DEL EXAMEN CLÍNICO DE LA ORINA EX ALGUNAS ENFERMEDADES. TESIS ESCRITA POR EUGENIO PESQUEIRA Alumno de las Escuelas Preparatoria y de Medicina, PARA PRESENTARLA AL JURADO DE CALIFICACION EN SU EXAMEN PROFESIONAL DE MEDICINA, CIRUJÍA Y OBSTETRICIA MÉXICO IMPRENTA DE DIAZ DELlTON~y-'WÍITT.UU Cat.i.k de Lerdo Numero 2. 1875 DEL EXAMEN CLÍNICO DE LA ORINA EN ALGUNAS ENFERMEDADES. • TESIS ESCRITA POR EUGENIO PESQUEIRA Alumno de las Escuelas Preparatoria j de Medicina, PARA PRESENTARLA AL JURADO DE CALIFICACION EN 8U EXAMEN PROFESIONAL DE MEDICINA, C1RUJÍA Y OBSTETRICIA MÉXICO IMPRENTA DE DIAZ DE LEON Y WHITE Calle de Lerdo Numero 2. 1875 A LA SAGRADA MEMORIA DE MI PADRE. A MI ADORADA MADRE. A MIS MAESTROS EN LAS CIENCIAS NATURALES Y MÉDICAS CON ESPECIALIDAD ¥ AL QUE LO FUE DE TERAPÉUTICA EL SR. DR. D. MANUEL DOMINGUEZ. Á MIS MAESTROS DE CLINICA INTERNA Poetaros Sei imfieMi y I@i Migue! f, Jiménez, A LOS DISTINGUIDOS PROFESORES que tuvieron á su cargo mi enseñanza en Obstetricia, SEÑORES DOCTORES D. IGNACIO TORRES Y D. ANICETO ORTEGA. Convencido, señores, de que mas que á mis libros debo & Vdes. los escasos conocimientos que he adquirido, les tributo públicamente mi gratitud y mi respeto. AL SEÑOR LICENCIADO DON ANTONIO MARTINEZ DEL VILLAR. U na débil prueba de mi reconocimiento por sus consejos paternales y la amistad que me ha brindado durante largos aflcs y sin mérito alguno de mi parte. S PENAS habría estudio mas largo y mas difícil, si me propusiera hacerlo minucioso, que el de las diversas alteraciones que sufre la orina en no pocas enfermedades. Pero pienso limitar mi tra- bajo urológico á aquellos casos en los cuales impor- ta al práctico hacer un análisis breve de la orina, á la cabecera del enfermo, para deducir del resultado obtenido, el diagnóstico muchas veces, y casi siem- pre el pronóstico de aquellos padecimientos que, como la albuminuria, la glucosuria, la colehemia, etc., tienen en el producto de la secreción renal el mas importante de sus signos. Para mayor claridad dividiré esta Tesis en los cuatro capítulos siguientes: V- de la albuminuria; 2? de la glucosuria; 3- de las materias colorantes de la bilis en la orina; 4? de algunos medios de re- conocer los sedimentos diversos de la orina. 10 CAPITULO 1. Albuminuria.—Reactivos de la albúmina. Los reactiyos de la albúmina que yo lie visto recomendar, y que he sometido á la experiencia para escoger el mas sensible, se pueden dividir en cuatro grupos; y así estudiare separadamente: a, el calor; b, los ácidos; c, las sales y el, diversos cuerpos. a. EMPLEO DEL CALOR. 1.—Si en una probeta se expone la orina por re- conocer á la flama de una lámpara de alcohol, se ob- serva que á los 62° centígrados se comienza á for- mar una nube opalina; es que la albúmina, que tiene la propiedad de pasar al estado sólido por la eleva- ción de la temperatura, comienza á este grado á coagularse, y á los 72° la coagulación es completa. Conviene decir aquí, anticipadamente, que al- gunos ácidos favorecen la coagulación á una tem- peratura menos alta: así, el ácido acético en pe- queña cantidad, el cítrico y algunos otros orgáni- cos, producen el resultado que se indica, á una temperatura de + 50° 11 La albúmina no se coagula en una orina alca- lina por la acción del calor. La orina alcalina tiene además la propiedad de enturbiarse por la presencia de sales que, si son uratos, se disolverán por la misma elevación de tem- peratura; pero si son fosfatos, no lo harán sino por el ácido acético. La orina de reacción alcalina deja precipitar siempre fosfatos terrosos, y esta alcalinidad explica la predisposición á los cálculos fosfaticos. La necesidad, pues, de neutralizar la alcalini- dad de la orina para dar eñcacia al calor en la in- vestigación de la albúmina, implica la del empleo de un ácido; y la necesidad también de que un pre- cipitado fosfático no venga á turbar la limpieza de la operación cuando se busquen por el calor peque- ñas cantidades de albúmina, hace dar la preferen- cia, entre los ácidos, al acético. Pero el ácido acético concentrado y en canti- dad algo fuerte, puede no solo oponerse á la coa- gulación de la albúmina por el calor, sino aun disolver los coágulos ya formados. Según esto, al acidificar la orina se evitará emplear un exceso de ácido; mas si se puso en la probeta el ácido en exceso, y no hubiere alguna mas orina, se le tratará por el sulfato de sosa, que tiene la propiedad de precipitar la albúmina de su solución acética. 12 EMPLEO DE LOS ÁCIDOS. 2.—El ácido azótico, vertido por gotas en una copa que contenga orina albuminosa, determina la coagulación de la albúmina, y este fenómeno cons- tituye la reacción clásica. ¿Se puede pensar, como algunos químicos, que la albúmina, en todas partes adonde se muestra so- luble (clara de huevo, suero de la sangre y la ori- na en algunos estados patológicos) hace papel de ácido y se encuentra combinada con las bases al- calinas, de donde es precipitada por los ácidos, y en esta reacción se fundaría el empleo de estos áci- dos como reactivos de la albúmina ? Cuando se usa el ácido azótico para coagular la albúmina, se observa que las primeras gotas que caen al vaso que contiene la orina, determinan un precipitado; que este precipitado se disuelve para volverse á formar por la adición de nuevas gotas de ácido. Este fenómeno depende de que el ácido nítrico, cuya primera acción es coagular la albúmi- na, la hace extensiva en seguida á los fosfatos, pone en libertad á los ácidos pyrofosfórico y fosfórico or- dinario, y estos ejercen una acción disolvente so- bre la albúmina coagulada. Si la explicación no es satisfactoria, el hecho es exacto y se puede con- 13 signar en la proposición siguiente: la orina no per- manece insoluble sino en un medio muy acidulado por el reactivo. 3. —El ácido metcifosfarico, que vi recomenda- do en una, monografía de semiótica de la orina, es un reactivo muy sensible. 4. —Leí en algún autor que el ácido fénico es un buen reactivo. Se le proponia así: Acidos fénico y acético, partes iguales en peso y disueltas en el peso de la suma de alcohol. Yo lo hice así : Acido fénico cristalizado gramos 12 Idem acético común ,, 12 Alcohol á 95° • ,, 24 Se proponía este para ‘dosificar la albúmina, precipitándola y secando el precipitado en la estu- fa. Como los componentes del reactivo son volá- tiles, no habría que restar del peso del precipitado el del reactivo. Pero así compuesto este reactivo, ni aun precipita la albúmina. ¿Pudiera no conte- ner albúmina la orina que yo examinaba? Trate por este reactivo una solución de albúmina de hue- vo en el agua destilada, y el resultado fue el mismo. Debemos, pues, proscribir este reactivo por ineficaz. 5. —El ácido clorohídrico no lo he visto reco- mendado para descubrirla albúmina; pero puesto que todos los ácidos minerales, con excepción del 14 pyrofosfórico y fosfórico ordinario ó trihidratado precipitan la albúmina, yo quise ensayar este y el sulfúrico. El clorohídrico, empleado según el mis- mo procedimiento que para el azótico, necesita ser- lo muy concentrado y en gran cantidad, para dar un precipitado sensible. *Los coágulos producidos por el ácido clorohí- drico se disuelven por el calor y comunican al licor un color violado. 6. —El ácido sulf úrico es un mal reactivo, por- que además de no producir un precipitado abun- dante como el azótico, este precipitado se disuelve por la sola agitación del líquido. 7. —De intento he dejado para lo último entre los ácidos, el tánico, que precipita abundantemente la albúmina, no obstante no ser de reacción tan enérgica como los ácidos minerales. Este es un buen reactivo. e EMPLEO DE LAS SALES. 8. —Recomienda Pelouze el protocianuro de fierro y de potasio, al cual conviene agregar unas gotas de ácido acético. Es un reactivo extremada- mente sensible. 9. —El bicloruro de mercurio, que precipita la albúmina, entrando en combinación con ella para formar un compuesto insoluble. 15 10. —Si se trata la orina albuminosa por el per- cloruro de fierro, se precipita la albúmina, pero en pequeña cantidad; circunstancia que hace de esta sal un mal reactivo. 11. —El acetato básico 6 sub-acetato de plomo, ha sido recomendado para precipitar la albúmina. Lo hace en efecto con abundancia; pero veremos en la apreciación que haré de estos reactivos, el in- conveniente que tiene. 12. —El sulfato de cobre precipita la albúmina. Es un reactivo bueno. 13. —El nitrato de plata da á la solución de al- búmina un tinte opalino. No es buen reactivo. 14. —El reactivo de Millón, que consiste en una mezcla de nitrato de proto y de bi-oxido de mer- curio, y que he visto recomendado para caracteri- zar un precipitado albuminoso, sirve igualmente para precipitar la albúmina de sus disoluciones. el EMPLEO DE OTRAS SUSTANCIAS QUE TIENEN LA PROPIEDAD DE COAGULAR LA ALBUMINA. 15. —El alcohol es de este número; pero su po- ca sensibilidad no lo recomienda. 16. —Los aceites volátiles. Yo he empleado el de menta, el de eucaliptus y muchos otros, y pue- 16 do asegurar que son aun mucho menos sensibles que el alcohol. 17. —He visto recomendado entre estos mismos, y de un modo especial, al alcanfor. Es un reactivo tan malo, que verdaderamente no sabe uno como emplearle (véase la apreciación). 18. —Por último, se dice que la creosota coagula la albúmina. No es cierto. APRECIACIONES. El calor es un buen reactivo de la albúmina, á pesar de sus inconvenientes. Es de buena práctica dar á la orina que se ensaya una reacción ácida, te- niendo cuidado de que el ácido que se emplee no lo sea en gran cantidad. Si la reacción ácida que se ha comunicado á la orina es muy fuerte, se sa- turará al ácido excedente por el sulfato de sosa que tiene la propiedad, como he dicho ya, de precipitar la albúmina de su solución acética. APRECIACIOX DE LOS ÁCIDOS. Todos los ácidos, he dicho, coagulan la albú- mina, pero no todos con igual intensidad. El sulfú- rico, cuyo poder ácido es el mas fuerte, no coagula la albúmina tan bien como el nítrico. En solucio- nes albuminosas igualmente cargadas d concen- 17 iradas, mientras el ácido sulfúrico apenas produce una coloración opalina, el nítrico determina la for- mación de coágulos consistentes y muy notables. El ácido metafosforico que lie obtenido calcinando el ácido fosfórico ordinario, disolviendo el producto de la calcinación en el agua, y filtrando, es un buen reactivo, supuesto que precipita á la albúmina contenida en una solución de clara de huevo en mucha agua y filtrada repetidas veces. El tanino precipita la albúmina de las soluciones en que ha- yan agotado su acción coagulante cualquiera de los otros ácidos. El ácido fénico que he visto muy recomendado para descubrir la albúmina, es muy inferior como reactivo á los otros de que acabo de hablar; y pue- do asegurar después de haberlo empleado un gran número de veces, que no vale nada como reactivo. Del clorohídrico puedo decir lo mismo. APRECIACION DE LAS SALES. He empleado todas aquellas de que lie hablado antes, y otras mas de que no hago mención porque no lo merecen, como el nitrato ácido de bismuto, etc., que también, aunque mal, coagulan la albú- mina, y resulta de mis experiencias que son infe- riores á los ácidos. El sulfato de cobre precipita la albúmina; pero si después se filtra, el líquido 18 que pasa por el filtro precipita aun por el ácido azo- tico y el metafosforico. Conviene hacer una excepción para el ciano- ferruro de potasio que tiene casi tanta sensibilidad como los ácidos. APRECIACION DEE CUARTO GRUPO DE REACTIVOS « NINGUNO ES BUENO.» — EL ALCOHOL PRECIPITA TAMBIEN AL MOCO. De lo que he expuesto puedo concluir en resu- men que los mejores reactivos de la albúmina son: el ácido metafosfórico (es alterable; y aunque de fácil preparación, se necesita prepararle al momen- to de usarlo); el ácido nítrico, el ácido tánico. El cianoferruro de potasio acidulado con el áci- do acético, es un reactivo sensible; pero no es tan sencillo como los otros, tiene el defecto de introdu- cir mas elementos en el análisis de una orina; y además, en ninguna parte he visto las proporciones definidas en que deben entrar la sal y el ácido que lo componen. ¿Qué caracteres debe tener un precipitado al- buminoso para ser considerado como tal? 1? La albúmina coagulada debe tomar una co- loración amarilla en presencia del ácido azético concentrado, y en exceso, por su trasformacion en ácido xantoproteico. (La misma coloración que da á los tejidos que mortifica, y por la misma razón. 19 Por esta también se recomienda no emplear en ex- ceso este ácido cuando se busca la albúmina; se ex- pone uno á no encontrarla, y se puede ver en la reacción del azotico sobre una solución albumino- sa el paso de este fenómeno; precipitación de la al- búmina á este otro: metamorfosis xantoproteica del precipitado, con solo seguir añadiendo ácido). 2? El precipitado albuminoso debe disolverse en ácido acético concentrado y empleado en sufi- ciente cantidad. 3? El precipitado albuminoso debe dar una co- loración roja con el reactivo de Millón compuesto de una mezcla de nitrato de protoxido de mercu- rio, nitrato de bi-óxido del mismo metal, y de va- pores nitrosos. DOSIFICACION DEL ALBUMINA. A veces importa al médico saber la cantidad de albúmina contenida en la orina: hay varios proce- dimientos para averiguar la proporción en que la albúmina está contenida en la orina; pero como son largos, no se emplean en la clínica, y generalmente se conforma el práctico con notar poco mas ó me- nos la abundancia del precipitado que determina su reactivo. Cuando se quisiere usar de una precisión mayor, el método mas sencillo consistiría en precipitar por 20 la ebullición toda la albúmina y pesar la albúmina después de filtrarla, agregando ácido acético antes del empleo del calor, para no exponerse á sumar el peso de los fosfatos con el de la albúmina, restan- do del peso obtenido, el del filtro ya seco. Méhu propone emplear para esta valuación su reactivo de ácido fénico, ácido acético y alcohol; pero yo comienzo por negar la bondad del reactivo porque no me lia dado un precipitado satisfactorio de la albúmina. El dice que como su reactivo está compuesto de solo sustancias volátiles, y el precipi- tado se seca en la estufa á 105° centígrados, no hay que restar del peso obtenido el peso del reactivo; pero yo he dicho que este reactivo no es suficiente para obtener la precipitación de toda la albúmina contenida en una orina dada, y por consiguiente es de desecharse. El modo como lo he obtenido es di- solviendo tres dracmas de ácido fénico cristalizado en seis de alcohol y agregando tres de ácido acético. Buchardat propone hacer esta valuación con un urodensímetro graduado á 15°: adjunta una ta- bla de corrección para las otras temperaturas que la de + 15°, y dice que cada grado de su urodensí- metro corresponde á dos gramos de materias fijas contenidas en la orina cuya densidad se busca. Nisseron propone un medio mas sencillo: coa- gula la albúmina y la deja reposar en una probeta 21 graduada; cuando se ha asentado perfectamente la albúmina coagulada, lee en la probeta la altura ocupada por los coágulos, y divide por 10 para cal- cular la cantidad de albúmina: si los coágulos ocu- pan un centímetro y cinco milímetros y medio, la orina contiene gramos 0,155 por litro, de albúmina. Lo mejor seria recurrir al primer procedimiento que indico; el procedimiento es laborioso, pero es el que presenta mas probabilidades de exactitud. En la apreciación de los reactivos de la albú- mina y para hacerla experimentalmente y con toda conciencia, no me be limitado á reconocer orinas albuminosas y algunos líquidos de derrames sero- sos, como el extraido por la punción de una ascitis por mi maestro el Sr. D. Miguel Jiménez en su clí- nica, sino que he disuelto albúmina de huevo en agua destilada en proporciones variadas pero co- nocidas, y filtrado la agua albuminosa para some- terla á la acción de los reactivos. Sobre esta solución albuminosa hacia obrar un reactivo, v. g. el sulfato de cobre: cuando esta sal (en solución concentrada y filtrada) habia agotado su acción, filtraba, y el líquido que pasaba era ensayado por los reactivos con los cuales quería comparar al sulfato de cobre. El ácido nítrico siempre producia un precipitado en este líquido filtrado; entonces declaraba yo mejor reactivo al ácido nítrico que al sulfato de cobre. 22 Tuve cuidado de no comparar, como dije en la nota anterior del sulfato de cobre y el ácido azóti- co, al tanino con las soluciones metálicas, para no tomar por precipitado albuminoso al que produce el tanino en estas soluciones (amarillento en las de sales de plomo, gris en las de cobre, etc., etc.) No comparé al tanino sino con los otros ácidos, pe- ro queda en pié esta proposición: el tanino es el me- jor reactivo porque es superior á los otros ácidos, y estos son, á su vez, mejores que las sales. CAPITULO 11. En el supuesto de que el médico sospeche que un enfermo tenga glucosuria. ¿De que medios puede disponer para demostrar en la orina la presencia del azúcar? Es muy importante el descubrimiento del azú- car de uva, azúcar incristalizable o glucosa en la orina; pero quépale al médico la satisfacción de que por medio de los reactivos y de las propieda- des físicas nuevas que esta azúcar comunica á la orina, en muy raras circunstancias dejará de reco- nocer este producto patológico en el de la secreción renal. Dividiré pues, desde luego, los medios de que 23 se puede valer el práctico en estas investigaciones, en medios físicos y medios químicos, á los que se podría agregar un medio organoléptico: el sabor azucarado de la orina diabética. La orina diabética tiene un color pálido muy se- mejante al de las orinas llamadas anémicas; separe- ce también á la orina expelida después de un acceso de histeria ó de epilepsia; en una palabra se pare- ce á la orina en las neurosis complexas de Grisolle. Además, se ha observado que la orina de diabé- tico presenta algún tiempo después de su emisión y fuera del contacto del aire, este fenómeno: la for- mación de pequeñas burbujas que se desprenden en gran numero y de un modo inusitado de la ma- sa misma del líquido, y se dirigen á la superficie. La observación del fenómeno es enteramente de la categoría de los físicos, y por eso la coloco aquí. La explicación es al contrario, de la quími- ca. Se trata aquí de la fermentación alcohólica de la glucosa contenida en la orina. Esta fermentación es tanto mas pronta y mas activa cuanto la diábe- tes es mas grave, porque entonces se complica á menudo de la albuminuria. La explicación patogé- nica de esta complicación me la reservo para no hacer mas larga la digresión presente. Entrando en materia, diré que los caractéres fí- sicos especiales de la orina en el estado patológico 24 que estudio, son: 1? Un aumento considerable de la densidad, y 2? La propiedad de desviar el pla- no de un rayo de luz polarizada. Siendo estos, repito, los caracteres mas salientes de la orina de diabético, y en cada uno de los cua- les está fundado un medio de investigación y aun de valuación de la azúcar, los estudiaré separada- mente, dándoles desde luego la importancia que á mi juicio merezcan. 1? Una orina, cuya densidad llegue á 1,025 to- mada con el densímetro ordinario, o bien con un urodensímetro, debe sospecharse azucarada. La glucosa es una de las sustancias que alteran la ori- na en los diversos estados patológicos, aumentan- do su densidad. (La que tiene la orina en el es- tado de salud es 1,018.) Puede esta subir en la diá- betes hasta 1,052 y aun algo mas. Yo he tenido ocasión de observar la orina de una persona diabé- tica, cuya densidad ha oscilado entre 1,048 y 1,050. Bucliardat ha fundado sobre esta propiedad un me- dio de ensaye para valuar la azúcar contenida en una orina dada. Me parece un procedimiento plagado de inexac- titudes, porque: I. No solo la azúcar aumenta la densidad de la orina, y tal puede ser esta que, no obstante contener poca glucosa dé un grado den- simétrico muy alto, según contenga mas 6 menos 25 cantidad de otras sustancias fijas después de la evaporación. II. Sabido es que la glucosuria se acompaña de este otro síntoma en el mayor núme- ro de casos, la poliuria ; y ya se comprende que una solución de glucosa tendrá una densidad muy va- riable y directamente proporcional con su grado de concentración. 2-'—El empleo del sacarímetro.—La orina, con- venientemente clarificada por la acción del subace- tato de plomo y la filtración repetida, privada de la albúmina, cuya presencia seria la causa del error mas grave, porque este cuerpo ejerce una desviación á la izquierda, se somete al análisis sacarimetrico para el cual se usa del sacarímetro de Soleil, ó del polarímetro de Biot; ambos están fundados sobre los mismos principios ópticos, y de los cuales no me ocupo por no extraviarme. El grado obtenido, así como las fracciones de grado, se multiplican por 2,250, puesto que cada grado corresponde á gra- mos 2,256 de glucosa seca en el líquido que se examina. Este procedimiento, que yo no he tenido opor- tunidad de emplear y al que todos conceden una exactitud irreprochable, tiene el inconveniente de requerir un aparato costoso y mucho hábito de su empleo. 26 Paso al reconocimiento químico de la orina dia- bética, y desde luego, para la mejor inteligencia de las reacciones que sirven para descubrir la glucosa, diré que casi todos los reactivos propuestos, están fundados en este principio: “La glucosa es un agen- te poderoso de reducción.” 1? Diversos líquidos cupro-potásicos (de Ba- reswill, de Fehling, de Trommer, de Capezzuoli, de Gubler, etc.) 2” Subnitrato de bismuto con adición de un ál- cali cáustico o un carbonato alcalino. Reactivo de Botger. 3? Permanganato de Potasa, disuelto en ácido sulfúrico. Reactivo de Krause, según Jaccoud, y de Luton según Nisseron. 4" El bicloruro de mercurio en tiras de meri- no blanco. Reactivo de Maumené (Nisseron dice: percloruro de fierro, pero es un error. Pelouze y Fremy (obra grande) dicen: bicloruro de estaño y es lo cierto.) 5- Nitrato de plata. Reactivo de Neubauer y Vogel. 6? Cloruro de oro. 7? Bicloruro de mercurio. 8? Protonitrato de la misma base. 9? Un reactivo que consiste en carmin de añil alcalinizado con CO 2, NaO. Clínica Jaccoud. 27 10? El acetato de plomo amoniacal. . 11? La fermentación. 12? El ácido litofelico. Me propongo hablar de todos explicando el ma- nual operatorio, la preparación del reactivo (cuan- do lo considere necesario), y en lo que consiste la reacción. Haré seguir mi juicio crítico, y cuando haya concluido diré, como para la albúmina en el capítulo anterior, el que prefiero, y por qué. 1? Reactivos cupro-potásicos: Estos son todos tan semejantes, que se pueden reducir en su des- cripción, composición y modo de usarlos, á uno que tomaremos por tipo. Todos constan de una sal de cobre en disolución, la cual se mezcla á la de un ál- cali enérgico que tiene por objeto, al momento de la reacción, poner en libertad al elemento electro- positivo de la sal; esta base cúprica, puesta en li- bertad, se encuentra con el azúcar, cuyo poder re- ductor es grande, y pasa á un grado de oxidación menor, cambiando de color: oxídulo de cobre, Cu20. Esto constituye la reacción química, por medio de la cual los líquidos cupro-potásicos acusan en la orina la presencia de la glucosa. Entiendo que la s proporciones en que entran los cuerpos componentes encada uno délos líquidos de que hablo, no tienen mucha importancia y pueden ser variables con tal que sean suficientes para dar 28 la reacción debida, salvo uno de estos casos: que se trate de averiguar la cantidad de glucosa expe- lida por el enfermo, que el reactivo sea muy vie- jo 6 que la orina esté descompuesta, porque en el primer caso será indispensable emplear un reactivo de composición exactamente conocida y determi- nada de antemano; y en los otros dos, agregar un poco de álcali cáustico, que tiene por objeto en el segundo, poner mas oxido de cobre en libertad pa- ra entregarlo naciente á la acción reductora de la azúcar, y en el tercero, sustituir al álcali que puede haber sido saturado por el ácido de las sales amo- niacales en el momento de emplear el reactivo. Sin embargo, voy á dar la formula del reactivo de Fehling, porque es á veces necesario conocer un tipo para que según él pueda el médico pedir un li- cor cupro-potásico, variable, en razón de lo que se proponga al emplearlo. El reactivo de Fehling contiene por cada mil gramos: Sulfato de cobre gramos 34,64 Tartrato de potasa ,, 173,00 Solución de sosa cáustica 1,12 ,, 600,00 Agua destilada „ 192,36 1000,00 El modo de emplearlo, que tanto y tan bien co- nocemos todos, consiste en poner en una probeta 29 hasta de su altura el licor reactivo, calentarlo an- tes de agregar la orina diabética, y notar que solo, no deja precipitar al oxídulo de cobre, ni cambia su color azul habitual; pero desde que se agre- ga la orina de diabético (igual cantidad), y se sigue calentando, de azul y trasparente que es, se pone opaco y amarillo. Si se deja reposar, se nota que toda la masa líquida 'permanece opaca (véase cau- sas de error), y en el fondo de la probeta se forma un deposito amorfo y de color rojizo: es el oxídulo de cobre. Esta reacción se hace sin la intervención del ca- lor, pero al cabo de muchas horas; y lo mas cómodo para juzgar pronto del síntoma glucosuria es calen- tar la mezcla de reactivo y orina de que se han llena- do las 4 de la probeta. (Kecomiendo para la práctica el procedimiento de calefacción de Goodfelow, que consiste en no calentar mas que las capas superiores de la columna líquida, f para mayor comodidad tómesela probeta de cerca del fondo, así se juzga mejor del color nuevo de las capas superiores por su contraste con las inferiores, se evitan las que- maduras que pueden resultar, principalmente si, como sucede muchas veces, un desprendimiento de gases en el seno del líquido, saca á este de la pro- beta tan rápidamente que parece como disparado.) Este es el reactivo que se puede llamar clásico; 30 sin embargo, si se ignora el modo de emplearle, su composición, etc., y si sobre todo, no se le lia em- pleado muchas veces, puede presentar varias y muy graves causas de error. Voy á señalar las principa- les, así como el medio de evitarlas. A. —El solo hecho de la adición á la orina del lí- quido cupro-potásico comunica á esta una reacción alcalina, pero la reacción alcalina de la orina, á lo que debe añadirse la elevación de temperatura á que se somete, es una causa de la precipitación de los fosfatos.—Ya tenemos una causa de error, porque esta verdad está fundada en la observación. La mezcla de la orina y el reactivo, así como la elevación de temperatura, son las circunstancias en que se produce el precipitado de fosfatos que pudiera hacer creer en el del oxídulo de cobre; pe- ro podrán siempre distinguirse teniendo presente que aunque el precipitado fosfático se tiña de pur- purina, nunca da el color naranjado del oxido de cobre, y mientras al precipitarse este siempre deja turbio al licor en que náda; el precipitado de fos- fato para nada altera al líquido. B. —La presencia de la albúmina es un obs- táculo para la claridad de la reacción de Fehling? El remedio es precipitarla y filtrar. C. — Según Beale, hay muchos cuerpos que se oponen á la formación del precipitado cúprico, y que 31 aunque difícilmente se encontrarían en la orina es bueno señalarlos para evitar esta causa de error: tales son los ácidos azotico, clorolñdrico, y acético, el amoniaco y muchas de sus sales. Nada de esto he obtenido yo. El precipitado de oxídulo de cobre es soluble en estos reactivos con- centrados, pero ninguno de ellos se opone á su for- mación.—Algunos me parecieron facilitarla, por- que el precipitado lo obtenia yo mas abundante y á menor temperatura. Es probable que Beale, viendo que se disolvía, creyera que se opondrían á su formación. Yo operaba sobre una orina fuertemente azuca- rada, pero me acordé que esto pudiera ser la causa por la que mis experiencias no estuviesen de acuer- do con las de Beale; diluí la orina en cuatro veces su volumen de agua, y el resultado fué el mismo. Así, puedo concluir, contrariamente á Beale, que ninguno de los ácidos azoticos, clorohídrico y acéti- co, que en efecto son disolventes del oxídulo de cobre al estado de concentración, impiden su pre- cipitación, probablemente por el estado de dilución á que tienen que obrar. Que el amoniaco la favore- ce, lejos de impedirla, así como muchas de sus sa- les. (Beale habla del clorohidrato de amoniaco, del oxalato y del urato, y yo emplee estas y muchas otras sales amoniacales.) 32 2. —El reactivo de Botger, que consiste en sub- nitrato de bismuto con adición de un álcali ó un carbonato alcalino. La reacción consiste en la sustitución del oxido alcalino al metálico; este, puesto en libertad, es re- ducido por la glucosa al estado metálico, lo cual constituye el precipitado negro que se observa. Puedo asegurar que este es un reactivo infiel, porque una orina evidentemente azucarada y que daba un abundante precipitado con el de Bareswill ayudados de una muy ligera elevación de temperatu- ra, no lo ha dado con el de Botger; algunas de es- tas últimas reacciones las puede atestiguar el Sr. 1). A. Ortega, mi maestro de Obstetricia. Hay, por lo demas, un motivo grave de error: en la orina se puede encontrar albúmina lí otro cuer- po cuya descomposición de nacimiento al azufre, y entonces el precipitado negro de sulfuro de bismu- to podría hacer creer en la existencia del azúcar. 3. —El reactivo de Luton, según Nisseron, y de Krause según Jaccoud, se prepara así: se disuelve en agua bicromato de potasa, se filtra y se agrega en peso igual al de la sal, ácido sulfúrico concen- trado. Se emplea de la misma manera que los reac- tivos anteriores; si hay azúcar, el licor de rojo se cambia en verde, y el verde es mas sensible si se agita el vaso en que se hace la reacción, porque 33 se puede liacer espuma y esta deja ver mejor el re- flejo verde (sexquióxido de cromo). La explicación de la reacción es la siguiente: el ácido sulfúrico cuya afinidad por la potasa es mayor que la del ácido crómico, desaloja á este y lo deja expuesto á la reducción que ejerce la glucosa. Que- da trasformado en sexquióxido de cromo, y en este estado, no pudiendo ya hacer papel de ácido porque á este grado de oxidación el cromo tiene reacción y propiedades electro-positivas, se combina con el ácido sulfúrico que se ha tenido cuidado de poner en exceso. Pero se sabe que las sales de sexqui- ♦óxido de cromo son verdes; luego ya se tiene expli- cada la reacción. Es este un reactivo muy superior al anterior. Tiene una causa de error el reactivo de Krause, según Nisseron, y es que, no solo da la reacción con la azúcar, sino también con todas las sustancias neu- tras, como el almidón, las gomas, etc, etc., y asegu- ra haberse servido de este reactivo para buscar con éxito al alcohol en la orina de los alcohólicos. 4.—El reactivo de Maumene está fundado sobre otro principio químico diverso de los que hemos estudiado hasta aquí. “El bicloruro de estaño tras- forma á la glucosa, lo mismo que á la azúcar cris- talizable en una sustancia negra.” (Gerhardt y Chance!—Análisis cualitativa.) 34 El modo de preparar el reactivo es este: se co- mienza por procurarse el bicloruro de estaño ha- ciendo llegar sobre el pr oto cloruro una corriente de cloro obtenida por cualquiera de los procedimien- tos clásicos (peróxido de manganeso y ácido cloro- hídrico, ó cloruro de sodio, peróxido de mangane- sio y ácido sulfúrico); obtenido ya el bicloruro en solución, se empapa en esta merino blanco y se pone á secar suspendido en una varilla de vidrio al calor de la estufa. El modo de emplearle es: se empapa una de es- tas tiras en la orina por examinar, y se calienta en la flama de una lámpara ó sobre ascuas. Mejor es* poner una gota de la orina en una tira, y calentar; si la orina no es muy azucarada, el tinte negro es mas fácilmente apreciable usando de este último modo el reactivo. Este reactivo es bastante sensible y tiene sobre los otros la ventaja de poderse llevar en el estuche. 5. —El nitrato de plata propuesto por Neuba- uer y Yogel da en la investigación de la glucosa un precipitado negro de plata muy dividida. No es, á mi juicio, un buen reactivo. 6. —El percloruro de oro es reducido por la glucosa y da oro metálico verde, mezclando al per- cloruro en una probeta con la orina de diabético, y calentando. 35 Esta reacción la he encontrado mas sensible que la anterior, porque á un grado de dilución de una orina de diabético, á la cual ya el reactivo de Neu- bauer no daba precipitado, el de que me ocupo to- davía produjo reacción. 7. —El bicloruro de mercurio y 8. —El azotado de protóxido del mismo metal, pueden servir de reactivos, porque el óxido de mer- curio también es reducido por la glucosa. 9. —Enla obrade clínica Jaccoud se recomienda un reactivo compuesto de carmin de añil diluido en agua, al cual se añade carbonato de sosa. O 7 No puedo juzgar este reactivo, porque jamas obtuve la reacción que, según Jaccoud, consistiría en el paso cuando haya azúcar, del azul comunica- do á la orina, al verde, al rojo, al violado, y por fin al amarillo, en que queda. Este amarillo, aun en ausencia ó paso rápido de los otros colores, es ca- racterístico de la glucosa en la orina. Tal es el reactivo de Mulder. 10. —El subacetato de plomo, adicionado de unas gotas de amoniaco, precipita en blanco la glu- cosa. Pero este reactivo precipita de la orina tan- tas cosas, que me parece debe desecharse. Preci- pita la albúmina, si la hay; precipita las materias colorantes, normales y patológicas, y deja á la orina como agua destilada (véase sacarimetría); por con- 36 siguiente, nunca podría dar un precipitado que ca- racterizara la glucosa. 11.—La orina, como los demas líquidos azuca- rados, es susceptible de sufrir la fermentación al- cohólica. En esta propiedad se funda un medio de investigación del azúcar de uva, y aun de valua- ción. Si á la orina se añade levadura de cerveza y se la coloca en un matraz de dos tubuladuras en las cuales se pone un tubo de seguridad en una, y en otra un tubo por medio del cual comunique el aparato con agua de cal ó acetato de plomo situa- dos en dos tubos de bolas de Liebig, de los cuales uno tendrá por objeto recibir el ácido carbónico, producto de la fermentación, y el otro oponerse á que el ácido carbónico ambiente venga á introdu- cir una causa de error en la operación, se tendrá un medio no solo de investigación de la glucosa, cuya presencia queda demostrada por el solo hecho del desprendimiento del CO 2, sino uno de valua- ción según la cantidad de carbonato de cal ó de plomo formada, y según se reciba el gas en una so- lución de cal ó de acetato de plomo. Mas sencillo seria colocar al líquido fermentici- ble bajo una campana ó tubo graduado puesto so- bre mercurio con ó sin un cuerpo absorbente ó sa- turante del gas que se ha de desprender. Algún autor ha propuesto como medio de va- 37 luar á la glucosa, tomarla densidad de esta, destruir toda la azúcar por la fermentación, y tomarla des- pués segunda vez para calcular según la diferencia, la cantidad de glucosa destruida por la fermenta- ción. 12.—Mucho se ha hablado del ácido litofelico como reactivo de la glucosa. Yo no escribiré sino el resultado de mis operaciones para averiguar la verdad en esta materia, sin pretender haberla en- contrado, ni negar que algunos químicos hayan te- nido mas fortuna que yo. Mi maestro y amigo el Sr. Domínguez cuando supo que yo buscaba reactivos para mencionarlos en mi Tesis, me hablo de este reactivo y me ofre- ció un cálculo de rumiante, un bezoardo de cuyo uso voy á hablar en seguida. Leí lo que sobre esto han escrito los Sres. Cabrera, Dávalos y Fernan- dez en “La Fraternidad,” órgano de una Sociedad Médica de San Luis, y en varios papeles públicos, así como la Memoria que leyó el Sr. Patiño á la Sociedad Filoiátrica y que se publicó en el número 12 del tomo VI.— Después de haberme impuesto de todo lo relativo al ácido litofelico, tanto en esos papeles como del artículo que sobre él escriben Pe- louze y Fremy en el tomo VI de su Tratado de Quí- mica, me dediqué con el Sr. Morales á prepararle. Procedí como aconseja Pelouze, dividiendo al 38 cálculo en pequeños fragmentos, que puse á dige- rir en alcohol rectificado á 95°, lo filtré por carbón animal que no le quité del todo su color amarillen- to; no lo pude obtener cristalizado. Puestas como aconseja el mismo Sr. D.Vicente Fernandez (de Guanajuato), primero cuarenta go- tas de ácido sulfúrico á 66° (Baumé), luego como veinte de la solución ú orina azucarada y cuatro á cinco de la solución de ácido litofélico en el éter acético, si se calienta, se obtiene una coloración roja. La reacción no es clara, ni constante, ni ca- racterística y ni aun nueva, porque es indudable, si creemos á Pelouze, que Pettenkofer la ha em- pleado antes y aun desechado. A mí me consta que no es característica ni cla- ra, porque entre el color que desarrolla la carame- lizacion de la glucosa por la acción del SO3 HO y la coloración que constituye la reacción, no hay si- no una variedad de matices, que en algunos casos será difícil apreciar. Es un reactivo que merece proscribirse hasta por la dificultad de obtenerse. No digo que su preparación sea difícil; pero lo cier- to es que á cualquiera botica mal surtida á la que se pide el reactivo de Bareswill o el Fehling, lo puede despachar pronto y bien; mientras que si se pide el reactivo litofélico no lo podrá despachar tan fácil- mente, 39 CAPITULO III De las reacciones con que se puede descubrir en la orina las materias colorantes de la bilis en los estados patológicos en que se presenten. Las materias colorantes de la bilis pueden en algunas enfermedades de que no debo ocuparme en el presente trabajo, pasar á la sangre y de allí ser eliminadas en parte por la orina. La orina así modificada bajo la influencia de la enfermedad es la que me propongo estudiar. Unos químicos estudian en la bilis tres materias colorantes, y otros cinco. Yo pienso que basta es- tudiar solo tres, porque las dos que agregan los se- gundos no son sino muy ligeras modificaciones de algunas de las otras que podremos llamar fun- damentales : la bilifulvina ó bilirubina, materia co- lorante amarillo-naranjada: la colepirrina, bilifus- cina y la bilihumina, materias colorantes que se pueden reducir á una morena, y la biliverdina que se puede confundir con la biliprasina, materia co- lorante verde mas ó menos morena. Estas dos últi- mas, no difieren sino en que la biliprasina es de un 40 moreno mas subido y no se disuelve en el éter co- mo la biliverdina; pero la primera no es sino una modificación poco importante de la segunda. Hay, entre los caracteres físicos ele la orina, del ictérico uno: el color, digno de llamar la aten- ción. No es el color rojo de la orina de los febrici- tantes cargada de los productos de la combustión de los alimentos proteicos (urea, ácido úrico, ma- tos); sino un color, mezcla del rojo y del moreno, epie podríamos llamar sai generis, característico. Caracteres químicos de la orina que contienen materias colorantes de la bilis: 1? La reacción que determina el ácido azotico y que llamaré clásica, porque de ella hablan todos los autores. 2? Reactivo de Neubauer y Vogel. 3? Idem de Brücke. 4? Idem de Kühne. 5? Método de Heller. 6? Empleo de la tintura de iodo. 7? Idem del acetato de plomo. 8? Un método para investigar la bilis por el clo- roformo. 9? Reacción Pettemkofer. Hablaré de todas estas reacciones, y después en 41 mi apreciación diré lo que yo he obtenido, y según mis experiencias y como resumen, cuál me parece el mejor. 19 Si á la orina de un ictérico se añade gota á gota ácido azotico ordinario que contenga ácido hypoazotico, se nota que la superficie de contacto de los dos líquidos deja ver una zona verde que pasa al azul, al violeta, al rojo, y por fin al amarillo per- sistente. 2? Neubauer y Yogel han propuesto añadir áci- do sulfúrico á igual cantidad de ácido nítrico para hacer mas sensible la reacción anterior. 39 Brücke quiere que á la orina ya mezclada con el ácido nítrico se agregue gota *á gota y res- balando por las paredes del tubo 6 copa, ácido sulfúrico en cantidad de veinte d treinta gotas. La reacción seria así: el ácido azotico da un tinte ver- de ; pero el sulfúrico hace dar la sucesión de los di- versos matices azul, etc. 49 El procedimiento de Kühne se ejecuta así: se pone en la copa una cantidad de AzO5 HO y con una pipeta se vierte en la superficie la orina por examinar; en lugar del contacto se forma un ani- llo verde, que después se extiende á toda la masa líquida, y cerca del fondo de la copa, el color ver- de se cambia en azul, en violeta,,rojo y amarillo. 59 El método’de Heller consiste en agregar al- 42 humilla de huevo á la orina que se quiere reconocer, agitar hasta tener una mezcla íntima, verter esta sobre una cápsula de porcelana, ó mejor en un pla- to blanco y coagular, la albúmina con el AzO5 HO. Al coagularse esta, arrastra la materia verde como lo hace con las impurezas de los jarabes cuando se clarifican por medio de la albúmina. 6? Se ha propuesto por no sé quién, la tintura de iodo para descubrir las materias colorantes de la bilis. Yo la he usado como sigue: la orina por reco- nocer, es puesta en una probeta larga, como hasta la tercera parte de su altura, y se comienza á adi- cionar por gotas la tintura de iodo: á las primeras tres ó cuatro, no hay aún una reacción sensible, y siendo la tintura de iodo casi del mismo color que las orinas fuertemente biliosas, no se nota ni el mas ligero cambio de coloración. Pero si se agrega mas iodo ó se espera un momento, o mejor aún se ca- lienta ligeramente la probeta, se observa sensible- mente el paso del color primitivo del líquido al ver- de subido; y el color es muy semejante al que to- ma la orina de diabético tratado por el licor de Krause. * Pero el complemento de la reacción que estu- diamos, es el paso del verde al color primitivo del líquido, después tle muy poco tiempo; nunca sin que se haya podido apreciar suficientemente el ver- 43 de, sobre todo si se tiene cuidado*de agitarle para formar espuma en la superficie del líquido, espu- ma donde por refracción ó por reflexión se puede apreciar muy bien la intensidad de la coloración. Esta reacción es muy sensible, constante, por- que yo la lie obtenido siempre que la he buscado, y por consiguiente la recomiendo para fundar sóli- damente el diagnóstico del síntoma icteria. 7- Dicen los libros, que el acetato de plomo precipita en amarillo las orinas biliosas. Es un malísimo reactivo; pero como me reser- vo para mi apreciación los detalles de las experien- cias en que me fundo para recomendar unos y pros- cribir otros, paso á mencionar los que faltan. 8? Hace mucho tiempo parece que observaron la gran solubilidad de una materia colorante de la bilis en el cloroformo, la colepirrina, que Mehu lla- ma la bilirubina. Parece que en esta propiedad, y en la insolubilidad de las otras materias colorantes en el mismo vehículo neutro, se funda el procedi- miento que voy á describir para buscar la bilis en la orina (Funke und Briicke.) Si en una probeta se mezclan la orina que se trata de reconocer y el cloroformo, si se agitan y se dejan después reposar, se observan dos capas su- perpuestas ; la inferior, solución clorofórmica de la colepirrina ó bilifeina, tiene un color amarillo, una 44 + densidad mayor que la del cloroformo, una movi- lidad mucho menor, y una gran consistencia; la su- perior es la orina que no ha cambiado notablemente de color. Si se decanta esta última con una pipeta y á la primera se agrega el AzO5 HO gota por go- ta, y resbalando por las paredes hasta formar una zona de cosa de un centímetro en el fondo de la pro- beta ó copa en que se experimenta, se nota en la superficie en que se tocan el ácido y la solución clo- roformica, el mismo viramiento ó sucesión de colo- res que cuando se trata la orina por el AzO5 HO (primer procedimiento) pero ellos mas claros y sen- sibles. Solo la colepirrina se ha disuelto, porque en el líquido decantado se encuentran los caracteres de la biliverdina con el AzO5 HO. Es necesario que estas operaciones se hagan con orina reciente, porque como la colepirrina se trasforma prontamente en biliverdina, con orina alterada se expone el clínico á no obtener nada con el cloroformo. Estas reacciones no son ciertas mas que en par- te, como veremos después. 9° La reacción de Pettenkofer, la recíproca de la que se atribuye al Sr. Fernandez (de (fuanaj ua- to), y de la cual hablé en el capítulo anterior (de la glucosa). 45 “Cuando un líquido que contiene bilis se en- cuentra en presencia del ácido sulfúrico concentra- do y de una pequeña cantidad de azúcar, adquiere casi inmediatamente por la agitación un bello co- lor violeta. Este carácter, particular á los dos áci- dos de la bilis, sirve para descubrir esta secreción en los líquidos del organismo. (M. Pettenkofer.) Para dar á esta reacción toda la exactitud de que es susceptible conviene operar de la manera siguiente: después de haber desembarazado á la bi- lis del moco por medio del alcohol, se filtra y se calienta el extracto al baño de maría para evapo- rar al alcohol. A una pequeña cantidad del residuo disuelto en agua se añaden algunas gotas de una solución hecha con una parte de azúcar en cuatro de agua, después se vierte en chorro continuo ácido sulfúrico concentrado, teniendo cuidado de mover siempre la mezcla con un agitador. Se manifiesta desde luego un precipitado blanco-verdoso que desaparece pronto, y toma cuando ha llegado á la temperatura de 50 á 60,° de la que no debe pasar, una magnífica coloración que pasa sucesivamente del rojo cereza al púrpura y al violeta, para quedar finalmente en el verde primitivo, un poco mas fuer- te, sin embargo que al principio de la reacción. ” (Gerhardt y Chancel,—Análisis química.) 46 APRECIACION. El primer procedimiento para buscar la bilis es malo. Cuando hube leido lo que todos los libros dicen de la acción del ácido azdtico sobre la orina f de ictérico me figuré una reacción tan sensible y constante como debia ser un cambio de colores, del verde al azul, al violeta, al rojo y al amarillo; reacción de que hablan todos los autores ponién- dola por su importancia á la altura de las reacciones características de la albúmina y de la glucosa. Pero he quedado decepcionado en mis experi- mentos. Hé aquí lo que he encontrado. Mis ope- raciones han sido hechas con orina evidentemente ictérica, comparativamente con orinas fisiológicas á las cuales he mezclado bilis extraida de la vesí- cula de un cada ver y con soluciones en proporciones variadas de la misma bilis pura en vehículos neu- tros diferentes, para evitar por esta parte todas las causas de error posibles. Lo que he visto, digo, es que los diversos líqui- dos que he examinado, jamas me han dejado ver ese cambio de colores que los libros enuncian. La orina ictérica tratada por el ácido azotico (monohi- dratado, como recomienda Jaccoud), toma dos co- loraciones en zonas superpuestas: en la inferior, la de 47 hoja seca y en la superior una morena casi negra; pero esto es tan variable e inconstante que no me atrevo á darlo por carácter en lugar ele los colores sucesivos de que hablan los autores: coloraciones tanto mas difíciles de apreciar cuanto que la orina que contiene bilis presenta ya, por solo esta circuns- tancia, un color subido. Si se trata de hacerla mas clara agregándole agua destilada, ya no da las reac- ciones de la bilis. Lo mismo sucede si se le quiere quitar el color por medio del acetato de plomo que, aunque imperfectamente, precipita al pigmento bi- liar. Los reactivos 2? de Neubauer y Vogel, 3? de Brücke, 4? el de Küchnej que como se recordará, no son sino modificaciones derivadas del procedi- miento clásico, que consiste en tratar la orina bilio- sa por el AzO5 HO me han dado siempre el mismo mal resultado que el procedimiento derivativo.— Por estas reacciones nunca podría yo pronunciar- me por la afirmatiya ni por la negativa, en una cues- tión como esta: una orina dada contiene o no los elementos de la bilis? El método de Heller para buscar la bilis es bue- no ; pero es mejor si en lugar de la cápsula que pro- pone su autor, se hace uso de un plato donde se pueda extender mejor la solución albuminosa, que al coagularse ha de arrastrar la materia verde. O 48 Es muy común que con la idea de obtener mayor número de coágulos se vierta en exceso el xdzO5 HO y entonces sucede que la albúmina se trasforma en ácido xantoproteico, cuyo color amarillento impide juzgar con libertad de la coloración amarillo-ver- dosa comunicada por la bilis á los coágulos. Esto no lo lie visto en los libros; pero me ha sucedido al usar el método de Heller; para evitar esta falta de limpieza en la reacción, que puede ha- cerse causa de error, propongo verter muy poco á poco el AzO5 HO o mejor usar del ácido tánico. Al reactivo tintura de iodo no le he encontrado inconveniente. El 7? que consiste en tratar la orina que contenga bilis, por el acetato de plomo, es muy malo. Cuan- do le he experimentado he obtenido lo que expon- go en seguida: el acetato de plomo precipita, en efecto, las materias colorantes de la bilis; porque después de su acción los mejores reactivos de es- tas materias colorantes no las pueden descubrir; pero (y este es el defecto del reactivo 7?) precipita almismo tiempo todas las materias colorantes, cual- quiera que sea su procedencia. El mal, pues, con- siste en que no analiza, no aisla, sino que confunde, al contrario, las materias que se trata de descubrir. El acetato de plomo produce un precipitado gris o blanco, muy sucio, coposo y enturbiamiento de to- 49 do el líquido; pero filtrado, queda claro, lo que es una prueba mas de que precipita, entre otras cosas, la purpurina ó materia colorante de la orina, pro- piedad que le lia valido su uso para descolorar la orina antes de someterla al ensaye sacarimétrico. Lo que he observado buscando la bilis por el 8? procedimiento, es lo que sigue: Si se mezclan la orina de ictérico o una mezcla de orina y bilis de cadáver y el cloroformo, en una probeta, y en otra, orina fisiológica con el mismo vehículo para comparar las reacciones, si se agitan y se dejan re- posar, se separa el contenido de ambas probetas en dos partes, la inferior ó cloroformica es amarilla con la orina biliosa, y blanca con la orina fisiológica: esto es, pues, un carácter. Si decantada la capa su- perior se vierte, como aconseja Jaccoud, ácido ní- trico sobre la solución cloroformica de bilifeina, no se observa aquella sucesión de colores, sino un ver- de permanente, que no es característico de la bilis, porque se observa en el líquido decantado de la otra probeta. He buscado esta reacción con tanta tenacidad, como fe me inspira el autor que la describe. Al disolvente que recomienda he agregado otro, el éter sulfúrico, para ver si así obtenía la reacción 8? en todas sus partes. La misma operación que he hecho con el cloroformo, la he repetido con partes 50 iguales de cloroformo y éter: se obtiene un líquido mas homogéneo (solución de colepirrina'?) al que añadiendo AzO,5 HO deja medio minuto después, en el fondo de la copa, una zona de un verde muy intenso y muy puro. Al principio creí que no seria posible ver los otros colores, y que el verde que obtenia seria el ca- rácter de la bilis; pero repito, la orina fisiológica (la mia y la de varios amigos igualmente sanos), daba el mismo verde, y por último, la mezcla de cloroformo y de éter sin orina y sin bilis también lo daba. Quedé decepcionado relativamente á la bondad que se le supone á este reactivo, y lo proscribo, sal- vo en su primera parte, porque es un hecho que la bilis contenida en la orina u otro líquido cualquie- ra comunica al cloroformo una coloración amarilla. Voy á exponer lo que he visto repitiendo la reacción de Pettenkofer: He hecho lo mismo que se aconseja en el libro de donde he tomado esta reacción; así he procedido sirviéndome de la bilis de un cadáver, de una solu- ción de azúcar incristalizable al i, y ¿ del peso del agua destilada. El extracto alcohólico de bilis no lo hice en el baño de maría sino al fuego des- nudo, y el ácido sulfúrico era concentrado. El precipitado blanco-verdoso era muy nota- 51 ble, „el rojo y violeta lo mismo, sobre todo el últi- mo ; pero la restitución al verde primitivo no la pu- de observar. Pienso, después de haber repetido esta reacción con orina biliosa, con orina de ictérico y con la so- lución de bilis en el agua destilada, que no es tan sensible y tan clara como algunos pretenden; que es mas larga la operación de lo que debiera para emplearse á la cabecera del enfermo. Sin embargo, yo insistí para poder acreditar esta reacción, porque la demostración de la presen- cia de los ácidos biliares, célico y coleico, es mas concluyente que la de las materias colorantes para fundar esta proposición:—existe la bilis en el líqui- do que se examina.— Pero la pospongo en la práctica á la reacción de la tintura de iodo. De la apreciación que he hecho de los diversos reactivos para la investigación de la bilis en la orina resulta, pues, y lo asiento como re- sumen: que la tintura de iodo es el que se debe pre- ferir. CAPITULO IV. En este me ocupare, para concluir, de lo que importa mas al médico tener presente para el reco- nocimiento químico de los sedimentos urinarios y 52 manera de informarse de su composición á la cabe- cera del enfermo, para fundar un buen diagnóstico y un pronóstico, e instituir una terapéutica razo- nada. Los sedimentos son orgánicos ó anorgánicos. Los divido así para colocar entre los primeros al pus, la sangre, las neo-membranas, los tubos opi- teliales del riñon, los productos desviados que van por un trayecto fistuloso al aparato uropoietico y son expulsados con la orina, etc.; y entre los se- gundos, los elementos anorgánicos de las arenas, las piedras urinarias, etc. Los cilindros de albúmina coagulada que, se- gún algunos autores, se pueden encontrar en la orina; nunca los lie visto, por mas abundante que haya sido el coágulo determinado por los reac- tivos. Las consideraciones relativas al origen de los se- dimentos de la primera categoría me llevarían muy lejos y fuera del objeto del presente trabajo, y por eso me limitare á las reacciones y á las propiedades micrográficas de los sedimentos que he llamado anorgánicos. De estos, unos, relativamente al pronóstico, son críticos e indican la terminación pronta por la vuel- ta de un estado morboso á la salud. Y otros son sedimentos acríticos que indican, 53 al menos, si no una enfermedad desarrollada, una inminencia morbosa d una predisposición. Los sedimentos, por su aglomeración y cohesión, / pueden constituir arenas y aun pequeños cálculos, cuya expulsión constituye la diferencia patogno- monica entre las nefritis, pyelitis y cystitis de na- turaleza calculosa, y estas mismas enfermedades cuando revisten una forma reumatismal. Esta di- ferencia etiologica y patogénica implica una dife- rencia capital en el tratamiento. Los sedimentos anorgánicos, los únicos de que me ocupo, pueden deber su existencia á una de las causas siguientes, o bien á la influencia combinada de dos 6 mas de ellas: 1° La diminución del agua que la orina debe contener. 2” El aumento de las materias solidificables o muy fáciles de cristalizar, en la misma orina. 3? Exageración de la reacción ácida que la ori- na presenta fisiológicamente. 4? La reacción alcalina de la orina. 5" La aparición en la orina de materiales anor- males insolubles, que introducidos á la circulación, se hacen insolubles por las metamorfosis que su- fren d las combinaciones en que entran con algu- nos cuerpos, con los cuales deban ponerse en rela- ción en la intimidad de nuestros tejidos, d ya al 54 momento de ser expulsados, en las mismas vias urinarias. 6? Algunos cuerpos extraños contenidos, en la vejiga, precipitan sobre su superficie las moléculas solidificadles (cálculos con un cuerpo extraño por núcleo) de donde después se pueden desprender; d bien las precipitan aisladamente y sin formar gran- des concreciones. No pondré sino un ejemplo de los casos en que obran varias de estas causas predisponentes para constituir una determinante muy poderosa de los sedimentos: tal es, la retención de orina y aun la simple disuria. En este caso disminuye el vehícu- lo por que es absorbido; aumentan las materias so- lidificadles, porque la orina casi no cesa de llegar, no obstante la dificultad con que la vejiga la recibe; y aun la orina puede presentar una reacción alca- lina por la descomposición de la urea en carbonato de amoniaco. Tenemos, pues, en la disuria, tres causas po- derosas de los sedimentos é) depósitos urinarios. Pero entrando en la cuestión que me propuse, quiere decir, reconocer la composición química de los sedimentos, diré que hay dos medios: el prime- ro es por los reactivos y el segundo con el micros- copio. 55 Manera de proceder para determinar la naturaleza de los sedimentos urinarios por medio de los reactivos químicos. Se decantará el líquido que les esté superpues- to, y se someterá el deposito primero á la sola ele- vación de temperatura. Blanco, si se disuelven por el calor Uratos. Idem insoluble por el calor, pero soluble en amoniaco Cistina. Idem insoluble por el calor y en el amo-, iliaco, pero soluble en el ácido acético ( Fosfatos terrosos. Idem in soluble por el calor, así como en el amoniaco y en el ácido acético Oxalato de cal. De color rojo, cristalino y soluble en lapo-, tasa . Acido úrico. De color rojo, amorfo y fácilmente soluble en caliente Uratos. De color rojo muy intenso, depósito amorfo( y lentamente soluble en caliente 1 Uratos tenidos por la purpurina. EXAMEN MICROSCOPICO DE EOS SEDIMENTOS. Depósito amorfo que desaparece por la adi-, cion de potasa es de \ Uratos. Idem id., pero permanece después de agre-, gada la potasa en el porta-objeto ( Fosfato de cal. Idem formado de pequeños cristales octa-( édricos ( Oxalato de cal. Idem de cristales en forma de láminas, so-, lubles en el amoniaco 1 Cistina. Idem de cristales prismáticos ó peniformes insolubles en el amoniaco, pero solubles en| el ácido acético, tratados en el porta-objeto] del microscopio Fosfato de amo- niaco magnesiano 56 Depósito de cristales foliáceos solubles en el ácido acético con efervescencia 1 CO2, CaO. Estos cristales pueden tener la forma de un reloj de arena ó las pesas de la gimnasia: dos( bolas unidas por un cilindro lleno, y ser tam-( bien, con la efervescencia, de i CO2, CaO. Depósito de cristales de la forma anterior, solubles en caliente é insolubles en el amo-¡ niaco y el ácido acético Urato de sosa. Si los cristales tienen esta misma forma y son insolubles también por el calor, se trata del •. , Oxalurato de cal. La forma anterior, así como la de prismas ó agujas romboidales, pero entonces los cris-¿ tales son insolubles en el alcohol, el ácido acé- tico y en el amoniaco; solubles en el hidrato' de potasa. Se trata de Acido úrico. Depósito de cristales esferoidales con espi- nas, comparables al fruto del toloache (Da- tura stramonium) y solubles por el calor Urato ele sosa. Nota.—Una manera muy cómoda de elevar la temperatura sin mover los sedimentos del porta-objeto del microscopio, es con- centrar sobre el objeto los rayos caloríficos con una lente bicon- vexa. (Se supone que el objeto no consiste en sedimentos secos, sino que hay algún vehículo en el cual se disuelvan por la acción del calor.) Pienso que con los datos de los dos cuadros an- teriores se podrán reconocer los sedimentos y su composición química en el mayor número de casos. Ya se comprende la importancia de este reco- nocimiento. Se pueden agregar los datos siguientes, que servirán para buscar cuerpos determinados, y no ir á tientas en las investigaciones. 57 Estos tres principios resultan de la observación: 1° Es indispensable antes de buscar otra cosa cualquiera, en una orina dada, observar la reacción, y siempre el examen químico de una orina deberá comenzar por el empleo del papel reactivo. (Esto se aplica no solo al reconocimiento de los sedimen- tos, sino al de todos los cuerpos que por un estado patológico se encuentren en la orina.) 2? Los sedimentos que deberán buscarse en una orina que presenta una reacción ácida exagerada (la orina normal es ácida), serán los que forman el ácido úrico y los uratos. 3? Siempre que la orina dé una reacción alca- lina, se deberán buscar los sedimentos fosfáticos. México, 11 de Febrero de 1875. E. Pesqueira. Doy públicamente las gracias á mi compañero el Sr. D. Do- naciano Morales, por haberme ayudado á la redacción de esta Te- sis, tanto con sus reactivos como con sus conocimientos en química.