FACULTAI) DE MEDICINA DE MEXICO. 
TESIS INAUGURAL 
PKESEN TADA AL .IUKAÜO CALIFIOADOK 
PARA EL EXAMEN GENERAL DE MEDICINA, CIRUJIA 
Y OBSTETRICIA. 
POR EL ALUMNO 
RAFAEL SOUSA Y GONZALEZ. 
MEXICO. 
TIPOGRAFIA DE BERRUECO HERMANOS 
Calle de San Felipe Neri 20% 
i88e A LA INOLVIDABLE MEMORIA 
DEL SER MAS QUERIDO DK MI VIDA 
;pi idolatrada Padre TESTIMONIO DE GRATITUD Y AMISTAD 
Jtt fícente $. jftaüitks. 
RECUERDO DE AMISTAD Y RESPETO 
Á LOS SEÑORES DOCTORES 
t¡cii|f!no $}tjía tj |an|Di| ftaza. A MI QUEEIDO MAESTEO 
é\ £i[. §\. dMuai'do Jacéaga 
Como prueba de eterna gratitud y respeto. ALGUNAS CONSIDERACIONES 
SOBRE ESTADÍSTICA DE 
ENFERMEDADES DE NIÑOS  que cumplir con el precepto re- 
glamentario que marca la ley á quien desea 
#§p) obtener el honroso título de Médico Cirujano, 
r$> término ambicionado de una carrera sembrada 
ele escollos y dificultades y á la que se dedica toda una 
juventud, me encuentro perplejo al escoger un pun- 
to que pueda servir de tésis á mi trabajo inaugural: 
creo que las dificultades con que se tropiezan, nadie 
puede conocerlas mejor que mis ilustrados jurados, 
que alguna vez se encontraron en semejante incer- 
tidumbre. 
Vasto es el campo de las cuestiones que diaria- 
mente se discuten en las ciencias médicas, pero es 
tal su importancia, que sólo á capacidades superio- 
res, es lícito entrar de lleno á esclarecer puntos de 
tal interés; de manera que el imperfecto trabajo 
3 10 
que tengo el atrevimiento de someter á la benevo- 
lencia de mis maestros, no es más que el cumpli- 
miento de una ley que lo exige, y de ninguna ma- 
nera la presunción de llenar como es debido la obli- 
gación del que aspira llegar al fin de sus estudios. 
El punto en que me he fijado, ciertamente es uno 
de los más importantes, y para tratarlo debidamen- 
te, sería necesario tener extensos conocimientos, eru- 
dición científica, tiempo ilimitado, y además, elemen- 
tos con que desgraciadamente no se cuentan aquí, 
donde aún no se concede toda la importancia que en 
Europa tienen los trabajos estadísticos, pues según 
lie oído decir á alguno de mis respetables maestros, es 
uno de los asuntos á que más tiempo y dedicación 
consagran los eminentes sabios, que lian enriquecido 
con sus trabajos los estudios de las ciencias médicas; 
en cada Hospital se encuentran datos preciosos, exac- 
tamente recogidos para formar el estudio concienzu- 
do de las enfermedades dominantes. 
Ojalá que semejante práctica, de trascendental 
importancia, quedara establecida entre nosotros; que 
tanto en los Hospitales, como en la práctica civil de 
nuestros profesores, se tomara empeño particular en 
desarrollar un asunto que, tarde ó temprano, demos- 
trará su indiscutible importancia. 
El haber fijado mi atención en dicho punto es debi- 
do á que durante mi internado en la Casa de Ma- 
ternidad he visto el empeño tan asiduo que ha toma- 
do mi querido maestro el Si*. Dr. Eduardo Licéaga, 
para que se forme una estadística en la que queden 
consignados los datos necesarios, para formar un jui- 
cio exacto sobre las enfermedades de la infancia, sus 11 
causas y tratamiento adecuado, objeto principal ¿que 
deben dirigirse todas las miras del médico que cum- 
pliendo con su deber, desea remediar la situación 
aflictiva del que sufre. Creo que al tratar esta cues- 
tión no llenaré su objeto como serían mis deseos, no 
hago más que iniciarla, esperando que con el tiempo 
llegue á ocupar el lugar distinguido que tiene asig- 
nado en las investigaciones modernas. HOSPITAL DE MA i ERNIDAD E INFANCIA. 
ESTADO que manifiesta el movimiento de enfermos habido en el Primer Departamento de Infancia durante el ano de 1879. 
Diagnósticos conforme á la clasificación general ¿e las enfermedades. 
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Enfermeda- 
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gún el sexo. 
Enfermeda- 
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deradas se- 
gún la edad. 
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Enfermedades principales. 
Enfermedades accesorias, intercurrentes 
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1° Enfermedades infecciosas, contagiosas y virulentas. 
I. Tifo] , 
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II. Fiebre intermitente 
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III. Variolokle 
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IV. Group 
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2o. Enfermedades constitucionales sin infección. 
Herida en el índice derecho. Quemosisy ulceracio- 
nes en el ojo izquierdo. Queratitis ulcerosa. Tos 
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11. Tuberculosis 
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III. Púrpura hemorrágica 
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8.° Enfermedades especificadas según los aparatos 
DEL ORGANISMO. 
Sistema nervioso. 
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4." Aparato respiratorio. 
I. Laringitis tuberculosa 1 
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II. Laringitis sifilítica 
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III. Bronquitis 
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IV. Laringitis escrofulosa 
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V. Neumonía 
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VI. Catarro pulmonar, 
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5 o Aparato circulatorio. 
I. Pericarditis 
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0.° Aparato digestivo. 
I. Estomatitis aptosa 
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11. Amigdalitis 
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III. Noma 
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IV. Catarro del intestino grueso 
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V. Catarro agudo del intestino grueso 
Derrame peritoneal 
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VI. Ulceraciones en el intestino grueso 
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Vil. Disenteria 
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VIII. Tenia 
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7.° Hígado y vías biliares. 
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I. Congestión hepática 
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8.° Organos genito-urinarios. 
95 
99 
I. Cálculo vesical 
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II. Incontinencia de orina 
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9.° Enfermedades de la piel. 
99 
1 
I. Diversas erupciones no clasificadas 
3 
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2 
11. Prúrrigo 
1 
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10.° Afecciones oel orden quirúrgico. 
1 
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A. Organos de los sentidos. 
I. Ulceras en la cornea ] 
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1 
1 
II. Otitis externa 
1 
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B. Afecciones articulares. 
99 
I. Artritis crónica rodilla izquierda 
1 
1 
2 
1 
1 
II. Artritis supurada subaguda de la rodilla derecha 
2 
99 
2 
1 
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III. Coxalgia izquierda 
3 
2 
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2 
1 
1 
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0. Afecciones huesosas. 
I. Periostitis de la tibia 
1 
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2 
II. Tumor del seno maxilar izquierdo 
] 
99 
1 
1 
99 
99 
1 
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III. fractura del radio derecho 
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9 
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D. Otras afecciones. 
I. Mal de Pott 
1 
1 
1 
II. Pie bott 
III. Hernia inguinal izquierda 
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IV. Cuerpo extraño en la laringe 
55 1 
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Accidentes veneróos 
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VI. Quiste sebáceo 
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"V II. Contusiones en la cara y ojo izquierdo 
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VIII. Herida contusa región frontal 
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IX. Herida contusa región parietal 
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X. Herida región inguinal 
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XI. Absceso de la fosa iliaca 
9 
1 
1 
2 
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1 
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XII. Quemadura de 3er grado en el tórax 
Adherencias del brazo con el tórax 
Suma 
9 
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1 
1 
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1 
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51 
1 
9 | HOSPITAL DE MATERNIDAD E INFANCIA. 
ESTADO que manifiesta el movimiento de enfermos habido en el Primer Departamento de Infancia durante el año de 1880. 
Diagnósticos conforme á la clasificación general de las enfermedades. 
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Enfcrmeda- 
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radas según 
el sexo. 
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Enfermeda- 
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Enfermedades principales. 
Enfermedades accesorias, intercurrentes 
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1. ° Enfermedades infecciosas, contagiosas y virulentas 
I. Fiebre efímera 
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11. Fiebre remitente 
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III. Fiebre intermitente 
Infarto ganglionar, sarampión, catarro intestinal... 
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IV. Sarampión 
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V. Viruela 
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VI. Varioloide 
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VIII. Tos ferina 
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IX. Erisipela 
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1 
2. ° Enfermedades constitucionales sin infección. 
19 
11 
I. Tisis pulmonar 
4 
3 
1 
II. Escrofulosis 
Blefaritis, Queratitis difusa. Tisis pulmonar. Impéti- 
1 
go, Ulceración en la parto anterior del tórax 
8 
4 
4 
4 
4 
1 
5 
2 
III. Anemia 
9 
1 
IV. Púrpura hemorrágica 
1 
1 
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3.® Enfermedades especificadas según los aparatos 
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9 
DEL ORGANISMO. 
Sistema nervioso. 
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C erebro -1 Lesión cerebral 
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Meduia { parálisis iIlfaIltii 
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Neurosis-j ( orea 
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Gangrena de las extremidades 
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Aparato respiratorio. 
9 
I. Laringitis sifilítica 
1 
] 
II. Laringitis escrofulosa 
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1 
91 
91 
1 
III. lironquitis capilar 
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IV. Tubérculos en los ganglios brónquicos 
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V. Neumonía 
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VI. Pleuresía 
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Aparatq circulatorio. 
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I. Lesión orgánica 
Asistolia 
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Aparato digestivo. 
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91 
I. Estomatitis ulcerosa 
1 
II. Amigdalitis ulcerosa 
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1 
III. Noma 
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1 
11 
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1 
IV. Catarro intestinal 
Algodoncillo, Mal de Pott, Tábes mesentérica 
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V. Enterocolitis crónica 
Tábes mesentérica y Tuberculosis generalizada 
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VI. Disenteria , , 
Viruelas 
9 
9 
9» 
99 
1 
2 
1 
2 
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99 
1 
Hígado y vías biliares. 
I. Congestión hepática 
Colicistitis 
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9 
9 
1 
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9 
1 
Organos genito-urinarios. 
I. Cálculo vesical 
I 
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1 
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II. Incontinencia de orina 
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III. Hipertrofia del prepucio 
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IV. Vegetaciones en la vulva ¡1 
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1 
V. Vulvo vaginitis 
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1 
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VI. Cistitis 
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1 
9 
99 
1 
Enfermedades de la piel. 
1 
11 
91 
1 
I. Prúrrigo 
9 
1 
9’ 
9 
1 
1» 
Afecciones del órden quirúrgico. 
A. Organos de los sentidos. 
I. Conjuntivitis 
i 
1 
1 
1 
B. Afecciones articulares. 
*9 
9 
99 
9 
1. Artritis crónica de la rodilla izquierda 
Hinchamiento de la epífisis del fernup 
i 
1 
1 
1 
11. Coxalgia derecha 
i 
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99 
9 
9 
III. Coxalgia izquierda 
2 
2 
91 
2 
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9 
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C. Afecciones huesosas. 
99 
1» 
9* 
I. Cáries necrótica de la tibia derecha 
1 
1 
1 
II. Fractura del cráneo 
Salida de la masa cerebral 
1 
1 
1* 
1 
99 
91 
1 
Intermitente perniciosa 
1 
1 
9 
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99 
9 
1 
9 
TV. Fractura del fémur izquierdo 
1 
I 
9 
1 
9 
9 
V. Necrosis del maxilar inferior 
Estomatitis mercurial 
1 
1 
1 
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99 
1» 
2 
9 
Otras afecciones. 
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9 
9 
I. MaldePott 
1 
1 
1 
II. Pie bott 
2 
*9 
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99 
III. Herida contusa 
3 
4 
2 
5 
9 
91 
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9 
IV. Tumor erectil de la base de la órbita izquierda 
1 
í 
1 
1 
99 
11 
V. Tumor maligno en la cabeza 
1 
i 
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l 
VI. Flegraón profundo del brazo 
1 
i 
99 
1 
9 
1 
91 
9 
VII. Absceso en la región inguinal 
1 
i 
11 
l 
99 
11 
l 
11 
VIII. Quemadura de 1er. grado en los labios 
2 
1 
i 
91 
1 
1 
9 
9 
l 
1 
9 
IX. Quemadura de 3er. grado en el tórax 
Adherencias cicatriciales del brazo al tórax, y blefa- 
9 
11 
litis ciliar 
1 
1 
” 
1 
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99 
1 
1 
Suma 
112 
56 
56 ; 
58 
54 
25 
6 
50 
31 Diagnósticos conforme á la clasificación general de las enfermedades. 
Número de casos. 
Enfermeda- 
des consi- 
j deradas se- 
gún el sexo. 
Enfermeda- 
des consi- 
deradas se- 
gún la edad. 
Número de defunciones^ 
Altas voluntarias 
Curaciones. 
En curación. 
Enfermedades principales. 
Enfermedades accesorias, intercurrentes 
y complicaciones. 
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Femenino 
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O 
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1° Enfermedades infecciosas, contagiosas y virulentas. 
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Abcesos consecutivos 
2 
1 
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1 
1 
Bronquitis y catarro intestinal 
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Escrofulosis 
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2o. Enfermedades constitucionales sin infección. 
Intermitentes 
1 
1 
1 
1 
Conjuntivitis. Quratitis ulcerosa 
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4 
1 
1 
1 
1 
3.° Enfermedades especificadas según el aparato 
DEL ORGANISMO. 
Sistema nervioso. 
1 
1 
1 
] 
C erebro ( Lesión cerebral 
N eumonía 
1 
1 
i 
1 
Gengivitis ulcerosa 
1 
1 
1 
1 
Congestión cerebral 
3 
3 
2 
1 
Neurosis | c¿re¿ 
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1 
1 
Aparato circulatorio. 
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1 
1 
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A I> A RATO I! ES PI R ATO 1! 10. 
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1 
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Púrpura licmui radica 
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Aparato digestivo. 
2 
2 
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III. Catarro intestinal 
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Hígado y vías biliares. 
99 
I. Congestión hepática 
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1 
1 
1 
Organos genito-urinarios. 
I. Cálculo vesical 
3 
3 
2 
1 
1 
2 
11. Hid rócele 
1 
1 
1 
] 
III. Incontinencia de orina 
1 
1 
1 
1 
IV. Cistitis 
Ulcera en el pié derecho 
1 
1 
1 
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V. Vulvo-vaginitis 
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Enfermedades de la piel. 
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Afecciones del orden quirúrgico. 
A. Organos de los sentidos. 
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1 
B. Afecciones articulares. 
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1. Artritis aguda de la rodilla derecha 
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1 
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11. Artritis crónica de la rodilla izquierda 
4 
99 
3 
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4 
2 
2 
III. Artritis subaguda del pié izquierdo 
1 
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1 
IV. Coxalgia izquierda 
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2 
9. 
3 
V. Coxalgia derecha... 
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0. Afecciones huesosas. 
99 
I. Necrosis del maxilar inferior 
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1 
1 
1 
11. Necrosis del calcáneo 
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III. Fractura del fémur izquierdo en el tercio inferior 1 
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2 
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D. Otras afecciones. 
99 
I. Mal de Pott 
II. Pie bott 
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III. Herida contusa en la cabeza, frente y pene 
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Sumas 
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99 
23 
99 
14 
52 
21 
HOSPITAL DE MATERNIDAD E INFANCIA. 
ESTADO que manifiesta el movimiento de enfermos habido en el Primer Departamento de Infancia durante el año de 1881. HOSPITAL DE MATERNIDAD E INFANCIA. 
ESTADO que manifiesta el movimiento de enfermos habido en el Primer Departamento de Infancia durante el año de 1882. 
Diagnósticos conforme á la clasificación general de las enfermedades. 
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Enfermeda- 
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Enfermedades principales. 
Enfermedades accesorias, intercurrentes 
y complicaciones. 
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1. ° Enfermedades infecciosas, contagiosas y virulentas 
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I. Sarampión 
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11. Viruela 
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III. Group 
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1 
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2. ° Enfermedades constitucionales sin infección. 
91 
91 
I. Tuberculosis 
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II. Escrofulosis 
.Alenitis, erupciones cutáneas, otitis externa y gan- 
grena simétrica del muslo 
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III. Anemia 
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1 
1 
IV. Cólera infantil 
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4 
V. Mal de San Lázaro (forma tuberculosa) 
11 
” 
3.® Enfermedades especificadas según los aparatos 
DEL ORGANISMO. 
Sistema nervioso. 
( Meningitis simple 
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J Tumor cerebral 
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Cerebro < T . 
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( Mania epiléptica 
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Médula -{ Parálisis infantil 
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3 
4. ° Aparatos respiratorios. 
I. Laringitis sifilítica 
1 
1 
II. Neumonía 
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1 
91 
11 
5. ° Aparato digestivo. 
4 
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4 
11 
I. Estomatitis ulcerosa 
1 
II. Noma 
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2 
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III. Entero-colitis 
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IV. Catarro intestinal 
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1 
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V. Disenteria 
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1 
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91 
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6.° Organos genito-urinarios. 
I. Albuminuria 
1 
1 
II. Cálculo vesical 
III. Sarcoma del testículo 
Caída del recto, erisipela y peritonitis supurada.... 
I 
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1 
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IV. Fístula vesico-vaginal 
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91 
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1 
1 
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V. Atresia de la vagina 
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99 
7.° Enfermedades de la riEL. 
I. Impétigo 
II. Eczema 
2 
3 
1 
1 
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4 
,, 
1 
91 
91 
1 
8.® Afecciones del orden quirúrgico. 
A. Organos de los sentidos. 
I. Bléfaro conjuntivitis y queratitis difusa 
1 
1 
1 
II. Dacryocistitis 
99 
99 
9, 
III. Queratitis interticial 
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IV. Catarata 
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V. Atrofia ocular 
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1 
VI. Estafiloma de los ojos 
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1 
1 
1 
91 
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99 
” 
99 
B. Afecciones articulares. 
I. Rigidez de la articulación coxo-femorol derecha 
1 
1 
11. Coxalgia derecha é izquierda 
Absceso de la pared abdominal 
99 
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99 
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4 
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C. Afecciones huesosas. 
I. Periostitis aguda de la tibia derecha 
i 
1 
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11. Tumor blanco de la rodilla izquierda 
Osteites condénsente de todo el fémur y caries de 
la espitisis del mismo 
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3 
1 
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1 
1 
III- Fractura del fémur izquierdo en el tercio inferior 
1 
- 
D. Otras afecciones. 
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I. A trepsia 
1 
1 
II. Mal de Pott 
1 
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11T. Pie bott doble 
° 
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IV. Flegmón profundo, región esterna del muslo derecho... 
( Podredumbre de hospital (forma ulcerosa) 
\ Tábes mcsentérica 
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V. Absceso cuero cabelludo 
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VI. Quemadura de 3er. grado en el tórax 
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1 
Y II. Herida cortante en la región palmar mano derecha ... 
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"VIH. Herida cortante del antebrazo 
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50 
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01 HOSPITAL DE MATERNIDAD E INFANCIA. 
ESTADO que manifiesta el movimiento de enfermos habido en el Primer Departamento de Infancia durante el año de 1883. 
Diagnósticos conforme á la clasificación general ¿e las enfermedades. 
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Enfermedades principales. 
Enfermedades accesorias, intercurrentes 
y complicaciones. 
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1® ENFERMEDADES INFECCIOSAS, CONTAGIOSAS Y VIRULENTAS. 
f 1°. Catarro intestinal crónico. { 
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\ 2°. Bronquitis generalizada. / 
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f 1°. Neumonía. 1 
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\ 2". Bronquitis. / 
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2°. Enfermedades constitucionales sin infección. 
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Enfermedades especificadas según los aparatos del organismo. 
99 
3*. Sistema nervioso. 
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A. cerebro. \ III. Hemorragia y reblandecimiento del he- 
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4°. Aparato respiratorio. 
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5°. Aparato circulatorio. 
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99 
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6®. Aparato digestivo. 
99 
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VI. Gastro-enteritis y enteritis comprendiendo la diarrea... 
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7U. Organos genito-ubinarios. 
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8°. Enfermedades de i.a tiel. 
99 
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9°. Organos del movimiento. 
99 
1 
1 
1 
10*. Afecciones del orden quirúrgico. 
99 
99 
A. Organos de los sentidos. 
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1 
1 
99 
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99 
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B. Afecciones articulares. 
99 
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Infarto pulmonar en el hombre 
2 
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i 
i 
C. Afecciones huesosas. 
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1 
1 
1 
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1 
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1 
II. Caries necrótica de la epífisis superior del cubito iz- 
i 
i 
i 
99 
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1 
III. Osteo periostitis del maléolo tibial 
i 
IV. Fractura mal consolidada del tercio inferior del fémur 
99 
1 
1 
1 
, 1 
V. Fractura completa del tercio inferior del fémur derecho 
VI. Fractura completa doble del tercio medio del antebrazo 
Varioloide 
1 
1 
99 
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99 
1 
99 
1 
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1 
D. Otras afecciones. 
99 
99 
99 
f Osteítis epifisiaria superior del fémur derecho. \ 
0 
4 
o 
5 
1 
1 5 
II. Labio leporino doble con saliente del hueso intermaxilar 
III. Cicatriz viciosa con pérdida de sustancia de los carrillos 
por gangrena de la boca 
\ Murió un enfermo por el cloroformo. / 
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1 
1 
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99 
1 
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97 
53 
44 
43 
54 
18 
18 
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15 13 
CUADRO NUMERO 1. 
Según el número de casos. 
89 
74 
69 
60 
54 
38 
36 
29 
26 
24 
22 
5 
3 
1 
Enfermedades constitucionales sin infección.. . . 
Enfermedades de los órganos de los sentidos 
Enfermedades del aparato circulatorio 
Enfermedades de los órganos del movimiento 
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< IMilito M MKIÍO ?i. 
Según las edades y sexo. 
EDADES. NUMERO DE CASOS. SEXO. NUMERO DE CASOS' 
De O á 5 años. . 226 Masculino 283 
De 5 á 10 años.. 304 Femenino 247 (TARRO NUMERO :l. 
Pexo. 
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ENFERMEDADES DEL APARATO DIGESTIVO. 
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Parotiditis aguda 
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1 
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Tumor salivar 
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1 
1 
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Noma 
7 
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1 
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2 
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Abceso retro-faringeo 
2 
1 
1 
1 
1 
2 
Amigdalitis 
3 
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1 
2 
1 
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Diarrea simple ó catarral 
35 
16 
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21 
14 
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24 
3 
Enteritis tuberculosa 
1 
1 
1 
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Colitis ulcerosa 
2 
1 
1 
2 
i 
1 
Cólera infantil 
2 
1 
1 
1 
1 
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1 
Prolapsus del recto 
1 
1 
1 
1 
Estomatitis ulcerosa 
2 
9 
1 
1 
1 
1 
Estomatitis aptosa 
1 
1 
1 
1 
Gingivitis ulcerosa 
2 
2 
1 
1 
2 
Entero-colitis 
10 
5 
5 
5 
5 
9 
1 
5 
2 
Disenteria 
10 
4 
G 
5 
5 
4 
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Tabes mesentérica 
2 
2 
1 
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1 
1 
Catarro agudo del intestino grueso 
6 
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4 
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1 
1 
1 
Total 
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Alta voluntaria. [ 
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En curación. 
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1 
1 
Escrofulosis 
44 
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23 
14 
30 
5 
2 
28 
9 
Anemia 
14 
9 
5 
3 
] ] 
O 
Tisis pulmonar 
12 
5 
7 
7 
5 
9 
1 
1 
1 
Púrpura hemorrágica 
2 
2 
2 
Total 
74 
39 
15 
24 
50 
14 
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Mal de Pott 
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7 
Pie liot 
6 
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5 
1 
1 
4 
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Hernia inguinal izquierda 
1 
1 
1 
Cuerpo extraño en la laringe.. . 
1 
1 
1 
1 
Ruptura del perineo por violación 
1 
1 
1 
1 
Quiste sebáceo 
1 
1 
1 
1 
Contusiones en la cara y ojo izquierdo 
4 
2 
2 
2 
2 
4 
Herida contusa en la región frontal 
7 
4 
3 
2 
5 
7 
Herida contusa en la región parietal 
1 
1 
1 
1 
Herida cortante en la recién inguinal 
1 
1 
1 
] 
Absceso de la fosa iliaca 
2 
1 
1 
2 
1 
1 
Quemadura al 3er. grado en el tórax 
4 
3 
1 
3 
1 
1 
I 
2 
Flegmón profundo de la región externa del 
muslo derecho 
1 
1 
1 
1 
Absceso del cuero cabelludo 
1 
1 
1 
1 
Herida cortante, región palmar, mano derecha. 
1 
1 
] 
1 
Herida cortante en el antebrazo . 
1 
1 
1 
] 
Labio leporino doble 
1 
1 
1 
1 
Cicatriz viciosa de la boca. . . . 
1 
1 
1 
1 
Heridas contusas no especificadas. . . 
7 
3 
4 
2 
5 
7 
Tumor erectil en la base de la órbita izquierda. 
1 
1 
1 
1 
rumor maligno en la cabeza.. . . 
1 
1 
1 
1 
Flegmón profundo del brazo izquierdo. . . 
1 
1 
1 
1 
Absceso en la región inguinal . . . 
1 
1 
1 
1 
Quemadura de 1er. grado en los labios. . 
2 
1 
1 
J 
1 
1 
1 
A trepsia 
3 
1 
2 
3 
0 
i 
Total 
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40 
29 
33 
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ENFERMEDADES INFECCIOSAS, CONTAGIOSAS, ETC. 
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Alta voluntaria 
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Fiebre intermitente 
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Fiebre efímera 
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Fiebre remitente. 
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Sarampión 
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Viruela 
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6 
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6 
1 
Tos ferina 
7 
9 
5 
6 
1 
1 
4 
2 
Erisipela 
9 
1 
1 
2 
2 
Caquesia palustre 
2 
2 
1 
1 
2 
Sífilis infantil 
1 
1 
1 
1 
Total 
60 
25 
35 
37 
23 
14 
4¡37 
5 
(TAitito m m:i:o 
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ENFERMEDADES DEL SISTEMA X RYIOSO. 
or. 
5 
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Alta voluntarla 
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Meningites simple 
9 
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9 
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1 
Meningitis tuberculosa 
9 
9 
D 
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3 
G 
3 
1 
4 
1 
Esclerosis del cerebro... 
i 
1 
1 
1 
Tumor cerebral 
2 
2 
] 
9 
1 
1 
Hemorrágia y reblandecimiento' del hemisferio iz- 
quierdo... 
1 
i 
i 
] 
Manía epiléptica ; 
2 
1 1 
1 
2 
Lipemanía 
1 
1 1 
1 
1 
Hidrocefalia 
1 
1 1 
i 
1 
Esclerosis medular.. 
1 
1 1 
1 
] 
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4 
3 
9 
1 
4 
Gangrena de las extremidades 
9 
2 
1 
1 
1 
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3 
9 
5 4 
2 
7 
9 
1 
4 
Corea 
2 3 
5 
1 
3 
Histeria 
1 
1 
1 
1 
Eclampsia infantil 
1 
1 
1 
i 
Total 
31 23 
21 
33 
17 
12 
12 
13 17 
( LADRO M MÉRO S. 
AFECCIONES ARTICULARES. 
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4 
9 
6 
3 
3 
Artritis supurada, rodilla derecha 
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9 
2 
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1 
Coxalgia izquierda 
12 
G 
6 
1 
11 
2 
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3 
6 
Coxalgia derecha 
G 
6 
2 
4 
1 
2 
1 
2 
Coxalgia no especificadas 
7 
5 
2 
7 
1 
4 
9 
Artritis aguda, rodilla derecha 
1 
1 
1 
1 
Artritis crónica, rodilla derecha 
9 
1 
1 
2 
1 
1 
Rigidez coxo-fernoral derecha 
1 
1 
1 
1 
Artritis sub-aguda del pié izquierdo 
1 
I 
1 
I 
38 
20 
18 
3 
35 
5 
8 
12 
13 
4 LAURO M RLIÍO «>. 
ENFERMEDADES DEL APARATO RESPIRATORIO. 
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2 
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Defunciones. 
Alta voluntaria. 
Curados. 
5 
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Laringitis tuberculosa 
2 
1 
i 
i 
1 
1 
9 
Laringitis esciofulosa 
3 
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1 
2 
2 
i 
Laringitis sifilítica 
4 
4 
4 
1 
3 
Pólipo de la laringe 
1 
] 
1 
1 
Tubérculos en los sranslios brónquicos 
1 
I 
1 
] 
Bronquitis 
2 
1 
i 
] 
1 
1 
1 
Bronquitis capilar 
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2 
2 
1 
1 
Bronco-neumonia 
1 
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1 
1 
Neumonía 
15 
11 
4 
9 
G 
2 
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Catarro pulmonar 
1 
] 
1 
1 
1 
Pleuro neumonía 
1 
1 
1 
Pleuresía 
0 
1 
1 
1 
] 
1 
] 
1 
Pleuresía tuberculosa 
1 
] 
1 
Total 
25 
11 
19 
17 
13 
3 
13 
7 CUADRO NUMERO 10. 
4 
ENFERMEDADES DE LOS ORGANOS GEXITO URINARIOS. 
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Defunciones 
Alta voluntaria 
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En curación 
Albuminuria 
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1 
Incontinencia de orina 
4 
4 
4 
1 
3 
Cálculo vesical 
1 1 
11 
G 
5 
2 
1 
5 
3 
Cistitis 
2 
2 
2 
1 
1 
Hipertrofia del prepucio 
1 
1 
1 
1 
Hvdrocele 
1 
1 
1 
1 
Sarcoma del testículo 
I 
1 
1 
I 
Vejetaciones en la vulva 
1 
i 
1 
1 
Vulvo-vaginitis 
5 
5 
5 
9 
3 
Fístula vesico vaginal 
1 
1 
1 
1 
A trepsia de la vagina 
1 
1 
1 
1 
Total 
29 
20 
9 
7 
22 
2 
4 
12 
11 
CUADRO NUMERO 11. 
AFECCIONES HUESOSAS. 
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Defunciones 
Alta voluntaria 
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Fractura del cráneo 
1 
1 
1 
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Fractura del radio derecho 
2 
2 
2 
i 
1 
Tumor del seno maxilar izquierdo 
1 
1 
1 
i 
Necrosis del maxilar inferior 
3 
1 
2 
2 
1 
3 
Caries del cubito izquierdo 
1 
1 
] 
1 
Fractura doble del antebrazo derecho 
2 
2 
1 
1 
2 
Fractura completa del fémur izquierdo 
1 
1 
1 
1 
Fractura del fémur izquierdo 
5 
2 
3 
3 
2 
2 
3 
Tumor blanco de la rodilla izquierda 
4 
3 
1 
4 
1 
1 
2 
Caries necrótica de la tibia derecha 
2 
1 
1 
2 
1 
1 
Periostitis de la tibia 
2 
1 
1 
2 
1 
1 
Osteoperiostitis del maléolo tibial 
1 
1 
1 
1 
Necrosis del calcáneo 
1 
1 
1 
1 
Total 
2 6! 1T) 11 
10 
16 
2 
4 
15 
5 CUADRO NUMERO 1*. 
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Herpes generalizado. . . 
Eczema 
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Número de casos. 
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Defunciones. 
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Alta voluntaria. 
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Curados. 
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En curación. 
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ENFERMEDADES DE LOS ORGANOS DE LOS SENTIDOS. 
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Defunciones. 
Alta voluntaria. 
Curados. 
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Dacryocistitis y fístula lacrimal 
5 
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5 
2 
3 
Blefaritis ciliar 
2 
2 
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1 
2 
Conjutivitis catarral 
1 
1 
1 
1 
Bléfaro-conjuntivitis 
1 
1 
i 
1 
Querato-conjuntivitis difusa 
1 
1 
1 
1 
Queratitis difusa 
1 
1 
1 
1 
Queratitis interticial 
2 
2 
i 
1 
1 
1 
Ulcera de la córnea 
1 
1 
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1 
Catarata simple 
2 
2 
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1 
1 
1 
Catarata doble 
3 
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2 
1 
Estafiloma 
1 
1 
1 
1 
Atrofia ocular 
1 
1 
1 
1 
Otitis externa 
1 
1 
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1 
Total 
22 
7 
15 
616 
2 
13 
7 CUADRO NUMERO 14. 
ENFERMEDADES DEL APARATO CIRCULATORIO. 
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Alta voluntaria 
Curados 
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Pericarditis 
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Pericarditis é hipertrofia del corazón 
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1 
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Lesión orgánica del corazón 
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2 
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Periflebitis de la vena crural 
1 1 
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1 
Total 
5 
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CUADRO NUMERO 15. 
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ENFERMEDADES DEL HIGADO Y VIAS BILIARES. 
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De 5 a 12 años 
| Defunciones 
| Alta voluntaria 
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Curados 
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til curaciin 
CUADRO NUMERO 10. 
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De 0 a 5 años I n 
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De 5 a 12 años ¡ P- 
| Defunciones 
¡ Alta voluntaria 
— i 
Curados 
j En curación los datos (pie resultan de los anteriores cua- 
dros, me han llamado la atención los puntos siguien- 
tes, para resolverlos de una manera rápida. 
1. ¿Cuál es el mejor método para formar la Es- 
tadística en las enfermedades de los niños, hasta h 
edad de doce anos? 
2. La causa de has enfermedades que dominan en 
ellos y (pié medios deben ponerse en práctica para 
remediarlas 
m 
(^Tara desarrollar estas cuestiones en cuanto lo per- 
mitan mis escasos conocimientos en la materia, co- 
menzaré por establecer la definición de lo que es Es- 
tadística. 
El profesor de Patología General, X)r. Adrián Se- 
gura la define de la manera siguiente: "La recopi- 
lación de los pormenores de las observaciones, que deben servir como datos para obtener la ley de un 
fenómeno.m De esta definición se deduce que es ne- 
cesario una recopilación exacta de los datos conve- 
nientemente interpretados, para poder formar una 
Estadística general ó especial, según el punto de 
vis.a bajo el cual se quiera considerar; sólo pretendo 
llamar la atención sobre la especial de las enferme- 
dades de los niños, (pie aun muy extensa como es 
esta materia en cualquiera de sus partes, se debe 
considerar, no sólo como la cuestión de números y 
de los términos medios, sino como números de los 
cuales es necesario inducir ó deducir los hechos com- 
ponentes, para venir á establecer la diferencia del 
método que debemos «adoptar para asentar unos da- 
tos capaces de ser útiles en una materia que con el 
tiempo tomará el desarrollo que está llamada á ocu- 
par en el campo de la Medicina. 
El Método estadístico, como también lo define el 
mismo profesor en su interesante trabajo, 1 “es la dis- 
cusión de los pormenores comparables entre sí, y de 
esta discusión inducir ó deducir según los casos, la 
ley general de un fenómeno, u De manera que para 
adoptar un Método estadístico, ya sea general ó es- 
pecial como en el presente caso, es necesario tener 
los pormenores de cada una de las enfermedades, su 
etiología, marcha, influencia de los medios y resul- 
tado del tratamiento bién ó mal dirigido, y entonces 
poder deducir los hechos componentes ú homogéneos 
que vengan á darnos una ley general á que poder 
someter estos mismos casos, aunque sería muy difí- 
cil reunir estas circunstancias, tanto por la falta de 
‘iíSfésis de oposición á la cátedra de Patología General, año de 1877. 23 
datos, cuanto que para llegar á ellas sería necesario 
atender á muchas cosas que aún no es posible al- 
canzar. 
hl Congreso Nacional de Higiene, en su Memoria 
de 4 de Diciembre de 1883. lia adoptado en su "Mo- 
delo de concentración de la Estadística médica de 
los Hospitales civiles y particulares,m el método que 
debe seguirse para formar la Estadística especial de 
cada cada uno de (dios en cuyo modelo se deben te- 
ner presente muchas circunstancias que no lia sido 
posible obtener en el de Infancia, tanto por la igno- 
rancia de nuestra clase menesterosa, cuanto por la 
desidia de ella, que nunca se fija en lo más notable, 
mucho menos en aquellas que sería exigir demasia- 
do para sus conocimientos. 
El Congreso Nacional de Higiene divide su Mo- 
delo en doce columnas, para anotar en cada una de 
ellas las diversas circunstancias que concurren en el 
enfermo; paso á demostrar que algunas de ellas 
son inútiles, otras no son de aplicación, }r (pie dicho 
Congreso ha dejado un vacío demostrado por la 
práctica, que he procurado llenar en el Método que 
después expondré. 
Las tres primeras columnas como las acepto en el 
Método que tomo por modelo, las juzgo convenien- 
tes. La cuarta, que indica la nacionalidad, parece de 
poca aplicación tratándose de los niños, porque ge- 
neralmente los padres que solicitan los cuidados del 
Hospital, son de nacionalidad mexicana; es muy ra- 
ro, y eso hasta hoy (pie nuestro Gobierno ha traído 
tanto mendigo con el carácter de colonizador, encon- 
trar en los hospitales niños de naciones europeas, poro atacados de enfermedades propias y contraí- 
das en el país. En la quinta se señala la religión, 
lo cual tiene poca aplicación, porque podemos ase- 
gurar que la mayor parte de los padres de las cria- 
turas asiladas, profesan la Religión Católica; de ma- 
nera que, si estos observaran extrictamente sus prin- 
cipios, podía tomarla bajo el punto de vista de la he- 
rencia, (pie traería sus consecuencias sobre las enfer- 
medades; pero como hay suma facilidad para que es- 
tos cambien de religión, y en ninguna observen sus 
principios, no podía aplicarla á la herencia en las en- 
fermedades dejos niños. La sexta columna, como el 
mismo modelo lo indica, no tiene aplicación, pues 
trata del estado civil después de los doce años. La 
sétima según la profesión de los padres, (para los na- 
cidos muertos, niños y jóvenes de menos de doce 
años que no tengan ocupación) también es difícil de 
llevar á efecto, porque vemos que esta profesión es 
muy variable; un padre de familia, simple cargador, 
muda de ocupación según las circunstancias pecunia- 
rias, pasando otro tanto con la madre, por lo cual 
creo que no podrá tener influencia sobre (‘1 desarro- 
llo del niño, la variación de las costumbres y ejerci- 
cios musculares, etc. La octava los considera según 
la profesión del enfermo, y esta es de ninguna aplica- 
ción en el presente caso. La novena según el lugar que 
habitan, sería muy benéfica tenerla presente, pues 
contribuye demasiado el lugar donde habitan para el 
desarrollo de la niñez, y diariamente observamos la 
diferencia de constituciones de los niños que habitan 
en el campo y de los que viven en la ciudad; veré- 
mos en las causas de las enfermedades el contingen- 25 
te que dan los niños colocados en las malas condi- 
ciones higiénicas de la población. Las décima y un- 
décima columnas, porque tratan de las defunciones y 
curaciones tienen aceptación. Respecto á la duo- 
décima que se refiere al total, no tiene aplicación ba- 
jo el punto de vista que se le considera, porque la 
subdivido en otras que faltan en el Método dado 
por el Consejo. 
Por lo expuesto se vé que el Modelo adoptado 
por el Congreso Nacional de Higiene, no es de po- 
sible realización, y me he visto precisado á formular 
el que he seguido en los cuadros anteriores. 
Paso ahora á ocuparme de uno que por su senci- 
llez y claridad, según la opinión de mi sabio maestro 
el Sr. Licéaga, puede ser capaz de reunir los hechos 
homogéneos de las enfermedades de los niños hasta 
la edad de doce años, las diez columnas en que está 
dividido, son suficientes consideradas bajo este pun- 
to de vista. Las dos primeras están de acuerdo con 
las dadas por el Consejo en su modelo ya citado, la 
tercera que señala el total del número de casos, vie- 
ne á ser una subdivisión de la duodécima, creo se 
halla bién su colocación y para dar una idea á prime- 
ra vista de la frecuencia de los casos, y pasar lue- 
go á considerarlos con relación á los datos que su- 
ministran las siguientes columnas. Las otras cinco 
que anotan el sexo, edad y defunciones están con- 
formes al modelo del Consejo Superior de Salubri- 
dad. La novena que indica las altas voluntarias, es 
necesario tenerla en cuenta porque hay padres que 
sacan á sus hijos aún no estando todavía curados, 
de manera que no es posible considerar á estos ni- ños en las dos columnas restantes, lo que traería un 
déficit en el total de los casos. La décima que in- 
dica los niños curados, y la undécima los que que- 
dan en curación al dar la noticia mensual ó anual de 
la estadística, por solo su enunciado se demuestra su 
importancia. Por este examen que lie hecho del mo- 
delo presentado en este trabajo, creo que llena de- 
bidamente los requisitos que exige la definición, y 
por lo mismo se debe aceptar, como el mejor método 
estadístico especial en las enfermedades de los niños. 
El método numérico es “La deducción de los re- 
sultados con dos objetos: ó bién con el de llamar la 
atención de la frecuencia de un fenómeno y se in- 
vestigue su causa, ó bién con el de fijar una media 
numérica en los casos en que tratamos de determi- 
nar la cantidad de un fenómeno, n De manera que 
la cantidad total de casos obtenidos durante los cin- 
co años que estudio, es preciso considerarlos bajo 
los dos puntos de vista que contiene la definición, 
por lo cual, vemos que el mayor número de casos 
es debido á la frecuencia de las enfermedades del 
aparato digestivo, cuyo número asciende á 89, pre- 
dominando las del estómago é intestinos grueso y 
delgado, según se vé por el cuadro núm. 3, donde 
se hallan por orden decreciente según su frecuencia. 
Después siguen las constitucionales sin infección, 
predominando en éstas las escrofulosas, según se vé 
por el cuadro núm. 4. Las diversas afecciones que 
pertenecen al orden quirúrgico, las indica el cuadro 
núm. 5. Las infecciosas las señala el cuadro núm. (3; 
la del sistema nervioso, el cuadro núm. 7; las afeccio- 
nes articulares, el núm. 8; las del aparato respirato- 27 
rio, el núm. 9; las de los órganos genito-urinarios, las 
de las afecciones huesosas, las enfermedades de la 
piel, las de los órganos de los sentidos, las del apa- 
rato circulatorio, las del hígado y vías biliares, las 
de los órganos de movimiento, en los cuadros res- 
pectivos del núm. 10 al 10. De manera que, vístala 
frecuencia de las enfermedades, es necesario buscar 
por qué se presentan en este orden, para lo cual se 
deben estudiar las causas que dan nacimiento ¿1 es- 
tas enfermedades, cuyo punto comprende la cuestión 
que me lie propuesto tratar en la segunda parte. 
Para fijar la inedia numérica con el objeto de de- 
terminar la cantidad de un fenómeno, el cual tiene 
que ser la mortalidad ocasionada por las enfermeda- 
des en los niños, cuya cantidad asciende en los cin- 
co años á 103 defunciones en 530 casos de las diver- 
sas enfermedades que se presentaron, lo que dá un 
término medio de defunciones por año ó sea un 
5 por 100 sobre el número de casos. 
Con lo expuesto creo haber iniciado la cuestión 
que me propuse tratar en esta primera parte, siendo 
muy triste asentar por último, que la mayor parte de 
los datos que se encuentran en los libros del Hos- 
pital, ó son tomados con muy poco empeño, ó mu- 
chas veces por llenar las casillas se asientan cosas 
inexactas; muy laudable sería que en esta parte se 
pusiera mayor empeño, tanto por el provecho perso- 
nal, cuanto por el que quisiera emprender un tra- 
bajo de esta naturaleza, tuviera la felicidad de trope- 
zar con menos dificultades, y pudiera asentar nume- 
rosos datos verídicos. Me he visto precisado á no 
anotar, sino aquellos de los cuales he podido dedu- 
cir la verdad del hecho. El segundo punto que paso á estudiar es la cau- 
sa del predomino de ciertas enfermedades en los 
niños, de las cuales tomaremos aquellas que en los 
cuadros estén señaladas como mas frecuentes, y 
que son también las más peligrosas en la primera 
y segunda infancia, porque el niño, como dice Fons- 
sagrive, “no es un diminutivo del adulto, es un ti- 
po fisiológico bien caracterizado, el cual tiene por 
distintivo el crecimiento que no existe en el adulto, 
y al cual le falta la función de la generación, m de 
manera que es necesario estudiarlo bajo aquel punto 
de vista para encontrar las causas de las enfer- 
medades. 
La primera de las enfermedades, cuya causa te- 
nemos que investigar, es la diarrea simple ó cata- 
rral cuyo número de casos es de 53, según se vé en 
el cuadro número 1 de las afecciones del aparato di- 
gestivo, y esta diarrea la debemos considerar no so- 
lamente por el número de defunciones á que dá lu- 
gar, sino por las causas ligeras (pie son suficientes 
para producirla y los peligros para la salud que re- 
sultan por su larga persistencia. Es preciso deslin- 
dar una cuestión respecto á lo que debemos llamar 
diarrea simple ó catarral, para distinguirla de las 
otras afecciones del intestino, porque, según West, 
algunos autores antiguos consideran bajo el nombre 
común de diarrea, todos los casos en los cuales hay 
aumento de evacuaciones alvinas. Los autores mo- 
dernos rechazan el nombre de diarrea y han tratado 
solamente de ciertas afecciones inflamatorias de los 
intestinos, de las cuales el flujo es sintomático, y es- 
ta es la opinión de los autores Bouchut, Blachc et Guersant, D’espine y Picot, que le nombran Enteri- 
tis aguda simple; Barricr, que le llama Diacrise se- 
rosa, pero cuya denominación no es claramente exac- 
ta porque hay casos en que no solamente hay flujo 
sino también inflamación de los folículos reunidos ó 
aislados del intestino, en los que muchas veces hay 
lesión material sin estar inflamados, loque proviene 
de la relación que, según Bilard, hay entre la hipe- 
remia y la inflamación, que trae como consecuen- 
cia la estabilidad que causa el aumento de secreción 
de los tolículos, lo cual los pone entre un grado 
de estado normal é inflamatorio de alteración. Sin 
embargo, Barthez et Billiet aceptan también el nom- 
bre de diarrea catarral en razón de su manifesta- 
ción más habitual, es decir la hipersecreción muco- 
sa que puede no traer alteración al principio de los 
folículos, pero que la trae á consecuencia de su per- 
sistencia; aquí no hemos podido fijar nuestra aten- 
ción sobre si hay ó no alteración anatómica por par- 
te del intestino, porque el corto número de defuncio- 
nes que se observan en el cuadrito respectivo, son 
debidas generalmente á complicaciones que han ori- 
ginado la muerte del niño. 
Como causas que originan la diarrea, tenemos en 
primer lugar la edad, pues se observan que el ma- 
yor número de casos es entre 0 á 5 años, en cuya 
edad está comprendido el trabajo de la primera den- 
tición, siendo difícil darnos una cuenta exacta de la 
relación que existe entre la irritación de los intesti- 
nos y la evolución dentaria; es un hecho constante 
rodeado de hipótesis más ó menos verosímiles. La 
causa es una agitación nerviosa provenida por el es- tado de dolor de las encías á consecuencia de la fluc- 
ción, cuyo resultado es aumentarla secreción intes- 
tinal y de dañar la asimilación de los alimentos. 
Otros creen que la inflamación de las encías y 
mucosa bucal es susceptible de extenderse á los in- 
testinos. Las dos opiniones son confirmadas por la 
observación, y están de acuerdo con la marcha de 
los accidentes. Primitivamente es un fenómeno sim- 
pático. 
La segunda causa frecuente de la diarrea es el 
estado de debilidad ocasionado por las malas condi- 
ciones higiénicas en que se halla nuestra clase me- 
nesterosa, la falta de cuidados en su nutrición, y los 
malos y abundantes alimentos que se les dan para 
su edad. Tenemos que las condiciones higiénicas 
son malas bajo todos puntos de vista; la ciudad se 
halla colocada en las peores condiciones para respi 
rar diariamente los miasmas más deletéreos que ori- 
ginan toda clase de epidemias, cuyos gérmenes los 
encontramos en las famosas casas de vecindad y ac- 
cesorias, que mas bien podríamos llamar focos de 
infección, pues tenemos reunidos en un cuarto de 
pequeñas dimensiones mas de ocho individuos de 
todas edades, donde hay que contar también la po- 
ca limpieza debida á las malas circunstancias pecu- 
niarias de nuestra gente pobre, y el poco cuidado 
que tienen de su persona. Se contentan general- 
mente con tener las tortillas, los frijoles y so 
bre todo el pulque, para olvidar no solo los cui- 
dados de familia sino aún los deberes como pa- 
dres, de donde nace que cuando las criaturas 
están todavía al pecho se les dá toda clase de 31 
alimentos. Y esto no solo se nota en la clase me- 
nesterosa, sino en la clase acomodada de la sociedad, 
cuyas madres, con objeto de tener la libertad abso- 
luta de gozar de las diversiones y de no descompo- 
ner su físico, alimentan al niño con sustancias poco 
adecuadas á su edad, y vemos diariamente suplir la 
alimentación natural, con atoles, papillas y otras sus- 
tancias de consecuencias con el tiempo; entre la gente 
pobre se acostumbra dar al niño gran cantidad de 
tortillas, frijol, carne, etc., siendo estos alimentos de 
muy mala calidad y aún descompuestos. Esto no so- 
lo se ve en los niños de pecho, sino también en los 
de mayor edad que no tienen conocimiento de lo 
que hacen. 
Además ríe estos estados propios del organismo y 
las causas ocasionales de la alimentación, la diarrea 
es ocasionada por la influencia atmosférica (pie en 
ciertas épocas la hace muy frecuente y en otras la 
retarda, pues según Hipócrates, sus complicaciones 
son más de temer en el estío que en el invierno. 
Durante el invierno, el niño se encuentra mejor en 
el período de la dentición siempre que sea bien cui- 
dado; pero sucede con frecuencia que muchas ma- 
dres ó nodrizas ven tener á los niños seis ó diez 
evacuaciones sin preocuparse. Este descuido es de 
consecuencia en los climas calientes y durante el es- 
tío, donde las diarreas conducen á otras enfermeda- 
des graves del intestino. 
Desgraciadamente al tomar los apuntes de las or- 
denatas, no fijé mi atención en los meses en que los 
niños habían sido atacados de diarrea, por cuyo mo- tivo suspendo la opinión sobre este punto de la in- 
fluencia atmosférica. 
Paso ahora á ocuparme de los medios que hay pa- 
ra combatirla, teniendo que considerarlos según que 
el niño aún está en lactancia ó en alimentación. En 
el primer caso, si el niño está nutrido solamente con 
el seno, es necesario examinar la salud, costumbres 
é higiene de la nodriza, la cantidad y calidad de la 
leche por los medios físicos de que disponemos. Si 
ésta no llena las condiciones apetecibles de salud y 
de calidad de su leche, es necesario no vacilar en 
cambiarla. Pero ántes de dar este paso, y á causa 
de las muchas dificultades que hay en encontrar una 
persona capaz de cumplir con sus deberes, ya no por 
cariño sino por conciencia, es preciso inquirir el ré- 
gimen alimenticio que se ha seguido con la nodriza. 
Es muy común que ésta al ingresar á una casa ten- 
ga sus pretensiones respecto á la cantidad y calidad 
de los alimentos, y que las familias, por halagarla, 
secunden y sobrepasen estas pretensiones: ha basta- 
do muchas veces imponer á la nodriza un régimen 
alimenticio, parecido al que observaba en su casa, 
para aliviar notoriamente al niño. El llanto del ni- 
ño no siempre es la expresión de la necesidad de 
alimentarse, y darle el pecho cuantas veces llore, 
es absurdo. Es preciso metodizar su alimentación 
dejando el intervalo para que digiera: varios casos 
atestiguan que desaparece la irritación intestinal y 
que el alivio no se hace esperar. Si este recurso no es suficiente para hacer ce- 
sar la diarrea, es preciso seguir la conducta que in- 
diqué para la elección de la nodriza. Diariamente 
vemos que muchos han sido los medios propuestos 
para suplir la alimentación natural por la artificial 
aconsejando que solamente en caso preciso se recu- 
rra á este medio, pues constantemente se ven casos 
desgraciados producidos por esta causa. 
De la misma manera, por destetar antes del año 
y medio á los niños, les viene la diarrea que muchas 
veces desaparece con solo volverles el pecho, lo cua' 
es muy difícil en algunas ocasiones, pero se consi- 
gue al fin con algunos dias de paciencia y perseve- 
rancia. 
La higiene corporal es preciso no desatenderla, y 
reclama cuidados muy minuciosos de aseo y limpie- 
za en los vestidos que deben mudarse con frecuen- 
cia, procurando que estén algo calientes para que 
no sufran un enfriamiento. 
Cuando la diarrea catarral en la dentición, se 
acompaña de perturbaciones generales y exitación 
febril, las encías presentan un estado de ¡linchamien- 
to y tensión notables, se les debe hacer una ligera 
incisión, lo que algunas veces es suficiente para cal- 
mar el estado de irritabilidad de los intestinos; si las 
encías no presentan esta alteración, nada se obtiene 
con este tratamiento y seria una crueldad someter á 
los niños sin obtener ningún resultado provechoso. 
Si el ataque de diarrea viene acompañado de ac- 
cidentes nerviosos, ademas de los medios aconseja- 
dos, como los antiespasmódicos, puede recurrirse al 
baño tibio dos ó mas veces al dia, para calmar la irritabilidad del sistema nervioso, que tiene algunas 
manifestaciones como si se tratara de alguna afec- 
ción cerebral. 
Si es debida la diarrea á la ingestión de algún 
alimento indigesto es suficiente recurrir á un pin - 
gante mecánico. Si este medio no es bastante se 
puede intervenir por los mercuriales, astringentes, 
opiados, absorventes y otros, en dosis convenientes 
á la edad del niño. 
Estos medios secundados por la dieta del niño y 
la mayor prudencia en la administración de los ali- 
mentos, traerán probablemente la curación en dos ó 
mas semanas. 
La segunda enfermedad cuya mayor frecuencia 
llama nuestra atención, os la Disenteria y la Entero- 
colitis, cuyo número en los cuadros es de diez casos 
para cada una. 
Generalmente las causas que dan nacimiento á la 
primera enfermedad son: los alimentos descompues 
tos y mal preparados, las frutas verdes y el abuso de 
las maduras, las aguas estancadas v corrompidas que 
muchas veces son suficientes para dar nacimiento 
á las disenterias epidémicas, que nunca lie observa- 
do ni en el hospital ni en la práctica civil; causas que 
dan lugar cuando se reúnen la aglomeración y malas 
condiciones higiénicas, á la disinteria epidémica en 
el adulto, pues en el niño es demasiado raro esta 
clase de disinteria, donde se muestra ordinariamen- te bajo la forma aguda, pues en la crónica es pre- 
ciso buscar las ulceraciones del intestino que la man- 
tienen. 
La forma aguda la determina en los débiles de 
constitución un abuso de régimen alimenticio, la in- 
gestión de sustancias de difícil digestión y además 
la presencia de cuerpos extraños en el intestino (pie 
le irritan. También hay ur.a causa; la impresión del 
frió húmedo sobre el cuerpo que puede considerarse 
como especial, aunque no hay estación determina- 
da (pie tenga influencia sobre su producción, pues 
se observa en toda estación y clima, sin embargo, en 
los países calientes sus manifestaciones son mas mor- 
tíferas que en los otros climas. La edad, sexo y 
temperamento, cualquiera que sean, no están al abri- 
go de esta afección, siendo los hombres atacados en 
mayor número por hallarse expuestos á las causas 
que la producen. 
El contagio que muchos autores admiten en la di- 
senteria después de varias discusiones se ha desecha- 
do. La principal causa de la disenteria es como lo 
hemos dicho ya, la gran reunión de individuos colo- 
cados en malas condiciones, lo que producirá una in- 
fección y no un contagio, pues seria un error conside- 
rar contagiosa una enfermedad, porque no ataca á to- 
dos los individuos que se exponen á contraería, sino 
en circunstancias en que ha podido ser trasmitiday no 
lo ha sido; no habiéndose visto ningún caso, está per- 
mitido dudarlo. Si se compara á las afecciones con- 
tagiosas como el sarampión, viruela, tifo, etc. se en- 
cuentra que no presenta los caracteres que son co- 
munes á estas afecciones, ademas es muy difícil en ciertos casos separar las enfermedades contagiosas 
de las simplemente epidémicas, porque no podemos 
decir si la enfermedad se ha desarrollado bajo la in- 
fluencia del contagio ó de otras condiciones ecológi- 
cas similares. 
Hay otras causas que pueden abreviar la duración 
de la enfermedad antes de que se muestren las alte- 
raciones graves por parte délos intestinos, tales son 
los accidentes del aparato nervioso y circulatorio á 
los cuales es preciso vigilar diariamente para evitar 
un fracaso. 
Las causas de la entero colitis son las mismas que 
las que dan lugar á la diarrea y disenteria, y sus sín- 
tomas son los únicos lo mismo que las alteraciones 
anatómicas, que nos harán distinguir la enfermedad 
de que se trata; pues tenemos como causas princi- 
pales y predisponentes el mal régimen, la acumula- 
ción, el frió y ios malos alimentos que traen á veces 
la inflamación y manifestaciones de esta enfermedad. 
Como medios que deben emplearse para tratar 
la disenteria y enterocolitis debe darse para la pri- 
mera, cuando depende de la ingestión de alimen- 
tos descompuestos, frutas verdes, etc. un purgante, 
prefiriendo sobre todos el aceite de ricino ayu- 
dado de lavativas emolientes y mucilaginosas, cu- 
yos medios son suficientes para suspender la mar- 
cha de la enfermedad, la que si no presenta un ca- 
rácter alarmante, es prudente la separación de las 
circunstancias que pueden mantenerla. 
Para evitar la infección debe procurarse que las 
deyecciones de los enfermos se tiren inmediatamen- 
te, para que no sufran descomposición, cuidando de la misma manera el que haya aumento de personas, 
pues así se evita la descomposición del aire y se me- 
joran las condiciones higiénicas. 
Cuando no son suficientes estos medios se recurre 
á evacuantes, mercuriales, opio y lavativas mucila- 
ginosas, administradas según la forma de la disen- 
teria y en dosis apropiada á la edad del niño. 
Como tratamiento de la entero-colitis, lo primero 
que debe hacerse es examinar el régimen é higiene 
del niño, y modificarlos según tenemos dicho al ha- 
blar de los medios que deben oponerse á la diarrea 
simple ó catarral, lo que si no dá el resultado desea- 
do puede ocurrirse á la medicación antflogística, 
revulsivos, absorventes, tónicos, astringentes y opia- 
dos, aplicados convenientemente según los casos y 
complicaciones. 
Paso en silencio las demas afecciones del apara- 
to digestivo que figuran en el cuadro respectivo, 
porque su número considerado con relación á los 
cinco años que abrazo, es tal que no es digno de fi- 
jar nuestra atención como lo hemos anunciado en la 
primera cuestión; de manera que seria demasiado 
cansado estudiar las causas ) tratamiento de cada 
una de las enfermedades (pie comprende esta reco- 
pilación de la estadística, tanto por ser insuficientes 
mis conocimientos en materia tan extensa, cuanto 
que seria bastante pretensión el querer hacer un 
tratado de Patología Infantil, cosa imposible de rea- 
lizar en un trabajo de tal naturaleza como deben ser 
los inaugurales, lo mismo que seria muy largo y can- 
sado el atraer la atención de mis amables lectores, si 
me atreviera el tratar la materia muv detalladamen- te, y asi es que por estos motivos, haré de la misma 
manera con todas las (lernas enfermedades encada 
una de sus clasificaciones, no fijándome en aque- 
llas cuyo número no sea mayor de cinco ó seis casos 
por año, ó en aquellas (pie sean de tal naturaleza 
graves que en toda vez que las observemos den oca- 
sión á la muerte. 
Entre las enfermedades constitucionales sin infec- 
ción tenemos tres cuya frecuencia es tan grande, que 
tenemos que fijar nuest ra atención en las causas que 
las producen. En primer lugar la escrofulosas, nos 
dá un contingente de 44 casos, en los (pie hay las di- 
ferentes manifestaciones y fases bajo las cuales se 
presenta dicha enfermedad, y veremos solamente 
la etiología de una manera general, porque entrar á 
estudiarla en sus diferentes manifestaciones seria 
muy largo. 
Como causa esencial de dicha enfermedad tene- 
mos la herencia (pues generalmente está unida á la 
tuberculosis) produciendo de esta manera niños es 
trumosos, que nacen de padres debilitados tanto por 
afecciones físicas como morales, cuyas causas debi- 
litantes son el apana ge de nuestra clase menestero- 
sa. En el gran centro de población de la ca- 
pital, se observa que ademas de encontrarse coloca- 
dos en medios propios para desarrollarlas, como la 
alimentación insuficiente y mala, la aereación incom- 
pleta, una habitación malsana, tenemos que añadir 
que para llenar ciertas preocupaciones de nuestro 39 
modo de sor, preferimos sacrificar la salud en aras 
de la moda, gastando los pocos recursos en dichas 
exigencias y no procurando mejorar las condiciones 
de vitalidad en (pie nos hallamos colocados, lo que se 
observa desgraciadamente en personas cuya instruc- 
ción, parece debía estar en pugna con tales ideas; 
causas por las cuales vemos el inmenso contingente 
que nos dá esta afección en sus diferentes manifes- 
taciones en el sistema huesoso, la piel, las membra- 
nas mucosas, las glándulas absorventes, los pulmo- 
nes, cerebro y membranas serosas etc. 
Al lado de la herencia se ha colocado la lactancia 
por una nodriza tísica, enferma ó embarazada, lo 
mismo que la lactancia artificial que algunos pato- 
logías han acusado como causa de la escrofulosis, 
mientras que otros la ven en la alimentación por le- 
che de vacas enfermas. 
Esta enfermedad puede desarrollarse á todas las 
edades, poro os mas común (pie se manifieste hacia 
el tiempo de la primera dentición ó entre esta y la 
segunda, razón por la cual se observan el mayor nú- 
mero tanto en Europa como aquí, entre cinco y 
quince años hasta la pubertad que va aumentando 
los casos, pues los observados en la edad adulta de- 
penden de haberla contraido desde su infancia, lies- 
pecto al sexo parece que las niñas se atacan mas 
fácilmente que los niños. 
Entre las causas antihigiénicas tenemos la mala 
nutrición de que ya hablamos, la alteración del aire, 
la humedad, ciertos climas y países, algunas profe- 
siones sedentarias ó costumbres viciosas. La influen- 
cia del medio en que viven los niños ha atraído la atención de varios a.itores, pues se lia observado 
causas de eserófulosis en el aire frió ó caliente, húme- 
do, rarificado, alterado ó animalizado. La habita- 
ción húmeda, poco areada, privada de luz, y conte- 
niendo muchas personas relativamente á su exten- 
sión, medios todos en los que se halla colocada la 
mayor parte de nuestra sociedad. La humedad que 
se encuentra de una manera notable en los pisos bajos 
de nuestras habitaciones, que hace se esperimenten 
cambios de frió á calor y se respire un aire impuro 
cargado de materias en descomposición, producidas 
por los órganismos inferiores que se hallan debajo 
de los entarimados. 
Los climas calientes y húmedos parecen tener in- 
fluencia sobre el desarrollo de la estrumosis, lo mis- 
mo que en Europa se observa en los países fríos. En 
cuanto á las estaciones es ordinariamente hacia el 
fin del invierno ó principio de la primavera que se 
manifiestan sus primeros síntomas. 
En cuanto á las costumbres viciosas, difícil me pa- 
rece que haya algún pueblo en las naciones europeas, 
donde reinen los vicios de la manera más alarmante 
que en el nuestro, pues vemos diariamente el contin- 
gente tan grande de mortalidad que ocasiona el al- 
cohol; lo mismo podemos decir de la sífilis y otros 
varios vicios; causas por las cuales vemos nuestra ra- 
za ser de constitución tan raquítica y darnos nume- 
rosas deformidades ocasionadas por estos males. 
Las enfermedades anteriores son algunas veces 
causa determinante de la escrofulosas, tal como el 
sarampión y tos ferina, que no vienen más que á ha- 
cer estallar la diátesis en un niño predispuesto, lo mismo que la escarlatina y viruela, á quienes se lia 
atribuido con error la potencia de aumentar esta 
predisposición, pero los hechos no han hablado en 
favor de estas opiniones. 
Los tratamientos (pie pomposamente se han de- 
nominado anti-estrumosos, son simplemente más ó 
menos propios en el mayor número de casos para 
ayudar la curación expontánea del mal; pero no 
obran de una manera eficaz contra las causas de la 
escrofulosis, del mismo modo que contra algunas 
otras enfermedades donde se les emplea igualmente. 
El primer medio, según varias opiniones, para po- 
der curar esta enfermedad, es separar á los niños de 
los medios que tienden á mantenerla ó desarrollarla. 
Así, pues, para tratar á estos enfermos es necesario 
colocar al niño lejos de las causas que le hacen na- 
cer, y si no es posible esto, al menos combatir con- 
tra ellas y sus efectos. 
Los medios higiénicos son los más eficaces sobre 
los otros agentes terapéuticos para Ilegal* á este ob- 
jeto. 
Entre los medios higiénicos, ocupa el primer lu- 
gar el aire puro y seco, que es el medio terapéutico 
más poderoso contra la escrofulosis. El ejercicio y 
el movimiento tienen una acción poderosa y por eso 
vemos que los niños estrumosos, que habitan en el 
campo y están sometidos á estos medios, curan más 
pronto que los que viven en las poblaciones. La reu- 
nión de esta clase de enfermos en los hospitales co- 
mo se observa en el de Infancia, dilatan más por 
encontrarse colocados en circunstancias opuestas á 
su curación, tal como la falta de aire, de acción y 42 
movimiento, por lo que sería conveniente someter- 
los según su edad y fuerzas á los quehaceres de la 
casa y que no estuvieran reunidos sino durante la no- 
che, gozando ele aire puro en el din. 
El género de alimentación deben ser las carnes co- 
cidas y asadas, los pescados, huevos, vinos, etc., sin 
excluir los vegetales, como las legumbres frescas, yer- 
bas cocidas, frutos maduros que reunidos constituyen 
la alimentación más saludable, en general el alimen- 
to más conveniente debe ser el más sustancioso y el 
más fortificante. 
Los baños ejercen una acción adjuvante á los me- 
dios enunciados, más cuando son alcalinos, sulfuro- 
sos, jabonosos, etc., en los que deben tenerse presen- 
te la excitabilidad particular del enfermo, en cuyo 
caso es necesario agregar sustancias mucilaginosas 
para mitigar su acción. Se debe agregar cuando se 
quiere aumentar la energía de acción de dichas aguas, 
las duchas sobre las partes infartadas, lo mismo «pie 
algunas tomas al interior. Los baños fríos y de mar 
parecen merecer los elogios que se han hecho de 
ellos, como medio terapéutico en la cstrumosis, lo 
mismo (pie los baños de vapor y estufa seca. Pero 
todas las aguas ficticias no pueden compararse en 
su acción á las aguas naturales tan justamente reco- 
mendadas, de manera que faltándonos numerosos 
manantiales de aguas naturales en el país, aconsejo 
mandar aquellos en que se reúnan dichas circuns- 
tancias. El último punto de higiene en esta enfer- 
medad, es la ropa que conviene traigan los niños, 
en lo general debe ser abrigadora y de lana aplicada 
inmediatamente á la piel, para mantener una excita- eiún constante de ella, sobre todo en las estaciones 
trias v húmedas. 
Un gran número de sustancias medicamentosas 
son empleadas en la escrofulosis; como tratamiento 
general, las que presentan alguna utilidad pertene- 
cen á los tónicos, excitantes y alterantes; los tónicos 
más empleados, son la genciana, la quina y el no- 
gal, solos en sus diferentes preparaciones como ex- 
tractos, cocimientos, etc., también según la edad y 
estado de las vías digestivas del enfermo, con los 
cuales se ha obtenido algunas curaciones y otras ve- 
ces mejorar el estado general. 
Entre los excitantes tenemos la infusión de la 
mayor parte de las labadas y cruciferas asociadas á 
las de las plantas amargas. La brea como excitante 
resinoso no se debe olvidar, pero todas han sido em- 
pleadas en una época en que el mal cede á los reme- 
dios más insignificantes. Las preparaciones vinosas 
ó alcohólicas, mezcladas á los amargos, tónicos exci- 
tantes, convienen mejor que las tinturas de estas 
mismas sustancias, pues son en general más tónicas 
y menos irritantes, para las constituciones débiles, 
empleadas en las estaciones húmedas y frías. 
Hay un excitante mixto alterante que no he visto 
empleado y que en manos de Baudeloque, daba ex- 
celentes resultados cuando el yodo es sin efecto, tal 
es el cloruro de bario á la dosis progresiva de 5 á 
25 centigramos, sin otros inconvenientes que una 
enteritis que cede á la suspensión del medicamento. 
Las preparaciones de yodo bajo todas formas, en 
pomadas, inyecciones, baños, bebidas, son las más 
útiles de todos los medios que hasta el dia se han empleado, siendo el más poderoso agente y que 
cuenta con más éxitos. 
En el empleo de los mercuriales es necesario ob- 
servar muchas veces que no son útiles, sino cuando 
no provocan abundantes evacuaciones, porque arro- 
jan á los enfermos en un estado de postración, y que 
se les emplea más bien como alterantes que como 
purgantes. 
El aceite de bacalao parece ayudar á la acción de 
los medios higiénicos para mejorar la constitución 
de los escrofulosos, pues se ha observado que cuan- 
do la enfermedad ha querido retroceder, el aceite 
de bacalao reanima las fuerzas y favorece los pasos 
Inicia la curación. 
Los diferentes agentes terapéuticos que hemos 
mencionado, no favorecen verdaderamente la cura- 
ción, más que cuando son empleados con discerni- 
miento y según las circunstancias, sobre todo cuan- 
do se quiere comenzar con medios mixtos, á fin de 
que no se habitúen á las mismas sustancias y que 
produzcan necesariamente poco efecto. Si durante 
la enfermedad sobreviene alguna complicación, es 
preciso abandonar todo tratamiento anti-escrofnloso 
y tratarla como si no estuviera afectado de estru- 
mosis. 
La anemia debe considerarse como una afección 
secundaria, casi siempre sintomática, sobreviene en 
las enfermedades agudas ó crónicas de la infancia y 
se conoce fácilmente por el tinte pálido particular 
de la cara de los enfermos. 
Este estado existe en todas las enfermedades cró- 
nicas, tales como la tisis, la tabes mesentérica, los 45 
tumores blancos, las hernias que supuran largo tiem- 
po, la nefritis parenquimatosa, la bronquitis cróni- 
ca, etc. Se nota también después de las enfermeda- 
des agudas sobre todo en los niños debilitados, lin- 
fático*, pobres, mal nutridos y colocados en malas 
condiciones higiénicas y que les falta buena asisten- 
cia en sus enfermedades, pues muchas veces se le ve 
desaparecer con sólo una buena alimentación y la 
permanencia en el campo. 
Para emplear los medios terapéuticos, se debe so- 
bre todo notar si ésta es primitiva ó sintomática, 
en cuyo caso debe dirigirse el tratamiento, tanto á 
la enfermedad principal como á la complicación. 
En la primitiva, el fierro empleado bajo la forma 
de sales fácilmente absorvibles y atacados por los 
ácidos del estómago, debe ser empleado; los tónicos 
como el vino de quina, y el jarabe etc., ayudados de 
los baños fríos de inmersión, la hidroterapia, la vida 
del campo, son los medios con los cuales se puede 
obtener resultados favorables. 
En la sintomática es necesario tratar y ocuparse 
de la enfermedad primitiva, para después tener 
cuenta de la complicación. En este caso, el fierro 
dá menos buen resultado y daña cuando depende 
de afecciones crónicas del intestino ó tuberculosas 
del pulmón y debe suplirse con el arseniato de sosa 
á dosis conveniente, con lo cual se han obtenido al- 
£1111(98 éxitos. La tuberculosis es íuuy frecuente verla unida á la 
estrumosis: las causas bajo las cuales parece desa- 
rrollarse esta enfermedad, son las mismas. 
La tuberculosis es heriditaria y nacen los niños 
con la predisposición marcada á contraería y reco- 
noce las mismas causas determinantes para desarro- 
llarse, la alimentación insuficiente, la aereación 
incompleta, una habitación mal sana, onanismo, reu- 
nión de muchas causas anti higiénicas, enfermeda- 
des anteriores, acción simultánea de las causas pre- 
cedentes, edad, sexo, constitución, de las cuales 
podemos sacar algunas conclusiones generales, por- 
que estudiarlas detalladamente, sería repetir lo que 
hemos dicho sobre las causas de la escrofulosis, de 
manera que paso á estudiar algunas de ellas. 
Se tiene la costumbre de dividir las causas en pre- 
disponentes y ocasionales, así la mayor parte de las 
causas mencionadas pueden ser ocasionales ó pre- 
disponentes. 
Se deben considerar como exclusivamente predis- 
ponentes, las que son anteriores al nacimiento y 
también las modificaciones sobrevenidas en los ór- 
ganos, por los años; así estos últimos no son la cau- 
sa sino simplemente los síntomas de una predispo- 
sición más ó menos marcada. 
Entre las predisponentes congenitales, la heren- 
cia es evidentemente ocasional en ciertos casos raros, 
es decir, en un niño que nacido de padres tubercu- 
losos venga al mundo con tubérculos ya formados. 
Enumerando las causas que podemos considerar 
como debilitantes, las excitantes son seguidas de tu- 
bérculos por la debilidad secundaria que determinan 47 
En la profilaxia y tratamiento de la tuberculosis 
debe emplearse una alimentación adecuada, teniendo 
cuidado de regularizar las comidas que es el mejor 
medio de favorecer la digestión y absorción del qui- 
lo; esta alimentación será tónica y regular. 
El aire que el niño debe respirar ejerce una in- 
fluencia sobre su salud, así será un aire puro, vivir 
en un cuarto bien aseado, expuesto al sol y bastan- 
te elevado para evitar la humedad del suelo, pues la 
viciación de éste y su humedad tiene influencia so- 
bre el desarrollo de la tuberculosis. 
Las cualidades que debe tener el aire son muy di- 
fíciles de determinar su naturaleza; en efecto, puede 
reunir las mas apreciables á nuestros medios de in- 
vestigación y ejercer una influencia desgraciada so- 
bre la salud, pues se ha visto niños ser atacados en 
el mismo clima, mientras que otros trasportados á cli- 
mas diferentes, han salvado en la época misma que 
habían fallecido los que no cambiaron de tempera- 
mento. Entonces, cuando la cosa es posible, se de- 
be aconsejar á los padres un cambio de clima, so- 
bre todo, en la edad propia para el desarrollo (de 3 
á 15 años) ó en aquella que las desgracias ocasiona- 
das en la familia están expuestas principalmente. 
Por desgracia estos consejos no pueden ser se- 
guidos mas que por las clases ricas de la sociedad, 
y como dice con razón Mr. Papainine: nPara algu- 
nos miles de felices sobre los cuales se concentran 
las alegrías que nacen del estado social, todo el res- 
to es entregado á las penas físicas y morales, n Por 
lo (pie seria de desear que se establecieran en el cam- 
po á inmediaciones de las grandes ciudades, asilos para los niños de las clases inferiores predispuestos á 
la tuberculosis, para libertarlos de las épocas borras- 
cosas de la edad propia para su desarrollo. Esta 
medida preventiva tendría la ventaja de disminuir 
los casos y hacer la generación venidera mas robus- 
ta y fuerte, para contar con una raza menos deterio- 
rada. El Sr. Dr. Licéaga cuyos deseos para cumplir 
en cuanto está á su alcance y llenar debidamen- 
te sus deberes, cuya conducta es digna de toda clase 
de elogios, procura que los niños atacados de esta 
clase de afección muden temperamento en las inme- 
diaciones, como S. Angel, Tlalpam etc., con lo que 
se ha conseguido mejorar algunos niños en su esta- 
do general. 
El ejercicio, baños, vestidos y medios terapéuticos 
son aplicables lo mismo que los principios generales 
que indiqué al hablar de la escrofulosis. Los agentes 
terapéuticos aconsejados son las preparaciones ferru- 
ginosas, el aceite de bacalao, el cocimiento de nogal, 
los baños sulfurosos ó salinos, y si es posible, los ba- 
ños de mar; todos estos medios convienen perfecta- 
mente en los casos de debilidad general, que pueden 
hacer temer el desarrollo de la afección tuberculosa, 
pues una vez declarada es preciso tratarla según el 
órgano en que se ha ido á localizar. 
Entre las otras afecciones, la única que nos llama 
la atención por el número de casos que se presenta- 
ron es el mal de Pott que figura con la cifra de diez y ocho, predominando en los niños y en la edad de 
0 á 5 años. 
Las causas que dan nacimiento á esta afección 
son las determinantes que hemos visto son necesarias 
para desarrollar la escrofulosis y la tuberculosis, pues 
como se sabe estas enfermedades predisponen á los 
niños que tienen estas afecciones de una manera 
oculta, es suficiente algún traumatismo, causa gene- 
ral á que atribuyen los padres de los enfermitos las 
deformidades que sobrevienen en el tórax y columna 
vertebral, como síntoma de la constitución estrumo 
saó tuberculosa, pues aun no se está de acuerdo so- 
bre la lesión que caracteriza el mal de Pott. Se ha 
encontrado unas veces una caries vertebral, una os- 
teítis, un reblandecimiento tuberculoso del hueso 
una alteración consecutiva á la artritis crónica; en 
efecto, estas lesiones han sido comprobadas con el 
estilete explorador ó en las auptosias de los niños 
que han muerto, cuyas lesiones vienen á ser las ma- 
nifestaciones que como hemos indicado se hallan tn 
la escrofulosis y tuberculosis. 
El tratamiento á que deben someterse los niños, 
con objeto de mejorar el estado general son los me- 
dios higiénicos y terapéuticos de que hablamos al 
ocuparnos del mismo punto en las afecciones escro- 
fulosas y tuberculosas; el estado local se trata por 
los medios aconsejados en los aparatos ortopédicos. 
La canal de Bonnett que permite los desalojamien- 
tos y pasear al enfermo en un coche que pueda con- 
tenerlo con todo y aparato, el medio que presenta 
grandes ventajas sobre la permanencia absoluta en 
la cama, que trae mal resultado con relación al es- tildo general; los niños palidecen, so adelgazan y so 
entregan algunas veces á la masturbación, estos in- 
convenientes se han evitado con el método de Bon- 
nett, pues se lia conseguido modificar la afección en 
el período de evolución y mejorarla en todos sus 
síntomas. 
Este aparato es suficiente para que el enfermo 
esté en él de dia y de noche, pero en Europa ha su- 
frido varias modificaciones, las que como no las lie- 
mos visto usar aquí y sus resultados vienen á ser 
idénticos, inútil me parece ocuparme de ellas, per- 
mitiendo hablar únicamente de los corsés de Sayro 
por el método de suspensión. 
Se puede preguntar si en todos los casos de Mal 
del Pott este sistema de Sayre es aplicable. 
La forma y sitio de las partes afectadas muestra 
(pie la verdadera indicación del corsé de Sayre», es 
en el Mal de Pott dorsal inferior y dorso lumbar, 
porque en estos casos el tórax está contenido en el 
corsé, y por su intermedio el peso que se hace sobre 
la parte afectada es soportado por la cintura pel- 
viana. 
Cuando está situada la afección en la parte cervi- 
cal ó dorsal superior, debe añadirse al corsé enyesa- 
do un prolongamiento en forma de minerva. 
Una contraindicación formal para emplear el mé- 
todo de Sayre es la edad, pues los niños menores de 
cinco años ofrecen muy pequeña superficie para que 
sea suficiente el punto de apoyo al mantenimiento 
del tórax. Si se añade á esta consideración la indo- 
cilidad extrema, los movimientos desordenados que 
hacen durante la suspensión, los desórdenes (pie pueden sobrevenir por la desunión de las despiezas 
del raquis mal unidas, llegaremos á esta conclusión: 
que es precisa la edad de siete á doce años para la 
aplicación del método que nos ocupa. 
La gran ventaja del corsé de Sayre es de ser de 
una pieza, de resistir victoriosamente á todas las 
tentativas que hace el enfermo, para quitárselo y por 
último evitar las investigaciones indiscretas de los 
padres. Generalmente estos atribuyen á este apa- 
rato, el único inconveniente de no poder asear á los 
niños y tener con ellos los cuidados á que están 
acostumbrados, lo cual no tiene razón de ser pues 
pueden durar hasta nueve meses sin presentar estos 
inconvenientes. 
El m.odus facieiidi consiste en poner al niño una 
camiseta sostenida por unos tirantes tanto en la 
parte superior como inferior, con objeto de impedir 
se suba ó baje, y procurando proteger las partes sa 
lientes con cojines de algodón ó cualquier otro cuer- 
po blando, después de lo cual se le pone en el tórax 
un vendaje de muselina empapado en yeso que se 
deja secar. Se dispone de un tripié con objeto de 
suspenderlo del aparato, este consiste en una varilla 
de acero que tiene unas salientes para contener cua- 
tro correas, (pie sirven para suspender dos de ellas 
los hombros y las otras dos una minerva que debe 
sostener el cuello. 
Los servicios considerables que según los autores 
europeos ha dado este método en la afección que nos 
ocupa, nos hace creer debemos insistir en generali- 
zar su empleo, pues los pocos casos en que hemos 
visto emplearlo, no hablan ni en pro ni en Contra de él, por no haber tenido presente algunas de las exce- 
lentes reglas, que se leerán con provecho en la obra 
de Cirujía ortopédica por el Dr. L. A. de Saint- 
Germain. 
Las demás enfermedades de este grupo reconocen 
por causa los traumatismos y descuidos que se tie- 
nen con los niños, lo que hace que sean víctimas de 
la mayor parte de las afecciones consideradas en este 
cuadro, por lo que es conveniente se ponga cuidado 
y evite toda clase de traumatismos, con objeto de 
disminuir el número de afecciones de esta clase. 
Entre las afecciones contagiosas etc., tenemos al- 
gunas en que fijar nuestra atención, por darnos algu- 
nas de ellas un número regular de casos. En primer 
lugar trataremos de la viruela que figura con la ci- 
fra de trece casos en el cuadro núm. (5, siendo casi 
igual número en ambos sexos, lo mismo que respec- 
to á las edades. 
Sus causas son el contacto mediato ó inmediato, 
que es el medio de trasmisión más ordinario. Nada 
es más común que ver producirse la viruela por ha- 
ber usado ropa de un virolento, no obstante de haber 
sido expuesta al aire. Las costras desecadas y re- 
ducidas en polvo y mezcladas á varios alimentos, han 
producido el mismo efecto cuando han sido ingeri- 
das. La vacuna ha sido causa de desarrollo de la 
afección cuando ha sido administrada á un niño 
convalesciente de varioloide, sea porque era tiempo 
de epidemia ó colocado en un foco de infección. 
Se ignora la época precisa en que se desarrolla el principio contagioso do la enfermedad, pero se ase- 
gura que es el período de supuración de las pústulas. 
Los diversos modos de trasmisión del contagio lian 
suscitado varias discusiones. Los autores que creen 
se propaga en la dirección de los vientos, no pueden 
afirmarlo, lo mismo que los que niegan la posibili- 
dad del hecho. Sin embargo, lloberto Williams fija 
á 30 ó ¿30 pies la esfera de acción del miasma varió- 
lico. En el hospital he observado que el aisla- 
miento completo hasta la convalescencia franca, ha- 
ce disminuir el número de casos de contagio é impi- 
de el desarrollo de la epidemia. 
Ninguna edad ni sexo están exentos de ser ata- 
cados, sin embargo, la enfermedad es muy rara du- 
rante la vejez, afecta algunas veces á la edad madu- 
ra, frecuentemente la juventud, la adolescencia y 
más particularmente la niñez. El feto encerrado aún 
en el seno materno puede ser atacado, esta circuns- 
tancia se observa cuando la madre se halla ó no afec- 
tada de la enfermedad. Hay algunos individuos que 
gozan de inmunidad, no obstante estar colocados en 
el foco de infección lo cual es rarísimo. 
Bajo la influencia de condiciones atmosféricas ú 
otras, se vé la viruela mostrarse esporádica y atacar 
pocos individuos; otras veces propagarse epidémica- 
mente y matar con una rapidez que asombra y que 
no es la misma en todos los casos. Sydenham ha 
notado que cuando la viruela es benigna y regular, 
empieza en la primavera continuando hasta el otoño 
para desaparecer completamente en el invierno. He 
una epidemia á otra puede pasar algún tiempo ó su- 
cederso inmediatamente, y se ha observado que en los climas fríos y durante el invierno la viruela tie- 
ne una intensidad más grande. Esta afección no se 
ha observado más que en el hombre; las inoculacio- 
nes en los animales vanamente se ha emprendido 
pues no han dado éxito. 
El medio profilático que puede aplicarse para 
combatir la invasión de la viruela es la vacuna, de 
cuya historia no hablaremos por haberlo hecho últi- 
mamente en su tesis el Dr. Joaquín Vallejo. Este 
medio no ha tomado todo el desarrollo que debía en 
un país civilizado, pues diariamente observamos que 
la policía tiene que andar sacando á la gente de 
nuestro pueblo con sus hijos para que se le adminis- 
tre la vacuna, cuyo proceder aunque á primera vista 
parece en contra de nuestras ideas de progreso, es 
preciso aceptar cuando se carece de instrucción, 
lo que desgraciadamente sucede en nuestro pueblo 
y cuya falta le ocasiona tantos males. Pero, repito, 
es el único medio profilático para evitar el desarro- 
llo de las epidemias, y el número de víctimas que 
ocasiona, pues se ha observado que en la niñez es la 
más mortífera de todas las enfermedades. 
Los medios curativos que ántes de Svdenham 
adoptaban los médicos, consistían en un régimen de 
sudoríficos, cargando al enfermo de abrigos, evitan- 
do el renovamiento del aire de la pieza, cuyo méto- 
do tendía á apoyar las teorías que reinaban sobre la 
causa de la afección, cual era eliminar de la sangre 
la materia pecante. La observación diaria ha demos- 
trado que no hay tal materia en la sangre; por lo 
que se ha adoptado un método refrescante en las 
primeras fases de la viruela; renovar el aire de la pieza procurando tonel" el vientre lijeramcnte rela- 
jado, poner al enfermo á una dieta severa y admi- 
nistrar anti-fiojísticos, para prevenir una erupción 
abundante. 
Las emisiones sanguíneas que lian caído en desu- 
so, no tienen otra indicación que la de combatir una 
perturbación cerebral grave, las convulsiones fre - 
cuentemente observadas y que terminan en el coma, 
Ls preciso tener presente que aún en este caso se 
debe ser sobrio en su administración, pues liemos 
dicho que los accidentes cerebrales se muestran al 
principio de las fiebres eruptivas y esta reclama 
pronta intervención, porque se hace mortal en un 
tiempo muy corto; no he podido apreciar la indicación 
por no haber visto emplearla en ningún caso. 
Después de que la erupción lia brotado, no hay 
otro remedio que dejar obrar libremente,á la natu- 
raleza atendiendo á los principales síntomas que pue- 
den presentarse en este período, tales como la agi- 
tación que se combatirá por el opio y sus prepara- 
ciones, á dosis propias á la edad; el de coma que 
reclama el empleo enérgico de estimulantes, el vino 
y la buena alimentación que sustituye á la dieta has- 
ta entonces observada. 
Se han recomendado diferentes medios locales ha- 
cia los primeros dias con el objeto de prevenir el 
pleno desarrollo de la erupción, que se consigue por 
medio de unciones generales de ungüento doble de 
mercurio hasta que la erupción entra en la supu- 
ración, y para preservar al enfermo de las cicatrices 
(pie dejan las pústulas, traspasar las viruelas con 
una aguja ensartada con un hilo y comprimirla por medio de un lienzo; también la acción de la lúz du- 
rante la desecación de las costras, cuyos medios he 
visto dar muy buenos éxitos en cuantos casos se ha 
empleado. 
En cuanto á los accidentes y complicaciones que 
pueden venir en los órganos de los sentidos y otras 
partes del cuerpo, es preciso atenderlas según las in- 
dicaciones. 
El croup dá ocho casos, siendo el mayor número 
en las niñas que son cinco, y tres en los niños; en la 
edad de 0 á 5 años tenemos siete casos, y el otro de 
5 A 12 años. 
Las enfermedades de las membranas mucosas de 
las vías aéreas con ó sin falsas membranas, con ó sin 
accidentes nerviosos, se observan comunmente en 
los países fríos, templados y húmedos; son más fre- 
cuentes en el interior de las tierras y valles húme- 
dos que en las plañías elevadas y las montañas. No 
se les encuentra en los países calientes. En las 
grandes ciudades formadas por varios pequeños 
pueblos aglomerados que presentan grandes di- 
versidades en los efluvios atmosféricos según las 
localidades, se explica porque las influencias epi- 
démicas pueden ser circunscritas á una cuadra, á 
un establecimiento público ó casa particular. ¿La 
reunión de los individuos sobre todo de los niños, no 
puede concurrir con otras causas al desarrollo del 
croup? No hemos observado en el Hospital ninguna 
epidemia, sino que se presentan cada año uno ó dos croupíferos. Así parece verosímil que la reunión de 
unos enfermos sobre todo cuando son jóvenes y que 
la aglomeración en las salas en que están colocados, 
sea causa de croup también esporádico, como tam- 
bién de desarrollo de otras muchas enfermedades. 
Todas las enfermedades designadas con el nombre 
de croup, pueden nacer en las mismas circunstan- 
cias y bajo las mismas influencias, aunque las con- 
diciones de vida hacen que ataque desigualmente 
á los individuos, pues hace mayores víctimas en la 
gente del pueblo y en los niños mal cuidados y mal 
vestidos. Así se ha observado que el verdadero 
croup es más común en los niños colocados en es- 
tas condiciones y que se asisten en el Hospital de 
Infancia, y no es solamente en este caso en el que se 
ha notado la desgraciada influencia que ejerce la 
desigualdad de condiciones sobre la producción de 
las enfermedades. 
El croup no se encuentra en el recien nacido, los 
casos son más frecuentes á una edad más avanzada 
del nacimiento, pero como hemos notado es particu- 
larmente en los niños de 0 á 5 años donde es más 
frecuente; ataca también aunque más raramente de 
á 15 años, y se nota á todas las edades aún en el 
anciano. No hemos visto un solo caso bien de- 
mostrado de reincidencia de verdadero croup, la 
causa del error depende de que se ha confundido 
con enfermedades diferentes. 
Cuando se comparan los resultados de la mortali- 
dad del croup en los diferentes autores, se admira 
uno de la enorme diferencia que se nota, pero cuan- 
do la enfermedad es endémica como sucede aquí, no se puede admitir esta enorme diferencia; en efec- 
to, el croup propiamente dicho es una afección de 
las más graves y mortales, pues vemos que según la 
estadística últimamente publicada en los cinco años 
hubo una defunción de 487 individuos, lo que da 87-2 
por año. De los ocho casos que estudiamos, cinco 
fueron desgraciados, lo que prueba lo mortífero de 
la afección. 
El tratamiento que debe seguirse en el croup de- 
be ser inmediato, puesto que no hay otra afección 
en que los medicamentos cesen de ser como en ella 
de aplicación útil, si no se hacen con oportunidad. 
También en los casos en que se teme la invasión 
es preciso vigilar atentamente y poner atención 
al carácter de la respiración, lo mismo que á la tos 
que indican frecuentemente el principio del mal. El 
niño deberá ser colocado en una temperatura calien- 
te y húmeda, procurando hacerlo por medio de los 
aparatos inventados con este objeto, entre los cuales 
descuella el ingenioso del Dr. Gée, que usan en los 
hospitales de niños en Europa. Estas precauciones 
simples y útiles hacen disminuir la irritabilidad de 
los bronquios y evitan el ataque en un niño predis- 
puesto ó en el que hayan empezado á manifestarse 
los prodromes. De estos medios no podemos ase- 
gurar su utilidad por no haberlos visto usar prácti- 
camente, y porque seria imposible ponerlos en uso á 
consecuencia de los numerosos gastos que deman- 
dan. 
Cuando los síntomas están un poco más avanza- 
dos, es preciso emplear medios enérgicos, tales como 
la sangría general y el tártaro estibiado en que debe tenerse confianza; pero si la mejoría no viene inme- 
diatamente, ya no debe esperarse, porque el tiempo 
que trascurre no es solamente un peligro para el ni- 
ño, sino que con él viene la muerte. En los niños 
pequeños la sangría local, no sustituye a la general, 
puesto que se busca obrar lo más pronto posible so- 
bre el sistema circulatorio, este medio no puede 
aplicarse á nuestros niños á consecuencia de su ma- 
la constitución. Además la sangría no tiene el efec- 
to de detener los progresos de la afección muy es- 
pecífica, como lo tiene incontestablemente en las 
inflamaciones ordinarias. Su utilidad en los niños 
fuertes y vigorosos, es manifiesta cuando los sínto- 
mas de sofocación eminente se presentan desde el 
principio de la enfermedad, y entonces es útil á fin 
de suspender las angustias de la asfixia, y de permi- 
tir obrar á los otros medios. 
Cuando el croup comienza por la faringe, lo que 
tiene lugar á veces en el primer período, es preciso 
recurrir al tratamiento tópico en el lugar indicado, 
por medio de los cáusticos como una solución de ni- 
trato de plata, que será suficiente para modificar la 
inflamación plástica, usándola en la proporción si- 
guiente: diez centigramos de nitrato de plata por 
quince gramos de agua, con cuya solución se trata- 
rán las partes afectadas ó por medio delyodoformo 
disuelto en glicerina ó étlier sulfúrico, que lie visto 
disuelve las membranas y limpia la faringe. 
Si lia seguido el progreso de la enfermedad hasta 
la laringe á donde no se pueden llevar los cáusticos, 
es necesario entonces renunciar á los tópicos y recu- 
rrir á los medios terapeúticos generales, que pueden ser puestos en uso. Aunque tienen una acción muy 
limitada, querer quitarlos del tratamiento del croup 
y no admitir otra esperanza de salud más que en la 
traqueotomía, seria caer en un exceso de exagera- 
ción, lo mismo que la de los autores que rechazan 
los medios tópicos. 
Hay dos indicaciones que llenar en el segundo pe- 
ríodo de la afección, limitar si es posible los progre- 
sos de ella; porque cuando lia penetrado en las vías 
aéreas son casi nulas, y segundo, facilitar la espul- 
sión de las falsas membranas si la enfermedad no se 
termina por la adherencia de ellas, que es el caso 
más raro de curación posible. 
Cuando se ha confirmado el croup, uno de los me- 
dios que ha dado algunos éxitos, aún cuando haya 
fracasado en otros, es el empleo de los mercuriales 
tanto al interior como al exterior, en proporción de 
evitar sus efectos dañosos; entonces es prudente no 
emplearlo más que en niños fuertes y robustos, tanto 
en estío como en invierno y abstenerse en las esta- 
ciones húmedas. 
Es necesario por cuantos medios sean posibles in- 
tentar la espulsión de las falsas membranas; los ex- 
pectorantes y vomitivos tales como el emético, el ker- 
mes mineral y otros, deben ser puestos en uso, pero 
lo que hemos visto dar algunos resultados es el clor- 
hidrato de policarpina, hasta conseguir una sudación 
abundante que ayudada de los expectorantes ha 
conseguido algunas veces que las membranas desa- 
parezcan. 
Cuando todos estos medios son inútiles y el esta 
do del enfermo indica la necesidad de recurrirá la operación de la traqueotomía, es preciso observar si 
la afección lia invadido los bronquios; en este caso 
sería inútil hacer sufrir las angustias de ella sin un 
resultado probable de éxito. 
La tos ferina da siete casos, de los cuales fueron 
cinco en ninas y dos en niños, seis de la edad de cero 
á cinco años, y uno de cinco á doce años, cuyo nú- 
mero podemos considerarlo como pequeño, con rela- 
ción al número de casos que existen en la práctica 
civil. 
Las causas de la afección tenemos que conside- 
rarlas bajo el punto de vista epidémico y contagio- 
so. En cuanto al primero los autores extranjeros des- 
criben algunas epidemias, la primera de las cuales 
fue observada por Baillon en 1578, bajo el nombre 
de r/ninto; era una afección catarral que tenía un 
carácter especial y ála cual acompañaba un elemen- 
to nervioso espasmódico. Se encontró que era bas- 
tante parecido en su descripción al quinto de la tos 
ferina, y que atacó principalmente á los niños de los 
cuales mató algunos. 
En el siglo XVII y XVII1 se notaron algunas 
epidemias, una de ellas muy mortífera que reinó en 
Suecia de 1740 á 1701, es decir, durante 15 años 
pues sucumbieron 40,000 niños de ambos sexos, la 
epidemia fué terrible y de una gravedad de la que 
no tenemos ahora idea. 
Es cierto que después de cien años lia cesado de mostrarse en forma de grandes epidemias, y se lia 
circunscrito en pequeños focos endémicos y aclima- 
tándose lia perdido su intensidad y violencia. Es un 
hecho general que todas las enfermedades nuevas 
aparecen bajo grandes epidemias y sí podemos ase- 
gurar que cada año tenemos focos circunscritos de 
la afección, pues se ha aclimatado y ha tomado la 
forma endémica. 
Respecto al contagio hay muchas opiniones en 
cuanto á la causa que da nacimiento á esta en- 
fermedad y se ha tratado de aislar el parásito que 
debe ser el agente del contagio, pero hasta el presen- 
te las investigaciones no parecen haber dado serios 
resultados. 
Así en 1867 Poulet ha encontrado bacterias en 
los vapores de la respiración de los coqueluchosos y 
Hayem ha encontrado en los esputos copos de mi- 
crococus que se asemejan á los de la dipteria sin ser 
completamente idénticos; se sabe además que estos 
no se diferencian en nada de otros hongos. Sea de 
esto lo que se quiera, los trabajos de Litzernch nos 
enseñan que la bacteria de la coqueluche no penetra 
en los epitélitos y tejidos de las mucosas y que en 
ésto se distingue de los de la dipteria. La explicación 
de la bronquitis y bronco-neumonía se encuentra 
según el mismo autor, en la propagación del pará- 
sito de la superficie liácia el interior de las vías res- 
piratorias. 
Algunos trabajos de Cadet de Gassicourt con la 
ayuda del Dr. Balzer en los esputos de los eoquelu- 
coides dicen haberse encontrado ciertos hongos, pero 
que no se diferencian en nada de los que se encuen- tran en individuos que no tienen la afección, por lo 
que podemos decir que si existe el microbio de la 
tos ferina aún está por encontrarse, y no será un he- 
cho su existencia hasta el dia que cultivado según 
el método de Pasteur pueda ser inoculado y repro- 
ducir la enfermedad. La idea de parasitisismo en 
las afecciones epidémicas y contagiosas no descansa 
sobre un hecho patente. 
Sobre la influencia del sexo y la edad, las niñas 
parecen ser atacadas un poco más frecuentemente 
que los niños como se vé por el número de casos, es 
débil la proporción. 
En cuanto á la edad, la tos ferina puede existir á 
todas las edades, pero es más común hasta la ado- 
lescencia que en las otras épocas de la vida; sin em- 
bargo, algunas madres jóvenes han contraido la 
afección cerca de sus hijos enfermos. 
Esto tiene su explicación en que la reincidencia es 
muy rara, cuyo hecho nos viene á probar que los 
más aptos á contraería son los niños hasta la época 
de la adolescencia. Es muy raro que en niños de mé- 
nos de un año se muestre, y esto se debe á las condi- 
ciones de vida en (pie están colocados. Algunos au- 
tores han observado niños de uno ó dos dias con co- 
queluche, pero en dichos casos la hablan contraido 
de su madre atacada de la enfermedad. La morta- 
lidad ocasionada por esta afección, de esta capital 
según la última estadística, fué en los cinco años 
que estudio en número de 769, lo que en término 
medio hace 153.4 defunciones por año. 
Pasemos ahora á ocuparnos del tratamiento de la 
tos fel ina, que si no lo poseemos propio para dete- ner su curso, liay sin embargo algunos métodos que 
permiten aliviar al enfermo y prevenir las complica- 
ciones más terribles. Se cometería un gran error 
abandonando la curación de la coqueluche á la na- 
turaleza sin vigilarla y sin precauciones. 
La solicitud de las madres hace que alejen á los 
niños sanos del enfermo luego que tienen sospechas 
de la naturaleza de la enfermedad, por consiguien- 
te solo en caso contrario hay que prevenir este ais- 
lamiento de un modo enérgico. La coqueluche es 
contagiosa desde el primer período, y en este mo- 
mento es imposible hacer el diagnóstico, pues se en- 
cuentra lino en presencia de un catarro brónquico y 
se duda de la existencia de la tos ferina. De mane- 
ra que el único recurso sería aislar á los demás ni- 
ños, siempre que se encontraran en condiciones de 
hacer temible la coqueluche. 
Es durante el período de estado cuando los me- 
dios más diversos y más opuestos han sido usados 
para modificarla ó atenuar sus efectos. Una des- 
cripción profusa de los medicamentos empleados se- 
ría larga é inútil, será bastante una simple enume- 
ración. 
I,as emanaciones de vapores del gas del alumbra- 
do se han considerado como útiles á causa de la in- 
fluencia que ejercen sobre las mucosas. 
En la privación del aire se debe tener el mismo 
cuidado que con los niños atacados de catarro ó 
bronquitis, procurando evitar solamente los enfria- 
m en tos y no caer en los extremos de un encierro ab- 
soluto como de exceso de indulgencia, para la sali- 
da pues si grandes precauciones deben tomarse en los niños pequeños y débiles no se debe ser tan se- 
vero con los grandes y robustos. 
Los vomitivos están indicados en todos los perío- 
dos de la afección, pero no debe serse tan liberal en 
su aplicación, sino cuando la aparición de los sínto- 
mas de catarro hagan reconocer su utilidad. Cuan- 
do los quintos son muy frecuentes y fuertes entonces 
los esfuerzos de vómito se añaden y producen acce- 
sos de sofocación que procuran la muerte por con- 
vulsión tónica de los músculos inspiradores. En se- 
mejante caso el vomitivo puede causar un acceso y 
matar al enfermo. 
Puesto que los vomitivos son útiles, es bueno sa- 
ber á cuáles se debe recurrir; la ipecacuana y el emé- 
tico deben ser empleados á dósis con relación á la 
edad de los niños, y el sulfato de cobre que no tiene 
ninguna ventaja sobre estos. 
Si los vomitivos tienen una acción muy limitada y 
resulta una fatiga extremada con su uso prolongado; 
es preciso recurrir á los antiespasmódicos y calman- 
tes, entre los cuales se recurre á la belladona, bro- 
muro de potasio, éther sulfúrico, cloroformo, clora], 
opio, cicuta y otros; aplicados según la edad del en- 
fermito y bajo lórmula farmacéutica la más conve- 
niente á soportarla los niños, aunque todos estos 
medicamentos como lo lie indicado desde un prin- 
cipio, sirven para modificar los quintos y no para 
aliviar al enfermo. 
Las complicaciones de hemorragias, hernias, cai- 
das del recto y accesos de asfixia serán combatidas 
por medios apropiados á cada uno de ellos, pero la 
más digna de interés es la asfixia. Cuando es de in- tensidad media, bastan fricciones con vinagre hechas 
con rudeza en todo el cuerpo, pero si es violenta 
exige medios más enérgicos, el martillo de Mayor, la 
faradización del diafragma, la respiración artificial, 
la esponja empapada en agua hirviendo puesta al 
cuello, la inhalación del oxígeno, cuyos medios tam- 
bién hemos visto fracasar en muchos casos. 
En las afecciones del sistema nervioso las que cían 
un número mayor de casos, son las lesiones cerebra- 
les, epilepsia, meningitis; no me ocuparé de las dos 
primeras porque su clasificación está hecha de una 
manera general y no tendría datos de que partir 
para saber las causas de dichas enfermedades, cuya 
falta encontré en las ordenatas de que tomé los 
apuntes 
La meningitis en número de nueve casos, de los 
cuales fueron ocho en niños y una niña, seis de 0 á 5 
años y tres de 5 á 12, cuyos casos todos fueron de 
muerte. Las causas son predisponentes y ocasio- 
nales; ypodemos considerar los casos que estudia- 
mos como de meningitis granulosa, aunque no están 
especificados en su diagnóstico, pero vista la cons- 
titución de nuestros niños la podemos considerar 
de este genero. 
De manera que hay una predisposición constitu- 
cional, diatésica y la otra accidental que la produce. 
La constitución de los niños atacados de la menin- 
gitis ofrece una disposición tuberculosa más ó mé- nos marcada. Esto presenta algún interés y explica 
por qué la afección es algunas veces hereditaria. Si 
se remonta uno á los antecedentes se descubre que 
algunos hermanos del enfermito han sucumbido á 
la misma enfermedad. 
Sin embargo, no puede asegurarse que esta pre- 
disposición sea suficiente para que se desarrolle la 
meningitis; es preciso con ella el concurso de otras 
causas para determinar la congestión y accesos in- 
flamatorios sobre las membranas del cerebro, las 
cuales quedarían sin resultado en un niño fuerte y 
vigoroso, pero en este terreno son la causa de acci- 
dentes cerebrales graves. Estas son las causas oca- 
sionales. 
Se vé según lo que hemos indicado la influencia 
que puede tener sobre la meningitis granulosa, la 
existencia de una predisposición de la misma natu- 
raleza, pues la circunstancia ralativa á la edad, sexo, 
temperatura y algunas causas especiales que pue- 
dan tener alguna influencia, no se despreciarán en su 
valor aunque sean de un interés secundario. 
La herencia, como lo hemos dicho goza un papel 
esencial como una causa predisponente, pues se 
han visto niños atacados en que los ascendientes 
directos ó colaterales han muerto de afecciones ence- 
fálicas, desarrolladas bajo la influencia de la diáte- 
sis tuberculosa. 
La predisposición propia á la edad no podrá ser 
apreciada de una manera conveniente porque los ni- 
ños de pecho como los mayores pueden ser atacados 
de la meningitis granulosa; sin embargo, aquí se ob- 
serva que se desarrolla con más frecuencia hasta la tercera infancia, que es rara á la edad de doce años 
y mucho más en el adulto. 
El sexo como las estaciones no parecen tener nin- 
guna influencia sobre la afección que nos ocupa; sin 
embargo, he visto que es más común en los niños, 
como lo demuestra el número que da nuestra esta- 
dística. Respecto al clima no podemos indicar nada 
por no haber anotado la estación en que es más 
frecuente. 
Las causas ocasionales que pueden dar nacimien- 
to á la meningitis simple, son los golpes ó caídas so- 
bre la cabeza, la insolación ó un enfriamiento brus- 
co, cuando obran sobre un terreno estrumoso ó tu- 
berculoso dan nacimiento á la meningitis granulosa. 
Se explican de la misma manera la influencia de la 
evolución dentaria, sarampión, tos ferina, afecciones 
cutáneas y muchas enfermedades agudas. Otras 
veces, en fin, se desarrolla en el curso de la caries 
vertebral, coxalgias y otros tumores blancos articu- 
lares, y en este caso es el punto de partida de los 
accidentes de la misma diátesis. 
La influencia de los gusanos intestinales, según el 
Dr. Lelou, ha sido señalada como causa de la me- 
ningitis, pero en este caso los accidentes convulsi- 
vos y la muerte no han sido consecuencia de menin- 
gitis, sino de perturbaciones simpáticas, porque los 
síntomas no han sido los de dicha afección. 
Aunque los medios terapeúticos que se pueden 
oponer á las diferentes especies de meningitis no 
sean precisamente los mismos, sin embargo, como 
pertenecen al mismo género de medicaciones, creo 
útil con el fin de evitar repeticiones indicar los que se usan en Ja meningitis simple y en la tuberculosa, 
según que su marcha sea aguda ó crónica. 
La meningitis es una afección en que es preciso 
obrar prontamente, los más pequeños retardos son 
funestos: principiis obsta etc. Ls necesario recurrir 
á medios prontos y enérgicos según la gravedad, ra- 
pidez de la marcha etc. Los agentes de que se pue- 
de hacer uso son la sangría general ó local, los re- 
frescantes, los revulsivos, los resolutivos, contra- 
estimulantes, sedativos etc. La sangría general, que 
en Europa goza de una reputación inmensa por las 
ventajas que se han podido sacar de su uso, pues se 
ha conseguido calmar muchas veces los accidentes 
encefálicos, tiene aquí pocas aplicaciones. En todos 
los casos es preciso fijarse en la naturaleza de la en- 
fermedad, porque según fuera ella así se conseguiría 
un buen ó mal éxito. En los niños atacados de me- 
ningitis granulosa son preferibles las sangrías loca- 
les ó ventosas escarificadas en la base del cráneo 
hacia los apófisis mastoides ó sobre la convexidad 
del cráneo á lo largo del seno longitudinal, sobre to- 
do en los niños en la primera edad en que no puede 
aplicarse la sangría general á causa de la pequeñez 
de los vasos, y también de la constitución y tempe- 
ramento de los enfermitos. 
Un medio de que podemos usar á pesar de nues- 
tras malas constituciones, es la compresión de las 
arterias carótidas que por su influencia sobre la cir- 
culación cerebral tiene analogía con la sangría ge- 
neral. Se sabe en efecto que la compresión disminu- 
ye momentáneamente la circulación cerebral y ayu- 
dada de los otros medios disminuye la excitación «aunque sin la ventaja como la sangría de evitar la 
deplesión sanguínea; no debe ser empleada sino en 
los casos en que no puede serlo la sangría como su- 
cede en nuestros enfermos. 
Las bebidas refrescantes y los refrigerantes exte- 
riores secundan á los antiflogísticos más enérgicos, y 
deben usarse desde el principio. Todas las bebidas 
frescas y aciduladas tienen una acción muy débil, 
pero sin embargo, deben ser empleadas con una ac- 
ción sostenida é incesante. 
Las aplicaciones refrigerantes sobre la cabeza son 
hechas de distintos modos y merecen una atención 
particular; se hacen por medio de compresas ó 
esponjas, vejigas, y en bolsas de caouchut, llenas 
de «agua ó hielo en pedazos. Estas aplicaciones tie- 
nen la ventaja de sustraer una gran cantidad de ca- 
lor y de estrechar por grados la redecilla capilar del 
cuero cabelludo y cara, y obrar de la misma mane- 
ra de la circunferencia al centro sobre el sistema 
vascular del encéfalo. El agua fria y algunas veces 
tibia, las cataplasmas emolientes son preferibles en 
los individuos muy nerviosos, débiles é impresiona- 
bles á la acción del frió. 
Uno de los inconvenientes de estas aplicaciones es 
la variación de la temperatura á cada instante, tanto 
mas cuanto que el agua es más fria y la cabeza más ca- 
liente y se establece cada vez que se renueva, una 
acción hacia el encéfalo que mantiene la excitación 
en lugar de calmarla. Se tiene un efecto más mar- 
cado y una sedación sostenida con el empleo de las 
afusiones frías, comenzando con el agua á una tem- 
peratura de 18 á 20 grados y después á una más ba- ja, esto tiene una inmensa ventaja sobre las sim- 
ples aplicaciones frías. También algunos prefieren la 
irrigación á la afusión porque ofrece la gran ventaja 
de ser empleada estando el enfermo acostado. Otra 
no menos preciosa es que una vez establecida, la tem- 
peratura de los líquidos puede ser constante y no está 
expuesta á variaciones continuas y que determinan 
también movimientos de reacción continuos. Esne 
cesario cuando la acción lia sido prolongada y lia 
ocasionado una fuerte sedación, suspenderla y apli- 
car compresas de agua fría ó tibia á fin de oponer- 
se á la reacción por la falta brusca del frió. Ade- 
más debe aplicarse con las precauciones necesarias, 
con objeto de evitar que el enfermo se moje y en- 
fríe. La irrigación, puesta en práctica con todas las 
precauciones, es el más precioso medio refrijerante 
de los usados en la meningitis aguda, cuando hay 
bastante energía vital y calor para recurrir á la se- 
dación por el frió. 
En la tuberculosa, donde casi fracasan todos los 
medios, la irrigación en algunos casos lia parecido 
útil, procurando calmar al enfermo y alejar lascon- 
convulsiones. Estos medios, sin llegar á la irriga- 
ción, los lie visto poner en práctica, creo, por las ra- 
zones indicadas sobre la irrigación, que se podría 
sacar provecho de su aplicación. 
Los calmantes, y principalmente el opio, están con- 
tra indicados como en todas las flegmasías cerebra- 
les, sobre todo al interior, porque tienen el inconve- 
niente de aumentar la constipación y favorecer las 
congestiones cerebrales, sin embargo, como nuestro 
deber es aliviar los males que no podemos curar, es de dudar cuando los otros medios no lian mejora- 
do al enfermo, si emplear ó no las compresas embebi- 
das de una solución de cianuro de potasio sobre la 
frente ó cabeza, moscas de estracto de belladona ú 
ópio sobre las sienes, ó sales de morfina por el mé- 
todo hipodérmico. 
Los revulsivos cutáneos deben ser puestos en uso 
desde el principio de la enfermedad, comenzando por 
los menos irritantes, las cataplasmas calientes sina- 
pisadas hechas con vinagre, los sinapismos puros, 
en finios vejigatorios deben ser paseados sobre los 
miembros inferiores, reservando los más enérgicos 
para un período más avanzado y su acción debe ser 
más ó menos prolongada, según que el coma es más 
ó menos profundo, y los enfermos más ó menos 
nerviosos é irritables. Cuando las revulsiones gene- 
rales no han dado éxito se debe recurrir á las loca- 
les aplicadas cerca del sitio de la enfermedad. Al- 
gunas curaciones obtenidas en ciertos individuos, 
parecen debidas al empleo de este medio enérgico. 
Las cauterizaciones del cuero cabelludo con el mar- 
tillo de Mayor, el termo-cauterio de Paquelin, y 
moscas de algodón embebido de agua hirviendo han 
producido buenos efectos, en casos en que los re- 
vulsivos colocados en las extremidades ó cerca de 
la cabeza, no habían disipado el coma profundo en 
que estaba sumido el enfermo. 
Se puede intentar con ventaja el empleo de los re- 
vulsivos sobre el canal intestinal, comenzando pri- 
mero por laxantes suaves, tales como el calomel, acei- 
te de ricino y lavativas purgantes, pero en el segun- 
do período es necesario insistir sobre los purgantes más enérgicos, tales como la resina de Jalapa y las 
sales neutras solas ó bien asociadas al calomel, cu- 
yos resultados obtenidos en ciertos casos de menin- 
gitis simple son prodigiosos, mientras que lo contra- 
rio pasa en la tuberculosa á causa de la debilidad 
en que pone á los enfermos. 
Los antiperiódicos son algunas veces indicados, 
sobro todo cuando la enfermedad reviste el carácter 
de intermitente ó remitente; el sulfato de quinina 
obra muy bien y ayuda á la convalecencia como en 
todas las afecciones graves en las cuales los enfer- 
mos quedan muy debilitados. En los casos en que la 
meningitis simple ó tuberculosa está muy avanzada 
y no ofrece éxito de curación, las preparaciones de 
quina pueden ser útiles sosteniendo las fuerzas y 
prolongando la vida del niñ<>. 
Empléanse bajo diferentes formas los contra-esti- 
mulantes como el emético, el cual debe ser adminis- 
trado sin llegar á alta dosis por temor de provocar 
movimientos convulsivos como lia sucedido en niños 
en que se lia hecho uso de este medio teniendo me- 
ningitis tuberculosa. Se prefiere el uso de fricciones 
mercuriales que no tienen este inconveniente, pues 
aplicadas en el cuello, bajo las axilas, ó directa- 
mente en la cabeza, á la dosis de media onza por 
día, ayudadas de la sangría ó revulsivos han dado 
buenos resultados desde el primero ó segundo pe- 
ríodo de la afección. En efecto, en un período más 
avanzado son menos ventajosos, porque debilitan 
mucho á los enfermos. Aunque se obtengan resulta- 
dos fatales con el empleo de estos medios, sin em- 
bargo, no debe desesperarse de obrar en tanto que haya vida para obtener aunque? sea mejorar la con- 
dición del enfermo. 
El régimen alimenticio debe concurrir con los me- 
dios terapéuticos para asegurar el tratamiento de 
las meningitis que son curables. La dieta es necesa- 
ria cuando esta afección marcha rápidamente, pe- 
ro cuando llega al tercer período es necesario ali- 
mentar ligeramente á los enfermos con consomé, cal- 
dos, leche, etc. La alimentación es tanto más nece- 
saria cuanto que los niños conservan un gran ape- 
tito. 
En las meningitis crónicas la medicación debe 
ser empleada en el mismo orden que para las agu- 
das, pero modificada según la marcha y causas que 
hayan dado nacimiento á la enfermedad. 
Al tratamiento curativo debe añadirse el profilác- 
tico, 5 no debe despreciarse ninguno de los medios 
para prevenir estas funestas enfermedades. El estu- 
dio de las causas que la favorecen nos indican los 
medios que pueden oponerse á su desarrollo. 
En la separación de las causas exitantes para los in- 
dividuos dispuestos á las congestiones cerebrales, se 
encuentran los medios profilácticos más eficaces. Los 
que convienen en la tuberculosa son del dominio de 
la higiene que debe ocupar el primer lugar. Así en 
los niños estrumosos, tísicos y especialmente en los 
niños nacidos de padres tuberculosos, será prudente 
someterlos á todas las precauciones higiénicas que 
se pondrán en uso si la afección es evidente. En la 
escrofulosis confirmada, deben prodigarse los cuida- 
dos y atención más minuciosos; lo mismo sucederá 
con todos los medios terapéuticos que hemos indi* cado. Los exutorios son sin duda inútiles, pero son 
un medio profiláctico muy recomendable en muchas 
de estas enfermedades que principian. Es preciso 
añadir las preparaciones yoduradas y todos los tó- 
nicos, convenientemente administrados, que se usan 
en la mavor parte de los individuos atacados de tu- 
berculosis ó estrumosis. 
Para terminar, sólo deseo advertir una cosa res- 
pecto á la manera de llevar la nota que se refiere á 
las complicaciones, accidentes, etc., etc. No pude sa- 
car un resúmen general, bajo forma de cuadro en 
que se hubiera podido apreciar á un golpe de vista, 
cuál es la enfermedad que es más frecuente como 
complicación, y al mismo tiempo cuál es la que oca- 
siona mayor número de defunciones, porque en las 
ordenatas me encontré con este vacío. No se ano- 
ta al fallecer el enfermo cuál fué la causa de la 
muerte; así desearé que al pasar tal cosa se anotara 
con todos sus pormenores, de la misma manera que 
al complicarse la afección principal se hiciera notar 
la época en que aconteció, de este modo se podría 
juzgar en los siguientes meses de la marcha se- 
guida por la enfermedad ó complicación, de lo con- 
trario sucede que muchas veces no se sabe la marcha 
seguida por la enfermedad principal, ni cuál fué la 
complicación, ni si una misma afección fué ó no ex- 
cepta de la complicación en toda su duración, ni del 
número total de casos al fin del año, cuántos fueron 76 
ó no exceptos de complicación, accidentes, etc. y si 
éstas fueron ó no la causa de la muerte. Mucho tra- 
bajo ha costado al Sr. Dr. Licéaga establecer, aun- 
que sea en bosquejo, un registro de estadística de 
las enfermedades generales del hospital de Mater- 
nidad é Infancia. Muy á mi pesar confieso que de- 
ja mucho que desear el método observado por el 
encargado de la materia, y desearía se pusiera ma- 
yor esmero en recoger todos los datos, con el fin de 
llenar un vacío que, con el tiempo, prestará útiles 
servicios á la ciencia médica. 
Réstame hacer pública manifestación de gratitud 
á las personas que bondadosamente me han ayuda- 
do á dar cumplimiento al precepto de la ley, y á mis 
respetables maestros por los sabios consejos con 
que me han dirigido para llegar al fin de mi carrera.