Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria SERIE VETERINARIA.-N.° 2 Man de la Vaca jor el Procedimiento Vacinal. 14 TÉSIS. PARA EL EXAMEN PROFESIONAL DE MÉDICO - VETERINARIO PRESENTADA AL JURADO POR Hómulo Escobosa Alumno de la Escuela N. de Agricultura y Veterinaria y Practicante del Cuerpo Veterinario-Militar. MÉXICO IMPRENTA Y FOTOLITOGRAFIA DE LA ESCUELA NACIONAL DE ARTES Y OFICIOS Primera calle de San Lorenzo 1880 Escuela Racional de Agricultura y Veterinaria SERIE VETERINARIA.-N.° 2 Castración le la faca por el Procedimiento fajina!, TÉSIS PABA EL EXAMEN PROFESIONAL DE MÉDICO - VETERINARIO PRESENTADA AL JURADO POB RÓMULO ESCOBOSA Alumno de la Escuela N. de Agricultura y Veterinaria y Practicante del Cuerpo Veterinario-Militar. MÉXICO IMPRENTA Y FOTOLITOGRAFIA DE LA ESCUELA NACIONAL DE ARTES Y OFICIOS Primera calle de San Lorenzo 1880 CUERPO DE PROFESORES PARA LA CARRERA DE MEDICO-VETERINARIO. FRANCISCO P. VERA Primer curso de matemáticas. JESUS RICO Francés. TOMAS VILLANUEVA Inglés. ADOLFO BARREIRO Física y Geografía. MANUEL M. VILLADA Historia natural. ANTONIO PEÑAFIEL Química. JOSE E. MOTA Anatomía y fisiología com- paradas. JOSE LUGO ' Patología y clínica exter- ¡ ñas, cirujía, mariscalería y . exterior. JOSE L. GOMEZ Patología y clínica internas . y terapéutica. JOSE R. ICAZA Higiene y zootecnia. Patología y anatomía ge- nerales, obstetricia y su clí— . nica. GUSTAVO RUIZ (Director) MIGUEL J. GARCIA Adjunto á patología interna. MANUEL GRANADOS Gefe de clínicas. JOSE RAMIREZ Preparador de historia natural. JOSE MUYCELO Preparador de física y química. ENRIQUE ALFARO Preparador de anatomía y fisiología. Nota. La Escuela no se constituye solidaria de las ideas vertidas por los autores de las Tesis, siendo ellos los únicos responsables de lo que ex- pongan á la consideración del Jurado respectivo. Á la Memoria DE MIS AMADOS PADRES |j Ir. |r. (Jastaro |iix | ¡Jankaí AL CUERPO DE PROFESORES DE LA JiStMa ílatiottal 44 n IjMípap TESTIMONIO DE MI GRATITUD Y RESPETO. CASTRACION DE LA VACA POR EL PROCEDIMIENTO VAGINAL. I HA castración de la vaca es una operación que consiste en la extirpación de los ovarios ú ór- ganos esenciales de la generación de las hem- bras. Esta operación tiene por origen un pensamiento económico análogo al de la privación de los testículos en el macho; por ella se tratan de desarrollar ó mejorar en un animal ciertas aptitudes en determinado sentido, de lo cual nos aprovechamos para sacar un partido más ó menos ventajoso de nuestras máquinas animales. Historia. La castración de la vaca no es, como po- dría creerse por personas agenas á la ciencia veterina- ria, una operación nueva; su uso data de una época muy remota, puesto que Olivier de Serres que vivió en siglo diez y seis, la menciona en sus escritos aunque de una manera muy vaga, y sin indicar procedimiento alguno. Desde esa época, parece que no hubo quien se volviera á ocupar de la cuestión, hasta que en el año de 1831 6 Thomas Winn, hacendado de Natchez, Luisiania (Es- tados Unidos de América,) llamó la atención por la sé- rie de experimentos que instituyó sobre el asunto. Sus experimentos se hicieron célebres bien pronto; produje- ron gran ruido en el mundo científico de Europa, en don- de encontraron luego hombres amantes del progreso científico que prosiguieron con verdadero entusiasmo los primeros trabajos del americano; entre ellos se encuen- tran Levrat, Régére, Putot, Lorin, Rey, Roche Lubin, Morin, etc., y principalmente M. Charlier, quien llegó á descubrir un método nuevo, el método vaginal para la castración de las vacas, especial á él, con su aparato ins- trumental igualmente propio, cuyo método venia á alla- nar muchas de las dificultades é inconvenientes que con justa razón se echaban en cara al Manual operatorio pri- mitivo. M. Charlier que fué también el primero que sa- có la cuestión de la vía puramente experimental, hacien- do la operación en grande escala, trabajó mucho por ele- varla á la categoría de costumbre regular1 en la economía rural, y ha tenido la satisfacción de ver realizadas sus es- peranzas, al ménos en una parte de la culta Europa. Antes del descubrimiento de Charlier (1848), se cas- traba á las vacas haciendo una ámplia incisión en las pa- redes del flanco, por donde se introducía la mano y una parte del antebrazo en busca de los ovarios, procedimien- to que, como se comprende desde luego, no dejaba de pre- sentar sérios peligros para el animal operado, tanto por el excesivo traumatismo á que se le sujetaba, como por la penetración de una gran cantidad de aire á la cavidad abdominal, revestida por una menbrana serosa tan deli- cada como es el peritonéo, y sin embargo, los casos de éxito feliz eran más numerosos que los de éxito desfa- vorable. i según sus propias palabras. 7 En México nadie se ha ocupado todavía, (que yo se- pa al ménos) de esta cuestión que pudiera muy bien ser provechosa para tantos hacendados capitalistas que se dedican al cultivo animal en grande escala. No sé si es- te vacío sea debido á incompatibilidad económica, ó á la circunstancia de no ser conocida la operación sino por contado numero de personas que pueden tener á su al- cance obras de Medicina-Veterinaria que generalmente vienen escritas en idioma extraño; sea cual fuere la cau- sa, el hecho es que la castración de la vaca no se prác- tica en México, y me cabe la honra de haber emprendi- do, ántes que otro, el estudio experimental de ella, y como se verá después, en la conclusión de este trabajo, he llegado á obtener resultados que no se quedan atrás de los que en el extranjero se han alcanzado. Me cabe igualmente la honra de que la elección de mi punto de tésis, ha merecido el voto de aprobación de todos los señores Profesores de Veterinaria, tanto de la Escuela, como de fuera de ella. II Efectos, utilidad é indicaciones de la operación. Los efectos de la castración en las vacas, son análo- gos á los que observamos en todos los animales, tanto machos como hembras, á quienes se priva, á una edad conveniente, de sus órganos de reproducción. Podemos notaren ellos un conjunto de modificaciones anatómicas ó fisiológicas en varios sistemas de la economía, que se revelan al exterior por manifestaciones generalmente se- mejantes en ambos sexos. M. Levrat que es uno de los autores europeos que mas han escrito sobre castración de vacas, ha sacado las conclusiones, que expresa del modo siguiente: 8 1. Secreción más abundante y más constante de la leche, que adquiere al mismo tiempo cualidades supe- riores; de lo cual resultan para el empresario estas ven- tajas : aumento de una tercera parte en la producción de este líquido, con la certidumbre de tener casi constante- mente la misma cantidad para proveer á sus clientes. 2. a Facultad de engordar más fácilmente las vacas cuando su leche comienza á disminuir. 3. a Sustracción á las probabilidades de los accidentes que acompañan ó siguen algunas ocasiones al destete, así como á los accidentes que pueden sobrevenir duran- te la época de los calores, cuando algunas vacas dema- siado pesadas se montan sobre las otras, ó que estas bés- tías son cargadas por toros muy voluminosos. 4. a Ahorro de los gastos onerosos ocasionados por las vacas ninfómanas (machorras,) cuyo número es á vece s muy grande y puede llegar á ser una de las causas de ruina de los propietarios. Me ocuparé principalmente de las dos primeros con- clusiones de M. Levrat, por ser las más interesantes en vista del asunto que me he propuesto, considerado en nuestro país y no en el del autor citado, pues si bien es cierto que las dos últimas conclusiones pudieran alguna vez tener lugar entre nosotros, esto seria excepcional, como de ello tienen pruebas todas aquellas personas que tienen ó han tenido á su cargo la administración de ganado vacuno. A. Influencia de la Castración sobre la secreción de la leche. Desde que Thomas Winn emprendió sus estudios sobre la castración de las vacas, se conoce la influencia que tiene la operación sobre la función encargada á las glándulas mamarias; con su teoría fisiológica sucedió lo que generalmente sucede con las teorías nuevas; mu- 9 chos las desechan juzgándolas imposibles, cuando no per- judiciales; otros las acojen con entusiasmo tal, que sue- len pecar por el extremo contrario, llegando hasta la exageración en sus apreciaciones. Mucho se ha escrito sóbrela ma:eria: diversas opinines se han emitido en el seno de sociedades y en publicaciones científicas del extranjero. Pocos autores (y solo bajo ciertos puntos de vista,) están en contra, los más en favor, asegurando que las vacas castradas después de determinado tiempo de su segundo ó tercer parto, y que están produciendo le- che, continúan produciéndola, lo cual es un hecho; pero, ¿ cuál es la explicación del fenómeno, y cuál el tiempo de su duración? Para resolver la primera cuestión invocaremos la ayu- da de la fisiología; buscaremos entre aquellas de sus le- yes á que están sujetas las funciones que hoy estudia- mos, el por qué del punto propuesto; para la segunda, no contando todavía con bastantes observaciones pro- pias, por ser el asunto enteramente nuevo entro noso- tros, tomaremos los datos que nos han dejado los que ántes se han ocupado de lo mismo con mas elementos. Las glándulas mamarias de una hembra, comienzan á tomar su actividad funcional desde el momento en que ella tiene necesidad de alimentar al producto de su con- cepción que ya ha sido dado á luz. Por el hecho mismo de haber nacido de un mamífero, este producto se en- cuentra en condiciones tales de organización, que requie- re para su alimentación, durante el primer período de la vida, materias alimenticias de fácil digestión, y que contengan á la vez elementos azoados, hidrocarbonados y minerales. Este conjunto se encuentra notablemente realizado en la leche, por cuya razón se le ha llamado un alimento completo. Durante la primera época del desarrollo del animal, cuando todavía carece de los medios para tomar los ali- 10 mentos que la naturaleza le ha designado, conforme á su régimen, tiene que vivir á expensas de la madre; es, pues, necesario que ella atienda á estas exigencias, que pueda proporcionar al pequeño la leche que necesita, al ménos durante este tiempo, pasado el cual comienza po- co á poco á agotarse la secreción por haber terminado ya su único y exclusivo objeto. Para tener una secreción continua, hasta cierto punto, se necesita hacer que la hembra sea cargada de nuevo, lo cual supone una época de calores, que seguramente hace disminuir dicha secre- ción, lo mismo que sucede en los últimos meses de la gestación; hay, pues, conforme á las leyes naturales, al ménos dos épocas en las que si no se suprime del todo, sí disminuye más ó ménos. M. Gourdon, en su tratado sobre la Castración y en la parte referente á las vacas, habla de la influencia de esta operación sobre la secreción láctea, y expresa la teoría en los términos siguientes: "La castración, que tiene por efecto principal apagar, en las vacas que la su- fren, el deseo genérico, hacer, por consecuencia, impo- sible el acto reproductor; suprime de un mismo golpe las interrupciones de secreción lechosa que vienen como consecuencia de ella, debe por este hecho elevar mucho la cifra total de la leche. Y si se considera, además, que el aparato generador despojado de toda actividad no tiene el poder de obrar sobre esta función especial, se concibe que ella llegue á adquirir, por esto mismo, una energía nueva, que cesando de ser contrabalanceada pe- riódicamente, se mantenga de una manera continua en su cifra máxima. La castración en la vaca, puede, pues, hacer crecer doblemente la producción de la leche ele- vando la cantidad de rendimiento anual, y prolongando la duración de la lactancia, m Según M. Levrat, después de la extirpación de los ovarios, no solo se consigue la prolongación de la época 11 de la lactancia en la vaca, sino que hay un aumento de una cuarta á una tercera parte más de la leche que daba ántes, y esto por un período de dos años próximamente. M. Rogére, de Burdeaux, aseguraba por su parte, que el aumento era mayor; señalaba el doble de la cantidad rendida ántes de la castración, y por un tiempo de diez y ocho meses. M. Morin, de Langonet, fué aún más lejos; asentaba que cuando la ovariotomía se hacia 30 á 40 dias después del tercer parto de una vaca, en ella se continuaba la secreción durante muchos años. Después vienen los experimentos de Charlier, que confirman los resultado anteriores. Indudablemente que M. Charlier es quien mas práctica tiene sobre la cues- tión; es, pues, la autoridad mas competente en la mate- ria. Solamente en el establo del propietario Menard castró 67 vacas en distintas condiciones, de ellas no se perdió una sola, y el interesado pudo encontrarse con una ganancia real de 1,890 litros de leche durante el trascurso del primer año en que fueron operadas sus vacas. También está perfectamente demostrado que á la me- joría en cantidad de la leche producida por la vaca cas- trada, se agrega la de superioridad en su calidad; las proporciones respectivas del cáseo y de la mantequilla crecen, el líquido adquiere un olor y un sabor mas es- quisitos; se citan casos de niños que mantenidos con le- che de vaca castrada, por largo tiempo, han rehusado después la de la que no lo está. El análisis de M. Maumené, profesor de química en Reims, hecho con la leche de 8 vacas, de las cuales 6 eran castradas y 2 no, dió los siguientes resultados: De las 6 primeras, la más débil dió en mantequilla y cáseo reunidos 101 por mil; la más rica 150; las 6 por término médio 121,6. — De la leche de las vacas no cas- 12 tradas resultó, para una 66, para la otra 80,4 de mante- quilla y cáseo considerado sobre mil partes del líquido como en el primer caso.—Sobre otras dos vacas, una en estado ordinario, que había dado siempre muy buena leche, y la otra, vaca de trece años, castrada hacia quin- ce meses, la leche dió al análisis, la de la primera en man- tequilla y cáseo 85,8 por mil; la de la segunda 114,2. B. Influencia de la Castración sobre la engorda. Es un hecho conocido desde la antigüedad, y admiti- do hasta por los que no son partidarios de la castración de la vaca, que esta operación desarrolla en ella una no- table disposición para engordar fácil y prontamente. Por lo común, la carne de la vaca que ha tenido va- rios partos, y sobre todo á cierta edad, no es de muy buen gusto, es además un poco dura, por lo cual siem- pre se dá la preferencia en estimación, á la de ternera y á la de buey; pues bien, este inconveniente lo subsana la castración; por ella adquiere la carne un sabor agrada- ble, se hace también bastante suave, y no solo se ase- meja en en estas propiedades á la carne de buey, sino que se hace superior á ella. De esta idea se han posesio- nado los alemanes y los ingleses (según afirma Gour- dori) y entre ellos el principal objeto, por no decir el único, al ménos entre los últimos, es el de mejorar en su más alto grado la calidad de la carne, á la que son, co- mo se sabe, muy afectos. La teoría fisiológica del hecho nos enseña, que apa- gando la vida sexual disminuye la actividad muscular, se relajan los tejidos y se hacen mas permeables á la grasa que se deposita en los instersticios de las fibras musculares, y dá al músculo y al conjunto de músculos una modificación que se revela al exterior por la redon- dez de las formas de las distintas regiones del cuerpo. 13 Siendo, pues, el efecto inmediato de toda castración al de hacer engordar con suma facilidad al .animal que la sufre, porque se le quita una función que ya no dis- traerá, por decirlo así, una parte de los elementos asimi- lables, se comprende fácilmente que sus indicaciones ba- jo este respecto sean mucho mas extensas que en el re- lativo á la producción de leche. En todos los países donde haya ganado, habrá siem- pre propietarios á quienes convenga hacer engordar á .sus animales para destinarlos á la carnicería. Si se trata de vacas jóvenes que por su ineptitud para la reproduc- ción ó para la producción de la leche, no tienen otro paradero que el abasto, convendrá castrarlas para que en el menor tiempo posible rindan su mayor y único producto, y no sean gravosas al poseedor; si.se trata de vacas viejas que han dado ó no beneficios á su dueño, pero que no tienen ya otra salida que el mercado bajo la forma de carne, sebo, etc., ¿ podría haber en otro ca- so mejor indicación que la puesta en práctica de la cas- tración para favorecer la mas pronta engorda ? Se habla en algunos tratados de Medicina- Veterinaria de las ventájasele la castración, no sola- mente bajo el punto de vista de las dos cuestiones de que me acabo de ocupar, sino que se mencionan otras de menos importancia, como la de modificar favorable- .mente el carácter y la salud de los animales, prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades de la especie bovina como la tisis tuberculosa, la perineumonía contagiosa, etc., y corregir el vicio funcional llamado ninfomanía, y que consiste en la aparición frecuente de calores, aun 14 cuando los deseos genésicos hayan sido ya satisfechos. Sobre esto, véase lo que dice M. Gourdon en su obra ya citada: »* Para la carnicería, las vacas ninfómanas no son pro- ductivas. Utilizan muy mal su alimentación, desmere- cen de una manera rápida, contraen la tisis, metritris y otras varias enfermedades de forma crónica; dan un mal estiércol para abono, y al sacrificárseles solo se obtiene de ellas una carne pobre, seca, coriácea, de gusto desa- gradable, tan mal apreciada como la del toro, y vendida únicamente como carne de média y aun ínfima calidad. Agreguemos á esto la ineptitud para ser fecundadas, pro- pia de las vacas atacadas de ninfomanía, y tendremos toda la série de inconvenientes que resultan de esta afección muy común, cuyo efecto cierto es disminuir considerablemente el valor de un gran número de vacas entregadas anualmente á la carnicería. Por medio de la castración se remedian eficazmente estos diversos males. Todos los autores que han trata- do de esta operación están de acuerdo en considerarla como especial y constantemente indicada en este caso, para hacer volver á la béstia á su estado normal y ha- cerla apta para ser utilizada con ventaja. La castración, en efecto, aplicada á la vaca ninfómana, comienza siem- pre por establecer en ella la calma y la tranquilidad. La béstia que ha sufrido la operación, no se monta ya sobre las otras, permanece separada, busca el reposo para co- mer y dormir. Su leche, cuya cantidad ha disminuido, vuelve á producirse algunas veces con abundancia, y siempre es en estos casos de buena calidad. La vaca an- teriormente enflaquecida, vuelve de nuevo á su gordura natural, viene á ser tan bella como las otras, y da á la carnicería tanto sebo y tan delicada carne como la que dan las buenas vacas castradas en un perfecto estado de salud, y no menos estimada que la mejor carne de buey. 15 Es este, por sí solo, un resultado de extrema impor- tancia, en lo que toca sobre todo á Francia, en donde existe un gran número de vacas ninfómanas, cuyo nú- mero se evalúa en la décima parte del ganado vacuno, y que se puede considerar como casi perdido para el consumo, independientemente del gasto que ocasionan, calculado en un franco por dia, sin ofrecer ningún pro- vecho en compensación. Esto seria muy suficiente para demostrar la.importancia práctica de la castración de las vacas, si las consideraciones en que hemos entrado pre- cedentemente, no fueran capaces para ponerla fuera de todo reproche. Se asegura igualmente que no siempre es necesario hacer la extirpación de los dos ovarios para corregir el vicio de la ninfomanía, que basta extraer uno solo de estos órganos para obtener el objeto deseado, y se cita un hecho curioso debido á M. Putot, en el cual se habla de una vaca que, padeciendo ninfomanía y habiendo su- frido la ovariotomía unilateral, quedó perfectamente ap- ta para la reproducción, que se verificó después con bue- nos resultados. Condiciones favorables á la práctica de la Castración. Entre estas condiciones se cuentan las de raza, edad, número de partos anteriores y época de la lactancia, cuando el objeto principal sea la explotación de la leche; si se trata de favorecer la engorda de las vacas, todas las condiciones se puede decir que son favorables, pues en cualquiera edad del individuo la castración tiene por objeto final, como queda dicho anteriormente, el ayudar á las fuerzas de asimilación á tomar su mayor incre- mento. La primera condición será llenada siempre que de pre- 16 fefencía se élijan vacas pertenecientes á razas lecheras ó süs Cruzamientos de los primeros grados; y entre ellas, aquellos individuos en quienes la aptitud esté manifies- tamente desarrollada; la circunstancia de que una vaca pertenezca á la raza ó cruzamiento de Ayr, Jersey, Sui- za, etc., no quiere decir que sea necesariamente lechera, pues en esto hay excepciones como en todas las cosas. Eñ México son contados los establecimientos que cuen- tan con ejemplares puros de las razas mencionadas, pero sí existen ya muchos productos de cruzamientos más ó ménos cercanos, y existen también en varios puntos de la República, grandes cantidades de vacas muy leche- ras cuya raza no se sabe aún cual es, porque todavía no ha habido quien se haya ocupado de hacer la clasifica- ción de nuestro ganado. Es de esperarse que el estable- cimiento de Escuelas regionales agrícolas en los Estados llene este vacío. La edad mas á propósito para el buen éxito de la castración de la vaca, es la de 6 á 8 años, según resulta de la comparación de los trabajos de distintos autores. La época de mayor rendimiento en leche, y por con- siguiente la mas favorable para esperar buenos resulta- dos de la Operación, es la que corresponde á la lactancia del tercer parto, y 30 ó 40 dias después de verificado este acto. Sobre este punto están acordes todas las opi- niones. Respecto de las condiciones benéficas que se requie- ren cuando se trata solo de violentar lo mas posible la engorda de las vacas, nada puedo añadir que no sea ya demasiado vulgar; la principal es la de la edad: parece que la mas conveniente es la de 18 á 20 meses. 17 III Nociones anatómicas sobre los órganos de la generación de la vaca. Esta parte necesita una descripción muy clara, y co- mo cuestión anatómica creo que se me permitirá copiar lo que en su excelente Tratado de Castración dice M. Gourdon en la página 385. “ Los órganos interesados en la operación de la. cas- tración de la vaca, son la vagina, el útero y sus anexos, y el ovario. Antes de abordar el estudio de la operación, haremos conocer de una manera sumaria la disposición anatómica de estas diferentes partes. , i.° Vagina.— Este órgano, por el cual se establece la comunicación entre los órganos genitales internos y el exterior, es un conducto membranoso, extensible y re- tráctil, dispuesto horizontalmente en la parte média y posterior del cuerpo, en la cavidad de la pélvis. Su for- ma en la vaca es la de una pera alargada, de una longi- tud de 25 á 30 centímetros, cuya parte mas ensanchada se encuentra hácia adelante, en el fondo del órgano. Así, su diámetro, suficientemente grande para que se pueda introducir en él uno y aun dos brazos, es muy desigual; en su fondo, en el estado ordinario, mide 15 centímetros próximamente, en tanto que no pasa de 8 á 9 en el ori- ficio posterior del órgano, en donde se encuentra estre- chado. Además, en su longitud presenta una série de pliegues longitudinales que le permiten dilatarse según la exigencia de sus funciones. Como todos los conductos, la vagina presenta dos ori- ficios; el posterior ó entrada de la vagina, limitado por la vulva> y comunica hácia fuera. En la parte inferior de este orificio se encuentra la abertura del canal de la ure- tra cubierto por una especie de válvula semi-lunar, cuyo 18 borde libre está vuelto hácia atrás. El orificio ó extre- midad anterior, se une al nivel del borde anterior del pubis, al cuello del útero que envuelve por todas partes, y al rededor del cual la vagina forma un fondo de saco circular provisto de pliegues radiados. Formado por una membrana delgada, análoga al dar- tos, cubierta en su cara interna de una mucosa que se continúa con la del útero, la vagina ofrece con las partes vecinas, relaciones múltiples. Por su pared superior está en relación hácia atrás con el recto y con los ligamentos laterales que unen este órgano á la parte média de la vagina. Por sus caras laterales, por sí mismas muy vas- culares, toca á los gruesos vasos pelvianos que serpen- tean en la cara interna de la pélvis. Inferiormente se encuentra aún en relación con estos vasos y con la vegi- ga, sobre la cual está como apoyada. Interiormente, sus dos paredes laterales, en el estado normal, quedan apli- cadas una contra otra. La vagina sirve para la cópula, y al mismo tiempo pa- ra dar paso durante el parto al feto expulsado de la ma- triz; sufre entonces una dilatación considerable, después de lo cual vuelve á tomar sus dimensiones primeras. 2.0 Utero.— El útero, órgano esencial de la gestación, es una cavidad membranosa que continúa la de la vagi- na; situado en el plano médio del cuerpo, al nivel de la pélvis, contenido en parte en esta cavidad y en parte en el abdomen. Se le distinguen dos partes principales: una compren- de el cuello, seguida del cuerpo, la otra es constituida por dos brazos laterales ó cuernos, que forman la extremi- dad anterior del órgano. El cuello ó extremidad posterior del útero, forma una prolongación cilindrica, corta, de paredes gruesas y re- sistentes, forma saliente al interior de la vagina, cuya mucosa le rodea, continuándose con la suya propia. En 19 el centro de esta prolongación está el orificio vaginal del útero; abertura de bordes fruncidos, radiados, siempre cerrada, excepto en el término de la gestación. Hácia adelante, el cuello se continúa con el cuerpo de la ma- triz, que es casi piriforme, mas grueso hácia su parte an- terior ó base, la cual se divide en dos mitades laterales, y se continúa por los cuernos. Estos últimos, unidos en una cierta parte de su trayecto, se separan luego, des- viándose uno del otro, y se dirigen uno á la derecha y otro á la izquierda. Cada uno de estos cuernos presenta una figura cónica (fíg. /, u u')> hace continuación, por su base, al cuerpo del útero, y por la otra, se prolonga en punta y se termina por su extremidad, sin línea de demarcación aparente en z, con la trompa de Falopio del lado correspondiente. Prolongados en el abdomen hasta el nivel, casi de la 4.a ó 5.a vértebra lombar, ó dicho de otra manera, á al- gunos centímetros adelante de una línea dirigida de un lado á otro, al nivel del ángulo interno del ilium, estos cuernos se encorvan según su longitud, en un arco cuya concavidad vé hácia abajo, al contrario de lo que se ob- serva en la yegua, en la cual los cuernos, igualmente en- corvados, ven hácia arriba, de manera que tienen su con- cavidad superior. Es en este borde donde se insertan los ligamentos anchos l /,’ que sostienen á la matriz; de suerte que en la vaca, la extremidad de los cuernos u? para fijarse en este ligamento, tiene necesidad de torcer- se hácia afuera y arriba; la base del cuerno, mas rígida, y mantenida por otra parte por el cuerpo, no sufre esta semi- torsión. La curva inferior, ó mas bien lateral de los cuernos, es muy regular en las terneras y en las vacas que no han parido aún; pero después de varios partos, los cuernos describen, hácia su extremidad anterior, ondulaciones ó flexuosidades que determinan uncambio de posición de los 20 bordes; sin embargo, la inserción del ligamento ancho permite siempre distinguir el borde inferior del borde su- superior. Las dimensiones del cuerpo y de los cuernos uterinos ofrecen numerosas variaciones según la del edad sujeto, el número de gestaciones; la longitud média del cuerpo vista al exterior, es aproximadamente 15 centímetros; la de los cuernos es de 20 á 2 5 centímetros. Estas di- mensiones toman un crecimiento considerable durante la permancia del feto en la cavidad uterina. En cuanto á las relaciones de la matriz, varían igual- mente según el estado de plenitud del órgano. En las circunstancias ordinarias, el útero está en relación en la pélvis: hácia arriba con el recto; abajo con la vegiga y la parte anterior del púbis, á los lados con las paredes la- terales de la pélvis ; en la cavidad abdominal flota con el intestino delgado y la última parte del colon. Duran- te la gestación, el útero, más voluminoso, se dirije mu- cho mas adelante, se pone en contacto con el rúmen, em- puja á los otros órganos y contrae nuevas relaciones que no ofrecen ninguna fijeza. 3.0 Ligamentos anchos. Los ligamentos anchos l también llamados ligamentos sub-lombares, (ligamentos) suspenso7res de la matriz son dos anchos repliegues sero- sos suministrados por el peritoneo, y sirven como el úl- timo de sus nombres lo indica, para sostener el útero en su posición normal. Muy ámplios, mucho mas de lo que lo son en la yegua, permiten desalojamientos de una gran extensión; están constituidos, como elmesenterio,por dos láminas serosas entre las cuales están alojados el útero y los ovarios. Tiene cada uno una dirección oblicua de arriba á abajo y de fuera adentro. Toman su origen en las paredes laterales del abdómen y de la pélvis, en un punto que varía, generalmente á la altura y adentro del ángulo externo del ilium, el repliegue, hácia su borde 21 anterior, prolongándose á varios centímetros adelante del músculo psoas iliaco, en la cara interna del flanco; y hácia atrás, siguiendo la dirección del ilium, hasta la ca- vidad pelviana, donde á vá reflejarse hácia arriba sobre el recto, hácia abajo sobre el útero. Dos ó tres repliegues parten de la pélvis y de la región sub-lombar, en la mis- ma dirección que el ligamento principal sostienen en ca- da lado este ligamento y multiplican los puntos de in- serción del útero, dándole la fijeza de que tiene necesidad cuando está ocupado por el producto de la concepción. Los ligamentos anchos se insertan sobre la matriz en el borde inferior ó cóncavo de los cuernos, y en la parte lateral é inferior del cuerpo del útero. Después se con- tinúan de un cuerno á otro, formando en la base de es- tos una especie de freno intermedio que los mantiene aproximados uno á otro. Por este modo de inserción, el útero se encuentra aprisionado arriba de la inserción de los ligamentos, lo que da á estos últimos, considerados en su conjunto, según una comparación muy justa de M. Chauveau, el aspecto de una hamaca triangular que tiene uno de los ángulos insertado en la pélvis y los otros dos al nivel de las ancas, y sobre la cual reposa el cuerpo y una parte de los cuernos del útero. Sin embargo, esta hamaca está dividida en la parte média, por la separación existente entre los dos cuernos del útero. El borde anterior ó libre de los ligamentos, /, largo de 30 ó 40 centímetros, presenta una dirección flexuosa, sobre todo hácia su terminación en el cuerno uterino don- de sostiene el oviducto y su pabellón. Los ligamentos están en relación por su cara externa, con las paredes de la pélvis y del abdomen; en su cara interna, en el fondo de la pélvis, con el recto desde donde se desvían hácia adelante, poniéndose después en contacto con la masa intestinal flotante. Independiente de las dos láminas serosas que los com- 22 ponen, los ligamentos anchos presentan, particularmente en la vaca que ha parido, fibras carnosas que aumentan su fuerza y espesor y que se multiplican principalmente durante la gestación. En este estado, los ligamentos mismos aumentan de extensión, ménos en el sentido án- tero- posterior que en el sentido lateral, por su borde anterior, que puede alejarse más ó ménos, á fin de pres- tarse al desarrollo del órgano. Entre las láminas serosas que constituyen el ligamen- to ancho, se encuentran los vasos y los nervios destina- dos al útero y al ovario, y particularmente la arteria ová- rica a, que al aproximarse al ovario, forma dos ramas principales que ofrecen circunvoluciones análogas á las de la arteria testicular; y la vena ovárica v, ménos flexuo- sa y de un volumen relativamente muy considerable. 4.0 Ovario. El ovario, en la vaca, o, forma una pe- queña masa ovoide, del volumen de una almendra gran- de, alcanzando en época de los calores (brama), sus ma- yores dimensiones, y situada en la cara interna, cerca del borde anterior del ligamente ancho, á 5 ó 6 centíme- tros arriba del cuerno uterino correspondiente. En este punto, el ovario aplicado sobre el ligamento ancho, se en- cuentra sostenido por un repliegue seroso r, desprendi- do de la hoja interna de este ligamento, y conteniendo el avario entre sus dos láminas, cerca de su borde ante- rior. En la extremidad superior ó externa del ovario, es- te repliegue forma un borde libre reforzado por algunas fibras grises constituyendo un verdadero ligamento s. En la otra extremidad existe un ligamento semejante i, dirijido trasversalmente, mucho mas fuerte, más tenaz que el precedente, y que parece formado por el prolonga- miento de las fibras mismas de la matriz. El ovario, ten- so entre estos dos ligamentos, se encuentra así sólida- mente fijado al ligamento ancho y no puede ser despren- dido sino por un gran esfuerzo. 23 Abatiéndose la doble hoja serosa sobre el ligamento ancho, constituye una especie de bolsa, cuya abertura está vuelta hácia abajo, teniendo el ovario en su borde interno y que puede servir de guía para encontrar este órgano. Entre las dos láminas del repliegue seroso, llegan los vasos ováricos, la arteria a, pequeña, flexuosa, como la arteria testicular, su análoga, y teniendo el mismo ori- gen; las venas ovarias v, muy numerosas y muy desar- rolladas, formando una red que abraza al órgano por to- das partes y se reúnen en un tronco principal que se di- rije á la vena cava posterior. Como los testículos, los ovarios son principalmente for- mados: i.° de una cubierta fibrosa, blanquisca, gruesa, resistente, surcada exteriormente por divisiones vascu- lares, muy adherente á la capa serosa que la cubre, y ofreciendo en su cara profunda, prolongamientos que se entrecruzan en el espesor del órgano; 2.0 un tejido par- ticular ó estroma, especie de medio célulo-vascular, con- fundido con los prolongamientos célulo-fibrosos que lo sostienen, y en medio del cual se encuentran una serie de pequeñas cavidades tapizadas cada una por una mem- brana cerrada que ha recibido el nombre de vesículav de Graaf. Estas vesículas, pequeños órganos esenciales del ova- rio, en volumen y disposición, contienen un líquido en el cual nace y se desarrolla el elemente dado por la hem- bra para la generación, el óvulo. A la época de calores, el órgano congestionado se hincha; una de las vesículas dilatadas se rompe, y el óvulo se escapa para ser diriji- do por medio del oviducto á la matriz. Después de su dehiscencia, la vesícula se llena de sangre, forma un cuerpo rojo que disminuye poco á poco de volumen, cambia de color, formando entonces lo que se llama el cuerpo amarillo, que más tarde no es representado mas que por una mancha gris, la cicatrícula. 24 Esta sucesión de actos fisiológicos, imprime á la for- ma exterior del ovario diversas modificaciones. En el estado ordinario, es liso en su superficie, pálido, de un pequeño volumen, y deja ver, á través de su sustancia cortical, la de las vesículas que se preparan á abrirse en el momento de los calores. Cuando se observa el ova" rio durante este período, su superficie es irregularmente abollada por las vesículas de Graaf dilatadas, ó por los cuerpos amarillos que las han reemplazado. Algunas ve- ces, según lo hace notar M. Charlier, estos cuerpos son tan voluminosos y calientes, que sobrepasan las dimen- siones del ovario mismo, lo que puede inducir en error cuando se practica la extracción, en hacer creer que se ha extirpado el ovario, cuando no se haya extraído en realidad mas que uno de estos cuerpos. Adelante del ovario se encuentra el oviducto ó trompa de Falopio, trompa uterina, í, canal intermediario al ova- rio y al útero, y que sirve para la trasmisión del óvulo á este último órgano. Se presenta bajo el aspecto de un tubo largo, estrecho, duro al tacto, ocupando el borde anterior del ligamento ancho, y describiendo en su tra- yecto numerosas flexuosidades; el oviducto se abre su- periormente en x, en medio de una lámina membrano- sa/, flotante, de bordes recortados, provista de un gran número de prolongamientos foliáceos, colocada adelante de lo doble hoja peritoneal ovariana, y conocida bajo el nombre de pabellón ó cuerpo frangeado. Este pabellón tiene por uso, aplicándose sobre el ovario, en el momen- to de la evolución, asegurar la introducción del óvulo en la trompa. La otra extremidad del oviducto z, llega al vértice del cuerno uterino correspondiente, con el cual se continúa sin demarcación aparente. 25 Manual Operatorio. El procedimiento de que me ocupo es una modifica- ción del método vaginal para la castración de vacas in- ventado por M. Charlier, modificación introducida por M. Colín en la parte de instrumentos, y algo en el Ma- nual operatorio. No quiero hacer muy largo este traba- jo marcando las diferencias existentes entre los dos mé- todos, porque no lo creo de mucha importancia; solo trataré del segundo. I.~Aparato instrumental. Los instrumentos de que me he servido, y que han si- do construidos por el Sr. Cárlos Léiter según los dibujos que saqué de la obra de Cirujía Veterinaria de Peuch et Toussaint, son los siguientes: i.° Pinza de torsión. Fig. /. Compuesta de dos bra- zos de acero semi-cilindricos, de 45 centímetros de lar- go, y terminados por dos anillos alargados que en su extremidad libre están provistos de dientes que les im- piden moverse cuando se cierra la pinza. Los dos brazos se aproximan haciendo deslizar hácia los anillos un ci- lindro de latón hueco que les sirve de vaina. Este ins- trumento tiene un mango de madera bastante rugoso para impedir el deslizamiento de la pinza en el momen- to de hacer la torsión. 2.0 Bísturi de lámina oculta. Fig. II. En esta par- te del aparato instrumental de M. Colín, me pareció con- veniente sustituir el bísturi de podadera que usaba este autor en la operación, por el de lámina oculta, que no solo es mas cómodo en su uso, sino que es de menos pe- ligro para el animal que se opera. Se compone del man- go, que son dos piezas de cuerno articuladas en el ex- tremo opuesto á aquel donde va la lámina, y que pueden 26 girar sobre su parte articulada para abrir el instrumento; y la lámina ó parte cortante, que es de acero y tiene la forma de un bisturí recto ligeramente cóncavo en su bor- de filoso, pudiendo hacerse entrar y salir de su mango, á voluntad, empujando un botoncito que queda al ex- terior. 3.0 Pinzas limitantes. Fig. III. Estas pinzas están formadas de dos láminas de acero de 4 centímetros de largo, 1 de ancho, y 2 milímetros de espesor, articuladas como una charnela. En su cara interna presentan una superficie irregular, con hundimientos y elevaciones pa- ra tener bastante firme el objeto que entre ellas se colo- que: en su cara extrema tiene cada rama de las pinzas un anillo de 2 centímetros de diámetro, en donde se in- troducen los dos dedos de la mano, índice y pulgar, que han de limitar la torsión. II.--Operación. La vaca se sujeta en pié valiéndose de los medios or- dinarios : si es posible se hace la operación en un terreno ó plano un poco inclinado, correspondiendo la parte mas alta al tren posterior del animal; de este modo las vise- ras abdominales ceden á su propio peso, se dirigen un poco hácia la parte anterior del cuerpo del animal, y de- jan maniobrar con mas libertad. Ya que se tiene al animal bien sujeto, se procede á la exploración de la vagina; para esto se unta la mano de- recha y la mayor parte del brazo con manteca de puerco, de manera que penetre sin fuerte frotamiento, lo que se consigue desviando primero los lábios de la vulva é in- troduciendo suavemente la mano, después el brazo por medio de un movimiento hácia adelante, combinado con movimiento de semi-torsion á derecha é izquierda. Durante estas primeras maniobras, la vaca trata de 27 sustraerse á ellas entregándose á movimientos diversos, que serán tanto mas limitados, cuanto mas perfecta sea la contension; procura también librarse del cuerpo ex- traño que siente en la vagina, y efectúa fuertes y repe- tidas contracciones, pero el operador debe procurar no sacar su brazo siguiendo al animal en los distintos cam- bios de posición que tome. Al cabo de pocos minutos cesan las contracciones; el fondo de la vagina se amplía, toma poco á poco su forma, volumen y situación norma- les, y entonces, precisamente entonces, es cuando se de- be aprovechar el momento para hacer la incisión, antes de que nuevas contracciones se presenten. En este mo- mento se saca prontamente la mano para tomar el bistu- rí, y se vuelve á introducir ya armada. No es indiferente el punto donde se debe hacer la incisión en el fondo de la vagina, si se quiere evitar un accidente hemorrágico peligroso; está recomendado hacerlo en la pared supe- rior, á 5 ó 6 centímetros del cuello del útero, y en la lí- nea média ó paralelamente á ella, pero sin alejarse mu- cho, porque el instrumento cortante se encontraría con las venas y arterias flexuosas que se hallan á los lados de la línea média. El tamaño que se debe dar á la inci- sión es el de 6 á 8 centímetros; por ella penetra la mano á la cavidad abdominal, y guiándose por el borde ante- rior de los ligamentos anchos, se siente á poco un cordon duro, flexuoso, (oviducto); siguiendo su trayecto hácia la parte superior, se encuentra cerca de su terminación el ovario; se toma este cuerpo por su pedículo entre los dedos, y por tracciones moderadas se le trae hácia la vagina; después con la otra mano se hace penetrar la pinza de torsión, y se coloca el ovario entre los dos ani- llos que lo abrazan al cerrarse la pinza; en este momen- to de la operación se saca la mano, que ha dejado ya asegurado el ovario, y se arma de las pequeñas pinzas limitantes, se vuelve á introducir y se toma con ellas el 28 pedículo del órgano á un centímetro próximamente de la primera pinza. Hecho esto, mientras que una limita adentro la torsión, la otra desde fuera de la vulva ope- ra esta torsión; los vasos se adelgazan, y al cabo de diez ó quince vueltas se rompen junto con los ligamentos; se saca entonces la pinza que trae consigo el ovario, y con esto se termina la oporacion. Se procede del mismo mo- do para el ovario del lado opuesto. CONCLUSION. Voy á ocuparme ahora de los resultados obtenidos en el primero y único caso de castración de vacas que he podido poner en experimentación. Siento verdaderamente no presentar en este trabajo aunque fueran cinco casos prácticos con sus resultados, pero lo costoso de los animales de la especie en cuestión, es la causa de ello. Por fortuna para poderse formar juicio del asunto, para sacar conclusiones generales, creo que se cuenta ya con suficiente número de datos, pues las observaciones recogidas en Europa y los Estados Unidos por Levrat, Régére, Putot, Desbans, Lorin, Mo- rin, Prangé, Charlier, Colín, Thomas Winn, etc., ya ci- tados, son bastante numerosas y concienzudamente ve- rificadas; un caso aislado no tendría mucho valor por sí solo, si no viniera como el presente á agregarse á los ya muy numerosos producidos en igualdad de circuns- tancias. Antes de hácer la castración en una vaca que estuvie- ra en las condiciones favorables exigidas para el buen éxito en los resultados, quise naturalmente adiestrarme 29 cuanto fuera posible en la práctica de la operación, lo que conseguí gracias á la generosa protección de los Sres. Veterinarios del Rastro de Ciudad D. Miguel García y D. Manuel Aragón, quienes me facilitaron los medios de que practicara en las vacas que debían ser momentos después sacrificadas para entregarlas al consumo pú- blico. Una vez que hube adquirido ya alguna destreza en el Manual operatorio, me decidí á llevar á cabo mi primer experimento, que fué hecho la tarde del 4 de Junio de 1880 en una vaca perteneciente á la Hacienda de la Es- cuela de Agricultura y Veterinaria, de 4 años de edad, cruzamiento de Ayr y de raza del país. Hacia un mes y diez y ocho dias que había tenido su segundo parto con resultado feliz; se encontraba en un estado que mucho se aproximaba á la extenuación, y dando, ordeñactá por mañana y tarde, la cantidad de 4 ó 5 cuartillos de leche por término médio en el dia; nunca llegó á dar mas de 5 cuartillos. Hice la operación en presencia de muchos de mis com- pañeros los estudiantes de agricultura y veterinaria, sin que ningún accidente viniera á complicar la situación. Usé del procedimiento descrito en la página 26 y si- guientes, y terminada la operación, mandé colocar al animal en un lugar que estuviera al abrigo de toda in- temperie, ordenándole como alimento una media cubeta de agua con harina de trigo, pues se le había tenido á dieta durante todo el dia. Desde ese momento me pro- puse observarlo con frecuencia, recogiendo todos los sín- tomas que se presentaran, en el temor natural de ver desarrollarse una peritonitis, que era lo que por de pron- to se podía temer con mayores probabilidades. * Dia 4 en la noche.—Estado general poco alarmante. Temperatura del cuerpo tomada en el recto, 38,5 grados centígrados. Pulso normal. Escurrimiento sanguinolen- 30 to por la vulva, indudablemente debido á la herida va- ginal. Dia 5, 7 de la mañana.—Ligero abatimiento. Tem- peratura del cuerpo 39,3 grados centígrados.— Pulsa- ciones en número de 40 por minuto. Algún apetito y sed.—Suspensión de la secreción de leche. A las diez de la mañana el estado general era el mismo; se le dió una pequeña ración de alfalfa. A las cuatro de la tarde la temperatura del cuerpo subió á 40 grados de la esca- la centígrada, y el pulso á 46 por minuto. En la noche á las 9 volví á observarla, y no encon- trando nada de particular, le ordené otra ración alimen- ticia igual á la de por la mañana. Dia 6, en la mañana.—Temperatura del cuerpo 38,9 grados centígrados. Pulsaciones en número de 41,2 por minuto. Continúa la completa supresión de la secreción láctea.— Igual régimen alimenticio. Dia 7, en la mañana.—Temperatura del cuerpo 38,8 grados centígrados.— Pulsación, 41,4 por minuto.— Mis- mo régimen alimenticio. Producción de leche; nula. Dia 8.—Temperatura, 38,°g grados centígrados. 40 pulsaciones por minuto. Desde este dia volvió el animal á tomar su ración normal de alimentos, porque se nota- ban ya signos que pertenecen al estado de salud. Dia 10.— No recogí ya mas dato que el de haber em- pezado el restablecimiento de la secreción de la leche; jos otros ya me parecieron inútiles por pertenecer al es- tado fisiológico. La cantidad de leche que dió la vaca en la tarde, sin haberla ordeñado en la mañana, fué un cuar- tillo. Desde entonces fué aumentando progresivamente hasta la cantidad de nueve y medio cuartillos que estu- vo dando desde mediados de Setiembre hasta mediados de Octubre, en que suspendí mis observaciones por ocu- pación. En la actualidad (Noviembre 15), produce dia- riamente trece y medio cuartillos, como lo prueba el si- 31 guíente documento expedido por el Sr. Granados, y que inserto para constancia: "Un timbre de cincuenta centavos.— Manuel Granados, gefe de clínicas de la Escuela N. de Agricultura y Veterinaria, en- cargado del establo de la misma, certifico: que la vaca llama- da "Presumida," de la propiedad del Establecimiento, que fué castrada por el alumno Rómulo Escobosa en 4 de Junio del corriente año, está dando actualmente trece cuartillos y medio de leche por dia, habiendo dado antes de ser castrada solamen- te de cuatro á cinco cuartillos diarios.— Para los usos que con- vengan al interesado le extiendo el presente en San Jacinto, á doce de Noviembre de mil ochocientos ochenta.—Manuel Gra- nado.r, una rúbrica." El resultado, como se vé, ha sido altamente satisfac- torio, pues la vaca que ántes de ser castrada, dió leche como i, llegó dospues á dar como 2-J, y quién sabe si mas tarde la cifra de rendimiento sea mayor. Quise también invertigarsi la leche sufría algún cam- bio en sus propiedades físicas, ó en las proporciones res- pectivas de sus componentes, y emprendí, ántes de que la vaca en cuestión fuera castrada, una série de análisis en compañía del Sr. Baltasar Muñoz, preparador de Quí- mica de la Escuela Nacional de Minas. Igualmente se hicieron análisis de la leche que dió la vaca algún tiem- po después de operada, y obtuvimos siempre resultados que tienden á probar lo que hasta aquí se ha estableci- do, que la leche de la vaca castrada es más rica en ele- mentos butyrosos que la de aquella que no lo es; es mu- cho más nutritiva y de un sabor mas exquisito en el pri- mer caso que en el segundo. Entre las ventajas que ya he mencionado, como re- sultado de la castración de las vacas, tenemos, lo mismo 32 que en todos los animales, la de engordarse con suma facilidad. En el caso de que me vengo ocupando, no tu* ve la precaución de pesar al animal ántes de la opera- ción, y lo siento, porque el cambio ha sido notable, y hu- biera resultado seguramente una diferencia de peso de bastante consideración en favor del animal después de operado. De este cambio han podido darse cuenta al- gunos de los profesores de la Escuela que ántes cono- cieron á la vaca, como el Sr. Manuel Granados, el Sr. Leopoldo Blanco, y muchos de mis compañeros. No creo que se me tache de pretencioso si aseguro, como lo he dicho ya, que el éxito que he obtenido es in- mejorable á pesar de las condiciones en que se ha veri- ficado el experimento. Si se recuerdan todos los requi- sitos que deben llenar las vacas que han de castrarse con esperanzas de buenos resultados, se verá que la que se puso á mi disposición para el caso (por no haber otra) no llenaba por cierto estos requisitos. Queda dicho ya anteriormente que se recomiendan pa- ra la castración las vacas de razas lecheras, y entre ellas individuos en quienes la aptitud esté manifiestamente desarrollada; prescindiendo de que la vaca en cuestión sea ó no de raza lechera, ¿ debe considerársele individual- mente como lechera cuando dá por rendimiento 4 cuar- tillos diarios después del segundo parto, con buena ali- mentación? Evidentemente no, Es de conocimiento muy general que la época en que una vaca produce su máximum de leche, es la que cor- responde á después de su tercer parto, sea de raza le- chera ó nó; la nuestra fué operada después del segundo, luego faltó este requisito admitido y reconocido por to- dos los autores que se han ocupado de la cuestión como se menciona en las obras de Hurtrel D’Arboral, Peuch y Toussaint y Gourdon, que he podido consultar. Podrá decirse y quizá con razón, que no es conve- 33 niente éntre nosotros la castración de las vacas como medio de aprovechar la mayor cantidad de leche, por- que razones de economía están en contra de ella, pues- to que el animal operado queda completamente en inap- titud para volver á concebir y dar otro animal; pero cuestiones de economía las juzgo fuera de lugar aquí; yo mismo cuando se me ofrezca, haré entrar estas conside- raciones en primer lugar, pero por ahora mi papel se li- mita á hacer ver las ventajas que puedan resultar, sin ocultárseme el que alguna vez convendrá más á un pro- pietario destinar su animal ó animales á la reproducción de la especie, para su venta ó explotación, que sacarles partido como productores de leche durante un tiempo más ó ménos largo, al fin del cual solo podrá servir pa- ra el abasto. Existen en nuestro país, como se sabe, haciendas de criadero de ganado bovino en donde se producen cada año grandísimas cantidades de animales que se engor- dan exclusivamente para exportarlos como animales de carnicería ó venderlas en los centros de población con el mismo objeto, ¿ en estos casos, no seria conveniente la castración de las hembras como se hace con los machos, conociendo que la extinsion de las funciones de repro- ducción es un elemento poderoso en favor de las fuer- zas asimilatrices ? Estoy seguro de que nadie se atreve- ría á decir una sola palabra en contra, pues seria tanto como ponerse en abierta oposición con los hechos ob- servados y palpados por todo el mundo: el vulgo mismo está en posesión del conocimiento de la verdad adqui- rida por la ciencia, y lo vemos muchas veces aprove- charse de los resultados, aunque sin darse cuenta de la ley fisiológica. 34 He hecho todo lo que ha estado en mi poder para dar cumplimiento á la ley que me exige una prueba escrita en calidad de aspirante á título profesional; quizá en al- gún otro punto que pudiera haber elegido para mi tésis hubiera sido más feliz, pero me propuse escribir sobre al- go que no fuera conocido en México, relativo á la pro- fesión, y el campo de la Cirujía Veterinaria me presentó sus puertas abiertas. Todo lo que se relaciona con la explotación del ga- nado, especialmente del ganado bovino, me parece de mucha importancia para mi país; he aquí la razón de que me haya ocupado de un asunto en que tenia que tropezar con múltiples dificultades, careciendo de la prác- tica extensa y conocimientos profundos que requiere el caso. Pido para terminar, la indulgencia en el juicio, con- vencido como estoy de la imperfección de mi trabajo; sin pretensión de ninguna especie lo presento á mi Ilus- tre Jurado calificador. México, Diciembre de 1880. Rómülo Escobosa. Fig. II. Pinza de torsión. Fig. IV. Pinzas limitantes. Fig. I. Fig. III. Bisturí da lámina oculta. Ovario derecho de la vaca con las partes á que está unido, U U’ Cuerno derecho del útero. L Ligamento ancho. L’ Borde anterior de este ligamento O Ovario. R Repliegue peritoneal en el cual se encuentra sostenido el ovario S Borde libre superior del replie- gue peritoneal. I Ligamento ovariano inferior. A Arteria ovárica. V Venas oválicas. T Oviducto. P Pabellón de la trompa, X Orificio superior de la trompa. Z Parte inferior de la trompa.