FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO. LA TUBERCULOSIS PULMONAR EN (MAJÜATO. ETIOLOGIA Y PEOFILAXIA. BREVE ESTUDIO Que para el examen general Je Medicina, Cirugía y Obstetricia presenta como tesis al Jurado Calificador ANTONIO G. CONEJO Alumno de la Escuela Nacional de Medicina. -ArírXTCTT Imprenta peí, Gobierno F roerá i., en el F,x-Arzobispapo ( Aveiiidn 2 Oriente mini. 720.) 1894 FACULTAD DE MEDICINA DE MEXICO. LA TUBERCULOSIS PULMONAR 1 GUAMO. ETIOLOGIA Y PROFILAXIA. BREVE ESTUDIO Que para el examen general de Medicina, Cirugía y Obstetricia presenta como tesis al Jurado calificador ANTONIO G. CONEJO Alumno de la Escuela Nacional de Medicina. MÉXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO FEDERAL, EN EL EX-ARZOBISPADO, (Avenida Oriente 2, número 726.) 1894 A LA MEMORIA DE MI MADRE. A MI PADRE ADOPTIVO EL SEÑOR JULIO iáiOIá BASUBTO Sincero testimonio de mi inmensa gratitud. AL EMINENTE CLINICO EL SEÑOR DOCTOR MANUEL CARMONA Y VALLE Débil muestra de cariño, respeto y gratitud. Al digno Profesor de Higiene y Meteorología g®9 DB» lili H» Bill Heepeto y admiración. AL SEÑOR DOCTOR Mitas® Sati Isfitiata Recuerdo que le dedica un alumno agradecido. A LOS SEÑORES DOCTORES ALFREDO \m I JOSÉ HERRERA WEIXLER. /[£ ACE tres años que, siendo practicante en las salas de : J I Medicina del Hospital General de Belén, de Gua- najuato, me llamó la atención el número, relativa- e) mente grande, de los enfermos tuberculosos; ahora bien, siendo perfectamente notorios los terribles resultados que dicha enfermedad trae consigo, quise estudiar las cau- sas que influyen sobre los habitantes deesa población que, al parecer, tan predispuestos están á la tuberculización. Bosquejado que fué este trabajo, creí justificado pre- sentarlo comoTesis, tal vez sin merecerese título, pero aca- so presentando la importancia que, bajo el punto de vista higiénico, tiene el ver consignada en unas cuantas líneas la parte principal de la etiología guanajuatense de la tu- berculosis pulmonar. cK|1a tuberculosis pulmonar es una enfermedad heredita- ¿'1 J ria ó adquirida, infecciosa é inoculable, provocada por la invasión del pulmón por el bacilo de Koch. ** Numerosas como variadas eran las causas que an- tiguamente se consideraban, por los médicos que este pun- to estudiaron, como factores únicos de la tuberculosis, y era natural, la medicina por ese lado estaba envuelta por la densa nube con que aún lo están otros muchos secretos de la Ciencia Médica, pero ésta, progresando por tantos que, como Pidoux. Virchow, Koch y otros, caminan siempre en busca de las luces, uno tras otro van siendo esclarecidos y es á este último á quien se debe el honor de haber descu- bierto, con el ayuda de la Bacteriología médica, el elemen- to microscópico, patógeno de la enfermedad de que hablo, el bacilo de Koch. Desde este descubrimiento disminuyeron notablemen- te las dificultades que hasta entonces habían impedido re- solver este problema etiológico. No hablaré del procedimiento empleado por el mismo Koch, ni de las modificaciones que ha sufrido por los bac- teriologistas modernos, para la preparación del microbio de la tuberculosis; sería apartarme del objeto (pie me pro- pongo, es decir, del estudio de las condiciones en que es- te microorganismo se propaga y aquellas en que vive, que 14 es en realidad á lo que queda reducida la cuestión de etio- logía; pero si el exponer los diferentes procedimientos de su preparación no es indispensable, sí lo será, tal vez, pa- sar revista de sus propiedades principales; supuesto que de ellas se desprenderán las ideas etiológicas fundamenta- les y las reglas higiénicas necesarias para impedir, hasta donde sea posible, el desarrollo de la afección á que me refiero. El bacilo de la tuberculosis, descubierto por Koch el año 1882, tiene como propiedad principal el ser en extre nio resistente á los reactivos que ordinariamente se utili- zan para colorear los núcleos y las bacterias; sólo se colo- ra bajo la influencia del violeta de metilo ó del de gencia- na y esto no inmediatamente como pasa con la generali- dad de los microbios, sino después de media hora, cuando la temperatura de las soluciones coloreantes está vecina de su punto de ebullición ó al cabo de veinticuatro horas á la temperatura ordinaria. La coloración así obtenida no se destruye por la acción del ácido nítrico diluido con dos par- tes de agua, y sí al contrario parece favorecer su conser- vación. Es en extremo resistente á los agentes destructores. Los procesos de putrefacción, quecon tanta actividad obran sobre la celdilla, se manifiestan inocentes sobre estos ele- mentos microbianos; supuesto que Mackensie dice haber- los encontrado en un esputo en putrefacción ¡después de un año de expectorado! y el mismo Mackensie pudo haber comprobado que sus propiedades infecciosas podían con- servarse por tres ó cuatro meses. Temperaturas superio- res de 35o é inferiores de 45o no alteran su vitalidad yen consecuencia su poder infeccioso. Otras muchas condicio- nes físicas en que otros microorganismos son destruidos, nada alteran al de Koch y si algo sufre éste, puede reco- brar sus propiedades cuando se le pone en un medio fa- 15 vorable, en donde se multiplica con facilidad; apenas los rayos solares disminuyen su vitalidad ó la paralizan cuan- do su acción es muy prolongada. Para destruirlo se necesitan medios enérgicos, como la acción de las sustancias cáusticas (alcohol absoluto, ácido fénico, nitrato ácido de mercurio, amoníaco, etc.) Hay al- gunas sustancias que, no destruyéndolo, detienen su mul- tiplicación y desarrollo (éter yodoformado y otras). Habiendo expuesto ya, aunque á grandes rasgos, las principales propiedades del bacilo de Koch, oportuno es entrar al estudio de las causas que favorecen su propaga- ción y vitalidad en el organismo, señalando ala vez las que se encuentran realizadas en los guanajuatenses. La tuberculosis pulmonar unas veces es comunicada hereditariamente y otras es adquirida, ya por intermedio de la atmósfera, ya por el de los alimentos que ingerimos. Que la tuberculosis puede ser trasmitida por herencia no cabe duda, pues la experiencia clínica constantemente es- tá demostrando la verdad de esta aserción ; respecto de lo segundo, parecen probarlo bien los experimentos de Ta- ppeiner (respecto de su propagación por vía atmosférica) y los de Klebs (por las vías digestivas). Louis dice: “en diez tísicos hay uno en que la enfer- medad se ha comunicado por herencia” y Piorry afirma, que en una cuarta parte hay antecedentes hereditarios. Pa- rece que esta última opinión, sin ser enteramente exacta, se acerca más á la verdad; pues en treinta casos de tuber- culosis pulmonar hubo diez en que se trataba de individuos que tenían antecedentes tuberculosos bien comprobados y cinco en que eran dudosos. 16 ¿Quiere decir esto que todos los individuos que provie- nen de padres tuberculosos son tuberculosos ó al menos tu- berculizables? Creo que no lo primero, porque ¿qué con- dición se necesitará para que el bacilo de Koch pase de la madre al hijo? que penetre por la vía circulatoria cuando el hijo vive de la vida de la madre; ahora bien, Nocard di- ce que, en la sangre del individuo tuberculoso es en ex- tremo raro encontrar el bacilo patógeno y que cuando es- to sucede, es sólo por accidente. Siendo esto así, será igual- mente raro que penetre el bacilo por esa vía y en conse- cuencia el hijo de un tuberculoso no será siempre, sinosólo podrá ser tuberculoso. Respecto á lo segundo, que sea tu- berculizable, sí se comprende que la enfermedad (dado el caso de penetrar el bacilo) se desarrollará más fácilmente, en igualdad de circunstancias en un individuo de antece- dentes tuberculosos que en otro que no los tenga. En resumen, la influencia hereditaria es bien marcada, como en todas partes, supuesto que predispone á la enfer- medad en cuestión. Por lo que asentado llevo en los párrafos anteriores, se comprenderá que los individuos que se originen de pa- dres tuberculosos estarán predispuestos á dicha enferme- dad, cualquiera que sea su sexo, cualquiera que sea su edad y cualquiera que sea su nacionalidad, supuesto que siem- pre obrará el mismo factor, la influencia hereditaria; pero esta causa de tuberculosis, si bien es cierto que hay me- dios profilácticos (que á su tiempo indicaré) por los cuales se puede alejar la probabilidad de tuberculizarse, en la prác- tica difícilmente se consigue evitarla. No sucede lo mismo con las otras causas, que bien pu- dieran llamarse causas de infección tuberculosa, los alimen- 17 tos y el aire, que son más fáciles de evitarse y de las que de una manera general se descuidan en Guanajuato. Tal vez se me dirá y dirán bien, que no todo el que come alimentos de mala calidad ni tampoco todo el que res- pira un aire viciado se tuberculiza, cierto es esto en efec- to; pero muy cierto es también que tanto una cosa como la otra son factores que se muestran eficaces cuando se tra- ta de un individuo predispuesto, ya sea hereditariamente ó ya sea por otras tantas causas que llaman en general pre- disponentes y entre las que muy especialmente se encuen- tra la mala higiene. Expondré las razones que me han he- cho tomar en consideración los dos factores que arriba men- ciono, tratándolos en párrafos distintos. Entre nuestros alimentos, los que son susceptibles de llevar en sí el bacilo de Koch, son en general todos aque- llos que provienen de animales tuberculosos y, de aquellos, los principales son: la carne y la leche. Para que la carne de un animal tuberculoso sirva para comunicar esta afección, no es indispensable que precisa- mente la porción de carne ingerida esté tuberculizada, bas- ta tan sólo que provenga de un animal que lo esté. Esto parece haber sido comprobado por los experimentos de Chauveau y Arloing por una parte, y de Galtier por otra, quienes lograron reproducir la tuberculosis en animales á los que, por vía de experimentación habían practicado in- yecciones intra-peritoneales. Resultados idénticos ha ob- tenido por la experimentación con la leche Dujardin Beau- metz, quien encontró el bacilo de Koch en vacas cuyas mamas no estaban tuberculizadas, y que además pudo ino- cular en animales la enfermedad que me ocupa. Si pues, por una parte, los hechos que cito demuestran la importancia de este factor, y por otra estos alimentos, (al menos la leche) vienen de animales tuberculosos, como de hecho lo están muchas de las vacas que están destina- 18 das á suministrar ese elemento nutritivo á la población; se deja ver luego, qué motivo hay para mencionar siquiera esta causa. Desgraciadamente en ninguno de los enfermos que observé pude comprobarla; pero, ¿esto quieredecir que ninguna influencia tiene? indudablemente que no, porque en primer lugar, la.mayor parte de los enfermos que van al hospital son personas que, por sus escasos recursos, no acostumbran esa clase de alimentos, y en segundo lugar, por el mismo motivo, están sujetos á la mala higiene y á otras causas, más importantes tal vez, que ocultan el pa- pel que haya desempeñado la causa que examino. El aire indudablemente que es un elemento que pue- de servir para transportar el bacilo de Koch y dar así lugar a la infección tuberculosa. Antiguamente se había creído que esto era posible, porque probablemente los gérmenes tuberculosos eran expulsados por el aire de la respiración y que en consecuencia, por este mecanismo, eran reparti- dos en la atmósfera; pero esta era una opinión que no es- taba fundada, y fué echada por tierra y arrojada al olvi- do desde que Grancher, Mallet y otros demostraron, por el examen bacteriológico, que no existía el bacilo de Koch en el aire de la respiración. No sucede lo mismo con la expectoración, aquí existen bacilos en gran cantidad que no abandonan el medio en donde están mientras éste per- manece húmedo, pero luego que los esputos se desecan, que son transformados en polvos, las corrientes de aire le- vantan á éstos llevando consigo á los bacilos y, claro es tá, que penetrarán al aparato respiratorio de las personas que ese aire hayan inspirado; tan cierto es esto, que Koch, Cadeac y otros, han determinado la tuberculosis en ani- males, haciéndoles inhalar polvos de esputos desecados. 19 Constantemente estamos respirando aire que ignora- mos por completo cuál es su procedencia, aire que siem- pre trae consigo en suspensión sustancias inorgánicas y orgánicas, bien que las últimas en menor cantidad, de na- turaleza y propiedades muy variables y que en gran par- te dependen del lugar de donde han sido arrebatadas por la atmósfera. Todas ellas, cuando son suficientemente pe- queñas penetran al pulmón por las vías respiratorias. De estas dos clases de polvos, inorgánicos y orgánicos, los que, bajo el punto de vista de la infección, nos interesan más, son los segundos y entre éstos los gérmenes patógenos, de los que bien conocidas son sus dimensiones mínimas; en consecuencia, no con dificultad podrán por las vías aéreas llegar hasta el pulmón, en donde igualmente podrán vivir y pulular ó ser eliminados, morir ó ser reabsorbidos, según que el terreno en donde se encuentren sea ó no favorable para ellos; porque así como la semilla arrebatada por el viento y depositada sobre la roca no germina ni vegeta y al contrario produce una planta frondosa que echa profun- das raíces, cuando es puesta en un terreno donde el agua, las sales y demás le suministren lo necesario para su cre- cimiento; así también el bacilo de Koch necesita un orga- nismo propicio para su desarrollo; pero por ahora no es cuestión de que el bacilo tuberculoso encuentre ó no ese terreno favorable, sólo me ocupo de la posibilidad que hay en que el microbio penetre al pulmón por intermedio de la atmósfera. Entre los productos proviniendo de tuberculosos, los que contienen al bacilo de Koch en su mayor proporción son los esputos; éstos, cuando abandonando el agua que contienen son desecados y pulverizados, son levantados por el viento y transportados á grande ó pequeña distancia, don- de personas que hasta entonces habían tenido su organis- mo exento del microbio, dan alojamiento á tan terrible ha- bitante. 20 ¿Quién asegura que el aire de la habitación de un tu- berculoso sea puro? y ¿quién duda de la existencia del ba- cilo en una atmósfera donde respira un tuberculoso y en donde, no habiendo las precauciones necesarias, constan- temente se carga de polvos de los esputos desecados? Siendo esto así, ¿qué expuestos no estarán á contraer la tuberculosis aquellos que por parentesco, amistad ó ne- cesidad tengan que respirar ese aire tan impuro y viciado? En efecto, este modo de contagio es conocido hasta por aquellos que carecen por completo de los conocimientos más rudimentarios de la Ciencia Médica, quienes, luego que saben que un miembro de su familia está tuberculoso, tra- tan de alejarse de él y de no tener relaciones muy direc- tas, si no es en los casos de verdadera necesidad. El poder contagioso del aire que lleva en suspensión polvos de esputos desecados creo tenerlo fuera de duda; pues en treinta y cuatro tuberculosos encontré dos, en los que no habiendo antecedentes hereditarios, ni alguno otro que explicara el contagio de la tuberculosis, uno de ellos C. R., adulto de treinta y seis años de edad y de oficio te- jedor, había trabajado por espacio de un año en una mis- ma habitación con su maestro de oficio, quien, según da- tos del dicho C. R. era tuberculoso y de eso murió, y el segundo, adulto también de cuarenta años de edad, me refiere que habiendo sido mozo, en Tampico, de una en- fermería destinada á tuberculosos, atribuye á ese servicio su enfermedad, supuesto que después de un año siete me- ses de estar en él, empezó á tener las primeras manifesta- ciones de su mal. Este factor del contagio de la tuberculosis pulmonar, indudablemente que será muy favorecido en Guanajuato, vistas las malas condiciones en que se encuentran las ha- bitaciones particulares y las peores en que están las habi- taciones colectivas; justificado creo pues pasar revista de unas y de otras. 21 Respecto de las primeras hay que notar que: i? La mayor parte de las casas habitadas por el pueblo son en extremo reducidas, muchas de ellas están constituidas por una sola pieza pequeña y que en consecuencia, sirve de sala, recámara, cocina, etc., y hasta de común, pues se tie- ne en ellas vasijas en donde depositar las materias fecales y que, muchas veces, solo cada dos ó tres días las limpian para volver luego á su destino. Supuesto que el aire de una habitación, en igualdad de circunstancias, se vicia tan- to más pronto cuanto menor es su capacidad, se concibe que las personas que habiten localidades reducidas pron- to estarán sujetas á respirar un aire impuro. 2? Bien sabido es de los higienistas que son dos los medios á que se ha de recurrir para tener constantemente un aire propio para la respiración, ó bien que las habita- ciones sean suficientemente espaciosas, es decir, de una capacidad proporcional al número de individuos que de- ben habitarla, así como también al tiempo que éstos tie- nen que permanecer en ellas, ó bien que la renovación del aire se verifique con facilidad y de esa manera, no se lle- gue un momento en que se acumulen productos orgánicos y demás, que sean capaces de dañar la respiración hu- mana. Lo primero, vimos ya que de hecho es imposible y lo segundo requiere una ventilación perfecta, que desgracia- damente es muy raro encontrar en las casas de Guanajua- to. En efecto, si se examinan bajo este punto de vista una por una todas las casas de esa población, resulta que un diez por ciento de ellas están medianamente ventiladas y que el noventa por ciento no podían estar en condiciones más á propósito para hacer imposible su aereación. Aun en las casas de las calles que se llaman principales se encuen- tran habitaciones que casi pudieran denominarse subterrá- neas, teniendo más bien respiraderos que ventanas, por 22 donde se exhala el olor fétido del aire que en su interior se respira. Las casas de las clases pobres están en peores condi- ciones todavía; pues la inmensa mayoría de ellas, per su mala posición topográfica como por su agrupación exage- rada, no solo no se ventila ninguna, sino que cada una de ellas es obstáculo para la ventilación de las demás. Aho- ra, si á todo esto se agrega la superposición de pisos, pues un gran número son de tres, muchas de cuatro y algunas de cinco pisos, así como también la estrechez notable de las calles que, con excepción de tres ó cuatro principales que tienen, dos de ellas quince metros y las otras dos do- ce de ancho, todas las demás varían de diez hasta tres me- tros! Se comprende luego, qué difícil será que el aire pue- da circular libremente en ellas para favorecer la ventilación de las casas que las limitan. Todo esto que acabo de decir de las habitaciones parti- culares, perfectamente que se puede aplicar igualmente á las casas de vecindad y no tan solo, sino que en éstas obra además el factor de la acumulación de personas, que es muy importante, como lo haré notar al hablar de las co- lectividades las que, por el olvido completo que en ellas se tiene de las reglas de la Higiene, me merecen hacer es- pecial mención. En cambio, al Sureste de la ciudad hay una parte de la población en donde todas sus casas son amplias y su mayoría bien ventiladas, pero, ¡qué corto número de per- sonas habitan ese lugar! y por el contrario qué numerosos son los que necesariamente tienen que sujetarse á vivir en condiciones tan malas como las que arriba dejo asentadas. Se ve pues que, en tales circunstancias, es muy posible y relativamente fácil el que, dado el caso de que los bacilos de Koch se encuentren en el aire, por la pulverización de es- putos secos, tenga su verificativo el contagio de la tuber- culosis pulmonar. 23 Las condiciones para el contagio de la tuberculosis por el aire son más favorables aún en las habitaciones colecti- vas, algunas de las cuales no son edificios propios para el uso á que están destinados. Los que más merecen la aten- ción del higienista son los hospitales y las prisiones, por cuyo motivo voy á indicar las condiciones en que, estan- do éstos, influencien el contagio de la enfermedad que me ocupa. Deplorable es por cierto que el enfermo aquejado por sus males y buscando el alivio de ellos, vaya al hospital á encontrar el terrible germen que, tal vez sin remedio, ponga fin á su vida. La higiene de los hospitales tiene mayor importan- cia que ninguna otra, supuesto que á ellos acuden individuos que de antemano tienen su salud perturbada y que, en consecuencia, por solo ese hecho, se comprende que de una manera general estarán éstos más predispuestos á con- traer la tuberculosis que cualesquiera otros que tengan su organismo lejos de toda alteración morbosa. En tres años en que he tenido oportunidad de visitar día por día el Hospital General de Belen, no ha habido ni siquiera uno en que pudiera decirse que sus condicio- nes higiénicas eran propias para aliviar al que sufre, sino antes bien lo contrario, propias para enfermar al individuo sano. En efecto: Los tuberculosos ocupan camas de las salas de medi- cina, juntamente con todos los individuos afectados de en- fermedades internas; esta misma disposición se observa, con pocas excepciones, aun en los hospitales europeos, sin que se obtenga un resultado fatal, capaz de apreciarse pa- ra tomarse en consideración, pero, qué lejos está el hos- pital de Guanajuato de estar atendido suficientemente pa- ra que no mereciera que se preocuparan por ese lado. En primer lugar, unos no tienen escupideras y en consecuen- 24 cia estos enfermos se ven obligados á esputar en el suelo en donde los esputos se desecan y mezclados luego con’ los polvos del pavimento, indudablemente que, bajo la in- fluencia de un viento, aunque ligero, serán levantados y repartidos en el aire de las salas; otros, que son la menor parte, tienen escupideras, pero el descuido es tal, que no se asean éstas, sino en casos excepcionales y he visto en- fermos quienes, por su expectoración abundante, tienen sus escupideras llenas con los productos de ésta, quedando desde este momento incluidos en el caso anterior. Además, en la sala misma están situados los comunes enteramente al descubierto y en el estado peor de desaseo ; bien sabemos que la tuberculosis intestinal es bastante fre- cuente, tanto como enfermedad primitiva así como com- plicación de la pulmonar y esto último con más frecuen- cia; sabemos también que en semejantes casos las deyec- ciones llevan consigo abundantes bacilos de Koch; luego entonces será este otro foco de donde se cargará el aire de la sala, de esos gérmenes patógenos. Las salas de medicina son suficientemente espaciosas y el número de enfermos relativamente corto, para que si- quiera esta condición se aprovechara, pero no es así; ape- nas están separadas las camas por un metro de distancia, y algunas veces ni eso, pues se intercalan á enfermos en- tre ellas, siendo entonces casi nula la separación entre sí. Entre tanta mala disposición, hay una que con venta- ja pudiera utilizarse, y es la ventilación, y en efecto, hay ventanas en suficiente cantidad y convenientemente colo- cadas, para que las corrientes de aire renovaran constan- temente el tan impuro aire de esas habitaciones, pero des- graciadamente no vigilándose por la higiene, la inmensa mayoría de ellas se tienen constantemente cerradas con las vidrieras, conformándose solo con recibir luz, como si es- to bastara para purificar un aire insalubre. 25 ¿En tales condiciones, no estarán expuestos los enfer- mos de esas salas á respirar un aire cargado más ó me- nos de bacilos? Claro está que sí. Por otra parte, los enfermos que no están tuberculo- sos, pero que sufren de alguna manera, con especialidad los de afecciones pulmonares, sin réplica ninguna que es- tarán en condiciones mas á propósito para presentar al ba- cilo un terreno donde evolucione que aquellos que, aun- que en condiciones de habitación semejantes, estén en buenas de salud. Luego, los enfermos de ese hospital es- tarán especialmente expuestos á contraer la tuberculosis por intermedio del aire que respiran, y de hecho lo están; pues así parece probarlo el ejemplo siguiente : M. R., de 23 años de edad y de costumbres alcohóli- cas, ingresó al hospital con fecha 2 de Febrero de 1891. Era afectado de cirrosis vulgar, la que no estando muy avanzada pocas perturbaciones había ocasionado en el or- ganismo del enfermo. Ningún antecedente tuberculoso había ni mucho menos ningún síntoma, como lo pude com- probar por el examen del pulmón; así es que ningún dato había que hiciera sospechar ni la tuberculosis ni ningún padecimiento pulmonar. Tres meses después se notó que había reacción febril por las tardes (37°8 á 38°2). El hígado era todavía dolo- roso espontáneamente y á la presión, y se creyó que, la reacción ligera que había, sería dependiente de la afección hepática; pero días después, observando que la reacción fe- bril se continuaba por las tardes y que el enfermo enfla- quecía, al mismo tiempo que una tos seca, pero no fre- cuente, se presentaba, se sospechó en la tuberculosis pul- monar, yen efecto el examen físico hizo notar á la percusión, oscuridad de los vértices, y á la auscultación, diminución del ruido vesicular, más notable en el vértice derecho y ademásasperidad respiratoria en el vértice izquierdo. Prac- 26 tiqué el examen del esputo obteniendo un resultado ne- gativo. La enfermedad siguió su marcha lo mismo que la de la glándula hepática: el enflaquecimiento se exageraba, la tos se hacía frecuente y ahora ya era acompañada de ex- pectoración mucosa, la oscuridad de los vértices era más marcada; á la auscultación, que entonces practiqué, se ob- servaba que el ruido vesicular continuaba disminuido; la aspereza de la respiración no existía ya, pero en cambio se encontraban uno que otro estertor subcrepitantes y fi- nos, y por último la temperatura continuaba en ser eleva- da por la tarde. Nueve días después todos los síntomas se agravaron notablemente: la calentura se hizo constante, oscilando en- tre 38°5 y 40°3, la disnea era extrema, la oscuridad se extendía á casi todo el pulmón izquierdo y del lado dere- cho, aunque extendida igualmente, la respiración era so- plante, y finalmente, había estertores diseminados en los dos pulmones; dos días después murió en medio de terri- bles angustias. Practicada la autopsia, se encontró, además de los ca- racteres anatomo—patológicos de la cirrosis alcohólica, los correspondientes á la tuberculosis pulmonar aguda. Si en establecimientos como son los hospitales, los que exclusivamente deben de tener por objeto presentar al en- fermo un medio favorable á la reparación de su salud, hay- factores tan en oposición con la Higiene, en las prisiones donde ésta debe de observarse en común acuerdo con la seguridad penal, era más difícil que al examinarlas se en- contraran algunas condiciones que fueran favorables á los presos, bajo el punto de vista del contagio de la enferme- dad en cuestión: y en efecto, aquí la aglomeración es ma- yor, la ventilación más imperfecta todavía, y la limpieza casi nula. Ahora bien, la tuberculosis pulmonar es una en- 27 fermedad tan repartida en Guanajuato, que puedo asegu- rar que en el Hospital de Belen más del 20 por ciento de defunciones reconocen por causa dicha afección, sin con- tar con otros muchos individuos que, aunque tuberculosos, mueren por otra causa y en consecuencia, en las estadís- ticas, todos estos casos dejan de apreciarse; siendo esto así, sería verdaderamente raro que en una aglomeración de más de trescientos individuos no hubiese algún tuber- culoso; los hay de hecho, pues yo tuve oportunidad de re- conocer numerosos casos. De todo esto resulta que los individuos cuyo organismo que, tal vez hasta entonces ha- bía desconocido el bacilo tuberculoso, dé acaso alojamiento á este germen, que sin duda llegará á sus pulmones por el aire viciado que respira. Este medio de contagio, tan fácil de evitarse, queda en pie por dos motivos principales: en primer lugar, no podía estar más mal atendido el servicio médico de esas prisio- nes, pues ni se examinan suficientemente á los enfermos y por rareza se les administran los medicamentos que re- quiere la enfermedad que padecen, y en segundo lugar, cuando se reconoce algún tuberculoso, no se le envía al hospital sino hasta que su enfermedad ha adquirido tal desarrollo, que es incapaz el preso de levantarse de su ca- ma ó de desempeñar el trabajo que por castigo se le ha impuesto. Se comprende que un individuo que en tal es- tado es apartado de una prisión, muchos meses, tal vez años, hará que haya estado suministrando los gérmenes que, repartidos en la atmósfera de esas habitaciones mal ventiladas, encuentren en otro ú otros el terreno propicio para su desarrollo. En párrafos anteriores he estudiado ya el bacilo pa- tógeno productor de la tuberculosis pulmonar y he indi- 28 cado también los principales medios, según los cuales, di- cho microorganismo se transporta de un individuo á otro para determinar el contagio; réstame pues, en consecuen- cia, resolver tan solo la cuestión siguiente, para dejar ter- minada la etiología de la enfermedad de que me ocupo. ¿En todo individuo en que por herencia, por los alimentos ó por el aire de la respiración ha penetrado el bacilo de Koch, se desarrolla la tuberculosis pulmonar? Semejante cuestión es resuelta determinando qué cla- se de individuos son los afectados de tuberculosis, una vez que el bacilo patógeno ha penetrado á su organismo; afor- tunadamente que este factor por sí solo es por completo insuficiente para que un individuo se tuberculice, otros fac- tores, que desgraciadamente numerosos en Guanajuato, tienen que intervenir para que el contagio no fracase, y en efecto: lo mismo que para el desarrollo de una planta se necesita la semilla que la produce y un terreno favorable donde ésta germine y reproduzca la planta respectiva, así también para el desarrollo de la tuberculosis se necesita el microbio que la engendra y un organismo á propósito don- de ese germen pulule. Cuando un microorganismo patógeno ha penetrado á la economía, obra como cuerpo extraño en ella, y las celdillas, no acostumbradas a su presencia, luchan en su contra para deshacerce del aventurero que en busca de hospitalidad va a perturbarlas en sus funciones. ¿Qué re- sultará de esta lucha, de quién será la victoria? Esto de- pende de las condiciones y circunstancias en que sean sor- prendidas las celdillas por el bacilo de Koch, y ciertamente que si, pues el organismo fisiológico posee la propiedad de expulsar, de hacer desaparecer por oxidación ó descompo- sición ó de enclaustrar seguramente á todos aquellos cuer- pos que le son nocivos, y de la misma manera que la tri- quina, por ejemplo, es expulsada por el aparato digestivo 29 ó es enquistada degenerándose calcáreamente en los in- tersticios musculares donde se ha alojado, así también el bacilo de Koch cuando ha penetrado al organismo, será expulsado de él ó desaparecerá (reabsorción ú oxidación, punto en que los patologistas no están aún de acuerdo), Pero que se trate de un organismo enfermo ó de otro en que por algún motivo esté perturbado su funcionamiento orgánico ó vital y en tal caso las celdillas no podrán opo- ner resistencia ó ésta será insuficiente al alojamiento del bacilo, que permaneciendo ahí dará margen á la tubercu- lización. Todas las causas que perturban al organismo en ge- neral y á la celdilla en particular y que, ele terreno impro- pio é infertilizado lo tornan en uno á propósito y fértil para que los microbios de Koch ahí sembrados reproduzcan la tuberculosis de quien son patógenos, son las que los auto- res han considerado como causas predisponentes. Pocas serán las personas que en Guanajuato estén al abrigo de ellas, y en consecuencia voy á exponer las cau- sas que con más frecuencia predisponen á los habitantes de esa población. En la primera parte de la etiología asenté que las con- diciones de medio de los guanajuatenses pueden ser con- sideradas con razón como causas de contagio en los casos O especiales que en ese párrafo mencioné; pues bien, esas mismas condiciones obran igualmente en el individuo co- mo causas predisponentes, preparando el terreno donde el bacilo de Koch podrá multiplicarse con facilidad. Ya Laennec, Hérard y otros en años pasadosy Brown- Sequard últimamente, han podido comprobar la terrible influencia que tiene la respiración de un aire confinado y alterado; demostraron perfectamente que la tuberculosis con frecuencia se cebaba en las aglomeraciones de indivi- duos y que no hay relación entre el número de los tuber- 30 culosos que se encuentran en las personas que habitan ca- sas amplias y bien ventiladas y los que hay entre aquellas que viviendo en casas estrechas y al mismo tiempo aglo- meradas, disponen de poco aire y éste con frecuencia es viciado, cuando menos por los productos de la respiración. Parece que los autores que arriba cité, tomaron en con- sideración, para asegurar semejante predisposición, las condiciones en que están la mayor parte de las habitacio- nes de Guanajuato; pues en efecto, mejor representadas no podían estar en esa población ; en ella las calles son muy estrechas, las casas en extremo reducidas y aglomeradas; el desaseo, sobre todo en las vecindades, es notable, en fm, nada por completo hay que favorezca la ventilación. A un lado de esta causa predisponente, que depende en su mayor parte de la topografía de la ciudad, se en- cuentra otra no menos importante y que solo la originan la falta de recursos y es la alimentación insuficiente, tanto en su cantidad como en su calidad. Resulta de esto, que dos funciones, como son la respiratoria y la digestiva, emi- nentemente importantes bajo el punto de vista de la nu- trición, son insuficientes, y en consecuencia el individuo se debilita y con él el funcionamiento de sus órganos y, ¿qué es un organismo debilitado sino uno que es propio para tuberculizarse? Estas dos causas predisponentes, que bien pudieran lla- marse dependientes de la miseria, no las encontramos en las clases elevadas de la población, al menos la que en se- gundo lugar enumeré; pero en cambio coadyuva al debili- tamiento orgánico otra que de paso citaré y que es la falta completa de ejercicio ó sea la vida sedentaria de esas per- sonas que tanta influencia tiene, como resulta délas expe- riencias hechas en conejos, á los que, si se les inyecta un líquido de cultura conteniendo bacilos, se tuberculizan tan- to más pronto cuanto más completamente se privan de su 31 ejercicio; en resumen, déla misma manera que, un ejército que no está bien disciplinado nunca vencerá al enemigo, aun cuando disponga de excelentes armas, asimismo el organismo del rico estará torpe, aun cuando sus constitu- yentes celulares dispongan de un material de asimilación abundante. Una importancia capital tiene el alcoholismo bajo el punto de vista de la etiología predisponente de la tuber- culosis del pulmón. Es, en efecto, una de las causas que debilitando al organismo lo pone en condiciones de servir de medio en donde el bacilo puede desarrollarse con faci- lidad; pero este debilitamiento no es directamente produ- cido por el alcohol, sino que es el resultado indirecto de su acción; el mecanismo como obra es el siguiente: Sabemos que una de las principales propiedades del alcohol es irri- tar las membranas mucosas y aun la piel con que se pone en contacto é irritarlas con tanta mayor energía cuanto más concentrado está ó más prolongada es su acción sobre di chas superficies; tampoco ignoramos que á dosis elevada tiene la propiedad de precipitar la pepsina. De la acción de esta sustancia se desprende que todos aquellos indivi- duos que con frecuencia ingieran dosis de alcohol ó de be- bidas que lo contienen, con frecuencia también estarán irri- tando la mucosa de su aparato gastro—intestinal sobre todo la del estómago, que recibe el alcohol á mayor grado de concentración; ¿qué resultará de estas irritaciones frecuen- tes? que la mucosa se inflamará y la marcha que siga el catarro que resulta será más bien crónica, supuesto que así lo requiere la manera de obrar de las causas que lo deter- minan; ahora bien, en la sintomatología de dichas afeccio nes, se aprende que el apetito del enfermo es considera- blemente disminuido por una parte, y por otra, que las digestiones son difíciles y en algunos casos llegan á ser imposibles, á la vez se observa en tales circunstancias que 32 los alimentos ingeridos, con facilidad y frecuencia fermen- tan y el proceso de fermentación viene á ser entonces una nueva causa, que irritando á la mucosa estomacal, favorece un tanto el sostenimiento del proceso que había sido de- terminado por la influencia del alcohol; resulta pues, que en tales circunstancias, la cantidad de alimentos que se in- gieren es por completo insuficiente y además éstos no se aprovecharán del todo, supuesto que no se digieren fisio- lógicamente; en consecuencia la sangre recibe muy pocos elementos nutritivos y como por otra parte los gastos del organismo son los mismos, éste se debilita tanto más cuan- to en mayor cantidad son gastados los elementos que, por almacenamiento, habían sido conservados hasta entonces. Si á esto agregamos tantas como son las entidades mor- bosas que se contraen por el abuso del alcohol, encontra- remos otras tantas causas de debilitamiento orgánico y en consecuencia, otros tantos factores más que, al individuo en buenas condiciones de salud, le transforman en un te- rreno adecuado para tuberculizarse. Si he tomado en consideración esta causa, como influ- yendo con especialidad en Guanajuato, no es porque solo ahí se deje ver su influencia, pues el abuso del alcohol es un vicio que muy repartido está en el mundo; pero en mu- ch as partes tal vez no se contarán tantos casos en que sea visible el papel que dicha causa ha desempeñado en la tu berculosis como en Guanajuato, en donde, puedo decir que el noventa y nueve por ciento de la clase minera son al- cohólicos. La relativa frecuencia de estos casos se deja ver por el cuadro estadístico que está al fin de este trabajo. La influencia de la profesión ha sido señalada ya des- de hace mucho tiempo por los patologistas, como de im- portancia prima, bajo el punto de vista de la etiología de la tuberculosis. En Guanajuato esta influencia es bien mar- cada en la clase minera, quienes pagan gran tributo á la enfermedad de que me ocupo. 33 Algunos autores franceses, entre otros Manouvrier, han asentado que la tuberculosis pocas veces se ceba en lacla- se minera y según parece, esto se comprobó por las obser- vaciones de Fabre, quien encontró muy pocos casos de muerte por esta enfermedad en los mineros, después de seis años de observación; de estas observaciones dedujeron que por regla general la tuberculosis era una enfermedad rara en los mineros, no así la antracosis y otras formas de flegmasías crónicas del pulmón, el enfisema, el reumatis- mo, las anemias y las intoxicaciones por óxido de carbón, ácido carbónico, selenhídrico, etc. La observación me conduce á negar la generalidad de esa regla, pues si en los mineros franceses la tuberculosis se ceba por rareza, en los mineros mexicanos (de Guana- juato) está muy lejos de suceder lo mismo, en los cuales, por orden de frecuencia, las enfermedades se presentan así: anemias y tuberculosis, reumatismo, enfisema, afeccio- nes cardíacas y hepáticas, flegmasías crónicas del pulmón é intoxicaciones por gases, que serán posibles, pero indu- dablemente en extremo raras, supuesto que en tres años ningún caso se registra. Las circunstancias especiales que predisponen á los mineros guanajuatenses á la tuberculosis pulmonar, depen- den, en primer lugar, de las condiciones de medio en que trabajan (aire, luz, terreno, etc.) y en segundo lugar, del género de vida que llevan (grado de trabajo, alimentación insuficiente, abuso de bebidas alcohólicas, etc.). Si debemos dar alguna fe á lo que los autores france- ses sobre este punto dicen, indudablemente que, aun cuan- do el medio en que trabajan los mineros franceses (aire, terreno, luz), sea el mismo que aquel en que trabajan los mexicanos, la buena calidad y suficiente cantidad de sus alimentos, el poco ó ningún abuso de los alcohólicos, el trabajo moderado, etc., serán las causas que, contrabalan- 34 ceando á la influencia nociva del medio, se opongan á la tuberculización frecuente de aquellos. Influencia del medio; Bajo este punto de vista las labores de una mina se pueden dividir en tres clases: i? Labores estrechas y mal ventiladas. 2? Labores amplias y mal ventiladas y 3? Labores estrechas ó amplias pero bien ventiladas. En el primer caso las condiciones no pueden ser más adecuadas para que los operarios respiren un aire confina- do; en efecto, los productos de la respiración por una par- te y los gases que resultan de la combustión de la pólvora ó dinamita por otra, muy pronto impurifican el aire que en esos lugares subterráneos se respira; ¿qué resultará de esto? que en los momentos en que su organismo, por el exceso de trabajo, necesita una mayor cantidad de oxíge- no, éste será insuficiente y la nutrición será incompleta. En el segundo caso (labores amplias y mal ventiladas) se observa lo mismo que en el anterior, con la sola diferen- cia que los fenómenos serán un poco retardados, y en cuanto al tercer caso, la buena ventilación impide la vicia- ción del aire que es relativamente mejor que el que se res- pira en las labores comprendidas en el primero y segundo caso; pero aquí influyen otras causas (falta de luz solar, género de vida, etc.), de que en seguida me voy á ocupar. Ahora bien, como por otra parte, bien sabido es de los pa- tologistas que en las personas debilitadas ó de constitución raquítica es en los que se ceba con una frecuencia relativa la tuberculosis, se comprende que los individuos á que me refiero, al menos los del primero y segundo grupo, podrán con justicia comprenderse en ellos. No menos notable es la influencia que ejercen los ra- yos solares sobre el organismo; así como los vegetales á quienes se privan de los rayos del sol pierden ó modifican 35 su color, se marchitan y aun se secan, así también el or- ganismo humano, en tales circunstancias, manifiesta la ne- cesidad de la luz por la decoloración de la piel, alteracio- nes cuantitativas de la sangre, perturbaciones digestivas, etc., y finalmente por las predisposiciones que adquiere. Esto ha sido más de una vez probado por el Dr. Trudeau, de Nueva York, quien ha observado que la falta de luz solar es suficiente por sí sola para predisponer á la tuber- culosis. Una experiencia que con el objeto de comprobar e;to fué practicada, consistió en lo siguiente: tomó cuatro conejos á los que inoculó la tuberculosis, poniendo una in- yección intra-peritoneal de un líquido de cultivo del baci- lo de Koch; á dos de ellos los puso en las mejores condi- ciones de alimentación y sin privarlos de la luz solar, mien- tras que á los otros dos, teniendo una alimentación igual- mente buena, los privó del sol. En los primeros dos meses y medio murieron los dos conejos que habían sido privados de sol y á la autopsia se les encontró los pulmones completamente tuberculosos. Los otros dos conejos estaban entonces robustos y aparen- temente sanos, pero al quinto mes empezaron á enflaque- cer, muriendo en el curso del sexto igualmente tuberculo- sos. Menos marcada aparece la influencia del terreno, por- que la naturaleza de éste más bien influye para otro gru- po de procesos pulmonares, las flegmasías crónicas no in- fecciosas; si éstas á su vez predisponen á la tuberculosis pulmonar, ya entonces la influencia del terreno es indirec- ta y en tal caso no entra en el cuadro etiológico que estoy apreciando, supuesto que esas flegmasías crónicas del ór- gano respiratorio (antracosis, siderosis, etc.), pueden con- traerse independientemente del trabajo de la mina. Influencia del género de vida: Sobre este punto hay que notar en primer lugar, que el trabajo de los operarios en la mina es realmente exagerado, tanto más cuanto que 36 no se dispone en ninguna de ellas délos instrumentos, apa- ratos ó máquinas necesarios, y en efecto, se ve en las mi- nas de Guanajuato, que los mineros taladran las duras ro- cas á fuerza de golpes y á expensas de gran cantidad de trabajo muscular gastado, se les ve también subir de los profundos subterráneos, llevando en sus espaldas grandes sacos repletos de pesadas piedras, en fin, otros muchos tra- bajos que bien pudieran evitar ó al menos atenuar, si dis- pusieran de supremas herramientas y de máquinas adecua- das. Y este trabajo exagerado no trae consigo el debilita- miento orgánico? es natural que sí, mientras más activo es el funcionamiento de un órgano más pronto viene la fati- ga y si á pesar de ésta, la actividad funcional continua, el organismo pierde materiales y el debilitamiento de la má- quina humana es la consecuencia. Si atendemos en segundo lugar á que la alimentación es insuficiente, desde luego se comprenderá que la repa- ración también lo es. Además, es general el que la clase minera abuse de las bebidas alcohólicas, lo que origina trastornos gastro-intestinales frecuentes que á su vez de- terminan dificultad para la digestión de los pocos ó al me- nos malos alimentos que ingieren; la nutrición es por este mecanismo insuficiente y se llega al mismo caso que en las condiciones que arriba dejo enumeradas. Vemos pues, cómo analizando punto por punto todas las circunstancias en que los mineros guanajuatenses se encuentran, no hay una sola que no sea más ó menos fa- vorable para predisponer á la tuberculización. Si ahora advertimos que en la inmensa mayoría de casos se encuen- tran asociadas una gran parte de estas causas, se deja ver la predisposición especial que adquieren los mineros. Existen también otras profesiones que influyen un tan- to cuanto para la enfermedad en cuestión, pero en ellas no se nota diferencia alguna en su modo de obrar en Guana- 37 juato; es este el motivo por lo que me limito á indicar tan sólo la minería. En las primeras páginas de este trabajo he indicado la importancia que tiene la influencia hereditaria, bajo el pun- to de vista etiológico de la tuberculosis pulmonar, y aquí solamente diré, que si alguna vez se han encontrado niños con tuberculosis congénita (de lo que ninguna observación personal tengo) á cada paso se encuentran y he encontra- do individuos en los que la herencia ha obrado como cau- sa predisponente. Para terminar este párrafo, no debo pasar en silencio que los internados rigurosos contribuyen también con su grano de arena; pues en ellos (á más de las condiciones de alimentación, ejercicio y demás, que por lo regular apenas pudieran decirse medianas) con frecuencia se ve que los más jóvenes estudiantes adquieren vicios que, como el ona- nismo, además de ser altamente inmorales, son también altamente destructores del organismo, y de organismos no adultos y robustos, sino, tal vez, débiles todavía por su edad ó raquíticos por naturaleza. En un caso que observé en Junio de 91, parece haber tenido participio el onanismo como predisponente de la tu- berculosis. Se trataba de un joven J. S., de 15 años de edad, antecedentes hereditarios ningunos más que, su pa- dre había padecido de una pulmonía; el joven era de cons- titución débil y delicada, pero había gozado hasta enton- ces de buena salud; en el internado fué onanista consuma- do, bien pronto se destruyó notablemente y cuatro meses después el facultativo diagnosticó tuberculosis pulmonar mandándole entre otras cosas que suspendiera sus estudios y que se separase del internado; la enfermedad siguió su marcha y él sus costumbres y en Diciembre del mismo año murió francamente tuberculoso. Ahora que conocemos ya las causas dominantes que 38 predisponen al individuo á recibir el bacilo de Koch, así como también las que lo predisponen preparando un terre- no adecuado para que ese germen patógeno se multiplique, se comprenderá que bien fácil es de explicarse la frecuen- cia con que se encuentran en Guanajuato los tuberculosos. Las causas predisponentes, que en el párrafo anterior he citado, son las que más resaltan en la etiología del pro- ceso tuberculoso, supuesto que, como lo demuestra el cua- dro estadístico que está al final de este estudio, es mayor el número de casos en que se manifiesta su influencia; sin embargo es preciso recordar que la permanencia en loca- lidades húmedas y frías y la privación de sol que ya enu- meré, condiciones que con frecuencia se encuentran reali- zadas en las prisiones y cuarteles, han sido señaladas por Bouchardat, y Michel Peter refiere dos observaciones evi- dentes. Otras causas predisponentes son también las enferme- dades crónicas consuntivas y las afecciones diatésicas que, como la diabetes, predisponen tanto á la tuberculosis; pues, según el dicho de Griesinger, más de la mitad de los dia- béticos mueren tuberculosos; bien es cierto que la tuber- culosis diabética ha sido considerada por algunos autores como una entidad morbosa distinta, en vista de su marcha tan rápida, la formación precoz de las cavernas, la poca abundancia de la expectoración, etc.; pero en realidad no hay motivo, desde el punto de vista clínico, para que se le conceda un lugar separado en el cuadro nosológico, pues la marcha que sigue, sobreaguda quizá, no es más que la de una tuberculosis ordinaria favorecida en su evolución por la desnutrición profunda que ha sufrido el organismo como consecuencia de la diabetes. 39 Todas estas causas y otras muchas (que no cito) y que se ven en las obras de patología, las he separado en un pá- rrafo distinto por ser de importancia secundaria en la etio- logía guanajuatense, sólo diré para terminar, que los indi- viduos que bajo la influencia de un proceso supurativo abundante han sido debilitados, son también á propósito para que estalle en ellos la tuberculosis; de esto con fre- cuencia se observan casos en las salas de Cirugía del hos- pital de Belén, pues las malas condiciones higiénicas de él, que ya dejo asentadas, como la no menos mala calidad de las curaciones que se les pone á los enfermos, favorece la consunción de ellos, prolongando el período supurativo de sus heridas. Hay otra clase de causas que los patologistas llaman determinantes ú ocasionales y que son aquellas que, como el nombre lo indica, determinan la evolución de la enfer- medad. Hablando de tuberculosis, no puede haber propia- mente, entre esta clase de causas, más que aquellas que han determinado la penetración del bacilo; porque los trau- matismos, enfriamientos, etc., que algunos autores llaman determinantes, no lo son, pues sólo son capaces de predis- poner al organismo de un individuo á contraer la tubercu- losis, haciéndole un terreno á propósito para que, cuando por otra causa el microbio haya penetrado, se multiplique, se desarrolle y por fin dé margen á la enfermedad de que es patógeno. Sin embargo, hay ciertos casos en que pudiéramos de- nominar determinantes á esta clase de causas y es siempre que vienen á obrar en una persona, en el organismo déla cual ha penetrado de antemano el bacilo de Koch, porque perturbándolo de cierta manera hacen que se desarrolle 40 una enfermedad que hasta entonces había permanecido la- tente, supuesto que el bacilo no había podido triunfar de la resistencia orgánica individual. Es indudable, en efec- to, que haya muchas personas en las que, por alguna cau- sa predisponente, haya encontrado el microbio la puerta de entrada y espere sólo una causa ocasional, no sólo pa- ra determinar la enfermedad sino hasta su forma. Si en un individuo portador del bacilo de Koch se desarrolla un tumor blanco á consecuencia de un traumatismo en la ar- ticulación, qué, ¿no podría haberse producido, en vez de tumor blanco, una tuberculosis pulmonar, si el traumatis- mo hubiera sido llevado al pulmón? indudablemente que sí, pues cuando en una persona en quien ha penetrado el bacilo, no se ha producido ninguna forma de tuberculosis, tal vez sea porque no hay en su organismo ni un sólo te- jido que se encuentre predispuesto á dicha enfermedad; pero que un enfriamiento congestione al pulmón ó que un traumatismo inflame una articulación, habrá ya un lugar en donde el microbio pueda triunfar de la resistencia y don- de una forma especial de tuberculosis se producirá; en el primer caso una tuberculosis pulmonar, en el segundo un tumor blanco. Indiqué ya de qué manera penetra el bacilo de Koch á la economía y por qué vías, estudié también las princi- pales causas que predisponen á los guanajuátenses á que el bacilo se desarrolle y multiplique, dando lugar á la tu- berculosis, y finalmente, hice mención de las llamadas cau- sas ocasionales de los autores franceses; sólo falta decir por qué la tuberculosis tiene predilección á localizarse en el órgano respiratorio. Si la importancia de la herencia fué notable como cau- 41 sa predisponente en general, no lo es menos como predis- ponente del órgano afectado; en efecto, en la inmensa mayoría de los casos de tuberculosis pulmonar que se ob- servan y en que ha habido antecedentes hereditarios, es á la forma pulmonar á que se refieren. Las afecciones inflamatorias de los órganos que tienen relación con el pulmón, son todas causas de mucha impor- tancia y que no debemos de pasar desapercibidas; así es que las pericarditis y las pleuresías, principalmente las pu- rulentas, tienen grande influencia ; Michel Peteren su obra “Clínica Médica” refiere varios casos en que es aparente la influencia de estas causas, como predisponentes de la forma pulmonar de la tuberculosis y yo he tenido oportu- nidad de ver en el Hospital de Belén de Guanajuato un caso de tuberculosis pulmonar que sucedió á una pleuresía crónica y dos más, en las camas número 11 y número 25 de la Sala de Clínica de 5? año en el hospital de San Andrés. Si la influencia de cercanía es notable, cuánto más lo serán las afecciones inflamatorias del pulmón mismo ó de sus partes; y en efecto, ¿quién no ha encontrado un caso siquiera de tuberculosis pulmonar sucediendo á una ó varias pulmonías, bronquitis crónicas ó bronco-neumo- nías? El alcohol congestiona y aun inflama, entre otros ór- ganos al pulmón y al intestino y éstos son los que en tal caso están más predispuestos. La vía por donde penetra el bacilo influye igualmente, pues se comprende que una persona á la que haya penetrado el germen patógeno pol- la vía respiratoria está más expuesta á que la forma de tu- berculosis que la afecte, sea la pulmonar y no otra, supuesto que el pulmón ha sido el que ha tenido una relación más directa con el microbio. Las enfermedades que exigen del paciente el decúbito dorsal, son también de notarse (la ma- yor parte de las enfermedades crónicas de la médula y del encéfalo). 42 Por último citaré como importante la existencia de una lesión tuberculosa en un órgano distinto, en cuyos casos puede tener lugar la tuberculización del pulmón. El pul- món es el órgano por donde toda la sangre del cuerpo tie- ne que pasar para abandonar ahí algunos de los elementos de desasimilación y recoger, en cambio, el agente combu- rente del organismo; muy posible es pues, que por vía circulatoria, sea trasladado el germen patógeno al pulmón, lo mismo que lo es al cerebro, cuando produce la neoplasia tuberculosa encefálica y Baivy refiere un caso de escapu- lalgia izquierda en que se extendió el proceso al pulmón correspondiente. Hacer simplemente una exposición de las principales causas de la tuberculosis pulmonar, ninguna utilidad prác- tica presentaría indudablemente, si dicha exposición no se acompañara de los preceptos higiénicos convenientes, que sirvan de barrera para dicha enfermedad; y en efec- to, qué ventaja tendría para un profano saber que la tu- berculosis es producida por un microbio? y cuál el saber que este microbio se encuentra en los esputos de los tu- berculosos y que puede encontrarse en sus alimentos? no sucede lo mismo cuando á la vez sabe que ese microbio muere ó pierde sus propiedades patógenas á las altas tem- peraturas, ni tampoco cuando sabe que para producir la tuberculosis, necesita encontrarse en un terreno que le sea propicio y que está al alcance del individuo el modificar el medio, para contrariar la vitalidad de ese germen; voy en consecuencia á exponer las principales reglas higiénicas propias del caso. Siendo la tuberculosis pulmonar una enfermedad que. para desarrollarse, necesita, en primer lugar, el bacilo que 43 la engendra y en segundo, un medio adecuado, donde el bacilo se multiplique; se desprende que las reglas de Hi- giene serán divididas esencialmente en dos grupos, ence- rrando el primero las que se opongan á que el bacilo de Koch penetre al organismo y el segundo formado de aque- llas que tengan por objeto infertilizar el terreno individual. ie.r Grupo; causas que hay que evitar: Contagio. hereditaria adquirida atmósfera alimentos carne leche. Reglas higiénicas: i? Se evitarán los matrimonios de individuos tubercu- losos, con especialidad si la mujer es la afectada. 2‘? En la casa donde haya un tuberculoso se observa- rá que: A. — Debe de colocarse en una habitación separada, suficientemenre amplia y suficientemente ventilada y orien- tada de tal manera, que se favorezca el acceso de los rayos del sol durante una parte del día. B. — La habitación debe de ser perfectamente aseada y con frecuencia, á fin de que se aleje de ella toda clase de impurezas. C. — El lecho del enfermo enteramente limpio y sus componentes frecuentemente renovados, con especialidad cuando éstos sean ensuciados, ya con esputos, ya por de- yecciones. D. — Se evitará que el enfermo espute en el suelo, las paredes, ropa ó en cualquiera otra parte que no sea una escupidera. E. — Se cuidará de que los esputos no se desequen en las escupideras y sí que con frecuencia, previamente des- infectados, se alejen de la casa. F. — Las excreciones y secreciones se desinfectarán con solución fénica al 5 por ciento, con bicloruro de mer- curio al 1 por mil, con solución diluida de nitrato ácido 44 de mercurio, etc., en atención á que se necesitan medios enérgicos para paralizar al bacilo de Koch. G.— La ropa del enfermo, como los anexos de su le- cho, podrán esterilizarse por medio de la estufa á la tem- peratura de ioo grados; cuando no se disponga de estufa, será satisfactorio el resultado exponiendo por un tiempo prolongado, la ropa y demás previamente lavados, á la in- fluencia de los rayos solares. 3? Se evitará el expendio de carnes que provengan de animales tuberculosos, lo que se conseguirá por el exa- men de los animales antes de ser matados y por el de la carne cuando se ha dividido en partes para su expendio. Para los casos en que no se tenga seguridad de la buena calidad de este alimento, se observarán los princi- pios siguientes: A. — Dividirla en trozos pequeños, para que aun las partes centrales sufran la acción de una temperatura ele- vada, durante el cocimiento. B. — Evitar enteramente el tomar la carne cruda, to- mándola solo después del cocimiento, debiendo éste pro- longarse por lo menos una hora. C. — Desechar por completo para la alimentación los pulmones, aparato intestinal y sus anexos y las glándulas mamarias, pues éstos son los órganos que con más frecuen- cia están tuberculizados. 5? Evitar la venta de leche que provenga de vacas tuberculosas, lo que se consigue por los exámenes frecuen- tes que los peritos hagan de los animales que á ese fin estén destinados. ó? Proscribir la leche de las vacas de más de nueve años, supuesto que en estos animales la tuberculosis se pre- senta con relativa frecuencia arriba de esta edad. 7? La leche dudosa deberá someterse á una tempera- tura superior de ioo grados y prolongarse la acción de ésta por lo menos quince minutos; cuando no se pueda obtener 45 la temperatura á ese grado, se obtendrá un resultado se- mejante sometiéndola tan solo á la ebullición, siempre que ésta se repita cinco ó seis veces. Sucede con demasiada frecuencia, que á pesar de que se tengan presentes las reglas higiénicas, que tienen por objeto evitar que penetre al organismo el bacilo de Kocli, éste encuentra la puerta de entrada, ya sea porque no se sigan con rectitud las reglas dadas, ya porque alguno de los medios de contagio haya pasado desapercibido á los ojos de la Ciencia y ésta, en consecuencia, no haya dado las reglas para evitarlo; pues nada raro es en Medicina encontrar puntos negros todavía y que tal vez necesitarán años y más años para desaparecer del horizonte de la Cien- cia. Afortunadamente, como al principio de este trabajo lo indiqué, se ha dado un paso más en la cuestión sobre la etiología de la enfermedad de que me ocupo y es, el cono- cimiento de las causas predisponentes, contrariando las cuales se infertiliza el terreno y el bacilo será desechado del organismo; el conjunto de las reglas higiénicas que este ob- jeto tengan, serán pues las que constituirán el: 2? Grupo Causas que hay que evitar. aire confinado, humedad. aglomeración de individuos. Influencia del medio. Alimentación insuficiente. cantidad. calidad. Falta de ejercicio, vida sedentaria. Alcoholismo. Predisposición. aireación insuficiente. iluminación insuficiente. clase de terreno (polvos minerales). Influencia del medio. Minería. - trabajo exagerado, alimentación insuficiente, alcoholismo. Género de vida. Herencia. Internados. alimentación isuficiente. falta de ejercicio. hábitos inmorales (onanismo y otros). Enfermedades consuntivas, diatésicas, supurativas. Lesiones tuberculosas, en órganos diversos. 46 Reglas higiénicas: i ? Favorecer en general la ventilación de las habita- ciones, asegurando la renovación del aire por medio de ventiladores adecuados, sobre todo durante la noche; su- puesto que en este período del día las puertas, ventanas y demás partes por donde la ventilación natural puede ha- cerse, están cerradas y la que se produce por las hendedu- ras, cerraduras, etc., es insuficiente. 2? A falta de verificación de la regla anterior, se ha- bitará en piezas suficientemente amplias, con el objeto de que la mayor capacidad de ellas, ayudada de la ventilación natural, haga imposible la viciación del aire que en ellas se respire. 3‘? Mucho se ganará en pureza de aire si se evita la aglomeración de individuos, especialmente si las habitacio- nes son reducidas. 4? En las casas de una sola habitación, se tendrá cui- dado de alejar con eficacia todos los productos de desecho del organismo, así como también las aguas sucias, desper- dicios de cocina y en general toda clase de sustancias or- gánicas, que acumulándose, fermentarían fácilmente y así serían un factor importante de viciación aérea. 5!1 Se procurarán de preferencia habitaciones no frías ni mucho menos húmedas, sobre todo la que sea elegida como recámara. 6? La alimentación debe de ser suficiente y reparadora, para lo cual es necesario: A. — Que los alimentos sean perfectamente digestibles y lleven en sí elementos útiles y fácilmente asimilables. B. — La clase de alimentos debe ser adecuada á la edad, al trabajo del individuo, al clima, etc., según las reglas propias del caso. C. — La cantidad de alimentos no debe ser laque baste para dejar por el momento satisfecho al individuo, sino la indispensable para su sostenimiento. 47 7 ? El ejercicio será eminentemente útil para el desa- rrollo del ind ividuo, dándole fuerza, resistencia y activando el funcionamiento de sus órganos. 8? Este debe de ser proporcional á la resistencia na- tural del individuo ó á la que hubiere adquirido por el ejer- cicio anterior y adecuado igualmente á su edad. 9? Se procurará alejar del pueblo las costumbres al- cohólicas, lo que se conseguirá: A . — Imponiendo castigos enérgicos al que quebran- tare este precepto. B. — Elevando los impuestos á la venta de los alcoho- les, tanto cuanto sea necesario para abolir, si fuere posible, el expendio de dichas bebidas. to? En muchas de las minas siendo impracticable mo- dificar el medio, deberán preferirse las substancias explo- sivas que la práctica haya enseñado que producen menor cantidad de gases nocivos (según algunos prácticos la di- namita es preferible á la pólvora). i i ? Será ventajoso para el minero, no entrar á su labor inmediatamente después de la explosión de sus barrenos, pues es el momento en que el aire está más viciado por los productos de combustión. 12? El trabajo del minero no debe ser exagerado ni superior á sus fuerzas, ocho ó nueve horas diarias parece un término conveniente. 13? La alimentación deberá ser proporcional á su tra- bajo y conforme con las reglas dadas arriba sobre este particular, debiendo á la vez desechar las costumbres al- cohólicas. 14? Respecto de la predisposición hereditaria se re- cordará lo dicho sobre este punto á propósito de contagio, además lo asentado en las nueve primeras reglas y final- mente la hidroterapia será un adyuvante para contrariar esta predisposición. 48 15? Respecto á internados, se tendrá presente lo dicho con relación á ejercicio, ventilación, alimentación y además se cuidará de la moralidad de sus costumbres. 16? Los procesos correspondientes á las afecciones consuntivas, etc., se atenderán con tanto más cuidado, cuanto que son esencialmente destructoras del organismo, causa notoria de predisposición para la tuberculosis pul- monar. i 7? Por último, á las personas que estén atacadas por algún proceso tuberculoso, distinto del que se sitúa en el pulmón, les conviene más que á ninguna observar las re- glas antes dadas, pues ellas también, más que cualquiera otra, están predispuestas á contraer la tuberculosis pul- monar. Son estas las que me parecen ser las reglas higiénicas más importantes que, en vista de la etiología más común de la tuberculosis pulmonar en Guanajuato, se opondrán, las unas al contagio, las otras á la predisposición. Señores jurados: Muy lejos estoy de creer que con estos cuantos ren- glones mal delineados haya hecho un estudio digno de vuestra atención; vastos son los conocimientos del Profe- sor y muy pequeños los que posee el alumno; en conse- cuencia, apelo á vuestra bondad, para que esta Tesis, si así se puede llamar, sea ante vosotros una prueba siquiera de mi trabajo, ya que no una prueba de mi aptitud. MilitoitUD 49 .Numero de enfermos. Influencia del medio. Alimentación insu- ficiente. Falta de ejercicio vida sedentaria. Alcoholismo. Minería. Herencia. Internados. Pleuresía puru- lenta. Lesiones tuberculo- sas varias. bien marcada. bien marcado. bien marcada. bien marcada. (5 bien marcada. bien marcado. 3 o bien marcada. bien marcada. bien marcado. bien marcada. o bien marcada. bien marcada. 2 ] bien marcado. bien marcada. bien marcada. 1 bien marcada. bien marcada. bien marcada. . &uabzo yue tndrca /a de JÓ caóo¿ de ¿udeicu/eótó fiu/menal oMelvadob en e/ drénela/ de Ódóe/ern,