TOMAS CASILLAS TESIS INAUGURAL TRATAMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES SECUNDARIAS DE LA SIFILIS POR irattims sicniiis DE PREPARACIONES MERCURIALES TESIS PARA EL EXAMEN PROFESIONAL DE MEDICINA, CIIUJU I 0BSTETR1CII PRESENTADA AL JURADO DE CALIFICACION POR TOMAS CASILLAS ALUMNO INTERNO DE LA ESCUELA DE MEDICINA PRACTICANTE DE LOS HOSPITALES “MORELOS” Y DE ‘ 'MATERNIDAD E INFANCIA” MEXICO Imp. de Jens y Zapiain, calle de San José el Real num. 22 1876. A LOS PROFESORES DE LA ESCUELA DE MEDICINA DE MEXICO TRIBUTO DE RECONOCIMIENTO Y RESPETO AII SOCIEDAD FAMILIAR DI MEDICINA A MIS MAESTROS IOS SEÑORES DOCTORES AGUSTIN AIRA! L JOSIG LOBATO AL Sr. Df. MANUEL ALFARO AL Sr. li 11TJBI HOMENAJE DE GRATITUD INTRODUCCION. El estudio de la sífilis y de las diversas enfermedades ve- néreas, ha tenido en varias épocas el privilegio de preocupar á la mayor parte de los médicos, dando así lugar á un número considerable de publicaciones importantes. Querer decir algo nuevo sobre un asunto tan debatido por hombres competen- tes, seria empresa muy léjos del alcance de mis fuerzas, como también lo fuera tratar de llenar algunos de los vacíos que aun existen en esta materia, á pesar de los excelentes traba- jos dados á luz hasta hoy. Ultimamente se han emprendido escrupulosos estudios sobre el tratamiento de la sífilis, y sobre este punto preten- do llamar la atención, limitándome al tratamiento de la sífilis por las inyeccioiíes hipodérmicas de diversas preparaciones mer- curiales, iniciado desde 1864 en Europa, y muy poco segui- do, no obstante sus magníficos resultados. Entusiasmado verdaderamente por el feliz éxito de las ob- servaciones recogidas durante el año de 1873 en el Hospital de San Juan de Dios, por mi maestro el Sr. Dr. Lobato, y por la lectura de algunas publicaciones extranjeras referen- 8 tes al mismo asunto, quise continuar un estudio nuevo hasta cierto quinto, para acabar de convencerme de su inutilidad ó de sus ventajas. El resultado de algunas de las observaciones recogidas por mí con ese fin, así como el obtenido por los señores doc- tores Andrade, Lobato y Alfaro, los únicos que, al menos que yo sepa,1 hayan puesto en práctica este tratamiento en México, han servido en mucho para alentarme á dar á cono- cer como asunto de tésis estos pequeños trabajos, prestando de esa manera un débil apoyo á un método terapéutico que quizá debiera ser visto con ménos indiferencia de lo que ha sido hasta hoy, tanto entre nosotros como en el extranjero. Con esto solo pretendo cumplir con el deber que me im- pone la ley, y solicitar la atención y el estudio de aquellos que mas especialmente consagrados á las afecciones sifilíti- cas, pueden con su buen juicio, su atenta y escrupulosa ob- servación, hacer mas palpables los beneficios ó los inconve- nientes reales de este tratamiento. De ningún modo me atrevería á considerar este trabajo digno de la ilustración de mi jurado; carezco de los tamaños necesarios para semejante empresa; pero la indulgencia de los que van á decidir de mi porvenir, sirva para perdonar su imperfecciones y juzgarme con benevolencia. 1 Según se me ha informado, el malogrado Dr. Boves hizo algunos estudios so- bre el particular; pero careciendo absolutamente de estos datos, ni puedo asegu- rarlo ni darlos á conocer. HISTORIA. Los efectos verdaderamente poderosos de los medicamen- tos introducidos en la economía por la vía subcutánea, eran motivos mas que suficientes para alentar á algunos médicos á aprovechar las ventajas del descubrimiento de Wood en el tratamiento de la sífilis. El Dr. Scarenzio 1 en 1864 íué el primero que, haciendo uso del método hipodérmico, inyectó en 8 enfermos calomel preparado al vapor en suspensión en la glicerina, obteniendo buenos resultados. En vista de ellos, los profesores Ambro- soli, Kicordi y Monteforte,2 en 1865, y Van Mons3 en 1869, siguieron una á una las indicaciones del médico de Pavía, obteniendo resultados satisfactorios en cuanto al efecto te- rapéutico del medicamento; pero haciendo comprar al enfer- mo algo cara su salud, por los accidentes locales (dolor, fleg- mones, abscesos), á que daban lugar muy frecuentemente las inyecciones de calomel. Para salvar estos inconvenientes, se trató de sustituir la sal hidrargírica inyectada antes, por otra cuyo uso fuera me- 1 Armales universelles de médecine (1864). 2 “Gloner” Dictionnaire de Thérapeutique (1875). 3 Gazette des hñpitaux (1869). 10 jor tolerado por el paciente. De alai vino el empleo del su- blimado corrosivo que, aunque iniciado por Hunter y por Hebra, según una nota de Scarenzio, á Barclay-Hill se debe verdaderamente su introducción en la terapéutica del mal venéreo por la vía bipodérmica. Desgraciadamente, en 4 de los 11 casos publicados por el médico inglés en el año de 1866, 1 se presentaron los mis- mos y mayores inconvenientes que por las inyecciones de calomel; sin embargo, el efecto terapéutico, y este era el pun- to importante, fué indudable. Esto, como era natural, no desanimaba á los prácticos á seguir instituyendo un trata- miento que solo tenia de reprochable los accidentes locales. Lewin en 1868 modificó un tanto la solución, agregando ni sublimado cloruro de morfina para hacerla mas tolerable: de esta manera pudo inyectar mayor cantidad de bicloruro de mercurio, y en 107 enfermos del Hospital de la Caridad (Berlin), tratados la mayor parte por el sublimado puro, y los demas por el sublimado con la morfina, los resultados fueron satisfactorios y los inconvenientes de poca impor- tancia. Sin seguir los consejos de Lewin, los doctores Róese, Klein, me, Merscheim, Grünfeld y Niemeyer (de 68 á 70), liacian uso todavía de la solución de sublimado puro, observando, por parte del paciente, accidentes locales idénticos á los ya enumerados. Por esta razón Hardy, Diday y Stohr, al princi- pio partidarios del método, lo abandonaron después á pe- sar de sus ventajas, y >Stolir fué mas.allá, acusándolo de pe- ligros debidos evidentemente á la gran cantidad de bicloruro inyectado, y de ningún modo al nuevo procedimiento. Liégeois, por el contrario, durante mucho tiempo ha hecho ■uso de la solución de Lewin 2 en enfermos de los hospitales 1 The Lancet (1866). 2 Fórmula de Lewin: Agua destilada gramos 90,00 Sublimado ,, 0,20 Cloruro de morfina „ 0,10 11 Lourcine y du Midi, logrando ver como una rareza la ma- nifestación de accidentes locales. Aimé Martin, Briclieteau y Staub, (de 69 á 72) úitima- mente no satisfechos con la práctica de los que les habian precedido en el uso de las inyecciones hipodérmicas, lian propuesto cada uno de ellos á su vez una nueva fórmula pa- ra la solución mercurial. Martin emplea un ioduro doble de mercurio y de potasio. 1 Bricheteau propone un ioduro doble de mercurio y de sodio,2 (sin haber tenido ocasión de ensa- yarlo), y por último, Staub inyecta una mezcla de sublima- do, cloruros de amoniaco y de sodio y albúmina.3 El éxito ha sido inmejorable y los accidentes casi nulos. A esta altura habian llegado en Europa los estudios sobre la materia, cuando en México se hicieron las primeras expe- riencias (1872), por mis maestros los señores doctores An- drade y Lobato, y por mi respetable amigo el Sr. Dr. Al- faro. Las soluciones de Barclay-ílill, Lewin y Staub, han sido las mas usadas por el Sr. Andrade,4 un tanto modificadas con relación á la dosis del medicamento. El Sr. Alfaro5 ha empleado mas especialmente la fórmula de Staub; y el Sr. Lobato,6 después de pesar los inconvenientes de las solucio- nes empleadas hasta hoy, se ha decidido por el uso de la 1 Fórmula de Martin: Agua destilada gramos 10,00 Bi-ioduro de mercurio ,, * 0,40 Ioduro de potasio 9,0 para hacer soluble el bi-ioduro. 2 Fórmula de Bricheteau: Agua destilada gramos 100,00 Ioduro doble de mercurio y de sodio. ,, 1,50 3 Fórmula de Staub: Agua destilada gramos 250,00 Bicloruro de mercurio ,, 1,25 Cloruro de sodio ,, 4,15 Cloruro de amoniaco ,, 1,25 Clara de huevp número 1 4 Apuntes particulares del Sr. Andrade, Hospital de San Juan de Dios, 1872. 5 Véase la carta inserta en esta Tesis. 6 Libro de Memorias del Sr. Lobato y “Observador Médico,” entrega núme- ro 2, (1874). 12 suya de poli-albuminato de mercurio.1 Esta última es la que yo lie ensayado en mis observaciones, con una ligera modi- ficación en la manera de prepararla.2 Así liemos logrado obtener resultados favorables sin accidentes locales. Después de esta suscinta reseña histórica de los principa- les trabajos emprendidos sobre el particular, detengámonos un momento para analizar las ventajas y los inconvenientes del tratamiento señalados por los distintos experimentado- res que se han ocupado del asunto. ¿Cuáles son estas ven- tajas? ¿Cuáles son estos inconvenientes? Comenzarémos por fijar nuestra atención sobre las obser- vaciones y resultados obtenidos en ellas por las inyeccio- nes subcutáneas de preparaciones mercuriales; así podremos apreciar mejor las ventajas y los inconvenientes reales del procedimiento. 1 Fórmula del Dr. Lobato: a ■■ ¿ Agua destilada gramos 8,00 1 ' Bitmljjwo de mercurio „ 0,10 Alcohol ó éter sulfúrico para disolver el sublimado c. b. Albúmina de huevo para hacer un po- li-albuminato c. b. para completar 10 gramos. 2 Fórmula del Dr. Lobato modificada: Bicloruro de mercurio gramos 0,30 Agua albuminosa .. „ 30,00 Disuélvase y luego fíltrese hasta la perfecta trasparencia, guardando antes la precaución de verter poco á poco la agua albuminosa para ir redisolviendo el pre- cipitado que se forma. OBSERVACIONES Y RESULTADOS. En el libro de apuntes del Sr. Andrade, que tuvo la bon- dad de facilitarme, se encuentran consignadas diez obser- vaciones recogidas en el hospital de San Juan de Dios, por sus practicantes en 1872, los Sres. Angel Gutiérrez y Dr. Gustavo Ruiz y Sandoval. De estas observaciones tomo las dos que en mi concepto son mas interesantes, por haber hecho mas palpables las ven- tajas de las inyecciones, y hago un ligero resúmen de las demas. OBSERVACION 1* (Recogida por el Sr. Ruiz.) Núm. 16.—Dolores Perez, soltera de 25 años, tempera- mento linfático, constitución deteriorada, entró al hospital el 9 de Abril de 1872. No refiere accidentes sifilíticos an- teriores; pero ahora tiene un ectima sifilítico, ulceraciones en la garganta y dolores osteocopos; se le prescribió trata- miento mercurial y iodurado, con el cual vino un estado 14 anémico muy marcado y hubo necesidad de sustituir la me- dicación por una tónica-ferruginosa, después de la cual un poco restablecida la enferma, se volvió á instituir la mercu- rial hasta el dia 8 de Julio, en que no teniendo resultado, fué sustituida por las inyecciones liipodérmicas de sublimado. En este dia se inyectaron 40 gotas de una solución compues- ta de sublimado grm. 0,60, agua destilada 60,00. Este mis- mo número de gotas se siguió inyectando cada tercer dia hasta el 29, habiendo desaparecido entretanto los accidentes que presentaba la enferma á su entrada al hospital. Por es- ta razón ya curada, menos la anemia, se dió de alta el 1° de Agosto de 1872. OBSERVACION 2í* (Recogida por el Sr. Gutiérrez.) Núm. 2.—Loreto Guzman, soltera, de México, 20 años de edad, temperamento linfático y constitución deteriorada, en- tró áeste hospital el dia3 de Julio de 1872. Sus antecedentes dicen que ha padecido ulceraciones en la vulva y tiene plé- yade indurada inguinal. Su diagnóstico es pápulas mucosas ulceradas en la vulva, amigdalitis ulcerosa (accidentes se- cundarios).—El dia de entrada se le puso un baño y una fricción mercurial para matar unos parásitos (pediculus pu- bis).—El dia 5 se le puso una inyección hipodérmica de 40 gts. de la solución de sublimado al centésimo. Los ocho pri- meros dias se pusieron sin interrupción las inyecciones, y desde el dia 14 al 30 se aplicaron ocho con irregularidad. Durante este tiempo ios accidentes fueron desapareciendo hasta no existir el dia 31, en que se suspendieron las inyec- ciones. La enferma permaneció aún en el hospital hasta el 4 de Octubre que salió sin sus manifestaciones secundarias. En las diez observaciones que se encuentran en el libro del Sr. Andrade, hay dos enfermas en las cuales se aplicó el 15 tratamiento mercurial interno, y dos en las que se usó el iodurado á mas del mercurial, sin ningún éxito. Después de estos tratamientos se hizo uso de las inyeccio- nes hipodérmicas, que en los otros seis enfermos se aplicaron sin tratamiento hidrargírico anterior, obteniendo la curación de los accidentes en un espacio de tiempo relativamente cor- to. Por término medio este espacio era de dos meses, siendo el medio de las inyecciones de 17 en el período de 20 á 30 dias. La cantidad de sal mercurial inyectada ha sido de 1 á 2 centigramos en cada inyección, fuera la solución de Staub, el sublimado puro ó con glicerina. Una vez se produjo una escara en el lugar de la picadu- ra, y en dos inyecciones hubo una ligera reacción inflamato- ria in situ. Los accidentes que se han combatido han sido: Placas mucosas 3 casos. „ „ y sifílides 3 „ „ „ „ y dolores osteocopos 2 „ Chancro duro y sifílides 1 „ Chancro duro 1 Total 10 obser. Las dos observaciones siguientes pertenecen al Sr. Dr. Alfaro, quien ha tenido la amabilidad de remitírmelas jun- tamente con su apreciable carta que sirve de apéndice á esta tésis, y de la cual las he separado por parecerme mas apro- pósito colocarlas en este lugar. OBSERVACION 3 F3 (1F3 DEL SR. ALFARO.) En Mayo 26 de 1872, un carnicero de la calle del Tompea- te tenia Lacia una semana un chancro duro hunteriano en el repliegue balano-prepucial casi indolente, estaba acompaña- do de pléyade ganglionar en la ingle correspondiente; se hi- zo la reinoculacion y se invitó al Sr. Hermosilla para confir- mar el diagnóstico. Al siguiente dia se practicó la primera 16 inyección en la región escapular derecha con un gramo de la solución bicloruro albuminada. Las inyecciones se siguieron practicando diariamente durante seis dias, los siguientes con alguna interrupción hasta diez. A la tercera inyección se inició el alivio. El dia 10 de Junio estaba sano. La re- inoculacion filé negativa, resultado que se tenia previsto por tratarse de la inoculación de pus específico en un individuo infectado. Algunos meses después se le vió de nuevo y aun no se manifestaban los accidentes secundarios. OBSERVACION 4 F (2.* DEL SR. ALFARO.) Recogida por el alumno Samuel Morales. Hospital Militar.—Sala de sifilíticos.—Núm. 38.—Setiem- bre 2 de 1872.—Vicente Ortiz, soldado de infantería, de 22 años, temperamento mixto y constitución muy deteriorada, tal vez porque sufre de reumatismo poli-articular desde 68. Tiene temporadas de alivio, como la presente, en que solo tiene infartada la rodilla izquierda, así como las articulacio- nes temporo-maxilares, lo cual le impide abrir ampliamente la boca. A consecuencia del tratamiento empleado esta vez para combatir su reumatismo, [calomel á dosis refracta] su- fre de estomatitis con salivación abundante y fuerte tume- facción del borde gingival. Siendo muy joven sufrió de blenorragia, la que curó en dos semanas sin tratamiento. Seis meses hace tuvo chancro en el repliegue balano-prepucial del dorso del pene, del cual conserva como vestigios un ligero endurecimiento per- ceptible al tacto y pléyade ganglionar bi-inguinal; tiene tam- bién una cicatriz en la ingle derecha que dice ser de origen traumático y muy antigua; ademas se advierten cicatrices discretas en los miembros superiores é inferiores; circulares de dos centímetros poco mas ó menos, algo deprimidas, de color moreno, las que aunque parecen ser específicas él afir- ma no ser recientes sino que datan desde su niñez. El chan- 17 ero del pene que fué casi indolente duró 40 ó 50 dias, curó sin tratamiento interno y solo con aplicaciones tópicas de ealomel. En los primeros dias del mes antepasado comenzó á pa- decer de la garganta, cuyas lesiones actuales consisten en úl- ceras secundarias, situadas una en el velo del paladar que casi lia destruido su mitad izquierda y se propaga liácia la cara posterior y pilar anterior izquierdo; en la base del mis- mo pilar tiene otra pequeña circular y de bordes muy regu- lares; se encuentra en la pared posterior de la faringe una que se extiende á toda la mitad izquierda de la región, y por último, otra én el paladar arriba de los incisivos medios; es- ta es extensa irregular, se insinúa entre los dientes y si- gue la línea media en forma de grieta profunda, la cual ter- mina en la interrupción de la mucosa sobre el borde labial; por último, tiene en la concavidad anterior de la nariz dere- cha una ulceración que simula una grieta, la cual supura cons- tantemente, y otra pequeña cubierta por una costra en el borde anterior de la misma: su voz tiene un timbre nasal; á estas lesiones secundarias se agrega una pléyade ganglio- nar cervical y sub-maxilar muy notable. Las vías digestivas están sanas. Fuera del tratamiento para curar su reumatis- mo, que lo ha sido por el ealomel y durante pocos dias, la sífilis de este enfermo está virgen de tratamiento, y para tratarlo por las inyecciones hipodérmicas, se espera curarlo de la estomatitis que sufre actualmente. Setiembre 3.-—Hoy fué invitado el señor director del hospital E. Francisco Montes de Oca, quien tuvo la bondad de ratificar el diagnóstico. Durante una semana se administró un gramo bis de clorato de potasa y tópicamente el ácido clorohídrico, con lo que me- joró el estado de las encías. El dia 10 se practicó la primera inyección de bicloruro al- buminado á la dosis de un gramo de la solución de Staub. El dia 11, el Sr. Dr. D. Juan M. Rodríguez tuvo la bon- dad de visitar al enfermo, ratificar el diagnóstico y conve- 18 nir en la continuación de las inyecciones á pesar de la lige- ra estomatitis que aun persistía. Inmediatamente de las primeras inyecciones se inició el alivio, no solo de los accidentes sifilíticos, sino que al contra- rio de lo que era de esperarse, curó también de la estomati- tis. Su alimentación fué la ordinaria. El dia 3 de Octubre estaba el enfermo sano de sus lesio- nes específicas, después de haberle practicado quince inyec- ciones de á gramo de líquido (que contiene 5 miligramos de bicloruro); las primeras inyecciones fueron diarias y á medi- da que el alivio era mas notable, se retardaron gradualmen- te basta la curación. No hubo accidentes locales en los pi- quetes. 1 Casi al mismo tiempo que el Sr. Alfaro, mi maestro el Sr. Lobato comenzaba sus experiencias sobre las inyecciones hipodérmicas en el hospital de San Juan de Dios, obtenien- do por este medio brillantes resultados en manifestaciones sifilíticas, que por mucho tiempo habian sido rebeldes á to- do tratamiento específico. Estas observaciones, de las cuales hemos sido testigos la mayoría de médicos y practicantes de ese hospital, se en- cuentran consignadas juntamente con otras muchas de la práctica civil de mi maestro, en su libro de memorias. De ahí es de donde, por su deferencia, tomo las dos obser- vaciones siguientes: OBSERVACION 5** (1 s8 DEL SR. LOBATO, HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS.) J. S., de edad de 20 años, originaria de Pachuca, de tem- peramento nervio-bilioso, contrajo un chancro duro, en principios del mes de Enero de 1872, cerca del repliegue nin- fo labial izquierdo, que cicatrizó pronto, y al entrar al liospi- 1 En la carta ya citada pueden verse las conclusiones de estas dos observacio- nes, así como las de otras que posee el Sr. Alfaro. 19 tal presentó, al cabo de cuatro meses, pléyade ganglio ingui- nal doble, calentura periódica por la noche, cefalea, dolores reumatoides en las articulaciones, infarto ganglionar del cuello, placas mucosas en el velo y pilares del paladar, sifíli- de pustulosa en los muslos y regiones glúteas. Los diversos tratamientos instituidos durante la curación fuera del hospi- tal, no le habían mejorado los síntomas secundarios. El mé- todo instituido al entrar en mi sala, que fué un tratamiento mercurial, no produjo al cabo de dos meses ningún alivio; por el contrario, la marcha de los accidentes secundarios ha- bía progresado y las sifílides se habían ulcerado en algunas regiones de la parte superior del tronco y las nalgas. Vien- do que fallaba el tratamiento mercurial usado por las vías digestivas, procedí á emplear las inyecciones hipodérmicas de poli-albuminato de mercurio de á gramo. La solución se componía de 10 centigramos de bicloruro hidrargírieo, agua y éter sulfúrico, c. b. para disolver el bi- cloruro, y el resto de solución albuminosa hasta completar 10,00 de líquido. Al cabo de quince dias, durante los que se habían hecho 7 inyecciones hipodérmicas, se habían curado totalmente las sifílides lo mismo que las placas mucosas de la faringe. Ninguna de las inyecciones liabia producido escaras gan- grenosas ni se había abscedado. La enferma había curado y no he vuelto á saber de ella. OBSERVACION 6 5* (25* DEL SR. LOBATO.) Práctica Civil. D. J., militar, originario de Gruanajuato, de 35 años de edad, constitución vigorosa, temperamento sanguíneo, sin antecedentes de otras enfermedades ni infección sifilítica an- terior, contrajo un chancro infectante en el repliegue bala- no-prepucial del lado derecho. Su curación y cicatrización fué violenta, cosa que le hizo creer al enfermo en una sim- pie grieta: al cabo de seis meses se presentaron síntomas de malestar, calenturas y dolores reumatoides, por las noches, con cefalea, y un infarto ganglionar de las regiones ingui- nales y del cuello; la alopecia había hecho su irrupción de una manera aguda, porque en quince dias el enfermo quedó espantosamente tonsurado, á los 20 dias posteriores apareció una acnea sifilítica en la cara y una sifílide pustulosa en los muslos, piernas, brazos y tronco. Los dolores reumatoides aumentaron considerablemente. Fundado en el éxito de 18 curaciones anteriores, instituí el método de las inyecciones hipodérmicas hechas con mi solu- ción, efectuando una diaria en los primeros ocho dias: la mo- dificación sufrida por el medicamento usado de esta manera, hizo ceder la marcha de la enfermedad, puesto que tanto la acnea como la sifílide comenzaron á descarnar álos ocho dias, dejando las manchas cobrizas inherentes á las cicatrices sifi- líticas. Después de los ocho dias las inyecciones fueron ter- ciadas por espacio de los quince siguientes, al cabo de los cuales se verificó la desecación de las pústulas y la descama- ción furfurácea de las regiones invadidas, con persistencia de las manchas cobrizas características de las erupciones sifilíti- cas. En los quince dias siguientes ejecuté las inyecciones de cuatro en cuatro dias, hasta que la piel quedó lisa y sin es- camas furfuráceas. A los dos meses y medio del tratamien- to, la salud era completa, la alopecia habia desaparecido, el enfermo engordado y á los cuatro meses hacia su servicio mi- litar sin inconveniente alguno, y hasta hoy no ha vuelto á reincidir ni á presentar síntomas que denoten la marcha de la evolución del virus sifilítico. Entre las 24 observaciones qne se encuentran en el libro del Sr. Lobato, solamente una (la segunda que publico de él), se liace notar por la circunstancia de haber hecho uso de las inyecciones sin tratamiento mercurial anterior; las 23 restantes se refieren á enfermos en los cuales se habia insti- 21 tuido el tratamiento común por mas ó menos tiempo, pero sin éxito plausible, hasta que se aplicó el método subcutáneo. El número de inyecciones y el tiempo que se ha necesita- do para la curación, han sido relativamente cortos, pues co- mo una rareza se han necesitado 28 ó 30 inyecciones durante dos meses ó mas de tratamiento. Los accidentes combatidos han sido la mayor parte de los secundarios. Por mi parte lie procurado recoger el mayor número de observaciones posible. Solamente dos de ellas publico deta- lladamente, reasumiendo las demás para no hacerme muy largo. Advertiré de antemano que habiendo seguido estas ob- servaciones en el hospital de mujeres sifilíticas, á mas de te- ner seguridad en los antecedentes por el libro de asientos de la administración, el diagnóstico tenia que ser confirmado por los médicos de la Sección Sanitaria, quienes remiten las prostitutas á ese hospital, y por el director de la sección don- de yo recogia mis observaciones. Ademas, siendo estas en- fermas consideradas como presas durante el tiempo de su afección, no puede dárseles su alta sin que los médicos de la Comisaria hayan comprobado la curación de los accidentes. Por consiguiente, el éxito del tratamiento ha sido confirma- do también por esas personas. OBSERVACION (Ia? mia.) Antonia Campos, natural de Irapuato, 23 años de edad, mala constitución, temperamento linfático, fue remitida á este hospital el 26 de Agosto de 75 por la Sección Sanitaria de Policía, á donde vino á ocupar la cama número 29 de la sala “Armijo.”—Interrogada y examinada que fué escrupu- losamente, supimos por sus antecedentes que: desde Enero 22 de 71, época en la cual se entregó á la prostitución, liasta Marzo de 72, no liabia sido molestada por ninguna enferme- dad. En ese año fué remitida por primera vez al hospital, en donde permaneció tres meses, durante los cuales fué cu- rada de una blenorragia y una leucorrea. Entregada de nue- vo á los azares de la vida desordenada que lleva, fué por segunda vez mandada al hospital en Octubre de 73, estando entonces en esta misma sección con un chancro duro en la horquilla, acompañado de pléyade ganglionar indolente bi- inguinal. En el tiempo que permaneció en este estableci- miento (6 meses), fué atacada de una erupción ligera en los miembros superiores é inferiores, y de ulceraciones en la garganta; por esta razón se instituyó un tratamiento mercu- rial, con el cual se consiguió dominar estas manifestaciones secundarias, dándose de alta en Abril de 75.—En Junio de este año vió aparecer de nuevo la erupción de la piel, y sin- tiéndose enferma de la garganta y de los órganos genitales, tomó el partido de burlar la vigilancia de la policía, lo cual consiguió hasta hoy, que por el exámen encontramos: una dermatosis que por sus caracteres de coloración, variabilidad, agrupamiento y terreno donde se desarrolla, clasificamos de sifílides (pústulo-escamosa), teniendo su sitio tanto en los miembros superiores como en los inferiores; pero mas nume- rosa en el dorso, donde se ven pústulas aisladas y caracte- rísticas de ectima: en los órganos genitales se encuentra toda la cara externa de los grandes lábios cubierta de placas du- ras de 5 milímetros á un centímetro de diámetro, la mayor parte ulceradas, y con una capa gris de serosidad purulenta: en la horquilla hay una cicatriz dura de bordes oscuros é ir- regulares. Por el espejo se vió una anteversion de la matriz con catarro del cuello uterino, y una ligera vaginitis. En la cavidad bucal y faringea pudimos ver una ulceración de co- lor grisiento y bordes irregulares, extendiéndose de la parte posterior del velo dél paladar (cara anterior) á la mitad iz- quierda de la úvula y al pilar anterior izquierdo: la parte 23 visible ele las dos amígdalas estaba igualmente ulcerada, y el resto de la mucosa buco-faringea eritematosa. El diagnóstico fué: sífilis constitucional, manifestaciones secundarias. Desde luego se instituyó un tratamiento mercurial al in- terior, haciendo uso del licor Van Swieten á dósis de 4 gra- mos bis, y cauterizando al mismo tiempo las placas mucosas y las ulceraciones de la garganta con nitrato de plata sólido. Durante dos meses nuestra enferma estuvo sometida á este tratamiento, sin haber conseguido otra cosa que ver desapa- recer las placas mucosas, aumentar su erupción y ser moles- tada por una afección laríngea, cuyos caracteres y naturaleza nos descubrió el exámen laringoscópico, pues en las cuerdas bucales superiores me hizo notar el Sr. Dr. Lobato la exis- tencia de pequeñas ulceraciones muy semejantes á las que aun existían en el velo y pilar del paladar, así como en los amígdalas, y una inyección marcada de la mucosa laríngea. Notándose ademas un estado anémico profundo, se suspen- dió el tratamiento, y se procuró, en cuanto cabia en el hos- pital, tener á la enferma en las mejores condiciones liigié* nicas. Así permaneció hasta el 6 de Diciembre, en que nos de- terminamos á hacer uso de las inyecciones hipodérmicas, em- pleando el poli-albuminato de mercurio.1 La cantidad de líquido inyectado fué un gramo, que contiene un centigramo de bicloruro. Por espacio de un mes se estuvieron aplicando las inyecciones en la región dorsal, terciando los dias. Al cabo de 12 dias de tratamiento pudo notarse bastante alivio; las ulceraciones se limpiaron, la voz se hizo menos ronca, y la erupción comenzó á desaparecer. A fines del mes de Ene- ro de este año (1876), la voz estaba limpia, las ulceraciones y la dermatosis habian desaparecido, quedando simples man- chas cobrizas en la piel. Se suspendieron las inyecciones, y se insistió únicamente en las condiciones higiénicas. 1 Fórmula del Sr. Lobato modificada. 24 E1 dia 22 de Febrero salió de alta la enferma, resintiéndo- se nada mas de su estado anémico, pero curada de sus acci- dentes sifilíticos. La anteversion y el catarro estaban en el mismo estado; la vaginitis liabia desaparecido. OBSERVACION 8.* (2?® mia.) Cármen González, natural de León, 20 años de edad, cons- titución deteriorada, entró el dia 12 de Julio á ocupar la ca- ma número 39 de la sala “Armijo.” Por sus antecedentes sabemos que liace dos años estuvo por primera vez en este hospital de San Juan de Dios, cu- rándose de un chancro blando y un bubón supurado en la ingle derecha. Sabemos ademas que desde 74, época en que volvió al hospital, ha sido sin cesar molestada por enferme- dades de la garganta, de los órganos genitales, y sobre todo por una de la piel que ha sido su desesperación, obligándola á venir varias veces á este establecimiento en calidad de en- ferma libre, sin conseguir por los tratamientos que se le ha- dan, ver desaparecer su enfermedad. Examinándola encontramos una erupción tuberculosa con- fluente y numerosa, situada en la frente y en la mejilla iz- quierda, desfigurando completamente la fisonomía de la en- ferma. Esta misma erupción se veia en la cara externa de los miembros superiores é inferiores, estando aquí algunos tubérculos ulcerados y otros reblandecidos. En el mismo lugar, y hácia la cara externa, también había pústulas cobri- zas de ectima, comenzando unas á desarrollarse, y otras ya cubiertas de pequeñas costras. En el dorso se notaban estas mismas pústulas, más otras impetiginoides. Las dos amígdalas eran el sitio de ulceraciones extensas, de la misma manera que el velo del paladar. En las dos ingles se sentia una pléyade ganglionar carac- terística, y las caras externa é interna de los grandes lábios estaban cubiertas de cicatrices de distintos tamaños, las mas de ellas de bordes oscuros. Por estas manifestaciones creimos que se trataba de una sífilis constitucional en su segundo período. El Sr. Dr. Gazano, director de una de las salas de este hospital, confirmó nuestro diagnóstico, y nos informó de que en dos ocasiones que habia estado esta enferma en su servi- cio, habia empleado en la primera el tratamiento mercurial interno sin conseguir nada, y en la segunda quiso hacer uso de las inyecciones hipodérmicas; pero abandonó su propósi- to por haberse formado un absceso en el lugar del piquete á la tercera inyección. Por nuestra parte, habiamos sometido á la paciente una vez que estuvo en nuestra sección, al tratamiento mercurial interno, con el licor de Van Swieten y las píldoras de Dupuytren, sin ser mas felices que el Sr. Gazano. Por esta razón, sin pensar mas en este tratamiento, y tenien- do en cuenta la solución con que se le hizo la inyección lii- podérmica que dió lugar al absceso, (bicloruro puro) determi- namos ensayar la solución de poli-albuminato de mercurio que tan felices resultados nos habia dado en otras ocasiones. Con este fin el dia 29 de Julio se hizo á la enferma la pri- mera inyección con un gramo de nuestra solución, y se repi- tió durante ocho dias sin interrupción. Al cabo de este tiem- po pudimos apreciar que los tubérculos ulcerados se iban desecando, y los demas, principalmente los de las piernas, se abatían: las pústulas estaban cubiertas de costras y las ul- ceraciones de las amígdalas limpias. Se cauterizaron estas con nitrato de plata y se pusieron cataplasmas en los miem- bros para desprender las costras; después de esto se ordenó un baño de aseo. Desde el 10 de Agosto las inyecciones se hicieron tercia- das y se suspendieron hasta el 1° de Noviembre, en que la garganta estaba solo con cicatrices y los miembros y dorso con manchas oscuras mas ó menos extensas en el lugar de las erupciones. Las cataplasmas y los baños se habían aplicado con fre- cuencia durante el tiempo del tratamiento por las inyeccio- nes subcutáneas, á fin de apresurar y facilitar la caída de las costras. A pesar de que los tubérculos de la frente persistían mu- cho menos voluminosos que al principio, determinamos no usar las inyecciones que liabian sido aplicadas en el dorso y en los miembros, para no exponernos á provocar algunos accidentes locales, pues ya el número de ellas era conside- rable. Durante un mes el tratamiento consistió en mejorar sus condiciones higiénicas, y en este tiempo logramos ver que el resto de la erupción de la frente iba desapareciendo. Que- riendo abreviar esta desaparición insistimos de nuevo en las inyecciones, poniendo da misma cantidad de líquido; pero haciéndolas cada cuatro dias hasta el mes de Enero, que las suspendimos por haber logrado nuestros deseos, pues la fren- te y mejilla, sitio de la erupción, estaban simplemente cu- biertas de una gran mancha color de café, permitiendo des- cubrir ya la fisonomía de la enferma. Desde entonces se pu- do entregar á algunas labores del hospital, y hasta la fecha, según sabemos, permanece en él sin haber tenido otro acci- dente específico. 1 A mas de estas dos observaciones tengo nueve, de las cua- les en tres lie aplicado el método subcutáneo sin tratamien- to mercurial anterior, y en las otras seis, después de haber administrado el mercurio al interior por mas ó ménos tiem- po, sin que hubiéramos obtenido resultados verdaderamente satisfactorios. 1 Estas dos observaciones con el resumen que les sigue, las lie tomado de una estadística que llevé durante los años de 74 y 75 en la sala “Armijo” del hospital Morelos, de donde fui practicante. 27 Los accidentes combatidos han sido: Placas mucosas y sifílides 4 casos. Sifílides 3 „ 1 Chancro y ulceraciones de la garganta. . 2 „ Placas mucosas, grieta del ano y ulcera- ciones de la garganta 1 „ Chancro y sifílides 1 „ Total 11 observaciones. El menor número de inyecciones ha sido de 6 y el mayor de 46, (enferma de la observación octava). La cantidad de solución inyectada en cada operación filé un gramo, que con- tiene un centigramo de bicloruro, y el término medio de la curación, mes y medio á dos meses. 1 En una de estas enfermas se abscedó el piquete; pero examinada la solución, se vio que no estaba perfectamente filtrada. VENTAJAS. Como se ve por los resultados obtenidos en los enfermos de las observaciones citadas, no puede ponerse en duda la acción de las inyecciones liipodérmicas. Ni podia ser de otra manera, puesto que se trataba de preparaciones mercuriales introducidas á la economía, y sabida es la influencia que es- tas tienen tratándose de manifestaciones sifilíticas. Pero el nuevo camino que se toma para aprovechar esta acción, ¿tiene alguna ventaja sobre los métodos antiguos? ¿Su- pera en algo á los tratamientos instituidos basta aquí? Los Sres. Lewin y Liégeois que en mayor escala lian he- cho uso de este tratamiento, resumen sus observaciones del modo siguiente: “He tratado exclusivamente por las inyecciones liipodér- micas de sublimado, dice Lewin, á 107 enfermos. “El término medio de las inyecciones practicadas en cada “uno de ellos ha sido de 16, y la cantidad total de sublima- “do inyectado en cada individuo, de 15 centigramos. Algu- nas veces se han presentado pequeños abscesos sin grave- “ dad; pero la curación ha sido rápida y proporcional á la “ cantidad de sublimado inyectado diariamente. 29 “ Las reincidencias son relativamente raras y de poca gra- vedad. En los 107 enfermos solo lie observado 24 reinci- dencias, lo que hace un 22 por ciento, cifra mucho menor “que la de 81 por ciento obtenida por los métodos ordina- “ rios. He obtenido ademas la ventaja de preservar al tubo “digestivo de la acción irritante de las sales metálicas.” Liégeois dice: “En 108 individuos he aplicado la solución “ de sublimado y cloruro de morfina, sin que se produjera “ninguna reacción inflamatoria en el lugar de la picadura; “ solamente dos veces hubo una ligera escara. El dolor era “insignificante, y la salivación no se produjo mas de cuatro “veces entre los 198 enfermos.—Las funciones digestivas, “ así como las otras, se cumplian bien durante el tiempo del “ tratamiento, que comenzó á producir sus efectos al cabo de “5 ó 6 dias. Dos inyecciones diarias, de 2 miligramos de su- “ blimado en cada una, fueron practicadas en cada enfermo. “ La duración media del tratamiento ha sido de 37 dias, y “las reincidencias de por ciento. “ Los enfermos que habían sido precedentemente someti- “ dos á un tratamiento mercurial interno ó externo, han sido “ mas rápidamente curados por las inyecciones de sublimado “ que los que no lo habian sido. La enfermedad ha resistido “ tanto mas al tratamiento, cuanto que era mas antigua, y “ se nota que tiene tanto mas probabilidades de reincidir, “ cuanto que es preciso menor número de inyecciones para “ hacer desaparecer las manifestaciones secundarias.” Al lado de estas conclusiones pudiera colocar las que de sus observaciones lian deducido todos los experimentadores citados en la reseña histórica; pero temo hacerme dema- siado difuso, y por esta razón me limito á dar á conocer lo que en México se ha hecho sobre el particular. Baste decir que las conclusiones de los Sres. Lewin y Liégeois han sido confirmadas en su mayor parte por los trabajos enumerados al principio de esta tésis. 30 Pero hagamos á un lado estas conclusiones, y fijémonos exclusivamente en nuestras observaciones; ellas nos dan lu- ces suficientes á mi juicio para juzgar de la cuestión. En todas se nota la pronta curación de los accidentes, así como el buen resultado del procedimiento, en afecciones de la garganta, que tan frecuentemente reclaman el uso del ioduro de potasio, por agravarse con las preparaciones mer- curiales. Se nota ademas que las alteraciones producidas en el apa- rato digestivo por las preparaciones hidrargíricas no se han manifestado, ni siquiera la estomatitis, corolario tan común de la administración del mercurio. Esto evidentemente no deja de ser una ventaja, pues que el enfermo no se ve ex- puesto con las inyecciones á esas incomodidades frecuente- mente tan penosas, cuando se administra el mercurio y sus compuestos al interior. En la mayor parte de nuestras observaciones se ven casos en los cuales las manifestaciones sifilíticas, que habian sido refractarias absolutamente al tratamiento específico, cedie- ron en muy poco tiempo con las inyecciones hipo dérmicas. Se dirá tal vez que el mercurio introducido de antemano es el que ha manifestado sus efectos. Pero ¿por qué admitir una feliz coincidencia en la acción del mercurio, almacena- do, por decirlo así, y el uso de las inyecciones hipodér micas? ¿Por qué, también, negar en estos casos la acción del proce- dimiento, cuando en otros, sin tratamiento anterior, hemos visto palpablemente su eficacia? Allá al principio, cuando se hacia uso del calomel ó del sublimado puro, era difícil asegurar si toda la cantidad de sal inyectada había penetrado en el torrente circulatorio, y la razón de esta duda nos la da la insolubilidad del proto- cloruro y la acción corrosiva del sublimado, pues al primero le falta una de las condiciones fisiológicas de absorción, la solubilidad, y el segundo, formando combinaciones con el te- jido celular, tiene que perderse en esto una porción, no sabe- mos cual, de la cantidad inyectada. 31 No sucede lo mismo ahora que se emplean sales que, á mas de ser perfectamente solubles, adelantan hasta cierto punto el trabajo del organismo para absorber estas sustan- cias. Tal se vé con las soluciones de Staub y de Lobato que, á ser cierta la hipótesis de Gubler 1 sobre la absorción de los mercuriales y la circulación de estos en la sangre, ahorrarían á la economía el trabajo de trasformar el bicloruro en al- buminato soluble. Con estas preparaciones, así como con las de Martin y Bricheteau, puede asegurarse que la cantidad inyectada es la absorbida. Para esto nos apoyamos en que las sales de morfina, por ejemplo, se dice son absorbidas totalmente cuan- do se inyectan en el tejido celular, por ser perfectamente so- lubles y no tener ninguna acción sobre el tejido; pues tam- bién estas preparaciones deben penetrar totalmente en el terreno circulatorio, puesto que llenan debidamente las con- diciones fisiológicas de absorción. De aquí podemos deducir otra ventaja de las inyecciones, saber la dosis de medicamento introducido en la economía. A esto podemos agregar la pequeña cantidad de sal em- pleada en la curación, y la tolerancia de ella en los enfermos de constitución deteriorada, tan susceptibles de alteraciones digestivas. Si á lo ya dicho añadimos las ventajas del método hipo- dérmico considerado en sí mismo, es decir, la facilidad en la manipulación y la rapidez de absorción, podemos reasumir las ventajas de las inyecciones subcutáneas de la manera si- guiente: D Aplicación fácil y rápida. 2* Uso de dosis precisa. Absorción inmediata y total. 1 Para Gubler, el mercurio y sus compuestos, llegados á las primeras vías, se descompondrían parcialmente en bicloruro (Mialh) y serian absorbidos bajo esta forma; pero pasando al torrente circulatorio, el mercurio contrae con los materia- les proteicos de la sangre, una combinación, albmninato hidrargírico, y bajo esa forma circula con la sangre. 32 Carencia de acción notable sobre las grandes funciones de la economía. 5? Facilidad de combatir con mas seguridad y prontitud, accidentes rebeldes ó graves, sin temor de alterar el orga- nismo. (P Evitar casi con certeza las incomodidades del aparato digestivo, principalmente la estomatitis. Al lado de estas ventajas, que en nuestro concepto están definitivamente probadas, podríamos colocar la acción pre- servatriz que, según Lewin y Liégeois, ejercerían las inyec- ciones para evitar las reincidencias. Esto nos parece discuti- ble todavía, pues por una parte nuestras observaciones nada nos permiten asegurar 1 sobre ese particular, y por otra cree- mos con la mayor parte de los sifilógrafos, que la medicación, cualquiera que sea, ejerce una acción mas eficaz contra los accidentes que contra la diátesis misma origen de estos acci- dentes, por lo que no estando esta completamente dominada, nada extraño es que á pesar del tratamiento vuelva á mani- festar su existencia en la economía. Todos los médicos que hayan empleado preparaciones mer- curiales en el tratamiento de la sífilis, deben estar convenci- dos de dos verdades: de la ineficacia de este medicamento en algunas manifestaciones rebeldes, principalmente las sifíli- des, y de las incomodidades que frecuentemente acarrea en el aparato digestivo, á tal grado que los enfermos se someten con verdadera repugnancia y temor al tratamiento fiidrargí- rico. Precisamente lo contrario fiemos visto con las inyecciones subcutáneas. Curación de accidentes tenaces y ninguna al- teración de los órganos digestivos. 1 La 2a observación del Sr. Lobato y especialmente una de la práctica civil del Sr. Andrade, hablan muy alto en favor de la opinión de los Sres. Lewin y Lié- geois, pues en ellas se trata de enfermos en los cuales no se han vuelto á presen- tar ninguna clase de accidentes específicos después que ha pasado mucho tiempo déla aplicación de las inyecciones; ¿3 años en el del Sr. Andrade; un poco menos en el del Sr. Lobato. 33 Con solo estos resultados, sin entrar en mas comentarios, sin analizar las demas ventajas del método hipodérmico, sin hacer alusión á los casos urgentes, en los cuales se necesita obrar con toda actividad, tenemos derecho para creer prefe- rible este procedimiento á los tratamientos mercuriales em- pleados comunmente. Pero veamos si los inconvenientes son superiores á las ventajas, en cuyo caso deberíamos borrar las inyecciones de la terapéutica de la sífilis; ó si son de tan poca monta que puede prescindirse de ellos para darle su valor real al méto- do subcutáneo. INCONVENIENTES. El principal inconveniente reprochado justamente á las inyecciones, era la producción de accidentes locales, [dolor, escaras, flegmones y abscesos en el punto de la picadura] y de algunos generales atribuidos gratuitamente por Stolir. Estos últimos, dolor precordial, diarrea sanguinolenta, vómitos, disp- nea, calosfrió, calentura, sincope, etc., basta enumerarlos pa- ra comprender que si alguna vez se han presentado, no pue- den atribuirse sino á la inyección de una cantidad tóxica de preparación bidrargírica. La pequeña operación que se necesita hacer para cada aplicación de la inyección subcutánea, produce ciertamente dolor á veces muy intenso y persistente; pero los casos en que se manifiesta con estos caracteres, son raros afortunadamen- te y en la generalidad, dígalo el gran número de inyeccio- nes practicadas con sales de morfina, quinina, etc., es bastan- te tolerable para que el enfermo pueda habituarse á este mo- do de tratamiento. La poca limpieza ó el mal estado de la aguja con que se hace la operación, puede ser causa de dolor. Un poco de cui- dado basta para subsanar este inconveniente. 35 Las escaras, los flegmones y los abscesos se presentaban an- tes con alguna frecuencia; sn existencia está perfectamente explicada por la naturaleza, así como por la cantidad de la sal inyectada y del vehículo. La insolubilidad del calomel, la causticidad del sublima- do, la acción irritante del alcohol cuando ha servido de di- solvente, son causas mas que suficientes para producir estos accidentes. La permanencia del protocloruro en el tejido celular sub- cutáneo, tiene que ser indispensable durante el tiempo nece- sario para trasformarse en bicloruro y ser absorbido bajo es- ta forma (Mialh y Petenkoffer). Ahora bien, la permanen- cia de esta sustancia, sin contar con la del vehículo, debe traer, como la de cualquier otro cuerpo extraño, una irrita- ción local, causa de la flogosis y abscedacion posteriores del tejido. La sola causticidad del bicloruro y la acción irritante del alcohol, pueden ser el origen de escaras en el lugar de la in- yección. Y es tan cierto lo que acabamos de decir, que cuando so- lo se hacia uso del calomel, los accidentes eran mas comunes, lo eran ménos cuando se empleaba el sublimado, y todavía mucho ménos cuando, como Barclay-Hill y Lewin, solo se inyectaban 2 ó 3 miligramos de bicloruro. Por otra parte, Martin, Staub y Lobato, haciendo uso de preparaciones perfectamente solubles, sin acción sobre el te- jido celular, por consiguiente de fácil absorción, han conse- guido hacer disminuir, mejor dicho, desaparecer los acciden- tes locales, pudiendo inyectar cantidades relativamente con- siderables de sal mercurial [2 y 3 centigramos] en muy poco líquido [50 centigramos á un gramo]. Según esto, la elección de la solución tiene gran influencia sobre la producción de estos accidentes, que mas seguramen- te se han evitado con el ioduro doble de mercurio y de po- tasio (Martin) y con las preparaciones albuminadas, que con 36 el calomel y el sublimado puro, como lo prueban las obser- vaciones de los Sres. Martin, Staub, Andrade, Lobato y Al- faro y las mias. Debemos citar para no omitir nada, otros inconvenientes mas ó ménos difíciles de subsanar, pero que no pertenecen al procedimiento; tales son la inconstancia del enfermo pa- ra someterse por algún tiempo á este tratamiento, y el dete- rioro que tan rápidamente sufre el instrumento de que se hace uso. 1 En el interes del individuo y en la facilidad de la mani- pulación está el remedio, pues el paciente viendo los buenos efectos de la medicina, puede suministrarse con pocas ins- trucciones del médico, ya sea por sí mismo ó ya por una persona extraña, el alivio de sus males. En el apéndice de este trabajo se encuentran consignados por el Sr. Dr. Alfaro, otros pequeños inconvenientes y se encuentra también la manera de evitarlos. Como se vé por lo que antecede, pocos han sido los verda- deros inconvenientes de las inyecciones subcutáneas aplicadas al tratamiento de la sífilis, y en su mayor parte debidos mas bien á la inexperiencia, á los tanteos en la elección de las pre- paraciones inyectadas, á la dósis del medicamento y á la fal- ta de precauciones. En la actualidad estos inconvenientes son casi nulos, pues que se les puede evitar con facilidad. 1 Las jeringas metálicas de Pravaz «era las que liemos usado. CONCLUSIONES. De todo lo expuesto creo que pueden sacarse las conclu- siones siguientes: 1* El tratamiento de la sífilis por las inyecciones hipodér- micas ha producido ya resultados innegables. 2* Este procedimiento tiene algunas ventajas sobre el tra- tamiento mercurial ordinario, como son rapidez de la cura- ción y evitar al paciente las alteraciones del aparato diges- tivo. 3* Las preparaciones hidrargíricas albuminadas, son las mas apropósito para disminuir los accidentes. 4* y ultima. Con una poca de precaución pueden preve- nirse los inconvenientes reprochados al método subcutáneo. Por estas razones, tenemos la convicción de que este proce- dimiento, en manos de personas inteligentes, desempeñará un papel muclio mas importante del que lia desempeñado hasta hoy en la terapéutica de la sífilis. ¡Ojalá estas perso- nas quieran fijar su atención sobre este punto para resolver- lo definitivamente! Réstame solo para concluir, dar nn testimonio público de agradecimiento á mis maestros los señores doctores Andrade y Lobato y al Sr. Dr. Alfaro, por haber tenido la bondad de contribuir con su consejo y sus observaciones, á la formación de esta tésis. México, Abril de 1876. Tomás Casillas. APENDICE. México, Marzo de 7&. Sr. Casillas:' Empleo las inyecciones hipodérmicas de bicloruro de mer- curio albuminado en el tratamiento de la sífilis cuyas mani- festaciones no den lugar á ninguna duda, por dos razones: primera, porque en los casos dudosos creo que, sobre ser in- necesarias, su uso no dejaría de tener inconvenientes para la salud, y la segunda, porque siendo su acción eficaz en la sífi- lis infectante, y tal vez perniciosa en los casos de accidentes venéreos locales, resultaría en último caso el desprestigio del método, con grave perjuicio del paciente. El año de 1872 vino á mis manos un trabajo del Dr. Staub de Estrasburgo; en dicho trabajo se encuentran estudiadas razones muy poderosas que hacen inclinar al práctico á dar su preferencia en el tratamiento de la sífilis á las inyeccio- nes de sublimado, sobre cualquiera otro de los conocidos. Partiendo del principio de que hasta hoy la sífilis solo es 40 curable por los mercuriales, * establece una comparación verdaderamente práctica de la administración de los mercu- riales por la vía digestiva endérmica (baños, lociones ó fric- ciones), con la bipodérmica, siendo de esta última todas las ventajas; los pocos inconvenientes que el método por inyec- ción bipodérmica pudiera presentar, se salvan en lo general, cuidando así del líquido bidrargírico como de la manera de inyectarlo; yo que lo be empleado muy frecuentemente, pue- do asegurar que las aseveraciones de Staub son verdaderas. En cuanto al líquido, preciso es que sea absolutamente neu- tro para evitar los accidentes locales, porque de lo contrario la inyección causa dolores que persisten algún tiempo des- pués de practicada, y sobre todo, los accidentes inflamato- rios locales se desarrollan con mas ó menos violencia. El sencillo manual operatorio de una inyección de biclo- ruro, requiere pequeños pormenores que es indispensable obsequiar para su mejor éxito; son estos: elegir las regiones mejor provistas de tejido celular flojo y poco ricas de nervios periféricos, así como la deltoidea, glútea y dorsal, entre la espina y el borde del omóplato, ó aun sobre la región esca- pular, (en la espalda es en donde acostumbro inyectar, y en donde con una aguja bien afilada pasa desapercibida la pun- ción); tomado el pliegue cutáneo entre los dedos, imprimo movimientos de frotación durante un minuto, con lo cual se excita la absorción, que se bace muy rápida; es necesario bacer la punción tangente á la superficie, y penetrar el tró- car lo mas posible en el tejido celular subcutáneo; por últi- mo, está recomendado, y con justicia, inyectar el líquido len- tamente para evitar las desgarraduras del tejido celular, y en el caso de tener que inyectar una cantidad de solución superior al contenido de la jeringa, no se debe de extraer la aguja para repetir la punción, sino desprenderla del cuerpo * Los pretendidos específicos, remedios secretos que expenden los charlatanes, asegurando que sus ingredientes solo son productos vegetales y que dan buenos resultados para los sifilíticos, contienen preparaciones bidrargíricas en mas ó me' nos cantidad. 41 de bomba, dejando la aguja, cargar de nuevo la jeringa é inyectar en el mismo lugar la cantidad que sea necesaria. La fórmula empleada por Staub es la del licor mercurial de Mialh, modificada y preparada del modo siguiente: Bicloruro de mercurio gramos 1,25 Cloruro de amoniaco „ 1,25 Cloruro de sodio .'.. .. „ 4,15 Clara de huevo una Agua destilada „ 250,00 Se disuelven las sales en la mitad del líquido, y la clara de huevo en el resto; cada una de estas se filtra separada- mente, se mezclan los líquidos filtrados, y por último se fil- tra la mezcla; es necesario tener la solución en un lugar frió, para retardar lo mas posible la coagulación de la albúmina, que enturbia el líquido y lo hace impropio para la inyección; antes de practicar la inyección, tengo la costumbre de ensa- yar el líquido con el papel violeta; (en una sola vez que omi- tí este ensayo desgraciadamente, estaba ácida la solución, y tuve que lamentar la formación de un flegmon en el lugar del piquete.) Las indicaciones de este método son todas aquellas en que lo están los mercuriales en la sífilis, es decir, durante los ac- cidentes primitivos, secundarios y terciarios, cuando el en- fermo está virgen de tratamiento ó que aun hay manifesta- ciones secundarias; según ¡Staub, su eficacia es inestimable cuando se requiere un tratamiento excepcional mente enér- gico, como en las iritis específicas, en que hay peligro inmi- nente de la pérdida de la visión: en las muchas ocasiones que las he empleado las he encontrado excelentes para tratar los accidentes secundarios rebeldes así de la lengua como de las manifestaciones cutáneas, habiendo sido en todo caso rápido el alivio y corto el tratamiento. Es indispensable para evitar los accidentes locales graves, cuidar de la excesiva limpieza del instrumento y buen esta- do de las agujas; aun con todas las precauciones debidas, las 42 induraciones consecutivas son muy comunes, pero indolentes y de lenta resolución. Poseia un gran número de observaciones detalladas recogi- das en el curso del año de 72 á 73 con mi actual compañero el Sr. D. Samuel Morales, que entonces practicaba conmigo en el Hospital Militar de Instrucción; pero el cuaderno donde cons- taban se lo llevó un enfermero desertor á quien no lie vuelto á ver. Las que tengo en mi poder son varias; pero de estas, 15 son las mejor detalladas, y los enfermos á quienes se re- fieren lian sido vistos en los hospitales é Inspección Sanita- ria por los señores doctores Juan M. Rodríguez, Ortega, Gra- lan, Hermosilla, Montes de Oca, etc.; el resumen de ellas es el siguiente: un solo caso de chancro duro, y el resto de sí- filis secundaria. Chancro duro del repliegue balano-prepucial 1 Accidentes secundarios buco-faringeos 7 Id. id. id. y sifílides... 3 Lengua sifilítica 2 Testículo sifilítico 1 Nariz sifilítica 1 Total 15 D)‘. Manuel Alfaro,