IB? • c-;'(.V ; •• *W^^%'^''^^4:V-1 ■■ .' S-W^^í®-- V'&* e '• Y >: • ' "■ ■ ■' MM>m ^y.:Y: ■-■'•:■• MEMORIA SOBRE XAS ENFERMEDADES EPIDÉMICAS QUE ? SE PADECIERON EN LIMA El ano de 1821 Estando sitiada por el Ejercito Libertador. ESCRITA POR EL DOCTOR DON JOSÉ MANTJEÚVALDES, CATEDRÁTICO DE VÍSPERAS DE MEDICINA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS, PROFESOR DE PATOLOGÍA Y TERAPÉUTICA EN EL COLEGIO DE LA INDEPENDENCIA, SOCIO de la Real Academia de medicina de Madrid &c. &c. Y PUBLICADA por orden de este Supremo Gobierno, para la instrucción pú- bliea. LIMA , 1827. IMPRENTA DE LA LIBERTAD, POR J, MASÍAS, ! i *•* * * y i •> v "H ■EC. :."i.-iyü3 111 mi AL GRAN MARISCAL DON ANDRÉS DE SANTA CRUZ EX-PRESIDENTE DEL CONSEJO DE GOBIERNO DE LA REPÚBLICA PERUANA, Etf RECONOCIMIENTO DE LA CONFIANZA CON QUE LE HONRA, DEDICA, OFRECE Y CONSAGRA EL PRESENTE OPÚSCULO José Manuel Vafdes< I COLEGIO DE LA INDEPENDENCIA DICIEM- BRE l.o DE 1826. Al Sr. Ministro del Interior. El Rector del Colegio de la Independencia, tiene el honor de elecar al conocimiento de U. S. que el doctor don José Manuel Valdcs, animado por los generosos ofrecí- ■ mientas del Supremo Gobierno, que U. S. se ha digna- do comunicar d la Junta por su nota del 14 de noviem- bre ka presentado una Memoria sobre la constitución epidé- mica de 1821. Sometida al juicio de tres distinguidos pro- fesores , ha pasudo por su censura sin la menor altera- ción , porque es una obra perfecta en su género. La sa- na doctrina , la exactitud de las descripciones y observa- ciones, reinan en ella á la par de la juiciosa crítica y de la fuerza del raciocinio: ella merece por todos aspectos salir á luz ; y el bien de la humanidad , la fama de la me- dicina peruana y la nombradla de su gobierno , exigen qué el primer dia del año de frll anuncie d los pueblos, que la épo- ca de una completa regeneración ha llegado: que la influencia y desvelos del gobierno se esíiendii hasia el humilde y me- lancólico lechi del e¡fcrino. Einpcro lu Junta faltaría á sn deber sino presentase al Supremo gobierno, los nidios de reembolsar el dinero que fran- quee p&ra hi ediJon de las AÍ morías. Exíjase por medio delpro'otnedicalo que lodos los profisores compran un egem- phir .- que sea. un requisito indispensable que todo individuo que se presente d ser examinado cu las ciencias medicas, posea U'.i.x colección de las Memorias; y no solo serd indemnizado el Erario , sino que también la Junta formará un fondo que en hs sucesivo ahorre al gobierno adelantar el dinero para gastos de impresión. Estos no pueden pasar de 200 jtesos, y laJurúCL espera que el Supremo gobierno se digne librarlos contra e.1 tesoro público, pues que se ha constituido protector de las Lleu- das, y en especialidad de la medicina.—Nicolás de Pürola. REPÚBLICA PERUANA. Ministerio pel Interior. Palacio del gobierno eH la capital de Lima, á 61 de diciembre de 1826-7. 9 El Rector del Colegio de la Independencia alentado por los notarios deseos que asislen al gobierno de proteger la ilus- tración, me comunica con fecha 1.° del corriente que el pro? fesor don José Manuel raides fia presentado á la junta una Jljemoria sobre la constitución epidémica que grasó en estq- capital el año de 1821, y añade, que sometida día censu- ra de tres miembros distinguidos por sus luces, han aprobar. do con aprecio la eccelencia de su doctrina, y exactitud de las descñpciones y observaciones que se hacen con una lógi- ca severa y una critica juiciosa. Siendo pues llegado el tiempo de regenerar la mediar lia peruana, ha resuelto el gobierno que por la tesorería ge- neral se suplan doscientos pesos por una vez para costearla impresión de la Memoria, con cuya venia podrá el Colegio reunir el fondo necesario para las impresiones sucesivas de otros opuscidos, Al efecto ha solicitado el Rector, y quie- re S. E. que estimule U. S. á los profesores para que ca- da uno tome un egemplar, y que en adelante ningún indir viduo sea admitido á examen en las ciencias medicas sin te- ner una colección de las Memorias. Comunicólo á V. S. de orden Suprema para su conocimiento y egecucion. Dios guar- de á V. S.—J. M&ria ds Pando. -— Señor Protomedico general. REPÚBLICA PERUANA. PRQTOMEDICATO GEr NERAL. — Lima y diciembre 3 de 1826. — Al Señor Ministro de estado en el departamento del Interior.—Na- da conduce mas al adelantamiento en las ciencias, que las Memorias ó Disertaciones que se escriben sobre ellas. La que escrivio el doctor Valde» sobre la epidemia del año 3é 21 en una obra acabada en su genero, y merece por tanto ser la primera que se coloque en la colección qtig llegue á hacerse de las que succesivamente se escrivan, Su lectura enseñará á observar y d escribir. Asi luego que esté impresa , en obedecimiento de lo que S. E. el Supremo gobierno me manda , precisare á todos los faculta- tivos á que compren un egemplar, para que les sirva de modelo y de estimulo: y en lo sucesivo ninguno será admi' tido á examen en el Prolo-medicato , stn que presente antes un egemplar de esta, y de las demás que se fue- sen imprimiendo. De este modo habrá con el tiempo un Curso de medicina peruana-, y se lograrán los felices resultados qve promete la decidida proteecion del Supre- mo gobierno á una facidtad , cuya dignidad y mérito ja- mas han sido aquí atendidos. Al reconocimiento de esto es el mas obligado el Proto—Medico , por lo que supli- co á V. S. h esponga asi á S. E. y qne admita U. S. las consideracicnes de mi gratitud y respecto. — Dios guar- de á U. S. — Dr. Miguel Tufur. Dífferre pro natura locorvm genera medicina ; et aliud «pus e$$e Romos , aliud in ¿Egipto , aliud in Gallia. Cels* in Prcefat, Una cademque methodm tive remedia prescrivcndi, tive dietam instituendi singulis regionibus non quadrat% sed varia variis ¡ aliter enim in morbis curandis tractan* di sunt Itali sub adusto climate et sobrie viventes ; aliter Galli, Hispani, Angli, Germani, aliique sua quique uten* tes aeris temperie^ et sito quique victus genere. Bagliv. lib. 1. cap. 14. ?PAN interesante es al físico el estudio profundo de los climas , como al medico el délas enfermedades en cada uno de ellos. Aquel dá á conocer la posición de cada pais, el tem* pie de su atmósfera, la calidad de sus aguas, la variedad de sus vientos, y todas las pro- ducciones con que la naturaleza le enriquece; y este enseña las peculiares enfermedades que aflijen á sus moradores, y las anomalías que se observan en las que son comunes á otros pue- blos , y en la eficacia ó virtud de los remedios, Se ha perfeccionado tanto el primero, que el físico no solo contempla cuando quiere la 2 hermosa (az de la tierra , sino que también conoee y describe cuanto produce en cada par- te , y compara felizmente las ventajas respec- tivas de cada una , como si de todas gozara, y en realidad las poseyera : cuyas ventajas no proporciona hasta ahora enteramente el segundo. j Ojalá que la medicina pudiera gloriarse de tan útiles progresos , y que ofreciese al que la cultiva un cuadro fiel y completo de las en- fermedades en todos los paises conocidos! ¡Qué fácil sería entonces el ejercicio práctico de la medicina! ¡Qué raros los desaciertos! ¡ Qué uniformes los dictámenes! ¡ Qué llano y per- ceptible el tirocinio á la cabecera de los en- fermos ! Vería cada profesor en un libro co- mún retratada fielmente a la naturaleza moles- ta y afligida; y en el lecho del dolor y la amar- gura , el vivo original de su excelente copia. Cada médico seria sabio y profundo desde que concluyese la carrera de su estudio; y se reu- nirían en él con gran ventaja el ardor y ve- hemencia juvenil, y la madurez y juicio de la ancianidad. No hay duda de que es mucho mas fácil perfeccionarse en las demás ciencias físicas que en la medicina práctica; pues aquellas se ver- san ó sobre la materia inerte que dista tanto de la viva, ó sobre entes organizados que solo tienen las facultades de sentir y propagarse , y que no están sujetos al influjo moral que altera de mil modos en los entes que piensan las propie- dades de la vida. Sin embargo, cincuenta años de trabajos asiduos por sociedades de médicos prácticos eB el mundo civilizado, habrían bas- tado a mi entender para elevar la medicina al 3 mismo grado que las otras ciencias naturales, y esto aun no se ha conseguido en mas de vein- te sio-los. Asi lo manifiesta la contradicción monstruo* la que se advierte entre los médicos de todos los pueblos en todas las edades. Y prescin- diendo de aquellos siglos tenebrosos sumidos en el abismo del error y la ignorancia, ¿se han convenido por ventura los médicos sobre el ca- rácter propio de cada enfermedad, y sobre los medios de combatirla, después que caminan en el oscuro campo de su profesión, con l^s bri- llantes antorchas de la botánica, química, ana- tomía y fisiología; después de publicadas mi- llares de epidemias, y que se han dedicado médicos sabios á rectificar sus métodos cura- tivos por la observación y la esperiencia en los mas grandes hospitales de la Europa? De ninguna manera. Casi no hay autor que no vea las enfermedades, y que no las cure de dis- tinto modo: y lo mas estraño es, que en un mis- mo país y en una misma época se nota esta diver- jeneia de sisteinas,y esta discordancia en el uso y aplicación de los remedios. Pues estendiendo unos la fuerza medicatriz de la naturaleza mas allá de los límites prescriptos por el Criador Su- premo, le confian casi enteramente I& curación de las enfermedades; mereciendo por lo tanto el título de espectadores ociosos, y sus escritos con mas justicia que los de Hypócrates , una meditación de la muerte: y despreciando otros los saludables esfuerzos de la vida, la pertur- ban y aniquilan con remedios inoportunos y vio- lentos^). Y como estos sistemas que mutua- 4 mente se combaten, y que unos á otros se suc- ceden, adquieren á su vez muchos prosélitos, domina cada uno en el mundo por mas ó me- nos tiempo; y de todos los puntos de la tierra Corre la juventud sedienta de doctrina, á oir las lecciones,y á estudiar la practica de un sabio en Holanda, en Mompeller ó en Edimburgo; como si en cada país no variasen las enferme- dades, y no debiesen ser distintos los remedios, ó el tiempo, dosis y forma de administrarlos, Por lo cual se habrían evitado funestos des- carríos, si cada profesor hubiese trabajado con empeño en perfeccionar la medicina de su Íiais, en vez de adoptar y establecer en él a practica de acreditados maestros en climas diferentes y contrarios. Porque siendo tan di- versas las causas físicas y morales que alteran la constitución del hombre en cada reyno, ni pueden ser las enfermedades que padece en- teramente semejantes en su curso, ni dóciles á los mismos auxilios. Los ingleses, por ejem- plo, sangran con exceso: los franceses son muy circunspectos en el uso de este remedio: el tár- taro emético tiene muchos panegiristas en la Europa; pero al mismo tiempo que lo reco«» miendan con entusiasmo en Paris, Pinel, Riche^ rand y Alibert, condenan absolutamente su uso los médicos de León de Francia, como si fuera un mortífero veneno (2). Si tal es el estado de la medicina prác- tica en la culta Europa, ¿cual habrá sido en América bajo su duro y prolongado cautiverio? Tributemos el debido homenage de gratitud w respeto á los esclarecidos manes de los Salir 5 ñas , Avendafios, Buenos, Aguirres, Canos, Mo- renos y demás sabios médicos, que sin mas es- tímulo que el de su honor y su conciencia , y & costa tíe suma aplicación y trabajo ejercita- ron con acierto en esta capital su difícil y hon« toso ministerio. Loor eterno á este ilustrado y bené^co Gobierno, pues ernnedio de las graves atencio- nes que lo ocupan , congrega y excita á los profesores de la Medicina y ciencias auxilia- res , para que trabajen con empeño en la ense- ñanza y adelantamiento del arte de curar. La medicina patria recibirá nueva vida con tan poderoso influjo; y una historia completa y luminosa de las enfermedades que se padecen en Lima, debe ser sin duda el primero y mas* poderoso medio de perfeccionarla. Pero sien- do imposible desempeñar de pronto este im- portante y decoroso cargo sin una colección de observaciones exactas y continuadas por algu- nos años , daré solo por ahora un ensayo de las enfermedades frecuentes en Lima , de sus mas notables diferencias, y de los remedios convenientes para curarlas; reservando para después el complemento de esta obra con el acopio de los materiales necesarios. Y habiendo observado atentamente la epidemia de fiebres pútridas y malignas, así intermitentes como con- tinuas, y de otros males peligrosísimos que se han padecido en el año pasado de 1821, hé resuelto comenzar por estos, esponiendo las causas que pueden haberlos producido. Quiera el cielo que mi trabajo corresponda á los ardientes deseos que me animan, por * Henar siquiera en esta parte las miras bené£ 6cas del Supremo Gobierno, y por el bien y gloria de mi amada Patria. Y si acaso por mi$ escasas luces no cumpliese exactamente con" el sagrado deber que se me impone, á lo mei nos daré de aqueste modo un claro testimonia 4e mi sumisión y de mi esfuerzo» &X PESAR de que el temperamento de Lima es caliente y húmedo, y de que sus habitantes no son por lo común tan vigorosos como los que viven en la sierra i se ha notadp siempre en ellos una tendencia á las enfermedades in- flamatorias. Por lo cual no solo han padecido estas con mucha frecuencia aun las personas débiles y valetudinarias , principalmente en el otoño y en la primavera por las repetidas va- riaciones de la atmósfera y paso súbito del calor al frió , sino que también han participado mu- chas veces del carácter inflamatorio aun aque- llos males que mas parecen resistirle. Y así es, que no solo ha sido muy común la com- plicación de las flegmacias con las fiebres bi- liosas, mucosas y exantemáticas , sino también con las intermitentes , con los cólicos , con la disenteria , con las neuroses,y loque es aun mas irregular, con las obstrucciones y la hy* dropesía (3). Mas desde el año de 1818 en que se pa- deció una epidemia biliosa por todo el estío, no Bolo en esta ciudad sino también en toda la costa, y que yo describí por entonces, parece que ha variado notablemente la constitución de este paisjpuesya no son tan frecuentes las enfer- medades inflamatorias como lo son las biliosas" simples, las bilioso-pútridas, y las malignas que se observaban rara vez. Y parece indudable el que esto.haya dependido asi de la atonta en que quedaron los sistemas vitales , principal- mente el nervioso y muscular por los miasmas que produjeron la epidemia (4) , como también de las causas que han influido después en re- novarla con síntomas terribles. El efecto pernicioso de dicha fiebre biliosa se manifestó poco tiempo después en la epi- demia de angina ulcerosa maligna, observada por la primera vez en Lima, de la que pade- cieron muchos, especialmente niños,y la que aun no ha desaparecido enteramente , pues en el presente mes de marzo he curado de ella tres enfermas jóvenes, de las cuales dos -estu- vieron en el mayor peligro. Aunque el carácter de esta angina haya sido el mismo que el de las que han observado y descripto los prácticos en varias regiones de la Europa, se advertirá por su historia que no ha sido tan maligna como la de otras partes. La fiebre que era por lo común pútrida ó adi- námica, participaba en algunas personas vigo- rosas del genio inflamatorio: fué muy rara en los hombres adultos, y no tengo noticia de que la padeciese algún anciano. No era precedida de vómito ó diarrea, ni sobrevenian en su curso sopor ni delirio. La ulcerase manifestó desde el primero ó segundo dia de la enfermedad en las tonsilas y en la campanilla, ó sobre el velo del paladar, ó en todas estas partes á un mismo tiempo: su color blanco al principio se muda- ba después en ceniciento , pero jamas en negro; 9 ni tampoco vertían sanies pútrida y fétida. Fué del mejor presagio el desprenderse de las úlceras unas escaras blanquecinas y coriáceas, y nunca dejaban después de su separación úlceras sórdi- das y sinuosas , sino leves escoriaciones que desaparecían prontamente. Ninguno ha muerto por los progresos de la gangrena , ni por el carácter de la fiebre, sino por verdadera so- focación; pues estendiendose las úlceras por la laringe y faringe , impedían del todo la res- piración y deglución. Sin embargo, la enfer- medad ha sido eminentemente contagiosa, y su término funesto se verificaba por lo común entre el tercero y séptimo dia, pasado el cual era menor el peligro. El método curativo no ha sido uniforme en los profesores; pues confundiendo los igno- rantes esta angina con las inflamatorias que so padecían annualmente , ordenaban sangrías, las que produjeron malísimo efecto. Nó obs- tante , cuando por el temperamento sanguíneo del paciente se notaba el pulso pleno y fuerte, Ja garganta roja y entumecida, y la ex ulcera- ción era pequeña , fué oportuno sangrar una ó dos veces; y en los que la angina no partici- paba del genio epidémico , presentándose con todos los caracteres inflamatorios, la sangría larga y repetida fué como siempre el mas po- deroso auxilio. iVlgunos médicos de luces y crédito ad- ministraron el emético al principio de Ja enfer- medad , apoyados tal vez en la doctrina de autores célebres que lo recomiendan, ó porque lo exigían las circunstancias de sus enfermos. 2 10 Pero me consta que los ignorantes y empírico! abusaron de este remedio, ordenándole indis- tintamente á todos, lo cual fué pernicioso á muchos. Entre estas desgraciadas víctimas, hago memoria de una joven , á quien vi perecer en el acto de vomitar, con penas indecibles. Yo no receté vomitivo á ninguno de mis enfermos por las razones siguientes. Primera : porque sien- do esta angina nueva en Lima, y no observando en ella diferencia alguna esencial de la qwe es epidémica en Europa, y principalmente en España, debia curarla con el método que han esperimentado ser mas eficaz los médicos de aquel reyno: y no habiendo usado ellos el emé- tico, rae pareció justo el omitirlo. Tal vez se me dirá , que cuando los médicos españoles cu- raron y describieron las epidemias de esta es- pecie de angina , aun no era conocida la virtud antiespasmódica de los vomitivos dados en corta dosis para excitar solo una ligera náusea; y que de este modo aprovechan en todas las fiebres que no son inflamatorias, aunque no estén complicadas con inf&rto de materiales pútridos en las primeras vias. A lo cual respondo, que médicos muy sabios y novísimos condenan esta práctica (5); y que no es conforme á razón el que un remedio de bastante actividad sea pro- vechoso en enfermedades de distinto carácter, síntomas é indicaciones curatorias ; y en todas lns edades, temperamentos y climas, cuando ellas solo convienen en el nombre generalísimo de fiebres. Segunda: por ser muy probable que algunos autores hayan equivocado la angina gangrenosa primitiva con la escarlata maligna 11 fie la cual es síntoma la angina secundaria í(6), y que hayan creído conveniente el emético para sostener el tono de la culis. Mas esta indica- ción faltaba en nuestra angina , asi porque no era acompañada de escarlata , como porque en algunos casos no se notaba fiebre , y en otros era ella precedida de las úlceras , y tomaba el carácter inflamatorio ó pútrido de estas, al modo que en los carbuncos y pústulas no precede la fiebre á los tumores, sino les sobreviene en su principio ó en su aumento. Tercera: porque aun en la fiebre escarlatina maligna complicada con angina, hemos esperimentado en otro tiem- po malos efectos del emético [7]. Cuarta : por- que estando recomendada la quina por todos los médicos como el mas poderoso remedio contra este terrible y agudísimo mal [8] , debía principiar por ella , y no por otros medicamentos perjudiciales ó inútiles : pues en los males de esta naturaleza, aun cuando hayan varias in- dicaciones, todas deben ceder á la mas ur- gente, la cual es oponerse al abatimiento total de las fuerzas de la vida. El éxito correspondió á mi concepto, pues sanaron mis enfermos á beneficio de la quina, excepto una joven que se negó á tomarla, y dos niños para quienes fui llamado en los últi- mos momentos. Cuando era grande la debilidad del pulso, la ordenaba en alta dosis y con mucha fre- cuencia , y los enfermos se restablecían sin eva- cuación sensible por la virtud de este especí- fico. Pero si la fiebre participaba mas del ge- nio inflamatorio que del pútrido , ó no daba la< 12 quina, sino el suero tamarindado, ó la ordenaba con mucha circunspección. A mas de su uso interno fué útil en gar- garismos, tocando después las úlceras con una mezcla del jarave rosado con el ácido sulfúrico ó con el muriático. También produjeron buen efecto las raigas de pan con el oxicrato ó vinagre aguado, y los sinapismos aplicados al cuello: y con estos auxilios y un régimen vejetal terminaba feliz- mente la enfermedad en el primer septenario, y en muy pocos se ha estendido hasta el se- gundo. Al mismo tiempo que hacía sus estragos la angina maligna , se padeció por todo el año una epidemia de sarampión la mas benigna que he visto. Sin embargo los que retropelieron la erup- ción con el desabrigo, ó con excesos en la dieta se hallaron en peligro ; y algunos perecieron por la caquexia, las obstrucciones, ó la disen- teria. La enfermedad siguió su curso ordinario desde el principio hasta el fin; y aunque la fiebre fuese biliosa en todos, y comenzase con vómitos , y en algunos también con diarrea, no tengo noticia de que los profesores prescribie- sen el emético. Asi es que los enfermos sana- ron por la naturaleza, y los médicos favorecie- ron solo sus conatos ordenando un moderado abrigo y el régimen vejetal y acecente. No así en los cólera-morbos, que también lueron epidémicos, principiando en la prima- vera , y tomando mayor incremento en el estío X aunque esta enfermedad es casi endémica en- 13 tre nosotros , se vieron en el dicho año mu- chos mas enfermos plagados de ella que en los anteriores. Atacaba á unos después de haber comido con exceso ó bebido licores espirituosos; y á otros sin causa manifiesta. Las deyecciones eran al principio biliosas , y después blanquecinas ó serosas. Sobrevenían á ellas prontamente sed intensa , calor ustivo en lo interior del vientre, frialdad en los estremos , pulso pequeño y fre- cuente , hipo , calambres y otros síntomas omi- nosos : mas todos cedieron á la nieve tomada sin demora. No obstante haré algunas adver- tencias sobre este remedio, porque se abusa de él muchas veces en el tratamiento de esta enfermedad. Como ella se observa en Lima casi siem- pre por el estío, es claro que su causa predis- ponente es el calor que aumenta la sensibilidad é irritabilidad de los órganos biliarios , princi- palmente cuando á la predisposición dicha se añade el estímulo excitante de los alimentos acres ó excesivos, de las bevidas espirituosas, de la ira &c. En este caso corre la enfermedad con tanta rapidez y violencia, que desde el principio se espurga el vientre de todos los alimentos incoctos y de las materias escremen- ticias. Son por lo tanto muy nocivos los pur- gantes autorizados por Hyppocrates en el li- bro 5. ° de las epidemias ; lo son las lavati- vas y los diluentes tibios recomendados por mu- chos autores celebres antiguos y modernos: y aun el láudano tan acreditrado desde Siden- ham, no produce entre nosotros un efecto tan 14 instantáneo y seguro , como la nieve tomada interiormente. Asombra ver la prontitud con que el vomito se suspende , las evacuaciones se minoran, el hipo desaparece, y el pulso se levanta y arregla. Y sin mas que este auxilio y el de nuestras mazamorras sub-ácidas por todo alimento , recobran su vitalidad y fuerzas los que pocas horas antes parecian una viva y horrorosa imagen de la muerte. Pero hay otra especie de colera morbo que puede llamarse esporádico, porque acome- te en todo tiempo del año, el cual no depende del influjo atmosférico, sino únicamente del de- sorden en los alimentos. En este no son por lo común los vómitos tan violentos, ni se des- carga el vientre con prontitud de los materiales escrementicios, ni los enfermos sienten tanto ardor en el estómago, aunque estén muy se- dientos por la gran pérdida de los jugos na- turales. Conviene en esta especie ser muy circuns- pecto en el uso del hielo , y mucho mas al prin- cipio de la enfermedad. He sido testigo algu- nas veces del funesto resultado de la nieve por haberla ordenado los médicos en este caso, para cortar según dicen la lipiria, cuando solo de- bian. ayudar á la naturaleza para la espulsion de todas las materias indigestas y pútridas, ha- ciendo beber al enfermo agua tibia en abun- dancia , y si esta no bastase ordenando los vo- mitivos mas ó menos suaves , según la edad, sexo , temperamento , fuerzas y sensibilidad del paciente. Espurgado el vientre de todas sus impurezas, medio grano de opio tomado con 15 frecuencia en un líquido aromático, modera al instante las evacuaciones, calma los dolores y repara las fuerzas. En caso de ser insuficien- tes estos remedios, loque rara vez sucede, se dará la nieve , principalmente si la estación es calurosa, el enfermo joven y de temperamento bilioso. Esta enfermedad ha sido conocida des- de los siglos mas remotos, y siempre se ha pre- sentado con los mismos síntomas: sin embargo, no están conformes los autores en el método de curarla. El que llevo espuesto no solo es el resultado de mi dilatada práctjca, sino también el mismo que adoptaron grandes maestros apo- yados en la observación y la esperiencia, y no en vanos sistemas ó fútiles raciocinios. Asi es que los antiquísimos autores Areteo, Alexandro Traliano y Celio Aureliano no solo describen esta terrible enfermedad con la mayor exacti- tud, sino que también recomiendan el régimen frío en la primera especie, dando por todo ali- mento las poleadas y frutas ácido dulces, y en la segunda favorecen la evacuación de los ma- teriales incoctos y podridos [9]. Es por lo tanto de admirar que Syden- ham usase únicamente en una y otra especie los diluentes, las lavativas y su láudano; que centenares de autores modernos, excepto HofF- man y uno ú otro muy raro, no hayan recetado el agua fría en la cólera biliosa epidémica; que Pinel solo aconseje en ella un diluente acidula- do, proscriba los demás auxilios, é inspire gran desconfiauza del opio en todas las especies de cólera; que en el gran Diccionario francés de las ciencias médicas, no se mencione á los tres antiguos autores que llevo nombrados, en el catálogo de los que se leyeron para formar el articulo cólera morbo, ni se haga uso del régi- men frió y de la nieve, cuya eficacia ha sido conocida por el médico español D. Ángel Sanz y Muñoz, y que por el contrarío se recomien- den como en el cólico, las repetidas lavativas emolientes con aceyte de almendras, las fomen- taciones relajantes al vientre, y los baños ge- nerales de muchas horas; y finalmente que Vi- tet ordene la sangria en el cólera-morbo epi- démico descripto por Sydenham. [10] Esto y mucho mas que pudiera decirse, confirma la necesidad de la medicina peculiar á cada país; y ñola prueba menos nuestra práctica establecida en la curación de las tercianas. Rara vez se ha padecido en Lima una plaga tan general y constante de fiebres inter- mitentes como en ese mismo año: y lo mas notable es, que no pudieron distinguirse como otras veces, en vernales y otoñales, asi por haber continuado sin interrupción en todas las cuatro estaciones, como porque en todas ellas conservaron el mismo carácter de biliosas, y por lo tanto se observó muy rara vez una cuo- tidiana legitima ó cuartana. Muchos sufrían dia- riamente la accesión, aunque esta era mas fuer- te en los dias impares. Principiaba regularmen- te con vómitos biliosos, y la fiebre era acom- pañada en los mas de dolor de cabeza vehe- mentísimo, al que solia seguirse sopor ó deli- rio: en algunos se prolongaba la accesión mas de un dia completo: y vi una enferma joven, robusta, y de temperamento bilioso, en la qne duraba cincuenta horas , con pulso muy levaa- tndo y dolor agudísimo de cabeza. Las orinas eran en todos muy encendidas , y rara vez noté el sedimento latericio que depositan con frecuencia en esta enfermedad. A la entrada de la primavera hubo muchas tercianas perniciosas. Las mas fueron soporosas, algunas sincópales y cardialgías , y observé en don Jacinto Marquiria una maligna lipi- rica. Padeció este de improviso el cólera morbo, y fué auxiliado por un médico con la nieve. AI dia siguiente estuvo mejor, y al tercero repitió el cólera^mqrbo con mayor fuerza. Con-* tinuó el ijso de la nieve, y al otio dia se cre- yó bueno : mas en el inmediato volvieron los vómitos y evacuaciones con tanto exceso, qué temiendo su muerte próxima me confió su cu- ración. Conocí por lo espuesto, que la enfer- medad era una intermitente disfrazada con el cólera-morbo : y para^ sacar al paciente del Conflicto ordené que tqmase medio grano de ppio de hora en hora hasta que cesasen los vómitos y evacuaciones. Pasada la accesión, en la que no tenia fiebre, sino un pulso muy tar- do y casi imperceptible , le receté la quina en dosis alta y repetidas veces. Sufrió después de ella una accesión ligera, y se restableció en pocos dias continuando diariamente el mismo remediq. De este y de otros modos se enmascara- ron tanto las intermitentes, que fué muy dificij conocerlas. Pues no solo se vieron acompaña- das de los síntomas que caracterizan á otras enfermedades, siao que también se equivoca- 3 7 Ban con las tféferW cbnrftfcriftí jtófW&rS f*&*■ lignas qué sé pádécian ái riftsm tifttfpo. P8f lo cual ó se ¿raba lá ¡füíñ* al prin$1pi6 en ífeÉ fiebres continua» con gr^ve flífio ffé tos fHfr cientes,6se retáfd^fef «ti1 us*6 en latí iííÜírTffift. fentes pérñítiSSaS. í era tóás bblélíro et diag- nosticó ó*é ésíaS, por iío ser etTs a*c<5és1ónéfi \im «fedidas le frió , ni áéo'mpafmH^ dé sudor , M 3e ©ritiá taterrcia. Td pPéímré conocerías f durarlas de esté móífó. hiendo muy géñerat lá fepiáéfitáfc #fc ter» éianas por tóúó et alto, cfeiqüé ésta étíWé era la radical de las coííííñüás, o 1) No era tan «efu- ro el tratamiento de las fiebres biliosas conti- nuas , especialmente cuando degeneraban «n pútridas o malignas. Pilé muy fácil observar la liebre -gástrica biliosa simple, porque la padecieron muchos. ÉJn unos principiaba después de alguna ligera indisposición de estómago y laxitud de.cuerpo, y en otrqis sin afección precursora. I£« ios man con náusea , vómito y evacuación ventral de bilis amarilla, ansiedad y opresión en lospre- cordios, sin dolor notable ni elevación en el vientre; y en algunos sin estos síntomas mo- lestos- La lengua era blanca é manchada de un tinte amarillo, tenían sed y manifestaban mucho hastío al mantenimiento animal. CJn do- k>r gravativo de cabeaa faé el síntoma casi inseparable de estaíebre, el cual crecía cuan- 20 do ella se aumentaba. Los recargos eran ves- pertinos , sin ser precedidos de frío, y algunos tuvieron un pasagero delirio. El pulso jamas fué pleno ni duro , pero igual y acelerado , el calor acre y ardiente al tacto, y las orinas rojas y turbias. Terminaba felizmente del sép- timo al catorceno dia por evacuaciones abun- dantes , biliosas y gruesas , y por sudor masó menos copioso; pero jamas se disipó por cri- sis súbita, sino por descargas succesivas de los colatorios dichos. Fué útil un suave emético al principio en los que habían comido con ex- ceso poco antes de la invasión de la fiebre, cuan- do el estómago no se desembarazaba por el vómito espontaneo de los materiales dichos: pero en los mas era inútil ó pernicioso este remedio, porque la nausea y los vómitos de bilis sincera continuaban por algunos dias, no por embarazo gástrico, sino por la sensibili- dad exaltada del ventrículo. Así es que en todos ios enfermos de esta especie , no se necesita- ron mas auxilios que el suero simple , los ta- marindos, el crémor ó limonada; ni otro ali- mento que las mazamorras y las frutas acido- dulces asadas ó cosidas. Mas en algunos ter- minaba la fiebre en intermitente legítima, re- pitiendo las accesiones después de una com- pleta apirexia, y cedia prontamente al uso de la quina. Esta misma fiebre tovnó en algunos el ca- rácter de pútrida ó adinámica , y en otros el de maligna ó ataxica. La primera no tenia por lo común otros síntomas al principio que los de la simple biliosa; mas del tercero al quinto 2J día aumento de fiebre con remisiones casi im- perceptibles , pulso frecuente y duro , pero sin fuerza ni-plenitud, calor urente, sed intensa, lengua seca, rostro encendido, ojos rubicundos y llorosos, orinas rojas y diarrea biliosa , gruesa y mas ó menos abundante. En algunos á mas de incrementarse estos síntomas, se notaba tam- bién la lengua morada ó negra , el cuerpo cu- bierto de petequias, leve delirio con grandes intervalos, y parótidas que ó supuraban con tra- bajo , ó se resolvían por evacuaciones es- pontaneas , ó excitadas por el arte. En los en- fermos mas graves sobrevenían epigenomenos espastnódicos en la cabeza , en la región pre- cordial ó en el abdomen [12] , y entonces de- lirio continuo, tos con esputos sanguinolentos, pulso muy acelerado y pequeño, ó vehemente y duro como en las flegmasías membranosas, y por último anxiedad , convulsiones , hipo y frialdad de estremos , terribles precursores de muerte inevitable. Cuando esta fiebre era regular, y tratada con el mis.no método que la simple biliosa, terminaba en salud en el segundo ó tercer sep- tenario, y muchas veces entre los treinta y cuarenta dias por diarrea natural ó solicitada con suaves y repetidos ecopróticos. En los ca- sos mas írraves fueron necesarios los pediluvios, las ventosas, los sinapismos, los vegigatorios, las lavativas con vinagre, y las limonadas frias por el hielo cuando la ustión era excesiva y no habia señal de congestión en alguna viscera. A mas de los auxilios dichos ordenaba en la pútrida espasmódica el licor anodino de Hoí£ nggn .el alcanfor con et *¡!ro, * aan el opio ciando la* convulsiones, el dejirió y demás a)n.ip,aiaa nerviosos aumentaban el peligro (13)» : Entró á medicinarse en mi hospital dé San Btan $e píos, un joven "francés et cuarto dia q¿ una fiebre bilioso^pütrida. Sus síntomas máa notables eran pulso frecuente y pleno, orinas,, gruesas y éncendiclaa, sed intensa, lengua su- cia X sensación molesta en el epigastrio. La- vativas y suero tamarihdado alternando con é\ caído- Al dia siguiente inquietud y delirio mo- derado : vomitivo de nipecacuana cjue produjo grande efecto por arriba y por anejo. A las 24 horas hinchazón considerable en la parótida izquierda: fomento emoliente y miga de pan « <¿on !ecl|e.. %Í otro, dia tumor grande en la pa- rótida del lado derecho , contracción de la man- díbula inferior que entorpecía el habla y la deglución^ dolor gravativo con anxiedad en la parte anterior del pecho , pulso menos frecuen- te, pe.ro bajo y eontraido, Estuve, ppr un rato indeciso entre sangrarle ia purgarle. Me incli- naba 4 Ja sangría para impedir que se sofocase por la elevación de las parótidas; pero no ha- biendo síntoma alguno dé inflamación , me pa- reciómas seguro y eficaz el purgante, á fin de resolver los tumores. Tomó dos onzas de maná Ír dos escrúpulos de ruibarbo en suero, eon, o c^ue hizo copiosísimas evacuaciones. Al dia siguiente diminuejon muy nptable de las paró- tidas, respiración libre, libertad de la mandí- bula , pulso regular, elevado y poco febril, f {►or.último apirexia perfecta y cesación de todog os síntomas en él segundo septenario. Entre los muchos 'enfermos que auxiliérsqlp vi uno en el que me pareció necesarísima 3a ^aogrja, la que se repitió hasta tercera vez con el dictamen de los Dres. Vergara y Seguin por la sama dureza y Vehemencia del pulso., grande ustión , ansiedad y dolor en Ids precordios, que .manifestaban estar inflamado notablemente el jhjgado. Bejo nada pudo evitar que pereciese con imponderables angustias. Fué nociva en ¿ésta enfermedad la quina, mientras no termi- naba en intermitente, y noté malos efectos dé el la y de los tónicos estimulantes que adminis- traron algunos profesores., confundiendo esfa fiebre con la maligna rigorosa ó ataxíca. Fl4§- En esta después de cuatro ó cinco días,, jf á las veces mas tarde, la fiebre al parecer Benigna , se mudaba de improviso en ataxiea. El puiso en los mas era spequeñoy tan lento, & smeo- pes, y de otra multitud de males agudísimos? ¿Quena- ce en estos la naturaleza ? ¿No es ella misma la que a ma- nera de un caballo furioso y sin freno, se precipita en el abismo de la muerte , si el arte no la detiene , sujeta y dirije por la senda segura de la salud y la vida ? Y con- trayendome solo por ahora á probar esta verdad con lo que se observa en las convulsiones , ¿ contribuyen estas de al- gún modo á remediar la impresión que ha hecho en los nervios uua pasión violenta que los conmueve , ó un agen- te físico que los punza y dilacera? Concluyamos pues di- ciendo , qie aunque la naturaleza cura por si sola algunas enfermedades , las cura con mas prontitud y seguridad au- xiliada por la medicina : y que esta cura muchas mas su- perando asi la resistencia de las causas nocivas, como tam- bién la inacción ó desorden de la misma naturaleza. (2) "La decouverte du tartre-émétique est un fleáu de „ plu3 dont les Praticens ont affligé 1' humanité: 1' observa- y, tion impartíale seule I' anéantira.... redoutez le tartre 5, émétique ; il n' est jamáis preparé d' égale forcé ; il agit „ avec tropde violence, et sa dose est tonjours incertaine." Vitet Maiiere Medícale des emctiq. (3) En arios pasados auxilié á un enfermo ascitico de temperamento melancólico , con fiebre continua y tumor cir- roso en el higado. Aunque el mal era incurable , fué ne- cesario punzar el vientre en dos ocasionef, para dar salida a las agua9 derramadas. Después de la segunda operación tomó el paciente por dictamen de otro médico , un diurético estimulante, el que le ocasionó una verdadera hepatitis al tercero dia fc y fué necesario sangrarle tres veces por la fuer- za y dureza del pulso, dolor agudo , sed intensa, y aspec- to inflamatorio de la sangre. Se resolvió con las sangrias la inflamación del "ligado , y siguió la hidropesía su cur- so ordinario, hasta que terminó con la muerte. Pocos anos hace que fui llamado á consulta con el doctor Paredes para una señora de mas de 40 años , de constitución débilísima, caquéctica, y habitualmente afecta de convulsiones, la que se hallaba con dolor pungitivo en el cos- cado , toz , pulso pequeño , frecuente y algo duro. Todo contraindicaba la sangría en esta enferma , por lo que no Cft resolto el medico que antes la curaba , á pesar de sus luces y esperiencia. Mas nosotros la hicimos san«rrar, y se mejoro al momento. ° ' J (4) La epidemia del ano de 818 fué una fiebre efe- 3 mera biliosa, que terminaba felizmente en tres ó cuatro dia?; Se atribuyó por entonces á las variaciones de !a atmosfera; mas no me parece fácil esplicar por ella sola la Mima lan- guidez en que quedaban por quince dias ó mas cuantos la habian padecido. ¿Fue acaso impregnado el ayre de al^un principio maligno y deletéreo que abatió hasta ese estremo las potencias nerviosa y muscular , ó fue un contagio pes- tilente venido de países estranger03 quien produjo esos efec- tos '? Aunque no se pueda resolver este problema, es justo que se evite con zelo y vigilancia la comunicación del mal terrible que ásola annualmente los Estados-Unidos de la Amé- rica inglesa > y la costa occidental de España. Y debe ser desde ahora mayor el esmero del Gobierno en esta parte , por- que siendo el tiphus icteroies ó fiebre amarilla, una calen- tura biliosa pestilente, que difiere de las que se han pade- cido y padecen en esta ciudad, solo por su mayor in- tensidad , acrimonia , contagio y peligro , y no por su carác- ter esencial y constitutivo, estamos dispuestos mas que an- tes á recibir su contagio (5) "Dajectus appetitus, nausea, vomituritio in acu- ,, torum principio rarissiine á saburra circa proecordia haeren* 2) te nascitur, cum , quod homines plerumque sanissimos Y, antea , et quin in assuetam dietae normam peccarint, his „ eymptom itibus aflici videamus; tum quod escussa quae y, putabatur saburra, adeo non to'.lantur haec incommóda, „ ut etiam exasperentur. Patet hinc usus aut abusus eme- n ticorum in acutorum exordio. „ St&ll tom. 4. in aditament. ......" Dous cette angine, telle que nous la considérons ici, „emmemni3nte putride et depovilleé de toute complication j, de saburre dais les premiers voies , les evacuaos, soit „ éméüqu¿3 soit purgantifs, sont eminemm&ntcontraires. Gri* tnaud des Jievrs tom. 3. pág. 47. "L' erñetique est prodigué dans les mala 4 „1e Routinier ne reatpomt abandonner sa praticque meur- „ triere, et le jeune Praücien s' y libu; par parece et«avec „ trop de confiauce. " „ Dans les maladieg évacuatoires , ne vons laissez pas „ seduire par les envíes de vomir , les rapports et le vo- „ missemeut ; <;e sont des signes Irompeura que le Routi- „ nier saisit avec ayideíé, et que le Fraticien éclaire rrje- n tte, s' ils n' aunoncent pas evidemmente 1' espulsion á* y, une maíiere nuisible on critique, ou s' ils ne sont que „ sympathiques. ,, ,, Gardez-vous d' administrer l' emetique pour accélé- „ rer et augroentcr le vojnissement que la nature provoque „ les premiers jours des muladies aigues , et uut commen- „ cement de leur redoublement ; il est d' ordinaire sympar» „ tinque , et 1' emetique funestq. " Vitet mutier. medical des emetiq. Cual será la confusión de los jóvenes mérücos al com- parar la doctrina de estos celebren Autores, con la de Gu- llen , Pinel , Alibert, Richerand , y otros no menos recomen- dables, que administran el emético en las fibi es continuas, (.riucipalmente ep las meningo-^-gastricas, y. en todas laa intermitentes , sin atender á muchas circunstancias que pue- den hacer mortífero este remedio en dichas enfermedades? Su eficacia incontestable en la apoplejía, y demás enfer- medades soporosas, en las obstrucciones crudas de las vise- ras, y en casi todos los males en que están indicados loa estimulantes , debe hacer muy sospechoso su uso en las liebres asi continuas como intermitentes con mucha exaltación de las fuerzas vitales, y especialmente en laa gástricas que consisten en la irritación del estomago é in- testinos, i Que importa el -que relaje la cutis , y excite el sudor, cuando este pequeño bien, si acaso es a!g>mo , na puede compensar el gravísimo mal que debe seguirse por el aumento de irritación en las visceras abdominales , y por la determinación de la sangre al cerebro, casi siempre afecta-* do simpáticamente en dichas fiebres? A pesar de estas reflexiones tan obvias y fundadas, iha prevalecido tanto en Europa y entre nosotros la opinión de estos últimos médicos, que muchos profesores principian la Cupaoion de todo tercianario con el tártaro emético, ó con la mix- tura antimonial de Masdevall, y con la misma confianza re. c.etan estqs vomitivos en las ¿fiebres biliosas, ó raeninga -*? gástricas. En mi Apología sobre el método curativo de la fiebre biliosa epidémica que se padeció en Lima en el año de. JJ518 , inculque bastante aobre este pernicioso abuso , pof el que hé visto agravarse notablemente los febricitantes, y aun perecer muchos qua se habrian salvado con un régimen sencillo. Sostuve entonces que la fiebre biliosa no depen- de de la redundancia de la bilis en el estomago é intestimos, sino de la irritación de estos , y que por consiguiente de- bía curarse con un regimíMi atemperante y sedativo , y no con los eméticos y pu gantes. Estas son mis palabras á la pág. 19 La fiebre biliosa es excitada únicamente por la irri- tación de las membranas de ios órganos que elaboran la di- gestión de los alimentos , sea cual fuese la causa interna ó esterna, moral ó física que determine el aumento de acción en dichas partes. A los cinco años de publicada rni Mefc mo¡ i i, se recibió en esta ciudad la obra francesa de M. Brous^ sais traducida al español, e impresa en el pno de Í822. El autor dá por nueva esta doctrina , y funda en ella la pros- cripción de los eméticos. De lo que se infiere que Breu- ssais en París y yó en Lima coincidimos á un tiempo en este importante punto de patología y terapéutica. Espero que por la lectura de aquella obra, por la de Boisseau y la de otros sectarios de su escuela, reformen algunos dq * mis comprofesores su método curativo en esta parte ; y que yó logre ver en mis dias, lo que deseó y no consigio-ver en los suyos el ce'ebre Antonio de Haem, á quien sobreto- 4)3 debe consultarse y seguirse en ésta materia."Spes me }, alit fore ut darsnosam hanc par-em demum ex medicina es- ., sularevideam." Rat medend. tom, \.° pág. 256 edición de París. (6) " Febris scarlatina adeo coincidit cum ansinisma* j, lígnis, quarurn aecuraissimam historiam celeberrimi Fe* „ thergill, Huxham , Tissot aliique nobis tradiderimt, et, tan* „ tam cum his afi íitatem aht, ut utrumque morbum arl unuro „ idem q ie genu? revocará n?mo nu'dus dubi'av•■>-ií. „ D¿- fsert. medie. Manspeliens. An febri scarlat. vex.c ttb Da* Hiél. Franc. Chalelanat. (7) En el año de 1795 se padeció en esta ciudad uaa epidemia de escarlata maiigna , deja que murieron muchos. Los enfermos tenían entre otros síntomas el de una in- flamación erisipelatosa en la garganta, sin tumor ni ulce- ra en dicha parte: la fiUre aparentaba al principio el carác* iter inflamatorio, y después de tres ó cuatro dias se ma- nifestaba pulrido-espasmolica. Los mélicos de mas reputa» cioa ordenaron la sangría y el emético al principio , y dea» 6 pne? la quina ; y otros confiaren a esta sola la curación da tan "funesto mal. Observando yo la inutilidad de estos auxi- lios , y lo que exasperaba á todos los enfermos el emético, receté limonadas bien frías de nieve ala última enferma que tuve á mi cargo, y sanó con ella. No pude confirmar su eficacia con otros casos, pero supe después que mi condi- scípulo el sabio y virtuoso Puente , habia sanado también con la nieve auna hermana del doctor Seguín. Hago recuerdo de esto, no tanto para impugnar el tártaro emético en la fiebre escarlatina , cuanio para conservar la memoria del uso saludable de la nieve en esta enfermedad. (8) "In angina nviügna ulcerosa tinctura quinae for- ,, tis beneque saturata tum per os si fieri potes t, tum per „ clysteres ex levibus intervallis saepius exhibita, optimutn ., remedium ese observatione novimus. *4 Piquer prax me- die, tom. 1. ° lib. 2 o. cap. 10. El doctor don Juan An- tonio Pascual y Rnbio, que observó muchas epidemias en España, de la angina maligna, asegura en un tratado que publicó sobre esta enfermedad, que antes de usarse la qui- na en ella , morian casi todos Iob pacientes á pesar de las sangrías, evacuantes y demás remedios recomendados por los prácticos , y que ninguno ha muerto desde qué se dá 1» «pM»a 4M.t.p$r4¿la de tiempo , era grandes y repetidas dosis. Estraño que e!Xh. don Bartóliwate Pinera en sus notas á la medicina de Cullen , hablando de los médicos españoles que han observado la angina maligna , no haga mención de es- tos dos autores que recomiendan esclusivameatte en ella el Uso de la quina. (9) "In cholera eorum quae ejiciuntur suppressio ma- „ la est. Cruda enim sunt, quare nos ©portet ea facile spon- ., teque exeuntia libenter permittere : si non exeant, inci- „ tare , aquam tepidam sorbitione dantes.... Sin autera „ omnia antiqua stercora dejecta fuerint , et biliosi humo- „ res íransierint, bilíosusque vomítus, et distentio adsint, fas- „ tidium, anxietás , virium labefactio ; tune frigidae aquae „ cyathi dúo, áut tres propinandi sunt &c. Aret. lib. 2. ° , „ cap. 4. ... Si ciborum corroptio per initia tibi adpare- ,, at , et aeger nihil fere per ventrem ant vomitum exernat, „ sed naucet velliceturque , tune ipsís exhibere conavimur ,, qnae potius vomitum provocare largius posumt : qualis „ est mulea......quod si mulsam non libenter sumant M tepida aqaa ipsis liberalior dari debet, atque veuútu» 7 £ íolicitari .... Quod si bilis copiosior mine sursum, nune „ deorsum cholerae alfectum e itet......ex fructibus w conducit i-s , qui non admodüm maturuit, et mediocrem „ habet adstrictionem : presertim mala , pira , mala púnica, „ et uva pensilis. Potus his omnium máxime aqua frigi- „ da conveniL Alex. Trall. lib. 7. ° cap. 14 et 15 tom. 6. Art. medie. Princip. apud Hallerum. "Cholencos opor- „ tet primo similitsr ut cardiacos locari , atque ut indiges- „ tos , vel qui cibos excludunt: potum dari decet tepidae ut 9) quod itnmutatum corrupíione videtur , tanquam veneni ma- „ teria per vomitum depurgetur.....At si dolores cee- r, gerint et plus urgere vomitum viderimus, solutione obti- „ nente, . . . . aquam frigidam sorbendám damus. CaelAu- rel. lib. 3. cap. 12. (10) Admira que este francés en su obra intitulada Medicina especiante, recomiende las sangrías largas y repe- tidas , como el medio mas eficaz para curar el colera mor- bo epidémico, y sin consideración ninguna alas diversas circunstancias en q íe se halle el individuo. Tissot y Sau- vao-es aunque aconsejan la sangría , solo es cuando la edad juvenil , el pulso duro y fuerte , y la intensidad de los do- lores dan á conocer la inflamación del estomigo é intestinos. Pero jamas se presenta entre nosotros el colera morbo con ta- les shtomas, sino como una enfermedad espasmodica que aba- te con rapidez las fuerzas de la vida, y en la que Seria mortal la mas ligera perdida de sangre. Este juicio de un médico peruano de dilatada esperien-' eia debe satisfacer de algún modo el deseo que manifiesta Boisseau, en su Piretologia publicada enParis el año de 1823, de que en la India y en la America, donde son frecuen- tes los colera morbos , se esperimente el efecto de la sangria. (11) Sin embargo de que la quina en el sentir de Wer- lohf y de lo? mejores prácticos , es el don mas precioso con que Dios enriqueció al Pero para bien de los moríales, nin- gún otro remedio ha sufrido por los médicos oposicio» tan grande. Nadie podia dudar de su eficacia por ser tan ma- nifiesta , y en esto mismo se fundaba su repulsa. Se su- ponía que la fiebre intermitente era un esfuerzo de la na- turaleza para corregir y espeler el humor morbífico, y que quitada la fiebre por la quina quedaba aquel encarcelado en el cuerpo. Y si después de largas y tenaces controversias, ■o hubieran reclamado su uso las intermitentes perniciosas, ce hubiera tal vea borrado para siempre la quina del ea* 9- talog* de loa medicamentos por los esfuerzos de Sthal y sus djiscipulos , á pesar de que ya ocup; ba un lugar emuien-i te en la Therapeutica por el genio observador del ilustre Sydenham. Pero el espíritu de sistema que casi siempre e.stá en contradicción con la esperiencia, ha renovado en la épo- ca presente las frivolas objeciones con que en los tiempos. pasados atacaron la virtud admirable de este leño , bajo el aparente pretesto de que la naturaleza por si sola basta por lo común para curaj; las tercianas regulares , y que es pe- ligroso reprimir su?' conatos con violencia. Corno esta docí trina se halle sostenida en el dia per algunos médicos ecror peos de grande reputación, me parece necesario dar abo-? ra el resultado de mis observaciones sobre la materia. En toda terciana vernal ü otoñal cuando ella es sim- ple, y no preseuta otra indicación que ía de quitar la tíebre, se debe dar la quina desde el principio; prefiriendo el dia intercalar , y suspendiéndola en todo el tiempo de la acce-j s^on. En las que solo dejan libres algunas horas , se em- pezará, á tomar desde la remisión de la fiebre , evitando siempre el darla en su principio y aumento. Después de baber faltado las accesiones , se continuará la quina por quin- ce o veinte dias á lo menos, para evitar la recaida. Cuan- do hay obstrucciones en las visceras abdominales, y dispo- sición á la hydropesia , por la larga duración de la tercia- ba , ó porque haya repetido varias veces, se ordenará la quina sin demora, y se curarán después los afectos secun- darios. Es mejor dar el remedio en tintura aquosa ó en polvo , pues las drogas que se le agregan en diversas com- posiciones , sop inútiles ó perjudiciales. No debe admitirse entre nosotros en toda su estén- sion, la doctrina de Cullen, y de otros prácticos á favor de la quina en las calenturas remitentes que no son inflama- torias. Las que se observan en Lima son esporádicas ó epi- démicas : aquellas dependen siempre de un infarfo gatrico bilioso, mucoso ó estercoral , ceden fácilmente al uso de ios diluentes, y suaves laxantes y se hacen muy rebeldes y aun portales con el uso de la quina: mas esta tiene lugar en las que después de los catorce dias , toman el tipo intermitente. Las epidémicas son verdaderas intermitentes, cuyas accesiones se prolongan algunas veces por el estado pletorico y flo°-is, tico, y las mas por infarto en las primeras vias. Asi°es $ue eo unas convienen las sanarías al principie, y en, otra» 9 los eméticos y pur?an4es para reducirlas fi su genio ínter* mítente, y anuyen, arlas con la quina. Pero sedará esta desde el principio , si la fiebre estuviese acompañada de sínto- mas peligrosos. Cuanto llevo espuesto en la materia, es conforme 4 la doctrina de los mejores prácticos , y mas adaptable y ne- cesario en Lima , por lo mucho que abaten las accesio- nes á los tercianarios ; porque las mas veces vienen aque- llas acompañadas de s'ntomas molestos y graves , y es- pecialmente de dolor a^udo de cabeza , que hace insufrible su duración ; y porque siendo muy raro el año en que no baya intermitentes perniciosas", conviene prevenir la acce- sión funesta , que suele sorprehender después de algunas regulares que no indicab m la menor malicia. Me parece justo apoyar mi sentir con las s-iguientes pa- labras del celebre Burserio , cuyo dictamen es del mayor peso "Non ergo audiendi sunt imperiti quídam homines, qui "- multis de causis praestan'íssimnm hocce remedium fcor- " ticem peruvianum ~] criminantur, ñeque fides habenda vi- * tuperationibus quorumdam medicorum , uui ex praecon* ** ceptis opinionibus de eo juilicium tuleruní. . . . Non obs* " tructiones , non infartas progignit , et si qui á febre ipsa, w in primis diuturniore geniti fuerint , eos paullatim resol» " vit, et reserat ; non ventrículo infensum est, cum po- " tius, exceptis paucis casibas , eum firmet , et recreetj ** nec febrim sopit tantummodo, sed penitus extinguit, dum- *' modo satis valida manu , et quamdiu opus est, adhibea- " tur, et crises , quas promoveré certo Folet, non impe- " diantur neglectu diaetetici regiminis" Tom. \.° $. 132. Y ya también un sabré—Fxances ba declamado fuertemen- te en el seno de la académica de Paris contra esa prác* tica espectante y funesta " Les médicins franetois exer- " cent, d' une maniere presque exclusive la medicine d* *• expectation .... On s? appercoit déjá en Europe , et " sur-tout en France , d' une maniere tres sensible, des „ funestes eflets de ce sys'eme .... Aussi observet-on' que „ les convalescences sont á présent plus longues et pluspe- „ nibles qu' elles étoient il y á quelque temps , et qua „ les maladies aigues sont seuvent suivies de méiancolies „ et d' aflfctions chroniques , dont , la plupart son tres-re- „ belles ; en fin , les maladies dé langueur sont devenues w tre»-cpma*uues , et oa ue peut pas douter qu' on tí en eft 10 j,.prevenu la plu» granda partie, si on avoit adminís- yp tro a propos la saigneé, 1' emetique , V opium ou te quni- „ quina. '* Tom. 5. ° Memoir par J. Cassan. No imitemos pues á estos nuevos méJicos , ni perda- mos la o;dfiou de auxiliar á la naturaleza con los reme- dios que el arte subministra. " Utamur nostra arte dum ,, ocasio se.se ofert, ne nosíra espectatioet inactiva synap- ,r tonritum contemplado asinina perioulo expouat. D sert. Monspeliens. ann. 1780. á Samuel W^.sj. (12.) Ei celebre Barthez que a las veces obscurecía eu mérito con el inmoderado K empano de recomendarlo, en una Mamona sobre los cólicos ilí icos publicada por la So- ciedad mé.iica de Paris , dice que , " la fiebre biliosa con- p servando su carácter propio, puede hacerse funesta por „ la complicación sintomática de una afección espasmodi- ,, ca eu las visceras precordiales ; y que ni Stoll, ni otro „ algún médico habia conocido esto antes, de él. " Mas si yo no me engaño, entendió dicha complicación el gran Ma- ximiliano, y la enseño á sus discípulos en el status ner. vosus de sus aforismos sobre fiebres: y no solo S.o\\y si- no también Quesnai en varios lugares de su tratado de fie- bres', especialmente en el capitulo 5. ° de la 2.M Sesión' páginas 360, y 370 ; Boherave y Vansuwieten en el par- safo 634; y na dudo que casi todos los médicos desde Hyp- pocrates, aunque no se expresasen con la voz de espasmo, como lo hacen los autores citados , sino con la de ansie- dad , opresión, angustia &c. conocieron y ensebaron que' este síntoma peligroso en las fiebres biliosas provenia de la irritación propagada á los precordios. (13.) ¿El alcanfor es refrigerante y sedativo , ó an» tospasmodico y estimulante ? Hace un siglo que se dis- cute esta question entre los sabios médicos de Europa , y aun esta por resolverse. Lo que puedo decir con respec- to a su uso interno en las calenturas es , que mi experien- cia esta de acuerdo con la de todos los prácticos que lo recomiendan en las fiebres pútridas y malignas , ó para di, «par los espasmos que sobrevienen eoellas, ó para exci, ÍJd.2* i- ^e*9-' CUy° abatim^nto constituye su gr*, ZIJ "í?1*. SU inconte^«We eficacia en este genero de fiebres debe inspirar la mayor desconfianza de el en\Z augio-teuicas o inflamatoria,, y eft todas las enfermeu4de1 que coaauíeu, ea *» e*^ de tono, ó deeaúta^^detj ti acciones vítalas. Su-virtud es semejante á la del opio coa distintos respectos Reanima como el la vitalidad de la cu- tis , y promueve la traspiración y el sudor suprm idos por el espasmo ; pero se le aventaja eq su virtud estimulante, y no le e> comparable en la sedativa. Asi todos con el sa- bio CjIüi lo administran en las gangrenas como el mas poderoso antiséptico, y ninguno se atreve i dar el opio en en gin^renismo húmedo con putridez manifiesta. Por la misma razón es pernicioso el opio en las fiebre» en qu¿ la sangre se disuelve por depresión esencial de laa tuerzas de la vida, en cuyo caso produce el alcanfor m» Cavillosos efectos. Mu si prevalece en ellas un afecto es* pas módico que altera y desordena los movimientos vitales* entonces el opio se aventaja al alcanfor, y su coubinacion produce mas saludables efectos. ¿Pero en que tiempo de las fiebres podrá darse el opio? Todos los médicos son de sentir que es pernicioso al prin* cipio cuando h iy materiales acres ó pútridos qae deben ex- pelerse : pero que en la declinación de las fiebres , con mo- vimientos convulsivos y salto de los tendones, se debe dar lili recelo y (según dice Cullen en su Materia medica) es un remedio soberano que se puede ordenar con atrevi- miento en grandes y repetidas dosis , hasta que desapa- rezcan esos síntomas funestos. Y en el año de esta epidemia con- firmamos su eficacia el doctor Paredes y yo en un joven ya «asi agonisante después de muchos dias de una fiebre pú- trida , con lengua aridísima, delirio y constantes movimien- tos convulsivos. Sin embargo el profundo Barthez en la Memoria cU tada , dice qué en la fiebre bilioso-espasmodica con acxiedad precordial debe combatirse primero la afección espasmodi- ca con el alcanfor , el aimiscle , el vexigatorio sobre el epi- gastrio , y sobre todo con el opio ; y que estos remedios ordenados al principio, favorecen la acción de los purgan- tas que deben darse después, y que están indicados por la naturaleza biliosa de las fiebres. "Estos remedios antispas- y, módicos y sedativos (añade el mismo autor) disipando el yy espasmo precordial, son también muy eficaces para pre- „ venir laa afecciones perniciosas de las visceras del pecho y, y de la cabeza, que este espasmo podría determinar por „ su influencia puramente synapatica > ó excitando metasta» *. aít 4t la bilis sobre dichas, partes, " Lo mismo en sube» 12 tanda repite el autor en el tom. 2. ° efe sus Wuev. éter*» de la cieve. del hcm. pag. 119 nota 23. He aqui un punto sublime de medicina practica, que según me parece, no ha sido comprobado cou hechos pú- blicos por los sabios de Europa. Alibert, postenor en su Ma. teria medica á la Mt moría de Barthcz, exponiendo las va-» rias aplicaciones del opio, no menciona el caso propues- to por Barthez ; mas en general parece impugnar el uso del opio en el. Asi be espresa este sabio en la pag. 77. del 2.? :om. „ L' opium est surtout tres-prejudiciable daña la fievre meningo-gastrique , parce qu' il suspend les mou- vemens si necesaires des evacuations bilieuses et saburra- Íes .... Dans les aflections de 1' estomac et des intes- o et calido detiuentw, ve\ „ plures in eodem loco decurnbunt, No.socomia e,grotis ni- „ mis plena sk»:ilis contagii horrenda exempla praebent. " Cch rol. Mertens Observut. medie, pars 1. rt cap. 1. "Dans les hó- „ piteaux.....les maladies contagieuses aigués font des „ ravages enrayan*, et les chroniques sont indestructibles. Ces „ maisons devíennent des foyers oú les unes et les autrea „ développent une activité inconnue partout ailleurs: de lá, „ elles se repandent sans cesse , on menacent de se repan- 3, dre dans le public. " Cuban. Observut. sur les hópituux. " 3, Los hospitales cuanto mas numerosos, mas mortíferos : enj }J cada uno se observa su epidemia particular predominante, „ de que recaen los con\alecientes y asistentes. " Pereirade calenturas pag. 33. Si asi se juzga en Rusia , en París y en Madrid, sobre los hospitales de Fjuropa, donde es tan exacto el servicio y aseo, y en donde diariamente se renueva y purifica el aire, i que no deberé decir de los hospitales de Lima , y prin- cipalmente en la época deque voy hablando? Era tan cre- cido entonces en ellos el número de enfermos , que no bas- tando para colocarlos las camas y crujios, se hallaban acos- tados en el suelo unos junto á otros, inficionándose mutua- mente con el vapor de sus excretos, y contagiando á los sa- nos que les servían, ó visitaban. Y lo mas estrado es, que po se hubiese procurado desinficionar esa atmosfera pestilen- te por los medios tan conocidos y usados en los países cultos. Desde que publicó su obra Guiton-Morveau sobre las fu- migaciones por el gas acido muriatico oxigenado , y Carmi* cha el Smyth por el gas acido nítrico, se ado»t6 en Eu* ropa con felices resultados la purificación del ayre por cual- quiera de estos medios en los hos pítales^ iglesias, navios &c. Fourcroy y Pinel prefieren el método de Morveau, y los mé- dicos que fueron con Napoleón al Egipto , lograron por el mismo medio disipar las fiebres pútridas que disminuían el ejercito. Han trabajado mucho los químicos para conocer la na- turaleza del gas pútrido que hace tan funestos estragos en los cuerpos vivos. El sabio Fourcrey en el sistema de los conocimientos químicos tom. 9. pag. 109 dice, "queseigno- ,, ra aun la naturaleza del gas pútrido; que no es el gas azo- „ te como han pensado algunos modernos, y que el creé „ mas bien que la misma naturaleza animal podrida j di- „ suelta éh los gazes exhalados durante la putrefacción, der- „ ransa en los humores animales el germen ó fermento pu- „ trido que los priva de la vida. " Mas el famoso Doctor Milchil), médico en los Estados-Unidos de America , es de contrario sentir; y desde el aflo dé 1795 ha publicado va- rios discursos para probar que los efluvios pútridos son de una cualidad acida, y que este acido de putrefacción ó sép- tico , se neutraliza con el álcali y la tierra calcárea: que los alcalinos son los verdaderos remedios en la fiebre amarilla, y en todas las pútridas ; que la cal , la lexia y tierras cal- careas preservan admirablemente del contagio pútrido; y que derramadas en las casas , en las calles y en los lugares in- ficionados , absuerven y neutralizan los vapores ácidos que producen dichas fiebres. Por lo cual cree el autor