ESTUDIO ANATÓMICO DE LA SANGRE EN LOS INDIVIDUOS SANOS DE MÉXICO. MEMORIA PRESENTADA A LA ACADEMIA DE MEDICINA DE MÉXICO POR MIGUEL CORDERO. MÉXICO. IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE. BAJOS DE SAN AGUSTIN NT. 1. 1884. ESTUDIO ANATÓMICO DE LA SANGRE EN LOS INDIVIDUOS SANOS DE MÉXICO. MEMORIA PRESENTADA A LA ACADEMIA DE MEDICINA DE MÉXICO POR MIGUEL CORDERO. MÉXICO. IMPRENTA DE IGNACIO ESCALANTE. BAJOS DE SAN AGUSTIN N. 1. 1884. Desde que la sangre ha sido considerada en el número de los humores cons- tituyentes del organismo, y más aún, desde que por su grande importancia en las funciones de la vida se la ha elevado al rango de medio interior (Cl. Ber- nard) necesario, indispensable para el sostenimiento de ésta, se han dedicado los hombres de ciencia á inquirir los mayores datos relativos á la cantidad de su masa total como á su constitución química y anatómica en el estado normal y en las diversas perturbaciones funcionales y orgánicas que constituyen las en- fermedades. La multitud de estudios experimentales emprendidos para resolver la primera parte del problema, no han dejado satisfechos á sus autores, y á pesar de los notables trabajos de Welker, Valentín, Vierordt, etc., no se ha llegado á un acuerdo uuánime en la actualidad. Más afortunados los químicos, pudieron pe- netrar la naturaleza de las sustancias componentes de la sangre, su proporción relativa en el estado sano y en muchos casos de afecciones en las que ese líquido presenta anomalías de composición constantes: basta recordar á este respecto los trabajos notables de Andral y Gavarret, de Bequerel y Rodier, que tanto auxilio han prestado á la ciencia. Pero si en algunos casos el ensayo químico de la sangre puede utilizarse con ventaja para llegar á un diagnóstico preciso, hay muchos en que este recurso no podría emplearse sin temor de perjudicar al paciente por la cantidad desan- gre necesaria para la experiencia, y con mayor razón cuando tuvieran que repe- tirse los ensayos, como sucedería en las anemias graves, en donde importa seguir paso á paso la marcha de la afección bajo la influencia del tratamiento empleado. Para este caso especial el exámen físico por medio del microscopio y de ciertos instrumentos de óptica que permiten apreciar la intensidad de la coloración de la sangre y deducir de esto su riqueza en hemoglobina, proporcionan una suma 2 de datos bastantes para adquirir un conocimiento casi exacto del estado de ese líquido, y sin duda alguna por tan notorias ventajas ha sido preferido este mé- todo analítico á los anteriores, sobre todo en las afecciones producidas por una anomalía de proporción en los elementos figurados de la sangre. Para aplicar con éxito este método á los estudios clínicos, es indispensable antes conocer el estado de la sangre en el individuo sano; mas como dentro de los límites de la salud perfecta, la composición de ese líquido está subordinada á diversas condiciones, edad, sexo, y sobre todo al conjunto de circunstancias exteriores, aíre, luz, temperatura, etc., que forman el medio cósmico en que se vive, necesario es conocer el término medio de la composición sanguínea eu las distintas condiciones de individuos sometidos á las mismas influencias exte- riores. Tales han sido los motivos que me impulsaron á emprender un estudio expe- rimental sobre la sangre de los individuos sanos de México: en el principio tuve la idea de hacer cerca de cien ensayos divididos en tres séries: hombres, muje- res y niños, de los que pudiera sacarse una media bastante exacta; pero las dificultades que se me presentaron en la práctica para encontrar tipos de salud perfecta, sobre lodo entre las mujeres y los niños, me hicieron desistir de mi propósito, y reduje el número de mis experiencias á un poco más de la tercera parte, escogiendo aún de entre ellas las que llenaran más las exigencias del método, quedando, en suma, treinta distribuidas en tres séries, que comprenden los hombres adultos, mujeres adultas y niños de ambos sexos. El resultado de ellas constituye el asunto de este pequeño trabajo, en cuya primera parte haré la descripción detallada de los procedimientos técnicos que he seguido en mis investigaciones, para que así pueda hacerse una justa apre- ciación de los resultados. PRIMERA PARTE. PROCEDIMIENTOS TECNICOS. El estudio anatómico de la sangre se hace bajo tres puntos de vista: el de las propiedades físicas de los elementos anatómicos considerados individualmente; el del número de dichos elementos en un volumen dado de la masa sanguínea, y por último, el de su facultad de coloración, para deducir de ella la proporción de hemoglobina. Los procedimientos técnicos varían en cada uno de estos casos, y los describiré separadamente. I. Para apreciar con exactitud las propiedades histológicas de los elementos de la sangre, hay que teuer en cuenta la extrema alterabilidad de este líquido (coa- gulación) desde su contacto con la atmósfera á la salida de los vasos, el inmenso 3 número de sus elementos, que puede ser un obstáculo para la claridad de la observación, y las alteraciones peculiares á cada uno de ellos, glóbulos rojos y glóbulos blancos bajo la influencia de los agentes exteriores. Es por lo mismo indispensable obtener la sangre por un procedimiento de ejecución rápida, po- nerla desde luego en un recipiente especial en donde quede sustraída al contacto de la atmósfera, ya sea pura ó previamente mezclada á un líquido conservador qne á la vez que disocie sus elementos, les conserve sus propiedades físicas, químicas y aun vitales. La sangre se obtiene por la punción é incisión practi- cada en la yema de un dedo por medio de una pequeña lanceta, se mezcla coa el medio conservador en una probetita, y de allí se toma la cantidad necesaria para la observación. Los líquidos recomendados para este objeto han sido des- de luego las serosidades naturales: líquido amniótico yodado (Yod serum de Schultze), serosidades de la pleura, del peritoneo (Hayem); pero además de su diversa densidad y difícil conservación, estos medios tienen la desventaja de llevar en su seno elementos figurados, lo que produciría sin duda resultados inexactos. Sustituidas por este motivo las serosidades naturales por líquidos salinos, se han propuesto infinidad de fórmulas procurando en todas ellas una reacción y una densidad semejantes á las del suero de la sangre. Bizozero re- comienda una solución de cloruro de sodio al 0,75%; Hayem un líquido que designa con la letra A y que se compone de agua destilada 200srm: cloruro de sodio puro 1 srm: sulfato de sosa puro 5&rm: bicloruro de mercurio puro 0,50. Según el autor, este líquido conserva á los elementos sus propiedades histoló- gicas, pero no podría utilizarse para ensayos de sangre enferma cuando en ella hubiera un exceso de fibrina, motivo suficiente para no adoptarlo, puesto que no es susceptible de aplicación en clínica. El mismo Profesor Hayem ha reco- mendado otro líquido que designa con la letra B, no difiriendo del anterior sino por la adición de 10erm de glieerina neutra á 20° Baumé, lo que no le quita los inconvenientes señalados y la tendencia á formar precipitados albuminosos aun en la sangre normal (Malassez). Becientemente el líquido B ha sido susti- tuido por su autor con otro compuesto de orina diabética conteniendo más de 40grm de azúcar por litro y conservada en estado de pureza por la adición de 5 á 6 % de agua oxigenada. Éste lendria las ventajas de un buen medio conser- vador y seria aplicable á cualquiera exámen de sangre; pero además de las dificultades prácticas para obtener este líquido en las condiciones enumeradas, creo que no estaría enteramente libre del inconveniente señalado para los sueros naturales, pues los datos estadísticos demuestran la frecuencia de las complica- ciones renales en las diabetes, en cuyo caso existirían muchos elementos figura- dos de la sangre en las orinas empleadas como medios conservadores. En mis experiencias he empleado un líquido recomendado poco há por Ma- lassez, compuesto de una solución de sulfato de sosa cristalizado en agua desti- lada, con una densidad de 1,020o Baumé, y lo he preferido á otros muchos por- 4 que haciendo observaciones comparativas con sangre pura y sangre mezclada á este líquido, he notado una modificación tan pequeña en la forma, volumen y demás propiedades físicas de los elementos, que lo he creído verdaderamente útil para mi objeto, siendo además de muy fácil adquisición en condiciones per- fectamente iguales. En cuanto á los medios necesarios para evitar la evapora- ción de la mezcla sanguínea, han consistido en el empleo de la celdilla de Hayem, que describriré más adelante. Para medir con la mayor exactitud posible el diámetro de los elementos, he puesto en práctica el ingenioso procedimiento indicado por Malassez y consig- nado en el Tratado de Técnica Microscópica deM. Duval, de donde los trascribo textualmente: «Estaudo colocado el ocular micrométrico en el microscopio (con el tubo su- mergido), se mira un micrómetro objetivo y se alarga al mismo tiempo y muy lentamente el tubo del microscopio. Al alejarse el ocular del objetivo, la imágeu se amplifica y las divisiones del micrómetro ocular cubren un número más y más pequeño de divisiones del micrómetro objetivo. Llegará necesariamente un punto en donde una división del micrómetro ocular cubrirá justamente un nú- mero entero de divisiones del micrómetro objetivo. Para apreciar muy exacta- mente este punto, es necesario no observar una sola división del micrómetro ocular, lo que expondría á grandes errores, sino considerando la escala entera, hacerla corresponder á un número de divisiones del micrómetro objetivo tal, que este número, dividido por el número de divisiones de toda la escala micro- métrica del ocular, dé un número entero. Si, por ejemplo, la escala del micró- metro ocular es dividida en 100, si las divisiones del micrómetro objetivo valen 10m (diez milésimos de milímetro), será necesario hacer de manera que toda la escala del ocular cubra 10, 20 ó 30 divisiones del micrómetro objetivo; sea 20 divisiones. Cada división del micrómetro objetivo valiendo 10m, las 20 divisio- nes valdrán 200m; las 100 divisiones del micrómetro ocular correspondiendo á una longitud de 200m en el foco del objetivo, una división de este mismo mi- crómetro corresponderá á una longitud de 2m con 30; 40 divisiones se tendráu asi 3, 4m siempre números enteros. «Con el objeto de encontrar el punto preciso en que tienen lugar estas coin- cidencias, grabo una línea sobre el tubo movible del microscopio, inscribo arri- ba de esta línea el valor de la división del micrómetro ocular (en cifras árabes) y anoto el número del objetivo empleado (en cifras romanas). Esta graduación debe ser hecha con los principales objetivos á fin de tener para una división del micrómetro ocular un cierto número de valores diferentes correspondiendo á todas las necesidades de la micrometría. «Desde entóuces, nada más sencillo ni más rápido que la medida de una lon- gitud microscópica cualquiera; tómese un objetivo conveniente, alárguese el tubo hasta el nivel de la línea que corresponde á este objetivo, cuéutese el 5 número de divisiones del micrómetro ocular comprendidas en la longitud bus- cada, multipliqúese este número por la cifra inscrita arriba de la linea, y se ten- drá la medida de dicha longitud. Ésta corresponde, por ejemplo, á 5 divisiones del micrómetro ocular, vaiieudo cada una de ellas 2m, la longitud será de 5 ve- ces 2m, es decir, 40m.» II. Desde Yierordt (1852 á 54) basta nuestros dias, los métodos empleados para hacer la numeración de los elementos de la sangre han variado notablemente, pero todos reconocen uu mismo principio: apreciar la cantidad de elementos que existen en un espacio determinado de una dilución sanguínea cupo título se conoce y obtener por un cálculo de proporción el número de dichos elementos contenidos en lmc (un milímetro cúbico) de sangre pura. Para poner en prác- tica cualesquiera de los procedimientos recomendados para ese objeto son nece- sarias cierto número de manipulaciones que indicaremos por su orden de eje- cución. A. La punción é incisión en algún punto de la piel para extraer unas gotas de sangre, que debe ser siempre del mismo lugar. Los autores recomiendan que esa pequeña operación se practique en la yema del dedo, sin previa presión ni ligadura, pues en ese caso «se obtiene un líquido que difiere notablemente de la sangre capilar fisiológica, y que en numeraciones sucesivas hechas en la misma persona da resultados no concordantes» (Hayem). Una vez hecha la punción con una lanceta, se hace una presión ligera cerca de la herida, y se procede con la mayor prontitud posible á recoger por medio de una pipeta acl hoc la cantidad necesaria para la dilución. B. Los líquidos recomendados para esto han sido los mismos de que hablé anteriormente, suero yodado de Schultz, serosidades de la pleura, del perito- neo, etc., que para este caso tampoco podrían utilizarse á causa de los elemen- tos que llevan consigo; líquidos A y B de Hayem, que al producir los precipita- dos albuminosos señalados por Malassez, arrastrarían cierto número de glóbulos, y segundo liquido B. de Hayem, no aceptable por las razones antes dichas. Por estas razones he adoptado en mis experiencias sobre numeración de los ele- mentos de la sangre, las diluciones de ésta con el líquido salino de sulfato de sosa, de que me he ocupado ya, obteniendo con esto la ventaja de utilizar uua misma preparación de sangre en los diversos tiempos de la experiencia. He se- guido igualmente el procedimiento de Hayem para las mezclas de sangre y suero artificial, empleando, como este autor lo recomienda, dos pipetas: una para la sangre y otra para el suero. Tomando primero de éste una canti- dad, por ejemplo, de 500mc (milímetros cúbicos), ¡se vierte en una probeta; 6 en seguida, con la otra pipeta, graduada en milímetros cúbicos y fracciones de éstos, se mide con exactitud la cantidad de sangre, por ejemplo, 2mc, se su- merge la extremidad inferior de dicha pipeta en el líquido salino, se aspira una corta cantidad, que asciende con la sangre por el tubo capilar, llegando á una dilatación ampular, adonde la mezcla se hace más perfecta, se repele entonces por medio de la insuflación hacia el depósito del suero, y se están repitiendo estas maniobras hasta que la pipeta quede enteramente limpia, en cuyo caso la mezcla puede considerarse perfecta, y solo necesita para sostenerse en ese estado una agitación continua con una varilla de vidrio hasta el instante mismo de trasladar á la cámara húmeda la cantidad de mezcla necesaria para la nume- ración. G. Hace pocos años se adoptaban recipientes capilares de forma tubular (Ma- lassez) previamente medida su capacidad para una longitud dada, y en ellos se depositaba la mezcla sanguínea, que penetraba por capilaridad, ayudada de la aspiración: bien pronto se pudo notar que la repartición de los glóbulos se hacia desigualmente en virtud de la viscosidad de los blancos, agregando á esto las dificultades para la graduación del instrumento y su conservación en perfecto estado de limpieza. Con el fin de evitar esos inconvenientes Hayem propuso una celdilla circular formada por una lámina de vidrio perforada en su centro en el espacio de un centímetro, aplicada por medio de un cimento sobre uu porta- objeto de vidrio, y adelgazada por medio del esferómetro, hasta dejarle uu espesor de i de milímetro, que representa la profundidad del espacio celular; éste queda cerrado por la aplicación de un cubre-objeto perfectamente plano y de uu diáme- tro mayor que la perforación, teniendo cuidado de humedecer ligeramente sus bordes para que adhiera é impida la evaporación. Esta cámara húmeda así for- mada es muy veutajosa, y lo demuestra el hecho de ser adoptada en la actuali- dad por la mayoría de los autores que se ocupan de esta clase de estudios, no habiendo sufrido aún sino ligeras modificaciones cuya importancia es discutible (cámara húmeda graduada de Malassez). Tomada una gota de la mezcla san- guínea con el agitador, se deposita en el fondo de la celdilla, calculando su volúmen de tal modo que sufra la presión del cubre-objeto y á la vez quede un espacio anular entre ella y las paredes de la cavidad: en esas condiciones, el espesor de la capa líquida representa exactamente i de milímetro, y si colocada la preparación en la platina del microscopio se circunscribe en ella un espacio cuadrado de \ de milímetro por lado, se tendrá á la vista un volúmen de dilu- ción sanguínea, de forma cúbica y de valor conocido: esta última parte ha sido realizada de tiempo atrás por medio de oculares provistos de una cuadrícula cuyo valor se obtiene por el mismo procedimiento indicado por Malassez para la medida de los objetos microscópicos. Con el fin de evitar esa série de opera- ciones preliminares que habría necesidad de verificar con cada microscopio para dar á la cuadrícula el valor indicado, M. Gowers ha propuesto el empleo de una 7 cuadrícula objetiva en un instrumento que designó con el nombre de hemacyto- metro. (Gowers. On tbe uumeration of blood corpuscles, the lancet 1877, vol. II). Malassez lo aplicó en seguida á una cámara húmeda especial en cuyo fondo está grabada la cuadrícula por medio del diamante; pero como lo hace observar M. Firket, las líneas grabadas sobre los porta-objetos además de ser poco claras, «los errores ligeros que resultan de la imperfección fatal de la má- quina de dividir con la que se hau grabado las líneas de la cuadrícula ocular micrométrica son multiplicados 200 á 300 veces por el poder amplificante de las lentes objetivas, lo que se opone á la obteucion de resultados rigurosamente exactos, bien que por lo común la exactitud sea bastante.» Nachet ha utilizado la idea de Gowers construyendo un condensador especial por medio del cual se proyecta en el fondo de la celdilla de Hayem la imágen de una cuadrícula foto- grafiada que está en el extremo inferior del instrumento situado en su mayor parte debajo de la platina y sujeto por su extremidad superior á una placa de bronce que está aplicada encima de ella; á esta placa queda sujeta la prepara- ción por medio de resortes. En este instrumento, el error debido á la construc- ción de la cuadrícula es casi inapreciable en atención á sus dimensiones mayo- res, y aunque éstas están calculadas de modo que representen un valor de -¿-de milímetro por lado, se puede modificar éste acortando ó alargando el tubo por un mecanismo especial. Este instrumento en combinación con la celdilla de Hayem, es el que he usado en mis estudios experimentales, habiendo observado no ser exacta la aseveración de que los lados de la cuadrícula estén ya de tal modo calculados, que representen con cualesquiera microscopio empleado un valor lijo de i de milímetro, pues habiendo hecho la comprobación por medio del ocular micrométrico, valorizado por el procedimiento de Malassez, he visto que la longitud en cuestión no era de 200m, pero este error, como he dicho, es remediable por medio de la variación en la longitud del instrumento. D. Habiendo hecho la série de manipulaciones anteriores hasta la instalación de la celdilla de Hayem sobre la placa metálica del objetivo cuadriculado, hay que esperar algún tiempo (unos minutos) durante el que los glóbulos, por su densidad mayor que la del líquido empleado para la dilución, se precipitan al fondo de la celdilla y pueden ser vistos con claridad al mismo tiempo cuando el afocamiento es perfecto, puesto que todos están en un mismo plano. En este intervalo he procurado asegurarme de la horizontalidad de la preparación por medio de un pequeño nivel de agua, siguiendo en esto el consejo de Meunier, con el objeto de que los glóbulos queden igualmente repartidos en el fondo de la celdilla, lo que no sucedería si ésta formara un ángulo con el horizonte. E. Dispuesto todo como queda dicho, no falta más que hacer la numeración de los diversos elementos anatómicos; esta parte de la operación tenemos que dividirla en dos tiempos: l.°, la de los glóbulos rojos de todas dimensiones, y 2.°, la de ios glóbulos blancos. Los primeros han sido contados en cada uno de 8 los 16 espacios rectangulares que componen la cuadrícula, haciendo la suma separada para cada sección de cuatro espacios en que está subdividida ésta; se lia tenido el cuidado de no contar sino la mitad de los glóbulos que están cabal- gando en la línea del perímetro, y de hacer por lo ménos tres numeraciones sa- tisfactorias en distintos puntos de la preparación; las cantidades que resultan de las tres numeraciones, ó mejor la media de éstas representa el número de gló- bulos rojos contenidos en un volumen de mezcla sanguínea igual á un cubo de i de milímetro por lado: para obteuer el número de dichos elementos en 1 mc de la misma mezcla, hay que multiplicar dicha cifra por 125, y para conocer la cantidad que debe existir en 1 mc (uu milímetro cúbico) de sangre pura, multi- plicar aún el producto obtenido por el título de la mezcla empleada. Guando ésta ha sido hecha con 2 mc de sangre y 500mc de suero reducidos á 494 por la cantidad de líquido que queda adherida á la pipeta, resultan 496 mc; la pro- porción de sangre en la mezcla es de jf-g- ó tts que representa el título de la di- lución. En este caso particular el producto de los dos factores 125 x 248=31,000 seria el coeficiente constante, que multiplicado por la media obtenida en las nu- meraciones, daría el número de glóbulos que encierra un milímetro cúbico (i m c) de sangre pura. En algunas de mis experiencias he adoptado como título de dilución sanguí- nea la cifra -drs, lo que produce como numerador 31,000; pero en la mayor parte de ellas el título ha sido expresado por —Á— que multiplicado por 125, da el coeficiente 15,562.5. Las razones que he tenido para adoptar esta prác- tica son, por una parte, servirme de la misma preparación para la contabilidad de los glóbulos blancos, que en atención á su escaso número respecto de los rojos, exigen diluciones más concentradas, y por otra utilizar la mezcla para el ensayo de la hemoglobina, pues en el procedimiento seguido con este objeto, son tanto más exactos los resultados, cuanto más concentradas están las dilucio- nes de sangre. Al lado de estas ventajas, algunos autores señalan el inconveniente de la di- ficultad para hacer la numeración de los glóbulos rojos por su gran cantidad en el espacio de la preparación; pero en mis estudios no he visto ménos practica- ble esa operación que eu los casos de las diluciones grandes. La numeración de los glóbulos blancos exige ciertas modificaciones en virtud de su menor número y desigual repartición por su consistencia viscosa; esto ha hecho recomendar su contabilidad en uu gran número de lugares de la prepa- ración, como lo aconseja Hayem en el procedimiento siguiente: «Se desaloja con la mano la preparación hasta que uno de los bordes de la gota sea subtendido por el gran cuadrado, por el borde izquierdo, por ejemplo: enseguida, una vez anotada la ausencia ó la presencia de glóbulos blancos, se desaloja la prepara- ción de mauera que los glóbulos rojos que cabalgan sobre el borde derecho del gran cuadrado se vean cabalgando sobre el borde opuesto, el izquierdo. Se ha 9 hecho recorrer así á la preparación el espacio de un cuadrado. Se examina de este modo todos los cuadrados sucesivos comprendidos en una zona trasversal; después se repite la misma maniobra para una zona perpendicular á la primera. Se obtiene así el número de glóbulos blancos contenidos en sesenta cuadrados más ó ménos, lo que da por un cálculo análogo al precedente, el número de glóbulos blancos por milímetro cúbico». Al intentar poner en práctica este pro- cedimiento, tropecé desde luego con una dificultad, pues como se lia dicho, hay que hacer ejecutar á la preparación dos movimientos rectangulares que deben tener la extensión necesaria para recorrer sus diámetros correspondientes, y esto es impracticable cuando se emplea el objetivo cuadriculado de Nachet, pues los tornillos que mantienen fijos á la placa de bronce los resortes con que se sujeta la preparación, son un obstáculo para hacer el movimiento de adelante atras, quedando solo libre el de lateralidad, y si para vencer esta dificultad se quitasen momentáneamente los tornillos, no podrían llenar su objeto los resor- tes, lo que seria desventajoso para la operación. Yo creo que podría ser reme- diable este inconveniente cambiando de lugar los tornillos de la cara superior de la placa á su borde posterior, quedando entonces libre el espacio para todos los movimientos necesarios. En mis experiencias he adoptado otro procedimiento que bajo todos concep- tos me parece ventajoso; pertenece á M. Grancher, y es como sigue: después de haber hecho la numeración de los glóbulos rojos, se quita el objetivo cuadricu- lado de Nachet y se colocada misma preparación en la platina del microscopio, como para una observaciou ordinaria, se perciben á la vez los glóbulos rojos y los blancos, se cuenta el número de estos últimos que encierra toda la área del campo del microscopio, se repite esta operación por diez veces eD lugares dife- rentes de la preparación, y se saca la media; si entonces por el cálculo se tiene conocida la relación entre la área del campo del microscopio y la de la cuadrí- cula en condiciones ópticas iguales, no queda más que dividir la media obtenida en la numeración por la cifra que indique esta relación, y el cuociente expresará la cantidad de glóbulos blancos contenidos en ■§• de milímetro cúbico; multipli- cando aún esa cantidad por el coeficiente que corresponde al título de la mezcla empleada, se obtendrá el número de glóbulos blancos que encierra un milíme- tro cúbico de sangre pura. La relación que hay entre la área del campo del microscopio y la cuadrícula, en las condiciones ópticas de mis experiencias ha sido 3,14, y el coeficiente que corresponde á la dilución sanguínea, ha sido el mismo que para los glóbulos rojos, es decir, 13.562,5. Dos ventajas me parece que tiene este procedimiento, sobre los anteriores ya descritos: la mayor exac- titud en los resultados, por hacerse la operación con mayor número de glóbulos blancos, y la rapidez de su ejecución. 10 III. Si los procedimientos recomendados para la numeración de los elementos de la sangre han sido tan variados, aquellos que tienen por objeto apreciar la rique- za en hemoglobina no han sido méuos en atención á las dificultades encontra- das en este género de investigaciones y la importancia del dato que se busca. A dos grupos pueden reducirse los principales: en uno se necesitan alguuos centimetros cúbicos de sangre para cada experiencia, razón por la que son in- aplicables, como fácilmente se supone, y en el otro están comprendidos aquellos que no exigen para su ejecución sino unos cuantos milímetros cúbicos de líquido, y que sin carecer de exactitud son más realizables en la práctica. A este grupo pertenece el procedimiento cromométrico de que me he servido en mis estudios experimentales, inventado por Hayem, del que copio textualmente algunos pun- tos de su descripción. «El aparato cromométrico consiste sencillamente en una doble celdilla de vidrio y una série de tintes diversos. La doble celdilla se com- pone de dos anillos de vidrio del mismo diámetro, de superficie exterior despu- lida, adheridas una junto de otra á una placa de vidrio. Han sido gastadas en sus puntos tangentes de manera de formar dos recipientes idénticos, separados por un tabique delgado y pudiendo contener cada uno algo más de 500 m 0 de agua. Supongamos que después de haber colocado la lámina de vidrio que lleva las dos células, sobre una hoja de papel blanco, se ponga en cada una de ellas 500 mc de agua destilada, y que en una de ellas se agregue 4 ó 5 m c de sangre, se obtendrá una solución cuyo color visto por reflexión, resaltará claramente sobre el estado incoloro del líquido contiguo. La intensidad de coloración de la solución sanguínea variará evidentemente según la proporción de sangre utili- zada y según su riqueza en materia colorante. Ahora, ¿cómo medir esta intensi- dad de coloración? Tomar como contraste sangre normal ó una solución de hemoglobina, no seria práctico. He vencido esta dificultad reemplazando la solución de sangre talón por una série de tintes diversos. Para ejecutar esta escala he hecho soluciones en proporciones variables, de una sangre cuyo con- tenido en glóbulos es conocido, y he pintado á la acuarela tintes representando de una manera precisa cada una de estas diluciones. Por desgracia no he podido llegar á hacerlas fabricar por un procedimiento más cómodo bajo el punto de vista de una producción en grande. Supuesto lo dicho, veamos cómo es nece- sario emplear este aparato cromométrico. Las dos células estando llenas, una por una solución titulada, de la sangre que se va á examinar, la otra por agua pura; si debajo de esta última se hacen pasar sucesivamente las ruedas de colo- res, llega un momento en que vista á través de la capa de agua una de estas ruedas, produce una coloración equivalente á la de la solución sanguínea. Tal es el principio, mas para obtener buenos resultados, son indispensables 11 muchas precauciones: en primer lugar importa elegir una luz conveniente. Vale más instalarse en una cámara alumbrada por una sola ventana dirigida al Norte ó al Este. Se colocará directamente enfrente de la ventana, á algunos metros de distancia, para que la luz llegue oblicuamente sobre las dos células sin que una haga sombra á la otra. La luz más favorable es aquella producida por un cielo con nubes blancas ó ligeramente grises; la más mala es la que procede de un cielo azul y sin nubes. Qué cantidad de sangre es necesario emplear? Para el ensaye de una sangre normal, se pueden tomar 2 á 4mc; en los casos patológicos conviene operar con una cantidad de sangre tanto mayor cuanto la anemia es más intensa, 4 á 15 mc. Guando la mezcla sanguínea es efectuada en una celdilla, se colócala celdilla llena de agua pura encima de una de las tintas de la escala, de manera que la celdilla que contiene la sangre se encuentre á la izquierda, y se preserva de los rayos luminosos horizontales, formando con la mano una especie de pantalla entre la ventana y la celdilla. Para estar cierto de haber encontrado el tinte concordante, se observa si el que le precede y el que le sigue dan un igual resultado. Guando el tinte de la escala no es absolutamente concordante, se aprecia fácilmente con un poco de hábito, el valor de un medio tinte. La operación queda entonces concluida; indica, expresada en glóbulos sanos, la riqueza globular de la sangre examinada. Tomemos un ejemplo. Suponga- mos que se hayan empleado 6mc de sangre y que se haya obtenido la tinta número 4: si nos referimos al cuadro precedente (en donde están indicados los valores de la escala, y al número 4 corresponde 11.892,375), veremos que la riqueza globular será por milímetro cúbico de 1.982,062. Supongamos, además, que la numeración de los glóbulos de esta sangre haya producido la cifra de 4.774,000 por milímetro cúbico. Habiendo sido he- cha la mezcla sanguínea para el ensayo de la hemoglobina con 6mc, se dedu- cirá que 4.774,000x6, ó 28.644,000 glóbulos, tienen la misma cantidad de hemoglobina que 11.892,375 glóbulos sanos. Un glóbulo de la sangre examinada será, pues, representado en término me- dio por ilif fl;-o-£§=0,414. En este caso se tendrá, pues: número de glóbulos rojos por milímetro cúbi- co N.=4.774,000; riqueza globular expresada en glóbulos sanos R.=1.982,062; valor individual medio de un glóbulo G. =0,414. Con estos datos se puede ex- tender cada observación bajo forma de una gráfica, comprendiendo tres curvas: N. R. G., á las que se puede agregar la curva B, que expresa las variaciones de los glóbulos blancos, y la curva H correspondiendo á los hematoblastos.» Al decidirme á adoptar el procedimiento descrito en mis investigaciones, lo primero, naturalmente, era proceder ala ejecución de la escala de colores: para 12 esto, accediendo gustosos á una indicación mia los Sres. Dr. F. Hurtado, A. López, estudiante y pintor inteligente, y Cánovas, joven vigoroso, de buena salud, nos reunimos varios dias á las doce en un lugar que llenaba las condi- ciones de luz aconsejadas por Ilayeni. El orden seguido en la experiencia era el siguiente: se practicaba una punción en la yema de un dedo al Sr. Cáuovas; se aspiraba en el acto con la pipeta ya descrita, la cantidad de sangre medida con la mayor exactitud posible (y cuyo ensayo en cuanto al número de glóbulos había sido hecho anteriormente); se mezclaba á 500 mc del suero artificial que había sido depositado previamente en uno de los recipientes del aparato cromo- métrico, quedando el otro lleno de agua destilada. En seguida el Sr. López procedía á hacer una copia exacta del color de la mezcla con la mayor pron- titud posible, á fin de no dar tiempo á ésta para alterarse en su color por la precipitación de los glóbulos; cuando á su juicio la semejanza era completa, se hacia la contra-prueba por medio del mismo aparato, y si el resultado no era satisfactorio, la experiencia se repetía en todas sus partes. De este modo, á ejemplo del Profesor Ilayem, hicimos nuestra escala com- puesta de diez colores, representando cada uuo de ellos en glóbulos sanos los valores siguientes: Núm. 1 12.462,000 „ 2 14.019,750 „ 3 15.577,500 ,, 4 17.135,250 ,, 3 18.693,000 „ 6 20.250,750 „ 7 21.808,500 „ 8 23.366,200 „ 9 24.924,000 „ 10 26.481,750 En esta escala la diferencia que existe entre las cantidades de sangre emplea- das respectivamente de una tinta á la inmediata es representada por 1.557,750 glóbulos sanos; de modo que suponiendo en el ensayo un equívoco de una tinta, el error que resultaría seria representado por esa cantidad dividida por la de sangre empleada en el momento de la experiencia; y por lo mismo, mientras esta cantidad sea más grande, el error que resulte en el caso indicado será me- nos considerable. Pero, según lo hace observar el autor del procedimiento, muy remoto es el caso supuesto, y por el contrario, desde las primeras experiencias se puede apreciar el valor de una media tinta, en cuyo caso, si se ha tenido la precaución de emplear cerca de 4rac de sangre para la mezcla, «los errores elativos no llegan á 3% de la riqueza globular que se va á determinar». 13 En la mayor parte de mis ensayos cromométricos he empleado 4 m 0 de san- gre para 500mc de suero artificial, sirviéndome para esto la misma dilución que había hecho para la numeración, á la que no hacia más que sustraer una gota para ese objeto y mientras trascurría el tiempo necesario para la precipi- tación de los glóbulos, hacia el ensayo cromométrico con la mayor rapidez po- sible por la razón áutes dicha. Todos los ensayos de este género han sido hechos en igualdad de circunstan- cias y haciendo pasar la luz á través de vidrios apagados; siempre se ha hecho una escrupulosa comparación entre las tintas inmediatas á la que se creía con- cordante, y cuando el valor ó el tono no eran á la vez perfectamente iguales, se daba la preferencia á la tinta concordante por el valor de la coloración, que depende sobre todo de la cantidad de materia colorante. SEGUNDA PARTE. ESTUDIO ANATOMICO. El estudio anatómico de la sangre normal ha sido hecho, como dije al princi- pio, con el fin inmediato de obtener los datos necesarios para conocer las pro- piedades histológicas de sus elementos; la cantidad absoluta de éstos en la unidad de volumen de la masa sanguínea, y en consecuencia, la relación numé- rica entre unos y otros, y por último, la riqueza media en hemoglobina ya cal- culada en un volumen dado de sangre pura, ya en los glóbulos rojos individual- mente. Expondré los resultados de las experiencias hechas bajo estos diversos puntos de vista, reuniendo al fin en un cuadro general todos los datos relativos al asunto. I. Los elementos figurados que se han podido observar en la sangre, pueden ser clasificados en dos categorias histológicamente considerados: celdillas que comprenden á su vez los glóbulos rojos y los glóbulos blancos y granulaciones. Celdillas de la sangre.—A. Glóbulos rojos.—Estos elementos han sido ob- servados siempre con su forma de discos bicóncavos, solamente que la depre- sión que presentan en sus dos caras es un poco menor en las preparaciones de sangre mezclada al liquido salino, de sulfato de sosa, que en la sangre pura. Esto da por resultado una ligera modificación en la forma del elemento, que nunca ha llegado á ser tal que lo haga desconocible; pero creo que debe indi- carse esta particularidad, por ser este pequeño trabajo una expresión fiel de los hechos observados, y porque algunos autores han indicado inexistencia de esas alteraciones como signo de enfermedad: (Bizozero), Microscopía Clínica, 1883, pág. 21). El volumen de los glóbulos rojos ha sido muy variable: el máximum 14 encontrado 10 mm (diez milésimos de milímetro) fué en la sangre de una mujer adulta, y el mínimum 4m indiferentemente en las mujeres y en los niños. Pero en un mismo individuo se han visto constantemente, como Hayem lo habia observado ya, tres clases de glóbulos en atención á su volumen; grandes, me- dianos y pequeños; los medianos han dominado siempre en los diversos casos formando las tres cuartas partes, y el resto por partes iguales, los grandes y los pequeños. Yo creo que estos datos obtenidos en las treinta experiencias hechas con este motivo, representan el tipo normal por las condiciones en que fueron practicadas todas en personas vigorosas y de muy buena salud, y porque en otros ensayos hechos en individuos indudablemente anémicos, he visto el volumen de los glóbulos alejarse enteramente del resultado expuesto. En cuanto á la cifra media del diámetro de dichos elementos ha sido: En los 10 hombres adultos 5m 6 En las 10 mujeres adultas 6m 2 En los 10 niños de ambos sexos * 6™ 0 Media general 5m 9 La coloración de los glóbulos rojos en la sangre pura es amarillosa por tras- parencia, y en las preparaciones hechas con el líquido salino, apénas si exis- te, sobre todo después de trascurrido algún tiempo durante el cual la hemo- globina se ha disuelto en parte en el suero artificial. En estos casos, cuando los glóbulos tienen la dimensión máxima de 10m, pueden muy bien confundirse con los glóbulos blancos, y más si han experimentado la modificación de forma ya indicada; pero en esas condiciones, el reflejo argentino de estos últimos, y su notable refringencia, apreciable poniendo en juego el aparato de afocamiento por medio del tornillo micrométrico, los hace claramente reconocibles. La consistencia de los glóbulos rojos puede ser apreciada por su forma que persiste en el estado sano, y si sufre algún cambio, como lo he dicho, al con- tacto deilíquido salino, éste es insignificante, como lo he observado en todos los casos. No sucede lo mismo en estado de enfermedad; recuerdo entre otros el ensayo de una sangre aglobúlica, de una enferma de mi compañero el Sr. D. Fernando Altamirano, que tuvo la bondad de acompañarme á esa experiencia: observamos que varios de los glóbulos rojos de la preparación tenían formas extrañas, de riñon, raqueta, etc., y además, eran dotados de movimientos osci- latorios y aun de desalojamiento. Esto lo he observado varias veces en condi- ciones análogas, pero nunca en la sangre normal. B. Glóbulos blancos.—Estos elementos en la mayoría de las veces, han sido observados con su forma esférica, y en algún caso se ha sorprendido sus moví- 15 mientos amiboides, cosa que á la verdad no esperaba, pues que los autores por lo común admiten como condiciones indispensables para el fenómeno un medio apropiado y cierto grado de calor que no ha sido el de la atmósfera en el mo- mento de la experiencia. Las dimensiones de los glóbulos blancos, aunque variables en las diversas edades y condiciones, no lian sido observadas en la misma proporción que para ios glóbulos rojos. En los hombres adultos hay más uniformidad en el volumen; en las mujeres adultas éste queda comprendido entre cifras muy distantes aun para un mismo individuo; como entre 12,8 y 6m en un caso; 11 y 7m en otro, etc. El mayor glóbulo blanco ha sido encoutrado en la sangre de hombres adultos y medía 12m; el menor pertenecía á la sangre de un niño y tenia 6m. No he encoutrado para estos elementos la relación proporcional señalada para los rojos en cuanto á sus distintas dimensiones. La media de éstas en los hombres adultos fué 9m 8 En mujeres adultas 9m 3 En los niños 7m 6 Media general 8m 9 La coloración de los leucocitos ha sido constantemente la misma: blancos con un reflejo argentino y una refringencia notable que les sirve para distin- guirse. Granulaciones.—Estos cuerpos han sido clasificados así en atención á su forma, más bien irregular, su volumen que no ha pasado de 2m, el ligero mo- vimiento oscilatorio de que están dotados y la falta completa de uuaestructura. Su aspecto en cuanto al color y refringencia, tiene semejanza con el de los gló- bulos blancos; generalmente no están solos sino reunidos en grupo semejante al que forman ciertos micrococus en el tipo Zooglea; pero en todos ios casos han podido ser observados uno á uuo, por estar perfectamente inmóviles, como no sucedería si se tratara de microbios. (Bizozero,291). ¿Serán estas granula- ciones el resultado de la desagregación de los glóbulos blancos, ó simplemente formarán parte de las moléculas albuminoides que han penetrado por la vía linfática al torrente circulatorio? Los datos obtenidos en las experiencias no han sido suficientes para sostener una opinión fundada. El Profesor Hayem ha descrito hace algunos años elementos especiales que no pertenecen á los ya enumerados, y él los designa con el nombre de hemato- blastos, pues los considera como glóbulos rojos eu las primeras fases de su evo- lución. La forma de estos elementos seria discoide; su volumen, muy inferior al de los glóbulos rojos, de 3m; pálidos, casi incoloros, extraordinariamente 16 alterables, se destruyen en el momento de la coagulación de la fibrina, sobre todo al principio de su existencia, y van adquiriendo poco á poco resistencia á medida que se desarrollan; toman color y constituyen después los más pequeños glóbulos rojos (glóbulos enanos) para llegar gradualmente, á medida que su evo- lución avanza, á constituir los glóbulos rojos normales. Según el mismo autor, el número de hematoblastos, que en el estado normal es 20 veces menor que el de hematíes, está sujeto á grandes variaciones en distintos estados patológicos, y sobre todo después de las hemorragias, en cuyo caso el número de dichos elementos alimentaria considerablemente hasta llegar á una cifra tres veces mayor que la normal, y disminuiría en seguida progresivamente á medida que la reparación se efectuara á causa de su trasformacion continua en glóbulos normales. Gomo se ve por este ligero bosquejo de las ideas del Profesor Hayem, á ser cierto el papel de los hematoblastos, su estudio adquirida una importancia con- siderable. En la série de operaciones que me pertenecen tuve en cuenta esta consideración, pero exceptuando las preparaciones hechas con la sangre pura, en las que me fué fácil encontrar los elementos de Ilayem, en ninguna de las otras hechas con el objeto de hacer la numeración pude establecer la diferencia entre dichos elementos y los más pequeños glóbulos rojos, aunque esto puede tener su explicación en la clase de cámara húmeda empleada para la experien- cia (celdilla de Hayem) que, como se dijo, tiene una profundidad de i de milíme- tro, y el Profesor Hayem recomienda para esta observación especial, el empleo de celdillas de n, de milímetro de profundidad, con las que se pueden usar, como lo aconseja dicho autor, objetivos poderosos del sistema de inmersión. II. Se ha dicho que el número de glóbulos rojos en un volumen dado de sangre varia con la edad, el sexo, los alimentos, etc. Mis ensayos han sido verificados en el mayor número de circunstancias indicadas, pero siempre en perfecto esta- do de salud. La cifra más alta que se ha obtenido es de7.595,000 por milíme- tro cúbico de sangre pura en un joven de 25 años, y la más baja, 2.598,937, pertenece á la sangre de una niña de 65 dias de nacida, con la mejor aparien- cia de salud, 5 kilogramos de peso, habiendo aumentado 1 kilogramo en el último mes. La media obtenida en los diez ensayos de hombres adultos fué 5.948,900 por mil. cúb. En las mujeres adultas 4.577,441 ,, En los niños 3.789,122 „ Media general 4.771,821 17 El número de glóbulos blancos ha sido más variable aún que el de los rojos, en las diversas condiciones de la observación, pero en todos casos ha sido bajo respecto del que he visto consignado en los autores europeos. Creyendo que esto pudiera depender de un defecto en el procedimiento empleado ó de un error de observación, procuré en muchas de mis experiencias redoblar mi atención y hacer la contabilidad por distintos procedimientos, pero los resultados fuerou idénticos. La cantidad mayor de leucocitos por milímetro cúbico ha sido de 10,230 en la sangre del mismo individuo en quien fué observada la máxima de glóbulos rojos; y la menor, 4,355, pertenece á la niña cuya sangre contenia la cifra mínima de hematíes. Respecto de la cantidad relativa de glóbulos blancos de distinto volúmen, se ha observado que en los hombres adultos existen casi exclusivamente los de mayores dimensiones; en las mujeres adultas éstos se encuentran á la vez que otros de distinto volúmen, y esta variación es más no- table en los niños. Me he fijado en estos datos, recordando que algunos autores han fundado en ellos las diversas clases de leucomia (Yirchow). La media obtenida en las experiencias fué en los hombres adultos 7,104 En las mujeres adultas 5,923 En los niños de ambos sexos 5,836 Media general 6,287 La relación proporcional entre los glóbulos blancos y los rojos ha sido objeto de muchas investigaciones, siu que éstas hayan llegado á producir resultados uniformes. Así Pury ha expresado esta relación por 290; Moleschott por 357; algún autor citado por Farabeuf 1,500; y Hirtl 1,716. Estas cifras corroboran lo que acabo de decir, aunque al consultar los autores de donde he tomado es- tos datos, lie visto que no corresponden á experiencias hechas en condiciones iguales, pues unas fueron verificadas en ayunas y otras pocas horas después de la ingestión de alimentos. En mis estudios he p rocurado ante todo las mismas circunstancias para hacer comparables los resultados: la sangre siempre fué tomada á la misma hora (de tres á cinco de la tarde) entredós comidas, y para los niños de pecho poco tiempo después de haber mamado; las manipulaciones hechas para las numeraciones se ejecutaron con la mayor rapidez posible, áfin de evitar la desigual repartición de los elementos en los líquidos conservadores, y los procedimientos para la contabilidad fueron aquellos ya descritos que daban mayor garantía de exactitud. No obstante todas estas precauciones los resulta- dos han sido muy diversos: la cifra mayor que expresa esta relación fué 1,233 18 en un joven de 25 años y la menor, 428, se encontró en una niña de 5 años; entre estos dos extremos ha habido muchos intermedios, siendo el término me- dio de esta relación En los hombres adultos 864 En las mujeres adultas 809 En los niños 666 Media general 779 III. La apreciación de la riqueza de la sangre en hemoglobina, operación á la cual todos los autores dan la preferencia en el examen anatómico de ese líquido, ha sido hecha por el procedimiento cromométrico del Profesor Hayem, de cuyos detalles me he ocupado ya, recordando tan solo que los datos obtenidos en este caso no indican sino la riqueza relativa calculada en glóbulos sanos, pues el autor del procedimiento ha demostrado que en el estado de salud perfecta el número de dichos elementos es proporcional á la cantidad de materia colorante. Esto mismo lo he visto repetido en mis experiencias, sobre todo en los adultos de ambos sexos, en los que muy frecuentemente se encontraban casi iguales las cantidades que expresaban el número de glóbulos rojos contenidos en un milí- metro cúbico y la riqueza en hemoglobina para la misma unidad de volúmen. Pero no ha sucedido lo mismo en los niños, pues de los diez ensayos de sangre hechos en este caso, en siete se ha visto la cantidad de hemoglobina sobrepasar notablemente el número de los glóbulos, y en los tres restantes la relación pro- porcional no ha sido capaz de compensar los resultados auteriores. La media obtenida en los diez ensayos de sangre de hombres adultos, fue 6.250,676 En las mujeres adultas 4.478,506 En los niños ' 4.105,318 Media general 4.611,500 Si hubiera siempre una igualdad perfecta entre la riqueza globular en hemo- globina y el número de glóbulos rojos para la misma unidad de_ volumen, el valor individual medio de un glóbulo rojo obtenido por el procedimiento des- crito anteriormente, correspondería á 1; pero como acabamos de ver, no existe 19 siempre esa concordancia perfecta en el estado normal; unas veces el número de glóbulos es mayor que la riqueza globular, caso muy frecuente; otras, suce- de lo contrario, sobre todo en los niños. Procediendo á ejecutar la pequeña operación de cálculo indicada para obtener este último dato, resulta en el pri- mer caso la riqueza globular individual expresada por una fracción, y en el segundo por un número entero más una fracción. La cifra mayor obtenida á este respecto ha sido 1,26 en una niña de 5 años; y la menor, 0,68, en un hombre adulto de 23 años. La inedia en los hombres adultos fué 0,89 La media en las mujeres adultas 0,97 La media en los niños •.. • 1,06 Media general 0,97 CONCLUSIONES. 1. a Las propiedades físicas de los elementos figurados de la sangre normal pueden sufrir ligeras modificaciones cuando son colocadas en condiciones espe- ciales de observación (líquidos conservadores), sin que ellas puedan interpre- tarse como un estado patológico. 2. a Las dimensiones de los glóbulos rojos son más grandes en las mujeres adultas que en los niños, y en éstos más que en los hombres adultos. Las de los glóbulos blancos están en razón inversa de la edad. 3. a El número de glóbulos rojos aumenta con la edad, y es mayor en los hombres que en las mujeres; el de los glóbulos blancos se encuentra en iguales circunstancias. 4. a La relación numérica eutre unos y otros varía entre 666 y 864, juzgán- dose, en consecuencia, como enferma una sangre en la que esa relación se aproxi- me á 300. 5. a La riqueza en hemoglobina está en razón directa del número de glóbulos rojos en los individuos adultos de ambos sexos, y en los niños es mayor que la cantidad que expresa dicho número. México, Junio 18 de 1884. Miguel Cordero. g-C 'S'e O | NOMBRES. ORIGEN. EDAD. Grado de salud.^ PECHA DEL ENSAYO. Número de glóbu- los rojos por milí- metro cúbico. Número de blancos por mi- límetro cúbico. Relación numérica entre unos y otros. Diámetro de glóbs. rojos. Diámetro de glóbs. blancos. Riqueza globr. en hemog. expresada en glóbulos sanos. Valor individual de un glóbulo. 1 Antonio López. S. Luis Potosí. 26 años. Buena. Julio... 16—83 5.642,000 5,270 1,128.1 6m 12“ 6.228,768 1,10 2 Ramón Aguilar. 25 20 5.642,000 7,750 728 5,5 11 4.673,250 0,82 3 Agustín Navarro. México. 22 4.805,000 6,510 738 5 10 4.478,501 0,93 4 Antonio Falcon. Oaxaca. 25 Diciembre 3 7.595,000 10,230 744 6 10 5.192,500 0,68 5 Vicente Estrada. Toluca. 24 5 5.239,000 6,847 765 6 9 5.062,687 0,96 6 Octavio Romero. México. 19 7 7.316,000 7,750 944 5 9 5.452,125 0,74 7 J. M. del Campo. 25 10 5.735,000 4,650 1,233 6 9 5.062,687 0.S7 8 Emigdio Gómez. 26 yy 15 7.378,000 7,781 948 6 9 5.452,125 0,73 9 Manuel Leal. 21 19 5.828,000 8,060 723 5 9,7 5.452,125 0,93 10 Benito Soriano. Salvatierra. 28 Abril... 22 4.309,000 6,200 695 6,2 9,7 5.452,000 1,20 11 Paula Martínez. México. 18 12- 84 4.497,562 5,446 825 6,5 9 3.894,375 0,86 12 M. J. Montiel. Toluca. 22 14 5.275,687 5,811 907 6 9 4.478,531 0,84 13 Josefa Gallardo. México 26 21 4.942,650 4,824 1,024 7,5 11 5.062,687 1,02 14 Elena Monroy. 15 Mayo... 24 4.824,375 6,847 704 6 10,5 3.894,375 0,80 15 Concepción Vega. 19 1 4.046,250 3,890 1,040 6,5 11 4.673,250 1,00 1G Cármen Hoyo. Zacatecas. 15 3 4.404,107 9,387 471 6 10 4 673,250 1,06 17 Justa Rivas. México. 25 5 4.170,950 4.824 864 6,5 8 4.673,250 1,10 18 Aurelia N. 20 4.731,000 6,847 690 6 7,5 4 673,250 0,99 19 Enriqueta Goyene. yy 15 14 4.435,312 5,913 750 5,5 8,6 4 478,281 1,00 20 Refugio Silva. 20 21 4.446,437 5,446 816 5,7 9 4.673,250 1,04 21 Paz Cordero. 65 dias. 8 2.598,937 4,355 596 6 8 3.115,500 1,00 22 Clotilde Castillo. Mazatlan. 7 años. 10 4.160,856 4,357 954 5,7 7 4.089,131 0,97 23 Dolores V ega. Zacatecas. 5 12 2.932,447 6,847 428 8,5 7 3.712,156 1,26 24 Carlos Adalid. México. 3 13 3.283,747 6,536 502 5,2 7,3 3.504,931 1,03 25 Juana Adalid. 5 14 3.756,231 5,446 687 6,3 7 3.699,656 0,98 26 Salvador Domingz. 8 yy dias. 16 4.549,812 5,416 835 6 7 4.673,250 1,02 27 Niña. 8 4.140,625 5,813 712 6 8,5 5.067,687 1,22 28 Daniel Rodríguez. 10 años. 17 4.471,104 6,847 653 5 8,5 5.012,687 1,13 29 Agustín Franco. 10 3.588,712 4,824 743 6 8 4.283,815 1,19 30 Concepción G. Tacuba. 6 meses. yy yy 19 yy 4.408,756 7,921 656 6 8,5 3.894,375 0,88 Medias generales. 4.771,821 6,287 779 5,9 8,9 4.611,500 0,97 Junio 18 de 1884. M. Cordero. de los datos obtenidos en las experiencias sobre la sangre de los individuos sanos de México. CUADRO GENERAL