^iMíogniin del hígad». TESIS LEIDA Y SOSTENIDA EN LA UNIVERSIDAD DE LIMA POR »\x PARA OBTENER EL GRADO De Bachiller en medicina. 1873. IMPRENTA DE «EL COMERCIO» POR J. R. SANCHEZ CALLE DE LA RIFA NUM. 41. 1873. Sr. Rector.-Señores: Todas las ciencias médicas consideradas de una mane- ra absoluta, son igualmente importantes; pero síselas considera relativamente, unas son mas importantes que otras, por cuanto que no solo interesan al médico, sino que su utilidad es general. La Fisiología indudablemente se encuentra en este núme- ro, pues ella nos da á conocer todos los fenómenos vitales que se realizan en el organismo; y es en esta vasta ciencia donde he buscado el punto sobre que debe versar la tesis, que para obtener el grado de Bachiller en Medicina, debo sostener en esta Universidad. Voy, pues, á ocuparme de una de las mas importantes funciones del hígado, ó sea de la glucogénia de éste órga- no, cuyo descubrimiento, aun reciente, se debe, como sa- béis, al inmortal Fisiólogo Bernard. Pero no creáis seño- res, que para explicar este importante fenómeno, tenga yo la pretensión de establecer teorías nuevas, pues seria ne- cesario para esto largos años de estudio, unidos á una in- teligencia privilegiada. En este modesto trabajo nada nue- vo encontrareis, pues .solo me he limitado á escojer entre las diversas teorías dadas por eminentes fisiólogos para explicarlo, aquella que me ha parecido mas aceptable por el gran número do hechos que tiene en su apoyo. 4 Dividiré, pues, este trabajo en cuatro partes. En la pri- mera manifestaré que existe azúcar en el hígado de todos los animales. En la segunda probaré, que dicho azúcar es elaborado en este órgano é indicaré las diversas objeciones hechas por los adversarios de la teoría glucogénica. En la tercera indagaré en qué parte de dicha viscera y á espen- sas de cual de los elementos de la sangre se forma el azú- car. Y por último, en la cuarta haré ver el papel que esta sustancia hidrocarbonada desempeña en la economía. I. Si se analiza la sangre de las venas supra-hepáticas de un perro ó de otro animal, incluso el hombre, por todos los medios de que dispone la química para descubrir el azúcar, las reacciones que se verifican, nos revelarán la existencia de este principio. Los principales medios son los siguientes: el primero está fundado en la fermentación del azúcar, que, co- mo se sabe, produce ácido carbónico y alcohol. El experi- mento se práctica, dejando coagular la sangre y decantan- do el suero, el cual se destila y se le despoja de la albúmi- na por medio del calor, que la precipita en copos; se filtra, y el liquido filtrado se dilue en agua, y se coloca esta diso- lución en un frasco, añadiéndole levadura de cerveza, á fin de establecer la fermentación: dicho frasco, se pone en comunicación con un tubo de bolas de Liebig, en el cual hay agua de cal, y se le somete á un baño-maria de 40° ó 45° Tan luego como la reacción comienza, el ácido carbó- nico producido por la fermentación del azúcar pasa al tu- bo de Liebig, en donde se convina con la cal, dando ori- gen á un carbonato de cal, que se precipita. Como contra- prueba se puede tomar el líquido del frasco; y si ha existi- do azúcar, indudablemente debe contener el alcohol, como resultado de la fermentación de dicho principio: se coloca, pues, este líquido en una retorta y se le destila al baño- maria. Como el grado de ebullición del alcohol es mas bajo que el del agua, es el primero que se destila, con tal de que su temperatura se mantenga á ménos de 100° Entonces se recoje y se le reconoce por sus caracteres. 5 El segundo medio analítico consiste en tratar el suero de la sangre, privado ya de la albúmina y filtrado, como en el caso anterior, por el líquido de Trommer, ó licor cu- pro-potásico, que como se sabe, es una mezcla de sulfato de cobre y tartrato de potasa. Este procedimiento está fundado en la propiedad que tiene el azúcar de colorar es- te liquido, precipitando el oxido rojo de cobre. Para hacer el esperimento, se introduce el suero de la sangre con el líquido de Trommer en un tubo, se somete á la acción ca- lorífica de una lámpara, y se ve si se forma el rojo naranja- do característico. Además, si tomamos, no ya la sangre, sino el mismo hígado, lo cortamos en pedazos y los colocamos en una » cápsula, que se pone al fuego hasta que se endurezcan, con el objeto de coagular las sustancias albuminosas; y en se- guida les r ociamos agua, los filtramos, y el liquido filtrado lo sometemos al análisis químico, encontraremos que siempre existe azúcar, á no ser que el animal haya muer- to después de sufrir una larga enfermedad, que haya pro- ducido trastornos mas ó menos notables en la economía; pues en este caso, por lo general, desaparece el azúcar. Así, pues, para esta clase de esperimentos debe buscarse un animal que haya muerto en perfecto estado de salud, como por ejemplo un hombre ajusticiado;- y la presencia del azúcar sera entonces constante. Hé aquí las cifras dadas por algunos autores, de la can- tidad de azúcar que contiene el hígado del hombre y de algunos otros animales: el hígado de ternera contiene 2 á 4 por ciento, por término medio, según Bernard. El higa- do del conejo de 2'2 á 2'9 por ciento. El del perro de 1 á 1'3 por ciento, según Stokvis. El de las aves 2'2 por ciento por término medio, según Poiseuille y Lefort. El hígado de los peces del mar y de agua dulce de 0'5 1'5, según los mismos señores Poiseuille y Lefort. Y por último, el hi gado del hombre ajusticiado o muerto repentinamente en estado de salud, contiene de 1 á 1'5 por ciento según Ber- nard y Stokvis. Queda, pues, probada la primera parte de mi discurso; es decir que existe azúcar en el hígado de todos los ani- males. 6 II. Hemos visto por los experimentos anteriores, que existe azúcar en el hígado de todos los animales; ¿pero de dónde procede este azúcar? ¿Es conducido al Ligado por el in- termedio délos vasos, o es elaborado en él. Si el azúcar se encontrara solamente en el Ligado délos animales alimentados con sustancias feculentas, podía muy bien decirse, que dicha sustancia procedía de la di- gestión de dichos alimentos; pero encontrándose también en el de los animales nutridos exclusivamente de carne y en el de los sometidos á un ayuno mas ó menos largo, tie- ne que concluirse de una manera rigurosa que es en dicha viscera donde se ha elaborado. Además, el análisis comparativo de la sangre de la vena porta y la de las venas supra-hepáticas, hace notar en es- tas últimas un aumento considerable de glucosa; lo que so- lamente puede explicarse por la formación de este princi- pio, miéntras la sangre recorre el trayecto del hígado. Una de las observaciones hechas por los adversarios de la teoría glucogénica del hígado, es la de encontrarse azú- car en la vena porta délos animales nutridos exclusiva- mente de carne; pero esto no autoriza á deducir que proce- da de la digestión de dicho principio, tanto porque hasta el dia no es probado que la carne pueda transformarse en azúcar, mediante el trabajo digestivo, cuanto porque, si bien es cierto que se encuentra glucosa en la vena porta délos animales qne se alimentan de carne, también lo es que una vez que el azúcar se elabora en el hígado y es entregado al torrente circulatorio, no es destruido instan- táneamente en los capilares sanguíneos al pasar por el pul- món, como se creía antes; pues la sangre de todas las ar- terias lo contienen siempre, y también se le encuentra en la de las venas. Asi lo han probado los esperimentos de los señores Chauveau, Harley, Poiseuille y Lefort. Los dos últimos de estos observadores, extrageron la sangre de los diversos ordenes de vasos de un caballo, en el momento que dijeria avena, y obtuvieron los siguien- tes resultado:-El hígado contenía 2'29 por ciento de azú- 7 car.- La sangre de las venas supra-hepáticas 1'13 por ciento.-El quilo 0'22 por ciento.-La linfa del cuello 0'44 por ciento.-La sangre de la arteria carótida 0'07 por ciento.-La sangre de las venas yugulares 0'06 por cien- to.-Indicios de azúcar en los músculos del animal. El señor Harley extrajo la sangre déla aurícula dere- cha de un perro y la de la arteria carótida del lado opues- to, y comparando estas sangres bajo el punto de vista del azúcar, encontró que la primera contenia 0 gr. 01 de azú- car por 100 partes de sangre, y la segunda 0 gr. 08 por cien partes también de sangre. Por último, el señor Chauveau ha tenido seis dias sin comer á cuatro caballos y cuatro perros, y les ha sangrado la arteria carótida y la vena yugular; y observó que la sangre arterial del caballo contenia 0 gr. 06 de azúcar y 0 gr. 05 la venosa por cien partes de Jsangre; y que la ar- terial del perro contenia 0 gr. 03 y la venosa 0 gr. 02 por cien de sangre. Otros adversarios de la teoría glucogénica, y entre ellos el señor Mialhe, dicen que el azúcar que se encuentra en el hígado de los animales nutridos de carne, ha podido muy bien ser conducida allí por consecuencia de una abun- dante alimentación amilácea anterior, que se ha conden- sado ó acumulado en dicho órgano, y que no ha sido in- troducida en el torrente circulatorio, sino mucho tiempo después y poco á poco; de manera que no consideran al hígado como órgano productor del azúcar, sino única- mente como condensador. Y para dar fuerza ásu teoría, ponen el ejemplo de algunos venenos minerales, que, ab- sorvidos por el intestino, permanecen mucho tiempo en el hígado; pero sin duda no se han fijado en la gran dife- rencia que hay entre éstos y el azúcar. Los primeros pue- den permanecer mucho tiempo en la economía sin sufrir alteración de ninguna especie: miéntras que la última, di- suelta en los jugos digestivos, tiene una gran tendencia á descomponerse y fermentar. A medida que este principio va formándose, se descompone y forma una metamórfosis mas adelantada, pues si se sustrae al hígado de la influen- cia del sistema nervioso; es decir, si se paraliza la acción glucogénica de este órgano, el azúcar que ya existia forma- do desaparece con rapidez. 8 El señor Sansón también ha querido probar que e! azú- car que se encuentra en todos los tejidos, y principalmen- te en los músculos, tiene su origen en los animales herbívo- ros de los alimentos amiláceos que toman, y en los carní- voros de la carne de que se nutren, y en la cual, la glucosa se hallaría formada con anticipación. Asi pues, para el señor Sansón, el origen único del azúcar es la alimenta- ción. Veamos, pues, si es cierta esta aserción. La sustancia glucogénica que este observador ha halla- do en la sangre y en los músculos, no es otra cosa, según Bernard, Clement y Poggiale, que la dextrina procedente de una alimentación abundante en fécula, que, absorvida por los intestinos ha sido introducida en el torrente circu- latorio, antes de haberse transformado en azúcar: ella no se encuentra en los animales nutridos exclusivamente de .carne, ni en la carne de vaca, ni en la de carnero; pero sí se la encuentra en la del caballo, porque este animal co- me avena, es decir una sustancia amilácea. La dextrina puede hacerse aparecer cuando se quiera en la sangre y en los músculos de los conejos, haciéndolos alimentar con avena ó trigo; es decir, sustancias feculentas; y puede igal- mente hacerse desaparecer á voluntad, dándoles de comer sustancias desprovistas de fécula, como raíces, hojas &. Como quiera que sea, el experimento del señor Sansón es interesante porque nos manifiesta que una alimentación abundante en fécula puede suministrar dextrina á la eco- nomía; es decir, que puede entrar en el torrente circulato- rio antes de transformarse en azúcur. Pero no por esto es un argumento en contra de la acción glucogénica del hígado: esta es un fenómeno fisiológico general; mientras que la aparición de dextrina es un hecho excepcional. Los partidarios de la teoría glucogénica, con el fin do destruir la teoría de Sansón, han alimentado perros con carne cocida, para que por la ebullición perdiera la dextri- na que pudiera contener; y la formación de azúcar en el hígado se verificaba lo mismo que cuando se les alimenta- ba con carne cruda. Por otra parte: si el azúcar que se encuentra en el híga- do procediese únicamente de la alimentación, la disminu- ción de ésta disminuiría aquella, y su falta absoluta la aboliría por completo; pero las investigaciones del señor 9 Poggiale han probado que después de una abstinencia ab- soluta, la producción de azúcar en el hígado no disminuía notablemente. Asi observó, que después de haber teni- do ayunando a un perro por espacio de veintiundias, el hígado contenía al cabo de diez días 1'7 por ciento de azú- car; al cabo de catorce dias 1'6 por ciento; á los quince 1'6 por ciento; al cabo de los diez y ocho dias 1'6 por ciento; y por último, al cabo de los veintiuno 1'6 por ciento. Idénticos resultados obtuvieron los señores Nasse, Moos, Chiff y otros, en sus esperimientos en los conejos, pues observaron que el hígado, como los demás órganos de la economía, pierde de su peso por la abstinencia; pero que la cantidad de azúcar es casi la misma. El señor Bernard y otros experimentadores, para des- vanecer cualquiera duda acerca de la glucogénia del higa- do, pincharon el suelo del cuarto ventrículo del cerebro en* tre las raíces de los nervios del 8? y 109 pares: antes del experimento, solo existía en la sangre pequeñas cantida- des; pero al cabo de algún tiempo (dos ó tres horas des- pués) existía en tan grande cantidad, que era eliminada por las diferentes secreciones de la economía; no solo por la orina, sino también por la exhalación serosa. Pero ¿de dónde procede esta enorme cantidad de azú- car? Indudablemente de la economía; pero cualquiera se- ra su origen, menos la alimentación; y no hay otro órga- no que pueda haberla formado, sino el hígado. Si se cortan los nervios neumogástricos en el cuello, queda abolida por completo la acción glucogénica del hí- gado; pero si se punza solamente el bulbo raquídeo, lo que no es otra cosa que una exitacion, aumenta; lo que prue- ba pues, la gran influencia que el sistema nervioso tiene sobre esta importante función. Estos dos hechos no dan lugar á ninguna observación. El hígado recibe sus nér vios de dos orígenes: 1. ° de los neumogástricos, por los filetes que envían estos nervios para contribuir a formar el plexo solar; y 2. ° del gran simpático, principalmente por los nérvios esplánicos mayores y menores; y el señor Bernard ha probado de una manera práctica que no es por una acción directa de los neumogástricos que es difi- cultada la acción glucogénica del hígado, después de la sección de estos nérvios, porque si en vez de cortar estos 10 nervios en el cuello, se hace la sección de ellos debajo del pulmón, entre este órgano y el hígado, la acción glucogé- nica continúa. En estos dos casos, sección de los neumo- gástricos, ya en el cuello ó debajo de sus ramas pulmona- res, siempre está en relación la médula espinal con el hí- gado, mediante el gran simpático. Por tanto, bastan es- tas conexiones para que el hígado continúe haciendo azú- car, siempre que, al mismo tiempo se halle unido el pul- món al bulbo raquídeo por medio del neumogástrico; pero no bastan cuando el pulmón no está en relación con el sis- tema nervioso. Parece, pues, que como dice Bernard, la impresión que recibe la mucosa pulmonar al penetrar el aire en él, y que es trasmitida al bulbo raquídeo por las ramas pulmonares del neumogástrico, es el punto depar- tida de la exitacion que se trasmite al hígado por una es- pecie de acto reflejo, bajando desde el bulbo á este órgano por la médula espinal y por el gran nérvio simpático. El señor Chiff, que se ha dedicado con ahinco á estu- diar la gran influencia que tiene el sistema nervioso sobre la glucogénia del hígado, ha logrado producir una diabe- tis artificial en los batracios, introduciendo en el hígado de estos animales agujas por acupuntura, y haciendo pa- sar por ellas una corriente eléctrica. Iguales resultados obtuvo haciendo pasar una corriente eléctrica por la parto superior de la médula espinal. Ha probado además, que las heridas de los centros nerviosos, que producen la dia- betis artifical, no tienen un punto perfectamente determi- nado, pues se obtiene un resultado parecido, aunque mé- nos notable, practicando heridas en los centros nerviosos situados entre los tálamos ópticos y el sexto par dorsal. El mismo señor Chiff ha probado, en los mismos ba- tracios, que las punturas ó heridas de la médula, después de haber destruido la comunicación del grueso ganglio sim- pático que descansa en la arteria celiaca, en el punto de reunión de las dos aortas, no producen ya la diabetis; de lo cual deduce este hábil fisiólogo lo mismo que los seño- res Moos y Bernard que la influencia exitadora de la sa- carificación del hígado, se dirije de los centros nerviosos a este órgano por el intermedio del gran nervio simpático. Como último argumento en favor de la glucogénia del hígado, citaré la existencia del azúcar en el hígado del fe- 11 to; es decir, antes que halla habido introducción de ali- mentos en los intestinos; y no se diga que dicha sustan- cia procede de la madre, porque solo se encuentra des- pués del cuarto ó quinto mes; esto es, cuando ya este ór- gano tiene vida propia ó puede funcionar por si. Esta can- tidad de azúcar va aumentando desde la época indicada hasta el momento del nacimiento. Queda, pues, en virtud de todos los hechos referidos, perfectamente probado que es en el hígado donde se for- ma el azúcar; y paso á ocuparme de la tercera parte. III. ¿En qué sitio del hígado, y á espensas de cuál de los elementos de la sangre so forma el azúcar? Según Ber- nard, Harley, Chiff. Pavy y Finkheimer, se forma en el parénquima mismo del hígado á espensas de lo's elementos de la sangre que ha atravesado los vasos capilares para nutrir dicho órgano; porque si se hace atravesar una cor- riente de agua fria por la vena porta, al cabo de un tiempo mas ó menos largo, dicha agua sale limpia, y no contiene ni los menores vestigios de azúcar; pero si después de algunas horas se vuelve á repetir el mismo esperi mentó, y se ana- liza dicha agua, se observa que contiene azúcar; fenóme- no que tiene lugar por el espacio de veinticuatro horas. Iguales resultados se obtieneu partiendo el hígado á pe- dazos y lavándolo. Esto prueba que existe en el hígado, á mas de la cantidad de azúcar ya elaborada, una materia, cuya transformación aun no se ha verificado, pero cuya metamorfosis en glucosa puede tener lugár en un hígado abandonado á sí mismo, aun después déla muerte. El infatigable fisiólogo señor Chiff, ha hecho también por su parte varios esperimentos que consistían en divi- dir el hígado en dos partes, analizar una de ellas poco tiempo después de la muerte y la otra veinte horas después; y obtuvo los siguientes resultados: el hígado del ratón contenía tres horas después de la muerte 2'9 por cieNto de azúcar y 5'1 por ciento, veinte horas después. El hígado de la rata 2'9 por ciento, tres, horas después, y 5'2 veinte horas después. El hígado de tórtola 2 por ciento, tres ho- ras después do la muerte y 5'5, veinte horas después. 12 Estos Iiechos prueban, lo mismo que los del señor Ber- nard, que el hígado continúa la metamorfosis del azúcar aun después de la muerte, encontrándose en dicho órgano una sustancia capaz de sufrir esta transformación. Pero ¿á espensas de cuál de los elementos de la sangre se verifica dicha transformación? Para el señor Lehman, el azúcar se forma á espensas de la fibrina de la sangre: y se funda en que la sangre de la vena porta, es decir aque- lla que entra al hígado, contiene fibrina, miéntras que la de las venas supra-hepáticas, ó la que de él sale, no la contiene; pero sí aparece én ella, ó por lo menos aumenta el azúcar. El análisis del señor Lehman, encierra en sí una causa de error, dependiente de la naturaleza misma de la fibrina de dicha sangre, como veremos mas adelan- te; error indicado por los señores Chiff, Valentín y Be- clard. Así, si se bate la sangre de la vena porta, la de las venas supra-hepáticas y la de la vena esplenica inmedia- tamente después de su extracción, se véque no solamente contiene fibrina, sino que la contiene en mayor propor- ción que la del sistema venoso general; pero si en vez de someterla al batido inmediatamente para extraer la fibri- na, se la deja coagular* expontáneamente, para aislarla un tiempo después, no se encuentra dicha sustancia. Débese esto á que la fibrina de la sangre de estas venas posee pro- piedades distintas de la de la sangre venosa general. En efecto: sabemos que cuando se extrae por medio del bati- do la fibrina de la sangre venosa general, como la de la ve- na yugular ó la de un miembro, se coagula bajo la forma de filamentos elásticos que se adhieren entre sí y forman una pequeña masa, que, expuesta al aire libre, ó secada al calor de una estufa, se conserva indefinidamente; pero la fibrina de la sangre de las venas porta, supra-hepaticas y esplénica, en vez de ser elástica y coagularse en filamen- tos, toma la forma de pequeñas masas granulosas, que so unen condificultad, y que si se expone al aire se liquida, siendo esta liquefacción mucho mas rápida si se le some- te á la acción calorífica déla estufa; pues en este último caso se observa que se reblandece y se pone semi-hquida antes de desecarse. Hé aquí, pues, la causa de error del señor Lehman.-Por consiguiente, cuando se quiera ex- traer la fibrina de la sangre de las venas porta, supra-he- 13 páticas ó esplénica, es indispensable batirla inmediata- mente que sale de la vena; pues de lo contrario, si se Ift deja coagular expontáneamente y se quiere lavar este coá- gulo, ya en seguida ó al cabo de vainticuatro horas ó qui- zá mucho ántes, para extraer la fibrina, se vé que no tiene la propiedad de ser insoluble, sino que desaparece en el agua del lavado, no quedando nada en el lienzo que con- tenia la sangre. Bernard suponia ántes, que la sustancia qne dá origen al azúcar era de naturaleza albuminoidea; pues él mismo se conveucioó mas tarde por nuevos trabajos, que el azú- car hepático no se forma de repente por transformación directa de alguno de los elementos de la sangre, sino que va precedido en ésta de una sustancia ternaria no azoada, y .capaz de transformarse mas tarde en azúcar por una se- gunda transformación; sustancia que ha sido aislada por él y á la que ledió el nombre de sustancia glucógena ó almidón, animal, por la gran analogía que tiene con el almidón ve- getal; diferenciándose en que este últimole da al yodo una coloración azul; miéntras que la primera le hace to- mar un color morado que tira al amarillo y que los ácidos diluidos la transforman primero en dextrina y después en azúcar. Para extraer del hígado el almidón animal, basta some- ter esta entraña a la decocción, después de haberla parti- do en pedazos; luego que se haya enfriado se filtra, y el lí- quido filtrado se trata por un exeso de acido acético: enton- ces se obtiene un precipitado blanquesino, que es la sustan- cia glucogénica. Por loque respecta a las sustancias azoadas que la acompañan, quedan disueltas en el ácido acético. Además de la sustancia glucogénica, existe en el hígado otra que obra sobre ella á la manera de un fermento; ra- zón por la que, la elaboración del azúcar en el hígado pue- de continuar aun después de muerto el animal, con tal que esta viscera no haya sido sometida á la decocción, pues en este caso, dicha sustancia pierde sus propiedades; pe- ro si se añade una pequeña cantidad de fermento, puede el almidón animal continuar transformándose en azúcar. Este fermento, cuyos elementos son llevados al hígado por la sangre, es, pues, análogo al que se halla en la saliva y en el jugo pancreático. 14 El señor Chiff lia demostrado que es en las células he- páticas donde se forma el azúcar. Dice que en dichas cé- lulas, al lado de los granos de grasa, se observan al mi- croscopio otros granitos semejantes al almidón vegetal: que estos granitos existen en las células del hígado de to- dos los mamíferos en estado de salud; pero que faltan en el estado de enfermedad y en los cuatro ó cinco primeros meses de la vida intrauterina (épocas en las que, como he- mos visto antes, también falta el azúcar); y que cuando estos granos se someten á la acción de un fermento, se transforman en azúcar. El mismo señor Chiff y los se- ñores Nasse y Weber, dicen, que al lado de la sustancia glucógena existen también unas gotitas amarillentas, pa- recidas á la dextrina; esto es, una sustancia intermediaria al almidón y al azúcar. Por lo que respecta á saber de donde procede la sustan- cia glucógena la ciencia aun no ha dicho su última pa- labra. Los señores Colen, Bcnvenisti, Jones, Girand, Teulon y Van-Deen, créen que se debe á una transforma- ción de las sustancias grasas; pero los señores Hensius y Kuthe han demostrado con esperimentos recientes que procede de la sustancias neutras azoadas. El primero de estos dos últimos señores observó que, mientras se elabora la sustancia glucógena, se forma también al lado de ella una materia azoada, que, si no es idéntica, al menos tiene mucha analogía, con la hipoxantina ó la xantina, sustan- cias muy parecidas al ácido úrico; por cuya razón, el se- ñor Hensius le dio el nombre de madre de la urea. El señor Kuthe dice que la sustancia glucógena es debida á la me- tamorfosis déla glucócola (azúcar de gelatina), sustancia azoada de sabor azucarado. He probado pues, que el azúcar hepático es elaborado en el parénquima del órgano, á espensas de los elementos de la sangre; y paso a ocuparme de la última parte. IV. ¿Qué papel desempeña el azúcur en la economía? Es incuestionable que no puede considerarse en el número de las materias excrementicias, pues en el estado fisiológico no se le encuentra en ninguno do los materiales de que se 15 despoja la economía por medio de las secreciones; y solo en el estado patológico es errojado en abundancia por las orinas, constituyendo una grave enfermedad, conocida con el nombre de diabetis sacarina. Pues entonces, ¿cuál es su uso? Una vez elaborada la glucosa é introducida en el torrente ciraulatorio, es llevada hasta las últimas ramifi- caciones capilares, en donde puesta en contacto con el oxi- geno, que, por medio déla respiración, absorbe la sangre para convertirse en arterial, dá por último resultado agua y ácido carbónico. Aquí tenemos una verdadera combina- ción química, y se sabe que toda operación de esta natu- raleza va siempre acompañada de desarrollo de calórico; luego el papel que este principio hidrocarbonado desempe- ña en la economía, es contribuir á la producción del caló- rico animal. Esta aserción se halla corroborada por los esperimentos de los señores Buchardat, Lomnitz y Roses- tein en individuos diabéticos; pues midiendo el grado de calórico de estos enfermos observaron una notable dismi- nución de temperatura respecto á la que tenían en el es- tado normal. Asi el segundo de estos señores, tomando la temperatura de tres individuos diabéticos debajo de la axila, halló que en el primero la disminución era de Io 25, de Io 35 en el segundo y de Io 45, en el tercero. El señor Buchardat, observó por su parte, que un indivi- duo cuya temperatura era de 37° 05 debajo de la axi- la en el estado fisiológico, solo media 36° 5 á 36° 8 en los dias que el azúcar era excretada por las orinas en gran- de abundancia. CONCLUSION. En resumen he dicho: que en el hígado de todos los ani- males se forma azúcar; que es elaborado en el parénquima de dicha viscera, á expensas de ciertos elementos de la sangre, ya preparados de antemano para sufrir esta trans- formación; y que su uso en la economía es contribuir al desarrollo del calor animal. Lima, Abril , de 1873. Federico Chavez Vo. B°. Celso Bambaren1