colgajos; invadieron también la boca, corroyeron las encías y desnudaron el maxilar superior (Moquín-Tandon). "En el Hospital de Cayena se presentó un enfermo con los síntomas de una angina inflamatoria muy aguda. A los dos días la respiración era muy difícil y la deglución muy penosa. Se formó una mancha gangrenosa en el velo del paladar, y un lí- quido fétido se escurría de la boca y de la nariz. Hay mucha fiebre, pero sin dolor de cabeza, y la inteligencia permanecía in- tacta. En la tarde del segundo día, la escara gangrenosa sedes- prende y deja salir 30 larvas: además se logró sacar otras 40. Al tercer día la piel de la nariz presenta un color lívido; en su base se vió un tumor blando y fluctuante: se practicó en él una incisión y salieron 30 gusanos. Al día siguiente se extrajeron 20 larvas del lóbulo de la nariz. Total: l£0 larvas. El enfermo murió en la tarde de ese día. Tuvo durante la noche un poco de delirio, y cosa notable, conservó hasta el fin su conocimiento. No acusó ningún dolor, y no se quejó sino de grande dificultad de respirar. En la autopsia se halló la faringe y las fosas nasa- les, no formando más que una papilla infecta: los huesos de la nariz necrosados, y la mayor parte de los cartílagos de la nariz destruidos." (Chapuis). Como se ve por la relación anterior, la marcha de la enfer- medad es muy rápida. En el caso de Chapuis, el enfermo mu- rió seis días después de su entrada al hospital; en el de Saint- Pier, la terminación funesta vino á los diez y siete días; en otros casos no se fija el tiempo. La terminación varía. El Dr. Lauro Jiménez la da á conocer con exactitud en los siguientes térmi- nos: "Por la lectura de las observaciones del autor (González), y de aquellas que cita M. Bequerel, se ve con claridad que la 118 Lucilia hominivora, así como cualquiera de los otros insectos que como ella tienen la impertinencia de depositar el producto de su concepción en la nariz del hombre, producen accidentes que se pueden referir á tres categorías. En la primera deposi- tados los huevos ó las larvas, porque también se da este caso, en las fosas nasales y no pasando de este punto, se desarrollan síntomas de irritación ó inflamatorios, caracterizados por el cos- quilleo, la hinchazón y la rubicundez de la nariz, por los estor- nudos, insomnio, escurrimiento de un líquido sanioso y un mo- vimiento febril proporcionado á los desórdenes locales, que desaparecen luego que el huésped importuno sale á buscar otra morada, ó es expulsado por los esfuerzos de la naturaleza ó del médico. En la segunda, prolongándose la permanencia de las larvas y también por las excursiones que hacen hasta llegar aba- jo de la piel, las partes infladas se supuran, la piel se perfora, se ulcera; sucede lo mismo con los cartílagos y los huesos, y queda por último una deformidad: y en la tercera, extraviando las larvas su camino, buscan un asilo en una de las cavidades cercanas, pasan á los senos nasales, á los de la frente, á las ór- bitas; los dolores se hacen insoportables, el enfermo no reposa, nuevos desórdenes aparecen en relación con el organo invadi- do, se declaran hemorragias, la calentura se enciende y la me- ningitis puede desarrollarse, afectándose los senos frontales, y por extensión de la flegmasía erisipelatosa al cuero cabelludo y terminarse entonces con la muerte un estado tan desgracia- do. Es una división que creemos útil para caracterizar y definir el cuadro sintomatológico de esta enfermedad, conocida con el nombre de myiasis, y para el pronóstico también que debe ser muy diferente en cada una de estas categorías." Diagnóstico. No existe signo alguno patognomónico. Se pue- de sospechar la enfermedad cuando en una localidad en que viven las moscas hominivorax se presentan repentinamente es- tornudos frecuentes, comezón, signos de inflamación en la na- riz y cefalalgia supraorbitaria. La salida de las larvas, que no se 119 hace esperar mucho tiempo, confirma plenamente el mal sos- pechado. Pronóstico. Es grave. Si no se atiende oportunamente á los enfermos, mueren ó quedan con deformaciones en la nariz y del velo del paladar que alteran profundamente la voz, dándo- les un aspecto repugnante. En el caso contrario salvan sin de- formaciones, ó éstas son muy ligeras. En la memoria del Dr. González se refieren 26 observaciones, cuya terminación fue la siguiente: en 11, la muerte; en 9 la curación con alteraciones graves de la cara y la boca; en 6, la curación perfecta ó con de- formaciones muy poco perceptibles. De los nueve enfermos asistidos por el Dr. Torres, 6 curaron perfectamente y 3 tuvie- ron, dice, una terminación desgraciada, sin especificar si fué la muerte ó quedaron mutilados ó con deformaciones horrorosas. El enfermo asistido por el Dr. Careaga sanó con alteraciones graves en la garganta. Tratamiento. La extracción directa de los gusanos es muy di- fícil é incompleta, pues poseen ganchos bucales, con los cuales se suspenden fuertemente á la mucosa de la nariz y partes anexas. Las inyecciones de substancias insecticidas no podrían llegar á los senos frontales y partes profundamente situadas, siendo por este motivo incompleta su acción; el Dr. Lauro Ji- ménez aconseja usar la forma ó estado gaseoso, pareciéndole más eficaz el ácido sulfuroso para matar las larvas. Guando ha- blemos de la mosca Lucilia versicolor, nueva especie descrita por él, daremos pormenorizadamente el método empleado con buen éxito. El gaz citado sería también á propósito para des- truir los huevos. El Dr. González refiere que en un caso de cu- ración completa observado por él, un niño arrojó fácilmente las larvas sin medicación alguna; en otro caso se obtuvo también la curación completa aplicando en las dos fosas nasales inyec- ciones con un cocimiento de raíz de cebadilla, en proporción de una dracma de raíz por una libra de agua. El paciente estor- nudó mucho arrojando mucosidades, 46 larvas y al fin como seis onzas de sangre pura. Hizo otras inyecciones frías con agua 120 121 aluminosa (dracma de alumbre por media libra de agua) y la hemorragia cesó. El uso de la cebadilla, según el mismo doctor debe limitarse al principio del mal, pues cuando las larvas han destruido la mucosa y abierto vasos de mediano calibre, las hemorragias con los estornudos se harían incoercibles. Cree contraindicado el taponamiento de las fosas nasales, porque no se haría más que encerrar las larvas. El Dr. belga Vanlair aconseja como un medio eficaz para destruir á los insectos ha- cer inyecciones con ácido cítrico ó jugo de limón. (Van Bene- den). La planta de la familia de las labiadas, llamada Marrubio, Marrubium vulgare, es decuso vulgar en el tratamiento de esta enfermedad. Según el Dr. Ezequiel Torres, de León, es eficaz, y la ciencia confirma la tradición popular. Se ha aplicado en lavatorio el cocimiento de la planta, y en seis casos los enfer- mos han sanado completamente; en otros tres casos no se apli- có este medicamento y tuvieron, dice, una terminación desgra- ciada. La planta habita en el borde del torrente principal de León, en la Hacienda de Santa Teresa y otros lugares, florece en la primavera é invierno. En la América del Sur se usa el al- bahaca para atacar las larvas de la Calliphora anthropophaga, que se aloja en las narices y orejas. Según M. Sallé, naturalista via- jero, el medio más seguro para ahuyentar á las moscas que ata- can á los animales, es untar á éstos con aceite de pescado en to- das aquellas partes susceptibles de ser atacadas por los dípteros, y un medio infalible para matar las larvas desarrolladas en las heridas, es la cebadilla. En un enfermo asistido en el Hospital de San Andrés de México, servicio del Dr. José M. Bandera, se obtuvo la curación completa á los tres días de emplear lavato- rios hechos con la infusión del Marrubia officinalis. El uso de este medicamento fué indicado por el joven estudiante de me- dicina D. Pedro Díaz de Aranda, que había visto en León algu- nos casos de ozena verminosa perfectamente curados por la aplicación tópica de esa planta. En el caso referido por el Dr. Jacobsen, de la Habana, el tratamiento con el cual se obtuvo éxito completo, fué muy sencillo: primero tres irrigaciones al día 122 de agua fenicada al uno por ciento; desde el segundo día irri- gaciones de benzina dos veces al día: á los cinco días, después que expulsó las últimas larvas, se empleó únicamente el agua fenicada. En diez y seis casos asistidos en la sala del presidio de la Habana, el tratamiento consistió en insuflaciones de caló- me!, inyecciones fenicadas y curaciones antisépticas á las per- foraciones del dorso de la nariz. De estos enfermos sólo uno murió á los cuatro ó cinco días, con los síntomas de la encefa- litis aguda, habiendo demostrado la autopsia ulceraciones intra- nasales, destrucción del tabique hacia arriba, perforación de la lámina cribosa del etmoides, meningitis de la base y un volumi- noso absceso cerebral que ocupaba la casi totalidad de los lóbu- los anteriores del cerebro. Para terminar haré mención del clo- roformo empleado con buen éxito por el Dr. Rodríguez Rivera en el Hospital de Jalapa y recomendado por Jacob; del espíritu de trementina ó aguarrás, en inyecciones, aplicado por el Dr. Ortega Reyes con provecho, según dice, en varios casos; del aceite de palo ó bálsamo de copaiba, con el cual sanó el enfer- mo del Dr. Careaga, y la solución de permanganato de potasa usada en varios casos favorables por el Dr. Adolfo Castañares en Tabasco. Lugilia versicolor, Jiménez. Hab. Cuautitlán. Valle de México. (Jiménez). Bibl. Otro hecho de Myiasis producida por la nueva espe- cie Lucilia versicolor. Por el Dr. D. Lauro María Jiménez. Ga- ceta Médica de México. Tomo IV, núm. 2. H N. "Longitud catorce milímetros y un grueso proporcio- nado. Cabeza gruesa, triangular y dorada, con dos ojos grandes, ovalares, negros y compuestos que casi se tocan por su parte posterior é interna; apenas dejan entre sí un espacio estrecho, que profundizando y abriéndose más entre los carrillos, afecta la forma de una vulva y recibe en su fondo dos antenas que aumentan esta semejanza, porque aparecen como un clítoris doble en medio de los labios gruesos y velludos. Son de tres articulaciones: la segunna muy pequeña; la tercera cónica y ca- si cuatro veces más grande que la anterior, y la primera tan estrechamente unida á su congénere, que parece formar una sola pieza común á las dos antenas. Estos apéndices son lisos, lampiños, morenos, tienen cerca de su extremidad un hacecillo de pelos, raquítico y dirigido atrás. El epistoma es poco promi- nente y triangular. "De la parte inferior y en medio de los carrillos, sale una trompa alargada y comprimida lateralmente; se acoda dirigién- dose hacia arriba, y su extremidad, un poco más ancha, tiene el aspecto de un garfio bilabiado; se parece á la extremidad de los ganchos con que tejen las señoras; contrasta por su color negro con el resto de la cabeza. Tiene dos estiletes y urr labio inferior con dos palpos triarticulados. "El coselete forma una media elipse: se pueden contar dis- tintamente tres piezas; las dos anteriores irregularmente cua- dranglares y la posterior arredondada, la mediana es la mayor y la más pequeña. "Son seis los miembros que se desprenden de estas partes; tienen un tamaño mediano; son negros y velludos; el muslo y la pierna, casi del mismo tamaño, son arredondados; los tarsos sobrepasan en longitud á la pierna y se componen de cinco ar- ticulaciones; la primera es casi el triple de la segunda, las otras disminuyen progresivamente, y la última lleva dos ganchos á un lado de su extremidad que se hincha, arredondándose para formar una especie de ventosa. "No tiene más que dos alas, pero bastante desarrolladas: las recoge sin plegarlas, son blanquecinas y transparentes, y varios nervios que realzan su superficie forman una red en que se dis- tinguen, principalmente una celdilla submarginal, otras tres pos- teriores y una anal que es la más pequeña. "En el abdomen cuento cuatro anillos, descubro que sudor- so es convexo y que su vientre se hunde ligeramente en la lí- nea media. "Al color de esta parte y del tórax, el insecto debe principal- mente su hermosura, es una mezcla de verde con azul, que 123 variando con la dirección de la luz produce un bello tinte tor- nasol. "Todo el animal en lo general es velludo, pocas partes se ad- vierten verdaderamente lampiñas, y en la base de las alas tiene dos cucharillas bastante desarrolladas y visibles. "Antes de formar el capullo su cuerpo era blando, alarga- do, más agusado en su extremidad anterior; siempre han care- cido de miembros, y el número de sus anillos era el mismo y de igual aspecto sobre sus márgenes: el inferior se veía como en la lámina, guarnecido de una faja realzada que formaba glan- dulitas ganchudas y espiniformes, confluentes en los primeros anillos, tanto por su lado dorsal como por el ventral, y separa- das, formando dos series que dejaban un espacio liso en el lado ventral de los siguientes. Cada glandulita estaba compuesta de celdillas pequeñas y arredondadas, visibles solamente con el microscopio. "En el lugar de la boca se descubría una superficie apenas é irregularmente apezonada, con dos ganchos cortos y de la for- ma de pequeñas astas. La extremidad posterior la componían dos labios gruesos y sobrepuestos, y el grueso de su cuerpo era proporcionado á su longitud, que sería de doce milímetros "El gusto que tiene por la nariz para depositar en ella sus huevos, casi nos descubre su género, pero principalmente su epistoma poco saliente, el tamaño de la tercera articulación de sus antenas que es el cuádruple de la segunda, su estilete vellu- do, la figura casi arredondada del abdomen y la brillantez de sus colores metálicos, no dejan duda del parentesco que tienen con los individuos del género Lucilia. "Mas creo que no es délas especies descritas hasta aquí. No obstante la semejanza que le dan con la Lucilia Coesar ó Mosca dorada, la posición de sus ojos muy aproximados atrás, y la fal- ta de rayas en su abdomen, se distinguen sin embargo de ella, porque no es de un verde puro, su color es más bien tornasol, cambia del azul al verde con el movimiento, y variando la di- 124 125 rección de la luz, su tamaño también es diferente, y si devora los cadáveres con la misma predilección que aquella, es cosa que no está probada. "El número de los anillos de su larva y la manera con que se disponen las glandulitas espiniformes sobre el margen de ellos, la aproximan á la Lucilia hominivora; pero sus palpos no son morenos y carece de las rayas purpúreas que caracterizan á ésta. " Para distinguirla creo conveniente llamarla Lucilia versico- lor. En su color cambiante encuentro el fundamento de esta denominación." (Jiménez). Med. Síntomas, duración y terminación. En la única observa- ción referida por el Sr. D. Lauro Jiménez, los síntomas que pre- sentó el enfermo fueron exactamente iguales á los referidos por otros médicos en los enfermos de myiasis por la mosca homi- nivorax. La duración de la enfermedad fué casi de un mes, co- menzó el 15 de Noviembre de 1866, y salió casi curado del hos- pital el 13 de Diciembre del mismo año. Sólo quedaba entonces una ligera inyección de la pituitaria y una que otra ulcerita su- perficial cerca de los cornetes ethmoidales. Tratamiento. Guiado el Sr. Jiménez por la ¡dea de que sólo una substancia gaseosa puede penetrar bastante profundamen- te en las fosas nasales y atacar á las larvas ocultas en las sinuo- sidades de ellas, empleó las inhalaciones de gas, ácido sulfuroso. Una pequeña cantidad de flores de azufre fué colocada en una cápsula de porcelana, determinando en ellas la combustión por medio de una lámpara de alcohol. Se colocó la cápsula á dis- tancia con el objeto de que el aire necesario para la respiración entrara con los vapores sulfurosos. Parece que las larvas pro- curan huir de la acción deletérea del gas, y se ven obligadas á salir de su guarida, pudiendo verificar fuera de las fosas nasa- les sus transformaciones hasta llegar al estado de insectos per- fectos. Hay otros medicamentos útiles para conseguir la cura- ción: los antiflogísticos y los emolientes servirán para combatir la inflamación; el opio para procurar el sueño que tan difícil- 126 mente concillan los enfermos, etc. Al Sr. Jiménez le ocurrió un medio curativo que no tuvo ocasión de poner en práctica y que consiste en friccionar con algún ungüento azufrado las fosas na- sales del paciente; supone que por un tiempo muy largo se des- prendería el gas sulfídrico que se desarrolla en esas grasas, el cual probablemente mataría las larvas parásitas alojadas en aquellas cavidades. Colocando el ungüento profundamente en la nariz, se tendría, dice, un manantial perenne del antídoto del mal, sin inconveniente para el enfermo. Añade el Sr. Jiménez que si alguna vez tuviera que tratar á un enfermo que por esta causa presentara los síntomas alarmantes de la meningitis, no vacilaría en armarse del trépano para combatir el mal. Fam. (Estridae. Al mismo grupo Muscaria del sub-orden Brachyceros, pertenece esta familia tan interesante desde el punto de vista médico y caracterizada por la trompa atrofiada, las antenas cortas, terminadas por una cerda desnuda ó plu- mosa, el abdomen velludo con cuatro ó cinco segmentos. Las hembras son ovíparas ó vivíparas. Las larvas viven parásitas en el cuerpo de los mamíferos. Vive en México el Gastrus equi Fab., numerosos ejemplares del Museo zoológico de la Escuela Preparatoria se han encontrado en el estómago de caballos muertos en el Rastro de la Ciudad. La especie más importante es la siguiente: Moyocuil. Dermatobia sp? Hab. Estado de Veracruz (Bourcard); Estado de Tabasco (Th. Penniston). (Dr. Ad. Castañares). Bibl. Sur les oestrides americains dont la larve vil dans lapeau de riiomme. Par le Dr. Rapbael Blanchard. París 1892; Coque- rel (Ch.) et Sallé. Notes sur des larves d'(Estrides développés diez l'homme, au Mexique et a la Neuvelle-Orleans. Notes sur quelques larves d' CEstrides. Anales de la Soc. entom. de France, II, p. 781, 1862. H. N. El nombre Moyocuil es del idioma náhuatl ó mexica- no, y significa gusano de mosco (Moyotl, mosco; ocuilin gusano). En México y la América Central se designa con él la larva de 127 un insecto díptero, de la familia de los (Estridos del género Der- matobia (Brauer), la cual, como lo indica este nombre, se des- arrolla en la piel, ya sea del hombre, ya sea de otros animales. El género Dermatobia lo ha creado Brauer á expensas del más antiguo Cuterebra (Clark); propone este nombre para los oestri- dos cuya larva vive sobre los animales roedores y marsupiales, y establece aquel para aquellos cuya larva vive sobre e] hom- bre, el perro y el toro. La etimología de Cuterebra es cutis te- rebra, taladra la piel. Los moyocuiles tienen otros nombres: en Cayena les llaman Macacos; en Colombia Nuches ó gusanos de monte, y en Costa Rica Torceles. La familia (Estridos es notable entre los insectos dípteros, por la organización y costumbres de los individuos que la forman. La trompa á veces es muy pequeña, á veces falta completamen- te, ]o mismo que la cavidad bucal. Este estado nulo ó rudimen- tario de organo tan importante para la nutrición, se explica por la corta vida que tienen en el estado de imago ó de insecto perfecto: una vez llegados á esta última fase de sus metamorfo- sis sólo se ocupan de la reproducción de su especie. Las hem- bras de esta familia ponen sus huevos en diversas partes del cuerpo de ciertas especies de animales: unas, llamadas cutícu- las, los colocan en heridas que practican en la piel de los to- ros, etc. (Cuterebra)-, otras, las cavícolas, eligen las cavidades naturales, narices de los carneros, senos frontales, maxilares, etc., (Cephalomyd); algunas las gastrícolas ((Estro del caballo) con un instinto admirable, sitúan sus huevos sobre el pelo de este cuadrúpedo en un lugar en que pueda lamerse, y de esa manera los transporta al estómago, para que se transformen allí en larvas, saliendo del aparato digestivo para llevar en la atmósfera la vida de insecto perfecto. Todos los oestridos que atacan á la especie humana, pertene- cen al género Dermatobia Brauer. Se encuentran en los mamí- feros domésticos ó salvajes, larvas idénticas, dice Mr. Blanchard, á las del hombre; no hay especie exclusiva para esto y la creen- cia antigua de un (Estrus hominis, no tiene fundamento alguno. Siendo de gran importancia el conocimiento de los géneros Cuterebra y Dermatobia, para la clasificación de las larvas de los oestridos que se encuentran accidentalmente viviendo en la piel del hombre; doy en seguida sus caracteres tomados del intere- sante opúsculo citado del Dr. Blanchard, cuyo sabio tuvo la bondad de remitírmelo. En la redacción do este artículo me ha sido de inmensa utilidad. Caracteres comunes á los géneros Cuterebra y Dermatobia. Larva de once anillos: diez son libres, el undécimo está retraído y ocultado por el décimo. La cavidad estigmática que se en- cuentra en la extremidad posterior, está formada únicamente por el décimo anillo. En la extremidad cefálica dos tentáculos cortos, esféricos, con dos puntos oculares en la extremidad; bajo éstos, dos ganchos ligeramente curvos hacia atrás. Un surco se extiende arriba: es horizontal y encierra los cuatro primeros anillos como una herradura. Los grandes estigmatos anteriores se abren en el borde posterior de él bajo la forma de una he- rradura trasversal, situada en la profundidad ó de un orificio redondo. La cara dorsal es convexa de adelante atrás; la cara ventral es cóncava en el mismo sentido. Caracteres particulares al género Dermatobia Clark. Larva ovoide, comprimida con tres pares de Linchamientos laterales bien desarrollados del segmento tercero al noveno. Piel cubier- ta de formaciones escamiformes, excepto el rededor de las pie- zas bucales de los estigmatos anteriores y sobre el segmento un- décimo. Los ganchos bucales desaparecen en el momento de la madurez. El ancho del cuerpo aumenta hasta el sexto seg- mento, después disminuye lentamente. Estigmatos posteriores en forma de dos placas córneas semilunares. Caracteres particulares al género Dermatobia Brauer. Larva piriforme, con la extremidad anterior más gruesa que la poste- rior. Esta última es más ó menos estrecha, á veces adelgazada muy rápidamente á partir del segmento séptimo, en forma de cola en las larvas jóvenes. Rebordes laterales indistintos sobre los segmentos anteriores, más marcados desde el séptimo y no- 128 129 veno segmentos solamente. Piel desnuda, salvo algunas hileras de espinas en el borde anterior (por ejemplo, del segundo al séptimo), dispuestas al través de la cara dorsal de algunos ani- llos (por ejemplo, del tercero al quinto), ó en el bordo posterior de un corto número de segmentos; espinas completamente ne- gras, un poco curvas. En el momento de la madurez algunas berrugas de la cara dorsal se cornifican. Ganchos bucales siem- pre presentes. El ancho del cuerpo aumenta hasta el quinto segmento, después disminuye notablemente. Estigmatos poste- riores como en las larvas de Gastrus. Según el mismo Dr. Blanchard, hasta hoy se han observado en el hombre cuatro especies distintas de larvas de Dermatobia solamente. Sólo de una de ellas, la Cuterebra (Dermatobia) no- xialis Goudot, se conoce el estado perfecto. Para designarlas propone el nombre vulgar que se les da en América, y resume en el cuadro sinóptico siguiente los caracteres diferenciales de ellas. Segundo y tercer segmentos: A herisados con finas espinitas.-Macaco. k' lisas sin espinitas. Borde posterior del octavo segmento. B con hilera de ganchos en anteversión en la cara dorsal.-Berna. B7 sin hilera de ganchos. Borde anterior del tercer segmento. c con cintura completa de ganchos.-ThrceZ. cz con cintura sin ganchos en la cara ventral.-Moyocuil. Es probable que larvas de otras especies que atacan á diver- sos mamíferos, se encuentren algún día en el hombre. Las ob- servaciones siguientes hechas en México, nos enseñan que se han encontrado aquí el Moyocuil y el Torcel.1 La observación referente al Torcel, fué hecha por Jh. Pennis- ton en 1884, y es la número 12 de las que refiere M. Blanchard en su opúsculo acerca de (Estridos americanos, dice así: "Un 1 Sin duda, dice Mr. Blanchard, esta palabra viene de torcer, porque la lar- va se voltea y se retuerce constantemente en la herida. Zoología.- 9 130 mozo de diez y seis años de edad que vivió algún tiempo en la costa del Estado de Tabasco (México), sintió repentinamente en el brazo izquierdo comezón acompañada de una sensación de piquete ó mordida, y reconoció en este punto un tumor chico que tenía en el centro un agujero del tamaño de la cabeza de un alfiler, por donde salía una materia clara y amarillosa. "Algunas semanas después, entró al Hospital de la Caridad, en Nueva Orleans, para curarse un acceso de fiebre intermiten- te. Se notó que el tumor era muy doloroso y existía entre el músculo cleltoide y la piel; comprimiéndolo se hizo salir una lar- va de 10 líneas de largo (21 milímetros), de 4 líneas (8mm45) en su parte más gruesa y de línea y cuarto (2mm6) en las dos extre- midades. El tumor presentaba entonces el aspecto de un divie- so después de la salida del núcleo (bourbillon). A los cuatro días sanó completamente." La observación referente al Moyocuil, es debida á MM. Ch. Coquerel y Sallé, hecha en 1859, y ocupa el número 16 de las que refiere Mr. Blanchard, dice así: "Durante un viaje hecho al Estado de Veracruz (México), Boucard tuvo que sufrir por dos larvas de Moyocuil que se ha- bían alojado en sus piernas; hizo uso de un ungüento que las mató y determinó su expulsión; la curación se hizo de la ma- nera común. "Durante el primer mes se sienten á cada instan- te dolores agudos, como si le introdujesen á uno agujas profun- damente en las carnes." Esta larva es muy común en los perros, que frecuentemente mueren por esta causa. Ella "permanece ordinariamente tres meses entre cuero y carne; al cabo de este tiempo cae y se transforma; tiene entonces el tamaño de un fri- jol de Soissons." "Boucard remitió á Coquerel y Sallé una larva recogida so- bre un perro, asegurando que era perfectamente idéntica á aque- llas que lo habían hecho padecer. (Véase la figura adjunta.) "En 1862, los Sres. Coquerel y Sallé recibieron de México, de M. Boucard, numerosos ejemplares de larvas de Moyocuil. Unas fueron recogidas en un criado á su servicio, y otras en un 131 perro de su propiedad. Eran enteramente iguales al ejemplar figurado por estos autores en 1859." Es de sentirse que los médicos mexicanos que ejercen su pro- fesión en lugares en donde viven insectos de la familia de los (Estridos, nada hayan dicho acerca de ellos, tal vez por creer de interés secundario el recoger observaciones respecto de enfer- medades casi siempre leves. Creo oportuno hacer aquí relación de los dípteros (Estridos que menciona la obra en publicación actualmente en Londres, cuyo título es Biología Centrali-Ame- ricana, pues no es imposible que alguna vez se encuentren sus larvas sobre el hombre; son las siguientes: 1. Cuterebra americana, Mach. Dipt. Escot. II. 3. p. 23. ,, ,, Brauer. Monogr. (Estrid. p. 242. 11. t. 4. ,, ,, Walk. List. Dipt. Brit. Mus. III. p. 683. Musca americana, Fabr. Syst. Ent. p. 774. 6. Trypoderma americana, Wiedem. Ausscreur zueifl. Ins. II. p. 258. Cuterebra terrísona, Walk. List. Dipt. Mus. Brit. III. p. 685. Se ha encontrado la especie anterior en Sonora (Morrison) y Zacatecas (Hoge) en la República Mexicana. Vive también en varias localidades de los Estados Unidos. 2. Cuterebra emasculator, Fitch. Noxius. Insects of N. York, Reporta 3,4 and 5; Brauer. Monogr. (Estr. p. 232. Esta segunda especie vive en México, Sonora (Morrison) y Presidio (Forrer) y los Estados Unidos Nueva York, Arkansas. 3. Cuterebra analis, Macq. Dipt. Exot. II. 3. p. 22, Brauer. Monogr. (Es- tridos p. 237. 5. Vive en México (sin precisar la localidad), en Panamá y Bra- sil. 4. Cuterebra aproximata, Smith, in Lords's Naturalist in Vancouver's Island. II. p. 338. Vive en México (Ruchan-Hepburn). Pinos Altos en Chihua- hua, en Norte América, Isla de Vancouver y en Guatemala. 5. Cuterebra atrox, Clark. Essay on the Bots. etc. Addenda, p. 1 (1848), Brauer, Monogr. (Estr. p. 241. 132 Esta especie parece ser también de México, sin indicación pre- cisa de la localidad donde habita. Med. La enfermedad que producen las larvas de los (Estri- dos alojados en la piel del hombre, se llama Myiasls cutánea. El lugar en que se presenta es muy variable; de las observacio- nes recogidas por M. Blanchard sacamos el dato siguiente res- pecto al punto elegido por el insecto para albergar á su proge- nitura: en dos casos el mal estaba en la cabeza, en uno en la nariz; en uno, en el cuello; en uno, en la espalda; en cuatro, en las piernas; en cuatro, en los brazos; en uno, en el costado iz- quierdo, al nivel de las falsas costillas; en uno, en el surco inter- glúteo, y también en la nalga izquierda, y en uno en el escroto. Deduzco de aquí que los huevos primero y después las larvas, pueden ocupar todas las partes del cuerpo, ya sea por estar siempre descubiertas (cabeza, cuello), ya porque accidentalmen- te se descubren (costado, escroto, etc.). En casi todos los casos no se dan cuenta los enfermos del principio del mal. Elegido el lugar por el insecto, que generalmente prefiere, dice G. Bonnet, una región en que la piel sea gruesa y el tejido celular abun- dante para facilitar el albergue, pica allí y deposita un huevo en la herida, más tarde se formará un tumor en el cual se des- arrolla la larva. En ese momento algunos individuos han sen- tido un dolor instantáneo y poco doloroso. Es fácil darse cuenta de lo que pasa en el lugar afectado. El huevo obra como un cuerpo extraño y provoca comezón y una tumefacción al principio poco intensa; mas estos síntomas se acentúan más cuando sale la larva, sintiéndose entonces, dice Goudot, que la especie de succión que ella ejerce tiene lugar muy de mañana (de 5 á 6), y en la noche produce un efecto análogo al de una aguja que se introdujese violentamente en la piel. La tumefacción aumenta y se forma un tumor flemonoso más ó menos grande, según el número de larvas, el cual termi- na por supuración, saliendo ésta por uno ó varios orificios que se forman en el vértice. Si se comprime el tumor lateralmen- te, se ve salir por un orificio la extremidad posterior de la larva 133 que sobre la piel forma un relieve de algunos milímetros. No es raro que la larva viaje y se introduzca profundamente en los tejidos, produciendo así una afección verdaderamente grave. En la observación quinta de las colectadas por M. Blanchard, se refiere que el Dr. Brick fué picado en la parte anterior y su- perior de la pierna izquierda y al estarse bañando en un peque- ño río que desagua en la laguna de Maracaibo. Después de sufrir más ó menos durante algunos días, se vió obligado á guardar cama por dos semanas. Estaba casi agotado: escarificó enton- ces el tumor y ensayó el efecto de una cataplasma de tabaco en aguardiente aplicada sobre él durante varias noches. A la cuarta noche experimentó un gran alivio; después de la quinta noche extrajo, por medio de una pinza, una larva muerta. El gusano había viajado sobre el periosto á lo largo de la tibia, so- bre una longitud de dos pulgadas por lo menos. Mientras se verifica la evolución de la larva, los síntomas ge- nerales son casi nulos: en algunos enfermos hay cierto males- tar, inapetencia, falta de sueño por el dolor, y á veces ligera reacción febril. Dura la enfermedad algunos días ó algunos me- ses, según el tratamiento que se use; por la incuria y el desaseo se suelen formar ulceraciones rebeldes. No es posible estar de acuerdo con C. Linneo (el joven), cuando dice: " si se intenta ha- cer salir este huésped (la larva) por ungüentos externos ó por otros medios, se introduce más profundamente en los músculos y causa dolores mortales y terribles. Sise le abandonad sí mis- ma, como se tiene costumbre de hacer, sale sola, llegado el tiempo de su metamorfosis, y viene á ser una mosca negra, no de un tamaño mucho mayor que la mosca común." (Monograf. Blanchard, pág. 111). ¿Qué pasaría si se abandonan las larvas que como en el caso citado antes del Dr. Brick, viajan sobre el periosto á lo largo de los huesos, ó como en otro caso, cuya observación se debe á A. Posada Arango, de Colombia, el cual vió que se alojaron dichas larvas en la órbita del ojo de un in- dividuo que le consultó oportunamente por fortuna? Aun pue- den provocar un desenlace funesto, que aunque raro en esta 134 enfermedad, hay que tener en cuenta. "En 1886 se admitió en la clínica de Matas, en el Hospital de Caridad en Nueva Orleans» á un francés que acababa de llegar de Honduras. Tenía unas larvas en la parte interna del brazo izquierdo: desde aquí la in- flamación se había propagado á todo el miembro y á la región toráxica izquierda. Abscesos subcutáneos, acompañados de gan- grena se declararon, dejando al brazo en un estado permanente de contracción y doblado como pasa por la acción de una cica- triz. El ligero traumatismo determinado por la extracción de los parásitos, tuvo por consecuencia una violenta erisipela, á la cual sucumbió el enfermo." (Obs. 29. R. Matas. 1889. Monog- Blanchard). Es evidente que luego que el diagnóstico dé la seguridad de la existencia de larvas en un tumor de la piel, debe practicarse la extracción de ellas. Después de hecha una incisión, aconsejan los que han practicado esta operación, comprimir lateralmente el tumor para ennuclear los gusanos y cauterizar en seguida con una solución fénica ú otra substancia apropiada. El Dr. Brick se curó él mismo, escarificando el tumor y aplicando cataplas- mas con aguardiente y tabaco: á veces se obtiene la curación insuflando humo de tabaco por el orificio del tumor; el Dr. Lon- dres aconseja el debridamiento. Según Bonnet, cuando hace poco tiempo se ha introducido el parásito, puede matarse fácil- mente y detenerse el mal con una gota de amoniaco ó de clo- roformo aplicada en el orificio de entrada, y también con un poco de ungüento mercurial. El segundo sub-orden de los Dípteros es el de los Nemoce- ros ó Tipularios, caracterizados por su cuerpo alargado, sus tar- sos muy largos y filiformes, sus palpos también alargados y for- mados por cuatro ó cinco artejos, el abdomen con siete ó nueve artejos y la trompa provista de cerdas picantes. Por su forma y por la gran longitud de sus patas, se les conoce con el nom- bre de moscos zancudos. Los gigantes de este grupo son las Tí- pulas, afortunadamente desprovistas de instrumentos picantes, inofensivos para el hombre, y viven en el campo; los Bibionidce 135 ó Musciformes, cuyo cuerpo es semejante al de las Moscas, for- man una familia en la que se cuentan las del género Simulia, notables por haberse reconocido pueden ser agentes eficaces para transmitir el carbón de un animal enfermo á otros sanos y aun al hombre mismo. Me referiré aquí únicamente á la fa- milia Culicidce, por la importancia que tienen para los habitan- tes de la capital desde que ha sido invadida por estos incómo- dos huéspedes. Fam. Culicidae. Moscos zancudos. Los individuos de esta fa- milia están provistos de una trompa córnea, dirigida oblicua- mente hacia abajo y adelante, conteniendo cuatro cerdas pican- tes. En el macho las antenas tienen forma de penachos. Las alas están revestidas de una espesa pelusa. Las larvas viven en el agua, son vermiformes, sin patas, y su abdomen presenta un tubo que sirve para conducir al interior de su cuerpo el aire que respiran. Los del género Culex tienen, en los machos, los pal- pos más largos que la trompa, la ninfa vive como la larva, en el agua, y cuando acaba sus metamorfosis, se sirve de su envol- tura como de una embarcación para no ahogarse. Las especies descritas de moscos zancudos de México, son las siguientes: Culex peñafieli, Williston, (Ciudad de México); C. posticatus, Wiedemann. Dip. Exot. 1.4.3. 2. Auff. Zu. 1. 9.15.; C. toeniorhynchus, Wied. Dip. Exot. id., id.; C. bigoti, Bellardi. Saggio di Dit. Messic. App. 3. fig. 1; C. mexicanas, Bellardi, id.; id., 1. 5.; C. annulatus (Fabr.) Meigen, (Ciudad de Durango). (Forrer). Bibl. Nota acerca de los moscos zancudos que han invadido la capital en el presente año (1885). Inserta en la Gac. Méd. de México, tom. 20, núm. 21 y en La Nat. Vol. 7, p. 203. Por el Dr. Jesús Sánchez. Culex peñafieli, Will. <? £ .1 Flavas, capite rufo, antennisfas- 1 En carta dirigida por el Dr. 'WiHiston al Dr. Peñafiel, que este amigo mío me ha comunicado bondadosamente, dice lo siguiente: "'No he estado en po- sibilidad de obtener la descripción de una especie de Culex (G. bigoti Bellardi, Saggio di Ditter. Messicana); y así es que no puedo decir positivamente si la especie es nueva; pero le acompaño á vd. su descripción, que facilitará la dis- tinción de la especie, si vd. quiere publicarla." 136 conigres, pdlpis et rostri parte apicale fuséis, toraxis, dorso ex flavo ferrugineo abdominis marginibus segmentorum singulorum poste- rioribus plus minusvce luteis,femoribus apicem versus tibiis tareisque fuscis; alce hyalinae, venís fuscotomentosis. Long. corp. 6-7 mm. H. N. De vez en cuando se nota el hecho curioso de una multiplicación excesiva del número de individuos de una mis- ma especie animal ó vegetal: ciertas frutas, por ejemplo, toman en la estación propia un incremento tan considerable, que su- peran en mucho á la producción normal; entre los insectos es- pecialmente se presenta con frecuencia el hecho que señalamos: "Es preciso no olvidar, dice Darwin en su célebre libro acerca del Origen de las especies, que cada ser organizado se esfuerza siempre por multiplicarse; que cada uno de ellos sostiene una lucha durante cierto período; que los jóvenes y los viejos están inevitablemente expuestos á una destrucción incesante, sea du- rante cada generación, sea á ciertos intervalos. Que uno de es- tos frenos se relaje, que la destrucción se detenga aunque sea un poco, y el número de individuos de una especie sube rápi- damente áuna cifra prodigiosa." Llamo la atención sobreestás notables palabras del sabio naturalista inglés, porque tal vez con ellas encontremos una explicación satisfactoria de la invasión que ha sufrido y sufre actualmente la capital con ese enjambre de zancudos que más ó menos han molestado con sus piquetes á todos los habitantes de ella. En el tiempo transcurrido de Febrero á Octubre de este año (1885), la capital y algunas de las poblaciones de los alrededo- res, han sufrido una verdadera invasión de mosquitos zancu- dos. 1 Las hembras de estos dípteros están provistas de estilos 1 Osten-Sacken, refiere que en el año 1827 no había todavía ningún mosqui- to en las islas de Sanwich. En 1828 ó 1830, fue abandonado en la costa de una de las islas un barco mexicano. Pronto observaron los habitantes que al rede- dor de aquel sitio compareció un insecto especial, sanguinario y aun descono- cido. Este fenómeno llamó la atención, de modo que los indígenas curiosos se dirigían por la noche á aquel sitio para hacerse picar por aquel extraño anima- lito. Desde entonces se extendieron los mosquitos por las islas, convirtiéndose poco á poco en una plaga. • 137 perforantes de que carecen los machos; cuando dichas hembras son fecundadas necesitan un suplemento de nutrición azoada, se vuelven muy voraces, y no satisfechas con el jugo de las plan- tas que ordinariamente les sirven de nutrición, pican al hombre y chupan su sangre, vertiendo en la herida una saliva irritante, cuyo efecto anestésico se hace sentir, dice Van Beneclen en su obra Commensaux et parásites, algún tiempo después. En el lí- quido acre no se ha reconocido un ácido como el ácido fórmico de las hormigas; debe también estar muy deluído, pues el ilus- tre Humboldt no obtuvo resultado alguno, haciéndose pequeñas heridas y frotando sobre ellas con el cuerpo de los moscos. Después de un reconocimiento previo que practica el insecto zumbando al rededor del punto que elige,1 se posa sobre la piel, se inclina hacia adelante levantando sus largas zancas posterio- res, é introduce su trompa á través de la epidermis. He notado en algunos casos que casi instantáneamente aparece en el lugar herido un levantamiento de la piel, como si se inyectase una gota de un líquido con la jeringa de Pravaz. ¿Cuál puede ser la causa del hecho referido? No es evidentemente el veneno pues- to allí por el mosco, porque la cantidad que pudiera dar sería ciertamente muy pequeña en atención á la pequeñez de sus glándulas salivares. El hinchamiento de la piel no se explica por la simple introducción de la trompa, porque no se obtiene cuando uno se pica, por ejemplo, con la punta de una aguja. No queda otra explicación del fenómeno, en mi concepto, sino la de que el insecto vierte en la herida una cantidad de su ponzoña, produciendo una irritación y el aflujo sanguíneo consiguiente, del cual se aprovecha para chupar hasta satisfacerse. Esta opi- nión, acerca del momento de la instilación del veneno y de la utilidad que reporta'el insecto, está en contradicción con lo que á este respecto afirma el citado naturalista Van Beneden, el cual en la misma obra á que antes me referí, dice lo siguiente: "Sólo las hembras agujeran la piel con un taladro dentado en su ex- 1 Este molesto ruido que producen al volar los mosquitos, ha influido para designarlos con el nombre cornetas del diablo que se les da en Surinam. 138 tremidad, chupan la sangre, y antes de volar, instilan un líquido venenoso en el fondo de la herida. Esta mordedura parece te- ner un efecto anestésico, que se hace sentir solamente algún tiempo después. La pequeña región mordida parece clorofor- mada. Estos parásitos pagan con una canallada el socorro que han exigido." Salvo los respetos que se deben al sabio citado, me separo de su parecer porque ¿qué objeto tendría esa insti- lación tardía? La experiencia siguiente, muy fácil de ejecutar, confirma lo que digo. Cuando el cínife se posa sobre la piel y se le deja picar y henchirse de sangre á su entera satisfacción, en cuya operación gasta unos cuantos minutos, vuela sin dejar inflamación alguna dolorosa, desaparece á poco ese levantamien- to de la piel de que antes hice mérito, y el lugar picado sólo con- serva una huella que bien pronto desaparece. Si, por el contra- rio, se interrumpe la operación del insecto obligándolo á levantar el campo antes de tiempo, entonces sí se experimenta esa infla- mación dolorosa que dura algunos días. Esta observación hecha por Humboldt en la América del Sur, y repetida aquí por va- rias personas, prueba precisamente lo contrario de lo que asien- ta Van Beneded: al principio vierte el mosco su saliva irritante en la herida para procurar un aflujo sanguíneo, ubi stimulusibi afluxus; obtenido éste, chupa la sangre y la saliva á la vez, de manera que al terminar su festín nada deja en la herida que pueda inflamarla; pero si por el contrario, el animalito ha sido interrumpido en su empresa, deja la saliva y la sangre que no tuvo tiempo de chupar, es decir, queda en la herida el líquido estimulante que produce la inflamación. Si se mata al insecto en el lugar en que pica, es posible que la extremidad de su cór- nea trompa quede como incrustada en la piel, y haciendo el ofi- cio de un cuerpo extraño determine una inflamación dolorosa hasta su expulsión. En la historia natural de los dípteros que son objeto de esta nota, hay algunos hechos curiosos. Son preferidas por ellos las capas inferiores de la atmósfera, y parece huyen de un aire car- gado de vapores. Su distribución geográfica no depende sola- 139 mente de ]a temperatura, de la humedad ó de la vegetación; según Humboldt, algún ligero cambio en el aire ó en el agua, es bastante para modificarla; existen en Africa algunas pobla- ciones rodeadas de pantanos, con una temperatura media de 19 á 28 grados centígrados, y sin embargo están libres de zan- cudos. En el Valle de Río Grande de la Magdalena, en la Amé- rica del Sur, notó el ilustre barón que estos insectos eran muy activos de las 8 á las 12 de la noche; parecía que descansaban tres ó cuatro horas para volver á la madrugada con un apetito devorador. En esas regiones los pequeños cínifes son crepus- culares, se les llama tempraneros, y los grandes son nocturnos; las ciudades de Angostura, Nueva Granada y Mompox, donde por falta de policía las calles, plazas y patios están llenos de maleza, son tristemente célebres por la abundancia de los zan- cudos. Los habitantes pasan la vida quejándose del insufrible tormento de los moscos, y el saludo matinal es ¿qué tal le fué á vd. anoche con los zancudos? Los campesinos de ciertas loca- lidades próximas á los grandes ríos, duermen con el cuerpo en- terrado en la arena, sacando sólo la cabeza, que se cubren con un pañuelo. En el viaje á las regiones equinocciales del Nuevo Continente, el mayor sufrimiento de Humboldt fué el que le cau- saron los mosquitos y las hormigas: el eminente botánico Bon- pland, su compañero de viaje, tenía que preparar las plantas que colectaba metido en los hornitos de los indios, soportando con valor heroico el calor y la sofocación que le producía el hu- mo. P. Mégnin, en su libro Los parásitos y las enfermedades pa- rasitarias, refiriéndose al Culex pipiens L. del Antiguo Continen- te, dice que este insecto atormenta al hombre con sus piquetes, pero respeta á los animales. Algunas personas me refieren ha- ber observado que el zancudo de aquí (Culex peñafieli Will.) pi- ca al perro, al caballo, etc., es un punto curioso que necesita estudiarse. En nuestro país son muy comunes estos moscos, y como que al estado de larva y de ninfa viven en las aguas alteradas, y al estado de imago ó de insecto perfecto, se alimentan con los ju- 140 gos vegetales, encuentran en los lugares inundados y provistos de vegetación, las condiciones de un medio apropiado para su existencia y multiplicación. Por esto es que los cuarteles ó ba- rrios de la ciudad, cuyas calles no tienen el piso con el declive suficiente para el escurrimiento de las aguas pluviales, y en don- de existen baches, charcos ó zanjas en donde se estanca y co- rrompe el agua, las casas que tienen jardín propio ó tienen cerca los jardines públicos, son los sitios más especialmente visitados por estos incomodísimos huéspedes. En algunos lugares calientes y pantanosos de nuestro país, constantemente se multiplican con exceso los mosquitos. A este propósito recordaré que en 1830, la colonia francesa que intentó establecerse en Goatzacoalcos fracasó en sus propósitos, entre otras causas, por la molestia que ocasionaba á los colonos la muchedumbre de mosquitos.1 Para dar una idea de los su- frimientos que tuvieron, traslado aquí, traducido de la obra escrita en francés por M. Mathieu du Fossey y titulada " Le Me- nique" el pasaje siguiente: "Pasamos en este viaje, 2 dice, noches verdaderamente ho- rribles. La tempestad estallaba sobre nuestras cabezas de dos á tres de la tarde, y la lluvia caía en seguida á torrentes hasta la mañana del día siguiente. Nos cubría un toldo hecho con pieles de bueyes, no curtidas, las cuales exhalaban un olor fé- tido bajo la acción alternativa del calor y la humedad. Nuestro mayor suplicio comenzaba cuando los bosques se coloraban con el tinte rojizo del sol poniente. Los mosquitos llegaban enton- ces por enjambres de tal manera densos, que el so] perdía su brillo. A pesar del juego de nuestros pañuelos, nuestra habita- ción era desde luego invadida. Yo me acurrucaba, me tapaba, 1 Estas plagas de mosquitos son muy antiguas. Según Pausanias la ciudad de Myus fué abandonada por sus habitantes, por haber sobrevenido grandes bandadas de estos insectos. Aquellos se refugiaron en Mileto y "en mi tiem- po, dice, no quedaba de la ciudad de Myus sino un templo de Baco." 2 De Acayucan á Veracruz por agua, siguiendo el curso de los ríos San Juan, San Andrés, Alvar ado y la mar. me embozaba en la capa, poniendo mis cinco sentidos en un solo objeto, el de tapar herméticamente los conductos por don- de podía introducirse el enemigo, cuya aproximación conocía por el zumbido; mas bien pronto sofocado por el calor y la fal- ta de aire, me veía precisado á descubrirme. Con frecuencia, después de varias horas de lucha, caía en un acceso de furor contra los mosquitos, contra la naturaleza, contra mi mismo: fu- ror impotente cuyas consecuencias yo solo reportaba. Dejando caer la cabeza entre las manos, permanecía inmóvil. Resignado á sufrir, me ofrecía en sacrificio á esta plaga digna de figurar en- tre los mayores tormentos. Afrontaba yo el dolor, y una sonri- sa de condenado se dibujaba en mis labios cuando estos insectos infernales redoblaban sus ataques. Vencido al fin por los sufri- mientos y el sueño, mi paciencia cedía á tantos males y busca- ba de nuevo bajo mi capa una tregua de un instante, y un re- poso acibarado con el veneno de mil picaduras. "Semejantes momentos son años en la vida." Nuestro ilustre compatriota el historiador Clavijero, escribía en 1780 haciendo notar que los dípteros de que hablamos esta- ban confinados en el Valle de México á las lagunas, dejando li- bre de su presencia á la ciudad. Realmente esta es la primera vez que presenciamos la multiplicación extraordinaria de esos zancudos tan molestos por sus picaduras. Algunos suponen que han sido exportados en los grandes cargamentos de plátanos que vienen á la capital de las tierras calientes; pero debe re- flexionarse que al estado de huevo, de oruga y de ninfa, este insecto vive en el agua, y que al estado perfecto de ¡mago, no sería fácil su transporte, si no es en los wagones procedentes de las mismas localidades. Siguiendo el curso de los ríos pue- den los zancudos trasladarse de un punto á otro, emigrar, se- gún asegura haberlo observado Humboldt; pero ¿es creíble que animales de un país caliente, encuentren en climas templados condiciones tan favorables que les permitan una reproducción tanto ó más fácil que la de su propia patria? Si esto fuera cier- to, ¿cómo explicar que hasta hoy se verificó su transporte, siendo 141 142 así que los trenes de Veracruz y Morelos están establecidos ha- ce ya varios años? Además, las poblaciones del tránsito, las com- prendidas en la misma red ferrocarrilera ¿han sido también in- vadidas? No conocemos aún la distribución geográfica, ni está hecha la clasificación de nuestros',dípteros. No puedo afirmar que en- tre las varias especies que habitan el Valle de México existe ó no el zancudo de las tierras calientes, pero sí puedo asegurar que la especie de Culex, tan abundante hoy en la ciudad, no es nueva en el Valle; en mi opinión es la misma especie que ha- bita los lagos. El sabio citado, de quien he tomado varias indi- caciones para formar esta Nota, dice que las diversas especies de mosquitps que observó en la América del Sur, quedan con- finadas cada una á un cantón diferente, y no se confunden ja- más aunque estos cantones estén muy próximos unos á otros. Fundado en este hecho, y juzgando por analogía en especies del mismo género, creo debe rechazarse la opinión de los que admiten como fácil la aclimatación y ]a prodigiosa reproducción en nuestro Valle de un insecto importado de las tierras calien- tes del país. La causa, no de la importación de zancudos, sí de una multi- plicación extraordinaria de los individuos de la especie existen- te normalmente en algunas localidades del Valle, y observada por primera vez en la ciudad de México, es á mi juicio debida á varias causas. Por una parte la temperatura de los meses Julio y Agosto de este año de 1855, ha sido superior en algunos gra- dos á la que se observa comunmente en esta época, según infor- me del Sr. D. Miguel Pérez, sub-director del Observatorio Meteo- rológico Central; por otra, sin que sepamos la causa, este año han faltado por completo ó han venido en corto número al Va- lle muchas de esas especies de aves insectívoras que en la na- turaleza tienen por objeto poner un dique á esa prodigiosa mul- tiplicación de los insectos. "Los culícidos, dice Macquart, producen varias generaciones por año, lo que haría su multiplicación espantosa, si no sirviesen 143 en sus diferentes estados de nutrición abundante á las aves y á los peces." " Que una de las causas de destrucción de una especie des- aparezca, dice Darwin, y bien pronto el número de individuos que la componen la elevará á una cifra prodigiosa." En el caso presente es evidente que los enemigos naturales de los moscos, entre las aves, son las golondrinas, y esa gran variedad de zancudos y palmípedas que anualmente vienen al Valle de México atraídas por la multitud de insectos que les pro- porcionan nutrición abundante. Esta causa de destrucción co- mienza en Febrero, época de la llegada aquí de las golondrinas y se prolonga durante todo el año: en Octubre nos abandonan estas útiles aves; mas en su lugar llegan sin cesar en el invier- no distintas aves, principalmente ribereñas que se suceden unas á las otras. Mi observación personal confirmada por la de otras muchas personas residentes en la capital y fuera de ella, me autorizan para señalar el hecho curioso de la escasez, de la falta casi absoluta este año de las aves insectívoras citadas. Si hay exactitud en lo dicho, tendremos ya explicada la gran multiplicación de los zancudos. El enemigo natural, el que po- ne un límite á su desarrollo y procreación, ha faltado en esta vez; las condiciones climatéricas, por el contrario, le han sido fa- vorables, y la topografía de nuestro Valle, abundante en zanjas y pantanos, ha permitido la extensión hasta la ciudad de estos animalitos generalmente confinados á los lagos. Esto supuesto es lógico deducir el mal estado higiénico del Valle, puesto que los zancudos caracterizan los climas malsa- nos, en virtud de que su desarrollo y multiplicación dependen de las mismas causas que originan los miasmas. Admitiendo con Macquart la gran utilidad de los dípteros en el plan general de la naturaleza, no podemos desconocer nues- tro derecho, para rechazar esa especie de invasión, procurando destruir, ó por lo menos alejar á esos enemigos que tanto per- judican nuestra salud ó nuestros intereses. El hombre ha po- dido en algunos casos conseguir este fin; en Inglaterra, por ejem- 144 pío, el lobo está extinguido; en la India han disminuido mucho los grandes carniceros felianos, león, tigre, etc., gracias á la in- cesante persecución que se les ha hecho. Entre nosotros tene- mos un ejemplo de los resultados de esa persecución, en la hermosa ave llamada Quetzal por los indígenas, Pharomacrus mocinno De la Llave, la cual es cada día más rara aquí y en Guatemala, por el afán con que se la busca desde tiempo in- memorial, por la belleza de su plumaje: algunos criaderos de perla en la Baja California se han agotado, porque la pesca de este molusco se hace allí desatendiendo los reglamentos que previenen se deje de busear en ciertas épocas, con el ob- jeto de no destruir inútilmente las crías; es de presumirse que la ciudad de Durango sería inhabitable sin la persecución acti- va que se hace allí á los alacranes que lo infestan, y cuya ponzo- ña es mortal para los niños. A medida que descendemos en la serie zoológica, nos encontramos con mayores dificultades pa- ra destruir una especie que, á su debilidad individual, opone su número infinito, su fecundidad prodigiosa y su organización es- pecial, que á veces permite esa vida latente de los Rotíferos y los Tardígrados, que, como los granos vegetales, revelan su existencia después de varios años de estar como muertos, po- niéndolos en ciertas condiciones de calórico y humedad; en otros, como en las Hidras, la división de su cuerpo en múlti- ples fragmentos, en vez de su aniquilamiento, es origen de su multiplicación, porque cada uno de esos fragmentos viene á ser bien pronto un animal perfecto. Ciertamente que el hom- bre no podrá destruir nunca estos organismos inferiores, pero evidentemente puede alejarlos de sí disponiendo á su derredor un medio impropio para la vida de esos seres. Una compara- ción muy vulgar hará comprender con claridad mi pensamien- to: todo el mundo reconocerá la impotencia humana para des- truir la especie parásita llamada piojo de la cabeza; pero también convendrá en que el hombre educado, que cuida su cuerpo y lo asea, quita al inmundo insecto las condiciones de existencia y lo aleja de sí. No debemos olvidar la influencia del medio en las condicio- nes de existencia de una especie organizada cualquiera, animal ó vegetal. De aquí es que mientras el Valle de México esté en las condiciones actuales, sus habitantes estarán sujetos á todos los males que traen consigo los pantanos y las grandes aglome- raciones de substancias en putrefacción. La plaga actual de los mosquitos desaparecerá naturalmente con las aguas estancadas al acercarse e] próximo invierno, y si no me he equivocado en la apreciación de las causas de su excesiva multiplicación, es de esperarse que en los años venideros su área de diseminación se reduzca á los límites ordinarios. En resúmen, lo expuesto en esta nota puede compendiarse en las proposiciones siguientes: La causa de la multiplicación de los mosquitos zancudos en la capital es complexa. Las condiciones climatéricas de la estación y la falta ó la escasez de algunas aves insectívoras, la ex- plican perfectamente. No es aceptable la opinión de que los zancudos han sido trasportados al Valle de México procedentes de otros lugares; es preferible suponer, que habitualmente confinados á los la- gos y localidades pantanosas provistas de vegetación, en este año han extendido su área de diseminación, favorecidos por las condiciones especiales de la ciudad y sus alrededores. 3? Desde el punto de vista higiénico, es importante fijar la atención en la multiplicación de los zancudos; las condiciones de su existencia son las mismas que las de los miasmas palus- tres, puesto que parece ser condición indispensable para el des- arrollo de los gérmenes, la presencia de las aguas alteradas ó corrompidas. No sería imposible, que como lo asegura Hum- boldt para la América del Sur, aquí también el piquete de los zancudos favoreciera las transmisión de los miasmas citados. 4* Puede predecirse que al aproximarse el invierno cesará la plaga de los mosquitos, pues es sabido que esta estación es con- traria á la propagación de la mayor parte de los insectos; pero ¿será una suspensión temporal y en la próxima primavera apa- 145 Zoología.-30 146 recerán de nuevo, ó volverán las cosas á su estado normal y los zancudos quedarán confinados á los lagos y lugares pantanosos? Juzgando por analogía, creo que en los años siguientes sucede- rá lo mismo, así como no se ha repetido la excesiva procreación de las mariposas viajeras, ni de las orugas procesionarias que vimos en años anteriores. 5? La manera más á propósito para prevenir radicalmente la repetición del mal que actualmente sufre la ciudad con la pre- sencia de los mosquitos, consiste en cegar las zanjas y baches que abundan en su recinto, así como las ciénegas ó pantanos de sus alrededores. Med. Es opinión muy generalizada en ciertas localidades de la América del Sur, como en Orinoco, Casiquiare y Río Caura, lugares muy malsanos, que los piquetes de los mosquitos zan- cudos aumentan la disposición de los órganos para recibir la im- presión de los miasmas. Esta creencia mencionada por el ilus- tre Humboldt en su viaje á las regiones equinocciales del Nuevo Continente, parece haber recibido plena confirmación en otras partes, por ejemplo, en la Habana, si hemos de creer las noti- cias referentes á este asunto publicadas en un diario de esa ciu- dad. 1 En algunos lugares en que se multiplican con exceso se hace intolerable la vida, como nos lo enseña el fracaso de la colonia francesa de Tehuantepec, referido antes. Las personas susceptibles picadas por los mosquitos, sufren dolores muy in- tensos dependientes de la irritabilidad nerviosa de la piel, y se llegan á poner en un estado parecido al que producen las fie- bres eruptivas. Cuando se verificó la invasión de la capital por los zancudos, en 1885, aseguraron los periódicos que algunos 1 Con el título de «El contagio por medio de los mosquitos,» un periódico de esta capital da la noticia siguiente: «Los Dres. Tinlay y Delgado, de la Ha- bana, han publicado en aquella ciudad un importante folleto sobre la Estadís- tica de las inoculaciones con mosquitos contaminados en enfermos de fiebre amarilla. «Los citados médicos creen que el mosquito es en Cuba el medio más peli- groso para la transmisión de tan terrible enfermedad.» niños de pecho habían sucumbido á consecuencia de flegmasías graves de la piel. La aparición de inumerables legiones de mos- quitos en algunas localidades del Antiguo Continente poco an- tes de la invasión del cólera, no se ha explicado aún satisfacto- riamente. Aquí el Profesor de Farmacia D. Francisco Estrada, escribió en 1884 en el periódico titulado "El Correo de San Luis," que se publicaba en ]a capital de aquel Estado, un artículo referente al modo de propagación del cólera morbus. Según él, los moscos constituyen uno délos principales vehículos de trans- misión de la terrible enfermedad, la cual marcha lentamente, á razón de cinco leguas diarias por termino medio, como lo ha- rían los insectos en cuestión. Del mismo modo que las moscas pueden inocular el virus carbonoso ó sea el vibrión de la pús- tula maligna, no sería extraño suponer, dice, que pueden trans- portar é inocular con su trompa el microbio ó bacylus del có- lera morbus. Esta opinión no pasa hasta hoy de una teoría. Respecto de los zancudos parece bien comprobado que no pi- can á los animales muertos, y' esta circunstancia hace suponer que no sean agentes para transmitir al hombre el carbón como lo son las moscas del género Simulia. A mi modo de ver en la cuestión de transmisión de las enfermedades por los dípteros, tiene alguna importancia la observación siguiente. Estando en- fermo de fiebre tifoidea un sobrino mío de unos ocho años de edad, al tiempo de la gran invasión de la capital por los moscos zancudos, verificada en el año de 1885, noté con sorpresa que todas las mañanas aparecían en su cama multitud de cadáveres de zancudos, cuyos cuerpos, muy abultados en su porción ab- dominal, indicaban claramente que habían chupado hasta re- pletarse la sangre del enfermito. No he tenido oportunidad de confirmar este hecho, mas si realmente, como sospecho, la san- gre de los tifoideos es una especie de veneno para los zancudos, es una circunstancia feliz que impide la propagación de la en- fermedad por ese conducto. ¿Podrá suceder lo mismo con otros insectos? Para terminar con las relaciones que pueden tener los mos- 147 148 quitos con la medicina, referiré los dos hechos siguientes toma- dos de la obra del Dr. E. L. Taschenberg titulada " Los insec- tos." En la familia de los pequeños mosquitos de color claro ama- rillento, cuyas larvas viven en gran número en las setas, hay también unas especies que á causa de sus alas obscuras se han llamado mosquitos fúnebres ó esciaras. Una gran especie con el abdomen amarillo, es propia de la Luisiana, donde se la ve en grandes agrupaciones siempre que reinan peligrosas calenturas y sobre todo la fiebre amarilla. Este fenómeno que aún no ha podido explicarse es tan extraño, que la especie reconocida por Osten-Sacken como sciara, se ha llamado mosca de la fiebre amarilla (yellow fever Fly). Este hecho pudiera tal vez observar- se en Veracruz y otros lugares de la costa oriental de nuestro país que tienen tantos puntos de semejanza con los de la Lui- siana. El otro hecho es el siguiente. Hablando de los moscos del género Culex el citado autor, dice: "Estos atormentadores tie- nen también, sin embargo, su parte buena, á juzgar por el plan curativo que empleó en Veracruz con una señora el médico Delacoux. La paciente estaba aletargada hacía doce horas, á consecuencia de una inflamación cerebral y presentaba sínto- mas de una próxima muerte. El médico desnudó á la enferma y dejóla expuesta doce horas alas picaduras de los mosquitos; al cabo de este tiempo el letargo cesó y la enferma se encontró al día siguiente, no sólo entre los vivos, sino también notablemen- te mejorada." Los Afanípteros forman el tercer sub-orden de los Dípteros. Sus representantes más comunes son las pulgas y las niguas. Unas y otras componen la familia siguiente: Fam. Pulicidae. Trompa triarticulada llevando en su inte- rior picantes dentados en sierra; cuerpo muy comprimido la- teralmente, sin alas; las caderas muy desarrolladas, los muslos comprimidos; las patas posteriores muy fuertes, organizadas pa- ira el salto. Las metamorfosis son completas. Al estado larvario viven sobre substancias orgánicas en descomposición, principal- mente sobre el estiércol, y al estado adulto se alimentan con la sangre de los mamíferos y á veces de las aves, sobre cuya pie} viven como parásitas. La pulga del hombre es la especie Pulex irritans L.; los animales tienen especies particulares distintas de ésta. La del hombre produce por sus mordeduras sobre la piel man chitas características, con un punto central rojo y una au- reola rosada, la cual, después de algunas horas de formada, pre- senta semejanza con una petequia. Es preciso distinguir estas manchitas de las que se presentan en algunas fiebres eruptivas como las del sarampión, las de la escarlatina, etc., para no co- meter algún error de diagnóstico. Van Beneden, en su obra Les comensaux et les parasites, dice que tal vez algún día tendrán un lugar las pulgas en las oficinas de los farmacéuticos al lado de las sanguijuelas. "No vemos una razón para no hacer san- grías homeopáticas, puesto que existen medicinas homeopáticas; por nuestra parte tendríamos ciertamente más confianza en los efectos de las mordeduras de las pulgas que en la eficacia de los remedios divididos por millonésimas Se encuentran comunmente sobre la playa arenosa del Mediterráneo, al menos cerca de Cette y de Montpellier, pulgas de un moreno casi ne- gro y de enorme grueso; la mosca común no e,s del doble de tamaño. Son pulgas humanas, y su presencia en la playa du- rante los calores del Estío, es debida al gran número de baña- dores de todas clases que dejan allí sus vestidos. Si alguna vez se colocasen estos insectos en el rango de las especies oficina- les, debían elegirse en estas playas, y es de suponer, que cru- zándolos con inteligencia, se llegarían á obtener razas que po- drían prestar verdaderos servicios; pero hasta hoy la terapéutica sólo ha autorizado las sanguijuelas." Estas sangrías homeo- páticas, como las llama Van Beneden, producidas por mosqui- tos zancudos, han salvado de una muerte que parecía ya muy próxima á una señora que en Veracruz estaba aletargada hacía doce horas á consecuencia de una inflamación cerebral. El Dr. Delacoux mandó desnudar á esta enferma y en esa situación la 149 150 dejó expuesta durante doce horas á las picaduras de los mos- quitos; al cabo de ese tiempo el letargo cesó y la paciente se fué mejorando gradualmente. 1 Nigua. Rlvyncoprion penetrans, Oken. Bibl. Efectos de la nigua y su tratamiento. Por el Dr. Igna- cio Pombo. Anal, de la Asoc. Larrey. Tom. II, núm. 12. Mé- xico, 1876; Dermatología. Niguas. Por el Dr. D. Agustín Andra- de. Gac. méd. de Méx. Tom. XVIII, núm. 21, 1883; La Nigua. Tésis inaugural de Donaciano Gano y Alcacio. México, 1885; La Nigua. Crónc. médico-quirúrgica de la Habana. Reimpr. en "El Estudio." Seman. de cieñe, médic. México. Tom. II, nú- mero 18; Clavijero. Hit. Ant. de Méx. (Insect. de Méx.) Hab. Los lugares habitados en México por las niguas é in- dicados por los autores anteriores son: Yautepec, Estado de Mo- rolos (Andrade); Medellín, Soledad, Paso del Macho y San Juan del Estado de Veracruz (I. Pombo); Hacienda de Santa Catari- na, entre Santa María del Río y Río Verde, Estado de San Luis Potosí, muy al principio de la Huasteca (Cano y Alcacio). Exis- te en muchos lugares del país, pero no conozco su situación con exactitud. H. N. La nigua es muy parecida á la pulga común. Su ta- maño es más pequeño; el color es moreno rojizo con una man- cha blanca en el dorso; las articulaciones de las patas son blan- quizcas. Las patas posteriores no son tan desarrolladas como en la pulga común. Este molesto insecto vive diseminado en América desde el grado 29 de latitud Sur hasta el 30° de lati- tud Norte. El calor y la sequedad parecen ser las condiciones favorables á su existencia y procreación. Según Humboldt, se le encuentra tanto en las playas arenosas como á las mayores alturas sobre el nivel del mar. Hasta hoy se ha descrito sólo una especie, Rhyncoprion pe- netrans Oken. El Dr. Donaciano Cano y Alcacio, cree que exis- 1 La Creación. Hist. nat. Trad. de la obra de Brehm. Insectos, por el Dr. E. L. Taschenberg, Barcelona. 1881. ten dos y esta opinión parece ser también del Dr. Alfredo Du- gés. "Los ejemplares que yo he estudiado, dice en su Tésis citada el Sr. Gano y Alcacio, me han presentado todas las patas, desde la anca hasta la tibia, con una multitud de puntas cóni- cas, agudas, cortas y bastante gruesas, visibles con un pequeño aumento. (Véanselas figuras adjuntas)he publicado es- tas dos figuras que parecen diferir algo tal vez por pertenecer á dos especies diferentes." Es antigua la opinión de la existen- cia de dos especies de niguas. En la "Relación histórica del viaje á la América Meridional" del viajero y naturalista D. An- tonio de Ulloa, escrita hace más de un siglo, decía lo siguiente: "Aun en un insecto tan pequeño como éste, se distinguen dos especies; una venenosa y otra que no lo es: laque tiene perfec- tamente el color de la Pulga común hace la Membrana donde deposita la simiente blanca; y del mismo color son las Liendres: esta no causa más, que el de aquel dolor é incomodidad que es natural: hay otra que amarillea, cuya Membrana es algo obscu- ra, de color de ceniza: en ésta es más particular el efecto, pues estando ella en la extremidad de los Dedos de los Pies, hace inflamar las Glándulas de las Ingles, y produce en ellas un sen- sible dolor, que no tiene mitigación hasta que se saca la Nigua; pero que tampoco necesita de otro remedio más que éste, por- que inmediatamente vuelve á deshincharse, y cesa el dolor, que molestaba; siendo las correspondientes al Pie de donde proce- de la causa las que experimentan esta alteración. La verdadera causa de que produzcan este efecto, no puedo yo determinar; sí sólo inferir que picando algunos musculillos menudos, que se extienden desde estas Glándulas, y vayan á terminarse allí, ofendidos éstos comuniquen con ellos el veneno, que contraen; y este las inflame, y cause el dolor. Lo que puedo asegurar, que muchas veces lo tengo experimentado, y en las primeras me tuvo cuidadoso hasta que la repetición de ver, que cesaban aque- llos aparatos, luego que salia la Nigua, me hizo confirmar que provenía de ella. Lo mismo aconteció á todos los demás Indi- viduos de la Academia de las Ciencias-, que nos acompañaron en 151 152 este Viaje; y entre éstos á Mr. de Jussieu Botánico del Rey de Francia, á quien ha sido el primero, que hizo la distinción de las dos especies, después de haber pasado por él repetidas veces el mismo inesperado accidente." Las niguas, como las pulgas, tienen metamorfosis completas, pasan por los estados de huevo, larva, ninfa é imago ó insecto perfecto. Los huevos de nigua son cilindricos y arredondados en sus extremidades, blancos y de 3 á 4 décimos de milímetro de longitud. El número que contiene una hembra puede llegar á ochenta. Para obtenerlos aconseja el Dr. D. Tomás V. Coro- nado, de la Habana, hacer pisar con fuerza á un individuo ataca- do por las niguas descalzo, sobre un papel obscuro, y entonces saldrán en número considerable. La larva nace en un tiempo variable entre 8 y 12 días; al principio es blanco y después gris; su desarrollo es completo á los 8 ó 10 días de nacida. Entonces se cuentan en su cuerpo trece segmentos y forma un capullo en el cual se encierra durante 8 ó 9 días para transformarse en in- secto perfecto. La hembra adulta y fecundada necesita una nu- trición conveniente para llevar á buen término su progenitura y procura penetrar bajo la epidermis de un animal de sangre caliente, en cuyo lugar vive parásita chupando la sangre de que se alimenta. Por útil y conveniente que sea para la hembra en- contrar un animal para vivir á sus expensas, no es enteramente indispensable y la reproducción y multiplicación de la especie se verificará de todas maneras. Lo mismo pasa con las hembras de los mosquitos zancudos, como se dijo al tratar de ellos: sólo las hembras están provistas de instrumentos perforantes, y cuando están fecundadas procuran alimentarse con sangre; mas si no encuentran animales de quien extraerla les basta el jugo de las plantas y de todas maneras se verifica su reproducción. En cuanto á los machos de las niguas se limitan á picar como las pulgas, para chupar la sangre sin penetrar jamás en la piel. Med. Para el mejor orden en la exposición de los fenómenos patológicos ocasionados por las niguas, la dividiremos como lo hace el Dr. Coronado, en tres períodos: período de penetración del insecto, período de incubación y período de expulsión. Periodo de penetración. Se dice que la nigua practica siempre su trabajo de introducción en la piel en la noche y escogiendo aquellas regiones del cuerpo en que la epidermis es bastante gruesa. Los pies descalzos de los individuos pobres que habitan en los lugares en que ella vive, son naturalmente los de más fácil acceso, prefiriendo la planta, los dedos, el talón, etc. Se les ha visto penetrar también por las piernas, por los miembros superiores y aun por el prepucio y el balano, según el Dr. Pom- bo. Busca los pliegues de la piel para no sufrir la compresión directa contra el suelo. Cuando ha reconocido todo el espesor de la epidermis y lle- ga al corión, el paciente siente comezón primero y después do- lor. Para enterrarse la nigua se sirve de su lanceta oculta por las mandíbulas y se ayuda con sus fuertes patas posteriores, separando los tejidos. En veinticuatro horas ha penetrado todo el cuerpo, quedando de fuera sólo la extremidad abdominal, de manera que puede fácilmente expulsar sus excrementos é intro- ducir el aire indispensable para respirar por los estigmatos ana- les. Se puede entonces percibir en la piel un punto rojizo ó ne- gro que marca el lugar de entrada. Pocas horas después este punto está rodeado de una auréola roja de diámetro variable y sin relieve. El aspecto de estas manchas, dice el Dr. Cano y Al- eado, á primera vista da la idea de una pústula de viruela; pero se distingue fácilmente porque el punto obscuro del centro no es ombilicado. Periodo de incubación. Varía entre 15 y 25 días. Una sensación de cuerpo extraño sustituye á la comezón del período anterior. El volumen del parásito va aumentando progresivamente, á me- dida que los huevecillos crecen. El abdomen que los contiene se transforma en una bolsa blanquizca, del tamaño como de un chícharo, de color blanco brillante, con dos manchas ó puntos rojos en las extremidades del diámetro antero-posterior que son las partes anterior, y posterior del cuerpo del animal. En esta 153 bolsa se forman y crecen los huevos que son expulsados por el orificio posterior de la bolsa sin quedar en la herida. El Dr. An- drade creyó notar una vez la existencia de larvas, semejantes á las de la pulga, es decir, vermiformes con anillos pilíferos ar- ticulados, en el interior de la bolsa. El volúmen considerable del quiste ocasiona síntomas de inflamación. Si se extrae la ni- gua en pleno desarrollo, dice el Sr. Cano y Alcacio, queda en su lugar una cavidad muy profunda de paredes rojas, lisas y tapizadas por una membrana muy fina, de fondo sumamente vascularizado, advirtiéndose con frecuencia entre el quiste y las paredes de la cavidad que lo contiene, un ligero derrame seroso ó sero-sanguinolento. Periodo de expulsión. Los huevecillos caen en gran número, y si se examinan las grietas de los pies, se encuentran entonces restos de las niguas madres que fácilmente se reconocen al mi- croscopio. Este período llega solamente, según el Dr. Coronado, en las personas abandonadas, los niños pequeños mal asistidos y en la generalidad de los negros (de Cuba) que parecen haber adquirido una insensibilidad especial para soportar tan moles- tos huéspedes. Puede iniciarse, añade, con una pequeña supu- ración, sin inflamación apreciable de los tejidos vecinos del quiste. Los tres períodos referidos pasan en la generalidad de casos (en Cuba) sin complicaciones; el dolor no es considerable y la inflamación y supuración no son intensas. El mismo Dr. Coro- nado dice no haber presenciado jamás esas terribles complica- ciones que refieren algunos autores extranjeros. En la obser- vación del Dr. Andrade, hecha en el Hospital de San Andrés, en México, la enferma que contrajo la enfermedad en Yautepec, del Estado de Morelos, curó en muy pocos días y sin ningún acci- dente grave. En ese caso las uñas se veían de color negro, li- geramente desprendidas ó elevadas, más gruesas que en el es- tado normal: debajo de ellas se encontraban vesículas, de una á tres en cada dedo y determinaban la elevación de las uñas. 154 Después de la curación persistió la desviación y la coloración de ellas. Algunos autores refieren, como dije antes, casos complicados de una manera grave. A veces se forman bajo de la piel exten- sas colecciones de pus, se destruyen los tejidos profundos, se gangrcnan algunas partes y puede haber pérdida de algunas fa- langes y aun de los dedos. A los individuos que por esta enfer- medad carecen de ellos, según el Sr. Cano y Alcacio se les da el nombre vulgar de Chapines. Estos accidentes de complica- ciones son atribuidos por el Dr. Coronado á las inoculaciones y efectos producidos por los procedimientos de extracción. Los alfileres, agujas y cuchillos en mal estado, y las espinas vegeta- les que se usan en estas circunstancias para desenterrar las ni- guas, son otros tantos instrumentos que pueden determinar heridas infecciosas. El tétano traumático que se suele presentar en estos casos en los climas cálidos y que se conoce en algunas localidades con el nombre de Pasmo, lo refiere también á las heridas producidas por la extracción y no á las condiciones es- peciales del insecto. El Dr. Pombo atribuye el tétanos que observó en algunos en- fermos del Hospital Civil de Veracruz á las mismas causas y á la costumbre de cortar con tijeras toda la epidermis que cubría los depósitos de niguas. Los desgraciados enfermos, dice, no podían dar un paso sin auxilio extraño; las niguas habían inva- dido los dedos de los pies, la planta, el talón, las rodillas y al- gunas veces las corvas y los codos. Forzados á guardar la cama por muchos días por las lesiones de los pies, presentaban ya todos los síntomas de la leucositemia: muchos de estos enfer- mos, abandonados en los ranchos, no sucumben ciertamente por la influencia de las niguas, pero sí por la leucositemia que se desarrolla violentamente por la quietud prolongada que las ulceraciones de los pies los obliga á guardar. La duración de la enfermedad es sólo de algunos días si los enfermos se atienden oportunamente. El pronóstico varía: la enfermedad es leve siempre en los climas templados, en los cá- 155 lidos suelen presentarse complicaciones á veces graves como la gangrena, el tétanos, etc. Tratamiento. Como medio profiláctico se ha aconsejado el aguarrás (aceite de trementina): una ligera embrocación es su- ficiente, dice el Dr. Cano y Alcacio. Cuando los insectos han penetrado más ó menos en el espesor de la piel debe proceder- se inmediatamente á su extracción. Extracción y antisepsia, en estas dos palabras se encierra todo el tratamiento como lo in- dica el Dr. Coronado. Según este práctico, cuando se inician los primeros síntomas y todavía los últimos segmentos abdomina- les y las patas posteriores no han penetrado debajo de la epi- dermis, lo más conveniente es aprisionar el insecto con unas pinzas finas y extraerlo; teniendo cuidado de obturar el peque- ño orificio con cualquiera desinfectante y recomendar que no se irrite la roncha: con esto desaparece la comezón al segundo día. Cuando ya ha penetrado en el espesor del dermis la nigua, con una aguja común esterilizada previamente se levanta laepi- dérmis, y atravesándola por su porción más profunda puede ex- traerse en un solo tiempo. Cuando el insecto ha formado quiste, el mejor proceder para extirparlo consiste en aplicar una cu- reta esterilizada en los límites del saco, que siempre son muy visibles, y hacer su extracción completa en un solo tiempo. Si el quiste llegase á romperse, con ligeras presiones laterales de- be evacuarse su contenido, para proceder, como en los casos anteriores, á una cura antiséptica rigurosa. Entre los medios terapéuticos más recomendados para la des- trucción de las niguas y la curación de las heridas producidas por su extracción se cuentan las preparaciones mercuriales. Recomienda el Dr. Pombo las unciones con ungüento napoli- tano y los pediluvios. El Dr. Coronado empleó con excelentes resultados una solución de bicloruro de mercurio al uno por ciento para dos baños diarios, durante tres ó cuatro días. Esta substancia y la vaselina fenicada al dos por ciento, que también obró muy bien, le parecen á propósito para que la usen en cam- paña los médicos militares, por su eficacia y facilidad de apli- 156 cación. En el caso referido por el Dr. Andrade se obtuvo una curación rápida con lavatorios fenicados, diarios, seguidos de aplicaciones tópicas de sublimado corrosivo en una solución acuosa al milésimo. Los enfermos observados en el Hospital Militar de la ciudad de México por el Dr. Donaciano Cano y Al- cacio fueron curados, después de habérseles extraído las niguas, con lavatorios de una solución al milésimo de bicloruro de mer- curio el primer día, haciéndose las curaciones subsecuentes con una solución acuosa de ácido bórico al treinta por ciento. En casos de gangrena recomienda el método usado por el Dr. Mon- tes de Oca: basta poner la parte gangrenada (se entiende de la gangrena húmeda) en un saco con yeso calcinado en polvo para que esta substancia absorba todos los líquidos y transforme en poco tiempo la gangrena húmeda en gangrena seca, consiguién- dose con esto tres grandes ventajas: primera, la limitación de la gangrena; segunda, la desaparición del mal olor; y tercera, cesa la absorción de los líquidos sépticos y todas sus consecuen- cias. De intento hacemos punto omiso el relatar las variadas me- dicinas usadas por el vulgo para la curación de los accidentes ocasionados por las niguas y para procurar su extirpación, pues si algunos pueden presentar alguna utilidad, la mayoría son in- diferentes y aun nocivos á veces. 157 4to> ORDEN. COLEOPTEROS. Insectos provistos de cuatro alas, de las cuales dos membranosas, inferiores, están protegidas por dos (élitros) duras, superiores; boca dispuesta para masticar; metamorfosis completa; larvas con seis patas ó sin ellas (apodas) y ninfas inmóviles. Existe entre la multitud de insectos que componen este or- den una familia muy interesante para la materia médica mexi- cana, la de los Meloides. Los individuos de ella producen una substancia, la cantaridina, empleada por sus propiedades vesi- 158 cantes, la cual no se ha encontrado en otros insectos. En Eu- ropa se ha hecho uso de coleópteros de esta y otras familias para curar la rabia, medicamento hoy desusado por completo. Fam. Meloideos. (Cantharidse). Bibl. Descripción de algunos Meloideos indígenas por el Dr. EugenioDugés. "La Nat." vol. I, ps. 100,125,157; Descrip. de una nueva espec. de la Fam. de los Meloideos y rectificaciones sinonímicas á la Memoria de los Meloideos. Por el Sr. Dr. E. Du- gés. "La Nat." vol. III, p. 47 y 48; Descrip. de algunos Meloi- deos indíg. Por elDr. E. Dugés. "La Nat." vol. IV,p. 57; Des- cripción de algunos Meloid. jndíg. Por el Dr. E. Dugés. " La Nat." vol. V, p. 140; Las cantáridas del Estado. Por el Sr. D. Homobono González. "ElRepertorio." Semanario enciclopédi- co. Guanajuato, 17 de Julio de 1876; Note pour servir á la clas- sification des Méloides du Mexique. Por E. Dugés. Extrait du Bulletin de la Soc. Zool. de France, t. XI, 1886; Descrip. de la Leonia Rileyi. Por el Dr. E. Dugés. Morelia. México. Tomada y traducida del "Insec Life," vol. I, núm. 7. Enero de 1889; Estudio sobre dos especies de cantáridas mexicanas. Por el Dr. A. Peñafiel y Barranco. Gac. méd. de Méx. Tom. II, p. 225; Cantliaris fasciolata: especie nueva. Por el Dr. L. Jiménez. Gac. méd. de Méx. Tom. II, p. 253; Apuntes para la Monografía de los insectos vesicantes indígenas. Por los Sres. A. Herrera y G. Mendoza. Gac. méd. de Méx. Tom. II, p. 264 y Tom. III, p. 13. H, N. La familia Meloideos está comprendida en el grupo de coleópteros heterómeros, caracterizados por tener cinco artejos en los tarsos de los dos pares de patas anteriores y cuatro en los del par posterior. Se distinguen de otras familias del mismo grupo por sus antenas filiformes, por su cabeza grande, cordi- forme, sostenida por una especie de cuello, por sus élitros an- chos, blandos y flexibles, y no tan largos como el cuerpo, por su abdomen compuesto de seis ó siete anillos. El Dr. Eugenio Dugés ha formado el cuadro siguiente con las tribus y géneros de la familia Meloideos de México. 159 Tabla Sinóptica. 1 Piezas laterales del meso y metatórax ocultadas por los élitros, la porción replegada de estos ór- ganos muy ancha. Metasternon corto y ancas posteriores cubiertas por las intermedias Meloideos verdade- ros. Meloini, Le Conte y Horn. Meloideos verda- deros, Lacordaire. A. 2 Piezas laterales del meso y metatórax no oculta- das por los élitros, la porción replegada de es- tos órganos estrecha. Metasternon alargado y ancas posteriores no cubiertas por las interme- dias Cantarideos. Can- tharini, Le Con te y Horn. Canthari- deos, Lacordaire. B. 3 Piezas laterales del meso y metatórax no oculta- das por los élitros. La porción replegada de es- tos órganos nula. Metasternon muy corto y an- cas posteriores cubiertas por las intermedias... Hornideos, Eugenio Dugés. Hornii. A. a. Ganchos partidos, sus dos mitades iguales. b. Elitros cortos imbricados sobre la sutura, es- cotaduras sedosas de los miembros ante- riores ausentes, mandíbulas tridentadas... b' Elitros medianos, contiguos sobre la sutura, escotaduras sedosas de los miembros ante- riores presentes az Ganchos dentados en la base. b. Elitros cortos contiguos en una muy corta extensión (nula?) sobre la sutura, escota- duras sedosas de los miembros anteriores ausentes bz Elitros envolviendo todo el cuerpo, globu- losos, contiguos en toda la extensión de la sutura, escotaduras sedosas ausentes B. a. Frente no prolongada más allá de la base de las antenas, labio pequeño, apenas visible, escotaduras sedosas de los miembros ante- riores ausentes az Frente prolongada, sutura frontal distinta, labio siempre visible, escotaduras sedosas presentes ó ausentes. b. Mandíbulas prolongadas, agudas, lóbulos de las maxilas muchas veces alargadas, esco- taduras sedosas ausentes bz Mandíbulas no prolongadas, en general ob- tusas. Elitros enteros, antenas rectas, no enclava, escotaduras sedosas presentes ó ausentes 1. Cabeza grande, trapezoidal, último artejo de los palpos maxilares más corto que el tercero 2. a. Vértice no elevado, primer artejo de las an- tenas desarrollado, el segundo largo rela- C. Treiodous. Henous. Megetra. Cystrodemus. Horiini. 1. Nemognathini. 3. Cantharini oenuini 2. Horia. 160 tivamente al tercero, unas escotaduras se- dosas en los miembros anteriores az Vértice no elevado, segundo artejo délas an- tenas generalmente pequeño, mucho más corto que el tercero, principalmente en los machos, escotaduras sedosas presentes ó ausentes a. Los caracteres del grupo (V. 2 A.) B. a. Penúltimo artejo de los tarsos cilindricos, escotaduras sedosas presentes ó nó. b. Mitad inferior y superior de los ganchos iguales, apartados, ganchos partidos. c. Escotaduras sedosas presentes, antenas rec- tas, hiliformes ó adelgazadas en la extre- midad, su segundo artejo muy corto, éli- tros lisos, mandíbulas cortas cz Escotaduras sedosas de los miembros ante- riores presentes. d. Antenas filiformes, muchas veces subgeni- culadas, sus últimos artejos cilindricos.... dz Antenas rectas, aumentando en su extre- midad, sus últimos artejos ovales ó redon- dados bz Mitad inferior de los ganchos más corta que la superior, unidas entre sí (ganchos den- tados), labio ermaginado, cuerpo glabro, escotaduras sedosas ausentes az Penúltimo artejo de los tarsos bilobulado, ganchos partidos, escotaduras sedosas au- sentes 3. a. Maxilas con el lóbulo externo prolongado, setáceo. b. Antenas no aumentando en la extremidad, protórax cuadrado bz Antenas aumentando en la extremidad, pro- tórax estrecho por delante az Maxilas con el lóbulo externo no alargado. G. Ganchos sencillos, con una espina inferior muy larga (tres cuartos), protórax subco- diforme, abdomen no en besace, antenas de diez artejos Macrobases. a. Cantharidos B. Macrobasis. Epicauta. Pyrota. Cantharis. Fregadera. Tetraonyx. Nemognatha. Gnathium. Zonitis. Leonia. En cuanto á las especies podrá dar una idea de su número la lista siguiente publicada en el Boletín de la Soc. Zool. de Fran- cia. Menciona sesenta y siete de ellas, á las cuales hay que aña- dir algunas más como la Leenia rileyi, nuevo género vecino de Hornia. LISTA de Meloideos mexicanos de la colección del Dr. Eugenio Dugés; Meloinl Treiodous cordilleras Chev. (T. Barrand Eug. Dug., Meloe tridentatus Lauro M? Jiménez). Henous cardui Chev. (//. confería Eug. Dug.) Megetra cancellata Brandt ét Erich. Cysteodemus Wisliseni L. C. Sitarini. Ilornia mexicana E. Dug. Horiini. Horia macúlala Swed. Cantharini genuini. Gr. I. Macrobasos: Macrobasis Borrei E. Dug.; M. labialis E. Dug.; M. pr otar salís E. Dug.; M. antennalis Deyr. Gr. II. Cantáridas: Epicauta cuproeola E. Dug.; E. cinctella E. Dug.; E. rufipes E. Dug.; E. funesta Chev.; E. obesa Chev.; E. punctum E. Dug.; E. nigritarsis Chev.; E. stigmata E. Dug.; E. vi- cina E. Dug.; E. basalis Chev.; E. subatrata E, Dug.; E. nigra E. Dug.; E. rufescens E. Dug.; E. nigerrima E. Dug.; E. margí- nala E. Dug.; E. termínala E. Dug.; E. croceicincta E. Dug.; E. ocellata E. Dug.; E. punctata E. Dug.; E. medía E. Dug.; E. su- brubra E. Dug.; E. mixta E. Dug.; E. albolineata E. Dug.; E. cinc- típennis Chev.; E. rufpínnis Chev.; E. carmelita Chev. Haag.; E. vittata E. Dug. Gr. III. Pyrota: P. Mylabrina Chev.; P. tenuicostata E. Dug.; P. quadrinervata Herrera y Mendoza. Gr. IV. Cantharis: C. monilicornis E. D.; C. sobrina E. D.; C. Alfredi E. D.; C. quadrimaculata Chev.; C. encera Chev.; O. atro- virens E. D.; C. cardínalis Chev.; O. erythrothorax Herrera y Men- doza; C. variabilis E. D.; C. ebenina E. D.: y además tres espe- cies no denominadas todavía. Gr. V. Tegrodera: T. erosa Le Conte. Gr. VI. Tetraonyx: T. frontcdis Chev.; T. femoralis E. D.; 7. fulvus Le C. (rufas E. D.); T. proteus Haag. (ochraceoguttatus E. D. T. bipartitas E. D. Nemognathini. Gr. I. Zonitis: Z. rubra E. D.; Z. atra E. D.; Z. flavicollis E. D.; Z. Flohri E. D. Gr. II. Nemognathes: N. versicolor, Chev.; N. zinitoides, E. D. Gr. III. Gnathium: G. atrum E. D.; G.flavum E. D. Las propiedades visicantes han sido experimentadas sólo en 161 Zoología.-11 162 algunas especies. El Sr. D. Homobono González 1 estudió Can- tharis encera, C. quadrimaculata y Epicauta nigerrima, E. nigra, E. cinctipennis, E. stigmata: el Dr. Eugenio Dugés dice 2 haber experimentado el poder vesicante de Cantharis faciolata (C. quadrimaculata ?), C. (Epicaida) stigmata,, C. [Epicauta) cincti- pennis-y Tetraonixrufus. [T. fzdvus), Haría macúlala. Añadimos Treiodous barranci, especie dedicada al Dr. Peñafiel y Barranco, pues sus propiedades vesicantes parecen bien establecidas. Da- mos á continuación la descripción de estas especies según sus autores respectivos, reservando el referir sus propiedades ve- sicantes después de hechas las descripciones. Cantharis encera. (Chev. Coleóp. de Méx. Cent. 1 fase. 3, nú- mero 56 (Klug. inédita. Dug. "La Natur." v. I, p. 109. Serie). Log. 0mm030 á 0mm018; lat. 0mm009 á 0mm004. Cabeza cuadrada, poco estrecha en su parte inferior, incli- nada oblicuamente hacia adelante, truncada en el vértice, algo convexa en la frente, aplanada, lisa negra, roja en su parte su- perior, con un punto negro frontal (este punto es más bien una línea negra que divide en dos la porción roja); el color rojo se adelanta hacia la parte baja de la cabeza formando un ángulo anterior; arriba convexa y deprimida abajo; barba redondeada transversalmente; lengüeta cordiforme escotada por delante; maxilares de dos porciones; la interna cuadrada, la externa un poco curva, guarnecidas de pelos rojizos; mandíbulas fuertes, con la punta escotada, sinuosas hacia adentro. Labro grande, ensanchado, redondeado en sus ángulos y escotado por delante; palpos labiales de tres artículos: el primero pequeño, el segundo más grande y triangular, el tercero grande y triangular también, pero alargado, trozado en línea recta en la extremidad; palpos maxilares de la misma forma, siendo el último oblongo y me- nos grueso en la hembra. Antenas moniliformes, de un negro lustroso; en la hembra de once artículos: en el macho el pri- 1 " El Repertorio." Semanario enciclopédico. Guanajuato, núm. 23. 1876. 2 "La Naturaleza." Periód. cient. déla Soc. mex. de Hist. natural. To- mo I, p. 178. (Primera série). 163 mer artículo es grueso, el segundo pequeño, el tercero algo gran- de, triangular, con el ángulo superior y externo un poco más grande que el interno, el cuarto triangular con el ángulo supe- rior é interno muy desarrollado y agudo, quinto con el mismo ángulo prolongado en forma de cuadro, sexto de la misma forma, pero con la prolongación mucho más estrecha, séptimo, octavo, noveno y décimo moniliformes, undécimo ovalar y puntiagudo. Coselete un poco más largo que ancho, derecho y realzado en su base, cortado oblicuamente hacia atrás de la cabeza, lo que le da aspecto anguloso en los lados; hacia la parte anterior de su longitud, es liso, lustroso y un poco aplanado. Escudete grande y triangular. Elitros deprimidos de cada lado del escudete, muy largos, doblemente más anchos que el coselete; los hombros se- parados del coselete, derechos y redondeados sobre los élitros; estos últimos, paralelos, redondeados en la extremidad, menos del lado de la sutura, rugulosos y con una nervadura longitu- dinal poco aparente. Abdomen muy obscuro y negruzco; patas del mismo color; piernas medianas, ensanchadas más allá del medio, con una dilatación curva en el extremo, en el macho; tarsos largos, delgados en su nacimiento, guarnecidos por deba- jo de un cepillo de pelos; de los espolones de las patas poste- riores, el interno es pequeño, el externo muy ensanchado y tro- zado oblicuamente en su extremidad; ganchos de dos divisiones, la superior más grande y negra, la inferior amarilla. El color general de este insecto es el negro, menos la man- cha de la cabeza y la membrana conectiva de los anillos abdo- minales que son rojos. Vive, según Chevrolat, en Guatemala y México, nosotros las hemos recibido, y en gran cantidad, de Silao, en el Estado de Guanajuato. Existe también en los alrededores de México, Pachuca y Ato- tonilco el Grande. Cantharis fasciolata. (Lauro M. Jiménez, Gaceta Médica de México. Tom. II, núm. 16). Long. 0m"022 á 0mm011; lat. 0ram006 á 0ram003. 164 Esta cantárida presenta exactamente los mismos caracteres genéricos que la bifasciatus de Sturm; los mismos colores, la misma distribución de las manchas, la misma conformación de los últimos anillos del abdomen del macho; sólo se diferencia de la anterior por los colores del abdomen, pues en lugar de ser completamente negro, tiene su cara superior de un color rojo moreno con fajitas transversales negras en el borde infe- rior de cada anillo, su cara inferior es negra en su parte media y rojo moreno á los lados. Variedad A. Las variedades dependen principalmente de la diversidad de las manchas supero anteriores de los élitros; este carácter solo, podía dar material para describir siete ú ocho va- riedades, pero creemos que será suficiente decir que en la pri- mera la mancha superior se extiende hacia delante, al grado que cubre todo el hombro, dejando solamente dos porciones amarillas, la media y la terminal ó posterior, y que en otras va disminuyendo y estrechándose hasta formar una línea, un pun- to, ó desaparecer completamente, quedando solas dos manchas posteriores. Variedad B. Consiste en que en algunos ejemplares el últi- mo abdominal es enteramente rojo, y que en otros, el mismo color se extiende al primero y segundo anillos. Cantharis cinctipennis. (Lytta cindipennis. Chev., Coleóp. de Méx. C. 1, fase. 3, núm. 59). Long. 0mm013 á 0mm145; lat. 0mm035 á 0ffim004. Cabeza negra, un poco aplanada, casi cuadrada, inclinada; surco longitudinal hendido, cubierto de pelos blancos lo mismo que la parte posterior de la cabeza; esta última excavada; barba transversa con sus lados agudos; lengüeta cordiforme escotada ligeramente por delante; mandíbulas de dos porciones, la inter- na redondeada, la externa encorvada y aguda, cubiertas de cer- das muy fuertes; mandíbulas fuertes con un diente pequeño cerca de la punta, que es sencilla, membrana interna; labio transverso, ligeramente escotado; palpos labiales de tres artícu- los: el primero pequeño, el segundo grande, triangular, el ter- 165 cero ovalar truncado oblicuamente; palpos maxilares do cuatro artículos: el primero pequeño, el segundo menos grande que el tercero y el cuarto; este último ovalar truncado y el anterior triangular. Antenas negras de once artículos: el primero gran- de, segundo pequeño, tercero doble del anterior, desde el cuar- to hasta el décimo alargado, el undécimo ovoide y puntiagudo. Ojos transversos; cuello estrecho; coselete negro, cuadrado, obli- cuamente truncado en los ángulos anteriores, inclinado, recto y marginado hacia atrás, puntuado, con un surco mediano y el margen vestido de pelos blancos. Escudete punctiforme, blan- co, élitros muy negros, un poco más anchos que el coselete, re- dondeados en la sutura y el borde, rodeados de una línea blan- ca formada de un plumón que se quita con facilidad; abdomen de seis anillos, negro y cubierto de pelos blanquizcos; patas ne- gras, con la misma vellosidad; en las extremidades de las pier- nas posteriores hay dos espinas iguales y fuertes. Ganchos ro- jizos, divididos. Según Chevrolat, se encuentra cerca de las minas de Zima- pan: nosotros la hemos hallado en gran cantidad en los cerros de Guanajuato en una planta compuesta y en el mes de Julio. Cantharis stigmata, Dugés. ("La Natur." v. I, p. 159. 1®Se- rie). Long. 0mn,010; lat. 0mm003. Cabeza negra, inclinada, triangular, aplanada vista de lado, cubierta de pelos cenicientos, con un punto rojo en medio, y una línea pequeña y negra sobre el vértice; barba transversal, redondeada á los lados; lengüeta cordiforme, escotada y vellu- da; maxilares de dos lóbulos, setosos, el interno un poco curvo y anguloso; mandíbulas fuertes, con un pequeño diente sencillo cerca de la punta y una membrana interna; labio transverso, es- cotado; palpos labiales de tres artículos: el primero pequeño, se- gundo triangular, tercero triangular, más grande, casi cuadrado» cortado rectamente; palpos maxilares de cuatro artículos: el primero pequeño, segundo triangular, mayor de todos, tercero triangular, cuarto más grande que el tercero, obovoideo y cor- 166 tado oblicuamente. Antenas negras, filiformes de once artículos: el primero grande, segundo pequeño desde el tercero hasta el décimo disminuyendo y terminando en punta aguda el undéci- mo. Coselete campanuliforme, más largo que ancho, poco an- gosto por delante, negro, cubierto de pelos cenicientos, surco longitudinal poco marcado, el borde posterior poco escotado, con una línea realzada. Escudete pequeño, triangular, negro y velludo. Elitros más anchos que el coselete, largos, cubriendo el abdomen, redondeados en su extremidad libre, negros y con pelos cenicientos, estos pelos en todas las partes del cuerpo se quitan con mucha facilidad, de modo que el insecto queda ne- gro, habiendo siempre algunos puntos que quedan velludos. Abdomen de seis anillos, negro, con pelos cenicientos, más blan- quizco en el borde de cada anillo; patas negras con pelos ce- nicientos también; tarsos normales negros; de los espolones, el externo más grande; ganchos rojizos, divididos. Se encuentra en gran cantidad sobre el convolvulus variabi- lis (quiebraplato) de cuyas flores se alimenta; cuando se le com- prime suele arrojar por la boca un líquido violado. Mes de Ju- lio: en Guanajuato. Cantharis nigra. Dugés. ("La Natural.'' v. I, p. 161. 1? Se- rie). Long. 0mm017; lat.0mm045. Cabeza negra, inclinada, triangular, aplanada, con un punto rojo en medio y una línea longitudinal ligeramente realzada; barba transversa, redondeada en los lados; lengüeta cordiforme, escotada, velluda; maxilares de dos lóbulos casi del mismo ta- maño, cuadrados y velludos; mandíbulas fuertes, con un peque- ño diente cerca de la punta que es escotada; labio transverso escotado; palpos labiales de tres artículos: el primero pequeño, el segundo grande, triangular, tercero casi securiforme; palpos maxilares de cuatro artículos: el primero pequeño, segundo triangular, más grande que el tercero, éste triangular también, cuarto obovoideo, truncado oblicuamente; antenas negras fili- formes, de once artículos: el primero grande, segundo pequeño, 167 tercero grande; desde el cuarto hasta el décimo disminuyen pro- gresivamente; el undécimo es puntiagudo. Ojos transversos, es- cotados; cuello normal; coselete negro, campanuliforme, más* largo que ancho, angosto por delante, surcado longitudinalmen- te y escotado en su borde posterior, que es un poco deprimido. Escudete muy pequeño, negro, trirngular. Elitros más anchos que el coselete, redondeados en su extremidad, negros, puntua- dos finamente lo mismo que la cabeza y el coselete, y cubiertos de pelos finos. Abdomen negro de seis anillos; patas negras normales; espolón externo de las piernas posteriores lanceolado y más grande que el interno; ganchos rojizos divididos. Se encuentra en Michoacán, Hacienda de la Noria, en los me- ses de Junio, Julio y Agosto, en una especie de convólvulus, vulgarmente conocida con el nombre de espantalobo. Cantharis nigerrima, Dugés. ("La Natural." v. J, p. 162. 1? Serie). Long. 0"m020; lat. 0mm006. Cabeza negra, triangular, plana é inclinada, con un punto rojo en medio; barba transversa con los lados redondeados; len- güeta cordiforme escotada; maxilares de dos lóbulos, encorva- dos, setosos; el externo más grande que el interno; mandíbulas con la punta escotada, algo alargada en forma de gancho, la iz- quierda presentando un diente pequeño y agudo cerca de la punta; labro transverso, escotado, con los bordes redondeados; palpos labiales de tres artículos: el primero pequeño, el segun- do triangular, alargado; tercero más pequeño que el anterior, un poco securiforme; palpos maxilares de cuatro artículos: el primero pequeño, segundo más grande, triangular, alargado; tercero triangular, de la mitad del volumen del segundo; cuarto ovoideo, doble del tercero, dilatado en la extremidad y con los ángulos romos; antenas filiformes de once artículos: el primero grande, segundo pequeño, tercero algo grande, triangular; des- de el cuarto hasta el décimo un poco triangulares y deprimidos; disminuyen gradualmente hasta el undécimo, ovoideo, alargado y puntiagudo; ojos transversos, negros. Escudete negro, peque- 168 ño y triangular. Coselete cuadrado, muy angosto por delante, con una línea longitudinal poco profunda y un borde realzado en su parte posterior. Elitros negros, que cubren todo el cuer- po, redondeados en su extremidad. Abdomen negro, de seis anillos; patas negras, normales, con el primer artículo de los tarsos anteriores un poco dilatado, espolón externo de las pier- nas posteriores un poco más fuerte que el interno; ganchos bí- íidos, morenos. Este insecto es de un color negro muy intenso y todo cu- bierto de una fina pubescencia que le da semejanza con el raso; lo liemos encontrado en una calle de León (Estado de Guana- juato) y suponemos que fué llevado con las cargas de alfalfa en el mes de Julio; también se halla en el Mineral del Cedro. Horia maculata. (Fab. Oliv. Col. III, 53 bis). (Cucullus ma- culata, Suseder). Long. 0mm032; lat. 0mm010. Cabeza muy grande, plana encima, inclinada, tan ancha co- mo el coselete, principalmente en el macho, trapeciforme en el sentido transverso; epistomo ó capacete truncado casi al nivel de las antenas; barba ojival, pequeña; lengüeta bífida, con sus lóbulos divergentes; maxilares de dos lóbulos córneos, el inter- no pequeño, el externo grueso, grande y oval. Mandíbulas gran- des, más en el macho que las tiene de doble longitud que la hembra; con un diente. Labro pequeño, redondeado por de- lante; palpos labiales y maxilares con el último artículo oval. Ojos medianos, transversos, lunulados, sub-deprimidos. Ante- nas comprimidas que á lo más alcanzan la base del coselete, con el primer artículo mediano, el segundo- y tercero iguales y más cortos que los siguientes, el undécimo un poco más largo que el décimo, oblongo-oval. Coselete poco convexo, cuadrado transversalmente, un poco angosto por delante, redondeado en los ángulos, escotado en arco en medio de su borde anterior. Escudete muy grande, representa un triángulo curvilíneo y alar- gado. Elitros largos, paralelos aisladamente, redondeados en su terminación. Patas comprimidas; muslos medianamente robus- tos; piernas con espolones cortos; tarsos largos, guarnecidos por debajo de pelos finos, el primer artículo y el último alargados. Ganchos robustos divididos en dos porciones, la superior retor- cida y pectinada, la inferior delgada, más corta y soldada en su base con la precedente; cuerpo lampiño. Este insecto tiene la cabeza y el coselete de color leonado; los élitros del mismo color con una mancha en cada base en forma de herradura, reuniéndose en la sutura; dos manchas su- turales, una en el primer tercio y otra en el segundo, poco irre- gulares; otra en la extremidad, de la misma forma que la de la base, y por último dos laterales. Todas estas manchas son ne- gras. Sabemos solamente que este insecto es de Colima, sin por- menores algunos sobre su género de vida. Tetraonyx rufus, Dugés. ("La Natur." t. I, p. 105. l't Serie). Long. 0mra009 á 0mm012; lat. 0mm004 á 0mm005. Este insecto presenta todos los caracteres típicos del género letraonyx. Es de color leonado reluciente, con las antenas, las partes de la boca y el abdomen negros. Los muslos y las piernas son de color leonado, exceptuando su quinta parte de la extremidad, que es negra lo mismo que los tarsos. En los cerros de Guanajuato hemos encontrado este insecto viviendo en familia sobre una malvácea. Treiodous barranci, Dugés. ("La Natur." t. I, p. 102. 1? Se- rie). (Metete tucci ? Peñafiel y Barranco). ( ,, tridentatus, Lauro Jiménez). (Gaceta Médica de México, tom. II, núm. 16). Long. del macho 0mm018; lat. 0mm007; long. de la hembra 0ram044; lat. 0mm010. Cabeza triangular, inclinada y aplanada; barba transversa, di- latada y redondeada en sus lados, borde anterior truncado; len- güeta casi córnea, setiforme, escotada por delante. Maxilares con dos lóbulos cuadrados y setosos, el externo bi-articulado y 169 en forma de gancho. Mandíbulas sobresaliendo poco del labro, sencillas en su extremidad, pero llevando en su lado interno tres fuertes dientes, uno formado por la punta y los otros dos abajo. Estos tres dientes se distinguen á la simple vista. Labro trans- verso, dilatado, escotado por delante, con sus ángulos anterio- res arredondados; palpos labiales con su último artículo poco oval; palpos maxilares en su último artículo cilindrico, deprimi- do y obtuso en su extremidad. Ojos medianos poco salientes, transversos, sub-reniformes. Antenas medianas con el segundo artículo muy corto, el undécimo alargado, cilindrico y acumina- do en su terminación. Coselete pequeño, más angosto que la cabeza y los élitros, plano encima, vertical á los lados y escotado en la base. Falta el escudete. Los élitros cubren una gran parte del abdomen del macho, pero apenas llegan al segundo anillo abdominal en la hembra, imbricados, describiendo su borde in- terno una parábola. Abdomen voluminoso y blando; patas bas- tante largas y robustas; caderas muy salientes en su parte in- terna; piernas alargadas, espolón externo de las posteriores dilatado y truncado en la extremidad; tarsos tan largos como las piernas, los artículos de los anteriores un poco dilatados en el macho; ganchos amarillentos, divididos en dos porciones igua- les. Este insecto es de un negro muy intenso y lustroso. Lo he- mos encontrado en Silao, perteneciente al Estado de Guanajua- to, en la alfalfa (Mcdicago sativa), en el mes de Junio; también se halla en Atotonilco el Grande, distrito del Estado de Hidal- I go, en los sembrados de maíz, según nuestro comprofesor el Sr. Peñafiel y Barranco. 170 Hemos formado un nuevo género con el Meloe descrito por el Sr. Peñafiel y Barranco, sin tener en esto ninguna vacilación, á pesar de las que había tenido el Sr. D. Lauro Jiménez (Ga- ceta Médica de México, t. II, núm. 15), porque en el Genera des Coleópteres de Th. Lacordaire, que es la obra más moderna que sobre géneros de insectos se ha escrito, no hemos hallado nin- guna indicación siquiera de los tres dientes que presenta el Me- loe que forma nuestro nuevo género, y por cuyo motivo lo hemos llamado Treiodous. La especie la hemos denominado Barranci, del apellido del primer naturalista que hizo su descripción y á quien suplicamos acepte tan justa dedicatoria. (E. Dugés). Med. Las especies de cantáridas citadas, y probablemente todas las que componen la familia Meloideos, tienen como la Mosca de España ó Cantárida europea, cierta cantidad variable de cantaridina, substancia vesicante no azoada, cuya fórmula es C10 H6 O.4 Esta substancia aislada se presenta bajóla forma de laminitas incoloras que esparcen vapores á 125° y se volatilizan á 210°, es saludable en todas proporciones en los aceites. El principio vesicante se disuelve en el agua por medio de la ebu- llición. (Guibourt. Hist. natur. des drogues simples}. Las cantáridas son acres y corrosivas. Administradas impru- dentemente al interior, fácilmente producen envenenamiento y sus efectos principales son notables sobre las vías génito-urina- rias. Por esta razón se han usado como medicamento afrodi- siaco propio para excitar los deseos venéreos; mas ahora ese uso por sus inconvenientes está casi abolido por completo. Al exterior se emplea todavía la tintura alcohólica como excitante de la piel; pero el empleo principal de las cantáridas es la con- fección con ellas de emplastos visicantes. La experiencia ha de- mostrado que los preparados con las cantáridas del país son más activos que los de la cantárida europea, Cantharis vesica- toria L., levantando la ámpula epidérmica en mucho menor tiempo, pues bastan á veces cuatro ó cinco horas en lugar de diez ó doce. ¿El efecto que producen generalmente las cantá- ridas sobre las vías urinarias es menor, como algunos preten- den, usando las del país? Respecto de este punto no poseo datos suficientes: M. Courbon, que ha estudiado las propiedades de la cantárida puntuada de Montivideo, Lytta adspersa Klug., le atribuye una perfecta inactividad sobre los órganos genitales. (Guibourt). La acción vesicante de nuestras cantáridas no está 171 estudiada en todas sus especies numerosas. Es probable que todas la posean en grado mayor ó menor; en algunas es tan activa "que se han dado varios casos, dice elSr. D. Homobono González, en que algunos labriegos han perdido las uñas por cebar su cólera partiéndolas con éstas al encontrarlas en los sembrados de frijol, cuyas flores destrozan." El Dr. Eugenio Dugés dice haber experimentado solamente el poder vesicante de las cantáridas fasciolata, stlgmata, cincti- pennis y Tetraonyx rufas; la primera posee la propiedad vesi- cante lo mismo que la encera del país ó la vesicatoria de Europa. Dos insectos de la Horia maculata, añade, contenidos en tres cuartos de litro de alcohol, han sido suficientes para que al mo- jarse en él causaran un ardor molesto.1 El Sr. D. Homobono González hizo algunas experiencias con seis especies de cantáridas de las más abundantes en el Estado de Guanajuato, para averiguar hasta qué punto podían ser úti- les. Con el objeto de determinar la cantidad de cantaridina que ellas contienen comparada con la de la cantárida procedente de Europa, sometió tanto á ésta como á aquellas al mismo mé- todo experimental. Comenzó por pulverizar 2 gramos de Can- tharis vesicatoria y separadamente igual cantidad de cada una de las seis especies del país, así como el mismo peso de la mez- cla de éstas; las maceró durante ocho días, cada cual en vasija separada, en 30 gramos de alcohol á 90°; en seguida, á un mis- mo tiempo y en filtros distintos, separó los líquidos, lavando los residuos con otros 15 gramos del mismo alcohol; después en vidrios de reloj sometió á la evaporación espontánea cada uno de los licores, pesados previamente los vidrios vacíos, y al ca- bo de ocho días que desapareció el líquido, quedando sólo los cristales de cantaridina mezclados con una pequeña cantidad de aceite y de las otras substancias que en pequeñísima cantidad señalan los autores, volvió á tomar el peso, cuyo resultado fué el siguiente: 172 1 " Descrip. de alg. Meloideos indíg. Por el Dr. E. Dug. " La Natural." vol. I, pág. 170. Primera serie. PESADAS. Vidrios solos. Vidrios con cantaridina. Cantaridina. Extranjera tomada - Gram. Gram. Gram. Gram. Caniharis vesicatoria, Geof. 7,312 7,507 0,195 1, n cacera, Chevrolat 8,457 8,962 0,505 2,590 a quadrimaculata, Dejaen. 7,357 7,903 0,546 2,800 Epicauta nigerrima, E. Dug 7,153 7,498 0,345 1,769 n nigra, E. Dug 6,682 7,116 0,434 2,226 cinctipennis, Chev 8,717 9,205 0,488 2,583 H stigmata, E. Dug 8,434 8,997 0,563 2,887 Mezcla de las seis especies del país. 8,640 9,100 0,460 2,359 173 Resulta de los datos obtenidos por el Sr. González, que de las seis especies de cantáridas estudiadas, la menos rica en can- taridina, Epicauia nigerrima, contiene mayor cantidad que la extranjera, y la más rica, E. stigmata, contiene cerca del triple. La mezcla de las seis especies del país da un término medio. La mezcla será en su uso de muy buen éxito, añade el Sr. Gonzá- lez, puesto que contiene cerca de dos tantos y medio de canta- ridina de la que contiene la extranjera. Es de tenerse en cuenta que: 8 cantáridas vesicatoria pesan 1 gramo. 5 ,, nigerrima ,, ,, ,, 16 ,, nigra ,, ,, ,, 24 ,, cinctipennis ,, ,, ,, 5 ,, eucera „ ,, ,, 8 ,, quadrimaculata ,, ,, ,, 19 ,, stigmata „ ,, ,, Por esta razón, hace notar el Sr. González, algunas cantáridas del país se pueden usar en número menor ó igual á la extran- jera con mucho mejor éxito, principalmente tratándose de la quadrimaculata que abunda tanto en los alrededores de Pénja- mo. La época más propicia para colectarlas es la de las lluvias, cuando las aguas ya se han estacionado.1 (Julio y Agosto). La facilidad que hay para colectar las cantáridas en Europa, hace 1 Las Cantáridas del Estado. Por D. Homobono González. "El Reperto- rio." Semanario enciclopédico. Guanajuato 1876. que su precio no sea muy elevado; mientras que las especies del país, por el contrario, son de difícil colectación y esta cir- cunstancia influirá sin duda entorpeciendo su aplicación gene- ral en la terapéutica. La especie europea se recoge fácilmente, porque se reune en sociedades numerosas para pasar la noche en algunos árboles, como los fresnos y otros. En la mañana, antes de que les pase el adormecimiento producido por el frío nocturno, se sacuden las ramas del árbol y los insectos, no pu- diendo todavía volar, caen al pie de él sobre lienzos de color claro que previamente se han colocado en el suelo. Cogiendo en seguida este lienzo por sus cuatro ángulos se le sumerge en un depósito de agua avinagrada, cuya operación basta para ma- tar á los insectos. Después se les hace secar y se les guarda en frascos tapados herméticamente, en los cuales pueden conser- var sus propiedades vesicantes por muchos años. El manejo de las cantáridas frescas con las manos desnudas tiene sus incon- venientes y por eso los colectores de ellas usan guantes que les precaven de los accidentes más ó ménos graves que pueden oca- sionarles. 174 5to- ORDEN. HIMENOPTEROS. Boca dispuesta para la succión; mandíbulas dentiformes; cuatro alas membranosas cuyas nervaduras circunscriben grandes células; metamorfosis completa. Los representantes más notables de este orden son las hor- migas, las abejas, las abispas, etc. Por su inteligencia, por sus costumbres y manera de vivir tan interesantes, los naturalistas modernos colocan los himenópteros en el primer lugar entre los insectos. La organización de su boca los hace intermedia- rios entre los insectos masticadores y los insectos chupadores. Sus mandíbulas sólo les sirven para fabricar las construcciones especiales que les sirven de viviendas; son las herramientas in- 175 dispcnsables para sus labores. De las cuatro alas membranosas y transparentes, las anteriores son mucho más grandes que las del par posterior; carecen por completo de'alas algunos Icneu- móniclos, las hormigas obreras, etc. El abdomen, compuesto de varios segmentos, se une generalmente al tórax por una porción estrecha ó pedículo. En las hembras lleva en su terminación un taladro ó un aguijón venenoso. El primero es un instrumen- to que sirve para la puesta de los huevos. Su forma es variable y se ha comparado á una sierra, á una escofina, etc.; se com- pone de un aguijón córneo resguardado por dos hojas que le sirven de vaina ó estuche. El aguijón venenoso está en relación con una glándula, provista de un receptáculo, que secreta el ácido fórmico. Instilado en el cuerpo de los insectos paraliza sus movimientos. A las abejas les sirve de arma defensiva. Las patas del par anterior están alejadas de los dos pares posterio- res que son muy próximos. Generalmente los tarsos tienen cin- co artejos, siendo más largo el primero. Las obreras de las abe- jas tienen una cavidad en la cara externa de las tibias (cesto ó canastilla) y una especie de brocha formada por pelos finos en el primer artejo del tarso; estos son los órganos para la reco- lección del polen de las flores y de las substancias {propolis) que emplean en la construcción de sus viviendas. Al volar los himenópteros producen un zumbido causado, se- gún Landois, por el movimiento de las alas y por las vibracio- nes de ciertas membranas situadas en las aberturas por donde se introduce el aire indispensable á la respiración, llamadas es- tigmas. Estos aparatos vocales se han comparado á los silbatos de lengüeta y producen sonidos á voluntad del insecto; no son así los producidos por las alas que son naturalmente involun- tarios. Son verdaderamente dignas de estudio las asociaciones de los himenópteros; sociedades numerosas en las cuales los trabajos todos, la defensa común, etc., están perfectamente organizados. Existe en ellas un grupo numeroso de séres, llamados antes neutros, que no son sino hembras cuyos órganos genitales han abortado, obreras encargadas de todos los trabajos. En algunas especies ellas ponen huevos no fecundados que producen ma- chos. (Partenogenesis ó generación virgen). Las metamorfosis son completas pasando por los estados de huevo, larva, ninfa é imago ó insecto perfecto. Las hembras po- nen siempre sus huevos en un lugar á propósito para la segu- ridad de su progenitura y para que al nacer las larvas encuen- tren oportunamente el indispensable alimento. Algunos tienen ]a precaución de poner junto á cada huevo una cantidad sufi- ciente de alimento (JfoZiponu, Trígona). Los himenópteros cava- dores depositan en las cámaras terminales de sus galerías sub- terráneas insectos vivos, cuyos movimientos han paralizado con sus piquetes emponzoñados. Los cínipes taladran las partes blandas de los vegetales y dan lugar á la formación de excre- cencias, conocidas con el nombre de agallas, de cuyos jugos se nutrirán sus larvas. Por último, los icneumones taladran el cuerpo de los insectos y colocan sus huevos allí para que al des- arrollarse las larvas vivan como parásitos, á sus expensas, pro- duciéndoles la muerte. Estos pequeños seres desempeñan un papel importante en la naturaleza, pues ponen un límite á la multiplicación excesiva de los insectos y conservan así el equi- librio indispensable á la armonía del universo. * El orden himenópteros se divide en dos sub-órdenes, los Te- rebrantes cuyas hembras están provistas de un taladro y los Porta-aguijones, cuyas hembras tienen un aguijón en relación con una glándula venenosa. Al primero pertecen los cínipes que producen las agallas y los icneumones; al segundo las hormigas, las abejas, las avispas, etc. Fam. Formicidae. Hormigas. Cabeza triangular, con ante- nas en codo; mandíbulas fuertes de mayor tamaño que las otras partes de la boca. Alas con una célula cubital; abdomen oval, pediculado. Bibl. Notas sobre las hormigas mexicanas, por Eduardo Norton. "La Nat." voL III, p. 179; Sur une nouvelle espéce de fourmi du Mexique, par M. Wesmael. Bull. de l'Acad. Boy. 176 177 de Bruxelles, 1838. Tom. F, p. 766-771. Trad. y anot. por el Sr. Angel Núñez Ortega. "La Naturaleza." Vol. VI, p. 211; Obser- vaciones acerca de la Hormiga de miel, Myrmecosistus mélliger, Wesmaél. Trad. por A. Herrera (hijo). "La Naturaleza," vo- lumen VII, p. 1; Hormigas de miel, por el Sr. D. José Alzate y Ramírez. Gacetas de Literatura. 1792; Las Busileras ú hormi- gas de miel. Por el Sr. D. Pablo de La Llave. Registro Trimes- tre. Méx. 1832. Reimpr. en "La Naturaleza." Vol. VII, p. 85. (Apéndice); La hormiga agrícola. La Natvre. núm. 439. 1881. Trad. en "La Naturaleza," México. Vol. V, p. 50 (Rev. cientif.) H. N. Se ha escrito tanto y tan bien respecto de estos hi- menópteros, que realmente nada nuevo puedo añadir. Sólo lla- maré la atención acerca de algunas particularidades de su his- toria natural. " La actividad psíquica de que están dotados estos insectos, dice Claus, se ha establecido de una manera induda- ble por las observaciones de P. Huber, de J. Lubbock, etc. Na- die puede hoy negar que las hormigas tienen memoria, que pue- den reconocerse entre sí, cambiar comunicaciones y animarse para las labores comunes. Ellas cuidan de los pulgones como nosotros de nuestras vacas lecheras, transportan provisiones á sus habitaciones, construyen calles, fabrican túneles aun deba- jo de los grandes ríos, marchan al combate en columnas regu- lares y sacrifican heroicamente su vida en pro de la comunidad. En los países en que se multiplican con exceso algunas espe- cies emprenden expediciones en inmenso número y entrando en las habitaciones del hombre destruyen todos los comestibles. El naturalista D. Pablo de La Llave cita algunos ejemplos que prueban la voracidad de cierta especie que llama bizcochera, y hablando de la ferocidad de la hormiga soldado, que vive en Córdoba y sus contornos, dice: " ¿Quién creería que la visita de este insecto en las habitaciones es para el hombre un pre- sente inestimable de la Providencia en las tierras calientes? En efecto, aun antes de llegar á las casas, ya los insectos de que se alimentan presienten su exterminio, y salen á luz, más que sea á medio día, alacranes, toda especie de arañas, cientopiés, gri- Zoología.-12 178 líos, cucarachas y hasta ratoncitos y culebrillas, todos se ponen en movimiento y corren aturdidamente, pero sus esfuerzos son inútiles; llega, en fin, el atroz enjambre en una especie de des- orden, ó mejor diré, desplegados sus terribles batallones: nada hay que pueda resistir á su inexorable furor; cuanto encuentran allí mismo lo devoran, y concluida la matanza, suben ordina- riamente en columnas por las paredes y techos, en busca de los insectos que se han quedado ocultos en sus escondrijos y madrigueras. En poco tiempo registran y dan vuelta á toda una casa, y cuando se retiran es porque ya la dejan limpia." Es curiosa la manera de picar de estas hormigas referida por el mismo naturalista: " dos veces que lo han hecho conmigo en el monte, por no advertir que por allí andaban, sentí un pi- quete general, es decir, que fueron subiendo por los pies é in- troduciéndose sin hacer mal, hasta que todas ó casi todas me picaron á un tiempo, como si hubieran recibido una señal para hacerlo." Por la costumbre de viajar en columnas como solda- dos, por su carácter irascible y por sus formidables mordeduras, creo que la especie á que se refiere el Sr. La Llave es el Eciton mexicana. Además de las especies citadas, son notables en México la hormiga arriera, (Ecodoma mexicana Smith; la hormiga de miel, busilera, mochilera ó vinito, Myrmecocystus melligerus Wesmaél; las Pseudomyrma bicolor y P. ¿flavidula? y la hormiga agrícola, Atta barbota. La arriera, llamada así por caminar en columnas como los muleteros ó arrieros, es un verdadero azote para la agricultura; come hojas, frutos y granos. El naturalista D. Ani- ceto Moreno dice haber visto en Orizaba los perjuicios que oca- sionan no sólo en los plantíos, sino también en las trojes, y en la población misma en cuyas calles y casas hacen sus habitacio- nes. En una sola noche pueden transportar á su hormiguero, sin exageración, media carga de maíz, que es la semilla que prefie- ren. Las hormigas de miel se llaman así por el desarrollo ex- traordinario de su vientre que crece hasta tomar el tamaño y forma de una uva, y encierra en su interior un líquido dulce. Con esta substancia, que expelen por regurgitación, se alimen- tan las otras hormigas, no enfermas de esta manera, que viven en comunidad en un formicarium. Algunas personas toman con gusto esta miel. Las Pseudomyrma hacen sus habitaciones en el interior de las espinas situadas en los tallos de algunas plan- tas mimosas. Agujeran estas espinas cerca de la extremidad para entrar y salir fácilmente. La picadura de estas hormigas, según Norton, es muy dolorosa, pues se fijan con las mandíbu- las muy tenazmente á la parte que agarran. La especie llama- da agrícola es grande y de color moreno, no se contenta con acumular el grano, sino que lo siembra y lo cosecha como un entendido agricultor. El Sr. Norton menciona ó describe las especies siguientes de México. 179 SUBFAMILIA FORMIGIDJE. Fórmica esuriens, Smith Orizaba y Córdoba. ,, fulvácea Bosques de Córdoba. ,, nítida Montañas de Orizaba. „ caryae Practica en cierta especie de nogales ga- lerías y para ese efecto se sirve del áci- do fórmico que secreta. ,, nacerda Orizaba y Córdoba. Tapinoma piceata Potrero. (Cerca de Córdoba). ,, tomentosa Orizaba. Polyrhachis arborícola Región caliente de México. SUBFAMILIA PONERIDjE. Ponera strigata Región templada de México. ,, pedunculata, Smith México. Ectatomma ferruginea México. Eciton hammata, Fabr Río Atoyac, cerca de Córdoba. ,, mexicana Córdoba y Orizaba. ,, brunnea Córdoba y Orizaba. ,, sumichrasti Córdoba y Orizaba. Pachycondyla orizabana Orizaba. Pseudomyrma bicolor, Guerin.. México. ,, fiaxidula, Smith México. SUBFAMILIA MYRMlCIDyE. 180 Pseudomyrma thoracica Córdoba. Alta clypeata, Smith Orizaba. (Ecodoma mexicana, Smith Orizaba, Córdoba, etc. Cryptocerus laminatus, Smith Córdoba. ,, multispinosus Alrededores de Córdoba. SUBFAMILIA CRYPTOCERID.E. Med. Aprovechando la tenacidad para morder de algunas especies de hormigas, los indígenas del Brasil se servían de ellas, como los cirujanos de las erignas metálicas, para reunir los la- bios de las heridas y mantenerlos en contacto hasta la profec- ía cicatrización. Bastaban 7 ú 8 para una herida regular. Las dejaban morder en los puntos elegidos, y en seguida se separa- ba el cuerpo de la cabeza, cuyas fuertes mandíbulas servían de medio de contención. Más comunmente se ha hecho uso en la antigua farmacopea de las hormigas, para preparar con ellas una tintura alcohólica, la cual obraba como excitante y revul- siva. El agua de magnanimidad de Hoffmann, se tenía como afro- disiaca y era la tintura que se obtenía por medio del alcohol, conteniendo el ácido fórmico mezclado con un aceite acre olo- roso y resinoso que contiene la hormiga roja de los bosques, Fórmica rufa L. El ácido fórmico es un ácido débil como el acé- tico, con el cual se le ha confundido á veces, y de aquí sin du- da la poca importancia que generalmente tienen las mordedu- ras de las hormigas; sin embargo, las de la especie Pseudomyrma flavidula, son muy dolorosas por la tenacidad con que se fijan con sus mandíbulas, y también, si como en el caso del Sr. D. Pablo de La Llave, un gran número de hormigas picasen al mis- mo tiempo á un niño ó á una persona nerviosa y muy suscep- tible, se presentarían sin duda accidentes serios como ha pasa- do en casos análogos con los piquetes simultáneos de muchas abejas. La miel de las busileras es usada vulgarmente para com- batir las oftalmías y otras enfermedades de los ojos. Para el uso homeopático se cogen las hormigas colocando una vara llena de miel encima de un hormiguero, ó bien hun- diendo una botella de cuello delgado, que tenga en el fondo un 181 poco de miel. Cuando está la botella llena suficientemente de hormigas, se la retira, se echan estas hormigas en otra botella nueva y limpia, se las rocía con tres partes de alcohol, después á los seis ú ocho días, se decanta el líquido y se le conserva con el nombre de espíritu de hormigas ('formicarum splrltus). Con es- te espíritu se hacen después las atenuaciones convenientes.1 En el Manual de Farmacodinámica de Hughes no se habla de las aplicaciones de esta medicina; pero siguiendo la índole de la homeopatía debemos suponer que se puede usar en las in- flamaciones de la piel, en algunas fiebres eruptivas como la es- carlatina, en las quemaduras, en la erisipela, etc., etc. Fam. Apidae. Abejas. Boca en forma de trompa; las alas an- teriores no se pliegan; las patas, sobre todo las posteriores, tie- nen las tibias y los tarsos anchos para recoger en las pequeñas cavidades, llamadas canastas, diversos materiales y el primer ar- tejo del tarso por su parte interna provisto de varias filas de pelos duros, cepillo ó bruza, con el cual limpian su velludo cuer- po del polen que se adhiere al visitar las flores. Bibl. Abejas y Arañas. Por el Sr. Alzate y Ramírez. Gaceta de Literatura, 1788; Insectos de México. Hist. Ant. de Méx. Por el Sr. D. Francisco J. Clavijero; Elementos de Zoolg. Por el Dr. A. Dugés. México. 1884; Ens. polit. sobre la Nueva Es- paña. Por el barón Alej. de Humboldt. H, N. La historia natural de estos preciosos insectos está hoy bien generalizada y conocida: son tan útiles sus productos, cera y miel, en la industria, la medicina y la economía doméstica, que la apicultura es un estudio indispensable en las sociedades mo- dernas. Para no repetir lo que todos los autores dicen, me li- mito á llamar la atención acerca de algunos puntos solamente. El sabio mexicano Alzate había descubierto desde fines del siglo pasado, la naturaleza de la substancia llamada propolis que tanto emplean las abejas en sus construcciones. "Con motivo, dice, de haber conducido á esta ciudad (México) varias colme- 1 Dr. G, H. G. Jahr. Nueva Farmacopea y Posología homeopática. Tra- ducción del francés por D. S. Rodríguez López. Madrid. 1860. ñas, con el fin de ver si se propagaban, lo que puede ser se haya verificado, porque muchos enjambres salieron de ellas, observé en varias ocasiones que conducían resina verde y roja. Admi- rado de esto, porque en México no hay árboles que produzcan resinas de estos colores, malicié que habían ido á cosechar en algunos utensilios, que se habrían pintado con cardenillo des- leído en aceite de trementina, ó en éste mezclado con berme- llón: para desvanecer toda duda, coloqué en la inmediación de las colmenas cardenillo y bermellón mezclado con dicho aceite, y formé varias hendiduras á las colmenas: sin que me quedase la menor duda vi cómo las abejas se encaminaban á surtir de aquellos materiales, y que los introducían en lo interior de sus habitaciones; finalmente, pasados algunos días despedacé un madero en que se hallaba la colmena, y reconocí todas las hen- diduras embetunadas de verde y rojo, en virtud de los materia- les que les había preparado: luego debemos confesar, que el propolis no es otra cosa que resina que las abejas acarrean con el fin propuesto." No sé yo acertivamente si en la época en que nuestro com- patriota el P. Alzate hacía en México este importante descubri- miento, la naturaleza del propolis era conocida en Europa; pero á juzgar por las siguientes palabras del reputado naturalista Bo- mare, se ignoraba entonces (1776) en Europa. La cita de ellas está tomada del mismo escrito de Alzate: "No obstante, Mr. de Reamur, aquel infatigable observador, no ha podido regis- trar á las abejas en la cosecha del propolis. Este es un descu- brimiento que aún no se ha verificado." La importante obser- vación de Alzate, referida con esa encantadora sencillez tan propia y tan común en los hombres verdaderamente eminentes, confirma en mi opinión el juicio emitido por Humboldt respec- to de él: Alzate, Velázquez de León y Gama, eran los tres hom- bres verdaderamente sabios de México en aquella época en que la capital se honró albergando en su -recinto á tan ilustre hués- ped. El clásico autor de la Historia antigua de México dedica en 182 su obra algunas líneas á las abejas. Aunque cortas, son impor- tantes y creo útil transcribirlas. "De abejas, dice, hay á lo me- nos seis especies diversas. La primera es de las comunes de Europa, con las que convienen no menos en el tamaño, forma y color, que en la naturaleza, costumbres y cualidad de la miel y cera que trabajan. La segunda especie es de otras semejantes á las anteriores, pero que enteramente carecen de aguijón. De esta especie son las de Yucatán y Chiapas, que hacen la famo- sa miel de estabentum, la cual es clara, aromática y de un gusto superior á todas las especies de miel que conocemos. Las cose- chas de esta miel son seis al año, una cada dos meses; pero la mejor es la que se coge por Noviembre, por razón de que lasa- can las abejas de una flor blanca semejante al jazmín y muy olorosa, que se da en Septiembre y se llama en aquel país es- tabentum, de donde toma el nombre la miel. La tercera especie es de ciertas abejas semejantes en la figura á las hormigas con alas; pero más pequeñas que las abejas comunes y sin aguijón. Estos insectos, propios de los países calientes y templados, fa- brican panales semejantes en el tamaño á los panes de azúcar, y á veces mucho mayores que éstos, pendientes de las rocas ó de los árboles, principalmente de las encinas. La población de estos panales es mucho más numerosa que la de las abejas co- munes. Las ninfas de tales abejas son blancas y redondas, á manera de perlas, y se comen también. Su miel es pardusca, pero de un gusto delicado. Las abejas de la cuarta especie son amarillas, más pequeñas que las comunes, y como éstas arma- das de aguijón; su miel es inferior á las anteriores. Las de la quinta especie son pequeñas é inermes; fabrican panales redon- dos en cavidades subterráneas, y su miel es ácida y amarguilla. La tlalpipiolli, que hace la sexta especie, es negra y amarilla, del tamaño de las comunes, pero inerme." Sin duda que la primera de las especies citadas es la Apis me- llifica L., originaria del Continente Antiguo é importada á Amé- rica por los europeos. Las especies inermes de Yucatán y Chia- pas, cuya miel exquisita era apreciadísima, según Clavijero, por 183 los ingleses y franceses, al grado que los últimos, residentes en el Guarico, la compraban á veces para mandarla á su soberano' son americanas, la cera amarilla que producen es difícil de blan- quear, y según Fr. Müller, difieren de las abejas del género Apis porque las obreras encierran cada huevo en una célula con cier- ta cantidad de miel, de manera que al nacer las larvas encuen- tran á su alcance el alimento indispensable. Es sabido que en las abejas del género Apis los huevos son colocados en sus cé- lulas respectivas sin provisiones, y que al nacer las larvas las obreras les presentan una especie de papilla y las alimentan como verdaderas nodrizas, sin cuyos cuidados perecerían por carecer de miembros y no poder proporcionarse por sí mismas su nutrición. Estas especies cuyas obreras están desprovistas de aguijón, pertenecen probablemente al género Mélipona. Según el barón de Humboldt, la importación de cera por Ve- racruz, tomando un promedio de varios años de paz, fué de 250,000 kilogramos, cuyo valor ascendía á 300,000 pesos. En el año 1802, la importación de cera de las Colonias espa- ñolas á México fué 20,571 arrobas, cuyo valor ascendió á la su- ma 322,359 pesos. En 1803 se importó de la Habana la can- tidad de 26,470 arrobas con un valor de 455,760 pesos. En ese año de 1802 la exportación del mismo producto de México para otras partes de la América española fué de 368 arrobas, cuyo valor se estimó en 6,426 pesos. El Dr. D. Antonio Peñafiel, Jefe de la Sección de Estadística en la Secretaría de Fomento, ha tenido á bien darme los datos siguientes que le pedí. Exportación de Miel de Abeja al extranjero: 184 KILOS. 1887 á 1888 691,049 1888 á 1889 807,421 1889 á 1890 1.146,175 1890 á 1891 1.650,545 1891 á 1892 937,410 Total 5.232,600 185 Exportación de Cera blanca al extranjero: KILOS. 1887 á 1888 ~87 1888 á 1889 24 1889 á 1890 140 1890 á 1891 1891 á 1892 2,252 Total 2,503 Introducción de Miel Virgen y de Maguey 1 á la Capital pro- cedente de los Estados de la República: KILOS. 1887 á 1888 5/)36 1888 á 1889 23,028 1889 á 1890 18,301 1890 á 1891 22,720 1891 á 1892 15,740 Total 84,825 Introducción de Cera blanca á la Capital procedente de los Estados de la República: KILOS. 1887 á 1888 1888 á 1889 110,221 1889 á 1890 117,366 1890 á 1891 105,052 1891 á 1892 116,669 Total 584,388 Introducción de Cera vegetal á la Capital procedente de los Estados de la República: ; KILOS. 1887 á 1888 _80 1888 á 1889 40 1889 á 1890 1890 á 1891 2,058 1891 á 1892 900 Total 3,078 1 En las noticias que remite la Administración Principal de Rentas, se con- sideran reunidas la miel virgen y la de maguey por especificarlo así la ley de portazgo. 186 Importación de Cera de todas clases en el año fiscal de KILOS. 1888 á 1889 43J3OO Med. Los productos preciosos que proporcionan las abejas, la cera y la miel, tienen muchas y variadas aplicaciones en la industria, la medicina y la economía áoméstica. La cera entra en la preparación de casi todos los emplastos y ungüentos. Humboldt dice que la cera es un objeto de la mayor importan- cia para un país en el cual reina mucha magnificencia en el culto religioso, pues se consume una cantidad enorme de ella en las funciones de las iglesias, tanto de la capital como de los pueblos más pequeños de los indios. La miel, principalmente la denominada "miel virgen," que se obtiene dejándola escu- rrir sin comprimir los panales, tiene aplicación en la farmacia para preparar los melitos ó jarabes en que sustituye al azúcar. El melito simple ó jarabe de miel es laxante á la dosis de 30 á 60 gramos; el melito rosado ó Rhodomel se emplea para endul- zar colutorios y gargarismos; la miel egipciaca ó melito de ace- tato de cobre para tocar con él las úlceras gangrenosas de la boca y en la veterinaria. Hay también preparaciones farmacéu- ticas en cuya composición entran los vinagres, simples ó medi- cinales, que tienen el nombre de oximelitos, tales son la oximiel simple, usada como temperante y la okimiel escilítica que se recomienda como diurética y espectorante.1 No debe olvidarse que la miel puede producir accidentes tóxicos si las abejas han libado el néctar de algunas plantas venenosas. La substancia de naturaleza resinosa llamada propolis, suele emplearse bajo la forma de fumigación ó al exterior como resolutiva. No sé que en México se hayan presentado casos mortales por piquete de abejas como en Europa. La mala constitución que trae como consecuencia la gangrena de la herida, ó el síncope producido por el terror en personas muy susceptibles, dan la ex- plicación del desenlace funesto. Hay también en la ciencia un 1 Farmacopea mexicana. 187 caso de sofocación: el piquete fue dado en el velo del paladar y la hinchazón consiguiente produjo la axfixia. No es tan raro el caso de que un individuo sea picado á la vez por muchos in- sectos de un enjambre y quede muerto en el acto. Es impor- tante advertir que el insecto puede dejar implantado su aguijón en la piel, muriendo él en seguida, y á veces no sólo el agui- jón sino también la vesícula ó glándula ponzoñosa queda unida á aquel instrumento perforador. Es conveniente entonces cor- tar con tijeras el pedículo de unión, procurando no derramar la ponzoña sobre la herida. La ponzoña de las abejas, sin uso en la medicina alopática,, ha sido aprovechada por los homeópatas. Hablando de él, dice el Dr. Hughes:1 "Este veneno pertenece sólo (podemos decirlo muy alto) á la práctica homeopática" El medicamento que nos ocupa difiere en gran manera de las substancias que estamos acostumbrados á considerar como drogas medicinales. Hemos de creer que los conocidos síntomas que resultan del aguijón de la abeja, son también en algún grado, producidos cuando se ingiere en el estómago el virus del insecto en forma de dilución. Señalando, además, las indicaciones homeopáticas para el uso médico del virus, nos apoyaremos mucho en los fenómenos de la abeja y los tomaremos en consideración para convenir en que los fenómenos similares que ocurren en la en- fermedad, están con mucha propiedad ajustados á la adminis- tración interna del veneno. Tales apropiaciones ofrecen á la vez grandes dificultades por la falta de actividad que caracteriza á los venenos animales, cuando son introducidos en la membra- na mucosa digestiva, y en las ediciones anteriores de esta obra me he ocupado ya de este objeto. Ahora no es necesario ha- cerlo, porque como la enseñan los Dres. Brunton y Fayrer, está perfectamente demostrado que los venenos de las serpientes obran, no sólo cuando han sido introducidos en el estómago,, sino también cuando se les aplica á una membrana mucosa ó 1 Manual de Farmacodinámica. Trad. del inglés. Barcelona, 1878. Tomo II, p. 140. 188 serosa. " La idea, dicen, de que únicamente tienen acción cuan- do se les inyecta directamente en la sangre, es errónea, aun- que es indudablemente más fatal y de efecto rápido cuando penetra en el organismo por esta vía." Debo confesar que las palabras anteriores me sorprenden por estar en contradicción perfecta con la creencia de todos los mé- dicos naturalistas, y de ser ciertas, habría que renunciar á la succión con la boca en los casos de inoculación de las ponzo- ñas en general. Afortunadamente hechos bien observados de- muestran la perfecta inocuidad de este procedimiento en los piquetes de alacranes, como lo dijimos al tratar de estos arác- nidos, y por lo que toca al veneno de las víboras; para no ser difuso, citaré sólo la autoridad del Dr. Alfredo Dugés, distingui- do espetologista y hábil práctico, el cual en su Monografía de los Crótalos de México, publicada en el volúmen IV del perió- dico "La Naturaleza," dice textualmente: "El veneno es líqui- do, algo viscoso, amarillo verdoso, como el aceite de oliva; su sabor es casi nulo, y no hace impresión sobre la lengua: he to- mado una poca de esta substancia y me ha causado algo de náusea. Es una experiencia que se puede hacer, pues se sabe que el veneno introducido en el tubo digestivo no es peligroso; mas se necesita tener la completa seguridad de que no hay en la boca ó labios alguna afta ó escoriación cualquiera en donde se pueda inocular el agente tóxico." No he tenido oportunidad de conocer los experimentos cita- dos por el Dr. Hughes, y consultando acerca de este interesan- te asunto con mi amigo el Dr. Ignacio Montaño, médico conver- tido hace algunos años á la Homeopatía, me dijo: "Las dosis infinitesimales usadas en nuestro sistema de curar, obran de muy distinta manera de las dosis fuertes de la escuela antigua. Si estas no penetran ó no causan efecto alguno en la economía, las pequeñas sí, como lo comprueba la práctica diaria de los médicos que siguen la doctrina de Hahnemann." Por mi parte confieso no comprender cómo una medicina en pequeña dosis absorbe y en alta dosis, nó. 189 Según el Dr. Hering, la ponzoña de la abeja se obtiene to- mando al insecto por las alas y obligándole á arrojarla sobre un pedazo de azúcar ó arrancándole con pinzas á un mismo tiempo el aguijón y la glándula juntas. Respecto de sus aplicaciones, la Homeopatía tiene al veneno de Apis en el concepto de un gran medicamento contra la ur- ticaria, el edema de la glotis, la escarlatina anginosa y muy prin- cipalmente para la difteria, siendo para combatirla una medici- na heroica, la primera de las medicinas. FIK. ÍJSTZDICE!. Págs. Introducción V Arácnidos. Consideraciones generales respecto de ellos 3 Usos médicos. Arácnidos ponzoñosos. Arácnidos parásitos del hombre. 6 Caracteres del orden Linguatulidos 8 Pentastomun toenioides Rud. y P. constrictum Sieb., parásitos respecti- vamente en el estómago y en el hígado del hombre 8 Caracteres del orden Acarinos ó Mitas 9 Familia Dermatophilos. Demodexfolllculorumvar. hominis Sim., pará- sito del hombre que vive en los folículos sebáceos 9 Familia Sarcóptidos. Sarcoptes scabici Deg. ó parásito que produce la sarna. Historia natural de este arácnido é historia médica de la en- fermedad que produce. Rareza de la sarna en México 10 Familia Ixodidos. Sus caracteres 14 Garrapatas. Descripción de Argas turicata................................. 15 Idem de A. megnini.................................................................... 16 Idem de A. sanchezi 17 Idem de Ixodes herrerce 17 Idem de Gonixodis rostralis y Amblyomma mixtum 18 Accidentes producidos por las garrapatas 21 Familia Trombidos. Especies mexicanas. Tlalzahuate y Arador 26 Caracteres del orden Tardígrados. Su resurrección y vida latente 27 Caracteres del orden Falangidos 28 Opilio ischionotatus Dug. ó Segador de ancas manchadas de blanco 28 Caracteres del orden Araneidos 29 Historia natural de algunas arañas. (Tarántula de Guanajuato, Epeiras de Durango, Araña capulina, doméstica, Chintatlahua) 29 Usos médicos de las arañas 31 II Pígs. Envenenamiento producido por la mordedura de arañas ponzoñosas. Ta- rantismo y musicomanía endémica 32 Empleo terapéutico de la tarántula en la medicina alopática para com- batir la Elefansiasis de los griegos ó Mal de San Lázaro 37 Araña llamada Chintatlahua, usada vulgarmente para combatir el tifo. Historia natural y médica de este arácnido 40 Caracteres del orden Pedipalpos. Familias Phrynidos y Telyfonidos. Limpia-casas, Tendarapos y Corazones 46 Vinagrillo, Thelyphonus giganteas. Historia natural y observaciones del Dr. Fernando Altamirano que tienden á demostrar que no es ponzoñoso este arácnido como lo cree el vulgo 47 Caracteres del orden Pseudoescorpiones ó Pinzas 52 Caracteres del orden Escorpiónidos ó Alacranes 52 Alacrán de Durango. Tabla que indica la relación de la temperatura, estado higrométrico del aire y cantidad de lluvia caída con el nú- mero de alacranes matados en esa ciudad 58 Descripción del alacrán que mata á los niños en Durango, Centnirus gracilis Latr 61 Acción fisiológica de la ponzoña del alacrán 62 Sintomatología, marcha, duración y terminaciones del envenenamiento producido por la inoculación de la ponzoña del alacrán65 y 66 Diagnóstico, pronóstico y tratamiento del mismo envenenamiento. 67 y 72 Caracteres del orden Solpugideos. Genísaros. Galeodes limbata Luc.... 79 Insectos. Hexapodos. Caracteres generales y consideraciones respec- to de sus relaciones con el hombre 81 Caracteres generales del orden Ortópteros. Langosta común, Acridium peregrinum Oliv. Historia médica de la enfermedad coleriforme de Chiapas en 1882, siguiendo el mismo itinerario que ese acridio 89 Caracteres del orden Hemípteros ó Rincotos 99 Familia Pedicúlidos ó piojos. Piojo de la cabeza, piojo de los vestidos, piojo de los enfermos, piojo del pubis ó ladilla y piojo del puerco. Phthiriasis 99 Familia Coccidos ó Cochinillas. Caracteres 102 Cochinilla de nopal, Coccus cacti L.; su descripción, cultivo por los in- dígenas y usos farmacéuticos 102 Caracteres del orden de los Dípteros. Su importancia en la naturaleza y sus relaciones con el hombre 109 Scolechiasis y Myiasis, enfermedades producidas en el hombre por los insectos 113 Brachyceros ó primer sub-orden de los Dípteros. Familia de los Mus- cidos ó Moscas. Stomoxys calcitrans, agente de inoculación séptica y carbonosa; Lucilia macellaria, elige para vivienda de su progeni- Págs. tura las fosas nasales del hombre y de los mamíferos, produciendo en aquel la Ozena verminosa 114 Síntomas, marcha, terminaciones, diagnóstico y tratamiento de la Oze- na verminosa 116 Myiasis producida por la nueva especie Lucilia versicolor Jiménez 122 Caracteres de la familia CEstridos cuyas larvas viven parásitas en el cuer- po de los mamíferos 126 Moyocuil, Dermatobia sp? Observaciones en México. Dípteros (Estrióos que existen en México y cuyas larvas podrían encontrarse alguna vez sobre la piel del hombre 127 Myiasis cutánea 132 Caracteres de los Nemoceros ó Tipularios, segundo sub-orden de los Dípteros 134 Familia Culícidos. Moscos zancudos. Especies de México. Culex peña- fieli Wilh, especie del Valle de México que ha invadido la capital en estos últimos años ■ 135 Los moscos y algunas enfermedades 146 Afanípteros ó tercer sub-orden de los Dípteros 148 Familia Pulícidos. Pulga y Nigua. Sangrías homeopáticas. Nigua, Rhyncoprionpenetrans Oken. Su historia natural. Existen dos es- pecies ? 148 Exposición de los fenómenos patológicos producidos por las niguas. Tratamiento 152 Caracteres del orden Coleópteros 157 Familia Meloideos (Cantáridas). Tabla sinóptica conteniendo las tribus y géneros de esta familia. Lista de Meloideos mexicanos 160 Descripción de la especie Cantharis eucera 162 Idem de la C*. fasciolata 163 Idem de la C. cinctepennis 164 Idem de la C- stigmata Idem de la C. nigra ' 166 Idem de la C. nigerrima 167 Idem de la Horia macúlala 168 Idem de la Tetraonyx rufus | 169 Idem de la Treiodores barranci 169 Cantaridina 171 Usos medicinales de las cantáridas 171 Poder vesicante de algunas cantáridas de México 172 Caracteres generales del orden Himenópteros 174 Fam. Formicidse ú hormigas 176 Hormiga arriera, hormiga busilera ó de miel y hormiga agrícola 178 Especies de hormigas mexicanas 179 III Zoología.-13 IV Págs. Usos medicinales de las hormigas 180 Fam. Apidse ó Abejas. Sus caracteres generales 181 Descubrimiento de la naturaleza del propolis por el Padre Alzate 182 Cera y miel 184 Usos medicinales de la ponzoña de las abejas 187 Zoología médica mexicana. Jjíim. F¿g. F¿y3a OFICINA FEDERAL DEL TIMBRE, UT. Fig. la Pentastomun dentículo, tum. Forma joven del P. tanioides. (Seg. Leuckart) „ 2a F,mbrión del P. tcznioides oon sus dos pares de patas en gancho. ,, 3a Demodex follicuto-rum. Muy aumentado. (Seg. Megnin). 4 4a Sarcoptes scabiei ¿ . Visto por el vientre. (Seg. Gudden). ,, 5a Sarcoptes scabiei 2 • Visto por el dorso. (Seg. Gudden). Zoología médica mexicana. Larri. 2? Fuj.l-' ws-2* Fig. FF Fig.SF Fig.#" Fig. 5 a i. Trombidium mexicanum.-2. Uropoda piriformis.-3. Amblyomma mixtum.-4. Go- mixodes rostralis en estado de ninfa (pinolillo). Vista por encima.-5. El mismo. Vista por debajo.-6. Larva hexápoda de un Trombidium (Tlalzahuate). Figuras muy aumen- tadas. GARRAPATAS DE MEXICO Zoología médica mexicana. Lóm. 5a Fig 1* F¿g.2a Fig. 3a Fig 4* Fig. 5a Fig. Fa Fiff.7- Fiff8- OFICINA FEDERAL DEL TIMBRE, LIT. Fig. la Fragmento de la piel en la Argas turicata. (Seg. el Dr. Alfredo Dugés). Fig. 2a Ixodes herrera1.. ¡Tamaño natural. Fig. 3a F1 mismo muy aumentado. Fig. 4a Rostro. Fig. 5a Un detalle del rostro. (Seg. el Dr. A. Dugés). Fig. 6a Araña chintatlahua. tí'i cuerpo sin patas visto de lado. Fig. 7a Id. íd. vista por el vientre. 8a Id. id. vista por el dorso. Zoología médica mexicana. Lá/n. F¡ Fig. r Fig. 2? OFICINA FEDERAL DEL TIMBRE, UT. 1. Phrynus mexicanus. (Seg. Herrera). 2. Thelyphonusgiganteus. Vinagrillo. (Seg. Lucas). Zoología médica mexicana. Lám. 5a Fi g. Ia Fíg. 2? Fig. 3a Fig. 4 a Fig. 5 a OFICINA FEDERAL DEL TIMBRErLIT Fig. la Acridium peregrinum. Seg. J. Segura). ,, za Lucilia macc.llavia. 3a Larva. (Seg, Van Beneden). ,, 4a Gusano Moyocuil ó larva de Devmatobza, un poco aumentada, desarrollada en un perro en México. (Seg. Coquerel y Sallé). Fig. 5a Extremidad posterior, mostrando los estígmatos. Muy aumentada Zoología médica mexicana. Lám.&a OFICINA FEDERALDEL T'MBRE LtT i. Cantharis eucera. 4. Epicauta stigmata. 8.' TetraonixTuívus. + 2' tí • 'Áhh J^SCr°^ata''e '' nigra. 9. Treiodous barranci Ó 3. -Epicauta cmctipenms. o. ,, nigemma. Meloideos mexicanos cuya propiedad vesicante está experimentada. (Dibujos de.la "Memoria" del Dr. Eugenio Dugés). Zoología médica mexicana. Lárrr. 7a F&1F Les tres anilles del leraao. Inca Jltusío Tibia. antena abatida .Tarso labio inferior Fiff. 2" antena. Palpos tifiar de palas a mei/ieiibiila a lenpuaLr OF/OtSA FEDERAL DEL Nigua. Cabeza y pata. F'ig- i»-Según el Dr. Donaciano Cano v Alcacio. Fig. 2a-Según el Dr. Alfredo Dugés. Zoología médica mexicana. JZí/ri Lesiones producidas por niguas en el pié de un soldado. Observaciones del Dr. D. Cano y Alcacio. Dibujo tomado del natural por el Sr. Luis Alcántara. Zoología médica mexicana. Lám. fF Fig.F fy. 2" Fig.4F Fij.Sr Fy. 5" OFIG/NA FEDERAL DEL T/MBBE, L/T. Fig. la Nigua. Fig. 24 Id. hembra (Seg. H. Karsten). Fig. 34 Id. vista de frente. Fig. 4a Cochinilla de Nopal que produce la grana a hem- bra, b. macho. (Seg. Burmeister). Fig. 54 Ladilla ó piojo del pubis. & ' PARA LA ZOOLOGÍA MÉDICA MEXICANA ARACNIDOS E INSECTOS. POR EL DOCTOR JESUS SÁNCHEZ. MÉ1ICO OFICINA TIP. DE LA SEMlblAHÍA DE lÜ.HliTmT" Calle de San Andrés número 15. 1893