¿r/<n¿¿és • ' f- ¿ £/ L''?c/£ I GUIA DE JLAS MADRES. A LOS EXMOS. SRES. CAPITAN GENERAL E INTENDENTE DE LA HABANA. Sdoadía dedicada a¿= dorad de¿ dea en coordinar dd manuderdod cíe mid oddervacioned con redfieto á dd madd de padecen ed dedo dexo dtid en edtcc c ddd. y accedo e¿ dedeo de coníiducr á d dcc¿adfuddcaj mad oirá codaj me adenío á em^i/remcda> n0~conda= do en med deed deno en e¿ examen y afdccaccon f/racicca en numeñ}M<t en= > detonad fiar da naiarcdecoa de¿ mad firadfa anodididj cama ane de edad defiende /a dadd de una, nueva aeneracian. d£a >ddd de aunque calmada fiar d naturaleza de ¿aniad denefdciad cama nefd á la dar afta cultiva din dador en dic dena dd e/emen/od de dii dedírnecean. ftred&nía/r ad fiudda ed afnidcnd eíemuedira ed¿a verdadme ed /aercca fianer en dti frente eí namdde de anod firamavedared de d dedeidaddeí finid c/odceman. dfa dd (icefiten odiad endayad ederdad can da= nidadf dediniered, y din mad adieta a¿(/uwd á ¿a n¿dací (/oyente y c/edterrar ¿Od rna/ed y- arndecaenccad aae de ed/iert,= ¡nenian en an <¡aeía ian <yf/í¡aj' fiuedj ianie remuneyac/cxí <¡6 üecpa/ren á ae= tener <¡u atencoan. CARLOS BELOT. Nada habría yo hecho de útil y provechoso, si el bello sexo de esta ciudad, que tantos materiales me ha suministrado para la formación de mis trabajos, no recibiese los homenages de gratitud tan justamente debidos á la amabilidad de su carácter, como tributa- dos al mérito que las distingue entre todos los pueblos del mundo civilizado. La naturaleza las dotó de una sensibilidad rara, incentivos de su admirable belleza, en medio de la región abrasadora de la zona en que habitan, y su gusto delicado, su rara perspicacia, aca- so las distingue mas que sus otras prendas naturales. Las madres de este pais verán que no he tenido otro objeto que evitar los largos padecimientos y crecidos riesgos á que están espuestas en sus partos, como los inminentes en que se halla á cada paso el fruto mas precioso de sus entrañas. Los hijos dirán mañana, cuando sus órganos estén desenvueltos, sus facultades intelectuales desarrolladas: " Le debemos una parte principal de la salud, de nuestra vigorosa juventud, y de nuestra buena moral." Tal vez la sociedad repe- tirá " fué un estrangero agradecido que consagró sus desvelos al beneficio público." ¡Feliz yo si esta es la recompensa de mis trabajos! X PROLOGO. Estaba muy lejos de creer, cuando llegué á esta cuidad, que algún dia me habia de poner á escribir una obra como la presente, porque su- ponía con la ilustración del Pais, que los cono- cimientos pertenecientes á ella eran comunes, y no juzgando, á la verdad, que reináran con tanto imperio preocupaciones destructoras de la salud. Apenas me honró el público con su confianza, se me presentaron á cada momento, y con harta ad- miración mía, enfermedades que acaban misera- blemente con la vida del sexo hechicero, mitad encantadora de la humana especie, y que crió la naturaleza para procurarnos nuestra mas cum- plida felicidad. La desconfianza que este sexo manifestaba á los discípulos de Hipócrates me llenaba de asombro, y procuraba indagar la causa de ello. Vi con dolor en las infinitas oca- siones que fui llamado para aliviar sus males, XII que no respondían á la mitad de mis preguntas, y que lejos de descubrirse al Médico, cierta ti- midez las impedia que abrieran su pecho con franqueza, y esplicáran al cabo los síntomas ne- cesarios para conocer su dolencia. Pregúntelo á los facultativos que por sus conocidas luces gozan de mas reputación en esta ciudad, y me respondieron que provenia de la introducción de ciertos hábitos apadrinados por el Charlatanis- mo. Me dijeron que á pesar de la vigilancia de la respectiva autoridad existían aquí nías que en otras partes, individuos que viven en la sociedad para su destrucción, y á costa de los necios que de ellos se fian. En efecto, parece que la Medicina, arte tan noble si se practica con su peculiar decoro, está espuesta en esta ciudad, como en los demas paí- ses, y quizá mas que en ellos, á los abusos que el público mismo, sin saberlo, favorece. ¿Y por- qué? Porque es fácil engañarle; porque escucha con placer á esos mentidos sábios, cuya vasta ciencia consiste en palabras bárbaramente técni- cas é insignificantes, capaces sin embargo, de alucinar por su aparato científico al vulgo que admira lo mas incomprensible. Con esta gár- XIII rula palabrería disfrazan su ignorancia los em- baidores, y cuando consiguen su objeto dejan mil ecos que repitan sus disparates: llega el Mé- dico y apenas entiende lo que se le dice; oye ra- zones cuya esplicacion no comprende, y que á su despecho se ve obligado á escuchar. ¿ Qué par- tido tomará el infeliz, si es ese el idioma general ? ¿ Quién tiene la culpa, el público ó los Médicos ? Oigo por una parte que casi todos los profe- sores de la Habana se quejan del comprometi- miento en que á cada instante se mira nuestra profesión. Por otra, observo á muchos suje- tos que, ociosos sin saber qué hacerse, escogen por ultimo recurso á la Medicina: espárcense con descaro por la ciudad y por los campos, apénas leen la cartilla de Martin Martínez: á pesar de la vigilancia del Protomedicato, y ayu- dados por algunos intrigantes, se introducen hasta el lecho del enfermo, y al favcr de una jerga mas o' menos rimbombante o' vana, cuando prometen al paciente la salud cual oráculos, co- mo verdugos viles dan á beber la muerte en sus brevages. Ento'nces al sufrir los lamentables efectos de su credulidad, clamorea el público y TON. I-2 XIV levanta el grito contra el tribunal de la Medici- na. Levántelo también contra sí mismo, puesto que conociendo á Médicos escelentes que esta ciudad posee, se entrega á embaucadores d in- hábiles, poderosos á causar su ruina. Respon- derá tal vez, que cuando los descubre, ningún facultativo quiere delatarles; pero entonces olvida que no debe ser esa la conducta de un digno discípulo de Esculapio, incapaz de pasar por envidioso, que no de otra manera se denomina- ría al que pretendiese hacer tan señalado servi- cio. No: bástale esperar con noble altivez que acudan á servirse de sus conocimientos adquiri- dos en el estudio de los buenos Autores, y en la observación de una práctica filosófica. Bástale también decir entonces: " Opus artificem pro- ba/" Ademas ¿es tan fácil, acaso, la profesión mé- dica, para que el público ciego se entregue así en manos imperitas y torpes? ¿ Cuál es la causa de ese total abandono en materia tan amena, tan apreciable como la vida? ¿Cuales serian los me- dios mas á proposito para detener esa epidémica confianza?... Dignos sonde examinarse estos tres puntos. XV Si nos remontamos hasta el origen del arte de Esculapio, se nos presentará con los mas ala- güeños y atractivos dotes: nació del dolor, y lo ejerció la sensibilidad. La propensión que tuvo el hombre á conservarse desde que fue criado, le hizo estudiar cuidadosamente las cosas que fueron parte á mantener su salud y su vida, y á evitar las que pudieran dañar á una y á otra. Su primitivo estado era consiguiente á la senci- llez y á las costumbres de aquellos tiempos. La civilización y sus progresos aumentáron las difi- cultades en el arte. Introdujese en la sociedad la relajación, la destemplanza, el ocio, y entonces llegó á ser la Medicina mas necesaria, y por es- to los que la ejercieron fueron comparados á los Dioses, como Teseo, Hércules, Aristeo, Tela- món &c. Esculapio, discípulo de Chiron, hizo tan señalados servicios, que también lo asemejá- ron á las Divinidades, y le levantáron templos: sus descendientes, conocidos bajo el nombre de asclepiados, conserváron en su familia este arte, y al cabo de diez y siete generaciones le habían adelantado tanto, que Hipócrates, su descen- diente, se hizo capaz de darle un impulso de XVI perfección, que fue admirado después, y lo será en todos los siglos. Este grande hombre nació en Cos el año primero de la LXXX. olimpiada, 458 años án- tes de Jesu Cristo. Habiéndose instruido en la Filosofía y en la Medicina, hizo suyas estas dos ciencias, conservando de la primera lo que le pareció mas puro para raciocinar con solidez en la segunda, á la cual se dedicó principalmente. Su vida fue una serie de aciertos: hizo señalados servicios á su patria y á la Grecia toda, liber- tándola de la peste: vivió 109 años, gozando siempre del ejercicio de sus facultades físicas y morales; tributáronle, en fin, mientras vivió, ho- nores que ningún otro ántes que él habia reci- bido. Le sucedieron sus hijos Tésalo y Draco, su yerno Polibio, Platón &c.; pero el mas afa- mado después de él y sus hijos, fue Diocleo de Caristo. Hasta aquí la historia de la Medicina en la antigüedad. Si recorremos la de los dife- rentes pueblos del mundo, verémos que en todas partes se ha cultivado la Medicina con mas ó ménos esmero, según el mayor ó menor grado de civilización en que se halláron. Los Chinos, que se precian de ser los mas antiguos pueblos: XVII del mundo, cuentan su medicina desde las épo- cas mas remotas, y en sus anales se registra que dos de sus primeros reyes se aplicaron á nuestra ciencia dos años ántes del Diluvio; y aun especi- fican que el uno se dedicó al conocimiento de las plantas y que el otro escribió libros del arte. Los antiguos Galos en sus Druidas tenían sus Médicos. Los judíos también tuvieron reyes que se dieron á la Medicina, como fue el sábio Salomen, que conoció desde el cedro del Líbano, hasta el mas humilde hisopo que crecia en las mu- rallas. Los Romanos no conocieron durante mucho tiempo otra medicina que la empírica. Catón fue el primero que entre ellos escribió sobre el particular, hasta que luego los Griegos introdujeron la medicina dogmática, que se es- tableció en Roma con Arcagatho, médico de la Grecia. Después de otros muchos apareció el célebre Galeno. Los Arabes la cultiváron largo tiempo y á ellos les debemos muchos adelantos, y el establecimiento en 1118 de la famosa Es- cuela de Montpelier, cuando fuéron espulsados de España por los Godos. Pero en todos estos periodos habia sufrido, como las otras ciencias, varias alternativas que XVIII ía redujeron, por fin, á una rutina y gerigonza identifica, que consistía principalmente en obs- curos elementos escritos en latín. Aun llego el caso en que se desprecio la Anatomía, del todo abandonada á los cirujanos, que colocados por preocupación en orden inferior á los médicos, desde luego les aventajáron por sus conocimien- tos positivos de la organización humana. Las formulas, la conducta esterior de los médicos, hasta sus mismos vestidos, guardaban una rela- ción admirable con los principios de su arte. Por esto en el siglo XVII. el gran Moliere en- contró en ellos un manantial inagotable de ridi- culeces; pero, merced á los adelantos de la razón y á la feliz influencia de las ciencias físicas, ha vuelto á colocarse la Medicina entre las ciencias positivas, y á los que la ejercen en la clase de ciudadanos distinguidos: ni el lenguage enfática es de moda, porque el público ilustrado le des- precia. La Medicina (no empero la que profesan los curanderos, farmacéuticos, parteras y herbola- rios sino la ciencia medica, fundada en la obser- vación y en la esperiencia, ilustrada con los co- nocimientos de la Anatomía, de la Fisiología,. XIX de la Física, de la Química y de la Historia na- tural) manifiesta con sus diarios y patentes pro- gresos su perfección. Pero no la reduzcamos á la mezquina inteligencia de una terapéutica va- ga, y á una jerga incomprensible; porque en- tonces no tendremos sino conjeturas é incerti- dumbres; o mejor dicho, solo poseeremos una Medicina vulgar, que con razón se verá desacre- ditada. Démonos al estudio de las ciencias físi- cas y naturales, que harto sabido es lo atractivas que son en el vasto campo de los conocimientos humanos. No niego que algunos autores la han mirado como un arte puramente problemá- tico; como una colección de hechos aplicados de ordinario por una ciega casualidad, según espe- rimentos que no se fundan en principios fijos y determinados. Ha caído en desuso semejante absurdo, y retirádose á alguna que otra tertulia para alimentar la ociosa malignidad de ciertos talentos que censuran mucho contra nosotros, y son, sin embargo, los que mas se apresuran en pedir á nuestra facultad socorros que solo ella puede proporcionarles. Enfermedad muy anti- gua ha sido calumniar á la Medicina; pero hasta J. J. Rousseau nadie habla llevado esta manía XX tan al cabo. Con un humor hipocondriaco, y una enfermedad incurable en la vegiga, se desa- to contra la Medicina y los Médicos con toda la acritud de un enfermo irritado por un largo su- frimiento: llegó á decir que producían mas ma- les que los que pretendían curar, y que la ciencia seria útil si no tuviera profesores. Por este te- nor pudiera también pretender que hubiese en- fermedades sin enfermos, y mundo sin vivientes. Moliere, sin duda, hirió mejor la dificultad que el ciudadano de Ginebra.... pero dejemos en paz las cenizas respetables de aquel hombre céle- bre, cuya elocuente pluma ayudó tanto á la mis- ma Medicina, persuadiendo á las madres de fa- milia el cumplimiento de sus mas sagrados de- beres, y contentémonos con recordar que se arrepintió en sus últimos dias de las gratuitas imputaciones que hizo al arte mas útil á la hu- manidad, cuando decia á Bernardino de St. Fierre que: si reimprimiera sus obras moderaría las espresiones que virtió en ellas contra los Médicos, pues no hay ejercicio que exija mas estudios que el suyo, por lo que eran los Médi- cos los verdaderos sabios de un pais. Riche- rand, tal vez, á vista de este ejemplo, dijo que XXI los escépticos de la Medicina cuando enferman son mas crédulos que los demas hombres, y mas tímidos que las fatuas mugerzuelas. Pero oigamos lo que dice de la Medicina un filo'sofo de nuestra edad. "No hay duda que la templanza es mas conveniente que la Medici- na, y que entre cien médicos no son mas que embusteros los noventa y nueve: que Moliere tenia muchísima razón cuando se burlaba de ellos: que no hay cosa mas ridicula que ver la innumerable turba de mugercillas y de hom- bres afeminados, cuando después de haberse hartado bárbaramente, llenos de vino, traspilla- dos por el juego y por las malas noches, llaman á un Médico, le invocan como á un Dios para que haga el prodigio de conservarles la salud en medio de la mas desenfrenada destemplanza. Pero tampoco hay duda que un buen Médico puede salvarnos muchas veces la vida y volver- nos el uso de nuestros miembros impedidos. Cierto que cuando me da algún ataque apoplé- tico no vendrán á curarme el Consejero ni el militar; ni me estraerá las cataratas una vecina mia, sino el Cirujano. Se ve que no separo la profesión de este de la del médico, puesto que XXII anduvieron largo tiempo unidas. Son mucho mas grandes que los proceres de la tierra aque- llos seres que guiados solo por su humanidad y su beneficencia, se emplean en el alivio y des- trucción de los males de sus semejantes. Tales seres, repito, tienen algo de divino; porque con- servar y reparar nuestra salud, es tan privilegia- da ocupación como la de crear. Si el pueblo romano vivió un sin número de años sin médicos fue porque ponia mas cuidado en destruir que en conservar la vida. ¿ Qué método curativo se seguía entonces en Roma si á uno le daba calen- tura pútrida, catarro ú otra enfermedad cual- quiera?... Se moría." Después de leído esto, fácilmente deducire- mos la causa porqué el vulgo satiriza con tanta ligereza nuestra facultad. Como que no es muy fácil lucir con pensamientos propios, algunos escogen los de los autores célebres que poco mas ó menos pueden acomodarse á las circunstancias; y como también los que así los presentan son incapaces de juzgarlos por sí mismos, ocultan su necedad bajo la capa de un nombre famoso sin curarse de su exactitud. Son de un sabio, dicen, luego son buenos: y si por desgracia agra- XXIII dan al público, le mandan despóticamente. Pro- curaron algunos poetas corregir las ridiculeces de la Medicina y de los médicos, y (¡ cosa incon- cebible !) apesar que podia entender sus ideas cualquiera de mediana educación, algunos fa- tuos, con mas perspicacia que los mismos auto- res se creyeron obligados á ayudarles, cargán- doles estremadamente la mano. Se escucháron en las tertulias y corrillos sus necedades y se vio desacreditada la Medicina : se la consideró como inútil, haciendo creer que cada cual podia curarse á sí mismo; y todo esto se inculcó por unos miserables que quizá no tendrían tiempo para acudir luego á un facultativo que de prisa les remediara sus males. ¿Y cuáles han sido los resultados de esta crítica ?... Que, incapaces de hacer justicia al mérito, y de distinguir y cono- cer al hombre instruido, han tenido ellos mismos el culpable deseo de engañar al ignorante y ve- leidoso vulgo. Confundiendo cada cual la ver- dadera Medicina con el empirismo, se hiciéron de ella burlescas trovas, y entonces fué cuando se tuvo al médico en casa como pudiera tenerse un mueble de mero lujo. Habiéndose hecho de moda la intriga, se servían de este medio para XXIV dar rienda á sus pasiones: mas no siempre ha sido así: no siempre se ha visto tan desacredita- da la Medicina, pues que al tiempo mismo en que se esforzaban para envilecerla, las naciones del Norte de Europa respetáron siempre á los profesores de ella, que por su esmerada educa- ción científica se mantenían decorosamente. Na- ció el empirismo de aquel desprecio afectado por la ciencia y los que la ejercían, y esta fue la peor consecuencia que pudo tener. Preciso es confesarlo: también puede atri- buirse á los facultativos el descrédito que por sus propias faltas ha cabido á la Medicina. No es muy raro oir que uno es médico sin ser ciru- jano, y de esta división resulta una diferencia en la que cada uno pretende con sus razones la su- perioridad. Se la disputaron escolásticamente ambos partidos, y el público, juez de esta con- tienda estrafalaria, apénas pudo distinguir la verdad ó la mentira. Este fué el poderoso me- dio que mas que ningún otro contribuyó á arre- batar el prestigio á un arte tan útil. Pero ya que la Europa ha enseñado al mundo que no puede existir cumplidamente una facultad sin la otra ¿ á qué admitir esas separaciones ? ¿ Dedí XXV quense simultáneamente los discípulos de Hipó- crates á la medicina y á la cirujía y demas ciencias auxiliares, y entonces dejará el público de creer que puede confiar su salud y su vida al ignorante que con tono magistral le persuade que el médico puede curar al hombre sin ha- berlo ántes analizado. ¿ Acaso ignora un relo- jero la construcción interior de un relox cuando se pone á componer o' restablecer el equilibrio de sus ruedas ? ¿ Y será posible que todavía en el siglo XIX se deje engañar el mundo de este modo? No: ya es tiempo que cese el charlatanismo, y que hagamos ver al universo los trabajos y las penas que tiene que sufrir el verdadero médico para adquirir los conocimien- tos de su facultad, á fin de que no se entregue ciegamente á los saltimbanquis que siempre ha- cen alarde de su saber. Pasó ya la época en que se creía que bastaba leer un libro para ser médico. Todos están ya convencidos de que junto al lecho del enfermo es donde se aprende á conocer la multitud de males que afligen á la humanidad. Haciendo ver esto al mismo púb- lico, recobrará la saludable confianza de la curación de sus enfermedades : abrirá su pecho TOM. I-3 XXVI sin temor al médico, quien en este caso será su confidente y amigo. Solo así se desvanecerá el escepticismo, tornando á ser la Medicina el arte consolador de Hipócrates. No alzará su altiva frente el empirismo : sabrá el público que el verdadero sabio en Medicina, como en las otras ciencias, es el que consagra ó emplea su vida en el estudio de la naturaleza, que es su pasión dominante : que en este estudio funda su dicha; y que enteramente dedicado á la utilidad de sus hermanos, indaga descubrimientos J' examina y adopta con gusto los agenos, ansioso de instruirse. Con tales consideraciones no verán los enfermos presentárseles hombres que miran el arte de curar como el medio de hacer fortuna, sacrificando la dignidad de la mas ge- nerosa profesión á la sed de las riquezas. Concluiré diciendo que curar las enfermeda- des y conservar la salud, no son los únicos ser- vicios que hace la Medicina á la humanidad. Ella ha contribuido también á su ilustración, á desvanecer su credulidad sobre objetos ridículos, y á desterrar errores escandalosos, mengua eter- na del espíritu humano. " Como las otras cien- cias, dice Cabanis, la Medicina tiende directa- XXVII mente á disipar las ilusiones que atormentan y fascinan la imaginación : acostumbra al entendi- miento á ver en los hechos no mas que hechos, y sus relaciones evidentes: ahoga en su naci- miento las faltas hijas solamente de un hábito viciado, y particularmente aquellas que provie- nen de la ignorancia sobre la física, que es de donde nacen todas las creencias supersticiosas; como que en el comercio íntimo con la natura- leza, adquiere la razón aquella valentía, y el alma aquella firmeza que en todos tiempos se ha nota- do en los médicos verdaderamente dignos de este nombre." Antes, pues, de entrar en materia, daré una idea y plan de esta obra. Al principio fué mi ánimo escribir sobre los errores populares en Medicina, y sus causas: conocí que eran muchos para que pudieran encerrarse en un tomo; por- que me vería precisado á hablar de todos, y por consiguiente de los que pudieran ser motivos de enfermedades en el bello sexo. Después re- flexioné que seria mejor juntar en uno muchos tratados, formando una colección de objetos dis- tintos, que separados, pudieran ocupar la pluma de diversos escritores. Pero siendo mi único fin XXVIII llamar la atención de las mugeres á todo lo que pueda serles peligroso, creí que seria mucho me- jor sufrir la tacha de inconexo, con tal que mi deseo se cumpliese. Es decir, que á pesar de esa misma incoherencia, pueda al cabo lison- jearme de que he ilustrado á la porción mas ama- ble del género humano, acerca de los peligros á que las esponen unos usos perniciosos: de que la madre amorosa conozca algún dia que mis ver- dades la han ayudado algunas veces en la crian- za y educación de sus hijos; que se ha disminui- do el número de sus enfermedades, y que ya no verá sus tiernas plantas marchitadas en flor y al despuntar de sus primeros tallos: por último, yo me gloriaré de que una larga vida, común re- compensa de la templanza y de una ilustrada higiene, les haga ver que solo me he ocupado en la felicidad de su sexo embelesador. He manifestado la razón porqué algunos po- drán graduarme de inconexo: preveo que no sin alguna justicia me tacharán por el orden de desenvolver mis ideas observando, por ejemplo, que cuando trato de los alimentos, hablo de sanguijuelas, &c. y tal vez repitiendo en unos tratados lo que ya esencialmente había espresa- XXIX do en otros, pero confío en que el médico ilus- trado sabrá disculparme; pues este no ignora que es tal la relación íntima que tiene el cuerpo humano con todos los seres que le circundan que rara ocasión se tratará aisladamente de uno sin tener que recordar otros. Esta verdad se halla demostrada en la segunda parte de la pri- mera sentencia de Hipócrates que dice oportet autem non modo se ipsum facientem sed etiam egrum et presentes et exteriore. El profesor de medicina no tan solo debe estar instruido en el orden en que deba aplicar los remedios y en el modo de obrar de estos, sino también en la na- turaleza y modo de vivir el enfermo, en la clase de las personas que le asisten, y en las circuns- tancias particulares del lugar donde se halla. Estas materias que parece no guardan analogía entre sí, tienen una relación tan íntima cuando se trata del cuerpo humano, que sin la reunión de ellas ni se conseguirían curaciones perfectas de sus dolencias, ni podrían dictarse las reglas necesarias para conservarlo sano. Siendo muy ageno de mi proposito criticar la conducta de los profesores de este pais, debo advertir que cuando declamo contra los médicos, XXX hablo de aquellos que sin serlo se introducen en el templo de Esculapio. Con frecuencia se observa que en muchas familias se tiene mas confianza en el farmacéutico que en el médico, y muchos de aquellos no se detienen en pres- cribir purgantes y otros medicamentos agenos de sus conocimientos y estudios; sin que sea bastante para precaverlo la vigilancia de las autoridades establecidas para el efecto; pues regularmente se niegan á declarar la verdad las personas que intervienen en semejantes abusos. Habrá también algunos médicos que no cultivando su talento se abandonen, siguién- dose de esto algunos desaciertos, contribuyendo á conservar las preocupaciones del público : á estos es á los que me dirijo, no á los dignos discípulos de Hipócrates que infatigables por el bien de la humanidad sacrifican hasta su exis- tencia por adquirir nuevos conocimientos, lo- grando por este medio ponerse á nivel de los adelantos que se han hecho en la medicina y ciencias auxiliares: díganlo si no la multitud de enfermos gravísimos restituidos al estado de sanidad, y las operaciones mas complicadas practicadas con el mayor acierto por los facul- XXXI tativos de este país dedicados tanto á la medi- cina como á la cirujía, reuniendo á sus cono- cimientos un espíritu caritativo. No puedo menos de congratularme en alternar con ellos. Pero sin embargo aun no han sido suficientes los consejos de estos ilustrados facultativos para desterrar ciertas preocupaciones vulgares que presentan con frecuencia obstáculos para la recta aplicación de algunos remedios, y aun para los progresos de la verdadera medicina; prefiriendo siempre el empirismo en términos de no temer mas de los mercuriales mas activos en todas las enfermedades, y cualquier estado de ellas. Este proceder me horroriza, y no es dable conciliario con la ilustración que se halla en la mayor parte de la población. Flindado en esto escribo contra los abusos y preocupaciones concernientes á la medicina, origen de muchos males ; y aunque se me diga que son sabidos de todos, no están observados: este es el fin que me propongo al presentarlo á la luz pública. Volviendo á mi objeto principal, observare- mos al niño desde la cuna: indicaremos los me- jores medios para cuidarle: espondrémos las enfermedades á que está sujeto; los modos de XXXII curarle o de impedir su gravedad hasta cierta época. Llegarémos á la pubertad ; á la edad adulta: consideraremos la maternidad y los me- dios de evitar los peligros que la rodean. Los repasaremos todos, pero cun brevedad para no fatigar la atención, ni llenar la obra con pala- bras técnicas. Llegarémos, en fin á la edad crítica, de la cual depende la felicidad de' las mugeres, prescribiéndoles los medios de evitar las enfermedades terribles que les arrebatan la vida en el momento mismo en que debieran gozarse con el fruto de su obra, después de haber desem- peñado el delicioso deber de la especie humana. Concluiré tratando de los errores que se han introducido en la sociedad, que pueden ser muy perjudiciales; y de los hábitos, usos y costum- bres que en este pais pueden modificarse, porque siendo cálido no se halla en el caso que los fríos; y finalmente hablaré de los cosméticos, 8¿c. Tales son los objetos que me han de ocupar, en los cuales procuraré manifestar al sexo hermoso todo lo que puede serle útil d dañoso. Mi mayor gloria consistirá en que conozca la pureza de mis intenciones, y en oir de sus alagüeños labios algún dia que he contribuido á su felicidad. GUIA DE LAS MADRES. INFANCIA. La muger es el mas espuesto de los seres al mayor número de enfermedades; y como que la naturaleza la ha destinado para llevar en su seno la almáciga de la vida, á ella debemos dedicar con pre- ferencia nuestros desvelos, proporcionán- dola medios de educar el fruto querido de sus entrañas. Deuda es de nuestra gratitud este trabajo, puesto que á ella debemos nuestra existencia, cuando con peligro de la suya salimos al mundo, y con cariños esmerados dirige los prime- ros pasos en nuestra infancia meneste- rosa. En beneficio, pues, de las madres tiernas presentarémos las principales atenciones que exige la niñez, de las que sin duda dependen nuestra salud y nues- tro feliz porvenir. 2 GUIA LIGADURA DEL CORDON UMBILICAL. Esta operación, tan simple al parecer, es mas arriesgada de lo que se cree; y el descuido en esta parte podrá producir en adelante deformidades, y aun cau- sar la muerte. Al momento en que empieza á respi- rar el niño, debe hacérsele la ligadura, tomando ántes la precaución de no de- jarle en las piernas de la madre. Sin embargo, si se tarda la respiración, es necesario promoverla, porque pueden ser peligrosas sus consecuencias, y aun producir una especie de asfigia. En caso de que no respire después de salidas las pares (placenta) convendría meterlo en un baño de agua caliente, como lo he visto practicar con muchos niños, liber- tándolos así de la muerte. Aconsejo que cuando nazca ahogada la criatura, ó cuando se le vea en un estado de debili- DE LAS MADRES. 3 dad estrema, no se corte el cordon. Es preciso esperar que este se halle frió y con toda su estension natural, sin que se sien- ta el latido de las arterias, para añudarle con exactitud y sin peligro. Se me ob- jetará que algunos autores han demos- trado la inutilidad de la ligadura; pero responderé que tengo en mi favor la práctica que me ha enseñado lo contra- rio, con ejemplos de hemorragias mor- tales por el cordon umbilical. Se ha de hacer la ligadura á tres líneas del anillo; pero al ejecutarla es necesario reconocer este para ver si se halla fuerte, á fin de ponerle una faja no muy grande, y evitar de este modo irre- gularidades que seguramente provienen del anillo. Ademas, aunque les pese á las parteras y á los empíricos, el cordon nunca se separa en el mismo lugar don- de se ha añudado, porque esto es una consecuencia del encogimiento del epi- dérmis y de la piel en los vasos umbili- 4 GUIA cales. También es necesario que las madres pongan mucho cuidado en la ligadura, y aun llamen un facultativo cuando el cordon tiene un tamaño no co- mún, para que vea si este aumento de- pende de la caída de los intestinos so- bre la vaina ó estuche del cordon; la cual ha ocasionado particularmente mu- chas muertes en esta Isla. Si se encon- trare todavía edematoso el cordon será necesario darle dos ligaduras, pero siem- pre sin tocar la parte próxima á las pares, porque entonces seria muy difícil libertarle de ellas, oponiéndose al der- rame. Cosa es esta que no la exige la hemorragia mas grande del cordon. Me detengo en estos pormenores pa- ra que á falta de profesores puedan ser- vir momentáneamente de guias á las se- ñoras que en sus partos no son asistidas sino por parteras que no tienen otro es- tudio que el de haber curado á muchas paridas, ni otros conocimientos que los DE LAS MADRES. 5 de una práctica ciega. Después de la ligadura del cordon se corta este, y puede ponérsele entonces un cabezalito de miel rosada, y una faja que abrace todo el vientre. No puedo desentenderme del baño que por aseo dan regularmente á los ni- ños ántes de ponérseles el cabezal. Co- munmente lo hacen con vino tibio ó aro- mático alcoholizado, lo cual por sus ma- las resultas repugna á la razón; porque nada es mas á propósito para endurecer el cútis y por consiguiente detener la transpiración. En lugar de estos licores ardientes úsese agua tibia templada con un poco de vino, y luego se podrá hacer con agua fria, como se verá después ; pero sin que este baño pase de dos mi- nutos. Haciéndose así se consigue la ventaja de ir por grados acostumbrando al niño á las variaciones de la tempera- tura atmosférica, fortaleciéndole y pre- servándole de la delicadeza de nervios, 6 GUIA tan susceptible en los paises cálidos. Tal vez se me dirá que procedo demasiado tí- mido con no ordenar desde luego los ba- ños de agua fria, poniéndome por ejem- plo á los salvages que no usan otra cosa. Solamente contestaré que no escribo en un pueblo salvage, sino en donde la civi- lización prescribe estas consideraciones. Semejante materia se ha discutido mu- cho haciendo ver que los antiguos baña- ban en los rios, y aun en rios helados, á los recien-nacidos. Yo he visto á los Rusos hacer lo mismo; pero no son iguales los tiempos ni los paises, ni es mi ánimo destinar esta obra á cuestiones científicas, que terminarían con propo- nerse ensayos que al paso de no ser adaptables á nuestras costumbres, desa- gradarían también al blando y sensible sexo de la presente edad. Así, pues, no temo fallar que ese método es bárbaro, y que si se usa es entre los salvages ó Rusos. DE LAS MADRES. 7 Tomadas que sean las precauciones indicadas arriba, y que el niño con su llanto anuncie los dolores que padece, y que pueden atribuirse á la detención del meconio ya acre, se procurará que lo evacúe, dándole á mamar la primer leche de su madre, que es un remedio preparado por la naturaleza para lim- piarle las primeras vias, y arrancar de ellas los jugos dañosos que allí perma- neciéron mucho tiempo; como que el feto no arroja nada miéntras permanece en la matriz. Pero si la madre no quiere dar de mamar á su hijo, entonces se re- currirá á purgantes ligeros que produ- cirán el mismo efecto, como son darle á las seis horas de nacido la miel rosada, el maná el jarabe de chicorias &c. &c. Hecha esta operación es conveniente que un facultativo reconozca y examine al recien-nacido, porque suelen presen- tarse monstruosidades ó dolencias que las conoce cualquiera, y que curadas T0M. I 4 8 GUIA con oportunidad preservan á las madres y á los hijos de unos padecimientos futu- ros que luego son incurables por falta de esta precaución. Preséntase ahora el instante mas dulce para una madre que no se ha des- naturalizado, y es el de la lactancia, la que como dice un autor, la hace dos ve- ces madre. Antes de dar el pecho al niño es conveniente hacerle beber una poca de agua de azúcar para que espela las flemas que embarazan su garganta. El que nace apoplético necesita de di- luentes, y á estos se le debe retardar un poco el pecho. De ordinario se descon- suelan las madres cuando notan que sus hijos aunque sanos y sin dolores, se nie- gan á tomar el pecho en algunos dias. Para tranquilizarse hagan que un médi- co les registre el frenillo, y en caso de no hallarlo viciado, no tienen qué te- mer, pues yo he visto á niños que se han alimentado seis dias con solo agua DE LAS MADRES. 9 de azúcar, sin tocar el pecho de la ma- dre. Sin embargo, bueno es presen- társelo á las cuatro ó cinco horas de nacido, puesto que esta tardanza es su- ficiente para que espelan las flemas, sin que haya necesidad de que la leche baje; porque si se tarda en dárselo veinte y cuatro horas, como pretenden algunos comadrones, la leche se acumu- la en los pechos; los dilata; la succión produce agudos dolores, y los esfuerzos que hace el niño esponen á la madre á sufrir aberturas ó grietas, y aquel no sa- cará todas las ventajas que debiera de la leche de su madre, quien aunque no haga ánimo de criarlo no debe negarle este primer licor que con nada puede reemplazarse; porque es el único que puede libertarlo de los dolores de vien- tre y de los cólicos, haciéndole, como ya dijimos, arrojar el meconio con me- jor y mas seguro éxito, que con ningún otro líquido; como que los mas sencillos 10 GUIA medicamentos nunca pueden operar con facilidad en un estómago tan delicado. Si se observa, en fin, lo que he propuesto, no solo se liberta la madre de la fiebre causada por la leche, ó de su peligro si acaso le atacare, sino también de los otros males que he manifestado. LACTANCIA. El primer alimento que conviene al niño está preparado por la misma natu- raleza en las entrañas donde se ha for- mado. Así pues, no debe usarse de una leche estraña sino en las desgraciadas circunstancias en que sea físicamente im- posible á la madre criarle; cuyas cir- cunstancias serian tan raras como son comunes en el dia, si las mugeres since- ramente quisieran seguir un precepto que por su propia felicidad no debieran infringir jamas. No ignoro que la vida DE LAS MADRES. 11 que se dan la mayor parte de ellas en este pais proviene de la facilidad conque pueden hacerse de nodrizas, á las que confian un ser que aman, según dicen, sin reflexionar en los males á que le es- ponen, y á que se esponen ellas mismas, viéndose después abrumadas de enfer- medades crueles y merecidas. Muchos se quejan de que mueren tantos niños en la infancia mas tierna; pero ¿ quién no conoce que se les mata con estos ver- gonzosos medios, en vez de seguir la fá- cil senda de la naturaleza ? No ! nunca las leonas ni las panteras negáron sus pechos á sus cachorros: á la muger tan solo; no empero á esa indigente que nunca se desnaturaliza, sino aquella otra opulenta y rodeada de todas las como- didades de la vida y favores de la fortu- na ; á esa, repito, estaba reservado ha- cer perecer á sus hijos. Mas ¿ qué im- porta esto, con tal que ella goce de sus 12 GUIA placeres ? No citaré las elocuentes ver- dades de un célebre escritor, ni de otros filósofos ilustres, sobre el particular: me limitaré á decir que el interes de las mu- geres y el de sus hijos exigen que los crien, que la que así no lo hiciere está espuesta á continuos peligros después de su parto: que no en vano se violan las leyes de la naturaleza, y que son in- numerables los males que se siguen á semejante infracción: que la leche es un principio de corrupción para los de- mas humores, cuando se retiene en el cuerpo; sin contar, en fin, con aquellas enfermedades demasiado graves para que dejen de conocerse sus causas, á las que inminentemente están espuestas las madres que no crian á sus hijos. Ademas padecen decaecimientos y un desorden en su máquina, como resultado de la alteración en el ejercicio de la sensibilidad por la mezcla de humores heterogéneos; y lo que aun es peor, 13 DE LAS MADRES. marchitándose la frescura brillante de la tez y los demas atractivos que quisie- ran conservar, se las arrebata también el fruto de su falta. Los mismos médi- cos con su silencio parecen que autori- zan la infracción de la ley natural, con- tribuyendo de este modo á abreviar los dias de un sexo, cuya conservación de- bian atender con mucho esmero. Olvi- dan que la matriz de la muger que no da el pecho á su hijo se convierte en vehí- culo de los humores que á lo ménos la mayor parte de ellos debían haber salido por los mismos pechos ; sucediéndo tam- bién que estos órganos cansados por el trabajo que han sufrido en el tiempo del embarazo y del parto, al encontrarse car- gados de fluidos carecen de la fuerza suficiente para repelerlos. Estas madres también quedan sujetas á las obstruc- ciones, reumatismos y otra serie de ma- les que se dice proviene del derrame de la leche. Sí: me veo precisado á con- 14 GUIA fesar que los numerosos ejemplos de escirros y cánceres en la matriz, tan fre- cuentes en esta ciudad, los he encontra- do solamente en señoras que se priváron de la dulce ocupación de la cria. Y como que la mayor parte de ellas igno- raban la causa de su mal, al saberlo se quejaban de la impericia de sus médicos que no les advertian con tiempo los re- sultados futuros de tan culpable aban- dono. La muerte que suele seguir in- mediatamente al parto, no proviene tam- poco de otra causa. ¡ Castigo es este que la Divinidad indignada descarga sobre las madres en nombre, para que sirva de escarmiento á sus compañeras! No puedo concluir este artículo sin es- plicar el modo con que se forma en los pechos y en la matriz la reunión de hu- mores que determinan sus accidentes. Cuando el útero es el término princi- pal de los movimientos vitales, es de temerse que la irritación degenere en DE LAS MADRES. 15 inflamación, y que esta se comunique al bajo vientre, é indique la terrible enfer- medad conocida con el nombre de peri- tonitis puerperal, originada regularmente de la supresión de la leche, según han observado los mas célebres prácticos. Por consecuencia están mas espuestas á ella las mugeres que niegan á sus hijos la substancia de sus pechos. Si la flegmasía del útero y bajo vien- tre, que es aun mas funesta, se desen- vuelve con mas facilidad por la forzada inacción de las mamilas, es consiguiente que estos órganos estén espuestos tam- bién á peligrosas enfermedades. Mal que le pese á la madre, la naturaleza de- posita en ellos el material que debe ser- vir al niño del mas saludable alimento; y no estrayéndose proporcionalmente la leche ya formada, su acumulación au- menta las irritaciones que demandan el desagüe de los líquidos; y de aquí esas enormes obstrucciones de los pechos, y 16 GUIA esas calenturas violentísimas que sue- len ocasionar la muerte. Piensan sin razón las mugeres, que la crianza de sus hijos descompone la gentil hermosura de sus pechos, y que en gran manera contribuye á destruir la morvidez de su mágico tejido. Para probarles lo contrario bastaría presen- tarlas los ejemplos de las griegas, y de las matronas de Roma, quines á pesar de criar ellas mismas á sus hijos, fuéron tan celebradas por su belleza. Los ti- pos animados de la hermosura, las mu- chachas de Georgia y de Circasia, tan solicitadas por los Sultanes del Oriente, y que son el mas envidiable adorno de los serrallos del Asia, cumplen también con los deberes maternos, sin que por ello se desmejoren sus atractivos. Pero no es esta ciertamente la causa que tienen algunas madres para desprenderse de su obligación. Las privaciones peno- sas que deben imponerse son las que in- DE LAS MADRES. 17 ducen á mugeres depravadas á privarse de los inefables placeres de la materni- dad. Es un pretesto falso con el cual se sirven para ocultar los verdaderos moti- vos de su determinación, y hacer que el indolente marido le sancione. No es, pues, la crianza, sino todo género de es- cesos; los abusos fuera de orden, susci- tados por el calor del clima, en los goces de Vénus, son los que contribuyen á des- truir con tanta celeridad en las mugeres la redondez de sus contornos, la suavidad de la tez, y en en fin, esa elástica firme- za de las carnes, complemento seductor de la belleza. Basta para probar este aserto comparar la salud y robustez de una respetable madre de familia que prodigó su leche á siete ú ocho hijos, con la deplorable situación en que se halla á la misma edad otra para quien fué pesa- da la carga maternal, y que empezando siempre de nuevo una obra que supo inutilizar, trocó en perjuicio de la espe- 18 GUIA cié los incentivos que se la concediéron para multiplicarla. Así es que interesa á la madre ser la nodriza de su hijo, y la felicidad de este exige con mucha mas razón el cumpli- miento de un deber tan sagrado. Son innumerables los inconvenientes de una lactancia estraña; y si supierais ¡ oh ma- dres ! dé cuantas ventajas priváis á vues- tros hijos, entregándolos á negras; si conociérais el tamaño de los males que de esto les resulta, estoy cierto que nin- guna de vosotras emplearía un medio tan peligroso sin una necesidad irreme- diable. Me parece inútil advertir que cuando hablo de la obligación que tienen las madres de criar á sus hijos, no me con- traigo á aquellas que solo los pueden dar un alimento dañado ó insuficiente; por- que las que tienen poca leche, ó lo que es mas común, la tienen mala, harán muy bien con buscar una nodriza, puesto que DE LAS MADRES. 19 á pesar de las ventajas que la crianza materna puede producir en general, hay casos en que no debe practicarse. La sabia consulta de un médico dirá si son ó no suficientes. Los casos mas conoci- dos, sin embargo, son aquellos en que pueden impedir la secreción de la leche, los vicios de todo género cuando se tema que la madre los comunique al hijo &c. Se presentan varias cuestiones cuyo desenvolvimiento interesa á ambos sexos, en el caso en que la madre quisiere criar á su hijo. Tales son : " ¿ Qué es lo que ha de hacer la madre, y qué régimen de vida ha de observar?" Y cuando no quisiere ó no pudiere criarlo, estas otras: " ¿ Cúales deben ser las precauciones que han de tomarse en la elección de una nodriza, y cuál el régimen de vida que ha de observar esta?" Antes de empezar el exámen de la nodriza, terminaré este artículo echando una ojeada por la antigüedad. Hubiera TOM. I 5 20 GUIA sido un insulto en Grecia ó Roma poner en duda si una madre podría ó no criar á su hijo. Las mugeres en aquellos tiem- pos como que eran esposas y madres por gusto suyo, criaban los hijos con sus pro- pios pechos, y léjos de ser esto un motivo de disgusto para ellas, les servían mas bien de placer y de contento las fati- gas, las inquietudes y las agitaciones de la crianza, cortejos inseparables de la maternidad. Hacían alarde del cumpli- miento de los deberes peculiares á su estado: con noble confianza mostraban sus hijos á los estraños; y semejantes á la madre de los sublimes Gracos, á la ilustre Cornelia, sus diges mas precia- dos, sus mas brillantes preseas eran los talentos y el valor de sus hijos. Ningu- na madre, no digo hubiera permitido se- pararse de ellos ; pero la que se hubiera ofrecido á otra por nodriza, habría sido infamada y condenada á sufrir la pena de su atrevimiento. DE LAS MADRES. 21 Demóstenes dice que en su tiempo fue acusada una muger de este delito, y que solo diciendo que la miseria la ha- bía arrastrado á ello, pudo libertarse del castigo. En los pueblos en que por su corrupción se admitió la esclavitud, las nodrizas eran esclavas; y este último término de degradación trajo consigo la pérdida del estado. ¡ Habitantes de esta isla bienhadada! Reflexionad sobre es- tas fatales resultas, que nunca lo haréis demasiado. Observad lo que sucede en vuestras familias. Si no veláis con tiem- po, se introducirá en ellas la corrupción, y haréis que vuestros hijos entreguen su corazón y sus afectos á seres que en vez de agradecérselos, los obtendrán solo para desgracia de ellos y de voso- tros. La lactancia suministrada por la mis- ma madre tiene una influencia poderosa sobre las costumbres, y por consiguiente sobre el orden social. Sin embargo, en 22 GUIA el caso de que sea forzoso servirse de nodrizas, debe preferirse una negra á cualquiera otro animal; ó si se quiere, valerse de la substancia artificial; pero téngase presente que no todas aquellas son igualmente á propósito, y que las ma- dres de familia deben tener un cuidado eficaz en el conocimiento y elección de las nodrizas. Es necesario que estas sean de 18 hasta 30 años de edad, y que estén re- cien-paridas, á fin de que su leche guarde cierta analogía con la de su madre. Los pechos han de estar convenientemente desenvueltos, y los pezones ni muy brota- dos, ni demasiado sumidos, sino de modo que el niño pueda tomarlos con facili- dad. La leche deberá tener un sabor ligeramente azucarado, sin olor, de un color azuloso, y de bastante consistencia para que pueda conservarse. La espe- riencia ha demostrado que las cualidades físicas de la leche varían según el tiempo DE LAS MADRES. 23 mas ó ménos próximo al parto, y que este líquido miéntras mas viejo se hace tanto mas espeso, mas blanco, mas gra- sicnto y azucarado; por lo que conviene no mirar con indiferencia esta circuns- tancia. Sea cualquiera el juicio que haya formado el facultativo sobre la bon- dad de la leche de una negra criandera, se debe tomar otra si la primera produce alteraciones en la salud del recien-naci- do, ó no es suficiente para alimentarle. La cantidad de leche filtrada por los pe- chos no siempre es proporcionada al tamaño de ellos; y así es necesario que se sepa de antemano que la nodriza la tiene con aquella abundancia suficiente para la crianza del niño; pero también hay otro medio que no deben olvidar las madres, y es el de escoger para crian- dera una de las negras que han nacido y se han educado en casa, de padres sa- nos y robustos, ó á lo ménos indagar si no ha estado enferma anteriormente, cosa 24 GUIA que es muy común en gente tan inmoral y desenfrenada como esa. ¡ Cuántas fa- milias se han infestado por falta de esta precaución! ¡ Cuántas jóvenes padecen de empeines de maligna naturaleza por no haber puesto la eficacia necesaria en este reconocimiento! Y si provienen de Africa las nodrizas, ¿ cuál de ellas no trae su sangre corrompida? No sé, á la verdad, con qué palabras infundir á las madres el cuidado que deben tener so- bre esta materia. La nodriza ha de ser también de buena índole y enemiga de la mentira; puesto que muchas veces acaecen algu- nos accidentes que ellas callan ó disfra- zan temerosas del castigo. No ha mucho tiempo que fui llamado para curar á un niño que tenia un tumor en la región dorsal. Viendo que mis medicamentos en vez de curarle le ponían peor, re- flexioné é hice confesar á la criandera que lo había dejado caer, y de sus resul- DE LAS MADRES. 25 tas había provenido la deformidad de la criatura. Tales son las consecuencias que hay que temer del carácter de las nodrizas, el cual no debe ser indiferente á las madres; como no lo era entre los antiguos, que tenían muy distinta opi- nión de la que reina en este pais. Plu- tarco dice: " Cuando la madre no puede " criar á su hijo, es preciso que tenga " mucha perspicacia para que sepa es- " cogerle una nodriza; no adoptando la "primera que se le presente, sino la me- "jor que pueda haber á las manos." Tan léjos están aquí de seguir este precepto, cuanto que en los momentos en que es- cribo sobre esto, acabo de ver morir en una casa conocida de esta ciudad á un niño porque se le daba leche corrom- pida, la que le causó un marasmo mortal. Por otra parte, ¿se creerá que hay casas en que una negra cria tres niños á un tiempo ? No pretendo atribuir seme- jante falta á las madres de familia que 26 GUIA carecen de los conocimientos necesarios sobre el particular, y que no se atienen á las órdenes del médico para remediar el mal: el facultativo es el que debe velar sobre todos estos puntos: pero á ellas toca descubrirlo en tiempo: le cor- responde asimismo cuidar que le den de mamar al niño en su presencia, ya que es tan fácil en esta ciudad tener la criandera en casa. Confesemos, empe- ro que muchas descuidan esto á pesar de la comodidad que brinda este pais, y de la cual se carece en Europa. Estoy muy convencido que generalmente se practica lo que he indicado; mas ya empieza á propagarse la epidemia eu- ropea, por la cual se cree que se hace mucho con parir al niño, y esto me pontí también en la necesidad de confesar que en este pais las madres son mas madres que en Europa. Examinemos ahora cuáles son los ali- mentos que mas convienen á la nodriza. DE LAS MADRES. 27 Parece, y todo conduce á hacérnoslo creer, que la naturaleza de la leche de- pende de la substancia alimenticia, como así lo han demostrado los últimos esperi- inentos hechos en Paris. Me ha enseñado la esperiencia que el mejor régimen que ha de seguirse es el de tomar alimentos nutritivos con mas abundancia que en cualquiera otra cir- cunstancia de la vida; sin que se entien- da por esto que sean condimentados con demasía, ni que la carne sea de monte, ni las bebidas alcohólicas. Al contrario, es preciso evitar todas las escitaciones del sistema animal, y las alteraciones de las vías gástricas. Parece inútil hablar sobre el modo con que deban alimentarse las crianderas; porque esta costumbre, la mas provechosa para la salud de los ni- ños, caracteriza el cuidado de las madres en un pais donde se les destina un lugar cerca de la vigilancia de estas, los mejo- res alimentos y las mayores comodidades. 28 GUIA Es circunstancia también muy impor- tante la de que no menstruen durante la crianza; porque parece que las que es- tán sujetas á esta incomodidad, se entre- gan fácilmente á los placeres del amor; lo cual puede producir muy malas con- secuencias, y alterar la leche hasta el grado de ser preciso buscar otra nodriza. Ademas yo he observado en las negras, que cuando están con su regla, la leche varía, se pone mas azulada y acuosa; y los niños que el dia anterior estaban ale- gres y ágiles, se tornaban tristes y me- lancólicos; se les desfiguraban sus fac- ciones, perdian la frescura de su tez, se les ponía el cútis muy ardiente, les ator- mentaban cólicos violentos, y continua- mente gemian y lloraban. En este caso me vi precisado á mandar se les suspen- diese el pecho por dos ó tres dias, y se les diera suero terciado con agua de ce- baba, y una pequeña cantidad de pane- tela; con lo que conseguí cesara la des- DE LAS MADRES. 29 composición de su estómago á los tres ó cuatro dias. Mucho trabajo me costó persuadir á algunas madres que la causa referida era la que producia ese desen- tono del estómago, y solo lo creyéron cuando por sí mismas lo observáron en el siguiente mes. No con todas las no- drizas sucede esto; pero conviene bus- carlas que no menstruen. Pasemos á examinar las causas por- qué no puede una madre criar á su hijo. La facilidad que hay en la Habana, como he dicho, de proporcionarse nodrizas, hace que se mire con descuido la crian- za materna; lo que según también he observado, es el origen de una infinidad de males. Mas solo debe faltarse á este deber en los precisos casos que voy á señalar ; y aunque habia dejado al médi- co el cuidado de manifestarlos, he refle- xionado que será mejor espresarlos aquí ligeramente para que pueda servir á las mugeres que pasan en el campo la mayor 30 GUIA parte del año, á donde no es fácil pro- porcionarse facultativos inteligentes. En primer lugar no debe criar la que tenga muy poca leche, lo que regular- mente sucede á las que se casan muy niñas ó algo ancianas; pero no hablo de las que al principio carecen de la ne- cesaria, porque á estas les viene con mas abundancia, aunque mas tarde. Tam- poco es inconveniente para criar el no tener leche sino en un pecho, porque este suple la esterilidad del otro. Cuan- do la falta de leche proviene de de- bilidad, entonces se debe tomar abun- dantes alimentos jugosos y nutritivos; pero si, al contrario, es originada de un temperamento ardiente, se tomarán emul- siones y baños tibios, haciendo uso mo- derado del matrimonio. Si el niño tu- viere dificultad en la succión (lo que es bien común en la Habana) y no estrae con la fuerza necesaria la leche, será bueno dar el pecho á otro niño, lo cual DE LAS MADRES. 31 siempre ha obrado efectos favorables. No deberá criar la que tenga leche aguada, que ademas de no alimentar al niño, le causará flujos muy líquidos, y cólicos ventosos. También está exenta de la cria aquella que tuviere en su constitución algún humor maligno, ó pa- dezca de tisis, raquitis, lamparones, es- corbuto, piedra, mal de orina, &c. Indicadas las causas que impiden la lactancia, darémos algunos consejos á las madres, relativos al método de vida que deben observar en la época de la crianza. En primer lugar es preciso que renuncien á los bailes, teatro, paseos y (ternas diversiones bulliciosas; porque la disipación que reina en ellas exalta las pasiones, y esta exaltación de nin- gún modo es compatible con la vida se- dentaria y tranquila que exigen las ocu- paciones maternas. Las pasiones áque está sujeto el sexo son ó tumultuosas que operan de un modo rápido en el sistema TOM. 1 6 32 GUIA de la madre, y por consiguiente influyen en la leche de un modo violento y per- nicioso, ó lentas pero permanentes que acaban causando casi los mismos efectos. He visto que un movimiento de cólera ha producido diarreas biliosas y convul- siones. Los afectos de pena también producen grandes desarreglos, por lo que ha de evitarse á la madre todo espectá- culo capaz de infundirle tristeza, inquie- tud, miedo, odio, envidia, celos &c., por- que alteran la leche, y descomponen y hacen trabajosas las funciones de la má- quina animal. Por lo demas, puede apli- carse á la madre todo lo que he dicho respecto de la nodriza. Sigamos con el recien-nacido y supon- gámosle adornado de todas las cualida- des requeridas. Parece que no hay mas que desear ; pero no obstante será con- veniente decir el modo con que ha de tratarse al niño y á la madre. Muchas señoras en la Habana están creidas de DE LAS MADRES. 33 que es muy útil darles el pecho á todas horas, suponiendo que así se alimenta mas y se le aumentan en proporción las fuerzas; mas semejante costumbre es dañosa á la madre y al hijo; porque el estómago del uno se pierde en razón de la escesiva cantidad de alimento con que se sobrecarga, por lo que se les es- pone á irritaciones que se estienden á todo el canal, y que traen consigo la muerte, ó les engendran lombrices &c., y la otra no consigue sino trocar su leche en acuosa y mal preparada, y por otra parte se aniquila y se consume en fuerza de la irritación que por último la obliga á abandonar la crianza. Después de esta reflexión, no puedo ménos de aconsejar á las madres que to- men por única guia á la necesidad, cuyo lenguage espresivo ha dado al niño la naturaleza. Cuando tiene hambre mira solícito á la madre, examina con inquie- tud sus movimientos, se sonríe cuando se 34 GUIA le acerca, y dirige con ansia sus temblo- sas manitas á los pechos que han de sus- tentarle. Si por el contrario, se halla satisfecho cae en un entorpecimiento soporífero, toma el pecho con hastío, erupta, respira con dificultad y esperi- menta un calor esterno en su cuerpo fuera de lo natural. Entonces es de temerse alguna enfermedad pues suelen sobre- venirle diarreas, hijas de aqulla oscita- ción, lo cual se cura disminuyendo al punto la cantidad de leche, ó lo que es mejor poniéndole á dieta láctea. General- mente se cree que la leche es de fácil digestión, y que los niños tienen mas que suficiente fuerza en su estómago para digerirla, lo que es un error, porque la leche es una substancia muy nutritiva, y capaz muchas veces de descomponer el equilibrio de las vias gástricas. Para que se digiera es preciso que se coagule, y aunque muy pronto desaparece su parte serosa, necesita algún tiempo mas DE LAS MADRES. 35 para que se reduzca á quilo el coágulo ó cuajada; no habian dejado de obser- var algunas madres el coágulo todavía en su estado natural y sin digerirlo en las evacuaciones. Es conveniente señalar horas en que ha de darse al niño de ma- mar, evitándose con esto los llantos á que se entregan en los intermedios de las co- midas y habituándolos á conocer la hora en que se les debe dar el pecho. Síguese á esta precaución otra que presenta no ménos dificultad. Esta con- siste en saber en qué época se debe aña- dir á la leche un alimento mas nutritivo y mas sólido. I a se deja ver que la for- taleza del niño indicará cuál deba ser su alimento; pues no es muy raro ver que hay niños tan fuertes que al tercero ó cuarto dia es necesario darles un alimen- to mas sólido. Sin embargo, puede seña- larse por regla geneal el segundo mes. Pero ántes de esto será muy útil inspec- cionar el estado de su estómago y sus 36 GUIA funciones, y á la menor escitacion gás- trica suspender el alimento é ir después dándoselo poco á poco y con cuidado. En caso de que hubiere falta de diges- tión, convendrá escasearle la leche, dán- dole en su lugar bebidas diluentes. Cono- cida, en fin, la suficiencia del estómago para soportar alimentos sólidos, se tra- tará de cuales son los mas convenien- tes. Si nos halláramos en Europa pudiéra- mos escribir un grueso tomo sobre este particular, pero nos alibia de este trabajo el hallarnos en esta Isla á quien la natu- raleza ha prodigado tantas ventajas que no gozan aquellos climas; pues parece que todo se ha dispuesto adrede para la mayor comodidad de estos habitantes, que por todas partes hallan substancias benéficas y susceptibles de digestión fa- cilísima. Me abstendré, pues, de criti- car los mezquinos recursos de Europa y me limitaré á anunciar los que deben DE LAS MADRES. 37 usarse en este país; pero no por esto olvidaré que he consagrado mi obra al beneficio de un sexo enemigo acérrimo de la polémica, y aspirando solo á serle úti] desecharé pesadas digresiones que no vienen al caso. Seria fácil citar muchas substancias; nos atendrémos á las que pueden conse- guirse con mas facilidad. Desde luego parece que debieran preferirse las ani- males, como la leche, á la cual se recurre primeramente; mas como la dificultad de conseguirla obliga algunas veces á suplirla con otros medios alimenticios, se ha preferido el uso de los vegetales que son en Europa las plantas cereales, y aquí las raíces harinosas. Pero ántes de decir cuales son las mejores, exami- narémos la diferencia que hay entre la leche de los cuadrúpedos y verémos cuales son las preferibles y las mas ó ménos convenientes. 38 GUIA Por lo común se usa de la leche de burra, cabra, vaca y yegua. La de la primera es la que mas se parece á la de muger, y así se ha de preferir para los niños de una constitución regular. La de cabra es mas activa y causa desvelos, y es buena para los escrofulosos, y para los que tienen el sistema linfático en cierto estado de inercia. La de la ye- gua tiene también mucha analogía con la leche mugeril; y la de la vaca es muy espesa y necesita mas líquido. Por la similitud que tienen la de burra y yegua con la de la muger, se conoce que de- ben ser mas provechosas, y así es que con poca cantidad de líquido se cortan; lo que no sucede con las otras; pero como se trata de niños que puedan so- portar no solo la leche de sus madres, sino la de otros animales, no es necesa- rio establacer esta diferencia, y aun las consideraciones sobre este particular pudieran colocarse en el lugar en que DE LAS MADRES. 39 hablo de los medios supletorios de la lactancia. Ahora el modo de usarlas es el siguiente: En el primer mes un tercio de leche y los otros dos de un líquido como el agua de cebada, &c. En el segundo, mitad y mitad. En el ter- cero tres cuartos de leche y uno de líquido. Y en el cuarto leche pura. Es de advertirse que la leche sea acabada de ordeñar, en el cuarto mes, porque en- tonces conserva el sabor que pierde al mas ligero tácto del aire; por lo que me parece mejor hacérsela tomar al niño de la misma teta, evitando así el inconve- niente citado. Algunos médicos aconse- jan cocer la leche ántes de tomarla la criatura, pero en mi concepto es sufi- ciente el calor que adquire en el baño de María. Para desleiría cualquiera lí- quido temperante es bueno, mas si se desea darla mas dulce para que tenga mas semjanza con la de muger, se mez- clará con suero sin ácido, que es apro- 40 GUIA pósito para el caso, y si no se quisiere usar del suero, sirváse del cocimiento de cebada que produce el mismo efecto. Se renovará la leche lo mas á menudo posible, á lo ménos dos veces por dia, poniéndola en un lugar fresco, puesto que el aire propende á desunir sus prin- cipios constitutivos, y cociéndola se le quita la parte mantecosa y se acelera su descomposición. Conviene también que sea siempre del mismo animal, y que este paste al aire libre, y no en caballerizas, como se acostumbra aquí. Concluiré estas observaciones aconsejando el uso de un tetero de vidrio, del que me he servido con éxito, viendo con placer que los ni- ños no han estrañado el pecho en quince dias que duró la enfermedad de su nodriza. Si se usara principalmente en el campo este recurso, se evitaría la muerte de in- numerables negritos que perecen por falta de una bien dirigida lactancia. He comunicado esta idea á muchos hacen- DE LAS MADRES. 41 dados, que la han adoptado con gusto, y se han ahorrado gastos onerosos é inú- tiles. Después de haber usado de la leche debe tomarse otro alimento; pero ántes de entrar en esta materia examinarémos si es posible recurrir á otros medios, y si puede usarse de estos sin peligro en los primeros dias. Sin embargo de todo advierto que la leche es el que mas conviene, y que no debe dejarse sino lo mas tarde. Multi- tud de niños perecen porque el público no está bien convencido sobre este pun- to, para que pudiera remediar los acci- dentes que se le siguen; por lo cual me creo obligado de repetir y encargar á las madres que no empleen otra prepa- cion que la de la naturaleza. En el ter- cer mes se puede empezar el uso de ali- mentos supletorios, y aun todavía es pre- ciso considerar el estado del niño, por- que suelen presentarse muchos contrain- 42 GUIA dicantes. A pesar de esto, en la edad señalada, bajo los trópicos se desenvuel- ven los niños de tal manera que pueden muy bien soportar los alimentos de una digestión mas difícil, los cuales mezcla- dos con la leche y suministrados con dis- cernimiento influyen ventajosísimamente en su constitución, y léjos de producir accidentes peligrosos, aumentan sus fuer- zas. No será inútil decir cuáles son los mejores, cómo se deben preparar y en qué dosis se han tomar. ALIMENTOS SUPLETORIOS O ADICIONALES. El arroz y el sagú bastan para ayuda de alimentos, y sin temor pueden usarse reducidos á harina, lo que no sucede cuando se les cuece ó se hace de ellos una especie de engrudo, ó bien se les da una consistencia estraordaria que causa efectos muy perjudiciales. He visto en DE LAS MADRES. 43 algunas familias introducido el abuso de usar la harina de arroz y de sagú tan es- pesas que solo un estómago fuertísimo seria capaz de digerirla. En una casa de estramuros vi una víctima de seme- jante uso: tenia este niño un marasmo tal, que solo se le veia la piel y los huesecitos, hinchado el bajo vientre y las glándulas mesentéricas, las que su- purando dejaban percibir el aumento de su volúmen. Apénas le reconocí, tuve que decir á sus padres que no podía vivir tres dias, y al segundo murió. Cito este caso para apoyar mi opinión, y si no lo hago con otros muchos es por no fati- gar la atención de mis lectores. El mejor modo de emplear estas hari- nas es el de cocerlas hasta que se pon- gan en un estado de atoles ó crema. Al- gunas personas usan de panetela, en lo que no hay ningún inconveniente, y mu- cho ménos si son vizcochos bien cocidos y hechos polvo, del que con un poco de TOM. I 7 44 GUIA agua y azúcar es fácil hacer atol, al cual puede echársele algún aroma como agua de azahar. Este método es muy saluda- ble por su naturaleza; pero repito que solo ha de emplearse supletoriamente hasta la dentición, es decir, hasta los cuatro ó seis meses, que es la época en que la madre común, siempre, conse- cuente, da mas fuerza al estómago y aun indica la necesidad de un alimento mas sólido. Por esto es que, según mi opi- nión, ántes que llegue aquel periodo no debe darse á los niños caldo ni otro cualquiera jugo de carne, que debe re- servarse únicamente para los que ten- gan dientes. En Europa se reprueba el uso de las frutas en los niños de pecho, porque son propensas á cortar la leche y producir lombrices. Efectivamente las frutas ver- des pueden hacer daño; pero en un pais como el de la Habana que es mas herbívoro que el de Europa, las frutas 45 DE LAS MADRES. dulces, maduras ó cocidas, son muy pro- vechosas á los niños. Rara es la madre que no haya dejado chupar á sus hijos las cañas de azúcar. El hombre, por otra parte es frutífero, y vemos en las In- dias orientales que los niños se alimen- tan y crian casi por sí mismos, abando- nando el seno maternal por los dátiles, higos y otras frutas. Tengo dicho que no conviene el uso del caldo con los niños, y lo repito; pues aunque muchos lo acostumbran, juzgo esto por muy funesto. En efecto, los animales carnívoros no dan á sus ca- chorros carne y sangre sino después de destetados: y en prueba de las ideas que he manifestado sobre la lactancia maternal, diré que se ha observado que los niños criados con la leche de sus ma- dres no padecen nunca de lombrices, al paso que estas se multiplican en los que se alimentan de papillas. 46 GUIA Resta ahora saber cuál es la canti- dad conveniente de aquel alimento, visto que deberán ser líquidos y por lo mismo han de darse en corta cantidad. Si es conveniente no hacer esperar mucho á los niños, también lo es el no darles de- masiado alimento. He visto á muchos niños por un celo mal entendido de las no- drizas, sucumbir á la glotonería de sus niños, que les ha ocasionado enteritis violentas. Respecto de la hora, la natu- raleza debe indicarla. Pasemos á examinar cuáles deban ser las precauciones que han de tomarse sobre los baños, los vestidos y la cama, y en una palabra, sobre los medios de la educación privada. En la Habana deben ser los baños diarios, sin que se estimen por tales los que exige el aseo del niño; pero es fuerza indicar la temperatura que han de tener. Los médicos europeos, considerando el clima de su patria, han declamado con 47 DE LAS MADRES. razón contra los baños frios aconsejados por J. J. Rousseau; mas atendiendo al nuestro verémos que aquel filósofo dijo podían aplicarse á un pais como, por ejemplo, la Habana. Sin embargo, no temo decir que ántes de occurrir á los baños frios es preciso llegar progresiva- mente á ellos, de modo que á la edad de uno ó dos meses, á lo mas, el baño esté igual á la temperatura atmosférica que no es fría. Hay niños á quienes por mu- cho tiempo no puede bañárseles sin estar el agua ligeramente tibia, y entre estos se cuentan á los que tienen la tez dema- siado sensible, suave y transparente, en los que es de temerse congestiones inter- nas, infartos de las visceras, articula- ciones &c. La debilidad impide la reac- ción de lo interior á lo esterior, y para que el baño frió sea útil es necesario que esta reacción se establezca, y que las fuerzas sean suficientes para ayudar- la. Así es conveniente empezar por ba- 48 GUIA ños templados, y llegar gradualmente á los fríos con el aumento de la constitu- ción física del niño. Para hacerlo con mas regularidad son propias las lociones parciales ántes de entrar en los baños generales. El tiempo que debe perma- necer en el agua será corto, aumentán- dose por grados su duración. Con estas precauciones llegarémos á la inmersión en el agua fria, sin temor de resultas peligrosas, porque á medida que el niño va creciendo, el baño frió va perdiendo sus inconvenientes y adquiere mayores ventajas. Los europeos tienen la costumbre de empaquetar sus niños, transformándolos en una especie de muñecos, cuyos movi- mientos apénas se perciben, al paso que los de esta Isla gozan del uso libre de sus miembros. Se dirá que la natu- raleza ha instruido sobre este particular á las amables cubanas; quienes desde los primeros dias contemplan con placer DE LAS MADRES. 49 al objeto de su ternura tendido libremente sobre una baqueta ó estera, á cuya lauda- ble costumbre se debe la soltura y gra- ciosa naturalidad de los ademanes, y la formación de los cuerpos flexibles y vo- luptuosos, que son como dotes pecu- liares de la Isla. Aquí sin duda hubiera visto alborozado Rousseau el feliz éxito de los consejos que daba á sus compatriotas. Pero sin embargo, las fatales consecuen- cias del lujo van introduciendo el uso de las cunas. Las madres, pues, deben aban- donar semejante prisión y seguir ten- diendo á sus niños en catres de viento, ó suaves zaleas, lo que ademas de evitar- les los peligros que pueden ocasionar las cunas, les es mas agradable el fresco de esas ligeras pieles, que el calor de los colchones y la fetidez que necesaria- mente exalan con los orines. Ademas, puede ser de una influencia fatal para el recien-nacido el tenerlo encerrado de- masiado tiempo sin ponerlo al contac- 50 GUIA to del aire. Efectivamente, nada es mas peligroso ni ridículo: preciso es que se acostumbren á las variaciones atmosfé- ricas á que luego han de quedar espues- tos toda su vida. Por otra parte, la do- ble acción del aire influye poderosa- mente en lo interior y esterior del cuer- po, como se deja conocer en los niños del campo, que no son tan delicados, débiles ni amortecidos como los de la ciudad, quienes, á pesar de todas las re- cetas medicales y los venenos de la Far- macia, se ven reducidos al marasmo, del que suelen libertarse cuando, escar- mentados por esta desgracia, se ven los padres obligados á enviarlos al campo á respirar el aire saludable de la vida. He observado también que se va al- terando la antigua sencillez de los vesti- dos, que en un clima como este deben ser cómodos y ligeros. Pero desde que el lujo se ha estendido tanto que ya se conoce hasta en los niños por la riqueza • DE LAS MADRES. 51 de sus vestimentas, se ve á estos con los pies oprimidos y la cabeza agoviada de gorras y turbantes. Antiguamente, como he oido decir, se ponia á los niños un sombrerillo de paja, adornado de flores, y solo la naturaleza era la que establecía distinciones entre ellos; mas ahora se nota por pesados y costosísimos birretes, cuyos peligros no se quiere conocer, favoreciendo las congestiones hácia la encephalis. No deben, pues, las madres adoptar vestidos que no simpaticen con la inclinación independiente de sus costum- bres : mas vale una hoja de plátano que todas las ricas estofas de Europa. Cu- bran sus hijos con vestidos ligeros y desahogados que no los opriman y les dejen libertad en sus movimientos, y finalmente que el sombrerillo de paja diga á los estrangeros que en la Habana se observa mejor la naturaleza que en Europa. 52 GUIA Indicadas las precauciones alimen- ticias, veamos las que deben tomarse para destetar al niño, y á qué edad debe hacerse. No es posible fijar exactamente la edad, puesto que no todos los niños se han de destetar en una misma época. La calidad de la leche, el trabajo de la dentición, mas ó ménos temprana, y la constitución del niño, son otras tantas circunstancias que han de considerarse para aquel fin. Cuando el niño se es- tenúa durante la crianza, porque la leche de la madre es poco nutritiva, entonces se le debe destetar; pero cuando el niño llega á la edad en que comunmente se les quita el pecho, y se le notan algunos in- convenientes y dificultades en la denti- ción, en tal caso no se le debe destetar, tanto porque el pecho le consuela, cuan- to porque en tales circunstancias no puede ménos de dañarle cualquiera mu- danza en los alimentos. Sin embargo. DE LAS MADRES. 53 siendo tardía la dentición conviene des- tetarle gradualmente, consultando al fa- cultativo que debe ordenarlo. He visto muchos niños que no les han salido los dientes hasta los quince ó diez y ocho meses; pero puede decirse que es inútil prolongar la lactancia mas de un año. Para evitar las dificultades que puedan presentarse, es bueno darles algunos ali- mentos desde los cinco ó seis meses. Verdad es que convendría prolongar la lactancia mas de un año en aquellos que son susceptibles de escrófulas, y otras veces limitarla á los nueve ó diez meses en los que son robustos y vigorosos, cuando por otra parte no lo exige la den- tición. Para destetar á un niño se le presen- tará el pecho una vez durante tres dias, y así seguidamente hasta que no mame mas en las 24 horas. Entonces se espe- rará á que se llenen las mamilas, y no volverá á dársele el pecho hasta los 54 GUIA dos ó tres dias, dejando así de llenárseles. Este es el verdadero modo de evitar to- dos los accidentes peligrosos, y conser- var la salud de la nodriza. Al tiempo de destetar al niño es cuan- do se conoce la ventaja de haberle acos- tumbrado á otros alimentos. Cada mé- dico opina de distinto modo sobre los mas convenientes de aquellos; pero prac- ticando lo que he dicho cesan las irreso- luciones y dudas peligrosas. Sea lo que se quiera, el principal condimento ha de ser el azúcar, porque en la infancia el apetito desea lo dulce tanto porque fa- vorece y ayuda al crecimiento de la cria- tura, cuanto porque las substancias dul- ces les son mas nutritivas. Ademas, los alimentos condimentados con estimulan- tes serian muy perjudiciales en una edad en que las fibras son tan irritables. Si el apetito entonces fuese mucho, se les dará alimentos proporcionados ; porque los niños no solo tienen que nutrirse, DE LAS MADRES. 55 sino también que reparar las pérdidas y creces. Para saciar la necesidad de] estómago basta una pequeña porción de alimento; mas como aquella renace tan luego como' lo digiera, y como el niño no puede soportar la abstinencia, es pre- ciso satisfacer su apetito. Con todo, aconsejo que se supla la cantidad de alimento con la frecuencia de las comi- das, ó como vulgarmente se dice, poquito y á menudo; porque es muy necesario evitar la glotonería, falta que se comete á cado rato para acallar los llantos de los niños, y cuya mal entendida condes- cendencia les proporciona un escesivo peso en el estómago que les ocasiona la muerte. Tales son las precauciones que han <|e observarse para quitar el pecho á los niños. Debí haber tratado de la denti- ción ántes de hablar de ellas; pero me ha parecido mejor hacer conocer los de- beres de la nodriza con anterioridad á la TON. I 8 56 GUIA naturaleza de las enfermedades. Y come por otra parte no es mi intención ense- ñar á curar estas sino á precaverlas, hablaré sumariamente sobre este punto para llegar después á la segunda parte de la educación. Dentición. Cuando los raigones se han formado completamente, entonces es cuando sa- len los dientes. Generalmente sucede esto desde los cuatro meses á un año: mas no siempre es así, y tengo observado que la primera brotacion es aquí al cuar- to mes, cuando en Europa es al sesto. Se ha visto nacer algunos niños con dientes, y otros no tenerlos hasta los dos ó tres años. Los dientes de la quijada inferior salen primero que los de la su- perior, y cada par con muy poco inter- valo de tiempo, en el orden siguiente: en DE LAS MADRES. 57 las submaxilares, y el niño desea llevar á su boca todo lo fresco, como para in- dicar la necesidad de un alivio momen- táneo : entonces pueden usarse los te- teros de hueso, marfil, coral, &c. los cuales serán dañosos cuando el tejido de las encías se enrojece, se hincha y empieza á asomar el diente. En tal es- tado, pueden reemplazarse aquellos te- teros con otros de raiz de altea, higos, pasas, &c. Por lo común la encía se pone tersa y adquiere un color mas vivo y violado, seco y luciente, que hace llorar al niño, sobre todo si se le quiere poner el dedo en la boca, á lo cual se resiste. También las mejillas se ponen coloradas, la cara se le hincha, y se le nota un calor esce- sivo en la boca, y una sed ardiente: sufre del mismo modo adormecimientos inter- rumpidos por sobresaltos, movimientos de agitación y llanto, y la fiebre es con- 58 GUIA tinua é intermitente, provenida de esta irritación dolorosa. En esta enfermedad no se deben usar remedios que no sean bebidas tem- perantes y emolientes, ó laxantes dulces y lavativas, que son los únicos que pue- den reemplazarle. También pueden usarse sinapismos ligeros en las plantas de los pies, para disminuir la conges- tión cerebral y precaver las convulsio- nes ó el amodorramiento: de simples baños de pies, ó de las cataplasmas emo- lientes con un poco de mostaza, aplica- das á las estremidades inferiores, y san- guijuelas detras de los oidos; pero si no surten efecto, se hará una incisión en las encías para evitar las convulsiones; mas no se emplearán estos últimos recursos sino cuando no hagan efecto los tempe- rantes y emolientes á no ser que la agu- deza del mal exija con prontitud este socorro. DE LAS MADRES 59 el primero dos, en el segundo igual nú- mero, en el tercero y cuarto el mismo. y en el quinto, finalmente, los demas; es decir á los 24 ó 30 meses. Estos dientes se caen á los siete años. y es de observarse que á la dentición precede una avenida de sangre en las mandíbulas; que á la brotacion precede un prurito ó picazón en las encías, y una salibacion abundante. Algunas veces la acompañan dolores locales ó simpáticos: mas á la segunda brotacion son muy ra- ros estos dolores. La dentición en sí misma no debe considerarse como una enfermedad, aun- que predispone á la naturaleza á varias alteraciones morbosas, aunque muchos niños completan su dentición sin la mas ligera novedad en su salud, á la manera que arriban á la pubertad algunas jóve- nes con igual felicidad. Con todo la dentición favorece muchas veces el des- 60 GUIA arrollo de algunas enfermedades, par- ticularmente cuando se presenta con irregularidad. Pueden obstruirla va- rias circunstancias, como son la estre- chura ó tupimiento total ó en parte de las cavidades alveolares. Cuando el desarrollo es muy precipitado suele pro- ducir síntomas muy graves, lo que no sucede cuando la erupción es lenta. El temperamento nervioso es el que está mas sujeto á grandes alteraciones. Ademas de estas enfermedades simpá- ticas hay otras que comienzan con irri- tación, y entre estas unas son locales ó limitadas á la boca, y otras varias, mas ó ménos apartadas del lugar afec- tado. Cuando principia la dentición se manifiesta por la baba, y se nota des- pués por la formación de la quijada. Miéntras mas abundante sea el babeo mas saludable es su efecto, y si se pende se hinchan al instante las glándu- 61 DE LAS MADRES. La incisión indicada si se hace fuera de tiempo puede retardar la salida de los dientes en vez de acelerarla, porque puede abrirse la cápsula dental ántes que el diente llegue á ser un perfecto hueso. Las aftas ó llaguitas, y las concre- ciones blancas de los labios y de lo inte- rior de las mejillas, acompañan algunas veces la hinchazón inflamatoria de las encías, pudiendo provenir también de la dentición. Por lo común cuando es muy grande la irritación, aparecen y cesan á medida que disminuye la inflamación. La curación que exijen es humedecer la boca cinco ó seis ocasiones al dia con cocimiento de cebada, miel rosada y al- gunas gotas de ácido sulfúrico, de modo que adquiera un sabor agradable. Se emplea también con buen éxito en esta ciudad la leche de caimito ó zapotillo; pero si toman un aspecto malo y negruz- co, entonces es necesario añadir á lo que 62 GUIA. se ha ordenado el suero puro preparado sin ácido, y se le dará tres ocasiones al dia, mezclándolo con seis ú ocho granos de carbonate de magnesia. Igualmente es provechoso el jarabe de chicorias ó hipe- cacuana compuesto, untando las llagas con el cocimiento de altea, modificado con jarabe de quina. A todos estos re- medios es preciso agregar siempre las lavativas emolientes. LAS CONVULSIONES. Las convulsiones es una de las enfer- medades que mas destruyen la vida de los niños en la Habana. Algunas atacan al tiempo de la dentición, es decir, al cuarto ó quinto mes de nacidos. Otras proceden de las contusiones que puede sufrir el cerebro al momento del parto, ó á los derrames que le suceden, ó á otras causas estrañas de la dentición, DE LAS MADRES. 63 que no se han de confundir con las pri- meras. Dejaré al médico el cuidado de indicarlas, y su método curativo. Las convulsiones procedentes de la dentición atacan por lo regular á los ni- ños de una constitución nerviosa. Pa- decen también de ellas los que son dé- biles, pálidos, y los de un temperamento irritable, susceptibles de diarreas. Es verdad que igualmente atacan á los ro- bustos, rozagantes y fuertes, pero natu- ralmente costipados. La aparición de aquellos es repentina en unos casos, y en otros se conocen por indicios que anuncian el trabajo de la dentición: pero lo mas frecuente que se observa son los síntomas de esta, acompañados de agitación y sobresaltos nocturnos. Son de mas ó ménos estension, pues algunas veces se limitan á los músculos de los ojos y de la cara: otras se propagan á los miembros superiores, y á los infe- riores, aunque á estos en muy raras oca- 64 GUIA siones. Su duración varía: son pasageras y momentáneas, y con facilidad se reco- bra el uso de las facultades; pero igual- mente es de temerse que sean duraderas y aun mortales, ó seguidas de idroce- phalos, parálisis ó imbecilidad, cuando en los accesos se anonadan y se embotan los sentidos. Su curación ha de ser du- rante el acceso, ó preservativa para evi- tar este. En el acceso es preciso ocur- rir á los medios que pueden obrar una revulsión súbita, contándose entre ellos los baños calientes de pies y de manos las cataplasmas irritantes en las estremi- dades del cuerpo, y la aplicación del frió en el rostro y la frente: y si el niño no está muy débil podrá ponérsele sanguijuelas en las partes laterales del cuello ó detras de las orejas. Para precaver las convulsiones ó ac- cesos se darán al niño bebidas diluentes y laxantes, baños de pies repetidos, sanguijuelas, baños tibios, la valeriana DE LAS MADRES. 65 silvestre, ó algunos granos de los polvos de Guttele.) los que tomados cuotidiana- mente es un escelente preservativo. Sin embargo de la fama de estos últimos re- medios, diré en honor de la verdad que he visto repetir las convulsiones después de tomados los polvos referidos. ERUPCIONES CUTANEAS. Aparecen por lo común algunas afecciones cutáneas en el periodo de la dentición, que las madres imprudentes procuran destruir, y por su desgracia lo consiguen, ignorando los peligros á que esponen á sus hijos. No sé como pedirles se abstengan de un absurdo tan perjudi- cial. En una de las primeras familias de esta ciudad vi á un niño plagado de estas erupciones; cuya madre me supli- có se las curase. Con mucho trabajo conseguí reducirla á mi método, y tuvo 66 GUIA la satisfacción de ver á su hijo á los po- cos dias tan fuerte y restablecido que me aseguró que en adelante cuando viese niños en la situación del suyo, aconsejaría no se les curase. Efectiva- mente, es tan grande e] peligro que se corre aun cuando por sí misma retro- cede, que al instante promuevo la supu- ración detras de las orejas ó con poma- da epispástica, ó con vegigatorios. Siem- pre me acordaré de las palabras del célebre profesor Dubois, médico de la emperatriz de Francia. Cuando le pre- sentaban algún niño se sonreía dicién- dome : " Recete V. cualquiera friolera y " una buena dosis de aseo." " Id, decia " á la madre, id y agradeced á la natu- " raleza que haya querido ser ella mis- " ma médica de vuestro hijo, y huid de " los facultativos." Desde entonces no ceso de repetir que el aseo es el único remedio que debe emplearse. DE LAS MADRES. 67 Mas no son estas las únicas enferme- dades á que están sujetos los niños du- rante la dentición: padecen también hinchazones en la conjuntiva ó túnica esterior de los ojos, en la laringe, en la traque-arteria y en el instestino grueso, las cuales cesan al despuntar los dientes. Hay niños que sufren estas hinchazones al salirles cada muela y colmillo, lo que en este caso prueba que inmediatamente provienen de la dentición. Pero no hay que temer: basta que se den baños emolientes á la parte inflamada, si puede tocarse; en caso de gravedad se llama- rá al facultativo. Ademas de estos males hay otros que dependen de la afección simpática de los órganos gastrointestinales, y que pro- vienen mas de una irritación particular como las diarreas acompañadas de vómi- tos. Me estenderé un poco sobre este particular, porque he observado que son los niños con mas frecuencia víctimas TOM. I 9 68 GUIA de ellas. Es necesario, pues, fijar mu- cho la atención en los vómitos, por ser los precursores de las enfermedades graves. Verdad es que no siempre vienen acompañados del encendimiento de la lengua, ni hay sensibilidad en la región epigástrica: el niño, empero, se siente con poco ó ningún apetito, con displicen- cia é incomodidad, aunque algunas veces conserva su alegría y permanece sin ca- lentura. En este estado se cura con be- bidas calmantes, baños de pies irritantes, y sanguijuelas detras de las orejas, y no estarían demas algunos narcóticos, si se le notan agitaciones y desvelos. Si por desgracia se reunen los dos síntomas, entonces es mas grande el pe- ligro, y constituyen una enfermedad par- ticular, que los médicos nombran gastro- enteritis, muy distinta de la que acaba- mos de anunciar. Daré de ella una descripción estensa para que las madres puedan curar á sus hijos en caso de fal- tarlas el médico. 69 DE LAS MADRES. GASTRO ENTERITIS. Casi todos los niños esperimentan «esta enfermedad desde la edad de tres y cuatro meses hasta la primera denti- ción. Es mas frecuente en el tiempo en que empiezan á formarse los colmillos y muelas, sin que dejen de padecerla to- dos los niños cualquiera que sea su clase y condición, quiero decir, tanto los ricos como los pobres, y con especialidad los destetados temprano, y aquellos á quienes se ha administrado mal el ali- mento. En el primer periodo la calentura es muy tenue, por lo común irregular inter- mitente, y acompañada de rubicundez y calor en las mejillas; el niño se pone triste, abatido, de mal humor; la lengua se le pone seca y blanquizca en su raiz; sed ardiente, diarrea abundante serosa amarilla, y por lo regular verdosa y 70 GUIA semejante á ciertos cuerpos sólidos que nadan en un líquido transparente, sin olor algunas veces, y otras fétido: el vientre se pone terso, inflado y sonoro: eruptos. En el segundo periodo los vómitos, ántes serosos, son primero transparentes y después verdosos : naúseas precedidas de una tos seca; ojeras, ojos abatidos, ahondados, y apagados un poco, como los del ebrio: rojo el borde de los pár- pados; las exacerbaciones febriles son mas ó ménos indicadas, pero muy irregu- lares y acompañadas de encendimiento de mejillas. En el tercer periodo se aumentan los vómitos verdosos, y las evacuaciones intestinales son mas ó ménos serosas: pero bien pronto se disminuyen y retar- dan, decayendo las fuerzas : la multitud de evacuaciones aumenta la sed, y el abatimiento de ordinario es tal que el niño está continuamente soñoliento y no 71 DE LAS MADRES. cesa de dar quejidos. En vano se pro- cura acallarle, porque de cualquiera manera que se le ponga siempre estará incómodo, y deseará que lo muden de una parte á otra, que lo mezcan y lo agi- ten. Pronto queda descaecido y en una estrema debilidad, notándose en su ros- tro movimientos convulsivos: voz débil é interrumpida, facciones alteradas, ojos amortiguados, hasta que al fin sucumbe y queda en un estado de postramiento ó de agitación. El curso de esta enfermedad no es siempre el mismo : los vómitos tienen in- termisión algunas veces, y este síntoma en general es favorable : otras ocasiones la diarrea precede á los vómitos por muchos dias; y otras se presentan á un mismo tiempo ambos síntomas. A los tres ó cuatro dias se suspenden y re- nuevan con los demas síntomas, y muere el niño con todos los caractéres del cólera-morbo. 72 GUIA El plan curativo de esta enfermedad consiste: en el primer periodo, dieta rigorosa, bebidas diluentes y engoma- das, fomentos, cataplasmas emolientes y lavativas. Las sanguijuelas son casi inú- tiles y aun perjudiciales, á ménos que la fuerza de la calentura, la naturaleza viscosa y sanguinolenta de las evacua- ciones, no prueben que esta enfermedad está complicada con una caco-colitis :* en este caso pueden aplicarse aquellas al ano ó sobre el intestino colon, es decir, á uno y otro lado del abdomen. En el segundo periodo deben con- tinuarse los mismos remedios, añadiendo los baños y lavativas anodinas. Este medio es uno de los mas útiles cuando los niños no se agitan con los baños; y el que se hace á chorros y de vapores emolientes al bajo vientre es muy favora- ble. Los opiados deben usarse con mu- * Disentería, inflamación del bajo vientre DE LAS MADRES. 73 cho tino, porque suelen adormecerlos demasiado: por esto son mas conve- nientes y ménos peligrosas las aplica- ciones esternas del láudano en el vientre. Sin embargo, en este caso debe llamarse facultativo, porque el síntoma mas inme- diato de esta enfermedad es la postra- ción. Los medios mas eficaces para este peligro son los sinapismos y los vegiga- torios en las estremidades, en la nuca, y aun en el vientre si los accidentes se agravan. Apesar de la postración se ha de tener sumo cuidado al usar los tónicos y escitantes, por ser tan peligro- sos como los vómitos en el primer perio- do. Si la enfermedad se presenta con el carácter de cólera-morbo, los medios son como inútiles, y aquella es casi siempre mortal. Entonces es cuando ha de in- sistirse sin temor alguno en la aplicación de los opiados y aceitosos. Tales son las enfermedades mas te- mibles en el curso de la dentición; y 74 GUIA habiendo considerado ya el niño hasta la época en que puede ser destetado, echa- rémos una ojeada sobre su educación hasta la pubertad, por ser la edad crí- tica del sexo, espuesta á nuevas enfer- medades, para cuya precaución he tra- bajado este opúsculo. DE LAS MADRES. 75 DEL NINO DESPUES DE DESTETADO. /Luego que el niño se ha acostum- brado á vivir sin el alimento que le pro- porcionaban los pechos de la madre, entra en un nuevo género de vida que exije un cuidado especial y una direc- ción capaz de hacerle en adelante mas útil á la sociedad. Este es uno de los puntos mas importantes que debemos tratar, como que de estos principios de- pende su futura felicidad. Con todo, algo diré todavía de la infancia en general. Nada es tan estraordinario como el crecimiento del hombre: este depende de los alimentos, de modo que miéntras ménos edad tiene, mas desea aquellos que tienen relación á su estado; pero el crecimiento no es proporcionado en to- dos los órganos. En el recien-nacido, por ejemplo, las piernas casi no forman mas 76 GUIA que la tercera parte de su longitud total: al uno ó los dos años se aproxima mas á la mitad de la altura; y en la época de la pubertad llegan á ese término. Efec- tivamente, las piernas crecen mas presto que los brazos: la cabeza, tan grande en los primeros dias, no es sino la quinta parte del cuerpo á los dos años, la sesta á los cuartro, y la séptima á los ocho ó diez. Creo ocioso citar ejemplos y casos raros de crecimientos estraordinarios, ni de desarrollos ya prematuros, ya tar- díos, ni tampoco de las irregularidades en esta época, de las que resultan hom- bres lunancos ó manicortos, ó que fortifi- can solamente la mitad derecha ó izquier- da del cuerpo. Aunque el crecimiento no se pueda todo atribuir al alimento y á la tempera- tura, no obstante, son innegables sus in- fluencias. Basta haber estado en Euro- pa y en la Habana para conocerlo. DE LAS MADRES. 77 ¿ Quién duda que el niño se desarrolla aquí mas temprano, y que al año de su edad tiene mas disposición que un eu- ropeo á los dos ? Las hembras, por lo regular, crecen mas presto que los va- rones, y se sabe por otra parte, que el calor (principio de todas las cosas) es el primer escitante de la vida, y el que apresura los diferentes contornos del crecimiento. Por esto es también que los muchachos tienen mas necesidad de comer, y sufren con gran trabajo el ham- bre. He aquí porqué el Dante en su terrible descripción de la muerte del conde Ugolino y sus hijos, encerrados en una torre, pinta que los mas tiernos falleciéron de hambre primero, después los mayores, y por último el malhadado padre. Después de un crecimiento mas ó ménos presto, á la edad de cuartro ó seis años, están sujetos los niños á otra dentición, que es la de las muelas, y 78 GUIA dura toda la vida. A los siete años co- mienzan á caerse los dientes, del mismo modo que saliéron, y son reemplazados por otros mas sólidos que duran hasta la vejez. Pero volvamos al niño destetado y sigámosle en su crecimiento. Por lo común empiezan á gatear; pero el peso de la cabeza no les permite levantarse fácilmente, y dan con ella en tierra á cada rato. No me detendré en las ideas que algunos filósofos han enun- ciado sobre el estado natural del hombre, pretendiendo que habia nacido para an- dar en cuatro pies. Baste decir que si así fuera, sabría nadar al nacer. La ca- beza humana es erguida, pues nacemos para pensar y usar de la razón. El niño aprende primero á correr que á caminar, y por esto da tan frecuentes caídas. No es de olvidarse la desproporción de la cabeza, y la tensión del vientre que cargan hacia adelante, y le obligan á apresurar el paso para no caer; lo cual DE LAS MADRES. 79 también es causa de que no se haga ningún daño y aprenda á guardar el equilibrio. Miéntras mas crecen mas se esponen, puesto que entonces brin- can, corren y ensayan sus fuerzas y des- treza, por un instinto natural; á lo que no se pondrá obstáculos, sino precau- ciones para que no se hagan daño. Nada es mas propio para el desarrollo del vi- gor muscular. Es preciso distinguir dos épocas en la infancia: una en la que el individuo, incapaz todavía de razón, no tiene otra guia que el instinto, y la otra en la que las facultades intelectuales le sirven para dirigirse y recibir nuevas sensa- ciones. A los diez y ocho meses comienza á articular algunas palabras, y siendo mas fácil la pronunciación de la vocal a y las consonantes labiales, son estas las que pronuncian primero, y con las que forman las palabras papá mamá. TOM. 1 - 10 80 GUIA ¿ Pero cuáles son las reglas que han de observarse en la dirección física y moral del niño ? La misma naturaleza las indica. Nuestros sentidos son los únicos medios que tenemos para la ad- quisición de los conocimientos, y así es que la primera regla de educación debe ser el egercicio de aquellos: la segunda será la de egercitar los órganos de la locomotion; pero es necesario no ade- lantar la época que fijó la naturaleza pa- ra que el niño camine solo. Siempre son mas ó ménos peligrosos los instru- mentos que se usan para conseguir este fin. Luego que sepa hacer uso de sus miembros, es preciso enseñarle algún egercicio ó juego, para ayudar el desar- rollo de las fuerzas musculares y el de las visceras de la vida individual; sobre lo cual deben velar los padres muy cuidadosamente, en particular aquellos que confian sus hijos á las negras; por- DE LAS MADRES. 81 que como ya lo he dicho, por lo común los niños son víctimas de las pernicio- sas costumbres de esclavas corrompidas, que los contagian con criminal compla- cencia. Ademas de estas consideraciones, hay otras no ménos importantes, y son las que pertenecen al sistema intelectual. Como estas facultades son efectos y no causas, dependen de los medios del de- sarrollo, ó mejor dicho, del egercicio que se dé á los órganos. Verdad es que no puede existir el uno sin los otros; pero suponiendo que existan los órga- nos, ciertamente no se desarrollarán por sí mismos: de modo que el problema de la educación consiste en proporcionar á los órganos el último grado de inteligen- cia. A primera vista se creerá que en conseguirlo está la dificultad; pero si consideramos al individuo tal como debe ser, verémos que la curiosidad le es in- herente, y que de ella proviene el deseo 82 GUIA de saber: veremos que oye y mira, y que esencialmente es observador. Auxiliese pues, esta inclinación, sin confundirla con el oficio de la razón, porque enton- ces autorizaríamos una costumbre fuera de tiempo, como la de exigir que los ni- ños raciocinen. ¡ Raciocinar! ¿ Y sobre qué ? Sobre nociones que no tiene toda- vía; porque es evidente que ántes de raciocinar es indispensable tener mate- riales para ello. El cerebro poco de- senvuelto en la infancia para el racioci- nio, lo está, sin embargo, para admirar algunos fenómenos de la naturaleza, que se dejan conocer por medio de los senti- dos. Así, pues, egercítense estos, y se le proporcionarán al niño motivos nume- rosos de observación. He aquí la pri- mera regla de buena crianza, deducida de la misma organización. La naturaleza nos dió la memoria que se desenvuelve con aquella; pero no conviene cargar demasiado la de los DE LAS MADRES. 83 niños, porque su juicio se consolida al mismo tiempo que se fortifica el cerebro, y en la pubertad la imaginación aparece con todo su brillo y valentía. Pero pase- mos á la muger, que es mi asunto princi- pal, y veamos cuál ha de ser la direc- ción que se ha de seguir con ella. 84 GUIA LA EDUCACION DE LAS NIÑAS. Difícil es distinguir á los dos sexos en la niñez: no parece sino que la natura- leza es inútil en sus principios, comen- zando mas tarde á señalar la diferencia que ha de haber entre ellos. Por esto es que hemos hablado indistintamente de uno y otro, guardando la misma in- diferencia natural. Pero á proporción que crecen varía la constitución física y moral de ambos, aun cuando estén cu- biertos con iguales vestimentas. En efec- to, si se considera físicamente, la niña tiene un tejido mas delicado y suave, mas luengos y finos sus cabellos, y por lo común mas blanca la tez. Sus gustos son mas sedentarios, y su organización simpatiza con sus ocupaciones. En vez de juegos bulliciosos se retira á un rin- cón con sus muñecas: las viste, las da DE LAS MADRES. 85 de comer, habla con ellas, y tan pequeña nos ofrece un vivo trasunto de los cuida- dos que mas tarde exijirá de ella la natu- raleza. Tan palpable ha sido siempre esta diferencia, que la Historia nos re- fiere el modo con que Ulíses descubrió á Aquíles disfrazado de muger, al ver la preferencia que dio á las armas, pecu- liares instrumentos del sexo varonil. También son distintas las pasiones, y cualquiera madre observará que es mé- nos afectuoso y tierno un muchacho, que una niña, y por la misma razón mas pre- coces aquellas y de mas docilidad. Su comprensión es mas pronta, y cuando el muchacho aun no piensa en asearse, una niña de su misma edad ya es modista y procura agradar, ocupándose princi- palmente en observar la compostura y los adornos que vió en las otras para imitarlos ella. Pero á medida que crece se hace mas reservada y modesta; porque á pe- 86 GUIA sar de su veleidad pueril, no distingue aun el sentimiento del pudor de su sexo. Es verdad que en unas es mas precoz que en otras; mas sin embargo, se confunde con la razón y el recato, la natural y al- gunas veces reservada charla. Se las ve con mas frecuencia abrir con candor su alma naciente, que no encubrir ni su afecto ni su odio. ¿Cuán diferente es esta confianza de la bronca y grosera franqueza de los muchachos ? A ellas les dió la naturaleza el convencimiento de su debilidad, y así es que cuando cometen alguna falta, saben usar de agradables zalamerías, capaces de des- armar al mas encolerizado padre. Ha- cen cuanto está en su mano para suplir sus pocos años; y la que hasta entonces se llevó bien con sus compañeras, apé- nas llega á la pubertad cuando las mira como rivales, procura incitar nuestro apetito, y son fríamente corteses entre sí. Con la edad crece la reserva y la mo- DE LAS MADRES. 87 destia; y la época tempestuosa de las muchachas es la de la pubertad. Como de esta época depende el resto de los dias de la muger, pasemos á consi- derar su aparición y las precauciones que ántes y después de ella se han de tomar. Nada indica tanto la proximidad de la niña á ser núbil, y las grandes mutaciones que van á hacerse en su constitución física, como sus afecciones morales. Sin embargo, llega con mas ó ménos pronti- tud á la pubertad, y esperimenta sensa- ciones que nunca habia sentido. Antes de esta época aparece su configuración poco contorneada: sus miembros son largos y flacos; los pechos están sumidos, el talle carece de elegancia, y no guarda proporción el desarrollo de las diversas partes esteriores. Los movimientos en general son precipitados y sin objeto; no tienen la brevedad y la gracia que adquieren después : en una palabra, en 88 GUIA todo se reconoce un estado de infancia,, lo mismo que en las afecciones morales é intelectuales. Por esto es que se tras- torna el orden de la naturaleza cuando se pretende que la muchacha impúber tenga sentimientos que todavía no es posible esperimente, puesto que sus ór- ganos no se han desarrollado suficiente- mente. Cuando llega á esta edad siente una metafórfosis tanto mas admirable cuanto mas rápida. ¡ Qué mutación tan súbita ! El cuerpo crece considerablemente: el tejido cutáneo se colorea, y levantado por el celular, que es mas esponjoso, presenta un aspecto muy agradable; el pecho se llena por todas sus partes, y la circulación es mas activa. Inquieta la muchacha y pensativa, no sabe á qué atribuir la turbación que la agita; un templado calor penetra todos sus senti- dos, y se declara, en fin, la erupción menstrual. DE LAS MADRES. 89 Pero como produce variaciones con- siderables en la edad, y según los climas, nos detendrémos un tanto sobre este punto. La educación, el modo de vivir, el género de ocupación y los afectos mo- rales, son otras tantas causas capaces de producir multitud de variaciones en la pubertad de la muger. Generalmente en esta Isla las hijas de padres cubanos arriban á esa edad de los once á los trece años, y las de europeos de doce á quince; pero ni aun esta regla carece de escepcion, pues he visto algunas que han sido púberes á los siete, y en clase de negras á otras que lo han sido á los diez y ocho meses. No se confundan, empero, estas ideas con las que pueden tener algunos médicos á quienes como á mí se les haya proporcionado el exámen de muchachas que han menstruado casi al salir de la infancia, y porque solo en la apariencia se les ha visto arrojar al- guna sangre de la vulva, y se ha tenido 90 GUIA por una menstruación, cuando realmente no es otra cosa mas que una hemorragia irregular, originada de causas muy dife- rentes de las de la pubertad, las cuales se deben considerar como enfermedades. La niña de que he hablado fué examina- da por el profesor de Botánica Dn. Ra- món de la Sagra, y por mí; y aunque tan tierna nada le faltaba para comple- tar la pubertad. La menstruación es mas precoz en las muchachas fuertes, vigorosas, de un temperamento bilioso y sujetas á traba- jos penosos, que en las de una naturale- za sanguínea ó linfática, que viven en la indolencia y la pereza. Ija civilización contribuye mucho á que se adelante ó atrase la menstruación, y es preciso que las madres tengan un cuidado eficaz sobre este particular. La lectura de novelas, la asistencia á los teatros y ter- tulias y comunicación con los hombres, el baile, el hábito de los placeres, la DE LAS MADRES. 91 abundancia de los alimentos y manjares substanciosos, &c. &c. influyen también poderosamente, como así mismo algu- nas circunstancias particulares, inde- pendientes del temperamento y de la constitución física, por ejemplo, las ma- las costumbres que pueden recibir de las negras, lo que deben temer siempre las madres. El médico no puede tener presente todas las circunstancias que causan el marasmo. Es de suma im- portancia, ademas, que las madres vi- gilen sobre unos accidentes tan comu- nes. El roze de los niños con los criados, quizá es el origen de algunas costumbres peligrosas, si se atiende á que estos nacen casi con los vicios, ó los aprenden de sus padres fácilmente, ocasionando su ejemplo males funestos á los que luego serán sus amos. De tanta importancia es este punto, que no debe olvidarse por un momento, per- TOM. I 11 92 GUIA suadiéndose los padres de que nunca cuidarán demasiado la conducta de las jóvenes, porque siendo su imaginación sumamente ligera, reciben las impresio- nes que se les comunica, con una facili- dad admirable. Cuando aparece la menstruación por circunstancias naturales, es precedida de algunos fenómenos. Las mamilas que se han desarrollado rápidamente, se hin- chan: la muchacha esperimenta un peso, tensión y calor en el hipogastrio; arden- tía en las partes sexuales; descaeci- miento general; evacuación mucosa que algunas ocasiones dura muchos meses, que por lo común inmediatamente es seguida de la evacuación de la sangre, con cuya aparición cesan estos fenóme- nos. La escrecion sanguínea por lo regu- lar es escasa, durando dos, tres y cuatro dias, y concluye al cabo de un término mas ó ménos largo. Después de unos DE LAS MADRES. 93 intervalos irregulares se fija en el periodo que debe conservar hasta la época en que naturalmente cesa: el cuerpo se pone mas fuerte y se llena de vellos. También hay variación en lo moral: la niña es mas reservada, está habitual- mente pensativa; y se avergüenza y sus- pira sin dificultad. Sin embargo, estos síntomas no se presentan igualmente en todas: hay al- gunas que apénas los sienten, y sin nin- guna novedad les viene el flujo mens- trual : en otras, al contrario, son mas espresos y acompañados de cefalalgias, tersura de los músculos del cuello, y otros dolores que constituyen una verda- dera enfermedad. En esta época la matriz, que adquiere un grande aumento, es un centro de ac- ción hácia el cual la naturaleza dirije todas las fuerzas de la vida, y aunque privada en la apariencia de sus inhe- rentes propiedades, en vez de ser pasiva. 94 GUIA se la ve repentinamente llevar su sensi- bilidad al mas alto grado de actividad é irritación; por manera que ejerce la influencia mas viva en todo el resto de la economía animal. Cuando la erup- ción es dificultosa puede producir mu- chos males, y estraviarse ó ser reempla- zada por otra evacuación equivalente al periodo de la regla. Efectivamente, puede salir por la nariz, los puntos lacrimales, las encías, la tez, la punta de los dedos, el hom- bligo, &c. Este estravío proviene en parte de la debilidad del órgano mens- trual, ó de la rigidez de la fibra de la matriz, de su escesiva irritabilidad, y al- gunas veces de vicios orgánicos que obli- gan la sangre á salir por otra parte. Todas estas circunstancias se han de examinar con tanto cuidado por las ma- dres de familia, cuanto que por ellas el médico ha de coordinar los medios cu- rativos. Aunque sea un punto doctrinal, 95 DÉ LAS MADRES. es de recordarse siempre al facultativo que debe poner todo su empeño en atraer la menstruación á la matiz en vez de cortar la evacuación estraña, porque pudiera suceder que suprimiendo esta no consiguiera restablecer la otra, y tendríamos el doble inconveniente de supresión por una parte y retención por la otra. Las evacuaciones que pueden reem- plazar á la regla, y que se presentan como ella periódicamente, sin sentirse alteración en la salud, son ó flores blan- cas, ó supuraciones mas ó ménos abun- dantes, escitadas por un vegigatorio, un cauterio ó cualquiera úlcera. En este caso son diferentes los resultados, y no seria prudente abandonar las jóvenes á las perjudiciales consecuencias de seme- jantes evacuaciones, que las reducirían á un estado de debilidad y languidez, ó les ocasionada la muerte. 96 GUIA Suspéndese la menstruación por el vicio orgánico de cualquiera de las par- tes genitales, sin que ninguna otra eva- cuación la supla, y esta es la circunstancia mas grave porque es la mas susceptible de accidentes, y la que exije mas pre- cauciones, á fin de comunicarla al mé- dico que ha de curarla. Me preguntarán las madres cuáles son estas precauciones para facilitar la erupción, y como que la educación está tan enlazada con este punto, revisarémos los medios que puede prestar el estado físico. Ya he dicho que la sensibilidad se exalta, moviliza é inflama en las jóve- nes mucho mas cuando se abandonan á la indolencia, á ménos que no estén do- tadas de una complexión apática y floja, como la de las que son de temperamento linfático y sumamente robustas por su tejido craso y celuloso que apénas pue- den moverse. Las jóvenes tienen el sis- tema nervioso eminentemente irritable, DE LAS MADRES. 97 sobre todo en la pubertad. ¡Cuántas de ellas en ese venturoso tiempo, que al parecer solo promete placeres, en me- dio de los homenages que se les ofrece en todo el universo, sienten entorpeci- mientos nerviosos, se vuelven locas unas veces, otras melancólicas y sistemáticas, hasta el grado de desear la muerte y aun de dársela, tal vez, ántes de probar las sentidísimas penas de un amor enga- ñado ? Las mas prudentes, y por lo mismo, las mas dignas de compasión, caen en una dulce tristeza que las hace desear la paz y soledad de los claustros y el reposo de los desiertos. Sus mejillas se cubren de una lívida palidez; su cuerpo se descolora, entanto que un fuego inte- rior se enciende en sus senos y se asoma por momentos en sus rostros: tan pronto se las ve encendidas como frías y hela- das, y á una viva emoción acompañada de palpitaciones, suceder un descaecí- 98 GUIA miento temible. En este estado de suma delicadeza, la menor palabra de repren- sión pudiera desesperarlas, así como cualquiera espresion de cariño y ternura inflamarlas é inspirarlas una pasión ar- diente y desgraciada. Su genio es en estremo inconstante: lloran, rien, can- tan, se afligen sin motivo : algunas hay que tienen un apetito devorador, y apenas comen cuando se les cierra el esófago espasmódicamente. El útero también esperimenta violentas contrac- ciones y un prurito destemplado, princi- palmente en las que son delgadas, secas, irritables y biliosas: sienten dolores vagos en toda la economía animal, los cuales desaparecen á la erupción de la regla. Hasta esta época todo es desor- denado y estravagante en tan delezna- ble y delicada máquina; pero también es la mas urgente y en la que se debe apar- tar de la joven todo aquello que escite su sensibilidad y fomente sus pasiones. DE LAS MADRES. 99 ¿ Pero cuál es el mejor medio de ale- jar los escesos de la sensibilidad? No hay otro mas eficaz que el ejercicio del cuerpo; porque cuando la agitación es- terna ocupa nuestras facultades, el inte- rior descansa y se serenan las tempes- tades del corazón. El trabajo vigoriza las fibras, reparte igualmente en la eco- nomía el calor y las fuerzas vitales, man- tiene un feliz equilibrio en las funciones corpóreas; aumenta la actividad del sis- tema muscular, disminuyendo la estrema debilidad del aparato nervioso, animán- dose con celeridad la circulación que deja ménos estancación de sangre en las regiones uterina y abdominal; disipa también la inercia en la opilación; au- menta la respiración, y desarrolla las fuerzas de los órganos pulmonares.* * El célebre Roussel que tan bien ha pintado al bello sexo, dice: que el ejercicio rnas compatible 100 GUIA La falta de ejercicio corporal hace muchas ocasiones que las jóvenes tengan tardía la menstruación, obstruyéndose á veces. Por esto se hace muy mal en la Habana con tener encerradas en sus ca- sas á las muchachas, y si salen á paseo es en volante, ostentando sus diges y joyas. ■ De cuánta mas salud gozarian si pasea- con sus gracias seria el baile, si la manera como se usa en el dia no fuera mas capaz de producir males que bienes. Los antiguos que tenian el secreto de convertir en nuestro provecho hasta nuestros mismos placeres, hiciéron de la danza una parte de la gim- nástica ; y aun también la empleaban como un reme- dio en ciertas enfermedades. En varias partes de Europa se usan todavía bailes, principalmente en las aldeas y cortas poblaciones, en los que una sencilla é inocente alegría con el movimiento proporcionado da á la juventud la salud y la robustez, que raras ve- ces se encuentran en las ciudades populosas. Pero cuando estas diversiones no tienen mas objeto que el deleite, dejan de ser á propósito para las miras filan- trópicas del médico. DE LAS MADRES. 101 sen á pie por la mañana temprano ó por la tarde ! ¡ Y cuántas ocultan los males que padecen porque no las obliguen á este género de ejercicio! Pero conclu- yamos este artículo repitiendo á las ma- dres que el mejor modo de conservar la salud de sus hijas es aplicándolas á la labor y al ejercicio diario de á pie. El sexo hermoso peca por demasiado repo- so, particularmente en la Habana, origi- nándole muchos males la indolencia y la pereza. El sueño, que en todas par- tes retarda y entorpece las funciones orgánicas, hace aquí linfática, pálida y débil la complexión de la muger, por la larga oscuridad en que vegeta, por dor- mir muchas personas en una sola pieza, por lo regular húmeda, uniéndose por colmo de desgracia, el grajo de las ne- gras que por fuerza tienen muchas que aspirar. Mas no son estos los únicos puntos que han de considerarse: echemos una 102 GUIA ojeada á lo interior de las casas, y veré- mos á lo que están espuestas las jóvenes. Para desenvolver y fortificar el tempera- mento, es preciso que estas respiren un aire puro, y vivan en un lugar sano, lo mas seco y elevado que se pueda. Es- tas verdades son demasiado conocidas, y sin embargo al entrar en el aposento de una muchacha, aunque sea rica, ve- mos todo lo contrario. Un catre mas ó ménos adornado, que se abre por la noche en un lugar húmedo, y en el que se absorve el aliento y el sudor de otras personas: una porción de esencias y de flores en vasos que esparcen suavísimos olores, de que se originan esas frecuentes jaquecas, es lo que se ve en las piezas donde duermen las muchachas. Pero lo peor de todo es el cerrado continuo de las ventanas, con lo que impiden la cir- culación del aire puro. En este asilo se colocan ademas lámparas que arden toda la noche, y esparcen un aroma anmonia- DE LAS MADRES. 103 cal. Cuando el sol está casi á la mitad de su carrera se levantan perezosamente del lecho, ponen los pies desnudos á la frialdad del suelo para buscar los zapa- tos. Aun no lo he dicho todo; algunas hay que temen de dia esponerse al aire libre, porque están creidas que se mar- chita la tez con el mas leve resplandor: el mas ligero viento las sorprende, pro- viniendo de aquí las supresiones del aliento por no estar acostumbradas á las impresiones de un viento fresco, y tam- bién las fluxiones que en un pecho tan resguardado son casi preludios de la tisis pulmonal. Abandónense, pues, esas costumbres perniciosas, y entréguense las mucha- chas á los egercicios de su edad, con los cuales pueden endurecerse contra la desigualdad de las temperaturas, y go- zar de los bienes mas deliciosos de la naturaleza; porque este es el único me- dio de evitar esa palidez, ese desvelo, TOM. I 12 104 GUIA esa languidez y ese fastidio que tanto temen. No hay necesidad de ocurrir á cosméticos peligrosos, ni á baños, ni á esas lociones olorosas. Siendo bellas de este modo conservarán su hermosura y ganarán con esta mutación. Me abstendré de hablar aquí acerca del tocador, á fin de poder examinar este punto mas adelante con el deteni- miento que merece. Sin embargo, como de paso advertiré que se equivocan las que descuidan su salud por querer lucir demasiado; porque las gracias y encan- tos de la belleza se disipan con las en- fermedades, y las penas que sufren ro- ban su atractivo á la juventud. Tam- bién los vestidos muy ligeros y ajustados demasiado á la cintura, principalmente en las que son gruesas, impiden la libre circulación de la sangre, y causan peligro- sas estancaciones de diversos humores, ó trastornan el orden de la menstruación. Nada causa tanto las flores blancas co- DE LAS MADRES. 105 mo el uso de los zapatos apretados sobre suelos húmedos, como se acos- tumbra aquí; y el estar sin medias la mayor parte del dia hace variar la can- tidad y calidad de la evacuación mens- trual : los tópicos indiscretos, aguas cosméticas, aceites, pomadas, pastas, lo- ciones secretas, &c. cierran la piel y obstruyen la libre circulación por los canales escretorios, ó bien estimulan in- consideradamente la sensibilidad de las diversas partes del cuerpo, y modifican ó desordenan la regularidad de muchas funciones. También se desarregla el apetito con bastante peligro. En muchas familias he visto cometer errores capaces de destruir la salud: pocas muchachas son las que dejan de comer substancias vege- tales, verdes y ácidas, como la ciruela, los tamarindos &c., lo mismo que las sales pimentosas, que escitan el apetito, porque en ellas abundan los estimu- 106 GUIA Jantes, y al fin causan opilaciones, pali- dez y otras enfermedades que sobrevie- nen por satisfacer un antojo tan estrava- gante. El uso del café, que da á la san- gre un placer momentáneo, la estimula de tal manera, que llega á ser una pasión necesaria. De aquí las debilidades del estómago, los temblores espasmódicos, las menstruaciones ó muy precoces, ó muy superabundantes, seguidas de flo- res blancas obstinadas. En este estado se marchitan los atractivos, suceden la palidez y cacoquimia,* los dientes se pierden, y el aliento se hace fétido. Los vegetales crudos causan revoluciones numerosas en las primeras vias, tume- facción del abdomen, y obstrucciones que desordenan las funciones de la vida interior y la menstruación. Pero como yo opino que la coquetería puede ser el * Mala disposición del cuerpo causada por los malos humores. DE LAS MADRES. 107 antídoto de la gula, las madres deben arreglar las comidas de sus hijas, lison- jeándolas con la idea de que la tem- planza conserva la belleza y brillantez del cutis, la angostura del talle y el pri- mor de las facciones. Un aire frió en los brazos ó piernas, las lociones frias en las partes púdicas al tiempo de venir la regla, pueden ocasionar su suspensión, de la cual, como verémos, nacen infini- dad de males. El café en estas circuns- tancias es fácil que produzca un sacu- dimiento muy vivo en el órgano uterino. Pero recordemos también que la vida sedentaria, ociosa é indolente, y en una palabra, las afecciones morales hacen el mismo efecto. Siendo tan necesario á las jóvenes conservar la menstruación en su orden natural, por ser este flujo el regulador de su salud, deben poner sumo cuidado en ayudarla. Esto es tanto mas necesa- 108 GUIA rio, cuanto que la soltería ó la privación de los placeres de la unión de los dos sexos aparta de los órganos uterinos el estímulo que la naturaleza les dio, prin- cipalmente á las personas que se consa- gran á la clausura. El peligro que re- sulta de estas irregularidades menstrua- les, es mucho mas temible en las donce- llas y viudas que llegan á los cuarenta y cinco años al fin del periodo menstrual sin gustar las fruiciones del amor; por- que hay ménos fuerza y energía en el útero, y no puede uno confiar mucho en los recursos de la naturaleza. Obser- vando este método se evitan bastantes enfermedades al sexo, pues que el im- perio del útero es estraordinario en la constitución de la muger. Ahora vea- mos cuáles son los males á que se espo- nen las que no siguen estas reglas de higiene. La natural delicadeza de la econo- mía mugeril hace que llegue á su perfec- 109 DE LAS MADRES. cion ántes que la del hombre. La de este, por el contrario, resiste mucho mas á las enfermedades, aunque le ataquen con mas violencia que á la muger. La joven que tenga una complexión húmeda y blanca, una vida sedentaria, transpira- ción corta y secreciones mas abundantes en su interior que un mancebo, una di- rección general de la sensibilidad al útero, y otras enfermedades de esta es- pecie, está mas espuesta á ellas que una muger casada que se emplea en los que- haceres domésticos y en los cuidados de la maternidad. Si las jóvenes son mas en- fermizas y delicadas, las impresiones de aquel mal son pasageras, ménos profun- das y su peligro no es tan inminente: sus enfermedades son leves é impercep- tibles, que se confunden con la salud, y desaparecen á la mas pequeña mutación física ó moral; y he aquí porqué se dice que el flato es un mal imaginario, un afecto mudable y ligero, que mas con- 110 GUIA siste en la sensibilidad de moda que en la constitución de los órganos. Para figurarse la organización feme- nina egerciendo sus funciones corpora- les, considérese en una constitución dé- bil y sensible el órgano al cual corres- ponden y vienen á parar casi todas las emociones, y que gozando de un au- mento de vida y de actividad, atrae así una superabundancia de sangre, de la que es necesario desembarazarse. De suerte que la menstruación depende de una plétora especial de los vasos uteri- nos, señalada por la respectiva actividad y sensaciones peculiares del útero. Si en la época de la pubertad se presenta la menstruación sin alguna circunstancia particular, hay temor entonces de que se pierda la salud, aunque el flujo sea mas ó ménos abundante, según la complexión de la joven. Síguese luego un hábito ó modo particular en esta especie de es- cresiones, que forma la idiosincrasia. DE LAS MADRES. 111 A ocasiones se detiene la menstruación por obstáculos meramente mecánicos, como por ejemplo, como por una mem- brana lo cual ha de examinar la madre para que si en efecto es así, la mande abrir á un facultativo con el viturí; de cuya operación, fácil y sin peligro, de- pende la salud de las jóvenes, y esta de la menstruación, puesto que estando corrientes las libertan de otras enferme- dades, principalmente de las crónicas; pero nada, por otra parte, es tan desor- denado como semejantes evacuaciones, y nada, por último, atrae á las mugeres mas enfermedades tan complicadas como peligrosas. 112 GUIA AMENORRHEA, O INTERRUPCION DEL FLUJO MENSTRUAL. No es cosa rara que las jóvenes es- perimenten grandes dificultades en el primer flujo de la regla, en atención á las distintas causas que voy á examinar. Siendo su constitución sumamente deli- cada ó débil, apénas tiene la sangre suficiente para sostener su frágil existen- cia. Esta amenorrhea puede provenir, ó de la escasez y defectos en el alimento, ó de una languidez vital original, ó de un desenvolvimiento imperfecto, ocasio- nado por las afecciones crónicas de la in- fancia, por raquitis, ó por fiebres lentas irregulares, acompañadas de temblor. Puede también nacer esta languidez de la ociosidad é indolencia, de que hablé anteriormente, cuya causa es muy fre- cuente en la Habana entre las clases DE LAS MADRES. 113 mas ricas. Unese á esto otro motivo no ménos pernicioso cual es la escitacion ó estímulo precoz en lo moral; pues si es muy activa la sensibilidad en las consti- tuciones tenues y enervadas, por un efecto de la indolencia, de las conversa- ciones mas ó ménos lascivas, de las lec- turas del mismo género, de los espectá- culos lúbricos, pinturas libidinosas &c., se despiertan anticipádamente los órga- nos sexuales é introducen en ellos un fuego totalmente desconocido y nuevo, se irritan espasmódicamente, y sorpren- didos, por decirlo así, de semejante sa- cudimento, léjos de atraer hácia ellos la evacuación natural, su sensibilidad ator- mentada por estas emociones, se esfuer- za á obrar de una manera que la es im- posible. De aquí el istérico, la enerva- ción convulsiva y todos los otros desór- denes de la menstruación. Ademas de esto, el esponerse á un aire húmedo, principalmente en el pe- 114 GUIA riodo de la regla; la desnudez de los brazos y piernas, ó su inmersión en agua fria; los alimentos ácidos, viscosos, trios y crudos; las frutas verdes, y yerbas ; el abuso del vinagre y otros abstringentes; lacticinios; substancias indigestas; car- nes secas; pescado salado; todo esto, digo, puede detener ó desordenar el curso de los menstruos. Agréganse tam- bién los temores y las penas que por lo regular afligen á las muchachas, tanto mas sensibles cuanto mas delicadas. El desvelo escesivo enerva igualmente ó restaña las fuentes de la vida, entorpece sus actos y paraliza sus funciones; porque el terror y las demas pasiones tristes re- concentran al interior del alma todas las facultades. Miéntras mas linfático sea el temperamento de una joven, mas blanco su cútis, su contestura mas fina, la vida mas sedentaria é indolente, y las afecciones mas indiferentes, tanto mas segura y constante será la amenorrhea. DE LAS MADRES. 115 Si la joven que no menstrua esperi- menta dolor ó pesadez en todos sus miembros, dificultad en la respiración, jaqueca, opresión en los costados, y so- focación en la región precordial, con una especie de hinchazón, palpitaciones en el corazón, vértigos, zumbidos en los oidos; en fin, si siente una melancolía profunda, un abatimiento ó postración, acompañados por intervalos de delirio y temblores en la economía animal, fie- bre ardiente ó fria, crispaturas nerviosas, &c., entonces debe acudirse á un facul- tativo. Pero es fuerza decirlo aun á costa de la vergüenza de algunas con quienes no estarán demas las precauciones que tome el médico. Con efecto, la supre- sión de las reglas no tienen sino una causa muy natural y muy cuidadosa- mente disimulada: muchas jóvenes mo- destas y mogigatas, de cuya buena con- ducta nadie sospecharía, acusan á su TOM. I 13 116 GUIA virtud de unos males que las venden, pues al fin no pueden ocultar las culpa- bles consecuencias de su lascivia. ¡ Y cuántos benévolos doctores y pérfidas parteras se esfuerzan en llamar la mens- truación por medio de emenagogos, me- dicamento que provoca á la menstrua- ción y escita abortos peligrosos ! Pero suponiendo que la amenorrhea no pro- ceda de esta causa, proviniendo de otra será fácil curarla. CUBA DE LA AMENORRHEA. Cuando esta enfermedad proviene de debilidad natural en la constitución, se usarán los restaurantes, alimentos nutri- tivos, y estimulantes, con preferencia á emenagogos acres, que ocasionarían pas- mo é irritación en los órganos. Cuando provenga de ociosidad, indolencia ó ayu- nos, ó de una vida retirada como la DE LAS MADRES. 117 del cláustro, acompañada de ascéticas contemplaciones del blando molinismo, úsense alimentos refrigerantes en esceso, como el abuso de la leche y vegetales que las opilan. Nada es mas conveniente que el egercicio y el trabajo al aire libre, procurando fatigar el cuerpo. También son muy provechosos los alimentos sucu- lentos, condimentados, tónicos y subs- tancias animales. Si la amenorrhea depende de pasmo nervioso, causado por irritaciones prematuras, es preciso ocurrir á baños, á temperantes y á una quietud moral, libre de pasiones vivas é inmoderadas. Si la retención de la re- gla proviene de humedad, agua fria, iner- cia de las funciones vitales ó alimentos mal digeridos, se escitará la evacuación referida, con el calor, la actividad y la energía de las facultades. También se puede atraer el flujo menstrual á su pe- riodo acostumbrado, por medio de los vegigatorios volantes en las tablas de 118 GU1A los muslos, ó ventosas, ligaduras en las piernas, baños tibios de medio cuerpo en infusiones aromáticas, medicinas amar- gas estomacales, pociones estimulantes emenagogas ó uterinas, diuréticos ca- lientes y diaforéticos con substancias acres y fétidas: Si la tardanza ó sus- pensión de la regla nace de un trabajo escesivo, de desvelo ó de males físicos y morales, entonces se cura con todo lo que propenda al consuelo y alivio de la naturaleza, como son el descanso y la tranquilidad del cuerpo y del espíritu; pues la repartición saludable de las fuer- zas atraerá necesariamente el flujo. Mu- chas ocasiones un terror que altera in- teriormente la sangre, y una tristeza oculta, han suspendido la menstruación. En este caso deberá ocurrirse á las di- versiones y placeres inocentes, como el baile, el paseo prolongado á pie, los viages al campo que distraen las afec- ciones de pena, y reaniman la circula- DE LAS MADRES. 119 cion de la sangre, principalmente en el órgano uterino. La electricidad también ha producido buenos efectos. He visto á muchas jóvenes pictóricas y vivas ata- cadas de una suspensión súbita, causada por haber tomado una copa de helado al tiempo de la regla, ó por cualquiera otra aplicación de lo frió, ó por un acceso de mal genio ó de miedo. Ademas, la plé- tora cuando es estremada produce en algunas personas espasmo, irritación, de la que resultan frecuentes volutaciones próximas á la menstruación; palpita- ciones del corazón, como si la sangre fluyese en él con sobrada abundancia, sintiéndose como ahogado; zumbidos en los oidos, inflamación en el rostro, y final- mente estravío y delirio, sobre todo es- tando acostada. En este caso pueden restablecerse las reglas con sangrías en los brazos, ó mas bien en los pies, san- guijuelas en la vulva, baños de vapor, pediluvios y todo lo que pueda desalío- 120 GUIA gar los vasos y atraer ]a sangre á la re- gión baja. No es necesario usar drogas violen- tas como el aloe, ni fuertes estimulantes, ni substancias fétidas, que no harían mas que aumentar el espasmo y la irritación. Así es que no conviene sino en los casos ya indicados. Pero supongamos que aplicado el remedio no vuelven las reglas á seguir su curso en cuatro ó cinco meses. En tales circunstancias se agrava el mal, es- poniéndose todas las visceras abdomi- nales ; la joven se entristece y adelgaza, y apénas puede andar: desaparece el lustre de su tez y mejillas; se apaga la viveza de sus miradas, y sus ojos no despiden sino un opaco fuego; su respi- ración es tan penosa como lo son los mas pequeños movimientos de su cuerpo; se enfría este; el curso es corto y fre- cuente; esperimenta latidos de corazón casi continuos, y jaqueca: disgustada de DE LAS MADRES. 121 todo alimento sólido, atormentada por la sed y por las náuseas, un ardor inter- no la devora, al paso que su entorpeci- miento, indolencia é inercia inesplicable, la obligan á abandonar y descuidarlo todo. Algunas veces siente temblores indeterminados y vagos, su orina ya es cristalina, ya turbia. Por la noche espe- rimenta dolores agudos en las piernas, que se hinchan, ó tensión en los hipocon- drios; sufre también sofocaciones: por la mañana amanece con los párpados hinchados y ceñidos de un color lívido ó aplomado. La parte moral se resiente cada vez mas de aquel desorden físi- co : estravagancias, caprichos y mil qui- meras que la incomodan; deseo de la muerte; apetito voraz algunas ocasiones, y vómitos un momento después. Tales son las irregularidades que se observan: en este estado se entumece el bazo y se pone cirroso; el hígado se obstruye mas y mas, y á medida que el cuerpo se enfla- 122 GUIA quece, se vuelve cuartanal la calentura: se sienten dolores agudos en los hipo- condrios ; el estómago cada vez mas es- tragado, no egerce completamente sus funciones; el aliento se pone fétido; las encías se desunen; la piel adquiere un color lívido y obscuro, y por la noche se aparecen en el cuerpo pústulas con dolo- res insufribles. Esta descripción hecha ligeramente en el hombre vivo, se ha presentado muchas veces á mis ojos, y no ha mucho tiempo que murió de lo mismo en la calle de Dragones una jo- ven que todos creyéron que estaba en- ferma del hígado. Así pues es necesa- rio recomendar al bello sexo que tenga cuidado sobre un punto en que por olvi- do puede el médico no hacerle las pre- guntas suficientes. Es muy frecuente en esta ciudad ver que la sangre se dirija principalmente al aparato pulmonal, de lo que provienen las hemoptisis, y después la tisis que DE LAS MADRES. 123 lleva á tantas jóvenes al sepulcro; cuyo caso se me ha presentado muchas veces. Hay otro también muy frecuente, y es cuando la sangre refluye al cerebro, que ocasiona jaquecas, vértigos, zumbidos en el tímpano auricular, dando ocasión á diversos géneros de manías, á la epi- lépsis y tal vez á un ataque apoplético. No hay enfermedad que esté mas acom- pañada de infinitos y prodigiosos sínto- mas. Veamos cuáles son los medios de curarla. A los principios son buenos los que sirven para atraer el flujo menstrual; pero una vez de inveterado el mal, y que se hace como imposible aquella atrac- ción, el matrimonio es el remedio mas feliz. Ademas de los medios que propen- den á llamar la sangre hacia el útero, es precisa la dieta, la que puede tenerse como el principal remedio curativo, co- mo el áncora de la salud, y la que mas 124 GUIA propende al movimiento del cuerpo; porque nada entona tanto las fibras co- mo el egercicio de los miembros al aire libre por la mañana temprano á los rayos del sol, evitando siempre el esceso. Hace algunos meses que una señorita clorótica me consultó sobre lo que otros muchos médicos la habian recetado, después de haber usado inútilmente mu- chísimos remedios. Viendo que era muy grande su apatía la ordené que saliera en volante, recomendando al calesero que anduviera las peores calles; y en efecto, produjo esto el buen resultado que se deseaba, pues al retorno vino con vómitos, arrojando una bilis negra. Habiéndose mejorado aconsejé al padre que la llevase al campo ; lo que no que- ría efectuar en razón de lo intransitable de los caminos, pero insistiendo yo en que la llevase por ser aquella circuns- tancia la que mas la favorecia, partió efectivamente al dia siguiente, y á la DE LAS MADRES. 125 mitad del camino principió á vomitar, sin que por esto se parase la marcha, pues así lo habia yo prevenido. Cuando llegó pidió de comer, y al otro dia se paseó por el campo, según encargué, y que la hiciesen montar á caballo dos ocasiones al dia. A los ocho de esta actividad continua felizmente volvió á menstruar, y con gran satisfacción la vi robusta y gruesa. Este ejemplo nos debe convencer de que nada es tan per- nicioso como el dejarse medicinar, en lo que convendrán conmigo los verdaderos facultativos. ¿ Y qué diré de esos méto- dos nuevos que todos conspiran á la eva- cuación de los humores pecantes y á volver á la sangre sus partes balsámi- cas? ¿De cuántos jarabes y pociones; de cuánto lujo boticaril se ha echado mano para debilitar cada vez mas la economía animal y causarla, al fin, su postración ? 126 GUIA Aunque lleguen á curarse, siempre quedan algunas reliquias peligrosas, hi- jas de las irregularidades del menstruo: entre las cuales se cuentan las flores blancas, el istérico, la melancolía y la hipocondría, cuya descripción y medios curativos espondré brevemente. DE LAS MADRES. 127 FLUJO BLANCO. Esta enfermedad es tan común en las mugeres, que algunos escritores de me- dicina la han considerado como natural en el bello sexo. Después verémos lo que debe juzgarse sobre esto; baste ahora decir que solo la ignorancia pu- diera asegurar otro tanto. Esta enfer- medad la padecen no solo las mugeres sino también las niñas. Creen algunos autores que proviene de la corrupción de las costumbres de nues- tro siglo; mas dejando estas opiniones, y suponiendo que no trato de escribir un tratado completo de medicina, indi- caré solamente las causas heredadas, ó naturales, los accidentes que se siguen á otras enfermedades, ó que las terminan, y las que son críticas. Las causas varían según la especie; si provienen de la cons- TOM. I 14 128 GUIA titucion física, se nota generalmente desde la mas tierna edad de la niña, de- bilidad, palidez y tristeza; las carnes blandas; mal hechas las digestiones, y por total resultado una concentración viciosa de las fuerzas vitales quita en parte la periferia para dirigirse al apa- rato genital. Esta especie es muy fre- cuente y el producto de una multitud de causas. Las que contraen las muchachas desde la infancia, y que llegan á ser cons- titutivas sin ser heredadas, son aun mas comunes en las hijas de padres débiles y pobres, porque viven en habitaciones húmedas, calles estrechas, sucias y lle- nas de emanaciones fétidas, destructoras de todo el sistema de la organización, como lo son la mayor parte de las de la Habana, particularmente las de los sub- urbios. Provienen las flores blancas de cau- sas ocasionales ó accidentales, que es lo mas común, y entonces preceden por DE LAS MADRES. 129 muy poco tiempo á la enfermedad. Se cuentan entre estas la supresión de al- gún humor habitual, de una hemorragia, ó la introducción de substancias dañosas en la economía, las afecciones morales y las irritaciones accidentales. Sin em- bargo, es difícil poder siempre señalar las causas; pues en fuerza del gran nú- mero de observaciones que he hecho, he llegado á descubrir algunas. A veces ha sido por la supresión del sudor de los pies, reemplazado por úlceras; otras ocasiones por la introducción de cuerpos estraños en la vagina; en fin, las seño- ras deben ayudar al médico en sus in- vestigaciones. Con todo, será conveniente decir que las mugeres mas espuestas á tener flores blancas (que llamarémos en ade- lante catarro uterino), son las que se hallan en la edad de la menstruación, las pictóricas de un temperamento lin- fático, de constitución floja y delicada: 130 GUIA las que tienen desordenados sus mens- truos; las que no dan el pecho á sus hijos; en fin las que se dan mala vida. Pero ademas de estas causas hay otras que obran sobre el órgano uterino: tales son la supresión del menstruo, la sarna, empeines, almorranas, corizas,* especto- racion, vómitos, malos partos continuos ó difíciles, el esceso de la Vénus; golpes, caídas sobre el abdomen; el uso muy prolongado de los baños; el hábito de la masturbación; los terrores escesivos ó penas profundas; el uso intempestivo de las aguas minerales de Guanabacoa ú otros ; los emenagogos &c. Todas estas causas son capaces de producir la alteración indicada. Se la re- conoce por síntomas, como son los dolo- res vagos en la región hipogástrica, cona- tos á orinar con frecuencia; prurito mas * Destilación que fluye de la cabeza y se estanca en la nariz. DE LAS MADRES. 131 ó ménos incómodo en la vagina, al cual se sigue el derrame de un fluido mucoso, claro, poco abundante, que varía de co- lor, consistencia y cantidad. Los do- lores descienden hasta las ingles, el in- testino ilion y la parte interna de los muslos y las espaldas. Estos síntomas ó crecen prontamente, ó siguen una mar- cha crónica. Cuando la enfermedad se presenta como un fuerte catarro, entonces lo indi- can los mismos síntomas, pero con mas energía. En efecto, el prurito se au- menta y estiende hasta la matriz; las ga- nas de orinar son mas frecuentes, y al tercero ó cuarto dia el derrame es en mayor cantidad: el ardor de la orina es entonces insoportable, y muchas veces se disminuye el derramamiento: el do- lor del hipogastrio se estiende hasta el intestino ilion y las ingles; y de esta suerte siguen los síntomas hasta el no- veno ó décimo dia, en que se disminuye 132 GUIA su intensidad : la materia toma un color amarillento y se hace espesa; se disipan los ardores de la orina, y mas adelante el flujo llega á ser mas claro, disminu- yéndose á los cuarenta dias. Tal es el curso de la enfermedad nombrada ca- tarro uterino. Si dura mas de este tiem- po, entonces será crónica y muy irregular su marcha. El continuo derrame varía mucho en su cantidad, color y densidad ó espe- sura : hay retención absoluta ó retorno irregular de inflamaciones mas ó ménos limitadas. Son consiguientes á este es- tado el desfallecimiento y palidez: espe- rimentan las pacientes vahídos de estó- mago; lentitud en sus movimientos; la cara abotagada y descolorida: algunas veces se hincha el vientre; el tejido ce- lular de los miembros inferiores se infil- tra y deja la señal del dedo que lo com- prima: el estómago debilitado digiere imperfectamente, y aun sobrevienen los DE LAS MADRES. 133 vómitos. Esta enfermedad alterna con algunas afecciones cutánaes, desórdenes en el estómago, dolores de cabeza, &c. Tiene asimismo, una influencia poderosa en la economía animal, que puede alte- rarla de muchos modos, terminando en fin con la misma indiferencia; y como el útero puede ser dañado, debe tenerse gran cuidado con él. ¿ Cuántas enferme- dades ha ocasionado en esta cuidad la indiferencia con que las mismas muge- res han visto estos flujos? ¿Y cuántos pretendidos médicos han contribuido á este abandono con sus pérfidos é igno- rantes consejos ? Podria citar casos en que la esterilidad ha sido el resultado necesario de las flores blancas. Un sin número de cosas han servido de apoyo á la ignorancia: procurábase curar, y no pudiendo conseguirlo, de todo se ha echado mano, y no se ha temido turbar la paz de las familias. Mas feliz yo que esos mata-sanos, he tenido el consuelo de 134 GUIA ver burladas sus predicciones, curadas y pariendo las mugeres que se creyéron infecundas. Otras señoras, víctimas de la ignorancia, han tenido por una con- secuencia de este derrame, pérdidas de sangre, é indóciles á los remedios de los Esculapios, las han llevado al sepulcro los empíricos. Tampoco se ha temido anunciar cánceres, fungos* &c. y conde- nar á esas infelices por un falso supuesto. Mas por fortuna apeláron de la senten- cia, y gozan hoy de una completa salud. A otras por el contrario, las he encon- trado con scirros, cuando se las decía que era viento caliente. Por eso repito, deben abandonar las mugeres un pudor malentendido cuando ocurren al médico, y por sus respuestas y francas confesio- nes, llamen á esa parte la atención del facultativo. Diariamente veo muchos estragos por las enfermedades del úte- * Escrecencia blanca y esponjosa. DE LAS MADRES. 135 ro, que son mas frecuentes de lo que se cree. Pudiera indicar aquí los síntomas se- gún las variaciones de algunas enferme- dades ; pero al médico toca señalar las diferencias, siendo suficiente decir bre- vemente el modo de curarlas y pre- venirlas. Del régimen de vida debieran sa- carse los medios de evitar las flores blan- cas. Así pues convendría apartar con tiempo á las muchachas de la influencia debilitante de la humedad y el calor reunido; colocarlas en habitaciones sa- nas y ventiladas; fortificarlas por medio de una vida mas activa, y con egercicios convenientes á su edad. Velar mucho sobre las que por sensibilidad esquisita, ó por malos ejemplos, ó por deseos pre- coces, se entregan á peligrosos entrete- nimientos, que las pardas y morenas se apresuran á enseñarlas, y que producen efectos que mantienen una escitacion 136 GUIA. casi permanente. Los principios de una moral pura y conservadora, así como son parte de la buena educación, son también muy á propósito para apartar los hábitos licenciosos, las conversaciones indiscre- tas y obscenas, que fructifican de un mo- do peligroso en las muchachas que al tiempo de la pubertad, buscan toda es- pecie de pábulo á sus sentidos ansiosos de impresiones agradables. A todos estos medios se agregarán otros cuando se vea que la joven está amenazada del mal; como por ejemplo, los tónicos, aguas ferruginosas, cocimientos de gen- ciana, quina, agenjo; los vinos marciales y amargos; las fricciones tónicas; baños frios y de mar; régimen dietético, nu- tritivo y fortificante; evitando al mismo tiempo, los alimentos indigestos; el es- ceso de las frutas, y las humedades, que disminuirán de los suelos con fregarlos á menudo. Tales son los medios que han de emplearse si se quiere evitar aquel DE LAS MADRES. 137 mal; pero cuando ya exista, debe se- guirse el método curativo que seguida- mente indicarémos. Luego que el mal se presenta con síntomas muy vehementes, se ocurrirá al reposo, á bebidas diluentes, baños de medio cuerpo; y si la inflamación es muy viva, y se orina con dificultad, se usarán las sanguijuelas ; baños de vapor; bebi- das emolientes y aciduladas; inyeccio- nes, y fomentos variados según la in- tensidad del mal. Si las flores provienen de una causa particular y conocida, co- mo la supresión del menstruo; almorra- nas ; empeines, retroceso de la gota &c., entonces conviene acelerar los medios curativos, y aplicarlos al lugar que ocu- pa la enfermedad; como v. g. en el caso de supresión del menstruo, sanguijuelas en la vulva, ó en el ano si hay almorra- nas ; vegigatorios en el lugar donde hu- vo empeines, para restablecer las fun- ciones ó las enfermedades habituales, 138 GUIA cuya trastornada marcha es causa de las flores blancas. La constipación es un síntoma que se debe prevenir siempre, y si existe combatirle con lavativas la- xantes. En caso de irritación en la vegiga, se dará á beber cocimientos de linaza, ó de raiz de altea: fomentos de lo mis- mo. Todos estos medios son útiles, sobre todo cuando ha habido aborto; pero no ha de olvidarse promover la transpira- ción y escitarla por medio de los baños. Cuando se ha llegado á este estremo, son tan útiles aquellos, que no dudo asegu- rar se han curado con ellos muchas per- sonas en la Habana. Miéntras dura la irritación, es necesario abstenerse de abstringentes y purgantes activos; pues ha demostrado la esperiencia que su uso entonces es funesto. Tal es el modo de curar esta enfermedad cuando apa- rece repentinamente; mas por lo regu- lar sucede que persisten las flores blan- cas, toman un curso crónico, y entonces DE LAS MADRES. 139 las indicaciones son bien diferentes; por lo que nunca es mas importante que las pacientas descubran al médico las cau- sas primitivas, y en caso de no saberlas, procuren recordarlas examinando su vi- da habitual anterior. También el mé- dico debe tener presente todo lo que pueda convenirlas, porque algunas veces se trata nada ménos que de modificar la economía entera. Conviene, repito, que el médico sepa cuál puede ser la causa de la enferme- dad; pero supongamos que esta haya venido á ser habitual, ó bien que sea hija de una constitución débil, y cuyo tipo no hayan sido las diferentes faces inflamato- rias. Se conoce que usando del régi- men antiflogístico, se relajaría mas el te- jido membranoso; y que convendria bus- car entonces en otras medicinas los re- medios de esta desagradable enfermedad. Para esto seria preciso usar prepara- ciones ferruginosas; tónicos aromáticos, TOM. I 15 140 GUIA estraidos de vegetales como la quina, y aromáticos como el hisopo, salvia, to- rongil, romero, albahaca &c.; las infu- siones amargas de genciana, agenjo, man- zanilla, cardo santo; con cuya propor- cionada mezcla pueden hacerse tinturas acuosas y vinosas. Pero cuando la de- bilidad de las fibras es suma, entonces se dará por gotas el bálsamo del Perú, de Tolú, de Copaiba, y aun de tremen- tina, que aplicada por mí, ha hecho ma- ravillas. He dado también con buen éxito las aguas ferruginosas minerales que vienen del norte de Europa. Al mis- mo tiempo se usará de un medio que ha llegado á ser muy fácil desde que se inventáron las geringas, y que yo he practicado en muchas casas: este es el de las inyecciones, que por su dificultad ha sido bien descuidado, pero que es muy esencial. Por lo común se hacen, y deben hacerse con cocimientos aromá- ticos ligeros. Las fumigaciones aromá- 141 ticas pueden asimismo emplearse últi- mamente. Algunas veces las enfermas se quejan de un afecto de estómago, y en este caso es preciso dirigir la aten- ción hácia el centro de la digestión, y ocurrir á buenos alimentos y al vino viejo conocido por el nombre de estoma- cal. También en ese caso es conveniente el ruibarbo, nuez moscada, yerba buena y píldoras de mirra y fierro. El vino hecho con raiz de sedoaria, de elenio. cálamo aromático; en una palabra, el vino de Offman ha hecho milagros. Los médicos usan de otros remedios como los derivativos, pero ántes de hablar de ellos es preciso que indique el género de inyecciones que conviene. Ademas de los remedios interiores se debe ocur- rir á los esteriores, sobre todo cuando los síntomas de irritación han desapare- cido con lociones é inyecciones. En el caso de que los derrames sean tena- ces, podrán contenerse con agua de DE LAS MADRES. 142 GUIA alumbre, cocimiento de corteza de roble' ó de coco, infusión vinosa de rosas, solución de acetato de plomo ó de sul- fate de zinc con opio. Los remedios derivativos deberán siempre hacerse por el facultativo. Los medios varían: algunos prácticos han usado con suceso los purgantes aplica- dos con prudencia. Su acción debe prolongarse algunas veces á muchas se- manas, y con preferencia se usará del. ruibarbo y del aloe, uniéndolos á los tóni- cos ó variándolos según las circunstan- cias. Suelen recetarse también eméticos; pero no los apruebo en este pais. Otros ocurren á los diaforéticos para disminuir la irritación del útero; y otros á los diu- réticos. También se aplican vegigatorios, ventosas, moxas, frotaciones secas mas ó. ménos estimulantes, según los vapores aromáticos con que se hagan; pero cuan- do se indiquen estos remedios se consul- tará al facultativo para su aplicación. DE LAS MADRES. 143 A tan distintos medicamentos es pre- ciso añadir aun para lograr el mejor éxi- to posible los que dicta la Higiene. Tales son los que hemos referido ha- blando del método preservativo. Solo repetiré aquí que es muy útil varien de aire las que tengan flores blancas, abste- niéndose de bebidas lacticinosas y cáli- das ; con especialidad del café con leche, que se ha reconocido ser el mas apro- pósito para escitar aquella enfermedad y mantenerla. Después de este método que puede aplicarse á la curación de casi todas las flores blancas crónicas, diré algo sobre las modificaciones que debe sufrir según las diversas especies. Cuando la causa de la enfermedad es una irritación local por lo común aguda, debe curarse con los antiflogísti- cos; pero cuando llega á ser crónica, han de usarse (á pesar de todas las teorías) los estimulantes derivativos ó abstrin- 144 GUIA gentes. Si proviene de la dentición? puede abandonarse á ella misma, por- que cesa generalmente con la aparición de los dientes. Mas cuando depende de una gastritis crónica, exige el uso de bebidas gomosas, ligeramente acidula- das y un régimen adecuado. Si proceden de afecciones morales tristes, cesan qui- tando las impresiones vivas que las han originado; y si fuese necesario recurrir á medicamentos, como se hace general- mente, es indispensable considerar su estado agudo ó crónico. La que ha sido producida por alimentos como el cafe con leche, té &c., se curará cesando aquellas causas. Las curas de las flores blancas que provienen de alguna me- tástasis,* ó que han reemplazado evacua- ciones habituales, se conseguirá promo- viendo la enfermedad á su antiguo local. Las que son críticas deben ser respetadas * Es la repentina mutación de la enfermedad de una parte á otra, sea del interior alesterior, ó al contrario» DE LAS MADRES. 145 y aun favorecidas, porque operan una derivación útil, capaz de curar la enfer- medad que siga en su curso, y por con- secuencia prevenir la recaída. Solo en caso de que sean muy continuadas y lar- gas será preciso detenerlas. El método curativo se modificará en razón de las complicaciones que puedan existir. Cuando el útero ó las visceras del bajo vientre sean susceptibles de in- flamaciones, y cuando haya una obstruc- ción dolorosa, es fuerza entonces tener sumo cuidado. Si las mugeras que quie- ren curarse padecen accidentes istéri- cos, es necesario unir los anti espasmó- dicos al método tónico derivativo ú otro. Después de esta afección pasemos á examinar otras que son igualmente con- secuencias de la aberración del méns- truo; pero como existen estas en todas las edadas del sexo, no hablarémos aquí de ellas sino cuando atacan á las jóvenes examinándolas luego mas detenidamente, 146 GUIA ISTERICO DE LAS JOVENES. Aunque las muchachas pueden pa- decer el istérico sin estar opiladas, casi no hay ejemplo de que la opilación carezca de algún síntoma de aquella afección. Proviene esta, unas veces de la su- presión del ménstruo, en cuyo caso puede estar complicada con la opila- ción y desaparecer con ella; y otras de las flores blancas. Lo regular es que provenga de los deseos de casarse, á que las escita el orgasmo de las partes genitales, aun en las mas prudentes y bien constituidas. Cuando se declara se presentan los síntomas siguientes: bostezos, pandicu- laciones, llanto ó risa sin motivo, jaque- ca, orines claros y abundantes, capri- DE LAS MADRES. 147 chos estravagantes, rostro encendido al- gunas veces, y otras pálido, rumores de vientre, en el cual se siente como una especie de bola que sube y estrecha la garganta; dificultad en la respiración; pérdida de sensaciones, de movimientos y aun de la voz; frialdad en el cuerpo hasta el grado de parecer exámine la enferma; por lo cual, y porque este es- tado dura largo tiempo, ha sucedido enterrar á muchas vivas. El acceso istérico viene acompañado muchas oca- siones de tensiones musculares y movi- mientos convulsivos: la enferma retuerce el cuerpo, se da golpes y se despedaza el pecho en medio de su sufrimiento. A esto se sigue estupor ó sueño aparente, hasta que poco á poco vuelve en sí, dan- do sollozos, suspiros y lágrimas. Otras veces esperimentan una salibacion con- tinua, el vientre por lo regular contraido y una tenaz constipación. 148 GUIA La vida sedentaria ó bulliciosa; los alimentos nutritivos; una complexión fuerte y que arde con el fuego de la juventud; la buena mesa animada con el espectáculo del amor; la lectura de novelas lúbricas; pláticas provocativas con el otro sexo, ó juegos que esciten la liviandad; el encierro escesivo &c., he aquí las causas que producen aquella enfermedad. Se entristece una muchacha sin sa- ber porqué; suspira y derrama lágrimas involuntarias; se avergüenza y arde de amor, cuando no piensa en amar; la tez se le pone pálida, y el cuerpo se enfla- quece. Creen terminada las muchachas esta especie de locura, y que están á cubierto de las asechanzas del amor; pero mil ideas voluptuosas vuelven á renovarse sin ser dueñas de sí. En este caso el matrimonio es el único remedio de sus males, á ménos que la naturaleza no venga á su socorro. DE LAS MADRES. 149 De aquí provienen aquellos hábitos desgraciados que hacen la infelicidad de tantas jóvenes, y que nunca las ma- dres pondrán demasiada solicitud en prevenir. Compadezcámonos, pues, de las que se encuentran en semejante situa- ción, cuya mayor desgracia es atraer sobre ellas las picantes zumbas de la burla. Sin embargo, es indudable que no se presentó jamas tan cruda lid á la virtud como contra los furores de la con- cupiscencia. La curación de este mal es mucho mas difícil y ménos efectiva sin los so- corros del matrimonio, aunque en algu- nos casos es ineficaz. Cuando el istérico se aumenta por una constitución débil, nerviosa, eminen- temente irritable, y las pasiones al mis- mo tiempo son tan vivas que pueden es- citar el deseo de placeres vedados, ar- rastrando la juventud al abandono de sus gustos, entonces es preciso que el médico 150 GUIA y la madre se reunan para hacer que la muchacha tome un apego decisivo á cualquiera género de divertimiento. Pue- de ocurrirse á los viages, á los ejerci- cios de á pie, en volante ó á caballo; á las frotaciones, ventosas; á una dieta fortificante que restablezca la calma de las funciones nerviosas y evite los des- órdenes morales. Un aire seco y frió; una vida laboriosa en el campo, si se puede; el apartamiento de todo lo que alimente el fuego de las pasiones; la presencia continua de los padres, y de las amigas prudentes y respetadas; los baños frios, pero no en las épocas mens- truales; todo esto contribuye aun mas que los remedios á restablecer la salud. Sin embargo, al tiempo de los accesos se usarán las substancias fétidas, como lavativas de opio, alcanfor, asafétida &c., y aun de los derivativos como sinapis- mos y vegigatorios. DE LAS MADRES. 151 Cuando el istérico proviene de la suspensión del ménstruo ó del retroceso de las flores blancas, se aplicarán fomen- tos y emenagogos á las partes genitales ; pero con precaución si se teme algún movimiento espasmódico. De esto pro- viene que muchas mugeres no puedan percibir el olor del almizcle, del ámbar y de otras substancias semejantes; en cuyo caso deben sustituirse los olores fétidos. La sangría sirve también para las pictóricas. Cuando el estado de las primeras vias es tal que pueda influir dañosamente en el útero, se aconsejan vomitivos; pero en mi concepto ha de ocurrirse pri- mero á las preparaciones de ruibarbo. Si por el contrario, sienten como dicen ellas, que les sube la madre, ó lo que es mas común, viento caliente, se emplea- rán labativas emenagogas, fumigaciones de la misma naturaleza y fétidas en el órgano genital. T0M. I 16 152 GUIA Pero la mayor dificultad que puede sobrevenir es la reunión de dos cosas casi incompatibles en ciertas personas, como el entonar las fibras y evitar los movimientos espasmódicos. Por esto nuestros remedios llegan á ser inútiles para las jóvenes. No es tan variable su temperamento que lo que hoy es útil, mañana no sirve y aun es peligroso; y por esto también se varía de médicos como se muda de camisas, atrasándose la cura con semejante inconstancia. Es necesario que los padres usen aquí de una confianza ilimitada, y todo lo que deben hacer es consultar; pero cuando el médico ha llegado á conocer la idio- sincrasis de la persona, se debe temer la elección de otro; pues aquel solo será capaz, con la prudencia y perspicacia de su estado, de determinar las variedades que puede sufrir la complexión. Hemos visto las enfermedades á que pueden estar sujetas las jóvenes ántes y DE LAS MADRES. 153 después del ménstruo; y como que las que nos restan que examinar pertenecen al bello sexo en general, después de la pubertad, pasarémos al escrutinio de la muger, y presentarémos después la des- cripción de las enfermedades que ei útero puede traer consigo; puesto que todavía consideraré algo las enfermeda- des especiales de las doncellas. Los mismos males que acabamos de examinar pueden complicarse algunas veces de tal modo que casi sea imposible saber cual es el dominante. Hay jóve- nes que á pesar del restablecimiento de sus reglas; la restitución de sus colores naturales; la desaparición de los sínto- mas y pasmos uterinos, se empeñan en estar enfermas. No digo que lo sean imaginarias, porque hay muchas que se miran contrastadas en sus amores; que enloquecen por terrores religiosos, por deseos estraños ó por fantásticas pasio- nes sobre seres que solo existen en su 154 GUIA imaginación, siendo tal la necesidad de sus corazones, que se pagan y aficionan de quimeras á falta de realidades. AI ménos la casada tiene esposo é hijos á quienes dedicar sus afectos : la doncella empero que envejece en la soltería, es mucho mas digna de compasión que el hombre. Es mas flaca y necesita de mayores fuerzas; por lo cual sus com- bates le acarrean enfermedades sin nú- mero: ya jaquecas tenaces que acaban con vómitos; ya dolores de muelas y re- chinar de dientes que la hacen gritar; ya salibacion súbita y continua; ya dolores de estómago; ya dolores de nervios en los brazos y piernas, que figuran reuma- tismos, ciáticas, gota, &c., y como que la doncella no puede atribuir su enferme- dad al derramamiento de sus lochios * no sabe á qué atenerse, y cuando le dice á su médico: "Dr. cúreme V." no puede * Evacuación después del parto. DE LAS MADRES. 155 este responderla sino con el consejo que dió á una hermosa su espejo: " Tomad pronto un marido : Tal la dice un ansiar no conocido." No hablaré de los endurecimientos scirrosos y aun cánceres que comun- mente salen en el seno ó en el útero de las doncellas de edad, sobre todo al aca- barse las reglas, pues que son por des- gracia compañeros de una virtud estre- madamente acrisolada. Prescindiendo de estos males físicos, la moral también padece cuando se descuidan los precep- tos higiénicos, como sucede á las que viviendo en la molicie y la quietud, se desquitan del goce de los placeres ve- dados, con las delicias de la pereza y la glotonería. Pero me preguntarán algunos ¿á qué atribuir aquel fastidio acompañado de bostezos, de pandiculaciones como se ven en el istérico? ¿De donde provie- 156 GUIA nen aquellos pasmos en todo el cuerpo; aquellos temblores y contracciones con- vulsivas? Y yo les responderé: consul- ten solo á la enferma, y examínese su físico y moral, y se verá que cae en sín- cope; que pierde el sentido, la voz y aun la respiración. ¿Y á qué lo atribuyo? No siendo perteneciente á esta obra se- mejante esplicacion me contentaré con decir que yo lo sé. La cura general de estas afecciones, cuando no pueda seguirlas inmediata- mente el matrimonio, debe establecerse mas bien según las leyes de la higiene, que con medicamentos: todo consiste en fortificar y arreglar las funciones del sis- tema nervioso, y el medio principal cuando no puede deducirse de la natu- raleza, será el trabajo corporal, las dis- tracciones y las diversas agitaciones mo- deradas del espíritu, que reparten de un modo igual las fuerzas vitales en la economía. No bastan las ocupaciones DE LAS MADRES. 157 del espíritu porque el cuerpo tiene tam- bién su imperio aparte. En la violencia de los ataques se recurre á los olores fétidos, á la aplicación de rubefacientes en las estremidades, á las labativas de asafétida, &c. &c. No es suficiente empero la calma de las pasiones y el temperar la constitu- ción : es preciso también dirigir la cura á la contractilidad muscular. Así pues son necesarios la quina, los amargos tó- nicos, y otros corroborantes enérgicos, convinados con los antiespasmódicos. Tales son las enfermedades esencia- les de las doncellas; resultando de todo una verdad que lo es tanto en moral co- mo en medicina, y es que el estado mas feliz para la especie humana; el mas fa- vorable para la salud, y el mas conforme á la razón es aquel en que se obedecen las inspiraciones de la naturaleza, sin abusar de ella bien por defecto ó por es- ceso. Tiene la vida sus leyes y sus límites: 158 GUIA ¿para qué infringirlos? ¿Son acaso,imper* fectos ó vituperables los designios de su sublime autor? Pero al reclamar los de- rechos sagrados y tantas veces descono- cidos de la naturaleza, no pretendo rom- per las trabas de la viríud; porque si la moral desaprueba los vicios y los esce- sos, la parte física también los condena. ; Feliz la doncella que uniendo en un casto himeneo sus mas tiernos afectos, se mira rodeada de sus hijos y de su bulli- ciosa y alegre familia, criada á sus pe- chos y crecida con sus cuidados! La salud y el contento se verán en su rostro hasta en sus últimos años; pues la nece- sidad que tienen otros de ella parece que escita su vida y la inspira nuevas fuerzas. Las personas aisladas suelen esperimentar males funestos que esta- rían distantes de sufrir si pasasen á ser madres: sus afectos mas tiernos harían sin duda mas gratos los momentos de su vida, y las delicias de la succesion con DE LAS MADRES. 159 ios placeres del matrimonio, disiparían acaso.esa especie de inutilidad que les hace quizá corta su existencia. Sigá- mosla empero, cuando llega á aquella época deseada: se acerca tímida, con los ojos bajos al altar de Himeneo, corona- da de flores, pompa y orgullo de su her- mosura; pero también la postrera señal de su libertad. Observémosla en su nue- vo estado en el que la será preciso aban- donar la timidez; porque los oficios ma- ternales exijen valor; en una palabra ya es muger. 160 GUIA DE LA MUGER CASADA. Después que ha contraído la doncella el matrimon io, bien pronto se hace madre, y empieza á sentir las nuevas dificulta- des que tiene que sobrepujar. Con efecto, no bien ha saboreado las delicias del himeneo cuando el ánsia de verse reproducida se le cumple, anunciándose con los innumerables síntomas de la con- cepción, que aunque poco ciertos, es sin embargo necesario enunciarlos. He dicho los síntomas innumerables para demostrar que el charlatanismo des- carado no teme abusar del pudor y de la licencia para asentar su imperio sobre la destrucción de una virtud que sirve de fundamento al que el sexo debe tener. Por esto diré álas habaneras que cuanta ciencia se ostente sobre este punto no DE LAS MADRES. 161 será mas que pura charla, y que solo de algún tiempo á esta parte puede la medi- cina caracterizar de un modo positivo el estado de la concepción. El hombre ansia naturalmente con sus juicios por pene- trar lo venidero: no se contenta con las indicaciones de la naturaleza para ase- gurarse de la existencia del ser que tan- to anhela. Así es que cualquiera que le dice alguna cosa sobrenatural, es bien recibida y admirada. ¿Y no seria mejor dejar al orden físico anunciar su buena ventura y evitarse de los tormentos que le produce la impaciencia? ¿Habrá una cosa mas reprensible que estas ten- tativas, con las que se quiere suplir á to- do, incomodando inútilmente á las mu- geres, que se prestan dóciles á ellas? Desconfiad, desconfiad de semejantes ne- cedades, y de sus embaucadores, y pase- mos á tratar de la concepción. 162 GUIA DE LA CONCEPCION. Dícese que cuando concibe lamuger esperimenta una especie de frió, ó de es- pasmo ligero, y una agradable sensación en los órganos, que permanece por mu- cho tiempo. A este sucede una langui- dez, y algunas veces un sopor invenci- ble. Si creemos á Hipócrates, el brillo de los ojos se apaga; la niña se contrae; las facciones pierden su frescura y se amortiguan. Otras ocasiones, según el mismo autor, las megillas se encienden y están mas animadas, observándose man- chas en algunas mugeres. Pero solo un síntoma conocido desde Demócrito es el único seguro en tales circunstancias, y es la hinchazón de la garganta. A la concepción se sigue la preñez con los síntomas que la denuncian; pero como aquella puede ser equivocada, examina- rémos primero la verdadera, dejando la DE LAS MADRES. 163 otra para el artículo de las afecciones que aparentan el embarazo. SINTOMAS DE LA PREÑEZ. Entre estos hay dos especies: unos llamados racionales, y los otros sensibles. Los síntomas racionales no se encuen- tran en todas las mugeres, ni tampoco en todos los embarazos, y por eso los debe- mos considerar como equivocados. En efecto, una multitud de causas diferentes pueden producirlos, y efectuarse la pre- ñez sin aquellos síntomas. En general la muger en cinta se resiente de cansan- cio y flojedad hacia los órganos genita- les, en términos de producir cólico mu- chas veces. Si está criando, el niño se niega á tomar el pecho, ó lo toma con repugnancia, y bien pronto se quebranta y desfallece. Los pechos aumentan de volúmen, de consistencia y sensibilidad, rodeándoles la aureola un circulo rene- TOM. I 17 164 GUIA grido; el pezón se brota, naciendo de aquí el desenvolvimiento de un nuevo atractivo en algunas jóvenes. La mens- truación se suprime, presentándose en seguida achaques muy irregulares por provenir del útero y de su simpatía con los demas órganos. Los examinarémos sucesivamente principiando por la di- gestión. El estómago es el que se resiente mas pronto y mas intensamente, por su unión simpática, tan íntima con el útero. Se han visto mugeres vomitar desde el momento de la concepción, repugnando los alimentos del reino animal. General- mente hay inapetencia: muchas veces se irritan las glándulas de la boca, de tal modo que producen una abundancia de esputos. En algunas se presentan nauseas, dolores de muelas, de estómago, y antojos estravagantes: otras esperi- mentan sed ardiente, y una sensación fogosa en la garganta que se estiende DE LAS MADRES. 165 hasta el estómago; y muchas ocasiones el apetito es tanto que llega á la canina. He visto en algunas mugeres presentarse la respiración y circulación con muta- ciones estradas, como lo observé en una, que en cuatro embarazos que tuvo las palpitaciones del corazón figuraban un aneurisma. La voz suele enronquecerse, sin volver á su estado natural hasta des- pués del parto; perdiéndose á veces, como lo he presenciado. En general desde el principio del embarazo las mu- geres enflaquecen, aunque muchas, por el contrario, engordan. La influencia de los síntomas llegará tales términos que se altera la temperatura del cútis; y si creemos á algunos autores, se han visto mugeres ponerse amarillas, y lo que es mas, ennegrecerse. Entre otras hablan de una señora de distinción que de un color rosado pasó á trigueño desde el principio de la preñez, hasta quedarse, por último, enteramente negra. Conven- 166 GUIA go en que este hecho tiene aire de para- doja; pero el autor es digno de toda fe y confianza. Todos estos fenómenos desaparecen por lo común al tercero ó cuarto mes, sucediéndoles un grande apetito, acompañado de digestiones prontas y fáciles, tumefacción de los pechos; suspensión delménstruo; creci- miento del vientre; brotacion del hom- bligo, &c. Hablando, pues, de cada uno de estos síntomas, verémos hasta que grado se debe confiar de ellos. ESTADO DE EOS PECHOS. Verdad es que este síntoma acompa- ñado de otros puede ayudar al diagnós- tico; pero también se presentará muchas veces sin concepción: puede ser el re- sultado de la supresión del menstruo, y ser falible esta supresión que se mira como el signo mas seguro. ¡ Cuántas ve- ces lo he visto en familias de la Habana,, DE LAS MADRES. 167 sin ningún resultado! No cabe duda, y debemos confesar que cuando aquel se presenta en una muger que jamas ha pa- decido semejante supresión, entonces es una de las señales mas inequívocas. No faltan, por otra parte, anomalías en sen- tido inverso, pues que muchas mugeres continúan menstruando, sin embargo de estar embarazadas. No obstante, he visto una muger sin menstruar cinco años, y concebir fuera de la edad. Mu- chos autores hay que presentan obser- vaciones de mugeres que jamas rnens- truáron hasta el instante de la preñez: Baudeloque, por lo ménos, así lo refiere; mas lo que sí es cierto es que mugeres hay que menstrual! en los primeros me- ses del embarazo, de lo cual he presen- ciado varios casos en la Habana. ¿ Y qué dirémos del crecimiento del vientre? Verdaderamente en esta ciudad es en donde se podría hacer una serie de observaciones contra ese síntoma. Pero 168 GUIA como generalmente sea interesante para las mugeres saber y aprovecharse de él, no estará fuera de orden darlas á cono- cer aquella especie de tumefacción que coincide con el embarazo. Cuando la muger se halla en cinta, el vientre se baja por su parte inferior al segundo mes. Inmediato al púbis* se es- perimenta tensión y resistencia, y bien presto se forma un tumor proeminente que se aumenta por grados, haciendo que el vientre se hinche en igual pro- gresión, de la parte inferior á la superior. Los lados disminuyen entonces, al paso que se levanta por el medio; aunque no siempre sucede así como haré ver en artículo separado, cuando trate de la preñez aparente, y de cómo todo esto nos puede inducir á error. Con razón se da mas crédito á las mutaciones del hombligo: tan luego como el bajo vien- tre principia á hincharse, aparece aquel * Empeine. DE LAS MADRES. 169 ménos sumido y mas echado á fuera; lle- gando á nivelarse con los tegumentos hacia el tercero ó cuarto mes; y se au- menta algunas veces su proeminencia á tal punto que llega á tener dos ó tres dedos de largo. Verdad es que puede atribuirse esto al ascitis,* lo que es muy raro, porque entonces los signos de la enfermedad son distintos. Con todo, estos síntomas no son muy seguros ni infalibles. No obstante, con la reunión de ellos puede conocerse mas ó ménos exacta- mente el estado de la muger, pudiendo también servir el pulso para aquel fin; pero que solo los médicos, y aun no to- dos, saben apreciar, pues las modifica- ciones que existen son tan grandes, que aun cuando no proviniesen de la altera- ción del útero ó de otras lesiones de la economía, es difícil comprender esta parte, á ménos que no se tenga una prác- tica consumada. Todavía hay otras se- * Hidropesía. 170 GUIA nales que dependen de la situación del útero; pero estas no pueden ser conside- radas en su justo valor sino por hombres que tengan los conocimientos necesarios, adquiridos únicamente con la práctica. Por esto aconsejo á las habaneras que no se pongan en manos del primero que lle- gue ; pues suelen acabar con su salud y con su vida. Pasemos á los signos característicos ó ciertos de la preñez. A primera vista parecerá esta cuestión agena de mi obra; porque las señoras no conocen su orga- nización ; pero como es mi intento liber- tarlas de las ignorantes operaciones de los charlatanes, creo de mi deber decir- les cuales son las verdaderas señales del embarazo. SIGNOS CARACTERISTICOS DE LA PREÑEZ. No pueden estos considerarse como tales sino cuando indican el producto de DE LAS MADRES. 171 la concepción, que son muy pocos. De- penden del feto, que con sus movimien- tos anuncia su existencia, y se reconoce con la ayuda del Hethoscope. Mr. Kergaradec es el autor de esta operación, aplicando la auscultación de Mr. Laennec á la preñez. Con este ins- trumento pueden adquirirse resultados positivos; pero acompañados siempre de la práctica. No es indiferente tampoco que las señoras sepan que el modo de reconocer consiste en las pulsaciones que provienen de la contracción del feto, y que nunca se fijan en un lugar, sino en diferentes y por lo común apartados. Con esto podrán evitarse equivocaciones, y al mismo tiempo ser la medicina el arte consolador del sexo, evitando con un auxilio las incertidum- bres cuyas consecuencias son tan fu- nestas. Con la ayuda de este medio se obtie- nen datos seguros sobre el número de 172 GUIA fetos que puede contenerla matriz; pues cuando haya dos, por ejemplo, se senti- rán pulsaciones en dos parages muy dis- tantes; pero es fuerza convenir en que cuando los fetos están colocados uno de- lante del otro, puede haber error. Respecto á las enfermedades del sexo en la preñez, que por sí no es en- fermedad, dirémos algo para que las se- ñoras estén al cabo de ellas. Lo mas común es que el dolor del preñado sea local, sin determinar casi ningún síntoma de alteración concomitante; mas tam- bién es cierto que este mismo dolor in- fluye en las funciones de tal manera, que las altera y desnaturaliza. Al sentirse el dolor del embarazo se observa que desaparecen las enfermedades, y no es estraño ver recetar el matrimonio y la preñez á las mugeres, como medios cu- rativos. Sin embargo, no corre todos sus pe- riodos el embarazo sin inconvenientes: DE LAS MADRES. 173 ántes bien los accidentes que pueden complicarlo son tan comunes y desagra- dables, que no debo dejar en silencio los principales. Comunmente la causa de ellos proviene de una vida sedenta- ria, del hábito del lujo, de pesadumbres, de la influencia de las pasiones; del mal uso de las facultades intelectuales: de una organización delicada, y aun muchas veces del sistema sanguíneo, lin- fático ó nervioso. Recorreremos las principales afecciones, dejando al médi- co las que provengan de un vicio de conformación en los órganos genitales. VOMITOS, SALIVACION CONTINUA Y NAUSEAS. He dicho antes que la concepcioif'se anuncia algunas veces por medio de es- tos tres síntomas, los cuales pueden con- tinuar, haciéndose sumamente incómodos y producir al cabo una verdadera enfer- medad. Cesan estos síntomas á los tres 174 GUIA ó cuatro meses; pero pueden seguir hasta el momento del parto. Por lo regular sobrevienen de mañana, mezclados de un fluido viscoso: otras ocasiones en el discurso del dia, ocasionando entonces provocaciones en los alimentos. Este síntoma ha llegado á ser tan agudo, que no ha consentido al estómago líquidos ni sólidos de ningún género, y aun á recha- zar el agua de azúcar en cucharadas. Y ha habido casos en que, por el contrario, los alimentos han permanecido sirviendo de calmantes. Hay circunstancias en que los vómi- tos podrian atribuirse á la preñez; pues por lo común dependen de alguna enfer- medad; y en este caso la equivocación es peligrosa. En otros sucederá que provengan de la misma preñez, y un médico descuidado ó poco inteligente supondrá esto una gastritis; aplicará sanguijuelas, y de este modo desacredi- tará una doctrina que nada tiene que 175 DE LAS MADRES. ver con la ignorancia medical. La coi> tínua salibacion también es muy incó- moda; y por estos dos accidentes, es decir, vómitos y salibacion, puede verse reducido el sexo á un estremo de debi- lidad y de flaqueza: bien que por otra parte la naturaleza le suministra un grado de fuerza moral que impide funes- tas consecuencias. Para remediar estos males, las indica- ciones de su curación deben sacarse de la naturaleza de las causas; por manera que si provienen de la aglomeración del flujo de la sangre hacia el útero, el fa- cultativo procurará disminuirlo. En la apariencia convendría mas un régimen calmante, humectante, de substancias fáciles de digerir, y sobre alimentos lí- quidos. ¡ Pero cuántas escepciones se presentan! Unas no pueden soportar los líquidos, y adoptan los sólidos: otras desechan los mas ligeros alimentos; pero en todo caso conviene mas tomar alguno T0M. I 18 176 GUIA que dejarlos de tomar absolutamente. Por lo regular en mi práctica he ocurri- do á las sangrías, á los baños de medio cuerpo, y aun á los generales. Sobre todo, el primer medio es muy conve- niente para las mugeres pictóricas y de ménstruos abundantes, con signos de congestión local. Para que sea exacta la indicación que algunas veces se ob- serva en la complicación del estómago, son escelentes las sanguijuelas aplica- das en él. Es verdad que en esta Isla se ha abusado de ellas, lo que se debe á la ignorancia de los que no saben or- denarlas; pero ¡cuántas veces he visto que oportunamente usadas, han produ- cido el éxito mas feliz, principalmente cuando ha habido señales de inflama- ción! Por lo demas convengo en que es muy raro que las sanguijuelas quiten los vómitos. Observé en Alemania y en Suiza una costumbre que adoptándola aquí en los DE LAS MADRES. 177 esclavos y los pobres, me ha producido felices resultados: tal es la aplicación de una ventosa sajada después de la co- mida, conviniendo tanto ponerse un em- plasto de triaca ó una cataplasma rocia- da con láudano. Cuando estos remedios no prueban, se tomará un poco de vino de España ú otro generoso, que aunque opuestos á los anteriores remedios, pro- ducen un éxito favorable. En mi propia casa he curado naúseas insoportables con algunas gotas de láudano, y si no reclamo la aprobación de los prácticos, invocaré al ménos la de las señoras, y les preguntaré las veces que se han cu- rado con este remedio. ¿Y qué dirémos del Eter, del agua destilada de yerba buena, del agua de Eesettz, de la raiz de colombo, &c.? ¿Qué diré, repito, viendo que las recaidas son algunas ve- ces periódicas? Yo mismo he suministra- do con buen éxito á una señora de esta ciudad algunos granos de sulfate de qui- 178 GUIA nina, estendidos en un vehículo sufi- ciente. Pero á pesar de estos remedios, me he visto muchas veces forzado á per- manecer como un simple espectador, y emplear solo la medicina moral ó de consuelo, contándome por muy feliz cuando conseguía hacer tolerables los padecimientos; y moderando su activi- dad, que es lo único que muchas ocasio- nes hay que practicar; porque cuando los vómitos son muy repetidos, he notado que sobrevienen movimientos convulsi- vos. No hablaré de los vomitivos que imprudentemente se aconsejan, y que solo pueden aplicarse en caso de estar sucio el estómago, y entonces del estado de la enfermedad se deducirá el método curativo. En cuanto á la saíibacion, es fácil hacerla cesar, ó á lo ménos mode- rarla teniéndose entre la boca un pedazo de azúcar candi ó goma arábiga. DE LAS MADRES. 179 COSTIPACION. La costipacion es otro achaque que casi siempre acompaña á la preñez, con especialidad en sus últimos periodos. Siendo estremado este síntoma ocasiona eruptos, hace penosa la digestión y cau- sa agitaciones é insonmio. Los esfuerzos y pujos que ocasiona el estado de con- creción de los materiales fecales, produ- cen muchas veces hemorragias uterinas y aun abortos; proviniendo de aquí tam- bién tumores hemorraigales en el orifi- cio, llegando su volúmen á ser de tal ta- maño que pueden salir por este lugar. Por esto es urgente remediar esta dispo- sición contranatural, teniéndose un cui- dado esquisito con el uso de los drásti- cos* por que es muy peligroso. Se con- seguirá la cura con un régimen humec- tante compuesto de yerbas, frutas coci- * Purgantes. 180 GUIA das, y sobre todo con caldo de pollo casi implóme, unas pocas de verdolagas, acederas y lechugas, cocidas todas en cuatro vasos de agua hasta que se re- duzcan á tres, añadiéndole después de haberlo colado una onza de cremor de tártaro. Yo ademas de esto empleo labativas oleosas y emolientes, y lo que es mejor, supositorios, luego que el in- testino se ha humedecido bien con las labativas. Cuando es tenaz, ocurro á un purgante ligero como el agua de Sed- litz : y si á pesar de todo esto no saliesen las materias fecales, deberá llamarse á un cirujano para evitar accidentes, á fin de que con una especie de cuchara es- traiga aquellas, pues que sin esta pre- caución resultarían del endurecimiento desgraciadas consecuencias. Así suce- dió á una señora inglesa, citada por Van- Swieten, que después de un parto feliz y fácil, al noveno dia esperimento un do- lor obtuso y pujo que la ocasionáron es- DE LAS MADRES. 181 fuerzos, cuyo resultado fué la espulsion de una masa tan enorme como la cabeza de un niño. ALMORRANAS. Solo no reflexionando ha podido creerse que la causa de las almorranas en las mugeres preñadas provenia de la misma disposición que las que oca- sionan las varices.* Acabamos de ver que nacen aquellas de la costipacion, y esto es tan cierto, que la una no existe casi nunca sin las otras, sin embargo de padecerse estas con anterioridad, y que no hayan sido el efecto de cualquiera otra causa. Existiendo con anticipación, no cabe duda que la cabeza del feto las irrita por la presión: se inflaman mas con la permanencia prolongada de las materias fecales, creciéndose y aumen- * Hinchazones de las venas de las piernas. 182 GUIA tándose el dolor; y he aquí por qué al- gunas veces es inútil y aun imprudente curarlas durante la preñez. Varios autores muy recomendables citan casos en que de su curación se han seguido resultados funestos, y sobre todo por la aplicación de repercusivos como la nieve. Todo lo que debe hacerse es disipar los dolores de la inflamación. La primera indicación para esto es disipar la costipacion después de calmarla con medios baños, unturas y cataplasmas emolientes y anodinas. Cuando la enfer- medad continúa con la misma intensidad, entonces es preciso llamar á un facultati- vo para que reconozca si la hinchazón es tan fuerte que exija una sangría, la cual en caso de necesitarse se dará en el brazo. Se ha aconsejado también la aplicación de las sanguijuelas; pero creo que debe hacerse con precaución alre- dedor de las almorranas solamente, y no encima de los tumores; por que podrían DE LAS MADRES. 183 ocasionar aborto á ciertas mugeres. Con todo, rara vez este remedio hace desa- parecer completamente todos los sínto- mas, aun cuando alivie la enfermedad. Examinemos ahora un síntoma que no se ha atendido siempre en la Habana, y que ha causado numerosos y tristes resultados tanto en las madres como en las hijas. Cuando digo en las madres, es hablando moralmente, porque en el instante en que esperan gozar de la vista del nuevo ser, lo ven desaparecer sin una razón aparente; en cuyo número puede ponerse una de las primeras fa- milias de la Habana. La escesiva ro- bustez ó la plétora, tan frecuente aquí, ha sido mirada en Europa como una de las cosas mas favorables á la disposición enfermiza en las mugeres preñadas. En tantas familias como visito en esta ciu- dad he notado que léjos de mirarla co- mo desfavorable, la consideran con in- diferencia. 184 GUIA Sé que algunos médicos se escanda- lizarán y me dirán que esta idea es muy ráncia; que los médicos mas sabios la han combatido, y que en vez de propa- garla procuran destruirla. No ignoro nada de esto; pero responderé que el esceso en todo es perjudicial. Efectivamente convengo en que aque- lla idea estaba muy esparcida en el vul- go de Europa; pero la opuesta, reina tiránicamente en la Habana; tanto que si un facultativo tiene la desgracia de ordenar una sangría, parece que manda la muerte: de manera que cuando el caso la exije se encuentra una oposición tan invencible que solo la esperiencia puede ilustrar esta materia. Léjos de mí querer generalizar esta costumbre, que por otra parte confieso seria peligrosa; pero convengamos en que se presenta- rán muchas circunstancias en que ella pueda salvar la vida á infinitas madres é hijos. ¿Y se podrá negar que ese estado DE LAS MADRES. 185 de robustez es algunas veces tal, que la muger se mira amenazada de graves ac- cidentes, y que es de toda necesidad re- mediarla ó por lo ménos modificarla? Veamos si las causas de este mal no nos dan un pleno convencimiento. ¿En qué mugeres se encuentra? Precisamente en las que no hacen ejercicio. Es de tanta importancia este punto que tratamos, que me es indispensable dedicar un artículo para probar cuán admirable es que con la inacción que aquí se vive no sucedan mil accidentes funestos. Pero se me pre- guntará cuáles son las señales de este estado pictórico, para que si todavía no está bastante conocido, no obstante ser tan común, se pueda enseñar á cono- cerlo. Las señales ordinarias son la pleni- tud y dureza del pulso, la pesadez de la cabeza con disposición al sueño, y vérti- gos cuando el cuerpo está inclinado; una sensación como de hincharse los 186 GUIA miembros, y que entorpece sus movi- mientos ; hemorragias ligeras por la na- riz ; dolor con hinchazón en las encías; todo á los seis ó siete meses del emba- razo, que es cuando se manifiestan aque- llas señales; aunque las he visto desde los primeros meses en este pais, sin ser peligrosas por algún tiempo. En ade- lante es cuando se presentan las hemor- ragias, que son terribles si se verifican por el útero. El método que debe seguirse es, ade- mas de la sangría, el uso de un ejercicio regular, un régimen dietético, y bebidas refrigerantes. Algunas veces bastan es- tos medios; pero cuando no son suficien- tes, es menester ocurrir á la sangría del brazo. No puede determinarse el tiem- po: se practicará en cualquiera época, cuando la necesidad haga las indicacio- nes. Por lo que hace á la cantidad de sangre que deba sacarse, el facultativo señalará la que crea suficiente para evi- DE LAS MADRES. 187 tar la plétora; teniendo cuidado que no sea tanta la estraccion que cause des- caecimiento ó debilidad. En general deben ser poco abundantes, porque lo contrario es esponerlas al aborto. Des- pués de la sangría es preciso guardar reposo cuatro ó seis dias, para evitar in- convenientes. Ya que hemos hablado de la plétora, examinarémos otros sínto- mas que pueden seguirla, y que general- mente se reconocen por una causa inme- diata de ella; es decir las hemorragias. HEMORRAGIAS. La que se efectúa por la nariz se llama epistacxis, que por lo común es de poca importancia; pero las del útero son mas temibles, no considerando por tales el derramamiento que sucede du- rante tres ó cuatro meses en muchas mugeres; pues que entonces no seria aquel mas que una irregularidad, sin TOM. I 19 188 GUIA consecuencias la mayor parte de su du- ración. De lo que hablo es muy diverso, y se hace de un modo oculto ó aparente. Trataré pues, de este último, toda la vez que el primero no se manifiesta sino es con el aborto. Es aparente con los siguientes carac- téres : color encendido en el rostro; ca- lor, tensión y dolor mas ó ménos vivo en la región lumbar, peso fatigoso en las in- gles ; aumento de volúmen y dolor en los pechos ; circulación precipitada ó lenta de la sangre fluida y roja algunas veces, y otras coagulada y negrusca. Esta pér- dida se suspende algunas ocasiones por horas y aun por dias para volver á apa- recer; precediendo por lo regular á su retorno unos cuajarones, cuya espulsion es dolorosa á medida de sus tamaños. La muger en este caso esperimenta dis- plicencia, palidez, pulso débil, ojos os- curecidos y síncopes mas ó ménos fre- cuentes. La pérdida de sangre se anun- DE LAS MADRES. 189 cia algunas ocasiones súbitamente y sin causa conocida: al principio es poco abundante; reproduciéndose después con frecuencia. Por lo general es mas copiosa en la recaída, y dura mas tiem- po. A cada contracción del útero se renueva la hemorragia; pero sin dolores agudos. Sin embargo es preciso consi- derarla como un accidente funesto y grave; aumentándose su peligro á medi- da que la preñez se adelanta. Confieso que es muy raro que sea mortal en los primeros tres meses, en cuyo tiempo ge- neralmente puede contenerse aquella; pero convengamos también en que exis- tiendo en los tres últimos, corren gran riesgo tanto la madre como el hijo. No obstante, las hemorrágias no han de mi- rarse siempre como accidentes desagra- dables, cualquiera que sea la época, pues pudiera citar numerosos ejemplos que probasen lo contrario. Generalmente hablando, debe temerse un mal parto, 190 GUIA por la intensidad de la hemorragia en la constitución débil de una enferma. ¿ Y qué dirémos de aquellas desgraciadas que toman abortivos para encubrir su debilidad ? ... Puede decirse que en ella misma consiste su espiacion. Para prevenir estas hemorrágias, na- da es tan eficaz como la sangría. Ocúr- rase también á todo lo que pueda templar las pasiones; evitando los sacudimientos fuertes; alimentos estimulantes, y las be- bidas aromáticas y espirituosas. Al de- clararse la enfermedad, debe ponerse la paciente en una habitación lo mas espa- ciosa y fresca que se pueda; pero res- guardada de la ventilación, léjos de todo ruido, y sobre todo colocada en una ca- ma ó catre en posición orizontal: las ca- deras estarán poco mas elevadas que el tronco; las piernas medio dobladas, y todo el cuerpo ligeramente cubierto. Se pondrá á dieta de sólidos y líquidos, se- gún lo requiera su estado; dándosela re- DE LAS MADRES. 191 frigerantes y abstringentes, y con espe- cialidad bebidas aciduladas. En caso de haber susceptibilidad nerviosa, se to- marán aquellas con opio, evitando todo esfuerzo, de cualquier naturaleza, aun los que exijan la orina y las materias fe- cales; facilitándose la salida de estas con labativas. Para impedir el derrama- miento de la sangre, se empaparán pa- ños en agua fria acidulada, y se pondrán en el bajo vientre, en los muslos y en las partes genitales, renovándolos cada me- dia hora. A enfermas de esta clase he aplicado la nieve, obteniendo felices re- sultados. Algunos se sirven de inyec- ciones abstringentes, que en nada son buenas. Otros usan el tapón, que solo es útil cuando se trata de evitar el abor- to. Pero conseguida la detención de la sangre, entonces es necesario un absolu- to reposo y la posición orizontal lo mas inmutable que se pueda. Parece que es inútil hablar sobre la dieta que ha de 192 GUIA observarse en los placeres del amor, y de los ejercicios fatigosos como el baile, &c. Por último, cuando el derramamien- to no se contiene, es forzoso terminar el parto para que no se debilite la muger; bastando para este fin ensanchar con los dedos el orificio uterino, y hacer friccio- nes en el bajo vientre, rompiendo las membranas: todo esto es preferible á esas operaciones que diariamente se ven, y de las que son víctimas las infeli- ces jóvenes. En todo caso, si la pérdida de sangre es tal que cause inquietud por la vida de la muger, no hay otro recurso que cerrar el cuello de la matriz y el conducto genital con un paño fino é hilas empapadas en un licor stíptico.* LA DIARREA. Este síntoma se presenta con frecuen- cia cuya causa puede ser la preñez, en * Astringente. 193 DE LAS MADRES. razón de la fluxión que ocasiona en los intestinos, y por las evacuaciones que siendo demasiado copiosas degeneran en diarreas. En los primeros meses pro- viene de las relaciones simpáticas entre el órgano uterino y la masa intestinal; pero mas tarde nace de las digestiones difíciles, cuyo resultado es paralizar las funciones intestinales. No se crea que titulo diarrea á dos ó tres evacuaciones: yo hablo de las que son considerables y frecuentes; de aquellas que pueden cau- sar el aborto, sobre todo cuando vienen acompañadas de pujos, de conatos al vaso, y de esfuerzos inútiles. Esta afección se conoce por los sín- tomas siguientes: en los primeros meses hay evacuaciones repetidas, con serosi- dad y olor. No se sabe á qué atribuir- las entonces; porque el pulso es natural, permanece el apetito, y la lengua no pre- senta síntoma alguno de irritación gás- trica; y por esto se contempla como ino- 194 GUIA cente, cediendo con facilidad á un régi- men calmante. Cuando por el contrario viene acompañada de retortijones de estómago y dolores en el bajo vientre, es muy provechosa el agua de arroz y de goma endulzada y labativas de tuna. Cuando se presenta en los meses ma- yores es mas importante, variando tam- bién sus caractéres. En efecto, hay ce- falalgia; la lengua se pone blancuzca y limosa; hay revolución ó movimiento en el bajo vientre por la acumulación de los gases; sensibilidad estrema en esta re- gión, y notable fetidez de las evacua- ciones. Cuando llegan á un grado su- perior son mas temibles, y aun pueden causar los mayores desórdenes. Para evitarlos es preciso contenerlas por me- dio de las variaciones del régimen ; es decir, disminuyendo la cantidad y cali- dad de alimentos: por ejemplo, si el que se tomaba anteriormente era compuesto de substancias animales, en el caso indi- DE LAS MADRES. 195 cado se tomarán de vegetales. Si no se habia hecho ejercicio, deberá practicar- se. Si no era sano el aire que aspiraba, se buscará una atmósfera mas pura : y si con estos medios nada se adelanta, se empleará caldo de pollo, purgantes de magnesia y de crémor de tártaro. Desa- parecidos los síntomas, es muy útil una infusión acuosa y fria, de colombo y de cortezas de naranjas, repartida en cu- charadas por la mañana, al mediodía y á la noche. ODONTALGIA. Así titula la nomenclatura médica al dolor de muelas y dientes, que es otro síntoma que se presenta generalmente. Tengo hechas muchas observaciones so- bre este particular, y dos ó tres de ellas en los momentos de la concepción. Por lo regular se presenta aquel síntoma á los tres ó cuatro meses, y entonces dura 196 GUIA hasta el fin de la preñez, mientras que por el contrario cede á los tres ó cuatro cuando se siente al tiempo de la concep - ción. Sin embargo hay sus escepciones : algunas veces es poco vehemente y de pequeña importancia; mas cuando se presenta con toda la fuerza de los sínto- mas, como lo he observado en una seño- ra, en este caso merece toda considera- ción y cuidado. Con efecto el dolor es tan agudo que desvela y debilita, y en una constitución delicada puede temerse una alteración en los órganos digestivos, lo que seria funestísimo. Estos dolores de muelas no son siem- pre de una misma naturaleza: unas ve- ces son nerviosos ; otras dependen de la plétora, ó del mal estado del estómago; de una fiebre intermitente que se tendrá por catarro; otras ocasiones provienen del desarreglo de una afección reumáti- ca, y lo que es mas frecuente, de la carie ó picadura de una ó muchas muelas. Si DE LAS MADRES. 197 se manifiesta desde el momento de la concepción, su naturaleza es nerviosa y simpática. Si la persona es fuerte se indicará la sangría, siendo muy vehe- mente el dolor. Si es nerviosa, se recur- rirá á los anti-espasmódicos y narcóticos. Si los dolores continúan sin estar pica- das las muelas, pero las encías se hallan hinchadas y rojas, la sangría será un buen específico y casi el único que pueda emplearse, aunque sea sobre ellas ó so- bre el arca dental, pues produce un ali- vio súbito. Las sanguijuelas aplicadas del mismo modo lo producen también. Cuando ha precedido el catarro, ios dolores son ménos vivos y la hinchazón de las encías es edematosa. Entonces se occurrirá á las fricciones con substancias aromáticas un poco irritantes para au- mentar la acción de las glándulas sali- bales. Se han empleado felizmente las frotaciones detras de la oreja con el lini- mento de Gondret. Si el dolor de mué- 198 GUIA las se complica con una irritación gás- trica; la dieta un tanto severa, y una sangría local ejecutada con ventosas en la región del bajo vientre ó del estómago, es un remedio admirable. Si proviene de reumatismo anterior, se usarán emo- lientes y narcóticos en la boca, y vegiga- torios pequeños, ó fricciones con el lini- mento de Gondret, en el sitio del dolor. Cuando nace de la carie ó picadura de las muelas, entonces se estraerán estas. Esta operación se teme aquí general- mente en las mugeres embarazadas; pe- ro no hay fundamento para semejante temor; pues que solo es peligrosa en las personas débiles y nerviosas, á quie- nes ocasionarla accidentes capaces de producir el aborto, como lo he visto en algunas á quienes se les han seguido síncopes y convulsiones. Durante el embarazo es prudente no recurrir sino á medios paliativos, y contentarse con amortiguar el dolor con ligeros narcóti- DE LAS MADRES. 199 eos, colocando un grano de opio dentro del hueco de la picadura. También he aplicado con buen éxito las tinturas al- cohólicas como de clavo de olor y de canela. HINCHAZON DE LAS VENAS. Este es otro accidente que no he ob- servado con mucha frecuencia en las se ñoras de la Habana, y sí en las negras. Aparece por lo común á los ocho ó nueve meses, regularmente en la saphina, es decir, en las estremidades inferiores; podiendo, sin embargo nacer desde las partes genitales. Algunas veces no afec- ciona mas que un lado; pero por lo co- mún ataca á los dos. Este accidente causa muy poca incomodidad, cesando por lo regular después del parto, aunque por la estrema dilatación pueden perder las venas su elasticidad y no entrar en su curso ordinario. He vis*o muchas T0M. I 20 200 GUIA ocasiones reventarse y causar hemorra- gias considerables. Para precaver la escesiva dilatación de las venas es preciso hacer acostar á la enferma orizontalmente de uno ú otro lado, con las piernas dobladas. Cuando llega al esceso la hinchazón de las venas, se las comprimirá con un bendage ó con una faja bien ligada. La rotura de las venas en las partes genitales se precave durante el parto, oprimiéndolas ó empujándolas con los dedos. Para las de las piernas es muy conveniente servirse de unos calzones ó medias que se pondrán por la mañana al salir de la cama. Si se rompiesen las de las partes genitales y causasen he- morragia, se aplicará un pedazo de es- ponja empapada en un licor stíptico. Si las de las estremidades fuesen las rotas, se verá primero si se contiene el desan- gre con la compresión, y de lo contrario, se llamará un cirujano para ligarlas. DE LAS MADRES. 201 HINCHAZON DE TODO EL MIEMBRO. Por fortuna este síntoma que lo pa- decen casi todas las mugeres, es de poca importancia. Sin embargo, puede ser peligroso algunas veces, y esponer la salud del niño, como cuando se estiende á las partes genitales. Por lo común desaparece después del parto; pero puede ser tan escesivo que impida el movimiento. Es de dos caractéres, cau- sados por la plétora, por la atonía ó debilidad. La primera se presenta súbitamente y ataca á las mugeres fuertes y robustas, observándose entonces un aspecto in- flamatorio en el color, un dolor corto sin que permanezca la impresión del dedo; el pulso es lleno y fuerte, el rostro ani- mado; en una palabra, todo anuncia la plétora. No sucede esto al que causa la ato- nía: le padecen las mugeres debilitadas 202 GUIA por muchos partos. El dolor no es cir- cunscripto, pues se estiende á otras par- tes; la hinchazón es floja y de un blanco amarillento, y algunas veces brillante: por la noche se aumenta y conserva la impresión del dedo; y por la mañana es ménos. Ya se deja conocer que los remedios han de ser diversos, según el carácter de aquel síntoma; pero generalmente no merece atención, y se disipa después del parto. Sin embargo, cuando adquieren mucha intensidad producen accidentes que deben conocerse, siendo uno de ellos impedir el parto. Si es pictórico, la sangría es el mejor remedio. Son muy buenos también los purgantes suaves y las tisanas dieuréti- cas; mucho mas cuando no hay plétora. Se administrarán estos remedios estando la paciente en un completo reposo y pos- tura orizontal; mas si se temiese la sofo- cación, será mejor que se mantenga le- DE LAS MADRES. 203 vantada. Cuando la infiltración sea ligera, se ordenará el régimen tónico y las fricciones secas. Si sigue el mal, se ocurrirá á los dieuréticos y á las prepa- raciones ferruginosas; aplicando panos empapados de decociones aromáticas y un bendage en la hinchazón. Si se hace mas considerable, y se temen las grietas de la piel, se llamará un cirujano-médico para que facilite la salida del fluido; porque los del pais han observado ser mejor este medio que el de dejarlo á sus propios esfuerzos. Si la enferma estu- viese en el campo, donde no es fácil hallar el facultativo á la hora que se ne- cesita, se hará por sí misma ligeras esca- rificaciones con una lanceta, en los pies y piernas; y si las partes genitales son el lugar de la infiltración, se pondrá un vejigatorio en los muslos. Este medio es preferible á escarificaciones, porque no se ha de olvidar que aquellas partes tan útiles en los trabajos del parto pue- 204 GUIA den perder con aquel motivo la agilidad tan necesaria. No son estas todas las alteraciones á que está sujeto el bello sexo, por lo que continuarémos nuestro exámen. A mas de la hinchazón referida, el vientre pue- de adquirir un grande desenvolvimiento. HINCHAZON DEL VIENTRE. Las paredes ó contornos del vientre están formadas de dos costados. En el medio se halla una línea que los médicos anatómicos llaman blanca. Las paredes pueden estenderse algunas veces de modo que las fibras aponeuróticas de la línea, se estiren, adelgazen, debiliten, cedan y al fin se separen de suerte que dejen sentir intervalos al lado de la línea misma donde se encuentran los músculos nombrados rectos. Las visceras también suelen enredarse y salirse en estas sepa- raciones. En este caso es cuando de- DE LAS MADRES. 205 berán usarse aquellos ceñidores elásti- cos nuevamente inventados, y que ya he aplicado á muchas señoras; porque sos- tienen el vientre perfectamente é impi- den aquella separación. Entonces debe igualmente la muger abstenerse de salir embarazada y evitar los trabajos que exijan esfuerzos escesivos. Las grietas son unas ligeras roturas de la piel. Las personas que las pade- cen, sienten una especie de tirantez fuer- temente estendida en las paredes del vientre. Con el tiempo el cútis se pone lustroso, se rompe y forma las grietas, mas ó ménos profundas, dando salida á una serosidad sanguinolenta. Por fortu- na este accidente es muy raro, pero fati- ga mucho á las que lo padecen. El modo de calmar sus dolores es darse baños de medio cuerpo, y fomentos emolientes mucilaginosos. Tambien"puede servirse del cerato; pero teniendo cuidado que sea del mas fresco porque de otra suerte 206 GUIA produciría algún mal. Lo mejor es darse unciones de crema fresca. Pasemos ahora al exámen de las de- mas enfermedades. La vejiga, que se halla pegada á la matriz, presenta tam- bién alteraciones, quizá de mayor inco- modidad que las que hemos examinado, y entre otras la retención de orina, de la que hablarémos, y la cual ha de curarse lo mas pronto posible, lo mismo que to- das las enfermedades que dependan de la vejiga. RETENCION DE ORINA. Esta enfermedad puede provenir de várias causas, y los síntomas varían se- gún la naturaleza de cada una de ellas; y lo mismo se observará en la indicación curativa. Si depende de las situaciones que puede tomar la matriz, se presenta por lo regular en los primeros meses de la preñez, y desaparece en los últimos. DE LAS MADRES. 207 También en este caso procede del mis- mo desarrollo de la matriz, que arrastra la vejiga en los diferentes movimientos que suele recibir, como son su caida ó inclinación hácia adelante ó atras. En los últimos meses del embarazo se ven mueres cuyo abdomen y útero descan- san sobre los muslos en forma de bolsa, y entonces no podrá correr la orina. Las almorranas son otra causa de retención, cuando se desenvuelven por la fuerza que el útero ejerce sobre las venas y los vasos sanguíneos. Esta dilatación vas- cular puede estenderse hasta el cuello de la vejiga, é impedir la salida de los orines. Según se deja conocer de sus mismas causas, la retención es súbita ó gradual. Cuando es gradual, la dilatación de la vejiga puede llegar á un alto grado, pasan- do del hombligo: los accidentes marchan con lentitud; los dolores aunque conti- nuos no son agudos, ni aumentan su ve- 208 GUIA hemencia sino á medida que crece la dilatación. Entonces es cuando se ven los movimientos convulsivos y seguirse el aborto en fuerza de la coirritacion uterina, y cuando se deben dar prontos socorros si se quieren evitar grandes estragos. La retención súbita se manifiesta por el modo de presentarse los síntomas: los dolores, lo mismo que las convul- siones. son repentinos con esceso. En vez de la calma, de síntomas, se nota el aparato mas espantoso: el vientre se es- tira y se pone duro, resistiendo al tacto; la vejiga en consecuencia de la inflama- ción, puede romperse y ocasionar el aborto y la muerte. En tales casos se ha de procurar el alivio de la enferma, ocurriendo á los medios del arte, reduci- dos á promover la orina; pudiendo el médico aconsejar á la pacienta se intro- duzca uno ó dos dedos en la vagina para levantar la vejiga. Este modo de opo- DE LAS MADRES. 209 nerse á la presión de la matriz, es bueno en los primeros mesos del embarazo; por si se conoce que la enfermedad pro- cede de la oblicuidad anterior del útero, se ceñirá una faja ancha para sostener los lados del abdomen, que fácilmente ceden al impulso del útero. Si llegan á ser insuficientes estos medios, se llamará á un cirujano para que introduzca una sonda. Algunas ocasiones no puede practicarse esta operación á causa de la sensible sensación y del dolor que se esperimenta; y en tal estado el médico debe saber que una y otro dependen de la inflamación del cuello de la vejiga; de haberse variado la dirección del ca- nal de la urétera de los tubérculos emor- roidales; de una piedra en la orina, y aun de la cabeza del niño. Todas estas circunstancias ha de reconocer el médi- co si tiene la práctica necesaria. Sin embargo es bueno que se sepa la con- ducta que ha de seguir en cualquier caso. 210 GUIA Así pues, cuando hay inflamación en el cuerpo y cuello de la vejiga, deben prac- ticarse las sangrías; pero con anteriori- dad las sanguijuelas, los baños y los fo- mentos emolientes. Después que se haya disminuido la inflamación con estos re- medios, se usará de la sonda. Si la cria- tura es la que impide la introducción de esta, se facilitará introduciendo dos de- dos en la vagina. Si las almorranas fué- ren la causa, se cuidara de aplicar algu- nas sanguijuelas en el ano ántes de ope- rar é introducir la pacienta en el baño. Es inútil decir que si alguna piedra im- pidiese el catetrismo, será necesario es- traerla con pinzas, ó rechazarla hácia la vejiga. Acontece á ocasiones en vez de re- tención salirse involuntariamente la ori- na. Esta incomodidad es mas desagra- dable que peligrosa, presentándose por lo regular en los últimos meses y cesa con el parto. Consíguese su diminución DE LAS MADRES. 211 con un vendage que sujete el bajo vien- tre; permaneciendo la muger enuna pos- tura orizontal lo mejor que sea posible. Ademas de estos dos síntomas se presenta otro que depende del órgano orinario, cuya emisión se efectúa con dificultad y dolor. Los facultativos le nombran estrangurria; y se cura con fo- mentos emolientes en el bajo vientre; baños, inyecciones y bebidas calmantes. Cuando el dolor depende de la piedra, se siente ántes de la preñez, que deberá advertirse al médico para que introduzca la sonda. Tales son los accidentes que pueden provenir de la vejiga; pero como las anomalías de la enfermedad son nume- rosas y tan varias cuanto son los indivi- duos que las sufren, revisarémos breve- mente las que pueden proceder del aparato de la respiración que sentirá fuertemente la influencia de la preñez; TOM. I 21 212 GUIA porque con efecto se ven mugeres que tienen un aliento dificultoso y esputos de sangre. DIFICULTAD DE RESPIRAR. Esta afección se presenta de ordina- rio en los últimos meses de la preñez; encontrándose sobre todo en las muge- res pequeñas y pictóricas. En este caso procede de la acción del bajo vientre sobre el pecho, y para mayor desgracia tienen mala conformación de este; por lo que el peligro se hace eminente, y mucho mayor si hay alguna enfermedad de corazón ó pulmonal. La sangría es el único remedio, unida á la posición vertical, que se hará por medio de las almohadas; un régimen calmante y humectante; dieta; vesti- menta floja que no comprima el abdomen y el tórax, y mantenga libre el vientre. DE LAS MADRES. 213 TOS. Este síntoma se presenta en los últi- mos meses del embarazo, y también al principio. En el primer caso puede proceder de la compresión de la matriz en los vasos abdominales, ocasionando una especie de irritación en los pulmo- nes, que viene á ser el lugar de una con- gestión, cuya plenitud de pulso, dolores vivos de cabeza, que se aumentan al mas leve ejercicio; insomnio; encendimien- to del rostro, sangre por la nariz y aun por la boca, algunas veces proviene de vientos que aumentan la opresión ute- rina, estorbando las funciones de la res- piración. En tales circunstancias se es- perimenta disgusto, amargor en la boca y difícil digestión.-En el segundo caso hay simpatía entre el útero y los pulmo- nes; y entonces la tos es de irritación, seca, sin esputos ni dificultad digestiva, sin durar mucho tiempo.-No hay que 214 GUIA confundir este accidente con aquel que procede de una mutación repentina de temperatura, que se llama catarro, que suele venir acompañado de reuma de la nariz, de enrojecimiento, dolor de gar- ganta, fiebre, y salibacion abundante que aumenta su consistencia según va madu- rándose. Cúrase la tos nerviosa, ó á lo ménos se alivia, con los antiespasmódicos, los pediluvios y el régimen; pero en caso de que los síntomas fuesen muy vehe- mentes, será útil emplear una corta sangría y los narcóticos en pequeña cantidad. Si la tos depende de plétora, la san- gría es el remedio mas eficaz, ocurrién- dose después al régimen y á las labati- vas; mas si á pesar de esto quedase alguna tos, se tomarán purgantes ligeros. DE LAS MADRES. 215 ESPUTOS DE SANGRE O EMOPTISIS. Por lo regular este accidente es una consecuencia de lo que acabamos de examinar. Lo padecen las personas pic- tóricas; cuya emoptisis viene siempre acompañada de sus síntomas anteriores y posteriores; es decir, de tos y dificul- tad de respirar. Los esputos pueden ser mas ó ménos abundantes; pero sue- len aumentarse hasta el punto de ser considerables; sobre todo en los últimos meses, que es cuando es inminente el peligro por la proximidad á la tisis; y cuyo estado exije la abstinencia mas ri- gorosa de los placeres de Vénus. Ocioso es decir que el peligro es mucho mayor si la tos existía ántes de la preñez. Con- viene también ocurrir á la sangría ó san- guijuelas, según el estado de la enferma. Se usarán los calmantes, con particulari- dad los opiados. Ademas de estos me- dios, es preciso recomendar un silencio 216 GUIA absoluto, frescura en el aposento y régi- men en los alimentos de fácil digestión. Al médico pertenece la dirección de la cura que ha de ser escrupulosa y exacta. Aquí es bueno advertir al público desconfíe de esos pretendidos sabios que se oponen á la sangría por especulación, y cuya moralidad y ciencia consiste en engañar al vulgo. Lo que he dicho án- tes puede aplicarse á la tisis, cuando existe; pero al facultativo corresponde saber dirigir los medicamentos, que han de variarse según su indicación. El ce- rebro, en fin, siente también la influen- cia simpática del útero, hasta el grado de alterarlo de diferentes modos. CEFALALGIA O DOLOR DE CABEZA. Preséntase este síntoma en las per- sonas débiles, delicadas y de una estre- ñía sensibilidad nerviosa. Tambien puede manifestarse en las que son pictóricas; DE LAS MADRES. 217 pero entonces procede de irritación. Pa- ra remediar este mal se ocurrirá á baños y purgantes ligeros; mas si es originado de plétora, á la sangría; modificando el régimen alimenticio, que en semejante caso es una de sus causas principales. Con efecto, se nota que las mugeres que siguen un régimen muy suculento, en los últimos meses de la preñez acaban por quejarse de dolores de cabeza, que cuando se inclinan son seguidos de des- vanecimientos; de encendimiento de ros- tro, elevación de pulso, calor en la piel, y si no se curan es muy fácil el aborto. Los síntomas que se presentan en la cefalalgia nerviosa son diferentes: apa- recen en los primeros dias de la preñez, y se disminuyen en los últimos meses: tienen sus intervalos, y se reproducen por lo regular en periodos fijos del dia. Cuando proceden de los órganos digesti- vos, se anuncian por el desgano, la amar- gura de la boca, y lo empañado de la 218 GUIA lengua; y en tales circunstancias se fija el dolor en la frente, apareciendo des- pués de la comida, para lo cual es muy útil un purgante ligero. También se ve con frecuencia que las mugeres en cinta padecen dolores en diferentes partes, como en los costados, ingles, piernas, &c. Los de los costados pueden aparecer desde los primeros momentos de la concepción; pero lo mas común es á los tres ó cuatro meses. Pa- ra remediarlos se ocurrirá á la sangría si la persona es pictórica; pero en caso contrario se emplearán los baños y las labativas, cuando ha habido estado ner- vioso. Luego que la matriz por su aumento llega á comprimir los nervios crurales, se esperimenta el dolor de los muslos, que aun impide el caminar. El mejor remedio que hay para esto es el reposo y la posición orizontal: ocúrráse también á frotaciones en los muslos y en la pier- DE LAS MADRES. 219 na adolorida; pero al cabo todo esto no es mas que un paliativo. Habiendo examinado las enfermeda- des que pueden resultar de la preñez, tratarémos del modo de precaverlas ó disminuirlas; cuales han de ser las me- didas preventivas que han de tomarse, y cual el método saludable que han de observar las mugeres en la preñez para evitar aquellos padecimientos. HIGIENE DE LA MUGER PREÑADA. Para tratar esta materia con toda la eficacia posible, no me contentaré con manifestar aquellos métodos consignados en los libros; porque es necesario re- flexionar que ninguno de los autores que han escrito en Europa, ha señalado in- dicaciones propias y aplicables á este pais. Observemos la diferencia del cli- ma y las costumbres, y veamos si se pa- recen en algo. Para hacer este cálculo 220 GUIA con exactitud, seria necesario dar una idea del modo de vivir de los moradores de esta Isla; mas como me he propuesto hablar de este asunto en un artículo se- parado, allí se podrá ver lo que digo so- bre el particular. Como no he tenido otra guia que mi razón, he recurrido á mis observaciones para justificarme. Así pues, y habiendo ya dado una idea de las enfermedades, no recalcaré mas sobre sus apariciones y curas. No he hecho mas que indi- carlas con el fin de hacer mas llevaderas las penalidades de la preñez. Para proceder con exactitud, comen- zaré á hablar de las estaciones y los grados atmosféricos en que estamos co- locados. A primera vista parecerá que el aire tiene muy poca influencia en la preñez; y como no tenemos aquí las marcadas variaciones de Europa, se creerá que reina una igualdad en la tem- peratura. Sin embargo, es indudable DE LAS MADRES. 221 que las mutaciones que hay aquí no son indiferentes. Obsérvense sino los mo- vimientos de la electricidad y se verá cuando truena que aquel sacudimiento no es inútil ni insignificante; y seria pre- ciso carecer enteramente de conocimien- tos fisiológicos y físicos para creerlo así. ¿Qué dirémos del estado lluvioso en de- terminados meses? ¿Acaso la humedad puede ser saludable de ningún modo ? ¿Por ventura se habrá olvidado esto á la observación médica? ¿No son en ese tiempo mas frecuentes los abortos? ¿El trueno, en fin, con su estampido no ha causado muchos malos partos? El aire que ha de respirar la muger embarazada, ha de ser puro y libre de los escesos de la humedad y del calor. Cuando truene, se cerrarán las puertas y ventanas para evitar la vista de la caida del rayo: no se espondrá á la lluvia, y en una palabra se evitarán las influencias atmosféricas. 222 GUIA Visto lo que el aire puede influir en la preñez, pasemos al modo de alimen- tarse. Es tan necesario como natural que la digestión sea ligera, para cuyo efecto es preciso que los alimentos cor- respondan á aquel fin, y que las mugeres desde luego le tomen en corta cantidad; porque como el flujo menstrual casi en todas ellas se suprime, claro está que permaneciendo aquella sangre en el cuerpo, contribuye á aumentar la robus- tez; y si la ingestión alimenticia es gran- de, se declarará fácilmente la plétora, presentándose con mas frecuencia en- tonces los accidentes que dependen de ella.-Para esto será bueno que las mu- geres robustas empiecen por los vegeta- les desde los primeros dias del embara- zo ; pues como el estómago se halla lle- no, es prudente comer poco y á menudo para evitar los vómitos.-En general pa- rece que la naturaleza indica á la muger lo que ha de hacer sobre este punto, y DE LAS MADRES. 223 siempre que lo que pida no esté fuera de los gustos naturales, el médico está en el caso de respetar sus apetitos, prin- cipalmente si la costumbre contribuye á ellos. No quiero decir con esto que se las obedezca ciegamente, antes bien aconsejo que se hagan las modificacio- nes según se indican. Por otra parte, las mugeres deben pedir solamente lo que las haga provecho, y no lo que pue- da hacerlas daño; y cuanto se ha dicho respecto de los alimentos, puede apli- carse á las bebidas. Sin embargo, se observa que algunas mugeres prefieren las alcohólicas, tan perjudiciales, sobre todo cuando tienen mucho espíritu por- que aumentan la escitacion que trae con- sigo la preñez. Lo mismo digo de los condimentos demasiado acres é irritan- tes, que con tanto esceso se usan en la Habana. Otro tanto puede decirse de los helados, que por desgracia se han in- troducido como objeto de lujo, y genera- TOM. I 22 224 GUIA lizádose mas de lo regular, se ha hecho esta bebida una de las causas principa- les de la destrucción del bello sexo. Es verdad que algunas pueden tomar el helado, pero es cuando se le receta co- mo medicina; contrayéndome solo al abuso que de él hacen muchas señoras, sin reflexionar en que después de la in- troducion de esa substancia eterogénea, son mas frecuentes las inflamaciones; y se oye decir á cado paso: fulana ha muer- to de inflamación de vientre; mas no se dice la causa, por temor de que los padres las prohíban de tomar una bebida tan grata al paladar. Aquí podria decirse á las habaneras : usad, pero no abuséis. Pasemos ahora á hablar sobre los vestidos. Desde por la mañana tempra- no convendría que las señoras se pusie- sen un corsé, especie de adorno al que no se acostumbran sino bien tarde. Digo tarde porque es muy diferente que una niña se haya habituado desde pequeña DE LAS MADRES. 225 á ponérselo; porque entonces la incomo- didad y el peligro son menores. Anti- guamente se dejaba al abandono de la naturaleza estos graciosos atractivos que adornaban con tanto donaire al bello sexo. Verdad es que entonces no se co- nocía la ventaja de conservar la hermo- sura; pero ahora por el contrario, el arte ayuda á conservar intactos los adornos de la belleza; mas también hace disminuir la salud, con peligro de detener la circu- lación y el aliento, transformando un ob- jeto tan útil á la perfección de las formas, en un instrumento peligroso de muerte. El bello sexo de la Habana conservará sus gracias sin necesidad del corsé; pero ya que se sabe con él hacer sus atracti- vos mas escitantes, les diré en un artículo separado la manera de ponérselo. Que las habaneras usen de adornos honestos que no choquen á la vista, y que sopor- ten con facilidad sin obstruir la respira- ción, luciendo así su garbo y gallardía. 226 GUIA nada es mas regular; pero digno de re- prensión en las que estando en cinta se fajan con tanta fuerza como si no lo es- tuvieran. Si es bello el estado de madre para sus ojos, no lo hagan de este modo nulo; contrayendo ademas enfermedades que las destruyen. Semejantes reflexio- nes no solo se dirijen al corsé, sino tam- bién á los túnicos muy ajustados, que oprimen los pulmones y el abdomen, im- piden el crecimiento de los pechos y mucho mas la respiración. También es- torban el desenvolvimiento de la matriz, cuya ascensión al abdomen podria mo- tivar un trastorno en este órgano. Des- dichadamente algunas jóvenes culpables procuran ocultar sus faltas con el auxilio del corsé; pues que encuentran el cas- tigo en su indiscreción, y si salvan su vergüenza, no por eso se libertan de las enfermedades, como necesaria conse- cuencia de aquel. Por eso la muger em- barazada ha de conformarse con un lige- ro corsé, sin ballena, ó corpiño. 227 DE LAS MADRES. También los vestidos y ligaduras que comprimen los miembros circulares, son muy dañosos al curso de los líquidos. Cúbranse ligeramente los pechos para no esponerse á la intemperie, mantenien- do abrigadas las estremidades para evi- tar el mismo inconveniente. Las habita- ciones son por sí húmedas, y después con los aparatos que se usan y el descui- do de andar sin medias, es esponerse á resfriados. A la verdad, causa repug- nancia ver esta parte del cuerpo de las preciosas habaneras sin aquel adorno que la civilización y la decencia han ordenado. No hay duda que esto prue- ba el poco artificio en las costumbres; pero igualmente lo es por una especie de abandono que se debe corregir. Así pues, los accidentes tan repetidos que se presentan en las señoras, provienen en gran parte de la influencia del corsé, adorno tan peligrosísimo en la preñez, cuanto útil si se usa con moderación. 22 * 228 GU1A Examinemos otro punto de no ménos importancia cual es el ejercicio. Si nos hallásemos en Europa, se entendería que hablábamos del de á pie. ¿ Pero cómo tratarémos de esto á las habaneras que no pueden hacerlo por el rigor del cli- ma ? Acaso se me dirá que la costumbre no ha establecido este uso, y que la poca policía de las calles es la causa princi- pal. A esto yo contestaría que saliendo de la ciudad respirarian un aire mas sano, evitándose en cierto modo aque- llos inconvenientes. Si supieran las ha- baneras lo que aprovecha el ejercicio de á pie al aire libre, estoy cierto de que abandonarían una costumbre que los ce- los únicamente pueden hacer continuar. Con este ejercicio la muger embarazada se liberta de muchas enfermedades, y aun se cura de algunas; pero como no podemos hablar de esta clase de ejerci- cio, visto que á pesar de mis esfuerzos, no he conseguido que se practique, vea- DE LAS MADRES. 229 mos al ménos el que las señoras pueden hacer; en una palabra, el de la volante y algunas veces el del baile. Cualquiera que reflexione sobre el estado de la calles de la Habana, se ad- mirará de ver que unamuger tenga valor para pasearse entre el fango y los char- cos que se forman en ellas á la mas pe- queña lluvia. No sé, á la verdad, cómo las embarazadas se libertan de hemorra- gias uterinas y abortos. Hace algún tiempo que se ha introducido el uso de caballos frisones del norte de América, cuyo trote aumenta la descomposición de las calles; de manera que es mayor el peligro aunque parece que el hábito lo disminuye; porque no puede compren- derse de otro modo, ó bien porque el feto tal vez esté mas pegado que en las mugeres de otros paises. Sea lo que se quiera, aconsejo á las jóvenes primeri- zas que no se fien de semejante paseo porque puede sobrevenirlas un accidente 230 GUIA cuyas consecuencias sean peligrosísimas. Deben entrar en el carruage con toda desconfianza, y escoger las calles mas cómodas y ménos transitablas; sinque por esto deje de repetir que la que pue- de hacer ejercicio á pie y no lo verifica, pierde diez años de vida, sin contar con las enfermedades á que se espone. Es ocioso hablar de los bailes, aunque con- vendré en que las señoras por lo regular, como buenas madres, reprueban esta costumbre, y solo algunas que no son ciertamente de las mas escrupulosas, se esponen á la burla y risa en los saraos, pero de los timoratos únicamente. ¡Ojalá que las petimetras establecedoras de las modas lo hicieran con el mismo rigor, respecto de los paseos que he dicho, y que los carruages no fueran mas que medios de transporte para libertarse del lodo de la ciudad y de la confusión de sus calles! La vigilia como naturalmente pro- duce insomnio, escita y fatiga á la mu- DE LAS MADRES. 231 ger embarazada, y tanto que llega á cau- sarla un tenaz desvelo. Para remediarlo se ocurrirá á baños y al ejercicio; cuyo punto parece que por ser el mas impor- tante, es el que ménos se observa en la Habana. No puedo dejar de decir que una mutación de costumbre en este par- ticular, es muy útil é importante, lo que deben adoptar las señoras. Réstame considerar otros usos, de los que hablaré mas detenidamente en el artículo de cosméticos; es decir, de los baños que son tan recomendables. Anti- guamente se tomaban de un líquido cuyo nombre costaría trabajo nombrar; pero felizmente este cosmético alcalino y an- moniacal lo usan solo algunas familias del campo. Se han hecho tan generales los baños, que en pocas casas se dejará de hallar bañaderas: y con razón, por- que los baños tibios son útiles tanto para humedecer la piel, cuanto para favore- cer la transpiración. A las mugeres con- 232 GUIA viene mas particularmente por su testura densa y resistente. Lo es del mismo mo- do á aquellas que se han casado algo tarde, en razón á que las paredes del útero y abdomen se estienden con difi- cultad ; sirviendo al mismo tiempo para facilitar las partes, suavizándolas este- riormente. Sin embargo, los baños aun- que en general favorables, son dañosos á las mugeres débiles, linfáticas y dispues- tas á las hemorrágias uterinas. Para to- marlos es bueno consultar al facultativo, para que en caso de plétora ordene la sangría con algunos dias de anticipación. Si los baños son en rio cuya corriente sea rápida, se tendrá cuidado de no pre- sentarla la pared anterior del abdomen para evitar la embrocación. En cuanto á los baños de pies, todas las señoras saben cuán perjudiciales son: así no se usarán sino para el aseo de aquellos, teniendo cuidado de no em- plear mas tiempo que el necesario al la- barlos. DE LAS MADRES. 233 Veamos ahora las precauciones que han de observar las señoras en el comer- cio ordinario de la vida. Si se fuera á escuchar todo lo que se dice acerca de la exaltación de la sensibilidad del bello sexo cuando se halla en el estado de ma- ternidad, nos admiraríamos de verménos accidentes de los que sufren las mugeres. Con efecto, la preñez sensibiliza mas, por decirlo así, las sensaciones; se aumen- tan sus afectos, y adquieren mas ener- gía y decisión. No hay necesidad de citar autores que hablan relativamente de los abortos y otras enfermedades, co- mo resultados del buen ó mal olor; de la vista de un objeto repugnante; de un susto; de un acceso de cólera; de un movimiento de alegría; de un dolor agu- do, &c. cuando no hay señora que no pueda citar por sí una infinidad de casos semejantes; y hé aquí por qué con jus- tísima razón se ha dicho que la volun- tad, las ideas, los deseos y los antojos 234 GUIA de las mugeres son muy temibles. Tam- bién se ha observado que mugeres de un carácter apacible por naturaleza, han llegado al estremo opuesto; pero es de reflexionar que esto seria mas por efecto de enagenaciones mentales que por cau- sas del embarazo. Se han exagerado mucho estos deseos y antojos que la mu- ge r puede resistir, aunque el vulgo crea todavía en la acción de las influencias maternales sobre el feto, y que en el cuerpo de la criatura se pinta la imágen de la cosa deseada ó que habia hecho impresión en las madres. No pretendo por esto negar que una impresión fuerte, ó una pasión vehemente deje de produ- cir tristes resultados en la salud del feto: esto es muy sabido. Lo que censuro es la idea que se tiene de que los objetos se hallen marcados sobre el feto, tales como se han imaginado ó visto. Lo contrario puede demostrarse cotidiana- mente ; porque ¿ cuántas mugeres no 235 DE LAS MADRES. preguntan al momento del parto si sus hijos tienen marcas, confesando haber tenido sustos, horror á objetos masómé- nos repugnantes, y otras aprensiones de igual jaez ?.... Lo que no puedo menos de recomen- dar á las recien-casadas es la abstinen- cia de los placeres sensuales, durante los primeros meses del embarazo, por- que los escesos que cometen son bastan- te vehementes; he visto como conse- cuencia de ellos, hemorragias uterinas y aun abortos. Sabido es que en un pais tan cálido como este, todo es escitacion, y que una vez de puestos en movimiento ciertos órganos, sufren una agitación de humores muy fuerte, incapaz de apla- carse. Respecto á las variedades de la ima- ginación y de los objetos que pueden he- rir desagradablemente la vista, aunque los hechos no sean muy concluyentes para admitir su realidad tan fácilmente TOM. I 23 236 GUIA como el vulgo, y que sin embargo, no dejan de tener verosimilitud, se me per- mitirá la duda y aun la negativa; aun- que por otra parte, aconseje á los mari- dos sobre las precauciones que han de tomar sobre este punto. La prudencia es tanto mas útil cuanto que no hay duda de que en lo general toda impresión vi- va y desagradable puede ser gravemente dañosa tanto á la muger embarazada como al fruto que lleva en su seno. Uno de los primeros cuidados deberá ser alejar de la vista de las señoras aque- llos que están siempre cerca de las igle- sias y á la salida de la puerta de tierra. Es muy vergonzoso que en un pais tan rico como este se permitan, escitando la compasión, esos innumerables pobres con miembros podridos, deformes ó cor- tados, llagas asquerosas, úlceras y tumo- res, cuya sola idea es capaz de hacer abortar. ¿Y qué diré de aquellos es- pectáculos que despiertan la curiosidad? DE LAS MADRES. 237 Es casi incomprensible como el bello sexo puede asistir á esas ejecuciones de justicia, cuando con la frecuencia de su vista parece endurecerse el corazón. Y no hay que negarlo, pues yo mismo las he visto ir en sus volantes á presenciar la escena horrible que produce el último suplicio de un criminal. Pero lo que es aun de mas importancia, prohibirse á las parteras el seguir en la costumbre que tienen de conversarlas sobre partos di- ficultosos, para aparentar su inteligencia y maestría; pues en momentos tan críti- cos se las debe mas bien distraer de toda idea de peligro. Visto ya lo que puede convenir á una muger embarazada, y lo que la es perju- dicial, vengamos á un punto el mas im- portante. Recorriendo los varios acci- dentes ó enfermedades del embarazo, he dicho y aconsejado el uso de la sangría, consultando ántes al médico, por ser muy delicado este punto para dejarlo á 238 GUIA la discreción de un cualquiera. El abor- to puede ser el resultado de una sangría mal ordenada; por lo que debe huirse la rutina, y llamar al facultativo para esta operación; porque de lo contrario es esponerse, ademas de los males que he indicado, á la suspensión del méns- truo después de la concepción, y á que los hijos nazcan enfermizos y débiles. Las parteras y otras personas poco instrui- das usan purgantes y vomitivos, y produ- cen las mismas consecuencias de la san- gría, y á mas, la irritación que obra sobre el canal alimenticio, propagándose al útero, ocasiona el aborto. He dicho que hablaría de las enfer- medades que pueden ocultar el embara- zo, y que los autores titulan preñez apa- rente. Las enfermedades del útero la ocultan efectivamente: la hidropesía de la matriz; la timpanitis; las hidatides de sangre acumulada; los pólipos uterinos; el istérico; el scirro, y otras afecciones 239 DE LAS MADRES. que indicamos aquí solamente, pero que los facultativos deben conocerlas. Sobre el scirro, hidropesía del ovario; del bajo vientre; timpanitis, y tumores en el me- senterio y en el omento (redaño), espon- dré las consideraciones generales en sus relaciones de semejanza con el embara- zo. Estas enfermedades no tienen nada de común con aquel sino en el entume- cimiento del abdomen. Basta preguntar á la enferma el modo y lugar de su apa- rición para conocer la diferencia con el embarazo. Sin embargo, algunas oca- siones suele asemejarse por otras cir- cunstancias tales como la supresión del ménstruo, bien sea causa ó efecto. Mu- chos médicos podrán citar ejemplos de esto en su práctica; pero en la preñez aparente es que se manifiesta el istéri- co, lo que puede inducir á error; por- que como este se presenta particular- mente en la supresión de las reglas en mugeres que padecen suspensiones ac- 240 GUIA cidentales, es difícil decidir sobre su diferencia. En una palabra, para juz- gar exactamente es preciso mucha aten- ción, inteligencia y sagacidad de parte del facultativo; pues por un desprecio harto común se espone la vida de la en- ferma á un peligro inminente. Y supuesto que la muger llega al terrible lance del parto, diremos algo sobre lo que debe hacerse ántes, en el momento de parir, y después que ha nacido el niño. PARTO. Pasados los nueve meses del emba- razo, la misma naturaleza anuncia por síntomas el momento del parto; y aun- que he dicho que á los nueve meses, hay variaciones que no es de este lugar ma- nifestarlas. El carácter de las operacio- nes de la naturaleza es el ser ejecutadas en intervalos determinados, tengan ó no buen éxito: no es el suceso quien decide 241 DE LAS MADRES. (le su duración, pues el parto en su mar- cha ordinaria, se efectúa á los nueve meses sea cual fuese el estado del feto á la conclusión de aquel tiempo, puesto que algunas veces puede variar de ese término, sea por un efecto de mala con- ducta, ó bien por movimientos desorde- nados de la máquina. Escitada la matriz por alguna pasión violenta, es factible que sufra sacudimientos irregulares, ade- lantándose el término del parto; así como la falta de energía en el mismo órgano por causas morales ó de otra naturaleza, pueden retardarlo. Sin embargo, la mu- ger que vive según la naturaleza, parirá á los nueve meses. El parto es una función animal y nb una enfermedad. Se ejecuta sin peligro y sin dolor entre los demas animales; y si echamos una ojeada por los lugares en donde los medios de ayudarla no han sido reducidos á arte, verémos que en ellos las mugeres paren con ménos dolo- 242 GUIA res y trabajos que nosotros. Esta dife- rencia debe atribuirse á nuestras cos- tumbres y nuestra pretendida sabiduría. La vida muelle de las habaneras hace mas dolorosos los movimientos de la ma- triz, y he aquí por qué se confunden los verdaderos con los falsos dolores en el parto. Los esfuerzos que se hacen son mal dirigidos, fuera de sazón, y tan fu- nestos á la madre como al hijo. A esta imprudencia debe atribuirse la dificul- tad de los partos cuyo resultado es pe- noso. También es de censurarse el en- trar muchas personas en el cuarto de la parida, por los tormentos que el pudor ocasiona á esta con los numerosos asis- tentes y operaciones. Todas estas causas bastan para alterar la acción orgánica de la matriz; lo mismo que las tentativas anticipadas de las parteras y comadro- nes. ¿Y no es esto pedir á la naturaleza lo que ella no quiere dar? ¿No es esto precipitar sus movimientos, y por conse- DE LAS MADRES. 243 cuencia hacer perder el fruto que debía esperarse? ¿No es, en fin, fatigar las partes ya muy irritadas, y arrastrar la madre y el hijo á una muerte inevi- table ? Reflexionen pues, las señoras sobre esta materia, y respóndanme si han visto esas desgracias entre las gentes pobres y las negras. Inquiérase sobre estos particulares y se verá que veinte que mueran de parto, las diez y nueve son ricas. Persuádanse, en fin, de que en este estado obrando la naturaleza, sabe graduar y convinar de tal modo su acción, que no hace mas que lo que debe hacer. Verdad es que exije el silencio, por no decir el secreto que parece exi- jirlo hasta de los otros animales. Por esta razón para ayudarla se deberia limi- tar el número de los auxilios á dos ó tres de las mas íntimas y alegres amigas, ca- paces de ahuyentar los temores con su compañía. Con ellas y una partera re- servada, y un comadrón dispuesto sin 244 GUIA que lo sepa la enferma, porque la pre- sencia de un hombre en estos casos pa- rece contraria á la naturaleza, basta para toda precaución. Sin embargo, en la Habana como las parteras no tienen los conocimientos necesarios, aunque son sobrado temerarias, no se atreverían en- tonces á semejantes tentativas, y encaso preciso recurrirían al cirujano. Mas este oficio no se ha hecho para los hombres, y es claro que las personas del mismo sexo serian mejor para este lance, toda la vez que sus manos son mas pequeñas y apropósito para aquella operación. Efectivamente, es muy notable la dife- rencia que hay entre los comadrones y las parteras. Por otra parte los tiernos consuelos que exije la misma compasión ¿ en quién pueden hallarse mejor que en la muger cuya sola presencia es un alivio para nuestros males? Los cuidados que piden las mugeres al tiempo del parto son de la mayor consideración, y el mé- DE LAS MADRES. 245 dico debe indicarlos. Aunque yo no pueda hacerlo en esta memoria, bastará decir los abusos y malas costumbres que hay sobre el particular. Los licores, elixires y alcohólicos son sumamente per- judiciales; porque estas bebidas espo- nen á derrames, y por la embriaguez que originan hacen mas duraderos los dolo- res del parto. Ningún remedio, ningún arte son suficientes para acelerar los do- lores, á ménos que no tengan por objeto aumentar las contracciones de la matriz ó de los músculos del abdomen. Sucede algunas veces que estos do- lores debilitan, y el mejor medio para reanimar y dar fuerzas, varía según la causa que los ha hecho cesar. La pos- tración ó un estado espasmódico son los efectos mas comunes, y entonces de nada sirven esas prácticas complacientes que solo el peligro tienen en su favor. Con efecto, las purgas, las labativas irritan- tes, los vomitivos, los estornutatorios, y 246 GUIA la titilación del orificio tan frecuentes en este pais ¿ qué otra cosa hacen sino au- mentar el peligro ? El reposo; un régi- men analéptico, los calmantes y narcóti- cos, ponen de ordinario á la muger en un estado de mayor fortaleza: sobre todo el sueño es muy á propósito para la ener- gía, y en vez de obligar á la muger á ha- cer esfuerzos contra él, se la debe pro- curar su conciliación, y proporcionarla por este medio la calma de su agitación. Entre los medios mas adecuados para acelerar los dolores, la sangría es el pri- mero; pero debe ordenarla el facultati- vo. Los baños de medio cuerpo abajo ; los de vapor; las cataplasmas emolien- tes; las unciones de grasa, y las subs- tancias mucilaginosas, disminuyen la re- sistencia de los partos, sobre todo en las primerizas. Obrando los baños de vapor como emolientes, es necesario que el agua tenga el grado de calor conveniente para la evaporación. Si este grado fuese 247 DE LAS MADRES. muy considerable, el agua reducida á vapor causaría crispátura en los sólidos, los irritaria, y produciría hinchazones; ocasionándolas igualmente á las partes esternas con agudos dolores los baños de vapor escesivos y las cataplasmas emo- lientes. Pero terminemos estas indica- ciones, y suponiendo á la muger ya pa- rida, tratemos de lo que debe hacerse para evitar las desgraciadas consecuen- cias, tan comunes después del embarazo. Si la muger exije del médico una asidua atención, doblemente debe exijir- la en los críticos momento del parto. Efectivamente, entre todas las funciones de la organización, aquella es la que produce mayor alteración, y la que debe ser dirigida para evitar accidentes que puedan influir sobre la vida de la muger. REGIMEN DE EOS PARTOS. Por fáciles que sean estos, los esfuer- zos que naturalmente hace la muger, la TOM. I 24 248 GUIA ocasionan dolores muy vivos que con- mueven toda su máquina y aumentan la sensibilidad nerviosa. Considérese pues, cuán penoso será aquel trance cuando presenta dificultades. Llegando á ser las mamilas un centro de fluxiones, au- mentan aquella disposición; pero á pesar de esto no se administrarán medicamen- tos sino cuando haya alguna complica- ción capaz de turbar las funciones na- turales; porque empleándolas indistin- tamente no puede ménos de ocasionar alteración en la naturaleza. Así pues, todos los cuidados deben dirigirse al mé- todo de vivir, por medio de la dieta y de las precauciones higiénicas. Lo primero de todo es el aseo; y en tanto que la sangre corre en abundancia, permanecerá la muger en la cama; pero tan luego como se disminuya, se sentará en la silla paridera, y mucho mejor cuando está fuerte en razón de que en- tonces la agitación no es tan grande. DE LAS MADRES. 249 Algunas tienen la imprudencia de ir por sus pies á la cama, lo que no debe ha- cerse. Para evitar flujos se compondrá una sabana en muchos dobleces, y se la acomodará por los lados, prendida con alfileres, para evitar las arrugas que pu- dieran hacerse. De ordinario esperimen- tan las mugeres una especie de frió des- pués del parto, y entonces se las dará un poco de ether en cualquier líquido bas- tante espeso y aromático. Si sus partes han padecido (lo que sucede principalmente á las primerizas), se aliviará con un fomento calmante, aunque por un error en este pais se teme usar semejante medida. Esta locion puede hacerse también con un poco de cocimiento de lechugas en leche tibia, que disminuye el ardor y no da lugar á hinchazones en los órganos de la gene- ración. Algunas parteras aconsejan ma- lamente y con bastante peligro, los as- tringentes y espirituosos, porque suprimir 250 GUIA la purgación de la sangre y aumentar el dolor, debe solo hacerse en el caso de un descenso de la matriz, lo que ha de ordenar únicamente el facultativo. La dilatación del abdomen durante el embarazo puede ser tal que después del parto las paredes queden desmaza- ladas, colgantes, estiradas y como vari- cosas. En este caso deben usarse los abstringentes y para mayor seguridad se la pondrá una benda. Sin fundamento se teme mudar las sábanas á la parida, y mucho mas en los climas frios; cuando por el contrario es necesario que el camisón, las sábanas y los paños se muden cada rato en razón de la sangre y el sudor. Una de las cosas que se mira con mas indiferencia en la Habana, es cu- brirse la cabeza, y á esto deben atri- buirse sus frecuentes dolores y los reu- matismos. Este pais no exije sobre esto las precauciones de Europa; bastando 251 DE LAS MADRES. atarse un pañuelo para favorecer la se- creción de la leche. En cuanto á la situación que ha de guardarse en la ca- ma, deberá estar reclinado el cuerpo pa- ra el mejor desahogo de la matriz. La colcha ó cubierta de aquella ha de ser ligera, á fin de mantener con facilidad la transpiración; por que los sudores abun- dantes son perjudiciales á las recien-pa- ridas, pueden desordenar la purgación de la sangre, debilitar la pacienta y ser causa de dolores reumáticos, por la im- presión del aire que entonces es mas sensible. He aconsejado el bendage, pero no tan ajustado como se usa aquí, porque ocasiona accidentes gravísimos. Para que sea útil es necesario que sostenga las partes abdominales sin comprimir- las, precaviendo de este modo los sínco- pes y violencia de los retortijones. Sin este vendage las visceras del bajo vien- tre pueden hincharse; y para evitarlo se 252 GUIA pondrá un paño en tres dobleces, ajus- fándoselo poco á poco, á medida que el vientre se baje y que la matriz disminuya de volúmen. Todavía es mas ventajoso usar un cinturón elástico, de cuyo recur- so carecíamos hasta ahora por falta de fabricantes que hicieran aquellos, y que ya le hay en la Habana. Esto es mas útil que el paño, y sobre todo cuando principian á levantarse y á caminar, por- que así se disminuyen los retortijones y debilidad que se esperimentan con el ejercicio. Los mas pequeños sacudi- mientos bastan para aumentar el dolor que aparece después del parto, cuando hay que temerse el descenso de la ma- triz; mas aunque este bendage sea muy sencillo, no debe ponerse cuando se siente el dolor en el bajo vientre; por- que con él se provocaría una disposición inflamatoria. Inútil creo decir que los pechos estén suspendidos sin compri- mirlos. El bello sexo de la Habana me- DE LAS MADRES. 253 rece sobre este particular mas bien una advertencia que un reproche; lo que probaria que á pesar de su civilización prefiere la secillez de la naturaleza cuan- do se trata del interes de sus hijos. ¡Oja- lá pudiera decirse otro tanto de los euro- peos ! Ha de tenerse particular cuidado con el aire que aspire la recien parida. Por desgracia los suelos de las casas es- tán al nivel de la calle, lo que las hace húmedas, y que los que las viven aspiren una cantidad de miasmas nocivos, tanto por esto como por las caballerizas, co- cina y común que se hallan reunidas casi en todas las casas. ¿Y qué dirémos de los edificios construidos en Jugares terraplenados con basura, y que antigua- mente eran pantanosos? Véase por ejem- plo, el barrio de Jesús Maria: ¿ quién no temerá vivir allí aun en tiempo de seca. Lo intransitable de sus calles es una prueba de ello, lo mismo que las fre- 254 GUIA cuentes enfermedades de la matriz, hi- jas de la humedad y mala construcción de sus calles. El aire influye de tal mo- do, que las señoras que están espuestas á sus primeras causas, merced á las co- modidades que les proporciona su for- tuna, tienen, sin embargo, comprometida su salud; y en tal caso son convenientes las mudanzas súbitas de la atmósfera. También se tiene aquí la costumbre de encerrar la parida al estremo de ha- cerle difícil el ejercicio de sus funcio- nes: se teme abrir las ventanas muy temprano, y es mucho si se deja una puerta medio abierta. De aquí nacen los dolores de cabeza, la alteración de las funciones; la pérdida de las fuerzas, y los accidentes istéricos, y al mismo tiempo esa sed ardiente. Abandonen pues las habaneras este uso funesto, y déjenlo para los climas frios de Europa; eligiendo para sus partos aposentos es- paciosos, manteniendo abiertas las ven- DE LAS MADRES. 255 tanas, principalmente por la mañana en que el aire es mas puro y saludable; pe- ro abiertas de tal modo que la corriente del aire no corra en derechura á la ca- ma. Si el mosquitero causa demasiado calor, se levantará á lo ménos una vez al día para que pierdan su actividad las exalaciones de los flujos. No es ménos útil el aseo de la cama. Para evitar las emanaciones de la purgación de sangre, se pondrán unos pa- ños labados en legía, renovándolos luego que estén muy empapados, y evitando sobre todo la humedad aunque sea difí- cil conseguirlo en razón de lo que tengo manifestado. Seria muy útil para lo- grarlo alfombrar los suelos. He hablado ya de los miasmas, que si son peligrosos en el comercio común de la vida, lo son mucho mas para las paridas. Lo mismo puede decirse de los olores aun de los mas suaves, por ser tan dañosos como los miasmas, y quiza mas. 256 GUIA pues causan dolores de cabeza y sín- copes. El bello sexo habanero se fia mas de lo regular en el calor del clima, respecto á las precauciones que deben tomarse en las variaciones de la temperatura. Se abandonan á ellas antes de tiempo, pues los vestidos interiores deberían ser un poco mas calientes, sobre todo en la salida por la mañana; pues aunque sé que regularmente es á la iglesia, sin em- bargo estos lugares, aunque muy santos, contienen demasiada humedad para no usar precauciones mas eficaces de las que se toman generalmente. Allí es donde muchas recien paridas van á bus- car reumatismos y otras enfermedades. Pero hablemos del modo conque la pa- rida debe procurarse la tranquilidad ne- cesaria á su estado. Es demasiado común en esta ciudad no apartarse del lado de aquella, por una efusión de amistad en las aprecia- DE LAS MADRES. 257 bles habaneras; pero como no se trata sino de la utilidad de una cosa para que la adopten, por eso es que me he tomado la libertad de erigirme en censor, sin mas objeto que el de su interes; propen- diendo todos mis esfuerzos á la conser- vación de su preciosa salud. La parida pues, debe gozar de un completo reposo, y para conseguirlo se prohibirá toda visita, no dejando en su aposento otras personas que las destina- das á su asistencia.' Debe dormir desde temprano si necesita del sueno; siendo absurda la idea que se tiene de que puede hacerla daño; supuesto que el sueño no se opone al restablecimiento de la matriz, y que la hemorrágia tanto se conoce durmiendo como despierta. No dejándola dormir se la agita, aumen- tándose con esto la pérdida de sangre. Solo en caso de haberla deberá perma- necer veinte y cuatro horas boca arriba; pues de lo contrario se la fatigaría inú- 258 GUIA tilmente, haciéndola sufrir un suplicio insignificante; y está tan inveterada esta costumbre que con mucho trabajo podrá destruirse. Por otra parte, dejando en libertad á la parida, se la evitarán dolo- res de cabeza, ansias y otras dolencias. Para levantarse lo hará al siguiente dia de la calentara de la leche, media hora ántes, aumentándose progresivamente la duración del tiempo. No se hará ejerci- cio en los primeros dias, consultando al médico sobre este punto; porque puede estar amenazada de un descenso de la matriz, y entonces ha de prolongarse el dia en que la parida ha de pararse, y andar. Generalmente conviene estar en cama algunas semanas. Falta ahora hablar de los alimentos, las bebidas, los remedios, las afecciones del alma y los ejercicios naturales ó arti- ficiales. Miéntras tanto confieso con mucho placer que las señoras de la Ha- bana para precaver los retortijones no tienen la costumbre funesta de Europa, DE LAS MADRES. 259 de tomar substancias calientes y aromá- ticas, que no hacen mas que ocasionar pérdidas y aumentar los dolores en toda la máquina. Cuando la muger está criando no de- be ser su régimen tan severo, y la que no pueda cumplir con esa natural obliga- ción tomará mas precauciones. Si la parida tiene apetito en los primeros dias, podrá tomar alimentos ligeros como hue- vos frescos, &c., bastando el caldo para las que no le necesitan; pero que no sea como se suele hacer con jamón, espe- cias y otros semejantes condimentos, si- no el compuesto de gallina, zanahorias, verdolagas y lechugas. No tomará tam- poco alimento la parida sino únicamente caldo el dia que le sobrevenga la fiebre lactea, si es fuerte. Se la puede des- pués permitir las carnes asadas y otras de fácil digestión, lo mismo que el pesca- do de mar y agua dulce. Mas no pu- diendo sujetarse á un igual régimen todas T0M. I 25 260 GUIA las mugeres, la cantidad y calidad de los alimentos se arreglará al tempera- mento de cada cual; pues muchas veces lo que daña á las unas, aprovecha á las otras. El facultativo dirá á las que no crian, las frutas maduras que puedan co- mer y que las son provechosas. En cuanto á la calidad y cantidad de las be- bidas, se proporcionarán á la sed que se tenga. El agua azucarada; la endul- zada con el jarave de malvavisco y cu- lantrillo son escelentes. Si hay altera- ción se disminuirá el azúcar; porque su abundancia aumenta la sed; mas si aquella incomodare mucho se endulzará con el jarave de limón. Las mugeres vaporosas tomarán la infusión de flores de tilo, y si esperimentan viento, y se hallan débiles, es mejor que tomen el cocimiento de hojas de naranjo ó de man- zanilla. El azafran no conviene sino en caso de diminución ó suprecion de flujo, y aun con todo se administrará en corta DE LAS MADRES. 261 dosis. La ruda, artemisa, &c. aumentan aquella supresión, y de consiguiente la inflamación de la matriz, y en tales cir- cunstancias bastarán las bebidas ligera- mente aromatizadas. Pasemos ahora á las afecciones morales, que piden el ma- yor cuidado; pues muchos accidentes, por pequeños que parezcan, son capaces de escitar la sensibilidad y producir con- secuencias muy graves. Deben evitarse las visitas numerosas consagradas por el uso en este pais para aquellas circunstancias. Con efecto no es cosa rara el ver que entre las perso- nas que entran á ver la parida, haya al- guna que converse de cosas que sean desagradables á aquella, ó que la dé no- ticias que la prudencia exigía se dijeran en mejor ocasión. Otros, aunque mas discretos, no saben hacer su papel, dando á sospechar con su semblante algún su- ceso desagradable. Principalmente ha de evitarse el miedo, el regocijo y la có- 262 GUIA lera, tendiendo siempre á disipar sus aprensiones; pues hay demasiados ejem- plos de muertes causadas por una gran- de y súbita alegría. Igual razón hay para anunciar con reserva aun las mas comunes novedades, pues si ataca á la parida un acceso de cólera, la pueden sobrevenir hemorrágias y convulsiones. Del mismo modo se la ocultará cual- quiera deformidad que traiga el niño al tiempo del parto. Respecto á las escreciones naturales, que son los loquios y la secreción de la leche, no es bueno escitarlas artificial- mente miéntras haya regularidad y can- tidad suficiente en ellas. Todos los mé- dicos convendrán conmigo en que entre los medicamentos antilechosos no hay ninguno específico, y que todo su efecto es escitar otro órgano para atraer hácia él los fluidos y contener con esto la se- creción de la leche. El sulfate de potasa está muy en boga, como un medio pre- DE LAS MADRES. 263 servativo de las enfermedades lácteas: sin embargo, su utilidad es tan solo co- mo evacuante, y si es necesario purgar- se, esta sal es una de las que ménos con- vienen, porque aunque se administrara en pequeña dosis siempre irritaria el es- tómago y los intestinos. Veamos pues, como debe uno conducirse con estas es- creciones. El flujo sanguíneo que sobreviene después del parto es de la mayor impor- tancia, y á poca atención que se ponga se conocerá que á él deben atribuirse las causas principales de esas afeccio- nes que tan frecuentemente se presen- tan. Este flujo perjudica de muchos modos: los mas comunes son ó por la abundancia ó por la corta cantidad unas veces, por su retención en la cavidad de la matriz, y otras ocasiones por la supre- sión. Puede ser muy abundante durando mas tiempo del necesario, ó bien cuan- do sale con mucha violencia. Sus causas GUIA 264 son muy variables y solo por sus sínto- mas puede determinar su estado. Con efecto cualquiera que sea su duración y abundancia, en no habiendo postramien- to y debilidad capaz de perjudicar á la parida, nada hay que observar en este flujo. Su abundancia se reconocerá por el modo de salir la sangre del útero, por su violencia é impetuosidad inmediata- mente del parto. En esta situación la muger se pone pálida de repente, se le obscurece el brillo de los ojos, le zum- ban los oidos, sobreviniéndole sudores frios. Prolongada la evacuación mas allá del término ordinario, es de temerse gran peligro. Las que están mas espues- tas á este trastorno son aquellas robus- tas que no se sangráron durante la pre- ñez; las que menstrúan con abundancia; las que hacen poco ejercicio, y tienen un régimen escitante, conducta por des- gracia muy común en la Habana, prin- cipalmente en aquellas cuyos niños son DE LAS MADRES. 265 de gran volúmen. Puede durar también este flujo por motivo de la larga reten- ción en los intestinos de las materias fe- cales; y por la rarefacción ó la estremada fluidez de la sangre. En semejante caso los peligros son grandes y exijen todas las atenciones del médico; pues son de esperarse la hemorrágia, la debilidad ó inercia de la matriz; la prolongada re- tención de las pares, de un cuajaron, de una mola; ó el pronto desprendimiento de la placenta, y el desgarro de los va- sos del útero y de la vagina. Para que este flujo sea natural debe disminuir gradualmente : cuando por al- guna causa degenera es muy copioso, y entonces hay pérdida. Si es debida la hemorrágia á un cuerpo estraño, atacan á la parida retortijones vivos y frecuen- tes ; la matriz está firme y renitente; la estension es proporcionada al cuerpo contenido; el orificio se ensancha en tér- minos de poderse reconocer su interior; 266 guia. en una palabra, el trabajo es el mismo que el del parto al tiempo de la espul- sion. Si es producida por la debilidad, no hay retortijones, ó si los hay son leves; la matriz permanece mole y voluminosa; el cuello se relaja; el flujo sanguíneo se efectúa por la vulva, semejándose á un flujo puerperal por la igualdad y con- tinuación de su curso. Sin embargo, siendo muy copioso no causa dolores, y su color es rojo. En los primeros dias no hay debilidad; pero luego aparece, aumentándose á medida que por cual- quiera causa crece el flujo, ocasionando abatimiento, &c. según su fuerza. La palidez; la frialdad de las piernas; una sensación de pesadez en todo el cuerpo; sudores abundantes; hinchazón de pies; dolores de estómago y de vientre; fiebre; frios con sed; dolores en las ingles y en la región lumbar; torpeza de manos; con- vulsiones y muerte, tales son las conse- cuencias de la abundancia de ese flujo. DE LAS MADRES. 267 Las mugeres que no mueren por tales afecciones, quedan por lo ménos lángui- das y abatidas por mucho tiempo; con- servan la hinchazón del rostro; la infil- tración de las piernas, muslos y tronco, y agudos dolores de cabeza. También se presentan accidentes istéricos; la fie- bre se vuelve continua ó intermitente al- gunas veces; la digestión es bien difícil, y declarándose la estenuacion con pér- dida de las fuerzas, mueren hidrópicas. Otras después de una larga y penosa convalecencia, conservan la debilidad por muchos años. Pudiera citar ejem- plos de curaciones obtenidas en mugeres abandonadas ya como incurables, supo- niéndolas una ulceración uterina; pero no lo hago por temor de disgustarlas si las nombrase aquí. Al leer este artícu- lo ellas recordarán su estado; lo que las convencerá de que no siempre la pérdida es mortal, y que por el contrario, se puede decir que mueren mas mugeres 268 guia mas bien por la supresión que por aque- lla pérdida de la sangre. Sin embargo esta complicación es muy grave y peli- grosa, en particular cuando dura mucho tiempo y es abundante; porque el flujo conveniente, regular para las que no crian, es por el contrario pernicioso para las débiles que no dan el pecho. Cuan- do depende de la irritabilidad, no hay gran peligro y cede por lo común poco á poco, combatiéndose la causa que no es difícil destruir. Mas el que procede de la debilidad es el mas frecuente y pe- ligroso : ella llega á ser estrema, y algu- nas ocasiones sobreviene repentinamente la muerte. El mas funesto es el que se efectúa inmediatamente después del par- to, ó mejor dicho, de la espulsion del feto: la sangre no sale sino por pedazos negros, conservando su fluidez y color natural. Es difícil, por no decir imposi- ble detenerla, siendo repetidos los des- fallecimientos; el pulso fijo y débil, y DE LAS MADRES. 269 constantemente frias las estremidades. Pero dejando al facultativo el cuidado de juzgar de tan temible situación para el bello sexo, digamos cómo se puede remediar. Cuando el flujo es escesivo, pero que no debilita, se prescribirá un régimen temperante. Si las fuerzas llegan á dis- minuirse, se recurrirá á las fricciones secas; á las lociones frias sobre el epi- gastrio, y aun á la nieve sobre la vagina y la matriz; pues estos medios me han producido el mejor éxito en la Habana. También están indicadas las sangrías del brazo cuando hay plétora, como he dicho anteriormente; pero es de temerse emplearlas cuando se nota debilidad pro- ducida por la mucha sangre que se ha perdido. En este caso se preferirán las ventosas y las sanguijuelas en los pechos: pues irritando estos órganos ocasionan una derivación. Habiendo rarefacción en la sangre, se ocurrirá al régimen, a] 270 GÜIA aire puro y templado; á las bebidas dif- luentes aciduladas, y á la nieve. Si pro- viene el flujo de algún cuerpo estraño, el medio mejor es espulsarle, tomándose al efecto las mayores precauciones, divi- diendo el facultativo los cuajarones en pedazos, á fin de que la misma natura- leza los espela; ó bien se escitará su sa- lida con el agua tibia vertida á chorros en la cavidad de la matriz. En caso de contracción del cuello, se hará la dilata- ción con las fuerzas de las manos; pero con toda delicadeza, á ménos que el pe- ligro sea inminente, en cuyas circunstan- cias se está autorizado á practicarlo todo. Si hubiere irritación provenida del flujo, se usarán las pociones calman- tes, opiadas y abstringentes. Esta situa- ción se manifiesta por la dureza y fre- cuencia del pulso, y por el dolor en el bajo vientre; pero si durase su tenaci- dad por la costipacion, se emplearán los dilucides, los dulcificantes y las labativas emolientes. DE LAS MADRES. 271 Cuando la debilidad es la causa, son eficaces los tónicos, entre los que podrán contarse la quina, los aromáticos, los ferruginosos y los ácidos minerales; pero de ningún modo los vegetales. Si el pe- ligro fuese urgente, se aplicarán en los riñones, el vientre y entre las piernas, paños mojados en agua fria avinagrada, en vinagre puro ó en agua helada. Mu- chos casos podria citar en que la nieve, tan poco usada en la Habana, ha surtido efectos admirables. Mas si todos estos remedios fuesen infructuosos, se occur- rirá al tapón, teniendo cuidado de que no se aglomere la sangre en la cavidad de la matriz, la cual se abrirá poniendo una mano en el bajo vientre para abra- zar con firmeza el globo uterino é impe- dir su escesiva dilatación; procurando el descanso de la enferma. Si esta tu- viese desmayos, para reanimarla no se usarán de substancias olorosas, volátiles; ni del vino y otros cordiales, porque TOM. I 26 272 GUIA aquellos desmayos son provechosos, y han hecho cesar las mas violentas pér- didas. Para que sea efectiva la indica- ción curativa, cualquiera que sea, se ha de obrar con prudencia, temiendo fati- gar el útero. Conviene templar y mode- rar el flujo; pero hay casos en que es in- considerado suprimirlo del todo; porque así, la sangre que debería salir produci- ría fatales consecuencias, como las flores blancas, en cuyo caso se empleará la cura del flujo blanco del cual hemos ha- blado. Cuando es muy abundante el flujo, puede perjudicar por su disminución ó corta cantidad. Para el reconocimiento de esto la naturaleza lo demuestra por síntomas: con efecto se esperimentan sofocaciones, accesos fatigosos de tos; afección á los riñones y á la cabeza; có- licas; deslumbramientos y fiebre. Esto se remedia aplicando sanguijuelas á la vulva, baños de vapor en silla, pedilu- DE LAS MADRES. 273 vios bien calientes y sinapizados; fomen- tos emolientes en el bajo vientre; in- yecciones de la misma naturaleza en la vagina; labativas; bebidas inucilaginosas y dieta severa. Este flujo se detiene algunas ocasio- nes y la posición orizontal conservada por mucho tiempo, no es de las menores causas que favorecen la acumulación de la sangre. Cualquiera que sea la natu- raleza de la causa, se harán inyecciones en la cavidad del útero; y si el cuello está blando se estraerán los cuajarones con los dedos. Al médico corresponde el reconocimiento de esta indicación. Hemos llegado á la completa supre- sión; mas para decir que la hay es nece- sario que exista una causa; porque no se debe considerar por tal su no aparición. Muchas veces se ha visto que no sobre- viene, y que sin embargo la parida no siente novedad. Hay supresión cuando la origina alguna irritación, que puede 274 GUIA acontecer al útero ó á otro órgano cual- quiera. Semejante irritación es la que produce ese trastorno; puesto que el flujo aunque suprimido no podria ser causa de las enfermedades en aquel ca- so: estas otras son las que influyen en él, y sus causas pueden ser diversas. La supresión es parcial ó total, y se presenta cuando hay alguna inflamación en los órganos, principalmente si se ha- llan afectados el útero ó el peritoneo. Los abstringent.es, las labativas irritan- tes administradas ántes y después del parto, son las causas que ordinariamente producen esas inflamaciones, ó bien las lesiones de la matriz ó de algún órgano esencial á la vida. Muchas veces es ori- ginada por otra inflamación instantánea en cualquiera región mas ó ménos dis- tante del útero, por un escesivo calor en los aposentos ó una fuerte constricción en las paredes del vientre por el abuso de los fortificantes y últimamente por las afecciones morales. DE LAS MADRES. 275 Cuando la impresión del aire es muy viva sobre el cutis humedecido de sudor puede producir los mismos efectos, así como las bebidas frias inmediatamente después del parto. Algunas mugeres usan de fomentos en las partes genitales, á los pocos dias de aquel, con decocio- nes abstringentes ó espirituosas, con el fin de volverlas su primitiva dimensión; sin reflexionar que semejante medida puede suprimir el flujo sanguíneo; suce- diendo otro tanto con las lociones aro- matizadas, y las compresas mojadas en vino caliente. Estos medios no se deben aplicar sino cuando hayan salido las ma- terias impuras. Los comadrones y ciru- janos inespertos con sus maniobras pue- den lastimar el útero, y ocasionar una supresión. En tal caso se presenta la fiebre y los dolores cstraordinarios en aquella parte, y de aquí proceden las convulsiones, la diarrea, y una especie de espanto, &c. 276 GUIA Si á pesar de todo esto sucediere la supresión roja ó blanca, no será de im- portancia el peligro, siempre que no venga acompañada la fiebre con dolores y los demas síntomas ya anunciados ; y en aquel caso se abandonará todo á la naturaleza, limitándose á prescribir el reposo y el régimen. Pero en cuanto se presenten los síntomas, se procurará re- conocer la lesión del órgano que es la causa de la enfermedad. Quitando la escitacion volverá á presentarse el flujo; pero sin embargo, ha de procurarse di- rijir los fluidos á la matriz por medio de las sanguijuelas aplicadas al orificio y á la vulva; las fumigaciones emolientes; los baños de vapor en las partes; las fricciones secas y las ventosas en los muslos; los baños de pies y piernas, y los vejigatorios en las estremidades infe- riores. Si la cabeza está amenazada, se apli- carán sanguijuelas á la vulva, sangría en DE LAS MADRES. 277 el pie, vejigatorios en la nuca, sinapis- mos á los pies, y labativas de agua de mar. Lo mismo sucederá respecto de la plenra y el pulmón. Si hubiese infla- mación en la vagina ó el útero, ya hemos indicado anteriormente los medios. Si hubiese espasmo en el útero, se aplicarán sanguijuelas á las partes sexua- les ; baños de medio cuerpo y generales; inyecciones calmantes; labativas emo- lientes; fricciones de aceite de camomila y ether en el vientre; vejigatorios en la tabla de los muslos; sinapismos en los pies, y bebidas antiespasmódicas y cal- mantes. Tales son las precauciones que se han de tomar para el flujo sanguí- neo después del parto. Pasemos ahora á la secreción de la leche. LA SECRECION DE LA LECHE. La naturaleza, próvida en sus opera- ciones, ha prescrito á la madre no sola- mente el trabajo de llevar el fruto de la 278 GUIA concepción, sino también el de suminis- trarle el primer alimento. Para ello ha colocado en el pecho de la muger dos cuerpos glandulosos, destinados á la se- creción de aquel alimento, y para que le sirva también de un nuevo hechizo. No bien se ha efectuado el parto cuando se sigue un nuevo accidente, que se anuncia por ciertos fenómenos, cuyo conjunto se ha llamado fiebre láctea. Y como esta es común á todas las paridas, no podrá evitarse sin peligro, y es tal que cuando no se presenta, es de sospe- charse alguna irritación. Con efecto, si el parto es feliz, la naturaleza exije el reposo á la parida, dejándola pasar dos dias en cama; pero se presenta la fiebre al segundo, tercero ó cuarto dia, y rara vez mas tarde, anunciándose con frios vagos, y una incomodidad y laxitud gene- ral. Los pechos se hinchan se ponen adoloridos, estendiéndose muchas veces esta tumefacción hasta las axilas, de DE LAS MADRES. 279 modo que las mugeres se ven precisadas á levantar los brazos para evitar los do- lores. Cuando se presenta este inconve- niente, la evacuación sanguínea ó los lo- quios disminuyen ó desaparecen para volver á intervalos luego que no existen los síntomas lácteos. Si la fiebre dura mas de tres dias, el médico debe estar con cuidado, pues podrá ser efecto de alguna otra causa; pero tan luego que termina, el útero vuelve á hacer el asien- to de una escitacion que sirve para des- embarazar el cuerpo de la muger: los sudores son abundantes; la leche fluye por los pechos, aflojándolos, y cuando no cria la madre, los loquios purifican el cuerpo, y restablecen el equilibrio de la economía. He dicho que variaba la du- ración de la fiebre láctea; por que con efecto no todas las mugeres están igual- mente dispuestas á ella. Es tanto mas fuerte, cuanto la secreción es mas abun- dante, escepto en aquellas que crian. 280 GUIA especialmente cuando lo hacen pocos momentos después del parto; lo que las proporciona aquella ventaja, evitando las congestiones hácia otros órganos. Las mugeres que no sufren esta fie- bre, padecen mucho cuando la glándula mamaria comienza á segregar la leche: operación que se anuncia siempre con dolores de cabeza, calor en el rostro, es- calofríos y- vapores. La fiebre es una especie de crisis á la que no se debe oponer de ningún modo; ni exije cura- ción alguna, pues todo depende del ré- gimen, que será tan severo cuanto fuerte sea la fiebre, permaneciendo la parida á caldo. No obstante, si esta se hiciese muy ardiente, como he dicho, el médico deberá obrar como tal, y no ser un mero espectador. Esa es la ocasión de recur- rir á las sangrías y labativas, á ménos que la transpiración sea abundante; porque entonces bastan los sudoríficos para curar aquella. Mas como en el caso que aca- 281 DE LAS MADRES. bo de indicar no existe semejante fiebre, se recurrirá eficazmente á los medios ya enunciados, á pesar de las preocupacio- nes que reinan sobre el particular. Tan- to como inútil es peligroso hacer aplica- ciones narcóticas sobre los pechos, con el objeto de impedir que baje á ellos la leche cuando no pueden criar. Esta im- prudencia acarrearía una plétora y otras muchas enfermedades. Por otra parte los abstringentes marchitan los pechos, y solo se deben usar los opiados cuando la secreción de la leche es muy copiosa y continúa mucho tiempo. Se acostum- bra dar á las paridas medicamentos mas ó ménos incendiarios después de la fiebre' láctea; lo que no debe hacerse; porque la mayor parte de esos pretendidos anti- lácteos son funestos, y á ellos mas bien que á la leche deben atribuirse esas en- fermedades que comunmente se creen resultados de la leche repartida. Preva- leciendo el orden natural, los loquios des- 282 GUIA empeñarían ios oficios de las glándulas mamarias, ó á lo ménos llamarían hacia el útero la irritación de ellas. Es pues necesario favorecer aquella evacuación en este caso, como quiera que se encuen- tre en la muger que no cria. El baño de vapor sin peligro ni inconveniente, es el medio mas seguro para obtener la evacuación uterina. No sucede lo mis- mo con los emenagogos, empleados con tanta frecuencia para desgracia de las mugeres. Ademas ¿cómo se hará espe- ler el líquido lácteo, si no se conocen aun las miras de la naturaleza ? Se es- citarán las vias urinarias ó los intestinos cuando tal vez los sudores hayan podido ser los emuntorios y vice versa. Finalmente solo podrá recurrirse á todos estos medios cuando los loquios no se hayan restablecido. Entonces se podrá evacuar y usar los sudoríficos y diuréticos; pero investigando ántes las vias que procura buscar la naturaleza. DE LAS MADRES. 283 Se cuidará de no obrar sobre muchos ór- ganos á la vez y con medicamentos que tienen sobre ellos un influjo directo; im- pidiendo la acción de uno por la del otro. Es mas racional no usar sino de una especie de evacuante, para fijar el flujo de estos humores en una sola parte; y no como se hace generalmente, engu- llir á las enfermas de líquidos ó bebidas que en vez de disminuir aumentan la se- creción de la leche. En los casos en que la enferma no crie, deberá tomar frutas aciduladas, que ademas de calmar la sed, son propias para secar la leche gradual- mente. Indicada ya la secreción láctea, vol- vamos á tratar de los deberes de la ma- ternidad y del régimen que deba guar- darse con las nodrizas. Cuando hablé de este particular, me olvidé decir algo sobre las enfermeda- des de las glándulas que sirven para for- mar la leche. Pueden estas muchas T0M. I 27 284 GUIA veces ser inútiles para elaborarla; se las ha visto faltar, y otras ocasiones carecer de conductos secretorios. Sus causas por lo regular son los abusos, y como estos casos no pueden ser remediados, me parece inútil tratar de ellos. El pezón puede enfermar de varios modos, ya por elevación, ya por grueso y ya por largo. La lactancia no es im- posible, pero es dificultosa en los casos en que el mamelón sea corto. Este de- fecto es indispensable remediarlo cinco ó seis semanas ántes del parto, y su cu- ración se consigue cubriéndolo con una especie de sombrerito de cera ó goma elástica, ó lo que también es fácil, intro- duciendo el pezón dos ó tres ocasiones al dia en el cuello de un pomo ó botella pequeña, inmediatamente que se haya vertido el agua caliente de que primero deberá llenarse. El aire contenido en este instrumento, mas rarefacto que el esterior, debe no impedir que en él se 285 DE LAS MADRES. introduzca el pezón, y que aumente su volúmen. Estos medios pueden usarse aunque esté parida la muger; pero en- tonces el artificio del sombrerito de cera no sirve mas que para conservar la for- ma ó tamaño que se le ha dado al pezón. El niño no lo podrá tomar cuando es grueso; y así es que con dificultad se le introduce en la boca, impidiendo la suc- ción, y ocasionando la pérdida de la le- che por la amplitud de los vasos secre- torios; resultando de aquí que mama por mas tiempo, fatigadla madre, la lastima y al fin no estrae el alimento necesario para la vida. Cuando el mamelón por ser largo se dobla en los labios, se tendrá cuidado de evitar ese inconveniente sosteniendo el pecho con una mano, á fin de que ei niño poco á poco se acostumbre á este modo. Ademas de estas dificultades se presentan otros males en el pezón, como la inflamación, las grietas y las úlceras. 286 GUIA Se inflama por la aplicación de los abs- tringentes, por el desaseo y por dejarlo al aire cuando se saca de la boca del niño. También puede provenir de la impresión repetida de los lábios, de la saliba del niño, de las úlceras de la bo- ca, durante la primera dentición, y últi- mamente por la misma inflamación del pecho. En cuanto á las hendiduras y á las úlceras del pezón, ocasionan una incomo- didad bien grande, producida por la vi- va sensibilidad del órgano. Efectiva- mente son tan agudos los dolores que no se puede tocar aquel; llegando á oca- siones al punto de parecer como separa- do de su base: le cae una hinchazón, un calor y un colorido rojo bastantes grandes: la succión los aumenta é impi- de se cicatricen. La cura de estas en- fermedades es unas veces preservativa, y otras radical. En el primer caso es necesario un aseo esmerado: importa DE LAS MADRES. 287 mucho limpiar el pezón luego que el niño acaba de mamar. Las abluciones espirituosas y aromáticas son escelentes para cortar la saliva de la boca inflama- da y cubierta de pústulas. Mas si á pe- sar de todo, el pezón se irrita y presenta un síntoma de la inflamación, se suspen- derá el uso del pecho por algún tiempo, dando de mamar con el otro; y miéntras el epidermis no se suspenda emplearán los fomentos tónicos de yerbas aromáti- cas en infusión de vino ó aguardiente; pero en cuanto aquel se levante cesarán estos medios, y se usarán los calmantes, los fomentos emolientes con la raíz de malva, altea y cabezas de adormideras ; de la nata de leche, ó mantequilla fresca, y del ungüento populeo; el de Galeno, y del estrado de Saturno, aunque este último no es tan provechoso en razón de su acción absorvente. Lo mas acertado es usar los sombreritos de goma elástica, agugereados por la estremidad según he- mos dicho. 288 GUIA ENFERMEDADES DE LOS PECHOS. Algunas mugeres después de pari- das se aplican sobre los pechos una faja estrecha con el objeto de impedir la se- creción de la leche y conservar la belle- za de aquellos; pero estas señoras sue- len pagar muy caro aquella medida enteramente inútil. Otras por el con- trario le dejan descubierto, espuesto á la impresión fria del aire. El niño puede irritarlo también hasta un cierto punto miéntras está mamando. Las substan- cias ácidas abstringentes contribuyen del mismo modo á la obstrucción de las glándulas del pecho. Por lo regular uno suministra el alimento, aunque los dos pudieran hacerlo; pero en tal caso la obstrucción pasa del uno al otro. Esta obstrucción puede ser ocasio- nada por la leche ó complicada con la inflamación. Los síntomas la distingui- rán. Cuando es por la leche los dolores DE LAS MADRES. 289 son únicamente en los pechos, que se hinchan, estendiéndose por ellos una es- pecie de hilos mas ó ménos tensos, que se propagan hasta abajo de los brazos, impidendo el movimiento de los múscu- los del pecho. Su curación simple con- siste en cubrirse el seno con piel de conejo, de forma que conserve el calor necesario á resolver la hinchazón; ó bien se estraerá la leche por medio de la succión, ya sea natural ó ya artificial, usándose entonces las mamaderas de cristal, como tengo dicho, ó de algunos perritos si se quiere. En caso de que el pecho enferme se podrá hacer la suc- ción en el otro, y darle una dirección favorable. La obstrucción cede con fa- cilidad cuando es sola; pero no sucede así estando acompañada de inflama- ción: los síntomas varían y también la cura. Cuando hay aquella, los pechos se endurecen y están adoloridos, toman un 290 GUIA color subido como el del flemón, y sue- len crecer de un modo tan considerable, que la tensión y el dolor se comunican hasta debajo de los brazos y la parte su- perior del pecho. Estas obstrucciones varían de forma según su localidad. Cuando el tejido celular de la glándula es el dañado, entonces la hinchazón es uni- forme y esférica. Cuando aquellas mis- mas glándulas están inflamadas, la hin- chazón es desigual ; y sí el tejido celular de las glándulas están afectadas á un mis- mo tiempo, será igual ó desigual la hin- chazón. Puede curarse esta enfermedad resolviendo la obstrucción; pero sobre- viene frecuentemente la supuración, y es fácil que aquella termine en scirrosa ó cancerosa. La supuración se acaba mas ó ménos pronta según su sitio. Si está en el tejido celular, el pus es mas abun- dante, homogéneo y blanco; y si en la glándula es mas grumoso y pardusco. En el primer caso la apostema se vacía DE LAS MADRES. 291 y limpia muy pronto: en el segundo el estímulo dura muchos meses y aun años; lo que proviene de la conformación de la glándula cuyos granos se inflaman ó supuran unos después de otros. Habien- do inflamación es necesario usar los an- tiflojísticos interior y esteriormente. Siendo benigna la inflamación, basta- rán las cataplasmas emolientes hechas de harina de semillas de linazas disuelta en cocimiento de raiz de malva, altea y cabezas de adormideras. Si es violenta, y está acompañada de calenturas, se aplicarán sangrías generales y sangui- juelas al rededor de los pechos, guar- dando dieta severa; descanso del cuer- po, succión si la muger da de mamar; baños de vapor en la vulva si hay supre- sión de flujo; bebidas disolventes como el agua de cebada, &c. Si con estas aplicaciones se ablanda el tumor, ó se disminuye, se harán mas fuertes las cata- plasmas, humedeciéndolas con vino tinto 292 GUIA en la disolución del muriato de soda ó carbonate de potasa con el cocimiento de yerbas aromáticas. Cuando ha cesa- do el dolor pueden hacerse abluciones con el muriato de amoníaco, disuelto por algún vehículo corroborante, tales como la infusión de saúco, salvia, &c.; pero cuando el dolor es muy fuerte y escitan- te, indicando que el tumor quiere supu- rar, se favorecerá esta disposición con cataplasmas madurativas de manteca de puerco, cebollas soasadas al rescoldo, azafran, &c. Si la inflamación se fija en las glándulas, se ha de esperar á que el pus esté bien formado y que indique su salida para evitar el endurecimiento de las partes glandulares, cuya materia su- purativa no estaría bien madura, y de la que seria muy difícil lograr su supura- ción. De modo que siendo la hendidura mas pequeña, la cicatriz será también ménos irregular, y la enfermedad no tan dilatada: sin temor de que se quede en DE LAS MADRES. 293 el pecho algún tubérculo que con el tiempo pueda originar un cáncer; lo que sucede cuando la inflamación ha caido sobre alguna glándula. No empero suce- derá esto si la supuración se estiende solamente al tejido celular; porque en- tonces sucederá lo contrario. La saja- dura se hará tan luego como se indique la supuración, para impedir su aumento y propagación, efectuándola, en el parage mas inclinado. Hay casos en que es ne- cesario hacer muchas sajaduras; y prac- ticada la operación, se pondrán unas hilas y una cataplasma encima para que obre mejor la supuración. El pecho se sostendrá con unas bendas no muy ajus- tadas. Si la inflamación deja algún endure- cimiento, se darán las fricciones de lini- mento volátil, cubriéndose después los pechos con papel de estraza, y sujetos con un pañuelo. No debe cargarse el estómago: ántes bien se tomarán pur- 294 GÜIA gantes ligeros. Y si en fin, la obstruc- ción es insoluble y puede ocasionar el cáncer, entonces se ocurrirá á un hábil cirujano. Podría hacer la descripción de un sin número de enfermedades, si quisiese tratar de todas aquellas á que están es- puestas las mugeres; pero siendo mi ob- jeto hacerlo de las que ocasionan las flores blancas, y por consiguiente de las del útero, que sacrifican tantas víctimas, me ceñiré á hablar solamente de las que he indicado; advirtiendo que jamas de- ben las mugeres emprender semejante curación sin el auxilio de un facultativo, á ménos que por estar en el campo, ca- rezcan de él: bien que creen muchas personas que el arte de curar las enfer- medades es lo mas fácil, y así es que no será estraño de ver que usen de reme- dios cuyos efectos ignoran. Si se re- flexionara un momento sobre las varia- ciones que acontecen por la edad, el DE LAS MADRES. 295 temperamento, el clima, &c. se veria el cuidado que debe tenerse en consultar al médico. No he señalado mas que al- gunos métodos curativos con el objeto del alivio de las señoras que se hallen en el campo, para que puedan contener el mal en su principio ; pero cuando ob- serven que aquel resiste y se aumenta, ya que no puedan hacerlo personalmente; porque estoy muy léjos de pretender que se curen ellas mismas, como algunos lo aconsejan; pues esto seria desconocer los peligros á que las espondria. El objeto de esta memoria no es el de formar médicos, sino el de fijar la atención sobre ciertos males conocidos en este pais, para que las enfermas pue- dan conocerlos desde su principio. El peligro que los sigue está demasiado in- dicado para que se acuda prontamente á los medios de contenerlo, lo mismo que el método curativo. Es verdad que ellas no tienen el discernimiento para conocer T0M. I 28 296 GUIA la fuerza de los síntomas; pero tam- bién es cierto que una ciencia que no se compone sino de hechos, no puede aprenderse de oidas. Forzoso es haber trabajado, practicado y observado mu- cho para sacar algún fruto de las teorías, Por esto es que las mismas enfermas no pueden curarse, como ya se ha dicho: confiándose únicamente á la inteligencia de un médico ilustrado. Tampoco este ha de desentenderse de los síntomas que le manifieste la enferma, con respecto á su temperamento, hábitos é inclinacio- nes, así como ella ha de llamarle con oportunidad. Efectivamente, por lo co- mún se acude al facultativo después que se ha hecho un imprudente abuso de los remedios y de haber resistido á la enfer- medad ; estragando luego que sea tan dilatada la convalecencia, y tan lenta y difícil la reparación de las fuerzas. He aquí el efecto de los medicamentos mal aplicados, y la razón por qué se calcula el mérito del médico según el número de DE LAS MADRES. 297 sus recetas y la complicación de su mé- todo. ¿Cuántas veces he oido decir: ¿qué médico es ese, que no receta mas que agua, sin mandar ningún remedio? ¿Cómo podré sanar? Dirijo estas reflexiones á los que sa- ben calcular los resortes del arte. Des- engáñense las mugeres y sepan que no necesitan de tantos remedios como creen, y que la asistencia de un hombre ins- truido es la que les basta únicamente. La naturaleza pide un régimen y dieta conveniente aun cuando se deje á ella el cuidado de su curación. Sydenham hacia veinte visitas diarias y una sola receta, y curaba sus enfermos. Es mas ventajoso para uno de estos el estar cui- dado y dirigido por un médico prudente y económico en las recetas, que no en- tregarse en las manos de un polifármaco. con sus millares de recetas sin objeto y sin cálculo. Si los hombres fuesen mas prudentes y siguieran el instinto de la naturaleza, el oficio del médico seria sin 298 GUIA duda inútil. Vemos los demas animales que cuando están enfermos buscan por lo regular el reposo y la dieta, y el hom- bre envanecido de llamarse su superior no sabe imitar su ejemplo. Mírese al hombre opulento después de haber co- mido manjares esquisitosy bebidas agra- dables, estrañar la dificultad de su di- gestión. Para recuperar el apetito se carga el estómago de estimulantes nue- vos y costosos, cuando la sola dieta bas- tarla para dar á los órganos digestivos la fuerza y actividad primitiva. A muchos enfermos le causa tal novedad la dieta, que no parece sino que nunca la han observado; pues se les oye preguntar ¿cómo puede un enfermo vivir y recuperar las fuerzas sin comer? En las enfermedades agudas la de- bilidad es indirecta, dependiendo de la opresión de las fuerzas, y claro está que usando del alimento se da pábulo á la calentura y se interrumpen los movi- mientos saludables de la naturaleza. Con- DE LAS MADRES. 299 vengo sin embargo, en que el régimen puede estar sujeto á variaciones depen- dientes de la edad y del temperamento: porque efectivamente los jóvenes sufren ménos la abstinencia que los viejos; cir- cunstancia que no es posible admitirla en la Habana. Sucede lo mismo con aquellos que han vivido según sus capri- chos, los cuales sufren la dieta con mas dificultad que los que viven arreglados. Cuanto mas aguda sea la enfermedad, tanto innecesarios son los alimentos, y la dieta será la mas acuosa, ó mejor dicho, mas proporcionada al temperamento; pero lo que mas se descuida en este pais, y que por el contrario merece mas aten- ción, son los diferentes periodos de la vida en la muger, como la menstruación, la preñez, los partos, la lactancia y la edad crítica. ¿ A cuántas alteraciones no está espuesta en el primer periodo de la regla ? ¿ Cuántas afecciones morales y físicas no son el resultado de aquella. 300 GUIA y el envenenamiento de la vida de las que las padecen? Del desarreglo de estas funciones provienen muchas enfer- medades incurables. ¡ Cuántos peligros en cada época de la menstruación! ¡ Cuántas pérdidas y supresiones por ha- berse espuesto al frió, á la humedad y á otras muchas causas que debiéron evi- tarse; ¿Y qué dirémos de la edad del retroceso? ¡Cuántas penas y peligros para el restablecimento del equilibrio, á que está espuesto en la Habana el bello sexo por falta de conocimientos medici- nales ó higiénicos sobre este punto! En el periodo del embarazo está la muger mas espuesta á las fuertes impre- siones, y necesita de un aire puro, de un ejercicio moderado ; de] aseo, de la ale- gría y de la tranquilidad. La csperien- cia, que vale mas que los razonamientos, nos ha convencido de que todo aquello que fije con fuerza la imaginación de la madre, puede originar enfermedades muy graves, lo mismo que al hijo, y provocar DE LAS MADRES. 301 un mal parto. Tanto pues, en esta época como en la de la lactancia, importa evi- tar á la muger cuanto pueda producir ideas melancólicas y emociones irregu- lares. LA EDAD CRITICA. Ya he dicho que en la Habana el bello sexo está mas dispuesto á las enfer- medades, principalmente cuando llega á la edad crítica. Con efecto, en una época mas ó ménos adelantada, que no podria determinarse, la supresión de la menstruación acaece entre los 40 y 45 años; y como acabo de decir puede ser incierto este término, como se acredita en mil escepciones prácticas; pero en cualquier tiempo que suceda no deja de presentar algunas variaciones sumamen- te importantes para la muger. Por lo regular la cesación del ménstruo es rela- tiva al tiempo de su aparición. Las que menstruan temprano son también las que mas temprano carecen de aquel flujo; en 302 GUIA lo que también hay sus escepciones. Refieren los autores que se han observa- do menstruaciones continuadas en muge- res de 70, 80 y aun de 100 años, como dice Blanchard; mas examinándolas con atención, se ha visto que habían suspen- dido sus ménstruos en los tiempos regu- lares, y les habian vuelto después de un transcurso mas ó ménos dilatado. Así se vió en una monja, de quien habla Hércules Saxonia, á quien volvió la mens- truación á la edad de 100 años, y le con- tinuó hasta los 103. En la Habana he visto yo muchas mugeres menstruando á los 70 y 80 años, y esto provenia, según mi entender de una plétora general, ó de una disposición morbosa, ó bien en muchos casos ser el resultado de una le- sión en el útero. Cuando va á cesar la menstruación, mucho tiempo antes se anuncia con ano- malías ó irregularidades mas ó ménos sensibles. Algunas veces se esperimenta una hemorrágia abundante que dura has- DE LAS MADRES. 303 ta que se confunden las épocas, y no se conocen sino por el aumento del flujo. En otras hay diminución progresiva en la cantidad de sangre de cada periodo, y el tiempo en que corre. En otras se aleja el periodo ó no aparece sino en in- tervalos irregulares, y por lo común muy largos. Es raro que cese de golpe; pero he visto á una joven de esta ciudad que tuvo una supresión accidental, y á quien hace dos años no le han vuelto sus reglas, sin presentarse ningún síntoma morbífi- co. Es muy común ver aparecer un flujo mucoso continuo ó periódico, que se fija ántes de cesar, y que prosigue en su curso después. Pero lo que mas in- comoda á las mugeres es un entorpeci- miento en los miembros inferiores; un disgusto general; dolores en los costa- dos; accesos calorosos á la cara y cabe- za; en una palabra, es la época mas ó ménos tempestuosa de las mugeres. So- brevienen síntomas precursores de graves enfermedades que aparecen de repente. 304 GUIA Las afecciones que hasta entonces eran insignificantes y en apariencia, aumentan su intensidad; hacen crecer la masa de fuerzas de los demas órganos, en perjui- cio de los del útero, que permanece sin funciones reproductivas. Para favorecer estas mudanzas se necesitan los cuidados higiénicos, sien- do muy conveniente alejar todo aque- llo que produzca y mantenga abundan- cia de sangre, exalte la sensibilidad, escite los órganos de la generación, y determine la afluencia de la sangre. El régimen alimenticio ha de ser blando, refrigerante, poco jugoso, y el vestido ligero y acomodado á la influencia de la atmósfera, para evitar el aire húmedo y frió: el ejercicio ha de ser moderado; las vigilias demasiado largas son daño- sas. Deben evitarse asimismo las agita- ciones del alma, y lo que es mas nocivo, los placeres de Vénus, á quienes debe atribuirse los cánceres que se manifies- tan en esta época, como también los se- DE LAS MADRES. 305 cretos remedios tan peligrosos que se usan. La confianza ha de tenerse en el médico, y las que no lo hacen por ser- les vergonzoso comunicar estas dolen- cias al facultativo, son víctimas de un « nimio y falso escrúpulo. La sangría suele ser necesaria; pero toca al médico ordenrala; lo mismo que el uso de las sanguijuelas, y de las ventosas sajadas en la inmediación de los órganos geni- tales. Reparemos ahora ligeramente las principales enfermedades que pueden resultar de aquella alteración, á fin de que se conozca el peligro á que se es- ponen ocultándola el facultativo. Los flujos demasiado abundantes son los mas comunes, y pueden adquirir tanta activi- dad que se comprometa la salud de la enferma. Con efecto suele continuar muchos meses, y aun años también, sin que por eso se ulcere el útero. Verdad es que es muy peligroso suprimirlo, y muchas personas por temor de hacerlo 306 GUIA han llegado á originarse la muerte. Cuando el flujo menstrual es reempla- zado por una evacuación mucosa, por las almorranas, &c., entonces se ocurrirá á un facultativo para que indique si estos síntomas dependen de una afección al útero, y hacer una indagación segura y una curación provechosa. La abundan- cia en el desangre es el resultado mas común por la falta del ménstruo. Creo inútil manifestar los peligros que esta abundancia puede acarrear: baste decir que de aquí provienen los accesos calo- rosos á la cabeza; esa transpiración tan abundante y común en la muger cuando llega á este periodo; esa indisposición crónica; esa irritabilidad que llaman va- pores, y en fin ese istérico é hipocondría que no debe atribuirse á otra causa. Sucede también que algunas enfermeda- des que existían ántes de la menstrua- ción, vuelven á renovarse después que ha pasado aquella, tales como el sarpu- llido; una comezón ardiente ó una erup- DE LAS MADRES. 307 «ñon al rededor del ano; ó bien tumores inflamatorios, erisipelas, &c. Estas enfermedades suelen variar al infinito, y corresponde al médico hacer sus indagaciones, así como á la enferma el ayudarle en ellas. Algunas acostum- bran usar ciertos medicamentos en aquel fin, y por una falta de conocimientos se ponen en manos de parteras que son siempre peligrosas. Los purgantes sue- len serlo regularmente, aun cuando se pretenda evacuar los malos humores; ó bien corroborar el estómago, tomando diariamente medicinas en las que por lo regular entra el aloe y la mirra. Seme- jante costumbre es funestísima, porque aquellos remedios tienen una acción di- recta sobre el útero, y con mucha facili- dad producen resultados peligrosos. Es preciso pues, llamar la atención de las señoras sobre este particular. ¿A cuántas he visto padecer por no haber obrado de este modo? Es indispensable fom. i-29 308 GUIA DE LAS MADRES. que usen de toda franqueza con el mé- dico, y que no le oculten ningún síntoma. La vergüenza puede acarrearles males muy sensibles, y el facultativo ver con sentimiento perecer muchas que podían haber vivido si hubiesen declarado sus males. Por una consecuencia de esta revolución, la muger empieza una nueva vida, y ¡desgraciada si no se dirije en ella con las necesarias precauciones! Vistas ya las principales enfermeda- des que pueden alterar los órganos del útero no seria mas que la mitad de mi memoria haber enseñado á curarlas: es necesario decir para su total conclusión el género de vida que han de adoptar las señoras para evitarlas; y de esta ma- nera tendrán un auxilio seguro, es me- rendóme en esponerlo con toda claridad para que saquen de él la mayor utilidad posible. FIN DEL TOMO I. INDICE LO CONTENIDO EN EL TOMO I. PAG. Dedicatoria ...... v A las Habaneras ix Prologo xi Infancia 1 Ligadura del cordon umbilical . . 2 Lactancia . . . . . . 10 Alimentos supletorios ó adicionales . 42 Dentición 56 De las convulsiones .... 62 Erupciones cutáneas .... 65 Gastro-enteritis . . . . . 69 Del niño después de destetado . . 75 De LA EDUCACION DE LAS NIÑAS . . 84 Amenorrhea . . . . . .112 Cura de la amenorrhea . • \ • • H6 Flujo blanco . . . . . .127 IsTERICO DE LAS JOVENES - . .146 INDICE PAG. De la muger casada . . . .160 De la concepción . . . . .162 Síntomas de la preñez . . . .163 Estado de los pechos . . . .166 Signos característicos de la preñez . . 170 Vómitos, salivación continua y náuseas . 173 Costipacion . . . . . .179 Almorranas . . . . . .181 Hemorrágias . . . . .187 De la diarrea . . . . .192 Odontalgia . . . . . .195 Hinchazón de las venas . . . .199 Hinchazón de todo el miembro . . 201 Hinchazón del vientre .... 204 Retención de orina .... 206 Del parto ...... 240 Régimen de los partos .... 247 De la secreción de la leche . . . 277 Enfermedades de los pechos . . . 288 De la edad crítica . . . . .301